Andre Gorz Miserias Del Presente

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    MISERIAS DEL PRESENTE, RIQUEZA DE LO POSIBLEAndr Gorz

    Hay que aprender a discernir las oportunidades no realizadas que duermenen los repliegues del presente. Hay que querer apoderarse de lasoportunidades, apoderarse de lo que cambia. Hay que atreverse a rompercon esta sociedad que muere y que no renacer ms. Hay que atreverse alxodo. No hay que esperar nada de los tratamientos sintomticos de lacrisis, pues ya no hay ms crisis: se ha instalado un nuevo sistema quetiende a abolir masivamente el trabajo. Restaura las peores formas dedominacin, de servidumbre, de explotacin al obligar a todos a lucharcontra todos para obtener ese trabajo que ha abolido. No es esta

    abolicin lo que hay que reprocharle, sino pretender perpetuar comoobligacin, como norma, como fundamento irremplazable de los derechos yde la dignidad de todos, ese mismo trabajo cuyas normas, dignidad yposibilidad de acceso tiende a abolir. Hay que atreverse a querer el xodode la sociedad de trabajo: no existe ms y no volver. Hay que querer lamuerte de esta sociedad que agoniza, con el fin de que otra pueda nacersobre sus escombros. Hay que aprender a distinguir los contornos de estasociedad diferente detrs de las resistencias, las difusiones, los callejonessin salida de los que est hecho el presente. Es preciso que el trabajo

    pierda su lugar central en la conciencia, el pensamiento, la imaginacin detodos: hay que aprender a echarle una mirada diferente: no pensarlo mscomo aquello que tenemos o no tenemos, sino como aquello que hacemos. Hayque atreverse a tener la voluntad de apropiarse del nuevo trabajo.Las polmicas que han suscitado la obra de Jeremy Rifkin (1) sonsignificativas en relacin con esto. Lo que l llama el fin del trabajoanuncia el fin de lo que todo el mundo ha tomado la costumbre en llamartrabajo. No se trata del trabajo en el sentido antropolgico o en elsentido filosfico. No se trata del trabajo como actividad autnoma detransformacin de la materia, ni del trabajo como actividad practico-sensorial por la cual el sujeto se exterioriza produciendo un objeto que essu obra. Se trata sin duda del trabajo especfico propio del capitalismoindustrial: un trabajo al que nos referimos cuando decimos que una mujerno tiene trabajo si consagra su tiempo a educar a sus propios hijos, y quetiene trabajo si se consagra aunque ms no sea una fraccin de su tiempoa educar a los hijos de otra persona en una guardera o en un jardn deinfantes.El trabajo que setiene o no setiene puede no contar con lascaractersticas del trabajo en el sentido antropolgico o en el sentido

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    filosfico. De hecho, por lo general en la actualidad est desprovisto detodo aquello que lo defina para Hegel: no es la exteriorizacin(Entusserung) por la cual un sujeto realiza inscribindose en lamaterialidad objetiva de lo que crea o produce. Los millones de empleados o

    de tcnicos que trabajan en la pantalla de visualizacin no realizan nadatangible. Su actividad prctico-sensorial est reducida a una pobrezaextrema; su cuerpo, su sensibilidad, puestas entre parntesis. Su trabajono es en ningn sentido una configuracin apropiativa del mundo objetivo,por ms que pueda tener una configuracin como efecto mediato muy lejano.Para los trabajadores de lo inmaterial, como para la mayora de los queofrecen servicios, los productos de su trabajo son evanescentes,consumidos al mismo tiempo que se realizan. Es raro que esostrabajadores puedan decir: He aqu lo que hice. He aqu mi obra. sta es

    mi obra. Detesto a los mistificadores que, en nombre de la definicinfilosfica o antropolgica del trabajo, justifican el valor de un trabajo quees la miserable negacin de aquel.Queriendo negar el fin del trabajo en nombre de su necesidad y de supermanencia en el sentido antropolgico o filosfico, demostramos locontrario de los que queramos demostrar: precisamente en el sentido derealizacin de s, en el sentido de poiesis, de creacin de una obra o de unaproduccin, el trabajo desaparece ms rpidamente en las realidadesvirtualizadas de la economa de lo inmaterial. Si deseamos salvar y

    perpetuar ese verdadero trabajo, es urgente reconocer que el verdaderotrabajo no esta ms en el trabajo: el trabajo, en el sentido de poiesis,que se hace, no esta ms (o no esta ms que de manera cada vez mas rara)en el trabajo en sentido social, que tenemos. No demostraremos laperennidad necesaria de la sociedad del trabajo invocando su carcterantropolgicamente necesario. Por el contrario: es preciso que salgamos deltrabajo y de la sociedad de trabajo para volver a encontrar el gusto y laposibilidad del trabajo verdadero. A su manera (que no es la ma) Rifkin nodice otra cosa: dice que el trabajo cuyo fin anuncia deber serreemplazado por actividades que tengan otras caractersticas.

    El trabajo que el capitalismo en su ltima fase ha abolido masivamente esuna construccin social; precisamente por eso puede abolirlo. Por qudecimos que una mujer tieneun trabajo cuando ensea en un jardn deinfantes y que no lo tiene cuando cra a sus propios hijos? Por qu a laprimera se le paga por lo que hace y a la segunda no? Pero la madre que sequeda en el hogar seguira sintenerun trabajo, aunque se aproximara a unsubsidio social igual al salario de una puericultora. Seguira siempre sintener un trabajo auque tambin tuviera un diploma de educadora. Y eso

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    por qu? Porque el trabajo est definido de entrada como una actividadsocial, destinada a inscribirse en el flujo de los intercambios sociales en laescala de toda la sociedad. Su remuneracin testimonia esta insercin, perotampoco es lo esencial es que el trabajo llena una funcin socialmente

    identificada y normalizada en la produccin y la reproduccin del todosocial. Y para llenar una funcin socialmente identificable, el mismo debeser identificable por las competencias socialmente definidas que pone enfuncionamiento segn procedimientos socialmente determinados. Debe, enotros trminos, ser un oficio, una profesin, es decir la puesta en obra decompetencias institucionalmente certificadas segn procedimientoshomologados. La madre que se queda en el hogar no llena ninguna de estascondiciones: su trabajo no se integra en el proceso del trabajo social; noest sujeto a procedimientos homologados, institucionalmente controlados

    (o controlables) en su conformidad con normas profesionales; no est sujetoa criterios pblicos en materia de horarios y de eficiencia. En resumen, nose sita en la esfera publica, no responde a necesidades socialmentedefinidas, socialmente cosificadas. No ms que el trabajo del esclavo o queel trabajo de creacin, artstico o terico.

    El creador, terico o artista no trabaja (no tiene un trabajo) salvo que decursos o clases que respondan a una demanda publica y socialmentedeterminada; o cuando ejecuta un encargo. Lo mismo ocurre con todas las

    actividades artsticas, deportivas, filosficas, etctera, cuyo fin es lacreacin de sentido, la creacin de si (de subjetividad), la creacin deconocimientoLa creacin no es socializable, codificable; es por esencia trasgresin yrecreacin de normas y de cdigos, soledad, rebelin, rechazo y oposicin altrabajo. No puede ser un sustituto del trabajo (como lo sugera BernardPret) encargado de perpetuar la sociedad del trabajo.Por la homologacin de las competencias, de los procedimientos y de lasnecesidades que implica, el trabajo es un poderoso medio de socializacin,de normalizacin, de estandarizacin, que reprime o limita la invencin, lacreacin, la autodeterminacin individuales o colectivas de normas, denecesidades y de competencias nuevas. Por eso, el reconocimiento social denuevas actividades y competencias que responden a nuevas necesidadessiempre tuvo que ser impuesto por las luchas sociales. Lo que est en juegosiempre ha sido, por lo menos implcitamente, poltico: haba que hacerretroceder el poder de la sociedad (de sus aparatos, profesionesorganizadas, leyes y reglamentos) sobre los actores sociales, para afirmarel poder y el derecho de estos sobre aquellos.

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    La facilidad con que el neoliberalismo se impuso a partir de fines de los aossetenta encuentra una de sus causas en esto: el rechazo cada vez masextendido, aun para la clase obrera, de la normalizacin propia del fordismoy de la dictadura de las necesidades, propia de la burocratizacin del

    Estado providencialista: los ciudadanos se haban convertido enadministrados, tenan derechos solo en tanto y en cuanto su casoindividual estaba previsto por una clasificacin preestablecida y por lanomenclatura oficial de las necesidades. La solucin colectiva se encontrabaas desviados y los lazos de solidaridad vivida se haban roto a causa de unaindividualizacin metodologica que reforzaba la dominacin del aparato delEstado sobre los ciudadanos, transformados en cliente de ste. (2)

    En principio (pero solo en principio) la abolicin masiva del trabajo, su

    estandarizacin y desmasificacion posfordistas, la desestatizacin y ladesburocratizacion de la proteccin social habran podido o habran debidoabrir el espacio social a abundantes actividades auto-organizadas yautodeterminadas en funcin de necesidades experimentadas y meditadas.Esta liberacin del trabajo y esta ampliacin del espacio pblico no seprodujeron: habran supuesto el nacimiento de una civilizacin, de unasociedad y de una economa diferente, que habra puesto fin al poder delcapital sobre el trabajo y a la preeminencia de los criterios de rentabilidadfinanciera. Pero la desentandarizacion, la desmasificacin y la

    desburocratizacin posfordistas buscaban el fin contrario: sustituir lasleyes que se dan las sociedades-Estado por las leyes sin autor delmercado; gracias al juego sin obstculos de esas leyes sustraer el capital alpoder de la poltica; poner en vereda a las clases obreras rebeldes aboliendoel trabajo, pero sin dejar de hacer del trabajo la base de pertenencia yde derechos sociales, el camino obligado hacia la estima de s y de los otros.As se abri una nueva era en ala cual lo que poda servir para liberar a loshombres y la mujeres de las necesidades y las servidumbres, se volvicontra ellos para desposeerlos y someterlos. As reaparecieron las mismas

    formas de subproletarizacin, de miseria fisiolgica, de vagabundeo e debandidaje que haban acompaado al nacimiento del capitalismo fabril afines del siglo XVIII. As las condiciones de vida del tercer mundo seextendieron por el primer mundo. As el desarrollo de las produccionesque valorizan el capital hizo que desmejorara el trabajo de subsistencia queno lo valoriza, forzando a cientos de millones (no exagero) de pobladoresrurales del tercer mundo a ir a engrosar las villas miseria de lasgigantescas concentraciones urbanas. As, al mismo tiempo, sin precedentesen la historia, obtuvo tasas de beneficio sin precedentes en la historia; y

    esos capitales lograron producir volmenes crecientes de riquezasconsumiendo cada vez menos trabajo, (por cierto, nada de impuestos) sobre

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    los beneficios y dejando de tal manera de financiar los costos sociales yambientales engendrados por la produccin, el costo de las infraestructurasde las que esta tienen necesidad.As la reproduccin material y cultural de las sociedades entra en crisis y la

    anomia, la barbarie, las guerras civiles larvadas o no, el miedo a undesfondamiento de la civilizacin y a la implosin de la economa globalizada,basada en las finanzas, en la cual el dinero produce dinero sin vender nicomprar nada ms que dinero, se extienden a todos los continentes. Eldinero se convirti en un parsito que devora la economa y el capital, en undepredador que saquea la economa. Uno y otro, gracias a la globalizacin delmercado liberado de todas las reglas y obstculos, de emancipan de losEstados y de las sociedades, sustituyendo las sociedades-Estado por la no-sociedad absoluta y los Estados-Nacin por un Estado virtual sin

    territorio ni fronteras ni distancias ni ciudadanos: el Estado global propiodel dinero-rey. As, el capital realiza por fin su esencia ideal de podersupremo que no admite ni compartir ni tener trabas. Separado del mundo dela vida y de las realidades sensible, sustituye los criterios del juicio humanopor el imperativo categrico de su propio crecimiento y sustrae su poder alos poderes humanos: tuvo xito en su xodo.

    El capitalismo logr, al hacer esto, remontar la crisis modelo fondista. Lologr al apoderarse de una mutacin tecnocientfica que lo supera a lmismo y cuyo alcance histrico y antropolgico es incapaz de asumir, comola demuestra Jacques Robin. (3) En gran medida desmaterializ las grandesfuerzas productivas: el trabajo (y no estamos ms que en el principio deeste proceso) y el capital fijo. La forma ms importante del capital fijo es,desde ese momento, el saber almacenado y que se vuelve instantneamentedisponible por la tecnologa de informacin, y la forma ms importante de lafuerza de trabajo del intelecto. Entre el intelecto y el capital fijo-es decir,entre el saber vivo y el saber-mquina-ahora la frontera es vaga. Elcapitalismo posfordista hace suya la frmula de Stalin: El hombre es elcapital ms precioso. El hombre est subsumido en el proceso deproduccin como recurso humano, como capital humano, capital humanofijo. Sus capacidades especficamente humanas estn integradas en unmismo sistema con el intelecto inanimado de las mquinas. Se vuelve ciborg,medio de produccin en su totalidad, hasta su ser sujeto, es decir capital,mercanca y trabajo a la vez. Y en la medida en que sus capacidades notienen utilidad en el sistema de valorizacin del capital dinero, esrechazado, excluido, considerado inexistente. El hombre-capital-ms-precioso no es hombre ms que si puede funcionar como capital.

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    He aqu lo que la excelente pregunta de Lester Turow sita en sucontexto: Cmo puede funcionar el capitalismo cuando el capital msimportante, el capital saber, no tiene mas propietario?(4) El capitalismo porel momento le ofrece dos respuestas parciales y provisorias:

    1) La empresa individual en la cual el hombre se trata a si mismocomo capital y se valoriza a s mismo en tanto que tal. Tal es el casode la elite of knowledge workers, como los llama Rifkin, que componenuna fraccin de ese 4% de norteamericanos activos que ganan juntostanto como la mitad (51%) de la totalidad de los salarios. RobertReich los describa como una pequea elite de norteamericanosprsperos en un pas de trabajadores cada vez ms pauperizados. Losmiembros de esta tribu de nmades high-techtienen ms en comnentre s que con los ciudadanos de los pases donde hacen sus

    negocios () Se retirarn a enclaves cada vez ms aislados del mundo() y sus zonas de actividad no se parecern en nada al resto deEstados Unidos.(5)

    2) La segunda solucin es la propuesta por las grandes firmas: tomanposesin del capital humano, restableciendo relacionesprecapitalistas casi feudales, de vasallaje y de pertenencias. Setratar el tema ms adelante. El capitalismo no evitar suhundimiento, dice Thurow salvo que cambie fundamentalmente,proponga un gran proyecto, una visin convincente de un futuro

    mejor, la visin de un bien superior comn a la sociedad entera.Pero esta visin, agrega, no existe en ninguna parte, corresponde a laizquierda ofrecerla. Es preciso entonces salvar al capitalismo apesar de l mismo? Es posible? Hay algo mejor que hacer?Podemos responder a su xodo con el nuestro hacia tierras que nodomine? Hay caminos practicables para ese xodo tanto en lospases ricos como en los pases perifricos, los que cuentanactualmente con 800 millones de desempleados totales o parciales yen los cuales 1.200 millones de jvenes llegarn al mercado detrabajo en los prximos veinticinco aos?

    Algunos de nosotros, a comienzos de los aos sesenta, distinguamosentre reformas subalternas y reformas revolucionarias. (6) Las primerasparten de la urgencia de remediar las disfunciones de la sociedadexistente en funcin de una sociedad diferente que est en gestacin enella y que ofrece a las acciones su sentido y su fin ltimo. La tarea de lapoltica sera la de definir objetivos estratgicos intermedios, cuyabsqueda responda a las urgencias del presente, prefigurando lasociedad diferente que exige nacer.

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    Encuentro en la actualidad el mismo enfoque en Henri Maler (7) y enJacques Bidet con el cual siento la mayor afinidad. Cuando se harenunciado a actuar a partir de un fin ltimo radicalmente diferente,escribe, se corre el riesgo de ver cmo se borra la frontera precisa

    entre lo que no es ms que un acondicionamiento del capitalismo () Esrazonable tomar el curso del mundo a partir de su ltimo trminoconcebible () Slo sern finalmente odos los que quieran cambiar la fazdel mundo (8)

    (1) Jeremy Rifkin: The End of Word, Nueva Cork, G.P. Putnam^s Sons, 1995. En Francs: La findu travail, Paris, La Dcouverte, 1996. (Ed. Cast .: El fin del trabajo, Buenos Aires, Paids, 1996.)(2) Vase a este respecto la muy concreta e iluminadora Critique de ltat providence de BoRothtein, en J.-P- Durand: La fin du modle sudois, Pars, Syros, 1994.(3) Jacques Robin puso en evidencia mejor que nadie las dimensiones mltiples de esta mutacinque afecta no slo nuestra visin conceptual del mundo, sino nuestros medios de aprenhender lo

    real. Demuestra que introduce en la historia de la humanidad una ruptura fundamental: ponefin a la era energtica que, desde el comienzo del neoltico se las ingeni para transformar lamateria, poniendo en funcionamiento fuentes de enega cada vez ms poderosas. La revolucininformtica pone en crisis la economa, la sociedad y, de manera mas fundamental, la civilizacincapitalista. Vase sobre este tema J. Robin: Changer dtre, Parsd, Le Seuil, 1989,especialmente los capitulos 1 y 5. Cf. Del mismo autor Quand le travail quitte la socitindustrielle, fascculos editados por el Grupo de Reflexin Inter. Y Transdiciplinario (GRIT),1993-1994,21 volmenes de Grenelle, Pars.(4) Vase Lester Thurow: The Future of Capitalism, William Morrow, Nueva Cork, 1995.(5) Robert Reich: The Work of Nations: Preparing ourselves for 21st Century Capitalism, NuevaCork, Random House, 1992, pgs. 302-303. En frances: Leconomie mondialise, Pars, Le Seuil,1969.(6) Vase Andr Gorz: Rforme et rvolution, Pars. Le Seuil, 1969.(7) Henri Maler: Convoiter Lmpossible. Ltopie avec Marx, malgr Marx, Pars Albin Michel,1995.(8) Jacques Bidet: Il ny a pas de comunmunisme aprs le socialismo, expuesto en el Institutode Investigaciones Marxistas, 15 d emayo de 1993. Jacques Bidet es codirector, con JacquesTexier, de la revista Actuel Marx, editada por PUF y autor, entre otras obras, de Thorie de laModernit, Pars, PUF, 1990.