Ana es una niña de once años, pelirroja, pecosa y muy traviesa. … · Las buenas estrellas se...

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Anaesunaniñadeonceaños,pelirroja,pecosaymuytraviesa.Eshuérfanadesdelostresañosy,porerror,terminacomohijaadoptivadeloshermanosMatthewyMarillaCuthbert,enlagranjadeTejasVerdes.Ellosesperabanunmuchachoaltoyfornido,peroensulugaraparecióAna.ApesardelainicialoposicióndeMarilla,Anaconsigueconvencerlosdequeno ladevuelvanalorfanato. La niña se integra rápidamente en el nuevo hogar, y al cabo depoco tiempo ya nadie en la Isla del Príncipe puede imaginarse la vida sinAna.

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L.M.Montgomery

Ana,ladeTejasVerdesSerieAna,ladeTejasVerdes·1

ePUBv1.0bigJ11.05.12

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Títulooriginal:AnneofGreenGablesL.M.Montgomery,1908.Traducción:JoséGarcíaDíaz

Editororiginal:bigJ(v1.0)ePubbasev2.0

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LasbuenasestrellasseencontraronentuhoróscopoYtehicierontodoespíritu,fuegoyrocío.

BROWNING

Alamemoriademipadreydemimadre.

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CAPÍTULOUNO

LaseñoraRachelLyndesellevaunasorpresa

LaseñoraRachelLyndevivíadondeel camino realdeAvonleabajaaunpequeñovalleorladodealisosyzarcillos,ycruzadoporunarroyoquenaceenlosbosquesdela vieja posesión de los Cuthbert. El arroyo tenía reputación de ser torrencial eintrincadoensucursosuperior,entrelosbosques,consecretosyoscurosremansosycascadas;peroalllegaralLynde'sHolloweraunapequeñacomente,tranquilaybieneducada,puesnisiquieraunarroyopodríapasarfrentealapuertadelaseñoraRachelLynde sin el debido respeto por la decencia y el decoro. Probablemente se dabacuentadequelaseñoraRachelestaríasentadajuntoasuventana,observandoconojoavizoratodoelquepasaba,dearroyosyniñosarriba,ysillegabaarepararenalgoextrañoofueradelugar,nodescansaríahastadescubrirelcómoyelporqué.

Existemuchagente,tantoenAvonleacomofueradeallí,quepuedemeterseenlavidadelosdemásacostadeldescuidodelapropia.PerolaseñoraRachelLyndeerauna de esas personas mañosas que son capaces de vigilar al unísono los asuntospropiosy losajenos.Amadecasanotable,su trabajoestabasiemprehechoybien;«dirigía»elCírculodeCostura,ayudabaenlaEscuelaDominicalyeraelmásfuertepuntal de la Sociedad de Ayuda de la Iglesia y de Auxilio a las Misiones en elExterior. Y a pesar de todo eso, la señora Rachel hallaba tiempo abundante parasentarsehorasenterasjuntoalaventanadesucocina,tejiendocolchasde«algodónretorcido»—habíatejidoquince,comosesentíaninclinadasadecirlasamasdecasade Avonlea en voz reverente—, sin perder de vista el camino real que cruzaba elvallecito y subía la empinada colina roja. Debido a que Avonlea ocupaba unapequeña península triangular que entraba en el golfo de St. Lawrence, con agua aamboslados,todoelqueentrabaosalíadeallídebíatomarelcaminodelacolinayasípasarbajoelojoatentodelaseñoraRachel.

Allí estaba sentada una tarde de principios de junio. El sol entraba, cálido ybrillante, por la ventana; en el huerto de la cuesta, una zumbante nube de abejascubría loscapullosblancosy rojos.ThomasLynde—undócilhombrecilloaquienlos habitantes de Avonlea llamaban «el marido de Rachel Lynde»— plantaba lassemillas de nabo tardío en los campos situados más allá del establo y MatthewCuthbert debíahaber estadoplantando las suyas en el gran campo rojodel arroyo,cercade«TejasVerdes».LaseñoraRachellosabíaporquelehabíaoídodeciraPeterMorrisonlanocheanterior,enlatiendadeWilliamJ.Blair,quepensabasembrarsussemillasdenabodurantelatardesiguiente.Peterselohabíapreguntado,desdeluego,pues no había noticias de que Matthew Cuthbert hubiese dado en su vida,voluntariamente,informaciónalguna.

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Sinembargo,allíibaMatthewCuthbert,alastresymediadelatardedeundíalaborable, cruzando plácidamente el pequeño valle en su carricoche y subiendo lacolina;másaún,vestíasusmejoresropasycuelloblanco,locualqueríadecirqueibafuera deAvonlea; y guiaba la calesa, con la yegua alazana, lo que significaba querecorreríaunadistanciaconsiderable.Ahorabien,¿adónde ibaMatthewCuthbertyparaquéiba?

Dehaberse tratadodeotrohombredeAvonlea, la señoraRachel, atandocabosdiestramente, podría haber contestado ambas preguntas con bastante acierto. PeroMatthewsalíatanraramentedellugar,quedebíaseralgoapremianteypococomúnloquelellevaba;eraelhombremástímidodelacreaciónyodiabatenerqueirdondehubiera extraños o tuviera que hablar.Matthew, con cuello blanco y en calesa, eraalgoquenoseveíaamenudo.LaseñoraRachel,pormásquereflexionara,nadapudosacarenlimpio,loquemalogrósudiversióndeaquellatarde.

—Iréhasta«TejasVerdes»despuésdeltéysabréporMarillaadondehaidoyporqué—decidiópor fin la respetableseñora—.Normalmentenovaalpuebloenestaépocadelaño;ynuncahacevisitas:sisehubieraquedadosinsemillasdenabo,nosehabríavestido,nicogidolacalesaparairabuscarmás;node-mostrabaprisascomoparairabuscaralmédico.Ysinembargo,algodebehaberlepasadodesdeayernocheparahacerlepartirasí.Estoycompletamenteperpleja,esoes,ynotendréunminutodepazhastaquenosepaquéhasacadodeAvonleaaMatthewCuthbert.

En consecuencia, la señora Rachel partió después del té; no tenía que ir muylejos;lacasaconparralesyhuertodondevivíanlosCuthbertestabaescasamenteauncuarto demilla por el caminodesdeLynde'sHollow.En realidad, el largo senderoaumentaba bastante la distancia. Matthew Cuthbert padre, tan tímido y silenciosocomo su hijo, al fundar su residencia se había alejado todo lo que pudo de suscongéneres hasta llegar casi a meterse en los bosques. «Tejas Verdes» había sidoconstruidoenlosconfinesdesustierrasyallíseguíahastaentonces,apenasvisibledesdeelcaminorealsobreelcualestabansituadas—demostrandounmayorsentidodelasociabilidad—elrestodecasasdeAvonlea.LaseñoraRachelnoconsiderabaquevivirenunlugarasípudieramereceresecalificativo.

—Es un simple estar, nada más —decía mientras avanzaba por el senderocruzadoporprofundos surcosybordeadopor rosas silvestres—.NoesdeextrañarqueMatthewyMarillaseanunpoquitoraros,viviendoaquílejosysolos.Losárbolesnohacenmuchacompañía, aunquequién sabe sihabría suficientes si así fuera.Yoprefieromirara lagente.Parecenbastantesatisfechos,perosupongoqueesporqueestán habituados. El cuerpo se acostumbra a todo, hasta a que lo cuelguen, comodecíaunirlandés.

Pensando esto, la señora Rachel dejó el sendero y entró en el patio trasero de«Tejas Verdes». Era un jardín muy verde, bien cuidado y ordenado, con grandes

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saucesaunladoyprimorosascasuarinasalotro.Nohabíaniuntrozodemaderaniunapiedra,puesencasocontrariolaseñoraRachellashubieradescubierto.TeníalaopinióndequeMarillaCuthbertbarríaeljardíntanamenudocomoellasucasa.Sepodríahabercomidoalgocaídoalsuelosinnecesidaddequitarlelaproverbialmotadepolvo.

LaseñoraRachelllamócortésmenteyentróencuantolainvitaronahacerlo.Lacocina de «Tejas Verdes» era un lugar alegre; o lo hubiera sido de no estar tandolorosamentelimpia.Susventanasdabanalesteyaloeste.Porladeloeste,sobreeljardín del fondo, entraba la suave luz de junio; pero la del este, desde la que segozabade lavistade loscapullosblancosde loscerezosdelhuertoy losabedulesesbeltosycabeceantesdelahondonadadelarroyo,estabareverdecidaporunaparra.Allísesentaba,cuandolohacía,MarillaCuthbert,siempreligeramentedesconfiadadelaluzdelsol,queleparecíademasiadodanzarinaeirresponsableparaunmundodestinadoasertomadoenserio;yallíestabaahora,tejiendo,ylamesayasehallabapreparadaparalacena.

Antesdehaberterminadodecerrarlapuerta,laseñoraRachelyahabíatomadonotamentalmentedetodoloquehabíasobrelamesa.Erantresplatos,demaneraqueMarilladebíaestaresperandoaalguienquevendríaconMatthewacenar;pero losplatos eran de diario y con sólomanzanas agrias en almíbar y una única clase depastel.Por lo tanto, lavisitaesperadanodebíaserextraordinaria.Entonces,¿aquévenía el cuello blanco deMatthew y la yegua alazana? La señora Rachel casi semareabaanteesteextrañomisterioenlatranquilaypocomisteriosa«TejasVerdes».

—Buenastardes,Rachel—dijoMarillaenérgicamente—.Esunatarderealmentehermosa,¿noescierto?¿Noquieretomarasiento?¿Cómoestánlossuyos?

EntreMarillaCuthbertylaseñoraRachelexistíadesdesiemprealgoque,afaltade mejor nombre, podía llamarse amistad, a pesar —o quizá a causa— de sudiferencia.

Marilla era unamujer alta y delgada, angulosa y sin curvas; su cabello oscurodejabaentreveralgunashebrasgrisesysiempreestabarecogidoenunpequeñomoñocondoshorquillasagresivamenteclavadas.Teníaelaspectodeunamujerdementeestrechayconciencia rígida,yasí era;perohabíaunaciertapromesaen sus labiosque,dehabersido ligeramentedesarrollada,podríahabersido indicativadesentidodelhumor.

—Estamos todos bien —dijo la señora Rachel—. Aunque, al ver partir aMatthew,temíquequizávosotrosnoloestuvierais.Creíquealomejoribaabuscaralmédico.

Marilla hizo unamueca de comprensión.Esperaba a la señoraRachel; suponíaqueverlapartidaintempestivadeMatthewibaaserdemasiadoparalacuriosidaddesuvecina.

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—Oh, no, estoy bien aunque ayer tuve un dolor de cabeza terrible —dijo—.Matthew fue a Bright River. Esperamos a un chiquillo de un orfanato de NuevaEscociayllegaeneltrendeestanoche.

LaseñoraRachelnosehubierasorprendidomássiMarillalehubiesedichoqueMatthew había ido aBrightRiver a recibir un canguro deAustralia.Quedómudadurantecincosegundos.NopodíasuponerqueMarillaseestuviesedivirtiendoasucosta,perolaseñoraRachelcasisevioobligadaacreerlo.

—¿Lodiceenserio,Marilla?—preguntócuandorecobrólavoz.—Por supuesto —dijo Marilla, como si acoger chicos del orfanato de Nueva

Escocia fuera parte de la tarea común de primavera en cualquier granja bienadministradadeAvonlea.

LaseñoraRachelsintióquehabía recibidounafuerte impresión. ¡Unchiquillo!¡MarillayMatthewCuthbertadoptandounchico!¡Deunorfanato!¡Vaya,porciertoque el mundo andaba patas arriba! ¡Después de esto, nada podría sorprenderla!¡Nada!

—¿Quiénlehametidoesaideaenlacabeza?—preguntóentonodereproche.Aquello había sido hecho sin solicitar su consejo y por lo tanto debía ser

reprobado.—Bueno,loestuvimospensandoduranteuntiempo;enrealidaddurantetodoel

invierno—contestóMarilla—.LaseñoradeAlexanderSpencervinoporaquíundíaantesdeNavidadydijoqueleibanaenviarunaniñadelorfanatodeHopetownenprimavera. Su prima vive allí y la señora Spencer la ha visitado y sabe cómofunciona. De manera queMatthew y yo hemos estado hablando sobre esto desdeentonces. Pensamos acoger un chico.Matthew está entrado en años (tiene sesenta,sabeusted),yyanoestanactivocomoantes.Sucorazónlemolestabastante.Yyasabelodifícilqueesencontrarbuenostrabajadores.Nosepuedeobtenernadaapartede esos estúpidos muchachos franceses a medio desarrollar; y en cuanto se haconseguido que uno de ellos se acostumbre a nuestra manera de ser y se le haenseñadoalgo,partehacialasfábricasdeconservasdelangostasohacialosEstadosUnidos. Al principio, Matthew pensó en un muchacho de Inglaterra, pero le dijedirectamente que no. «Puede que esténmuy bien, no digo que no; pero no quierovagabundoslondinenses»,ledije.«Tráemeporlomenosunnativodeestoslugares.Habríaun riesgo, no importa a quién consigamos.Perome sentirémás tranquila ydormirémejorsiconseguimosuncanadiense.»DemaneraquealfindecidimospediralaseñoraSpencerquenoseligieraunocuandofueraabuscarasuniña.LasemanapasadasupimosqueiríaylemandamosdecirporlosparientesdeRichardSpencerenCarmody que nos trajera unmuchacho inteligente y bien parecido, de unos diez uonceaños.Decidimosqueésa sería lamejoredad; lo suficientementemayorcomoparaquepreste ayudaen las tareasdomésticasy lo suficientementepequeñocomo

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paraque se lepueda enseñar en ladebida forma.Pensamosdarleunbuenhogaryeducación.Hoy,elcarterotrajodelaestaciónuntelegramadelaseñoradeAlexanderSpencerdiciendoqueveníaestatardeeneltrendelascincoymedia.DemaneraqueMatthewfueaBrightRiverabuscarlo.LaseñoraSpencerlodejaríaenlaestación.EllavaaWhiteSands.

LaseñoraRachelsepreciabadedecirsiempreloquepensaba;procedióahacerloahora,habiendoajustadosuactitudmentalanteestasnoticiassorprendentes.

—Bien,Marilla, le diré claramente que pienso que está cometiendo un terribleerror;unacosaarriesgada,esoes.Nosabeustedloquerecibe.Traeasucasayasuhogaraunniñoextrañoynosabenadasobreél,niquécaráctertiene,niquépadrestuvo, ni qué clase de persona resultará. Fíjese que sólo la semana pasada leí en elperiódicoqueunaparejadeloestedelaislahabíaadoptadounniñodeunorfanatoyéstepegó fuegoa lacasa laprimeranoche;adrede,Marilla,ycasi losconvirtióencenizas cuando dormían. Y sé de otro caso de un muchacho adoptivo queacostumbraba sorber huevos; no pudieron conseguir que dejara de hacerlo. Si mehubieranpedidoconsejosobreelasunto,leshabríadichoquehicieranelfavordenopensarentalcosa,esoes.

Este consuelo de Job no pareció ni alarmar ni ofender a Marilla, que siguiótejiendotranquilamente.

—Noniegoquehayalgodeverdadenloquedice,Rachel.Yomismahetenidoalgunos escrúpulos de conciencia. Pero Matthew estaba firmemente decidido; demaneraquecedí.EstanraroqueMatthewseempecineenalgo,quecuandolohace,siempresientoqueesmideberceder.Yenloqueserefierealriesgo,lohayencasitodoloqueunohaceenestemundo.Hayriesgosenlosniñospropiossillegaelcaso;no siempre resultan buenos.Y además,NuevaEscocia está cerca de la isla.No escomosivinieradeInglaterraodelosEstadosUnidos.Nopuedesermuydistintodenosotros.

—Bueno, espero que resulte bueno—dijo la señora Rachel, con un tono queindicaba claramente sus dudas—. Pero no diga que no la previne si quema «TejasVerdes»oechaestricninaenelpozo;supedeuncasoenNuevaBrunswick,dondeuno del orfanato hizo eso, y toda la familiamurió presa de horribles sufrimientos.Sóloqueenesecasoeraunaniña.

—Bueno,notendremosunaniña—dijoMarilla,comosielenvenenarlospozosfueraunatareafemeninaynohubieranadaquetemeraeserespectoenelcasodeunmuchacho—.Nisoñaríaentraerunaniñaparacriarla.MesorprendequelaseñoradeAlexanderSpencerlohaga.Peroellanodudaríaenadoptartodoelorfanatosiselopropusiera.

AlaseñoraRachellehubieragustadoquedarsehastaqueMatthewvolvieraacasaconsuhuérfanoimportado.Peroreflexionandoquepasaríandosbuenashorashasta

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que llegara, decidió ir a lo de Robert Bell y contarle la novedad. Por cierto quecausaría una primerísima sensación y a la señora Rachel le gustaba enormementeprovocarlas. De manera que partió, para tranquilidad de Marilla, pues ésta sentíarevivirsusdudasytemoresbajolainfluenciadelpesimismodelaseñoraRachel.

—¡Por todos los santosdel cielo!—exclamó la señoraRachel cuandoestuvoasalvoenelsendero—.Parececomosiestuvierasoñando.Losientoporesejovenynomeequivoco.MatthewyMarillanosabennadadeniñosyesperanqueélseamásinteligenteyjuiciosoquesuabuelo,siesquealgunavezlotuvo,cosaqueesdudosa.Esespantosoimaginarunniñoen«TejasVerdes»;nuncahubounoallí,puesMatthewyMarillayaeranmayores cuando se construyó lanuevacasa, si esquealgunavezfueron niños, cosaqueesdifícildecreercuandose losmira.Noquisierapornadahallarmeenellugardelhuérfano.Locompadezco,asíes.

EsodijolaseñoraRachelalasrosassilvestres,detodocorazón;perosihubierapodidoveralacriaturaqueesperabapacientementeenlaestacióndeBrightRiverenesemismomomento,supiedadhubierasidoaúnmásprofunda

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CAPÍTULODOS

MatthewCuthbertsellevaunasorpresa

MatthewCuthbertylayeguaalazanarecorrieronlentamentelosdocekilómetrosquehabía hasta Bright River. Era un bonito camino que corría entre bien dispuestasgranjas, bosquecillos de pino y una hondonada llena de flores de los cerezossilvestres.Elaireestabaperfumadoporvariosmanzanosylospradosseextendíanenladistanciahastalasbrumasperlasypúrpurasdelhorizonte,mientras

Lospajarilloscantabancomosifueraelúnicodíadeveranodetodoelaño.

Porsumaneradeser,Matthewgozabadelpaseo,exceptocuandosecruzabaconmujeres y tenía que saludarlas con un movimiento de cabeza, pues en la isla delPríncipeEduardosesuponequehayquesaludarasíaquienquieraseencuentreenelcamino,tantosiseleconocecomosino.

Matthew sentía terror por todas las mujeres, exceptuando a Marilla y Rachel;sentíalaincómodasensacióndequeaquellasmisteriosascriaturasseestabanriendodeél.Hubieraestadobastanteacertadoenpensarlo,pueseraunextrañopersonaje,dedesmañada figura, largos cabellos gris ferroso que llegaban hasta sus encorvadoshombrosycastañaypobladabarbaquellevabadesdequecumplieralosveinteaños.Esverdad,alosveinteteníacasielmismoaspectoquealossesenta,salvoelpoquitodegrisenloscabellos.

Cuando llegó a Bright River no había signo de tren alguno; pensó que erademasiadotemprano,demaneraqueatóelcaballoenelpatiodelpequeñohoteldellugaryfuealaestación.Ellargoandénhabríaestadodesierto,anoserporunaniñasentadasobreunmontóndevigasenelextremomáslejano.

Matthew,notandoapenasqueeraunaniña,cruzófrenteaella tanrápidocomopudo, sinmirarla. De haberlo hecho, no hubiera podido dejar de percibir la tensarigidezyansiedaddesuactitudyexpresión.Estabaallísentada,esperandoalgooaalguieny,yaquesentarseyesperarera loúnicoquepodíahacer,sehabíapuestoahacerlocontodossussentidos.

Matthewencontróaljefedeestacióncerrandolataquilla,preparándoseparairacenarasucasa,ylepreguntósillegaríaprontoeltrendelascincoytreinta.

—El tren de las cinco y treinta ha llegado y ha partido hace media hora —contestó el rudo funcionario—.Perohadejadounpasajero;unaniña.Está sentadaallíenlasvigas.Lepedíquefueraalasaladeesperaparadamas,peromeinformógravemente que prefería quedarse afuera. «Hay más campo para la imaginación»,

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dijo.Yodiríaqueesuncaso.—Noestoyesperandoaunaniña—dijoMatthewinexpresivamente—.Hevenido

porunmuchacho.Debíaestaraquí.LaseñoradeAlexanderSpencerdebíatraérmelodeNuevaEscocia.

Eljefedeestaciónlanzóunsilbido.—Sospechoquehayalgúnerror—dijo—.La señoraSpencerbajódel trencon

esamuchachayladejóamicargo.Dijoqueustedysuhermanalaibanaacogeryqueustedllegaríaasudebidotiempoabuscarla.Esoescuantoséaeserespecto;ynotengomáshuérfanosocultosporaquí.

—No comprendo —dijo Matthew desvalidamente, deseando que Marillaestuvieseamanoparahacersecargodelasituación.

—Bueno, mejor pregunte a la muchacha —dijo descuidadamente el jefe deestación—.Meatreveríaadecirquepodráexplicarlo;tienesupropioidioma,esoescierto.Quizáseleshabíanacabadolosmuchachosdelaclasequeustedesquerían.

Semarchócorriendo,pues teníahambre,y elpobreMatthewquedóparahaceralgo más difícil para él que buscar a un león en su guarida: caminar hasta unamuchacha, una extraña, una huérfana, y preguntarle por qué no era unmuchacho.Matthewgimióparasusadentrosmientrassevolvíayrecorríalentamenteelandén.

La muchacha le había estado observando desde que se cruzara con ella y lemirabaahorafijamente.Matthewno lamirabay tampocohabríavistocómoeraenrealidad de haberlo hecho; pero un observador ordinario hubiera percibido losiguiente:

Unachiquilladeunosonceaños,conunvestidode lanaamarillogrisáceomuycorto,muyajustadoymuy feo.Llevabaun sombrerodemarinerodeundesteñidocolorcastañobajoelque,extendiéndoseporsusespaldas,asomabandostrenzasdeuncabellomuygrueso,deunvivocolorrojo.Sucaraerapequeña,delgadayblanca,muypecosa;labocagrandeytambiénsusojos,quesegúnlaluzparecíanverdes,ode un gris extraño. Eso, para un observador ordinario. Uno extraordinario hubieranotadoque labarbillaeramuypronunciada;que losgrandesojosestaban llenosdevivacidad;quelabocaeraexpresivayloslabiosdulces;ensuma,nuestroobservadorperspicazhubieradeducidoquenoeraunalmavulgar laquehabitabaelcuerpodeaquella niña descarriada, de quien estaba tan ridículamente temeroso el tímidoMatthewCuthbert.

Éste, sin embargo, se libró de la prueba de tener que hablar primero, pues tanprontoelladedujoqueveníaensubusca,sepusodepie,tomandoconunamanoelasadeladesvencijadayviejamaletayextendiéndolelaotra.

—Supongo que usted esMatthewCuthbert, de «TejasVerdes»—dijo con vozdulceyextrañamenteclara—.Mealegrodeverle.Estabaempezandoatemerquenovinierapormíeimaginandoloquenoselohabríapermitido.Habíadecididoquesi

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ustednoveníaabuscarmeestanoche,iríaporelcaminohastaaquelcerezosilvestreymesubiríaaélparapasarlanoche.Notendríanipizcademiedoyseríahermosodormir en un cerezo silvestre lleno de capullos blancos a la luz de la luna, ¿no leparece?Unopodría imaginarsequepaseapor salonesdemármol, ¿noescierto?Yestabaseguraquesinolohacíaestanoche,ustedvendríapormíporlamañana.

Matthewhabíatomadodesmañadamenteenlasuyalahuesosamanecitayenesemismomomentodecidióquéhacer.Nopodíadeciraestacriaturadeojosbrillantesque había habido un error; la llevaría a casa y dejaría esa tarea paraMarilla. Noimportaquéerror sehabía cometido,no lapodíadejar enBrightRiver, demaneraquetodaslaspreguntasyexplicacionespodíanserrelegadashastaestarderegresoasalvoen«TejasVerdes».

—Sientomuchohaberllegadotarde—dijocontimidez—.Vamos,elcaballoestáenelpatio.Damelamaleta.

—Oh,puedollevarla—contestóalegrementelaniña—.Noespesada.Tengoenellatodosmisbienesterrenales,peronoespesada.Ysinoselallevadeciertaforma,el asa se sale, demanera que serámejor queme quede con ella, pues conozco elsecreto.Esunamaletamuyvieja.Oh,estoycontentadequehayavenido,aunquemehubiera encantado dormir en un cerezo silvestre. Tenemos que recorrer un largotrecho,¿noesasí?LaseñoraSpencerdijoqueseríandocekilómetros.Estoycontentaporquemegusta ir encoche.Oh,parecealgomaravillosoqueyovayaavivir conustedesy serde la familia.Nuncahe tenido familiadeverdad.Peroelasilo fue lopeor.Noheestadoallímásquecuatromeses,perohasidosuficiente.Nocreoqueustedhayasidonuncaunhuérfanoenunasilo,demaneraquenopuedeenmaneraalgunaimaginarsecómoes.Espeordeloquepuedaimaginarse.LaseñoraSpencerdicequehagomuymalalhablarasí,peronotengomalaintención.Estanfácilhacermalsindarsecuenta,¿noescierto?Erabuena,¿sabe?,lagentedelasilo.¡Perohaytanpococampopara la imaginaciónenunasilo!…; sólo están losdemásasilados.Eraalgomuyinteresante imaginarcosasrespectoaellos; imaginarque laniñaqueestabaamiladoeraenverdadlahijadeunconde,robadaasuspadresenlainfanciapor una niñera cruel, que muriera antes de poder confesar. Y acostumbraba estardespiertaporlasnoches,imaginandocosasasí,porquenoteníatiempoduranteeldía.Sospechoqueesporesoqueestoytandelgada;soyhorriblementeflaca,¿noesasí?No hay carne en mis huesos. Me gusta imaginarme que soy bonita y gorda, conhoyuelosenloscodos.

Conesaspalabras,lacompañeradeMatthewcesósucharla,enparteporqueselehabíaacabadolarespiraciónyenparteporquehabíanllegadoalacalesa.Nodijootrapalabrahastaquehubierondejadoelpuebloybajabanunacolinaempinada,enlaqueel camino había sido trazado tan profundamente, que los terraplenes, cubiertos decerezossilvestresenfloryabedules,sealzabanmuyarribasobresuscabezas.

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La niña sacó la mano y rompió una rama de ciruelo silvestre que rozaba elcostadodelcarricoche.

—¿Noeshermoso?¿Enquélehacepensareseárbolquesobresaleblancoyllenodeflores?—preguntó.

—Bueno…nosé…—dijoMatthew.—En una novia, desde luego; una novia toda de blanco con un hermoso velo

vaporoso.Nuncahevistouna,peropuedoimaginarcómopuedeser.Yonoesperosernuncanovia.Soytanfea,quenadiequerrájamáscasarseconmigo,amenosqueseaunmisionero.Supongoqueunmisioneronotienemuchasaspiraciones.Peroesperoquealgúndíatendréunvestidoblanco.Éseesmiidealdefelicidadterrenal.Megustala ropa bonita y nunca la he tenido enmi vida, en lo que puedo acordarme; pero,desdeluego,eslomáximoquesepuedeansiar,¿noesasí?Yentoncesmeimaginoque estoy vestida de forma deslumbrante. Esta mañana, al dejar el asilo, estabaterriblementeavergonzadaporqueteníaquellevarestehorriblevestidoviejodelana.Todas lashuérfanas lo llevan, ¿sabe?UncomerciantedeHopetowndonóelúltimoinviernotrescientosmetrosdeestatelaalasilo.Algunosdijeronqueeraporquenolapudovender, pero yo creo que fue por bondad, ¿no le parece?Cuando subimos altren,sentícomositodosmeestuvieranmirandoyapiadándosedemí.Peromepuseasoñare imaginéque teníaelmáshermosovestidodesedaceleste—cuandounoseponeaimaginar,hayquehacerloconalgoquevalgalapena—yungransombrerotodo flores y plumas, y un reloj de oro y guantes de cabritilla y botas. Me sentíinmediatamentealegreydisfrutécontodasmisganasdelviajealaisla.Nomemareéalvenirenelbuque,nitampocolaseñoraSpencer,aunquesuelehacerlo.Medijoquecuidandodequenomecayeraporlabordanotuvotiempodesentirsemal.Dijoquenuncavioanadiequemeganaraaserinquieta.Perosiasíevitéquesemareara,esunasuertequeseainquieta,¿noescierto?Yoqueríamirarcuantosepuedeverenunbuque,porquenosabíasitendríaotraoportunidadparaello.¡Oh,ahíhaymáscerezosen flor! Esta isla es el lugar conmás flores delmundo.Yame gusta y estoymuycontentadeveniraviviraquí.SiempreheoídoquelaisladelPríncipeEduardoeraellugarmáshermosodelatierra,yacostumbrabaimaginarquevivíaaquí,peronuncaesperé que se convirtiera en realidad, ¿no es así? Pero esos caminos rojos son tancómicos…CuandosubimosaltrenenCharlottetownyloscaminosrojosempezaronapasar,lepreguntéalaseñoraSpencerquéloshacíatanrojos,yelladijoquenolosabíayqueporamordeDiosnolehicieramáspreguntas.Dijoquelehabíayahechomil. Supongo que tenía razón, pero ¿cómo se han de saber las cosas si no sepreguntan?Y¿quéhacerojosaesoscaminos?

—Y…nosé—dijoMatthew.—Bueno, ésa es una de las cosas que tendré que averiguar algún día. ¿No es

maravillosopensarentodaslascosasquehayqueaveriguar?Simplementemehace

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sentirme contenta de vivir. ¡Es un mundo tan interesante! Seria la mitad deinteresante si lo supiéramos todo, ¿no es cierto? No habría campo para laimaginación.Pero,¿estoyhablandodemasiado?Lagentesiempremedicequeasíes.¿Legustaríaquenohablara?Mecallarésimelodice.Puedocallarmeencuantomedecido,aunqueesbastantedifícil.

Parasusorpresa,Matthewsedivertía.Comoalamayoríadelosserescallados,legustabalagentehabladoraquedeseabahacertodalaconversaciónporsímismaynoesperabaqueélparticiparaenella.Peronuncaesperógozarde lacompañíadeunachiquilla. Las mujeres eran cosa bastante mala, pero las chiquillas eran peor.Detestaba la forma que tenían de pasar tímidamente a su lado, con miradas desoslayo,comositemieranqueselasengulleradeunbocadosiseaventurabanadecirunapalabra.ÉseeraeltipodechiquillabieneducadadeAvonlea.Peroestabrújulapecosa eramuydistintay, aunque encontraba algodifícil para su lenta inteligenciamantenersealniveldesuságilesprocesosmentales,legustabasucharla.Demaneraquedijoconlatimidezdecostumbre:

—Oh,puedeshablarcuantoquieras.Nomemolesta.—Oh,mealegrotanto.Séqueustedyyonosvamosallevarbien.Esunalivio

tan grande hablar cuando se quiere y que no le digan a una que a los niños debevérselesynooírseles.Melohandichounmillóndeveces.Ylagenteseríeporqueusopalabraslargas.Perosisetienengrandesideas,debenusarsepalabraslargasparaexpresarlas,¿noesasí?

—Bueno,parecerazonable.—LaseñoraSpencerdijoquedebotenerlalenguasujetaporelmedio.Peronoes

así: sujeta por un extremo. La señora Spencer dijo que su finca se llama «TejasVerdes».Le hice preguntas sobre ella.Y dijo que hay árboles rodeándola.Esomepusomáscontentaaún.Meencantanlosárboles.Ynohabíaningunoenelasilo,nadamás que unos palos enclenques y miserables, de los cuales colgaban unas jaulasblanqueadas con cal. Esos árboles parecían huérfanos también. Yo acostumbrabadecirles:«¡Oh,pobrecillos!Siestuvieraisenlosgrandesbosquesconotrosárbolesenderredor, con alces y ardillas y el arroyo no muy lejos, con pájaros cantando envuestrasramas,podríaiscrecer,¿noescierto?Peronolopodéishacerdondeestáis.Sé exactamente lo que sentís, arbolitos». Lamenté dejarlos esta mañana. Uno sesiente tan unido a cosas así, ¿no es cierto? ¿Hay algún arroyo cerca de «TejasVerdes»?OlvidépreguntárseloalaseñoraSpencer.

—Bueno,sí.Hayunoalladodelacasa.—¡Québien!Siemprehasidounodemissueñosvivircercadeunarroyo.Nunca

esperéqueasíocurriera,sinembargo.Lossueñosnosehacensiemprerealidad,¿noescierto?¿Noseríahermosoqueasífuera?Peroahoramesientobastantecercadelafelicidadporque…,bueno,¿quécolordiríaustedqueesesto?

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Echóunadesussatinadastrenzassobresudelgadohombroylasostuvofrentealos ojos deMatthew. Éste no estaba acostumbrado a decidir sobre el color de loscabellosfemeninos,perosobreéstosnocabíanmuchasdudas.

—Esrojo,¿noescierto?—dijo.Lamuchachadejócaer la trenzaconunsuspiroqueparecióarrancarde lomás

profundodesualmayqueexpresabatodalatristezadelmundo.—Sí,esrojo—dijoresignadamente—.Ahorapuedeverustedporquénopuedo

ser totalmente feliz.Nadieque tengacabellos rojospuedeserlo.Lasotrascosasnomeimportantanto, laspecas, losojosverdesyladelgadez.Puedoimaginarquenolastengo.Puedoimaginarqueposeounahermosapielrosadayunoshermososojosvioletas.Perono puedo imaginar queno tengo cabellos rojos.Hago cuantopuedo.Pienso: «Ahorami cabello es negroglorioso; negro como el ala del cuervo».Perotodoeltiemposéqueesrojoyesomeparteelcorazón.Seráunapenatodalavida.Unavezleíenunanovelaqueunamuchachateníaunapenadetodalavida,peronoerapelirroja.Sucabelloeraoropuroquecaíadesussienesdealabastro.¿Quéesunasiendealabastro?Nuncahepodidoaveriguarlo.¿Puededecírmelo?

—Bueno, temo que no—dijo Matthew, que se estaba mareando un poco. Sesentíaigualquecuandoensutemerariajuventud,otromuchacholehabíainducidoasubiraltiovivoundíaquehabíanidodemerienda.

—Bueno, no importa lo que fuera, debe de ser algomuy bonito, pues ella eradivinamente hermosa. ¿Ha imaginado usted alguna vez lo que debe ser sentirsedivinamentehermosa?

—Bueno,no,nolohehecho—confesóingenuamenteMatthew.—Yosí,amenudo.¿Quélegustaríasersiledejaranelegir:divinamentehermoso,

deslumbradoramenteinteligenteoangelicalmentebueno?—Bueno,noloséconexactitud.—Yotampoco.Nuncapuedodecidirme.Perono tienemuchaimportancia,pues

nohayposibilidaddequenuncaseaningunadeesascosas.Seguroquenuncaseréangelicalmente buena. La señora Spencer dice… ¡Oh, señor Cuthbert! ¡Oh, señorCuthbert!¡Oh,señorCuthbert!

Esonoera loquehabíadicho la señoraSpencer;nique lachiquilla sehubieracaído del coche, ni tampoco que Matthew hubiera hecho algo sorprendente.Simplementehabíanpasadounacurvadelcaminoyseencontrabanenla«Avenida».

LoquelagentedeNewbridgellamabala«Avenida»erauntrozodecaminodecuatrocientosoquinientosmetrosdelongitud,completamentecubiertoporlascopasde altos manzanos, plantados años atrás por un viejo granjero excéntrico. Encimahabíaunlargodoseldecapullosblancosyfragantes.Bajolascopas,elairereflejabalapúrpuraluzdelatardecery,alolejos,lavisióndelcielocrepuscularbrillabacomolaventanadelatorredeunacatedral.

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Su belleza pareció enmudecer a la niña. Se repantigó en el carricoche, con lasdelgadasmanosapretadasylacaraembelesadaanteelesplendorceleste.Nisiquieradespués de haberla recorrido por entero, cuando bajaban la larga cuesta que va aNew-bridge,semoviónihabló.Todavíaconlacaraextasiadamirabaelcrepúsculolejano, con ojos que contemplaban visiones cruzando sobre aquel brillante fondo.Todavía en silencio cruzaron Newbridge, una ruidosa aldea, donde los perros lesladraron, los muchachos les miraron y caras curiosas les contemplaron desde lasventanas. Ya habían recorrido unos cinco kilómetros y la niña no hablaba. Eraevidentequepodíaquedarsecalladacontantaenergíacomocuandohablaba.

—Sospecho que debes sentirte bastante cansada y hambrienta—se aventuró adecirporfinMatthew,achacandoellargosilencioalaúnicarazónqueseleocurría—.Peronotenemosqueirmuylejos;otrokilómetronadamás.

Ella volvió de su sueño con un profundo suspiro y le miró con los ojossoñolientosdeunalmaquehavagadoporlalejanía,guiadaporunaestrella.

—Oh,señorCuthbert—murmuró—,eselugarqueatravesamos;eselugarblanco,¿quéera?

—Bueno, supongoquehablasde la«Avenida»—dijoMatthewdespuésdeunaprofundareflexión—.Esunsitiomuybonito.

—¿Bonito? Oh, bonito no me parece la palabra más adecuada. Ni tampocohermoso.Noessuficiente.¡Oh,eramaravilloso,maravilloso!Eslaprimeravezqueveoalgoquenopuedesermejoradopormiimaginación.Mehasatisfechoaquí—ypusolamanosobresupecho—,mehizosentirdolorysinembargoeraplacentero.¿Tuvoustedalgunavezundolorasí,señorCuthbert?

—Bueno,norecuerdohaberlotenido.—Yolotengomuchasveces,cadavezqueveoalgorealmentehermoso.Perono

debíanllamarla«Avenida»aesehermosoparaje.Nohaysignificadoenunnombreasí. Debían llamarlo…Veamos… «El Blanco Camino Encantado». ¿No es ése unnombreimaginativo?Cuandonomegustaelnombredeunlugarodeunapersona,siemprelesimaginounonuevoysiempremerefieroaellosasí.Enelasilohabíaunaniña cuyo nombre era Hepzibah Jenkins, pero yo siempre me la imaginaba comoRosalíaDeVeré.Otrospuedenllamar la«Avenida»aese lugar,peroyosiemprelediré«ElBlancoCaminoEncantado».¿Esverdadquedebemoshacerotrokilómetroantesde llegaracasa?Estoycontentay triste.Estoy tristeporqueelpaseoha sidoagradableysiempremepongotristecuandofinalizanlascosasagradables.Puedeserquedespués venga algo aúnmás agradable, perounonuncapuede estar seguro.Ymuyamenudoocurrelocontrario;ésahasidomiexperiencia.Peroestoycontentadepensarque llegoacasa.Verá,desdeque tengomemorianohe tenidounverdaderohogar.Medaotravezesedolorplacenteroelpensarquevoya tenerunverdaderohogar.Oh,¿noeshermoso?

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Habíanllegadoalacuestadeunacolina.Bajoelloshabíaunalagunaqueparecíacasi un río, tan grande e irregular era. Un puente la cruzaba y desde allí hasta suextremo inferior, donde el cinturón ambarino de las arenas la separaba del oscurogolfo lejano, el agua era una sinfonía de gloriosos tonos: los más espirituales delazafrán, las rosas y el verde etéreo, mezclados con otros tan irreales que no haynombre para ellos. Más allá del puente, la laguna llegaba hasta una arboleda deabetos y arces, reflejando sus sombras cambiantes aquí y allá; un ciruelo silvestresobresalía del margen, como una niña de puntillas que contemplaba su propiaimagen. De la espesura en el extremo de la laguna, llegaba el claro y tristementedulcecorodelasranas.Enunacuestalejanahabíaunacasitagrisasomandoentrelosmanzanosy,aunqueaúnnoerabastanteoscuro,enunadesusventanasbrillabaunaluz.

—ÉsaeslalagunadeBarry—dijoMatthew.—Oh, tampocomegusta esenombre.La llamaré…veamos…«ElLagode las

Aguas Refulgentes». Sí, ése es el nombre correcto. Lo sé por el estremecimiento.Cuandodoyconunnombrequeseajustaperfectamente,meestremezco.¿Lehacenestremeceraustedlascosas?

Matthewrumió:—Bueno, sí. Siempre me estremezco cuando veo las orugas blancas en los

pepinos.Odioverlas.—Oh,nocreoqueseaésa lamismaclasedeestremecimiento.¿Nocreeusted?

Noparecehabermucharelaciónentreorugasyaguabrillante,¿no?Pero,¿porquélallamanlalagunadeBarry?

—SupongoqueporqueelseñorBarryviveenesacasa.«LaCuestadelHuerto»eselnombredelafinca.Sinofueraporaquelmatorral,sepodríaver«TejasVerdes»desde aquí. Pero tenemos que cruzar el puente y dar una vuelta por el camino, demaneraqueestátodavíaunosseiscientosmetrosmásallá.

—¿TienehijaspequeñaselseñorBarry?Bueno,nodemasiadopequeñas;¿demiedad?

—Tieneunadealrededordeonceaños.SunombreesDiana.—¡Oh!—conunalargaaspiración—.¡Esunnombrecompletamentehermoso!—Bueno,nolosé.Meparecequehayalgopaganoenél.Mehubieragustadomás

MaryoJuneoalgúnnombresensatoporelestilo.Perocuandoellanació,habíaunmaestrohospedadoaquí,ledieronaelegirelnombreyeligióDiana.

—Quisieraquehubiesehabidounmaestroasícuandoyonací.Oh,yaestamosenelpuente.Voyacerrar losojos; siempre tengomiedodecruzarpuentes.Nopuedoevitarpensarque,justocuandolleguealamitad,quizáledéporcerrarsecomounanavaja yme pille.Demanera que cierro los ojos. Pero siempre tengo que abrirloscuandocreoqueestoyllegandoalmedio.Porque,veráusted,siledieraalpuentepor

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doblarse,me gustaría verlo. ¡Qué estruendo tan alegre! Siempreme ha gustado elestruendo. ¿No es espléndido que haya tantas cosas que gusten en este mundo?Bueno,yapasamos.Ahoramiraréhacia atrás.Buenasnoches,queridoLagode lasAguasRefulgentes.Siempreledigobuenasnochesalascosasquequiero,igualqueloharíaconlagente.Creoquelesgusta.Parecequeesaaguameestuvierasonriendo.

Cuando hubieron llegado a la siguiente colina y dado la vuelta a un recodo,Matthewdijo:

—Estamosbastantecercadecasa.«TejasVerdes»está…—Oh,nomelodiga—leinterrumpió, tomandosubrazoparcialmentealzadoy

cerrandolosojosparanoverelgesto—.Déjemeadivinarlo.Estoyseguradeacertar.Abriólosojosymiróentorno.Estabanenlacrestadeunacolina.Elsolsehabía

puestohacíarato,peroelpaisajeseguíailuminadoporunsuaveresplandor.Aloeste,la aguja de una iglesia se elevaba contra un cielo color caléndula.Abajo estaba elvalle,ymásallá,unalargaysuavecuestaascendente,conbiendispuestasgranjasalolargo.Losojosdelaniñasaltabandeunaaotra,ansiososypensativos.Porúltimose posaron en una a lo lejos, a la izquierda, apenas visible entre el blanco de loscapullos de los bosques de los alrededores. Sobre ella, en el inmaculado cielo delsudoeste,unagranestrellacristalinabrillabacomounalámparadeguíaypromesas.

—Ésa es, ¿no es cierto? —dijo, señalando. Matthew dio alegremente con lasriendasenlagrupadelayegua.

—¡Bueno,lohasadivinado!PerosospechoquelaseñoraSpencerladescribió.—No, le aseguroqueno.Todo loquedijopodíaadaptarseacualquiera.Yono

tenía una idea real de su apariencia. Pero tan pronto como la vi, sentí que eramihogar.Oh,meparececomosiestuvierasoñando.¿Sabeusted?,debotenerelbrazoamoratadodesdeel codohastaelhombro,pues tenía lahorrible sensacióndeestarsoñando.Asíquemepellizcabaparaversieraverdad,hastaquedeprontorecordabaque, aun suponiendo que fuera un sueño, seríamejor seguir soñando cuanto fueraposible; demanera que nome pellizcabamás. Pero esto es verdad, y estamos porllegaracasa.

Conunsuspirodeembelesoquedóensilencio.Matthewse revolvió incómodo.Estaba contento de que fuera Marilla y no él quien debiera decir a aquella niñaabandonadaqueelhogarqueansiabanoseríasuyo.CruzaronLynde'sHollow,dondeestabayabastanteoscuro,peronolosuficientecomoparaquelaseñoraRachelnolavieradesdesuventana,ysubieronlacolinahastael largosenderoqueibaa«TejasVerdes».Al llegar a la casa,Matthew temblabaante lacercana revelación, conunaenergía que no comprendía. No pensaba en Marilla ni en sí mismo, ni en lasmolestias que derivarían de aquel error, sino en la desilusión de la niña. Cuandopensóqueseborraríadesusojosaquellaextasiadaluz,tuvolaincómodasensaciónde tener que asistir a un asesinato; un sentimiento parecido al que le sobrevenía

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cuandodebíamataruncarnero,unterneroocualquierotrainocentecriatura.El patio estaba bastante oscuro cuando entraron, y las hojas de los árboles

rumoreabanenderredor.—Escuchealosárboleshablarensueños—murmurólaniñamientraséllabajaba

—. ¡Qué sueños más hermosos deben tener! Entonces, sujetando fuertemente lamaletaquecontenía«todossusbienesterrenales»,lesiguiódentrodelacasa.

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CAPÍTULOTRES

MarillaCuthbertsellevaunasorpresa

CuandoMatthew abrió la puerta, Marilla se dirigió hacia ellos alegremente. Perocuando sus ojos tropezaron con la desaliñada figurita, de largas trenzas rojizas yanhelantesyluminososojos,sedetuvoasombrada.

—Matthew,¿quéesesto?—exclamó—.¿Dóndeestáelchico?—Nohabíaningúnchico—dijoMatthewapenado—.Todoloquehabíaeraella.Señaló a la niña con la cabeza, cayendo en la cuenta de que ni siquiera había

preguntadosunombre.—¡Noesunmuchacho!Perodebíahaberhabidounmuchacho—insistióMarilla

—.LemandamosdeciralaseñoraSpencerquetrajeraunmuchacho.—Bueno,puesnolohizo.Latrajoaella.Lepreguntéaljefedeestación.Ytuve

quetraérmelaacasa.Nopodíaquedarseallí,seacualfuerelaequivocación.—¡Vaya,puessíquehemoshechounbuennegocio!—exclamóMarilla.Durante estediálogo la niñahabíapermanecido en silencio,moviendo susojos

del uno al otro sin muestra de admiración en su rostro. Repentinamente, pareciócaptartodoelsignificadodeloquesehabíadicho.Dejandosupreciadamaleta,diounpasohaciadelanteyjuntósusmanos.

—¡No me quieren!—gritó—. ¡No me quieren porque no soy un chico! Debíhaberlo esperado. Nunca me quiso nadie. Debí haber comprendido que todo erademasiadohermosoparaquedurara.Debíhabercomprendidoquenadiemequiereenrealidad.Oh,¿quépuedohacer?¡Voyaecharmeallorar!

Ylohizo.Sentándoseenunasilla juntoa lamesa,pusolosbrazossobreéstayescondiendo la cara entre ellos, comenzó a llorar estrepitosamente. Marilla yMatthew se dirigieron sendas miradas de reproche. Ninguno de los dos sabía quéhacerodecir.FinalmenteMarillasedecidióaactuar.

—Bueno,nohaynecesidaddellorarasí.—¡Sí,hay necesidad!—Laniña levantó rápidamente la cabeza,dejandover su

rostro llenode lágrimasysus labios temblorosos—.Tambiénusted lloraríasi fueraunahuérfanayhubieravenidoaunsitioquecreíaibaasersuhogarparaencontrarseconquenolaquierenporquenoesunchico.¡Oh,estoeslomástrágicoquemehasucedido!

Lo que parecía una sonrisa algo torpe por falta de práctica, suavizó el torvosemblantedeMarilla.

—Bueno, no llores más. No vamos a dejarte fuera esta noche. Tendrás quequedarteaquíhastaqueinvestiguemosesteasunto.¿Cómotellamas?

Laniñavacilóunmomento.

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—Porfavor,¿puedenllamarmeCordelia?—dijoansiosamente.—¡LlamarteCordelia!¿Esésetunombre?—No-o-o,noesexactamenteminombre,peromeencantaríallamarmeasí.Esun

nombretanelegante…—Noentiendonadadeloqueestásdiciendo.SinotellamasCordelia,¿cuálestu

nombre?—AnaShirley—balbuceó demala gana—, pero, por favor, llámemeCordelia.

No puede importarle mucho cómo tiene que llamarme, si voy a estar aquí pocotiempo,¿noescierto?YAnaesunnombretanpocoromántico.

—¡Disparatesnovelescos!—dijoladesconsideradaMarilla—.Anaesunnombrerealmentebiensencilloysensato.Notienesporquéavergonzartedeél.

—Oh,no,nomeavergüenzo—explicóAna—,sóloquemegustamásCordelia.Siempre he imaginado que mi nombre era Cordelia… por lo menos durante losúltimosaños.Cuandoerajoven,imaginaballamarmeGeraldine,peroahoramegustamásCordelia.Decualquiermodo,siquierellamarmeAna,hágalo.

—Muy bien, entonces, Ana, ¿quieres explicarnos cómo se ha producido estaconfusión? Nosotros le mandamos decir a la señora Spencer que nos trajera unmuchacho.¿Nohabíaniñosenelasilo?

—Oh, sí, sí, muchísimos. Pero la señora Spencer dijo claramente que ustedesquerían una niña de unos once años. Y la directora pensó en mí. No puedenimaginarseloencantadaqueestabayo.Nopudedormirdurantetodalanocheporlaalegría.Oh—agregó con reproche volviéndose haciaMatthew—, ¿por qué nomedijoenlaestaciónquenomequerían,ymedejóallímismo?SinohubiesevistoelBlancoCaminoEncantadoyelLagodelasAguasRefulgentes,nomeresultaríatanpenoso.

—¿Quéquieredecirconeso?—preguntóMarillaaMatthew.—Ella…ellaseestárefiriendoaunaconversaciónquetuvimosenelcamino—

dijoMatthew precipitadamente—. Salgo a guardar la yegua,Marilla. Tenme el tépreparadoparacuandoregrese.

—¿Llevaba la señora Spencer a alguienmás, aparte de ti?—continuóMarillacuandoMatthewhubosalido.

—ALilyJones.Lilytienesólocincoañosyesmuyguapa.Tieneelpelocastaño.Siyofueratanguapaytuvieraelpelocastaño,¿medejaríaquedar?

—No,queremosunmuchachoparaqueayudeaMatthewenlagranja.Unaniñanonosseríaútil.Quítateelsombrero.Lopondréjuntoconlamaletasobrelamesadelvestíbulo.

Ana se quitó el sombrero humildemente. En seguida regresó Matthew y sesentaronacenar.PeroAnanopodíacomer.Envanomordisqueabaelpanuntadoconmantequillaypicoteabalasmanzanasagriasenalmíbar.

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—Nocomesnada—dijoMarilla toscamente,mirándolacomosiesto fueraunafaltagrave.Anasuspiró.

—Nopuedo.Meencuentrosepultadaenlosabismosdeladesesperación.¿Puedeustedcomercuandoseencuentraenlosabismosdeladesesperación?

—Nunca estuve en los abismos de la desesperación, de modo que no puedodecirlo—respondióMarilla.

—¿No?Bueno,¿hatratadoalgunavezdeimaginárselo?—No.—Entonces no creo que pueda comprender cómo es. Ciertamente, es una

sensaciónmuy desagradable. Cuando uno trata de comer, se forma un nudo en lagargantaynosepuede tragarnada,nisiquierauncaramelodechocolate.Unavez,hace dos años, comí un caramelo de chocolate, y me pareció delicioso. Desdeentoncessueñomuyamenudoquetengomontonesdecaramelosdechocolate,perosiempremedespiertojustoenelmomentoenquevoyacomerlos.Esperoquenosesientaofendidaporquenopuedocomer.Todoestáextremadamentebueno,peroasínopuedocomer.

—Sospechoqueestácansada—dijoMatthew,quiennohabíahabladodesdequeregresaradelestablo—.Mejorseráquelaacuestes,Marilla.

MarilahabíaestadopensandodóndedormiríaAna.Teníapreparadouncanapéenla cocina destinado al deseado niño que esperaban. Pero aunque estaba limpio ypulcro, noparecía el lugarmás apropiadoparaunaniña.No sepodíapensar en elcuarto de huéspedes para una niña desamparada, de manera que sólo quedaba labuhardilladelladoeste.MarillaencendióunavelaeindicóaAnaquelasiguiera,loqueéstahizosinningúnentusiasmo.Alpasarjuntoalamesadelvestíbulorecogiósusombreroysumaletín.Elvestíbulohacíagaladeuna limpiezaque intimidabayelpequeño cuarto en el que se encontró repentinamente le pareció aAnamás limpioaún.

Marilla colocó la vela sobre una mesa triangular de tres patas y apartó lasfrazadas.

—¿Tienesuncamisón?—preguntó.Anaasintió.—Sí, tengo dos. Me los hizo la directora del asilo. Son terriblemente cortos.

Nuncaalcanzanadaenelasilo,todoesescaso,porlomenosenunasilopobrecomoeselnuestro.Odioloscamisonescortos.Perosepuedesoñartanbienconelloscomoconesosotrosmaravillososquelleganhastalospiesytienenvolantesalrededordelcuello;eselúnicoconsuelo.

—Bueno,desvístetelomásrápidamenteposibleyméteteenlacama.Dentrodeunosminutosregresaréabuscarlavela.Nomeatrevoaconfiarenquelaapaguesportimisma.Erescapazdeprenderfuegoalacasa.

Cuando Marilla se hubo retirado, Ana miró pensativamente en derredor. Las

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paredes blanqueadas resultaban 'tan penosamente desnudas y llamativas que Anapensó que debían sufrir por su propia desnudez. El suelo también se encontrabadesnudo, excepto el centro, cubierto por un felpudo redondo acordonado. En unrincónestabaellecho,altoyantiguo,concuatrooscurospostestorneados.Enlaotraesquina se hallaba la ya citadamesa triangular adornada con un grueso acerico deterciopelo rojo, lo suficientemente fuerte como para doblar la punta del másarriesgadoalfiler.Sobreéstecolgabaunpequeñoespejo.Amitaddecaminoentrelacamaylamesasehallabalaventana,cubiertaconunacortinademuselinablanca,yfrente a ella se encontraba el lavabo. Toda la habitación era de una austeridadimposible de describir con palabras, pero que hacía estremecer a Ana hasta loshuesos.Conunsollozosedespojóapresuradamentedesusvestidos,sepusoelcortocamisónysemetióenellechoapretandolacaracontralaalmohadaycubriéndoselacabeza con las sábanas. Cuando Marilla regresó en busca de la luz, sólo unasmezquinas ropas de vestir desparramadas por el suelo y un bulto en el lechoindicabanquehabíaalguienenelcuarto.

ConcircunspecciónrecogiólasropasdeAna,colocándolascuidadosamentesobreunasillaamarilla,yluego,cogiendolavela,sevolvióhaciaellecho.

—Buenasnoches—dijoalgotorpe,aunquegentilmente.ElrostropálidodeAnaysusgrandesojosaparecieronentrelassábanasconalarmanterapidez.

—¿Cómo puede usted llamar a ésta una nochebuena cuando sabe que será lapeornochequepasaréentodamivida?—dijoconreproche.Luegoseocultóotravezentrelassábanas.

Marilla bajó lentamente a la cocina y se puso a lavar los platos de la cena.Matthewfumaba,síntomaevidentedequeestabapreocupado.Fumabamuyraravez,pues Marilla lo consideraba un hábito pernicioso, pero en ciertas ocasiones ytemporadas se sentía arrastrado a él, y entonces Marilla hacía la vista gorda,comprendiendoquedebíatenerundesahogoparasusemociones.

—Bueno,bonitoatolladero—dijoairadamente—.Estonospasapormandardecirlascosasenvezdeirnosotrosmismos.Decualquiermodo,losparientesdeRobertSpencerhanequivocadoelmensaje.UnodenosotrostendráqueiraveralaseñoraSpencermañana;esoseguro.Esaniñadebeserenviadadevueltaalasilo.

—Sí,supongoquesí—respondióMatthewdemalagana.—¡Suponesquesí!¿Noestásseguro?—Bueno…despuésdetodo,esunalindachiquilla,Marilla.Esunapenaenviarla

devueltacuandoparecetanansiosaporquedarseaquí.—¡MatthewCuthbert,noquerrásdecirquedebemosdejarquesequedeaquícon

nosotros!El asombro deMarilla no hubiera sidomayor de haber afirmadoMatthew que

preferíahacerelpino.

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—Bueno, no. Supongo que no… no exactamente —tartamudeó Matthewviéndoseacorralado—.Supongo…quenopodemosquedarnosconella.

—Claroqueno.¿Québeneficionosreportaría?—Podríamos reportárselo nosotros a ella —dijo Matthew repentina e

inesperadamente.—¡MatthewCuthbert,creoqueesachiquillatehaembrujado!¡Sevealasclaras

quequieresquedarteconella!—Bueno, es una niña realmente interesante—insistió Matthew—. Tenías que

haberlaoídohablarcuandovolvíamosdelaestación.—Ohsí,parahablaresmuyrápida.Lovideinmediato.Locualnodicenadaasu

favor.Nomegustan las chicasquehablanmucho.Noquierounahuérfana,y si laquisiera,éstanoesdelestilodelaqueelegiría.Hayalgoquenopuedoentenderenella.No;debeserdevueltadirectamenteallugardedondevino.

—Puedo emplear a unmuchacho francés para queme ayude, y ella sería unacompañíaparati.

—No deseo compañía alguna —dijo Marilla prestamente—. Y no voy aquedarmeconella.

—Bueno, se hará como tú dices, por supuesto, Marilla —dijo Matthewincorporándoseyguardandosupipa—.Mevoyadormir.

YadormirsefueMatthew.Ycuandohuboterminadoconlosplatos,adormirsefueMarilla,conelceñoresueltamentefruncido.Yarriba,bajoeltejadodeleste,unasolitariaydesamparadacriaturalloróhastaservencidaporelsueño.

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CAPÍTULOCUATRO

Lamañanaen«TejasVerdes»

EraplenodíacuandoAnadespertósentándoseenlacamaymirandoconfusamentelaventana,porlaqueentrabaunaalegreluzyatravésdelacualseagitabaalgoblanco.

Poruninstantenopudoreconocerdóndeestaba.Primerofueunestremecimientodelicioso, como de algo placentero; luego, un horrible recuerdo. ¡Estaba en «TejasVerdes»ynolaqueríanporquenoeraunmuchacho!

Peroerademañanay,sí,frenteasuventanahabíauncerezoenflor.Saltódelacamaycruzólahabitación.Alzólaventana,durayruidosa,comosinohubierasidoabiertadurantelargotiempo,yéstaquedótanencajadaquenohizofaltaasegurarla.

Anacayóderodillasycontemplólamañanadejunio,conlosojosbrillantesdealegría.Oh, ¿no era hermoso? ¿No era un lugarmaravilloso? Supongamos que nofueraaquedarserealmente.Podríaimaginarquesí.Enestelugarhabíacampoparalaimaginación.

Fueracrecíaunenormecerezo,tancercanoquesusramasdabancontralacasaytancargadodeflores,queapenassiseveíaunahoja.Aambosladosdelacasahabíaunaplantacióndemanzanosyotradecerezos,tambiéncubiertosdeflores,ylahierbaestaba salpicada de dientes de león. Desde el jardín, las lilas púrpura alzaban sumareanteydulcefraganciahastalaventana.

Más allá del jardín, un campo arado y plantado con ajos descendía hasta lahondonada donde corría el arroyo y donde crecían filas de blancos abedules,surgiendogallardamentedeunsueloquesugeríadeliciososhelechos,musgosyotrasmuestras de vegetación.Más a lo lejos, había una colina, verde y emplumada porpinosy abetos, donde, enunhueco, estaba el grisáceotejadode la casita quevieradesdeelotroladodelLagodelasAguasRefulgentes.

Lejos, a la izquierda, se hallaban los grandes establos ymás allá de los verdescamposdescendentes,seveíaelchispeanteazuldelmar.

Los ojos de Ana, amantes de la belleza, vagaron por todo aquello,contemplándoloávidamente;lapobrecriaturahabíavistomuchoslugaresfeosensuvida,yaquelloeramáshermosodeloquepudierasoñar.

Permanecióarrodillada,perdidaparatodoexceptoparaaquellabelleza,hastaqueunamanoqueseposóensuhombroladevolvióalarealidad.Marillahabíaentradosinseroídaporlapequeñasoñadora.

—Eshoradequetevistas—dijoseveramente.Enrealidad,Marillanosabíacómohablarlealaniñaysuincómodaignoranciala

hacíasecaehiriente,cuandoenrealidadnoqueríaserlo.Anasepusoenpie,aspirandoprofundamente.

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—¿Noeshermoso?—dijo,abarcandoconunmovimientodelamanoelmundoexterior.

—Esungranárbol—dijoMarilla—,tienemuchasflores,perolafrutanuncaesabundante,espequeñayagusanada.

—Oh, no me refería sólo al árbol; desde luego que es hermoso, sí, esradiantementehermoso;sinoa todo,el jardín, laplantación,elarroyo, losbosques,todo el granmundo querido. ¿No siente usted en unamañana como ésta como siquisieraatodoelmundo?Yyopuedoescucharreíralarroyo.¿Sehaparadoapensarloalegresqueson losarroyos?Siempreseestán riendo. Inclusoen invierno losheescuchadobajoelhielo.Estoymuycontentadequehayaunarroyocercade«TejasVerdes».Quizá usted piense que nome importamucho que ustedes no se quedenconmigo,peronoesasí.Siempremegustarárecordarquehabíaunarroyocercadeestacasa,aunquenuncalavuelvaaver.Sinohubieraunarroyo,meperseguiría laincómoda sensación de que debería haberlo.Estamañana no estoy sepultada en elabismodeladesesperación.Nuncamepuedoencontrarasíporlasmañanas.¿Noesfantásticoquehayamañanas?Peromesientomuy triste.Heestado imaginandoqueyoerarealmenteloqueustedesqueríanyqueibaaquedarmeparasiempre.Perolopeor de imaginar cosas es que llega un momento en que uno debe detenerse yentoncesduele.

—Serámejorque tevistasyno teocupesde tu imaginación—dijoMarilla tanprontocomopudometerbaza—.Eldesayunoespera.Lávatelacaraypéinate.Dejalaventanalevantadaydoblalasmantas.Sétanpulcracomopuedas.

Anapodíaserlocuandoseloproponía,puesbajóalosdiezminutosconlasropascompuestas, el cabello cepillado y peinado, la cara lavada y una reconfortanteseguridad en el alma de haber cumplido con las instrucciones de Marilla. Sinembargo,habíaolvidadodoblarlasmantas.

—Estamañanatengobastantehambre—anunciómientrassesentabaen lasillaqueledestinaraMarilla—.Elmundonopareceunacosaterriblecomoanoche.Estoymuycontentadeque seaunamañanade sol.Pero tambiénmegustan lasmañanaslluviosas.Todaclasedemañanassoninteresantes,¿nocreen?Nosesabequéocurriráduranteeldíayhayungrancampoparalaimaginación.Peromealegrodequehoynosealluviosoporqueserámásfácilestaralegreyresistir latristezaconundíadesol.Sientoque tendréque resistirmucho.Esmuy fácil esode leer sobredoloreseimaginarse viviéndolos heroicamente, pero no es tan sencillo cuando son realidad,¿nolesparece?

—Cierra laboca,porelamordeDios—dijoMarilla—;hablasdemasiadoparaunaniña.

Desdeeseinstante,Anafuetanobedienteyquedótansilenciosa,quesumudezpusonerviosaaMarilla,comosisehallaseenpresenciadealgononatural.

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Matthewtampocohablaba,peroesoporlomenoseranatural;demaneraqueeldesayunofuemuysilencioso.

Amedidaquepasaba el tiempo,Ana sevolvíamásymás abstraída, comiendomecánicamente,con losojos fijosenelcieloa travésde laventana.Estopusoaúnmás nerviosa aMarilla; tenía la incómoda sensación de quemientras el cuerpo deaquellaniñaestabaen lamesa,suespírituvagaba lejos,enalgunaregiónnebulosa,surgidadesuimaginación.¿Quiénquerríaunachicaasí?

¡Y sin embargo, Matthew deseaba que se quedara! Marilla sentía que él lodeseabaestamañanatantocomolanocheanterioryqueseguiríadeseándolo.Ésaerasu manera de ser; antojársele algo y aferrarse a ello con la más sorprendente ysilenciosa persistencia; persistencia diez veces más efectiva en su silencio que sihubierahablado.

Cuandoterminóeldesayuno,Anavolviódesuensueñoyseofrecióparalavarlosplatos.

—¿Sabesfregarbienlosplatos?—dijodesconfiadamenteMarilla.—Bastantebien.Soymejoraúnparacuidarniños,sinembargo.Hetenidomucha

experienciaconellos.Esunalástimaquenotenganningunoparacuidarlo.—No sé si querría más niños que cuidar después de lo que tengo ya.Tú eres

bastanteproblema.Noséquéhacercontigo.Matthewesunhombremuyextraño.—Creoqueesencantador—dijoAnadefendiéndolo—.¡Estancomprensivo!No

leimportabaquehablara;parecíaquelegustaba.Tanprontocomolevi,sentíqueeraunespíritugemelo.

—Soislosdosraros,siesaesoaloqueterefieresaldecirespíritusgemelos—dijo Marilla con un bufido—. Sí, puedes fregar. Usa bastante agua caliente yasegúratede secarlosbien.Tengomuchoquehacer estamañana,puesdebo ir estatardeaWhiteSandsaveralaseñoraSpencer.Vendrásconmigoydecidiremosquéhacercontigo.Cuandoterminesconlosplatos,subeahacertucama.

Ana lavó los platos con bastante destreza, como pudo comprobarMarilla, queobservaba conojo crítico.Más tardehizo la cama conmenos éxito, puesnohabíaaprendidoelartedelucharconuncolchóndeplumas.Peroselasarreglócomopudo,yentoncesMarilla,paraverselibredeella,ledijoquepodíasalirydivertirsehastalahoradelalmuerzo.

Ana voló a la puerta, con la cara encendida y los ojos brillantes. Al llegar alumbral,sedetuvodeimproviso,sediolavuelta,volvióysesentójuntoa lamesa,habiendodesaparecidodesucaralaluzylaalegría.

—¿Quéocurreahora?—preguntóMarilla.—Nomeatrevoasalir—contestóAna,coneltonodeunmártirquerenunciaa

lasgloriasterrenas—.Sinopuedoquedarmeaquí,denadasirvequequieraa«TejasVerdes». Y si salgo y veo todos esos árboles, flores, plantaciones y el arroyo, no

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podréevitarquererlos.Yaesbastanteduroahora,demaneraquenotratarédehacerlotodavíamás.¡Deseotantosalir!Todoparecedecirme:«Ana,Ana,salavernos,Ana,Ana,queremosuncompañerodejuegos»,peroserámejorquenolohaga.Denadasirvequereralgodeloquete tienesqueseparar,¿noesasí?¡Yes tandifícilevitarquererlas!Poresoestabatancontentadeviviraquí.Penséquetendríamuchascosasparaquererynadaquemeloimpidiese.Peroelbrevesueñohapasado.Meresignoamisuerte,demaneraquenopiensosalirportemoraperderlaresignación.¿Cómosellamaesegeraniodelalféizar?

—Esungeranioinjertado.—Oh, nome refiero a esa clase de nombre.Quiero decir el nombre que le da

usted.¿Nolehapuestoninguno?¿Puedoponérseloyo?Puedellamarle…vamos…Bonnyestarábien…¿PuedollamarleBonnymientrasestéaquí?¿Puedo?

—Notengoinconveniente.¿Peroquésentidotieneponerlenombreaungeranio?—Oh,megustan las cosas que tienen nombres propios, aunque sean nadamás

quegeranios.Leshacepareceralossereshumanos.¿Cómosabeustedquenohierelossentimientosdeungeranioelque lo llamengeranioynadamás?Austedno leagradaríaquelallamarannadamásquemujerdurantetodoeltiempo.Sí,lollamaréBonny.Estamañanabauticéalcerezoqueestáfrentealaventanademidormitorio.LepuseReinadelasNievesporqueestabatanblanco…Desdeluegoquenoestarásiempreenflor,perounopuedeimaginarsequesí,¿noescierto?

—Enmividahevistouoídoanadiecomoella—murmuróMarilla,batiéndoseenretirada,bajandoalsótanoabuscarpatatas—.Esinteresante,comodiceMatthew.Yasientoqueestoypensandoquédiría.Meestáhechizandoamítambién.YalohizoconMatthew. Lamirada queme ha echado repitió todo cuantome dijo o sugirióanoche. Quisiera que fuese como el resto de los hombres y dijera cosas. Podríacontestarleydiscutirlehastahacerleentrarenrazón.Pero,¿quéselepuedehaceraunhombrequesólomira?

CuandoMarillaregresódesuperegrinaje,Anaestabaabsortaconlasmanosbajolabarbilla.AllíladejóMarillahastaqueelalmuerzoestuvoservido.

—Matthew,supongoquepodrédisponerestatardedelcocheydelayegua—dijoMarilla.

Matthewasintióymiróa laniñapensativamente.Marilla interpretólamiradaydijosecamente:

—Voy a ir hastaWhite Sands para arreglar esto. Llevaré aAna conmigo, y laseñora Spencer arreglará las cosas para mandarla de regreso a Nueva Escocia deinmediato.Tedejarépreparadoeltéyestaréderegresoparaordeñarlasvacas.

TampocoahoradijonadaMatthew,yMarillatuvolasensacióndehabergastadopalabrasyaliento.Nohaycosamásirritantequeunhombrequenocontesta,salvounamujerquetampocolohace.

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A su debido tiempo, Matthew enganchó la yegua al coche y Ana y Marillapartieron.Matthewabrióelportónymientrascruzabadespacio,dijo,aparentementesindirigirseanadieenparticular:

—El pequeño JerryBoute, de laCaleta, estuvo aquí estamañana y le dije queesperoemplearleparaelverano.

Marillanocontestó,perodio tal latigazoa ladesdichadayegua,queésta,pocoacostumbradaatalestratos,echóaandarporelsenderoaunavelocidadalarmante.MarillamiróhaciaatrásyvioalirritanteMatthewapoyadoenelportón,mirándolaspensativamente.

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CAPÍTULOCINCO

LahistoriadeAna

—¿Sabeunacosa?—dijoAnaconfidencialmente—.Estoyresueltaadisfrutardeestepaseo.Tengounagranexperiencia al respecto,y séque sepuededisfrutarde todocuandounoestáfirmementedecididoaello.Porsupuesto,hayqueestarfirmementedecidido.Durante nuestropaseonovoy a pensar enque tengoquevolver al asilo.Sólovoyapensarenelpaseo.Oh,mire,allíhayunatempranarosasilvestre.¿Noespreciosa?¿Noleparecequedebesermuybonitoserunarosa?¿Noseríamaravillosoque las rosas pudieran hablar? Estoy segura de que podrían contarnos historiasfantásticas.¿Ynoesel rosaelcolormásfascinantedelmundo?Loadoro,peronopuedousarlo.Laspersonasdecabellorojizonopuedenusarropacolorrosa,niaunenlaimaginación.¿Hasabidoalgunavezdealguienquetuvieraelpelorojodejovenyqueselehayacambiadoaotrocoloralcrecer?

—No, no creo haberlo oído nunca—dijoMarilla sin piedad—y tampoco creoqueseaprobablequeteocurraati.Anasuspiró.

—Bueno, otra esperanza que se pierde.Mi vida es un perfecto cementerio deesperanzasmuertas.Estafraselaleíunavezenunlibroymelarepitosiempreparaconsolarmecuandoestoydesilusionadaporalgo.

—Noveodóndeestáeldesconsuelo—dijoMarilla.—Pues porque suena tan bello y romántico como si yo fuera la heroína de un

libro.Meencantanlascosasrománticas;yuncementeriollenodeesperanzasmuertaseslomásrománticoqueunopuedaimaginarse,¿noescierto?Casiestoycontentadequemividalosea.¿VamosacruzarelLagodelasAguasRefulgenteshoy?

—HoynopasaremosporlalagunadeBarry,siesesoloquequieresdecir.Vamosporelcaminodelacosta.

—«Caminode lacosta»suenamuyhermoso—dijoAnasoñadoramente—.¿Estan hermoso como suena? ¡En elmismo instante en que usted dijo «camino de lacosta» lo vi como un cuadro en mi mente! Y también White Sands es un lindonombre;peronomegusta tantocomoAvonlea.Avonleaesunnombreencantador.Suenacomomúsica.¿QuedamuylejosWhiteSands?

—A unos ocho kilómetros; y como veo que estás resuelta a hablar, hazlo conalgúnbeneficio,contándometodoloquesepassobretimisma.

—Oh, lo que sé sobre mí misma realmente no vale la pena —dijo Anaansiosamente—.Simepermitieracontarleloqueimagino,loencontraríamuchomásinteresante.

—No,noquieroningunadetusfantasías.Atentesóloalaverdad.Comienzaporelprincipio.¿Dóndehasnacidoycuántosañostienes?

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—Cumplí once años en marzo —dijo Ana resignándose a la verdad con unpequeñosuspiro—.YnacíenBolingbroke,NuevaEscocia.ElnombredemipadreeraWalterShirleyyeramaestroenlaEscuelaSuperiordeBolingbroke.MimadresellamabaBertha Shirley. ¿No es cierto queWalter y Berth son nombres preciosos?¡Estoytancontentadequemispadrestuvieranunosnombrestanbonitos!Seríaunaverdadera desgracia el tener un padre llamado…bueno, digamos Jedediah, ¿no escierto?

—Creoqueloquetieneimportancianoescómosellameunapersona,sinocómosecomporte—dijoMarillasintiéndoseobligadaainculcarunamoralsanayútil.

—Bueno,nosé—dijoAnapensativamente—.Leíunavezenunlibroquesilarosatuvieraotronombresufraganciaseríalamisma,peronopuedoconvencermedeque sea cierto.No puedo creer que una rosa fuera tan linda si se llamara cardo ocalabaza.Supongoquemipadrepodríahabersidounbuenhombreaunquesehubierallamado Jedediah, pero estoy segura que tal nombre habría sido una carga para él.Bien; mimadre también eramaestra en la Escuela Superior, pero cuando se casóconpapá abandonó el magisterio. Un marido ya es suficiente responsabilidad. LaseñoraThomasdijoqueeranunpardecriaturas,ytanpobrescomolasratas.FueronaviviraunapequeñacasitaamarillaenBolingbroke.Nuncalahevisto,peromelaheimaginadomilesdeveces.Estoyseguradequeteníamadreselvassobrelaventanadelasala,ylilaseneljardínyliriosdelvallealaentrada.Sí,ycortinasdemuselinaen todas las ventanas. Las cortinas demuselina dan un aspectomuy bonito a unacasa.Yo nací en esa casa. La señoraThomas dijo que yo era la niñamás fea quehabíavisto,todahuesosyojos,peroqueparamamáeraguapísima.Yodeberíapensarqueunamadreseríamejor juezqueunapobremujerqueservíapara fregar,¿no leparece?Decualquiermodomealegraelquemamáestuvierasatisfechaconmigo.Mesentiríamuytristesisupieraquehabíasidounadesilusiónparaella,porquenoviviómucho después de aquello, ¿sabe? Murió de fiebre cuando yo tenía tres meses.¡Cuántodeseoquehubieravividomástiempoparapoderrecordarelllamarlamamá!Piensoquedebe sermuydulcedecir«mamá», ¿noes cierto?Ypapámuriócuatrodíasdespués,defiebretambién.Mequedéhuérfanaylosvecinosnosabíanquéhacerconmigo,segúndijolaseñoraThomas.Veráusted,nadiemequería,niaunentonces.Parecesermidestino.Mamáypapáhabían llegadode lugaresmuydistantesyerasabidoquenoteníanparientes.FinalmentelaseñoraThomassehizocargodemí,apesardequeerapobreyteníaunmaridoqueestabasiempreborracho.Ellamecrióconbiberón.¿Sabeustedsilaspersonascriadasconbiberóndebenserporesarazónmejores que las otras? Porque cada vez que la desobedecía, la señora Thomasmepreguntaba,comoreprochándome,cómopodíaserunaniñatanmala,cuandoellamehabíacriadoconbiberón.ElseñorylaseñoraThomassemudarondeBolingbrokeaMarysville,yvivíconelloshastaquetuveochoaños.Yoayudabaacriaralosniños

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de los Thomas —había cuatro menores que yo— y puedo asegurarle que dabanmuchísimotrabajo.LuegoelseñorThomasmurióalcaerbajountren,ysumadreseofrecióahacersecargodelaseñoraThomasyloschicos,peronodemí.Asíqueletocó a la señoraThomas verse en apuros, comodecía ella, respecto amí.EntoncesllególaseñoraHammond,quevivíaaguasarriba,ydijoquemeacogería,alverqueteníaprácticaconlosniños;yremontéelríoparavivirconellaenunpequeñoclaroentre los bosques. Era un lugarmuy solitario. Estoy segura de que nunca hubierapodido vivir allí de no tener imaginación. El señor Hammond tenía un pequeñoaserradero y la señora Hammond tenía ocho hijos. Tuvo mellizos tres veces. Megustan los niños conmoderación, peromellizos tres veces seguidas esdemasiado.Asíse lodijea la señoraHammondcuando llegóelúltimopar.Era terrible loquecansabaelllevarlosenbrazos.

»Viví allí durante dos años, y entonces murió el señor Hammond y la señoravendiólacasa.Distribuyósushijosentreparientes,ysefuealosEstadosUnidos.Yotuvequeiralasiloporquenadiemequiso.Tampocomequeríanenelasilo;decíanqueteníanyamuchosniños,yasíera.Perotuvieronqueaceptarmeyestuvecuatromeses,hastaquellególaseñoraSpencer.

Ana terminó con otro suspiro, esta vez de alivio. Evidentemente no le gustabahablardesusexperienciasenunmundoquelehabíasidotanhostil.

—¿Hasidoalaescuela?—preguntóMarilla,dirigiendolayeguaalazanahaciaelcaminodelacosta.

—No mucho. Fui un poco durante el último año que estuve con la señoraThomas. Cuando remonté el río estábamos tan lejos de una escuela que no podíacaminar hasta ella en invierno, y en verano había vacaciones, demanera que sólopodía ir en primavera y otoño. Pero, por supuesto, fuimientras estuve en el asilo.Puedo leer bastante bien y sé algunas poesías de memoria: «La Batalla deHohelinden»y«EdimburgodespuésdeFlodden»,y«BingenenelRin»,ymuchosde«LaDamadelLago»ymásde«LasEstaciones»deJamesThompson.¿Noamaustedlapoesía, lapoesíaque lehacecorrerunestremecimientopor laespalda?Hayunaparteenelquintolibrodelectura:«ElocasodePolonia»,quejustamenteestállenadeestremecimientos.Porsupuestonometocabaelquintolibro,sinoelcuarto,perolasniñasmayoresacostumbrabanprestarmelossuyosparaqueleyera.

—¿Esas mujeres, la señora Thomas y la señora Hammond, fueron buenascontigo?—preguntóMarillaespiandoaAnaconelrabodelojo.

—O-o-o-h —balbuceó Ana. Su sensitiva carita enrojeció embarazosamente yenarcólascejas—.Oh,queríanserlo;séqueteníanintencionesdesertanbuenasyamablescomofueraposible.Ycuandolagentequiereserbuenaconuno,noseledamuchaimportanciasinoloconsiguendeltodosiempre.Teníanmuchascosasporlasquepreocuparse,¿sabe?Esmuyangustiosotenerunmaridoborracho;ydebedeser

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muy penoso tener mellizos tres veces, ¿no le parece? Pero estoy segura que seproponíanserbuenasconmigo.

Marillanohizomáspreguntas.Anaguardósilencio,fascinadaporelcaminodelacosta, y Marilla guiaba la yegua también abstraída, mientras reflexionabaprofundamente.

Repentinamente la pena por la niña había inundado su corazón. ¡Qué vida tandesamparada y sin cariño había tenido! Una vida de miseria, pobreza y desdén;porqueMarilla era lo suficientemente perspicaz como para leer entre líneas en lahistoriadeAnayadivinarlaverdad.Noenvanohabíaestadotanentusiasmadaantelaideadetenerunverdaderohogar.Eraunapenaquetuvieraqueserdevuelta.¿Quéocurriría si ella,Marilla, accedía al irresponsable caprichodeMatthewy la dejabaquedarse? Matthew estaba encaprichado y Ana parecía una niña buena y dócil.«Hablademasiado—pensóMarilla—,perose lepuedequitaresacostumbre.Ynohaynadarudoovulgarenloquedice.Esdelicada.Esprobablequesuspadresfueranbuenagente.»

Elcaminodelacostaera«boscoso,salvajeysolitario».Aladerecha,montesdepinos, cuyosespírituspermanecían imbatiblesdespuésde largos añosde luchaconlos vientos del golfo, crecían densamente. A la izquierda estaban los empinadosacantilados, tan cerca del camino en algunos lugares, que una yegua de menosestabilidadquelaalazanahabríapuestoapruebalosnerviosdelaspersonasqueibandetrás de ella. En la falda de los acantilados había rocas erosionadas o pequeñasensenadasdearenaconguijarrosincrustadoscornojoyasdelocéano;másallá,elmarbrillanteyazul,ysobreésteseremontabanlasgaviotasconsusalasplateadasbajolaluzdelsol.

—¿No es maravilloso? —dijo Ana despertando de un largo y ensimismadosilencio—.Unavez,cuandovivíaenMarysville,elseñorThomasalquilóuncocheynos llevó a todos a pasar el día a la playa, que quedaba a quince kilómetros dedistancia.Aunteniendoquevigilarconstantementealosniñosdisfrutécadaunodelosminutos de aquel día. Volví a vivir esosmomentos en sueños durantemuchosaños.PeroestaplayaesmáshermosaqueladeMarysville.¿Nosonespléndidasesasgaviotas?¿Legustaríasergaviota?Yocreoqueamísí;esoes,sinopudieraserunserhumano.¿Nocreequeseríabonitodespertarseconlosrayosdelsolyzambullirsedentrodel aguay salirotravez,y asídurante todoeldía? ¿Y luego,por lanoche,volardevueltaalnido?Puedoimaginarmehaciéndolo.¿Quéesesacasagrandequehayallíenfrente?

—EselhoteldeWhiteSands.EldueñoeselseñorKirke,perolatemporadanohacomenzadoaún.Vienenmontonesdeamericanosapasarelverano.Piensanqueeslaplayamásadecuada.

—Temía que fuera la casa de la señora Spencer—dijoAna tristemente—.No

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tengoganasdellegar.Tengolasensacióndequeseráelfindetodo.

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CAPÍTULOSEIS

Marillatomaunadecisión

Pero llegaron, sin embargo, a su debido tiempo. La señora Spencer vivía en laensenada de White Sands y apareció en la puerta con una mezcla de sorpresa ybienvenidaenlacara.

—Caramba —dijo—, son las últimas personas que esperaría hoy, pero estoyencantadadeverlas.¿Dejarásueltalayegua?¿Cómoestás,Ana?

—Estoytodolobienquepuedeesperarse,gracias—dijoAnasinsonreír.Sobreellaparecióhaberdescendidoladesgracia.

—Nosquedaremosunratomientrasdescansalayegua—dijoMarilla—,peroheprometido a Matthew regresar temprano. El hecho es, señora Spencer, que se hacometidounerrorenalgunaparteyhevenidoaverdónde.Matthewyyomandamosdecirlequenostrajeraunchicodediezuonceaños.

—¡Nomediga,MarillaCuthbert!—dijodesesperadalaseñoraSpencer—.PerosiRobertme lomandódecirporsuhijaNancyyelladijoqueustedesqueríanunaniña,¿noesasí,FloraJane?—preguntóasuhija,quesubíalasescaleras.

—Ciertamente,señoritaCuthbert—corroboróFloraJane.—Losientomuchísimo—dijo la señoraSpencer—.Esuna lástima,peroyave

quenohasidopormiculpa.Hicecuantopudeypenséqueseguíasusinstrucciones.Nancyesterrible.Amenudohedebidoreprenderlaporsusdespistes.

—Fue culpa nuestra —dijo Marilla resignadamente—. Debimos haber idonosotrosynodejarqueunmensajedetalimportanciafuerapasadoverbalmente.Detodasmaneras, el errorha sidohechoydebemos corregirlo. ¿Podemosdevolver laniñaalasilo?Supongoquelavolveránaadmitir.

—Supongo—dijo pensativamente la señora Spencer—, pero no creo que seanecesarioenviarla.LaseñoradePeterBlewettestuvoayerporaquíymedijocuántodesearía que lemandaran una chiquilla pormi intermedio para que la ayudara.Laseñora Blewett tiene familia numerosa y le cuesta encontrar ayuda. Ana esexactamenteloquenecesita.Estoesloqueyollamoprovidencial.

Marilla no daba la sensación de considerar providencial el asunto. Aquí teníainesperadamenteunabuenaoportunidaddedeshacersedelaindeseadahuérfana,ynisiquierasesentíacontenta.

SóloconocíadevistaalaseñoradePeterBlewett;debajaestatura,caradepocosamigosyniungramodecarnesuperfluasobreloshuesos.Perohabíatenidonoticiasdeella.«Grantrabajadoraydirigente»,sedecíadelaseñoraBlewett,ylassirvientasdespedidascontabanhorripilanteshistoriasdesucarácterysumezquindad,ydesushijosmalcriados y pendencieros.Marilla sentía un escrúpulo de conciencia ante el

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pensamientodeentregaraAnaasustiernasmercedes.—Bueno,entraréyhablaremossobreelasunto.—¡Mire! ¿No es la señoraBlewett la que viene por el sendero en estemismo

instante?—exclamólaseñoraSpencer,haciendocruzarasushuéspedeselvestíbuloparaentrarenelcomedor,dondelasrecibióunfríoglacial,comosielairehubieraperdidohastalaúltimapartículadecaloralcruzarlascerradascortinasverdes—.Esunaverdadera suertepuesasípodemosarreglar el asunto inmediatamente.Siénteseen el sillón, señorita Cuthbert. Ana, siéntate aquí y no te muevas. Denme sussombreros. Flora Jane, ve a poner el agua a hervir.Buenas tardes, señoraBlewett,estábamos diciendo que es verdaderamente una suerte era que usted viniera.Permítamequelespresente:laseñoraBlewett,laseñoritaCuthbert.Perdónenmeunmomento:olvidédecirleaFloraJanequesaquelosbollosdelhorno.

LaseñoraSpencerdesapareció trascorrer lascortinas.Ana, sentadaensilencioconlasmanosfuertementeapretadassobresufalda,contemplabaalaseñoraBlewettcomo fascinada. ¿La dejarían al cuidado de aquella mujer de ojos agudos y caraafilada?Sintióqueselehacíaunnudoenlagargantaycerródolorosamentelosojos.Empezaba a temer que no podría retener las lágrimas, cuando volvió la señoraSpencer, decidida, capaz de desvanecer cualquier dificultad, física, mental oespiritual.

—Parece que hubo un error respecto a esta niña, señora Blewett—dijo—.Yocreíaque el señory la señoritaCuthbert querían adoptarunaniña.Así semedijo,pero lociertoesquequeríanunmuchacho.Demaneraquesipiensa lomismoqueayer,creoqueaquítieneloquequería.

LaseñoraBlewettescudriñóaAnadelacabezaalospies.—¿Quéedadtienesycómotellamas?—AnaShirley—murmurólasobrecogidaniña—,ytengoonceaños.—¡Hum!Noparecesvalergrancosa.Peroeres flaca.No séporqué los flacos

resultan mejores. Si te acojo habrás de ser buena; ya sabes, buena, pulcra yrespetuosa.Esperoqueteganeselsustento,notevayasaequivocaraeserespecto.Sí, supongo que podré desembarazarla de ella, señorita Cuthbert. El niño estáterriblemente rebelde y estoy molida de atenderlo. Si usted lo desea, puedollevármelaacasaya.

MarillamiróaAnay se ablandóante lavistade lapálidacarade laniñay sumirada de mudo dolor; el dolor de una indefensa criatura que se encuentranuevamente atrapada en la trampa de la que acaba de escapar. Marilla tuvo laincómoda convicción de que si hacía caso omiso del ruego de aquella mirada, surecuerdo laperseguiríahasta lamuerte.Másaún,no leagradaba laseñoraBlewett.¡Entregar una criatura sensible a semejante mujer! ¡No, no podía cargar con laresponsabilidaddeesehecho!

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—Bueno,nosé—dijolentamente—.YonodijeconseguridadqueMatthewyyohubiéramosdecididocompletamentequenopodíamosquedarnosconella.Enverdad,puedodecirqueMatthewestápredispuestoaquedarseconlaniña.Yosólovineavercómohabíaocurridoelerror.Serámejorquelavuelvaallevaracasaylodiscutaconmi hermano. Creo que no debo decidir nada sin consultarle. Si decidimos noquedarnosconella,latraeréoselamandarémañanaporlanoche.Sinoocurreasí,esquesequeda.¿Leparecebien,señoraBlewett?

—Supongoquesí.DuranteeldiscursodeMarilla,elsolhabíasalidoenlacaradeAna.Primerose

desvaneciólamiradadedesesperación; luegoalumbródébilmentelaesperanza;susojosbrillaroncomoestrellas.Laniñaestabacasi transfigurada,,ycuando laseñoraSpencer y la señora Blewett salieron en demanda de la receta de cocina que estaúltimahabíavenidoabuscar,cruzólahabitacióndeunsaltoendirecciónaMarilla.

—Oh,señoritaCuthbert,¿deverdadhadichoquequizámedejaríanquedarmeen«Tejas Verdes»? —murmuró, como si hablando en alta voz pudiera romper esahermosaposibilidad—.¿Lodijoustedenrealidad,osólofuemiimaginación?

—Creoqueserámejorquegobiernesesaimaginacióntuya,siesquenopuedesdistinguirentreloqueesrealyloqueno—dijoMarilla—.Sí,mehasoídodeciresoy nadamás.No está decidido y quizá resolvamos que la señoraBlewett se quedecontigo.Contodaseguridadqueellatenecesitamuchomásqueyo.

—Volveríaalasiloantesdevivirconella—dijoapasionadamentelachiquilla—.Pareceexactamente…unaarpía.

Marillaescondióunasonrisaante laseguridaddequeAnadebíaserreprendidaportalpalabra.

—Una niña como tú debería avergonzarse de referirse así a una señoradesconocida—dijoseveramente—.Vuelve,siéntatecorrectamente,cállateypórtatecomounaniñabuena.

—Tratarédehacerlosisequedaustedconmigo—dijoAnavolviendodócilmenteasuotomana.

Cuando volvieron a «Tejas Verdes»Matthew se les unió en el sendero. Desdelejos, Marilla le vio caminar hacia allí y se puso a pensar en el motivo. Estabapreparadaparaelalivioqueveríaensucaracuandovieraquepor lomenosvolvíacon Ana. Pero no le dijo nada del asunto hasta que estuvieron tras el establo,ordeñandolasvacas.AllílerelatósuavementelahistoriadeAnaylaentrevistaconlaseñoraSpencer.

—YonoledaríaniunperroaesaseñoraBlewett—dijoMatthewconinusitadovigor.

—Amí tampocomegusta suaspecto—admitióMarilla—,perohayqueelegirentre eso o quedarnos nosotros con ella, Matthew. Y, ya que tú pareces querer

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quedarteconella, supongoqueyo también tendréquequererlo.Heestadodándolevueltasalaidea,hastaacostumbrarmeaella.Pareceundeber.Nuncahecriadounacriatura,especialmenteunaniña,ycreoquemeprovocaráenormestrastornos.Peroloharélomejorquepueda.Enloqueamírespecta,Matthew,puedequedarse.

LatímidacaradeMatthewbrillabadealegría.—Bueno,Marilla,esperabaquelovierasasí.Esunachiquillamuyinteresante.—Seríamejorsipudierasdecirqueesunachiquillaútil—respondióMarilla—,

peroyoprocuraréqueasísea.Ytenencuenta,Matthew,quenotepermitiréinterferirenmismétodos.Quizáunasolteronanosepamuchosobrecómosecríaalosniños,peroseguroquesabemásqueunsolterón.Demaneraquedéjamemanejarla.Cuandofracase,tiempotendrásdeecharunamano.

—Bueno, bueno, Marilla, puedes hacer lo que quieras —dijo Matthewtranquilamente—.Sólo tepidoque seas tanbuenay amable conella comopuedasserlosinmalcriarla.Meparecequeestaniñaesdelaclasedepersonasdelasquesepuedeobtenercasicualquiercosaconsóloconseguirquetequieran.

Marilla lanzó un bufido para expresar así su desprecio por las opiniones deMatthewrespectoaasuntosfemeninosysalióconlosbaldes.

—No le diré todavía que puede quedarse —reflexionó mientras llenaba laslecheras—. Se excitaría tanto que no podría dormir. Marilla Cuthbert, te hasentusiasmado. ¿Has pensado alguna vez que llegaría el día en que adoptarías unahuérfana de un asilo? Sí que es una sorpresa; peromás lo es queMatthew sea elcausante; él, que siempre pareció tener unmiedomortal a las niñas. De cualquiermodohemosdecididoprobar.YsóloDiossabeloquesaldrádetodoesto.

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CAPÍTULOSIETE

Anadiceunaoración

CuandoMarillallevóaAnaalacama,ledijofirmemente:—Escucha,Ana,henotadoqueanochealdesnudarteesparcisteturopaportodo

el piso.Es una costumbremuy fea y nopuedopermitirla.En cuanto te quites unaprendadevestir,ladoblascuidadosamenteylacolocassobrelasilla.Nomeagradanenabsolutolasniñasquenosonpulcras.

—Anocheteníalamentetanturbada,quenipenséenlaropa—dijoAna—.Ladoblarémejor está noche.Siempre lo hacíamos en el asilo, aunque lamitadde lasveces lo olvidaba, tal era mi prisa por meterme en la cama para estar tranquila eimaginarcosas.

—Puessihasdeestaraquí,tendrásquerecordarlounpocomejor—laamonestóMarilla—.Ditusoracionesyadormir.

—Nuncarezo—anuncióAna.Marillalamiróaterrorizada.—Pero,Ana,¿quéestásdiciendo?¿Nuncatehanenseñadoarezar?Diosquiere

quelasniñassiempredigansusoracionesantesdeacostarse.¿SabesquiénesDios,Ana?

—«Dios es un Espíritu purísimo, infinitamente bueno, sabio, justo, poderoso,principioyfindetodaslascosas»—respondióAnarápidamenteydeformalocuaz.

Marillasemostróalgoaliviada.—¡Demodo que sabes algo, aDios gracias!No eres pagana del todo. ¿Dónde

aprendisteeso?—Oh,enlaEscuelaDominicaldelasilo.Noshacíanestudiartodoelcatecismo.

Me gustaba mucho. Hay algo espléndido en algunas palabras: «infinitamente»,«poderoso»,«principioyfin».¿Noesgrandioso?Tienelagrandiosidaddelsonidodeungranórgano.Unonopuede llamarlopoesía, supongo,pero se leparecemucho,¿noescierto?

—Noestamoshablandodepoesías,Ana;estamoshablandosobretusoraciones.¿Nosabesqueesalgomuyfeonodeciroracionesporlanoche?Meparecequeeresunaniñamuymala.

—Siustedfuerapelirrojaveríaqueesmuchomásfácilsermalaquebuena—dijoAnaconreproche—.Lagentequenotieneelpelorojonotieneideadelamolestiaquesignifica.LaseñoraThomasmedijoqueDiosmehabíadadoelcabellodeesecolor a propósito, y desde entonces no me preocupé más por Él. Y, de cualquiermodo,estabasiempretancansadaporlasnochesquenomemolestabaenrezar.Lagente que tiene que cuidar mellizos no tiene tiempo para pensar en rezar. Con

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sinceridad,¿nolocreeustedasí?Marilla decidió que la instrucción religiosa de Ana debía comenzar

inmediatamente.Nohabíatiempoqueperder.—Mientrasestésenmicasa,deberásdecirtusoraciones,Ana.—Porsupuesto,yaqueustedquierequelohaga—asintiólaniñaalegremente—.

Haríacualquiercosaporcomplacerla.Peroporestaveztendráustedqueindicarmequédebodecir.Cuandomeacueste,pensaréunabonitaoraciónparadecirlasiempre.Creoqueserámuyinteresante,ahoraquemehahechopensarlo.

—Debesarrodillarte—dijoMarilla embarazosamente.Ana se arrodilló frente aMarillaypreguntóseriamente:

—¿Por qué la gente tiene que arrodillarse para rezar? Si yo realmente quisierarezar,voyadecirleloqueharía.Iríaauncampogrande,solitario,omeinternaríaenlomásprofundodelbosque;miraríaalcielo,arriba,arriba,arriba,aesemaravillosocielo azul que parece no tener fin. Y entonces, realmente sentiría una plegaria.Bueno,estoylista.¿Quétengoquedecir?

NuncahabíasentidoMarillamásembarazo.TeníalaintencióndeenseñarleaAnalaclásicaoracióndelosniños:«ConDiosmeacuesto».Peroposeía,comoyasehadicho, una cierta visión del sentido del humor —que es simplemente otradenominación del sentido de la oportunidad—; y repentinamente se le ocurrió queaquellasimpleplegaria,sagradaparaunaniñezvestidadeblanco,balbuceadasobreelregazomaterno,eraalgocompletamenteinapropiadoparaaquellachiquillapecosaquenada sabíadel amordeDios,dadoqueésteno lehabía llegadopormediodelamorhumano.

—Eres losuficientementemayorcomopararezarpor timisma,Ana—dijoporfin—.Sólodalegracias aDiospor susbendicionesy ruégale conhumildadque teconcedaloquedeseas.

—Bueno,haréloquepueda—prometióAnaescondiendolacaraenelregazodeMarilla—.«Padrenuestro amantísimo…»Así es comodecía el cura,demodoquesupongoqueestarábienparaunaplegariaprivada,¿noescierto?—se interrumpióalzandolacabezaporunmomento—.«Padrenuestroamantísimo,tedoylasgraciaspor el BlancoCamino del Encanto y por el Lago de lasAguasRefulgentes y porBonnyyporlaReinadelasNieves.Teestoyextremadamenteagradecidaporello.Yéstassontodaslascosasquetengoqueagradecerteporelmomento.Encuantoalasquetengoquepedirte,estanto,quellevaríamuchotiemponombrarlo,demaneraquesólomencionarélasdoscosasmásimportantes:Porfavordéjamequedarmeen"TejasVerdes";yporfavor,hazqueseaguapacuandocrezca.

Tuyasinceramente,AnaShirley.

—Ya está. ¿Lo hice bien? —preguntó ansiosamente mientras se levantaba—.

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Podíahaberlohechomuchomejordehabertenidoalgomásdetiempoparapensarlo.Lo único que impidió que a la pobre Marilla le diera un colapso fue el

convencimientodequenoeralairreverencialoquemotivabalaoriginalpeticióndeAna,sinolasimpleignoranciareligiosa.

Arropó a la niña,mientras para sus adentros se hacía la promesade que al díasiguienteleenseñaríaunaverdaderaoración,yyadejabalahabitaciónconlavelaenlamano,cuandoAnalallamó.

—Ahora me doy cuenta. Debería haber dicho «amén» en vez de «tuyasinceramente», ¿no es cierto?; así decían los curas. Lo había olvidado, pero meparecíaqueunaoraciónhabíaqueterminarladealgunamanera.¿Creequeimportará?

—Yo…yocreoqueno—dijoMarilla—.Ahoraduérmetecomounaniñabuena.Buenasnoches.

—Hoy puedo decir buenas noches con la conciencia tranquila —dijo Anaabrazándosealaalmohada.

Marillaseretiróalacocina,pusolavelasobrelamesaydirigióaMatthewunamiradapenetrante.

—MatthewCuthbert,yaestiempodequealguiensehagacargodeesaniñayleenseñealgo.Escasiunaperfectapagana.¿Quierescreerquenuncahabíadichounaplegariaensuvidahastaestanoche?Mañanamandarépediralarectoríaellibrodereligión; sí, eso es lo queharé.Y asistirá a laEscuelaDominical tan pronto comopueda hacerle algunas ropas apropiadas. Preveo que tendré muchísimo que hacer.Bueno, bueno, no podemos pretender pasar por el mundo sin nuestra carga detribulaciones.Hastahoyhellevadounavidafácil,perohallegadomihoraporfinycreoquetendréqueenfrentarlalomejorquepueda.

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CAPÍTULOOCHO

ComienzalaeducacióndeAna

Por razonesmuy personales,Marilla no dijo aAna hasta la tarde siguiente que sequedaría en «Tejas Verdes». Durante la mañana mantuvo a la niña ocupada endistintastareasylaobservóconojovigilante.AlmediodíayahabíadecididoqueAnaera pulcra y obediente, deseosa de trabajar y rápida para aprender, viendo que sumayor defecto era ponerse a soñar con los ojos abiertos en medio de la labor,olvidándolahastaqueunareprimendaounacatástrofeladevolvíaalmundo.

CuandoAnahuboterminadodelavarlosplatosdelalmuerzo,sedirigióaMarilla,con el aspecto de alguien desesperadamente decidido a saber lo peor. Su delgadocuerpecito temblaba de la cabeza a los pies; su cara estaba enrojecida y sus ojosdilatados.Juntólasmanosydijoconvozimplorante:

—Oh,señoritaCuthbert,¿quisieradecirmesimevanadevolverono?Hetratadodeserpacientetodalamañana,peroenrealidadsientoquenopodréresistirmás.Esunasensaciónhorrible.Dígamelo,porfavor.

—No has limpiado el trapo con agua caliente como te indiqué—dijoMarilla,inconmovible—,veahacerloantesdepreguntarmás,Ana…

Anafueahacerloqueleindicaban.LuegovolviójuntoaMarillayfijóenéstasusojosimplorantes.

—Bueno—dijoMarilla,incapazdehallaralgunaotraexcusapararetardarmáselasunto—.Supongoqueyapuedodecírtelo.Matthewyyohemosdecididoquedarnoscontigo; esto es, si tratas de ser una buena niña y demostrarte agradecida. Perochiquilla,¿quéocurre?

—Estoy llorando—dijo Ana, con tono azorado—. No puedo pensar por qué.Estoytodolocontentaqueesposible.Oh,contentanomeparecelapalabraindicada.EstabacontentadelBlancoCaminoyde loscapullosdelcerezo;peroesto, ¡oh,esalgo más que alegría! ¡Soy tan feliz! ¡Trataré de ser muy buena! Será una tareaterrible,supongo,pueslaseñoraThomasmedecíamuyamenudoquesoymuymala.Sinembargo,harécuantopueda.Pero¿mepuededecirporquélloro?

—Supongoqueporqueestásexcitadaynerviosa—dijoMarillaconreproche—.Siéntateenesasillay tratadecalmarte.Meparecequeríesy llorascondemasiadafacilidad.Sí,puedesquedarteaquíytrataremosdehaceralgobuenodeti.Debesirala escuela; pero como sólo faltaunparde semanaspara lasvacaciones, novale lapenaquecomiencesantesdequereabranenseptiembre.

—¿Cómo debo llamarla? —preguntó Ana—. ¿Debo decir siempre señoritaCuthbert?¿PuedollamarlatíaMarilla?

—No; llámame simplementeMarilla.No estoy acostumbrada a queme llamen

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señoritaCuthbertymepondríanerviosa.—SuenaterriblementeirrespetuosollamarlaMarilla—protestóAna.—Creo que no habrá nada irrespetuoso en ello si tienes cuidado de hablar

respetuosamente.TodosenAvonlea,jóvenesyviejos,mellamanMarilla,exceptoelpastor.ÉldiceseñoritaCuthbert,cuandoseacuerda.

—MegustaríallamarlatíaMarilla—dijoAna,pensativa—;nuncahetenidounatíaniparientealguno;nisiquieraunaabuela.Meharíasentircomosirealmentefueradelafamilia.¿PuedollamarlatíaMarilla?

—No,nosoytutíaynomegustadaralagentenombresquenolepertenecen.—Peropodríamosimaginarqueloes.—Yonopodría—dijoMarilla,ceñuda.—¿Nunca imagina usted cosas distintas de lo que son en realidad?—preguntó

Anaconlosojosabiertos.—No.—¡Oh!—Anaaspiróprofundamente—.¡Oh,señorita…Marilla,nosabeloque

sepierde!—No creo en eso de imaginar las cosas distintas de como son en realidad—

respondió Marilla—. Cuando el Señor pone en nosotros unas características, nodebemosimaginarquesondistintas.Yesomehacerecordaralgo.Vealsalón,Ana;asegúratedenodejar entrarmoscasydeque tienes las suelas limpias,y tráeme laestampaquehaysobreelmantel.ElPadreNuestroestáimpresoallíypuedesdedicarestatardeaaprenderlodememoria.Noquierooírmásoracionescomoladeanoche.

—Supongo que fuimuy torpe—dijoAna—, pero es que, ¿sabe usted?, nuncatuvepráctica.¿Noesperaríaustedquealguienrezaramuybienlaprimeravezquelohace, no es así? Pensé una espléndida plegaria después de acostarme, tal como leprometíhacerlo.Eracasitanlargacomoladeunsacerdote;eigualdepoética.Pero,¿creeráqueestamañanaaldespertarnorecordabaunasolapalabradeella?Ytengomiedodenopodervolverapensarotratanbuena.Poralgunarazón,segundaspartesnuncasonbuenas.¿Hanotadoeso?

—Aquíhayalgoquedebesnotartú,Ana.Cuandotemandohaceralgoquieroqueme obedezcas inmediatamente y que no te quedes como una estatua y hagas undiscurso.Debesiryhacerloquesetemande.

Rápidamente,Anacruzóelvestíbulo.Tardabaenvolver,demaneraquedespuésde esperar diez minutos, Marilla dejó su labor y fue en su busca con ceñudaexpresión.Laencontró inmóvil anteuncuadrocolgadoentredosventanas, con lasmanoscogidasalaespalda,lacaralevantadaylosojosiluminadosporlossueños.Laluzblancayverdequecruzabaentrelosmanzanosylasvidescaíasobrelaextasiadafigurita,dándoleunaspectocasisobrenatural.

—Ana,¿enquéestáspensando?—preguntósecamenteMarilla.

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Lachiquillavolviósobresaltadaalarealidad.—En eso —dijo señalando el cuadro, una litografía bastante vivida titulada

«Cristobendiciendoalosniños»—.Meimaginabaqueeraunodeellos,esaniñaqueestásolaenelrincóncomosinofueradenadie,igualqueyo.Parecetristeysolitaria,¿no cree usted? Sospecho que no tiene madre ni padre. Pero también quería Subendición,demaneraqueseacercótímidamentealextremodelamultitud,esperandoquenadie,exceptoÉl, lanotara.Yosécómodebíasentirse.Sucorazóndebehaberlatidoysusmanoshaberestadofrías,igualquelasmíascuandolepreguntésipodríaquedarme.EllatemíaqueÉlnolaviera.Perocreoquedebióverla,¿noleparece?Heestado tratandode imaginarme todoeso; ella sedeslizabahasta llegar aSu lado,yentoncesÉllamirabayponíasumanosobresucabecita,y¡quéestremecimientodealegríarecorríasucuerpo!PeromehubieragustadoqueelartistanohubiesepintadoalSeñorconunaspecto tan triste.Nosésihabránotadoquetodossusretratossonasí. Yo no creo que Él tuviera ese aspecto en realidad, pues los niños le hubierantemido.

—Ana—dijoMarilla, pensandopor quénohabía interrumpido antes ese largodiscurso—,nodebeshablarasí.Esirreverente,claramenteirreverente.

Anaabriólosojos.—Perosimeparecíasertodoloreverentequepodía.Nocreíquenolofuera.—Bueno,nocreoquelohicierasintencionadamente,peronomeparececorrecto

hablar de esas cosas con tanta familiaridad. Otra cosa, Ana: cuando te mando abuscar algo, has de traerlo enseguida y no quedarte soñando ante los cuadros.Recuérdalo.Cogeesaestampayvenalacocina.Siéntateenelrincónyapréndetelaplegariadememoria.

Ana colocó la cartulina contra el jarrón lleno de flores que había traído paradecorarlamesa.Marillahabíacontempladodesoslayoaquelladecoración,peronadadijo.Apoyólabarbillaenlasmanosylaestudióensilenciodurantevariosminutos.

—Me gusta esto —anunció—. Es hermoso. Ya lo había escuchado antes; eldirectordelaEscuelaDominicaldelasilolodijounavez.Peronomegustóentonces.Teníaunavozmuycascadaylodecíamuytristemente.Sentíqueélconsiderabarezarcomoundeberdesagradable.Estonoespoesía,peromehacesentirlomismoquesilo fuera. «Padrenuestroque estás en los cielos, santificado sea tunombre.»Suenamusical. Oh, estoy tan contenta de que haya pensado en hacérmelo aprender,señorita…digo,Marilla.

—Bueno,apréndeloycierralaboca—dijoMarillasecamente.Anaacercóeljarrónlosuficientecomoparadepositarunbesoenunafloryluego

estudiódiligentementedurantealgunosmomentosmás.—Marilla—preguntó de pronto—. ¿Cree que algunavez tendré una amigadel

almaenAvonlea?

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—¿Una…?¿Quéclasedeamiga?—Una amiga del alma, una amiga íntima, ¿sabe?; un espíritu verdaderamente

gemeloaquienconfiar lomásprofundodemialma.Todamividahesoñadoteneruna. Nunca creí poder tenerla, pero ya que tantos sueños hermosos se han hechorealidad de improviso, pensé que éste quizás se hiciera realidad también. ¿Lo creeposible?

—DianaBarryvive en«LaCuestadelHuerto»y tienemásomenos tumismaedad.Esunachiquillamuybuenayquizáseatucompañeradejuegoscuandoregresea su casa. En estosmomentos está enCarmody, visitando a una tía. Sin embargo,tienes que tener cuidado de cómo te portas. La señora Barry es una mujer muyparticular.NodejarájugaraDianaconunaniñaquenoseabuena.

AnamiróaMarillaatravésdelasfloresconlosojosbrillantesdeinterés.—¿CómoesDiana?Suscabellosnosonrojos,¿noescierto?Oh,esperoqueno.

Esbastantedesgraciaqueyo los tenga,peronopodríasoportarloenunaamigadelalma.

—Diana es una niña muy bonita. Tiene ojos y cabellos negros y las mejillasrosadas.Yesbuenaeinteligente,queesmejorqueserguapa.

Marilla era muy moralista y estaba firmemente convencida de que cadacomentarioquesehacea losniñosdebetenermensaje.PeroAnadejóaunladoelmensajeysededicóalapartebella.

—Oh, estoy contenta de que sea guapa. Lo mejor, después de ser guapo unomismo(cosaimposibleenmicaso),estenerunahermosaamigadelalma.LaseñoraThomas teníaunabiblioteca conpuertasdevidrio en la sala.Allí nohabíaningúnlibro; la señora Thomas guardaba dentro sumejor vajilla y las confituras, cuandoteníaalguna.Unade laspuertasestabarota.ElseñorThomas la rompióunanocheque se encontraba ligeramente intoxicado. Pero la otra se hallaba intacta, y yoacostumbrabaimaginarquemireflejoeraotraniñaquevivíaallí.YolallamabaKatieMauriceyéramosmuyíntimas.Solíahablarlemucho,especialmentelosdomingos,ycontarle todo; Katie era el único consuelo de mi vida. Solíamos imaginar que labibliotecaestabaencantadayquesiyohubierasabidoelhechizo,lapuertaseabriríayhabríapodidoentrarenlahabitacióndondevivíaKatieMaurice,enlugardedentrode los estantes con vajilla y las confituras de la señoraThomas.Y entoncesKatieMauricemecogeríadelamano,conduciéndomeaeselugarmaravilloso,llenodesol,floresyhadas,yhubiéramosvividoallífelicesparasiempre.Cuandofuiavivirconla señoraHammond,mepartió el corazóndejar aKatieMaurice.Aella lepasó lomismo,puesllorabacuandomedioelbesodedespedidaatravésdelapuertadelabiblioteca.Peroríoarriba,apocadistanciadelacasa,habíaunlargovalleverdeconunhermosoeco.Devolvíacadapalabraquesedijera,aunquefueraenvozbaja.Demanera que imaginé que era una niña llamada Violeta, que éramos las mejores

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amigasyqueyolaqueríacasitantocomoaKatieMaurice.Lanocheantesdeiralasilo dije adiós a Violeta, y, ¡oh!, su adiós fue muy, muy triste. Me habíaacostumbradotantoaellaquenopude imaginarmeunaamigadelalmaenelasilo,aunquehubieratenidoallíalgúncampoparalaimaginación.

—Meparecebienqueno lohubiera—dijosecamenteMarilla—,nomegustanesascosas.Piensoquecreesmuchoentuimaginación.Teharábientenerunaamigarealparaterminarcontodasesastonterías.PeronodejesquelaseñoraBarryteoigahablarsobretuKatieMauriceotuVioleta,ocreeráqueandascontandocuentos.

—Noloharé.Nopodríahablardeellasconcualquiera;surecuerdoessagrado.Peromeparecióquedebíadecírseloausted.Oh,mireesagranabejaquehasalidodeuncapullo.¡Quéhermosolugarparaviviresuncapullo!Debeserlindodormirallícuando loacunaelviento.Sino fueraun serhumano,megustaría serunaabejayvivirentreflores.

—Ayer querías ser una gaviota —gruñó Marilla—. Sospecho que eresinconstante.Tedijequeaprendieraslaplegariayquenohablaras.Peroparecequeesimposiblequedejesdehablarsitienesalguienqueteescuche.Demaneraquesubeatuhabitaciónaestudiarla.

—Oh,yalasécasitoda,menoslaúltimalínea.—Noimporta,hazloquetedigo.Veatuhabitación,terminadeaprenderlabieny

quédateallíhastaquetellameparaquemeayudesaprepararelté.—¿Puedollevarmelasfloresparaquemeacompañen?—rogóAna.—No. ¿Querrás tener la habitación llena de flores? En primer lugar, debiste

haberlasdejadoenelárbol.—Así lopensé.Sentíquenodebíaabreviar suvidacortándolas; siyo fueraun

capullo,nomegustaríaquemecortasen.Perolatentaciónfueirresistible.¿Quéhaceustedcuandotieneunatentaciónirresistible?

—Ana, ¿no has oído que debes ir a tu habitación?Ana suspiró, se retiró a subuhardillaysesentójuntoalaventana.

—Yaestá,yasélaplegaria.Aprendílaúltimafrasealsubirporlaescalera.Ahoravoy a imaginar cosas en esta habitación, de manera que queden imaginadas parasiempre. El suelo está cubierto por una alfombra de terciopelo con rosas y en lasventanashaycortinasdesedaroja.Lasparedesestáncubiertasportapicesdeoroyplata.Losmueblessondecaoba;nuncahevistocaoba,perosuenaatanlujoso.Estoes un sofá cubierto con cojines de seda rosa, azul, escarlata y oro, y yo estoygraciosamentereclinadaenél.Puedovermiimagenenlapared.Soyaltayhermosa,llevounvestidodeencajeblanco,conunacruzdeperlasobreelpechoyperlasenloscabellos.Micabelloesnegrocomolanocheymipieldeclaromarfil.MinombreesLadyCordeliaFitzgerald.No,noesasí;nopuedohacerqueesoparezcareal.

Corrióhastaelespejoysemiró.Allílacontemplaronsudelgadaypecosacaray

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sussolemnesojosgrises.—Tú no eresmás queAna de las «TejasVerdes»—dijo—, y te veré con ese

mismoaspectocadavezquetratesdeimaginaraLadyCordelia.PeroesunmillóndevecesmáslindoserAnadelas«TejasVerdes»queserAnadeningunaparte,¿noesasí?

Seinclinó,besóafectuosamentesuimagenyvolviójuntoalaventana.—Buenastardes,queridaReinadelasNieves.Ybuenastardes,queridosabedules

delahondonada.Ybuenastardes,queridacasagrisdelacolina.¿LlegaráDianaasermiamigadelalma?Esperoquesíylaquerrémucho.PeronuncaolvidarédeltodoaKatieMauricey aVioleta.Se sentiríanheridas si lo hicieraynomegustahacerledañoanadie,aunqueseaunaniñadelabibliotecaodeleco.Debotenercuidadodeacordarmedeellasymandarlesunbesocadadía.

Analanzóunpardebesosconlosdedoshacialasflores,yluego,conlabarbillaentrelasmanos,vagóporunmardesueños.

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CAPÍTULONUEVE

LaseñoraRachelsehorroriza

Ana llevaba ya dos semanas en «Tejas Verdes» cuando la señora Lynde fue avisitarla.Parahacerle justicia,hayqueaclararqueno tuvo laculpadesu tardanza.Unafuertegripefueradeestaciónhabíaconfinadoalabuenaseñoraensucasacasidesde su última visita a «Tejas Verdes». La señora Rachel no se ponía enferma amenudoydespreciabaaquienesloestaban;perolagripe,aseguraba,noeracomolasdemás enfermedades, y sólo podía interpretarse como una visita especial de laProvidencia. Tan pronto como el médico le permitió salir, se apresuró a correr a«TejasVerdes»,muerta de curiosidad por ver a la huérfana deMatthewyMarilla,inquietapor lashistoriasy suposicionesde todaclaseque sehabíandivulgadoporAvonlea.

Ana había aprovechado bien cada instante de aquellos quince días. Ya habíatrabado conocimiento con cada uno de los árboles y arbustos del lugar. Habíadescubierto un senderoque comenzabamás allá delmanzanar y subía a través delbosque y lo había explorado hasta su extremo más lejano, viendo el arroyo y elpuente, los montes de pinos y arcos de cerezos silvestres, rincones tupidos dehelechosysenderosbordeadosdearcesyfresnos.

Se había hecho amiga del manantial de la hondonada, aquel maravillosomanantial profundo, claro y frío como el hielo, adornado con calizas rojas yenmarcadoporhelechosacuáticos.

Ymásalláhabíaunpuentedetroncossobreelarroyo.Aquel puente conducía los danzarines pies de Ana hacia una colina boscosa

donde reinaba un eterno crepúsculo bajo los erguidos pinos y abetos. Las únicasfloresquehabíaeranlosmilesdedelicadascampanillas,lasmástímidasydulcesdela flora de los bosques, y unas pocas y pálidas azucenas como espíritus de loscapullos del año anterior. Las delgadas hebras centelleaban como plata entre losárboles y las ramas de los pinos y las campanillas parecían cantar una canción deamistad.

Todosestosembelesadosviajesdeexploracióneranllevadosacaboenlosratoslibresquelequedabanpara jugar,yAnaensordecíaaMarillayaMatthewconsusdescubrimientos. No era que Matthew se quejase; escuchaba todo sin decir unapalabrayconunasonrisaderegocijoenelrostro.Marillapermitíala«charla»,hastaquesedabacuentadequeellamismaseestaba interesandodemasiado,yentoncesinterrumpíaaAnabruscamenteconlaordendequecerraralaboca.

Ana estaba fuera, en el huerto, vagando a sus anchas por el césped fresco ytrémulosalpicadopor la rojiza luzdelatardecer,cuando llegó la señoraRachel,de

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modoquelabuenaseñoratuvounamagníficaocasiónparahablardesuenfermedad,describiendocadadolorycadalatidodelpulsoconunasatisfaccióntanevidentequeMarilla pensó que hasta la gripe debía tener sus compensaciones. Cuando terminócontodoslosdetalles,laseñoraRacheldejócaerlaverdaderarazóndesuvisita.

—HeescuchadocosasmuysorprendentessobreustedyMatthew.—No creo que esté usted más sorprendida que yo misma —dijo Marilla—.

Todavíameestoyrecuperandodelasorpresa.—Esuna lástimaque sediera tal equivocación—dijo la señoraRachel—.¿No

podríanhaberladevuelto?—Supongoquesí,perodecidimosnohacerlo.Matthewseencariñóconella.Ya

mítambiénmegusta,aunquereconozcoquetienedefectos.Lacasayapareceotra.Esunaniñarealmenteinteligente.

Marilla dijo más de lo que tenía intenciones de expresar cuando comenzó ahablar,puesleíaelreprocheenlaexpresióndelaseñoraRachel.

—Esunagranresponsabilidadlaquesehatomado—dijoladamatétricamente—, especialmente cuando nunca ha tenido práctica con criaturas. Supongo queconocemuchosobreellaosobresucarácter,ynuncasesabecómohaderesultarunchicodeéstos.Peroenrealidadnoquierodesanimarla,Marilla.

—Nome siento desanimada—fue la seca respuesta deMarilla—.Cuandomedecidoahacerunacosa,memantengofirme.SupongoquequerráustedveraAna.Lallamaré.

Anallegócorriendoinmediatamente,conelrostroresplandecienteporladeliciaqueleocasionabanlascorreríasporlahuerta;pero,sorprendidaalencontrarseconlainesperadapresenciadeunapersonaextraña,sedetuvoconfundidajuntoalapuerta.Ciertamente,teníaunaaparienciaridículaconelcortoyestrechovestidodelanaqueusara en el asiloydebajodel cual suspiernasparecíandeslucidamente largas.Suspecasseveíanmásnumerosaseinoportunasquenunca;elvientohabíacolocadosucabello en un brillante desorden; nunca había parecido más rojo que en aquelmomento.

—Bueno, no te han elegido por tu apariencia; de eso no hay duda —fue elenfático comentario de la señoraRachel Lynde. La señoraRachel era una de esasdeliciosasypopularespersonasquesejactandedecirsiempreloquepiensan—.Esterriblementeflacayfea,Marilla.Acércate,niña,ydejaquetemire.¡PorDios!,¿havisto alguien pecas como éstas? ¡Y su cabello es tan rojo como la zanahoria!Acércate,niña,hedicho.

Ana«seacercó»,peronoexactamentecomoloesperabalaseñoraRachel.DeunsaltocruzólacocinaysedetuvofrentealaseñoraLyndeconelrostroenrojecidoporlaira,loslabiostemblorososyestremeciéndosedepiesacabeza.

—¡Laodio!—gritóconvozsofocada,golpeandoelsueloconelpie—.¡Laodio!

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¿Cómoseatrevea llamarmepecosayadecirque tengoelcabello rojo?¿Cómoseatreve a decir que soy flaca y fea? ¡Es usted una mujer brusca, descortés y sinsentimientos!

—¡Ana!—exclamóMarilla,consternada.PeroAnacontinuabafrentealaseñoraRachelconlacabezalevantada,losojos

centelleantes,lospuñosapretados,despidiendoindignaciónportodoslosporos.—¡Cómoseatreveadecirdemí talescosas!—repitióvehementemente—.¿Le

gustaría que hablaran así de usted? ¿Le gustaría que dijeran que es gorda ydesmañadayqueprobablementenotieneunapizcadeimaginación?¡Nomeimportasilastimosussentimientosalhablarasí!Tengolaesperanzadequeasísea.¡Ustedhaherido los míos mucho más de lo que lo han sido jamás, ni aun por el maridoborrachodelaseñoraThomas!Ynuncaseloperdonaré,¡nunca,nunca!

—¿Dónde se ha visto un carácter como éste?—exclamó la horrorizada señoraRachel.

—Ana,veatucuartoyquédateallíhastaqueyosuba—dijoMarillarecobrandoelhablacondificultad.

Ana, rompiendoa llorar, se lanzócontra lapuertadelvestíbulo,dio talportazoque hasta retemblaron los adornos del porche, desapareció a través del vestíbulo ysubió las escaleras como un torbellino. Un nuevo portazo que llegó desde arribainformóquelapuertadelabuhardillahabíasidocerradaconigualvehemencia.

—Bueno, no envidio la tarea de criareso,Marilla—dijo la señoraRachel conatrozsolemnidad.

Marillaabriólabocaparadisculparse.Peroloquedijofueunasorpresaparaellamisma,enesemomentoyaundespués.

—Nodebióhaberlacriticadoporsuapariencia,Rachel.—MarillaCuthbert,¿noquerrádecirqueestádefendiendoelterribledespliegue

demalcarácterqueacabamosdepresenciar?—preguntólaindignadaseñoraRachel.—No —dijo Marilla en voz baja—. No estoy tratando de disculparla. Se ha

comportadomuymalytendréquereprenderla.Perotenemosqueserindulgentesconella.Nuncalehanenseñadocómodebecomportarse.Yustedhasidomuyduraconella,Rachel.

Marillanopudoevitarpronunciarestaúltimafrase,aunquevolvióasorprenderseporloquehacía.LaseñoraRachelseincorporóconairedeofendidadignidad.

—Bien,veoquedeahoraenadelantetendréquemedirmispalabras,Marilla,yaque los sentimientos de una huérfana traída quién sabe de dónde tienen que serconsideradosenprimerlugar.Oh,no,noestoyofendida,nosepreocupe.Medausteddemasiada pena como para que pueda enfadarme. Ya tendrá usted sus propiosproblemasconesaniña.Perosisiguemiconsejo(loquenocreoquehaga,apesardeque yo he criado diez hijos y enterrado dos), le dará «la reprimenda» que ha

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mencionado conuna vara de buen tamaño. Me parece que ése resultaría el mejorlenguajeparaunacriaturaasí.Creoquesucaráctercompiteconsucabello.Bueno,buenasnoches,Marilla.Esperoquevengaavermeamenudo,comoantes.Peronoespere que yo vuelva a visitarla otra vez, si estoy expuesta a ser insultada de esaforma.Esalgonuevoparamiexperiencia.

Dichoesto,laseñoraRacheldescendióprecipitadamente—sisepuededecirqueuna mujer gorda es capaz de hacerlo— y se alejó. Marilla se dirigió hacia labuhardillaconunaseveraexpresiónenelrostro.

Mientras subía la escalera estudiaba lo que debía hacer. No era poca laconsternación que sentía por lo que acababa de ocurrir; ¡qué desgracia que Anahubieramostrado tal carácter justamente frente aRachel Lynde! EntoncesMarilla,repentinamente, tuvo la desagradable y reprochable sensación de que sentía máshumillaciónquepesarporhaberdescubiertoundefectotanserioenlapersonalidaddeAna.¿Ycómoibaacastigarla?Laamablesugestióndelavarilladefresno—decuyaeficienciapodíandarbuentestimonioloshijosdeRachel—noveníaalcasoconMarilla.Nocreíapoderpegaraunacriaturaconunbastón.No,habíaquebuscarotrocastigoparaqueAnacomprendieralaenormegravedaddesuofensa.

Marilla encontró a la niña acostada boca abajo sobre su lecho, llorandoamargamente,completamenteolvidadadequehabíapuestosusbotassuciasdebarrosobreunlimpiocobertor.

—Ana—dijosuavemente.Ningunarespuesta.—Ana—estavezconmayorseveridad—,dejaesacamaalinstanteyescuchalo

quetengoquedecirte.Ana se arrastró fuera del lechoy tomóasiento rígidamente enuna silla, con el

rostrohinchadoyllenodelágrimasylosojosfijostestarudamenteenelsuelo.—¡Bonitamaneradeportarte,Ana!¿Noestásavergonzada?—Ellanoteníaningúnderechoadecirqueerafeayteníaelpelorojo—contestó

Anaevasivaydesafiantemente.—Túnoteníasderechoaenfurecertecomolohicisteyahablardeesamanera,

Ana. Me sentí avergonzada de ti; profunda-mente avergonzada. Deseaba que tecomportarasbienconlaseñoraLynde,yenvezdeeso,mehasagraviado.TengolaseguridaddequetúmismanosabesporquéperdistelacomposturacuandolaseñoraLyndedijoqueerasfeayteníaselcabellorojo.Túlodicesmuyamenudo.

—Oh,perohaymuchadiferenciaentredecirunacosaunomismoyescucharaotrosdecirla—gimióAna—.Unopuedesaberquealgoesasí,peronopuededejardetenerlaesperanzadequelosdemásnoloveanasí.Supongoqueustedhadepensarquetengoungeniohorrible,peronopudeevitarlo.Cuandoelladijoesascosasalgosurgióenmíymehizosaltar.Tuvequeestallar.

—Bueno, debo decir que has hecho una buena exhibición de tu carácter. La

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señoraRachelLyndetendráunabonitahistoriaparacontarsobretiportodaspartes,ylohará.Hasidoterriblequehayasperdidoasíeldominiodetusnervios,Ana.

—Imagínesecómosesentiríaustedsialguienledijeraensupropiacaraqueesflacayfea—gimióAnatodallorosa.

RepentinamenteunrecuerdosurgióenlamentedeMarilla.Unavez,siendomuypequeña, había oído a una tía decirle a otra: «Qué pena que sea una chiquilla tanmorena y fea». Pasó mucho tiempo antes de que ese estigma se borrara de sumemoria.

—YonodigoquelaseñoraLyndehayaestadodeltodobienaldecirteloquetedijo,Ana—admitiócontonomássuave—.Rachelhablademasiado.Peroésanoesexcusaparatalcomportamientodetuparte.Eraunapersonaextraña,mayor,yestabadevisita,tresbuenasrazonesparaquehubierassidorespetuosaconella.Temostrastebruscaeinsolentey—Marillatuvounaespléndidaideaparacastigarla—debesiraverlayadecirlequesientesmuchotumalcarácteryapedirlequeteperdone.

—Nunca podré hacer eso —dijo Ana seca y determinadamente—. Puedecastigarme de la manera que quiera, Marilla. Puede encerrarme en un oscuro yhúmedocalabozollenodeculebrasysaposyalimentarmesóloconpanyagua,ynomequejaré.PeronopuedopedirleperdónalaseñoraLynde.

—Notenemoscostumbredeencerraralagenteenoscurosyhúmedoscalabozos—dijoMarilla secamente—, sobre todo por-que son bastante escasos en Avonlea.PerodebespedirleperdónalaseñoraLynde,yloharás,ypermanecerásentucuartohastaquemedigasqueestásdispuestaaello.

—Entonces tendré que quedarme aquí para siempre—dijo Ana tristemente—porque no puedo decirle a la señora Lynde que siento haberle dicho esas cosas.¿Cómopodríahacerlo?No lo siento.Sientohaberlamolestado,Marilla, pero estoycontenta dehaberledichoa ella todo loque ledije.Fueunagran satisfacción.Nopuedo decir que estoy arrepentida cuando no es cierto, ¿no es verdad? ¡Ni aunimaginarqueloestoy!

—Quizá tu imaginación funcione mejor por la mañana —dijo Marilla,disponiéndoseasalir—.Tendrástodalanocheparaconsiderartuconductayformarteunaideamejor.Túdijistequetrataríasdeserbuenaniñasi tedejábamosen«TejasVerdes»,perodebodecirtequeestanochenomelohaparecido.

DejandoestedardoclavadoeneltormentosopechodeAna,Marilladescendióalacocina,confusalamenteyapenadoelcorazón.EstabatanenfadadaconAnacomoconsigomisma,porquecadavezquerecordabalasorpresaquereflejabaelrostrodeRachel,subocasecrispabadivertidaysentíaunosenormesyreprochablesdeseosdereír.

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CAPÍTULODIEZ

Anapideperdón

MarillanadadijoaMatthewdelepisodiodeaquellatarde,perocomoAnanohabíadado su brazo a torcer, a la mañana siguiente debió dar una explicación de suausencia en la mesa. Relató todo a su hermano, teniendo cuidado de destacar laenormidaddelaconductadelaniña.

—Ha estado bien que alguna vez le contestaran a Rachel Lynde; es una viejachismosayentrometida—fuelaconsoladorarespuestadeMatthew.

—MatthewCuthbert,mesorprendes.¡SabesmuybienqueelcomportamientodeAnaha sidohorribley sinembargo teponesde suparte!Supongoque tupróximaopiniónseráquenodebemoscastigarla.

—Bueno, no, no exactamente—dijoMatthew incómodo—.Creo que debemoscastigarla un poco. Pero no seas demasiado dura con ella, Marilla. Recuerda quenuncatuvoanadiequelaeducarabien.¿Vas…vasadarlealgoparaquecoma?

—¿Cuándo has oído que yo mate de hambre a la gente para que se portecorrectamente? —preguntó Marilla, indignada—. Ella tendrá las comidas decostumbreyyose las llevaré.Perosehadequedarallíhastaquepidaperdóna laseñoraLynde;estádecidido,Matthew.

El desayuno, el almuerzo y la cena pasaron en silencio, pues Ana permanecíaobstinada.Despuésdecadacomida,Marillaibaalabuhardillaconunabandejallenay lavolvíaabajarsindisminuciónnotable.Matthewcontemplóelúltimodescensoconojosazorados.¿HabíacomidoalgoAna?

CuandoMarillasalióalanochecerareunirlasvacas,Matthew,quehabíaestadoenelestabloa laexpectativa,sedeslizódentrode lacasaconelairedeun ladrón,subiendo al piso superior. Generalmente, Matthew andaba entre la cocina y supequeño dormitorio cerca del vestíbulo; alguna vez entraba en la sala o en elcomedor, cuando el pastor venía a tomar el té. Pero desde la primavera en queayudaraaMarillaaempapelareldormitoriodeloshuéspedes,yesohabíaocurridohacíacuatroaños,nosehabíaaventuradoasubir.

Cruzóelpasillodepuntillasysequedódurantevariosminutosantelapuertadelabuhardilla,antesdereunirvalorsuficienteparallamarsuavementeyentreabrirlapuerta.

Ana estaba sentada en la silla amarilla, junto a la ventana, contemplandotristemente el jardín. Parecíamuy pequeña e infeliz, y aMatthew se le encogió elcorazón.Cerrósuavementelapuertayseacercódepuntillas.

—Ana—murmurócomositemieraqueleoyeran—,¿cómoloestáspasando?Analededicóunasonrisainexpresiva.

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—Bastantebien.Imaginomuchascosasyesomeayudaapasareltiempo.Desdeluego,esbastantesolitario.Peroquizámeacostumbretambiénaello.

Ana volvió a sonreír, afrontando con valentía los largos años de prisión que laesperaban.

Matthewrecordóquedebíadecirsinpérdidadetiempoloquehabíaidoadecir,nofueraqueMarillavolvieraprematuramente.

—Bueno,Ana,¿noteparecequeserámejorquelohagasytermineselasunto?—murmuró—. Tarde o temprano deberás hacerlo, pues Marilla es una mujer muytozuda.Hazloahorayacabadeunavez.

—¿QuieredecirquelepidadisculpasalaseñoraLynde?—Sí,pedirdisculpas,esoes—dijovivamenteMatthew—.Calmarla,pordecirlo

así.Ahíesdondeestabatratandodellegar.—Supongo que podría hacerlo por usted —dijo Ana pensativamente—. Sería

bastante cierto si dijera que lo siento, porqueahora lo siento.Anoche, no. Estabacompletamenteenfurecida,yloestuvetodalanoche.Loséporquemedespertétresveces y las tres estaba furiosa. Pero estamañana todo había pasado.Ya no estabaenfadada.Mesentíaterriblementeavergonzadademímis-ma.Peronopodíapensaren ir a decírselo a la señora Lynde. Seríamuy humillante.Me decidí a quedarmeencerradaantesdehacerlo.Peroporustedsoycapazdecualquiercosa,siesqueloquiere…

—Bueno,desdeluegoquesí.Estoyterriblementesoloabajosinti.Veytratadearreglarlo,comounabuenachica.

—Muybien—dijoAnaresignadamente—,tanprontovuelvaMarillalediréqueestoyarrepentida.

—Muybien,Ana,peronoledigasqueyohevenido.Podríapensarquemeestoyentrometiendo;yleprometínohacerlo.

—Nadieserácapazdearrancarmeestesecreto—prometióAnasolemnemente.PeroMatthewsehabíaido,asustadodesupropioéxito.Huyópresurosamenteal

rincónmásremotodelcampo,portemoraqueMarillasospecharasupresencia.Lapropia Marilla, al regresar a casa, fue agradablemente sorprendida por una vozplañideraquelallamabadesdeelotroladodelpasamanos.

—¿Bien?—dijo,entrandoenelvestíbulo.—Sientohabermeenfadadoydichocosasmalas,yestoydispuestaadecírseloa

laseñoraLynde.—Muybien.—ElceñodeMarillanodabaseñasdedesarrugarse.Habíaestado

meditandoquéhacersiaAnanoseleocurríaceder—.Tellevarédespuésdeordeñar.Por lo tanto, después de ordeñar, cuesta abajo fueronMarilla yAna; erguida y

triunfante la primera, encogida y agobiada la segunda. Pero amitad de camino, elagobiodeAnasedesvaneciócomoporencanto.Alzólacabezaycaminóconpaso

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ágil,conlosojosfijosenelcielocrepuscularyunairedereprimidaalegría.Marillacontempló desaprobadoramente el cambio.Ésta no era la triste penitente que teníaquellevarapresenciadelaofendidaseñoraLynde.

—¿Quéestáspensando,Ana?—preguntó.—ImaginoquélediréalaseñoraLynde—contestóAnasoñadoramente.Estoerasatisfactorio,odebióhaberlosido.PeroMarillanosepudolibrardela

sensacióndequesuplandecastigosedesbarataba.Ananoteníaporquéparecertanalegreyradiante.

Y así continuó hasta que llegaron a presencia de la señora Lynde, que estabasentadatejiendojuntoalaventana.Allídesapareciólaalegríayunatristepenitenciaapareció en todos sus rasgos. Antes de que se cruzara una palabra, Ana cayó derodillasantelaazoradaseñoraLyndeyalzósusbrazosimplorantes.

—Oh,señoraLynde,estoy terriblementeavergonzada—dijo,con tembloren lavoz—.Nuncapodréexpresarcuánto lo siento,niaunqueusara todoeldiccionario.Imagínese,meheportadomuymalconustedyhehechoquedarmalamisqueridosMarilla y Matthew, que me permiten vivir en «Tejas Verdes» aunque no soy unmuchacho.Soyunaniñaterriblementemalaeingrataymerezcoquesemecastigueysemeaparteparasiempredelagenterespetable.Hicemuymalenenfadarmeporqueustedmedijolaverdad.Eraverdad;cadaunadesuspalabraslofue.Micabelloesrojo,tengopecas,soyfeayflaca.Loqueyoledijeaustederaverdadtambién,peronodebíhaberlodicho.Oh,señoraLynde,porfavor,perdóneme.Siseniega,seráparamíunapenaparatodalavida.Austednolegustaríainfligiraunapobrehuérfanaunapenapara toda la vida, aunque ella tenga un carácter terrible, ¿no es cierto?Estoyseguradequeno.Porfavor,digaquemeperdona,señoraLynde.

Anajuntólasmanos,inclinólacabezayesperólavozdelajusticia.Sobre su sinceridad no cabían dudas; cada palabra la expresaba. TantoMarilla

comoRachel reconocían el inconfundible acento. Pero la primera comprendió queAna estaba disfrutando con su humillación; se divertía con todo aquello. ¿Dóndeestabaelcastigoqueellahabíaprevisto?Analohabíatransformadoenunaespeciedepositivoplacer.

LabuenaseñoraLynde,quenogozabadeunapercepcióntanaguda,nopodíavereso.SólopercibíaqueAnahabíapedidoampliasdisculpasy todo resentimiento sedesvaneciódesubuencorazón.

—Vamos,vamos,levántate,chiquilla—dijocariñosamente—.Desdeluegoqueteperdono.Creoquefuiunpocoduracontigo,detodasmaneras.Perosoyunapersonacharlatana.Nodebesdarmeimportancia,esoes.Nosepuedenegarquetuscabellosson de un rojo intenso; pero yo conocía a una niña (fuimos juntas al colegio) queteníaelpelotanrojocomotúcuandoerajoven,peroalcrecerseleoscurecióyllegóaserdeunhermosocastañoclaro.Nomesorprenderíaqueatitepasaralomismo,

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esoes.—¡Oh, señora Lynde—Ana aspiró profundamente al ponerse en pie—,me ha

dado una esperanza! Siempre sentí que usted era una buena persona. Oh, podríaresistir cualquier cosa si sólo pudiera pensar que mi cabello será de un hermosocastañoclarocuandocrezca.Seríatanfácilserbuenasielcabellofueradeesecolor,¿no le parece? ¿Y ahora puedo salir al jardín y sentarme en ese banco bajo losmanzanos, mientras usted y Marilla hablan? Hay allí tanto campo para laimaginación…

—Sí, corre, niña. Y puedes hacer un ramito de lilas si quieres. Al cerrarse lapuertatrasAna,laseñoraLyndefueaencenderunalámpara.

—Verdaderamente,esunachiquillarara.Siénteseenestasilla,Marilla,esmejorquelaquetieneahora;ésalaguardoparaelcriado.Sí,porciertoqueesunacriaturarara, pero tiene algo que atrae. No me sorprende que usted y Matthew se hayanquedado con ella, ni les compadezco tampoco. Puede resultar muy buena. Desdeluego,tieneunamaneraextrañadeexpresarse,algo…algoviolenta;peroesprobablequelavenza,ahoraquehavenidoavivirentregentescivilizadas.Yademás,sugenioesbastantevivo;perohayunaventaja:unacriaturaque tieneelgeniovivo,quesearrebataysecalmaconfacilidad,noesdadaasertaimadaoimpostora.Enconjunto,megusta,Marilla.

CuandoMarillasaliódelacasa,Anaabandonabalafragantepenumbradelhuertoconunramodenarcisosenlasmanos.

—Me disculpé bastante bien, ¿no es cierto? —dijo orgullosa-mente mientrasbajabanlacuesta—.Penséqueyaqueteníaquehacerlo,loharíaampliamente.

—Lohicistebien—fueelcomentariodeMarilla,quienseescandalizóalversepropensaareíranteelrecuerdodelaentrevista.TeníalaincómodasensacióndequedebíareprenderaAnapordisculparsetanbien,peroesoeraunaridiculez.Transigióconsuconcienciadiciendoseveramente:

—Espero que no tengas más motivos para pedir disculpas y que aprenderás adominarte,Ana.

—Esonoseríatandifícilsilagentenomereprendierapormiaspecto—dijoAnasuspirando—. Otras cosas no me molestan, pero estoy tan cansada de que mereprendanpormicabello,quenopuedoevitarsaltardeindignación.¿Creeustedquemicabellosevolverácastañoclarocuandocrezca?

—Ana, no deberías preocuparte tanto por tu apariencia. Temo que eres unacriaturamuypresumida.

—¿Cómo puedo ser presumida cuando sé que soy fea?—protestó Ana—.Megustanlascosasbellasyodiomiraralespejoyveralgoquenoseahermoso.Mehacesentirmuytriste;igualquecuandoveoalgohorrible.

—Quienhacecosashermosaseshermoso—dijoMarilla.

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—Eso yame lo han dicho antes, pero tengomis dudas al respecto—comentóescéptica Ana, oliendo los narcisos—. ¡Oh, estas flores son preciosas! La señoraLynde fue muy buena al dármelas. No tengo resentimiento. Pedir disculpas y serperdonada produce una hermosa sensación, ¿no es así? ¿No están brillantes lasestrellasestanoche?Sipudieravivirenunaestrella,¿cuálelegiría?Amímegustaríaaquellagrandequesevealolejos,sobrelacolina.

—Ana, por favor, cállate—dijoMarilla, completamente agotada por tener queseguirlosgirosdelpensamientodeAna.

Ana no habló más hasta que llegaron al caminito. Allí las recibió una brisajuguetona,cargadadearomas.Alolejos,entrelassombras,unaalegreluzbrillabaenla cocinade«TejasVerdes».Ana se acercódepronto aMarillaydeslizó sumanoentrelasendurecidaspalmasdelamujer.

—Es hermoso volver al hogar, cuando se sabe que es un hogar—dijo—. Yoquieroa«TejasVerdes».Ningúnlugarmeparecióantessermihogar.¡Oh,Marilla,soytanfeliz!Podríaponermearezarenestemomentosinquemeresultaradifícil.

Alcontactodeaquellamanecita,algocálidoyplacentero invadióelcorazóndeMarilla;quizáeraunresabiodelamaternidadquenogozara.Loinsólitoydulcedeaquella sensación la turbó. Se apresuró a restaurar su estado de ánimo habitualinculcandomoral.

—Mientrasseasbuenaserásfeliz,Ana.Ynuncadebecostar-tetrabajodecirtusoraciones.

—Decirlasoracionesnoeslomismoquerezar—dijoAna,meditabunda—.Perovoyaimaginarmequesoyelvientoquesoplaenlosárboles.Cuandomecansedelosárboles,imaginaréqueestoyenloshelechos,luegovolaréhastaeljardíndelaseñoraLyndeyharédanzarlasflores;despuésiréconungransaltoalcampodelostréboles,ymás tardeacariciaréelLagode lasAguasRefulgentes,quebrándoloenpequeñosrizosbrillantes.¡Haytantocampoparalaimaginaciónenelviento!Demaneraqueyanohablarémásporahora,Marilla.

—Graciasalcielo—murmurólamujer,condevotoalivio.

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CAPÍTULOONCE

LaopinióndeAnasobrelaescueladominical

—Bueno, ¿qué te parece? —dijo Marilla. Ana estaba en su cuarto, observandosolemnemente tresvestidosnuevosque sehallaban sobre la cama.Unoeradeunatela de algodón amarillo que Marilla había comprado el verano anterior a unbuhonero, tentada por lo duradera que parecía; otro, de raso a cuadros blancos ynegros,telaquehabíaobtenidoenuntenduchodecomprayventaenelinvierno;yeltercero,estampadoenunfeoazulquehabíaadquiridoaquellasemanaenunnegociodeCarmody.

Loshabíahechoellamisma,yerantodosiguales:faldassencillasunidasabatassencillasconmangastansencillascomolasbatasylasfaldas,ytanestrechascomopuedenserlounasmangas.

—Imaginaréquemegustan—dijoAnajuiciosamente.—Noquieroqueloimagines—exclamóMarilla,ofendida—.¡Oh,yaveoqueno

tegustan!¿Quétienendemalo?¿Nosonpulcrosylimpiosynuevos?—Sí.—¿Entoncesporquénotegustan?—Noson…noson…bonitos—dijoAnademalagana.—¡Bonitos!—bufóMarilla—.Nomepreocupédeque fueranbonitos.Nocreo

en vanidades tontas, Ana, te lo digo directamente. Esos vestidos son buenos,duraderos,sinringorrangosnivolantesysoncuantotendrásesteverano.Elamarilloyelazulestampadotelospondrásparairalcolegiocuandocomiencenlasclases,yelde raso lo usarás para ir a la iglesia y a la escuela dominical. Espero que losconservaráspulcrosylimpiosyque\nolosromperás.Penséqueestaríasagradecidadespuésdeesas1mezquinasropasquehasestadollevando.

—Oh,estoyagradecida—protestóAna—.Perolohubieraestadomuchísimomássi… sime hubieras hecho uno conmangas abullonadas. ¡Lasmangas abullonadasestán tan de moda ahora! ¡Me estremecería tanto usar un vestido con mangasabullonadas!

—Bueno, tendrás que quedarte sin tu estremecimiento. No tengo género paradesperdiciar en mangas abullonadas. De cualquier modo, me parecen ridículas.Prefierolaslisasysencillas.

—Peromegustaríaparecerridículaigualquetodaslasdemásenlugardelisaysencillayosola—insistióAnatristemente.

—¡Comoparahacerte caso!Bueno, cuelga esosvestidos cuidadosamente en tuarmarioyluegosiéntateyestudiatulecciónparalaescueladominical.ElseñorBellme dio un libro para ti e irás a la escuelamañana—dijoMarilla, desapareciendo

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escalerasabajoconira.Anajuntólasmanosymirólosvestidos.—Tenía esperanza de que uno fuera blanco y con mangas abullonadas —

murmuró con desconsuelo—. Recé para que así fuera, pero no me hice muchasilusiones.SuponíaqueDiosnotendríatiempoparamolestarseporelvestidodeunahuérfana. Sabía que sólo dependería de Marilla. Bueno, afortunadamente puedoimaginarmequeunoesdemuselinablancacomolanieve,conencantadoresvolantesdeencajeymangasmuyabullonadas.

Alamañanasiguiente,unfuertedolordecabezaleimpidióaMarillaacompañaraAnaalaescueladominical.

—TienesqueirypreguntarporlaseñoraLynde—ledijo—.Ellaseocuparádeponerteenelgradoquetecorresponda.Ahora,decídeteaportarteconvenientemente.Luego pídele a la señora Lynde que te indique nuestro banco. Aquí tienes unamonedaparalacolecta.Nomiresatodosladosynomolestes.Esperoquemecuenteselsermóncuandoregreses.

Anasepusoenmarchaintachablemente,engalanadaconelvestidoderasoblancoynegro,elcual,decenteenloquesereferíaasulargo,ysinmerecerelapelativodemezquino,contribuíaaacentuarcadaunodelosángulosdesudelgadocuerpecillo.Llevaba un sombrero de marinero nuevo, plano y brillante, cuya extrema chaturahabía igualmente desilusionado a Ana, que se había permitido soñar con cintas yflores. Sin embargo, puso unas cuantas de estas últimas antes de llegar al caminoprincipal; habiéndose encontradoamitadde la sendaquebajaba al caminoconundoradobrotedenarcisosagitadosporelvientoyderosassilvestres,Anaprontamenteengalanósusombreroconunaabundanteguirnalda.Noimportaloquepensaranlosdemás del resultado, éste la satisfacía y bajó alegremente al camino irguiendoorgullosamentesurojacabezadecoradaderosayamarillo.

CuandollegóalacasadelaseñoraLynde,éstasehabíaido.Sinintimidarse,Anasiguióadelantesolahacialaiglesia.Enelatriohallóaungrupodeniñas,casitodasvestidasalegrementedeblanco,azulyrosa.Todassefijaronenlaextrañaquellevabala cabeza tan extraordinariamente adornada. Las niñas de Avonlea ya habíanescuchado algunas historias extrañas sobreAna; la señoraLynde dijo que tenía uncarácterterrible;JerryBoute,elchicoqueayudabaenlaslaboresen«TejasVerdes»,contabaquesiemprehablabaconsigomismaoconlosárbolesylasflorescomounaloca. La miraban y murmuraban unas con otras escudándose en sus cuadernillos.Nadietuvoparaellaunademánamistoso,niallínimástarde,cuandoterminadoslosprimerosoficiosAnasehallóenlaclasedelaseñoritaRogerson.

La señorita Rogerson era una dama de edad madura que llevaba veinte añosenseñandoen laescueladominical.Sumétododeenseñanzaconsistíaenhacerunadelaspreguntasimpresasenelcuadernilloyobservarfijamenteporencimadelcanto

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alaniñadestinadaacontestarlapregunta.ObservóaAnaenvariasocasiones,yéstacontestó inmediatamente gracias a la disciplina a que la había sometido Marilla,aunquehabríaquevercuántohabíaentendidodelaspreguntasorespuestas.

LeparecióquenolegustabaalaseñoritaRogersonysesintiómuydesgraciada;todas lasniñasde laclase llevabanmangasabullonadas.Anapensóquenovalía lapenavivirsinmangasabullonadas.

—Ybien,¿quétehaparecidolaescueladominical?—inquirióMarillaalregresodeAna.

Ésta llegaba sin guirnalda, pues la había dejado en el sendero, demanera queMarillanoseenteróporelmomento.

—Nomegustónipizca.Fuehorrible.—¡AnaShirley!—dijoMarillaentonodecensura.Anasesentóenlamecedora

conunlargosuspiro,besóunadelashojasdeBonnyyacaricióuncapullodefucsia.—Debenhabersesentidomuysolosmientrasestuvefuera—explicó—.Yahora,

sobre la escuela, me comporté bien, tal como usted me recomendara. La señoraLynde ya se había ido, pero continué el camino sola. Entré en la iglesia con unmontón de niñas más y me senté en el extremo de un banco junto a la ventanamientras duraron los primeros oficios. El señor Bell pronunció una plegariaespantosamente larga.Me hubiera cansadomuchísimo de no haber estado sentadajuntoalaventana.PeroéstadabajustamentealLagodelasAguasRefulgentesymequedémirándoloeimaginandotodaclasedecosasespléndidas.

—Nodebistehaberhechonadadeeso.DebistehaberescuchadoalseñorBell.—Peroélnomehablabaamí—protestóAna—.LehablabaaDiosynoparecía

ponermuchointerésenello.SupongoquepensabaqueDiosestabademasiadolejosparaquevalieralapena.Sinembargo,yotambiéndijeunapequeñaplegaria.Habíauna larga hilera de abedules cuyas ramas caían sobre el lago, y el sol, pasando através de ellos, se sumergía en lomás profundo del lago. ¡Oh,Marilla, parecía unhermososueño!Sentíunestremecimientoyrepetídosotresveces:«Graciasporesto,Dios».

—Noenaltavoz,supongo—dijoMarillaansiosamente.—Oh,noenvozmuyalta.Bueno,elseñorBellterminóporfinymedijeronque

entraraaunaclase,queresultóserladelaseñoritaRogerson.Allíhabíanueveniñasmás. Todas con mangas abullonadas. Traté de imaginarme que yo también lasllevaba,peronopude.¿Porquénopude?Resultabamuyfácilcuandoestabasolaenlabuhardilla,peroeratremendamentedifícilconseguirloallídondetodaslasdemáslastenían.

—No debiste haber estado pensando en tus mangas en la Escuela Dominical.Debisteaprenderlalección.Esperoquelahayassabido.

—Oh,sí;ycontestéunmontóndepreguntas.Nocreoqueestémuybienquela

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señorita Rogerson haga todas las preguntas. Había muchísimas que yo queríaformularle,peronolohiceporquenocreoqueseaunespíritugemelo.Luegotodaslas demás niñas recitaron una paráfrasis. La señorita Rogersonme preguntó si yosabíaalguna.Ledijequeno,peroquesiqueríapodíarecitar«ElPerroenlaTumbadesuAmo».EstáenelTercerlibrodelectura.Enrealidadnoesunapoesíaquetengamuchodereligioso,peroestantristeymelancólicaquehubieraquedadobien.Dijoquenoyqueestudiaralaoracióndiecinueveparaelpróximodomingo.Laleíenlaiglesiamástardeyesespléndida.Especialmentehaydoslíneasquemeestremecen:

TanrápidocomocaíanlosescuadronesdestrozadosEnelaciagodíadeMidian.

»No sé lo que quiere decir "escuadrones" ni "Midian", pero suena tan trágico.Apenas puedo esperar hasta el próximo domingo para recitarlo. Practicaré toda lasemana.DespuésdelaclaselepedíalaseñoritaRogerson—porquelaseñoraLyndeestabamuylejos—quemeindicaranuestrobanco.MesentétancalladacomopudeyeltextoruéRevelaciones,capítulotercero,versículossegundoytercero.Erauntextomuylargo.Siyofuerapastorelegiríalosmáscortosyelegantes.Elsermóntambiénfueterriblemente largo.Supongoqueelpastor lohizodeacuerdoal texto.Nocreoque tenga nada de interesante. Su mayor inconveniente es que no tiene suficienteimaginación.Noleprestémuchaatención.Dilibertadamispensamientosypenséenlascosasmássorprendentes.

Marilla sintió desesperadamente que todo aquello debía ser reprendido conseveridad, pero se lo impidió el innegable hecho de que algunas cosas que habíadichoAna, especialmente acerca de los sermones del ministro y las oraciones delseñor Bell, eran exactamente las que ella había llevado en lomás profundo de sucorazóndurantemuchosaños,peroquenuncahabíaexpresado.Casi leparecíaqueesossecretosyreprimidospensamientosdecrítica, repentinamentesehabíanhechovisiblesyhabíantomadoformaenlapersonadeaquelladeslenguadacriatura.

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CAPÍTULODOCE

Unvotosolemneyunapromesa

HastaelviernessiguienteMarillanoseenteródelahistoriadelsombreroadornadoconflores.AlvolverdecasadelaseñoraLynde,llamóaAna.

—Ana,laseñoraRacheldicequeeldomingofuistealaiglesiaconelsombreroridículamenteadornadocon rosasynarcisos. ¿Qué te impulsóahacereso? ¡Debeshabersidoalgodignodeverse!

—Oh,yaséqueelrosayelamarillonomequedanbien—empezóAna.—¡Muybonito! ¡Lo ridículo fueponerle flores al sombrero,no importadequé

colorfueran!¡Ereslacriaturamásextravagante!—Noveoqueseamásridículollevarfloresenelsombreroqueenelvestido—

protestóAna—.Infinidaddeniñasteníanramosdefloressujetosalvestido.¿Cuálesladiferencia?

AMarillanolaibanallevardelaseguridaddeloconcretoalasdudosasrutasdeloabstracto.

—Nomecontestesasí,Ana.Fuisteunatonta.Quenotevuelvaaverhacerlo.LaseñoraRacheldijoquehubieraqueridoque la tierra la tragasecuando tevio llegarataviadaasí.Nopudoacercarseadecirtequetelasquitarashastaquefuedemasiadotarde.Diréquelagenteloconsideróalgohorrible.Desdeluegoquepensaranqueyotehedejadosalirasí.

—Oh, lo siento tanto —dijo Ana, con las lágrimas asomándole a los ojos—.Nuncapensé que le desagradara.Las rosas y los narcisos eran tan bonitos quemepareció que quedarían bien en el sombrero. Muchas de las niñas llevaban floresartificialesenlossombreros.Meparecequevoyaserundolordecabezaparausted.Quizá serámejorquemedevuelva al asilo.Eso sería terrible; no creoquepudieraresistirlo.Esprobablequemurieraconsumidapor la tristeza; ¡asíy todo, estoy tandelgada!Perotodoesoesmejorqueserundolordecabezaparausted.

—Tonterías—dijoMarilla,enfadadaconsigomismaporhaberhechollorara laniña—.Puedesestarseguradequenoquierodevolvertealasilo.Todocuantodeseoesquetecomportescomolasotrasniñasynohagaselridículo.Nolloresmás.Tengoalgunas noticias que darte. Diana Barry ha regresado esta tarde. Voy a pedirleprestadoel-patróndeunafalda;ysiquieres,puedesacompañarmeyasíconoceraDiana.

Anasepusoenpie,conlasmanosapretadasylas lágrimascorriéndoleaúnporlasmejillas;eltrapodecocinaqueestabadoblandocayódesplegadosobreelpiso.

—Oh,Marilla, tengomiedo;ahoraqueha llegadoelmomento, tengomiedodeverdad.¿Quépasaríasinolegusto?Serialadesilusiónmástrágicademivida.

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—Vamos,noteaturdas.Megustaríaquenoemplearaspalabraslargas.Suenatanraroenunaniña.CreoquelegustarásbastanteaDiana.Esasumadreaquiendebesconquistar.SisehaenteradodetucontestaciónalaseñoraLyndeydetuapariciónenlaiglesiaconfloresenelsombrero,noséquépensarádeti.Debessercortésybieneducada y no hacer ninguno de tus sorprendentes discursos. ¡Por todos los santos,estástemblando!

Anaestabatemblandoyteníalacarapálidaytensa.—Oh,Marilla, tambiénustedestaría excitada si estuviera apuntodeconocer a

unaniñaqueesperaqueseasuamigadelalmayacuyamadrecorrieraelpeligrodenogustarle—dijomientrasseapresurabaaponerseelsombrero.

Fueronhasta«LaCuestadelHuerto»porelatajodelarroyo,subiendolacolinade los abetos. La señora Barry salió a la puerta de la cocina en contestación a lallamadadeMarilla.Eraunamujeralta,deojosycabellosnegros,conbocaresuelta.Teníalareputacióndesermuyestrictaconsushijos.

—¿Cómoestáusted,Marilla?—dijocordialmente—.Pase,Supongoqueéstaeslaniñaquehanadoptado.

—Sí.SellamaAnaShirley.LaseñoraBarryleestrechólamanoydijogentilmente:—¿Cómoestás?—Estoy bien físicamente aunque muy maltrecha de espíritu, señora; muchas

gracias—dijoAnaconseriedad.YluegoledijoaMarillaconunmurmullo—:Nohubonadasorprendenteeneso,¿noesasí?

Dianaestabasentadaenelsofá,leyendounlibro,queapartócuandoentraronlasvisitas.Eraunaniñamuybonita,conloscabellosylosojosnegrosdesumadre,ylasmejillasrosadasyunaexpresiónalegrequeheredaradesupadre.

—ÉstaesDiana,miniña—dijolaseñoraBarry—.Diana,puedesllevaraAnaaljardín y enseñarle tus flores. Será mejor que cansarte los ojos con ese libro. Leedemasiado—esto lodijo aMarilla cuando salían las niñas—,ynopuedo evitarlo,pues su padre la ayuda y la instiga. Siempre está leyendo.Me alegra que tenga laoportunidaddeencontrarunacompañeradejuego;quizáesolallevemásalairelibre.

AnayDianaestabanfuera,eneljardínbañadoporlasuaveluzdelatardecer,queentrabapor entre losviejos abetos, contemplándose tímidamentepor encimadeunplanteldehermosaslilas.;EljardíndelosBarryeraunhermosoconjuntodefloresque hubiera tocado el corazón de Ana en cualquier otro momento menos crucial.Estabaenmarcadoporaltosyviejossaucesyabetos,bajolosquesurgíanfloresqueamaban la sombra. Senderos bien cuidados, en ángulo recto, bordeados porcampanillas,locruzabancomocintasrojasyenlosparterressurgíantumultuosaslasflores.Había rosadasdicentrasygrandesyespléndidaspeoníasescarlatas;narcisosblancosyfragantesyespinosasydulcesrosasdeEscocia;aguileñasrosasyazules;

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boj,menta y tréboles; relámpagos escarlatas que surgían sobre las blancas corolas.Un jardín donde se detenía el sol y zumbaban las abejas y donde los vientos,seducidos,vagabanyacariciabantodo.

—Oh,Diana—dijoAna por fin, cogiéndose lasmanos y hablando casi en unsusurro—,¿piensas…creesquetepuedogustarunpoquito…losuficientecomoparaqueseasmiamigadelalma?

Dianarió.Siemprereíaantesdehablar.—Sospecho que sí —dijo francamente—. Estoy muy contenta de que hayas

venidoavivir a«TejasVerdes».Megustará teneralguienconquien jugar.Nohayotrasniñasquevivanlosuficientementecercacomoparajugarymishermanassonmuypequeñas.

—¿Jurassermiamigaporsiemprejamás?—exigióAnaansiosamente.Dianaparecíaextrañada.—Perojuraresunpecadomuygrande—dijoentonodereproche.—Estaclasedejuramentos,no.Comosabrás,haydosclasesdejuramentos.—Yonuncasupemásquedeuna—dijoDianadubitativamente.—Hay otra más. Ésa no tiene nada de malo. Sólo significa hacer un voto y

prometersolemnemente.—Bueno, no tengo inconveniente en hacer eso —asintió Diana, aliviada—.

¿Cómosehace?—Sejuntanlasmanos,así—dijoAnasolemnemente—.Debehacersebajoagua

comente. Imaginaremosque este sendero es una comentede agua.Diré primero eljuramento. Juro solemnemente ser fiel ami amigadel alma,DianaBarry,mientrashayalunaysol.Ahora,dilotúyponminombre.

Dianarepitióel«juramento»,riendoantesydespués.Luegodijo:—Eres una niña rara,Ana.Ya lo había oído antes. Pero creo que te querré de

verdad.CuandoMarillayAnaregresaronacasa,Dianalasacompañóhastaelpuentede

troncos.Las dos niñas caminaron del brazo. Se separaron entre promesas de pasarjuntaslatardesiguiente.

—Bueno,¿encontrasteenDianaunespíritugemelo?—preguntóMarillamientrascruzabaneljardínde«TejasVerdes».

—Oh, sí —suspiró Ana dichosamente inconsciente de cualquier sarcasmo porpartedeMarilla—.Oh,Marilla,enestosmomentossoylaniñamásfelizdelaisladelPríncipeEduardo.Leaseguroqueestanoche rezarécon todamialma.Dianayyovamosaconstruirmañanaunteatro.¿Puedoquedarmeconesalozarotaquehayenlaleñera?ElcumpleañosdeDianaesenfebreroyelmíoesenmarzo;¿nolepareceunaextrañacoincidencia?Dianameprestaráunlibro.Ellaestotalmenteespléndida.Mevaaenseñarunlugarenelbosquedondecrecenlirios.¿NoleparecequeDianatiene

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ojosmuyespirituales?Oh, cuántoquisiera tenerlosyo.Dianamevaa enseñarunacanciónllamada«Nellyenlacañadadelosavellanos».Mevaadaruncuadroparaquelocoloqueenmihabitación:dicequeesuncuadromuyhermoso,unabelladamacon un vestido de seda celeste. Un vendedor de máquinas de coser se lo regaló.Quisiera tener algo para regalarle a Diana. Soy dos dedosmás alta que ella, peroDianaestantoasímásgorda;dicequelegustaríaserdelgadaporqueesmuchomásgracioso,perotemoquelodijosóloparanoherirmissentimientos.Vamosairalgúndíaalacostaabuscarconchas.Hemosacordadollamaralmanantialquehaycercadel puentede troncos«Laburbujade la dríada». ¿Noesunnombreperfectamenteelegante?Unavez leíalgosobreunmanantial llamadoasí.Creoqueunadríadaesunaespeciedehadacrecida.

—Bueno, espero que no agotes a Diana—dijo Marilla—. Pero recuerda estocuandohagas tusplanes,Ana:novasaestar jugando todoel tiempo,nisiquiera lamayorpartedeél.Tienestrabajoquehaceryhasdeacabarloprimero.

LacopadelafelicidaddeAnaestaballenayMatthewlahizodesbordar.AcababaderegresardeunviajealalmacéndeCarmodyysacótímidamenteunpaquetedesubolsilloparaentregárselo,antelamiradadesaprobadoradeMarilla.

—Supequetegustanloscaramelosdechocolate,asíquetetrajealgunos.—¡Hum!—gruñóMarilla—.Echarásaperdersusdientesysuestómago.Vamos,

vamos, criatura, no pongas esa cara. Puedes comértelos, ya queMatthew ha ido abuscarlos.Debió traértelosdementa.Sonmássaludables.No tevayasaatragantarcomiéndolostodosahora.

—Oh, no —dijo Ana ansiosamente—. Esta noche no comeré más que uno,Marilla.¿PuedodarleaDianalamitaddelpaquete?Elrestoserádoblementedulcesilohago.Esbellopensarquepuedodarlealgo.

—Enfavordeesaniña,tediré—dijoMarillacuandoAnasehuboretiradoasucuarto—quenoes tacaña.Estoycontenta,pues la tacañeríaes loquemásdetesto.Hace tres semanas que vino y parece que hubiera estado aquí siempre. No puedoimaginarmelacasasinella.Nomemirescomodiciendo«yatelodije».Estámalenunamujer,peroenunhombreesinsufrible.Estoydeacuerdoenreconocerquemealegrodehaberconsentidoenquesequedara,yquemegustacadadíamás,peronohagashincapiéenesacuestión,MatthewCuthbert.

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CAPÍTULOTRECE

Lasdeliciasdelaexpectativa

—EshoradequeAnaseocupedesucostura—dijoMarillaechandounamiradaalrelojparasalirluegoaenfrentarseconladoradatardedeagostodondetodoparecíaadormecidoporelcalor.

»Estuvo jugando con Diana más de media hora aún después de que la señoraBarryllamaraaésta;yahoraestáencaramadaenelmontóndeleñoscharlandoconMatthew,cuandosabeperfectamentequedebeatendersutrabajo.Yporsupuesto,élla está escuchando como un perfecto papanatas. Nunca he visto un hombre másatontado. Cuanto más habla ella y cuantas más cosas raras dice, más encantadoparece.

»¡AnaShirley,veninmediatamente!Unaseriedegolpessobre laventanadeloestehizoqueAnaseacercaraa toda

carrera, con los ojos radiantes, las mejillas tenuemente coloreadas y el cabello enbrillantedesorden.

—Oh, Marilla —exclamó sin aliento—, la semana que viene tendrá lugar laexcursión de laEscuelaDominical. Será en el campodel señorHarmonAndrews,junto al Lago de lasAguas Refulgentes. Y la señora del director Bell y la señoraRachel Lynde van a hacer sorbetes, imagínese, Marilla, ¡sorbetes! Y, oh Marilla,¿puedoir?

—Miraelreloj,Ana,porfavor.¿Aquéhoratedijequeregresaras?—A las dos. ¿Pero no es maravilloso lo de la excursión, Marilla? Por favor,

¿puedoir?Oh,nuncaheasistidoauna.Hesoñadoconexcursiones,peronunca…—Sí, te dije que regresaras a las dos y son las tresmenos cuarto.Me gustaría

saberporquénomeobedeciste,Ana.—Quisehacerlo,Marilla, tantocomoesposible.Peroustedno tiene ideade lo

fascinantequeesIdlewild.Y,porsupuesto,luegotuvequecontarleaMatthewlodelaexcursión.Matthewescuchatanbien.Porfavor,¿puedoir?

—TendrásqueaprenderaresistirlafascinacióndeIdle…comoseaquelollames.Cuando te indicounahoraparaque regreses,esparaque lohagasaesahoraynomediahoradespués.Ytampocotienesnecesidaddedetenerteacharlarconamablesescuchas.Encuantoa laexcursión,claroquepuedes ir.Eresalumnade laEscuelaDominicalynoestaríabienquetenegaramiautorizaciónsiendoquevantodas lasotrasniñas.

—Pero…pero—balbuceóAna—.Dianadiceque todosdeben llevarunacestaconcomida.Yonosécocinar,Marilla,comoustedsabe,y…y…nomeimportairauna excursión sinmangas abullonadas, perome sentiría terriblemente humillada si

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tuvieraquehacerlosinunacesta.HeestadopensandoenellodesdequeDianamelodijo.

—Bueno,noesnecesarioquelopiensestanto.Yoprepararéunacesta.—¡Oh,miqueridaybuenaMarilla!¡Oh,quégenerosaesconmigo!¡Oh,leestoy

tanagradecida!Continuando con sus «oh», Ana se arrojó a los brazos de Marilla y

vehementementebesósupálidamejilla.EralaprimeravezqueunoslabiosinfantilesbesabanvoluntariamentelacaradeMarilla.Nuevamentesesintióconmovidaporesarepentinasensacióndeternura.InteriormenteestabamuycontentaporelarranquedeAna,loqueprobablementediomotivoaquedijerabruscamente:

—Bueno,bueno;bastayadebesostontos.Tengoqueverquehacesestrictamenteloquesetedice.Yenloqueserefiereacocinar,undíadeéstoscomenzaréadartelecciones.Perotúerestandistraída,Ana,queheestadoesperandoaversitecalmasyte asientas un poco. Cuando cocines, tienes que poner todos tus sentidos y nodetenerte en medio de lo que estás haciendo para dejar vagar tus pensamientos atravésdetodalacreación.Ahoratraetuslaboresytenhechotucuadradoparalahoradelté.

—No me gusta remendar —dijo Ana tristemente sacando su costurero ysentándose conun suspiro frente a unapequeñapila de rombos rojosyblancos—.Supongo que algunos tipos de costura serán bonitos; pero no hay campo para laimaginaciónenel remiendo.Todo se reduceaunapuntadadetrásdeotra, ynuncaparece llegarse a nada. Pero, por supuesto, prefiero serAna de las «TejasVerdes»remendando,queAnadecualquierotro lado sinmásocupaciónque jugar.Aunquequisiera que cuando remiendo, el tiempo pasara tan rápido como cuando estoyjugando conDiana.Oh, pasamos tan buenos ratos,Marilla.Yo tengo que poner lamayor parte de la imaginación, pero soy capaz de hacerlo con facilidad. Diana essimplementeperfectaentodoslosotrosórdenes.Yaconoceesepequeñoespaciodeterrenodelotro ladodelarroyoquecorreentrenuestragranjay ladelseñorBarry.Pertenece al señor William Bell y justo en la esquina hay un pequeño cerco deabedulesblancos;esellugarmásrománticodetodos,Marilla.AllítenemosnuestracasaDianayyo.LallamamosIdle-wild.¿Noesunnombrepoético?Leaseguroqueme llevó tiempo el pensarlo. Estuve despierta casi una noche entera antes deinventarlo. Entonces, justo cuando me estaba quedando dormida, vino como unainspiración. Diana se sintió arrebatada cuando lo oyó. Tenemos arreglada nuestracasa muy elegantemente. Debe venir a verla, Marilla, ¿lo hará usted? Tenemospiedras grandísimas, cubiertas conmusgo, que nos sirven de asientos; y tablas deárbolenárbolcomoestantes.Yenellosponemostodosnuestrosplatos.Porsupuesto,todosestánrotos,peroeslomásfácildelmundoimaginarqueestánenteros.Hayuntrozo de un plato que tiene pintada una rama de hiedra roja y blanca que es

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especialmente hermoso. Lo guardamos en la sala, y allí también está el diamanteencantado.Eldiamanteencantadoestanadorablecomounsueño.Dianaloencontróen el bosque que hay detrás del gallinero de su casa. Está lleno de arco iris ypequeños arco iris que todavía nohan crecido, y lamadredeDiana le dijo que sehabía desprendido de una lámpara que ellos habían tenido. Pero es más bonitoimaginarqueloperdieronunanochelashadasenunbaile,yporesolollamamoseldiamante encantado. Matthew va a hacernos una mesa. Oh, hemos llamadoWillowmerealapequeñalagunaquehayenelcampodelseñorBarry.EsenombrelosaquédellibroquemeprestóDiana.Eraunlibroquehacíaestremecer,Marilla.Laheroína tuvo cinco amantes. Yo estaría satisfecha con uno. ¿Y usted? Era muyhermosaytuvoquehacerfrenteagrandestribulaciones.Sepodíadesmayarcomosital cosa.Me encantaría poderme desmayar,Marilla. ¡Es tan romántico! Pero estoydemasiadosanaapesardesertanflaca.Aunquecreoqueestoyengordando.¿Noleparece?Memiroloscodostodaslasmañanasallevantarmeparaversisemeestánformandohoyuelos.Dianavaatenerunvestidonuevo,conmangasabullonadas.Lovaausarparalaexcursión.Oh,esperoqueelmiércoleshagabuentiempo.Creoquenopodría resistir ladesilusiónsialgome impidiera ira laexcursión.Supongoqueseguiría viviendo, pero la pename duraría toda la vida.No tendría importancia sifuera a cientos de excursiones en los años venideros; ellas nome compensarían elhaberperdidoésta.VaahaberbotesenelLagodelasAguasRefulgentes,ysorbetes,comoya lehedicho.Nunca losheprobado.Diana tratódeexplicarmecómoeran,pero creo que el sorbete es una de las cosas que sobrepasan los límites de laimaginación.

—Ana,hacediezminutosqueestáshablando—dijoMarilla—.Ahora,sóloporcuriosidad, trata de ver si puedes tener la lengua quieta por esemismo espacio detiempo.

Ana calló según sus deseos. Pero durante el resto de la semana habló de laexcursión, pensó en la excursión y soñó con la excursión. El sábado llovió, y seexcitó tan frenéticamente pormiedo a que continuara lloviendohasta elmiércoles,queMarillalehizocoseryhacerremiendosdemásparacalmarsusnervios.

El domingo, cuando volvían de la iglesia, Ana le confió a Marilla que habíallegado al colmode la excitación cuando elministro había anunciado la excursióndesdeelpulpito.

—¡Quéestremecimientomecorrióporlaespalda,Marilla!Nocreoquehastaesemomentohaya creídoque realmente iba a haber una excursión.Nopodía evitar eltemer que sólo me lo hubiera imaginado. Pero cuando un ministro dice una cosadesdeelpulpito,nohaymásquecreerla.

—Ponesdemasiadocorazónenlascosas,Ana—dijoMarillasuspirando—.Temoqueteesperenmuchasdesilusionesenlavida.

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—Oh,Marilla,pensandoenlascosasquehandesuceder,sedisfrutalamitaddelplacerquetraenaparejadas—exclamóAna—.Puedeunonoconseguirlascosasensímismas,peronadapuedeimpedirleelplacerdehaberlasdisfrutadoanticipadamente.La señora Lynde dice: «Bienaventurados los que nada esperan porque no serándefraudados».Peroyocreoqueespeornoesperarnadaqueserdefraudado.

Esedía,comodecostumbre,Marilla llevabasubrochedeamatista.Siempre lousabapara ira la iglesia.Lehubieraparecidounaespeciedesacrilegionohacerlo;algo tan pecaminoso como olvidar su Biblia o la moneda para la colecta. AquelbrochedeamatistaeraeltesoromáspreciadodeMarilla.Untíoqueeramarinoselohabía dado a su madre, y ésta se lo legó a Marilla. Era muy antiguo, ovalado,conteníaunmechóndecabellodesumadreyestabaenmarcadoporamatistasmuyfinas.Marillasabíamuypocosobrepiedraspreciosascomoparadarsecuentacabaldelapurezadelasamatistas,peropensabaqueeranmuyhermosasyteníaagradableconcienciadesuresplandorvioletasobresucuello,sobresuvestidoderasomarrón,apesardequenopodíaverlo.

Anasehabíaestremecidodeadmiraciónlaprimeravezquevieraelbroche.—Oh,Marilla, es un broche perfectamente elegante. No sé cómo puede usted

prestaratenciónal sermónoa lasoraciones llevándolopuesto.Yo nopodría; lo sé.Piensoquelasamatistassonsimplementemaravillosas.Soncomoyoimaginabaqueeranlosdiamantes.Hacemucho,antesdequevierauno,leíalgosobrelosdiamantesytratédeimaginarmecómoserían.Penséqueseríanrutilantespiedrascolorpúrpura.Cuandoviundiamanterealenelanillodeunaseñoramesentítandesilusionadaquelloré.Porsupuesto,eramuyhermoso,peronoeramiideadeundiamante.¿Medejatenerelbrocheunminuto,Marilla?¿Nocreequelasamatistaspuedenserlasalmasdelasvioletasbuenas?

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CAPÍTULOCATORCE

LaconfesióndeAna

Ellunesporlanoche,yaenlasemanadelaexcursión,Marillabajódesuhabitaciónconcarapreocupada.

—Ana—dijo al pequeño personaje que pelaba guisantes sobre la inmaculadamesa,altiempoquecantaba«Nellyenlacañadadelosavellanos»conunvigoryunaexpresiónquedabancréditodelasenseñanzasdeDiana—.¿Hasvistomibrochedeamatista? Me parece que lo dejé en el alfiletero ayer tarde cuando regresé de laiglesia,peronolopuedoencontrarporningunaparte.

—YoloviestatardemientrasustedestabaenlaSociedaddeAyuda—dijoAnaconlentitud—.Crucéfrentealapuertaylovienelalfiletero,demaneraqueentréamirarlo.

—¿Lotocaste?—dijoMarillaseveramente.—Sí-í-í—admitióAna—.Locogíyloprendíamipechoparavercómoquedaba.—Noteníasporquéhacerlo.Estámuymalqueunaniñaseentrometa.Enprimer

lugar,nodebistehaberentradoenmihabitación,yensegundolugar,tampocodebistehabertocadounbrochequenotepertenecía.¿Dóndelohaspuesto?

—Oh, lo volví a colocar en el alfiletero. No lo tuve puesto ni un minuto. Deverdad, Marilla, no quise entrometerme. No pensé que fuera algo malo entrar yprobarme el broche; ahora que lo sé, no volveré a hacerlo.Eso es algo bueno quetengo;nuncahagodosvecesalgomalo.

—No lo pusiste allí—dijoMarilla—. Ese broche no está en el mueble. Algohabráshechoconél,Ana.

—Lovolvíaponerallí—dijolaniñarápidamente—,nomeacuerdosilopinchéenelalfileteroolodejéenelplatitodeloza.Peroestoyperfectamenteseguradequelovolvíadejarensuhabitación.

—Volveréaecharotramirada—dijoMarilla,dispuestaaserjusta—.Silopusisteenelmueble,allíestarátodavía.Sinoestá,sabréquenolohiciste.

Marillavolvióasuhabitaciónehizounabúsquedaescrupulosa,nosólosobreelmueble,sinoportodosloslugaresdondepensóquepodíahaberidoapararelbroche.Nolopudohallaryvolvióalacocina.

—Ana, elbrochehadesaparecido.Has reconocidoque fuiste laúltimapersonaquelotuvoenlamano.Ahorabien,¿quéhicisteconél?Dimelaverdad:¿lollevastefuerayloperdiste?

—No—contestóAnasolemnemente,mirandoalosenojadosojosdeMarilla—.Nunca saqué subrochede lahabitación; ésa es laverdad, aunque tuvieraque ir alpatíbulo por ello. Claro que no estoy muy segura de qué es un patíbulo, pero no

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importa.Asíes,Marilla.El «así es» deAna sólo pretendía dar énfasis a su afirmación, peroMarilla lo

tomócomoundesafío.—Creoqueme estás diciendounamentira,Ana.Sé que eres capaz.Ahora, no

digasunasolapalabramás,amenosquesealaverdad.Veteatucuartoyquédateallíhastaqueestésdispuestaaconfesar.

—¿Puedollevarmelosguisantes?—dijoAnadócilmente.—No,yoterminarédepelarlos.Hazloqueteordeno.CuandoAna se hubo ido,Marilla realizó sus labores vespertinas con lamente

turbada.Sehallabapreocupadaporsuvaliosobroche.¿YsiAnalohabíaperdido?Yquémaldadladelaniñaalnegarquelohabíasacado,cuandocualquierapodíaverquelohabíahecho.¡Yconunacarataninocente!

—Nosécómonosemeocurrióantes—pensó,mientraspelabanerviosamentelosguisantes—. No creo que pensara robarlo. Lo cogió para jugar o ayudar a suimaginación. Debe haberlo cogido, está claro, pues nadie ha ido a esa habitaciónhasta que yo subí esta noche.Y el broche ha desaparecido. Supongo que lo habráperdidoynoquierereconocerloportemoralcastigo.Esalgoterriblepensarquedicementiras;peoraúnquesusenfados.Esuna terrible responsabilidad tenerencasaauna criatura en la que no se puede confiar. Hipocresía y falsedad es lo que hademostrado.Esomemortificamásquelodelbroche.Simehubieradicholaverdad,nomeimportaríatanto.

Aquellatarde,Marillafuevariasvecesasuhabitaciónylaregistróenbuscadelbroche, sin hallarlo. Una visita nocturna a la buhardilla no produjo mejoresresultados. Ana persistía en negar que supiera algo del broche y ello convencía aMarilladelocontrario.

Se lo contó a Matthew a la mañana siguiente. Éste quedó confuso; no podíaperder la fe en Ana con tanta rapidez, pero debió admitir que las circunstanciasestabancontraella.

—¿Estásseguradequenocayótraselmueble?—fueloúnicoquepudosugerir.—Hemovidoelmueble,hesacadoloscajonesyherevisadotodoslosrincones

—fuelarespuesta—.Elbrochenoestáylaniñalohacogido,mintiendoademás.Ésaeslahorribleverdad,MatthewCuthbert.

—Bueno, ¿qué vas a hacer ahora? —preguntó tristemente, agradeciendo ensecretoquefueraMarillaynoélquiendebieraafrontarlasituación.Estaveznoteníadeseosdeentrometerse.

—Se quedará en su habitación hasta que confiese—dijo hoscamente Marilla,recordandoeléxitodeesemétodo—.Entoncesveremos.Quizápodremosrecobrarelbroche si nos dice dónde lo llevó; pero de todas maneras, deberá ser castigadaseveramente,Matthew.

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—Bueno, te tocará a ti hacerlo —dijo Matthew cogiendo el sombrero—.Recuerdaquenadatengoqueverenello,túlodijiste.

Marilla se sintió abandonada por todos. Ni siquiera podía pedir consejo a laseñoraLynde.Fuealabuhardillaconcaramuyseriaydeallísalióconcaramásseriaaún.Anasenegabaaconfesar.Persistíaenasegurarquenohabíacogidoelbroche.LacriaturahabíaestadollorandoevidentementeyMarillasintióungolpedepiedadquereprimiórígidamente.Alllegarlanocheestaba,comodecía,«molida».

—Tequedarásentuhabitaciónhastaqueconfieses,Ana.Puedesestarsegura—dijoconfirmeza.

—Peromañanaeslaexcursión—gritóAna—.Nomevaaimpedirir,¿noesasí?¿Me dejará salir por la tarde?Luegome quedaré aquí cuanto quiera,alegremente.Perodeboiralaexcursión.

—No irása la excursiónni aningunaotrapartehastaquenohayasconfesado,Ana.

—Oh,Marilla.PeroMarillayasehabíaido,cerrandolapuerta.Elmiércoles amaneció tan hermoso y brillante, que parecía ex profeso para la

excursión. Los pájaros cantaban en «Tejas Verdes»; las lilas del jardín lanzabanoleadas de perfume que entraban por cada puerta y ventana en alas de invisiblesvientosyvagabanporlashabitacionescualespíritusdebendición.Losabetosdelahondonada batían sus ramas alegremente, como si esperaran la acostumbradabienvenidamañaneradeAnadesdesubuhardilla.Peroéstanoestabaensuventana.Cuando Marilla le llevó el desayuno, la encontró sentada en su cama, pálida yresuelta,conloslabiosapretadosylosojosbrillantes.

—Marilla,estoydispuestaaconfesar.—¡Ah! —Marilla dejó la bandeja. Una vez más, sus métodos habían dado

resultado,peroeseéxitoleeraamargo—.Escuchemosquétienesquedecir,Ana.—Cogí el broche de amatista—dijo la niña como repitiendo la lección—, tal

comousteddijo.Noteníaintencióndehacerlocuandoentré,peroeratanhermoso,Marilla,cuandoloprendíamipecho,quefuivencidaporunatentaciónirresistible.Imaginé cuan estremecedor sería llevarlo a Idlewild y jugar allí a Lady CordeliaFitzgerald. Sería mucho más fácil imaginarlo con un broche de amatista puesto.Dianayyohacíamoscollaresdeflores,pero,¿quésonlasflorescomparadasconlasamatistas?Demaneraquecogíelbroche.Penséquepodíadevolverloantesdequeustedregresara.Diunrodeoparaalargareltiempo.Cuandocruzabaelpuentesobreel Lago de lasAguas Refulgentes,me quité el broche paramirarlo otra vez. ¡Oh,cómobrillaba al sol!Y entonces,mientras estaba inclinada sobre el puente, semeescapódelasmanos,así,ycayó,abajo,abajo,másabajo,condestellospurpúreos,ysehundióporsiemprejamásenelLagodelasAguasRefulgentes.Yésaeslamejor

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confesiónquepuedohacer,Marilla.Marillasintióqueunaardienteindignaciónvolvíaallenarleelcorazón.Aquella

chiquilla había cogido y perdido su querido broche de amatista y estaba allítranquilamente sentada, relatando todos los detalles del hecho sin el menorarrepentimientoaparente.

—Ana,estoesterrible—dijo,tratandodehablarconcalma—.Ereslapeorniñaqueheconocido.

—Sí, supongo que lo soy—asintió Ana tranquilamente—. Y sé que debo sercastigada. Su deber es hacerlo,Marilla. ¿Me haría el favor de sentenciarme ahoramismo,demaneraquepuedairalaexcursiónsinpreocupaciones?

—Excursión,sí,sí,¡AnaShirley,noirás!Éseserátucastigo.¡Ynoesnilamitaddeseverodeloquetemereces!

—¡No ir a la excursión!—Ana saltó sobre sus pies y se aferró a la mano deMarilla—.¡Perosiustedmeprometióquesí!Oh,Marilla,debo irallí.Paraesoheconfesado.Castíguemedecualquierotraforma,peroasíno.Oh,Marilla,porfavor,déjemeir.¡Pienseenlossorbetes!Quizánuncamástengaoportunidaddeconocerlos.

MarillahizocasoomisodelasmanossuplicantesdeAna.—No tienes que rogarme, Ana. No irás a la excursión. Está decidido. Ni una

palabramás.AnacomprendióqueMarillaera inconmovible. Juntó lasmanos, lanzóungrito

desgarrador y se echó de bruces sobre la cama, llorando en un paroxismo dedesilusiónytristeza.

—¡Por todos los santos! —dijo Marilla, saliendo apresuradamente de lahabitación—.Creoqueestaniñaestáloca.Ningunacriaturaensuscabalesseportaríacomoella.Ysino loestá,es terriblementemala.Oh, temoqueRachel tenía razóndesdeelprincipio.Peroyaqueestoyenesto,noabandonaré.

Aquéllafueunalúgubremañana.Marillatrabajóenérgicamenteyfregóelporcheylavaqueríacuandonoencontróotracosaquehacer.Nielporchenilavaqueríalonecesitaban,peroMarillasí.Luegosalióyrastrillólahuerta.

Cuandoestuvopreparadoelalmuerzo,fuehastalasescalerasyllamóaAna.Delotroladodelpasamanoaparecióunacaracubiertadelágrimas,detrágicaapariencia.

—Venaalmorzar,Ana.—Noquieroalmorzar,Marilla—dijoAnasollozando—.Nopodríacomernada.

Tengopartidoelcorazón.Algúndía,espero,teremorderálaconcienciaporhaberloroto,Marilla.Cuandollegueeseinstante,recuerdequelaperdono.Peronomepidaque coma nada, especialmente cerdo hervido y hortalizas. El cerdo hervido y lashortalizassonmuypocorománticoscuandosetieneelcorazóndestrozado.

Marilla regresóexasperadaa la cocinaydescargó su ira sobreMatthew,quien,entresusentidodelajusticiaysuabiertasimpatíaporAna,sesentíamuymiserable.

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—Bueno,nodebióhabercogidoesebroche,nicontarhistoriassobreél,Marilla—admitió,mirandotristementesupocorománticaracióndecerdoyhortalizas,comosiél,cualAna,locreyeraunalimentopocoadecuadoparalascrisissentimentales—,pero es una chiquilla tan pequeña; ¿no te parece un poco cruel no dejarla ir a laexcursión,cuandoestátanilusionadaconello?

—MatthewCuthbert,mesorprendes.Piensoquehesidomuyblandaconella.Yno parece comprender cuan mala ha sido; eso es lo que más me preocupa. Si losintiera en realidad, no sería tanmalo.Y tú tampocoparecesdarte cuenta; la estásexcusando.

—Bueno,esqueesunachiquillatanpequeña—insistíaMatthew—.Ydebehabertolerancia.Sabesquenohatenidoeducación.

—Puesahoralatiene.Esta respuesta silenció a Matthew, aunque sin convencerlo. La comida fue

lúgubre. Lo único alegre era Jerry Boute, el ayudante, y Marilla consideraba sualegríacomouninsultopersonal.

Cuando tuvo los platos limpios, el pan amasado y las gallinas alimentadas,Marillarecordóhabervistoundesgarrónensuchaldeencajenegroalquitárseloeldomingo por la tarde, cuando regresara de la Sociedad de Ayuda. Decidióremendarlo.

Elchalestabaenunacaja,dentrodelarcón.Alsacarlo,laluz,cruzandoporentrelosramajesquecubríansuventana,incidiósobrealgoprendidoenelchal;algoquechispeabacontonosvioláceos.Marillalocogió:¡eraelbrochedeamatista!

—¡Por todos los santos!¿Quésignificaesto?AquíestáelbrocheyyopensabaqueestabaenelfondodelalagunadeBarry.¿Quéquisodeciresachiquillacuandoafirmó que lo sacó y lo perdió? Confieso queme parece que «Tejas Verdes» estáembrujado.Ahorame acuerdoque el domingopor la tarde dejé el chal unminutosobreelmueble.Supongoqueelbrocheseenganchó.

Marilla se trasladó a la buhardilla, broche en mano. Ana había llorado hastaagotarseymirabatristementeporlaventana.

—Ana Shirley—dijo solemnementeMarilla—.Acabo de encontrarmi brochecolgandodemichaldeencajenegro.Ahoraquiero saberqué significaesahistoriaquemehascontadoestamañana.

—Usted me dijo que me obligaría a quedarme aquí hasta que confesara —contestó Ana tristemente—, de manera que decidí confesar pues deseaba ir a laexcursión. Pensé la confesión anoche después de acostarme y traté de hacerla lomejorquepude.Larepetímuchasvecesparanoolvidarla.Perocomoafindecuentasustednomedejóiralaexcursión,mitrabajofueinútil.

Marillatuvoquereírse,perosuconciencialaatormentaba.—¡Ana, eres imposible! Pero yo estaba equivocada; ahora lo veo. Nunca debí

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haberdudadodetupalabra,puesséquenomientes.Desdeluegonoestuvobiendetuparteconfesaralgoquenohabíashecho;hicistemuymal.Peroyotellevéaello.Demaneraquesimeperdonas,Ana,yoteperdonaréyempezaremosdenuevo.Yahora,prepárateparalaexcursión.

Anasaltócomouncohete.—Oh,Marilla,¿noesdemasiadotarde?—No sonmás que las dos. Apenas si habrán terminado de reunirse y todavía

pasaráunahoraantesdequetomenelté.Lávatelacara,péinateyponteelvestido.Teprepararélacesta.Haybastantesprovisionesencasa.Jerrytellevaráenelcochehastaellugar.

—¡Oh,Marilla—gritóAna,volandoal lavabo—,hacecincominutosmesentíatantristequedeseabanohabernacidoyahoranomecambiaríaporunángel!

Aquellanochevolvióa«TejasVerdes»unaAnaagotadaycompletamentefeliz,enunestadodebeatitudimposiblededescribir.

—Oh,Marilla, hepasadounosmomentosperfectamente idílicos. Idílico esunanuevapalabraqueheaprendidohoy.SelaescuchéaMaryAliceBell.Esexpresiva,¿no? Todo ha sido hermoso. Tomamos un té espléndido y luego el señor HarmonAndrewsnosllevóenboteporelLagodelasAguasRefulgentes,deseisenseis.JaneAndrewsestuvoapuntodecaerseporlaborda.Seinclinóacogerunasflores,ysielseñorAndrewsnolacogeporelcinturón,hubieracaído,ahogándoseprobablemente.Mehubieragustadoseryo.Hubiesesidounaexperienciatanrománticaestarapuntode ahogarse. Sería algo hermoso para contar. No tengo palabras para describir lossorbetes.Marilla,leaseguroquefuesublime.

Aquella noche, Marilla contó todo el episodio a Matthew, mientras zurcía lasmedias.

—Estoydeacuerdoenquecometíunerror—concluyócándidamente—,peroheaprendidolalección.Nopuedomenosquereírmecuandorecuerdola«confesión»deAna, aunquenodebierahacerlo,yaque se tratadeunamentira.Peropeorhubierasido lo contrario, y soy algo responsable de ello. Esa chiquilla es difícil decomprender en ciertos aspectos. Pero creo que resultará buena. Y hay algo muycierto:ningunacasaenlaqueestéserájamástriste.

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CAPÍTULOQUINCE

Tormentaenelcolegio

—¡Quédíatanespléndido!—dijoAnaexhalandounsuspiro—.¿Noessimplementemaravillosovivirenundíaasí?Compadezcoalagentequetodavíanohanacido.Porsupuesto, podrá tener días buenos, pero nunca uno como éste. ¿Y no es aún másespléndidotenerunsenderotanadorableparairalaescuela?

—Esmuchísimomásbonitoqueirporelcamino;estanpolvorientoycaluroso—dijoDianamientras espiabadentrode su cestay calculabamentalmente cuántostrozosletocaríansidividíaentrediezniñaslastresjugosasysabrosísimastortasdeframbuesaquellevaba.

Las niñas de la escuela de Avonlea siempre compartían sus comidas, y quienhubieracomidotres tortasdeframbuesao lascompartierasóloconsumejoramigahubieramerecidoparasiempreelestigmade«horriblemezquina».Yasí,despuésquela torta era repartida entre diez, lo que se recibía era tan poco que resultaba untormento.

Elcaminodelaescuelaeramuybonito.Anapensóquelosviajesdeidayvueltade la escuela conDiana no podían sermejorados ni con la imaginación. Ir por elcaminoprincipaleramuypocoromántico;peroirporelSenderodelosAmantesyporWillowmereyporelValledelasVioletasyelCaminodelosAbedules,síloera.ElSendero de los Amantes comenzabamás allá del huerto de «Tejas Verdes» y seextendíahasta losbosquesal terminar lagranjade losCuthbert.Eraelcaminopordondesellevabanapastarlasvacasysetransportabalamaderaenelinvierno.AnalohabíadenominadoelSenderodelosAmantesdespuésdepasarunmesen«TejasVerdes».

—No es que los amantes realmente caminen por ahí—le explicó aMarilla—,peroDianayyoestamos leyendoun libroperfectamentemagníficoyenélhayunSenderodelosAmantes.Demaneraquetambiénnosotrasquisimosteneruno.Yesun nombre muy bonito, ¿no le parece? ¡Tan romántico! Podemos imaginarnosamantespaseándoseporél.Megustaesesendero;porallísepuedepensarenvozaltasinquelagentetetomeporloca.

Cadamañana,AnadescendíaporelSenderodelosAmanteshastaelarroyo.Allíse encontraba conDiana y las dos niñas subían por el sendero bajo el arco de losabedules—«¡los abedules son árboles tan sociables!», decía Ana; «siempre estánsusurrandoymurmurándonoscosas»—,hastaquellegabanaunrústicopuente.AllídejabanelsenderoycruzabanelcampodelseñorBarryporlapartedeatrás,pasandoporWillowmere.DespuésdeWillowmereveníaelValledelasVioletas,unpequeñohoyueloverdealasombradelosinmensosárbolesdelseñorAndrewBell.

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—Porsupuesto,ahoranohayvioletasallí—ledijoAnaaMarilla—,perodiceDianaquehaymillonesenprimavera.Oh,Marilla,¿puedeimaginárselas?Realmentequita el aliento. Lo llamé el Valle de las Violetas. Diana dice que nunca vio unacapacidadcomolamíaparaponerbellosnombresatodosloslugares.Esagradabletener inteligencia para algo, ¿no es cierto? Pero Diana inventó El Camino de losAbedules.Quisohacerlo,demodoque ladejé;peroestoyseguradequeyopodríahaberhalladoalgomáspoéticoqueeso.Cualquierapuedepensarunnombreasí.PeroElCaminodelosAbedulesesunodeloslugaresmáshermososdelmundo,Marilla.

Loera.OtraspersonasapartedeAnahabíanpensadoasíaldarconél.Eraunaestrecha senda llena de recovecos que bajaba de una gran colina justo entre losbosques del señor Bell, donde la luz llegaba a través de tantas pantallas coloresmeralda, que era tan impoluta como el corazón de un diamante. En toda suextensiónsehallabaguarnecidapordelgadosabedulesdeblancostroncosyflexiblesramas;helechosyestrellas,lirios,ramilletesescarlatasycerezossilvestrescrecíanalolargo;siemprehabíaenelaireundeliciosoaromayenlomásaltodelosárboleselcanto de los pájaros y elmurmullo y la risa de los vientos del bosque.De vez encuando,siunosequedabaquieto,sepodíaversaltarunconejoporelcamino,cosaque,enelcasodeAnayDiana,sucedíamuyrarasveces.Abajoenelvalle,lasendadesembocabaenelcaminoprincipalydesdeallíhastaelcolegionoquedabamásquelaColinadelosAbetos.

LaescueladeAvonleaeraunblancoedificiodealerosbajosyanchasventanasamuebladoconcómodosyantiguospupitresquellevabanesculpidosenlastapaslasiniciales y jeroglíficos de escolares de tres generaciones. Las aulas estaban en elfondoytrasellashabíaunoscurobosquedepinosyunarroyodondetodaslasniñassumergíansusbotellasdelecheparamantenerlasfrescashastalahoradelalmuerzo.

Marilla había visto con recelo comenzar las clases de Ana el primer día deseptiembre. ¡Eraunaniña tanextraña!¿Armonizaríacon losotrosniños?¿Ycómoibaaarreglárselasparaquedarsecalladadurantelashorasdeclase?Sinembargo,lascosasfueronmejorde loqueMarilla temió.Anaregresóasucasaaquella tardedemuybuenhumor.

—Creo queme va a gustar el colegio—anunció—.Aunque elmaestro nomeparece tan bueno. Se pasa todo el tiempo atusándose el bigote ymirando a PrissyAndrews.Prissyyaesmayor,comoustedsabe.Tienedieciséisañosyestáestudiandopara el examen de ingreso en la Academia de la Reina, de Charlottetown. TillieBoulter dice que el maestro semuere por ella. Es muy hermosa, tiene el cabellocastaño rizadoysecomportamuyelegantemente.Sesientaenelbancoquehayalfondodelaula,yéltambiénsesientaallílamayorpartedeltiempo,paraexplicarlesus lecciones, según dice. PeroRubyGillis dice que le vio escribiendo algo en lapizarradePrissyyquecuandoellaloleyósepusotanrojacomounaremolachayse

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rió;yRubyGillisdicequenocreequefueranadarelacionadoconlalección.—Ana Shirley, que no te vuelva a oír hablar así de tumaestro—dijoMarilla

bruscamente—.Novasalaescuelaparacriticarlo.Creoqueélpuedeenseñartealgoati.Yestuobligaciónaprender.Yquieroquecomprendasbienquenodebesveniracasacontandocosascomoésas.Esoesalgoquenopuedoaceptar.Esperoquehayassidounabuenaniña.

—Claroque lo fui—dijoAna,complacida—.Y tampocome resultó tandifícilcomoseimaginaba.MesentéjuntoaDiana.NuestrobancoestáalladodelaventanaypodemosverelLagodeAguasRefulgentes.Hayunmontóndeniñasenlaescuelay jugamosmagníficamente a la horade comer. ¡Es tanhermoso tenerungrupodeniñas con quienes jugar! Pero, por supuesto, Diana me gusta más que ninguna ysiempreseráasí.AdoroaDiana.Estoymuchísimomásatrasadaquelasotras.Todasestánenelquinto textoyyosóloenelcuarto.Mesientoalgo tristeporesa razón;peroningunadeellastienetantaimaginacióncomoyo,comoprontoaverigüé.Hoytuvimoslectura,geografía,historianacionalydictado.ElseñorPhillipsdijoquemiortografíaeshorribleyalzómipizarrallenadecorreccionesparaquetodoelmundopudiera verla.Me sentí tanmortificada,Marilla; supongo que podría haber tenidomejoresmodosconunaextraña.RubyGillismediounamanzanaySophiaSloanemepasóuna encantadorapostal color rosa con«¿Puedoverte en casa?» escrito enella.Tengoquedevolvérselamañana.YTillieBoultermedejóusarsuanillotodalatarde. ¿Puedo quedarme con alguno de esos alfileres de perla que hay en el viejoalfileterodeldesván,parahacermeunanillo?Y,¡oh,Marilla!,JaneAndrewsmedijoqueMinnieMacPhersonledijoquehabíaescuchadoaPrissyAndrewsdecirleaSaraGillis queyo tenía unanarizmuybonita.Marilla, es el primer piropoquemehanhechoen todamivida;nopuede imaginarse loquemehizo sentir,Marilla, ¿tengorealmenteunanarizbonita?Séqueustedmedirálaverdad.

—Estábastantebien—dijoMarillasecamente.SecretamentepensóquelanarizdeAnaeraverdaderamentemuylinda;peronoteníaintencionesdedecírselo.

De esto hacía ya tres semanas y hasta entonces todo había ido bien.Y aquellafrescamañanadeseptiembre,AnayDianacorríanalegrementeporelCaminodelosAbedules,sintiéndosedosdelasniñasmásfelicesdeAvonlea.

—EsperoqueGilbertBlytheestaráhoyenlaescuela—dijoDiana—.Pasótodoel verano enNueva Brunswick, en casa de sus primos y regresó el sábado por lanoche.Esterriblementeguapo,Ana.Ymolestaalasniñasunabarbaridad.Teaseguroquenosatormenta.

LavozdeDianaindicabaquepreferíaseratormentadaantesquenoverlo.—¿GilbertBlythe?—dijoAna—.¿Noeselnombrequeestáescritoenlapared

delporchejuntoaldeJuliaBellconungranletreroquedice«Atención»?—Sí—respondióDianasacudiendolacabeza—,peroestoyseguraqueJulianole

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gustamucho.LeheoídodeciraGilbertqueestudiabalatablademultiplicarconsuspecas.

—¡Oh, no me hables a mí de pecas! —imploró Ana—. No es de buen tonoteniendoyotantas.Perocreoqueescribiresascosasenlasparedeses lomástontodelmundo.Megustaríaquealguienseatrevieraaescribirminombrejuntoaldeunmuchacho.Desdeluego—seapresuróaagregar—quenadielohará.

Anasuspiró.Noqueríaqueescribieransunombre;peroresultabaalgohumillanteelsaberquenohabíaningúnpeligrodequealgoparecidoocurriera.

—Tonterías—dijoDiana,cuyosojosnegrosysatinadas trenzashabíancausadotalesestragosenloscorazonesdelosescolaresdeAvonleaquesunombreaparecíaescrito en las paredes del porche una media docena de veces con el consabido«Atención»—. Sólo es una broma. Y no estés tan segura de que no escriban tunombre.CharlieSloane semuere por ti. Le ha dicho a sumadre, ¿entiendes?, queereslaniñamásinteligentedelaescuela.Esoesmejorqueserbonita.

—No,noloes—dijoAna,femeninaenelfondo—.Preferiríaserguapaantesqueinteligente.Y,además,odioaCharlieSloane.Nopuedosoportaraunmuchachoconojossaltones.Sialguienanotaminombrejuntoaldeél,nuncaloperdonaría,DianaBarry.Peroestábienserlaprimeradelaclase.

—De ahora en adelante tendrás aGilbert en tu clase.Y te advierto que él estáacostumbradoaserelmejoralumno.Estáapenasenelcuartotexto,aunquecasitienecatorceaños.HacecuatroañossupadreestuvomuyenfermoytuvoqueiraAlbertaareponerse,yGilbertleacompañó.Estuvieronallítresaños,yGilbertapenasfuealaescuelahastaqueregresaron.Noteserámuyfácilseguirsiendolamejordelaclase,Ana.

—Mealegro—dijoAnarápidamente—.Nopodíasentirmemuyorgullosadesermejor que niñitos de nueve o diez años. Ayer me distinguí por saber deletrear«ebullición».JosiePyeeralaprimeradelaclasey,fíjate,miródereojoenellibro.ElseñorPhillipsnolovioporqueestabamirandoaPrissyAndrews,peroyosí.Ledirigíunamiradadeheladodesdénysepusotancoloradacomounacereza,deletreándolamal.

—EsasPyesonunastramposas—dijoDianaindignadamentemientrassubíanlacercadelcaminoreal—.Ayer,GertiePyepusosubotelladelecheenmisitioenelarroyo.¿Tedascuenta?Noledirijomáslapalabra.

CuandoelseñorPhillipsestabaalfondodelaclaseescuchandolaleccióndelatíndePrissyAndrews,DianaledijoaAnaenvozbaja:

—ÉseesGilbertBlythe,Ana.Eselqueestásentadoentumismadirecciónalotroladodelpasillo.Míraloyfíjatesinoesguapo.

Ana le miró. Tenía una buena oportunidad para hacerlo, porque el tal GilbertBlytheseencontrabaabsortoenlatareadeprenderdisimuladamentelalargatrenza

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rubia deRubyGillis, que se sentaba delante de él, al respaldo del asiento. Era unmuchacho alto, de rizados cabellos castaños, picarescos ojos de igual color y unasonrisa divertida. Repentinamente Ruby Gillis se puso de pie para enseñarle unasuma al maestro; volvió a caer sobre su banco con un grito, creyendo que learrancabanelcabelloderaíz.TodoslamiraronyelseñorPhillipslohizocontantaseveridadqueRubycomenzóallorar.Gilberthabíaocultadoelalfilerrápidamenteyestaba estudiando su lección de historia con la caramás juiciosa delmundo; perocuandolaconmociónsehubocalmado,miróaAnayguiñóconindecibleregodeo.

—CreoquetuGilbertBlytheesbuenmozo—leconfióAnaaDiana—,peroesmuyatrevido.Noesdepersonabieneducadaguiñarelojoaunaniñaextraña.

Peroelproblemanoempezóhastalatarde.El señorPhillips se hallaba atrás explicándole unproblemade álgebra aPrissy

Andrews, y losdemás alumnoshacían loquequerían, comiendomanzanasverdes,murmurando, trazandodibujos en sus pizarras y haciendo correr grillos atados conhilosporelpasillo.GilbertBlytheestabatratandodehacerqueAnalomiraraynoloconseguía porque en aquel momento Ana estaba ajena, no sólo a la existencia deGilbertBlythe,sinoaladetodoslosniñosdelaescueladeAvonleayalaescueladeAvonleamisma. Con la barbilla apoyada en las manos y los ojos fijos en el azulresplandordelLagodeAguasRefulgentesquesevislumbrabadesdelaventanadeloeste,seencontrabamuylejos,enunmagníficomundodeensueños,ajenaatodoloquenofueransusmaravillosasvisiones.

GilbertBlythenoestabaacostumbradoafracasarcuandoseempeñabaenqueunaniña lo mirara. Ella debía mirarlo; esa Shirley de cabello rojo, pequeña barbillapuntiagudaygrandesojosquenoerancomolosdelasotrasniñasdelaescueladeAvonlea.Gilbertseinclinóatravésdelpasillo,alzólapuntadelalargatrenzarojadeAnaydijoconunmurmullo:

—¡Zanahorias!¡Zanahorias!EntoncesAna lemiródehito enhito.Ehizomásquemirarlo.Saltó sobre sus

pies, convertidas en ruinas sus brillantes fantasías. Fulminó a Gilbert con unaindignadamirada,cuyorelámpagofuerápidamenteapagadoporcoléricaslágrimas.

—¡Niñato mezquino y odioso! —exclamó apasionadamente—. ¡Cómo teatreves…!

Yluego,¡paf!AnahabíadadoconsupizarrasobrelacabezadeGilbert,partiendolapizarra—nolacabeza—endospedazos.

La escuela de Avonlea siempre gozaba con las escenas. Ésta era una muyespecial. Todos dijeron «¡oh!» con horrorizada delicia. Diana emitió sonidosentrecortados;RubyGillis,queeraalgohistérica,comenzóalloraryTommySloanedejóqueseleescaparatodosuequipodegrillosmientrasobservabalaescenaconlabocaabierta.

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ElseñorPhillipsbajódelestradoycolocósupesadamanosobreelhombrodeAna.

—AnaShirley,¿quésignificaesto?—dijoencolerizado.Ananorespondió.Hubierasidopedirdemasiadoaunserhumanopretenderque

reconociera ante todo el colegio que la habían llamado «zanahoria». Fue Gilbertquienhablóresueltamente.

—Fueculpamía,señorPhillips.Meburlédeella.ElmaestronoprestóatenciónaGilbert.

—Lamentoveraunaalumnamíamostraresecarácterytalespíritudevenganza—dijoentonosolemne,comosielhechodeseralumnosuyodesarraigaratodaslasmalas pasiones del corazón de los pequeños e imperfectos mortales—. Ana, vayafrentealpizarrónporelrestodelatarde.

Anahubierapreferidomuchomásserazotadaarecibirestecastigo,bajoelcualsusensibleespíritusufríamásaún.Obedeció,conlacarablancayelgestoadusto.Elseñor Phillips cogió una tiza y escribió en el pizarrón, sobre la cabeza de la niña:«AnaShirleytienemuymalcarácter.AnaShirleydebeaprenderareprimirse».Ylodijo en voz alta de manera que hasta los más pequeños, que no sabían leer, locomprendieran.

Ana estuvo toda la tardedepie, con la leyenda sobre su cabeza.Ni lloróni sedoblegó. Tenía el corazón tan lleno de rabia que la sostenía entre el dolor de suhumillación. Con ojos llenos de resentimiento ymejillas enrojecidas, enfrentó porigual la consoladora mirada de Diana, los indignados movimientos de cabeza deCharlie Sloane y las maliciosas sonrisas de Josie Pye. En lo referente a GilbertBlythe,nisiquieralomiró.¡Jamáslovolveríaamirar!¡Nuncamáslehablaría!

Cuando terminó la clase, Ana salió con la cabeza muy alta. Gilbert trató dedetenerlaenlapuerta.

—Sientomuchísimohabermeburladodetupelo,Ana—murmurócontrito—.Deverdad.Noteenfadesparasiempre.

Anasiguió,desdeñosa,sinmirarodarmuestrasdehaberoído.—¿Cómo pudiste hacerlo, Ana?—dijo Dianamientras volvían por el camino,

mitadcon reproche,mitadconadmiración.Diana tenía la sensacióndequeellanohubierapodidoresistirelruegodeGilbert.

—Nunca perdonaré a Gilbert Blythe —dijo Ana firmemente—. Y el señorPhillipsdeletreómalminombre.Diana,elhierrohaentradoenmialma.

Diananoteníalamenorideadequéqueríadecirsucompañera,perocomprendióqueteníaqueseralgoterrible.

—NodebeimportartequeGilbertseburledetupelo—dijoconciliadora—.Élseburla de todas. Se ríe del mío porque es muy negro. Me ha llamado cuervo unadocenadevecesy,además,nuncaleheoídodisculparsepornada.

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—Haymucha diferencia entre ser llamada cuervo y zanahoria—dijoAna condignidad—.GilbertBlythehaheridovivísimamentemissentimientos.

Es posible que el episodio hubiera terminado sinmás tormentos, si no hubieraocurridootracosa.Perocuandolosacontecimientoscomienzanasucederse,nadalosdetiene.

LoscolegialesdeAvonleasolíanpasarelmediodíacogiendomielenelbosquedeabetos del señor Bell y en el gran campo de pastoreo. Pero debían tener los ojospuestosencasadeHelenWright,dondesehospedabaelmaestro.Cuando leveíansalir,corríanhaciaelcolegio;perocomoladistanciaarecorrereratresvecesmayorqueladelsenderodelseñorWright,teníanmuchasposibilidadesdellegar,agitadosycansados,contresminutosderetraso.

Aldíasiguiente,elseñorPhillipsfueatacadoporunodesusrepentinosarrebatosdereformayanunció,antesdealmorzar,queesperabaencontraralosalumnosensusasientosalvolver.Quienllegaratardeseríacastigado.

Todos los chicos y algunas niñas fueron al bosque con la sana intención de«tomarunbocado».Perolasnuecesylamieleranseductorasytentaban;retozandoycomiendo,pasaroneltiempoy,comodecostumbre,loquelesvolvióalarealidadfueelgritodeJimmyGloverdesdeloaltodeunpatriarcalabeto:

—¡Vuelveelmaestro!Las niñas, que estaban en el suelo, corrieron primero y se las arreglaron para

llegaratiempoalcolegio.Losmuchachos,quedebierondeslizarsepresurososdelascopasdelosárboles,llegaronmástarde,yAna,quenohacíaotracosaquevagarporelextremomásalejadodelcampo,hundidaenlayerbahastalacinturacantandoenvozbaja,conunacoronadefloresenlacabeza,cualpaganadivinidaddeloscampos,fue la última en salir. Perola niña podía correr como una gacela, de manera quesobrepasóa losmuchachosen lapuertayentróenelaulaentreellos,enelprecisoinstanteenqueelseñorPhillipscolgabasusombrero.

El rapto reformista del señor Phillips había pasado; no quería molestarse encastigar a una docena de alumnos. Pero era necesario hacer algo para salvar lasapariencias;demaneraquebuscóun«chivoexpiatorio»yloencontróenAna,quesehabíadejadocaerensuasientocon la respiraciónalteradaysuolvidadacoronadeflores colgando cómicamente de una oreja, dándole aspecto de disolución ypaganismo.

—Ana Shirley, ya que parece tan amiga de la compañía de los varones, ledaremoselgustoesta tarde—dijosarcásticamente—.QuíteseesasfloresysiéntesejuntoaGilbertBlythe.—Losotrosmuchachosempezaronareírsetontamente.Diana,palideciendodepiedad,quitólaguirnaldadeloscabellosdeAnaylediounapretóndemanos.Laniñacontemplabaalmaestrocomosisehubieraconvertidoenpiedra.

—¿Haoídoloquelehedicho,Ana?—dijoseveramenteelseñorPhillips.

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—Sí,señor—contestólentamentelaniña—,perocreíquenolodecíaenserio.—Le aseguro que sí.—Todavía utilizaba la inflexión sarcástica que todos los

niños,yAnaespecialmente,odiaban—.Obedezca.Durante unos instantes, Ana pareció pensar lo contrario. Entonces,

comprendiendoquenoquedabaescapatoria,selevantóarrogante,cruzóelpasillo,sesentójuntoaGilbertBlytheyhundióelrostroentrelosbrazos.RubyGillis,quelapudovermientraslohacía,comentóconlosotros,cuandoregresaronasuscasas:

—Nuncahevistoalgoasí;estabablanca,conunashorriblesmanchitasrojas.ParaAna,esofueelfindetodo.Eramaloquelaeligieranparacastigarladeentre

unadocenadealumnosigualmenteculpables;erapeorquelahicieransentarconunmuchacho;peroqueesemuchacho fueraGilbertBlythe, significabacolocar insultosobre insulto hasta un grado irresistible. Todo su ser bullía de vergüenza, ira eindignación.

Alcomienzo,losotrosescolaresmiraron,murmuraron,serieronaescondidasysedieroncodazos.PerocomoAnanolevantaralacabezayGilbert trabajaraenlosquebradoscomosileabsorbierantodaelalma,prontovolvieronasustareasylaniñafueolvidada.CuandoelseñorPhillipsllamóalaclasedehistoria,Anadebióhaberseido,perolaniñanosemovió.YelseñorPhillips,quehabíaestadoescribiendounosversosaFrísenlaantesdellamaralaclase,luchabaconunarimarebeldeynosediocuenta. Una vez, cuando nadie miraba, Gilbert cogió un pequeño corazón decarameloconunaleyendadorada«eresdulce»ylodeslizóbajolacurvadelbrazodeAna.Deinmediato,laniñaalzólacabeza,tomóelcaramelocuidadosamenteconlapuntade losdedos, lodejócaeral suelo, lohizopolvoconel tacóny reasumiósuposición,sindignarseecharunamiradaaGilbert.

Cuandoterminólaclaseysalierontodos,Anasedirigióasuasiento,ysacandoostentosamente cuanto allí tenía, libros y cuadernos, lapiceros y tinta, Biblia yaritmética,losapilósobresurotapizarra.

—¿Paraquéllevastodoesoacasa,Ana?—quisosaberDianatanprontosalieronalcamino.Nosehabíaatrevidoahaceranteslapregunta.

—Novoyavolvermásalcolegio.DianasequedóboquiabiertaymiróaAnaparaversinomentía.—¿TedejaráMarillaquedarteencasa?—Tendráquehacerlo.Nuncairéalcolegioconesehombre.—¡Oh,Ana!—Dianaparecíaapuntodeecharsea llorar—.Creoqueeresmuy

mala.El señorPhillipsmehará sentar conesahorribleGertiePye; séque lohará,porqueellaahorasesientasola.Vuelve,Ana.

—Haríacualquiercosaenelmundoporti,Diana—dijoAnatristemente—.Medejaríaromperloshuesossifueranecesario.Peroesonolopuedohacer.Asíque,porfavor,nomelopidas;meatormentaselalma.

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—Piensaen ladiversiónque tepierdes—sequejóDiana—.Vamosa construiruna casapreciosa cercadel arroyoy jugaremos a la pelota la semanapróxima.Túnuncahasjugadoaeso,Ana.Estremendamenteexcitante.Yvamosaaprenderunanueva canción, Jane Andrews la está ensayando ahora. Alice Andrews traerá unnuevolibroyloleeremosenvozalta,juntoalarroyo.Yati,quetegustatantoleerenaltavoz,Ana.

NadapudoconmoveraAna.Habíatomadosudecisión.NoiríamásalaclasedelseñorPhillips.AsílodijoaMarillacuandovolvióacasa.

—Tonterías—dijoMarilla.—Nosontonterías—dijoAna,mirandoaMarillaconojossolemnesyllenosde

reproche—.¿Nocomprende,Marilla?Hesidoinsultada.—¡Insultada,sí,sí!Mañanavolverásalcolegiocomodecostumbre.—Oh, no.—Ana acompañó su negativa con la cabeza—.No volveré,Marilla.

Aprenderémisleccionesencasa,serétanbuenacomopuedayestarécalladatodoeltiempoqueseaposible.Peroleaseguroquenoiréalcolegio.

Marillavioen lacaritade laniñaalgomuyparecidoauna invencible tozudez.Comprendióque le costaría vencerla; pero resolvió inteligentementenohacer nadaporelmomento.

«EstatardeiréaconsultarloconRachel—pensó—.Denadavaldrárazonarahoracon Ana. Está demasiado sensible y tengo la sensación de que es terriblementetestarudasiseempeña.Segúnpuedodeducirporloquecuenta,elseñorPhillipshallevadomuy lejos las cosas. Pero de nada servirá decírselo a ella. Lo hablaré conRachel.Ellamandódiezniñosalcolegioydebesaberalgoalrespecto.Porotraparte,aestashorasyadebehaberseenteradodetodalahistoria.»

Marilla encontró a la señora Lynde tejiendo colchas tan laboriosamente y tanalegrecomodecostumbre.

—Supongoquesabráaquéhevenido—dijoalgoavergonzada.LaseñoraRachelasintió:—ElescándalodeAnaenelcolegio—dijo—.TillieBoulter,caminodesucasa,

melocontó.—No sé qué hacer con ella—dijoMarilla—.Dice que no volverá al colegio.

Nunca he visto a una niña tan herida. Desde que comenzaron las clases estabaesperando algún disgusto. Sabía que las cosas iban demasiado bien para durar. Esexcesivamentesensible.¿Quémeaconseja,Rachel?

—Bueno,yaquemepideconsejo,Marilla—dijolaseñoraRachel,queadorabaquelepidieranconsejo—,yoledaríaunpocoelgustoalprincipio.CreoqueelseñorPhillips se ha equivocado. Desde luego, no debemos decírselo a los niños, ¿sabeusted?Ytambiénqueprocedióbienalcastigarlaayerporsuarrebatodefuria.Perolodehoyhasidodistinto.TodoslosquellegarontardedebieronsercastigadosconAna,

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esoes.Yonocreoenesodesentaralasniñasjuntoalosmuchachoscomocastigo.Noestábien.TillieBoulterestabaverdaderamenteindignada.Laniñaparecesermuypopularentreellos.Nuncapenséquesepudierallevartanbienconsuscondiscípulos.

—¿Entonces usted piensa que serámejor que la deje quedarse en casa?—dijoMarilla,sorprendida.

—Sí.Asíes;nolemencionaríaelcolegiohastaquenosalgadesímisma.Puedeestar segura, Marilla, de que dentro de una semana se habrá calmado y estarádispuestaaregresarporsupropiavoluntad,esoes,mientrasquesitrataradellevarlaporlafuerza,Diossabequébaraúndaarmaría.Cuantomenosimportancialedemosal asunto,mejor. En lo que se refiere al colegio, no sentirámucho no ir. El señorPhillipsnovalemuchocomomaestro.Guardaunordenescandaloso,esoes,ydejadelado a los más pequeños en favor de los alumnos mayores, que prepara para laAcademiadelaReina.Nuncahubieraconseguidodarclaseunañomássisutíonohubiesesidounodelossíndicos;elsíndico,puesllevaalosdemásdelanariz,esoes.Confiesoquenosédóndevalaeducaciónenestaisla.

MarillasiguióelconsejodelaseñoraRachelynoledijounasolapalabramásaAnarespectoalavueltaalcolegio.LaniñaaprendiósusleccionesencasayjugóconDianaenlosfríoscrepúsculosdeotoño.PerocuandosecruzabaconGilbertBlytheenel caminoo leencontrabaen laescueladominical,pasabaa su ladoconheladodesprecio, que no quebraban un punto sus intentos evidentes de apaciguarla. Nisiquiera los esfuerzos de Diana como pacificadora surtieron efecto. Ana habíadecididoodiaraGilbertBlythehastaelfindesusdías.

TantocomoodiabaaGilbert,sinembargo,amabaaDiana,contodalafuerzadesucorazoncito,igualmenteintensaparasuscariñosysusodios.Unatarde,alregresarMarilladelmanzanar,laencontróllorandoamargamente,sentadasolaenlaventanaoccidental,alaluzdelcrepúsculo.

—¿Quéocurreahora,Ana?—Se trata de Diana —dijo llorando con todas sus ganas—. La quiero tanto,

Marilla.Nopuedovivirsinella.Perosémuybienquecuandocrezcamos,secasaráyse irá. Y ¿qué haré? Odio a su marido; le odio furiosamente. He estadoimaginándomelotodo:labodaytodolodemás;Dianavestidaconropasalbas,conunvelo,hermosacomounareina.Yyocomodamadehonor,conunhermosovestidoymangasabullonadas,peroconelcorazóndestrozadoocultobajounacarasonriente.Yluego,despidiendoaDiana,diciéndolead-i-o-ó-s…—rompióallorar.

Marilla se dio la vuelta rápidamente para que la niña no viera la sonrisa en sucara,peronopudoevitarlo.Cayósobreunasillacercanayrompióareírenformatanpococomún,queMatthew,quecruzabaelhuerto, sedetuvo sorprendido. ¿CuándohabíaoídoantesreírasíaMarilla?

—Bueno, Ana Shirley —dijo Marilla cuando pudo hablar—, ya que te gusta

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preocuparte,por lomenos tratadeque seaalgoútil.No sepuedenegarque tienesimaginación,hijamía.

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CAPÍTULODIECISÉIS

Dianaesinvitadaatomareltécontrágicosresultados

Octubrefueunmeshermosoen«TejasVerdes»dondelosabedulesdelahondonadase tornaron tan dorados como el sol y los arces del huerto se cubrieron de unmagnífico escarlata; los cerezos silvestres del sendero vistieron susmás hermosostonosrojooscuroyverdebroncíneo,mientrasenloscamposcomenzólasiega.Anasoñabaenaquelmundodecolores.

—Oh,Marilla—exclamóunsábadoporlamañana,alllegarconlosbrazosllenosdepreciosasramas—,estoytancontentadevivirenunmundodondehayoctubres.Seríaterriblequetuviéramosquepasardeseptiembreanoviembre,¿noesasí?Mireesasramasdearce.¿Nolahacenestremecer?Voyadecorarmihabitaciónconellas.

—Sonmolestas—dijoMarilla,cuyosentidoestéticonoestabamuydesarrollado—.Llenas la habitación condemasiadas cosas campestres,Ana, losdormitorios sehanhechonadamásqueparadormir.

—Yparasoñar también,Marilla.Ybiensabequesepuedesoñarmejorenunahabitación llena de cosas bonitas. Voy a poner estas ramas en el florero azul y locolocarésobremimesa.

—Tencuidadodenodejarhojasenlasescaleras.EstatardevoyalareunióndelaSociedaddeAyudaenCarmody,Ana,yesprobablequenoregresehasta lanoche.TendrásqueprepararlameriendaparaMatthewyJerry,demaneraquenoteolvidesdeponerelaguaparaelté,comohicistelaúltimavez.

—Hicemuymal en olvidarme—dijoAna disculpándose—, pero ocurrió en latardequeestabapensandounnombreparaVioletaValeysemefueelsantoalcielo.Matthewfuemuybueno;nuncameregañóporello.Élmismohizoeltéydijoquepodría esperar.Ymientras esperábamos, le conté un hermoso cuento de hadas, demodoqueeltiemponosehizonadalargo.Fueuncuentohermoso,Marilla.Mehabíaolvidadodelfinal,demaneraquetuvequeinventaruno,peroMatthewdijoquenosehabíanotado.

—Matthew sería capaz de encontrar bien que le sirvieras el almuerzo amedianoche.Peroestavezdebeshacerlascosascomoesdebido.Yaunquenosésihagobien,puesquizátevuelvamásdescuidadaquedecostumbre,puedespedirleaDianaquevengaapasarlatardecontigo.

—¡Oh,Marilla!—Anagolpeósusmanos—.¡Québien!Despuésdetodo,ustedescapazdeimaginarcosas,puesdelocontrarionohubieracomprendidocuántoloheansiado.Serátanbonitoytandepersonamayor.Nohaytemordequemeolvidedeponereltésitengounainvitada;Marilla,¿puedosacareljuegodetéfloreado?

—¡No!¡Eljuegodetéfloreado!¿Yluego,qué?Biensabesquenuncaloempleo,

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exceptoparaelpastorolaSociedaddeAyuda.Usaráseljuegomarrón.Peropuedesabrirelpequeñofrascoamarillodecerezasenalmíbar.Eshoradegastarlo;temoqueseestéechandoaperder.Ypuedescortaralgodelatortadefrutasycomeralgunosbollitos.

—Me imagino sentada a la cabecera de la mesa, sirviendo el té —dijo Ana,cerrandoextasiadalosojos—.¡Ypreguntándolesiquiereazúcar!Séquenolegusta,perosinembargoselopreguntarécomosinolosupiera.Yluegorogándolaquetomeotra porción de torta y de confitura. Oh,Marilla, el solo hecho de pensar en elloproduceunahermosasensación.¿Puedollevarlaalasaladehuéspedesaquedejesusombrerocuandovenga,yluegopasaracharlaralasala?

—No. El cuarto de estar será bastante. Pero tienes una botella de licor deframbuesasamediovaciarquequedódelareuniónenlaiglesiadelaotranoche.Estáen el segundo estante del armariodel cuarto de estar.Y ademásunosbollitos paracomerdurantelatarde,puestemoqueMatthewllegueconretrasoalté,yaqueestáembarcandopatatas.

Anavolóporlahondonada,cruzólaBurbujadelaDríadaysubióelcaminodelosabetoshasta«LaCuestadelHuerto»parapedirleaDianaquefueraatomarelté.Comoresultado,pocodespuésdequeMarillapartierahaciaCarmody,Diana llegó,vestidaconcasisumejorvestidoyconelaspectotípicodequienhasidoinvitadaatomar té.Enotras circunstanciashubiera entrado en la cocina sin llamar, pero estavezgolpeóceremoniosamenteconelllamadordelapuertaprincipal.YcuandoAna,vestidaconsusmejoresropas,abriólapuertaceremoniosamente,seestrecharonlasmanoscontantavaguedadcomosinosehubieranvistoantes.Estasolemnidadpoconatural duró hasta que Diana fue conducida a la buhardilla para que dejara susombreroyluegoacompañadaalcuartodeestar.

—¿Cómoestá tumamá?—dijoAnagentilmente,comosinohubieravistoa laseñoraBarryesamismamañanarecogiendopepinos,enperfectoestadodesalud.

—Estámuybien,muchasgracias.SupongoqueelseñorCuthbertestácargandopatatasenelLilySanasestatarde—dijoDiana,quehabíaidohastalacasadelseñorHarmonAndrewsaquellamañanaenelcochedeMatthew.

—Sí, la cosecha de patatas esmuy buena este año. Espero que la de tu padretambiénlosea.

—Esbastantebuena,muchasgracias.¿Hancosechadoyamuchasmanzanas?—¡Másquenunca!—dijoAnay,olvidándosedelprotocolosepusoenpiedeun

salto—.Salgamosalmanzanary cojamosalgunasde las«DulzurasRojas»,Diana.Marilladicequepodemoscogertodaslasquequedanenelárbol.Esunamujermuygenerosa.Dijo que podíamos comer torta de frutas y cerezas en almíbar con el té.Peronoesdebuenaeducacióndeciralosinvitadosquélesdaránconelté,demaneraquenotediréquénoshadejadoparabeber.Dirénadamásquecomienzaconuna/y

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una/yquetieneunbrillantecolorrojo.Amímegustanlasbebidasrojobrillante;¿atino?Sabeneldobledebienquelasdecualquierotrocolor.

Elmanzanar, con grandes ramajes cargados de frutas, resultó tan delicioso queambas niñas pasaron allí la mayor parte de la tarde, en un rincón del céspedperdonado por la escarcha, donde vagaba la suave luz del sol otoñal, comiendocuantoquisierony charlando todo el tiempo.Diana teníamuchoque contar aAnasobreloqueocurríaenelcolegio.DebíasentarsejuntoaGertiePyeynolegustaba;Gertie hacía rechinar el lápiz todo el tiempo, lo que ponía aDiana los nervios depunta.RubyGillissehabíaquitadotodaslasverrugasconunguijarromágicoquelehabíadado laviejaMaryJoe.Habíaquefrotar lasverrugasconelguijarroy luegotirarlo por encimadel hombro izquierdo al tiempode la luna nuevay las verrugasdesaparecían.EnelporchealguienhabíaescritoelnombredeCharlieSloanejuntoaldeEmmaWhiteyéstasehabíapuestoterriblementefuriosaporello:SamWhitelehabíagastadounabromaalseñorPhillipsenplenaclase,ésteleazotóyelpadredeSam fue al colegio y amenazó al señor Phillips con darle sumerecido si volvía aponerle lamano encima a uno de sus hijos;LizzieWright no le hablaba aMamieWilson, porque la hermana mayor de Mamie Wilson había hecho pelearse a lahermanamayordeLizzieWrightconsunovio,yquetodosechabanmuchodemenosaAnaydeseabanquevolvieraalcolegio,yqueGilbertBlythe…

PeroAnanoqueríaque lehablarandeGilbertBlythe.Sepusodepieysugirióquetomaranunpocodelicor.

Ana miró en el segundo estante, pero allí no había trazas de licor. Unainvestigaciónmásdetalladalodescubrióenelestantesuperior.Analopusosobreunabandejaylocolocósobrelamesa.

—Sírvete tú misma, Diana —dijo ceremoniosamente—. Yo no tengo muchasganasahora,despuésdetodasesasmanzanas.

Diana se sirvió una copita,miró admirada su color rojo vivo y luego lo sorbiódelicadamente.

—Es un riquísimo licor de frambuesas,Ana—dijo—.No creí que supiera tanbien.

—Mealegrodequeteguste.Bebecuantoquieras.Yoiréaavivarelfuego.¡Unamadecasatienetantasresponsabilidades!,¿noescierto?

CuandoAnaregresódelacocina,Dianabebíasusegundacopadelicory,antelainsistenciadesucompañera,noofreciómucharesistenciaalatercera.Lasracioneserangenerosasyellicordeframbuesasestabarealmentemuybueno.

—Eselmejorqueheprobado—dijoDiana—;essuperioraldelaseñoraLynde,aunqueellaalardeetantodelsuyo.

—YoaseguraríaqueellicordeframbuesasdeMarilladebesermuchomejorqueeldelaseñoraLynde—comentólealmenteAna—.Marillaesunacocinerafamosa.

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Estátratandodeenseñarme,peroteaseguro,Diana,queesuntrabajoímprobo.Enelarte culinario hay muy poco campo para la imaginación. Uno debe ceñirse a lasreglas. La última vez que hice una torta, me olvidé de echarle la harina. Estabapensandoalgomuyhermososobretúyyo.Imaginabaqueestabasdesesperadamenteenfermadeviruelayque todos teabandonaban,peroyo iba juntoa tiy tecuidabahastaquevolvías a lavidaymecontagiabas laviruela.Yomoríaymeenterrabanbajolosálamosdelcementerio;túplantabasunrosalsobremitumbayloregabascontus lágrimas y nunca, nunca jamás, olvidabas a la amiga de tu juventud que tesacrificósuvida.Oh,eraunaaventuratanpatética,Diana.Laslágrimasmecorríanporlasmejillasmientrasmezclabalosingredientesparalatorta.Peroolvidélaharinay la torta fue un terrible fracaso. Ya sabes que la harina es esencial en las tortas.Marilla se enfadó y pensé que soy un dolor de cabeza para ella. Se mortificóterriblementeporculpadelasalsadelbudíndelasemanapasada.Elmartescenamosbudín de ciruelas y sobró la mitad y un poco de salsa. Marilla dijo que quedabasuficienteparaotracomidaymepidióquelopusieraenelestantedeladespensaylotapara.Teníatodalaintencióndehacerlo,Diana,perocuandolollevaba,imaginabaser unamonja—aunque soy protestante, imaginé que era católica— que vestía elhábitoparaenterrarenlaclausurauncorazóndestrozado.Contodoeso,olvidétaparlacomida.Alamañanasiguientemeacordéycorríaladespensa.¡Diana,imaginasipuedesmiterriblehorroralencontrarunratónahogadoenlasalsa!Saquéelanimalconunacucharaylotiréaljardín,yluegolavétresveceselcubierto.ComoMarillase hallaba ordeñando, pensé preguntarle cuando volviera si echaba el budín a loscerdos.Pero cuando regresó, yo soñaba ser el hadade la escarcha, que ibapor losbosques trocando los colores de los árboles en rojo y amarillo, demanera que novolvíapensarenelbudínyMarillamemandóarecogermanzanas.Bueno,elseñorChesterRossysuseñora,deSpencervale,vinieronestamañana.Sabesquesongentemuyelegante,especialmente laseñora.CuandomellamóMarilla, lacomidaestabapreparada.Tratédesertodolobieneducadaposible,puesqueríaquelaseñoraRosspensaraqueeramuybonita,aunquenofueraguapa.TodofuebienhastaquevillegaraMarillaconelbudíndeciruelasenunamanoy lasalsaen laotra.Diana, fueunmomentoterrible.Meacordédetodo,mepusedepieygrité:«Marilla,nodebeserviresa salsa. Un ratón se ha ahogado ahí.Me olvidé de decírselo antes». Oh, Diana,nuncapodréolvidartanterriblemomento.LaseñoraRossmemiróydeseéquemetragaralatierra.Unaamadecasatanperfectacomoella,imaginaloquedebehaberpensado de nosotras.Marilla enrojeció, pero no dijo nada… entonces. Se llevó elbudíny la salsa y trajo dulcede fresas; inclusomeofrecióuna ración, peroyonopodíatragarbocado.Meardíalacabeza.DespuésquesefueronlosRoss,Marillameechóunareprimendaterrible.¿Quétepasa,Diana?

Dianasehabíapuestoenpiecondificultad, luegosesentóysecogiólacabeza

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conlasmanos.—No…nome encuentro…muy bien—dijo con voz temblorosa—.Debo ir a

casa.—Oh,nodebesnipensareniracasasintomarelté—dijoAna,afligida—.En

seguidalotraeré.—Deboiracasa—repitióDiana,estúpidaperodeterminadamente.—Comealgoalmenos—imploróAna—.Déjamequetedéuntrozodetortay

cerezasenalmíbar.Acuéstateunratoenelsofáytesentirásmejor.¿Dóndeteduele?—Debo ir a casa—dijoDiana,ynohabíaquien la sacaradeahí,pormásque

rogaraAna.—Nunca vi que una visita se fuera a su casa sin tomar té—se quejó—. Oh,

Diana,¿creesqueseaposiblequeestésconviruela?Siesasí,iréacuidarte,puedesestar segura.Nunca teabandonaré.Peromegustaríaque tequedarasa tomarel té.¿Dóndeteduele?

—Estoymareada.Y,enverdad,suandarlocorroboraba.Ana,conlosojosllenosdelágrimas,fuea

buscar el sombrerodeDianay la acompañóhasta la cercadel jardínde losBarry.Luegovolviósollozandohasta«TejasVerdes»,dondecolocótristementeensulugarlosrestosdellicordeframbuesasypreparóeltéparaMatthewyJerry.

Aldíasiguienteeradomingoylalluviafuetorrencialdesdequeamanecióhastaalanochecer.Ananosalióde«TejasVerdes».Ellunesporlatarde,MarillalaenvióconunrecadoacasadelaseñoraLynde.Alpocorato,Anavolviócorriendoporelsendero,conlágrimasenlosojos.Entróenlacocinayseechódebrucesenelsofá.

—¿Qué ha pasado ahora, Ana?—preguntóMarilla—. Espero que no te hayasportadomalotravezconlaseñoraLynde.

LaúnicarespuestadeAnafueronlaslágrimasylossollozos.—AnaShirley, cuandohagounapregunta,quieroque seme responda.Siéntate

bienahoramismoydimeporquélloras.Anasesentó,personificandolatragedia.—LaseñoraLyndefueaveralaseñoraBarryyéstaestabadeunhumorterrible

—dijoentresollozos—.DicequeyoemborrachéaDianaelsábado,yquelamandéasucasaenunestadolastimoso.YdicequedebosermuymalayquenuncadejaráqueDianavuelvaajugarconmigo.¡Oh,Marilla,lapenameembarga!

Marillalacontemplabaasombrada.—¡Emborrachar aDiana!—dijo cuando pudo recobrar el habla—.Ana, ¿estás

locatúoloestálaseñoraBarry?¿Quéfueloquelediste?—Nadamásqueellicordeframbuesas—lloróAna—.Nuncasospechéqueeso

pudiera emborrachar a la gente, ni siquiera si bebían tres copas, comohizoDiana.¡Oh,estomerecuerdatanto,tanto,almaridodelaseñoraThomas!Peroyonoquise

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emborracharla.—¡Emborracharla!—dijoMarilladirigiéndoseal armariode la sala.Enunode

losestanteshabíaunabotellaqueenseguidareconociócomodevinocaserodetresaños,porelcualeracelebradaenAvonlea,aunquealgunoshabitantesmuyestrictos,entreelloslaseñoraBarry,noloaprobaban.Almismotiempo,Marillarecordóquehabíapuestoenelsótanolabotelladelicordeframbuesas,enlugardedejarladondeledijeraaAna.

Volvióalacocinaconlabotelladevino.Ensucarasedibujabaunamuecaquenopodíareprimir.

—Ana,porciertoqueeresungenioparameterteencamisadeoncevaras.DisteaDianavinoenlugardelicordeframbuesas.¿Nonotasteladiferencia?

—Noloprobé.Penséqueeraellicory,además,queríaserhospitalaria.Dianasemareóy tuvoqueirseacasa.LaseñoraBarry ledijoa laseñoraLyndequeestababorracha.Seriócomounatontacuandosumadrelepreguntóquélepasabaydurmióvariashorasseguidas.Sumadreleolióelalientoydijoqueestababeoda.Ayertuvoun terrible dolor de cabeza durante todo el día. La señora Barry está indignada.Nuncacreeráotracosaexceptoquelohiceapropósito.

—CreoquemejordebieracastigaraDianaporhaberbebidoesastrescopas.Tresdeesascopaserancapacesdemarearlaaunquehubieransidosólode licor.Bueno,esteepisodiolesvendrámuybienaesasgentesquenoaprobaronqueyohicieravinocasero;aunquedesdehacetresaños,cuandosupequealpastornoleagradaba,nohehechomás.Sóloguardabaesabotellaparacasosdeenfermedad.Bueno,muchacha,nollores.Noveoquetengasculpaalguna,aunquesientoqueocurrieraasí.

—Debo llorar—dijoAna—.Micorazónestádestrozado.Lasestrellasestánenmicontra,Marilla.Dianayyoestamosseparadasparasiempre.Oh,Marilla,nohabíapensadoquepudieraocurriralgoasícuandohicimosnuestrosjuramentosdeamistad.

—Noseastonta,Ana.LaseñoraBarrylopensarámejorcuandoseenteredequenoestuyalaculpa.Supongoquecreequelohashechoenbromaoalgoporelestilo.Serámejorquevayasestanocheyledigascómofue.

—Mi valor me abandona ante el pensamiento de enfrentarme a la madre deDiana.Quisieraquefuerausted,Marilla.Ustedesmuchísimomásdignaqueyo.Esprobablequelaescucheantesqueamí.

—Bueno,loharé—dijoMarilla,pensandoqueseríaelcaminomáslógico—.Nolloresmás,Ana.Todoirábien.

Marillahabíacambiadodemaneradepensaraeserespectocuandovolvióde«LaCuestadelHuerto».Analavioregresarycorrióasuencuentro.

—Oh,Marilla,porsucaraséquehasidoinútil—dijo,tristemente—.¿LaseñoraBarrynomeperdonará?

—¡LaseñoraBarry,sí,sí!—saltóMarilla—.Eslamujermásirrazonablequehe

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conocido.Ledijequetodofueunerror,quenoeraculpatuya,perosimplementesenegóacreerlo.Ymerefregóporlasnariceslodelvinoyqueyohabíadichoquenohacíadañoanadie.Yoledijeclaramentequeunapersonanoseemborrachacontrescepitasyquesiunacriaturamíafueratanamigadebeber,yolahubierapuestosobriaconunabuenazurra.

Marillaentróen lacocina,muypreocupada,dejandotrassíunalmamuytriste.DeprontoAnasalió;lentaperodeterminadamentesedirigióalcampodelostréboles,luegocruzóelpuentedetroncosyluegolosbosques,alumbradaporunapálidaluna.LaseñoraBarry,alacudiralatímidallamada,hallóenelumbralaunasuplicantedelabiosblancosyojosansiosos.

Sucaraseendureció.LaseñoraBarryeraunamujerdefuertesodiosyprejuiciosysuenfadoeradeesaclasefríayhoscaqueeslamásdifícildevencer.Parahacerlejusticia, diremos que creía sinceramente queAna había emborrachado aDiana pormaliciay estabahonestamenteansiosadepreservar a suhijitade la contaminaciónquesignificabaunamayorintimidadconunaniñaasí.

—¿Quéquieres?—dijosecamente.Anajuntólasmanosenactitudsuplicante.—Oh, señora Barry, perdóneme, por favor. No tuve intención de… de

emborracharaDiana. ¿Cómopodríahacerlo? Imagínesequeusted fueraunapobrehuerfanita adoptada por gentes caritativas y tuviera una sola amiga del alma en elmundo.¿Creequelaintoxicaríaapropósito?Penséqueeralicordeframbuesas.Oh,por favor, no diga que nunca más dejará que Diana juegue conmigo. Si lo hace,cubrirámividaconunaoscuranubedetristeza.

Estediscurso,quehubieraablandadoelcorazóndelaseñoraLyndeenunabrirycerrardeojos,notuvootroefectoqueenfadarmásaúnalaseñoraBarry.Sospechabade losgestosy laspalabrasdeAnae imaginabaque laniñaseburlabadeella.Demaneraquedijo,fríaycruelmente:

—NocreoqueseasunaniñaadecuadaparaseramigadeDiana.Serámejorquevuelvasacasayteportesbien.LoslabiosdeAnatemblaron.

—¿NomedejaráveraDianasólounavezparadespedirnos?—Diana ha ido a Carmody con su padre —dijo la señora Barry, entrando y

cerrandolapuerta.Anavolvióa«TejasVerdes»conunacalmarayanaenladesesperación.—Miúltimaesperanzasehaesfumado—ledijoaMarilla—.Fuiaveralaseñora

Barryyellametratóenformainsultante.Nomeparecequeseaunadamaeducada.Yanoquedaotracosaquehacerapartederezar,aunquenotengomuchasesperanzasdequesirvadealgo,porquenocreoqueelpropioDiospuedahacermuchoconunapersonatanobstinadacomolaseñoraBarry.

—Ana, no debes decir esas cosas —respondió Marilla, tratando de vencer la

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impíatendenciaareírque,parasuescándalo,seestabaapoderandoúltimamentedeella. Y, por cierto, esa noche, al contarle todo a Matthew, se rió bastante de lastribulacionesdeAna.

Perocuandosedeslizódentrodelabuhardilla,antesdeacostarse,yvioqueAnasehabíadormidorendidaporelllanto,sucarasetinodeternura.

—Pobrecilla—murmuró,alzandounrizorebeldedelacarabañadaenlágrimas.Luegoseinclinóybesólaardientemejillaquedescansabasobrelaalmohada.

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CAPÍTULODIECISIETE

Unnuevointerésporlavida

LatardesiguienteAna,levantandolavistadesucosturaymirandoporlaventanadela cocina, vio a Diana que, bajando por la Burbuja de la Dríada, le hacía señasmisteriosamente.EnuntrisAnaestuvofueradelacasaycorrióalahondonadaconlosojosbrillantesporelasombroylaesperanza.Perolaesperanzaseesfumócuandovioelafligidosemblantedesuamiga.

—¿Hacedidotumadre?—murmuró.Dianasacudiólacabezatristemente.—No, oh no,Ana.Dice que no puedo jugar contigo nuncamás.He llorado y

llorado, diciéndole que no fue culpa tuya, pero todo fue inútil. Le rogué que mepermitiera venir a decirte adiós. Dijo que me concedía diez minutos y que iba acontrolarconelreloj.

—Diez minutos no son mucho tiempo para decir un eterno adiós—dijo Anallorando—.Oh,Diana,¿meprometesfielmentequenohasdeolvidartenuncademí,laamigadetujuventud,apesardelosmuchosamigosqueridosquepuedastener?

—Sí—sollozóDiana—.Ynuncatendréotraamigadelalma.Noquierotenerla.Anadiepodríaquerercomoati.

—Oh,Diana—exclamóAnajuntandolasmanos—,¿deverasmequieres?—Claroquesí.¿Nolosabías?—No—Anaexhalóun largo suspiro—.Por supuesto, sabíaqueyo tegustaba,

peronuncaesperéquemequisieras.Porque,¿sabes,Diana?,nuncapenséquenadiepudiera quererme. No recuerdo que nadie me haya querido nunca. ¡Oh, esmaravilloso!Esunrayode luzquesiempre iluminará laoscuridaddelsenderoquemesepararádeti,Diana.Oh,dilootravez.

—Te quiero muchísimo, Ana —dijo Diana firmemente—, y siempre será así,puedesestarsegura.

—Yyo siempreosamaré,Diana—exclamóAna solemnementeextendiendo lamano—.Enelfuturo,vuestrorecuerdobrillarácomounaestrellasobremisolitariavida, como dice en el último cuento que leímos juntas. Diana, ¿queréis darme unbucle de vuestros cabellos negros como el azabache, para que sea mi tesoro parasiemprejamás?

—¿Tienesalgoconquécortarlo?—preguntóDiana secándose las lágrimasquehabíanhechobrotarlasafectuosaspalabrasdeAna.

—Sí, afortunadamente tengo en el bolsillo mis tijeras de labores —dijo Ana.SolemnementecortóunodelosrizosdeDiana.

—Que seáis feliz, mi amada amiga. Desde ahora en adelante, debemos ser

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extrañasaunquevivamosunajuntoalaotra.Peromicorazónsiempreosseráfiel.Ana permaneció de pie observando alejarse aDiana ymoviendo tristemente la

mano cadavezque su amiga se volvía amirarla.Luego retornó a la casanopococonsolada,porelmomento,poraquelladespedidaromántica.

—Ya todo ha terminado—le informó aMarilla—.Nunca volveré a tener otraamiga.Realmenteahoraestoymuchopeorquenunca,porqueyanotengoniaKatieMauriceni aVioleta.Yaunque las tuviera seria lomismo.Decualquiermodo, lasniñasde los sueñosno satisfacendespuésde tenerunaamiga real.Dianayyonoshemos despedido con mucho cariño. Siempre guardaré sagrada memoria de esteadiós.Heusadoellenguajemáspatético.Puderecordarloatiempo,yuséel«vos»envezdel«tú».«Vos»parecemuchomásrománticoque«tú».Dianamediounrizoyvoyaguardarloenunapequeñabolsitaquemepondréalrededordelcuello toda lavida. Por favor, encárguese de que la entierren conmigo, porque no creo que vivamucho tiempo. Quizá cuando la señora Barry me vea yerta ante ella, sientaremordimientosporloquehahechoypermitaqueDianaasistaamifuneral.

—No creo que haya que temer que temueras de penamientras puedas hablar,Ana—fuelasecarespuestadeMarilla.

Ellunessiguiente,MarillasesorprendióalverbajaraAnadesucuartoconloslibrosbajoelbrazoyloslabiosapretadoscondeterminación.

—Vuelvoa laescuela—anunció—.Es todo loquemequedaen lavida,ahoraque mi amiga ha sido cruelmente separada de mí. En la escuela podré mirarla ypensarenlosdíasidos.

—Serámejorquepiensesen las leccionesy sumas—dijoMarillaocultandosusatisfacciónporelgiroque tomabaelasunto—.Esperoquenovolvamosaoírquehasrotopizarrassobrelacabezadelagenteydemáscosasporelestilo.Pórtatebienyhazsóloloquetedigatumaestro.

—Tratarédeserunaalumnamodelo—accedióAnatristemente—.Supongoquenohadesermuydivertido.ElseñorPhillipsdicequeMinnieAndrewsesunaalumnamodelo y no hay en ella una chispa de imaginación o vida. Es apagada y lenta ynuncapareceestarcontenta.Peromesientotandeprimidaquemeresultafácil.Voyair por el caminoprincipal.Nopodría resistir pasar por elCaminode losAbedulessola.Metraeríaaparejadaslágrimasmuyamargas.

Anafuerecibidaconlosbrazosabiertos.Habíanechadodemenossuimaginaciónpara los juegos,suvozenelcantoysuhabilidaddramáticapara leer librosenvozaltaalahoradelalmuerzo.RubyGillislepasótresplumasazulesdurantelalecturade la Biblia. Ellie May MacPherson le dio un enorme pensamiento amarillo,recortado de la tapa de un catálogo de flores, una especie de decoración para lospupitres muy preciada en la escuela de Avonlea; Sophia Sloane se ofreció paraenseñarle un nuevo punto muy elegante para hacer encaje, ideal para franjas de

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delantal.KatieBoulterlediounabotelladeperfumeparaguardaraguaparalimpiarla pizarra; y JuliaBell le copió cuidadosamente en una hoja de papel rosa pálido,festoneadoenlosbordes,elsiguienteverso:

CuandoelcrepúsculodejacaersucortinaYlaprendeconunaestrella.RecuerdaquetienesunaamigaDoquieraestéella.

—Estanbonitoserapreciada—suspiróAnaesanochealcontárseloaMarilla.Lasniñasnoeranlasúnicasalumnasquela«apreciaban».CuandoAnaregresóa

suasientodespuésdealmorzar(elseñorPhillipslehabíadichoquesesentarajuntoaMinnie Andrews, la alumna modelo) encontró sobre su pupitre una brillante«manzanafresa».Anayaibaadarleunbuenmordisco,cuandorecordóqueelúnicolugardeAvonleadondecrecían«manzanasfresas»eraenlahuertadelviejoBlythe,al otro lado del Lago de las Aguas Refulgentes. Ana soltó la manzana como sihubiera sido un ascua y ostentosamente se limpió los dedos con su pañuelo. Lamanzana quedó intacta sobre su escritorio hasta la mañana siguiente, cuando elpequeñoTimothyAndrews, que barría la escuela y encendía el fuego, se la anexócomo una de sus propinas. La tiza que le enviara Charlie Sloane después delalmuerzo,suntuosamenteadornadacon tirasdepapelrojoyamarilloyquecostabados centavos, cuando una ordinaria valía sólo uno, hallómejor recepción enAna.Éstalaaceptócomplacidayagradecióelobsequioconunasonrisaquetransportóalmuchachoalséptimocieloylehizocometertantoserroreseneldictado,queelseñorPhillipslehizoquedarsedespuésdelasclasesapasarlootravez.

Perocomo:

DeCésarelostentosoataquealbustodeBrutoElamordeRomaporélsóloconsiguióaumentar,

así laausenciaabsolutadealgunaseñalde reconocimientoporpartedeDiana,queestabasentadajuntoaGertiePye,oscurecíaelpequeñotriunfodeAna.

—CreoqueDianapodríahaberme sonreído siquieraunavez«-se lamentó anteMarilla. Pero a lamañana siguiente le pasaron una nota doblada y arrugada, y unpaquetito.

«QueridaAna—decíalaprimera—,mamádicequenotengoquejugarnihablarcontigo,niaunenelcolegio.Noesculpamíayteruegoquenoteenfadesconmigo,porque te quiero como de costumbre. Te extraño terriblemente para contarte todosmissecretosyGertiePyenomegustaniunpoquito.Hehechoparatiunseñaladornuevodepapeldesedarojo.Ahoraestánmuydemodaysólotresniñasdelaescuela

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sabenhacerlo.Cuandolomiresrecuerdaatuamigadeverdad,DianaBarry.»

Ana leyó la nota, besó el señalador y rápidamentemandó su respuesta al otroextremodelaula.

«Por supuesto que no estoy enfadada contigo porque tienes que obedecer a tumadre. Nuestros espíritus pueden comunicarse. Guardaré tu ermoso regalo porsiemprejamás.MinnieAndrewsesunabuenachica(aunquenotieneimaginación),perodespuésdehaversidolaamigadelhalmadeDiana,nopuedoserlodeMinnie.Porfaborperdonaloserroresporquemihortografíatodavíanoesmuybuena,aunquehemegorado.

»Tuyahastaquelamuertenossepare,AnaoCordeliaShirley.

»P.D.Estanochedormirécontucartabajomihalmoada.A.oC.S.»

Desde que Ana comenzara a ir otra vez a la escuela, Marilla esperaba quesurgieranproblemasencualquiermomento.Peronopasónada.QuizáAnacaptóalgodelespíritu«modelo»deMinnieAndrews;decualquiermodo,desdeeseentonceslefuemuybienconel señorPhillips.Se sumergióensusestudiosencuerpoyalma,decididaanosereclipsadaenningunaclaseporGilbertBlythe.Larivalidadexistenteentreellosprontosehizonotoria;Gilberteratodoafabilidad;peroeradetemersequeconAna no sucediera lomismo, ya que ésta tenía una condenable tenacidad paraconservar rencores. Era tan apasionada en sus odios como en sus amores. Nuncaadmitiría que consideraba a Gilbert su rival, porque hubiera significado reconocerque existía, a lo queAna no estaba dispuesta; pero la rivalidad semantenía y loshonoresfluctuabanentreellos.HoyeraGilbertelprimeroenlaclasedegramáticayal día siguienteAna, conunmovimientode sus trenzas rojas, le sobrepasaba.UnamañanaGilberthabíahechotodassussumascorrectamenteysunombreeraescritoen la lista de honor del pizarrón. A la mañana siguiente Ana, habiendo luchadosalvajementetodalatardeanteriorconlosdecimales,seríalaprimera.Unaciagodíaempataronysusnombresfueronescritosjuntos.Estoresultócasitanmalocomoun«Atención»,yeldescontentodeAnafuetanevidentecomolasatisfaccióndeGilbert.

Cuandollegaronlosexámenesmensuales,laemociónalcanzósulímite.Elprimermes ganó Gilbert por tres puntos. El segundo, Ana le derrotó por cinco. Pero sutriunfo fue frustrado por la felicitación que recibió de Gilbert delante de toda laescuela.Lehubieraresultadomuchomásdulcesiélhubierasentidoelaguijóndesuderrota.

ElseñorPhillipspodíanoserunbuenmaestro;perounalumnotanfirmemente

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determinadoaaprendercomoAna,difícilmentepodríahaberdejadodeprogresar,seacualfueresumaestro.AlterminareltrimestreAnayGilbertpasaronaquintogrado,y se les permitió comenzar a estudiar «las ramas»—nombre que se daba al latín,geometría,francésyálgebra—.Enlageometría,AnaencontrósuWaterloo.

—Es una asignatura totalmente horrorosa,Marilla—gemía—.Estoy segura dequenuncaserécapazdesernilaprimeranilaúltima.Nohayenabsolutocampoparala imaginación. El señor Phillips dice que soy la tonta mayor que ha visto a eserespecto.YGil…quierodeciralgunosdelosotros,¡sontanlistos!Esmortificanteenextremo,Marilla.HastaDianasedesenvuelvemejorqueyo.PeronomeimportaservencidaporDiana;auncuandosomoscomoextrañasahora,sigoamándolaconamorinextinguible.Avecesmepongomuy tristecuandopiensoenella.Pero realmente,Marilla,unonopuedeestartristemuchotiempoenunmundotaninteresante,¿noescierto?

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CAPÍTULODIECIOCHO

Anasalvaunavida

Todos los hechos demagnitud están relacionados con los de poca importancia. Aprimeravista,pareceríaimposiblequeladecisióndeunprimerministrocanadiensede incluira la isladelPríncipeEduardoenunagirapolíticapudiera teneralgoqueverconeldestinodelapequeñaAnaShirley,de«TejasVerdes».Perolotuvo.

Elpremierllegóenenero,paradirigirseasuspartidariosyalosadversariosquesedignaranasistiralaasambleaquesereunieraenCharlottetown.LamayoríadeloshabitantesdeAvonleaestabanconelpremieryporello,enlanochedelaasamblea,casitodosloshombresylamayoríadelasmujereshabíanidoalaciudad,acuarentaycincokilómetrosdeallí.LaseñoraRachelLyndehabíaidotambién.Estadamaeraunaapasionadadelapolíticaynohubieracreídoposiblequereuniónalgunapudierarealizarse sin su concurso, aunque fuera opositora.Demanera que fue al pueblo yllevóconsigoasumarido—Thomasseríaútilparacuidarelcaballo—yaMarillaCuthbert.LapropiaMarilla teníaun secreto interéspor lapolíticay comopensaraque tal vez ésa fuera su única oportunidad de ver un primerministro vivo, aceptóprontamente, dejando aMatthew yAna al cuidado de la casa, hasta su regreso alsiguientedía.

Porlotanto,mientrasMarillaylaseñoraRachelsedivertíanenlaasamblea,AnayMatthewtuvieronparaellossolos laalegrecocinade«TejasVerdes».EnlaviejacocinaWaterloo danzaba un alegre fuegoy sobre los cristales brillaba la escarcha.Matthewcabeceabasobre«Eldefensordelosgranjeros»enelsofáyAnaestudiabacon determinación sus lecciones en lamesa, a pesar de las continuasmiradas queechabaalestantedelreloj,dondeestabaelnuevolibroqueleprestaraJaneAndrews.Jane le había asegurado un buen número de estremecimientos o palabras deadmiración,ylosdedosdeAnaardíanportocarlo.PeroesosignificaríaeltriunfodeGilbertBlythealamañanasiguiente.Anasevolviódeespaldasalestanteytratódeimaginarquenoestabaallí.

—Matthew,¿estudióustedgeometríaalgunavezcuandoibaalcolegio?—No,creoqueno—dijoMatthew,saliendobruscamentedesumodorra.—Me gustaría que sí —suspiró Ana—, porque me tendría compasión. No se

puede tener la compasión correcta si nunca se la ha estudiado. La geometría estánublandotodamivida.¡Soytanzopencaenella,Matthew!

—Bueno,nolocreo—dijoMatthew,conciliador—.Meparecequeeresbuenaentodo.ElseñorPhillipsmedijolasemanapasadaenelalmacéndeBlairqueereslacolegialamásinteligenteyqueharíasrápidosprogresos.«Rápidosprogresos»fueronsuspalabras.HaymuchosqueacusanaTerryPhillipsydicenqueesunmalmaestro,

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perocreoquenoesasí.MatthewpensabaquecualquieraquealabaraaAnaerabueno.—Estoyseguradequemeiríamejorengeometríasinomecambiaralasletras—

sequejóAna—.Meaprendolosteoremasdememoriayentonceséllosescribeenelpizarrón con letras distintas de las del libro y yo me confundo. No creo que unmaestro deba utilizar unos medios tan mezquinos, ¿no le parece? Ahora estamosestudiandoagriculturayhedescubiertoquéhacerojosaloscaminos.MetranquilizapensarcuántosedebenestardivirtiendoMarillaylaseñoraLynde.LaseñoraRacheldicequeelCanadásehundeporculpadelaformaenquellevanlascosasenOttawayqueesunaadvertenciapara loselectores.Dicequesi lasmujerespudieranvotar,prontoveríamosuncambiofavorable.¿Porquiénvotausted,Matthew?

—Por los conservadores —dijo rápidamente Matthew. Votar por losconservadoreserapartedelareligióndeMatthew.

—Entoncesyotambiénsoyconservadora—respondióAnadecididamente—.Mealegro porque Gil… porque algunos de los muchachos del colegio son liberales.SospechoqueelseñorPhillipsesliberal,porqueelpadredePrissyAndrewsloesyRubyGillisdicequecuandounhombrecortejaaunamuchacha tienequeestardeacuerdo, con la madre en religión y con el padre en política. ¿Es verdad eso,Matthew?

—Bueno,nolosé.—¿Algunavezhacortejadoaalguien,Matthew?—Bueno,no,nocreoquenuncalohayahecho—dijoMatthew,queciertamente

nuncahabíapensadoentalcosa.Anareflexionabaconlabarbillaentrelasmanos.—Debe ser algo interesante, ¿no le parece, Matthew? Ruby Gillis dice que

cuandocrezcatendrámuchospretendientes,todoslocosporella;peronopiensoqueseamuyexcitante.Másmegustaríaunosoloensuscabales.PeroRubyGillissabemuchosobreelasuntoyaquetienevariashermanasmayoresylaseñoraLyndedicequelasmuchachasGillissonunpocoligerasdecascos.ElseñorPhillipsvaaveraPrissyAndrewscasitodaslastardes.Dicequeesparaayudarlaensuslecciones,peroMirandaSloanetambiénestudiaparalaAcademiadelaReinaycreoquenecesitaríamásayudaquePrissy,puesesmuchomásestúpida,ynuncavaaayudarla.Enestemundohaymuchísimascosasquenopuedocomprender,Matthew.

—Bueno,nisiquierayopuedoentenderlastodas.—En fin, supongoquedebo terminar la lección.Nomepermitiré abrir el libro

que Janeme ha prestado hasta que haya terminado. Pero es una tentación terrible,Matthew;aunqueledélaespalda,puedoimaginarlocomosiloviera.Janedicequelahizollorarterriblemente.Meencantanloslibrosquehacenllorar.Peromeparecequevoyaencerrareselibroenlavitrinadelasaladeestarylevoyadarlallaveausted.

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No se le ocurra dármela, Matthew, hasta que termine la lección, ni aunque se loimplorederodillas.Estámuybienesodedecirquehayquevencerlatentación,peroesmuchomásfácilsinosetienelallave.¿Puedobajaralsótanoabuscarmanzanas?¿Noquerríaustedalgunas,Matthew?

—Bueno,nosé—dijoMatthew,quenuncalascomía,peroconocíaladebilidaddeAnaporellas.

CuandoAnavolvíatriunfantedelsótanoconsufuentellenademanzanas,oyeronelruidoderápidospasosenelexterioryunmomentodespuésseabríalapuertadelacocinayentrabaDianaBarry,pálidaysinrespiración,conlacabezaenvueltaenunabufanda. Ana, ante la sorpresa, dejó caer la fuente y la vela, y fuente, vela ymanzanas fueron a parar al fondo del sótano, donde los encontró Marilla al díasiguiente, quien los recogió, dando gracias a dios de que la casa no se hubieraincendiado.

—¿Quéocurre,Diana?—gritóAna—.¿Cediótumadreporfin?—¡Oh, Ana, ven pronto!—imploró nerviosamente Diana—.MinnieMay está

muyenferma.MaryJoedicequeesgarrotillo;mamáypapáestánenelpuebloynoquedanadiepara irabuscaralmédico.MinnieMayestágraveyMayJoenosabequéhacer.¡Oh,Ana,tengotantomiedo!

Matthew, sin decir palabra, corrió a ponerse su gabán y su gorra, pasó junto aDianayseperdióenlaoscuridaddeljardín.

—Haidoaaparejar layeguapara iraCarmodyabuscaralmédico—dijoAnamientras se ponía el abrigo—. Lo sé como sime lo hubiera dicho.Matthew y yosomosespíritusgemelosypuedoleerlelospensamientos.

—NocreoquepuedaencontraraldoctorenCarmody—gimióDiana—.SéqueeldoctorBlair fuea laciudadyeldoctorSpencerdebehaber ido también.MaryJoenuncahavistoanadiecongarrotilloylaseñoraLyndenoestá.¡Oh,Ana!

—No llores, Diana —dijo Ana alegremente—. Sé exactamente cómo debetratarse el garrotillo. Te olvidas que la señoraHammond tuvo tres vecesmellizos.Cuando has tenido que cuidar tres pares demellizos, es natural que poseasmuchaexperiencia. Todos tenían garrotillo regularmente. Espera a que coja la botella deipecacuana;puedequenotengasencasa.Ahora,vamos.

Lasdospequeñassalieron,cruzaronrápidamenteelSenderodelosAmantesyelcampoarado,pueslanieveestabademasiadoaltaparatomarporelatajodelbosque.Ana, aunque sinceramente dolorida por Minnie May, estaba lejos de hallarseinsensiblealabellezadelmomentoyaladulzuradepodercompartirunasituaciónasíconunespíritugemelo.

La noche era clara y fría, con sombras de ébano y nieves de plata; sobre loscampossilenciososbrillabangrandesestrellas;aquíyallá,lososcurosypuntiagudospinosseerguíanconlasramasempolvadasporlanieveyelvientosilbandoatravés

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deellas;Anaconsiderabaunverdaderoplacercruzartodaaquellabellezajuntoaunaamigadelalmaquehaestadotantotiempolejos.

MinnieMay,quetenía tresaños,estabamuyenferma.Yacíasobreelsofádelacocina,febrileinquieta,ysuroncorespirarpodíaoírseportodalacasa.MaryJoe,unarollizafrancesitadelaCaletaquetomaralaseñoraBarryparaquelecuidaralosniñosdurantesuausencia,estabadesoladayanonadada,completamente incapazdepensarquéhacer,odehacerlosiesquepodíapensarlo.

Anaempezóatrabajarconhabilidadyrapidez.—Minnie May tiene garrotillo; está bastante mal, pero los he visto peores.

Primero,necesitamosmuchísimaaguacaliente.Diana,meparecequeenesaollanohayniunatazasiquiera.Bueno,ahoraestállena.Tú,MaryJoe,puedesponerleñaenlacocina.Noquisieraherirtelossentimientos,perocreoquesituvierasimaginacióndeberíashaberpensadoantesenesto.AhoradesnudaréaMinnieMayylaacostaré,mientras tú tratas de encontrar ropas de franela. Ahora voy a darle una dosis deipecacuana.

MinnieMayno tomó lamedicinadebuengrado, peroAnanohabía criado envanotresparesdemellizos.Tragólaipecacuananouna,sinomuchasvecesdurantela larga noche ansiosa en que las dos niñas cuidaron pacientemente a la sufrienteMinnie May, mientras Mary Joe, honestamente deseosa de hacer cuanto pudiera,manteníaunfuegovivoycalentabamásaguadelaquehubieranecesitadotodounhospitaldeniñoscongarrotillo.

Eran las tresde lamañanacuando llegóMatthewconelmédico,pues sehabíavistoobligadoa irhastaSpencervaleparaconseguiruno.Perolaurgentenecesidaddeasistenciahabíapasado.MinnieMaydormíaprofundamente,muchomásaliviada.

—Estuve terriblemente cerca de dejarme llevar por la desesperación—explicóAna—.Seagravabacadavezmás,hastaqueestuvopeorquelosmellizosHammond.Casipenséqueseasfixiaba.Ledihastalaúltimadosisdeipecacuanadeesabotella,ycuandollegóalaúltimagota,medije(noselopodíadeciraDianaoaMaryJoepara no apenarlas más, pero me lo tuve que decir a mí misma para aliviar mispensamientos): «ésta es la última esperanza y temo que es vana». Pero a los tresminutosexpulsólaflemayempezóamejorar.Puedeimaginarmialivio,doctor,yaquenopuedoexpresarloconpalabras.Ustedsabequehaycosasquenosepuedendecirconpalabras.

—Sí,losé—asintióelmédico.MiróaAnacomosipensaracosassobreellaquenopodíanexpresarseenpalabras.Mástarde,sinembargo,selasdijoalseñorBarryyasuseñora.

—EsachiquillapelirrojaquetienenlosCuthbertesinteligentecomoellasola.Lesdigoquesalvólavidadelaniña,puescuandoyolleguéerademasiadotarde.Parecetener una habilidad y una presencia de ánimoperfectamentemaravillosas para una

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criaturadesuedad.Nuncavialgocomosusojoscuandomeexplicabaelcaso.Anahabíavueltoacasaenlamaravillosayheladamañanadeinvierno,conlos

ojos cargadosde sueño, perohablando incansablemente,mientras cruzaban el grancampo blanco y caminaban bajo el brillante arco de los arces del Sendero de losAmantes.

—Oh,Matthew, ¿no es unamañana perfecta? Elmundo parece algo queDioshubiera imaginadoparasupropioplacer.Esosárbolesdan lasensacióndequeunolospudierahacervolardeunsoplo.¡Estoytancontentadevivirenunmundodondehay heladas blancas!Después de todo, estoy contenta de que la señoraHammondtuvieramellizos.Denohabersidoasí,nohubierasabidoquéhacerconMinnieMay.Siento de verdad haberme enfadado alguna vez con la señora Hammond porquetuvieramellizos.Matthew, tengo tantosueñoquenopodré iralcolegio.Séquenopodríatenerlosojosabiertosyesoseríamuyestúpido.PeromedisgustaquedarmeencasaporqueGil…porquealguienseráelprimerodelaclaseyesdifícilreconquistarloperdido,aunquecuantomásdifíciles,mássatisfacciónsetienealreconquistarlo,¿noescierto?

—Bueno, supongo que te las arreglarásmuy bien—dijoMatthew,mirando lablancacaracongrandesojeras—.Vetedirectamentealacamayduermebien,queyoharélastareasdecasa.

Ana fue a acostarse y durmió tan profundamente, que cuando despertó ydescendióalacocinaerabienentradalarosadatardedeinvierno.Marilla,queenelínterinvolvieraacasa,estabaallítejiendo.

—Oh,¿havistoalprimerministro?—exclamóAnaenseguida—.¿Cómoera?—Bueno, no llegó a ese puesto por su apariencia—dijoMarilla—. ¡Con una

narizcomolasuya!Perosabehablar.Mesentíorgullosadeserconservadora.RachelLynde, como es liberal, desde luego que no lo apreció. Tienes el almuerzo en elhorno,Ana,ytepuedesservirciruelasenalmíbar.Sospechoquedebestenerhambre.Matthew me ha estado contando lo de anoche. Te digo que fue una suerte quesupieras qué hacer. Ni siquiera yo lo hubiera sabido, pues nunca vi un caso degarrotillo.Bueno, nohables hasta despuésde almorzar.Por tu aspectopuedodecirquetemueresporhablar,peropuedesesperar.

Marilla tenía algo que decir aAna, pero no lo dijo entonces pues sabía que lasubsecuente excitación de la niña la arrancaría de asuntos tan materiales como elapetito.CuandoAnahuboterminado,dijoMarilla:

—LaseñoraBarryestuvoaquíestatarde.Queríaverte,peronotedesperté.Diceque le salvaste lavidaaMinnieMayyquesientemuchohaberseportadocomo lohizorespectoalasuntodelvinocasero.DicequeahorasabequenotuvisteintencióndeemborracharaDianayesperaquelaperdonesyqueseasotravezbuenaamigadesuhija.Siquieres,puedesirestatardeasucasa,puesDiananopuedesalirporculpa

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deunresfriadoquecogióanoche.Porfavor,AnaShirley,nosaltesporelaire.Laexpresiónnoeraextemporánea;tanligerayexaltadafuelaactituddeAna,que

saltósobresuspies,conlacarailuminada.—Oh,Marilla,¿puedoirantesdelavarlosplatos?Losfregarécuandoregrese.En

unmomentotanemocionante,nopuedoatarmeaalgotanpocorománticocomolavarlosplatos.

—Sí, sí, corre—dijo indulgenteMarilla—.AnaShirley, ¿estás loca?Vuelve almomentoypontealgo.Esigualquesilehablaraalviento.Sehaidosingorro.Seráunmilagrosinoenferma.

Anavolvióbailandoacasa,atravésdelanieve,alumbradaporlapúrpuraluzdelcrepúsculo.Lejos,alsudoeste,sobrelassiluetasdelosabetos,brillabalatitilanteluzperladadeunaestrellavespertinaensucielodoradopálidoyrosaetéreo.Eltañidodelascampanillasdelostrineosentrelasnevadascolinasllegabacomounsonidoélficoporelairehelado,peroesamúsicanoeramásdulcequeladelcorazóndeAna.

—Tiene ante sí a una persona completamente feliz,Marilla—anunció—. Soytotalmentefeliz,apesardemiscabellosrojos.Enestosmomentos,tengounalmaporencima de los cabellos rojos. La señora Barryme besó, lloró y dijo que lo sentíamuchoyquenuncamelopodríapagar.Mesentíhorriblementeembarazada,Marilla,pero le dije lomás gentilmente que pude: «No le guardo rencor, señoraBarry. LeasegurodeunavezportodasquenotuveintencióndeintoxicaraDianayque,porlotanto,cubriréelpasadoconelmantodelolvido».Ésafueunaformabastantedignadehablar,¿noescierto,Marilla?Dianayyopasamosunatardepreciosa.DianameenseñóunlindotejidodecrochetqueaprendieradesutíadeCarmody.Niunalmalosabe enAvonlea fuera de nosotras y juramos solemnemente no revelárselo a nadiemás.Dianamediounahermosapostalconunaguirnaldaderosasyunpoema:

Simeamastantocomoyoati,Sólolamuertenospuedeseparar.

»Y ésa es la verdad,Marilla. Vamos a pedir al señor Phillips que nos permitasentarnosjuntasenelcolegiootravezyGertiePyepuedeirnuevamenteconMinnieAndrews.Tomamosuntéelegante.LaseñoraBarrysacósumejorjuegodeté,comosiyofueraunavisitadeimportancia.Nolepuedodecirelestremecimientoquemeprodujo.Nadiehabíausadoantessumejor lozaconmigo.Comimos tortade frutas,bollitosydosclasesdistintasdeconfituras.LaseñoraBarrymepreguntósiqueríatéydijo:"Querida,porfavor,¿quierespasarlosbizcochosaAna?".

»Debe ser hermoso ser mayor,Marilla, cuando es tan lindo sólo que te tratencomosilofueras.

—Nolosé—dijoMarillaconunsuspiro.—Bueno,detodasmaneras,cuandoseamayor—dijoAna,decidida—,siempre

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hablaré a los pequeños como si fueranmayores y nome reiré de ellos si empleanpalabras largas.Sépor triste experiencia cuántoduelen esas cosas.Despuésdel té,Diana y yo hicimos caramelo. Lo que salió no estaba muy bueno, supongo queporqueniDiananiyohabíamoshechoantes.Dianamedejóremoverlomientrasellaenmantecabalasfuentes;yomeolvidéylodejéquemar,ycuandolodejamossecaralaire, el gato pasó por encima de una fuente y hubo que tirarla. Pero hacerlo fuedivertidísimo. Cuando volvía a casa, la señora Barry me pidió que fuera cuantasvecespudiera,yDianameechababesosdesdelaventana.Leaseguro,Marilla,queestanochetengoganasderezaryquevoyapensarunanuevaoraciónespecialmenteparaelacontecimiento.

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CAPÍTULODIECINUEVE

Unfestival,unacatástrofeyunaconfesión

—Marilla,¿puedoiraveraDianaunminuto?—preguntóAna,bajandosinalientodelabuhardillaunatardecerdefebrero.

—No veo qué necesidad tienes de salir después de oscurecer —dijo Marillabruscamente—. Diana y tú habéis vuelto juntas de la escuela y luego os habéisquedadoen lanievedurantemediahoramáscharlando sincesar.Demodoquenoveoquérazóntienesparaverlaotravez.

—Pero es que ella quiere verme —rogó Ana—. Tiene algo importante quedecirme.

—¿Cómolosabes?—Porque me hizo señas desde su ventana. Hemos convenido un sistema de

señalesutilizandovelasycartón.Ponemos lavelaenelalféizaryhacemosseñalesponiendoyquitandoelcartón.Tantosdestellossignificandeterminadacosa.Fueideamía,Marilla.

—De eso estoy segura —dijo Marilla enfáticamente— y lo próximo queconseguiréisconvuestrasseñalesesprenderfuegoalascortinas.

—Oh, Marilla, somos muy cuidadosas. ¡Y es tan interesante! Dos destellossignifican«¿Estásahí?».Tresquierendecir«sí»ycuatro«no».Cinco,«venloantesposible porque tengo algo importante que decirte». Diana justamente hizo cincoseñales,yestoysufriendoporsaberdequésetrata.

—Bueno, no necesitas sufrir más tiempo —dijo Marilla sarcásticamente—.Puedes ir, pero debes estar de vuelta exactamente dentro de diez minutos.Recuérdalo.

Analorecordó,yregresódentrodeltiempoestipulado,aunquenuncanadiesabráloquelecostólimitarelmensajedeDianaalreducidolímitedediezminutos.Peroporlomenos,losaprovechóbien.

—Oh,Marilla,¿quéleparece?YasabequemañanaeselcumpleañosdeDiana.Bueno,sumadrelehadichoquepodíainvitarmeairasucasadespuésdelaescuela,yquemequedaraapasarallílanoche.YsusprimosvienendeNewbridgeenungrantrineoparairalfestivalquesecelebraráenelClubdelDebatemañanaporlanoche.YvanallevarnosaDianayamíalfestival,siustedmedeja,claroestá.Medejará,¿noescierto,Marilla?¡Oh,mesientotanexcitada!

—Puedes calmarte entonces, porque no irás. Estásmejor en casa, en tu propiacama,yencuantoaesefestivaldelClub,sontonterías,ynosedebepermitira lasniñasquevayanalugaresasí.

—EstoyseguradequeelClubdelDebateesunlugardelomásrespetable.

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—Nodigoquenolosea.Peroaúnnoeshoradequevayasafestivalesypasesfueradecasatodalanoche.¡Bonitacosaparacriaturas!LoquemesorprendeesquelaseñoraBarrydejeiraDiana.

—Pero es una ocasión tan especial…—gimióAna al borde de las lágrimas—.Dianacumpleañossólounavezalaño.Noescomosi loscumpleañosfueranalgocomún,Marilla.PrissyAndrewsvaarecitar«Eltoquedequedanodebesonarestanoche». Es una poesía tan edificante, Marilla; estoy segura de que me harámuchísimobienoírla.Yelcorovaacantarcuatropatéticasymaravillosascancionesquesoncasitanbuenascomohimnos.Y,ohMarilla,elPastorvaatomarparte;sí,nohay duda de que va a pronunciar un discurso. Será algo así como un sermón. Porfavor,Marilla,¿puedoir?

—Yamehasoído,Ana.Ahoraquítatelasbotasyveaacostarte.Sonmásdelasocho.

—Sólounacosamás,Marilla—dijoAnaconairedeestar jugándose laúltimacarta—.LaseñoraBarryledijoaDianaquepodríamosdormirenellechodelcuartodehuéspedes.PienseenelhonorquesignificaparasupequeñaAnaelseralojadaenelcuartodehuéspedes.

—Puestendrásquepasarsinesehonor.Vetealacama,Ana,yquenovuelvaaoírtedecirunapalabramás.

CuandoAnahubosubidotristementeconlacarallenadelágrimas,Matthew,queenaparienciahabíaestadoprofundamentedormidoenelsofádurantetodoeldiálogo,abriólosojosydijocondecisión:

—Bueno,Marilla,creoquedebíasdejarlair.—No—respondióMarilla—.¿Quiénlaestácriando,Matthew,túoyo?—Bueno,tú—admitióMatthew.—Entoncesnointervengas.—Bueno, no intervengo. No es intervenir el tener una opinión propia. Y mi

opiniónesquedebesdejariraAna.—Siaellaseleocurrierairalaluna,opinaríasquedebíadejarlair,nolodudo—

fuelaafablerespuestadeMarilla—.PodríadejarlairapasarlanocheconDianasiesofuera todo.Peronoapruebo lodel festival. Iráallíycogeráfríoyse llenará lacabeza con tonterías. La alteraría para una semana.Comprendo el carácter de estaniñayloqueleconvienemejorquetú,Matthew.

—Creoquedebíasdejarlair—repitióMatthewfirmemente.Laargumentaciónnoerasupuntofuerte,peroalaferrarseaunaopinión,sí.

Marilla dio un bufido de impotencia y se refugió en el silencio. A la mañanasiguiente, cuando Ana estaba lavando los platos del desayuno, Matthew hizo unapausaenelcaminohaciaelgraneropararepetirleaMarilla.

—CreoquedebesdejariraAna,Marilla.PorunmomentoMarillapensóencosas

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quenosepuedenrepetir.Luegoserindióanteloinevitableydijoagriamente:—Muybien,puedeir,yaquenadamásparececomplacerte.Anasaliócorriendoconlabayetachorreandoenlamano.—Oh,Marilla,Marilla,digaotravezesasbenditaspalabras.—Creoque condecirlas una vez es suficiente.Es asunto deMatthewy yome

lavolasmanos.Sicogesunapulmoníapordormirenunacamaextrañaoporsalirdeunsalóncalurosoenmediodelanoche,nomeculpes;culpaaMatthew.AnaShirley,estás dejando caer agua grasienta sobre el piso. Nunca he visto una niña másdescuidada.

—Oh,séquesoyunamolestiaterribleparausted,Marilla—dijoAna,arrepentida—.Cometomuchoserrores.Peropiensesóloenlasmuchasequivocacionesquenohago,aunquepodría.Buscaréunpocodearenayfregarélasmanchasantesdeiralaescuela.Oh,Marilla,micorazónestápendientedeesefestival.Nuncafuianinguno,ycuandolaschicashablandefestivalesenelcolegio,mesientotanfueradelugar…Usted no sabe cómo me siento, pero ya ha visto que Matthew sí. Matthew mecomprende,yestanbonitosercomprendida,Marilla.

Anaestabademasiadoexcitadaaquellamañanacomoparaestarasualturaconsuslecciones.GilbertBlythelasobrepasóenortografíayladejófueradeladoenloscálculosmentales. La consecuente humillación deAna, sin embargo, podría habersidomayor,puesestabaabstraídaporlaideadelfestivalydelcuartodehuéspedes.Dianayellahablaronsincesardelomismodurantetodoeldía;dehabertenidounmaestromásestrictoqueelseñorPhillips,hubieranrecibidounaseriareprimenda.

Ana sintió que de no haber sido por el festival, no hubiera podido resistir suderrota,puesesedíasólosehablabadeaquélenelcolegio.ElClubdelDebatedeAvonlea,quecelebrabareunionesquincenalesdurantetodoelinvierno,habíatenidoalgunaspequeñas tertulias sin importancia; pero éste iba a serunasuntodemuchatrascendencia.Laentradacostabadiezcentavos,abeneficiodelabiblioteca.Lagentejoven de Avonlea había estado ensayando durante varias semanas, y todos losescolares tenían especial interés en él, ya que tomaban parte sus hermanos yhermanas. Todos los alumnos de más de nueve años esperaban ir, excepto CarrieSloane,cuyopadrecompartíalaopinióndeMarillares-;pectoalaconcurrenciadelosniñosa festivalesnocturnos.CarrieSloane lloródetrásdesu librodegramáticatodalatarde,sintiendoquelavidanovalíalapenadeservivida.

La verdadera excitación de Ana comenzó a la salida de la escuela, y fueincrementándosehasta alcanzar en el festival su esta! '-¡ do álgido.Tuvieronun té«perfectamenteelegante»;yluegollegó-;ladeliciosatareadevestirseenelpequeñocuartodeDianaenelpisosuperior.DianapeinóelflequillodeAnaalnuevoestilo«pom*\padour»,yAnaatóloslazosdeDianaconsupeculiardestreza.•probaronporlomenosmediadocenadepeinadosdiferentes.

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Porfinestuvieronlistas,susmejillasrojasysusojosbrillantesporlaexcitación.Enverdad,Ananopudoevitarsentiralgodeangustiacuandocomparósusimple

boina negra y su abrigo casero de tela gris uniforme y mangas apretadas, con elvistosogorrodepieldeDianaysuelegantechaquetilla.Perorecordóatiempoqueteníaimaginaciónypodíahacerusodeella.

Los primos de Diana llegaron de Newbridge y todos juntos se amontonarondentrodeungrantrineoentrepajasymantasadornadasconpieles.Anadisfrutódelviajehaciaelsalón,deslizándoseporloscaminossuavescomoelrasoconlanieveondulándosebajolospatines.EraunatardecermagníficoylasnevadascolinasyelaguaazuloscurodelgolfoSt.Lawrenceparecíanrecortarsecontraelesplendorcomouninmensovasoperlayzafirollenodevinoyfuego.Devezencuandollegabauntintineardecascabelesyrisasdistantesqueparecíansersímbolodelaalegríadelosduendesdelbosque.

—Oh,Diana—suspiróAnaapretandolaenguantadamanodelaniñapordebajodelamantadepiel—,¿noestodoestocomounhermososueño?¿Realmenteparezcolamismadesiempre?Mesientotandiferentequecreoquetienequereflejársemeenlaapariencia.

—Estásguapísima—dijoDiana,quienhabiendorecibidounpiropodeunodesusprimos,secreíaenlaobligacióndepasarlo—.Tienesuncolordelomáshermoso.

Elprograma,aquellanoche, fueunaseriede«estremecimientos»,por lomenosparaunadelasespectadoras,y,segúnAnaaseguróaDiana,cadaestremecimientoeramayor que el que lo precediera. Cuando Prissy Andrews, ataviada con una blusanuevadesedarosa,luciendouncollardeperlasalrededordesutersoyblancocuelloyconclavelesdoblesenelcabello(corríaelrumordequeelmaestrohabíaidohastalaciudadparatraérselos),«subiólaresbaladizaescalera,oscura,sinunrayodeluz»,Anatemblóconexuberantesimpatía;cuandoelcorocantó«Másalládelasgentilesmargaritas», Ana miró fijamente al cielo como si allí hubiera habido pintadosángeles.CuandoSamSloaneprocedióaexplicare ilustrar«CómoSockerypreparóuna gallina», Ana rió antes de que también lo hicieran las personas que estabansentadascercadeella,másporsimpatíahacialaniñaqueporloquelesdivertíaunaselecciónqueresultabaviejainclusoparaAvonlea;ycuandoelseñorPhillipsrecitólaoracióndeMarcoAntonio sobre el cadáverdeCésar en los tonosmáspatéticos(mirandoaPrissyAndrewsalterminarcadafrase),Anasintióquepodríaamotinarseconsóloencontrarunciudadanoromanoquellevaraladelantera.

Sólohubounnúmeroenelprogramaquenoleinteresó.CuandoGilbertBlytherecitó«BingenenelRin»AnacogióellibrodeRhodaMurrayyestuvoleyendohastaque elmuchacho terminó y tomó asiento,muy estirado e inmóvil,mientrasDianaaplaudíahastaquelasmanosleescocieron.

Eran lasoncecuandoregresaron,saciadasdediversión,peroanticipandoelaún

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mayorplacerdeconversarsobre lopasado.Todosparecíandormiry lacasaestabaoscuraysilenciosa.AnayDianaentrarondepuntillasalasala,unahabitaciónlargayangostaquedabaalcuartodehuéspedes.Estabaagradablementecaldeadayapenasiluminadaporlaschispasdelfuegodelhogar.

—Desnudémonosaquí—dijoDiana—;estátantempladoyestanlindo…—¿Noha sido una nochemaravillosa?—suspiróAna—.Debe sermaravilloso

subir al escenario y recitar. ¿Crees que alguna vez nos pedirán que lo hagamos,Diana?

—Porsupuesto,algúndía.Siemprequierenquerecitenlosalumnosmásgrandes.GilbertBlythe lohaceamenudoyes sólodosañosmayorquenosotras.Oh,Ana,¿cómopretendíasnoescucharle?Cuandollegóalafrase

Otraha,nounahermana

temiródirectamente.—Diana—dijoAna con dignidad—, eresmi amiga del alma, pero ni aun a ti

puedopermitirtequemehablesdeesapersona.¿Estáslistaparaacostarte?Echemosunacarrerahastalacama.

La sugerencia atrajo a Diana. Las dos pequeñas y blancas figuras cruzaroncorriendolahabitación,pasaronlapuertadelcuartodehuéspedesyselanzaronsobreellechoalmismotiempo.Yentoncesalgosemoviódebajodeellas,seoyóunsonidoentrecortadoyungrito,yalguiendijoconapagadoacento:

—¡Diosmisericordioso!Ana yDiana nunca pudieron explicarse cómo saltaron del lecho y salieron del

cuarto. Sólo sabían que después de una frenética carrera se hallaron subiendo laescaleradepuntillas,muertasdefrío.

—¡Oh!¿Quiénera?¿Quéeraeso?—murmuróAnacastañeteandolosdientesdefríoymiedo.

—Era tía Josephine —dijo Diana ahogándose de risa—. Oh, Ana, era tíaJosephine, aunque no sé cómo ha llegado hasta allí. Oh, sé que estará furiosa. Esterrible,realmenteterrible,pero¿hasvistoalgunavezalgotangracioso,Ana?

—¿QuiénestutíaJosephine?—Es tía de papá y vive en Charlottetown. Es horriblemente vieja, debe tener

comosetentaaños,ycreoquenuncahasidojoven.Esperábamossuvisita,peronotan pronto. Es muy estirada y decorosa, y protestará hasta cansarse por esto; laconozcobien.Bueno,tendremosquedormirconMinnieMay,ynoteimaginascómopatea.

A la mañana siguiente, la señorita Josephine Barry no apareció a la hora deldesayuno.LaseñoraBarrysonrióamablementealasdosniñas.

—¿Habéispasadobienlanoche?Tratédemantenermedespiertaparadecirosque

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habíallegadotíaJosephineyqueteníaisquedormirarriba,peroestabatancansadaquemequedédormida.Esperoquenohayáismolestadoatutía,Diana.

Dianaguardóundiscretosilencio,peroAnayellacambiaronfurtivassonrisasatravésdelamesa.AnaregresóasucasainmediatamentedespuésdeldesayunoydeesamaneranosupodelalborotoquesehabíaarmadoencasadelosBarryhastaquefueacasadelaseñoraLyndeallevarunmensajedeMarilla.

—DemodoqueDianaytúcasimatáisdelsustoalapobreseñoritaBarry—dijolaseñoraLyndeseveramente,peroguiñandounojo—.LaseñoraBarryestuvoaquíhaceunrato.Realmenteestámuypreocupada.LaviejaseñoritaBarryestabadeunhumorterriblecuandoselevantóestamañana,yelhumordeJosephineBarrynoescosadebroma,teloaseguro.NoledirigirálapalabraaDiana.

—No fue culpa de Diana —dijo Ana, contrita—, sino mía. Yo sugerí quecorriéramosparaverquiénllegabaprimeroalacama.

—Losabía—dijolaseñoraLyndeconlaexaltaciónpropiadefquientodoacierta—.Sabíaqueesaideaerafrutodetucerebro.Bueno,haocasionadograncantidaddemolestias.LaseñoritafBarryvinoaquedarseunmes,perohadichoquenoquierepermanecerallíniundíamásyemprenderáelregresomañana,aunqueseadomingo.Sehubieraidohoydehaberencontradoquienlallevara.Habíaprometidopagaruntrimestrede las leccionesdemúsicadeDiana,peroahora estádecididaanohacernadaporunafdiablillacomoésa.Oh,supongoquehabránpasadounmalmomentoesta mañana. Los Barry deben estar afligidísimos. La señorita j Barry es rica yquierenmantenerseenbuenasrelacionesconella.Porsupuesto,estonomelodijolaseñoraBarry,perocomprendobastantebienlanaturalezahumanacomoparadarmecuenta.

—Soy una niña muy desgraciada—gimió Ana—. Soy una continua causa deproblemasytambiénseloscausoamismejoresamigos,gentesporlasquedaríalavida.¿Podríadecirmeelporqué,señoraLynde?

—Porque eres demasiado descuidada e impulsiva, chica, eso J es. Nunca tedetienes a pensar. Cualquier cosa que se te ocurre la dices o la llevas a cabo sinreflexionar.

—¡Pero si eso es lomejor!—protestóAna—. Si algo surge en lamente debedecirse.Siunosedetieneapensarlo, loechaa |perder.¿Nohasentidonuncaalgoasí,señoraLynde?

No, la señora Lynde nunca había sentido algo así. Sacudió la cabezasensatamente.

—Debesaprenderapensarunpoco,Ana,esoes.Elproverbioporelcualdebesregirtees«Miraantesdesaltar»;especialmentedentrodeunacamadeuncuartodehuéspedes.

La señora Lynde rió divertida por su ligera broma, pero Ana permaneció

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pensativa.Noveíanadagraciosoenunasituaciónqueasusojossepresentabamuyseria.Cuandodejóalaseñora,1Lynde,tomósucaminoatravésde«LaCuestadelHuerto».EncontróaDianaenlapuertadelacocina.

—TutíaJosephineestámuyenojada,¿noescierto?—murmuróAna.—Sí—respondió Diana algo tiesamente, dirigiendo una aprensiva mirada por

encimadesuhombrohacialapuertacerradadelaestancia—.Estabatemblandoderabia,Ana.Oh,cómorezongaba.Dijoqueyoeralaniñamásmaleducadaquehabíavistoyquemispadresdebíanestarmuyavergonzadosporhabermecriadoasí.Dicequenoquierequedarse.Amínomeimporta.Peroapapáyamamá,sí.

—¿Porquénolesdijistequefueculpamía?—preguntóAna.—No soy una acusica, ¿no es cierto? —dijo Diana con desdén—. No soy

chismosa,AnaShirley,yademássoytanculpablecomotú.—Bueno,iréadecírseloyomisma—expresóAnacondeterminación.—¡AnaShirley,noloharás!¡Tecomeráviva!—Nomeasustesmásdeloqueestoy—imploróAna—.Preferiríametermeenla

bocadeunlobo.Perotengoquehacerlo,Diana.Fueculpamíaytengoqueconfesar.Afortunadamentetengomuchaprácticaenhacerconfesiones.

—Bueno, está en ese cuarto —dijo Diana—. Puedes ir si quieres. Yo no meatrevería,ynocreoqueconsigasnadabueno.

Conestealiento,Anafueaenfrentaralleónensuguarida;esdecir,seencaminóresueltamentehacia la estanciaygolpeódébilmente.Uncortante«adelante» fue larespuesta.

La señorita Josephine Barry, delgada, peripuesta y rígida, estaba tejiendofuriosamente junto al fuego, con su trenza completamente revuelta y los ojosparpadeándoledetrásdesuslentesribeteadosdeoro.Sevolvióensusilla,esperandoveraDiana,ydescubrióunapálidaniñacuyosgrandesojosreflejabanunamezcladedesesperadovalorytemblorosoterror.

—¿Quiénerestú?—preguntólaseñoritaJosephineBarrysinceremonias.—Soy Ana, la de «Tejas Verdes» —dijo la pequeña y temblorosa visitante,

juntandolasmanosconsugestocaracterístico—,ytengoqueconfesar,siustedmelopermite.

—¿Confesarqué?—Que fue culpamía el que nos tiráramos sobre usted anoche.Yo lo sugerí; a

Diana nunca se le hubiera ocurrido una cosa así. Estoy segura. Diana es muyeducada,señoritaBarry.Demaneraqueveacuaninjustoesculparlaaella.

—¿Ah, sí?Decualquiermodo,Diana tambiénsaltó. ¡Quémododeportarseenunacasarespetable!

—Sólolohicimosporjugar—insistióAna—.Creoquedebeustedperdonarnos,señorita Barry, ahora que nos hemos disculpado. Y de cualquier modo, por favor,

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disculpeaDianaypermítaletomarsusleccionesdemúsica.Dianatieneelcorazónpuestoenellas,señoritaBarry,yyosémuybienloquesignificaponerelcorazónenuna cosa y no conseguirla. Si debe enfadarse con alguien, que sea conmigo. Depequeñaestabatanacostumbradaaqueseenfadaranconmigo,quepuedosoportarlomuchomejorqueDiana.

El parpadeo de los ojos de la anciana señorita había sido reemplazado por unguiñodedivertidointerés.Peroaundijoseveramente:

—Creo que eso del juego no es excusa. Las niñas nunca se entregaban a esosjuegoscuandoyoeraniña.Túnosabesloquesignificaserdespertadadeunsueñoprofundo,despuésdeunalargayarduajornada,pordosniñasquesaltanencima.

—Nolosé,peropuedoimaginármelo—dijoAnaansiosamente—.Estoyseguradequetienequehabersidoterrible.Perotambiénlofueparanosotras.¿Tieneustedimaginación, señorita Barry? Si la tiene, póngase en nuestro lugar. Nosotras nosabíamosquehubieraalguienenesacamayustedcasinoshizomorirdelsusto.Loquesentimosfuesimplementeespantoso.Ytampocopudimosdormirenelcuartodehuéspedes a pesar de que nos lo habían prometido. Supongo que usted estaráacostumbradaadormirencuartosdehuéspedes.Peroimagínesecómosesentiríasifueraunapobrehuérfanaquenuncahubieratenidoesehonor.

Paraeseentonceshabíadesaparecidotododisimulo.LaseñoritaBarryserióconganas. Un sonido que hizo que Diana, quien aguardaba silenciosa y ansiosamentefueradelacocina,suspiraraaliviada.

—Temoquemiimaginaciónestáalgooxidada;hacetantotiempoquenolauso…—dijo—.Meatreveríaadecirque tupartederazónesde tantopesocomolamía.Tododependedelcristalconquesemire.Siéntateaquíyháblamedeti.

—Temonopoderhacerlo—dijoAna firmemente—.Megustaría, porqueustedpareceunadamamuyinteresante,yhastapodríaserustedunalmagemela,aunqueno tienemucho aspecto de serlo. Pero esmi deber regresar a casa con la señoritaMarillaCuthbert.La señoritaMarillaCuthbert esuna señoramuybuenaque sehahechocargodemíparaeducarme.Haceloquepuede,peroesunatareamuyardua.No debe usted culparla porque yo saltara sobre la cama. Pero antes de irme megustaríaquemedijera si perdonará aDianay si va aquedarse enAvonlea todoeltiempoquehabíapensado.

—Pienso que quizá lo haré, si tú vienes a visitarme y a conversar conmigo amenudo—dijolaseñoritaBarry.

AquellanochelaseñoritaBarryledioaDianaunapulseradeplataeinformóalosmayoresdelacasaquehabíadesempacadosubaúl.

—He cambiado de idea y me quedo para conocer mejor a esa tal Ana—dijofrancamente—.Medivierte.Yamiedad,unapersonaquemediviertaesunarareza.

ElúnicocomentariodeMarillacuandoseenteró,fue:

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—Losospechaba.La señorita Barry se quedó más de un mes. Era una huésped mucho más

agradable quede costumbre, puesAna lamantenía de buenhumor.Llegaron a sergrandesamigas.

Cuandopartió,dijo:—Recuerda,Ana, cuandovayasa la ciudaddebesvisitarme,y te alojaréenmi

mejorcuartodehuéspedes.—LaseñoritaBarryesunalmagemela,despuésdetodo—confióAnaaMarilla

—.Nopareceserloalmirarla,peroasíes.UnonopuedeverloenseguidacomoenelcasodeMatthew,peroconeltiemposellegaadescubrirlo.Losespíritusgemelosnoescaseantantocomoyocreía.Esfantásticodescubrirtodolopehayenelmundo.

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CAPÍTULOVEINTE

Unabuenaimaginaciónseequivoca

Laprimaverahabíallegadounavezmása«TejasVerdes»:lahermosa,caprichosaytardíaprimavera canadiense, cruzando lentamente abril ymayoenuna sucesióndedías dulces, frescos, con rosados atardeceres y milagros de resurrección ycrecimiento. Los arces del Sendero de los Amantes estaban florecidos de rojo yrizadoshelechosseagolpabanalrededorde laBurbujade laDríada.En loseriales,traslafincadeSilasSloane,crecíanlasfloresdemayo,estrellasblancasyrosasconhojasdecolorcastaño.Todosloscolegialespasaronunadoradatardejuntándolasyregresaron a casa a la luz del claro crepúsculo con los cestos llenos de perfumadacarga.

—Compadezcotantoalagentequeviveenhogaresdondenohayflores—dijoAna—.Diana dice que quizá tienen cosasmejores, pero no creo que pueda habernada superior, ¿no es así, Marilla? Diana dice que si no saben cómo son, no lasecharándemenos.Peroyopiensoqueesoes lomás tristede todo.Meparecequesería trágico,Marilla,no sabercómoson las floresyno echarlas demenos. ¿Sabeusted qué pienso que son las flores de mayo? Pues las almas de las flores quemurieronelveranopasa*do,yqueéseessucielo.Hoytuvimosundíaespléndido,Marilla.Almorzamosjuntoaungranpozo;unlugarmuyromántico.CharlieSloanedesafió a ArtyGillis a que saltara, y éste lo hizo para no rehuir el reto. Nadie lorehuiría en el colegio.Quedamuybien aceptar desafíos.El señorPhillips le dio aPrissyAndrews todas las floresque recogióy leoídecirqueeran«floresparaunaflor». Sé que lo sacó de un libro, pero demuestra que tiene algo de imaginación.Tambiénamímeofrecieronalgunasflores,perolasrechacéenfadada.Nolepuedodecir el nombre de quién las ofreció, porque he prometido que nunca cruce mislabios.Hicimosguirnaldasdefloresylaspusimosennuestrossombreros,ycuandollegóelmomentoderegresar,marchamosenprocesiónporelcamino,dedosendos,connuestros, ramosyguirnaldas,cantando«Mihogaren lamontaña».Oh, fue tanbonito,Marilla.TodoslosparientesdelseñorSloanesalieronavernos,ylosquesecruzaban con nosotros en el camino se detenían a contemplarnos. Causamosverdaderasensación.

—¡No es de extrañar! ¡Haciendo semejantes disparates!—fue la respuesta deMarilla.

Después de las flores demayo llegaron las violetas y cubrieron elValle de lasVioletas.Ana lo atravesócaminodel colegioconpaso reverenteyojos extasiados,comosipisarasuelosagrado.

—Por alguna razón—dijo aDiana—, cuando cruzo por allí, nome importa si

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Gil… si alguien me supera en clase o no. Pero cuando estoy en el colegio, todocambiaymepreocupocomosiempre.HayunmontóndeAnasdistintasdentrodemí.Algunasvecespiensoqueésaeslarazóndequeyoseaunapersonatancargante.Sifuera siempre una sola Ana, sería mucho más cómodo, pero también muchísimomenosinteresante.

Una tarde de junio, cuando los manzanos estaban otra vez en flor, cuando lasranascantabanenlospantanosdelasmárgenesdelLagodelasAguasRefulgentesyelaireestaballenodelperfumedeloscamposdetrébolesybalsámicosbosquesdeabetos, Ana se hallaba sentada junto a la ventana de su habitación. Había estadoestudiando,perosehizodemasiadooscuroparaverellibro,demaneraquecayóenun ensueño,mirandomás allá de laReina de lasNieves, una vezmás cubierta deflores.

Lapequeñahabitaciónapenashabíacambiado.Lasparedesestabantanblancas,el alfiletero tan duro y las sillas tan adornadas como siempre. Y sin embargo, elcarácterdelahabitaciónsíhabíacambiado.Estaballenadeunanuevapersonalidad,queparecíaocuparlaindependientementedeloslibros,vestidosylazosdecolegialayhastadeljarrónazulllenodefloresdemanzano.Eracomositodoslossueñosdesuocupantehubieran tomado formavisible, aunque inmaterial, yhubieran tapizado ladesnudahabitaciónconespléndidosytransparentestejidosdearcoirisyluzdeluna.Deimproviso,MarillaentróenérgicamenteconalgunosdelantalesescolaresdeAnareciénplanchados.Loscolocóenunasillaysesentóconunsuspiro.Aquella tardehabíapadecidounodesusdoloresdecabeza,yaunqueeldolorhabíadesaparecido,sesentíadébily«aplastada».Analamiróconojoscompasivos.

—Leaseguroquedesearíatenereldolordecabezaporusted,Marilla.Lohubierallevadoalegrementeporsucausa.

—Creo que hiciste tu parte al dedicarte a trabajar, dejándome en paz —dijoMarilla—. Parece que lo has hecho bastante bien y no cometiste errores como decostumbre. Claro que no era necesario almidonar los pañuelos de Matthew. Y lamayoría de la gente, cuando pone un pastel a calentar en el horno lo saca y se locome,enlugardedejarloquesehagacenizas.Pero,evidentemente,ésanoparecesertumaneradeser.

LosdoloresdecabezasiempreponíansarcásticaaMarilla.—Oh, losientomucho.Nohevueltoapensarenelpastelhastaestemomento.

Sin embargo, sentí instintivamente que en lamesa del almuerzo faltaba algo. Estamañana, cuando se fue, estaba firmemente resuelta a no imaginar nada, sino aconcentrarmipensamientoenloshechos.Mecondujebastantebienhastaquemetíelpastel, y entoncesme acometió una irresistible tentación de imaginar que era unaprincesaencantadaencerradaenuna torre,conuncaballeroqueveníaarescatarmemontado en un caballo negro. Por esome olvidé del pastel.No sabía que hubiera

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almidonadolospañuelos.Todoel tiempomientrasplanchabaestuveimaginandounnombreparaunaislaquehemosdescubiertoenelarroyoDianayyo.Esunlugardelomásarrebatador,Marilla.Haydosarcesenellayelarroyolarodea.Porfinpenséque sería espléndido llamarla isla Victoria, porque la encontramos el día delcumpleaños de la reina. Diana y yo somos muy leales a la soberana. Pero sientomucholodelpastelylospañuelos.Queríaquefueraundíamuybuenoporqueesunaniversario.¿Recuerdaloqueocurrióhaceunaño,Marilla?

—No,nopuedopensarennadaespecial.—Oh,Marilla,fueeldíaquelleguéa«TejasVerdes».Jamásloolvidaré.Fueun

puntocrucialenmivida.Claroqueaustedno leparecerá tan importante.Haceunaño que estoy aquí y he sido muy feliz. Desde luego, he tenido mis dificultades.¿Lamentaustedhabersequedadoconmigo,Marilla?

—No,nopuedodecirquelolamente—dijoMarilla,quealgunasvecespensabacómo había podido vivir antes de que Ana llegara a «Tejas Verdes»—; no, no lolamento.Sihas terminadodeestudiar,Ana,quisieraque fuerasacasade laseñoraBarryapedirlequeteprestaraelpatróndelosdelantales.

—Oh,está…estádemasiadooscuro.—¿Demasiado oscuro? Pero si acaba de ponerse el sol. Muchasveces has ido

despuésdeanochecido.—Iréporlamañanatemprano—dijoAnaansiosamente—.Melevantaréalsalir

elsolycorreréallí,Marilla.—¿Qué te traes entre manos, Ana Shirley? Quiero el patrón para cortarte un

nuevodelantalestanoche.Vedeinmediatoypórtatebien.—Entonces, tendré que ir por el camino—dijoAna cogiendo su sombrero de

malagana.—¡Irporelcaminoygastarmediahora!¡Megustaríasaberquétepasa!—Marilla,nopuedoirporelBosqueEmbrujado—gritóAna,desesperada.Marillalacontemplóasombrada.—¡ElBosqueEmbrujado!¿Estásloca?¿Quéeseso?—Eselbosquedeabetosquehayjuntoalarroyo—dijoAnaconunsuspiro.—Tonterías.Nohaybosqueembrujadoenningunaparte.¿Quiéntehadichoesas

cosas?—Nadie—confesóAna—.Diana y yo hemos imaginado que el bosque estaba

embrujado. Todos los nombres de los alrededores son tan… tan vulgares. Hemospensado eso para nuestra propia diversión. Empezamos en abril. ¡Un bosqueembrujadoes tan romántico,Marilla!Elegimoselbosquedeabetosporqueesmuyoscuro. Hemos imaginado las cosas más horripilantes. Hay una dama blanca quecamina por el arroyo a esta hora de la tarde, que mueve los brazos y da gritoshorribles.Aparececuandoestáapuntodemoriralgúnfamiliar.Yelrincónquehayal

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ladodeIdlewildestáembrujadoporelfantasmadeunacriaturaasesinada;sedeslizapordetrásyleponesusheladosdeditossobrelamano,así.Oh,Marilla,sólopensarenellomehaceestremecer.Yhayunhombresincabezaquecaminaporelsenderoytambiénesqueletosquebrillanentrelasramas.Oh,Marilla,pornadadelmundoiríaalBosqueEmbrujado.Estoyseguradequesaldríanmanosdedetrásdelosárbolesymeapresarían.

—Losfantasmasnoexisten,Ana.—Sí—gritó ansiosamente la niña—. Sé de gentes que los han visto. Charlie

Sloanedicequesuabuelavioasuabueloarrearlasvacasunanoche,cuandohacíaunañoqueestabaenterrado.Ustedsabeque laabueladeCharlieSloanenoesdadaacontar cuentos. Es una mujer muy religiosa. Y el padre de la señora Thomas fueperseguidounanocheporunaovejadefuegoconlacabezacortadaycolgándoledelapiel.Dijoquesabíaqueeraelespíritudesuhermanoquelepreveníaquemoriríaalosnuevedías.Nofueasí,peromurióalosdosaños,demaneraqueustedvequefuecierto.YRubyGillisdice…

—Ana Shirley—interrumpióMarilla con firmeza—. No quiero volverte a oírhablardeesascosas.Hetenidomisdudasrespectoaesaimaginacióntuya;ynovoyaaceptartalescosas.VasairacasadelosBarry,cruzandoelbosque,paraquetesirvadeavisoylección.Yquenuncavuelvaaoírtehablardebosquesembrujados.

Ana lloróy rogócuantopudo,pues su terror era real.Su imaginación sehabíadesbocado,convirtiendoalbosquecilloenunatrampamortaldespuésdelacaídadelsol. Pero Marilla era inconmovible. Acompañó a la temblorosa descubridora defantasmas hasta el arroyo y le ordenó que cruzara el puente y penetrara en losdominiosdelasdamasaullantesydeloshombressincabeza.

—¡Oh,Marilla! ¿Cómopuede ser tan cruel?—sollozóAna—. ¿Qué sentiría siunacosablancaseapoderarademíymellevara?

—Quiero correr el riesgo —contestó de mala gana Marilla—. Te curaré deimaginarfantasmas.Ahora,ve.

Anamarchó.Esdecir,cruzóatropezoneselpuenteyseinternótemblandoeneloscuro sendero. Ana jamás olvidó aquel paseo. Se arrepintió amargamente de lalicencia que diera a su imaginación. Los trasgos de su fantasía bailaban en cadasombraextendiendosusmanosfríasydescarnadas,paracogeralaaterrorizadaniñaqueledieravida.Untrozoblancodecortezaqueelvientolevantólehizodetenerelcorazón. El sonido de dos ramas que se rozaban la hizo sudar. El ruido de losmurciélagossobresucabezaeracomolasalasdeinfernalescriaturas.Cuandollegóal campodeWilliamBell corrió como si la persiguiera un ejército de fantasmasyllegóalapuertadelacocinadelosBarrytanagitadaquecasinopudopedirelpatrónde los delantales. Diana no estaba en casa, de manera que no tuvo excusa paraquedarse.Habíaqueafrontar elhorribleviajede regreso.Ana lohizocon losojos

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cerrados,prefiriendoelriesgoderomperselacabezacontraunaramaaverunacosablanca.Cuandollegódandotumbosalpuentedetroncos, lanzóunlargosuspirodealivio.

—Bueno,¿tecogióalgunacosa?—dijoMarilla.—Oh,Mar…Marilla—tartamudeóAna—.Me contentaré c-con c-ccosas v-v-

ulgaresdeahoraena-a-adelante.

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CAPÍTULOVEINTIUNO

Unnuevoestilodecondimentar

—OhDios,«todosonencuentrosydespedidasenestemundo»,comodicelaseñoraLynde—exclamóAna quejumbrosamente, dejando su pizarra y sus libros sobre lamesade lacocinaenelúltimodíade junioyenjugándose losojosconunpañueloempapado—.¿Nohasidounasuertequellevaraunpañuelodemáshoyalaescuela,Marilla?Teníaelpresentimientodequeibaanecesitarlo.

—Nunca creí que quisieras tanto al señor Phillips como para necesitar dospañuelosparaenjugartuslágrimasporqueseva—dijoMarilla.

—Nocreoquelloraraporqueloquisieramucho—reflexionóAna—;lloréporquelosdemástambiénlohacían.EmpezóRubyGillis.RubysiemprehadichoqueodiabaalseñorPhillips,peroencuantoésteselevantóparadecirsudiscursodedespedida,rompióallorar.Entoncessiguierontodaslasdemásniñas,unatrasotra.Yotratédeaguantarme,Marilla.Tratéde recordarcuandoel señorPhillipsmehizosentarconGil…conunmuchacho,cuandoescribiómalminombreenlapizarra,cuandodecíaque yo era la mayor tonta que había visto para la geometría, cómo se reía demiortografía y todas las veces que se habíamostrado ofensivo y sarcástico; pero poralguna razón no pude contenerme, Marilla, y tuve que llorar como todas. JaneAndrewshacíaunmesquerepetíalocontentaqueibaaestarcuandosefueraelseñorPhillipsydeclaróquenoderramaríaunasolalágrima.Bueno,sepusopeorquetodasnosotras y tuvo que pedirle prestado un pañuelo a su hermano (por supuesto, losmuchachosnolloraron),yaqueellanohabíatraídomásqueuno.¡Oh,Marilla,fuetandesgarrador!ElseñorPhillipscomenzósudiscursodedespedidadeunmodomuyhermoso.«Hallegadoelmomentodesepararnos»;fuemuyconmovedor.Ytambiénélteníalosojosllenosdelágrimas.Oh,mesentímortalmentetristeyarrepentidaportodaslasvecesquehabíahabladoenclaseyhechocaricaturassuyasenmipizarrayme había burlado de él y de Prissy. Puedo asegurarle que hubiera querido ser unaalumnamodelocomoMinnieAndrews.Ella no tuvonadadequearrepentirse.Lasniñas lloraron durante todo el camino hasta sus casas. Carne Sloane continuórepitiendo «Ha llegado el momento de separarnos», y eso nos hacía empezar denuevocadavezquecorríamoselpeligrodelevantarelánimo.Mesentímortalmentetriste,Marilla. Pero una no puede sentirse sepultada del todo en los abismos de ladesesperación teniendo por delante dos meses de vacaciones, ¿no es cierto? Yademás, nos encontramos con el nuevo ministro y su esposa, que venían de laestación.ApesardeestartantristeporlapartidadelseñorPhillipsnopodíadejardeinteresarme un poquito por el nuevo ministro, ¿no le parece? Su esposa es muybonita. No regiamente hermosa, por supuesto; no podría ser, supongo, que un

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ministrotuvieraunaesposaregiamentehermosa,puespodríaresultarunmalejemplo.LaseñoraLyndedicequelaesposadelpastordeNewbridgedamalejemploporquevistemuyalamoda.Laesposadenuestronuevoministroestabavestidademuselinaazul, con encantadoras mangas abullonadas y llevaba un sombrero adornado conrosas.JaneAndrewsdiceque lepareceque lasmangasabullonadassondemasiadomundanaspara la esposadeunministro, peroyono compartí unaobservación tanpoco benevolente porque sémuy bien lo que es suspirar pormangas abullonadas.Además,hacepocotiempoqueeslaesposadeunpastor,demaneraqueselepuedenhaceralgunasconcesiones,¿noleparece?VanaalojarseconlaseñoraLyndehastaqueestélistalarectoría.

Sialgunaotra razónmovióaMarillaavisitaraquellanochea laseñoraLynde,ademásdeladedevolverlosbastidoresquetomaraprestadoselinviernoanterior,fuesin duda una debilidad compartida por la mayoría de los vecinos de Avonlea. LaseñoraLynderecibióaquellanocheinfinidaddecosasquehabíaprestado,muchasdelas cuales ni soñara en volver a ver.Un nuevo pastor y,más aún, uno casado, eramotivo de curiosidadmás que suficiente para un pueblo donde lo sensacional eraescasoyespaciadoeneltiempo.

ElancianoseñorBentley, elministroaquienAnahallara faltode imaginación,habíasidopastordeAvonleadurantedieciochoaños.Eraviudocuandollegóyviudopermaneció,apesardequelamaledicencialecasabaregularmenteoraconésta,oracon ésa o aquélla, durante cada año de suministerio. En el mes de febrero habíarenunciadoa sucargo,partiendoentre el sentimientodelpueblo,muchosdecuyoscomponentessentíanunafectonacidodel largocontactoconelancianoministro,apesar de su fracaso como orador. Desde entonces, la iglesia de Avonlea habíadisfrutadodeunaespeciededisipaciónreligiosa,alescucharlosmuchosyvariadoscandidatos que vinieron a predicar a prueba domingo tras domingo. Éstos sesosteníanocaíananteeljuiciodelospadresymadresdeIsrael;perociertachiquillapequeñadecabellos rojos,quesesentabahumildementeenunrincóndelbancodelosCuthbert,tambiénteníasusopinionesrespectoaellosylasdiscutíaampliamenteconMatthew,puesMarillasiempredeclinabaporprincipiodiscutirloquedijeranlosministros.

—NomeparecequeelseñorSmithhubieraservido,Matthew—fueelresumenfinaldeAna—.La señoraLyndediceque sudiscurso fuepobre; pero creoque sudefectopeoreraelmismoqueeldelseñorBentley:noteníaimaginación.YelseñorTerryteníademasiada;ladejabaremontarseexcesivamente,igualqueyoenelcasodelBosqueEmbrujado.Además, la señoraLyndedice que su teología no eramuysegura. El señor Gresham era un hombre muy bueno y muy religioso, pero decíademasiadoschistesyhacíareíralagenteenlaiglesia;erapocodigno,yunministrodebe serlo, ¿no le parece, Matthew? Yo pensé que el señor Marshall era

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decididamente atractivo, pero la señora Lynde dice que no está casado, ni auncomprometido, losabeporquehizo investigacionesespecialesal respecto,yagregaque no se podría tener un ministro soltero en Avonlea, pues podría casarse conalguiendelacongregaciónyhabertrastornosporello.LaseñoraLyndeesunamujerprevisora,¿noescierto,Matthew?MegustaquehayanllamadoalseñorAlian.Meagradó porque su sermón fue interesante y porque rezaba como si lo sintiera y nosimplemente como si lo hiciera por costumbre. La señora Lynde dice que no esperfecto, pero dice también que no podemos esperar un ministro perfecto porsetecientoscincuentadólaresalañoyque,de todasmaneras,su teologíaessegura,porqueleinterrogócuidadosamenteentodoslospuntosdoctrinales.Además,conocealafamiliadesumujerqueesmuyrespetable;todaslasmujeressonbuenasamasdecasa.LaseñoraLyndedicequeunabuenadoctrinaenelhombreyunbuencuidadodelhogarenlamujersonunacombinaciónidealparalafamiliadeunministro.

Elnuevoministroysuesposaeranunaparejajoven,deaspectofeliz,todavíaenlunademielyembargadosdehermosoentusiasmoporlatareadesuvida.Avonlealesabrióelcorazóndesdeelcomienzo.Viejosyjóvenesapreciaronalfrancoyalegrejovendealtos idealesya labrillanteygentildamaqueasumieraelgobiernode larectoría.AnaquisodetodocorazónalaseñoraAlian.Habíadescubiertootroespíritugemelo.

—LaseñoraAlianes laamabilidadpersonificada—anuncióundomingopor latarde—. Se ha hecho cargo de nuestra clase y es una maestra extraordinaria. Alcomienzodijo que no le parecía bien que lamaestra hiciera todas las preguntas, yustedbiensabe,Marilla,queesoesloquesiemprehepensado.Dijoquepodríamoshacerle cuantas preguntas quisiéramos, y yo le hicemuchas. Soymuy buena parahacerlas,Marilla.

—Tecreo—respondióMarillaenfáticamente.—Nadiemáspreguntó,exceptoRubyGillis,yloquedijofuequesihabríauna

excursióndelaescueladominicalenverano.Nomeparecequefueralapreguntamáscorrecta,porquenoteníacontactoalgunoconlalección,quesereferíaaDanielenelfosodelosleones,perolaseñoraAliansonrióydijoqueleparecíaquesí.LaseñoraAliantieneunahermosasonrisa;selehacenunoshoyuelosexquisitosenlasmejillas.Megustaríatenerhoyuelosenlasmejillas,Marilla.Noestoynilamitaddedelgadadeloqueestabacuandolleguéaquí,perotodavíanotengohoyuelos.Silostuviera,quizápudierainfluirparabienenlagente.LaseñoraAliandicequedebemostratarde influir siempreen lagenteparabien.Habló tanbiende todo.Nuncasupeantesque la religión fuera tan alegre.Siempre pensé que era una especie demelancolía,peroladelaseñoraAliannoloes,yamímegustaríasercristianasilofueracomoellaynocomoelseñorBell.

—HacesmuymalenhablarasídelseñorBell—dijoMarillaseveramente—.Es

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unbuenhombre.—Desdeluegoqueesbueno—asintióAna—,peronoparececonseguirnadacon

ello. Si yo fuera buena, cantaría y bailaría durante todo el día para celebrarlo.SupongoquelaseñoraAlianesdemasiadomayorparacantarybailar,ydesdeluegoque eso no seríamuy digno en la esposa de un pastor. Pero puedo sentir que estácontentade ser cristianaydeque lo sería igualmente aunqueno fuera al cieloporello.

—SupongoqueprontopodremosinvitaralseñorAlianyasuesposaatomarelté—dijoMarillareflexivamente—.Hanestadoentodaspartesmenosaquí.Veamos.Elpróximomiércolesseráunbuendía.PeronodigasunapalabraaMatthew,puessiseenteradequevienen,encontraráunaexcusaparanotomarlo.SeacostumbrótantoalseñorBentleyquenoledabaimportancia,perolevaacostaracostumbrarsealnuevoministro,ylaesposadeéstelevaaasustarterriblemente.

—Guardaré el secreto como una tumba—aseguró Ana—. Pero, Marilla, ¿medejaráhacerunpastelparalaocasión?MegustaríahaceralgoparalaseñoraAlianycreoqueyapuedohacerunbuenpastel.

—Loharás.Ellunesymarteshubograndespreparativosen«TejasVerdes».Teneralministro

ysuesposacomo invitadoseraalgo importante,yMarillaestabadeterminadaanoquedareclipsadaporningunadelasamasdecasadeAvonlea.Anaestabaexcitada.Conversó al respecto conDiana la tarde anterior, a la luz del crepúsculo, sentadasambasenlasrocasrojasde laBurbujade laDríada,mientrashacíanarcoirisenelaguaconramitasembebidasenbálsamodeabeto.

—Todoestálistoexceptomipastel,Diana.Loharéporlamañana,yporlatarde,antes del té,Marilla preparará los bizcochos. Te aseguro,Diana, queMarilla y yohemostenidodosdíasmuyocupados.Esunaresponsabilidadtangrandeinvitaralafamiliadeunpastoratomarelté.Nuncahabíapasadoantesporunaexperienciaasí.Deberíasvernuestradespensa.Esunavisióndignadecontemplarse.Tenemospolloengelatinaylenguafría.Dosclasesdegelatina,rojayamarilla,cremabatidaytartadelimónydecerezas;tresclasesdebollitosytortadefrutas;lasfamosasconfiturasdeMarillaybizcochosypannuevoyviejo,encasodequeelministroseadispépticoynopuedacomerpannuevo.LaseñoraLyndedicequelamayoríadelosministrossondispépticos,peronocreoqueelseñorAlianhayasidoministrosuficientetiempocomoparaserlo.Medanescalofríoscuandopiensoenmipastel.¡Temoquenosalgabien!Anochesoñéquemeperseguíaunduendeconcabezadepastel.

—Todo saldrá bien, no te preocupes—aseguróDiana, que era una amigamuyreconfortante—.TeaseguroqueeltrozodepastelquecomimosenIdlewildhacedossemanasestabamuybueno.

—Sí,pero las tortas tienenla terriblecostumbredevolversemalasexactamente

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cuandomássenecesitaqueesténbuenas—suspiróAna,haciendoflotarunarama—.Sin embargo, supongo que tendré que encomendarme a la Providencia y tenercuidadoalecharlaharina.¡Mira,Diana,unarcoirisperfecto!¿Creesqueladríadasaldrácuandonosvayamosparautilizarlodepañuelo?

—Sabesquelasdríadasnoexisten.—LamadredeDianahabíadescubiertolodelBosqueEmbrujadoysehabíaenfadado.Comoresultado,Dianasehabíaabstenidodefuturosexcesosimaginativosynoconsiderabaprudentecultivarsucredulidadniconcosastaninnocuascomolasdríadas.

—Pero es tan fácil imaginar que las hay —dijo Ana—.Cada noche, antes deacostarme,miropor laventanaypienso si realmente ladríada estará sentada aquí,peinandosusrizosconelarroyoporespejo.Algunasveces,buscosuspisadasenelrocíodelamañana.¡Oh,Diana,noabandonestufeenladríada!

Llegó el miércoles. Ana se levantó al amanecer porque se hallaba demasiadoexcitada para dormir. Había cogido un catarro por andar por el arroyo la nocheanterior, pero nada excepto una neumonía podría reducir su interés por la cocinaaquellamañana. Después del desayuno, se puso a hacer el pastel. Cuando por fincerrólapuertadelhorno,lanzóunlargosuspiro.

—Estavezestoy seguradenohaberolvidadonada,Marilla. ¿Creeque subirá?Supongaquelalevaduranoesbuena.Uséladelalatanueva.LaseñoraLyndedicequehoydíaunonuncaestásegurodeobtenerbuenalevadura,ahoraquetodoestátanadulterado.Dice tambiénqueelgobiernodebería tomarcartasenelasunto,porquenunca llega el día en que un gobierno tory haga algo.Marilla, ¿qué haremos si elpastelnosube?

—Haymuchas cosas para comer—fue lamanera desapasionada deMarilla decontemplarelasunto.

Elpastelsubió,sinembargo,ysaliódelhornotanligerocomounaesponja.Ana,roja de placer, le puso la capa de jalea y vio en su imaginación a la señoraAliancomiéndolayprobablementepidiendootraporción.

—Pondrá el mejor juego de té, desde luego, Marilla —dijo Ana—. ¿Puedoadornarlamesaconhelechosyrosassilvestres?

—Meparecequeesuna tontería—respondióMarilla—.Enmiopinión, loquecuentaeslacomidaynoesainútildecoración.

—LaseñoraBarryteníadecoradasumesa—dijoAna,quenoestabaprivadadeltododelainteligenciadelaserpiente—,yelministrolehizouncumplidoporello.Dijoqueeratantounafiestaparalosojoscomoparaelpaladar.

—Bueno,puedeshacerloquequieras—dijoMarilla,determinandoquenoseríasobrepasadaniporlaseñoraBarryniporningunaotra—.Tencuidadodedejarsitiosuficienteparalosplatosylacomida.

Anasepusoadecorar lamesadeunaformaquehabríadedejarmuyatrása la

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señoraBarry.Conunexcelentesentidoartísticoyabundanciadehelechosyrosas,lamesaquedótanbonitaqueelministroysuesposaexpresaronacorosuexcelencia.

—HasidocosadeAna—dijoMarillahaciendo justicia,y laniña sintióque laaprobadorasonrisadelaseñoraAlianerademasiadafelicidadparaestemundo.

Matthewestabaallí,medioengañadocomosóloDiosyAnasabían.Habíacaídoenunestadotaldetimidezynervios,queMarillaledejó,desesperada,peroAnaseocupó de él con tanto éxito que ahora se hallaba sentado con susmejores ropas ycuelloblanco,hablandoconnopocointerésconelministro.NoledirigiólapalabraalaseñoraAlian,peroesohubierasidomuchopedir.

Todo fue perfectamente hasta que le tocó el turno al pastel deAna. La señoraAlian, que se había servido una cantidad enorme de todo lo demás, declinó. PeroMarilla,viendoladesilusiónenlacaradeAna,dijosonriendo:

—Debe usted servirse un trozo, señora Alian. Ana la hizo especialmente parausted.

—Enesecaso,loprobaré—dijolaseñoraAlian,tomandountrozo,aligualquesumaridoyMarilla.

Laesposadelministro tomóunbocadoyunaexpresiónmuypeculiar cruzó sucara;sinembargo,nodijounasolapalabra,sinoquelacomiólentamente.Marillaviolaexpresiónyseapresuróaprobarlo.

—¡AnaShirley!—exclamó—.¿Quéesloquehaspuestoalpastel?—Nadamásqueloquedecíalareceta,Marilla—gritóAna—.¿Noestábueno?—¿Bueno?Essimplementehorrible.SeñoraAlian,notratedecomerlo.Pruébalo,

Ana.¿Quélehaspuesto?—Vainilla—dijoAna,conlacaraescarlataporlamortificación—.Nadamásque

vainilla.Oh,Marilla,debehabersidolalevadura.Sospechoquelalev…—¡Nopuedeser!Tráemelabotelladevainillaqueempleaste.Anavolóaladespensayvolvióconunapequeñabotellaparcialmentellenadeun

líquidoparduscoyconunaetiquetaamarilla:«Vainillasuperior».Marillalotomó,lequitóeltapónyloolió.—Portodoslossantos,Ana,hascondimentadoelpastelconlinimento.Rompíla

botellalasemanapasadaypuseloqueque-enunabotellavacíadevainilla.Supongoquetengopartedelaculpa,debíhaberteavisado.¿Perocómoesquenolooliste?

Anasedisolvióenlágrimasantesuterribledesgracia.—No podía; ¡tenía un resfriado tan terrible! —dijo y echó a correr hasta su

habitación, donde se tiró sobre la cama y lloró no alguien que se niega a serreconfortado.

Depronto,sonaronligerospasosenlaescalerayalguienpenetróenlahabitación.—Oh, Marilla —sollozó Ana sin mirar—. Estoy en desgracia para siempre.

Nunca podré sobrevivir a esto. Se sabrá; las cosas siempre se saben en Avonlea.

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Diana me preguntará cómo salió el pastel y tendré que decirle la verdad. Seréseñalada siempre como la niña que condimentó un pastel con linimento.Gil… losmuchachos del colegio nunca acabarán de reír.Oh,Marilla, si tiene una chispa decaridadcristiana,nomedigaquetengoquebajarafregardespuésdeesto.Loharécuandosehayanretiradoelministroysuesposa,peronopuedovolveramiraralacaraalaseñoraAlian.Quizápiensequetratédeenvenenarla.LaseñoraLyndedicequeconoceunahuérfanaque tratódeenvenenarasubenefactora.Peroel linimentonoesvenenoso.Espara consumohumano, aunqueno enpasteles. ¿Se lodirá a laseñoraAlian,Marilla?

—¿Quéteparecesiselodicestúmisma?—dijounavozalegre.Ana se levantó para encontrar a la señora Alian de pie junto a ! su cama,

contemplándolaconojossonrientes.—Mi querida chiquilla, no debes llorar así —dijo, realmente turbada por la

trágicacaradeAna—.Esundivertidoerrorquecualquierapuedecometer.—Oh, no,me duelemucho haberlo cometido—dijoAna tristemente—, quería

queelpastelestuvierabuenísimo.—Lo sé, querida. Y te aseguro que aprecio tu bondad y sensatez igual que si

hubiera resultado excelente. Bueno, ahora no debes llorar más. Debes bajar aenseñarme el jardín. La señorita Cuthbert me dijo que tienes una parcela propia.Quisieraverla;porquemeinteresanmucholasflores.

Ana se dejó llevar, reflexionando que era realmente providencial que la señoraAlianfueraunespíritugemelo.Nadamássedijodelpasteldelinimento,ycuandosefueronloshuéspedes,Anasediocuentadequehabíadisfrutadomásdeesatardédeloquefueradadoesperar,considerandoelterribleincidente.Apesardetodo,suspiróprofundamente.

—Marilla, ¿no es hermoso pensar que mañana es un nuevo día, todavía sinerrores?

—Te puedo garantizar que cometerás bastantes—respondió Marilla—. Nuncaparecesterminar,Ana.

—Sí,ybienquelosé—admitiótristementelaniña—.Peronosésihabránotadounacosabuenaenmí:nuncacometodosveceselmismoerror.

—Nosédequétesirve,sisiempredescubreserroresnuevos.—¿Peronolove,Marilla?Debehaberunlímiteenloserroresquepuedehacer

una persona y cuando llegue al final, habré acabado con ellos. Es un pensamientomuyreconfortante.

—Bueno,serámejorquelelleveselpastelaloscerdos—dijoMarilla—.Nolopuedecomerningúnserhumano,nisiquieraJerryBoute.

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CAPÍTULOVEINTIDÓS

Anaesinvitadaatomarelté

—¿Porquévienesconlosojosfueradelasórbitas?—preguntóMarillacuandoAnaentrócorriendodesdelaoficinadecorreos—.¿Hasdescubiertootraalmagemela?

La excitación envolvía a Ana como una vestidura, brillando en sus ojos,resaltando en cada rasgo. Había venido bailando por el sendero, como un duendellevadoporlosvientos,atravésdelasuaveluzylasperezosassombrasdelatardedeagosto.

—No,Marilla,¿noseimaginaquées?¡Estoyinvitadaatomareltémañanaenlarectoría!LaseñoraAlianmedejó lacartaenlaoficinadecorreos.Mírela,Marilla,«Sita.Ana Shirley», «TejasVerdes». Es la primera vez queme llaman «señorita».¡Mehadadounestremecimiento!Laguardaréentremistesorosmáspreciados.

—La señoraAlianme dijo que tenía intención de invitar por turno a todos losmiembros de su clase de la Escuela Dominical —dijo Marilla, considerandofríamente el maravilloso acontecimiento—. No necesitas excitarte tanto por ello.Debesaprenderatomarlascosasconcalma,muchacha.

Pretender queAna tomara las cosas con calma hubiera sido querer cambiar sunaturaleza.Era«todafuegoyespírituyrocío»,ylosplaceresydoloresdelavidalellegaban con triple intensidad. Marilla lo notaba y se sentía vagamente molesta,comprendiendo que los altibajos de la vida serían mal resistidos por esa almaimpulsiva, sin comprender que una capacidad igualmente grande para el deleitepodríacompensarlotodo.Porlotanto,Marillaconcibiócomoundeberenseñaralaniña una tranquila uniformidad de espíritu, tan imposible y extraña para ella comopara un danzarín rayo del sol en un remanso del arroyo. Pero no hacía muchosprogresos, como admitía con tristeza. La destrucción de alguna esperanza o planhundíaaAnaen«abismosdedesesperación».Sucumplimientolaexaltabaalreinodeldeleite.Marillacasiempezabaadesesperardellegaralgunavezaacomodaresteduende a su propiomodelo de niña de recatadasmaneras y remilgado aspecto.NitampocohubieracreídoqueenrealidadlegustabaAnamuchomástalcomoera.

LaniñaseacostóaquellanochemudadedolorporqueMatthewhabíadichoqueel viento giraba al nordeste y temía que lloviera al día siguiente.El susurro de lashojasdelosálamosalrededordelacasalapreocupaba,puessonabacomolasgotasde lluvia, y el bajo y lejano ruido del golfo, que escuchara deleitada otras veces,gozando de un ritmo extraño, sonoro, cautivador, parecía ahora una profecía detormentaydesastreparaunadoncellitaquedeseabaparticularmenteunbuendía.Anapensóquenuncallegaríalamañana.

Perotodopasa,hastalasnochesanterioresaldíaenqueunoestáinvitadoatomar

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eltéenlarectoría.Lamañanafuehermosa,apesardelasprediccionesdeMatthew,yelánimodeAnallegóalasalturas.

—Oh,Marilla,hayalgohoyenmíquemehacequerer a todos losqueveo—exclamómientras lavaba la vajilla del desayuno—. ¡No sabe usted cuánbuenamesiento!¿Noseríahermosoqueestodurarasiempre?Creoqueseríaunaniñamodelosimeinvitaranatomareltétodoslosdías.Pero,oh,Marilla,tambiénesunaocasiónsolemne.¡Estoytannerviosa!¿Quéocurrirásinomeportocomodebo?Ustedsabequenuncahetomadoeltéenunarectoríaynoestoyseguradesabertodaslasreglasde urbanidad, aunque he estado estudiando las que ha publicado la sección deurbanidaddelHeraldodelasfamiliasdesdeque lleguéaquí.Tengo tantomiedodehacer alguna tontería, o de olvidar algo que deba hacer… ¿Será correcto volver aservirsealgoquesedeseamucho?

—Lo difícil contigo,Ana, es que piensas demasiado en ti. Debes pensar en laseñoraAlianyenquéserálomásagradableparaella—dijoMarilla,acertandoporunavezensuvidaconunconsejosensato.Analocomprendióalinstante.

—Tienerazón,Marilla.Tratarédenopensarenmí.Anarealizósuvisitasinningunainfracciónalasreglasdeurbanidad,puesvolvió

acasaalcrepúsculo,bajounhermosocielosalpicadopornubesrosayazafrán,enunbeatíficoestadodeánimoylecontótodo,feliz,aMarilla,sentadaenlaescaleradelacocina,mientrasapoyabasucansadacabecitaenlafaldadesuprotectora.

Unvientofrescollegabadeloscamposcosechadosdesdelasfaldasdelascolmasdelospinaresysilbabaporentrelosálamos.Sobreelmanzanarbrillabaunaestrellay las luciérnagas danzaban sobre el Sendero de los Amantes, cruzando entre lasramas inquietas. Ana las observaba mientras hablaba y tenía la sensación de queviento,luciérnagasyestrellasformabanuntodohermosoydulce.

—Oh,Marilla,hepasadounosmomentosfascinantes.Sientoquenohevividoenvano,yloseguirésintiendoaunquejamásmevuelvanainvitaratomareltéenunarectoría. Cuando llegué allí, la señora Alian me recibió en la puerta. Llevaba unhermosísimovestidodeorgandírosapálido,conmuchosvolantesymangashastaelcodo,conelqueparecíaunserafín.Estoypensandoquemegustaríaserlaesposadeunpastorcuandocrezca,Marilla.Unpastornoharáhincapiéenmiscabellos rojosporque no pensará mucho en cosas terrenales. Pero entonces uno debe sernaturalmentebuenoyyonuncapodréserlo,demaneraquedenadavalepensarenello.Algunasgentessonnaturalmentebuenasyotrasno,sabeusted.Yosoyunadelas otras. La señora Lynde dice que estoy llena del pecado original. No importacuánto trate de ser buena, nunca podré tener éxito en ello como aquellos que sonnaturalmentebuenos.Esoseparecemuchoalageometría.Pero¿noleparecequeelintentarlo debería tener algún valor? La señora Alian es una de esas gentesnaturalmentebuenas.Laquieroapasionadamente.Ustedsabequehayciertasgentes,

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comoMatthewy la señoraAlian, a lasque sequierede inmediato.Y tambiénhayotras, como la señoraLynde, con lasquehayque realizarunesfuerzomuygrandepara quererlas. Uno sabe que debe quererlas porque son muy sabias y trabajanactivamente en la iglesia, pero es necesario estar recordándoselo constantemente,puesdelocontrarioseolvida.Habíaotraniñatomandoelté,delColegioDominicalde White Sands. Se llama Lauretta Bradley y es una niña muy guapa. No eraexactamente un espíritu gemelo, sabe usted, pero a pesar de eso, es muy guapa.Tuvimos un té elegante y creo que guardé bastante bien las reglas de urbanidad.Después del té, la señoraAlian tocó el piano y cantó y nos hizo cantar también aLaurettayamí.LaseñoraAliandicequetengobuenavozyquedebocantarenelcorode laEscuelaDominical.Nopuede imaginarsecómomeestremezcoconsólopensarlo.Hedeseadomuchocantarenesecoro,comoDiana,perotemíaquefueraunhonoralcualnopodíaaspirar.LaurettatuvoqueretirarsetempranoporquehoyhayungranfestivalenelhoteldeWhiteSandsysuhermanarecitaallí.Laurettadicequelosestadounidensesdelhotelcelebranunocadaquincedíasparaayudadelhospitalde Charlottetown y piden a mucha gente de White Sands que recite. Yo lacontemplabareverentemente.Despuésquesefue,laseñoraAlianyyotuvimosunaconversación de corazón a corazón. Le conté todo sobre la señora Thomas y losmellizos,KatieMauriceyVioleta,mivenidaa«TejasVerdes»ymispreocupacionesporlageometría.¿Quierecreerlo,Marilla?LaseñoraAlianmedijoqueellatambiéneraterribleengeometría.Noseimaginaustedcuántovalormehadadosaberlo.LaseñoraLyndellegóalarectoríapocoantesdequemefuera¿ysabequédijo?Quelossíndicoshan contratadounanuevamaestra.Sunombre esMurielStacy.La señoraLynde dice que nunca hubo una maestra en Avonlea. Pero a mí me parecemaravillosoqueasíseaynosécómovoyapodervivirestassemanasquefaltanparacomenzarlasclases,tanimpacienteestoyporverla.

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CAPÍTULOVEINTITRÉS

Anasufreporunacuestióndehonor

Un mes después del episodio del pastel con linimento, era tiempo de que Anacometierapequeñoserrores,nuevasequivocacionestalescomoponerdistraídamenteunacaceroladelechedesnatadadentrodeunacestadeovillosdehiloenladespensaenvezdeenelcubodeloscerdos;ycaminarinocentementesobreelbordedellargopuenteabstraídaensussueños.

Dianadiounafiestaunasemanadespuésdeltéenlarectoría.—Ungrupopequeñoyselecto—leaseguróAnaaMarilla—.Sólolasniñasdenuestraclase.Lopasaronmuybien,ynoocurriónadaenojosohastadespuésdelté,cuandose

encontraroneneljardíndelosBarry,unpococansadasdetodossusjuegosyprontasa cualquier travesura que se presentara. Repentinamente ésta tomó forma en el«desafío».

El«desafío»eraun juegomuydemodaentre lachiquilleríadeAvonlea.Habíacomenzadoentrelosmuchachosyprontoseextendióhastalasniñas;lastonteríasquesucedieron aquel verano enAvonlea porque los actores se «desafiaron» a hacerlaspodríanllenarunlibro.

Paracomenzar,CarneSloaneretóaRubyGillisaquesubieraaunaciertaalturaenelinmensosaucedelfrente,loqueRubyGillis,aunqueconunmiedohorribleporlosgordosyverdesgusanosquesedecía infestabanelárboly teniendopresente loquediríasumadresirompíasuvestidonuevodemuselina,cumplióágilmenteparaderrotadelayanombradaCarneSloane.LuegoJosiePyedesafióaJaneAndrewsaque recorriera el jardín a la pata coja. Jane trató alegremente de hacerlo, pero sedetuvoenlaterceraesquinaytuvoquedeclararsevencida.

EltriunfodeJosiePyefuemásaclamadodeloquepermitíaelbuengusto.AnaShirley la desafió a que caminara a lo largo de la parte superior de la valla quelimitaba el jardín por el este. Ahora bien, «caminar» por el borde de una cercarequieremásdestrezayestabilidaddelasqueleparecíannecesariasaquiennuncaloha intentado. Pero Josie Pye, si bien le faltaban otras cualidades que hubierancontribuido a hacerla popular, tenía, por lo menos, una facilidad natural e innata,debidamentecultivada,paracaminarsobrevallas.JosiecaminósobrelavalladelosBarryconunairedeindiferenciaqueparecíasignificarqueunacositaasínomerecíaserun«desafío».Suhazañafuerecibidaconrenuenteadmiración;lamayoríadelasniñaspodíanapreciarladadoslosinconvenientesquesufrieranalintentarlahazaña.JosiedescendiósonrojadaporlasatisfacciónydirigióaAnaunadesafiantemirada.

Anasacudiósustrenzasrojas.

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—Nocreoqueseaalgotanmaravillosoelcaminarporunapequeñavallabaja—dijo—.Yo conocía una niña enMarysville que podía caminar por la cresta de untejado.

—No lo creo—dijo Josie llanamente—.No creo que nadie pueda hacerlo. Almenos,túnopuedes.

—¿Quenopuedo?—gritóAnatemerariamente.—Entonces te reto a que lo hagas—dijo Josie desafiante—. Te desafío a que

subasaltechodelacocinadelseñorBarryyaqueandesporlacrestadeltejado.Anapalideció,perohabíaunsolocaminoquetomar.Sedirigióhacialacasayvio

una escalera apoyada contra el techo de la cocina. Todas sus compañeras de claseexclamaron:«¡Oh!»,enparteexcitadas,enparteasustadas.

—No lo hagas, Ana—imploró Diana—. Puedes caer y morirte. Qué importaJosiePye.Noesjustodesafiaraalguienahaceralgotanpeligroso.

—Debohacerlo.Estáen juegomihonor—dijoAnasolemnemente—.Loharé,Diana,opereceréenelintento.Simuero,quédateconmianillodeperla.

Anasubióporlaescaleraenmediodeunprofundosilencioycomenzóacaminarporlacrestaconlaplenaconcienciadequesehallabamuyaltasobreelmundoydequelaimaginaciónnoresultadegranayudaparacaminarporuntejado.Noobstante,selasarreglóparadarunoscuantospasosantesdequesobrevinieralacatástrofe.Setambaleó,perdióelequilibrio,tropezó,vaciló,resbalóporeltejadoycayóatravésdelasenredaderas,todoantesdequeelespantadocírculoquesehallabadebajodejaraescaparunsimultáneoyaterrorizadochillido.SiAnasehubieracaídoporelmismoladoporelqueascendiera,probablementeDianahubieraheredadoelanillodeperlaenaquelmismoinstante.Afortunadamentecayóporelotrolado,dondeeltejadoseextendíabajandosobreelporchehastatancercadelsueloqueunacaídaallíresultabamucho menos peligrosa. Sin embargo, cuando Diana y las demás niñas llegaroncorriendoalotroladodelacasa(conexcepcióndeRubyGillis,quesequedócomopegada al suelo gritando histéricamente), hallaron a Ana yaciendo pálida ymediodesmayadaentrelasruinasdelaenredadera.

—Ana, ¿tehasmatado?—gritóDiana cayendode rodillas junto a su amiga—.Oh,Ana,queridaAna,disólounapalabra;dimequenoestásmuerta.

Para inmenso alivio de todas y especialmente de Josie Pye, quien, a pesar decarecer de imaginación, se había visto asaltada por horribles visiones de un futurodondeselaseñalabacomolaniñaculpabledelatrágicaytempranamuertedeAnaShirley,Anaseincorporóycontestóentonovago:

—No,noestoymuerta,perocreoqueestoyinconsciente.—¿Dóndeteduele?—sollozóCarneSloane—,¿dónde,Ana?AntesdequeAnapudieraresponder,aparecióenescenalaseñoraBarry.Alverla,

Anatratódeponersedepie,perovolvióacaerconunpequeñogritodedolor.

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—¿Quésucede?¿Dóndetehaslastimado?—inquiriólaseñoraBarry.—Mitobillo—murmuróAna—.Oh,Diana,porfavor,buscaatupadreypídele

quemelleveacasa.Séquenopuedocaminaryestoyseguraquenopodríallegartanlejosalapatacoja,cuandoJanenopudodarlavueltaaljardín.

MarillaseencontrabaenlahuertarecogiendomanzanasdeveranocuandovioalseñorBarryquevenía cruzandoelpuentey subiendo la colina junto con la señoraBarry y toda una procesión de chiquillas arrastrándose detrás de él. En sus brazostraíaaAna,quellevabalacabezarecostadasobresuhombro.

En aquel momento Marilla tuvo una revelación. El repentino pánico que seapoderó de ella le reveló cuánto había llegado a significar para ellaAna.Hubieraadmitido que le gustaba,más aún, que le teníamucho afecto. Peromientras corríasupoqueesaniñaeraloquemásqueríaenelmundo.

—SeñorBarry,¿quélehasucedido?—murmurómáspálidaytemblorosadeloquenuncahabíaestadolareservadaysensataMarilla.

LamismaAnacontestóalzandolacabeza.—Noseasuste,Marilla.Estabacaminandoporeltejadoymecaí.Mepareceque

mehe torcidoel tobillo.Peromepodríahaber rotoelcuello,Marilla.Miremos lascosasporelladobueno.

—Tendríaquehabersabidoqueharíasalgoporelestilocuandotedejé iraesafiesta—dijoMarilla,bruscaycortanteenmediodesualivio—.Tráigalaaquí,señorBarry,yacuéstelaenelsillón.¡Diosmío,laniñasehadesmayado!

Era verdad. Vencida por el dolor, Ana vio cumplido otro de sus deseos: sedesmayó.

Matthew, a quien se mandó buscar rápidamente al campo de cultivo, fuedirectamenteabuscaralmédico,quienllegóasudebidotiempoparadescubrirqueelmaldeAnaeramásseriodeloquehabíansupuesto.Eltobilloestabaroto.

Aquella noche, cuandoMarilla subió a la buhardilla, donde yacía una niña derostromuyblanco,unaquejumbrosavozlellegódesdeellecho.

—¿Estámuyapenadapormí,Marilla?—Fue culpa tuya —dijo Marilla bajando la persiana nerviosamente y

encendiendounalámpara.—Precisamente por eso debería tenerme lástima —dijo Ana—, porque el

pensamientodequetodofueculpamíaeselquetornaelasuntotanduro.Sipudieraecharle la culpa a alguien me sentiría muchísimo mejor. Pero, ¿qué habría hechousted,Marilla,silahubierandesafiadoacaminarporuntejado?

—Quedarmeentierrafirmeydejarpasarelreto.¡Vayadisparate!—Perousted tiene fuerzadevoluntad,Marilla.Yono.Sólo sentí quenopodía

soportareldespreciodeJosiePye.Hubieraalardeadoantemítodalavida.Ypiensoqueyatengotantocastigo,quenonecesitaestarenfadadaconmigo,Marilla.Después

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de todo,desmayarseno tienenadade lindo.Yeldoctormehacíamuchísimodañocuandome arreglaba el tobillo. No podré salir durante seis o siete semanas ymeperderélanuevamaestra.Yanoseránuevacuandoyopuedairalaescuela.YGil…cualquierame aventajará en clase. Oh, estoymortalmente afligida. Pero trataré desoportarlotodovalerosamentesóloconqueustednoestéenfadadaconmigo,Marilla.

—Bueno,noestoyenfadada—dijoMarilla—.Eresunaniñaconmalasuerte,deesonohayduda;perocomo túdices, tendrásque sufrirpor ello.Yahora, tratadetomarunpocodesopa.

—¿No es una suerte que yo tenga una imaginación así? —dijo Ana—. Meayudará muchísimo. ¿Se imagina, Marilla, lo que hará la gente que no tieneimaginacióncuandoserompeunhueso?

Anatuvobuenasrazonesparabendecirsuimaginacióndurantelassietetediosassemanasquesiguieron.Peronodependiósolamentedeella.Recibiómuchasvisitas,y no pasaba un día sin que una omás de sus compañeras fueran a llevarle flores,libros,yacontarletodaslasnoticiasrelacionadasconlagentejovendeAvonlea.

—Todoshansidotanbuenosyamables,Marilla—suspiróAnaeldíaenqueporprimeravezpudocaminarcojeando—.Noesmuyagradableguardarcama;peroestotambiéntieneunladobueno,Marilla.Unovecuántosamigostiene.PorquehastaelseñorBellvinoaverme,yesrealmenteuncaballeromuydistinguido.Noesunalmagemela,porsupuesto,perocontodoloaprecioyestoyterriblementearrepentidadehabercriticadosusoraciones.Ahoracreoverdaderamentequelassiente,sóloquehaadquirido la costumbre de decirlas como si no. Podría vencer esta dificultad si sepreocuparaunpoquito.Leechéuna indirecta.Ledijecuántomeempeñabaenquemis oraciones privadas fueran interesantes. Me habló de la vez que se rompió eltobillosiendoniño.ParecetanextrañopensarqueelseñorBellhayasidoniñoalgunavez.Hastami imaginación tiene límites,porquenopuedo imaginarmeeso.Cuandotrato de hacerlo, lo veo con patillas grises y gafas, tal como está en la EscuelaDominical,sóloquepequeño.EncambioestanfácilimaginaralaseñoraAliancomouna niña. Ha venido a verme catorce veces. ¿No es como para estar orgullosa,Marilla?¡Laesposadeunministrotienetantoquehacer!Ytambiénesunapersonamuyalegreparahacerunavisita.Nuncadiceque la culpaesdeunomismoyqueesperaqueseaunaniñamásbuenadespuésde loocurrido.LaseñoraLyndeme lodijocadavezquevinoaverme;ydeunamaneraquemehizosentirqueesperabaqueyofueraunaniñabuena,peroquenocreía realmentequepodríaserlo.HastaJosiePyevinoaverme.Larecibí tanamablementecomopude,porquepiensoquesientemucho haberme desafiado a caminar por el tejado. Si me hubiera muerto, elremordimiento lahabríaperseguido toda lavida.Dianaha sidounaamiga fiel.Havenido todos los días a alegrarmi soledad. ¡Pero, oh, estarémuy contenta cuandopueda ir a la escuela, porque he oído cosas tan excitantes sobre la nuevamaestra!

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Todas laschicaspiensanqueesmuydulce.Dianadiceque tieneelcabellorubioyrizadoyunosojosfascinantes.Vistemaravillosamenteysusmangasabullonadassonmás grandes que las de cualquiera en Avonlea. Todos los viernes por la tarde dadeclamación,ytodostienenquedecirunapoesíaointervenireneldiálogo.¡Oh,essimplementegloriosopensarenello!JosiePyedicequeodialapoesíaperoessóloporqueJosietienemuypocaimaginación.DianayRubyGillisyJaneAndrewsestánpreparandoundiálogoparaelpróximoviernes,llamado«Unavisitaporlamañana».YlosviernesquenotienendeclamaciónlaseñoritaStacylasllevaalbosque,apasarun día de campo, y estudian los helechos, las flores y los pájaros. Y todas lasmañanas y las tardes hacen ejercicios físicos. La señora Lynde dice que nunca havistocosassemejantesyqueestopasaportenerunamaestra.PeroyocreoquedebeserespléndidoyquehallaréunalmagemelaenlaseñoritaStacy.

—Sihayalgobienclaro,Ana—dijoMarilla—,esquelacaídadeltejadodelosBarrynohaafectadoatulenguaenabsoluto.

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CAPÍTULOVEINTICUATRO

LaseñoritaStacysusalumnosorganizanunfestival

Eraotravezoctubre cuandoAnaestuvonuevamente en condicionesde regresar alcolegio;unoctubreglorioso, todorojoyoro,condulcesmañanasenquelosvallesestaban cubiertos por brumas delicadas, cual si el espíritu del otoño las hubierapuestoallíparaqueelsol tallaraamatistas,perlas,platayrosas.El rocíoera tanto,queloscamposparecíancubiertosporunmantodeplatayhabíaenormesmontonesde hojas muertas en las hondonadas, crujientes bajo los pies. El Camino de losAbeduleseraunamarillodoselyloshelechoslobordeaban,secosypardos.Elairetenía un gustillo que inspiraba los corazones de las damitas y las hacía correr,contentas,alcolegio.EratanagradableestarotravezenelpequeñopupitrejuntoaDiana,conRubyGillissaludandoconlacabezadesdeelotroladodelpasillo,CarneSloane mandando notas y Julia Bell enviando goma de mascar desde el pupitretrasero.Analanzóunlargosuspirodefelicidadaltiempoquesacabapuntaallápizyarreglabalasilustracionessobresupupitre.Lavidaeraporciertomuyinteresante.

Enlanuevamaestrahallóotraamigaservicialyverdadera.LaseñoritaStacyerauna mujer brillante y simpática que poseía el feliz don de ganarse y mantener elafecto de sus alumnos y de sacar a la luz lo mejor que había en ellos, mental ymoralmente.Anaseabriócomounaflorbajosumúltipleinfluenciayllevóacasa,aladmiradoMatthewyalacríticaMarilla,unbrillanteinformedesusprogresosenelcolegio.

—QuieroalaseñoritaStacycontodomicorazón,Marilla.¡Estanseñorayposeeuna voz tan dulce! Esta tarde tuvimos declamación. Me hubiera gustado queestuvieran allí para oírme recitar «María, reina deEscocia».Puse todami alma enello.RubyGillismedijo,mientrasregresábamos,quelaformaenquerecitéelverso:«Ahoraparamipadre,digoeladiósdemicorazónfemenino»,lehizohelarlasangre.

—Bueno,unodeestosdíasmelopuedesrecitarenelgranero—sugirióMatthew.—Desdeluegoquesí—dijoAnameditativamente—,peronopodréhacerlotan

bien,losé.Noserátanexcitantecomocuandosetieneatodoelcolegiopendientedelaspalabras.Séquenopodréhelarlelasangre.

—LaseñoraLyndedicequesusangreselehelóalveralosmuchachossubiralacopadeesosaltosárbolesenlacolinadeBell,buscandonidosdecuervoselviernespasado—dijoMarilla—.QuisierasabersilaseñoritaStacylesestimula.

—Es que necesitábamos un nido de cuervo para estudiar historia natural —explicóAna—.Éseeranuestrodíadecampo.Lastardesasísonespléndidas,Marilla.¡Y la señorita Stacy lo explica todo bien! Debemos escribir redacciones sobrenuestrosdíasdecampoyyosiempreescribolasmejores.

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—Esmuchavanidadde tuparte decirlo.Serámejor que lodejes a cargode lamaestra.

—Perosilodijo,Marilla.Yyonosoyvanidosaaldecirlo.¿Cómopuedoserlosisoy tanmala engeometría?Aunqueestoyempezandoa comprenderlaunpoco.LaseñoritaStacyhaceque seamuyclara.Sin embargo,nunca serébuena en esoy leaseguroqueéstaesunahumillantereflexión.Lasmásdelasveces,laseñoritaStacynosdejaelegirlostemas,peroestasemanadebemosescribirunaredacciónsobreunapersona distinguida. Es difícil elegir entre tanta gente interesante que ha existido.Debeserespléndidoserdistinguidoyqueescribanredaccionessobreunodespuésdemuerto.Oh,megustaría terriblementeserenfermerapara ircon laCruzRojaa loscamposdebatallacomomensajerode lapiedad.Eso, sinovoycomomisioneraalextranjero.Seríamuyromántico,perounodebesermuybuenoparasermisioneroyeso sería unperomuy grande. También hacemos gimnasia todos los días.Hace elcuerpográcilyfacilitaladigestión.

—Esoestáporverse—dijoMarilla,quehonestamentecreíaqueeraunatontería.Perotodoslosdíasdecampo,recitadosyejerciciosfísicospalidecieronanteun

proyecto que trajo la señorita Stacy en noviembre. Que los escolares de AvonleadebíanorganizarunfestivalparaeldíadeNochebuena,conellaudablefindeobtenerfondosparaunabanderaparalaescuela.Losalumnosseapuntaroninmediatamentealplanycomenzóenseguidalapreparacióndeunprograma;detodoslosejecutanteselectos,ningunoseexcitómásqueAnaShirley,queselanzóalatareaencuerpoyalma,trabadacomoestabaporladesaprobacióndeMarilla.Éstaloconsiderabacomounatonteríademarcamayor.

—Te está llenando la cabeza de tonterías y ocupando un tiempo que puedesdedicara las lecciones—gruñó—.Noaprueboque losniñosorganicenfestivalesycorrandeunladoaotroensayando.Estoloshaceengreídosyamigosdecallejear.

—Pero piense en el buen fin,Marilla—rogóAna—.Una bandera cultivará elespíritudepatriotismo.

—¡Tonterías!Haymuypocopatriotismoenvuestrospensamientos.Loúnicoquequeréisespasarunbuenrato.

—Bueno,¿noestábienesodecombinarpatriotismocondiversión?CantaremosseiscancionesacoroyDiana loharásola.Yoestoyendosdiálogos:«Lasociedadparalasupresióndelamaledicencia»y«LareinadelasHadas».Loschicostambiéninterpretaránundiálogo.Yyorecitarédospoemas,Marilla.Tiemblocuandopiensoen ello, pero es un temblor excitante. Y como final habrá un cuadro vivo: «Fe,EsperanzayCaridad».Diana,Rubyyyoestaremosallí,conblancasvestidurasyloscabellossueltos.YoserélaEsperanza,conlasmanoscogidasasíylosojoselevadosal cielo. Practicaré las declamaciones en la buhardilla. No se alarmen si me oyenlanzar quejidos.Debo quejarme terriblemente a una de ellas y es realmente difícil

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conseguir unquejido artístico. JosiePye estámalhumoradaporqueno consiguió elpersonajequequeríaeneldiálogo.Queríaserlareinadelashadas.Esohubierasidoridículo, pues ¿quién supo alguna vez de una reina de las hadas tan gorda comoJosie?Lasreinasdelashadasdebenserdelgadas.JaneAndrewsserálareina,yyouna de sus damas de honor. Josie dice que le parece que un hada pelirroja es tanridícula como una gorda, pero amí nome preocupa. Llevaré una corona de rosasblancasenloscabellosyRubyGillismeprestarásuszapatillasdebaileporqueyonotengo.Ustedsabequeesnecesarioquelashadasvayancalzadasasí.¿Seimaginaríausted un hada llevando botas? ¿Especialmente con tacos color cobre? Vamos adecorar el salón con flores y plantas. Y entraremos de a dos en fondo cuando elauditorio esté sentado, mientras EmmaWhite toca una marcha en el órgano. Oh,Marilla, sé que esto no la entusiasma tanto como a mí, ¿pero no espera que supequeñaAnasedistinga?

—Todo cuanto espero es que sepas comportarte. Estaré muy contenta cuandotodoese torbellinohaya terminadoy tepuedas tranquilizar.Enestosmomentosnosirvesparanada,conlacabezallenadediálogos,quejidosycuadrosvivos.Enloqueserefiereatulengua,esunamaravillaquenosetegaste.

Ana suspiró y se trasladó a la huerta, sobre la cual brillaba la luna creciente através de las desnudas ramas de los álamos, en un cielo verdemanzana, y dondeMatthewcortabaastillas.Anacabalgósobreuntroncoycomentóelconciertoconél,seguradeteneruninterlocutorapreciativoporlomenosestavez.

—Bueno,creoqueseráunconciertobastantebueno.Yesperoquehagasbientuparte —dijo éste sonriendo. Ana le devolvió la sonrisa. Eran grandes amigos yMatthewagradecíaamenudonotenernadaqueverconlacrianzadelaniña.ÉsaeratareaexclusivadeMarilla;dehabersidosuya,másdeunavezhubieranentradoenconflicto sus inclinaciones y su deber.Tal comoestaban las cosas, se hallaba librepara«echaraperder aAna», comodecíaMarilla, tantocomodeseara.Peronoeraunadisposicióntanmaladelascosas;unpoquitode«aprecio»devezencuandohacecasitantobiencomolamásconscientecrianzadelmundo.

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CAPÍTULOVEINTICINCO

Matthewinsisteenlasmangasabollonadas

Matthewestabaensumalcuartodehora.Había entrado en la cocina enunoscuro atardecer dediciembre, frío y gris, se

habíasentadosobreelbanquillodelrincónparasacarsesuspesadasbotas,indiferentealhechodequeAnayungrupodesuscompañerasestabanenlaestanciaensayando«La Reina de las Hadas». Repentinamente llegaron corriendo y charlandoalegremente.NovieronaMatthew,quienseechóatrástímidamente,refugiándoseenlas sombras con una bota en una mano y el sacabotas en la otra. Las observócautelosamente durante el cuarto de hora de que hablamos antes, que fue cuantotardaronenponersesusgorrosychaquetasyencomentarlacomediayelconcierto.Ana se encontraba entre ellas, con los ojos tan brillantes y tan animada como lasdemás;perodeprontonotóquehabíaalgoqueladiferenciabadesuscompañeras.YloquepreocupóaMatthewfuequeestadiferencialeimpresionabacomoalgoquenodebíaexistir.Ana teníael rostromásvivoy losojosmásdelicadosque lasdemás;hastaelsimpleypocoperspicazMatthewhabíaaprendidoanotaresascosas;peroladiferencia que le perturbaba no consistía en ninguno de estos aspectos. ¿En quéconsistía,entonces?

Matthew continuó con este interrogante mucho después de que las niñas sehubieranido,cogidasdelbrazo,porlaescarchadasenda,yAnasedieraasuslibros.No podía recurrir aMarilla, quien, con toda seguridad, bufaría desdeñosamente ydiríaquelaúnicadiferenciaentreAnaylasotrasniñaseraqueellasteníansiemprelalenguaquietayAnano.Esto,pensabaMatthew,noserviríaparamucho.

ParadisgustodeMarilla,habíarecurridoasupipaparaqueleayudaraaestudiarelasunto.Despuésdedoshorasdefumarlaydearduareflexión,Matthewllegóalasolucióndesuproblema.¡Ananoestabavestidacomosuscompañeras!

MáspensabaMatthewenel asunto,más seconvencíadequeAnanuncahabíaestado vestida como las demás niñas, nunca desde que había llegado a «TejasVerdes».Marillalavestíaconropassimplesyoscuras,hechastodasconelmismoeinvariablemodelo.SiMatthew sabíaquehabía algo llamadomoda en el vestir, nopodemosasegurarlo;peroestabacompletamentesegurodequelasmangasqueusabaAnanoerancomolasqueusaban lasotrasniñas.Recordabaalgrupodechiquillasque había visto aquella tarde junto a ella, todas con alegres ropas rojas, azules,rosadasyblancas,ysepreguntabaporquéMarillasiemprelateníavestidasencillaysobriamente.

Porsupuesto,estodebíaestarbien.MarillasabíamásyMarillalaestabacriando.Probablementehabíaalgúnmotivosensatoeinescrutable.Peroseguramentenohabía

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malalgunoendejarquelaniñatuvieraunvestidobonito,algunoparecidoalosquesiempre llevaba Diana Barry. Matthew decidió que le regalaría uno; eso no seríaconsideradocomounpasointempestivodesuparte.

Sólo faltaban quince días para Navidad. Un vestido nuevo seria un regaloperfecto.Matthew, con un suspiro de satisfacción, dejó su pipa y se fue a dormir,mientrasMarillaabríatodaslaspuertasparaairearlacasa.

A la tarde siguiente, Matthew se dirigió a Carmody para comprar el vestido,dispuestoaacabardeunavezconelasunto.Estabasegurodequenoseríatareafácil.

HabíaalgunascasasdondeMatthewpodíacomprarhaciendobuennegocio,perosabíaquealiracomprarunvestidodeniñaquedaríaamerceddelostenderos.

Despuésdemuchodudar,Matthewdecidió ira la tiendadeSamuelLawsonenvezdeladeWilliamBlair.

Enrealidad,losCuthbertsiemprecomprabanencasadeWilliamBlair;eraparaellos una especie de compromiso, como el de asistir a la iglesia y votar por losconservadores. Pero frecuentemente las dos hijas de William Blair atendían elnegocioyMatthewsentíaporellasunabsolutopavor.Podíadarsemañaparatratarcon ellas cuando sabía exactamente lo que deseaba y podía indicarlo, pero en unasuntocomoéste,querequeríaexplicaciónyconsulta,Matthewsentíanecesidaddeque hubiera un hombre detrás delmostrador.Demanera que iría a lo de Lawson,dondeSamuelosuhijoleatenderían.

Pero, ¡ay!, Matthew no sabía que Samuel, en la reciente ampliación de sunegocio,tambiénhabíatomadounaoficiala;erasobrinadesuesposayunajovencitaarrolladora,conunahermosacabellera,grandesyvivacesojoscastañosylasonrisamásampliaquehabíavisto.Estabavestidaconeleganciayusabavariaspulserasquecentelleaban, sonaban y tintineaban a cadamovimiento de susmanos.Matthew sellenódeconfusiónalencontrarlaallíylaspulserasleponíanlosnerviosdepunta.

—¿Enquépuedoservirle,señorCuthbert?—preguntólaseñoritaLucillaHarrisvivayafablemente,apoyandoambasmanosenelmostrador.

—¿Tienealgún…algún…algún…bueno,algúnrastrilloparajardín?—murmuróMatthew.

LaseñoritaHarrispareciósorprendida,yconrazón,alescucharqueunhombrepedíarastrillosparajardínenplenomesdediciembre.

—Creoquehayunoodosguardados,peroestánarribaenelcuartodelostrastos.Iréaver.

Durante la ausenciade la joven,Matthew reunió toda su energíaparahacer unnuevoesfuerzo.

CuandolaseñoritaHarrisregresóconelrastrilloypreguntóalegremente:«¿Algomásporhoy,señorCuthbert?»,Matthewreuniótodosuvaloryreplicó:

—Bueno, ya que usted lo sugiere, podía llevar… eso es… mirar algún…

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comprar…algunassimientes.La señorita Harris había oído llamar «extraño» al señor Cuthbert. En aquel

momentollegóalaconclusióndequeestabacompletamenteloco.—Sólo tenemos simientes en primavera—explicó altivamente—. No tenemos

nadaamanoahora.—Oh,cierto,cierto…tieneustedrazón—balbuceóelinfelizMatthewcogiendo

elrastrilloydirigiéndosehacialapuerta.Alllegaralumbralrecordóquenolohabíapagado y se volviómiserablemente.Mientras la señoritaHarris estaba contando lavuelta,reuniósusfuerzasparahacerunúltimoydesesperadointento.

—Bueno…sinoesmuchamolestia…quería…esoes…queríaver…unpocodeazúcar.

—¿Blancoomoreno?—inquiriólaseñoritaHarrispacientemente.—Oh…bueno…moreno—dijoMatthewdébilmente.—Allíhayunbarril—dijolaseñoritaHarrisaltiempoquesacudíasuspulseras

—.Eslaúnicaclasequetenemos.—Querría…querríaveintelibras—dijoMatthewconlafrentecubiertadesudor.Matthew había recorrido ya medio camino de vuelta antes que terminara de

recobrarse.Había sidounahorribleexperiencia,pero se lo teníabienmerecidoporcometer la herejía de ir a una tienda extraña. Cuando llegó a su casa escondió elrastrilloenelcobertizodelasherramientas,peroelazúcarselollevóaMarilla.

—¡Azúcar moreno! —exclamó Marilla—. ¿Cómo te dio por comprar tanto?Sabesquesólolousoparaelpotajedelpeónoparamitartanegradefrutas.Jerrysehaidoyyahacemuchoquehicelatarta.Decualquiermodonoesbuenazúcar,esgruesoyoscuro.WilliamBlairnotienegeneralmenteazúcarcomoéste.

—Yo… pensé que podía servir para algo —dijo Matthew saliéndose por latangente.

CuandoMatthewmeditó sobre el asunto, decidió que era necesaria unamujerpara solucionar la situación.Marilla quedaba fuera de la cuestión.Matthew estabaseguro de que ella le echaría un balde de agua fría a su proyecto. La única quequedabaera la señoraLynde; aningunaotramujerdeAvonlea sehubiera atrevidoMatthewapedir consejo.Porconsiguiente fueavera la señoraLynde,y labuenaseñorainmediatamentesehizocargodelasunto.

—¿Queelijaunvestidopara regalaraAna?Claroque loharé.VoyaCarmodymañana y me ocuparé de ello… ¿Ha pensado usted en algo en particular? ¿No?Bueno,entonceslocompraréamigusto.Creoqueunlindovestidomarrónlevendríamuy bien, y William Blair tiene una nueva tela mezcla de lana y seda que esrealmentebonita.Quizátambiénquiereustedqueyoselohaga,envistadequesiselohicieraMarilla,Anaprobablementelodescubriríaantesdetiempoyestropearíalasorpresa.Bueno, loharé.No, no esningún inconveniente.Megusta la costura.Lo

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haréconlasmedidasdemisobrina,JennyGillis,porqueellayAnasontanparecidascomodosguisantes,hablandofiguradamente.

—Bueno, leestoymuyagradecido—dijoMatthew—y…y…nosé…peromegustaría…meparecequelasmangasqueseusanahorasondiferentesdelasdeantes.Sinofueramuchopedir,megustaríaquefuerancomolasdeahora.

—¿Abullonadas? Por supuesto. No tiene que preocuparse más del asunto,Matthew.Haréelvestidoalaúltimamoda—dijolaseñoraLynde.CuandoMatthewsehuboidoagregóparasí—:Realmenteseríaunagransatisfacciónveraesapobreniña usar algo decente por una vez. La manera como la viste Marilla esdecididamenteridícula,esoes,yhesufridopordecírseloclaramenteunadocenadeveces, aunque he cerrado bien la boca, porque me doy cuenta de queMarilla noquiereconsejosycreequesabemásqueyodecriarniñossóloporqueesmásvieja.Laspersonasquehancriadoniñossabenquenohayunsolométodoqueconvengaatodoslosniños.Todoscreenquecriarlosestansencilloyfácilcomolaregladetres,perolascosashumanasnosearreglanconaritmética,yallíesdondeestáelerrordeMarillaCuthbert.SupongoqueestátratandodecultivarelespíritudelahumildadenAnaalvestirla como lohace;pero lomásprobableesque fomente la envidiayeldescontento.Estoyseguradequelaniñadebesentirladiferenciaentresusropasylasde las demás. ¡Pero pensar que Matthew se haya dado cuenta! Ese hombre hadespertadodespuésdedormirsesentaaños.

Durantelasiguientequincena,MarillasupoqueMatthewteníaalgoentremanos,peronopudoadivinardequésetratabahastalavísperadeNavidad,cuandolaseñoraLyndellevóelvestido.Marillasecomportóconindiferencia,aunquedesconfiódeladiplomáticaexplicacióndelaseñoraLyndedequeellahabíahechoelvestidoporqueMatthewtemíaqueAnalohallaraantesdetiemposiMarillatrabajabaenél.

—DemaneraqueesporesoporloqueMatthewparecíatanmisteriosoysonreíaparasíduranteestosquincedías,¿noeseso?—dijoalgotiesaperotolerantemente—.Sabía que andaba en alguna tontería. Bueno, debo decir que no creo que Ananecesitaramásvestidos.Esteotoñolehehechotresbuenos,abrigadosyútiles,ytodolodemásespuraextravagancia.Leaseguroquesóloenesasmangashaysuficientegénero comopara hacer un corpiño.Fomentarán la vanidaddeAna, que ya es tanpresumidacomounpavoreal.Bueno,esperoqueporfinestarásatisfecha,porqueséque ha ansiado esas tontasmangas desde que aparecieron, aunque nunca volvió adecirunapalabraalrespecto.Lasmangasabullonadascadavezsehacenmásgrandesymásridículas;ahorayasontangrandescomoglobos.Elañopróximoquienlasusetendráquepasarporlaspuertasdecostado.

EldíadeNavidadelmundoaparecióblanco.Diciembrehabíatranscurridomuyapacibley lagenteesperabaunaNavidadverde;pero lanocheanteriorhabíacaídonieve suficiente comopara transformar aAvonlea.Ana espió por la ventana de su

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cuartoconojosencantados.LospinosdelBosqueEmbrujadoaparecíanmaravillosos;los abedulesy cerezos silvestres estabanbosquejados enperlas; los arados camposparecíancubiertosdehoyuelos;yhabíaenelaireunondulantesonidoqueresultabaglorioso.Anacorrióescalerasabajocantandohastaquesuvozrepercutiópor«TejasVerdes».

—¡Feliz Navidad, Marilla! ¡Feliz Navidad, Matthew! ¿No es una Navidadmaravillosa?¡Estoytancontentadequeseablanca!CualquierotraclasedeNavidadnoparecereal,¿noescierto?NomegustanlasNavidadesverdes.Nosonverdes,sonsólopálidosmarronessuciosygrises.¿PorquélagentelasllamaráVerdes?Pero…pero…Matthew,¿esoesparamí?¡Oh,Matthew!

Matthew tímidamente había desenvuelto el vestido y lo sostenía con unadespreciativa mirada a Marilla, quien pretendía estar llenando la teteradesdeñosamente,aunqueespiabalaescenaconelrabillodelojo.

Anacogióelvestidoyloobservóenreverentesilencio.¡Oh,quéhermosoera!Deuna tela encantadora, color tabaco con brillo de seda, la falda con delicadosarrequivesyfruncidos;elcorpiñoalaúltimamoda,conunpequeñovolantedefinoencaje en el cuello. ¡Pero lasmangas! ¡Eran la cúspide de la gloria!Largos puñoshastaelcodo,ysobreellos,doshermososbollosdivididosporhilerasdefruncesylazosdecintadesedamarrón.

—EsunregalodeNavidadparati,Ana—dijoMatthewtímidamente—.Pero…pero…Ana,¿notegusta?Bueno…bueno.PorquelosojosdeAnasehabíanllenadodelágrimas.

—¡Gustarme! ¡Oh, Matthew!—Ana dejó el vestido sobre la silla y juntó lasmanos—.Matthew, es totalmente exquisito.Oh, nunca podré agradecerlo bastante.¡Quémangas!Oh,meparecequeestodebeserunsueñofeliz.

—Bueno, bueno, tomemos el desayuno —interrumpió Morilla—. Debo decir,Ana,quenocreoquenecesitaraselvestido,peroyaqueMatthewteloharegalado,cuídalobien;aquíestáestacintaparaelcabelloquelaseñoraLyndedejóparati.Esmarrón,paraquehagajuegoconelvestido.Ahoraven,siéntate.

—No veo cómo voy a poder tomar el desayuno —dijo Ana, extasiada—. Eldesayunoparecealgomuyvulgarenunmomentotanexcitante.Prefierodeleitarmelavistaenesevestido.¡Estoytancontentadequelasmangasabullonadasesténaúndemoda!Meparecíaquenoibaapoderresistirlosidejabandeusarseantesdequeyotuviera un vestido con ellas. Nunca podría haber sido feliz del todo. También laseñoraLynde fuemuyamablealdarmeestacinta.Creoquesindudaalguna tengoqueserunaniñamuybuena.Esenmomentoscomoéstecuandolamentonoserunaniñamodeloysiempredecidoserloenelfuturo.Pero,decualquiermodo,esdifícilcumplirlasresolucionescuandosepresentanlasirresistiblestentaciones.Asíytodo,harérealmenteunesfuerzomásdespuésdeesto.

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Cuandohuboconcluidoelvulgardesayuno,aparecióDiana,consuabrigorojo,cruzandoelblancopuente.Anavolóasuencuentro.

—Feliz Navidad, Diana. Es una Navidad maravillosa. Tengo algo maravillosoparaenseñarte.Matthewmeharegaladoelvestidomáshermoso,conunasmangas.Nopuedoniimaginarmealgomáslindo.

—Tengo algo más para ti—dijo Diana, sin aliento—. Aquí, en esta caja. TíaJosephinenosenvióunacajainmensaconunmontóndecosasdentro,yestoesparati. Lo hubiera traído anoche, pero llegó tarde y no me gusta mucho pasar por elBosqueEmbrujadodespuésdelanochecer.

Anaabriólacajaymirósucontenido.Primerohallóunatarjetaquedecía:«ParaAna, felizNavidad», y luego, un par de delicados escarpines de cabritilla, con laspuntasadornadasconabalorios,lazosderasoyhebillasresplandecientes.

—Oh—dijoAna—.Diana,estoesdemasiado.Debedeserunsueño.—Yodiríaqueesprovidencial—exclamóDiana—.Ahoranotienesquepedirle

prestadoslosescarpinesaRuby,yesoesunabendición,porquesondosnúmerosmásgrandesde losque túusasyseríahorribleveraunhadaarrastrandolospies.JosiePye estaría encantada. ¿Sabes que RobWright acompañó a Gertie Pye a su casaanteanochedespuésdelensayo?¿Hasoídoalgunavezalgoigual?

Todos los escolares deAvonlea se encontraban aquel día presos de excitación,pueselsalóndebíaserdecoradoparaelensayogeneral.

El festival tuvo lugarpor la tardey resultóun rotundoéxito.El pequeño salónestabaarebosar;todoslosactoresestuvieronmuybien,peroAnafuelaestrellamásbrillantedelanoche,loquenilaenvidiadeJosiePyeseatrevióanegar.

—Oh, ¿no ha sido una velada magnífica? —suspiró Ana cuando todo huboterminadoyDianayellavolvíanjuntasacasabajouncielooscuroyestrellado.

—Todosaliómuybien—dijoDianaprácticamente—.Creoquedebemoshaberhechomuchomásdediezdólares.Imagínate,elseñorAlianvaaenviarunartículosobreelfestivalalosperiódicosdeCharlottetown.

—Oh, Diana, ¿realmente veremos nuestros nombres en letra de imprenta?Mehaceestremecerelsolopensarenello.Tu«solo»fuedelomáselegante,Diana.Mesentímásorgullosaquetúcuandopidieronquelorepitieras.Medecíaamímisma:«Laqueasíeshonrada,esmiqueridaamigadelalma».

—Bueno,puesloquetúrecitasteprovocógrandesaplausos,Ana.Eltristeresultósimplementeespléndido.

—Oh,estaba tannerviosa,Diana.CuandoelseñorAlianpronuncióminombre,realmentenopodríadecircómohiceparasubiralescenario.Sentícomosiunmillóndeojosmeestuvieranmirando, como sime atravesaran, yporunhorrible instantetuvelaseguridaddequenopodríaempezarahablar.Entoncesrecordémishermosasmangas abullonadas y esome dio valor. Supe que debía actuar de acuerdo a esas

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mangas,Diana.Demaneraquecomencé,ymivozparecíallegarmedesdemuylejos.Mesentía comounacotorra.Esprovidencialqueensayara tantoesaspoesías en labuhardilla,delocontrarionuncahubierapodidoterminarlas.¿Gemíbien,Diana?

—Sí,sinduda,gemistemaravillosamente—aseguróDiana.—Vi a la señora Sloane secarse las lágrimas cuando me senté. Es espléndido

pensarqueheconmovidoelcorazóndealguien.Estanrománticotomarparteenunfestival,¿noteparece?Oh,indudablemente,esunaocasiónmemorable.

—¿No fue bonito el diálogo de los chicos?Gilbert Blythe estuvo simplementeespléndido. Ana, creo que la forma en que tratas a Gil es atroz. Espera a que tecuente.Cuandotúsalíasdelaplataformadespuésdeldiálogodelashadas,setecayóunarosadelcabello,yviaGilrecogerlayguardárselaenelbolsillosobreelpecho.Ahítienes.Túerestanrománticaqueestoyseguraqueestohadegustarte.

—Lo que haga esa persona no significa nada para mí —dijo Ana—.Simplemente,nimemolestoenpensarenél,Diana.

Esanoche,MarillayMatthew,quehabían idoaun festivalporprimeravezenveinteaños,sesentaronunratojuntoalfuegodespuésqueAnasehuboidoaacostar.

—Bueno, creo que nuestra Ana es la que ha estado mejor de todos —dijoMattheworgullosamente.

—Sí, así es —admitió Marilla—. Es una niña brillante, Matthew. Y estabarealmente guapa.Mehe estadooponiendo a este asunto del festival, pero supongoque,despuésdetodo,nohaynadademaloenellos.Decualquiermodo,estanochemesientoorgullosadeAna,aunquenohededecírselo.

—Bueno, yo estoy orgulloso de ella y se lo dije antes de que subiera—dijoMatthew—.UndíadeéstostenemosqueverquépodemoshacerconAna,Marilla.CreoqueprontonecesitaráalgomásquelaescueladeAvonlea.

—Hay tiempo suficiente para eso —dijo Marilla—. Cumplirá trece años enmarzo.Aunqueestanochemesorprendiólomuchoquehacrecido.LaseñoraLyndelehizoelvestidodemasiadolargoyesolahaceparecermuyalta.AnaaprenderápidoyveoquelomejorquepodemoshacerporellaesenviarlaalaAcademiadelaReinadespuésdeunatemporada.Peronosepuededecirnadahastadentrodeunañoodos.

—Bueno,decualquiermodonovendrámal irpensándolodevezencuando—dijoMatthew—.Lascosascomoéstaesmejorpensarlasdespacioybien.

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CAPÍTULOVEINTISÉIS

LafundacióndelClubdeCuentos

LajuventuddeAvonleahallódifícilretornaralamonótonaexistenciacotidiana.ParaAnaenparticular,lascosasparecíanterriblementechatas,anticuadasysinvalortrasla excitación de que disfrutara durante tantas semanas. ¿Podría regresar a lostranquilosplaceresdeloslejanosdíasanterioresalfestival?Alprincipio,talcomoledijeraaDiana,leparecióqueno.

—Estoy completamente segura, Diana, de que la vida no puede ser otra vezexactamente igual a la de aquellos viejos tiempos —dijo tristemente, cualrefiriéndoseaunperíododeporlomenoscincuentaañosatrás—.Quizádespuésdeuntiempomeacostumbre,perotemoquelosfestivalesinhibenalagenteparalavidadiaria.SupongoqueporesoMarillanolosaprueba.Esunamujersensata.Debesermuchomejorserlo,peronocreoquemegustaraporqueesalgomuypocoromántico.LaseñoraLyndedicequenohaypeligrodequellegueaserlo,peroqueunonuncapuedeafirmarlo.Sientoquequizácrezcaylosea.Perosedebeaqueestoycansada.Anochenopudedormir. Imaginabael festival unayotravez.Es lobuenode esascosas.¡Estanbonitorecordarlas!

Sin embargo, la escuela de Avonlea volvió a su viejo curso. No obstante, elfestival había dejado su rastro. Ruby Gillis y Emma White, que riñeran por laprecedenciaenlosasientosdelaplataforma,yanosesentaronenelmismopupitreylaamistaddetresañossequebró.JosiePyeyJuliaBellnosehablarondurantetresmeses,porqueJosie lehabíadichoaBessieWrightque la reverenciadeJuliaBell,antesderecitar,lehizopensarenunpollosacudiendolacabezayBessieselocontóaJulia.NingunodelosSloaneteníatratoconlosBell,porqueéstoshabíandeclaradoque aquéllos tenían demasiada participación en el pro grama y los SloanerespondieronquelosBellnisiquieraerancapacesdehacerbienlopocoquelestocó.Finalmente,CharlieSloanesepeleóconMoodySpurgeonMacPherson,porqueéstedijo que Ana Shirley recitaba mal, y Moody recibió una buena paliza.Consecuentemente, lahermanadeMoody,EllieMay,no lehablóaAnaduranteelrestodel invierno.Con excepciónde estaspequeñas fricciones, el trabajo continuóconregularidadenelpequeñoreinodelaseñoritaStacy.

Pasaronlassemanasinvernales.Erauninviernotanbenigno,contanpocanieve,que Ana y Diana pudieron ir al colegio casi todos los días por el Camino de losAbedules.EldíadelcumpleañosdeAnaveníansaltandoalegremente,conlosojosyoídosalertaenmediodesucharla,pueslaseñoritaStacyleshabíadichoqueprontodebíanescribirunaredacciónsobre«Ellenguajeinvernaldelosbosques»,yellolasimpulsabaaserobservadoras.

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—Imagínate, Diana, hoy tengo trece años—comentóAna con voz aterrada—.Mecuestacomprenderqueestoyen laadolescencia.Cuandodespertéestamañana,meparecióquetododebíaserdistinto.Túyahaceunmesquelostienes,demaneraque no es tanta novedad para ti como para mí. Hace que la vida parezca másinteresante. Dentro de dos años seré una verdadera señorita. Es un gran consuelopensarqueentoncespodréemplearpalabrasdifícilessinqueseríandemí.

—RubyGillisdicequepiensatenerunromanceencuantolleguealosquince.—RubyGillisnopiensamásqueenromances—respondióAna,desdeñosa—.En

elfondo,seponemuycontentacuandoalguienescribesunombreenun«atención»,aunque finjaenfadarse.Pero temoqueésteseauncomentariomuypococaritativo.LaseñoraAliandicequenuncadebemoshacercomentariospococaritativos,peroamenudoseescapansinqueunosedécuenta.YosimplementenopuedohablarsobreJosie Pye sin tener un pensamiento poco caritativo, de manera que nunca lamenciono. Debes haberlo notado. Estoy tratando de parecerme cuanto pueda a laseñoraAlian,puescreoqueesperfecta.ElseñorAlianlopiensatambién.LaseñoraLyndedicequeéladoraelsueloqueellapisayagregaqueleparecequenoestábienque un ministro deposite tanto afecto en un ser mortal. Pero es que, Diana, losministrostambiénsonsereshumanosytienensuspecadosquelespersiguencomoacualquier otro. El domingo pasado por la tarde mantuve una conversación muyinteresanteconlaseñoraAliansobrelospecadosobsesionantes.Haysólounaspocascosasdelasquesepuedehablarlosdomingosporlatarde,yésaesunadeellas.Mipecadoobsesionanteesimaginardemasiadoyolvidarmisdeberes.Estoytratandodevencerlocontodamivoluntadyahoraquetengotreceañosquizámevayamejor.

—Dentrodecuatroañospodremossoltarnoselpelo—dijoDiana—.AliceBellno tienemásquedieciséisyyasepeinaasí,perocreoqueesridículo.Yoesperaréhastalosdiecisiete.

—Siyo tuviera lanarizganchudadeAliceBell—dijoAna,decidida—,nomeatrevería… ¡Otra vez! No podré decirlo porque no es muy caritativo. Además, lacomparabaconmipropianarizyesoesvanidad.Meparecequepiensodemasiadoenminarizdesdequeescuchéhaceyamuchotiempounpiroposobreella.Enrealidad,esungranconsueloparamí.Diana,allíhayunconejo.Esalgoquedebemosrecordarpara la redacción. Creo que los bosques son tan hermosos en invierno como enverano.Estántanblancosyquedoscomosiestuvierandurmiendo,soñandohermosossueños.

—No le temoa la redaccióncuando llegueelmomento—suspiróDiana—;melaspuedoarreglarparaescribirsobrelosbosques,perolaquetenemosquehacerparaellunesesterrible.¡QuéidealadelaseñoritaStacydehacernosescribirunahistoriadenuestrapropiaimaginación!

—¡Perosieslomásfácil!—dijoAna.

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—Loesparati,porquetienesimaginación—respondióDiana—,pero¿quéharíassihubierasnacidosinella?Supongoqueyatendráslistalaredacción.

Anaasintió,tratandodenoparecervirtuosamentecomplaciente,perofracasandoensuintento.

—Laescribíellunespasadoporlanoche.Sellama«Larivalcelosa,ojuntosenlamuerte».LaleíaMarillaydijoqueerapuratontería.EntoncesselaleíaMatthewydijoqueeramuybonita.Ésa es la clasede críticaquemegusta.Esunahistoriatristeydulce.Llorabacomounacriaturamientraslaescribía.Habladedoshermosasdoncellas, llamadasCordeliaMontmorency yGeraldineSeymour, que vivían en elmismopuebloyseprofesabandevotaamistad.Cordeliaeraunahermosamorenaconuna guirnalda de cabellos negros y oscuros ojos relampagueantes. Geraldine, unamagníficarubiaconelcabellocomoorobatidoyojospúrpuraaterciopelados.

—Nuncavianadieconojospúrpura—dijoDiana,dubitativa.—Yo tampoco, pero los imagino. Quería algo fuera de lo común. Geraldine

tambiénposeíaunafrentedealabastro.Hedescubiertoquéesunafrentedealabastro.Esunadelasventajasdetenertreceaños.Sesabemuchomásquealosonce.

—Bueno,¿quéfuedeCordeliayGeraldine?—preguntóDiana,queempezabaainteresarseensusuerte.

—Crecieronjuntasybellashastallegaralosdieciséisaños.EntoncesBertramDeVeré llegó al pueblo y se enamoró de la rubiaGeraldine. Salvó su vida cuando sedesbocó el caballo del carruaje que la llevaba y ella se desmayó en sus brazosmientras la conducía a casa, porque, sabrás, el carruaje se hizo pedazos.Me costótrabajoencontrarcómosehabíadeclaradoél,puesnotengoexperienciaalrespecto.Le pregunté a Ruby Gillis si sabía algo sobre cómo se declaraban los hombres,porque pensé que probablemente fuera una autoridad al respecto teniendo tantashermanas casadas. Ruby me dijo que estaba escondida en el vestíbulo cuandoMalcolm Andrews se declaró a su hermana Susan. Contó que Malcolm le dijo aSusanquesupadrehabíapuestounagranjaasunombreyentoncesdijo:«¿Quéteparece,bomboncito,sinosencadenamosesteotoño?»,ySusancontestó:«Sí…no…nosé…déjamepensar…»,yasíestánahora,comprometidos.Peronomeparecióqueesaclasededeclaracionesfueranmuyrománticas,demaneraquehubedeimaginarlalomejorquepude.Lahicemuyfloridaypoética,yBertramcayóderodillas,aunqueRubyGillisdicequeesonosehaceenestaépoca.Geraldineloaceptaconunpárrafodeunapágina.Teaseguroquemecostómuchísimoesepárrafo.Lo reescribícincovecesyloconsiderocomomiobramaestra.Bertramlediounasortijadediamantesyun collar de rubíes y le dijo que irían a Europa en viaje de bodas, pues erainmensamenterico.Pero,¡ay!,lassombrasempezaronacaerensucamino.Cordeliaamaba secretamente aBertram y cuandoGeraldine le contó lo del compromiso sepuso furiosa, especialmente al ver la gargantilla y la sortija. Todo su afecto por

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GeraldinesetrocóenamargoodioyjuróquenuncaladejaríacasarseconBertram.Pero fingió ser tan amiga deGeraldine como siempre.Una tarde estaban sobre unpuente que cruzaba una comente turbulenta, y Cordelia, pensando que se hallabansolas, empujó a Geraldine por encima de la barandilla con una burlona carcajada.PeroBertram lovio todoy se lanzóde inmediatoa la corriente, exclamando:«¡Tesalvaré, mi sin par Geraldine!». Pero, ¡ay!, había olvidado que no sabía nadar, yambos se ahogaron abrazados. Sus cuerpos fueron arrojados a la costa al pocotiempo. Los enterraron en la misma tumba y el funeral fue imponente, Diana. Esmuchomásrománticoterminaruncuentoconunfuneralqueconunaboda.Enloquese refiere a Cordelia, se volvió loca del remordimiento y la encerraron en unmanicomio.Meparecióqueeraunaretribuciónpoéticaporsucrimen.

—¡Cuan perfectamente hermoso! —suspiró Diana, que pertenecía a la mismaescuela de críticos que Matthew—. No veo cómo puedes sacar historias tanestremecedorasdetucabeza.Quisieratenerunaimaginacióncomolatuya.

—La tendrías si la cultivaras —dijo Ana—. He pensado un plan, Diana.Fundemostúyyounclubdecuentosyescribamosparapracticar.Teayudaréhastaquepuedashacerlossola.Debescultivarlaimaginación.LaseñoritaStacylodice.Loúnico que debe hacerse es tomar por el buen camino. Le conté lo del BosqueEmbrujado,peromedijoqueequivocamoslasendaconeso.

Asífuecomoelclubdecuentosempezóaexistir.AlprincipioestuvolimitadoaAnayDiana,peroluegoseextendióparaincluiraJaneAndrewsyRubyGillisyauna o dos más que querían cultivar su imaginación. No se permitieron varones,aunqueRubyopinabaquesuadmisión loharíamásexcitante;cadamiembrodebíapresentaruncuentosemanal.

—Esmuyinteresante—dijoAnaaMatthew—.Cadaunadebeleersucuentoenvozaltaytodosloscomentamos.Losvamosaguardarcomoreliquiasylosharemosleeranuestrosdescendientes.Cadaunaescribeconseudónimo.ElmíoesRosamundMontmorency. Las niñas se portan bastante bien. RubyGillis es algo sentimental.Ponedemasiadoamorensuscuentosyustedsabequeesoespreferiblequefalteynoque sobre. Janenunca lo pone, porquediceque la hace sentirsemuy tonta cuandodebe leerlo en voz alta. Los cuentos de Jane son extremadamente sensatos. Dianaponedemasiadoscrímenesenlossuyos.Dicequelasmásdelasvecesnosabequéhacerconlospersonajes,demaneraquelosmataparalibrarsedeellos.Lamayoríadelasvecestengoquesugerirlesuntema,peronomecuesta,puestengomillonesdeideas.

—Creoqueeseasuntodeloscuentoseslamayordelastonterías—gruñóMarilla—. Tienen un montón de simplezas en sus cabezas y gastan tiempo que podríandedicaralaslecciones.Leercuentosesmalo,peroescribirlosespeor.

—Perotenemoscuidadodequetodoscontenganunamoraleja,Marilla—explicó

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Ana—.Siempreinsistosobreeso.Todoslosbuenossonrecompensadosylosmalosadecuadamentecastigados.Estoyseguradequedebetenerunefectototal.Lamoralesalgogrande;asílodiceelseñorAlian.Leleíunodeloscuentosaélyasuesposay ambos estuvieron de acuerdo en que la moraleja era excelente. Sólo que rierondondenodebían.Megustamáscuandolagentelloraalllegaralaspartespatéticas.Diana escribió a su tía Josephine sobre nuestro club y ésta contestó que debíamosenviarlealgunosdenuestroscuentos.Demaneraquecopiamoscuatrodelosmejoresyselosremitimos.LaseñoritaJosephineBarryescribióquenuncahabíaleídoalgotandivertido.Esonossorprendióunpocoporque loscuentoseranmuypatéticosycasi todosmorían. Pero estoy contenta de que le gustaran a la señoritaBarry. Esodemuestraquenuestroclubhacealgúnbienenelmundo.LaseñoraAliandicequeésedebeserelobjetodetodosnuestrosactos.Tratosiempredequeasísea,peromuyamenudoloolvidocuandomedivierto.EsperoquecuandocrezcaseréunpococomolaseñoraAlian.¿Leparecequehayperspectivas,Marilla?

—Nodiríaquemuchas—fue laalentadorarespuesta—.Estoyseguradeque laseñoraAliannuncafueunacriaturatontayolvidadizacomotú.

—No,pero tampoco era tanbuena comoahora—respondióAna seriamente—.Melodijo;esdecir,dijoqueeraterriblementetraviesacuandoniñayquesiempresemetíaencamisadeoncevaras.¡Mesentí tanalentadacuandolaescuché!¿Esmuymaloquemesientaalentadacuandooigoqueotroshansidotanmalosytraviesos?LaseñoraLyndedicequesí.Dicequesiempre leproducemalefectoescucharquealguienhasidomalo,noimportacuanpequeñofuera.Contóqueunavezsupoqueunministrocuandoniñorobóunatortadefrutasasutíayyanopudosentirrespetoporél otra vez.Yo no hubiera reaccionado así.He pensado que fue noble de su parteconfesarlo y también pienso cuan alentador sería para los niños de hoy que hacencosasmalasylosienten,saberquecuandocrezcanquizálleguenapastoresapesardeello.Asílosiento,Marilla.

—Loqueyosientoenesteinstante,Ana,esqueeshoradequelosplatosesténlavados. Has tardado media hora más de lo necesario con tu charla. Aprende atrabajarprimeroyacharlardespués.

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CAPÍTULOVEINTISIETE

Vanidadydisgusto

Marilla,mientrasregresabaacasaunatardecerdeabrildespuésdeunareuniónenlamisión, cayó en la cuenta de que el invierno había terminado y sintió elestremecimientodedeliciaque trae laprimavera tantoa losancianosya los tristescomoa los jóvenesya losalegres.Marillanoeradadaalanálisissubjetivodesusideas y sentimientos. Probablemente imaginaba que estaba pensando en susproblemasyenlaalfombranuevaparalasacristía,perobajoesasreflexionesexistíaunaarmoniosaconcienciadecamposrojos,cubiertosporneblinasdepúrpurapálidabajoelsolponiente,delargas,puntiagudassombrasdepinosextendiéndosesobrelapraderamásalládelarroyo;dequietosarcesfloridosbordeandounalagunacualunespejo;deundespertardelmundoydeunlatirdeocultospulsosbajolatierragris.LaprimaverasedesparramabaporelpaísyelserenoyyamaduroandardeMarillasehacíamásrápidoyvivazacausadesuprofundayprístinaalegría.

Sus ojos observaron afectuosamente «Tejas Verdes», que asomaba entre laarboleda,devolviendolosrayosdesolqueseestrellabanensusventanasenrepetidosfulgores de gloria. Marilla, mientras recorría el húmedo sendero, pensó que erarealmenteagradablesaberquehallaríaencasaunfuegovivoychispeanteyunamesabien dispuesta para el té, en vez del ambiente frío que encontraba al regresar deanterioresreunionesenlamisión,antesdequeAnallegaraa«TejasVerdes».

Enconsecuencia, cuandoMarilla entróen la cocinay seencontróconel fuegoapagado y con que Ana no aparecía por ninguna parte, se sintió justamentedesilusionadaeirritada.YesoquelehabíaadvertidoaAnaquetuvieraeltélistoparalas cinco. Tuvo que despojarse rápidamente de su vestido (que era uno de losmejores)ypreparar todoellamismaantesdequeMatthewregresaradelcampodelabranza.

—Arreglaré a la señoritaAnacuando lleguea casa—dijoMarilla ásperamentemientras cortaba leña con un trinchante con más energía de la estrictamentenecesaria.Matthewhabíallegadoyesperabaeltésentadopacientementeensurincón—. Anda vagando por ahí con Diana, escribiendo historias, ensayando diálogos uotrastonteríasporelestilo,ynuncapiensaenlahoraoensusobligaciones.Tendráque terminar de una vez por todas con esa clase de cosas. Nome importa que laseñoraAliandigaqueeslacriaturamásbrillanteydulcequehaconocido.Puedeserdulceybrillante,perosucabezaestállenadetonteríasynuncasesabequéesloquehará. En cuanto sale de una extravagancia se mete en otra. ¡Vaya! Heme aquídiciendo lomismo que reproché que dijera a Rachel Lynde. Realmenteme alegrécuandolaseñoraAlianhablódeAnacomolohizo,porquedenohaberlohecho,sé

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queyohubieratenidoquedecirlealgomuyviolentoaRacheldelantedetodos.SóloDios sabe la cantidad de defectos que tiene Ana, y estoy muy lejos de querernegarlos.PerosoyyoquienlaestáeducandoynoRachelLynde,queleencontraríafaltas al arcángel Gabriel si viviera en Avonlea. Pero Ana no debería haberabandonadolacasaasícuandoyolehabíadichoquesequedarayseocuparadetodo.Debo decir que con todos sus defectos, nunca se había mostrado desobediente oindignadeconfianzaantes,ylodehoymeapenamuchísimo.

—Bueno, no sé —dijo Matthew, quien, paciente, discreto y, sobre todo,hambriento, había estimado que lo mejor era dejar que Marilla se desahogara,sabiendoporexperienciaqueellaterminabamuchomásrápidocualquiertrabajoquetuvieraentremanossinoselainterrumpíaconargumentosinoportunos—.Quizálaestásjuzgandomuypronto,Marilla.Nodigasquenoesdignadeconfianzahastaquenoestésseguradequetehadesobedecido.Quizátodopuedaexplicarse;Analohacemuybien.

—Noestáaquícuandoyose lo indico—respondióMarilla—.Creoque leserámuydifícilexplicaresoamienterasatisfacción.Porsupuesto,sabíaquetepondríasdesuparte,Matthew.Perosoyyoquienlaestáeducando,notú.

Era ya oscuro cuando la cena estuvo lista, y Ana no aparecía corriendoapresuradamenteporelpuentedetroncososubiendoporelSenderodelosAmantes,sinalientoyarrepentidaanteel sentimientodedeberesnocumplidos.Marilla lavólosplatosylosguardóásperamente.Luego,comonecesitabaunavelaparaalumbrarelsótano,subióalabuhardillaabuscarlaquegeneralmenteseencontrabaenlamesadeAna.Alencenderla,sevolvióparahallarseconqueAnaestabatendidaenellechobocaabajo,conlacabezaentrelasalmohadas.

—¡Diosmisericordioso!—exclamósorprendida—,¿hasestadodurmiendo,Ana?—No—fuelaahogadarespuesta.—¿Estásenferma,entonces?—inquirióMarillaconansiedaddirigiéndosehacia

ellecho.—No.Pero,porfavor,Marilla,váyaseynomemire.Meencuentrosepultadaen

losabismosdeladesesperaciónyyanomeimportaquiénseaelprimerodelaclaseoescriba la mejor redacción o cante en el coro de la escuela dominical. Esasmenudenciasnotienenimportanciaahoraporquesupongoqueyanoserécapazdeiraningúnladootravez.Micarrerahaterminado.Porfavor,Marilla,váyaseynomemire.

—¿Haoídoalguienalgunavezalgocomoesto?—quisosaber ladesconcertadaMarilla—.AnaShirley,¿quéesloqueteocurre?,¿quéhashecho?Levántateahoramismoydímelo.Ahoramismohedicho.Bueno,¿quéesloquepasa?

Anasehabíadeslizadoalsuelocondesesperadaobediencia.—Miremicabello,Marilla—murmuró.

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Marilla alzó la vela y observó escrutadoramente el cabello deAna, que le caíasobrelaespaldaenpesadosmechones.Ciertamenteteníaunaaparienciamuyextraña.

—AnaShirley,¿quéhashechocontucabello?¿Estáverde!—Verdeeralomásparecidoaaquelcolorraroapagado,verdebronceado,conlistasdeunrojooriginalpararealzarelhorribleefecto.NuncaensuvidaMarillahabíavistoalgotangrotescocomoelcabellodeAnaenaquelmomento.

—Sí,esverde—gimióAna—.Yopensabaquenadapodíaser tan feocomoelrojo;peroahoraséqueesdiezvecespeortenerelcabelloverde.Oh,Marilla,niseimaginalocompletamentedesdichadaquemesiento.

—Ni me imagino cómo te has metido en esto, pero voy a averiguarlo—dijoMarilla—. Voy inmediatamente a la cocina, aquí hace demasiado frío. Dimeexactamentequéhashecho.Hacetiempoqueesperabaalgoraro.Notehasmetidoenninguna dificultad desde hace dosmeses, y tenía la seguridad de que debía llegaralguna.Ahorabien,¿quéhashechocontucabello?

—Loteñí.—¡Loteñiste!¡Teñistetucabello!AnaShirley,¿nosabesqueesoesvanidad?—Sí,sabíaqueeravanidad—admitióAna—.Peropenséquevalíalapenaserun

poquitomalaparalibrarsedelcabellocolorado.Algoteníaquecostarme,Marilla.Porsupuesto,estoydecididaasermásbuenaenotrascosasencompensaciónporesto.

—Bueno—dijoMarilla sarcásticamente—, si yo hubiera decidido que valía lapenateñirmeelcabello,porlomenoshabríaelegidouncolordecenteynoverde.

—Pero es que yo no quería teñirlo de verde,Marilla—protestóAna—. Si fuimala quería hacerlo con algún provecho. Él dijo quemi cabello se volvería de unhermosonegrolustroso;meloaseguró.¿Cómopodríadudardesupalabra,Marilla?Séloquesignificaquedudendelapalabradeuno.YlaseñoraAliandicequenuncadebemos sospechar que alguien no nos está diciendo la verdad, a menos quetengamospruebas.Yotengopruebasahora,elcabelloverdeespruebasuficienteparacualquiera. Pero no las tenía entonces y creí cada una de las palabras que dijoimplícitamente.

—¿Quedijoquién?¿Dequéestáshablando?—Elbuhoneroqueestuvoaquíestatarde.Lecompréaéllapintura.—AnaShirley,¿cuántasvecestehedichoquenuncadejesentraraunodeesos

italianos?—Oh no, no lo dejé entrar. Recordé lo que ustedme dijera y salí yo; cerré la

puertacuidadosamenteymiré lamercancíaenel escalón.Además,noera italiano,eraunjudíoalemán.TeníaunacajaenormellenadecosasmuyinteresantesymedijoqueestabatrabajandomuchoparahacerdinerosuficienteparatraerdeAlemaniaasuesposa e hijos. Habló de ellos con tanto sentimiento que me conmovió. Quisecomprarlealgoparaayudarleentanencomiableempresa.Derepente,vilabotellade

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tinturaparaelcabello.Elbuhonerodijoqueestabagarantizadapara teñircualquiercabellodeunbrillantenegroyquenoseibaallavarlo.Enuninstantemeviconunbrillantecabellonegroylatentaciónfueirresistible.Peroelpreciodelfrascoeradesetentaycincocentavosyyosóloposeíacincuenta.Creoqueelhombreteníamuybuencorazón,porquedijoque,porseryo,melovenderíaporcincuentacentavos.Demaneraqueselocompré,yencuantosehuboidosubíymeloapliquéconunviejocepillodecabeza,segúndecíanlasindicaciones.Usétodoelcontenidodelabotella,y,¡oh,Marilla!,cuandoviestehorriblecolormearrepentídehabersidomala,puedoasegurarlo.Yestaréarrepentidatodalavida.

—Bueno,esperoqueasísea—dijoMarillaseveramente—,yquetendráslosojosbienabiertoscuandotetientetuvanidad,Ana.SóloDiossabeloquehabríaquehaceraquí.Supongoqueloprimeroeslavartebienlacabezayversiesoresulta.

Yasí sehizo.Anase lavó lacabeza restregándoselavigorosamenteconaguayjabón,peroloúnicoqueconsiguiófuequizásdecolorarsurojooriginal.

Ciertamenteelbuhonerohabíadicholaverdadcuandoafirmóquela tinturaerainmutableal lavado, aunque suveracidadpodía serpuestaen telade juicioaotrosrespectos.

—Oh,Marilla,¿quépuedohacer?—preguntabaAnahechaunmarde lágrimas—. No puedo vivir con esto. La gente ha olvidado mis otras equivocaciones: ellinimentoenelpastel,elemborracharaDianaymimalgenioconlaseñoraLynde.Peronuncaolvidaráéste.Pensaráquenosoyrespetable.Oh,Marilla,«¡qué teladearaña tan intrincada tejemoscuando tratamosdeengañar!».Estoespoesía,peroesverdad.YcómosereiráJosiePye.SoylaniñamásdesgraciadadelaisladelPríncipeEduardo.

LadesgraciadeAnaduróunasemana.Duranteeseperíodonofueaningúnladoy se lavó la cabeza todos los días. SóloDiana conocía el fatal secreto, pero habíaprometido solemnemente no decir nunca nada y puede afirmarse que cumpliópalabra.Alcabodeunasemana,Marilladijodecididamente:

—No hay nada que hacer, Ana. Es un tinte magnífico. Tienes que cortarte elcabello,nohayotrasolución.Nopuedessalirasí.

Los labios de Ana temblaron, pero comprendió la amarga verdad de lasobservacionesdeMarilla.Conundesmayadosuspirofueenbuscadelastijeras.

—Porfavor,Marilla,córtelodeunavezyterminemos.Oh,sientoquemicorazónse hace pedazos. ¡Es una aflicción tan poco romántica! Las jóvenes de los librospierden sus cabelleras a causa de fiebres o las venden para conseguir dinero paraalguna buena acción, y estoy segura de que no sentiría tanto perder lamía en unaocasión de ese estilo. Pero no es nada agradable tener que cortarse el cabello porhabérselo teñido de un color horrible, ¿no es cierto? Voy a llorar durante todo eltiempo que usted tarde en cortármelo, si no le molesta. ¡Parece una situación tan

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trágica!Anaselamentóentonces,peromástarde,cuandosubióysemiróenelespejo,se

sintió desesperada.Marilla había hecho su trabajo concienzudamente y había sidonecesariocortarelcabellolomáscortoposible.Elresultadonofuemuyapropiado.Anavolvióelespejocontralapared.

—Nunca volveré a mirarme al espejo hasta que mi cabello crezca—exclamóapasionadamente.

Luego,enformarepentina,volvióaponerlodefrente.—Sí,loharé.Harépenitenciaporhabersidotanmala.Memiraréalespejocada

vezqueentreamicuartoyverélofeaqueestoy.Ytampocoimaginarélocontrario.Nuncacreíquemesintieraorgullosademicabello,peroahoraséquesí,apesardeserrojo,porqueeratanlargo,espesoyondulado.Supongoqueahorahadeocurrirlealgoaminariz.

ElcabellocortodeAnahizosensaciónenlaescuelaellunessiguiente,pero,paraaliviosuyo,nadiesospechólaverdaderarazóndeello,nisiquieraJosiePye,quien,de cualquier modo, no perdió la oportunidad de decirle a Ana que parecía unverdaderoesperpento.

—No contesté nada cuando Josie me dijo eso —le confió Ana esa noche aMarilla, que yacía en el sillón después de unode sus dolores de cabeza—,porquepenséqueeraunapartedemicastigoyquedebíasoportarloconpaciencia.Esduroquelediganaunaquepareceunesperpentoyquisecontestar.Peronolohice.Sóloledirigíunamiradadespectivayluegolaperdoné.Unasesientemuyvirtuosacuandoperdonaa lagente,¿no leparece?Estoydecididaadedicar todasmis fuerzasaserbuenadespuésdeestoynuncamástratarédeserhermosa.Porsupuesto,esmejorserbuena.Séqueesasí,peroavecesesmuydifícilcreerunacosaasíapesardesaberla.Realmentequieroserbuena,Marilla,comoustedycomolaseñoraAlianylaseñoritaStacy y crecer para orgullo suyo. Diana dice que cuando mi cabello comience acrecerateunacintadeterciopelonegroalrededordemicabezaconunlazo.Dicequeleparecequequedarámuybien.Yolollamocintillo,quesuenamuyromántico.Pero¿estoyhablandodemasiado,Marilla?¿Lemolesta?

—Mi cabeza está mejor ahora. Aunque esta tarde me dolía muchísimo. Estosdoloresdecabezamíosvandemalenpeor.Tendréqueconsultaraunmédico.Encuantoatucharla,nocreoquememoleste.Meheacostumbradoaella.

ÉstaeralamaneraqueteníaMarilladedecirquelegustabaoírla.

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CAPÍTULOVEINTIOCHO

Unadesgraciadadoncelladeloslirios

—DesdeluegoquetúdebesserElaine,Ana—dijoDiana—.Yonuncapodríatenervalorparaflotarallí.

—Ni yo tampoco —añadió Ruby con un estremecimiento—. No me importaflotarcuandohaydosotresdevosotrasenelboteynospodemossentar;entoncesmegusta.Peroyaceryfingirqueunoestámuerto,no;nopodría.Memoriríademiedo.

—Desdeluegoqueseríaromántico—concedióJaneAndrews—peroyoséquenopodríaquedarmequieta.Levantaríalacabezaparaverdóndeestabaysinomeibademasiadolejos.Ytúsabes,Ana,queesoecharíaaperderelefecto.

—Pero es tan ridículo tener una Elaine pelirroja—se quejó Ana—. No tengomiedo de flotar ymegustaría ser Elaine, pero es ridículo. Ruby debería hacer deElaineporqueesrubiaytieneunacabelleradoradalargayhermosa;Elaine«teníasubrillantecabelloflotandoenlacorriente»,yasabes.Yeraladoncellacomounlirio.Ahorabien,unapersonapelirrojanopuedeserunadoncellacomounlirio.

—Tu tez es tan blanca como la de Ruby —dijo Diana ansiosamente— y tuscabellosmuchomásoscurosquecuandoteloscortaste.

—¿Oh,deverdad locrees?—exclamóAna,enrojeciendodeplacer—.Algunasveceslopenséperonomeatrevíapreguntaranadiepormiedodequemedijeranqueno.¿Teparecequeahoraselepuedellamarcastaño,Diana?

—Sí,ycreoqueesrealmentebonito—respondiólaniña,contemplandoadmiradalosrizoscortosysedososqueaureolabanlacabezadeAna,mantenidosensulugarporunacintayunlazodeterciopelomuyvistoso.

Sehallabande pie sobre lamargende la laguna,más abajo de «LaCuesta delHuerto»,desdedondeseextendíaunpequeñopromontoriobordeadodeabedules;enel extremo había una pequeña plataforma demadera que entraba en el agua, paraconvenienciadepescadoresycazadoresdepatos.Rubyy Janepasaban la tardedeveranoconDiana,yAnahabíaidoajugarconellas.

Ana yDiana pasaban lamayor parte de su tiempo libre en la laguna. Ildewildpertenecíaalpasado,pueselseñorBellhabíacortadosincompasiónenprimaveraelpequeñocírculodeárbolesdesucampo.Anasesentóentrelostoconesylloró,sindejardeanotarlorománticodelhecho,peroseconsolórápidamente,yaque,despuésde todo, como decían Diana y ella, las niñas grandes de trece años yendo paracatorce,erandemasiadomayoresparadiversionestaninfantilesyenlosalrededoresdela lagunasepodíanpracticardeportesfascinantes.Eraespléndidopescar truchassobreelpuenteylasdosniñasaprendieronabogarenelbotecillodefondoplanoqueteníaelseñorBarryparacazarpatos.

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FueideadeAnaquedramatizaran«Elaine».EstudiaronelpoemadeTennysonenla escuela durante el invierno anterior, pues el secretario general de Educación lohabíaprescritoparaelcursodeinglésenlasescuelasdelaisladelPríncipeEduardo.Lo analizaron, desmenuzándolo en forma tal que era un milagro que al finalconservara algún significado para ellas, pero por lo menos la rubia dama lirio,Lancelot,GinebrayelReyArturohabíanllegadoaserseresrealesparaellasyAnase sentíadevoradaporuna secretapenapornohabernacidoenCamelot.Aquellosdías,decía,eranmuchomásrománticosquelosactuales.

ElplandeAnafueapoyadoconentusiasmo.Lasmuchachashabíandescubiertoquesiseempujabaelbotefueradesuamarradero,derivabaconlacorrientebajoelpuenteyfinalmenteencallabacontraotropromontorio,sobreunacurvadelalaguna.Muyamenudohicieronesecaminoynadamásapropósitoparajugara«Elaine».

—Bueno, seré «Elaine»—dijoAna, accediendodemala gana, pues, aunque leagradaba interpretar el personaje principal, su sentido artístico exigía aptitud físicapara él y sus propias limitaciones lo hacían imposible—. Ruby, tú serás el ReyArturo,JaneseráGinebrayDiana,Lancelot.Peroprimerodebenserloshermanosyelpadre.Nopodemosteneralviejoservidormudoporquenohaylugarparadosenelbote cuando una está echada. Debemos enlutar la barca con las más fúnebrescolgaduras.Eseviejochalnegrodetumadreesexactamentelonecesario,Diana.

Encuantoobtuvieronelchalnegro,Analocolocódentrodelabarcayseacostóencima,conlosojoscerradosylasmanoscruzadassobreelpecho.

—Oh,parecerealmentemuerta—susurrónerviosamenteRubyGillis,observandolacaritablancayquietabajolasmovedizassombrasdelosabedules—.Medamiedo.¿Os parece que está bien jugar a esto? La señora Lynde dice que todas lasrepresentacionessonabominables.

—Ruby,nodeberíashablarde la señoraLynde—dijoAnaseveramente—.Esoechaaperderelefecto,porqueestopasacientosdeañosantesdenaceresaseñora.Jane,encárgatedeesto.EsunabarbaridadqueElainehablemientrasestámuerta.

Janesepusoatonoconlaocasión.Nohabíatelasdoradasparalamortaja,peroun viejo cubrepiano de crepé japonés amarillo fue excelente sustituto. Tampocopudieronobtenerunlirioblanco,peroelefectofuemásquesuficiente.

—Bueno,ahoraestálista—dijoJane—.Debemosbesarlelafrente,ytú,Diana,decir: «Hermana, adiós para siempre», y Ruby agregar: «Adiós, dulce hermana»;ambastantristescomopodáis.Ana,poramordeDios,sonríeunpoco.YasabesqueElaine«yacíacomosonriendo».Asíestámejor.Ahora,empujadlabarca.

Ylabarcafueempujada,rozandounsumergidopilónduranteelproceso.Diana,JaneyRubysóloesperaronlosuficientecomoparaverlaenlacorriente,caminodelpuente, antes de cruzar los bosques y el camino a la carrera, hasta el promontorioinferior,donde,comoLancelot,GinebrayelRey,debíanesperaraladoncelladelos

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lirios.Durante unos pocos instantes Ana, derivando lentamente corriente abajo, gozó

plenamentedelorománticodelasituación.Entoncesocurrióalgonomuyromántico.Labarcacomenzóahaceragua.AlpocoratoElainetuvoquelevantarse,apartar lamortajadeoroylascolgadurasdenegrocolorymirartontamenteunagrangrietaquecruzabaelfondodelabarcaporlaqueelaguaentrabatumultuosa.Elagudopilóndelembarcaderohabíadescompuestolaquilladelabarca.Ananolosabía,perolellevóbienpococomprenderquesehallabaenunmomentopeligroso.Aeseritmo,labarcase hundiría antes de llegar al promontorio. ¿Dónde estaban los remos? ¡Se habíanquedadoenelembarcadero!

Analanzóungritoquenadieescuchó;estabaterriblementepálida,peronoperdióelánimo.Habíaunasolaesperanza;sólouna.

—Estabahorriblementeasustada—lecontóalaseñoraAlianaldíasiguiente—,yparecían años lo que tardaba la barca en llegar al puente, mientras el agua subía.Recé, señoraAlian, con todasmis fuerzas, pero no cerré los ojos para rezar, puessabíaquelaúnicamaneraenqueDiospodíasalvarmeeradejandoflotarlabarcalosuficientementecercadeunodelospilaresdelpuentecomoparaquemesubieraaél.Yasabequelospilaressonviejostroncosllenosdenudos.Locorrectoerarezar,perodebíahacermiparteobservandoybienlosabía.Dije:«Diosamado,porfavorllevalabarcacercadelpilaryyoharéelresto».Entalescircunstanciasnosepuedepensarenhacerunaplegariamuyflorida.Perolamíahallóeco,pueslabarcadiocontraunpilar,quedandoallíunmomento,yyo,echándomealhombroelcubrepianoyelchal,meagarréaunprovidencialnudo,yallíquedé,señoraAlian,aferradaalresbaladizopilar,sinformadesubirodebajar.Eraunaposiciónpocoromántica,peronopenséenelloenaquelmomento.Unonoseponeapensarenromanticismoscuandoacabadeescapardeunatumbaacuática.Deinmediatodijeunaplegariadeagradecimiento,yluegodediquétodamiatenciónasostenermecontodasmisfuerzas,puessabíaquedependeríaprobablementedeayudahumanaparavolveratierrafirme.

Labarcapasóelpuentey,depronto,sehundióenmediodelacorriente.Ruby,JaneyDiana,queyaesperabanenelpromontorio,lavierondesaparecerantesusojosy no tuvieron duda de que Ana se había hundido con ella. Durante un momentoquedaron inmóviles, heladas por el terror ante la tragedia; entonces, chillando contodas las fuerzas de sus pulmones, corrieron por el bosque, sin cesar de gritarmientras cruzaban el camino real. Ana, aferrada desesperadamente a su precarioapoyo,viosussiluetasyescuchósusgritos.Prontollegaríaayuda,peroenelínterinsuposicióneramuypococómoda.

Los minutos parecían horas a la infortunada dama de los lirios. ¿Por qué nollegabaalguien?¿Dóndehabían ido laschicas?¡Quizásehabíandesmayado!¿Ysino venía nadie? ¡Quizá comenzara a cansarse y no pudiera sostenerse más! Ana

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contempló las horribles profundidades, con sombras cambiantes, y tembló. Suimaginacióncomenzóasugerirtodaclasedehorriblesposibilidades.

¡Entonces, exactamente cuando sus manos no podían sostenerla más, GilbertBlythepasóremandobajoelpuente!

Gilbertalzó losojosy,antesusorpresa,contemplóunacaritablancaycoléricamirándoleconojostemerososyfuriososalmismotiempo.

—¡AnaShirley!¿Cómohaspodidollegarahí?Sinesperar respuesta, seacercóalpilaryextendiósumano.Nosepodíahacer

otra cosa; Ana tomó la mano de Gilbert, saltó al bote, donde se sentó, furiosa,envueltaporelchalgoteante.¡Porciertoqueeramuydifícilconservarladignidadentalescircunstancias!

—¿Quéocurrió,Ana?—preguntóGilbertcogiendolosremos.—Estábamosjugandoa«Elaine»—explicófríamenteAna,sinmirarsiquieraasu

salvador— y debía ir hasta Camelot en la balsa, quiero decir en la barca. Éstacomenzóahaceraguayyomesubíalpilar.Laschicashanidoabuscarayuda.¿Seráustedtangentilcomoparallevarmehastaelembarcadero?

Gilbert la llevó gentilmente hasta allí, y Ana, despreciando la ayuda, saltólimpiamentealacosta.

—Leestoymuyagradecida—dijo secamentemientras se retiraba.PeroGilberttambiénsaltódelboteyladetuvo.

—Ana —dijo rápidamente—, mira. ¿No podemos ser buenos amigos? Sientomuchísimohabermereídodetuscabellosaquellavez.Noqueríaofenderte.Además,¡ha pasado ya tanto tiempo!Me parece que ahora tus cabellos sonmuy lindos; deverdad.Seamosamigos.

Anadudóuninstante.Teníalaextrañasensaciónbajosuairadadignidaddequela expresiónmitad tímida,mitad ansiosa de los ojos de Gilbert era algo digno decontemplar. Su corazón empezó a latir extrañamente. Pero la amargura de su viejaafrenta espantó la duda. Aquel momento de dos años atrás cruzó su mente tanvivamente como si hubiera ocurrido el día anterior. Gilbert la había llamado«zanahoria»frenteatodoelcolegioyaquellolahabíavejado.Suresentimiento,queparaotrasgentespareceríatanridículo,nohabíapalidecidoconeltiempo.¡OdiabaaGilbertBlythe!¡Nuncalepodríaperdonar!

—No—dijo secamente—.Nunca seré amiga suya, Gilbert Blythe. ¡No quieroserlo!

—¡Está bien! —Gilbert saltó al esquife con la ira en el rostro—. ¡Nunca levolveréapedirquehagamoslaspaces,AnaShirley!¡Nimeimporta,tampoco!

SealejórápidamenteyAnasefueporelcaminoabruptobajolosabetos.Llevabaalta la cabeza, pero tenía una extraña sensación de tristeza. Casi deseaba habercontestadoaGilbertdeotromodo.Desdeluego,éllahabíainsultadoterriblemente,

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pero aun así… En resumen, Ana pensaba que sería un alivio sentarse y llorar. Sesentíainsegura;empezabaasentirlareaccióndelmiedo.

A mitad de camino encontró a Jane y Diana que volvían a la lagunacompletamentefueradesí.Nohabíanencontradoanadieen«LaCuestadelHuerto»,pueselseñorBarryysuseñorahabíansalido.RubyGillistuvounataquedehisteriay la habían dejado que se recobrara como pudiera, mientras cruzaban el BosqueEmbrujadoalacarrerahacia«TejasVerdes».Allítampocoencontraronanadie,puesMarillaestabaenCarmodyyMatthewrecogiendohenoenelcampo.

—Oh,Ana—tartamudeóDiana, abrazándosea sucuelloy llorandodealivioyalegría—. Oh, Ana… pensamos… que estabas… ahogada… y nos sentimosasesinas…porqueteobligamos…aserElaine.Rubyestáhistérica.Oh,Ana,¿cómoescapaste?

—Subíaunodelospilares—explicóAnatristemente—,yGilbertBlythellegóenunboteymellevóatierra.

—¡Ana,quéespléndidodesuparte!¡Estanromántico!—dijoJaneencontrandoporfinaireparahablar—.Claroquedespuésdeestolehablarás.

—Claroqueno—contestóAna,conunretornomomentáneoasuantiguoespíritu—.Ynoquierovolveraescucharjamáslapalabraromántico,JaneAndrews.Sientoterriblementequeosasustarais.Todohasidoculpamía.Estoyseguradehabernacidobajounaestrellamaléfica.Todocuantohagomeponeamíoponeamisamigasmásqueridas en aprietos. Hemos perdido la barca de tu padre, Diana, y tengo elpresentimientodequenonosdejaránremarmásenlalaguna.

ElpresentimientodeAnaresultósermáscerteroquedecostumbre.GrandefuelaconsternaciónenloshogaresdelosCuthbertylosBarryantelosacontecimientosdelatarde.

—¿Tendráscorduraalgunavez,Ana?—gruñóMarilla.—Oh, sí, así lo creo,Marilla—respondióAna,optimista.Unbuen llantoen la

gratasoledaddelabuhardillahabíaaliviadosusnerviosyrestauradosumaravillosaalegría—.Creoquemisperspectivasdesersensatasonmásbrillantesquenunca.

—Noveocómo.—Bueno —explicó Ana—, hoy he aprendido una valiosa lección. Desde que

lleguéa«TejasVerdes»hecometidoerroresycadaunomehaayudadoacurarmedeungrandefecto.Elepisodiodelbrochedeamatistamecuródetocarlascosasquenomepertenecen.ElerrordelBosqueEmbrujadomecuródeunaexcesivaimaginación.El pastel con linimento, de cocinar descuidadamente. El teñirme el cabello, devanidad.Ahora no pienso enmi nariz ni enmis cabellos; por lomenos nomuy amenudo.Yel errordehoymecuraráde serdemasiado romántica.He llegadoa laconclusióndequenosirvedenadaserrománticaenAvonlea.EstabamuybienenelamuralladoCamelot, cientos de años atrás, pero ahora no se aprecia lo romántico.

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Estoyseguradequeveráenmíungranadelantoaeserespecto,Marilla.PeroMatthew,queestuvierasentadoensilencioensurincón,pusosumanosobre

elhombrodeAnacuandoMarillahubosalido.—Noabandonesturomanticismo,Ana—murmurótímidamente—,unpoquitoes

bueno;demasiado,no,desdeluego.Peroguardaunpoco,Ana,guardaunpoco.

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CAPÍTULOVEINTINUEVE

UnaépocaenlavidadeAna

AnaarreabalasvacasporelSenderodelosAmantes.Eraunatardecerdeseptiembreyelbosqueestabaimpregnadoporlarojizaluzdelatardecer.Elsendero,bordeadodepinosyabetos,estabasalpicadodelucesysombras.Elvientoululabaentrelasramasde los árboles, y ya se sabeque en elmundonohaymúsicamásdulceque la delvientosonandoenlascopasdelospinosalatardecer.

Las vacas bajaban plácidamente por el sendero y Ana tras ellas, soñando,repitiendo en voz alta el canto guerrero deMarmion que les había enseñado laseñoritaStacyenclasedeinglés,transportadaporlosversosyloplásticodelrelato.Cuandollegóalaestrofa:

Loslancerosinquebrantablesformabanunbosqueimpenetrable

sedetuvoextasiada,cerrandolosojosparaverseformandopartedelheroicocírculo.Cuandolosvolvióaabrir,vioaDianacruzandoelportónquedabaalcampodelosBarry, con un aspecto tan importante que comprendió inmediatamente que traíanoticiastrascendentales.Peronoquisomostrarsucuriosidad.

—¿Noesesta tardecomounsueño,Diana?Estoytancontentadevivir.Por lasmañanas,meparecequelomejorsonlasmañanas;perocuandollegaelatardecer,meparecequeésteestodavíamáshermoso.

—Es un atardecer muy hermoso—dijo Diana—, pero tengo grandes noticias,Ana.Adivina.Tedoytresoportunidades.

—CharlotteGillissecasaráenlaiglesiadespuésdetodoylaseñoraAlianquierequeladecoremos.

—No.ElnoviodeCharlottenoestáconforme,porquenadiesehacasadonuncaenla iglesiaycreequesepareceríaaunfuneral.Esuna tonteríayaquepodríaseralgomuybonito.Pruebaotravez.

—¿LamadredeJaneladejaráhacerunafiestadecumpleaños?Diana negó con un movimiento de cabeza, mientras los ojos le brillaban de

alegría.—Nopuedopensarquépuedeser—dijoAna—,amenosqueseaqueMoodyte

acompañóacasaanochedespuésdelasoraciones.—Desde luego que no —exclamó Diana, indignada—. No presumiría de

semejante cosa. ¡Es una criatura horrible! Sabía que no serías capaz de adivinarlo.MamáharecibidocartadetíaJosephine;quierequetúyyovayamosalaciudadel

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martespróximoynosquedemosparalaexposición.¡Ahítienes!—Oh,Diana—murmuróAna,apoyándoseenunarce—,¿esverdadloquedices?

PeroseguroqueMarillanomedejaráir.Diráquenopuedealentarelcallejeo.EsofueloquedijolasemanapasadacuandoJanemeinvitóaacompañarlosenelcocheal festival del hotel de White Sands. Yo deseaba ir, pero Marilla dijo que mejorestaríaencasaestudiandomisleccionesyqueJanetambién.Mesentíamargamentedesilusionada,Diana,yconelcorazóntandestrozadoqueesanochenorecéantesdeacostarme.Peromearrepentíymelevantéahacerloamedianoche.

—Conseguiremosquemamáselopida.Esprobablequeasítedeje;ysilohace,pasaremosunosmomentosinolvidables,Ana.Nuncaheestadoenunaexposiciónyesmuydolorosoescucharaotrasniñascontarsusviajes.JaneyRubyhanestadodosvecesyvuelvenesteaño.

—Novoyapensarlohastasabersiiréono—dijoAna,resuelta—.Silohicierayluegomedesilusionara,no lopodría resistir.Pero si voy,megustaría tener listo elabrigonuevo.Marillanocreíaqueyonecesitaraunonuevo.Decíaqueelviejopuedeservirotroinviernoyquemedeboconformarcontenerunvestidonuevo.Elvestidoesmuybonito,Diana,azulmarinoymuyalamoda.Marillamehaceahoratodoslosvestidosalamoda,puesnoquierequeMatthewvayaalaseñoraLyndeparaqueloscosa.Estoymuycontenta.Esmuchísimomásfácilserbuenacuandolasropasestánalamoda.Por lomenos,esmás fácilparamí.Supongoqueesadiferencianoexisteparalasgentesnaturalmentebuenas.PeroMatthewdijoqueyodebíatenerunabrigonuevo,demaneraqueMarillacompróunhermosocortedepañofinoazulyme loestácosiendounaverdaderamodistadeCarmody.Estarálistoparaelsábadoporlanochey tratodeno imaginarmecaminandoporel atriode la iglesiaconminuevovestidoymigorro, porque temoquenoestébien imaginar esas cosas; pero semedeslizanenlamenteapesarmío.Migorrotambiénesmuybonito.MatthewmelocompróeldíaquefuimosaCarmody.Esunodeesosde terciopeloazulquehacenfuror,concordonesdoradosyborlas.Tunuevosombreroesmuyelegante,Diana,ytequedamuybien.Cuandotevientrarenlaiglesiaeldomingopasado,mesentímuyorgullosa de que fueras mi amiga. ¿Crees que está mal esto de pensar tanto ennuestrasropas?Marilladicequeespecaminoso.Peroesuntemataninteresante,¿noesasí?

MarillaconsintióenqueAnafueraalaciudadyacordaronqueelseñorBarrylasllevaría el martes siguiente. Como Charlottetown quedaba a cuarenta y cincokilómetros y el señorBarry deseaba ir y volver en el día, fue necesario salirmuytemprano.PeroparaAnafueunadiversión;antesdequeamanecierayaestabaenpie.Unamiradaporlaventanaleaseguróqueeldíaseríahermoso,pueselcieloorientaltras los pinos del Bosque Embrujado estaba plateado y sin nubes. Por entre losárbolesseveíabrillaruna luzen labuhardillade«LaCuestadelHuerto»,señalde

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queDianatambiénsehabíalevantado.AnayaestabavestidacuandoMatthewhuboencendidoelfuegoy,aunquetenía

el desayuno servido cuando bajó, estaba demasiado excitada como para comer.Despuésdeldesayuno, conel eleganteabrigoyelgorronuevopuestos,Anacruzóapresurada el arroyo hacia «La Cuesta del Huerto». El señor Barry y Diana laesperabanyprontoestuvieronencamino.

Eraun largoviaje,pero lasdosniñasdisfrutarondecadaminuto.Eradeliciosomarcharporloshúmedoscaminosbajolatempranayrojizaluzsolarquecruzabaloscampos.El aire era fresco y cortante y ligeras nieblas azuladas se elevaban de losvallesyflotabansobrelascolinas.Algunasveces,elcaminocruzababosquesdondelos arces comenzaban a lucir banderas escarlatas; otras cruzaba ríos sobre puentesquehacíanestremecerseaAnaconelviejoydeliciosotemor;oseguíalacostadeunpuerto, pasaba junto a un grupo de casitas de pescadores para subir otra vez a lascolinas, desdedonde seveían las tierras ascendentesy el cielo azul; perodoquieraquefuera,habíamuchointeresantequecomentar.EracasimediodíacuandollegaronalpuebloysedirigieronaBeechwood.Eraunaviejamansiónseñorial,ocultadelacalleporuncercodeverdesolmosycoposashayas.LaseñoritaBarrylasesperóenlapuertaconlosojoscentelleantes.

—Demaneraqueporfinhasvenidoaverme,Ana—dijo—.¡PorDios,cómohascrecido!Eresmásaltaqueyo.Ytienesmuchísimomejoraspectoqueantes,también.Peromeatrevoadecirqueesolosabíassinquetelodijeran.

—De verdad que no—dijo Ana, radiante—. Sé que no soy tan pecosa comoantes, cosa que agradezco mucho, pero realmente no me había atrevido a teneresperanzasdeotroscambios.Demaneraquemealegraqueloshaya,señoritaBarry.

LacasadelaseñoritaBarryestabaamuebladacon«granmagnificencia»,segúndijo Ana a Marilla después. Las dos pequeñas campesinas quedaron bastanteconfusas por el esplendor del salón donde las dejó la señoritaBarry cuando fue avigilarlacena.

—¿Noesunpalacio?—susurróDiana—.NuncahabíaestadoantesencasadetíaJosephine y no tenía ni idea de que fuese tan grande.Me gustaría que Julia Bellpudieraverla;sedatantosairesconlasaladesumadre…

—¡Alfombradeterciopelo—suspiróAna—,ycortinajesdeseda!Hesoñadoconcosasasí,Diana.Perosabrásquenomesentiríamuycómodaconellas,despuésdetodo.Haytantascosasenestahabitaciónysontanmaravillosas,quenoquedacampoparalaimaginación.Éseesunconsuelocuandoseespobre;haymuchísimascosasquesepuedenimaginar.

SuestanciaenlaciudadfuealgoqueAnayDianarecordaronduranteaños.Fuemaravillosodesdeelprincipiohastaelfin.

Elmiércoles,laseñoritaBarrylasllevóalaexhibicióndondepasarontodoeldía.

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—Era espléndido—contómás tardeAna aMarilla—.Nunca había imaginadonadataninteresante.Enrealidad,noséquédepartamentoeraelmejor.Creoquemequedaríaconeldeloscaballos,eldelasfloresyeldetrabajosvarios.JosiePyeganóelprimerpremioenencaje.Mealegrodeveras.Y tambiénmealegroporhabermealegrado,puesdemuestraqueestoymejorando,yaquemeregocijóeléxitodeJosie.ElseñorHarmonsellevóelsegundopremioporlasmanzanasGravenstein,yelseñorBell,elprimerpremioconuncerdo.DianadijoqueleparecíaridículoqueeldirectordelaEscuelaDominicalganaraunpremioporloscerdos,peroyonoveoelporqué.¿A usted qué le parece? Dice que cada vez que le viera rezar solemnemente, lorecordaría.ClaraLouiseMacPhersonganóelpremioparaquesoymantecacaseros.DemaneraqueAvonleaestuvobastantebienrepresentada.LaseñoraLyndeestuvoaqueldíaynuncasupecuántolaapreciabahastaquevisucarafamiliarentretantosextraños. Había miles de personas allí, Marilla. Eso me hizo sentir horriblementeinsignificante.Y la señorita Barry nos llevó al gran pabellón a ver las carreras decaballos. La señora Lynde no quiso ir; decía que las carreras de caballos eranabominables y que siendo religiosa, consideraba un deber sagrado mantenerseapartada.Perohabía tantagentequenocreoquesenotara laausenciade laseñoraLynde. Sin embargo, creo que no debería ir a menudo a las carreras de caballosporqueson fascinantes.Dianaseexcitó tantoquequisoapostardiezcentavos,peromeneguéaapostar,porquequeríacontarletodoalaseñoraAlianymeparecióquecontarleesonoseríabueno.Estámalhaceralgoquenosepuedecontaralaesposadeunpastor.Escasiposeerunaconcienciaadicionaleltenerporamigaaunapersonaasí. Yme alegré de no haber apostado, pues el caballo rojo ganó, demanera quehubiera perdidomis diez centavos.Así es como se recompensa a la virtud.Vimossubir a un hombre en un globo. Me gustaría subir en globo, Marilla, seríasimplemente estremecedor. Y vimos a un hombre que vendía buenaventuras; lepagaban diez centavos y un pajarito elegía la suerte. La señorita Barry nos dio aDianayamídiezcentavosparaquenosdijeranlabuenaventura.Lamíafuequemecasaría con un hombremoreno,muy rico, y que iría a vivir al otro lado del mar.Después de eso, miré cuidadosamente a cuanto hombre moreno vi, pero no mepreocupémuchoporellos,porquesupongoqueesdemasiadoprontoparabuscarlo.Oh,Marilla, fueundía inolvidable.Estaba tan cansadaquenopudedormir por lanoche. La señorita Barry nos puso en el cuarto de huéspedes como nos habíaprometido.Era una habitación elegante,Marilla, pero, sin embargo, dormir en unahabitación así no fue como pensé. Ése es el inconveniente de crecer y empiezo acomprenderlo. Las cosas que se desean cuando se es niña no son ni la mitad dehermosascuandosecrece.

El jueves lasniñaspasearonencocheporelparquey,por lanoche, la señoritaBarrylasllevóaunconciertoenlaAcademiadeMúsica,dondecantabaunanotable

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primadonna.EsanocheAnatuvounavisióndelparaíso.—Oh,Marilla, era algo indescriptible.Estaba tanexcitadaqueni siquierapude

hablar, de manera que podrá imaginárselo. Me senté en un arrebatado silencio.MadameSelitskyera labellezapersonificaday llevabaunvestidoderasoblancoydiamantes. Pero en cuanto comenzó a cantar, no pude pensar en otra cosa.Oh, nopuedo decirle cómome sentía. Perome parecía que ya nuncame sería difícil serbuena. Tenía la misma sensación que cuando miro las estrellas. Los ojos se mellenarondelágrimas,pero,¡oh!,eranlágrimasdefelicidad.Sentítantoqueterminara,quedijea laseñoritaBarryquenosabíacómopodríavolvera lavidanormal.Elladijo que creía que cruzar la calle hasta el restaurante y tomar un sorbete ayudaríamucho. Sonaba a prosaico pero parami sorpresa hallé que era verdad. El sorbeteestaba buenísimo,Marilla, y eramuy agradable estar sentada allí tomándolo a lasoncedelanoche.Dianadijoquesecreíanacidaparalavidaciudadana.LaseñoritaBarryme preguntó cuál erami opinión pero le dije que debía pensarlo seriamenteantes de darle respuesta.Demanera que lo pensé después de acostarme.Ése es elmejormomentoparahacerlo.Ylleguéalaconclusión,Marilla,dequeyonohabíanacido para la vida ciudadana, y me alegraba. Está muy bien comer sorbetes enrestaurantesbrillantesa lasoncedelanochedevezencuando;peroparatodoslosdías creo que esmejor estar enmi buhardilla a las once, profundamente dormida,perosabiendoaunensueñosquelasestrellasbrillanfuerayqueelvientosoplaentrelospinosatravésdelarroyo.SelodijealaseñoritaBarryalamañanasiguientealahoradeldesayuno,yserió.Sereíaporreglageneraldetodocuantodecía,aundelascosasmássolemnes.Nomegustabamucho,puesnotratabadesergraciosa.Peroesunadamamuyhospitalariaynostratóregiamente.

ElviernesmarcóelmomentodelregresoyelseñorBarryfueabuscarlas.—Bueno,esperoqueoshayáisdivertido—dijolaseñoritaBarryaldespedirla.—Deverdadquesí—afirmóDiana.—¿Ytú,Ana?—Hedisfrutadocadaminuto—dijoAna,echándoleimpulsivamentelosbrazosal

cuelloybesándolelasarrugadasmejillas.Diananuncasehubieraatrevidoahacertalcosaysesintióhorrorizadaanteelhecho.PeroalaseñoritaBarrylegustóysequedóenelbalcónhastaquedesaparecióelcarricoche.Luegoretornóasucasonaconunsuspiro.Parecíamuysolitariasinaquellasjóvenes.LaseñoritaBarryeraunaancianaalgoegoísta,adecirverdad,ynuncasehabíapreocupadopornadie,exceptoporellamisma. Valoraba a las gentes según le fueran útiles o la divirtieran. Ana la habíadivertido y, consecuentemente, gozaba de su estima. Pero la señorita Barry seencontró pensando menos en los curiosos discursos de Ana y más en su juvenilentusiasmo,suscándidasemociones,susmodosysusdulceslabiosyojos.

—PenséqueMarillaCuthberteraunaviejatontacuandosupequehabíaadoptado

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una huérfana del asilo —se dijo—, pero sospecho que no cometió ningún errordespuésdetodo.SituvieraenlacasaunaniñacomoAna,seríaunamujermásfelizymejor.

AnayDianaencontraronelpaseodevueltaacasatanplacenterocomoeldeida;quizámás,yaqueteníanladeliciosaconcienciadelhogaresperándolasalfinal.EradenochecuandopasaronporWhiteSandsyentraronenelcaminodelacosta.Alolejos, las colinasdeAvonlea sedestacaban contra el cielo color azafrán.Tras ellassalía la luna del mar, que se transfiguraba a su luz. Cada caleta junto al sinuosocaminoeraunamaravilladedanzarinasolasquerompíanconunsuavechasquidoenlasrocasyelsabordelmarsesentíaenelaire,frescoyfuerte.

—¡Oh,québelloesviviryestarderegresoencasa!—suspiróAna.Cuando cruzó el puente de troncos sobre el arroyo, la luz de «Tejas Verdes»

parpadeó una bienvenida y a través de la puerta abierta brilló el fuego del hogar,enviandosucálidofulgorenlafríanocheotoñal.Anaentrócorriendoenlacocina,dondelaesperabalacomidacaliente.

—¿Demaneraqueyahasvuelto?—dijoMarilladoblandosulabor.—Sí, y es tanbonito estar de regreso en casa—respondióAna alegremente—.

Seríacapazdebesarlotodo,hastaelreloj.¡Marilla,polloalaparrilla!¡Quieredecirquelohapreparadoespecialmenteparamí!

—Sí—dijo Marilla—, pensé que estarías hambrienta después del viaje y quenecesitaríasalgoreconfortante.Apresúrateycámbiatederopa;cenaremostanprontoregreseMatthew.Estoycontentadequehayasvuelto.Todoestoestáhorriblementesolitariosinti;nuncapasécuatrodíastanlargos.

Despuésdecenar,AnasesentóanteelfuegoentreMarillayMatthewyleshizounrelatocompletodesuvisita.

—Hansidounosdíasfantásticos—concluyó,feliz—,ysientoqueesomarcaunaépocademivida.Perolomejordetodofueelregresoacasa.

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CAPÍTULOTREINTA

LafundacióndelClubdelaAcademiadelaReina

Marilla dejó caer el tejido sobre la falda y se arrellanó en su silla. Tenía los ojoscansadosypensóvagamentequedebíahacercambiarsuslenteslapróximavezquefueraalpueblo,puesselecansabanmuchodeuntiempoaestaparte.

Era casi de noche, pues el opaco crepúsculo de noviembre ya había caído en«TejasVerdes»ylaúnicaluzenlacocinaveníadelasdanzarinasllamasdelhogar.

Ana,sentadaalaturcafrentealachimenea,contemplabaelalegreresplandordelasastillasdearcedelasquegoteabaelsoldecienveranos.Habíaestadoleyendo,perosulibroseencontrabaahoraenelsuelo,ysoñaba,conunasonrisaenloslabiosentreabiertos. Rutilantes castillos en el aire tomaban forma entre la niebla de sufantasía; aventuras maravillosas ocurrían en su región de ensueño, aventuras quesiempre acababan triunfalmente y que nunca la llevaban a situaciones tanembarazosascomolasdelavidareal.

Marilla la contemplaba con una ternura que sólo a la suave luz del hogar seatrevía a aflorar.Expresar el amor abiertamente era una lección queMarilla jamásaprendería.Loquesíhabíaaprendidoeraaquereraestadelgadamuchachadeojosgrisesconunafectotanprofundocomonodemostrado.Suamorlahacíatemerserexcesivamenteblanda.Teníalaincómodasensacióndequeeraalgopecaminosodarelcorazóncontanta intensidadaunacriaturahumanayquizáhacíaunaespeciedepenitenciainconscientealsermásestrictaconaquellaniñaquesilahubieraqueridomenos.NisiquieraAna tenía ideadecuánto laqueríaMarilla.Algunasvecescreíaque era muy difícil de complacer y que carecía de simpatía y comprensión. PerosiempredesechabaelpensamientorecordandocuántodebíaaMarilla.

—Ana —dijo Marilla de improviso—, la señorita Stacy ha venido esta tardemientrasestabasconDiana.

Lamuchachavolviódelmásalláconunsaltoyunsuspiro.—¿Sí?¡Oh,cuántosientonohaberestado!¿Porquénomehallamado?Dianay

yoestábamosenelBosqueEmbrujado.Losbosquesestánhermososahora.Todoelbosque,loshelechos,lashojas,hancomenzadosusueño,comosialguienloshubieraarropadohastalaprimaverabajounmantodehojasmuertas.Creoquefueelhadadelarcoirislaquelohizo.Dianatratadenopensarlo;nuncaolvidalareprimendaqueledio su madre por imaginar fantasmas en el Bosque Embrujado. Tuvo un efectohorribleensuimaginación:selaembotó.LaseñoraLyndedicequeMyrtleBellesunserembotado.LepreguntéaRubyGillisporquéymedijoquesospechabaqueeraporquehabíavueltosunovio.Rubynopiensamásqueennovios,ycuantomáscrece,peorsepone.Losjóvenesestánmuybienensulugar,peronoestábienmeterlosen

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todaspartes,¿noescierto?Dianayyoestamospensandoseriamenteenprometerquenuncanoscasaremos,sinoqueseremosunasespléndidasancianasyviviremosjuntassiempre. Diana aún no se ha decidido, porque piensa que quizá sería más noblecasarseconalgúnjovenosado,salvajeyperversoparareformarlo.¿Sabe?,Dianayyohablamosahoradetemasmuyserios.Nossentimosmásviejasqueantesynoescosa de hablar de chiquilladas. Es solemne tener casi catorce años, Marilla. LaseñoritaStacynosllevóatodaslasniñasentretreceydiecinueveañosdepaseojuntoal arroyo el miércoles pasado y nos habló de eso. Dijo que debíamos ser muycuidadosas con los hábitos que adquiramos durante esta edad, porque cuandolleguemosa losveintenuestro carácter estarádesarrolladoy echados los cimientosparatodalavidafutura.Yañadióquesiloscimientostemblaban,nuncapodríamosconstruir encima nada de valor. Diana y yo discutimos el asunto al regreso delcolegio. Nos sentimos extremadamente solemnes, aprendiendo cuanto podemos ysiendo tan sensatas como sea posible para que, al llegar a los veinte, nuestroscaracteres estén correctamente formados. Es aterrador tener veinte años, Marilla.¡Suenaatanviejo!Pero,¿porquéestuvoaquílaseñoritaStacyestatarde?

—Esoesloquequierodecirte,Ana,simedejasmeterbaza.Meestuvohablandodeti.

—¿Demí?—Anaparecióalgoasustada.Luegoenrojecióyexclamó:—Oh, ya sé. Tenía pensado decírselo, Marilla, de verdad, pero me olvidé. La

señoritaStacymecogióleyendoBenHurenclaseayertarde,cuandodeberíahaberestado estudiando historia del Canadá. Jane Andrews me lo prestó. Lo leía almediodíayacababadellegaralacarreradecuadrigascuandoregresamosaclase.Memoría por saber cómo terminaba, aunque estaba segura de que Ben Hur ganaría,porquenohabríajusticiapoéticasino;demaneraqueabríellibrodehistoriasobreelpupitre y coloquéBenHur debajo, sobremis rodillas. Parecía que todo el tiempoestaba estudiando historia, cuando en realidad estaba sumergida en BenHur. Taninteresadaestaba,quenonotéquelaseñoritaStacyveníaporelpasillohastaquealcéla vista y la vi mirándome con ojos llenos de reproche. No puedo decirle cuanavergonzadamesentí,Marina,especialmentecuandooílarisasofocadadeJosiePye.LaseñoritaStacysellevóBenHur,peronodijonada.Mellamóduranteelrecreoymehabló.Dijoquehabíaestadomalpordosrazones.Primero,porgastareltiempodedicadoaestudiarysegundoportratardeengañaramimaestra.Hastaesemomentono había comprendido que lo que hacía era un engaño. Me sorprendió. Lloréamargamentey lepedía laseñoritaStacyquemeperdonaray ledijequenunca lovolvería a hacer.Ofrecí como penitencia no leerBenHur en toda una semana, nisiquieraparavercómoterminabalacarreradecuadrigas.PerolaseñoritaStacydijoquenoeranecesario,quemeperdonaba.Demaneraquepiensoquenoestuvobiendesuparteveniraverla.

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—LaseñoritaStacynisiquieramencionóelepisodio,Ana,yloúnicoquetetienea mal traer es tu conciencia culpable. No debes llevar novelas al colegio. Estásleyendodemasiadasúltimamente.Cuandoyoeraniñanisiquieramepermitíanmirarlastapasdeuna.

—Oh,¿cómopuedellamarnovelaaBenHur,cuandoesunlibrotanreligioso?—protestó Ana—. Desde luego que es casi demasiado excitante para leerlo losdomingos,peroyololeosóloentresemana.YnuncaleolibroalgunoamenosquelaseñoritaStacyolaseñoraAlianlojuzguenconvenienteparaunaniñadetreceañosytrescuartos.LaseñoritaStacymelohizoprometer.Unavezmeencontróleyendounlibro titulado El espeluznante misterio de la habitación embrujada. Me lo habíaprestadoRubyGillis,¡yeratanfascinanteypavoroso,Marilla!Helabalasangreenlasvenas.PerolaseñoritaStacydijoqueeramuyvulgarymepidióquenololeyeramás, ni tampoco libros parecidos. No tuve inconveniente en hacerlo, pero eradolorosísimo devolverlo sin saber cómo terminaba.Mas mi cariño por la señoritaStacy pasó la prueba. Es realmente maravilloso, Marilla, cuánto se puede hacercuandoseestádeseosodecomplaceraunapersona.

—Bueno,creoqueencenderélalámparaymepondréatrabajar—dijoMarilla—.VeoclaramentequenoquieresoírloquedijolaseñoritaStacy.Estásmásinteresadaenelsonidodetuspropiaspalabras.

—¡Oh,no!,Marilla,deverdadquequieroescucharlo—exclamóAna,contrita—.No diré una sola palabra más. Sé que hablo demasiado, pero estoy tratando devencermey,aunquedigodemasiadascosas,quedanmuchasquequisieradecirynolasdigo.Porfavor,cuéntemelo.

—Bueno, la señorita Stacy desea organizar una clase entre los escolaresadelantadosquequieranhacerlosexámenesdeingresoenlaAcademiadelaReina.Vino a preguntarnos a Matthew y a mí si nos gustaría que tú participaras. ¿Quéopinas,Ana?¿TegustaríairalaAcademiadelaReinayestudiarmagisterio?

—¡Oh,Marilla!—Anasearrodillóyletomólasmanos—.Hasidoelsueñodemivida;esdecir,durantelosúltimosseismeses,desdequeRubyyJanecomenzaronahablar del ingreso. Pero no dije nada, porque lo suponía inútil. Me gustaríamuchísimo ser maestra. Pero, ¿no será muy caro? El señor Andrews dice que lecuestacientocincuentadólareshacerentraraPrissy,yesoqueellanoeraunfracasoengeometría.

—Creoquenodebieraspreocuparteporeso.CuandoMatthewyyo resolvimoscriarte,decidimoshacercuantopudiéramosportiydarteunabuenaeducación.Creoqueunachicadebeestarpreparadaparaganarseelsustento,lonecesiteono.Siempretendrásunhogaren«TejasVerdes»mientrasMatthewyyoestemosaquí,peronadiesabe qué pasará en este incierto mundo y no está de más hallarse preparado. Demaneraquepuedesseguiresasclasessiquieres,Ana.

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—¡Oh,Marilla,muchasgracias!—Analeechólosbrazosalacinturaylamiróalosojos—.Lesestoytanagradecida.Estudiarécuantoseacapazyharécuantopuedaparaqueseenorgullezcandemí.Lesprevengoquenoesperenmuchoengeometría,perocreoquemedistinguiréentodolodemássitrabajofirme.

—Estoy segura de que te irá bastante bien. La señorita Stacy dice que eresbrillanteydiligente.—PornadadelmundohubieradichoMarillaaAnatodoloquele había dicho la señorita Stacy; habría halagado demasiado su vanidad—. Nonecesitastomártelomuyapecho.Nohayprisa.Noestaráslistaparaelingresohastadentrodeunañoymedio.Peroesbuenocomenzarasudebidotiempoytenerunabasecorrecta,comodicelaseñoritaStacy.

—Desde ahora pondrémás interés que nunca enmis estudios—anunció Ana,llenadefelicidad—,porquetengounarazónparavivir.ElseñorAliandicequetodosdeberíamostenerunarazónparavivirylucharfielmenteporella.Sóloquedicequedebemosestarsegurosdequesetratadeunpropósitovalioso.YollamaríapropósitovaliosoelsermaestracomolaseñoritaStacy.Creoqueesunaprofesiónmuynoble.

LaclaseparalaAcademiadelaReinafueorganizadaasudebidotiempo.GilbertBlythe,AnaShirley,RubyGillis,JaneAndrews,JosiePye,CharlieSloaneyMoodySpurgeonMacPhersontomaronparte.Diananoasistió,yaquesuspadresnoteníanpensado mandarla a la Academia de la Reina. Esto pareció poco menos que unacalamidad para Ana. Desde la noche en queMinnieMay tuviera garrotillo no sehabían separadoparanada.La tardeenqueelgrupode laAcademia sequedóporprimeravezparadarlasleccionesinicialesyAnaviosaliraDianalentamenteconlosotrosparavolversolaacasaporelCaminodelosAbedulesyelValledelasVioletas,nadapudohacer exceptoquedarse sentaday reprimir susdeseosde salir corriendocon su compañera. Se le hizo un nudo en la garganta y rápidamente ocultó tras lagramáticalatinalaslágrimasquellenabansusojos.PornadadelmundodejaríaqueGilbertyJosielasvieran.

—Pero,Marilla,creíhaberprobadolaamarguradelamuerte,comodijoelseñorAlianensusermóndeldomingopasado,alveraDianasalirsola—dijotristementeaquellanoche—.¡QuémaravillosohubierasidosiDianahubieseseguidotambiénelcurso!Peronopodemosaspiraralaperfecciónenunmundoimperfecto,comodicelaseñoraLynde.Aunqueavecesnoseaunapersonamuyreconfortantenocabedudade que dicemuchas verdades. Y pienso que la clase serámuy interesante. Jane yRubysóloestudiaránparasermaestras.Eslametadesusambiciones.Rubydicequepiensaenseñarduranteunpardeañosdespuésdelagraduaciónyluegocasarse.Janedicequededicará todasuvidaalmagisterioynosecasaránunca,porqueauna lepaganporenseñar,mientrasqueunmaridonopaganadayademásgruñecuandolepidesdineroparahuevosomanteca.SupongoqueJanehablaportristeexperiencia,pueslaseñoraLyndedicequesupadreesuncascarrabiasyterriblementemezquino.

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Josie Pye dice que cursará sus estudios simplemente para tener mayor educación,porquenotendráqueganarselavida;diceademásquedesdeluegoesdistintoenelcaso de los huérfanos que viven de la caridad; ellos sí que deben abrirse camino.Moody Spurgeon será ministro. La señora Lynde dice que con un nombre así nopodráserotracosa.Nolotomeamal,Marilla,peroconsólopensarenMoodycornoministromehace reír. ¡Tieneun aspecto tan ridículo, con la cara gorda, los ojillosazules y las orejas como pantallas! Quizá cuando crezca tenga un aspecto másintelectual.CharlieSloanedicequesededicaráa lapolíticayseharámiembrodelParlamento, pero la señoraLynde dice que no tendrá éxito, porque los Sloane sonhonradosysólolossinvergüenzastienenfuturoenpolítica.

—YGilbertBlythe,¿quéserá?—preguntóMarilla,viendoqueAnaabríasuJulioCésar.

—No tengo conocimiento de las ambiciones deGilbert Blythe, si es que tienealgunas—dijoAna,airada.

EnaquelmomentolarivalidadentreAnayGilberteraevidente.Anteshabíasidounilateral,peroahoranocabíadudadequeGilbertqueríaserelprimerodelaclase,igualqueAna.Erandignosunodelotro.Losotrosmiembrosdelaclaseaceptabantácitamentesusuperioridadynisiquierasoñabanconcompetirconellos.

Desde el día de la laguna, en que ella se negara a perdonarle, Gilbert,exceptuando laantedicha rivalidad,nodabamuestrasde reconocer la existenciadeAna Shirley. Hablaba y bromeaba con las otras muchachas, cambiando libros yacertijosconellas;discutíaleccionesyplanesyalgunasvecesacompañabaasucasaaalguna,despuésdelasoracionesodelareunióndelClubdeDebates.PeroaAnaShirley simplemente la ignoraba; y ésta descubrió que no es nada agradable serignorado.Envanosedecíaasímismaquenoleimportaba.EnlomásprofundodesucorazoncitosabíaqueleimportabayquesivolvieraatenerlaoportunidaddelLagodelasAguasRefulgentes,surespuestaseríabiendistinta.Depronto,parasusecretatortura, había descubierto que el viejo resentimiento había desaparecido,desvaneciéndosecuandomásnecesitabadesuapoyo.Eraenvanoque recordara lamemorableocasiónytrataradesentirlaviejaysatisfactoriaira.Aqueldía,juntoalalaguna,habíacontempladosuúltimoyespasmódicorelámpago.Anacomprendióquehabíaperdonadoyolvidadosindarsecuenta.Peroerademasiadotarde.

Porlomenos,niGilbertninadie,nisiquieraDiana,sospecharíanjamáscuántolosentía y cuánto deseaba no haber sido tan orgullosa. Decidió «sepultar sussentimientosenelmásprofundodelosolvidos»,ytuvotantoéxitoqueGilbert,queposiblementenoeratanindiferentecomoparecía,nopudoconsolarseconlacertezade que Ana sentía su desprecio. Su único pobre consuelo fue burlarse sin piedad,continuaeinmerecidamentedelpobreCharlieSloane.

Porlodemás,elinviernopasóentreagradablesdeberesyestudios.ParaAna,los

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días transcurrían como doradas cuentas de la gargantilla del año. Estaba feliz,ansiosa,interesada;habíaleccionesqueaprenderydistincionesqueganar;deliciososlibros que leer; nuevos cantos que practicar para el coro de la escuela dominical;placenterastardesdedomingoenlarectoría,juntoalaseñoraAlian.Entonces,casiantesdequeAnalonotara,llególaprimaveraa«TejasVerdes»yunavezmástodofloreció.

Los estudios se volvieron menos agradables; en el curso extraordinario, alquedarse en el colegiomientras los otros corríanpor los verdes campos, los atajossombríosylossenderos,mirabaporlaventanaydescubríaquelosverboslatinosylosejerciciosenfrancéshabíanperdidoalgodelabellezaqueposeyeranenlosmesesdeinvierno.HastaGilbertyAnaserezagaron.Maestrayalumnossesintieronigualde felices cuando terminaron las clases y los alegres días de las vacaciones seextendieronrosadosanteellos.

—Habéisrealizadounabuenalaboresteaño—lesdijolaseñoritaStacydurantelaúltimanoche—yosmerecéisunasbuenasyalegresvacaciones.Divertíoscuantopodáisalairelibreyreunidmuchavitalidadyambiciónparatrabajarelpróximoaño.Seráunatareaextraordinaria;eselúltimoañoantesdelingreso.

—¿Volveráelañoqueviene,señoritaStacy?—preguntóJosiePye.JosiePyenuncadudabaenhacerpreguntas;enestaocasión,elrestodelaclasele

estuvoagradecida.Ningunosehubieraatrevidoapreguntarlo,aunquetodosdeseabansaber; habían corrido alarmantes rumores por el colegio de que la maestra noregresaríaalsiguienteaño,pueshabía recibidounaofertadelcolegiodesudistritonataly tenía intencióndeaceptarla.Laclasede laAcademiade laReinaesperó larespuestasinrespirar.

—Sí, creoque loharé—dijo la señoritaStacy—.Pensé enencargarmedeotraescuela,perohedecididovolveraAvonlea.Parasersincera,meheinteresadotantoporlaclasequenolapuedodejar.Demaneraquemequedaréhastadespuésdelosexámenes.

—¡Hurra! —gritó Moody Spurgeon. Nunca se había dejado llevar por sussentimientos,yduranteunasemanaenrojecíacadavezquerecordabaelincidente.

—¡Oh,estoytancontenta!—dijoAnaconlosojosbrillantes—.QueridaseñoritaStacy, hubiera estadomuymal de su parte no regresar. No creo que hubiera sidocapazdecontinuarconlosestudiossiotromaestrohubieraocupadosulugar.

CuandoAnallegóasucasaaquellanoche,guardótodossuslibrosdetextoenunviejobaúldelaltillo,locerróconllaveylatiróenuncajón.

—Durantelasvacacionesnisiquieravoyamirareledificiodelaescuela—dijoaMarilla—. He estudiado todo lo que he podido durante el curso; he aprendidogeometríahastasaberdememoriacadateoremadelprimerlibroaunquemecambienlas letras.Estoy cansadade ser sensata y dejaré correr la imaginación este verano.

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¡Oh,nosealarme,Marilla!Ladejarécorrerdentrodelímitesrazonables.Peroquierotenerunveranorealmentealegre,puesprobablementeseamiúltimoveranodeniña.LaseñoraLyndedicequesisigoestirándomeelañopróximoigualqueéste,tendréquealargarlasfaldas.Dicequesoytodaojosypiernas.Ycuandomepongafaldasmáslargassentiréquedeberéserdignadeellas,yloseré.Sospechoqueentoncesnisiquiera podré creer en las hadas, así que este verano creeré en ellas con todomicorazón.Meparecequevamosapasarunasvacacionesmuyalegres.RubyGillisvaadarunafiestadecumpleaños,yelmespróximotendremoselfestivaldelamisiónylaexcursióndelaescueladominical.YelseñorBarrydicequeunanochenosllevaráaDianayamíalhoteldeWhiteSandsacenar.Allísecenaporlasnoches,¿sabe?JaneAndrewsfueelveranopasadoydicequeesmaravillosoverlaluzeléctricaylasfloresylasseñorasconsuselegantesvestidos.Dicequefuesuprimeravisióndelavidaeleganteyquenolaolvidaráhastaeldíadesumuerte.

La señora Lynde llegó por la tarde, para averiguar por qué Marilla no habíaasistido a la reunión del jueves de la Sociedad de Ayuda. Cuando Marilla noconcurríaadichareunión,lagentedeAvonleasabíaquealgoandabamalen«TejasVerdes».

—ElcorazóndeMatthewnoandabamuybien—explicóMarilla—,ynomesentícon ánimos de dejarle. Ya pasó, pero los ahogos le danmás a menudo y esomepreocupa.Elmédicodicequedebetenercuidadoyevitarlasemocionesfuertes.Noesmuydifícil,yaqueMatthewnolasbuscaninuncalasbuscó,perotampocodebehacer trabajospesados,yusted sabequepedirleaMatthewqueno trabajees igualquepedirlequenorespire.Vengaydejesuscosas,Rachel.¿Sequedaráatomarelté?

—Bueno,yaqueme lopide,creoquesí—contestó laseñora,que,además,noteníaotrosplanes.

Ambas se sentaronen la saladeestarmientrasAnapreparabael téyhorneabaunosbollosquepudierandesafiarcualquiercrítica.

—DebodecirqueAnasehatransformadoenunachicamuydispuesta—admitióla señora Lynde, mientras Marilla la acompañaba al atardecer hasta el final delsendero—;debeserunagranayuda.

—Lo es—contestóMarilla—, y ahora es sensata y digna de confianza. Antestemíaquenosecuraradesusyerros;peronohasidoasíyyanotemoconfiarlenada.

—Aqueldía,tresañosatrás,nosemehubieraocurridopensarqueresultaríaasí.¡Nuncaolvidarésuterriblereacción!Cuandovolvíacasa,ledijeaThomas:«Tomanota,Thomas,MarillaCuthbert se arrepentirá toda suvidadel pasoquehadado».Peromeequivoqué,ymealegro.Nosoydeesasquenuncareconocenelerror.No,ésanuncafuemicostumbre,graciasaDios.CometíunerrorconAna,peronoeradeextrañar,puesnuncahabíavistounacriaturamássingular,esoes.Nohabíamododecriarlaconlasreglasaptasparalosdemásniños.Esmaravillosocuántohamejorado

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en todos estos años, especialmente en apariencia. Será una hermosa muchacha,aunque yo no sea partidaria del tipo de tez pálida y grandes ojos.Me gustanmásrollizasyrosadas,comoDianaBarryoRubyGillis.Éstasíqueesguapa.Perohayalgo,noséquées,quelashaceparecervulgarescuandoestánconAna,aunqueéstanosea tanhermosa;escomosipusiéramosunnarciso juntoa lasgrandespeonías,esoes.

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CAPÍTULOTREINTAYUNO

Dondeelarroyoyelríoseencuentran

Anadisfrutóaquelveranocon todosucorazón.Dianayellavivieron totalmentealairelibre,gozandodetodaslasdeliciasquelesbrindabanelSenderodelosAmantes,la Burbuja de la Dríada, Willowmere y la isla Victoria. Marilla no opusoinconvenientea losvagabundeosdeAna.ElmédicodeSpencervale,elmismoquehabíaidolanochedelaenfermedaddeMinnieMay,hallóunatardeaAnaenlacasadeunapaciente,laobservóagudamente,torciólaboca,sacudiólacabezayenvióaMarillalasiguientenota:

«Tengaa supelirroja al aire libre todoelveranoyno ladeje leerningún librohastaquetengaunandarmásvivo.»

EstemensajeasustóaMarillasaludablemente.Leyóenél lacondenademuertedeAnadetisis,amenosquelosiguieraalpiedelaletra.Comoresultado,Anapasóelveranomásdoradodesuvidaenloquesereferíaalibertadyretozó,paseó,remó,cogiófresasysoñóconelcorazónalegre;ycuandollegóseptiembre tenía losojosbrillantes y vivos, un andar que hubiera satisfecho almédico de Spencervale y uncorazónllenonuevamentedeambiciónydeleite.

—Me siento con ánimo de estudiar con todas mis fuerzas—declaró mientrasbajaba sus libros de la buhardilla—. ¡Oh,mis queridos y viejos amigos!Estoy tancontenta de ver vuestras honestas caras otra vez! ¡Sí, hasta la tuya, geometría!Hepasado un veranomaravilloso,Marilla, y ahora estoy tan alegre como un hombrefuerteantesdecorrerunacarrera,comodijoelseñorAlianeldomingopasado.¿NosonmagníficoslossermonesdelseñorAlian?LaseñoraLyndedicequemejoradíaadía y que en cualquier momento alguna iglesia de la ciudad lo pedirá y nosquedaremossinél,teniendoquevolveraotroministroqueaúnnoestémaduro.Peroyonoveolanecesidaddepreocuparseantesdetiempo.¿Noleparece,Marilla?Creoque lomejor es disfrutar del señorAlianmientras lo tenemos.Si yo fuera hombrecreo que seríaministro. Ellos pueden tenermucha influencia para el bien si estánfuertes en teología; y debe ser estremecedor pronunciar sermones espléndidos yconmover los corazones de quienes escuchan. ¿Por qué lasmujeres no pueden serministros,Marilla?Se lopreguntéa la señoraLyndeysesobresaltóymedijoquesería algo escandaloso. Dijo que en los Estados Unidos se permiten ministrosfemeninos,ycreequeloshay,peroque,graciasaDios,esotodavíanoocurreenelCanadá,yqueesperaquenuncaloshabrá.Peroyonoveoelporqué.Piensoquelasmujeresseríanespléndidosministros.Cuandohayqueprepararunareuniónsocial,untéocualquierotracosaabeneficiode la iglesia, lasmujeres tienenqueocuparseyhacertodoeltrabajo.EstoyseguradequelaseñoraLyndepuederezarcadaoración

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tanbiencomoelseñorBell,ynodudoquetambiénpodríapredicarconunpocodepráctica.

—Sí, creo que sí—dijo Marilla secamente—. Lo ha probado en infinidad desermones extraoficiales. Nadie tiene muchas oportunidades de cometerequivocacionesenAvonleaconRachelLyndevigilando.

—Marilla —dijo Ana confidencialmente—, quiero contarle algo y conocer suopiniónalrespecto.Mepreocupaterriblemente,sobretodolosdomingosporlatardecuandopiensosobreestosasuntos.Realmentequieroserbuena,ycuandoestoyconusted,conlaseñoraAlianolaseñoritaStacy,lodeseomásaúnyquierosólohacerlas cosas que ustedes aprobarían. Pero generalmente, cuandome encuentro con laseñoraLynde,mesientodesesperadamentemalaydeseohacerjustamenteloqueelladicequenodebo.Sientounatentaciónirresistible.Ahorabien,¿porquéleparecequeme sentiré así? ¿Cree usted que es porque soy realmente mala y que no puedoregenerarme?

Marillapareciódudaruninstanteyluegoseechóareír.—Si tú estás confundida, Ana, yo también lo estoy, porque a menudo Rachel

produceenmíesemismoefecto.Avecespiensoqueellainfluiríamuchomásparaelbien,comotúdices,sinoestuvierasiempresermoneandoalagentesobreloquedebehacer. Tendría que haber algún precepto contra el sermoneo. Pero no deberíaexpresarmeasí.Rachelesunabuenacristianaytienebuenasintenciones.NohayunalmamásnobleenAvonleaynuncaeludesustareas.

—Me alegra mucho que sienta lo mismo —dijo Ana decididamente—. Esalentador.Ahorayanomepreocuparétantoporesteasunto.Peromeatrevoadecirque sepresentaránotrascosasquemepreocuparán.Cadamomento traeunanuevaquemedejaperpleja.Seterminaconunacuestióneinmediatamentesurgeotra.Haytantascosasquemeditaryquedecidircuandoseestáempezandoacrecer.Pensarydeterminar lo que es correcto ocupa todomi tiempo. Estar creciendo es algomuyserio, ¿no le parece, Marilla? Pero con amigos tan buenos como usted y comoMatthew,laseñoraAlianylaseñoritaStacytengoquecrecercorrectamente,yestoyseguradequesifalloserásóloporculpamía.Sientoqueesunagranresponsabilidad,porquenotengomásqueunaoportunidad.SinocrezcocomoDiosmanda,nopuedovolveratrásyempezarotravez.Esteveranohecrecidocincocentímetros,Marilla.LaseñoraGillismemidióenlafiestadeRuby.¡Estoytancontentadequemehicieramáslargoslosvestidosnuevos!¡Elverdeoscuroestanbonitoyfuetanbondadosodesuparteponerleelvolante!Porsupuesto,séquenoerarealmentenecesario,perolosvolantesestándemodaesteotoñoyJosiePyelostieneentodossusvestidos.Séqueserécapazdeestudiarmejorconelmío.Enlomásprofundodemimenteguardaréunsentimientomuyagradableporelvolante.

—Porlomenosserviráparaalgo—admitióMarilla.

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LaseñoritaStacyretornóalaescueladeAvonleayhallóasusalumnosansiososporcomenzaraestudiarotravez.Especialmentelosquesepreparabanparaelingresoa la Academia, pues a fin de año, ensombreciendo ya ligeramente su camino, sealzabaesacosahorribleconocidacomo«elexamendeingreso»,antecuyasolaidease les caía el almaa lospies. ¡Imaginaqueno lopasaran!EsepensamientoestabadestinadoaobsesionaraAnaensushorasdeinsomnioaquelinvierno,incluyendolosdomingosporlatardeconlaexclusióncasitotaldetodoslosproblemasteológicosymorales.Ensuspesadillas,Anaseveíaobservandomiserablementelalistadelosquehabíanpasadolosexámenes,encabezadaporelnombredeGilbertBlythe,mientrasqueelsuyonofigurabaporningunaparte.

Pero el invierno pasaba rápido, feliz y lleno de ocupaciones. El trabajo en laescuelaeramuyinteresante; lacompetencia, tanabsorbentecomoenotrostiempos.Nuevosmundosdepensamientos, sentimientosy ambiciones; frescosy fascinantescamposdeconocimientosignoradosparecíanabrirseantelosávidosojosdeAna

comocolinasasomandotraslacolinayAlpesalzándosesobrelosAlpes.

Eléxitosedebíaaltacto,cuidadoytoleranteguíadelaseñoritaStacy.Hacíaquesus alumnospensaran, explorarany descubrieranpor símismos, fomentabaque seapartaran de senderos trillados hasta un punto que sorprendía por completo a laseñoraLyndeyalossíndicosdelaescuela,quienesmirabandereojotodoloqueseapartaradelosviejosmétodosestablecidos.

Aparte de sus estudios,Ana tuvomayor vida social, puesMarilla, obsesionadaporlaadvertenciadelmédicodeSpencer-vale,noseopusomásalassalidasquesepresentabanocasionalmente.ElClubdelDebateprosperóycelebróvariosfestivales;hubounaodosfiestasquecasillegaronasergrandesacontecimientos,ypaseosentrineoypatinaje.

Mientrastanto,AnacrecíatanrápidamentequeMarillasesorprendióundíaqueestabandepieunajuntoalaotraaldescubrirquelajovencitaeramásaltaqueella.

—¡Vaya, Ana, cómo has crecido!—exclamó, casi incrédulamente. Un suspiroacompañóestaspalabras.MarillasentíaunaextrañapenaantelaestaturadeAna.Laniñaqueellahabíaaprendidoaamarsehabíadesvanecidoyensulugarestabaestaalta muchacha de quince años, de mirada seria, semblante pensativo y cabecitaorgullosa.

Marillaamabaa la jovencitamuchomásde loquehabíaamadoa laniña,perotenía conciencia de una extraña y triste sensación de pérdida. Y aquella noche,cuandoAnasehuboidoconDianaalareunióndelaiglesia,Marilla,sentadasolaenmedio del crepúsculo invernal, se permitió la debilidad de llorar. Matthew, quellegabaconunfarol,lasorprendió,ysequedómirándolacontalconsternación,que

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Marillatuvoquereírenmediodesuslágrimas.—Estaba pensando en Ana —explicó—. Se está haciendo mayor, y

probablementeelinviernoquevieneestaráseparadadenosotros.Laecharémuchodemenos.

—Podráveniracasaamenudo—laconsolóMatthew,paraquienAnasiempresería la pequeña y ansiosa criatura que trajera de Bright River aquel atardecer dejunio hacía cuatro años—. El ramal del ferrocarril llegará hasta Carmody paraentonces.

—No será lo mismo que tenerla aquí todo el tiempo —suspiró Marilla,lúgubrementedeterminadaasufrirsinconsueloalguno—.¡Pero,claro,loshombresnopuedenentenderestascosas!

HabíaotroscambiosenAna,nomenos realesque los físicos.Paraempezar, sehabíavueltomuchomástranquila;quizápensaramásquenuncaysoñaratantocomoantes,perolociertoeraquehablabamenos.Marillalonotóytambiénlocomentó.

—Hablas lamitadde lo que acostumbrabas antes,Ana, y apenasusas palabrasimportantes.¿Quétehaocurrido?

Ana se sonrojó y rió brevemente, mientras abandonaba su libro y mirabasoñadoramente por la ventana, donde rojos y grandes capullos reventaban sobre laenredaderacomorespuestaalreclamodelsoldeprimavera.

—No sé. No siento deseos de hablar tanto —dijo pensativamente—. Prefieropensarencosasquemegustanyguardarlasenelcorazóncomotesoros.Nomegustaque se rían o duden de ellas.Y por alguna razón, ya no quiero usarmás palabrasrimbombantes.Escasiunapena,yaqueahoracasisoysuficientementemayorcomoparadecirlassilodeseara.Esdivertidocrecerenciertossentidos,peronoeslaclasedediversiónqueyoesperaba,Marilla.Haytantoqueaprenderyhacerypensar,queno hay tiempo para palabras importantes. Además, la señorita Stacy dice que lassimplessonmuchomásfuertesymejores.Noshaceescribirtodosnuestrostrabajostansencillamentecomoseaposible.Alprincipiofuedifícil.Estabaacostumbradaallenarlotodoconcuantapalabragrandepodíapensar,yeranmuchas.Peroahorameestoyacostumbrandoyveoqueesmuchomejorasí.

—¿Quésehahechodetuclubdecuentos?Hacemuchoquenoteoigohablardeél.

—Elclubdecuentosyanoexiste.Notenemostiempo,ydecualquiermodocreoqueestabaempezandoaaburrirnos.Eraunaestupidezestarescribiendosobreamor,asesinatos,fugasymisterios.AveceslaseñoritaStacynoshaceescribiralgocomopráctica de composición, pero no nos deja relatar nada que no pudiera pasar enAvonlea,ennuestraspropiasvidas;lojuzgacondurezayhacequetambiénnosotroshagamos nuestra propia crítica. Nunca creí quemis composiciones tuvieran tantoserrores, hasta que empecé a corregirlas yo misma. Me sentí tan avergonzada que

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quisedesistirparasiempre,perolaseñoritaStacydijoquepodíaaprenderaescribirbien sólo con que me constituyera en mi más severo juez. Y en eso me estoyejercitando.

—Faltansólodosmesesparaelexamendeingreso;¿creesqueloaprobarás?Anatembló.—Nosé.Avecespiensoquetodosaldrábien,yluegosientounmiedoterrible.

EstamosestudiandofuerteylaseñoritaStacynosejercitaconcienzudamente,peronoobstantepodemosfracasar.Cadaunodenosotros tienesupuntodébil.Elmíoes lageometría,porsupuesto;eldeJaneesellatín;eldeRubyyCharlie,elálgebra,yelde Josie, la aritmética.Moody Spurgeon dice que lo lleva dentro y que sabe quefallaráenhistoria inglesa.LaseñoritaStacyvaahacernosunosexámenesen junioqueserántandifícilescomolosdelaAcademia,ynoscalificaráestrictamente,parairnosdandounaidea.Quisieraquetodoestuvieraterminado,Marilla;meobsesiona.Avecesmedespiertoenmediodelanocheypiensoquéharésinoapruebo.

—Bueno,puesiralcolegioelañopróximoyprobarotravez—dijoMarillasininmutarse.

—Oh,nocreoquetuvieraánimoparaello.Seríahorriblefracasar,especialmentesiGil…silosotrospasan.Ymepongotannerviosaenlosexámenesqueesprobablequemeconfunda.QuerríatenernervioscomolosdeJaneAndrews.Nadalaperturba.

Anasuspiró,apartósusojosdelhechizodelmundoenprimavera,delatentaciónde la brisa y el cielo y de los verdes pastos primaverales del jardín, y se sepultóresueltamenteensulibro.Habríaotrasprimaveras,perosinoaprobabalosexámenesdeingreso,Anateníalaseguridaddequenuncapodríarecobrarselosuficientecomoparagozardeellas.

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CAPÍTULOTREINTAYDOS

Lalistadepromociones

ConelfindejuniollegaronelfinaldecursoydelreinadodelaseñoritaStacyenlaescueladeAvonlea.AnayDianavolvieronesatardeacasaconelánimomuytriste.Ojos enrojecidos y pañuelos húmedos eran testimonio de que las palabras dedespedidade lamaestrahabían sido tan conmovedoras como lasdel señorPhillipstresañosatrás.Dianacontemplóeledificiodelcolegiodesdelafaldadelacolinadelosabetosysuspiróprofundamente.

—Parececomosifueraelfindetodo,¿noesasí?—dijodesmayadamente.—Nocreoquetesientasnilamitaddedoloridaqueyo—contestóAna,buscando

inútilmenteuntrozosecoensupañuelo—.Túvolveráselpróximoinvierno,peroyocreoquedejaréelviejocolegioparasiempre;esdecir,sitengosuerte.

—Ya no será lomismo. La señorita Stacy no estará, y ni tú, ni Ruby, ni Janetampoco,posiblemente.Me tendréque sentar sola,puesno serécapazde resistir aninguna compañera de banco después de ti. ¡Oh, hemos pasado unos momentosmaravillosos!¿Noesasí,Ana?Eshorriblepensarquehanterminado.

DoslágrimasresbalaronporlanarizdeDiana.—Si tú fueras capaz de dejar de llorar, yo también podría hacerlo—dijoAna,

implorante—.Encuantoguardomipañuelo,teveohacerpucherosyesempezarotravez.LaseñoraLyndedice:«Sinopuedesestaralegre,sétanalegrecomopuedas».Despuésdetodo,meatrevoadecirquevolveréelañopróximo.Estoyseguradequenomeaprobarán.

—¡PerosipasasteconholguralosexámenesdelaseñoritaStacy!—Sí,porquenoestabanerviosa.Cuandopiensoenlaspruebasrealessemehiela

lasangreenlasvenas.Además,minúmeroeseltrece,yJosiePyedicequetraemalasuerte.Nosoysupersticiosayséquenomodificaránada,peroaunasímegustaríanoserlatrece.

—¡Cuántoquisieraestarcontigo!—dijoDiana—.Pasaríamosbuenosratos.Perosupongoquetetendrásquedarunatracónporlasnoches.

—No; la señoritaStacynoshahechoprometerquenoabriremosunsolo libro.Dicequeesosólonoscansaríaynosconfundiría,yquedebemossalirapasearsinpensaren losexámenesyacostamos temprano.Esunbuenconsejo,pero sospechoque será difícil seguirlo. Prissy Andrews me contó que durante la semana de susexámenes de ingreso se sentaba en la mitad de la noche a darse un atracón delecciones,yyoestabadeterminadaahacerlomismoporlomenosduranteelmismotiempo.TutíaJosephinefuemuygentilalpedirmequemehospedaraenBeechwooddurantemiestancia.

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—Meescribirás,¿noescierto?—Teescribiréelmartesparadecirtecómofueelprimerdía.—No me apartaré del correo el miércoles. Ana partió para la ciudad el lunes

siguiente,yelmiércolesDiananoseapartódelcorreo,comoprometiera,yrecibiósucarta.

«MiqueridaDiana:»YaestamosamartesporlanocheyteescribodesdelabibliotecadeBeechwood.

Anochemesentímuysolaenmihabitaciónydeseécontodamialmaqueestuviesesaquí.NopudeempollarlasleccionesporqueprometínohacerloalaseñoritaStacy,peromeresultótandifícilnoestudiarcomodifícilmehabíaresultadonoleernovelasentiemposdeestudio.

»Estamañana,laseñoritaStacyvinoabuscarmeyfuimosalaAcademia;porelcaminorecogimosaJane,RubyyJosie.Rubymepidióqueletocaralasmanosylastenía frías como el hielo. Josie dijo que yo tenía aspecto de no haber dormido unminutoyquenoparecíasuficientementefuertepararesistirelcursoaunquepasaraelexamen.¡HayocasionesenquetengolasensacióndenopoderconseguirnadaenmiintentodequereraJosie!

»CuandollegamosalaAcademia,habíamuchísimosestudiantesdetodaspartesdelaIsla.LaprimerapersonaquevifueMoodySpurgeon,sentadoenlosescalonesyhablandosolo;Janelepreguntóquédiabloshacíayélcontestóquerepetíalatablademultiplicarunayotravezparacalmarse losnerviosyquepor amordeDiosno leinterrumpiéramos,puessisedeteníauninstante,delsustoolvidaríacuantosabía.

»Cuandonosdesignaronlasaulas,laseñoritaStacytuvoquedejarnos.Janeyyonossentamosjuntasyellaestabatantranquilaquelaenvidié.¡Nohaynecesidaddetabla demultiplicar para la buena, segura y sensata Jane!Me puse a pensar si senotaríamiestadodeánimoysioiríanloslatidosdemicorazóndesdelaotrapuntadela habitación. Entonces entró un hombre y comenzó a distribuir las hojas para elexamendeinglés.Lasmanossemehelaronylacabezaempezóadarmevueltasalcogerla.Duranteunterriblemomento,mesentíigualquecuatroañosatrásen"TejasVerdes",cuandolepreguntéaMarillasimequedaríaenlacasa;luegotodoseaclaróymicorazóncomenzóalatirotravez.

»Amediodía fuimos a almorzar, para regresar por la tarde para el examen dehistoria.Fuemuydifícilymehiceunlíohorribleconlasfechas.Sinembargo,creoquemeportébastantebien.Perooh,Diana,mañanatocaelexamendegeometríaycuandopiensoenél,mecuestaunenormeesfuerzonoabrirmiEuclides.Sicreyeraque la tabla de multiplicar me ayudaría, me pasaría repitiéndola desde hoy hastamañana.

»Estanocheheidoaveralasotraschicas.DecaminomeencontréconMoody,quepaseabaabstraído.Medijoquesabíaquehabíafracasadoenhistoriayquehabía

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nacidoparaserunadesilusiónparasuspadresyquevolveríaeneltrendelamañana,porqueseríamásfácilsercarpinteroqueministro.Leconsoléylepersuadídequesequedara hasta el fin, porque no sería leal con la señorita Stacy si no lo hiciera.Algunasvecesmegustaríahabernacidovarón,perocuandoveoaMoody,siempremealegrodesermujerydenosersuhermana.

»Rubyestabahistéricacuandolleguéasualojamiento;acababadedescubrirunhorrible error que cometiera en su examende inglés.Cuando se recobró, fuimos atomarunsorbete.Oh,cuántomehubieragustadoqueestuvierasconnosotras.

»¡Oh,Diana,cómomegustaríahaberpasadoyaelexamendegeometría!Pero,comodicelaseñoraLynde,elsolseguiráigualsucurso,fracaseonoengeometría.Escierto,aunquenomuyconsolador.Pensarémejorquenoloseguirásifracaso.

TuyaAna»

Elexamendegeometríaytodoslosdemáspasaronasutiempo,yAnallegóasucasaelviernespor lanoche, algocansada,peroconunairedeneto triunfo.Dianaestabaen«TejasVerdes»ysesaludaroncomosihubieranestadoseparadasdurantevariosaños.

—Esmaravilloso tenerte de nuevo aquí. Parece que haya transcurrido un siglodesdequetefuiste.¿Cómotehaido?

—Creoquebastantebien,exceptoengeometría.Nosésisalíbienonoytengolahorriblesensacióndequeno.¡Oh,cuánhermosoesestarderegreso!¡«TejasVerdes»esellugarquemásquieroenelmundo!

—¿Cómolesfuealosdemás?—Las chicas dicen que saben que no pasarán, pero yo creo que se portaron

bastantebien.¡Josiedicequelageometríaeratanfácilqueunacriaturadediezañospodíahacerla!MoodySpurgeoncreequefracasóenhistoriayCharliedicequelefuemal en álgebra. Pero nada se sabrá hasta que se conozca la lista de promociones,dentro de quince días. ¡Imagínate, vivir quince días en un suspenso así! Quisieradormirmeynodespertarhastaquetodohayapasado.

DianasabíaqueseríainútilpreguntarporGilbertBlythe,demaneraquesólodijo:—Aprobarás,notepreocupes.—Preferiría fracasaranoocuparun lugardestacadoen la lista—contestóAna,

queriendodecirenrealidad(yDianabienquelosabía)queeléxitoseríaincompletosinosalíadelantedeGilbert.

Conesepropósito,Anahabíaagotadosusfuerzasduranteelexamen.YlomismohabíaocurridoconGilbert.SehabíancruzadoenlacallemediadocenadevecessindarmuestradereconocerseycadavezAnahabíaerguidounpoquitomáslacabezayhabía deseado más haber hecho las paces con Gilbert cuando él se lo pidiera, almismotiempoqueseprometíapasarleenlosexámenes.Sabíaquetodalajuventud

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de Avonlea estaría conjeturando cuál de ambos saldría primero; hasta sabía queJimmyGloveryNedWrighthabíanhechoapuestasyqueJosiePyedijoquenohabíadudadequeGilbertseríaelprimero,ysentíaquelahumillaciónseríainsoportablesifracasaba.

Peroteníaotrarazónparadesearsalirbien.Queríapasar«contodosloshonores»por Marilla y Matthew, especialmente por éste. Matthew le había declarado suconviccióndeque«venceríaatodalaisla».Anasentíaqueesoeraalgoquenopodíapensarnienlossueñosmásirrealizables.PeroesperabafervientementeestarentrelosprimerosparaverbrillarelorgulloenlosojosdeMatthew.Seríalarecompensamásdulce por su dura labor y su paciente lucha contra las áridas ecuaciones yconjugaciones.

Demaneraque, al finalde laquincena,Anacomenzóa rondar el correo, en ladistraídacompañíadeJane,RubyyJosie,abriendolosperiódicosdeCharlottetownconlasmismasfríasytemblorosasmanosdeldíadelexamen.CharlieyGilbertnopudieronevitarhacerlomismo,peroMoodypermanecióresueltamentealejado.

—Notengovalorparairallíycontemplareldiarioasangrefría—ledijoaAna—.Voyaesperarhastaquealguienvengaymedigadeprontosihepasadoono.

Cuandohubieronpasadotressemanassinqueseconocieralalista,Anacomenzóa sentir que ya no podría resistirmuchomás la tensión. Su apetito se extinguió ydesapareciósu interéspor losacontecimientosdeAvonlea.LaseñoraLyndequeríasaberquéotracosa sepodíaesperarconunsecretario«conservador»acargode laeducación, yMatthew, notando la palidez e indiferencia deAnay los lentos pasosconquesalíacadatardedelcorreo,comenzóapensarseriamentesideberíavotaralosliberalesenlaspróximaselecciones.

Pero finalmente llegó la lista. Ana estaba sentada frente a su ventana abierta,olvidadadelaangustiadelosexámenesydelascalamidadesdelmundo,embebidaen labellezadelatardecerdeverano,dulcementeperfumadopor losaromasde lasflores que subían del jardín. El cielo tenía relámpagos rosados yAna soñaba si elespíritudelcolorseríaasí,cuandovioaDianacruzarentrelospinos,pasarcorriendoelpuentedetroncosyacercarseblandiendounperiódico.

Anasaltósobresuspies,sabiendoalinstantequéconteníaeseperiódico.¡Yaseconocía la listadepromociones!Lacabeza lediovueltasyel latidodelcorazón lelastimóelpecho.Nopudomover lospies.Parecióunahora loque tardóDianaencruzar el salón y entrar en la habitación sin llamar siquiera, tan grande era suexcitación.

—Ana,hasaprobado—gritó—;ereslaprimera;túyGilbert,ambosiguales,perotunombrefiguraprimero.¡Estoytanorgullosa!

Diana echó el diario sobre la mesa y se tiró sobre la cama de su amiga,completamente sin aliento e incapaz de decir una sola palabra más. Ana trató de

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encender la lámpara, empleando media docena de cerillas antes de que sustemblorosasmanospudierancumplirconlatarea.Luegorevisóelperiódico.Sí,habíapasado; allí estaba sunombreencabezandouna listadedoscientos.Eraun instantedignodeservivido.

—Te has portado espléndidamente, Ana —sopló Diana, suficientementerecobrada como para sentarse y hablar, pues Ana, con los ojos cubiertos ytransportada, no había dicho palabra—. Papá trajo el diario desdeBrightRiver nohacenidiezminutos;llegóporlatardeeneltrenynoestaráaquíenelcorreohastamañana,yencuantovilalistadepromocionessalícorriendo.Todoshabéispasado.HastaMoodySpurgeon,aunqueestácondicionalenhistoria.JaneyRubyseportaronbastantebien;estánporlamitad,igualqueCharlie.Josieapenassipudollegar,atrespuntosdelmínimo,peroyaveráscomosedaráairesdeserlaprimera.¿Nosepondrácontenta la señorita Stacy? Ana, ¿qué se siente cuando uno tiene el nombre a lacabezade la listadepromociones?Si fuerayo,estaría locadealegría.Ya loestoy,perotúestásfríaycalmadacomounanochedeprimavera.

—Laprocesiónvapordentro—respondió—.Quisieradeciralgo,peronopuedoencontrar palabras. Nunca soñé esto; sí, lo hice, pero sólo una vez. Una vez mepermitípensar:¿quéocurriría si salieraprimera?, temblando,desde luego,puesmeparecía vano y presuntuoso pensar que sería la primera de la lista. Perdóname unmomento,Diana.Debocorrer adecírselo aMatthew,que está en el campo.Luegoiremosadecírseloalosdemás.

Corrieron al henarmás allá del granero, dondeMatthew empacaba heno, y, ohsuerte, la señora Lynde estaba charlando con Marilla por encima del cerco delsendero.

—¡Matthew—gritóAna—,hepasadoyfuilaprimera;ounodelosprimeros!Nosoyvanidosaperoestoyagradecida.

—Bueno, siempre lo dije —respondió Matthew, contemplando alegremente lalista—.Sabíaquelesganaríasfácilmenteatodos.

—Tehasportadobastantebien,debodecirlo,Ana—comentóMarilla,tratandodeocultarsuenormeorgullodelojocríticodelaseñoraLynde.Peroesaalmacaritativadijosinceramente:

—Sospechoquesíylejosdemíestáelnodecirlo.Ereselcréditodetusamigos,Ana,esoes,ytodosestamosorgullososdeti.

AquellanocheAna,queterminaraunatardedeliciosaconunaseriaconversaciónconlaseñoraAlianenlarectoría,searrodillódulcementejuntoasuventanaabiertaalumbradaporlaluzymurmuróunaplegariadegratitudyaspiracionesquelesalióde lo más profundo de su corazón. En ella había agradecimiento por lo pasado yreverentepeticiónporlofuturo;ycuandosedurmiósobresugranalmohadablanca,sus sueños fueron tan etéreos, dulces y hermosos como los puede desear la

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adolescencia.

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CAPÍTULOTREINTAYTRES

Elfestivalenelhotel

—De cualquier modo, Ana, ponte tu vestido blanco de organdí —dijo Dianadecididamente.

Se encontraban en la buhardilla; afuera, reinaba el crepúsculo; un maravillosocrepúsculo amarillo verdoso bajo un límpido cielo azul pálido.Una inmensa luna,que cambiaba lentamente de pálido en brillante su argentino color, alumbraba elBosqueEmbrujado;elaireestaballenodesonidosestivales:amodorradosgorjeosdepájaros,caprichosasbrisas,voceslejanasyrisas.PeroenlahabitacióndeAnaestabacerradalapersianayencendidalalámpara,puessellevabaacabounimportantísimotocado.

Labuhardillahabíacambiadomuchodesdeaquellanoche,cuatroañosatrás,enqueAnasintieraquepenetrabaen lomásprofundodesuespíritu todasudesnudezcon su inhóspito frío.Los cambios habían surgido, yMarilla convino en ellos conresignación,hastaqueelcuartoquedóconvertidoenelnidomásdulceydelicadoquepudieradesearunajovencita.

LaalfombradeterciopeloconrosasylascortinasdesedaquefueronlosprimerossueñosdeAnanuncahabíanllegadoamaterializarse;peroéstossehabíansosegadoalcrecerynoesprobablequelamentaranoposeerlas.Elsueloestabacubiertoconuna bonita estera, y las cortinas que cubrían las altas ventanas agitadas por laserrantes brisas, eran de muselina verde pálido. Las paredes, si bien no estabantapizadasconbrocadooroyplata,estabanrevestidasdeundelicadoestampadoconfloresdemanzanoyadornadasconunospocosybuenoscuadrosquelaseñoraAlianle regalara. La fotografía de la señorita Stacy ocupaba el sitio de honor yAna sehabíaimpuestolasentimentalocupacióndeponersiemprefloresfrescasenlarepisaquesehallabadebajo.Aquellanocheperfumabalahabitaciónlasuavefraganciadelaslilas.Nohabía«mueblesdecaoba»,perosíunabibliotecapintadadeblanco,llenade libros; unamecedora demimbre cubierta con almohadones; un tocador con untapetedemuselinablanca;unprimorosoespejoconribetedorado,rosadoscupidosyuvasdecolorpúrpurapintadossobreelarcosuperior,quehabíaestadoenelcuartodehuéspedes,yunacamablanca.

Ana se estaba vistiendo para ir a un festival en el hotel deWhite Sands. Loshuéspedes lohabíanorganizadoabeneficiodelhospital deCharlottetownyhabíanreclamadolaayudadetodoslosaficionadoscontalentodelosalrededores.ABerthaSampsonyPearlClay,quepertenecíanalcorodelaiglesiabautistadeWhiteSands,seleshabíapedidoquecantaranundúo;MiltonClark,deNewbridge,ibaatocarunsolo de violín;Winnie Adella Blair, de Carmody, cantaría una balada escocesa, y

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LauraSpencer,deSpencervale,yAnaShirley,deAvonlea,ibanarecitar.ComoAna había dicho en una ocasión, ésta era «una época en su vida», y la

excitación le hacía sentir deliciosos estremecimientos. Matthew se hallabatransportadoalséptimocielodelorgulloporelhonorquesehabíaconferidoaAna,yMarillanosequedabaatrás,aunquehubieramuertoantesqueadmitirlo,ydijoquenoleparecíacorrectoqueungrupode jóvenes fueranalhotel sin lacompañíadeunapersonaresponsable.AnayDianaibanairconJaneAndrewsysuhermanoBillensu coche de doble asiento; y también concurrían varios jóvenes y jovencitas deAvonlea. Se esperaba un grupo de visitantes del pueblo y después del festival seserviríaunacenaalosparticipantes.

—¿Realmente te parece que el de organdí será el mejor? —inquirió Anaansiosamente—.Creoqueeldemuselinaazulestampadaesmásbonitoy,sinlugaradudas,másalamoda.

—Peroelblancotequedamuchomejor—dijoDiana—.¡Estandelicado!Eldemuselinaesalmidonadoytehaceparecerdemasiadopuntillosa.Peroeldeorgandídalaimpresióndequeformapartedeti.

Ana suspirócondescendientemente;Dianaestabaadquiriendo reputaciónpor subuengustoenelvestirysusconsejoseranmuysolicitados.Tambiénellaestabamuyguapa aquella noche especial con un vestido rosado, color del que Ana siempretendríaqueprescindir;perocomonoibaatomarparteenelfestival,suaparienciaerademenorimportancia.TodossusanhelosseconcentrabanenAna,quien,parahonordeAvonlea,debíaestarvestidayadornadacomoparadesafiarcualquiermirada.

—Correunpocomásesevolante…así;ven,déjameatarteelcinturón;ahoraloszapatos.Voyadividirtucabelloendosgruesastrenzasylasataréporlamitad;no,nodeshagasniunrizodelosquecaensobrelafrente;escomomejortequeda,Ana,ylaseñoraAliandicequeparecesunamadonnacuandotepeinasasí.Tepondréesarosablancadetrásdelaoreja.Eralaúnicaquehabíaencasaylaguardéparati.

—¿Me pongo las perlas?—preguntóAna—.Matthewme trajo un collar de laciudadlasemanapasadayséquelegustaríavérmelopuesto.

Diana frunció los labios, inclinó la cabeza con aire crítico y finalmente sepronuncióenfavordelasperlas.

—¡Hay algo tan estilizado en ti, Ana!—dijoDiana con admiración exenta detodaenvidia—.¡Tienesunportetanespecial!Supongoqueesportufigura.Yosoyregordeta. Siempre temí llegar a serlo y ahora sé que es así. Bueno, supongo quetendréqueresignarme.

—Pero si tienes hoyuelos—sonrióAna afectuosamente al vivoy bonito rostroque se encontraba cerca del suyo—. Hoyuelos maravillosos como pequeñasabolladurasenlacrema.Yoheperdidotodaslasesperanzasdetenerlos.Misueñodehoyuelos nunca será una realidad; pero tantos otros se han cumplido, que no debo

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quejarme.¿Yaestoylista?—Completamente—aseguróDianaenel instanteenqueMarillaaparecióen la

puerta;unafiguradelgadaconmáscabellosgrisesqueenotrostiempos,peroconunrostromuchomás tierno—.Venga y observe a nuestra declamadora,Marilla. ¿Noestáencantadora?

Marillaemitióunsonidomezcladebufidoygruñido.—Está limpia y decente. Me gusta esa manera de arreglarse el cabello. Pero

supongoquearruinaráelvestidoviajandoconélporelpolvoyel rocío.Yademásparecedemasiadolivianoparaunanochetanhúmeda.Decualquiermodo,elorgandíeslatelamenosútildelmundo,yasíselodijeaMatthewcuandolacompró.PerohoyendíaesinútildecirlealgoaMatthew.Tiempohuboenquehacíacasodemisconsejos,peroahoracompracosasparaAnasintonnison,yloshorterasdeCarmodysabenquepuedenengañarleconcualquiercosa.BastaconquelediganquealgoesbonitoyalamodaparaqueMatthewlessueltesudinero.Tencuidadodemantenertufaldalejosdelasruedas,Ana,ypontetuchaquetaabrigada.

Luego Marilla bajó la escalera con paso majestuoso pensando orgullosamentecuandulceparecíaAna,

envueltaeneserayodeluna

ylamentandonopoderiralfestivalaescucharasuniña.—Estoy pensando si no está demasiado húmedo para mi vestido —dijo Ana

ansiosamente.—Enabsoluto—respondióDianaempujandoelpostigodelaventana—.Esuna

nocheperfectaynohabrárocío.Miralaluzdelaluna.—¡Estoy tan contenta de que mi ventana mire hacia el este! —dijo Ana

acercándose a Diana—. Es tan bello ver llegar lamañana sobre las largas colinasresplandeciendoatravésdelaspuntiagudascopasdelosabetos!Esalgonuevocadamañanaysientocomosibañaramialmaenesosprimerosrayosdesol.Oh,Diana,¡quierotanentrañablementeaestepequeñocuarto!Nosécómopodrédejarlocuandovayaalaciudadelmesqueviene.

—Nohablesdetupartidaestanoche—rogóDiana—.Noquieropensarenella;mehacesentirmuytristeyhoyquieropasarunanochedivertida.¿Quévasarecitar,Ana?¿Estásnerviosa?

—Ni un poquito. He recitado en público tan a menudo que ahora ya no mepreocupa en absoluto. He decidido declamar «El voto de la Doncella». ¡Es tanpatético!LauraSpencervaa recitaralgocómico,peroyoprefierohacer llorara lagente.

—¿Yquédirássitepidenunbis?—No lo harán—se burló Ana, quien en lo más íntimo de su ser abrigaba la

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esperanza de que lo harían y ya se veía contándoselo a Matthew a la mañanasiguienteduranteeldesayuno—.AllílleganBillyyJane;oigoelruidodelasruedas.Vamos.

BillyAndrewsinsistióenqueAnadebíairenelasientodedelante,asulado,aloqueéstaaccediódemalagana.Hubierapreferidomuchomássentarseatrásconlasjovencitas, donde podría haber reído y charlado a su gusto. Junto aBilly no habíaprobabilidadesdecharlanirisa.Ésteeraunrobustojoven,grandeygrueso,deveinteañosdeedad,concara redondae inexpresivayunadolorosaescasezdeldonde laconversación.PeroadmirabainmensamenteaAna,yestabahenchidodeorgulloantelaperspectivadeviajarhastaWhiteSandsconesadelicadayerguidacriaturajuntoaél.

AnacontribuyóaalegrarelviajevolviéndoseacharlarconlasniñasypasándoleocasionalmenteunsoplodevidaaBilly,quiengruñía,resoplabaynuncaalcanzabaadarconunarespuestaantesdequefuerademasiadotarde.Eraunanochededicadaala diversión.El camino estaba lleno de coches que se dirigían hacia el hotel, y detodos surgían risas y charlas. Cuando llegaron, el hotel estaba completamenteiluminado.SeencontraronconlasdamasdelacomisiónyunadeellascondujoaAnaa la sala de espera, que estaba ocupada por los miembros del Club Sinfónico deCharlottetown, entre quienes Ana repentinamente se sintió asustada y tímida. Suvestido,queenlabuhardillalehabíaparecidotandelicadoybonito,selepresentabaahorasimpleyordinario;demasiadosimpleyordinario,pensaba,entretodasaquellassedas y encajes que brillaban y crujían en torno. ¿Qué era su collarcito de perlascomparadocon losdiamantesde laelegantedamaqueseencontrabaasu lado?¡Yqué pobre debía parecer su única rosa blanca de jardín junto a las flores deinvernaderoqueusabanlasdemás!Anasequitóelsombreroylachaquetaysequedómiserablementeenunrincón.Hubieradeseadoestardevueltaensublancocuartode«Tejas Verdes». Fue aún peor cuando se halló repentinamente en el escenario delsalón de actos del hotel. Las luces eléctricas la deslumbraban y el perfume y elsusurrar de la gente lamareaban. Deseaba hallarse entre el auditorio conDiana yJane, quienes parecían estarlo pasando estupendamente. Se encontraba aprisionadaentreunafornidadamavestidadesedarosayunajovenaltademiradadesdeñosaquellevaba un vestido de encaje blanco. La obesa señora miró ocasionalmente enderredore inspeccionóaAnaatravésdesusquevedoshastaqueésta,queeramuysensibleaque laexaminaranasí, sintió la imperiosanecesidaddegritar,y la jovendelvestidodeencajehablabaenvozaltaconlaqueseencontrabaasuladosobrelos«patanes campesinos» y las «bellezas rústicas» riéndose por anticipado de losdesplieguesdetalentolocalquehabíaenelprograma.Anapensóqueodiaríaaladelvestidoblancohastaelfindesusdías.

Para desgracia de Ana, en el hotel se encontraba alojada una recitadora

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profesionalyhabíaconsentidoendeclamar.Eraunamujerdelgada,deojososcuros,que llevaba una magnífica túnica de tela gris plateado, como rayos de luna, congemas en el cuello y en su oscuro cabello. Poseía una voz espléndida y unmaravilloso poder de expresión que hicieron enloquecer al auditorio. Ana,olvidándose por el momento de sí misma y de todas sus dificultades, escuchóarrebatada y con los ojos brillantes; pero cuando hubo terminado se cubriórepentinamenteelrostroconlasmanos.Nuncapodríalevantarseyrecitardespuésdeaquello,nunca.¿Esquehabíasiquierapensadoquepodríarecitar?¡Cómolegustaríaestar en «TejasVerdes»!En aquelmomento tan poco propicio oyó su nombre.Dealgúnmodo,Ana,quiennonotóelpequeñosobresaltodesorpresadelachicavestidade encaje blanco, aunque tampoco hubiera comprendido el cumplido que estosignificaba,sepusodepieyseadelantócomoatontada.EstabatanpálidaqueDianayJane,quesehallabanentreelauditorio,seapretaronlasmanosnerviosamente.

Anaeravíctimadeunataquedemiedoa laconcurrencia.Nuncahabíarecitadoanteunauditoriocomoésteyelespectáculoparalizabacompletamentesusenergías.Todo era tan extraño, tan brillante e inquietante; las filas de damas con trajes defiesta, los rostros críticos, toda la atmósfera de riqueza y cultura que la envolvía.HabíamuchadiferenciaconlossencillosbancosdelClubdelDebateocupadosporlos rostros simpáticos y familiares de amigosyvecinos.Esas gentes, pensó, seríanjueces implacables.Quizá, al igualque la jovendelvestidoblanco,ya sedivertíanpor anticipado ante los «rústicos esfuerzos». Se sintió desesperada, avergonzada ymiserable.Letemblaronlasrodillas,seagitósucorazónysintióquesedesmayaba,no podía pronunciar ni una palabra, y hubiera huido del escenario a pesar de lahumillaciónqueleacarrearíaelhecho.

Pero repentinamente, ante sus asustados ojos dilatados apareció la figura deGilbertBlythe,conunasonrisaenelrostroqueaAnalepareciótriunfaleinsultante.Enrealidad,nohabíanadadeeso.Gilbertsimplementesonreíaapreciativamente,porelespectáculoengeneralyenparticularanteelefectoproducidoporlasiluetablancadeAnaysucaraespiritualcontraunfondodepalmas.JosiePye,quehabíaidoconél,estabasentadaasuladoysurostrosíquemostrabatriunfoeinsulto.PeroAnanovio a Josie Pye y de haberlo hecho no le habría dado importancia. Respiróprofundamente e irguió la cabeza con orgullo, sintiendo que el valor y la decisiónsacudían su cuerpo. No fracasaría delante de Gilbert Blythe; ¡él nunca tendríaocasiónde reírsedeella,nunca,nunca!Elmiedoy losnervios sedesvanecieronycomenzóarecitar.Suvozclaraydulcellegóhastalosrinconesmáslejanosdelsalónsin un temblor o una interrupción.En un instante se recuperó y como reacción deaquel horrible momento de parálisis recitó como nunca lo había hecho. Cuandoterminó hubo un estallido de aplausos. Ana volvió á su asiento sonrojada por latimidez y el placer, para encontrarse con que la dama del vestido de seda rosa le

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oprimíalamanoyselasacudíavigorosamente.—Querida,hasestadoespléndida—bufó—.Helloradocomounacriatura, telo

aseguro.¡Anda,teestánaplaudiendo,quierenunbis!—Oh, no puedo hacerlo—dijo Ana, confusa—. Pero sin embargo, debo ir, o

Matthewsesentirádesilusionado.Éldijoquemepediríanunbis.—EntoncesnodesilusionesaMatthew—exclamóladamaderosariendo.Sonriendoruborizada,conlosojosbrillantes,Anavolvióágilmenteyrecitóuna

amenaygraciosaselecciónquecautivóaúnmásasuauditorio.Elrestodelanochecompletósupequeñotriunfo.

Cuandoelfestivalhuboterminado,larobustadamaderosa,queeralaesposadeun millonario norteamericano, la tomó bajo su protección y la presentó a todo elmundo y todos fueronmuy amables con ella. La recitadora profesional, la señoraEvans, se acercó a conversar con Ana y le dijo que tenía una voz divina y que«interpretaba» sus poesías magníficamente. Hasta la joven del vestido de encajeblancotuvoparaellaunpequeñocumplido.Lacenatuvolugarenelgrancomedorespléndidamentedecorado;DianayJanetambiénfueroninvitadasyaquehabíanidoconAna,peroBillnopudoserhallado,puessehabíafugadoanteeltemordequesele invitara. Sin embargo, estaba esperándolas con el coche cuando todo huboterminado,y las tres jovencitas salierona lablancay tranquila luzde la luna.Anasuspiró profundamente y miró al cielo azul más allá de las oscuras ramas de losabetos.

¡Oh,quéalivioeraencontrarseotravezfueraenmediodelapurezayelsilenciodelanoche!¡Quégrandiosoymaravillosoestabatodo,conelmurmullodelmarylasoscurasescollerasquecomoformidablesgigantesguardabanlascostas!

—¿Noha sido todo espléndido?—suspiró Jane cuandovolvían—.Megustaríaserunaricaamericanaypoderpasar losveranosenunhotel,usar joyasyvestidosescotadosycomer todos losdíassorbetesyensaladadepollo.Estoyseguradequeesoseríamuchomásdivertidoqueenseñarenunaescuela.Ana,tudeclamaciónfuesimplementegrandiosa,aunquealprincipiomeparecióquenunca ibasacomenzar.CreoqueestuvistemejorquelaseñoraEvans.

—Oh, no, no digas esas cosas, Jane —dijo Ana rápidamente—, porque sontonterías.Nopudehaber estadomejor que la señoraEvans; bien sabes que es unaprofesionalyyosólosoyunacolegialaconunpocodeartepararecitar.Medoyporsatisfechaconhabergustadoatodos.

—Tengouncumplidoparati,Ana—dijoDiana—.Porlomenoscreoquedebióseruncumplidoporeltonoenquemelodijeron.Decualquiermodo,partedeéllofue. Había un americano sentado detrás, de apariencia muy romántica y ojos ycabellos negros. Josie Pye dice que es un distinguido artista y que la prima de sumadre, que está en Boston, está casada con un hombre que fue al colegio con él.

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Bueno, ¿no es cierto, Jane, que le oímos decir: «¿Quién es la niña que está en elescenarioconeseespléndidocabellodeTiziano?Megustaríapintarsurostro».Pero,Ana,¿quéquieredecircabellodeTiziano?

—Creo que significa simplemente rojo —rió Ana—. Tiziano era un artistafamosoaquienlegustabapintarmujeresconcabellosrojos.

—¿Habéis visto la cantidad de diamantes que llevaban las señoras?—suspiróJane—.Eransimplementedeslumbrantes.¿Noosgustaríaserricas?

—Somosricas—dijoAnafirmemente—.Tenemosdieciséisaños,somosfelicescomo reinasy,másomenos, todas tenemos sueños.Mirad elmar, tododeplata ysombrasyensueñosdecosasnovistas.Nopodríamosgozarmásdesuhermosuraporelhechodequetuviéramosmillonesdedólaresydiamantes.Aunquepudieras,séquenotecambiaríasporningunadeesasmujeres.¿Tegustaríaseresajovendelvestidodeencajeblancoyparecersiempredescontentacomosihubierasnacidodeespaldasalasbellezasdelmundo?¿Oladamadesedarosa,amableygentilcomoes,perotanrobustaybajaquenotienefigura?¿OlaseñoraEvans,conesatristemiradaenlosojos?Debehabersidomuydesgraciadaalgunavezparateneresamirada.¡Sabesquenoloharías,JaneAndrews!

—Oh, no sé, exactamente —dijo Jane dudando—. Pienso que los diamantesseríanungranconsueloparacualquierpersona.

—Bueno,yopormipartenoquierosermásqueyomisma,aunquenuncatengaelconsuelo de los diamantes—declaróAna—.Me siento perfectamente feliz siendoAnadelas«TejasVerdes»conmicollarcitodeperlas.SéqueMatthewmeloregalóconmáscariñodelquenuncahaconocidolaseñoravestidaderosa.

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CAPÍTULOTREINTAYCUATRO

UnaalumnadelaAcademiadelaReina

Lastressemanassiguientesfuerondemuchaactividaden«TejasVerdes»,puesAnaseestabapreparandoparairalaAcademiayquedabamuchoporcoseryarreglar.Elequipaje deAna fue abundante y bonito;Matthew se ocupó de ello y por una vezMarillanoobjetónadaaloqueéleligieraocomprara.Másaún,unatardesubióellamismaalabuhardillaconlosbrazosllenosdeundelicadomaterialverdepálido.

—Ana, aquí tienes algo para hacerte un vestido vaporoso. No creo que lonecesitesenrealidad;tienesbastantesvestidosperohepensadoquetegustaríaalgoeleganteparaponerte si tuvierasque salirdenochealgunavezen la ciudad, aunafiestaoalgoporelestilo.HeoídoqueJane,RubyyJosie tienen«trajesdenoche»comoselesllamaynoquieroqueseasmenosqueellas.LaseñoraAlianmeayudóaelegirlolasemanapasadaenelpuebloyconseguiremosqueEmilyGillistelocosa.Emilytienebuengustoysusconjuntossoninigualables.

—Oh,Marilla, es simplementehermoso—dijoAna—,muchísimasgracias.Nodeberíasertanbuenaconmigo;cadadíasemehacemásdifícilirme.

El vestido verde fue confeccionado con cuantos volantes, alforzas y fruncespermitieraelbuengustodeEmily.AnaselopusounanocheparaplacerdeMarillayMatthewyrecitó«ElvotodelaDoncella»paraellosenlacocina.MientrasMarillacontemplaba la cara brillante y animada y los movimientos gráciles, suspensamientos volvieron a la noche en que Ana llegara a «Tejas Verdes», y serepresentólavividaimagendelaextrañayasustadaniñaconsuridículovestidodelanaamarilloparduscoydolorosamirada.AlgoenaquelrecuerdotrajolágrimasalosojosdeMarilla.

—Mi poesía la ha hecho llorar, Marilla—dijo Ana alegremente, inclinándosesobresusillaparadepositarunsuavebesoensumejilla—.Aesollamoyountriunfopositivo.

—No,nollorabapor ladeclamación—dijoMarilla,quesehubieradespreciadopor mostrar tal debilidad ante «poesías»—. No pude evitar pensar en la niña quefuiste,Ana.Ydeseaba que te hubieras quedado así, a pesar de tus rarezas.Ya hascrecidoytevasyparecestanaltayeleganteytan…tan…completamentediferenteconesevestido…comosiyanopertenecierasaAvon-lea…yyomesentítansolaalpensarlo.

—¡Marilla!—Anase sentóen la faldade suprotectora, tomósuarrugadacaraentresusmanosy lamiróa losojosgravey tiernamente—.Nohecambiadoen lomásmínimo,deverdad.Esmiexterior.Elverdaderoyo,aquídentro,estáigual.Nomodificaránadadondevayaocuantocambieexteriormente;enelcorazónsiempre

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serésupequeñaAnayosquerrécadadíamás.Ana apoyó su fresca mejilla contra la ajada deMarilla y alargó la mano para

palmear el hombro de Matthew. Marilla hubiera dado cuanto tenía por poseer elpoder de Ana para traducir en palabras sus sentimientos; pero la naturaleza y lacostumbre lo habían decidido en sentido contrario, y lo único que podía hacer eraabrazar a lamuchachay apretarla contra su corazón, deseandono tener nuncaquedejarlair.

Matthew, con una sospechosa humedad en los ojos, se puso de pie y salió alcampo.Bajolasestrellasdelanochedeveranocruzóeljardínhastalapuertadelosálamos.

—Bueno, sospecho que no ha sido mal criada —murmuró orgullosamente—.Creoqueelquemeentremetieraocasionalmentenohizomuchodaño,Esinteligente,guapayadorable.Hasidounabendiciónparanosotros,ynuncahubounerrormásafortunadoqueeldelaseñoraSpencer,siesquefuecosadesuerte.Nolocreo.FuelaProvidencia;elTodopoderososabíaquelanecesitábamos.

Llegópor fin el día en queAna tuvoque partir.Ella yMatthew salieron en elcocheunahermosamañanade septiembre, después de una lacrimosadespedida deDiana,yotra,secaypráctica,deMarilla,porlomenosporpartedeésta.PerocuandoAnahubopartido,DianasecósuslágrimasyfueaunaexcursiónalaplayadeWhiteSandsconalgunosde susprimosdeCarmody,dondeconsiguióolvidar su tristeza;Marilla, sin embargo, se lanzó fieramente a hacer trabajos innecesarios y continuóhaciéndolosdurantetodoeldía,conelmásamargodolordecabeza,elquequemaydesgarra sin poder deshacerse en lágrimas. Pero aquella noche, cuandoMarilla seacostó, aguda y miserablemente consciente de que en la pequeña habitación nopalpitabalapresenciadeunavidajuvenil,nilaquietuderaturbadaporningúnsuavesuspiro, hundió su cara en la almohada y lloró por sumuchacha con sollozos tanapasionados que la aterraron cuando recobró la calma lo suficiente como parareflexionarsobrelomaloqueeraquerertantoaunserpecadorcomoella.

AnayelrestodeloscolegialesllegaronalaciudadjustoatiempoparaentrarenlaAcademia.El primer día transcurrió rápidamente en un torbellino de excitación,trabandoamistadconlosnuevosestudiantes,aprendiendoaconoceralosprofesoresdeungolpedevistay eligiendo las clases.Ana, aleccionadapor la señoritaStacy,escogióelsegundocurso;Gilberteligiólomismo.Estosignificabaobtenereltítulodemaestroenunañoenvezdeendos;perotambiénsignificabamástrabajo.Jane,Ruby, Josie, Charlie y Moody Spurgeon, que no estaban tan aguijoneados por laambición,siguieronelprimercurso.Anatuvonocióndesusoledadalencontrarseenuna habitación con otros cincuenta estudiantes, todos desconocidos, excepto elmuchachoaltodecabelloscastañosquesesentabaalotroladodelaula;peroaquellonolaayudabamucho,comoreflexionópesimista.Sinembargo,nopodíanegarque

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estabacontentadeestarenelmismocurso;laviejarivalidadseguiríaadelantey,defaltarle,apenassihubierasabidoquéhacer.

—Nomesentiríacómodasinella—reflexionó—.Gilbertparecemuydecidido.Supongoqueenestemismomomentoestádecidiendoganarlamedalla.¡Quémentóntan espléndido tiene! Nunca lo había notado antes. Quisiera que Josie y Rubyhubieran elegido nuestro curso también. Supongo que no me sentiré tan solitariacuandohagaamistades.¿Cuálesdeestasmuchachasseránmisamigas?Esrealmenteuna especulación interesante. Desde luego que he prometido a Diana que ningunamuchachadelaAcademia,noimportacuántolaaprecie,llegaráasermetanqueridacomoella;megustaelaspectodeesachicadeojoscastañosyblusapúrpura.Parecemuyvivaz;luegoestáesaotrapálidayrubiaquemiraatravésdelaventana.Tieneun hermoso cabello y mira como si soñara. Me gustaría conocerlas a ambas,conocerlaslosuficientecomoparapasearenlazadasyllamarlasporelsobrenombre.Peroenestemomentonolasconozcoyellasnomeconocenamíyprobablementenoquierenconocerme.¡Oh,estoytansola!

Todavíasesintiómássolaalencontrarsesincompañíaensudormitorioalcaerlanoche.Nosealojabaconelrestodelaschicas,queteníanparientesenlaciudadquelas habían tomado a su cargo. La señorita Josephine Barry la hubiera albergadogustosa,peroBeechwoodsehallabatanlejosdelaAcademiaquenoeraconveniente;demaneraquelaseñoritaBarrybuscóunacasadehuéspedes,asegurandoaMatthewyMarillaqueeraellugarmásapropiadoparaAna.

—Laseñoradelacasaesunagranseñoravenidaamenos—explicólaseñoritaBarry—.Sumaridoeraunoficialbritánicoyesmuycuidadosaconlosinquilinosqueadmite. Ana no encontrará bajo su techo ninguna persona objetable. La mesa esbuenaylacasaestácercadelaAcademia,enunbarriotranquilo.

TodoestoeraciertoperonoayudóennadaaAnaenladolo-rosanostalgiaqueseapoderó de ella. Miró desmayadamente su estrecha habitación, con las paredesoscuramenteempapeladasydesnudas,lapequeñacamadehierroylavacíabibliotecayselehizounhorriblenudoenlagargantaalrecordarsublancaestanciaen«TejasVerdes»,dondeteníalasensaciónplacenteradeunexteriorgrande,verde,tranquilo;dedulcesguisantescreciendoeneljardínylaluzdelalunadandoenelhuerto;delarroyobajolacuestaylasramasdepinomovidasporelvientonocturno;deunvastocieloestrelladoydelaluzenlaventanadeDianabrillandoentrelosárboles.Aquínohabíanadadeeso;Anasabíaquetras laventanaestabaladuracalle,conlareddehilosdeteléfonocerrandoelcielo,elgolpeteodepiesextrañosymillucesbrillandoencasasextrañas.Sabíaqueestabaapuntodeecharseallorar,yluchóparaevitarlo.

—No lloraré. Es tonto y débil… Ahí va la tercera lágrima resbalando por minariz.¡Yahorasiguenotras!DebopensarenalgodivertidoquenotengarelaciónconAvonlea,yesoempeoralascosas…Cuatro…cinco…Volveréelviernesacasa,pero

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parece que aún falta un siglo. Oh, Marilla está en la puerta, buscándome en elsendero…Seis…siete…ocho…¡paraquécontarlas!Yasonuntorrente.Nopuedoalegrarme…Noquieroalegrarme.¡Esmásbelloestartriste!

Eltorrentedelágrimashubieraseguido,sinduda,sienaquelmomentonohubieraaparecidoJosiePye.Enlaalegríadeverunacarafamiliar,Anaolvidóelpocoamorque le tuviera a Josie. Como parte de la vida en Avonlea, hasta una Pye erabienvenida.

—¡Estoytancontentadequehayasvenido!—dijoAna.—Hasestadollorando—dijoJosie,conagravantepiedad—.Supongoquesientes

nostalgia;algunostienenmuypocoautocontrolaeserespecto.Yonotengointencióndesentirnostalgia.¡LaciudadestanhermosadespuésdelavulgarAvonlea!Piensocómohepodidovivirallítantotiempo.Nodeberíasllorar,Ana;nohacebienalcutisy los ojos y la nariz se te enrojecen.He tenido un díamagnífico en laAcademia.Nuestroprofesorde francésesunperfectopato.Subigote tedaría risa.¿No tienesalgocomestible,Ana?Meestoymuriendodehambre.Ah, sospechéqueMarilla tecargaríaconunatarta.Poresovine.Deotromodohubieraidoalparqueaoírtocarala banda con Frank Stockley. Él se hospeda en el mismo lugar que yo y es uncaballero.Tedistinguióhoyenclaseymepreguntóquiéneraesamuchachapelirroja.Ledije que eras unahuérfanaquehabían adoptado losCuthbert y quenadie sabíamuchosobretiantesdeeso.

Anaestabacavilandosi,despuésdetodo,laslágrimasylasoledadnoeranmejorque lacompañíadeJosie,cuandoaparecieronJaneyRuby,cadaunaconunacintaconloscoloresdelaAcademia,azulyescarlata,prendidaenlachaqueta.ComoJosienose«hablaba»conJaneporaquelentonces,tuvoquecallarse.

—Bueno—dijo Jane con un suspiro—, siento como si hubieran pasado siglosdesde lamañana. Debería estar en casa estudiando aVirgilio; ese horrible y viejoprofesor nos dio veinte versos paramañana, para empezar. Pero esta noche nomepodríasentar a estudiar. Ana, me parece que veo rastro de lágrimas, confiésalo.Restaurarámiautoestima,puesestaba llorandocuando llegóRuby.Nome importaserunalloronasialguientambiénloes.¿Tarta?¿Medarásuntrocito?Gracias.TieneelsabordeAvonlea.

Ruby, viendo sobre la mesa el calendario de la Academia, quiso saber si Anatrataríadeobtenerlamedalladeoro.

Anaseruborizóyadmitióquesí.—Oh,esomerecuerda—dijoJosie—quelaAcademiaconseguiráporfinunade

lasbecasAvery.FrankStockleymelodijo;unodesus tíosestáen laComisióndeGobernadores.MañanaseráanunciadoenlaAcademia.

¡Una beca Avery! Ana sintió que su corazón latía con más rapidez, y loshorizontesdesuambiciónseampliaroncomoporartedemagia.AntesdequeJosie

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trajera la noticia, lameta de sus ambiciones había sido una licencia provincial demaestradeprimeraclaseafindeañoyquizálamedalla.Peroahora,enunmomento,sevioganandolabecaAvery,siguiendouncursodeFilosofíayLetrasenelcolegiodeRedmondygraduándoseconsutoga,todoesoantesdequeseextinguieraelecodelaspalabrasdeJosie.LabecaAveryeraeninglés,yAnasentíaqueaquísupieseapoyabaenelbrezonatal.

UnricoindustrialdeNuevaBrunswickhabíamuertoylegadopartedesufortunaparabecas,quedebíandistribuirseentrelasescuelassecundariasylasacademiasdelasprovinciascosteras,deacuerdoasu respectiva importancia.Sedudódesi se leotorgaríaunaalaAcademiadelaReina,peroelasuntosearreglóalfiny,alterminarelaño,elgraduadoquetuvieralasmejorescalificacioneseninglésyliteraturainglesaganaría la beca: doscientos cincuenta dólares por año durante cuatro años en elcolegiodeRedmond. ¡Noerade extrañarqueaquellanoche fueraAnaa acostarseconlasmejillasencendidas!

—Ganaré la beca, si lo que hace falta es trabajar duro —resolvió—. ¿No seenorgulleceráMatthewsillegoagraduarmeenFilosofíayLetras?¡Oh,esdeliciosotenerambiciones!¡Estoytancontentadetenertantas!Ynuncaparecenllegarasufin;esoeslomejor.Tanprontoseobtieneuna,seveotrabrillandomásalto.¡Hacenquelavidaseataninteresante!

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CAPÍTULOTREINTAYCINCO

ElinviernoenlaAcademiadelaReina

LanostalgiadeAnafuedisipándose,ensumayorpartegraciasalasvisitasquehacíaa«TejasVerdes»cadafindesemana.Mientraselbuentiempoduró,losestudiantesdeAvonlea ibanaCarmody todos losviernespor lanocheenelnuevo ferrocarril.DianayvariasotrasjóvenesdeAvonleaibanaesperarlosytodosjuntossedirigíanhaciaelpuebloalegremente.Anapensabaqueaquellospaseosdelosviernesporlanocheporlascolinasotoñales,elairecortante,conlaslucesdeAvonleatitilandoalfrente,eranlasmejoreshorasdetodalasemana.

GilbertBlythecasisiemprecaminabajuntoaRubyGillisylellevabalamaleta.Ruby era una joven muy hermosa que ya se consideraba muy mayor; llevaba lasfaldastanlargascomosumadreselopermitíayenlaciudadpeinabasucabellohaciaarriba, aunque tenía que soltárselo cuando iba a su casa. Tenía los ojos grandes ybrillantesyunarollizayvistosafigura.Reíamucho,eraalegreydebuencarácterydisfrutabafrancamentedelascosasagradablesdelavida.

—Peroyonocreoquesea laclasede jovenque lepuedagustaraGilbert—ledijoJaneaAna.Anatampocolocreía,peronolohubierareconocidoniporlabecaAvery.Tampocopodíaevitarpensarqueseríamuyagradable tenerunamigocomoGilbertparareírycharlarconélycambiarideassobrelibros,estudiosyambiciones.SabíaqueGilbert las teníayRubyGillis noparecía la clasedepersona conquienpoderdiscutirlasconprovecho.

Ana no abrigaba tontas ideas sentimentales respecto aGilbert. Los chicos eranparaella, cuandosedeteníaaconsiderarlos,posiblesbuenoscompañeros.Si ellayGilbert hubieran sido amigos, no le hubiera importado que hubiera tenido otrasamigas o hubiera paseado con ellas. Hacía amigas con facilidad; amigos teníamuchos,peroposeíaunavagaconcienciadequelaamistadmasculinapodíatambiénserprovechosaparacompletarlaspropiasconcepcionesdelcompañerismo.PensabaquesiGilbertlahubieraacompañadoalgunavezhastasucasadesdeeltrenpodríanhaber mantenido conversaciones interesantes sobre el nuevo mundo que sepresentabaantesusojos.Gilberteraunjoveninteligentequeposeíaideaspropiasyunafirmedeterminaciónaobtenerlomejordesí.RubyGillisledijoaJaneAndrewsqueellanoentendía lamitadde lascosasquedecíaGilbertBlythe;queélhablabaigualqueAnaShirleycuandopensabaalgodetenidamenteyqueporsuparteaellanoleparecíaquefueramuydivertidoandarentrelibrosytodasesascosascuandonohabíanecesidaddeello.FrankStockleyeramásalegreysabíamásdemodas,peroasíytodonoeranilamitaddeguapoqueGilbert.¡Yellarealmentenosabíacuállegustabamás!

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En la Academia, Ana fue formando su pequeño círculo de amistades, todosestudiantesconcienzudos,imaginativosyambiciososcomoella.Prontointimóconlajoven «vivaz», Stella Maynard, y con la de «aspecto soñador», Priscilla Grant,descubriendoqueladoncellapálidadeaspectoespiritualestaballenadealegríaylegustaba hacer jugarretas y travesuras, mientras que la vivaz Stella de ojos negrosteníaelcorazónllenodeanhelantessueñosyfantasías,tanetéreosycoloridoscomolosdelamismaAna.

DespuésdelasfiestasdeNavidad, losestudiantesdeAvonlearenunciarona lasvisitasdelosviernesasushogaresysepusieronatrabajardefirme.ParaesaépocatodoslosescolaresdelaAcademiahabíanalcanzadosupuestodentrodelosgradosylasdistintasclaseshabíanestablecidolosdiferentesmaticesquelasindividualizaban.Algunoshechoseranaceptadosengeneral.Seadmitíaquelaluchaporlaobtencióndelamedallasedisputabasóloentretrescontendientes:GilbertBlythe,AnaShirleyyLewisWilson;respectoalabecaAvery,habíamásdudas;cualquieralumnodeungrupodeseispodíaobtenerla.Lamedalladebroncedematemáticasyaseledabaporganadaaunmuchachitogordodetierraadentro,queteníaunafrentepronunciadayusabaunachaquetaremendada.RubyGilliseralamásguapadelaAcademia;enlaclasesdesegundocurso,StellaMaynardse llevaba lapalmade labelleza,conunapequeñaperocríticaminoríaqueseinclinabaenfavordeAnaShirley.EthelMarreraconsideradaportodoslosjuecescompetentescomolaqueposeíaelmejorestiloparapeinase,yJaneAndrews,lasencilla,trabajadora,escrupulosaJane,sellevabatodoslos honores del curso de economía doméstica. Hasta Josie Pye alcanzó ciertapreeminencia como la joven de hablarmásmordaz que asistía a laAcademia.Demanera que podía darse por sentado que cada uno de los antiguos alumnos de laseñoritaStacyhabíaalcanzadosupuestoenlaAcademia.

Ana trabajaba dura y tenazmente. Su rivalidad con Gilbert continuaba con lamismaintensidadqueenlaescueladeAvonlea,aunquenoeradelconocimientodetoda laclase;perodecualquiermodo,habíaperdidoalgodesudureza.Anayanoquería la victoria para derrotar aGilbert, sino por el orgullo de obtenerla sobre unenemigo de valía. Valdría la pena ganar, pero Ana no pensaba que la vida seríainsoportablesinoloconseguía.

Apesarde las lecciones, losestudianteshallabanocasionesparadivertirse.AnapasabalamayorpartedesushoraslibresenBeechwood;losdomingossolíaalmorzarallí y después iba a la iglesia con la señoritaBarry. Esta última, como ellamismaadmitía, se estaba volviendo vieja, pero sus ojos negros no perdían su brillo ni sulenguasuvigor.PeronuncaloejercitóconAna,quiencontinuabasiendolafavoritadelaancianaseñorita.

—EstaAnaadelantacadavezmás—decía—.Mecansodeotrosniños;hayenellos una irritante y eterna uniformidad.Ana tiene tantosmatices como un arco y

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cadamatizeselmáshermosomientrasdura.Nosésiestandivertidacomocuandoniña,perosehacequerer,yamímegustalagentequeesasí.

Antesdequesedierancuenta,llególaprimavera;enAvonlea,lasfloresdemayobrotabantímidamenteenlossecoserialesdondeaúnquedabanieveyel«aromadelverde» corría por los bosques de los valles. Pero enCharlottetown hostigaba a losalumnosdelaAcademiaapensaryahablarnadamásquedelosexámenes.

—Parece imposible que el curso esté casi terminado—dijoAna—. ¡Pero si elotoñopasadodabalaimpresióndehallarsetanlejoscontodouninviernodeestudiosyclasespordelante!Yaquíestamos,conlosexámeneslasemanaqueviene.¿Sabéisunacosa?Avecescreoquelosexámeneslosontodo,perocuandoveolosbrotesenlos castaños y la neblina azul al final de las clases, nome parecen ni lamitad deimportantes.

Jane,RubyyJosie,queacababandellegar,nocompartíansupuntodevista.Paraellaslosexámeneseransiemprelomásimportante;muchomásquelosbrotesdeloscastañosolasfloresdemayo.TodoesoestabamuybienparaAna,que,despuésdetodo,teníalaseguridaddepasar,perocuandotodoelfuturodependedeunexamen,unanopodíaconsiderarlofilosóficamente.

—Enlasúltimasdossemanasheperdidocuatrokilos—suspiróJane—.Noganonadadiciendoquenomepreocupo.Mepreocuparé.Elpreocuparseayudaenalgo;cuandouna se estápreocupandoparecequeestuvierahaciendoalgo.SeríahorriblequenoobtuvieramidiplomadespuésdehaberasistidoalaAcademiadurantetodoelinvierno.Ydehabergastadotantodinero.

—Yonomepreocupo—dijoJosiePye—.Sinoaprueboesteaño,loharéalañoque viene.Mi padre puede hacer frente al gasto. Ana, Frank Stockley dijo que elprofesorTremaineafirmaqueesseguroqueGilbertBlytheganarálamedallayqueprobablementeEmilyClayobtengalabecaAvery.

—Eso me preocupará mañana, Josie —dijo Ana—, pero ahora siento quemientrassepaquelasvioletasflorecenenelvallede«TejasVerdes»yquepequeñosabetosasomansuscopassobreelSenderode losAmantes,no importaelhechodequeobtengaonolabeca.Hehechotodoloquehepodidoycomienzoacomprenderloquequieredecir«elplacerdelalucha».Despuésdelucharyvencer,lomejoresluchar y fracasar. ¡Chicas, no habléis de los exámenes!Mirad la bóveda verde delcielo sobre aquellas casas e imaginad cómo será sobre los bosques oscuros deAvonlea.

—¿Quévasaponerteparaladistribucióndediplomas,Jane?—preguntóRubyentono práctico. Jane y Josie respondieron inmediatamente y la conversación derivóhacialamoda.PeroAna,conloscodosapoyadosenelalféizardelaventana,consusuavemejilla contra las apretadasmanos y los ojos soñadores,miraba aquel cielovespertinoytejíasussueñosdefuturoconeldoradohilodeloptimismojuvenil.El

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futuro era suyo; los años venideros se presentaban como rosas unidas en unaguirnaldainmortal.

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CAPÍTULOTREINTAYSEIS

Lagloriayelsueño

La mañana en que serían colocados los resultados de todos los exámenes en lostablerosdeinformesdelaAcademia,AnayJanecaminabanjuntasporlacalle.Janeestaba felizy sonriente; los exámeneshabíanpasadoy estaba casi seguradehaberaprobado. Sumente no se hallaba turbada por otras consideraciones; no teníamásambicionesy,consecuentemente,nose sentía inquieta.Enestemundopagamosunprecioportodocuantoconseguimosy,aunquevalelapenatenerambiciones,éstasnosealcanzanconfacilidad,sinoqueexigensuprecioentrabajo,abnegación,ansiedady descorazonamiento. Ana estaba pálida y callada; dentro de diez minutos sabríaquiénhabíaganado lamedallayquién labeca.En aquel instanteparecíanohabernadamásalládeesosdiezminutos.

—Seguroqueganarásunade lasdos cosas—dijo Jane,quenopodía entenderqueelcuerpodeprofesorespudierasertanpocolealparadisponerotracosa.

—No tengoesperanzasdeganar labeca—dijoAna—.TodosdicenqueEmilyClaylaganará.Ynovoyairhastaeltableroamirarantesquenadie.Notengovalorpara ello. Voy directamente a la sala de espera de las chicas. Tú debes leer losanuncios y venir a decírmelo, Jane. Y te imploro, en nombre de nuestra antiguaamistad,quelohagasconprontitud.Sihefracasado,dímelo,sintratardeendulzarlanoticiay,paseloquepase,notecompadezcasdemí.Prométemelo,Jane.

Jane así lo hizo pero, tal como ocurrieron las cosas, no hubo necesidad de talpromesa.Cuando llegaronalumbralde laAcademia,encontraronel salón llenodechicosquellevabanenandasaGilbertBlytheyquegritabanatodopulmón:

—¡VivaBlythe,ganadordelamedalla!Poruninstante,Anasintiólaamarguradeladerrotayladesilusión.¡Demanera

queellahabíafracasadoyGilberthabíaganado!Bueno,losentíaporMatthew,queestabasegurodesutriunfo.

Derepentealguiengritó:—¡TreshurrasporlaseñoritaShirley,ganadoradelabeca!—¡Oh,Ana!—tartamudeóJane,mientrascorríaalasaladeespera,entregritos

—.¡Oh,Ana,estoytanorgullosa!¿Noesmaravilloso?YentonceslasmuchachaslarodearonyAnafueelcentrodeungruporisueñoy

feliz. Le palmearon los hombros y le estrecharon vigorosamente lasmanos. Entreempujonesyapretones,selasarreglóparadeciraJane:

—¡Oh,MarillayMatthewsealegrarántanto!Debotransmitirlesinmediatamentelanoticia.

Ladistribucióndediplomasfueelsiguienteacontecimientoimportante.Sellevó

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a cabo en el gran salón de honor de la Academia. Se pronunciaron discursos, seleyeron ensayos, se cantaron canciones y se entregaron públicamente lasrecompensas,losdiplomasylasmedallas.

MarillayMatthewestuvieronallí,conojosyoídossóloparaunaestudiante:unaalta muchacha de traje verde pálido, de mejillas suavemente coloreadas y ojosrutilantes, que leyó elmejor ensayo y que fue señalada comoganadora de la becaAvery.

—Supongoqueestaráscontentadequenoshayamosquedadoconella,Marilla—murmuróMatthew,hablandoporvezprimeradesdequeentróenelsalón.

—Noeslaprimeravezqueloestoy—respondióMarilla—.Parecequetegustarefregarlascosas,MatthewCuthbert.

LaseñoritaBarry,queestabasentadatrasellos,seinclinóhaciadelanteytocóaMarillaenlaespaldaconsuparasol.

—¿NoestánorgullososdeAna?Yosí—dijo.AnaregresóaAvonleaaquellatardeconMatthewyMarilla.Nohabía estado allí desde abril y sentía quenopodía esperar undíamás.Los

capullos demanzano estaban rompiendo y el mundo era fresco y joven. Diana laesperaba en «TejasVerdes».Marilla había plantado un rosal en flor en el alféizar;Anamiróentornoysuspiróprofundamente.

—¡Oh, Diana, es maravilloso estar de regreso! ¡Es tan hermoso ver los pinosdestacándosecontraelrosadocieloyelhuertoblancoylaReinadelasNieves!¿Noes delicioso el aroma de lamenta?Y la rosa… es un canto, una esperanza y unaplegariaauntiempo.¡Yestoymuycontentadevolveraverte,Diana!

—PenséquequeríasaesaStellaMaynardmásqueamí—dijoDianaentonodereproche—.JosiePyemedijoquesí.Hastaafirmóqueestabasenfadadaconella.

AnarióygolpeóaDianaconlosmarchitosnarcisosdesuramo.—StellaMaynardeslachicaaquienmásquieroenelmundo,despuésdeotra.Y

esa otra eres tú, Diana. Te quiero más que nunca y tengo tantísimas cosas quecontarte.Peroahorasientoquemimayoralegríaessentarmeaquíymirarte.Estoycansada,cansadadeserestudiosayambiciosa.Piensopasarmañanadoshorasporlomenostendidaenelmanzanar,sinpensarennada.

—Lohashechomuybien,Ana.Supongoqueahoraquehasconseguidolabecanoenseñarás.

—No. Iré a Redmond en septiembre. ¿No es maravilloso? Tendré nuevasambicionesdespuésde tresgloriososydoradosmesesdevacaciones. JaneyRubyvanaenseñar.¿Noesfantásticoquetodos,hastaMoodyyJosie,hayamospasado?

—LossíndicosdeNewbridgeyalehanofrecidosucolegioaJane—dijoDiana—.GilbertBlythevaaenseñartambién.Debehacerlo.Supadrenopuedepagarlelosestudios, así que tendrá que ganarse el sustento. Espero que consiga el colegio de

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aquísilaseñoritaAmesdecideirse.Ana sintióunapeculiar sensacióndedesmayada sorpresa.No lo sabía; contaba

conqueGilberttambiéniríaaRedmond.¿Quéharíasinlainspiradorarivalidad?Eltrabajonoresultaríatanatractivo,nisiquieraenuninstitutomixtoconlaperspectivadeuntítulosuperior,sinsuamigoelenemigo

Aldesayunar,lamañanasiguiente,AnasesobresaltóalcomprobarqueMatthewnoteníabuenaspecto.Suscabellosestabanmuchomásgrisesqueelañoanterior.

—Marilla—dijoexcitadacuandosehuboido—,¿Matthewnoestábien?—No —dijo Marilla con tono preocupado—. Ha tenido algunos ataques al

corazónestaprimaveraynosepreocupamucho.Hetemidoporél,peroúltimamenteha mejorado bastante y tenemos un buen jornalero, de manera que espero que serecojadeunavezydescanse.Quizálohagaahoraquehasvuelto.Siemprelealegras.

AnaseinclinósobrelamesaytomólacaradeMarillaentresusmanos.—Ustednotienetanbuenaspectocomoyodeseo,Marilla.Parececansada.Creo

quehatrabajadodemasiado.Debedescansarahoraquehevuelto.Voyatomarmeundía libre para recorrer los antiguos lugares y revivir viejos sueños, y luego será suturnodeharaganearmientrasyotrabajo.

Marillasonrióafectuosaasumuchacha.—Noeseltrabajo;esmicabeza.Medueleamenudo.EldoctorSpencermeha

dichoquetengoqueusargafas,peronomehacennadabien.Afindejuniovendráalaislaundistinguidooculistayelmédicodicequedeboverle.Creoqueloharé.Nopuedonileernicoserahoraconcomodidad.Bueno,Ana,tehasportadomuybienenlaAcademia.Obtenereltítulodemagisterioenunañoyganarlabeca,bueno,bueno;laseñoraLyndedicequeelorgullociegayquenocreeenlaeducaciónsuperiordelasmujeres,pues lepareceque las inutilizaparasuverdaderamisión.Nocreounapalabra. Hablando de Rachel, ¿has oído algo últimamente sobre el Banco Abbey,Ana?

—Séquenoibamuybien—contestóAna—.¿Porqué?—EsoesloquedijoRachel.Estuvoallíundíadelasemanapasadaydicequelo

oyó comentar.Matthew se sintió verdaderamente preocupado. Todo cuanto hemosahorrado está allí; cada penique. Yo quería queMatthew lo pusiera en la Caja deAhorros, pero el viejo señorAbbey fue amigodepapáy él siempreguardó allí sudinero. Matthew dijo que cualquier banco con él a la cabeza era suficientementebueno.

—Creoquehasidodirectornominalduranteaños—dijoAna—.Esunhombremuyviejo;enrealidad,sussobrinossonlosdirectoresdelainstitución.

—Bueno, cuando Rachel nos dijo eso, quise que Matthew retirarainmediatamente nuestro dinero, y él dijo que lo pensaría. Pero el señor Russell leaseguróayerqueelbancoestababien.

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Anapasóunhermosodíaencompañíadelmundoexterior.Nuncaolvidóaqueldía;¡fuetandoradoyhermoso,tandespojadodesombras!Anapasóalgunasdesusmejoreshorasenelmanzanar;fuealaBurbujadelaDríada,aWillowmereyalValledelasVioletas;visitólarectoríaytuvounaagradablecharlaconlaseñoraAlian,yfinalmente,alcaerlatarde,acompañóaMatthewabuscarlasvacasalprado,atravésdelSenderodelosAmantes.Losbosquesestabanglorificadosporelocasoyelcálidoesplendorquesecolabaporlosvallesdeloeste.Matthewcaminabalentamenteconlacabezainclinada;Ana,altayerguida,adoptósuágilpasoalsuyo.

—Hoyhatrabajadomucho,Matthew—dijoconreproche—.¿Porquénosetomalascosasconmáscalma?

—Bueno,noveoporquéno—dijoMatthewmientrasabríaelportónparadejarpasar lasvacas—.Esquemevuelvoviejoymeolvido.Bueno,bueno; siemprehetrabajadoduro,ylomejorserámoriralpiedelcañón.

—Si yo hubiera sido el muchacho que mandaron buscar —dijo Ana—, seríacapazdeayudarledecienmaneras.Sóloporesomegustaríahaberlosido.

—Bueno, te prefiero a cien muchachos, Ana—dijo Matthew acariciándole lamano—.Imagínate,másqueacienmuchachos.Bueno,creoquenofueunmuchachoquienganólabecaAvery,¿noesasí?Fueunaniña,miniña,miniñadequienestoyorgulloso.

Ylesonrióconsutímidasonrisamientrasentrabaalprado.Anallevóelrecuerdodeesasonrisacuandosefueasucuartoaquellanocheysesentódurantelargoratofrentealaventanaabierta,pensandoenelpasadoysoñandoconelfuturo.Fuera,LaReina de las Nieves estaba blanca a la luz de la luna y las ranas croaban en elpantano, tras «La Cuesta del Huerto». Ana siempre recordó la belleza plateada ypacífica y la fragante calma de aquella noche. Fue la última antes de que el dolorllegaraasuvida,ynadiehavueltoaserigualcuandohasentidosobresíesetoquefríoysantificante.

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CAPÍTULOTREINTAYSIETE

Lamuertesiegaunavida

—¡Matthew!¡Matthew!¿Quéocurre?¿Estásenfermo?EraMarilla quien hablaba, reflejando alarma en cada palabra. Ana atravesó el

salónconlasmanosllenasdenarcisosblancos—muchotiempopasóantesdequelamuchachapudieravolveradisfrutarconlavistaoelperfumedelosnarcisosblancos—,atiempoparaescucharlayveraMatthewdepiejuntoalapuertadelporche,conunperiódicodobladoen lasmanosy lacaragrisconunamuecaextraña.Anadejócaer las flores y cruzó la cocina hacia él al mismo tiempo que Marilla. Ambasllegaron demasiado tarde; antes de que estuvieran a su lado,Matthew había caídosobreelumbral.

—Sehadesvanecido—dijoMarilla—.Ana,correenbuscadeMartin.¡Rápido!Estáenelgranero.

Martin,elmozo,queacababadellegardelcorreo,salióalmomentoenbuscadelmédico,deteniéndoseen«LaCuestadelHuerto»paraenviaral señorBarryya suesposa. La señora Lynde, que estaba de visita, también fue. Encontraron a Ana yMarillatratandodevolveraMatthewalaconciencia.

LaseñoraLyndelasapartósuavemente,letomóelpulsoylepusoeloídosobreelcorazón.Lasmiróalacaracontristeexpresiónylágrimasenlosojos.

—Oh,Marilla—dijogravemente—,nocreo…quepodamoshacernadaporél.—SeñoraLynde,¿nopensará…?NopuedepensarqueMatthewesté…esté…—

Ananopudodecirlahorriblepalabra;palideció.—Me temo que sí.Mira su cara. Cuando hayas visto ese gesto tan a menudo

comoyo,sabrásquésignifica.AnamirólaquietacaraycontemplóelsellodelaGranPresencia.Cuando llegó el médico, declaró que la muerte había sido instantánea y

probablemente indolora, causada con toda probabilidad por una gran impresión.ElsecretodeéstafuedescubiertoenelperiódicoqueMatthewteníayqueMartintrajeraaquellamañanadelcorreo.TraíalanoticiadelaquiebradelBancoAbbey.

Lanoticia seesparciócon rapidezporAvonlea,ydurante todoeldíaamigosyvecinos llegaron a «TejasVerdes», entrandoy saliendo envisitas de afecto para elmuertoy losvivos.Porvezprimera,el tímidoycalladoMatthewCuthberteraunapersonadegranimportancia;lablancamajestaddelamuertehabíacaídosobreélylehabíaapartadodelosdemás.

Cuando la noche calma cayó suavemente sobre «Tejas Verdes», la vieja casaquedóquietaytranquila.EnlasalayacíaMatthewCuthbertensuataúd,consulargocabellogrisencuadrándolelaplácidacara,dondeteníaunapequeñasonrisa,comosi

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durmiera,consueñosplacenteros.Habíafloresrodeándole,dulcesfloresantiguasqueplantarasumadreeneljardínfamiliarensusdíasdereciéncasadayporlascualessintieraMatthewun amor secreto y callado.Ana las había recogidoy se las habíatraído,conlosojosangustiadosysinlágrimas.Eraloúltimoquepodíahacerporél.

Los Barry y la señora Lynde las acompañaron aquella noche. Diana fue a labuhardilla,dondeestabaAnajuntoalaventanayledijo:

—QueridaAna,¿quieresquemequedeestanocheadormircontigo?—Gracias, Diana —Ana miró cariñosamente a su amiga—. Creo que no lo

tomarásamalsitedigoquequieroestarsola.Notengomiedo.Noheestadosolaunminuto desde que ocurriera y quiero estarlo. Quiero estar sola y en silencio parahacermealaidea.Nopuedohacermealaidea.LamitaddeltiempomeparecequeMatthew no puede estarmuerto y la otramitadme parece que lo ha estado desdelargotiempoatrásyquehetenidoestehorribledolordesdeentonces.

Diana no comprendió del todo. Podía entender mejor la pena vehemente deMarilla,querompíatodosloslímitesdesureservanaturalysuscostumbresdetodala vida con sus sollozos, que la agonía sin lágrimas de Ana. Pero se retiróamablemente,dejandoaAnasolaconsudolor.

Anateníalaesperanzadequelaslágrimasllegaríanalquedarsesola.LeparecíaterriblenopoderllorarporMatthew,aquienhabíaqueridotanto,yquehabíasidotanbueno;Matthew,quelatardeanteriorhabíapaseadoconellayqueahorayacíaeneloscurocuartodeabajoconesaterriblepazenelrostro.Perolaslágrimasnollegaban,niauncuandosearrodillójuntoalaventanayrezó,mirandoalasestrellasmásalládelascolinas;nollegaban;sólounhorribleysordodolorcontinuogolpeándolahastaquesedurmió,rendidaporlapenaylaexcitacióndeldía.

Enmediodelanochedespertó,rodeadadesilencioyoscuridad,yelrecuerdodeldía se presentó ante sus ojos como una ola de amargura. Podía ver el rostro deMatthew sonriéndole como le había sonreído cuando se despidiera en la puerta lanoche anterior; podía escuchar su vozdiciendo: «Miniña,mi niña, de quien estoyorgulloso».Entonces las lágrimas llegaronyAna lloró de todo corazón.Marilla laoyóyfueaconsolarla.

—Bueno,bueno,nolloresasí,cariño.Esonolotraerádevuelta.No…no…noesbueno llorar así. Yo lo sabía hoy, pero no podía evitarlo. ¡Ha sido siempre unhermanotanbueno!…PeroDiossabeloquehace.

—Oh, déjeme llorar,Marilla—gimióAna—.Las lágrimas nome hieren tantocomo el dolor de hoy.Quédese un ratito conmigo y abráceme, así.No pude dejarquedarseaDiana;esbuenaydulce;peroéstanoessupena,estáfueradeellaynopuede acercarse lo suficiente ami corazóncomopara ayudarme. ¡Esnuestrapena,suyaymía!Oh,Marilla,¿quéharemossinél?

—Nostenemoslaunaalaotra,Ana.Noséquéharíasitúnoestuvierasaquí,si

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nuncahubierasvenido.Oh,Ana, séquehe sidoalgoestrictayquizáduracontigo,peroporesonodebespensarquenotequierotantocomotequeríaMatthew.Quierodecírtelo ahora, quepuedohacerlo.Nuncahe tenido facilidadpara expresar loquesentía mi corazón, pero en momentos como éste es más fácil. Te quiero tanprofundamentecomosifuerassangredemisangreyhassidomialegríayconsuelodesdequellegastea«TejasVerdes».

Dos días despuésMatthewCuthbert fue llevado lejos de los campos que habíalabrado,loshuertosqueamaraylosárbolesqueplantara,yentoncesAvonlearetornóasuusualplacidezyhastalarutinade«TejasVerdes»volvióasucaucenormal.Eltrabajo fue hechoy las obligaciones cumplidas con lamisma regularidad de antes,aunque siempre con el doloroso sentimiento de «pérdida en todas las cosasfamiliares».Ana,nuevaanteeldolor,pensó tristementecómopodíancontinuar lascosas como antes sinMatthew. Sentía una especie de vergüenza y remordimientocuando descubrió que los amaneceres detrás de los abetos y los pálidos capullosrosadosabriéndoseeneljardínlehacíansentirlamismaalegríacuandolosveía;queleagradabanlasvisitasdeDianayquelasbromasypalabrasdeéstalahacíanreír;que,enresumen,elhermosomundodeflores,deamoryamistadnohabíaperdidoningunodelospoderesquenutríansufantasíayhacíanestremecersucorazón,quelavidalareclamabaaúnconinsistentesvoces.

—Decualquiermodo,mepareceunadeslealtadparaconMatthewel encontrarplacerenesascosasahoraqueélsehaido—ledijotristementealaseñoraAlianunatardequesehallabanjuntasenel jardínde lamisión—.Loechomuchodemenos,todoeltiempo,yasíytodo,señoraAlian,elmundoylavidameparecenhermososeinteresantes. Hoy Diana dijo algo gracioso y me encontré riendo. Cuando aquelloocurriópenséquenuncapodríavolverareír.Ymeparecequenodeberíahacerlo.

—CuandoestabaMatthew,leagradabaoírtereír,ytambiénlegustabasaberquehallabas placer en las cosas agradables que te rodeaban —dijo la señora Alianbondadosamente—. Ahora simplemente está ausente y eso le continúa gustando.Tengo la seguridad de que no debemos cerrar nuestros corazones a las sanasinfluenciasquenosofrecelanaturaleza.Perocomprendotussentimientos.Creoquetodos experimentamos lo mismo. Nos resistimos a la idea de que algo puedaalegrarnoscuandoalguienaquienamamosyanoestáparadisfrutarconnosotros,ysentimos como si fuéramos infieles a nuestra pena cuando vemos que vuelve anosotroselinterésporlavida.

—EstatardebajéalcementerioaplantarunrosalenlatumbadeMatthew—dijoAna soñadoramente—. Corté un esqueje del rosal blanco que su madre trajo deEscocia hace mucho tiempo; eran las rosas quemás le gustaban aMatthew. ¡Tanpequeñasydulcesconsusespinosostallos!Mesentíalegrealpoderplantarelrosalsobre su tumba, como si estuviera haciendo algoque le gustaba.Esperoque tenga

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rosas así en el cielo. Quizá estén allí las almas de todas esas rositas que él amódurantetantosveranos.Deboirmeacasa.Marillaestásolaysesientemuytristealanochecer.

—Me temo que estará más triste aun cuando tú te vayas al colegio—dijo laseñoraAlian.

Ana no respondió; se despidió y volvió lentamente a «Tejas Verdes». Marillaestaba sentadaen losescalonesde lapuertadel frente,yAna tomóasiento juntoaella.Lapuerta seencontrabaabierta,mantenidaporunagranconchamarinacuyassuaves circunvoluciones internas recordaban el rosado de los atardeceres. Anarecogió unas madreselvas y se las puso en el cabello. Le gustaba la deliciosafraganciaquelaenvolvíacomounabendicióncadavezquesemovía.

—Vino el doctor Spencermientras tú no estabas—dijoMarilla—.Dijo que elespecialistaestarámañanaenlaciudadeinsistióenquedeboirahacermeexaminarlos ojos.Creo que serámejor que lo haga.Le estarémás que agradecida si puededarme los anteojos que convengan a mis ojos. No te importaría quedarte sola,¿verdad?Martintendráquellevarmeyhayqueplancharyhacerpan.

—Estarébien.Dianavendráahacermecompañía.Meencargarédeplancharydehornear; no tiene que preocuparse de que le almidone los pañuelos o sazone conlinimento.

Marillarió.—Erasespecialparameterlapataenaquellostiempos,Ana.Siempreteestabas

metiendo en camisa de once varas. Yo pensaba que estabas posesa. ¿Recuerdascuandoteteñisteelpelo?

—Ya locreo.Nunca loolvidaré—sonrióAna, tocándose lapesada trenza,queestabaenrolladaalrededordesubienformadacabeza—.Avecestodavíameríounpoco cuando recuerdo lo que me preocupaba mi cabello. Pero no me ríomucho,porqueeraverdaderamenteunagranpreocupación.Sufríterriblementepormicabelloy mis pecas. Éstas, realmente, han desaparecido, y la gente es lo suficientementeamablecomoparadecirmequeahoramicabelloescastañorojizo;todosmenosJosiePye.Ayermedijoquesinceramentecreequeestámásrojoquenunca,oqueporlomenos mi vestido negro hace que lo parezca. Y me preguntó si las personas quetienen cabello rojo algunavez se acostumbran a él.Marilla, casimehedecidido arenunciaramisintentosparahacerquemegusteJosiePye.Hehecholoquellamaríaunesfuerzoheroicoparalograrlo,peroJosienoquiereseragradable.

—Josie es una Pye—exclamóMarilla secamente—, de manera que no puedeevitar ser desagradable. Supongo que la gente de esa clase servirá para algo, perodeboadmitirquesétantodeellocomodelautilidaddelcardo.¿SededicaráJosiealaenseñanza?

—No, regresará a la Academia el año próximo. Y también lo harán Moody

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Spurgeon y Charlie Sloane. Jane y Ruby van a enseñar, y ambas han conseguidocolegios;JaneenNewbridge,yRubyenunlugardeloeste.

—GilbertBlythetambiénlohará,¿noescierto?—Sí—respondióAnabrevemente.—¡Quéchicotanguapo!—dijoMarillaabstraídamente—.Lovienlaiglesiael

domingopasadoyparecetanaltoyvaronil.Separecemuchísimoasupadrecuandotenía su edad. John Blythe era un muchacho muy atractivo. Éramos muy buenosamigos,élyyo.Lagentedecíaqueeramipretendiente.

Analamiróconrepentinointerés.—Oh,Marilla…¿Yquépasó…?¿Porquéno…?—Tuvimos una disputa.No lo perdoné cuandome lo rogó. Tenía intención de

hacerlo, después de un tiempo; pero estaba malhumorada y enfadada y queríacastigarlo primero.Él nunca regresó; losBlythe sonmuyorgullosos. Pero siempreme sentí…algo triste. Pensaba queme hubiera gustado haberle perdonado cuandotuvelaoportunidaddehacerlo.

—Demanera que también ha habido algo de romance en su vida—dijo Anasuavemente.

—Sí,supongoquepuedesllamarloasí.Nolohubieraspensadoalverme,¿noescierto?Peronuncadebescomentarlocongentesdefuera.TodoshanolvidadoloquehuboentreJohnyyo.Yyotambién.PerolorecordécuandoviaGilberteldomingopasado.

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CAPÍTULOTREINTAYOCHO

Elrecododelcamino

Marillafuealaciudadaldíasiguiente,regresandoalatardecer.Anahabíaidoa«LaCuestadelHuerto»yregresóparaencontraraMarillaenlacocina,sentadafrentealamesa,conlacabezaapoyadaenlamano.NuncahabíavistoaMarillatanquieta.

—¿Estámuycansada,Marilla?—Sí…no…,nolosé—dijoMarillalentamente,alzandolavista—.Supongoque

estoycansada,peronohabíapensadoenello.Noesésalarazón.—¿Vioustedaloculista?¿Quéledijo?—Sí,levi.Meexaminólosojos.Dicequesiabandonoporenterolalecturayla

costuraycualquierotraclasede trabajoquecanse losojos,si tengocuidadodenollorarysillevoloslentesquemeharecetado,creequemisojosnoempeoraránysemecuraránlosdoloresdecabeza.Encasocontrario,dicequeestarécompletamenteciegaenseismeses.¡Ciega!¡Ana,piensaenello!

Anaquedósilenciosa.Leparecíaquenopodíapronunciarpalabra.Entoncesdijovalientemente,nosinuntemblorenlavoz.

—Marilla,nopienseeneso.Lehandadoesperanza.Sitienecuidado,noperderálavistaporcompleto;yesmuyposiblequeloslenteslecurenlosdoloresdecabeza.

—No me parece que haya muchas esperanzas—dijo Marilla amargamente—.¿Paraquévivirésinopuedonileer,nicoser,nihacercosasporelestilo?Mejorseríaestar ciega…omuerta.En lo que se refiere a llorar, nopuedo evitarlo cuandomesiento sola. Pero no se gana nada con hablar de ello. Te agradecería que mepreparasesuna tazade té.Estoyexhausta.Nodigasnadaanadiesobreestoporuntiempo.Nopodríaresistirquelosamigosvinieranahacerpreguntas,aapiadarsedemíyacharlarsobreello.

CuandoMarillahubocenado,Analaconvenciódequeseacostara.Entoncessetrasladó a la buhardilla y se sentó junto a la ventana, sola con sus lágrimas y sutristezaenelcorazón.¡Cuántohabíancambiadolascosasdesdequesesentaraallílanoche siguiente a su regreso!Entonces se sentía llena de esperanzas y alegría y elfuturoparecíaprometedor.Anateníalasensacióndequehabíanpasadovariosañosdesdeentonces,peroantesdequeseacostara,ensuslabiosteníaunasonrisayensucorazón, paz. Había mirado valerosamente a la cara a su deber y lo encontróamigable,comosiempreseencuentracuandoloenfrentamosfrancamente.

Unatarde,pocosdíasdespués,Marillavolviólentamentedelprado,dondehabíaestadohablandoconunvisitante;unhombreaquienAnaconocíadevistacomoJohnSadler, de Carmody. Ana caviló qué habrían hablado para queMarilla trajera esaexpresión.

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—¿QuéqueríaelseñorSadler,Marilla?MarillasesentójuntoalaventanaymiróaAna.Apesardelaprohibición,había

lágrimasensusojosydijoaAnaconvozquebrada:—Supoquequeríavender«TejasVerdes»yquierecomprarla.—¡Comprarla! ¿Comprar «TejasVerdes»?—Ana pensó que había oídomal—.

Oh,Marilla,¿nopensarávender«TejasVerdes»?—Ana, no sé qué otra cosa puede hacerse. Lo he pensadomucho. Simis ojos

estuvieran fuertes, podría quedarme y administrarla con un buen empleado. Perocomo estoy, no puedo. Quizá pierda la vista del todo y quede inútil paraadministrarla.Oh,nuncapenséqueveríaeldíaenque tendríaquevendermicasa.Perolascosasirándemalenpeor,hastaquellegaráelmomentoenquenadiequerrácomprarla.LaquiebradelbancosellevótodonuestrodineroydebenpagarsealgunospagarésquefirmóMatthewelotoñopasado.LaseñoraLyndemeaconsejaquevendala granja yme hospede en cualquier parte; supongo que con ella. No se obtendrámucho; espequeñay los edificiosviejos.Pero será suficiente comoparavivir.Mealegrodequeposeasesabeca,Ana.Lamentoquenotengasunhogardondepasarlasvacaciones,perosupongoquetearreglarás.

Marillacedióyseechóalloraramargamente.—Nodebevender«TejasVerdes»—dijoAnaresueltamente.—Oh,Ana,quisieranotenerquehacerlo.Perotúmismapuedesverlo.Nopuedo

quedarmeaquísola.Enloqueceríadedolorysoledad.Ymivistadesaparecería;losé.—No tendrá que quedarse aquí sola, Marilla. Yo estaré con usted. No voy a

Redmond.—¡QuenovasaRedmond!—Marillaalzósuarrugadacaradeentresusmanosy

contemplóaAna—.¿Quéquieresdecir?—Loqueoye.Novoyaaceptarlabeca.Lodecidílanochedespuésdequeusted

regresódelaciudad.Seguramentequenoiráapensarqueladejarésolaensudolor,Marilla, después de todo cuanto ha hecho pormí. He estado pensando y trazandoplanes. Déjeme que le cuentemis proyectos. El señor Barry quiere arrendarnos lagranja el añopróximo, demaneraqueno tendráquepreocuparsepor ese lado.Yoenseñaré. He solicitado el colegio local, pero no sé si lo obtendré, pues tengoentendidoquelossíndicosselohanprometidoaGilbertBlythe.Peropuedotenerlaescuela de Carmody. El señor Blair me lo dijo anoche. Desde luego, no será tanconveniente como enseñar en Avonlea. Pero me puedo quedar a vivir aquí ydesplazarme todos los días hasta Carmody, por lo menos durante el buen tiempo.Hastaeninviernopuedoveniracasalosviernes.Guardaremosuncaballoparaeso.Oh,lotengotodoplaneado,Marilla.Yleleeréylamantendréalegre.Nosesentiránitristenisola.Yseremosfelicesjuntas,ustedyyo.

Marillahabíaescuchadocomoensueños.

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—Oh,Ana,séquemelaspodríaarreglarmuybiensitúestuvierasaquí,peronopuedodejarquetesacrifiquespormí.Seríaterrible.

—¡Tonterías!—Ana rió alegremente—.Nohay sacrificio.Nada sería peor quedejar «Tejas Verdes»; nada podría herirme más. Debemos guardar este viejo yquerido lugar.Yaestoydecidida,Marilla.NovoyaRedmondysívoyaquedarmeaquíaenseñar.Nosepreocupelomásmínimopormí.

—Perotusambicionesy…—Tengotantasambicionescomosiempre.Loúnicoquehacambiadoeselobjeto

deellas.Seréunabuenamaestraysalvarésuvista.Además,tengopensadoestudiaren casa y tomar un pequeño curso. Oh, tengo docenas de planes,Marilla. Los heestado pensando durante una semana. Daré lo mejor de mi vida y la vida medevolverálomejordeella.CuandodejélaAcademia,lavidaparecíaextenderserectacomounlargocamino.Parecíaperderseenelhorizonte.Ahorahayunrecodoenesecamino.Noséquéhabrátrasél,perocreeréqueserálomejor.Esacurvaposeeciertafascinación,Marilla.Piensocómoseráelcaminotrasella.Loquehaydeverdegloriay de luz y sombra suave; qué nuevos paisajes; qué nuevas bellezas; qué curvas,colinasyvallesseextiendenmásallá.

—Nosésideberíadejarteabandonarla—dijoMarilla,refiriéndosealabeca.—Perosinopuedeevitarlo.Tengodieciséisañosymedioy«soytercacomouna

muía», comome dijo una vez la señora Lynde—dijoAna—.Oh,Marilla, nometengalástima.Nomegustaquesecompadezcademíynohaynecesidaddeello.Elsolo pensar en quedarme en «TejasVerdes»me alegra el corazón.Nadie la querrácomoustedyyo,demaneraquedebemosquedarnosenella.

—Bendita muchacha —dijo Marilla cediendo—. Siento como si me hubierasinyectado una nueva vida. Sospecho que debería azotarte ymandarte a Redmond,peroséquenopuedo,demaneraquenolointentaré.

CuandosecorriólavozenAvonleadequeAnaShirleyhabíaabandonadolaideade aceptar la beca y tenía intenciones de permanecer allí y enseñar, se discutióbastanteelasunto.Lamayoríade labuenagente,quenadasabía sobre losojosdeMarilla,locreyóunatontería.LaseñoraAlian,no.SelodijoaAnacontalespalabrasde aprobación que la hizo llorar. Tampoco lo consideró así la buena de la señoraLynde.LlegóunatardeceryencontróaAnayMarillasentadasenlapuertaprincipal,disfrutandodelcálidoyperfumadocrepúsculo.Lesgustabasentarseallícuandocaíael sol; las mariposas blancas volaban por el jardín y el olor a menta llenaba elhúmedoaire.

LaseñoraRacheldepositósusustancialpersonasobreelpoyodepiedra,traselcualcrecíaunaaltaplantaderojasyamarillasmalvas,conunlargorespiro,mezcladefatigayalivio.

—Confiesoquemealegrodesentarme.Heestadodepietodoeldíaycienkilos

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depesosonunabuenacargaparaqueunpardepieslallevendeunladoaotro.Esuna bendición no ser gorda,Marilla. Espero que usted la aprecie. Bueno,Ana, heoído que has abandonado tu intención de seguir estudiando. Me alegra de verassaberlo.Tienestantaeducacióncomolaquepuedesufrirunamujerconcomodidad.Nocreo en esode lasmuchachasyendo a la escuela secundaria con losvaronesyatiborrándoselacabezacongriegosylatinesytonteríasporelestilo.

—Pero si voy a estudiar griego y latín, señora Lynde —dijo Ana riendo—.Seguiré el curso en«TejasVerdes»y estudiaré lasmismas cosasque en el colegiosecundario.

LaseñoraLyndealzósusmanosensagradoterror.—AnaShirley,tematarás.—No.Tendrééxito.Novoyaexcederme.Tengomuchísimotiempolibredurante

laslargasnochesdeinviernoynotengoningunasganasdehacereltonto.EnseñaréenCarmody,¿sabe?

—Nolosé.SospechoqueenseñarásenAvonlea.Lossíndicoshandecididodarteelcolegio.

—¡SeñoraLynde!—gritóAna,saltandosobresuspiesdelasorpresa—.PerosiyocreíaqueselohabíanprometidoaGilbertBlythe.

—Asífue.PerotanprontoGilbertsupoquetúlohabíassolicitado,fueaverlos;sabrásqueanocheteníanunareuniónenelcolegio,ylesdijoqueretirabasusolicitudysugeríaqueaceptaranlatuya.DijoqueenseñaríaenWhiteSands.Estoyseguradeque dejó el colegio para beneficiarte, porque sabía cuánto querías quedarte conMarilla, y debo decir que fue muy bueno y sensato de su parte, eso es. Es unverdaderosacrificio,también,puestendráquepagarseelalojamientoenWhiteSandsytodoelmundosabequedeberáganarseelpagodesusestudios.Demaneraquelossíndicos decidieron emplearte a ti. Me alegré muchísimo cuando Thomas vino adecírmelo.

—No creo que deba aceptarlo—murmuróAna—.Quiero decir, no pienso quedeberíadejarqueGilberthagatalsacrificiopor…pormí.

—Sospecho que ya no puedes evitarlo. Ha firmado con los síndicos deWhiteSands. Demanera que de nada serviría que ahora te negaras. Desde luego que teharáscargodelcolegio.Te irámuybien,ahoraqueyanoquedanPye.Josie fue laúltima,locualesunasuerte.DurantelosúltimosveinteañoshahabidoalgúnPyeenel colegio y sospecho que sumisión en la vida era recordar a losmaestros que latierranoerasumundo.¿QuéquierendeciresaslucesenlabuhardilladelosBarry?

—Dianamehaceseñasdequevaya—dijoAna—.Yasabequeseguimoslaviejacostumbre.Perdónemesivoyaverquédesea.

Anadescendiócomounciervopor lacuestadelos trébolesydesaparecióentrelassombrasdelBosqueEmbrujado.LaseñoraLyndelacontemplóindulgente.

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—Todavíatienemuchodeniña.—Pero tambiénhaymuchodemujer—respondióMarilla, conunmomentáneo

retornoasuviejahosquedad.PerolahosquedadyanoeraelcarácterdistintivodeMarilla.LaseñoraLyndele

dijoaThomasesanoche:—MarillaCuthbertsehavueltomelosa.Esoes.Ana fue la tarde siguiente al pequeño cementerio de Avonlea, a poner flores

frescas en la tumba deMatthew y regar la rosa deEscocia. Se quedó allí hasta elanochecer,gozandodelapazytranquilidaddellugar;elmurmullodelosálamoseracual una suave y gentil conversación con la hierba que crecía libremente entre lastumbas. Cuando partió por fin y bajó la larga colina quemoría en el Lago de lasAguasRefulgentes,yahacíatiempoquehabíacaídoelsolytodaAvonleaestabaanteella, iluminada por lamortecina luz, «el fantasma de una antigua paz». En el airehabía una frescura como si el viento hubiera soplado sobre los dulces campos detréboles.Laslucesdelascasasparpadeabanaquíyalláentrelosárboles.Alolejosestaba el mar, brumo-so y púrpura, con su murmullo incesante y embrujador. Eloccidenteeraunagloriadesuavestonosylalagunalosreflejabaentodassusgamas.LabellezahizoestremecerelcorazóndeAnay,agradecida,leabriólaspuertasdesualma.

—Mimundoquerido—murmuró—,eresmuyhermosoymealegravivirenti.Amitaddelcaminoenlacolina,unmuchachoaltosaliósilbandodelapuertade

lacasadelosBlythe.EraGilbert,yelsilbidomurióensuslabioscuandoreconocióaAna. Se quitó cortésmente la gorra, pero hubiera cruzado en silencio siAna no sehubieradetenido,alargándolelamano.

—Gilbert—dijo,con lasmejillas rojas—,quieroagradecerlequemecedieraelcolegio.Hasidoungrandetalledesuparteyquieroquesepacuántoloagradezco.

Gilberttomóansiosamentelamanoqueleofrecían.—Nofuenadaparticularmentebuenodemiparte,Ana.Megustóprestaralgún

pequeño servicio. ¿Vamos a ser amigos después de esto? ¿Me has perdonado deverdadmiviejaculpa?

Anarióytratósinéxitoderetirarsumano.—Yateperdonéaqueldíaenelembarcadero.Fuiunaestúpidacabezota.Desde

entonces,deboconfesarte,lohesentidoterriblemente.—Seremos los mejores amigos—dijo Gilbert jubilosamente—. Hemos nacido

paraserlo,Ana.Hasburladoaldestinomuchotiempo.Séquenospodemosayudaruno a otro de muchas maneras. Tú vas a continuar estudiando, ¿no es así? Yotambién.Vamos,teacompañaréacasa.

MarillamirócuriosamenteaAnacuandoéstaentróenlacocina.—¿Quiénveníacontigoporelsendero,Ana?

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—GilbertBlythe—respondióAna,avergonzadadeencontrarsesonrojada—.LoencontréenlacolinadelosBarry.

—NocreíquetúyGilbertfueraistanbuenosamigoscomoparaestarcharlandomediahoraenlapuerta—dijoMarillaconunasecasonrisa.

—No lo éramos; fuimos buenos enemigos. Pero hemos decidido que serámássensato ser buenos amigos en el futuro. ¿Estuvimos de verdad media hora?Parecieronunospocosminutos.Esquetenemoscincoañosdesilencioquevencer.

Anasesentójuntoasuventanaacompañadadeunalegresentimiento.Elvientosoplaba suavemente entre las cerezas y llegaba el olor de la menta. Las estrellastitilabansobrelospinosdelvalleylaluzdeDianabrillabaenladistancia.

El horizonte deAna se había cerrado desde la noche en que se sentó allí a suregresodelaAcademia;perosilasendaantesuspieshabíadeserestrecha,sabíaquelasfloresdelatranquilafelicidadlabordearían.Laalegríadeltrabajosincero,delaaspiracióndignaydelaamistadseríasuya;nadapodíaapartarladesuderechoalafantasíaodelmundoidealdesussueños.¡Ysiempreestabaelrecododelcamino!

—«Gloria a Dios en las Alturas, y paz en la tierra a los hombres de buenavoluntad»—murmurósuavementeAna.

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