Antología micros

15
micros Antología del taller de microrrelato del Cuartel de Artillería (Murcia). Otoño de 2014.

description

Antología de microrrelatos escritos por los alumnos del taller impartido en el centro Cuartel de Artillería de Murcia en otoño de 2014.

Transcript of Antología micros

Page 1: Antología micros

micros

Antología del taller de microrrelato del Cuartel

de Artillería (Murcia). Otoño de 2014.

Page 2: Antología micros

Alumnos:

Cari Blázquez

Cristian Capella

Emilio San

Carmela Morales

Yolanda Pedreño

Tamara Valero

Fernando Noguera

Paco Frutos

ECO (Pseudónimo)

Héctor Tarancón

Paola Vegara

Francisco Gómez

Ana López Santacruz

Profesor:

Basilio Pujante

Page 3: Antología micros

Homenaje a los Monty Python

Hoy me he levantado con ganas de mejorar. La ducha no

lo sabía y se ha estropeado, además, me ha dado la corriente al

tocar el interruptor. De pronto ha sonado el timbre y una voz al

otro lado me dice:

- ¿Es usted donante de hígado?

Y pienso, ¿Para ser donante no hay que estar muerto

primero?

Y ellos: No se preocupe, ¡el orden de los factores no altera

el producto! Y han empezado a matarme.

Así que me he acordado de esa peli de los Monty Python

que dice: “Cuando la vida se ponga difícil, no olvides sonreír y

busca siempre el lado positivo de la vida”.

Y eso hago, sonrío mientras me cortan el esternón con la

cizalla y en mi cabeza resuena el “Always look on the bright

side of life….”

Cari Blázquez

Page 4: Antología micros

El regalo de su vida

El mismo día que nació le compraron un ataúd. Era

grande. Tan grande, que cuando era un bebé, dormía en una

inmensa cuna. Tan espacioso, que durante su infancia,

guardaba allí todos sus juguetes. Hizo de aquel espacio un lugar

donde esconderse, para desaparecer, en su etapa adolescente.

No fue nada casual que, con la locura de la juventud, fuese allí

mismo donde perdiese la virginidad. Cuando se independizó, era

una parte más del ajuar en el centro de su salón. Ya con la

madurez, daba vueltas sobre su alrededor, para observar desde

todos los ángulos cómo pasaban por allí las horas muertas. En

los años restantes, envejeciendo los dos a una quietud forzada,

fue convirtiéndose en un baúl en el que se depositaban los

recuerdos de toda una vida. Con la experiencia adquirida de

alguien que ha vivido tanto, supo el instante justo en el que iba

a morir, y sin más, se introdujo en él.

Ahora, el ataúd, deducía bajo tierra, que él era un cofre. Y

que su función consistía en velar por un valioso tesoro; el regalo

de su vida.

Cristian Capella

Page 5: Antología micros

Siluetas

La noche era lluviosa. De esas noches en las que la lluvia,

lejos de ser evocadora, infunde cierto temor.

Desde el ojo de buey en su camarote del barco, el Capitán

observaba melancólico, los rayos sumergiéndose en el oscuro

océano.

A cada rayo, seguía un trueno, y a este, un grito ahogado,

mezclándose con el golpe de las olas contra el casco del barco.

Y a cada golpe de mar, una silueta... cayendo por la borda.

Para eso sirven los pobres marineros; para matar el

tiempo, las noches de tormenta.

Emilio San

Page 6: Antología micros

Hotel con encanto

Llegué al hotel de madrugada y cogí una habitación para

pasar el fin de semana. Solos yo y Hachi. Una señora mayor nos

acompañó a la habitación con una vela para alumbrarnos.

Cuando leí en la página web que era un hotel muy antiguo no

imaginé que ni siquiera tuviera luz eléctrica. Al llegar a la

puerta, algo captó mi atención, una puertecita al fondo del

pasillo que me atraía, como si algo me llamase, y pese a las

advertencias de la anciana, decidí cambiar de habitación. Por

miedo a la tormenta, Hachi se escondió debajo de la cama

mientras yo caía en un profundo sueño, aunque poco después,

desperté al escuchar un ruido al otro lado de la puerta, me

levanté, fui a la puerta pero no pude abrirla. Habían cerrado con

llave. Avancé unos pasos hacia la cama y sentí como si las

paredes avanzasen hacia mí. Me metí debajo de la cama para

sacar a Hachi, mi pequeño perro asustadizo, y las paredes se

aproximaron hasta encajar la cama. Ya nunca más pude salir de

allí.

Carmela Morales

Page 7: Antología micros

Caperucita feroz.

Cabizbajo escuchaba la sentencia del jurado que, a su

pesar, le declaraba culpable. Tres meses atrás, la alumna

Caperucita llegó a casa de su abuelita sangrando bajo la falda.

De poco sirvieron las negaciones y coartadas del profesor, nadie

le creyó antes las lágrimas de su alumna preferida.

No llegó a cumplir la condena, un furioso cazador le

disparó a quemarropa a la salida del juzgado.

Lo que nadie sabe, sólo ella, es que aquel día descubrió a

su amado profesor declarándose por skype a su prometida, y

Caperucita feroz decidió ponerle fin a este cuento.

Yolanda Pedreño López

Page 8: Antología micros

Esta noche

Esta noche sí.

Esta noche no voy a volver a dejar que te escapes.

Esta noche vas a caer en todas mis trampas, te voy a

poseer y te voy a devorar entero.

Empezaré despacio dándote pequeños besos juguetones

para acabar lamiendo todo tu cuerpo, y cuando digo todo,

digo todo.

Cuando estés preparado voy a clavarte mis uñas, quizás

un poco más fuerte de lo necesario hasta que no puedas

aguantar más, entonces te voy a obligar a que te introduzcas

dentro de mí... todo eso va a pasar aquí esta noche.

Esa noche, por fin Silvestre devoró a Piolín.

Tamara Valero

Page 9: Antología micros

Payaso interesado

Tengo muchos años, otros como yo están cansados, no es

mi caso.

Una noche me visitó la muerte, me reí con ella, siempre

me gustó el cachondeo. Y gracias a eso me salvé, se despidió

diciendo que volvería al día siguiente, que se lo había pasado

bien.

Mi familia no entiende por qué todas las noches, desde

hace ya más de seis meses, antes de ir a la cama doy besos y

abrazos, piensan que son cosas de la edad. Después me afeito,

me ducho, unas gotas de una buena colonia y me pinto cara de

payaso. A nadie se lo he contado, solamente yo sé que es para

pedir un día más.

Fernando Noguera Méndez

Page 10: Antología micros

Marco

Después de un largo y aventurado viaje, desde los

Apeninos a los Andes, por fin iba a encontrarse de nuevo con su

madre, abrazarse a ella y llorar juntos de alegría.

Era una casa grande a las afueras de la ciudad, en la

entrada había una mujer mayor, horriblemente maquillada. Le

pregunto por ella, la describo. Sí, es la “devoragallegos”, tiene

muchos clientes, tendrás que esperar.

Paco Frutos

Page 11: Antología micros

Desmitificar el amor

Él la había dejado sola con un hijo pequeño, inerme ante

las amenazas de un mundo hostil. Ella, joven y delicada como

una flor oriental, acabó por endurecerse a fuerza de

supervivencia. Dos años después de la partida de su esposo

empezó a dudar de su regreso. Cinco años después, tuvo la

certeza de que no volvería. Transcurridos seis años tomó la

decisión: dejaría la casa que tanto le recordaba a él, empezaría

una existencia nueva en otro lugar, daría a su hijo una vida

exenta de amarguras. Lo recogió todo y se fue.

Cuando finalmente él regresó tras diez años de ausencia,

halló la casa vacía. Ni ella, ni su hijo, ni su perro lo esperaban.

Murió solo, renegando de las guerras, arrepentido de

haber entregado su existencia a un fin tan absurdo.

Ella, sin embargo, volvió a estudiar y creó una empresa

textil que lleva su nombre: “Telas Penélope, S.L.” La vida la ha

tratado bien, y tiene muchos pretendientes.

ECO

Page 12: Antología micros

Iluminaciones

Como aquello no era precisamente habitual, ante tal

revoltijo de folios en blanco y notas a medio escribir, cuya letra

era tan enrevesada que no pertenecía a un idioma conocido sino

a una escritura jeroglífica, apenas señalaban una dirección única

junto con una inmensa cantidad de recortes e imágenes

reproducidas de revistas y otros libros ilustrados, cuyo aspecto

mate igualmente recordaba el del collage que intenta contar una

pequeña historia fotográfica, hacía pensar que todo aquello

debía ser una especie de pasaje para su autor, aunque el

profesor, de presencia barroca y gesto adornado, cuando le

preguntó con cierta sorna sobre quién se creía que era al

disponer aquel excéntrico montón, acompañado de la ausencia

aplastante de los deberes mandados el día anterior, le contestó:

«benjaminiano».

Héctor Tarancón Royo

Page 13: Antología micros

Abel

¿Sabes lo que hizo Abel? Tendrías que haberlo conocido

porque nada de lo que oigas... o hayas oído sobre él es cierto,

así que atiende:

Mi hermano estaba enfermo. Necesitaba despertar la

admiración del jefe a toda costa. Sus esfuerzos, claro, producían

sus frutos y consiguió ser su favorito porque a Él le gusta ser

adulado. Abel conocía bien su sed de sacrificios, de veneración;

esa crueldad desmedida camuflada en actos de fe que vuelven

loco a cualquiera.

Cada vez le ofrecía más, más de lo que podía soportar su

propia cordura. Le entregó los mejores cultivos, las reses más

mansas, incluso al perro. Pero cuando quiso entregarme a mí, el

ser que, decía, más amaba, tuve que pararle los pies.

Paola Vegara

Page 14: Antología micros

Intermitencias

Te regalé una manta térmica el lunes y me la arrojaste a la

cara. El martes tus caricias me transportaron a un mar de

felicidad. Tus burlas la tarde del miércoles taladraron mis

sentimientos. Cuatro horas de lujuria el jueves despejaron mis

dudas. El viernes, mis ojos lloraron tus celos. Los “te quiero” del

sábado noche alumbraron grandes esperanzas. Hoy domingo, te

siento triste mientras aguanto el diccionario que despeja mis

dudas: bipolar no es mujer friolera.

Francisco Gómez

Page 15: Antología micros

Ana López Santacruz