A N A L I S I S D E L A S L E C T U R A S I N F A N T I L E S

!.-ESTADO ACTUAL DEL PROBLEMA.

Si siempre el tema de la literatura infantil ha merecido la consideración y el estudio por parte de psicólogos y pedagogos, ha tenido más bien poca resonancia fuera del ámbito estrictamente profesional. Incluso ni escritores ni editoriales le han dedicado la atención que se merece. En el .pasado año 1960 parece que la problemática que rodea las lecturas infantiles empezó a extra­vasarse de los reducidos círculos en que se venía manteniendo para ir calando poco a poco en otros medios más amplios. En dicho año se consolida también el prestigio del premio «Lazarillo», para lecturas infantiles, del Ministerio de Educación. La Dirección General de Archivos crea un premio para el mejor artículo sobre literatura juvenil, el Instituto Nacional del Libro lleva a cabo con las escuelas una prometedora investigación sobre temas de lectura y libros, y varias editoriales y entidades crean premios para obras de este carácter ( 1).

De otro lado, la experiencia acumulada por varios años de funcionamiento define la orientación de bibliotecas de carácter elemental, como la Biblioteca de Iniciación Cultural, de la Comisaría de Extensión Cultural, las bibliotecas e.scolares de la Diputación Provincial de Madrid, las ambulantes de Sección Femenina, creada a través de Consigna, su revista pedagógica, etc.

Todas estas realizaciones no son otra cosa que exponente de un movimiento palpable, real, de una preocupación consciente y vivida, pero q_ue las más de las veces responden o vienen determinadas por un buen deseo de remediar nuestra penuria de material de lectura para niños y jóvenes, o por el entu-

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siasmo hacia un' campo que se ofrece inexplorado y lleno de promesas, más que a un serio estudio de la cuestión y a un sondeo técnico de las soluciones. Prueba de ello es que la mayor parte de los libros presentados a los concursos son literatura, pero no literatura infantil ; los jurados, compuestos por escri­tores, editores y cargos o representantes del Ministerio de E ducación, no poseen ni un miembro que con amplitud de criterio-y sin presiones externas-pueda juzgar y opinar desde un ángulo psicopedagógico técnico y profesional ; las bibliotecas infantiles carecen de asesores pedagógicos, incluso dentro del ám­bito del Ministerio de E ducación. Ciertamente el buen criterio y la buena vo­luntad son muy apreciables, pero no bastan ; por lo menos no deben bastar.

( 1) V. g. Editorial Mateu, de Barcelona, para la colección «Cadete» .

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!I.-RESULTADOS DE UNA ENCUESTA.

En un trabajo de sondeo sobr� temas de lectura, publicado en el pasado año, intentamos describir las respuestas de una población infantil y adolescente en materia de intereses (2). Con él se intentaba arrojar alguna luz sobre la nebulosa con que en la actualidad se nos presenta el niño y el joven ante una literatura menguada de posibilidades y pobre de interés. Se trataba de descu­brir deseos, y a partir de ellos, poder establecer límites y aspectos diferen­ciales entre lo que a nosotros nos parecían cuatro poblaciones, cuatro tipolo­gías, cuatro grupos de intereses completamente distintos : niños y adolescentes masculinos y femeninos. Los resultados se condensan en los gráficos y porcen­tajes. (Véanse gráficas en las págs. 383 y 384.)

Sin entrar en otros comentarios más ampliamente tratados en el mencionado trabajo, se transcriben aquí las conclusiones más importantes :

Varones : Los temas de mayor interés son muy diversos. Se vienen a iden­tificar en la aversión a los temas amorosos.

Hembras : Merece destacar Ja preferencia en los temas religiosos y la clara aversión por los domésticos ( ¡ curioso ! ) y científicos.

Menores : En tanto los niños se inclinan por las aventuras, las niñas pre­fieren la religión. A versión clara de los niños a los temas . de amor y las niñas a los científicos.

Mayores : Los varones son atraídos por -los temas científicos, que, justa­mente, son despreciados por ellas. Inversamente, los amorosos son indiferentes para los varones, y muy estimados por las j óvenes.

En resumen, de estos resultados podría extraerse el siguiente cuadro, que señala tendencias generales y resulta más o menos cirto cuanto más o menos se generalice :

1 �cnorcs Mayores Dominancia psíquica

Chicos . . . . . . . . . . . , . . . . . . . Aventuras Científicos Inteligencia

Ohicas . . . . . . . . . · . . . . . . . . . . Religiosos Amorosos Sentimiento

l!I.-V ALORACIÓN PSICODÓGICA.

A) A ventwra y ciencia.

El análisis de la temática infantil adquiere para µn estudio psicológico un ·verdadero ·valor cuando se comparan los intereses dentro de una línea unilateral de desarrollo a lo largo de dos estructuras motivacionales generalmente distin­tas : Ja del niño y la de la niña. Pero antes de ver el signifi.cado del tema lector en relación con la evolución mental, conviene pararse a ·considerar si entre los temas infantiles y adolescentes existe algún vínculo que los conduzca de la niñez a la adolescencia, o bien son independientes totalmente, y únicamente el cambio introducido por la pubertad es capaz de trastocar todo un complejo de intereses y elecciones.

(2) SÁENZ (O.) ; GUZMÁN ( P.) ; RICO ( M.), y SÁEZ (P.) : «Los temas de lectura en la niñez y adolescencia�, en Revista Eapañola, de Pedaoooía, enero-marzo 1960, págs. 59-70.

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ANALISIS DE LAS LECTURAS INFANTILES 371

En primer lugar pensemos en qué consiste radicalmente la aventura. Aven­tura es acaecimiento o suceso extraño, es decir riesgo : aspecto inseguro o cam­biante que ofrece una existencia aún no vivida. Este carácter de contingencia tiñe las cosas, los objetos de experiencia, los sucesos, con un sello distinto al previsto, los hace nuevos, los presenta como «novedad». Aventura y novedad tienen en sí mismos un idéntico sentido : ofrecerse como un discurso nuevo y continuo al observador, ser capaces de polarizar -la receptividad humana hacia aquello que se reviste con sus vestiduras. La subjetivación, la conciencia del ·mundo, se realiza a través de un aspecto inteligente de la persona : la atención. La atención no es otra cosa que el cauce que la inteligencia abre al exterior para dotarse de contenidos. Ahora bien, la atención es una brújula q ue gira a im­pulsos de un magnetismo motivacional, cuya atracción natural rri:-ás acusada se ejerce por la novedad. (Es de notar que junto _ con los temas de aventuras, los niños alcanzan elevados porcentajes en temas históricos, viajes y biografías.)

Pero es que además la aventura, dentro del género literario, es la presenta­ción de una irrealidad como· posible ; es la realización libresca de una contin­gencia, de una posibilidad. Desde este ángulo, la aventura es la versión de una fantasía, de una fábula, en la que el autor domina a su gusto todo un mundo de irrealidad. De otro lado, la trama novelesca está unida por una serie ininte­rrumpida de lances no previstos ni previsibles, sino que un destino juguetón va haciendo realidad. Hay, pues, en este sentido, dos factores importantes que des­tacar : la mera posibilidad, la contingencia de un mundo creado por una fantasía y ]a forzosidad de un destino cambiante, pero necesario, que haga realidad la fábula.

¿ Qué opinar de los temas científicos ? ¿ Cabría la posibilidad de enlazar aven­tura y ciencia ? ¿ No será que la ciencia, en el fondo, tenga todo el riesgo d e l a a'Ventura ? L a •h ipótesis científica n o e s más que una contingencia, l a posi­bilidad de ser real o no serlo ; si la demostración pone de manifiesto su realidad, la posibilidad, como en la aventura, se hace necesidad, destino. El científico es, en cierta manera, un aventurero, puesto que va tras el riesgo de una mera posibilidad de ser. La ciencia convierte a la aventura en necesidad, y el cientí­fico transmuta en necesario lo puramente contingente.

Cabría pensar, además, que aventura y ciencia tuvieran algún o tro lazo íntimo que las hicieran principio y fin de un mismo proceso. Merecería la pena pensar detenidamente si la ciencia, que empezó por la admiración ( mara'Villarse o extrañarse), no fué creciendo a impulsos de la fantasía. La fabulación se ha dicho que es la ·pérdida del sentido de lo real ( P. Janet). ¿ Qué es la hipótesis más que una fábula de] científico, con la cual interpreta un fenómeno sirvién­dose de ella para comprobar si responde a una realidad que desconoce ?

B) Religión y amor. El tema religioso, tal como lo entendemos, al ser objeto de atención lectora

infantil toma los ribetes del tema de aventuras del muohaciho, para dotarse a sí mismo de la suficiente atracción y hacerse totalmente apto a un espíritu que sólo se mueve por lo sugestivo. De aquí que el contenido religioso predilecto de las niñas haya de ser cuento en su forma. No en 'Vano en la niñez se ofrece una religión fuera de lo cotidiano, de aspectos irreales, fuera de nuestro mundo­físico : un contenido, en resumen, extraterreno. La Historia Sagrada, la vida de Cristo, la primitiva Iglesia, las vidas de santos, etc., son fá,bulas de fe, pudiendo­decir en este sentido que los temas religiosos en la niñez poseen o deben poseer toda la novedad de la aventura.

El hecho de que, en las adolescentes, el interés por lo religioso, deje paso

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al del amor, no es sino la formulación de una sutil conexión entre amor y reli­gión. Esta es, ante todo, amor, y el amor, desde cualquier ángulo que se mire, es una verdadera religión. La religión, en la niñez, no es amor, porque en aque­llos años hay sólo egocentrismo, y él necesita unión, desprendimiento, abnegación, caridad. Si el fundamento de la religión es }a caridad, el amor, es que ella misma tiene por objeto la misma Caridad, el mismo Amor.

Desde otro punto de vista, el amor hemos de verlo, para ser algo formulado en unas normas, en unos principios, es un código que lo convierte en religión. Incluso el amor humano tiene un dogma, una moral y un culto que le son pecu­liares y no muy extraños al amor divino ; tiene un credo, sus reglas y su litur­gia, que se concreta en un verdadero culto y adoración hacia el amado.

Lo que lleva, pues, el tema religioso al amoroso, no es la inteligencia, sino el sentimiento ; la emoción producida por el sugestivo relato religioso durante la niñez, se sustituye en la adolescencia por el sentimiento amoroso : Dios es amor, no guerrero. Pero volviendo al otro cauce, el nacimiento del amor mun­dano no tiene otro origen sino el descubrimiento de Dios en los demás, a impul­sos del sexo, que nos hace primero descubrir a los demás. No podría ser otro el origen de las profesiones abnegadas, las de tipo social, vocaciones religiosas de entrega social, la apertura del individuo a la humanidad, la filantropía, el huma­nitarismo.

IV.-LAS LECTURAS Y EL DESARROLLO MENTAL.

A) Los temas de varones los hemos visto relacionados internamente por una cierta concomitancia estructural entre el contenido y la forma novelesca y científica, desde el punto de vista sicológico. Estas relaciones se hacen mucho más perfectas cuando }as consideramos a la luz de la sicología evolutiva. En principio no parece discordante que lo científico sustituya a las aventuras en los varones a medida que se evolucione, pero ¿existe una explicación razonable de este proceso ?

El niño gusta de las aventuras porque vive dentro de un mundo mágico, donde la realidad y }a fantasía tienen unos límites tan imprecisos que en su estado es imposible definir. El mundo físico y el mental están sujetos en su ejercicio a una ley arbitraria y cambiante : la sugestión, la imitación sugerida por impresiones y reacciones emocionales desencadenadas a impulsos de un ma­reante mundo de imágenes. La novedad, el cambio, lo diverso, son detalles de una linterna atrayente y sugeridora que encandila la atención infantil. La aven­tura, género multicolor, es el calmante de una sed insatisfecha de nuevas sen­saciones.

Poco a poco el sentido de esta elección cambia. Nuestra experiencia lo ha demostrado. La adolescencia trae consigo la seriedad del tema científico. El hecho fundamental parece ser los dos aspectos con que la inteligencia, en su ejercicio, se perfila hasta y a partir de la pubertad. El niño opera y juzga dentro de un mundo de contingencias, donde el fenómeno aparece en la línea de la causalidad y como resultado de una observación entre causa-efecto. La causalidad, por su condición, sólo puede dar lugar a un juicio, en el cual se pone en relación una causa y un efecto puramente aleatorio, azaroso, circunscrito a unas condiciones, variadas las cuales, el resultado puede ser o no ser el mismo, siguiendo la propia contingencia de su entidad.

En la adolescencia }as cosas ocurren de otro modo. A la inteligencia no le basta con la causalidad, sino que paulatinamente se ha ido introduciendo en la rigidez de una formulación exacta y necesaria, que responde a un mundo real,

ANALISIS DE LAS LECTURAS INFANTILES 373

donde los fenómenos se producen a expensas de una formulación circunscrita entre los términos razón-consecuencia. La aventura ya no tiene lugar en un pensamiento que se mueve matemáticamente ; la aventura no puede tener nunca necesidad, porque no es razonable ; lo razonable es la ciencia, porque ella exige en la producción de su acontecimiento, no un riesgo, sino una necesidad, un razonamiento. Que lo científico tenga su riesgo, que la ·hipótesis sea una aven­tura, es lo que a la densidad y pesantez de la ciencia hace agradable.

He aquí por dónde puede empezar a hilvanarse la conexión de temas al parecer tan dispares como los que ocupan la niñez y la j uventud. En realidad, no es sino que un mismo· hilo conductor, la inteligencia, se manifiesta de dos formas diferentes en dos períodos distintos de su desarrollo. Pero esta inteligencia debe entenderse no como simple asistente o contempladora de una vida racional, sino como su mismo ejercicio, una inteligencia activa, rodante, reverberatoria.

B) Los temas amorosos en la niñez femenina tienen un sentido parecido al de las aventuras en los niños, según se ha dicho anteriormente ; lo que ocurre es que en las niñas no está tan despierto, aunque parezca una paradoja, ese destello de la inteligencia que es la curiosidad. La curiosidad convierte la aven­tura infantil en una actividad inteligente, mientras que en la niña, por ser más plácida, más serena, por contener más ingredientes emotivos convierten �o reli­gioso en una actividad sentimental.

Lo religioso de la niñez se convierte en amoroso en la adolescencia. Un doble signo preside esta transformación a expensas de un elemento puramente emo­cional, no intelectivo : la abnegación. En primer lugar, el tema religioso, de carácter más o menos fantástico, para ser verdaderamente atractivo, no está fundamentado en la niña sobre una base de curiosidad intelectual, como le ocu­rre al niño con lo aventurero, sino que su espíritu está transido por el senti­miento, que llega a la adolescencia en forma de amor religioso o amor profano. La adolescente necesita el calor rie un amor divino en el tema religioso, porque consumiéndose de amor humano, necesita una adoración, un auténtico culto, una latría para los amores a que su alma despierta.

Esta apertura afectiva se manifiesta también por el índice significativo en la elección de otros temas, verbigracia, los sociales. Los títulos sociales de nuestra encuesta (3) contenían, efectivamente, una gran carga emocional que insensi­blemente atrajo un buen número de votos de las adolescentes. Tales títulos care� cen de toda resonancia religiosa, sin embargo, el amor está presente en la mayor parte de ellos, no como amor erótico, sino como humano, en forma de solidari­dad, hermandad, preocupación por el prójimo, abnegación, al fin y al cabo, caridad.

El cambio producido en la preocupación religiosa inicial hacia los nuevos intereses, no debe ser tomado al pie de la letra como específicamente amoroso, sino como la respuesta que el individuo da a la salida de sí mismo, instauración en un medio en el que no está solo.

V.-ÜTRAS CONEXIONES ENTRE LOS INTERESES INFANTlLES Y ADOLESCENTES.

Se acaba de pasar revista al hecho congruente de que, aun a pesar de las distintas materias que deben ocupar las literaturas de niños y jóvenes en sus respectivos sexos, hay un hilo conductor que les da cierta unidad y las hace compatibles con los diversos grados de desarrollo.

No será ocioso considerar aquí, si en realidad los distintos temas que atraen

(3) Véase art!o'llo citado.

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a menores por un lado y a adolescentes por otro, no guardan una íntima rela­ción ·que hacen razonable el pensamiento de que a pesar del sexo, la estructura mental y los intereses de wia misma edad condicionan unos temas semejantes de lectura.

Quizá no encuentre ahora más que una relación muy convencional, pero ahí queda abierto el diálogo p ara quien desee aportar criterios más convincentes.

A) Menores : Temas de a ven tu ras y religiosos. Ambos parece que están conectados-como más atrás ha quedado ya indicado-por su carácter de fábula y novedad. Las dos características se predican univocamente en la edad infantil para los dos sexos, y la sugestión responde a una idéntica situación psicofi­siológica.

B) Adolescentes : Temas científicos y amorosos. El amor es un imperativo personal de la misma índole que la necesidad lo es de) razonamiento científico, a la vez que el amor tiene idéntica seriedad y está constituído por el mismo peligro de riesgo que la ciencia. Amor y ciencia no son verdades absolutas, sino interpretaciones necesarias para reducir a sistema el cambio y la inestabilidad cósmica. Y descendiendo a un argumento más del gusto adolescente, el amor no es sino el deseo personal de hacer ciencia )o que es mera contingencia ; cada capítulo amoroso en la vida de una mu0hacha es una hipótesis que desea con­vertir en necesidad.

ÜSCAR SÁENZ BARRIO.