LA DÉC IMA RONALDINHO JCC VERAC RUZ 2014 LEWIS HAMILTON GUSTAVO AYÓN ESPERÁNDOLO A T I TO C HIC HARI TO PEYTON MANNING

GÖTZE EDUARDO SACHERI C IL IC WAWRINKA

NISHIKORI SERGIO RAMOS C RISTIANO

RONALDO PAOLA LONGORIA MESSI RUSSELL WILSON BUMGARNER DEREK JETER PE TE CARROLL

2014

ANUARIO

DIRECTORIO

NÚMERO 2 - DICIEMBRE 2014

vavelmagazinemx@vavel.com

Coordinador General VAVEL México

Coordinador General VAVEL Magazine México

Editor

Dirección de Arte

Consejo de Redacción

Marketing

Fotografía

Alan Nuñez

Miguel Caballero

Miguel Caballero

Constanza Nivón

Ricardo LópezEduardo UribeAntonio TenorioFabio BarreraDaniel ChanonaAndrés AraujoEsteban ArreolaMiguel BalderasRicardo VaquierAlan NuñezMiguel Caballero

KArts Creative

Getty Images, AFP, AP

N uestra casa editorial sigue hacia adelante. Desde España hasta México,

expandiéndonos por toda América Latina y demás rincones del mundo, VAVEL se erige como una vitrina excepcional para mostrar al deporte.

Hoy, seis meses después de nuestra primera edición, VAVEL Magazine México vuelve a ti. Y lo hace con el sello de siempre, el de la búsqueda incansable y con la finalidad Wde ofrecerte reportajes objetivos y diferentes. Un contenido único.

En este Anuario 2014, VAVEL Magazine México recuerda los momentos deportivos más significativos del año.

Sería imposible olvidar los logros más fascinantes, de los últimos doce meses, en el deporte mundial: la consecución de ‘La Décima’

Copa de Europa por parte del Real Madrid; la actuación de Madison Bumgarner y los Giants de San Francisco en la Serie Mundial; la llegada de ‘Ronaldinho’ al futbol mexicano; la gesta de los Seattle Seahawks en el SB XLVIII; el triunfo alemán en la justa mundialista de Brasil 2014 o la consecución del Balón de Oro por parte de Cristiano Ronaldo.

De igual forma, recordamos la actuación del conjunto mexicano de baloncesto en España 2014, tras 40 años de ausencia en un torneo mundial; la obtención del cetro de la Fórmula 1 por parte de Lewis Hamilton; los récords históricos batidos por Lionel Messi; la llegada de Gustavo Ayón y Javier ‘Chicharito’ Hernández al Real Madrid, así como todos aquellos espectaculares acontecimientos que dieron la vuelta al mundo.

Además, en esta edición decembrina de VAVEL Magazine México, contamos con la presencia de Eduardo Sacheri: flamante escritor argentino y autor de historias maravillosas como el fascinante cuento ‘Esperándolo a Tito’; la novela ‘Ser feliz era esto’ y ‘El secreto de sus ojos’, cinta galardonada con el Óscar a ‘Mejor Película extranjera’ en el año 2010. Una charla emotiva, en la cual conocimos más sobre Eduardo: su vida como escritor, su faceta como catedrático y su amor incondicional por el futbol, el Independiente de Avellaneda y Julio Cortázar.

Tras este puñado de letras, encontrarás dedicación y respeto incondicionales; sin embargo, por encima de todo eso, nuestro entero agradecimiento por decidir acompañarnos en este viaje.

CARTA EDITORIAL

UN SUEÑO MÁS

De parte de todo el equipo de VAVEL Magazine México:

¡Feliz Navidad y próspero Año Nuevo!

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ANUARIO 2014

DEREK JETEREl retiro de una leyenda

Por Ricardo López @Ricardo_LoSi

H ace más de una década, en el cenit de su carrera como pelotero, Derek Jeter

caminaba por las calles de la entrañable ciudad de San Francisco junto a Jorge Posada. Dos de los ‘bombarderos’ más simbólicos de aquella época, salían a pasar un rato agradable lejos del bullicio de Manhattan, horas antes de enfrentarse a los Giants en Candlestick Park. A mitad de camino se encontraron con Shawon Dunston, un campocorto promedio, reconvertido en jardinero, que se había retirado del juego tras aquella emocionante Serie Mundial de 2002, en la que los Angels derrotaron en siete partidos al cuadro de la Bahía.

“¿Cómo estás?”, preguntó Jeter, más por un automatismo que por un vínculo emocional. Desde que irrumpió en Grandes Ligas como jugador de todos los días, en 1996, jamás había cruzado media palabra con Dunston. “Estoy libre de estrés. No tengo que preocuparme por batear sliders nunca más”, le dijo esbozando una sonrisa. Aquella singular conversación dejaría una profunda huella en el carismático infielder.

El romance con la Gran Manzana comenzó en el Draft de 1992, recordado, entre otras cosas, por ser el primero en el que participaban las nuevas franquicias de expansión de la liga: Colorado y Florida. El cazatalentos de los Astros de Houston, Hal Newhouser, quedó cautivado con el rendimiento de Derek Jeter en la Universidad de Michigan y estaba convencido de que la organización texana debía

tomarlo, a como diera lugar, en la posición uno del sorteo. Los rumores advertían que Jeter exigiría $1,000,000 por firmar, una cantidad exorbitante para los estándares de aquella época. “Nadie en el planeta vale ese dinero”, dijo Newhouser, un exlanzador de los Tigers de Detroit con etiqueta de Salón de la Fama. “Pero si tuviera que dárselos a alguien, se los daría

a ese chico”, enfatizó. Houston, pese a la insistencia de su scout, se decantó por Phil Nevin como el primer pick global, un bateador potentísimo y con exigencias económicas considerablemente menores a las de Jeter. Días más tarde, como una categórica manifestación de fastidio, Hal Newhouser, le puso fin a una longeva cadena de más de 50 años ligado al béisbol profesional; renunció. Newhouser pasó el resto de su vida en Michigan hasta que murió en 1998, después de haber visto encumbrarse como campeón a Jeter con el uniforme a rayas en dos de sus primeras tres temporadas completas en MLB.

Derek Sanderson Jeter era, ante todo, un profesional de excepción. Hijo de un afroamericano y una alemana con ascendencia irlandesa, aprendió a censurar la palabra “can’t” (No puedo) de su vocabulario por sugerencia de su madre.

Ace Adams, entonces miembro del staff de coacheo de los Wolverines, expuso que Charles y Dorothy “eran los mejores padres de cualquier prospecto que había conocido en mi vida”. Cualquiera podía comenzar a atar cabos y concluir que, pese a su fiabilísimo guante y su disciplina en la caja de bateo, los valores eran lo que le convertirían en una estrella.

Nueva York lo seleccionó en la posición seis del Draft; Jeter llegó al lugar indicado, en el momento indicado. Arropado por una potencial dinastía y una ciudad que, irremediablemente, se deja seducir por el carisma.

Después de haber eclipsado casi todos los registros históricos de la organización más laureada de Grandes Ligas, con 40 años cumplidos, Derek Jeter rememoró aquella charla con Shawon Dunston en el epílogo de su distinguida carrera. “He jugado por muchos años. No importa quién seas o qué tan bueno seas, el reloj de disparo expirará eventualmente. Me he brindado al máximo física y mentalmente durante mi carrera y ahora es tiempo de dar un paso hacia atrás. Estoy listo”, sentenció. Al igual que Dunston, el gran capitán jamás volverá a lidiar con el estrés y los sliders.

LOS RUMORES ADVERTÍAN QUE JETER EXIGIRÍA $1,000,000 POR FIRMAR, UNA CANTIDAD EXORBITANTE PARA LOS ESTÁNDARES DE AQUELLA ÉPOCA. “NADIE EN EL PLANETA VALE ESE DINERO”, DIJO NEWHOUSER, UN EXLANZADOR DE LOS TIGERS DE DETROIT CON ETIQUETA DE SALÓN DE LA FAMA. “PERO SI TUVIERA QUE DÁRSELOS A ALGUIEN, SE LOS DARÍA A ESE CHICO”,

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Cuarenta años despuésMÉXICO

Por Daniel Chanona @daniel_chanona

LOS HÉROES TIENDEN A SERLO PORQUE LES CARACTERIZA UN DON AJENO, EL CUAL LES PERMITE SUBSISTIR EN ESCENARIOS EXENTOS DE COTIDIANIDAD, DONDE POTENCIAN SU ESMERO PARA LIBRAR AGUERRIDAS BATALLAS EN PRO DE UN BIEN COMÚN. LLÁMESE FICCIÓN O REALIDAD, NO SIEMPRE VISTEN DE CAPA Y ANTIFAZ. EN OCASIONES, LO HACEN DE CORTO Y JUEGAN AL BALONCESTO.

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D isculpará las expresiones bélicas: 40 años después, quince valientes y

tantos más en la retaguardia, todos en la zona de conflicto, libraron con honores la contienda más estrepitosa entre la desidia burocrática y el pletórico orgullo profesional que les condujo a los octavos de final. La debacle ante los Estados Unidos estaba ya pronosticada; estaba ya planeada.

Así tenía que ser para que se les reconociera el empeño. Porque la virtud también se oferta a las audiencias.

En México, donde ganar es consecuencia de un milagro y no de mérito, los tropiezos más rentables son contra las potencias. Sólo en el cuartel de estos guerreros importaba el ‘cómo’ y el ‘porqué’ de cada triunfo o doblego, no el ‘contra quién’ tan recurrente en los análisis barrocos de escritorio.

Frente a Lituania, Eslovenia y Australia, a la par de los resultados, quedaron en evidencia los ensayos previos. Suerte ingrata que imprimió lógica en las cifras definitorias. El equipo mexicano fue irreverente, pero no le alcanzó. Los quintetos del Viejo Continente, así como el oceánico, respondieron a costas de su bagaje y de contar con una sobrada plantilla. Lo que restaba era aprenderles. En aquellos países, el baloncesto es una asignatura que, desde siempre, se ha facturado con decoro.

Quien se atreva a refutar que son los números los que avalan el rendimiento coral de un equipo en un partido, que

se devuelva al calendario y rememore que desde 1974 no se hablaba en nuestro país de la disciplina con la naturalidad de ahora, pese a la bruma espesa que le rodea.

‘El Tri ráfaga’ se supo desprotegido una vez en altamar, mas no desamparado, porque entre cada individuo íntimo de la expedición hubo respeto y equidad. El único estatus enarbolado con humildad sincera fue el de saberse históricos ante un instante, por demás, irrepetible.

En ello encontraron refugio y motivación; de ello se afianzaron para librarse de Angola y Corea en el camino. Vuelvo al ‘cómo’ y no al ‘contra quién’ insultante y perturbador.

La delegación mexicana, en voz de su capitán Gustavo Ayón, denunció que las gestiones de su viaje a España no fueron las pertinentes: asientos de avión mal ubicados que le impedían al jugador sentarse correctamente debido a su altura corporal; habitaciones reducidas, con las camas regulares y no con las medidas especiales que requieren los basquetbolistas debido a su complexión; ausencia de internet durante algunas etapas de la concentración, horarios de vuelo distintos para toda la plantilla y demás comodidades propias de un representativo nacional en una justa mundialista. A decir de los expedicionarios, oídos sordos de las autoridades, aquellas que elevaron las anclas de un navío pero al que jamás lo escoltaron a buen puerto. Si llegó fue por la pericia de sus tripulantes.

Me quedo con la experiencia y sus sonrisas. Con su ecuanimidad, camaradería, tesón y astucia. Un combinado que jugó al todo por ganar y nada que perder, lujo que no puede ni debe permitirse el deporte, que pecó echando a Valdeolmillos; decisión que ojalá no desmorone más a esta nutrida familia que vive entre las duelas, los aros y la incertidumbre.

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EL ÚNICO ESTATUS ENARBOLADO CON HUMILDAD SINCERA FUE EL DE SABERSE HISTÓRICOS ANTE UN INSTANTE, POR DEMÁS, IRREPETIBLE.

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Y SIEMPRE GANA ALEMANIAL a pelota de fútbol,

acostumbrada a llevar el reflector, que en ocasiones pareciera

engañosa, convenenciera y caprichosa, como si buscara al mejor postor, después de algunos intentos fallidos retornó a ese amor incondicional, puro y añejo: Alemania.

Poderoso, audaz, violento. El conjunto alemán viajó a tierras brasileñas para dejar de manifiesto que la plantilla dirigida por Joachim Löw, era lo más serio que se podía encontrar en el orbe. Fue tan así, que la seriedad traspasó la cancha y llegó a un pequeño poblado brasileño de Bahía, donde, por algunos días, todos fueron alemanes.

Como dicta la costumbre, Alemania sorteó de buena forma la fase de grupos de Brasil 2014, misma que le presentó a la Portugal del ‘amigo del gol’ en Europa, Cristiano Ronaldo; a la encantadora Ghana y al evolutivo Estados Unidos.

El desarrollo del torneo mostró que, para un alemán en foco, la palabra imposible no está; no existe. Posteriormente, con triunfos sobre la sorprendente Argelia y la sumamente refrescante Francia, el ADN teutón confirmó contener la palabra ‘victoria’.

El local y pentacampeón del mundo confirmó lo dicho por Lineker, tras Italia 90. El anfitrión y favorito al título del mundo se midió ante un equipo sin freno, voraz y feroz en cada sector de la cancha. Un equipo que le paseó la pelota, importándole poco si se encontraba en un estadio con cientos de miles de gargantas unidas en una sola voz y capaces de dejar helado al mundo entero; a todos, menos a un puñado de alemanes.

Histórico, catastrófico y aberrante. Brasil cayó 1-7 en su Copa del Mundo y no había nada más que hacer. La afrenta del avasallador equipo comandado por el máximo goleador en las

Copas del Mundo, Miroslav Klose, no tenía límite. La Argentina de Messi, se miraba insuficiente.

Llegó el día: 13 de julio de 2014 y ‘Maracaná’ era la última pieza de un rompecabezas alemán que al término luciría pletórico, inmenso y ostentoso para ese aficionado del futbol exigente.

Argentina saltó a la cancha, bajo el estandarte de Lionel, ese todopoderoso que necesitaba la gloria mundialista para emerger como Dios; no pudo ser: Götze, en tiempo extra, regaló algarabía y júbilo desbordado a un pueblo alemán, luego de ver cómo su oncena encajaba gol en la meta pampera y así, se proclamaba no sólo como el mejor equipo de la competencia, sino con el de una peculiar característica: el triunfo en Alemania siempre será contemporáneo.

“EL FÚTBOL ES UN DEPORTE INVENTADO POR INGLESES, DONDE JUEGAN ONCE CONTRA ONCE Y SIEMPRE GANA ALEMANIA.” Gary Winston Lineker

Por Eduardo Uribe @LalinUribe

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U n futbolista que lo ganó todo. A nivel de selección, ganó desde una Copa América

hasta una Copa del Mundo; a nivel de clubes, ganador de ligas y copas, logrando levantar el trofeo de la UEFA Champions League, entre otros logros; a nivel personal, goleador en más de un torneo, ganador del Balón de Oro y etiquetado por mucho tiempo como el ‘Mejor jugador del mundo’.

Desde que dejó el fútbol del ‘Viejo Continente’, sonó en más de una ocasión para llegar a México; la realidad es que todo era más una fantasía del aficionado mexicano que una posibilidad para nuestro futbol.

Talento, carisma, frescura, así como una imagen amigable dentro y fuera de la cancha, han caracterizado la carrera del astro brasileño. Y fue hace algunos meses cuando el rumor de su llegada a México tomó fuerza; sí, el que en su momento era un sueño utópico, era una posibilidad latente.

¿El interesado? El mismo conjunto que hace poco tiempo estuvo cerca de ser desafiliado por adeudos, que descendió y se mantuvo en Primera División tras adquirir otra franquicia y el mismo que recientemente tuvo

que cambiar de dueños para seguir en el máximo circuito: Querétaro.

En un inicio, la noticia fue tomada con poca seriedad. Sin embargo el momento llegó y la directiva emplumada oficializó el fichaje. Posteriormente, el hoy camisa ‘49’, fue presentado ante un pletórico Estadio La Corregidora, aún sin ser considerado para debutar.

Desde su llegada, el tener al brasileño en el balompié nacional comenzó a ser redituable en todos los sentidos. En el plano futbolístico, a sus 34 años, lejos de aquel jugador que marcó

época con su ‘jogo bonito’, ‘Dinho’ apantalló a propios y extraños con algunos destellos, muestra de que el talento que fue admirado por el mundo seguía ahí. De igual manera, estadio que pisara Querétaro, estadio que se llenaba por ver al astro sudamericano; la venta de jerseys queretanos subió de manera considerable y el rating de los partidos donde estuviese involucrado aumentó de manera considerable.

Al final, el objetivo no se cumplió, Gallos se quedó en la orilla para avanzar a la Liguilla y pelear por el título; sin embargo, lo que tal vez preocupe más hoy al equipo queretano -y a la misma Liga MX- es saber si podrán retener a su nueva estrella, cuyo futuro parece encontrarse al norte del país.

‘RONALDINHO’

Por Antonio Tenorio @tenorioqr

Una sonrisa en la Liga MX

“ESTOY FELIZ DE ESTAR AQUÍ. VINE CON EL OBJETIVO DE HACER HISTORIA Y LLEVAR A QUERÉTARO A LO MÁS ALTO POSIBLE.”

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LEWIS HAMILTON

‘Sir’ F1 Por Fabio Barrera @FabioVMX

D esde el 2010, la Fórmula 1 sólo pudo ser nombrada por medio de una persona:

Sebastian Vettel. Durante cuatro años, la bandera teutona ondeó orgullosa en lo más alto del podio más veloz del mundo; durante ese tiempo, la escudería Red Bull Renault se alzó en lo más alto, haciéndonos olvidar que apenas un año antes Vettel forjaba su primer gran triunfo. Los británicos ocupaban el lugar de honor.

Pero este año, la invencible magia germana terminó de vaciarse y dejó su lugar para un hombre que le dio la primera victoria del siglo a la Gran Bretaña: Lewis Hamilton; quien repitió de nuevo la hazaña de colocar en la historia de la F1 a su país, pero ahora a costa de la racha alemana.

Nadie pronosticó una victoria de Hamilton después de que Australia lo dejara en ceros, apenas al arranque de la competencia, dosis que se repitió en Canadá y Bélgica, a la cual se sumó la mala racha que arrastró desde Mónaco hasta Hungría, donde sólo acumuló 91 puntos de 175 posibles, pero

que se rompió con victorias al hilo para terminar con un segundo lugar en Brasil y volver al primer puesto en Abu Dabi.

Los puntos buenos de Hamilton se vieron en las once victorias que logró acumular a lo largo del recorrido: Malasia, Baréin, China, España, Bretaña, Italia, Singapur, Japón, Rusia, Estados Unidos y Abu Dabi, fueron las pistas donde se pudo subir al podio.

Como equipo, Hamilton puso también en lo más alto a Mercedes, escudería que peleó en solitario el título en Abu Dabi, pues hasta antes de poner las llantas en pistas árabes, sus dos pilotos, Hamilton y el germano Nico Rosberg, se encontraban separados por sólo 17 puntos, pero a más de 100 puntos de su más cercano competidor, el australiano Daniel Ricciardo. En Abu Dabi, el teutón no pudo alcanzar al británico que llegó en primer lugar, 13 puestos por delante de su más cercano competidor al título.

Pero Hamilton no sólo se encargó de devolverle la gloria al país de la Reina; además, sumó 33 victorias, seis más que

el más histórico de los británicos en Fórmula 1, Jackie Stewart, quien adelanta a Lewis sólo con un título más. Aquel se hizo de los campeonatos de 1969, 1971 y 1973, mientras que el campeón actual se llevó además del de este año, el del 2008.

Después de este triunfo, Lewis dejó atrás a su compatriota Jenson Button, predecesor anglo del título y único británico en alzarse con el triunfo en este siglo, además del propio Hamilton, para unirse a Graham Hill y Jim Clark en récord de galardones de Bretaña, mismos que también tiene el español Fernando Alonso, el carioca Emerson Fittipaldi, el italiano Alberto Ascari y el finlandés Mika Häkkinen.

Así, el 2014 de nueva cuenta le dio el título más veloz al país de la Reina y destruyó la racha germana, abriendo además las puertas de la gloria un Hamilton quien se convirtió en un fiel caballero y que, sin duda, espera que para 2015 y 2016 vuelque la historia de la F1 en honor del pueblo británico.

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PEYTON MANNINGEl mejor QB de todos los tiempos

Por Miguel Caballero @DonKbitos

E l semblante de Manning evoca una felicidad inexplicable y un sentimiento de

revancha con sabor a miel. Corre el mes de octubre, poco más de ocho meses han sucedido tras el doloroso tropiezo en Nueva Jersey.

La realidad es otra; dulce, tierna y legendaria: Peyton Manning acaba de lograr el pase para touchdown número 509, convirtiéndose en el mejor pasador en la historia de la NFL.

El Sports Authority Field at Mile High de Denver, estalló en júbilo cuando el mítico ‘18’ estampó el ansiado pase en las manos de Demaryius Thomas. La rúbrica fiel de Manning terminaba con los aplausos de John Elway y el reconocimiento de Brett Favre, manager de los Broncos y otrora poseedor del récord (508), respectivamente.

Peyton recorría el emparrillado al borde de las lágrimas y con ovoide en sus manos, mientras las pantallas del Sports Authority grababan el momento.

La cátedra de Manning terminaría con el 510 a cuestas. Cuatro pases para anotación en

una noche gloriosa, donde los 49’ers fueron arrastrados por una leyenda que, aún con un aplastante marcador a su favor, seguía revisando su cuaderno, analizando jugadas y en la insaciable búsqueda de más récords.

"ES UN HONOR. SIENTO UNA GRAN ADMIRACIÓN POR TODOS LOS QUARTERBACKS QUE HAN ESTADO ANTES DE MÍ. ESTO ES EL FRUTO DEL ESFUERZO Y DEL TRABAJO EN EQUIPO. TUVE GRANDES COMPAÑEROS Y ENTRENADORES EN INDIANÁPOLIS Y AHORA MISMO EN DENVER."

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ADIÓS AL CUATRIPOLIO DE LA ATP

Por Alan Nuñez @NunezAlan

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ANUARIO 2014

L a ATP comienza a frotarse las manos de cara al 2015. La razón es sencilla: el tour mundial del deporte blanco vio coronarse a dos nuevos rostros en los Grand Slams

de esta temporada.

En el Australian Open, el suizo Stan Wawrinka; en el US Open, el croata Marin Cilic. Se rompió el cuatripolio que Roger Federer, Rafael Nadal, Novak Djokovic y Andy Murray se encargaron de establecer en el circuito desde hace cinco años.

Y es que fue en el Abierto de Nueva York del 2009, cuando el argentino Juan Martín del Potro sorprendió al planeta venciendo al helvético Roger Federer, en la Gran Manzana.

El cambio generacional del tenis mundial se ha postergado debido a los cuatro tenistas antes mencionados. Es por eso que se habían comenzado a prender alarmas en las oficinas de la ATP, ya que el grabar los mismos cuatro apellidos en los cetros de los Slams había hecho perder interés a un importante sector de la afición mundial tenística.

Sin embargo, los triunfos de Wawrinka, Cilic y el destape de Nishikori le han traído bríos de recambio a la Asociación Mundial de Tenis. El mercado oriental, específicamente el nipón, representa una de las fuerzas económicas más importantes de la orbe. El ascendente pico que vivió Nishikori, en este 2014, atraerá a nuevas marcas y patrocinadores que invertirán dinero a raudales a partir de la siguiente temporada en Oriente.

Sin duda, el 2015 pinta para ser una de las temporadas más interesantes de la ATP en el último lustro. Así lo prometen las raquetas de los contendientes.

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L a ATP comienza a frotarse las manos de cara al 2015. La razón es sencilla: el tour

mundial del deporte blanco vio coronarse a dos nuevos rostros en los Grand Slams de esta temporada.

En el Australian Open, el suizo Stan Wawrinka; en el US Open, el croata Marin Cilic. Se rompió el cuatripolio que Roger Federer, Rafael Nadal, Novak Djokovic y Andy Murray se encargaron de establecer en el circuito desde hace cinco años.

Y es que fue en el Abierto de Nueva York del 2009, cuando el argentino Juan Martín del Potro sorprendió al planeta venciendo al helvético Roger Federer, en la Gran Manzana.

El cambio generacional del tenis mundial se ha postergado debido a los cuatro tenistas antes mencionados. Es por eso que se habían comenzado a prender alarmas en las oficinas de la ATP, ya que el grabar los mismos cuatro apellidos en los

cetros de los Slams había hecho perder interés a un importante sector de la afición mundial tenística.

Sin embargo, los triunfos de Wawrinka, Cilic y el destape de Nishikori le han traído bríos de recambio a la Asociación Mundial de Tenis. El mercado oriental, específicamente el nipón, representa una de las fuerzas económicas más importantes de la orbe. El

ascendente pico que vivió Nishikori, en este 2014, atraerá a nuevas marcas y patrocinadores que invertirán dinero a raudales a partir de la siguiente temporada en Oriente.

Sin duda, el 2015 pinta para ser una de las temporadas más interesantes de la ATP en el último lustro. Así lo prometen las raquetas de los contendientes.

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LA DÉCIMAEl final de la obsesión

Por Andrés Araujo @Andraujo

EL PARTIDO SE CONSUMÍA. EL EQUIPO MÁS GRANDE DEL MUNDO EXHALABA SUS ÚLTIMAS BOCANADAS DE OXÍGENO SIN ENCONTRAR EN EL LUMINOSO MARCADOR MÁS DE CINCO MINUTOS ADICIONALES: LOS QUE EL ÁRBITRO COMPASIVAMENTE BRINDÓ PARA QUE DESESPERADAMENTE AGOTASEN TODAS SUS ARMAS. CUALQUIER OTRO PARTIDO, EL REAL MADRID LO HABRÍA PERDIDO; NO ASÍ UNA FINAL DE CHAMPIONS LEAGUE.

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H ablamos del torneo más sabio de todos: aquel que no se ha rendido ante los

petrodólares árabes, aquel que había dado regresos inolvidables a equipos como el Milan y Manchester United, en el duelo máximo por el simple hecho de no rendirse al borde de la cornisa… hablamos del torneo que le regaló al Real Madrid un cuento de hadas: eliminar al Schalke, Borussia Dortmund y Bayern Múnich,

cuando los equipos alemanes juraban ser la ‘bestia negra’ del equipo merengue, para toparse con el Atlético de Madrid; incómodo vecino en la última batalla.

Doce años esperó la parroquia madridista; doce largos años de penurias continentales y total añoro por abrazar la ardiente y fúrica piel de ‘La Orejona’. Doce años para empuñar el oro a pocos kilómetros de casa: en Lisboa, donde el jefe del

ejército dio sus primeros pasos. Doce años que explotaron en el parietal de Sergio Ramos García, cuya furibunda estela no fue Thibaut Courtois capaz de, siquiera, discutir.

Sergio Ramos devolvió la alegría a Cibeles, desde donde, a la sombra de un león, Madrid se iluminó bajo aquel extraño y tan improbable tenor que representa ver un sueño convertido en realidad. Cada segundo de espera valió la pena

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tras ese cabezazo que le dio la vuelta al mundo. El eco del gol voló por toda la península ibérica hasta enjuagarse en el Río Guadalquivir, llegando así al desértico municipio sevillano de Camas; ahí no era un héroe quien se había encargado de sellar la cita madridista con el destino, sino uno de los suyos.

“Genio es aquel que sabe llevar a efecto sus ideas”, refunfuñó en algún momento Honoré de Balzac. Y Sergio Ramos encontró lo que nadie

en su equipo había siquiera vislumbrado durante noventa y dos minutos: mostró la senda y así, de la manera más normal del mundo, Marcelo, Gareth Bale y Cristiano Ronaldo anotaron tres más. Cruel resultado para el Atlético de Madrid, quien entendiendo ser inferior al máximo rival encontró como solución agazaparse en el arco. Los de Diego Pablo Simeone podrían haber superado al Madrid, pero jamás a la siempre justa Copa de Campeones.

“DOCE AÑOS COCIDOS A RETAZOS DE URGENCIAS, DISIMULOS Y RUTINAS; DOCE AÑOS CUMPLIDOS EN MIS BRAZOS CON LA CARNE DEL ALMA DE GALLINA. DOCE AÑOS DE PRÍNCIPES AZULES, QUE SE MARCHABAN ANTES DE LLEGAR.”Dieguitos y Mafaldas – Joaquín SabinaVariada la cantidad de años

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UN PROFESOR DE SECUNDARIA QUE JAMÁS IMAGINÓ CONVERTIRSE EN ESCRITOR Y MUCHO MENOS EN GUIONISTA DE UNA CINTA PREMIADA CON UN ÓSCAR (‘EL SECRETO DE SUS OJOS’; 2010). LA PLÁTICA, PACTADA POCOS DÍAS DESPUÉS DE LA DERROTA MUNDIALISTA DE ARGENTINA FRENTE A ALEMANIA, COMIENZA PUNTUAL. LOS PRIMEROS TEMAS ABARCAN SU NIÑEZ Y EL AMOR HEREDADO DE SU PADRE POR INDEPENDIENTE DE AVELLANEDA. ES IMPOSIBLE NO PREGUNTARLE POR LA ODIOSA COMPARACIÓN ENTRE MARADONA Y RICARDO BOCHINI, SU MAYOR ÍDOLO. LAS RISAS NO SE HACEN ESPERAR Y EDUARDO COMIENZA A CHARLAR CON ESE GRANDIOSO DESCARO QUE TENÍA A LOS DIEZ AÑOS, CUANDO VOLABA POR LOS AIRES MIENTRAS IMAGINABA SER ‘EL PATO’ FILLOL.

SACHERIEDUARDO

Por Miguel Caballero @DonKbitos

ENTREVISTADO DEL MES

SACHERI

Foto: Patricia Asses

¿Desde niño te apasionaba el fútbol?ES: Lo que me pasó a mí nos pasa casi a todos. El fútbol te acompaña desde la niñez y es muy frecuente que sea una cosa hereditaria. Aprendí a jugar desde muy pequeño en la acera de mi casa, con mi padre. Y me hice hincha de Independiente de Avellaneda porque él me lo inculcó.

¿Tenías algún ídolo?ES: Al ser de Independiente, nuestro gran ídolo es (Ricardo) Bochini. Un estupendo ‘10’, que además de ser un futbolista brillante, jugó toda su carrera con Independiente y ganó una enorme cantidad de títulos. Es algo así como el paradigma del ídolo futbolístico. Un tipo que juega siempre en tu club, que gana un montón de títulos y que se retira del fútbol sin haber vestido otra camiseta más que la tuya. Un sueño. Cuando era chico, mi ídolo era el arquero de la selección del ‘78, Ubaldo ‘El Pato’ Fillol; el mejor. Pensá que yo tenía 10 años y quedé deslumbrado por ese éxito argentino. Y, bueno, nosotros tenemos algo muy especial con (Diego Armando) Maradona. Esa admiración futbolística y esa gratitud es muy fuerte también. Algunos aseguran que Bochini fue mejor que Maradona. ¿Te parece así?ES: ¡Casi me estás preguntando si quiero más a mi papá o si quiero más a mi mamá! Más allá del enorme cariño por ‘Bocha’, creo que Diego rindió exámenes más exigentes. Haber ido a jugar a Europa, en los 80’s, cuando muy pocos jugadores latinoamericanos podían afrontar ese desafío, sumado a lo que hizo con la Selección Nacional… ¡Uf! Me parece, lo pone un escalón por encima de todos los demás. Y de cualquier época.

EL SUEÑO DE SER CATEDRÁTICO DE HISTORIA EN ALGUNA UNIVERSIDAD SE VE INTERRUMPIDO DE UNA HERMOSA MANERA. LO QUE COMIENZA COMO UNA FORMA DE DISTRACCIÓN, TERMINA POR CONVERTIRSE EN EL ‘DÍA A DÍA’. ENTRE LAS ANÉCDOTAS, DE MANERA IRREMEDIABLE, ENTRA JULIO CORTÁZAR A ESCENA. LA FASCINACIÓN Y EXCITACIÓN DE EDUARDO ES INOCULTABLE.

¿En qué momento quieres dedicarte a ser escritor?ES: Fue absolutamente impensado y sorpresivo. Estudié Historia con la idea de convertirme en profesor de la universidad o de secundaria, pero nunca imaginé convertirme en escritor. Escribir empezó siendo una manera de ordenar mis ideas, sin la menor voluntad de publicar un libro ni nada.

Cuentos, novelas, adaptaciones para películas y teatro. Hoy en día, se te considera un nuevo personaje influyente de la literatura actual. ¿Te consideras así?ES: Siempre es bonito recibir un elogio, pero creo que para juzgar el trabajo literario es importante que transcurra el tiempo, que medie un tiempo en que un escritor complete su obra y entonces ya establecemos juicios. Si dentro de muchos años la gente sigue leyendo lo que he escrito y sigue pensando en mí como un tipo que tenía buenas cosas, tal vez ahí sí creería que vale ese juicio beneficioso. Mientras tanto, me parece un poco apresurado; grato, pero apresurado. ¿Tienes algún escritor a quien admires y recurras después de muchos años o que sea tu modelo?ES: Siempre existen escritores que nos conmueven, deslumbran y emocionan; sin embargo, si uno intenta tomarlos como modelo, se paralizaría. Es tal la distancia que existe entre esos escritores que uno idealiza y lo que uno hace, que si uno pretendiera establecer un hilo, sólo podría llamarse al silencio y a la ‘parálisis literaria’. Existen autores que me encantan y que me marcaron: Julio Cortázar es uno de ellos, Jorge Luis Borges u Osvaldo Soriano, sólo por nombrarte autores de mi país. Y podría nombrarte a (Mario) Vargas Llosa, (Gabriel) García Márquez, Arturo Pérez-Reverte. Y dejaría un montón de nombres afuera, pero te he dado una nómina grande. Eso sí, con Cortázar a la cabeza. ¿Titular indiscutible?ES: Sí; Cortázar no sale nunca, (risas).

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APARECE ‘SER FELIZ ERA ESTO’, SU ÚLTIMA NOVELA. HACE UNA PAUSA, ACLARA QUE NO ES UNA HISTORIA VIVIDA EN CARNE PROPIA, PERO SÍ ES ALGO COTIDIANO EN EL MUNDO REAL, QUE TUVO QUE ADENTRARSE EN EL PAPEL DE ALGUIEN COMPLETAMENTE OPUESTO A ÉL Y QUE, SIN PENSARLO, ESA HISTORIA LE HACE CONFIRMAR QUE ES FELIZ CON ESTA VIDA DE ESCRITOR. A EDUARDO LE GUSTA ENFOCARSE EN LO PEQUEÑO Y NO CREE EN LAS VICTORIAS ETERNAS.

¿Cómo definirías tu estilo?ES: Un estilo atento a lo pequeño. El mundo pequeño de las personas comunes y corrientes. Platícanos sobre ‘Ser feliz era esto’.ES: Tiene que ver con una adolescente, su padre y el conocimiento tardío que traban; ella tiene 14 años, se ha quedado sola en la vida y tiene que buscar a este padre que ignora que ella existe. Cosas que suceden en nuestro mundo. Habla del vínculo que se establece entre ellos dos, algo así como ‘de repente ser padre y de repente ser hija’, sin estar preparado para ninguna de las dos cosas. Está contada y está pensada desde la niña. Me gustó esto de tratar de meterme bajo la piel de alguien que está muy distante de mi propia experiencia.

Cuéntanos sobre el personaje principal. ¿Cómo construiste a ‘Sofía’?ES: Como escritor se escucha y se observa; creo que así se va generando algo nuevo. Soy profesor de escuela secundaria y soy padre de adolescentes, vivo rodeado de ellos. Y tengo recuerdos de haber sido adolescente, aunque en algún momento muy lejano. En la historia da la impresión que ‘Lucas’, el padre, tiene mucho de Eduardo..ES: Lo que tengo en común con ‘Lucas’, es la escritura; o de una escritura en algún momento exitosa. Ha escrito un libro, le va bien , le da de comer y le permite vivir de eso; sin embargo, ese personaje tiene una relación distinta con la escritura debido a que no se siente escritor y no le gusta serlo. Yo sí me siento escritor. No me siento

buen escritor, pero sí me siento escritor, (risas). Creo que eso es lo que le pasa a ese personaje, pero por suerte no me está pasando a mí todavía. Esperemos que no pase.ES: ¡Los Sacheri tienen que comer! (Risas).

¿Qué es triunfar para ti?ES: Es lograr pequeñas cosas que deseamos. No creo en los grandes títulos o en las metas puestas con mayúsculas, porque nuestra vida no se detiene nunca y las grandes metas sí son inmóviles. Me parece más interesante cuando, frente a ti, tienes un desafío inmediato, concreto y lo puedes resolver. Ninguna de nuestras victorias es definitiva. ¿Cambiarías algo de tu vida actual?ES: ¡Un par de jugadores de Independiente, quizás, (risas)! La verdad es que no cambiaría nada. Ahora estoy en el mejor de los mundos. Tengo una buena vida, hecha de gente a la que quiero, que creo es el único capital verdaderamente importante para andar por este mundo.

CON IDÉNTICA COMODIDAD QUE SU ESTUDIO TRANSMITE DESDE BUENOS AIRES, EDUARDO SACHERI ASEGURA CONVENCIDO QUE EL ESTUDIO ES PRIMORDIAL Y QUE EL FÚTBOL ES UN JUEGO HERMOSO, CAPAZ DE COMPARTIR ESPACIO CON LA LITERATURA, QUE ESTÁ LEJOS DE SER UNA ESPECIE DE ‘OPIO’, PERO TAMPOCO ES LA VIDA.

¿Es cierto que no hay nada nuevo que contar sobre el fútbol y que todo está dicho?ES: El fútbol es muy cambiante y muy distinto cada vez que se juega. Construir un relato que pretenda reflejar el fútbol, me parece, no es una buena idea. Sin embargo, si utilizamos el fútbol como una puerta de ingreso a otras cosas que los seres humanos depositamos en el fútbol, la situación cambia y la literatura tiene algo para hacer y decir. El fútbol es un juego, un juego hermoso, pero nada más que un juego.

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“EL FÚTBOL ES UN JUEGO HERMOSO, PERO UN JUEGO A

FINAL DE CUENTAS. UN PEDACITO DE LA

VIDA, NADA MÁS.”

Eduardo, ¿qué significa ser profesor?ES: Creo que la docencia se basa en saber mucho de lo que enseña y tener arte para comunicarlo. A veces puedes saber mucho, pero ser bastante necio a la hora de compartirlo. Creo que debes tener buen humor para que la experiencia de ‘enseñar y de aprender’ sea algo placentero; sacrificado y placentero al mismo tiempo. Y creo que uno tiene que hacer las cosas con mucho afecto; si los chicos no advierten que uno los quiere, difícilmente aprendan. Cuando llega un alumno diciéndote que prefiere el fútbol sobre la escuela: ¿qué le dices?ES: Que tenga cuidado porque, estadísticamente, sus chances de triunfar en el fútbol son ínfimas. Tendrá más chances en la vida estudiando. Por miles de chicos que lo intentan, uno termina haciendo del fútbol una profesión; el mundo del fútbol es bastante cruel. Siempre les insisto que continúen estudiando, porque el estudio te podrá ayudar en distintas situaciones, mientras que el fútbol es un tren que pasa una sola vez y para muy pocos pasajeros. ¿El fútbol es la vida? ES: Cuando somos muy apasionados, no podemos evitar pensarlo. Mientras nuestro equipo juega o mientras nosotros jugamos al fútbol, parecería que la vida es eso, pero porque así nos movemos y porque esto es un juego; sin embargo, es importante que no nos confundamos y no lo creamos. Por un ratito, parece ser la vida, pero rápidamente deje de serlo porque la vida es algo más complejo. Es un lindo simulacro, momentáneo, pero que nuestro equipo gane no nos arregla la vida ni la vuelve feliz. Son instantes que no van más allá de eso. ¿Es mal utilizado el fútbol?ES: Sí. Como fenómenos de masas donde ponemos tanto afecto y pasión, es un territorio fértil para que esas cosas sucedan. Es importante que una sociedad se permita momentos de fiesta, es legítimo. No pertenezco a quienes piensan que toda fiesta popular es una ‘suerte de opio’ que aleja al pueblo de sus verdaderos objetivos; sin embargo, tampoco creo en el carnaval

permanente. Son instantes de liberación, catarsis y poner al mundo patas pa’rriba, pero después el mundo y la vida siguen. Esos que utilizan o festejan al fútbol como si fuera todo, no; el fútbol no es todo. La vida es todo y el fútbol es un pedacito, nada más.

LA PLÁTICA NOS LLEVA DE MANERA IRREMEDIABLE A ‘ESPERÁNDOLO A TITO’, AQUÉL FABULOSO CUENTO QUE, EN LA EXQUISITA VOZ DE ALEJANDRO APO, SIGNIFICÓ EL INICIO DE LA FABULOSA TRAYECTORIA DE EDUARDO. LA LLAMADA SE EXTIENDE. EL TIEMPO NO EXISTE PARA EDUARDO… SIEMPRE Y CUANDO NO JUEGUE INDEPENDIENTE.

‘Esperándolo a Tito’.ES: Nace mientras escucho en la radio a los jugadores de la selección, que vienen para un partido de eliminatorias a Francia ‘98. Mientras están entrevistando a uno de ellos, me puse a pensar si alguno de esos chicos consagrados y millonarios vendría a jugar con sus amigos por una deuda moral y muy antigua. Se me ocurrió la idea y automáticamente se me vino el cuento a la cabeza. ¿Quién ganó el clásico?ES: Eso no te lo puedo contestar, (risas). Si alguna vez te cruzás con esa gente en Buenos Aires, te lo podrán contestar. Lo único que te puedo decir es: primera jugada del partido y ‘Tito’ metió un pase profundo para un compañero que arrancó bien habilitado, no estaba en ‘offside’. Más no te puedo decir. Quisimos tener la exclusiva.ES: Estás con la persona equivocada, (risas). Eduardo, vamos con una sección final, llamada ‘Once inicial’. Te digo una palabra y me contestas lo primero que te venga a la mente, ¿vale?ES: Dale, que empieza Independiente…

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EL ONCE INICIAL DE EDUARDO SACHERI Club Atlético Independiente: ¡La gloria!

Ricardo Bochini: Mi ídolo.

‘Esperándolo a Tito’: El principio.

Lionel Messi: ¡Uffff! Un placer de los dioses.

Castelar: Mi lugar en el mundo.

Alejandro Apo: El director técnico que me descubrió.

Roberto Fontanarrosa: Junto a Osvaldo Soriano, el mejor.

La pregunta de sus ojos: La piedra sobre la que pude edificar

mucho de lo que he logrado.

Racing Club: El partido que siempre quiero ganar.

La final de Brasil 2014: Cuando rozamos la felicidad y se escapó.

Julio Cortázar: El Maradona de los escritores.

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Foto: Diego Sandstede

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LIONEL

ANUARIO 2014

LIONEL

Devorador de récords

Por Antonio Tenorio @tenorioqr

P areciera que fue ayer cuando aquel niño de apenas 16 años debutaba con el FC

Barcelona, en duelo amistoso ante el Porto. El mismo enclenque que firmó su primer contrato con el club culé hace casi 15 años en una servilleta de papel, rechazado por varios clubes por tener un retraso en el desarrollo óseo causado por un bajo nivel de hormonas de crecimiento y cuyo tratamiento era muy costoso.

Tras un paso sobresaliente por todas las categorías inferiores del club catalán, la ‘Pulga’ tuvo su ansiado debut oficial a los 17 años y no en cualquier partido, sino en el derby ante el Espanyol de Barcelona. ¿Su primer gol? Ante el Albacete, a pase de Ronaldinho; todo esto, en la temporada 2004-05.

Su cuota goleadora fue en incremento de manera considerable: para 2006, anotó en seis ocasiones; en 2007, catorce; en 2008, diez; en 2009, veintitrés; en 2010, treinta y cuatro; en 2011, treinta y uno; en 2012, cincuenta;

en 2013, cuarenta y seis; en 2014, veintIocho; y para la presente campaña, lleva ya 12 anotaciones.

Desde su debut, el astro argentino se ha encargado de batir récord tras récord, el más reciente en España, donde superó al mítico Telmo Zarra, como máximo goleador histórico de la liga española, con 253 anotaciones.

Un jugador fuera de serie, rápido y hábil, que ha marcado época y se ha encargado de hacer ver lo más difícil como algo extremadamente sencillo.

Con apenas 27 años, lo ha ganado prácticamente todo: 6 ligas de España, 4 Balón de Oro, 2 Mundial de Clubes, sumado a la presea de oro en Juegos Olímpicos (Pekín, 2008) y subcampeón del mundo con su selección (Brasil 2014); sin embargo, pareciera que todo esto no llena la ambición del futbolista argentino.

Recientemente, ante el Apoel, Messi logró batir un récord más en su carrera, tras superar a Raúl González como el máximo anotador de la UEFA

Champions League, llegando a las 74 dianas, tres más que el legendario goleador español.

Aún con mucho camino por recorrer, pareciera que la carrera de ‘Lio’ tiene mucho que ofrecer. A base de talento, ambición y goles, el argentino poco a poco ha logrado ser considerado entre los más grandes de la historia, al lado de figuras como Pelé, Diego Armando Maradona, Johan Cruyff, Alfredo di Estéfano, Franz Beckenbauer, Ferenc Puskás, Michel Platini, entre otros.

El futuro es incierto y tras una brillante carrera con el conjunto azulgrana, muchos colocan al ‘10’ argentino en otras ligas del mundo. Sin embargo, todo indica que habrá Messi para rato en Barcelona, donde su talento y constancia lo lleven, no sólo a conseguir más títulos sino a batir e imponer más récords, porque su nombre tiene por apellido ‘Historia’.

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OTOÑO EN SAN FRANCISCO

Los pilares de los Giants, campeones de la Serie Mundial

Por Esteban Arreola @Esteban_Sainz

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E n Puerto Cabello nada más se respira béisbol. Ubicada en el norte de Venezuela, en el

Estado de Carabobo y con una población que oscila entre los 200 mil habitantes, esta ciudad ha visto nacer algunos de los más grandes peloteros de su país.

Figuras de la talla de Carlos Zambrano, Ronny Cedeño, Fernando Nieves o Robert Manchado, pasan a segundo término cuando se escucha en las calles el nombre de Pablo Emilio Sandoval, mejor conocido como ‘Pablito’ o ‘Kung Fu Panda’, el mejor tercera base que han tenido los Gigantes de San Francisco.

El venezolano tuvo su primera aparición con el equipo de la bahía en el 2008, temporada posterior en que su máxima estrella Barry Bonds, se había retirado.

Desde aquel entonces, el infielder conquistó a los aficionados de los Gigantes y se adueñó de la tercera base del AT&T Park. Pasaron un par de temporadas para que el guante y el bate del pelotero le dieran a esta franquicia tres campeonatos de Serie Mundial en cinco años, convirtiéndose junto a los Medias Rojas de Boston en los equipos más ganadores del último siglo.

Este Clásico de Otoño fue especial para los fanáticos de

San Francisco, pues vieron en el montículo a Madison Bumgarner, el lanzador que posiblemente domine la Gran Carpa en las próximas temporadas.

El zurdo de 25 años nacido en Hudson, Carolina del Norte, ingresó al libro de los récords en esta serie; el abridor llegó a 36 entradas arriba de la lomita de las responsabilidades en estas instancias con una efectividad de 0.25, convirtiéndose en el mejor de la historia de las Grandes Ligas.

Los Gigantes se consagraron en siete juegos, convirtiéndose Madison Bumgarner en el Jugador Más Valioso de esta Serie Mundial.

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Javier Hernández y Gustavo Ayón firman por el Real Madrid

Fotos: realmadrid.com

ANUARIO 2014

TITANES BLANCOSE n un giro inesperado

de eventos, el mes de septiembre se volvió histórico para

el deporte mexicano, ya que por primera vez desde que Hugo Sánchez abandonase la institución en 1992, otro mexicano tomaba la alternativa para jugar en el mejor club de la historia, el máximo y más reciente ganador de la UEFA Champions League, el Real Madrid.

El primero de septiembre se confirmaba la noticia: el equipo que dirige Carlo Ancelotti, obtenía a Javier Hernández, en calidad de cedido, para la temporada 2013/2014. El mexicano, con falta de oportunidades en el Manchester además de destacar su efectividad y juego aéreo.

Pero la cosa no acabó ahí. Pocos días después, el 23 del mismo mes, otro mexicano tomaba la alternativa, por

primera vez en la historia, en el Real Madrid Baloncesto. Fuera de la NBA, el equipo más ganador del mundo, poseedor de un récord de campeonatos de liga en España y de la Euroliga de Baloncesto.

Gustavo Ayón, oriundo de Tepic, Nayarit, había jugando en la NBA los últimos tres años (New Orleans Hornets, United, no dudó en aceptar la oferta madridista.

En la web del conjunto blanco, describieron a ‘Chicharito’ como un jugador muy rápido y hábil dentro del área, Orlando Magic, Milwaukee Bucks y Atlanta Hawks). El Real Madrid le echó el ojo e inmediatamente pusieron manos a la obra para ficharlo. Lo pretendían desde hace poco más de un año, pero finalmente en septiembre de 2014, lograron su objetivo.

Lo caracterizan por buen pasador y cuyas principales

virtudes son su capacidad reboteadora en ambos tableros y la efectividad en el juego interior. Además, sobresale en conceptos defensivos, destacando por su solidez.

Ambos con el número ‘14’ a sus espaldas, ‘Chicharito’ y Ayón han dejado un grato sabor de boca a la directiva y afición madridista en lo que va de la temporada.

Aunque sus situaciones son distintas, ya que el futbolista está a préstamo y depende de la directiva el mantenerlo la siguiente temporada, el baloncestista está ya comprado. Ambos ya son historia viva del deporte mexicano, porque al Real Madrid no se llega por casualidad, sino por causalidad. Han demostrado tener la valía suficiente para pertenecer a una de las instituciones deportivas más exitosas de todos los tiempos. Y eso no es poca cosa.

Por Miguel Balderas @mBalderas_

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SIN PIEDADSeattle Seahawks campeón de la NFL

ANUARIO 2014

E l pasado mes de febrero, el deporte de las tacleadas, de la fuerza ostentosa y el poder físico, registró uno de los

partidos que, a priori, presentaría a dos titanes del juego: la juventud y el empuje de Russell Wilson frente a la experiencia y temple de un Peyton Manning, quien iba tras la hazaña de llevar a la gloria a unos Broncos de Denver que no llegaban a tierra prometida desde el mítico John Elway.

La mejor defensiva de la liga se plantó en el Estadio Metlife de Nueva York, para intentar frenar a unos Broncos que contaban, como caraterística principal, con un formidable ataque aéreo, mismo que fundamentado en el brazo de Peyton, lucía como el arma perfecta para taladrar una línea de golpeo de brutal desempeño a lo largo de la temporada. La tarea fue imposible de cumplir.

Tan sólo 12 segundos tuvieron que transcurrir en el partido para que los Seahawks se adelantaran en el marcador. Un ‘safety’ generado tras un error por parte de Ramírez y Manning vio nacer la anotación más rápida en la historia del Súper Tazón. Comenzaba la catástrofe.

La portentosa defensiva de Seattle sólo permitió un registro de 4.5 yardas por pase para Manning, números total y absolutamente distantes a lo realizado durante la post-temporada, lo que generó el desconcierto de los de la Conferencia Americana, que sólo pudieron ver como su líder y guía se veía rebasado por una muralla marina que no exhibía debilidad alguna.

Por Eduardo Uribe @LalinUribe

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Con ventaja de 22-0 al descanso, luego del regreso que consiguiese Malcolm Smith tras interceptar al mariscal de campo de Denver, la moral de los Potros quedó por los suelos; sin embargo, la esperanza de encontrar un milagro impulsado por el brazo de Peyton era el único lazo en el que podían encontrar un poco de ilusión, a pesar de la tragedia que ocurría en el juego.

Para la segunda mitad, la mejor ofensiva de la NFL intentó desarrollar un partido sin error, pero no pudo ser. El jugador que a la postre resultó el más valioso del encuentro, Malcolm Smith, de nueva cuenta se mostró fundamental para Seattle, luego de recuperar el

balón tras el error de Demaryus Thomas, mismo que resultó por ser lapidario.

Después de conseguir una marca de 206 yardas en el transcurso del Super Bowl XLVIII, Russell Wilson comandó un ataque serio y certero, mismo que consiguió aprovechar en repetidas ocasiones las equivocaciones del rival, incluso cuando Manning se conectó con Thomas para marcar los únicos puntos para el conjunto de Denver. El turno de la ofensiva de los Seahawks respondió de inmediato para dejar cifras definitivas en el marcador: un marcador de 43-8 a favor de Seattle, que sorprendía a propios y extraños.

Por primera ocasión, los Seattle Seahawks consiguieron el trofeo Vince Lombardi, regalando alegría y felicidad a una ciudad que no pudo festejar algún logro deportivo desde el título NBA de los SuperSonics, en el año de 1979.

Pete Carroll congenió un equipo sólido y equilibrado, capaz de apagar en 12 segundos a la mejor ofensiva de la liga, pero que también regaló protagonismo y peso específico a su ofensiva; misma que, al día de hoy, puede significar un equipo que marque una época en la National Football League.

POR PRIMERA OCASIÓN, LOS SEATTLE SEAHAWKS CONSIGUIERON EL TROFEO VINCE LOMBARDI, REGALANDO ALEGRÍA Y FELICIDAD A UNA CIUDAD QUE NO PUDO FESTEJAR ALGÚN LOGRO DEPORTIVO DESDE EL TÍTULO NBA DE LOS SUPERSONICS, EN EL AÑO DE 1979.

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VERACRUZ 2014

Una luz para México

Por Fabio Barrera @FabioVMX

P ara el mexicano todo puede ser motivo para reír y para alegrar la vida. Así dio muestra

el heroico Puerto de Veracruz, con la fiesta de la XXII edición de los juegos Centroamericanos y del Caribe, donde el deporte arrojó luz en un oscurecido país que se eclipsa por la magia del balompié y la negrura de los conflictos.

Para los deportistas de México, un país incondicional del fútbol, esos que durante años se preparan para robar unos segundos de gloria y perder su brillo ante un regate, una fogonazo o una atajada, Veracruz 2014 fue más que una fiesta; fue la luz que iluminó el esfuerzo de salir adelante, el minuto de descanso antes de luchar por la gloria olímpica. Un motivo para reír con llanto.

Al mismo tiempo, los juegos minimizaron las tinieblas del México moderno, ese manchado con la sangre de los desaparecidos, tiznado con la metralla de balas que “ya no se disparan”, el país que tiembla ante la inseguridad del

día a día. Ese mismo país que durante quince días dejó de lado los gritos de dolor y llanto para evocar las palabras de uno de sus grandes poetas, Juan de Dios Peza: “Aquí aprendemos a reír con llanto y también a llorar con carcajadas”.

Veracruz 2014 colgó el orgullo en los cuellos de los atletas como la maratonista Margarita Hernández, quien, no obstante con el metal dorado, impuso un nuevo récord centroamericano; Iván García, Dolores Hernández y Arantxa Chávez se convirtieron en los monstruos de la alberca para darle a nuestro país alegrías y felicidad; Samantha Terán y Diana García, así como Arturo Salazar y Alfredo Ávila, hicieron de su raqueta una extremidad más para alcanzar un lugar en el podio.

Aunque el coraje y la fiereza de los atletas connacionales se impuso con 332 medallas (115 de oro), la delegación cubana se encargó de dar un duro golpe al país sede al colocarse ocho medallas áureas por encima de la delegación del águila y la

serpiente. El dolor de la derrota, disfrazada de victoria, se cargó en el llamado deporte más hermoso del mundo, el fútbol, cuando Cuba estuvo a instantes de eliminar al combinado nacional. El amor propio de los verdes dejó tendido en el terreno a los de la isla y subieron al podio.

La fiesta reflejó al mundo la alegría del pueblo totonaca pintado en la sonrisa de las mascotas que brindaron alegría y colorido a los juegos, pero además demostraron la fiereza del legado prehispánico, ese que no se rinde ante nada, así como la multiculturalidad de un país que encierra en sus entrañas el color y la alegría de muchos mundos.

Con el resplandeciente del metal precioso, con la llama del deporte viva, con el esfuerzo de años de oscuridad recompensado, una vez más Veracruz se volvió heroico y se convirtió en una luz de esperanza. Un faro que demostró la recompensa de luchar por salir adelante.

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LA BESTIAF ue en Zurich y con

Pelé pronunciando el nombre del ganador, cuando la pelota

finalmente obró con justicia. “El ganador es Cristiano Ronaldo”, declaró el mítico futbolista brasileño, mientras enseñaba la tarjeta que otorgaba el Balón de Oro al portugués. La pantalla, dividida en tres, mostraba el claro gesto de indignación del francés Franck Ribéry, la sonrisa pícara de un Lionel Messi resignado y la felicidad de un Ronaldo que subió a recoger el premio que lo reconocía como mejor jugador del planeta, en el año 2013.

Como si se tratase de justicia poética, el trofeo se lo entregó Joseph Blatter, aquel hombre que despertó la furia de ‘La Bestia’, después de calificarlo como un ‘comandante’ por su forma de moverse en el campo; eso sin olvidar que el máximo mandatario de la FIFA se dio el lujo de imitarlo, a su parecer,

mediante gestos innecesarios de acuerdo a su jerarquía.

El portugués mostró su lado más humano y le regaló a los amantes del balompié, una de las escenas más emotivas que se hayan vivido en este tipo de eventos. Esas lágrimas de liberación en donde transmitió la satisfacción y felicidad de haber conseguido, por fin, el reconocimiento que se le negó durante tres años seguidos.

Y es que a pesar de no haber ganado ningún título en el ámbito colectivo, el oriundo de Funchal, tuvo un desempeño individual impecable y envidiable. Tanto en Champions League como en la Copa del Rey e incluso en Liga, sitio donde, independientemente que el Barcelona y Lio Messi fueron los claros dominadores, el madridista acabó la segunda vuelta (que se jugó en 2013) como máximo anotador con 18 goles. Con el Real Madrid, solamente desde enero hasta

el fin de temporada, marcó tres hat-tricks, siete dobletes y anotó en otros nueve partidos.

Con su Selección no fue la excepción: jugó cuatro partidos correspondientes a la fase de grupos, donde marcó un hat-trick contra Irlanda del Norte y asistió en otros dos partidos. Al final, Portugal se tuvo que jugar el repechaje a Brasil 2014 contra Suecia. Ese fue el examen final de Cristiano Ronaldo, quien dio un serio golpe de autoridad. La ida terminó 1-0, con gol suyo; la vuelta fue un escándalo. Anotó los tres goles de su equipo, logrando el pase de su selección a la Copa del Mundo; el medio aseguraba que ‘CR7’ había eliminado a los suecos en solitario.

Predicando en el campo, el Comandante -que más bien es una bestia- ganó su segundo Balón de Oro. Y la inercia parece presagiar el tercero.

Cristiano Ronaldo

Por Miguel Balderas @mBalderas_

y su segundo Balón de Oro49

PREMIO NACIONAL DEL DEPORTE 2014Alzando la voz por México

Por Ricardo Vaquier @ricardo_vgv

P ocos sentimientos tan positivos para un atleta, como ser reconocido por

la patria que le vio nacer. El esfuerzo y los sacrificios hechos para alcanzar la gloria deportiva ven cristalizada una recompensa en el Premio Nacional del Deporte (PND), máxima condecoración que otorga el gobierno de México a todos aquellos quienes, a través de la constancia y disciplina deportiva, ponen en lo más alto el nombre del país.

Paola Longoria, la mujer más dominante en la historia del raquetbol, quien llegase a amasar 152 semanas sin conocer la palabra ‘derrota’, y que en dicho lapso de tiempo guardó 37 campeonatos en su vitrina personal, recibió el PND en la categoría de ‘Mérito deportivo’. Además de los impresionantes logros citados previamente, Longoria conquistó en los Juegos Centroamericanos y del Caribe Veracruz 2014, tres preseas doradas, en las ramas individual, dobles y equipo.

En un año de ensueño, otro galardonado fue Adrián González. El beisbolista

estelar de los Dodgers de Los Ángeles, firmó la que puede ser considerada su mejor campaña en las Grandes Ligas, siendo líder del departamento de carreras producidas con 116, por encima que Robinson Canó, Prince Fielder, José Bautista y cualquier otro hombre de la Gran Carpa. Además, sumó 163 imparables durante la temporada regular, de los cuales 27 fueron cuadrangulares y 41 dobles; todos estos números le otorgaron el PND como ‘Deportista Profesional’.

Sin embargo, la gloria y el reconocimiento no pasa solamente por la fama. También existe un espacio para aquellos quienes, sin las candilejas ni reflectores, trabajan día a día para cumplir sus sueños y destacar entre la élite deportiva del planeta.

Tal vez el nombre de Rodrigo Diego López no sea tan mediático; sin embargo, estamos hablando de un clavadista mexicano seis veces medallista en 2014, quien reclamó así el PND como ‘Deportista Amateur’, teniendo sus mejores participaciones en los Juegos Olímpicos de la

Juventud y en el Campeonato Mundial Juvenil, efectuados en China y Rusia, respectivamente.

En la cita oriental, Rodrigo Diego se colgó dos platas en el trampolín de 3m y un bronce desde la plataforma de 10m. En la tierra de los Zares, López subió a lo más alto del podio en los sincronizados, aumentando su cosecha con plata y bronce de manera individual.

El resto de los condecorados incluye a Eduardo Ávila en la rama Paralímpica, presumiendo su primer lugar en el IBSA Judo World Championship, logro que le ha otorgado su acceso a los Juegos de Río 2016.

En aras de la formación de valores deportivos nacionales, la categoría de ‘Entrenadores’ hizo acreedores a Iván Bautista, por sus grandes resultados en Clavados, y Sergio Martínez Zúñiga, líder del inspirador equipo de baloncesto de los Niños Triqui.

Por último, el Instituto Mexicano del Seguro Social fue galardonado en el rubro de Fomento, Protección e Impulso al deporte.

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Foto: Terra Deportes

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PAOLA LONGORIALeyenda del deporte nacional

EN UN PAÍS TAN CENTRADO EN EL FÚTBOL, LOS LOGROS DE UNA COQUETA POTOSINA HA HECHO QUE SE DESVÍE LA MIRADA A UN DEPORTE DESCONOCIDO PARA EL GRUESO DE LA POBLACIÓN: EL RACQUETBOL.

Por Alan Nuñez @NunezAlan

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DEPORTISTA DEL AÑO

M éxico, una sociedad tan adicta al fútbol, no admite con humildad a

cualquier deportista que no se vista de corto y corra detrás de un balón. Tampoco admite con facilidad que las portadas de los periódicos deportivos cabeceen una noticia ajena al ‘deporte’ nacional, por más mezquino que éste a veces pueda ser. En resumen, este país solamente cede parcialmente en su dependencia del balompié cuando un connacional irrumpe en lo más alto de otra disciplina.

Manuel Raga, Julio César Chávez, Fernando Valenzuela, Soraya Jiménez, Lorena Ochoa y Ana Gabriela Guevara. Además de un lugar en la historia del deporte mexicano, este selecto grupo comparte un factor: reconocimiento nacional; un reconocimiento hasta haber sido alabados previamente en el extranjero.

Descubrir y reconocer únicamente a los atletas que tocan el Olimpo; algarabía al campeón del fútbol y alabar en caso de alcanzar el quinto partido. Qué maldita incongruencia.

Esa coyuntura pareciera resquebrajarse con una coqueta niña de nombre ‘Paola’. Su futuro eminentemente era prometedor; con apenas 10 años calificó a su primer Mundial de Racquetbol quedando en tercer lugar. En los Juegos Centroamericanos de Santo Domingo 2006 y todavía siendo menor de edad se colgó su primera medalla de oro. A partir de ese momento, el medio del racquetbol lo sabía: el apellido Longoria llegó para quedarse, pero no sabían por cuánto tiempo.

A los 19 años, en abril de 2009, se convirtió en la número uno en el ranking mundial. Desde entonces, la cima sigue siendo verde, blanca y roja. Tan

mal acostumbró ‘Paolita’ a sus paisanos que cuando perdió en octubre un partido -sí, un partido, tras 41 meses invicta, 152 partidos ganados y 37 títulos consecutivos bajo su raqueta-, México se extrañó.

Las dudas se disiparon en Veracruz 2014. El haber sido la abanderada de la delegación fue una motivación extra para la potosina; las dos medallas doradas en disputa terminaron en su cuello. Y es que más allá de sus récords, Paola ha sabido encontrar la fórmula perfecta cancha-extra cancha. Su reconocimiento ya no sólo es mundial, también ya es nacional. Así, en ese orden.

Pudiera ser que, en algunos años, mi hijo me jale del pantalón para que lo lleve a sus entrenamientos porque sueña con convertirse en el próximo “Longoria”. Ojalá.

ESTE PAÍS SOLAMENTE CEDE PARCIALMENTE EN SU DEPENDENCIA DEL BALOMPIÉ CUANDO UN CONNACIONAL IRRUMPE EN LO MÁS ALTO DE OTRA DISCIPLINA.

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A TITOESPERÁNDOLO

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CULTURA

A TITOPOR EDUARDO SACHERI

Yo lo miré a José, que estaba subido al techo del camión de Gonzalito. Pobre,

tenía la desilusión pintada en el rostro, mientras en puntas de pie trataba de ver más allá del portón y de la ruta. Pero nada: solamente el camino de tierra, y al fondo, el ruido de los camiones. En ese momento se acercó el Bebé Grafo y, gastador como siempre, le gritó: “¡Che, Josesito!, ¿qué pasa que no viene el ‘maestro’? ¿Será que arrugó para evitarse el papelón, viejito?”. Josesito dejó de mirar la ruta y trató de contestar algo ocurrente, pero la rabia y la impotencia lo lanzaron a un tartamudeo penoso. El otro se dio vuelta, con una sonrisa sobradora colgada en la mejilla, y se alejó moviendo la cabeza, como negando. Al fin, a Josesito se le destrabó la bronca en un concluyente «¡andálaputaqueteparió!», pero quedó momentáneamente exhausto por el esfuerzo.

Ahí se dio vuelta a mirarme,

como implorando una frase que le ordenara de nuevo el universo. «Y ahora qué hacemo, decíme», me lanzó. Para Josesito, yo vengo a ser algo así como un oráculo pitonístico, una suerte de profeta infalible con facultades místicas. Tal vez, pobre, porque soy la única persona que conoce que fue a la facultad. Más por compasión que por convencimiento, le contesté con tono tranquilizador: «Quédate piola, Josesito, ya debe estar llegando». No muy satisfecho, volvió a mirar la ruta, murmurando algo sobre promesas incumplidas.

Aproveché entonces para alejarme y reunirme con el resto de los muchachos. Estaban detrás de un arco, alguno vendándose, otro calzándose los botines, y un par haciendo jueguitos con una pelota medio ovalada. Menos brutos que Josesito, trataban de que no se les notaran los nervios. Pablo, mientras elongaba, me preguntó como al pasar: «Che, Carlitos, ¿era seguro que venía, no? Mira que después del barullo que armamos, si nos falla justo ahora...».

Para no desmoralizar a la

tropa, me hice el convencido cuando le contesté: «Pero muchachos, ¿no les dije que lo confirmé por teléfono con la madre de él, en Buenos Aires?». El Bebé Grafo se acercó de nuevo desde el arco que ocupaban ellos: «Che, Carlos, ¿me querés decir para qué armaron semejante bardo, si al final tu amiguito ni siquiera va a aportar?». En ese momento saltó Cañito, que había terminado de atarse los cordones, y sin demasiado preámbulo lo mandó a la mierda. Pero el Bebé, cada vez más contento de nuestro nerviosismo, no le llevó el apunte y me siguió buscando a mí: «En serio, Carlitos, me hiciste traer a los muchachos al divino botón, querido. Era más simple que me dijeras mirá Bebé, no quiero que este año vuelvan a humillarnos como los últimos nueve años, así que mejor suspendemos el desafío». Y adoptando un tono intimista, me puso una mano en el hombro y, habiéndome al oído, agregó: «Dale, Carlitos, ¿en serio pensaste que nos

íbamos a tragar que el punto ése iba a venirse desde Europa para jugar el desafío?». Más caliente por sus verdades que por sus exageraciones, le contesté de mal modo: «Y decíme, Bebé, si no se lo tragaron, ¿para qué hicieron semejante quilombo para prohibirnos que lo pusiéramos?: que profesionales no sirven, que solamente con los que viven en el barrio. Según vos, ni yo que me mudé al Centro podría haber jugado».

Habían sido arduas

negociaciones, por cierto. El clásico se jugaba todos los años, para mediados de octubre, un año en cada barrio. Lo hacíamos desde pibes, desde los diez años. Una vuelta en mi casa, mi primo Ricardo, que vivía en el barrio de la Textil, se llenó la boca diciendo que ellos tenían un equipo invencible, con camisetas y todo. Por principio más que por convencimiento, salté ofendidísimo retrucándole que nosotros, los de acá, los de la placita, sí teníamos un equipo de novela. Sellar el desafío fue cuestión de segundos. El viejo de Pablo nos consiguió las camisetas a último momento. Eran marrones con vivos amarillos y verdes. Un asco, bah. Pero peor hubiese sido no tenerlas. Ese día ganamos 12 a 7 (a los diez años, uno no se preocupa tanto de apretar la salida y el mediocampo, y salen partidos más abiertos, con muchos goles). Tito metió ocho. No sabían cómo pararlo. Creo que fue el primer partido que Tito jugó por algo. A los catorce, se fue a probar al club y lo ficharon ahí nomás, al toque. Igual, siguió viniendo al desafío hasta los veinte, cuando se fue

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a jugar a Europa. Entonces se nos vino la noche. Nosotros éramos todos matungos, pero nos bastaba tirársela a Tito para que inventara algo y nos sacara del paso. A los dieciséis, cuando empezaron a ponerse piernas fuertes, convocamos a un referí de la Federación: el chino Takawara (era hijo de japoneses, pero para nosotros, y pese a sus protestas, era chino). Ricardo, que era el capitán de ellos, nos acusaba de coimeros: decía que ganábamos porque el chino andaba noviando con la hermana grande del Tanito, y que ella lo mandaba a bombear para nuestro lado. Algo de razón tal vez tendría, pero lo cierto es que, con Tito, éramos siempre banca.

CUANDO TITO SE FUE, LA COSA SE PUSO BRAVA. PARA COLMO, AL CHINO LE SALIÓ UN TRABAJO EN ESQUEL Y SE FUE A VIVIR ALLÁ (YA FELIZMENTE CASADO CON LA HERMANA DEL TANITO). CON ÁRBITROS MENOS SENSIBLES A NUESTRAS NECESIDADES, Y SIN TITO PARA QUE LA MANDARA GUARDAR, EMPEZAMOS A PERDER COMO YEGUAS. Yo me fui a vivir a la Capital, y algún otro se tomó también el buque, pero, para octubre, la cita siempre fue de fierro. Ahí me di cuenta del verdadero valor de mis amigos. Desde la partida de Tito, perdimos al hilo seis años, empatamos una vez, y perdimos otros tres consecutivos. Tuvimos que ser muy hombres para salir de la cancha año tras año con la canasta llena y estar siempre dispuestos a volver. Para colmo, para la época en

que empezamos a perder, a algunos de nosotros, y también de ellos, se nos ocurrió llevar a las novias a hacer hinchada en los desafíos. Perder es terrible, pero perder con las minas mirando era intolerable. Por lo menos, hace cuatro años, y gracias a un incidente menor entre las nuestras y las de ellos, prohibimos de común acuerdo la presencia de mujeres en el público. Bah, directamente prohibimos el público. A mí se me ocurrió argüir que la presión de afuera hacía más duros los encontronazos y exacerbaba las pasiones más bajas de los protagonistas. Y ellos, con el agrande de sus victorias inapelables, nos dijeron que bueno, que de acuerdo, pero que al árbitro lo ponían ellos. Al final, acordamos hacer los partidos a puertas cerradas, y afrontamos la cuestión arbitral con un complejo sistema de elección de referís por ternas rotativas según el año, que aunque nos privó de ayudas interesantes, nos evitó bombeos innecesarios.

Igual, seguimos perdiendo.

El año pasado, tras una nueva humillación, los muchachos me pidieron que hiciera «algo». No fueron muy explícitos, pero yo lo adiviné en sus caras. Por eso este año, cuando Tito me llamó para mi cumpleaños, me animé a pedirle la gauchada. Primero se mató de la risa de que le saliera con semejante cosa, pero, cuando le di las cifras finales de la estadística actualizada, se puso serio: 22 jugados, 10 ganados, 3 empatados, 9 perdidos. La conclusión era evidente: uno

más y el colapso, la vergüenza, el oprobio sin límite de que los muertos ésos nos empataran la estadística. Me dijo que lo llamara en tres días. Cuando volvimos a hablar me dijo que bueno, que no había problema, que le iba a decir a su vieja que fingiera un ataque al corazón para que lo dejaran venir desde Europa rapidito. Después ultimé los detalles con doña Hilda. Quedamos en hacerlo de canuto, por supuesto, porque si se enteraban allá de que venía a la Argentina, en plena temporada, para un desafío de barrio, se armaba la podrida.

A mi primo Ricardo igual se lo dije. No quería que se armara el tole tole el mismo día del partido. Hice bien, porque estuvimos dos semanas que sí que no, hasta que al final aceptaron. No querían saber nada, pero bastó que el Tanito, en la última reunión, me murmurara a gritos un «dejá Carlos, son una manga de cagones». Ahí nomás el Bebé Grafo, calentón como siempre, agarró viaje y dijo que sí, que estaba bien, que como el año pasado, el sábado 23 a las diez en el sindicato, que él reservaba la cancha, que nos iban a romper el traste como siempre, etcétera. Ricardo trató de hacerlo callar para encontrar un resquicio que le permitiera seguir negociando. Pero fue inútil. La palabra estaba dada, y el Tanito y el Bebé se amenazaban mutuamente con las torturas futbolísticas más aterradoras, mientras yo sonreía con cara de monaguillo.

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Cuando el resto de los nuestros se enteró de la noticia, el plantel enfrentó la prueba con el optimismo rotundo que yo creía extinguido para siempre. El sábado a las nueve llegaron todos juntos en el camión de Gonzalito. El único que se retrasó un poco fue Alberto, el arquero, que como la mujer estaba empezando el trabajo de parto esa mañana, se demoró entre que la llevó a la clínica y pudo convencerla de que se quedara con la vieja de ella. Ellos llegaron al rato, y se fueron a cambiar detrás del arco que nosotros dejamos libre. Pero cuando faltaban diez minutos para la hora acordada, y Tito no daba señales de vida, se vino el Bebé por primera vez a buscar camorra. Por suerte, me avivé de hacerme el ofendido: le dije que el partido era a las diez y media y no a las diez, que qué se creía y que no jodiera. Lo miré al Tanito, que me cazó al vuelo y confirmó mi versión de los hechos. El Bebé negó una vez y otra, y lo llamó a Ricardo en su defensa. Por supuesto, Ricardo se nos vino al humo gritando que la hora era a las diez y que nos dejáramos de joder. Ante la complejidad que iba adquiriendo la cosa, con el Tanito juramos por nuestras madres y nuestros hijos, por Dios y por la Patria, que la hora era diez y media, que en el café habíamos dicho diez y media, y que por teléfono habíamos confirmado diez y media, y que todavía faltaba más de media hora para las diez y media, y que se dejaran de romper con pavadas. Ante semejantes exhibiciones de convicción patriótico–religiosa, al final se fueron de nuevo a patear al otro

arco, esperando que se hiciera la hora. Después con el Tanito nos dimos ánimo mutuamente, tratando de persuadirnos de que un par de juramentos tirados al voleo no podían ser demasiado perjudiciales para nuestras familias y nuestra salvación eterna.

Fue cuando lo mandé a

Josesito a pararse arriba del camión, a ver si lo veía venir por el portón de la ruta, más por matar un poco la ansiedad que porque pensase seriamente en que fuese a venir. Es que para esa altura yo ya estaba convencido, en secreto, de que Tito nos había fallado. Había quedado en venir el viernes a la mañana, y en llamarme cuando llegara a lo de su vieja. El martes marchaba todo sobre ruedas. En la radio comentaron que Tito se venía para Buenos Aires por problemas familiares, después del partido que jugaba el miércoles por no sé qué copa. Pero el jueves, y también por la radio, me enteré de que su equipo, como había ganado, volvía a jugar el domingo, así que en el club le habían pedido que se quedara. Ese día hablé con doña Hilda, y me dijo que ella ya no podía hacer nada: si se suponía que estaba en terapia intensiva, no podía llamarlo para recordarle que tomara el avión del viernes.

El viernes les prohibí en casa que tocaran el teléfono: Tito podía llamar en cualquier momento. Pero Tito no aportó. A la noche, en la radio confirmaron que Tito jugaba el domingo. No tuve ánimo ni para calentarme. Me ganó, en

cambio, una tristeza infinita. En esos años, las veces que había venido Tito me había encantado comprobar que no se había engrupido ni por la plata ni por salir en los diarios. Se había casado con una tana, buena piba, y tenía dos chicos bárbaros. Yo le había arreglado la sucesión del viejo, sin cobrarle un mango, claro. El siempre se acordaba de los cumpleaños y llamaba puntualmente. Cuando venía, se caía por mi casa con regalos, para mis viejos y mi mujer, como cualquiera de los muchachos. Por eso, porque yo nunca le había pedido nada, me dolía tanto que me hubiese fallado justo para el desafío. Esa noche decidí que, si después me llamaba para decirme que el partido de allá era demasiado importante y que por eso no había podido cumplir, yo le iba a decir que no se hiciera problema. Pero lo tenía decidido: chau Tito, moríte en paz. Aunque no lo hiciera por mí, no podía cagar impunemente a todos los muchachos. No podía dejarnos así, que perdiéramos de nuevo y que nos empataran la estadística.

AL FIN Y AL CABO, EN EL PRIMER DESAFÍO, CUANDO ERA UN FLAQUITO ESCUÁLIDO POR EL QUE NADIE DABA DOS MANGOS, Y QUE NOS VENÍA SOBRANDO (PORQUE EN ESA ÉPOCA JUGÁBAMOS EN LA CANCHITA DEL CORRALÓN, QUE ERA DE SEIS Y UN ARQUERO), YO IGUAL LE DIJE VENÍ PIBE, JUGÁ ADELANTE, QUE SOS CHIQUITO Y SI SOS LIGERO CAPAZ QUE LA EMBOCÁS.

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Por eso me dolía tanto que se abriera, y porque cuando se fue a probar al club, como no se animaba a ir solo, fuimos con Pablo y el Tanito; los cuatro, para que no se asustara. Porque él decía y yo para qué voy a ir, si no conozco a nadie adentro, si no tengo palanca, y yo que dale, que no seas boludo, que vamos todos juntos así te da menos miedo. Y ahí nos fuimos, y el pobre de Pablo se tuvo que bancar que el técnico de las inferiores le dijera a los cinco minutos ¡salí perro, a qué carajo viniste!, y el Tanito y yo tuvimos que pararlo a Tito que quiso que nos fuéramos todos ahí mismo, y decirle que volviera que el tipo lo miraba seguido. Nosotros dos, con el Tanito, duramos un tiempo y pico, pero después nos cambiaron y el guanaco ése nos dijo ta’ bien pibes, cualquier cosa les hago avisar por el flaquito aquel que juega de nueve, nos dijo señalándolo a Tito que seguía en la cancha. Pero no nos importó, porque eso quería decir que sí, que Tito entraba, que Tito se quedaba, y nos dio tanta alegría que hasta a Pablo se le pasó la calentura, primero porque Tito había entrado, y segundo porque, como yo andaba con las llaves de mi casa, en la playa de estacionamiento pudimos rayarle la puerta del rastrojero al infeliz del técnico. Y después, cuando le hicieron el primer contrato profesional, a los 18, y lo acostaron con los premios, lo acompañé yo a ver a un abogado de Agremiados y ya no lo madrugaron más, y cuando lo vendieron afuera yo todavía no estaba recibido, pero me banqué a pie firme la

pelea con los gallegos que se lo vinieron a llevar, y siempre sin pedirle un mango. Ah, y con el Tanito, aparte, cuando nos encargamos de su vieja cuando el viejo, don Aldo, se murió y él estaba jugando en Alemania; porque el Tanito, que seguía viviendo en el barrio, se encargó de que no le faltara nada, y que los muchachos se dieran una vuelta de vez en cuando para darle una mano con la pintura, cambiarle una bombita quemada, llamarle al atmosférico cuando se le tapara el pozo, qué sé yo, tantas cosas.

Nunca lo hicimos por nada,

nos bastó el orgullo de saberlo del barrio, de saberlo amigo, de ver de vez en cuando un gol suyo, de encontrarnos para las fiestas. Lo hicimos por ser amigos, y cuando él, medio emocionado, nos decía muchachos, cómo cuernos se los puedo pagar, nosotros que no, que dejá de hinchar, que para qué somos amigos, y el único que se animaba a pedirle algo era Josesito, que lo miraba serio y le decía mirá, Tito, vos sabes que sos mi hermano, pero jamás de los jamases se te ocurra jugar en San Lorenzo, por más guita que te pongan no vayas, por lo que más quieras porque me muero de la rabia, entendéme, Tito, a cualquier otro sí, Tito, pero a San Lorenzo por Dios te pido no vayas ni muerto, Tito. Y Tito que no, que quedáte tranquilo, Josesito, aunque me paguen fortunas a San Lorenzo no voy por respeto a vos y a Huracán, te juro.

POR ESO ME DOLÍA TANTO VERLO JUSTO A JOSESITO, DEFRAUDADO, PARADO EN PUNTAS DE PIE SOBRE EL TECHO DEL CAMIÓN DE REPARTO; Y A LOS OTROS PROBÁNDOLO A ALBERTO DESDE AFUERA DEL ÁREA, CON LAS MEDIAS BAJAS, PATEANDO SIN GANAS, Y MIRÁNDOME DE VEZ EN CUANDO DE REOJO, COMO BUSCANDO RESPUESTAS.

Cuando se hicieron las diez y media, Ricardo y el Bebé se vinieron de nuevo al humo. Les salí al encuentro con Pablo y el Tanito para que los demás no escucharan. «Es la hora, Carlos», me dijo Ricardo. Y a mí me pareció verle un brillo satisfecho en los ojos. «¿Lo juegan o nos lo dan derecho por ganado?», preguntó, procaz, el Bebé. El Tanito lo miró con furia, pero la impotencia y el desencanto lo disuadieron de putearlo.

«Andá ubicando a los tuyos, y llamálo al árbitro para el sorteo», le dije. Desde el mediocampo, le hice señas a Josesito de que se bajara del camión y se viniera para la cancha. Para colmo, pensé, jugábamos con uno menos. Éramos diez, y preferí jugar sin suplentes que llamar a algún extraño. En eso, ellos también eran de fierro. No jugaba nunca ninguno que no hubiese estado en los primeros desafíos. Cuando Adrián me avisó en la semana que no iba a poder jugar por el desgarro, le dije que no se hiciera problema. Hasta me alegré porque me evitaba decidir cuál de todos

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nosotros tendría que quedarse afuera. Tito me venía justo para completar los once.

Para colmo, perdimos en el sorteo. Tuvimos que cambiar de arco. Hice señas a los muchachos de que se trajeran los bolsos para ponerlos en el que iba a ser el nuestro en el primer tiempo. Yo sabía que era una precaución innecesaria. Con ellos nos conocíamos desde hacía veinte años, pero me pareció oportuno darles a entender que, a nuestro criterio, eran una manga de potenciales delincuentes. Cuando me pasaron por el costado, cargados de bultos, Alejo y Damián, los mellizos que siempre jugaron de centrales, les recordé que se turnaran para pegarle al once de ellos, pero lo más lejos del área que fuera posible. Alejo me hizo una inclinación de cabeza y me dijo un «quédate pancho, Carlitos». En ese momento me acordé del partido de dos años antes. Iban 43 del segundo tiempo y en un centro a la olla, él y el tarado de su hermano se quedaron mirándose como vacas, como diciéndose «saltá vos». El que saltó fue el petiso Galán, el ocho de ellos: un metro cincuenta y cinco, entre los dos mastodontes de uno noventa. Uno a cero y a cobrar. Espantoso.

Cuando nos acomodamos,

fuimos hasta el medio con Josesito para sacar. Con la tristeza que tenía, pensé, no me iba a tocar una pelota coherente en todo el partido. De diez lo tenía parado a Pablo. Si a los dieciséis el técnico aquél lo sacó por perro, a los treinta y cuatro, con pancita de casado antiguo,

era todo menos un canto a la esperanza. El Bebé, muy respetuoso, le pidió permiso al árbitro para saludarnos antes del puntapié inicial (siempre había tenido la teoría de que olfear a los jueces le permitía luego hacerse perdonar un par de infracciones). Cuando nos tuvo a tiro, y con su mejor sonrisa, nos envenenó la vida con un «pobres muchachos, cómo los cagó el Tito, qué bárbaro», y se alejó campante.

Pero justo ahí, justo en ese momento, mientras yo le hablaba a Josesito y el árbitro levantaba el brazo y miraba a cada arquero para dar a entender que estaba todo en orden, y Alberto levantaba el brazo desde nuestro arco, me di cuenta de que pasaba algo. Porque el referí dio dos silbatazos cortitos, pero no para arrancar, sino para llamar la atención de Ricardo (que siempre es el arquero de ellos). Aunque lo tenía lejos, lo vi pálido, con la boca entreabierta, y empecé a sentir una especie de tumulto en los intestinos mientras temía que no fuera lo que yo pensaba que era, temía que lo que yo veía en las caras de ellos, ahí adelante mío, no fuese asombro, mezclado con bronca, mezclado con incredulidad; que no fuese verdad que el Bebé estuviera dándose vuelta hacia Ricardo, como pidiendo ayuda; que no fuera cierto que el otro siguiera con la vista clavada en un punto todavía lejano, todavía a la altura del portón de la ruta, todavía adivinando sin ver del todo a ese tipo lanzado a la carrera con un bolsito sobre el hombro gritando aguanten, aguanten que ya llego, aguanten

que ya vine, y como en un sueño el Tanito gritando de la alegría, y llamándolo a Josesito, que vamos que acá llegó, carajo, que quién dijo que no venía, y los mellizos también empezando a gritar, que por fin, que qué nervios que nos hiciste comer, guacho, y yo empezando a caminar hacia el lateral, como un autómata entre canteros de margaritas, aún indeciso entre cruzarle la cara de un bife por los nervios y abrazarlo de contento, y Tito por fin saliendo del tumulto de los abrazos postergados, y viniendo hasta donde yo estaba plantado en el cuadradito de pasto en el que me había quedado como sin pilas, y mirándome sonriendo, avergonzado, como pidiéndome disculpas, como cuando le dije vení pibe, jugá de nueve, capaz que la embocás; y yo ya sin bronca, con la flojera de los nervios acumulados toda junta sobre los hombros, y él diciéndome perdoná, Carlos, me tuve que hacer llamar a la concentración por mi tía Juanita, pero conseguí pasaje para la noche, y llegué hace un rato, y perdonáme por los nervios que te hice chupar, te juro que no te lo hago más, Carlitos, perdonáme, y yo diciéndole calláte, boludo, calláte, con la garganta hecha un nudo, y abrazándolo para que no me viera los ojos, porque llorar, vaya y pase, pero llorar delante de los amigos jamás; y el mundo haciendo click y volviendo a encastrar justito en su lugar, el cosmos desde el caos, los amigos cumpliendo, cerrando círculos abiertos en la eternidad, cuando uno tiene catorce y dice ‘ta bien, te acompañamos, así no te da miedo.

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Como Tito llegó cambiado, tiró el bolso detrás del arco y se vino para el mediocampo, para sacar conmigo. Cuando le faltaban diez metros, le toqué el balón para que lo sintiera, para que se acostumbrara, para que no entrara frío (lo último que falta ahora, pensé, es que se nos lesione en el arranque). Se agachó un poquito, flexionando la zurda más que la diestra. Cuando le llegó la bola, la levantó diez centímetros, y la vino hamacando a esa altura del piso, con caricias suaves y rítmicas. Cuando llegó al medio, al lado mío, la empaló con la zurda y la dejó dormir un segundo en el hombro derecho. Enseguida se la sacudió con un movimiento breve del hombro, como quien espanta un mosquito, y la recibió con la zurda dando un paso atrás: la bola murió por fin a diez centímetros del botín derecho.

RECIÉN AHÍ LEVANTÉ LOS OJOS, Y ME ENCONTRÉ CON EL ROSTRO DESENCAJADO DEL BEBÉ, QUE MIRABA SIN QUERER CREER, PERO CREYENDO. EL PETISO GALÁN, PARADO DE OCHO, TENÍA CARA DE VELORIO A LA MADRUGADA. ELLOS ESTABAN MUDOS, COMO ATONTADOS.

Ahí entendí que les habíamos ganado. Así. Sin jugar. Por fin, diez años después íbamos a ganarles. Los tipos estaban perdidos, casi con ganas de que terminara pronto ese suplicio chino. Cuando vi esos ademanes tensos, esos rostros ateridos

que se miraban unos a otros ya sin esperanza, ya sin ilusión ninguna de poder escapar a su destino trágico, me di cuenta de que lo que venía era un trámite, un asunto concluido.

Mientras el árbitro volvía

a mirar a cada arquero, para iniciar de una vez por todas ese desafío memorable, Josesito, casi en puntas de pie junto a la raya del mediocampo, le sonrió al Bebé, que todavía lo miraba a Tito con algo de pudor y algo de pánico: “¿Y, viste, jodemil...? ¿No que no venía? ¿no que no?”, mientras sacudía la cabeza hacia donde estaba Tito, como exhibiéndolo, como sacándole lustre, como diciéndole al rival moríte, moríte de envidia, infeliz.

Pitó el árbitro y Tito me la tocó al pie. El petiso Galán se me vino al humo, pero devolví el pase justo a tiempo. Tito la recibió, la protegió poniendo el cuerpo, montándola apenas sobre el empeine derecho. El petiso se volvió hacia él como una tromba, y el Bebé trato de apretarlo del otro lado. Con dos trancos, salió entre medio de ambos. Levantó la cabeza, hizo la pausa, y después tocó suave, a ras del piso, en diagonal, a espaldas del seis de ellos, buscándolo a Gonzalito que arrancó bien habilitado.

Agradecemos a Eduardo Sacheri, así como a “Santillana Ediciones Generales SA de CV” y su área legal, por las facilidades otorgadas para la reproducción total del cuento ‘Esperándolo a Tito’.

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