Animas perdidas de San Bernardino.

Si hay silvadores, luz de bengala, los volcanes, bombeadoressss!!!

Gritaba con su voz, fuerte, retumbante, la cual se escuchaba a kms Ya a finales de noviembre, como quien ve a un espanto, aparecia de la nada, ese negro barloventeño, de nombre Isidro, el cual era el marchante de fuegos artificiales. Era un personaje que aparecía cada año con precisión, en cada una de nuestras navidades, a quien le comprábamos, nuestros padres y nosotros, nuestro arsenal de fuegos artificiales: Triquitraquis, silbadores, bombeadores, platillitos, martillitos, fosforitos, volcanes. Era un hombre fuerte, tesonero, trabajador, que a pie y con dos cestas de mimbre, donde cargaba la mercancía permitida, paseaba por todo san Bernardino, haciéndonos cada navidad la mejor del mundo. Siempre andaba en flux oscuro, el cual es sus forros internos albergaba la mercancía prohibida de la época, que eran los explosivos! Me acuerdo bien de sus alpargatas, de su sobrero de paja de buen volao, las pobres andaban kilómetros cada diciembre para satisfacernos a a cada uno de los niños que habitamos allí. Recuerdan su ojo vidrioso, el derecho, el cual usaba para verlo a uno fijamente cuando uno le pedía triquitraquis? Al final, fuimos creciendo, con ello, paso de ser un habitante comun de nuestras vidas cotidianas a una leyenda, de esas leyendas urbanas, al cual hoy le rindo tributo. Gracias por hacer mis navidades tan extraordinarias.

Rubén Cantafio.