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ANTHOLOGICA A N N U A 17 ROMA INSTITUTO ESPAÑOL DE HISTORIA ECLESIÁSTICA 1970

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A N T H O L O G I C A

A N N U A

17

R O M A

INSTITUTO ESPAÑOL DE HISTORIA ECLESIÁSTICA

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A N T H O L O G I C A

A N N U A

REDACCIÓN E INTERCAMBIO:

V i a G i u l i a , 151

R O M A

DISTRIBUCIÓN:

LEÓN SÁNCHEZ CUESTfl

Serrano, 29Teléí. 276 11 83

M A D R I D - 1

Depósito legal: M 274/1961

ANTHOLOGICA ANNUA acepta intercambio

con p u b l i c a c i o n e s c i e n t í f i c a s s i m i l a r e s

IMPRENTA NACIONAL DEL BOLETÍN OFICIAL DEL ESTADO.—TRAFALGAR, 29.—MADRID-10

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SumarioPáginas

ESTUDIOS:

Nicolás Conill: un valenciano en la corte de tres Papas (1403-1439), porMANUEL MILIÁN Boix 11

Escuela sacerdotal española del siglo XVI: Juan de Avila (1499-1569),por JUAN ESQUERDA BIFET 133

Diego de Estella (1524-1578). Estudio de sus obras castellanas, porJESÚS MARTÍNEZ BUJANDA 187

El reconocimiento de Italia y monseñor Claret, confesor de Isabel II(la correspondencia Barili-Claret), por JOSÉ MARÍA GOÑI GALARRAGA. 369

NOTAS Y DOCUMENTOS:

San Eulogio de Córdoba, autor de la Pasión francesa de los mártiresmozárabes cordobeses Jorge, Aurelio y Natalia, por RAFAEL JIMÉNEZPEDRSJAS 465

Archivo de la Embajada de España cerca de la Santa sede, por JOSÉBE OLARRA GARMENDÍA (í) y MARÍA LUISA DE LARRAMENDI, viuda deOlarra 585

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Escuela sacerdotal española del siglo XVI:Juan de Avila (1499-1569)

Por JUAN ESQUERDA BIFET

S U M A R I O

Introducción sobre la terminología y la importancia histórica del tema.—I. Es-cuela sacerdotal de Juan de Avila según sus biógrafos.—II. Estilo de vidasacerdotal: 1) La figura sacerdotal de Juan de Avila. 2) Los discípulos deJuan de Avila. — III. Doctrina sacerdotal: 1) Escritos sobre el sacerdocio:A) tratados de reforma, B) exposiciones sistemáticas, O predicación sobre elsacerdocio, D) epistolario. 2) Síntesis doctrinal: A) sacerdocio de Cristo,B) sacerdocio ministerial, O sacerdocio de los fieles, D) vida sacerdotal (es-piritualidad y pastoral). — IV. Valoración de la escuela: 1) en si misma,2) en relación a su época, 3) influencia posterior de la escuela avilista,4) relación e influencia en la escuela sacerdotal francesa.—Conclusión.

INTRODUCCIÓN

No es fácil definir la palabra «escuela», especialmente en el campode la espiritualidad o del sacerdocio. En el campo de la espiritualidad,el término es muy frecuente' y hasta discutido"-. En el campo del sacer-docio, hasta ahora se ha venido aplicando a la escuela francesa delsiglo xvn y siguientes3.

Aunque la espiritualidad cristiana o el sacerdocio (campos en los quese ha aplicado el término «escuela») se caracteriza por la unidad (con-

1 Véase, por ejemplo, H. BEÉMOND : La confínete mystique de recolé /raneáis(París, Bloud et Gay, 1929); L. GELLY : Le sacrifice dans l'ccole ¡raneáis (París,Nouv. Ed. Latines, 1951). Ordinariamente se prefiere hablar de «espiritualidad»sobreentendiéndose «escuela de espiritualidad». No es difícil encontrar artículosespecializados sobre espiritualidad franciscana, ignaclana, carmelitana, dominica-na, etc. Ver : Enciclopedia de Orientación Bibliográfica (Barcelona. Plors, 1964) I.p. 408 y ss.

2 J. DE GUIBERT : En uuoi di/íérent réellement les diverses ¿coles de sviritua-lité, Gregorianum, 19 (1938). 263-279.

3 Además de BRÉMOND y GELLY, citados en nota 1, véase J. GAUTIER : L'Espritde l'école franjáis de spiritualité (París. Bloud et Gay, 1936); P. POURRAT : Le sa-cerdoce, Doctrine de l'École francais (París, Bloud et Gay, 1933).

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figuración con Cristo o participación del sacerdocio de Cristo, respec-tivamente), no cabe duda que hay diversas facetas que se pueden resal-tar. Por la condición de la Iglesia peregrina y de las limitaciones huma-nas, y aun de las peculiaridades de cada persona y de la acción deDios en una geografía e historia concreta, se puede hablar de diferen-ciaciones que pueden dar cabida al término «escuela». Naturalmente queel término se puede admitir o no, según la definición y explicación quede él se dé.

De hecho, en los estudios sobre escuelas de espiritualidad o de sacer-docio se analizan unos elementos constitutivos que dan lugar a unaespecificación o acentuación de la unidad cristiana o sacerdotal. Cabedistinguir los siguientes elementos: datos históricos, realidades sobrena-turales que se recalcan, sistematización doctrinal, virtudes característi-cas, medios ascéticos, sistema de organización del grupo, influencia,valoración, etc.'.

El término escuela aplicado al sacerdocio no deja de tener su difi-cultad. Es un hecho que se ha venido aplicando casi exclusivamente ala escuela sacerdotal francesa, pero no sería justo olvidar otros fenó-menos sacerdotales parecidos que podrían dar pie, por lo menos, paraestudios serios sobre el tema.5.

En cuanto a la afirmación «Escuela sacerdotal española del siglo xvi»,podría parecer el término aventurado. De hecho, la afirmación es unanovedad en la investigación histórica y en las escuelas de espiritualidad.No obstante, me aventuro a considerarla como fácilmente demostrable,aunque su dificultad estriba principalmente en el arsenal de documen-tación que se debe estudiar6.

Dentro de la escuela sacerdotal española destaca la figura de Juan

i Estudio el tema en : Teología y Es-ptritualiaaa. sacerdotal (Madrid, Zyx, 1966).capitulo 9. de 'la 1.' parte.

s Ibid., cap. 21 de la 2.' parte. Me parece que se podría aplicar el titulo deescuela a la espiritualidad italiana (S. Francisco de Asís, Sta. Catalina de Siena,S. Bcrnardino, S. Cayetano de Tiene, S. Antonio M.' Zacaria, S. Jerónimo Emi-liano, S. Felipe Neri, S. Carlos Borromeo, S. Gregorio Barbarigo, S. Alfonso M.' deLigorio, etc.).

6 Ibid., caps. 18 y 19. Sólo unas pocos nombres garantizan el título: Sta. Te-resa, S. Juan de la Cruz, S. Ignacio, Sto. Tomas de Villanueva, S. Juan de Ribera,Fr. Luis de Granada, Fr. Luis de León, Antonio de Molina. Juan de Avila,etcétera. Además de estos autores umversalmente conocidos, hay todo un arsenalde autores y obras (siglos xv-xvn) que esperan una investigación seria. No es po-sible resumir los tratados sobre el Orden, los confesionales, los libros sobre laMisa y sobre el estado eclesiástico, -los manuscritos todavía inéditos, etc. Es uncampo apenas descubierto. En el índice bibliográfico de la Enciclopedia del Sa-cerdocio se pueden ver algunos de estos autores y el titulo de sus obras. Entreotras obras de recopilación (N. ANTONIO, BATAILLON, VINDEL, AGXIILÓ Y FUSTER, Mo-LINEH, etc.), el mejor trabajo hasta la fecha me parece el de M. ANDRÉS : Historiade la teología en España (1470-1570) I: Instituciones teológicas (Roma. Inst."Espa-ñol de Est. Beles., 1962) (de próxima aparición, un segundo volumen).

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de Avila. El solo puede formar escuela, y de hecho, como vamos a veren el presente estudio, analizándole con cierta detención, garantiza elcalificativo de escuela sacerdotal española del siglo XVI".

Cuando aplico el término «escuela sacerdotal» a Juan de Avila, merefiero principalmente a unos datos históricos, a una figura, actuacióny doctrina sacerdotal, a una influencia histórica, etc., que merecen dichotítulo. No quiero aplicar el término sólo o principalmente a un grupode discípulos en torno a Juan de Avila o a un movimiento sacerdotalque dejó de existir, después de dar frutos por todos conocidos. Tal puntode vista lo tendré en cuenta en el presente trabajo, pero, como veremos,ofrece ciertas dificultades que pueden hacer dudar de la existencia dedicha escuela en este término estricto3.

Me refiero, pues, no a una «escuela» que terminó en los discípulosinmediatos de Juan de Avila, sino a una impronta de espiritualidadsacerdotal que, en el conjunto español y en la influencia eclesial, puedecalificarse históricamente de escuela sacerdotal española (en este caso,aplicada principalmente a Juan de Avila). El hecho de que haya queda-do la figura y la doctrina de Juan de Avila sobre el sacerdocio hastacierto punto en la penumbra no excluye la afirmación. Podría darse elcaso de que se redescubriera, como ha sucedido recientemente con nues-tros principales místicos y, especialmente, con San Juan de la Cruz9.

Para que se pueda hablar de una escuela sacerdotal, no es necesarioque pueda encontrarse una organización nacida en la misma escuela. La

'< Son ya numerosos los estudios realizados sobre el sacerdocio en Juan deAvila, pero falta un estudio exhaustivo. Véase A. DUVAL : Quelques idees du bien-heureux Jean d'Avila sur le ministére vastoral et la /ormation du clergé, Suplé-ment de la Vie Spirituelle, n. 6 (aoüt 1948), 121-153; J ESQXJERDA : Criterios de se-lección y formación clerical en el Bto. Maestro Juan de Avila, Seminarios, 7 (1961).25-45; Mensaje sacerdotal ae Juan de Avila, Surge, 19 (1961). 53-58; 196-201; 397-402; 20 (1962), 53-58; 21 (1963), 53-59; 179-201; Juan de Avila, sacerdote de post-concilio, Surge, 27 (1969), 104-113; Jesucristo ¡Sacerdote y el sacerdote ministro, enSemana Nacional Avillsta, Madrid, 1969; Razón de ser del sacerdocio ministerial:estudio doctrinal-histórico sobre Juan de Avila, en Teología del Sacerdocio, 2 (1970,Instituto de Teología sobre el sacerdocio, Facultad Teológica, Burgos); T. HERRE-RO ; Pastoral Bíblica del maestro Juan de Avila (Granada, 1961); M. LARRÁYOZ: Lavocación al sacerdocio según la doctrina del Bto. Juan de Avila-, Maestro Avila, 1(1946), 239-254; 2 (1948), 11-26; L. MARCOS: El Bto. Juan de Avila, maestro desantidad sacerdotal (Vitoria, 1948). Véanse también las ponencias de las SemanasAvilistas de mayo de 1952 y 1969 en Madrid (especialmente los estudios de M. BRTJN-SÓ, T. CARDENAL, A. GARCÍA, A. HUERCA, L. MORALES, J. MÉNDEZ, L. SALA, R. VlLLOS-LADA, que tratan directamente el tema sacerdotal íivilista; hay referencias muyinteresantes en B. JIMÉNEZ, A. MUÑOZ, F. MARTÍN, J. DELICADO, etc.).

s Además de los citados en nota anterior, estudia brevemente el tema L. SALA :La escuela sacerdotal del Bto. Maestro P. Avila, en El Bto. Maestro Juan de Avi-la (Conferencias Semana Nacional, Madrid, 1952), 183-197.

9 Juan de Avila no es ningún desconocido en cuanto a sus escritos, puestoque los más importantes han sido reeditados y traducidos a varias lenguas; fran-cés, alemán, italiano, inglés, portugués y griego (ver las diversas ediciones enL. SALA : Obras completas del Bto. Juan de Avila, I, Madrid. BAC, Bibliografía).

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escuela sacerdotal francesa no se ciñe exclusivamente a los sulpicianoso a los oratorianos. Una organización favorece a la escuela, aunque puededarse el caso de que la convierta en un coto cerrado.

Juan de Avila, en particular (y la escuela sacerdotal española, engeneral), todavía puede aportar una doctrina, unas realizaciones, untestimonio, sacerdotales. Y, por lo menos, tiene un significado históricoespecial que apenas se ha estudiado. En la historia de la Iglesia existecierta actualidad de todos los carismas recibidos en la continua, marchahacia una restauración final y visión perfecta.

Mi estudio no puede ser exhaustivo. Es una aportación que continúaotros estudios ya publicados y que supone muchos otros, especialmenteen relación a documentos y figuras sacerdotales de la época. Estudio laidea que los contemporáneos de Juan de Avila tenían sobre su «escuela»,el estilo de vida sacerdotal del Maestro y de sus discípulos, los documen-tos y la doctrina sacerdotal, la valoración histórica e influencia de laescuela sacerdotal española desde Juan de Avila.

I. ESCUELA SACERDOTAL DE JUAN DE AVILA, SEGÚN SUS BIÓ-GRAFOS INMEDIATOS

Son varios los documentos de la época de Juan de Avila o de épocainmediatamente posterior, que recogen la afirmación sobre «escuela» otérminos parecidos. Estos documentos son, principalmente, las biografíasescritas por Fr. Luis de Granada y por el Lie. Luis Muñoz 10 y algunosarchivos referentes a la Compañía de Jesús en España11.

Veamos algunos textos más significativos:

10 FR. Luis DE GRANADA : Vida del Padre Maestro Juan de Avila, y las partesque ha de tener un predicador del Evangelio... (Madrid, Pedro Madrigal, 1588).Lie. Luis MUÑOZ : Vida y Virtudes del Venerable varón el P. Maestro Juan de Avilapredicador apostólico, con algunos elogios de las virtudes y vida de algunos de susmás principales discípulos... (Madrid, Imprenta Real, 1635). Ambas vidas han sidoreeditadas por L. SALA : Vidas del Padre Maestro Juan de Avila (Barcelona, Plors,1964), Espirituales Españoles, vol. 14. La vida que escribió Fr. Luis de Granada,aprovecha unos escritos biográficos que le enviaron algunos discípulos, su propiaexperiencia de amigo y discípulo y los escritos del Maestro; describe el modelode predicadores (defraudó, en parte, a los discípulos, por ofrecer pocos datos bio-gráficos, pero éstos son de rmicha importancia). Un seglar, el Lie. Luis Muñoz,escribió la segunda vida, aprovechando la vida del P. Granada, algo de los proce-sos informativos para la beatificación, algunos documentos referentes a dos discí-pulos. En el presente trabajo, citamos a GRANADA y MUÑOZ refiriéndonos, sin más,a esas biografías, anotando el libro (o parte), capitulo y folio.

i' J. DE SANTIVÁÑEZ : Historia de la provincia de Andalucía de la Compañíade Jesús, en manuscrito (Granada, Biblioteca Universitaris; Madrid, Archivo Pro-vincial de Toledo de la Compañía de Jesús). Momumenta Histórica societatis Jesu,69 volúmenes (Matriti, 1894 s; Romae, 1933 s).

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J. de Santiváñez:

«Fue nuestro Diego de Santa Cruz de el séquito de el Apóstol de An-dalucía, el Mtro. Juan de Avila, y muy su discípulo entre los muchossacerdotes que en Granada, movidos por sus sermones y trato de en sanctoMaestro, se agregaron a su escuela. Había él fundado aquí un Colegioo recogimiento de clérigos devotos, para emplearlos en el ministerio deganar a Dios almas y procurar por todos caminos su aprovechamiento...Habia volado en alas de la fama hasta Portugal el buen nombre de estapequeñita Congregación de sacerdotes operarios y sánelos. Y con deseode aprovechar más sus ovejas, el cardenal infante don Enrique, arzobispode Evora, escribió a el Maestro Avila le enviase algunos sacerdotes de suescuela. Por este ejemplar de Granada, parece instituyó en Evora el car-denal don Enrique el Colegio que poco antes decíamos de sacerdotes reco-gidos, que estudiaban en hacerse idóneos ministros para correr con misio-nes las tierras y hacer fruto en las almas. Para dar principio y forma aeste Colegio despachó desde Granada el santo Maestro Avila a el infantecardenal algunos sacerdotes de su enseñanza...12.

Los términos de este testimonio son claros: escuela, congregación desacerdotes, enseñanza. Que se trate de sacerdotes diocesanos, lo afirmael mismo Santiváñez y se puede constatar fácilmente por las biografías:«Poco después de fundado aquel Colegio, conoció el cardenal don Enri-que la Compañía, de Jesús y... convirtió en Colegio de Padres de laCompañía de Jesús el que había instituic'o de sacerdotes seglares".

Para reforzar este testimonio, en relación a la escuela sacerdotal deJuan de Avila en Granada, podemos aducir la autoridad de Fr. Luis:

Fr. Luis de Granada:

«Y hízose también aquí (en Granada) un Colegio de clérigos recogido?para servicio del arzobispo, y otro de niños para enseñar la Doctrina cris-tiana. Y pudiera referir aquí las personas insignes que fueron tocadas deNuestro Señor, que después fueron doctores en Teología y muy útiles a laIglesia con su ejemplo y doctrina; y por ser muchos de ellos vivos, nome pareció referir aquí los nombres de ellos...»1*.

El texto de Fr. Luis, como puede verse, dice relación directa a lo queSantiváñez llama «escuela». Fr. Luis dice solamente «colegio de cléri-gos», pero da unas características que indican: orientación sacerdo-tal («servicio del arzobispo»), una especie de llamada o vocación («per-sonas... tocadas de Nuestro Señor»), una influencia y pervivencia pos-terior. Tanto en el texto de Granada como en el de Santiváñez, se ve la

12 J. DE SANTIVÁÑEZ : o. c. (Granada), parte 1.", 1. 1. cap. 36. nn. 6-7. f. 123 vy s. Los subrayadas no son del manuscrito. El año 1547 se fundó el colegio deEvora.

is íbíd.n Pr. Luis de Granada (citamos: Granada). Vida... (de no advertir lo con-

trarío nos referimos siempre a esa vida), 3.« parte, c. 4, p. 2. f. 65v.

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orientación de la escuela, que, con ser de profunda vida interior («cléri-gos recogidos»), tiene una, derivación predominantemente pastoral (lapredicación, la cura de almas, etc.).

Fray Luis había conocido en Granada la escuela sacerdotal de Juande Avila, y conocía también la Influencia en Portugal. Precisamente, lavida del Maestro la escribió en Lisboa. Es interesante constatar que es-cribió también las biografías de Fr. Bartolomé de los Mártires, arzobispode Braga (gran conocedor de Juan de Avila), y del Cardenal Infan-te don Enrique (citado en el texto de Santiváñez que hemos visto másarriba) l>. La vida que Fr. Luis escribió sobre el Maestro Avila se basóprincipalmente en los datos aportados por los discípulos de la escuela.Veamos el mismo prólogo de Fr, Luis:

Primeramente aprovécheme de los memoriales que me dieron dos pa-dres sacerdotes, discípulos muy familiares suyos, que hoy día son vivos,que fueron el padre Juan Díaz y el padre Juan de Villarás, que perseveródieciséis años en su compañía hasta la muerte; cuyas palabras, que pasócon el dicho padre, me será necesario referir aquí algunas veces cuandola historia lo pidiere»'e.

Encontramos, pues, aquí, dos de los nombres de discípulos que todavíavivían y de los que el mismo Fr. Luis calla sus nombres en el texto refe-rido anteriormente sobre la escuela sacerdotal en Granada. Como se ve,se trata de verdaderos discípulos, de cierta herencia doctrinal y ejemplar.El mismo Fr. Luis no es ajeno a la escuela, puesto que dice: «Ayudarmehe también de lo que yo supiere, por haber tratado muy familiarmentecon este padre, como dije, donde nos acaeció usar a.lgún tiempo de unamisma casa y mesa; y así pude más cerca notar sus virtudes y el estiloy manera de su vida» I7. Se descubre aquí al discípulo que, además deconvivir, iba a escuchar sus sermones sentado humildemente en la es-calerilla del pulpito en que predicaba Juan de AvilaK.

P. Nadal, S. I.:

«Ha tenido (el Maestro Avila) secuela de muchos que, siguiendo suconsejo, se dan al servicio de Dios y reformación de vida, de cualquierstado, y specialmc-nte ha tenido y tiene secuela de algunos, en los cualesha atinado el buen Avila el modo de vivir de la Compañía, sin obediencia

i* Vida de don Fr. Bartolomé de los Mártires, arzobispo de Braga, de la Ordende Santo Domingo, editada en la cuarta parte de Historia general de Santo Do-mingo y de su Orden de predicadores (Valladolid. Juan López, 1615). Historia delas virtudes y oficio pastoral del serenísimo cardenal don Enrique, arzobispo deEvora, editada en: Obras, vol. XIV (Madrid. J. Cuervo, 1906).

i» Granada, Vida..., Al cristiano lector, r. 2 r-v (citamos según lo indicadoen n. 14). Sobre Villarás, ver: Muñoz, Vida.... 1. 2, cap. 1.

« Ibid., f. 2v.18 Cír., Muñoz, Vida... (nos referimos a esa obra, sin citarla en adelante,

cuando aludimos a Muñoz). 1. 2, c. 8.

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lamen ni obligación. Decíame él a mí un día: Yo he sido como un niñoque trabaja muy de veras subir piedra una cuesta volutando, y nuncapuede, y viene un hombre y fácilmente sube la piedra; ansí ha sidoel 'P. Ignacio. Es buen hombre, y yo me satisfací mucho como le veíaacertar en los puntos ettam muy particulares de nuestro modo de vi-vir...»".

Se trata, como puede constatarse, de una carta del P. Nadal a S. Ig-nacio, en la, que se describe la figura de Avila y el grupo de sus discí-pulos. Por los nombres, vemos que se trata de sacerdotes, algunos delos cuales han entrado en la Compañía después de ser discípulos delmaestro Avila. La afirmación y descripción del P. Nadal tiene muchovalor para apreciar la escuela avilista. El P. Nadal habla de «secuela»,entendiendo por tal un conjunto de discípulos ligados al maestro al es-tilo de la Compañía, aunque sin la emisión de votos («sin obediencia"tamen" ni obligación). Se repiten las palabras «los suyos», refiriéndoseal grupo de discípulos. Este testimonio del P. Nadal puede completarsecon otras cartas del mismo padre y de otros padres de la Compañía20.

No todos los testimonios son positivos o favorables a la «escuela»avilista. Precisamente, este aspecto negativo da a entender la idea deuna especie de «escuela» sacerdotal. Así tenemos el caso del P. Araoz,que escribe a San Ignacio en contra de la admisión en la Compañíade algunos discípulos de Juan de Avila. Son interesantes las razonesque aduce:

P. Araos, S. /.:

«En los demás, la dificultad que hay con personas que ya vienen espi-rituales a la Compañía, stí modo, acá vey no ser pequeña; pero a la finhace cuenta que con el tiempo se acomodarán o se despidirán»21.

El testimonio concuerda con otra carta posterior, del mismo añode 1553, en la que se dice «Spíritus criados en libertad, y con otra leche,con dificultad se doman» 22. Esas notas negativas, respecto a la escuelaavilista, afirman la existencia de la misma; pero pueden suavizarse te-niendo en cuenta que estaba de por medio la cuestión de «cristianosnuevos», cuyo calificativo se debía aplicar a muchos discípulos del maes-tro Avila, y aun tal vez al mismo maestro... Es una cuestión sin dilu-cidar respecto a la relación Juan de Avila y Compañía de Jesús23.

La vida que escribió el Lie. Luis Muñoz presenta un arsenal de datos

» Monumento. Histórica. Societatis lesu (citada en nota 11). I, 226-227; .cartadel 15 de marzo de 1554.

20 luid., I, 249; IV. 418-420; VII. 140-141.21 Carta del 14 de agosto de 1553; Oír. ibid.. V. 335.23 Monumento, Histórica Societatis lesu, III. 556.23 Ver, L. SALA en: Obras Completas del Beato Juan de Avila, I (Madrid.

B A C, 1952), Introducción biográfica, cap. 5.

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para estudiar la escuela sacerdotal de Juan de Avila. El libro segundode la vida recoge la biografía de algunos de los discípulos, en los quese ve claramente los elementos que pueden constiulr una especie deescuela sacerdotal. Usa repetidas veces la palabra escuela.

Lie. Luis Muñoz:

«Algunos de los más familiares (discípulos) comían con él en su mesa...Vivían sus discípulos apostólicamente, ocupados en los empleos Que des-pués veremos. Tuvo sin duda intento, como insinuamos y diremos máslargamente adelante, «e fundar una religión de sacerdotes ejemplares,que, coadjutores de los obispos, acudiesen a cultivar las almas, enseñara los niños la dotrina, criar santamente la juventud, ayudar a los fielesen el camino de la salvación, gobernar los más perfectos en la vidaesperitual; finalmente, que predicasen por el mundo, dilatasen la verdadevangélica, manifestasen los tesoros que tenemos en Cristo crucificado;empresa que reservó Dios al glorioso san Ignacio, habiendo dado en pen-samiento, el espíritu y todo el aparato al santo Maestro Avila...»21.

Aparece en este texto tal vez el mejor resumen que tenemos acercadel estilo sacerdotal de los discípulos del maestro Avila. Muñoz habla deuna especie de «religión», aunque indica unas facetas que no corres-ponden al término técnico, puesto que describe la tarea de cura dealmas y llama a esos dicípulos «coadjutores» de los obispos. Ténganseen cuenta las estructuras jurídicas de la época respecto a la vida reli-giosa y la gran novedad que suponía la Compañía de Jesús. Ademas, eltexto del P. Nadal, que hemos citado anteriormente («sin obediencia"tamen" ni obligación»), significa que la palabra «religión» usada porMuñoz no debe tomarse a, la letra. El mismo Muñoz irá intercalando,en la vida de los discípulos, algunas expresiones que suponen una con-vicción acerca de una escuela sacerdotal:

«Un ejemplo raro de modestia, de desprecio de las cosas humanas,dignidades, puestos, acrecentamientos (atributo común de todos los dis-cípulos del padre Maestro Avila, mayor en los de más aventajadas letrasy talentos)», dice de Pedro de Ojeda25.

"Enseñaba la doctrina, cristiana, ejercicio común a todos los discípu-los del padre Maestro Avila», dice del Lie. Marcos López26.

Estimaron grandemente sus discípulos a este varón santo; reconocíansus medras, después de Dios, de su magisterio y enseñanza, y así lo publi-caban. Fueron obedientísimos, de manera que en la ocupación que lesponía, perserveraban hasta la muerte...2:

•x MUÑOZ, lib. 2. cap. i. f. 69 r.'« Ibid,., f 71 r.26 Ibid., cap. 2. f. 74 v.-'" Ibid., cap. 3, f. 75 v. Juan de Avila fomentaba las iniciativas de sus discí-

pulos y dirigidos (como puede verse en el epistolario). La afirmación de MUÑOZ serefiere a la dirección espiritual, no a una obligación jurídica o voto que ngaracon el Maestro.

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[9] ESCUELA SACERDOTAL ESPAÑOLA DEL SIGLO XVI: JUAN DE AVILA 141

"Ejercitóse en los ministerios apostólicos que se aprendían en estasanta escuela", dice de Juan Díaz2S.

"Conocióse con admiración de todos la escuela en que se había cria-do", afirma de Francisco Gómeza.

"La devoción al Santísimo Sacramento, la que aprendió en la escueladel padre Maestro Avila...», dice de Gaspar Pereira30.

"Otros muchos fueron los que en quel tiempo, de la escuela del padreMaestro Avila pasaron a la de san Ignacio, donde vivieron con notableejemplo de humildad y modestia, y desprecio de las cosas de la tierra,procurando parecerse a su santo Maestro"»3J.

Los nombres y las vidas de los discípulos de Juan de Avila se puedenencontrar en la biografía que escribió el Lie. Muñoz en el año 1635. Exis-te una relación muy íntima con el maestro; pero éste respetaba loscaminos de Dios en cada uno de los discípulos.

El grupo sacerdotal de Juan de Avila parece que se estructura enGranada hacia el año 1537, aunque se encuentran ya discípulos, en fechasanteriores, en Sevilla, Ecija y Córdoba, como puede constatarse por elepistolario. En Córdoba (le vemos ahí en 1537 y 1541) reúne a más deveinte sacerdotes en el Alcázar viejo. Y fue desde Córdoba donde dirigióuna plan misional durante ocho o nueve años por todo el Mediodíaespañol.

La gran misión organizada por el maestro Juan de Avila es unade las manifestaciones típicas de la escuela sacerdotal, con instruccio-nes muy concretas: ir en grupo, hospedarse en hospitales y sacristías,no recibir estipendio, repartir las limosnas que les diesen, hacer peni-tencia en las comidas, llevarse objetos de devoción para el pueblo (rosa-rios), etc.32.

Los colegios de clérigos que fundó (Granada, Córdoba, indirecta-mente en Evora), fomentaron el estilo de vida sacerdotal de la escuela.Y donde tal vez se pueda apreciar mejor esa escuela es en los clérigos(profesores y alumnos) de la universidad de Baeza33.

El grupo sacerdotal de Juan de Avila vivía de las orientaciones delmaestro Juan de Avila «fue muy celoso, con deseos y afectos ardentí-simos, de que se conociese la perfección que pide el estado sacerdotal,

23 Ibid., f. 79 v. Los subrayados son míos.2s md., cap. 10, í. 100 r.3» Ibid., t. 102 r.si Ibid., cap. 11, í. 106 r.32 Biografías actúate de Juan de Avila, (ademas de las biografías antiguas de

GRANADA y MUÑOZ, citadas en nota 10), J. ESQUERDA : Juan de Avila, escritos sacer-dotales (Madrid, BAC, 1969), 1-27; biografía de xin sacerdote de postconcilio;L. SALA : Obras completas del Beato Maestro Juan de Avila, I (Madrid, BAC, 1952),introducción biográfica; L. GASTAN ; Destellos sacerdotales. Vida del Bto. MaestroJuan de Avila (Zaragoza, 1947); N. GONZÁLEZ Ruiz y J. L. GUTIÉRREZ : Juan deAvila, A-póstol de Andalucía (Madrid, BAC, 1961).

33 L. SALA : O. c. (Introducción biográfica), cap. 6.

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que se tomase con los. fines para que le instituyó el Sumo SacerdoteCristo; procuró con grandes ansias y trabajó mucho para que todosíuesen perfectos sacerdotes. Hacíales muy de ordinario pláticas, enespecial a sus discípulos, y a otros que se juntaban»...3 '.

El maestro se detenía preferentemente en la formación de gruposselectos de sacerdotes, sin desatender cualquier necesidad3S. Como he-mos dicho, uno de esos grupos estaba en Baeza, y prácticamente era elcuadro de profesores y educadores de la universidad. La influencia deesos grupos llegó a toda España. «Un clérigo de Baeza (dice Muñoz) seconoce en toda España en la modestia, moderación del traje, compos-tura y gravedad de costumbres» x.

Existe, pues, un grupo o escuela sacerdotal de Juan de Avila. Losdatos que aportan los biógrafos son lo suficientemente claros para de-mostrarlo. La dificultad estriba en delimitar las relaciones internas dedicho grupo y las relaciones organizativas con el Maestro. Me pareceque la estructura de la escuela era más bien espontánea, según los casos:convictorios de sacerdotes que convivían con él o con alguno de susprincipales discípulos, grupo misional de Córdoba (para todo el Sur es-pañol), universidad de Baeza, dirección espiritual individual, etc. Lo másinteresante es la impronta dejada por la figura y por la doctrina delmaestro. Por eso no hay inconveniente en que muchos de sus discípulosingresen luego en diversas órdenes religiosas (jesuítas, carmelitas, do-minicos...), o vivan en ministerios muy alejados geográficamente (porejemplo, Diego Pérez).

Me parece que la escuela sacerdotal de Juan de Avila está en elestilo de vida sacerdotal que supo imprimir en sus discípulos, más queen la estructura jurídica de una escuela. El estilo sacerdotal y la doc-trina sacerdotal de Juan de Avila, como vamos a ver en seguida, sonlo suficientemente fuertes como para crear una escuela sacerdotal (for-mando parte integrante de la escuela sacerdotal española del s. xvi).

II. ESTILO DE VIDA SACERDOTAL

1. La figura sacerdotal de Juan de Avila

Vivió Juan de Avila en el siglo de la «reforma» (s. xvi): 1499-1569.Fue un sacerdote de concilio y postconcilio. Estudia leyes en Salamanca(1513), artes y teología en Alcalá (1520-1526). Ordenado de sacerdoteen 1526, distribuye su hacienda a los pobres y se ofrece como misionero

3* MUÑOZ, lito. 3, cap. 20, f. 209 V.35 Ibid.

•x Ibid., ]ib. 1, cap. 20, f. 44v.-45r.

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al nuevo obispo de Tlascala (México, Nueva España), Fr. Julián Garcés,que había de marchar al Nuevo Mundo en 1527 desde el puerto de Se-villa. Durante la espera, Juan de Avila se dedica al ministerio de lapredicación. El arzobispo de Sevilla, don Alonso Manrique, impide lamarcha del apóstol para poder quedarse con él. La predicación pordiversos lugares de Andalucía ocupa los primeros años de ministerio37.

Procesado por la Inquisición (1531-1533), por acusación de algunaspersonas y clérigos envidiosos, profundizó en el Misterio de Cristo... «enpocos días más que en todos los años de su estudio» 3S. Demostró humil-dad y amor para con los perseguidores. Absuelto de las acusaciones,siguió en el ministerio de la predicación.

El año 1535 es llamado a Córdoba por el obispo Fr. Alvarez de To-ledo. Se hospeda en el hospital, entabla relaciones espirituales conFr. Luis de Granada, organiza misiones populares por la comarca yregión, comienza relaciones espirituales con el nuevo obispo don Cris-tóbal de Rojas (a quien dirigirá después sus Advertencias para él Con-cilio de Toledo). Prestó mucha atención al clero, creó centros de estu-dios, explicó a clero y íieles las cartas de S. Pablo. En el Alcázar viejode Córdoba reúne a unos veinticinco compañeros y discípulos con losque trabaja en la evangelización de comarcas vecinas y de todo el Surde España (principalmente desde 1550 a 1554). Igual ministerio ejerceen Granada, llamado por el arzobispo don Gaspar de Avalos (1536); allitiene lugar el cambio de vida de Juan Cidad (S. Juan de Dios) y delmarqués de Lombay, duque de Gandía (S. Francisco de Borja) (1539).En Granada están fechadas las primeras cartas a sus discípulos (año1538)39.

En todas sus correrías apostólicas, Juan de Avila aparece el mismo:entregado a la predicación, a largas horas de confesonario, a la expli-cación del catecismo, a las obras de educación, a la organización demisiones y catcquesis, viviendo siempre en pobreza, relacionándose endirección espiritual con personas de toda clase y condición. Asi enCórdoba (1537 y 1541), Baeza (1539), Jerez (1541), Sevilla, Baeza yMontilla (1545), Zafra (1546), Fregenal de la Sierra (1547), Priego (1552).La predicación, el consejo, la fundación de colegios, le llevan a todaspartes.

En muchas ciudades por donde pasa procura dejar la fundación dealgún colegio o centro de formación de estudios; a veces, convictoriosde clérigos. Era el objetivo que señalaba a los ricos, a sus discípulos, yel deseo expresado en las conversaciones y cartas a los prelados. «Tengo

37 Para datos biográficos, ver nota 32.33 GRANADA, 2.* parte, par. 6, f. 49 v39 Cfr. cartas 5 y 225 (las cartas las citamos según el epistolario de las obras

completas editadas por L. SALA : o. c., I).

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que morir en este deseo», decía muchas veces40. Fundó o colaboró en lafundación de tres Colegios Mayores o Universidades (Baeza, Jerez, Cór-doba), once Colegios Menores (Baeza, Ubeda, Beas, Huelma, Cazorla,Andújar, Priego, Sevilla, Jerez, Cádiz, Ecija), además del Colegio deAlcalá, cuya índole se desconoce. Los colegios o convictorios de clérigoslos fundó en Granada, Córdoba y Evora (Portugal); éste a través deun discipulo, Diego de Santacruz, con el apoyo del cardenal infante DonEnrique ".

La definición que mejor cuadra a Juan de Avila es la de predicador.En el epitafio de su sepulcro se le hace decir: «Messor eran» 4!. No legustaba un sermón donde no se predicase a Pablo o a Cristo crucificado,según la expresión dicha al P. Granada. Se podía decir, al final de sussermones, «vengo de oir al propio San Pablo comentándose a si mis-mo» ", puesto que «procuraba imitarle (a San Pablo) en este conoci-miento del misterio de Cristo» ". Sus palabras iban directamente a pro-vocar la conversión, la limpieza de corazón. Hablaba con tanta claridadpara los sencillos como valentía, moderación, fortaleza para los pode-rosos. Tenía mucho sentido práctico en la exposición de los temas. Elcontenido era siempre profundo, escriturístico, con una teología vitaly clara. Repetía con frecuencia algunas frases cortas, a manera de«slogans», que eran síntesis pedagógica de todo lo que iba explicando.Se preparaba siempre con intensa oración. Tenia a la vista un guióncon textos de Escritura. Se notaba al catequista modelo".

La doctrina de los sermones está acomodada al tiempo litúrgico. Lostemas principales son: Eucaristía, Espíritu Santo, pasión, tiempo litúr-gico (Adviento, Navidad, Cuaresma, Pascua, Pentecostés), María. A losclérigos les explicaba frecuentemente los temas sacerdotales. La fuerza

<° MUÑOZ, lib. 1, cap. 21, í. 45v.*i Véase las notas 12 y 13.42 ... Avila mi nomen, térra hospita, patria coelum; —Quaeris quo functus

muñere? messor eram; —Venerat ad canas falx indefessa seniles — Quae Christosegetes messuit innúmeras. Cfr. GRANADA, 3.' parte, cap. 5, f. 75 v.

<s MUÑOZ, ¡ib. 1, cap. 9, í. 18 v.« GKANADA, !.• parte, cap. 3, par. 11, í. 37 r. Bibliografía sobre S. Pablo en el

Bto. Juan de Avila : A. HUERCA : El Beato Avila, imitador de San Pablo, TeologíaEspiritual, 9 (1965), 247-291; ctr. P. CARRILLO: El Cuerpo Místico en la doctrinadel Apóstol de Andalucía, Manresa, 17 (1945), 202-235; L. MARCOS: La doctrina delCuerpo Místico en el Bto. Juan de Avila, Rev. Española de Teología, 3 (1943),309-345.

** C. BAYLE : Ejemplar de catequistas españoles, Estudios Eclesiásticos, 5 (1926).259-270 ;L. CASTAN : Un gran pedagogo español en el siglo XVI, el Maestro Juande Avila, Rev. Española de Pedagogía, lo (1957), 296 y ss.; Las realizaciones peda-gógicas del Maestro Avila, ibid-, 16 (1958) 3-27; J. JANINI : La cateQuesis de adul-tos según el P. Avila, Apostolado sacerdotal, 3 (1946), 454-458; Juan de Avila, re-formador de la educación primaria en la época del concilio de Trento, Rev. Espa-ñola de Pedagogía, 6 (1948), 33-59; A. HUERCA: El ministerio de la Palabra (Ma-drid. Semana Avilista. 1969), 93-147.

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de su predicación se basaba en la oración, el sacriíicio, el estudio y elejemplo (podría hablar claro quien vivía pobremente y había renun-ciado a obispados y al cardenalato). El desprecio y el proíundo conoci-miento de sí mismo era el secreto para guardar el equilibrio al re-prender a los demás.

Cuando le preguntaban qué debía hacerse para predicar bien, res-pondía: «Amar mucho a nuestro Señor»46. Procuraba subir al pulpito«templado», es decir, «con una muy viva hambre y deseo de ganar conaquel sermón alguna ánima para Cristo» *7. «Su principal librería» erael crucifijo y el Santísimo Sacramento43. Su hablar en la predicaciónera sin afectación, propio, natural. Se le veía preocupado hondamentepor los problemas de los oyentes. Reprendía con amor. Sentía una penaprofunda por la posibilidad de que los hombres se perdieran. Pensabacontinuamente en los temas que iba a predicar. Cuantos salían de lossermones quedaban compungidos y, a veces, «iban todos las cabezasbajas». «Sus palabras, aunque fuesen de reprensión, iban envueltas enamor, caridad y celo del aprovechamiento de las almas, y así le oíancon notable afecto» ".

Cuando abrevió los sermones (que a veces duraban dos horas), ne-cesitó estudiar y orar más; «no predicaba sermón sin que por muchashoras la oración le precediese» so. Para comprender la valía de la pre-dicación de Juan de Avila, ha de estudiarse su teología, que gira entorno al Misterio de Cristo. Es el objetivo de sus sermones51. Podriamosdecir que su teología es profundamente kerigmática. Conoce y usa cons-tantemente las fórmulas teológicas tradicionales, hasta en los puntosmás difíciles de la teología católica. Sagrada Escritura, documentos ecle-siásticos, Santos Padres y teólogos, encuentran en el maestro un expo-sitor y, sobre todo, un predicador y director de almas que arrebata hastalas alturas de la espiritualidad cristiana52.

Juan de Avila vivió en un tiempo de transformación: el Renacimien-to y la «Reforma». Adaptó la teología católica a los problemas de sutiempo, formando a sus discípulos para este fin (era la finalidad prime-

as GRANADA, 1.' parte, cap. 2, par. 1, f. 7 r.« lt>icí., par. 2, f. 8v.*3 MUÑOZ, lib. 1, cap. 9, f. 18 r.w Ibid., cap. 22, f. 49 r.: ver principalmente los cap. 7-9.so Ibid., cap. 8, í. 16 v.51 GRANADA, 1.' parte, cap. 3.52 Estudio el tema en : Doctrina teológica del Beato Maestro Juan de Avila, en

tiempo de posíeonci/io. Miscelánea Comillas, 47-48 (1967) 95-128 (ver páginas 125-126). Son muchos los estudios fiue se han realizado sobre algún punto teológicoen Juan de Avila (la justificación, Eucaristía, Santísima Virgen, Cuerpo Místico,fe, etc.); ver esta bibliografía en las notas del artículo citado (que es articulo desíntesis y de conjunto), o en: Juan de Avila, Escritos sacerdotales (Madrid. BAC.1969), PP. 10-13.

ANTHOLOGICA ANNUA.—10

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ra de sus colegios de clérigos): una formación sólida en teología positi-va y especulativa, y una vida espiritual intensa, con un conocimientodel mundo en que vivían, y una entrega al ministerio dentro de unsentido de Iglesia y de una generosidad evangélica53.

Desde 1554 hasta su muerte (1569), Juan de Avila vivió retirado enMontilla, en una penosa enfermedad que sobrellevó sacerdotalmente:«Las enfermedades y achaques de los viejos son el vino generoso con queDios obsequia a sus amigos», decía; «Señor, habeos conmigo como elherrero: con una mano me tened, y con otra dadme con el martillo»51.En los quince años de retiro en Montilla, Juan de Avila escribió nume-rosas cartas, preparó la edición definitiva del Audi Filia, retocó sussermones y tratados, predicó todavía muchas veces, recibió a personasdirigidas, escribió los Memoriales al Concilio de Trento y las Adver-tencias al Concilio de Toledo, etc. Murió el 10 de mayo de 1569, pidiendoque su cuerpo fuera enterrado en el Colegio de la Compañía de Jesús.Santa Teresa dijo al enterarse de su muerte: «Lloro porque pierde laIglesia de Dios una gran columna» 'J*. Fue beatificado el 4 de abril de1894 por León XIII. ]?ío XII lo declaró patrono del clero secular español(2 de julio de 1946). Estuvieron relacionados más o menos personalmente(casi siempre con influencia de escritos, persona y obras): San Juande Dios, San Francisco de Borja, San Pedro de Alcántara, Santa Teresade Avila, San Juan de Rivera, San Ignacio de Loyola, Fr. Luis de Gra-nada, Pedro Guerrero, etc. De su influencia posterior en autores y es-cuelas hablaremos en el capitulo cuarto de este trabajo.

Es difícil sintetizar la figura espiritual de Juan de Avila55. No sepuede desligar de su vida y de su obra sacerdotal (es lo que acabamosde ver). Pero podríamos resumir algunos trazos de su estilo sacerdotal.Fray Luis de Granada resume las virtudes del maestro: oración, mo-destia y compostura, pobreza, caridad, penitencia, paciencia en enfer-medades, paciencia en injurias, devoción a María, devoción al Santísi-mo Sacramento; pero se detiene principalmente en la figura del pre-dicador del Misterio de Cristo57. El Lie. Luis Muñoz hace resaltar las

53 véase, por ejemplo, el Memorial segundo al Concilio de Trento, núms. 67-69(citamos según ediciones que veremos en nota 102).

s» MUÑOZ, lib. 3, cap. 22.ss /oíd., cap. 23, I. 232 v.^ Además de la bibliografía citada en nota 7, véase1 B. G. VILLOSLADA : La fi-

gura del Beato Avila, Manresa, 17 (1945), 253-273. Se han publicado numerososestudios sobre tema de espiritualidad en Juan de Avila (abnegación, mística, devo-ción al Corazón de Jesús, id. Eucaristía, id. Santísima Virgen, caridad, evolución yfuentes de espiritualidad, oración, vocación, espiritualidad sacerdotal, etc.); véasela nota 52 (supra) y la bibliografía aportada por L. SALA en la edición de laBAO, vo!. I.

5: CHANADA: Vida: 1.' parte, e! predicador; 2.- parte, virtudes; 3.' parte, frutode predicación.

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siguientes virtudes: Amor al Verbo Encarnado, amor al prójimo, po-breza, celo, humildad, penetración del Misterio de Cristo, penitencia,modestia, castidad, prudencia, discreción de espíritus, consolador, oración,devoción a la Eucaristía, al Espíritu Santo y a María, etc.ss. Esta enu-meración fria apenas deja entrever lo que verdaderamente dicen losdos célebres biógrafos. Por otra parte, no es el presente trabajo unaexposición amplia de la figura de Juan de Avila. Remitiéndonos a untrabajo anterior59 y dispensándonos de citar en cada frase el lugar co-rrespondiente en Fr. Luis de Granada, en el Lie. Muñoz o en losdocumentos de la causa de beatificación w, vamos a señalar brevementealgún aspecto que nos ayudará luego a valorar los discípulos del maestroy los documentos sacerdotales:

Su oración personal duraba ordinariamente dos horas por la mañanay dos horas por la noche; cuando estuvo enfermo la alargó. «Vivía deoración, en que gastó la mayor parte de su vida» (dice Muñoz, a pesarde la gran labor apostólica realizada)61, y «no predicaba sermón sin quepor muchas horas la oración le dirigiese»62. La oración sacerdotal esoración de lágrimas por los hijos muertos (como lloraba la viuda deNaim). Por esto pide que, para examinarse de Ordenes, se haga sobrela vida de oración precisamente por el ministerio de mediador, predi-cador, maestro de oración y vida de perfección.

En la santa misa centraba toda acción de evangelización y toda lavida sacerdotal. Sobre la Eucaristía jamás le faltó materia de predica-ción, especialmente en la. fiesta y octava del Corpus, y en el Jueves San-to, cuyas homilías forman un verdadero y completo tratado eucarístl-co63. Tradujo en poesía castellana el Pange Lingua y el Sacris Solemnispara ser cantados por el pueblo (ver las obras completas). Fue gran após-tol de la comunión frecuente.

Su virtud principal fue la caridad. Tenía un amor entrañable a la

53 Son otros tantos capítulos de Muñoz, en el libro 3.59 Juan de Avila, escritos sacerdotales (Madrid, BAC, 19G9), especialmente des-

de la p. 20.w> Ver L. SALA: Obras completas (o.c.) I, 16s.: Procesos de beatificación del

maestro Avila (manuscritos y «positiones» impresas). Id.. La causa de canoniza-ción del Bto. Miro. Juan de Avila., Bosquejo histórico, RGV. Española de DerechoCanónico, 3 (1948), 847-882. La «positio» deíinitiva para la canonización del Bto.Juan de Avila acaba de ser impresa (Roma, 1970) y presentada a la Sagrada Con-gregación de Ritos; en ella han colaborado varios peritos y autores especialistas ac-tuales.

a MUÑOZ, lib. 3, cap. 14. f. 177 v.«2 Ibid., lib. 1, cap. 8, í. 16 v.63 Cfr. L. AGUIRRE : El Bto. Juan de Avila, paladín de la Eucaristía, Verdad y

Vida, 2 (1944), 422-436; J. M. CARDA: Los efectos de la Eucaristía en ¡os escritosdel Bto. Avila, Rev. Española de Teología, 18 (1958) 261-281; P. IRIARTE : Evolucióny fuentes principales de la espiritualiaad eucanstica del Apóstol de Andalucía,Rev. de. Espiritualidad, 17 (1958) 33-55.

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humanidad de Cristo: «el Verbo encarnado íué el libro y juntamente suma.estro» 6t. Su Tratado del amor de Dios K es una joya de la literaturateológica en lengua castellana. Su amor al prójimo fue la expresión delministerio sacerdotal; sentía los problemas de los demás como propios,y para ello le ayudaban tres razones: mirarse a si mismo (miseria pro-pia y dones de Dios), mirar a Cristo Salvador de todos, mirar las mer-cedes que Dios hace al prójimoC6. Toda la obra de Juan de Avila apuntaa esta caridad cristiana. De ahí la preocupación por la educación cris-tiana y humana integral, la preocupación por los problemas sociales, porla reforma del estado seglar (como decía él)6r, por la reforma del estadoclerical, y aun por detalles como el de haber inventado unos utensiliospara extraer fácilmente el agua del subsuelo. En los Memoriales al Con-cilio de Trento propone soluciones de derecho internacional para losconflictos entre los pueblos6S.

Su espíritu de pobreza y sacrificio es conocido, así como su humildad.Una cruz grande de palo en su habitación de Montilla, la renuncia a pre-bendas y obispados (el de Segovia y Gra.nada), asi como la renuncia alcapelo cardenalicio (ofrecido por Paulo III), son índice de la pobreza,humildad y sacrificio de quien «fue obrero sin estipendio... y habiendoservido tanto a la Iglesia, no recibió de ella un real» °'. Poseia, solamenteunos libros y lo indispensable para celebrar la Misa, vestía pobremen-te, había subrayado la frase evangélica «buscad primero el reino deDios» (decía que nunca le había faltado nada). El motivo de esta po-breza, humildad y sacrificio no era la virtud en si misma, sino el amora Cristo (asi lo dijo al P. Granada)70.

El celo por la extensión del Reino aparece en sus obras sacerdotalesy en sus escritos. Era el sentido de Iglesia el que le empujaba a recon-quistar las esposas de Cristo (las almas). No consentía que murmurasende nadie. La castidad sacerdotal la veia principalmente en relación alministerio (dedicación) y a la Eucaristía (sentido esponsal). La devocióna María fue nota característica de su vida sacerdotal.

Juan de Avila era un sacerdote entregado totalmente al pueblo deDios, precisamente por su gran sensibilidad respecto a la gloria deDios, la salvación en Cristo y los problemas de los hombres. Su orienta-

6* MUÑOZ, lib. 3, cap. 1, f. 133 V.65 Lo estudiamos en el capitulo siguiente.6« MUÑOZ, lib. 3, cap. 3.« En las Advertencias al Concilio de Toledo hay un apartado que se titula :

«De la reformación de los seglares y su importancia» (ver nota 107).63 Memorial segundo al Concilio de Trento, núm. 44 y ss.69 MUÑOZ, lib. 3, cap. 4, í. 147 r. Véase todo el cap. 4. GRANADA explica el tema

en 2.* parte, par. 3."« GRANADA, 2.' parte, par. 3; oír. Muñoz, lib. 3, cap. 4, f. 146 v («imitó porque

amó»).

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clon cristiana llegaba a todas las estructuras sociales de entonces: lacultura, la política, el trabajo. En los Memoriales al Concilio de Trento yen las Advertencias para el Concilio de Toledo, expone estas materias (co-rrelativas a lo que hoy llamamos realidades terrenas) bajo la luz cristianay como fruto de su experiencia. El convictorio de seglares que fundó enCórdoba fue una de sus realizaciones concretas. «El día daba a losprójimos; mas la noche, a imitación de Cristo, gastaba con Dios», diceel P. Granada71. Entregado al estudio continuo de las escrituras y deotras materias eclesiásticas (su biblioteca abarca todos los campos deinterés eclesiaJ y de la actualidad de entonces);2, gastando su vida enla oración, predicación y fundación de obras apostólicas y sociales, en ladirección de las almas y en la enseñanza del catecismo, en la formaciónde sacerdotes y futuros sacerdotes, Juan de Avila es un maestro deapóstoles.

Z. Los discípulos de Juan de Avila

Hemos dicho algo de ellos al hablar de la escuela sacerdotal (en elprimer capítulo de este trabajo). Los nombres y las vidas de algunos dis-cípulos los podemos encontrar en las biografías, especialmente en la bio-grafía del Lie. Muñoz, escrita en 1635. En el libro segundo de estabiografía encontramos los siguientes nombres: Juan de Villarás, Ber-nardino de Carleval, Pedro de Ojeda, Hernán Núñez, Alonso de Molina,Alonso Fernández, Pedro Rodríguez, Bernardo Alonso, Marcos López,Juan Sánchez, Pedro Fernández de Herrera, Luis de Noguera, Hernandode Vargas, Juan Díaz, Esteban de Centenares, Mateo de la Fuente, DiegoVidal, Luis de Granada, Diego de Guzmán, Gaspar Loarte, Antonio deCórdoba, Francisco Gómez, Alonso de Barcena, Hermano Gaspar Pereira,Juan Ramírez, Diego Pérez de Valdivia (el discípulo más aventajado),Hernando de Contreras. Los encontramos en todas las regiones españo-las, en diversos ministerios, en el clero secular y regular. Sus vidasquedan narradas junto a la vida de su Maestro".

Veamos un testimonio con el que introduce Muñoz la, vida de losdiscípulos: «El fervor del espíritu del padre Maestro Avila fue tan gran-de, tan raro el resplandor de sus virtudes, que desde los principios de supredicación, con una cierta violencia, movió a su imitación a muchos,en especial sacerdotes, que, movidos de su ejemplo, fueron imitadores desu vida y siguieron sus pasos y virtudes. En Sevilla se llegaron algunos:

71 IbiO.., 3.', cap. 5, f. 75 r.~2 Doctrina teológica del Beato Maestro Juan de Avila, en tierna

cilio, Miscelánea Comillas, 47-48 (1967), ver pp. 101-104."3 MUÑOZ, lib. 2, cap. 1-16.

de postean-

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en Granada fue la mayor cosecha de hombres doctos; muchos se dieronpor sus discípulos, resignados a su dirección en todo. Algunos de los másfamiliares comían con él en su mesa...»'4.

Es interesante y curioso notar la frase que repite Muñoz frecuente-mente: «atributo común de todos los discípulos del padre maestro Avi-la»75, «ejercicio común a todos los discípulos»75. Con lo cual tenemosuna pista para recoger el estilo de vida y ministerio sacerdotal de losdiscípulos de Juan de Avila.

Apoyándonos en estas o parecidas afirmaciones de Muñoz, podemos,de momento, vislumbrar el estilo sacerdotal de los discípulos en esostrazos comunes:

«Vivían sus discípulos apostólicamente..., sacerdotes ejemplares, que.coadjutores de los obispos, acudiesen a cultivar las almas, enseñar a losniños la doctrina, criar santamente la juventud, ayudar a. los Seles enel camino de la salvación, gobernar a los más perfectos en la vida espi-ritual..., que predicasen por el mundo, dilatasen la verdad evangélica,manifestasen los tesoros que tenemos en Cristo crucificado".

(Pedro de Ojeda) «Un ejemplo raro de modestia, de desprecio de lascosas humanas, dignidades, puestos, acrecentamientos (atributo comúna todos los discípulos del padre maestro Avila, mayor en los de másaventajadas letras y talentos)»78.

(Marcos López) «Enseñaba la doctrina cristiana, ejercicio común atodos los discípulos del padre maestro Avila»7S.

«Estimaron grandemente sus discípulos a este varón santo; reconocíansus medras, después de Dios, de su magisterio y enseñanza, y así lopublicaban. Fueron obedientísimos, de manera que en la ocupación queles ponía perseveraban hasta, la muerte... Aquí me puso mi santo Maes-tro» ».

(Gaspar Pereira.) «La devoción al Santísimo Sacramento, la queaprendió en la escuela del padre Maestro»... (lo mismo dice de la devo-ción mariana)sl.

El mismo Muñoz describe la orientación bipolar de la escuela sacer-dotal de Juan de Avila:

«Puso Nuestro Señor en su Iglesia al padre Maestro Avila por unperfecto dechado de estado sacerdotal, por capitán y guía de otros mu-chos a quien cupo esta dichosa suerte, y le habían de imitar en los siglosvenideros. En dos cosas consiste principalmente la obligación de esteestado...: la primera, la perfección de la vida, excelentes virtudes, la san-tidad que pide traer entre las manos la sangre de Cristo en los santos

Ibid., cap. 1, f. 69 r (sigue el texto citado en nota 24).Ibid., í. 71 r.íbiíí., cap. 3, í.74v.nicL., cap. 1, f. 69 r.nú., ¡. 71 r.íbttí., cap. 3, f. 74 v.IWd., f. 75r.-v.Ibid. cap. 5, í. 102 v.

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sacramentos; la segunda, aprovechar al prójimo, la enseñanza de lospobres de las cosas de la religión y virtud, en cuyo número entran mu-chos ricos de bienes terrenales. El haber florecido eminentemente enestas dos partes el santo maestro Avila, consta en lo que hemos es-crito...» «2.

El estilo sacerdotal de los discípulos correspondía al del maestro,como puede verse en sus vidas y en esta otra afirmación:

«No fue su espíritu limitado, difundióse en sus discípulos, en cuyoselogios hemos visto la excelencia de vida y doctrina, y celo de aprove-char los prójimos, cada cual en aquel ministerio a que respondía 3Utalento y letras, y le ocupaba su Maestro»*3.

Uno de los ministerios mas comunes de los discípulos era la predi-cación en misiones populares, principalmente en lugares difíciles y casisin evangelizar. Por este ministerio, especialmente por el modo de cum-plirlo, son calificados por Muñoz como «varones apostólicos»8*. Estasmisiones eran una evangelización completa cjue ocupaba mucho tiempoy muchas personas, sobre todo con la organización del catecismo. Véasecómo concretaba la orientación evangélica sobre el modo de evan-gelizar:

«La instrucción fue ésta: que fuesen de dos en dos; que no aceptasenposada en los lugares, de legos ni de eclesiásticos; que se recogiesen enlos hospitales o sacristías de las iglesias; que no recibiesen limosnas ilemisas, ni regalos; que en la abstinencia en la comida, y todo el trato,diesen olor de hombres desinteresados; que si la autoridad de la personaotros respetos corteses obligasen a recibir algún presente, llamasen alcura, o algún ministro de justicia, o señalado por ella, y lo repartanentre los pobres vergonzantes más necesitados, y enfermos; que diesenbuen ejemplo, no visitasen mujeres y evitasen otras cualesquiera visitas,que no sirviesen al intento que llevaban; que a las mujeres las confe-sasen de día, y a todas de manera que no hiciesen falta a sus maridos;que trabajasen de noche, y las fiestas, confesando los labradores ydemás gente del campo, y que so color de esto vendrían algunos hom-bres de lustre embozados, los acogiesen y despachasen con agrado; que.si hubiesen algunas enemistades, las compusiesen, procurando quedasentodos concordes» »5.

Se describe la vida de estos discípulos (en las misiones populares)dentro de una pobreza equilibrada, trabajo manual para construir ellosmismos algunos objetos de devoción y penitencia, repartiendo lo querecibían y viviendo ellos de «lo que los fieles ofrecían voluntariamente»,dedicados totalmente a la evangelización8S.

82 Ibid., cap. 16, f. 125 r.-v.83 7bitZ.. f. 125 vsi iwa.ss /bilí., f. 128 V.86 íbiCÍ.

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Esa manera de actuar en el ministerio no se redujo a un cortonúmero de discípulos, o a un grupo reducido. Se nota una influencia delespíritu y del estilo sacerdotal. Ya el hecho de la predicación misionaltiene en Juan de Avila un iniciador: «Una de las cosas en que másprocuró ejercitarse fue en las misiones, que parece que en su tiempotuvieron principio» ". Pero fueron muchos los sacerdotes que siguieronel ejemplo, principalmente en Córdoba y Jaén:

«Y generalmente en. el obispado de Jaén ha habido muchos clérigosejemplares, y de mucha virtud, que, a imitación del padre maestro Avila,han salido por todo aquel obispado a predicar y confesar, y enseñarla doctrina, de que se ha seguido grande aprovechamiento.

«Donde más ha durado este espíritu ha sido en Córdoba, donde seconservaron muchos sacerdotes discípulos del padre Maestro Avila ydiscípulos de éstos, que fervorosamente acudieron, a este ministerio»*?.

El mismo Juan de Avila trabajaba personalmente en este tipo deministerio, «juzgó por una de las principales partes del oficio episcopalestas misiones» S'J, lo aconsejó a los prelados y lo recomendó al Conciliode Trento.

El alma de esos numerosos sacerdotes entregados era la figura y ladoctrina de Juan de Avila, más que una organización concreta o unainstitución estructurada. A través de sus discípulos procuraba propagarlos Ideales sacerdotales comunes a todo sacerdote, sin ninguna especifi-cación en la espiritualidad:

«Fue muy celoso, con deseos y afectos ardentísimos, de que se cono-ciese la perfección que pide el estado sacerdotal, que se tomase con losfines para que le instituyó el sumo Sacerdote Cristo; procuró con gran-des ansias, y trabajó mucho para que todos fuesen perfectos sacerdotes.Hacíales muy de ordinario pláticas, en especial a sus discípulos, y a otrosque se juntaban, viniendo tal vez cansado de los ejercicios del día; y aalgunas personas pías, que, compadecidas de sus enfermedades, le decíanque para qué predicaban tanto a unos pocos sacerdotes, respondió, por-que aquellos habían de ser los que en diferentes partes habían de predi-car la ley evangélica»40.

En los discipulos, pues, de Juan de Avila se nota cierto denominadorcomún dentro de la diversidad personal (o ambiental) y de la unidadcon la espiritualidad sacerdotal general. En un testimonio de Santivá-ñez (que habla de la «escuela» avilista), hay unos trazos interesantesque reafirman el estilo bipolar de la espiritualidad sacerdotal:

S7 Ibid., f. 125 v.ss Ibid., 128 r.

S9 IDid.. 128 v.9» Ibid., lib. 3, cap. 22. f. 209 v.

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«Había él fundado aquí (en Granada) un colegio o recogimiento tleclérigos devotos, para emplearlos en el ministerio de ganar a Dios almasy procurar por todos caminos su aprovechamiento... sacerdotes recogidos,que estudiaban en hacerse idóneos ministros para correr con misioneslas tierras y hacer fruto en las almas...»'1.

En lo que podríamos llamar denominador común del estilo sacerdo-tal avillsta (en sus discípulos) encontraríamos lo siguiente: predicar elmisterio de Cristo, enderezar las costumbres, renovar la vida clericalsegún los decretos conciliares, no buscar dignidades ni puestos elevados,vida intensa de oración y penitencia, paciencia en las contradiccionesy persecuciones, sentido de Iglesia, enseñar la doctrina cristiana, dirigiresplritualmente a las almas, etc. Estos discípulos se encuentran en lospueblecitos más alejados (de pastores, colmeneros y cabreros), y entrelos consejeros de los gobernantes y letrados; en las universidades y co-legios, y entre los pescadores de las costas andaluzas; en las dignidadesy prelaturas (Card. Toledo, Diego Pérez) y en las minas de Almadén.Permanecieron en sus puestos sin ambicionar otros.

La moderación y equilibrio en la abnegación y vida evangélica sedemuestran en estas palabras de Muñoz:

«Claro es que estos varones santos no juzgaron con este hecho haberalgún defecto en tener y gozar beneficios eclesiásticos; mas, siguiendola perfección evangélica con las veras que hemos visto, creían que lasrentas eclesiásticas les podían ser algún impedimento, y su espíritu des-nudo abrazó la pobreza con el rigor que enseñaron y practicaron lossantos, siguiendo el Evangelio" °2.

Cada discípulo tiene unas características especiales en la espiritua-lidad sacerdotal, puesto que «cada cual seguía el llamamiento del es-píritu de Dios, que le movía» 9I. Esta iniciativa particular (aun con laentrada en órdenes religiosas) indica la flexibilidad de la «escuela» avi-lista dentro del espíritu sacerdotal común a todo sacerdote y especial-mente a quienes habían tratado personalmente a Juan de Avila. Ellono impidió, consecuentemente, los defectos que no se pueden atribuira la «escuela», sino a los individuos concretos. Algunos discípulos fueronprocesados por la Inquisición, y a veces con cierto motivo, al no ser tanprudentes como su Maestro91. El mismo Juan de Avila tuvo que moderar

ai J. SANTIVÁÑEZ, o. c. ( G R A N A D A ) , parte 1.*, 1. 1. cap. 36, núms. 6-7, f. 125 v. y s.92 MUÑOZ, lib. 2, cap. 3, íol. 73 r.ss nid.M Monumento. Histórica Societatis lesu, I, 226 s. Esta cuestión merecería es-

tudio especial, sobre todo en cuanto se refiero a los llamados «alumbrados» de laépoca. Con este calificativo se englobó a veces a discípulos de Juan de Avila y aotros autores espirituales y aun santos canonizados de entonces. Convendría re-visar toda la cuestión a base de nuevos documentos. Cfr. B. DE HEREDIA : Los alum-brados de la diócesis de Jaén, «Rev. Española de Teología». 9 (1949) 161-222:455-488.

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las ansias de los suyos, por ejemplo, de su discípulo predilecto, DiegoPérez9S.

Como no es posible especificar estas particularidades de sus discípu-los, vamos a limitarnos a un grupo concreto: los profesores y educado-res de la Universidad de Baeza K.

Sin ninguna duda que la fundación más célebre de Juan de Avilafue la Universidad de Baeza (Jaén). El Maestro acudió a Baeza en 1539.Su predicación sirvió para componer enemistades y desterrar luchassangrientas. El colegio (centro de odios anteriormente) se fundó en1538; Paulo II nombró copatrono del mismo a Juan de Avila en 1540;el colegio se convierte en universidad en 1542. Nadie se graduaba enBaeza sin que hubiera salido a predicar'Con fruto por los pueblos de lacomarca. «Un clérigo de Baeza (dice Muñoz) se conoce en toda Españaen la modestia, moderación del traje, compostura y gravedad de cos-tumbres». Los directores principales del centro eran Bernardino deCarleval y Diego Pérez de Valdivia, que vivían pobremente, conviviendocon los alumnos, «no trataban de aumentos temporales, rentas o digni-dades eclesiásticas, ni salir a grandes puestos. Sacrificáronse a Dios ycriar aquella juventud en el temor de Dios y costumbres cristianas yeclesiásticas» (Muñoz). Se guardaba una disciplina formativa y activa.Predicaban por las calles, en vacaciones iban a misionar los pueblos, losalumnos servían en el hospital. Era la línea que se seguía en los colegiosde clérigos fundados por Juan de Avila. Enviaba sus mejores discípulosa Salamanca y Alcalá, en vistas o continuar el profesorado. Y esa es. lalínea que Juan de Avila expone en los memoriales al Concilio de Trento,y que Muñoz resume asi (completando la afirmación anterior):

«Fue su intento, no sólo que se criasen hombres de letras, sino tam-bién de virtud; pues las escuelas eran sólo para formar eclesiásticos,curas de almas y clérigos ejemplares. Así hizo que las constitucionesmirasen a este fin, y que los mozos comenzasen a industriarse en cos-tumbres eclesiásticas, pues se criaban para ministros de Dios, paraenseñar su palabra y predicar al pueblo el camino de la virtud, y quehabían de tener desde sus tiernos años embebido en sus entrañas elespíritu evangélico, porque mal puede uno ser maestro en el arte quenunca fue discípulo»91.

Cuando escribe Muñoz la vida de Juan de Avila (en 1635) todavía sepodía decir: «Y no hay ciudad en España que no haya gozado de más

95 Carta 250.w MUÑOZ, lib. I, todo el cap. 20.97 Ibid., í. 43 v. Para completar datos: L. SALA : Introducción biográfica a las

Obras Completas del Bto. Juan de Avila, I, p. 110 y ss. Sobre la formación sacer-dotal en los colegios y seminarios : J. ESQUERDA : Criterios de selección y formaciónclerical en el Bto. Maestro Juan de Avila, Seminarios, 7 (1961) 25-45.

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varones santos y apostólicos, que hayan enseñado más sólida doctrina,y, con haber más de ochenta años que predicó el padre Maestro Avila ysus discípulos, permanecen hoy en día discípulos de sus discípulos, queconservan el espíritu de este gran maestro» 3a.

Entre los discípulos de Juan de Avila debe destacarse a Diego Pérezde Valdivia. Su figura y sus escritos, su influencia en Barcelona y otrasciudades, puede calificar el estilo sacerdotal de los discípulos de Juande Avila, puesto que fue (en frase de Muñoz) el Elíseo de nuestro granElias, heredó su espíritu doblado, parecido en todo a su gran Maestro,a quien procuró imitar, y lo consiguió felizmente» ".

Lo que se ha calificado de «planes de vida» propuestos por Juan deAvila, son programas concretos de vida sacerdotal para individuos par-ticulares (o algún grupo especial) en unas circunstancias especiales (porejemplo, una temporada de retiro espiritual o de un reposo prolongado).No obstante, en algunas cartas aparecen unas correcciones de vida sa-cerdotal que podrían calificarse de concreciones comunes: ratos de ora-ción (dentro de la flexibilidad de cada uno), estudio, ocupación del tiem-po en ministerios diversos, consejos respecto a la predicación, confe-sión, dirección de almas, etc. Las concreciones de ordinario parece quedeben calificarse según el individuo a quien van dirigidas las cartas,aunque el espíritu es el común a la escuela100.

Los escritos sacerdotales de Juan de Avila exponen una experienciapropia de sus discípulos. Nos pueden, dar, pues, mucha luz para detallarel espíritu sacerdotal de la escuela, especialmente la reforma sacerdotal

is Ibid., í. 45 r.35 Ibid., lib. 2, cap. 12, f. 106 v. Diego Pérez, enviado a estxidíar a Salamanca,

se distinguió primero como catedrático de la Universidad de Baeza (1549-1578), porsu pobreza, su celo y su talento y pedagogía en la educación de la juventud. Acep-tó una canonjía en Jaén (arcediano) después de consultar con el maestro. Sometidoa Inquisición (1574-1577), tuvo qxie dejar su diócesis. Pasó a Valencia y luego aBarcelona, donde desempeñó una cátedra de escritura en la Universidad (desde1578 hasta su muerte, ocurrida en 1589). Su actuación apostólica en la CiudadCondal fue muy acertada y fructífera: cátedra, predicación y escritos. Estos, detema espiritual y mariano, tuvieron varias ediciones e influyeron durante muchosaños. Su tratado -teológico sobre la Inmaculada parece ser el primero en lenguacastellana (como tratado teológico). Sus obras manuscritas o impresas (se con-servan todas en la biblioteca universitaria de Barcelona) merecen estudios espe-ciales. Son ya varios los estudios realizados que recojo en mi tesis doctoral : Eltratado sobro la Inmaculada, de Diego Pérez de Valdivia. (Madrid, Univ. de Comi-llas, 1964). Publiqué y estudié dos manuscritos inéditos de Diego Pérez (uno sobrela Asunción y otro sobre el rosario) : Un mariólogo catedrático de la Universidadde Barcelona en el siglo XVI: Diego Pérez de Valdivia, Estudios Marianos, vol. 32.año 1969.

100 ver cartas : 5 (planes de vida sacerdotal), 148 (a un grupo de canónigos).225 (planes de estudio) y las cartas dirigidas a los obispas Pedro Guerrero (177-181,219, 242-244, 248) y Cristóbal de Rojas (215 y 182), así como las numerosas cartasdirigidas a predicadores y sacerdotes en general.

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que el Maestro propone para el Concilio de Trento y para el Sínodo post-conciliar de Toledo. Juan de Avila proponía su experiencia. Pero vamosa estudiar estos documentos en el capitulo siguiente.

III. DOCTRINA SACERDOTAL DE JUAN DE AVILA

1. Escritos sobre el sacerdocio

Los escritos de Juan de Avila sobre el sacerdocio los podemos clasi-ficar de la siguiente manera:

A) Tratados de reforma: a) Primer memorial para el Concilio deTrento; b) segundo memorial para el Concilio de Trento, c) adverten-cias para el Concilio de Toledo.

B) Exposiciones sistemáticas sobre el sacerdocio: a) Tratado delamor de Dios, y b) Tratado del sacerdocio.

C) Predicación sobre e¡ sacerdocio: a) Pláticas sobre temas sacerdo-tales, y b) Homilías de tema sacerdotal.

D) Epistolario sacerdotal.Seguimos este orden por corresponder a la publicación que de estos

tratados y escritos hemos hecho recientemente ">I.

A) TRATADOS DE REFORMA

Juan de Avila fue un sacerdote de Concilio y postconcilio. En su ju-ventud fue procesado por la Inquisición. Hemos visto anteriormente suvida, sus obras apostólicas y su estilo y escuela sacerdotal. Fue un sacer-dote que se reformó continuamente' a si mismo y colaboró, con un finosentido de Iglesia, a la reforma de personas y estructuras. Los dos me-moriales para el Concilio de Trento y las Advertencias para el Conciliode Toledo son escritos de un sacerdote experimentado y abnegado, ela-borados durante la enfermedad y en los últimos años de la vida delApóstol de Andalucía. Habiendo siempre servido a la Iglesia sin servirsede ella, pudo hacer un gran servicio a la época conciliar y postconciliarde Trento.

El arzobispo de Granada, don Pedro Guerrero, tan influyente enTrento, quiso llevarse a Juan de Avila para la segunda sesión conciliar,que comenzaría el primero de mayo de 1551. Juan de Avila presentóexcusas a su antiguo condiscípulo de Alcalá y le envió el primer me-morial (1551), al que seguiría posteriormente un segundo (1561) m°.

iw Juan Oe Avila, Escritos sacerdotales (Madrid, BAC, 1969).102 Publicados por primera vez en forma de libro para el gran, público en el

libro de nota anterior (incompletos). Ediciones técnicas en revistas especializadas.C. ABAD : Los (ios Memoriales del Beato Avila para Trento (Comillas. Univ. Ponti-íicia, 1962); Últimos inéditos extensos del Bto. Juan de Avila, Miscelánea Comi-llas. 13 (1950).

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El primer memorial para el Concilio de Trento puede llevar comotitulo el de «reforma del estado eclesiástico». Es eminentemente sacer-dotal. Para conseguir una reforma de la, vida clerical, Juan de Avila noencuentra otro camino que el de seleccionar y educar a los candidatosal sacerdocio, y proporcionarles luego medios adecuados de vida cleri-cal (lo que hoy llamaríamos formación permanente del Clero), purifi-cando, a la vez, una serie de estructuras clericales y eclesiales que difi-cultaban la entrega incondicionada para el ministerio sacerdotal. Esun escrito muy técnico en materias eclesiásticas. Para Juan de Avila, lareforma clerical es la base de toda la reforma de la Iglesia.

Los problemas que se abordan en este primer memorial son parecidosa los del Vaticano II: selección de voca.ciones, formación y experienciapastoral en el Seminario, formar para párrocos, confesores y predica-dores, formación en la pobreza evangélica (con la consiguiente pobrezaen los medios y ambientes clericales), formación desde la niñez, voca-ciones de niños y adultos, algunas cuestiones concretas de la vida cle-rical y pastoral, edad de órdenes, división de parroquias y diócesis, grupode predicadores que recorran el obispado, estudio especializado de laSagrada Escritura (una especie de Instituto Bíblico)103, estudio de la Teo-logía partiendo de la Escritura-padres-concilios, cuestiones políticas in-ternacionales, etc. m-.

El segundo memorial fue escrito diez años mas tarde. En España sehabían dejado sentir también las influencias y consecuencias de lasherejías. Por esta razón el memorial se titula: «Causas y remedios delas herejías». Para Juan de Avila, una de las principales causas de esosmales era la vida relajada de los pastores. En el memorial se habla dereforma honda de vida, cristiana (la mala vida hace perder la fe), seseñalan concreciones de reforma en todos los estamentos: jerarcas,reyes y gobernantes, clero, pueblo cristiano, vida o estado religioso.

Al señalar las causas de los males y los remedios de los mismos,ofrece una, visión constructiva, serena, experimentada y factible. A ve-

i°3 Además de otros estudios (ver Introducciones bibliográficas según nota 52).ver P. CERECEDA : Dos proyectos del Instituto Bíblico en España durante el si-glo XVI, Razón y Fe, 133 (1946) 275-290; I. GOMA: Un texto inédito del Uto. Maes-tro Juan de Avila sobre el estudio de la Sagrada. Escritura, Estudios Bíblicos, 2(1943) 107-119; J. LEAL: El estudio de la Sagrada Escritura en el Bto. Juan deAvila, Maestro Avila, 1 (1946) 31-37; L. GASTAN : Un aran conocedor y apóstol dela Sagrada Escritura, el Bto. Maestro Avila, Cultura Bíblica, 62-63 (1949). 165-168;232-235.

104 índice del primer Memorial (según cita de nota J°-) : De la reformación delestado eclesiástico (educación y selección de candidatos, subvención y funciona-miento de los seminarios...), algunas advertencias sobre reformas particulares (sa-cramento de 3a penitencia, clericatura, matrimonio, Ordenes sagradas, vida epis-copal, diócesis y parroquias, beneficios, predicadores y confesores que recorranel obispado, universidades...)

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Í58 JOAN ESQUEKDA BIFET [26]

ees se le nota con el deseo de un remedio mejor, pero se contenta conel remedio posible. No teme hablar de la reíorma que el mismo Papa hade realizar, pero lo hace con la misma verdad, amor y reverencia, comovalientes son las reformas que propone, insiste siempre, como en el an-terior memorial, en la íormación de la juventud (especialmente leví-tica), en la catcquesis, en la juventud estudiantil y que será la guíade la sociedad futura105.

Los especialistas ñau ido destacando algunas iníluencias de estosmemoriales en el Concilio de Trento (residencia de obispos, seminarios,matrimonios, etc.)m. Es un punto que se presta todavía a mucha in-vestigación histórica. Seria interesante constatar la influencia, o almenos la importancia, de la flgura que describe del obispo como pastorde almas (una especie de directorio pastoral para los obispos). Estetema es propiamente el de las Advertencias para el Concilio de Tole-do (aplicación de los decretos de Trento). Don Pedro Guerrero y Fr. Bar-tolomé de los Mártires (arzobispo de Braga) pudieron constatar congozo cómo el Concilio se ocupaba de la formación de los futuros sacer-dotes y de los seminarios (como pedían los memoriales de Juan deAvila).

Las Advertencias para el Concilio de Toledo (1565) son otro docu-mento que refleja la fisonomía sacerdotal de Juan de Avila107. Urgía laaplicación de los documentos conciliares de Trento. Es aquí donde Juande Avila se muestra más «posteonciliar». Conoce a fondo el Concilio yconoce a fondo la realidad a la, que se deben aplicar los decretos.

ios Memorial segundo (según cita cíe nota 102) : Causas y remedios de las he-rejías, primera causa (la mala conciencia que busca justificación a los extravíosde las pasiones), segunda causa (pastores negligentes y malos maestros), terceracausa (la justicia de Dios que permite unos pecados como castigo de otros), re-medios contra estos males, lo que se espera del Papa, cómo deben ayudar a laIglesia los reyes y señores cristianos, reformas en el pueblo y en el clero secular,reforma en las religiones.

106 ver introducciones de los trabajos citados en nota i°2. Se han publicado yadiversos trabajos científicos sobre Juan de Avila en relación a Trento: C. ABAD :Escritos del Bto. Juan de Avila en torno al Concilio de Trento, Maestro Avila 1(1946) 269-295: 2 (1948) 27-56; L. GASTAN : El orinen ael capítulo ttametsi» delConcilio de Trento contra los matrimonios clandestinos, Rev. Española de DerechoCanónico, 14 (1959), 613-666; J. ESQUERDA: Criterios de selección y formación cle-rical en el Bto. Maestro Juan de Avila, Seminarios, 7 (1961), 25-45; A. DE LA PUEN-TE: El Beato Maestro Avila y los seminarios tridentinos, Maestro Avila, 1 (1946).153-171; H. JEDIN : Juan de Avila ais Kirchenreformer, Zeitschrift für Aszese úndMystik, 11 (1936), 124-138; J. NAVARRO: La reforma de la Iglesia en los escritosdel maestro Avila, su enfoque teológico (Granada, Pac. Teol., 1964); L. SALA :Los tratados de reforma del P. Maestro Avila, La ciencia Tomista, 73 (1947). 185-233; A. TORRES: El Bto. Juan de Avila, reformador, Manresa, 17 (1945) 193-201;VALENTÍN DE S. JOSÉ : El Bto. Juan cTe Avila y el Concilio de Trento, Rev. de Es-piritualidad, 5 (1946), 222-237

10: Edición critica. R. S. DE LAMADRID : Un manuscrito inédito del Bto. Juande Avila (Advertencias al Concilio de Toledo), Archivo Teológico Granadino, 4 (1941),137-241.

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[27] ESCUELA SACERDOTAL ESPAÑOLA DEL SIGLO XVI: JUAN DE AVILA 159

En España se celebraron diversos concilios particulares en orden aponer en práctica los decretos de Trente. Uno de esos Concilios es elde Toledo de 1565, que había de presidir el obispo de Córdoba don Cris-tóbal de Rojas, por impedimento (proceso de Inquisición) del arzobispode Toledo (Carranza). Las Advertencias son la respuesta a un ruegode don Cristóbal de Rojas. El documento fue preparado por el Maestrocon la ayuda de su discípulo Lie. P. Francisco Gómez. En una cartaa don Pedro Guerrero, Juan de Avila habla de un mandato recibido 1DS.

Por la correspondencia entre Juan de Avila y su obispo (don Cristó-bal de Rojas), sabemos sus preocupaciones postconciliares:

«Ahora he oído decir que ese santo Concilio (el de Toledo) se acabapresto, y he temido no sea causa de ello el poco gusto que se toma deentender en los negocios de Dios y el mucho de ir a descansar a suscasas; porque, estando las cosas tan fuera de sus quicios como por nues-tros pecados están, y habiendo tan mucho tiempo que en remedio deellas no se ha entendido, no sé cómo en tiempo tan breve se puedenhacer muchas cosas y dificultosas»109.

Las Advertencias sirvieron también para el Concilio Provincial deGranada110. Juan de Avila se las había enviado a don Pedro Guerreroa petición de éste. Muchos de los puntos tratados son semejantes a losMemoriales de Trento. La primera parte se refiere a la reformación delestado eclesiástico, en la que se desarrollan muchas cuestiones de interéspastoral y de vida sacerdotal (muy parecidas a las de nuestros días).Hay cuestiones que se solucionaron entonces sin quedar apenas rastrode la Iglesia. En la segunda parte, se va siguiendo punto por puntolos decretos tridentinos de reforma aplicándolos a la vida española deestonces (también a la vida clerical).

B) EXPOSICIONES SISTEMÁTICAS SOBRE EL SACERDOCIO

En dos escritos, relativamente breves, encontramos sintetizada siste-máticamente la doctrina de Juan de Avila sobre el sacerdocio. Son dostratados: Tratado del Amor de Dios. Tratado del sacerdocio'".

Hay otros documentos que exponen más o menos sistemáticamente

103 carta 243 : «Ya vuestra señoría sabrá por cierto el concilio provincial deToledo, y cómo el reverendísimo de Córdoba preside en él. Hame mandado que leayude en escreblr algo y está aquí el padre licenciado Francisco Gómez para meayudar. Suplico a vuestra señoría me haga merced de aquellos papeles, porqueno le detenga mucho. Lo principal que entiendo se debe tratar es la ejecucióndel Concilio Tridentino y que se señalen ejecutores para ello.» (7 mayo 1965.)

ios Carta 215.no Carta 244.111 Ambos tratados, completos, en : Juan de Avila, escritos sacerdotales (Ma-

drid, BAC, 1969). Edición crítica del tratado del sacerdocio. C. AHAD : Últimosinéditos extensos del uto, Juan de Avila, Miscelánea Comillas, 13 (1950). 117-159.

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la doctrina sacerdotal. Algunos los recogemos posteriormente (predica-ción soore el sacerdocio). Dos iragmentos, uno del Audi Filia y otro delcomentario a la carta de san Juan, son documentos magistrales dentrode su concisión "2.

El Tratado del Amor de Dios es propiamente un tratado muy brevey completo sobre el Misterio de Cristo (la gran vivencia de Juan deAvila). Es una breve cristologia, clara y profunda y, a. la vez, una perlade la literatura española. Se puede ver en el tratado una exposicióndel Misterio de Cristo sacerdote. Se desarrolla en una linea de teologíadinámica y existencial: la mirada de Cristo al Padre (Dios Amor) y laconsecuente mirada de Cristo a los hombres para salvarlos. Es la doblepolaridad de la escuela sacerdotal avilista que hemos constatado con-tinuamente. La escuela de espiritualidad sacerdotal francesa (siglo xvn)habla de las «miradas» de Cristo (hablaremos de esa escuela en elcapitulo 4); Juan de Avila lo había expuesto anteriormente al explicarel misterio de la Encarnación (perspectiva del sacerdocio de Cristo):«Miraos siempre, Padre e Hijo, miraos siempre sin cesar, porque asi seobre mi salud» m.

Se describe, pues, en el Tratado del Amor de Dios los sentimientossacerdotales de Cristo. En la vivencia de esos sentimientos (mirada alPadre como a Dios Amor y mirada a los hombres como centro y expre-sión de Dios Amor en Cristo) se formó la escuela sacerdotal avilista.Ahí arrancaba toda la reforma sacerdotal en la cual se fundamentabatoda la reforma de la Iglesia.

El Tratado del sacerdocio viene a ser como un esquema amplio, connumerosísimas citas escriturísticas y patrísticas, del que se han de sacarpláticas o sermones sobre el tema. Las pláticas de Juan de Avila a losclérigos de Córdoba (en 1563) vendrían a ser como el desarrollo vitalde ese esquema más frió que es el tratado sobre el sacerdocio. Los sen-timientos, la vitalidad, la dinámica de la teologia y espiritualidad sacer-dotal no abundan tanto en el tratado cuanto en las pláticas, tratadodel Amor de Dios, cartas, etc. Hay que tener en cuenta, pues, la con-dición del Tratado del sacerdocio, que además nos ha llegado incompletoy en un manuscrito tardío del siglo xix, que se trunca precisamenteen las concreciones pastorales114.

El Tratado del sacerdocio es una obra escrita en el retiro de Mon-

113 Audi Filia, cap. 87. Ccnnentario a la primera e-pistola, de San Juan, cap. 2,v. 22. Estos dos escritos todavía no han sido publicados en las obras completas deL. Sala. Véanse en : Obras del Beato Juan de Avila (Madrid, Apostolado de laPrensa, varias ediciones).

113 seria interesante un estudie sobre la elaboración de este tratado delamor de Dios, analizando en él las pasibles retoques de la mano del P. Granada.Cfr. MUÑOZ, lib. 3, cap. 1-2.

ii« Ver nota 111.

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tilla. No está elaborado para una predicación inmediata, sino que esun arsenal de datos para un estudio reposado y una aplicación segúnlas circunstancias. Juan de Avila, tenía costumbre de hablar con unesquema de frases tíe la Escritura a la vista.

Hay dos cartas de Juan de Avila que pueden aportar luz al Tratadodel sacerdocio y a las pláticas predicadas en Córdoba (año 1563) rela,-cionadas con el mismo tratado. Las cartas están dirigidas al discípulopadre Francisco Gómez. La primera115 es un verdadero tratado sobreel sacerdocio en forma muy sintética y paralela al propiamente llamadoTratado del sacerdocio. La segunda116 expone brevemente la pedagogíacon que hay que desarrollar el tema: «El intento de la plática me pare-ce que sea mover generalmente a la clerecía, a algún deseo y alientode mejorar su vida y cumplir con la alteza del estado sacerdotal, y enotras pláticas, descender a cosas particulares. Porque si no tienen sen-timiento del oficio y obligación, no aprovechará enseñarles cosas par-ticulares» "'.

El tratado que nos ocupa es una muestra de la profundidad teológicade Juan de Avila acerca del sacerdocio. Conoce los documentos escritu-risticos, patristicos, conciliares e históricos con precisión y amplitud,no como quien tiene a la, vista un elenco de frases, sino como quienha estudiado las fuentes. Puede constatarse con la simple lectura y conlas notas de las ediciones críticas. La idea central del fragmento quese conserva (en espera de encontrar la parte perdida) versa sobre lanaturaleza del sacerdocio y la santidad requerida: el sacerdote es me-dianero entre Dios y los hombres (en la oración, responsable de los inte-reses de Dios y de los problemas de los hombres), ministro de la Euca-ristía. Resume el aprecio que los Padres y santos tuvieron del sacerdocioy los abusos de entonces en el ejercicio del servicio sacerdotal (paranotar el contraste); pasa después al aspecto más pastoral: los párrocos,confesores, predicadores (donde se trunca el manuscrito tardío que seconserva)lls.

lis Carta 233. Ver la edición crítica con notas de L. Sala (BAC).H6 Carta 239. Id.117 Carta 239. Estas cartas ponen de relieve la cuestión de distinguir o no

entre las pláticas de Juan de Avila y las pláticas del p. Gómez (a no ser queéste solamente repitiera las pláticas enviadas por el Maestro). Cfr. J. A. DE Ai.-DAMA : Un problema de autenticidad, Manresa, 17 (1945). 347-350; R. G. VILLOS-LADA : Varios problemas cíe autenticidad y critica. Maestro Avila, 1 (1946). 173-180. Ver notas de L. Sala en la edición crítica de] epistolario, carta 239 (BAC).

lis Se trata de un manuscrito incompleto del s. xix, que es a su vez copiade un manuscrito que estuvo en México (y que desconocemos); cfr. BibliotecaColegio Máxiino de Oña, núm. 36.780. Forzosamente debe haber otros manus-critos o, al menas, puede encontrarse e» manuscrito mexicano (en las biblio-tecas jesuíticas de México).

ANTHOLOGICA ANNtlA.—11

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C) PREDICACIÓN SOBRE EL SACERDOCIO

Hemos visto dos tratados de Juan de Avila que pueden calificarse detratados sobre el sacerdocio. Uno de ellos lo es con todo el rigor de lapalabra y del título; el otro lo es por su contenido eminentemente sacer-dotal. Pero tenemos también pláticas y homilias sobre tema sacerdotalestrictamente dicho, en que se desarrolla sistemáticamente la doctrinasobre el sacerdocio. En las pláticas principalmente se ve cómo una delas grandes preocupaciones de Juan de Avila era la formación de lossacerdotes.

Hay que notar desde un principio que los documentos de Juan deAvila sobre el sacerdocio (aun los tratados que hemos visto anterior-mente) son una mínima parte de sus enseñanzas sobre el tema. Su laborse desarrollaba en charlas orales. Los escritos son puramente ocasiona-les, debido a algunas circunstancias, como la de enviar material y es-quemas al padre Francisco Gómez para unas actuaciones concretas.Juan de Avila no fue nunca un teórico. Su retiro de Montilla, durantela larga enfermedad del final de su vida, le sirvió para, dedicarse mása la pluma. Estas enseñanzas escritas se deben, pues, relacionar con lafundación de colegios y convictorios, y con la dirección de grupos demisioneros o de grupos de sacerdotes en general.

Las pláticas a sacerdotes son catorce. Algunas de ellas no exponentema sacerdotal estrictamente dicho. Pero cinco pláticas ofrecen unconjunto bastante completo y una aplicación del Tratado del sacerdocioque ya hemos visto. Veamos el título de las mismas:

1." plática: La alteza del oficio sacerdotal pide alteza de santidad.2.a plática: El sacerdote debe ser santo porque tiene por oficio el orar.3." plática: Tres grados en los que cursan oración.4.a plática: Recordar la pasión de Jesucristo.5.a plática: Instrucción de confesores y penitentes.6.a plática: En ordenándoos, sois candela que habéis de dar lumbre.7.a plática: Hacer las cosas con perfección, henchidos de amor.8.a plática: En qué deben emplear los clérigos las rentas eclesiásticas.9.* plática: Esa espada de la fe no la tengas envainada.

10.a plática.: Seréis mis amigos si guardáis mis mandamientos.11.a plática: Sea vuestro propósito muy firme.12.a plática: O satisfacción por los pecados o purgatorio.13.a plática: La excomunión es el mayor cuchillo que tiene la Iglesia.14.a plática: Al entrar en el templo deja fuera lo que estorba "9.

iw Edición crítica de platicas en L. SALA: obras completas, o. c., II. Las plá-ticas sobre tema sacerdotal, editadas en Juan de Avila, escritos sacerdotales (Ma-drid. BAC. 1969).

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Las pláticas que desarrollan temas sobre el sacerdocio estrictamentedicho son las siguientes: 1.a, 2.a, 6.a, 7.a y 8.a Además, a sacerdotes habíaexpuesto Juan de Avila la doctrina de san. Pablo, aunque también acu-dían a las explicaciones muchos seglares. Mucho material se ha perdidoo ha quedado en frases breves recogidas por los historiadores de laépoca, como aquella (referente a los estudiantes clérigos): «Más quisieraver a los estudiantes con callos en las rodillas, de orar, que los ojos malosde estudiar.»

Prácticamente son todos los temas de espiritualidad sacerdotal losque se desarrollan en las pláticas a los sacerdotes. Juan de Avila poníasumo cuidado en la preparación de esos temas explicado.» a sacerdoteso futuros sacerdotes: «Era tanto el cuidado que ponía el padre maestroJuan de Avila en el aprovechamiento y perfección de los sacerdotes,que el mayor estudio y cuidado que ponía para los sermones era paralas pláticas que había de hacer a los estudiantes, adonde también siem-pre acudían clérigos; y el más estudio eran dos o tres horas más deoración de las que gastaba para otros sermones...»120. De las dos plá-ticas dirigidas a los clérigos de Córdoba, decía Muñoz: «Es de lo mejorque escribió este varón apostólico..., y ellas son tales, que no en muchoslibros, más en láminas de oro, debieran estar escritas en los sagrariosde las Iglesias y que sirvieran de espejo en que se mirasen los sacerdotes.Hízolas en ocasión de un concilio diocesano de Córdoba...»121.

Todos los sermones de Juan de Avila son de interés sacerdotal, comoes obvio. En el capitulo segundo, apartado 1, hemos expuesto lo referentea la predicación. La doctrina sobre el sacerdocio queda explicada ennumerosos párrafos de los sermones, principalmente en los referentesa la Eucaristía, a Pentecostés y al Jueves Santo y Pasión. El tema sacer-dotal mariano queda recogido en los numerosos sermones sobre la San-tísima Virgen (una especie de tratado mariano)122.

Hay dos homilías que tienen como tema único el tema sobre el sacer-docio: fiesta de San Nicolás (sermón 73) y fiesta de los Evangelistas(sermón 81)in. El sermón de la fiesta de San Nicolás es un sermón deprimera misa; se expone el sacerdocio en el Antiguo y Nuevo Testa-mento, y se aplica la doctrina a la vida sacerdotal de San Nicolás y a laproblemática clerical de la época, en un curioso diálogo que indica la

320 Proceso de Madrid, declaración del Lie. Juan do Vargas, f. 39 r. (nota deL. SALA : Obras completas..., II, introducción a las pláticas).

121 MUÑOZ, lito. 3, cap. 21, f. 212 r. Lo del sagrario lo dice por el contenido delas pláticas acerca de la Santa Misa.

123 Son muchos los estudios sobre el tema mariano en Juan de Avila. Vernota 52. Estudié el tema (recogiendo toda la bibliografia) en : Síntesis mariológi-ca de los escritos de Juan de Avila, Ephemerides Muriologicae. 11 (1961). 169-191.

'23 Edición critica de sermones en L. SALA: Obras completas..., o. e., H,

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pedagogía del maestror'4. El sermón de la fiesta de Evangelistas sonunos apuntes enviados a otro predicador, como se puede ver al final delmismo sermón en que, después de dar algunas referencias bibliográfi-cas, dice aludiendo a su enfermedad: «Y perdone vuestra merced, por-que la poca salud y la insuficiencia no la dejan ir mejor ni más presto.Examínelo vuestra merced, no vaya algún desvario de febricitante.»Es un sermón sobre la caridad pastoral, celo de almas, vocación, vidaepiscopal pastoral, exigencia de perfección evangélica.

D) EPISTOLARIO SACERDOTAL

Juan de Avila gastó mucho tiempo en escribir cartas a toda clase depersonas, principalmente durante su larga enfermedad (desde 1551) yretiro en Montilla (desde 1554 hasta 1569). Los destinatarios son fre-cuentemente sacerdotes: predicadores, grupos de discípulos, sacerdoteso futuros sacerdotes en diversas dificultades o persecuciones, obispospreocupados por la reorganización pastoral de toda la diócesis, etc.KS.

Las cartas eran ordinariamente largas, de un pliego de folio. Lasescribía de un tirón y agotando la materia que debia tratar. Preferíaescribirlas personalmente, pero muchas de sus cartas se las escribió(al dictado) el P. Juan de Villarás; en estos casos firmaba el Maestrode su puño y letra: Joannes de Avila. En la cubierta llevaba el selloeucarístico del Maestro.

A veces aparece en las cartas dirigidas a sacerdotes un plan devida espirituallsí, un plan de estudio127, un plan de pastoral organiza-da para toda una diócesis1K. No faltan las cartas a algún grupo es-pecial de discípulosm. Son numerosas las cartas dirigidas a predica-dores o que tratan de temas de espiritualidad (dirección espiritual).Las dos primeras cartas cronológicamente (del año 1538) son cartasescritas a sacerdotes discípulos 13°.

121 Sermón 73 : «Preguntaba yo a un obispo : —¿Cómo vuestra señoría puededormir? —¿Dormir, señor? Ocho horas me llevo de un tirón. —¡Bendita sea talcondición de obispo! ¡Ocho horas! Pues, ¿y no veis el peligro? —¿Qué, señor?Todos duermen, durmamos. —Razón de carta rota; antes por eso más velar. Si ennavio estuviésemos...»

125 Edición crítica de cartas en L. SALA, o. c., I. Ver nota 100 de este trabajosobre cartas sacerdotales.

¡26 véase, por ejemplo, la carta 5.>2i Ver la carta 225.i2S ver cartas a obispos: 177-181, 219, 242-244, 248 (Pedro Guerrero); 182 y

215 (Cristóbal de Rojas).12S Ver la carta 148.isp Carta 5 (al Mtro. García Arias, sacerdote, 2 de enero cíe 1538); carta 225

(a un discípulo).

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Tenia un sistema memorístico para acordarse de escribir sin faltara ningún compromiso. A veces tardaba en escribir, precisamente parapoder reflexionar, o, con cierta frecuencia, debido a sus achaques.Otras veces escribía inmediatamente después de recibir la carta, aundespués de comer.

Casi todos los problemas sacerdotales aparecen en las cartas a sa-cerdotes. Cuando se trata de planes de vida, se refiere a casos con-cretos, por ejemplo, para un sacerdote que pasa una temporada dereposo y retiro espiritual. Tratándose de sacerdotes principalmente,Juan de Avila no tenia prisa por terminar las cartas. Es muy deta-llista, da consejos ampliamente explicados (y fundamentados en doc-trina sólida). Sus consejos los matiza con comparaciones y, a veces,con un fino humor de sano humanismo. Conoce detalladamente a mu-chos sacerdotes (a los cuales escribe las cartas) y les ama cariñosa-mente 1J1.

A veces es el mismo Juan de Avila quien deja traslucir su vida yexperiencia sacerdotal, su celo por la extensión del Reino, sus planesde vida. Y en todas las cartas se respira el ambiente litúrgico que vi-vía el Maestro cuando las escribió. Muchas de las cartas reflejan laépoca conciliar y postconciliar, con ansias de verdadera reforma (es-pecialmente las cartas dirigidas a los obispos o a los gobernantes). Laverdadera reforma que Juan de Avila aconseja deriva de una expe-riencia larga en la predicación misional, en la fundación de colegiose instituciones sociales, en la conversión y perfeccionamiento de se-glares, religiosos y sacerdotes. En el epistolario se refleja todo el espí-ritu sacerdotal y obra apostólica de Juan de Avila.

Todo el epistolario es una comunicación espontánea y familiar, enla que se deja transparentar continuamente un sacerdote santo quevive sintonizando siempre con los sentimiento sacerdotales de Cris-to Sacerdote y, por tanto, con los problemas de los demás. Juan deAvila vivía totalmente encarnado en las circunstancias del hombrey del sacerdote de su época.

A través de las cartas de Juan de Avila, especialmente de las car-tas dirigidas a sacerdotes (predicadores, directores de obras, dirigidosespirituales, etc.), se puede entrever la biblioteca del Maestro refe-rente a temas teológicos, pastorales, de espiritualidad, de actualidad,etcétera m.

Estas cartas sacerdotales apuntan a «comprometer» al destinatarioen una vida sacerdotal auténtica y evangélica. Si las cartas eran lar-

Ver carta 145, en la que se despide de un discípulo moribundo.Véanse, por ejemplo, las cartas 233 y 225.

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gas, Juan de Avila no perdía el tiempo, puesto que apuntaba a esaperfección sacerdotal que se había de plasmar en celo apostólico (temapreferido en el epistolario)I33.

Z. Síntesis doctrinal sobre el sacerdocio

Acabamos de ver los documentos sacerdotales del Maestro Avila.Hemos aludido a su contenido y a su ambiente histórico. Nos interesaver ahora la síntesis doctrinal sobre el tema sacerdocio. La escuelasacerdotal de Juan de Avila tiene una fundamentación teológica sóli-da. Nos quedaremos solamente en una visión de conjunto y de síntesis,remitiéndonos a otros trabajosul. La doctrina sacerdotal de Juan deAvila no se puede desglosar de su figura y de su obra apostólica, so-bre las cuales hemos hablado en el capitulo segundo.

A) SACERDOCIO DE CRISTO

Hay un tema clave en toda la doctrina del Maestro Avila: el Mis-terio de Cristo. Al tema le dedicó un tratado, pero es la idea que sepercibe continuamente en todos sus escritos. Juan de Avila era el granimitador de San Pablo «en este conocimiento del Misterio de Cris-to»... «En este misterio sabía todo cuanto para nuestra salvación sepuede saber, que es todo lo que comprende y trata la teología cris-.tiana» 13S.

En el Misterio de Cristo, Juan de Avila penetraba la interioridadde los sentimientos sacerdotales de Cristo. No expone propiamente laidea del «sacerdocio», sino la persona de Cristo Sacerdote, que es me-diador por su sacrificio en la cruz, que es responsable de la gloria delPadre y de la salvación de los hombres, que se ha desposado con lahumanidad, que es nuestro hermano... Jesucristo Sacerdote se expre-sa a sí mismo en una «mirada» al Padre en favor de los hombres; asíes el Verbo encarnado: «Miraos siempre. Padre e Hijo; miraos siem-pre sin cesar, porque asi se obre mi salud» 1!6.

»3 Pueden verse las cartas 1, 4, 177, 208 («esposas enajenadas de El»). Es lapreocupación de las grandes figuras de aquella época postconciliar; véase lacarta 185 (a Sta. Teresa) : <da necesidad que en las ánimas hay es tanta, quehace a los que un poco de conocimiento tienen del valor de ellas aparta se delos abrazos continuos del Señor por ganarle ánimas donde repose, pues tantotrabajó por ellas...»

iu Recojo estos trabajos en la nota 7.i:»5 GRANADA, I.1 parte, cap. 3, par. 11.ise Tratado del Amor úe Dios (edición BAC. 1969 : Juan de Avila, escritos sa-

cerdotales, p. 135). Esta idea pudo haber pasado a la escuela sacerdotal france-sa del s. xvn, como veremos luego, véase también la misma idea en el cap. 87del Audi Filia.

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La idea de Cristo Sacerdote (recalcando su interioridad) es unaidea central en los escritos sobre el sacerdocio y aun en los demásescritos de espiritualidad. El Audi Filia es propiamente el primer tra- '.tado completo de espiritualidad en lengua castellana13;. La espiritua-lidad y perfección cristiana se basan en el desposorio de Cristo con laHumanidad; desposorio que se basa y realiza en Cristo Sacerdote:

«No tenía este grande Sacerdote qué ofrecer por los pecados delmundo sino a sí mismo, limpio, para limpiar a los sucios..., fuimos traí-dos, lavados, santificados y hechos dignos de ser ofrecidos a Dios...(desarrolla de nuevo el tema de las miradas)... Porque entendemos quede aquel miramiento de los ojos de Dios a la faz de Cristo... salió elfuego del Espíritu Santo, que abrasó los dones que este gran Pastor yPontífice ofreció a su Padre, que fueron sus discípulos presentes y por

• venir... somos por este Pastor traídos en sus hombros; y por traernosEl, míranos el Señor, haciendo que lo miremos a El» "8.

Hay una prolongación del sacerdocio de Cristo en sus discípulos,ministros y laicos. El tema se puede encontrar en el Tratado del sa-cerdocio y en el comentario a la primera carta de San Juan. Jesu-cristo es, a la vez, Sacerdote y víctima:

«Cristo fue sacerdote y sacrificio; El fue el que ofreció y lo queofreció fue—como dice San Pablo (Heb. 8, 14)—que así como Abelofreció a Dios sacrificio, así Cristo se ofreció a sí, Cordero sin man-cilla, y agradó a su Padre... Quiso Jesucristo dar parte a los sacerdo-tes para que exteriormente pudiesen ofrecer sacrificio, y a los cris-tianos hízolos sacerdotes en el espíritu»... "9.

Este desposorio de Cristo Sacerdote con la humanidad fundamentala espiritualidad sacerdotal eclesial que campea en la escuela avilis-ta. El celo apostólico, el amor y, a la vez, la sinceridad y valentía encorregir defectos, tienen una fundamentación teológica que conducea un equilibrio de reforma y generosidad evangélica:

«¿Qué te parecerá a Ti un día de la Cruz para desposarte con ¡aIglesia, y hacerla tan hermosa que no le quedase mancilla ni arru-ga?» "°.

Hay un aspecto del misterio sacerdotal de Cristo, que se recalcaen la escuela avilista: el aspecto mariano. María, asociada a la obra

"i Audi Filia., en : Obras del Beato Juan de Avila. Madrid (Apóstemelo de laPrensa, varias ediciones), y en edit. Flors.

iss ma., cap. 87."a Lecciones sobre la primera canónica de San Juan, cap. 2, v. 22; edición

del Apostolado de la Prensa. Madrid. 1941. tomo segundo. En el Tratado sobreel sacerdocio se contiene la misma idea más sintetizada : «principal sacerdote yfuente de nuestro sacerdocio» (n. 10).

no Tratado del Amor de Dios, p. 131 (edic. BAO. 1969)

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168 JUAN ESQUERDA BIFET 1361

redentora, por voluntad del Padre y por supererogación, tiene una re-lación intima con Cristo Sacerdote y con los sacerdotes ministros:

«Porque lo que su esposo e Hijo Jesucristo había ganado en el mon-te Calvario derramando su sangre, ella lo guardaba y cuidada y pro-curaba acrecentar como hacienda de sus entrañas... Pastora, no jor-nalera que buscase su propio interés, pues que amaba tanto a las ove-jas que, después de haber dado por la vida de ellas la vida de suamantísimo Hijo, diera de muy buena gana su vida propia, si nece-sidad de ella tuvieran. ¡Oh, qué ejemplo para los que tienen cargo deánimas!"...1".

La gran realidad de Cristo Sacerdote aparece en la doctrina avilis-ta en su sentido dinámico; por esto se explica la mediación sacerdo-tal de Cristo Salvador. Juan de Avila se sentía «alquilado» para pre-dicar este misterio1<2. La doctrina se intercala en todos sus escritos,con un estilo original que compromete a los oyentes, tanto como seve comprometido el mismo que predica la doctrina m.

B) EL SACERDOCIO MINISTERIAL

Al desarrollar el tema sacerdocio ministerial, Juan de Avila siguela misma línea dinámica de responsabilidad ante la gloria del Padrey la salvación de los hombres. El sacerdote ministro obra «in personaChristi»; esa es la gran idea repetida en los escritos sacerdotales1".Es el principio teológico común. Pero la originalidad de Juan de Av-ia es la fuerza vital que imprime a la idea teológica, como cuandodecía que «el estado sacerdotal, que. se tomase con los fines para quele instituyó el Sumo Sacerdote Cristo»145, o cuando apuntaba a lasexigencias de tener los mismos sentimientos sacerdotales de Cristo(como veremos enseguida).

Cuando Juan de Avila desentraña el rico significado de «ministrosde Cristo», hay como un triple plano: ontológico, dinámico, moral (ser,obrar, sentir como Cristo Sacerdote). La misma idea aparece en lostextos que pueden recalcar uno de estos tres aspectos: representación,semejanza, intimidad. Véanse las pláticas y el tratado sobre el sacer-docio.

Se nota también una doble polaridad en el sacerdocio ministerial.Si «los sacerdotes somos principalmente diputados para la honra y

Sermón 70 (Asunción); véase también el sermón 67 (soledad de María).GRANADA, l.- parte, cap. 3, par 11, f. 37 v.Ver nota 7.Véase el Tratado sobre el sacerdocio y las pláticas a sacerdotes.yiVÑoz, lita. 3, cap. 20, fol. 209 v.

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contentamiento de Dios» ¡<s, ello es para ser «abogados por el pueblode Dios, ofreciendo al Hijo delante del tribunal de su Padre... maes-tros y edificadores de ánimas» ";.

Cuando desarrolla de intento el tema sacerdocio ministerial (él dice«oficio sacerdotal»), arranca del sacerdocio de Cristo, para decir queel sacerdote obra en su nombre, y pasa inmediatamente a los diver-sos oficios y a la exigencia de sintonización con los sentimientos deCristo Sacerdote. Esto se ve con claridad en el tratado del sacerdocioy en las pláticas.

Aunque en el desarrollo del tema van saliendo todos "los ministe-rios sacerdotales, cuando quiere hacer resaltar la santidad sacerdotaly la entrega que reclama el ministerio, desarrolla principalmente elministerio de la Eucaristía, de la Palabra y de la oración intercesora(en la Misa especialmente).

Veamos solamente algunos ejemplos de lo dicho, aunque el temase ha de analizar en el contexto, teniendo en cuenta que desarrollasiempre el sacerdocio ministerial no en sí mismo, sino en relacióna Cristo Sacerdote y a la salvación de los hombres:

«Quiso Jesucristo dar parte a los sacerdotes para que exteriormen-te pudiesen ofrecer sacrificio» "s.

«Ministros suyos somos nosotros»...!49.«Y aunque El en su propia persona no consagró ni ofreció su san-

tísimo cuerpo más que una vez, mas hácelo cada día hasta el fin delmundo por medio de sus sacerdotes» 15°.

«Y aquel ha de tener por oficio orar que tiene por oficio el sacri-ficar, pues es medianero entre Dios y los hombres, para pedirle mise-ricordia; y no a secas, sino ofreciéndole el don que amansa la ira,que es Cristo nuestro Señor» lsl.

El tema de la predicación merecería estudio aparte. Al él hemosaludido en el capítulo segundo. Ordinariamente lo trata en relacióna la honra de Dios y al celo apostólico. Hay como dos ideas principa-les: Dios pone su honra en manos de los sacerdotes (que publican lasalvación de Dios Amor), la eficacia del ministerio de la Palabra estáligada en parte al testimonio del ministro 1K.

14G plática 1.*, II, 1292 (citamos el tomo de las Obras Completas de L. Salala página, lo mismo haremos, a veces, con los sermones y cartas.

47 Memorial l.D, núm. 12.48 comentario a I lo. 2, 22 (supra, nota 139).

Carta 136.Sermón 40, II. 635.

-• Plática 2.', II, 1299.- 52 Ver cartas a predicadores. Llama al sacerdote «pregonero de Cristo» en la

carta 165. I, 825.

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170 JUAN ESQUERDA BIFET [381.

Para no alargarnos (y remitiéndonos de nuevo a otros trabajos re-cientes), vamos a recoger dos frases que resumen todo el ministeriosacerdotal en relación a la persona de Cristo (véase el contexto):

«Los has hecho despenseros de tus merecimientos»..., «nos dio po-der (a los cristianos) para que (los sacerdotes) negocien con nosotrostodo lo que a su hacienda y honra tocare»15!.

«¡Oh, divina bondad, que tanto se ha manifestado en levantar hom-bres a tal alteza, que ponga en las manos de ellos su poder, su honra,su riqueza y su misma persona!» '«.

Nótese cómo toda la explicación gira en torno a Dios Amor mani-festando en el Misterio de Cristo. El sacerdocio ministerial es un as-pecto de esta manifestación. El sacerdote ministro pertenece a unosplanes salvificos de Dios en favor del Pueblo.

El sacerdote es, pues, ministro de Cristo; puede representar a Cris-to en la actualización del sacrificio de la cruz, dice las palabras dela consagración «de parte de Cristo», «absuelve en nombre de Cris-to» 155. Las figuras del Obispo y de su Presbítero las trata más bienen un plan de espiritualidad y reforma pastoral (residencia, etc.)15S.

C) SACERDOCIO DE LOS FIELES

Explica la unción sacerdotal de Cristo Cabeza y cómo todo cristia-no (todo el Cuerpo Místico y todo el Pueblo) participa de esta unción.Asi la Iglesia es un Pueblo sacerdotal:

«Jesucristo es ungido por Cabeza... Y todos los cristianos somos un-gidos, porque en el bautismo nos ungen con el óleo santo; aquella unciónque de fuera hacen es señal de lo que interiormente haya...»

«Cristo fue sacerdote y sacrificio; El fue el que ofreció y lo queofreció... Estos ofrece El ante el acatamiento de su Padre, que son losbuenos cristianos, como corderos mansos, y sencillos y pacientes. ¡Quédebemos a Cristo, que, siendo Hijo de Dios, nos dio poder para quetuviésemos parte en este bien, de ser hijo de Dios!... Hízonos Dios agra-dables en su Hijo muy amado...»

«Quiso Jesucristo dar parte a los sacerdotes para que exteriormentepudiesen ofrecer sacrificio, y a los cristianos hizolos sacerdotes en elespíritu. ¿Qué queréis decir? Que como un sacerdote ordenado por laIglesia puede ofrecer sacrificio a Dios en este altar, así todo cristia-no tiene poder para en el altar de su corazón sacrificar a Dios. En

isa Sermón 58, II, 915 (Corpus).is» plática 1.', II, 1.285.i» Sermón 37, Comentario a I lo. 2, 22, Sermón 41 y 43, etc.'56 Cfr. Memoriales al Concilio de Trento, Advertencias al Concilio de Toledo,

plática 1.' (conclusión), etc. Véase el tema sintetizado en pp. 108-122 de : Doctri-na teológica del Bto. Maestro Juan de Avila, en tiempo de vostconcilio, Misce-lánea Comillas. 47-48 (1967).

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[39] ESCUELA SACERDOTAL ESPAÑOLA DEL SIGLO XVI: JUAN DE AVILA 171

vuestro corazón ofrecéis a Dios una oración, una limosna y otra buenaobra, y parécele a Dios bien... Mas por esto no se sigue que no hayaun ungido principal sobre todos»...1".

No se puede pedir a la doctrina avilista una explicación del datorevelado sobre el sacerdocio de los fieles, igual a la explicación poste-rior a la «Medlator Del» o al concilio Vaticano II. Pero en el textoencontramos: a) Una participación en la unción sacerdotal de CristoCabeza; b) El ofrecimiento que Cristo hace de sus fieles al Padre;c) El sentido sacerdotal de toda la vida cristiana (como poder en Cris-to); d) La relación de este sacerdocio espiritual con el sacrificio euca-rístieo; e) La diferencia entre sacerdocio ministerial y de los fieles(afirmar lo contrario, «herejía es», dice en el contexto).

Lo peculiar de la doctrina avilista respecto al sacerdocio de los fie-les es la derivación hacia el campo de la vida de perfección. Lo hemosindicado antes al hablar del Audi Filia (sobre Cristo Sacerdote). Eneste documento importantísimo de la mística cristiana se explica elsacerdocio de Cristo como un desposorio con la humanidad para pa-sar directamente a la exigencia de perfección cristiana. Es interesan-te notar este paso por dos aspectos: a) El sacerdocio de Cristo parti-cipado por los cristianos; W El sentido de la vida cristiana de perfec-ción como participación en el desposorio de Cristo Sacerdote con lahumanidad. En esta linea se puede entender mejor la doctrina avilis-ta sobre la espiritualidad cristiana, como arrancando de Cristo Sacer-dote 15S.

1

D) VIDA SACERDOTAL (ESPIRITUALIDAD Y PASTORAL)

Sobre la espiritualidad cristiana, en general, acabamos de ver quearranca del sentido que tiene el sacerdocio de Cristo como desposoriocon la humanidad. El tema nos llevaría muy lejos159.

El sacerdote ministro participa del sacerdocio de Cristo por el sa-cramento del Orden, de suerte que puede obrar en su nombre en laeucaristía, pastoreo, predicación, sacramentos, oración, etc. Todo estoreclama del sacerdote una vida totalmente comprometida en una ac-tuación apostólica y en una identificación de sentimientos sacerdota-les (los intereses del Padre y los problemas de los hombres). En estafundamentación teológica se ha de ver la doctrina avilista acerca dela imitación de Cristo, oración, santidad sacerdotal. Es la persona deCristo la que polariza el ser, el actuar y el vivir más intimo del sacer-dote ministro. Así se entiende mejor la gran preocupación de Juan de

Comentarios a I lo. 2, 22Ver el texto correspondiente aVer nota 56.

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172 JUAN ESQUERDA BIFET [40]

Avila sobre la reforma del Clero (como base de la reforma de la Igle-sia), la imitación de San Pablo, la imitación de Cristo crucificado, laperfección evangélica para el sacerdote, etc., como hemos visto al ha-blar (capitulo 2.") de su estilo sacerdotal.

La persona de Cristo (como persona vivida intimamente) es la queda razón de ser a la actuación apostólica y a las renuncias sacerdo-tales. Hay una vocación sacerdotal que compromete toda una vida,sin concesiones a intereses bastardosm.

Es siempre la persona de Cristo la que define la vida del sacerdoteministro en una triple faceta de obrar en su nombre, tratar íntima-mente con él, identificación de sentimientos y actuaciones:

a) Obrar en nombre de Cristo: «Pregonero de Cristo»161, «dispen-sero de los merecimientos de Cristo»162, «un hombre que profesa serministro de Cristo crucificado»16>, «ésta es la piedra (Jesucristo) dedonde el predicador ha de sacar el agua» IC(, etc.

b) Trato íntimo: «Como persona que tiene con el Señor particularamistad y particular trato»1B, «ha de tener amistad el rogador conel rogado» !M, «estar en sus manos, dejarse tratar de él con estrechafamiliaridad que nadie puede pensar» 1C7, etc.

c) Identificación de sentimientos: «El sacerdote representa a Jesu-cristo Nuestro Señor, principal sacerdote y fuente de nuestro sacerdo-cio; y es mucha razón que quien le imita en el oficio lo imite en losgemidos, oración y lágrimas... En este espejo sacerdotal se ha de mi-rar el sacerdote para conformarse en los deseos y oración con El»16S,etcétera.

La vida de Juan de Avila corresponde a su doctrina. El sacerdoteministro es «consorte» de Cristo y ha de estar vestido de la mismalibrea lra. En este sentido esponsal es como hay que entender lo que élllama la locura de la cruz 17°. Y en esta sintonización de sentimientoscon Cristo se presenta la caridad pastoral, el celo apostólico, el espí-ritu de oración, la pobreza, el espíritu de sacrificio, etc.

La vida sacerdotal evangélica (pobreza, castidad, obediencia, humil-dad, etc.) condiciona la eficacia en el apostolado. Por esto la reforma

IGO Cfr. cartas 7 y 8. Nótese la distinta respuesta, por corresponder a situacio-nes diversas. Sobre la vocación, ver nota 7.

ici Carta 165, I, 825.162 Tratado sobre el sacerdocio, núm. 11.163 Memorial 2.°, núm. 91 (se refiere a la pobreza*IM plática 4, II, 1326.165 Tratado sobre el sacerdocio, núm. 9.166 íbid., núm. 11.K~ Ibisl., núm. 12.168 nid,, núm. 10.169 Carta 58.uo Tratado del Amor de Dios.

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,[41] ESCUELA SACERDOTAL ESPAÑOLA DEL SIGLO XVI : JUAN DE AVILA 173

de la vida clerical (personas y estructuras) -ha de corresponder a con-seguir una vida clerical que es la vida de quien «profesa ser ministrode Cristo crucificado», como hemos visto. Veamos una de sus expre-siones clásicas:

«¡Oh, dichosos pastores que participaren algo de aquesta hambre ysed de salvación de ánimas que tuvo el Señor, porque, según la nece-sidad de remedio que tienen, si no hay este gran celo y cuidado, nose podrá hacer aquello que para esto conviene! En cruz murió el Se-ñor por las ánimas; hacienda, honra, fama y a su propia Madre dejópor cumplir con ellas; y así quien no mortificare sus intereses, honra,regalo, afecto de parientes, y no tomare la mortificación de la cruz,aunque tenga buenos deseos concebidos en su corazón, bien podránllegar los hijos al parto, mas no habrá fuerzas para los parir" '~>.

La formación que debe darse a los futuros sacerdotes debe ser unaformación eminentemente pastoral en el sentido auténtico de la pala-bra, Por eso en los Memoriales al Concilio de Trento y en las Adverten-cias al Concilio de Toledo se propone una serie de medidas en vistasa conseguir este objetivo: selección de vocaciones, especialización parapárrocos, confesores, predicadores y profesores, formación en la oracióny pobreza, estudio de la teología, partiendo de las fuentes sin dejar lateología especulativa, etc. Lo hemos visto en este mismo capítulo, apar-tado 1. Es la doctrina que va exponiendo cuando habla a sacerdotes yaun cuando hay una ocasión propicia para exponer el tema. Así en laspláticas y cartas se repite la idea: «que sepan por experiencia qué esoración». Pero veamos otro de sus textos más importantes que reflejanuna problemática de la época:

«Cuando los quieren ordenar, examínanlos si saben cantal* y leer, sitienen buen patrimonio; pues ya, si saben unas pocas de cánones, ¡sus!,ordenar. ¿En qué examinará Dios? En la caridad para con tocios y en laoración, si saben bien orar y importunar a Dios por los prójimos y aman-sarlo y hacer amistades entre Dios y los hombres, y sentir males ajenosy llorarlos...» 172.

m Sermón 81, II, 1256 (evangelistas). Habla frecuentemente de la castidadde los sacerdotes que «todos enteros están consagrados al Señor con el trato otocamiento del mismo Señor») Plática 1.*, II, 1287). En el Memorial 2.° al Con-cilio de Trento refleja el problema de la época sotare las voces que intentabansuprimir :a ley del celibato; Juan de Avila dice que eso seria «novedad enla Iglesia», que distraería de la labor apostólica, del oficio de orar continuamente,y que sería un inconveniente para celebrar la Eucaristía como ministro. El reme-dio que propone es el de una selección y formación más adecuada de quienes yahan sido llamados a la castidad : «Búsqucse hombres que posean castidad y lasotras virtudes, déseles aparejo y buenos ejercicios de virtudes y estudio... y po-cas rentas» (Memorial 2.', núm. 91). Sobre la pobreza, ver el índice de materiasde edición'BAO (1969).

^2 Sermón 10, II, 188 (cananea).

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174 JUAN ESQUERDA BIFET [42]

La oración en la, que hace hincapié Juan de Avila es la oración deintimidad e imitación de Cristo Sacerdote, y, por ello mismo, de respon-sabilidad respecto a los problemas de la Humanidad. Es una oraciónque lleva a la acción apostólica y que se le exige al sacerdote por serresponsable, con Cristo, de los problemas de los hombres y de los inte-reses del Padre, por predicar la palabra de Dios (que ha de parenderen diálogo con Dios), por ser maestro de oración y vida interior respectoa los íieles 1T3.

El celo apostólico es un tema de los más ricos en la escuela avilista.Precisamente porque es un celo que arranca de una visión certera sobreel sacerdocio y de una relación esponsal con Cristo. Es la caridad pas-toral la que presidió su vida fecunda en obras apostólicas. Basta leerlas pláticas o cualquier carta a sacerdotes para encontrar en seguidaalguna de sus afirmaciones que transparentan el celo de un apóstol:

«¡Oh si trajésemos atravesadas en el corazón estas joyas que trajeronatravesado el del Señor, hasta ponerlo y alancearlo en la cruz...! ¡... Cómopuede uno que al Señor ama, no amar cosa tan conjunta a El...! Esposasenajenadas de El..., no dañamos sueño a nuestros ojos...»17'.

«¡Oh eclesiásticos, si os mirásedes en el fuego de vuestro pastor prin-cipal, Cristo; en aquellos que os precedieron!...» i«.

«Aquella caridad dejóla Cristo encendida por El en los corazones desus ministros, y os tan fuerte que lo vence todo»17t.

Sobre la celebración de la Eucaristía, pueden leerse los sermones uhomilías sobre el tema, de suerte que se puede hablar de un tratadoeucarístico. En estos documentos y en todos los escritos de Juan deAvila vemos un espíritu profundo que vive de la presencia, del Señory del sacrificio de la cruz hecho presente bajo signos. Ya hemos habladode ellos al exponer el sacerdocio ministerial como un obrar en nombrede Cristo, principalmente en la Eucaristía. Veamos algún texto demuestra:

«Acostumbre a sentir lo que debe de la presencia del Señor, aunqueotra consideración no tenga»17T.

«Que se representa aquí el Señor muerto y sepultado...» "*.

J"3 El tema de la oración es frecuentísimo en los escritos de Juan de Avila.Ver especialmente Tratado del Sacerdocio, pláticas 1.' y 2.'. Cír. J. SANCHIS, Doc-trina del Bto. Juan de Avila sobre la oración. Verdad y Vida, 5 (1947) 5-64.

i« Carta 208, I, 931."3 Plática 7.', II, 1358.«» Carta 178, I, 854; otros textos: Plática 2.-, II, 1307; sermón 81, II, 1254s.;

carta 1, I, 258; carta 177, I, 851; carta 208, I, 931, etc.177 carta 6, I, 297. Ver nota 63 (supraí.i« sermón 56. II. 842.

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[43] ESCUELA SACERDOTAL ESPAÑOLA DEL SIGLO XVII JUAN DE AVILA 175

Es siempre el Misterio de Cristo Sacerdote (que mira al Padre y alos hombres) el común denominador de la doctrina avilista. En esteMisterio descubre también la faceta mariana sacerdotal17S y el rectosentido de Iglesia que campea en toda su obra reformadora. Dice refi-riéndose a los sacerdotes:

«SJ hubiera en la Iglesia corazones de madre en los sacerdotes, lesdaría resucitadas las ánimas de los pecadores» 18°.

«Nosotros somos los ojos de la Iglesia»181.«¡Oh Iglesia cristiana, cuan caro te cuesta la falta de aquellos tales

enseña/dores, pues por esta causa está tu faz tan desfigurada!»182.«Guardas son -de la viña los pontífices, los predicadores, los sacer-

dotes» 1».

Dentro de este sentido de Iglesia, Juan, de Avila presenta la impor-tancia de la unidad del Presbiterio en una obediencia al prelado y unacolaboración entre todos:

«Y si cabeza y miembros nos juntamos a una en Dios, seremos tanpoderosos, que venceremos al demonio en nosotros y libraremos al pueblode sus pecados»181.

Y si al final de esta síntesis doctrinal sobre el sacerdocio nos pregun-táramos sobre la razón de ser del sacerdote, nos diría Juan de Avila:«Todos enteros consagrados al Señor...»185. Esta consagración es unadedicación plena a prolongar a Cristo Sacerdote en su ser, en su obrar,en su mirada al Padre y a los hombres.

IV. VALORACIÓN DE LA ESCUELA SACERDOTALDE JUAN DE AVILA

1, La escuela en sí misma

En el recurso de este trabajo hemos ido estudiando la opinión ytestimonio de la época respecto a la escuela sacerdotal de Juan de Avila(capitulo I), el estilo de vida sacerdotal en el Maestro y en los discí-pulos (capitulo II), los escritos sacerdotales y síntesis doctrinal (capitu-

179 Ver los textos referentes a la nota 141iso Plática 2.', II. 1307.i81 ítid., 1310.isz Sermón 55, II, 856.i» Sermón 8, II, 169.u* Plática 1.', II, 1294. Sobre las clérigos afirma : El papa, los obispos y los

curas «son de Ja intrínseca razón de la Iglesia, y los religiosos son añadidos pavaayudar a los preladas y curas» (sermón 11, II. 1256).

«5 Ibid., II, 1287.

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176 JUAN ESQUERDA BIFET [44]

lo III). Esta sucinta exposición es la mejor valoración de la escuela ensi misma186.

La escuela sacerdotal de Juan de Avila no presenta una teoría des-carnada, sino una actividad y un estilo sacerdotal. Los escritos sacer-dotales podríamos decir que son todos escritos enfocados a la vidasacerdotal. No se trata de escritos que desenvuelvan la doctrina comofinalidad en sí misma, sino de escritos que son ayuda concreta en unascircunstancias sacerdotales concretas: cartas, homilías, pláticas (el Tra-tado del sacerdocio es un esquema amplio para elaborar pláticas), de-claraciones sobre la situación del clero y remedios (Memoriales...).

Esta faceta de la escuela avilista podría ser un obstáculo p'ara admi-tir la existencia de la misma escuela. Hasta ahora había prevalecido €lconcepto de escuela en un sentido demasiado teórico: cuando había unateoría especial sobre el sacrificio, sobre el sacerdocio de Cristo, etc. Esverdad que estas otras escuelas (por ejemplo, la gran escuela sacerdotalfrancesa) presentan realidades y han nacido con la finalidad prácticade renovación del clero; pero no se puede negar la existencia de expli-caciones especiales que pueden formar escuela incluso en el sentido deescuela teológica con derecho a ser citada en las tesis de los manuales.Es una gloria de estas escuelas. Pero me parece que el término de es-cuela debe ampliarse, según he expuesto al comienzo de este trabajo.

Juan de Avila no presenta una teoría original sobre el sacerdociode Cristo o sobre la espiritualidad sacerdotal o sobre el sacrificio. Peropuede presentar un estilo sacerdotal (práctica y teoría) que subraya yacentúa algunos aspectos de la teología y espiritualidad sacerdotal. Elhecho de que esta acentuación llegara a constituir un grupo sacerdotaltan eficaz, llegara a crear una actividad y renovación sacerdotal quetodos reconocen (y hemos visto), llegara a influir poderosamente en si-glos posteriores (como veremos en seguida), son garantía de la existen-cia de la escuela (sobre todo si se estudia en el contorno histórico dela escuela española de espiritualidad en el siglo xvi)1S7.

Hay un aspecto especial que se recalca en la vida, obras y escritosde Juan de Avila: la intmiidad de Cristo Sacerdote. Es una teología deinterioridad, pero partiendo del dato revelado. Son los sentimientossacerdotales de Cristo (hacia el Padre, que es Dios Amor, y hacia loshombres, que han de ser salvados por la Muerte y Resurrección) lo queresalta más en la escuela avilista. El sacerdocio de Cristo se presentacomo un desposorio de Cristo con la Humanidad (porque Dios Amor hatomado esta iniciativa de salvar a, los hombres)133.

is« Véase la nota 8.is7 cfr. Teología, y eslJiritualidad. sacerdotal (Madrid, Zyx, 1966), 2.' parte, cap.

18 y siguientes.iss véase, por ejemplo, el Tratado del Amor de Dios.

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[46] ESCUELA SACERDOTAL ESPAÑOLA DEL SIGLO XVI: JUAN DE AVILA

De esta teología sobre la interioridad de Cristo (que forma parte delMinisterio de Cristo) se desciende continuamente hacia la espiritualidadsacerdotal en una doble polaridad que hemos subrayado anteriormente:«para honra y contentamiento de Dios», «abogados por el pueblo deDios» lsa. La prolongación de la misión recibida de Cristo exige una vidaconforme a la misión, una identificación de sentimientos con CristoSacerdote... De ahí se concreta, fácilmente en diversos aspectos: vidaevangélica (pobreza, castidad, obediencia, humildad...), celo apostólico,oración sacerdotal, etc. Hay, pues, un enfoque especial acerca de la imi-tación de Cristo (en el ser, en el obrar y en la vida interior).

En el campo estrictamente pastoral (aunque todo el enfoque avilistaes hacia la pastoral) cabe destacar la teología, espiritualidad y prácticadel ministerio de la palabra (pidiendo a Trento formación y especiali-zación), el ministerio de dirigir a los cristianos hacia la vida de oracióny perfección (por exigencia de Cristo Sacerdote que se ha desposadocon la Humanidad), la formación de grupos especializados de sacerdotes(predicadores, confesores, misioneros, profesores, curas, etc.), la vida yestructuras clericales en un plano evangélico, la unión con el obispo(unidad del Presbiterio), etc.

No aparece en ninguna actuación y en ningún escrito que Juan deAvila tuviera conciencia de presentar algo original Vive de un sentidode Iglesia muy profundo, aplicado al momento suyo, en un conocimientohumilde de sí mismo. La falta de esta conciencia de su propia grandezaes un nota de garantía, puesto que la genialidad de sus obras y de susescritos es manifiesta a todos. La genialidad del autor aparece precisa-mente en una vivencia de todo aquello que es común a la teología yespiritualidad sacerdotal. Como todos los grandes autores (aun de aque-llos que han expuesto teorías especiales), supera su misma escuela y seconvierte en un sacerdote de todos. Pero ahí queda su figura, su activi-dad, su influencia, sus escritos, etc., como un hecho extraordinario enla historia de la. Iglesia.

Aunque se refleja continuamente en la escuela avilista la problemá-tica de la época, no es en un plan polémico, sino más bien de respuestapositiva y constructiva. Por lo menos, en cuanto se refiere al sacerdocio,se presenta una solución de hondura en orden a la renovación de todala vida clerical como fundamentación de toda la reforma, auténtica enla Iglesia. Esta carencia del carácter polémico hace de la escuela sacer-dotal avilista un puntal muy importante en la historia de la teologíay espiritualidad sacerdotal. La polémica que refleja es el forcejeo porplasmar en la vida clerical una impronta evangélica, fundamentada en

189 Plática 1.', II, 1292, y Memorial 1.°. número 12 (respectivamente).

ANTHOLOGICA ANNUA,—IS

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una teología sacerdotal, que a su vez arranca de la teología escrituristica,patrística y conciliar. La simple lectura de los Memoriales o del Tratadosobre el sacerdocio basta para cerciorarse de ello 19°.

2. La escuela sacerdotal avilista en relación a su época

Acabamos de notar la ausencia de carácter polémico en la exposicióndel tema sacerdotal (salvo lo que se refiere al forcejeo por Innovar lavida clerical según los criterios evangélicos y conciliares). Pero hay unarelación estrecha con los movimientos espirituales de la época (princi-palmente en su repercusión en España) y con la renovación tridentinarespecto a la vida clerical.

No se debe olvidar que Juan de Avila, estuvo relacionado mas o me-nos estrechamente con todos los santos reíormadores de la España delquinientos. De hecho íue una de las figuras más consultadas de suépoca. En el epistolario avilino encontramos cartas dirigidas a santaTeresa, a san Juan de Dios, a san Ignacio, a san Francisco de Borja,fray Luis de Granada, etc. En estas cartas aparece la autoridad reco-nocida y la influencia del maestro. Estuvieron relacionados con él, ade-más de los que acabamos de citar, san Pedro de Alcántara, san Juande Ribera. Recibieron también cierta influencia san Carlos Borromeo,santo Toma,} de Villanueva y otros santos y autores posteriores1".

El contacto de la escuela avilista con la Compañía de Jesús la hemosvisto al hablar de los discípulos de Juan de Avila, Las cartas a sanIgnacio y a san Francisco de Borja (en quien influyó grandemente Juande Avila) son también un documento fidedignom. Son movimientosespirituales y apostólicos parecidos, según el testimonio de los contem-poráneos193. La disponibilidad paja servir generosamente a la Iglesia(nota de la Compañía de Jesús) encontró a los discípulos de Juan deAvila en disposiciones de asimilar y aportar: «Otros muchos (discípulos)fueron los que en aquel tiempo de la escuela del padre Maestro Avilapasaron a la de san Ignacio, donde vivieron con notable ejemplo dehumildad y modestia y de desprecio de las cosas de la tierra, procu-rándose parecerse a su santo maestro» IM. Hemos hecho también alusión

iso ver nota 8.191 MUÑOZ, lito. 3, cap. 26-27: «El santo íray Tomas de Villanueva... afirmaba

que desde los apóstoles acá no sabía quién núblese hecho más fruto que elvenerable Maestro Juan de Avila» (ibicL., cap. 26, fol. 237 v.). Sobre S. Juan deRibera, ver la nota 205 y el texto correspondiente.

152 El cambio de vida de S. Francisco de Borja, en : MUÑOZ, lib. 1, cap. 11.Ver cartas 192 y 193 (a S. Francisco de Borja, ya general de la Compañía) ycarta 190 (a S. Ignacio).

193 ver capítulo primero de este trabajo.™ MuRoz, lib. 2. cap. 11. f. 106 r.

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[47] ESCUELA SACERDOTAL ESPAÑOLA DEL SIGLO XVI: JUAN DE AVILA 179

a los posibles puntos de diferencia y roce. No es menos interesante larelación de ejercicios espirituales y métodos de oración y retiro queJuan de Avila propone en las cartas.

La relación con la escuela carmelitana, es a través de santa Teresa(quien consultó su situación espiritual)m y también a través de losdiscípulos del Maestro Avila. Es conocida la exclamación de la santareformadora al enterarse de la muerte del Apóstol de Andalucía: «Loque me da pena es que pierde la Iglesia de Dios una gran columna, ymuchas almas, un grande amparo que tenían en él; que la mía, auncon estar tan lejos, le tenía por esta causa obligación» lw.

La relación de fray Luis de Granada (dominico) con el Maestro Avilapuede fácilmente constatarse en la vida que escribió el célebre predi-cador y en las cartas 19;. La vida que escribió fray Luis es propiamenteuna exposición sobre el tipo ideal de predicador (teniendo a la vistalos hechos y la doctrina avilista I9S. El predicador y Apóstol de Andalucíatuvo relación estrecha y unión de ideales apostólicos con los frailes pre-dicadores.

Las cartas a san Juan de Dios, la conversión del mismo, las relacionesde dirección espiritual, etc., pueden constatarse en las biografías y enlos documentos citados. Baste recordar la veneración que sentía san Juande Dios, y que se manifestaba en el hecho de que, cuando iba a visitara su maestro, esperaba a la puerta de la ciudad de Montilla y mandabarecado diciendo: «Díganle al gran maestro, a mi gran padre, que aquíestá aquel gran pecador Juan de Dios, que si le da licencia le irá aver» ™. Las obras sociales de educación y caridad era el objetivo queJuan de Avila señalaba a sus dirigidos con posibilidades para ello.

Respecto a la relación con el movimiento espiritual más o menoserasmiano, Juan de Avila tiene una norma para dar a sus discípulos.Después de exponer un plan de estudio sobre la Escritura y los Padres,dice: «Y de éstos sean los principales Jerónimo y Crisóstomo; y tambiénpuede mirar las Paráphrasis de Erasmo, con condición que se lean enalgunas partes con cautela; en las cuales será luego cuando discrepadel sentido común de los otros doctores o del uso de la Iglesia. Y estospasos se deben señalar para los que preguntan, o de palabra o de escri-

195 Carta 185, del 2 de abril de 1568 (un año antes de la muerte del maestro).196 MUÑOZ, lib. 3, cap. 25, f. 232 v. En el lito. 2 puede verse la relación de

algunos discípulos con diversas órdenes religiosas. En los caps. 26 y 27 del lib. 3

Ver nota 10.MUÑOZ, lib. 1, cap. 15, f. 31 v.; cfr. caps. 13-15.

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to, a quien le informe» (después habla de las Anotaciones, de Erasmo)m.Nótese el criterio certero para discernir lo no acertado, como hemossubrayado.

Los escritos y los discípulos de Juan de Avila se vieron implicadosen las decisiones de la Inquisición respecto a los «alumbrados» at". Lossantos y escritos místicos de la España de entonces corrieron la mismasuerte. Hubo algún grupo de discípulos que se marcharon por cami-nos extremosos; pero el Maestro expuso siempre la verdadera doctri-na, aunque doliera a algunosm.

Al hablar de los Memoriales al Concilio de Trento y de las Adver-tencias al Concilio de Toledo hemos hecho notar la iníluencia de Juande Avila en algunas decisiones (sobre matrimonios clandestinos, sobreSeminarios, etc.). El estilo de formación sacerdotal que Juan de Avilapropugnaba en esos documentos corresponde al estilo que de hecho sesiguió en los Colegios-Seminarios fundados por él: formación para lapredicación, profunda formación teológica positiva y especulativa, vidaclerical evangélica, disponibilidad para un servicio desinteresado a laIglesia, métodos catequéticos y misionales, etc. Cabría estudiar a fon-do hasta qué punto los seminarios postridentinos fueron fieles a lasgrandes (aunque breves) líneas trazadas por el Concilio de Trento,que son las lineas practicadas en los colegios de Juan de Avila. El ar-zobispo de Granada, don Pedro Guerrero (portador de los documen-tos avilistas), y el arzobispo de Braga, fray Bartolomé de los Mártires(amigo de Avila y Guerrero), manifestaron su emoción al ver aproba-do lo que ellos habían pedido y que iba a ser de tanta trascendenciapara la Iglesia. No obstante, cabría preguntarse sobre si las lineaspracticadas y explicadas por Juan de Avila en sus colegios y en losMemoriales quedan todavía inéditas, sobre todo en cuanto se refierea una formación auténticamente pastoral y evangélica del clero203.

3. Influencia posterior de la escuela avilista

Acabamos de ver sumariamente la influencia o relación de la es-cuela de Juan de Avila en su época. Un resumen de esta influenciapodría ser la afirmación de Muñoz: «Y no hay ciudad en España queno haya gozado de más varones santos y apostólicos (los discípulos deAvila), que hayan enseñado más sólida doctrina; y, con haber más

200 Carta 225.201 ver segundo volumen de : Historia de la espiritualidad (Barcelona, Flors,

1969) (especialmente. A. Huerga).202 ver «Documentos espirituales» en Obras del Bto. Juan de Avila (Madrid,

Apostolado de la Prensa, 1941, tomo primero. Otros documentos en Obras com-pletas del Bto. Juan de Avila (Madrid. BAC, 1952). vol. I.

ya Ver nota 106.

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de ochenta años que predicó el padre Maestro Avila y sus discípulos,permanecen hoy en día (Muñoz escribe en 1635) discípulos de sus dis-cípulos, que conservan el espíritu de este gran Maestro» **.

San Juan de Ribera, arzobispo de Valencia (ya en 1568), había sidoobispo de Badajoz desde 1562. En esta sede extremeña organizó unamisión al estilo de Juan de Avila y con discípulos del mismo; entre lossantos hubo relación epistolar20S. San Juan de Ribera, «el santo CarlosBorromeo español» [Juan XXIII], se llevó a Valencia unos sermonesdel Maestro Juan de Avila, con anotaciones interesantes, que cabríaestudiar (quedan en manuscrito). La vida que fray Luis escribió sobreel Maestro (como predicador ideal, ejemplo de obispos) está dedicadaprecisamente al santo arzobispo de Valencia806.

El cartujo Antonio de Molina (1560-1619), en su conocida e influ-yente obra Instrucción de sacerdotes, cita frecuentemente a Juan deAvila, de quien habla con mucha veneración2o;. Hay que tener en cuen-ta la gran influencia de este escrito sacerdotal en la escuela sacerdo-tal francesa (de la que hablaremos enseguida).

Grandes maestros de espiritualidad (y de vida pastoral) han sidoInfluidos por Juan de Avila y los han tenido en gran estima. Ade-mas de los que hemos citado hasta ahora, podemos recordar: cardenalAstorga (arzobispo de Toledo), Diego de Estella (franciscano), los je-suítas Baltasar Alvarez, Martin Gutiérrez, Antonio Cordeses, Luis de laPalma, Luis de la Puente, Alonso Rodríguez, Pedro Ribadeneira, etc.,fray Luis de León y otros. Se pueden encontrar vestigios de influenciamistico-poética en san Juan de la Cruz y en Lope de Vega. La influen-cia a través de su obra catequética es difícil de precisar, pero fue degran importancia en los catecismos clásicos postridentinos. San Fran-cisco de Sales y san Alfonso María de Ligorio citan frecuentemente aJuan de Avila. Y san Antonio María Claret reconocía el bien que lehicieron los sermones de Juan de Avila como modelo de predicación20S.

Cabe destacar la relación e influencia de Juan de Avila en la escue-la sacerdotal francesa.

que304 MUÑOZ, lib. i, cap. 20, f. 45 r.sos Como consta por la carta 178, dirigida a don Pedro Guerrero, en la

habla de correspondencia con el obispo de Badajoz (Juan de Ribera).206 Granada, vida..., dedicación: «A don Juan de Ribera, arzobispo de Va-

lencia y patriarca de Antioquia».207 A. DE MOLINA : Instrucción de sacerdotes (Burgos, 1612), lib. 2, cap. 7, pá-

ginas 143 y 148.203 MUÑOZ, lib. 3, caps. 26-27. Escribe S. Antonio M.* Claret: «Su estilo es

el que más se me ha adaptado y el que he conocido que más felices resultadosdaba. ¡ Gloria sea a Dios Nuestro Señor, que me ha dado a conocer los escritosy obras de ese grande maestro de predicadores y padre de bxienos y celosos sa-cerdotes!». Autobiografía, parte segunda, cap. 19, p. 277 (edición de obras, Ma-drid, BAO.

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4. Relación, comparación e influencia en la escuela sacerdotal francesa

La escuela francesa de espiritualidad del siglo xvii tiene un marca-do contenido e importancia sacerdotal. Desde el cardenal Pedro deBerulle (1575-1629), que puede considerarse el fundador de la escuela,todos los autores más importantes exponen un ideario sacerdotal: Car-los Condren (1588-1641), san Vicente de Paúl (1581-1660), san JuanEudes (1601-1680), Santiago Olier (1608-1657), etc. Crearon seminariose Instituciones sacerdotales e iniciaron un movimiento de renovaciónsacerdotal, cuyas líneas y cuyos efectos perduran hasta nuestrosdías m.

La renovación sacerdotal que intentaba la escuela francesa quisobasarse en una sólida fundamentaeión teológica, en la que se dabaimportancia especial a la doctrina patrística. De este modo, el movi-miento de renovación podría tener verdadera solera. El ideario de laescuela sacerdotal francesa puede resumirse así:

1. Cristo Sacerdote: Origen, excelencia, propiedades, funciones (lastres miradas: al Padre, a si, a los hombres), recalcando la Encarna-ción (unción sacerdotal) y el sacrificio celeste de Cristo.

2. Sacerdocio ministerial: Origen, propiedades, excelencia, fun-ciones.

3. Espiritualidad sacerdotal: Devoción a Cristo resucitado y euca-ristico, devoción a la Madre sacerdotal, espíritu de oración, celo pasto-ral, liturgia.

La escuela sacerdotal francesa tiene una gran originalidad, especial-mente si se tiene en cuenta la idea sobre el sacrificio celeste y el recal-car la Encarnación como unción sacerdotal de Cristo. Es fruto del em-peño de grandes personalidades y de grandes santos que pusieron enpráctica las orientaciones de Trento, hasta entonces casi sin aplicar.Hay una relación (reconocida explícitamente por los autores france-ses del siglo xvii) con personalidades de Italia (san Carlos Borromeo)y de España (Juan de Avila, Antonio de Molina, santa Teresa).

Leyendo los escritos de la escuela sacerdotal francesa, se encuen-tra fácilmente una sintonización con la obra y los escritos de Juande Avila. Hay algo original y especial en ambas escuelas. Pero la doc-trina sobre las «miradas», sobre la dignidad sacerdotal, sobre los tra-zos más importantes de espiritualidad sacerdotal, sobre la Encarna-ción, sobre la Santísima Virgen, etc., parecen tener relación mutuaentre ambas escuelas. ¿Influyó verdaderamente Juan de Avila en laescuela francesa?

Ver nota 3.

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Pourrat, en su libro sobre la escuela' francesa210, afirma la influen-cia española en dicha escuela. Precisamente por ello (como tema im-portante para entender la escuela francesa) resume la vida, obra apos-tólica, doctrina sacerdotal de Juan de Avila, guien fue el «principalautor» de la reforma del clero español en el siglo xvi. Desarrolla acontinuación la influencia posterior de Juan de Avila (en san Fran-cisco de Sales, Berulle, etc.). Finalmente, nos da una pista de sumaimportancia para la historia; es un testimonio de Bourgoing (tercersuperior del Oratorio), quien ha dejado escrito lo siguiente:

&Dieu avait deja jeté des semences (du renouvellement du clergé)en plusiers personnes et en divers lieux; et il me souvlent d'avoir ouidiré á notre tres honoré Pére (Berulle) que o'avait été le seul des-sein du P. Jean de Avila, prédicateur apostolique; ajoutant méme que,s'il eflt été en nos jours, 11 se füt aller jeter á ses pieds, et l'eüt prispour maitre et pour directeur de cette oeuvre, car il l'avait en unesinguliére vénération»2".

Aunque Pourrat dice que el autor español más citado por la escue-la francesa es el cartujo Antonio de Molina, concede la primacía cua-litativa a Juan de Avila diciendo: «Pour Berulle, Jean d'Avila étaitvraiment un précurseur» m.

La importancia de estas afirmaciones es manifiesta, sobre todo.teniendo en cuenta la calidad de los testimonios (Berulle a través deBourgoing). Cabria ir analizando el paralelismo doctrinal entre am-bas escuelas, pero ello correría el riesgo de querer sacar conclusionesaventuradas. El paralelismo salta a la vista en numerosos puntos, perono puede colegirse de ahí una relación de dependencia estrictamentedicha. Ciertamente, hay una influencia, pero esta influencia será difí-cil demostrar hasta dónde puede llegar. Como puntos de relación es-trecha, señalaría los siguientes: las miradas de Cristo213, el sacerdociode Cristo en la Encarnación214, santidad y espiritualidad sacerdotal215,espiritualidad mariana (de la que hablaremos enseguida), creación deSeminarios, etc.

La espiritualidad sacerdotal mariana es una de las característicasde la escuela avilista y de la escuela francesa. Esta hace resaltar elmismo «sacerdocio» de María, pero se detiene ampliamente en el para-

210 p. POURRAT : Le sacerdoce. Doctrine de l'Ecole franjáis (París, Bloud etGay, 1933).

211 BOURGOING, en el prólogo a las Oeuvres completes de Berulle (París. Mig-ne, 1856) p. 109.

212 POURRAT: Ob. CÍt.r p. 17.213 Tratado del Amor de Dios, p. 135 (edic. de BAC de 1969); Audi Filia,

cap. 87.214 Además de los textos de nota anterior, ver, por ejemplo, sermón 6. II. 138;

sermón 68, II, 1066, etc.2í5 Tratado del sacerdocio y pláticas a sacerdotes.

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lelismo o semejanza (maternidad-paternidad, cooperación en la salva-ción, «engendrar» a Cristo en la Eucaristía) y en la relación especialdel sacerdote con María (amarla, honrarla, imitarla como modelo desantidad sacerdotal)216. Quien conozca los escritos de Juan de Avila sedará cuenta enseguida de que esta doctrina es muy familiar a la es-cuela avilista, pues todos estos puntos se pueden encontrar con ciertaamplitud en los escritos del Maestro (salvo el tema «sacerdocio» deMaría que Juan de Avila lo expone sólo en el sentido de colaboradoracon Cristo en la obra de la redención)m.

No he querido hacer demasiado hincapié en la parte de dependen-cia que pueda haber de la escuela francesa respecto de la escuela deJuan de Avila. Hubiera sido injusto. Aunque el tema merece estudiodetallado. Pero al menos sirva esta síntesis para que se pueda hablarde escuela sacerdotal española con el mismo derecho histórico de comose habla de escuela sacerdotal francesa. En ello han de estar de acuer-do los fundadores de esta escuela (siglo xvn) y los que actualmentela conocen mejor.

C O N C L U S I Ó N

Hemos estudiado la escuela sacerdotal española del siglo xvi ensu autor central, que, en si mismo, ya puede construir escuela: la es-cuela sacerdotal de Juan de Avila. Los testimonios de la época respec-to a esa escuela, el estilo sacerdotal de la persona y de los discípulosdel Maestro Avila, los escritos y la síntesis doctrinal sobre el sacer-docio, la influencia en su época y en siglos posteriores, etc., ofrecensólido fundamento para poder hablar de escuela sacerdotal, al menosen cuanto diga relación al Patrono del Clero secular español Juan deAvila.

'La figura y la doctrina de la escuela están enmarcadas en unaépoca conciliar y postconciliar (siglo xvi) con una problemática sacer-dotal muy parecida a la nuestra: naturaleza y razón de ser del sa-cerdote ministro, estilo de vida sacerdotal, sacerdote y reforma ecle-sial, pastoralidad, humanismo, etc. Quien lea los documentos de Juande Avila sobre la reforma (Memoriales y Advertencias) se dará cuentarápidamente de una postura sacerdotal de postconcilio y de una temá-tica que nace de un problema humanista y de relación entre la Natu-raleza y la gracia218.

2iG POURRAT : Ob. cit., y «Marie et le sacerdoce», en Mana, i, 801-824.2" Ver notas 122, 141 y 214.218 Cfr. J. ESQUERDA : Jesucristo sacerdote y el sacerdote ministro en la

vida y doctrina del maestro Juan de Avila. Conferencias de la Semana NacionalAvilista (Madrid, 1969) (se relaciona la problemática sacerdotal, expuesta en elVaticano II y en los discursos de Pablo VI, con la doctrina de Juan de Avila).

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El poder afirmar la existencia de una escuela sacerdotal no es unmirar al pasado para olvidar el presente. Un descubrimiento de unaspecto eclesial histórico es el descubrimiento de un jalón en el ca-minar de la Iglesia que es colaboración a la historia presente y fu-tura. Poner de relieve la figura sacerdotal y la doctrina sacerdotal deJuan de Avila (en sí mismo como escuela o en el marco de una épocay de unas figuras y documentos de peso) es una colaboración en laconstrucción de la Iglesia en su caminar hacia la restauración final,dentro de una historia de salvación en la Que cuentan todos los caris-mas ya recibidos en tiempos anteriores.

Se puede y se debe hablar de escuela sacerdotal española en rela-ción con otras escuelas sacerdotales sin necesidad de polarizar aspec-tos especiales. Juan de Avila recalca la interioridad de todo sacerdote(mirada al Padre y a los hombres) y la sintonización de sentimientos enel sacerdote ministro (con efectividad de santificación y apostolado).En la historia de la Iglesia no nacen hechos aislados del conjuntoeclesial. Todavía queda mucho por estudiar en Juan de Avila y en susdiscípulos (hemos ido señalando algunos puntos); y todavía queda mu-cho por estudiar en el arsenal de autores y de escritos sacerdotalesespañoles en los siglos xv-xvn. A ellos hemos hecho alusión en lasnotas. Es todo un material que espera pacientemente la labor inves-tigadora para sumarse a otros autores y documentos eclesiales estu-diados o sin estudiar.

El historiador, sobre todo en el campo de las ideas, ligadas a acon-tecimientos, verá en este breve estudio la riqueza de una figura sa-cerdotal (actividad, vida y doctrina), que todavia puede aportar algomuy importante en la elaboración continua del estilo sacerdotal que.corresponde a cada época.