Análisis Trabajos Geológicos William Gabb -Rgac 23, 1999, Denyer & Soto

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  • Revista Geolgica de Amrica Central, 23: 97-118, 2000

    ABSTRACT: We have the aim to rescue the geologic work of William M. Gabb, into the historic frameworkof the last century. The reason Gabb came to Costa Rica was related to speculations about the presence of hugemineral deposits in Costa Rica, which woke up the cupidity of the Keith brothers. The geologic work of W. M. Gabb in Costa Rica was a big step, because he was the first geologist to make geo-logical maps and who apported regional conclusions. Unfortunately, nobody continued his work, his geologicmap was never published until now (we areincluding a reproduction of his map). His geographic map ofTalamanca was published by Petermann in the last century. He died only four years after his departuring fromCosta Rica, and this could have been the main reason, that all of his reports were not properly published. Hiswork was not only restricted to Talamanca: he also visited several volcanoes, the Candelaria range and theNicoya peninsula.He nominated around 50 new species of moluska. Stratigraphically, he understood the sucessions very well,because he wrote about the Miocene sedimentary rocks, plutonic rocks forming the nuclei of the Talamancarange, dikes of volcanites,"antillites" (as he named the fossil corals), and alluvial plains. We believe, Gabb wasmuch more an explorer-like geologist, than a man who enjoy to be into the four walls of a laboratory. This qual-ity made him able to caarry out the geologic exploration of California, Santo Domingo and Costa Rica. Whenwe compare his work through the paradigm of his epoch, Gabb results an exceptional geologist, who mademinor mistakes. His errors are related to the geologic concepts of the last century, an epoch were the structuralgeology was not developed, and the paradigmatic concept of the Western Indies avoid a better approach to themodern models. The wrong idea with respect of the existence of metamorphic rocks in Costa Rica was becauseof a translation mistake of the term "shale" to Spanish as "esquisto".

    RESUMEN: Pretendemos, con este trabajo, rescatar la labor de William M. Gabb como gelogo dentro delmarco histrico de la poca. La venida de Gabb est relacionada con especulaciones sobre la existencia degrandes yacimientos minerales en Costa Rica, lo cual despert la codicia de los hermanos Keith.Para la geologa de Costa Rica, los trabajos de Gabb aportaron mucho, y de hecho fue el primer gelogo quevino a hacer mapas y quien da conclusiones regionales. Desgraciadamente no hubo quin continuara su labor,tanto as, que el mapa geolgico de Talamanca nunca se public, y no es sino hasta ahora que se hace una repro-duccin de ste. Otra contribucin muy importante fue su mapa geogrfico de Talamanca, que fue publicadocomo parte de los aportes geogrficos de Petermann, de finales del siglo pasado. Su pronta muerte, slo cuatro aos despus de dejar Costa Rica, tuvo mucho que ver en que parte de sus traba-jos nunca fueran debidamente publicados. El aporte de Gabb estriba no slo en sus conclusiones y su mapageolgico de Talamanca, sino que visita varios volcanes y escribe sobre algunas de sus giras a los cerros deCandelaria y la Pennsula de Nicoya.Dentro de la Paleontologa, nomina unas 50 especies nuevas de moluscos. Estratigrficamente, Gabb dominabamuy bien las sucesiones, por lo que describe las unidades de rocas en Talamanca, que incluyen: rocas sedimen-tarias miocenas, intrusivos que conforman el ncleo de la cordillera de Talamanca, vulcanitas en forma dediques, "antillitas" (o corales fsiles) y el relleno aluvial.Consideramos que Gabb era mucho ms un gelogo-explorador y aventurero que una persona que gustara deltrabajo de laboratorio, lo que le permiti realizar exploraciones regionales en California, Santo Domingo y CostaRica. Al comparar sus trabajos a la luz de los paradigmas de la poca, Gabb destaca como un gelogo excep-cional, incurriendo en errores mnimos, propios de un momento en que la geologa estructural estaba apenas ensus inicios, y donde el paradigma sobre las Indias Occidentales justamente impedan un mayor acercamiento amodelos mucho ms acorde con nuestro esquema de realidad geolgica que se maneja actualmente. Aparenteserrores de apreciacin respecto a la existencia de rocas metamrficas quedan esclarecidos, pues resulta ser unproblema de traduccin que todava era utilizado hace menos de cuarenta aos "shale" por "esquisto".

    ANLISIS DE LOS TRABAJOS GEOLGICOS DE WILLIAM M. GABB SOBRECOSTA RICA, A LA LUZ DEL PARADIGMA GEOLGICO DEL SIGLO XIX

    Percy Denyer1 & Gerardo J. Soto2

    1) Escuela Centroamericana de Geologa, Universidad de Costa Rica, Apdo. 2-14--2060, Costa Rica. Correo electrnico

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    INTRODUCCIN

    Algunos de los investigadores naturalistasque vinieron a Costa Rica en el siglo XIX desa-rrollaron trabajos de ndole geolgica, sin embar-go los dos primeros gelogos sensu stricto quellegaron e hicieron trabajos geolgicos de detalley amplitud, fueron Karl von Seebach en 1864 yWilliam M. Gabb en 1873 (Dengo, 1988). See-bach se dedic al estudio de los volcanes (See-bach, 1865a y b; 1892), mientras que Gabb, fueel primer naturalista con estudios formales enGeologa, que realmente llev a cabo investiga-ciones geolgicas integrales y regionales. R.Hoffstetter escribi en la introduccin del aparta-do de Costa Rica en el Lxico Estratigrfico deAmrica Central (Hoffstetter et al., 1960): " ...elverdadero pionero es Gabb quien, despus de re-correr gran parte del territorio, proporcion lasbases esenciales de la geologa del pas".

    Existen dos libros (traducidos al espaol)que recogen algunos de los escritos geolgicos ytnicos de Gabb, y que que son muy similares ensu primera parte. El primero fue introducido porHenri Pittier (Gabb, 1895), e incluye nueve cap-tulos, sobre la geologa y geografa, ms un apn-dice sobre las colecciones de Gabb de batracios yreptiles. El segundo libro tiene una introduccinde Luis Ferrero, donde se incluye la primera par-te titulada "El Espacio", que es casi idntica al li-bro introducido por Pittier y una segunda seccintitulada "Los Hombres" (Ferrero, 1978), dondese recopilan algunos de los escritos de Gabb, msrelacionadas a las costumbres de los indgenas.

    La historia total que envolvi a Gabb enCosta Rica es apasionante, y a pesar de haber si-do contratado con fines aplicados muy especfi-cos, deriv en suculentas investigaciones cient-ficas, y en la produccin del primer mapa geol-gico detallado de una gran parte de Costa Rica.Curiosamente este mapa permaneci indito, co-mo ya ha sido sealado por Gonzlez Flores(1976, p. 193) y Draper & Dengo (1990, p. 3).

    Sobre las razones por las cuales Gabb lle-g a Costa Rica, Dengo (1988) escribi: "En laparte sur del istmo, en Costa Rica, desde tiempode la Colonia exista la leyenda de fabulosas mi-nas de oro, nunca encontradas, en la cordillera de

    Talamanca y sus estribaciones hacia el Caribe."Por esto, los Keith (Minor y Henry Meiggs) tra-tan de contratar a Von Seebach y W. M. Gabb. Fi-nalmente solo Gabb viene, y por diversos moti-vos polticos su contratacin se traspasa al go-bierno de la Repblica.

    El propsito de este trabajo es rescatarparte de su labor como gelogo, y analizar el tra-bajo que desarroll, a la luz de los paradigmasgeolgicos del entonces. Presentamos una repro-duccin del mapa geolgico de la Talamanca, yuna copia del mapa geogrfico de parte de CostaRica. El primer mapa nunca fue publicado y elsegundo aparece en una publicacin de Peter-mann (1877). Los antecedentes histricos que ro-dearon la venida de Gabb, las intenciones espe-cficas sobre su trada y la contribucin de Gabba la cartografa del pas, se detallarn en otra pu-blicacin que se envi a la revista Anuario deEstudios Centroamericanos.

    ANTECEDENTES HISTRICOS SOBRELA LLEGADA DE WILLIAM M. GABB

    A COSTA RICA

    La llegada de Gabb a Costa Rica estuvorelacionada con una serie de hechos histricosque involucraron no slo a Costa Rica, sino aAmrica Latina entera en su relacin al potencialimperialista de los Estados Unidos. Por lo tanto,se har un esbozo general para poder ubicar lavenida de Gabb en un contexto histrico, para loque hemos utilizado las obras de Salazar (1996),Stewart (1991) y Annimo (1997).

    En los albores de los aos setentas del si-glo pasado, Toms Guardia se propuso llevar unferrocarril desde el Valle Central hasta el Caribe,y es donde entra a figurar en la historia de CostaRica, la familia Keith: Henry Meiggs, hermanode la madre de Minor Keith y sus sobrinos MinorKeith y Henry Meiggs Keith.

    Henry Meiggs haba ejecutado una enor-me estafa en California por lo que huy a Chileen 1855 y hacia 1860 inici varias obras ferro-carrileras con xito, por lo que gan mucho di-nero y fama. En 1868 lleg a Per y para 1871haba alcanzado a firmar siete contratos para la

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    construccin de ferrocarriles en ese pas. En1871, un representante del Presidente Guardia,firm en Lima el contrato de construccin conHenry Meiggs. Henry y el General Guardia ja-ms se conocieron en persona y, ni por un sloda, estuvo en Costa Rica, pero encarg a su so-brino Henry Meiggs Keith la tarea. El contratoqued, de hecho, traspasado en el mismo mo-mento de firmarse. Henry M. Keith le escribi asu hermano Minor, que se encontraba en EstadosUnidos, para que le ayudara en el trabajo, por loque se traslad a Costa Rica en agosto de 1871y Minor se le uni a principios de setiembre de1871 en Puntarenas.

    Una vez que ambos hermanos se radicaronen Costa Rica, es seguro que fueron notificadosde las serias expectativas en minerales metlicosy no metlicos -entindase oro y carbn- que te-na la casi inexplorada Talamanca. Recordemosque a finales de la dcada de los sesentas del si-glo pasado, las expectativas mineras en Costa Ri-ca, sobre todo con respecto al oro y al carbn,eran muy altas. Ya en 1835 haban siete minas,que producan cerca de dos y medio millones depesos y empleaban a ms de cuatrocientas perso-nas (Fuentealba, 1977; Ulloa, 1979; Villalta,1986). Y quizs la mayores esperanzas se cifra-ban en zonas que an se encontraban bastanteinexploradas, y de las cuales existan anteceden-tes mticos de yacimientos, como es el caso de laTalamanca, de donde haban leyendas de grandesyacimientos: La Estrella y el Tisingal, desde de-nuncios de los primeros conquistadores comoJuan Vsquez de Coronado en 1645 (Albm deFigueroa, p. 140, Archivos Nacionales de CostaRica (ANCR)).

    Minor Keith tena intereses mercantilesen varios pases: minas de hierro en Honduras,minas de oro de Abangares, la Panama Corpo-ration Ltd., la Premier Gold Mining Companyen la Colombia Britnica y posea una enormecoleccin de varios miles de piezas indgenas,calificada por el New York Tribune como "la msvaliosa coleccin del mundo de piezas de oro deculturas antiguas" (Salazar, 1996, p. 343-344).

    Esta fiebre de oro, compartida por su her-mano Henry, es indudablemente el incentivo queimpuls a Henry, junto con J.P. OSullivan, la

    compaa alemana Hbbe und Greytzell, Gui-llermo Nanne y Eusebio Figueroa, a hacer unaosada propuesta al gobierno de la Repblica, el 8de abril de 1872 (ANCR, #1139, Seccin Admi-nistrativa, Serie 3a, Tomo 77, titulado "Solici-tud"), para promover la colonizacin del territo-rio comprendido entre el ro Banano en el Atln-tico, hasta el ro General en el Pacfico, es decirunos 13 000 km2 del actual territorio de CostaRica -lo que viene a ser un 25%-, y abarcara to-do el sur de la provincia de Limn, casi toda laprovincia de Puntarenas, y los extremos orientalde Cartago y sureste de San Jos, adems de ungrueso territorio del actual Panam, pues la fron-tera con la Nueva Granada o Colombia, estaba enese tiempo bastante ms al este que hoy.

    Entre las variadas concesiones que solici-taron al gobierno en esta propuesta, se puedenmencionar: derechos de fundar una o ms colo-nias de extranjeros y concederles naturalizacinautomtica a los colonos que residan por ms dedos aos; dar principio a estudios topogrficospor medio de una comisin cientfica; derechosde la propiedad de las vetas metlicas y cuales-quiera otras como carbn o mrmol, as comolas maderas y cualesquiera otros productos delos terrenos, sin quedar sujeta en cuanto a las mi-nas a los trminos que las leyes del ramo fijanpara su laboreo; exencin de impuestos duranteveinte aos para los colonos; libertad sin prohi-bicin gubernamental de montar cualquier in-dustria; no pagar derechos de importacin o ex-portacin; al llegar a dos mil habitantes, la colo-nia elegira sus propios regentes y reglamentos,aunque a los veinte aos despus se convertiraen otra provincia de la Repblica. Henry Keith ysus socios presentaron el proyecto al PresidenteGuardia, y ste lo remiti en su forma original alCongreso. El cual rechaz el proyecto y lo de-volvi al Poder Ejecutivo. Los Keith deben ha-ber albergado an esperanzas de obtener grandesconcesiones en el rea de Talamanca, pues sloas se explica que an habiendo recibido una ne-gativa del Congreso, Henry M. Keith intentaroncontratar a William Gabb.

    Para prospectar los minerales que ansia-ban los Keith, necesitaban entonces, de un equi-po de gelogos, para lo cual contactaron a Karl

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    von Seebach, que ya conoca Costa Rica, y a Wi-lliam M. Gabb. En octubre de 1872 Henry le pro-puso a Gabb hacer estudios de Geologa, Topo-grafa e Historia Natural en Talamanca, o cual-quier otra parte de Costa Rica que se le designe,con el propsito de hacer mapas exactos, investi-gar la posibilidad de hacer asentamientos de gen-te blanca, as como recabar datos climticos. VonSeebach sera el jefe de la misin, pero que en ca-so de que ste no acepte, le propona que tomaraa cargo tambin la jefatura y se le asignara unsueldo de trescientos pesos ($300) por mes, y so-bre todo una prohibicin expresa de publicarcualquier dato o informe cientfico sin su aproba-cin (ANCR, # 378, Seccin Administrativa, Se-rie 3a, titulada "Comunicacin" (copia)). Aunqueno est documentado, aparentemente Seebach noacepta la proposicin y finalmente es slo Gabbquien se encarg de la exploracin de la Tala-manca. Quien firma el contrato con Gabb esHenry Meiggs Keith, y no su hermano Minor, co-mo errneamente lo consignan Gonzlez Flores(1976) y Dengo (1988), aunque para efectosprcticos, ambos hermanos eran una unidad, yfue finalmente Minor el que dej una profundacicatriz en la historia de Costa Rica, pues HenryM. Keith enferm de paludismo y muri en 1875.

    Gabb lleg a Puntarenas el 4 de febrero de1873 a hacerse cargo de la misin. El contratoque haban firmado Keith y Gabb, pas al Go-bierno de Costa Rica, sin ser muy claro y no ha-ber prcticamente nada escrito sobre el asunto,incluso se puede presumir que existi algnacuerdo secreto con el presidente Toms Guar-dia. Escueto y directo, el mismo Gabb (1875) ex-plic este traspaso de la siguiente forma: "Yo es-tuve primero contratado por una compaa de laspersonas de vanguardia en Costa Rica, nativos yextranjeros, pero despus de todo el gobierno to-m a su cargo el proyecto y asumi la responsa-bilidad del trabajo". Sin embargo, el mismo Gabbdestac, que siempre reciba instrucciones deKeith (ver Carta-prlogo, Gabb, 1895).

    Las ideas de los Keith para hacer explo-raciones geolgicas en Talamanca, son clarifi-cadas por el mismo Gabb (1875), de la siguien-te manera: "El objetivo principal de la explora-cin fue el redescubrimiento de algunas minas,

    cuya existencia es reportada por la tradicin, delas cuales se han dicho historias fabulosas".Queda claro entonces, el objetivo que tenan losKeith, para traer a Gabb, que dicho sea de paso,era un gelogo con inclinacin a la Paleontologay la Geologa Regional, pero con alguna expe-riencia minera, como lo atestiguan dos publica-ciones de la dcada de 1860-1870 (Cuadro 1),cuando trabajaba con el Servicio Geolgico delos Estados Unidos, en California.

    QUIN FUE WILLIAM MORE GABB?

    Gabb (1839-1878) (Fig. 1) fue hijo de Jo-seph, comerciante, y Christina. Naci en Filadel-fia el 20 de enero de 1839. Asisti a la escuela p-blica, y su educacin secundaria la recibi en larenombrada "Central High School" de Filadelfia,

    Fig. 1: Fotografa de William M. Gabb de 1863, tomada deSchuchert (1935).

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    donde se gradu con honores. Mostr siempremucho inters por las ciencias naturales, la mala-cologa y la mineraloga, e incluso era un fre-cuente visitante del Museo de la Academia Natu-ral de Ciencias. En febrero de 1857 recibi el gra-do de Arts Bachelor, y unos aos ms tarde, lamaestra. Su bigrafo, Dall (1909), del cual ex-tractamos la mayor parte de su biografa, expresasu extraeza de que Gabb haya podido seguir suinclinacin por la ciencia, por carecer de recursosfinancieros.

    En un perodo no definido entre 1857 y1860, sirvi como asistente del Profesor JamesHall, el ms connotado gelogo de la poca. El31 de enero de 1860 fue electo miembro de laAcademia de Ciencias Naturales de Filadelfia yen 1862 miembro y curador de la Academia deCiencias de California. Entre 1862 y 1867 traba-j para el Servicio Geolgico del Estado de Cali-fornia, en las montaas del valle de California,aunque tambin estuvo en el desierto de Mojave,Fort Tejon, Oregon, Sierra Nevada, la sierra de laCosta, la Montaa Blanca y Baja California. De-dic gran parte de 1865 a trabajar con los fsiles,y gracias a sus cualidades artsticas, l mismopreparaba sus propios dibujos.

    En 1868 rompi su conexin con el Servi-cio Geolgico y en 1869 reinici sus investiga-ciones, pero ahora como jefe de exploracin to-pogrfica y geolgica en Repblica Dominicana,contratado directamente por el gobierno de esepas. Retorn a Filadelfia en 1872, donde pre-sent su reporte y el mapa de reconocimiento dela isla.

    A partir de 1873, y durante tres aos, tra-baj para el gobierno de Costa Rica. Durante suestancia en este pas comenz a sufrir una mala-ria severa, y posteriormente una neumona, loque le dej sus pulmones muy debilitados, y lohizo una fcil vctima de la tuberculosis.

    Retorn a los Estados Unidos en 1876, yese mismo ao fue electo miembro de la Acade-mia Nacional de Ciencias. Regres de nuevo aSanto Domingo con la intencin de desarrollarun denuncio minero, pero el clima no le favore-ci y su enfermedad progres rpidamente, demodo que en abril de 1878 regres a los EstadosUnidos. Pas las ltimas semanas de su vida

    adecuando parte de sus manuscritos para que pu-dieran ser publicados. El 30 de mayo de ese mis-mo ao falleci y fue sepultado en el cementeriode Woodland, cerca de Filadelfia. Evidentemen-te no tuvo el tiempo necesario para adecuar susescritos, ejemplo de esto es un manuscrito, a pu-o y letra de Gabb, que ha permanecido inditoen la biblioteca del Servicio Geolgico de Esta-dos Unidos (USGS). Gmez (1977) cita este do-cumento con fecha 1895-1910, sin embargo enla copia que consultamos, era claro que fue he-cho en 1874, lo cual corresponde mejor con lacronologa histrica, incluyendo su muerte en1878. Este documento (Gabb, 1874), contieneuna serie de observaciones y comentarios que noestn incluidos en las publicaciones formales,por lo que en el desarrollo de este trabajo, hare-mos una serie de citas textuales traducidas.

    CUADRO 1 Publicaciones de William M. Gabb

    Basada en Dall (1908) y Gmez (1977)Ao # Publ. Paleontologa Geologa Minera Otros

    Regional

    1859 2 21860 11 111861 10 9 11862 5 51864 6 5 11865 2 21866 4 3 11867 2 11868 6 4 21869 7 71871 2 21872 5 3 21873 3 31874 3 31875 7 2 4 11876 3 2 11877 1 11878 1 11881 3 31882 1 11893 1 11895 2 21911 1 11913 2 21969 1 11978 1 1

    Total 91 59 24 2 6

    Nota: de las 91 publicaciones, 8 son traducciones al espaol

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    Durante sus veinte aos de trabajo profe-sional en las ciencias geolgicas -desde 1859hasta 1878- produjo 91 publicaciones, incluyen-do las pstumas y las traducciones (Cuadro 1).Sobre Costa Rica se pueden contabilizar por lomenos 5 trabajos geolgicos originales y ms de10 reproducciones, traducciones y publicacionesno geolgicas (Apndice 1)

    Su trabajo en Costa Rica signific un tre-mendo desgaste en su salud, e incluso anmica-mente se percibe el feroz esfuerzo que tuvo quehacer para soportar largas caminatas en un climamucho ms hmedo y agreste de lo que estabaacostumbrado. En tres aos de trabajo (1869-1871) hizo la geologa de 38 000 kilmetros cua-drados, en la isla de Santo Domingo, lo que sig-nifica tres cuartas partes del territorio de CostaRica, en tanto que en Costa Rica cubre 8 000 ki-lmetros cuadrados. Como l mismo lo describe:"En un pas abierto, con buenas rutas de viaje, yopude fcilmente haber completado en tres o cua-tro meses toda la exploracin geolgica que ne-cesit diez y siete meses, del trabajo ms duroque nunca hice en mi vida". En el mismo prrafoescribi en forma mucho ms emotiva: "Este noes el lugar para hablar de trabajo agotador y su-frimiento de estar expuesto por semanas a lluviascontinuas, cruzando ros crecidos bajo el riesgode nuestras propias vidas, de fiebres; en breve detodos los placenteros episodios inevitablementeconectados con el trabajo en bosques tropicalesprimarios" (Gabb, 1875). Su ltima frase lo dela-ta, sin embargo, como un aventurero, pues a pe-sar de las penalidades y sufrimientos del trabajo,da a entender que los placenteros episodios bo-rran lo anterior. Ineludiblemente tena que ser unaventurero y amar la ciencia, pues de otra mane-ra nunca hubiera venido a pases tan poco cono-cidos en la poca, como l mismo lo dice refi-rindose a Costa Rica: "...el pas ms desconoci-do de cualquier parte de Amrica Central..."(Gabb, 1875).

    En sus aos de andanzas por las selvas deTalamanca, dej un descendiente, cuya madreera cuada de John Lyon, quien era un estadou-nidense que viva en esos parajes desde 1856, yque atendi a Gabb durante su permanencia.Lyon era muy respetado entre los indgenas y por

    su intervencin llev al hijo de Gabb en 1886 aSan Jos, donde fue educado por cuenta del go-bierno de la Repblica, obtuvo el Certificado deMadurez en el Liceo de Costa Rica y despus dealgunos problemas retorn a Talamanca (Peter-mann, 1877). Posteriormente sirvi como inter-prete y as ayud a otros investigadores comoSapper y Pittier (Ferrero, 1978).

    CRTICAS A SU TRABAJO PALEONTOLGICO DE

    SANTO DOMINGO

    No todo han sido elogios para este pione-ro de la geologa latinoamericana. Recibi crti-cas muy fuertes respecto a su trabajo paleontol-gico de Santo Domingo, por parte de Henry A.Pilsbry, quien hizo una extensiva revisin de msde cien pginas, donde textualmente escribi:"Las descripciones de Gabb dan evidencia de ha-ber sido hechas de prisa y con el uso de lentes depoco aumento solamente. Las dimensiones de lasconchas fueron a menudo omitidas, y cuandofueron dadas son casi invariablemente inexactas,como si fueran estimadas ms que realmente me-didas. Hay muchos errores tipogrficos, debido ala circunstancia de que la publicacin fue impre-sa antes de su partida a Costa Rica. l no vio laspruebas. Nosotros hacemos notar estas cosas me-ramente para justificar ocasionales discrepanciasentre las descripciones originales y las notas des-criptivas suplementarias encontradas en esta re-visin" (Pilsbry, 1922, p. 307).

    Pilsbry tuvo acceso a las colecciones ori-ginales de fsiles de Gabb, que ste haba entre-gado a la Academia Natural de Ciencias de Fila-delfia, y con base en eso hizo una revisin juntocon C. W. Johnson. Incluso resalta que desempa-c personalmente algunas muestras de las que elmismo Gabb haba empacado en Santo Domin-go, pues afirma que muchos de las conchas queson puestas como nuevas [se refiere Pilsbry a supropia publicacin] haban sido determinadas in-correctamente por Gabb, otras "...fueron selec-cionadas de paquetes, que por su condicin y lasfechas de peridicos usados como envolturas,aparentemente no haban sido abiertas desde que

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    fueron empaquetadas en Santo Domingo"(Pilsbry, 1922, p. 306).

    Pilsbry afirm que ".Gabb no fue capaz dedibujar sus especies" (p. 305), lo cual considera-mos que es incorrecto, pues al revisar las publi-caciones de Gabb de 1881 (a y b), encontramosms de 150 dibujos de los moluscos de Santo Do-mingo y Costa Rica. Aparentemente Pilsbry novio este trabajo, que aunque pstumo, recogijustamente gran parte de la informacin necesa-ria para las comparaciones faunsticas de las nue-vas especies. Otra de las crticas de Pilsbry conrespecto al aporte paleontolgico de Gabb enSanto Domingo, fue la falta de ubicacin detalla-da de las localidades o afloramientos donde seencuentran los fsiles. Textualmente dice: "Condos o tres excepciones, ninguna de las etiquetascontena indicacin de localidad u horizonte [re-firindose a capa estratigrfica] ms que SantoDomingo". Definitivamente, tanto el trabajo re-gional de 1873 como los de 1881, carecen de unabuena localizacin, que incluso es uno de los as-pectos que ha dificultado la correlacin de algu-nas localidades fsiles. Posteriormente se haruna explicacin ms extensa sobre los problemasde ubicacin de la localidad fosilfera de Zapote,en las cercanas del ro Reventazn.

    De estas crticas se rescata que, a pesar detodo, el trabajo de recoleccin de materiales fosi-lferos fue til incluso para Pilsbry, y que sin du-da, Gabb era un gelogo de campo que disfruta-ba mucho ms su trabajo-aventura en sitios aleja-dos, que hacer labores minuciosas en las cuatroparedes de un laboratorio. Esta actitud caracters-tica de Gabb se puede interpretar tambin de subiografa, pues prefiri emprender otra actividadde campo en Costa Rica, antes de terminar suspublicaciones de Santo Domingo. Emprendiuna nueva aventura en Santo Domingo, sin con-cluir sus escritos sobre Costa Rica. No es sinohasta despus de verse obligado a regresar a Es-tados Unidos por el rpido deterioro de su salud,que adecua algunos escritos para que pudieranser publicados. Evidentemente no tuvo el tiemponecesario para terminar este trabajo, pues murimuy rpidamente; razn por la cual todava hoyestamos discutiendo aspectos inconclusos de sustrabajos geolgicos.

    LA GEOLOGA DE COSTA RICA VISTAPOR WILLIAM GABB

    Gabb lament no haber podido seguir susobservaciones en el Pacfico de Costa Rica, em-pero no slo se limit a la Talamanca, el mismoescribe: " En adicin a esto [el estudio de la Ta-lamanca], cruc el pas, de ocano a ocano, va-rias veces entre Limn y Punta Arenas, o Punta-renas, hice una excursin dentro de Nicoya y al-gunas otras ms pequeas en el interior, inclu-yendo visitas a los dos volcanes Iraz y Barba."(Gabb, 1874).

    Su comparacin de la morfologa de lascostas resulta muy acertada: "La costa atlnticaes cncava, con direccin sureste, con pocas irre-gularidades como bahas y promontorios, unaplaya muy continua de arena bordeando una su-cesin de pantanos y lagunas. El lado Pacfico,por el contrario es mucho ms irregular con l-neas curvas amplias profundamente indentadas,por los golfos de Nicoya y Dulce... " (Gabb,1874). Estas observaciones son muy interesantes,pues destacan justamente las diferencias entre lacosta en un margen tectnicamente pasivo, comoes la costa caribea, con otro como el Pacfico,controlado por la zona de subduccin de la placadel Coco bajo la Caribe. Valga recordar que eladvenimiento de la tectnica de placas como par-te integral del paradigma geolgico no ocurrehasta la segunda mitad del siglo XX.

    Sobre el pico de Herradura (se refiere alcerro Turrubares, del que ya se discuta si era ono un volcn, y an en este siglo se afirmaba lomismo) Gabb (1874) afirma que no es un volcn.Textualmente escribi: "Herradura ha sido nom-brado por la mayora de escritores como un vol-cn, como yo no veo razn para su suposicin,ms all que por su altitud y el hecho que est enun pas de volcanes." (Gabb, 1874).

    Hizo el ascenso a algunos volcanes de laCordillera Volcnica Central y se refiri a las cali-zas de los montes de Candelaria, que correspon-den con lo que ahora se llama Calizas de Parritilla,del Eoceno Superior. No puede explicar sin em-bargo, la presencia de materiales netamente volc-nicos (escoria, pmez, obsidiana) cubriendo par-tes entre el volcn Iraz y Candelaria (Gabb,

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    1874, p. 38). Ac se refiere a las ignimbritas deSan Gabriel y alrededores, que ahora se conside-ran el producto de un volcanismo cuyos centrosde emisin estaban ubicados ms al sureste de laCordillera Volcnica Central, y que ahora sabe-mos que son el producto de un arco volcnicoactivo en el Plioceno (Denyer & Arias, 1991).

    Se percat de la amplia cobertura de dep-sitos volcnicos: "Todo el pas, desde Sapote [lo-calidad ubicada unos 20 km al noreste de Turrial-ba, de la que posteriormente se darn ms deta-lles] a la cima de los montes del Aguacate, excep-to las montaas altas que bordean el valle en elsur [probablemente los cerros de Escaz], pue-den ser descritos fcilmente como cubiertos poruna capa de ceniza volcnica..." (Gabb, 1874, p.34). Esto lo explic como producto de conos vol-cnicos que sobresalen de la planicie: "En el ladodel camino, corta el lado de la colina en el crucedel Ro Grande, opuesto a "Garita" o vieja adua-na, est una buena ilustracin de uno de estosvolcanes infantiles" (Gabb, 1874, p. 43).

    Gabb tambin realiz una rpida incursinen la Pennsula de Nicoya, cerca de Lepanto,donde describi lutitas metamorfoseadas, con ve-tas de carbn en isletas del Golfo. Probablemen-te vio afloramientos de la hoy conocida Forma-cin Loma Chumico, que existen en las cercanasde Lepanto y Jicaral, y cuya edad es del Cretci-co Superior. Extraa sin embargo, que Gabb nohizo ninguna referencia a las rocas gneas perte-necientes al Complejo de Nicoya, que por su ex-tensin son la unidad geolgica ms importanteen la Pennsula. Un atenuante a esta omisin se-ra que justamente en el sector de Lepanto y Jica-ral, los afloramientos de basaltos estn cubiertospor las rocas sedimentarias que sobreyacen alComplejo, sin embargo el texto no es explcitocon respecto al recorrido (Gabb, 1874), por loque debemos concluir que: o no vi, o no recono-ci los basaltos del Complejo de Nicoya.

    LAGEOLOGADE TALAMANCASEGN GABB

    En la primera frase de su informe geolgi-co esboz una completa confianza en s mismo,

    revelando en quien la escribi, cierta arrogancia,propia de aquel acadmico de las Ciencias de laTierra que confronta la Geologa del Terciario,textualmente Gabb (1895) dice: "Considerada ensu conjunto la estructura geolgica de la reginestudiada es muy sencilla".

    Cerca del ro Yorkn describi la existen-cia de lutitas y areniscas y un par de millas arri-ba "...buenas exposiciones de un conglomeradogrueso, con rumbo N25 W, que buza NE10 .."(Gabb, 1874, p.21). Consideramos que est ha-blando de la Formacin Ro Banano o Gatn, cu-bierta por los conglomerados de la FormacinSuretka. Abajo de la desembocadura del ro Iz-gui, las rocas contienen numerosos fsiles, losque reconoce de edad Mioceno, y ac de nuevocreemos que se refiere a la hoy conocida Forma-cin Ro Banano.

    Al igual que el cerro Turrubares, el PicoBlanco o Kamuk tambin haba sido descrito co-mo un volcn activo y que sus erupciones habansido apreciadas por los destellos desde su cimarepetidamente. Gabb aclar que no duda de laexistencia de luces, pero stas deben tener otroorigen, como por ejemplo por la quema de la ma-leza del lugar, lo cual desde la costa podra inter-pretarse como una erupcin volcnica, pues estamontaa tiene una constitucin grantica, casi sinmicas y con abundancia de hornblenda, "esta ro-ca es decididamente una sienita...", la cual estcortada por diques (Gabb, 1874, p. 9). Vemos enestas descripciones que Gabb comenta con pro-piedad la mineraloga de las rocas de Talamancay lo que es ms importante, usa el criterio geol-gico para desechar la idea de la existencia de es-te volcn, porque claro, este pico estaba consti-tuido por rocas intrusivas, y no existen depsitosvolcnicos.

    Exista una referencia que indicaba que elperodo glaciar se extendi en Centro Amrica,especficamente, un trabajo de un naturalista queestuvo en Nicaragua de apellido Belt (Gabb,1874, p. 11). Gabb conoca esta referencia, por loque busc evidencias de un fenmeno parecidoen Costa Rica. A este respecto dice: "...esto [serefiere al trabajo de Belt] me indujo a investigarsobre pruebas que comprobaran o desprobaran lateora... No encontr ningn signo de la presencia

  • 105DENYER & SOTO: Anlisis de los trabajos geolgicos de William M. Gabb sobre ...

    de hielo aqu, ... no hay evidencia para pensar queesta parte de Costa Rica estuvo ms all del lmi-te del hielo." (p. 11). Cuando interpreta el origende los sedimentos recientes del ro Tilorio [Chan-guinola] escribi: "No existe prueba ms fuertede la ausencia de hielo, como un elemento entrelas fuerzas que han modelado el pas..." (p. 22), yentonces especifc cmo debera ser un materialcon influencia glacial, textualmente dijo: "El hie-lo, al igual que un glaciar o iceberg nunca selec-ciona su material, los depsitos glaciares siem-pre estn hechos de materiales de todos los tama-os y formas, indiscriminadamente mezclados yamontonados o tirados abajo juntos" (p. 23).

    Gabb mencion la actividad ssmica queocurri en la regin mientras haca su trabajo enla Talamanca: "Debo mencionar un par de levesterremotos que sentimos mientras llevbamos acabo nuestras exploraciones. El 10 de agosto de1873, cerca de las 9 a.m. en Sipurio, sentimos unleve movimiento viniendo desde el SW..." (Gabb,1874, p. 24 y 25). Este mismo evento ssmico fuesentido por su asistente Martnez, quien mencio-na adems la sacudida violenta de rboles. Otrosismo ocurri el 8 de octubre, mientras Gabb es-taba en Con, y en este caso el sismo fue lo sufi-cientemente fuerte como para ser sentido en lashamacas. Este sismo ocurri en la maana, puesGabb mencion que estaba esperando el desayu-no. Ya Gabb haba sentido otro sismo en marzode ese mismo ao, mientras estaba en San Jos,aunque en este caso no hace referencia al da.

    Hoffstetter et al. (1960) atribuyen a Gabbla nominacin de la Serie Plutnica de Talaman-ca como fue descrita en Gabb (1875), aunquevalga aclarar que l no utiliza exactamente estanomenclatura. Probablemente el espritu deHoffstetter et al. (1960) fue hacer justicia, al serGabb la primera persona en reconocer la consti-tucin geolgica plutnica de la cordillera deTalamanca.

    La localidad de Zapote (conocida como"Sapote" en los escritos del siglo pasado) es muyimportante dentro de las descripciones de fsiles(Hoffstetter et al. , 1960, p. 294), Gabb incluynuevas especies, detalladas y bautizadas en sutrabajo publicado postmrtem (Gabb, 1881b).Gabb (1874) describi esta localidad como cerca-

    na al ro Reventazn, en la cual encuentra unaseccin continua donde afloran calizas, arenicasy lutitas con ocasionales conglomerados, quecontienen numerosos fsiles caractersticos delMioceno, algunos similares a los de Gatn en Pa-nam. Incluso, con base en las descripciones demacsrofauna de esta localidad, Hoffstetter et al.(1960) propusieron que esta debe ser la localidadtipo de la Formacin Uscari. Con base en el ma-pa de Jos Ma Figueroa & Oreamuno de 1883(Ziga, 1910), se localiz la quebrada Zapote,que comparando con los mapas actuales se inter-preta que estaba entre las coordenadas 224 y 228de latitud y 581 y 586 de longitud, de la hoja to-pogrfica Bonilla (publicada por el Instituto Geo-grfico Nacional). Suponemos entonces una cer-cana entre la quebrada Zapote (probablemente laactual quebrada Lajas) y el lugar del mismo nom-bre que menciona Gabb (1874, p. 31), el cual es-taba sobre el camino. Con base en la descripcinde Gabb, la localidad geolgica que l indica co-mo Sapote, corresponde con las cercanas de laquebrada Lajas, pues ubica como sigue el lugar:"Abajo de Sapote, sobre el ro Reventazn, en labase de la misma colina [un lugar de fuerte pen-diente sobre el camino conocido como Sapote],yo tuve la oportunidad de examinar una extensaseccin. La distancia horizontal desde Sapote esms o menos cuatro millas, y la vertical no mu-cho menos que mil pies" (Gabb, 1874, p. 31).

    Aguilar (1993) hace referencia a esta lo-calidad geolgica como perteneciente a la For-macin Uscari, aunque en el mismo texto expli-ca las dificultades de correlacin geogrfica en-tre la localidad de Gabb y aquella descrita porella, por lo que escribe lo siguiente: "Gabb (...),es el primero en hacer referencia a la macrofau-na procedente de Sapote (Zapote?), la cual apa-rentemente corresponde con la parte Inferior dela Formacin Uscari. Aunque debido a los pro-blemas de nomenclatura y ubicacin geogrficaesta localidad no ha sido claramente identifica-da." Ahora, con la localizacin que hicimos de laquebrada Zapote y las descripciones de Gabb yde Aguilar, nos atrevemos a interpretar que setrata de la misma secuencia sedimentaria, queaunque descrita en otra localidad, es relativa-mente cercana.

  • 106 REVISTA GEOLGICA DE AMRICA CENTRAL

    Gabb destac la presencia de arrecifes decoral, teoriza sobre el sustrato diciendo: "Losarrecifes, y los depsitos de Antillita ocurren s-lo cuando una colina del interior alcanza la cos-ta, y las rocas ofrecen un fondo slido que permi-ta que el animal coral se construya." (Gabb,1874, p. 26). No debemos omitir que ahora se sa-be que tambin pueden existir organismos pione-ros que estabilizan un sustrato arenoso o blando,lo que permite la posterior colonizacin de gru-pos constructores.

    Para rescatar una de las ms importantescontribuciones cientficas de Gabb, enumeramosen el Apndice 2 algunas de las nuevas especiesde moluscos del Negeno que existen en CostaRica y que fueron descritas como especies nue-vas por el mismo Gabb, en la que destacan por lomenos 30 especies de gasterpodos, 17 de bival-vos, 2 escapfodos y 1 equinoideo, as comotambin se han denominado por lo menos tresnuevas especies en honor a Gabb.

    EL MAPA GEOLGICO DE TALAMANCA

    Este mapa no apareci publicado en ningu-no de los escritos consultados, incluso en el ma-nuscrito de Gabb de 1874, hay una nota de la bi-blioteca en la primera pgina, que indica el faltan-te de las figuras que probablemente acompaabaneste informe. Sin embargo era conocido por loseruditos de la poca. H. Pittier se refiere a estemapa de la siguiente forma en la introduccin dellibro de Gabb (1895, p. 8): "El mapa geolgico deGabb es hasta hoy la nica contribucin que po-seemos acerca de la constitucin geognstica dela parte meridional de Costa Rica. Es de sentirseque no haya visto an la luz, junto con una reco-pilacin cuidadosa de los datos en que se funda".Y hasta hoy, ha sido un documento que qued in-dito en copias que hasta cierto punto podramosllamar caseras, y no es sino hasta la presente pu-blicacin que hacemos una reproduccin del ma-pa geolgico original de Talamanca (Fig. 2). Estemapa es propiedad de Rafael Oreamuno, comouna reliquia familiar. El cual es una copia hechapor Luis Matamoros, quien fue director del Insti-tuto Geogrfico. Debido al mal estado de la copia,

    que incluso estaba pintada, y para que fuera posi-ble entender su significado, se hizo una recons-truccin de los contactos geolgicos (Fig. 2), losrasgos geogrficos se observan muy difusamenteen dicha copia, pero se nota que casi todos los rosy afluentes de la regin estaban marcados y consus respectivos nombres, probablemente la basegeogrfica corresponda con algo similar a su ma-pa geogrfico (Fig. 3).

    Es tambin sorprendente que el mapa geo-lgico de Gabb, en su mayora fue hecho con ba-se en sus propios levantamientos topogrficos.Gabb escribi el 30 de noviembre de 1874, el si-guiente prrafo: "...Si se excepta la lnea de lacosta prxima a Limn, todo el mapa descansa so-bre el valor de nuestras propias medidas... No so-lo hemos medido el interior, sino que tambin he-mos practicado nuevas medidas y rectificado lasde Limn a Boca del Drago, teniendo como baseuna combinacin de las medidas con cadena, y detriangulaciones... Aunque las medidas de este pla-no no aspiran en sus detalles a una correccin ab-soluta, puede que sean ms exactas que las de mu-chos pases civilizados. La posicin de los ros es-t bien marcada y su curso exactamente represen-tado..." (En Petermann, 1877). Destaca la exacti-tud y detalle de la lnea de costa, que va desde Li-mn, prcticamente hasta Bocas en Panam, nte-se tambin en la Fig. 2, el delineamiento del vallede Talamanca (parte alta del ro Sixaola). La basegeogrfica original se observa en el mapa publica-do por Petermann (1877), escala 1:600 000, bajola consigna de que es copia del mapa de Gabb,Collins & Martnez. La Fig. 3 muestra este mapa,que aparentemente corri una suerte parecida algeolgico y nunca fue publicado en nuestro pas.No es claro si este mapa, que presentamos en laFig. 3, es una copia fidedigna del mapa de Gabb,pues el rea que abarca es bastante mayor a lo quese supone debi contener el mapa original deGabb. Petermann debe haber hecho algunas ac-tualizaciones, como destaca de la leyenda de estemapa, donde se nota que el trazo de la lnea ferro-viaria est actualizada hasta 1877. Interpretamosentonces, que el mapa de Petermann us como ba-se el de Gabb en lo que respecta a Talamanca, in-cluyendo la lnea de costa caribea y, el resto fuetomado de otros trabajos cartogrficos.

  • 107DENYER & SOTO: Anlisis de los trabajos geolgicos de William M. Gabb sobre ...

    Gabb dibuj contactos geolgicos, queaunque groseros, indican una visualizacin clarade la geologa de la cuenca de Limn. Es decir, la

    existencia de rocas sedimentarias miocenas, in-truidas por las rocas plutnicas que conformanel ncleo de la cordillera de Talamanca, y que

    Fig. 2: Mapa Geolgico de Talamanca. Esta figura es una copia del mapa que redibuj Luis Matamoros. El cajetn se redibujconservando las caractersticas originales. La firma de Matamoros se conserva de la copia original de este mapa, aunque parcial-mente retocada en computadora, para que fueran legibles, de la misma forma que la simbologa, que dice: Lmite granito, mio-ceno, formaciones recientes, antillita y rocas volcnicas. Las lneas de coordenadas eran visibles pero no as los nmeros, los cua-les interpretamos por su posicin geogrfica comparndola con un mapa geogrfico actual. Se incluye un mapa de localizacinaproximada. La distancia entre las coordenadas 8230' y 8330' es de unos 110 km.

    MAPA GEOLGICODE

    TALAMANCAPOR

    W. M. GABBJEFE DE LA COMISIN CIENTIFICA

    DE EXPLORACIN

    1873

    Mar Caribe

    Cahuita

    Limn82 30

    10 00

    09 30

    83 30

  • 108 REVISTA GEOLGICA DE AMRICA CENTRAL

    Fig. 3: Mapa Geogrfico de Gabb, que apareci publicado en Petermann (1877). La leyenda, traducida del alemn dice: "Mapaoriginal del territorio principal de Costa Rica, como resumen de los levantamientos de W.M. Gabb, Collins & Martnez. Escala1:600 000 [Esta reproduccin ha variado la escala]. Escala grfica en millas alemanas y kilmetros. Alturas en pies ingleses. Pro-fundidades en brazas. Ferrocarril (mediados 1877): terminado, en construccin, en proyecto; solamente funciona en el trechoAlajuela-Cartago".

  • 109DENYER & SOTO: Anlisis de los trabajos geolgicos de William M. Gabb sobre ...

    causaron el metamorfismo de parte de los sedi-mentos. Cartograf las "antillitas" post-plioce-nas, refirindose a los corales fsiles; este nom-bre haba sido acuado por el mismo Gabb, conel objetivo de distinguir entre la tiza y la "calizade costa", la cual "fue formada a una considera-ble distancia de la lnea de costa como un bordearrecifal" (Gabb, 1873, p. 105). Como un hechocurioso, destacamos que el mapa geolgico deCosta Rica, publicado por la Direccin de Geo-loga, Minas e Hidrocarburos, en 1982 -es decir:ms de un siglo despus del de Gabb-, ni siquie-ra hace referencia a los arrecifes plio-pleistoce-nos que afloran en los alrededores de la ciudadde Limn, Cahuita, Puerto Viejo y Punta Mona.

    Con respecto a la presencia de corales f-siles en las "antillitas"; textualmente dice: "Lageologa de la regin de la costa de Talamanca esmuy simple. En pocos sitios, la vecindad de la la-guna de Boca del Toro, punta Mono, punta Man-zanillo y Cajuita [conocida actualmente como Ca-huita], hay exposiciones de coral de roca, llamadapor m Antillita en Santo Domingo. No difierenen origen o carcter de las calizas post-Pliocenode Jamaica, Santo Domingo, Cuba, las Bahamas."(Gabb, 1874, p. 25). Es interesante que las Anti-llitas fueron descritas por Gabb en diversas loca-lidades, sin embargo en el mapa geolgico slolas ubic en Limn, dejando por fuera Cahuita,Puerto Viejo, Manzanillo y Punta Mona. Lo ni-co que parece posible es que considerara que es-tos afloramientos eran demasiado pequeos paraubicarlos en un mapa a esa escala.

    Los mapas geolgicos como herramientacientfica que produce un modelado geomtricode la realidad haba sido usado desde haca msde un siglo antes. La primera propuesta de mapageolgico fue hecha en 1683 por L.M. Lister y elprimer mapa geolgico se public en 1743 en In-glaterra, y en Norte Amrica en 1817 (Geikie,1962, p. 458). Es obvio, al observar el mapa geo-lgico de Talamanca (Fig. 2), as como el de San-to Domingo (Gabb, 1873), que esta herramientaera dominada brillantemente por Gabb. Por su-puesto que los mapas recientes dan un detallemuchsimo mayor, pero el concepto general de lageologa de la regin es a grosso modo, igual. Laausencia de estructuras geolgicas en el mapa, es

    aparentemente una carencia de la poca, como seexplicar posteriormente al hacer la comparacinde sus trabajos, dentro de los paradigmas que do-minaban la conceptualizacin del modelado geo-lgico en la poca.

    SOBRE LOS YACIMIENTOS MINERALESDE TALAMANCA

    La referencia que hizo Gabb a la presenciade oro es muy clara: "...la existencia de oro aques ms que nada de inters cientfico que econ-mico", las minas de oro son una falacia geolgi-ca, como l mismo escribi: "Es suficiente deciraqu que tales minas no existen, para lo que haysuficientes razones geolgicas..." (Gabb, 1875).Encontr sin embargo, algunas vetas de cuarzocon algunas cantidades de oro, en general conmuy difcil acceso (Gabb, 1895, p. 68). Es muycategrico en la siguiente frase: "Las supuestasminas de oro de Tisingal no pueden haber existi-do en el territorio explorado por m."

    Se refiri a los extensos depsitos de mag-netita en la costa, como "arena magntica de hie-rro" y menciona la localidad de Puerto Viejo,donde efectivamente sabemos que playa Negraes de un alto contenido de magnetita. Los descri-bi como de grano fino y mucha pureza, e hipo-tetiz sobre su fuente, que: "debe ser bajo el mar,probablemente desde un afloramiento submarinode rocas granticas" (Gabb, 1874, p. 28), ademsnot los lmites abruptos entre las arenas magne-tferas con las blancas. Esto es correcto, pues re-cordemos que hacia el sureste las playas arenosasterminan contra el promontorio de Puerto Viejo,y son bsicamente el producto de la erosin delos arrecifes. Los estudios recientes ms bienconsideran que la magnetita proviene de la ero-sin del mineral presente en la Formacin RoBanano, y que sta a su vez contena la magneti-ta como un producto de erosin de los intrusivosque conforman la Cordillera de Talamanca (Cor-ts et al., 1998).

    Con respecto a los depsitos de carbn, in-dic que existe una faja continua desde la desem-bocadura del ro Changuinola hasta Matina (Gabb,1895). Especficamente menciona la localidad de

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    Watsi, otro pequeo tributario del Tiliri, y la caranorte de las montaas Negro, en la cabecera deHone Creek (Gabb, 1874, p. 24). Por supuesto serefiere a los depsitos de carbn intercalados enlos sedimentos de la Formacin Ro Banano, querecientemente en este siglo, en la dcada de losochentas fueron investigados por RECOPE, en losque los estadounidenses haban tenido inters des-de 1850 (Ramrez, 1985). La conclusin de estegelogo del siglo pasado ya haba sido muy con-cluyente y expresada de la siguiente forma: "Estecarbn se averigu ser de tan mala calidad comoel de la Carpintera y absolutamente impropio paracombustible" (Gabb, 1895, p. 69).

    La existencia de petrleo fue reportada enun solo punto en Alto Telire, pero Gabb reco-mienda ser precavidos con base en las "desastro-sas experiencias" de California.

    Resumiendo, Gabb concluye que la Tala-manca no contiene riquezas minerales, lo que enla poca constituy el desencanto de aquellos quelo haban trado para localizar, apropiarse y ex-plotar las riquezas de Talamanca, con lo cual tal-vez hemos tenido suerte, pues todava conserva-mos la gran riqueza que representa esta regincon su abundante flora y fauna.

    Pero, qu ha pasado con el desarrollo delconocimiento cien aos despus? Tenemos quecontestar esta pregunta diciendo que, a pesar degrandes esfuerzos, las conclusiones siguen sien-do las mismas, lo que le da un punto ms a su fa-vor como gelogo, es decir, han sido vlidas porms de una centuria.

    EL TRABAJO PIONERO DE GABB DENTRO DE UN CONTEXTO HISTRICO

    Y DEL PARADIGMA GEOLGICO DE SU POCA

    Hemos mencionado que en la segunda mi-tad del siglo XIX empezaron las observacionescientficas serias en Costa Rica, algunas de ellasrelacionadas con la prospeccin de yacimientosminerales, y las ms, con respecto a fenmenosnaturales. Es Gabb el primero que investiga geo-lgicamente el territorio con objetivos definidos,y presenta una visin global de una regin, junto

    con un mapa geolgico, y adems, un esbozo ge-neral de la geologa de todo el pas, hasta dondelo pudo conocer, en momentos en que Costa Ri-ca apenas despegaba econmicamente, y el oroaportaba un impulso nada despreciable. La cons-truccin de grandes obras, en este caso el ferro-carril, viene a ser el detonante indirecto del arri-bo de Gabb. An no existan los institutos de in-vestigacin y enseanza importantes, que novendran a desarrollarse sino hasta un decenio ymedio despus. Geolgicamente hablando, tienesentido el bautizo que hacen Alvarado et al.(1991) al perodo entre 1852 y 1887, como "eta-pa pregeolgica" en Costa Rica, Coronado(1997), considerando la actividad cientfica engeneral, considera la etapa de 1843 a 1887, comode "cientficos cometas", donde cientficos ex-tranjeros visitaron el pas para establecer un re-gistro de lo que haba.

    Es paradjico que los trabajos pioneros deGabb no influyeran decididamente en el paso auna "etapa de inicio y avance geocientfico", sinoque ms bien permanecieran muy olvidados; porejemplo: su mapa geolgico de Talamanca perma-nece indito y no es sino hasta la presente publi-cacin que se hace una reproduccin de dicha car-tografa. Conceptos tales como la cartografa delas "antillitas", ampliamente discutido previamen-te, no es incluido an en mapas geolgicos publi-cados un siglo despus. Por lo tanto, el trabajo deGabb, aunque pionero y admirable, no llega a sercontinuado rpidamente y por lo tanto el desarro-llo de las ciencias geolgicas en Costa Rica que-da parcialmente paralizado. Esto probablementees debido a que no exista ningn costarricensecon una formacin geolgica lo suficientementeslida como para seguir los pasos del maestro, porlo que la "etapa de inicio y avance geocientfico"como denomina Alvarado et al. (1991) al siguien-te perodo de evolucin de la geologa, es dema-siado largo, abarcando desde 1888 hasta 1962.Destacan, en este segundo perodo, J.F. Tristn, A.Alfaro y C. Gonzlez Vquez, cada uno de loscuales dej un gran legado, y todos ellos se desta-caron por su gran entereza, deseos de conoci-miento y capacidad cientfica, pero desgraciada-mente no tenan una educacin formal en la Geo-loga, lo que impidi que se siguieran haciendo

  • 111DENYER & SOTO: Anlisis de los trabajos geolgicos de William M. Gabb sobre ...

    mapas geolgicos con columnas estratigrafas de-talladas, o que impulsaran la creacin tempranade un Servicio Geolgico.

    Por otro lado, podemos imaginar que lahistoria podra haber sido muy diferente si las in-vestigaciones de Gabb hubieran aportado infor-macin interesante desde un punto de vista eco-nmico, es decir si hubiese encontrado sitios conposibilidad de explotacin de algn mineral,pues esto poda atraer una especial atencin so-bre los temas geolgicos, y de hecho el interscomercial hubiera dado un cambio de rumbo a lahistoria de la geologa. Es ms, el desarrollo deTalamanca hubiera sido muy diferente, pues re-cordemos que incluso cuando Gabb a final decuentas fue pagado por el gobierno, los Keithsiempre siguieron muy de cerca su trabajo de ex-ploracin, e incluso M. Keith tena cierta influen-cia en las decisiones que se tomaron al respecto,como sobresale incluso en la carta que Gabb en-va al presidente de la Repblica (Gabb, 1895),donde dice que sigue las instrucciones del seorKeith al enviar las muestras recolectadas al Insti-tuto Smithsoniano.

    Al crearse el Museo Nacional en 1887, sesubsan una falencia que Gabb enfatiz particu-larmente en su carta al Presidente Guardia, cuan-do justificaba la exportacin de sus prolijas co-lecciones de fsiles a Washington. A propsito deestas colecciones, hasta donde hemos podidoaveriguar, no retornaron a Costa Rica. En unacarta en nuestro poder, el seor William Cox,asistente archivista del Smithsoniano, dice en1992, que "...Gabb colect especmenes etnol-gicos y zoolgicos, los que el don al Smithso-niano... Nosotros no tenemos publicaciones, ma-pas, ni otros materiales creados por Gabb duran-te su exploracin en Talamanca." Ntese que nomenciona las muestras geolgicas y que segn lacarta-prlogo que Gabb envi al presidenteGuardia (Gabb, 1895) y, seran entregadas denuevo al Gobierno, cuando ste lo solicitara, ensu lugar el seor Cox indica que son donacionesde Gabb, al Instituto Smithsoniano.

    Felizmente Gabb se dedic a la clasifica-cin de las muestras paleontolgicas, la cual nosentreg en su publicacin pstuma de 1881b,aunque como se puede rescatar de Pilsbry

    (1922), fue algo que no termin al menos con losfsiles de Santo Domingo, y gran parte del mate-rial qued empacado por ms de cuarenta aos,por lo que podemos presumir que algo parecidodebe haber sucedido al material fosilfero proce-dente de Costa Rica, y quiz todava haya algo ogran parte de este material perdido.

    Nos interesa, adems, juzgar el trabajo deGabb a la luz del paradigma geolgico de su en-tonces. A pesar de que recientemente se ha dichoque el concepto de paradigma que defini Kuhn(1962) es extremadamente vago y variable, tantocomo alcanzar hasta veintitrs diferentes signifi-cados (Advocate, 1998), nos adherimos a la si-guiente definicin dada por Kuhn: "Considero alos paradigmas como realizaciones cientficasuniversalmente reconocidas que, durante ciertotiempo, proporcionan modelos de problemas ysoluciones a una comunidad cientfica."

    Para la poca en que Gabb viene a CostaRica, ya se haban zanjado definitivamente lasprincipales divergencias cientficas entre los nep-tunistas y los plutonistas. Es muy evidente queGabb conoca bien el paradigma plutonista,cuando reconoce que las rocas sedimentarias queha encontrado han sido intruidas y metamorfo-seadas por los intrusivos que conforman el n-cleo de la cordillera. Una slida conceptualiza-cin le permite discernir el plutonismo del volca-nismo. En el mapa geolgico (Fig. 1), resulta untanto extrao que las rocas volcnicas mapeadasaparecen como figuras alargadas que dan la ideade diques intruyendo tanto las rocas sedimenta-rias miocenas como las rocas plutnicas (de lascuales no especifica la edad geolgica). La faltade un "corte geolgico transveral" nos impide sa-car una conclusin sobre cul era la idea de Gabbsobre la posicin relativa de las rocas volcnicas,solo hay una mencin en el texto sobre los di-ques, que indica que no son de composicin sie-ntica como en Santo Domingo, sino que son pr-fidos (Gabb, 1895, p. 43). Podemos deducir, ba-sndonos en los conceptos de la poca, que Gabbdebi asociar estos afloramientos volcnicos alproceso formador de montaas, pues justamenteJames Hall, uno de sus maestros, considerabaque en las depresiones de acumulacin de sedi-mentos se daban fracturas y adelgazamiento,

  • 112 REVISTA GEOLGICA DE AMRICA CENTRAL

    causados ambos por el curvamiento y el conse-cuente plegamiento de capas sedimentarias y es-to poda provocar la introduccin de materia flui-da o semifluida, produciendo los diques asocia-dos (tomado del resumen que hacen Mather &Mason, 1970), que nosotros interpretamos, era eltrasfondo conceptual en que Gabb bas esta par-te de su cartografa geolgica.

    En las litologas sedimentarias encontra-mos cierta discrepancia, en cuanto a la presenciao no de rocas metamrficas. En la traduccin alespaol (Gabb, 1895) se lee lo siguiente: "Por en-cima de las sienitas, muy trastornado por ellas enlas cordilleras ms altas y doblado en complica-das series de pliegues en las colinas inferiores, senota luego un espeso depsito de conglomeracio-nes, areniscos, esquistos y escasa proporcin decalizas. Los esquistos superan mucho por suabundancia los dems miembros del grupo ..."En este prrafo destaca la presencia de esquistos,que se definen como una roca de origen meta-mrfico, de la cual no se tiene noticia, hasta elmomento, que indique su presencia en Costa Ri-ca, pues de acuerdo con los paradigmas actualesy la historia geolgica de Costa Rica, no existenrocas de un metamorfismo de alto grado, comoseran justamente gneises y esquistos. Despusde revisar un poco ms detalladamente los escri-tos de Gabb, encontramos que aparentemente esun problema de traduccin del trmino "shale",que no debe confundirse con "schist", pues el pri-mero se refiere a una roca sedimentaria de granofino conocida en espaol como lutita, mientrasque el segundo es una roca metamrfica, que de-bera existir nicamente en reas de metamorfis-mo regional de alto grado y que se traducira pro-piamente como esquisto. Incluso en un dicciona-rio ingls-espaol, (I.C.R.M., 1963) se traduce eltrmino shale como esquisto arcilloso. En un tex-to que revisamos directamente del ingls Gabb(1875, p. 201) dice: "Estas rocas del Mioceno es-tan constituidas principalmente de conglomera-dos y lutitas (shales) finas, con ocasionales capasde arenisca, y un poco de caliza."

    Incluso para Gabb era muy clara la ine-xistencia de un metamorfismo regional, respectoa lo cual arguye lo siguiente: "No vi en ningnlado la ms ligera aproximacin a una estructura

    gnisica, o cualquier otro signo que pudiera in-dicar un origen metamrfico para la masa [de ro-cas granticas]..." Gabb, 1875, p. 200). Posterior-mente tambin afirma: "Cerca a los granitos lasrocas sedimentarias estn ampliamente metamor-foseadas, y en la mayora de los casos su estrati-ficacin est completamente destruida." (Gabb,1875, p. 201), lo que denota una clara observa-cin del metamorfismo de contacto, producidopor el calor del intrusivo de Talamanca. Gabb noutiliza el trmino "metamorfismo de contacto" yaque la distincin clara entre la transformacin delas rocas por metamorfismo regional y de contac-to se atribuye a A. Lossen en 1884 (Mather &Mason, 1970).

    Estratigrficamente Gabb dominaba muybien las sucesiones, incluso se da cuenta de quelos sedimentos desaparecen bajo la capa de detri-tos provenientes del volcn Turrialba (Gabb,1874, p. 33), indicando un concepto claro de su-perposicin estratigrfica. Describe las unidadesde roca de Talamanca desde las rocas fosilferasmiocenas hasta las calizas arrecifales cuaterna-rias. No hace una distincin, sin embargo, deedades entre las rocas sedimentarias del Tercia-rio, sino que denomina a todas rocas miocnicas,olvidndose por completo del Eoceno, Oligocenoy Plioceno, pues de hecho hay rocas y fsiles deestas edades en la estratigrafa de Talamanca.Creemos haber encontrado la respuesta a esto ensu publicacin sobre la geologa de Santo Do-mingo (Gabb, 1873, p. 96-97), donde dice: "Laedad geolgica de las Indias Occidentales tercia-rias ha sido profunda y hbilmente discutida porautoridades tan competentes que debera ser in-necesario que yo reabriera este tema. J.C. Moore,Geo. B. Sowerly, Dr. P.M. Duncan, R.J.L.Guppy, Robert Etheridge, y Sir Robert Schom-burgk, todos han contribuido al fondo general denuestro conocimiento, y han estado nanime-mente de acuerdo en colocar la mayor parte delos estratos fosilferos, incluyendo todas las ca-pas de Santo Domingo en el Terciario Mioceno".

    Por lo tanto, Gabb estaba convencido deque todas las rocas sedimentarias de las IndiasOccidentales, lo que segn la nominacin de lapoca inclua Costa Rica, eran de edad miocena.Incluso se nota el disgusto de Gabb en el prrafo

  • 113DENYER & SOTO: Anlisis de los trabajos geolgicos de William M. Gabb sobre ...

    siguiente al citado, donde se refiere a una publi-cacin corta de Conrad, que fue publicada en1853 en la Academia de Ciencias de Filadelfia,donde aparentemente haca referencia a otrasedades, pues ms adelante Gabb escribi: "Perotodava despus, l [se refiere a Conrad] repite laafirmacin de la edad Eoceno ("Oligoceno") delos estratos de Santo Domingo en tal manera co-mo para demandar una igual refutacin, muchoms especialmente desde que el Seor Conrad esel mejor informado de las autoridades sobre elTerciario americano." Valga recalcar que en San-to Domingo efectivamente existen rocas del Eo-ceno y Oligoceno, sobreyacidas por los sedimen-tos miocenos (Lewis & Draper, 1990).

    De los prrafos anteriores, incluyendo lastraducciones, se deduce que Gabb no esperabaotra cosa que encontrar capas sedimentarias mio-cenas en el Caribe costarricense, y creemos queeso fue precisamente lo que empa las interpre-taciones que hizo Gabb sobre las edades de lossedimentos terciarios de Talamanca. Por otro la-do, no debemos olvidar que justamente los mejo-res macrofsiles, principalmente moluscos queencontramos en Talamanca son justamente delMioceno, as que este ha debido ser otro factorque influy en que Gabb globarizara y concluye-ra que definitivamente todo el sedimentario de laregin era Mioceno. Gabb (1875, p. 201) dice:"... yo fui afortunadamente capaz de colectar f-siles en un gran nmero de localidades esparci-das no solo en la parte ms grande de Talaman-ca, sino tambin ms lejanas hacia el norte y no-roeste, en las partes adyacentes de Costa Rica.Esto prueba, ms all de una duda razonable, quelas rocas son una extensin del gran depsitoMioceno encontrado no slo en el istmo propia-mente, sino sobre muchas de las islas de las In-dias Occidentales."

    La claridad en la determinacin de la su-cesin de eventos geolgicos queda plasmadocuando Gabb utiliza el criterio de que la ausen-cia de rocas intrusivas en el conglomerado (in-terpretamos que se refiere a los conglomeradosde la Formacin Suretka), indican que ste seform antes, o ms bien que no haba sido denu-dado, lo que pone en evidencia su carcter deroca intrusiva, que proviene de un nivel cortical

    ms bajo y ha ascendido por diferencia de densi-dad con las rocas circundantes. Textualmente serefiere a esto de la siguiente manera: "La ausen-cia de rocas cristalinas en las conglomeracioneses una prueba irrefutable de que al depositarse lasltimas, las sienitas y granitos no haban surgidotodava del interior de la tierra; demuestra tam-bin que aquellas sienitas se intruyeron desdeabajo, y su carcter intrusivo queda absolutamen-te establecido por el trastorno de los sedimentosen la proximidad de su masa..." (Gabb, 1895, p.44). Valga aclarar, sin embargo, que la observa-cin de Gabb fue incorrecta, en el sentido de ques existen rocas intrusivas como parte de los frag-mentos que forman el conglomerado. Nteseadems en el fragmento transcrito que hace unanueva referencia al metamorfismo de contactoque se haba mencionado anteriormente.

    Resulta, por dems interesante, que fallasu otras estructuras geolgicas importantes fueranexcluidas como parte del mapa geolgico de Ta-lamanca. Esto tambin se nota en el mapa geol-gico de Santo Domingo (Gabb, 1873), en el queincluye dieciocho perfiles geolgicos donde sedescriben muy bien el plegamiento de las capassedimentarias, basculamientos y discordanciasregionales, pero ninguna falla geolgica corta losestratos, aunque en los mapas recientes de Lewis& Draper (1990), se indican fallas oeste-noroes-te de ms de 100 km de longitud. Destaca, sinembargo, que los perfiles de Gabb muestran unclaro dominio del principio estratigrfico de su-perposicin, p.e. los estratos de mayor inclina-cin constituyen la base de la secuencia sedimen-taria y estn sobreyacidos por estratos ms jve-nes, con ngulos de inclinacin ms bajos. Porotro lado sera de suponer que Gabb conocacomplicaciones estructurales serias, al haber con-sumido el grueso de su carrera en el occidente delos Estados Unidos, por lo tanto en los prrafossiguientes discutiremos los conceptos tectnico-geolgicos de Gabb, comparndolos con los pa-radigmas de la poca.

    La geologa de Talamanca, hasta donde lavio y entendi Gabb, le pareci muy "simple".Recordemos que tambin se refiere de esta mane-ra a la geologa de Santo Domingo, donde pode-mos constatar que Gabb observ plegamientos y

  • 114 REVISTA GEOLGICA DE AMRICA CENTRAL

    discontinuidades geolgicas, como se observa ensus perfiles geolgicos (Gabb, 1873). Entoncesel concepto de simpleza geolgica debe haber te-nido otra connotacin para Gabb, y que ahora esdifcil descifrar. Una de las posibilidades es quel considerara que la geologa es simple desde elpunto de vista que es relativamente joven, puesslo empieza en el Mesozoico o Cenozoico, y noexisten rocas ms antiguas, siendo entonces de-masiado joven para ser complicado y de hecho,esto significa que son terrenos geolgicos que re-presentan nicamente un 5% de la totalidad de laedad de la Tierra. Hoy sabemos que la geologadel lado caribe es sumamente complicada, puesconforma una faja plegada y sobrecorrida, que esparte del denominado Cinturn Deformado delNorte de Panam, y que se extiende hasta Co-lombia. Pero justamente la complicacin de lageologa de esta regin estriba en su carcter es-tructural, es decir: un fallamiento con planos debajo ngulo, que causan una duplicacin y repe-ticin vertical de las capas sedimentarias, comoha sido demostrado en las perforaciones explota-torias de petrleo hechas en la segunda mitad delsiglo XX. Parece ser entonces que justamenteaquella deficiencia en el conocimiento del falla-miento geolgico de nuevo hace que Gabb subes-time su objeto de estudio en el Caribe. El puntoes saber si era en realidad, una deficiencia en laeducacin de este cientfico, o en la poca noeran de amplio conocimiento las fallas geolgi-cas. Adems recordemos que el desarrollo de lasfajas sobrecorridas se dio fundamentalmente apartir del estudio de los Alpes, lo que representaya una diferencia entre las escuelas estadouni-dense y europea.

    Remitindonos a la historia de la geologa,se habla de fallas por lo menos desde Lyell(1830-1833), quien define falla de la siguientemanera: "En el lenguaje de mineros, es la abrup-ta interrupcin de la continuidad de un estrato enel mismo plano, acompaado por una fractura ofisura, con un ancho variable entre una meralnea a varios pies...", sin embargo, stas nocomienzan a ser entendidas justamente hasta elao 1889, cuando Le Conte, un gelogo esta-dounidense, establece la teora de fallas, espec-ficamente dice (tomado del resumen de Mather

    & Mason, 1970, p. 468): "La explicacin de lasfallas inversas parece suficientemente obvia.Ocurren, como hemos dicho, principalmente enregiones fuertemente plegadas. Estos pliegues s-lo pueden ser producidos por presin lateral.Cuando la presin es extrema, produce replega-mientos. Si tales repliegues se quiebran, la incli-nacin de la fisura ser hacia la direccin desdela cual vino la presin y el techo [se refiere al blo-que del lado superior de la falla] ser empujadohacia adelante y hacia arriba sobre el piso [bloqueinferior]... Pero la explicacin de fallas normales,que son las ms comunes no es tan obvia..."

    Le Conte consideraba que la corteza te-rrestre flotaba en una subcorteza lquida y al pro-ducirse doblamientos de la corteza en forma dearco cncavo hacia arriba, poda colapsarse a lolargo de fracturas que producan bloques prism-ticos rectangulares, algunos de los cuales se hun-dan ms que otros. Con esto, Le Conte explica-ba lo que hoy se conoce como sistemas de fallasnormales en "pilares y fosas". En Europa el ge-logo francs Marcel A. Bertrand es el que ilustralas grandes fajas de sobrecorrimiento en los Al-pes. Dibuj unos hermosos perfiles geolgicosque ilustran de una manera sorprendentementedetallada estructuras plegadas y falladas (Mather& Mason, 1970).

    Con base en lo expuesto anteriormente,nos damos cuenta que aunque Gabb haba traba-jado en California, regin con una deformacintectnica muy fuerte, probablemente nunca leprest atencin, justamente porque eran mo-mentos en que el desarrollo de la geologa es-tructural estaba apenas en sus inicios, y no es si-no hasta una dcada despus de su muerte, cuan-do se establecen las bases sobre las cuales sefundamenta el estudio de la geologa estructuraly tectnica.

    En lo que respecta a la formacin de mon-taas, Gabb ha debido estar muy consciente ymuy al tanto de los ltimos conocimientos de lapoca, ya que precisamente fue asistente de Ja-mes Hall, uno de los dos precusores de la teorade los Geosinclinales, "La teora del Geosinclinalde Hall y Dana [expresada entre 1850 y 1860]sostena que las mayores cordilleras del mundose originaron en fajas de sedimentos, angostas

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    pero de mucho espesor, que fueron depositados alo largo de mrgenes subsidentes de reas conti-nentales y subsecuentemente elevadas como cor-dilleras montaosas por la accin expansiva delcalor a aquellos sedimentos que llegaron a expo-nerse [aflorar] luego de que ellos se hundieron enlas partes profundas de la corteza de la tierra"(Adams, 1938, p. 397).

    COMENTARIO FINAL

    Consideramos, que aunque el mapa geol-gico que hizo Gabb de la regin talamanqueahaya permanecido en el oscurantismo durantems de un siglo, es el primer gran legado geol-gico que nos deja uno de los cientficos extranje-ros que nos visitaron en el siglo XIX. Esto, suma-do a sus publicaciones y sus escritos inditos,constituyen una contribucin a la geologa deCosta Rica, a tal grado valiosa, que se debe reco-nocer en la figura de Gabb, al pionero de la geo-loga en Costa Rica.

    AGRADECIMIENTOS

    A Rafael Oreamuno, quien nos facilituna copia del mapa geolgico de Talamanca deWilliam Gabb. Michael Machette busc y nosenvi una copia de los manuscritos originales dela biblioteca del U.S. Geological Survey en Ber-keley. Rudolf Fischer nos trajo una copia de lapublicacin de Petermann (1877), incluyendo elmapa geogrfico de Gabb. Giovanni Peraldo nosayud enormemente con la consecusin de docu-mentos en la Biblioteca Nacional. Guillermo Al-varado nos dio acceso a la coleccin de Jos Fi-del Tristn depositada bajo su custodia en los Ar-chivos Nacionales, donde encontramos numero-sas referencias al trabajo de W. Gabb. TeresitaAguilar revis la fauna denominada por Gabb.Gabriel Dengo nos dio informacin bsica paralocalizar el mapa geolgico indito de la Tala-manca. Esta publicacin es una contribucin delproyecto # 113-97-249, titulado Historia de laGeologa de Costa Rica, de la Vicerrectora deInvestigacin de la Universidad de Costa Rica.

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    APNDICE 2

    CONTRIBUCIN A LA PALEONTOLOGA

    Nuevas especies existentes en Costa Rica deno-minadas por GabbGasterpodos (30): Amusium lyonii GABB, Ce-rithium caribbeum GABB, Cerithium coyinsiiGABB, Cerithium limonensis GABB, Cerithiumlordlyi GABB, Cerithium moenensis GABB, Co-nus floridanus GABB, Dillia moenensis GABB,

    Eulima crassilabris GABB, Lunatia emilunoidesGABB, Lunatia sculturata GABB, Mangelia la-ta GABB, Mangelia subcilindrica GABB, Mar-garita tricarinata GABB, Metula cancellataGABB, Nassa caribea GABB, Natica milleriGABB, Oliva brevispira GABB, Olivella muti-coides GABB, Parkeria inconspicua GABB,Parkeria vitrea GABB, Phos inornata GABB,Sigaretus multilineatus GABB, Terebra evansiiGABB, Trochita collinsi GABB, Vitrinella cras-sicosta GABB, Vitrinella obliquestriata GABB,Vitrinella pentagona GABB, Vitrinella truncataGABB, Volvula cylindrica GABB.

    Bivalvos (17): Amusium lyonii GABB, Cerit-hium caribbeum GABB, Cerithium coyinsiiGABB, Cerithium limonensis GABB, Cerithiumlordlyi GABB, Cerithium moenensis GABB, Co-nus floridanus GABB, Dillia moenensis GABB,Eulima crassilabris GABB, Lunatia emilunoidesGABB, Lunatia sculturata GABB, Mangelia la-ta GABB, Mangelia subcilindrica GABB, Mar-garita tricarinata GABB, Metula cancellataGABB, Nassa caribea GABB, Natica milleriGABB, Oliva brevispira GABB, Olivella muti-coides GABB, Parkeria inconspicua GABB,Parkeria vitrea GABB, Phos inornata GABB,Sigaretus multilineatus GABB, Terebra evansiiGABB, Trochita collinsi GABB, Vitrinella cras-sicosta GABB, Vitrinella obliquestriata GABB,Vitrinella pentagona GABB, Vitrinella truncataGABB, Volvula cylindrica GABB.

    Escafpodos (2): Caecum anulatun GABB, Cae-cum crassicostum GABB.

    Equinoideo (1): Schisaster scherzeri GABB

    Especies nuevas denominadas en honor a Gabb

    Sconnia laevigota vol. gabbi OLSSON, Sigare-tus (eunnaticina) gabbi BROWN & BRY, Typhusgabbi BROWN & BRY.