Antequera arqueológica

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Sociedades, Territorios y Paisajes en la Prehistoria de Antequera. PRESENTACIÓN Los Dólmenes de Antequera: hacia la tutela efectiva Por Bartolomé Ruiz González Referencia bibliográfica: Ruiz González, Bartolomé (2005), «Los Dólmenes de Antequera; hacia la tutela efectiva» en El Sol de Antequera , especial del 12/06/2005, pp. 100-106. //pág. 100// El conocimiento de la necrópolis megalítica se documenta ya en los siglos XVI (A. de Tejada y Pérez) y XVII (R. Méndez de Silva), pero será en el XIX cuando por primera vez dispongamos de una descripción exhaustiva y de referencias en distintas publicaciones nacionales y extranjeras. C. Fernández, en su «Historia de Antequera desde su fundación hasta el año 1800 que recuerda su remota antigüedad, heroicas hazañas, gloriosos combates y célebres monumentos que ha salvado de los estragos del tiempo», de 1842, se limita a darnos la situación del sepulcro de Menga y una descripción muy somera del mismo, así como afirma que «poco distante de esta célebre cueva se esconde otra en las entrañas de la tierra que no es posible registrar por estar su puerta fuertemente cerrada». //pág. 101// Cinco años más tarde, en 1847, R. Mitjana publica la Memoria sobre el templo druida hallado en las cercanías de la ciudad de Antequera en donde ofrece una descripción pormenorizada del sepulcro así como explica que se ha hecho «una excavación en el centro de la cueva bajo de la gran piedra, sitio donde se creía encontrar restos de cadáveres, urnas, profundizando de 20 á 26 pies, y nada se ha encontrado: lo mismo ha sucedido con una galería que se ha hecho en el testero que da á otro montón de tierra que

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Arqueología

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 Sociedades, Territorios y Paisajes en la Prehistoria de Antequera.

PRESENTACIÓN

Los Dólmenes de Antequera: hacia la tutela efectiva

Por Bartolomé Ruiz González

Referencia bibliográfica: Ruiz González, Bartolomé (2005), «Los Dólmenes de Antequera; hacia la tutela efectiva» en El Sol de Antequera , especial del 12/06/2005, pp. 100-106.

//pág. 100//

El conocimiento de la necrópolis megalítica se documenta ya en los siglos XVI (A. de Tejada y Pérez) y XVII (R. Méndez de Silva), pero será en el XIX cuando por primera vez dispongamos de una descripción exhaustiva y de referencias en distintas publicaciones nacionales y extranjeras. C. Fernández, en su «Historia de Antequera desde su fundación hasta el año 1800 que recuerda su remota antigüedad, heroicas hazañas, gloriosos combates y célebres monumentos que ha salvado de los estragos del tiempo», de 1842, se limita a darnos la situación del sepulcro de Menga y una descripción muy somera del mismo, así como afirma que «poco distante de esta célebre cueva se esconde otra en las entrañas de la tierra que no es posible registrar por estar su puerta fuertemente cerrada». //pág. 101//

Cinco años más tarde, en 1847, R. Mitjana publica la Memoria sobre el templo druida hallado en las cercanías de la ciudad de Antequera en donde ofrece una descripción pormenorizada del sepulcro así como explica que se ha hecho «una excavación en el centro de la cueva bajo de la gran piedra, sitio donde se creía encontrar restos de cadáveres, urnas, profundizando de 20 á 26 pies, y nada se ha encontrado: lo mismo ha sucedido con una galería que se ha hecho en el testero que da á otro montón de tierra que hay detrás de la cueva» y acompaña todo ello de la primera representación gráfica del sepulcro.

La mayoría de las referencias posteriores que se hacen a la Cueva de Menga hasta el trabajo de E. Cartailhac de 1886 que se citará más adelante, siguen muy de cerca y remiten al estudio de R. Mitjana; estos son los casos de M. Góngora en sus Antigüedades Prehistóricas de Andalucía, de 1868, y de F. Tubino en su

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publicación Los Monumentos Megalíticos de Andalucía, Extremadura y Portugal y los aborígenes ibéricos, de 1870.

Habría que aludir no obstante, a un artículo de T. de Rojas que con el título Cueva de Menga publica en el Semanario Literario El Genil, en 1874. En este trabajo critica a R. Mitjana en cuanto al nombre de la propia cueva, que es de Menga y no Mengal, así como las inexactitudes en la citada memoria de las perspectivas, interior y lateral del sepulcro. Igualmente afirma que «El existir á sus espaldas otra elevación de semejante forma, artificial también en la apariencia, y el haberse observado en algunos puntos vestigios de antiquísimas excavaciones, hizo brotar en algunas imaginaciones exaltadas la creencia de que, minando el terreno por donde pareciera más adecuado, debían forzosamente encontrarse extensos subterráneos, joyas, tesoros y sepulcros. ¡Esperanza fallida! Tan solo entre las primeras capas del profundo pozo que se abriera en el último departamento del Dolmen, se hallaron algunas monedas árabes y romanas, y toscas herramientas de picapedrero, talladas en piedra oscura; dura y consistente, y con las que es probable fuesen labradas las caras interiores de las piedras que forman el monumento».

Una síntesis del citado artículo puede encontrarse en la Historia de Antequera publicada por el mismo T. de Rojas en 1879.

En 1886 se publica Les ages préhistoriques de l'Espagne et du Portugal, de E. de Cartailhac, obra en la que plantea los defectos que ofrecen las representaciones gráficas que R. Mitjana había realizado años atrás de la Cueva de Menga, presentando su propia documentación gráfica. En 1899 el arquitecto conservador de la Catedral de Sevilla, J. Fernández Ayarragaray, realiza unas nuevas señas gráficas de la Cueva de Menga.

El descubrimiento de la Cueva Chica o de los Hermanos Viera y de la Cueva de el Romeral a comienzo del siglo XX va a significar un incremento de los trabajos de investigación //pág. 102// sobre la necrópolis antequerana. Las primeras publicaciones que recogen ya estos dos sepulcros corresponden a 1905, y son debidas a R. Velásquez-Bosco, Cámaras descubiertas en el término de Antequera y a M. Gómez Moreno, Arquitectura Tartesia. La necrópolis de Antequera.

Una visión general de la necrópolis es presentada por R. Amador de los Ríos en su Catálogo de los Monumentos Históricos y Artísticos de la Provincia de Málaga, publicado en 1907. Se suceden posteriormente y a partir de 1919 los trabajos de H. Obermaier, El Dolmen de Matarrubilla, y de P. Paris, Promenades

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Archeologiques en Espagne: Antequera, ambos publicados en la citada fecha, y de A. de Mortillet, Le Dolmen d'Antequera, en 1921.

En 1922 la necrópolis de Antequera será objeto de un amplio estudio por parte de C. de Mergelina, titulado La necrópolis tartesia de Antequera, que es sin duda el más extenso y completo de entre los publicados hasta

aquel momento.

En 1934, W. J. Hemp publica The Pasaje Graves of Antequera and Maes Howwe, Orkney. En 1943 aparecen los primeros volúmenes de la obra realizada por el matrimonio alemán Georg y Vera Leisner, Die Megalithgräber der Iberischen Halbinsel, amplio estudio que compila la bibliografía conocida hasta el momento y presenta una detallada descripción de los sepulcros y los ajuares.

 

 

Fruto de la intensa actividad desarrollada como Comisario Provincial de Excavaciones Arqueológicas por S. Giménez Reyna es la publicación, en 1946, de su Memoria Arqueológica de la Provincia de Málaga hasta 1946, en la que se incluye la necrópolis de Antequera, en donde describe el mal estado de conservación en que se encontraban los sepulcros y los trabajos de consolidación y restauración realizados durante los años cuarenta. En 1960 S. Giménez Reyna publica un trabajo monográfico titulado Los Dólmenes de Antequera.

A partir de 1985 se pone en marcha, desde la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía, el proyecto Reconstrucción arquitectónica y paleo-ambiental del conjunto monumental de la necrópolis megalítica de Antequera (conformado por los sepulcros de Menga, Viera y El Romeral y el cercano asentamiento del Cerro del Marimacho) a cargo de los profesores de la Universidad de Málaga J. E. Ferrer Palma e I. Marqués Merelo.

Dicho proyecto ha venido desarrollándose con diversas actuaciones, fundamentalmente en los sepulcros de Menga y Viera así como el Cerro del Marimacho. De los citados trabajos se han dado a conocer resultados parciales en diferentes medios, preparándose en la actualidad la memoria del proyecto para su publicación por la Consejería de Cultura.

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En 2004 la Dirección General de Bienes Culturales //pág. 204// de la Consejería de Cultura de la Junta de de Andalucía impulsa un nuevo proyecto de investigación con el desarrollo de una importante labor científica pluridisciplinar en la que participan investigadores de las Universidades españolas de Sevilla (L. García Sanjuán y V. Hurtado Pérez), Granada (F. Carrión, J. A. Esquivel, D. García, J. A. Lozano y T. Muñoz) así como J. Peña y T. Teixidó del Instituto Andaluz de Geofísica), Alcalá de Henares (P. Bueno Ramírez y R. de Balbín Behrmann) así como británicas de Southampton (S. Keay, J. M. Rodríguez, D. Wheatley, D. Knight y K. Strutt), Leicester (C. Ruggles) y Cambridge (M. Hoskin).

Desde el punto de vista de la protección, la necrópolis de Antequera conoce su momento álgido en los años veinte del siglo pasado, cuando bajo el régimen del general Primo de Rivera se dicta el Real Decreto de 12 de julio de 1923 por el que se reconoce el valor de los Dólmenes de Menga y Viera como monumentos de carácter nacional. Años más tarde, en 1931, se le concede el mismo carácter al sepulcro megalítico de El Romeral.

En la filosofía de la legislación patrimonial vigente en aquellos años, queda inmerso el significado y valor que entonces se les atribuyó a estos sepulcros para ser considerados inmuebles dignos de la mayor protección y tutela en el ámbito del territorio nacional. La primera resolución administrativa de las mencionadas, que declaró Menga y Viera, se produce en aplicación de la Ley de 4 de marzo de Monumentos Arquitectónicos Artísticos, la primera legislación española que contemplaba la instrucción de los expedientes administrativos para la declaración de monumentos. La Ley reconocía entonces como valores para la declaración fundamentalmente el componente histórico y artístico y por supuesto la impronta de la antigüedad, que ya había definido con rotundidad la anterior legislación de 1911.

En el caso del Romeral, declarado con el Real Decreto Ley de 9 de agosto de 1926 del Tesoro Artístico Arqueológico Nacional (posteriormente derogado por la Ley de 13 de mayo de 1933), esta norma reconocía ya una mayor amplitud de valores y significados en los bienes de dicho tesoro artístico, mencionándose por primera vez en la normativa patrimonial el valor cultural como complementario de la dimensión histórica y artística. En ambos casos, tanto en 1911 como en 1926, los Dólmenes de Menga, Viera y El Romeral fueron considerados máximo exponente de nuestra antigüedad, de nuestra historia y expresivos de un componente monumental que los hacía ser contemplados al mismo rango de interés y valor que nuestras catedrales o las mejores obras artística que del pasado habían perdurado hasta nuestros días.

 

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A raíz de la nueva organización territorial del Estado configurada por la Constitución //pág. 105// de 1978, la Junta de Andalucía asumió, en virtud de los establecido en los artículos 148.1.16º de la Constitución Española y la 13.27 de la Ley Orgánica 6/1981, de 30 de diciembre, del Estatuto de Autonomía de Andalucía, las competencias en materia de Patrimonio Histórico, siendo transferidas las correspondientes funciones y servicios por Real Decreto 864/1984, de 29 de febrero.

En la relación número 1-B de dicho Real Decreto, donde se contiene el Inventario detallado de los bienes inmuebles sobre los que se transfieren a la Junta de Andalucía las competencias de la Administración General del Estado, se incluyen los Dólmenes de Menga, Viera y El Romeral.

En 1985, la promulgación de la normativa hoy vigente de Patrimonio Histórico Español, 16/85 de 25 de junio, unificó por su disposición adicional primera todos los bienes hasta entonces declarados o incluidos en el Tesoro Artístico Nacional bajo la categoría y denominación de Bien de Interés Cultural.

Desde entonces, los dólmenes significan y representan algunos de esos bienes de máximo interés y relevancia del Patrimonio, gozando de necesaria protección y constituyendo una expresión de las manifestaciones más dignas de la historia del pueblo español y de su contribución a la historia universal. Significan igualmente un elemento digno y receptor de la estima ciudadana, sentimiento y expresión ésta que les legitima como elementos que merecen el reconocimiento y tutela y se consideran, en definitiva, un elemento significativo de la identidad cultural de los españoles y andaluces en particular, tal expresa la mencionada Ley de Patrimonio Histórico Español en su preámbulo cuando afirma que «como objetivo último, la Ley no busca sino el acceso a los bienes que constituyen nuestro Patrimonio Histórico. Todas las medidas de protección y fomento que la Ley establece sólo cobran sentido si, al final, conducen a que un número cada vez mayor de ciudadanos pueda contemplar y disfrutar las obras que son herencia de la capacidad colectiva de un pueblo. Porque en un Estado democrático estos bienes deben estar adecuadamente puestos al servicio de la colectividad en el convencimiento de que con su disfrute se facilita el acceso a la cultura y que ésta, en definitiva, es camino seguro hacia la libertad de los pueblos».

Como Bienes de Interés Cultural, los Dólmenes se encuentran inscritos en el Registro de Bienes de Interés Cultural del Ministerio de Cultura (Cueva de Menga, código 2251000025300 000; Cueva de Viera, código 225 1000025400000, Cueva de El Romeral, código 2251000074100000).

En el ámbito autonómico, Andalucía promulgó en 1991 su propia legislación de Patrimonio Histórico (ley 1/91 de Patrimonio Histórico de Andalucía), configurando en esta norma el Catálogo General del Patrimonio Histórico Andaluz, como instrumento para la salvaguarda de los bienes en él inscritos, la consulta y la divulgación de los mismos. En el Catálogo se incluyen los Bienes de Interés Cultural ya declarados o que se declaren.

Tanto por su naturaleza de Bien de Interés Cultural como de Bien inscrito en el Catálogo General del Patrimonio Histórico Andaluz, los Dólmenes de Menga, Viera y El Romeral gozan hoy de la máxima categoría jurídica como bienes integrantes del Patrimonio Histórico Español y Andaluz.

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En 1899, el arquitecto guipuzcoano Joaquín Fernández Ayarragaray proyecta la ordenación del entorno del túmulo de Menga, creando una plaza en su entrada donde sitúa un edificio de recepción v de exposición con una torre mirador, así como la casa del guarda, que finalmente no se llegó a construir.

En 1941, el arquitecto granadino Francisco Prieto-Moreno Pardo lleva a cabo una restauración sobre los tres sepulcros y sus túmulos, así //pág. 106// como una ordenación del entorno de los mismos y construye los caminos de acceso.

En 1985 la Dirección General de Bienes Culturales de la Consejería de Cultura encargó al arquitecto sevillano Manuel Salado Ordóñez la redacción de un proyecto de ordenación, consolidación y rehabilitación de la zona arqueológica de los Dólmenes de Antequera contemplando la edificación de una importante infraestructura museística para la sede institucional del Conjunto Arqueológico, así como la construcción de áreas de aparcamiento, servicios y nuevos accesos en el llamado Llano de Rojas, que se culmina en la actualidad.

Con el fin de posibilitar la puesta al servicio de la colectividad del Conjunto Arqueológico de los Dólmenes de Antequera (Recinto de los Dólmenes de Menga y Viera, y Recinto de El Romeral), el Consejo de Gobierno de la Junta de Andalucía, en sucesivos Decretos, aprueba una relación de puestos de trabajo (RPT) para dicha institución museística.

Imagen tomada desde la entrada de Menga en 1905 por Gómez Moreno. Al fondo se contempla el Cerro de Marimacho (notas manuscritas del autor). Archivo de la Academia de la Historia.

En 2003 por Orden de la Consejera de Cultura se encarga la gestión de las actividades de carácter material, técnico o de servicios que se desarrollen en el Conjunto Arqueológico a la Empresa Pública de Gestión de Programas Culturales, facultando al Director General de Bienes Culturales para dictar instrucciones y actos para la ejecución de la encomienda.

La experiencia adquirida en los últimos años aconseja consolidar un modelo de gestión adecuado que garantice la agilidad y que se potencien las acciones de tutela, contempladas en el Plan General de Bienes Culturales, de manera integral, que permitan reconocer los hechos no de forma aislada sino como un «continuum» en el que están presentes dos conceptos claves: el territorio, en un sentido amplio como suma de factores que coinciden y determinan los modelos y el devenir histórico ligado a este territorio.

Bajo este prisma tendríamos en el sitio de Antequera, de un lado el Torcal y los asentamientos en cuevas, entre las que habría que destacar la de El Toro; y por otro la Vega y los asentamientos principales del Cerro de Marimacho, la ladera sur de la Peña de los Enamorados y Altos de las Breñas, los asentamienos dependientes, los lugares de utilización esporádica, los talleres de transformación de sílex, las canteras para

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extracción piedra para construcción, así como los túmulos de Menga, Viera y el Romeral y su vinculación con ritos astronómicos o con hitos territoriales como la Peña, reflejo de la dialéctica entre la sociedad y el espacio los rodeaba.

No sólo por el valor intrínseco y significativo que hoy en día se le reconoce a este sitio, sino incluso con la finalidad de posibilitar una tutela efectiva, se trabaja en la actualidad para la creación de una institución patrimonial que tenga como misión el ejercicio de acciones de protección, conservación y restauración y difusión de los bienes culturales cuya custodia se le atribuye.

Para el desarrollo de sus funciones dispondrá en su sede la adecuada infraestructura museística, con espacios de exposición permanente y temporal y un Centro de Interpretación la Prehistoria de Andalucía permitirá contextualizar el sitio de Antequera.

 

1.- CONTEXTO

1.a.- Marco físico

En un sentido amplio en términos geográficos, la comarca de Antequera se encuentra ubicada en el corazón de las depresiones interiores andaluzas, formando parte de la superestructura tectónica que supone el denominado surco intrabético. Por tanto, sus límites se encuentran tanto en las estructuras de los diversos subsistemas externos del Bético, como en los sistemas de falla que la limitan de las grandes cuencas fluviales. Fisiográficamente son terrenos planos o ligeramente alomados, que ocasionalmente pueden verse afectado de cierto grado de endorreísmo, paliado sobre todo en torno al curso del Guadalhorce y su red de drenaje. La impresión general es de un paisaje abierto aunque bien delimitado por hitos de relieve muy característicos, capaz, ambiental y económicamente, de soportar contingentes humanos numerosos.

De forma más concreta, el espacio físico que enmarca a los grandes monumentos megalíticos de Antequera (Dolmen de Viera, Cueva de Menga y El Romeral), aunque dotado de cierta homogeneidad, no deja de presentar matices ambientales bien contrastados. La proximidad al casco urbano consolidado de Antequera, puede suponer en la actualidad un factor de distorsión del paisaje difícil de salvar. En cualquier caso, el núcleo megalítico Menga/Viera se localizó originalmente sobre la cota más alta de un pequeño morro abalconado sobre la planicie de la vega, coincidiendo con la zona en que los arroyos que descienden desde las laderas situadas al sur inician sus cursos divagantes antes de unirse al curso del río Guadalhorce.

 

Ubicación de la zona de Ubicación de la zona de

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estudio en la Comunidad Autónoma de Andalucía

estudio en la Comunidad Autónoma de Andalucía en relación con la altimetría y la hidrología

 

Desde el punto de vista hidrológico, el principal colector de la zona lo constituye el curso alto del Guadalhorce, abriéndose paso por los terrenos horizontales del surco intrabético. Hacia el Guadalhorce fluyen los cursos de los arroyos de la Villa y de las Adelfas, principales escorrentías que drenan el escalón de elevaciones que dividen el espacio entre la sierra del Torcal y la zona de vega.

Es precisamente el curso medio del Guadalhorce el elemento que ordena el medio más próximo a la necrópolis megalítica, actuando de eje vertebrador de un espacio definido al este por la mole calcárea de la Peña de los Enamorados, al sur las Lomas de Guerrero, Cuesta del Romeral, Zumacares, Cerro de San Cristóbal, Cerro de Castillo de Antequera y orla de mantos salinos triásicos que desde Matagrande a Vadolosyesos constituyen el piedemonte (no en sentido geológico ni tan siquiera litológico, aunque sí físicamente) de la falda norte de la sierra del Torcal (siempre en recorrido este-oeste); al norte el límite queda constituido por la orla de lomas de altimetrías medias situadas en torno al núcleo de Cartaojal, los Llanos de Antequera y la sierra caliza de Humilladero (también en recorrido este-oeste). El cierre por el oeste lo conformarían las suaves lomas de Bobadilla y Ballesteros junto con la curva que describe el Guadalhorce en su búsqueda de un paso a través de las cadenas del Subbético Externo que de forma diagonal dividen la provincia de Málaga.

Localización del complejo megalítico de Antequera sobre ortofotos 1:2500.

Localización del complejo megalítico de Antequera sobre ortofotos 1:2500 con curvas de nivel (cartografía topográfica del ICA).

Estos accidentes ni constituyen ni han constituido históricamente barreras infranqueables para los pobladores humanos de la zona, dada su permeabilidad ante los distintos procesos culturales que han tenido lugar desde la Prehistoria. Los principales pasos naturales hacia el sur conectan la zona de Antequera con la franja litoral a través del corredor definido por el flysh de Colmenar-Periana por las vías de la Boca de Asno (principal ruta natural) o bien utilizando los puertos de Pedrizas-Fresneda, en cuyas paredes se conoce un importante poblamiento desde el Musteriense (cuevas de los Chivos y la Pulsera). En el límite occidental de la cadena

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del Torcal (Chimenea y Pelada) también podemos constatar el tránsito por el paso del Llano de la Venta, donde se identificó (por aficionados-coleccionistas) hace décadas un sepulcro megalítico y un pequeño asentamiento (aún inéditos) en el Peñón de Vallejos.

Por el norte, el suave escalón que desciende hacia el plano de falla por el que discurre el Genil, facilita la comunicación con la campiña andaluza y, tanto al este como al oeste, la orografía no imposibilita en ningún caso el recorrido hacia las vegas altas tanto de la Andalucía oriental como de la occidental.

El marco físico, en definitiva, define el espacio de actuación de esta actuación como una zona resguardada y rica en recursos agrológicos (aparte del potencial de acceso a recursos minero-metalúrgicos vecinos), que ocupa además un lugar centrado en el mediodía peninsular, históricamente abierto a las regiones interiores y litorales que la rodean.

 

1.b.- Precedentes arqueológicos: excavaciones

La mayor parte de las intervenciones arqueológicas ocurridas en el municipio de Antequerase se centran en la necrópolis megalítica de Antequera, en gran parte debido a la monumentalidad de las estructuras funerarias y a la antigüedad de su descubrimiento a inicios del siglo XX (en el caso de las tumbas de Viera y Romeral). Tras las antiguas excavaciones de Simeón Giménez Reyna (1946; 1953) en los años cuarenta tuvieron que pasar casi tres décadas antes de que se reiniciaran las investigaciones en este magno conjunto. A finales de los años 1980 los Drs. J. Ferrer Palma e I. Marqués Melero inician un proyecto de reconstrucción arquitectónica y paleoambiental en la necrópolis de Antequera (Ferrer Palma 1997) con el objetivo de analizar el estado de los monumentos con vistas a la reconstrucción de las estructuras arquitectónicas y tumulares.

Los resultados obtenidos dentro de este proyecto han quedado reflejados en una serie de publicaciones realizadas por sus responsables ( Ferrer Palma, 1997a; 1997b; Ferrer Palma y Marqués Merelo, 1993; Marqués Merelo y otros, 2004), aunque en este documento no se entrará en una valoración específica del significado o alcance de estas intervenciones, puesto que, de cara al interés específico del Proyecto de Investigación, su interés está limitado por la escasa repercusión que tuvieron a nivel de análisis del contexto territorial del sitio.

Un sitio arqueológico del entorno de los dólmenes de Antequera en el que se han realizado trabajos de excavación (por vía de urgencia) es el asentamiento de Cerro de Marimacho (inicialmente publicado como Cerro de Antequera). Las primeras noticias sobre la existencia de este yacimiento se deben a un primer estudio en el que se daba a conocer la presencia del yacimiento en la proximidad de la necrópolis megalítica de Antequera (Leiva y Ruiz, 1977).

Exterior de la Cueva de Menga(Abril 2005). Fotografía D. Wheatley.

 

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Exterior de la Cueva de Menga durante la intervención llevada a cabo en primavera de 2005. Fotografía D. Wheatley.

Interior de la Cueva de Menga(Abril 2005). Fotografía D. Wheatley.

Interior de la Cueva de Menga(Abril 2005). Fotografía D. Wheatley.

 

Interior de la Cueva de Menga (Abril 2005). Fotografía D. Wheatley.

Un estudio posterior (Ferrer Palma y otros, 1988), de materiales de superficie permitió caracterizar el yacimiento como un pequeño poblado calcolítico ya entrado en la etapa campaniforme, identificándose como elementos más significativos algunas fuentes con los labios ligeramente exvasados y ápice plano decorado con motivos campaniformes incisos (zig-zags rellenos de líneas oblicuas), asimilables a los tipos relacionados tradicionalmente con los tipos Palmela.

Con bastante posterioridad, una vez iniciado el proceso de estudios de las estructuras megalíticas, las obras del trazado de la Ronda Norte de Antequera permitieron efectuar una segunda intervención arqueológica de este sitio, abordada en 1997 bajo la fórmula administrativa de las intervenciones de urgencia.

La excavación, ceñida a la banda de afección directa del trazado del nuevo vial, permitió descubrir dos estructuras excavadas en la calcarenita basal, con plantas ligeramente ovales y diámetros mayores comprendidos entre 1.50 m. y 2.20 m. aproximadamente.

Las dos estructuras se encontraban conectadas mediante una perforación no intencional (posiblemente la excavación de una de ellas generó la rotura de la pared de la más antigua). Las cubiertas y accesos cenitales de estas subestructuras se encontraban colapsadas, circunstancia que facilitó su colmatación a favor de ladera.

Los rellenos de estas estructuras, sobre todo en la más septentrional, presentaban un conjunto material bastante homogéneo, con elementos propios de ambiente doméstico, bien basurero intencionado, bien producidos por el desmantelamiento erosivo de las estructuras y depósitos situados en las zonas elevadas de la ladera (la excavación se verificó en la zona más baja de la elevación, orientada al Arroyo de la Villa). Los datos publicados en relación a esta excavación son mínimos y se limitan a una breve reseña en el marco de estudios realizados en el entorno de la Depresión de Antequera (Marqués Merelo y otros, 2004).

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El segundo gran foco sobre el que se han concentrado hasta la fecha los esfuerzos por conocer la Prehistoria Reciente de la región antequerana es la necrópolis de cuevas artificiales de Alcaide. Esta necrópolis fue dada a conocer por Giménez Reyna (1946), que publicó las primeras tumbas, investigadas por él mismo o conocidas por expolios anteriores a sus actuaciones. En 1953 realizó una descripción monográfica más completa de estructuras hipogeas y del listado de ajuares recuperados (Giménez Reyna, 1953). Posiblemente este trabajo debió completarse con un manuscrito inédito, al parecer consultado por Berdichewsky (1964) y hoy perdido.

Ya en 1956, son los Leisner quienes retoman las descripciones físicas de los enterramientos, así como el estudio detallado de los listados de materiales presentados por Reyna. Tras los trabajos citados de Berdichewsky, descubridor involuntario de una de las nuevas cuevas sepulcrales que él relacionó con un segundo acceso a una de las ya conocidas, los trabajos más serios han venido desarrollándose por el Dr. Marqués Merelo desde 1976, con unas primeras fases documentales que pretendían elaborar adecuadamente la información expuesta por los anteriores autores, intentando superar las contradicciones que existían en los referidos estudios.

Con posterioridad, tanto actuaciones de urgencia debidas a descubrimientos casuales en el yacimiento, como el propio curso sus investigaciones, han permitido al Dr. Marqués y su equipo completar el estudio de la necrópolis (21 sepulturas en total), así como iniciar estudios cronológicos (absolutos y relativos), paleoantropológicos y de análisis general del yacimiento en su entorno (Ferrer Palma y Marqués Merelo, 1979; Marqués Merelo y Ferrer Palma, 1983; 1992; Marqués Merelo, 1983; 1987). La necrópolis aporta una secuencia funeraria particularmente interesante, ya que si bien todo indica en principio que los sepulcros se labran en fechas tempranas del Calcolítico , parece que evidencian una continuidad en su función funeraria, presentando los clásicos enterramientos "colectivos", ahora barridos en algunos casos hacia los exteriores para introducir inhumaciones individuales durante el II milenio (sepulcro o cueva 9 con un único enterramiento en posición fetal acompañado de diadema de plata y puñal de remaches) e incluso continuados durante el Bronce Reciente, con inhumaciones individuales que barrieron hacia los corredores los enterramientos y ajuares calcolíticos y cuya continuidad generó casos como la cueva 17, con un inhumado del Bronce Reciente acompañado de rico ajuar cerámico, situado en el centro de la cámara, para lo que se había arrinconado previamente los restos óseos de varios individuos y sus ajuares, también datados en el Bronce Reciente.

Vista aérea del túmulo de El Romeral.

Reconociendo que la propia necrópolis ya constituye un yacimiento de un valor excepcional, tanto en lo científico como en lo monumental, estos trabajos en el entorno han facilitado la aproximación a los sistemas de adquisición de recursos abióticos en el entorno (Márquez y Marqués, 1997; Márquez, 1988); del mismo modo que han permitido la investigación de un interesante hábitat quizás relacionado con la necrópolis (Aguado et al., 2002).

En este caso se trata de un pequeño contexto de hábitat correspondiente a las etapas más tempranas de la Edad del Cobre, aunque sus descubridores dudan acerca de su posible relación con la necrópolis, tanto por sus dimensiones como por la cronología que le atribuyen.

Más cercana a la necrópolis de Antequera que la necrópolis de Alcaide, la necrópolis/asentamiento de Alameda se descubrió como consecuencia de una actividad de urgencia desarrollada por el antiguo Plan Arqueológico de la Diputación Provincial de Málaga (García, 1984). Estos trabajos permitieron estudiar varias

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estructuras excavadas en la roca arenisca local, conectadas por varios canales y, en algún caso de carácter funerario. Recientemente, su excavador, M. García León, y los Drs. Márquez Romero y Fernández, han efectuado una relectura del yacimiento (Márquez Romero y otros, 1999), modificando ligeramente los planteamientos de 1984. En este caso, lo que se definió en su día como necrópolis, posiblemente por el notable impulso generado por las investigaciones que paralelamente o en fechas muy recientes se había desarrollado en la necrópolis de Alcaide, ha pasado a integrarse, a la luz de los nuevos datos y con una interpretación más correcta de las evidencias reales, en el ámbito de los asentamientos con estructuras de habitación subterráneas, quedando pendiente de nuevas intervenciones que con otro tipo de objetivaciones puedan contribuir a esclarecer las dimensiones reales del yacimiento.

Otra localización prehistórica conocida dentro del municipio de Antequera es el asentamiento de Loma de Cortijo Quemado, descubierto en el transcurso de las prospecciones llevadas a cabo como consecuencia de as obras del AVE Córdoba-Málaga. Pese a que sólo se ha emitido un breve informe técnico-científico en relación con esta actuación (Fernández et al, 2004), es posible establecer algunas de sus características principales. Desde un punto de vista exclusivamente físico, y teniendo en cuenta la pérdida erosiva de los depósitos arqueológicos, sus estructuras y el propio soporte físico rocoso que les sirve de base, es posible determinar que se trata de un hábitat de escasas dimensiones, al menos comparado con los yacimientos más cercanos de naturaleza similar que se han investigado en las inmediaciones, superando ligeramente los 2000 metros cuadrados, área muy inferior a la presentada por los asentamientos de Peñarubia, Cortijo de San Miguel, Alameda y Marimacho (Márquez y Fernández, 1998; Fernández et al., 1996; Aguado et al., 2004). El establecimiento se orienta hacia el noroeste, ubicándose en la ladera media-alta del cerro, sobre terrenos de fácil accesibilidad, bien defendidos visualmente de las zonas de planicie circundantes.

Es muy posible que el número de 30 estructuras siliformes identificadas en extensión fuera originalmente mayor, aunque es difícil precisar este punto. En cualquier caso, suponiendo a estas subestructuras una profundidad media de 1.50 m., podemos especular sobre una pérdida de masa en las laderas más altas del cerro cifrable entre uno y dos metros como mínimo, lo que ha contribuido a la casi total destrucción del yacimiento. El registro material recobrado apunta, salvo en el caso del silo número 1, apunta hacia un ambiente doméstico cotidiano, con vasijas destinadas a la preparación y consumo, así como un instrumental lítico pulimentado y silíceo tallado que se sitúa en la misma línea.

Dos circunstancias pueden converger en la elección de este emplazamiento para establecer el hábitat y, posiblemente contribuyan a explicar una utilización temporal del mismo que posiblemente no resulte muy prolongada. Por una parte, la montera del cerro presenta en los conglomerados poligénicos abundancia de nódulos y tablas de sílex de buena calidad, así como de fragmentos de almagre rojo (mineralización de hierro de aspecto terroso que demuestra altas concentraciones de hematites derivadas de la meteorización de menas de oligisto). En función de la ausencia de cubierta vegetal que enmascarase estos afloramientos rocosos de la cima del cerro, la accesibilidad a estos recursos líticos no debió suponer un gran problema. Por otro lado, en varias de las estructuras se han localizado bloques nodulares de sílex sin trasformar, ex situ ; así como fragmentos de almagre en bruto y restos de su molturación, trasformado en fino polvo colorante, en asociación a bases abarquilladas de molinos con superficies abrasivas teñidas de este colorante, lo que implica su utilización para la preparación de la base cromática hasta obtener una fracción fina que pudiera ser disuelta y aglutinada con algún tipo de fluido. Esta información se complementaría con la presencia de una cantera de ofita en un radio inferior a 1.5

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Km. desde el yacimiento, explotada hasta época romana como mínimo (Romero Silva, 2003).

Con estos datos no parece aventurado presuponer que la obtención y trasformación de estos dos vectores de recursos abióticos pudo tener bastante peso en la elección del lugar de hábitat, en el caso de que incluso no constituyeran un factor determinante.

La presencia de un depósito funerario (una inhumación) dentro de una estructura subterránea muy diferente en su morfología a las habituales, bien puede ser el reflejo de esta movilidad del grupo, con enterramientos ocasionales que, incluso si consideramos un vínculo entre estos grupos y lo que venimos denominando poblaciones megalíticas, podríamos considerar que se tratarse de una inhumación primaria.

Tanto la tipología de los materiales como la tecnología, patrón de hábitat y apropiación de recursos y espacios nos sitúan en momentos finales del Neolítico, posiblemente ya marcando el tránsito hacia las fases tempranas del Calcolítico. El enrarecimiento de las decoraciones sobre soporte cerámico, la continuidad de los tratamientos de almagra de los mismos, la pobreza de formas cerámicas abiertas y la tecnología de trasformación de productos silíceos parecen apuntar esta idea.

El tercer foco principal de la actividad investigadora del poblamiento prehistórico de la región antequerana se sitúa en El Torcal, donde la Universidad de La Laguna ha venido desarrollando varias campañas de trabajo de campo en algunas de las cavidades de la zona que presentan vestigios de ocupación humana. Básicamente son dos las cavidades estudiadas, la Sima del Tambor y la Cueva del Toro-Sima del Pasillo, aunque existen algunos datos sobre los complejos cársticos de Marinaleda-Cuerda y Cueva de la Picardía, todas ellas en el propio Torcal

En el caso de la Sima del Tambor se publicó hace algunos años el material cerámico de superficie, algunos elementos singulares fosilizados por los carbonatos. El yacimiento fue datado en el Neolítico Final, apuntándose la presencia de una ocupación ya Calcolítica (Sanchidrián y García, 1987). Pero sin duda el sitio mejor conocido es la Cueva del Toro, donde las excavaciones practicadas han revelado una interesante secuencia que se abre en el IV milenio (Neolítico Pleno), perdurando su hábitat hasta la Edad del Bronce (observándose una disminución notable en el empleo del la cueva como lugar de habitación hacia finales del II milenio a.n.e.). Las analíticas efectuadas han facilitado la reconstrucción de un marco ambiental y agro-económico de gran interés (Martín Socas y Camalich Massieu, 1987; Martín Socas y otros, 1987; Martín Socas y otros, 1993; 2004a; 2004b; Rodríguez y otros, 1995; etc.).

 

1.c.- Antecedentes arqueológicos: prospecciones

Posiblemente, las primeras actuaciones que merecen ser reseñadas en lo que respecta al reconocimiento arqueológico del territorio de la Depresión de Antequera, son las prospecciones sistemáticas que hace dos décadas se realizaron en la Sierra de La Camorra (Sierra de Mollina) (Márquez Romero y Morales Melero, 1985). Estos trabajos, centrados en la ocupación de las cavidades cársticas del frente Norte de la depresión, catalogaron varias cavidades con vestigios de actividad humana a lo largo de la Prehistoria Reciente, pudiendo destacarse las cuevas de La Higuera, Gran Torca-Perales I, Abrigo de los Porqueros, Cueva de Las Goteras y Cueva de Los Órganos. En la Cueva de la Higuera, el proceso de investigación sistemática concluyó con la

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verificación de una serie de sondeos estratigráficos que arrojaron como principales resultados el descubrimiento de una ocupación neolítica que se cerraba con niveles de época campaniforme. Los trabajos confirmaron también un uso funerario de las áreas más profundas de la cueva (o bien vinculado a las alteraciones de expolio del yacimiento, o bien relacionado con un uso sepulcral colectivo más antiguo) (Márquez Romero, 1987).

 

Corredor del dolmen de El Romeral.

Cámara del dolmen de El Romeral.

 

Sin embargo, a pesar de la significativa conexión espacio-temporal, el trabajo realizado en la Sierra de Mollina no tuvo continuidad ni articulación alguna dentro de las actuaciones realizadas por el equipo de la Universidad de Málaga en relación con el proyecto de reconstrucción arquitectónica y paleoambiental de la necrópolis de Antequera. Las publicaciones realizadas como resultado de este Proyecto citan algunos yacimientos localizados mediante prospecciones de superficie realizadas en el entorno del conjunto dolménico de Antequera, aunque en ninguna de ellas se especifica la metodología ni el área exacta (o áreas) objeto de estudio - ver por ejemplo Ferrer Palma, 1997. Entre los yacimientos citados en este contexto se incluyen Cortijo de la Magdalena, Dehesa de los Potros, Peña de Los Enamorados y Zumacanes (a veces referido como Cortijo Zumacal o simplemente como Zumacal), además de otras localizaciones "... más aisladas y situadas en las estribaciones montañosas cercanas al núcleo principal. y que pueden considerarse como enclaves relacionados con actividades ganaderas o de transformación de tecnología primaria " (Ferrer Palma y Marqués Merelo, 1993).

Precisamente, el sitio de Zumacal se descubre a raíz de estas prospecciones de superficie en el entorno inmediato del conjunto dolménico, aunque ya era bastante bien conocido por los expoliadores locales. Este yacimiento s e encuentra emplazado en el primer escalón de margas, yesos, argilitas y materiales subvolcánicos que conforma la base litológica del Trias de Antequera. En la actualidad se encuentra prácticamente arrasado por grandes movimientos de tierras relacionados con las antiguas obras de los depósitos que abastecen el Polígono Industrial. Zumacal ha sido

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fechado dentro del Bronce Final a partir del hallazgo de materiales cerámicos decorados con retícula pintada en tonalidades ocres sobre piezas ejecutadas a mano con un cuidado tratamiento bruñido, aunque en realidad nunca ha sido estudiado en mayor profundidad y no resultaría extraño la presencia de materiales más antiguos (este yacimiento permanece inédito para la literatura científica).

Otro de los sitios citados en el contexto de las prospecciones llevadas a cabo por la Universidad de Málaga en el entorno inmediato de los dólmenes de Antequera es la Peña de los Enamorados, ya conocida desde la publicación de materiales de superficie por A. Moreno y J. Ramos (1983). Este primer estudio se había centrado en la trinchera abierta por el ferrocarril en la ladera Sur, sobre una acusada pendiente con ligeros resaltes que se orientaba hacia el angosto paso excavado por el Guadalhorce entre la Propia Peña y las Lomas de Guerrero. La trinchera del ferrocarril cortó longitudinalmente los depósitos arqueológicos, de forma que aún hoy día son bien visibles, tanto la estratigrafía del asentamiento como los restos estructurales domésticos y funerarios (estructura cistoide saqueada desde antiguo). El material proporcionado por este corte resultaba muy abundante y a pesar de que no se pudo adscribir a la estratigrafía visible, su estudio si permitió identificar una intensa ocupación durante todo el II milenio a.n.e.

La Peña de los Enamorados desde el túmulo de la Cueva de Menga(Abril 2005). Fotografía D. Wheatley.

La Peña de los Enamorados (Abril 2005). Fotografía D. Wheatley.

 

Posteriormente, como resultas de los trabajos de prospección del primer Proyecto de Arqueometalurgia Prehistórica de la Provincia de Málaga, se pudo constatar en la falda oeste (soslayada inicialmente por presentar una pendiente muy acusada), restos muy erosionados de un establecimiento ligeramente más antiguo, con abundantes restos cerámicos con decoraciones de tipo campaniforme (tanto impresas como incisas) asociados en superficie a los testimonios de una intensa actividad del laboreo metalúrgico para el beneficio de cobre (dada la multitud de recortes metálicos observados en superficie y a la distancia, relativamente lejana de las fuentes primarias de aprovisionamiento, se pensó inicialmente que podría tratarse de un centro destinado al reprocesado de material en desuso, aunque esta circunstancia no logró nunca contrastarse dado que se paralizó el proyecto justamente cuando correspondía sondear este yacimiento). Otros indicios superficiales apuntaban hacia una ocupación más temprana en el III milenio ane, aunque tampoco se ha tenido nunca ocasión de verificar los datos obtenidos en superficie (Suárez y Fernández, 1995).

Otra intervención puntual que abordó la prospección de determinados sectores de la Depresión antequerana tuvo como objetivo el estudio de localizaciones de arte

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rupestre prehistórico. Aunque esta actuación no tuvo mayor continuidad, la publicación de V. E. Muñoz Vivas (1992) dio a conocer varios abrigos con pinturas rupestres situadas junto al río Guadalhorce y al Sureste de la localidad de Antequera, en el piedemonte. Aunque en la publicación no se precisan los nombres que corresponden a los números mostrados en el croquis de situación, se citan las localizaciones de Cueva de las Grajas, Malnombre, Camarolo I, II y III, Abrigo de Escardadera y Peña de los Enamorados, la mayoría de ellas actualmente no incluidas en el inventario municipal de localizaciones arqueológicas, por lo que requerirán de una actuación de localización y documentación específica.

Quizás la más robusta de las distintas actuaciones de carácter territorial que han tenido lugar en la depresión antequerana y su entorno sea la realizada a partir del Proyecto de Investigación desarrollado por la Universidad de La Laguna en la Sierra del Torcal. Este Proyecto supuso la gestación de un marco de investigación de carácter explícitamente territorial que concentró sus esfuerzos en el poblamiento Neolítico y Calcolítico del karst antequerano. Se estudió con bastante profundidad el área de captación del hábitat de la Cueva del Toro en las áreas de la falda sur del Torcal, siendo el resultado más significativo de estas prospecciones el descubrimiento de un asentamiento fortificado de época campaniforme (El Parque), así como la zona de hábitat de la Boca del Asno, acceso natural hacia la Depresión de Antequera desde el litoral, además de la presencia de otras cavidades con ocupación prehistórica (Martín Socas, 1993). Desde el punto de vista del análisis de la ocupación y uso del espacio por los pobladores prehistóricos, esta zona sirvió para efectuar un estudio experimental sobre los cereales de alta montaña y su comportamiento económico trasladado a la Prehistoria Reciente (Rodríguez et al., 1995).

La más reciente de la serie de intervenciones arqueológicas llevadas a cabo en Antequera es resultado de los trabajos de prospección efectuados para el tramo IX de la línea AVE Córdoba-Málaga. En este caso, las prospecciones de carácter intensivo llevadas a cabo como medida de control del impacto patrimonial de las obras del AVE han dado lugar a la identificación y localización de un amplio número de localizaciones arqueológicas (de todas las épocas) a lo largo del valle del Guadalhorce a su paso por la depresión antequerana.

En este caso se han identificado distintas evidencias que los prospectores consideran producto del poblamiento prehistórico de la zona. Aunque el Informe resultante de esta actuación no ha podido ser directamente consultado por nosotros, las fichas incluidas en el inventario municipal de yacimientos del municipio de Antequera, muestran que varias de esas localizaciones son bastante inciertas y que su interpretación requerirá de nuevas visitas más específicas.

En cualquier caso, como resultado de estas prospecciones destaca el descubrimiento, en las proximidades de Bobadilla, del yacimiento denominado Loma de las Albinas , situado en la zona conocida como Vega Baja (Fernández Rodríguez et al., 2004). Este yacimiento se describió por la presencia de materiales líticos silíceos con evidentes señales de procesado antrópico que se localizan de forma irregular y en aparente vínculo estratigráfico con la capa vegetal sucesivamente roturada. Las escasas pendientes que fuerzan los relieves circundantes y los desplazamientos gravitacionales masivos, probablemente vinculados a la formación y evolución de unos depósitos coluviales muy superficiales, han impedido que los procesos de erosión de los restos sean muy altos.

La cercanía del sitio a fuentes de aprovisionamiento de recursos líticos, fundamentalmente silíceos, sílex nodular y tabular básicamente, ha motivado que la traza de la línea férrea se acerque e incluso corte varias áreas que no pueden

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considerarse asentamiento humano en sentido estricto, sino que más bien resultan ser áreas destinadas bien a la extracción del recurso en bruto, o bien, lo que parece más probable, son reflejo de una actividad en posición secundaria correspondiente al procesado básico del mismo en las fases iniciales de la cadena operativa de talla.

La fuerte incidencia que sobre estos materiales tienen los procesos de deriva sugiere la necesidad de efectuar prospecciones selectivas sobre algunas de las cotas más elevadas que se encuentran entre la vía férrea Málaga-Córdoba y la traza prospectada en su día, áreas que posiblemente revelen la existencia de un registro arqueológico estable (primario), ya que todos los restos localizados en traza y entorno de la misma, parecen proceder de estas zonas altas, carentes de afección directa o indirecta, tanto por desplazamientos erosivos como por la movilidad de materiales de superficie sujetos a una roturación intensiva durante los dos últimos milenios. La relativa frecuencia de restos de talla y la gran dispersión que presentan sobre el terreno parecen indicar una explotación y transformación in situ posiblemente efectuada durante un período temporal muy prolongado, que, afecta a las etapas terminales del Neolítico y las fases más tempranas del Cobre.

 

1.d.- Antecedentes arqueológicos: informaciones y noticias no contrastadas

De acuerdo con la información recogida por D. Manuel Romero Pérez, responsable de la Oficina de Arqueología Municipal, y D. L. E. Efrén Fernández Rodríguez, en diversos puntos del municipio de Antequera, aficionados, expoliadores y otras fuentes indican la existencia de posibles vestigios prehistóricos. Aunque estas supuestas localizaciones requieren de una corroboración y estudio arqueológico para contribuir de forma efectiva al análisis del poblamiento de la zona durante la Prehistoria Reciente , pueden servir para sugerir zonas de actuación específica dentro de la actuación aquí planteada.

Las informaciones recabadas por la Oficina de Arqueología Municipal a través de "encuesta oral" apuntan a "posibles" restos de ocupaciones prehistóricas (Edad del Cobre) dentro del casco histórico de Antequera, en las zonas de Era de San Roque, Cerro de la Cruz y Parroquia de Santiago, aunque nunca se ha confirmado la veracidad de estas noticias. Similarmente, al suroeste del casco urbano, en terrenos conocidos como La Matagrande, se ha registrado recientemente la presencia de una base abarquillada de molino y restos de talla lítica en sílex.

Muy próximo al yacimiento anteriormente citado, a dos kilómetros en dirección Bobadilla, en una zona conocida como Arroyo del Alcázar, se localizaron hace algunos años restos de ortostatos desplazados por las tareas agrícolas, así como escasos fragmentos de cerámicas elaboradas a mano, indicios que apuntaban hacia la presencia de un pequeño sepulcro megalítico, situado justamente en el límite de los terrenos entre las estribaciones de las elevaciones del triásico y la zona horizontal de vega. Posiblemente el emplazamiento exacto se ha perdido en la actualidad.

En el entorno norte de la localidad de Antequera, directamente orientadas hacia la depresión interior, aunque ubicadas en las suaves laderas de la Sierra de Humilladero, se localizan dos necrópolis excavadas en la roca. La primera de ellas, Ferradores, emplazada en el cortijo del mismo nombre, fue descubierta por el desplome accidental de la cúpula de uno de los enterramientos (único de los conocidos hasta la fecha). Se encontraba justamente bajo la zona destinada a aparcamiento de vehículos agrícolas, y fue el peso de uno de los tractores lo que permitió su descubrimiento. No existen datos veraces relativos a su morfología y dimensiones, aunque L. E. Fernández

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Rodríguez comprobó que presentaba un relleno parcial. En la actualidad, esta localización se encuentra registrada y protegida en las normativas municipales, aunque nunca se ha actuado científicamente sobre ella. La segunda de ellas es la posible n ecrópolis de cuevas artificiales de Humilladero, mencionada por Ferrer Palma y Marqués Merelo en las fases iniciales de sus trabajos en la necrópolis de Antequera (1986) y posteriormente dada por "casi perdida" por J. E. Márquez Romero (Márquez et al. 1999). Recientemente, L. E. Fernández Rodríguez ha podido comprobar la posible existencia, en relativo buen estado, de al menos dos estructuras, aunque ello requerirá de confirmación sobre el terreno en el transcurso de la actuación.

Otras zonas de interés en este ámbito vienen marcadas por las noticias de aparición de un sepulcro megalítico ortostático en el paso natural entre las Sierras Pelada y Chimenea, concretamente en la zona denominada Peñón de Vallejo. En sus proximidades, los aficionados que han transmitido la información a la Oficina Municipal de Arqueología también sitúan un pequeño yacimiento prehistórico, sin que se tengan datos más concretos.

 

1.e.- Precedentes arqueológicos: valoración

Como se ha visto, las distintas actuaciones arqueológicas llevadas a cabo en las últimas dos décadas han generado un volumen significativo de información en relación con la ocupación de la depresión de Antequera y el surco intrabético durante la Prehistoria Reciente. Entonces ¿qué valoración o diagnóstico puede hacerse en el momento presente, en cuanto al conocimiento de las dinámicas de ocupación, uso, explotación, organización y percepción del espacio por parte de las comunidades prehistóricas de la depresión antequerana?

Las actuaciones desarrolladas por el Área de Prehistoria de la Universidad de Málaga a lo largo del periodo 1986-1991, como parte de un Proyecto General de Investigación patrocinado por la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía, gravitaron fundamentalmente en torno a la necrópolis de cuevas artificiales de Alcaide y el conjunto dolménico de Antequera. Esta actuación ha contribuido significativamente a la construcción de lo que podríamos denominar un primer conocimiento científico de las formas de vidas de las sociedades que ocuparon este espacio geográfico durante la Prehistoria Reciente, estimulando la génesis y desarrollo de proyectos sistemáticos dirigidos a aspectos más específicos de la investigación (Marqués Merelo et al., 1987). Pero por lo general han carecido de un impacto significativo en cuanto al análisis de la dimensión espacial y territorial de las comunidades que erigieron las magnas construcciones megalíticas. En este sentido, resulta reveladora su desconexión con respecto a otras actividades desarrolladas previa o simultáneamente al proyecto de actuación sobre los dólmenes, como es el caso de las prospecciones y excavaciones llevadas a cabo el carst de la sierra de Mollina (Márquez Romero, 1987), las fases de campo correspondientes al proyecto de estudio que giró en torno a la arqueometalurgia del cobre en la provincia de Málaga (Vinceiro y Fernández, 1998), o el mismo Proyecto de prospecciones y excavaciones desarrollado en El Torcal (Martín Socas, 1993; 2004a; 2004b; etc.).

Por otra parte, desde finales de los años 1980 y como consecuencia de diversos trabajos relacionados con la construcción de varias grandes obras de infraestructuras de transporte dentro del municipio de Antequera (notablemente la Ronda Norte de Circunvalación de Antequera y la línea Córdoba-Málaga del tren de alta velocidad), se ha generado una incipiente base documental relativa a la ocupación del territorio

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antequerano durante la Prehistoria Reciente, desarrollada bajo las fórmulas administrativas de prospecciones y excavaciones de urgencia y/o prevención. En este marco se inscribe el estudio de yacimientos como el Cerro de Marimacho (Ferrer, Marqués y Fernández et al., 1997) o los de Loma de las Albinas y Cortijo Quemado (Fernández Rodríguez, 2002; 2004).

En la actualidad, la zona con mayor concentración de localizaciones arqueológicas es, de lejos, el curso del Guadalhorce, dado que es el único sector que ha sido objeto de prospecciones sistemáticas de superficie con frente de prospectores. En la zona de El Torcal se han desarrollado asimismo prospecciones sistematicas, aunque las publicaciones que este Proyecto ha generado no especifican con demasiado detalle los ámbitos investigados o las metodologías seguidas. En el resto del territorio del que aquí nos ocupamos, las localizaciones son resultado de la combinación de factores aleatorios (descubrimientos casuales, expolios) y de las visitas realizadas por el entorno de los principales sitios excavados (Alcaide y necrópolis megalítica de Antequera).

En conjunto, la acumulación de estas actuaciones ha dado como resultado un inventario que actualmente sobrepasa los dos centenares de localizaciones arqueológicas para el municipio de Antequera, de las cuales más de medio centenar son de cronología prehistórica. Dado que el término municipal de Antequera ocupa más de 800 Km 2 (es uno de los de mayor extensión de España), esta cifra no implica una densidad de localizaciones necesariamente alta. El mapa de densidad de yacimientos prehistóricos en la depresión de Antequera muestra que la mayor concentración actualmente conocida se encuentra a lo largo del curso alto del río Guadalhorce, el único sector donde se han realizado prospecciones de cobertura intensiva con frente de prospectores.

 

Inventario municipal de yacimientos arqueológicos (Fuente de los datos: Oficina Municipal de Arqueología. Ayto. de Antequera).

Localizaciones de cronología prehistórica (delimitación poligonal) del municipio de Antequera en ARQUEOS. Fuente de los datos: IAPH.

Localizaciones de cronología prehistórica (delimitación puntual) del municipio de Antequera (ARQUEOS + inventario de la Oficina Municipal de Arqueología).

 

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Donde se manifiesta con niveles más altos, esta densidad apenas alcanza los 0,30-0,38 yacimientos por Km2, aunque esta mancha supone una porción diminuta de todo el término municipal y las zonas colindantes.

Aparte del resto de la cuenca del Guadalhorce y el núcleo dolménico de Antequera (valores entre 0,076 y 0,15), la densidad media de localizaciones prehistóricas en el municipio es, de hecho, cero.

Los datos de densidad son análogos a los que hemos venido obteniendo en distintas prospecciones efectuadas en Sierra Morena occidental en los últimos 15 años, aunque resulta interesante constatar que los niveles más altos de obtenidas en aquellas zonas donde la prospección ha sido más intensiva son más elevados en la zona antequerana que en cualquiera de los sectores de la sierras de Huelva y de Sevilla para los que se ha estimado el parámetro, lo cual podría sugerir (y ello es ciertamente esperable por razones de demografía histórica) una mayor densidad de ocupación prehistórica del territorio en la zona que ahora nos ocupa.

Densidad de localizaciones prehistóricas en la depresión de Antequera.

 

Topónimo Período Función Referencia Alcaide Calcolítico Necrópolis Marqués y Ferrer,

1979; 1983; Marqués, 1987

Aratispi Calcolítico Asentamiento Perdiguero, 2001 Arquillo de los Porqueros

Prehistoria Reciente Indeterminado.

Arte rupestre

Márquez Romero y Morales Melero, 1987

  Arroyo Pedrera I Calcolítico-Bronce Zona de actividad Informe prospecciones

AVE 2001 Arroyo Pedrera II Prehistoria Reciente

Medieval Zona de actividad Informe prospecciones

AVE 2001 Arroyo Villalta III Calcolítico. Romano Asentamiento Informe prospecciones

AVE 2001 Batán Alto Prehistoria Reciente

Romano Indeterminado Informe prospecciones

AVE 2001 Camino del Vado II

Prehistoria Reciente Romano

Indeterminado  

Casería Nueva Prehistoria Reciente Romano

Indeterminado Informe prospecciones AVE 2001

Casería Realenga II

Neolítico Final/ Calcolítico

Zona de actividad Informe prospecciones AVE 2001

Caserío de Lerva I

Prehistoria Reciente Indeterminado Informe prospecciones AVE 2001

Caserío de Lerva Neolítico Final Zona de actividad Informe prospecciones

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II AVE 2001 Cerro Marimacho Calcolítico-Bronce-

Romano Asentamiento Ferrer et al., 1988

Cerro Valdolosyesos

Hierro II. Ibérico Fortín  

Colina del Quemado

Neolítico -Calcolítico Asentamiento Fernández Rodríguez y otros, 2004

Cueva de la Pulsera

Neolítico -Calcolítico Bronce

Hábitat en cueva  

Cueva de los Chivos

Calcolítico-Bronce. Romano

Hábitat en cueva  

Cueva del Toro Neolítico -Calcolítico Bronce

Hábitat en cueva Martín y Camalich, 1985; Martín et al. 1985; Martín et al. 1993

Cuevas de Cuerda y Marinaleda.

Neolítico -Calcolítico Bronce

Hábitat en cueva Martín y Camalich, 1985; Martín et al. 1985; Martín et al. 1993

Dolmen de Menga

Calcolítico Dolmen (Ver Bibliografía Adjunta) Reciente:

Ferrer y Marqués, 1986

Dolmen de Viera Calcolítico Dolmen (Ver Bibliografía Adjunta) Reciente:

Ferrer y Marqués, 1986

Dolmen del Cortijo El Tardón

Neolítico -Calcolítico Necrópolis Ferrer et al., 1985

Dolmen del Romeral

Calcolítico Tholos  

El Bollo Paleolitico Medio. Prehistoria Reciente Romano

Zona de actividad Informe prospecciones AVE 2001

El Zumacal Bronce Final Asentamiento   Estación de Bobadilla

Paleolítico.Medio y Superior

Taller lítico Leyva y Ruiz, 1977

Ferradores I Prehistoria Reciente Romano

Necrópolis  

Guerrero Hierro II. Ibérico Fortín Suárez et al, 1995; Moreno y Ramos, 1982

Hoyo de la Burra Calcolítico-Bronce Hábitat en cueva Martín y Camalich, 1985; Martín et al. 1985; Martín et al. 1993

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La Dehesilla Prehistoria Reciente Romano

Indeterminado  

La Fresneda Calcolítico-Bronce Asentamiento   La Hoya Hierro II. Ibérico Necrópolis   Las Albinas Prehistoria Reciente

Romano Asentamiento Informe prospecciones

AVE 2001 Las Chozas Paleolitico Medio.

Prehistoria Reciente Zona de actividad Informe prospecciones

AVE 2001 Los Frailes Prehistoria Reciente

Romano Indeterminado Informe prospecciones

AVE 2001 Los Gaitanes Calcolítico-Bronce Hábitat en cueva   Los Olivillos I Prehistoria Reciente

Romano y Medieval Indeterminado Informe prospecciones

AVE 2001 Los Olivillos II Prehistoria Reciente

Romano Indeterminado Informe prospecciones

AVE 2001 Los Olivillos III Prehistoria Reciente

Romano Indeterminado Informe prospecciones

AVE 2001 Mina de Oligisto Ibérica

Hierro II. Ibérico Mina de oligisto Suárez et al, 1995; Moreno y Ramos, 1982

Palancos Prehistoria Reciente Indeterminado Informe prospecciones AVE 2001

Partido Alto I Prehistoria Reciente Indeterminado Informe prospecciones AVE 2001

Partido Alto II Paleolítico.Medio y Superior

Indeterminado Informe prospecciones AVE 2001

Peña de los Enamorados

Calcolítico-Bronce-Romano

Asentamiento Suárez et al, 1995; Moreno y Ramos, 1982

Rodahuevos Bronce Necrópolis Fernández et al., 1999 Sima Hoyo del Tambor

Neolítico-Calcolítico-Bronce

Hábitat en cueva Martín y Camalich, 1985; Martín et al. 1985; Martín et al. 1993

Singilia Barba Hierro I y II. Romano. Medieval

Asentamiento Abundante bibliografia

Solís Neolítico-Calcolítico Indeterminado Informe prospecciones AVE 2001

Torre del Cuchillo Hierro II. Ibérico.

Medieval

Asentamiento Recio Ruiz y Romero Pérez, 1993a; 1993b

Torreón Ibérico I Hierro II. Ibérico Fortín   Torreón Ibérico II Hierro II. Ibérico Fortín   Torreón Ibérico III

Hierro II. Ibérico Fortín  

Valdelalanes Prehistoria Reciente Indeterminado  

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Romano

 

Con independencia de la significación de estos valores preliminares de densidad de localizaciones prehistóricas, lo que destaca en relación con el inventario de yacimientos generado para el municipio de Antequera a día de hoy es que refleja tan sólo una fracción mínima de la densidad potencial (esperable) de sitios, por lo que requiere de una cualificación de cara a su empleo como base empírica para el estudio de las dinámicas de ocupación del territorio durante la Prehistoria Reciente.

Por otra parte, en lo que se refiere a la caracterización funcional de los sitios prehistóricos que han sido objeto de investigaciones específicas, es preciso tener en cuenta que existe un cierto sesgo a favor de los de tipo funerario (de nuevo Alcaide y necrópolis megalítica de Antequera), aunque existen datos obtenidos de excavaciones de al menos dos asentamientos prehistóricos (Cueva de la Higuera y Cueva del Toro). A este respecto, numerosas localizaciones incluidas en el inventario de las prospecciones de la zona de afección de la línea de alta velocidad son descritos de forma genérica como "zonas de actividad" sin que se hayan propuesto valoraciones más precisas respecto a la exacta naturaleza funcional de los sitios (lo cual, dicho sea de paso, suele ser difícil cuando tan solo se cuenta con datos de prospección pedestre).

No obstante su limitación cuantitativa y el cierto sesgo crono-funcional que presenta, este inventario de localizaciones constituye un buen punto de partida para una actuación como la que se propone en este Proyecto, destinado a valorar las dinámicas de asentamiento y ocupación del territorio en la Prehistoria Reciente.

Otras dos consideraciones previas deben ser tenidas en cuenta a la hora de valorar la serie de actuaciones arqueológicas que han conducido al estado de la cuestión del que parte esta Intervención.

Mapa de localizaciones prehistóricas sobre modelo digital del terreno de la depresión de Antequera. Al sur se observa la sierra del Torcal, quedando el centro ocupado por la cuenca del Guadalhorce, que fluye de este a oeste.

Por un lado, el medio geográfico en el que se inscribe el poblamiento prehistórico antequerano conforma un rico mosaico de espacios naturales y nichos ecológicos que pudieron haber dado lugar durante la Prehistoria a pautas y formas de ocupación-explotación del territorio bastante diversas en el tiempo y en el espacio. La diversidad geomorfológica y la multiplicidad de líneas de tránsito, recursos y paisajes explotables y la amplitud del arco cronológico a tratar (con la consiguiente diversidad de formaciones sociales), exige de esta investigación una estrategia de muestreo consciente, planificada y con objetivos realistas que se ajusten al tiempo y los medios financieros disponibles.

Por otro lado, el grado de conocimiento que poseemos sobre la Prehistoria Reciente en el norte de la actual provincia de Málaga aún se encuentra en un estadio incipiente, especialmente en lo que se refiere a la aplicación de metodologías de análisis espacial a escala macro, por lo que resulta difícil contar con interpretaciones robustas que ayuden a formular hipótesis y planteamientos iniciales sólidos. Las actuaciones desarrolladas por la Universidad de Málaga han primado el análisis a escala micro y

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semi-micro, en el contexto de las necrópolis de Alcalde y Antequera, produciendo escasos resultados en lo que se refiere a la prospección y análisis del territorio. La investigación arqueológica de la zona se ha desenvuelto en torno a focos espacio-temporales muy concretos, sin una perspectiva epistemológica amplia y articulada en relación con la ocupación humana del espacio, siendo en la actualidad inexistente una efectiva contextualización de las comunidades humanas, en los territorios y paisajes de los que formaron parte.

 

Mapa de localizaciones prehistóricas sobre modelo digital del terreno de la depresión de Antequera. Detalle del sector necrópolis megalítica-Peña de los Enamorados (centro), con las cuevas del Torcal al sur.

Distribución de localizaciones de cronología prehistórica en la depresión de Antequera (perspectiva desde el noroeste).

 

 

 

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