ANCAP, los contratos de explotación y la soberanía energética / La fiebre del oro (negro)

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 2 Brecha 13 de febrero de 2015 POLÍTICA  ANCAP , LOS CONTRATOS DE EXPLOTACIÓN  Y LA SOBERANÍA ENERGÉTICA La ebre del oro (negro) Cuatro contratos de explotación de hidrocarburos, y dos más de prospección, rmados entre A NCAP y distintas empresas, proyectan su sombra sobre la cuenca norte del país. Como muestra, el contrato con Schuepbach que consagra mecanismos que complican la soberanía energética vernácula y abre la puerta a pleitos internacionales. También la posibilidad (o no) de que el fracking  llegue a Uruguay. De fondo, un conicto que agita aguas dentro de la fuerza de gobierno: el monopolio de A NCAP en la política petrolera y un “acaparamiento” de las tareas de control y de monitoreo, aseguran integrantes críticos del Poder Ejecutivo. S AMUEL  B LIXEN / E LIANA  G ILET FUE EN LA segunda reunión de la Comisión de Cuenca del Acuí- fero Guaraní donde el gerente de exploración y producción de A  NCAP, Héctor de Santana, de- talló durante una buena hora y media los compromisos que la empresa estatal había rma- do con distintas multinaciona- les del petróleo. En esos tórri- dos primeros días de enero el geólogo compartió con la cu- riosa audiencia que a comien- zos de 2014 ya existían cuatro contratos de explotación de hi- drocarburos on shore, es decir, terrestres. Dos con la empresa Schuepbach Energy Uruguay (SEI) y dos con la empresa To- tal E&P Uruguay. Agregó, a su vez, que existían otros dos en etapa de prospección: uno con la empresa Miwen SA, lial de la argentina YPF, y el otro con Petrina SA. El plazo para estos últimos es de un año, con opción a dos. Pa- ra los cuatro primeros es de 30 años, con opción a diez más. To- dos rmados. El proceso, sin embargo, empezó mucho antes. Durante los tres primeros años del an- terior gobierno de Tabaré Váz- quez, el Ejecutivo reavivó el interés de escarbar el subsuelo. Se realizaron dos rondas petro- leras internacionales buscando las empresas que tuvieran la tra- yectoria y el know how sucien- te para encarar la tarea. Fue el periodista Víctor Ba- chetta, mediante un juicio con el Estado por el acceso a la infor- mación pública, quien logró ac- ceder al primer contrato de pros-  pección, rmado entre A  NCAP y Schuepbach en 2009. En alguna parte de ese pro- ceso el tablero de las decisiones fue dejando jugadores afuera y A  NCAP pasó a jugar el rol prota- gónico en los contactos con las multinacionales del petróleo. Hoy se ha transformado en un conicto que subyace y se mue- ve como el líquido negro por los ámbitos del ocialismo. Fue el año pasado que el Ejecutivo em-  pezó a notar q ue la manija est a-  ba en manos de l ente y res olvió la conformación de un espacio de coordinación integrado por 11 ministerios para denir glo -  balmente los lineamientos de una política pública. La respues- ta fue algo tardía. Los contratos de explotación (el paso siguien- te a la prospección) rmados con Schuepbach son del año 2012, y con Total, de octubre de 2013. El  próximo gobierno será el here- dero del trabajo de esta comisión y de los matetes que los contra- tos rmados puedan ocasionar. El punto en discusión es la discreción del ente estatal pa- ra elaborar los contratos sin un acuerdo gubernamental previo. Dos son los puntos criticados  sotto voce en algunos pasillos ministeriales. Por un lado, que los documentos rmados consa - gran una relación bilateral entre A  NCAP y las empresas, cada uno con dos representantes en el co- mité de administración director de las explotaciones. “A NCAP  no es el dueño del petróleo, es el administrador”, sostuvo a Bre- cha un integrante del gobierno. Y por otro, íntimamente liga- do, la pretensión –dicen las fuen- tes– de acaparar todas las tareas de monitoreo y control de las ac- tividades petroleras bajo la égida del ente. En aquella sesión de la comisión del acuífero fue el pro-  pio De Santana quien propuso que el monitoreo del acuífero lo hiciera A  NCAP. CONTROVERSIAS. Otro riesgo señalado es la pérdida de la res-  ponsabilidad intransferible del Estado en la conducción de la  política energética. Ello se des-  prende de la constitución del Comité de Administración, “pa- ra la aprobación de los progra- FOTOS M  ARCELO AGUILAR

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Brecha 13/02/2015Cuatro contratos de explotación de hidrocarburos, y dos más de prospección, firmados entre Ancap y distintas empresas, proyectan su sombra sobre la cuenca norte del país. Como muestra, el contrato con Schuepbach que consagra mecanismos que complicanla soberanía energética vernácula y abre la puerta a pleitos internacionales. También la posibilidad (o no) de que el fracking llegue a Uruguay. De fondo, un conflicto que agita aguas dentro de la fuerza de gobierno: el monopolio de Ancap en la política petrolera y un “acaparamiento” de las tareas de control y de monitoreo, aseguran integrantes críticos del Poder Ejecutivo.

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  • 2 Brecha 13 de febrero de 2015

    polticaANCAP, los CoNtrAtos de exPlotACiN y lA soberANA eNergtiCA

    la fiebre del oro (negro)Cuatro contratos de explotacin de hidrocarburos, y dos ms de prospeccin, firmados entre Ancap y distintas empresas, proyectan su sombra sobre la cuenca norte del pas. Como muestra, el contrato con Schuepbach que consagra mecanismos que complican la soberana energtica verncula y abre la puerta a pleitos internacionales. Tambin la posibilidad (o no) de que el fracking llegue a Uruguay. De fondo, un conflicto que agita aguas dentro de la fuerza de gobierno: el monopolio de Ancap en la poltica petrolera y un acaparamiento de las tareas de control y de monitoreo, aseguran integrantes crticos del Poder Ejecutivo.

    S a m u e l B l i x e n /e l i a n a G i l e t

    Fue en la segunda reunin de la Comisin de Cuenca del Acu-fero Guaran donde el gerente de exploracin y produccin de ancap, Hctor de Santana, de-tall durante una buena hora y media los compromisos que la empresa estatal haba firma-do con distintas multinaciona-les del petrleo. En esos trri-dos primeros das de enero el gelogo comparti con la cu-riosa audiencia que a comien-zos de 2014 ya existan cuatro contratos de explotacin de hi-drocarburos on shore, es decir, terrestres. Dos con la empresa Schuepbach Energy Uruguay

    (Sei) y dos con la empresa To-tal E&P Uruguay. Agreg, a su vez, que existan otros dos en etapa de prospeccin: uno con la empresa Miwen SA, filial de la argentina YpF, y el otro con Petrina SA.

    El plazo para estos ltimos es de un ao, con opcin a dos. Pa-ra los cuatro primeros es de 30 aos, con opcin a diez ms. To-dos firmados.

    El proceso, sin embargo, empez mucho antes. Durante los tres primeros aos del an-terior gobierno de Tabar Vz-quez, el Ejecutivo reaviv el inters de escarbar el subsuelo. Se realizaron dos rondas petro-leras internacionales buscando las empresas que tuvieran la tra-yectoria y el know how suficien-te para encarar la tarea.

    Fue el periodista Vctor Ba-chetta, mediante un juicio con el Estado por el acceso a la infor-macin pblica, quien logr ac-ceder al primer contrato de pros-peccin, firmado entre ancap y Schuepbach en 2009.

    En alguna parte de ese pro-ceso el tablero de las decisiones fue dejando jugadores afuera y Ancap pas a jugar el rol prota-gnico en los contactos con las multinacionales del petrleo. Hoy se ha transformado en un conflicto que subyace y se mue-ve como el lquido negro por los mbitos del oficialismo. Fue el ao pasado que el Ejecutivo em-pez a notar que la manija esta-ba en manos del ente y resolvi la conformacin de un espacio de coordinacin integrado por 11 ministerios para definir glo-

    balmente los lineamientos de una poltica pblica. La respues-ta fue algo tarda. Los contratos de explotacin (el paso siguien-te a la prospeccin) firmados con Schuepbach son del ao 2012, y con Total, de octubre de 2013. El prximo gobierno ser el here-dero del trabajo de esta comisin y de los matetes que los contra-tos firmados puedan ocasionar.

    El punto en discusin es la discrecin del ente estatal pa-ra elaborar los contratos sin un acuerdo gubernamental previo. Dos son los puntos criticados sotto voce en algunos pasillos ministeriales. Por un lado, que los documentos firmados consa-gran una relacin bilateral entre Ancap y las empresas, cada uno con dos representantes en el co-mit de administracin director

    de las explotaciones. Ancap no es el dueo del petrleo, es el administrador, sostuvo a Bre-cha un integrante del gobierno.

    Y por otro, ntimamente liga-do, la pretensin dicen las fuen-tes de acaparar todas las tareas de monitoreo y control de las ac-tividades petroleras bajo la gida del ente. En aquella sesin de la comisin del acufero fue el pro-pio De Santana quien propuso que el monitoreo del acufero lo hiciera Ancap.

    CONTROVERSIAS. Otro riesgo sealado es la prdida de la res-ponsabilidad intransferible del Estado en la conduccin de la poltica energtica. Ello se des-prende de la constitucin del Comit de Administracin, pa-ra la aprobacin de los progra-

    Fotos Marcelo aguilar

  • 313 de febrero de 2015 Brecha

    Qu es el fracking?la Fractura hidrulica para la obtencin de gas o pe-trleo es una tcnica de extraccin que consiste en libe-rar los hidrocarburos encerrados en los poros y fisuras de la roca de esquisto. A diferencia de la produccin con-vencional, que extrae el hidrocarburo directamente de bolsones o depsitos con relativa facilidad, el fracking surgi como alternativa ante la reduccin drstica de las existencias de petrleo y el aumento de los precios del crudo. Porque el fracking es costoso.

    Para obtener gas o petrleo shale es necesario efec-tuar perforaciones verticales de hasta 1.000 metros de profundidad para llegar al esquisto bituminoso. Una vez ubicada la zona donde se presume que existe shale oil en cantidades convenientes para la explotacin comercial, es necesario perforar horizontalmente, en un esquema radial, en un dimetro que no supera los 400 metros, se-gn la tcnica que se aplique. Desde la superficie se in-yecta agua a gran presin, de modo que la roca se fractu-ra y libera el hidrocarburo. El agua contiene adems una proporcin de arena y compuestos qumicos que operan como disolventes de la roca.

    Cada pozo requiere entre 9 mil y 30 mil metros c-bicos de agua. En una proporcin que vara entre 40 y 80 por ciento, el agua inyectada retorna a la superficie. Para que la produccin sea rentable se requiere una per-foracin de decenas o centenas de pozos. En el mejor de los casos la materia orgnica contenida en la roca (que-rgeno) es transformada en petrleo sinttico y gas, que

    puede ser utilizado en una refinera al ser mejorado mediante el agregado de hidrgeno y la eliminacin de impurezas, como azufre y nitrgeno.

    A diferencia de los yacimientos convencionales, es difcil determinar el rendimiento del shale oil, por lo que, antes de decidirse a extraerlo, es necesario hacer numerosas perforaciones. Precisamente la per-foracin es uno de los negocios laterales del frac-king: otro es la especulacin inmobiliaria y otro es el traspaso de contratos de una pequea empresa que inicia la exploracin a otra mejor situada en el uni-verso petrolero.

    La especulacin y el carcter aleatorio de los estima-dos de produccin, as como la calidad del producto ob-tenido, convierten al fracking en una actividad de riesgo econmico. A ello se suma la cada notable de los pre-cios internacionales del crudo, que hacen poco rentable el negocio, por sus altos costos.

    Para las empresas petroleras de riesgo la ecuacin es de simple beneficio. Para otros actores, el petrleo no convencional es una opcin de independencia energti-ca, y para algunos estados un instrumento en el punto y banca del control mundial del mercado energtico. En ninguno de estos casos en las ecuaciones aparece el cos-to social y ambiental. Algunos gobiernos se han rendido a la evidencia y han prohibido o han aplicado moratorias a estas actividades por el peligro que significan para el ambiente.

    Se apuntan algunas consecuencias graves: la conta-minacin de los terrenos que reciben el agua que retor-na de las profundidades con compuestos qumicos, algu-nos de los cuales son altamente txicos; la neozelandesa Fonterra resolvi no comprar leche a productores leche-ros cuyos campos reciban lodos del fracking. Los mis-mos compuestos qumicos contaminan la atmsfera y pueden provocar enfermedades e intoxicaciones en po-blaciones cercanas a los pozos. La fractura hidrulica en las profundidades provoca reacciones ssmicas en zonas donde nunca se registraban tales fenmenos, o los in-tensifica.

    Finalmente se asegura que las filtraciones en los pozos, principalmente del agua mezclada con pro-ductos qumicos (se utilizan ms de 250 distintos), pueden contaminar los acuferos y depsitos subte-rrneos de agua, un peligro de incalculables conse-cuencias sociales.

    Todas estas respuestas fueron incorporadas como ar-gumentos de gobiernos nacionales para prohibir el frac-king. Y es por ello que diversas organizaciones socia-les y la Universidad de la Repblica han planteado a la Comisin del Sistema Acufero Guaran la convenien-cia de promover un embargo en las zonas de Paysand, Salto y Tacuaremb donde Ancap y la estadounidense Schuepbach Energy identificaron posibles yacimientos de petrleo, para el caso de que se aplique la tcnica del fracking. n

    mas de trabajo de exploracin y explotacin (donde se definen tcnicas, zonas a ser trabaja-das, instrumentos, recursos y un extenso etctera), segn deta-lla el texto del contrato. Ese co-mit est integrado por cuatro miembros, dos representantes de Schuepbach y dos de Ancap. Las decisiones sern adoptadas por unanimidad, de modo que cual-quier tropiezo o desinteligencia sern dirimidos en los tribunales uruguayos, pero tambin pue-den ser llevados a una comisin de arbitraje de la Cmara de Co-mercio Internacional (Cci). Este es un organismo privado integra-do por abogados y expertos en

    comercio internacional, cuyos vnculos con las trasnacionales se expresan particularmente en la predileccin por privilegiar en sus fallos los criterios conte-nidos en los acuerdos bilaterales sobre inversiones que se oponen a los intereses de los estados li-tigantes.

    Ciertamente, los gobiernos que representan a los estados son responsables por la firma de esos tratados que habilitan a que el capital multinacional se engulla bocados importantes de la rique-za nacional. Uruguay tiene ex-periencia en materia de arbitra-jes, cuando el cierre del Banco Comercial, por ejemplo, y ms

    recientemente el litigio an en trmite con la tabacalera Philip Morris.

    Por si existiera alguna duda de las preferencias y los criterios de la Cci, Brecha pudo averi-guar que el abogado que repre-senta jurdicamente los intere-ses en Uruguay de Schuepbach Energy, Paul Arrighi, del estudio del mismo nombre, es consultor para arbitrajes de la Comisin de Comercio Internacional. Difcil-mente el abogado Arrighi podr desprenderse de su relacin con una de las partes a la hora de ar-bitrar un litigio entre las mismas.

    Para agregar elementos com-plejos, el periodista Carlos Pe-

    lez denunci en el programa Rompkbezas de El Especta-dor que el sobrino del gerente de produccin de ancap, Hc-tor de Santa Ana (el redactor de los contratos), el docente de la Facultad de Ciencias Gerardo Veroslavsky, funga como pre-sidente de dos empresas de ex-plotacin minera, Edowell SA y Explotaciones Mineras SRL, cargos incompatibles con su de-dicacin total a la docencia. In-terrogado por el Consejo de la facultad, Veroslavsky aclar que era un simple testaferro de su to, dado que el gelogo De San-ta Ana estaba inhabilitado para presidir dichas empresas.

    Y si no fuera por el escn-dalo meditico, tambin hubie-ra prosperado la designacin de Veroslavsky como director de Minera en el elenco que apoya-r a la ingeniera Carolina Cosse en el Ministerio de Industria y Energa, siendo que Veroslavs-ky es actualmente consultor de Schuepbach, que est exploran-do la viabilidad comercial de la extraccin de petrleo. El pre-sidente electo Tabar Vzquez decidi vetar la designacin de Veroslavsky, cortando as un tn-dem familiar que no se inquieta

    Prohibiciones en el mundo

    en el momento de firmar, en 2012, el segundo contra-to con la estadounidense Schuepbach Energy Internatio-nal (Sei) para la prospeccin y extraccin de petrleo, Ancap tena a la vista la vasta experiencia internacional sobre los peligros ambientales, sanitarios y econmicos del fracking, el mtodo de obtencin de hidrocarburos mediante fractura hidrulica. Sin embargo, en una espe-cie de obstinacin cuya explicacin no surge de las am-biguas aclaraciones oficiales, los contratos dejan abierta la puerta para la aplicacin en territorio nacional de esa prctica no convencional.

    Al parecer los depsitos de hidrocarburos que una consultora australiana confirm, sobre la base de los estudios de la Sei y su filial uruguaya Seu (y que se localizan en diversos puntos de Salto, Paysand y Tacuaremb), auguran la existencia de petrleo con-vencional, pero igual, en los documentos, Ancap fa-cilita la eventual explotacin no convencional.

    Nadie ha ofrecido una explicacin consistente so-bre esa posibilidad. Y mientras Uruguay entreabre la puerta, en el resto del mundo el movimiento anti-fracking se expande arrolladoramente, con las prohi-biciones estatales, las moratorias regionales y hasta el apoyo de trasnacionales al movimiento de la so-ciedad civil, que temen por la contaminacin de los alimentos que producen.

    Quizs la decisin ms espectacular y reciente por sus innegables connotaciones es la de una ciudad de Texas, el estado petrolero de Estados Unidos. Den-ton, en el condado del mismo nombre donde la con-firmacin de grandes existencias de gas shale con-voc a un enjambre de vidas empresas petroleras, resolvi prohibir el fracking tras una consulta p-blica, durante las elecciones legislativas, por la de-cisin del 59 por ciento de sus ciudadanos. Segn

    la revista Money, ese condado de 115 mil habitantes fue calificado como uno de los 100 mejores lugares para vivir en Estados Unidos. Es la primera vez que se impone tal prohibicin en Texas, lo que alent el movimiento anti-fracking en unas 400 ciudades de Estados Unidos.

    En el pas cuna de la explotacin no convencional de combustibles, desde los primeros experimentos en los ochenta (y que hoy cuenta con el apoyo del presi-dente Obama para desplegar su poltica de exportacin petrolera), el fracking fue prohibido en el estado de Ver-mont, en 2012, y en el estado de Nueva York tiene una moratoria que culmina este ao y que probablemente sea renovada. El movimiento anti-fracking obtuvo un res-paldo inesperado cuando la prestigiosa Sociedad Mdica de Massachusetts dio a conocer estudios que demues-tran que ms del 75 por ciento de los productos qumi-cos txicos utilizados durante las fases de perforacin y fractura de rocas para obtener el gas pueden afectar la piel, ojos y otros rganos sensoriales, el sistema respi-ratorio, el gastrointestinal y el hgado. Ms de la mitad de esos productos qumicos muestran algn efecto sobre el cerebro y el sistema nervioso. Ms del 25 por ciento de esos productos qumicos pueden producir cncer y mutaciones.

    Las prohibiciones y moratorias hicieron eclosin en Europa tras la postura de Francia, en 2011, y de Bulgaria en 2012, que prohibieron el fracking en todo su territo-rio; en Bulgaria el gobierno rescindi un contrato con la multinacional Chevron, tras fuertes protestas calleje-ras, y prohibi incluso actividades de prueba y explo-racin. La postura francesa, producto de un organizado movimiento social horizontal que culmin con la san-cin de una ley, debe no obstante enfrentar la deman-da interpuesta por una de las empresas adjudicatarias, la

    texana Schuepbach (s, la misma que firm los contratos con Ancap).

    En Alemania se detuvieron los proyectos de explota-cin hasta que se confirmara, ms all de toda duda, que este mtodo de extraccin no comprometa la seguridad de las poblaciones. En Inglaterra el gobierno cedi a la presin popular y declar una moratoria temporal debi-do a los registros ssmicos de las perforaciones, pero no renuncia a la aplicacin del fracking para resolver su cri-sis energtica.

    En Espaa, Andaluca acaba de decretar la prohibi-cin siguiendo los pasos de la municipalidad de Valle del Mena, Burgos, declarado territorio libre de fracking. La onda expansiva alcanza a la Repblica Checa, al can-tn de Friburgo, Suiza; Austria considera la necesidad de modificar la legislacin para imponer la prohibicin del fracking; Bomba, pequea ciudad del sur de Italia, rechaz un proyecto de explotacin no convencional en la isla de Pantellera, e Irlanda del Norte declar la pro-hibicin hasta que estudios cientficos muy pormenori-zados permitan llegar a una recomendacin definitiva sobre el asunto.

    Mientras en la Repblica Sudafricana cada seis me-ses se renueva la prohibicin de aplicar fractura hidruli-ca, en Australia gobiernos regionales acaban de decretar zonas de exclusin de dos quilmetros en torno a reas residenciales y agrcolas.

    La oposicin al fracking no slo explota en el se-no de la sociedad civil. Tambin recluta partidarios entre grandes productores internacionales. As, no slo la neo-zelandesa Fonterra anunci que no comprar leche a los campesinos que acepten lodos resultantes de la perfora-cin, sino que las cerveceras holandesas y alemanas, con Heineken a la cabeza, han manifestado preo-cupacin por la posible afectacin de sus productos. n

  • 4 Brecha 13 de febrero de 2015

    por los conflictos de intereses entre lo pblico y lo privado.

    Estos pequeos escandale-tes estn a tono con el aspecto central: la aceptacin de contra-tos y de tratados, cuyos trminos o falta de precisin terminan siempre favoreciendo al capital trasnacional.

    FRACKING. Desde que la explo-tacin petrolera en Uruguay dej de ser una posibilidad abstracta, un deseo fantasioso, para con-vertirse en una posibilidad real, algunas cuestiones, que repenti-namente se volvieron crticas, se sumergieron en un mar de ambi-gedades. Por ejemplo: la even-tualidad de que las compaas petroleras extranjeras apliquen tcnicas de fractura hidrulica para explotar lo que se llama pe-trleo no convencional, que aqu en Uruguay y en todo el mundo provoca rechazos por sus conse-cuencias ambientales y sanitarias.

    En principio, el controvertido concepto de fracking no debera provocar sofocones porque, se-gn el resultado de las prospec-ciones on shore verificado por consultores externos, se detecta-ron unos 20 posibles yacimien-tos de petrleo y gas convencio-

    nales ubicados en la vasta zona explorada en Paysand, Salto y Tacuaremb, y que podran, si las prximas exploraciones lo confirman, aportar entre 2 y 241 millones de barriles en cada blo-que. Fue el propio De Santa Ana quien declar ese clculo pbli-camente (El Pas, 13-I-15).

    Las autoridades se apresura-ron a advertir que la noticia no

    implica confirmar que Uruguay podr explotar petrleo. Depen-de de las nuevas prospecciones determinar la calidad y cantidad de los hidrocarburos y la viabili-dad econmica de esos reservo-rios ubicados a una profundidad de entre 2.000 y 3.000 metros.

    Estudios realizados por ex-pertos de la organizacin Redes apuntan que el contrato de 2013

    PAysANd, PiedrA solA y el Petrleo

    infiltradose l i a n a G i l e t

    Desde Paysand

    lo primero que vieron fueron los cables. Por conocer de memoria los recovecos del camino al liceo, los notaron enseguida. Acostumbrados a los 26 quilmetros diarios del camino de pedregullo que unen Piedra Sola y Tam-bores, la ciudad de los plumerillos que decoran la doble va con sus flores rosadas, vieron los cables y un da de-cidieron seguirlos.

    Bruna, de 18 aos, Diego, de 15, y Nstor, de 17, respiran el aire fresco de la tardecita en Piedra Sola. Son tres de los 12 adolescentes que integran el Grupo de Jvenes de Piedra Sola. Queramos hacer diferen-tes cosas. Queramos trabajar en la reconstruccin de esta casa, seala Bruna a sus espaldas. La Casa de Ejercicio funcion como lugar de retiro espiritual de una comunidad catlica local. El local, finalmente re-mozado, fue el motor de otro ejercicio, ms poltico.

    Fue medio complicado. Llegaron de noche y plantaron unas banderitas celestes. Nadie saba lo que era y a nadie se le dio por preguntar. Tomamos fotos de esas banderitas, y result que eran de las em-presas. Al otro da colocaron cables por el medio del pueblo. Al tercero ya estaban los transformadores y empezaron a llegar camionetas. Los cables empeza-ban en la estancia La Gloria. Nos dijeron que estaban sacando datos, que ellos eran como los ecografistas de las embarazadas, pero con el suelo. Les pregunta-mos si se poda hablar con otra persona y nos dijeron que con esa no se poda hablar, que era la persona que haba comprado todo eso Se molestaron y nos fuimos.

    Qu sensacin les dej ese encuentro? Preocu-pacin por lo que poda pasar. La gente del pueblo empez a preguntar. Quines eran, qu queran hacer, qu consecuencias traera. Sabamos alguna cosa por el grupo Paysand Nuestro. Fue medio raro. Algunos en desacuerdo y otros contentos, que decan que Pie-dra Sola puede avanzar con eso.

    Y ustedes qu pensaban? Los gurises mencionan como antecedente el trabajo de una organizacin de la sociedad civil llamada Paysand Libre de Fracking.

    Este grupo de unos 15 ciudadanos de la capital de-partamental fue el encargado de acercar a todas las bancadas partidarias un proyecto de decreto para de-clarar a Paysand libre de esa tcnica de explotacin petrolfera. Lo consiguieron. La Junta Departamental lo aprob en diciembre de 2013.

    Siguen el relato: En setiembre del ao pasado aparecieron camiones grandes, altos, trayendo unas mquinas de ruedas enormes, con brazos hidrulicos que las levantan del suelo. Ah convocamos una reu-nin con el grupo Paysand Nuestro para que expli-caran las posibilidades de que se usara esa tcnica ac. Los capitalinos les dieron la entrada y los gu-rises investigaron por su parte. Tampoco nos queda-mos con que estbamos en contra, nos informamos, buscamos en Internet. Ante el avance y la falta de respuestas, los chiquilines quisieron dar la suya: Hi-cimos un grafiti en la calle, escribimos: Piedra Sola libre de fracking, y dejamos folletos a la gente.

    Cuando la voz de los gurises se apaga apenas, sur-ge la de una vecina del lugar explorado. Hace dos aos apareci una torre, de una buena altura, de hie-rro. La cosa es que hoy, en cinco horas, te hacen un pozo de 50 metros. Esa torre estuvo un ao y medio. No era para sacar agua. Tampoco somos investigado-res, pero empezamos a sacar fotos a las camionetas y todo lo que montaron para trabajar. Encontramos caos de diez, de 30 centmetros de dimetro en la propiedad de un vecino. No entendas nada qu haca toda esa cantidad de caos ah. Trabajaban de noche, con unos focos gigantescos que pareca una ciudad. Yo no estoy contra nada, la cosa es que nos digan qu est pasando. Hasta que un da sali una nota en (el diario sanducero) El Telgrafo y se conoci el mapa de todos los padrones que estaban involucrados. Los productores estaban recibiendo los cedulones y algu-nos, sin saber, haban firmado para permitirles la en-trada de los camiones sismogrficos.

    A poco ms de 200 quilmetros de los chiquilines, a pasos de la ribera del ro Uruguay, Javier, Noela y Nel-son, integrantes de Paysand Libre de Fracking, cuen-tan su experiencia rodeados de rboles de lapacho. Los tiempos electorales, dicen, no son los tiempos de las comunidades. Despus te das cuenta de que ests in-

    cidiendo en polticas pblicas. Ah es cuando ves el po-der de la sociedad civil como un complemento del sis-tema poltico partidario, no sustituye, tiene que tener una relacin lo ms fluida posible.

    Adems de conseguir la aprobacin del decreto, los integrantes de Paysand Nuestro se volcaron a in-tegrar la Comisin de la Cuenca del Acufero Gua-ran, mecanismo de participacin de la sociedad en la gestin de los recursos hdricos establecido tras la reforma constitucional de 2004 (la comisin tuvo su primera sesin en 2013, demorada por la dcada que la ley estuvo sin reglamentarse).

    El fracking fue la primera preocupacin planteada en ese mbito. Para la segunda sesin lograron que Hctor de Santana presentara un informe en nombre de Ancap (vase nota central).

    El problema es que la comisin no es resolutiva y depende de las decisiones que tome el Comit Regio-nal de Recursos Hdricos del Ro Uruguay, que tie-ne nicamente representacin poltica. Consultada la Dinagua, mbito encargado de coordinar estos espa-cios, se confirm que la preocupacin por la llegada del fracking al acufero que ocupa dos tercios del te-rritorio del pas no fue elevada al comit.

    La prxima sesin para el Guaran ser el 12 de marzo en Rivera. En la Dinagua se maneja la propues-ta de que los movilizados por el fracking conformen a su vez una subcomisin. Esta propuesta no es muy bien recibida por los sanduceros: Si la comisin ya es consultiva, qu legitimidad tendra una subcomi-sin dentro de ella?. Seguirn impulsando el tema en la agenda. La economa no toma en cuenta es-te tipo de cuestiones cuando calcula el precio de los commodities que vende al exterior, no mide la varia-ble ambiental, el costo. Es la famosa externalidad. Lo que no se tiene en cuenta es que las externalidades nos alcanzan, y es lo que est pasando con el agua, que es un tema candente. El modelo de sociedad de crecimiento infinito no es viable, desde el momento en que vemos cmo estamos alcanzando los lmites fsi-cos del planeta. Entonces tenemos que salir a solucio-narlos, y no siempre va a haber dinero para hacerlo. Imaginate que la crisis del agua del Santa Luca hu-biera sido en 2002. n

    entre Schuepbach y Ancap exhi-be otras debilidades, adems de las referencias al fracking (una tcnica que por el momento el gobierno descarta vetar expl-citamente). Las licenciadas Vi-viana Barreto y Natalia Carrau sub rayan como un peligro que el texto no detalle las tcnicas a ser utilizadas y queden vagamen-te acotadas en un contrato legal

    vinculante. Esto sugiere la pro-babilidad de incluir tcnicas que el Estado uruguayo pueda consi-derar en un futuro prohibir.

    De hecho, la empresa esta-dounidense Schuepbach Energy International actualmente man-tiene un litigio con el gobierno de Francia por la cancelacin de un contrato para la explotacin no convencional de hidrocar-buros, debido a la prohibicin del mtodo de fracking por par-te de la Asamblea Nacional de ese pas.

    En Uruguay, ser enton-ces ese comit de administra-cin, paritario entre Ancap y la Schuep bach, el encargado de de-finir las tcnicas a utilizar.

    Hay una sensacin que se carga entre ciertos actores del gobierno que deslizan que los contratos, al ser ya una cosa juz-gada, no permiten rebobinar. En algunos sectores del gobierno la esperanza recae una vez ms en la Dinama. Independientemen-te de los contratos comerciales que se firmaron, que son comer-ciales entre una empresa estatal y una privada extranjera, estn las leyes nacionales. Existe la Dinama y no se puede hacer nin-guna actividad en el territorio sin su autorizacin ambiental, insisten las fuentes. n