ANDRES DIAZ DE VENERO Y LEYVA - Cultura de...
Transcript of ANDRES DIAZ DE VENERO Y LEYVA - Cultura de...
y 'Leyva
En
el IV C
entenario de la
Fundación de
Leyva
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ranada la
Villa de
(Colom
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1972
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González
Echegaray.
Góm
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reña, 11.
Santander.
ED
ITO
R: Institución
Cultural de
Cantabria.
Diputación Provincial de Santander.
IMPR
EN
TA
: Artes G
ráficas Bedia.
Africa, 5. Santander.
Printed in Spain.
Depósito legal:
SA. 89.-1972.
d vam
os a hacer una biografía de este ilustre trasme-
rano, del que poco podríamos añadir a cuanto en
Colom
bia se ha escrito sobre él. Sencillamente darem
os al- gunos datos de su solar de origen y de su estirpe. E
n esta tierra de hidalgos que es La M
ontaña, tierra cántabra, hosca en sus m
ontañas y verde y acogedora en sus valles, recónditos e intrincados, se inició la repoblación de E
spaña primero y
se llegó al Nuevo M
undo después. Los montañeses, recios
y severos
como
su patria
chica, abandonaron
su tierra
húmeda de m
il lluvias, por las lejanas del otro lado del
océano, radiantes de sol, llevando con ellos el entrañable recuerdo de sus casas y solares que plasm
aron en las villas y ciudades fundadas
en el nuevo y hospitalario reino. Así
lo vemos en la V
illa de Leyva, que parece un rincón de
nuestra Castilla, aún de nuestra M
ontaña, con austeros so- portales solanas o balcones corridos, protegidos bajo el vuelo
airoso de grandes aleros artesonados, que se ondulan acha- cosos bajo el peso
de los años. E
sta aportación nuestra, pobre y acuciada por la premura
del tiempo que se nos ha m
arcado, aspira a poner un pequeño grano
de arena, al monum
ento de este gran hom
bre casi ignorado en su tierra y solar, por
la abundancia de viajeros que desgranaron sus vidas en Indias, y cuya labor en aquella su tam
bién patria, acaso no fuera tan im
portante como la
de don Andrés D
iaz de Venero y Leyva.
Santander, 12 de junio de 1972.
EL
LIN
AJE
DE
VE
NE
RO
N las m
ontañas del viejo Santander, padrino de su hom
ónimo de C
olombia, por donde la m
eseta de C
astilla se despeña en verdes derrumbes al m
ar Cantábrico,
existen las ruinas de una vieja torre, en la antigua Merindad
de Trasm
iera, en el pueblo de Castillo, perteneciente a la
«Junta de las Siete Villas».
No se levanta la torre sobre la cim
a de cualquiera de los m
ontes que la rodean, sino que como es costum
bre en L
a M
ontaña, se
esconde en
una recóndita
hondonada, rodeada de laureles con que D
ios quiso premiar sus viejas
glorias, olvidadas en los afanes cotidianos de nuestra ata- reada vida '.
Sus exiguas ventanas ojivales, nos hablan de
Esta bonita idea de los laureles, es de un trasm
erano descen- diente de la T
orre, y gran conocedor de nuestra tierra, el Arquitecto
don Alfonso de la L
astra.
la austeridad y dureza
de aquellas gentes que nacían y
morían tras los recios paredones de cal y canto. U
n pequeño rayo de luz o un soplo ligero de fría brisa, se colaban por las saeteras, m
as bien hechas para asomar por ellas ballestas
que para ventilación y solaz de sus moradores. E
ntre las alm
enas, hoy día desmochadas, crece librem
ente la hiedra húm
eda, comiendo solapadam
ente con sus suaves raíces los restos
de piedra que no pudieron
desbaratar hierros
de lanzas ni vientos huracanados.
Tiene la construcción aspecto de haber sido edificada
en el siglo XIV
, aunque fue reformada o reconstruída en
el XV
II. Sin embargo su origen parece m
ás antiguo según todas las crónicas, y fue solar
del apellido V
enero, tan extendido hoy día, no sólo en nuestra patria, sino en los «R
einos de Indias», como entonces llam
aron a las tierras de A
mérica los prim
eros viajeros que desde estas costas partieron para el N
uevo Mundo.
Lope G
arcía de Salazar, en su códice «Las B
ienandanzas e Fortunas», escrito en el últim
o tercio del siglo XV
, nos habla de esta torre y linaje de la m
anera siguiente: ... «e deste solar de C
astillo de San Pedro, ay buenos escuderos e parientes
en él que son poderosos. G
arci Sánchez, el herm
ano menor, que se asentó en V
enero, fue ome bulli-
cioso, e casó en el valle de Cosero, e ovo fijos a Juan
Alonso de V
enero, e a Pedro Sánchez de Venero, e otros
I .. fijos e fijas legítim
os e vastardos, e tornose
Gil por la
omecida de con su herm
ano, e fuese al solar de Solórsano, e Juan A
lonso, su fijo mayor, m
orió antes que su padre, e dexó un fijo pequeño, e eredó el solar de V
enero, a pesar del pequeño huérfano, e casó en L
aredo, e ovo fijo a Pedro
Sánchez de Venero, que es
agora mayor,
e deste Garci
Shchez de V
enero suceden muchos buenos om
es en aquel solar de V
enero, que son Giles y poderosos» '.
Este linaje de V
enero, tiene el mism
o origen que el del apellido C
astillo, y lo comprobam
os en diversos pasajes de Salazar, com
o el que -a continuación vemos: «E
n esta sazón m
ató Pedro de Solórzano, fijo de Pero Ferrandes, a Juan de C
astillo, fijo de Juan Alonso de V
enero e de doña Inés de Salazar, que andaba con su padre, andando con él, con una lanca por las espaldas, e nunca om
e pudo saver la causa, por que pesó m
ucho al dicho su padres E
n otro párrafo anterior al primero que vim
os, se dice que la torre de C
astillo de San Pedro, fue hecha por Pedro Sánchez, padre
de Juan A
lonso de C
astillo y de Pedro Sánchez de C
astillo. Garci Sánchez, herm
ano menor
de Pedro Sánchez, el fundador de la torre, fue el que Salazar llam
ó como ya vim
os «ome bullicioso», que se asentó en
Venero dando este apellido a sus hijos en vez del de Sánchez
del C
astillo que les correspondía. E
l apellido V
enero y V
enera, son toponímicos. E
sta variación de apellidos, propia de la época, tarda m
ucho en desaparecer, como verem
os m
ás adelante al hablar de don Andrés D
íaz de Venero y
Leyva, a quien a veces llam
aban Venero, y otras A
lonso de V
enero, dando origen a confusiones.
LO
PE
GA
RC
IA DE
SA
LA
ZA
R: Las
Bienandanzas e
Fortunas, edición por A
ngel Rodríguez H
errero, Bilbao, 1955, pág.
152. Las luchas banderizas entre linajes, dividió a estos en dos bandos, los G
iles, y los Negretes. A
los primeros se unieron los V
enero, y a los segundos los C
astiílo. Ibidem
, pág. 407.
En la «H
istoria del Colegio V
iejo de San Bartolom
é» de la célebre universidad de Salam
anca, de Alventós 4, escrita
en 1768, se dice que don Francisco Venero y C
astillo, cole- gial fallecido en 1721 C
apiscol de la catedral de Toledo,
era nieto de «don Andrés A
lonso de Venero, C
olegial Mayor
de Santa
Cruz,
del O
rden de
Santiago, G
obernador y
Capitán G
eneral del Nuevo R
eino de Granada, y de doña
María A
na de Jado». Creem
os que esto es un error, y que confunden la ram
a de nuestro personaje, con la del mayo-
razgo del
apellido, pues
los antecesores que
se dan de
don Andrés
tampoco
coinciden con los
que conocemos.
Por otra parte cuando el Gobernador llegó a N
ueva Granada,
estaba casado con doña María de H
ondegardo, y con ella está enterrado en la C
atedral de Valladolid, con fecha m
uy posterior
a la defunción de él. A
lventós nos dice en el
libro citado, que don Andrés estuvo casado con doña M
aría en prim
eras nupcias, lo que no pudo ser por cuanto antecede. C
reemos que esta confusión es debida, a existir varios
Andrés de este apellido en la ram
a troncal que quedó en la T
orre. De todas form
as, al parecer en el tan citado libro del C
olegio Viejo, se describe de esta m
anera la torre de la fam
ilia: «La casa de V
enero, cuyo solar está de inmem
orial tiem
po a esta parte en el lugar de Castillo, M
erindad de Tras-
miera, a m
edia legua del Mar O
céano Cantábrico, es de tan
antiguo origen, que en un Mem
orial impreso, que tenem
os, y fue dado en el año de 1681 al Señor D
on Carlos 11 por don
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H
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TÓ
S:
Historia del C
olegio Viejo de San B
artolomé
Mayor
de la Célebre
Universidad de Salam
anca, tomo 1,
2." parte, año
1768, pág. 490.
Luis del C
astillo Venero, vecino de la ciudad de C
órdoba, pidiendo recom
pensa de los muchos juros que había perdido
su casa, se quiere probar tiene la mism
a antigüedad que la población de E
spaña; en él se refieren 35 abuelos de don L
uis, citando a sus márgenes instrum
entos que los comprue-
ban, y consta, que a- pedimiento del interesado, se rem
itió por el corregidor de C
órdoba, don Luis de los R
íos, Colegial
Nuestro,
a el examen del erudito don Francisco C
arrillo de C
órdoba, quien dixo en el dictamen que dio, que todo
lo referido en
él, constaba
de historias
clásicas, instru-
mentos
auténticos, privilegios, ejecutorias,
testamentos
y otros papeles que se habían puesto en su poder, y por auto del m
ismo corregidor, se m
andó poner en el Archivo de
aquella ciudad». E
l Marqués de A
lventós, comenta que no se atreve a
asegurar la certeza de todas aquellas noticias que se dan en el im
preso, pero asegura que algunas de ellas habían sido probadas, com
o por ejemplo, que Julián de V
enero, Senador de V
enecia, daba su origen como de la casa de C
astillo, y que el padre M
urillo en su «G
eographia» 6, dice que
«una de las
familias m
ás ilustres
de aquella
República
(Venecia) es la de V
enero, que ha producido muchos hijos
que han tenido la dignidad de Dux, entre ellos a Sebastián
Venero, G
eneral de la República en la célebre batalla de
Lepanto, ganada contra los turcos».
Después de las luchas continuas entre bandos y fam
ilias, de que ya hablam
os en la nota n." 2, los Venero de C
astillo,
P. MURILLO:
Geograplzia, tom
o 111, folio 201 (esta nota está citada en el anterior libro de A
lventós).
a ,
tuvieron que ceder en sus belicosas peleas por orden de los
Reyes
Católicos,
que oportunam
ente acallaron
riva- lidades internas, que desangraban linajes en batallas inútiles para
la patria,
publicando órdenes
severísimas
en este
aspecto, y prohibiendo toda reunión o boda en que pudieran enfrentarse
los linajes rivales.
Dice
la pragm
ática entre
otras muchas cosas:
«E luego que cada uno de vosotros, faga juram
ento por ante escribano sobre la señal de la C
ruz, e de los Santos E
vangelios, que de ahí adelante para siempre jam
ás nunca vos ni alguno de vos sereis de bando, ni de parentela, ni de apellidos algunos, por vía de bando, ni de parcialidades ni vos junteis so otro color de bando, ni de división, ni parcialidad de unos contra otros, ni en hueste, ni en llam
a- m
iento, ni en otra manera alguna pública ni secretam
ente, ni acudireis a caballeros, ni a escuderos, ni a ciudades ni a villas por llam
amiento, ni de otra m
anera por vía de bandos, ni apellidos, ni tengais cofradías ni otros allegam
ientos por vía de bandos, ni por vía de los dichos linajes ni de ninguno de ellos, ni vayades por vía de bandos a bodas, ni a m
isas nuevas, ni m
ortuorios de los dichos linajes y bandos, so pena que cualquier que contra lo susodicho en este capítulo contenido, o contra cualquier cosa o parte de ella fuere o pasare, haya y alcance nuestra ira, e pierda la cuarta parte de sus bienes para nuestra C
ámara» O.
Depusieron las arm
as los Venero, y salieron de su bastión
a cultivar las viñas, riqueza principal de la región, aunque
F. SOJO Y
LOMBA: Ilustraciones a la H
istoria de la M. N
. y S. L. M
erindad de Trasmiera, M
adrid, 1931, pág. 76.
no por mucho tiem
po, ya que su sangre inquieta, pare-
cía m
ás hecha para
derramarse en batallas y aventuras,
que para descansos y sosiegos al «repar» de la Sierra del M
olino. G
randes propiedades, tierras y privilegios les pertenecían. A
lguna crónica *,
nos dice,
que desde
tiempos
del R
ey A
lfonso 1 el Católico (siglo V
III), época que no podemos
comprobar, y por dem
ás oscura en nuestra historia, se con- cedió a G
arci-Sánchez de Venero, Señor de la Ilustre T
orre «e palacio», que puedan cazar y apacentar sus ganados, nueve m
illas en contorno de dicha torre, en recompensa de
los muchos servicios que hicieron venciendo a los m
oros. Se ordena a los vecinos, que entreguen a los señores de la torre
«seis besugos», y en la vigilia de Pascua,
seis yugadas de bueyes, por el servicio que hicieron a la Iglesia, librándola de sus enem
igos, más las tercias de las décim
as de
la Iglesia
de C
astillo, concedidas
por el
Pontífice Pascua1 11.
Com
o muy bien dice A
rnáiz de Paz en sus «Mem
orias G
enealógicasn ', deben publicarse estos últimos datos con
reserva, pero suponiendo que algo de cierto habrá en estos viejos cronicones.
Ya en época de C
arlos 1, vuelven a pelear los Venero
al mando de las huestes trasm
eranas en apoyo del soberano,
Biblioteca M
unicipal de Santander. Colección E
. Pedraja, 6-2-5. N
oticias genealógicas de
la fam
ilia de
Assas
y de
los apellidos
de V
enero y
Castillo, recogidas
por el
investigador don
Manuel
de Assas. E
LO
Y A
NA
IZ DE
PAZ
: Mem
orias Genealógicas. C
asa solar de V
enero en Noja, folio 43, y A
péndice al capítulo de Castillos y V
enero.
en tiempo de las C
omunidades de C
astilla, recibiendo del E
mperador carta de gracias, que se conservaba en el archivo
de la casa. H
ay una leyenda que dice que la torre tenía una inscrip- ción:
«En este fuerte peñasco, esta torre es asentada, m
ás antigua es que V
elasco, y al Rey no le debe nada». E
sta cuarteta, se suele atribuir a la torre de E
strada. La de Venero
no se asienta sobre ningún peñasco, sino más bien al pie
de un altozano. E
n el año de 1752, el Marqués de la E
nsenada por orden del R
ey, mandó hacer
un catastro general, en que cada vecino declara su riqueza personal, con idea de m
odificar los tributos a la corona. D
e esta magnífica fuente docu-
mental O, sacam
os los siguientes párrafos, relacionados con el solar de V
enero en Castillo:
Don
Andrés
Antonio
de Venero
y Leyva
(obsérvese com
o después de dos siglos persistía el nombre y apellidos
del Presidente en sus sucesores), señor y mayor de la casa
declara y firma tener «una casa en el barrio de Z
oña, con caballeriza y corral, que tiene de fondo 5 pies, de frente 27, y confronta al saliente. Y
una Casa T
orre que dicen la de V
enero, que tiene de fondo 34 pies, y frente 36, confronta por todos aires. E
ste caudal está regulado en 3 reales.. .»
asimism
o dice tener dos m
olinos, uno en el término
de C
orino, con una rueda que «muele con las avenidas del
invierno, y si se arrendara valdría 16 reales contra utilidad». E
l otro en el sitio del Puente, de una rueda, sobre el arroyo
Archivo
Histórico
Provincial. C
atastro del
Marqués
de la
Ensenada.
de Zoña «que m
uelen uno y otro un mes al año». R
odeaba la torre una tierra de ocho carros de segunda calidad, y en ella «siete m
anzanos». Entre otras propiedades cita abun-
dantes viñas.
EL
LIN
AJE
DE
LE
YV
A SE
UN
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L D
E V
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ER
O
YO
CE
DE
el apellido Leyva de la villa de su nom
bre en P la provincia de L
ogroño (partido judicial de Santo D
omingo de la C
alzada), aunque hoy día está muy extendido
por la parte oriental de nuestra provincia. Lope G
arcía de Salazar nos dice que la fundación del linaje fue de un caba- llero que sucedió de Salazar y pobló L
eyva. Otros autores lo
dan por descendiente de Alvar G
arcía, llamado de L
eyva, que poseyó el señorío de la villa en el año de 970.
No llegarem
os tan arriba nosotros, puesto que no cono- cem
os ningún documento que pueda acreditarlo, y nos redu-
ciremos a tom
ar las notas más cercanas a nuestro biografiado.
Don Juan M
artínez de Leyva, C
apitán General de los
Ejercitos de C
arlos 1, Señor de la casa de Leyva, nacido en
1480, que después de luchar en España contra los rnoriscos,
pasó a Nápoles con el G
ran Capitán. Fue el héroe de Pavia
durante el célebre sitio en que Francisco 1 Rey de Francia
en su intento de invadir Italia, cercó la ciudad defendién- dola L
eyva heroicamente hasta la llegada de refuerzos. E
l E
mperador C
arlos V, le hizo el honor de querer figurar
en su compañía com
o soldado. Contribuyó a la batalla en
que cayó prisionero Francisco 1 de Francia, y le fue conce- dido el título de príncipe de A
scoli. Falleció en 1536, des- pués de haber nacido su sobrino don A
ndrés. D
os hermanas tuvo el fam
oso Capitán:
Doña Inés de
Leyva, nacida en el solar de sus m
ayores, y que contrajo m
atrimonio en L
iendo (Santander) con don Juan de Arce
y Múxica, Señor en este lugar de las C
asas de su apellido lo
y doña Isabel de Leyva, que a su vez casó con el trasm
erano don Fernando de V
enero, en el lugar de Castillo. E
sta fue la unión de am
bos apellidos Venero y L
eyva, que se con- servó durante generaciones, dada la im
portancia de los dos linajes que ninguno de sus descendientes quería perder.
lo SANDALIO LO
PEZ
. Investigaciones y docum
entos inéditos del valle de L
iendo, recopilados y estudiados por este investigador.
DO
N A
ND
RE
S VE
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RO
DE
LE
YV
A
AT
Ac
m don A
ndris de Venero y L
eyva, en el lugar de 1 \
Celadilla de Sotobrín, pueblo cercano a B
urgos, según declara su hijo C
arlos ll. Sin embargo en la escritura de
ingreso al Colegio de Santa C
ruz, se le da por natural de L
ences en el Obispado de B
urgos. Sea su nacimiento en uno
u otro de estos lugares, debió ser por desplazamiento de sus
padres, puesto que su progenitor don Pedro Díaz de V
enero era natural de C
astillo y «descendiente directo por línea recta de varón legítim
o del Mayor y Señor de la casa de
Venero», y su m
adre doña María Sanz de H
orna, a su vez señora del linaje de su nom
bre en el lugar de Pontones, tam
bién en la Merindad de T
rasmiera, pero en la Junta
de Ribam
ontán, donde existe un pequeño lugar, situado
l1 A
rchivo de la Catedral de V
alladolid. Legajo X
II, folio 30.
en un altozano,
cercano a
Cubas, que lleva el nom
bre de H
oma.
No nos aclaran quien fue el abuelo de don A
ndrés (la genealogía que da M
. Escagedo Salm
ón, está sacada de A
lventós, y por tanto confundida, ya que se refiere a otro A
ndrés de V
enero posterior
casi en un siglo a
nuestro G
obernador), pero
sabemos que
era señor y m
ayor del
apellido, lo
que nos hace
suponer a
Pedro «segundón»
empujándole
esta circunstancia
a salir
de su
lugar de
origen a tierras de Castilla (se decía aquí salir a C
astilla, aunque estas costas eran tam
bién castellanas,
quizá por
la diferencia de clima y otros factores que aquí no vienen
al caso). E
n Celadilla fue enterrado don Pedro en com
pañía de su m
ujer, lo que nos hace pensar que habitualmente vivían
en este lugar. Sin embargo don A
ndrés, siempre se dice
natural de Castillo en la T
rasmiera. E
s fácil comprender
que aunque Pedro «salió de la casa de Castillo» com
o afirma
su nieto Carlos, en los cálidos y agobiantes veranos de la
meseta castellana, volverían (com
o era costumbre entre los
montañeses aún los escultores, cam
paneros, etc.) a la casa de sus m
ayores, verde y fresca, con brisa de mar apretada
de aventuras, y el sosiego para soñarlas de las rías cántabras, m
ansas en estío, que por la villa de Ajo y E
scalante, se metía
tierra adentro. Seguram
ente aquí le nacerían al entonces niño A
ndrés, las ansias de ultramar que tan am
pliamente
vería cumplidas en sus años de plenitud.
El día 10 de agosto de 1548, fue elegido en com
pañía de varios estudiantes m
ás para ser recibido en el Colegio de
Don A
ndrés Venero de L
eyva y su mujer
doña María
de Hondegardo
en el mausoleo
que existe
en la
Catedral
de V
alladolid.
Santa Cruz de la ciudad de V
alladolid l2 según documento
cuya fotocopia vemos y que traducida del latín dice: «E
n el año del N
acimiento del Señor, m
il quinientos cuarenta y ocho, a diez días del m
es de agosto, fueron elegidos cole- giales, el B
achiller Rodrigo V
ázquez en lugar del Doctor
Hernández, y el B
achiller Isunca en lugar del Doctor de
Vitoria, y el B
achiller Venero en lugar de V
icente Martín;
Alonso R
odríguez, bachiller natural de la ciudad de Sevilla, Isunca de la ciudad de O
rense, Venero de la plaza fuerte de
Lences, diócesis de B
urgos. Vázquez de edad de veinte y
tres años, Isunca de edad de veinte y ocho años y Venero
de treinta y tres años. Todos juraron según la form
a de la constitución».
Nos data este docum
ento exactamente el nacim
iento de V
enero en el año de 1515. Casó en V
alladolid con doña M
aría de
Hondegardo,
natural de
dicha ciudad,
mujer
hermosa que le acom
pañó en vida en todos sus viajes, que fue su apoyo en apreturas y desconsuelos, y que aún le sigue acom
pañando, estática y fiel, hincada de rodillas a su lado, en las bellísim
as estatuas orantes, levantadas sobre la tumba
que cobija sus restos en la Catedral de la ciudad castellana.
Doña M
aría de Hondegardo, fue hija de D
iego López
de León de H
ondegardo (unas veces lo ponen con «H» y
otras sin
ella), R
eceptor G
eneral de
la Inquisición
de G
ranada y de doña Jerónima de Z
árate, esta última hija a
su vez de Lope D
íaz de Zárate, del C
onsejo de Su Majestad
y Secretario del Supremo de la G
eneral Inquisición. Doña
l2 C
olegio de Santa Cruz. E
scritura leída y traducida por el inves- tigador y genealogista R
. P. Patricio Guerín.
María fue herm
ana del Capitán Polo H
ondegardo, Gober-
nador de las Charcas, y bisabuelos de M
aría, fueron don Polo de H
ondegardo y Mari L
ópez de León, herm
ana del Co-
mendador L
eón, Caballero de Santiago, Señores que fueron
de la Capilla de Santa C
atalina, como lo fueron sus ante-
pasados desde 1314. La capilla ya en 1514, fue llam
ada de los
Hondegardos,
y existió
en el
Convento
de San
Francisco, donde tenía un magnífico retablo con los escudos
de Hondegardos,
Mudarras
y N
avas. A
l desaparecer
el citado convento, el C
abildo trasladó a la catedral las tumbas,
«bultos» y lápidas de los Venero, donde actualm
ente se encuentran en la capilla conocida por San José.
Una inscripción dice:
«AQ
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Docum
ento en que consta la recepción de don Andrés D
íaz de Venero
y Leyva en el C
olegio de Santa Cruz de V
alladolid (España) en 1548.
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l lado del Evangelio existe tam
bién el enterramiento
de don Diego con inscripción:
«D. D
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S. Año
1613. Viven.
Figuran también las estatuas de enterram
ientos de don C
arlos Venero de L
eyva, y don Jerónimo V
enero de Leyva.
Don A
ndrés y doña María, tuvieron por hijos según
testamento de dicho don A
ndrés, hecho en Madrid el 1 de
julio de 1576,13 a doña Juana, don Luis, don C
arlos, don Pedro, doña Jerónim
a, doña Mariana,
don Diego y
don Jerónim
o. Doña M
aría de Hondegardo, testó a su vez en
Madrid, el 17 de enero de 1595 ante Francisco de M
olleda, y cita por hijos a don Jerónim
o, don Carlos y don D
iego. E
stos tres hijos hicieron partición de bienes ante el mism
o notario.
Don C
arlos que fue el tercer hijo de don Andrés fue
quien en 16 13 reedificó la capilla familiar y puso los bultos
de sus padres y hermanos. H
izo fundaciones de becas para dos estudiantes m
ontañeses de la casa de Venero en prim
er lugar de C
astillo y si no los hubiere de la rama de A
r- goños o N
oja. D
on D
iego, tam
bién caballero
de Santiago
llegó a
Maestre de C
ampo G
eneral en Italia y Flandes, y Gober-
nador de Melilla.
Al m
orir don Andrés, juntam
ente con su esposa, entre las m
uchas fundaciones que hicieron encontramos una, m
uy
lS A
rchivo Histórico de Sim
ancas, pleito sobre un juro de heredad que tuvo don A
ndrés de parte del Rey sobre las alcabalas de Sevilla.
curiosa, fechada en 160 1 que transcribim
os casi íntegra- m
ente en algunas de sus partes: «E
l doctor don Carlos de
Venero, C
apellán del Rey N
uestro Señor, y receptor de su R
eal C
apilla, por
mi
y en
nombre
del L
icenciado don
Jerónimo de V
enero y Leyva, D
ignidad y Canónigo de la
Santa Iglesia de Cuenca y L
etrado de los presos de la Inqui- sición de ella, de la una parte ... » (de la otra los curas y beneficiados y regidores del lugar de C
astillo)» quedamos
por albaceas y testamentarios del doctor A
ndrés de Venero,
Colegial del C
olegio de Santa Cruz de la ciudad de V
alladolid y del C
onsejo Real de L
as Indias, y doña María H
ondegardo su m
ujer nuestros padres que gloria hayan, y así los suso- dichos por su postrim
era voluntad mandaron que por cuanto
el doctor don Andrés de V
enero era nacido y natural en el lugar de C
eladilla de Sotobrín, y Pedro Díaz de V
enero su padre era natural de este dicho lugar de C
astillo, descen- dientes legítim
o por línea recta de varón, del Mayor y Señor
de la Casa de V
enero, y se fue a casar a el dicho lugar de C
eladilla de Sotobrín con María Sanz de H
orna, donde están enterrados, y en reconocim
iento de la dicha naturaleza, m
andó se hiciese un aniversario y mem
oria perpetua cada un año para los pobres, así esto en el dicho lugar de C
eladilla com
o en el dicho lugar de Castillo en la Iglesia del Señor
San Pedro de dicho lugar, a la cual se le diesen las cosas siguientes:
«Un alba de lienzo casero.
Tres am
itos. Seis pañitos de lienzo casero para las m
anos a el altar. Seis corporales con seis hijuelas de H
olanda nuevos. Seis purificadores de H
olanda nuevos.
Nueve cíngulos.
Una casulla de tafetán carm
esí, dorado tornasolado, con la cenefa de dam
asco carmesí, con el escudo de
las armas de «V
EN
ER
O», y al pie de el un letrero
que dice: «Doctor A
ndrés de Venero de L
eyva, Cole-
gial de
Valladolid»,
con su
estola y
manípulo,
aforrada y guarnecida. O
tra casulla de una teleta (sic) de seda negra, con la cenefa bordada de rasos y terciopelo con el escudo de arm
as y letrero arriba con su estola y manípulo
aforrado y guarnecido. O
tra casulla de otra teleta de seda negra, con la cenefa de terciopelo leonado, bordado con terciopelo de colores, con su estola y m
anípulo escudo y letrero com
o el de arriba, aforrado y guarnecido. L
o cual todo, mandaron se pusiese en la dicha Iglesia
de San Pedro del dicho lugar de Castillo para ornato
della y para que el culto «devino» se aumentasen.
Añadieron a estas dádivas 140 ducados para poner en
censos, de a once reales el ducado para que de los réditos, la m
itad se diese a la iglesia de Castillo para decir anual
y perpetuamente una m
isa cantada con diáconos el día de San A
ndrés, con vísperas, por las almas de don A
ndrés, su m
ujer y sus padres, y la otra mitad de los réditos se dieran
de limosna a los pobres del citado lugar. D
eja por patrones de esta fundación a los M
ayorazgos de la torre de Venero,
que lo eran en aquella época, don Andrés de V
enero y C
astillo, y su madre doña M
encia de Castillo, viuda de
don Antonio de V
enero y Leyva. E
ste don Andrés casó con
doña Ana M
aría de Jado y es al que muchas veces con-
funden con don Andrés D
íaz de Venero, al parecer tío suyo 14.
Don C
arlos, añadió a estas fundaciones de su padre, otras, entre ellas una destinada a dotar doncellas pobres de su linaje, que todavía en el siglo X
VIII disfrutaban sus
parientes 16.
l4 A
rchivo Histórico Provincial de Santander. L
egajo 4.874, ante Juan de la Sierra.
l6 Ibidem
. Legajo 5.070.
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a esta importatísim
a parte de la vida de V
enero de Leyva, no podem
os nosotros añadir nada nuevo, y tam
poco entra en nuestro propósito recopilarla, ya que por otros eruditos investigadores fue recogida y publi- cada, sí querem
os hacer un brevísimo resum
en para los que la desconocen en esta su tierra, y valorarla, ya
que nos sentim
os orgullosos como m
ontañeses y españoles de cuanto de él se ha dicho y escrito.
Don A
ndrés, llegó como Presidente de la A
udiencia de Santa Fe y C
apitán General del N
uevo Reino de G
ranada a C
artagena de Indias, a finales de 1563, para subir por el R
ío Grande de la M
agdalena a la capital, Santa Fe. La
importancia y personalidad del español llegado, causó gran
sensación y digamos curiosidad, dado el estado de inquietud
habido entre Encom
enderos y la Audiencia que pretendía
implantar las protectoras leyes españolas para los indios, sin
conseguir imponer su autoridad. C
reemos oportuno trans-
cribir un párrafo íntegro del libro de Indalecio Liebano
Aguirre «L
os grandes conflictos sociales y económicos de
nuestra Historia» 16.
«Por la m
isma nobleza de su estirpe tenía V
enero de L
eyva la magnífica virtud que im
pulsaba a los viejos hidalgos castellanos a ser altivos con los poderosos y am
ables y bon- dadosos con los hum
ildes. El tem
ple de su espíritu lo dis- tanciaba siem
pre de aquellas gentes que se inclinan serviles ante los fuertes y se m
uestran despiadadas y soberbias con los caídos y m
enesterosos. Com
o habría de probarlo
en el curso de su gobierno, tenía profundam
ente arraigada la convicción de que el ejercicio de la autoridad conllevaba el cum
plimiento de una m
isión sagrada, que le prohibía parcializarse en favor de los privilegiados y disfrazar este género
de complacencias con argum
entos o aptitudes de apariencia altruísta. A
tan eminentes calidades de carácter,
suma una verdadera venación en la ciencia del D
erecho y la larga práctica en las cuestiones del gobierno».
«En su viaje al N
uevo Reino le acom
pañó su esposa doña M
aría Hondegardo de V
enero de Leyva, m
ujer valerosa -dice
Rodríguez Freyle-
que le ayudaba mucho en las
obras de caridad, porque nadie salió de su presencia descon- solado. E
lla decoraría con su belleza y los atributos de su
l6 IN
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CIO
L
IEB
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UIR
RE
: LOS grandes conflictos sociales
y econdmicos de nuestra historia, «E
l Tercer M
undo». Bogotá, 1966, pág. 125.
personalidad una época trascendental de nuestra historia y los poetas y los artistas la indem
nizarían de las furiosas
contumelias de que la hicieron víctim
a los Encom
enderos para vengarse del Presidente V
enero». E
n febrero de 1564, se tomó juram
ento ante el Oidor
Juan de Cepeda y otros personajes de gran prestigio, al nuevo
Presidente, que llegó a la Audiencia entre el fervor de la
multitud. C
on él llevó a Colom
bia lo que algunos autores llam
aron «Edad de oro», dejando una profunda im
pronta sobre todo en la población indígena, que había sido avasa- llada por los encom
enderos y otros magnates poco escru-
pulosos en
el cum
plimiento
de los deseos
del gobierno
español. Estos encom
enderos que en principio tenían derecho a em
plear a los nativos (sin despojarles de sus haciendas) en el cultivo de las suyas propias, sin otra rem
uneración que la instrucción religiosa, abusaron y deform
aron la ley de «servicios personales» hasta llegar a no dejar tiem
po a los indios para explotar sus tierras, teniendo que aban- donarlas
en manos
de sus mujeres e hijos m
ientras los
varones servían de cargueros o cultivaban las haciendas
de los tan citados encomenderos.
Ante esta deform
ación social, la Corona prom
ulgó leyes que sustituían estos «servicios personales» por tributos que de sus propias tierras entregaban los nativos, consiguiendo con esto liberarse de explotar haciendas ajenas. E
l gobierno español m
andaba «que los indios no reciban agravios, y
los tributos sean moderados y les quede siem
pre con qué acudir
a las necesidades referidas (poder casar, dotar y
alimentar a sus hijos) y otras sem
ejantes de forma que vivan
descansados y relevados, y antes enriquezcan que lleguen a padecer m
iseria». Pocos juram
entos han sido cumplidos tan a conciencia
como el que ante los Santos E
vangelios hizo a sus majes-
tades los Reyes de E
spaña don Andrés. B
uena prueba de su acertada
actuación son los
diversos y favorables com
en- tarios de historiadores. D
e él nos dice J. M. G
root: «hombre
verdaderamente cristiano, hum
ano e ilustrado, que supo en su gobierno poner en planta cuantas cosas útiles estuvieron en su m
ano. Interesado en favor de la suerte de los indios, después de haber puesto en ejecución las leyes que los favo- recían y dispuesto en orden las poblaciones, dictó para el buen gobierno de ellas reglam
entos u ordenanzas de policía (se citan algunas, en favor de los indígenas) estableció intér- pretes de la lengua de los naturales, para que sus quejas se oyeran conform
e a la verdad sin que se los engañase». M
alos tragos tuvo que pasar para imponer su autoridad
recta e insobornable. Convocó una junta en la Iglesia M
ayor con varios
obispos, un arzobispo y otras personalidades
defensores de los indígenas, en la que declaró el mal trata-
miento que los indios recibían de quienes estaban obligados
a cuidar paternalmente de ellos, según las insistentes órdenes
del rey. Todas estas declaraciones y los m
andatos en su con- secuencia
dados, produjeron
manifestaciones
y alborotos
contra la autoridad del Presidente, amotinándose los enco-
menderos y partes perjudicadas. V
olvemos a valernos de un
expresivo párrafo de Liebano A
guirre: «V
enero de Leyva com
prendió que de su conducta de este m
omento dependía el futuro de su gobierno, y que si
cedía ante la amenaza del m
otín como lo había hecho la
Plaza de la villa
de Nuestra
Señora Santa M
aría de
Leyva, fun-
dada por don A
ndrés Díaz de V
enero y L
eyva, en junio de 1572.
Audiencia
en tiem
pos anteriores,
quedaría a
merced
de Q
uesada y los Encom
enderos. Sin vacilar un mom
ento y con adm
irable serenidad, decidió jugarse el todo por el todo y poner al M
ariscal y a los amotinados ante la term
inante dis- yuntiva de som
eterse, sin condiciones a su autoridad o de lanzarse con franqueza por el cam
ino de la sedición. Se opuso por el m
ismo, al intento de V
illafañe de usar las arm
as y llamar a las escasas tropas de la ciudad para que
defendieran la Audiencia, y sin tom
ar otra precaución que la de hacer retirar del A
cuerdo al dicho Villafañe, salió a la
calle acompañado de los O
idores que portaban las Varas,
distintivo de la autoridad real, y ante la airada multitud
«poniendo -dice A
guado- en gran aventura su persona,
que mas pareció tem
eridad que prudente audacia, les dijo y m
andó (a los comisionados) que en pena de las aceleradas
palabras de que algunos de ellos en presencia de la Audiencia
habían usado, se fuesen, como estaban, encarcelados a las
casas de su consistorio y Cabildo.. .»
El resultado de esta
valiente actitud acabó con el motín dándose por presos los
amotinados. Prohibió que se utilizase a los indios para llevar cargas,
como recuas de anim
ales, lo que originó serios conflictos, ya que los cam
inos del reino eran prácticamente intransi-
tables para las bestias de carga. Con firm
e y severa actitud, el 9 de noviem
bre de 1564, fijó un plazo de dos meses, para
proveerse de bestias de arría, y levantar informe sobre el
estado de las sendas y caminejos que habrían de repararse
y «aderezarse». E
ste fue el principio del progreso de las vías públicas del reino, que se abrieron o m
ejoraron en la época de Venero.
Puso además todo su em
peño en que las relaciones entre indígenas y españoles fueran de convivencia, sin distinciones de raza y de justicia, lo que hizo com
entar al historiador Plaza:
«Preciso es convenir por todo lo que resulta de los datos históricos desde el descubrim
iento de Tierra Firm
e, hasta el periocto de V
enero, que este presidente fue para la N
ueva Granada lo que C
arlo Magno para Francia, lo
que Alfredo para
Inglaterra, por supuesto en su relativa graduación».
IND
ICE
El linaje de V
enero ..............................
El linaje de L
eyva se une al de Venero
..............................
Don A
ndrés Venero de L
eyva
..............................
Venero de L
eyva y su obra en Nueva G
ranada
..............................
Se terminó de im
primir
en Santander, el día 8 de junio de 1972,
en el T
aller de Artes G
ráficas de
Gonzalo B
edia.