Angel Gonzalez (Pedro Guerra)

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A veces un cuerpo puede modificar un nombre (Ángel González ) A veces, las palabras se posan sobre las cosas como una mariposa sobre una flor, y las recubren de colores nuevos. Sin embargo, cuando pienso tu nombre, eres tú quien le da a la palabra color, aroma, vida. ¿Qué sería tu nombre sin ti? Igual que la palabra rosa sin la rosa: un ruido incomprensible, torpe, hueco. "...¿A qué llorar por el caído fruto, por el fracaso de ese deseo hondo?..."

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A veces un cuerpo puede modificar un nombre

(Ángel González)

A veces, las palabras se posan sobre las cosas como unamariposa sobre una flor, y las recubren de colores nuevos.

Sin embargo, cuando pienso tu nombre, eres tú quien le daa la palabra color, aroma, vida.

¿Qué sería tu nombre sin ti?

Igual que la palabra rosa sin la rosa:un ruido incomprensible, torpe, hueco.

"...¿A qué llorar por el caído fruto, por el fracaso de ese deseo hondo?..."

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"Detail of The Bather"

Pierre-Auguste Renoir

Reseña biográfica

Poeta, catedrático y ensayista español nacido en Oviedo en 1922.Su poesía, llena de contrastes, discurre entre lo efímero y lo eterno, características que llevan al lector a divagar y soñar en los temas del amor y de la vida.Fue maestro nacional, licenciado en Derecho por la Universidad de Oviedo y periodista por la Escuela Oficial de Periodismo de Madrid. Enseñó Literatura Española Contemporánea en laUniversidad de Alburquerque, U.S.A., habiendo sido profesor visitante en las de Nuevo México, Utah, Maryland y Texas.Miembro de la Real Academia Española, fue galardonado, entre otros, con el Premio Antonio Machado en 1962, el Premio Príncipe de Asturias en 1985, el Reina Sofía de Poesía Iberoamericana en 1996 y el Primer Premio Internacional de Poesía Ciudad de Granada en el año 2004.De su obra se destacan los títulos: "Áspero mundo" 1955 , "Sin esperanza, con convencimiento"1961, "Grado elemental" 1961, "Tratado de urbanismo" 1967, "Breves acotaciones para unabiografía" 1971, "Prosemas o menos" 1983, "Deixis de un fantasma" 1992 y su último libro,

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El día se ha ido

El otoño se acerca

Elegía pura

Elegido por aclamación

Empleo de la nostalgia

En este instante, breve y duro instante...

En ti me quedo

Entonces

Epílogo

Eso era amor

Esperanza

Esto no es nada

Inmortalidad de la nada

Inventario de lugares propicios al amor

La vida en juego

Los sábados...

Me basta así...

Me he quedado sin pulso y sin aliento...

Mientras tú existas

Milagro de la luz

Muerte en el olvido

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A mano amada

A mano amada,cuando la noche impone su costumbre de insomnioy conviertecada minuto en el aniversariode todos los sucesos de una vida;

allí,en la esquina más negra del desamparo, dondeel nunca y el ayer trazan su cruz de sombras,

los recuerdos me asaltan.

Unos empuñan tu mirada verde, otrosapoyan en mi espaldael alma blanca de un lejano sueño,y con voz inaudible,con implacables labios silenciosos,¡el olvido o la vida!, me reclaman.

Reconozco los rostros. No hurto el cuerpo.

Cierro los ojos para very sientoque me apuñalan fría,justamente,con ese hierro viejo: la memoria.

A veces

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Escribir un poema se parece a un orgasmo:mancha la tinta tanto como el semen,empreña también más en ocasiones.Tardes hay, sin embargo,en las que manoseo las palabras,muerdo sus senos y sus piernas ágiles,les levanto las faldas con mis dedos,las miro desde abajo,les hago lo de siemprey, pese a todo, ved:¡no pasa nada!Lo expresaba muy bien Cesar Vallejo:"Lo digo y no me corro".Pero él disimulaba.

Así nunca volvió a ser

Como llevaba trenzala llamábamos trencita en la tarde del jueves.Jugábamos a montarnos en ella y nos llevabaa una extraña región de la que nunca volveríamos.Porque es casi imposible abandonaraquel olor a tierra de su cabello sucio,sus ásperas rodillas todavía con polvoy con sangre de la última caíday, sobre todo,la nacarada nuca donde se demorabanunas gotas de luz cuando ya luz no había.Allí me dejó un día de veranoy jamás regresóa recoger mi insomne pensamientoque desde entonces vaga por sus brazoscorrigiendo su ruta, terco y contradictorio,lo mismo que una hormiga que no sabe salirde la rama de un árbol en el que se ha perdido.

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Breves acotaciones para una biografía

Cuando tengas dinero regálame un anillo, cuando no tengas nada dame una esquina de tu boca, cuando no sepas qué hacer vente conmigo, pero luego no digas que no sabes lo que haces.

Haces haces de leña en las mañanas y se te vuelven flores en los brazos. Yo te sostengo asida por los pétalos, como te muevas te arrancaré el aroma.

Pero ya te lo dije: cuando quieras marcharte ésta es la puerta: se llama Ángel y conduce al llanto.

Bosque

Cruzas por el crepúsculo. El aire tienes que separarlo casi con las manos de tan denso, de tan impenetrable. Andas. No dejan huellas tus pies. Cientos de árboles contienen el aliento sobre tu cabeza. Un pájaro no sabe que estás allí, y lanza su silbido largo al otro lado del paisaje. El mundo cambia de color: es como el eco del mundo. Eco distante que tú estremeces, traspasando las últimas fronteras de la tarde.

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Canción de amiga

Nadie recuerda un invierno tan frío como éste.

Las calles de la ciudad son láminas de hielo.Las ramas de los árboles están envueltas en fundas de hielo.Las estrellas tan altas son destellos de hielo.

Helado está también mi corazón,pero no fue en invierno.Mi amiga,mi dulce amiga,aquella que me amaba,me dice que ha dejado de quererme.

No recuerdo un invierno tan frío como éste.

Canción, glosa t cuestiones

Ese lugar que tienes,cielito lindo,entre las piernas,ese lugar tan íntimoy querido,es un lugar común.

Por lo citado y por lo concurrido.

Al fin, nada me importa:me gusta en cualquier caso.

Pero hay algo que intriga.

¿Cómo

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solar tan diminutopuede ser compartidopor una población tan numerosa?¿Qué estatutos regulan el prodigio?

Capital de provincia

Ciudad de sucias tejas soleadas: casi eres realidad, apenas nidosólo un rumor, un humo desprendido,de las praderas verdes y asombradas.Luego hay hombres de vidas apretadasa tu destino semiderruidoy muchachas que crecen entre el ruidocual si estuvieran entre amor sembradas.A casi todas miro tiernamente,y los viejos alegran tus afuerascon sus traviesas cabelleras blancas.Yo estoy contento y, cariñosamente,caballo gris me gustaría que fueraspara darte palmadas en las ancas.

Carta sin despedida

A veces, mi egoísmo me llena de maldad, y te odio casi hasta hacerme daño a mí mismo: son los celos, la envidia, el asco

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al hombre, mi semejante aborrecible, como yo corrompido y sinremedio, mi querido hermano y parigual en la desgracia.

A veces -o mejor dicho: casi nunca-, te odio tanto que te veo distinta. Ni en corazón ni en alma te pareces a la que amaba sólo hace un instante, y hasta tu cuerpo cambia y es más bello -quizá por imposible y por lejano-.Pero el odio también me modifica a mí mismo, y cuando quiero darme cuenta soy otro que no odia, que ama a esa desconocida cuyo nombre es el tuyo, que lleva tu apellido, y tiene,igual que tú, el cabello largo. Cuando sonríes, yo te reconozco,identifico tu perfil primero, y vuelvo a verte, al fin, tal como eras, como sigues siendo,

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como serás ya siempre, mientras te ame.

¿Cómo seré...

¿Cómo seré ocuando no sea yo?Cuando el tiempohaya modificado mi estructura,y mi cuerpo sea otro,otra mi sangre,otros mis ojos y otros mis cabellos.Pensaré en ti, tal vez.Seguramente,mis sucesivos cuerpos-prolongándome, vivo, hacia la muerte-se pasarán de mano en manode corazón a corazón,de carne a carne,el elemento misteriosoque determina mi tristezacuando te vas,que me impulsa a buscarte ciegamente,que me lleva a tu ladosin remedio:lo que la gente llama amor, en suma.

Y los ojos-qué importa que no sean estos ojos-te seguirán a donde vayas, fieles.

Crepúsculo, Albuquerque, invierno

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No fue un sueño, lo vi:

La nieve ardía.

Cumpleaños

Yo lo noto: cómo me voy volviendomenos cierto, confuso,disolviéndome en el airecotidiano, burdojirón de mí, deshilachadoy roto por los puñosYo comprendo: he vividoun año más, y eso es muy duro.¡Mover el corazón todos los díascasi cien veces por minuto!

Para vivir un año es necesariomorirse muchas veces mucho.

Danae

La tarde muere envuelta en su tristeza.Paisaje tierno para soñadorasmiradas de mujer, exploradorasde su melancolía en la belleza.

Danae apoya en sus manos la cabeza.El ambiente que el sol último doraes una leve, dulce y turbadoracaricia que la oprime con pereza.

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Un pajarillo gris, desde una vanarama, canta a la tarde lenta y rosa.Oro de sol entra por la ventana

y Danae, indiferente y ojerosa,siente el alma transida de desganay se deja, pensando en otra cosa.

Deixis en fantasma

Aquello. No eso. Ni -mucho menos- esto. Aquello. Lo que está en el umbral de mi fortuna. Nunca llamado, nunca esperado siquiera; sólo presencia que no ocupa espacio, sombra o luz fiel al borde de mí mismo que ni el viento arrebata, ni la lluvia disuelve, ni el sol marchita, ni la noche apaga. Tenue cabo de brisa que me ataba a la vida dulcemente. Aquello que quizá hubiese sido posible, que sería posible todavía hoy o mañana si no fuese un sueño.

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Domingo

Domingo, flor de luz, casi increíbledía. Bajas sobre la tierracomo un ángel inútil y dorado.Besasa las muchachasde turbia cabellera,vistes de azul marinoa los hombres que te aman, y dejasen las manos del niñoun aro de maderao una simple esperanza. Repartesgolondrinas, globos de primavera,te subes a las torresy giras las veletasoxidadas. Tu viento agita faldasde colores, estremece banderas,lleva lejos cancionesy sonrisas, llenalas estancias de polvo plateado.

Los árboles esperantu llegadapara cubrirse de gorriones. Sabe más frescael agua de las fuentes.Las campanas dispersanpalomas imprevistasque vuelande otro modo.No hay nadie que no sepaque es domingo,domingo.Tu presenciade espuma lava,eleva,hace flotar las cosas y los seresen un nítido cielo que no era-el lunes- de verdad:apenas desteñido papel, vidrio olvidado,polvo tedioso sobre las aceras.

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El derrotado

Atrás quedaron los escombros:humeantes pedazos de tu casa,veranos incendiados, sangre secasobre la que se ceba -último buitre-el viento.

Tú emprendes viaje hacia adelante, haciael tiempo bien llamado porvenir.Porque ninguna tierraposees,porque ninguna patriaes ni será jamás la tuya,porque en ningún paíspuede arraigar tu corazón deshabitado.

Nunca -y es tan sencillo-podrás abrir una cancelay decir, nada más: «buen día,madre».Aunque efectivamente el día sea bueno,haya trigo en las erasy los árbolesextiendan hacia ti sus fatigadasramas, ofreciéndotefrutos o sombra para que descanses.

El día se ha ido

Ahora andará por otras tierras, llevando lejos luces y esperanzas, aventando bandadas de pájaros remotos, y rumores, y voces, y campanas,

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-ruidoso perro que menea la cola y ladra ante las puertas entornadas.

(Entretanto, la noche, como un gato sigiloso, entró por la ventana, vio unos restos de luz pálida y fría, y se bebió la última taza.)

Sí; definitivamente el día se ha ido. Mucho no se llevó (no trajo nada); sólo un poco de tiempo entre los dientes, un menguado rebaño de luces fatigadas. Tampoco lo lloréis. Puntual e inquieto, sin duda alguna, volverá mañana. Ahuyentará a ese gato negro. Ladrará hasta sacarme de la cama.

Pero no será igual. Será otro día.

Será otro perro de la misma raza.

El otoño se acerca

El otoño se acerca con muy poco ruido: apagadas cigarras, unos grillos apenas, defienden el reducto de un verano obstinado en perpetuarse, cuya suntuosa cola aún brilla hacia el oeste.

Se diría que aquí no pasa nada, pero un silencio súbito ilumina el prodigio: ha pasado un ángel que se llamaba luz, o fuego, o vida.

Y lo perdimos para siempre.

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Elegía pura

Aquí no pasa nada,salvo el tiempo:irrepetiblemúsica que resuena,ya extinguida,en un corazón hueco, abandonado,que alguien toma un momento,escuchay tira.

Elegido por aclamación

Sí, fue un malentendido. Gritaron: ¡a las urnas!y él entendió: ¡a las armas! -dijo luego. Era pundonoroso y mató mucho. Con pistolas, con rifles, con decretos. Cuando envainó la espada dijo, dice: La democracia es lo perfecto. El público aplaudió. Sólo callaron, impasibles, los muertos. El deseo popular será cumplido. A partir de esta hora soy -silencio- el Jefe, si queréis. Los disconformes que levanten el dedo. Inmóvil mayoría de cadáveres le dio el mando total del cementerio.

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Empleo de la nostalgia

Amo el campusuniversitario,sin cabras,con muchachasque paxpacemen latín,que meriendanpas pasa pancon chocolateen griego,que saben lenguas vivasy se dejan besaren el crepúsculo(también en las rodillas)y usanla cocacola como anticonceptivo.

Ah las flores marchitas de los libros de textofinalizando el curso deshojadascuando la primaverase instalaen el culto jardín del rectorado por manos todavía adolescentesy roza con sus rosas manchadas de bolígrafo y de tizael rostro ciego del poeta transustanciándose en un olor agrio a naranjasHomero

o semen

Todo eso será un día materia de recuerdo y de nostalgia. Volverá, terca, la memoria una vez y otra vez a estos parajes, lo mismo que una abeja da vueltas al perfume

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de una flor ya arrancada:

inútilmente.

Pero esa luz no se extinguirá nunca: llamas que aún no consumen...ningún presentimientopuede quebrar ]as risas que iluminan las rosas y ]os cuerposy cuando el llanto llegue como un halolos escombrosla descomposición que los preserva entre las sombras purosno prevaleceránserán más ruina absortos en sí mismosy sólo erguidos quedarán intactostodavía más brillantes ignorantes de síesos gestos de amor... sin ver más nada.

En este instante, breve y duro instante...

En este instante, breve y duro instante,¡cuántas bocas de amor están unidas,cuántas vidas se cuelgan de otras vidaexhaustas en su entrega palpitante!

Fugaz como el destello de un diamante,¡qué de manos absurdamente asidasquieren cerrar las más leves salidasa su huida perpetua e incesante!

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Lentos, aquí y allá, y adormecidos,¡tantos labios elevan espiralesde besos!... Sí, en este instante, ahora

que ya pasó, que ya lo hube perdido,del cual conservo sólo los cristalesrotos, primera ruina de la aurora.(En este instante, breve, y duro instante...)

En ti me quedo

De vuelta de una gloria inexistente, después de haber avanzado un paso hacia ella,retrocedo a velocidad indecible,alegre casi como quien dobla la esquina de lacalle donde hay una reyerta,llorando avergonzado como el adolescentehijo de viuda sexagenaria y pobreexpulsado de la escuela vespertina en la que era becario.Estoy aquí,donde yo siempre estuve,donde apenas hay sitio para mantenerse erguido.

La soledad es un farol certeramente apedreado:sobre ella me apoyo.

La esperanza es el quicio de una puertade la casa que fue desarraigadade sus cimientos por los huracanes:quicio-resquicio por donde entro y salgocuando paso del nunca (me quisiste) al todavía (te odio),del tampoco (me escuchas) al también (yo me callo),del todo (me hace daño) al nada (me lastima).

No importa, sin embargo.

Los aviones de propulsión a chorro salvan rápidamente

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la distancia que separa Tokio de Copenhague,pero con más rapidez todavíame desplazo yo a un punto situado a diez centímetrosde mí mismo,de prisa, muy de prisa,en un abrir y cerrar de ojos,en sólo una diezmilésima de segundo,lo cual supone una velocidad media de setenta kilómetros a la hora,que me permite,si mis cálculos son correctos,estar en este instante aquí,después mucho más lejos,mañana en un lugar sito a casi mil millas,dentro de una semana en cualquier partede la esfera terrestre,por alejada que os parezca ahora.Consciente de esa circunstancia,en muchas ocasiones emprendo largos viajes;pero apenas me desplazo unos milímetroshacia los destinos más remotos,la nostalgia me muerde las entrañas,y regreso a mi posición primeraalegre y triste a un tiempo-como dije al principio:alegre,porque sé que tú eres mi patria,amor mío;y triste,porque toda patria, para los que la amamos,- de acuerdo con mi personal experiencia de la patria-tiene también bastante de presidio.

Así,en ti me quedo,paseo largamente tus piernas y tus brazos,asciendo hasta tu boca, me asomoal borde de tus ojos,doy la vuelta a tu cuello,desciendo por tu espalda,cambio de ruta para recorrer tus caderas,vuelvo a empezar de nuevo,

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descansando en tu costado,miro pasar las nubes sobre tus labios rojos,digo adiós a los pájaros que cruzan por tu frente,y si cierras los ojos cierro también los míos,y me duermo a tu sombra como si siempre fueraverano,amor,pensando vagamenteen el mundo inquietanteque se extiende -imposible- detrás de tu sonrisa.

Entonces

Entonces,en los atardeceres de verano,el vientotraía desde el campo hasta mi calleun inestable olor a establo

y a hierba susurrante como un río

que entraba con su canto y con su aromaen las riberas pálidas del sueño.

Ecos remotos,sones desprendidosde aquel rumor,hilos de una esperanzapoco a poco deshecha,se apagan dulcemente en la distancia:

ya ayer va susurrante como un río

llevando lo soñado aguas abajo,hacia la blanca orilla del olvido.

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Epílogo

Me arrepiento de tanta inútil queja, de tanta tentación improcedente.Son las reglas del juego inapelablesy justifican toda, cualquier pérdida.Ahorasólo lo inesperado o lo imposiblepodría hacerme ll0rar:

una resurrección, ninguna muerte.

Eso era amor

Le comenté: -Me entusiasman tus ojos. Y ella dijo: -¿Te gustan solos o con rimel? -Grandes, respondí sin dudar. Y también sin dudar me los dejó en un plato y se fue a tientas.

Esperanza

Esperanza, araña negra del atardecer.

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Tu paras no lejos de mi cuerpo abandonado, andas en torno a mí, tejiendo, rápida, inconsistentes hilos invisibles, te acercas, obstinada, y me acaricias casi con tu sombra pesada y leve a un tiempo. Agazapada bajo las piedras y las horas, esperaste, paciente, la llegada de esta tarde en la que nada es ya posible... Mi corazón: tu nido. Muerde en él, esperanza.

Esto no es nada

Si tuviésemos la fuerza suficiente para apretar como es debido un trozo de madera, sólo nos quedaría entre las manos un poco de tierra. Y si tuviésemos más fuerza todavía para presionar con toda la dureza esa tierra, sólo nos quedaría entre las manos un poco de agua. Y si fuese posible aún oprimir el agua, ya no nos quedaría entre las manos nada.

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Inmortalidad de la nada

Todo lo consumado en el amor no será nunca gesta de gusanos.

Los despojos del mar roen apenas los ojos que jamás -porque te vieron-, jamás se comerá la tierra al fin del todo.

Yo he devorado tú me has devorado en un único incendio.

Abandona cuidados: lo que ha ardido ya nada tiene que temer del tiempo.

Inventario de lugares propicios al amor

Son pocos.La primavera está muy prestigiada, peroes mejor el verano.Y también esas grietas que el otoñoforma al interceder con los domingosen algunas ciudadesya de por sí amarillas como plátanos.El invierno elimina muchos sitios:quicios de puertas orientadas al norte,orillas de los ríos,bancos públicos.Los contrafuertes exterioresde las viejas iglesiasdejan a veces huecos

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utilizables aunque caiga nieve.Pero desengañémonos: las bajastemperaturas y los vientos húmedoslo dificultan todo.Las ordenanzas, además, proscriben la caricia ( con exenciones para determinadas zonas epidérmicas-sin interés alguno-en niños, perros y otros animales)y el «no tocar, peligro de ignominia»puede leerse en miles de miradas.¿Adónde huir, entonces?Por todas partes ojos bizcos,córneas torturadas,implacables pupilas,retinas reticentes,vigilan, desconfían, amenazan.Queda quizá el recurso de andar solo,de vaciar el alma de ternuray llenarla de hastío e indiferencia,en este tiempo hostil, propicio al odio.

La vida en juego

Donde pongo la vida pongo el fuego de mi pasión volcada y sin salida.

Donde tengo el amor, toco la herida.

Donde pongo la fe, me pongo en juego.

Pongo en juego mi vida, y pierdo, y luego vuelvo a empezar, sin vida, otra partida.

Perdida la de ayer, la de hoy perdida, no me doy por vencido, y sigo, y juego lo que me queda: un resto de esperanza.

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Al siempre va. Mantengo mi postura.

Si sale nunca, la esperanza es muerte.

Si sale amor, la primavera avanza.

Los sábados

Las prostitutas madrugan muchopara estar dispuestas...

Elena despertó a las dos y cinco,abrió despacio las contraventanasy el sol de invierno hirió sus ojosenrojecidos. Apoyadala frente en el cristal,miró a la calle: niños con bufandas,perros. Tres curaspaseaban.En ese mismo instante,Dora comenzabaa ponerse las medias.Las ligas le dejabanuna marca en los muslos ateridos.Al encender la radio -«Aída:marcha nupcial»-,recordaba palabras-«Dora, Dorita, te amo»-a la vez que intentabareconstruir el rostro de aquel hombreque se fue ayer -es decir, hoy- de madrugada,y leía distraída una moneda:«Veinticinco pesetas.» «...por la graciade Dios.» (Y por la cama)Eran las tres y diez cuando Conchita

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se estirabala piel de las mejillasfrente al espejo. Bostezó. Mirabasu propio rostro con indiferencia.Localizó tres canasen la raíz oscura de su peloamarillo. Abrió luego una cajade crema rosa, cuyo contenidoextendió en torno a su nariz. Bostezaba,y aprovechó aquel gestoindefinible paracomprobar el estadode una muela careadaallá en el fondo de sus fauces secas,inofensivas, turbias, algo hepáticas.

Por otra parte,también se preparabala ciudad.El tren de las catorce treinta y nuevealteró el ritmo de las calles. Miradasvacilantes, ojosconfusos, planteabanimprecisas preguntasque las bocas no osabanformular.En los cafés, entrabany salían los hombres, movidospor algo parecido a una esperanza.Se decía que aún era temprano. Peroa las cuatro, Dora comenzabaa quitarse las medias -las ligasdejaban una marcaen sus muslos.Lentas, solemnes, eclesiásticas,volaban de las torrespalomas y campanas.Mientrasse bajaba la falda,Conchita vio su cuerpo-y otra sombra vaga-moverse en el espejo

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de su alcoba. En las calles y plazaspalidecía la tarde de diciembre. Elenacerró despacio las contraventanas.

Me basta así

Si yo fuera Diosy tuviese el secreto,haríaun ser exacto a ti; lo probaría(a la manera de los panaderoscuando prueban el pan, es decir:con la boca),y si ese sabor fueseigual al tuyo, o seatu mismo olor, y tu manerade sonreír,y de guardar silencio,y de estrechar mi mano estrictamente,y de besarnos sin hacernos daño-de esto sí estoy seguro: pongotanta atención cuando te beso;entonces,si yo fuese Dios,podría repetirte y repetirte,siempre la misma y siempre diferente,sin cansarme jamás del juego idéntico,sin desdeñar tampoco la que fuistepor la que ibas a ser dentro de nada;ya no sé si me explico, pero quieroaclarar que si yo fueseDios, haríalo posible por ser Ángel Gonzálezpara quererte tal como te quiero,para aguardar con calmaa que te crees tú misma cada día,

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a que sorprendas todas las mañanasla luz recién nacida con tu propia luz, y corrasla cortina impalpable que separael sueño de la vida,resucitándome con tu palabra,Lázaro alegre,yo,mojado todavíade sombras y pereza,sorprendido y absortoen la contemplación de todo aquelloque, en unión de mí mismo,recuperas y salvas, mueves, dejasabandonado cuando -luego- callas...(Escucho tu silencio.Oigoconstelaciones: existes.Creo en ti.Eres.Me basta.

Me he quedado sin pulso y sin aliento...

Me he quedado sin pulso y sin alientoseparado de ti. Cuando respiro,el aire se me vuelve en un suspiroy en polvo el corazón de desaliento.

No es que sienta tu ausencia el sentimiento.Es que la siente el cuerpo. No te miro.No te puedo tocar por más que estirolos brazos como un ciego contra el viento.

Todo estaba detrás de tu figura.Ausente tú, detrás todo de nada,borroso yermo en el que desespero.

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Ya no tiene paisaje mi amargura.Prendida de tu ausencia mi mirada,contra todo me doy, ciego me hiero.

Mientras tú existas...

Mientras tú existas, mientras mi mirada te busque más allá de las colinas, mientras nada me llene el corazón, si no es tu imagen, y haya una remota posibilidad de que estés viva en algún sitio, iluminada por una luz cualquiera... Mientras yo presienta que eres y te llamas así, con ese nombre tuyo tan pequeño, seguiré como ahora, amada mía, transido de distancia, bajo ese amor que crece y no se muere, bajo ese amor que sigue y nunca acaba.

Milagro de la luz

Milagro de la luz: la sombra nace, choca en silencio contra las montañas, se desploma sin peso sobre el suelo desvelando a las hierbas delicadas.

Los eucaliptos dejan en la tierra

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la temblorosa piel de su alargada silueta, en la que vuelan fríos pájaros que no cantan.

Una sombra más leve y más sencilla, que nace de tus piernas, se adelanta para anunciar el último, el más puro milagro de la luz: tú contra el alba.

Muerte en el olvido

Yo sé que existoporque tu me imaginas.Soy alto porque tu me crees alto, y limpio porque tú me mirascon buenos ojos,con mirada limpia.Tu pensamiento me haceinteligente, y en tu sencillaternura, yo soy también sencilloy bondadoso.Pero si tú me olvidasquedaré muerto sin que nadie lo sepa. Verán vivami carne, pero será otro hombre-oscuro, torpe, malo- el que la habita...

Nada es lo mismo

La lágrima fue dicha...

Olvidemos el llanto

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y empecemos de nuevo, con paciencia, observando a las cosas hasta hallar la menuda diferencia que las separa de su entidad de ayer y que define el transcurso del tiempo y su eficacia.

¿A qué llorar por el caído fruto, por el fracaso de ese deseo hondo, compacto como un grano de simiente?

No es bueno repetir lo que está dicho. Después de haber hablado, de haber vertido lágrimas, silencio y sonreíd:

Nada es lo mismo. Habrá palabras nuevas para la nueva historia y es preciso encontrarlas antes de que sea tarde.

Otras veces

Quisiera estar en otra parte,mejor en otra piel,y averiguar si desde allí la vida,por las ventanas de otros ojos,se ve así de grotesca algunas tardes.

Me gustaría mucho conocerel efecto abrasivo del tiempo en otras vísceras,comprobar si el pasadoimpregna los tejidos del mismo zumo acre,si todos los recuerdos en todas las memoriasdesprenden este olor

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a fruta madura mustia y a jazmín podrido.

Desearía mirarmecon las pupilas duras de aquel que más me odia,para que así el despreciodestruya los despojosde todo lo que nunca enterrará el olvido.

Otro tiempo vendrá distinto a éste...

Otro tiempo vendrá distinto a éste. Y alguien dirá: «Hablaste mal. Debiste haber contado otras historias: violines estirándose indolentes en una noche densa de perfumes, bellas palabras calificativas para expresar amor ilimitado, amor al fin sobre las cosas todas.» Pero hoy, cuando es la luz del alba como la espuma sucia de un día anticipadamente inútil, estoy aquí, insomne, fatigado, velando mis armas derrotadas, y canto todo lo que perdí: por lo que muero.

Palabra muerta, palabra perdida

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Mi memoria conserva apenas solo el eco vacilante de su alta melodía: lamento de metal, rumor de alambre, voz de junco, también latido, vena. Recuerdo claramente su erre temblorosa, su estremecida erre suspendida sobre un abismo de silencio y ámbar, desprendiéndose casi de la música oscura que por detrás la asía, defendiéndose apenas del cálido misterio que la alzaba en el aire creando un solo cuerpo de luz y de belleza. Luminosa y precisa, yo la sentía en mi ser profundamente, sabía su sentido, descifraba sin llanto su mensaje, porque acaso ella fuese -o sin acaso: cierto- la única palabra irrefrenable que mi sangre entendía y pronunciaba: una palabra para estar seguro, talismán infalible significando aquello que nombraba. Como un perfume que lo explica todo, como una luz inesperada, su presencia de viento y melodía hería los sentidos, golpeaba el corazón, estremecía la carne con el presentimiento verdadero de la honda realidad que descubría. Pronunciarla despacio equivalía a ver, a amar, a acariciar un cuerpo, a oler el mar, a oír la primavera, a morder una fruta de piel dulce. Todo ocurría así, hasta que un día la dije bien, y no entendí su cántico. La grité clara, la repetí dura, y esperé ávidamente, y percibí, lejano, un eco inexplicable, infiel

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reflejo que en vez de iluminar, oscurecía, que en vez de revelar, cubrió de tierra la imprecisa nostalgia de su antiguo mensaje. Cuando un nombre no nombra, y se vacía, desvanece también, destruye, mata la realidad que intenta su designio.

Para nada

Trabajé el aire se lo entregué al viento: voló, se deshizo, se volvió silencio.

Por el ancho mar, por los altos cielos, trabajé la nada, realicé el esfuerzo, perforé la luz ahondé el misterio.

Para nada, ahora, para nada, luego; humo son mis obras, cenizas mis hechos.

...Y mi corazón que se queda en ellos.

Porvenir

Te llaman porvenir porque no vienes nunca.

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Te llaman: porvenir, y esperan que tú llegues como un animal manso a comer en su mano. Pero tú permaneces más allá de las horas, agazapado no se sabe dónde.

!Mañana! Y mañana será otro día tranquilo un día como hoy, jueves o martes, cualquier cosa y no eso que esperamos aún, todavía, siempre.

Preámbulo a un silencio

Porque se tiene conciencia de la inutilidad de tantas cosasa veces uno se sienta tranquilamente a la sombra de un árbol en veranoy se calla.

(? ¿Dije tranquilamente? falso, falso:uno se sienta inquieto, haciendo extraños gestos,pisoteando las hojas abatidaspor la furia de un otoño sombrío,destrozando con los dedos el cartón inocente de una caja de fósforos,mordiendo injustamente las uñas de esos dedos,escupiendo en los charcos invernales,golpeando con el puño cerrado la piel rugosa de las casas que permanecen indiferentes al paso de la primaverauna primavera urbana que asoma con timidez los flecos de sus cabellos verdes allá arriba,detrás del zinc oscuro de los canalones,levemente arraigada a la materia efímera de las tejas a punto de ser de polvo.)Eso es cierto, tan ciertocomo que tengo un nombre con alas celestiales,arcangélico nombre que a nada corresponde:

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Ángelme diceny yo me levantodisciplinado y rectocon las alas mordidas quiero decir: las uñasy sonrío y me callo porque, en último extremo,uno tiene concienciade la inutilidad de todas las palabras.

Quise

A Susana Rivera

Quise mirar el mundo con tus ojosilusionados, nuevos,verdes en su fondocomo la primavera.Entré en tu cuerpo lleno de esperanzapara admirar tanto prodigio desdeel claro mirador de tus pupilas.Y fuiste tú la que acabaste viendoel fracaso del mundo con las mías.

Siempre lo que quieras

Cuando tengas dinero regálame un anillo, cuando no tengas nada dame una esquina de tu boca, cuando no sepas qué hacer vente conmigo -pero luego no digas que no sabes lo que haces.

Haces haces de leña en las mañanas

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y se te vuelven flores en los brazos. Yo te sostengo asida por los pétalos, como te muevas te arrancaré el aroma.

Pero ya te lo dije: cuando quieras marcharte ésta es la puerta: se llama Ángel y conduce al llanto.

Son las gaviotas, amor

Son las gaviotas, amor. Las lentas, altas gaviotas.

Mar de invierno. El agua gris mancha de frío las rocas. Tus piernas, tus dulces piernas, enternecen a las olas. Un cielo sucio se vuelca sobre el mar. El viento borra el perfil de las colinas de arena. Las tediosas charcas de sal y de frío copian tu luz y tu sombra. Algo gritan, en lo alto, que tú no escuchas, absorta.

Son las gaviotas, amor. Las lentas, altas gaviotas.

Te tuve

Te tuve cuando eras

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dulce, acariciado mundo. Realidad casi nube, ¡cómo te me volaste de los brazos! Ahora te siento nuevamente.No por tu luz, sino por tu corteza,percibo tu inequívocapresencia,...agrios perfiles, duros meridianos,¡áspero mundo para mis dos manos¡

Todo amor es efímero

Ninguna era tan bella como túdurante aquel fugaz momento en que te amaba: mi vida entera.

Todos ustedes parecen felices...

...Y sonríen, a veces, cuando hablan.Y se dicen , incluso,palabrasde amor. Perose amande dos en dosparaodiar de milen mil. Y guardantoneladas de asco por cadamilímetro de dicha.Y parecen -nada

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más que parecen- felices,y hablancon el fin de ocultar esa amargurainevitable, y cuántasveces no lo consiguen, comono puedo yo ocultarlapor más tiempo; estadesesperante, estéril, largaciega desolación por cualquier cosaque -hacia donde no sé-, lenta, me arrastra.

Última gracia

Acaso ese golpe final-yo ya caído-no fue otro acto de crueldad,sino una pruebade la piedad que decían no tenerme

Vals del atardecer

Los pianos golpean con sus colasenjambres de violines y de violas.Es el vals de las solasy solteras,el vals de las muchachas casaderas,que arrebata por rachassu corazón raído de muchachas.

A dónde llevará esa leve brisa,

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a qué jardín con luna esa sumisacorrienteque gira de repentedesatando en sus vueltasdoradas cabelleras, ahora sueltas,borrosas, imprecisasen el río de música y metrallaque es un vals cuando estallasus trompetas.

Todavía inquietas,vuelan las flautas hacia el cordelajede las arpas ancladas en la orilladonde los violoncelos se han dormido.

Los oboes apagan el paisaje.Las muchachas se apean en sus sillas,se arreglan el vestidocon manos presurosas y sencillas,y van a los lavabos, como después de un viaje.

Ya nada es ahora

Largo es el arte; la vida en cambio cortacomo un cuchilloPero nada ya ahora-ni siquiera la muerte, por su parteinmensa-

podrá evitarlo:exento, libre,

como la niebla que al romper el díalos hondos valles del invierno exhalan,

creciente en un espacio sin fronteras,

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ese amor ya sin ti me amará siempre.