Análisis del concepto de revelación que se presenta en la Dei Verbum

4
Análisis del concepto de revelación que se presenta en la Dei Verbum. La fe cristiana tiene su fundamento en la revelación de Dios al hombre, cumplido en el evento de Cristo. El teólogo jesuita Juan Alfaro hablará de “destinatario de la revelación es el hombre, llamado por Dios a la respuesta libre de la fe” 1 . Es decir, la Iglesia sabe bien que Cristo vive en las sagradas Escrituras, porque se ha revelado a los hombres y ha dicho sus palabras (Palabra de Dios). Esto es lo que identificamos en el Concilio Vaticano II, una constitución dogmática la “Dei Verbum”, que da la importancia trascendente a la Palabra de Dios, que es divina, a la cual se le da una «veneración semejante a la que reserva al Cuerpo mismo del Señor» 2 , puesto que es fruto de la revelación. Y es que a través de la revelación que Dios ha hecho, la Iglesia no vive de sí misma, sino del Evangelio, y en el Evangelio ubica un nuevo itinerario, el cual es una consideración que todo cristiano debe hacer y aplicarse a sí mismo, sólo quien se pone primero a la escucha de la Palabra, puede encontrarse vivamente con la revelación que Dios hace para el hombre un destinatario. Naturaleza de la revelación La naturaleza de la relevación son momentos concretos en los que Dios ha hablado con el hombre y le ha mostrado las fortalezas, a partir de las tradiciones sagradas o a elegidos que asumen el papel de portadores de la revelación divina al modo de profetas tal como lo muestra el antiguo testamento, el cristianismo, hace de la revelación divina al hombre, el punto de partida de su práctica y el fundamento de su fe. 1 cf. JUAN ALFARO, Revelación Cristiana, fe y teología; SIGUME, Salamanca, 1994, pp. 13 2 cf. Dei Verbum, 21

Transcript of Análisis del concepto de revelación que se presenta en la Dei Verbum

Page 1: Análisis del concepto de revelación que se presenta en la Dei Verbum

Análisis del concepto de revelación que se presenta en la Dei Verbum.

La fe cristiana tiene su fundamento en la revelación de Dios al hombre, cumplido en el evento de Cristo. El teólogo jesuita Juan Alfaro hablará de “destinatario de la revelación es el hombre, llamado por Dios a la respuesta libre de la fe”1. Es decir, la Iglesia sabe bien que Cristo vive en las sagradas Escrituras, porque se ha revelado a los hombres y ha dicho sus palabras (Palabra de Dios). Esto es lo que identificamos en el Concilio Vaticano II, una constitución dogmática la “Dei Verbum”, que da la importancia trascendente a la Palabra de Dios, que es divina, a la cual se le da una «veneración semejante a la que reserva al Cuerpo mismo del Señor»2, puesto que es fruto de la revelación.

Y es que a través de la revelación que Dios ha hecho, la Iglesia no vive de sí misma, sino del Evangelio, y en el Evangelio ubica un nuevo itinerario, el cual es una consideración que todo cristiano debe hacer y aplicarse a sí mismo, sólo quien se pone primero a la escucha de la Palabra, puede encontrarse vivamente con la revelación que Dios hace para el hombre un destinatario.

Naturaleza de la revelación

La naturaleza de la relevación son momentos concretos en los que Dios ha hablado con el hombre y le ha mostrado las fortalezas, a partir de las tradiciones sagradas o a elegidos que asumen el papel de portadores de la revelación divina al modo de profetas tal como lo muestra el antiguo testamento, el cristianismo, hace de la revelación divina al hombre, el punto de partida de su práctica y el fundamento de su fe.

Esta naturaleza de la revelación es por la que Dios se revela quiere decir que se da a conocer al hombre, específicamente a su inteligencia, quitando la venda de los ojos de sus misterios y acercando al hombre el pensamiento divino. Y con ello, con la sabiduría dada por Dios se revela a Sí mismo y da a conocer el misterio de su voluntad, mediante el cual los hombres, por medio de Cristo, Verbo encarnado, tienen acceso al Padre en el Espíritu Santo y se hacen consortes de la naturaleza divina (cf. Dei Verbum, 2)

En la parte principal de la Dei Verbum se indica que se pone explícitamente en línea de continuidad de la tradición en los concilios. Sin embargo, al mismo tiempo, presenta acentos propios muy significativos que constituyen una profundización en la percepción de la Revelación, en un proceso típico de la vida eclesial que se ha llamado evolución y renovación en continuidad".

En el límite tratándose de la revelación de Dios en Cristo, en le acontecimiento mismo – la vida de Jesús – es Palabra y se hace palabra escrita y mediadora. La Cruz de Jesús,

1 cf. JUAN ALFARO, Revelación Cristiana, fe y teología; SIGUME, Salamanca, 1994, pp. 132 cf. Dei Verbum, 21

Page 2: Análisis del concepto de revelación que se presenta en la Dei Verbum

entendida como entrega hasta el fin del infinito amor, nos dice como palabra decisiva, como es Dios, para los hombres y en si mismo; como es el hombre, y para Dios3.

Doctrina de la Revelación

Con respecto a la doctrina, El movimiento que se había llegado a crear en torno a la doctrina sobre la divina revelación puede describirse como la fase que intentaba hacerla pasar de su estado de fermento, al estado de plena maduración. El trabajo que había que realizar era el de corresponder a la exigencia de una armonización entre los contenidos de siempre, irrenunciables para la fe, y los elementos nuevos y los lenguajes más coherentes con la nueva situación histórica de la Iglesia.

Por eso, la constitución dogmática perfila como ejes importantes sentar las bases de la revelación; la palabra de Dios y otros elementos relacionados jugarán insumos para la reflexión teológica de los aportes de la Dei Verbum, como la tradición, sagrada escritura, magisterio, «la Sagrada Tradición, pues, y la Sagrada Escritura constituyen un solo depósito sagrado de la palabra de Dios» (cf. Dei Verbum 10).

Lo anterior viene a ampliar el concepto de revelación de Dei Verbum, por eso el tema fundamental de esta Constitución es el de la Revelación y su transmisión, doctrinalmente dentro de esta perspectiva, la Sagrada Escritura tiene un lugar fundamental al tratar en su primer capítulo de la Revelación en sí misma, en el segundo su transmisión a través de la Sagrada Tradición y de la Sagrada Escritura. Pero cuando se llegue al tercer capítulo, hasta el sexto, que tratará específicamente de la Sagrada Escritura, siempre enmarcada dentro del tema de la Revelación de Dios.

Ahora se ve claro porque en la revelación hay acontecimiento y palabra. El documento conciliar lo presenta como correlativos y firmemente entrelazados. # 2. La revelación es un acontecimiento en que Dios escondido se manifiesta en la visibilidad de la Creación y de la Historia. Pero este acontecimiento no es mudo sino que está lleno de sentido que se puede expresar en palabras, aserciones y confesiones de fe. Que acontecimiento en el que Dios se revela vaya acompañado por la palabra o tenga la estructura de la palabra. No hay acontecimiento sin la palabra, ni viceversa, palabra sin acontecer.

Dios habla a sus criatura cuando hace que surja en ella, como viniendo de él, lo que él piensa y sabe. Y si la idea de ella, como viniendo de él, lo que él piensa y sabe. Y si esa idea de desvelamiento evoca la de alguien que la comunica. Como dijo el concilio Vaticano II (Dei Verbum, 2), en esta revelación, Dios invisible, movido de amor, habla a los hombres como amigos

3 . José María Rovira Belloso, Introducción a la Teología Serie de manuales de Teología, BAC, Madrid, 2000, 20-21

Page 3: Análisis del concepto de revelación que se presenta en la Dei Verbum

Transmisión de la Revelación

La doctrina de la revelación nos conduce en el itinerario del concepto de revelación, en el capítulo segundo la Dei Verbum aborda el tema de la transmisión de la Revelación. Aquí se da una ampliación de la definición, de esta manera, al haberse encontrado con Dios. Por otro lado la postura clásica de la Iglesia, sobre todo después del Concilio de Trento, era planteada desde la perspectiva de las dos fuentes de la Revelación. Pero había una corriente que buscaba darle a esta doctrina católica una expresión más comprehensiva, para lo que daban razones.

Cristo ejerció su función reveladora "con su presencia y manifestación, con sus palabras y obras, signos y milagros, sobre todo con su muerte y gloriosa resurrección, con el envío del Espíritu de la verdad" (DV 4)