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    Captulo tercero

    LA VERDAD REVELADA ACERCA DE LOS NGELES OANGELOLOGA CRISTIANA

    26. EXISTENCIA, ORIGEN Y NMERO DE LOS NGELES

    1. Existencia y origen de Ios ngeles

    Dios, al principio del tiempo, cre de la nada unas sustancias

    espirituales que son llamadas ngeles (de fe).

    La existencia de los ngeles la negaron los saduceos (Act 23, 8:Porque los saduceos niegan la resurreccin y la existencia de

    ngeles y espritus, mientras que los fariseos profesan lo uno y lootro) y la han negado el materialismo yel racionalismo de todas laspocas. Los racionalistas modernos consideran a los :ingeles comopersonificaciones de atributos y acciones divinas, o ven en laangelologa judeocristiana vestigios de un politesmo primitivo oelementos tomados de las ideologas prsicas y habilnicas.

    Los concilios iv de Letrn y del Vaticano declaran: simul ab initiotemporis utramque de nihilo condidit creaturam, spiritualem etcorporalem, angelicam videlicet et mundanam ; Dz 428, 1783. No

    est definido que el mundo anglico fuera creado al mismo tiempoque el mundo material (simul puede tambin significar : pariter,igualmente, tanto la una como la otra; cf. Eccli 18, 1); pero essentencia comn hoy da que as sucedi.

    La Sagrada Escritura da testimonio, aun en los libros ms antiguos,de la existencia de los ngeles, los cuales glorifican a Dios y, comoservidores y mensajeros suyos, son los encargados de traer susmensajes a los hombres ; cf. Gen 3, 24; 16, 7 ss ; 18, 2 ss; 19, 1 ss; 22, 11 s ; 24, 7; 28, 12; 32, 1 s. La creacin de los ngeles larefiere indirectamente el Exodo 20, 11 : En seis das hizo Yahv loscielos y la tierra, el mar y cuanto en ellos se contiene ; vdirectamente la refiere Col 1, 16: En El fueron creadas todas lascosas del cielo y de la tierra, las visibles y las invisibles, los tronos,las dominaciones, los principados, las potestades ; cf. Ps 148, 2-5.

    El testimonio de la tradicin es unnime desde un rinci io. Los

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    ,que ellos haban fornicado (v 7) se refieren a los ngeles antescitados y no a los habitantes de Sodoma y Gomorra. Si la primerainterpretacin es exacta, habr que ver en ella, como en el v 9, unaalusin a la tradicin muy extendida en el judasmo tardo y en losprimeros siglos del cristianismo, segn la cual los ngeles habran

    tenido contacto carnal con las mujeres (cf. Gen. 6, 2) y habrn sidocastigados por Dios por esta razn. El autor de la epstolarecordara a sus lectores esta tradicin, ya conocida por ellos, paraexplicarles en un ejemplo la justicia punitiva de Dios, sin querer darninguna indicacin formal sobre la naturaleza de los ngeles.

    Una gran parte de los santos padres, entre ellos San Agustn,sufrieron el influjo de las doctrinas estoicas y platnicas, einterpretando equivocadamente algunas expresiones de la Escritura(Ps 103, 4; Gen 6, 2; angelofanas), atribuyeron a los ngeles cierto

    cuerpo sutil, etreo o semejante al fuego; mientras que otros, comoEusebio de Cesarea, San Gregorio Nacianceno, el Seudo-Dionisio ySan Gregorio Magno, profesaron la pura espiritualidad de losngeles. SAN GREGORIO MAGNO dice : El ngel es solamenteespritu; el hombre, en cambio, es espritu y cuerpo (Moralia iv3,8). Durante el perodo de apogeo de la escolstica, la EscuelaFranciscana supona, aun en las sustancias creadas puramenteespirituales, una composicin de materia y forma (elementodeterminado y elemento determinante), mientras que SANTOTOMS y su escuela consideraron las sustancias puramenteespirituales como formas subsistentes sin materia o formasseparadas; S.th. 1 50, 1-2.

    2. Inmortalidad natural de los ngeles

    Los ngeles son por naturaleza inmortales (sent. comn).

    De la pura espiritualidad de la naturaleza anglica se deriva suinmortalidad natural ; cf. 1,c 20, 36: Ellos [los resucitados] ya nopueden morir, pues son semejantes a los ngeles. La felicidadcelestial de los ngeles buenos y la reprobacin de los malos es deduracin eterna, segn testimonio de la revelacin ; Mt 18, 10:Apartaos de m, malditos, al fuego eterno, preparado para el diabloy sus ngeles.

    No es exacto lo que afirma SAN JUAN DAMASCENO (De fide orth. Ir

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    3) y con l algunos escolsticos (Escoto, Biel) de que lainmortalidad de los ngeles sea don de la gracia. En efecto, no esotra cosa que una consecuencia necesaria de su naturalezaespiritual; S.th. 150, 5.

    3. Entendimiento, vo luntad y poder de los ngeles

    Como sustancias espirituales, los ngeles poseen entendimiento ylibre voluntad. El conocimiento y volicin de los ngeles, por ser sunaturaleza puramente espiritual, son mucho ms perfectos que elconocimiento v volicin humanos ; mientras que por ser lanaturaleza anglica finita y limitada su conocimiento y volicin sonesencialmente inferiores al infinito conocimiento y volicin de Dios.Los ngeles no conocen los secretos de Dios (1 Cor 2, 11), nipueden escudriar los corazones (3 Reg 8, 39), ni tienen tampocopresciencia cierta de las acciones libres futuras (Is 46, 9 s) ;desconocen el da y hora del juicio (Mt 24, 36; Mc 13, 32). Suvoluntad es mudable.

    El modo con que conocen los ngeles est de acuerdo con sunaturaleza puramente espiritual. No proceden como el hombre, quese forma las especies inteligibles por abstraccin de la experienciasensible, sino que, al ser creados, los ngeles reciben esasespecies de Dios juntamente con la potencia intelectiva (cienciainfusa o indita); cf. S.th. I 55, 2. El conocimiento natural de Dios queposeen los ngeles es mediato y adquirido por la contemplacin delas perfecciones creadas, y particularmente de sus propiasperfecciones; cf. S.th. r 56, 3.

    La Libre voluntad es presupuesto necesario para que pecaran losngeles malos y sufrieran, en consecuencia, la condenacin eterna;2 Petr 2, 4: Dios no perdon a Ios ngeles que pecaron.

    Como los ngeles estn elevados por su naturaleza sobre todas lasdems criaturas, por lo mismo poseen un poder mucho msperfecto que todas ellas. Segn 2 Petr 2, 11, los ngeles sonsuperiores en fuerzas y poder a los hombres. Sin embargo, losngeles carecen del poder de crear de la nada y de obrar milagrosestrictamente tales, poderes que competen nicamente a Dios.

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    28. LA ELEVACI N SOBRENATURAL Y LA PRUEBA A LA QUEFUERON SOMETIDOS LOS NGELES

    1. Elevacin al estado de gracia

    Dios ha fijado a los ngeles un fin ltimo sobrenatural, que es lavisin inmediata de Dios, y para conseguir este fin les ha dotado de

    gracia santificante (sent. cierta).

    a) Po v conden la doctrina de Bayo, el cual aseguraba que lafelicidad eterna concedida a los ngeles buenos era unarecompensa por sus obras naturalmente buenas y no un don de lagracia ; Dz 1033 s.

    Jess nos asegura, cuando reprueba el escndalo : Sus ngeles

    no cesan de contemplar el rostro de mi Padre, que est en loscielos (Mt 18, 10) ; cf. Tob 12, 19. La condicin indispensable paraalcanzar la visin beatfica de Dios es hallarse en posesin de lagracia santificante.

    Los santos padres testifican expresamente la elevacin de losngeles al estado de gracia. SAN AGUSTN ensea que todos losngeles, sin excepcin, fueron dotados de gracia habitual para serbuenos y ayudados incesantemente con la gracia actual parapermanecer siendo buenos (De civ. Dei XII 9, 2; De corrept. et

    gratia, e. 11, n. 32). SAN JUAN DAMASCENO ensea: Por el Logosfueron creados todos los ngeles, siendo perfeccionados por elEspritu Santo para que cada uno, conforme a su dignidad y orden,fuera hecho partcipe de la iluminacin yde la gracia (De fide orth.II 3).

    b) Por lo que respecta al momento en que fueron elevados Ios

    ngeles al estado de gracia, ensean PEDRO LOMBARDO (Sept. IId. 4-5) y la Escuela Franciscana de la edad media que los ngelesfueron creados sin dones sobrenaturales, debiendo prepararse con

    ayuda de gracias actuales a la recepcin de la gracia santificante.Esta ltima solamente lleg a confiarse a los ngeles fieles. Por elcontrario, SANTO ToMs, siguiendo a San Agustn, ensea en susltimos escritos que los ngeles fueron creados en estado de graciasantificante: probabilius videtur tenendum et magis dictissanctorum consonum est, quod fuerunt creati in gratia gratumfaciente S.th. I 62 3 cf. SAN AGUSTN De civ. Dei xii 9 2:

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    angelos creavit... simul eis et condens naturam et largiensgratiam. El Catecismo Romano (I 2, 17) sigue la doctrina ce SanAgustn y Santo Toms, que pone ms de relieve el carctergratuito ce la elevacin sobrenatural.

    2. La prueba de los ngeles

    Los ngeles fueron sometidos a una prueba moral (sent. ciertarespecto de las ngeles cados ; sent. comn respecto de losbuenos).

    Los ngeles se encontraron primero en estado de peregrinacin (instatu viae), por el cual deban merecer, con la ayuda de la gracia ymediante su libre cooperacin a ella, la visin beatfica de Dios enun estado definitivo (in statu termini). Los ngeles buenos quesalieron airosos de la prueba recibieron como recompensa lafelicidad eterna del cielo (Mt 18, 10; Tob 12, 15 ; Hebr 12, 22; Apoc5, 11; 7, 11), mientras que los ngeles malos, que sucumbieron a laprueba, fueron condenados para siempre (2 Petr 2, 4; Iuda 6).

    Con respecto a los ngeles cados, conocemos el hecho de quefueron sometidos a una prueba moral por testimoniarnos la SagradaEscritura que dichos ngeles pecaron (2 Petr 2, 4). Con respecto alos ngeles buenos, no podemos fundarnos en la Biblia con la

    misma certeza, pues la felicidad celestial de stos no esconsiderada expresamente como recompensa a su fidelidad. Laopinin, sostenida por muchos santos padres, de que los ngelesfueron creados en estado de gloria es incompatible, tratndose delos ngeles malos, con el hecho de su cada en el pecado. SanAgustn sostuvo mucho tiempo (desistiendo despus de estasentencia) que desde un principio existieron dos reinos anglicosdistintos: el reino superior de los ngeles creados en estado degloria, y que son, por tanto, impecables, y el reino inferior de losngeles con posibilidad de pecar, los cuales deban merecer la

    felicidad completa por medio de un fiel cumplimiento de su deber; talopinin parece inverosmil, porque establece una distincintotalmente infundada en la conducta inicial de Dios con respecto alos ngeles ; S.th. 162, 4-5.

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    1. La cada en e l pecado

    Los espritus malos (demonios) fueron creados buenos por Dios;

    pero se hicieron malos por su propia culpa (de fe).

    El concilio iv de Letrn (1215) defini contra el dualismo de losgnsticos y maniqueos : Diabolus enim et alii daemones a Deoquidem natura creati sunt boni, sed ipsi per se facti sunt mali ; Dz428; cf. Dz 427.

    La Sagrada Escritura ensea que parte de los ngeles noresistieron la prueba, cayendo en el pecado grave y siendoarrojados al infierno en castigo a su rebelda ; 2 Petr 2, 4: Dios noperdon a los ngeles que pecaron, sino que, precipitados en eltrtaro, los entreg a las prisiones tenebrosas, reservndolos parael juicio ; Iuda 6: A los ngeles' que no guardaron su dignidad yabandonaron su propia morada los tiene reservados en perpetuaprisin, en el orco, para el juicio del gran da ; cf. Ioh 8, 44 : El [eldiablo] no se mantuvo en la verdad.

    Los pasajes de Lc 10, 18 (Vea yo a Satans caer del cielo comoun rayo) y Apoc 12, 7 ss (lucha de San Miguel y sus ngelescontra el dragn y los suyos, y cada del dragn y sus ngeles a

    tierra) no se refieren, si examinamos el contexto, a la cada de losngeles al principio de los tiempos, sino al destronamiento deSatans por la obra redentora de Cristo; cf. Ioh 12, 31.

    El pecado de los ngeles fue, desde luego, un pecado de espritu,y, segn ensean San Agustn y San Gregorio Magno, un pecadode soberbia; de ninguna manera fue un pecado carnal, comoopinaron muchos de los santos padres ms antiguos (San Justino,Atengoras, Tertuliano, San Clemente Alejandrino, San Ambrosio),e igualmente la tradicin juda, fundndose en Gen 6, 2, donde se

    narra que los hijos de Dios tornaron por mujeres a las hijas delos hombres, e interpretando que esas uniones matrimonialestuvieron lugar entre los ngeles (hijos de Dios) y las hembras dellinaje humano. Aparte de que el pecado de los ngeles hay quesituarlo temporalmente con anterioridad al pasaje del Gen 6, 2,diremos que la pura espiritualidad de la naturaleza anglica habladecididamente en contra de esta teora; cf. Eccli 10, 15: El principio

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    de todo pecado es la soberbia. Los santos padres y telogosaplican tpicamente al pecado del diablo la frase, referida en Ier 2,20, que pronuncia Israel en su rebelda contra Dios: No te servir; e igualmente aplican tpicamente aquella prediccin del profetaIsaas (14, 12ss) sobre el rey de Babilonia: Cmo caste del cielo,lucero esplendoroso, hijo de la aurora (qui mane oriebaris) !... T

    dijiste en tu corazn: Subir a los cielos; en lo alto, sobre lasestrellas, elevar mi trono... ser igual al Altsimo; cf. SANGREGORIO MAGNO, Moralia xxxiv 21; S.th. 163, 3: angelusabsque omni dubio peccavit appetendo esse ut Deus.

    2. Reprobacin eterna

    As corno la felicidad de los ngeles buenos es de eterna duracin(Mt 18, 10), de la misma manera el castigo de los espritus malos

    tampoco tendr fin; Mt 25, 41 : Apartaos de m, malditos, al fuegoeterno, preparado para Satans y sus ngeles ; cf. Iuda 6: enperpetua prisin ; Apoc 20, 10: Sern atormentados da y nochepor los siglos de los siglos.

    La doctrina de Orgenes y de varios de sus seguidores (SanGregorio Niseno, Didimo de Alejandra, Evagrio Pntico) sobre larestauracin de todas las cosas (apocatastasis panton; cf. Act 3,21), y que sostiene que los ngeles y hombres condenados,despus de un largo perodo de purificacin, volvern a conseguirla gracia y retornarn a Dios, fue condenada como hertica en unsnodo de Constantinopla (543) ; Dz 211; cf. 429.

    30. ACTIVIDAD DE LOS NGELES BUENOS

    1. Relaciones con Dios

    La misin primaria de los ngeles buenos es la glorificacin yservicio de Dios (sent. cierta).

    La Sagrada Escritura invita a los ngeles a que alaben a Dios, ytestifica que, por medio de la alabanza de estos espritus, Dios esglorificado ; cf. Ps 102, 20s: Bendecid a Yahv, todos vosotros,ngeles suyos ; cf. Ps 148, 2; Dan 3, 58; Is 6, 3 ; Apoc 4, 8 ; 5, 11

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    s ; Hebr 1, 6. El servicio de Dios redunda en alabanza del mismo.Como mensajeros de Dios, los ngeles son los encargados detransmitir a los hombres revelaciones y encargos de parte de ladivinidad ; cf. I,c 1 , 11 s ; 1 , 26 ss ; Mt 1 , 20 s ; Lc 2, 9 ss ; Mt 2, 13y 19 s ; Act 5, 19 s ; 8, 26; 10, 3 ss ; 12, 7 ss.

    2. Relaciones con los hombres

    a) La misin secundaria de los ngeles buenos es proteger a los

    hombres y velar por su salvacin (de fe en virtud del magisterioordinario y universal de la Iglesia).

    La Iglesia celebra desde el siglo xvi una fiesta especial para honrara los santos ngeles custodios. El Catecismo Romano (iv 9, 4)ensea : La Providencia divina ha confiado a los ngeles la misin

    de proteger a todo el linaje humano y asistir a cada uno de loshombres para que no sufran perjuicios.

    La Sagrada Escritura testifica que todos los ngeles se hallan alservicio de los hombres; Hebr 1, 14: ;No son todos ellos espritusservidores, enviados para servicio de los que han de heredar lasalvacin ? Ps 90, 11 s, pinta la solicitud de los ngeles por losescogidos ; cf. Gen 24, 7; Ex 23, 20-23; Ps 33, 8; Judith 13, 20; Tob5, 27; Dan 3, 49; 6, 22.

    Segn ORGENES (De princ. I,praef. 10), es parte esencial de lasenseanzas de la Iglesia que existen ngeles de Dios y poderesbuenos que le sirven a Bl para consumar la salvacin de loshombres ; cf. ORGENES, Contra Celsum vlii 34.

    b) Cada creyente tiene su particular ngel de la guarda desde el da

    de su bautismo (sent. cierta).

    Segn doctrina general de los telogos, no slo cada creyente, sinocada hombre (tambin los infieles) tiene desde el da de su

    nacimiento un ngel de la guarda particular. Tal aserto se fundabblicamente en la frase del Seor que refiere Mt 18, 10: Mirad queno despreciis a uno de esos pequeos, porque en verdad os digoque sus ngeles ven de continuo en el cielo la faz de mi Padre, queest en los cielos ; cf. Act 12, 15 : Su ngel es [el de Pedro].

    SAN BASILto, fundndose en Mt 18, 10, ensea : Cada uno de ios

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    e es ene a su a o un nge como e uca or y pas or que r ge suvida (Adv. Eunomium tu 1). Segn testimonio de San GregorioTaumaturgo y San Jernimo, cada persona tiene, desde el da de sunacimiento, un ngel de la guarda particular. San Jernimo comentaa propsito de Mt 18, 10: el Cun grande es la dignidad de lasalmas [humanas], que cada una de ellas, desde el da del

    nacimiento (ab ortu nativitatis), tiene asignado un ngel para quela proteja!; cf. SAN GREGORIO TAUMATURGO, Discurso degratitud a Orgenes, c. 4; S.th. t113, 1-8.

    3. El culto a Ios nge les

    El culto tributado a los ngeles encuentra su justificacin en lasrelaciones, antes mencionadas, de los mismos para con Dios y paracon los hombres. Todo lo que el concilio de Trento nos ensea

    acerca de la invocacin y culto de Ios santos (Dz 984 ss) se puedeaplicar tambin a los ngeles. La censura que hizo San Pablo (Col2, 18) del culto a los ngeles se refera a una veneracin exageradae improcedente de los mismos, inspirada en errores gnsticos. SANJUSTINO mrtir nos atestigua ya el culto tributado en la Iglesia a losngeles (Apol. 1, 6).

    31. ACTIVIDAD DE LOS NGELES MALOS

    1. Dominio del diablo sobre Ios hombres

    El diablo, por razn del pecado de Adn, posee cierto dominio

    sobre los hombres (de fe).

    El concilio de Trento cita, entre las muchas consecuencias delpecado de Adn, la esclavitud bajo el poder del diablo; Dz 788; 793.Esta fe de la Iglesia encuentra su expresin litrgica en lasceremonias del bautismo.

    Cristo llama al diablo prncipe de este mundo (Ioh 12, 31; 14,30).San Pablo le llama dios de este mundo (2 Cor 4, 4). La accinredentora de Cristo venci en principio al podero del diablo; loh 12,31: Ahora el prncipe de este mundo ser arrojado fuera ; Hebr 2,14 : Jess tom carne y sangre para destruir por la muerte al quetena el imperio de la muerte, esto es, al diablo ; cf. Col 1, l3; 2, 15;

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    o , . n e u c o un versa , su r r un comp e o y e n voquebranto el dominio del diablo; cf. 2 Petr 2, 4 ; Iuda 6.

    2. Formas con que e l diablo ejerce su dominio

    a) Los espritus del mal procuran hacer dao moral a los hombresincitndoles al pecado (tentatio seductionis); 1 Petr 5, 8: Estadalerta y velad, que vuestro adversario el diablo, como len rugiente,anda rondando y busca a quin devorar ; cf. Mt 13, 25 y 39 (lacizaa sembrada entre el trigo) ; Eph 6, 12. Ejemplos bblicos son elpecado de nuestros primeros padres (Gen 3, 1 ss ; Sap 2, 24; Ioh 8,44), el fratricidio de Can (Gen 4, 1 ss; 1 Ioh 3, 12), la traicin deJudas (Ioh 13, 2 y 27), la negacin de Pedro (Lc 22, 31), la mentirade Ananas (Act 5, 3). La tentacin del diablo no fuerza al hombre apecar, pues ste sigue conservando su libertad natural. El enemigo

    malo solamente puede tentar al hombre en la medida en que Diosse lo permita con su divina prudencia ; cf. 1 Cor 10, 13: Dios nopermitir que seis tentados sobre vuestras fuerzas.

    b) Los malos espritus procuran inferir tambin al hombre daosfsicos causndole mal fsico (infestatio); cf. Tob 3, 8; Iob 1, 12; 2, 6;1 Cor 5, 5.

    c) Otra especie de infestacin diablica es la posesin (obsessio,possessio), por la cual el mal espritu se apodera violentamente del

    cuerpo humano dominando los rganos del mismo y las fuerzasinferiores del alma, pero no las superiores. El testimonio explcito deCristo habla en favor de la posibilidad y realidad efectiva de estefenmeno. Jess mismo expuls malos espritus (Mc 1, 23 ss; Mt 8,16; 8, 28 ss; 9, 32; 12, 22; 17, 18) y confiri a sus discpulos podersobre los malos espritus (Mt 10, 1 y 8 ; Mc 16, 17; Ls 10, 17 ss) ; cf.los exorcismos dispuestos por la Iglesia.

    Los racionalistas opinan que los posesos de que nos habla laSagrada Escritura eran slo enfermos fsica o psquicamente, y que

    Jess se acomod a la creencia en el diablo, universal entre elpueblo judo. Pero esta teora es incompatible con la seriedad de lapalabra divina y con la veracidad y santidad del Hijo de Dios.

    Cuando se trate de comprobar la existencia de influjos demonacos,habr que precaverse tanto de la credulidad ingenua como delescepticismo racionalista. Como el inferir daos fsicos es una forma

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    extraordinaria de accin diablica, habr que examinardiligentemente si no es posible explicar los efectos de que se tratepor causas naturales. La inclinacin exagerada a considerarcualquier fenmeno raro como accin diablica ocasion hacia elfinal de la edad media el lamentable desvaro de ver brujeras entodas partes.

    La opinin patrocinada por varios escritores de los primeros tiemposdel cristianismo (Pastor de HERMAS, Orgenes, Gregorio Niseno,Juan Casiano), la escolstica (PEDRO LOMBARDO, Sent. ii11, 1) yalgunos telogos modernos (Surez, Scheeben), segn la cual acada persona le asigna el diablo, desde el da mismo de sunacimiento, un espritu malo para que le incite sin cesar al mal(rplica al ngel de la guarda), carece de fundamento suficiente enlas fuentes de la revelacin, siendo adems difcilmente compatiblecon la bondad y misericordia de Dios. Los lugares de la Escrituraque generalmente se citan en apoyo de esta teora (Ioh 13, 2; Ps108, 6; Zach 3, 1; Iob 1-2; 2 Cor 12, 7) no tienen fuerza probativa.

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