Analizan el papel del rector Barros Sierra en el 68 · 2018-10-05 · Analizan el papel del rector...

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Viernes 5 de octubre de 2018 EL UNIVERSAL E12 CULTURA PROYECTO UNAM Texto: Roberto Gutiérrez Alcalá [email protected] Exposición “El 68 en sus fuentes” El Instituto de Investigaciones Bibliográficas de la UNAM invita a la ex- posición “El 68 en sus fuentes”, que hasta el 30 de noviembre del presente año estará abierta al público en general, de lunes a viernes de 9:00 a 20:00 horas, en la Sala de Exposiciones de la Biblioteca Nacional de México, en el Centro Cultural Universitario. La entrada es libre y gratuita. ARCHIVO EL UNIVERSAL Contribuyen a autentificar códice maya Un equipo multidisciplinario pu- ma de alta especialidad en filolo- gía, física, estética, entomología forense e ingeniería participó en la determinación de la autentici- dad del Códice Maya de México, antes conocido como Grolier, el más antiguo de todos (data del si- glo XII). De él se conservan 10 pá- ginas que tienen como soporte tres capas de corteza de amate (se cree que debieron pertenecer a un conjunto de por lo menos 20). Ningún manuscrito se había exa- minado antes tan escrupulosa- mente, centímetro a centímetro, como éste. Sistemas de pensiones: excluyentes Según integrantes del Instituto de Investigaciones Económicas de la UNAM, los sistemas de pensiones en México son excluyentes y de- siguales. Siete de cada 10 adultos mayores no cuentan con la protec- ción que otorgan. En 2017, la pen- sión promedio del IMSS fue de cuatro mil 700 pesos; y la del IS- SSTE, de 12 mil pesos. Por eso es necesario revisar el padrón de los programas sociales y eliminar los que presenten duplicidades, así como tener uno que logre mayor inclusión, reducir las desigualda- des y dar mejores recursos a la po- blación en edades avanzadas. CORTESÍA UNAM Analizan el papel del rector Barros Sierra en el 68 Leonardo Lomelí Vanegas, secretario general de la UNAM, y el historiador Enrique Krauze participaron en el Coloquio Internacional M68: Ciudadanías en Movimiento Dentro del Coloquio Interna- cional M68: Ciudadanías en Movimiento se efectuó, en el Aula Enrique del Moral de la Facultad de Arquitectura de la Universidad Nacional, el conversatorio “El pa- pel de Javier Barros Sierra”, con la participación de Leonardo Lomelí Vanegas, secretario general de esta casa de estudios, y del historiador Enri- que Krauze. Javier Barros Sierra, nieto de Justo Sierra, na- ció en la Ciudad de México en 1915 y se graduó como ingeniero civil en la Escuela Nacional de Ingeniería, en 1940. En mayo de 1966, tras la re- nuncia de Ignacio Chávez, fue designado rector de la UNAM por la Junta de Gobierno; así, cuan- do a finales de julio de 1968 estalló el movimien- to estudiantil que sacudiría no sólo a la capital, sino al país entero, él era quien ocupaba el más alto cargo universitario. Ese año, los estudiantes mexicanos, al igual que los de varios países de ambos hemisferios, se rebelaron contra el autoritarismo, la opresión y la hipocrecía de sus mayores. En sus manifestaciones surgió, entre otros, el grito “¡prensa vendida!”, pues la libertad de ex- presión era mínima debido a que prácticamente todos los medios de comunicación sufrían cen- sura por parte del gobierno y, además, se au- tocensuraban por temor a traspasar los límites impuestos, de modo tácito, por aquél. Pero manifestarse en las calles era un acto que el sistema político mexicano consideraba inad- misible y que, hasta entonces, había acallado con los granaderos, la policía y el ejército. “Ese sistema político anquilosado, soberbio y autoritario era nuestro adversario, nuestro ene- migo. ¿Queríamos tirarlo? No. Queríamos dia- logar con él y conquistar la libertad. Desgracia- damente teníamos enfrente al más autoritario de los presidentes de ese sistema: Gustavo Díaz Ordaz, quien tenía una psicología paranoica que, a mi juicio, le alimentaba su secretario de Gobernación, Luis Echeverría , y el representan- te de la CIA en México, en el sentido de que Mé- xico era un país que estaba a punto de volverse tierra fértil para una revolución como la cuba- n a”, dijo Krauze, en esa época alumno de la li- cenciatura en Ingeniería Industrial y recién electo consejero universitario por la Facultad de Ingeniería de la UNAM, cargo del cual no to- maría posesión hasta noviembre de 1968, des- pués de que el movimiento fue aplastado. Desencuentro Luego del bazucazo contra la puerta colonial de San Ildefonso, Barros Sierra izó la bandera na- cional a media asta en CU, en señal de luto por la violación de la autonomía universitaria, y en- cabezó una marcha que recorrió la avenida In- surgentes hasta Félix Cuevas y regresó al cam- pu s central de la UNAM. El desencuentro entre el rector y el presidente de la república se hizo más patente que nunca. Al respecto, Krauze re- cordó una anécdota que arroja luz sobre los orí- genes de tal desencuentro: “En el sexenio del presidente Adolfo López Mateos, Barros Sierra era secretario de Obras Pú- blicas; y Díaz Ordaz, de Gobernación. En alguna ceremonia pública, convocada por López Ma- teos, los dos coincidieron en la puerta del salón donde habría de celebrarse aquélla y Díaz Ordaz dijo: ‘Primero los sabios’, a lo cual Barros Sierra contestó: ‘No, de ninguna manera: primero los re sabio s...’” Se necesitaba mucho valor para protestar des- pués del bazucazo contra San Ildefonso, izar la bandera a media asta, pronunciar un discurso como el del 31 de julio y marchar en defensa de la autonomía universitaria. “Todo eso implicaba ir en contra del Estado en un momento en el que, aparte de que ejercía el poder alguien particularmente violento y au- toritario como Díaz Ordaz, el PRI estaba en su apogeo. Y Barros Sierra, que había sido integran- te del gobierno y sabía a lo que se estaba en- frentando, lo hizo. Con todo, asumió el liderazgo de la UNAM de una manera muy responsable”, indicó Lomelí Vanegas. En defensa de la legalidad Barros Sierra fue un rector muy activo y creativo; llevó a cabo reformas importantes en los ám- bitos administrativo y académico, y le dio un fuerte impulso al equipo de futbol Pumas, que durante su periodo (1966-1970) ascendió a Pri- mera División; además, como era un consuma- do melómano, apoyó muchísimo a Eduardo Mata, quien dirigía la Orquesta Filarmónica de la UNAM. “Cuando Chávez renunció a la rectoría, el pro- pio Díaz Ordaz impulsó la candidatura de otras personalidades a la rectoría. No quería a Chávez, pero con Barros Sierra se sentía todavía más in- cómodo —apuntó Lomelí Vanegas, y añadió—: Ahora bien, probablemente lo más grave del asunto haya sido que Díaz Ordaz no tenía nin- guna posibilidad de entablar un diálogo con la juventud, no comprendía el espíritu de los tiem- pos. Como todo lo cifraba en una lógica de una guerra fría demasiado maniquea, nunca enten- dió cuál era la esencia del conflicto.” Una vez que el movimiento estudiantil creció, Barros Sierra trató de encauzarlo por una vía que evitara una confrontación directa con el poder, pues, según el secretario general de la UNAM, “él sabía hasta dónde podía llegar el presidente”. “Barros Sierra respaldó las demandas de los es- tudiantes porque partían de una agresión a la UNAM y, sobre todo, porque tenían que ver con la legalidad. De ahí que en su discurso del 31 de julio en CU insistiera tanto en la legalidad. En él dejó implícito que el propio gobierno era el que estaba rompiendo la legalidad y vulnerando las libertades, y la legalidad es un principio funda- mental que hay que defender y respetar. Como rector, Barros Sierra siempre buscó proteger a los estudiantes; por eso exploró vías de diálogo con la parte racional del gobierno que condujeran a una solución pacífica del conflicto; desafortuna- damente, como sabemos, justo cuando se inicia- ban las pláticas con algunos interlocutores guber- namentales, sobrevino la matanza del 2 de oc- t u b re”, comentó Lomelí Vanegas. Hombre sensible El 15 de septiembre de 1968 se celebraron fes- tivales populares en CU y Zacatenco para con- memorar la Independencia de México. Pero en el de CU ocurrió un hecho inusitado: el ingeniero Heberto Castillo —integrante de la Coalición de Profesores de Enseñanza Media y Superior pro- Libertades Democráticas, que apoyaba los seis puntos del pliego petitorio del Consejo Nacional de Huelga— dio “el grito” en la explanada ubi- cada frente a la torre de Rectoría. De acuerdo con Krauze, ese acto de Castillo, a quien Díaz Ordaz llama “el presidentito” en sus Memorias, aunado al odio que éste sentía por Barrios Sierra y a su idea completamente pa- ranoica de que México sería territorio de una nueva revolución cubana, fue lo que lo llevó, pri- mero, a ordenarle al ejército que ocupara la UNAM y, luego, a reprimir cruentamente el mi- tin del 2 de octubre en la Plaza de las Tres Cul- turas, en Tlatelolco. “Díaz Ordaz era partidario de la fuerza y lo único que a él le importaba era el sentido de autoridad. Barros Sierra, en cambio, era un in- geniero humanista, un ilustrado, un hombre lle- no de sensibilidad, con una cultura histórica, li- teraria, musical y artística formidable. Eran las antíp o das”, agrega. Líder con autoridad moral A decir de Krauze, mientras Díaz Ordaz perma- neció en el poder (hasta el 30 de noviembre de 1970), la UNAM vivió en vilo, acosada, casi as- fixiada. Sin embargo, a final de cuentas logró salir adelante. “Barros Sierra era un hombre con autoridad —algo rarísimo en México—, respetado, muy querido. Gracias, en buena medida, a su autori- dad moral, a su liderazgo, la Universidad Nacio- nal se mantuvo autónoma, libre, independiente y digna en esos años aciagos”, concluyó. b “El año 1968 representa una colisión, un choque terrible, dramático, pero también lleno de lecciones, legados y herencias, entre el espíritu libertario de una generación y un sistema político anquilosado, petrificado, autoritario y asesino” ENRIQUE KRAUZE Historiador “Como rector, Barros Sierra siempre buscó proteger a los estudiantes; por eso exploró vías de diálogo con la parte racional del gobierno que condujeran a una solución pacífica del conflicto” LEONARDO LOMELÍ VANEGAS Secretario general de la UNAM IISUE_UNAM El rector Barros Sierra (segundo de izquierda a derecha), con algunos colaboradores el día de la marcha del 1 de agosto de 1968.

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Viernes 5 de octubre de 2018 EL UNIVERSALE12 CU LT U R A

PROYECTO UNAM Texto: Roberto Gutiérrez Alcaláro [email protected]

Exposición “El 68 en sus fuentes”El Instituto de Investigaciones Bibliográficas de la UNAM invita a la ex-posición “El 68 en sus fuentes”, que hasta el 30 de noviembre del presenteaño estará abierta al público en general, de lunes a viernes de 9:00 a 20:00horas, en la Sala de Exposiciones de la Biblioteca Nacional de México, enel Centro Cultural Universitario. La entrada es libre y gratuita.

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Contribuyen aa u te ntif i ca rcódice mayaUn equipo multidisciplinario pu-ma de alta especialidad en filolo-gía, física, estética, entomologíaforense e ingeniería participó enla determinación de la autentici-dad del Códice Maya de México,antes conocido como Grolier, elmás antiguo de todos (data del si-glo XII). De él se conservan 10 pá-ginas que tienen como soportetres capas de corteza de amate (secree que debieron pertenecer a unconjunto de por lo menos 20).Ningún manuscrito se había exa-minado antes tan escrupulosa-mente, centímetro a centímetro,como éste.

Sistemas dep e n s i o n es :exc l u ye ntesSegún integrantes del Instituto deInvestigaciones Económicas de laUNAM, los sistemas de pensionesen México son excluyentes y de-siguales. Siete de cada 10 adultosmayores no cuentan con la protec-ción que otorgan. En 2017, la pen-sión promedio del IMSS fue decuatro mil 700 pesos; y la del IS-SSTE, de 12 mil pesos. Por eso esnecesario revisar el padrón de losprogramas sociales y eliminar losque presenten duplicidades, asícomo tener uno que logre mayorinclusión, reducir las desigualda-des y dar mejores recursos a la po-blación en edades avanzadas.

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Analizan el papel del rectorBarros Sierra en el 68Leonardo LomelíVanegas, secretariogeneral de la UNAM, y elhistoriador EnriqueKrauze participaron en elColoquio InternacionalM68: Ciudadanías enMov i m ie nto

Dentro del Coloquio Interna-cional M68: Ciudadanías enMovimiento se efectuó, en elAula Enrique del Moral de laFacultad de Arquitectura de la

Universidad Nacional, el conversatorio “El pa-pel de Javier Barros Sierra”, con la participaciónde Leonardo Lomelí Vanegas, secretario generalde esta casa de estudios, y del historiador Enri-que Krauze.

Javier Barros Sierra, nieto de Justo Sierra, na-ció en la Ciudad de México en 1915 y se graduócomo ingeniero civil en la Escuela Nacional deIngeniería, en 1940. En mayo de 1966, tras la re-nuncia de Ignacio Chávez, fue designado rectorde la UNAM por la Junta de Gobierno; así, cuan-do a finales de julio de 1968 estalló el movimien-to estudiantil que sacudiría no sólo a la capital,sino al país entero, él era quien ocupaba el másalto cargo universitario.

Ese año, los estudiantes mexicanos, al igualque los de varios países de ambos hemisferios,se rebelaron contra el autoritarismo, la opresióny la hipocrecía de sus mayores.

En sus manifestaciones surgió, entre otros, elgrito “¡prensa vendida!”, pues la libertad de ex-presión era mínima debido a que prácticamentetodos los medios de comunicación sufrían cen-sura por parte del gobierno y, además, se au-tocensuraban por temor a traspasar los límitesimpuestos, de modo tácito, por aquél.

Pero manifestarse en las calles era un acto queel sistema político mexicano consideraba inad-misible y que, hasta entonces, había acalladocon los granaderos, la policía y el ejército.

“Ese sistema político anquilosado, soberbio yautoritario era nuestro adversario, nuestro ene-migo. ¿Queríamos tirarlo? No. Queríamos dia-logar con él y conquistar la libertad. Desgracia-damente teníamos enfrente al más autoritariode los presidentes de ese sistema: Gustavo DíazOrdaz, quien tenía una psicología paranoicaque, a mi juicio, le alimentaba su secretario deGobernación, Luis Echeverría , y el representan-te de la CIA en México, en el sentido de que Mé-xico era un país que estaba a punto de volversetierra fértil para una revolución como la cuba-n a”, dijo Krauze, en esa época alumno de la li-cenciatura en Ingeniería Industrial y reciénelecto consejero universitario por la Facultad deIngeniería de la UNAM, cargo del cual no to-maría posesión hasta noviembre de 1968, des-pués de que el movimiento fue aplastado.

D ese n c u e nt roLuego del bazucazo contra la puerta colonial deSan Ildefonso, Barros Sierra izó la bandera na-cional a media asta en CU, en señal de luto porla violación de la autonomía universitaria, y en-cabezó una marcha que recorrió la avenida In-surgentes hasta Félix Cuevas y regresó al cam -pu s central de la UNAM. El desencuentro entreel rector y el presidente de la república se hizomás patente que nunca. Al respecto, Krauze re-cordó una anécdota que arroja luz sobre los orí-genes de tal desencuentro:

“En el sexenio del presidente Adolfo LópezMateos, Barros Sierra era secretario de Obras Pú-blicas; y Díaz Ordaz, de Gobernación. En algunaceremonia pública, convocada por López Ma-teos, los dos coincidieron en la puerta del salóndonde habría de celebrarse aquélla y Díaz Ordazdijo: ‘Primero los sabios’, a lo cual Barros Sierracontestó: ‘No, de ninguna manera: primero losre sabio s...’”

Se necesitaba mucho valor para protestar des-pués del bazucazo contra San Ildefonso, izar labandera a media asta, pronunciar un discursocomo el del 31 de julio y marchar en defensa dela autonomía universitaria.

“Todo eso implicaba ir en contra del Estadoen un momento en el que, aparte de que ejercíael poder alguien particularmente violento y au-toritario como Díaz Ordaz, el PRI estaba en suapogeo. Y Barros Sierra, que había sido integran-te del gobierno y sabía a lo que se estaba en-frentando, lo hizo. Con todo, asumió el liderazgode la UNAM de una manera muy responsable”,indicó Lomelí Vanegas.

En defensa de la legalidadBarros Sierra fue un rector muy activo y creativo;llevó a cabo reformas importantes en los ám-bitos administrativo y académico, y le dio unfuerte impulso al equipo de futbol Pumas, quedurante su periodo (1966-1970) ascendió a Pri-mera División; además, como era un consuma-do melómano, apoyó muchísimo a EduardoMata, quien dirigía la Orquesta Filarmónica dela UNAM.

“Cuando Chávez renunció a la rectoría, el pro-pio Díaz Ordaz impulsó la candidatura de otraspersonalidades a la rectoría. No quería a Chávez,pero con Barros Sierra se sentía todavía más in-cómodo —apuntó Lomelí Vanegas, y añadió—:Ahora bien, probablemente lo más grave delasunto haya sido que Díaz Ordaz no tenía nin-guna posibilidad de entablar un diálogo con lajuventud, no comprendía el espíritu de los tiem-pos. Como todo lo cifraba en una lógica de unaguerra fría demasiado maniquea, nunca enten-dió cuál era la esencia del conflicto.”

Una vez que el movimiento estudiantil creció,Barros Sierra trató de encauzarlo por una vía queevitara una confrontación directa con el poder,pues, según el secretario general de la UNAM, “élsabía hasta dónde podía llegar el presidente”.

“Barros Sierra respaldó las demandas de los es-tudiantes porque partían de una agresión a la

UNAM y, sobre todo, porque tenían que ver conla legalidad. De ahí que en su discurso del 31 dejulio en CU insistiera tanto en la legalidad. En éldejó implícito que el propio gobierno era el queestaba rompiendo la legalidad y vulnerando laslibertades, y la legalidad es un principio funda-mental que hay que defender y respetar. Comorector, Barros Sierra siempre buscó proteger a losestudiantes; por eso exploró vías de diálogo conla parte racional del gobierno que condujeran auna solución pacífica del conflicto; desafortuna-damente, como sabemos, justo cuando se inicia-ban las pláticas con algunos interlocutores guber-

namentales, sobrevino la matanza del 2 de oc-t u b re”, comentó Lomelí Vanegas.

Hombre sensibleEl 15 de septiembre de 1968 se celebraron fes-tivales populares en CU y Zacatenco para con-memorar la Independencia de México. Pero enel de CU ocurrió un hecho inusitado: el ingenieroHeberto Castillo —integrante de la Coalición deProfesores de Enseñanza Media y Superior pro-Libertades Democráticas, que apoyaba los seispuntos del pliego petitorio del Consejo Nacionalde Huelga— dio “el grito” en la explanada ubi-cada frente a la torre de Rectoría.

De acuerdo con Krauze, ese acto de Castillo,a quien Díaz Ordaz llama “el presidentito”en susMemorias, aunado al odio que éste sentía porBarrios Sierra y a su idea completamente pa-ranoica de que México sería territorio de unanueva revolución cubana, fue lo que lo llevó, pri-mero, a ordenarle al ejército que ocupara laUNAM y, luego, a reprimir cruentamente el mi-tin del 2 de octubre en la Plaza de las Tres Cul-turas, en Tlatelolco.

“Díaz Ordaz era partidario de la fuerza y loúnico que a él le importaba era el sentido deautoridad. Barros Sierra, en cambio, era un in-geniero humanista, un ilustrado, un hombre lle-no de sensibilidad, con una cultura histórica, li-teraria, musical y artística formidable. Eran lasantíp o das”, agrega.

Líder con autoridad moralA decir de Krauze, mientras Díaz Ordaz perma-neció en el poder (hasta el 30 de noviembre de1970), la UNAM vivió en vilo, acosada, casi as-fixiada. Sin embargo, a final de cuentas logrósalir adelante.

“Barros Sierra era un hombre con autoridad—algo rarísimo en México—, respetado, muyquerido. Gracias, en buena medida, a su autori-dad moral, a su liderazgo, la Universidad Nacio-nal se mantuvo autónoma, libre, independientey digna en esos años aciagos”, concluyó. b

“El año 1968 representa unacolisión, un choque terrible,dramático, pero también lleno delecciones, legados y herencias,entre el espíritu libertario de unageneración y un sistema políticoanquilosado, petrificado,autoritario y asesino”ENRIQUE KRAUZEHi sto r i a d o r

“Como rector, Barros Sierrasiempre buscó proteger a losestudiantes; por eso exploró víasde diálogo con la parte racionaldel gobierno que condujeran auna solución pacífica delco n f l icto”LEONARDO LOMELÍ VANEGASSecretario general de la UNAM

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El rector Barros Sierra (segundo de izquierda a derecha), con algunos colaboradores el día de la marcha del 1 de agosto de 1968.