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1 Antología de la poesía amazónica de Bolivia

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    Antologa de la poesa amaznica de Bolivia

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    Los tres cielos

    Antologa de la poesa amaznica de Bolivia

    Seleccin y prlogo de Homero Carvalho Oliva

    (Segunda edicin corregida, ampliada y actualizada)

  • 3

    A la memoria de mi padre, Antonio

    Carvalho Urey, escritor, poeta y periodista,

    que dedic toda su vida y su escritura a la

    Amazona Boliviana

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    ndice

    Presentacin de Claudia Bowles Olhagaray

    Comentario de Ramn Rocha Monroy

    Prlogo

    Rosario Aquim Chvez

    -Me introduje en tu nostalgia

    -Una

    -Estoy ebria de ti

    -Recuerdo

    Ana Mara Arana

    -Lades

    -A ella...

    -Gaudium

    -Velo de Sangre

    Alejandra Barbery

    -Imborrable

    -Instantnea

    -Era otro siglo

    -La nave va

    scar Barbery Surez

    -Me preguntaron

    -Te amo tanto

    -La luna

    -La melancola invent la poesa

    Mauro Bertero

    -En tu voz

    -Si permites

    -Quizs

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    -Prstame

    Rosse Marie Caballero

    -La vida mat a la muerte

    -No quiero escribir

    -19

    -40

    Ramn Campos Tibi

    -Las tres voces de Arlindo Paruma

    -La casa

    -Tercera elega -Siringueros Pablo Mauricio Carbone

    -Empieza la noche a levantarse

    -Desde el umbral de la agona

    -Etrea

    -Musas inquietas

    Gustavo Crdenas Ayad

    -Otra infancia

    -Diferencia

    -Horcn

    -Gnesis

    Homero Carvalho Oliva

    -Los Reinos Dorados

    -El cazador de Sueos 51

    -Herencia

    -Amazona

    Ruber Carvalho Urey

    -A Santa Cruz

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    -El ro que me dejaron

    -Hoy faltaba el mar

    -Ya no me da dolor

    Pablo Cingolani

    -La luna sobre el Bahuaja Sonene

    -Puerto Copacabana

    -Beni

    -Fredy

    Anbal Crespo Ross

    -Luz y sombra vacilan,

    -A partir de ahora

    -En un espacio de olvido

    -Cuando sientas

    Gabriel Chvez Casazola

    -Bartimeo suea

    -Albricias

    -Una rendija

    -Y que a las orillas

    Albanella Chvez

    -Etrea

    -Historia

    -Espejo

    -Despertar

    Benjamn Chvez

    -Umbral

    -Poema final para una antologa

    -Una vieja cancin

    -Relacin nominal de bajas

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    Gary Daher

    -La ciudad deseada

    -Camino a Samarcanda

    -De cmo es el paraso

    -La Luz

    lvaro Dez Astete

    -Santa Ana del Yacuma

    -Luzbel

    -Siringa

    -De los mitos de Dios

    Reymi Ferreira

    -Ausencia

    -Barcelona

    -Trinidad descansa

    -El negro de la esquina

    Gricel Gamarra Giese

    -Sin versos

    -Maneras

    -Atrapada

    -Suspiro

    Ambrosio Garca Rivera

    -Tu olvido

    -Siembra

    -En el ro

    -No volver a querer

    Renzo Gismondi Zumarn

    -Todos

    -Mis versos

    -www.aMaszoniamoribunda.des.troz.ada.end

    http://www.amaszoniamoribunda.des.troz.ada.end/
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    -www.despo\\:jados.net.os

    Eugen Gomringer

    -Avenidas

    -Silencio

    -Ping pong

    -Wind

    Patricia Gutirrez Paz

    -Palabra innombrable

    -Abr el diccionario donde yaces

    -Batalla jodida das vos

    -Yo te llam resfro

    scar Gutirrez Pea

    -Retrato (con fondo de violn y piano)

    -Turismo de vos

    -Deseto

    -Invitacin al insomnio

    Edson Hurtado

    -Te gustaba estar debajo

    -El poeta espera a su musa

    -Y tu nalga tambin

    -A pesar de ella

    ngela Mara Justiniano Egez

    -Snchez, el mendigo

    -Siempre seremos sus ramas

    -No hubo tiempo hermano

    -Mi caracolito

    Germn Lecaro Durn

    http://www.despo/:jados.net.os
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    -Nostalgias Saladas

    -Historia a Medias

    -Soberbia

    -Retrospeccin

    Ruth Ana Lpez Caldern

    -Monarca

    -Detrs de la mscara

    -De mitos y leyendas

    -Despierta

    Arnaldo Meja Mndez

    -Jaikus

    Sebastin Molina

    -Jaikus

    Blanca Elena Paz

    -Onidra

    -Pretrito

    -Destiempo

    -Surrealismo

    Claudia Pea Claros

    -El rito

    -Cuando muera

    -Los caballos de mi abuelo

    -Das de atraso

    Eduardo Quiller

    -Hijo

    -Sembrando losetas

    -Mientras t escribas poemas

    -Escritores

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    Paura Rodrguez Leytn

    -Por ahora no deseo agua.

    -Algunas seales

    -De barro

    -No s cul ser mi estado natural

    Alfredo Rodrguez

    -Certeza de un hombre sin alas

    -Sobrevuelo en La Mancha

    -Plegaria

    -Solicitada final

    Antonio Rojas

    -Tindete a mi lado

    -Escritos una tarde

    -Pudo haber nacido

    -Epigrama

    Silvia Rzsa Flores

    -Tan solo

    -Homenaje

    -Oasis

    -Reflexin

    Carlos Saavedra Weise

    -Cuando Corten

    -Jaikus

    Roxana Selum

    -y me estremec toda

    -Siente

    -No digas nada,

    -Sola

    Elas Serrano

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    -A orillas del ro

    -En la ventana

    -Quise

    -Cuando me miro

    Paola Senseve

    -Dios es naturaleza

    -Transgredir

    -Borges

    -Un hombre en mi cabeza

    Pedro Shimose

    -Moxitania

    -Riberalta

    -Tiwanaku

    -Ramn Beyuma

    Kathia Simon

    -Delirium tremens

    -Eptome

    -Limpieza

    -Esencia de oruga/ ser mariposa

    Luis Assad Simon

    -I

    -El sembrador

    -Poema 19

    -La llanura

    Nicomedes Surez Araz

    -Carta a la amnesia n2 2.089

    -Orqudeas amaznicas

    -Pierna silvestre

    -Salsa de aj

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    Gigia Talarico

    -Como ella

    -Suicida

    -Julio

    -Ro

    Camila Toribio

    -Veinticuatrosiete

    -Conciencia

    -Quin?

    -El ltimo naipe

    Claudia Cecilia Vaca Flores

    -Silente

    -Aguas

    -Futuro

    -Embalsamar

    Fanthy Velarde

    -Y me llevo todo

    -Esto ser todo?

    -Maana

    -Carta

    Jos Villar Surez

    -Jaikus

    Emma Villazn Richter

    -Solicitud

    -Aqu, escuchen

    -Seda

    -Propiedad

    Los poetas

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    Bibliografa

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    Presentacin

    Mejor pues que renuncie quien no pueda unir a su horizonte

    la subjetividad de su poca".

    J. Lacan. Escritos 1 (1953)

    Existe la poesa amaznica boliviana?, se pregunta a mitad de camino Homero

    Carvalho en el ensayo que antecede a esta antologa de poesa, mientras reflexiona sobre

    la esencia del discurso literario de una regin que estara albergando un otro hacer

    potico. Y a lo largo de introduccin, justifica desde un marco temporal y conceptual,

    por qu es posible pensar esta nueva geografa literaria, a partir de una reestructuracin

    social, (tras el ao1952) y de los efectos producidos en todos los mbitos de la cultura,

    por este hito poltico y social.

    La configuracin de un territorio literario no es, sin duda alguna, tarea sencilla. No se

    trata simplemente una seleccin responsable y consciente de escritores, obras, gneros,

    etc. a partir de un criterio previamente elegido. Tampoco se trata de una eleccin que

    haga eco de una eventual demanda individual, o institucional, como es el caso. Es ms

    bien, una construccin conceptual y terica, que como tal se apoya en un andamiaje

    constituido antes que nada por la percepcin sensible del antlogo, as como por los

    dems factores externos por l mencionados. A saber, esta seleccin es posible, pues los

    escritores elegidos y sus textos, se inscriben en una cultura que est definida tanto por

    la cosmovisin como por el lenguaje de las etnias que la habitan, () una manera de

    pensar y de sentir el universo y la vida, que esta se expresa en la mitologa, en la

    msica, en las tradiciones orales, en las costumbres, en el lenguaje comn y, por

    supuesto en la literatura, estamos hablando tambin de lo lingstico, con un acento

    peculiar que posee giros gramaticales propios y el lenguaje espaol enriquecido por

    palabras y trminos de las numerosas etnias que poblaron y pueblan esta regin,

    podemos concluir que s existe una poesa amaznica y una poesa que se escribe desde

    esta regin, porque existen autores nacidos en la Amazona Boliviana y otros que han

    decidido vivir en esta regin o escriben sobre ella (H. C. O). Queda claro, como all

    mismo se explica, la Amazona misma, no es per se temtica obligada.

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    Y si bien el espectro de autores es de una amplitud remarcable, ya por la trayectoria que

    algunos tienen, ya por la juventud y la frescura de otro/as (adems de la intrnseca

    variedad temtica y estilstica del grupo que constituyen) este sentir el universo los

    vincula para conformar un gran fresco potico. As, tenemos a scar Barbery, muy

    brevemente, nos ofrece su mirada de la luna, esa luna tantas veces descrita y

    homenajeada en la tradicin local, esa luna tan propia del tunante como del poeta,

    luna-moneda en el breve poema homnimo.

    En esta antologa, Homero Carvalho Oliva prescinde de los lmites geopolticos

    trazados por la historia de nuestros pases y con los que hemos construido nuestro

    sentido de pertenencia regional y nacional, y de pertenencia a un momento histrico.

    Lmites con los que se han elaborado varias decenas de anteriores antologas literarias,

    que, con frecuencia coinciden o incluso refrendan, los antes mencionados linderos

    regionales. Aqu se desafa al lector a encontrar en s mismo una nueva subjetividad

    regional con el fin de apreciar de una manera distinta la realidad literaria. Homero

    Carvalho concilia las diferencias que estas limitaciones impusieron a anteriores trabajos,

    tiene un claro espritu incluyente, pretende exponer el sentimiento al igual que la

    tcnica, la emocin al igual que el saber literario, rene al nacido en estas tierras con el

    llegado y aquerenciado. No es solo Santa Cruz, Beni, Pando la querencia que

    encant a propios y extraos. Toda la selva y sus ros, montes, llanuras, lluvias y

    humedad, acogen a este gran grupo de poetas. Empieza la noche a levantarse, de

    Pablo Carbone, es otra muestra de lo afirmado por nosotros, poeta en cuyos textos la

    mujer, la pasin, y la escritura se funden en un solo gesto. Toda la selva y sus llanuras,

    en la que se incrustaron pequeos pueblos, es la que aparece entre lneas en A Santa

    Cruz en un da cualquiera de Ruber Carvalho.

    La Amazona, en palabras del autor, es ese mtico espacio donde los ros eran potros

    domados, imagen que habla por s sola. Y an son el aire que respiran todos, por eso

    dice Ruber Carvalho Si vas a llevarte el aire/ a m que me quede el ro / Es

    tambin tierra de duendes, an los que desandan sus calles de arena/ y la ubicua pena

    de las chicharras/se hace infinita como la misma arena. La Amazona se disuelve cual

    sus ros.. tambin en los pueblos de frontera de los que nos habla Anbal Crespo Ross

    (Luz y sombra vacilan).

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    Gran homenaje a esta tierra, el que se hace en la presente seleccin de versos. Y un gran

    presente para todos los lectores.

    Claudia Bowles Olhagaray

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    Poesa Amaznica

    Ramn Rocha Monroy

    El inolvidable Augusto Cspedes escribi con sorna sobre un literato boliviano

    por ejercer la crtica aduanera, un sesgo frecuente en los programas de estmulo

    a la lectura. Me imagino que es como ser guardia aduanero, detener una flota e

    investigar cuntos pasajeros lleva, de qu edades y condiciones y a quin

    corresponde la carga del buzn. Los informes de lectura se parecen a eso, porque

    tienden a analizar hasta el asco y diseccionar una obra sin haber apreciado sus

    ritmos secretos, sus rumores, sus simetras, sus apelaciones e influencias; en

    suma, ese ro rumoroso que es toda buena obra literaria.

    Tengo entre manos el libro Los tres cielos. Antologa de la Poesa Amaznica de

    Bolivia, de Homero Carvalho Oliva (Ed. 3600-Gente Comn, 2013) y lo primero

    que veo es el ndice, y ms an, la pequea biografa de cada autor, y la

    advertencia de que se trata de 50 pasajeros que van en un bus amaznico, cuyas

    edades podemos dividir entre tres, incluso entre cuatro generaciones: los nacidos

    en los aos 50, 60, 70 y 80. Entre ellos encuentro voces amigas, varones y

    mujeres muy queridos que habitan la Amazona o escriben sobre ella, y tienen en

    comn decir y nombrar el agua, ya sea en los ros inmensos que corren por el

    campo, o en esos ros urbanos, hechos de calles y avenidas, pero sobre todo de

    gente con un emprendimiento, un problema, una urgencia o nada que hacer en el

    corazn y en la mente.

    Me asombro tanto como el antologador al descubrir, l desde adentro, yo desde

    afuera, que hay una poesa amaznica, y que la cifra que la nombra es el agua,

    quiz la raz de todo ejercicio literario, de la vida misma, donde todo fluye y pasa

    y no se repite y dura lo que una onda entre las aguas rumorosas. Los conceptos

    no son mos, son de mi viejo amigo Homero, el antologador amaznico y

    universal, que oye los maravillosos mitos y leyendas de casi treinta pueblos

    indgenas de la regin, pero tambin las voces de las nuevas generaciones, atentas

    a los ros urbanos que son en cierta medida rurales pero avasalladoramente

    modernos, y por eso hablan del mundo interior, del cuerpo, del amor, de los

    sueos, en un registro pleno de alardes, invenciones y bsquedas estticas para

    nombrar las cosas que los abuelos poetas ni sospechaban que existieran. Y lo hace

    no solo prestando odo al rumor clido de la vida sino contra la anticultura del

    narcotrfico, que quiere apoderarse del paisaje y de la gente y destruir ambos con

    su sed de riqueza depredadora y destructiva.

    Haber entendido que existe ese elemento comn, ese elemento-imagen en esos

    hombres y mujeres de palabras es un mrito enorme para Homero Carvalho, pues

    con l est consiguiendo situarse en el mundo, saber qu es, a qu movimiento

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    pertenece y qu cosmovisin lo conmueve, cosa nada fcil para los poetas

    especialmente urbanos de todos los tiempos. Porque es relativamente fcil

    adscribirse al modernismo, al surrealismo, al concretismo, al ultrasmo, al

    posmodernismo y morir en el intento; en cambio, qu difcil es lo otro, que es

    una apuesta de vida y una huella que no desemboca en el olvido.

    Esta antologa sella el esfuerzo de varias generaciones de poetas del Oriente

    boliviano (Shimose), que pugn y seguir pugnando por hacer or su voz en un

    mundo plagado por voces andinas, cultura andina, bandas de msica andinas,

    morenada andina, ritos andinos, excesos que, como la papa transgnica, no

    permiten la existencia de las especies domsticas: el carnaval, el taquirari, la

    chobena, la cueca, el huayo, el chuntunqui, el bailecito, la poesa empobrecida

    que antes podas encontrar en las fiestas populares. As del viejo Ambrosio

    Garca, del entraable Roger Becerra, del recordado Ral Otero Reiche, de Pedro

    Shimose, Premio Nacional de Cultura, de Nicomedes Surez, del viejo amigo

    Ruber Carvalho llegamos a nuestros das con la vigorosa aparicin de nuevos

    poetas varones y mujeres, a quienes la antologa les da una identidad vasta y

    nica en el mundo: su condicin amaznica que trasciende nuestras fronteras.

    Homero encuentra ros y cauces nuevos, cunto ms para un observador externo,

    como este humilde servidor, que ama y respeta una tierra vasta, un lenguaje

    innombrable, un humor y una gracia amaznica que lo asombran. Pero acaso el

    mrito mayor de Homero sea considerar los cuatro poemas representativos de

    cada poeta antologado como puentes para llegar a su obra y conocerlos con

    inters, curiosidad y cario.

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    Prlogo

    Y el ro remonta su curso, repliega sus velas, recoge sus imgenes

    y se interna en s mismo. El ro, Octavio Paz

    Hace un par de aos, una fundacin me encarg hacer una antologa de la poesa

    amaznica, yo cumpl con el afn y la entregu a su debido tiempo; sin embargo el

    proyecto de edicin qued en el limbo durante varios meses sin que yo tenga noticias

    certeras de su publicacin, as que por respeto a los autores que me honraron con su

    confianza cedindome sus poemas para ser incluidos en la obra, decid publicarla con el

    apoyo de Editorial Gente Comn 3600.

    El compromiso era realizar una seleccin de poesa amaznica de 1952 al presente ao

    y segn el encargo original cuid de incluir a poetas que nacidos o que estn viviendo

    en los departamentos amaznicos estn, en la actualidad, poetizando desde un nuevo

    lenguaje. En la primera edicin fui fiel a los compromisos con la fundacin que me

    encarg el trabajo, ahora estoy liberado de ellos y les present una antologa revisada,

    ampliada y actualizada con poetas que han publicado poemarios a la fecha. En esta

    versin incluyo al gran poeta Eugen Gomringer, nacido en Cachuela Esperanza, Beni,

    creador de la Poesa concreta, una tendencia que cre toda una escuela y que posee

    magnficos seguidores. Se podra afirmar que Gomringer, de padre suizo y madre

    boliviana, es el poeta boliviano ms famoso en el mundo aunque muy pocos sepan que

    naci en un pequeo pueblito de la Amazona Boliviana en pleno auge de la goma.

    Sabemos que toda antologa es arbitraria porque tiene que regirse por criterios

    predeterminados: edad, regin, nacionalidad, pertenencia y otros. En esta, en particular,

    se trata de incluir a poetas que han nacido o que estn viviendo en la extensa regin

    amaznica de Bolivia que abarca ms de dos tercios del territorio nacional y forma

    parte, a travs de sus afluentes, de la cuenca mayor del Ro Amazonas o Ro de las

    Amazonas nombrado as por Francisco de Orellana en homenaje a las mujeres guerreras

    que encontraron en su expedicin. En este espacio socio-geogrfico se encuentran los

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    departamentos de Beni y de Pando en su integridad; as como una buena porcin de

    Santa Cruz; sin embargo el imaginario literario cruceo est marcado por lo amaznico

    como se puede apreciar en la poesa de Ral Otero Reiche, el gran poeta de la selva,

    cuya poesa es sugestiva y evocadora del mundo amaznico. No he incluido a La Paz

    que, tambin, posee provincias en esta cuenca hidrogrfica, porque creemos que su

    cosmovisin y su espritu son ms andinos. As, tambin, he incluido a algunos poetas

    que, viviendo en otras regiones, han dedicado su obra potica o parte de ella al

    imaginario amaznico. Tampoco he incluido a los hermosos cantos, mitos o leyendas de

    los cerca de treinta pueblos indgenas que habitan esta regin, porque forman parte de la

    tradicin oral y merecen un estudio especial.

    El poeta pandino Ramn Campos Tibi falleci cuando esta antologa ya estaba

    concluida, as que como un homenaje pstumo, decidimos hacer una excepcin y

    mantener sus poemas en la seleccin.

    Considero necesario hacer estas aclaraciones, para delimitar los alcances de la antologa

    y, as, evitar malos entendidos o ciertas ausencias. Tambin quiero dejar en claro que se

    trata de una seleccin de poesa de la Amazona Boliviana y no, necesariamente, de

    tema amaznico, as como tambin de poetas que estn escribiendo en la actualidad.

    Esta es un antologa incluyente, porque como se ver, en ella hay escritores bolivianos,

    nacidos en los departamentos amaznicos de Beni, Pando y Santa Cruz, as como

    autores nacidos en La Paz, Cochabamba, Tarija y Chuquisaca y, tambin, poetas

    nacidos en otros pases como Chile y Argentina.

    La motivacin que me llev a compilar estos poemas, adems del encargo oficial, fue la

    de mostrar y difundir la produccin potica de esta regin, en un momento histrico

    importante para nuestro pas en el que la literatura boliviana, como nunca antes, se est

    mirando a s misma. Nos estamos leyendo a nosotros mismos con ojos crticos, pero

    tambin con asombro.

    Decid ser ecunime con los seleccionados y mostrar cuatro poemas por autor, buscando

    que sean representativos de su obra, as como que se ajusten a los objetivos de la

    antologa. He incluido a autores de vasta trayectoria, reconocidos nacional e

    internacionalmente, as como a aquellos que se estn dando a conocer. Esta compilacin

    pretende convertirse en una provocacin para que el lector desembarque en las libreras

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    o en las bibliotecas buscando las obras de los autores incluidos. As mismo, la

    presentacin de los poetas se realiza por orden alfabtico.

    Ahora, bien, existe la poesa amaznica boliviana? Si tenemos en cuenta que no

    solamente hablamos de un espacio sociogeogrfico determinado, en el que existe una

    cultura que est definida tanto por la cosmovisin como por el lenguaje de las etnias que

    la habitan, que han fijado una manera de pensar y de sentir el universo y la vida y que

    esta se expresa en la mitologa, en la msica, en las tradiciones orales, en las

    costumbres, en el lenguaje comn y, por supuesto, en la literatura, estamos hablando

    tambin de lo lingstico, con un acento peculiar que posee giros gramaticales propios y

    el lenguaje espaol enriquecido por palabras y trminos de las numerosas etnias que

    poblaron y pueblan esta regin, podemos concluir que s existe una poesa amaznica y

    una poesa que se escribe desde esta regin, porque existen autores nacidos en la

    Amazona Boliviana y otros que han decidido vivir en esta regin o escriben sobre ella.

    A propsito de la literatura amaznica en general, el escritor cubano Juan Nicols

    Padrn, al referirse al libro de Amazona: el ro tiene voces de la escritora chilena Ana

    Pizarro, Premio de ensayo Ezequiel Martnez Estrada de la Casa de las Amricas en

    2011, un texto importante para los estudios de la regin amaznica como otro ms de

    los centros culturales americanos, con la caracterstica de no tener centro porque se trata

    de una diversidad diversa, seala: Desvanecido el sueo amaznico se potenciaron

    los discursos de la frustracin, otra vez las antinomias de paraso e infierno convivieron,

    ahora para encontrarse entre la utopa y el fracaso, el encantamiento y el engao, el

    deslumbramiento y el horror. Avanzado el siglo XX la modernizacin signific el

    acercamiento de las transnacionales para la explotacin del petrleo, la energa

    hidrulica y la industria maderera. La construccin de carreteras e hidroelctricas, la

    explotacin de minas de oro, el cultivo de yerbas aromticas, y especialmente la

    arrasadora anticultura del narcotrfico, con su comercio y trfico ilegal de armas,

    contrabando y robo de automviles, y el crimen, incluido el ecolgico, caracterizan una

    parte de los intereses actuales de esta zona, poseedora de una cultura con imaginarios

    diferenciados y una diversidad expresada por la voz de sus propios habitantes. Una de

    estas manifestaciones es la esttica ilustrada de las ciudades implantadas en la

    Amazona y que se relacionan directamente con la selva y el agua. Algunos de sus

    discursos se ejemplifican en la obra del poeta y dramaturgo Joo de Jess Paes Loureiro

    y el msico Waldemar Enrique, el poeta de Iquitos Csar Calvo o el de Manaos, Thiago

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    de Melo; los escritores bolivianos Nicomedes Surez-Araz y Homero Carvalho; la

    narrativa de los brasileos Mrio de Andrade, Antonio Callado, Dalcidio Jurandir,

    Milton Hatoum, Ferreira de Castro, Bernardo Carvalho, Mrcio Souza o la poesa de

    Ral Bopp; el clsico narrador colombiano Jos Eustasio Rivera o William Ospina; el

    tambin clsico novelista venezolano Rmulo Gallegos o Jos Balza, y hasta el

    argentino Eduardo Sguiglia, entre otros.

    Como toda actividad artstica, la poesa evoluciona con un movimiento interior en

    permanente contradiccin. La poeta Olga Orozco seala que la poesa puede

    presentarse al lector bajo la apariencia de muchas encarnaciones diferentes, combinadas,

    antagnicas, simultneas o totalmente aisladas. De acuerdo con las pocas, los gneros,

    las tendencias, puede ser, por ejemplo, una dama oprimida por la armadura de rgidos

    preceptos, una bailarina de caja de msica que repite su giro gracioso y restringido, una

    pitonisa que recibe el dictado del orculo y descifra las seales del porvenir, una reina

    de las nieves con su regazo colmado de cristales casi algebraicos, una criatura alucinada

    con la cabeza sumergida en una nube de insectos zumbadores, una seora que riega las

    humildes plantas de un reducido jardn, una herona que canta en medio de la hoguera,

    un pjaro que huye, una boca cerrada y coincidimos plenamente con ella, pues en esta

    seleccin vern muchos ejemplos de lo que afirma la poeta argentina.

    Antes de la Revolucin Nacional de 1952 la poesa boliviana empez a navegar por

    cauces diferentes a los de la rima y el metro; los poetas usaron el verso libre para

    expresar su lenguaje potico y hablar del ser humano y de los hechos cotidianos,

    incorporndose a las corrientes universales que caracterizaran a la segunda mitad del

    siglo veinte, como el surrealismo, las vanguardias, la poesa social y la concreta, entre

    otras.

    La Revolucin Nacional, la presencia y posterior ausencia del Che Guevara, las

    dictaduras militares y la actual democracia recuperada con mucho sacrificio,

    contribuyeron, sin duda alguna, a la renovacin potica, porque los poetas son parte de

    una sociedad que los hace en s misma. En este proceso surgieron nuevas corrientes que,

    al igual que en el resto del mundo, reflejan los problemas sociales, polticos,

    econmicos y culturales y, ahora en Bolivia, hay muchos registros poticos, todos ellos

    intensos y vastos; entre ellos la renovacin de una poesa de tendencia indigenista que,

  • 23

    en el pasado, tuvo destacados poetas nacionales como Jess Lara, pero que no se haba

    dado en la poesa escrita en la regin amaznica.

    En esta muestra hay poetas que son herederos de la tradicin potica del cruceo Ral

    Otero Reiche y de los benianos Hormando Ortiz Chvez y Horacio Rivero Egez; as

    como del paceo Jaime Senz y, por supuesto, de la tradicin literaria de los grandes

    poetas de lengua hispana y de otros idiomas. Ahora, en el tercer milenio, estamos en un

    mundo globalizado y las influencias son mltiples, porque se puede leer a un poeta

    rabe, a un japons o un caribeo con solo buscarlo en la Web.

    Eleg titular a esta antologa Los tres cielos, porque, en la cosmovisin de algunos

    pueblos amaznicos, existe la creencia de que la vida se desarrolla en tres niveles

    metafsicos, tambin llamados los tres bosques. Tres planos que se repiten en muchas

    otras culturas y que equivalen al cielo mismo, a la tierra que pisamos y al submundo.

    Niveles que tambin pueden ser interpretados como lo divino, lo humano y lo interior.

    Los poetas escriben desde esos tres niveles arriesgando en sus palabras su interpretacin

    de lo espiritual, de lo cotidiano y de su interior.

    Por eso, tambin, eleg la estrofa de Octavio Paz, como epgrafe propiciatorio para la

    celebracin de esta obra que intenta mostrar las creaciones de poetas que escriben en y

    desde la regin amaznica de Bolivia, porque en la imagen del ro se incluyen los tres

    cielos. Adems, el ro, como el agua, es una de las imgenes recurrentes en los poetas de

    esta regin, no por nada la Amazona es la mayor reserva de agua dulce del mundo. El

    Rio Amazonas es una presencia espiritual mitolgica que ampara todo el territorio.

    Seleccionando los poemas me di cuenta de que el ro es un importante elemento comn

    de pertenencia al territorio amaznico, a un imaginario potico, elemento-imagen que se

    da tanto en Ambrosio Garca, el poeta de mayor edad, como en Benjamn Chvez, uno

    de los ms jvenes, que, paradjicamente, ha vivido la mayor parte de su vida en Oruro

    y La Paz; pero que nos ratifica en nuestra intencin seleccionadora. Es Benjamn quien

    afirma: Ms que agua, pienso, mi ro, / el que hered, / arrastra palabras, / sirenas que

    cruzan, / barullo de marineros, / canciones.

    La mayora de estos hombres y mujeres de palabras, que he seleccionado, tienen

    marcada una relacin especial con el agua, con los ros, lagunas y caadas y algunos de

    sus versos, ms emblemticos, estn escritos con el color de sus aguas. Tal vez la poesa

  • 24

    sea la verdadera patria de las aguas al decir de Thiago de Mello, poeta amaznico

    brasileo que nos hermana en las palabras, porque los poetas tienen la vocacin del

    agua, siempre fluyendo a los mares de palabras para no estancarse en el camino.

    Pocos poetas amaznicos, nacidos o que han decido vivir en esta regin, han podido

    escapar a la poderosa influencia de nuestro paisaje, puede ser que escribamos sobre

    otras realidades, sobre otras regiones, pero cuando lo hacemos nos domina el verde, la

    selva y, por supuesto, el agua. Es como si todo lo que escribisemos, lo hicisemos con

    la tinta de los ros que llevamos adentro.

    Dejen que les recuerde que la vida pasa todos los das y nosotros somos apenas una

    onda, una diminuta ola que acaba en la orilla de uno de los ros nominados por los

    poetas. Esos ros como el Sena que era para Ungaretti, el ro de la conciencia del mundo

    o el Serchio (un ro de la Toscana) el de la memoria y el Nilo el de la formacin y de la

    primera intuicin de la vida o el Leteo, el ro del olvido, inventado por el hombre para

    que podamos vivir sin tener que llevar nuestro pasado a cuestas.

    Como toda corriente de agua, hay poemas que pueden no ser definitivos, especialmente

    los de los ms jvenes cuya obra est en construccin permanente y puede que maana

    nos sorprendan con otros poemas. Leyendo algunos de los poemas el lector imaginar

    que nosotros mismos somos un "ro de pie" como dira el gran poeta cruceo Ral Otero

    Reiche y se sumergir en los poemas como si fueran los ros que corren por sus venas.

    El ro, al decir del poeta argentino Csar Bisso, es un testimonio de eternidad, un andar

    que no cesa como el poema mismo. Debemos volver a la vieja idea del ro como centro

    de uno mismo dice Bisso. El ro anda dentro de s, con la libertad de quien nada

    demanda. El poema tambin navega por dentro de su propio silencio, pero ningn poeta

    duda de que el silencio es el gran poema que desea escribir.

    Y en silencio, vamos abubuya, dejndonos llevar por la corriente

    Si algo percibimos de nuestros poetas, es que los ros, adems de ser la metfora del

    pensamiento, son la vida misma, real y cotidiana, son hechos, son palabras, son la

    madre que nos trajo al mundo. Por eso los presentimos, como Pedro Shimose,

    afirmando: y el ro/ cuando no era ms que una gota suspendida en el aire. Al

    mencionar a Shimose no puede dejar de recordar su antologa Poetas del Oriente

    Boliviano que sirvi de inspiracin a este trabajo.

    http://es.wikipedia.org/wiki/Toscanahttp://es.wikipedia.org/wiki/Nilo
  • 25

    Nadie que conozca nuestra regin y lea un poema sobre el ro podr dudar de que se

    trate de un poeta nacido o criado en estas tierras. El poeta comparte su relacin, su

    cosmovisin y la proyecta en los versos ldicos, salvajes, sensuales, erticos que

    escribe.

    En una relacin ertica el agua nos posee y nosotros poseemos el agua, el agua es

    nuestra amante. La deseamos ansiosamente para aliviar la sed, la necesitamos para

    refrescar nuestra humanidad, para lavar nuestros cuerpos de la transpiracin: agua

    externa frente a agua interna. Cuando amamos la sublimacin es lquida, el beso, los

    cuerpos sudorosos, el arrebato sexual; somos ros fluyendo hacia el mar que no es otra

    cosa que el otro. Tal como lo expresa Gigia Talarico: Hoy navegan/ Efmeras

    memorias/ a destiempo/ en este cuerpo/ que es ro/ que es ruido/ que es anhelo o

    Roxana Selum en su poema No digas nada: Ro turbio como el Mamor/ Mi ancho mi

    caudaloso, mi profundo ro-cuerpo mo.

    La sensualidad del agua la sentimos cuando leemos a Nicomedes Surez nombrando a

    una mujer que a la orilla del ro lava su ropa/ lava su cuerpo oscuro. Esta sensualidad,

    rozando el erotismo, est presente en los poemas en Roxana Selum, Rosario Aquim y

    Edson Hurtado, quienes liberan el deseo en la poesa que las consume.

    La relacin ser humano/ro ro/ser se vuelve metfora en un poema de Ruber Carvalho

    que al igual que todos los poetas amaznicos han hecho del ro la raz de agua de sus

    creaciones y le pide a la amada: Si vas a llevarte el aire/ a m que me quede el ro/ el ro

    donde desagua la llovizna de tus lgrimas.

    Existe entonces en la Amazona un carcter distinto de mirar, de sentir, de nominar, de

    soar y de poetizar el mundo exterior y el interior. Y en cada poeta nuestro ese carcter

    se vuelve particularsimo. En el departamento del Beni, por ejemplo, ese carcter

    potico que nos distingue, que nos identifica, est marcado por las aguas, por la lluvia,

    por las zanjas, por los atajados, por las lagunas, por los arroyos, por los curiches, en fin

    por los ros mismos y en especial por el Mamor, el ro madre, el ro columna vertebral

    de nuestro ser amaznico.

    Sin embargo, no quiere decir que todos los poetas aqu incluidos escriban sobre la selva,

    el agua o los ros, de ninguna manera, pues cada poeta es dueo de su propio orgasmo y

    por tanto de sus palabras y de sus versos. En el territorio amaznico se dan, tambin,

  • 26

    otros elementos comunes, que, como ros van tejiendo la urdimbre de una cuenca

    potica que nos define. Del ao 1952 adelante la poesa se ha ido navegando por varios

    de esos ros. Desde el ro a cuya orilla escriban los poetas de la dcada del cincuenta,

    formando nuestra identidad regional y consolidando una forma de ser, hasta los ros

    urbanos, que son las calles y avenidas o los ros humanos que las recorren, en los que

    los poetas jvenes son atrapados por la urbe, por la ciudad que al hacerse a s misma va

    pariendo a quienes la nominan.

    Trascendiendo la bsqueda de la identidad, ahora, los poetas profundizan en lo

    filosfico y en lo espiritual, as como en lo mundano, apuestan a un nuevo lenguaje y

    construyen su propia e ntima relacin con el espacio y el tiempo. Lo amaznico ya no

    est presente simplemente como un tema, sino como una sntesis cultural, en la que los

    poetas encuentran su diversidad de voces y estilos. Voces y estilos que proyectan una

    nueva forma de pertenencia, una nueva identidad social, poltica y cultural, propias del

    sujeto histrico.

    En Santa Cruz de la Sierra, por ejemplo, el movimiento de la historia ha pasado

    velozmente, en pocas dcadas transit de lo rural a lo urbano. Hoy vivimos y

    sobrevivimos en una ciudad en la que se impone lo moderno como compulsin y

    dependencia, sin dejar an algunos rasgos campesinos o provinciales. Y esas

    contradicciones son expresadas ya por los poetas llamados de la generacin de la dcada

    del ochenta entre los que podemos nombrar, entre otros, a Reymi Ferreira, Antonio

    Rojas y despus de esa dcada a scar Barbery, Gustavo Crdenas, Emma Villazn,

    Alejandra Barbery, scar Gutirrez, Pablo Carbone, herederos del estro potico del

    Ral Otero Reiche que dedic decenas de poemas a la ciudad vieja.

    Otro de los cauces importantes es la que est enraizada en la naturaleza y su relacin

    con el ser humano, a la que se adscriben poetas como Ramn Campos, Homero

    Carvalho y Pablo Cingolani, poeta argentino que ha hecho de la Amazona la taca a la

    que siempre vuelve. Esta poesa posee una gran fuerza espiritual y telrica y est

    emparentada con la de Vito Apshana de Colombia y Humberto Akabal de Guatemala,

    entre otros poetas de Latinoamrica, y se nutre de la naturaleza, de la cosmovisin, de

    los mitos, de la magia y de la vida misma de los pueblos indgenas; la poesa toma

    conciencia de la naturaleza y su proteccin, dotndole a sus poemas de una atmsfera

    ancestral, pero contempornea al mismo tiempo.

  • 27

    La obra de la mayora de los poetas incluidos en esta seleccin ha sido ampliamente

    reconocida y comentada por crticos y literatos nacionales y extranjeros. Por ejemplo,

    para Pedro Shimose, poeta y crtico, la obra de Antonio Rojas y Benjamn Chvez, junto

    a otros poetas, representa, en el panorama de la poesa boliviana contempornea, una

    nueva forma de concebir la poesa y Reymi Ferreira, para el autor del poema Ramn

    Beyuma uno de los poemas que recitbamos en la universidad vendra a ser el

    heredero de la antipoesa de Nicanor Parra.

    Para Csar Chvez Taborga, crtico literario, la poesa de Ruber Carvalho es jubilosa,

    enamorada y sobre todo romntica y lrica y la de Pedro Shimose, lleva muy adentro

    los ingredientes telricos de su paisaje que sustantiva la metfora y la imagen como en

    Ral Otero Reiche y Campero Echaz y esa es, justamente, la poesa de Shimose que

    hemos incorporado a esta muestra, porque a diferencia de otras, nos muestra su sentido

    de pertenencia a una regin.

    Otros de las grandes ros poticos de esta seleccin es, sin duda, el del amor, en esta

    corriente, adems del evidente romanticismo de Ambrosio Garca, Ruber Carvalho y

    Fanthy Velarde, podemos mencionar a la mayora de los poetas incluidos en esta

    seleccin, pero especialmente a Mauro Bertero, Antonio Rojas, Silvia Rzsa, Reymi

    Ferreira, scar Barbery y entre los ms jvenes a Claudia Vaca, todos ellos con ciertas

    tonalidades surrealistas. En esta corriente se integran los jaikus de Jos Villar con una

    autntica carga sensual.

    Y hablando de jaikus, la forma ms breve de la poesa importada desde Japn, en la

    regin existen varios seguidores de Basho, entre los que puedo nombrar, adems de

    Villar Surez, a Sebastin Molina, Arnaldo Meja Mndez cuyo jaikus son

    existencialistas y a Carlos Saavedra cercanos al aforismo.

    La poesa de Gigia Talarico es metafrica, sus versos estn preados de imgenes

    interiores que siempre dicen ms all de lo que est escrito. Fanthy Velarde es un

    hallazgo para esta seleccin, pues es muy huraa para publicar y tuve que recurrir a un

    amigo en comn para conseguir su libro de poemas; como toda poesa es un canto el de

    Velarde es de una avecilla herida sanando las heridas de la vida con el amor de su

    compaero Julio, a quin le canta en diciembre; una poesa intensa y extraamente

    melanclica. As como la de Paura Rodrguez es eminentemente evocadora, plena de

    imgenes interiores y de reminiscencias de la creacin. Claudia Pea escribe desde sus

  • 28

    entraas, su poesa es desgarradoramente femenina, exalta el gnero. La de Gary Daher

    es ms aforstica, encierra algo, un mensaje o carga un misterio. En esta lnea aforstica

    estn tambin los jaikus de Arnaldo Meja y los de Carlos Saavedra. La poesa de

    Germn Lecaro est hecha de imgenes soadas, como un viaje interior. Anbal Crespo

    es un poeta que busca en el verso el cliz de la palabra. ngela Mara Justiniano

    trabaja una poesa ingenua, cariosa, sus poemas parecen pinturas naif y eso la

    distingue del resto de los poetas. Rosse Marie Caballero es tambin romntica y se eleva

    en la bsqueda del verso elegante. Patricia Gutirrez poetiza desde el dolor, como

    guerrera buscando el conjuro para espantar el mal.

    Elas Serrano escribe versos breves y sugerentes. La poesa de Mauro Bertero es sencilla

    pero profundamente romntica. Blanca Elena Paz posee una gran fuerza evocadora y

    lcida. Alejandra Barbery aporta la mirada intimista y cuestionadora de su entorno.

    Paola Senseve apunta elevarse desde su cuerpo-materia a lo espiritual con claras

    referencias literarias. Diferente es la poesa de Ruth Ana Lpez, quien poetiza desde sus

    entraas, desde una visin desencantada del mundo y sus alrededores. Camila Toribio,

    muy joven ella poetiza lo cotidiano que no es lo real, sino lo que imagina. Renzo

    Gismondi escribe parodiando los link del web, apoyado en un sarcasmo demoledor.

    Eduardo Quiller escribe poemas de versos cortos desde lo social y lo poltico, es crtico

    con su entorno y se expresa con irona. Alfredo Rodrguez es un poeta irreverente, tanto

    para el amor como para con las cosas cotidianas.

    Incluimos en esta antologa a lvaro Dez Astete, poeta paceo de padres orientales,

    quien desde su profesin de antroplogo se ocupa militante de la defensa de las etnias

    amaznicas, la poesa de lvaro es extraa y reveladora de profundos mundos

    interiores. Coincido con Alfredo Fressia quien seala que, la poesa de Gabriel Chvez

    Casazola tiene el poder de transfigurar lo que toca, de iluminarlo. Emma Villazn,

    joven poeta con una voz madura, devota de las profundas imgenes interiores, perpleja

    ante el mundo, poetiza lo oscuro, lo que se presiente. La poesa de scar Gutirrez y

    Pablo Carbone exterioriza en el verso lo que ven, el primero la ciudad y el segundo la

    mujer. Entre las ms jvenes de este grupo sea Albanella Chvez, que ha definido su

    estilo con poemas de largo aliento, con una estructura especial y con un lenguaje

    radicalmente transgresor. Otra de las jvenes es Kathia Simon cuya propuesta es

  • 29

    tambin original y diferente, es surrealista y vanguardista, cuyo ritmo proviene del rock.

    Ana Mara Arana, est en la bsqueda del Nirvana y lo refleja en su poesa.

    Volviendo a la pregunta de si existe una poesa amaznica diremos que la pertenencia a

    un lugar es un acto de libertad y, as como existe la poesa, en su sentido ms amplio, en

    un espacio llamado Bolivia, tambin existe una poesa amaznica. Esta antologa es la

    constatacin de esa poesa renovada, autntica y extraordinaria en muchos casos, que se

    ha escrito y se est escribiendo en la actualidad en el territorio amaznico boliviano. En

    la mayora de los casos se trata de una poesa an desconocida hasta por nosotros

    mismos. Parafraseando un verso de Albanella que dice mi nombre es un puente,

    diremos que los nombres de los incluidos en esta muestra potica, son puentes para que

    los lectores puedan llegar a sus libros.

    La primera edicin sali gracias a Editorial Gente Comn 3600, a quienes agradezco

    por su generosidad y quiero agradecer a los amigos que abrieron sus bibliotecas para

    que pueda consultar los libros que me faltaban y as completar la bibliografa. Esta

    segunda edicin ser difundida en digital de manera gratuita para revelar una manera

    diferente de escribir poesa, en un territorio de culturas tan diversas como es Bolivia, en

    un momento histrico tan especial como el que vivimos.

    Homero Carvalho Oliva

    Antologador

  • 30

    Rosario Aquim Chvez

    Me introduje en tu nostalgia

    Me introduje en tu nostalgia,

    deshoj las rosas de tus pechos,

    beb la flor que dorma entre tus piernas,

    me miraste con ojos de ausencia,

    abriste tu cuerpo

    y mi lengua penetr tu misterio,

    sembrando mariposas en tu vientre.

    (De Memorias de la piel, Poetas del Oriente boliviano)

  • 31

    Una

    Una mujer

    toca mis profundidades

    como cuerdas de guitarra,

    roba mis lgrimas para sembrarlas

    en primavera

    y pintar corazones en las estrellas.

    (De Expresin potica del Beni)

  • 32

    Estoy ebria de ti

    Estoy ebria de ti,

    te he bebido hasta el cansancio,

    tragndome la noche

    que se destila en el tiempo.

    Suspendida

    como una luna vagabunda en el vaco,

    mi espritu no encuentra sosiego.

    Barco sin horizonte

    en el mar de los sueos,

    mis fantasas no imaginan puertos.

    No te has ido

    y ya siento tu ausencia.

    Mil fantasmas congelan mis huesos

    la soledad vuelve a habitarme,

    el silencio me sepulta en su estremecimiento.

    Y qu de tus besos?

    De tu sabor a mangos verdes, de tu olor a jazmines,

    de tu cuerpo derretido en mis labios?

    No te has ido

    y ya siento esta selva sin aves,

    tu nombre en el aire

  • 33

    circula sin sentido.

    (De Expresin potica del Beni)

  • 34

    Recuerdo

    Este anaranjado atardecer

    de garzas soadoras,

    de ros,

    de riberas rojas,

    de races,

    de memoria.

    Del tiempo que no olvida,

    del ansia que retorna,

    del alma que cabalga

    en busca de s misma.

    Mientras los perros allan

    a los fantasmas,

    los amores se desvanecen.

    Colgada de la noche

    que arrulla su nostalgia,

    sumerg mis pupilas recordndote.

    (De Expresin potica del Beni)

  • 35

    Ana Mara Arana

    Lades

    Brumas tenebrosas coronan mi frente,

    soberanos ensueos develan misterios,

    tras el pilago azul de una mirada profunda

    se sumerge voltil el soplo del viento.

    Despiertan hambrientos habitantes del orbe,

    errabundas constelaciones de geometras ignoradas,

    y en la cenagosa oscuridad de mi alma

    sofocantes perfumes conservan su aroma infinito.

    Del ocano gris se levantan estatuas de arena,

    el silencio bate sus alas sembrando sonidos de muerte,

    el eco de voces inmortales reverbera en mis odos

    y los lades de la aurora boreal, mi ltima danza acompaan.

    Emigro con alivio hacia tierras ignoradas,

    esperando encontrar en el infinito

    el sonido cncavo de mis versos,

    forastera en las tinieblas, despojada de sentido.

    (De Lenguas de Fuego)

  • 36

    A ella...

    Cuando el silencio toca mi puerta

    me encuentra incitada por el eco furtivo

    de mis desdichados recuerdos.

    Hastiada de la vida, con amargura,

    busco en vano mi descanso.

    Escudrio los pletricos rayos de luna

    y en opresin violenta anuncio a mi corazn

    la llegada de la aurora y su resplandor,

    firme y sin temor arrodillada espero

    ver tu rostro y tus apasionados ojos negros.

    Cruel angustia que debate mi ser

    entre la dicha y el pecado de haberte amado

    desde antes de nacer, con locura y pasin.

    Fugitiva, amada ma. Qu es lo que voy a hacer?

    Acecha mi Dios tras las estrellas,

    en la bveda azul en donde impera.

    Porque Aqu,

    es donde solo tu reinas!

    (De Lenguas de Fuego)

  • 37

    Gaudium

    Hay quien dice que de las lgrimas

    se fabrican las magnnimas estrellas

    y todas las cosas bellas,

    si eso fuera cierto encontraran su razn

    los cerros y los bosques

    las playas y sus mares

    la luna y las tormentas

    los cielos con sus luceros.

    Encontraran la razn de su sin razn

    los colores de las estaciones

    y sus sabores innatos.

    Quin podra pues negarle

    al sufrimiento, a la angustia

    o a la profunda amargura

    un pedacito de alma

    o el alma entera inclusive?

    Si nuestra alma es el crisol de lo bello,

    si nuestras lgrimas iluminan los cielos

    entonces que grandeza!

    somos el hilo divino

    conductor del tejido tragicmico

    que Dios en su melanclica agona traduce.

    (De Lenguas de Fuego)

  • 38

    Velo de Sangre

    Buscando huellas en el camino

    encontr pedazos de nada,

    miembros sueltos que hacan seas,

    agrietadas bocas de besos pestilentes,

    manos que rasgaron mi alma.

    Y de estos miembros

    y de esta nada, forj mi destino.

    De mi camino hice un mundo

    y de mi meta un adis.

    (De Lenguas de Fuego)

  • 39

    Alejandra Barbery

    Imborrable

    Por los que quedaron en espera, Sin velorios. Sin entierros.

    Imborrable,

    la historia de la distancia.

    Tiene rostros,

    desaparecidos,

    de muertos,

    de imagen srdida,

    siniestra.

    Una gota.

    Otra gota.

    Llueve

    ! La desesperanza!

    (De Poemas para Homero)

  • 40

    Instantnea

    Un poco de muerte

    Habita en las sombras.

    Ftil aleteo.

    Dbil.

    Sin luz.

    Sin Dios.

    (De Poemas para Homero)

  • 41

    Era otro siglo

    Era otro siglo.

    Lleno de recuerdos.

    Era la patria,

    Multiplicada:

    Un amor,

    Una bandera.

    Sin mnimos.

    Sin distancias.

    (De Poemas para Homero)

  • 42

    La nave va Verdad

    el dolor sin espera.

    Sin esperanza.

    Volar lejos

    volar.

    Ser piedra.

    Pajarito

    impo,

    enamorado.

    Cazador sin tiempo,

    Buclico,

    Llora,

    Re,

    Llora,

    Desnuda la vida.

    Un s.

    Un no.

    El paraso.

    Haba una vez...

    Un perro.

    Una casa.

    Un gato.

    una fantasa

    De nada.

    De lata.

    Era aire,

    sin cuerpo,

    sin voz.

    Era aire

    (De Poemas para Homero)

  • 43

    scar Barbery Surez

    Me preguntaron

    Me preguntaron

    qu palabras,

    qu frases,

    qu tramas,

    qu conceptos,

    qu temtica,

    qu imgenes,

    qu historias

    has dicho que otros ya

    no las hubieran dicho.

    Call.

    No todos los silencios

    han sido dichos.

    (De Gua de costas)

  • 44

    Te amo tanto

    Te amo tanto que

    cuando yo muera

    un gusano

    soar contigo.

    (De Gua de costas)

  • 45

    La luna

    Alguien ech a la suerte esta moneda

    Que la telaraa de la noche atrapa.

    Soy un mendigo con la mano larga

    Y la luna no cae.

    (De Breve poesa desde Santa Cruz)

  • 46

    La melancola invent la poesa La melancola invent la poesa. Nadie tir cohetes recibiendo ese invento No hubo esa explosin inaugural

    De las navidades y los ao nuevo

    Del gol en la cancha Del vivan los novios Y an sin anuncios rimbombantes

    Yo supe el preciso momento de ese parto

    Qu haca yo mientras tanto?

    Yo estaba con mi gisqui en mi terraza Y no s si lloraba mis lgrimas lunares O si ms bien lloraba mis lgrimas nublares

    Pero escuch el momento del invento Son a un amor quebrado por la daga que le rompi las costillas a Julieta

    Sise como el spid que mat a Cleopatra

    Resopl como Otelo estrangulando a Desdmona

    Al ronquido de Sansn, cuando Dalila

    Al llanto de Narciso salpicndole el reflejo

    A Salomn corriendo tras la virginidad de Saba

    A Eurdice suspirando y la cancin de Orfeo

    Al morirse de Pramo por Susana San Juan

    El amor mo con su gigantez de grillo delirante Sumsese a esa orquesta En donde un amor es todos los amores

    La melancola sabe de eureka? De esa intoxicacin con optimismo?

    No me parece.

  • 47

    Ms bien supongo que vaga, profunda y tristemente

    Hizo el primer poema.

    (Indito)

  • 48

    Mauro Bertero

    En tu voz

    En tu voz vive el canto

    de futuras e inciertas guerras

    y en tus ojos duerme la noche

    de la paz an no conquistada.

    Serte fiel ahora

    es navegar el agua

    que baja de las montaas.

    (De Memorias del encanto)

  • 49

    Si permites

    Si permites que sea la noche

    la que renueve tu costumbre

    de ansiar lo eterno e ignorar lo breve.

    Entonces, deja que sea la luz de luna

    la que te muestre el camino

    hacia el amor que espera.

    (De Memorias del encanto)

  • 50

    Quizs

    Quizs

    me enamor

    de la que quise

    que t fueras.

    (De Memorias del encanto)

  • 51

    Prstame

    Prstame el milagro que se esconde

    en la infinita sombra de tu mirada

    y deja que sea la tmida noche

    aquella que se ocupe de jugar

    con la seda de tu pelo y mis ganas.

    A pesar del siempre escaso tiempo

    y de la luz de estos versos que no callan

    sigues siendo la duea de mi ltima lgrima.

    (De Memorias del encanto)

  • 52

    Rosse Marie Caballero

    La vida mat a la muerte

    Una sola vez muri la muerte

    (ella sigue imperturbable y callada

    en su habitacin ilcita).

    La sal parida por su volcnica boca

    se llev azogada la respiracin del espejo.

    Qu es la vida?

    La viajera de un tren desconocido

    una estacin de frontera

    que espera inconmovible su apertura

    una falla de cartn para la Crem

    o una tora en Zaragoza que danza contra el torero.

    Una quimera clandestina.

    Y qu la muerte?

    Un sepulcro blanco sin ruido permitido

    la tristeza del viento en las montaas

    una languidez sin adjetivo

    o una lengua extranjera incomprendida.

    La enigmtica utopa.

    Ningn secreto es ya secreto

    slo el silencio mudo del silencio.

    La vida vive mientras escribe su poesa.

  • 53

    (De Hojas de Eva )

  • 54

    No quiero escribir

    Ya no quiero escribir.

    Es ms, yo renuncio

    a la dicha de la palabra

    a la ventrlocua tempestad

    del silencio

    y quiero ser tierra

    y barro

    y casa

    y dulce

    (De Hojas de Eva)

    19

    Puso sobre sus hombros

    el hombre su empresa,

    ambos cayeron

    al universo.

    (De Hilo con hilo)

  • 55

    40

    Vease

    sola

    ante el espejo

    no vio su rostro,

    solo una herida.

    (De Hilo con hilo)

  • 56

    Ramn Campos Tibi

    Las tres voces de Arlindo Paruma

    (Fragmento)

    Del Padre

    Mir, hijo, si la vida lo tiene todo,

    el hombre slo tiene que vivirla.

    Y si no sabe vivirla, es como un tronco seco.

    No mirs, acaso, cmo vive la selva?

    No mirs, acaso, cmo baila?

    Pero ya soy como un gajo seco

    que habla con la ayuda del viento.

    Soy como un tronco seco

    botado en este pueblo.

    Soy como un chaco recin quemado,

    sin fuerza de la vida;

    como una ramita que se cae,

    como toda cosa que ya no tiene voz,

    como un pueblo callado

    a la espera de la voz del viento.

    (De Las tres voces de Arlindo Paruma, Poetas del Oriente boliviano)

  • 57

    La casa

    (Fragmento)

    Pies descalzos, barriga grande

    y desnudo el hijo del siringuero

    desde un barranco

    mira un horizonte que no entiende.

    Slo sabe que en su vida

    van y vienen las noches y los das;

    que hace sol y que la lluvia

    viene con las grandes nubes;

    slo sabe si el ro est seco o est lleno;

    si hay carne, yuca y arroz.

    Nada ms en la rutina de este chico

    que en su entraa tiene otro ro,

    otra historia seguramente paralela,

    incolora y dirigida al monte, al castaal,

    donde la castaa y la siringa

    le aseguran la otra rueda del tiempo, pero est,

    seguro que est.

    Cuando la madre, garrote en mano,

    golpea y golpea trapos

    que antes fueron camisas y pantalones.

  • 58

    Cuando el padre,

    trazao en mano,

    yamach a la espalda,

    escopeta al hombro,

    sostiene la tradicin, porque la vida

    en el pahuichi del siringuero

    son estas cosas y mucho ms:

    en el pahuichi est

    el hilo invisible de una historia

    intacta porque es siringuera,

    persistente porque es macha,

    continua porque es humana,

    divina porque existe.

    He ah lo que esconde la distancia:

    San Antonio,

    Fortaleza, Palma Real,

    una existencia contina en el castaal,

    con el siringuero

    respirando la brisa del atardecer,

    en un barranco del Madre de Dios,

    con las manos en alto,

    pero vivo, persistente,

    leal.

    (De Despus de la distancia, Poetas del Oriente boliviano)

  • 59

    Tercera elega (Fragmentos) IV Entonces ocurri. Desde el cielo cobijeo el celeste claro fue cediendo a las sombras de una muerte que vena galopante. Como siempre, nadie saba que iba a derramarse sangre joven en lucha desigual. La tierra del camba siringuero se iba a derrumbar. Nadie saba dnde ni a qu hora, / ni cmo iba a suceder. Se fueron enmudeciendo los rboles porque el viento dej de correr; se cerraron los patios, las puertas y las ventanas de las casas. Nadie saba nada de nada. Cuando el silencio, cuando la mudez y el dolor callaron;

  • 60

    cuando las mujeres y los nios se echaron a llorar, los hombres sintieron la presencia de la muerte. El universo se sinti indefenso y del silencio se pas a los llantos de todo ser viviente. La muerte estaba con Vanesa en la avenida principal de un pueblo orgulloso de ser joven, herido en la belleza de una muchacha definitivamente humana, porque la muerte le pertenece a cada uno y el hombre se amarra a la esperanza para ser recordado, para no morir del todo.

  • 61

    Siringueros (Fragmento) V Las circunstancias de la vida, / a mi edad, deben ser como la luz que ilumina el mundo, como esa luz que, pendiente del centro del universo, no escoge a nadie para iluminarle el camino que gua los pasos del siringuero, viajero inmanente en la Amazona de mi abuelo Arlindo que, a fuerza de aguaceros y golpes de sol, permanece intacto en la historia oculta de la tierra pandina. Probablemente como una sardina que, a sabiendas del Tahuamanu, desciende hasta el Madre de Dios, vigila el Orthon, / pasea por el Abun, regresa al Manuripi y de paso por el Bajo Virtudes, descansa en el Acre, all donde, seguro, Arlindo Paruma le dar otro encargo: la de ser, para siempre, su mensajera de amor.

  • 62

    Estas circunstancias no pueden darse en otra parte: de Pando es la vida en el sayub, la chaisita y el taitet; de Pando es la vida en la mioca, el mandn y el surub; de Pando es la vida en la vida misma del siringuero. No me digan que el tucn se viste de fiesta / en Nueva York! No me digan que el tiluchi labra su casa / en Pars! No me digan que la garza se posa quedamente / en Madrid! No me digan nada! La vida est aqu! aqu canta la vida, aqu permanece por siempre y desde siempre, la vida. La vida no es como un tronco seco parecido a una tumba. La vida no es como un gajo seco parecido al silencio.

  • 63

    Como un viejo abuelo a quien slo le queda el apoyo / de un viejo tronco seco.

  • 64

    Pablo Mauricio Carbone

    Empieza la noche a levantarse Empieza la noche a levantarse Con su delgada brisa amaznica. Descienden mis manos precisas Hacia tu recndito abismo de serpientes Hacia el ltimo lugar del suburbio. Tengo empedradas las colinas de tu cuerpo Como una catedral de silencios, Tengo los ojos marchitos y lejanos Como un reguero de hojas muertas. Sobre la planicie infernal de tu frente He roseado ptalos de sangre, He construido ministerios, He labrado un manojo de delgados Sueos celestes. No puedo continuar de insecto o De tormenta Debo colgar mi manta Sobre tu pecho Antes que la noche caiga en los

  • 65

    Canales de la ausencia afilada Debo de una vez y para siempre Alzar mis lgrimas que hoy Me empujan hacia la muerte.

    (De Embriaguez Nocturna)

  • 66

    Desde el umbral de la agona

    A pesar del luto indomable

    De la glida brisa;

    Todava persiste, bajo tu prtico,

    El arcngel sombro,

    Con su duda taciturna,

    Con su colapso de estrella migratoria.

    Rebelin de la pulpa encendida.

    Noble catapulta milenaria.

    Qu claridad ostentas en el desgarro

    Crepuscular que te encarama, en ese

    Desigual combate de copas y banderas,

    En esa soledad que te vigila,

    Ceremoniosa,

    Caballeresca,

    Desde la ms remota primavera?

    (De Embriaguez Nocturna)

  • 67

    Etrea

    A mi ninfa, por el bro de tus alas

    Yo que anduve marchito e intratable,

    vacilando en la noche rota,

    en la hora ltima de los bares;

    exigiendo la limosna turbia de unos labios,

    el estrpito oscuro de caderas,

    la sonrisa estrecha,

    el follaje insuficiente.

    Yo que anduve subterrneo,

    enfermo de races,

    lamiendo las podridas golondrinas,

    llorando sobre vientres apagados,

    muriendo en las vsceras del insomnio.

    Yo que haba perdido el cielo de un ombligo,

    las piernas redentoras,

    la furia de una nube;

    encontr de pronto

    tu silueta diminuta,

    tus ojos infinitos,

    tu ascenso de tinieblas.

    Y en ese reguero de semillas,

  • 68

    de ofrendas silenciosas,

    de noches confundidas;

    celebr tu brusca tempestad de mariposas.

    Y volv a vivir

    en el banquete subversivo de tus alas.

    (De El Laberinto del Musgo)

  • 69

    Musas inquietas

    Ese locuaz asesino,

    esa hiriente arboleda,

    esa rebelin de faldas

    La noche descorchada,

    la lnea de tu espalda,

    los ojos moribundos.

    Esa fruta sombra,

    esa bestia silente,

    esa caricia felina

    El roco elegante,

    el temblor blanquecino,

    el empeo del himen.

    Turbio recuento impostergable!

    Frgil recodo en la memoria!

    Cundo caers limpio y febril

    de los pasajes de mi boca?

    (De El Laberinto del Musgo)

  • 70

    Gustavo Crdenas Ayad

    Otra infancia

    Ese nio que jugaba

    en el patio

    con algn duende extraviado

    es el mismo

    que ahora

    con todos sus fantasmas

    transita por esta pgina balda

    jugando a esconderse en las palabras.

    (De Las hojas de la madera)

  • 71

    Diferencia

    Las mujeres que am

    son como las palabras:

    diferentes

    como

    dos

    gotas

    de

    agua.

    (De Las hojas de la madera)

  • 72

    Horcn

    Esfinge

    del nada queda

    apurada escultura

    Por un poema sabrs

    que ahora

    ya no cuentas

    en los eternos das

    para apuntar

    los cielos

    que dan sombra.

    (De Lo nuestro, antologa de poesa crucea)

  • 73

    Gnesis

    El primer da

    se cre a s mismo.

    El segundo da

    construy su casa en las palabras.

    El tercer da

    aparecieron los animales

    las vacas y la leche fresca.

    El cuarto da

    sembr

    un extenso jardn de geranios.

    El quinto da

    excav siete mares

    y se multiplicaron los peces.

    El sexto da

    (despus de inventar el cielo y sus luces)

    So con una mujer

    (la mujer de sus sueos)

    El sptimo da

    a manera de descanso

  • 74

    escal el Everest

    all en la altura

    de la altura

    Ley un poema

    de Miguel Hernndez,

    Y

    de sus ojos

    se inaugur la lluvia.

    (De Conversos)

  • 75

    Homero Carvalho Oliva

    Los Reinos Dorados

    (Fragmentos)

    Cuando vivamos

    en los Reinos Dorados

    el mundo no haba nacido an

    exista la vida

    exista la muerte

    pero el mundo no haba nacido an

    Nosotros

    habitantes de la selva

    asistimos al nacimiento

    de ese mundo dorado

    donde todo era nuevo

    donde todo era asombro

    y ante todo estaba el Agua

    el ro

    la lluvia

    El canto de las aves

    el gruido de las bestias

    el zumbido de los insectos

    el leve aleteo de las hojas

  • 76

    iban nominando el mundo

    y nosotros hacamos de bautistas

    Los nombres

    nos eran revelados por

    los espritus protectores de la selva

    Un graznido y naca el cuyabo

    un rugido y apareca el jaguar

    a los rboles los nombramos

    con palabras cifradas y secretas

    ocho les llamamos

    tajibo les llamamos

    un breve oleaje y gritbamos caimn

    un desliz en el follaje y sicur susurrbamos

    con el bello arairiqui nominamos a las estrellas

    Los mismos espritus

    crearon la yuca para que

    inventemos la chicha y el chiv

    Tan joven era todo

    que los de arriba

    nos llamaron musus

    que en la lengua de los inkakuna

    quiere decir tierra nueva

  • 77

    ()

    En los Reinos Dorados

    nacamos con el don del entendimiento

    cada nacin hablaba su propia lengua

    pero todos sabamos que cuando

    alguien deca Amarumayu

    se refera al Ro de las Serpientes

    (De Los Reinos Dorados)

  • 78

    El cazador de sueos

    (Fragmentos)

    51

    Si antes no escribimos poemas fue porque la poesa resida en la naturaleza que

    nos rodeaba y concurra generosamente a los dilogos cotidianos. Ahora

    escribimos porque necesitamos el poema para recordar esa poesa y, es el

    lenguaje, las palabras, las que nos hacen habitarla y nos inventan en el mundo. La

    poesa propicia el encuentro.

    (De El cazador de Sueos)

  • 79

    Herencia

    Para Brisa Estefana, Luis Antonio y Carmen Luca

    No vayan a creer

    en Adn y su manzana

    en los hroes de la historia oficial

    en la solemne Constitucin

    y sus cuentos de Leviatn

    en los pronsticos del fin del mundo

    ni en las lgrimas de los polticos

    cuando hablan de la patria

    la patria no es otra cosa

    que alguien a quien amar

    una ciudad elegida para vivirla

    una cancin que nos convoca

    un paisaje imprescindible

    y los abrazos de sus padres

    y por cierto los nueve meses

    que maduraron cual simiente nuestra

    en el vientre acutico de su madre

    y el amor que se estremeca

    hacindonos balbucear de alegra

    cuando pateaban la luna

    anunciando que pronto naceran

    eso hijos mos y que sepan

  • 80

    que cuando nacieron

    descubrimos que nosotros

    ramos sus herederos.

    (De Inventario Nocturno)

  • 81

    Amazona

    Pude haber nacido

    en otro lado del mundo

    llamarme Ismael

    y navegar en el Pequod

    al mando del capitn Ahab

    surcando los mares del sur

    en busca de la ballena blanca.

    Mis padres quisieron que me llame Homero

    y que naciera en la Amazona

    sueo hmedo y milagro vegetal

    donde los secretos estn bajo

    las races de los altos rboles

    y desde el frutecido olor del sinini

    del cay del motoyo del asa y del achachair

    se pueden sentir los sonidos de la creacin

    donde la selva es an una pgina en blanco

    en la que aparecen Divinidades y animales insurrectos

    donde los ros son los viejos caminos de mi pueblo

    por los que los transcurren sus mticas historias.

    Hace miles de aos

    all en la tierra de los Moxos pas de Enn

    de Candire del Paitit y de los Reinos Dorados

    los ros eran potros domados

  • 82

    sobre los que cabalgbamos la llanura.

    Perdida esa sabidura

    tras la llegada de las aguas salvajes

    que dejaron a las pampas

    como un desierto iluminado,

    hoy los ros atropellan desbocados

    a las naciones de nuestra Amazona.

    Ahora los ros son los hilos

    con los que tejemos nuestros pensamientos

    y cargan el recuerdo de nuestros muertos queridos,

    sobre los que el Sol y la Luna

    son un tembloroso corazn

    preado de abundante vida.

    Todos los aos

    despus de una nueva inundacin

    el agua nos descubre los vestigios

    de la civilizacin que una vez hundi

    y el viento encrespa los castaos

    dejando ver el arcoris como un aleteo de alas.

    All por la llanura amaznica

    y entre la espesa selva

    fluye poderoso el ro madre de todos los ros:

    el Mamor

    tan grande y potente es su rumor

  • 83

    que nos hace olvidar que alguna vez tuvimos mar.

    All donde el agua es el origen del verbo

    solo necesito de una canoa y un remo

    para llegar hasta el playn

    donde me espera mi amada

    desnuda y morena como una gota del ro.

    (De Diario de los caminos)

  • 84

    Ruber Carvalho Urey

    A Santa Cruz un da cualquiera, para que sepan las gaviotas y las lluvias que te amo

    Porque en las tejas coloniales de tus techos nace la flor de pitajaya.

    Porque llegu a tus aleros buscando un vaso de agua para mi sed de peregrino y

    me ofreciste la tinaja repleta de tus ros.

    Porque me diste un pedazo de tierra para desenrollar mi estera de totora movima

    y una sombra para mi descanso.

    Porque tus horcones de madera tallada, los balaustres de tus ventanas antiguas,

    tus calles arenosas, tus patios con aljibes, dejaron impresas sus huellas, para

    siempre, en mis andares.

    Porque en mi portabalayo mojeo guardo la ternura de tu gente, tu cielo

    americano color de mis mares interiores, tu acento y tu sentir en una flor de

    belleza inigualable.

    Porque en tus corredores la tertulia se hizo larga y la merienda fue la pascana

    definitiva de mis sueos trashumantes.

    Porque siento en las manos de tu pueblo el calor amigo con su llaneza sincera y

    transparente.

    Porque acompao tu creer y recojo tu esperanza en la esperanza de mi hija que

    lleva tu horizonte en sus pupilas.

  • 85

    Porque eres pampa y sol, verde y azul, miel de mieles y noche de estrellas con

    guitarras; alma de trasnochador impenitente.

    Porque me gusta el sabor del achachair, la ambaiba y la guayaba, y la espesura

    total del motoyo, tu rbol mgico.

    Porque tu carcajada resuena en el surazo y tu sonrisa se hace un canto universal

    en los rostros de belleza sin par de tus mujeres.

    Porque eres un puerto imaginario; pero un puente real entre los grandes mares de

    la tierra. Aqu se encuentran los cuatro puntos cardinales de la rosa que marca el

    rumbo de los astros y del bohemio vagabundo).

    Porque hablo tu lenguaje y me nombro en tus sonidos.

    Porque habito tus misterios y conozco la pila bautismal de tus orgenes.

    Porque en una losa escondida escribir mi ltimo poema para que sea mi epitafio,

    que seale donde duerma para siempre en el frescor nocturno de tu arena, con

    olor a sal de un mar lejano, recndito y profundo. Slo el mar en este meditar

    mediterrneo.

    Por eso

    porque tu modo de ser es mi costumbre:

    Te amo Santa Cruz!

    (De Ya no me da dolor solo cansancio)

  • 86

    El ro que me dejaron

    Si vas a llevarte el aire

    a m que me quede el ro

    el ro donde desagua la llovizna de tus lgrimas.

    El ro que de bajada

    se convierte en torrentera

    y llegando al mar naufraga en las orillas del alma.

    A m me qued ese ro

    la tarde que robaste

    el ancla que aseguraba la zozobra de tu olvido.

    (De Ya no me da dolor solo cansancio)

  • 87

    Hoy faltaba el mar

    Hoy me doli la mitad derecha de la vida.

    yo solo

    soy la izquierda de la tuya.

    No cruzaste mis umbrales esta tarde

    y no supe el color de tu vestido.

    estabas peregrina y transente

    remontando otros vientos,

    Llenado otros paisajes.

    y aunque tu voz vino dos veces

    agitando mis pulsos

    y haciendo remolinos en mi sangre,

    me doli toda la vida

    Faltaba el aire y el agua en las orillas de mis playas,

    como si de golpe llegaran todas las ausencias.

    Hoy entend que los segundos

    tambin se llaman siglos.

    No tardes tanto amor!

    yo no puedo vivir sin tu sonrisa

    sin la sal de tus mares

    sin la luz que me retrata en tus pupilas

    ..

    Como me doli la vida esa tarde!

  • 88

    (De Ya no me da dolor solo cansancio)

  • 89

    Ya no me da dolor

    Ya somos todo aquello

    contra lo que luchamos hace 20 aos Jos Emilio Pacheco

    Todo cambi, porque cambiamos todo.

    Cambiamos de peso, pelo y rostro,

    la optra de los lentes,

    el corte de la ropa

    y las lecturas.

    Ya son otros los dolos del cine,

    de la poltica y de la juvenil

    protesta libertaria.

    Otros conos adornan los cuartos de los chicos;

    hroes con guitarra, sobre todo.

    Por la puerta abierta,

    por esa misma puerta que cruzamos

    jurando rebeldas

    se fueron 20 o 30 aos

    de tanta ventolera.

    Y se llevaron las cosas que soamos,

    barba y melena, disfraces incluidos.

    Solo qued una foto debajo de la mesa;

    all estamos (todava juntos),

    con nuestros aos mozos

  • 90

    En el muro del fondo, Juan o Roberto, haban escrito:

    Somos futuro.

    Nadie fue mejor ni peor,

    todos iguales

    no pudimos hacer lo que soamos,

    ni quisimos deshacer lo que pudimos

    en todo caso, los peores ya no son

    ni nosotros los mejores:

    la culpa quiz fue de los libros;

    condiciones subjetivas y objetivas

    que no se dieron,

    porque la vida imaginada

    estaba hecho para ngeles:

    la dura, la que se vive sin salario,

    nos la dejaron sin jubilacin,

    ni sueos, ni seguros.

    Pensar que un da fuimos

    todo eso que soamos!

    Libre al fin de prejuicios y dietas ideolgicas,

    solo en la tarde, vanidoso y descredo,

    disfruto de mis gustos, soledad y libertades.

    Ya no voy ni estoy donde no quiero,

    y si quiero me visto, y si quiero me quedo.

    Sigo sin tocar ninguna puerta,

  • 91

    vivo y duermo con ventanas abiertas.

    (De Ya no me da dolorsolo cansancio)

  • 92

    Pablo Cingolani La luna sobre el Bahuaja Sonene He visto a la luna invencible

    alzarse sobre el Bahuaja.

    Hacia oriente, cien mil rubes en flama

    Un mar bermejo y un manto ail

    ilumin los tapires; deslumbrados

    o a los peces cantarla

    He visto a la luna como nunca a ninguna

    tomarse la noche en el Bahuaja

    sus remolinos, sus aguas blancas

    He visto esa luna esa noche

    mientras andaba vagaba

    con rumbo noreste y calma

    Entonces el alma clam

    un espejo cien mil guitarras

    saber que nunca me morira

    De tanto verla de tanta amarla

    a la luna roja, musa que ampara

    La Madre Selva, en el Bahuaja.

    (De Todo por los Tapires)

  • 93

    Puerto Copacabana El humo y la niebla que se devoran las naves de Puerto Copa lo sent en mi piel

    agazapado a punto de robarme todos mis sueos.

    Me buscaba el muy feroz para rellenarme de esa nada estril que puede

    convertirte en lstima. Incluso por vos mismo.

    Todo el cuerpo me temblaba y saba que no eran espejismos.

    Esos barcos de mierda cuanta tragedia cargaron.

    Cuanta energa vuelta patrn, explotacin, desgracia.

    Cuanto indio humillado, cuanta Amazona devastada.

    Cada vez que paso por Puerto Copa, me tienen que atar.

    (De Todo por los Tapires)

  • 94

    Beni Aqu vi crecer el tatuaje del agua

    Las marcas sin huella de la noche

    El silencio que no es nunca silencio

    Aqu estuve asistiendo a una resurreccin

    Que ola a pan y a pez y a norte certero

    Cascabeleando en pelo azabache

    Vi morir la luz mortaja del espanto

    Curada en su propia sal

    Vi nacer un caimn sin dueo

    Mordiendo a gusto el horizonte

    Vi nacer, vi morir

    Y uno habla, habla y se desangra

    Con los amigos, con tanta gente

    Uno espera, espera y se desangra

    Con los amigos, con tanta gente,

    Por tanta luz, por tanto Beni.

    (De Hallazgo de una serpiente)

  • 95

    Fredy He visto slo un hombre alegre

    en el valle del Tambopata.

    Qu ha hecho para ser as?

    Navegar, navegar, navegar.

    Hay ros que recuerdo ms que lluvias

    Hay sonrisas que desmienten todas las amarguras

    Hay veces que quisiera volver a Arco Punco

    slo para abrazarlo entre la espuma

    y entre los cajones y la corriente

    volver a soar, volver a mirar

    la niebla, no el humo de la quema

    y sentir que aunque duela

    la vida es un ro que se merece navegar

    con los ojos bien abiertos, y con el Fredy.

    (De Todo por los Tapires)

  • 96

    Anbal Crespo Ross

    Luz y sombra vacilan,

    y nace la penumbra

    sobre el pueblo de frontera.

    Ya los duendes del ocaso

    desandan sus calles de arena

    y la ubicua pena de las chicharras

    se hace infinita como la misma arena.

    (Una rendija entre las cosas,

    una nfima ranura en el tiempo,

    una distraccin del universo

    No es acaso la memoria?)

    Y que suerte la ma

    - eso que decimos destino, an no exista -,

    qu suerte, digo,

    de retornar a la vieja casona:

    greda y sombra

    los tejados se desploman,

    y reconozco por su aliento

    cada uno de los rboles

    que circundan la tertulia.

    Siento la voz de mi padre;

  • 97

    no est sola como ahora.

    Como ahora,

    cuando la vida cierra un crculo

    cincuenta aos despus,

    ahora que su voz es ausencia

    y su presencia una ofrenda ante la muerte

    (De El Legado)

  • 98

    A partir de ahora

    cuando el trfago del pueblo

    es tan slo un mal recuerdo,

    y a lo lejos,

    en la negrura de la sierra

    hunde sus colmillos

    el ltimos ladrido de los perros,

    de algn modo presiento;

    (aqu dentro

    o ms all de la ventana)

    las cosas suceden para que yo te quiera.

    A partir de ahora,

    cuando el monte se traga

    ese ltimo ladrido;

    la noche de febrero

    es una conjura para que yo te quiera.

    Una conjura de aromas y de besos.

    Para que yo te quiera,

    lo azul sobre lo negro

  • 99

    la noche sobre la sierra.

    Para que yo te quiera,

    los grillos y los sapos

    lo oscuro con lo oscuro

    el silencio con el silencio

    y la piel sobre la piel.

    Para que yo te quiera,

    esta hora

    inevitable,

    cae tambin sobre nosotros.

    (De El Amor Lejos del Mundanal Ruido)

  • 100

    En un espacio de olvido

    entre las tres de la tarde

    y la hmeda lengua de la quebrada,

    borracha de calor

    la arboleda est sentada

    Su melena de pjaros

    se ha ido

    y le resbalan gotas de sol derretido

    de las hojas

    a los gajos

    en la soledad sin tiempo

    del verde santuario olvidado

    las vboras de los bejucos

    serpentean y se hamacan

    de los troncos descubiertos

    al camuflaje de las copas

    en este lugar del mundo

    gracias a Dios, perdido,

    quien tu cintura viera

    fulgurar entre ramas y bejucos,

    del mundo se olvidara,

    del marasmo de la hora

    incluso disfrutara.

  • 101

    Tu cintura, tu cintura,

    quin viera tu cintura esquiva

    entre ramas y bejucos,

    se quedara sin palabras

    y sin pensamientos

    a las tres de la tarde

    y volando

    por la senda oscurecida,

    ese afortunado

    puro instinto sera.

    Y por fin,

    a las tres de la tarde:

    bajo la sombra de la arboleda

    silenciosa

    protegida

    envuelta por la borrachera del follaje,

    te encontrara,

    te encontrara...

    Esperando

    brillando con luz propia

    a las tres de la tarde.

    (De El Amor Lejos del Mundanal Ruido)

  • 102

    Cuando sientas

    el verso

    aproximarse,

    djalo ser

    no lo contengas

    ni lo fuerces.

    El verso

    no puede vivir en cautiverio

    porque lleva en s

    la libertad suprema.

    El verso

    es el verbo del Silencio;

    si esperas

    que llegue

    ceido de laureles

    en majestad y gloria,

    esperas en vano.

    Ojos de tigre

    tendr el verso

    alguna noche;

    mansedumbre de perro

  • 103

    o veneno de hombre

    alguna madrugada.

    El verso

    quizs

    es tu alma

    que quiere huir de ti.

    Quizs,

    -por eso mismo-

    cuando ya ests derrotado,

    el verso

    llegue con su metfora perfecta

    y te d a beber

    el cliz de la Palabra

    (Indito)

  • 104

    Gabriel Chvez Casazola

    Bartimeo suea

    No puedo ver

    mi indigencia como un cayado

    golpea a tientas la roca de la noche

    quiere beber del agua

    que lava la ceniza

    de los ojos del mundo

    entonces

    alguien me arroja un sueo

    pasa un dios

    limpia mis prpados con su saliva

    veo

    todos los ros dividirse

    todas las aguas confluir

    es ms

    me hundo hasta el cuello en el ro primigenio

    y contemplo los manzanares a su orilla

  • 105

    me tiendo en la hierba

    despliego

    un muy precioso mantel blanco que compr all en Esmirna

    vuelvo a comer de la manzana

    veo a Eva llegar

    Eva que baila

    con blancos pies en la maana del ro

    el fulgor me enceguece y

    despierto

    es el veneno de la manzana

    no puedo ver

    busco el cayado

    a mi diestra

    a mi siniestra

    duerme una mujer

    toco su rostro

    tiene la cara del dios

  • 106

    pero est ciega.

    (De El agua iluminada)

  • 107

    Albricias

    A Luca

    Como un don o como la retribucin de un don

    cual una fruta presentada en un ritual simplsimo

    la nia ha entrado en la casa, lo ha

    visto todo con su escuchar,

    todo lo ha odo con su ver y as

    tan atenta al universo

    que acababa de crear

    el primer da

    (en el principio era la tiniebla y el espritu de Dios flotaba dulcemente, en posicin fetal, bajo la faz de las aguas)

    hgase la luz

    ha dicho

    sin apelacin a ningn significante

    y Nos hemos comenzado otra vez a existir

    briznas de su costilla,

    depuesta la flamgera,

    la desnudez desnuda,

    su greda fresca, el jardn

    recin regado.

    (De El agua iluminada)

  • 108

    Una rendija

    Y tomando barro de la acequia

    el nio form cinco pajarillos cuando nadie lo vea.

    Se alis entonces el cabello que le cubra la frente

    tom aire

    sopl suavemente sobre ellos

    y echaron a volar.

    (De El agua iluminada)

  • 109

    Y que a las orillas

    Y que a las orillas del ro de caimanes te caven una tumba

    en la loma ms cercana,

    te conduzcan

    con bronce en el cuello y las orejas

    y los tobillos y un gran ramo de flores amarillas

    escogidas con primor

    por las nbiles

    con suerte orqudea de las islas

    Un ramo

    que cuando encuentren tu cuerpo los arquelogos

    japoneses y alemanes a la orilla

    del gran ro de caimanes

    sea

    la prueba mayor de que tus hijos veneraban a los muertos

    cargando sus rodillas con un peso amarillo

    que no era de oro, no,

    pero que igual venca

    la natural resistencia de los huesos

    al fin y al cabo de tu civilizacin impdicamente ofrecidos

    en arco abierto

    eso del peso de las flores,

    el peso de la belleza en las ancas de la muerte

    Dispuestos ya tus huesos a la carnicera de los futuros

  • 110

    si eso quiere decir algo todava,

    ahora que es entonces y tus manos de nia

    cortan los ptalos de flores amarillas

    y lanzan sus veletas al socaire

    preguntndose en lenguas ya desaparecidas

    me quiere no me quiere

    se preguntaban los antiguos estas cosas?

    mucho

    conocan el amor nuestros antiguos?

    poquito

    o era una enfermedad como la peste, llegada de lontano.

    Ah, cun pesadas las flores

    qu frgiles mis huesos y esta lengua que hoy hablo

    nadie podr escribirla cuando

    cundo?

    Muchacha de los ros enterrada en cul loma

    mucho

    poquito

    mis huesos ya vencidos

    saben que acaso

  • 111

    nada

    (Inscripcin escuchada en una excavacin, lengua desconocida.

    Esta es apenas una versin muy libre

    del aroma que emanan las flores amarillas:

    la cultura a la que perteneci la poseedora de estos restos era grafa).

    (De El agua iluminada)

  • 112

    Albanella Chvez

    etrea

    nunca es posible explicar uno, dos, tres significados completos (toda una vida no bastara). siempre es posible enredar las palabras lo suficiente, para hacer creer que entendimos. No entender es simple, lo ms comn del mundo. Entendemos lo que entendemos y no entendemos lo que no entendemos, se entiende?

    las cebras mueren mientras este primer verso

    se masturba

    corren se revuelven frenticas

    en xtasis absurdo malhabido

    sus nalgas se mueven

    tiemblan

    jadean

    escupen

    las manchas de las paredes observan excitadas

    voyeristas de cal amarilla

    mientras el piso gime con cada estocada

    la lavadora de silencios voltea tu vida

    voltea tu tiempo

    lo engulle y vomita

    las cebras se masturban

    y aqu estamos viendo a los muertos de aquella pocilga

    colgando del perchero

  • 113

    en cualquier caso, antes de todo esto, antes de empezar a asimilar y/o no asimilar los 3564,3 sentidos que podemos encontrarle a lo que vemos o escuchamos, existe algo as como un pre-sentido deambulando por ah, o quiz ms de 1000;

    es eso que a veces llamamos tono de la palabra, entonacin del verso, piel, venas, sangre, deseo, deseo, deseo...

    de entender y de entendernos al mismo tiempo, aunque a veces sabemos antes de empezar que no vamos a entenderlo todo, que no nos vamos a entender del todo, que no vamos a comprender del todo ni a identificar del todo. no podemos vernos en la palabra como un espejo ntido, no es posible. no se trata slo de palabras ni slo de letras ni slo de versos ni slo de quin escribe.

    no podemos vernos ni escucharnos ni leernos. podemos dibujar lneas muertas sobre nuestro cuerpo vivo podemo