Antropología

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 7 ISNN 1666-6186 . Volumen 9 Nº 9 (octubre de 2010) pp. 7-34 - Recibido: 06-04-10 - Aceptado: 16-06 -10 Teresa Ontiveros Acosta Antropóloga. Doctora en Sociología, Universidad de París VII. Docente-Investigadora, Aso- ciada, Escuela de Antropología, Departamento de Etnología y Antropología Social, Fa- cultad de Ciencias Económicas y Sociales, Universidad Central de Venezuela. Investiga- dora Nivel II del Sistema de Promoción del Investigador. Primer lugar del Premio Nacio- nal de Investigación en Vivienda 1994 (premio colectivo) y Segundo lugar del Premio Na- cional de Vivienda 2003. [email protected] om LOS PINOS: VIVENCIA, DRAMAS SOCIALES Y CONSTRUCCIÓN DE SENTIDO. APROXIMACIÓN A UN TERRITORIO POPULAR URBANO DESDE LA ANTROPOLOGÍA DE LA EXPERIENCIA 1 1- Este artículo es un producto de la investigación: Experiencia de vida social y construcción de sentido en un territorio popular urbano. Caso barrio Lo Pinos. Hoyo de la Puerta. Área Metropo- litana de Caracas.  Financiado por el Consejo de Desarrollo Cientí-  fico y Humanístico (CDCH). Uni- versidad Central de Venezuela. Caracas. Venezuela. 2010. Agra- decemos al CDCH su apoyo finan- ciero para el desarrollo de este  proyecto.

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LOS PINOS: VIVENCIA, DRAMAS SOCIALES Y CONSTRUCCIÓN DE SENTIDO.APROXIMACIÓN A UN TERRITORIO POPULAR URBANO DESDE LAANTROPOLOGÍA DE LA EXPERIENCIA1

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  • 7ISNN 1666-6186. Volumen 9 N 9 (octubre de 2010) pp. 7-34 - Recibido: 06-04-10 - Aceptado: 16-06-10

    Teresa Ontiveros Acosta

    Antroploga. Doctora en Sociologa, Universidad de Pars VII. Docente-Investigadora, Aso-ciada, Escuela de Antropologa, Departamento de Etnologa y Antropologa Social, Fa-cultad de Ciencias Econmicas y Sociales, Universidad Central de Venezuela. Investiga-dora Nivel II del Sistema de Promocin del Investigador. Primer lugar del Premio Nacio-nal de Investigacin en Vivienda 1994 (premio colectivo) y Segundo lugar del Premio Na-cional de Vivienda 2003. [email protected]

    LOS PINOS: VIVENCIA, DRAMAS SOCIALES Y CONSTRUCCIN DE SENTIDO.APROXIMACIN A UN TERRITORIO POPULAR URBANO DESDE LA

    ANTROPOLOGA DE LA EXPERIENCIA1

    1- Este artculo es un productode la investigacin: Experienciade vida social y construccin desentido en un territorio popularurbano. Caso barrio Lo Pinos.Hoyo de la Puerta. rea Metropo-litana de Caracas. Financiado porel Consejo de Desarrollo Cient-fico y Humanstico (CDCH). Uni-versidad Central de Venezuela.Caracas. Venezuela. 2010. Agra-decemos al CDCH su apoyo finan-ciero para el desarrollo de esteproyecto.

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    ResumenCon base en el estudio de la vivencia y su circulacin a partir de las narrativas locales, abordadasdesde la relacin entre experiencia y etnografa, miembros del barrio Los Pinos nos develanlos dramas sociales que se han suscitado en su comunidad desde sus propia fundacin.Marcados por el desalojo, la inestabilidad de los terrenos y la reubicacin, han sobrevivi-do muy especialmente a las fases de quiebre y crisis que se derivan del desalojo y lainestabilidad geolgica, pero la reubicacin que se comenz a dar en el barrio desde elao 2006 ha producido una ruptura y crisis de sentido entre sus miembros. Es as como nues-tro estudio gira en torno a los procesos de exclusin y las paradojas de la inclusin eneste territorio popular urbano.

    Palabras claveBarrio, vivencia, drama social, exclusin, inclusin.

    AbstractBased on the study of lived experiences and their dissemination through local narrativesinterpreted through the relationship between experience and ethnography, the people ofthe Los Pinos neighborhood reveal the social dramas that have been raised in theircommunity since its foundation. Scarred by eviction, the land's instability and relocation,the have survived especially through phases of breakdown and crisis arising from theeviction and geological instability. But, the relocation that began to hit the neighborhoodsince 2006, has produced a rupture and crisis of meaning between its members. Our studyfocuses on the processes of exclusion and the paradoxes of inclusion within this low incomeurban area.

    KeywordsNeighborhood, experience, social drama, exclusion, inclusion.

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    1. INTRODUCCIN

    A finales del ao 2006 propusimos ante el Consejo de Desarrollo Cientfico y Humanstico,Universidad Central de Venezuela, el proyecto titulado Experiencia de vida social y construccinde sentido en un territorio popular urbano. Caso barrio Los Pinos. Hoyo de la Puerta. rea Metropolitana de Ca-racas. Con este estudio intentbamos seguir indagando en una realidad popular, la cualnos abri sus puertas, metafricamente hablando, en el ao 2003. Despus de un ao de-dicados al proyecto, elaboramos un informe con el ttulo: Esto es lo nico que tengo. Amena-zas de desplazamientos forzados de poblacin y mecanismos de resistencia. Caso BarrioLos Pinos. Hoyo de la Puerta, Municipio Baruta. rea Metropolitana de Caracas (ONTIVEROS

    1- Ubicacin del Sector Hoyo de la Puerta en el rea Metropolitana de Caracas (AMC). El cuadrado indica zona de estudiodonde se localiza el barrio Los Pinos

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    y GUTIRREZ, 2004). Este ttulo conjugaba la situa-cin vivida por la comunidad; dicha frase expresinde una de las entrevistadas manifestaba cmo anteun proceso inminente de desalojo, el admitir encon-trarse en un terreno considerado inestable y estarasentados en terrenos aparentemente de propiedadprivada, el aferrarse al hogar, al pedazo de tierra cons-truido, les permita un estar y vivir en la ciudad.

    Una descripcin desde fuera del barrio Los Pinos nos arro-jara las siguientes caractersticas: est ubicado alsuroeste de la ciudad de Caracas, en el sector Hoyode la Puerta (imagen 1).

    Se encuentra emplazado en una topografa montaosacon fuertes pendientes de direccin oeste-este, muestrauna forma triangular configurada por los drenajes natu-rales existentes, con una superficie de 3,28 ha, aproxi-madamente, estando su parte ms alta a 1175 msnm y suparte ms baja a 1075 mnsm (imagen 2).

    2: Vista del barrio Los Pinos, a laderecha, en forma de tringulo

    3 y 4: Vista del Barrio Los Pinos. Foto: T. Ontiveros. 2009 5: Entrada al barrio desde la autopista

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    Presenta recorridos cortos con pendientes de 44 %, de rgimen torrencial en la estacinlluviosa. Asimismo, el sector cuenta con aguas subterrneas (manantiales). La humedades frecuentemente alta con abundante neblina, sobre todo en las partes altas de la mon-taa, manteniendo una vegetacin exuberante. Los terrenos ocupados por el barrio LosPinos presentan un promedio de pendientes entre 40-60 % en su parte alta y ms de 60 %en su parte baja (imgenes 3,4).

    El barrio Los Pinos presenta dos accesos que sirven para cada uno de los sectores existen-tes (sector A y sector B), los cuales comunican la poblacin residente con un corredorpeatonal o bulevar ubicado al nivel de la autopista, que coincide con el rea del peaje enel canal Este, que se dirige hacia Caracas. Es en esta rea donde los residentes tienen laposibilidad de abordar las diferentes lneas de transporte que transitan por la autopista,permitiendo as a los habitantes de Los Pinos dirigirse hacia otras zonas de la ciudadcapital (imagen 5).

    En el barrio el nico tipo de circulacin es el peatonal, a travs de una red de caminos detierra y escaleras de cemento, slo en algunos sectores, construidos por los mismos habitan-tes, los cuales estn conectados al corredorde la entrada al barrio (imgenes 6, 7, 8).

    6: Autopista Regional del Centro. A la derecha quedala entrada al barrio Los Pinos. Foto: T. Ontiveros. 2009

    8: Entrada al Sector B de Los Pinos.Foto: T. Ontiveros. 2009

    7: Entrada Sector A. Foto: T. Ontiveros. 2009

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    Las viviendas (imgenes 9, 10, 11, 12) han sido edifica-das por sus ocupantes, quienes han acondicionado losterrenos de fuertes pendientes y construidas la mayo-ra de madera con techos de cinc, tipo rancho y otrasde bloque, cementos para las paredes, pisos y techo(casa de barrio). Para el ao 2003, segn la Asociacinde Vecinos, el barrio contaba con aproximadamente80 familias entre el sector A y B.

    Producto del tiempo dedicado a la antropologa de los terri-torios populares urbanos, no podamos dejar de lado estaprimera lectura que nos brind la comunidad de LosPinos. Todo ello fue originando una preocupacin quese expres en la necesidad de interrogar esta realidadpopular urbana desde otra mirada: desde la experienciade vida social y la construccin de sentido. De all nuestra nuevapropuesta de estudio.

    Segn esta consideracin para nuestra propuesta del ao 2006, nosplanteamos explorar con base en los habitantes seleccionados cmoel conjunto de vivencias acumuladas a travs del tiempo y del espacio

    9: Camino de tierra. Sector A.Foto: T. Ontiveros. 2009

    10, 11, 12: Viviendas del barrio.Sectores A y B. Foto: T. Ontiveros.2009

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    (experiencia de vida social) ha permitido una produccin de sentido igualmente local, evi-denciada en la percepcin y significacin que se le otorga a los dominios de la vida urbana.

    La importancia social cobra valor en la medida en que una interpretacin de la culturadel barrio Los Pinos desde su propia lgica de significados y experiencias de vida socialnos permite resituar los alcances y limitaciones de este territorio popular urbano, con mi-ras en coadyuvar a una mejor comprensin del mismo y de exigir las polticas pblicasnecesarias para el fortalecimiento de la calidad de vida del sector.

    Sucintamente en este ensayo, adems de algunos aspectos del referente terico, tratare-mos las bases metodolgicas del presente estudio, el cual merece una breve reflexin entorno a la relacin experiencia y etnografa. Una etapa de anlisis, la tercera en este contnuum,conforma el hueso y la carne de este estudio (expresin dilecta del antroplogo JEANDUVIGNAUD). Hacemos referencia a algunos resultados de la experiencia de vida social y construc-cin de sentido en el barrio Los Pinos, con base en lo que nos arrojaron los datos analizados.

    Para el cierre de esta introduccin, queremos expresar nuestro ms profundo agradeci-miento a las familias del barrio por su colaboracin y permitirnos con su apoyo darle for-ma a este estudio.

    2. LA ARMADURA TERICA. HACIA LA CONSTRUCCIN HERMENUTICA DE LOSDISPOSITIVOS CLAVE DE LA INVESTIGACIN

    Despus de varias dcadas de una fuerte impronta de las teoras funcionalista yestructuralista, a partir de los aos 60 y 70 del siglo pasado, nos encontramos con el irrum-pir de la Antropologa Simblica e Interpretativa. Igualmente, en los 80 aparece la Antro-pologa Postmoderna perspectiva que enfatiza la subjetividad de la experiencia y con ello una diferente au-toridad etnogrfica (RUANO, 2000: 3, destacado nuestro).

    Adems de la Antropologa Postmoderna surgen dos escuelas: la Antropologa Crtica yla Antropologa de la Experiencia, sta desarrollada inicialmente por el antroplogo VCTORTURNER. El antroplogo mexicano DAZ CRUZ considera que a partir de los 60 del siglopasado comienza en la antropologa el uso de conceptos tales como prctica, accin, si-tuacin, smbolo, significacin, y destaca los trabajos del ya nombrado VCTOR TURNER ydel antroplogo CLIFFORD GEERTZ.

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    Siendo de vital importancia la propuesta del antroplogo CLIFFORD GEERTZ (2005), por cues-tiones de espacio, nos dedicaremos solamente a dar cuenta del avance desarrollado por elantroplogo VCTOR TURNER, considerado el artfice y padre de la antropologa de la ex-periencia. Le debemos al mismo GEERTZ en 1980, cuando al discutir los usos de la metfo-ra del drama en las ciencias sociales y su vnculo con el concepto de experiencia, el sea-lar que stas constituyen categoras centrales para comprender la contribucin de VCTORTURNER en el campo de la antropologa (Cfr. DAWSEY, 2005).

    En efecto, como nos lo seala el investigador JOHN C. DAWSEY: En 1980, en el encuentro anualde American Anthropological Association, Vctor Witter Turner, Edgard Bruner y Barbara Myerhoff or-ganizaron un simposio sobre la antropologa de la experiencia. De este simposio resultara TheAnthropology of Experience (1986), con el artculo Dewey, Dilthey, and drama: An Essay in theAntrhropology of Experiencie, de Turner (). Se trata de uno de sus ltimos textos. Publicado tres aosdespus de la muerte de su autor, en el mismo ao de la publicacin de algunos de los escritos ms conoci-dos de la antropologa posmoderna (DAWSEY, 2005: 163, traduccin nuestra).

    Para el estudio que desarrollamos, nos interesa el TURNER cuya propuesta gira en torno alos dramas sociales (1974; 1982). En su trabajo sobre el terreno entre los ndembu, TURNERobserva momentos de crisis dentro de la comunidad; luego de sobrepasadas stas, el gru-po viva procesos de reestablecimientos, los cuales generaban un mayor sentido de perte-nencia entre sus miembros. La reflexin de TURNER al respecto consisti en evidenciarcmo las relaciones sociales en momentos determinados estn cargadas de tensin, as-pectos de la vida social que se mantienen en conflictos latentes se develan, irrumpiendoas dispositivos simblicos profundamente arraigados, hasta el desencadenamiento deuna vida social revitalizada. Los dramas sociales repercuten para dar paso a nuevas ex-periencias colectivas.

    Los dramas sociales se expresan en formas narrativas, contenidas en fases de ruptura, crisis,reajustes y reintegracin de la vida social. Es en la fase de reajuste cuando se ejercita lareflexividad. Segn DAZ CRUZ es la reflexividad un componente fundamental en la construc-cin de una antropologa de la experiencia, ya que sta constituye una experiencia singu-lar que provoca el descentramiento y separacin de nosotros mismos para conocernos en el mundo, paradefinirnos, erigirnos y transformarnos como sujetos activos a propsito del futuro pero sin desconocer al-gn arraigo en nuestro pasado: ah se replantean y modifican las identidades personales y colectivas, sereinventan y resignifican las tradiciones (DAZ CRUZ, 1997: 10).

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    Con esta pequea entrada con respecto al pensamiento de TURNER, arribamos al ncleocentral de nuestro inters investigativo. Es el TURNER de sus ltimos aos, cuya orienta-cin gir en torno a la propuesta filosfica de WILHELM DILTHEY, sustentando las basespara una antropologa de la experiencia.

    DILTHEY, filsofo alemn, estudioso de la hermenutica, considera que un estudio desdelas ciencias humanas debe tomar en cuenta tanto la experiencia personal como lareflexividad en torno a la experiencia. En este sentido, desarrolla un anlisis con respec-to al concepto de experiencia: Erlebnis, lo cual significa la vivencia, lo que se ha vivido. Esas como para TURNER la experiencia vivida est constituida por varios momentos: 1) lo queacontece a nivel de la percepcin; 2) las imgenes del pasado que se evocan; 3) los even-tos revividos; 4) el pasado articulado al presente, dando sentido a lo socialmente construi-do; 5) la expresin como signo de su completud. Y es la cultura el conjunto de estasexpresiones. En este sentido, Turner reclama una ciencia humana cargada de experien-cias vividas (Cfr. REYNOSO, 1998).

    Reconociendo el aporte fundamental de VCTOR TURNER en lo que se ha denominado laAntropologa de la Experiencia, queremos dar cuenta de otros estudios y contribuciones,con respecto a esta perspectiva antropolgica, y hacer voces con la antroploga LETICIARUANO cuando seala cmo, en el presente, la antropologa de la experiencia ha llegado a ocupar unlugar significativo en el conjunto de los modelos antropolgicos (RUANO, 2000: 1).

    Con el sugestivo ttulo: La vivencia en circulacin. Una introduccin a la antropologa dela experiencia (1997), el antroplogo DAZ CRUZ, nos expone aspectos fundamentales delestudio que nos ocupa. Los dramas sociales a travs de las narrativas no slo nos dan cuentade relatos formales, sino, en esta perspectiva de DAZ CRUZ, pueden dar cuenta de los rela-tos no oficiales, relatos silenciados y enmascarados; igualmente a travs de la fuerza delos dramas sociales se puede lograr la legitimacin de los modos de existencia social.

    Para DAZ CRUZ, la experiencia vivida se organiza a travs del lenguaje, ste como productoy como proceso histrico-cultural. Como realidad bsica, la experiencia no es amorfa, yaque se la organiza a travs de expresiones, relatos, narrativas, dramas sociales y realizaciones culturales ()en general que se muestran y comunican, esto es, que se hacen pblicas (DAZ CRUZ, 1997: 12. Subrayadonuestro). La dimensin pblica de la experiencia es de vital discusin, ya que es a partir

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    de sta que tiene sentido hablar de la circulacin de las vivencias; como principio deinteraccin, podemos intercambiar saberes, historias individuales y colectivas, discursosde la existencia.

    Por ltimo DAZ CRUZ se interroga: qu relacin existe entre los dramas sociales y la experiencia?[respondiendo] A diferencia de las meras vivencias, aqullas que slo no requieren ser expresadas, sinoque difcilmente sern expresadas, los dramas sociales estn saturados de [] Unas experien-cias que van configurando la propia identidad personal y colectiva: que van modificando, afi-nando y solidificando los contenidos asociados a la trama conceptual de la mente: intenciones, creencias, de-seos, intereses, emociones y afectos (DAZ CRUZ, 1997: 13, resaltado nuestro).

    La antroploga LETICIA RUANO (2000) destaca la dimensin temporal de la experiencia esdecir, lo que vivimos a travs de ella que se constituye como auto referencia cuando es narrada (RUA-NO, 2000: 5). Considera que son de inters para el antroplogo [a] de la experiencia, lasexpresiones y los performances.2

    En lo que respecta a nuestra propia propuesta podramos decir cmo a mediados de losaos 80, a propsito de la tesis doctoral Marn. La memoria colectiva de un barrio popular de Caracas(ONTIVEROS, 1985), como parte de nuestra produccin en cuanto a un concepto de memo-ria colectiva, arribamos a su definicin indicando que sta es un acto de narracin en uncontexto social determinado, con ello hacamos mencin a la reconstruccin de la memo-ria a partir del relato y la experiencia de vida social.

    Si bien ms adelante, en nuestro quehacer investigativo, el hablar de experiencia sehaca de manera tangencial (ONTIVEROS, 1996, 2000), no es sino en el ensayo escrito jun-to con el antroplogo JLIO DE FREITAS, con el ttulo: Repensando el barrio. Papel delantroplogo en la rehabilitacin de los espacios autoproducidos (1996) donde se aso-ma con mayor claridad una propuesta en torno a lo que considerbamos relacionadocon el tema de la experiencia.

    En efecto, definamos al barrio como aquel espacio donde se produce un entretejido dered de significantes, fruto de los vnculos e intercambios entre el espacio domstico-ba-rrio-ciudad; en este sentido, no se puede invisibilizar al barrio, ya que ste participa delcircuito urbano, aunque de una manera desigual y segregada.

    2- Estos ltimos entendidos des-de la propuesta de TURNER, comoun movimiento espontneo,donde los significados, valoresy objetivos centrales de una cul-tura se ven en accin, mientrasdan forma y explican la conducta(SCHECHNER, 2000: 16).

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    As como se ha tratado de estereotipar al barrio en su dimensin espacial como una ar-quitectura del caos, asimismo por la diversidad que ste contiene, del origen de sus habi-tantes, de sus manifestaciones y representaciones colectivas, creencias, etc., se ha tendi-do a pensar en ste como el reservorio de una cultura del caos, rebelndonos ante estejuicio/prejuicio, indicbamos lo siguiente: Es, justamente, esta diversidad lo que convierte al barrioen un espacio cuyo principal alimento es la simbiosis de experiencias societales. [] Esta simbiosis deexperiencias societales podemos observarla a partir de las diferentes estrategias y modos de vida que escenificanen la trama del vivir diario los habitantes de los barrios (ONTIVEROS y DE FREITAS, 1996: 131).

    Hoy, con esta riqueza interpretativa elaboramos una lectura de Los Pinos a travs de lacirculacin de la vivencia, los dramas sociales advenidos en esta comunidad y cmo elloha producido o no la construccin de sentido social.

    Si la cuestin del sentido tiene que ver con el establecimiento de un nexo entre [los sujetossociales] y el mundo, por intermedio de valores socialmente reconocidos (BARBIER, 1997: 4) o la in-terpretacin (individual o colectiva) del significado (elaborado, suscitado, evocado) desde el contextosociocultural, esferas de vida y lugar que se ocupa en la estructura social (CORRALES DAZ, 1997:), seraprudente preguntarnos, en una realidad concreta como lo es el barrio Los Pinos, cmo seinterpreta desde el contexto del barrio, desde el lugar que se ocupa en la estructura so-cial (pobres extremos), la vida colectiva, la identidad, los vnculos sociales?

    Justamente el vnculo social para MARC AUG permite acercarnos al estudio del sentido. Msque una abstraccin, el sentido es conciencia compartida (recproca) del vnculo representado e insti-tuido en el otro (AUG, 2004: 99). Asimismo, AUG establece una relacin entre los vnculossociales (sentido) y las identidades; nos dice al respecto: identidades que suponen el estable-cimiento previo de vnculos con otros, con ciertas categoras de otros: padres, parejas, conciudadanos, cole-gas. Poder crear este vnculo con los otros es la condicin necesaria para crear la identidad, las identidades() cada vez que hablamos de la crisis de identidad que es consustancial a nuestra poca, lo que planteamoses la dificultad de pensar el vnculo con los otros (AUG, 2004: 99).

    No obstante las crisis de identidades, estamos de acuerdo con AUG cuando nos indicaque el vnculo simblico no puede desaparecer, ya que en sus palabras ste es consus-tancial a la idea de lenguaje, humanidad y sociedad (AUG, 2004: 102). Pudiramos agregar, enton-ces, que el vnculo simblico es igualmente consustancial a la experiencia social, ya que

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    la experiencia despus de este largo recorrido es, por un lado, social, comunicada y practicada,por el otro, se vive en el cuerpo individual como especificidad, pero sujetada a los hilos invisibles de lossaberes culturales, de las representaciones, imaginarios y de una memoria social, que se activan cuando sepone en juego a travs del intercambio en sus mltiples dimensiones la circulacin de las vivencias, dandocuenta de los dramas sociales, su expresin, reflexividad y comprensin, as como de las potencialidadessocioculturales de los grupos, como marcadores de identidad (individual y colectiva).

    3. EXPERIENCIA DE VIDA Y ETNOGRAFA

    Nuestro estudio acerca de la experiencia de vida y construccin de sentido se aborddesde el diseo cualitativo, apoyndonos en el mtodo etnogrfico (trabajo de campo) como proce-so (AGUIRRE CAUH, 1997), acudiendo al estudio de caso (barrio Los Pinos); por ende, ha-cemos referencia a un estudio microsocial, ya que nos interesamos desde la propuesta deISAAC JOSEPH en ir de las experiencias individuales a las colectivas (y viceversa) a la puestaen escena de las relaciones sociales, intentando tejer la trama social como expresin ysntesis de una realidad compleja.

    Desde el estudio de la experiencia nos encontramos igualmente con una redimensin delabordaje etnogrfico. La relacin interactiva que se produce entre el investigador y el in-formante provoca un vnculo mediado por el nos-otros, ya que, Con la antropologa de la expe-riencia, el antroplogo comprende la vida social como experiencia vivida por parte de l y sus interlocutores(RUANO, 2000: 7). Para RUANO, el estudio etnogrfico debe entenderse como una negocia-cin constructiva que involucra por lo menos a dos o ms sujetos conscientes y polticamente significantes.El uso del yo presupone un t y el discurso se da en una situacin compartida, el significado se da por lainterlocucin y el contexto. Esto es lo que se conoce como el modelo del dilogo (RUANO, 2000: 8).

    Son varias las herramientas etnogrficas para abordar la relacin investigador-informante;en nuestro caso hemos privilegiado por un lado la observacin, pero nuestro anlisis fuerealizado con base en las entrevistas abiertas llevadas a cabo a trece jefes(as) de familia(8 mujeres y 5 hombres). Nuestro contacto con la comunidad se dio a lo largo de ochomeses (marzo-octubre de 2009), fines de semana (especialmente los sbados, en la ma-yora de los casos pasbamos 7 horas en la comunidad, contabilizados los sbados hacenun total de 32 sbados consecutivos y aproximadamente 214 horas).

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    Pudimos realizar un encuentro triangulado de la realidad del barrio; es decir, adems delas entrevistas, hicimos recorridos por la comunidad, investigamos en por lo menos 23 ins-tituciones aspectos concernientes a la vida del barrio Los Pinos3 (referidos a servicios yequipamientos, a la tenencia de la tierra, a escuelas y salud dentro del barrio, historia delbarrio, etc., sin encontrar informacin relevante al respecto), asistimos a una reunin y auna fiesta colectiva esta ltima en virtud de la celebracin del Da de la Resistenciandgena (12 de octubre, pero celebrada en la comunidad el 17 de octubre de 2009), lagrabacin de un documental por parte de la antroploga Isabela Lujn y el comunicadorsocial Ral Sojo Montes, a propsito de nuestros estudios en los barrios y muy particular-mente en el barrio Los Pinos.

    El tiempo de las entrevistas fue variado, hubo un caso de tres horas de duracin, siendo lamedia la entrevista de una hora; en total, sumamos 17 casetes de una hora de duracin,que arrojaron un corpus aproximado de 500 pginas de texto. Se procedi a su anlisis apartir de la agrupacin por ejes temticos, luego se realiz su interpretacin sobre la basedel anlisis y construccin de las narrativas locales. A continuacin, algunos de los resulta-dos/hallazgos, tomando en cuenta slo ciertos hitos, para la presentacin de este artculo.

    4. LOS DATOS Y SU EXPRESIN

    4.1. El regreso al barrio despus de cinco aos de ausenciaCuando arribamos al barrio en 2009, vimos con asombro cmo aproximadamente la mitadde las familias (40 de 80) ya no estaban all, constatamos la situacin de intensa preca-riedad que estaba viviendo la zona: muchas casas destruidas debido a la partida de esasfamilias, las camineras mucho ms deterioradas y un ambiente de soledad pasmosa. Va-rios de los fundadores del barrio todava permanecan en el lugar. Con ellos tuvimos lafortuna de conversar de nuevo; a partir de ese momento, se nos present la preocupacinde no contar con la misma poblacin de aos atrs, pero de inmediato nos surgi la ideade conversar con algunas familias que ya haban partido con la finalidad de contrastar elproceso que actualmente vivan. Fue as como realizamos diez entrevistas a las familias deLos Pinos y tres entrevistas a familias que fueron reubicadas a un urbanismo popular re-cientemente creado, llamado Ciudad Betania, el cual se encuentra en Ocumare del Tuy,Municipio Lander del estado Miranda. desde all empieza nuestro recorrido junto con lacomunidad

    3- Agradecemos a los bachille-res de la Escuela de Antropolo-ga Anglica Torres, EduardoCorrea, Mara Fernanda Salas,Naylet Bello y Rusbelly Gmezpor su colaboracin en la prime-ra etapa de este proyecto; tuvie-ron como tarea buscar informa-cin institucional acerca del ba-rrio Los Pinos. Constatamoscmo Los Pinos sigue siendo in-visible para las instituciones delMunicipio Baruta, para los pro-gramas regionales y hasta nacio-nales.

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    4.2. Una interpretacin mic de la categora experiencia de vida social: La expe-riencia para uno es sabidura de la vivenciaCon este ttulo se resume una de las reflexiones aportada por una de las entrevistadas, laseora O, quien en este momento no tiene casa fija en el barrio y vive con la ayuda de susvecinos, especialmente los del sector B. Destaca en su opinin una caracterstica funda-mental: la experiencia es saber. Ante esta definicin nos agrega: La experiencia parauno es sabidura de la vivencia. Que lo que uno vive adquiere la experiencia es un aprendi-zaje. Uno slo no puede aprender, siempre se mete el maestro, el padre, la madre, el todo, hastalas nieras, todo el mundo. La experiencia sirve para uno sobrevivir, sobre todo, para uno sobrevi-vir en la vida. Porque si usted no tiene experiencia, no tiene astucia, no tiene precaucin.Yo tengo los aos que tiene esta autopista, los tengo yo cruzndola, desde que era nia(Sra. O. Destacado nuestro).

    Observamos cmo este relato hace referencia a aspectos de vital importancia: la experien-cia se produce a travs de la enseanza-aprendizaje, es un intercambio de vivencias. Deigual forma lo manifiesta otro de nuestros informantes: La experiencia que uno ha teni-do, que uno ha conocido, con lo que ha pasado, todo lo que uno ha vivido pues, y lo que leha quedado de la experiencia de las vivencias que uno ha tenido (Sr. Ro.).

    Queremos destacar un aspecto fundamental: en la lgica de los entrevistados la experien-cia est vinculada con la sobrevivencia, en el caso de la seora O., una sobrevivencia al datras da en la calle. Este aspecto, el de la sobrevivencia, lo encontramos en otros de losrelatos: La experiencia es la que uno tiene para poder sobrevivir (esposa del seor G.);La experiencia son como aprendizajes que tiene uno y que son de suma importanciapara uno, de la experiencia es que uno puede ir sobreviviendo, a causa de las experien-cias que vas obteniendo cada da, porque para poder vivir es necesario la experiencia, queuno vaya adquiriendo, todo lo que le va enseando las situaciones que pasan (Sr. Ra.lder natural del barrio).

    Asimismo, la experiencia viene relacionada con la valoracin que se adquiere como perso-na y la que otorga el lugar donde se reside, el hecho de aprender qu es lo que se tiene ylo que no se tiene. Con respecto a la primera, veamos el siguiente caso: Una persona conexperiencia es alguien, el que no tiene experiencia no puede pensar algo bueno no es queuno nace con la experiencia, se va creando, la va uno, como es, adquiriendo a travs del tiempo y los buenos

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    consejos(Sr. G. Destacado nuestro). En la segunda intencionalidad de la valoracin en-contramos: Bueno este estar viviendo aqu en los Pinos es saber valorar el lugar donde tvives, donde t ests Puedo tener la tranquilidad que mis hijos van a estar jugando y yopuedo dormir en un momento tranquilo, en cambio en otro lugar no, no, nunca podrahacer eso!, nunca porque yo tambin he hablado con otras personas de diferentes partes de Cara-cas y me dicen: que no nunca es igual la tranquilidad (Sra. E. Destacado nuestro). En estecaso, se nos muestra la relacin entre la experiencia y la circulacin de la vivencia, elhablar con otras personas y constatar un don privilegiado de la comunidad, como lo es laseguridad. La tranquilidad para la entrevistada constituye un valor per se.

    Otra representacin en torno a la experiencia es la relacin experienciacomunidad, elloquizs sea el producto de ser fundadora del barrio: Eso ha sido la vida de nosotros aqupor lo menos, por lo menos yo aqu me he sentido bien toda la vida porque me siento,bueno una experiencia como si fuera nacido aqu, porque en verdad hemos estado bienaqu toda la vida, y bueno, los nicos problemas, bueno, es eso pues, estos terrenos soninestables y de eso, bueno, uno no tiene culpa, porque uno no iba a averiguar primeroantes de meterse si eran estables o eran inestables, uno tena que, bueno, si estaba en lanecesidad de una vivienda tena que meterse aqu, pues (Sra. A, fundadora del barrio).

    En este pequeo recorrido podemos visualizar cmo aspectos resaltados en nuestro anli-sis terico son expresados por los habitantes de esta comunidad popular urbana, a partirde su propia lgica, pudiendo rescatar cmo la experiencia es una experiencia interpre-tada y practicada. As, la experiencia est estrechamente vinculada con el intercambio de vivencias, laexperiencia es un saber (enseanza-aprendizaje), es una valoracin personal y comunitaria, y en especial estvinculada con la sobrevivencia.

    4.3. La experiencia y existencia urbana de un barrio llamado Los Pinos4.3.1. Relatos de una fundacinRecordando nuestro estudio anterior: Esto es lo nico que tengo, uno de los captulos funda-mentales de la investigacin fue justamente el referido a los orgenes y fundacin de lacomunidad. En esta segunda entrada al barrio, contamos con la suerte de volver a entre-vistar a la primera persona que empez a ocupar el barrio, ya hace 23 aos. Su relato semantiene intacto en la medida en que lo que narra es justamente su experiencia de vida,marcada por el deseo de establecer un hogar para ella y sus hijos; luego, poco a poco el

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    barrio comenz a formarse, la prima que se vino con su familia, el hermano, la amiga ydespus otras personas que vieron los cimientos de una fundacin. La seora A. explicaque la vida del barrio ha estado marcada por etapas de intentos de desalojos, nunca leotorgaron los servicios, luego empezaron a escuchar acerca de los supuestos dueos y tam-bin de la inestabilidad de los terrenos. La seora O. y el seor Ra. son dos de los entre-vistados con ms antigedad en la comunidad: 21, 19 aos. Otras familias fundadoras yano estn en el barrio, han sido reubicadas, y los que tienen 14, 13, 10, 7 y la recin llegada(4 aos) conocen una historia del barrio producto de la transmisin y circulacin de los orgenes,marcada por el desalojo, la precariedad, pero tambin por el rescatar constantemente quees un barrio sano, tranquilo, el cual concede una paz que veremos no tiene lmites.

    Pero queremos resaltar un hecho para nosotros fundamental y que nos conmovi en nues-tras visitas a la comunidad. Cuando finalizamos nuestro primer trabajo, hicimos entregaformal al seor Ra., como lder natural del barrio, de un ejemplar de los resultados deltrabajo y es este material, nos comenta el seor Ra., el que lo acompaa a cualquier ladodonde va, es el testigo fiel de los aos que tienen viviendo en el barrio. En ste se encuen-tran fechas, comentarios sobre los ttulos supletorios que posean los habitantes ms vie-jos en el barrio, nombres de las familias fundadoras, hitos importantes en la vida del sec-tor. Es su carta de presentacin, la oralidad hecha escritura. Hoy en da cuando en nuestro pas,justamente por el procedimiento de regularizacin de la tenencia de la tierra en barriosurbanos, se solicita como requisito la carta del barrio, muchas comunidades populares co-mienzan a reconstruir sus orgenes. Paradjicamente por las condiciones del barrio LosPinos (supuesta propiedad privada y por la inestabilidad de los terrenos), su historia rela-tada no ha repercutido ni en los organismos locales ni centrales para la obtencin y me-joramiento de la comunidad. No obstante, en el campo de lo simblico, la historia narra-da ha sido una herramienta que les da sentido como grupo, los reafirma en no ser ocu-pantes de antigedad reciente. Ellos han conquistado frgilmente, pero lo han hecho, unespacio en la ciudad

    4.3.2. Los mecanismos inciertos de una relacin vecinalA la pregunta cmo es la relacin entre los vecinos?, muchas respuestas afloran, hastaalgunas contradictorias y divergentes. Para la seora C. es el egosmo en el barrio lo queimpera, no hay comunicacin, la gente no colabora para el mejoramiento de las camineras,para la limpieza del barrio. La seora L., sin embargo, comenta que se produce cierto

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    grado de solidaridad vecinal, y ciertos vecinos gozan de un gran respeto (el seor G. due-o de la bodeguita, uno de nuestros entrevistados, el seor Ra. lder natural del barrio).Para la seora An., lo importante es saber convivir y respetar a los dems; el seor Ro. hacela diferencia entre la parte de arriba y la parte de abajo del sector A, todos coinciden enque s se establece una diferencia entre el sector A y el sector B, hasta llegar a marcarseuna distancia entre estos dos sectores. Los lderes comunitarios conversan con preocupa-cin acerca de la poca participacin de los habitantes en el mejoramiento del da a dade la comunidad, aunque existe la figura de la Asociacin de Vecinos, sta nunca (ni enla IV Repblica, ni en el gobierno actual) ha recibido el apoyo de las autoridades loca-les. Hoy ni con la existencia de los Consejos Comunales, instancia local de participacinpopular y protagnica, esta comunidad ha podido conformarse en un Consejo, viendo asmermada la posibilidad de actuacin ante los diferentes problemas que la aquejan.

    Es interesante observar ante este panorama que las relaciones existentes en el barrio, ade-ms de la vecinal, estn fuertemente impregnadas por el vnculo parental y de paisanaje,muy caracterstico de los barrios populares venezolanos. Slo despus de realizadas lasentrevistas, ya que stas se hicieron a solicitud de la investigadora y de una que otra reco-mendacin del lder natural del barrio, observamos la cadena que se teje entre varias delas familias del barrio: la seora An. es hermana de la seora E., quien es pareja de unode los hijos del seor G.; el seor G. es el to de la ex -pareja de la seora C., la ex parejade la seora C. es primo del seor Ro., quien tiene como compadre a un vecino del barrio,y quien nos seala que aproximadamente 50 personas de las que conformaban el barriohasta el ao 2006 provenan de la misma regin (El Empedrado, estado Lara) y aunquetodava quedan familias paisanas, por supuesto son menos. La seora A. fundadora delbarrio, es prima hermana de la seora O., y uno de los hijos de la seora A., vive en vivien-da aparte dentro del barrio; el seor Ra., lder del barrio tiene a una hija viviendo en elsector B; es decir, de los diez entrevistados, ocho tienen un vnculo familiar directo, decompadrazgo o de paisanaje.

    Por qu entonces no se produce un lazo ms estrecho y de impulso entre este grupo co-munitario? La mayora arguye que la sensacin de no saber si se van o se quedan los hallevado a una suerte de espera, sin poder actuar en cuanto a la mejora no slo del barrio,sino de la misma vivienda. Pero, si esto es lo que dicen hoy las familias, retrospectivamente,encontramos por el mismo relato de los entrevistados que en momentos clave las familias

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    han actuado en defensa de sus derechos. Si el intento de desalojo (ao 2003) uni a lasfamilias para su impedimento, la reubicacin (avanzada en el ao 2006) no slo dividi ala comunidad entre los que se quedaron y los que se fueron, sino que aletarg a los que hoy per-manecen en la comunidad. Hoy ms que un miedo a la amenaza de desalojo, se advierte unaimpotencia colectiva, y sobre sta dedicaremos algunas reflexiones.

    4.4. El drama social de Los Pinos: los que se quedaron4.4.1. Entre el desalojo, el riesgo geolgico y la reubicacin: crisis y fragmentacin Bueno, eso fue un drama muy bravo lo que vivimos aqu, eso fue de repente que llegaronaqu, como a las diez de la maana ms o menos (Sr. G.), all arriba se pusieron conlos muchachitos tirados, haba un sol bravo y los muchachos all en el suelo (esposa delSr. G.), lleg la polica a sacarnos (Sr. G.). Este relato hace referencia al intento dedesalojo que sufrieron las familias de Los Pinos el 1 de abril de 2003, pero habra quedevolver muchas pginas para poder contextualizar y destejer lo que en palabras del mis-mo habitante considera el DRAMA vivido por la comunidad.

    La historia de Los Pinos est marcada desde sus inicios por los intentos de desalojos. Enel relato de la seora A., fundadora del barrio, desde mediados de los 80, desde su llega-da, la Guardia Nacional intent en varias oportunidades expulsar a las familias de losterrenos ocupados. Despus de varios aos de tensa calma, para finales de 1996 las fami-lias del sector deciden organizarse en una asociacin de vecinos. En 1997, las familiasfueron citadas por la Guardia Nacional e interrogadas acerca de los documentos que po-sean; desde ese momento, muchas familias procedieron a tramitar su ttulo supletorio.En septiembre de 1998 la Empresa Mercantil Parque Cementerio La Puerta CA introduceuna demanda, identificada en querella interdictal restitutoria de la posesin a 162 ciudadanos, habi-tantes de los barrios Los Pinos y La Planada, quienes fueron calificados de invasores y dehaber ocupado la propiedad de esos terrenos entre noviembre de 1997 y agosto de 1998.

    El proceso judicial se hace en reclamo de la posesin, ya que los demandantes sealanser los dueos de los terrenos. El objetivo de este interdicto restitutorio era recuperar losterrenos para construir el Cementerio Parque de Sarteneja, ste deba producirse dentrodel ao en que ocurre la invasin. Introducido el documento en 1998, la fecha de invasinsegn la empresa sucede en noviembre de 1997. La ejecucin de la orden se pospuso porvarios aos, alegando los demandantes las condiciones crticas que se vivan en el pas y

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    la situacin de los tribunales. Pero en el ao 1999 se inicia la fase de ruptura inminente parala comunidad: al ser considerada sta invasora, el Instituto de Vialidad y Transporte delEstado Miranda (INVITRAMI) construye un muro que separa por completo a las fami-lias de la autopista. Esta fase la hemos denominado el mecanismo intimidatorio.

    Luego de nueve largos meses y de una profunda crisis intensificada por las consecuenciasque se derivaron del muro: inseguridad y muertes en el sector, los vecinos enviaron corres-pondencia al Presidente de la Cmara Municipal que manifestaba el malestar por dichaconstruccin. Hubo protestas y movilizaciones, a partir de las cuales las relaciones entreel barrio y las autoridades entran en un verdadero conflicto. Las familias colocan letrerosen el muro en protesta por lo que consideran un acto humillante y exigiendo justiciatrancan la autopista ms de 300 personas y por estas acciones logran que el muro seaparcialmente derribado, permitindose as la entrada y salida a la zona. sta es la fase dereajuste al problema sufrido por la comunidad.

    Despus de esta etapa intimidatoria, los aos subsiguientes (2000-2003) fueron aos deintensos reclamos y solicitudes a las autoridades competentes para que dotaran a la co-munidad de los servicios inexistentes (fase de reintegracin), pero sin ninguna interven-cin que favoreciera a la colectividad. No obstante ello, el aprendizaje obtenido de acuer-do con las familias es que en la unin est la fuerza, establecer vnculos fuertes para re-solver juntos los problemas que tanto los aquejan.

    Pero el 1 de abril de 2003 se lleva a cabo la ejecucin judicial del Decreto InterdictalRestitutorio y con ello, el desalojo inminente, sigue siendo la condicin de invasores eldesencadenante de este nuevo drama social (fase de ruptura). La fase de crisis y su inten-sificacin: el desplazamiento forzado que intentaron realizar a las familias de Los Pinoslos representantes de la empresa junto con una comisin de la polica de Baruta y untransporte especial para sacar los enseres de los hogares, mientras las familias debanbuscar su propio alojamiento. Mujeres, nios, hombres, todos tomaron el peaje, vecinosde los barrios cercanos acompaaron a Los Pinos en su protesta, la misma Guardia Nacio-nal en ese momento evit el desalojo de las familias. De nuevo hubo una aparentesuspensin del conflicto (fase reparadora o de ajuste) y las familias debieroncomparecer ante los tribunales. La situacin no est superada (fase de reintegracin) ylas familias siguen a merced del desalojo.

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    Pero a estos procesos de quiebre social, crisis y su intensificacin, reajustes y reinte-gracin, producto todas estas fases de la condicin de ocupacin indebida de los terrenos,se le agrega otro aspecto mucho ms complejo y es la comprensin de habitar en unterreno inestable. Especialmente en los perodos de lluvia, las familias viven en esta-do de alerta, aunque subrayaremos, el riesgo natural es menos temido que el riesgosocial (violencia e inseguridad).

    Tres aos despus de este intento de desalojo, las familias de los Pinos se enfrentan a otroacontecimiento: la reubicacin. Segn relatos de las familias, muchos vieron con jbiloesta posibilidad de ser reubicadas, aunque admiten querer su barrio, ya saban que des-pus de una resistencia sostenida a travs de los aos, demostrada a travs de muchascorrespondencias a los organismos regionales y nacionales, a personajes polticos de pesoen el pas, visitas a la prensa, a televisoras regionales, pblicas y privadas, para mostrar lasgrandes carencias del barrio, ste nunca cont con polticas de mejoramiento integral.

    En el ao 2006, el mximo mandatario regional, Diosdado Cabello, procedi a travs delInstituto de Vivienda del estado Miranda a reubicar a las familias del sector Los Pinos.Algunas de ellas a travs del Plan VIII pudieron comprar sus casas y salir del barrio; otrogrupo pequeo (cinco familias aproximadamente) fue reubicado en la urbanizacin Jardinesde Betania y otro grupo (aproximadamente veinticinco familias) trasladado a la urbanizacinCiudad Betania. En total, aproximadamente 40 familias del barrio salieron del sector.

    El resto de las familias (unas 40) permaneci en el barrio, con la promesa de ser trasla-dadas a los quince das. Para evitar intentos de ocupacin, las autoridades procedieron adestruir las viviendas y dejar el barrio en condiciones ms precarias que las existentes.Estas familias, a pocos meses de la reubicacin de la mitad de su poblacin, comienzan aexigir una explicacin de su futuro inmediato: se van o se quedan? Sin respuesta co-mienza un proceso de deterioro no slo del barrio, sino psicolgico para las familias. A laagravante de la falta de servicios se le suma la imposibilidad de mejoramiento tanto delbarrio como de sus casas; cmo destinar lo poco que se tiene, lo que se gana, si luegoms adelante se pierde todo lo invertido? Se va alimentando entre estas familias unasuerte de desesperanza y parlisis colectiva por no saber qu hacer, cmo actuar. Se des-encadena un nuevo drama social, y esta vez producindose una crisis del ser colectivo.

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    Esta crisis se intensifica en la medida en que van conociendo que ni el poder local (hoyen da en manos de la denominada oposicin al gobierno, y segn explicacin, por nocontar con los recursos ni con la injerencia que tena la gobernacin en el tema de lavivienda), ni el Ministerio del Poder Popular para las Obras Pblicas y Vivienda (Mopvi)dan respuestas inmediata a su situacin.

    A tres aos de espera para este grupo que permanece en Los Pinos, comienza un nuevomalestar colectivo y es el referido a los intentos de reocupacin del barrio por personasajenas a la comunidad. Le temen al repoblamiento; en este proceso de narracin y reflexividad,las familias se sienten vulneradas en su condicin de venezolanos y venezolanas que me-recen una vivienda y un barrio dignos, se sienten marginados, y de haberse consideradoposesionarios de una vivienda y un territorio, la vulnerabilidad los ha llevado a sentirse encondicin de arrimados en su propio barrio, y esta figura en las representaciones bien arrai-gadas entre los venezolanos es lo menos deseado, ya que ello denota los rasgos ms inten-sos de la dependencia con relacin a terceros.

    Las imgenes del pasado que se evocan, los eventos revividos y el pasado articulado alpresente nos muestran una experiencia de vida social cargada de significaciones, en lacual la realidad del barrio ha estado marcada por los dramas sociales, y la fragmentaciny la ambivalencia entre el permanecer o partir han intensificado la crisis de sentido. Laconciencia compartida nos muestra vnculos muy frgiles dentro del colectivo, stos sereactivan ciertamente en los momentos ms liminares de la vida social, pero mientras tan-to, la identidad del grupo sostenida a travs de la resistencia y por la conquista del espa-cio urbano se ve desgastada por los intensos grados de exclusin.

    La fase de reintegracin en un proceso de drama social y en nuestro caso de estudio nosmuestra con crudeza un proceso franco de fragmentacin.

    4.5. La paradoja de la inclusin: los que se fueronSe podra entender como un logro el que un grupo de familias mejoren su calidad de vidadespus de dcadas de falta de servicios, equipamientos, etc. en su sector; desde una An-tropologa del Espacio, podemos entender el arraigo que se produce entre los sujetos so-ciales y su entorno de vida, pero, en el caso que nos ocupa, constatar que estamos ante

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    una realidad extremadamente vulnerada a partir de las tendencias constantes al desalojoy los riesgos geolgicos inminentes, el considerar su reubicacin puede ser positivo en lamedida en que ello repercutira en la calidad de vida y en dar respuestas a la deuda so-cial contrada con estas familias en particular. Es comprensible, entonces, compartir elalivio colectivo que cuentan las familias les produjo la oportunidad de la partida, sloque no todas las familias fueron reubicadas al mismo tiempo. Aproximadamente 25 fa-milias de las 40 reubicadas fueron trasladadas al Desarrollo Urbanstico Ciudad Betania,emplazado en Ocumare del Tuy, Municipio Lander, del estado bolivariano de Miranda(imgenes 12,13).

    Si bien las familias beneficiarias comentan cierto grado de confort de estos apartamentos,comienza a circular dos, tres aos despus de la partida la tragedia y el horror de vivir enCiudad Betania. Fue una constante en todas las entrevistas el temor de la posibilidad deser reubicadas en este lugar. Quiere decir que las vivencias de los que se fueron han lle-gado a Los Pinos; varias familias incluso han conversado mucho con el lder natural y conotros miembros de la comunidad para regresar al barrio. Las personas que trabajaban enel peaje y recibieron vivienda todos los das se trasladan a ste a cumplir con sus labores.

    En vista de estas opiniones y como parte de entender la investigacin como un proceso,entrevistamos a dos jefas y un jefe de familia trasladados a Ciudad Betania. El seor CH.cuenta que tiene su bodeguita, y si bien no le ha ido mal, constantemente tiene quenegociar con los malandros de la zona. La seora F. comenta lo dantesco de la situacin,

    12 y 13: Ciudad Betania. Ocumare del Tuy, Miranda. Foto tomada del blog Realidad Alternativa. 17 de abril de 2008

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    lo ms grave, nos dice, es que si se produce un enfrentamiento entre malandros, los fami-liares de stos tienen que salir de la zona, ya que sus vidas estn sentenciadas. La seoraG. fue la entrevistada ms sentida; con lgrimas nos deca lo siguiente: como el cam-bio era as, un ranchito a un apartamento, pero cuando uno est all es que ve de todo, detodo, el agua le llega a una cierta horaYo me fui de aqu con los ojos cerrados, porque laque me dijo a m que eso all era mejor que aqu, hay seguridad, hay de todo, pero no hayguardia, no hay nada, all est, slvense quien pueda y desde adentro uno ve todo parafuera, horrible, y yo aqu dorma con la puerta abierta.

    Estos relatos nos advierten cmo ms all de la buena voluntad de los organismos ydependencias vinculadas con el rea de la vivienda, hay aspectos de la vida social que nose contemplan en las reubicaciones. No se trata de trasladar a las personas y depositar-las en las viviendas, stas vienen con historias, vivencias, redes de relaciones, intercam-bios de costumbres familiares/vecinales; es perceptible que estos grupos vivan procesosde recomposicin de su memoria. En un nuevo contexto espacial nuevas heterogeneidadesse presentan y el cruce de memorias debe dar como resultado el encuentro y crecimientocolectivo. El espritu de la convivencia, la tolerancia, el respeto hacia el otro deben tomar-se en cuenta y ser trabajados colectivamente cuando se produce este entrecruzamiento degrupos venidos de muchos lugares, si no, las consecuencias pueden ser nefastas, ya quela relacin se establece sobre la base de la tensin y no del vnculo.

    Esta situacin nos lleva a advertir que los mecanismos de la inclusin deben sermultidimensionales/estructurales. Una vivienda digna significa igualmente trabajo, edu-cacin, salud, recreacin, transporte dignos. Apropiacin de los espacios pblicos, forta-lecimiento del principio de ciudadana, intensificacin del vnculo entre los que com-parten un espacio, redimensin de la relacin identidad/alteridad, afianzamiento de lahistoria local, arraigo y sentido de pertenencia: estos dispositivos no han logrado articularseentre los que se fueron.

    Esta reflexin surgida de la experiencia de vida de la seora A resume su expresin y com-prensin del fenmeno, en un proceso de verdadero dilogo entre los pobladores y los tcni-cos planificadores. Advertencias como stas deben ser procesadas colectivamente yaprender de ellas: Bueno la nica manera sera que, asimismo como vivimos aqu lo ni-co que yo puedo aspirar de esa experiencia que vivamos en otro sitio que cuando nos den

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    la vivienda si nos las piensan dar pues lo que yo estoy pidiendo para m, para ellos mis-mos tambin la comunidad y que seamos en verdad unidos en verdad no slo aqu, sinocuando salgamos de aqu tambin sigamos unidos verdad?, porque dicen que en la uninest la fuerza, y bueno, debemos ser unidos aqu y donde vayamos, y pedirle que todosnos ubiquen juntos, para que ellos entiendan de que es mejor vivir en comunidad(Sra.A. fundadora del barrio).

    5. CONCLUSIONES

    Experiencia de vida social y construccin de sentido: estar y no estar en el mundo(de lo urbano)Los territorios populares urbanos (barrios autoproducidos) albergan en la actualidad al56% del total de la poblacin que vive en la ciudad. En palabras de la arquitecta-urbanistaTEOLINDA BOLVAR, constituyen el fragmento predominante de la metrpoli capital (BOLVAR, 2010,snp). Los barrios han constituido y constituyen una forma particular de hacer ciudad.Estos asentamientos y sus pobladores forman parte del tejido urbano y han contribuido amodelar la memoria espacial urbana de los ltimos cincuenta aos. Una historia y me-moria de estos territorios populares urbanos daran cuenta de la homogeneidad heterognea(ONTIVEROS, 2002), no slo referida a la construccin fsica, sino tambin a lo relacionadocon los aspectos culturales.

    En estos ltimos diez aos los barrios han vivido cambios considerables. Se vienen llevan-do a cabo intentos de regularizacin de la tenencia de la tierra, implementndose algu-nos programas de vivienda (sustitucin de ranchos por casas, intentos de habilitacin debarrios bajo la figura de transformacin de los barrios urbanos), se han insertado tmida-mente en el sistema de salud a partir de la misin Barrio Adentro, se ha incorporado lafigura de los consejos comunales, a travs de los cuales se aspira a la participacin yprotagonismo de los ciudadanos (en todos los niveles y grupos sociales); a travs de dife-rentes misiones (Robinsn, Ribas, Milagro, Madres del Barrio, Sonrisa, Negra Hiplita, etc.)se hace un esfuerzo denodado por incorporar a los barrios en la estructura urbana. A pesarde esta lucha, muchos barrios continan en la precariedad y sin recibir lo que por dere-cho les asiste: una calidad de vida digna.

    El barrio Los Pinos, apenas un pequeo territorio de la Gran Caracas, nos ha develado queen sus 23 aos de existencia su condicin de segregado, excluido, se ha mantenido en el

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    tiempo y en el espacio. Muchas de las familias del barrio siguen cifrando sus esperanzasen el proceso que se vive en el pas; sin embargo, muestran cmo el barrio es un ejemplo delas contradicciones que se producen entre el poder local y el nacional. La Alcalda (regi-da por la oposicin) no ha velado ni buscado soluciones conjuntas, consensuadas con lacomunidad; los programas de vivienda, en manos del gobierno, tampoco han logrado darrespuestas a los conflictos y dramas que viene acumulando este grupo social. Ciertamen-te, como bien lo explica una habitante, se sienten viviendo en el limbo (situacin limi-nar) y sin ninguna posibilidad inmediata de tener en claro cul es la salida.

    Las experiencias de vida acumuladas por este grupo y evidenciadas a travs de la circula-cin de las vivencias nos muestran una historia local sellada por un sentido de pertenen-cia ambivalente (irse o quedarse), por una identidad de la amenaza (desalojo e inestabi-lidad geolgica), un vnculo social frgil, el cual se activa en los momentos de intensifi-cacin de las crisis y conflictos sociales. Es dable entender en esta circunstancia que losrituales de interaccin tambin sean frgiles, la vida individual y social ha estado aboca-da al intento de solucin de las necesidades ms abrumadoras. El sentido se construye apropsito de una experiencia de la sobrevivencia.

    Los grandes acontecimientos que se producen en ciertos ciclos de nuestra vida cotidiana:las fiestas, las recreaciones colectivas, las prcticas ldicas, el uso del espacio pblico,estn negados para esta comunidad. Por ello, podemos entender cmo el orden social y lasolidaridad interna se tambalean en el contexto de Los Pinos. Es as como en parte lanegacin del tiempo de lo sagrado, parafraseando al antroplogo MANUEL DELGADO, haceque se escuche un colosal e insoportable murmullo, el ruido enloquecedor de un tiempo al que lehabra sido extirpado el sentido (DELGADO, 2004: 79). Pero, ante estos dramas sociales que pudi-mos reconstruir a travs de las narrativas locales, hay un dispositivo que articula, que haceque esas voces se vuelvan una y es el orgullo de mostrar e insistir en la tranquilidad yseguridad (social) que vive el barrio. De hecho, este aspecto constituy para los habitan-tes un punto de comparacin con el resto de la ciudad y de muchos de los barrios, unasuerte de oasis ante los altos ndices de violencia en otros barrios de la ciudad, pero serompe la calma al pensar en la reubicacin.

    Hemos intentado interpretar (como antroploga) la dinmica socio-cultural que se vive enLos Pinos, hemos querido abordar el discurso implcito de esta comunidad, con base en

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    la experiencia de vida social. Aunque estuvimos all compartiendo a travs del dilogo lasvivencias del colectivo, sentimos que el estar all no basta. El consejo del seor Ra. ldernatural del barrio es contundente: si usted quiere saber cmo es la situacin aqu enLos Pinos, usted tendra que venirse a vivir, siquiera tres o cuatro meses [continuos] aquen Los Pinos, para que usted pueda ver la experiencia de lo que se vive aqu. Sin embar-go, lo que vimos, sentimos, vivenciamos, nos ense a reconocer que a travs de las expe-riencias compartidas (circulacin de las mismas), podemos estar en capacidad tambinde reconocer las experiencias de los otros, de all recurrir a la comprensin como elementoarticulador del intercambio entre los grupos, aspecto fundamental en la fase de reinte-gracin y del cambio social.

    Las mismas voces de la comunidad que individualmente en su proceso de reflexividaddan cuenta de este quiebre colectivo servirn de estmulo para reavivar la necesidad derestablecer los vnculos sinrgicos para buscar las soluciones una vez ms como comuni-dad. Nuestra tarea, desde un encuentro entre etnografa y experiencia es intentar circularestas vivencias y sus expresiones individuales, para reconstruir un nos-otros, servir de puentepara el reconocimiento pblico de unos y otros y desde all reclamar, negociar, las salidasms beneficiosas para el colectivo de Los Pinos.

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