Antropociclos 01
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Septiembre 2012
AntropoCiclos Nº 01
Chamallanca
tras las huellas
del puma Pág. 22
Pedaleando por
el Planeta Lima/Ticlio/Lima
Pág. 28
4º Tour de Lima Pág. 9
Antropociclos Nº 1
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Septiembre 2012
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Antropociclos Nº 01
Septiembre 2012
Editor:
Carlos García Granthon
Colaboradores:
Catherine Yap
Dúbert Díaz
Henrry Coz
Modelo:
Maria Grazzia Salinas
Fotografía:
Silvia Granados
Carlos García Granthon
Contacto:
Portada: Aldo Poma y Margarita Lazo en
Ticlio “Pedaleando por el Plane-
ta”-
Foto: Carlos García Granthon
Contenido
Editorial 5
Eventos
Pikes Bike 6
Tour de Lima IV Edición 9
Hablan los Clubes
Rodando Perú: De Profesión Ciclista 10
L’Femme & Bikes: Una Gran Familia a Todo Pedal 11
Relatos a Pedal
Para no extrañar al pedalear 12
La Chica Pedales
Maria Grazzia, sensaciones de septiembre 17
Rutas, Ruedas y Horizontes:
Chamallanca: tras las huellas del puma 22
Pedaleando por el Planeta: Lima/Ticlio/Lima 28
Ciclomecánica
Los Conos: rodando con las billas bien puestas 34
Marcas que hicieron Historia
Raleigh 38
Antropociclos Nº 1
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Septiembre 2012
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La frase del mes:
¨No entiendo a las personas que se preocupan por
llegar sanas y salvas a la sepultura¨
Editorial
Por:
Carlos García Granthon
Va este ensayo de revista, en su primer número, a todo aquel que haya sido tocado y trasto-
cado por el mágico conjuro del girar de los pedales, la embriaguez del equilibrio de las dos
ruedas y la aventura del viaje al mundo secreto que nos conducen.
Para resumir diré que sólo en lo que va de este año, la bicicleta, y la sed de aventura, me han
llevado a atravesar la Cordillera de los Andes a fuerza de pedal, domando cuestas a altitudes
en las que los pilotos de combate piden oxígeno, he perseguido pumas en recónditas quebra-
das, explorado cuevas y restos de antiguos pueblos que no figuran en los mapas, he visto pai-
sajes y caminos que no pueden ser descritos mas que con el verbo de la rueda sobre la grava,
he disfrutado de la oportunidad de encontrarme conmigo mismo en la soledad y el silencio de
la ruta, así como también de compartir cada centímetro de ésta con entrañables amigos. He
conocido la pureza del Ande y he reconocido al humano que lo habita. Me he encontrado
viendo al animal salvaje a los ojos en su hábitat y me he extraviado en la obscura profundidad
del infinito firmamento que lo cubre todo en la fría noche rural. He sentido el corazón latir
por excitación, dolor, alegría, miedo y cansancio, los pulmones estallar por otras tantas emo-
ciones y las piernas desfallecer por cumplir un solo sueño. He conocido el sabor de las lágri-
mas, el embrujo de la risa, el olor de la sangre y la euforia del triunfo del hombre al alcanzar
una meta.
No sé que ocurrirá cuando a cada quien le toque entregar la llave en la garita de salida de la
imprevisible ruta de la vida, pero si hubiese que rendir cuentas; yo, con cargo a estos últimos
5 años sobre los pedales, bien podría decir. Confieso!… confieso que he vivido.
Antropociclos Nº 1
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Pikes Bike en la Noche Verde
de Lima
Foto: Carlos García Granthon
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Lista de Ganadores
por Categoría
Damas
1º Gretel Molina
2º Milagros Arenas
3º Sara
Varones
1º Mauricio Barúa
2º Sebastián Perleche
3º Renzo Sánchez
Plegables
1º Richard Doolan
2º Nilton López
3º James Spellward
Menores Damas
1º Isabel
Menores Varones
1º Alberto
Lima, 30 de Agosto de 2012; 32
competidores, sobre sus flamantes
monoplazas, participaron en los
Pikes Bike, evento organizado por
Cicloaxión y que consiste en una
sucesión de carreras sobre una dis-
tancia de 100 metros, por pares, en
donde se van eliminando entre si
uno a uno hasta que sólo quede un
vencedor.
El objetivo es llegar primero a la
meta, en una explosión de poten-
cia que los lleve desde la inmovili-
dad hasta la gloria, en sólo unos
cuantos segundos, para poder pa-
sar a la siguiente ronda.
Desde que Cicloaxión introdujo
los Pikes Bike en la ciudad, hace
muy pocos años, el número de
adeptos a este deporte ha crecido
exponencialmente y ya casi se ha
convertido en una actividad de
culto entre los centauros urbanos.
Las carreras se realizaron como
parte de La Noche Verde, evento
convocado por CicloLima, en el
que ciclistas, patinadores y demás
vehículos de propulsión humana,
así como también algunos otros
deportes de aventura, tomaron
por asalto las 9 primeras cuadras
de la Av. Arequipa, en el centro
de Lima, para reclamar y reivin-
dicar su espacio en la ciudad,
además de promover el sano de-
porte y el uso de medios de
transporte no contaminantes.
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Tour de Lima
IV edición Septiembre 23 de 2012
Creado originalmente por Heberth García y Dúbert
Díaz., esta vez y como parte de las actividades por
el día mundial sin auto, en medio de masiva y exito-
sa convocatoria se llevó a cabo la IV edición del
Tour de Lima. Ciclistas representando a todas las
agrupaciones del gremio se dieron cita a las 8:00
horas, en el campo de marte para dar inicio al reco-
rrido de 60 kms. por las calles y avenidas del cono
este de la ciudad de Lima. Las ruedas giraron por
sobre el asfalto de los distritos de El Cercado, Jesús
María, Lince, San Borja, Santiago de Surco, La Mo-
lina, Ate, Santa Anita, El Agustino y San Juan de
Lurigancho.
El evento, que toma más fuerza cada año y en el que
se pisa fuerte a lo largo de toda la ruta, no es una
carrera, tampoco una bicicleteada; es más bien una
intervención urbana; un firme acto de presencia del
ciclista y una toma de posesión y ejercicio de su de-
recho a vía en la ciudad.
Foto: Carlos García Granthon
Antropociclos Nº 1
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Rodando Perú
De Profesión
Ciclista
Por Dúbert Díaz
Aún recuerdo la primera vez que me atreví a organi-
zar una bicicleteada masiva en la institución educati-
va donde yo laboro, fue el 4 de junio de 2005, parti-
ciparon 120 alumnos de secundaria y tuve como apo-
yo a mi gran amigo Pedro Salazar. Aquella vez roda-
mos por Villa María y Villa El Salvador hasta llegar
a los Pantanos de Villa, en un recorrido de 20 kms a
puro pedal. Fue una gran proeza y también una gran
satisfacción para mis alumnos que no creían que era
posible trasladarse en bicicleta tamaña distancia.
Aquel día ellos aprendieron que la bicicleta podía ser
el vehículo ideal que los transportara por su ciudad,
pero la cosa no iba a ser tan sencilla, había mucho
por trabajar en ese sentido. Luego vendrían más bici-
cleteadas, hasta que en el 2008 tuve la gran responsa-
bilidad de llevar a 400 alumnos en bicicleta hasta el
complejo arqueológico de Pachacamac. Más tarde
desarrollé un proyecto de cicloturismo escolar y puse
a rodar a mis alumnos hacia diferentes destinos de la
capital, lo cual tuvo mucha acogida por los padres de
familia, no obstante los miedos de andar en bicicleta
siguieron latentes. Dicho proyecto duró dos años,
hasta donde alcanzó el financiamiento. Es en este
contexto en que decido proyectar mi Activismo Ci-
clista hacia la comunidad en general y para ello desa-
rrollé una línea de pensamiento a la que puse por
nombre Rodando Perú.
En el 2009 lancé el evento “Por las Rutas de Lima
Sur”, que se repitió por tres años consecutivos, y en
el 2011, junto con mi amigo Heberth García, organi-
zamos el primer Tour de Lima que a la fecha se ha
convertido en uno de los eventos ciclistas más impor-
tantes de nuestra ciudad. Paralelo a todo esto fui al-
ternando el ciclismo urbano con el cicloturismo de
largo aliento y de este modo me lancé a rodar por el
Perú en bicicleta, llegando a parajes insospechados
donde jamás lo imaginé.
Rodando Perú no es un club de ciclismo, más bien es
un concepto donde resumo uno de mis más caros an-
helos que, a decir verdad, otros ciclistas también lo
tienen. Recorrer el Perú en bicicleta es una empresa
descabellada pero no imposible, en eso estamos.
Hoy en día Rodando Perú promueve el uso de la bici-
cleta como medio de transporte ecológico, para ello
implementa salidas cicloturísticas gratuitas a diferen-
tes destinos de Lima y el Perú y además promueve
charlas sobre movilidad sostenible en las escuelas y
participa activamente en el quehacer ciclista de nues-
tra ciudad, porque estamos convencidos de que la
bicicleta es el vehículo de transporte más ecoeficien-
te que el hombre ha inventado.
Foto: Archivo Rodando Peru
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L’femme & bikers
Una gran familia
a todo pedal
Por Catherine Yap
Durante la semana nuestro grupo de "abejitas", como
así ya nos conocen, recorremos a todo pedal las ca-
lles de Lima. Curiosamente el nombre de L’femme &
bikers proviene de una evolución, ya que desde sus
inicios la idea de pedalear fue liderada por mujeres
guerreras "L’femmes" que hicieron la diferencia
dentro de los grupos de ciclistas. Progresivamente
nuestro grupo fue asimilando a los "bikers", quienes
complementaron y fortalecieron este gran grupo
humano, con personalidad propia, con ese carisma y
bajo un mismo común denominador que es disfrutar
del ciclismo, ya sea en sus diferentes salidas como
paseos, rutas de entrenamiento, rutas de turismo o
alguna competencia. Además, en este grupo siempre
encontrarás una mano amiga, un apoyo o la fuerza
para seguir pedaleando.
Además de sus colores amarillo y negro, nuestro
grupo se caracteriza por su diversidad en el común de
sus integrantes. Podrás encontrar a un estudiante,
chef, ingeniero, artista, etc.; así como ciclistas de di-
ferentes edades, y de diferentes lugares de Lima, to-
dos compartiendo una misma pasión sobre dos rue-
das. El ser parte del grupo, constituye también el
tener un apoyo de sus integrantes en cualquier situa-
ción de riesgo, ya que no sólo somos ciclistas en las
calles, sino que nos hemos convertido en una familia,
que unidos tal cual panal superamos juntos las adver-
sidades.
Aunque muchos piensen que el grupo tiene años,
sólo lleva un poco más de un año de creado y ya nos
hemos convertido en uno de los grupos más numero-
sos, particularmente en las salidas de los viernes por
la noche, donde albergamos a cuanto ciclista se apa-
rezca con las ganas de pedalear. En estas salidas bici-
cletean las familias con niños junto con los que entre-
nan, los que sólo han dado una vuelta por el parque
con los que han hecho cientos de kilómetros en un
día, en un ambiente relajante, de tolerancia y amis-
tad.
Poco a poco nuestros integrantes se han ido perfilan-
do de acuerdo a lo que desean hacer. Algun@s entre-
namos con rutas exigentes los días martes para man-
tener el ritmo y domingos realizamos rutas explorato-
rias o de integración, frecuentemente fuera de Lima,
donde nos enriquecemos de las experiencias de cada
integrante.
Así que si eres un@ amante del pedal o simplemente
quieres relajarte un poco bajo dos ruedas, te invita-
mos a que conozcas de nuestras salidas en facebook
(FemBikers), formes parte de nuestras salidas y te
conviertas también en una abejita.
Foto: Silvia Granados
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Para no
Extrañar
al
Pedalear La soledad y
sus fragilidades
pedaleando
durante
una tarde
de invierno
Por
Henrry Coz
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Una de las respuestas más honorables que he dado en
mi vida fue durante la niñez, me preguntaron a los
cuántos años había aprendido a manejar bicicleta: ¡a
los siete! Lo importante de esta respuesta es que
aquel nido de metal rojo que compartíamos con mi
hermano mayor me dio la ventaja de haber aprendido
a manejar una bicicleta con menos edad que él, la
gloria de haber aprendido antes que él, honorable
ventaja y suculenta respuesta que nunca olvidaré, mi
hermano envidió mi ventaja.
Recorrer a todo pedal por distritos de Lima como San
Luis, San Borja, Surco en 25 minutos de recorrido,
en silencio, colocan en meditación hasta el más furio-
so y estresado de los ciudadanos grises de Lima,
ellos darían fe de una soledad que transita sobre los
pedales. Aún existen y con pruebas de la abundancia
de ellos y ellas, adeptos ciclistas extraídos de la in-
fancia y ciclistas que se reencuentran con la bicicleta
después de un tiempo; con frecuencia mucho tiempo.
Por las necesidades de transporte de cortos tramos,
necesidad de realizar ejercicios impulsados por una
empatía ecológica o como herramienta de trabajo,
todos ellos montan una bicicleta por una ciudad que
asfixia el obvio derecho de urbanidad de toda bici-
cleta.
20 de mayo, me dirijo al instituto en Cletinsky, con
tiempo suficiente, el único desgaste que tengo es un
dolor “inflamado” en los muslos, pero a la velocidad
que sea el espacio se convierte en un paisaje exiguo.
Ahora estoy fuera de aquel apretado custer, lejos del
interior asfixiante de las viejas combis. Ya no espero
en los paraderos a ninguno de ellos, ni un minuto
más.
Para eso compré a Cletinsky, bicicleta de estilo
vintage, voy por la ciudad teniendo mucho cuidado
de no arrollar a nadie ni ser arrollado, evitar a los pe-
rros que me miran muy enfocados, evitar hoyos y las
fauces de las calzadas cansadas de la avenida. Evi-
tando tanto tumulto, tomando calles y pasajes, aveni-
das largas y continuas, más seguras y rápidas. Pero
hay algo más; silencio y soledad. ¿Cómo nadar?, si-
milar, sólo que la muerte y el cansancio son menores
sobre las ruedas (lo comparo con nadar en el mar,
prefiero siempre nadar en el mar), pero es silencio
por dentro.
Si pienso demasiado me sobreviene la imaginación,
pero ya he chocado contra un jardín por darme en
vuelo en ideas demasiado alejadas de la pista. Tam-
bién he terminado de cabeza cuando me encontré con
un hoyo invisible, nunca lo vi llegar.
Martes 20 de mayo, 11:45 de la mañana, esta sen-
sación de solitario se me hace conocida. Silencio
interior, aquel traqueteo rítmico y agradable de los
rayos es como el “om” de Cletinsky, este es el único
ruido que tengo en cuenta. Si yo siento algo así en-
tonces otro ciclista pedalea en silencio, experimen-
tando la teoría de su propio silencio muy cerca de
aquí. Compartimos una característica que también va
sobre los pedales. Momentos después cruzo la mira-
da, con una tensa pregunta en los ojos, un ¡hola!, tal
vez, retorciéndose en silencio. Otro ciclista llevando
una enorme mochila en la espalda. Ambos somos
transgresores en la capital que consume y continúa
aprendiendo el cómo consumir más criando el facilis-
mo de pensamientos y acciones.
Soledades y más soledades incubados en la infancia
y re-practicadas muchísimo después. Carlos, un nue-
vo amigo y ciclista de corazón, me comenta que
existen los ciclistas solitarios pero “tienden a men-
tir”, refiriéndose a que se trata de una postura pero
acompaña sus aseveraciones asegurándome que
“todo ciclista busca estar solo como en busca de una
catarsis necesaria”, inmediatamente a todo ciclista
le acompaña el silencio por tramos hasta al más
sociable de los ciclistas en pelotón. En su ensayo “…
y todo a pedal”, una recopilación de historias y apre-
ciaciones de su encuentro con el ciclismo por afición
y convicción. Cuenta pasajes de su visión ciclística
durante los años 2009 a 2011entusiasmado por todo
un circuito social de “cleteros” (término para referir-
nos a todo buen ciclista), en el que se introducía y le
abría la puerta a un sinfín de historias nuevas. Clete-
ros habitantes de a pedal de todo Lima compartiendo
momentos de silencio sin saberlo en el paralelo del
tiempo y sus habitantes.
Imaginar este silencio sin el instrumento clave que lo
motiva, es imposible, sí: bicicletas. De aficionado o
decidido competidor acompañan la soledad como a
Órfilo que medita en su blog: “Igual soy raro, pero
necesito esa soledad del ciclista de forma regular,
me ayuda a poner la cabeza en orden y a tomar deci-
siones importantes de mi vida”.
Pero hay una pasión en común, todo buen cletero no
se conforma con una sola cleta. Carlos posee 6 cletas,
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4 armadas y 2 desarmadas. Es poco comparado con
las once que tuvo en su antigua casa en La Molina
“me considero un rescatista”, afirma Carlos, una
Garozzo italiana de 1958 cuelga en su soporte en el
pasadizo junto a las demás bicicletas, esta fue resca-
tada de una avalancha de heces de gallina, sepultada
y en olvido.
También me he hallado con bicicletas que causan
fascinación, todo esto al navegar en la red. Quedar
boquiabierto de lo sorprendido y alucinado con la
belleza de lo que observaba en el blog “Dale peda-
les”, sólo queda recomendarla, es necesario ver y
sentir ante tanta maravilla qué hay en este blog.
Compartir las calles con ciclistas ensimismados atrae
mis sospechas de toda una gama de historias. Enton-
ces encontré pedaleando tranquilo y con lentitud a
Don Tomás, recorre 25 km casi todos los días, su bi-
cicleta tiene oficio, y también historia. Conocido por
guardias y serenos de San Borja, don Tomasito, co-
mo le llaman, carga podadora, tijeras, maletín de
herramientas, pico y lampa en su bicicleta.
Bicicleta de historias que se pierden en esa mirada
extraviada en sus recuerdos, pero me resume parte de
su historia para aliviar mi curiosidad “para venir a
Lima vendí una de mis vacas, con parte del dinero
compré la bicicleta de mi vecino, cuando era joven
siempre quería una bicicleta así, la iba a necesitar
para no gastar en pasajes, me la vendió muy bara-
ta”, este pequeño hombre monta una enorme bicicle-
ta, creo que se trataba de una Hércules, de origen
británico, producida en los años 50’s. Se trata de una
bella joya para los coleccionistas.
Tomás continúa su camino después de una sonrisa,
necesita visitar la mayor cantidad de casas para em-
bellecer jardines, trabajar y pedalear en silencio, sil-
bando alguna vieja canción, pero no cambiaría esa
acostumbrada independencia, tampoco cambiaría la
bicicleta que tiene y prefiere proyectar futuras repa-
raciones y repintado para su bicicleta inagotable.
La historia de Tomás me recuerda algunas líneas de
un blog de un competidor de carreras que se recuerda
a sí mismo en una entrada que él titula “un día en las
carreras”, mensaje dirigido a los tenues ciclistas en
las carreteras en preparación o en medio de una com-
petencia dominados por el silencio y soledad.
Don Tomás es hombre del campo, hace 20 años se
encarga de los jardines de los vecinos de San Borja ,
Surco y parte de La Molina. Don Tomás trajo desde
su natal Ancash aquella bicicleta y desde que bus-
caba un oficio cuando era un migrante recién llegado
a la ciudad, esta bicicleta siempre le acompaña, des-
de entonces hasta la actualidad.
Pasear por simple gusto también nos aproxima por
momentos a este silencio, inducido por la necesaria
concentración de la ruta que seguimos y los peligros
que nos arrollarían ante un descuido.
Micaela es una administradora que va por ciclovías
de paseo que se encuentran en San Borja Sur y Norte.
Administradora de profesión y de una inconfesable
belleza en los ojos. Pedalea en una Oxford blanca
muy grande y vistosa, hermoseada y llena de detalles
que todo ciclista vintage aprobaría con envidia, ”me
enamoré de esta bicicleta, es del mismo modelo que
el de una prima mía, me siento fashion (risitas), me
gusta lucirla y sentirme especial, saludable”.
Sintiéndose tranquila en compañía de su hija que tro-
ta a su lado. ¿Y qué de ese silencio que busco con-
fiesen estos ciudadanos?, pues sí, lo han sentido. Con
soltura me comenta que ha salido de casa después del
trabajo determinada en realizar ejercicios al pedalear
y conseguir ese íntimo silencio que disparaba medita-
ciones y recuerdos en su mente, “hay una sensación
de libertad”, “si el tiempo y el trabajo me lo permi-
tieran me gustaría viajar en bicicleta”.
Permitirse entonces canalizar la distancia y el tiempo
de su viaje en introspecciones. Recuerda a papá
César manejando una enorme bicicleta perdida en un
robo a la casa cuando ya era adolescente, bicicleta
donde papá César le llevaba a comprar el pan, azúcar
y lo necesario para la cena o a dar un paseo cuando
Lima entraba a los fabulosos 80’s. Lo importante de
este recuerdo es que la sentaba en el marco de la bici-
cleta y era muy divertido.
Cuando los nietos lleguen, se encargará de que ten-
gan una bicicleta para asegurar una ”infancia con
recuerdos tan lindos como los míos”, eso también
incluye un par de caídas. Con una despedida espera-
mos vernos pronto en las rutas que se entrelazan to-
dos los días.
Recuerdo a Orfilo mencionar la palabra raro. Raros
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con rarezas de libertad inocente extraídas desde la
patria independiente de la buena infancia.
Recordaba esos sueños individuales que pedaleaban
insistentemente sobre mi primera bicicleta roja, no se
trataba únicamente de una bicicleta roja de aro 24,
sistema de frenos de varilla y un chirriante freno de-
lantero. Esta era una nave espacial provista de misi-
les, torpedos, láseres y bombas atómicas, definitiva-
mente mi imaginación y yo montábamos juntos una
ilusión de tecnología indescriptible.
Hace unos días mi pequeña sobrina pedaleaba gra-
ciosamente su bicicleta rosada adecuadamente sopor-
tada en ese par de rueditas de iniciación. Descubrí
entre sus balbuceos que ella era una bella florista que
pedaleaba una bicicleta-carruaje repleta de flores que
sólo ella veía, olía y sentía, imaginé un poco, sonreí y
le permití disfrutar de su soledad tal como lo recordé
tiempo atrás. Naves de cientos de colores.
Desde enormes momentos de silencios llenos de ínti-
mas meditaciones o evocaciones, o sencillas salidas
de la casa para comprar la cena o ir al banco el tiem-
po cabe de sobra para rodearse de silencio. Esa im-
presión de que andas adelantado a las horas que se
vencen y no hay forma de quedarse dormido o ren-
dirse al estar pedaleando.
Me sucede con Cletinsky (ruso por puro gusto), ten-
go que salir y también llegar, pero abruptos silencios
me retornan a recuerdos de hace muchos años. En
estos viajes de horas o minutos doy cuenta del abun-
dante silencio que cohabita con nosotros. Solitario,
silencio-soledad, una lleva a la otra y juegan sus
equilibrios dentro de nuestras voces internas de
acuerdo a las distancias de las rutas hechas a pedal.
El tiempo en viajes largos son los que nos someten a
un encuentro interior. Una idea común que afirmé y
en una lista de ventajas de ir en bicicleta, ensayada
por Bicigrino “la primera, y para mí más importan-
te, es evidente. Todo viaje es en realidad un viaje
interior. Cuando uno viaja solo esta afirmación co-
bra todo su sentido y el viaje se convierte en una ex-
periencia única e íntima. Viajar solo es profunda-
mente enriquecedor y contribuye al crecimiento in-
terior. Uno es su propio compañero de viaje y forzo-
samente desarrollará un diálogo interno muy útil a
la hora de conocerse a sí mismo. Descubriremos
nuevos aspectos de nuestra personalidad, no necesa-
riamente positivos, que nos ayudarán en nuestra evo-
lución vital. Creo que reencontrarnos con nosotros
mismos es la mejor razón para viajar en solitario”.
Leído y sacramentado en el blog de “Pedaleando el
Camino de Santiago”, con el solitario Bicigrino
(Vicente Ángel), decidido ecoturista que recorre a
pedales rutas y lugares de España, resaltando la pri-
mera de las ventajas de viajar en solitario.
Martes 20 de marzo, 7:45 de la tarde, Cletinsky
tiene un hueso roto, costilla, codo o fémur, en reali-
dad se quebró el codo, la pieza que une el manubrio
con la horquilla de la bicicleta. Esta vez llegaré a pie
a casa, no pretendo dejar vencido a Cletinsky si lo
llevo en la maletera de un taxi que quizás nos apun-
taba arrollador hace unos días. No le haría eso, tengo
planeado ir por San Luis dónde reparan bicicletas,
ahí un par de puntadas de soldadura en el hueso roto
nos dejarían continuar con nuestro viaje, no interesa
el tiempo. Llegaré.
“Sentirse libre” me resaltó Carlos. Una sensación
personal y compartida con los cleteros y ciclistas de
la ciudad.
Ya me ronda la idea de mudarme a un departamento
más grande porque quiero una bicicleta más. Una a la
que llamaré el mafioso “don Cletone”.
El sábado por la noche sólo nos tenía las puertas
cerradas y silenciosas de las tiendas donde reparan
bicicletas. Me decidí a improvisar un vendaje con
unos cables para electricidad que me esperaban en
un tacho de basura de una ferretería cerrada. Amarré
el hueso roto de Cletinsky, seguro de estar en una
escena que repetiré un par de veces cuando emprenda
viajes largos. Viajes muy distantes a Lima.
Este es el final del día lejos de casa. Es así como con
un hueso roto, pero con las ganas de no detenerse,
Cletinsky, sin entender su nombre de broma, me
lleva en silencio.
Con la soledad y sus fragilidades pedaleando duran-
te esta tarde de invierno, seguro de aquel silencio
contenido en los ciclistas y que hay que aprender a
no extrañar la multitud al pedalear.
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Maria Grazzia Modelo por profesión y ciclista por afición
Es la Chica Pedales del mes
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Chamallanca Tras las huellas
del puma Julio 21 de 2012
por
Carlos García Granthon
Foto: Carlos García Granthon
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Difícil de creer, pero fácil de comprobar, desde hace
varios años se vienen reportando entre la comunidad
de deportes de aventura, eventuales avistamientos de
Puma (Puma Concolor) en una quebrada cercana a
Lima; en Chamallanca. Al parecer cuando la época
de lluvias en la sierra extiende temporalmente el área
boscosa del, valga la redundancia, Bosque de Zárate,
en la cuenca de río Rímac, el trinomio vegetación
presa y predador llevan la puesta en escena del gran
teatro de la vida, a quebradas aledañas y poco transi-
tadas que desembocan en la cuenca del río Lurín,
donde se representa en tres funciones diarias, pero en
estricto privado, el drama de la cadena alimenticia,
“devorar o ser devorado” aquí el Puma o León de
Montaña es el villano estelar y algún mamífero me-
nor el artista invitado a su debut sobre tablas y despe-
dida entre fauces.
Como no hay mejor souvenir para un ciclista de
montaña que el autógrafo de un león del mismo gre-
mio; ya en dos ocasiones anteriores me había interna-
do en su búsqueda, en solitario por la quebrada, sin
mayor suerte.
Pensando esta vez en una incursión más extensa; ya
era hora de formar el equipo básico de tres pedaleros
para toda salida de exploración, pero cuantos insen-
satos se pueden encontrar dispuestos a salir a perse-
guir pumas en bicicleta?.. pues dos!, los de siempre;
Aarón Heredia y Aldo Poma.
Salimos temprano, pero fuimos conversando todo el
camino a ritmo de cicloturista, para cuando llegamos
a la boca de la quebrada Chamallanca, pasando Sisi-
caya, ya eran más de las 11:00 a.m.
Un gran portón metálico, cercos de alambres de púas
por doquier que bloquean todo acceso a la quebrada
y un poco amistoso letrero que reza:
“Propiedad Privada
Prohibido Cazar”
nos advierten que estamos a poco de perder también
este santuario natural bajo el atropello desordenado
de la maquinaria de la expansión urbana y rural. Pro-
bablemente ésta haya sido una de las últimas incur-
siones de aventura posibles a Chamallanca.
A tres meses de haber culminado la época de lluvias,
sabemos que estamos fuera de la temporada de avis-
tamientos de puma y bastante suerte tendríamos con
encontrar siquiera un gato gordo y remolón en las
inmediaciones, pero tras una hora de internarnos por
la reseca quebrada, habiendo dejado atrás los
En primer plano la huella del predador, el Puma o León de Montaña, más adelante, cerca al borde superior de la foto, las pequeñas huellas de la presa; posiblemente una vizcacha.
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sembríos de tuna que invaden este santuario, vamos
pedaleando con suave cadencia, en fila, cuesta arriba,
sobre los ya difuminados restos de una antigua trocha
carrozable y siguiendo el cause de un huayco, hasta
que, a unos 4 kilómetros, nos damos con la primera
sorpresa.
Una desvencijada choza, al abrigo de unas grandes
rocas, construida con troncos, plásticos y neumáticos
viejos, parece ser el hogar y templo de misantropía
de algún minero ermitaño. Aún se apilan en su in-
terior, muy ordenadamente, un gran número de costa-
lillos llenos de mineral, y separados en grupos según
las tonalidades de su contenido, que van desde el ver-
de óxido hasta el gris opaco.
También hay unos pantalones bien doblados, lentes
protectores en buen estado, máscaras para el polvo,
pilas, una radio, etc. Todo cubierto bajo una inexpre-
siva capa de olvido, polvo y óxido de no menos de
dos años. Da la impresión que el minero salió una
mañana a trabajar, en las entrañas de los Apus pro-
tectores del lugar, para nunca más volver.
Cien metros mas allá, junto a un pequeño tramo de lo
que alguna vez fue un ancho y bien empedrado cami-
no inca, nuestro primer gran hallazgo: dos grandes,
juntas y aún legibles… huellas de Puma!!, sí, son de
Puma! Están algo difusas, pues llevan allí aparente-
mente varias semanas, y algo borrosas por acción del
viento que va bruñendo lentamente el arenoso fondo
de la quebrada, pero aún son perfectamente identifi-
cables las características felinas del cayo plantar, y
casi duplicando en anchura los más de 50 mm de una
de nuestras huellas de llantas de montaña, son dema-
siado grandes para ser de gato, por muy zapatón que
éste sea.
El sol en su Zenit hace difícil fotografiar la poco con-
trastada textura de las huellas, que de aquí en adelan-
te encontraríamos a cada paso, incluyendo toda una
danza completa de caza y juego de muerte, entre el
gran felino y su presa, probablemente una vizcacha,
que quedó grabado y relatado gráficamente sobre el
lienzo de la ahora reseca pero alguna vez húmeda
arena del cauce de una torrentera. Con la felicidad
del hallazgo y el objetivo alcanzado, pues los pumas
son ágrafos e iletrados hasta donde se sabe, y por lo
tanto una huella plantar se da como bien recibida y
valedera por todo autógrafo.
Aún hay luz, tiempo y ánimo para seguir pedaleando
y extender la exploración un poco más, aunque la
primera pinchada de llanta sirve para recordarme que
Envases de raciones del ejercito peruano
dejados dentro de las trincheras
en un punto estratégico de la quebrada
Antropociclos Nº 1
26
rrosión de algunas calaminas, la ausencia total de
huellas, y la acumulación de polvo, deben llevar allí
mas de 10 años sin ser utilizadas, hasta 20 si consi-
deramos el clima predominantemente seco de la zo-
na.
En una de las trincheras encontramos varios envases
de raciones del ejército… No! Ni tocarlas, aunque
hubieran sido el souvenir perfecto, esos envases
están allí probablemente desde la época del terroris-
mo, cuando tanto el ejército como los subversivos
tenían la mala costumbre de dejar trampas “caza
bobos” en los puestos que abandonaban… puede ser
que no tocar los envases haya sido sólo un paranoico
exceso de precaución, pero con la foto es más que
suficiente; además, ciclista precavido regresa peda-
leando a su casa con las dos piernas completas!
Poco mas allá, una gran flecha en el suelo, formada
con grandes trozos de piedra, apunta hacia el camino
vamos por tierras donde el cactus no sólo es el en-
greído del paisaje y pide tributo al paso del ciclista,
sino que curiosamente aquí también, los añejos cac-
tus son pergamino de bitácora sobre los que una pa-
reja de amantes ha grabado sobre su superficie, a cu-
chillo y clorofila, suculentas y detalladas crónicas
rosa de ciertas aventuras de amores, lujuria y sudo-
res, que ocurrieron aquí en 1977.
Al parecer los dioses tutelares de la quebrada nos to-
man cariño y empiezan a mostrarnos sus secretos o
nos invitan a descifrarlos uno a uno, con cada vuelta
de pedal.
Aarón haya una misteriosa y gran equis grabada pro-
fundamente en el suelo, digna de la mejor edición de
“La isla del tesoro”. Poco mas allá una serie de trin-
cheras militares de piedra que dominan el paso es-
tratégicamente en una bifurcación de la quebrada
que, y aparentemente por el avanzado estado de co-
Septiembre 2012
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inca que supuestamente conduce hasta Santiago de
Tuna.
Detrás y a espaldas de la flecha un sendero en las fal-
das del cerro conduce a la entrada a una mina! será la
del ermitaño? El ingreso al socavón está flanqueado
con pircas. Los tres trepamos inmediatamente sobre
el gran montículo de roca fracturada que ha salido de
las entrañas del túnel pensando en descifrar el destino
misterioso del minero ermitaño, pero… un gran de-
rrumbe de rocas y tierra ha sellado el socavón…
uhmmm… sería ése el destino del minero? Estará su
cuerpo allí bajo toneladas de roca?, o simplemente un
buen día, cuando se le derrumbó el túnel decidió de-
jar sus pertenencias, su trabajo y su soledad para rein-
corporarse a la vida urbana? Pero porque dejar aban-
donadas en su choza pertenencias y tanto mineral ya
seleccionado? o… será que para mantener un buen
balance de proteínas y minerales, nada mejor que in-
cluir de vez en cuando un minero en la dieta de todo
Puma que se respete?
Es hora de volver, aún no hemos explorado ni la mi-
tad de la quebrada y parece que sus montañas aún
tienen muchas historias para contar y… nosotros so-
mos todo oídos! (pero en otra ocasión).
Rato después cerca de las 16:00 almorzábamos un
seco de cordero en Nieve-Nieve por S/. 4.50 mientras
Aldo lamentaba haber perdido, en algún lugar de la
quebrada, el odómetro de su monoplaza.
Aún mientras escribo estas líneas, se especula y mas-
tica, en cada reunión y salida, una próxima misión de
rescate del ciclocomputador de navegación de Aldo,
pero…en todo caso; no se alarmen si un día, alguien
ve rondando y ronroneando un Puma con velocíme-
tro!, allí, en Chamallanca, en la quebrada donde los
ciclistas persiguen Pumas.
N.de R.: El día miércoles 19 de septiembre, mientras se terminaba de editar el ejemplar de la presente revista, Aldo Poma y Aarón Heredia en una expedición de rescate, volvieron a Cha-mallanca por el ciclocomputador perdido, el cual encontraron a las 12:53 pm, aún en perfecto es-tado de funcionamiento. Queda la duda de si los pumas son honrados o sólo estaban esperando a que regrese el dueño para almorzar.
Por más de tres años he guardado
en secreto la ubicación de esta
quebrada, santuario de pumas y
ruta de misterios,
espero no haber cometido un
error al divulgarla
Que los Apus los guíen en la
aventura, o que los pumas los
devoren en la profanación!
CGG
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Foto: Carlos García Granthon
Septiembre 2012
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Son las 16:00 horas del sábado, estamos en Matucana
a 75 kilómetros de Lima y 2,400 msnm; según el pro-
grama vamos muy retrasados por mi culpa, me siento
mal, muy débil, tengo escalofríos, ni siquiera pude
ingerir el almuerzo… En realidad me sentí mal desde
que salimos de Lima a las 6:00 a.m. y venía empeo-
rando con cada kilómetro sumado al odómetro y cada
metro al altímetro. Aldo Poma, compañero de aven-
tura por afición y médico forense por profesión, que
sabe por oficio y costumbre lo que es ver un mal
semblante, me mira y con ojo clínico me recomienda
retornar a Lima.
Resignado, frustrado y molesto conmigo mismo,
llamé a casa avisando de mi estado, cogí la bicicleta
y casi arrastrándola por la pista, junto con mi orgullo,
me dirigía a buscar un transporte de vuelta a casa,
pero…
En ese momento; Aarón Heredia, tercer y último in-
tegrante de este grupo expedicionario que pretende
ascender 132 kilómetros, desde Lima hasta Ticlio a
fuerza de pedal y alcanzar los 4,818 msnm, allí don-
de los pilotos de combate suelen pedir oxigeno; le
pregunta a Aldo:
A dónde va Carlos?
Pues… a tragarse su orgullo y darnos una lec-
ción de sensatez
Sensatez, sensatez… dónde he escuchado yo esa pa-
labra antes?... uhmmm… debo haberla leído en algún
libro, además mi orgullo es demasiado grande e indi-
gesto como para ser tragado sin contraer un cólico
severo, así que… a pedalear! 5 kilómetros después ya
me estaba sintiendo un poco mejor, lo suficiente co-
mo para abrigar esperanzas de alcanzar el objetivo y
poder escribir la presente crónica. Nunca supe que
fue lo que me enfermó, pero sea lo que sea, parece
que se curó con el mal de altura,… paradojas de la
vida! Pero mejor contemos la historia desde el princi-
pio:
Ya perdí la cuenta de cuantas rutas he recorrido sobre
mi bicicleta, han sido tantas que me permitieron pu-
blicar un libro al respecto el año pasado, siempre rea-
lizadas sólo por esa sed de aventura y simple satis-
facción personal. Esta vez ya era tiempo de devolver
al planeta algo de lo tomado y pedalear por una bue-
na causa. O mejor dos! La primera, y para quien esté
leyendo esta crónica, va el siguiente mensaje directo:
“Si nosotros pudimos ascender la Cordillera de los
Andes en bicicleta, tú puedes ir a trabajar en la tu-
ya. Detengamos el calentamiento global!”
La segunda, y no por eso menos importante, promo-
cionar a nuestros amigos de Traidcraft, ONG que
promueve y practica el principio de comercio justo y
desarrollo sostenible con los países del tercer mundo
como el nuestro.
En fin, como ya mencioné, luego de un mes de entre-
namientos conjuntos salimos de Lima el sábado 09
de Junio a las 6:00 a.m. tripulando nuestros flaman-
tes monoplazas de propulsión humana, y ensamblaje
casero, por la carretera central.
Salvo una breve escala técnica en el grifo San Igna-
cio del Km 21 para la ya casi ritual visita a vestua-
rios, hidratación y reciclaje de líquidos; la primera
escala oficial, con preámbulo de pinchada de llanta
por parte de Aarón, fue en la ciudad de Chosica, Km
34, para el también infaltable desayuno ciclístico al
Pedaleando
por el
Planeta Lima-Ticlio-Lima
Junio 09 y 10 de 2012
Por:
Carlos García Granthon
Antropociclos Nº 1
30
paso, a base de quínua que a S/.0.70 el vaso te recar-
ga de energía y…vamos, hay que beberlo con la so-
lemnidad del caso!, que si la ruta es importante hay
que seguir el protocolo del buen ciclotransportado al
pie de la letra, y al borde de la pista.
Las siguientes paradas de ley; Corcona, Km 46; Tor-
namesa Km 55; San Jerónimo de Surco, Km 67, se
dieron ya con algún retraso pero sin mayor novedad.
Salvo por una pinchada de llanta de mi parte y el in-
voluntario tránsito de Aarón sobre un cactus a la ori-
lla del camino que añadió 7 agujeros a su llanta y es-
tas tres líneas a la bitácora de ruta, en un mismo acto.
Lo que ocurrió en Matucana, a donde arribamos a las
14:45, pero desde donde no pudimos reanudar la
marcha hasta las 16:00 horas, ya lo narré en el primer
párrafo de esta crónica, y no voy a volver a mencio-
nar mis dolencias, que bien merecidas las tengo por
andar en estos trotes a edad madura (lo de maduro es
discutible), pues bien sé que son correrías con exi-
gencias físicas aptas sólo para la biomecánica, sin
mayor uso ni abuso, de quien cumpla los 16 por pri-
mera vez y no por tercera, además me consta que la
garantía del fabricante venció a los 40 y no hay ven-
tanilla para trámite de revalidación.
Recuerdo el Km 81, Aarón parchando su llanta, sólo
para romper la monotonía, y yo sintiéndome un poco
mejor. Fue la primera vez en el viaje que, siendo
fotógrafo, me animé a sacar la cámara, si ésa que
según el fabricante es la DSLR más pequeña del
mundo (pero no necesariamente la más liviana) y que
añadió peso a la ya voluminosa mochila, pues como
ya habrán notado, esta fue una aventura en modali-
dad autoportante; sin ningún apoyo logístico ni escol-
ta de ninguna clase, cada cual llevó todo su equipo,
encargos, alimento, líquido, ropa, refacciones, cul-
pas, miserias, miedos, vergüenzas y herramientas so-
bre su espalda toda la ruta. Hoy veo la mochila aquí
tirada en el piso junto a mi y…aún duele!
San Mateo de Huanchor, situado a 3,200 metros so-
bre el nivel del mar, se levanta con las primeras som-
bras de la noche delante nuestro, Es el Km 94 de la
ruta, en realidad llevamos, en esta sola jornada, algo
más de 100 Kms de ascenso sobre nuestras bicicletas
desde que salimos de casa esta mañana. Hora de bus-
car comida y cobijo para pasar la noche; lo primero
fue fácil, lo segundo no tanto; un grupo de trekking
tiene reservadas la mitad de las habitaciones del pue-
blo y la otra mitad, pues… es sábado por la noche!
Sólo encontramos alojamiento disponible en el alber-
gue municipal, donde por S/.5.00 nos fue permitido
pasar la noche en barraca común, compartiendo te-
cho de calamina con el elenco estable de ebrios del
pueblo y uno que otro buhonero de las jurisdicciones
vecinas. Pero tres hombres lycrados, en colores lla-
mativos, y con casco, cual súper héroes de historieta,
y que vienen ascendiendo desde la lejana Lima por
propia fuerza muscular, imponen suficiente respeto;
y nadie molesta, todos saludan.
La tradicional tertulia previa al sueño, se reemplaza
esta vez por una larga sesión de parchado de llantas.
El baño no funciona, el frío se cuela por todas partes
y la lluvia redobla los tambores en la calamina metá-
lica como preámbulo al coro de atronadores ronqui-
dos, que opacan cualquier tormenta exterior, de los
parroquianos de esta hermandad del techo pre-pago.
Nadie se bañó, nadie se cambió, dormimos como lle-
gamos, cada cual en su catre pero todos en “olor a
multitud”.
La linterna de Aldo en mis ojos y las protestas de
Aarón son el despertador que anuncia las 5:30 a.m.
hora de levantarse y salir al congelado mundo exte-
rior a buscar desayuno… Diablos!, todos los puestos
ambulantes de café, al igual que los hoteles, están
copados por el grupo de trekking… ni modo, se ade-
lanta la partida y se pospone el desayuno para la
próxima parada.
Ya sobre nuestros monoplazas y disponiéndonos a
salir del pueblo donde aún no amanece, vemos, en
una esquina, una figura conocida que nos hace señas,
es alguien saltando sin parar en su mismo sitio para
no congelarse, es…Dubert?, si Dubert Díaz y los mu-
chachos de Rodando Perú, ellos han venido desde
Lima en bus trayendo sus bicicletas para trepar con
nosotros desde aquí hasta Ticlio. Bien!
Nos separamos algo al salir de San Mateo, nos re-
agrupamos en el Infiernillo, Km 99, a las puertas del
Cacray, ese tenebroso túnel “tragacamiones” según
Aarón, que con sus 580 metros de obscuridad inspira
el respeto de más de un ciclista que no quiere termi-
nar como sticker en el parachoques de un camión de
18 ruedas. Es aquí donde, mirando la gruta del In-
fiernillo, supuestamente encantada, en lo alto de la
quebrada; se me ocurre como buen lugar para dejar,
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Foto: Carlos García Granthon
Antropociclos Nº 1
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al regreso, el poema que me encargó Fiona, una ami-
ga de Traidcraft, que me pidió llevara por ella hasta
Ticlio.
A Chicla, Km 106, ubicado a 3,800 msnm, llegamos
cada quien a su estilo; Aldo haciendo derroche de su
buen estado físico, y yo de mi mal humor constitudi-
nario, mientras Aarón, entre parche y parche de llan-
ta, se deja perseguir por todos y cada uno de los pe-
rros del camino que quieren hincar marfil en fibra
joven. Los muchachos de Rodando Perú llegan con
la frescura propia de recién iniciar la ruta, Margarita
y Samuel, no se detienen. Dubert, Rubí y todos los
demás paramos en el pueblo por una “Sopa Verde”
que por S/.1.50 nos sirvió de desayuno. ¿Qué es una
sopa verde?... pues ni la menor idea! Y tampoco sé
que sabor tiene ya que a punta de limón y ají le
“ajustamos” el sabor a un tono más citadino.
De aquí en adelante la ruta se puso pesada y los 100
Kms de ascenso del día previo pasan la factura mus-
cular, con copia a la altitud e impuestos incluidos. Ya
no se siente el dolor, no se sienten las extremidades:
Aldo, como médico, dime ¿porqué tengo los de-
dos de la mano negros?
Mételos a la acequia y sacúdelos; si se aclaran
es suciedad; si se caen es gangrena.
Carlos; tienes un clavo atravesando tu pie y zapati-
lla!
Déjalo, es mi amuleto
Si bien la subida se hacía infernal; odiaba cada pe-
queña bajada del camino pues sabía que no sólo esta-
ba perdiendo algunos metros ya trepados, sino que
tendría que volver a subir. Así y todo llegamos a Ca-
sapalca, en el Km 116, a 4200 msnm donde los picos
nevados escoltan la carretera y el oxígeno necesario
para pedalear se arranca por la fuerza de la terquedad
del ciclista a la enrarecida atmósfera; una sopa de
carnero por S/.6.50 y un largo reposo se hicieron ne-
cesarios.
Las 11:00 a.m, hora de atacar el último tramo de 15
Kms que nos llevaría a la cumbre, a Ticlio! Sabemos
que Margarita y Samuel van un poco por delante, el
resto viene detrás. El frío, el cansancio y la falta de
oxígeno duelen; pasa un camión muy cerca, casi
rosándonos, cual chiquillos haciendo una travesura,
Aarón y yo nos cogimos de la baranda, pero el mons-
truo metálico se sacude en una irregularidad del ca-
mino y se deshace de Aarón como si fuese un parási-
to, yo me aferré un poco más con los congelados de-
dos y logré que me remolcara a varios cientos de me-
tros por la carretera, si, confieso que he pecado, pe-
ro… fue divertido!
Km 122; lo que nos faltaba; una tormenta de nieve
bloqueó la carretera, no hay pase (para vehículos mo-
torizados) y la interminable fila de camiones varados
tiene varios kilómetros. Es muy difícil avanzar así.
Por la derecha los camiones y buses parados no dejan
espacio para pedalear entre la pista, la cuneta y, la
montaña o precipicio, según lo que te toque en suerte
con cada vuelta de curva. Por la izquierda bajan en
sentido contrario algunos vehículos, hay que ir avan-
zando a salto de mata, o mejor dicho; a salto de ca-
mión.
Como jugando a las escondidas entre esta especie de
serpiente metálica inerte, donde cada vehículo pesa-
do es una metálica y gigantesca vértebra; nos hemos
separado, a veces nos rencontramos compartiendo
refugio en una saliente del camino, o caminando, pe-
daleando, en la cuneta, por la tierra, esperando un
espacio entre buses y camiones, a veces agarrándo-
nos de algún parachoque o baranda de camión para
poder, debajo de una tolva, avanzar remolcado sólo
algunas decenas de metros, es pesado, complicado y
peligroso, al menos tres veces terminé de cabeza en
el fondo de la cuneta.
Aldo me esperaba un kilómetro antes de llegar a Ti-
clio, con la carretera ya desbloqueada coronamos la
cumbre a las 13:15 p.m. y empezamos a gritar como
niños debajo del cartel que indica:
“Ticlio
4,818 msnm
Paso ferroviario más alto del mundo”
Allí encontramos a Carlos Gómez que había subido,
desde La Oroya, pedaleando por el otro lado de la
montaña para darnos el encuentro en la cumbre. Lue-
go llegaron Margarita y Samuel, nos dimos la mano
y…
… y tu rodilla Margarita?
¿qué tiene mi rodilla?
dirás; qué le falta?, para comenzar parece que le
falta un trozo de la piel y de la ropa que la
cubría esta mañana.
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Hice algunas pocas fotos, estaba como zombi por el
agotamiento y la falta de oxígeno, esperábamos a
Aarón que debía llegar en cualquier momento….
A las 14:30 p.m. sin noticias de Aarón, nos preocu-
pamos y empezamos el descenso. Encontramos a
Rubí aun trepando a tres kilómetros de la cumbre y
no sabía nada de Aarón, ella iba feliz acompañada de
si misma, su propia soledad y perseverancia que vie-
nen con el kit básico del ciclista de aventura. Dos
kilómetros más abajo subía Dubert, en las mismas
condiciones. Ambos coronaron la cumbre rato des-
pués.
Ya a punto empezar a recoger muestras de tejido de
las llantas de los camiones en busca de al menos un
fragmento del ADN de Aarón. Seguimos bajando a
buena velocidad, sorteando vehículos, curvas y
prácticamente, con la pendiente a favor, adueñándo-
nos de la vía y buscando algún indicio del desapare-
cido.
Antes del túnel Cacray, Km 99, tomamos un desvío
alterno y olvidado por la antigua ruta del infiernillo,
la gruta encantada y los abandonados puentes, un par
de fotos, a dejar el poema de Fiona en una grieta de
la gruta, donde según la leyenda local vivirá para
siempre, perder mis lentes en otra y a seguir buscan-
do al soldado… digo a Aarón.
Fue finalmente en San Mateo, sobre las 16:00 horas
donde logramos comunicación; Aarón ya estaba
rumbo a Lima. Según nos contó luego; el mal de al-
tura, el frío y el cansancio lo vencieron en el Km
127, a 5 Kms de la cumbre, se dejó caer sobre una
pirca y un gran perro de nombre “Oso”, el único que
no quiso morderlo en todo el camino, se acercó, le
dio abrigo y le mostró un ato de llamas que custodia-
ba junto con su amo. Luego, algo recobrado Aarón
(sin avisar!) dio media vuelta y se dejó llevar, cuesta
abajo, por la carretera rumbo a Lima.
Aldo y yo, con alguna sed de adrenalina aun, baja-
mos cual kamikazes por la carretera siempre sobre
nuestros monoplazas de combate, tomamos lonche en
Chosica a las 18:00 horas y yo cené en mi casa a las
20.00 horas del domingo; 278 Kms y 38 horas des-
pués de haber salido el día anterior y alcanzar los
4818 mts de altitud a fuerza de pedal.
Sólo añadir que tal como dije en la convocatoria del
evento: Muchachos; no intenten esto en casa… intén-
tenlo afuera! Créanme, es más divertido quemar ca-
lorías que hidrocarburos, además el planeta se los
agradecerá.
Foto: Carlos García Granthon
Antropociclos Nº 1
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Los Conos Rodando con
las billas
bien puestas
por:
Carlos García Granthon
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Como diría cualquier filósofo de los pedales; “ruedo ergo existo”. Pero que es lo que finalmente nos permite
rodar y por lo tanto existir como ciclistas?, pues los rodamientos!, mecanismo que permite el libre giro de las
ruedas sobre su eje. Existen dos tipos básicos de rodamientos; rodajes sellados y conos con billas, ya sea suel-
tas o con canastilla.
En este artículo sólo nos ocuparemos del segundo caso y no vamos a entrar a discutir cual de los dos sistemas
es mejor, pues la idea no es promocionar alguno en particular sino dar las pautas para un apropiado manteni-
miento del mismo y hacer un análisis post mortem de las fallas más comunes de instalación, lubricación y ajus-
te de los conos.
Billas sueltas o canastilla?... una canastilla de buena manufactura no debería de dar ningún problema y facilita
enormemente el trabajo de mantenimiento en la masa de la rueda, alguna vez he desmontado una canastilla
Checoslovaca en una bicicleta “Velamos” con más de 20 años de uso y aún estaba en perfecto estado. Pero
como actualmente los componentes se fabrican en países con poco control de calidad y con una vida útil ex-
profeso cuestionable; el usar billas sueltas permite acomodar al menos una más en la pista de rodamiento, eso
quiere decir que distribuimos la misma carga entre más puntos de presión con un consiguiente menor desgaste,
además de que las billas sueltas, al estar libres, se alinean mejor ante cualquier falla de paralelismo en la geo-
metría de los conos. Cabe indicar que muchas veces, al usar billas sueltas, perdemos alguna en las insondables
grietas de piso del taller, al darle mantenimiento a la masa, y cometemos el error de reemplazarla por una nue-
va, que no tiene desgaste, y por lo tanto un imperceptible mayor diámetro. Error! Si perdemos una billa hay
que reemplazar toda la camada, para que no “cojee”.
He aquí los principales tipos de desgaste en los conos, téngase en cuenta que estos son casos singulares típicos
y que en lo cotidiano, los componentes generalmente presentan la sintomatología combinada de más de una
forma de desgaste:
Desgaste normal en un cono instalado y lubricado apropia-
damente.
Nótese que a pesar de ser un cono genérico de bajo precio, después de
algunos miles de kilómetros aún se conserva la uniformidad en la banda
de desgaste, la apariencia satinada es la misma en toda la circunferencia
y también la integridad de la geometría del elemento.
Conos demasiado flojos
El juego u holgura entre conos, billas y pistas, produce un golpeteo
entre éstos al rodar sobre las irregularidades del camino, el “martilleo”
es tan intenso que termina por convertir en maleable el acero del cono,
deformándolo completamente y arruinando todos los componentes. El
ajuste de los conos debe ser tal que permita el libre giro de la rueda sin
permitir juego alguno.
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Ajuste Excesivo de contratuerca
El ajuste excesivo entre la contratuerca y el cono, puede producir ten-
siones tan grandes en los elementos que terminan fracturando uno de
ellos. El ajuste debe ser sólo el necesario para evitar que se afloje el co-
no al rodar.
Agua en los rodamientos
Cuando rodamos en un día lluvioso, o atravesamos un río sobre nuestros
monoplazas, eventualmente la grasa de los rodamientos se contamina
con agua, luego al dejar en reposo la bicicleta, el agua, se adhiere y oxi-
da los puntos de contacto entre billas, canastilla, pistas y conos que que-
daron libres de lubricante, corroyendo la superficie y arruinando el ro-
damiento.
Pero y cuánto debo ajustar los conos? … no existe una medida exacta puesto que hasta el previo ajuste de la
contratuerca y la viscosidad de la grasa influyen, pero… el ajuste debe ser tal que con la rueda totalmente libre
de la transmisión de la cadena y girando en el aire, sin que exista juego alguno perceptible en el eje, debe ro-
dar tan libre como para que al detenerse pueda permitir un contragiro espontáneo por el desbalance del peso
del pitón de inflado.
Las correcciones de ajuste son tan sensibles que 1/16 de vuelta en los conos hace toda una diferencia en la rue-
da.
Conos demasiado ajustados
Aquí la gran resistencia a rodar por excesivo ajuste termina por producir
esta especie de “arrugas” por arrastre sobre la superficie del cono y un
ovalamiento y/o fractura en las billas.
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Comenzó como un pequeño taller en la calle Raleigh,
en Nottinham, en sus inicios, para 1886, producían
sólo tres bicicletas por semana. Al año siguiente el
negocio fue vendido a un abogado, y entusiasta del
ciclismo, llamado Frank Bowden que fundó “The Ra-
leigh Cycle Company” en 1888.
La compañía creció rápido, en sólo unos pocos años
contaba con un capital en accionariado difundido de
100,000 libras esterlinas (equivalente a unos 5 millo-
nes de la actualidad).
En 1902 se incorporó a la línea de producción los sis-
temas de piñones Sturmey – Archer y seis años des-
pués Frank Bowden volvió a comprar todas las accio-
nes de la empresa que se mantuvo en propiedad de su
familia por los siguientes 25 años.
Para mediados de 1920 ya estaban en capacidad de
producir más de 100,000 bicicletas (y 15,000 motoci-
cletas) por año, 500,000 en 1938, 750,000 en 1949, y
más de un millón para 1951, convirtiéndose en la más
importante fábrica de bicicletas del mundo.
En 1932 compró a Humber Cycles, y al año siguiente
empezó a fabricar automóviles de tres ruedas. En 1934
volvió a convertirse en una compañía de accionariado
difundido con el nombre de “Raleigh Cycle Holdings
Ltd.” con un capital de más de 2 millones de Libras
Esterlinas (unos 65 millones de la actualidad). En
1938, ya bien posicionada como fábrica de bicicletas
dejó de producir motocicletas y autos. Durante la se-
gunda guerra mundial se dedicó a la producción de
municiones.
Entre 1952 y 1962 las ventas disminuyeron , el públi-
co se orientaba más hacia la compra de vehículos au-
tomotores. Raleigh compró algunas marcas competi-
doras y en 1958 lanzó un modelo de motoneta pero las
ventas seguían bajando.
Para 1960 Raleigh fue adquirida íntegramente por
“Tube Investment” que ya poseía otras prestigiosas
marcas de bicicletas, fusionando todas las empresas.
Entre 1963 y 1967 se enfrascó en una dura competen-
cia contra Moulton Cycle en el mercado de las bicicle-
tas unisex de rueda pequeña. Finalmente terminó ad-
quiriendo la fábrica Moulton.
En 1968 lanzó al mercado el modelo “Twenty” una
bicicleta de ruedas de 20” con una configuración en
forma de “H”, timón alto y asiento largo, que se con-
vertiría en un éxito de ventas por los siguientes 16
años y cuyo diseño fue copiado y comercializado por
casi todas las fábricas de bicicletas del mundo.
Marcas de otros fabricantes que fueron adquiridas
y absorbidas por Raleigh:
1932 – Humber
1943 – Rudge-Whitworth
1954 – Triumph, Three Spires
1957 – BSA, New Hudson, Sumbean
1960 – Phillips, Hercules, Norman, Sun, Carlton
1967 – Moulton
Marcas que
Hicieron Historia
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Antropociclos Nº 1
40
AntropoCiclos Nª 01
Septiembre 2012
Lima, Peru
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