Anécdotas de cochabamba

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Recopilación de interesantes anécdotas y vivencias de interés, relacionadas con la historia reciente de la ciudad de Cochabamba - Bolivia, escrito por el cronista de la ciudad Dn. Ramón Rocha Monroy, Publicado en Septiembre de 2011 junto al periódico Los Tiempos

Transcript of Anécdotas de cochabamba

  • Mircoles 14 de septiembre 2011 1

    EL CRON I S TA DE LA CIUDA D

    A N C D OTASDE CO C H A BAM BA

    Ramn Rocha Mon roy

    Septiembre de 2011

  • Mircoles 14 de septiembre 2011 2

    Fundado por Demetrio Canelas el16 de septiembre de 1943

    Fue asaltado y destruido el 9 de noviembrede 1953

    Reanud sus ediciones el 19 de julio de 1967 Diario de circulacin nacional

    Miembro de la Sociedad Interamericana dePrensa y de la Asociacin Nacional de la Prensa.

    Regulado por el Tribunal de tica de la ANP:[email protected]

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    Cochabamba - Bolivia

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    Qu significa ser un Ta m b o rGenio y figura del cochabambino

    LA PAX CO LO N I A LIm p resiones de los viajero sTres fundaciones de Co c h a b a m b a

    EL TIEMPO HERO I COLa ermita de San Se b a s t i nCalatayud y La Serpiente Ne g raUn episodio de la Gu e r rilla de Ayo p a y aH roes cochabambinos de la Gu e r rilla de Ayo p a y aEl tataranieto del Ma riscal de Ay a c u c h ovivi en Pu n a t aLa vida fulgurante de Melchor Da z a E s t u vo el Libertador en Co c h a b a m b a ?H roes de Junn y Ayacucho en Co c h a b a m b aEl bisabuelo de Bo rges vivi en Co c h a b a m b a

    VIDA CAMPESINA Y SOCIEDAD AG R A R I APa ra re c u p e rar la memori aLa Co n s t ruccin de la Ca t e d ra lLa Un i versidad de San Simn y elHospital San Sa l vador La Casona de Ma yo ra z g oEl primer Ca n c e l a rio de la Un i ve r s i d a dAyopaya: el Gra n e ro de Bo l i v i aIn s t rucciones para la vida campesinaTadeo Haenke muri en Co c h a b a m b aLa significacin de Juan de la Ro s aMe l g a rejo era incorre g i b l e

    LA IDEOLOGA DEL PRO G R E S OPasado y presente del Ce r ro de San Pe d roAdela Zamudio y el Alto de la AlianzaLa polmica de la Se o rita Za m u d i ocon Fray Pieri n iAdela, Manuel y Ce s re oLa fundacin de ELFECCO M T E CO: historia de la Te l e f o n aCe rvecera Ta q u i aLa Compaa Pe t ro l e ra guila DobleLas hermosas ara u c a ri a sLa Fuente de Carlos III y la fuentede las Tres Gra c i a sEl Tu rista To r rico: Ave n t u ras en blanco

    y negroEl Palacio de Po rt a l e sLa Quinta de Pa l a z z iPor qu se llama Calle Teniente Arva l o

    LA SEMILLA DEL CAMBIO Jos Aguirre Ga i n s b o rg o Mo rir en la vsperaElogio de la familia AnayaLa memoria de Ni va rdo Pa zMa e s t ros meri t o ri o sSe g ovia qonqapunkichu? Los sesos de Ji m n ez de AsaEl ingenio de Carlos Mo n t e n e g roLas salidas del Chueco CspedesEl movimiento unive r s i t a rio y elGral. Carlos Blanco Ga l i n d oEl Campo Fe rial de Co c h a b a m b aEl camino al Beni y los cieni n g e n i e ros de escri t o ri oCmo naci CO B O C E

    RECUERDOS AMABLESEncomio de la buena chichaLas salidas del Go rdo Ja JaLo que se come en Co c h a b a m b aPri m e ra Fe ria de la Cocina Re g i o n a lEncomio de Alfredo Me d ra n oEl testamento de Vctor Hugo Vi s c a r raNu e vas lneas de Tru f i sEl humor en el periodismo cochabambino

    APODOS CO C H A B A M B I N O SAcademia de la Picarda Bo l i v i a n aUn kallu tamao Gu i n n e s s

    LA LEGENDARIA HISTORIA DE SADDICEncomio de don Fe d e rico Dez de Me d i n aGa by del Ma rEn memoria de Flix Ara n b a rApuntes sobre Jo rge Za b a l aLa vida ejemplar de Fidelia Co r ral de SnchezEl humor cool de Ma rc e l o

    Los restos de Ral Lara descansan en el Tu n a riMis dos amore sLa azarosa historia de LOS T I E M P O SPrincipios del periodismo libre

    N DIC E

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    En este clido y mara v i l l o s omes de septiembre me sue-le re c rudecer el amor quesiento por Cochabamba, y no fal-tan los cuestionarios que me en-van del interior, suponiendo ques oy un conspicuo va l l u n o, comoque nac en Caracota y me cri enlas Villas Mo n t e n e g ro y Ga l i n d o,de modo que soy caracoteo y vi-llano de pura cepa.

    Me preguntan cmo es un co-chabambino y pre f i e ro opinarcmo es una cochabambina. Esuna mujer sumamente laboriosay constructiva. Hablo de la chola,

    n a t u ra l m e n t e, que mucho antesdel 52 dio muestras de ser dueade su destino y de sus negocios, alpunto que muchas veces su cn-yuge se reduce al papel de "re s-peto de la casa". Augusto Cspe-des deca en los 40s que la cholae ra la nica mujer bolivianaemancipada econmica y sexual-mente. Ya D'Orbigny observ quela gente de este valle se caracteri-zaba por su extrema mov i l i d a d ,pues viajaban por todo el territo-rio y aun ms lejos de la Audien-cia de Charcas llevando pro d u c-tos agrcolas, hilados, tejidos y ar-

    t e s a n a s. Comenta tambin quee ran sumamente frugales mien-tras viajaban pero festivos y pr-digos a su retorno al valle.

    Se suele decir que somos envi-diosos, pero no hay el mismo in-ters en rescatar los pro f u n d o sl a zos de solidaridad que hay enlas clases populare s. Aqu se hainventado el pasanaku, que es unprstamo colectivo basado en labuena fe. El parentesco espiritualteje tambin redes familiare smuy extensas y solidari a s. Algu-nos tcnicos dicen que en estevalle hay mucha esttica, es decir,e n e rga negativa. He sugeri d oque construyamos un arco en elAe ro p u e rto que diga: Bi e n ve n i-dos a Cochabamba. No somoscomo dicen.

    En t re nuestros atributos msqueridos, la chicha debera mere-cer una denominacin de origen.La cocina debera ser un arte re-gional de todos los cochabambi-n o s. La clima, como se dice ac,crea un ambiente caricioso y pro-picio al disfrute de la vida. Debe-ramos eliminar la propensin ald e r ribe de rboles. Somos temi-bles enemigos de los rboles, yapara construir, ya para hacer leao para conve rtirlos en dinero.Otra plaga son los tinglados y lospisos de cemento.

    EL PRESENTE LIBROEste es un libro de lectura fcil

    y al alcance de todos, dedicadoen especial a los estudiantes deSe c u n d a ria, que cuenta algunas

    M i am or p orCo c h a bam ba

    El Gobierno Municipal en la Sesin de Honor del 14 de septiembre de 2010, entregandola Ordenanza que designa al Cronista de la Ciudad.

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    de las muchas ancdotas que de-beran quedar en la memoria dequienes tenemos el privilegio devivir en la Llajta.

    Los textos estn ilustrados conabundante material grfico: foto-g rafas antiguas y desconocidas,etiquetas y avisos publicitari o sdel pasado y algunos re c u e rd o sg ratos y personales del Cro n i s t ade la Ciudad.

    Como se re c o rdar, el 14 deseptiembre de 2010, en la Sesinde Honor del H. Concejo Munici-pal, fui designado Cronista de laCiudad de Cochabamba, un car-go ad honorem que consiste enconfiarme la memoria de nuestraciudad para conocerla mejor atravs de publicaciones constan-tes. He vivido junto a cultores dela filosofa del exceso, unos revo-lucionarios, otros militantes de labuena vida; pero mi misin erao t ra, era dar cuenta de ello. Sa l-vando distancias entre el talentol i t e ra rio y el coraje del Ta m b o rMayor Jos Santos Vargas y el ta-lante modesto de este serv i d o r,qu cosa es un Cronista de laCiudad sino un Tambor Ma yo r ?Cmo me gustara que me lla-maran Tambor Rocha!

    A fines del siglo XIX y principiosdel siglo , la pequea aldea repu-blicana en que vivan nuestros ta-t a rabuelos es sacudida por laideologa del pro g re s o. En unadcada a partir de 1908 estre n a-mos la energa elctrica y elt ra n s p o rte pblico en tra n v a scon la fundacin de ELFEC; la te-lefona con la lnea pionera insta-lada por Juan de la Cruz Torres, laprimera empresa telefnica Peay Asociados, proceso que culmi-na en la fundacin y fort a l e c i-miento de CO M T E CO; la Ce rve-cera Taquia, que est ligada a lap resencia de prestigiosos mi-

    grantes alemanes en nuestra ciu-dad; e incluso exploramos napasde petrleo en Ka l u yo, como lotestimonia la Compaa g u i l aDoble, de Ramn Rivero y otrosv i s i o n a rios cochabambinos, en-t re otras empre s a s. Ese pro c e s oest ligado a un cambio de men-talidad preconizado por persona-lidades como Juan de la Cruz To-r re s, Adela Za m u d i o, Man Ce s-ped, Cesreo Capriles, Ramn Ri-ve ro, Rodolfo Mo n t e n e g ro, De-m e t rio Ca n e l a s, la familia AnayaA rze, Carlos Mo n t e n e g ro y Au-gusto Cspedes, los cuales prota-gonizan la lucha por el pro g re s oen el campo de las ideas, defendi-das con vigor, como lo testimoniala clebre polmica de Adela Za-mudio con Fray Pierini o conbuen humor, reflejado en los nu-m e rosos peridicos que se fun-daron en esta vena.

    Sin embarg o, hay estru c t u ra sp rofundas que permanecen enel tiempo: el re c u e rdo de la vidaindgena y la vida colonial, ela s o m b ro de los pri m e ros viaje-ros europeos que llegaron an u e s t ro va l l e, los fastos de lag u e r ra de la Independencia, losh roes de Junn y Ay a c u c h o, co-mo Pe d ro Bl a n c o, Len Ga l i n d o,Jos Ro d r g u ez y Francisco Su -rez (bisabueno de Jo rge Luis Bo r-ges), que vivieron en la Llajta; lasociedad agra ria y apenas urba-nizada; las costumbres de la vidacampesina; la chicha como pro-tagonista de la democra t i z a c i nde la sociedad oligrquica y delp ro g reso urbano; la vida cotidia-na ligada a nuestra condicin deGra n e ro de Bolivia; el auge de lag a s t ronoma; la esttica va l l u n abasada en la gord u ra y la pro s p e-ridad y algunos personajes po-p u l a re s, re p resentantes de la pi-c a rda valluna.

    Caricatura del Cronista hecha por el pin -tor Ricardo Prez Acal, Premio Nacionalde Cultura.

    Ramn Rocha MonroyCRONISTA DE LA CIUDAD

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    La poblacin colonial de estevalle da una idea de un pro-fundo proceso de mestizaje,pues el primer censo, que data de1793, re g i s t ra 22.305 habitantes,de los cuales 6.368 son espaoles,12.900 son mestizo s, 1.600 sonm u l a t o s,175 son negros y slo1.182 son indios. Menos del 5 porciento eran aborgenes.

    Ya entonces se notaba que lapoblacin de Cochabamba erap redominantemente mestiza yc riolla, entendiendo en amboscasos un intercambio gentico ycultural que en nuestros valles sedio activamente desde la Co n-quista, aspecto que quere m o sdestacar porque ha conform a d oun tipo humano tenaz, tra b a j a-d o r, iluminado por la chispa delemprendimiento. Contra los pre-juicios raciales que menospre-cian al cholo, debemos decir quelos cochabambinos, precisamen-te por la intensa mezcla de san-gres y culturas, parece que hemosheredado una mezcla de cualida-des muy importante; pero, almismo tiempo, los cholos somosdesconcertantes. Como somos laconfluencia del ufrates y el Ti-g ri s, nadie sabe cmo vamos areaccionar, cules sern las pau-tas de nuestra conducta, culesnuestras respuestas, todo lo cuales, en trminos existenciales, unaventaja comparativa.

    Lo importante es que esa fami-l i a ridad con las culturas ances-trales hace que, aun hoy, con losefectos de la globalizacin, con-

    s e rvemos el quechua y el gustocriollo si no en el habla cotidianaen algo que a veces no apre c i a-mos debidamente porque paranosotros es como respirar: la sin-taxis y la pronunciacin explosi-va de los fonemas quechuas, queen otras latitudes urbanas se estperdiendo.

    Lo bueno es que si bien la con-quista y la colonia fueron proce-sos cruentos e injustos, al menosen la cocina, la cama y el lenguajef u e ron ms bien un dilogo depaz, un verdadero encuentro quese tradujo en sabores enri q u e c i-dos, en nueva informacin gen-tica y en expresiones ms ri c a s

    que las castizas de origen.Refirindose a la mujer criolla,

    Carlos Medinaceli escribi lo si-guiente:

    La chola constituye no sola-mente el elemento pintoresco yc a racterstico del pas sino tam-bin el ms rico de vitalidad or-gnica, cre a d o ra, de pasionali-dad efusiva y, por eso mismo, dems enjundia para el teatro o lan ovela. La chola es el elementobsico de la nacionalidad. Ella re-p resenta el elemento ms sano,laborioso y prspero de la patria.

    El presente libro est dedicadoa las va l e rosas mujeres cocha-bambinas.

    G e n io y f ig u ra de lco c h a bam b i n o

    Quieen creyera que el atribulado campen de natacin es Ramiro Villarroel Claure ensu adolescencia.

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    LA PAXCOLON I A L

    Si e m p re me ha fascinadoimaginar el asombro de losv i a j e ros cuando divisaro ndesde las alturas el cuenco del va-lle cochabambino: su ve rd o r, suclima amable, los rumores de vi-da que se escuchaban all abajo,los numerosos cursos de agua y,s o b re todo, la tipologa humanade un sitio bendecido por la pro-duccin agraria: hombres y muje-res rotundos y fuert e s, alimenta-dos con gra n o, en medio de unaesttica dominada por la esfera ,porque todo aqu es robusto y es-f rico: los cntaro s, las tutumas,las ollas, los senos, los vientres yla pro s p e ridad de una comuni-dad prspera y esfrica, pro-ducto de una buena alimenta-cin, que se remonta mucho an-tes de la llegada de los espaoles.As nos vio Alcide dOrbigny, que

    re c o r ri buena parte de Bo l i v i aentre 1826 y 1834 y, no obstanteque se queja de las enfermedadesendmicas y la falta de higiene eno t ras comunidades, muestra sucomplacencia cuando llega a laLlajta:

    Desde la cordillera oriental ca-ye ron de repente mis miradas aalgunos millares de pies, sobre losricos valles de Cochabamba. Qusingular contraste aquel con el delos riscos donde me encontrabaEra la imagen del caos al lado dela ms grande tranquilidad: era lan a t u ra l eza triste y silenciosa enp resencia de la vida ms anima-da. Yo vea pues, en medio de ri-das colinas, dos extendidos llanosc u l t i vados y guarnecidos por to-das partes de casuchas y bosque-cillos, entre los que se distinguangran nmero de aldeas, una gran-de ciudad a la que hacan sobre-salir sus edificios como a una rei-na en medio de sus vasallos. Nadapuede efectivamente compararsea la sensacin que produce el as-pecto de esas llanura s, cubiert a sde caseros, de plantaciones y dec u l t u ra. () Se creera ver all lat i e r ra prometida en el seno deldesierto.

    El habitante de Co c h a b a m b a ,siempre tan dispuesto a divertirsey embriagarse con chicha, es, enlos viajes, el hombre ms sobrio ys o b re todo ms econmico. Ti e-ne, por encima de todo, un espri-tu emprendedor y viajero. ()

    Co m e rciantes por excelencia, aquienes nada les importan las fa-t i g a s, hay en todos los caminos,mestizos con sus mulas o con susasnos cargados de merc a d e r a s,que van a vender a todas part e s.Por lo general, sus prov i s i o n e sconsisten entonces en una bolsade maz tostado. Se detienen enl u g a res deshabitados para hacerpacer sus bestias o viven en laciudad con la ms estricta econo-ma, a fin de ahorrar dinero parasus familias, para cuando llegueel momento de compartir los pla-ceres con ellas.

    Y as podramos citar encomiosde nuestro valle pro n u n c i a d o spor viajeros europeos comoMousnier, Thedor Herzog e inclu-so Fray Francisco Pierini, pri o rdel Co n vento de Ta rata y luegoArzobispo de La Plata, que prota-goniz, como ve re m o s, una agu-da polmica con la seorita AdelaZamudio.

    Sin embarg o, ya en esa poca,dOrbigny se quej de la gran pe-n u ria de agua, que hasta hoy esun problema serio en nuestro va-l l e, aunque no siempre lo haya-mos tomado as, como lo ilustrael verso de Jo rge Su rez, que ha-bla precisamente de un viajeroe u ropeo en trance de conocer laLlajta:

    - - De c i d m e, buen hombre, eneste valle

    El agua mana?--Mana, wirakocha, mana.

    I m p r e s iones de los viajero s

    Chillijchis de Pairumani. Foto de Fernan -do Soria.

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    T r e s f u n da c ion e sde Co c h a bam ba

    Usualmente se habla dedos fundaciones de Co-chabamba en 1571 porGernimo de Os o rio y en 1574por Sebastin Barba de Pa d i l l a ,con el nombre de Villa de Oro p e-sa; pero se omite la ms antigua,efectuada por el inca Hu a y n aKapac, que gobern el imperi ode 1493 a 1525 y rescat para es-te valle el nombre de Ko c h a j -pampa, castellanizado luego co-mo Co c h a b a m b a .

    Reducidos y diezmados los ha-bitantes ori g i n a rios de este va l l e,Huayna Kapac traslad gru p o sde mitimaq para establecer unazona de produccin masiva demaz, como lo prueban cerca de2.500 silos de almacenamientode gramneas hallados en el va-l l e, especialmente en Co t a p a c h i ,por el De p a rtamento de Arq u e o-loga de la Un i versidad de Sa nSimn, mientras los ori g i n a ri o sf u e ron enviados a re s g u a rdar laf ro n t e ra sudeste del imperi oc o n t ra las invasiones de tri b u ss e l v t i c a s. In c a r ra k a y, cerca deSipe Si p e, era un tambo pri n c i-pal para el acopio de maz envia-do al Cu s c o. Y junto a estas acti-vidades econmicas, se dio elestablecimiento de un pantende deidades que propiciaban ri-tos de fertilidad agrcola y pro s-p e ri d a d .

    F U N D ACIN DE LA V I L LA DE ORO PESA

    Documentos de la poca e in-ve s t i g a d o res coinciden en que la

    Villa de Oropesa fue fundada en1571 por Gernimo de Os o rio enel asiento indgena de Ca n a t a ,poblado por indios canas, ayma-ra hablantes y procedentes delas cercanas del Cu s c o. La dis-cusin tiene nuevas luces a ra zde una publicacin de 1995, quep recisa la ubicacin de Ca n a t aen el barrio conocido como ElPu e b l i t o, ubicado a orillas del roRocha, entre las avenidas actua-les Rubn Daro al oeste, Amri-ca al norte y la prolongacin dela Uyuni al este y al sur; y no enlas cercanas del cerro de La Co-ronilla o cerca de la Plaza 14 des e p t i e m b re. La investigacin ar-queolgica citada encontrabundante cermica tiwanaken-se e incaica en la zona de El Pu e-b l i t o, no as en las exc a va c i o n e sen la Ca t e d ral, efectuadas du-rante su ltima re m o d e l a c i n .Esto explicara que no huboasentamientos pre c o l o m b i n o sen la actual Plaza de arm a s, peros, y abundantes, en la zona de ElPu e b l i t o, que era un sitio estra-tgico por la angostura del pasoal valle de Sa c a b a .

    A poco de fundarse la Villa deO ro p eza, uno de los espaolesms antiguos en la regin, Ga rc iRuiz de Orellana, litig con Os o-rio porque la mencionada Vi l l ahaba afectado posesiones su-y a s. Los pri m e ros espaoles sea s e n t a ron aqu alrededor de1540 en el pueblo indgena deCanata, donde establecieron una s i e n t o en el cual hicieron nu-

    m e rosas transacciones con no-t a rios y otras autoridades juri s-d i c c i o n a l e s. El pleito de deslindedur hasta despus de la segun-da fundacin de Oro p eza en1574 por Sebastin Barba de Pa-dilla, quien traz la actual Pl a z a14 de septiembre y las calles ad-yacentes con el tra zo acostum-b rado de damero. Una prov i s i nv i r reinal determin que se otor-g a ran chacras a los espaolesasentados en un rectngulo queva desde El Pueblito hasta la La-

    Huayna Kapac por Guamn Poma deAyala.

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    guna Alalay, llamada entoncesde La Ta m b o rada. La prov i s i nindicaba que la provisin debahacerse sin trazado de calles ydestinada a establecer cuadra s,por lo cual la zona se llama des-de entonces Las Cu a d ra s, en cu-yo confn sur, a orillas de la lagu-na Alalay, el inca tena un corra lde camlidos. El ro de Ca n a t a( h oy Rocha) corra pegado a las e r rana de San Pe d ro; recin en1585 Ma rtn de la Rocha re c i b i a u t o rizacin para desviar susaguas hacia sus tierras ubicadasen La Chimba, por el actual cur-s o, y por eso se habra llamadoel Ro de Ro c h a, ms tarde sim-plemente Ro c h a .

    Algunas dificultades tendraOs o rio con Barba de Padilla por-que ste no cumpli una prov i-sin virreinal que le otorg a b ados solares en la acera norte dela Plaza de Arm a s. Padilla arg aque Os o rio haba escogido mal ellugar de fundacin en tierras ce-

    nagosas y malsanas, como quelos indios se quejaban de haberm u e rto ah con cmaras de san-g re en el vientre. Los documen-tos de la poca precisan la ubica-cin de dos ve rtientes que mst a rde dieron lugar a los balnea-rios de Chorrillos y El Co rt i j o.Adems Os o rio consigui que lei n d e m n i z a ran por las tierra socupadas concedindole la mis-ma extensin en el actual pueblode Chiata, que en esos docu-mentos figura como Chinata.

    Tambin se hace mencin ac u a t ro de los pri m e ros poblado-res espaoles de la poca: Ga rc iRuiz de Orellana, Francisco Pi-z a r ro (homnimo, tal vez pa-riente del conquistador del Pe-r), Pe d ro de Estrada y Andrsde Rive ra.

    Canata era posesin de los in-dios de Sipe Si p e, tal vez desdeantes de la ocupacin incaica,que pobl este valle en un senti-do multitnico con agri c u l t o re s

    m i t a yoq y mitimaes para benefi-cio del Estado central. Los Si p eSipe probablemente seran ica-y u n g a s, es decir, del actual de-p a rtamento de Ica, Per, loscuales tejan arte plumario parauso del inca. Ce rca de Ca n a t aconvivan indios de Tapacar yd e, todos de la etnia sora. Ta m-bin se habla de cavis y chuys,como nativos del lugar.

    EL ESCUDO DE LA CIUDADEl escudo de la Ciudad de Co-

    chabamba y del Go b i e rno Mu n i-cipal es un escudo europeo quedata del ao 1512 y corre s p o n d ea Don Fa d rique lva rez de To l e-d o, conquistador del reino deNa va r ra a nombre del reino deCastilla, de quien descenda elVi r rey To l e d o. Consta de un ja-quelado de 15 cuadradas en azury plata, sobre el cual se han he-cho algunas modificaciones se-gn herencias y matri m o n i o s. Elescudo que mencionamos esuna va riante del corre s p o n d i e n-te al Duque de Alba. Los lva rezde Toledo se hacen nobles en elsiglo XIV al obtener el seoro dealba de To rmes y el ttulo deConde de Oropesa y el Du c a d ode Alba por servicios prestados ala corona espaola. Por eso eln o m b re original de Co c h a b a m-ba era Villa de Oropesa.

    Este escudo tiene 15 cuadra-dos iniciales en 3 filas de a 5. Alpasar los aos ganan 8 castillos y8 leones (que aluden a los re i n o sde Castilla y Len), un ngel cont a b a rdo jaquelado y con alas deplata con los bra zos extendidos.El bra zo derecho sostiene unaespada con empuadora de oroy el izquierdo un mundo coro-nado por una cruz. El lea a loslados del ngel en latn dice: Tuin ea et ego pro ea, T en ella yyo por ella, lema de los Du q u e sde Alba, la casa con mayo res t-tulos de nobleza de Eu ropa. En

    Prospecto del artista Garca Guzmn, autor de este monumento a los conquistadores.

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    la parte superior del campo aje-d rezado y debajo del ngel hayuna corona y a los lados 14 lan-zas con banderolas que aluden ala guerra y expulsin de los mo-ro s.

    El escudo departamental es dei n s p i racin francesa. Fue apro-bado por el Concejo Mu n i c i p a len 1898. Est dividido en tre sc u a rteles o campos. En el campoi n f e rior originalmente haba unare p resentacin del Tu n a ri, quefue sustituida por una balanzade Te m i s, diosa de la Justicia; y alcaduceo del cuartel superior sele agre g a ron alas.

    La balanza es signo de la justi-cia. El caduceo griego es el equi-l i b rio entre fuerzas antagnicas.El haz de trigo re p resenta a laa g ri c u l t u ra y la unin de los co-c h a b a m b i n o s.

    So b re la "mesa de espera" selee 14 de Se p t i e m b re entre ra-mas de laurel y olivo, y a los la-d o s, estrellas de 5 puntas re p re-sentando a las prov i n c i a s. Po rd e b a j o, dos grandes ramas del a u rel y olivo anudadas con unacinta tricolor que se agreg pos-t e ri o rm e n t e.

    La Resolucin del Concejo quemodifica el escudo, en su part ere s o l u t i va dice:

    " En uso de sus atri b u c i o n e s,modifica el escudo depart a m e n-tal as: Tiene la forma fra n c e s a ,dividido en tres cuarteles: el pri-m e ro de la derecha llega uncampo de gules, 3 espigas de oroe n t relazadas con cinta del mis-mo color; el de la izquierda encampo de oro un caduceo deazur con las serpientes de sino-ple; y el terc e ro que ocupa lap a rte inferi o r, una balanza ene q u i l i b ri o, en cuyo primer plati-llo hay tres pilas de monedas deo ro y en el segundo dos pesas.

    El escudo est sobre m o n t a d ode una corona cvica en cuyoc e n t ro se lee "14 de Se p t i e m b re "

    y rodeado de 12 estrellas que re-p resentan los distritos munici-p a l e s. El conjunto est exo rn a d ode un trofeo de armas y los colo-res nacionales. Cochabamba, 17de octubre de 1898. Venancio Ji-m n ez. Julio Qu i roga V., Se c re t a-

    ri o. La palabra sinople indica co-lor ve rd e. (Cfr.: Jo rge Mostajo Sa-linas: La historia de Co c h a b a m-ba a travs de las medallas y mo-nedas" en Nu e vas visiones his-t ricas de Cochabamba, Co c h a-bamba, 2010).

    Un libro de consulta imprescindible, que nos proporcion el Dr. Jorge Mostajo Salinas.

  • Mircoles 14 de septiembre 2011 12

    EL TIEMPO H E ROICOLa ermita de

    San Sebas t i nEn La Co ronilla fue eri g i d auna ermita donde se hon-raba la fiesta de San Se-bastin. Se g u ramente era ya unsitio sagrado antes de la Co n-quista, una huaca pre h i s p n i c a ,

    pues es una colina que dominatodo el valle de Cochabamba, ypor eso la Iglesia erigi all unacapilla donde se festejaba ru i-dosamente al santo mrt i r. Pe-ro qu fue de la capilla? Que fue

    d e r ruida en 1731 despus deque clava ron all el bra zo dere-cho de Alejo Calatayud en unapica, mientras otros miembro se ran re p a rtidos en sendas picasc l a vadas en Ja i h u a yco y los ca-minos a Tacapar, Arque y Sa c a-ba. Como aadidura, la seviciade la dominacin colonial ord e-n la destruccin de la capilla, yel sitio donde estaba fue ro c i a d ocon sal, para que jams cre c i e raall la hierba.

    Desde entonces La Co ro n i l l ap e rdi su carcter sagrado y Sa nSebastin se qued sin su fiestat radicional, que ahora dicen sec e l e b ra en un domicilio part i c u-lar prximo a la Avenida Si l e s.

    Qu hubiera ocurrido si exis-ta la capilla y el culto a San Se-bastin aquel 27 de mayo de1812? Que probablemente algu-nas de las mujeres que re s i s t i e-ron el ataque del ejrcito re a l i s-ta se hubieran refugiado en lacapilla y quiz Goyeneche no seh u b i e ra atrevido a pro f a n a r l a .Pe ro, desde entonces, la Co ro n i-lla fue escenario de corrida det o ro s, de fiestas cvicas, es decir,l a i c a s, de amoros ocultos y derefugio de jvenes marg i n a d o spor la sociedad.

    Me baso en lo narrado por Ro-b e rto Qu e rejazu Ca l vo en su li-b ro Chuquisaca 1538-1825. EnUna representacin vanguardista de Alejo Calatayud con la clsica bandera roja.

  • Mircoles 14 de septiembre 2011 13

    1725, Felipe V orden empadro-nar nuevamente a los indios delas Colonias para mejorar el co-b ro del tri b u t o, venido a menospor la enorme cantidad de nati-vos que muri e ron por el rigor dela dominacin espaola y lase n f e rmedades que trajo la Co n-quista, como la influenza y la vi-ruela, entre otra s. El caso es quelos visitadores empadro n a b a ntambin a los mestizos como sif u e ran indios, no obstante quepor tener algo de sangre espa-ola estaban exentos del pagodel tri b u t o. Entonces los mesti-zos se leva n t a ron bajo las rd e-nes de Alejo Calatayud y se hi-c i e ron fuertes en La Co ro n i l l a .Se produjo un combate en Ja i-h u a yc o, donde 18 espaolesf u e ron victimados con saa, in-cluido el alcalde, cuyo bastn demando fue arrebatado por Ca l a-tayud. Era el 29 de nov i e m b re de1730 y los espaoles se re f u g i a-

    ron en todos los conventos eiglesias; pero el mov i m i e n t oconcluy con un acta de enten-dimiento suscrita el 9 de di-c i e m b re, y luego Calatayud fuec a p t u rado con engaos y ahor-cado el 31 de enero de 1731.Luego lo descuart i z a ron en LaCo ronilla, clava ron sus miem-b ros en picas y fri e ron su cabez aen aceite para enviarla al Vi r re y.La capilla fue derruida por 70indios a sugerencia del oidorManuel Is i d o ro de Mi rones (queDios lo tenga donde ameri t a nsus pecados). Los bienes de Ca-latayud fueron confiscados, de-molida su casa y rociada con sal.Todos sus parientes fueron de-c l a rados t ra i d o re s, infames yrebeldes pern i c i o s o s y su ma-d re fue puesta en venta comoe s c l a va, pues habra sido mulatao negra, como que a Ca l a t a y u dlo apodaban el Za m b o. En fin,su esposa, de 22 aos, fue ence-

    r rada en el monasterio de Sa n t aC l a ra .

    Quiz esta sea la salvacin den u e s t ra augusta Colina: re s t i t u i rel culto a San Sebastin, deposi-tado en la Ca t e d ral hace casi doss i g l o s, y erigir all un santuari oque podra tener miles de devo-tos porque es una zona popular.All tambin deberamos eri g i run monumento para pre s e rva rla memoria de Alejo Calatayud.

    Un apunte adicional: tras laejecucin del hroe cochabam-b i n o, su esposa fue despojadade los bienes indispensables pa-ra criar a sus hijos y su madrefue vendida como esclava. Estelt imo dato ha ser vido parac o n j e t u rar que la madre de Ca-latayud era de raza negra y quel era mulato. Por entonces yhasta bien entrada la Re p b l i c a ,la esclavitud era legal y se pra c-ticaba re g u l a rmente incluso enn u e s t ra ciudad.

    Alegora de la Batalla de La Coronilla, que congreg a las hijas del pueblo, las cholas cochabambinas, para defender la ciudad de la in -vasin realista. El historiador Gustavo Rodrguez Ostria insiste en que las damas de las familias tradicionales se asilaron en conventoso fincas, y que las mujeres del pueblo fueron las nicas que cayeron sacrificadas en la histrica Colina de San Sebastin.

  • Mircoles 14 de septiembre 2011 14

    Don Luis Felipe Gu z m nAch, Ca n c e l a rio en 1896y Rector en 1906 de laUn i versidad de San Simn, dejt radiciones escritas y re c o p i l a d a s

    por el poeta Hctor Cosso Sa l i-n a s, que hablan de la pri m e raadjudicacin de las aguas y ace-quia conocida hoy como La Se r-piente Ne g ra a Alejo Ca l a t a y u d ,

    el caudillo de la rebelin cocha-bambina contra el yugo espaolen 1730. Quiz hubiera pro s p e-rado el levantamiento por ele n o rme apoyo que tena el plate-ro, don Alejo, si no lo tra i c i o n a b asu compadre, que pas a la his-t o ria como un tra i d o r. Se llama-ba Francisco Ro d r g u ez Ca r ra s c oy su defeccin determin el ajus-ticiamiento de Calatayud y lmismo se brind a someter alms crudo interro g a t o rio a lam a d re y a la esposa del insignep l a t e ro. Por ese documento sesabe que la madre era negra, yq u e, luego del ajusticiamiento deA l e j o, fue reducida a la esclavi-t u d .

    Ro d r g u ez Ca r rasco pidi re-compensa para regar sus terre-nos comprados al Hospital Sa nJuan de Dios y ubicados detrs deLa Co ronilla y le fueron otorg a-das las aguas y la acequia de LaCarbonera. Dieciocho aos des-p u s, dichas aguas infestaban lazona con su pestilente olor y lanube de microbios que asolabanal ve c i n d a rio y fueron foco de in-feccin durante dos siglos y me-d i o. Del fondo de esa abomina-ble acequia, parece que se exha-laba el espritu pestilente del quec rey que su adjudicacin gra t u i-ta le haca falta para sobre v i v i rperpetuamente execrado de lasg e n e ra c i o n e s. A tal mri t o, tal re-c o m p e n s a ! , escribi Don Lu i sFelipe Guzmn, y sus palabras sem a n t u v i e ron vigentes hasta finesdel siglo .

    C a latayud y LaS e r pi e n t e N e g ra

    Retrato de Alejo Calatayud.

  • Mircoles 14 de septiembre 2011 15

    Jos Santos Va rg a s, el legenda-rio Tambor Va rg a s, Co m a n-dante de la Gu e r ra de la In d e-pendencia en los valles de Ayo p a-ya, Sica Sica y los Yu n g a s, de LaPaz, dej un famoso Di a ri o, que esnico en el continente, pues nohay otro testimonio escrito de laGu e r ra Pa t ria.

    Es un documento poco ledop e ro s estudiado con dedicacinpor don Gunnar Me n d oza y por lai n ve s t i g a d o ra francesa Ma ri e - Da-nielle De m l a s.

    El Cronista de la Ciudad ha he-cho una adaptacin de uno de losacontecimientos que narra elTa m b o r. Dice as:

    EL INCENDIO DEL PA J O N A LEn una ladera del Ce r ro Chicote

    que llaman To m a yc u ri, donde elcamino parece una raya en la pa-red, ocurri otro episodio quem u e s t ra el temple de Lira con sush o m b re s. Habamos salido deMohosa y marchbamos hacia elCe r ro Chicote, con direccin a lasa l t u ras de Po c u s c o, cuando noshaba estado siguiendo el subde-legado Agustn Antezana con 120h o m b re s. Bo t a ron patrullas a lac u m b re, al ro y al centro iban ofi-ciales y jinetes. ramos 26 hom-b res y caminbamos en fila por els e n d e ro estrecho cuando senti-mos voces del enemigo que nosg ritaban desde una patilla ubica-da sobre nosotro s, de modo que ramos presa segura. Ofrecan lapiedad del Mo n a rca invicto y elindulto a Lira. Me di la vuelta y lovi demudado y plido, porque al

    Un e pi s odio de laG u e r r i l la

    de Ayopaya

    Portada del libro publicado por Editorial Plural, basado en una investigacin de Marie-Danielle Demlas.

  • Mircoles 14 de septiembre 2011 16

    p a recer no haba ms re m e d i oque entre g a r s e, pero de pro n t onos dijo que por nada del mundodebamos caer.

    --Ms vale morir peleando conb a yo n e t a s. Mo ri remos por la Pa-t ria, nos pondremos en manos delSer Su p remo nos are n g .

    En eso, el soldado Pe d ro Loayza,n a t u ral de Tiquirpaya, poblacinc e rcana a Palca, quiso hablar.

    - - Mi comandante, yo no voy acaer pre s o. Ms vale morir desba-r ra n c a d o.

    Y se tir al abismo ante el estu-por de los 25 compaeros que losentimos caer y caer sin llegar alf o n d o. Lira quiso precipitarse a sut u rno pero lo agarramos entre to-

    d o s, si no, se entraba al barra n c o.Recuper el control y volvi a lac a rg a .

    --A ve r, a botar sus fusiles. Ag-r rense de las manos. Yo ser el pri-m e ro en morir por amor a la Pa-t ria nos dijo.

    As quera que todos nos tirra-mos al abismo. Seran las tres de lat a rde y los realistas seguan la es-cena en medio de risas y burlas,cuando el sargento Julin Re y n a-ga, natural de Machaca, sobri n odel cura doctor Ze b a l l o s, le habla Lira .

    - - Mi comandante, quemare m o sel pajonal y as tal vez podamose s c a p a r.

    L i ra lo escuch y cambi de

    s e m b l a n t e. Ca rg su fusil slo conp l vo ra, moj el cartucho en laboca, ra s t rill y dispar. Sali delfusil un fogonazo porque la plvo-ra se prendi al cartucho mojadoy prendi el pajonal.

    - - Como puedan peguen fuego! o rden Lira .

    Con las descargas que hicimos yel viento de la montaa, el incen-dio creci de abajo arriba, perotambin porque las pajas estabanc recidas ms que la altura de unh o m b re. El enemigo huy cuestaa r riba pidiendo miseri c o rdia por-que el fuego los cercaba y las lla-mas eran capaces de atemorizar aun ejrc i t o. Se quitaron las cart u-c h e ras para no abrasarse con lospaquetes de plvo ra y botaron susf u s i l e s. Cuando llegamos a la cum-b re, rescatamos 17 fusiles y ms de40 cart u c h e ras que volaban total-mente achicharradas en medio delf u e g o. Lira daba gracias a Dios conl g rimas en los ojos, feliz de quenos salvramos todos. nicamen-te tuvimos que lamentar la muert ede Pe d ro Loayza. Lira era as de eu-f ri c o. Se sec las lgrimas y me pi-di que tocara zafarra n c h o.

    --Al ataque, muchachos. Al hu-mo! Qu Rey invicto ni qu ochoc u a rtos! Slo la Pa t ria es invicta!A ver el Rey que apague el incen-d i o !

    Era hermoso verlo as alto, gru e-so y erg u i d o, con la barba al vientoy agitando el sombre ro en la ma-n o, como un abanico, alentndo-nos para perseguir al enemigo.

    Del enemigo quedaron dosm u e rtos que fueron comidos porlos buitres; los dems huye ron co-mo pudieron. As bajamos al RoGrande de Ayopaya, que discurreen la base del Ce r ro Chicote y se-p a ra este cerro del de Po c u s c o,pensando en que la ligereza de Li-ra pudo costarnos la vida, as fue-ra en nombre de la Pa t ria, pero suresolucin nos salv al incendiarel pajonal.

    Portada de una historieta conmemorativa del Bicentenrio del 14 de septiembre de 1810.

  • Mircoles 14 de septiembre 2011 17

    Estas son las semblanzas quee s c ribi Jos Santos Va rg a ss o b re los hroes de la guerri-lla de los Valles nacidos en Co c h a-bamba. Son hroes olvidados cuyam e m o ria estamos obligados a pre-s e rva r:

    PE D RO LVA R E Z . Na t u ral delpueblo de Mo rochata. Fue sarg e n-to segundo en 1810. Fue emigra d oal ejrc i t o, tuvo parte en las accio-nes del Tucumn y Salta. El ao de1813 de la accin de Macha se dis-pers, se vino a su pas. Leva n t t ro p a s, defendi con mucho he-ro s m o. De comandante de caba-llera muri en accin, en Pa ra n-gani, cantn de Mo rochata, porn ov i e m b re de 1818.

    PO HERMOSA. Na t u ral delpueblo de PalcA. Sent plaza desoldado cadete de caballera elao de 1817 a pri n c i p i o s. El aode 1818 el comandante genera ldon Jos Manuel Chinchilla lo hi-zo alfrez. Sigui sirv i e n d o. El aode 1819 por el mes de julio fue sup a d re en pos de su hijo por ave ri-guar y ve r l o, llega al pueblo de Ta-p a c a ri, a la siguiente noche asal-tan los enemigos a una part i d apequea, escapan todos corri e n-

    do y lo pescan a don Alejo He rm o-sa (que as se llamaba el padre, ca-b a l l e ro de mucha atencin y re s-peto en aquel pueblo de Palca, ve-cino muy honrado en l, natura lde una de las ciudades de la re p -blica de Chile, y como esos aost riunf el general en jefe don Jo s de San Ma rtn en aquella re p b l i-ca lo mand a Arq u e, pueblo ca-pital de la provincia del mismon o m b re), y lo fusilaron al caballe-ro don Alejo He rmosa, un paisanop a c f i c o. El ao de 1822 el coro n e lLanza lo mand a este su hijo donPo He rmosa a la ciudad de La Pa zcon dinero a comprar galones pa-ra todos los oficiales, piedras dechispa, bayo n e t a s, algunos pare sde pistolas y paos. Fue entre g a-do por don Jos Mara eto (Ni e-to). Lo confinaban preso de expre-so a Lima, y en el camino corri yescap, se entr a los Valles y casaa los cinco o seis meses de que sep e rd i .

    M E LCHOR PAC H E CO. Na t u ra ldel pueblo de Ca rasa. Sent plazael 26 de octubre de 1817. El co-mandante general don Eu s e b i oL i ra lo hizo alfrez de caballerapor ser un joven decente, ro l l i zo,bien formado y de buena familia

    H roes co c h a-bam b i n o s

    de la G u e r r i l lade Ayopaya

    Los dibujos de esta historieta, destinada apopularizar entre los escolares a dos hro -e s : Eusebio Li ra y el Tambor Va r g a s , s o ndel artista Javier Tapia.

  • Mircoles 14 de septiembre 2011 18

    en su pueblo. En un corto tiro t e oque hubo en el ro de Ta p a c a ri enun lugar que llaman Ca l a v i n t om u ri el 3 de nov i e m b re de dichoao a los ocho das de que entr als e rv i c i o. Joven valiente que pordar a conocer su patriotismo y va-lor se precipit y pereci lastimo-s a m e n t e.

    JOS MANUEL CHINCHILLA .Na t u ral del pueblo de Ta p a c a ri .Fue capitn el ao 1811 por el ge-n e ral don Francisco Rive ro en Co-chabamba. Fue comandante ge-n e ral de dichos Valles y tenientec o ronel del ejrcito por el seorg e n e ral en jefe don Ma rtn Ge-m e s. Fue fusilado el 21 de marzode 1821 en el pueblo de Ca va ri porel seor coronel y comandante ge-n e ral don Jos Miguel Lanza.

    Complementamos esta biogra-fa con los apuntes que siguen:Naci en Tapacar en el siglo 18 ymuri en Cavari. Jefe de la guerri-lla independentista de la llamadaDivisin de los Va l l e s, que actuen las provincias Ayopaya, Inqui-sivi y Yungas. En 1811 fue Capitny en 1812 cay preso junto a JosMiguel Lanza, pero escaparon dela crcel de Potos y se enrol enla guerrilla de Ayopaya en su ca-pital, Palca (hoy In d e p e n d e n c i a )en 1816. Tras la muerte del jefeg u e r ri l l e ro Eusebio Lira eligiero ncomo Jefe a Santiago Fajardo y lfue segundo jefe desde el 26 dediciembre de 1817. En 1818 rodeel pueblo de Mohosa con 60 hom-b res y 3.000 indios para enfre n-tarse a Marquina y otros rebeldesde sus propias filas. Ejecut aMa rquina por la conspira c i nque cost la vida de Eusebio Liray liber a Santiago Fajardo. Comoste se retir una vez cumplido suo b j e t i vo de vengar la muerte deL i ra, Chinchilla fue elegido Je f ede la Divisin de los Valles. En esacondicin enfrent a las tro p a srealistas comandadas por Rica-

    f o rt, Rolando y Espaa, que co-mandaban 1.700 hombres condos caones y provenan de Oru-ro, Cochabamba y Sica Sica. En1819 el General Martn Miguel deGemes lo ratific como Coman-dante Ge n e ral de los Valles y Te-niente Co ronel del Ej rcito pa-triota. En esa condicin dur has-ta 1821 en que entreg el mandoa Lanza, que lleg de Salta y fuerecibido en Inquisivi. As se retirde la guerrilla. La conspiracin delos propios rebeldes arreci con-tra l y ese ao lo arrestaron y fu-silaron el 21 de marzo.

    E s c ri b i e ron acerca de l: Jo s Santos Va rg a s, en su famoso Di a-rio de un comandante de la In d e-pendencia Americana 1814-1825,y Charles W. Arnade en La dra m -tica insurgencia de Bolivia, 1955,e n t re otro s.

    JOS DOMINGO GANDARI-L LA S . Na t u ral de la ciudad de Co-chabamba. Fue comandante dep a rtidas ligeras por don Juan An-tonio lva rez de Are n a l e s, coro n e ly comandante del depart a m e n t ode Cochamba (sic) el ao de 1813.Fue pri s i o n e ro y fusilado en Co-chabamba por las tropas espao-las el ao de 1820.

    LUIS GARCA LU N A . Na t u ral dela villa de Ta rata. Fue capitn porel comandante general don Eu s e-bio Lira y confirmado por el seorg e n e ral don Ma rtn Gemes queexista en Sa l t a .

    JOS BENITO BU S TA M A N T E.Na t u ral de la ciudad de Co c h a-bamba. Capitn en la tropa delcomandante de partidas ligera sdon Jos Manuel Chinchilla, sepas a la tropa del comandantegeneral don Eusebio Lira quien locoloc de capitn de dragones decaballera. El general don Jos Mi-guel Lanza lo hizo comandantegeneral de la provincia de Sicasi-

    ca y actualmente vive en clase dec o ronel de invlidos en Co c h a-bamba.

    A N TONIO PAC H E CO. Na t u ra ldel pueblo de Arque y vecino delde Inquisivi. El comandante gene-ral don Eusebio Lira lo hizo subte-niente de cazadores el ao de1816. El subcesor (sic) de Lira donJos Manuel Chinchilla lo hizo te-n i e n t e, y el seor general don Jo s Miguel Lanza lo hizo comandantede Cajuata. As concluy la guerraf i e l m e n t e.

    R A FAEL CO PI TA S . Na t u ral delpueblo de Ca rasa y vecino en el deInquisivi. El comandante genera ldon Eusebio Lira lo hizo subte-niente de cazadores; el coman-dante don Jos Manuel Chinchillalo hizo teniente; el seor genera lLanza lo hizo comandante de In-quisivi. As concluy la guerra fiel-mente y vive.

    MANUEL SAAV E D R A . Na t u ra ldel pueblo de Carasa. Capitn deg ra n a d e ro s. El ao de 1820 en elalto del pueblo de Palca por elmes de junio se dispers y andaperdido.

    JOS MANUEL ANTEZA N A ,alias EL LO COTO. Na t u ral de laciudad de Cochabamba. Fu en o m b rado capitn de caballera.El general don Jos Miguel Lanzalo hizo comandante de la doctri-na de Morochata. As concluy laguerra. Fue a Lima con el generalp residente de la Repblica An-drs de Santa Cruz y all muri con accidente en clase de tenien-te coronel.

    JOS MANUEL CASTRO. Na t u-ral del pueblo de Ta rata. El coman-dante general don Jos Ma n u e lChinchilla lo hizo alfrez de caba-llera. En un aslato que hizo el ene-migo el 3 de nov i e m b re de 1819

  • Mircoles 14 de septiembre 2011 19

    cay pri s i o n e ro en Mohosa y se hap e rd i d o.

    MARIANO MENDIZBAL. Na-t u ral e la ciudad de Misque y ve c i-no del pueblo de Palca. Fue capi-tn en las tropas de los espaoles,se pas a las tropas de la Pa t ria Elao de 1820. El ao de 1822 se vo l-vi a pasar a las ropas de los espa-oles por cuyo hecho el ao de1823 por el mes de agosto el gene-ral Lanza quera fusilarlo en Co-chabamba, y Santa Rosa por suda intercedi por este Me n d i z -bal: fue indultado y ms no se ave-ri g u .

    MANUEL PA R E D E S . Na t u ral delpueblo de Punata en la prov i n c i ade Clisa. Te n i e n t e. Fue emigrado alas ciudades de Salta y Tu c u m npor las derrotas de Vi l l c a p u j yo yMacha. Re g res en compaa delseor coronel don Jos Mi g u e lL a n z a .

    JOS LEN. Na t u ral de la ciu-dad de Cochabamba. Soldado delas tropas espaolas del batallnde la Reina, sargento pri m e ro, quequeran hacer una sublevacin enel pueblo de Siasica a favor de lal i b e rtad contra el batalln Ce n t ro,que el coronel Ra m rez era de esec u e r p o, y se descubri. Fu e ron fu-silados muchos as de la Reina co-mo del Ce n t ro; algunos escaparo na los Valles donde haban tro p a sde la independencia, all se guare-c i e ron. Entr al servicio don Jo s Len y ascendi por sus aptitu-d e s. Cuando el triunfo de la liber-tad americana en la batalla deAyacucho el ao de 1824 era capi-tn de caballera y no se ha odoms de l.

    MARIANO GARAV I TO. Na t u ra ldel pueblo de Ta p a c a ri. Desde sust i e rnos aos fue soldado de la li-b e rtad. Era tambor, despus de r-d e n e s. El coronel Lanza lo hizo

    s a rgento de caballera (porque eraun joven valiente), despus alf-rez, y teniente, y de capitn muri en Cochabamba con accidente elao de 1827.

    VICENTE V I L LA R RO E L . Na t u ra ldel pueblo de Punata en los va l l e sde Clisa. Lleg en el piquete el co-mandante de partidas ligeras donAnselmo Ansaldo, de alfrez de ca-ballera. Se qued en la tropa delc o ronel Lanza. Joven va l i e n t e. Deuna dispersin que tuvo Lanza sefue para sus lugares y de capitnm u ri en la misma ciudad de Mi s-que de un balazo que le tira ron lossoldados de las tropas espaolas elao de 1823.

    S I LVERIO ARANBAR. Na t u ra ldel pueblo de Ca rasa. El ao de1824 se present al general Lanza.Ese mismo ao fue nombra d osubteniente y estando en dichaclase fue el triunfo de las armas en_ Ayacucho y se retir del serv i c i o.

    MANUEL DELG A D I L LO. Na t u-ral del pueblo de Mo rochata. Mu yj oven lo lleva ron las tropas espa-olas pri s i o n e ro de su pueblo. Fu esoldado despus. El ao de 1824 sepas de aquellas tro p a s. Si rvi enlas de la libertad con mucho entu-s i a s m o. El general Lanza lo hizo al-f rez de caballera y as que tri u n f la Pa t ria se retir del servicio elao de 1825.

    Era proverbial la habilidad de los jinetes guerrilleros para transitar por los caminos deAyopaya.

  • Mircoles 14 de septiembre 2011 20

    Tadeo Haenke se llamabaThaddus Pe re g rinus Xa-ve rius Ha e n k e. Naci enBohemia el 6 de diciembre de1761 y muri en Cochabamba en1817. Este sabio naturalista dejva rios libros valiosos que han si-do reeditados como se ver. Ma-nuel Vicente Ballivin, Di re c t o rde la Oficina Ce n t ral de In m i g ra-cin de Bolivia, public en 1898la De s c ripcin de las montaashabitadas por los indios yuru c a-re s, y en 1900 la In t roduccin a laHi s t o ria Na t u ral de Co c h a b a m-ba, ya re p roducidos antes en losAnales de la Biblioteca de Bu e-nos Aire s. En 1799, Haenke pre-sent al Go b e rnador In t e n d e n t ede Cochabamba, don Jo s e p hManuel Go n z l ez de Prada, unaMe m o ria de los ros nave g a b l e sque afluyen al Ma ran, peque-o manuscrito existente en la Bi-blioteca de Lima.

    El Dr. Ro b e rto Arn ez estudi enPraga unos valiosos anteceden-tes sobre Haenke: el sabio esta-bleci al oeste de la actual Esta-cin de Fe r ro c a r ril una herre r adonde ense a fabricar lanzas ya fundir caones, que luego usa-ron los patriotas en La Co ro n i l l a .Tal como se aprecia en el captu-lo sobre Ayopaya, cultiv mora sp a ra criar gusanos de seda en sufinca ubicada en el corazn dedicha provincia. Haenke fue pro-

    tegido del Go b e rnador Go n z l ezde Prada, porque su vida azaro s at e rmin en Cochabamba, dondese afinc para siempre, segn sed e s p rende de esta carta va l i o s aque el Go b e rnador despach alVi r rey apoyando al sabio en susi n ve s t i g a c i o n e s. En sus part e ss a l i e n t e s, la carta dice:

    Seor Go b e rnador In t e n d e n t e.Don Tadeo Ha n k e, natura l i s t a

    b o t n i c o, residente en esta ciu-dad, como ms haya lugar en de-re c h o, ante U. S. parezco y digo:

    En un continente en donde lava riedad de climas y la asombro-sa diversidad de sus plantas yp ro d u c c i o n e s, en los reinos ani-mal, vegetal y mineral, pre s e n t auna fuente de abundancia dondepueden hallarse, y se hallan pre-c i o s o s, inestimables tesoro s, ca-paces de prolongar por muchotiempo la corta duracin den u e s t ra vida qu lugar por msre c n d i t o, qu clima por ms r-g i d o, ardiente e insano, y qu ca-mino por mas spero y fra g o s oque haya sido, no se han hechop a ra m teatro de mis inve s t i g a-ciones botnicas?. Cu n t o sc i e n t o s, y an miles, de leguashabr tenido que andar a pieh e r b o ri z a n d o, atropellando losms eminentes peligro s, sin dardescanso ni a mis fatigadosm i e m b ro s, ni a mis cansados

    s e n t i d o s, empleado siempre end e s c u b rir las propiedades de lasp l a n t a s, ya por la vista, ya por elo l f a t o, ya por el gusto, y ya poro b s e rvaciones qumicas?.

    A estas incesantes tare a s, soli-citudes y desve l o s, que han gas-tado mi salud y consumido mivida, ha debido este reino (en lostiempos ms crticos en que porestar obstrudos los mare s, conm o t i vo de las guerras que no hanc e s a d o, no podan venir de Eu ro-pa medicamentos) el que se hu-biesen surtido y provedo sus bo-ticas de muchas sales, ye r b a s, ex-t ractos y espritus que he elabo-rado en los momentos destina-dos a mi descanso, a precios mscmodos y equitativos que losque corran, logrando la utilidady ventaja de tenerlos ms activo sy eficaces, por no estar disipa-d o s. Esto es a ms de haber sidomi casa el refugio de los menes-t e ro s o s, quienes han encontra d oen mi compasin el ms pro n t oauxilio a sus dolencias, sin tenerque gastar un cuadrante en losmedicamentos precisos a su cu-racin que graciosamente les hef ra n q u e a d o. Por estos pri n c i p i o s,y por una conducta pura, desin-t e resada e infatigable en el cum-plimiento de mis deberes (ya mees preciso decirlo, a pesar del ru-bor y encogimiento que me cau-sa el ser yo mismo quien re c o-

    ta deo H A e n k emuri en co c h a-

    bam ba

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    mienda mis mritos) he logra d o,no slo la mejor aceptacin delas personas y de los cuerpos dem a yor re p resentacin del re i n o,sino que tambin me hubiesenllenado de elogios. As lo ver U.S. por la adjunta Mi n e rva que vi-no de la ciudad de los Re yes y sedio a luz el 15 de julio del pasadoao de 1809, donde se descri b eel importante descubri m i e n t oque se hizo en las costas de Ta ra-pac, de la Intendencia de Are-quipa, del nitro cbico que, porla pro p o rcin terica y prcticade mis luces y conocimientos,pudo reducirse y se redujo a ni-t ro pri s m t i c o, materia tan im-p o rtante y necesaria para la f-b rica de plvo ra y para la medi-cina, sin que lo interesase enms que en ser el instrumento deque re p o rtase el pblico y el Es-tado un beneficio tan grande co-mo el que all se pondera .

    Este casual acontecimiento,que oblig a don Matas de LaFuente a venir en mi solicitudhasta los desiertos e inhabitablesmontes de Santa Cruz de El i c o-na, puso a la ilustrada ciudad delos Re yes en conocimiento deque no he perdido de vista elcumplimiento de mis obligacio-nes en ningn paraje ni situa-cin, abrindole margen a aquelp e ridico para terminar con ex-p resiones para m tan honro s a scomo halageas. Pe ro no slod e n t ro de la esfera de mi pro f e-sin he pro c u rado a la humani-dad los posibles auxilios, mastambin me he consagra d o, enalivio del pblico, a ocupacionesajenas de mi incumbencia, se-gn le consta a U. S. y a toda estaciudad, donde antes que llegasea ella la expedicin filantrpicad i rigida por la piedad del rey pa-ra la propagacin de la Va c u n a ,yo introduje esta operacin yaen el ao de 1806, y me atare enella andando por calles y plazas,

    sin recompensa, gra vamen nimolestia de los ve c i n o s, y antesteniendo que costear los ve n d a-j e s, de modo que cuando vinodicha expedicin ya encontr enla mayor parte cumplido el obje-to de su comisin.

    El mismo ao de 1806, conm o t i vo de la invasin de la capi-tal de Buenos Aires por los ingle-s e s, escaseando la plvo ra se mecomision por este gobierno ai n s t ruir los oficiales de su fbri-ca, en las reglas y principios de lap u rificacin de los salitres y de laexacta pro p o rcin de los ingre-dientes para elaborarla de supe-rior calidad, como se ve rific. Sif u e ra a analizar los beneficios yutilidades que he pro c u rado aeste re i n o, dando sobre cada unode los hechos que adujere lasmas cumplidas justificaciones,abusara de la paciencia de U. S.y acaso me expondra a una justarepulsa, por no ser todava delp ropsito a que se dirige esta re-p resentacin calificar que no hep e rcibido indebidamente elsueldo de mi consignacin.

    Y cuando para apurar esta ve r-dad no se tenga por bastante laremisin de cuarenta y tantoscajones que, en el ao de 799, hi-ce a los reinos de Espaa, conuna disertacin cientfica re l a t i-va a las materias y pre c i o s i d a d e sque contenan, la que se publicseguidamente en el Te l g rafo deBuenos Aire s, y de cuyo re c i b ono he tenido hasta el da ra z nalguna, mis propios escritos ycolecciones que presentar, ycon que dar cuenta de mi comi-sin, sern el ms seguro con-vencimiento de que no ha sidodemasiado el tiempo que he em-pleado en disquisiciones y des-c u b rimientos tan numero s o s, yp a ra los que apenas bastaranmuchos Linneos, muchos Pito-nes de Tu rn i f o rt, y otros sabiosreputados por padres de la Bo t -

    nica moderna que, connatura l i-zados con las plantas, diesen to-da su atencin al nico objeto deexaminar sus pro p i e d a d e s, enp rovincias tan dilatadas y conclimas tan va rios y difere n t e s.

    Mucho tiempo ha que he de-seado serenasen sus guerras ycalamidades que han puesto enc o n s t e rnacin y movimiento ca-si a todo el globo, para pre s e n-t a rme en la pennsula de Espaay a todo el orbe litera rio; perocuando ms postrada y debilita-da se hallaba mi salud, se me hahecho saber la Real orden de 31de agosto del prximo pasadoa o, comunicada a U. S. por ele xcelentsimo seor Vi r rey de es-tas prov i n c i a s, con fecha 25 dee n e ro ltimo, por la que se man-da que sin la menor demora met raslade a la capital de Bu e n o sA i res para seguir mi viaje de re-g reso a la pennsula.

    A U. S. pido y suplico as lop rovea y mande, jurando no serde malicia & &.

    Retrato de Tadeo Haenke cuando vi-vi en Cochabamba.

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    Un 26 de febre ro de 2008 mu-ri a sus 81 aos don At i l i ode Su c re Ro d o, tatara n i e t odel Ma riscal de Ayacucho y de Ma-nuela Ro j a s, en Punata, donde re s i-da, y all fue enterrado con hono-re s. El 2007, este Cronista convoc aun equipo de produccin de Te l e-s u r, Ve n ezuela, que lleg para en-t re v i s t a r l o, bajo la direccin del pe-riodista boliviano Ma rco Sa n t i v - ez.

    Conoc a don Atilio gracias a unestudio genealgico sobre la des-cendencia de Antonio Jos de Su c reque hizo la pro f e s o ra El v i ra Zi l ve t t i .Ya tena noticia de Manuela Ro j a s,la bella y guapa tarijea que con-

    quist al Ma riscal y le dio un hijo,Pe d ro Csar, en junio de 1828, pre-cisamente cuando el Ma riscal con-valeca de una herida en el bra zod e recho que le hicieron durante elmotn de aquel ao. Haba ledo lab i o g rafa de Ca s i m i ro Olaeta es-c rita por don Joaqun Ga n t i e r; peroel estudio genealgico me dio otra sp re c i s i o n e s, y una de ellas, la msvaliosa, fue la noticia de que donAtilio viva en Punata y gozaba debuena salud.

    Desde entonces lo visit va ri a sveces y goc de su hospitalidad. Enla sala de su casita en Punata hayuna fotografa de su abuelo, tam-bin llamado Antonio Jos de Su-

    c re, un militar gallardo que ostentabarba similar a la de Miguel Grau ya p a rece tambin en un mosaicojunto al Presidente Ma riano Ba p t i s-ta, pues en esa gestin segura m e n-te fue un alto jefe militar. Este Anto-nio Jos era hijo de Pe d ro Csar Su-c re Ro j a s, y all arranca el linaje dedon At i l i o.

    Don Atilio naci en San Lore n zo,Ta rija. Fue preceptor y de ese modolo designaron director de la No rm a lRu ral de Va c a s. El amor de Ne l l yMontao lo hizo radicar en Pu n a t ay se traslad a la No rmal de Pa ra c a-ya. A Dios gracias dej descenden-cia, hijos y nietos que prolongan lam e m o ria del Ma ri s c a l .

    Los vecinos de Punata lo re c u e r-dan como un hombre alegre y afa-b l e, amable y cantor. Me sorpre n-di que vivieran como el hecho msn a t u ral junto al descendiente delmximo hroe de la independenciaa m e ricana.

    Cuando lleg el equipo de Te l e-s u r, de Ve n ezuela, a conocer a donAt i l i o, lo encontramos en la puert ade su casita, viviendo la vida apaci-ble de la Perla del Va l l e. Los ve n ezo-lanos no podan convencerse de laa u s t e ridad y sencillez con que vivael tataranieto de Su c re. Me dijero nque Sa n t a n d e r, Pez, Fl o res y otro sg e n e rales de la independencia, ha-ban recibido justa recompensa ent i e r ras y fortuna que hoy gozan sus

    El tata ra n i e todel Ma r i s c a lde Aya c u c ho

    vivi en Punata

    El Cronista junto a don Atilio y su seora, doa Nelly Montao, en su casa de Punata.

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    d e s c e n d i e n t e s. Don Atilio vivi desu jubilacin como pro f e s o r.

    Gu a rdo un re c u e rdo inolvidabledel da en que le llev mi nove l a Qu solos se quedan los muert o s ! ,s o b re la vida de su tatara b u e l o. Nome convenca de mi buena estre l l aal contemplar a don Atilio con el li-b ro en las manos. Como ya era an-c i a n o, me urga la edicin, pero aDios gracias pude entregarle y fes-tejar con l un sueo re a l i z a d o.

    Felizmente nuestra bella y dulcePunata le dio hospitalidad dura n t emedio siglo. La tierra que vio nacera fundadores de la patria como An-drs Mara To r rico y a pre c u r s o re sde la re volucin, como Gu a l b e rt oVi l l a r roel, tena que darle una vidaamable al tataranieto del hro e.Aquella vez me acompa mi viejoamigo y profesor don Alberto Ro-d r g u ez Mndez, ex Rector de laUn i versidad de San Simn y pudi-mos compartir con don Atilio el se-c reto de su longevidad: el mara v i-lloso nctar del maz.

    LA TATA R A BU E LA DE DON AT I L I OEn un gesto poco frecuente para

    la poca, dos hijas solteras se ave-c i n d a ron en Chuquisaca, la pri m e-ra, Mara Agustina Salom, y la se-gunda, Manuela de la Co n c e p c i n ,nacida en 1809. Ambas llegaron a lai l u s t re ciudad en 1818; eran hijas deJos Rafael Rojas y de Dolores Ba z-q u ez, (sic). Manuela tena por en-tonces slo nueve aos. Du ra debiser la vida de ambas, porque Ra f a e lRojas era herm a n o, o pri m o, de Ma-nuel y Ramn Ro j a s, guerri l l e ros dela independencia que combatie-ron junto a Eustaquio Mndez, ElMo t o, y a Gemes. No era algo ra-ro, seguramente eran cri o l l o s, des a n g re espaola, pero sin patri m o-n i o. Las hijas nada menos que deuflo de Chvez, fundador de Sa n-ta Cruz, purg a ron en el conve n t ode las Ca rm e l i t a s, de Chuquisaca,la tri s t eza de no tener dote; se hun-d i e ron en el claustro porque su pa-

    d re no haba hecho fort u n a .Cuando lleg Su c re a Chuquisa-

    ca, se le acerc Ca s i m i ro Olaeta yle present a Manuelita, que tena16 aos. Le dijo que era su nov i a ,aunque ya se haba casado con sup rima, que era doa Mara Sa n t i e s-teban. El amor cay como un ra yo ySu c re, joven oficial, se enamor deManuela Ro j a s, para constern a c i nde Ca s i m i ro Olaeta que sufra c-mo se la volaban. Hay histori a d o re ss e ri o s, entre ellos, Joaqun Ga n t i e r,que explican la inquina de Ol a e t acon este episodio. Quiz las cosasf u e ron ms complejas, pero algodebi trabajar en el nimo de Ol a-eta para odiar a Su c re y comandarel motn del 18 de abril de 1928 enel cual hiri e ron al Ma riscal en elb ra zo. Debi ser un episodio muyd o l o roso porque le extirparon 18esquirlas de hueso, en una pocaen la que no haba anestesia, ycuando Ga m a r ra invadi el pasdesde el Per, se lo lleva ron en re-henes y cabalgando pese al dolordel bra zo. Pas el incidente y Su c rese repona en ujchu, en junio,cuando lo visit Manuela Rojas pa-ra mostrarle al fruto de su amor. ElMa riscal no dud en llevarlo al bau-tismo y le puso el nombre de Pe d roCsar Su c re, de quien descenda di-rectamente mi amigo At i l i o.

    Cuando Su c re se fue del pas, Ma-nuela volvi al cobijo de Olaeta yt u vo un hijo con l. Olaeta era tant o rtuoso que le puso a la cri a t u ra eln o m b re de Jano Ta e l a o. Pe ro Ma-nuela lo llam Ca s i m i ro. Ca s i m i ro yPe d ro Csar cre c i e ron, y pronto lle-g a ron a nueve herm a n o s, todos deapellido distinto. Hay que ponerseen el lugar de Manuela Ro j a s, quevivi en una poca difcil, sobre to-do para una joven soltera, y sin em-b a rgo supo sobre p o n e r s e. La lti-ma pareja que tuvo fue el DoctorCa b e ro, ministro de la Su p re m a ,con quien se cas in articulo mor-t i s, y hered de l algunas posesio-n e s. Entonces hizo un testamento

    en el cual re vela cuntos hijos tuvo,n u e ve, y quines fueron sus padre s.Por entonces tena slo cuare n t aa o s. As era la vida en esos tiem-p o s.

    Se me agolparon esos re c u e rd o scontemplando el ro s t ro en paz, las e renidad del ro s t ro de Atilio de Su-c re en su atad. Cuando escri b auna novela sobre la vida de su ilus-t re tatara b u e l o, me inquietaba laposibilidad de no publicarla en vidade At i l i o, pero Dios me dio el pri v i-legio de llevarle el primer ejemplary de rociarlo con la mejor chichapunatea. Hoy muri, cosa que nosva a pasar a todos, pero tengo la es-p e ranza de que estemos en paz.

    E N COMIO DE ATILIO DE SUCREHace una semana sent honda

    c o n s t e rnacin por la muerte de At i-lio de Su c re Ro d o, tataranieto deAntonio Jos, que se vel y enterren Punata, donde vivi 53 aos. Co-noc a su hija, Te resita, el mismon o m b re de la hija que tuvo AntonioJos en Quito con Ma riana Ca rc e-ln.

    Ocho aos antes me enter de laexistencia de don Atilio por un es-tudio genealgico que me obsequiEl v i ra Zi l veti de Pe a randa, cuandofui a Su c re, un tres de febre ro, cum-pleaos de Antonio Jos, a dar diz-qu una conferencia sobre tan au-gusto personaje.

    Mis amigos chuquisaqueos,que son de fiar, llenaron el audito-rio de la Prefectura. Al fondo de lasala repleta vea a muchos investi-gadores gringos que me intimida-ron. Entonces resolv pre ve n i r l e sque yo no era historiador, ni inves-t i g a d o r, ni siquiera una personaseria. Les dije que nicamente tra-taba de escribir una novela sobrela vida (y la muerte) de Antonio Jo-s. Para mi alivio, los investigado-res gringos desalojaron la sala yquedamos en familia. En t o n c e sme atrev a leer un par de captu-los que eran lo nico que haba

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    avanzado en el plan de la novela.Al trm i n o, el Doctor Samos y un

    c a b a l l e ro, ejecutivo de la Fu n d a-cin La Plata, a quien le decimosChulupa y ostenta el ilustre apelli-do Ur riolagoitia, me lleva ron a unawhiskera amable en la cual desa-gitamos (como deca Alfredo Me-d rano) botellas del sustancioso el-xir escocs.

    All me lleg el estudio geneal-gico de doa El v i ra, a quien nuncaacabar de agra d e c e r, y la calidezde mis amigos chuquisaqueosme anim a proseguir en mi inten-to de novela.

    El Dr. Samos es un personaje. Ca-da vez que mencionaba el nombredel Ma riscal (que mencion mu-chas veces), el Dr. Samos se ponade pie y al final resumi: "Hace 40aos que honro la memoria del Ma-riscal ponindome de pie cada vezque escucho su nombre". Me acusde olaetista y le expliqu la pru-dencia con que abord al personajep o rque era chuquisaqueo. En t o n-ces me dijo: "Ha de saber que loschuquisaqueos nos dividimos endos gru p o s, sucristas y olaetistas.Y no nos dirigimos ni el saludo. "

    Ma ravillosa forma de la lealtad yel espritu de partido que yo noc o m p a rta porque para escribir unan ovela hay que prestar voz a todoslos personajes y no parc i a l i z a r s econ ninguno. Regla de oro.

    Por el estudio de El v i ra Zi l veti co-noc una personaja (SIC), de nom-b re Manuela Ro j a s, que se mere c euna larga investigacin y una nove-la bien escrita sobre su vida. Eramujer bra va, a quien ningn hom-b re alcanz a desbra va r. Tu vo nue-ve hijos de nueve padres distintos. Pe ro qu padres! El pri m e ro fueAntonio Jos de Su c re, con quienp ro c re a Pe d ro Csar, de quiendesciende don Atilio; el segundoapellidaba Olaeta, porque la niavolvi a los bra zos del ilustre funda-dor de la Repblica; luego hay Ap a-ri c i o s, Be rdecios hasta que Ma-

    nuela se cas, in articulo mort i s,con un magistrado de la Co rte Su-p rema de apellido Ca b e ro. l le legp ropiedades y alguna fortuna. En-tonces Manuela dict su testamen-t o, manifestando los nombres desus nueve hijos y los apellidos desus nueve padre s. Ma ravillosa mu-jer independiente, en una Re p b l i-ca que proclamaba su independen-cia. So b re eso voy a seguir maana.

    Vaya uno a saber por qu dos hi-jas solteras se ave c i n d a ron en Chu-quisaca, la pri m e ra, Mara AgustinaSalom, y la segunda, Manuela dela Concepcin, nacida en 1809.Ambas llegaron a la ilustre ciudaden 1818; eran hijas de Jos Ra f a e lRojas y de Dolores Ba z q u ez, (sic).Manuela tena por entonces slon u e ve aos. Du ra debi ser la vidade ambas, porque Rafael Rojas erah e rm a n o, o pri m o, de Manuel y Ra-mn Ro j a s, guerri l l e ros de la inde-pendencia que combatieron juntoa Eustaquio Mndez, El Mo t o, y aG e m e s. No era algo ra ro, segura-mente eran cri o l l o s, de sangre es-paola, pero sin patri m o n i o. Las hi-jas nada menos que de uflo deC h vez, fundador de Santa Cru z ,p u rg a ron en el convento de las Ca r-m e l i t a s, de Chuquisaca, la tri s t ez ade no tener dote; se hundieron en elc l a u s t ro porque su padre no habahecho fort u n a .

    Cuando lleg Su c re a Chuquisa-ca, se le acerc Ca s i m i ro Olaeta yle present a Manuelita, que tena16 aos. Le dijo que era su nov i a ,aunque ya se haba casado con sup rima, que era doa Mara Sa n t i e s-teban. El amor cay como un ra yo ySu c re, joven oficial, se enamor deManuela Ro j a s, para constern a c i nde Ca s i m i ro Olaeta que sufra c-mo se la volaban. Hay histori a d o re ss e ri o s, entre ellos, Joaqun Ga n t i e r,que explican la inquina de Ol a e t acon este episodio. Quiz las cosasf u e ron ms complejas, pero algodebi trabajar en el nimo de Ol a-eta para odiar a Su c re y comandar

    el motn del 18 de abril de 1928 enel cual hiri e ron al Ma riscal en elb ra zo. Debi ser un episodio muyd o l o roso porque le extirparon 18esquirlas de hueso, en una pocaen la que no haba anestesia, ycuando Ga m a r ra invadi el pasdesde el Per, se lo lleva ron en re-henes y cabalgando pese al dolordel bra zo. Pas el incidente y Su c rese repona en ujchu, en junio,cuando lo visit Manuela Rojas pa-ra mostrarle al fruto de su amor. ElMa riscal no dud en llevarlo al bau-tismo y le puso el nombre de Pe d roCsar Su c re, de quien descenda di-rectamente mi amigo At i l i o.

    Cuando Su c re se fue del pas,Manuela volvi al cobijo de Ol a e-ta y tuvo un hijo con l. Olaeta eratan tortuoso que le puso a la cri a-t u ra el nombre de Jano Ta e l a o.Pe ro Manuela lo llam Ca s i m i ro.Ca s i m i ro y Pe d ro Csar cre c i e ro n ,y pronto llegaron a nueve herm a-n o s, todos de apellido distinto.Hay que ponerse en el lugar deManuela Ro j a s, que vivi en unapoca difcil, sobre todo para unaj oven soltera, y sin embargo supos o b re p o n e r s e. La ltima pare j aque tuvo fue el Doctor Ca b e ro, mi-n i s t ro de la Su p rema, con quien secas in articulo mort i s, y hered del algunas posesiones. En t o n c e sh i zo un testamento en el cual re ve-la cuntos hijos tuvo, nueve, yquines fueron sus padre s. Por en-tonces tena slo cuarenta aos.As era la vida en esos tiempos.

    Se me agolparon esos re c u e rd o scontemplando el ro s t ro en paz, las e renidad del ro s t ro de Atilio de Su-c re en su atad. Cuando escri b auna novela sobre la vida de su ilus-t re tatara b u e l o, me inquietaba laposibilidad de no publicarla en vidade At i l i o, pero Dios me dio el pri v i-legio de llevarle el primer ejemplary de rociarlo con la mejor chichapunatea. Hoy muri, cosa que nosva a pasar a todos, pero tengo la es-p e ranza de que estemos en paz.

  • Mircoles 14 de septiembre 2011 25

    Ernesto Daza Rive ro acabade editar el libro Co ro n e lMelchor Daza. Bre ve bio-b i b l i o g rafa ilustra d a (Ed. Ca s ade la Libertad, 2011), sobre la vidadel conocido prcer de la Revolu-cin del 10 de noviembre de 1810,de la Guerra de los Diecisis aos,f i rmante del Acta de la In d e p e n-dencia del Alto Per el 6 de agostode 1825 como diputado por Poto-s, victorioso en las batallas de Ya-nacocha, Socabaya e Ingavi.

    Melchor Daza tuvo una vidafulgurante. Naci en Potos el 7 deenero de 1791, particip en el gri-to libert a rio del 25 de mayo de1809 a sus 18 aos, combati bajolas rdenes del general argentinoAntonio Gonzles Balcarce en lasbatallas de Cotagaita y Suipacha,esta ltima el 7 de noviembre de1810, que tuvo repercusin inme-diata en Potos con el grito liber-tario de 10 de noviembre de aquelao, en el cual tambin participMelchor Daza.

    Integr el ejrcito del genera largentino Castelli, combati en labatalla de Guaqui, en el regimien-to Hsares de la Patria, se reple-g a Jujuy y Salta; combati en lasbatallas de Tucumn (1812), Sa l-ta, Vilcapugio y Ayohuma (1813)en el ejrcito del general Be l g ra-no. Ganados dos ascensos a capi-tn y teniente coronel, milit bajolas rdenes de Ma rtn Miguel de

    G e m e s, fue diputado constitu-yente en 1813 y en el Congreso deTucumn, de 1816 en representa-cin de Potos. A la muerte deManuel Ascencio Padilla fue en suauxilio enviado por Gemes. En1817 combati a rdenes de Gre-g o rio Ara oz de la Ma d rid en lacampaa de Tarija, en especial enla batalla de La Tablada de To l o-mosa. En 1818 integr el ejrcitocomandado por el general Jo s Mara Paz y combati en la bata-lla de La Herradura, cerca de Cr-doba. Ascendido a Sa rgento Ma-yor, fue ayudante del general bo-liviano Jos Mara Prez de Urdi-ninea. Combati a rdenes delgeneral Sucre en la clebre batallade Pichincha.

    El 6 de agosto de 1825 firm elActa de la Independencia comodiputado por Potos. Pa rt i c i p luego en las batallas de la Confe-deracin Per-Boliviana en Yana-cocha y Socabaya, y bajo rdenesdel general Jos Ballivin en laVictoria de Ingavi, que consolidnuestra independencia.

    Nieto del coronel Melchor Da-za fue el Dr. Ernesto Daza Ondar-za, tambin nieto de Abdn On-d a rza, fundador del puerto deAntofagasta y descubridor de lap ri m e ra bandera blanca y azul,escondida por Belgrano en la ca-pilla de Tiriti, que hoy se conservaen la Casa de la Libertad, en Su-

    cre. Entre un centenar de imge-nes valiosas y detalles import a n-t e s, destacamos uno: la hija delc o ronel Melchor Daza, Ca rm e nCorina Daza, cas con el compo-sitor italiano Leopoldo BenedettoVincenti, compositor del Hi m n oNacional al influjo de la familiaDaza.

    La v i da f u lg u ra n-te de M e lc hor

    Da za

    Portada del libro escrito por el Dr. ErnestoDaza Rivero sobre su ilustre antecesor.

  • Mircoles 14 de septiembre 2011 26

    Se dice con frecuencia queSimn Bo l var estuvo enCochabamba y se aloj enla casona de Gil de Gu m u c i o, quese conserva a un costado del dis-t ribuidor Cobija, a orillas del roRocha. Una revisin de la corre s-pondencia de Antonio Jos deSu c re no da la ms mnima pista

    de que el Libertador haya visita-do alguna vez nuestra ciudad. Deh e c h o, es improbable que no sehaya guardado memoria de loshomenajes que le hubieran he-c h o, tal como lo re c i b i e ron en LaPaz, Potos y Su c re. Sin embarg o,una noticia publicada en ElCndor de Bo l i v i a anuncia la vi-

    sita de Bo l var a la llajta. Ve a m o s.Su c re le escribi al general An-

    drs de Santa Cruz desde Si c a s i-ca en fecha 22 de septiembre de1825: El Libertador llegar el 4de octubre a Potos, y creo queestar all hasta el 20, aunque nolo s a punto fijo. Escribir a V d .de Potos el da que l saldr deall para Chuquisaca, para que les i rva de gobiern o.

    En Oru ro, le escribi al genera lSantander el 27 de septiembre,i n f o rmndole que el 20 de aquelmes haba salido de La Paz con elL i b e rt a d o r, con direccin a Po t o-s y Chuquisaca.

    El 1 de octubre re c u e rda que asu ingreso a Cochabamba le ha-ban otorgado una corona de oroy que el colegio de Co c h a b a m-b a le haba obsequiado u n apluma de oro para que mis hijose s c ribiesen la glorias de Ay a c u-c h o. Ca rta a la Municipalidad deCu m a n .

    El 11 de octubre le comunic alg e n e ral Santander que el Liber-tador haba llegado a Potos el 5de aquel mes.

    El 9 de diciembre hubo gra n-des festejos en Chuquisaca en ela n i ve r s a rio de la Batalla de Ay a-c u c h o.

    Por fin el 30 de diciembre le es-c ribe al gobernador de Oru ro, te-niente coronel Jos Mara Gu e-r re ro, y le dice:

    E s t u vo e lL i b e rta d or e n

    Co c h a bam ba?

    Casa que perteneci a Gil de Gumucio, ubicada junto al Distribuidor Cobija, donde sealoj el Libertador a su paso por Cochabamba.

  • Mircoles 14 de septiembre 2011 27

    S.E. el Libertador ha re s u e l t ohacer su viaje por Oru ro y estaren esa ciudad el da 14 de enero,el 13 en Poop, el 12 en Challa-pata, el 11 en Vilcapugio y el 10en Culta, en cuyos pueblos dor-mir, almorzando en los inter-medios donde haya ms como-didad. Vd. dispondr que sea p resten en esos puntos vve re sp a ra 25 oficiales que lo acompa-an, 100 hmbres de tropa y asis-t e n t e s, y forraje para 150 bestias.Vd. mandar un oficial para quevaya a encontrar a S.E. en Po t o s y le presente el itinera rio de lasj o rnadas que queden arre g l a d a s.

    El teniente don Alejo Va rg a sva a pre p a ra r, o mejor dicho a re-v i s a r, el apresto que se haga des-de Oru ro a Arica para la marc h ade S.E., adonde Vd. enviar loscomisionados necesarios paraque apresten todo, pues siendodespoblado es preciso enviarh o m b res activos que pre p a re nt o d o, y por esto har Vd. todo, to-do para que nada falte. Di o s, etc.( p. 5 7 9 ) .

    Un da antes, el 29 de diciem-b re, previno al presidente de Po-tos, general Jos Mara Prez deUrdininea, que S.E.el Libert a d o rha dispuesto marchar de esta ca-pital para Oru ro por Potos, y sal-dr sin falta el 3 de enero prxi-mo y llegar a esa el 5, conti-nuando su marcha el 6 (dea c u e rdo al itinera rio que adjun-t ) .

    Sin embarg o, El Cndor de Bo-livia, fechado en Chuquisaca elj u e ves 12 de enero de 1826, al ha-blar de la Ma rcha del Libert a-d o r, dice que sali rumbo a limael da martes 10 de enero, y agre-ga: S.E. pasa por Co c h a b a m b acon el objeto de ver aquel her-moso De p a rtamento y proveer asus prontas mejoras; y la divisinC rd ova acantonada en aquellaCiudad, gozar como en La Pa zde la satisfaccin de tener en su

    seno al ngel de la victori a.El 2 de marzo informa que el 30

    ltimo (sic: se re f i e re a febre ro ? )S.E. el Libertador lleg a Tacna yluego de disfrutar de la re c e p-cin con bailes, fuegos, comidasy arc o s, parti el 1 de marzo aA rica y se embarc ese da en elb e rgantn colombiano Chimbo-ra zo con direccin a Lima.

    Es pues una tradicin histri c aque el Libertador tom la ru t aMi z q u e - Cochabamba para goz a rdel clima templado de los va l l e s.Hay que considerar las condicio-nes en las cuales se viajaba porentonces a caballo, en semanas ym e s e s, como para pensar que elL i b e rtador decidiera venir a des-cansar a nuestro va l l e.

    Poco antes de marcharse de

    Bolivia, el Ma riscal Su c re le es-c ribi al Libertador para consul-tarle si persista en su enorm edeseo de comprar una finca enCochabamba, pero otros asuntosm ovan su atencin y no dio re s-puesta.

    Hay que re c o rdar que el nimode los Libert a d o res era estable-cer la Sede del Go b i e rno en Co-chabamba, por su clima templa-do y su ubicacin central en elt e r ri t o rio de la nueva Re p b l i c a .Cochabamba es la Capital Ge o-poltica de Bolivia, es el eje deln u e vo Estado Pl u rinacional yAu t o n m i c o, pero los cocha-bambinos no hemos re c l a m a d ouna decisin tan racional comola de ser la nueva Sede del Go-b i e rn o.

    El itinerario del Libertador, que registra la memoria popular , pas por Mizque y Cocha -bamba.

  • Mircoles 14 de septiembre 2011 28

    En Cochabamba vivieron porlo menos cinco hroes delas batallas de Junn y Ay a-cucho: el general Pe d ro Bl a n c oSo t o, el general Len Ga l i n d o, elcoronel Jos Rodrguez y el coro-nel Francisco Su rez, bisabuelodel escritor argentino Jo rge Lu i sBo rges y el teniente coronel Ma-nuel Va l l e j o, de quien slo tene-mos la re f e rencia. De ellos, sloPedro Blanco era oriundo de Co-chabamba.

    EL GENERAL PEDRO BLANCOEl nico hroe cochabambino

    que combati y asegur el triunfodel Ejrcito Libertador en las ba-tallas de Junn y Ayacucho fue elGeneral Pedro Blanco Soto. La in-quina histrica, el odio re g i o n a-lista y faccioso lo han echado alo l v i d o, pero al menos los cocha-bambinos deberamos re i v i n d i-car su memoria. El nico hro ede Junn y Ayacucho y no le rendi-mos honores!

    El episodio est registrado en laHistoria del Per, pues los Hsa-res de Junn son actualmente elregimiento escolta del Presidentede ese pas. Durante la batalla deJunn, el ataque de la caballerarealista del general Ca n t e rac fuetan contundente, que Bolvar or-den re t i rada para re a g ru p a rf u e rzas junto a la infantera, quese haba apostado en retaguardia.Sin embargo, los Hsares del Pe-r, comandados por Isidoro Su-rez (bisabuelo de Jo rge Luis Bo r-ges), Jos Ol a varra y el cocha-bambino Pedro Blanco, se escon-d i e ron en uno de los flancos yatacaron con tal mpetu al enemi-go, que el ejrcito patriota se rea-g rup y gan la batalla. Bo l va rlos denomin desde entoncesH s a res de Junn. Los tres co-mandantes haban sido formadospor el general irlands Wi l l i a mMiller.

    Bo l var dijo lo siguiente en elp a rte de batalla: S. E. el Libert a-d o r, testigo del valor herico delos bra vos que se distinguieron enel dia de aye r, recomienda la ad-m i racion de la Amrica al seorGe n e ral Necochea, que se arroj las filas enemigas con una impe-tuosidad herica, hasta re c i b i rsiete heri d a s, al seor Ge n e ral Mi-l l e r, que con el primer re g i m i e n t odel Per flanque al enemigo conmucha habilidad y denuedo: alseor Co ronel Ca rvajal, que consu lanza dio muerte muchosenemigos: al seor Co ronel Si l va ,que en medio de la confusion delcombate re h i zo parte de su cuer-p o, que estaba en desrden, y re-chaz los escuadrones que lo en-volvan: al seor Co ronel Bru i x ,que con el Capitn Pri n g l e s, algu-nos oficiales y Gra n a d e ros de losA n d e s, se mantuvo firme en me-dio de los peligros: al Co m a n d a n-te del primer escuadron del re g i-miento de caballera de lnea delPer, Su rez, que condujo sucuerpo con la destreza y re s o l u-cion que honrarn siempre losb ra vos del Per: al Co m a n d a n t eSowe r s by, del segundo escuadro n ,que gra vemente enferm o, se arro-j las lanzas enemigas hasta re-cibir una herida: al comandanteBl a n c o, del tercer escuadron (sere f i e re a Pe d ro Blanco Soto): alMa yor Ol a varra y al Ca p i t n

    H roes de Junn yAya c u c ho en

    Co c h a bam ba

    Gral. Pedro Blanco, Hroe de Junn y Aya -cucho.

  • Mircoles 14 de septiembre 2011 29

    A l l e n d e, del primer escuadron delmismo regimiento: al bra vo Co-mandante Medina, Edecan de S.E.: al Capitn Ca m a c a ro, de Hsa-res de Colombia, que con su com-paa tom la espalda de los es-c u a d rones enemigos y les cort elvuelo de su instantneo triunfo: los Capitanes Escobar y Sa n d ova l ,de Gra n a d e ros; y los Ca p i t a n e sJi m n ez y Pe raza, de Hsares deColombia: los Tenientes Se g ov i ay Tapia, y Alfrez Lanza, que con elMa yor Braun persiguieron los es-c u a d rones enemigos hasta su in-f a n t e r a .

    Meses despus, en la batalla deAyacucho, el ataque intrpido delos Hsares de Junn contri b u y al xito del general Su c re. Pe d roBlanco fue malherido, ascendidoa coronel en el campo de batalla,y tuvo que permanecer meses enHuamanga para restablecerse yluego re i n c o r p o rarse al ejrc i t oboliviano.

    Du rante el gobierno de Su c re,los nimos de la poblacin cre-c i e ron contra la presencia dele j rcito colombiano, debido aque devo raba la re c a u d a c i nanual de la nueva Repblica parasu manutencin. Su c re queradespacharlos al nort e, pero losparlamentarios le suplicaban queno lo hiciera, porque pronto la re-pblica sera pasto de la ambi-cin de argentinos y peru a n o s.Un premio de un milln de pesosde plata al Ej rcito Libert a d o ragrav la situacin y puso en se-rios problemas financieros al go-bierno de Sucre. Para colmo, des-de el Per se vea la creacin deBolivia como una maniobra arte-ra de Bolvar y Sucre para debili-tar al vecino del sur de la Gra nColombia, y se denunciaba laventa de propiedades fiscales amiembros del Ejrcito Libertadora bajsimo precio y recibiendo enpago bonos que slo tenan valornominal.

    Los oficiales que combatiero nen el Per participaban de estenimo y Pe d ro Blanco no fue laexcepcin, como no lo fueron Jo-s Ballivin, Ma riano Arm a z a ,Manuel Is i d o ro Belzu y muchoso t ro s. Este nimo es confirm a d opor analistas como Casto Rojas ySabino Pinilla, que re s e a ron elrecelo concurrente de peruanos,argentinos y bolivianos frente a lap resencia del ejrcito colombia-no en Bolivia.

    Cuando la Asamblea lo eligiPresidente en diciembre de 1828,se dirigi a Chuquisaca con unBatalln comandado por Ba l l i-vin. A su llegada, mientras pro-nunciaba un mensaje a la Asam-blea que lo eligi para pedir la re-duccin de su sueldo, la suspen-sin de la leva obligatoria y la re-duccin de gastos del ejrcito, en-tre otras demandas, irrumpi Ar-maza, que haba sido depuesto dela comandancia de Chuquisaca ylo tom pre s o. En t retanto Ba l l i-vin ingres subrepticiamente aSucre con sus hombres, se encar-g de vigilarlo en su corto cauti-ve rio y, frente a un intento de li-beracin del detenido, Blanco fueultimado al amanecer del 1 deenero de 1829.

    Las memorias del genera lCamba y los partes del genera lVa l d s, del ejrcito realista, dancuenta del valor y la bizarra deBl a n c o, que, como muchos de sug e n e racin, fue seducido por elp restigio del ejrcito del Rey e in-tegr sus filas. El general Va l d s,a nombre de Ca n t e rac, le re g a l una espada de honor por la habi-lidad con que organiz la re t i ra-da frente a fuerzas superi o res delGral. Rudecindo Alva rado y pidial Vi r rey su ascenso a tenientec o ronel, que se hizo efectivo, pe-ro el 19 de enero de 1823 pudoms el amor a la Pa t ria que ela p recio de sus jefes re a l i s t a s, y sepas al Ej rcito Libertador como

    El Dr. Clemedes Blanco, hijo del Gral. Pe -dro Blanco, en un grabado de la poca.

    Este es un libro sumamente va l i o s o, re s -catado del olvido por el Ce n t ro de Es t u -dios Supriores, de la Universidad de SanSimn.

  • Mircoles 14 de septiembre 2011 30

    segundo jefe del escuadrn H-s a re s.

    En abril de 1828 el ejrcito pe-ruano al mando de Ga m a r ra ha-ba invadido el terri t o rio y exigala renuncia de Sucre. Blanco pidisu retiro a la vida privada, pero elConsejo de Mi n i s t ros deneg lapeticin y el Ma riscal le escri b i el 1 de mayo: Todos conocenque U. es un hombre honrado iun buen patriota, i todos sabenque U. marcha por el orden a lospuestos a que le llaman sus servi-c i o s. Trabajando por su patri a ,c o n s e rvando su alma pura, des-p recie las acusaciones i tambinlas ingra t i t u d e s, que son por locomn la recompensa que recibi-mos los mejore s, los ms fieles ilos ms celosos servidores.

    Por entonces era irremisible lacada de la poltica colombiana.Blanco no fue ajeno a ello y fuen o m b rado comandante en jefedel ejrc i t o. Sus hijos dicen queevit una confrontacin con el

    ejrcito de Gamarra para que losperuanos no apliquen luego la leydel vencedor. Slo despus se co-munic con Gamarra para exigir-le que respete la independencia eintegridad de Bolivia. En el ajustede Piquiza impuesto por el gene-ral peruano Agustn Ga m a r ra ,uno de los puntos secretos fue suascenso a brigadier general, queBlanco no acept.

    La misma fuente dice que nofue Blanco sino el coronel Ma-riano Armaza, que haba inte-g rado las fuer zas inva s o ra s,quien comand el EscuadrnL a n c e ros del Per que tomp reso al Ma riscal el 4 de julio. ElCo n g reso Co n s t i t u yente re u n i d oen agosto de 1828 design pre s i-dente prov i s o rio al Gral. Andrsde Santa Cruz y general en jefedel ejrcito boliviano a Pe d roBl a n c o, porque era, sin duda al-guna, quien ms mritos milita-res tena hasta entonces. Bl a n c orecibi rdenes de marchar aSanta Cruz a batir al general re a-lista Aguilera. Esa fue su ocupa-cin de agosto a nov i e m b re :m a rchas y contra m a rchas a Sa n-ta Cruz. No pudo influir en laselecciones de diputados para laAsamblea convencional, que lodesign presidente

    A mediados de diciembre, Blan-co march a Chuquisaca para ju-rar como Pre s i d e n t e. Pidi la re-duccin del ejrc i t o, una ley dep e rdn y olvido, instru c c i o n e sp a ra acuartelarlos sin gra var a lapoblacin civil, evitar la leva obli-gatoria y un sueldo moderado de-bido a lo exhausto del Era ri o. El31 de diciembre lea esta nota enla Asamblea, cuando irrumpi elcoronel Mariano Armaza, que ha-ba sido re l e vado de la coman-dancia de Chuquisaca, tom pre-so a Blanco y lo condujo a La Re-coleta. El destino de Blanco que-d en manos de Armaza, Ba l l i-vin, Ve ra, y los oficiales Ba s i l i o,

    Herrera y Castillo, que lo victima-ron ante un intento de liberacindel prisionero.

    Santa Cruz premi a los agentesde Ga m a r ra encumbrndolos aesa falsa aristocracia que lo roded u rante su gobierno; Ga m a r rafue general del Ejrcito de la Con-f e d e racin. Sin embarg o, Pe d roBlanco fue la nica vctima delencono poltico de la poca.

    Sus hijos, Federico y ClemedesBlanco, publicaron el folleto Rec-tificaciones para la historia deBolivia en 1878, para vindicar lam e m o ria de su ilustre padre. Enellos dan cuenta de la extre m ap o b reza en que qued la esposadel ex Pre s i d e n t e, doa Ana Fe-r ru f i n o, hija del patriota quecombati durante 15 aos. Estu-diaban en el Colegio Su c re, perot u v i e ron que trabajar como ayu-dantes de carpintero. As los viodon Lucas Me n d oza de la Ta p i a ,rector del Co l e g i o, y los re d i m i .De ese modo, Fe d e rico fue uneminente gegrafo y jurisconsul-to, y Clemedes, un mdico des-tacado tanto en el Per como enBolivia.

    EL GENERAL LEN GALINDOOtro residente ilustre en Cocha-

    bamba fue el general colombianoLen Galindo (1795-1866), funda-dor de una familia de larga tradi-cin en Cochabamba. El detallede sus servicios en el Ejrcito Li-bertador es memorable: cay he-rido en las batallas de Carabobo yBombon, combati en la batallade Ayacucho y lleg a Bolivia conAntonio Jos de Sucre y el EjrcitoL i b e rt a d o r. Su c re lo design Pre-fecto de Potos y en 1827 fue Jefede Estado Ma yor Ge n e ral delEjrcito de Bolivia. En esa condi-cin enfrent la invasin del ejr-cito peruano comandado por elPresidente Agustn Ga m a r ra en1828; el jefe del Ejrcito, el gene-ral Prez de Urdininea, quiso as-

    El general Len Ga l i n d o, fundador deuna ilustre familia cochabambina.

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    cenderlo a General, pero Galindono acept porque no llevaba lafirma de Sucre.

    Haba nacido en Vlez, Colom-bia. A sus 14 aos se alist en elEjrcito Libertador. Cuando la in-vasin de Ga m a r ra, se opuso alAjuste de Piquiza, acordado conel invasor, y fue borrado de la listamilitar y desterrado a la Arg e n t i-na. Volvi en 1829, se radic enCochabamba, donde compr unaheredad con los bonos que otorgel Co n g reso a los integrantes delEj rcito Libert a d o r. Fue munci-p e. Jos Ballivin lo rehabilit ydesde entonces fue va rias ve c e sPrefecto y en 1847, nueva m e n t eJefe de Estado Ma yo r. Debido asus vnculos con Ballivin, Be l z ulo persigui con saa y lo exili alPer hasta 1854. De re t o rno enCochabamba, fue muncipe yPrefecto hasta 1860 en que se reti-r. Le afect el fusilamiento de suhijo Nstor Ga l i n d o, ord e n a d apor Melgarejo tras la batalla de LaCantera.

    EL CORONEL JOS RODRGUEZHay noticia de l en el libro Don

    Julio, que escribi Julio RodrguezRivas en homenaje a su padre, uni l u s t re mdico. Por esas pginassabemos que naci en Tru j i l l o,Per, el 19 de marzo de 1808, hijode Melitn Rodrguez y de JosefaCaballero, espaoles. En 1825 lle-g a Bolivia en el squito del Ma-riscal de Ayacucho. A sus 16 aoshaba combatido en las Ba t a l l a sde Junn y Ay a c u c h o. Haba sidocadete en el Escuadrn de Hsa-res del Per, al mando del generala rgentino Francisco Is i d o ro Su -rez, bisabuelo del escritor Jo rg eLuis Borges. Como ya sabemos, elEscuadrn fue denominado H-sares de Junn por el propio Liber-t a d o r, y con ese nuevo nombrecombati en Ay a c u c h o. Ro d r -g u ez recibi la medall