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antecedentes del atrio mexicano del siglo XVI carlos chanfón olmos Los atrios en los conventos construidos por las Ordenes Mendicantesdurante el siglo XVI, han sido tradicional- mente un tema de gran interés para la historia de la ar- quitectura novohispana. Con distintos enfoques, todos los autores dedicados al estudio del primer siglo de nuestra etapa virreinal, se han referido a este elemento caracteristico, antepuesto a las construccionesmonaca1es.El interés está plenamentejus- tificado, pues los atrios, en su simplicidad formal, son testimonio notable de las complejas actividades de- sarrolladas dentro de la naciente sociedad mexicana a partir de la caída de la capital azteca y de la llegada de los primeros grupos de frailes evangelizadores. George Kubler y John McAndrew son los autores que más ampliamente se han ocupado de este fenómeno ar- quitectónico, en sus respectivoslibros sobre la arquitectu- ra mexicana del siglo XVI. Pero al analizar sus antece- dentes, han buscádo las raices en que pudo inspirarse su creación, dejando de lado las etapas evolutivas, previas a la integración de los atrios en el conjunto tipico arquitec- tónico monástico. I Este breve artículo está dedicado a examinar las pistas que existen sobre esas etapas previas en la evolución del atrio, con base en un documento hasta ahora poco estu- diado con esta orientación. Nos referimos a la obra escri- ta por fray Diego de Valadés, titulada Rhetoricq Chris- liana, editada por primera vez en Perusa, el aflo de 1579. Los datos reveladores se encuentran en el capítulo XXIII, que describe los inicios de la predicación a partir de la to- ma de Tenochtitlan por las fuerzas hispano-tlaxcaltecas Y el arrivo de los primeros misioneros franciscanos. Este capítulo lleva por título: De die et anno quo Mexica occu- pala est et de adventu religiosorum.2 Tuvimos ocasión, hace algún tiempo, de detectar estas. pistas, al preparar un artículo sobre el grabado que apa- 4 rece en la página 107 del documento, y que es la única representación gráfica del atrio, procedente del siglo XVI y de la cual existen dos versiones diferentes) El primer problema que hay que enfrentar es el del tér- mino mismo. La denominación de atrio para el elemento estudiado de los conventos mexicanos, es tardía. Según John McAndrew, los primeros en usar la palabra fueron los cronistas dominicos de los inicios del siglo XVII, Fer- nando Ojea (1604) y Antonio de Remesal (1613-1619). Ambos la utilizan en una sola ocasión, siendo patio la forma habitual que aparece en sus escritos. Y en efecto, los cronistas del siglo precedente le llaman comunmente pat!o, aunque tam6ién aparecen los términos corral, es- pacio cercado, cuadrilátero, recinto sagrado. El atrio, sin embargo, es de muy antigua tradición en el mundo cristiano, con amplios antecedentes en la ar- quitectura romana precristiana, donde pueden escudri- ñarse sus orígenes. ¿Cuál puede ser entonces la causa pa- ra que los cronistas del siglo XVI, emplearan otras deno- minaciones? Nos parece que la razón está en que, para los predica- dores de la gran campafla inicial de evangelización, la forma y funciones del elemento arquitectónico que nos ocupa, no podían asociarse con las de los atrios tradi- cionales europeos. . . Sobre el significado de la palabra atrio en los siglos XVI y XVII, el Diccionario de Autoridades dice: ATRIO: Propiamente era en lo antiguo un género de edificio . que estaba antes de la casa: lo que aun hoy se conserva en algunas casas grandes antiguas, élmanera de corral cerca- do con muralla. En lo moderno se toma por el zaguán, Ó el portal que sirve de entrada él la misma casa. Viene del Latino Alrium, que significa esto mismo. Valverde, Vid. de Christ. lib. 6 cap. 25, A este tiempo que eran las tres de ,---

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antecedentes del atriomexicano del siglo XVIcarlos chanfón olmos

Los atrios en los conventos construidos por las OrdenesMendicantesdurante el siglo XVI, han sido tradicional-mente un tema de gran interés para la historia de la ar-quitectura novohispana.

Con distintos enfoques, todos los autores dedicados alestudio del primer siglode nuestra etapa virreinal, se hanreferido a este elemento caracteristico, antepuesto a lasconstruccionesmonaca1es.El interés está plenamentejus-tificado, pues los atrios, en su simplicidad formal, sontestimonio notable de las complejas actividades de-sarrolladas dentro de la naciente sociedad mexicana apartir de la caída de la capital azteca y de la llegadade losprimeros grupos de frailes evangelizadores.

George Kubler y John McAndrewson los autores quemás ampliamentese han ocupado de este fenómeno ar-quitectónico,en sus respectivoslibros sobre la arquitectu-ra mexicana del siglo XVI. Pero al analizar sus antece-dentes, han buscádo las raices en que pudo inspirarse sucreación, dejando delado las etapas evolutivas, previas ala integración de los atrios en el conjunto tipico arquitec-tónico monástico. I

Este breve artículo está dedicado a examinar las pistasque existen sobre esas etapas previas en la evolución delatrio, con base en un documento hasta ahora poco estu-diado con esta orientación. Nos referimos a la obra escri-ta por fray Diego de Valadés, titulada Rhetoricq Chris-liana, editada por primera vez en Perusa, el aflo de 1579.Los datos reveladores se encuentran en el capítulo XXIII,que describe los inicios de la predicación a partir de la to-ma de Tenochtitlan por las fuerzas hispano-tlaxcaltecas Yel arrivo de los primeros misioneros franciscanos. Estecapítulo lleva por título: De die et anno quo Mexica occu-pala est et de adventu religiosorum.2

Tuvimosocasión, hace algún tiempo, de detectar estas.pistas, al preparar un artículo sobre el grabado que apa-4

rece en la página 107 del documento, y que es la únicarepresentación gráfica del atrio, procedente del siglo XVIy de la cual existen dos versiones diferentes)

El primer problema que hay que enfrentar es el del tér-mino mismo. La denominación de atrio para el elementoestudiado de los conventos mexicanos, es tardía. SegúnJohn McAndrew, los primeros en usar la palabra fueronlos cronistas dominicos de los inicios del siglo XVII, Fer-nando Ojea (1604) y Antonio de Remesal (1613-1619).Ambos la utilizan en una sola ocasión, siendo patio laforma habitual que aparece en sus escritos. Y en efecto,los cronistas del siglo precedente le llaman comunmentepat!o, aunque tam6ién aparecen los términos corral, es-pacio cercado, cuadrilátero, recinto sagrado.

El atrio, sin embargo, es de muy antigua tradición en elmundo cristiano, con amplios antecedentes en la ar-quitectura romana precristiana, donde pueden escudri-ñarse sus orígenes. ¿Cuál puede ser entonces la causa pa-ra que los cronistas del siglo XVI, emplearan otras deno-minaciones?

Nos parece que la razón está en que, para los predica-dores de la gran campafla inicial de evangelización, laforma y funciones del elemento arquitectónico que nosocupa, no podían asociarse con las de los atrios tradi-cionales europeos. . .

Sobre el significado de la palabra atrio en los siglosXVI y XVII, el Diccionario de Autoridades dice:

ATRIO: Propiamente era en lo antiguo un género de edificio. que estaba antes de la casa: lo que aun hoy se conserva en

algunas casas grandes antiguas, élmanera de corral cerca-do con muralla. En lo moderno se toma por el zaguán, Óel portal que sirve de entrada él la misma casa. Viene delLatino Alrium, que significa esto mismo. Valverde, Vid.de Christ. lib. 6 cap. 25, A este tiempo que eran las tres de

,---

la madrugada, baxaron a Jesús del salón del Consistorioal átrio donde estaba Pedro... Y entregaron él Jesus él laesquadra de soldados que le havían trahido preso, paraque en el átrio le tuviessen en segura custodia.4

La cita ofrecida como ejemplo, está tomada de la Vidade Cristo (1657), escrita por fray Fernando de Valverde,que puede considerarse contemporáneo de Ojea y Reme-sal. Según este diccionario, lo característico del atrio, esel ser un espacio abierto y delimitado, antepuesto a unedificio, del que forma parte y al cual sirve de vestíbulo oentrada.

Si los cronistas del siglo XVI no utilizaron el términoatrio, es porque el espacio arquitectónico aludido -en suforma inicial- no estaba antepuesto a un edificio delcual formara parte. Así aparece en el grabado de la Rhe-torica, sin estar ligado a un monasterio o templo, y así es-tá descrito en el capítulo XXIII:

Quo circa moris est illis praedicari in areis, quae sunt spa-tiosissimae, non solum in civitatibus ubi nostram communemhabemus habitationem, sed etiam in ombinus alEs ad quaepraedicationis causa accedimus. Nam vbicumque sumus sem-per operi animarum sumus intenti.5

De ahí que la costumbre sea predicarles en espacios abier-tos que son espaciosísímos, no sólo en las ciudades dondetenemos nuestros conventos, sino en todos los lugares alos que llegamos que son espaciosísimos, no sólo en lasciudades donde tenemos nuestros conventos, síno en to-dos los lugares a los que llegamos para predicar. Puesdondequiera que estamos, siempre estamos dedicados altrabajo de las almas.

Es evidente que, siendo demasiado pocos los frailes,con relación a las áreas territoriales que cubrieron con supredicación, los lugares a los que llegaban para evangeli-zar eran mucho más numerosos que aquellos en los quetenían un convento. Así, la inmensa mayoría de estos lo-cales para la predicación no estaban antepuestos a unconvento, pero ni siquiera en la inmediata proximidad dealguno de ellos.

Ya fray Diego de Valadés, algunos renglones antes, enla misma página donde está tomada .la cita anterior,había descrito esas áreas espaciosas, llamándolas aedessacrae -recintos sagrados- revelando características ge-nerales que coinciden con el grabado, pero que los auto-res contemporáneos no han relacionado hasta ahora conlos atrios, considerando la ilustración como algo pura-mente simbólico. La descripción de Valadés dice:

Sunt autem aedes sacra e ab aliis separatae in modum insula-rum vicos vndique habemes, et altos parietes saxeos et calceinterlitos, nullis connexae aedificiis cohaerentibus.6

Hay los recintos sagrados, separados de los demás y cerca-dos con altos muros de mamposterá unida con cal, sinadosarse a ninguna construcción y teniendo hacia todoslados las poblaciones a manera de islas.

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Valadés ha estado describiendo en los párrafos ante-riores, los distintos tipos de templos que se han cons-truido; a eso se refiere al decir, con referencia a los recin-tos sagrados ab aliis separatae (separados de los demástemplos); de modo que explícitamente los describe comodesligados, sin tener construcciones adosadas y fuera delas poblaciones, que se encuentran en los alrededores amanera de islas. Los recintos sagrados, entonces, sedebían localizar en lugares estratégicamente selecciona-dos, con la clara intención de reunir en ellos a los habi-tantes de las varias poblaciones circunvecinas.

El escaso número de misioneros ante el inmenso terri-torio, da plena justificación a las dimensiones y a la loca-lización de estos recintos. Así pues, en el grabado de laRhetorica, el único elemento simbólico es la representa-ción de la Sancta Ecc/esia, llevada en hombros por doceprimeros franciscanos encabezados por el propio SanFrancisco, y con fray Martín de Valencia cerrando la pe-queña pero importante procesión.

Por otro lado, la denominación misma de aedes sacrae,recintos sagrados, parece reforzar la hipótesis ya plante-ada por McAndrew, de que los atrios, con sus complejasfunciones cívico-religiosas, pueden muy bien haberse ins-pirado en los recintos ceremoniales de las culturas prehis-pánicas, y no en sus homónimo s paleocristianos, me-dievales y renacentistas, ni en las musallas islá,micas.

En todo caso, inspirados o no en antecedentesindígenas, es evidente que estos recintos experimentaronetapas previas, antes de quedar integrados definitivamen-te a los conjuntos monásticos. Ningún autor ha reparadoen ello quizá porque la Rhetorica Christiana, redactadaen latín, ha sido poco analizada, y quienes la han estu-diado -como Esteban J. Palomera S.J.- han perse-guido objetivos distintos al,análisis arquitectónico.7

Por su parte, Valadés, .tampoco está preocupado porrevelar en su escrito los detalles precisos en la evoluciónde las construcciones monacales. Para él, lo importantees dar a conocer la labor misional de su Orden, y sólo serefiere al fenómeno arquitectónico como marco de refe-rencia necesario, contemplado como un hecho global, enel que las referencias carecen de una perspectiva cronoló-gicamente ordenada. Debemos pues, entresacar de lasfrases de su narración, las menciones que nos interesan, einferir los datos sobre la evolución de 'los recintos sagra-dos, para poder identificarlos, en su etapa final, como losatrios que conocemos. ,

Sobre las complejas funciones de los recintos sagrados,Valadés hace una detallada descripción, explicando elgrabado de la pá~ina 107. De sus palabras, se deduce lagran popularidad de que gozaron entre la poblaciónindigena:

Areae nunquam conf1uenti popula vacuae sunt, quod adconversionem et directionem illorum ad veritatem instar

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magni est momenti: nulla enim dies praeterit quae nos suasReligiosisadferat ocupationes.8

Los espacios nunca están vacíos de gente que viene por-que consideran de gran importancia lo que se refiere a laconversión y los conduce a la verdad: en efecto, no pasadía que no llene a los religios~s con estas ocupaciones.

En esta ocasión el escritos llama áreas los recintos,permitiéndonos inferir que, en lengua castellana, notenían un nombre específico. Quizá una investigación endocumentos de la época, escritos en náhuatl, permita en-contrar alguna denominación especial en esa lengua, quea la vez diera pie a fundamentar una relación con los re-cintos ceremoniales prehispánicos.

En la descripción de funciones, Valadés hace hincapiéen la instrucción religiosa; por ejemplo, explicando elgrabado dice:

A. Est verbi Dei buccinator, qui in proprio Idiomate ad sen-sum aptat coelestiu dona. B. Quoniam vt literis carentes ne-cesse fuit demonstratione aliqua ipsos docere: Ideo virga illisnostrae redemptionis mysteria ostendit. Vt postmodum illadiscurrentes melius memoriae haereant. 9

A. Aquí está el predicador de la palabra de Dios, que en supropia lengua les explica los dones celestiales. B. Fue ne-cesario enseñarles con alguna ilustración, porque nosabian leer: por eso el predicador les muestra los misteriosde nuestra redención con una varita. De este modo, refle-xionando ellos después los memoricen mejor.

Sin embargo, la instrucción religiosa no era la única en-señanza impartida en los recintos. Con una obligada ala-banza a su mentor, Pedro de Gante, Valadés se refiere aotras variadas actividades:

Discunt etiam pingere, rerum imagines coloribus delineare,et acute pingere. Initio maximae pietatis vir Petrus Ganden-sis, de qua alibi opportunius dicetur, omnes artes mechanicasquae apud nos in vsu habentur illos docebat, quas illi propterassiduitatem et feruorem qua ipse proponebat facile etbreuipercipiebant. Iam alter alterum sine spe lucri vel quaestuseasdem docet. 10

Aprenden también a pintar, a dibujar a colores las imáge-nes de las cosas, y lo hacen con precisión. Al principio,Pedro de Gante, varón de máxima piedad, del cual enotro lado oportunamente se hablará, les enseñaba todaslas artes mecánicas que se tienen en uso entre nosotros;que ellos dominaban con facilidad y en breve tiempo, gra-cias a la asiduidad y fervor con que él mismo se lasproponiá. Ya después unos a otros se las enseñan, sin es-peranza de lucro ni ambición.

En el grabado, la impartición de justicia es una activi-dad destacada como.importante, y aunque no se expliqueen la narración, la representación incluye a un juez.indígena aliado del monje que preside la acción:

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H. Haec est forma loci in qua ius redditur. Nos enim Reli-giosi, praeter auctoritatem elsede Apostolica nobis indultam,omnes Indorum controversias rerum spiritualium audimus:et pro eorum in nos beneuolentia, absque strepitu indicii, fí-nimus. Nam quod nos existimauimus (oraculi instar) amplec-tuntur: animo enim paterno quod aequum est iudicamus,nam illis bené volumus, vtpoté elnobis in Christo productis,atque ideo nulla ipsi exceptione vel appellatione vtuntur, sedquidquid ordinauerit Religiosus non secus, quam si a'Deoprofectum sit accipiunt, vti revera fit.ll

H. Esta es la forma del lugar en que se imparte justicia.Pues nosotros, los religiosos, además de la autoridad quenos ha sido concedida por la Sede Apostólica, escucha-mos todas las controversias de los indios en cosas espiri-tuales, y a causa de la buena voluntad que nos tienen, po-nemos fin a ellas sin hacer escándalo. Ellos aceptan (a ma-nera de oráculo) lo que nosotros decidimos, pues con áni-mo paternal juzgamos lo que es equitativo, ya que cierta-mente deseamos el bien de ellos, como hijos nuestros enCristo; por lo cual, nunca buscan excepciones ni usan ape-laciones, y lo que hubiere ordenado el religioso, lo acep-tan cual si viniera de Dios, como lo es en realidad.

Sabemos por otras fuentes que los religiosos no sólo seocupaban de conflictos en asuntos espirituales, sino entodo tipo de disputas que podrían surgir entre la pobla-ción indígena, y guardaban el orden castigando a losínfractores de la ley. Eso explica la presencia del juezindígena. .

Es' este cúmulo de actividades civico-religiosas de lasetapas iniciales, que permite pensar en una inspiración enlos usos prehispánicos, puesto que en España y en Euro-pa no existía una institución o establecimiento, que tu-viera funciones semejantes de instrucción religioso-profana, de culto y de policía al mismo tiempo.

Pero creemos encontrar también, en la misma narra-ción de Valadés, evidencia de pasos intermedios entre laforma inicial del recinto sagrado y su integración final enel conjunto monástico. Este monje franciscano, nacidoen 1533, no pudo ser testigo de la predicación al inicio delas actividages misionales de su Orden en la década ini-cial, en que los recintos sagrados debieron existir exclusi-vamente en su forma aislada. Valadés pudo darse cuentacabal de la situación hasta 1548, cuando a los quince añosingresó ala Orden de los Hermanos Menores. Para en-tonces, la campaña de evangelización ya contaba en suhaber muchos logros y los recintos sagrados inicialesprincipiaban su proceso de integración a los monasterios.Por eso dice en su libro que existen no sólo en las ciuda-des donde tenemos nuestros conventos, sino en todos loslugares a donde llegamos para predicar.

1. El grabado que aparece en la página 107 de la Rherorica Christiana.representando un recinto sagrado. El local principal en el pórtico fron-tal, está dedicado a la impartición de justicia y no a la celebración de laMisa.

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El autor afirma, en forma general, que esos espaciosestaban separados de cualquier otra construcción, perono aclara si el caso era distinto en las ciudades con con-ventos. De hecho Valadés emplea normalmente el térmi-no monasterium, pero en este caso específico de la página110 de su texto, dice: ubi nostram communem habemushabitationem que hemos tráducido por donde tenemosnuetros conventos, pero que, a la letra significa donde te-nemos nuestra habitación común. Y en efecto, la habita-ción de los monjes se llama convento, no importa que seauna choza de adobe y paja de dimensiones muy reduci-das. En cambio, dificilmente podría denominarse monas-terio a esa choza.

¿Querrá esto decir que Valadés hizo una diferencia encuanto al alojamiento de los monjes? No podria asegu-rarse con certeza. Sin embargo, para el final de la décadade los cuarentas, no existía ninguno de los conjuntos mo-násticos que hoy admiramos -por lo menos en formacompleta- y muy pocos de ellos habían iniciado su cons-trucción. Así pues, es muy posíble, que en este período,en el que fray Diego ingresa a la Orden, la gran mayoría-casi la totalidad- de los recintos sagrados, aún en laspoblaciones, estuvieran aislados de las otras construc-ciones. Ese es, en todo caso, el sentido estricto de sus pa-labras.

Ya dijimos, sin embargo, que no se capta en el docu-mento, ninguna intención del autor, por dar una secuen-cia cronológica ordenada de los aspectos arquitectónicos,y así, habla de templos con grandes espacios adosados,donde se llevan a cabo actividades semejantes a las descri-tas en el grabado y en su explicación:

Supplent autem templa nostra scholarum etiam locum nec re-ditibus aut pensionibus annuis dotantur sed gratis et Chris-tianae charitatis erga trium praedictorum ordinum fratresomnia officia Ecclesiastica et politica edocent. 12

Nuestros templos se completan con el lugar destinado alas escuelas que no están dotadas de réditos o pensionesanuales, sino que en ellas, los hermanos de las tres Orde-nes, en forma gratuita y por caridad cristiana ensefian to-dos los oficios eclesiásticos y civiles.

Coinciden pues las actividades civico-religiosas de losrecintos sagrados con las de estos lugares junto a las igle-sias, y son los misioneros de las tres Ordenes Mendicanteslos que dirigen estas actividades. .

Hay todavía otra mención a áreas destinadas a ense-ñanza junto a los templos en la misma página de la Rhe-t9rica, que puede constituir una variante del fenómenogeneral 'ie recintos sagrados:

Ad sinistram templorum parte m sunt ludi literarii quadrilate-ri quos plerunque mille iuuenculi plus minus frecuentant profrecuentia locorum quibus rectae loquelae rectaeque scriptu-rae scientia traditur: praeterea, docentUr canere voce, fidi-bus, et neruis habentque plura instrumenta musica quám

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apud nostrates reperiuntur. Ad ea autem exercitia certae dieihorae matutinae et vespertinae constitutae sunt conuocanturveró et dimittuntur ad pulsum campanularum. Quandoadeundum est ad rem sacram ordine ducuntur et in templismagna cum elegantia versantur.13

A la izquierda de los templos están los cuadriláteros parala actividad literaria que frecuentan más o menos unmillar de jovencitos -de acuerdo con el número de luga-res circunvecinos- a los cuales se les enseña el correctouso del lenguaje y de la escritura: además se les enseña acantar y a tocar la lira y otros instrumentos de cuerda,pues tienen más instrumentos musicales de los que se co-nocen entre nosotros. Para estos ejercicios, tienen defini-das horas de la mañana y de la tarde, en las que se les con-voca y se les despide con el sonido de campanitas. Cuandotienen que asistir a las ceremonias sagradas, acuden en or-den y en los templos se portan con gran elegancia.

En este caso Valadés llama al recinto cuadrilátero, yensus palabras se revela una organización bien establecida,que no se capta en otras descripciones. Nos parece evi-dente que esta estructuración de actividades correspondea una etapa avanzada de la campaña evangelizadora, enque ya se había logrado una sistematización de las activi-dades de enseñanza.

Sobre la versatilidad de estos recintos, hay un detalleen la descripción general, que no aparece representado en

- el grabado y que puede ser interpretado como indicio deuna etapa avanzada en la evolución de los recintos descri-tos:

In areis scaturiunt amoenissimi fontes in quibus pueri sordescorporis abluunt quia in primis illis praescribuntur legesmunditiei.. .14

En las áreas manan amenísimas fuentes donde los nifioslavan las impurezas del cuerpo, porque antes que nada seles ensefian las normas de la pulcritud.

Nuevamente, aquí, el autor emplea el término áreas pa-ra referirse a los recintos y menciona un elemento que noparece haberse integrado al atrio en la etapa final, lasfuentes. Por otro lado, creemos descrubir en este pasaje,la inclusión de elementos culturales indígenas en la educa-ción de la niñez, al avanzar la predicación; en efecto, eranlos pueblos prehispánicos más avanzados en las normasde aseo personal, que los europeos. Asi lo reconoce el his-toriador suizo Urs Bitterli en su reciente obra sobre el en-cuentro cultural de Europa y América:

El trato con el indio contribuyó a educar al blanco en 16que alimpieza se refiere, pues' los indigenas estaban muy por enci-ma del nivel ordinario europeo en cuanto a cuidados' e hi-giene corporal; fue en. la educación de los niños "donde lainfluencia india prevaleció especialmente. 1j

Aunque Bitterli se refiere específicamente al Brasil enesta cita, y en todo su libro alude poco a la campana mi-sional en Nueva Esp,ana, nos parece que su observación

puede aplicarse sin objeción a toda Iberoamérica. Hemosdiscutido recientemente la pulcritud caracteristica de lasculturas prehispánicas, que abarcaba todos los órdenes,al comentar los antecedentes del concepto de restauraciónen el mundo indígena. De la admiración que este hechocausó en los primeros europeos que llegaron al NuevoMundo, dan fe todos los cronistas del momento.16

Debe notarse que en todas estas menciones a los recin-tos, refiriéndose a ellos con distintos nombres, Valadésno los relaciona con monasterios, sino con templos, salvoen el caso general en que habla de su aislamiento de todaconstrucción, en que no alude tampoco a iglesi~s. De surelación, pues, resulta evidente que los recintos sagradosexistieron totalmente aislados, o alIado de los templos ofinalmente integrados al conjunto monacal.

Los autores coinciden en dar al Convento Grande deSan Francisco, en la ciudad de México, la máxima impor-tancia para la definición del programa arquitectónico delos monasterios construidos por las tres Ordenes Mendi-cantes en nuestro país. Y en verdad la tiene, pues es el pri-mer caso de conjunto monástico ya existente en formaembrionaria varios años antes de la llegada de los domini-cos y de los agustinos. En efecto, ahí estuvo el primer re-cinto para la predicción, de grandes dimensiones y la Ca-pilla de San José de los Naturales. También ahí se cons-truyó el primer convento propiamente dicho, de muy re-ducidas dimensiones, que Zumárraga en los años cuaren-tas ayudó a ampliar. Pero todo esto se inició entre 1525 y1527. Los franciscanos llegados en 1523 y 1524 habitaronen algún lugar en las cercanías de la primitiva Catedral,de manera que las primeras predicaciones tuvieron quellevarse a cabo en el recinto ceremonial de Tenochtitlán,semidestruido.

La propiedad inicial, cercana a la Catedral, fue vendi-da en cuarenta pesos por los religiosos, en 1525, al trasla-darse a su nueva propiedad donde surgiría el ConventoGrande. Así pues, para organizar éste, los misioneros de.bieron llevar ideas de su primera, aunque corta experien-cia en el antiguo recinto ceremonial prehispánico.

Uno de los religiosos que redactaron el informe al Visi-tador Juan de Ovando, hacia 1569, reconoce la conti-nuación de prácticas indígenas en la manera de convocara los niños para darles instrucción. Así se lee en el llama-do Códice Franciscano:

Para congregar estos niños se tiene este orden: que en cada.barrio 6 en cada vecindad se instituye un viejo de los más an-Cianos que hay, el cual tiene cargo de llamar y recoger los deaquel su barrio, y de llevarlos a la iglesia y mirar por ellos, yvolverlós á sus casas, que es conforme a su antigua cos-tumbre; porque a los tales viejos, como á privilegiados de lasobras comunes y otros trabajos en que se ocupan los quetienen fuerzas corporales, se les encomendaba este negocio, ytambién porque ,los muchachos les tengan más respeto y reve-rencia, y ellos más autoridad para guardarlos y mirar por ellos.17

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A reserva de realizar una investigación más completa,nos parece claro que estos tres aspectos, a saber, las prác-ticas de higiene de los niños, la experiencia inicial de pre-dicación en el recinto prehispánico destruido y la manerade convocar a la instrucción, dan bases suficientes parainvestigar un origen inspirado en prácticas prehispánicascomo parte de los antecedentes del elemento que hoy lla-mamos atrio.

Por lo que toca a las partes integrantes de los atrios quehoy admiramos en los monasterios del siglo XVI, el docu-mento de Valadés también hace mención de las capillasposas y de las capillas abiertas, pero no de las crucesatriales.

Sobre las capillas posas, el grabado de la Rhetoricacontiene una representación rara, que no corresponde alas siluetas que conocemos. La única mención que deellas se hace en la narración, nos parece incompleta puesno da pistas sobre su origen ni explica suficientemente susfunciones:

In singulis quatuor angulis huius areae, sunt totidem sacella,quorum primum docendis puellis, alterum pueris, tertium fe-minis, quartumque viris erudiendis deseruit.ls

En los cuatro ángulos de estas áreas hay otras tantas ca-pillas, de las cuales la primera sirve para enseñar a las ni-ñas, otra para los niños, la tercera para las mujeres y lacuarta para instruir a los varones.

En la representación gráfica y explicación de Valadésse han definido actividades muy diversas en cada lugardel atrio y resulta poco lógico que existan cuatro capillaspara hombres, mujeres, niños y niñas, en donde no seespecífica una actividad definida, sino simplemente ins-trucción, como en los demás lugares del recinto, paralos cuales sí se ha explicado qué tipo de instrucción se im-parte.

Más parece que el cronista franciscano, muy preocupa-do por destacar la labor de enseñanza, olvidó aquí seña-lar las funciones litúrgicas o ceremoniales que deberianser mencionadas como principales, aludiendo solamentea una función adicional y secundaria, que no da explica-ción cabal de tales capillas construidas. .

Los autores están de acuerdo en relacionar la existenciade las capillas posas con las procesiones de cualquier ce-lebración religiosa en el medio rural. En forma extensa, elhistoriador John MCAndrew analiza en su libro ya cita-do, las razones que pidieron tener los monjes para fo-mentar esta práctica, que todos los cronistas del sigloXVI y XVII comentan, a menudo con gran entusiasmo;pero ni este autor, ni otros, se han referido al antecedenteeuropeo nacido en pleno siglo XlII y renovado con gransolemnidad en el siglo XV.

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El papa Urbano IV, profundamente conmovido por elepisodio conocido como E/ Milagro de Eo/sena, instituyó-por medio de su Bula Transiturus, fechada el 8 de sep-tiembre de 1264- la fiesta de Corpus Christi. Esta festi~vidad, famosa en los anales eclesiásticos desde su origen,por la amistosa competencia que tuvo lugar entre el do-minico Santo Tomás de Aquino y el franciscano SanBuenaventura al responder al llamado papal para redac-tar las oraciones e himnos de los oficios religiosos de esacelebración, se caracterizó de inmediato por la procesiónque recorría las principales calles de cada población. Alpopularizarse la costumbre, surgió la emulación de cadabarrio para adornar mejor el camino que debía recorrer-se; al ampliarse los recorridos, fue necesario programarpausas, para lo cual se preparaban altares provisionalesque pronto tuvieron toldos o enramadas para proteger alsacerdote que portaba la Custodia, de los rayos del sol, ala vez que permitirle un breve descanso antes de conti-nuar el recorrido. Estos altares provisionales con enrama-das adornadas de flores, recibieron el nombre de POSAS.

La fiesta se extendió en el mundo cristiano. Barcelonala celebró con procesión, por primera vez en 1319 y Va-lencia en 1335. La celebración adquirió mayor relevanciadespués de que Martín V, liquidador del Cisma de Occi-dente, le concediera indulgencias especiales en 1419 y queEugenio IV hiciera lo propio en 1442. Se sabe que el reyAlfonso IV en 1424 participó en la procesión llevandouna de las varas del patio y que Carlos V hizo lo mismoen 1535, ambos en la ciudad de Barcelona. 19

No es pues de extrañar que los misioneros venidos aNueva España celebraran la fiesta del Corpus con espe-cial solemnidad. Fray Toribio de Benavente y fray Barto-lomé de las Casas narran con gran entusiasmo la celebra-ción de esta fiesta en Tlaxcala el año de 1538, dando de-talles de la procesión y del teatro religioso con que se so-lemnizó, en el gran patio frente a la iglesia. Las Casas,por cierto, citando a Motolinía explica la existencia de esepatio, que no es otra cosa que el recinto sagrado -en estecaso adosado a la iglesia- cuya creación atribuve a losindígenas:

Todo esto hasta aquí, con lo demás que arriba en el prece-dente capitulo se ha dicho, son palabras formales de aquelpadre qu~ arriba alegué (MQtolinía), sin quitar ni porte' alg\l-na, El patio que dice aquí es una plaza grande cerrada de al-menas, obra de un estado de suelo, poco más o menos, blan-queadas de cal, muy lindas que hacen los indios delante de lapuerta de cada iglesia, donde caben treinta y Cuarenta y cin-cuenta mili personas, cosa mucho de ver,20

Hay entonces una clara relación entre la necesidad desustituir la brillantez del ceremonial religioso indígenacon la solemnidad de las -:procesiones del Corpus, deamplios antecedentes europeos, en la inclusión de las ca-pillas posas dentro de los recintos sagrados. La con ve-10

niencia de multiplicar la celebración de este ritual, paraotras festividades ,religiosas, de menor categoría, explicarazonablemente el cambio operado de altar provísional acapilla de cal y canto dentro del recinto.

En lo que respecta a capillas abiertas, el documento defray Diego de Valadés, revela pistas de una evolución in-dependiente de la de los atrios. Quizá el antecedente másremoto, podría confundirse con el de las capillas posas ensu caracter de altar provisional cubierto con una ramada.

Durante la campaña militar y en los primeros ~ías des-pués de la caída de la capital azteca, la Misa solamentepudo celebrarse en altares provisionales con alguna pro-tección o adorno hecho de ramas y flores, en cuya cons-trucción rápida, los indígenas eran expertos. Baste recor-dar las palabras de Motolinía sobre las habilidadesindígenas, para imaginar lo que pudo suceder en las pri-meras jornadas misionales por el territorio:

411. En cualquier parte hallan estos indios con qué cortar,con qué atar, con qué coser, con qué sacar lumbre; no es me-nester sino decirlos "saca lumbre acá, aquí cose esto, cortaaquello", porque ellos se dan tan buena mafia, que luego loponen en obra. Sacan lumbre de un palo con otro; a falta deinstrumento de metal, cortan con una piedra, o con los dien-tes, o con las manos; cosen con una pluma, o con una paja, ocon una púa de metl; buscan cortar del gordo o delgado demil raíces, yerbas o del cardón llamado metl, que casi en todala tierra los hay; si la noche los toma en el camino, luego ha-cen sus ranchos e chozas de paja, especial cuando van con es-pañoles o con señores naturales.412. Casi todos, hasta los muchachos, saben los nombres detodas las aves, de todos los animales, de todos los árboles, detodas las yerbas; y en el tiempo que el campo está verde, quees la mayor parte del año, conocen mil géneros de yerbas eraíces que comen. Todos saben labrar una piedra, hacer unacasa simple, torcer un cordel e una soga, e los otros oficiosque no demandan sotiles instrumentos o mucha arte.21

Estas habilidades tan alabadas por los cronistas, de-bieron ser la base inicial para los primeros altares provi-sionales, enramadas y capillitas donde se celebró la Misaal iniciarse la gran campaña misionaI. Su funcionamien-to, en vistas de su reducida dimensión, sólo pudo ser laque es propia de las capillas abiertas, es decir, la de pres-biterio cubierto exclusivamente, dejando el espacio pro-pio de la 'nave, a cielo abierto.

lohn McAndrew, al inicio de su capítulo IX sobre ca-pUlas abiertas, dice lo siguiente:' '

2. Planta deducida del grabado de fray Diego de Valadés, representan-do una etapa previa a la integración del elemento que hoy llamamosatrio, dentro del conjunto caracteristico monacal del siglo XVI.

I

.

11

i

More than cathequizing or making processions, the celebra-ting of Masses was the most important of the uses of theatrio: this was the prime reason for its existence. Proper ce-lebration of the Mass demanded proper housing for the ce-lebrant, the altar and the ritual. The open chapel could pro vi-de this satisfactorily.22

Pero la Rhetorica Christiana da evidencia en claracontradicción con la afirmación del historiador citado.Es indudable que la Misa se celebraba en los recintossagrados desde su forma inicial, pero como una de tantasactividades, que no quedaba destacada de modo especial.Tal se deduce del grabado y de la descripción de frayDiego de Valadés.

En la ilustración que nos ocupa, aparece un pórticofrontal que hace de fachada principal del recinto sagrado.El lugar central de la arquería, está señalado por un arcomás amplio, coronado de entablamento y rematado encornisa. El resto del pórtico -que no cuenta con los doselementos últimos mencionados- está formado por tresarcos más pequeños a cada lado del central. Bajo cadauno de ellos se desarrolla una actividad distinta. La prin-cipal, al centro, es la impartición de justicia; los tres espa-cios hacia la izquierda del observador, están dedicados aoír confesiones; los tres hacia la derecha alojan la distri-bución de la comunión, la celebración de la Misa y la ad-ministración de la extremaunción. La misa pues, no se ce-lebra dentro del recinto propiamente dicho, ni en un lu-gar que pueda identificarse como el principal, sino-nótese bien- con los fieles pudiendo asistir a cieloabierto, pero fuera del recinto.

Esta parte del grabado es enigmática, pues el pórticono parece tener comunicación con el interior del recinto,sino que está formado por un gran local, abierto solo ha-cia el frente -el de la impartición de justicia- y tres, amanera de nichos, hacia cada lado de él.

El problema podría ser sólo de expresión gráfica. Diga-mos que el dibujante optó por representar hacia afuera,lo que en realidad miraba hacia adentro, pero que nopodía quedar visible en el dibujo, por quedar de espaldasal observador. Pero este problema de expresión gráfica,hubiera quedado satisfactoriamente resuelto, si.el artistahubiera seleccionado un punto de vista diametralmenteopuesto, dejando el pórtico en la parte superior de lailustración, de tal manera que, las actividades ahí de-sarrolladas,quedaran con vista hacia el interior del recin-to... si ese hubiera sido el caso.

Así pues, preferimos una interpretación estrictamenterealista y no simbólica del grabado. Una de las descrip-ciones de Valadés, del mismo capítulo XXIII hasta ahoracomentado, nos inclina a ello.

El autor, al referirse a los templos conventuales y a to-do el conjunto monástico, déscribe pórticos que están ha-cia afuera, y que son empleados en la administración desacramentos, a la vista de todos:

12

Sequuntur deinde templa primaria, quae intus et extra magnaarte extructa sunt el quidem plurium tata saxea atque omniaeiusdem pene figurae. Dehinc monasteria et ad alterum latuspomaria. Ea latera ad quae sunt portae cinguntur amplis spa-tiosis et apricissimis porticibus in quibus religiosi confessioni-bus audiendis omnibusque sacramentis palam administran-dis, vacant. 23

Siguen después los templos principales, que por dentro yfuera, están hechos con grande arte y ciertamente, lamayoria de ellos están construidos totalmente en piedra ymás o menos tienen todos la misma forma. Después estánlos monasterios y del otro lado los huertos. El lado al quedan las puertas, está limitado por amplios, espaciosos ymuy soleados pórticos, en los cuales los religiosos se ocu-pan de oír confesiones y administrar todos los sacramen-tos, a la vista de todos.

Valadés describe aquí pórticos hacia afuera de los mo-nasterios. Habla, en efecto, de puertas, en plural; ese la-do es aquel hacia donde están las puertas, tanto del mo-nasterio, como de la iglesia conventual. Esos pórticos,por otro lado, son como el que puede mirarse en el graba-do, colocado en la parte frontal, hacia afuera y dedicadoa la administración de sacramentos a la vista de todos.Pero en el grabado podemos observar que también se ce-lebra la Misa; en cambio, en la descripción citada en elpárrafo anterior, no se menciona la Misa, pero sí lossacramentos, y en forma especial la confesión, a la cual,en el grabado se dedica el mayor porcentaje de locales.Parece pues que Valadés concede mayor importancia a laconfesión que a la celebración de la Misa.

Hay que recordar también, como ya quedó señaladoanteriormente, que el cronista, al describir el pórtico delgrabado, pone especial cuidado en explicar la imparticiónde justicia -evidentemente la más importante en lailustración- aclarando que sola~ente se tratan casos li-gados con problemas de conciencia y alegando que losmonjes tienen concesiones especiales de la Santa Sede. Lapresencia del juez indígena indica, sin embargo, que ahíse ventilan casos comunes y no exclusivamente ligados alos problemas de conciencia. Bien sabido es que la inge-rencia de los monjes en la Justicia, les acarreó serias difi-cultades con la autoridad civil, que se sentía suplantadaen este aspecto.

La preocupación del.escritor por tratar con prudenciaun asunto que daba problemas con el poder laico, quizáexplique el que no haya hecho ninguna reflexión sobre losaspectos arquitectónicos del pórtico. .

La omisión de Valadés en este aspecto, es de lamentar-se, pues con alguna breve frase, pudo haber aclarado unpunto importan tísima sobre el posible origen de las ca-pillas abiertas. Al no hacerla, ha dejado el campo abiertoa las hipótesis.

En todo caso, sus palabras y su grabado, contradicenla afirmación de McAndrew sobre la importancia primor-dial de la Misa tanto en la etapa de recinto sagrado aisla-

do, como en la de templo-monasterio, cuando todavía nose menciona el gran patio enfrente.

Pero la descripción trae una menCión y explicación alas capillas abiertas, en la cual se les asocia al recinto, enla etapa ya avanzada de escuela organizada. Los siguien-tes renglones vienen inmediatamente después de la alu-sión a fuentes donde los nifíos se lavan:

Scholis continua solent esse sacella affabre facta in quibusdiebus feriatis et dominicis conciones ad Indos habentur etmissae ce1ebrantur: nulli enim sunt hominum coetus quibus-quidem nos praesimus apud quos tam ingentia sint templa, vtomnem turbam capere possint etiamsi duplo maiori essentmagnitudine.24

Junto a las escuelas suele haber capillas ingeniosamenteconstruidas en las que los días feriados y domingos se or-ganizan reuniones para los indígenas y se celebran Misas;no hay en efecto, ninguna comunidad de personas entrelas que nosotros presidímos, cuyos templos sean tan gran-des que puedan contener a toda la multitud, aunquefueran el doble de grandes.

No cabe duda que esta cita alude a las capillas abiertas,pues no se trata de templos (templa), sino de capillas (sa-cella). Su funcionamiento es calificado por el autor, deingenioso (affobre). La multitud asistente es tan grande,que no cabrían en un templo, aunque fuera dos veces ma~yor. Tampoco están dentro de los recintos, sino al lado(continua). Además, su existencia no es afirmada con elmismo caracter absoluto con el que se declaran otros ele-mentos; en este caso, uno tiene la impresión de que en al-gún caso podrían no existir, pues dice que suele haber (so-knless~. .

En cuanto al servicio que estas capillas prestan, es claroque no es para los nifíos; estos van a la iglesia y ahí se por-tan con gran elegancia.

Estas instalaciones son para toda la población y fun-cionan los domimgos y días festivos. La redacción mísmaen latín sugiere nuevamente un lugar secundario para laMisa pues dice que se organizan reuniones para losindígenas (canciones habentur ad Indos), y además, se di-cen Misas (et missae celebrantur).

La localización contigua a las escuelas, a su vez coloca-das aliado ízquierdo de los templos -es decir, del ladocontrari'o a los claustros del monasterio, confirman suexistencia en una etapa avanzada de la evangelización,pero anterior a la colocación del recinto frente a templo yconvento. No hay duda al respecto de la ubicación, puesésta queda confirmada con una afirmación del CódiceFranciscano que asegura:

En todos los pueblos de la Nueva España donde residen Reli-giosos (a 10 menos de esta Orden de S. Francisco) hay es-cuelas, las cuales comunmente se suelen edificar dentro delcircuito que tienen los frailes, y pegadas' con la iglesia, a laparte del Norte.z¡

.

La orientaciÓn habitual de los conventos de esteperíodo es, con la fachada principal hacia el Poniente, elclaustro hacia el Sur y el presbíterio del templo hacia elOriente. En este caso la afirmación de se suelen edificar,se justifica, porque hay excepciones; en las zonas muy cá-lidas, los claustros pueden estar hacia el Norte, paraaprovechar la sombra del templo y obtener menor asolea-miento.

Así pues, la capilla abierta, parece originarse tanto enlos pórticos para sacramentos, como en los altares provi-sionales o ramadas iniciales. De acuerdo con el grabado ylas descripciones de Valadés, los pórticos o las capillas in-geniosas aisladas, podían encontrarse tanto hacia afuerade los recintos sagrados como hacia afuera de los monas-terios. Esto lleva a considerarios como elementos yuxta-puestos, que siguieron un camino de evolución paralelo,pero independientemente al de los recintos y al de los mo-nasterios como tales. En la etapa final, el recinto conver-tido en atrio y el pórtico sacramental o el altar provi-cional inicial reducidos a capilla abierta, se integraron alconvento, para formar el conjunto monástico típico talcomo lo conocemos.

Los pórticos iniciales, al llegar a su forma final y defi-nitiva, integrada al conjunto monacal, dieron origen alelemento que, sin suficiente fundamento, ha sido llama-do portal del racionero, o también portal de peregrinos,

.~

~."3. Representación del conjunto monacal de San Francisco en la ciudadde México -el llamado Convento Grande- con la representación de lacapilla de San José de los Naturales, según aparece en el plano de SantaCruz, conservado en la Universidad de Upsala. El plano data de 1555.

13

el cual, en múltiples casos conocidos, incluye la capillaabierta.

Además, estos mismos pórticos iniciales, explican laforma primitiva de la capilla abierta de San José de losNaturales, la de Jilotepec o la del Colegio de San Pedro ySan Pablo, tanto como su posterior transformación, ha-ciendo, de paso, más dificil de fundamentar, la hipótesisde inspiración en conceptos espaciales de raíz islámica,sostenida por McAndrew:

No matter when or how it got its final form, and no matterhow it may best be classified, there can be titde doubt thatthe seven-nave San José was patterned on a mosque and itscourt.26

En términos generales, es claro que un monasterio, talcomo lo conocemos, sólo pudo ser construido en aquelloslugares donde se había llegado a formar una comunidadcristi,anizada. De este modo, los conjuntos monacales queadmiramos, no pudieron ser instrumento de la gran cam-pafía evangelizadora, sino que deben ser considerados co-mo una consecuencia de ella. No fue, en efecto, dentro desus límites construidos, donde se realizó la conversi6n delas masas de población indígena, sino más bien, una vezlograda la conversión, se dieron las posibilidades para or-ganizar la construcción de esos conjuntos.

Diego de Valadés, por su lado, es un testigo fidedignoque comprendió y describió el momento histórico que vi-vió, en forma especialmente clara. Hijo de un conquista-dor y de una noble tlaxcalteca, aprendió el.castellano y elnáhuatl como lenguas maternas, y gracias a su inteligen-cia privilegiada y su educación, también dominó el latín,el tarasco y el otomí. Como ayudante de Fray Pedro deGante, participó en la gran campaña evangelizadora, ha-cia su final, de modo que fue testigo a la vez que actor, enel desarrollo de los acontecimientos del periodo históricoque le tocó vivir.

Es evidente que Valadés presenció la iniciación y elprogreso en la construcción de muchos conventos, y enalgún caso también participó. Consta que en septiembrede 1567, actuó como intérprete en la campaña de promo-ción organizada en el pueblo de Huexotzingo; para termi-nar las bóvedas del templo conventual, cuya construcciónhabía estado suspendida por varios años a causa de laomnipresente falta de fondos.

Su test'imonio entonces, es de primera mano; refiere alos hechos en que participó y describe el ambiente en ei

. que trabajó. Su relato revela detalles que se originaron alinicio de la gran campaña misional, pero que él alcanzó acontemplar aún en plena vigencia. Tal es el caso de los re-cintos sagrados como el representado en el grabado. Perotambién observó pasos más adelantados en la construc-ción de capillas y templos; que junto con los monasterios,empezaban a cubrir el amplio territorio, durante los añosde su máxima actividad misionera. Finalmente alcanzó a

contemplar los primeros ejemplos de integración yalograda en los conjuntos monacales, antes de viajar aEuropa, en 1571,para no retornar jamás.

Nos parece que en su escrito no hay mencioneso refe-rencias a los conjuntos finales ya integrados, porque sumáximo objetivo era revelar las labores y resultados de lagran campaña de evangelización, terminada la cual, sepudieron organizar los conjuntos monásticosen su formafinal. Fue entonces cuando él, al final de la década de lossesentas, se retiró a la capital de la Nueva España paradedicarse a la enseqanza en las escuelas franciscanas, dedonde salió hacia Europa al inicio de los años setentas.

A reserva de analizar con más detalle la RhetoricaChristiana, y escudriñar otras crónicas y documentoscontemporáneos a ella, puede adelantarse, con base en elmencionado capítulo XXIII, que debió ser hacia los añoscincuenta cuando se inició la integración lenta de todoslos elementosque iban a constituir el conjunto monásticocaracterstico, del cual aún hoy podemos admirar nume-rosos ejemplos construidos por las tres Ordenes Mendi-cantes.

También puede afirmarse que, el grabado de frayDiego de Valadés, representando un recinto sagrado, noes tan simbólico como se había supuesto hasta ahora, ypara constatarlo, basta leer con cuidado la explicaciónescrita por el ilustre franciscano.

De todo lo anterior podemos concluir que, el elementoque hoy llamamos atrio, tuvo durante la gran campaña,una evolución, en cuyosprimeros pasos no se encontrabaligado a un monasterio, ni se hallaba -en la mayoría detos casos- dentro de ijna población, sino que se leconstruía aislado; localizado en un lugar conveniente, enmedio de varias poblaciones a las cuales servía. De ahíque los cronistas del siglo XVI no le llamaran atrio. Enesta etapa inicial, es quizá más conveniente denominarlorecintosagrado, corno ocasionalmente lo hizo fray Diegode Valadés.

En cuanto a las capillas abiertas, en su escrito tambiénes posible deducir datos de una evolución, en la que losprimeros ejemplos se identifican en el pórtico para admi-nistrar sacramentos, donde también se celebraba la Misa.A ello podemos añadir el proceso paralelo del altar provi-sional inicial con su ramada, no mencionado en elcapítulo XXIII, pero.del cual emanaron por distinta fun-ción, las capillas posas definitivas y lascapillasingeniosascontiguas a las escuelas, ambas mencionadas por Vala-dés.. '. .

Al integrarse el conjunto monástico, en su etapa final,las capillas abiertas adoptaron diversas formas de acuer-do con su distinta raíz, sea de pórtico, sea de altar provi-sional con ramada. Para entonces tenía asignada la fun-ción exclusiva de presbiterio cubierto y definitivamentefijo, sirviéndoles de nave descubierta el .inicial recintosagrado, ahora convertido en atrio al quedar antepuestoal monasterio. En ese momento, la administración de

sacramentos -excepto la comunión- habría encontradoformas y ubicaciones más acordes con la milenaria tradi-ción cristiana y con las recientes normas del Concilio deTr~nlo; por su parte, el altar provisional con ramada, yano ~ra necesario.

Al valioso testimonio documental de fray Diego de Va-ladés, habrá que afiadir en el futuro, la comprobaciónobj~tiva arqueológica necesaria, Esta disciplina, laarqueología del período virreinal, es ya una necesidadqu~ reclama la investigación contemporánea de nuestrosant~edentes,

Esperemos pues que, en el futuro próximo -ojalá nomuy lejano- la historiografia mexicana y consecuente-mente la restauración, puedan contar con conocimientosmás amplios sobre este interesante proceso, previo a laorganización final de los conjuntos monacales cons-truidos por las Ordenes Mendicantes, notables monu-mentos del siglo XVI, que son parte relevante de nuestroPatrimonio Cultural. .

D bibliografía y notas

I Kubler, 'teorge

McAndrew, John

2 Yalades, Didacvs

Mexican Architecture 01 the SixteenthCentury Vale University Press, New Ha-ven, 1948,2 Yol. El actor trata el proble-ma de los atrios en el tomo 11 pp. 314 a320, 3S 1 y 430.

The Open-Air Churches 01 Sixteenth-Century Mexico. Harvard UniversityPress, Cambridge, 1965. Este autor dedi-ca el capítulo VI, titulado The Atrio (pp;202 a 2S4), a este importante tema, anali-zando los usos, la forma, los antecedentesy las cruces atriales. En forma separadatrata las Posas (capítulo Vlll) y las ca-pillas abiertas, The Open Chapel (capítuloIX). Es interesante hacer notar que ellibro entero está dedicado a presentar elcarácter de templo al aire libre (open-airchurches) del conjunto monacal, comoconcepto más amplio y completo que el decapilla abierta (open chape!). Este enfo-que ha sido retornado más recientementey con múltiples ejemplos por Artigas,Juan Benito, en su obra Capillas AbiertasAisladas de México, UNAM, México,1982.Rhetorica Christiana ad concionandi, el

orandi Ilsum accommodala Iltrillsque la-

cultatis exemplis SilO loco insertis: quaequidem ex Indorum maxime de promptasunt historijs. Unde, praeter doctrinamsumma quoque delectatio comparabitur.Apud Petrumíacobun petrutium, Perv-siae, 1579El capítulo XXIll, pp. lOSa 223, se titulaDel día y año en que la ciudad de Méxícolue ocupada y de la llegada de los reli-giosos.Hay que hacer notar que, por un error tí-pográfico, en la primera edición -que tu-vo que sufrir muchas vicisitudes antes deaparecer- laS páginas 20S a 212 llevan lanumeración de lOS a 112; por otro lado,no hay las páginas 101 a 108. Asi, en elcapitulo que nos ocupa, la paginacióncorrecta deberia ser 20S a 223. En conse-cuencia, las páginas 109, 110, 11I y 112,están en dos lugares distintos de la obra.Dos Representaciones del Atrio Mexicanoen el siglo XVI en CHURUBUSCO 77.Escuela Nacional de Conservación Res-tauración y Museografia C~ntro Churu-busco, México, 1978, pp. 9 a 22.Me he referido con mayor amplitud almismo tema en otro trabajo, titulado

J Chanfón, Carlos

15

4 Varios Autores

, Valades, Didacvs6Ibidem.7 Palomera, Esteban

Caracterfsticas Militares en los Mon.aste-

rios Medievales y en los Conventos Men-dicantes Novohispanos del Siglo XVI -Poblet y Tepeaca, este estudio, aún inédi-to, fue presentado como parte de los pri-meros cursos de Doctorado en Arquitec-tura, durante el verano de 1982, al profe-sor Dr. Rafael Cómez Ramos.Diccionario de la Lengua Castellana di-cho de Autoridades. Francisco del Hierro,Madrid, 1726-1739,6 tomos. Edición fac-similar en 3 Tomos. Gredos, Madrid,1969, Tomo 1, p. 479.Op. cit., p. 110 (debiera ser 210)

Fray Diego de Valadés O. F. M. Evangeli-zador Humanista de la Nueva España -SuObra. Editorial Jus, México, 1962.Fray Diego de Valadés O. F. M. Evangeli-zación Humanista de la Nueva España -ElHombre y su Epoca. Editorial Jus, Méxi-co, 1963.Este erudito analista de la personalidad defray Diego de Valadés, ofrece en el prime-ro de sus dos libros una traducción del

capitulo XXIII. Lamentablemente perma-nece inédita, una traducción completa dela Metorica que este autor tiene prepara-da desde hace varios años.

Op. cit. p. 112 (debiera ser 212).I Valades, Didacvs9Ibidem.

10 lbidem p. 110 (debiera ser 210).11 lbidem p. 219

12Ibidem p. 110 (debiera ser 210).13 Ibidem.

14 Ibidem.

15 Bitterli, Urs

16

Los "Salvajes" y los "Civi/izados" - El

Encuentro de Europa y Ultramar. Fondode Cultura Económica, México, 1982, p199. Titulo original Die "Wi/den" unddie "Zivilisierten"

Ch. Beck'sche Verlagsbuchhandlung,München, 1976.

16 Chafón, Carlos

17 Varios Autores

18 Valades, Didacvs

19 Varios Autores

20 Casas, Bartolomé

Benavente, Toribio de

21 Ibidem P. 244

22 McAndrew, John,

Fundamentos Teóricos de la RestauraciónTesis para optar por el grado de Doctor enArquitectura UNAM, División de Posgra-do de la Facultad de Arquitectura Méxi-co, 1983, p. 190.

Códice Franciscano

Ed. Salvador Cháves Hayhoe, México,1941, pp. 56-57.

Op. cit. p. 112 (debiera ser 212).

Enciclopedia de la Religión Católica. DaI-mau y Jover, Barcelona, 1953, Tomo 11,pp. 1151-1152 Verbum - CORPUSCHRISTI.

Apologética Historia Sumaria. Edicióncomentada de Edmundo O'GormanUNAM, México, 1967, Tomo 1, p. 333.Memoriales o Libros de las Cosas de la

Nueva España y de los Naturales de ellaEdición comentada de Edmundo O'Gor-

mano UNAM, México, 1971, pp. 482-483.

Op. cit., . 340.Más que catequizar o hacer procesiones,la celebración de Misas era el más impor-tante uso del atrio. Una celebración dignade la Misa, exigia alojar convenientemen-te al celebrante, al altar y al ritual. La ca-pilla abierta podia proveer esto satisfacto-riamente.

23Valades, Didacvs Op. cit., p. 112 (debiera ser 212).

24Ibidem, p. 110 (debiera ser 210).

25 Varios Autores Códice Franciscano. Ed. Salvador Cháves

Hayhoe, México, 1941, p. 57.

Op. cit., p. 388.No importa cuándo o cómo llegó a su for-ma final, y no importa de qué modo se lepueda clasificar mejor, no puede haber lamenor duda que la capilla de San José consus siete naves fue hecha sobre el modelode la mezquita y su patio.

26 McAndrew, John