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    ANTONIO GRAMSCI Y LA CRISIS DE HEGEMONA.LA REFUNDACIN DE LA CIENCIA POLTICA

    MIGUEL NGELHERRERA ZGAIB

    EDITOR

    JUAN CARLOS GARCA LOZANO

    Bogot, D. C., Colombia, Octubre de 2013

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    ANTONIO GRAMSCI Y LA CRISIS DE HEGEMONA.

    LA REFUNDACIN DE LA CIENCIA POLTICA

    UNIVERSIDAD NACIONAL DE COLOMBIA, SEDE BOGOT FACULTAD DE DERECHO, CIENCIAS POLTICAS Y SOCIALES Instituto Unidad de Investigaciones Jurdico - Sociales Gerardo Molina - UNIJUS

    Editor: Juan Carlos Garca Lozano

    Autor: Miguel ngel Herrera Zgaib

    ISBN 978-958-

    Primera edicin: Octubre de 2013

    Impreso y hecho en Bogot D.C., Colombia.

    Prohibida la reproduccin total o parcial por cualquier medio sin la autorizacin escrita del titular de los derechospatrimoniales.

    Catalogacin en la publicacin Universidad Nacional de Colombia

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    NDICE

    Presentacin:Gramsci, padre de la ciencia poltica? ...............................................................................

    Introduccin:La Praxis poltica gramsciana. Hegemonas y contrahegemonas ....................................

    I. Una perspectiva latinoamericana ......................................................................................

    II. Un vistazo al inujo de Gramsci en Colombia .....................................................

    III. De la Hegemona y otros demonios polticos .....................................................IV. Antonio Gramsci en la Subregin Andina y la renovacin de la ciencia poltica

    V. La importancia del pensamiento en el exilio ..............................................................

    VI. Europa y el dilogo truncado con la obra de Antonio Gramsci .......................

    VII. Italia y Gran Bretaa: Gramsci y el fantasma del Eurocomunismo ................

    VIII. La paradjica experiencia .....................................................................................

    Captulo I. El marxismo como teora general ......................................................................................

    A. Los intelectuales y su funcin organizadora ...................................................................

    CaptuloII. La filosofa de la praxis es ciencia poltica ............................................................

    A. Por qu escoger el lenguaje de la ciencia poltica ................................................

    B. Los cnones de interpretacin de la ciencia poltica .....................................................

    C. El bloque histrico y la ideologa ............................................................................D. Los intelectuales y la organizacin de la cultura ........................................................

    E. La sociedad civil de Adam Ferguson hasta Antonio Gramsci ...................................

    F. La sociedad poltica ............................................................................................................

    G. El partido poltico ..............................................................................................................

    Captulo III. El problema de la hegemona y las crisis ................................................................

    A. La hegemona .....................................................................................................................

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    1. Pequea historia de la categora ....................................................................................

    2. La trayectoria del concepto hegemona en Antonio Gramsci .................................

    B. La crisis de hegemona y el anlisis de las situaciones ...................................................

    C. La refundacin de la ciencia poltica ............................................................................

    1. La actualidad de la crisis de hegemona (o crisis orgnica) ........................................

    IV-bibliografa ......................................................................................................................

    A. Citas bibliogrcas .............................................................................................................

    B. Autores y obras citadas .......................................................................................................

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    El presente libro de Miguel ngel Herrera Zgaib,Antonio Gramsciy la crisis de hegemona. La refundacin de la ciencia poltica, anima una

    reexin crtico-conceptual sobre el genial sardo Antonio Gramsci,un intelectual orgnico de los grupos y clases subalternas. El dis-curso se engarza siguiendo el inters cientco por la Hegemonacomo categora analtica entre nales del siglo XIX y comienzosdel siglo XX, bajo la impronta del Marxismo entendido como una

    Teora General; y con el presupuesto fctico de que siguiendo suhuella en las luchas de los subalternos en la Europa de su tiempose logra advertir la novedad que tiene para la Ciencia Poltica,cuando esta se entiende y se practica como Filosofa de la Praxis.

    La lectura que entraa esta investigacin esta comprometida conlos grupos y las clases subalternas, cuando ellos y ellas hacen elejercicio de reconocerse democrticamente en su autonoma socialy poltica contra el antagnico Estado capitalista. Para cumplirtal cometido histrico Miguel ngel Herrera Zgaib ausculta lahistoria intelectual de Gramsci, el terico de las superestructu-ras complejas, a la vez que uno de los fundadores polticos eideolgicos del Partido Comunista Italiano.

    En ese sentido, las distintas categoras discursivas que se analizanen este trabajo de investigacin se complementan al serviciode un enfoque que problematiza no solo lo que es el Estadocapitalista, las clases sociales, los partidos polticos, la ideologao la dominacin, sino los mismos procesos constituyentes,autnomos, que vertebran democrticamente los dominadoscuando resisten y se revolucionan en la arena poltica de la

    organizacin partidista y cultural en la que se revela material-mente la Filosofa de la Praxis.

    PRESENTACINGRAMSCI, PADRE DE LA CIENCIA POLTICA?

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    Ahora bien, para el profesor Miguel ngel Herrera Zgaib esta es la labor de la CienciaPoltica entendida como Filosofa de la Praxis, esto es, la accin poltica de las multitu-

    des, grupos y clases subalternas. Por eso, en Gramsci puede reconocerse a un padre dela Ciencia Poltica. Una armacin que para muchos lectores ser polmica. Empero,es la tesis original que da vida a este libro, en su esfuerzo analtico e interpretativo porconsiderar las categoras.

    Siguiendo a Gramsci, la Filosofa de la Praxis se potencia cuando las multitudesexcluidas asisten, participan, y estructuran una Reforma Intelectual y Moral que

    vehicula una nueva concepcin del mundo, laica y democrtica, en pro de la libera-cin social de los sujetos subalternos. Todo lo cual se aprehende desde elAnlisis

    de las Situaciones,en el que cumplen papel protagnico los grupos y las clases queaniman las distintas Relaciones de Fuerzas inscritas en el Estado capitalista, tantosociales y econmicas, como poltico-ideolgicas y poltico-militares. As se concluir,que esta es una lectura real, del mundo material que condiciona a la poltica, en elcomplejo sistema capitalista que hoy vivimos, creamos y padecemos globalmente.

    Con lo dicho queremos proponer una discusin orgnica, esto es, histrica y poltica,que va ms all del actual libro parapensar la Ciencia Poltica desde la Filosofa de la Praxis.Es decir, una reexin hecha desde los grupos y las clases subalternas como quiera queson articuladoras de una propuesta incluyente, que se organiza a partir de la crisis deHegemona del Estado Capitalista Ampliado, tal y como se presenta en las condicionesde Colombia y Amrica Latina, cuando hay un ayuno de direccin intelectual y moral; lacual se expresa en una efectiva crisis de direccin cultural que se vive con antagonis-mos, exclusiones, violencia social y fracturas polticas. Todo lo cual comprobamos enacto en los comienzos del siglo XXI, y nuestro continente no es la excepcin a la regla.

    Dicho lo anterior, armamos que Antonio Gramsci es un autor de referencia obli-

    gada para el debate sobre las alternativas a la modernidad capitalista; en particular,las que en Amrica Latina ensayan los nuevos gobiernos, la rearticulacin entresociedad poltica y sociedad civil propias, a su manera, con relativos xitos y conalgunas discusiones preadas de futuro. Es en esta lnea de interpretacin sobre lacrisis hegemnica del capitalismo latinoamericano que se enmarca la actualidad yproyeccin de la investigacin intituladaAntonio Gramsci y la crisis de hegemona. Larefundacin de la ciencia poltica.

    El inters que alienta esta propuesta crtica de refundacin de la Ciencia Poltica

    es no solo reconocer la complejidad del mundo material del orden capitalista, elcual puede ser ledo desde la misma relacin de fuerzas, sino tambin aprehender

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    Miguel ngelHerrera Zgaib

    los problemas de direccin intelectual y moral implicados en la crisis de la Hege-mona, que indican ausencia de direccin intelectual y moral. Es de suyo una crisis

    sustantiva, porque afecta y moviliza a las multitudes, y no es ni puede reducirse auna ancdota de la historia o a sus representantes.

    Con ello podemos abordar la rica propuesta cientca de Gramsci, cuya variedad anasombra: el Estado Ampliado, el Bloque Histrico, la Crisis Orgnica como crisis deorganizacin, la Ideologa constituyendo sujetos, el Nuevo Prncipe como intelectualorgnico, la pedagoga poltica y los trabajadores intelectuales, quienes tienen la laborde organizar culturalmente la sociedad, las clases sociales o los grupos. Es decir, elcambio de la civilizacin.

    Nuestro autor, Antonio Gramsci, condenado por el fascismo a vivir sus ltimos diezaos en las crceles del rgimen italiano, es un pensador de la autonoma individual ycolectiva, para la cual es fundamental la praxis: pensar y actuar desde la lucidez y conlas armas de la inteligencia. Como Gramsci dira: ser gua de s mismo.

    Si no es fcil leer a Gramsci como pensador comunista y como militante poltico, me-nos lo es como autor que refunda la Ciencia Poltica. Tal es el reto que el lector estabocado a reconocer en las pginas siguientes: deber trabajar intelectualmente parael cabal entendimiento de lo que es la teora gramsciana de la poltica: la Filosofa dela Praxis como Ciencia Poltica. Es una novedad que signa un pensamiento de rupturaen lo que Perry Anderson llam el marxismo occidental durante el siglo XX.

    Con este trabajo singular, nutrido por una reexin colectiva, el grupo de inves-tigacin Presidencialismo y Participacin de la Universidad Nacional de Colombiacontribuye con las reexiones terico-discursivas a la historia de las ideas polticasy de la historia intelectual; y en concreto, nutre la propuesta contra-hegemnica

    de los grupos y las clases subalternas en trnsito de hacerse sujetos democrticosplenos. Autovalorizados en clave gramsciana.

    Es el objetivo que el grupo de investigacin, dirigido por Miguel ngel Herrera Zgaib,ha conservado por ms de doce aos y que se replica en cada Seminario Internacional

    Antonio Gramsci que organizamos, cuya insignia y objetivo, Libermonos de la guerra,sigue siendo actual y cada vez ms urgente.

    Con la celebracin del VIII Seminario Internacional Antonio Gramsci, que propone

    un dilogo con Nicols de Maquiavelo y Eric Hobsbawn, en torno al Nuevo Prncipey al Poder Constituyente del Comn, el libro que aqu se presenta acepta y avanza en

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    el desafo planteado de explorar y construir una nueva ciencia de la democracia, tal ycomo lo vienen reclamando Antonio Negri y Michael Hardt, los autores de la triloga

    Imperio, Multitud y Commonwealth. Autores con quienes hemos mantenido un dilogo alo largo de una dcada, despus de realizada, con la presencia virtual de Antonio Negri,la videoconferencia en el Auditorio Len de Greiff, y despus con las sucesivas visitasde Michael Hardt, primero, y Negri, despus, en fecha reciente.

    La presente investigacin, que ser continuada con otro libro del mismo autor, enpreparacin, Gramsci y el pensamiento de ruptura contemporneo, conrma el propsitocolectivo del Grupo Presidencialismo y Participacin en avanzar en la construccinterica de la nueva ciencia alimentada por el pensamiento ancado en la autonoma,

    individual y colectiva. Al mismo tiempo, ofreceremos apartes del material del libro,para la reexin y el debate en el curso electivo, Imperio, Para-presidencialismo y

    Transicin Democrtica del primero y segundo semestres del ao 2013, un quehacerintelectual fundado en los saberes crticos, que se cumplen bajo el cobijo de la Facultadde Derecho y Ciencia Poltica de la Universidad Nacional, en Bogot.

    Juan Carlos Garca Lozano

    Editor.Grupo de Investigacin, Presidencialismo y Participacin

    Facultad de Derecho, Ciencias Polticas y SocialesUniversidad Nacional de Colombia

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    La discusin de la obra de Antonio Gramsci en Amrica Latinaes an fragmentaria, vistos los textos publicados, y lo limitadode los enfoques conceptuales que los precedan, apoyados enuno y otro bando terico y poltico, y dispuestos como cancer-beros o herejes en la manipulacin de dicha heredad. Porquela primera condicin que faltaba alcanzar era contar con unabuena y completa traduccin tanto de la obra juvenil como demadurez del militante sardo, por mucho rato sujetos a textosdispersos y descontextualizados.

    Esta limitacin se super recientemente con la publicacin ydivulgacin en espaol de la serie completa de Los Cuadernos de laCrcel, que exista en italiano desde 1975.1Y ms recientemente, conel esfuerzo hecho por la editorial brasilea Civilizaao Brasileira,que ha completado la edicin mejorada de los Cuadernos de la Crcel,organizada por Carlos Nelson Coutinho, con la colaboracin de

    Luiz Srgio Henriques, editor de la revista electrnica Gramscie o Brasil, y Marco Aurlio Nogueira, profesor de la Unesp.2

    El mismo proyecto editorial brasileo ha hecho la publica-cin de los Escritos polticos de Antonio Gramsci anteriores,

    1 Hasta la publicacin de la edicin crtica de losQuaderni del carcere, a cargo de Va-lentino Gerratana, en 4 volmenes, realizada por Editora Einaudi, Turn, 1975.

    2 La fundamental publicacin de este equipo de gramscianos brasileos, de los

    cuales la mayor trayectoria es de Nelson Coutinho, ya va por la segunda edi-cin completa, cuyo sexto volumen apareci en el ao 2011, y corresponde alos tpicos Literatura, Folclore, Gramtica.

    INTRODUCCINLA PRAXIS POLTICA GRAMSCIANA.

    HEGEMONAS Y CONTRAHEGEMONAS.

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    aparecidos en diversas fuentes impresas, entre los aos 1910-1926; y tambin lams completa compilacin de la Cartas de la crcel que comprende dos volme-

    nes. La propuesta mexicana, de la cual ha sido animadora principal Dora Kanoussitambin ha publicado el volumen de Cartas de la Crcel, 1926-1937con el apoyo dela Fundazione Istituto Gramsci, presidida por Giuseppe Vacca , Editorial Era y laUniversidad Autnoma de Puebla.3

    El segundo obstculo que enfrent hasta hace pocos aos la discusin rigurosa y laproyeccin de esta contribucin al marxismo contemporneo fueron las visiones quese yuxtaponan instrumentalizando la obra gramsciana desde el ao de 1948, previala publicacin de parte de las Cartas, 218, escritas por Antonio Gramsci en la crcel

    fascista, y que obtuvieron el Premio Viareggio.4

    Primero existi el casi silencio de Palmiro Togliatti sobre los tpicos conictivos,5queGramsci tuvo con Stalin y el liderazgo comunista de la III Internacional. Subordinadoestuvo Togliatti a su puo de hierro durante la segunda guerra mundial con el pretex-to de la defensa de Rusia sovitica de la agresin nacionalsocialista. Despus, comose indic antes, en la posguerra sigui la celebracin literaria y humana de Las Cartasde la Crcel por Benedetto Croce, a quien Gramsci caracterizara como un intelectualorgnico de la burguesa italiana, ms an como propiciador del bloque reaccionarioque hizo posible el fascismo.6

    Sin embargo, fue comn, casi siempre entrar a saco, sin rigor, en el complejo legadogramsciano usando partes especcas para rendir culto facilista a la inmediatez de unafrmula coyuntural, o para amaar interpretaciones ms o menos afortunadas. Des-pus, entre 1948 y 1958, el esfuerzo se concret en compendiar en una serie de librosuna muestra de los escritos de Antonio Gramsci, que son prueba incuestionable de sutalento, versatilidad y dignidad humana, cuyo ncleo fue la seleccin de los Cuadernos de

    la Crcelencargada a Felice Platone. l conoci a Gramsci en los tiempos de militan-cia en Turn, y fue quien presidi la comisin de intelectuales del Partido Comunista

    3 GRAMSCI, Antonio (2003). Cartas de la Crcel 1926-1937. Editorial Era Mxico.4 Al respecto dijo Benedetto Croce, con quien Gramsci estableci una rivalidad intelectual intensa y productiva

    durante su prisin, escriba sobre las Cartas galardonadas, en Quaderni della Critica n.8, 1947: como hombre de pensamiento l fue uno de los nuestros, de aquellos que en los primeros decenios del

    siglo en Italia se formaron una mente losca e histrica adecuada a los problemas del presente, y veo aqulos frutos de aquellos aos: el concepto de losofa renovado en su tradicin especulativa y dialcticaAl leersus juicios sobre hombres y libros me sucedi de aceptarlos casi todos o quizs precisamente todos. Ver laIntroduccin a Cartas de la Crcel, 1926-1937. Editorial Era, Mxico.

    5 Togliatti trabaj como secretario internacional de Jos Stalin durante ese periodo hasta su regreso a Italia.6 Este texto de Antonio Gramsci gan el Premio Viareggio, el Nobel de las letras italianas, en 1947.

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    Miguel ngelHerrera Zgaib

    Italiano, (PCI) que cumpli el encargo hecho por Palmiro Togliatti, a quien le habansido entregado los Manuscritos que estuvieron a resguardo en Mosc.7

    Entre tanto, en Amrica Latina, hubo militantes que leyeron textos de Gramsci desdela segunda mitad del pasado siglo y antes de 1975. No disponan, claro est, de unaedicin rigurosa, y ste era el sino padecido por la misma Italia. A partir de la dcadadel 70, un puado de estudiosos latinoamericanos fue revisando el estatuto tericode la obra poltica y cultural de Gramsci. Era coincidente con la renovacin episte-molgica del marxismo, desaado y fortalecido por las experiencias de vanguardiadel movimiento revolucionario mundial.

    De modo casi inmediato tambin se ech mano de las categoras e intuiciones gramscianaspara auxiliar en la caracterizacin de especcas coyunturas polticas, insertas tales cogitacionesen la tercera ola democrtica mundial, que en Amrica Latina marc la quiebra progresivade las dictaduras militares, los autoritarismos burocrticos de Centro y Suramrica.

    A veces se sacric el desinters relativo de toda reexin terica, un compaeroobligado de Carlos Marx, y de otros pensadores radicales y crticos. Lo cual no im-plicaba negar la toma de partido tica en el campo de la ciencia social moderna. Elpropio Gramsci lo asumi as; recluido en las prisiones fascistas, como Goethe querareexionarfr ewig, sin concesiones a la inmediatez partidista, o a la mana de moda.8

    I. Una perspectiva Latinoamericana

    Gramsci representa indudablemente un vrtice: supera en riqueza de problemastericos y en aliento cultural a cualquier otro marxista occidental del siglo XX,logrando proponernos no ya solamente una temtica basada en lo inmediato de lalucha poltica, y por ello en sus problemas de decisin, sino tambin una serie de

    indagaciones fragmentarias, pero no inorgnicas sobre las instituciones polticas() en suma, un planteamiento sistemtico y general de los grandes problemasdel Estado, del partido poltico, de la naturaleza de la poltica, de la relacin fuerza-consenso, de la relacin gobernantes-gobernados, de la relacin intelectuales-pueblo.Umberto Cerroni, Teora y poltica del socialismo . Ediciones Era. Mxico, 1976, p. 149.

    7 El escribi un texto famoso que abra la puerta a una preocupacin orgnico intelectual al interior del PCI,cuando en Rinascita, del 4 de abril de 1946, redact Relazione sui Quaderni del carcere. Per una storia degliintellectuali italiani.

    8 Uno de los ejercicios de traduccin realizado por Gramsci en su encierro fueron las Odas a Prometeo, de J.W.

    Goethe, as como el texto crtico escrito por Engels. Y al respecto Gramsci sentenciaba: en el principio era laaccin, si por accin se entiende la actividad propia.

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    Los estudiosos latinoamericanos de la vida y obra de Gramsci, siguen siendo pocoscomparativamente, pero se destacan entre ellos algunas contribuciones de calidad in-

    ternacional, perladas despus del ao 1975, cuando haba aparecido la edicin crticamejor lograda de Los Cuadernos de la Crcel.Al respecto de esta obra crtica y creativacumplida en nuestro continente, conviene introducir una elemental periodizacin. Estaja su atencin, sin ser exhaustiva en los espacios acadmicos, y, de modo principal, enlos aportes que desde all se hicieron a lo largo del medio siglo pasado. Postulamos unaprimera etapa que va de 1950 hasta la dcada de los 60, cuando se divulg la primeraseleccin parcial e interesada de Los Cuadernos de la Crcel, a cargo del equipo italiano delPartido Comunista Itaiano (PCI)

    Un segundo momento comprende la dcada de los 70, desde el triunfo de la UnidadPopular en Chile hasta la llegada de la alianza de izquierdas en torno al socialismofrancs que eligi presidente a Franois Mitterand; y el colapso del Eurocomunismoen Italia y en Espaa. La tercera etapa la marca el resurgir de la sociedad civil, sujetode primera lnea en la resistencia proletaria y ciudadana de las democracias socialistasen los aos 80. Luchas comandadas por los obreros de Solidarnost en Polonia, quepotenciarn la cada del Muro del Berln, y el sorpresivo, vertiginoso hundimiento delsocialismo autoritario.

    La causa y la inuencia de Antonio Gramsci en Amrica Latina tiene para el primerperiodo las contribuciones incidentales de los argentinos Hctor P. Agosti, Jos

    Aric y Pedro Scaron, en el discurso poltico; y el colombiano Carlos Rincn, desdela orilla de la crtica literaria y cultural de cuo marxista, donde la esttica lukacsianaera su paradigma. En 1950 se public en Buenos Aires, Las cartas de la crcelconla introduccin de Gregorio Bermann, que tambin aluda a la importancia de losCuadernos de la Crcel,para introducir el primer volumen,El materialismo histrico yla losofa de Benedetto Croce.

    La editorial comunista argentina Lautaro se encarg de aquella primigenia publica-cin, y de los seis libros hechos de apartes escogidos de los Quaderni que aparecieroncompilados con los siguientes ttulos: Los intelectuales y la organizacin de la cultura; ElRisorgimento; Notas sobre Maquiavelo, sobre la poltica y el estado moderno; Literatura y vidanacional, Pasado y presente.

    El prlogo fue escrito por el comunista argentino Hctor P. Agosti, y la entera publica-cin se realiz entre los aos 1958 y 1962, cuando apareci el ltimo volumen, Pasado

    y Presente. Agosti en compaa del grupo editor de los Cuadernos de Pasado y Presentemantuvo apoyado por esta tarea intelectual un debate paralelo al interior de su parti-

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    do; movido por la presencia autoritaria del Peronismo y la pertinencia de la discusindemocrtica para dar cuenta de la situacin argentina, lo cual condujo a la postre a la

    salida de todo el grupo del Partido Comunista para el ao 1963.

    De all parti, luego de su paso por Crdoba, el despliegue de una iniciativa msecumnica y ambiciosa, el proyecto editorial conocido como los Cuadernos de Pasado yPresente, una biblioteca de autores marxistas y socialistas que dirigi Jos Aric desde1968, a travs del cual se estableci despus la editorial de izquierda, Siglo XXI. Estacasa editorial tuvo centros en Mxico, Buenos Aires, Bogot y Madrid.

    Este fue un proyecto del argentino Alejandro Orla, un intelectual de cuo marxista, quien

    lo concibi despus de su expulsin de la direccin del Fondo de Cultura Econmica, elgran proyecto editorial que patrocinara el gobierno del Partido Revolucionario Institucionalen Ciudad de Mxico. El golpe militar de 1976 hizo que el grupo de Aric saliera de Buenos

    Aires rumbo a Mxico, donde continuaron la divulgacin del pensamiento de Gramsci y laBiblioteca de pensamiento socialista, hasta incorporarlo a la editorial Siglo XXI.9

    El segundo periodo, la dcada de los 70, estuvo muy inuido por el estructuralismoepistemolgico de Louis Althusser, y el debate del llamado historicismo italiano. Altiempo, existan las contribuciones espaolas de Francisco Fernndez Buey, ManuelSacristn, J. M. Laso Prieto10, y R. Vargas Machuca. Y claro, estaban tambin los deba-tes sobre la cultura en el marxismo anglosajn canalizados porNew Left Review, dondePerry Anderson public Las Antinomias de Gramsci.

    En este intenso laboratorio de inuencias y escuelas se presentaron nuevas iniciativaseditoriales, con el apoyo del Istituto Gramsci de Roma. Para el circuito latinoamericano.

    Jos Aric comunica en 1971 que se fusionaron la sucursal de Siglo XXI y Signos; ycon la orientacin conjunta de Juan Carlos Portantiero impulsan la difusin de ttulos

    de A. Gramsci, y trabajos a propsito de su obra.Tambin se hicieron acuerdos en Buenos Aires con las editoriales Nueva Visin, quelleg a publicar slo Los intelectuales y la organizacin de la cultura (1972), y Granica queen su serie Hombres del tiempo, present Pasado y Presente;interesadas ambas en lascontribuciones de Antonio Gramsci sobre cultura e ideologa. Parte de dicha produccinintelectual la aprovecharon tambin los marxistas argentinos Jos Nun y Ernesto La-

    9 La Fundazione Istituto Gramsci. Cinquantanni di cultura, politica e storia, a cura di Fiamma Lussana, Pineider.Firenze, 2000.

    10 Perspectiva actual de Cabriola, Gramsci y Togliatti, en Sistema27 (1978), pp. 111-127.

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    clau, quienes abren vas nuevas a la hegemona tradicional comunista sobre el legadode Gramsci. Muy pronto circulan las primeras lecturas interpretativas, aunque parciales

    de la teora marxista de Gramsci, a cargo de Juan Carlos Portantiero y Emilio de Ipolaen la Argentina.

    Ellos hacen eco en sus aportes reexivos de lo que se discute en Europa del sur, dondehan ido cayendo las dictaduras militares de Espaa, Portugal y Grecia. Estos aconte-cimientos en que los marxismos militantes tuvieron relevancia en la lucha nacional deresistencia y fugaz notoriedad en los gobiernos de transicin se precipitan con el golpede Estado contra Salvador Allende en Chile. Luego se agudizan las lecciones en Lati-noamrica con la sanguinaria dictadura militar derrocando al peronismo, que produce

    una dispora de miles de intelectuales, militantes y simpatizantes de los diversos gruposlegales e ilegales que animaron el debate terico y la accin entre los aos 60 y 70.

    En el Brasil, la historia comenz con la editorial Civilizacin Brasilera, y unos inte-lectuales animados por Enio Silveira y Moacyr Flix, quienes se disponen a editar enportugus una seleccin de textos de Gramsci, suscrita con F. Ferri en nombre delIstituto Gramsci, pero la edicin result un fracaso. Las razones mucho tuvieron que vercon la interpretacin ocial del partido comunista del Brasil, que insista en una guerrade posiciones que se colocaba de espaldas a la resistencia contra la dictadura militar.

    Con posterioridad al ao 1968, el brasileo Carlos Nelson Couthinho public primero,en los respiros dictatoriales, una especie de manual sobre la obra y la importancia deGramsci, el cual fue difundido por la editorial Siglo XXI en Mxico. En l haba unacento principal en la cuestin de los intelectuales, en correspondencia con la propuestade la guerra de posiciones. Luego, veinte aos despus, Couthinho asume con la mismaeditorial la publicacin de la edicin crtica de losQuaderni dal carcereque culmin enel ao 2002. Esta renovada iniciativa tuvo el acompaamiento fecundo, cada vez ms

    vigoroso de Marco Aurelio Nogueira y Luiz Sergio Henriques. El primero mantieneun blog muy importante por reexin y noticias sobre Gramsci y sus estudiosos.11

    En Mxico y el circuito centroamericano, nutrido por la dispora suramericana delos perseguidos y exiliados polticos, acrecentada en la segunda mitad de los aos70, hubo ms ambiciosos aportes. Empecemos por recordar un ensayo de revisinde la interpretacin gramsciana que public Juan Carlos Portantiero en el volumendedicado a una seleccin de los escritos polticos del sardo, y que emulaba con laantologa hecha por Manuel Sacristn en Espaa.

    11 Los dos ltimos estn encargados de la versin portuguesa de Los Cuadernos de la Crcel, un trabajo an no concluido.

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    El ensayo fue titulado Los Usos de Gramsci, cuyo centro de atencin fue el tema de lahegemona y el fenmeno presente de las dictaduras militares a lo largo de Amrica

    Latina. La nueva difusin de Gramsci corri a cargo de la editorial Juan Pablos, quehizo tirajes populares, siguiendo la edicin temtica que realiz la editorial Lautaro.

    Para qu dudar de los aportes de la intelectualidad mexicana dedicada al estudio deGramsci. Ella contribuy de modo riguroso y creativo al debate en diversos tpicos. Talesfueron los casos de Xavier Mena y Carlos Pereyra, en teora poltica, Francisco PinGaytn en la tpica religiosa y losca; Dora Kanoussi y Javier Mena en antropologay losofa poltica. Otras contribuciones importantes a la discusin crtica de Gramsciprovinieron de Cesreo Morales y Luis Salazar, inuidos por la escuela althusseriana.12

    Ms an, en Mxico, la vocacin organizativa del profesor Pin articul a jvenesmexicanos de dos generaciones, y una cierta membresa internacional alrededor delCrculo de Estudios Sociales Antonio Gramsci, y unas conferencias peridicas queapoy la UAM Iztapalapa en Ciudad de Mxico, y la editorial Garzn Valds hizo lopropio en materia de divulgacin escrita y promoviendo foros con las obras que ibanpublicando.Los integrantes eran universitarios y activistas, laicos y religiosos, de la UNAM, la UAM,

    y la ENAH en Ciudad de Mxico. Y contaba con la simpata de algunos acadmicosde las universidades pblicas de los Estados de Puebla y Mxico, y cierto apoyo en elsur de Estados Unidos y en Italia.

    En la dcada en comento, la obra conocida de Antonio Gramsci hizo notables progresosen el campus universitario latinoamericano, no slo en Mxico y Centroamrica, sino enSuramrica antes y despus de la cada denitiva de las dictaduras. Desde muy diversaslecturas, la Filosofa de la praxis renda sugerencias prcticas y claves interpretativas

    tanto a la causa estudiantil, la resistencia indgena como a la rebelda urbana y regionalque maduraba en contrapunto con el derrumbe del modelo desarrollista.

    Entonces, la reexin resultaba ms compleja, en la medida que la cultura y el proble-ma del sujeto revolucionario no convencional adquira relevancia en el accionar de losnuevos movimientos sociales. El tpico de la hegemona adquira nueva signicacin enel proceso de la modernizacin capitalista, al quebrarse el modelo de industrializacin

    12 Un trabajo pionero para Amrica Latina, que incluye aportes de Javier Mena, es Una Introduccin a Los Cuadernosde la Crcel de Antonio Gramsci, donde existe ya una utilizacin explcita de la edicin de Los Cuadernos de 1975,

    con rigor documental y atencin de detalle a las interpretaciones ms actuales y controversiales. Ver la Nota de lapgina 11, de la edicin mexicana a cargo de Plaza y Valds editores. Mxico, septiembre del 2000.

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    nacional que defenda la escuela cepalina de izquierda, hija de las teorizaciones querevisaron las reexiones originales del economista argentino Ral Prebisch.

    Junto con los estudiosos en profundidad del legado gramsciano, ha habido un sinn-mero de breves contribuciones, la ms de las veces, en toda Amrica. Los autores hantocado con mayor o menor profundidad aspectos de esta herencia terica y prctica,pero un esfuerzo de largo aliento no ocurri todava. Pero hacer una resea en detallede sus contribuciones no es la preocupacin de esta introduccin, que apunta al temamayor de esta reexin, la hegemona y su efecto en la refundacin de la ciencia po-ltica contempornea.

    La otra es una tarea que se cumple ahora, en desarrollo del compromiso que hizo el Mi-nisterio para los bienes culturales y ambientales de la Repblica italiana, acordado el 20 dediciembre de 1996, para realizar la edicin nacional de toda la obra de Antonio Gramsci,la cual abarca susEscritos (1913- 1926), Los Cuadernos de la Crcel, y el Epistolario (1908-1937).

    La comisin cientca a cargo de este trabajo tiene por sede al Istituto Gramsci conla presidencia de Renato Zangheri, y est avanzando esta magna propuesta con unacomisin de la que hacen parte Eric J. Hobsbawn (fallecido), Chiara Daniele, Giussepe

    Vacca, Valentino Gerratana, Silvio Pons, Leonardo Paggi, Joseph Buttigieg, Remo Bodei,

    Giuliano Procacci, sin que ningn latinoamericano haga parte de ella hasta ahora13.

    II. Un vistazo al influjo de Gramsci en Colombia

    En Colombia, las primeras referencias a Antonio Gramsci fueron hechas por el crticoliterario y ensayista cultural, Carlos Rincn, a travs de un ensayo liminar en LetrasNacionales14, difundido en la segunda mitad de los aos 60. Luego, con la activacindel movimiento estudiantil y campesino, extendido hasta la coyuntura populista de

    los aos 70, otra fue la recepcin de Gramsci, quien inspir la poltica de los nuevosensayos organizativos de la izquierda socialista.

    La Unin Revolucionaria Socialista, la URS, que sostuvo ms de 50 nmeros de su re-vistaEl Maniesto, dio en ella aplicacin analtica del pensamiento de Antonio Gramsci,buscando el entendimiento de la historia nacional, animada por ncleos intelectuales

    13 La Fundazione Istituto Gramsci, Fiamma Lussana (editora). Pineider: Florencia, 2000, pp. 108-111.14 Revista dirigida por el mdico, antroplogo y escritor afrocolombiano Manuel Zapata Olivella, militante con

    la causa de las minoras y del folklore nacional, quien por su cuenta y riesgo haba conocido directamente eldespertar de la lucha por los derechos civiles en Norteamrica.

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    pertenecientes a lageneracindel estado de sitio; animada tambin por el diagnstico urgentedel proceso heterodoxo de la construccin hegemnica alternativa al bipartidismo en

    las situaciones coyunturales. Colombia encontraba parecidos con la historia de la Italiadel Risorgimento, por su tarda insercin en el capitalismo, donde la cuestin religiosay campesina tenan tanto peso poltico y religioso.

    Esta es una tpica que otros autores como Rafael Gutirrez Girardot, Carlos Rincnen la cultura y la literatura, Rubn Jaramillo, en materia de historia losca e intelec-tual, Estanislao Zuleta, a propsito de la modernidad de los saberes sociales, OrlandoFals Borda, Renn Vega Cantor, en relacin con la historia de las luchas y saberesde los grupos y clases subalternas, para citar algunos nombres, han dejado sesudas

    contribuciones sobre el carcter de la modernidad y el modernismo de la formacinsocial colombiana.

    Una vez en declive la onda ascendente de la poltica de izquierda, el puado de es-tudiosos del pensador sardo encontramos refugio en las universidades y centros deaccin social y poltica. Uno de tales espacios fue el Crculo de Crtica Jurdica AntonioGramsci, con centro en la Universidad Libre en Bogot. Los partcipes no llegaron aescribir trabajos mayores, pero s fue el Crculo un centro de intensa actividad poltica ycultural en Bogot y la regin aledaa, impulsando la reforma universitaria, el derecho

    alternativo y los movimientos cvicos y populares.

    Despus, el grupo se disolvi y expandi su inuencia en diferentes escenarios, polticos,profesionales y culturales. Para el n de los aos 80 hubo una nueva iniciativa organizativade los estudios gramscianos, que lider un grupo de docentes y militantes de izquierda,orientados por Jorge Gantiva Silva15, Miguel Eduardo Crdenas, y participantes en laexperiencia de los movimientos cvico-regionales que impulsaba el socilogo OrlandoFals Borda, un estudioso de la provincia costea, que plasm en su serie La historiadoble de la Costa; y pionero de los estudios campesinos y de la Violencia de los aos 50.

    La revista Foropor Colombia, y la Ong Viva la Ciudadana, orientadas por Pedro San-tana y antiguos militantes de la Unin Revolucionaria Socialista usaron y divulgaron laleccin gramsciana con un inters poltico organizativo inmediato, impulsar la nuevaciudadana y la proyeccin de la sociedad civil colombiana forjada en contra de la camisade fuerza del pacto excluyente y exclusivo del Frente Nacional. Una respuesta ciudadanaencarnada en diversos proyectos sociales y partidistas que eran el fruto cosechado delactivismo cvico y campesino de la dcada anterior.

    15 El mismo publico en 1993: Puntos de referencia. Un ensayo sobre Gramsci, Biblioteca Kairs. Bogot.

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    Fuera de Bogot, en Medelln, Cali y Barranquilla hubo algunos cultores de la obra deAntonio Gramsci, quienes escribieron en publicaciones regionales, y contribuyeron

    en algunos nmeros monogrcos de xito y divulgacin diversas, estimulados por lasnuevas realidades polticas.

    Paralelo con la crisis del populismo electoral que cerr la victoria electoral no reconocidade la Anapo, la Alianza Nacional Popular, que lideraba el general retirado Gustavo RojasPinilla, y que albergaba a algunos sectores y ncleos socialistas de diversa procedencia, huboun segundo rebrote guerrillero, ahora urbano de perles singulares, el Movimiento 19 de

    Abril. Aqu el pensamiento de Gramsci tambin tuvo cabida. A contrario del primer expe-rimento guerrillero, de raigambre campesina y semi-rural, el cual result de la resistencia a la

    Violencia, contra la transformacin brutal del campo a costa de los aparceros y pequeospropietarios agrarios. Esta era una guerrilla animada por ncleos liberales y comunistasorganizados tanto en los Llanos como en el sur del Tolima, entre los aos 1949 y 1953.

    Una de las fuentes que registra esta experiencia de los grupos subalternos es el tex-to Cuadernos de Campaa, de la autora de Manuel Marulanda Vlez, Pedro AntonioMarn, un campesino del norte de Caldas fallecido en el 2008. l se enmont luegode ser perseguido como cientos de los llamados chusmeros nueve-abrileos, conla diferencia de que organiz un ncleo de autodefensas campesinas que fueron

    inuidas en forma directa por cuadros comunistas.

    Con el correr de los aos estas auto-defensas, sus integrantes de inspiracin comunistay gaitanista, empezando por Pedro Antonio Marn, se convirtieron en las Farc-Ep delpresente, una organizacin poltico-militar con arraigo principal en las zonas campesinasde colonizacin que han alimentado los desplazados antes y ahora. Desde los fracasadosdilogos de El Cagun, este proyecto poltico de los grupos subalternos ha conformadoel Partido comunista clandestino y proclamado el Movimiento bolivariano.16

    La direccin de las Farc-Ep, que estuvo en cabeza de Alfonso Cano, muerto en unaoperacin militar en el ao 2011, tena conocimiento de la reexin de Antonio Gramsci.Impuls las deniciones polticas tomadas en San Vicente del Cagun, en materia delucha estratgica, de construccin de un partido y un frente clandestino que revelan lapresencia decantada, a su modo, de las lecciones tericas gramscianas.

    El sucesor de Alfonso Cano, el comandante Timochenko, ha mostrado una nueva faceta,el ejercicio literario, el compromiso con una escritura que muestra arrojo esttico, algo

    16 MARULANDA Vlez, Manuel. Cuadernos de Campaa. Presentacin. Ediciones Abejn Mono. Colombia, 1973.

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    demod, puesta al servicio de los dilogos de paz, en un intento por combinar la plumay el fusil, y recuperar la historia de los de abajo, la memoria de la subalternidad y sus

    luchas por la autonoma. Lo cual, por supuesto, implica, asmalo o no, un proyecto dedisputa contra-hegemnica, dirigido en lo principal a la poblacin urbana culta, a losgrupos polticos que nutren la fraccin poltica de los independientes, que cada veztienen ms peso en los procesos electorales nacionales y locales.

    Antes de los dilogos fallidos de paz de El Cagun, durante la segunda ola de luchas so-ciales en Colombia, que toman cuerpo en los mbitos urbanos durante la dcada de losaos 70, el inujo gramsciano acompa las preocupaciones de un lder carismtico delM19, el turco lvaro Fayad, un valluno hijo de un lder liberal, asesinado delante de sus

    ojos, cuando apenas tena 4 aos. Este nio de la violencia, con el correr de los aos sehizo dirigente estudiantil en el colegio Santa Librada de Cali, y tambin joven comunista.

    Luego Fayad inquieto por la construccin revolucionaria de signo diferente, participen la guerrilla. Al regreso del monte, el turco anim el ala radical de Anapo, conCarlos Toledo Plata, un mdico formado en Uruguay, junto a otros ex militantes co-munistas, quienes se instalaron en la guerrilla urbana en la jungla de cemento de lasgrandes ciudades empezando por Bogot.

    Todos estaban a la bsqueda de una hegemona nacional popular, que, por supuesto,iba ms all del comunismo ortodoxo, y ms cerca de lo que haba signicado el fraca-sado proyecto del Frente Unido, donde Camilo Torres Restrepo puso toda su energaagitacional y organizativa antes de unirse a la guerrilla del Eln. Uno y otro encontraronla muerte luchando. El destino de Fayad termin en un apartamento en la ciudad deBogot, donde fue cazado por las fuerzas del orden, cuando trabajaba el proyectode un dilogo nacional en medio del combate.

    Igual suerte corri en la ciudad de Cali, su compaero del M-19, Ivn Marino Ospina,quien, por el contrario, provena de una familia conservadora. Marino Ospina muricercado por una espectacular operacin militar en un barrio de clase media. Su hijo, unmdico dedicado a las causas sociales en Silo, el ms grande asentamiento popular enel distrito de Aguablanca, fue electo hace algunos aos Alcalde de Cali.

    Con todo, y su destino trgico, estos dirigentes guerrilleros, lvaro Fayad, Ivn MarinoOspina y Jaime Bateman, la gura carismtica del M-19, no hay duda que trabajaronun proyecto nacional-popular. Ellos a su manera continan ese proyecto nacional.

    Los antiguos militantes del M-19 que participaron del partido en construccin, PDA,Polo Democrtico Alternativo. Y los que han migrado con el hoy alcalde de Bogot

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    Gustavo Petro en el movimiento Progresistas no hay duda que se inscriben en la luchapor la democracia, sin que enarbolen una lucha anticapitalista, pero s tienden en su

    programa a la des-mercantilizacin de bienes comunes tales como la educacin, lavivienda y la salud nacionales.

    Regresando un poco, la reexin militante de lvaro Fayad y su crculo de compaerosal interior del M-19 sufri, claro est, los imperativos de la confrontacin poltico-militar. Con l engaosamente pensaron que su tiempo histrico se corresponda en loestratgico a una guerra de movimientos, que se estaba a las puertas del triunfo, y quela hegemona provendra del xito armado, en una sucesiva serie de triunfos militares.

    Tal plan estratgico se devel como un error estratgico que termin con la masacredel Palacio de Justicia, donde el comando que reclamabajusticia y democracia,recordandoal general Rafael Uribe Uribe, perdi parte de su dirigencia, sacricados al lado de losmagistrados de las altas cortes de Colombia, que ellos haba tomado como rehenes.

    Estos episodios de la lucha armada ubican la historia poltica de las clases subalternasen Colombia en una tesitura dramtica, y por momentos, han precipitado equilibrioscatastrcos, como el episodio del llamado holocausto del Palacio de Justicia.

    Todos estos desgarramientos brutales de un precario tejido social tienen por escenarioobjetivo la miseria, la indigencia y la pobreza de los grupos subalternos en el campoy las ciudades, que ha sido inocultable desde la segunda mitad del siglo XIX. Es unarealidad inocultable que coloca a Colombia en los peores lugares de inequidad en elmundo, aunque tericos de derecha y de centro intenten negar las relaciones entrepobreza y vas de hecho para la resolucin de los conictos poltico-sociales referidaa la experiencia de la guerra como un entendimiento errneo de la naturaleza de lasociedad civil colombiana, y la importancia de la guerra de posiciones para cualquier

    proyecto emancipador.

    El an oscuro episodio del Palacio de Justicia, que apenas ahora empieza a encon-trar un debido esclarecimiento, luego de multimillonarias condenas a la nacin, enmedio de grandes resistencias entre los mandos militares implicados en la ordeny ejecucin de aquella masacre acompaada de torturas y desapariciones. Hacepoco, la Fiscala General orden la captura del antiguo general Armando AriasCabrales, y est encarcelado el Coronel Plazas Vega, quien comand la operacinde recuperacin del Palacio.

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    III. De la hegemona y otros demonios polticos

    Despus vino la culminacin de un proceso de paz parcial que empez trgicamente con elpresidente Belisario Betancour y termin con el presidente Virgilio Barco. Hubo primero elespectacular secuestro del lder conservador y doctrinario de derecha, lvaro Gmez Hurtado,para propiciar la paz. La leccin pareca aprehendida por la dirigencia suprstite del M-19. Porquecon lvaro Gmez, Alfonso Lpez Michelsen y Horacio Serpa despus, Antonio Navarro,el principal lder sobreviviente del M-19, indultado con los dems militantes en alianza conotras fuerzas democrticas y de izquierda se llev a cabo la Asamblea Nacional Constituyente.

    Estos dieron inicio, mediante un pacto poltico al proceso de reforma constitucional

    que deliber en 1991, y culmin con la sancin de la nueva Constitucin Poltica de1991. De ese modo, en clave gramsciana, dieron inicio a una etapa de guerra de po-siciones, a una disputa por la hegemona de la sociedad civil forjada durante dcadasde estado de sitio, y que dur hasta las negociaciones de San Vicente del Cagun.

    Entonces se rompen las negociaciones de paz con las Farc-Ep luego de una iniciativade guerra de movimientos de parte del gobierno colombiano, y su principal aliado, elgobierno de los Estados Unidos. Todo lo cual fue para contrarrestar los xitos mili-tares de aquella guerrilla, que ahora presionaba por un programa de reforma poltica

    y econmica de hondo calado social, y de riesgo maniesto para el bloque burgusterrateniente comandado por la fraccin nanciera del capital transnacional.

    En forma traslapada, otra vertiente radical, dentro de los marcos legales, desde lostiempos delEstatutode seguridad del ex presidente Turbay Ayala trabaj las inquietudespor Gramsci y su obra, alimentando en parte el laboratorio poltico y social radical queimpulsaba el MovimientoA luchar, a travs de los colectivos de trabajo urbano popu-lar, y magisterial, nucleados en torno a las revistasA Luchar y Solidaridad por Colombia.

    Los sectores poltico-militares liderados por las guerrillas del Eln y el Epl, discutan la pro-puesta tanto de una Asamblea constituyente como de una Convencin nacional popular, yfueron tocados tambin por aquella inuencia gramsciana, a propsito de su aguda lecturade lo que implicaban las lecciones de la revolucin rusa y el curso de la revolucin proletariaen Occidente, en referencia al tpico crucial de la hegemona y cmo enfrentar la estrategiade revolucin pasiva capitalista en el marco de una guerra de posiciones ineludible.

    Al mismo tiempo, otra fuerza histrica de la lucha de las clases y grupos subalternos,

    poca o ninguna permeabilidad ofreca el Partido Comunista colombiano por estas

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    exploraciones. En parte, est posesionado y comprometido con la ilusoria idea queera el guardin del inters estratgico del proletariado nacional, y el devenir de la lucha

    campesina y la expansin guerrillera de las Farc en los espacios rurales y semiruralesapareca como complementario y subordinado. El rumbo de su lucha, sin embargo,estaba golpeado por la incierta suerte del agro, preso de la contrarreforma impulsadapor el presidente Misael Pastrana Borrero, que desmontaba los intentos reformistasdel liberal desarrollista Carlos Lleras Restrepo.

    La interpretacin gramsciana para este tercer periodo sufri las vicisitudes de la guerralibrada en los aos 80, y de las divisiones existentes al interior de los grupos subalternosen resistencia y rebelda. A la postre, con todo, el legado de Gramsci sobrevivi en el

    discurso de los nuevos actores, revisado bajo diversos matices, y contextualizado enlas nuevas realidades internas y externas. La guerrilla que hizo la paz, y contribuy aldesenlace del proyecto de la asamblea constitucional, a travs de la Alianza Democrtica-M19, puso a prueba una vez ms su inuencia terica y prctica.

    Esta orientacin segn su agenda programtica estaba afectada por la construccintruncada de un escenario nacional democrtico, donde tambin estaba intacto el poderde las fuerzas militares, y la conduccin econmica del capital nanciero trasnacional,y quedaban excluidos campesinos y pequea burguesa radical. Tal era el compromisoestablecido con el bloque en el poder dirigido por el presidente Csar Gaviria Trujilloy su gabinete bipartidista, despus del asesinato de Luis Carlos Galn, Bernardo Jara-millo, Carlos Pizarro Len Gmez, y ms tarde, lvaro Gmez.

    Se haba desechado el modelo gobierno-oposicin, ensayado momentneamente durantela presidencia de Virgilio Barco Vargas, y el rumbo de la guerra marchaba paralelo alde una paz incierta. La crisis orgnica se prolongaba bajo la estrategia de una guerra deposiciones con escaramuzas militares cada vez ms preocupantes. Se incubaba de nuevo,

    de modo silencioso, el huevo de la serpiente,la estrategia contrainsurgente, las guardiasblancas que a nes de los 80 dan entidad al paramilitarismo y a la parapoltica. Estas sonlas dos caras de la reaccin y la contrarreforma, que ha desembocado en el desmonteacelerado de la Constitucin Poltica de 1991, el reemplazo de la promesa del Estadosocial de derecho por el placebo del Estado comunitario uribista que se impuso con elfusil y el terror paramilitar, primero; y luego, con la legalidad excepcional de los conse-jos comunales, de los que est proscrita cualquier discusin de orden pblico interno.

    La parte nal del siglo XX ha sido la de un trabajo casi silencioso, molecular sobre

    los temas y la herencia de Gramsci en Colombia. Atravesada su praxis, y el saber de

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    la misma tambin por los dilemas del derrumbe del bloque socialista, y, despus porlas incertidumbres derivadas del avance de la globalizacin capitalista y la ideologa

    neoliberal que ahora ha hecho agua y crisis profunda con la debacle de las bolsas delmundo, que tiene en ascuas la hegemona nanciera de Wall Street y la red de bolsascapitalistas a l interconectadas.

    Tal cadena de hechos, de apariencia similar a los desastres de 1929, con el gran crackde la Bolsa de Valores, no es igual y fuerza nuevas interpretaciones en su signicacininmediata y proyeccin. Particularmente para Amrica Latina, donde el derrumbeneoliberal anima proyectos que se identica con una nocin de amplio espectro, elsocialismo del siglo XXI, frente a lo cual el discurso gramsciano tiene nuevos y

    renovados desafos, sin sumergirse en el anacronismo vaco.

    La cosecha ha seguido un curso subterrneo, y la centralidad de la guerra global y localcontra el terrorismo ha afectado la produccin discursiva en esa materia. No menorefecto tienen los entuertos del marxismo ocial y las vulgatas que fueron hegemnicas,y sobreviven en algunos agrupamientos de la izquierda legal y la que est en rebelinarmada contra los estados de la regin. Pero un renacer con Gramsci y ms all deGramsci ha presentado algunos atisbos y exploraciones de renovado bro, mayor ma-durez conceptual y signicado para la praxis social actual.

    Tal cadena de hechos y eventos han promovido el inters de avanzar en el Proyecto demediano aliento, que denominamos con el equipo de pensadores y activistas polticos ysociales, Seminario Internacional Antonio Gramsci, Hegemonas y Contrahegemonas,y que como fruto de la cosecha intelectual del primer ciclo ha aadido a esta pareja,otro asunto, las Antihegemonas, que implica un escrito crtico que nos coloca, sinduda, con Gramsci, y ms all de Gramsci.

    IV. Antonio Gramsci en la Subregin Andina y la renovacin de laCiencia Poltica

    Para hacer los juicios que expondr en los captulos siguientes, de una obra que estoytrabajando, y que revisa reexiones propias iniciadas en la dcada de los aos 80, unosy otros estn centrados en el tema de la hegemona y la refundacin de la ciencia po-ltica, como disciplina acadmica, de una parte; y como saber crtico emancipador, yliberador, ante todo he acudido a un estudio selectivo de pruebas tangibles del trabajointelectual pertinente en Amrica Latina y el Mundo.

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    Por ello, la reexin tpica acerca de la hegemona, en primer lugar, inventara en lofundamental lo producido en la rbita acadmica latinoamericana y europea. A partir

    de ambas reconstruyo y actualizo el estado de la cuestin, articulndolo con la propo-sicin de la refundacin y revisin necesarias de la ciencia poltica ocial, denida enlos trminos de hoy, por el croata Danilo Zolo, como la tragedia de la Ciencia Poltica.

    Todo lo cual resulta como el producto del entendimiento del derrumbe acelerado de lahegemona global capitalista, la crisis orgnica del capital global, en el contexto, primero,de la crisis mundial de la representacin poltica democrtica, liderada por el paradigmarepublicano norteamericano, que tuvo como causa inmediata el accionar revolucionarioplural de la dcadas de los aos 50-70, y que ahora se caracteriza por la crisis en el comando

    de la economa global, con el que se cierra el ciclo de las formas republicanas liberalesde la segunda posguerra mundial, que alcanzaron hasta la tercera ola democrtica tal ycomo lo contempl el trabajo del politlogo neoconservador, Samuel P. Huntington.

    De hecho, la cosecha de libros que contienen estudios a profundidad del asunto de lahegemona es pequea pero importante en nuestro contexto subcontinental, pero am-plia antes de 1989, en el contexto internacional. La anterior moda de Gramsci produjoque an se le invoque y cite en los ms diversos y laxos contextos, donde el comodnes la sociedad civil. La revisin de la categora terico-prctica de la hegemona es unreactivo de los crculos democrticos y de la izquierda culta a la sostera de la terce-ra va y el elenco de socilogos defensores con Anthony Giddens a la cabeza. Estaestrategia, voluntaria o no, obr como paliativo en la guerra de trincheras que trajo elderrumbe de los socialismos realmente existentes, y las resistencias de los socialismosque quedan, de Cuba a Corea del Norte, y las novedades del experimento tanto Chinocomo Vietnamita a menor escala.

    Tal popularidad era engaosa antes, y lo sigue siendo ahora. Con todo, la presencia

    de ambos trminos no tiene equivalente en la produccin intelectual que registra unexamen sumario de los listados de las bibliotecas y otros centros de cultura en nuestraAmrica. Los resultados en materia de produccin bibliogrca consignada en libroses limitada, y la discusin de la hegemona como direccin poltica en revistas y pu-blicaciones peridicas recoge un silencio sintomtico, despus de la intensa oracinde la dcada de los 70. Claro est que descuellan esfuerzos moleculares aislados deintelectuales y revistas que proyectan y alimentan dicha tradicin, y esa peregrinacincasi solitaria entre los aos 80 y 90.

    Los ms recientes esfuerzos han encontrado sobre todo apoyo internacional en elltimo lustro, de la Fundazione Istituto Gramsci, sobre todo en Mxico y Brasil, y de

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    la Sociedad Internacional Gramsci (IGS); as como la presencia de estudiosos de laobra de Gramsci, radicados en Cuba, dedicados a muy diversos tpicos. Ha sido no-

    table, en medio de esta encrucijada, el esfuerzo del socilogo ecuatoriano, FranciscoHidalgo Flor, quien difunde trabajos y reexiones nutridos por la lectura inteligentey rigurosa de Gramsci y de la formacin social ecuatoriano y los principales actorespolticos y sociales, a travs del proyecto poltico intelectual de la revista Espacios queya alcanz la docena de entregas, y quien, por lo dems, viene revisando la trayectoriapoltica ecuatoriana.

    Es importante, igualmente, la reexin en clave ecolgica que ha cumplido el economistaAlberto Acosta, quien fue por varios meses presidente de la Asamblea Constituyente

    ecuatoriana, en el proceso poltico liderado por el presidente Rafael Correa, que catalizel estallido ciudadano y popular conocido como la revolucin de los forajidos conncleo inicial en la ciudad de Quito.

    Es importante destacar el sostenido inters intelectual de Rafael Quintero, por eldevenir de los grupos y clases subalternas, expresado en su trabajo historiogr-co, y los estudios sobre los nuevos fenmenos de la participacin en la subreginandina, tratando de auscultar la real signicacin de la crisis de representacin ysus alternativas. Todos tienen un antecedente, en el magisterio del investigadory docente, Agustn Cueva, que desde Mxico, hasta su fallecimiento anim lostemas del marxismo y las preocupaciones latinoamericanas acerca de su vigencia,y utilizacin original.

    V. La importancia del pensamiento en el exilio

    En materia de grandes proyectos, en lo que se reere a la produccin editorial, elcaso ms diciente lo constituye las vicisitudes que corri la proyectada y por n cum-

    plida publicacin de Los Cuadernos de la Crcel.La traduccin de los originales cuatrovolmenes de la edicin de la Editorial Einaudi, que coordin Valentino Gerratana,se complet en Mxico con la aparicin de todos los tomos proyectados. Antes de1975, con la participacin del grupo Pasado y Presente,exiliado en Mxico, la editorial

    Juan Pablos Editor, haba publicado seis volmenes en que se organizaron los 32cuadernos de notas de Gramsci, con supresiones notables.

    Este fue el equivalente de la edicin que apareci en Italia a partir de 1947, con Lettere dalcarcere (1947), a cargo de las ediciones Einaudi, y al cuidado de Felice Platone hasta su falle-

    cimiento. De esta primera coleccin de los escritos de Antonio Gramsci tambin hubo lapublicacin parcial emprendida en Buenos Aires por la editorial Nueva Visin, que pese a su

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    contrato, en la primera etapa, slo lleg a publicar Los intelectuales y la organizacin de la cultura.Esta nueva divulgacin fue tambin acompaada en parte por la editorial Granica, con sede

    en Barcelona y Buenos Aires, que public dos volmenes, Pasado y presente y El Risorgimento.Las Cartas, que eran parte de la edicin de Los Cuadernosno fueron publicadas en Mxicohasta el ao 2003. Los dems volmenes se volvieron a publicar durante los aos 70,utilizando lo que fuera el trabajo cumplido por la editorial Lautaro. Luego la edicinescogida de Los Cuadernosobtuvo una segunda edicin durante la segunda mitad delos aos 80, distribuida en Amrica Latina con xito general de pblico. La primeraedicin latinoamericana de los Cuadernos, la que se prepar en los tiempos de Palmiro

    Togliatti, circul en los aos 50, y fue inaugurada con Las Cartasdesde la crcel, traduccinde Gabriela Moner, realizada por Editorial Lautaro, propiedad del partido comunista

    argentino, sujeto y objeto hasta entonces de la ortodoxia estalinista.Pues bien, los dos primeros tomos de la nueva edicin italiana aparecieron en Mxicoen 1981. Despus siguieron los restantes con un notable interrupcin, hasta que vie-ron la luz los dos ltimos tomos de Los Cuadernoscon el patrocinio de la BenemritaUniversidad Autnoma de Puebla (BUAP) en los aos 1999 y 2000, con traduccin de

    Ana Mara Palos. As la editorial Era, persuadida las directivas de la BUAP por la tenazinsistencia de Dora Kanoussi, estudiosa de la obra gramsciana, investigadora de dichoCentro universitario coronaron al n esta hazaa intelectual en lengua castellana.17

    Adems, la escritora greco-mexicana ha logrado concitar y asociar durante estos aostanto a la Fundazione Instituto Gramsci de Roma como a la Sociedad InternacionalGramsci (IGS), que orienta el norteamericano Joseph Buttigieg para diversos proyectosintelectuales y cientcos18. El ms reciente logro es la realizacin del III SeminarioInternacional de Estudios Gramscianos realizado en la misma ciudad de Puebla, enOctubre 7-10 de 2003,

    Lo ya expresado nos aproxima bien al nivel alcanzado por los estudios sobre AntonioGramsci en Amrica Latina. Los escritos producidos en el examen integral y la inter-

    pretacin rigurosa, con nivel internacional, siguen siendo pocos. Conviene destacarde esta cosecha, de atrs hacia delante, en los ltimos 25 aos, los trabajos de DoraKanoussi y Javier Mena, que iniciaron ejercicios de traduccin y un pequeo e impor-tante ensayo sobre la revolucin pasiva; despus vino Una Introduccin a Los Cuadernosde la Crcel,que es reciente.

    17 Investigadora en el Instituto de Ciencias y Humanidades de la BUAP, Mxico.18 Por ejemplo, con el patrocinio de la IGS, la BUAP y la editora Plaza y Valds present la compilacin de la II Con-

    ferencia Internacional de Estudios Gramsciano en noviembre de 2000, que se cumpli durante la primera semana de

    Febrero de 2000. Igualmente, se hizo la publicacin de Las Cartas de la Crcel (1926-1937), con la participacin de laBUAP, La Fundazione Istituto Gramsci onlus, traduccin de Cristina Ortega Kanoussi, en el ao 2003.

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    Tambin existi una utilsima y corta obra de divulgacin, Introduccin al pensamiento deGramsci del brasileo Carlos Nelson Coutinho. Es bien importante la publicacin de

    dos trabajos, uno de Francisco Pin Gaytn, Gramsci: Prolegmenos Filosofa y Poltica, yGramsci en Amrica Latinacompilados por Javier Mena y Csar Cansino aparecidos enMxico en la dcada de los 80.

    Junto a estos trabajos est la inuyente obra de Ernesto Laclau y Chantal Mouffe,Hegemonay estrategia socialista. Hacia una radicalizacin de la democracia,que conlleva una aproximacin msque crtica a la obra de Gramsci hecha con claves posmarxistas y posmodernas, donde lateora del discurso y el deconstruccionismo derridiano auxilian una interpretacin ms quepolmica que revisa la hegemona ancada en la materialidad de la clase social proletaria.

    Esta obra marc un escenario renovado del debate, a partir de 1985, al plantearle nue-vos rumbos al entendimiento de la democracia radical, que a partir de una revisin dela lgica amigo y enemigo, hecha sobre todo, por Chantal Mouffe, autora del Retornode lo poltico, proponen ambos ahora una suerte de democracia adversarial, donde no setrata de lucha entre amigos y enemigos, sino de adversarios, y descentrando el proyec-to socialista de la clase proletaria tradicional que animo las revoluciones proletarias, ydndole cabida a la dinmica de los nuevos movimientos sociales.

    Pese a las crticas que le han sido hechas, en la nueva edicin de 2002, en el nuevoPrefacio, a esta obra que apareci en castellano primero en 1987, Laclau y Mouffe semantenan en sus asertos y argumentaciones de entonces. Luego con la aparicin deltexto La razn populista,Ernesto Laclau trata en parte de responder a las objecioneshechas por Slavoj Zizek, tanto enEl sublime objeto de la Ideologacomo en ensayos pos-teriores. En particular, los libros, rganos sin cuerpos y Visin de Paralaje.

    En la respuesta de Laclau se perfecciona el instrumental y los alcances del signicantevaco como categora nuclear, y cmo opera en una suerte de universalidad aleatoria quetiene concrecin perenne en la nocin de pueblo, y el modo de construir una hegemonasocialista democrtica alternativa, que oculta, soslaya la permanencia de la explotacincapitalista. A la vez, en el mismo libro, se reiteran las crticas al propio Zizek, JudithButler, Jacques Rancire, Alan Badiou, y la pareja Antonio Negri y Michael Hardt,quienes parecen identicarse como sus principales contradictores desde la orilla de laizquierda terica radical, y en particular, al que no encara de modo explcito, su colegaargentino Atilio Born, una suerte de representante de la ortodoxia marxista argentina.

    Con el ensayo Los hilos sociales del poder, del argentino Juan Villareal, el inventario de laproduccin crtica de esa dcada fecunda concluye, poco antes del derrumbe de los

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    socialismos de corte sovitico, siendo la relectura de la hegemona la mayor preocupa-cin, en la medida en que la nueva poca seala lmites concretos a los aportes y lecturas

    hegemnicas de Antonio Gramsci, conectadas con los procesos de trnsito y consoli-dacin democrtica en el tercer mundo, la mayora de los cuales experimentaban unacrisis aguda, bajo el despliegue paralelo del neoliberalismo, heraldo del nuevo rgimen deacumulacin capitalista, correspondiente a la denominada tercera revolucin industrial.Durante el nal de los aos 90, los pensadores latinoamericanos, como ya se registraqu avanzaron de nuevo, expuestos a los nuevos desafos de la poca, unos polemi-zando con la ortodoxia italiana, guardiana rigurosa de la vida y obra del ilustre y genialcomunista. Y otros reforzando con nuevas publicaciones la tradicin de los estudiosgramscianos, cuyo principal animador es Giusseppe Vacca, que rechaza las veleidades

    posmodernas, y ja lmites histricos al pensamiento de Antonio Gramsci, porquealgunos no han resistido la compulsiva mana de encontrarlo bueno para todo, hastapara responder asuntos que nunca encar en vida. Quizs haya sonado la hora de ircon Gramsci, y ms all de Gramsci. Las reexiones que aqu se presentan tiene esedeseo, y se mueven en la bsqueda de ese nuevo sentido.

    VI. Europa y el dilogo truncado con la obra de Antonio Gramsci

    En Europa, y en primersimo lugar Italia, Espaa y Francia, fueron los focos de difu-sin principal de la obra, la biografa intelectual, y las interpretaciones en boga de lasescuelas marxistas dedicadas al estudio y recepcin de Gramsci. Hubo diversos tiemposy lecturas, segn el periodo en cuestin. Aqu tal difusin destaca lo acontecido antesy despus del derrumbe de la estrategia eurocomunista, y con ella la crisis de losmodelos de Estado de Bienestar en Europa continental e insular.

    En aquel tiempo contradictorio, repleto de incertidumbres y profundos cuestionamien-tos, fue emblemtico el rastreo histrico de la vida de Antonio Gramsci emprendido

    por Leonardo Paggi, quien a la postre lo plasm en dos sustanciosos volmenes, quetienen por centro la vida del militante comunista dentro y fuera de Italia, en el periodoinmediatamente anterior a la crcel. Estas pesquisas enriquecidas por la disposicinde documentos originales arrojaron importantes referencias y claves para un mejorentendimiento de las notas reunidas en Los Cuadernos de la Crcel.

    Sin dudarlo aquel trabajo marc un hito para la historiografa intelectual y poltica deGramsci. Abri una brecha en los escritos hagiogrcos, o en las reexiones ociales.Leonardo Paggi emple las herramientas del historiador marxista contemporneo, y

    la pasin por la verdad en el inters de develar las claves documentales del convulso

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    periodo de entreguerras, en medio de la hegemona del fascismo y el errtico rumbode la Internacional comunista bajo el comando chovinista de Jos Stalin. Todo lo cual

    es ahora mucho ms fcil, el acceder a las fuentes ms preciadas. Pero, hoy, Paggi estdedicado a otros asuntos.

    Sin embargo, la prueba de los asertos y aciertos de Paggi est en sus volmenesaparecidos bajo los ttulos: Gramsci e il moderno principe (1970), y Le estrategie del poterein Gramsci (1984),que an no ha sido traducidos al castellano en forma completa,apenas algunos apartes signicativos.

    De este autor, el pblico de habla castellana, conoci el ensayo La teora general del

    marxismo en Gramsci, que apareci en Mxico como Introduccin de una edicinde losEscritos Polticos de Gramsci (1917-1933). Aquella traduccin no nos ofreci eltexto completo, y suprimi la parte bibliogrco de especial valor probatorio. Tam-bin conocimos la presentacin que se hiciera al libro de Max Adler,El socialismo ylos intelectuales, y parte del ltimo libro de la triloga historiogrca sobre Gramsci,titulado `El Leninismo de Gramsci, que fue incluida en el libro Filosofa y Polticaenel pensamiento de Gramsci, a cargo de Dora Kanoussi y Javier Mena.

    Hablemos ahora de Francia, donde fue promisorio el trabajo Gramsciy el Estado (haciauna teora materialista de la losofa)de Christine Buci Glucksmann, antecedido por lapublicacin de los ensayos escogidos de Antonio Gramsci. La contribucin de BuciGlucksmann es central para el entendimiento del Estado durante la primera posguerra,inmediatamente despus del derrumbe del Estado liberal en Europa. Es el suyo unseguimiento riguroso casi exhaustivo de su pensamiento, incluida en parte la edicinfacsimilar deLos Cuadernos de la Crcel,que ella conoci de primera manera en sus visitasal Istituto Gramsci en Roma.

    La utilizacin de apartes de su texto es parte de mi libro, dedicado a una lectura inter-pretativa de Gramsci, en torno a la hegemona, y con la preocupacin de sustentar larefundacin de la Ciencia Poltica. Aunque por supuesto, no comparta de su autorala opcin eurocomunista, instrumentalizando el trabajo de Gramsci, emulando losesfuerzos de Palmiro Togliatti en los aos 50 y 60, que, sin embargo, no invalid sinoresisti por su rigor analtico el fracaso de aquel programa poltico coyuntural.

    Francia tambin tradujo a Gramsci, deca, a travs de un encargo de Robert Paris, autordel texto Sobre la crisis de 1923,en la misma dcada de los 70s. El empeo fue publicar

    las obras completas de Antonio Gramsci. Esta edicin incluy un erudito aparato de

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    comentarios y bibliografa inditas; y circul en medio de la crisis del estado de bienestar,ofreciendo otra faceta del desconocido Gramsci. Mencin aparte merece el ejercicio de

    divulgador de Hughes Portelli,Gramsci y el bloque histrico,de mayor xito en castellano conseis ediciones contabilizadas. El texto original francs apareca en Presses Universitairesde France en 1972, y al ao era traducido al espaol por Siglo XXI de Mxico.

    Louis Althusser es, sin embargo, el ms conocido por su lectura crtica de Gramscicon dos clebres ensayos, Ideologa y Aparatos ideolgicos del Estado, y El Marxismo noes un historicismo,y un ltimo trabajo contenido en el libro de ensayos La soledad de

    Maquiavelo,donde disputa la interpretacin que Gramsci hiciera de Maquiavelo.Despus la tarea crtica fue profundizada por su discpulo Nicos Poulantzas, quien

    public una serie de ensayos bajo el nombre Hegemona y dominacin en el Estado mo-derno, a las puertas de la revolucin estudiantil y obrera de 1968. Ambos trabajaron,sin embargo, con rigor y admiracin los temas gramscianos; y jams perdieron de

    vista su contribucin al entendimiento del estado interventor, en la nueva faseposterior a la guerra y al derrumbe de Wall Street.

    En suma, la crtica del historicismo absoluto, no borr los aportes de Gramsci tam-poco al asunto de la ideologa, y su materialidad, referida a los intelectuales y a la or-ganizacin de los intelectuales entre otros tpicos. Unos y otros dieron nuevos airesanalticos y guas prcticas al marxismo enclaustrado en el economicismo estructural,y al ideologismo del corte del visto en los escritos del ABC del Comunismo a cargo deMijail Bukharin, y de otra parte al modo de leer el Materialismo Histrico BenedettoCroce. Uno serva al conservadurismo de los comunismos ociales durante la gida deStalin, en los entornos nacionales e internacionales, y el otro a facilitar la dominacinfascista de Italia, junto a la labor de Giustino Fortunato. Tal y como Gramsci lo dejescrito en su memorable ensayo Sobre la Cuestin Meridional.

    VII. Italia y Gran Bretaa: Gramsci y el fantasma del EurocomunismoPor ltimo, reero la principal produccin italiana sobre Antonio Gramsci, que tuve encuenta para el periodo que arranca en 1947 y culmina en 1975; fecundo e intenso comoninguno en la divulgacin y revisin del legado gramsciano a propsito del asuntode la hegemona. Ambas tareas fueron coronadas por el xito interno, sujetas al fuegode los exgetas del PCI, guardianes celosos de la herencia gramsciana. En la ampliasucesin de intelectuales comunistas y de izquierda primero estuvo Palmiro Togliatti,quien interpret la hegemona en benecio de reconstruccin italiana y el proyecto de la

    repblica del trabajo, y la recuperacin de Europa devastada por la II Guerra Mundial.

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    El entendimiento de la hegemona obedeca a la guerra de posiciones entre el socialismoy el capitalismo. La confrontacin epocal de clase contra clase quedaba mediada por

    el periodo de la guerra fra, y supeditada al reacomodo de las fuerzas polticas recons-truidas al interior de la Italia posfascista, en relacin al predominio de la DemocraciaCristiana con entero respaldo de la coalicin aliada que dirigan los Estados Unidosde Amrica. Despus vino el revisionismo acadmico e histrico de diverso signo. Asse publicaron y discutieron los trabajos monogrcos de Paolo Spriano, Biagio DeGiovanni, Norberto Bobbio, Massimo Salvadori, y Leonardo Paggi.

    El mismsimo Norberto Bobbio introdujo el debate con el intervalo de casi una dcada,sobre la concepcin de sociedad civil (1967), y del Estado (1975) en Marx y en Gramsci,

    a instancias de las invitaciones que le hizo la intelectualidad comunista, interesada enavanzar la propuesta de alianzas con socialistas y demcratas. Ellos fueron activsimosrespondiendo el desafo tericos, y otros por fuera de la onda del compromiso his-trico, el bloque de los extraparlamentarios y autonomistas hicieron algo ms queobjeciones, en la crtica de las versiones ociales del marxismo, que situaron en unperiodo periclitado.

    Uno de los crticos ms agudos de la interpretacin difundida por Bobbio fue Anto-nio Negri, quien escribi una respuesta en 1976 al debate sobre el estado, que habapromovido Rinascita,Existe una teora marxista del Estado?,19con el ensayo Existe unadoctrina marxista del Estado?, donde la referencia tanto a Gramsci como a Marx, endefensa de una teora obrera autnoma (e independiente) del Estado,20ms all delabuso de autoridad y la incompleta exgesis de la obra marciana, enriquecida ahora porel reexamen de los Grundrisse o borradores de El Capital.

    Para dar cuenta del periodo ms rico en el estudio y crtica de la herencia gramsciana,voy a rematar este apartado de mi ensayo, atendiendo a las contribuciones provenientes

    del contexto intelectual anglosajn, otorgando centralidad a los aportes britnicos. Lahistoria de la difusin y el estudio de la obra de Antonio Gramsci lo encabez PieroSraffa, apoyndose en el History Group, que en el Londres de los aos cincuenta agru-paba a Christopher Hill, Louis Marks, J. P. Thompson y, claro est, Eric Hobsbawn.21

    19 En el debate participaron adems de Bobbio, Cerroni, Vacca, Gerratana, Occhetto e Ingrao. Ver el texto Existeuna teora marxista del Estado?Coleccin losca. ICUAP. Puebla, 1978.

    20 NEGRI, Antonio. La forma estado. Akal ediciones. Madrid, 2003, p. 383.21 Ver al respecto de la produccin de Eric Hobsbawn tres ensayos representativos: La ciencia poltica de Gramsci,

    De Italia a Europa, Gramsci y la teora poltica, y El gran Gramsci. Los cuatro aparecieron publicados en castellano en

    el libroEl pensamiento revolucionario de Gramscirealizado en la coleccin losca dirigida por Oscar del Barco, acargo de la Universidad Autnoma de Puebla, en Octubre de 1978. Ya se haba hecho la edicin rigurosa de los

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    En Gran Bretaa apareci en 1957, la traduccin temprana de Louis Marks, TheModern Prince and others Writings, publicada por la editorial comunista Lawrence and

    Wishart. Despus, al inicio de los 60, se realiz un nuevo esfuerzo por difundir laobra de losQuaderni, Selection from the Prison Notebooks, tomando como referencia eltrabajo de Felice Platone, una tarea que cumplieron dos intelectuales no comunistas,Quintn Hoare y Geoffrey Novell Smith. Entonces, el primero de ellos trabajaba unatesis doctoral sobre la obra de Gramsci. Y esta publicacin alimenta lo que ser elms exitoso proyecto editorial de la izquierda europea,New Left Reviewy la rma

    Verso, que sobrevive con xito nanciero desde los aos 60.

    El trabajo inicial corri a cargo del grupo renovador marxista liderado, entre otros,

    por el historiador marxista de raigambre trostkysta Perry Anderson, quienes intentaronbajo los dictados de la nueva izquierda, heredera de lo acontecido en los aos 60, elcuestionamiento cultural y poltico de la formacin social inglesa, valindose de modooriginal de la teorizacin de Gramsci sobre el marxismo y el concepto y la praxis dela hegemona; o de su crtica como ocurri en el caso de Perry Anderson que realizel clebre estudio Las Antinomias de Gramsci,que apareci primero en la revista NLR.

    La publicacin de aquella Selection from the Prison Notebooks,la hizo nalmente, no NewLeft Books sino la editorial comunista Lawrence and Wishart con el respaldo del

    Istituto Gramsci de Roma, luego de ardua polmica con el grupo de Perry Andersony Robin Blackburn, en lo cual tuvo mucho que ver la lectura crtica hecha y divulgadapor el primero de ellos. Sin embargo, el foco principal de las contribuciones al estudiode Gramsci fuera de Italia sigui siendo la revistaNew Left Review,que revisaba desdelos aos 60, de modo principal, los fracasos y aciertos revolucionarios del marxismoingls; as como la signicacin actual de la cultura proletaria para resolver este embrollo.

    Los estudios culturales, y entre ellos los aportes de Gramsci a la problemtica de lacultura y la ideologa proletaria, adquirieron carta de ciudadana con Stuart Hall y TerryEagleton, junto a las contribuciones histrico polticas de Perry Anderson y Bob Jessop,otro lcido terico marxista de la poltica, quien tambin hizo aportes importantes aldebate y comprensin de Antonio Gramsci en Gran Bretaa.

    Se trenz un intenso dilogo y polmica con los trabajos de los marxistas ligados alPartido Comunista, donde las obras del historiador J. P. Thompson, del crtico literarioy cultural Raymond Williams, y las reexiones ms generales de Eric Hobsbawn, fueronpuntos nodales del debate general.

    Cuadernos de la Crcel,en el ao 1975.

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    En el trasfondo apareca tambin, bajo los parmetros del debate en torno a Gramsci y lacultura nacional, el asunto de construir alternativas en el marco del Estado de bienestar,

    y los problemas polticos del bipolarismo de la guerra fra, congelado entre los polos delcapitalismo colectivo y un socialismo, donde el proletariado disciplinado sindical y polti-camente era masa de maniobra de la nomenklatura internacional y sus apndices locales.

    Sin embargo, lo escrito por Thompson acerca de la clase obrera inglesa, es un modelode reexin acerca de los grupos y clases subalternas, y los trabajos de crtica culturalde Raymond Williams otro tanto. En relacin con la contribucin de Eric Hobsbawn,las reexiones de Gramsci encarnadas en su estudio del capitalismo abundan, perome voy a permitir citarlo, para cerrar este apartado dedicado a Antonio Gramsci y las

    contribuciones de la intelectualidad de izquierda en Gran Bretaa.

    Esto deca Hobsbawn en su escritoEl gran Gramsci, Antonio Gramsci, probable-mente el pensador comunista ms original que produjo Occidente en el siglo XX,fue hasta hace poco virtualmente inaccesible para los no italianos, e incluso nomuy accesible para stos.22Y luego, en el mismo texto, el historiador precisa lagenealoga de su pensamiento: El marxismo de Gramsci tena como base el te-rreno hegeliano-crociano, (y) combin, como no lograron hacerlo otros marxistasitalianos, la capacidad de generalizar simultneamente la experiencia especca del

    campesinado (no hay mejor gua para la historia social de la rebelin primitiva)y la del proletariado industrial cuya organizacin fabril convirti en la clave de suestrategia de soviets italianos.23

    Finalmente destaco del mismo escrito lo siguiente, en el cual no estn exentas lascrticas a Gramsci, en particular como lsofo, y como estratega de la guerra enOccidente, Ni fra utopa ni teora erudita, no es una mala caracterizacin de supropio trabajo () Como la de Maquiavelo, su ciencia slo puede ser realizadaen la constante accin poltica. En sus escritos siempre mantuvo una actitud crticae independiente -cosa rara en los marxistas- pues consider a Marx y Lenin comopuntos de partida y no como algo concluido. Sus observaciones, que a menudoson discutibles, son siempre estimulantes; pero sobre todo es necesario sealarque pese a sus mltiples deudas intelectuales, su pensamiento no deja de ser ver-daderamente original.24

    22 Ver HOBSBAWN, Eric,El gran Gramsci, Op. cit., p. 175.23 Op. cit. pp 181-182.24 Ibdem pp 197-198.

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    VIII. La paradjica experiencia

    La obra de Gramsci es la historia de un compromiso como terico y dirigenterevolucionario. Todo l est en esta historia; es por tanto un producto del pasado,como es necesario e inevitable. Pero como todos los grandes resultados de la historia,a medida que se objetivizaba creaba una nueva realidad y fecundaba el futuro ()La gran enseanza que nos deja, parecida a la de los otros grandes revolucionariosde nuestro tiempo, es que hace falta mirar hacia el pasado para hacer lo que importa:ir hacia adelante; porque las herencias del pasado no pueden jams llegar a ser unarenta cmoda en las dicultades y los problemas del presente. Massimo Salvadori.

    Actualidad de Gramsci, en El Pensamiento Revolucionario de Gramsci, pp. 122-123.

    Bajo esta tesitura, tanto histrica como crtica, la praxis poltica de Gramsci en la cons-truccin de un nuevo tipo de intelectual orgnico, el Nuevo Prncipe, encontr entoncesy suscit despus nuevas claves interpretativas dentro y fuera de Italia. La contribucinde Gramsci ya tena la impronta del ecumnico, era objeto de debate en los ms presti-giosos crculos de la izquierda mundial, con insultante silencio en los espacios ocialesdel socialismo realmente existente, de lo cual era elocuente su escassima presencia en laseditoriales de los diferentes partidos, empezando por el partido comunista de la URSS.

    La anterior ausencia se converta en indiciaria de la crisis que se viva al interior delcomunismo ocial. Sin embargo, no lo era menos, la escandalosa presencia y el perma-nente endiosamiento entre los intelectuales del eurocomunismo latino, a la cabezade los cuales estaba el poderoso Partido Comunista Italiano, y sus secretarios mscarismticos, Togliatti primero, y Enrico Berlinguer, despus.

    Delante de ellos estaba el desafo del Estado de Bienestar a ambos lados de la bipo-laridad en que se encontraba inscrito el mundo de la posguerra. Por entre ellos, en los

    intersticios, tambin cabalgaba en un modesto Rocinante, el legado de Antonio Gram-sci, en los espacios de la autonoma y de la crtica a la revolucin institucionalizada, deforma casi velada, animando nuevas causas. Todo lo cual se haca menos notorio enItalia, donde por supuesto estaban los cancerberos ociales de su pensamiento, con elprimer Instituto Gramsci como guardin.

    Acompaando las travesuras del topo de la historia, se ocultaba a Gramsci, entre lafama y el silencio, a la vez que l emerga transformado y con nuevo vigor al otro ladodel mundo, en la India, con el grupo de los Estudios Subalternos, liderado por Homi

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    Bhaba y Gayatri Chakravorty Spivak,25una feminista de raigambre marxista dedicadaa los Estudios Culturales. En esta vena, con voz propia, el grupo de Walter Mignolo,

    Arturo Escobar y Anbal Quijano, intentaba lo propio para Amrica Latina, decons-truyendo el discurso del desarrollismo. Se iba, igualmente, en contra del epistemicidioy el etnocidio perpetrados en Occidente, como lo recordara el portugus Boaventurade Sousa Santos. Y en Colombia, Orlando Fals Borda se haca eco de aquella corrienteescribiendo sus ensayos bajo el rtulo Ciencia Propia y Colonialismo Intelectual.

    En suma, Antonio Gramsci, renaca al lado de otros, recuperando la importancia dela cultura, de las superestructuras complejas, del sentido comn, del buen sentido, dela religin, de la compleja urdimbre trenzada en la antropologa de los grupos y clases

    subalternas en su lucha por la emancipacin y la liberacin anticapitalista. As, en laencrucijada posmoderna se forjaba un nuevo cuerpo de teora, una epistemologarenovada en los estudios poscoloniales, en tensin con los hervores de la posmoder-nidad. En particular, Bhaba ataca las divisiones binarias con las que se dene a unade las alternativas de la modernidad, segn decir de Antonio Negri y Michael Hardt.

    El proyecto poscolonial que tiene huellas g