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3 / Enero 2001 a sección de análisis de casos de este tercer número del OSAL está dedicada a analizar las características del movimiento de resistencia internacional a la mun- dialización neoliberal. Este movimiento, que cobró una gran visibilidad a partir de la “Batalla de Seattle” a fines de 1999, registra, sin embargo, antecedentes desde mediados de la década de los noventa. La lucha contra el Acuerdo Multi- lateral de Inversiones (AMI) a partir de 1997, negociado a puertas cerradas en el seno de la OCDE fue, quizás, el primer gran triunfo del movimiento antimundialización. El elan desen- cadenado por las protestas de Seattle quedó de manifiesto a lo largo del año 2000, durante el cual se registró una instensificación de las protestas antimundialización en ocasión de las di- ferentes cumbres intergubernamentales y/o reuniones de los organismos internacionales. Tres grandes rasgos caracterizan al proceso de confluencia-constitución de esta coalición: I) una gran heterogeneidad social en la composición de la misma (participación de organizaciones sindicales, ONG’s de diversa índole, grupos feministas, organizaciones políticas, movimientos de desocupados, ecologistas y ambientalistas, ATTAC, etc.), II) una diversidad de tácticas en lo referente a las modalidades de la protesta y III) un gran debate interno en torno a cómo cons- truir y consolidar el movimiento y qué posición adoptar frente a la política de los organismos internacionales. La primera parte de esta sección está dedicada, justamente, al análisis de la coyuntura in- ternacional y de las perspectivas y desafíos que plantean las acciones de protesta que se han desarrollado en diferentes países del mundo en ocasiones de reuniones de la OMC, de los or- ganismos de crédito internacional o de cumbres presidenciales. La segunda parte analiza dos casos particulares y emblemáticos en la lucha contra el neoliberalismo: la novedosa experien- cia zapatista y la evolución reciente del movimiento sindical internacional a la luz de las trans- formaciones de los mercados de trabajo en los diferentes países y sus consecuencias sobre la práctica e identidades sindicales. El intento de dar cuenta de los procesos de constitución y de la diversidad del movimiento antimundialización, en el cual convergen con sus diferencias y especificidades numerosos movimientos y organizaciones sociales, se prolonga en la presen- tación de la cronología internacional y de los documentos y proclamas elaborados por los mo- vimientos más significativos y en ocasión de las protestas que han tenido mayor relevancia. La primera parte se inicia con la contribución de Emir Sader que realiza un balance de la hegemonía conquistada por el neoliberalismo de fin de siglo caracterizada, en el plano políti- co y cultural, por la quiebra del consenso favorable a las soluciones colectivas de los proble- mas sociales. Si bien el autor señala que esta experiencia no representa el “golpe de gracia fi- nal” a la hegemonía neoliberal, Sader reconoce en Seattle un momento de cambio en el clima internacional de la década de los noventa. Esta protesta constituye un punto de quiebre en el proceso de acumulación de fuerzas a nivel mundial y en la posibilidad de recuperar el espíri- tu de solidaridad colectiva internacional. Una de las virtudes de las “protestas globales” es pre- cisamente la capacidad y el impacto que estas tienen en dinamizar la capacidad de protesta en los espacios nacionales de los diferentes países donde, según el autor, aún se inscribe de ma- nera privilegiada la lucha política. El artículo de William Tabb realiza un pormenorizado análisis de las tentativas, lideradas por los Estados Unidos en el período de posguerra, de construcción de instituciones tendientes a apoderarse del manejo de la economía internacional (Organización Internacional del Comer- cio, GATT). La creación de la OMC en 1995 corona estas tentativas en el período de consoli- dación de la hegemonía neoliberal. El accionar de la misma está impregnado por los preceptos Análisis. L Resistencias y alternativas a la mundialización neoliberal

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a sección de análisis de casos de este tercer número del OSAL está dedicada aanalizar las características del movimiento de resistencia internacional a la mun-dialización neoliberal. Este movimiento, que cobró una gran visibilidad a partirde la “Batalla de Seattle” a fines de 1999, registra, sin embargo, antecedentesdesde mediados de la década de los noventa. La lucha contra el Acuerdo Multi-

lateral de Inversiones (AMI) a partir de 1997, negociado a puertas cerradas en el seno de laOCDE fue, quizás, el primer gran triunfo del movimiento antimundialización. El elan desen-cadenado por las protestas de Seattle quedó de manifiesto a lo largo del año 2000, durante elcual se registró una instensificación de las protestas antimundialización en ocasión de las di-ferentes cumbres intergubernamentales y/o reuniones de los organismos internacionales. Tresgrandes rasgos caracterizan al proceso de confluencia-constitución de esta coalición: I) unagran heterogeneidad social en la composición de la misma (participación de organizacionessindicales, ONG’s de diversa índole, grupos feministas, organizaciones políticas, movimientosde desocupados, ecologistas y ambientalistas, ATTAC, etc.), II) una diversidad de tácticas enlo referente a las modalidades de la protesta y III) un gran debate interno en torno a cómo cons-truir y consolidar el movimiento y qué posición adoptar frente a la política de los organismosinternacionales.

La primera parte de esta sección está dedicada, justamente, al análisis de la coyuntura in-ternacional y de las perspectivas y desafíos que plantean las acciones de protesta que se handesarrollado en diferentes países del mundo en ocasiones de reuniones de la OMC, de los or-ganismos de crédito internacional o de cumbres presidenciales. La segunda parte analiza doscasos particulares y emblemáticos en la lucha contra el neoliberalismo: la novedosa experien-cia zapatista y la evolución reciente del movimiento sindical internacional a la luz de las trans-formaciones de los mercados de trabajo en los diferentes países y sus consecuencias sobre lapráctica e identidades sindicales. El intento de dar cuenta de los procesos de constitución y dela diversidad del movimiento antimundialización, en el cual convergen con sus diferencias yespecificidades numerosos movimientos y organizaciones sociales, se prolonga en la presen-tación de la cronología internacional y de los documentos y proclamas elaborados por los mo-vimientos más significativos y en ocasión de las protestas que han tenido mayor relevancia.

La primera parte se inicia con la contribución de Emir Sader que realiza un balance de lahegemonía conquistada por el neoliberalismo de fin de siglo caracterizada, en el plano políti-co y cultural, por la quiebra del consenso favorable a las soluciones colectivas de los proble-mas sociales. Si bien el autor señala que esta experiencia no representa el “golpe de gracia fi-nal” a la hegemonía neoliberal, Sader reconoce en Seattle un momento de cambio en el climainternacional de la década de los noventa. Esta protesta constituye un punto de quiebre en elproceso de acumulación de fuerzas a nivel mundial y en la posibilidad de recuperar el espíri-tu de solidaridad colectiva internacional. Una de las virtudes de las “protestas globales” es pre-cisamente la capacidad y el impacto que estas tienen en dinamizar la capacidad de protesta enlos espacios nacionales de los diferentes países donde, según el autor, aún se inscribe de ma-nera privilegiada la lucha política.

El artículo de William Tabb realiza un pormenorizado análisis de las tentativas, lideradaspor los Estados Unidos en el período de posguerra, de construcción de instituciones tendientesa apoderarse del manejo de la economía internacional (Organización Internacional del Comer-cio, GATT). La creación de la OMC en 1995 corona estas tentativas en el período de consoli-dación de la hegemonía neoliberal. El accionar de la misma está impregnado por los preceptos

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Resistencias y alternativasa la mundialización neoliberal

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filosóficos del pensamiento liberal y reposa, según Tabb, en la defensa de los derechos comer-ciales del capital. Sin embargo comienzan a elevarse algunas voces de protesta contra la acciónpredatoria y el carácter antidemocrático de la OMC, como quedó de manifiesto en Seattle y enlas protestas ocurridas en el 2000. Estos movimientos sociales cuestionan el libre comercio im-pulsado por la OMC y los países centrales en la medida en que las actuales reglas de intercam-bio comercial atentan contra la biodiversidad, los derechos humanos, los standares laborales yestimulan el robo de conocimientos tradicionales practicado por las transnacionales.

La cuestión de la compleja relación entre los conceptos de libertad, derechos y soberanía yel poder omnímodo de las corporaciones multinacionales que intentan “controlar nuestras vidas”constituye el eje central del artículo del intelectual norteamericano Noam Chomsky. Según el au-tor la doctrina elitista del poder se mantiene aún vigente y en ella se fundan los crecientes dere-chos que la OMC otorga a las corporaciones transnacionales. La desregulación comercial a ul-tranza supone que los derechos de los inversores prevalecen sobre los derechos democráticos delos pueblos. Esta es, para Chomsky, una de las claves para comprender los sucesos de Seattle.

El artículo de Michael Löwy cierra el dossier sobre el movimiento antimundialización re-flexionando acerca de las condiciones de construcción sobre un nuevo universalismo caracte-rizado por el respeto a la diversidad cultural. En la medida en que para el autor francés las po-líticas neoliberales son una expresión histórica determinada del proceso de reconversión capi-talista, la reflexión acerca de las alternativas a las mismas implica necesariamente considerarlas alternativas de superación del capitalismo. Esto es una tarea que se plantea al movimientointernacionalista compuesto hoy por sensibilidades y movimientos que trascienden las fuerzassindicales más tradicionales.

Ana Esther Ceceña abre la segunda parte con su reflexión sobre la expriencia del zapatis-mo a la que caracteriza como la primera revolución antineoliberal del mundo. La autora subra-ya dos cuestiones que constituyen los aportes más novedosos del zapatismo a la tradición in-surreccional latinoamericana. En primer lugar la concepción del poder y de la democracia que,para los zapatistas, se diferencian de la tradición que marcó a gran parte de los movimientosradicales de izquierda durante el siglo XX. Más que como una “citadela a asaltar” o como unameta a alcanzar, el poder es entendido aquí como una construcción colectiva democrática delargo aliento que debe tener como objetivo central la anulación de las relaciones de poder. Enese sentido el movimiento zapatista no tiene como referencia principal al Estado sino a la so-ciedad, lo cual constituye una ruptura con la tradición insurreccionalista armada. El conceptode utopía es resignificado como la motivación de la práctica cotidiana en la construcción de“un mundo donde quepan muchos mundos”.

Frente a la incansablemente profetizada “muerte” del sindicalismo Rolando Munck refu-ta estas teorías y analiza los nuevos desafíos que la mundialización capitalista plantea al mo-vimiento sindical. Munck sostiene que las transformaciones en curso no anulan la explotacióndel trabajo por parte del capital sino que la resignifican. La crisis de los proyectos de transfor-mación sindical/socialistas tradicionales reposaban en patrones de organización y explotacióndel trabajo que se han modificado. Sin embargo las nuevas relaciones sociales de producciónestán gestando nuevas modalidades de organización y solidaridad de los asalariados a travésde todo el mundo. El “movimiento social sindical” es señalado por el autor como un concep-to que permite romper una visión estrecha del asociacionismo sindical en la medida en que in-tegra y articula las reivindicaciones sindicales con las problemáticas de otros movimientos so-ciales cuyas identidades e intereses se ven profundamente afectados por la mundialización ca-pitalista y la desregulación comercial y financiera. De esta forma este concepto sirve para re-futar la “anacronía” del movimiento obrero internacional y para enriquecer el análisis de lasluchas colectivas en curso.

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Faz apenas um ano que se realizaram asmanifestações de Seattle e no entantomudou tanto o clima internacional, que épreciso nos darmos conta exatamente deonde estamos, tanto para não acreditar que

tudo mudou, quanto para percebermos em que alturaestamos do caminho de superação do neoliberalismo.

Antes de Seattle

As transformações regressivas ocorridas no mundoentre a crise de 1973 e Seattle representam os pontos deascensão e consolidação do novo liberalismo no mundo.Aquele momento era a virada: do mais profundo ciclo,longo e expansivo, da história do capitalismo, ao ciclorecessivo, do qual ainda não saiu. De alguma forma areaparição e nova hegemonia liberal representa uma reaçãoao que se cristalizava naquele momento em escala mundial.

Por um lado, uma reação ideológica, que foi o primeiropasso para tudo o que aconteceu depois. O diagnóstico deque a crise que havia chegado era produto da regulaçãoeconômica, com todos seus elementos: força dos sindicatos,encarecimento da mão-de-obra, excessiva capacidade dearticulação de setores da periferia capitalista. Essediagnóstico ensejou a ofensiva ideológica, que mudou deforma rápida e radical o panorama mundial, a partir dasfórmulas de desregulação econômica e todos os seusavatares –privatização, abertura econômica ao mercadointernacional, estreitamento das funções e ações do Estado–com a correspondente projeção do liberalismo,especialmente financeiro e comercial, e das grandescorporações, como os sujeitos do processo econômico.

Combinando a recessão com a proposta dereacomodação das condições de acumulação–“terceirização”, reengenharia, flexibilização laboral,toyotismo– se produziu uma nova correlação de forçasentre as classes sociais, condição essencial do novopanorama histórico, que teve vigência nas duas últimas

décadas do século XX. O capitalismo se recompôs, numpatamar claramente mais baixo, como toda saída de crise.Mas principalmente com um novo projeto hegemônico,cristalizado na ideologia neoliberal e nas novas condiçõesde acumulação e de relação entre as classes, assim como doEstado com o mercado e das economias nacionais com omercado internacional.

O triunfo da ideologia liberal, nas condições docapitalismo do fim do século, privilegiou o crescimento dospaíses que mais rapidamente puderam impor aflexibilização laboral e a correspondente superexploraçãodos trabalhadores. Elevaram substancialmente as taxas deexploração e de lucro, ao mesmo tempo em que acentuarama fratura entre a alta e a baixa esfera do consumo,concentrando renda de maneira funcional ao processoconcentrador de acumulação de capital. Essas condiçõesganharam realidade de forma particularmente propícia nosEUA, depois que se recuperaram da crise do fordismo e serecompuseram para aproveitar as inovações da organizaçãodo processo produtivo. Isto é, mediante uma políticaeconômica dirigida a reconquistar espaços no mercadointernacional, através da desvalorização do dólar,aceleração das importações de mercadorias a preços baratos(particularmente da China), e atração de capitais,(particularmente japoneses) para suprir seu gigantescodéficit comercial. Sua economia interna, enquanto isso, foise dirigindo seletivamente para ramos de ponta e,

Antes e depoisde SeattlePor Emir Sader*

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* Coordinador del Grupo de Trabajo “Economía Internacional” de CLACSO. Direc-tor del Laboratorio de Políticas Públicas, Universidade Estadual do Río de Janeiro.

S E A T T L Emaciçamente, para o setor de serviços, espaço privilegiadoda informalidade e do trabalho precário.

A Inglaterra –com Thatcher secundando a Reagan–seguiu esses passos, assumindo-se como potência desegunda categoria em termos produtivos, vendendo suamão-de-obra barateada pela ofensiva neoliberal,desindustrializando-se (desapareceu a indústriaautomobilística inglesa) e voltando esforços para a Citylondrina, correlato da expansão da especulação financeirainternacional.

Os outros países da Europa, assim como o Japão,ficaram para trás, por trilhar mais lentamente esse caminho,devido a configurações de classe mais rígidas ou devido amaiores dificuldades para construir neoliberalismos delinha dura como o norte-americano e o inglês –espécies deprocessos de acumulação primitiva da hegemonianeoliberal.

Esses processos tiveram seu período de instalação, quesupôs a dureza dosmecanismos de acumu-lação primitiva, comênfase especial emquebrar a resistência domovimento operário or-ganizado. As greves dosoperários do carvão naInglaterra, dos trabalha-dores da Fiat na Itália edos controladores aéreosnos EUA, derrotadas cada uma delas, tornaram-se símbolosda vida na luta de classes nesses países e fizeram soar oalarme de que a nova disposição de endurecimento dasclasses dominantes dava resultados. Essa tarefacorrespondeu às forças e governantes com visões maisortodoxas do liberalismo, em geral provenientes da direitatradicional, agora em versões mais “ideologizadas” eradicalizadas, assentadas no fundamentalismo de mercado.

Os resultados não se fizeram esperar, tanto no novociclo expansivo das economias dos EUA e da Inglaterra–insuficientes no entanto para superar o ciclo longorecessivo geral do capitalismo– quanto no debilitamento dacapacidade de luta do movimento operário organizado. Aretomada do crescimento econômico se deu em setorestradicionais, como a indústria automobilística norte-americana, junto com o desenvolvimento de novos ramosde ponta –de que a informática se tornou o símbolo. E aexpansão desmesurada do setor de serviços, ao lado deaumento da disponibilidade de mão-de-obra (seja pelodesemprego, resultante dos remanejamentos no processoprodutivo, seja pela elevação acentuada dos trabalhadores

imigrantes), conforme a periferia capitalista entrouabertamente em recessão.

Instalou-se uma nova correlação de forças entre asclasses, tanto no plano geral quanto em cada país emparticular, com diferenças de menor monta, conforme ocapitalismo logrou estender os limites do mercado atravésda desregulação, que impôs um novo ciclo einternacionalização do capital. O mercado financeirocomandou essa internacionalização, mas foi acompanhadopela intensificação dos intercâmbios entre as grandescorporações multinacionais no plano dos investimentos e datecnologia, assim como um mercado de mão-de-obra, noslimites do interesse dessas grandes corporações.

Desemprego estrutural onde tinha havido plenoemprego; informalização, terceirização, trabalho precário,ao lado de política dura de enfrentamento com movimentosgrevistas – foram os elos mais importantes dessa virada, aolado da bem sucedida campanha ideológica dereindividualização, acompanhada da extensão do consu-

mismo e do boom edito-rial da reengenharia e da“auto-ajuda”. Quebrou-seo consenso favorável àssoluções coletivas dosproblemas da sociedade,enquanto se abriam cami-nhos seletivos de ascen-são nas novas formas deorganização da economia–com forte peso da

informática e da propaganda em torno “nova economia”–guiada pela informática e “sem crises”.

Baixa acentuada do nível de sindicalização, fortediminuição da ocorrência de greves, enfraquecimento dacapacidade reivindicativa dos sindicatos, preponderância dadefesa do emprego em detrimento da melhoria salarial ouda redução da jornada de trabalho –em suma, defensivaaberta e ampla por parte do movimento sindical empraticamente todas as regiões do mundo.

A hegemonia do capital financeiro, promovida pelaelevação da taxa de juros acima da taxa de lucros e pelosprocessos de desregulação, por sua vez, impôs novas formasde reprodução social favoráveis à acumulação especulativa,com reflexos negativos diretos sobre o processo produtivo,sobre os níveis de desenvolvimento econômico, sobre o nívelde emprego, sobre a “financeirização” dos Estados e dasempresas e sobre a vida econômica e social no seu conjunto.

No entanto, as maiores transformações regressivas sederam no plano ideológico, de forma conexa com as

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“Esses processos tiveram seu período de instalação, quesupôs a dureza dos mecanismos de acumulaçãoprimitiva, com ênfase especial em quebrar a resistênciado movimento operário organizado.”

modificações no processo de reprodução material dasociedade e de seus agentes sociais. Conforme ocapitalismo estende e completa seu processo demercantilização do mundo inteiro, se desenvolve e searraiga a ideologia individualista que corresponde àsrelações de mercado, em que o destino de cada um é obrade cada um, acomodando-se à circunstância que tudo setorna mercadoria, inclusive os seres humanos. Esseprocesso sem precedentes por sua extensão e profundidade–porque se dá correlatamente com o enfraquecimento dasformas de construção de sujeitos coletivos, seja no planoo rganizativo, político e do próprio conhecimento–resultando na sobredeterminção de todas as relaçõessociais, incluídas a luta política e a ideológica. É como se omundo se reconstituísse a partir dos indivíduos comomônadas: o sonho utópico do liberalismo econômico.

Seattle

Seattle acontece como uma espécie de velha toupeiraque, de repente, depois de uma acumulação quasesubterrânea de forças, irrompe à superfície, ao mesmotempo como resultado previsível de desdobramentosanteriores, mas também como expressão surpreendente–pela forma, pelo lugar, pelo momento– dessas tendências.Não foi surpreendente que Seattle acontecesse, pelo mal-estar acumulado nas duas décadas anteriores que, semespaço para se manifestar, seja pelo debilitamento daso rganizações que pudessem expressa-lo, seja pelodeslocamento ideológico dos debates para temasfinanceiros ou outros, que conseguiram canalizar a atençãoe as energias do espaço público e discussão, no lugar de

outros, que subterraneamente foram buscando os espaçosde menor resistência para fazer-se presentes. Foisurpreendente que tivesse demorado a fazê-lo e quefinalmente se tivesse dado na forma em que se deu.

Seattle foi uma convergência de múltiplasreivindicações, a ponto de que publicações da grandeimprensa tentaram reduzi-las a um mosaico desconexo dedemandas, reunidas pelo descontentamento dosm a rginalizados pelos avanços da globalização, masincoerentes entre si. Certamente os exemplos mais utilizadostêm a ver com as contradições entre a defesa dos empregosdos trabalhadores norte-americanos pelos sindicatos daquelepaís –que explicitamente se contradizem com odeslocamento de capitais para países da periferia capitalista,de que o México, a Índia, a Indonésia e a China são apenas

alguns grandes exemplos, para superexplorar mão-de-obradezenas de vezes mais barata que a dos EUA– e a luta contrao desemprego nesses países.

Dentre suas maiores conquistas, as manifestaçõesdesde Seattle conseguiram, por um lado, quebrar a apatiapolítica, um certo conformismo sobre a onipotência datecnocracia internacional para decidir sobre os destinos dahumanidade. A idéia de que se pode pelo menos questionare até mesmo bloquear a capacidade de decisão dessatecnocracia e de seus organismos. Essas manifestaçõesserviram igualmente para apontar os adversários centrais dadiversidade de reivindicações –a OMC, o FMI, o BancoMundial– como representantes da ordem vigente no mundoatualmente.

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Por outro lado, se conseguiu deslocar os temas emdebate, da alternativa entre maior ou menor liberalização docomércio para as conseqüências sociais do modeloeconômico vigente e para a necessidade da sua substituição.Essa mudança fez com que as próprias reuniões daquelesorganismos tivessem que se debruçar sobre essa novaagenda, embora superficialmente, deixando de seguir suaprópria agenda.

Ao nível nacional, as manifestações permitemrecuperar dinamismo e capacidade de atração em váriospaíses, a começar pelos europeus, onde a esquerda haviachegado ao nível mais baixo de sua história, e nos EstadosUnidos. Elas permitiram, ao mesmo tempo, recuperar adimensão internacional da luta atual, questionando asversões, como a de Samuel Huntington, de que oquestionamento da ordem mundial atual se fazia apenas porsetores de fundamentalismo nacionalista e religioso. Umnovo elo de solidariedade começa a surgir e permitirvislumbrar o potencial de um novo projeto hegemônico.

Essa mudança do clima internacional representa oavanço mais significativo a partir de Seattle. No entanto,essa força social e ideológica acumulada ainda não setraduziu em força política, que permita começarconcretamente a frear, reverter e modificar a hegemoniareal do neoliberalismo, seja nos fluxos econômicosmundiais, seja na ideologia cotidiana da grande maioria dapopulação mundial. Esta fraqueza se revela, efetivamente,na ausência ainda de governos de países de peso mundialque se oponham diretamente ao discurso e à práticaneoliberal e comecem a construir políticas nacionais e umbloco de forças internacional que comece a pôr em práticauma ordem mundial qualitativamente diferente.

Isto só pode se dar quando se obtiver vitórias ao nívelnacional, que é o espaço em que necessariamente se dão aslutas políticas, onde é possível diretamente começar aromper com a cadeia de imposição da hegemonianeoliberal. Nesse sentido se percebe que, embora os setoresque se mobilizaram a partir de Seattle sejam muito ativos,são ainda minoritários, agregando setores de partidos oupartidos menores que ainda não lograram, porém, seconstituir em forças hegemônicas nacionalmente.

Se essas forças têm que conseguir vitóriasnacionalmente, ao mesmo tempo a concretização depolíticas de ruptura e superação da atual ordem econômicasó podem ser dar internacionalmente. Daí a necessáriaarticulação entre os dois planos, sem o que os avançosinternacionais não conseguirão desembocar em forçapolítica ou esta, conseguida no plano interno, ficarábloqueada para pôr em prática políticas concretas denegação e superação dos marcos neoliberais.

Depois de Seattle

Depois de Seattle, o movimento de questionamento esuperação do neoliberalismo se encontra em fase de, aomesmo tempo, ampliação dos setores sociais mobilizados ede formualação de plataformas, políticas e estratégiasconcretas de ação. O Fórum Social Mundial de Porto Alegreserá o primeiro momento de reunião do maior lequepossível das forças sociais mobilizadas para buscar eixoscentrais de uma hegemonia alternativa.

Essa busca tem no questionamento da mais extensamercantilização do mundo, realizada pelo capitalismo emsua fase neoliberal, seu eixo central de articulação, queunifica tanto a sindicalistas, quanto a ecologistas,feministas e todo o conjunto de forças que expressam omal-estar da virada do século contra o domínio do capital.A formulação de um projeto de sociedade centrado nodireito ao trabalho, no atendimento às necessidades básicasdo conjunto da humanidade, na combinação entre aliberdade individual e a ação coletiva, entre a representaçãoplural do ponto de vista social, político e cultural em todasas formas de exercício de poder, na solidariedadeinternacional –pode apontar para a formulação de umprojeto de reorganização da vida da humanidade em basescooperativas, solidárias, humanistas.

Isso requer, antes de tudo, um diagnóstico claro arespeito da natureza e das relações de poder atualmenteexistentes no mundo, para deduzir as forças com que sepode contar na luta, assim como para buscar as aliançasnecessárias e, especialmente, para ter consciência da forçado inimigo e dos obstáculos a enfrentar. Qualquer avaliaçãoque subestime o tamanho do retrocesso na relação de forçasmundial e, em particular, o abismo introduzido entre odestino dos países centrais do capitalismo e os da periferia,pode cair em visões simplistas e idealizadas dos caminhosa trilhar para a quebra da hegemonia neoliberal e aconstrução de uma nova ordem mundial.

Nesse sentido, os avanços desde Seattle sãofundamentais por colocar elos de novas formas não apenas desolidariedade, mas principalmente de articulação deinteresses econômicos, sociais, culturais e políticos concretosque recomponham uma força internacional à altura de seenfrentar ao bloco de forças dominantes hoje no mundo.

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El 30 de noviembre de 1999, cuando la Or-ganización Mundial del Comercio (OMC)inauguró su tercera ronda de reuniones, lostres mil delegados oficiales, dos mil perio-distas, y otros observadores registrados,

fueron superados ampliamente por los miles de manifestan-tes que llegaron de todas partes del mundo para protestarcontra la OMC. Las estimaciones de la cantidad de manifes-tantes alcanzaron los cuarenta mil de acuerdo al Seattle Ti -mes, que dijo a sus lectores que las demostraciones eranmás grandes que las de 1970, cuando entre veinte y treintamil personas (diez mil de acuerdo al Seattle Times) cerraronla Interstate 5 para protestar contra la Guerra de Vietnam.El paralelismo es apropiado. El creciente movimiento deoposición a los esfuerzos de instituciones tales como laOMC para apoderarse del manejo de la economía interna-cional, bien podría ser mayor que cualquier otro movimien-to de protesta popular de los últimos veinte años o más.

El presidente Clinton, consciente de que las chances deque su vicepresidente lo sucediera descansaban en las ma-nos del núcleo del electorado del Partido Demócrata, y deque este electorado se encontraba en las calles de Seattle,jugó a dos puntas. Y lo mismo hizo el alcalde de la ciudad,consciente de que la mayor parte de sus habitantes apoya-ban a los manifestantes y sus preocupaciones, a pesar deque los reportes diarios de los periódicos y la TV insistíanen la importancia del “libre” comercio para su prosperidad.El presidente, que intentó primero presentar el asunto comouna opción entre el ‘libre comercio’ en los términos prefe-ridos por el capital y el ‘cero comercio’ (la opción aducidapor los “luddistas”), avanzó instintivamente hacia su deshi-lachada retórica de “siento tu dolor”. Los derechos relativosal medio ambiente y el trabajo fueron píamente apoyadosdesde la retórica, mientras que en realidad la libertad corpo-

rativa para explorar y contaminar habría de ser ampliadaaún más.

El alcalde de Seattle, bajo una apariencia de “preocupa-ción” similar, no logró explicar por qué miles de manifes-tantes no violentos que bloqueaban las calles fueron ataca-dos a corta distancia con balas de goma y gases lacrimóge-nos. Tampoco pudo explicar por qué las acciones de un pe-queño número de “anarquistas” fueron utilizadas para cri-minalizar protestas pacíficas y para justificar arrestos arbi-trarios de quienes se negaron a claudicar a su derecho a pro-testar pacíficamente. El alcalde adujo orgullosamente haberapoyado la libre expresión mientras que efectivamente laimpedía, del mismo modo que el presidente alegó estar a fa-vor de los derechos laborales y medioambientales mientrasapoyaba completamente la agenda del afán de lucro corpo-rativo, tal como lo había hecho consistentemente a lo largode su vergonzosa carrera.

Este intento de manipular o desvirtuar el eje de la pro-testa fue un fracaso resonante. Ahora ya no puede haberequivocaciones en la comprensión de la fuerza o el nivel decompromiso y captación de este movimiento radical quee m e rge contra el globalismo corporativo. Anticipando el en-cuentro de Seattle, unas ochocientas organizaciones de basede más de setenta y cinco países llamaron a resistir el poder

¿La Organización Mundial del Comercio? Detenganla apropiación del mundoPor William K. Tabb*

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* Profesor de Economía y Ciencias Políticas en el Queens College andthe Graduate Center de City University of New York.

Este artículo (extraído de Monthly Review, New York, Vol. 51 Nº 8, enero de2000, pp. 1-12) es una versión revisada de una Conferencia sobre libre c a m b i o ,neoliberalismo y OMC dictada en el Queens College el 4 de octubre de 1999.

Traducción realizada por Florencia EnghelRevisión técnica de José A. Seoane

creciente del afán de lucro corporativo. La OMC era un fo-co apropiado, debido a su contribución a fomentar la con-centración de la riqueza, la pobreza creciente y un patrón nosostenible de producción y consumo. Dichas org a n i z a c i o n e sdeclararon que las reglas y procedimientos de la OMC eranantidemocráticas y sólo sirven para marginalizar aún más ala mayoría de la población mundial, entrampada en la ines-tabilidad y degradación social del proceso de globalizaciónsin control social. Como consecuencia de Seattle este movi-miento se ha hecho más fuerte y está más comprometido, yes probable además que se torne aún mayor y más efectivo.

Dado que la mayoría de los ciudadanos no saben qué esla OMC, y menos aún cómo las acciones de ésta afectan susvidas, diversos grupos –desde United Church of Christ Net-work for Environmental and Economic Responsibility a PaxRomana en Tailandia, desde Green Action en Tel Aviv aGreen Library en Letonia,desde grupos de derechoshumanos en Camerún aIndigenous People’s Bio-diversity Network en Pe-rú, de Pax Christi en Flo-rencia a United StudentsAgainst Sweatshops– hanestado involucrados en unesfuerzo coordinado porpresentar una visión de laOMC desde abajo. Han estado buscando mostrar lo que laOMC significa para las vidas de los trabajadores de todo elmundo, el medio ambiente y el futuro de quienes vivimos enel planeta. En este camino Seattle fue una lección global.

Los funcionarios de la OMC sostienen que “lo que te-nemos aquí es una falla en la comunicación”, que la pasiónque hubo en las calles se basó en la ignorancia; e ilustran lanecesidad de que la OMC “informe y eduque” al público engeneral acerca de “lo que hace realmente”. ¿Qué es lo quehacen realmente? Un funcionario de la oficina del DirectorGeneral dice: “Si usted piensa en la OMC como un bazardonde todos los comerciantes del mundo se reúnen y rega-tean, no está demasiado alejado de la realidad”. Aunque,por otro lado, sumamente lejos, de hecho; ya que la mayo-ría de los habitantes del mundo no están representados. Sulabor es devaluada por las corporaciones transnacionales,que regatean, y por los poderes principales (preeminente-mente los Estados Unidos), que imponen sus preferenciassobre las negociaciones y regateos. Son escasos los paísesen desarrollo que poseen el mismo nivel de profesionalidady expertise respecto de los intrincados legalismos; algunosson incluso demasiado pobres como para tener representan-tes en estas reuniones. Y los países en desarrollo, en la ma-yoría de los casos, están representados por una élite que yahace tiempo se vendió al centro del capitalismo global. Los

ricos y poderosos establecen las reglas, y las reglas, obvia-mente, favorecen a los ricos y poderosos. El regateo es unasunto intra-élite, pero como resultado de la militancia po-pular está emergiendo un desafío.

Permítaseme revisar el origen de la OMC, cómo traba-ja, y por qué los manifestantes quieren un cambio revolu-cionario en el comportamiento de las corporaciones trasna-cionales en el sistema mundial. Comencemos en La Haba-na en 1948, donde la mayoría de las naciones líderes en elcomercio se reunieron para acordar la formación de una Or-ganización Internacional del Comercio (OIC). La idea y eltexto para la organización propuesta, surgieron de los Esta-dos Unidos. La Organización Internacional del Comerciohabría de imponer orden en el sistema mundial de comer-cio, a fin de evitar una espiral descendiente del tipo de laque se dió en los años ‘30 –un colapso que había amenaza-

do la existencia mismadel sistema capitalista.Dado que las corporacio-nes estadounidenses ha-bían salido de la guerrasin rivales capitalistas,confiaban en que podríanprevalecer en la compe-tencia con una Europapostrada. El hecho de queel “libre comercio” favo-

rece a la economía dominante no era un descubrimientonuevo. Pero el surgimiento de un poderoso sentimiento na-cionalista en el congreso ante el temor de que la soberaníade los EE.UU. se perdiera frente a un gobierno mundial, yla negativa a estar atados a una agencia de gobierno inter-nacional que pudiera en el futuro escapar al control de losEE.UU., trajo como consecuencia la no ratificación del tra-tado de la Organización Internacional del Comercio.

En su reemplazo se había llegado a un convenio preli-minar sobre el Acuerdo General sobre Tarifas y Comercio(GATT), entendido como un encuadre provisorio hasta tan-to se constituyera la Organización Internacional del Comer-cio. Con la negativa de los EE.UU. a unirse a la Organiza-ción, el GATTse transformó en permanente. No tenía poderejecutivo, y ni siquiera era formalmente una organización,pero sin embargo, durante casi quince años, mediante unaserie de rondas, fue el foro a través del cual tuvieron lugarlas negociaciones para bajar las tarifas (tasas sobre las im-portaciones que pueden inhibir y, si son lo suficientementealtas, impedir el comercio). En retrospectiva, algunos eco-nomistas fundamentalistas de mercado, y otros, se alegrande que la Organización Internacional del Comercio no setornara funcional, justamente porque era una criatura de sutiempo. En el período de postguerra, todas las nacionesacordaron que el pleno empleo era un objetivo central para

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“Dichas organizaciones declararon que las reglas yprocedimientos de la OMC eran antidemocráticas y só -lo sirven para marginalizar aún más a la mayoría de lapoblación mundial, entrampada en la inestabilidad ydegradación social del proceso de globalización sincontrol social.”

cualquier acuerdo económico internacional, que los dere-chos de los trabajadores debían ser protegidos, que un exce-sivo poder del mercado y la dominación por parte de lasgrandes corporaciones debía ser desalentado mediante leyesantimonopólicas y que las naciones emergentes, más débi-les, debían recibir tratamiento preferencial a fin de ayudar-las a superar el legado de la dominación colonial y el sub-desarrollo. Todos estos principios eran parte del encuadrede la Organización Internacional del Comercio.

Ninguno es parte de la OMC, Organización Mundialdel Comercio, creada en 1995 al superarse cierta oposicióndel congreso norteamericano (una vez más, por parte deaquellos que temían perder su soberanía). En su primer reu-nión en Singapur en 1996, luego de una ardiente discusiónacerca de los derechos de los trabajadores y la proteccióndel medio ambiente, se decidió que éstos no eran asuntosrelativos al comercio y que no deberían ser tratados por laOMC, ni tampoco habría de establecerse un tratamiento es-pecial para los países en desarrollo, sino que más bien se loreduciría progresivamente para crear “un campo de juegoparejo para todos”. Ciertamente no iba a haber cláusula al-guna para controlar al capital transnacional, como lo desea-ban las naciones en desarrollo en su llamado a un NuevoOrden Económico Internacional en las Naciones Unidas enlos años ‘70, que los países más ricos habían resistido. Pa-ra la OMC, la desregulación (y una mayor libertad para queel capital transnacional haga lo que quiera, donde y cuandoquiera) es la única agenda.

En el preámbulo de la OMC se enumeran todo tipo deideas nobles e intenciones positivas: que el comercio debieracontribuir a un aumento de los estándares de vida, asegurar elpleno empleo, respetar el medio ambiente. Pero de hecho nohay nada en su modo de operar que se relacione con estosasuntos. En el mecanismo de revisión de la política comercialde la OMC no hay nada respecto de la evaluación del impac-to de sus reglas sobre los trabajadores, los consumidores y eldesarrollo sustentable. El postulado fundamental de la OMCes que la liberalización del comercio y la inversión llevan amás competencia, mayor eficiencia de mercado, y por ende,necesariamente, a un mayor estándar de vida. Si los factoresde la producción –trabajo, capital y tierra (incluyendo los bie-nes medioambientales)– están adecuadamente tasados, seránusados de la mejor manera posible como cortesía de la ManoInvisible, o por lo menos eso reza la fábula.

Otras preocupaciones –derechos humanos, derechos la-borales y consideraciones medioambientales– no son asuntode la OMC, una organización con poder de coerción sobrelos gobiernos nacionales. Más bien son relegados a otras or-ganizaciones internacionales con propósitos especiales, sinpoder sobre las Corporaciones Trasnacionales o sus gobier-nos. Esta división entre las instituciones poderosas (el Fon-

do Monetario Internacional, el Banco Mundial y la OMC,que se ocupan del dinero) y las organizaciones sin poder(que se ocupan de las preocupaciones que son importantespara la vasta mayoría de los ciudadanos del mundo), permi-te que las agendas de las grandes corporaciones se llevenadelante mientras que se enuncia un borboteo interminablede retórica del tipo “siento tu dolor”.

Supuestamente, un campo de juego igual para todos de-biera quedar asegurado mediante el mecanismo de resoluciónde disputas de la OMC y la aplicación de sus veredictos porparte del país que ha denunciado con éxito a los

transgresores. Sin embargo, no hay reconocimiento de quelos países pobres corren con desventaja en semejantes proce-dimientos legales adversos, y de que a menudo no se atrevena desafiar o imponer opiniones en contra de naciones más po-derosas debido al efecto de palanca que los ricos tienen sobrelos pobres y menos poderosos. No se trata de un proceso enel que la comunidad mundial usa el poder colectivo de unamayoría democrática para hacer cumplir las reglas. Más bienprevalece un concepto de justicia individualista, puramenteformal, en el cual ‘iguales’ legalmente, que en realidad noson iguales, se enfrentan en un combate uno a uno. Este sis-tema, al igual que el sistema legal de EE.UU., erradica efec-tivamente cualquier desafío real a los ricos y poderosos.

Más aún, sólo los países tienen standing: el derecho aparticipar en los procesos de la OMC. Pueblos indígenascomo los Ogone, que podrían enfrentarse a lo que Shell es-tá haciendo a sus tierras (con la participación anuente delgobierno represivo de Nigeria), no lo tienen. Ni tampoco lotienen los habitantes de Nueva Guinea occidental, dado queel standing sólo se acuerda a los gobiernos –como el go-bierno de Indonesia, que se niega a respetar los derechos delos habitantes de Nueva Guinea occidental, asesina a quie-nes protestan y roba sus recursos, dejando a su medio am-biente en estado de devastación. Tampoco hay standing pa-ra las Organizaciones No Gubernamentales (ONGs), algu-

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nas de las cuales podrían fomentar los derechos de las po-blaciones indígenas o los trabajadores de las fábricas queson reprimidos, encarcelados y asesinados por sus gobier-nos en el interés de un “buen” clima de trabajo para las mul-tinacionales. La OMC es un foro para los derechos comer-ciales del capital, en términos negociados por las agenciasde los gobiernos que representan precisamente a los intere-ses del capital. Ningún otro derecho importa.

En la última de las negociaciones del GATT, la RondaUruguay de 1986 a 1994, las industrias de servicios esta-dounidenses (como Federal Express, American Express, yotras firmas de servicios financieros y empresarios que bus-can acelerar su penetración en los mercados globales) tuvie-ron éxito en la insistencia de los delegados de EE.UU. porforzar la apertura de los mercados extranjeros a sus produc-tos. El Departamento de Comercio de los EE.UU. estable-ció comités de consulta formales, que tienen a su vez sub-comités para diferentes sectores, cuyos representantes dicena los negociadores del gobierno lo que quieren obtener delas negociaciones. El resultado fue un Acuerdo General so-bre el Comercio en Servicios (GATS) que sentó preceden-te. El Consejo de los EE.UU. sobre Negocios Internaciona-les, con una membresía de más de trescientas Corporacio-nes Trasnacionales basadas en los EE.UU., firmas legales yasociaciones de negocios, presiona en pos de un acuerdo so-bre propiedad intelectual relativo al comercio (TRIPs), da-do que buena parte de las ganancias de estas corporacionesprovienen de esa área. Demandaban, y obtuvieron, medidasde inversión relacionadas con el comercio (TRIMs), lascuales aseguraban que otros países no discriminarían a fa-vor de sus industrias nacionales, dificultando la penetraciónde transnacionales estadounidenses en sus mercados.

Otros grupos de lobby poderosos presionaron a los nego-ciadores europeos (como la Mesa Redonda Europea, en laque se sientan sus principales ejecutivos). El Diálogo Comer-cial Transatlántico, un foro donde los principales ejecutivos

de Europa y Estados Unidos intentan amistosamente resolversus diferencias, ayuda a llevar adelante estos procesos. En es-tas reuniones de trastienda estuvieron ausentes las pequeñasempresas, los grupos de consumidores, los trabajadores, y lamayoría de los gobiernos del mundo. Para el momento enque la OMC se reúne a considerar un asunto, éste ya ha sidocuidadosamente tratado en reuniones como las org a n i z a d a spor la Comisión Trilateral o el encuentro anual del poder enDavos, Suiza, donde los grandes y no tan buenos se encuen-tran para desarrollar posiciones que luego son adoptadas porlas organizaciones internacionales formales.

Los gobiernos han accedido a la demanda del capitaltransnacional de que no debiera permitirse a ningún paísdiscriminar sus productos e inversiones. El capital transna-cional quisiera tener derecho a demandar directamente acualquier gobierno que intente algo semejante (eso es partede lo que los acuerdos multilaterales sobre inversión, porejemplo el AMI, se proponen), pero por ahora debe actuar através de la agencia de cada gobierno nacional. Tales dere-chos corporativos son ya la base de demandas como la pre-sentada contra el estado de Massachusetts respecto de unestatuto prohibiendo al gobierno comprar bienes hechos porcompañías que operan en Birmania. La ley convenció acompañías como Apple y Eastman Kodak de que dejaran dehacer negocios con este estado represivo dominado por mi-litares. Las firmas japonesas y europeas prefirieron deman-dar a Massachussets por violar las leyes de no discrimina-ción de la OMC en lo que respecta a compras gubernamen-tales. Bajo dichas reglas, los efectivos boycotts de los go-biernos locales y nacionales en contra del apartheid en laSudáfrica racista no habrían sido permitidos.

El Representante Comercial de los EE.UU. está impul-sando (en nombre de los gigantes estadounidenses) el dere-cho a competir con los sistemas de salud nacionales euro-peos para proveer asistencia médica, lo cual llevaría a ladestrucción de los actuales (y ampliamente superiores) sis-temas de asistencia médica que existen en la mayor parte deEuropa. Otras demandas incluyen la de un servicio de envíode correspondencia contra el “monopolio” del gobierno eu-ropeo de los servicios postales, que tendría un impacto si-milar sobre el derecho de los gobiernos democráticamenteelegidos a tomar sus propias decisiones acerca de cómo sereparte la correspondencia.

En otro caso las leyes medioambientales estadouniden-ses fueron desafiadas con éxito, forzando a los EE.UU. a di-luir las medidas de protección. Bajo la ley estadounidense,el atún pescado con redes diseñadas de forma tal que pro-vocan la muerte de numerosos delfines en el proceso, nopuede venderse en el país. Pero ésta era una “práctica co-mercial injusta”. A la OMC no le importa cómo se pesca elatún, o si los camarones son pescados de forma tal que se

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mata a las tortugas marinas gigantes, o si un producto se fa-brica valiéndose de trabajo infantil, y por ende estas cues-tiones no pueden ser motivo de consideración por parte delos gobiernos miembros.

El gobierno de Clinton ha sido veloz para usar a laOMC a los efectos de reducir los estándares de salud y me-dio ambiente en todo el mundo en nombre de las grandescorporaciones a las que sirve. Los Estados Unidos desafia-ron los requerimientos de testeo de residuos de pesticidaspara las importaciones agrícolas. En 1998, y nuevamente en1999, la OMC dictaminó que los estándares de Japón sonmás altos que los suyos para residuos de pesticidas; por en-de, los japoneses deben ahora aceptar niveles más bajos.Guatemala siguió los lineamientos de OMS/UNICEF paraprohibir aquellos packagings que igualaran ‘fórmula infan-til’a ‘bebés saludables’, pero Gerber Corporation logró queel Departamento de Esta-do norteamericano argu-mentara que ello interfe-ría con sus derechos depropiedad intelectual, yamenazara con una recu-sación por parte de laOMC. Consecuentemen-te, Guatemala ahora per-mite un etiquetado en es-ta área que va en contrade los lineamientos de OMS y UNICEF. La OMC, en nom-bre del gobierno de Clinton, dice a los europeos que no pue-den prohibir la carne con hormonas, porque no pueden pro-bar de manera satisfactoria para la OMC que ello comportaun riesgo para la salud. En el pasado, eran los productoresquienes debían probar que sus productos eran seguros, y losrepresentantes responsables, elegidos democráticamente,quienes decidían. Bajo el dominio de la OMC, son los go-biernos quienes deben proveer pruebas concluyentes. Porende, las transnacionales consiguen los acuerdos que quie-ren en las reuniones secretas realizadas para resolver dispu-tas, en las cuales las ONGs y otras partes interesadas nopueden participar.

Los derechos de las corporaciones incluyen ahora loque se denomina biopiratería: robo y patentamiento de ma-teriales genéticos y conocimientos tradicionales de las co-munidades indígenas. Dicho robo intelectual se ha vueltoprevaleciente. Yves St. Laurent, luego de importar una floren particular (cananga odorata, o como se la conoce en lasFilipinas, donde se la cultiva, ilang-ilang), estableció suspropias plantaciones en Africa y obtuvo una patente sobreel perfume derivado de las especies nativas filipinas. Enotro caso, el árbol neem de la India es la fuente de treinta ycinco patentes, mayormente debido a las propiedades pesti-cidas de la planta. Los usuarios locales que han conocido y

sacado provecho de las propiedades de la planta no recibennada a cambio de la apropiación de este conocimiento porparte de las firmas europeas y estadounidenses.

Bajo el acuerdo TRIPs, todo conocimiento se declarapropiedad, y alguien debe poseerlo. Hay ahora “inventores”de microorganismos (que poseen tanto a los microorganis-mos como a los derechos relativos a ellos). Los endulzantesderivados de plantas largamente cultivadas por agricultoresen India, y los analgésicos desarrollados en China, han sidorobados por las Corporaciones Trasnacionales. Estamosviendo asimismo pasos importantes en pos de patentar se-millas, reduciendo la biodiversidad de la agricultura.

En las Filipinas, MASIPAG (un esfuerzo dirigido poragricultores y administrado en forma comunitaria en pos delcultivo y la conservación de arroz y vegetales) se opone a la

noción de que las semillasson “recursos genéticos”anónimos, gratuitos paralas corporaciones agroco-merciales transnacionales.En todo el mundo, talesDavides están enfrentan-do a los Goliaths de lasCorporaciones trasnacio-nales. Gracias a org a n i z a-ciones tales como GRAIN

(Genetic Resources Action International, en Barcelona, Es-paña), el Instituto Transnacional en Amsterdam, y otros gru-pos, así como a los escritos de abogados especializados en elinterés público, estamos informados acerca de lo que el librecomercio significa para la gente en todo el mundo.

No sólo la biodiversidad, una herencia común a toda lahumanidad, está en grave riesgo de ser robada, sino que losesfuerzos para patentar semillas y aumentar las rentas mo-nopólicas que se cobran a los agricultores incrementarán losprecios de los alimentos y reducirán los ingresos de losagricultores. Monsanto, un asesor que participó en el Comi-té de Propiedad Intelectual durante las negociaciones delGATT y la OMC, está intentando encadenar las ventas desus semillas y pesticidas mediante el agrupamiento de pro-ductos, forzando a los usuarios a permitir la inspección desus campos, de modo tal que pueda comprobar que estén enconformidad con los requerimientos de la compañía. La fir-ma está asimismo entre aquellos que combaten los esfuer-zos europeos por evitar sus productos agrícolas genética-mente diseñados, valiéndose de la maquinaria de la OMC.

Pero ahora, muchos compañeros preocupados e inteli-gentes han comenzado a manifestarse en contra de una OMCno elegida y no democrática que toma decisiones respecto dequé está permitido y qué no, no sólo en lo que respecta a pro-

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“Los derechos de las corporaciones incluyen ahora loque se denomina biopiratería: robo y patentamiento demateriales genéticos y conocimientos tradicionales de lascomunidades indígenas. Dicho robo intelectual se havuelto prevaleciente.”

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ductos alimenticios, sino también en asuntos básicos comoqué es privado y qué es público. Tales preocupaciones hanprovocado una amplia oposición al poder de la OMC y a sumodus operandi que pone las ganancias operativas por enci-ma de toda otra consideración. La batalla continúa –este en-frentamiento de David y Goliath; entre la OMC, las Corpora-ciones Trasnacionales y los más poderosos gobiernos delmundo, y los consumidores, productores de base y aquellosgrupos dedicados a los derechos laborales y medioambienta-les que los ayudan a defender sus causas. El movimiento delos trabajadores estadounidenses ha prestado atención a esto,y tal como se vio en Seattle, comenzó a moverse más allá delas estrechas preocupaciones nacionalistas, en torno a nocio-nes de solidaridad global.Yahora los big guys e s t á npreocupados; chillidos defuria aparecen en la páginaeditorial de The Econo -m i s t. Las campañas de ba-se en contra de Nike, la gi-gantesca compañía de in-dumentaria deportiva, hansido muy efectivas. Ay u d ael hecho que, cuando laprensa va a investigar reclamos realizados por activistas delos derechos laborales, los periodistas sean detenidos y algu-nas veces encarcelados. El reportero Mark Clifford fue encar-celado en Indonesia, y sintió en su propia carne cómo la pa-san los trabajadores en las plantas de subcontratación de lastransnacionales. El artículo de Clifford en Business We e k l l e-vó por título “Por dentro, es el infierno”, y detallaba los jor-nales y las condiciones de trabajo que los activistas se habíanesforzado por dar a conocer. Historias similares se han publi-cado en el New York Ti m e s, en el Washington Post, y en otraspartes. Los grupos que defienden los derechos de los trabaja-dores están encendiendo los reflectores en dirección a Nike,The Gap, Disney y otros explotadores.

Demandas legales por parte de abogados especializadosen interés público a Texaco por la expoliación del Oriente(una parte de la cuenca del Amazonas en Ecuador) en los tri-bunales estadounidenses han comenzado a tener una cober-tura importante, y a preocupar a otras transnacionales. Te x a-co, por supuesto, declara que ha cumplido con todas las re-gulaciones del gobierno ecuatoriano. Pero de acuerdo conlos activistas del medio ambiente, Texaco ha contaminado yluego abandonado una selva que durante largo tiempo ha da-do sustento a la vida humana, dejando un amenazador desas-tre médico por delante para los residentes de la región.

Por medio de campañas de relaciones públicas y de-mandas legales, acompañadas de enormes y visibles de-mostraciones como la de Seattle, un movimiento de protes-ta está cobrando impulso, desafiando el dominio del capital

transnacional y las agencias que cumplen sus órdenes. El li-bre comercio es visto cada vez más como antitético respec-to de un intercambio justo, derechos humanos básicos, bue-nas condiciones de trabajo, niveles adecuados de compen-sación, protección del medio ambiente, y reparto equitativode la herencia común a la humanidad.

La OMC cree que enfrenta un desafío en términos de rela-ciones públicas. Por cierto que sí. Pero más allá de eso, enfren-ta a un bien informado movimiento de base cuya magnitud escreciente. Cuanto más sepan los ciudadanos acerca de los valo-res que la OMC promueve y los planes de acción que defiende,mayor será el crecimiento de la oposición. Un vocero de la

OMC desecha las críticassobre la base de que hacenmás mal que bien. “Decirque la OMC es perjudiciales decir literalmente que elmundo estaría mejor sin unconjunto multilateral de re-glas relativas al comercio”,dijo. “Es un sinsentido ma-nifiesto. Nadie podría de-fender esa posición seria-

mente”. Pero aquellos que se opusieron a la OMC en las callesde Seattle y en otros puntos de reunión no están en contra deque haya reglas para gobernar la economía global. De hecho,quieren reglas –reglas para controlar la voracidad del capital.No se trata de optar por ‘reglas’o ‘no reglas’. El movimientoestá poniendo un conjunto alternativo de reglas sobre la mesa.

Lo que los movimientos populares objetan, y la OMCcomprende muy bien, es que ahora los soberanos hacen lasreglas y el resto estamos obligados a obedecerlas. El desa-fío es de hecho al entramado comercial en su conjunto, quela OMC describe como ‘maximizar el propio interés pormedio del intercambio económico’; es, en rigor, un régimende comercio que maximiza los intereses de las corporacio-nes gigantescas por medio de la eliminación de las barrerasimpuestas por los estados que ahora, hasta cierto punto, res-tringen la acción de las corporaciones transnacionales. Senecesitan leyes más fuertes en el interés de los valores a losque adhiere la vasta mayoría de los ciudadanos del mundo.Aquellos que entienden que estas prácticas liberalizadorasdel comercio dañan la dignidad humana, la justicia social yel desarrollo sustentable, deben rechazar la afirmación deque sus reglas son las mejores, y más aún la afirmación deque son las únicas. No lo son, y había decenas de miles deDavides y Davidas en las calles no sólo de Seattle, sinotambién de Londres, París y muchos otros lugares en de-mostraciones, clases abiertas, y otras formas de construir unmovimiento de resistencia. Goliath, ten cuidado: el poderde las personas reales está en poderosa ebullición, y las ba-ses están en decidido movimiento.

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“El libre comercio es visto cada vez más como antitéticorespecto de un intercambio justo, derechos humanos bá -sicos, buenas condiciones de trabajo, niveles adecuadosde compensación, protección del medio ambiente, y re -parto equitativo de la herencia común a la humanidad.”

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No es exagerado afirmar que el esfuerzo porcontrolar nuestras vidas ha sido un temadominante de la historia mundial, el cualha crecido en importancia en estos últimossiglos como resultado de cambios dramáti-

cos en las relaciones humanas y en el orden mundial. El te-ma es demasiado largo para discutirlo aquí en profundidady deberé recortarlo drásticamente. Primero me limitaré a lasmanifestaciones del presente y a algunas de las raíces de lacuestión, enfocándome luego en lo que puede depararnos elfuturo, particularmente en la arena global, que no es de nin-guna manera la única esfera en la que esos temas emergen.

En este último año los temas globales han sido aborda-dos principalmente en términos de nociones de soberanía,esto es, del derecho de las entidades políticas a seguir supropio camino, que puede ser benigno o desagradable, perolibre de interferencia externa. En el mundo real eso signifi-ca interferencias de un poder altamente concentrado, con sucentro más importante en los Estados Unidos. Este poderglobal concentrado es llamado de distintas maneras, en fun-ción de qué aspecto de la soberanía o la libertad uno consi-dere. Así, a veces, es llamado el Consenso de Washington,o el complejo de Wall Street y la Tesorería, o la OTAN, o laburocracia económica internacional (la Organización Mun-dial de Comercio, el Banco Mundial y el FMI), o el G-7 (lospaíses ricos, occidentales e industriales) o el G-3, o máspreciso, usualmente, el G-1. Desde una perspectiva másfundamental, a pesar de que toma más tiempo decirlo, po-dríamos describirlo como un surtido de mega-corporacio-nes, a menudo unidas entre sí por alianzas estratégicas, ad-ministrando una economía global que es, de hecho, un tipode mercantilismo corporativo tendiente a la oligarquía en lamayoría de los sectores, fuertemente dependiente del poderestatal para socializar riesgos y costos y mantener a raya alos elementos recalcitrantes.

En el pasado año el problema de la soberanía ha surgi-do en dos áreas. Una tiene que ver con el derecho del sobe-rano a la seguridad frente a las intervenciones militares.Aquí las preguntas surgen en relación a un orden mundialde estados soberanos. La segunda refiere al problema de losderechos soberanos en virtud de las intervenciones socio-económicas. Este problema surge en un mundo que está do-minado por corporaciones multinacionales, y especialmen-te en los años recientes, por instituciones financieras, y portodo un marco que ha sido construido para servir a sus inte-reses –cuestión que surgió dramáticamente en Seattle esteúltimo noviembre.

La primera categoría, la de la intervención militar, fue untema vívidamente discutido el año pasado. Dos casos tuvie-ron particular significancia, atención, prominencia: Ti m o rOriental y Kosovo. Hay mucho que decir sobre estos asuntosy mucha información nueva sobre ellos que me gustaría dis-c u t i r, pero desgraciadamente voy a tener que dejar de lado es-te tema. Déjenme entonces pasar a la siguiente cuestión, quees la que desarrollaré: el tema de la soberanía, la libertad, losderechos humanos en la arena socio-económica.

Primero un comentario general: la soberanía no es unvalor en sí mismo. Es sólo un valor en tanto se vincula conla libertad y los derechos, ya sea expandiéndolos o restrin-giéndolos. Quiero dar por sentado algo que puede parecerobvio, pero es de hecho controversial: que hablando de li-

Controlar nuestrasvidasPor Noam Chomsky*

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* Profesor del Departamento de Lingüística, Massachusetts Institute ofTe c h n o l o g y.

El presente artículo es una versión resumida por Atilio A. Borón de una con -f e rencia dictada por Noam Chomsky en el Auditorio Kiva, en A l b u q u e rq u e ,Nuevo México, el 26 de febre ro de 2000.

Traducción realizada por Isabela AlcañizRevisión técnica de Atilio A. Borón

bertad y derechos, tenemos en mente sujetos humanos; estoes, personas de carne y hueso, no abstracciones políticas yconstrucciones legales como corporaciones o estados o capi-tal. Si estas entidades tienen cualquier derecho, lo cual esdudoso, éstos derivan de los derechos de la gente. Este es elnudo de la doctrina liberal clásica. Ha sido también el prin-cipio rector de la lucha popular por siglos, aunque fuerte-mente atacado. Es atacado por la doctrina oficial pues seoponen a él los sectores de la riqueza y el privilegio, tanto enel ámbito político como en el socio-económico. Yo les voy apedir que mantengan esa pregunta en suspenso por unosmomentos para poder decir unas palabras preliminares.

En la esfera de lo político, el típico lema es “soberanía po-pular en un gobierno de, por y para el pueblo”, pero el marcooperativo es bastante diferente. El marco operativo es que elpueblo es considerado un enemigo peligroso. Tiene que sercontrolado por su propiobien. Estas cuestiones se re-montan a siglos atrás, a lostiempos de las revolucionesdemocráticas modernas deInglaterra del siglo XVII ya las colonias norteameri-canas un siglo después. Enambos casos, los demócra-tas fueron vencidos, nocompletamente ni cierta-mente en forma permanente, de ninguna manera. En la Inglate-rra del siglo XVII, buena parte de la población no quería ser go-bernada por el rey ni por el parlamento. Recuerden que éstoseran los dos rivales en la versión estándar de la guerra civil, pe-ro como la mayoría de las guerras civiles, una buena parte de lapoblación no quería a ninguno de los dos. Como lo decían suspanfletos, querían ser gobernados “por compatriotas como no-sotros, que conocen nuestros deseos” y no por “caballeros [que]nos hacen leyes, que son elegidos por temor y sólo nos opri-men, y no conocen los sufrimientos de la gente”.

Estas mismas ideas animaron a los granjeros rebeldes delas colonias un siglo después, pero el sistema constitucionalfue diseñado en forma bastante distinta. Fue diseñado parabloquear esa herejía. El objetivo era “proteger a la minoríade la opulencia de la mayoría” y asegurar que “el país seagobernado por sus propietarios”. Estas son las palabras delprincipal diseñador, James Madison, y del presidente delCongreso Continental y primer presidente de la Corte Supre-ma de Justicia, John Jay. Su concepto prevaleció, pero losconflictos continuaron. Continuamente toman nuevas for-mas, pero están vivos ahora mismo. Sin embargo, la doctri-na elitista se mantiene esencialmente imperturbable.

Avanzando hasta el siglo XX (aquí me mantendré en elcostado liberal progresivo del espectro, es más duro del otro

lado), la población es vista como “ignorantes y metidos deafuera” cuyo rol es ser “espectador” no “participante” másallá de las oportunidades periódicas de elegir entre los re-presentantes del poder privado. Esto es, las llamadas elec-ciones. En las elecciones, la opinión pública es consideradaesencialmente irrelevante, si entra en conflicto con las de-mandas de la minoría de la opulencia, propietarios del país.Estamos viendo eso ahora mismo, de hecho.

Un ejemplo llamativo (hay muchos) tiene que ver conel orden económico internacional, con los llamados acuer-dos comerciales. La población general, como lo aclaran lasencuestas, está fuertemente opuesta a lo que mayormentesucede, pero estos temas no se plantean en las elecciones.No es un tema de las elecciones porque los centros de po-der, la minoría de la opulencia, están unidos para respaldarla institución de un tipo particular de orden socio-económi-

co. Entonces el tema noaparece. Las cosas que sediscuten son aquellas queno les importan demasia-do, como cuestiones deestilo o de reforma, quesaben no serán imple-mentadas. Si el públicogeneral, como a menudohace, busca organizarse yentrar en la arena políti-

ca, participar, presionar por sus propios intereses, eso es unproblema. No es democracia, es una “crisis de la democra-cia”, que tiene que ser resuelta.

Estamos hablando de un enorme proyecto de ingenieríasocial, que viene desarrollándose desde hace siglos, pero seintensificó durante el siglo pasado. Hay muchas maneras deimplementarlo, algunas las mencioné anteriormente y norequieren más ilustración por ser demasiado típicas. Otrasvan dirigidas a minar la seguridad, y aquí también haydiferentes maneras de efectivizarlas. Una forma de minar laseguridad es la amenaza del cambio del empleo.

Otro mecanismo es promover lo que se ha dado en lla-mar la “flexibilidad del mercado laboral”. Déjenme citar alBanco Mundial, que lo puso en términos sencillos, ellos di-jeron que: “mayor flexibilidad en el mercado de trabajo –apesar del mal nombre que ha adquirido como un eufemismode salarios bajos y desempleo” (que es justamente lo quees)– “es esencial en todas las regiones del mundo… las re-formas más importantes involucran eliminar obstáculos a lamovilidad del trabajo y la flexibilidad salarial, así como laruptura de los lazos entre los servicios sociales y los contra-tos laborales”. Esto significa recortar los beneficios y losderechos que han sido ganados durante generaciones deamarga lucha.

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“En la esfera de lo político, el típico lema es “soberaníapopular en un gobierno de, por y para el pueblo”, pero elmarco operativo es bastante diferente. El marco operati -vo es que el pueblo es considerado un enemigo peligro -so. Tiene que ser controlado por su propio bien.”

Cuando se habla sobre levantar los controles de la fle-xibilidad salarial, quieren decir flexibilidad hacia abajo, nohacia arriba. La discusión sobre movilidad laboral no signi-fica el derecho de la gente a moverse a donde ellos quieren,como ha sido requerido por la teoría del mercado libre des-de Adam Smith, sino el derecho de despedir empleados avoluntad. Y, bajo la actual versión de la globalización basa-da en los inversores, el capital y las corporaciones deben serlibres de moverse, pero no la gente, porque sus derechosson secundarios, incidentales.

Estas “reformas esenciales”, como las llama el BancoMundial, son impuestas en buena parte del mundo comocondiciones del Banco Mundial y el FMI. También son in-troducidas en los ricos países industrializados por otros me-dios. Alan Greenspan testificó ante el Congreso que la “ma-yor inseguridad laboral” era un factor importante para loque se llama “economía de fantasía” [fairytale economy].Mantiene la inflación baja porque los trabajadores temenpedir salarios y beneficios. Se sienten inseguros. Y eso se veclaramente en los documentos estadísticos. En los últimos25 años, durante este período de retracción, los salarios nosólo no han crecido sino que han bajado para la mayor par-te de la fuerza laboral, especialmente para los trabajos nojerárquicos. Las horas de trabajo se han incrementado drás-ticamente (se han convertido en las más altas del mundo in-dustrial) de lo cual ha tomado nota, por supuesto, la prensade negocios que lo describe como un “bienvenido desarro-llo de trascendental importancia”, con la gente trabajadoraforzada a abandonar “sus lujosos estilos de vida” mientraslas ganancias corporativas son “deslumbrantes” y “estupen-das” (Wall Street Journal, Business Week y Fortune).

Para sus dependencias, medidas menos delicadas estándisponibles. Una de ellas es la llamada “crisis de la deuda”que puede ser fácilmente rastreada en los programas de po-líticas públicas del Banco Mundial / FMI de 1970. Eso esdramáticamente cierto en América Latina, y constituye unode sus mayores problemas. La “crisis de la deuda” no es unsimple hecho económico, en modo alguno. Es, en mayormedida, una construcción ideológica. La llamada “deuda”puede ser resuelta de varias formas elementales.

Una forma de superarla sería recurriendo al principio ca-pitalista de que los que piden prestado deben pagar y los pres-tamistas corren el riesgo. Entonces, por ejemplo, si Ud. mepresta dinero y yo lo deposito en mi banco en Zurich y comproun Mercedes, y Ud. vuelve y me pide el dinero, se supone queyo no puedo decir, “lo siento, no lo tengo, tómelo de mi veci-no”. Y si Ud. no quiere correr el riesgo del préstamo se supo-ne que no puede decir “su vecino tendrá que pagar por usted”.

Sin embargo, esa es la forma en que funciona en la are-na internacional. Eso es la “crisis de la deuda”. La deuda no

ha de ser pagada por los que la contrajeron: dictaduras mi-litares, sus secuaces, los ricos y privilegiados en sociedadesaltamente autoritarias; justamente ellos no tienen que pagar.Tomemos, por ejemplo, el caso de Indonesia, donde la deu-da actual es alrededor del 140% de su PBI. El dinero fue to-mado por la dictadura militar y sus amigos y usado por, talvez, un par de centenas de personas, pero tiene que ser pa-gado por la población bajo duras medidas de austeridad. Ylos prestamistas están mayoritariamente protegidos del ries-go. Ellos consiguen lo que termina siendo un seguro librede riesgo a través de diversos mecanismos de socializaciónde costos, transfiriéndolos a los que pagan los impuestos enel Norte. Es una de las funciones del FMI.

De la misma manera en América Latina, la enorme deu-da latinoamericana no se diferencia demasiado de la fuga decapitales de la región, cosa que sugiere una manera simplede tratar la deuda (o buena parte de ella), si alguien fuera acreer en el principio capitalista, que es, por supuesto, ina-ceptable pues pone la carga en la gente equivocada, en laminoría de la opulencia.

Hay otras maneras, también, de eliminar la deuda, y es-tán reconocidas, y también muestran hasta dónde este pro-blema es una construcción ideológica. Otro método, apartedel principio capitalista, es el principio del derecho interna-cional introducido por EE.UU. cuando, como lo llaman lostextos de historia, “liberó” a Cuba, queriendo decir conquis-tó Cuba para prevenirla de liberarse de España en 1898. Ha-biendo hecho eso, EE.UU. canceló la deuda cubana conEspaña con el argumento perfectamente razonable de que ladeuda fue impuesta sin el consentimiento de la población.Fue impuesta bajo condiciones coercitivas. Ese principio

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entonces entró en el derecho internacional, principalmentea iniciativa de EE.UU. Es llamado el prinicipio de la deudaodiosa. Una deuda odiosa es inválida, no tiene que ser pa-gada. Ha sido reconocido, por ejemplo, por el director ejec-tutivo estadounidense del FMI, que si ese principio estuvie-ra disponible para las víctimas, no sólo para los ricos, ladeuda del tercer mundo se disolvería mayoritariamente,porque es inválida. Es deuda odiosa.

Pero eso no sucederá. La deuda odiosa es un arma muypoderosa de control y no puede ser abandonada. Para alre-dedor de media población mundial, gracias a este método,la economía nacional es efectivamente dirigida por burócra-tas de Washington. También, media población mundial (nola misma mitad, sino superpuesta) está sujeta a sancionesunilaterales por parte de los EE.UU., que es una forma decoerción económica que, otra vez, mina gravemente la so-beranía y ha sido condenada reiteradas veces, recientemen-te una vez más, por las Naciones Unidas, como inaceptable,aunque esto no haga ninguna diferencia.

Hay voces fuera del espectro, no quiero negarlo. Porejemplo, está la idea que la “gente tendría que tener el de-recho a participar de las decisiones, que a menudo modifi-can profundamente sus vidas” y no que sus esperanzas sevean “cruelmente perdidas” en un orden global en donde“el poder político y financiero es concentrado” mientrasque los mercados financieros “fluctúan erráticamente” conconsecuencias desvastadoras para los pobres, las “eleccio-nes pueden ser manipuladas” y “los aspectos negativos delos demás son considerados completamente irrelevantes”por los poderosos. Estas son citas del extremista radical delVaticano cuyo mensaje anual de Año Nuevo apenas pudoser mencionado en la prensa nacional y es ciertamente unaalternativa que no está en la agenda.

Bueno, esa es la amenaza: la amenaza de tomar nues-tras vidas en nuestras propias manos. Dicha amenaza teníaque ser destruida por medio del terrorismo y el ahogo eco-nómico, que aún continúa. Todo esto es totalmente indepen-diente de la guerra fría, como seguramente es obvio ahora,aún sin los archivos secretos. Las mismas preocupacionesen el período de post-guerra fría llevaron al presidente Bushy a Clinton a socavar rápidamente el breve experimento de-mocrático haitiano, continuando su agenda anterior.

La misma preocupación descansa detrás de los acuerdosde libre comercio –por ejemplo el NAFTA. Cuando fue firma-do el NAFTA, seguramente recuerdan, la propaganda era quesería de magnífica utilidad para la gente trabajadora de los trespaíses –Canadá, EE.UU. y México. Bueno, eso fue abandona-do poco tiempo después, cuando los hechos fueron agregados.Ylo que fue obvio desde el principio fue finalmente pública-mente aceptado. El objetivo era “trabar a México en las refor-

mas” de los ‘80, las reformas que redujeron salarios drástica-mente y enriquecieron a un pequeño sector y a los inversoresextranjeros. Estas preocupaciones de fondo fueron articuladasen una conferencia de desarrollo estratégico de América Lati-na en Washington, una mesa de trabajo en 1990. Dicha confe-rencia advirtió que “una apertura democrática en México po-dría poner en entredicho esta relación especial al elegir un go-bierno más interesado en disputar con los EE.UU. en términoseconómicos y nacionalistas”. Las mismas razones están detrásde medio siglo de tortura y terror, no sólo en el hemisferio oc-cidental. Yéstas se encuentran en el centro de los acuerdos so-bre los derechos de los inversores que son impuestos bajo es-ta forma específica de la globalización que fue diseñada por elnexo de poder del estado corporación.

Volvamos a aquello que les pedí poner en suspenso cuan-do comenzamos: el debatido problema de la libertad y los dere-chos, por tanto de la soberanía, tal y como debe ser valorada.¿Reside en personas de carne y hueso o sólo en pequeños sec-tores de riqueza y privilegio? ¿O incluso en construcciones abs-tractas como corporaciones, o capital, o estados? En este últimosiglo la idea de que estas entidades tienen derechos especiales,por encima y más allá de las personas, ha sido fuertemente de-fendida. Los ejemplos más prominentes son los bolcheviques,el fascismo, y el corporativismo privado, que es una forma detiranía privatizada. Dos de estos sistemas han colapsado. El ter-cero está vivo y floreciendo bajo la bandera de T I N A (T h e re IsNo A l t e r n a t i v e, No Hay Alternativa) del sistema emergente demercantilismo corporativo de estado disfrazado con distintosmantras como globalización y comercio libre.

Problemas similares, muy similares, están vigentes en laarena internacional hoy, en particular en las discusiones so-bre la reforma de la arquitectura financiera. Un siglo atrás, alas corporaciones les fueron otorgados los derechos de laspersonas en extrema violación de los principios liberales clá-sicos. También fueron liberadas de obligaciones anteriorespara ocuparse de actividades específicas para las cuales fue-ron creadas. Más aún, en una maniobra importante, las cortesde justicia transfirieron poder hacia arriba, de los accionistas

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en una sociedad a la administración central, que era identifi-cada como la persona corporativa inmortal. Aquellos de uds.que estén familiarizados con la historia del comunismo reco-nocerán que resulta muy similar a este proceso, muy rápida-mente predicho, de hecho, por críticos de izquierda, marxis-tas de izquierda y anarquistas críticos de los bolcheviques,gente como Rosa Luxemburgo, quien avisó en forma tempra-na que la ideología centralizante transferiría poder del prole-tariado al partido, de ahí al comité central, y después al lídermáximo, como sucedió rápidamente luego de la conquistadel poder estatal en 1917, que inmediatamente destruyó cadaresiduo de las formas y principios socialistas. Los propagan-distas de los dos lados prefieren una historia diferente paraauto-justificarse, pero yo creo que eso es así.

En años recientes, se les ha otorgado derechos a las cor-poraciones que van mucho más allá de los derechos de losindividuos. Bajo las re-glas de la Org a n i z a c i ó nMundial del Comercio,las corporaciones puedendemandar lo que es llama-do el derecho al “trata-miento nacional”. Esoquiere decir que la Gene-ral Motors, si opera enMéxico, puede exigir sertratada como una compa-ñía mexicana. Ahora bien, eso es sólo un derecho de perso-nas inmortales; no es un derecho de personas de carne y hue-so. Un mexicano no puede venir a Nueva York y exigir sertratado como un nacional y que le vaya muy bien, pero lascorporaciones sí pueden.

Otras reglas requieren que los derechos de inversores,prestamistas y especuladores deben prevalecer generalmen-te sobre los derechos de meras personas de carne y hueso,debilitando la soberanía popular y disminuyendo los dere-chos democráticos. Las corporaciones, estoy seguro que uds.saben, tienen diversos mecanismos para llevar a juicio a es-tados soberanos, y hay casos interesantes. Por ejemplo, Gua-temala, algunos años atrás trató de reducir la mortalidad in-fantil por medio de la regulación del mercado de multinacio-nales de fórmula infantil. Las medidas que Guatemala pro-puso estaban en conformidad con los principos de la Org a-nización Mundial de la Salud, pero la Corporación Gerberdenunció expropiación y la amenaza de una queja en laOMC fue suficiente para que Guatemala modificara su deci-sión, temiendo sanciones por parte de EE.UU.

Estos temas están surgiendo dramáticamente y, de he-cho, en forma obscena en la actualidad. Decenas de millo-nes de personas alrededor del mundo están muriendo de en-fermedades tratables debido a los elementos proteccionistas

establecidos en las reglas de la OMC que le dan a las mega-corporaciones privadas derechos monopólicos de precio.Así, por ejemplo, Tailandia y Sudáfrica, que tienen compa-ñías farmacéuticas, podrían producir drogas que salvaríanvidas a una fracción del costo del precio de monopolio, pe-ro temen hacerlo bajo amenaza de sanciones comerciales.De hecho, en 1998 los EE.UU. llegaron a amenazar a laOMS que retirarían su financiamiento si la misma monito-reaba los efectos de las condiciones de comercio sobre lasalud. Estas son amenazas muy reales.

Todo esto es llamado “derechos comerciales”. No tienenada que ver con el comercio. Tiene que ver con las prácti-cas de precios monopólicos resguardadas por medidas pro-teccionistas que son introducidas en los que son llamadosacuerdos de libre comercio. Las medidas son diseñadas pa-ra asegurar derechos corporativos. También tienen el efecto

de reducir el crecimientoy la innovación, natural-mente. Y son sólo unaparte de la gama de regu-laciones introducidas enestos acuerdos que pre-vienen el desarrollo y elcrecimiento. Lo que estáen juego son los derechosdel inversionista, no elcomercio. Y el comercio,

por supuesto, no tiene ningún valor en sí mismo. Sólo es unvalor si aumenta el bienestar humano, de otra manera no.

En general, el principio de la OMC es que la soberaníay los derechos democráticos tienen que ser subordinados alos derechos de los inversionistas. En la práctica eso quieredecir los derechos de las grandes personas inmortales, delas tiranías privadas a las que las personas deben ser subor-dinadas. Estos son los temas que llevaron a los increíbleseventos de Seattle.

Estos temas, aunque son muy reales y afectan a un enor-me número de gente en el mundo, son en realidad secunda-rios a otras modalidades para reducir la soberanía en favordel poder privado. Más importante aún, creo, fue segura-mente el desmantelamiento del sistema de Bretton Woods enlos primeros años de la década del ‘70 por parte de losEE.UU., Gran Bretaña y otros. Ese sistema fue diseñado porEE.UU. y Gran Bretaña en los años ‘40. Fue una época deenorme apoyo popular para programas de bienestar social ymedidas democráticas radicales. En parte por esas razones elSistema de Bretton Woods de mediados de la década del ‘40regulaba las tasas de intercambio y permitía controles sobreel flujo de capitales. La idea era recortar la especulación de-rrochadora y dañina, y restringir la fuga de capitales. Las ra-zones eran bien entendidas y claramente articuladas –el libre

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“Decenas de millones de personas alrededor del mundoestán muriendo de enfermedades tratables debido a loselementos proteccionistas establecidos en las reglas de laOMC que le dan a las mega-corporaciones privadas de -rechos monopólicos de precio.”

Resistencias y alternativas a la mundialización neoliberal

movimiento de capitales crea lo que a veces es llamado “par-lamento virtual” del capital global, que puede ejercer poderde veto sobre las políticas de gobierno que considera irracio-nales. Eso quiere decir cosas como derechos de los trabaja-dores, o programas educacionales, o salud, o esfuerzos paraestimular la economía o, de hecho, cualquier cosa que pue-da ayudar a la gente y no sea ganancia (y entonces sea irra-cional en el sentido técnico del término).

El Sistema de Bretton Woods funcionó más o menospor 25 años. Eso es lo que muchos economistas llamaron la“edad de oro” del capitalismo moderno (capitalismo estatalmoderno, para ser más preciso). Ese fue un período, aproxi-madamente hasta 1970,un período de crecimientorápido de la economía, sinantecedentes históricos,del comercio, de la pro-ductividad, de la inver-sión de capital, de la ex-tensión de medidas del es-tado de bienestar, unaépoca dorada. En los pri-meros años de la décadadel ‘70 esto cambió. El Sistema de Bretton Woods fue des-mantelado, con la liberalización de los mercados financie-ros y la libre flotación de los tipos de cambio.

Desde entonces el período ha sido descripto a menudoy con precisión como la “época gris”. Hubo una gran explo-sión de capital especulativo de muy corto plazo, abruman-do completamente a la economía productiva. Hubo un dete-rioro notable en casi cada aspecto: un crecimiento económi-co mucho más lento, crecimiento productivo y de inversiónde capital más lento, tasas de interés mucho más altas, ma-yor volatilidad del mercado, y crisis financieras. Todas es-tas cosas tienen efectos humanos muy graves, aún en lospaíses ricos: salarios congelados o en baja, jornadas labora-les mucho más largas, y particularmente notorio en losEE.UU., recorte de servicios. Sólo para dar un ejemplo dela gran economía actual de la cual todos hablan, el ingresomedio para las familias se ha retrotraído a lo que era en1989, que está bien por debajo de lo que era en 1970. Tam-bién ha sido una época en que se han desmantelado medi-das social-democráticas que habían mejorado considerable-mente el bienestar humano. Y en general, el recientementeimpuesto orden internacional proveyó aún más poder de ve-to al “parlamento virtual” del capital privado de inversio-nistas, llevando a un deterioro significativo de la democra-cia y los derechos soberanos y un significativo deterioro enla salud social.

Mientras que estos efectos se sienten en las sociedadesricas, son una catástrofe en las más pobres. Estos problemas

atraviesan a las sociedades, así que no se trata de que estasociedad se enriqueció y ésta se empobreció. Por ejemplo,utilizando recientes análisis del Banco Mundial, si uno to-ma el 5% superior de la población mundial y compara su in-greso y riqueza con el 5% inferior, la relación era de 78:1en 1988 y 114:1 en 1993 (ese es el último período para elcual hay números disponibles) y es indudablemente más al-ta hoy. Las mismas estadísticas muestran que el 1% supe-rior de la población mundial tiene el mismo ingreso que el57% inferior, 2 billones y medio de personas.

Para los países ricos, la cosa era muy clara, para citar aun conocido economista, Barry Eichengreen, en su aclama-

da Historia del SistemaMonetario Internacional.Como otros, él señalóque el actual estadio deglobalización es, en tér-minos generales, similaral período de la pre-Pri-mera Guerra Mundial.Sin embargo, hay dife-rencias. Una diferenciacentral, él explica, es que

en ese tiempo las políticas públicas del gobierno no habíansido “politizadas” por “el voto universal masculino y el sur-gimiento del sindicalismo y los partidos laboristas parla-mentarios.” De esa manera, los graves costos humanos de larectitud financiera que son impuestos por el parlamento vir-tual podían ser trasladados a la población general. Pero eselujo ya no estaba disponible en la era más democrática deBretton Woods en 1945, de esa manera los “límites al mo-vimiento de capitales substituyó a los límites a la democra-cia como resultado de las presiones de mercado.”

Es bastante natural, entonces, que el desmantelamientodel orden económico de la postguerra tenía que estar acom-pañado por un importante ataque sobre la democracia subs-tantiva –libertad, soberanía popular y derechos humanos–bajo el lema TINA. Es como una mímica en tono de farsa delmarxismo vulgar. El lema, no hace falta decirlo, es un frau-de. El orden socio-económico particular que está siendo im-puesto es el resultado de decisiones humanas en institucioneshumanas. Las decisiones pueden ser modificadas; las institu-ciones pueden ser cambiadas. Si fuera necesario, pueden serdesmanteladas y reemplazadas, de la misma manera que gen-te honesta y valiente lo ha estado haciendo a lo largo de lah i s t o r i a .

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“Es bastante natural, entonces, que el desmantelamientodel orden económico de la postguerra tenía que estaracompañado por un importante ataque sobre la democra -cia substantiva –libertad, soberanía popular y derechoshumanos– bajo el lema TINA.”

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Desde hace algunos años asistimos a un for-midable proceso de expansión del mercadocapitalista mundial que se acompaña deuna victoriosa ofensiva ideológica del neo-liberalismo. Contrariamente a lo que pre-

tenden los neoliberales, esta globalización capitalista nocontribuye en nada a crear un “nuevo orden mundial” pací-fico y armonioso: por el contrario, ésta alimenta los temo-res “identitarios” y los nacionalismos tribales. La falsa uni-versalidad del mercado mundial desata los particularismosy endurece las xenofobias: el cosmopolitismo mercantil delcapital y las pulsiones identitarias agresivas se alimentanmutuamente1. Por otro lado, bajo el manto de su discurso“mundialista”, se ocultan intereses concretos y estrictamen-te particulares: los de las grandes empresas multinacionalesy de las potencias capitalistas avanzadas.

Algunos términos han dejado de “estar de moda”. Es elcaso de la palabra imperialismo, prohibida por el pensa-miento único. Sin embargo es gracias a este concepto quepodemos escapar de las trampas del falso universalismo“euro-centrista” –u “occidental”– que pretende imponer atodos los pueblos del mundo, y sobre todo a los periféricos,con el pretexto de la “civilización”, la dominación del mo-do de vida burgués/industrial moderno: la propiedad priva-da, la economía de mercado, la expansión económica ilimi-tada, el productivismo, el utilitarismo, el individualismoposesivo y la racionalidad instrumental.

No se trata de negar el valor universal de ciertas con-quistas de la cultura europea posterior a 1789, como la de-mocracia, la laicidad y los derechos humanos. Se trata sim-plemente de rechazar el falso dilema entre el pretendidouniversalismo “occidental” y el culto de las diferencias cul-turales; o, en el caso de la unificación europea, entre la uni-

dad capitalista/mercantil supranacional y el repliegue na-cionalista sobre las “patrias” existentes.

Es preciso reflexionar sobre las posibilidades de reali-zación de un universal concreto (en el sentido que Hegel da-ba al concepto) capaz de integrar en sí, bajo la forma de laAufhebung –la superación/inclusión– dialéctica, toda la ri-queza de lo particular. Es decir, un universalismo que res-pete la diversidad de culturas sin absolutizarlas y que no seauna mera fachada del particularismo occidental.

Si nos situamos en una perspectiva humanista revolucio-naria, el valor fundamental de una universalidad concreta es laliberación de los seres humanos de todas las formas de opre-sión, dominación, alienación y sujeción. Este valor se presen-ta como un imperativo ético, un imperativo categórico que eljoven Marx formuló así: luchar por “suprimir todas las condi-ciones sociales en las cuales el ser humano es degradado, so-metido, abandonado y despreciado”2. Se trata de una universa-lidad utópica, que designa un mundo aún no existente; contra-riamente a las pseudo-universalidades ideológicas que hacen laapología del statu-quo occidental como si éste fuera el univer-sal humano acabado, el fin de la historia, el espíritu absolutorealizado. Sólo un universal crítico de este tipo, orientado ha-cia el futuro emancipado, permite superar los nacionalismosestrechos, los culturalismos particularistas, los etnocentrismos.

E m a n c i p a c i ó n ,u n i v e r s a l i s m o ,i n t e r n a c i o n a l i s m oPor Michael Löwy*

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* Sociólogo, Profesor Investigador en L’Ecole des Hautes Etudes enSciences Sociales de París.

Traducción realizada por Emilio H. Taddei.

Esta universalidad auténtica es por lo tanto, y ante to-do, emancipadora: tiene por objetivo nada menos que el finde la dominación de una nación sobre otra, de una clase so-bre otra, de un sexo sobre el otro al igual que, en otro regis-tro, de la forma destructora de la dominación humana sobreel medioambiente natural. Es preciso señalar que el proce-so de emancipación no apunta solamente a las manifesta-ciones directas y personales de la opresión sino también alpoder insidioso, aplastante, totalitario de los sistemas im-personales de dominación que funcionan de manera “racio-nal” y “eficaz”, como mecanismos implacables que destru-yen todo obstáculo que se presenta en el camino: la buro-cracia, el ejército, el mercado, el capital.

El enemigo común de las luchas emancipadoras de co-mienzos del siglo XXI es fácil de identificar: la mundializa-ción capitalista, los mercados financieros, el gran capitaltransnacional y sus instituciones: el FMI, el Banco Mun-dial, la OMC, la OCDE, el Grupo de los 7, las políticas neo-liberales y los tratados de libre comercio como el ALENAen América del Norte, el Tratado de Maastricht, el AMI. Es-tos son los responsables del horror económico: el vertigino-so aumento del desempleo y de la exclusión, las desigual-dades cada vez más ma-nifiestas, el endeuda-miento de los países po-bres, el desmantelamien-to de los servicios públi-cos y de la seguridad so-cial, el pillaje y la conta-minación del medioam-biente.

Es preciso, sin em-b a rgo, no perder de vista que detrás de la globalización neo-liberal está el sistema capitalista mundial. Sería una ilusióncreer que se puede remplazar el neoliberalismo por un capi-talismo con rostro humano, un capitalismo regulado, norma-lizado, moderado, ecológicamente sustentable y socialmen-te tolerable: es la lógica del propio sistema capitalista queexige, en su etapa actual de desarrollo, la desregulación, elaumento de las desigualdades, la dictadura de los mercadosfinancieros. Pensar en alternativas al neoliberalismo implicaplantear la cuestión de las alternativas al capitalismo.

No se trata de combatir la “mundialización” como tal,en nombre de una defensa retrógrada de la “soberanía nacio-nal” del Estado-nación como tal, del mercado o de la indus-tria (capitalista) nacional, sino más bien de oponer a la mun-dialización “realmente existente”, es decir imperialista, otroproyecto mundial, emancipador, democrático, igualitario, li-bertario. Esto no quiere decir que el movimiento por uncambio social radical no deba comenzar a nivel de una o dealgunas naciones, o bien que los movimientos de liberación

nacional no sean legítimos. Pero las luchas contemporáneasson, en un grado sin precedentes, interdependientes e inte-rrelacionadas de un extremo a otro del planeta. Hoy, más queen ningún otro período en el pasado, los problemas urg e n t e sson internacionales. Los desafíos que representan el juegoincontrolado de los mercados financieros internacionales, lamonstruosa deuda y el empobrecimiento del Tercer Mundo,la amenaza de crisis ecológica –sólo para mencionar algunosejemplos– exigen soluciones mundiales.

Se puede obervar en diferentes lugares y como reaccióna los desastres ocasionados por la globalización actual, laaparición de los primeros gérmenes de un nuevo internacio-nalismo, independiente de los Estados o de los grupos de in-terés particularistas. Son las bases de lo que un día se trans-formará en la “Internacional de la Resistencia” contra laofensiva capitalista neoliberal.

Esta renovación del internacionalismo no pasa sola-mente por las fuerzas sindicales y políticas más radicalesdel movimiento obrero y socialista en todas sus versiones(de los marxistas a los libertarios). Aparecen también nue-vas sensibilidades internacionalistas en los movimientos so-

ciales con vocación pla-netaria, como el feminis-mo y la ecología, en losmovimientos anti-racis-tas, en la teología de la li-beración, en las asocia-ciones de defensa de losderechos humanos o desolidaridad con los paísesdel Tercer Mundo y, másrecientemente, en las re-

des activas de los movimientos de lucha contra la “mercan-tilización del mundo”.

Si bien algunas ONGs internacionales funcionan sim-plemente como “lobbys”, adaptándose al marco neoliberaldominante y se limitan a dar “consejos” al FMI y al BancoMundial, otras, como el Comité por la Abolición de la Deu-da del Tercer Mundo de Bruselas; el Foro por una alternati-va económica, lanzado a iniciativa de Samir Amin; la Con-ferencia de los pueblos contra el libre cambio y la OMC, deGinebra; la asociación internacional ATTAC (Acción por latasación de las transacciones financieras y de ayuda ciuda-dana contra la especulación en los mercados financieros)creada por Le Monde Diplomatique, tienen una vocaciónclaramente antimperialista.

Los cristianos radicalizados son un componente esen-cial tanto de los movimientos sociales del Tercer Mundo –amenudo inspirados, sobre todo en América Latina, por lateología de la liberación– como en las asociaciones euro-

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“Aparecen también nuevas sensibilidades internaciona -listas en los movimientos sociales con vocación planeta -ria, como el feminismo y la ecología, en los movimientosanti-racistas, en la teología de la liberación, en las asocia -ciones de defensa de los derechos humanos o de solidari -dad con los países del Tercer Mundo y, más recientemen -te, en las redes activas de los movimientos de lucha con -tra la “mercantilización del mundo”.”

peas de solidaridad con las luchas de los países pobres. Ins-pirados en la ética humanística y ecuménica del cristianis-mo, realizan una contribución importante a la elaboraciónde una nueva cultura internacionalista.

El nuevo movimiento campesino, organizado a escalainternacional en la asociación Vía Campesina, también ocu-pa un lugar estratégico en este proceso de resistencia inter-nacional, en la medida que se encuentra en un lugar “bisa-gra” entre las luchas agrarias, el combate ecológico y la ba-talla contra la OMC. Sus organizaciones, como el Movi-miento de los Trabajadores Rurales Sin Tierra de Brasil(MST) o la Confédération Paysanne en Francia, están en lavanguardia de la resistencia contra la gran agro-industriacapitalista que amenaza, con sus pesticidas y con los orga-nismos genéticamente modificados (OGM), su política de“rentabilización” destructiva de los bosques y el equilibrioecológico del planeta.

Una muestra de los representantes más activos de estasdiferentes tendencias, provenientes tanto del Norte comodel Sur, de la izquierda radical o de los movimientos socia-les, se reunió, en el marco de un espíritu unitario y fraterno,en la Conferencia Intergaláctica por la Humanidad y contrael Neoliberalismo realizada en el mes de julio de 1996 enMéxico y organizada por el Ejército Zapatista de Libera-ción Nacional (EZLN) –un movimiento revolucionario queha sabido combinar, de forma original y exitosa, lo local(las luchas indígenas en Chiapas), lo nacional (el combatepor la democracia en México) y lo internacional (la luchamundial contra el neoliberalismo). Fue un primer paso, aúnmodesto, pero que iba en la dirección correcta: la recons-trucción de la solidaridad internacional.

Los sucesos de Seattle en 1999, donde se produjo unagran confluencia de fuerzas sindicales, ecologistas y antica-pitalistas que hizo fracasar la reunión de la Org a n i z a c i ó nMundial de Comercio (OMC) –instrumento número uno dela globalización neoliberal– revelaron el potencial de la luchacontra la mercantilización del mundo en América del Norte.En Europa también los movimientos de resistencia al neoli-beralismo no deben dejar de tomarse en cuenta, como lomostraron las recientes movilizaciones de Millau (junio2000) –cien mil personas en solidaridad con José Bové y sulucha contra la OMC– o de Praga durante la reunión del FMIy del Banco Mundial. El Encuentro Internacional de París dediciembre de 2000 (“Un año después de Seattle”) y el ForoSocial Mundial, que tendrá lugar en enero de 2001 en la ciu-dad de Porto Alegre, serán los próximos eventos fuertes deesta movilización planetaria que –más allá de la protesta ne-cesaria– busca alternativas radicales al orden existente.

La construcción de la “Internacional de la Resistencia”tiene tres componentes: 1) la renovación de la tradición an-

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ticapitalista y antimperialista del internacionalismo proleta-rio que se ha desprendido de sus escorias autoritarias delpasado (la herencia stalinista de la ciega sumisión a un Es-tado o “campo”); 2) las aspiraciones humanistas, libertarias,ecológicas, feministas y democráticas de los nuevos movi-mientos sociales y 3) las nuevas redes de lucha contra laglobalización neoliberal que movilizan también tanto a in-vestigadores críticos como a numerosos jóvenes que deseancuestionar de forma radical las instituciones del sistema fi-nanciero y comercial internacional.

Asistimos, en el curso de las movilizaciones y protestasocurridas en los últimos años, a un acercamiento y comu-nión de fuerzas. No se trata solamente de la yuxtaposiciónde actores sociales con tradiciones y culturas políticas muydiferentes, sino del comienzo de un aprendizaje recíprocoen toda una serie de cuestiones. Vemos, por ejemplo, sindi-calistas que comienzan a interesarse en la ecología y defen-sores del medioambiente que comienzan a tomar en cuentalas luchas de los trabajadores; marxistas que aprenden conlas feministas y viceversa. Es de la convergencia y de la in-teracción entre estas diferentes sensibilidades que podráemerger el internacionalismo del siglo XXI, con una voca-ción universalista y emancipadora.

Notas

1 Retomo los análisis de Daniel Bensaïd en su extraordinariolibro Le pari melancolique, París, Fayard, 1997.

2 Karl Marx Critique de la Philosophie du droit de Hegel,1844.

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Somos producto de 500 años de luchas...[en lasq u e ] . . . s u rg i e ron Villa y Zapata, hombres pobre s

como nosotros a los que se nos ha negado lap reparación más elemental para así poder uti -lizarnos como carne de cañón y saquear las ri -

quezas de nuestra patria sin importarles queestemos muriendo de hambre y enfermedades

curables, sin importarles que no tengamos na -da, absolutamente nada, ni un techo digno, nit i e rra, ni trabajo, ni salud, ni alimentación, ni

educación, sin tener derecho a elegir libre y de -mocráticamente a nuestras autoridades, sin in -dependencia de los extranjeros, sin paz ni justi -

cia para nosotros y nuestros hijos.

...Y hemos comprendido que, si nosotros nopeleamos, nuestros hijos volverán a pasar por

lo mismo.

Comandancia General del EZLN ,Declaración de la Selva Lacandona,

1° de enero de 1994.

El 1° de enero de 1994 es el día en queirrumpe el tercer milenio en México. Espe-ranzas y desesperanzas se anuncian en laconfrontación de dos horizontes civilizato-rios distintos: el de la construcción de la

humanidad y el del neoliberalismo. El sujeto revoluciona-rio, el portador de la resistencia cotidiana y callada que sevisibiliza en 1994, es muy distinto al de las expectativas tra-zadas por las teorías políticas dominantes. Su lugar no es lafábrica sino las profundidades sociales. Su nombre no esproletario sino ser humano; su carácter no es el de explota-do sino el de excluido. Su lenguaje es metafórico, su condi-ción indígena, su convicción democrática, su ser, colectivo.

Profundidades y apariencias del Méxiconeoliberal

En la imagen construida con el discurso de los indica-dores, México se encontraba en uno de sus momentos demayor esplendor.

Por virtud de un cuidadoso manejo de las cifras ma-croeconómicas y de las imágenes públicas, el presidente Sa-linas logra elevar a México a la categoría de país miembrode la OCDE, al tiempo que lo convierte en parte del más po-deroso bloque económico mundial. Para los organismos in-ternacionales (FMI y Banco Mundial), México era la con-firmación de la pertinencia de sus recomendaciones y unejemplo de control político que diluía, a pesar de la severi-dad de los ajustes, las explosiones sociales.

Ese 1° de enero era la fecha de ingreso definitivo deMéxico al primer mundo. Durante varios años se había pre-parado el escenario posibilitador, cuyos rasgos principalesfueron dos grandes rupturas. La primera es el abandono dela política nacionalista de industrialización mediante la can-celación súbita del nicho protector que había permitido sua-vizar la imposible competencia con el gran capital transna-cional (a unos cuantos kilómetros de distancia), y que sig-nificó el desmantelamiento de la planta industrial tradicio-

Por la Humanidad y contra elNeoliberalismo. Líneas centralesdel discurso zapatistaPor Ana Esther Ceceña*

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* Investigadora del Instituto de Investigaciones Económicas de laUniversidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Integrante delGrupo de Trabajo “Economía Internacional” de CLACSO. Directora dela revista Chiapas.

nal para ceder paso a la maquilización generalizada1. La se-gunda, modificadora de la esencia misma de la nación me-xicana, consistió en la cancelación de la tenencia colectivade la tierra y en la mercantilización total del territorio y susrecursos, decretada con la modificación del artículo 27constitucional. Así se garantizaba la irrupción del mercadoen todos los ámbitos, la sumisión total a la lógica de la com-petencia sin restricciones y sin defensas2, y la expropiación,ahora sí absoluta, de los campesinos, de los pueblos indiosy de los pobres, arguyendo razones de eficiencia producti-va y competitividad.

Se inauguraba así el Tratado de Libre Comercio deAmérica del Norte.

Al mismo tiempo, desde el México profundo, una su-blevación en Chiapas, corazón del olvidado sureste mexica-no, ocupa noticieros y titulares de prensa que deberían estarfestejando la integración del bloque norteamericano.

Basándose en el artículo 39 de la Constitución3 que san-ciona la soberanía popular, un grupo de mujeres y hombressin rostro levanta su voz para “detener la guerra genocidano declarada contra nuestros pueblos”, “...sumido[s] en laignorancia, en el analfabetismo, en la incultura”4.

En sus primeras declaraciones, el Ejército Zapatista deLiberación Nacional resuelve “suspender el saqueo denuestras riquezas naturales en los lugares controlados por elEZLN” y hace públicas una serie de leyes entre las que des-tacan la Ley Agraria Revolucionaria en contra de la contra-rreforma efectuada en 19925, la Ley Revolucionaria de Mu-jeres (que implica una auténtica revolución dentro de la re-volución)6 y la Ley del Trabajo que, entre otros, revisa en loinmediato la problemática salarial7.

El gobierno mexicano responde militarmente llegandoincluso a bombardear la zona del levantamiento mientras lasociedad mexicana se vuelca a las calles para exigir el altoal fuego y apoyar las once demandas zapatistas (trabajo,tierra, techo, alimentación, salud, educación, independen -cia, libertad, democracia, justicia y paz). Esto permite abrirun espacio de diálogo en el que se intenta, hasta hoy, poli-tizar/desmilitarizar la lucha por democracia, libertad, justi-cia y dignidad que ha emprendido el zapatismo.

No hay precedente en la historia de un grupo armado, deun ejército, que ha tomado las armas como último recurso pa-ra pelear por la vida, que se ha preparado para ello durantemás de diez años y, a los 12 días de combates, se obliga a nousarlas para acatar el mandato de la sociedad que le pide, enuna histórica marcha el 12 de enero de 1994, luchar juntoscontra la guerra y por la construcción de espacios políticosque garanticen el cumplimiento de las demandas zapatistas.

Inicia así la primera revolución antineoliberal del mundo.

La revolución por un mundo en el quequepan muchos mundos

La zapatista es una insurrección armada de palabra y defuego. Sus fusiles supieron callar las balas para dejar salirlos pensamientos. Es una revolución para crear un mundonuevo, no para destruir el actual8. Es la búsqueda de nuevasformas de hacer política9 que, a la vez que le devuelvan susentido ético, restablezcan el ejercicio de la politicidad na-tural e inherente a todo colectivo social, rompiendo los cer-cos que la encuadran en espacios específicos (profesionali -

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zados), con normas predefinidas, que conculcan la libre ex-presión de la comunidad.10

La concepción de la lucha, de la política y de la revolu-ción provenientes de dos mundos que se cruzan en las mon-tañas y cañadas de Chiapas permite construir un horizontede esperanza –a pesar del fin de la historia–, que revalora losencillo y lo esencial y dota de un nuevo contenido las pa-labras. La transparencia entre una práctica apegada a lossentidos del pensamiento y la resignificación del horizontede lucha atendiendo a las modalidades actuales de la explo-tación y la dominación, de las relaciones de poder y sumi-sión, otorga a los zapatistas una autoridad moral que con-trasta con el descrédito e ilegitimidad del resto de las insti-tuciones e instancias de representación social.

Paradójicamente, aun habiéndose constituido comoejército, el zapatismo no tiene un discurso de guerra –razónde severas críticas porparte de la “izquierda ra-dical”. Su discurso, que espalabra y acción, habla deun mundo de respeto en elque las diferencias aflo-ren y debatan pero no sesometan, en el que laigualdad sea la diferencia,en el que, por primeravez, se reconocen todaslas formas de la dominación y todos los caminos de la eman-c i p a c i ó n11. Del estrecho concepto de clase, acuñado en eltiempo de los procesos de trabajo fordistas,se pasa a un con-cepto amplio en el que “la clase es definida por los hombresal vivir su propia historia”1 2, es una experiencia de vida y re-sistencia colectivas, de lucha, en la que se busca subvertir to-dos los niveles en los que se enraiza la dominación, desde lasrelaciones directas de explotación en sus distintas modalida-des, hasta las relaciones de género, de raza o de generación.La unión de los dominados en amplias redes de resistencia yconstrucción del mundo nuevo, capaces de enfrentar e ir de-construyendo las redes de la dominación hasta sus últimosvasos capilares1 3, es una de las convicciones más profundasde los zapatistas y reaparece reiteradamente en su discurso:

“Detrás de nuestro rostro negro. Detrás de nuestra vozarmada (...). Detrás de los nosotros que ustedes ven.Detrás estamos ustedes.”

“Detrás de nosotros estamos ustedes. Detrás de nues-tros pasamontañas está el rostro de todas las mujeresexcluidas. De todos los indígenas olvidados. De todoslos homosexuales perseguidos. De todos los jóvenesdespreciados. De todos los migrantes golpeados. Detodos los presos por su palabra y pensamiento. De to-

dos los trabajadores humillados. De todos los muertosde olvido. De todos los hombres y mujeres simples yordinarios que no cuentan, que no son vistos, que noson nombrados, que no tienen mañana.”14

La propuesta de crear un mundo donde quepan todos losmundos es otro modo de denotar el contenido de la democra-cia que construyen los zapatistas todos los días. Es una demo-cracia de iguales distintos sin jerarquías, es la democracia delconsenso y no de las mayorías, la democracia de todos.

Democracia y poder

¿La toma del poder? No, apenas algo más di -fícil: un mundo nuevo

Subcomandante Insurgente Marcos

La lucha en contra dela dominación, para el za-patismo, supone la elimi-nación de todo tipo de re-laciones de poder. No sebusca cambiar un poderpor otro sino estableceruna sociedad distinta enla que el acto de gobernarrecaiga en la comunidadcomo un todo:

“Fue nuestro camino siempre que la voluntad de losmás se hiciera común en el corazón de hombres y mu-jeres de mando. Era esa voluntad mayoritaria el cami-no en el que debía andar el paso del que mandaba. Sise apartaba su andar de lo que era razón de la gente,el corazón que mandaba debía cambiar por otro queobedeciera. Así nació nuestra fuerza en la montaña, elque manda obedece si es verdadero, el que obedecemanda por el corazón común de los hombres y muje-res verdaderos. Otra palabra vino de lejos para que es-te gobierno se nombrara y esa palabra nombró ‘demo-cracia’este camino nuestro...”15

El problema del poder es central para el zapatismo, lomismo que para los otros movimientos revolucionarios, sóloque se asume de manera muy distinta. Para crear un mundonuevo no se requiere “la toma del poder” sino la abolición delas relaciones de poder; no el uso de la fuerza sino el de la de-mocracia. El poder comunitario se construye, no se impone.

La discusión sobre el poder representa la síntesis de unnuevo pensamiento revolucionario, correspondiente con lafragmentación y atomización de la modalidad neoliberal deorganización de la sociedad.

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“La unión de los dominados en amplias redes de resisten -cia y construcción del mundo nuevo, capaces de enfren -tar e ir deconstruyendo las redes de la dominación hastasus últimos vasos capilares, es una de las conviccionesmás profundas de los zapatistas y reaparece reiterada -mente en su discurso...”

Resistencias y alternativas a la mundialización neoliberal

La reestructuración del proceso general de produccióna partir de la introducción de la tecnología informática con-lleva la diversificación de funciones y del contenido del tra-bajo en correspondencia con la capacidad incrementada deapropiación de conocimientos y saberes. Así, la diversidadde los explotados, y más de los dominados, obliga a repen-sar sobre las vanguardias, sobre el carácter privilegiado delos obreros industriales y sobre la pertinencia de una orga-nización de los revolucionarios que reproduzca las jerar-quías y las relaciones estamentarias propias de la organiza-ción capitalista. Oponer al poder capitalista organizado ladictadura del proletariado es reproducir las normas socialesen un sentido inverso bastante dudoso.

La construcción del mundo nuevo no se alcanza con-quistando una meta (la toma del poder). El discurso zapatis-ta no contempla metas sino horizontes, no busca realizar elgran acontecimiento, La Revolución, sino vivir un procesopermanente de creación del mundo nuevo practicando lademocracia como cultura del respeto a la otredad.

El llamado zapatistaes muy enfático en suconvicción de la solidezconstruida sobre la basede un auténtico consen-s o1 6. Su resistencia a con-vertirse en líderes, en van-guardia, en “el” proyecto,en los poseedores de laverdad es reiterada per-manentemente y es una de las bases fundamentales de su le-g i t i m i d a d1 7. La humildad y esta nueva concepción políticaque les permite entenderse como una fuerza más, pero nun-ca “la única” o “la verdadera”, proviene, en parte, de la per-cepción del carácter omniabarcante del poder. La posibilidadde deconstrucción de las amplias y profundas redes de domi-nación que ha logrado desarrollar el capital sólo podrá con-cretarse con el encuentro de todas las rebeldías y con el con-curso de los dominados de todas partes del mundo. De ahíque su llamado sea: “no nos dejen solos”.

El nuevo mundo como proceso

La manera zapatista de concebir la política y la profun-da deslegitimación de la llamada política representativaque, en la mayoría de los casos, ha sido suplantadora de lavoluntad comunitaria, es lo que ha otorgado al discurso delEZLN un sentido universal.

El pasamontañas representa la puerta de entrada almundo de la dignidad insurrecta, en el que no hay tiemposfijos porque se camina “al paso del más lento” para ir to-

dos juntos, ni hay punto de llegada porque no hay una ver-dad sino muchas, ni un solo mundo sino muchos, y los ho-rizontes se van trazando sobre la marcha (“preguntando ca-minamos”) porque tienen que constituir una construcciónc o l e c t i v a .

Esto significa que la marcha ya comenzó y su única de-finición precisa está expresada en las once demandas zapa-tistas. Es una marcha por la dignidad del ser humano sinfronteras y por

Un futuro en el que la sociedad civil, con su fuerza dejusticia verdadera, haga innecesarias no sólo las gue-rras sino también los ejércitos, y un futuro en el quelos gobiernos, cualesquiera que sea su tendencia polí-tica, tengan por encima de ellos la vigilancia constan-te y severa de una sociedad civil libre y democrática.18

Los mecanismos para alcanzar “las tres llaves que abrenlas tres cadenas”, democracia, libertad y justicia, pueden va-

r i a r, pero permitirán ir te-jiendo la trama de la so-ciedad del nuevo mun-d o1 9. Lo verdaderamenteesencial es la construc-ción de una humanidaddigna, de la humanidadcomo sujeto emancipadoy libertario, de un poderpopular profundamentedemocrático y participati-

vo, sin vanguardias, en el que la capacidad de decidir y deautodeterminarse tenga como único eje la dignidad del serhumano comunitario2 0.

La utopía del zapatismo

El zapatista ha sido el único movimiento armado hastahoy que no tiene como referente al estado sino a la sociedad.Ahí comienza su utopía. Ni conquista ni pide concesiones. Supunto focal está en la sociedad, en las rebeldías de los cincocontinentes. Con esas rebeldías dialoga; con ellas construye ysueña. El zapatismo no espera nada del estado, tampoco desus representaciones alternativas (como los organismos inter-nacionales o algunos otros estados más fuertes). Los zapatis-tas apuestan todo al pueblo, a la sociedad civil, a los exclui-dos, a los perseguidos, a los rebeldes. Sueñan con el mundoen el que caben todos los mundos y lo construyen cotidiana ypacientemente, con el concurso de todos, sin proyectos prede-terminados, con la voluntad de los más. La utopía en el zapa-tismo no es un horizonte lejano sino la motivación de la prác-tica cotidiana. La revolución no se concibe como el sacrificiopresente para llegar un día a alcanzar la meta trazada sino co-

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“Lo verdaderamente esencial es la construcción de unahumanidad digna, de la humanidad como sujeto emanci -pado y libertario, de un poder popular profundamente de -mocrático y participativo, sin vanguardias, en el que lacapacidad de decidir y de autodeterminarse tenga comoúnico eje la dignidad del ser humano comunitario.”

mo un destejer madejas para ir simultáneamente tejiendo ydando cuerpo a eso que se entiende como el mundo nuevo. Lautopía es poder hoy empezar a romper la atomización social yla mediación estatal o mercantil de las relaciones humanas pa-ra empezar a construir la posibilidad/realidad de las nuevasformas de entender y expresar la soberanía popular, y de crearlas bases del reconocimiento y respeto mutuos, sustentado enla autoridad moral de quien hace lo que sus palabras dicen, ca-mina al ritmo del colectivo y sabe mandar obedeciendo.

La finalidad del zapatismo no es la propiedad sino la li-bertad; no es poseer sino compartir, romper cercos21, salir delos guetos y tomar las calles y las selvas de los cinco conti-nentes para luchar por la vida porque:

En el mundo de ellos, los que en el poder viven y porel poder matan, no cabe el ser humano. No hay espa-cio para la esperanza, no hay lugar para el mañana.Esclavitud o muerte es la alternativa que el mundo deellos ofrece a todos los mundos (...) Globalización delos mercados es borrar fronteras a la especulación y elcrimen, y multiplicarlas para los seres humanos.22

El zapatismo de fin de siglo representa la visibilizacióny reconocimiento mutuo de todas las resistencias y rebel-días; las que se han incubado durante más de 500 años y lasotras, las que se producen todos los días, en todos los ámbi-tos y que empiezan a romper los cercos. Por eso:

Marcos es gay en San Francisco, negro en Sudáfrica,asiático en Europa, chicano en San Isidro, anarquistaen España, palestino en Israel, indígena en las callesde San Cristóbal, chavo banda en Neza, rockero enCU, judío en Alemania, ombudsman en la Sedena23,feminista en los partidos políticos, comunista en lapost guerra fría, preso en Cintalapa, pacifista en Bos-nia, mapuche en los Andes, maestro en la CNTE, ar-tista sin galería ni portafolios, ama de casa un sábadopor la noche en cualquier colonia de cualquier ciudadde cualquier México, guerrillero en el México de findel siglo XX, huelguista en la CTM, reportero de no-ta de relleno en interiores, machista en el movimientofeminista, mujer sola en el metro a las 10 p.m., jubila-do en plantón en el Zócalo, campesino sin tierra, edi-tor marginal, obrero desempleado, médico sin plaza,estudiante inconforme, disidente en el neoliberalismo,escritor sin libros ni lectores, y, es seguro, zapatista enel sureste mexicano. En fin, Marcos es un ser huma-no, cualquiera en este mundo. Marcos es todas las mi-norías intoleradas, oprimidas, resistiendo, explotando,diciendo “!Ya basta!”. Todas las minorías a la hora dehablar y mayorías a la hora de callar y aguantar. To-dos los intolerados buscando una palabra, su palabra,lo que devuelva la mayoría a los eternos fragmenta-

dos, nosotros. Todo lo que incomoda al poder y a lasbuenas conciencias, eso es Marcos. 24

Y, por eso mismo, todos los que luchamos por un mun-do distinto, por la libertad y emancipación de la humanidad,todos somos Marcos.

Bibliografía

CCRI-CG del EZLN (1996), “Discurso inaugural de la Mayor A n aMaría” (al Encuentro Intercontinental por la Humanidad y Contrael Neoliberalismo) en Chiapas 3, ed. ERA, México, pp. 101-105.

Echeverría, Bolívar (1996), “Lo político y la política” enChiapas 3, ed. ERA, México, pp. 7-17.

EZLN (1994), Documentos y comunicados, ed. ERA, México.

Foucault, M. (1977), La microfísica del poder, colección Ge-nealogía del poder 3ª ed., Las ediciones de La Piqueta, Ma-drid, 1992, 189 pp.

Gelman, Juan (1996), “Nada que ver con las armas. Entrevis-ta exclusiva con el Subcomandante Marcos” en Chiapas 3,ed. ERA, México, pp. 127-137.

Thompson, E. P. (1989), Tradición, revuelta y consciencia declase, Editorial Crítica, Barcelona, 318 pp.

Notas

1 La industria de maquila consiste en procesos parciales eslabo-nados y determinados directamente desde el exterior. Un ejemploes la fabricación de motores para un auto fabricado en EstadosUnidos y comercializado en algunas otras regiones del mundo.

2 Cabe recordar que el discurso oficial en ese momento atri-buía al proteccionismo que había cobijado la industrializa-ción mexicana todos los males del subdesarrollo.

3 Artículo 39 de la Constitución: “La soberanía nacional resi-de esencial y originariamente en el pueblo. Todo poder públi-co emana del pueblo y se instituye para beneficio de éste. Elpueblo tiene, en todo tiempo, el inalienable derecho de alteraro modificar la forma de su gobierno” [EZLN:1994. Declara -ción de la Selva Lacandona , p. 34].

4 EZLN:1994, pp. 35 y 36.

5 “La lucha de los campesinos pobres en México sigue recla-mando la tierra para los que la trabajan. Después de EmilianoZapata y en contra de las reformas al artículo 27 de la Cons-titución Mexicana, el EZLN retoma la justa lucha del campomexicano por tierra y libertad” EZLN:1994, p. 43.

6 Sobre la problemática de las relaciones de género y la revoluciónde las mujeres dentro del zapatismo la mejor referencia es el libroM u j e res de maíz de Guiomar Rovira, aparecido en ed. ERA, 1997.

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Resistencias y alternativas a la mundialización neoliberal

7 Esta ley adiciona cláusulas a la Ley Federal del Trabajo vi-gente (cuyo espíritu emana de la Revolución de 1910). La pri-mera señala: “Las compañías extranjeras pagarán a sus trabaja-dores el salario por hora en su equivalente en moneda nacionalal que pagan en dólares en el extranjero”. EZLN:1994, p. 47.

8 “...este viento de abajo, el de la rebeldía, el de la dignidad,no es sólo respuesta a la imposición del viento de arriba, noes sólo brava contestación, lleva en sí una propuesta nueva,no es sólo la destrucción de un sistema injusto y arbitrario, essobre todo una esperanza...”. EZLN:1994, p. 63.

9 “...el futuro del EZLN no se define en términos militares si-no en términos políticos. No nos preocupa el enemigo, nospreocupa cómo vamos a definir una nueva relación entrecompañeros”. Gelman: 1996, p. 135.

10 “Nada obstaculiza con mayor fuerza la descripción de lafigura particular que presenta la cultura política de una reali-dad social histórica concreta que la suposición, defendidaobstinadamente por el discurso moderno dominante, de que lapuesta en práctica de lo político pertenece en calidad de mo-nopolio al ejercicio de ‘la política’”. Echeverría: 1996, p. 7.

11 “Nosotros pensamos que el cambio revolucionario en Mé-xico no será producto de la acción en un solo sentido. Es de-cir, no será, en sentido estricto, una revolución armada o unarevolución pacífica. Será, primordialmente, una revoluciónque resulte de la lucha en variados frentes sociales, con mu-chos métodos, bajo diferentes formas sociales, con grados di-versos de compromiso y participación. Y su resultado será, noel de un partido, organización o alianza de organizacionestriunfante con su propuesta social específica, sino una suertede espacio democrático de resolución de la confrontación en-tre diversas propuestas políticas. Este espacio democrático deresolución tendrá tres premisas fundamentales que son inse-parables, ya, históricamente: la democracia para decidir lapropuesta social dominante, la libertad para suscribir una uotra propuesta y la justicia a la que todas las propuestas debe-rán ceñirse”. EZLN: 1994, pp. 97-98.

12 Thompson: 1989, p. 34. “...la gente se encuentra en unasociedad estructurada en modos determinados (crucialmente,pero no exclusivamente, en relaciones de producción), expe-rimenta la explotación (o la necesidad de mantener el podersobre los explotados), identifica puntos de interés antagónico,comienza a luchar por estas cuestiones y en el proceso de lu-cha se descubre como clase, y llega a conocer este descubri-miento como conciencia de clase. La clase y la conciencia declase son siempre las últimas, no las primeras, fases del pro-ceso histórico.” Ídem, p. 37.

13 “Pero si se lucha contra el poder entonces todos aquellos so-bre los que se ejerce el poder como abuso, todos aquellos que loreconocen como intolerable, pueden comprometerse en la luchaallí donde se encuentran y a partir de su actividad (o pasividad)propia. Comprometiéndose en esta lucha que es la suya, de laque conocen perfectamente el blanco y de la que pueden deter-minar el método, entran en el proceso revolucionario. Comoaliados ciertamente del proletariado ya que, si el poder se ejer-ce tal como se ejerce, es ciertamente para mantener la explota-ción capitalista. Sirven realmente la causa de la revolución pro-

letaria luchando precisamente allí donde la opresión se ejercesobre ellos. Las mujeres, los prisioneros, los soldados, los enfer-mos en los hospitales, los homosexuales han abierto en este mo-mento una lucha específica contra la forma particular de poder,de imposición, de control que se ejerce sobre ellos. Estas luchasforman parte actualmente del movimiento revolucionario, acondición de que sean radicales, sin compromisos ni reformis-mos, sin tentativas para modelar el mismo poder consiguiendocomo máximo un cambio de titular”. Foucault: 1977, p. 86

14 CCRI-CG del EZLN: 1996, pp. 102-103.

15 EZLN: 1994, pp. 175-176.

16 “La única fuerza capaz de llevar a cabo el tríptico libertad,democracia y justicia, y de cambiar el mundo entero, es lafuerza del pueblo, la de los sin partido ni organización, la delos sin voz y sin rostro. Quien gane con verdad esta fuerza,será invencible”. EZLN: 1994, p. 238.

17 En un primer momento (todavía en enero de 1994), cuan-do su interlocución era fundamentalmente con la sociedadmexicana, señalaban con respecto a la relación que estabanbuscando: “Nosotros no pretendemos ser la vanguardia histó-rica, una, única y verdadera. Nosotros no pretendemos aglu-tinar bajo nuestra bandera zapatista a todos los mexicanos ho-nestos. Nosotros ofrecemos nuestra bandera. Pero hay unabandera más grande y poderosa bajo la cual podemos cobijar-nos todos. La bandera de un movimiento nacional revolucio-nario donde cupieran las más diversas tendencias, los más di-ferentes pensamientos, las distintas formas de lucha, pero só-lo existiera un anhelo y una meta: la libertad, la democracia yla justicia”. Y en uno de sus momentos de mayor convocato-ria, en que todo los señalaba como fuerza aglutinadora deenormes posibilidades, señalan: “Es el momento de decirles atodos que no queremos ni podemos ocupar el lugar que algu-nos esperan que ocupemos, el lugar del que emanen todas lasopiniones, todas las rutas, todas las respuestas, todas las ver-dades, no lo vamos a hacer”. EZLN: 1994, pp. 103 y 310.

18 EZLN: 1994, pp. 161-162.

19 “La lucha por la libertad, la democracia y la justicia no essólo tarea del EZLN, es trabajo de todos los mexicanos y or-ganizaciones honestas, independientes y progresistas. Cadaquien en su terreno, cada quien con su forma de lucha, cadaquien con su organización y su idea”. EZLN: 1994, p. 104.

20 Recordando las palabras de Michel Foucault: “la soledades la condición básica de la sumisión total”.

21 “Por luchar por un mundo mejor todos nosotros estamoscercados, amenazados de muerte. El cerco se reproduce glo-balmente. En cada continente, en cada país (...) el cerco deguerra del poder se cierra en contra de los rebeldes...”. EZLN:1996, p. 110.

22 EZLN: 1996, p. 108.

23 Secretaría de la Defensa Nacional.

24 EZLN: 1994, p. 243.

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En uno de sus recientes y ambiciosos tres vo-lúmenes sobre el nuevo capitalismo, Cas-tells (1997: 354) sugiere que las perspecti-vas del trabajo en la arena global son porcierto poco prometedoras: “Desgarrado por

la internacionalización de las finanzas y la producción, inca-paz de adaptarse al funcionamiento en red de las firmas y laindividualización del trabajo, y desafiado por la feminizacióndel empleo, el movimiento obrero desaparece como fuenterelevante de cohesión social y representación de los trabaja-dores”. Esta prognosis negativa es poderosa y persuasiva, pe-ro yo argumentaría que se encuentra ya pasada de moda. Yaen el pasado el movimiento obrero ha sido anulado comofuerza social y como actor político para luego volver a la es-cena de alguna forma. En este sentido resulta interesante en-contrar que la Unión General de Trabajadores danesa org a n i-zó una ‘Cumbre sobre el Trabajo Global’ al mismo tiempoque el libro de Castells era publicado, en la cual declaró: “Hallegado el momento de que las asociaciones sindicales usenlos aspectos positivos de la globalización para beneficio delos trabajadores y las personas pobres de todo el mundo”(Global Labour Summit, 1997). Es la contradicción aparenteentre estas dos declaraciones lo que debemos explorar.

Globalización y trabajo

Con respecto al efecto de la globalización sobre el tra-bajo, comenzaremos citando el autorizado reporte de 1995del Banco Mundial, Trabajadores en un mundo integrado.El Banco Mundial nota, con un regocijo no disimulado, quepara el año 2000 menos del 10% de los trabajadores delmundo no estarán completamente integrados a la economíacapitalista global, comparados con la tercera parte de lafuerza de trabajo global a la que 20 años atrás se le dijo queestaba construyendo el socialismo. Las fuerzas conductorasde la integración global son vistas por el Banco como inde-tenibles, y los trabajadores no tienen otra opción que some-terse a las mismas. O, en palabras del Banco, “la globaliza-ción es inevitable – el bienestar de Joe, María y Xiao Zhin

está ahora más íntimamente ligado que nunca” (BancoMundial, 1995: 54). Por supuesto, el Banco reconoce que lacompetencia internacional creciente y el capital que gira li-bremente no sólo reducirán los puestos de trabajo y los sa-larios, sino que de hecho borrarán a naciones y regiones en-teras del mapa económico. Entiende que un escenario en elcual las suertes de los trabajadores de todo el mundo con-verjan es menos probable que el de las divergencias cre-cientes. En resumidas cuentas, según el Banco Mundial(1995: 124), “la globalización ofrece oportunidades perotambién exacerba los riesgos”. Esto bien podría servir comoconsigna (y posiblemente epitafio) para una nueva era deexpansión capitalista global.

En su arrolladora revisión de la nueva sociedad en reden la que estamos viviendo, Castells (1996: 474) argumen-ta que bajo el capitalismo global “los trabajadores no desa-parecen en el espacio de flujos, y con los pies en la tierra, eltrabajo es abundante”. Contra las profecías apocalípticasrespecto del “fin del trabajo” y los calamitosos efectos de lanueva tecnología de la información, vemos actualmente unaincorporación masiva de gente a la fuerza de trabajo global.Pero mientras el trabajo, los trabajadores y la clase trabaja-dora se expanden, la relación entre capital y mano de obraes transformada radicalmente.

El problema con la mayor parte de la literatura sobretrabajo y globalización es que tiende a concebir al trabajo

El trabajo en lo global. Desafíos y perspectivasPor Ronaldo Munck*

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* Profesor de Sociología Política y Director de la Unidad de Globalizacióny Exclusión Social de la Universidad de Liverpool, Inglaterra.

Traducción realizada por Florencia Enghel

como una víctima pasiva de las nuevas tendencias, el mate-rial maleable a partir del cual la globalización construirá elNuevo Orden Mundial. El capital es visto como un partici-pante activo, móvil, que mira hacia adelante en el juego dela globalización, mientras que el trabajo es visto como está-tico, pasivo, y básicamente reactivo. El juego ha cambiadoy el trabajo es visto como poseedor de pocas cartas. Esta“invisibilidad del trabajo” es también una característica debuena parte de los escritos radicales de economía políticainteresados en demonizar a la globalización. La realidad esque el trabajo ha estado fuera de la escena teórica desde mi-tad de la década de 1990. Sin embargo hubo huelgas gene-rales en muchas partes de Europa, en América Latina, enCanadá, en Africa del Sur, y de manera crucial, en Corea delSur. Esto nos permite intuir que la desorientación produci-da por los cambios ocurridos en el seno del movimiento delos trabajadores en la primera década de la globalizaciónparecen, al menos en parte, haber sido superados. El cam-bio fue un proceso lentopero orgánico, a menudoiniciado por los rangosmedios. Tal como lo rela-ta Moody (1997: 14),“Los gremios asumieronnuevos roles: como pala-dines de los intereses dela clase trabajadora en suconjunto, no sólo comorepresentantes de susmiembros, y como sustitutos políticos de los fracasadospartidos de izquierda”. No estoy sugiriendo que este proce-so sea universal –es claramente desigual- ni irreversible.Sin embargo, debemos ver el reciente interés de ICFTU enla solidaridad obrera internacional en el marco de esta pers-pectiva y no asumir simplemente que es un ejercicio cínicode corrección política.

El mundo del capital global es consciente de los peli-gros que el movimiento obrero plantea al éxito final delproyecto de la globalización. Foreign Affairs, un órgano in-fluyente del establishment de asuntos exteriores de losEE.UU., publicó en 1996 un inusual artículo sobre Trabaja-dores y la Economía Global (Kapstein, 1996) que comenza-ba con la declaración básica de que “La economía global es-tá dejando millones de trabajadores desafectados en su cur-so”, y termina advirtiendo a los responsables del diseño depolíticas que si “como la elite germana en Weimar, hacenoídos sordos a la creciente insatisfacción de los trabajado-res... y las difíciles condiciones de los desempleados y lostrabajadores pobres como cuestiones marginales” (Kaps-tein, 1996: 14,37), lo hacen a costa de ponerse a sí mismosen peligro. En el mismo sentido, y preocupado por el hechode que estamos ingresando en una etapa crítica del procesode globalización y porque se está produciendo un “retroce-

so disruptivo”, Klaus Schwab, fundador y presidente delWorld Economic Forum en Davos, hace un llamado a laeconomía global y los líderes políticos para que muestrenque el “nuevo capitalismo global” puede funcionar “parabeneficio de la mayoría y no sólo para managers corporati-vos e inversores” (p. 231). Revelando a la vez la verdaderanaturaleza de la globalización y el sueño imposible de supotencial reformador, esta afirmación al menos muestra queno todo está bien en el jardín capitalista.

El trabajo como movimiento social

Durante más de una década ha sido un lugar común re-ferirse al “fin” de la clase trabajadora y la “muerte” del mo-vimiento obrero en tanto que movimiento social. Podría pa-recer ahora que estos informes son en cierto modo exagera-dos. Touraine (1986: 153) opera con una imagen inorgánica

del movimiento de traba-jadores para diagnosticarsu defunción: “Movi-mientos tales como elsindicalismo tienen unahistoria de vida: infancia,juventud, madurez, vejezy muerte”. Cualesquierasean las salvedades quese hagan a este esquemapara evitar la carga de

evolucionismo, pareciera tratarse de una analogía biológicatraspapelada. Sería más productivo examinar ciertos ciclosdel movimiento obrero en relación a procesos económicosy políticos en la sociedad en general que tomar esta visióndel ciclo vital del movimiento obrero. Al igual que con elcapitalismo, el movimiento sindical pareciera tener unagran habilidad para regenerarse y transformarse, adaptán-dose a nuevas situaciones, mutando formas organizaciona-les y estrategias, y viviendo para luchar por un nuevo día.

Una destitución más reciente del movimiento de lostrabajadores aparece en la extensa visión general de la so-ciedad contemporánea de Castells (1997). En una arrollado-ra revisión de los movimientos sociales contemporáneosdesde los Zapatistas a la Milicia Americana y del movi-miento de mujeres a Aum Shinrikyo, Castells no encuentralugar para el movimiento de los trabajadores. Las transfor-maciones estructurales del mundo del trabajo –globaliza-ción, neoliberalismo, flexibilización, etc.- son vistas comosi hipotecaran toda posibilidad futura de que el movimien-to de los trabajadores genere una identidad de proyectotransformador. Como en el caso de Touraine, Castells pare-ce reducir a las asociaciones sindicales a actores políticosmás o menos influyentes, pero les niega cualquier legitimi-dad como emplazamiento para movimientos sociales.

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“Al igual que con el capitalismo, el movimiento sindicalpareciera tener una gran habilidad para regenerarse ytransformarse, adaptándose a nuevas situaciones, mu -tando formas organizacionales y estrategias, y viviendopara luchar por un nuevo día.”

Frente al “mundo sin trabajadores” postulado por losprofetas de la globalización y a algunos discursos sobrelos Nuevos Movimientos Sociales, podemos volver a per-cibir signos muy definidos de renovada actividad sindicalen todo el mundo. Tampoco toda esta actividad se limita aacciones defensivas en contra del neoliberalismo, comosucedía mayoritariamente una década atrás. La primerreacción de miedo e inseguridad contra las fuerzas desata-das por la globalización ha dado lugar a un nuevo estadode ánimo más asentado e incluso confiado. Mientras aúnse encuentra debilitado por los estragos de los últimosveinte años, el movimiento internacional de trabajadoresha comenzado un proceso de recomposición en la mayoríade sus sectores claves. Ahora podemos prever que debidoa la actual condición de “compresión del tiempo-espacio”,esta vez el resurgimiento del movimiento de los trabajado-res no tardará cincuenta años en materializarse. Efectiva-mente, los signos de este resurgimiento están a la vista; esmás una cuestión de cuándo y cómo, y no de si tendrá lu-gar o no. Lo que también está claro es que este nuevo mo-vimiento de los trabajadores estará en gran medida in-fluenciado por el ejemplo de los “nuevos” movimientossociales que han pasado a la delantera a lo largo de los úl-timos 20 años.

¿Nuevo movimiento social?

Si los proyectos de transformación sindical/socialistastradicionales están ahora en crisis, quizás debiéramos vol-carnos a los “nuevos” movimientos sociales y sus políti-cas de reconstrucción asociadas. Estos movimientos, for-malmente contrapuestos a los “viejos” modelos sindicales,hacen referencia a los movimientos de mujeres, por la pazy los derechos humanos, y en algunas concepciones, in-cluso a una diversidad de asociaciones regionales, localeso comunitarias. Son vistos como representantes de unaforma cualitativamente diferente de política transforma-dora y de un nuevo paradigma de la sociedad en gestación.Estos movimientos hacen hincapié en su autonomía res-pecto de la política partidaria y dan prioridad a la sociedadcivil por sobre el Estado. En la política de los movimien-tos sociales, el poder en sí mismo es redefinido, y ya no esvisto como algo externo de lo cual hay que apoderarse, si-no como una cualidad difusa y plural presente en el tejidomismo de la sociedad. Estos movimientos sociales hanayudado a crear un nuevo espacio político en el cual lasnuevas identidades han sido desarrolladas, nuevas deman-das han sido articuladas y la línea divisoria entre los do-minios público y privado ha perdido gran parte de su sig-nificado. La noción misma de poder es así redefinida, loslímites de la política de estado son expuestos y se planteaun desafío a la atomización y alienación características delcapitalismo contemporáneo.

A veces, sin embargo, se ha intentado postular una con-traposición demasiado estricta entre el “viejo” movimientode trabajadores y los “nuevos” movimientos sociales en tor-no a los asuntos de género, raza, ecología y paz. Mientrasque los esfuerzos del movimiento obrero han estado locali-zados de manera creciente al interior de la organización po-lítica, se asume que los Nuevos Movimientos Socialesusualmente operan al interior de la sociedad civil. Respectode las metas, el movimiento obrero usualmente se ha cen-trado en asegurar los derechos económicos de los trabajado-res y la integración política de los sindicatos dentro del sis-

tema dominante. A la inversa, los Nuevos Movimientos So-ciales ponen el acento en la autonomía de la sociedad civily a menudo buscan cambios en los valores sociales o esti-los de vida. El modelo organizacional del movimiento obre-ro ha sido tradicionalmente formal y ha adoptado un aspec-to jerárquico (la famosa “ley de hierro de la oligarquía” deMichels). Por su parte, los Nuevos Movimientos Socialestienden, al menos durante sus comienzos y en teoría, a untipo de organización en red o de base. Finalmente, mientrasque el movimiento de trabajadores usualmente ha puesto elacento en la movilización política, los Nuevos Movimien-tos Sociales a menudo van en pos de la acción directa y/ohacen intentos atrevidos de innovaciones culturales (véanselas tácticas dramáticas de Greenpeace). Lo expuesto repre-senta sólo dos tipos ideales que no siempre se reflejan en la

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práctica, pero podemos ver en esta descripción general, apesar de estar atemperada por contraejemplos empíricos, eldesafío que los Nuevos Movimientos Sociales constituyenpara los movimientos obreros “tradicionales”.

Pienso que debemos tomar en serio la advertencia deAllen Hunter (1995: 6) de que “la áspera yuxtaposición en-tre las (malas) viejas políticas y los (buenos) nuevos movi-mientos sociales es autoengañosa, tiende a confundir, ypuede inhibir el tipo de cuestionamiento crítico de las pers-pectivas actuales para el cambio radical que se necesita”.En primer lugar, en décadas recientes el movimiento de lostrabajadores ha explorado formas de acción innovadoras.Desde el “movimiento social sindicalista” de Brasil, Africadel Sur o Corea del Sur al “nuevo realismo” de Europa oc-cidental y otros lugares, el movimiento sindical ha estadobuscando maneras de salir del impasse de las viejas tácticas,

modos organizacionales e incluso objetivos. La crecienteheterogeneidad de la fuerza de trabajo y el impacto crecien-te de la “especialización flexible” pueden ser vistos, y hansido vistos, como una oportunidad para el movimientoobrero aún cuando constituyan una restricción a las estrate-gias tradicionales. A diferencia de una clase trabajadora ho-mogénea ahora tenemos una fuerza de trabajo heterogénea.La representación de intereses en un modelo simple uno-a-uno cede el paso al pluralismo de identidades políticas.

Al tiempo que los viejos paradigmas de organización yestructuración del trabajo se disuelven, nuevas formas sedesarrollan. Ya sea en el caso de las zonas de libre comer-cio en la frontera mexicana, de los trabajadores domicilia-rios en la India o de los comerciantes de las aldeas y barriossegregados en Africa, las mujeres están imaginando mane-ras de resistir el embate del capitalismo neoliberal.

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Encontramos que las asociaciones sindicales en todo elmundo actúan de forma creciente más allá de los portonesde las fábricas y rompencon una estrecha concep-ción economista del aso-ciacionismo sindical.Hoy está ampliamente re-conocido en los círculoslaborales que los sindica-tos no tratan simplementede defender los derechosde los trabajadores en ellugar de trabajo y que lasbarreras artificiales entre lugar de trabajo y comunidad noson tan inexpugnables.

Es alentador ver cómo el reciente estudio global de lasactuales relaciones de trabajo en todo el mundo desarrolladopor Moody (1997) renueva el llamado a un “movimiento so-cial sindical” planteado también por Waterman (1993) y pormí (Munck, 1998). Este enfoque rechaza igualmente el eco-nomicismo de los enfoques del “sindicalismo empresario” ydel “regateo político”. El “movimiento social sindical” esuna estrategia activa orientada hacia la comunidad, que re-posa en una concepción amplia de quiénes son las personastrabajadoras. Este concepto rompe las oposiciones binariasentre lugar de trabajo y comunidad, entre luchas políticas yeconómicas y entre trabajadores del sector formal y trabaja-dores pobres y/o informales.

Reconsiderando ahora la posibilidad de que el sindica-lismo constituya un movimiento social, es necesario clari-ficar algunos puntos. En primera instancia, la “novedad”de los “nuevos” movimientos sociales a los cuales el sindi-calismo es contrapuesto constituye una proposición dudo-sa. Nadie mejor para demostrar esto que Alberto Melucci(1994), quien hizo tanto por popularizar el término en de-bates sociológicos. Esta novedad sólo puede ser relativa ysu función útil sólo es la de contraponer, como formasideales, dos tipos de fenómenos sociales como hicimos an-teriormente. Pero como lo señala Melucci (1996: 5), “si elanálisis y la investigación fracasan en su intento de especi-ficar las características distintivas de los ‘nuevos movi-mientos’, estamos atrapados en un árido debate entre losdefensores y los críticos de la ‘novedad’”. En cierta medi-da, el movimiento obrero ha actuado como un “otro nega-tivo” para los entusiastas que acentúan la “novedad” decualquier movimiento social que estén investigando. Deeste modo, la naturaleza conservadora, burocrática, rituali-zada y reactiva de las asociaciones sindicales ha sido acen-tuada, y su capacidad de adaptarse a las nuevas circunstan-cias o su naturaleza inherentemente contradictoria (al inte-rior y en contra de la relación de trabajo al mismo tiempo)han sido negadas o minimizadas. Con el agrupamiento y

florecimiento de muchas asociaciones sindicales y algunosmovimientos de trabajadores, parece cada vez más anacró-

nico contraponer el mo-vimiento obrero a sus“nuevas” relaciones.Quizás ningún movi-miento social pueda o de-ba articular la identidadde su proyecto “por símismo y desde sí” (Cas-tells, 1997: 360), una fa-lla que Castells utilizapara desechar a las aso-

ciaciones sindicales como una fuerza transformadora en lanueva (¿post-capitalista?) Era de la Información.

Internacionalismo: ¿comunidad imaginada?

“La solidaridad internacional debe tornarse un reflejonatural a lo largo del movimiento sindical”, dijo Bill Jordan,Secretario General de CIOSL(Confederación Internacionalde Organizaciones Sindicales Libres, 1997). Cuando el nue-vo líder de CIOSL, el cauto ex-líder del sindicato británicode trabajadores de la ingeniería, proclama que la solidaridadobrera internacional debe ser ahora la orden del día, estonos da la pauta de que algo nuevo está pasando.

No obstante, hace no mucho tiempo, el consenso gene-ralizado era que el movimiento de los trabajadores no teníademasiado futuro como un actor social o movimiento inter-nacional, y menos aún global. El acento fue puesto en la asi-metría entre capital y trabajo y en el hecho de que no habíarazón para que la internacionalización de uno tuviera efec-tos similares sobre el otro (Haworth y Ramsay, 1984). Enun estudio de las políticas exteriores de las asociacionessindicales británicas, Carolyn Vogler (1985: xiii) tambiénconcluyó en un balance negativo que señalaba que “por lomenos hasta ahora, no hay indicaciones de que el proleta-riado emerja como un actor de clase transnacional”. Másbien toda la evidencia parecía indicar que las asociacionessindicales británicas (por extensión, metropolitanas) se vol-vían crecientemente nacionales y regionales en sus puntosde vista y en sus acciones.

Viene ahora a colación la pregunta respecto de si lascosas han cambiado tan dramáticamente a lo largo de laúltima década o si esta visión negativa fue exagerada. Losa rgumentos en contra de visiones voluntaristas y locuacessobre las tendencias “objetivas” en dirección a un nuevointernacionalismo estaban probablemente justificados. Sine m b a rgo, creo que podemos argumentar que nos encontra-mos ahora en una situación cualitativamente nueva, y quemuchos de estos viejos alegatos no tienen tanta vigencia.

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“Hoy está ampliamente reconocido en los círculos labo -rales que los sindicatos no tratan simplemente de defen -der los derechos de los trabajadores en el lugar de traba -jo y que las barreras artificiales entre lugar de trabajo ycomunidad no son tan inexpugnables.”

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Pareciera que el inmerecido “pesimismo de la volun-tad” aplicaba paradigmas (y estados de ánimo) de la dé-cada de 1970 a fenómenos de la década de 1980. Piensoque sería importante abordar este problema en funciónde la cambiante realidad señalada, y no tratar de exami-nar el movimiento internacional de los trabajadores de ladécada del ‘90 a través de las gafas teñidas de gris de los‘80. El “viejo” movimiento obrero está alcanzando al“nuevo” que en los ‘80 empezó a “encarar directamenteasuntos planetarios y desafiar el proceso dominante deresolución de problemas a un nivel global” (Hegedus,1989: 33).

La naturaleza misma de la “solidaridad” obrera interna-cional (un término lábil si los hay) ha cambiado significati-vamente en el transcursode la última década. Seríaciertamente ingenuo pen-sar que todas estas prácti-cas sindicales son actual-mente cosa del pasado.Sin embargo, hay por lomenos un paradigma deun nuevo internacionalis-mo a nivel sindical quepuede actuar como alter-nativa. Waterman (1998: 72-3) ha reseñado algunas de suscaracterísticas en un tipo ideal de nuevo internacionalismode los trabajadores:

• de un movimiento de contactos de liderazgos a relacio-nes de base entre trabajadores;

• de un movimiento de modelos organizacionales buro-cráticos a formas flexibles descentralizadas;

• de un modelo de “ayuda” a un modelo de “solidaridad”;• de un movimiento centrado exclusivamente en una

identidad obrera clásica a una concepción amplia de in-ternacionalismo democrático;

• una ética solidaria generalizada que abarca la discrimi-nación nacional, de género, racial y religiosa;

• un reconocimiento de que la solidaridad no es un pro-ceso unidireccional, sino que involucra a trabajadorestanto del Sur como del Norte.

No es seguro que esta noción idealizada del nuevo in-ternacionalismo del movimiento de trabajadores vaya a ma-terializarse de esta forma. Sin embargo, estos cambios pa-recen apuntar en dirección a trascender la estrecha caracte-rización de las asociaciones sindicales como simples “gru-pos económicos locales” (Willetts, 1982: 2). El movimien-to internacional de asociaciones sindicales se ha vuelto pro-bablemente más efectivo.

El trabajo en lo global

Hay varios niveles en los cuales el movimiento ha res-pondido, se ha adaptado, o se ha enfrentado a la globalización.El nivel “más alto” lo ocupa el movimiento de creciente im-portancia que pugna por el reconocimiento de una “cláusulasocial” por parte de la Organización Mundial del Comercio.Aunque en apariencia modesto –un compromiso de respetarlas principales convenciones de la Organización Internacionaldel Trabajo, como libertad de asociación y abolición del tra-bajo forzado-, su implementación tendría efectos más am-plios. De la boca para afuera, la campaña llevada adelante porla CIOSLincluso muestra cierta condescendencia con el neo-liberalismo y rechaza el rótulo de proteccionista. No obstante,es novedoso aún incluso discutir la relación entre libre comer-

cio y standards de trabajoreconocidos internacional-mente. Creo que este temarefleja la sentencia de BobDeacon et al (1997: 3) deque “la otra cara de la mo-neda de la globalizaciónde las políticas sociales esla socialización de la polí-tica global”. El CIOSL e s-taría de este modo en lo

correcto al percibir una creciente tendencia de las org a n i z a c i o-nes capitalistas internacionales a reconocer el componente so-cial crucial de sus intervenciones. Por supuesto, no es sorpren-dente que muchas ONGs y sindicatos de sociedades industria-les no avanzadas se hayan opuesto a los standards de trabajode la campaña como un movimiento más anti-Sur.

El movimiento sindical también ha reaccionado frentea la globalización a nivel regional. Un buen ejemplo de elloes la campaña de las asociaciones sindicales norteamerica-nas en torno a y en contra del NAFTA (Asociación de LibreComercio de América del Norte). La interacción conflictivapero en última instancia productiva entre asociaciones sin-dicales de EE.UU., México y Canadá respecto del NAFTAaún podría resultar un mojón en términos de solidaridadsindical internacional o, para ser más precisos, transnacio-nalismo del movimiento sindical. Las respuestas naciona-listas por parte de los tres movimientos obreros apuntaron,aún cuando de manera parcial y vacilante, en dirección auna posición común en relación a este movimiento mayús-culo en pos de la racionalización capitalista. Un estudio cui-dadoso de toda esta experiencia puede ayudarnos a avanzarmás allá de la estéril contraposición entre los blues de laglobalización y un internacionalismo abstracto. Parte de laambigüedad y el optimismo del nuevo discurso sindicaltransnacional puede discernirse en la declaración del Presi-dente de la Federación Americana del Trabajo-Consejo deOrganización Industrial (AFL-CIO), Lane Kirkland:

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“El movimiento sindical también ha reaccionado frente a laglobalización a nivel regional. Un buen ejemplo de ello es lacampaña de las asociaciones sindicales norteamericanas en tor -no a y en contra del NAFTA(Asociación de Libre Comercio deAmérica del Norte). La interacción conflictiva pero en últimainstancia productiva entre asociaciones sindicales de EE.UU.,México y Canadá respecto del NAFTAaún podría resultar unmojón en términos de solidaridad sindical internacional...”

Uno no puede ser un sindicalista a menos que sea un in-ternacionalista. Amenos que se dé cuenta de que el bajonivel de las condiciones y la pobreza en cualquier partedel mundo son una amenaza a las buenas condiciones ya los standards comparativamente buenos en cualquierparte del mundo (citado en French et al, 1994: 1).

Dado que el nuevo rol del movimiento de trabajadoreses reciente, nuestras conclusiones sólo pueden ser parcialesy provisorias. Una cuestión que emerge es que las accionesnacionales e internacionales del movimiento no son incom-patibles. El movimiento sindical siempre ha tenido una ba-se, rol y orientación nacional (ver por ejemplo Wils, 1996),y aún la tiene. Necesita tener también una orientación y unapráctica internacional. Sería erróneo, sin embargo, estable-cer una jerarquía entre estos dos niveles o verlos como bue-no y malo. Tampoco para los sindicatos existe la opción deignorar a sus bases nacionales o simplemente moverse endirección al “movimiento social sindical internacional” co-

mo si fuera meramente cuestión de elegir entre uno u otro.Mientras que las asociaciones necesitan confrontar estosasuntos para sobrevivir en el nuevo mercado laboral global,no puede esperarse que desplacen sus escasos recursos a or-ganizar lo desorganizado al mismo tiempo que reflexionansobre su base actual (Borgers, 1996: 70).

Otra conclusión relacionada con ésta es que la acciónde los obreros en la base a veces puede elevarse a un prin-cipio que se torna disgregante. De este modo, algunos co-mentadores se quejaron de que el trabajo internacional delos estibadores de Liverpool, durante la famosa huelga delos dockers en 1995 y 1996, a veces pasó a través de los “di-rectivos de las asociaciones sindicales”. Esta crítica abstrac-ta (basada en nociones espurias de su “posición social”) ig-nora el hecho de que para la mayoría de los movimientossociales el estrato clave para movilizar es precisamente el“management medio”. Ya sea al interior del movimiento de

trabajadores, o en la conexión entre el nivel global y los es-fuerzos locales, es crucial desarrollar las estructuras media-doras, pensamiento y personal para vincular y fortalecer larelación entre la base local y el liderazgo global.

Quisiera como último punto señalar que ahora es el mo-mento de invertir el “viejo” slogan “Piense global, actúe lo-cal”. Ello no significa promover un internacionalismo abs-tracto como si existiera un éter puramente global alejado dela ebullición de lo local. La globalización solamente existea través de los concretos y complejos procesos socio-econó-mico-culturales en localidades específicas. Lo que estamospresenciando ahora es una revalorización de lo local enten-dido enteramente como parte de la globalización y no comoun “lugar aparte”. En las respuestas locales/internacionalesa los efectos sociales y espaciales de la globalización vemoscómo “esfuerzos locales para acomodar el trabajo de la glo-balización están contribuyendo a prácticas políticas...quedesafían nuestros actuales enfoques teóricos” (Clarke y

Gaile, 1997: 40). Al descomponer el viejo dualismo lo-cal/global, estas nuevas prácticas (teóricas) están renovan-do la posibilidad de solidaridad internacional.

Está bien recordar que la globalización no es sólo unasunto económico, sino que de manera crucial involucratambién a la cultura. A este respecto, muchas barreras queexistían en la comunicación internacional del movimientode los trabajadores han sido derribadas. Todas las luchas so-ciales son ahora, más claramente que nunca, también luchassobre la interpretación en el nivel discursivo. Los movi-mientos de trabajadores están ahora mucho más atentos alpoder crucial de la interpretación y la potencial inventivadel lenguaje. La nueva solidaridad no se basa en una iden-tidad simple sino que reconoce la diferencia. Entiende quela reciprocidad es una mejor base para la solidaridad que lacaridad. El consenso neoliberal global parece haberse rotoy emergen opciones para el trabajo más allá de los estrechos

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confines del sindicalismo empresario. Los paradigmas cul-turales dominantes pueden ser desestabilizados, subvertidosy contrarrestados. Las organizaciones internacionales detrabajadores están destinadas a jugar un papel en la cons-trucción discursiva de este nuevo sentido común. Hay unrol para el trabajo en lo global.

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