Analisis Semiologico Del Discurso Final de Salvador Allende

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Análisis del discurso pronunciado por Salvador Allende el 11 de septiembre de 1973 (Alumno: Olabarrieta Javier) En el presente trabajo se analizará el discurso pronunciado por el presidente de la República de Chile, Salvador Allende Gossens, el 11 de septiembre de 1973, día que las Fuerzas Armadas, al mando del General Augusto Pinochet, se sublevaron y derrocaron al gobierno que aquel presidía. Este análisis consta de tres partes: en primera instancia se realizara una contextualización del momento histórico para lograr tener un mejor entendimiento de los sucesos y, por ende, del texto en general; en segunda instancia se realizará una caracterización de los destinatarios de este discurso (en términos de Eliseo Verón); y por último se realizará un análisis de los diversos aspectos discursivos presentes en este texto. Salvador Allende fue un médico y político socialista chileno, presidente de Chile entre el 4 de noviembre de 1970 y el 11 de septiembre de 1973. Accedió a la presidencia mediante elecciones generales en un Estado de Derecho e impulsó un plan de transición del capitalismo al socialismo con el cual se ganó la antipatía de los sectores conservadores de su país (representados por la milicia, el ala derecha liberal con mayoría parlamentaria y amplios sectores de la sociedad), de ciertas empresas internacionales cuyos intereses en la minería chilena se veían afectados, y del gobierno de Estados Unidos. Este último brindaría apoyo bélico y táctico a los militares sublevados que más tarde derrocarían al presidente constitucional de los chilenos. En 1973 el gobierno de Allende se encontraba con un contexto económico desfavorable, con amplios sectores sociales abiertamente hostiles a sus políticas, jaqueado por una oposición parlamentaria mayoritaria y acérrima y con la animadversión de las potencias extranjeras. Finalmente las fuerzas militares, bajo la vieja y rancia excusa de la recomposición nacional, se sublevaron y exigieron la renuncia del presidente. Allende se negó a la dimisión y se atrincheró en el Palacio de la Moneda desde

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Análisis del discurso pronunciado por Salvador Allende el 11 de septiembre de 1973 (Alumno: Olabarrieta Javier)

En el presente trabajo se analizará el discurso pronunciado por el presidente de la República de Chile, Salvador Allende Gossens, el 11 de septiembre de 1973, día que las Fuerzas Armadas, al mando del General Augusto Pinochet, se sublevaron y derrocaron al gobierno que aquel presidía. Este análisis consta de tres partes: en primera instancia se realizara una contextualización del momento histórico para lograr tener un mejor entendimiento de los sucesos y, por ende, del texto en general; en segunda instancia se realizará una caracterización de los destinatarios de este discurso (en términos de Eliseo Verón); y por último se realizará un análisis de los diversos aspectos discursivos presentes en este texto.

Salvador Allende fue un médico y político socialista chileno, presidente de Chile entre el 4 de noviembre de 1970 y el 11 de septiembre de 1973. Accedió a la presidencia mediante elecciones generales en un Estado de Derecho e impulsó un plan de transición del capitalismo al socialismo con el cual se ganó la antipatía de los sectores conservadores de su país (representados por la milicia, el ala derecha liberal con mayoría parlamentaria y amplios sectores de la sociedad), de ciertas empresas internacionales cuyos intereses en la minería chilena se veían afectados, y del gobierno de Estados Unidos. Este último brindaría apoyo bélico y táctico a los militares sublevados que más tarde derrocarían al presidente constitucional de los chilenos.

En 1973 el gobierno de Allende se encontraba con un contexto económico desfavorable, con amplios sectores sociales abiertamente hostiles a sus políticas, jaqueado por una oposición parlamentaria mayoritaria y acérrima y con la animadversión de las potencias extranjeras. Finalmente las fuerzas militares, bajo la vieja y rancia excusa de la recomposición nacional, se sublevaron y exigieron la renuncia del presidente. Allende se negó a la dimisión y se atrincheró en el Palacio de la Moneda desde donde pronunció los discursos que se analizan en el presente trabajo. Asediado por el bombardeo de los aviones militares, rodeado por tanques y tanquetas de la infantería, Allende decide quitarse la vida con un fusil que Fidel Castro le regaló.

Referirse a la enunciación política, según Eliseo Verón, es referirse a un campo discursivo que implica enfrentamiento, donde la construcción de un adversario es condición necesaria. En este sentido todo discurso político supone al menos dos destinatarios: uno positivo -o prodestinatario- con el cual el enunciador coincide ideológicamente y comparte valores y objetivos, y otro negativo -o contradestinatario-, que constituye el adversario político, con el cual se mantienen ideas contrarias que, sobre todo en este caso, resultan irreconciliables.

En el discurso de Allende el prodestinatario está constituido por los sectores sociales que apoyaron al gobierno democrático mediante el voto y están de acuerdo con las políticas impulsadas desde el gobierno. El enunciador se refiere a ellos mediante calificaciones positivas de marcado sesgo ideológico

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como “trabajadores”, “pueblo”, “compañeros”, “obrero”, ”campesino”; también mediante otros que pueden ser calificados de mayor neutralidad como “profesionales patriotas”, “intelectual”, “abuela”, “madre”, “modesta mujer de nuestra tierra”. Fiel a su voluntad democrática, el sujeto discursivo realiza un llamamiento a sus prodestinatarios para que no entren en conflicto con las huestes sublevadas, busca persuadirlos de no protagonizar enfrentamientos armados y a su vez busca infundirles fe y valor mediante modalizaciones del tipo: “Permaneceré aquí en La Moneda inclusive a costa de mi propia vida.”, “ El pueblo… no debe dejarse provocar, ni debe dejarse masacrar”, “Compañeros, permanezcan atentos a las informaciones en sus sitios de trabajo, que el compañero Presidente no abandonará a su pueblo”, “que los trabajadores estén atentos, vigilantes y que eviten provocaciones”.

Con respecto al Contradestinatario podemos decir que está conformado por los sectores que llevan adelante o apoyan el golpe de estado. El enunciador se refiere a ellos mediante términos despreciativos, aunque en un primer momento se encuentran un tanto relativizados: “golpe fascista que amenaza a la Patria”, “aquellos que quieren retrotraer la historia y desconocer la voluntad mayoritaria de Chile”. En los momentos finales del discurso los contradestinatarios pierden todo atisbo de eufemización en su designación y pasan a tomar cuerpo, nombre y apellido, calificándoselos rotundamente y concentrando en ellos todas las cualidades negativas: “Almirante Merino”, “señor Mendoza, General rastrero”, “el capital foráneo”, “el imperialismo”. Es de destacar que Allende no incluye entre sus contradestinatarios a los sectores civiles que apoyan el golpe, a ellos prefiere reservarles el lugar de un tercer destinatario definido por Verón como el paradestinatario

El paradestinatario está conformado por los grupos que en las democracias occidentales suele identificarse con los “indecisos” y al cual se busca convencer mediante métodos de persuasión. En el presente discurso el paradestinatario está constituido por los sectores sociales que pueden estar en desacuerdo con el modelo económico pero aún así apoyan una resolución del conflicto dentro de los términos democráticos. También forman parte de este destinatario, sobretodo en un primer momento, los sectores de las fuerzas armadas que aún no se han sublevado y se dirige a ellos mediante calificativos positivos que buscan persuadirlos de no plegarse al alzamiento, en pro de una acción que privilegie la salida pacífica del conflicto. A estos últimos se refiere mediante expresiones del tipo: “soldados de la Patria, que han jurado defender el régimen establecido que es la expresión de la voluntad ciudadana”,” Las fuerzas leales… aplastarán el golpe fascista”, “los soldados sabrán cumplir con su obligación”.

Por otra parte, desde el punto de vista de la teoría de la enunciación podemos advertir que el sujeto de la enunciación oscila entre una primera persona del singular y una segunda persona del singular, que se utilizan prácticamente de manera indistinta, y una primera persona del plural que hace referencia a un enunciador colectivo.

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En el primer caso, el sujeto de la enunciación se posiciona desde su calidad de Presidente de la República y desde allí realiza el llamamiento a la sociedad civil. En un primer momento encontramos una fuerte inscripción subjetiva y una marcada presencia de deícticos que hacen referencia al lugar geográfico que ocupa el enunciatario, que por ser el Palacio de Gobierno se trata de un espacio altamente simbólico: “yo estoy aquí, en el Palacio de Gobierno, y me quedaré aquí”.

Luego este sujeto de la enunciación que constituye el presidente de la república, opera un cambio de la primera persona hacia la segunda persona e interpela al pueblo para que esté atento a “las instrucciones que les dé el compañero presidente de la República”. Este cambio resalta la dignidad de su investidura presidencial, cualidad que lo antecede y lo trasciende, cualidad que le viene otorgada por el voto popular y por la cual se le debe respeto por parte de la sociedad y obediencia por parte de las fuerzas armadas.

El segundo mensaje abre con la frase “Las noticias que tenemos…”. La flexión del verbo indica un sujeto de la enunciación colectivo, una primera persona del plural que hace referencia al conjunto de los altos funcionarios del gobierno civil. Esta estrategia discursiva tiene una doble intención: por un lado genera una identificación con los propios a la vez que plantea una diferencia con los adversarios, y por otro mantiene al grueso de la población civil apartado de un conflicto armado que, dadas las condiciones de polarización de la sociedad chilena, amenazaba con cobrarse la vida de muchos. Entonces tenemos que la referencia a la sociedad civil se hace generalmente mediante un “ustedes” (“en nombre de la Patria, los llamo a ustedes para decirles que tengan fe”), la referencia a los sublevados militares se hace generalmente mediante un “ellos” (“Caerá un baldón sobre aquellos que han vulnerado sus compromisos”), mientras que la referencia al conjunto de funcionarios leales al gobierno se hace mediante un “nosotros” (“hacemos frente a un golpe de Estado”).

Analizado desde la perspectiva de la teoría de los actos de habla podemos decir que los 5 discursos que dirige Salvador Allende constan de macro actos de habla que los estructuran. El macro acto de habla del primer mensaje podemos caracterizarlo como asertivo con leves rasgos directivos, aunque la fuerza ilocutiva nunca llega a tomar rasgos imperativos. El segundo mensaje en un primer momento toma rasgos asertivos y luego compromisivos (“tengan la certeza que haré respetar la voluntad…”). En el tercer mensaje, si bien pueden leerse rasgos asertivos al comienzo, luego rasgos compromisivos y más adelante ciertos rasgos directivos, podemos concluir que el macro acto de habla de este es expresivo, puesto que está destinado a vehiculizar la subjetividad del sujeto discursivo con fines persuasivos. El cuarto mensaje comparte características con el tercero, mientras que el último mensaje consta de un primer momento preponderantemente asertivo, luego se constatan enunciados altamente expresivos, con subjetivemas que vehiculizan los sentimientos del sujeto discursivo, tales como: “General rastrero”, “¡Yo no voy a renunciar!”. Luego se da lo que en términos de Austin sería un enunciado realizativo de agradecimiento para luego cerrar el texto con una serie de exclamaciones de alta fuerza ilocutiva, llamadas a infundir sentimientos patrióticos en su interlocutor.

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En definitiva podríamos concluir que, al igual que todo discurso político, el discurso final de Salvador Allende tiene como finalidad la persuasión y el convencimiento. En términos de Van Dijk podemos afirmar que el texto oscila entre la persuasión y el convencimiento -mediante razones y apelaciones a los sentimientos del interlocutor- y en menor medida la exhortación mediante el uso de actos de habla de carácter imperativo. Pero dadas las circunstancias finales en las que el sujeto persiste en un discurso exaltado a pesar de encontrarse sometido a una situación irreversible nos hace pensar que la finalidad última del texto es la denuncia, que este discurso de Allende acusa el oprobio y la humillación a las que fue sometido el continente latinoamericano y de las cuales la dictadura de Pinochet fue sólo el comienzo.