Análisis Pinocho Disney
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PEAC
Holos Sánchez Bodas
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Filosofía
Pinocho de Madera y Pinocho Real: los dos
Hombres de Nietzsche
Florencia BALLABENI
Daniela FRANCISCO
Prof. Alejandro Campos
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“Se puede proclamar la buena salud mental de Van Gogh
que durante toda su vida sólo se hizo asar una de las manos y, fuera de
esto, no pasó de cortarse la oreja izquierda, en un mundo en que todos
los días la gente come vagina cocinada con salsa verde, o sexo de recién
nacido flagelado y enfurecido tomado tal como sale del sexo materno”
A. Artaud
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Introducción
A lo largo de este trabajo intentaremos hacer un análisis de la película
“Pinocho” de Walt Disney. Este film de dibujos animados se estrenó en 1940 y
fue, como las otras obras de Disney, pensado para un público infantil. La
inspiración para esta película, si bien es una versión libre de el, proviene de un
libro publicado por entregas -al mejor estilo folletín- en un periódico italiano
entre 1882 y 1883. Su autor, Carlo Collodi, pensó esta historia como un relato
infantil luego de haberlo ideado primero como uno para adultos; es por esto
que cambió el final original (en el cual Pinocho muere ahorcado por sus
pecados) por un final –más cercano a un happy ending- en el que se convierte
en un “niño de verdad”. Por etnografía sabemos que Collodi pertenecía a la
masonería, y se cree que su “Pinocchio” es un intento de transmitir algunos
sus valores. Se cree que también Walt Disney tenía afinidad con esta logia.
Desde que Historia de un Títere y Las Aventuras de Pinocho fueron escritas,
hasta el día de hoy, se han realizado muchas adaptaciones para cine, así como
también para teatro, entre las que se encuentran la que analizaremos en este
trabajo.
Intentaremos ver cómo esta película muestra una forma de ver el
mundo, cómo transmite una serie de valores vehiculizados en una cierta
pedagogía, y hace una categórica afirmación acerca de lo que se considera el
“bien” y el “mal”. En definitiva analizaremos cómo este film muestra cuál es el
tipo de hombre que se debe ser, y cual no. Con este objetivo describiremos el
viaje que debe hacer Pinocho, desde ser un títere de madera, hasta convertirse
en un niño de verdad, de “carne y hueso”. A través de dos “despertares” por
los que debe pasar es que él se convertirá en persona real, en el hombre que
debe ser, según la visión de la película. Veremos aquí una contraposición entre
ciertos valores y virtudes que son buenos y deben caracterizarnos, y otros que
son considerados malos. Además de ver cómo se contraponen estas dos
morales diferentes, intentaremos dilucidar el papel que tiene el lenguaje, el
discurso, en la construcción de estos conceptos. Veremos la función del
lenguaje como igualadora, como borradora de las diferencias, en
contraposición con la función desidentificadora del arte, a la vez que
analizaremos el papel del lenguaje en relación al poder. A partir de esto
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también podremos discutir acerca de las categorías de “verdad” y de
“mentira” y el papel fundamental que tiene la conciencia para la elaboración
de todos estos constructos.
Pinocho de madera y Pinocho real: los dos hombres de Nietzsche
Es posible trazar un paralelismo entre los dos tipos de hombre que
describe Nietzsche en La Genealogía de la Moral y los dos pinochos: es decir,
por un lado, entre el hombre de alma noble y el primer pinocho, que todavía
no es un niño de verdad; y, por el otro, entre el cordero y el segundo pinocho,
el que ya se convirtió en persona real. Puede pensarse que el camino que debe
recorrer Pinocho, esa suerte de rito de iniciación por el que el Hada Azul lo
hace pasar con el fin de convertirse en un niño de verdad, es en realidad el
camino mediante el cual, el hombre instintivo, que aún no fue adoctrinado por
las fuerzas de la cultura, se convierte finalmente en el hombre civilizado y
manso, alejado de sus pulsiones y de sus percepciones. Parece que es este
último hombre, el que Nietzsche define como el ideal de la cultura de occidente
a partir de la aparición de la moral judeo-cristiana, el tipo de hombre que la
película trata de propulsar en detrimento de aquél otro hombre que describe
Nietzsche, el hombre noble, definido en sentido positivo por su propio accionar,
fuerte y guiado por sus instintos1. A continuación nombraremos algunas
similitudes que dan cuenta de este paralelismo. Por ejemplo, el “primer”
Pinocho, tiene un carácter muy alegre y no se da nunca cuenta de los peligros
que se le avecinan, al tiempo que no tiene miedo y hace lo que le sale en el
momento, sin pensarlo demasiado. Tampoco puede aprender de sus
experiencias ni retener el odio que debería tenerle a sus enemigos, parece un
“estúpido”, siguiendo el término que utiliza el dueño de la Isla de los Juegos.
Nietzsche da cuenta de estas características del alma noble:
“en éstos no es la inteligencia ni mucho menos tan esencial como lo son la
perfecta seguridad funcional de los instintos inconscientes reguladores o inclusa
una cierta falta de inteligencia, así por ejemplo el valeroso lanzarse a ciegas (…) o
aquella entusiasta subitaneidad en la cólera, el amor, el respeto, el agradecimiento
y la venganza” (Nietzsche, 2006: 37)
1 Es preciso aclarar que con esto no pretendemos afirmar que Nietzsche concibe que el hombre noble pueda convertirse en hombre esclavo ni viceversa.
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Pinocho vive ligado a sus pulsiones y a la pura acción y no es capaz de
aprender por la experiencia, por eso no guarda rencor: “no tenía memoria para
los insultos ni para las villanías que se cometían con él” (Nietzsche, 2006: 38).
Varias veces se encuentra frente a un engaño, y vuelve a caer, como le
sucede en los episodios del teatro y de la Isla.
El primer elemento que se le introduce a Pinocho es la conciencia: para
comenzar el camino hacia el verdadero hombre hay q tener una. Según
Nietzsche, el alma resentida le otorga una conciencia al hombre para poder así
engañar y autoengañarse: se dice a sí mismo y a los demás que él no es débil
porque no tenga la posibilidad de ser diferente, sino porque así decide hacerlo
y eso lo hace digno de reconocimiento. Vemos así que necesita crear al sujeto
libre para elegir, para así justificar su debilidad, que no es, en realidad, más
que su esencia. Por el contrario, dice que el ave de rapiña elige ser fuerte y ser
el que oprime. Por eso el noble es concebido como el malo: esta identificación
del alma noble con lo malo por parte de los débiles es lo que hará de ellos
buenos, ellos son los buenos porque son lo opuesto a los otros, que son los
malos. El autoengaño queda definido allí, ya que: “tal sustrato no existe; no
hay ningún “ser” detrás del hacer, del actuar, del devenir; “el agente” ha sido
ficticiamente añadido al hacer” (Nietzsche, 2006: 44). El taller de Geppetto se
parece entonces al taller del que nos habla Nietzsche: “ese taller donde se
fabrican ideales” y que le “apesta a mentiras” (Nietzsche, 2006: 47). Al tener
Pinocho ya una conciencia puede emprender el camino hacia el verdadero
hombre, el ideal, el hombre racional.
Pero aún no ha aprendido las virtudes y características que debe tener
para poseer una conciencia propia: tendrá entonces una conciencia externa,
Pepe Grillo. Podemos ver entonces que primero, la ley, lo que es correcto,
viene de afuera, es una ley externa. Es el camino hacia la interiorización de esa
ley el que lo llevará a poder convertirse en un niño. Al final de la película, una
vez que Pinocho logra poseer las virtudes que le puso como condición el Hada,
ya no necesita más de una conciencia externa. Ahora ya tiene la suya propia y
eso se constata cuando Pepe Grillo dice: “¡Ba! Me parece que me he quedado
sin trabajo”. Se puede explicar este pasaje de una ley externa a una interna,
pasaje que marcó todo el desarrollo del occidente post cristiano, a través de
las enseñanzas de San Agustín: allí se ve cómo el pensar se equipara al hacer y
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cómo ese miedo que se tenía antes ante una ley externa, que puede ser Dios o
el Estado, pasa a ser un miedo de sí mismo, una auto flagelación de los propios
sentimientos que son condenables, un Dios interno. Queda así el hombre
alejado de su deseo desde lo más recóndito del interior de su ser. En la película
esto se puede ver de la siguiente manera: el Hada puede representar a Dios,
todo lo que es bueno e imitable, a la vez que es la que nos puede dar la
salvación (convertir a Pinocho en un niño real) o el castigo (dejarlo por siempre
como un títere). Lo que es sumamente importante es notar que el Hada Azul le
dice que en realidad convertirse en un niño real depende de él, y no de ella,
depende de su capacidad de poder decidir entre el bien y el mal. Aquí se ve el
primer paso hacia la interiorización de la legalidad: “el Hada Azul vino y me dio
una conciencia y algún día seré un niño real” (Pinocho). Pero como Pinocho
aún está al comienzo de su camino debe auxiliarse de su conciencia externa,
Pepe Grillo, mediador entre los valores que el Hada pregona como buenos
(bondad, sinceridad y generosidad) y los puros instintos de un Pinocho aún
muy joven: “Serás la conciencia de Pinocho. Señor guardián del bien y del mal.
Consejero en los momentos de tentación y guía en la estrecha senda del bien”
(Hada Azul). En el mundo real han sido la iglesia y el Estado los que, a lo largo
de la historia, han funcionado como entes terrenales que median entre el cielo
y los mortales.
La conciencia como Lenguaje
Dijimos al comienzo del trabajo que íbamos a analizar el rol del lenguaje,
bien, ¿cómo se estructura esta conciencia a la que nos referíamos
anteriormente? Se estructura como una voz, es decir, como lenguaje, es, en las
palabras de Pepe Grillo: “esa débil voz interior que nadie escucha y es por eso
que el mundo anda tan mal”. Vemos entonces que Pinocho “dialoga” con su
conciencia, y a partir de esta conversación es que va a ir tomando las
decisiones. Es evidente, desde principios de la película, que este lenguaje no es
ni transparente, ni natural, ni necesario sino hay que entender su lógica para
comprenderlo, ya que no es un saber que se aprende instintivamente. Esta
opacidad del lenguaje se observa en la explicación que trata de hacer Pepe
Grillo de las diferencias entre el bien y el mal: “A veces las cosas malas
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parecen buenas y a veces las cosas buenas suelen parecen malas, otras veces
las buenas se vuelven malas cuando esas malas parecen buenas o viceversa”.
Es el lenguaje el que crea la distinción entre el bien y el mal siendo este
el material y la forma con que se construye a la conciencia, este supuesto libre
albedrío, ese alma o conciencia que se le otorga al hombre que
“se debe tan sólo a la seducción del lenguaje (y de los errores radicales
de la razón petrificados en el lenguaje), el cual entiende y mal entiende que
todo hacer está condicionado por un agente, por un sujeto” (Nietzsche, 2006:
44).
Vemos en la película que hasta la misma forma de dar vida a Pinocho
involucra al lenguaje: primero Geppetto le pone un nombre, “Pinocho”, y al
nombrarlo lo dota de una identidad; más tarde el Hada le da vida a través de
un conjuro verbal: “lindo muñeco de Pino, despierta, a la vida te destino”. Es el
lenguaje justamente lo segundo que Pinocho nota apenas despierta, “¡puedo
hablar!”, dice; y también es lo primero que Geppetto exclama: “¡puedes
hablar! Pareciera que las cosas no existen si no son nombradas a través del
lenguaje, lo peligroso es que:
“las palabras son metáforas, y es así entonces, que la verdad es un
conjunto de ilusiones con respecto a las cuales se ha olvidado que son
metáforas” (Nietzsche, 1970:3)
La creación de la conciencia occidental y de sus normas y valores están,
a su vez, sustentadas y creadas a partir de otro conjunto de normas y
convenciones que es el lenguaje. Se pone en evidencia así el andamio de
ilusiones y engaños que se hace pasar por natural y necesario. El lenguaje, las
palabras o conceptos, surge de afirmar como igual lo que no lo es, es una
estrategia de poder que tiene como fin gobernarnos. El lenguaje es también el
responsable de ese impulso hacia la verdad que tiene el hombre. Si la verdad
entonces es mentir con arreglo a un esquema convencional, es decir, a la
legislación del lenguaje, la mentira queda definida, en contraposición, como el
uso de las palabras, de estas denominaciones convencionales, para hacer
pasar por real lo que no lo es, es decir, utilizar un término cuando en realidad
tenías que utilizar el opuesto. Mentir es trastocar, invirtiendo a nuestro
parecer, las denominaciones. Una de las cosas que han resultado tener mayor
fama en relación al relato de Pinocho es el hecho de que su nariz crece cuando
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miente. Pinocho debe aprender, en su camino hacia el hombre racional, que
decir la verdad o mentir tiene que ver con lo que le dicta “su conciencia” (Pepe
Grillo), es decir, en relación a un lenguaje. Michel Foucault explica que en
realidad no existe “la verdad” sino, y como lo concibieron los sofistas, la
verosimilitud, ya que todo es discurso, y este está siempre ligado a una
intención, a un convencimiento, y a un poder. Cuando el Hada le pregunta si
está diciendo la verdad Pinocho contesta: “sí, la dije, palabra por palabra”.
Pinocho miente, y esta mentira también está configurada por el lenguaje, pero
esta vez usado de forma creativa e inventiva, trastocando sus reglas: es la
función del lenguaje dentro del arte. Nietzsche explica que el entramado de
conceptos al que se aferra el hombre débil no es para el valiente más que un
juguete para sus acrobacias, y al destrozarlo y mezclarlo a su antojo,
demuestra que no se guía por él sino por sus instintos.
Del lenguaje como igualador de lo disímil a la función desidentificadora
del arte
Al comienzo del análisis dijimos que la película intenta transmitir ciertos
valores que considera como positivos, en oposición, a otros negativos. La
educación formal de la escuela aparece en la película como el lugar en donde
el verdadero conocimiento será impartido, mientras que, la esfera del arte, y
también la del placer, serán vistas como las que pierden al protagonista.
Lo primero que debe hacer Pinocho cuando cobra vida es ir a la escuela,
es su primera y única obligación, ya que hay que asistir para “aprender cosas y
volverse inteligente” (Geppetto). Pinocho, que aún es un alma intuitiva,
pregunta “¿por qué hay que ir a la escuela? No ha interiorizado aún ciertos
valores que para nuestra civilización son naturales y dados: su mirada aún está
desautomatizada y ve todo con cierta extrañeza. El pasaje de una pedagogía
oral y mítica hacia una pedagogía del texto, de lo escrito, se ve en la película
cuando Pinocho se dirige a la escuela con su libro y es interceptado por el lobo
y el gato. Ellos representan el mundo del arte, de lo oral y de lo animal, vemos
que el lobo ni siquiera puede deletrear el nombre de Pinocho, no está en
relación con la cultura del lenguaje, su saber es más instintivo. Pinocho desiste
así de ir a la escuela y decide llevar una vida de artista, definida como una vida
de plena libertad (“el único títere que puede bailar sin la manipulación de hilo”)
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en donde no se va a la escuela y se tiene éxito y dinero: “la fácil senda del
triunfo, el teatro” (Lobo). Pero la película no presenta al arte como un valor
positivo: posicionándose desde el lugar del alma resentida ve a lo bueno de la
moral noble como “cambiado de color, interpretado y visto del revés por el ojo
venenoso del resentimiento” (Nietzsche, 2006: 39). Se pone de manifiesto lo
que Vattimo explica acerca de lo que Nietzsche evidencia: la relación entre la
apariencia estética y la desidentificación. Platón condena al arte, según
Nietzsche, porque este rompe con la división de roles sociales. Unas líneas
atrás afirmamos que el lenguaje, a través de los conceptos, iguala lo que en
realidad es diferente; de forma opuesta, el arte tiene el poder de trabajar sobre
“el ámbito de lo cambiante y lo diverso” (Vattimo, 2002: 162); en el arte es
posible salirse de sí mismo y ser otra cosa. Tratando de seguir lo que el Hada y
su conciencia le dicen, rápidamente Pinocho aprende la lección que es
necesaria para poder seguir en el camino recto hacia ser un niño de verdad y
lo valida a través del lenguaje: “prefiero estudiar que ser un actor”, afirma.
Pero más tarde cae ante otra “tentación” de la que todavía no tenía
conocimiento: el entregarse al goce, al placer. Pinocho, otra vez engañado por
el lobo, decide no ir a la escuela y en su lugar irse a la Isla de los Juegos. Allí,
junto con otros niños, como su compañero Polilla, se dirigen hacia un lugar
donde no se estudia y hay mucha comida y bebida, donde se pueden
exteriorizar los impulsos violentos (casa de las riñas) y donde el juego y el vicio
no son vedados: “fumen hasta empacharse, nadie se los impedirá” (Dueño de
la Isla). Pero este aparente placer trae aparejado un peligro: la animalización:
“más libertad se les da, más se portan como asnos” (Dueño de la Isla). El
peligro es literal, el dueño de la isla convierte a los niños en burros a través de
la entrega de estos al goce. Esta animalización del hombre entregado a su
instinto se contrapone con la del hombre escolarizado: “el sentido de toda
cultura consiste cabalmente en sacar del animal rapaz “hombre”, mediante la
crianza, un animal manso y civilizado, un animal doméstico” (Nietzsche, 2006:
41). Es interesante notar cómo el gato y el pez de Geppetto están también
totalmente domesticados y hasta humanizados: duermen en camas, comen en
la mesa, acatan las reglas de Geppetto, etc. Pinocho, entregado entonces al
placer, empieza a deshumanizarse y le salen cola y orejas de burro, pero lo
más significativo: comienza a perder el lenguaje. “Por suerte”, su conciencia,
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Pepe, lo salva de la animalización completa, cosa que no sucede con Polilla que
carece completamente de conciencia y completa así su metamorfosis. Es
evidente que la película no presenta esta vuelta a lo primitivo como algo
positivo sino como todo lo contrario, los niños sufren al verse transformados en
asnos. A su vez, parece por momentos necesario este pasaje por lo que no se
debe ser, con el fin de convertirse, finalmente, en lo que sí se debe.
El segundo despertar: convertirse en un niño de verdad
Luego de su primer despertar, en el cual Pinocho pasa de ser un títere
sin vida a poder “moverse, hablar y caminar”, Pinocho adquiere las virtudes
necesarias, a través de lecciones que le da la vida y que le enseña su
conciencia externa, y logra convertirse en un niño de verdad.
Para lograr por fin interiorizar los valores necesarios y prescindir de Pepe
Grillo, Pinocho debe primero sumergirse en el agua, limpiarse de sus pecados y
reflexionar. Nos resulta interesante pensar el episodio en el cual Geppetto
queda atrapado dentro de la ballena en relación a la historia de Jonás y el gran
pez. Dice la historia que Jonás, un profeta, desobedece las órdenes de Dios de
predicar a los ninivitas y huye en un barco. Una gran tormenta azota a los
marineros y se decide que Jonás debe sacrificarse en función de apaciguar la
ira de Dios. Jonás es lanzado al mar y aparece dentro de un gran pez (podría
pensarse que puede ser una ballena). Dentro de este pide perdón y ayuda a
Dios. Tres días y tres noches después, el pez lo escupe a tierra y emprende la
tarea que Dios le había asignado originalmente. Jesús se compara con Jonás
diciendo que él debe pasar tres días y tres noches dentro de la tierra antes de
resucitar. La similitud entre esta historia bíblica y el episodio de Pinocho dentro
de la ballena es significativa. Denota esto una gran relación entre la película y
la moral religiosa cristiana. Pinocho retoma lo que el Hada Azul le asignó como
tarea, es decir, convertirse a los valores de la moral regente, y logra así salir de
la ballena y salvar a su papá. El proceso está terminado, Pinocho ya es un alma
débil, un cordero, y por ende, un hombre verdadero, pero antes de convertirse
en tal cosa, debe antes renunciar a todo lo que era.
La Muerte de Pinocho
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Es paradójico el hecho de que para nacer Pinocho deba primero morir.
Así también para aprender los valores que el Hada le dicta como buenos, debe
primero sumergirse en los opuestos. Cuando la ballena los expulsa, Geppetto,
el gato y el pez se salvan, pero Pinocho no. Su padre lo llora y hasta
prácticamente lo vela en su casa, antes de que el Hada haga su magia y lo
devuelva a la vida, ahora en forma de niño de carne y hueso y habiendo
perdido en este pasaje las orejas y la cola de burro. ¿Qué es lo que tiene que
morir para que ese niño nazca? Su instinto, su pulsión, todo lo relacionado con
los sentidos y el deseo. El Pinocho intuitivo muere dando lugar a la aparición
del Pinocho racional: queda en evidencia así la imposibilidad de convivencia de
estos dos tipos de hombre, o al menos, eso es de lo que este film pretende
convencernos; escondiendo que, más que una verdad, este relato es,
simplemente, una construcción verosímil, y por ende, un discurso más, que
intenta así, obtener un poder para su emisor.
Material Visual:
“Pinocho”, Walt Disney, 1940, duración: 88 minutos, en línea: http://www.youtube.com/watch?v=N-1XqF9S8jY, vista por última vez el 10/6/2013.
Bibliografía
FOUCAULT, Michel. “La verdad y las formas jurídicas”, Editorial Gedisa, Buenos Aires, 2005
“Jonás y el gran pez” en Biblia de Estudio. Nueva versión Internacional, en línea: http://www.childrensermons.com/espanol/jonah_espanol.htm#.UbUMzfkuySo, consultado el 8/6/2013
NIETZSCHE, Frederich, La genealogía de la moral. Editorial Alianza, Madrid, 2006
NIETZSCHE, Friedrich, “Sobre Verdad y Mentira en Sentido Extramoral” en Obras Completas Vol. 1, Ediciones Prestigio, Buenos Aires, 1970, en línea: http://213.0.8.18/portal/educantabria/contenidoseducativosdigitales/bachillerato/citexfi/citex/cit/Nietzsche/nietzschetexto.pdf, consultado el 7/6/2013
“Pinocho” en línea: http://es.wikipedia.org/wiki/Pinocho, consultado el 9/6/2013
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ROZITCHNER, León, “La cosa y la cruz” en En torno a las confesiones de San Agustín, Losada, Buenos Aires, 1997
VATTIMO, Gianni, Diálogo con Nietzsche, Editorial Paidós, Buenos Aires, 2002
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