Antolog+¡a de Ciencias Sociales IV definitiva

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  • Universidad Autnoma de Zacatecas

    Unidad Acadmica Preparatoria

    rea de Ciencias Sociales

  • Antologa de Ciencias Sociales IV rea de Ciencias Sociales

    2

    Unidad Acadmica Preparatoria

    Antologa de Ciencias Sociales II

    rea de Ciencias Sociales

    Universidad Autnoma de Zacatecas

    Unidad Acadmica de Preparatoria

    Directorio

    Dr. Francisco Javier Domnguez Garay Rector de la UAZ

    I.Q. Armando Silva Chairez Secretario General de la UAZ

    M. en C. Enrique Octavio Enrquez Rivera Secretario Acadmico de la UAZ

    M. en A. Emilo Morales Vera Secretario Administrativo de la UAZ

    Lic. Felipe Correa Garca Director de la UAP-UAZ

    Lic. Pascual Daz Rucobo Secretario Acadmico de la UAP-UAZ

    M.C.D. Alicia Prez Mireles Programa I

    Lic. Manuel Snchez Martnez Programa II

    M. en C. Antonio Lorea Hernndez Programa III

    Lic. Vctor lvaro Campos Campos Programa IV

    I.Q. Manuel Acevedo Daz Programa V

    Lic. Martn Lpez Raudales Programa VI

    M. en C. Carolina Terrones Programa VII

    C. P. Francisco Silva Chairez Programa VIII

    M. en C. Enrique Flores Coronado Programa IX

    Lic. Felipe Correa Garca Programa X

    Responsables de Programa

    Enero 2011

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    Participantes

    Alfredo Femat Bauelos Eleazar Murillo Torres Enrique Flores Gonzlez Everado Morones Galvan Felipe Correa Garca Francisco Carlos Infante Gabriel de la Rosa Trejo Jos Hiplito Hernndez Sols Jos Luis Flores Reyes Juan Martn Lara Covarrubias Luis Humberto Pinedo del Real

    Martha Fabiola Lpez Rodrguez Mayra Magdalena Velzquez Vargas Rafael Rodrguez Gonzlez Ramn Torres Garca Ren Lara Ramos Rolando Petch Pat Romn Tarango Rodrguez Rosalinda Robles Lpez Sal Fernndez Crdova Vladimir Viramontes Cabrera

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    Estructura metodolgica

    Bibliografa general

    UNIDAD TEMTICA I

    UNIDAD DE TRABAJO 1

    La realidad social y su estudio

    Demo, Pedro. "Qu es la realidad social"

    Van Dalen, D.B. y W.J. Meyer. "Mtodos para

    adquirir conocimientos"

    Bachelard, Gaston. "La nocin de obstculo

    epistemolgico"

    Demo, Pedro. "Introduccin

    UNIDAD TEMTICA II

    UNIDAD DE TRABAJO 1

    Las Ciencias Sociales

    .

    Sierra Bravo, Restituto. "Objetivos de la ciencia".

    Giner, Salvador. "El carcter cientfico de la

    sociologa".

    Sierra Bravo, Restituto. "El conocimiento social"

    Chinoy, Eli. "La naturaleza de los conceptos".

    Ginger, Salvador. ''El problema tico y los

    valores", "Problemas epistemolgicos".

    Sierra Bravo, Restituto. "Obstculos

    epistemolgicos en el conocimiento cientfico-

    social".

    Giner, Salvador. "El pluralismo sociolgico"

    UNIDAD TEMATICA III UNIDAD DE TRABAJO 1 La investigacin social

    Luengo, Enrique. "El objeto de la investigacin social",

    "La diversidad de lo social".

    Bourdieu, Pierre, et. alts. "El hecho se con quista

    contra la ilusin del poder inmediato".

    Feyerabend, Paul. "El hombre de la calle puede y

    debe supervisar la ciencia".

    de

    procedimientos de

    investigacin

    .

    UNIDAD TEMATICA IV

    UNIDAD DE TRABAJO 1

    Los problemas y los hechos sociales.

    Van Dalen, D.B. y Anlisis del

    problema".

    Morin, Edgar. "El doble proceso, antagonista y

    vinculado, de la solidarizacin y de la

    balcanizacin del planeta", "La tragedia del

    desarrollo".

    Demo, Pedro. "Comprobar la calidad",

    "Fragmentos de la dimensin cualitativa", "Lo

    cotidiano", "Nuestro desarrollo", "Calidad

    poltica", "El fenmeno participativo".

    Feyerabend, Paul. "El hombre de la calle

    puede y debe supervisar la ciencia".

    Van Dalen, D.B. y W.J. Meyer. "La naturaleza

    de los hechos", "La naturaleza de las teoras",

    "Relacin entre los hechos y la teora",

    "Resumen de los procedimientos".

    ANEXO

    Mardones; J. M. y N. Ursa. "Filosofa de las ciencias humanas y sociales. Nota histrica de tina polmica incesante".

    ESTRUCTURA METODOLOGICA

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    UNIDAD TEMTICA I.

    1. La realidad social y su estudio. 1.1. La realidad social. 1.2. El estudio de la realidad social. 1.3. Distintas formas de conocimiento de la realidad social. 1.4. Algunos Obstculos para el conocimiento social. 1.5. Reflexin y propuesta para el estudio de la realidad social.

    UNIDAD TEMTICA II.

    2. Las ciencias sociales. 2.1. La ciencia. 2.2. Las ciencias sociales. 2.3. Los conceptos de las ciencias sociales. 2.4. Valores, epistemologa y pluralismo en ciencias sociales.

    UNIDAD TEMTICA III

    3. La investigacin social. 3.1. La investigacin social y sus objetos de estudio. 3.2. Posiciones terico-metodolgicas en la investigacin social. 3.3. Niveles de la investigacin social. 3.4. Mtodos de la investigacin social.

    UNIDAD TEMTICA IV

    4. Los problemas y los hechos sociales. 4.1. Los problemas sociales. 4.2. Los hechos sociales. 4.3. Las teoras y los hechos sociales. 4.4. Planteamiento y delimitacin de los procesos sociales.

    BIBLIOGRAFA GENERAL

    Bachelard, Gaston. La formacin del espritu cientfico, Ed. Siglo XXI, Mxico, 1979. Beltrn, Miguel. El anlisis de la realidad social, compilacin de Manuel Garca Ferrando. et. alts., Alianza Editorial, Madrid, 1986. Bourdieu, Pierre, et. alts. El oficio de socilogo. Ed. Siglo XXI., Mxico, 1978. Chinoy, Eli. Introduccin a la sociologa, Ed. Paids, Mxico. 1990 Demo, Pedro. Ciencias sociales y calidad. Narcea Ediciones, Madrid, 1988. Giner, Salvador. El progreso de la conciencia. Ed. Pennsula, Barcelona, 1974. lbd. Sociologa, Ed. Pennsula, Barcelona, 1993. Feyerabend, Paul. La ciencia en una sociedad libre, Ed. Siglo XXI, Mxico, 1988. Luengo, Enrique. Problemas metodolgicos de la sociologa contempornea, Depto. de Ciencias Sociales y Polticas-UTA., Mxico, 1991. Mardones. J.M. y N. Ursa. Filosofa de las ciencias humanas y sociales. Ed. Fontamara, Barcelona, 1982. Morin, Edgar y Anne B. Kern. Tierra patria, Ed. Nueva Visin, Buenos Aires, 1993. Pinto, Louis. "Experiencia vivida y exigencia cientfica

    Iniciacin la prctica sociolgica. Ed. Siglo XXI, Mxico, 1993. Sierra Bravo, Restituto. Ciencias sociales. Epistemologa, lgica y metodolgica, Ed. Paraninfo, Madrid, 1983. Van halen, 0.13. y W.J. Meyer. Manual de tcnica de la investigacin educacional, Ed. Paids, Mxico, 1988.

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    UNIDAD TEMTICA I

    LA REALIDAD SOCIAL Y SU ESTUDIO

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    Ciencias sociales y calidad Narceas Ediciones. Madrid, 1988. Pgs. 22-25.

    QUE ES LA REALIDAD SOCIAL

    Evidentemente surge siempre la pregunta

    inquietante de qu es la realidad social. De algn

    modo pretende este trabajo elucidar esta cuestin y

    por ello Me permito avanzar poco a poco,

    manteniendo la investigacin como constante teln

    de fondo. Parte del supuesto de que la realidad social

    posee una dimensin cualitativa que no se reduce a

    expresiones cuantitativas, aunque las tenga. Ms

    an, pienso que las Ciencias Sociales, por vicio

    metodolgico, no estn preparadas para captar la

    calidad; la liquidan tendenciosamente como

    preocupacin esprea, filosofante, intangible,

    alegando que no es empricamente manipulable

    (13erger y Luckmann-, 1(Y73).

    Al mismo tiempo, por presin del thos cientfico

    occidental, hay una fuerte' tendencia a aplicarle el

    tratamiento cientfico del comportamiento racional.

    En gran parte, hacer ciencia significa tratar la realidad

    con rigor lgico, es decir, eliminando las

    contradicciones tericas y prcticas dentro de la

    disciplina asctica de laboratorio, cercada por

    controles imaginarios, distanciada de toda referencia

    a cualquier ;manipulacin con la realidad, buscando

    la certeza y evidencia a base de experimentos

    irrecusables. Ciertamente la vida social tiene lgica.

    pero concretamente su lgica, es decir, con rasgos de

    cierta propiedad. La dialctica tambin es una forma

    de lgica y en esto posee un rasgo comn a toda la

    cientificidad occidental; pero al mismo tiempo tiene

    la pretensin .de captar otras dimensiones que no

    pueden ser tratadas slo por la lgica (Traube, 1982;

    Duerr, 1983).

    El iluminismo racionalista arras el universo de las

    Ciencias Sociales y trat de eliminar toda forma de

    preocupacin que se resistiese al encuadramiento

    racional (Siebel. 1965; Greenwood, 1949; Koenig,

    1956). Ideal de la objetividad y neutralidad tom

    proporciones preponderantes y en muchos crculos

    se hizo indiscutible. Esto acab por sugerir la

    pretensin de racionalizar por completo el mundo

    social hacindolo objeto directo de planificacin,

    manipulacin mensurable y comportamiento

    previsible., Se produjo el hombre racional, figura

    tpica de la universidad, donde el entrenamiento en

    lgica y en experimentacin llevara a una postura

    calificada de cientfica. Produjo tambin la tpica

    arrogancia acadmica, coherente con la civilizacin

    europea, segn la cual las otras posturas seran

    inferiores, arcaicas, residuos de eras atrasadas. Es

    profundamente europeo el vicio histrico de

    considerar barbaros a los otros. Y ms que nunca,

    esto se .agazap en el mundo cientfico que se llama

    o

    Esta tendencia llev al cuantitativisrno porque

    establece presupuestos de racionalidad con la

    precisin necesaria. La dimensin extensa tiene la

    propiedad de no ser subjetivista, ideolgica, inquieta,

    insatisfecha, cosas que perturban al comportamiento

    racionalizado, O sea, lgico y experimental. Adems,

    es ms fcil habrselas con la cantidad, no slo

    porque la podemos medir, sino sobre todo porque la

    podemos manipular. Difcilmente se arrogara nadie

    la funcin de manipular el mundo material y sin

    mayor preocupacin tornamos el mundo animal

    corno cobaya. Por lo mismo destruimos sin ms la

    ecologa [1].

    Pero est fuera de duda que nos sentimos ms a

    gusto ante dimensiones operativizables de la

    realidad. Las cosas son ms palpables. Se sabe dnde

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    empiezan y acaban. Tienen peso y tamao. Y la

    intervencin en ellas, si fuera el caso, se ve mucho

    ms facilitada.

    La ideologa

    Si nos preguntramos por una diferencia suficiente

    entre realidad natural y realidad social, dira que un

    trmino importante sera ideologa. La realidad social

    es intrnsecamente ideolgica no solamente en

    trminos de uso y manejo que de ella se puede

    hacer, sino tambin de su misma constitucin. La

    realidad natural es extrnsecamente ideolgica, es

    decir, slo en la manera de usarla y construirla y Esto

    determina modos bastante distintos de conocer. Las

    Ciencias Naturales no agotan la realidad y son

    tambin interpretaciones posibles, vlidas, mientras

    no surjan otras ms seguras. Por otra parte, poseen

    un objeto externo que pueden manipular sin mayor

    implicacin subjetiva. Si apareciera la ideologa, sera

    cosa del sujeto no del objeto. La clasificacin

    atmica, por ejemplo, no es ideolgica, si bien se

    puede hacer uso ideolgico de ella en el sentido de

    situarla al servicio de determinada postura poltica.

    Incluso el hecho de que el conocimiento natural se emplea ms para males que para bienes, no entraara una ideologa intrnseca sino extrnseca, es decir, en su uso, en la manera tendencial de3 producir no en su constitucin interna.

    Ideologa quiere decir presencia tpica del hombre en lo que tiene de subjetivo, histrico, opcional. La realidad social no est solo fuera de nosotros; esta tambin dentro de nosotros, lo que nos permite una separacin total entre sujeto y objeto. El distanciamiento sera artificial y, algo ms, deseable por cuestin de mtodo no por razn de realidad [2].

    La ideologa sugiere el carcter interesado de relacin, y, por ello, la necesidad de poder. En su esencia ms tpica es justificacin de posturas sociales. Siendo la realidad social una opcin histrica entre otras tambin posibles, posee inters

    ideolgico en su misma constitucin. Aunque es fenmeno objetivo est formado tambin de subjetividad, voluntad, intervencin, opcin, etc.

    Sera conveniente relacionar el concepto de ideologa con el de poder, para no hacer de l una referencia demasiado extensa. Lo que el hombre toca rezuma ideologa, en el sentido de que no sabe no ser interesado. Pero la referencia fundamental es el concepto de del poder de donde procede el rasgo de inters. No se ha de confundir lo humano con lo ideolgico.

    Por tanto, puede decirse que aqu estriba una diferencia suficiente entre ciencias naturales y ciencias sociales. Aunque hay que reconocer que trayectoria propia de las ciencias naturales presume un determinado tipo de proyecto social que explica, por ejemplo, su mayor progreso en tiempos de guerra y destruccin y el hecho de que estn al servicio sobre todo de la opresin, ciertamente la ideologa especifica nace de la selectividad interesada en la construccin del objeto y del uso que se hace de ellas. La constitucin atmica de la materia ciertamente no tiene la culpa de ser aprovechada para la dominacin poltica y econmica ms que para el progreso.

    A su vez, las ciencias humanas tratan de una realidad que contiene ideologa en su propia constitucin, porque es tambin producto humano histrico. La materia no tiene historia. El hombre la tiene y posee conciencia de ello y de s. No puede salir de s para observarse desde fuera. Cuando de observa, se observa a s mismo tambin. No es solamente de la historia; es tambin autor. Por tanto, su realidad tiene algo suigeneris que no puede ser reducido a lo natural dado, definitivo, montono, extenso. La historia tiene extensin tambin pero posee igualmente intensidad. En cuanto hecho, es objetiva. Pero es muy diferente un hecho realizado de un hecho dado.

    Podra haber sido otra la historia que conocemos mientras que no poda haber sido otra la constitucin de la molcula del agua: H2O; mas aun: ni el

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    hidrgeno ni el oxigeno tienen propiamente historia. Son dados, no son realizados (hechos). La ideologa propia confiere una dimensin cualitativa. No es extensa es intensa. Difcilmente podra llegar a medirse la ideologa. No es grande ni pequea; es fuerte o dbil. No es mayor ni menor; es mejor o peor. No pesa ni se mide, pero envuelve e influye. Esta presente no como una posesin, sino la urdimbre de las cosas, en el comportamiento, en el modo de querer y decir, en la relacin con las personas. No impide, como puerta cerrada que nos prohbe hacer algo, sino que impide como fuerza invisible que nos obliga a hacer ciertas cosas y dejar de hacer otras.

    No cabe en un cuestionario donde apenas es captada. No es una cosa matemtica, precisamente porque no es cosa, pero es algo tan potente que mueve partidos polticos y es capaz de costar la vida a patriotas, creyentes y fanticos. Quiz no se muere por un plato de lentejas; hay quien muere por una idea y esta ni pesa, ni se mide, ni tiene olor, pero puede ser violentamente fuerte, con violencia que no es fsica sino moral. Como la no violencia de Gandhi.

    Y aqu, una pregunta: por ser la ideologa difcil de envolver en expresiones cuantitativas y, de su medula imposible deja de ser un fenmeno importante? Sino la captamos bien, el problema est sin duda en el mtodo no en el fenmeno. Y si las ciencias sociales apenas se interesaran por lo cuantitativo, se hacen banales y corren el riesgo de pasar de largo por la vida real.

    Beltrn. Miguel. "La sociologa es la 'ciencia" en El anlisis de la realidad social, compilacin de Manuel Garca Ferrando, et. alts, Alianza Editorial, Madrid. 1936, pp. 17-19.

    CUESTIONES PREVIAS ACERCA DE LA CIENCIA DE LA REALIDAD SOCIAL

    La Sociologa es la ciencia que estudia la realidad social. Por extrao que parezca, echar por delante una definicin tan imite como In indicada puede testar aun ventajas. Y seguramente la primera es destacar por contraste la extrema problematicidad de este saber ni que llamamos Sociologa, tanto en lo que se refiere a su condicin de saber de ciencia propiamente dicha, como al objeto sobre al que 'al saber versa, la realidad social. Bueno ser recordar que los problemas que caracterizan al estatuto cientfico de la Sociologa no son en modo algn exclusivo de ella, si no que en mayor o menor medida afectan a todas las ciencias sociales, por ms que sea en la Sociologa donde se manifiestan quizs con ms acritud. Y habr que decir tambin que aunque todas las ciencias sociales (o. si se prefiere, las distintas disciplinas que comprenden) mantengan un nivel de dispute ms o menos alto en relacin con la identificacin de su objeto, ninguna como la Sociologa, que ofrece en su seno soluciones para todos los gustos, hasta el punto de que no existe nada que pueda con propiedad ser llamado la tradicin sociolgica. Discutir, pues, sobre la Sociologa y sobre sus mtodos no es, en modo alguno, empeo banal, pues la problematicidad radical de tales cuestiones pone precisamente de relieve las caractersticas epistemolgicas y metodolgicas ms importantes de nuestra disciplina y, eventualmente, posibles vas de solucin para sus querellas.

    En mi libro Ciencia y Sociologa (1979) me he comprometido con una serie de posiciones que estn en el centro de la discusin acerca de la condicin cientfica de la Sociologa. All he sostenido que, en mi opinin, la Sociologa no ha de tomar como modelo a las ciencias fsico-naturales: las ciencias

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    sociales son, efectivamente, ciencias, pero de diferente manera en que lo son las otras, las ciencias por antonomasia. La orientacin positivista, incluso atenuada, que trata por todos los medios de asimilar la Sociologa a esas otras ciencias, explicando quizs que todava no ha alcanzado el nivel necesario para codearse con ellas en de igualdad, estimo que debe ser firmemente rechazada.

    Pues bien, si el modelo para la Sociologa no ha de buscarse en las ciencias de la naturaleza varias cuestiones de empecinada presencia en la literatura terica pueden ser replanteadas de modo menos compulsivo.: la primera, el tema de los valores. Puede .reconocerse as que la construccin de una ciencia social exenta de valoraciones es imposible, lo que no implica que la ciencia social sea imposible. Se tratar en todo caso de una ciencia en que los valores del estudioso estn presentes, expresa o tcitamente, consciente o inconscientemente (y dicho sea entre parntesis: suele darse por sentado demasiado fcilmente que las otras ciencias. las fsico-naturales, no sufren de tan grosera imperfeccin; mucho habra que decir del tema, y no quedaran tan. bien libradas como pudiera parecer). Pero que los valores del estudioso 'no puedan .separarse de su trabajo no quiere decir que la ciencia social haya de resignase a.la arbitrariedad, el capricho o el subjetivismo. Y hay incluso ms: no debe suponerse que los valores sean en ciencias sociales una suerte de intrusos inevitables los que haya que resignarse; in suo ordine no cumplen un papel espreo, sino, legtimo, por lo que creo que hay que recuperar explcita y deliberadamente el componente normativo que existe desde la ms antigua reflexin del hombre sobre el hombre. Lo que tampoco implica digmoslo de inmediato, concebir !a Sociologa "como un arma ideolgica o como una sucursal de la arena poltica sino como una contribucin reflexiva, racional, a la crtica de les fines sociales, no slo al examen de la pertinencia de ciertos medios respecto de fines dados.

    No significa esto tuse haya de rechazarse sin ms el positivismo en nombre de un saber normativo, sin-o que ha de afirmarse la condicin a la vez emprica y

    normativa de la Sociologa del mismo modo que han de tener cabida en ella la hermenutica y !a explicacin causal, el microanlisis del comportamiento y la explicacin de la totalidad social, la sincrona y la diacrona, el genetismo y el ambientalismo: y todo por la peculiaridad de su objeto, que no exige menos para ser descrito y, si cabe explicado. Pero en el bien entendido de que tal pluralismo cognitivo y metodolgico no tiene nada que ver con una pretendida e imposible integracin terica ni con un eclecticismo acomodaticio ni que ms tarde me referir.

    La variedad de sociologas que se cobijan bajo la denominacin do Sociologa es resultado de una falta de madurez de la ciencia social que pueda resolverse con el tiempo, ni del capricho de sus cultivadores (con excepcin, evidentemente, de algunos ejercicios de frivolidad suficientemente desacreditados): sino que es el resultado histricamente manifiesto, de tener que habrselas con el objeto ms complejo y duro de roer que imaginarse pueda. A saber: el hombre en su dimensin social, hacedor y producto de la polis.

    En resumidas cuentas: para intentar manejarse entre los problemas tericos y metodolgicos de la Sociologa creo que habr que atender a los dos puntos bsicos que acaban de ser esbozados: por una parte, y en primer lugar el objeto por el que la disciplina se interesa, la realidad social. Lo que importa en tal examen es apreciar hasta qu punto se trata de una realidad peculiar, tanto que genera la especificidad de todas las teoras y mtodos que han de habrselas con ella. A, estos efectos me propongo polemizar aqu contra el reduccionismo que escamotea lo especfico de la realidad social en favor de otras realidades diferentes, sobre todo de la realidad individual y de la realidad biolgica. Ya me he ocupado en ocasin anterior del reduccionismo implicado en las posiciones individualistas (Beltrn, 1984), que vacen a la realidad social de su carcter propio y convierten a la Sociologa en una suerte de Psicologa vergonzante. Ahora quiere discutir aqu el otro gran reduccionismo, el biologista, que en sus formas ms radicales y a la moda reivindica las

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    ciencias sociales como provincias irredentas de una pretendida nueva sntesis sociobiolgica esto es; de la Biologa.

    Por otra parte, y en segundo lugar, ser preciso atender a la especificidad de la realidad social que, como tengo dicho, exige la nocin de pluralismo cognitivo: un pluralismo no irenista ni eclctico, e incluso no relativista, que viene impuesto p. In peculiaridad epistemolgica del objeto, mal que nos pese los y que comporta un inevitable pluralismo metodolgico coherente con lo que se acaba de indicar. Pues bien, argumentar tambin para terminar en contra del eclecticismo.

    Pero antes de entrar en materia, y sin perjuicio del cierto desenfado argumental que permite toda pgina introductoria, no me parece ocioso referirme a la ciencia como empeo histrica y. socialmente articulado de persecucin del conocimiento en cuyo empeo ha de inscribirse sin duda la Sociologa con todas sus peculiaridades.

    1 Es tpica la expresin de Lvi-Strauss: el cientfico debe estudiar al hombre como se estudia una hormiga. DEMO (1980).

    2 Sobre el concepto de ideologa: Demo, P. (1983) Carraher, D. W. (1983) Knelles, G.F. (1983); Sorg, R. (1973); Althusser, L. (1980); Barion, J. (1964); Teopitsck, E. y Salamon, U. (1972).

    Van Daten, D.B. y W.J. Meyer. "Mtodos para adquirir conocimientos" en Manual de tcnica de la investigacin educacional, Ed. Paids, Mxico, 1988, pp. 28-31.

    METODOSPARA ADQUIRIR CONOCIMIENTOS

    El hombre es un animal que se caracteriza por su curiosidad y busca aumentar su comprensin de si mismo y del mundo que lo rodea, pues de esa manera espera mejorar su forma de vida. Para aligerar sus cargas, el hombre primitivo invent la rueda, la vela y la palanca. Los eruditos babilonios escudriaron el cielo y formularon explicaciones acerca de lo que vean, lo cual les permiti, ya en el siglo vi a. predecir los eclipses. Por las inundaciones anuales del Nilo y la tarea peridica de relevamiento topogrfico de los campos, los egipcios llegaron a crear un calendario y adquirieron conocimientos de geometra. Desde la antigedad hasta nuestros das, el hombre ha tropezado con una serle interminable de fenmn6s enigmticos y perturbadoras dificultades. Para resolver sus problemas ha utilizado diversas fuentes de conocimientos: 1) la autoridad; 2) la experiencia personal; 3) el razonamiento deductivo; 4) el razonamiento inductivo, y 5) el mtodo cientfico.

    LOS METODOS ANTIGUOS

    Cuando los mtodos habituales para afrontar situaciones dejaron de ofrecerle resultados satisfactorios, el hombre recurri al tosco procedimiento de ensayo y error para buscar soluciones. Tras muchos siglos de experiencia, pudo perfeccionar los mtodos de que se vala para adquirir conocimientos. Hubo perodos que se caracterizaron por una perezosa complacencia y en los que el progreso cultural se detuvo; pero tambin se produjeron excitantes avances y la tendencia a largo plazo estuvo signada por una ampliacin del conocimiento.

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    La autoridad

    Aun en las ms primitivas civilizaciones, uno de los mtodos generalmente aceptados para la resolucin de los problemas consisti en recabar consejo de una autoridad. En la poca de la tradicin oral, el hombre recurra al mdico-hechicero para que aliviara sus dolores y acosaba al jefe de la tribu con preguntas sobre los elementos. Cuando Te aterrorizaban las inundaciones, el hambre, el rayo o la lepra, aceptaba ciegamente las explicaciones ancestrales que le impartan sus mayores, e invocaba el auxilio de los poderes sobrenaturales. En lugar de intentar hallar la verdad por s mismo, el hombre moderno tambin puede pedir consejo a una autoridad. El abogado puede solicitar a un psiquiatra que d su testimonio sobre la cordura de un reo, a un experto en balstica que emita su opinin sobre las armas empleadas por aqul y a un calgrafo que compare firmas. El ama de casa consultar un libro de pediatra o acudir al mdico cuando advierta que su hijo padece alguna afeccin. El recurrir a una autoridad para obtener conocimientos permite con frecuencia ahorrar tiempo y esfuerzos, pero para eso hay que elegir dichas autoridades y evaluar sus dictmenes con cuidado.

    La tradicin. En muchas situaciones, el hombre moderno no evala la veracidad o falsedad de sus creencias en mayor medida de lo que lo hicieron sus antepasados. Consciente o inconscientemente acepta sin cuestionar muchas tradiciones de su cultura, como las formas habituales de vestir, el lenguaje, comida, religin y etiqueta. En el orden prctico, esta aceptacin automtica de ciertas formas aprobadas de comportamiento es, a menudo, necesaria, porque no es posible cuestionar todas las cosas. Pero no se debe cometer el error de suponer que todo aquello que se basa en la costumbre es vlido o que si se apela a la sabidura tradicional se podr alcanzar siempre la verdad.

    La historia revela que el hombre ha resuelto muchos problemas y acumulado conocimientos, pero que tambin ha formulado muchas explicaciones errneas de diversos fenmenos. Hay toda una serie

    de teoras educacionales, mdicas y cientficas que fueron consideradas verdaderas durante mucho tiempo y que luego resultaron ser falsas. Por ejemplo, en pocas pasadas se crey que los nios slo diferan de los adultos en tamao y dignidad, que las bolsitas con asaftida protegan contra las enfermedades y que los planetas giraban alrededor de la Tierra. La verdad no siempre es un producto del consenso popular: una afirmacin no es verdadera slo porque -todos lo saben" o porque "todo el mundo ha pensado as". El tiempo no es suficiente para establecer la veracidad o falsedad de una creencia.

    La Iglesia, el Estado y los antiguos sabios. El hombre primitivo recurra a los jefes de su tribu en busca del conocimiento. En el medioevo se crey que los antiguos sabios y religiosos hablan alcanzado la verdad definitiva y que sus afirmaciones no podan ponerse en duda. Los escolsticos, por ejemplo, aceptaron como cosa absolutamente cierta la conjetura de Aristteles de que las mujeres tenan ms dientes que Tos hombres aunque la simple observacin y un mero clculo hubiese probado lo contrario. Cuando Galileo invit a un erudito a observar las lunas de Jpiter, recin descubiertas, aqul se neg a mirar por el telescopio; estaba convencido de que era imposible ver las lunas, puesto que Aristteles no las habla mencionado en sus exposiciones sobre astronoma. Como muchos sabios de su poca, el hombre que rechazo la invitacin de Galileo se aferraba ciegamente a las errneas teoras griegas y combata toda idea nueva que contradijese a las autoridades establecidas.

    Cuando aI finalizar la Edad Media surgieron los fuertes Estados seculares, el hombre empez a dirigirse a los reyes, legislaturas y cortes para conseguir informacin. Tambin en la actualidad, muchos ciudadanos esperan que los funcionados pblicos resuelvan los problemas vinculados con los excedentes agrcolas, el comercio internacional y las relaciones entre patronos y obreros. Algunas personas recurren a los tribunales para obtener una interpretacin de diversas situaciones y temas, como la validez de la teora darviniana de la seleccin

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    natural, las prcticas segregacionistas en las escuelas o los riesgos en las escuelas pblicas. Desde los primeros tiempos hasta el presente, el hombre ha buscado la orientacin y ha solicitado informacin de sus orculos, jefes y gobernantes.

    A menudo, el hombre prefiere confiar en el juicio de autoridades destacadas cuyas creencias han soportado la prueba del tiempo, por-que teme cometer errores si busca por s mismo la respuesta a ciertos difciles interrogantes. Pero si el hombre moderno puede errar en su bsqueda de conocimientos, sus antepasados debieron estar sujetos a las mismas debilidades. Si la tradicin, la Iglesia y el Estado deben ser las fuentes de toda informacin-fidedigna qu ocurre cuando estas instituciones emiten opiniones contradictorias entre s? Las autoridades de distintos credos o Estados no siempre coinciden en sus dictmenes y apreciaciones, y la tradicin de las distintas culturas difiere entre s. El hombre puede confundirse si recurre a las mltiples autoridades existentes para buscar respuestas a sus preguntas. Tambin es imprudente ignorar el acervo cultural acumulado a travs de los siglos, puesto que se progresara muy poco si cada generacin rechazara el juicio de las anteriores y comenzara desde cero a reunir conocimientos. Por otra parte, rehusarse siempre a cuestionar las creencias aceptadas y depender totalmente de una autoridad dogmtica produciran un estancamiento social.

    La opinin de los expertos. En su afn de saber, el hombre recurre a veces al testimonio de los expertos, quienes, a causa de su capacidad intelectual, preparacin, experiencia o aptitud, se hallan mejor informados que otras personas. Una cultura compleja como la nuestra tiene, sin duda, necesidad de expertos. Sin embargo, debemos procurar averiguar si los juicios da los expertos son reconocidos por otras autoridades en la materia y si ellos poseen conocimiento de los hechos relacionados con el problema en cuestin. Debemos examinar no slo los ttulos de los expertos, sino tambin los argumentos y pruebas sobre los que ellos basan sus conocimientos. Aceptar incondicional

    y definitivamente la opinin de los expertos es una prctica dudosa y extraa considerables peligros.

    La experiencia personal

    A menudo, cuando debe hacer frente a un problema, el hombre trata de recordar o hallar una experiencia personal que lo ayude encontrar la solucin. Cuando buscaban alimentos, los antiguos nmadas recordaban, seguramente, que ciertas bayas provocaban enfermedades, que en algunos arroyos era posible hallar mayor cantidad de - peces y que los granos maduraban en ciertas pocas del ao. Si desea determinar el camino ms rpido para llegar a su lugar de trabajo, el hombre moderno calcular el tiempo que le lleva recorrer las distintas carreteras. Cuando elige el lugar en que plantar las semillas, el jardinero puede tratar de recordar dnde crecieron mejor las flores en el ao anterior. Si a un nio se le entrega un puado de monedas para que las divida entre su hermano y l, puede recordar que siempre conviene tomar de un plato el trozo ms grande de pastel, y a causa de esa experiencia pasada es probable que decida quedarse con las monedas grandes de un peso y dar a su hermano las pequeas de cinco. Recurrir a la experiencia personal es un mtodo simple y til para obtener conocimientos; sin embargo, el uso indiscriminado de la experiencia propia puede llevar a conclusiones incorrectas, como en el caso del nio que eligi las monedas basndose

    cometer errores al observar o informar acerca de lo que ha visto o hecho. Podr: I) omitir pruebas contrarias a sus opiniones; 2) usar instrumentos de medicin que requieran muchas estimaciones subjetivas; 3) extraer una conclusin sin contar con suficientes pruebas; 4) no observar factores significativos relacionados con una situacin especfica, o 5) llegar a conclusiones o inferencias incorrectas a causa de sus prejuicios personales. Para evitar estos peligrosos errores, el investigador moderno toma muchas precauciones cuando recurre a la experiencia, en su bsqueda de conocimientos confiables.

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    La formacin del espritu cientfico, Ed. Siglo XXI, Mxico, 1979, pp. 15-19

    LA NOCIN DE OBSTCULO EPISTEMOLGICO PLAN DE LA OBRA

    Cuando se investigan las condiciones psicolgicas del progreso de la ciencia, se llega muy pronto a la conviccin de que hay que plantear el problema del conocimiento cientfico en trminos de obstculos. No se trata de considerar los obstculos externos, como la complejidad o la fugacidad de los fenmenos, ni de incriminar a la debilidad de los sentidos o del espritu humano: es en el acto mismo de conocer, ntimamente, donde aparecen, por una especie de necesidad funcional, los entorpecimientos y las confusiones. Es ah donde mostraremos causas de estancamiento y hasta de retroceso, es ah donde discerniremos causas de inercia que llamaremos obstculos epistemolgicos. El conocimiento de lo real es una luz que siempre proyecta alguna sombra. Jams es inmediata y plena. Las revelaciones de lo real son siempre recurrentes. Lo real no es jams "lo que podra creerse", sino siempre lo que debiera haberse pensado. El pensamiento emprico es claro, inmediato, cuando ha sido bien montado el aparejo de las razones. Al volver sobre un pasado de errores, se encuentra la verdad en un verdadero estado de arrepentimiento intelectual. En efecto, se conoce en contra de un conocimiento anterior, destruyendo conocimiento g mal adquiridos o superando aquello que, en el espritu mismo, obstaculiza a la espiritualizacin.

    La idea de partir del cero para fundar y acrecentar sus bienes, no puede surgir sino en culturas de simple yuxtaposicin, en las que todo hecho conocido es inmediatamente una riqueza. Mas frente al misterio de lo real el alma no puede, por decreto, tornarse ingenua. Es entonces imposible hacer, de golpe, tabla rasa de los conocimientos usuales. Frente a lo real lo que cree saberse claramente ofusca lo que debiera saberse. Cuando se presenta ante la cultura cientfica, el espritu jams

    es joven. Hasta es muy viejo, pues tiene la edad de sus prejuicios. Tener acceso a la ciencia es rejuvenecer espiritualmente, es aceptar una mutacin brusca que ha de contradecir a un pasado.

    La ciencia, tanto en su principio como en su necesidad de coronamiento, se opone en absoluto a la opinin. Si en alguna cuestin particular debe legitimar la opinin, lo hace por razones distintas de las que fundamentan la opinin; de manera que in opinin, de derecho, jams tiene razn. La opinin piensa mal; no piensa; traduce necesidades en conocimientos. Al designar a los objetos por su utilidad, ella se prohbe el conocerlos. Nada puede fundarse sobre la opinin: ante todo es necesario destruirla. Ella es el primer obstculo a superar. No es suficiente, por ejemplo, rectificarla en casos particulares, manteniendo corno una especie de moral provisoria, un conocimiento vulgar provisorio. El espritu cientfico nos impide tener opinin sobre cuestiones que no comprendemos, sobre cuestiones que no sabemos formular claramente. Ante todo es necesario saber plantear los problemas. Y dgase lo que se quiera, en la vida cientfica los problemas no se plantean por s mismos. Es precisamente este sentido del problema, el que sindica el verdadero espritu cientfico. Para un espritu cientfico todo conocimiento es una respuesta a una pregunta. Si no hubo pregunta, no puede haber conocimiento cientfico. Nada es espontneo. Nada est dado. Todo se construye.

    Un conocimiento adquirido por un esfuerzo cientfico puede declinar. La pregunta abstracta y franca se desgasta: la respuesta concreta queda. Con eso, la actividad espiritual se invierte y se endurece. Un obstculo epistemolgico se incrusta en el conocimiento no formulado. Costumbres intelectuales que fueron tiles y sanas pueden, a la larga, trabar la investigacin. "Nuestro espritu -dice justamente Bergson [1]- tiene una tendencia irresistible a considerar ms claras las ideas que le son tiles ms frecuentemente." La idea conquista as una claridad intrnseca abusiva. Con el uso las ideas se valorizan indebidamente. Un valor en s se opone a la circulacin de los valores. Es un factor de

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    inercia para el espritu. A veces una idea dominante polariza el espritu en su totalidad. Hace unos veinte aos, un epistemlogo Irreverente deca que los grandes hombres son tiles a la ciencia en la primera mitad de su vida, nocivos en la segunda mitad. El instinto formativo es tan persistente en ciertos hombres de pensamiento que no debemos alarmarnos por esta boutade. Pero al final el instinto formativo acaba por ceder frente al instinto conservativo. Llega un momento en el que el espritu prefiere lo que confirma su saber a lo que lo contradice, en el que prefiere las respuestas a las preguntas. Entonces el espritu conservativo domina, y el crecimiento espiritual se detiene.

    Como se ve, no titubeamos en invocar los instintos para sealar la cabal resistencia de ciertos obstculos epistemolgicos. Es una concepcin que nuestros desarrollos tratarn de justificar. Pero, desde ya, hay que darse cuenta que el conocimiento emprico, que es el que estudiaremos casi nicamente en esta obra, compromete al hombre sensible a travs de todos los caracteres de su sensibilidad. Cuando el conocimiento emprico se racionaliza, nunca se est seguro de que los valores sensibles primitivos no afecten a los raciocinios. De una manera muy visible, puede reconocerse que la idea cientfica demasiado familiar se carga con un concreto psicolgico demasiado pesado, que ella amasa un nmero excesivo de analogas, imgenes, metforas, y que poco a poco pierde su vector de abstraccin, su afilada punta abstracta. En particular, es caer en un vano optimismo cuando se piensa que saber sirve automticamente para saber, que la cultura se torna tanto ms fcil cuanto est ms extendida y que en fin, la inteligencia, sancionada por xitos precoces o por simples concursos universitarios, se capitaliza corno una riqueza material. Aun admitiendo que una buena cabeza escapa al narcisismo intelectual tan frecuente en la cultura literaria en la adhesin apasionada a los juicios del gusto puede seguramente decirse que una buena cabeza es desgraciadamente una cabeza cerrada. Es un producto de escuela.

    En efecto, las crisis del crecimiento del pensamiento implican una refundicin total del sistema del saber. Entonces la cabeza bien hecha debe ser rehecha. Cambia de especie. Se opone a la especie precedente por una funcin decisiva. A travs de las revoluciones espirituales que exige la invencin cientfica, el hombre se convierte en una especie mutante o, para expresado an mejor, en una especie que necesita mutar, que sufre si no cambia. Espiritualmente el hombre necesita necesidades. Si se considerara adecuadamente, por ejemplo, la modificacin psquica que se realiza a travs de la comprensin de doctrinas como la Relatividad o la Mecnica ondulatoria, quiz no se encontraran estas expresiones, exageradas, sobre todo si, se reflexionara en la real solidez de la ciencia prerrelativista. Mas ya volveremos sobre estos juicios en nuestro ltimo captulo, cuando habremos aportado numerosos, ejemplos de revoluciones espirituales.

    Se repite tambin frecuentemente que la ciencia es vida de unidad, que tiende a unificar fenmenos de aspecto distinto, que busca la sencillez o la economa en los principios y en los mtodos. Esta unidad la encontrara muy pronto, si pudiera complacerse con ello. Por el contrario, el progreso cientfico marca sus ms puras etapas abandonando los factores filosficos de unificacin fcil, tales como la unidad de accin del Creador, la unidad de plan de la Naturaleza, la unidad lgica. En el hecho, estos factores de unidad que an' actuaban en el pensamiento cientfico del-siglo XVIII, ya no se invocan ms. Al sabio contemporneo que quisiera reunir la cosmologa y la teologa se le reputara muy pretencioso.

    Y entrando en el detalle mismo de la investigacin cien-tfica, frente a una experiencia bien determinada que pueda ser registrada como tal, verdaderamente como una y completa, el espritu cientfico, jams se siente impedido de variar las condiciones, en tina palabra de salir de la contemplacin de lo mismo y buscar lo otro, de dialectizar la experiencia. As es como la Qumica multiplica y completa sus series homlogas, hasta

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    salir de la Naturaleza materializando cuerpos ms o menos hipotticos sugeridos por el pensamiento inventivo. Es as como en todas las ciencias rigurosas, un pensamiento ansioso desconfa de las identidades ms o menos aparentes, para reclamar incesantemente mayor precisin, ipso facto mayores ocasiones de distinguir. Precisar, rectificar, diversificar, he ah los tipos del pensamiento dinmico que se alejan de la certidumbre y de la unidad, y que en los sistemas homogneos encuentran, ms, obstculos que impulsos. En resumen, el hombre animado por el espritu cientfico., sin, duda desea saber; pero es por lo pronto para interrogar mejor.

    1 BERGSON: La Pense et le Mouvant, Pars. 1934, p. 231.

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    Demo Pedro. "Introduccin" en Ciencias sociales y calidad, Narcea Ediciones, Madrid, 1988. pp. 11-17.

    INTRODUCCION

    La pretensin que me mueve es desorbitada. Si me parara a pensar en ello no podra evitar un sentimiento de infantilismo y osada. Sin embargo, encuentro justificacin en la necesidad de forjar alternativas en un contexto social que, como la vida, es consciente ya de su muerte. Es cada vez ms general la certeza de que la sociedad industrial entraa una ambigedad fatal: de un lado, jams ha habido un progreso tan grande, y de otro, nunca hemos conseguido destruirnos tanto.

    De esta suerte no escapa ningn sistema actual pues todos son hijos de la misma sociedad industrial, megalmana, antiecolgica, dominadora y. en todo, profundamente acaparadora. En este sentido, en ningn momento podramos exceptuar a ninguno de los dos sistemas bsicos de hoy, capitalismo y socialismo. Ambos estn anclados en la idea del progreso ilimitado, en reducir al hombre a sus necesidades materiales, en la centralizacin estatal paternalista, en la irracionalidad del sistema econmico, en la arrogancia cultural, etc. El socialismo es, en parte, la ltima decepcin del abismo del progreso y, aunque el capitalismo consiga ser ms sarcstico, el otro llega a ser ms ridculo [1].

    Estamos literalmente perdidos en el desierto, Un desierto que nos empearnos en producir. Los pases .del Tercer Mundo saben que el desarrollo no va a tener lugar, aunque aparezcan vislumbres reales de crecimiento. Las condiciones de autosustentacin estn siendo minadas gradualmente en la medida misma del propio progreso, hasta el punto de que la ONU Sintetiza la negra carc.aja de los grandes de la tierra (Wolfe, 1981). Los pases avanzados trabajan con inusitado ardor en la tercera guerra mundial, pues se han entregado definitivamente a la lgica del terror y, segn sta, la nica manera de evitar la guerra es hacerla total; acaso la evite el miedo o moriremos todos.

    La alternativa es hoy la necesidad ms urgente, pero es tambin algo absolutamente indefinido e indefinible por el momento. Aunque nos lo jugsemos todo en el mar solo nos quedaramos con la lancha vaca. 'f esperaramos que lloviese un milagro del cielo. Es forzoso reconocer que, a lo sumo, vislumbramos la necesidad de otro camino, pero no sabemos cul ha de ser. Precisamente lo que queremos caracterizar el problema Y encontrar rayos de luz, muy poca luz, pero luz al fin (Huber, 1981; Retan, 1980; Sipasser y Traube, 1981).

    Emerge otra vez el inters cultural en el campo de la identidad comunitaria sobre todo. En si las culturas no son desiguales; solo son diferentes (Demo. 1982; Herskovits, 1963, Deretti. 1980). Su riqueza e importancia residen ms en la diversidad que en las homogeneizaciones. A la sombra del fracaso europeo que, sobre todo produjo el aumento de la agresividad dentro de una cultura imperialista, colonialista, destructiva y arrogante, hoy se recurre fcilmente a otras culturas esperando que contengan las dimensiones alternativas que el espirito de occidente no ha liquidado an. Podra, organizarse la vida de otra manera, sin tanta racionalidad ascesis planificacin y ciencia, y con mayor espacio para el sentimiento, la belleza y la felicidad. Las mismas religiones europeas son extraadamente catlicas, en el sentido de que siempre se las imagina obligatorias para todos, ya que los otros son brbaros primitivos, salvajes, ladinos, provincianos, selvticos... Aun dentro del lenguaje de la caridad son fuertemente apologticas y contribuyen con cierto ardor a arruinar otras culturas que tienen diferentes formas de religin.

    As reconocemos que la identidad cultural es tan importante al menos como la necesidad de crecimiento 'econmico, pues sustancialmente revela la propia capacidad creativa de autosustentacin sin la que no salimos de la condicin de colonia, aunque sea de lujo.

    Al mismo tiempo, las Ciencias Sociales han cansado, nos han cansado. En trminos sociales, son relativamente intiles. En realidad, son una de las

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    farsas ms grandes inventadas por la humanidad, dentro del grupo de productores de esta forma de crecimiento. Adems de saber muy poco sobre dimensiones esenciales de la vida, corno son la felicidad, la sensibilidad o la belleza, se han especializado hasta la saciedad en el refinamiento de las estrategias de control social. La fina manipulacin de la explotacin de la ignorancia ajena. Hay en ellas una tremenda estafa desde la imitacin barata de las Ciencias Naturales, al fatuo juego de la neutralidad cientfica y el racionalismo occidentalista, hasta el hecho de que, si no existiesen, poca falta hara al pueblo, pues no saca de ellas ningn provecho [2].

    Representan un lugar tpico de la locura de la civilizacin occidental puesto que forman eruditos, idiotas especializados y no sabios capaces de captar la realidad en su totalidad y sutileza sensibles. Se Produce un grupo tan arrogante cuanto perdidamente neurtico, que imagina tener algo que decir.

    Despus de siglos de Ciencias Sociales, muy pocos resultados ha habido en cuanto a las posibilidades de la comunidad humana, pues se ha perfeccionado hasta el extremo la tcnica de la guerra, represin, tortura, manipulacin, etc. Se sabe ms que nunca sobre guerra y pobreza, pero stas no han disminuido prcticamente nada. Y la sociedad est cada vez ms enferma, vaca, annima, desesperada. La magnitud del saber parece proporcional a la magnitud de la ausencia de felicidad.

    La universidad, al mismo tiempo que es patrimonio indiscutible del intelecto humano, vive fuera de la realidad de la vida, desprecia la vida rutinaria y sencilla del pueblo, muestra arrogancia hacia culturas no eruditas, se explaya en la crtica, pero rehye la autocrtica y con simpleza se enorgullece en demasa por lo que produce. Tal vez es la irresponsabilidad Ms resguardada que existe, pues aparece bajo capa de competencia. Competencia en qu? Si las Ciencias Sociales no son capaces de contribuir decisivamente a mejorar la sociedad, de casi nada sirven y, adems, no pueden ser cientficas.

    En las horas de mayor amargura, vuelve siempre el eterno camino de la utopa [3]. Todo tiene el sabor de la compensacin, si bien la vida real no es utpica. Pero, si no fuera la utopa, la compensacin sera la propia mediocridad. Cual presencia estructural de lo irrealizable no realizado, la utopa es componente fundamental de la felicidad humana y de su calidad. As el trmino compensacin, aunque rezume una expectativa negativa, es real porque en general morimos a disgusto y protestarnos contra la realidad que, a los ojos de la esperanza, siempre es menor y peor de lo que poda haber sido. Al no tener una solucin total, nos compensamos con lo posible y. la mayor parte de las veces, con lo apenas vigente. Por ello nadie forja su contexto de felicidad sin compensacin.

    Vuelve el tema de la calidad, que ser el concepto clave de estas reflexiones. Pero no s definirlo adecuadamente. Y quiero partir precisamente de aqu: cmo es que no sabemos definir algo tan esencial en la vida comn de cada da? En el fondo, con frecuencia la definimos por exclusin y aqu hay un fracaso de las Ciencias Sociales vigentes, pues demuestran que en gran parte transcurren al margen de la realidad. Saben mucho de cantidad; peor todava, tienden a reducirlo todo a cantidad; banalizan la calidad o no la entienden. En cierto modo nos han condenado a la superficialidad; y la calidad de vida o es palabrera desparramada e inconsistente, o es reduccin a elementos cuantitativos.

    Vuelve asimismo el tema de la participacin como utopa fundamental de la posibilidad humana, no contra la teora del conflicto, pues contina siendo

    partiendo de aqulla. Es compensacin por lo menos en cierta forma. Como el crecimiento ilimitado feneci, pues es ilimitada la investigacin del

    tener menos pero ser mejor. Acaso haya en otras culturas elementos importantes en esta lnea, donde el contacto humano est menos mercantilizado. La participacin es la protesta viva contra lo que parece ser In tendencia contraria: la auto-destruccin del

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    grupo humano condensada ms que nunca en la expresin europea [4].

    El edificio de la Ciencia, que se considera con frecuencia lgico y racional, est lleno de grietas, y en especial el de las Ciencias Sociales. Del todo no se ha dejado de hablar de arte, esttica, parapsicologa u otras cosas esotricas para el matemtico o el experimentador. No se sabe explicar todo, precisamente porque lo que ms sabemos es lo que no explicamos. El ropaje cuantitativo de las Ciencias Sociales no pasa de ser muchas veces un rito arcaico de convencimiento capaz de despertar la audiencia supersticiosa y crdula necesaria para provocar adhesiones sin resistencias. La neutralidad cientfica es un mito como cualquier otro y la fe que se deposita en procedimientos cientficos es una expresin genuina de la religiosidad humana (Japiassu, 1975). El argumento mayor sigue siendo el de autoridad que, en s, no tendra que ser argumento ninguno (Demo, 1980).

    Creer, esperar, compensar no son defectos, sino caractersticas sociales fundamentales que ninguna racionalidad es capaz de eliminar. Cuando la racionalidad se propone esto, no las sustituye y pasa a ser una nueva forma de creencia. El pueblo no vive sin astrologa, sin mitos, ricos y creencias, sin supersticiones y magias, por ms que la universidad lo lamente, precisamente porque, entre las magias modernas, el estudio es una de las ms tpicas. Esto demuestra hasta qu punto las Ciencias Sociales viven fuera de la realidad. La preocupacin de In racionalidad lgica es una de ellas.

    Por tanto es preciso superar enfoques unilaterales aunque se hayan convertido en moneda corriente, a base de pretensin cientfica. La reduccin del hombre a su perspectiva material es uno de stos, sin dejar de ser un entramado bien corriente de capitalismo y socialismo. Pero es fcil demostrar que no se agota ah la felicidad humana, ya que el tener no sustituye al ser y viceversa. Otro enfoque malfico

    incapaces de convivir con el pluralismo religioso, con la concepcin federativa de la sociedad y con la

    disparidad cultural. Es deprimente la obsesin por la conversin religiosa si se basa en la idea de que slo el otro puede estar equivocado y de que m postura es la nica paramtrica. Son religiones que ponen en la participacin un matiz ideolgico de atraccin pues sobre todo buscan a la masa fiel, difuminada en la repeticin de ritos dominadores. Otro enfoque errado es el etnocentrismo que considera inferiores a las otras culturas, sobre la base de un extrao sentido de superioridad que no se sabe de dnde puede provenir. Ante la destruccin sistemtica de las condiciones cuantitativas y cualitativas de la vida, superioridad en qu? No puede ser garante de salud quien cultiva la neurosis como compensacin bsica. Otro enfoque deletreo es la confusin entre crecimiento y desarrollo. Nos propusimos crecer Qu ocurri? Poco crecimos y menos an nos desarrollamos, dentro de la tpica opresin occidental del la homogeneizacin cultural. Interesa la felicidad que sabemos definir y realizar, no la cantidad a cualquier precio que produce una colonizacin sin piedad de todas las esferas de la vida.

    En fin, al lado de la ciencia queremos sabidura, buen sentido y arte. No limitacin cuantitativa, ni aridez racional, ni el estereotipo de la lgica. Sino sensibilidad hada todo, cabeza y sentimientos, erudicin y felicidad, saber y arte, disciplina y belleza. Apenas son ciencia las Ciencias Sociales, porqu deberan ser sabidura y otros campos alternativos del saber que la universidad perdi entre los estereotipos de la racionalidad asctica de tipo europeo. El mundo se ha hecho extrao, distante y hasta sarcstico. Lo pagan todos para negro deleite de algunos que se divierten locamente con la cordura de los otros. El mayor) habita en la complicacin y prepotencia el mejor, mora en la simplicidad, porque no es cuestin de sofisticacin tecnolgica sino de sabidura de calidad (Radhakrishnan; 1961).

    No s dnde encuadrar lo que hago aqu. Es ciencia, es filosofa, es sociologa del conocimiento, es conversacin seguida...? No lo s. Slo s que es resultado de una angustia concreta nacida sobre todo de la sensacin de inutilidad social de ro que

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    hago. La sociedad que tenemos carece de toda dignidad. Al mismo tiempo, tambin se ha pervertido la ciencia pues sirve de sustitutivo de una implicacin efectiva. Ante la posible sabidura de una persona sencilla del pueblo, que hasta sabe rer y convivir, mi mundo es una caricatura lastimosa, una neurosis monumental, porque no hay ignorancia mayor que la que cree saberlo todo. Si fuera necesario definirlo yo dira que este trabajo es un simple ensayo libre.

    Por conocer la fragilidad de lo que propongo no quiero ir ms all de un juego de hiptesis que quiz merezcan ser discutidas. Aunque esto sea visiblemente decepcionante, tiene al menos el consuelo de que las hiptesis no son slo tericas sino prcticas intencionalmente al mismo tiempo. Por otra parte, el trabajo no es pesimista ya que vive de la esperanza de alternativa, pues es imposible demostrar que la potencialidad humana est agotada. Por el contrario, siempre est comenzando.

    Tampoco me preocupa el posible tono moralista e inclusa sensible que pueda transparentar el tratamiento del tema. Me interesa mucho ms afrontar, en la medida de mis fuerzas, un tema complejo que ciertamente me desborda, pero que me gustara tratar al menos de forma inicial y sugestiva. En cuanto al moralismo, nada hay ms infantil que la neutralidad cientfica. Lo sensible, si lo hay, nace de la vehemencia que me inspira el tema.

    Y, por ltimo, no me preocupan ciertos usos de la academia clsica y tradicional que presentan todo con el debido fundamento lgico-experimental, precisamente porque lo qu hago aqu no tiene intencionalmente fundamentacin ortodoxa. Busco otra fundamentacin, que quiz no consiga alcanzar, pero que me propongo sugerir. Tambin me permito provocar sobre puntos de los que no tengo certeza ninguna. Incluso quiero discutir abiertamente, sin inhibicin. Porque, de las pocas cosas que espero de las Ciencias Sociales, una es que levanten discusiones creativas. No defiendo certezas, sino cierta creatividad.

    Una salvedad fundamental: nuestros debates y crticas se refieren especficamente a las Ciencias Sociales. Mucho de lo que aqu se dice podra ser vlido para las Ciencias Naturales y Exactas, pero no son nuestro tema porque ciertamente no nos hallarnos en situacin satisfactoria para cuestionarlas directamente.

    1 Consciente de la dificultad de este juicio: segn la afirmacin de Marx, el socialismo sac de la miseria a varios pases atrasados al alcanzar niveles considerables de satisfaccin de las necesidades materiales bsicas; en esto veo al socialismo superior al capitalismo. Sin embargo adolece de los mismos males sustanciales del capitalismo, Pues es producto de la sociedad industrial; sin hablar, por otra parte, de la problemtica poltica, errneamente relegada a segundo plano en la teora marxista.

    2 Crtica, por parte de la investigacin participativa: BRANDAO, C. R. (1982), y DEMO, P. (1984).

    3 Sobre utopa: DEMO, P. (1983), pp. 42 y ss., y (1980). Captulo sobre dialctica.

    4 Con frecuencia aparece en el texto el adjetivo europeo connotando sustantivos fundamentales como civilizacin, cultura, ciencia, postura, cte. Este adjetivo es vlido para el inundo de estilo europeo, incluidos los Estados Unidos y otros semejantes, y coincide con la llamada parte occidental del Universo donde este tipo de civilizacin est vigente.

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    UNIDAD TEMTICA II

    LAS CIENCIAS SOCIALES

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    Beltrn. Miguel. "Puede suponerse que..." en El anlisis de la realidad social, compilacin de Manuel Garca Ferrando. et. alts., Alian7a Editorial, Madrid. 1956. pp. 19-22.

    Puede suponerse que casi todo el mundo estara dispuesto a admitir que la ciencia permite a los hombres adquirir conocimientos acerca del mundo en que viven, y acerca de ellos mismos; pero es fcil que la discusin se produzca al intentar precisar qu sea esa ciencia. Para Francis Bacon, en el dintel del mundo moderno la ciencia consiste en observacin y experimentos, no en intuicin o razonamiento; la observacin es la primera tarea del cientfico, y slo a partir de ella cabe establecer el conocimiento. La propuesta contenida en el Novum Organum es, pues, pragmtica e inductivista, y no cabe duda de que e! empeo baconiano de huir de toda especulacin prematura y de rechazar el argumento de autoridad convencionalmente admitido tiene el mrito de intentar romper con la supersticin y el oscurantismo de siglos anteriores. Pero desgraciadamente ni los hechos, por mucho y muy cuidadosamente que se los observe, hablan por s solos, ni su acopio indiscriminado, determinado por la pura curiosidad, conduce a otra cosa que a la confusin: los hechos sin teora son inescrutables (no producen informacin, slo ruido), y fungibles (no son unos ms relevantes que otros. y su seleccin y reunin es obra del azar). Se requiere partir de alguna teora, por provisional que sta sea, para determinar qu observaciones han de ser tenidas en cuenta, y ste es el fallo bsico del mtodo baconiano; como dice Harris (1980: 7), si ste hubiera prevalecido no hubieran sido posibles los descubrimientos de Galileo, Kepler o Newton.

    Pero si los hechos sin teora carecen de significado, es verdad que les ocurre lo mismo a las teoras sin hechos: la pasin baconiana por reunir hechos, toda clase de hechos, constitua una saludable reaccin contra la especulacin intuitiva de corte aristotlico y contra la confirmacin de las teoras por apelacin a los dogmas religiosos o al principio de autoridad. Y, en todo caso, hay que dar la razn a Bacon en que, antes de toda teora o deduccin lgica, el

    conocimiento de lo existente empieza por la observacin ingenua de algn fenmeno; pero hay que convenir en que la observacin liminar, curiosa y desordenada, no es la que permite construir la ciencia.

    Camino opuesto en todo al de Bacon es el emprendido por Descartes, racionalista y deductivista. Siendo sospechosa la evidencia de los sentidos, el conocimiento ha de obtenerse por la va euclidiana: formulacin de teoremas derivados de la pura razn, de los que se deduzca todo lo necesario. Pero tal planteamiento, ptimo por lo que se refiere a las matemticas, resulta inapropiado para el Conocimiento de lo que nos rodea, incluso de lo puramente fsico. Un lgico deductivista tan importante como Tarski reconoce que los conceptos y los mtodos lgicos no han hallado, hasta el presente, aplicaciones especficas o frtiles en el dominio de las ciencias empricas, esto es, no matemticas (1951: 13 y 14): para Tarski no hay ms ciencia deductiva que las matemticas.

    No creo que sea del caso reproducir aqu los argumentos, por lo dems estriles, de la tantas veces desenfocada polmica entre inductivistas y deductiviittas: lo cierto es que ambos planteamientos son indispensables para la lgica del conocimiento y que la deduccin permite formular predicciones derivadas de una hiptesis que hacen posible su contrastacin, esto es, someterla al test que implica su confrontacin con la realidad de los hechos. Por su parte, la induccin es necesaria, pero no suficiente, para el conocimiento de la realidad; Y, en cierta medida, toda deduccin est basada en alguna induccin previa obtenida del mundo real y fundamentadora de las suposiciones de que parte la deduccin. De hecho, ni el induccionismo ni el deduccionismo han sido nunca utilizados de !nodo exclusivo, y tan raro es encontrar un baconiano puro como un cartesiano puro (salvo en matemticas): la ciencia se ha elaborado siempre en un proceso de interaccin entre empirismo y racionalismo, y la polmica cientfica se ha :entrado en desvelar las demasas metafsicas o la aceptacin de fenmenos irrelevantes :n que han podido incurrir unos u otros.

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    De todas formas, la cruda dicotoma aludida hasta aqu no constituye las coordenadas de la ciencia moderna: no es Bacon, sino David Hume, quien sienta el punto de partida del empirismo positivista distinguiendo el conocimiento que pueda ser obtenido de la relacin entre proposiciones lgicas del que pueda serio de la relacin entre hechos. Su tesis es que la certeza del primero puede ser acreditada racionalmente, en tanto que ni la razn ni la intuicin pueden establecer certeza alguna en el segundo caso: en ste, esto es, en el caso de la relacin existente entre hechos no matemticos, la observacin y la experiencia si se quiere, la induccin tienen un lmite: no pueden conducir a generalizaciones, o al establecimiento de leyes, cuya certidumbre sea absoluta. La conexin entre hechos, por muy repetitiva que sea, no puede ser demostrada como necesaria: las llamadas relaciones causales no son sino la consecuencia psicolgica de una recurrente conexin de hechos. Por consiguiente (y ste es el punto central de la argumentacin de Hume), el concepto de necesidad utilizado como a priori de la conclusin carece de rigor veritativo. Al conocimiento no le queda otra va que la de la constatacin emprica de regularidades, por ms que ello no garantice en trminos absolutos la verdad de las conclusiones o, ms exactamente, su absoluta certeza. Esto no significa en modo alguno que Hume rechace el papel de la razn en el proceso del conocimiento: significa, sencillamente, que la razn y la observacin, conjunta y articuladamente, permiten la construccin de la ciencia.

    No es este el lugar de indicar cmo ha evolucionado la nocin de certeza, y cmo de la verificacin se pas a la falsabilidad y a la corroboracin probabilstica: pero s quisiera indicar que, en mi opinin, el ansia de certeza, tan humana, ha de quedar siempre insatisfecha: la verdad, establecida de modo absoluto, no es consuelo que los dioses hayan dejado al alcance del hombre. Lo que no implica que el conocimiento quede confinado al mbito de lo irracional, cualesquiera sean las formas (msticas, dogmticas, poticas, intuitivas) que ello adopte. Por supuesto que historiadores, socilogos y

    psiclogos han puesto de manifiesto sobradamente que la construccin de la ciencia no es tan ordenada y articulada como muchas versiones optimistas haban querido hacernos ver: pero de ah a sostener que el edificio del conocimiento tan trabajosamente levantado es poco menos que casual y engaoso, meda un abismo. Pienso que hay que rechazar tanto la pretensin de que la ciencia se maneja con verdades inconcusas, corno la de que no es posible el conocimiento; y creo que hay que estar de acuerdo con Larry Lauden en rechazar que una teora haya de ser verdadera falsa o ms o menos probable (1977: passun): las teoras son simplemente tiles y lo son hasta que la aparicin de una ms til vuelve intil a la primera. Aparicin que implica la muy laboriosa aplicacin de unos modos de operar que solemos denominar mtodo cientfico.

    Pero el mtodo cientfico expresado as, en singular, es sin duda uno de los grandes mitos positivistas. Convendr indicar que es muy dudoso que tal cosa exista, salvo que se le limite a muy sucintos requisitos de control de la observacin y de la lgica argumental. Tarski, desde su olimpo matemtico, constata la sorprendente oposicin que existe entre el desarrollo de las que llama ciencias empricas (las no matemticas) y la pobreza de su metodologa, que a duras penas puede jactarse de algunos resultados precisos (1951: 141. Pero sin necesidad de adoptar puntos de vista tan extremos, lo cierto es que tiene poco que ver el establecimiento matemtico de teoras en fsica con las mucho menos precisas descripciones y explicaciones de la biologa, por ejemplo. Se dira que hay una lnea que va de menor a mayor complejidad, y no sera exagerado sostener que el organismo unicelular ms simple es harto ms complejo que el sistema planetario. Pues bien, en esa lnea de complejidad creciente se situaran la fsica, la qumica y la biologa, siendo. a lo largo de ella cada vez ms raro el uso de las matemticas y la formulacin de leyes. Y sin necesidad de salir de este campo de las ciencias fsico-naturales creo que puede afirmarse que no existe nada que pueda ser llamado el mtodo cientfico, salvo en los muy amplios trminos en que

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    lo estableci Hume, trminos que bsicamente siguen siendo vlidos.

    No quiero dejar de apuntar aqu mi opinin sobre determinadas posiciones que dicen rechazar la ciencia al rechazar el capitalismo, el industrialismo, la tecnocracia, o cualquiera otra de las que suelen estimarse como encarnaciones del mal pblico en nuestros das. Para estas posiciones, el conocimiento racional, emprico y objetivo, la ciencia en una palabra es un arma de opresin que debe ser destruida para que el conocimiento vuelva a estar al servicio del hombre. Un antroplogo. Kurt Wolff, puede ejemplificar a la perfeccin la posicin aludida: para l, usamos la ciencia y la tecnologa para controlar, manipular y explotar a los dems y a nosotros mismos, por lo que la precondicin del conocimiento debe ser la suspensin total de las nociones recibidas. (apud Harris, 1980: 325). La ciencia burguesa positivista debe desaparecer, dando paso a un conocimiento reflexivo, crtico, dialctico y radical que luche por la libertad y la igualdad de las gentes: un conocimiento emancipatorio. Pues bien, la ciencia ciertamente ha sido y es utilizada para manipular y explotar a la gente, del mismo modo y a la vez que es utilizada para favorecerla y liberada; dirigirse contra la ciencia es tanto como ir contra el instrumento olvidando a quien lo maneja y para qu lo maneja. El rechazo de la ciencia es intelectualmente oscurantista y polticamente ingenuo, y equivoca tanto el lugar de la lucha poltica como la identificacin de los responsables de los desmanes. No es el conocimiento objetivo, ni siquiera sus aplicaciones, lo que en libertad y de la igualdad ha de destruirse, sino el uso malvado de dicho conocimiento. Es verdad que vivimos en un mundo construido sobre la ciencia aplicada y la tecnologa impregna nuestra vida cotidiana: no es raro pues, que huya quienes acumulen poder al controlar la tecnologa, y que usen de ese poder no en beneficio, sino en perjuicio de los dems. Pero pretender enfrentar tal situacin, tan irracional como se quiera y bien lo puso de manifiesto Marcuse, entre otros muchos apelando a una nueva

    irracionalidad la del abandono de la ciencia, carece de sentido.

    No se necesita menos ciencia, sino ms ciencia. Y si esa ciencia ha de ser liberadora y emancipadora es decir, prctica, no har falta menos tecnologa sino ms. Lchese, pues en buena hora. Pero lchese contra el agresor de contra el instrumento.

    Afirmaciones como las anteriores puede parecer que sugieren una suerte de fetichismo de la ciencia, una absolutizacin de su valor. Lo que sera un engao, pues la realidad es que el conocimiento cientfico es siempre provisional e inseguro: cuando hablamos de conocimiento objetivo queremos decir que el conocimiento trata de ser objetivo, luchando por eliminar la arbitrariedad y los sesgos ms o menos conscientes. Es claro que no podemos obtener un conocimiento absolutamente verdadero, pero de ello no se sigue que todo conocimiento sea igual' mente inseguro o que todas las teoras cientficas sean igualmente vlidas o invlidas. No es necesario poseer !a verdad absoluta para rechazar la pretensin irracionalista de quo todas las teoras son igualmente verdaderas o igualmente falsas. La certidumbre de cualquier hallazgo cientfico no es nunca absoluta, pero ello lo debe llevar a rechazar la ciencia, sino a empearse en que la bsqueda del conocimiento sea ms rigurosa. La valoracin de la ciencia como actividad humana ha de ser, pues conscientemente humilde: no otra cosa exige la presencia masiva de la duda y la incertidumbre en el meollo mismo del conocimiento. Pero al menos podremos decir que luchamos contra el error, el prejuicio y la supersticin, y esa es una va, bien que indirecta, de hacerlo en favor de la verdad.

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    Sierra Bravo, Restituto.'"Objetivos de la ciencia" en Ciencias sociales. Epistemologa, lgica y metodologa. Ed. Paraninfo, Madrid, 1983. pp. 41-43.

    OBJETIVOS DE LA CIENCIA

    Los objetivos fundamentales de la ciencia, o del conocimiento cientfico, en relacin a su campo de actuacin la realidad de este inundo, son cuatro: analizar, explicar, prever o predecir y actuar.

    El primer objetivo de la ciencia es saber cmo es la realidad, qu elementos la forman y cules son sus caractersticas.

    Despus de conocer cmo es la realidad, el segundo objetivo de la ciencia es explicarla, llegar a establecer cmo se relacionan sus distintas partes o elementos, y por qu es como es la realidad.

    Estos son los objetivos bsicos y principales de la ciencia. Su consecucin capacita a la ciencia para alcanzar los otros dos objetivos indicados que por ello son derivados o aplicados, la prediccin y la actuacin.

    Por una parte si la ciencia logra saber cmo es un sector de la realidad y los factores que la explican entonces est en condiciones de prever los acontecimientos que tendrn lugar en dicho sector de la realidad.

    Por otra parte, el mismo conocimiento del cmo y por qu de un sector de la realidad, faculta tambin para actuar, da poder para transformar esa realidad e influir en ella, en mayor o menor grado.

    La ciencia de hecho, en nuestros das, ha concedido un poder inmenso al hombre. Este poder es peligroso, ya que puede ser utilizado para el -bien o para el mal.

    De aqu que Russel diga (1969. p. 219) que "para que la civilizacin cientfica sea una buena civilizacin es necesario que el aumento de conocimientos vaya acompaado de sabidura. Entiendo por sabidura, dice, una concepcin justa de los fines de la vida.

    Esto es algo que la ciencia por s misma no proporciona"

    Los objetivos expuestos se refieren principalmente a la ciencia ya hecho como resultado.

    Desde el punto de vista de la ciencia como actividad o proceso se podran considerar como sus objetivos, los que Bordieu, Chamboredon y Passeron 1976, 83/4) inspirados en Gaston Bachelard, llaman actos epistemolgicos: "ruptura construccin del objeto, prueba de los hechos". Estos actos epistemolgicos de ninguna manera constituyen etapas sucesivas de la investigacin. cientfica, sino que en cierto modo se deben dar en todas sus operaciones por lo que, en este sentido, se pueden llamar objetivos de la ciencia. La ruptura corno objetivo o acto epistemolt2ico de la ciencia lo es porque supone "siempre segn dichos autores (1976, 29), la ruptura con lo real las configuraciones que este propone a la percepcin". Se trata pues de desprenderse y superar lo percibido inmediatamente por los sentidos para poder llegar un conocimiento profundo ntimo, cientfico de la realidad, o con palabras de Bachelard (.1973, 146) de aceptar una verdadera ruptura entre el conocimiento sensible y el conocimiento cientfico.

    El objetivo o acto primero de la ciencia expuesto consiste por tanto segn Bachelard (p. 147) en romper con el objeto inmediato. De ah surge la necesidad de la construccin del objeto cientfico. Con ello se quiere subrayar sin duda, que el objeto cientfico no es el mero objeto percibido por los sentidos, sino un objeto elaborado tericamente, superando y negando en cierto modo el objeto sensible. Como escriben Bourdieu. Chamboredon y Passeron (1976, 52) "la investigacin cien-tfica se organiza de hecho en torno de objetos construidos que no tienen nada en comn con aquellas unidades delimitadas por la percepcin ingenua".

    Finalmente, el tercer objetivo o acto epistemolgico sealado, la prueba, exige la comprobacin del objeto construido con la realidad de los hechos. Todo esto subraya el carcter especial y cualificado del

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    conocimiento cientfico, aunque no debiera 'tomarse demasiado al pie de la letra, la ruptura y la construccin del objeto, pues ello podra conducir a un idealismo cientfico.

    Giner. Salvador., "El carcter cientfico de la sociologa". Problemas epistemolgicos en Sociologa, Ed. Pennsula, Barcelona. 1974. pp 12-18.

    EL CARCTER CIENTFICO DE LA SOCIOLOGA

    La sociologa aspira a ser una ciencia. Es decir, es una rama del conocimiento humano que tiende hacia la comprensin racional y objetiva de un mbito de la realidad. En este sentido la sociologa cumple los requisitos de toda ciencia, pues no podernos concluir que no lo sea por el mero hecho de que la sociedad no admita la aplicacin exhaustiva de aquellos mtodos de anlisis que caracterizan a otras ciencias, sobre todo las fsicas. Las ciencias naturales poseen una extraordinaria solidez si se las compara con las humanas y sociales. No slo han sido cultivadas por mucho ms tiempo y se han dedicado a ellas recursos muy superiores que a las sociales, sino que al poder simplificar su objeto de estudio, por un lado, y permitir mayor independencia emocional del cientfico frente a lo estudiado, por otro, las naturales poseen una ventaja muy considerable frente a las sociales en lo que se refiere a la fiabilidad de sus hallazgos y al rigor de la enunciacin de sus hiptesis sobre la realidad.

    Un criterio a seguir para decidir si la sociologa es o no una ciencia es averiguar si avanza o no nuestro conocimiento objetivo, comprobable y racional sobre la sociedad. En caso afirmativo, habr que admitir su cientificidad. Los serios debates a que ha dado lugar la cuestin de tal cientificidad obligan, no obstante, a hacer algunas puntualizaciones.

    Algunos socilogos pretenden que la sociologa es una ciencia natural o positiva, cuyo nico defecto es el de su novedad y su corta existencia; ello explicara sus obvias imperfecciones y sus menguados

    resultados, si los comparamos con los obtenidos por, otras ciencias de larg abolengo. Segn estos autores muchos de ellos pertenecientes a la escuela positivista [1] la sociologa debe basarse exclusivamente en mtodos de cuantificacin y experimentacin idnticos a los de otras ciencias.

    Ello entraa asumir que la realidad social es plenamente cuantificable y aun matematizable. En el polo opuesto se hallan quienes la consideran estrictamente como una de las llamadas ciencias de la cultura o del espritu, pues el hombre es supuestamente un ser del todo libre, irreducible a la cuantificacin. Quizs ambos bandos olviden la advertencia de mile Durkheim, quien insista en que el nivel social de la realidad es sui generis, con unas propiedades especficas y unos principios de causalidad peculiares, gobernado por leyes que no encuentran analogas fciles en otras zonas de tal realidad [2]. Ello significa que, en casos abundantes, cabe el tratamiento matemtico de los fenmenos sociales -sobre todo, el estadstico- mientras que en otro, no menos abundantes, se imponen mtodos interpretativos que se apoyan en anlisis cualitativos de las situaciones sociales. La peculiaridad de la realidad sociolgica exige que ambas vertientes de la actividad cognoscitiva se entrelacen de un modo fructfero, junto a otros mtodos que son netamente sociolgicos, creados y desarrollados por la sociologa misma a lo largo de su historia como ciencia.

    Por todas estas razones la cuestin de si la sociologa es una ciencia natural positiva o si es solamente una rama del humanismo o de la filosofa social se hace superflua: la sociologa, como otras ciencias humanas, es una disciplina bidimensional, con todo el atractivo y todas las dificultades que ello entraa [3]. En ltima instancia, adems, no es difcil discernir una unidad ntima en .la actitud frente a la realidad que adoptan todas las ciencias, sean ellas naturales o sociales [4]. La sociologa es una ciencia porque cumple con el sentido bsico de lo que el vocablo latino scientia expresa: saber objetivo y racional de la realidad; o bien, ms exactamente, aspiracin consistente y rigurosa hacia la posesin de

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    tal tipo de saber. La sociologa es tambin una ciencia porque rene las condiciones mnimas de empirismo, teora, apertura neutralidad, tica y crtica que de toda ciencia se exigen. Analicemos con brevedad tales rasgos.

    1. La sociologa es una disciplina emprica. Todo su acervo de conocimiento proviene originalmente de observaciones hechas sobre la sociedad concreta. Dada la cualidad sui generis de varios aspectos de la vida social, los mtodos utilizados por la sociologa varan grandemente, pero el hecho sobresaliente es que todos ellos aspiran al examen riguroso de datos comprobables. La sociologa debe, siempre atenerse a los hechos o, mejor dicho, a los datos disponibles sobre tales hechos, y respetar las informaciones en torno a ellos que ms sean de fiar desde el punto de vista emprico.

    2. La sociologa es una disciplina terica. Una teora es un conjunto de; proposiciones generales lgica y ordenadamente trabadas que interna explicar una zona de la realidad. Las teoras cientficas son aquellas que procuran explicar las leyes -o regularidades- que rigen tal zona de la realidad. En consecuencia, la teora sociolgica universaliza e integra las conclusiones parciales que la investigacin emprica aporta. Su tarea es producir generalizaciones, interpretar e interconectar datos y lazar hiptesis cuya ltima validez slo puede ser refrendada por pesquisas empricas ulteriores. La problemtica que genera la teora sociolgica aconseja que le dediquemos una atencin especial, cosa que se hace al final del presente captulo.

    3. La sociologa es una disciplina abierta. Ello significa sencillamente que no es dogmtica. Las teoras dogmticas, o cerradas, admiten solamente la exgesis y conducen al escolasticismo; son caractersticas de la teologa y de algunas ideologas. Las ciencias en cambio, son adogmticas, nada puede aceptarse en ellas por principio de autoridad. Todas las proposiciones de la sociologa pueden y deben ser reexaminadas, sujetas a duda metdica, comprobadas a la luz de nueva experiencia. Todo ello conlleva la caracterstica de la cumulatividad. La

    sociologa es cumulativa en el sentido de que en ella los datos, hiptesis o teoras ms precisas o refinadas vienen a sobreseer a los que lo son menos, aunque este proceso diste mucho de ser .fcil o automtico. (La cumulatividad no debe ser entendida como mera acumulacin perenne de informacin; al contrario, hay veces en que una teora revolucionaria hace que se desmorone todo un saber acumulado sobre una zona de la realidad. Es, pues, un proceso de avance muy complejo.) En sociologa, la informacin ms fehaciente y las explicaciones tericas ms plausibles deben superar y eliminar las menos satisfactorias. Las hiptesis y teoras cientficamente ms satisfactorias desplazan a las que lo son menos. El resultado es un enriquecimiento de nuestro saber social. Claro est que en su presente estado el adogmatismo, la objetividad y la cumulatividad de la ciencia sociolgica distan mucho del grado alcanzado por otras ciencias, pero la sociologa y las otras disciplinas antropolgicas van firmemente encaminadas en esa direccin. As, sabemos mucho ms hoy sobre la sociedad humana que lo que sabamos ayer, y se saba ms ayer que en pocas anteriores.

    4. La sociologa es una disciplina cuya metodologa es moralmente neutra pero que slo es fecunda si quienes la practican no son seres amorales que pretenden vivir en un inundo ticamente asptico. No es sencillo explicar esta paradoja, cuyo desvelamiento completo, hilase en el conocimiento ntimo de la propia sociologa. Digamos, no obstante, en escorzo, que la necesidad de una neutralidad tica de las proposiciones empricas o tericas queda fuera de dudas; si stas aprueban o reprueban cuanto describen o interpretan, la sociologa se convierte en mero sermn moral o exhorto poltico. Y para tal viaje, se dir,"- no hacan 'falta alforjas. Ello, sin embargo, ya desde su nacimiento como ciencia social, la sociologa ha encontrado sus motivaciones ms profundas en una preocupacin ciertamente tica por la condicin humana en su dimensin social. Desde' un primer momento ha intentado esclarecerla proponiendo el estudio objetivo, racional y sistemtico de la realidad social,

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    o sea, sin tomar partido moral aparente. Pero proponer tal cosa, sobre todo en una sociedad con las caractersticas de la moderna, es tambin proponer una moral, la de la racionalidad la de las pruebas objetivas y la reflexin abierta de los hombres sobre su mundo colectivo. En consecuencia la neutralidad tica a que aspiran sus proposiciones arranca, en ltima instancia, de un imperativo tico profundo que es el de la moral de la objetividad; es decir, el de la bsqueda de la moral a travs de un ejercicio de investigacin racional basada en los datos que nos ofrece la vida social.

    5. La tensin entre estos dos polos -cientificidad y humanismo- nos lleva a un ltimo y revelador rasgo de la sociologa; es sta una crtica de la sociedad. Esta caracterstica le es, por otra parte, ms privativa que las otras cuatro anteriores, las cuales son comunes, en grados variables, a otras ramas del conocimiento. El imperativo moral de ltima instancia impone una independencia del socilogo de aquellos intereses creados que comprometan la objetividad a la que, al mismo tiempo, est tambin entregado por vocacin. El socilogo debe luchar, corno cualquier otro estudioso, contra sus propias pasiones y contra cualquier presin nociva que se ejerzan sobre su actividad, con el fin de ser veraz y juzgar con serenidad e independencia el mundo que le rodea.

    Cuando no lo hace produce ideologa, es decir, una interpretacin tergiversada de las cosas, que obedece ms a sus intereses personales, gremiales o de cualquier otra ndole que a la presin por el conocimiento objetivo que debe guiar su tarea. En tal caso no se halla condiciones de realizar la crtica del mundo social propia de su disciplina. La interpretacin ideolgica de una sociedad no es admisible en sociologa. Sociologa e ideologa [5] son trminos lgicamente incompatibles. Ello no significa que, con las mejores intenciones, algunos elementos ideolgicos no puedan introducirse en el trabajo de cualquier socilogo. Lo crucial es que el esfuerza hacia la verdad sea lo que predominen su actividad. Otro asunto es que la verdad no pueda alcanzarse nunca plenamente.

    Para que se mantenga viva la incompatibilidad la sociologa con toda suerte de ideologas el socilogo ha de extender la crtica de la sociedad al terreno mismo de la sociologa. (La cumulatividad de que se habla ms arriba, rectamente entendida, no es, pues, un hacinamiento de concepciones, sino el fruto de esta extensin del rigor ritico a la propia disciplina cuya pretensin fundamental es indagar la naturaleza de la sociedad humana.) Inevitable y automticamente la indagacin sociolgica se convierte en crtica de la sociedad. Ello hace de la sociologa una disciplina incmoda para muchos. La crtica sociolgica del poder poltico, por ejemplo, puede resultar insolente y poco agradable, para quien lo detenta. La evaluacin de muchas instituciones o actividades modernas -la televisin, la prensa, el poder de las compaas multinacionales, el trfico de armas o de drogas, los daos medioambientales, y tantas cosas- es, hoy en da, ms efectiva cuando ms se apoya en la argumentacin sociolgica. Tal evaluacin puede resultar muy incmoda para quienes se benefician de las actividades que el socilogo somete a escrutinio. En todo caso, la sociologa no monopoliza ni mucho menos la crtica de nuestro universo social, que puede tambin ejercer tambin el filsofo, el escritor, el poltico, el cientfico, o cualquier ciudadano consciente. No obstante, y precisamente a causa de la expansin de la sociologa en el mundo moderno, esa crtica es ya inconcebible sin la ayuda de la inteligencia sociolgica de los asuntos humanos [6].

    1 El positivismo es la doctrina que sostiene que las nociones y mtodos de la ciencia natural en especial los de la fsica constituyen el paradigma a travs del cual puede obtenerse todo conocimiento de la realidad. Por ende, todas las dems formas de conocer serian imperfectas o validas. La presente introduccin a la 'sociologa se basa en supuestos muy diferentes: entre otros, se asume que cada aspecto de la realidad requiere un modo especfico de conocimiento racional, y que el mtodo de las ciencias fsico-matemticas slo desvela algunas parcelas muy limitadas de la realidad de la especie humana.

    2 E. Durkheim, Les regles de la mthode sociologique, Pars: Alcan, 1984, passim.

    3 Para una discusin de la cuestin de la bidimensionalidad de la sociologa ef S. Giner, El progreso de la conciencia sociolgica, Barcelona: Pennsula. 1974.

    4 K. R. Popper. The Payerty of Historicism, Londres: Routledge and Kegan Paul. 1957, pp. 130-143. En otro estudio Popper observa que los esfuerzos por

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    establecer una diferencia estricta entre ciencias naturales y humanidades constituyen