Anécdotas sobre Rubén Darío
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Anécdotas sobre Rubén DaríoCuando solo tenía quince años, Darío se presentó ante Joaquín Zavala, el presidente de su nación en aquella época, y le preguntó si podía ir a estudiar a Europa, pero el joven hizo su petición luego de haberle presentado un poema muy en contra de la religión y la realidad de su patria.
Zavala, al escuchar la solicitud de Darío, y luego de haber escuchado aquel poema, le contestó: “Hijo mío, si así escribes contra la religión de tus padres y de tu patria, ¿que será si te vas a Europa a aprender cosas peores?”.
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Jorge Luis Borges escribió en "Mensaje en honor de Rubén Darío”:
”Todo lo renovó Darío: la materia, el vocabulario, la métrica, la magia peculiar de ciertas palabras, la sensibilidad del poeta y de sus lectores. Su labor no ha cesado ni cesará. Quienes alguna vez lo combatimos comprendemos hoy que lo continuamos. Lo podemos llamar libertador.”
Graciosa anécdota sobre Rubén Darío:
Después del terremoto del 72, el mundo entero se volcó en ayudar a los Nicaragüenses y las autoridades del país hicieron llegar sus muestras de gratitud a varias naciones, entre estas México:
Días después de la tragedia, el General Anastasio Somoza Debayle envió un libro al Presidente de México Luis Echeverría, como una muestra de agradecimiento a México por la ayuda recibida, se trataba se AZUL... de Rubén Darío, con su autógrafo.Echeverría llamó a su secretario para mandar una nota de agradecimiento al Presidente de Nicaragua y a su amable esposa:- Tome nota Juanito : Usted ya sabe como redactarla, pero que diga mas o menos así: General Somoza y Señora Hope, les ruego expresen al Señor Rubén Darío, que tuve el placer de leer...- Señor Presidente - le interrumpió su secretario - el poeta Rubén Darío está muerto...- Bueno, que le digan a su esposa...- Señor Presidente, su esposa también esta muerta...- Entonces que se lo expresen a sus hijos...- Al ver la ignorancia de su presidente, el secretario le respondió: Todos están muertos...Carajo, en verdad estuvo fuerte el terremoto, dijo preocupado el Presidente Echeverría.
Para Borges, Darío fue un renovador en todo sentido.(Tomada de www.cervantesvirtual.com)
Fabulas
El hombre y la culebraEl hombre y la culebra. Fábulas infantiles Un hombre, pasando por un monte, encontró una culebra que ciertos pastores habían atado al tronco de un árbol, y, compadeciéndose de ella, la soltó y calentó. Recobrada su fuerza y libertad, la culebra se volvió contra el hombre y se enroscó fuertemente en su cuello.
La rana del pantano y la del caminoLa rana del pantano y la del camino. Fábula. Vivía una rana felizmente en un pantano profundo, alejado del camino, mientras su vecina vivía muy orgullosa en una charca al centro del camino. La del pantano le insistía a su amiga que se fuera a vivir al lado de ella, alejada del camino; que allí […
El ratón campesino y el cortesanoUn ratón campesino tenía por amigo a otro de la corte, y lo invitó a que fuese a comer a la
campiña.
Pero como sólo podía ofrecerle trigo y yerbajos, el ratón cortesano le dijo:
- ¿Sabes amigo que llevas una vida de hormiga? En cambio yo poseo bienes en abundancia. Ven
conmigo y a tu disposición los tendrás.
Partieron ambos para la corte. Mostró el ratón ciudadano a su amigo trigo y legumbres, higos y
queso, frutas y miel.
Maravillado el ratón campesino, bendecía a su amigo de todo corazón y renegaba de su mala
suerte.
Dispuestos ya a darse un festín, un hombre abrió de pronto la puerta. Espantados por el ruido los
dos ratones se lanzaron temerosos a los agujeros.
Volvieron luego a buscar higos secos, pero otra persona incursionó en el lugar, y al verla, los dos
amigos se precipitaron nuevamente en una rendija para esconderse.
Entonces el ratón de los campos, olvidándose de su hambre, suspiró y dijo al ratón cortesano:
- Adiós amigo, veo que comes hasta hartarte y que estás muy satisfecho; pero es al precio de mil
peligros y constantes temores. Yo, en cambio, soy un pobrete y vivo mordisqueando la cebada y el
trigo, pero sin congojas ni temores hacia nadie.
Si conoces alguna otra fábula para niños y quieres compartirla con nosotros y los demás padres,
estaremos encantados de recibirla.
La infancia de Rubén Darío en León
Rubén Darío nació en León, Nicaragua. Hemos estado en la casa donde transcurrió su
infancia, también su adolescencia. Dicen que él siempre regresaba a este lugar, simbólico por
ser el que le dio raíces y le hizo crecer, entre sus idas y venidas por la vida. Uno recuerda
entonces las clases de lengua y literatura del colegio y de lo lejano que parecían esos autores
a los que leíamos o estudiábamos, lamentablemente por deber y no tanto siendo conscientes
del supuesto placer. Y resulta que ahora estamos en la que fue su casa.
Entramos: un enorme patio con mucha luz y mucho verde. A mano izquierda, el dormitorio
principal, que conserva incluso la cama en la que agonizó el personaje. La guía cuenta que
también vivió en esa misma hacienda el poeta Alfonso Cortés-”Un trozo de luz tiene mayor
intimidad que todo el cielo” en”Ventana“-, muy metafísico y seguidor férreo del modernismo de
Rubén Darío.
Seguimos con Rubén Darío, quien aprendió a leer a los 3 años y a los 7 ya conocía
la Biblia, El Quijote y Las Mil y Una Noches, entre otras obras. Siempre estaba escribiendo,
lápiz en mano, y a los 11 años ya era conocido como poeta por introducir los versos que
elaboraba en las piñatas de las fiestas.A los 15 años hablaba 5 idiomas. La mayor decepción
de su vida, se rumorea, fue cuando su verdadera madre, que le había abandonado por otro
amor, se le acercó en un parque regalándole golosinas, toda vestida de negro, y le dijo que
“alguien le quería conocer“, ella misma. Después le reveló que ella era su verdadera madre, a
diferencia de la que le crío junto a su padre.
Uno de sus reconocimientos más relevantes se debe a su papel como reformador del
modernismo, consistente en la aligeración del idioma español acortando las frases y
reduciendo el uso de adjetivos y adverbios; es considerado el príncipe de las letras. De
repente, la guía señala un punto concreto en la pared: dos relojes grandes unidos, el más
grande, y primero, marca la hora, 10:15; el segundo, más pequeño y justo debajo, marca una
fecha, el 6 de febrero. Rubén Darío muere el 6 de febrero de 1916 a las 10:15 de la noche. Un
íntimo del poeta cortó las cuerdas de los dos relojes para que sobrevivieran al tiempo,
congeladas.