Amistad mariana pdf

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Exhortación apostólica del Papa sobre la Eucaristía.- Xá vâxáà|™Ç wx tÅÉÜ El amor se ha convertido en el tema central del segundo documento más importante del pontificado de Benedicto XVI, se trata de la Exhortación apostólica postsinodal Sacramentum caritatis, publicada el 13 de marzo, en la que el Pontífice recoge las conclusiones del Sínodo de los Obispos, celebrado en octubre de 2005 en el Vaticano, sobre la Eucaristía. l Papa tiene muchas esperanzas en este documento, de 136 páginas, pues considera que puede revolucionar la actitud de los católicos ante la Misa, haciendo que redescubran en ella un momento de encuentro personal con Cristo, realmente presente en el Sacramento. Como explica en la introducción, la Eucaristía «es el don que Jesucristo hace de sí mismo, revelándonos el amor infinito de Dios por cada hombre». Y añade: «En este admirable Sacramento, se manifiesta el amor más grande, aquel que impulsa a dar la vida por los propios amigos»; subrayando cómo, «en el Sacramento eucarístico, Jesús sigue amándonos hasta el extremo, hasta el don de su Cuerpo y de su Sangre». El documento alterna pasajes de meditación con recomendaciones o propuestas que recogen las cincuenta Proposiciones, que en su conjunto buscan subrayar el papel central de la Eucaristía, sin la cual la Iglesia no podría subsistir. Celibato sacerdotal: La Exhortación reafirma el «sentido profundo del celibato sacerdotal, considerado justamente como una riqueza inestimable ». Y explica: «Esta opción del sacerdote es una expresión peculiar de la entrega que lo conforma con Cristo y de la entrega exclusiva de sí mismo por el reino de Dios». Ante la escasez de sacerdotes, el texto propone «una distribución del clero más ecuánime», y «tener la valentía de proponer a los jóvenes la radicalidad del seguimiento de Cristo, mostrando su atractivo». Divorciados vueltos a casar: Ratificando la indisolubilidad del matrimonio, el documento afronta «las situaciones dolorosas en que se encuentran bastantes fieles que, después de haber celebrado el sacramento del Matrimonio, se han divorciado y contraído nuevas nupcias». Y aclara: «El Sínodo de los Obispos ha confirmado la praxis de la Iglesia, fundada en la Sagrada Escritura, de no admitir a los sacramentos a los divorciados casados de nuevo, porque su estado y su condición de vida contradicen objetivamente esa unión de amor entre Cristo y la Iglesia que se significa y se actualiza en la Eucaristía». También añade: «Sin embargo, los divorciados vueltos a casar siguen perteneciendo a la Iglesia, que los sigue con especial atención, con el deseo de que, dentro de lo posible, cultiven un estilo de vida cristiano mediante la participación en la Santa Misa, aunque sin comulgar, la escucha de la Palabra de Dios, la adoración eucarística, la oración, la participación en la vida comunitaria, el diálogo con un sacerdote de confianza o un director espiritual, la entrega a obras de caridad, de penitencia, y la tarea educativa de los hijos». BOLETÍN DIGITAL – LEGIÓN DE MARÍA – BOLIVIA D. L. nº 5-3-67-06 RESUMEN DEL IMPRESO n.º 204 – Año 17 – ORURO / ABRIL 2007 Director: Germán Mazuelo-Leytón El texto pasa después a recordar o proponer aspectos importantes para vivir con participación y belleza la Eucaristía: indicaciones para la homilía, para la presentación de las ofrendas, para el rito de la paz, o la despedida de la asamblea. Catequesis: Para redescubrir y vivir la Eucaristía, el Papa considera de vital importancia una auténtica «catequesis mistagógica», que «ha de introducir en el significado de los signos contenidos en los ritos». Y añade: «Este cometido es particularmente urgente en una época como la actual, tan imbuida por la tecnología, en la cual se corre el riesgo de perder la capacidad perceptiva de los signos y símbolos. Más que informar, la catequesis mistagógica debe despertar y educar la sensibilidad de los fieles ante el lenguaje de los signos y gestos que, unidos a la Palabra, constituyen el rito». Adoración eucarística: Cristo está siempre presente en la Eucaristía, no sólo durante la celebración de la Misa. La Exhortación, al igual que el Sínodo, propone a la Iglesia universal la «adoración eucarística», momentos de oración ante el Sacramento. Doctrina social de la Iglesia: La Eucaristía, por último, no es un acto intimista o cerrado, sino que debe cambiar la vida de los cristianos y del mundo. «La oración que repetimos en cada Santa Misa: Danos hoy nuestro pan de cada día, nos obliga a hacer todo lo posible, en colaboración con las instituciones internacionales, estatales o privadas, para que cese, o al menos disminuya, en el mundo el escándalo del hambre y de la desnutrición que sufren tantos millones de personas, especialmente en los países en vías de desarrollo», afirma. «El cristiano laico en particular, formado en la escuela de la Eucaristía, está llamado a asumir directamente la propia responsabilidad política y social», aclara. «Para que pueda desempeñar adecuadamente sus cometidos hay que prepararlo mediante una educación concreta a la caridad y a la justicia». Por eso –concluye–, «es necesario promover la doctrina social de la Iglesia y darla a conocer en las diócesis y en las comunidades cristianas». E

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Exhortación apostólica del Papa sobre la Eucaristía.-

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El amor se ha convertido en el tema central del segundo documento más importante del pontificado

de Benedicto XVI, se trata de la Exhortación apostólica postsinodal Sacramentum caritatis, publicada el 13 de marzo, en la que el Pontífice

recoge las conclusiones del Sínodo de los Obispos, celebrado en octubre de 2005 en el Vaticano, sobre la

Eucaristía.

l Papa tiene muchas esperanzas en este documento, de 136 páginas, pues considera que puede revolucionar la actitud de los católicos ante la Misa, haciendo que redescubran en ella un

momento de encuentro personal con Cristo, realmente presente en el Sacramento. Como explica en la introducción, la Eucaristía «es el don que Jesucristo hace de sí mismo, revelándonos el amor infinito de Dios por cada hombre». Y añade: «En este admirable Sacramento, se manifiesta el amor más grande, aquel que impulsa a dar la vida por los propios amigos»; subrayando cómo, «en el Sacramento eucarístico, Jesús sigue amándonos hasta el extremo, hasta el don de su Cuerpo y de su Sangre».

El documento alterna pasajes de meditación con recomendaciones o propuestas que recogen las cincuenta Proposiciones, que en su conjunto buscan subrayar el papel central de la Eucaristía, sin la cual la Iglesia no podría subsistir.

Celibato sacerdotal: La Exhortación reafirma el «sentido profundo del celibato sacerdotal, considerado justamente como una riqueza inestimable ». Y explica: «Esta opción del sacerdote es una expresión peculiar de la entrega que lo conforma con Cristo y de la entrega exclusiva de sí mismo por el reino de Dios». Ante la escasez de sacerdotes, el texto propone «una distribución del clero más ecuánime», y «tener la valentía de proponer a los jóvenes la radicalidad del seguimiento de Cristo, mostrando su atractivo».

Divorciados vueltos a casar: Ratificando la indisolubilidad del matrimonio, el documento afronta «las situaciones dolorosas en que se encuentran bastantes fieles que, después de haber celebrado el sacramento del Matrimonio, se han divorciado y contraído nuevas nupcias». Y aclara: «El Sínodo de los Obispos ha confirmado la praxis de la Iglesia, fundada en la Sagrada Escritura, de no admitir a los sacramentos a los divorciados casados de nuevo, porque su estado y su condición de vida contradicen objetivamente esa unión de amor entre Cristo y la Iglesia que se significa y se actualiza en la Eucaristía». También añade: «Sin embargo, los divorciados vueltos a casar siguen perteneciendo a la Iglesia, que los sigue con especial atención, con el deseo de que, dentro de lo posible, cultiven un estilo de vida cristiano mediante la participación en la Santa Misa, aunque sin comulgar, la escucha de la Palabra de Dios, la adoración eucarística, la oración, la participación en la vida comunitaria, el diálogo con un sacerdote de confianza o un director espiritual, la entrega a obras de caridad, de penitencia, y la tarea educativa de los hijos».

BOLETÍN DIGITAL – LEGIÓN DE MARÍA – BOLIVIA D. L. nº 5-3-67-06

RESUMEN DEL IMPRESO n.º 204 – Año 17 – ORURO / ABRIL 2007 Director: Germán Mazuelo-Leytón

El texto pasa después a recordar o proponer aspectos importantes para vivir con participación y belleza la Eucaristía: indicaciones para la homilía, para la presentación de las ofrendas, para el rito de la paz, o la despedida de la asamblea.

Catequesis: Para redescubrir y vivir la Eucaristía, el Papa considera de vital importancia una auténtica «catequesis mistagógica», que «ha de introducir en el significado de los signos contenidos en los ritos». Y añade: «Este cometido es particularmente urgente en una época como la actual, tan imbuida por la tecnología, en la cual se corre el riesgo de perder la capacidad perceptiva de los signos y símbolos. Más que informar, la catequesis mistagógica debe despertar y educar la sensibilidad de los fieles ante el lenguaje de los signos y gestos que, unidos a la Palabra, constituyen el rito».

Adoración eucarística: Cristo está siempre presente en la Eucaristía, no sólo durante la celebración de la Misa. La Exhortación, al igual que el Sínodo,

propone a la Iglesia universal la «adoración eucarística», momentos de oración ante el Sacramento.

Doctrina social de la Iglesia: La Eucaristía, por último, no es un acto intimista o cerrado, sino que debe cambiar la vida de los cristianos y del mundo. «La oración que repetimos en cada Santa Misa: Danos hoy nuestro pan de cada día, nos obliga a hacer todo lo posible, en colaboración con las instituciones internacionales, estatales o privadas, para que cese, o al menos disminuya, en el mundo el escándalo del hambre y de la desnutrición que sufren tantos millones de personas, especialmente en los países en vías de desarrollo», afirma. «El cristiano laico en particular, formado en la escuela de la Eucaristía, está llamado a asumir directamente la propia responsabilidad política y social», aclara. «Para que pueda desempeñar adecuadamente sus cometidos hay que prepararlo mediante una educación concreta a la caridad y a la justicia». Por eso –concluye–, «es necesario promover la doctrina social de la Iglesia y darla a conocer en las diócesis y en las comunidades cristianas».

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Legión de María

Frank Duff y los sacerdotes

a correspondencia de Frank Duff puede ser única en la historia de Irlanda, en cuanto a su volumen y a la internacionalidad de sus destinatarios. La colección

entera contiene muchos millones de palabras. Los sacerdotes fueron los destinatarios de muchas de esas cartas. También a ellos dedicó gran parte del tiempo que él destinaba a sus visitas, a la tarea absorbente que ahora llamamos asesoramiento. Todo el compartir íntimo de ideas, temores, tentaciones y tensiones que un hombre inspirado y dotado de inmensa compasión suscita en aquéllos que tienen el mismo compromiso que él. Pues a pesar de la diferencia nítida entre los deberes del apostolado seglar, de acuerdo con la visión de Frank Duff, y el misterio del sacerdocio, que él sinceramente veneraba, la gracia de Dios los necesita a ambos y los necesita en la más estrecha colaboración. Esta diferencia él la conocía bien. No la minimizaba, ni dejaba que su pena oscureciera su visión. Mucho de aquello se daba por supuesto en el ambiente de su tiempo; no olvidemos que él ayudó a cambiar el ambiente. El orden clerical establecido no favorecía las iniciativas de los laicos. Puede parecer extraño, pero el mismo sistema de los Seminarios que el Concilio de Trento instituyó para defender a la Iglesia en el período siguiente a la Reforma, propició de un modo indirecto, -y desde luego sin intención por parte de los que lo establecieron- dos cosas que fueron obstáculos para el apostolado seglar organizado -apostolado seglar, insisto, que provino del mismo laicado, como lo fue la Legión. Propendía a convertir el clero en una casta, y aislarlo, por su actividad, de los seglares. Muchos de los sacerdotes que pusieron obstáculos o frustraron las iniciativas de Frank Duff, eran fieles a la formación que recibieron en el Seminario, formación que se había desvirtuado. Repito que tal resultado fue sin querer.

Era necesario liberar al sacerdocio de esta situación. Aquí hay que hacer una distinción importante. Frank Duff siguió adelante sabiendo que incurriría en una hostilidad clerical, pero él distinguía muy claramente entre el clero y los sacerdotes. Una vez le oí usar el término "mero eclesiástico" refiriéndose a alguien que se había portado negativamente. Pero que este recuerdo no sirva para promover rencor alguno. Tenía un elevado concepto del sacerdocio. Había leído la escuela de espiritualidad francesa del siglo XVII, y aquellos escritores fueron tremendos paladines de la dignidad, el misterio, el poder del sacerdote. Cualquiera que quiera conocer lo que pensaba Frank Duff acerca de la colaboración ideal entre sacerdote y apóstol seglar, debe leer su magnífico ensayo "El sacerdote necesita miembros auxiliares", o su charla inaugural a la Sociedad Sacerdotal "Chrístus Rex". La verdadera base de la actitud de nuestro líder respecto de los sacerdotes era su fe en la Eucaristía, en la Misa, donde es para nosotros Sacramento y Sacrificio. Era un hombre que no exigía de un sacerdote, lo que no era propio de un sacerdote. Al Director Espiritual no se le obligaba a hacer trabajo como a los miembros. Aún menos se le pedía que invadiese campos en donde ahora se siente llamado a intervenir -proyectos sociales, empresas

económicas, incluso revolución política. En la Legión el sacerdote seguía siendo un ministro de cosas sagradas, en cuyo ejercicio debía perfeccionarse. También es grato recordar que, estando Frank Duff presente en las deliberaciones del Concilio Vaticano II, como Auditor Laico, escuchó palabras de alabanza que tenían a la Legión y a él como objeto durante el debate en tomo al Decreto sobre el Ministerio y la vida de los sacerdotes, en la cuarta sesión. Estas generaciones ciertamente reconocerán en Frank Duff un portador de la verdad de Cristo, un luminoso apóstol seglar, un dedicado y esclarecido siervo del sacerdocio de Cristo. R.P. Dr. Michael O’ Carrol, C.S.Sp.

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Letanias Marianas

Madre del buen consejo

entil Pastora que sabe guiar a la vida eterna y a la vida digna de vivirse. "El Señor es mi Pastor". También quiero decir: María es mi pastora. Maestra insuperable: Dichosos los alumnos de tu escuela, María. Consejera única,

porque le asiste el Espíritu Santo en persona. Yo necesito tu maravilloso consejo para los mil asuntos que ignoro. Yo tengo los problemas y Tú tienes las soluciones. Guíame a la vida eterna, mi destino final, aquello por lo que existo y para lo que fui creado. Dame algo de tu sabiduría para resolver amablemente las dificultades de miles de hermanos míos que sufren, que lloran y no saben para qué sirve el vivir. Enséñame cuál es el sentido del vivir, de sufrir, de morir. Ayúdame a amar mucho esta vida, pero infinitamente más la otra. Aconseja al Jesús de la tierra, al Vicario de tu Hijo, a los obispos, sacerdotes...Enséñanos a discernir los engaños del Padre de la Mentira de las luces del Espíritu Santo. Madre del buen consejo, te necesitamos tanto en un mundo lleno de confusión y de sombras...

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E L B R E V I A R I O

"En la liturgia viene en segundo término el oficio, la voz comunitaria de la Iglesia, en la que resuena la oración de Cristo. En cualquier oficio construido a base de los salmos, empleamos oraciones inspiradas por el Espíritu Santo, y nos acercamos a aquella voz eclesial que tiene que ser oída por el Padre. Por esto se prescribe el oficio -y no la meditación- como condición esencial de todo miembro pretoriano. "Conforme se desarrolla en nosotros la gracia -dijo a sus legionarios el arzobispo Leen-, nuestro amor ha de expresarse en formas nuevas". El rezo de todo oficio divino sería, para los que están en condiciones de hacerlo, muestra de esta expansión de amor" (Manual 16, 1).