Análisis comparativo de la conducta de niños autistas, deficientes y ...

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Análisis comparativo de la conducta de niños autistas, deficientes y normales en una situación de interacción Encarnación Sarriá * Universidad Nacional de Educación a Distancia Angel Riviére Universidad Autónoma de Madrid INTRODUCCION Hace ya 42 años, cuando Kanner pre- sentó la descripción de u niños cuyos rasgos críticos parecían constituir un úni- co síndrome, llamado más tarde «autismo infantil precoz» (Kanner, 1943), destacó: «... lo sobresaliente, lo patognómico, la alteración fundamental, es la incapacidad para relacionarse normalmente con las personas y situaciones». Desde entonces, los trastornos en el comportamiento social de los niños autis- tas se han constituido en rasgo criterial para el diagnóstico diferencial de este síndrome, y éste aparece como tal virtual- mente en todas las descripciones sobre autismo encontradas en la literatura (Creak, 1 9 64; Clancy y Rendle-Short, 1969; Reichler y Schopler, 1971; Rimland, 1971; Ornitz, 1973; Ritvo, 19 7 6; Ritvo y Freeman, 1977). De hecho, en las escalas de diagnóstico más recientes sigue con- servando su valor como rasgo criterial (v. gr., DSM III, 1980; la CARS de Schopler el al., 1980; la ABC de Krug el al., 1980; la «escala para el diagnóstico de autismo» de Riviére et al., 1984). A medida que se avanzó en el estudio del autismo y sus alteraciones asociadas, y se refinaron criterios y medios diagnós- ticos, la importancia atribuida a los tras- tornos en las relaciones sociales fue va- riando de un momento a otro y de un marco teórico frente a otro. Y aun así, a pesar de estas oscilaciones, podemos de- cir que nunca fue un aspecto privilegiado en la investigación sobre autismo. Sin ser, por tanto, muy abundante la literatura sobre el tema, su heterogenei- dad de objetivos, procedimientos e hipó- tesis explicativas es más que suficiente para dificultar de forma considerable cual- quier intento de sistematización de la información que proporcionan, con la esperanza de poder clarificar los trastor- nos diferenciales de la conducta social de los niños autistas. Muchas de las investigaciones que po- demos encontrar al hacer una revisión sobre el tema resultan ser fundamental- mente trabajos sobre la «responsabilidad social» de los niños autistas, en la medida en que estudian ciertos parámetros de respuesta ante ciertos estímulos sensoria- les, que están relacionados de alguna forma con la sociabilidad y las situaciones de interacción (v. gr., Hutt y Ounsted, 1966, 1970; Hermelin y O'Connor, 1963, 1970; O'Connor y Hermelin, 1967; Van DerCar el al., 1979; Uchida, 1981). Ahora bien, incluso los estudios reali- zados en contextos menos artificiales y más cercanos a las situaciones reales de interacción social en las que el sujeto se desempeña normalmente (v. gr., Black el al., 1975; Richer, 1976; Rogers y Fine, 1977; Grant, 1979; Strain el al., 1976, 1979; Cantwell el al., 1979; Mc Hale, 77 * Dirección de los autores: Facultad de Psicología. UNED. Ciudad Universitaria. 28023 Madrid.

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Análisis comparativo de laconducta de niños autistas,deficientes y normales en unasituación de interacción

Encarnación Sarriá *Universidad Nacional de Educación a Distancia

Angel RiviéreUniversidad Autónoma de Madrid

INTRODUCCION

Hace ya 42 años, cuando Kanner pre-sentó la descripción de u niños cuyosrasgos críticos parecían constituir un úni-co síndrome, llamado más tarde «autismoinfantil precoz» (Kanner, 1943), destacó:«... lo sobresaliente, lo patognómico, laalteración fundamental, es la incapacidadpara relacionarse normalmente con laspersonas y situaciones».

Desde entonces, los trastornos en elcomportamiento social de los niños autis-tas se han constituido en rasgo criterialpara el diagnóstico diferencial de estesíndrome, y éste aparece como tal virtual-mente en todas las descripciones sobreautismo encontradas en la literatura(Creak, 1 964; Clancy y Rendle-Short,1969; Reichler y Schopler, 1971; Rimland,1971; Ornitz, 1973; Ritvo, 19 76; Ritvo yFreeman, 1977). De hecho, en las escalasde diagnóstico más recientes sigue con-servando su valor como rasgo criterial (v.gr., DSM III, 1980; la CARS de Schoplerel al., 1980; la ABC de Krug el al., 1980;la «escala para el diagnóstico de autismo»de Riviére et al., 1984).

A medida que se avanzó en el estudiodel autismo y sus alteraciones asociadas,y se refinaron criterios y medios diagnós-ticos, la importancia atribuida a los tras-tornos en las relaciones sociales fue va-riando de un momento a otro y de unmarco teórico frente a otro. Y aun así, a

pesar de estas oscilaciones, podemos de-cir que nunca fue un aspecto privilegiadoen la investigación sobre autismo.

Sin ser, por tanto, muy abundante laliteratura sobre el tema, su heterogenei-dad de objetivos, procedimientos e hipó-tesis explicativas es más que suficientepara dificultar de forma considerable cual-quier intento de sistematización de lainformación que proporcionan, con laesperanza de poder clarificar los trastor-nos diferenciales de la conducta social delos niños autistas.

Muchas de las investigaciones que po-demos encontrar al hacer una revisiónsobre el tema resultan ser fundamental-mente trabajos sobre la «responsabilidadsocial» de los niños autistas, en la medidaen que estudian ciertos parámetros derespuesta ante ciertos estímulos sensoria-les, que están relacionados de algunaforma con la sociabilidad y las situacionesde interacción (v. gr., Hutt y Ounsted,1966, 1970; Hermelin y O'Connor, 1963,1970; O'Connor y Hermelin, 1967; VanDerCar el al., 1979; Uchida, 1981).

Ahora bien, incluso los estudios reali-zados en contextos menos artificiales ymás cercanos a las situaciones reales deinteracción social en las que el sujeto sedesempeña normalmente (v. gr., Black elal., 1975; Richer, 1976; Rogers y Fine,1977; Grant, 1979; Strain el al., 1976,1979; Cantwell el al., 1979; Mc Hale,

77* Dirección de los autores: Facultad de Psicología. UNED. Ciudad Universitaria. 28023 Madrid.

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1983), no resuelven mucho mejore! pro-blema. No cabe duda de que cada inves-tigación aporta algo más en la clarifica-ción del mismo, pero son tantas las dife-rencias existentes entre los estudios encuanto a características de la muestra, loscontroles experimentales utilizados, lascategorías de observación, el contexto deinvestigación..., que en conjunto no per-miten grandes avances en la descripcióny explicación de los trastornos específicosde este grupo patológico, siendo éste unrequisito fundamental para la efectividadde la intervención terapéutica.

Con esta inquietud se diseñó una inves-tigación que reuniría ciertos controlesmetodológicos que consideramos relevan-tes (por ejemplo, igualación en ciertasvariables de los grupos a comparar), queestudiaría el comportamiento de los suje-tos en situación de interacción (se escogióla interacción diádica con un adulto porlas posibilidades de control que ofrece), yque sería ambiciosa en cuanto al númeroy tipo de conductas analizadas.

Se buscó un punto de equilibrio encuanto a la posibilidad de controlar unavariable que consideramos fundamental,como es el nivel de estimulación interper-sonal que reciben los sujetos, y observarla actuación del sujeto en una situacióncon cierta semejanza a la realidad. Paraello se estableció un «guión» previo quedeterminaría la actuación del adulto contodos y cada uno de los niños, pero quepermitiese mantener (en la medida de loposible) cierta naturalidad.

Por otro lado, conscientes de la influen-cia que tiene el grado de restricciónimpuesto al sujeto sobre su conductamanifiesta, se realizó dicho «guión» deforma que existiesen una diversidad desituaciones graduadas en cuanto a la acti-vidad o intrusividad del adulto sobre elniño.

Se intentó, además, preservar el signi-ficado original de las palabras «evitacióny escape», en el sentido que hacen refe-rencia a una función o efecto de la con-ducta, y no a un carácter intrínseco a ellamisma por su. peculiar topografía. De estaforma, un grupo de conductas que tradi-cionalmente se categorizan de evitación oescape, sólo serían registradas como talesen determinados momentos de la situa-ción de interacción en los cuales la con-ducta del adulto era la causa más proba-

78 ble de la conducta del niño.

ESTUDIO EMPIRICO

1. Objetivos

Los objetivos fundamentales plantea-dos en esta investigación son:

El estudio comparativo de la conductade niños autistas en una situación deinteracción social, a través de un análisisexhaustivo, que recoja distintos tipos deconducta teóricamente relevantes (con-ductas proxémicas, de orientación, deatención, expresivas, estrategias comuni-cativas, de evitación y/o escape, agresi-vas...), que en conjunto posean un valordescriptivo y puedan constituirse en po-tenciales variables de estudio para futurasinvestigaciones.

Comprobar si este análisis exhaustivode variables conductuales, definidas porsu topografía, permite diferenciar a lossujetos autistas de otros deficientes ynormales cuando todos ellos están iguala-dos en edad mental.

Comparar el nivel de conductas de«evitación y/o escape» de los sujetos au-tistas respecto al de los deficientes ynormales, a través de su comportamientoen una situación que proporcione ciertasgarantías de que no estamos interpretan-do equivocadamente (al imponer dichorótulo) una serie de movimientos o con-ductas que podrían estar respondiendo aotro fenómeno muy distinto del de lahuida o evitación de la persona y de lainteracción con ella.

Y analizar, a través de los datos dedicha muestra igualada, el efecto de lavariable edad mental en la conducta dife-rencial de los sujetos en situación deinteracción social, como una primeraaproximación a un interesante y promete-dor tema de investigación.

A partir de dichas consideraciones sediseñó una investigación con una preocu-pación importante (entre otras muchas,que no lo fueron menos): que la situaciónde interacción, a partir de la cual seestudiaría comparativamente la conductasocial de los niños consiguiese un puntode equilibrio entre el control de la canti-dad, cualidad, orden y duración de laestimulación interpersonal que recibenlos sujetos, y la naturalidad o su semejan-za con una posible situación real.

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1.1. Hipótesis

-Teniendo en cuenta los resultados y lasconclusiones obtenidos en estudios empí-ricos sobre la conducta social de los niñosautistas y la reflexión crítica sobre losmismos, tratamos de elaborar unas hipó-tesis de trabajo, que como punto departida recogiesen los criterios más gene-ralizados sobre el tema y también ciertosaspectos controvertidos o polémicos so-bre los cuales este estudio podría incidircon su evidencia empírica.

Por lo que indican las investigacionesy reflejan los criterios utilizados en lasescalas diagnósticas, parece estar muyextendida la afirmación de que los niñosautistas interactúan poco; más exactamen-te que, comparados con los niños norma-les y los- deficientes no autistas, inicianmenos interacciones y responden de for-ma anómala a las que les plantean losotros (Clancy y Rendle-Short, 1969; Scho-pler, 1980; Richer, 1976; Strain et al.,1976; Uchida, 1981).

Recogiendo esta idea (1), predeciremosque los niños autistas presentarán unnivel significativamente menor que lossujetos deficientes y/o que los normalesen cuanto a conductas de aproximación einteractivas, consideradas globalmente(2). Igualmente, presentarán un nivel sig-nificativamente menor al considerar di-chas conductas aisladamente, con unaexcepción: lo referido a la variableproximidad, ya que son bastantes losestudios que relativizan la supuesta ano-malía de la conducta de los sujetos autis-tas relacionada con la distancia interper-sonal (v. gr., O'Connor y Hermelin, 1963;Hutt y Ounsted, 1970; Van DerCar et al.,1979); por tanto (3), supondremos que elgrupo de sujetos autistas no se diferencia-rá de los otros grupos en dicha variable(proximidad).

Respecto a las conductas agresivas, sontambién varios los estudios que indicanque los niños autistas no se caracterizanpor su mayor o más frecuente conductaagresiva (v. gr. Hutt y Vaizey, 1966, yRicher, 1976). Por tanto (a), los sujetosautistas presentarán un nivel de conduc-tas agresivas, consideradas globalmente,similar al de los otros grupos (5). Tam-poco habrá diferencias entre los grupos alconsiderar aisladamente las conductasagresivas con el exterior. Sin embargo, laautoagresión está recogida por numero-

sas escalas diagnósticas como un elemen-to caracterizador del autismo (v. gr.,Freeman et al., 1979, 1980; Kruf, Arick yAlmond, 1980); por tanto (6) suponemosque los sujetos autistas presentarán unnivel de autoagresiones mayor que lossujetos deficientes no autistas y/o que lossujetos normales.

Por otra parte, los trabajos de Richer ycolaboradores (Richer, 1976; Richer yRichards, 1975; Richer y Coss, 1976)forman un grupo de investigaciones am-biciosas (en cuanto al número de conduc-tas observadas) y centradas prioritaria-mente en la conducta social de los niñosautistas. Su principal conclusión: «los ni-ños autistas están predominantementemotivados a evitar los encuentros socia-les» (Richer y Richards, 1975, pág. 98), sereitera en cada uno de sus escritos y,además, coincide con una idea bastanteextendida en la imagen popular sobre elniño autista. Ahora bien, aunque existenpuntos en común, son bastantes los aspec-tos que diferencian los estudios de estosautores con el trabajo que ahora nosocupa. Por esa misma razón sería intere-sante estudiar si en estas nuevas condicio-nes se cumplen las hipótesis de estosautores. Supondremos, entonces, que (7)los sujetos autistas presentarán un nivelsignificativamente mayor en las conduc-tas de evitación v/o escape, consideradasglobalmente (8). También presentarán unnivel significativamente ma yor que losdeficientes no autistas y/o que los norma-les al considerar dichas conductas aislada-mente; con una excepción: la frecuenciade comunicación verbal con contenido deevitación, pues consideramos que el défi-cit de lenguaje, ampliamente reconocidocomo característico del niño autista (vid.Riviére y Belinchón, 1981), será más de-terminante en la conducta lingüística delsujeto, que su supuesta motivación alescape. Por tanto (9), los sujetos autistaspresentarán una frecuencia de comunica-ción verbal con expresiones de rechazoy/o deseo de escape de la situación, infe-rior a la de los sujetos deficientes noautistas y/o normales.

2. Método

2.1. Sujetos

La muestra estaba compuesta por 30niños de los cuales io fueron diagnostica- 79

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dos de autismo infantil precoz, lo defi-cientes mentales no autistas y ¡o niñosnormales. Los sujetos fueron igualadosuno a uno, a partir de los datos del grupode autistas, en sexo y edad mental (eva-luada mediante la escala Brunet-Lézine,forma nueva). Los sujetos autistas y losdeficientes no autistas fueron igualadostambién en edad cronológica, quedando,por tanto, igualados en cociente de de-sarrollo. La evaluación para la igualación

de los sujetos fue realizada en todos loscasos por la misma persona.

En cada grupo diagnóstico se incluyóel mismo número de niños que de niñas,ya que investigaciones recientes sobrediferencias sexuales en autismo (v. gr.,Lord y cols., 1982) permiten abrigar lasospecha de su posible influencia en losresultados. Algunas de las característicasde la muestra se encuentran más detalla-das en la Tabla I.

TABLA 1Características de la muestra

Edad cronológica Edad mental Cociente de desarrollo

Intervalo Intervalo(meses) X Sx (meses) X Sx Intervalo X Sx

Aut. 36-166 70 29,9 14-54 28 11,9 18,2- 7,3 33,4 15,4Def 29-166 70 31,5 11-54 28 12,1 19 - 70 33,6 15,1Nor. 15- 54 28 1 1 , 8 14-54 28 11,7 88,6-105 98,1 4,8

Para la selección de los sujetos delgrupo de autistas se realizó un primerdiagnóstico clínico basado en los criteriosde Rutter (1978):

a) Conductas de aislamiento o faltade desarrollo de las relaciones interperso-nales.

b) Alteraciones del desarrollo del len-guaje (retraso, deterioro o falta de adqui-sición del lenguaje) tanto a nivel expresi-vo como receptivo. Presencia en los ni-ños hablantes de rasgos específicos comola ecolalia, la inversión pronominal, litera-lidad.

c) Fenómenos ritualistas (insistenciaen la invarianza del ambiente, manifesta-da en las pautas estereotipadas del juego,obsesiones y preocupaciones anormales,resistencia al cambio) y/o estereotipiasmotoras.

d) Aparición de síntomas en los trein-ta primeros meses de vida del niño.

Para su inclusión definitiva en la mues-tra experimental se les evaluó (tanto a lossujetos autistas como a los deficientes noautistas) mediante la escala de diagnósticodiferencial ABC (Autism Behavior Chek-list) de Krug, Arick y Almond (1980),que permitió una confirmación del diag-nóstico por comparación con la puntua-ción obtenida por cada sujeto con losdatos de la muestra de estandarización de

80 dicha escala.

El grupo de sujetos deficientes noautistas se constituyó con niños que asis-tían a centros de educación especial, exclu-yendo la posibilidad de incluir aquellosque presentasen alteraciones metabóllicas(v. gr., fenilcetonuria) ya que algunos deestos trastornos se asocian con rasgos deconducta autista (Coleman, 1976). Peroaún con esta condición, se intentó formaruna muestra de amplio espectro en cuan-to a etiología de la deficiencia. Quedófinalmente compuesta por sujetos diag-nosticados previamente de: síndrome deDown (20 por oo), síndrome de Come-ha de Lange o por oo), retraso madu-rativo global o por ¡00) y encefalopatíade origen no determinado (6o por wo).

Todos los sujetos, deficientes y autis-tas, habían recibido tratamiento psicope-dagógico, al menos durante seis meses.Ninguno de ellos asiste al centro enrégimen de internado. La mayoría tomano han tomado medicación específica.

Los diez centros de educación especialy guarderías, a los que asistían respecti-vamente los sujetos de la muestra, estánsituados en la provincia de Madrid.

2.2. Registro de elementos conductuales

El sistema de observación utilizado eneste estudio coincide en algunos aspectoscon los manejados por otros investigado-res, que han proporcionado categorías de

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observación aplicables a nuestro trabajo.Pero ninguno de ellos, por sí mismo,:cubre por completo nuestras necesidades.Por ello, se ha construido un listado parala observación que se apoya y fundamen-ta en el trabajo de otros autores, y ennuestra propia experiencia, pero que in-cluye categorías nuevas y reformulacionesde otras más tradicionales.

Se han definido 34 categorías, queserían agrupables en tres grandes bloques:conductas de aproximación e interactivas,conductas de evitación y/o escape y con-ductas agresivas. Quede claro, de cual-quier forma, que somos conscientes de larelativa artificialidad de dichos agrupa-mientos, pero esto nos posibilita un ma-nejo de la información de utilidad en eltema que nos ocupa, y facilita la compa-ración de los resultados con los de otrasinvestigaciones.

Relación de categorías de observación,con especificación de la definición opera-tiva y el criterio de medida.

CONDUCTAS DE APROXIMACIÓN

E INTERACTIVAS

Proximidad

El sujeto se encuentra a un metro omenos de distancia del adulto, pero nohay abrazo ni contacto físico.

Se registra el número de intervalos dediez segundos en los que aparece dichasituación. Cuando existe además contactofísico o abrazo, se registra en sus catego-rías específicas y sólo en ellas.

Contacto físico prolongado

Cualquier parte del cuerpo del sujetose encuentra en contacto con cualquierparte del cuerpo del adulto al menosdurante diez segundos consecutivos.

Se registra el número de intervalos(diez segundos), en los cuales esta situa-ción se prolonga durante todo el intervalo.

Contacto físico activo

Toca al adulto con la/s mano/s o concualquier otra parte su cuerpo.

Se contabiliza el número de veces quese presenta dicha conducta.

Desplazamientos hacia

Avanza en dirección al adulto por lomenos un cuadrado (o,6 m. x o,6 m.).

Se contabiliza de forma acumulada elnúmero de cuadrados recorridos en losdesplazamientos hacia el adulto.

Se vuelve hacia

Gira todo el cuerpo o sólo el tronco endirección al adulto.

Se contabiliza el número de veces quese presenta dicha conducta.

Vuelve la cabeza hacia

Gira la cabeza, pero no el tronco endirección al adulto.

Se contabiliza- el número de veces quese presenta dicha conducta.

Mira al

Mira al adulto, a cualquier parte de sucuerpo, excepto a su cara.

Se contabiliza el número de veces quese presenta dicha conducta.

Mira a la cara (global)

Mira a la cara del adulto.

Se contabiliza el número de veces quese presenta dicha conducta.

Mira a la cara (sólo)

Mira a la cara del adulto y no realizasimultáneamente ninguna conducta expre-siva (sonrisa, llanto, abrazo) ni comunica-tiva (señala, tira de, comunicación verbal,vocalizaciones, muestra/da y reproduce).

Se contabiliza el número de veces quese presenta dicha conducta.

Co-orientación visual

Mira el mismo objeto o el mismopunto que en ese momento está mirandoel adulto. 81

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Se contabiliza el número de intervalosde diez segundos en los que se presentadicha conducta.

Esta categoría se utilizó sólo en tresminutos concretos de la situación de in-teracción (minutos ocho, nueve y diez),cuyas características facilitan la fiabilidadde la medida.

Sonrisa

Sonríe y, al menos en algún momentode la sonrisa, mira a la cara del adulto.

Se contabiliza el número de veces quepresenta dicha conducta.

Abrazo

Rodea el cuello o el tronco del adultocon uno o ambos brazos, sin lastimarle.

Se contabiliza el número de veces quepresenta dicha conducta.

Tira de:

Tira del adulto para conseguir quehaga algo que él desea o bien para mos-trarle algo o a alguien.

Se contabiliza el número de veces quese presenta dicha conducta.

Reproduce:

Reproduce, dirigiéndose al adulto, par-te de una acción determinada.

Se contabiliza el número de veces quese presenta dicha conducta.

Comunicación verbal:

Emite frases completas o palabras sig-nificativas, cuyo contenido no es de evi-tación y/o rechazo.

Se contabiliza el número de emisionessignificativas, cualquiera que sea su lon-gitud.

Señala:

Extiende y orienta en una dirección82 específica el/los brazos o el dedo índice.

Se contabiliza el número de veces quese presenta dicha conducta.

Muestra/da:

Lleva un objeto hasta el adulto y se lomuestra, lo deja muy cerca de él o se loentrega poniéndoselo en la/s mano/s o enla/s pierna/s.

Se contabiliza el número de veces quese da cualquiera de esas conductas des-critas.

Vocalizaciones:

Emite vocalizaciones y mira a la caradel adulto al menos en algún momentode la secuencia de emisión.

Se contabiliza el número de secuenciasde emisión dirigidas al adulto, tomandocomo criterio la mirada a la cara del adulto.

Coge:

Coge el objeto que le ofrece o leentrega el adulto.

Se registra la ausencia o presencia deesta conducta por parte del sujeto, en eltercer minuto de la situación de interac-ción (único ofrecimiento realizado por eladulto a todos los sujetos).

Acude llamada:

Atiende a la demanda del adulto y laejecuta, iniciándola a los diez segundosinmediatos a su emisión o antes.

Se contabiliza la ausencia o presenciade esta conducta en dos ocasiones concre-tas de la situación de interacción (en elúltimo minuto de la sesión).

CONDUCTAS DE EVITACIÓN

Y/0 ESCAPE

Se aleja:

Ante los intentos de interacción deladulto el sujeto se desplaza en una direc-ción concreta, alejándose del adulto, yavanza en esa dirección al menos uncuadrado (0,6 x o,6 metros).

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Se contabiliza de forma acumulada el -número de cuadrados recorridos en cadauno de estos desplazamientos, que seprodujesen durante los tiempos denomi-nados activos de la situación de interac-ción.

lágrimas y/o emite sonidos y/o emitevorn I i7aciones de volumen elevado y desa-gradables.

Se contabiliza el número de intervalosde diez segundos en los que aparece dichaconducta.

Se vuelve de:

Ante los intentos de interacción deladulto, el sujeto gira el cuerpo o sólo eltronco, presentando la espalda o el perfilal adulto.

Se contabiliza el número de veces quese presenta dicha conducta, durante losmomentos considerados «activos» de lasituación de interacción.

Vuelve la cabeza de:

Ante los intentos de interacción deladulto, el sujeto gira solamente la cabeza,o la baja, retirando su cara de la posiciónde frente a la del adulto.

Se contabiliza el número de veces quetiene lugar dicha conducta, durante losmomentos denominados «activos».

Cara a la pared:

El sujeto se encuentra a un metro omenos de la pared y cara a ella, al menosdurante cinco segundos consecutivos, yno hay evidencia de que esté explorandoalgo.

Se contabiliza el número de intervalosde diez segundos en los que tiene lugardicha conducta.

Cabeza baja

El sujeto mantiene la cabeza baja, lle-vando la barbilla hacia el pecho (puedepresentar inclinación hacia uno de loslados), al menos durante cinco segundosconsecutivos. No ha v evidencia alguna deque el niño esté explorando algo.

Se contabiliza el número de intervalosde diez segundos en los que se presentedicha conducta.

Llantos ylo gritos

El sujeto llora o lloriquea, con o sin

Aparta al adulto

Ante los intentos de interacción deladulto, el sujeto aparta con su/s mano/s,su/s brazo/s, su/s pie/s... (cualquier partedel cuerpo utilizada activamente), al adul-to o a una parte del cuerpo de éste (porejemplo, la mano que le acaricia o inter-viene en sus materiales).

Se contabiliza el número de veces queaparece dicha conducta en los momentosconsiderados «activos».

Cierra los ojos

Ante los intentos de interacción deladulto, el niño cierra fuertemente los ojoso parpadea de forma exagerada.

Se contabiliza el número de veces quepresenta dicha conducta durante los mo-mentos denominados «activos».

Se tapa los ojos _ylo los oídos

Ante los intentos de interacción deladulto, el sujeto se tapa un/los ojois y/oun/los oído/s con una o ambas manos ocon uno o ambos brazos.

Se contabiliza el número de veces quese presenta dicha conducta durante losmomentos considerados «activos» de lasituación de interacción.

Se protege

Ante los intentos de interacción deladulto, el sujeto se protege cubriéndosela cabeza o el cuerpo o con uno o ambosbrazos, o encogiéndose de forma repen-tina.

Se contabiliza el número de veces quepresenta dicha conducta durante los mo-mentos denominados «activos» de la si-tuación de interacción. 83

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Comunicación verbal (E)

Emite frases completas o palabras sig-nificativas, cuyo contenido es de evitacióny/o rechazo.

Se contabiliza el número de emisionessignificativas, cualquiera que sea su lon-gitud.

CONDUCTAS AGRESIVAS

Agresiones al entorno (destructivas)

El sujeto arroja con fuerza, golpea,pisotea, da patadas, muerde... los jugue-tes, los muebles, la puerta u otros elemen-tos no vivos del entorno.

Se contabiliza el número de veces quese presenta cualquiera de las conductasrecogidas en esta categoría.

Agresiones al adulto

El sujeto golpea, araña, da patadas,muerde, empuja bruscamente... al adulto.

Se contabiliza el número de veces quepresenta cualquiera de las conductas reco-gidas en esta categoría.

Autoagresiones

El sujeto se muerde, se araña, se tira delos pelos, o se golpea con o contra objetos.

Se contabiliza el número de veces quese presenta alguna de las conductas reco-gidas en esta categoría.

2.3. Procedimiento

2.3.1. Recogida de información:sesión de interacción social

experiencia en el trato y educación deniños autistas deficientes y también nor-males en edad preescolar). Los sujetosconocían al adulto de la sesión de evalua-ción de edad mental y sólo de eso; de estaforma podríamos considerarlo como unapersona «casi» extraña.

Además del adulto y el niño, se encon-traba en la sala el operador de la cámara.Tanto el aparato como la persona que lomanejaba eran visibles para el niño. Aun-que esto podría causar algunos efectos nodeseables, se consideró prioritario obte-ner la precisión de imagen necesaria parapoder conseguir la información deseada.De cualquier forma, el operador se encon-traba situado en un rincón (en diagonalcon la posición «prefijada» del adulto) ycon un espacio de movimientos delimi-tado.

El adulto tenía prefijada una posicióna la que se dirigía en determinados mo-mentos de la sesión de interacción. Elpunto elegido en cada sala estaba siempreen un rincón, de tal forma que dejaba uncuadrado (0,6 x o,6 metros) de distancia acada una de las paredes.

El sujeto era llevado a una sala delcentro, al que acude regularmente, poruna persona de la plantilla del mismo(director o educador) y, por tanto, cono-cida para el niño. Esta persona presenta-ba al niño, la mujer con la que iba a jugary el operador de la cámara; ambos trata-ban al niño de manera informal, durantebreves minutos, con el fin de suavizar laimpresión; después, la mujer y el niño,avanzaban juntos hasta la posición «pre-fijada» del adulto, y de esta forma lasesión siempre se iniciaba en posición deproximidad entre ellos.

En dicha sesión, el adulto actuaba se-gún un «guión social» predeterminado,con el fin de asegurar la posibilidad decontrol de la cantidad, cualidad, orden yduración de la estimulación interpersonalque reciben los sujetos. Este guión sediseñó con gran preocupación por salvarla naturalidad de la situación (dentro deunos límites) y por ello la actuación delsujeto tiene carácter de intrusión progre-siva. La información de los distintos mo-mentos de la sesión y, por tanto, decambios en su comportamiento, se leproporcionaba al adulto por un sonidopeculiar emitido por un magnetófonopresente en la sala.

Todos los sujetos fueron grabados me-diante vídeo en una sesión de 20 minutos,siendo estas filmaciones el material deobservación para el estudio de las varia-bles dependientes.

Esta sesión consistía en una situaciónde interacción diádica con un adulto (elmismo para todos los sujetos, mujer, de

84 23 años, licenciada en Psicología y con

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Con el fin de garantizar la constanciade su comportamiento de unos sujetos aotros, el adulto realizó un entrenamientoprevio con niños no pertenecientes a lamuestra experimental, pero de caracterís-ticas similares. Las sesiones de entrena-miento se grabaron en vídeo, permitien-do el automoldeado de la conducta hastaconseguir su ajuste a los criterios estable-cidos.

Este esquema de actuación (guión social)fue el siguiente:

Se parte de una situación de proximi-dad.

t.', sonido: (minuto o)

No hay materiales lúdicos en la sala.

El adulto saluda al sujeto diciendo:«Hola, yo me llamo..., vamos a estar unrato juntos.» Continúa mirando la cara delniño en actitud pasiva.

2.° sonido: (minuto 1) (sin materiales)

Baja la vista y se mira las manos,levantándola a los io segundos (atento a lasseñales de intervalo que propociona elcronómetro), después de otros io segun-dos vuelve a bajarla, y en otros io segun-dos volverá a levantar la vista buscandola cara del sujeto, y así sucesivamente.

sonido: (minuto 2) (sin materiales)

Llama la atención del sujeto diciendosu nombre (y si éste se encuentra lejos selevanta y se acerca amablemente a él), leofrece un caramelo, tendiendo la manohacia él y manteniéndola a una distanciaaproximada de zo cm. del pecho delsujeto, un máximo de lo segundos; fina-lizados éstos, si aún el sujeto no lo hacogido, lo deja cerca de él. Acto seguido,acaricia al sujeto en los brazos, la cabezay la cara hasta escuchar el siguiente soni-do. Acompaña esto de verbalizacionespositivas.

4. 0 sonido: (minuto 3) (sin materiales)

Deja de acariciar al niño y permanece enese punto en actitud pasiva hasta el siguien-te sonido.

f.° sonido: (minuto 4) (sin materiales) (?1,

Vuelve a su posición inicial (previamentedeterminada) y sentándose en el suelo,mantiene allí una actitud pasiva.

6.° sonido: (minuto 8) (con materiales)

Se levanta, coge la bolsa de materialessituada detrás de ella y se acerca al sujeto.Llama su atención mirándole y dice: «Mi-ra cuántos juguetes.» Se sienta y manipulalos juguetes, sin tratar de llamar la atencióndel niño sobre ellos. El tipo de activida-des que realiza son: modelar plastilina,construcciones con cubos (torre y tren),dibujar...

7. 0 sonido: (minuto II) (con materiales)

Comienza una especie de juego entregan-do todos los materiales al sujeto, colocán-doselos por encima, cogiéndole algunos,cambiándolos de posición. Utiliza verba-lizaciones expresivas y positivas queacompañan la acción.

8. 0 sonido: (minuto 3) (con materiales)

Retira los materiales de forma no brus-ca y comienza a realizar juegos corporalescon el niño: cosquillas, darle vueltas porel aire...

9. 0 sonido: (minuto ry) (con materiales)

Se aleja con suavidad del sujeto y secoloca en su posición inicial diciendo: «Yome voy a mi sitio...», y permanece allí enactitud pasiva hasta escuchar el siguientesonido.

lo. sonido: (minuto 19) (con materiales)

Llama al sujeto por su nombre dicien-do: «... ven aquí», y apoyando la consignacon gestos. Acto seguido, pide la colabora-ción del sujeto para guardar los juguetesen la bolsa, apoyando gestualmente tam-bién esta consigna.

1. sonido: (minuto zo) (sin materiales)

Finaliza la grabación del vídeo y eladulto se despide del niño. 85

Page 10: Análisis comparativo de la conducta de niños autistas, deficientes y ...

41)

86

Convendría aclarar que lo que denomi-namos actitud pasiva consiste en que eladulto permanece atento a la cara y mo-vimientos del sujeto, respondiendo deforma discreta a sus intentos de interac-ción, pero no inicia o provoca interaccio-nes, ni se empeña en prolongarlas. Eladulto responde con interés a las llamadasde atención o demandas que le haga elsujeto, siempre que no supongan un cam-bio sustancial en las condiciones queacabamos de describir.

Como se puede observar en la descrip-ción de la sesión, se plantean situacionescon material lúdico disponible para el usodel niño y otras sin él. Su objetivo esobtener una información más completa,ya que en determinados niveles de desarro-llo los materiales suponen un gran apoyo(como intermediarios) en las situacionesde interacción social.

Con ese mismo objetivo se introducenmomentos pasivos, en los cuales podre-mos estudiar la conducta más espontánea,y otros en los cuales es el adulto quiencontrola y proporciona las claves de lasituación.

2.3.2. Aparatos, lugar y materiales

Para la grabación de las sesiones deinteracción se utilizó un vídeo de mediapulgada Betamax F-i marca Sony. Enconcreto, magnetoscopio SL, F i Eycámara HVC 4000 P (Trinicon). La cáma-ra llevaba adosado a uno de sus lados, yen proximidad al micrófono multidirec-cional un cronómetro digital Casio Cart-Time ST 24 F, que emitía cada io segun-dos un sonido brevísimo, grabándose enla banda sonora de la película. Magnetó-fono, marca Sanyo, modelo iooi A, quecontenía una cinta grabada con una se-cuencia determinada de sonidos que in-formaban al adulto de la duración (prin-cipio y final) de los diferentes momentosde la situación de interacción. Condicio-nes lumínicas propias del medio vídeo,5.3000 Kelvin, dós antorchas de i.000vatios.

Las grabaciones se realizaron en salasde los centros a los que asisten regular-mente los sujetos experimentales. Sus di-mensiones oscilaban entre 2,5 x 3 metrosy 3,5 X4,5 metros. Previamente a la filma-ción, la sala se vaciaba, de muebles. Elsuelo se dividía, mediante cinta adhesiva

negra, en cuadros (o,6 x o,6 metros), faci-litando así, en el análisis posterior de laspelículas, la codificación de variables so-bre desplazamientos motores y distanciainterpersonal.

Aunque no fue posible la utilización deuna sala única para los 30 sujetos (comohubiera sido deseable) se procuró queninguno de los grupos diagnósticos rea-lizase sistemáticamente la sesión de inte-racción en el mismo tipo de sala (grande,mediana o pequeña). De esta forma po-demos considerar que las diferencias encuanto al tamaño de la sala afectan deforma similar a los tres grupos, por locual no creemos que este factor puedahaber influido de forma significativa ennuestros resultados.

Respecto a los materiales lúdicos quehabrían de ser utilizados en la sesión deinteracción, se eligió una gama con dis-tintos niveles de manipulación y comple-jidad, dado el amplio intervalo de edadmental de la muestra (de 14 meses acuatro arios y medio):

o cubos de construcción de colo-res en plástico.

Juego de 8 cubos apilables en dis-minución de tamaño.

Dos folios de papel en blanco ypinturas de cera.

Plastilina blanca.

Un muñeco de goma pequeño.

Un gato de peluche, tamaño media-no.

Una muñeca de trapo, también ta-maño mediano.

2.3.2. Codificación de la información

La transformación de la informaciónpotencial de las filmaciones en datos nu-méricos se realizó mediante el visionadode las películas y el registro de las cate-gorías de observación ya descritas, deacuerdo a sus criterios de medida específi-cos.

Dos personas, de forma independiente,fueron responsables de esta tarea, en to-das y cada una de las grabaciones. Serealizó un período de entrenamiento, conpelículas de sujetos ajenos a la muestraexperimental, durante el cual se discutie-

Page 11: Análisis comparativo de la conducta de niños autistas, deficientes y ...

ron y unificaron criterios atendiendo a lasdefiniciones operativas de las categorías.Finalizado éste no había intercambio deinformación sobre la codificación.

El orden de presentación de las pelícu-las fue aleatorio. Aunque el conocimientoprevio de la pertenencia de los sujetos auno u otro grupo diagnóstico era inevi-table para uno de los observadores, elotro no recibió ninguna información so-bre el tema.

Al estar las grabaciones divididas, ensu tiempo total, en intervalos de io se-gundos, la estrategia utilizada fue el aná-lisis de cada intervalo, reponiéndolo cadavez que fuera necesario, con el fin deseleccionar el foco de atención en cadarepaso; y de esta forma la codificación delos datos se realizó de forma controlada,sin riesgo de solapar información.

Los observadores manejaban dos tiposde registro, alternando su uso según fue-se considerado «activo» o «pasivo» elmomento de la grabación. Dicho conotras palabras, según se había juzgado «apriori», en qué momentos la conducta deladulto era la causa más probable de laconducta del niño (momento «activo») ono (momento «pasivo»).

La hoja de registro utilizada para losmomentos «activos» incluía las 3 4 catego-rías de observación ya comentadas. Lautilizada para los momentos «pasivos»sólo z7; no se consideraban siete catego-rías con carácter de evitación activa y/oescape (se aleja, se vuelve de, vuelve lacabeza de, aparta al adulto, cierra losojos, se tapa los ojos/oídos, se protege).

Los datos de las dos hojas de registro,por sujeto, se sumaron de tal forma quelos datos tratados estadísticamente sonuna puntuación única para cada categoríade observación, para cada sujeto.

La distribución de la sesión de veinteminutos en «activos» o «pasivos» respon-de al siguiente esquema:

sonido: (minuto o)zo segundos, activo.40 segundos, pasivo.

2. 0 sonido: (minuto t)minuto, pasivo.

3.er sonido: (minuto 2)minuto, activo.

4.0 sonido: (minuto 3)minuto, pasivo.

5 . 0 sonido: (minuto 4)4 minutos, pasivo.

6. 0 sonido: (minuto 8)zo segundos, activo.

minutos y 40 segundos, pasivo.

7 . 0 sonido: (minuto i i)minutos, activo.

8.. sonido: (minuto i 3)2 minutos, activo.

9. 0 sonido: (minuto 15)4 minutos, pasivo.

o. sonido: (minuto 19)1 minuto, activo.

3. Resultados y discusión

Un primer dato a destacar es que,aplicado el coeficiente de Spearman a losdos grupos de datos obtenidos por losobservadores, los coeficientes de fiabili-dad presentan una media de 0,984, sien-do su recorrido de 75 a s.

Otro aspecto está relacionado con unode nuestros principales empeños: el inten-to de control de la variable estimulacióninterpersonal que reciben los sujetos y suconciliación con la naturalidad de la situa-ción. La forma de control elegida es queel adulto se comporte sistemáticamenteigual con cada uno de los sujetos. Paracomprobarlo, dos jueces estimaron la ade-cuación de la conducta del adulto a loscriterios que habían sido descritos «apriori», valorándola en una escala de ceroa diez. Visionaron las grabaciones de 1 5

sujetos (5o por too), cinco de cada grupodiagnóstico, elegidas aleatoriamente. Trasuna prueba con un sujeto ajeno a lamuestra, con discusión y comentario delos criterios, comenzaron su tarea deforma independiente. Las puntuacionesoscilan entre 8,5 y to, siendo la mediatotal 9,3, lo que permite afirmar el ajustede la actuación del adulto a los criteriosestablecidos, más aún siendo 0,995 elcoeficiente de fiabilidad conjunta de losjueces.

3.1. Resultados y discusión: Parte I

Tras las comprobaciones previas parala elección del estadístico adecuado, se 87

Page 12: Análisis comparativo de la conducta de niños autistas, deficientes y ...

88

aplicó Anova paramétrico para las varia-bles que presentaron las característicasadecuadas para este tipo de análisis y noparamétrico en las restantes, pasando pos-teriormente al uso de la prueba de Schef-fé o la U de Mann-Whitney, en su caso,para la comprobación de la significaciónentre cada par de grupos.

En la preparación (suma) de los datospara el análisis de los tres grandes bloquesde conducta, se excluyó la variable «Miraa la cara (sólo)» por no utilizar dos veceslos datos sobre contacto visual, permane-ciendo la variable «mira a la cara (global)».

Los resultados se especifican en lastablas II, III, IV y V.

TABLA II

Aplicación de Anova paramétrico de un criteriode clasificación para tres grupos: autistas,

deficientes _y normales.

Variable Estad. F N.S.

Proximidad 0,6084 .55 15Desplazamientos hacia . 1,7692 .1894Se vuelve hacia 0,1105 .8958Vuelve la cabeza hacia . 3,1995 .0566Mira a la cara (sólo) ... 3,7603 .0363 *Mira a la cara (global) .. 2,4096 .1089Coordinación visual 3,3775 .0491 *Se aleja 2,6772 .0872Se vuelve de 0,7325 .4900Vuelve la cabeza de 0,0429 .9581Aparta al adulto 0,6821 .5141

*

TABLA III

Aplicación dé la prueba de Scbeffé para elanálisis de la significación de cada par de grupos.

Variable Aut-Nor. Aut-Def. Def-Nor.

Mira a la cara(sólo) 2,7410 * 1 ,4437 1,2970

Coorientaciónvisual 2,5984* 1,2528 1,3456

Para las variables señaladas con * podemos afirmar queexisten diferencias significativas entre esos dos gruposde sujetos.* Estadístico 2,59.

TABLA IV

Aplicación de Anova no paramétrico(Kruskal-Wallis) de un criterio de

clasificación por rangos para tres grupos

Variable Estad. H. N.S.

Contacto físico pasivo 2,2664 .3220Contacto físico activo 6,668o .0356 *Mira al 3,2091 .2010

Sonrisa 2,0659 .3559Abrazo 0,2513 .8819Tira de 0,9823 .6119Reproduce 1,3109 .5192Comunicación verbal 1,3109 .5192Señala 2,4252 .2974Muestra/Da 4,6794 .0966Vocalizaciones 0,3754 .8289Coge 1,2083 .5465Acude llamada 0,9942 .6083Cara a la pared 0,9638 .6176Cabeza baja 2,2190 .3296Llantos/gritos 0,6531 .7214Cierra los ojos 4,1129 .1279Se tapa ojos/oídos 5,1148 .0775Se protege 4,7046 .095 I

Comunicación verbal (E) . 1,0286 .5979Agresiones al entorno 5,1148 .0775Agresiones al adulto 4,9200 .0854Autoagresiones Conductas de aproximación 5,5339

e interactivas (global) .0628

Conductas de evitación y/o 7,6067escape (global)

.0223 *

Conductas agresivas 2,0243(global)

4,5 11 3

.3634

.1048

* p. (1).o5.

Como podemos observar, al analizarlos datos de las variables aisladamente:

Los sujetos autistas presentan una fre-cuencia de miradas a la cara del adulto(no asociadas a otra conducta expresiva ocomunicativa) y de coorientación visualcon el mismo, significativamente menorque los sujetos normales. El nivel de lossujetos autistas en ambas variables estambién inferior al de los sujetos deficien-tes no autistas, pero no lo suficiente paraque la diferencia resulte estadísticamentesignificativa [por tanto, la hipótesis (2) secumple, aunque sólo sea parcialmente].

Los sujetos deficientes no autistas pre-sentan una frecuencia de contactos físicosactivos significativamente mayor que elgrupo de normales.

No aparecen diferencias estadísticamen-te significativas entre los grupos en las 31

Page 13: Análisis comparativo de la conducta de niños autistas, deficientes y ...

TABLA V

Aplicación de la prueba U de Mann-Whitney para la comprobación de la significación entre cadapar de <grupos.

Aut Nor. Aut-Def. Def-Nor.

Estadístico Estadístico EstadísticoVariable empírico N.S. empírico N.S. empírico N.S.

Contacto físico activo 23 .0204 48 .4546 8i .0085 *Conductas de aproximación e inte-

racción 22 .0171 i6 .0051 * 55 - 3 5 27

* p. (a) ,02.

variables restantes (por tanto, se cumplenlas hipótesis 3 y 5 y no se cumplen las 6,8 Y 9).

Al agrupar las variables en tres grandesbloques:

No aparecen diferencias estadísticamen-te significativas entre los grupos respectoa las conductas de evitación y/o escape(por tanto, no se cumple la hipótesis 7).

Tampoco aparecen diferencias estadís-ticamente significativas entre los gruposrespecto a las conductas agresivas (portanto, se cumple la hipótesis 4).

Sin embargo, en cuanto a las conductasde aproximación e interactivas, los suje-tos autistas presentan un nivel significati-vamente inferior que los sujetos normalesy que los deficientes no autistas (portanto, se cumple la hipótesis 1).

Antes de comentar en profundidad lasignificación teórica de los resultados ob-tenidos, creemos indispensable hacer re-ferencia a algunas limitaciones que poseeeste estudio y que necesariamente nosobligan a aumentar nuestra cautela en lainterpretación de los datos. Las señalare-mos esquemáticamente.

Todos los sujetos conocían (de la eva-luación psicométrica) al adulto con el queiban a interactuar. Asimismo, la situaciónde interacción era nueva para todos lossujetos. Ahora bien, parece sensato abri-gar la sospecha (creada fundamentalmen-te por una impresión cualitativa al reali-zar las grabaciones) de que esta novedadafecta diferencialmente más a los sujetosnormales, y en especial a los mayores, porsu capacidad de comprensión de lo inu-sual (respecto a las actividades cotidianasdel centro) de esta situación de interac-ción. Esto sería una causa posible de un

fenómeno, observado especialmente en elgrupo de normales, indirectamente con-firmado por los resultados y que hemosdenominado «inhibición sumisa».

De esta forma, el análisis de la conduc-ta social de los sujetos de este estudiorefleja las diferencias entre los grupos encuanto a su comportamiento en una situa-ción de interacción con un adulto «casi»extraño. Pero muy probablemente no re-fleja toda la distancia y diferencia real quepuede haber en la conducta social de lossujetos autistas respecto a los normales ylos deficientes no autistas.

Por otro lado, todos y cada uno de lossujetos del grupo de deficientes V delgrupo de autistas llevaban al menos seismeses de tratamiento psicopedagógico.Aunque esto no plantea problemas parala comparación entre grupos (pues ambosse encuentran en la misma condición) nitampoco en la comparación con otrasinvestigaciones; sí matiza las conclusionesde nuestro estudio. Si bien es cierto queno abunda la aplicación de programasespecíficamente orientados a la mejora dela interacción social, también es ciertoque los sujetos suelen mejorar en esteterreno al recibir atención terapéuticageneral. Una de las múltiples razonesde este efecto positivo indirecto es elentrenamiento en habilidades basicas(v. gr., contacto ocular) que constituyenprerrequisitos para aprendizajes específi-cos, pero que están también inevitable-mente implicados en la interacción social.

Si esto es así, lo que aparece reflejadoen los datos podría ser bien las conductasmás caracterizadoras y específicas del com-portamiento de los sujetos autistas en unasituación de interacción o bien (y estopuede ser importante tenerlo en cuenta) 89

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las facetas de la conducta social de lossujetos autistas más resistentes a la inter-vención terapéutica.

De cualquier forma, creemos que lasprecauciones que se han tomado respectoal control experimental del trabajo y elalto número y amplitud de variables de-pendientes estudiadas, nos permitenextraer algunas conclusiones válidas parael estudio de este tema:

I. Si recordamos los resultados, sondos las variables dependientes en las queaparecen diferencias significativas y lasdos hacen referencia a conducta visual:mira a la cara (sólo) y coorientación visual.

De alguna forma, los resultados de esteestudio son comunes a los de las investi-gaciones de Hutt y Ounsted (19 70). Estosautores consideran que la conducta socialde los niños autistas no se diferenciamorfológicamente de la de otros niños,salvo por la ausencia de fijación visual.No podemos considerar, sin embargo,que nuestro estudio venga a corroborar(aunque tampoco a contravenir) la hipó-tesis de la aversión visual, ni del «o yera-rousal» como su causa, propuesta porHutt y Ounsted (1970), ya que la anoma-lía visual manifestada por los niños autis-tas de esta investigación no se reduce alcontacto ocular, sino que afecta tambiéna la coorientación visual (categoría origi-nal de este estudio), esto es, a la atencióncompartida con el otro.

Por otro lado, también existen coinci-dencias con los trabajos de otros autores,cuyo marco teórico explicativo es distin-to. Nos estamos refiriendo a autores quepodríamos considerar representantes (en-tre otros) de las teorías cognitivo-organi-cistas. Así, por ejemplo, Hermahn yO'Connor (1970-1983) consideran que laalteración fundamental del autismo con-siste en un déficit central que afecta a lacodificación e integración intermodal, loque deteriora severamente toda conductacompleja, incluida la interacción social(O'Connor y Hermelin, 1983).

En su artículo de 1967, O'Connor yHermelin publican los resultados de unaserie de experimentos con medida de lafijación visual de sujetos autistas, deficien-tes y normales. Los datos indican que losniños autistas, al igual que los otros, pre-fieren la imagen de una cara, un estímulonuevo frente al habitual.... y que miran

90 por igual una cara con los ojos abiertos

que si los tiene cerrados. Pero en los tresexperimentos que exponen, se manifiestauna cierta anomalía en la conducta visualde estos niños: o bien miraban cadafotografía menos tiempo que los sujetosde los grupos control o pasaban mástiempo mirando el fondo de la caja negrautilizada.

En definitiva, dejando a un lado lasdivergencias de hipótesis explicativas,existe un acuerdo en la mayoría de losautores (y este estudio viene a sumarse)sobre la existencia de una anomalía en laconducta visual de los niños autistas.Este punto confirma el interés de incluirla fijación visual como uno de los objeti-vos de observación, siendo ya una de lasvariables más utilizadas en los estudiossobre la responsividad social de los niñosautistas.

Vista la importancia de la mirada a lacara y la coorientación visual como índi-ces discriminativos entre los grupos desujetos utilizados en este estudio, enten-demos que sería necesario continuar en laprofundización del tema fundamental-mente en dos líneas, entre otras muchasposibles:

i. Análisis exhaustivo y reflexivo deinvestigaciones anteriores que estudien elpapel que desempeña la atención visualen el desarrollo social y comunicativo dela persona (v. gr. Bruner, 1977).

z. Aplicación y creación de sistemasde observación y valoración de dichasconductas que vayan más allá del análisisde frecuencia y duración. Sistemas quepermitan entrar en una valoración funcio-nal del grupo de conductas implicadas enlo que denominamos «atención» visual, yque, al mismo tiempo, proporcionen in-formación de cómo se asocian este tipode conductas con otras, en el funciona-miento real del sujeto.

En esta línea, en nuestro trabajo se haestudiado separadamente la frecuenciaglobal de miradas a la cara y la deaquellas miradas a la cara que no apare-cen asociadas a conductas comunicativaso expresivas, cuya finalidad se interpretade mantenimiento del contacto y fijaciónde la atención en el otro, como referenciaque es en una situación de interacción.Además, incluye la observación de laatención visual compartida, por medio dela categoría de coorientación visual. Re-sulta muy sugerente que sean precisamen-

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te estas dos las categorías en las que semanifiestan diferencias significativas en-tre los grupos. Pero esto no supone másque una ligera aproximación y un alicien-te para lo que podría ser un estudioespecífico y amplio en la línea que acaba-mos de señalar.

II. En segundo lugar, querríamos co-mentar uno de los aspectos, a nuestrojuicio, más interesantes de los resultadosde esta investigación: las variables deconducta en que aparecen diferencias sig-nificativas entre los grupos son siemprede aproximación e interactivas.

Al analizar las conductas en tres gran-des bloques, el nivel inferior de los autis-tas en las de «aproximación e interactivas»se manifiesta no sólo respecto a los niñosnormales, sino también respecto a losdeficientes no autistas, aumentando, portanto, las posibilidades de atribuir estainferioridad de nivel al autismo infantilprecoz.

Sin embargo, no aparecen diferenciasentre los grupos en cuanto a conductasde evitación y/o escape, ni global niaisladamente consideradas.

Estos datos entran en discrepancia conlos resultados de las investigaciones deRicher (1976) y fundamentalmente conalgunas de sus conclusiones: «los niñosautistas actúan para reducir la probabili-dad de encuentros sociales» y «se alejanmás de las personas».

Varias razones pueden dar cuenta deesta discrepancia:

1. Dejando a un lado la no equivalen-cia real de las categorías de observación,la situación de observación sí es claramen-te diferente. La investigación de Richer(1976) se desarrolla en el patio de recreoy las interacciones tenían lugar fundamen-talmente entre pares (autistas y deficien-tes no autistas). Nuestro estudio, sin em-bargo, observa la interacción del niñocon un adulto no familiar.

z. Este autor sólo utilizó como crite-rios de igualación entre el grupo deautistas y el de deficientes la edad crono-lógica y el sexo. Eligió luego sujetosnormales de edades cronológicas inferio-res coherentemente con la idea de que eldesarrollo mental de los otros dos gruposera inferior al de su edad cronológica.

En nuestro trabajo, los sujetos autistas

y los deficientes no autistas están iguala-dos uno a uno en sexo, edad cronológicay edad mental y, por tanto, en cocientede desarrollo, están, asimismo, igualadoscon los sujetos normales en sexo y edadmental.

3. Richer registra como conductas deescape, considerando como tales ciertosmovimientos de cabeza y cuerpo, aleja-mientos, ciertas muecas faciales.., a travésdel análisis del comportamiento del suje-to en situaciones en las cuales no existengarantías constantes de que esos movi-mientos sean tal evitación o escape.

En el trabajo que nos ocupa, sólo seregistran tales conductas en los momen-tos de la sesión de interacción en loscuales la intervención del adulto en laconducta del niño era patente y, portanto, la causa más probable de su con-ducta.

Aun así, se podría argüir que la ausen-cia, en nuestros resultados, de diferenciassignificativas en cuanto a conductas deevitación puede ser atribuible al efecto dela intervención terapéutica en los sujetos(en la medida en que pueda haber incidi-do en la extinción o disminución dedichas conductas). Ahora bien, como vahabíamos comentado, no parece que nues-tro trabajo muestre, en este aspecto, gran-des diferencias con otras investigaciones,ya que en ninguna de ellas se señala quese hayan utilizado como sujetos experi-mentales niños que no hubiesen recibidoo estuviesen recibiendo tratamiento psi-copedagógico, y, de hecho, creemos, pormúltiples razones, que es poco probableque haya ocurrido así. Por tanto, nuestrosresultados son perfectamente comparablescon los de otras investigaciones y suficien-temente sólidos como para obtener con-clusiones: entonces, diremos que nuestrosdatos no confirman la idea de que uno delos aspectos más característicos de la con-ducta social de los niños autistas sea laevitación activa de interacción o encuen-tros sociales, sino más bien se acercan aun planteamiento explicativo (de la con-ducta social anómala de dichos niños)con base en una incompetencia interactiva.

111. Es evidente que los trabajos deHutt y Ounsted y los de Richer y colabo-radores resultan altamente sugerentes pa-ra cualquier estudioso del tema, en cuan-to que sitúan sus observaciones en unplano que intenta dar una «explicaciónfuncional» de los fenómenos estudiados. 91

Page 16: Análisis comparativo de la conducta de niños autistas, deficientes y ...

Nuestra opinión, sin embargo, es queuna «explicación funcional» requiere unmétodo global 'de observación y análisisde las conductas sociales más elaborado ycualitativamente distinto que el utilizadotanto por estos autores como en nuestrotrabajo.

En este sentido, entendemos que unadefinición de las conductas, no sólo porsus características topográficas, sino porsu valor funcional en el momento en que seproduce, podría aportar información degran interés para la comprensión de laconducta social en general y la de losniños autistas en particular. Así, por ejem-plo, la conducta de «señalar» («extiende yorienta en una dirección específica el/losbrazos/s o el dedo índice») puede servirfuncionalmente tanto para compartir laatención del adulto por medio de unobjeto, como para pedirlo. Por tanto, unamera descripción en términos topográfi-cos parece insuficiente para explicar elvalor real de esta conducta en una situa-ción interactiva específica.

3.2. Resultados y discusión: parte II

Un análisis minucioso e individualiza-do de los resultados obtenidos nos llevóa plantearnos con detenimiento el posibleefecto de la variable edad mental sobre laconducta social diferencial de los sujetosen la situación de interacción. El estudiodel efecto de esta variable se nos aparececomo una interesante línea de investiga-ción sobre el tema, que puede tenerimplicaciones comprensivas, diagnósticasy metodológicas útiles.

Por ello, se pensó en la posibilidad dehacer un nuevo análisis de los datos, enla medida que fuese viable, a fin de quesirviera de tanteo o pilotaje previo a unainvestigación en profundidad y para satis-facer provisionalmente nuestra curiosidadcientífica.

En concreto, los datos y la bibliografíautilizada daban pie a intentar comprobarestadísticamente si distintos niveles deedad mental implicarían mayor o menornúmero de variables dependientes en lasque los grupos diagnósticos presentandiferencias significativas, y si, por otrolado, dentro de cada grupo diagnóstico seencuentran diferencias significativas en

92 ciertas pautas de interacción social en

función del nivel de edad mental de lossujetos.

Para ello, se ihtrodujo en el estudiootra variable independiente (edad mental)que se operativizó en dos niveles: i)sujetos con edad mental inferior a veinti-cuatro meses, y a) sujetos con edad men-tal superior o igual a veinticuatro meses.De esta forma surgieron seis grupos deN.S. iguales (cinco sujetos en cada condi-ción).

Dado que las variables dependientesutilizadas no presentaban característicasparamétricas, no fue posible obtener uníndice de interacción de las variables in-dependientes (grupo diagnóstico y edadmental).

Los resultados, en sus valores numéri-cos, y el procedimiento estadístico utili-zado se encuentran detallados en las ta-blas VI, VII, VIII, IX, X y XI.

Como podemos observar, estos datosnuméricos y la consulta a las tablas depuntuaciones medias de los grupos (queno se especifican en este artículo) indican,dicho muy esquemáticamente, lo si-guiente:

i. En cuanto a la comparación de lostres grupos diagnósticos:

i.i. Al comparar los cinco sujetosautistas de edad mental inferior a 24meses, con los deficientes y normales queles corresponden por igualación de suje-tos, vemos que:

Los sujetos autistas presentan unnivel de contacto físico pasivo man-tenido inferior al de los sujetosnormales y al de los sujetos defi-cientes no autistas.También presentan un nivel signi-ficativamente menor que los nor-males en miradas a la cara deladulto (tanto en la puntuación glo-bal como cuando sólo se evalúanlas no asociadas a otras conductascomunicativas o expresivas).Además, los sujetos autistas presen-tan una frecuencia de contactosfísicos activos y de sonrisa, signifi-cativamente menor que los sujetosdeficientes no autistas.

1.2. Sin embargo, al comparar loscinco sujetos autistas con edad mentalsuperior o igual a 24 meses y los sujetosnormales y deficientes igualados, no apa-

Page 17: Análisis comparativo de la conducta de niños autistas, deficientes y ...

TABLA VI

Aplicación de Anova no paramétrico(Kruskal-Wallis) de un criterio de clasificación

por rangos para tres grupos, para lacomparación de sujetos autistas, deficientes y

normales de edad mental inferior a veinticuatromeses

TABLA VIII

Aplicación de Anona no paramétrico de uncriterio de clasificación por rangos para tres

grupos, para la comparación de autistas,deficientes y normales de edad mental superior

o igual a 24 meses.

Proximidad 0.15636Contacto físico pasivo 8.76853Contacto físico activo 7.23290Desplazamientos hacia 0.79204Se vuelve hacia 0.79635Vuelve cabeza hacia 3.45230Mira al 2.01659Mira cara (sólo) 7.73996Mira cara (global) 7.21999Coorientación visual 6.26326

1Sonrisa .46833Abrazo 1 54060Tira de 4.28571Reproduce 0.42818Comunicación oral 2.06649Señala 1 16715Muestra/da 0.31727Vocalizaciones 0.63636Coge 0.15269Acude llamada 2.52984Se aleja 0.46578Se vuelve de 0.40531Vuelve cabeza de 2.04098Cara pared z 16406Cabeza baja 3.74653Llantos/gritos 4.48420Aparta al adulto 2.47174Cierra ojos 2.03354Se tapa ojos/oídos 4.86486Se protege 0.04082Comunicación oral (E). 4.28571Agresiones al entorno. 2.03354Agresiones al adulto . 2.00000Autoagresiones 2.96114

.9248

.0125 *

.02.65 *

.673o

.6715

.178o

.3648

.0209*

.027 / *

.0436 *

.4799

.4629

.1173

.8073

.3559

.5579

.8533

.7275

.9265

.2823

.7922

.8166

.3604-3389.1536.1•062.zo96.3618.0878.9798.1173.3618.3679.2275

Estadístico Nivel deVariable empírico signif.

Estadístico Nivel deVariable empírico signif.

Proximidad

2.2199 .3296Contacto físico pasivo o.1974 9060Contacto físico activo 5.1978 .0744Desplazamientos hacia 2.8356 -2422Se vuelve hacia 0.7439 .6894

Vuelve la cabeza hacia 1.8311 .4003Mira al

2.0021 .3675

Mira cara (sólo)

1.1399 .3655Mira cara (global)

i.0085 .6039

Coorientación visual 0.4230 .8094Sonrisa 0.5409 .7630Abrazo 2.2992 .3168Tira de 2-0335 .3618Reproduce

2.8253 .2435

Comunicación verbal . 1.4888 .4750Señala 3.9725 .1372Muestra/Da 1.5753 .4549Vocalizaciones 1.0769 .5836Coge 1.9645 .3745Acude llamada 5.5351 .0628Se aleja 1.5492 .4609Se vuelve de 1.0953 .5783Vuelve la cabeza de 0.0408 .9798Cara a la pared

2.0000 .3679

Cabeza baja

2.0335 .3618Llantos/gritos

1.7187 .4234

Aparta al adulto

2.0000 .3679Cierra los ojos 3.3471 .1876Se tapa ojos/oídos

2.2992 .3168

Se protege

1.4221 .4911

Comunic. verbal (E) . 2.0000 .3679

Agresiones al entorno. 2.6466 .2662Agresiones al adulto

2.0000 .3679

Autoagresiones

1.1399 .5655

los niveles de significación no permiten rechazar lahipótesis nula de que no existen diferencias entre losgrupos, para ninguna variable (p. ().os).

TABLA VII

Prueba de rangos de U de Mann-Whitney para la comprobación de la significación entre cada parde grupos (Autistas-Normales; Autistas-Deficientes; Deficientes-Normales; todo ellos con edad

mental inferior a veinticuatro meses)

Aut-Nor. Aut. Def. Def.-Nor.

Estadístico Estadístico EstadísticoVariable empírico N.S. empírico N.S. empírico N.S.

Contacto fis. pas. . o .0034 * 1 .0087 * 9 .2642Contacto fis. act. • 4 .0375 2 .0139 * 21 .0379Mira cara (global) . 6 .1015 o .0P43* 16 .2003Mira cara (sólo) . o .0045 * 4 .1253 7 .0379

• p (ct)o,oz. 93

Page 18: Análisis comparativo de la conducta de niños autistas, deficientes y ...

TABLA IX

Aplicación de la prueba de rangos U de Mann-Whitney para la comparación entre dosgrupos: los dos grupos: los dos niveles de edad mental dentro de cada grupo diagnóstico.

Variable

Autistas Deficientes Normales

Estadísticoempírico N.S.

Estadísticoempírico N.S.

Estadísticoempírico N.S.

Proximidad 8 .1729 II -3770 16 .2010Contacto fis. pas. 25 .0035 * 13 .4583 13 .2010Contacto fis. act. 20 .0569 9 .2648 2 .0178 *Desplazamientos hacia 12 .5000 3 .o226* II .3756Se vuelve hacia 12 .5000 5 .0712 15 .2636Vuelve la cabeza hacia 8 .1973 lo .3371 12 .4582Mira al 17 .1729 16 .2317 12 .4581Mira cara (sólo) 21 .0379 * 17 .1736 13 .4170Mira cara (global) 20 .o586 15 .3008 15 .3002Coorientación visual 21 .0361* 12 .5000 16 .2296Sonrisa 17 .1448 I I .4115 8 -1546Abrazo 15 .2603 7 .1188 7 .o68oTira de 15 .1587 12 .4531 12 .5000Reproduce 20 .0468 * 21 .0330* 15 .2512Comunicación verbal 15 .2603 17 .1580 12 .5000Señala lo .1587 14 .3729 12 .4531Muestra/Da 12 -4572 16 .1943 10 .3327Vocalizaciones 15 .2564 12 .5000 15 .1587Coge 18 .0774 12 .5000 13 .4549Acude llamada lo .3367 12 -4572 7 .o68oSe aleja u 1 .3767 15 .2887 10 .2991Se vuelve de 7 .1187 13 -4155 7 .1375Vuelve la cabeza de 12 .5000 I I .3493 15 .1587Cara a la pared 7 .o68o 12 «4408 12 .5000Cabeza baja 2 .0091 * 15 .2193 8 .1448Llantos/gritos 8 .1995 14 .3752 17 .1448Aparta al adulto 10 .3028 12 .5000 10 .1587Cierra los ojos 16 .2042 14 .3190 12 .5000Se tapa ojos/oídos 15 .2193 7 .1188 12 .5000Se protege 15 .2193 20 .0468 * 17 .1439Comunicación verbal (E) 7 .068o 15 .1587 12 .5000Agresiones al entorno 12 •4408 14 .3190 12 .5000Agresiones al adulto 10 .1587 15 .1587 12 .5000Autoagresiones 13 .4165 17 .1736 21 .0370*

En la tabla aparecen señaladas con un asterisco las var ables para las cuales es posible rechazar la hipótesis nula de queno existen diferencias significativas entre los grupos, considerando un p. (a)L.si.ot.

94

recen diferencias estadísticamente signifi-cativas en ninguna de las 34 variablesanalizadas.

2. En cuanto a la comparación de losdos niveles de edad mental dentro decada grupo diagnóstico:

2.1. Al comparar los cinco sujetosautistas de edad mental inferior a 24meses y los cinco autistas de edad mentalsuperior o igual a 24 meses, vemos que:

- Los sujetos autistas de edad mentalinferior presentan un nivel signifi-cativamente menor que los de edad

mental superior, en las variables decontacto físico pasivo mantenido,miradas a la cara del adulto (sólo),,sonrisa y comunicación verbal.Y, sin embargo, los de edad mentalinferior presentan Tuiiirvel signifi-cativamente más elevado que los deedad mental superior en llantos ygritos.

2.2. Los sujetos deficientes de edadmental inferior a 24 meses presentan:

- Un nivel significativamente menorque los deficientes con edad mental

Page 19: Análisis comparativo de la conducta de niños autistas, deficientes y ...

superior a 24 meses, en comunica-ción verbal (tenga o no su conteni-do carácter de evitación).Sin embargo, el nivel de desplaza-mientos hacia el adulto es más ele-vado que en los sujetos con edadmental superior o igual a 24 meses.

2.3. En lo que se refiere a los sujetosnormales:

El nivel de coorientación visualpresentado por los normales deedad mental inferior, resulta signi-ficativamente menor que el de lossujetos normales de edad superioro igual a 24 meses.Sin embargo, la frecuencia de con:tacto físico activo de los sujetoscon edad mental inferior a 24 me-ses es significativamente mayor quela de los sujetos de edad mentalsuperior.

De estas nuevas comparaciones resultaespecialmente llamativo que:

a) Al reducir la muestra a los cincosujetos autistas de edad mental inferior a24 meses y sus igualados deficientes ynormales, aumenta el número de variablesen las que los sujetos autistas presentanun nivel significativamente menor quelos otros grupos, y se distancian más delas puntuaciones del grupo de deficientes.

b) Sin embargo, al comparar los cin-co sujetos autistas de edad mental supe-rior o igual a 24 meses no aparecendiferencias significativas estadísticamenteentre los grupos en ninguna variable.

c) Al realizar comparaciones entrelos sujetos de edad mental inferior a 24meses y sujetos de edad mental superioro igual a 24 meses dentro de cada grupodiagnóstico, son los autistas los que pre-sentan mayor número de diferencias sig-nificativas en las variables conductualesmediadas en la situación de interacción.Y estas diferencias indican un menornivel y frecuencia de conductas de aproxi-mación o interactivas cuando los sujetostienen una edad mental inferior a 24 meses.

Globalmente, estos resultados presen-tan cierta coherencia con estudios deseguimiento de niños autistas, que handemostrado que pueden ocurrir cambiosal aumentar la edad (De Myer, et al.,1973; Rutter Kanner, et al., 1972; Rutter,1970). Estos estudios indican que, aunquealgunos niños no hacen ningún progresoy unos pocos se deterioran, un porcentaje

considerable se vuelve menos resistente alcambio y pierden indiferencia hacia laspersonas. Lorna Wing (1971) señala quelas señales de desapego e indiferencia son,especialmente, claras en los menores decinco años.

Por otro lado, la relación de los distin-tos niveles intelectuales y las alteracionescognitivas en el autismo ha sido amplia-mente estudiado (vid. revisión Prior,1984), y actualmente es reconocido comoun factor clave en la discusión sobre laclarificación y comprensión del autismo,la comparación y reflexión de investiga-ciones y la búsqueda de criterios para eldiagnóstico diferencial.

Este trabajo, por su parte, resalta lanecesidad de investigación de las varia-bles edad de desarrollo y cociente dedesarrollo y su relación con la conductasocial de los niños autistas.

Sería necesario, además, cuestionarsehasta qué punto es correcto mantenercriterios diagnósticos para el «síndromede autismo infantil precoz» que partan deíndices de conducta claramente observa-bles en niños con edades mentales inferio-res a 24 meses, pero bastante menosintensos en niños de nivel superior. Aun-que, como ya señaló Rutter (1978), el 75por ioo de los sujetos autistas puedendefinirse intelectualmente como «deficien-te mental», parece arriesgado contar úni-camente con sistemas diagnósticos quesólo parecen «altamente fiables» para ni-veles de desarrollo bajos.

CONCLUSIONES

La realización del presente estudio com-parativo de la conducta social de niñosautistas deficientes y normales, en situa-ción de interacción, lejos de desalentar,nos ratifica en nuestro planteamiento ini-cial, en principio, en dos aspectos concre-tos:

Por una parte, la utilización de ungrupo de niños normales y el diseño desistemas de observación y análisis aplica-bles a este tipo de . sujetos nos ha permi-tido descubrir hasta qué punto resultaríainteresante la investigación rigurosa so-bre aspectos concretos que parecen fun-damentales, tanto para la comprensiondel desarrollo social del niño, como parala formacion de un «modelo» de desarro- 95

Page 20: Análisis comparativo de la conducta de niños autistas, deficientes y ...

lbo social normal, que sirva de base parael estudio de grupos infantiles patológicos.

Por otro lado, la comparación de suje-tos autistas y deficientes no autistas sirve,en nuestra opinión, para resaltar el interésdel estudio de las pautas de interacciónsocial en la investigación psicológica degrupos de niños con alteraciones severasdel desarrollo.

Desde otro punto de vista, este estudiosirve de base para indicar algunos cami-nos posibles de investigación futura. Seplantea la necesidad de un estudio minu-cioso por rangos de edad que proporcio-nará una información más exacta de lasdiferencias y peculiaridades de la conduc-ta social de los sujetos autistas, frente alos normales y deficientes igualados, yque tendría serias implicaciones para eldiagnóstico.

Ya, por último, expresar que la meto-dología de investigación utilizada en estetrabajo (y la mayoría de las que aparecenen la literatura revisada) se nos manifies-ta, a pesar de sus aportaciones y mejoras,como insuficiente y limitada. Insuficientepara recoger toda la información que

puede dar la observación minuciosa de lainteracción social y limitada para dilu-cidar los trastornos y características quediferencian la conducta social de los suje-tos autistas de la de otros grupos, normalo patológicos. Una observación completade lo que parece ser la información rele-vante en el estudio de la interaccióninfantil no parece depender sólo de lacomplejidad y amplitud del estudio segúnel número de categorías de observación,y su capacidad representativa de habilida-des realmente implicadas en la interacciónsocial. Consideramos que el progreso enel estudio de este tema vendría dado, apartir de ahora, por estudios complemen-tarios que tengan en cuenta estos aspec-tos, pero que pasen a un nivel de análisisde la conducta diferente. El análisis porfuncionalidad de la conducta, o por lavinculación real de conductas entre sí enla actuación del sujeto (el estudio desecuencias completas de conducta), o porla adecuación de la conducta del sujeto ala de su compañero de interacción (me-diante el estudio de secuencias interacti-vas...), pueden constituir métodos queconvendría explorar y poner en funciona-miento en trabajos posteriores.

ResumenEl presente artículo expone una investigación ayo objetivo es estudiar comparativamente la conducta de los niños

autistas, deficientes no autistas y normales, en una situación de interacción diádica con un adulto. La muestra estabacompuesta por 30 niños, so en cada grupo. Los niños de los distintos grupos diagnósticos estaban igualados uno a uno enedad mental y sexo. Los deficientes y los autistas fueron igualados además en edad cronológica. Cada sujeto fue grabadomediante vídeo en una sesión de interacción social. La conducta de los sujetos se codificó atendiendo a 34 categorías deobservación que recogían distintos tipos de conducta (conductas proxémicas, de atención, expresivas, instrumentales,estrategias de comunicación, conductas de huida, agresivas...). Se discuten los resultados y sus implicaciones, sugiriendonuevas líneas de investigación.

Summar'The aim of ibis research is the comparative study of autistic, mental!) , retarded non-autistic and normal children, in

a diadic situation interartion with an adult. The sample includes 30 children, cbildren, matrhed in Mental Age andsex in earb group. Retarded and autistic rhildren were paired as well 4, chronological age. Earb subject was vides recordedduring a sodal interaction session. Behavior of subject: was codee! in 34 observing categories stating different Opes ofbehavior — proxemir, attention, expresive, instrumental, escape agressive behaviors, communication strategies... Resultsand implications are discussed and new unes of research suggested.

R. ésuméDans cet talkie on expose une rerberche dont le but est l'étude compara« de la conduite des enlatas autistiques, des

enfants defirieras et des enfants normaux dans une situation d'interaction diadique avec un admite. L'échantillon étaitconstituí par 30 enfants, lo par groupe. Les enlatas de ces trole groupes ítaient appareillés en áge mentale et :ext. Lesdefirieras et les autistiques Juren! aussi appareille:r en lige réel. Chaque erijan' a cié enregistré ate vis/do ate mur, ¡uneséance d'interartion socia/e. La conduite des enfants fut codifiée par rapport á 34 catégories d'observation rositenant des

96différents npes de comportements (proxéntiques, d'attention, expresives...). Les résultats et leurs santiguares sontdiscutís, avec des suggérences de nouvelles lignes de rerberche.

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