Antropologia Indigenista en Ecuador

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    Revis ta Colombiana de An t ropo log a

    Volumen 43, enero-diciembre 2007, pp.335-366

    ANTROPOLOGAINDIGENISTAENELECUADOR

    desde la dcada de 1970:

    compromisos polticos, religiosos y tecnocrticos

    CARMENMARTNEZNOVOFLACSO, SEDEECUADOR

    [email protected]

    Resumen

    ESTEARTCULORESPONDEINTERROGANTESSOBRELASOPORTUNIDADESYPROBLEMASQUESEPRESENTANal hacer ciencia social en lugares poltica y econmicamente inestables, sobre la

    insercin del investigador en los procesos sociales y polticos que analiza, y sobrelas dificultades de la produccin y la participacin acadmica de los antroplogosindgenas en la antropologa ecuatoriana. Uno de sus hallazgos es que los actores quecontribuyeron a la organizacin del movimiento indgena en el Ecuador, la iglesiaprogresista y la izquierda, son tambin los principales productores de pensamientoantropolgico; por tanto, cuestiona la creencia generalizada de que la izquierdano comprendi la importancia de la cultura y la etnicidad. Finalmente, analiza larelacin ambigua de los acadmicos con el movimiento indgena y sus posibles

    efectos polticos.PALABRASCLAVE: antropologas del mundo, indigenismo, ecuador, movimiento ind-gena.

    INDIGENISTANTHROPOLOGYINECUADORSINCETHE1970S:

    POLITICAL, RELIGIOUS, ANDTECHNOCRATICCOMMITMENTS

    Abstract

    THISARTICLEISANATTEMPTTOANSWERSOMEQUESTIONSABOUTTHEOPPORTUNITIESANDOBSTACLES

    faced when doing social science in politically and economically unstable places; theinsertion of the researcher in the social and political processes that he/she is trying toanalyze; and the difficulties faced by indigenous anthropologists regarding academic

    participation and production in Ecuadorian anthropology. One of the findings ofthis article is that the same actors that helped organize the indigenous movement in

    Ecuador, the progressive Catholic Church and the left, are also the main producers ofanthropological knowledge. Thus, the article questions the common assumption thatthe left did not understand the importance of culture and ethnicity for contemporary

    politics. Finally, the complex relationship of Ecuadorian academics with the indigenousmovement and the political effects of these tensions are analyzed.KEYWORDS: World anthropologies, indigenism, Ecuador, indigenous movement.

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    INTRODUCCIN1

    ENELLIBROETHNOGRAPHYINUNSTABLEPLACESLAANTROPLOGACAROLGreenhouse (2002) seala que la investigacin en condicionesde cambio intenso nos permite cuestionar reificaciones del

    estado y la sociedad, porque las estructuras dejan de entender-se como naturales cuando colapsan, se vuelven ambiguas o se

    convierten en motivo de debatey lucha. Los grandes sistemasse revelan como amalgamas deimprovisaciones y de agencia, ylos proyectos sociales que de otramanera estaran latentes salen ala superficie. De esta forma, se-gn Greenhouse, la inestabilidadpermite una reflexin terica

    ms productiva y la oportunidad de una etnografa de tipo re-flexivo, ya que los mtodos etnogrficos y la tica se cuestionancon ms facilidad cuando los etngrafos se involucran en lassituaciones sobre las que escriben.

    Greenhouse, sin embargo, mira a la inestabilidad desde laposicin de relativa estabilidad del investigador en la academiadel norte, reduciendo la inestabilidad, adems de a las oportuni-dades descritas arriba, al riesgo y al peligro que el investigadorconfronta durante el trabajo de campo. El trabajo de campo, sinembargo, es una condicin pasajera. No importa cunto tiempoest investigando, el etngrafo europeo o estadounidense est

    all como un forastero cuya supervivencia y seguridad a largoplazo no dependen de las condiciones del campo. Por tanto, alsugerente libro de Greenhouse le falta discutir cmo las cues-tiones relacionadas con la inestabilidad y la coyuntura afectanel trabajo de los acadmicos localizados en las instituciones delos llamados lugares inestables.

    Algunos investigadores ecuatorianos, por ejemplo, se quejande que la coyuntura puede comerte. Los eventos se suceden demanera tan vertiginosa que una interpretacin puede quedar

    obsoleta en cuestin de das. Bsicamente, a veces no hay sufi-ciente tiempo para reflexionar acadmicamente sobre los eventos.Adems, muchos investigadores sienten la presin de cambiar demateria de estudio de acuerdo con la coyuntura, y por supuesto

    1. Algunas personas inspiraron este trabajo yayudaron a mejorarlo con sus sugerencias ycomentarios. Quisiera agradecer a DeborahPoole, Vctor Bretn, Francisco Rhon, Jos Ynez,

    Andrs Guerrero, Segundo Moreno, Carlos de laTorre, Mercedes Prieto, Gioconda Herrera, Carlos

    Arcos, Fernando Garca y otros colegas de laFlacso. Agradezco tambin a los dos lectoresannimos de laRevista Colombiana de Antropo-loga por sus sugerentes comentarios.

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    de acuerdo con los medios econmicos para la investigacin,

    que a menudo se mueven segn la coyuntura en un contexto defragilidad institucional y econmica, sacrificando por esta raznla reflexin acadmica de largo aliento. Por otra parte, la intensi-dad de los periodos de cambio y la insercin del investigador enel medio social que trata de analizar pueden dar lugar a agendasde investigacin que muchas veces son ms importantes desdeel punto de vista poltico y social que las de una academia msinstitucionalizada como puede ser la estadounidense o la euro-pea. Como ha sealado recientemente Arturo Escobar (2006: 12,

    mi traduccin):

    Los campos acadmicos latinoamericanistas con base en los EstadosUnidos han tratado a Amrica latina generalmente como un objetode estudio, aun cuando muchos de ellos lo hayan hecho desde unaperspectiva poltica y hayan construido prcticas de solidaridaden el camino. En contraste, las perspectivas crticas que surgen deAmrica latina han estado en conjunto ms inclinadas a resaltarcuestiones y posiciones polticas radicales.

    Este trabajo se centrar en la reflexin de algunas condicionesinstitucionales, de economa poltica y epistemolgicas que handado forma al pensamiento antropolgico ecuatoriano, en par-ticular al centrado en la cuestin campesina e indgena, desdeprincipios de la dcada de 1970, cuando se cre el primer depar-tamento de antropologa en la Pontificia Universidad Catlicadel Ecuador, hasta el presente. En este periodo son importantesdos asuntos que han preocupado a la investigacin antropolgi-

    ca en Ecuador: el proceso de reforma agraria como posibilidadde una transformacin profunda de la sociedad ecuatoriana, yel surgimiento, la consolidacin y, se podra decir, que actualcrisis de uno de los movimientos indgenas ms poderosos deAmrica latina. Las lneas generales que aqu se trazan sobre elpensamiento antropolgico ecuatoriano se basan en la revisinde textos, en entrevistas con algunos de los principales actoresy en mi experiencia personal, observacin participante, comoacadmica en Estados Unidos y en Ecuador.

    Este trabajo se inserta en una corriente intelectual emergenteque est reclamando la necesidad de recuperar las historias de laantropologa en lugares que se han definido como perifricosdesde el punto de vista de la institucionalizacin internacional

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    de la disciplina (Lins Ribeiro, 2006; Krotz, 2006; Lins Ribeiro y

    Escobar, 2006; Restrepo y Escobar, 2004). Este proyecto es impor-tante no slo porque aportar mayor riqueza epistemolgica a unadisciplina que desde su origen ha estado preocupada por la diver-sidad, aun cuando tambin la ha usado para congelar jerarquas(Abu-Lughod, 1991), sino tambin porque estimula una reflexinsobre la importancia de los contextos institucionales, econmicosy polticos locales y globales que hacen posible el desarrollo y lamayor o menor legitimacin del quehacer intelectual.

    LAANTROPOLOGAECUATORIANAYLAIMPORTANCIADEREFLEXIONARSOBREELLA

    DEFINOLAANTROPOLOGAECUATORIANACOMOAQUELLAESCRITADESDEel Ecuador y desde instituciones acadmicas ecuatorianas,ya sea por ecuatorianos o por extranjeros que residen a largo

    plazo en el Ecuador. Excluyo entonces de mi anlisis la antropo-

    loga ecuatorianista escrita por residentes en el extranjero. Sinembargo, citar algunos autores extranjeros, selectiva y quizsarbitrariamente, cuando sus argumentos me sirvan para explicary contrastar los producidos desde la academia ecuatoriana, queconstituyen el centro de este anlisis. La razn para centrarmeen lo producido desde el Ecuador es que considero que las con-diciones de economa poltica e institucionales dan lugar a unaforma especfica de comprender el mundo que es importanteanalizar. Por tanto, sostengo que aun cuando el objeto de estudio

    de la antropologa ecuatorianista y ecuatoriana sea el mismo, yambos campos se crucen e influyan de maneras importantes, laperspectiva es diferente.

    Por numerosas razones el silencio tiende a rodear a la produc-cin intelectual escrita desde el Ecuador en las ltimas dcadas,tal como ha sealado Carlos Arcos (2005) para el campo de laliteratura. Las revisiones de la bibliografa sobre el pas escritasen el norte no toman en cuenta a menudo el trabajo de los autoresecuatorianos, llevando a algunos a quejarse de manera no oficial

    de que son tratados como informantes nativos o como asistentesde campo por investigadores extranjeros que toman sus ideas perono citan sus trabajos o aaden su nombre a sus publicaciones.Este problema no es especfico del Ecuador, sino que se repite en

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    distintos contextos latinoamericanos y de otros lugares del sur,

    reflejando las dinmicas de poder en el campo del conocimiento,as como lo que se ha llamado provincianismo de las metrpolis(Lins Ribeiro y Escobar, 2006; De la Cadena, 2006).

    De forma similar, la antropologa ecuatoriana tiende a ser msabierta hacia el exterior, hacia las cosas nuevas que provienenprincipalmente de Europa y Estados Unidos, aun cuando tambinde otros pases de Amrica latina, que hacia la recuperacin dela tradicin nacional. A este fenmeno se le ha llamado cosmo-politismo de las provincias (Lins Ribeiro y Escobar, 2006). Sinembargo, no es slo el cosmopolitismo el que nos hace miraral norte buscando orientacin terica y epistemolgica; por elcontrario, nos condicionan un conjunto de factores complejosque incluyen la dependencia intelectual que resulta del legadocolonial, el nfasis en marcos tericos en los que predominanlos autores del norte en detrimento de las revisiones del estadodel arte de aspectos especficos factor enmarcado en tradicionesintelectuales en las que han primado lo terico sobre lo emp-rico, el miedo al conflicto acadmico interno que puede tener

    consecuencias graves para la subsistencia cotidiana del investi-gador, y, podramos aadir, la politizacin de la academia en lasdcadas de 1970y 1980, cuando, segn Francisco Rhon (entrevista,14de agosto de 2006), los acadmicos no se conceban a s mismostanto como intelectuales, sino como miembros de partidos queeran o aliados a los que no se poda cuestionar o enemigos a losque haba que ignorar.

    Pese a la escasa reflexin sobre este asunto, con algunassalvedades como el trabajo de largo aliento de Segundo Moreno

    (manuscrito, 1992), el nfasis desde la dcada de 1970en la in-vestigacin polticamente comprometida y aplicada ha llevado aque las ideas antropolgicas hayan tenido un impacto social im-portante en el Ecuador, que es interesante considerar. De hecho,tras revisar las instituciones y los principales autores encuentroque los mismos actores que interactuaron con los campesinosindgenas y que contribuyeron a su organizacin social y polticason tambin los principales productores de conocimiento antro-polgico en el Ecuador: concretamente, me refiero a la iglesia

    catlica y en particular a las rdenes jesuita y salesiana, y a laizquierda poltica. A menudo las fronteras entre ambos gruposde actores son borrosas, ya que han participado mano a manotanto en el campo como en las instituciones acadmicas.

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    Como he sealado, a diferencia de lo que a veces se critica,

    que la antropologa en el Ecuador, o la ciencia social en general,es provinciana, se debe enfatizar su carcter transnacional. Estetransnacionalismo va ms all del reconocimiento de los gran-des tericos del norte mencionado arriba y, como ha sealadoMarisol de la Cadena (2006), refleja tambin circuitos propios delpensamiento del sur, particularmente en el caso que aqu nosocupa del indigenismo. Por ejemplo, hay una relacin antiguae intensa con la antropologa mexicana. Grandes pensadoresmexicanos como Moiss Senz, Jos Vasconcelos, Gonzalo

    Aguirre Beltrn, Guillermo Bonfil y otros visitaron el Ecuador einfluyeron en las polticas pblicas ecuatorianas por medio delInstituto Indigenista Interamericano. Debido a la fuerte influenciadel indigenismo mexicano, muchos acadmicos ecuatorianoshan estudiado en Mxico y han trado los grandes paradigmasde ese pas a la discusin nacional. Todava el peso de citar a losgrandes indigenistas mexicanos es tan fuerte que a veces se haceen detrimento de un anlisis ms detallado de cmo la realidaddel Ecuador difiere de la de all, particularmente teniendo en

    cuenta que en Mxico existe un estado fuerte de origen revolu-cionario, del que carece Ecuador. La influencia de Per y Boliviaen interpretaciones de lo andino y de la comunidad campesina esinnegable, as como el impacto intelectual de exiliados del conosur que vivieron por algn tiempo en el Ecuador, como EduardoArchetti. Muchos acadmicos ecuatorianos tambin han salido aestudiar en Estados Unidos, Canad y Europa, a veces apoyadospor los mismos investigadores de esos pases que han tenido unarelacin estrecha con Ecuador y que han contribuido en gran

    medida al conocimiento antropolgico del pas.

    LASINSTITUCIONES

    PORMOTIVOSDEESPACIOVOYAENFOCARMEENTRESINSTITUCIONES, AUNcuando hay otras que han sido importantes para el desarrollode la antropologa en el Ecuador. Como seal, esta disciplina

    se institucionaliza en 1972con la fundacin del primer departa-mento de antropologa en la Universidad Catlica, institucincreada por la orden de los jesuitas. Segn una entrevista conAndrs Guerrero (20de enero de 2006), el inters por promover

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    la disciplina en el pas surgi a partir de una reunin de jesuitas

    comprometidos, influidos por el Concilio Vaticano II (1962-1965) ypor la reunin de obispos Latinoamericanos de Medelln (1968).Estos reflexionaron sobre la situacin opresiva en la que vivanlos campesinos indgenas en Ecuador, as como sobre la pervi-vencia del dominio de la clase terrateniente. Francisco Rhon(14de agosto de 2006) aade que grupos progresistas apoyaronla institucionalizacin de la antropologa porque sintieron lanecesidad de promover una investigacin crtica con slidosfundamentos empricos, que trascendiera las explicaciones r-

    gidas y tericas del marxismo ortodoxo y ayudara a comprendermejor la realidad del pas.

    El programa de antropologa de la Catlica tena originalmentedos lneas principales de investigacin. Una de ellas, inspiradapor la poltica de izquierdas de la poca y por la reflexin sobrelos cambios desencadenados por las reformas agrarias de 1964y1973, se centraba en los estudios del campesinado. La discusinque sigue sobre la lnea de estudios del campesinado de la Uni-versidad Catlica me servir de apoyo para esbozar debates ms

    amplios en Ecuador como en el resto de Amrica latina.La reforma agraria se entendi en lneas generales como la

    transicin de un sistema casi feudal de dominacin al capita-lismo, puesto que las grandes propiedades agrarias serranas sebasaron en el trabajo servil, hasta que la reforma agraria de 1964aboli las relaciones laborales precarias, no basadas en el salario.Segn algunos autores, la transicin al capitalismo dara lugar a laformacin de nuevos sectores campesinos. Una de las preguntasclave era qu pasara con los campesinos durante esa transicin,

    si se proletarizaran o lograran subsistir como tales mejorandosu nivel de vida. Otra opcin era la diferenciacin de clases enel campo: algunos se convertiran en proletarios, mientras queotros devendran en una pequea burguesa rural. La respuestaa esta pregunta, que reflejaba un debate latinoamericano msamplio entre campesinistas y descampesinistas, tena consecuen-cias importantes para las estrategias polticas de los partidos deizquierda, desde el punto de vista de si deban esforzarse orga-nizando el proletariado urbano o a los campesinos.

    Algunos campesinistas de la Universidad Catlica, influidosquiz por el agrarista ruso Chayanov, traducido al espaol porEduardo Archetti, se enfocaron en cmo estrategias culturales tra-dicionales de los campesinos como la reciprocidad, el parentesco

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    y el trabajo comunal podan ayudarles a resistir al capitalismo.

    Sin embargo, pensaban tambin que el capitalismo estaba erosio-nando estos tipos de solidaridad tradicional (Garca, 1977, 1980). Lamigracin del campo a la ciudad se vea como la principal formade articulacin con el capitalismo y de destruccin de esas formastradicionales de resistencia (Snchez Parga, 2002). Desde este pe-riodo se da una visin estigmatizada de la migracin, que desdemi punto de vista an perdura en interpretaciones de la migracininternacional. Los descampesinistas (L. Martnez, 1984), sin em-bargo, sostenan que el contacto con el sistema capitalista llevara

    ineludiblemente a la desintegracin de la comunidad campesina.Otros autores mantenan una posicin intermedia, documentandoprocesos complejos de semiproletarizacin y recampesinizacinque estaban tomando lugar en el campo ecuatoriano (Farga yAlmeida, 1981).

    Debate conectado con el anterior, que se dio tanto dentro comofuera de la Universidad Catlica, fue el de la transicin de lasgrandes propiedades agrarias a la modernizacin capitalista. Lashaciendas de la costa fueron percibidas como ligadas al capita-

    lismo desde el siglo diecinueve, porque exportaban cacao y mstarde banano y otros productos al mercado mundial (Chiriboga,1980; Guerrero, 1980; Striffler, 2002).

    Sin embargo, Chiriboga y Guerrero mostraron que la articu-lacin de estas propiedades costeas con el mercado mundialconviva con formas de trabajo heterogneas. Por otra parte, lashaciendas de la sierra producan para el mercado nacional usandoarreglos laborales en los que el salario no era factor sobresaliente.A pesar de que la hacienda serrana fue percibida como feudal,

    Andrs Guerrero (1983) mostr que los hacendados pensaban y ac-tuaban como capitalistas cuando vendan sus productos en el pasy compraban tecnologa en los mercados mundiales. Sin embargo,mostr tambin que las relaciones laborales en las haciendas seestructuraban mediante derechos y obligaciones consuetudinariosy rituales que subordinaban a los trabajadores al dominio del pa-trn, mientras que tambin ayudaban a preservar algunas formasde organizacin social prehispnicas (Guerrero, 1991).

    Los investigadores amazonistas ligados a la Universidad Ca-

    tlica trataron de entender principalmente la articulacin entreel Oriente y los procesos de colonizacin y penetracin estatal ycapitalista (Salazar, 1986; Bustamante, 1988). Teodoro Bustamante,por ejemplo, interpret la violencia no como una caracterstica

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    tradicional de los grupos amaznicos sino como una reaccin al

    proceso de colonizacin. As mismo, interpret la formacin dela Federacin Shuar como un proceso moderno de etnognesisque era una reaccin a la colonizacin del Oriente y presentabainteresantes paradojas con respecto a la recuperacin de tradicio-nes cuya importancia en un contexto moderno era cuestionableincluso para los shuar mismos.

    Una segunda lnea de investigacin, liderada por el padreMarco Vinicio Rueda, se dedicaba al estudio de la religiosidadpopular. Slo tras el Concilio Vaticano II la iglesia acept la le-gitimidad de las formas de religiosidad popular y la importanciade elementos culturales no-occidentales para la evangelizacin.Por esta razn, Rueda lider una investigacin colectiva sobrereligin popular en la sierra ecuatoriana que se plasm en ellibro La fiesta religiosa campesina (1982). Una contribucinimportante de este investigador fue su nfasis en el trabajo decampo y la investigacin emprica, mientras criticaba la ten-dencia al ensayismo en las ciencias sociales latinoamericanas.La Universidad Catlica form en este periodo a los primeros

    intelectuales indgenas que tuvieron acceso a la educacin supe-rior, particularmente mediante sus esfuerzos en etnolingsticay educacin intercultural.

    El trabajo de la orden salesiana tambin ha sido fundamentalpara el desarrollo tanto del movimiento indgena como de lareflexin antropolgica en Ecuador. A fines del siglo diecinueveel gobierno ecuatoriano otorg a la orden autoridad sobre el surde la amazonia ecuatoriana, para cristianizar y civilizar a losshuar y para establecer la presencia del estado ecuatoriano en

    una zona que estaba en disputa con Per (Botasso, 1986; Rubens-tein, 2005; Audiovisuales Don Bosco [Misiones en el Oriente]),prerrogativa que ha sido renovada hasta el presente. El objetivooriginal de los salesianos era transformar la cultura shuar segnel modelo occidental. Comenzaron a compilar diccionarios dellenguaje shuar y colecciones de mitos y costumbres (Pelizzaro,1990) para comprender mejor cmo transformar esta cultura.Sin embargo, en la segunda mitad del siglo veinte los salesianosfueron pioneros en un proceso de reflexin eclesistica sobre

    la importancia de preservar la cultura indgena y de tomarla encuenta en los procesos de evangelizacin. Adems, cuando debi-do a la ley de reforma agraria y colonizacin (11de julio de 1964)aument la presin de colonos de la sierra sobre los territorios

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    shuar, los salesianos lideraron un proceso organizativo que dio

    lugar a la formacin de la Federacin de Centros Shuar (1964),una de las primeras organizaciones indgenas de corte modernode Amrica latina y miembro fundador de la Confederacin deNacionalidades Indgenas del Ecuador (Conaie). Los salesianoshan sido influyentes tambin en la organizacin poltica de cortetnico de la sierra, proceso que estudi en un trabajo anteriorsobre la misin salesiana de Zumbahua (Martnez Novo, 2004).

    Como se conoce bien, han sido lderes en el Ecuador en lapublicacin de trabajos antropolgicos por medio de su esfuerzoeditorial Audiovisuales Don Bosco (Abya Yala). Comenzaroncon la coleccin Mundo Shuarque empieza a publicarse en1975, y que se ampla ms tarde conMundo Andino(1980), ambasunificadas en la editorial Abya Yala a partir de 1983. El objetivoprincipal de Abya Yala ha sido promover el respeto por los pue-blos indgenas entre los ecuatorianos urbanos blanco-mestizosy, a la vez, proveer de materiales a las comunidades indgenaspara una reflexin sobre su propia identidad (Cucurella, 2005).En 1987, los salesianos fundan la escuela de antropologa aplica-

    da con el objetivo de apoyar a las organizaciones indgenas ensu desarrollo y de formar personal misionero con capacidad decomprender el respeto por la diversidad cultural en los procesosde evangelizacin (Bartoli, 2002). En 1994se funda la UniversidadPolitcnica Salesiana. Hay que sealar que los salesianos hanpromovido el acceso a la educacin universitaria de indgenas,afroecuatorianos y otros grupos vulnerables.

    La Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso)sede Ecuador tambin ha otorgado a ecuatorianos y extranjeros

    ttulos en historia andina, estudios amaznicos y antropologadesde fines de la dcada de 1980. La Flacso es un sistema inter-nacional de enseanza de posgrado fundado en 1957con el finde desarrollar un pensamiento latinoamericano que contribuyaa formular propuestas de desarrollo para la regin. La primerasede se cre en Chile pero se tuvo que cerrar tras el golpe deestado de Augusto Pinochet (1973). Los centros de Mxico y Ecua-dor se fundaron en 1975, en parte para dar asilo a intelectualeschilenos y ms tarde argentinos exiliados por las dictaduras,

    quienes influyeron fuertemente en los debates intelectuales delos pases receptores, particularmente sobre la cuestin agraria.El programa de antropologa de Flacso se cre a principios dela dcada de 1990y se bas originalmente en la enseanza de

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    profesores invitados de reconocido prestigio de Estados Unidos,

    Europa y Amrica latina. Muchos eran ejemplos de teora crtica yun buen nmero de ellos eran mujeres. Lo ltimo, de acuerdo conXavier Izco, coordinador del programa de antropologa en aqueltiempo, contrast con la cultura acadmica ecuatoriana de entonces,en la que la participacin de las mujeres en la vida acadmica eraescasa. La historia de Flacso da fe de una caracterstica importantede la academia ecuatoriana, su cosmopolitismo, caracterstica quean retiene. Sin embargo, la otra cara de la moneda fue la relativafalta de sostenibilidad econmica de este modelo a largo plazo,

    y la sensacin de que del talento nacional podra haberse hechoms uso. Aun cuando es importante sealar tambin que algunosinvestigadores ecuatorianos tuvieron la oportunidad de formarse enun contexto de rigor acadmico. La crisis econmica que afect aFlacso despus de este periodo la forz a enfatizar la investigacinaplicada que pudiera encontrar fondos externos. En los ltimosaos est en un proceso de fortalecimiento, en parte relacionadocon el mayor apoyo del estado ecuatoriano, lo que le ha permitidoindependizarse relativamente de una forma de hacer ciencia social

    basada en las consultoras. Tambin en Flacso, principalmentepor medio del programa de antropologa, ha tenido oportunidadde acceder a los estudios de posgrado una nueva generacin delderes indgenas.

    ELDEBATESOBRECULTURA,DISCRIMINACINYRESISTENCIA

    SEHACONVERTIDOENUNLUGARCOMNDECIRQUELAIZQUIERDALATINOA-mericana de la dcada de 1970se caracteriz por un nfasis enla categora de clase social y que tuvo poca sensibilidad hacia

    el potencial poltico de la etnicidad. Sin embargo, una revisinde las distintas posiciones que se dieron en Ecuador en las dca-das de 1970y 1980en torno a la cultura indgena y a su potencialpoltico contribuye a cuestionar este lugar comn. De hecho,la contribucin de militantes de diferentes tipos de izquierda,

    incluida la catlica, no es desdeable para la formacin de unmovimiento campesino con nfasis en lo identitario.Autores como Hugo Burgos (1970) y Diego Iturralde (1980),

    ambos con influencia de la academia mexicana donde estudiaron,

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    sostuvieron que un nfasis en las diferencias tnicas, que interpre-

    taban como un legado del colonialismo, el colonialismo internoy el dominio de las elites y del estado, resultara en una opresinmayor de los campesinos. Burgos analiza aspectos centrales de lacultura indgena como es la minga (trabajo comunal) y las fiestasreligiosas populares como mecanismos de dominacin: la minga,por ejemplo, fue utilizada por los incas, los espaoles, los hacen-dados y el estado para extraer trabajo gratuito de los campesinos.Las fiestas religiosas, segn l, han sido un factor importante deexplotacin econmica por parte de las elites pueblerinas mes-

    tizas y de la iglesia tradicional, por medio del arrendamiento alos campesinos del espacio pblico, las imgenes, los disfraces yla venta de alcohol y comida. Segn Burgos, estas obligacionesfestivas dejaban a los campesinos muy endeudados, por lo quea veces tenan que hipotecar o vender sus tierras. Esto contrastacon la visin de Rueda (1982) sobre la fiesta religiosa campesina,interpretada por l como un factor de resistencia y de creatividadde la cultura popular campesina frente al proceso de coloniza-cin. Este debate lo retoma ms tarde Andrs Guerrero (1991) en

    La semntica de la dominacin, donde analiza los cambios en lasfiestas indgeno-campesinas. A diferencia de Burgos y de Rueda,para Guerrero las fiestas tienen mltiples significados, que mez-clan aspectos de dominacin y de resistencia.

    De forma similar a Burgos, Diego Iturralde (1980) sostiene quela comunidad campesina fue promovida por el estado desde laley de comunas de 1937, y reactivada tras la reforma agraria de1964, para controlar a un campesinado que se estaba independi-zando del poder de la hacienda y que se haba organizado pol-

    ticamente. Iturralde demuestra que aun cuando las autoridadesde las comunas se elegan en asamblea de acuerdo con la ley decomunas, en realidad eran impuestas por el teniente poltico,un representante del estado que no era elegido. Adems, el Mi-nisterio de Previsin Social tena la prerrogativa de autorizar oretirar las autoridades comunales y de dictar las reglas internasde las comunas.

    Gladys Villavicencio (1973) observ en su trabajo de campoen Otavalo que los mestizos locales promovan la diferencia

    visible vestido, cabello y lengua indgena de los campesinosotavaleos para producir un grupo claramente distinguible alque pudieran explotar econmicamente. Los mestizos de Otava-lo consideraban, por ejemplo, que los campesinos que podan

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    hablar espaol o que se vestan como mestizos eran alzados,

    por lo que preferan contratar a los que hablaban slo kichwa yse vestan de forma tradicional. Sin embargo, Villavicencio nottambin a principios de la dcada de 1970que un grupo de due-os de talleres textiles y otros otavaleos con movilidad socialascendente estaban reforzando el orgullo tnico y quiz comen-zando a formar una nacionalidad indgena como una estrategiade lucha contra la discriminacin, conclusin que fue rechazadacomo peligrosa por el indigenista ecuatoriano Rubio Orbe (1973),director entonces del Instituto Indigenista Interamericano.

    Aun cuando algunos indigenistas como Anbal Buitrn (1971)haban trabajado la discriminacin, las vvidas descripciones deBurgos y Villavicencio con referencia a la discriminacin de losindgenas en el mercado, los espacios pblicos y las instituciones,los convierten en los primeros anlisis del racismo en Ecuador,aspecto que ha sido retomado recientemente (J. Almeida, 1996; Dela Torre, 1996, 2002; Cervone y Rivera, 1999; Rahier, 2003).

    A diferencia de los autores que interpretaban la diferenciatnica como una estrategia que facilitaba la explotacin de loscampesinos, los investigadores del Centro Andino de AccinPopular (Caap), que tambin eran militantes de partidos polticosde izquierda o de la izquierda cristiana, rescataron la comunidadandina y sus tradiciones histricas como estrategias de resistenciaal avance del capitalismo, que deban ser promovidas por aquellosque buscaban el bienestar campesino y su viabilidad como grupodespus de la reforma agraria. De hecho, el Caap promovi en suspolticas de desarrollo prcticas de solidaridad y reciprocidadque se consideraban inherentes a las comunidades campesinas

    andinas, pero que esa misma organizacin se encargaba de recrear.Segn Andrs Guerrero (entrevista, 20de enero de 2006), estenfasis en la comunidad tena varas fuentes de inspiracin, entreellas las ideas de reciprocidad y solidaridad derivadas del anlisisde la micro-verticalidad andina de John Murra; la influencia deChayanov y los agraristas populistas rusos que, segn WilliamRoseberry (1989: 176) buscaban preservar la comunidad de la pe-netracin capitalista, viendo en la comuna la clula para formaruna futura sociedad comunista; las ideas de Jos Carlos Maritegui

    y el trabajo de los antroplogos peruanos sobre las comunidadesandinas; y la estrategia catlica de las comunidades eclesisti-cas de base. Es interesante sealar que los autores del Caap norastrearon el pensamiento ecuatoriano sobre la comunidad, que

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    exista desde la dcada de 1930, por ejemplo en el trabajo de Po

    Jaramillo (Prieto, 2004), ni debatieron el libro de Iturralde (1980)sobre las comunidades, contemporneo de los libros fundacio-nales del Caap (1981, 1984). Por el contrario, prefirieron enmarcarsu discusin en un debate con autores extranjeros, sobre todoperuanos.

    Como los antroplogos peruanos (Degregori, 2000; Pajuelo,2000), los autores ecuatorianos asociados al Caap enfatizaronel origen prehispnico de la comunidad, as como la importan-cia de la propiedad colectiva, de las redes de parentesco y delas relaciones de reciprocidad para la supervivencia de estascomunidades en condiciones de pobreza. Tal como algunos pe-ruanos, los ecuatorianos que escribieron sobre la comunidad noescribieron sobre la base de estudios histricos y empricos decomunidades concretas, sino que hicieron semblanzas genera-les, que tendan a percibir las comunidades como institucionesestticas hasta que entraban en contacto con la modernidad enmomentos recientes. Sin embargo, esta concepcin idealista dela comunidad se mezclaba con influencias ms recientes de la

    antropologa peruana, que enfatizaban la historicidad de las co-munidades, su estudio emprico y sus relaciones con contextosms amplios y con la modernidad.

    Es curioso que tanto en Per (Pajuelo, 2000) como en Mxico(Hewitt de Alcntara, 1984) se dio una transicin en la dcada de1970, desde el nfasis en las comunidades, que reflejaba la visinde la antropologa funcionalista de los indgenas como sujetosaislados y diferentes, a estudios de regiones insertas en contex-tos de poder ms amplios. Esta transicin se dio por influencia

    de las corrientes marxistas y de la teora de la dependencia. Sinembargo, en Ecuador, los estudios de relaciones intertnicasprecedieron al nfasis en la comunidad.

    Otro grupo dentro de la izquierda que fue importante en lacreacin de un movimiento indgena con una agenda etnicistafueron los etnolingistas, localizados en torno a la UniversidadCatlica, que influyeron en el movimiento indgena a partir de sucontribucin a la creacin de la educacin intercultural bilinge,una institucin con enorme impacto sobre la cultura poltica y

    la identidad de los campesinos (Martnez Novo, 2004). SegnJos Ynez (entrevista, 5de mayo de 2006) etnolingistas comoConsuelo Ynez y Ruth Moya (1981) estuvieron entre las prime-ras en darse cuenta del potencial poltico de la etnicidad y en

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    promover esta agenda. Adems, Ileana Almeida (1996), que estudi

    lingstica en la Unin Sovitica, import el concepto estalinistade las nacionalidades oprimidas al Ecuador, una idea que llev almovimiento indgena a definirse como un conjunto de nacionali-dades. Jos Ynez (1988), que recogi una serie de historias oralesen la hacienda de Pesillo (Cayambe), enfatiza la importancia de lainvestigacin colectiva con los campesinos para concienciarles ypromover su organizacin poltica, as como para aprender de susestrategias histricas de resistencia.

    LAANTROPOLOGAYELMOVIMIENTOINDGENADELECUADOR

    COMOSABEMOS, EN1990SEDAELPRIMERLEVANTAMIENTOINDGENANA-cional que fue capaz de paralizar el pas y produjo sorpresaen el Ecuador urbano y blanco-mestizo, sobre el grado de

    organizacin que haba llegado a adquirir el movimiento indge-

    na. Desde ese momento, levantamientos peridicos han tenidoxito en dificultar la puesta en marcha de algunas reformasneoliberales en el pas. En 1998se redacta una Constitucin quereconoce el carcter multicultural de la nacin ecuatoriana y losderechos indgenas a ciertas esferas de autonoma y apoyo estatal.Es indudable que el movimiento indgena ha democratizado engran medida al Ecuador, dando lugar junto con otros procesossocioeconmicos a la formacin de una clase media indgena (Dela Torre, 2002[1996]). Pero tambin ha tenido sus limitaciones,

    como han sealado sus crticos (Santana, 2004). El nivel de vidaen las comunidades no parece haber mejorado sustancialmente;existe una separacin progresiva entre el liderazgo y las bases;se han establecido alianzas erradas, como la que se dio con elcoronel Lucio Gutirrez, que dej al movimiento dividido y mal-parado; se est dando una divisin personalista entre liderazgosregionales o locales; y no se ha luchado para exigir la creacinde leyes secundarias que ayuden a que los derechos constitu-cionales de los pueblos indgenas se cumplan en la prctica.

    Cmo han interpretado los antroplogos este proceso y cmohan intervenido en l?Se ha dicho que el primer levantamiento indgena tom a los

    analistas por sorpresa. Sin embargo, en el trabajo antropolgico de

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    la dcada de 1980se puede rastrear todo un nfasis en la historia

    de las formas de resistencia indgena. Estas interpretaciones noestaban desconectadas de la participacin de los investigado-res-activistas en la politizacin de los campesinos (Prieto, 1980;Moreno, 1985; Ramn, 1987; Bustamante, 1988; Trujillo, 1993). Esinteresante sealar, por ejemplo, que el movimiento indgenatom la palabra levantamiento para sus protestas de la investi-gacin histrica de Segundo Moreno (1985) sobre la resistenciaindgena. Tambin la wipala, smbolo del movimiento indgena,parece haber sido tomada de las investigaciones de los etnohisto-

    riadores (Jos Almeida, IICongreso ecuatoriano de antropologa,noviembre 2006).

    Sin embargo, la mayora de los antroplogos quiz no enfatizaronsuficientemente la poderosa maquinaria organizativa que se estabaformando en la dcada de 1980. Dos posibles explicaciones para estoson que los campesinos, reprimidos en su actividad poltica desdelas dcadas de 1930y 1940, ocultaran hasta cierto punto su trabajopoltico. Esto explica, por ejemplo, que Mary Weismantel (1988)haya sealado a fines de los aos 1980la falta de conocimiento y de

    participacin de los indgenas en la poltica nacional en una zonade Cotopaxi donde hubo un fuerte activismo de izquierdas desde ladcada de 1930y donde en la de 1980se estaba creando una de las ra-mas ms activas de la Conaie (Becker y Clark, 2004; Martnez Novo,2004). Quiz por esta razn haya sido ms fcil percibir el activismodel movimiento indgena en la amazonia, donde el aparato represivoestatal y terrateniente eran ms dbiles (Bustamante, 1988; Trujillo,1993). La segunda razn puede ser el importante papel de la iglesiacatlica en la constitucin de la Conaie. Algunos investigadores de

    izquierda eran anticlericales e interpretaban las actividades de laiglesia como una contribucin a reforzar el statu quo. En contraste,

    Juan Botasso (1986) era muy consciente del poderoso movimientoindgena que se estaba formando y en el que los salesianos tenanuna participacin importante.

    Despus del levantamiento de 1990, y siguiendo las moviliza-ciones peridicas del movimiento indgena cada ao o cada dosaos, se han publicado numerosos estudios, que caracterizadospor niveles desiguales de anlisis reflejan una importante carac-

    terstica de las ciencias sociales en Ecuador: muchos son de co-yuntura. Tres libros influyentes sobre el movimiento indgena hansidoIndios: una reflexin sobre el levantamiento indgena de 1990,coordinado por Diego Cornejo (1991);El levantamiento indgena

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    del Inti Raymi de 1990(1992), escrito por Segundo Moreno y Jos

    Figueroa; y Sismo tnico en el Ecuador(1993), un libro colectivoencabezado por Jos Almeida. Los dos primeros, escritos al ca-lor de la coyuntura son, sin embargo, documentos importantespara comprender los orgenes del movimiento. El primero, detipo periodstico y pensado para un pblico general, cuenta conartculos de expertos junto con el punto de vista de los actoresdel conflicto.El levantamiento indgena del Inti Raymicombinael anlisis de largo aliento de Segundo Moreno sobre la historiade las sublevaciones indgenas con un anlisis ms coyuntural

    del levantamiento de 1990. Una interesante contribucin de estelibro es la discusin de la heterogeneidad regional del movi-miento indgena y la forma en que las luchas locales, regionalesy nacionales se articulan. Sismo tnico en el Ecuador, publicadoalgo despus que los otros dos, cuenta con anlisis importantesde las races del movimiento indgena por Len Zamosc, AndrsGuerrero, Jorge Len, Jorge Trujillo, Jos Almeida y otros autores.Un aporte interesante mucho ms reciente esEl poder de la co-

    munidad: ajuste estructural y movimiento indgena en los Andes

    ecuatorianos, de Fernando Guerrero y Pablo Ospina (2003). Losautores demuestran con abundantes datos las conexiones entrelos momentos de movilizacin indgena y los intentos estatales deintroducir el ajuste estructural. Sin embargo, sealan tambin lacolaboracin del movimiento con algunas estrategias neoliberalesdesde su entrada en el juego poltico en 1995. Nos muestran as al-gunas ambigedades y contradicciones del movimiento indgena,con numerosas ancdotas que dan fe de la participacin de losautores en la poltica interna del movimiento, pero sin analizar

    ms a fondo su lgica. Tambin se han escrito estudios sobredemandas y procesos ms especficos del movimiento indgenacomo pueden ser la educacin intercultural bilinge (YnezCosso, s. f.; Martnez y Burbano, 1994), la salud intercultural oel pluralismo jurdico (Garca, 2002; Chvez y Garca, 2004).

    En resumen, desde el primer levantamiento de 1990se ha escritomucho sobre el movimiento indgena. Algunos trabajos han sidoinspirados por las diferentes coyunturas, otros son el resultadode consultoras para organismos internacionales, para empresas

    pblicas o privadas como las petroleras, o para las mismas orga-nizaciones indgenas, mientras que otros son ms analticos. Lamayora han apoyado al movimiento indgena, siendo las inter-pretaciones crticas escasas incluso en los momentos de crisis,

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    cuando ha cometido errores importantes como fue, desde mi

    punto de vista, su alianza con el coronel Lucio Gutirrez, ungobernante que se caracteriz por el autoritarismo, la falta derespeto al estado de derecho y su inters por fraccionar al mo-vimiento indgena.

    La escasez de posiciones crticas puede responder al deseo deapoyar a un movimiento que ha democratizado un pas dondehasta recientemente dominaba la servidumbre y la falta de dere-chos ciudadanos, y donde an impera una desigualdad social muyprofunda. Adems, algunos de estos investigadores han colaboradoestrechamente con el movimiento indgena como asesores polti-cos, en consultoras o en trabajo de desarrollo. Esta colaboracintan estrecha hace que sea difcil tomar la distancia necesaria parael anlisis acadmico, ya que, por ejemplo, los investigadoresnecesitan los avales de las organizaciones para obtener fondosde investigacin. La visin crtica tampoco es popular entre losfuncionarios de organismos internacionales o empresas petroleras,que segn algunos autores han buscado cooptar o despolitizar estosmovimientos (Bretn, 2005). Estas instituciones suelen estar ms

    interesadas en una visin despolitizada que en una reflexin quepueda fortalecer la lucha poltica a largo plazo. Quizs un anlisisms distante y crtico podra contribuir a fortalecer el movimientoindgena y a refinar su proyecto poltico e ideolgico en vez dedebilitarlo como a menudo se asegura para silenciar este tipo deposiciones.

    La actitud poco crtica de los antroplogos quizs haya con-tribuido a que a los lderes indgenas se les haya hecho ms fcildesarrollar una actitud pragmtica y llevar a cabo maniobras

    polticas oportunistas guiadas por intereses coyunturales, sintener que justificarlas contrastndolas con un proyecto polticocoherente. Las contradicciones creadas por estas estrategiaspolticas cortoplacistas han debilitado la confianza de las bases,que muestran un cansancio organizativo y han contribuido a laactual crisis del movimiento.

    Como los investigadores estadounidenses tampoco se handecidido a analizar crticamente la trayectoria del movimientoindgena en un contexto de merecida, pero tambin ingenua cele-

    bracin de las luchas y los xitos indgenas, y en un contexto enque los filtros acadmicos tienden a marginar las visiones menosoptimistas, las crticas han tendido a provenir ms desde Europa.Roberto Santana (2004) y Vctor Bretn (2001, 2005) han escrito este

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    tipo de anlisis. Santana, profesor de la Universidad de Toulo-

    use, Le Mirail, con trabajo de largo plazo sobre el movimientoindgena del Ecuador, sostiene que se ha caracterizado por loque l denomina el fetichismo organizativo: segn Santana seha enfatizado la maquinaria organizativa y la movilizacin endetrimento de la reflexin sobre un proyecto poltico coherentea largo plazo. La falta de gobernabilidad causada por los levan-tamientos peridicos slo ha beneficiado, segn l, al proyectocontinuista de unas elites que no son capaces de competir enun contexto de globalizacin. Bretn, por su parte, seala que

    los proyectos de desarrollo de las organizaciones no guberna-mentales (ONG), y en particular el Proyecto de Desarrollo de losPueblos Indgenas y Negros (Prodepine), financiado por el BancoMundial, no han dado lugar a un mejor nivel de vida para lospueblos indgenas, sino a la despolitizacin de un importantemovimiento que fue radical en su da y a la promocin de unamentalidad clientelar y cortoplacista entre los liderazgos, y lasorganizaciones de segundo grado. Otra crtica importante esla de Miguel ngel Cabodevilla (2004), quien escribe un libro

    apasionado sobre el genocidio de los llamados pueblos ocultos,grupos cercanos culturalmente a los huaoranis que viven en laamazonia con poco contacto con la sociedad ecuatoriana. Cabo-devilla denuncia la participacin de miembros destacados de laOrganizacin de la Nacionalidad Huaorani del Ecuador (Onhae)en las matanzas impulsadas por intereses madereros, as comola complicidad de la Conaie, a la que la primera organizacinpertenece, en encubrir estos hechos bajo el palio de la justiciatradicional y las costumbres ancestrales. Cabodevilla resalta la

    paradoja de que estos pueblos amenazados por el genocidio sonrepresentados ante el estado por la misma organizacin que estcontribuyendo a aniquilarles.

    GNEROYETNICIDAD

    LOSESTUDIOSDEGNEROENECUADORCOMIENZANADESARROLLARSEENLA

    dcada de 1980y a institucionalizarse en la de 1990(Cuvi, 2006;Herrera, 2001). El desarrollo de esta bibliografa ha estado rela-cionado con dos preocupaciones: la necesidad de reconocimientode la desigualdad de gnero y de los derechos de las mujeres a

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    partir de un movimiento feminista principalmente urbano y de

    clase media, y las agendas de los organismos internacionales dedesarrollo. Por estas razones, la mayora de los trabajos han sidoaplicados y se han llevado a cabo desde fuera de la academia.La reflexin sobre gnero y etnicidad ha sido escasa ya que handominado los estudios sobre la opresin de la mujer en espaciosprivados de clase media, la desigualdad en espacios pblicoscomo la economa y la poltica, y el gnero en programas de desa-rrollo (Herrera, 2001). Sin embargo, segn Herrera, la mayora delas investigadoras extranjeras que han trabajado en Ecuador sobre

    el gnero han privilegiado el estudio de las mujeres indgenas yrurales (Crain, 1991, 1996; Weismantel, 1988; Stolen, 1987).

    Los primeros trabajos sobre gnero en contextos indgenas enEcuador se centraron en el papel de la mujer en las economascampesinas. Se enfatiz la flexibilidad de los roles de gneroen los contextos indgenas de la sierra as como la dignidad delestatus de la mujer en las comunidades indgenas (Poeschel, 1986;A. Martnez, 1998). Sin embargo, el trabajo pionero de Stolen (1987)desat una reflexin sobre la opresin y la violencia que sufren

    las mujeres campesinas de la sierra, en este caso mestizas. Noobstante, la violencia contra las mujeres rurales fue caracterizadapor Snchez Parga (1990) como una forma de restaurar la armonay como un ritual andino de lucha ligado al famoso Tinkuy o lucharitual panandina entre las comunidades de arriba y abajo. En otraspalabras, Snchez Parga interpret la violencia contra la mujerindgena como parte de la complementariedad andina.

    Desde entonces el debate ha estado enfocado en definir si lassociedades indgenas son igualitarias desde un punto de vista degnero o caracterizadas por la violencia y la discriminacin con-tra la mujer. Este es un debate que no es especfico del Ecuador,sino que se extiende al resto de los pases andinos. El discursode complementariedad de gnero, que es parte tambin de laautodefinicin de las organizaciones indgenas, justificara quelas mujeres indgenas se enfoquen en la opresin tnica y noen la de gnero, as como la carencia de agendas comunes conlas mujeres mestizas urbanas (Prieto et al., 2005; Prieto, 1998).Por otra parte, se ha sostenido que las sociedades indgenas son

    jerrquicas desde el punto de vista de gnero y que, por tanto,las mujeres indgenas se beneficiaran de una agenda feminista,as como la agenda feminista se enriquecera con una mayordiversidad tnica y de clase (Prieto et al., 2005; Prieto, 1998).

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    Las diferencias desde el punto de vista de los roles de gnero

    entre la sierra y la amazonia tambin se han enfatizado en labibliografa (Cervone, 1998). Mientras que a pesar de las des-igualdades existentes las mujeres indgenas de la sierra se hanbeneficiado de la flexibilidad de los roles de gnero y de mayoresespacios para la accin poltica, las relaciones de gnero en laamazonia han estado caracterizadas por espacios separados paralas mujeres y los hombres, y las mujeres parecen haber perdidopoder e independencia con los procesos de modernizacin quehan limitado sus espacios de accin tradicionales, por ejemplo

    su acceso a la tierra (Cervone, 1998).A menudo, la violencia y la opresin contra las mujeres ind-

    genas tanto de la sierra como de la amazonia se han interpretadocomo una influencia occidental o capitalista que ha enturbiadoaquellas relaciones tradicionales descritas como armoniosas.Esta idea es cuestionada por Blanca Muratorio (2001), que usan-do fuentes orales y de archivo ha documentado que la violenciade gnero entre los napo-quichuas tiene races tanto internas asu propia tradicin como relacionadas con el proceso de colo-nizacin.

    Pese a la existencia de algunas posiciones crticas aqu resea-das, en los estudios de gnero y etnicidad ha dominado tambinuna actitud celebratoria de lo indgena, se ha insistido en la ar-mona entre hombres y mujeres, dificultando la crtica, y se hanimpuesto los estudios aplicados muy influidos por las fuentes definanciamiento y por los breves plazos para desarrollarlos.

    LOSINTELECTUALESINDGENASYLAANTROPOLOGA

    AUNCUANDOELDERECHODETODOSLOSECUATORIANOSARECIBIREDUCA-cin fue reconocido desde el siglo diecinueve (Ramn, 1991),en la prctica la mayora de los indgenas y particularmente

    las mujeres fueron excluidas del sistema educativo hasta ladcada de 1960 1970, cuando se expandieron los programas de

    alfabetizacin y educacin popular. Los esfuerzos de los parti-dos de izquierda, junto con lderes indgenas que comenzarona abrir escuelas para nios campesinos en los aos 1940, de laiglesia progresista con programas de alfabetizacin y educacin

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    para nios y adultos indgenas, y de las mismas organizaciones

    indgenas que han demandado el derecho a la educacin en lapropia lengua y cultura, han permitido la formacin paulatina deun grupo de intelectuales indgenas. Estos intelectuales se alfabe-tizaron, adquirieron educacin primaria y secundaria, y a partirde la dcada de 1970comenzaron a tener acceso a la educacinsuperior y ms recientemente, aun cuando en pequeo nmero,a programas de posgrado. Algunos de ellos han disfrutado deayudas de la cooperacin internacional para sus estudios, al vol-verse ms conocido el movimiento indgena y al encontrar amplio

    apoyo en el extranjero. El papel de estos intelectuales indgenas,particularmente de los etnolingistas y antroplogos formadosen la Universidad Catlica como Luis Macas, en los orgenes yposterior desarrollo del movimiento indgena es innegable. Estefenmeno ha sido destacado en la bibliografa tanto del Ecuadorcomo de otros pases de Amrica latina (Guerrero, 1993; Warren y

    Jackson, 2002).A pesar de estos logros, la insercin de los intelectuales indge-

    nas en el mundo acadmico no es completa todava. A diferenciade hace unas dcadas, hoy se pueden ver estudiantes, ponentesy pblico indgenas en los espacios acadmicos del Ecuador. Sinembargo, una vez finalizados sus estudios la mayora de los intelec-tuales han conseguido empleo en el movimiento poltico o en lasburocracias interculturales nacionales o internacionales. Todavaexiste gran resistencia a su acceso a trabajos acadmicos. Inclusola enseanza del kichwa est dominada por profesores mestizos alnivel universitario. Como los espacios acadmicos que permitentiempo para la reflexin intelectual an estn prcticamente ce-

    rrados para los intelectuales indgenas salvo algunas excepciones,y como los intelectuales de los grupos tnicos estn insertos enespacios laborales que requieren mucha accin, su produccinescrita es limitada, lo cual se intensifica por el miedo a escribir,el resultado de siglos de exclusin colonial de la palabra escrita(Ramn, 1991). Por estas razones, me atrevo a cuestionar el puntode vista de Segundo Moreno (en prensa: 15) de que la temticaindgena, en un futuro no lejano, ser estudiada preferentementepor intelectuales indgenas. Esta afirmacin, aun cuando desea-

    ble, me parece demasiado optimista a no ser que cambie bastanteel mundo acadmico ecuatoriano. Tomando en cuenta estas di-ficultades, comentar brevemente algunos ejemplos de trabajospublicados por autores indgenas.

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    En la dcada de 1970los salesianos comenzaron a publicar el

    trabajo de autores amaznicos en la coleccin Mundo Shuar. Enesto, como en otros aspectos, tambin fueron pioneros. Un ejem-plo es el libro de Jos Vicente Jintiach (1976), un lder histrico dela Federacin Shuar y uno de los primeros que tuvieron acceso a laeducacin superior en la Universidad Catlica. El libro es inte-resante porque refleja las dificultades que sufrieron los jvenesshuar para adaptarse a las escuelas e internados de los salesianos.As, deja ver la transicin, a veces dolorosa y a veces afortunadasegn el autor, entre las dos culturas. Jintiach retrata a los shuar

    como un pueblo deseoso de integrarse a la modernidad, ya que,por ejemplo, disfrutaban de las pocas pelculas que podan ver enSuca y de la msica de los Beatles. Como es caracterstico de laigualitaria cultura shuar, siempre cuestionadora de la autoridad,

    Jintiach es muy crtico de los salesianos. Segn l, lo ms dolorosopara los adolescentes shuar internados en las escuelas salesianasfue la falta de libertad personal y la represin sexual. Sin embargo,

    Jintiach reconoce sin ambigedad la importancia que para ellostuvo la oportunidad de educarse en la cultura occidental. No slo

    es interesante que los salesianos hayan publicado el trabajo deun autor indgena en una poca tan temprana, sino que se hayanatrevido a publicar una obra que cuestionaba su propio quehacermisionero.

    Un trabajo mucho ms reciente que tambin disputa unavisin esencialista de los indgenas y que les presenta como ungrupo plenamente integrado a la modernidad y a la globalizacines el libro de Gina Maldonado (2004), Comerciantes y viajeros:de la imagen etnoarqueolgica de lo indgena al imaginario del

    kichwa otavalo universal. Maldonado cuestiona la imagen an-tropolgica de los otavalos congelados en el pasado medianteentrevistas con jvenes otavaleos que son empresarios y viaje-ros y estn luchando para redefinir la identidad indgena en elcontexto de la modernidad.

    A diferencia de Jintiach y Maldonado, Ral Ilaquiche (2004),actual vicepresidente de Ecuarunari (Ecuador Runacunapac Ric-charimui/Confederacin de los Pueblos de Nacionalidad Kichuadel Ecuador) y diputado por el partido Pachakutik, representa

    la cultura indgena como anclada en el pasado prehispnico yesttica, para legitimar la reivindicacin que el movimiento in-dgena hace del pluralismo legal, un derecho reconocido en laConstitucin de 1998. Ilaquiche es poco crtico de la tensin entre

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    tanto blanco mestizos como indgenas, han sido las tesis de li-

    cenciatura o de posgrado. La actitud poco crtica o celebratoria delos investigadores, debida a su cercana a los procesos polticoso a su necesidad de aval para realizar consultoras, ha podidotener un efecto negativo en el movimiento indgena. La falta decrtica ha facilitado quiz ciertas actitudes pragmticas o corto-placistas de los liderazgos. Adems, en el caso de los investiga-dores indgenas, los estmulos para su insercin en la polticao la burocracia intercultural y el desestmulo producido por ladiscriminacin que todava existe en la academia ecuatoriana,

    han tendido a excluirles de los espacios puramente acadmicosque permiten tiempo para la reflexin. Esto ha podido incidirtambin en la actual crisis del movimiento indgena, que algunosautores explican por el fetichismo organizativo y por la falta deproyectos polticos coherentes producto de la reflexin (Santana,2004). Adems, los lderes indgenas tambin han dispuesto desus propias consultoras que de acuerdo con algunos autores leshan despolitizado (Bretn, 2005).

    Al contrario de lo que a menudo se seala, la izquierda ecua-toriana, ntimamente imbricada con la antropologa, no fue ciegaal potencial poltico de la etnicidad. Por el contrario, desde ladcada de 1970los antroplogos campesinistas, los que realiza-ban estudios de comunidad y los etnolingistas enfatizaron laimportancia poltica de la cultura para resistir el capitalismo ycontribuir a la liberacin de los pueblos indgenas. Estas corrien-tes tuvieron una enorme influencia en el movimiento indgena,tanto como organizadores directos de los campesinos, comoeducando a los liderazgos tnicos. Sin embargo, es posible que la

    influencia de estas corrientes culturalistas haya tenido tambinconsecuencias que han debilitado al movimiento indgena. Porejemplo, se han impuesto en ocasiones imgenes esencialistasdelo indgena sobre una realidad ms compleja e hbrida de las ba-ses. Esto ha podido influir sobre la mencionada separacin entrelos proyectos de los liderazgos y los de las bases indgenas, y hapodido conducir al cansancio organizativo que hoy se observa.Por ejemplo, por influencia de la antropologa el movimientoindgena sigue retratando a los indgenas como campesinos de

    subsistencia, cuando la realidad socioeconmica de las bases esms compleja. La mayora ya no subsisten de la agricultura, sinode una mezcla de ingresos procedentes de la migracin internay externa, de trabajos urbanos, de trabajos en plantaciones de

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    agricultura comercial y fbricas, turismo y otras ocupaciones. El

    desfase entre el discurso del movimiento indgena y esta realidadsocioeconmica ha impulsado proyectos que no han sintonizadodel todo con las necesidades reales de la poblacin a la que sehan dirigido.

    Hay que destacar tambin el papel de los religiosos en laesfera pblica ecuatoriana, tanto promoviendo movimientossociales como produciendo conocimiento antropolgico. Se hadicho que la antropologa, como conocimiento especializadoen la diversidad cultural, ha tenido dos funciones principales:contribuir a la construccin de imperios y a la construccin denaciones (Lins Ribeiro y Escobar, 2006). Por ejemplo, la antro-pologa britnica tuvo una funcin importante en el estudio delos pueblos colonizados, para contribuir a su administracin.En otros contextos, como Mxico, la antropologa contribuy aconocer mejor a los indgenas para tratar de integrarlos a la nacin(Hewitt de Alcntara, 1984). En el caso del Ecuador, el papel delestado en el desarrollo de la antropologa es marginal y ambiguo.En la dcada de 1970, en un momento de auge petrolero, financia algunos antroplogos por medio del Banco Central del Ecuadoro del programa Foderuma (Fondo de Desarrollo Rural Marginal).Sin embargo, como hemos visto en este artculo, el estado no hasido el principal promotor del pensamiento antropolgico, sinola iglesia, y en todo caso las organizaciones no gubernamentaleso internacionales como el Centro Andino de Accin Popular o laFlacso. Tal como se ha argumentado en otros estudios (MartnezNovo, 2007; Herrera, 2005), la iglesia en Ecuador parece ocuparparte de aquellos espacios que un estado dbil es incapaz de lle-

    nar. La iglesia catlica en Ecuador, y en particular de las rdenesreligiosas, va ms all de los lugares comunes de la antropolo-ga de las misiones, que ha destacado el rol de la iglesia comoapoyo a la colonizacin y a la aculturacin estatal. Relacionandode nuevo el papel de la iglesia con la construccin antropolgica deimperios o naciones, quiz la antropologa religiosa ecuatorianaha tenido algo de estos efectos. Por un lado, pudo apuntalar eldominio transnacional de la iglesia, pero, a partir de la dcadade 1960, con una sensibilidad hacia la cultura y su preservacin.

    Por otro lado, los salesianos han manifestado su inters en dara conocer la diversidad cultural del Ecuador a las elites y clasesmedias urbanas, realizando de esta forma una particular tareade construccin nacional.

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