AÑO 9 • NÚMERO 114• NOVIEMBRE 2018...Somos, indudablemente, un milagro en todos los aspectos;...

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AÑO 9 • NÚMERO 114• NOVIEMBRE 2018

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AÑO 9 • NÚMERO 114• NOVIEMBRE 2018

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/mascultura @revistaLeemas

/revistaleemasdegandhi @revistaleemas

En portada:Diseño inspirado en la película Eterno resplandor de una mente sin recuerdos, Focus 2004, Michel Gondry. En colabo-ración con Federico [email protected]

Jane Austen dijo de la memoria: “¡La me-moria es a veces tan fiel, tan servicial, tan obediente y, otras, tan veleidosa, tan flaca... y otras aún, tan tiránica e ingobernable! Somos, indudablemente, un milagro en todos los aspectos; pero nuestra facultad de recor-dar y de olvidar me parece algo particular-mente insondable.”

Y sí, la memoria es más que la capacidad de almacenar y recuperar información. La memoria, ese enigma que aún no enten-demos completamente, forma parte de lo que somos en sentido físico, psicológico y cultural. En este número la memoria es la protagonista con todas sus facetas: cuando actúa como conciencia y se vuelve poesía para no olvidar, o cuando se vuelve un legado en forma de diarios y memorias escritas, e incluso cuando es una embustera que nos lleva a trampas y engaños, que nos convierte en otros que no somos porque distorsiona los hechos.

Y aunque tal vez sería más prudente oír el consejo de Julio Cortázar: “Jamás deberíamos hablar de nuestra memoria, porque si algo tiene es que no es nuestra; trabaja por su cuenta, nos ayuda engañándonos o quizá nos engaña para ayudarnos”, te invitamos a leer las páginas siguientes para descubrir que la memoria no es sólo es esa parte del cerebro que nos lleva a contener y evocar un mon-tón de recuerdos –datos, suceso, olores– es parte de nuestra esencia.

Yara Sánchez De La Barquera

EDITORIAL / MEMORIA

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Editor responsable: Yara Beatriz Sánchez De La Barquera Vidal, Información: (55) 5413 0397, Ventas Publicidad: (55) 5335 1327. Editado por www.taraediciones.com Correo electrónico: [email protected], Distribución: Librerías Gandhi, S.A. de C.V., Dirección: Benjamín Franklin 98, Piso 1 y 3, Escandón, Delegación Miguel Hidalgo, 11800, Mexico, D.F. Número de Reserva al Título ante el Instituto Nacional del Derecho de Autor: 04-2009-051820092500-102. Certificado de Licitud de Título No. 14505 y Certifi-cado de Licitud de Contenido No. 12078 expedidos en la Comisión Calificadora de Publicaciones y Revistas Ilustradas de la Secretaría de Gobernación. Registro Postal EN TRÁMITE. Preprensa e impresión: Multigráfica Publicitaria S.A. de C.V. en Avena núm.15 Colonia Granjas Esmeralda. Iztapalapa. C.P. 09810, México D. F. Título incorporado en el Padrón Nacional de Medios Impresos de la Secretaría de Gobernación. Queda prohibida la reproducción parcial o total, directa e indirecta, por cualquier medio o procedimiento, del con-tenido de la presente obra, sin contar con la autorización previa, expresa y por escrito del editor, en términos de la legislación autoral y, en su caso, de los tratados internacionales aplicables, la persona que infrinja esta disposición se hará acreedora a las sanciones correspondientes. El contenido de los artículos es responsabilidad de los autores. Librerías Gandhi y la casa editorial se deslindan de los mensajes expresados en los espacios publicitarios cuya responsabilidad pertenece al anunciante. Hecho en México.

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Entrevista aJuan Villoro12 Martín Solares: Se me

olvidó que te olvidé14

ÍNDICE

8 El librero de Valeria Gallo

16 La piel de recordar / Itzel Mar

18 Entrevista a Sonya Yoncheva / Hugo Roca Joglar

20 Reseñario / Novedades editoriales

22 Entrevista a Héctor Zagal / Fabián Aranda

24 Oliver Sacks y las trampas de la memoria / Rayo Ramírez

26 Escritores memoriosos / Sergio Téllez-Pon

28 Matria, de Fernando Llanos / Carlos Blas-Galindo

30 Memoria, desmemoriada, memorándum... / K. Chacek

32 Eres lo que recuerdas / Raquel Castro

34 Caballé, la diva de todos / Osiris Domínguez

36 Nostalgia de lo que no hemos vivido / Sandra Lorenzano

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¿Cuál es el libro más raro que tienes?Creo que uno de Katsumi Koma-gata que se llama Little Tree (One Stroke). Es un libro pop-up que narra la vida de un árbol a través de los años; es bellísimo, con toda la estética minimalista oriental. Otro, que pertenece a Alfonso, mi compañero, es una colección del novelista gráfico Chris Ware; me encanta, es una caja grande que contiene libros de historietas en distintos formatos.

¿Qué escritor es el que más se en-cuentra en tu biblioteca?Varios, tengo mucho de José Sara-mago, es uno de mis escritores fa-voritos; tenemos bastante a Cor-tázar también. Y por supuesto a Miguel Ángel Gallo, mi padre, que ha escrito bastante de historia.

¿Hay algún libro que has leído varias veces o al que has regresado más de una vez?Son varios. El Evangelio según Jesucristo (Alfaguara), de Sara-mago, lo leí dos veces; Cien años de soledad (Diana); Una habita-ción propia (Austral), de Virginia Woolf; Camino a casa (FCE) de Jairo Buitrago, éste es un álbum al que siempre regreso, lo pongo de ejemplo en mis clases de narrativa gráfica porque para mí es el libro álbum perfecto.

¿Qué libros no terminaste de leer?Muchos. Si un libro no me atrapa o hay algo en él con lo que no pue-do lo dejo. Por ejemplo La grieta (Debolsillo), de Doris Lessing. Es una escritora que me gusta, pero ese libro me ha costado mucho trabajo, es muy fuerte para mí. Hay otros que tienen sus tiempos, o sus estados de ánimo. Tampoco he podido terminar Tokio Blues (Tusquets), de Murakami.

¿Conservas algunos de los libros con los que iniciaste tu biblioteca?En primer lugar todo Mafalda. Conservo con mucho cariño libros que me marcaron en mi infancia y adolescencia. Uno es Matías y el pastel de fresas (Liberalia), de Palomo, y el otro es una historieta de Una canción de Navidad (Cla-sicomics), de Dickens, ilustrada

por un dibujante español llamado Chiqui de la Fuente.

¿Hay algún libro o edición que tenga un valor especial para ti?Muchos tienen un valor especial y distinto. Hay dos libros que a Patricio, mi hijo, le gustaban de pequeño y volvía y volvía las pá-ginas, tanto que muchas las rom-pió y tuve que pegarlas con cinta adhesiva. Tengo un ejemplar de Las intermitencias de la muerte (Alfaguara) que me firmó Sara-mago, que guardo mucho cariño; también un libro de cuentos de Cortázar que me regaló mi papá y un ejemplar de El misterio del so-litario (Siruela) que mi hermana consiguió que me firmara Jostein Gaarder.

¿Hay algún libro que te gustó pero que no volverías a leer?Hay uno que no volvería a leer porque me deprimió muchísimo: Hombre lento (Debolsillo), de J. M. Coetzee.

¿Has prestado algún libro que no regresa?, ¿lo has comprado otra vez?Soy muy compartida con mis li-bros. A mi mamá me gusta pres-tarle libros hermosos que compro y que sé que le van a gustar. Tam-bién le he regalado libros a mi so-brina Camila que luego ya no los consigo, por ejemplo El rey pájaro y otros esbozos (Barbara Fiore), de Shaun Tan. Pero no importa porque a ella le encanta.

¿Cuál es el momento ideal para que leas sin interrupciones?Casi no encuentro momentos largos para leer de corrido, busco más bien momentos a lo largo del día para ir leyendo. Cuando estoy sola, por ejemplo procuro hacerlo en las mañanas del fin de semana, o meterme a un café con el úni-co propósito de leer (sin llevar libreta de bocetos). A veces ya en cama en la noche. Y también depende qué esté leyendo.

¿Viajas con libros?Siempre; mi equipaje incluye inva-riablemente libreta para dibujar y libro. Además casi siempre com-pro alguno en el viaje. +

Valeria estudió diseño en la Escuela de Diseño del Instituto Nacional de Bellas Artes, donde definió su perfil profesional: la animación y la ilustración. Formó parte del departamento de diseño de Once Niños y sus ilustraciones aparecen en libros de editoriales de México, España y Brasil. En el 2011, ganó el primer lugar en el Catálogo de Ilustradores de Conaculta.

El librero de... Valeria Gallo

Ve la entrevista en mascultura.mx

El que no leería de nuevoLa sedPaula BonetEditorial LunwergEs una novela gráfica maravillosa, lo hojeo mucho porque su dibujo es impresionante, pero el texto es muy fuerte, no creo que lo pudiera volver a leer.

Ojo de lector

Ilustración cortesía de la autora.

El que no prestaríaEl pequeño teatrode Rébecca Rébecca DautremerEdelvivesEs un librito con muchos suajes muy delicados. Ese ni a mi papá se lo prestaría, a mi mamá sí porque sé que es muy cuidadosa.

El gusto culposoSí, ya me acuerdo.MemoriasMarcello MastroianiEdiciones BSoy su fan, era uno de mis amores platónicos. Es una autobiografía, y la verdad es que después de leerlo no he podido deshacerme de él.

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LOS+VENDIDOSFICCIÓN NO FICCIÓN

JÓVENES

SÁLVESE QUIEN PUEDAAndrés OppenheimerDEBATECon una prosa vibrante y lúcida, Andrés Oppenheimer encara un fenómeno que transformará radicalmente la sociedad: es probable que, en las próximas dos décadas, casi la mitad de los trabajos sea reemplazada por computadoras con inteligencia artificial. Aboga-dos, contadores, médicos, comunicadores, vendedores, banqueros, maestros, obreros, restauranteros, analistas, choferes, meseros, tra-bajadores y estudiantes... tiemblen o prepárense. En su nueva obra, Oppenheimer detalla qué y cómo ocurrirá, a qué ritmo y qué países sufrirán más por el golpe.

PEDRO PÁRAMOJuan RulfoEDITORIAL RMPedro Páramo recoge lo más profundo de México y las formas y técnicas literarias más avanzadas de su siglo. Pocas obras tocan al lector mexicano como ésta, considerada también un clásico de la literatura universal. Pedro Páramo tuvo una larga gestación: Rul-fo la menciona por primera vez en una carta de 1947. En 1954 publica adelantos de la misma en tres revistas y en 1955 aparece como libro.

ANOCHE EN LAS TRINCHERASAlberto Villarreal

PLANETA

JAQUE AL PSICOANALISTAJohn KatzenbachEDICIONES BLa esperada continuación de El Psicoanalista. Han pasado cinco años des-de que el doctor Starks acabó con la pesadilla que casi le cuesta la vida y que arrasó con todo lo que había sido hasta entonces, descubriéndole las facetas más oscuras del alma humana, también la suya. Desde entonces, ha logrado reconstruir su vida profesional en Miami. Sin embargo, una no-che, descubre tumbado en el diván a aquel al que había dado por muerto: Rumplestilskin, pero esta vez no busca acabar con él sino solicitar su ayu-da. Por supuesto, no va a aceptar un no por respuesta.

21 LECCIONES PARA EL SIGLO XXIYuval Noah HarariDEBATE¿Cómo podemos afrontar los peligros del cambio climático, las guerras nucleares o las tecnologías disruptivas? ¿Conseguiremos resistir a las noticias falsas o a la amenaza del terrorismo? ¿Qué debemos enseñar a las nuevas generaciones? Con la misma prosa inteligente, fresca y pro-vocativa, Harari vuelve con 21 lecciones que se centran en el desafío de mantener nuestro enfoque colectivo e individual frente al constante y desorientador cambio que estamos viviendo.

MOMOMichael EndeALFAGUARA

UNO SIEMPRE CAMBIA AL AMOR DE SU VIDA (POR OTRO AMOR O POR OTRA VIDA)

Amalia Andrade ArangoPLANETA

PERSEGUIR LA NOCHERafael Pérez Gay SEIX BARRALCáncer: quizá la palabra más impactante que podemos escuchar. Y es precisamente de lo que habla Rafael Pérez Gay cuando le diagnosticaron esta enfermedad. Con ella regresa a su oficio de letras en tanto su cuerpo es lugar de lucha: un asesinato ocurrido un siglo atrás, en el cual el grupo de los poetas modernistas estu-vo involucrado, lo conduce por las calles del Centro Histórico de la Ciudad de México y comprueba que el pasado y el presente son dos trenes que transitan por la misma vía.

PORFIRIO DÍAZ: SU VIDA Y SU TIEMPO IICarlos Tello DíazDEBATEEl libro que relata los años trágicos de Porfirio en la finca de La Noria; el fracaso de su rebelión contra Juárez; su paso por La Habana, Nue-va York y San Francisco; las vicisitudes que vivió hasta triunfar en la revolución que lo llevó a la presidencia. Narra la defensa que hizo de la patria frente a la amenaza de guerra con los Estados Unidos y rescata, también, el telegrama en clave donde ordenó reprimir la rebelión de Veracruz, que pasó a la historia con la frase “Mátalos en caliente”.

EL MAPA PARA ALCANZAR EL ÉXITO John C. MaxwellGRUPO NELSONUn libro que le ayudará a transitar el camino para el que fue creado, seguir hacia delante, vivir sus sueños y ¡terminar ganador! Apren-derá a preparar el equipaje, sobreponerse a los desvíos, incluir a su familia en el viaje y establecer importantes relaciones profesionales en el camino. Maxwell incluye también preguntas y ejercicios bien elaborados que le ayudarán a agudizar sus pensamientos, planear sus métodos y avanzar.

DONDE HABITAN LOS ÁNGELESClaudia Celis

SM DE EDICIONES

LOS CUATRO ACUERDOSMiguel RuizEDICIONES URANOHace miles de años los toltecas eran conocidos como “mujeres y hombres de conocimiento”. Por fortuna, su conocimiento esotérico fue conservado y transmitido de una generación a otra por distintos linajes de naguales. Ahora, el autor, un nagual del linaje de los Gue-rreros del Águila, nos comparte las enseñanzas de los toltecas y nos propone un sencillo procedimiento para eliminar aquellas creencias heredadas que nos limitan y sustituirlas por otras que responden a nuestra realidad interior.

LAS BATALLAS EN EL DESIERTOJosé Emilio PachecoERAHistoria de un amor imposible, esta magistral novela involucra aspectos como la corrupción social y política, el inicio del México moderno y la des-aparición del país tradicional. Rescate de las memorias individuales y co-lectivas de una ciudad a la que José Emilio Pacheco amó profundamente, recrea sin nostalgia y denuncia de manera implacable los cambios y sus sinrazones. Desde su aparición asombró por su aparente sencillez, esa que esconde una estructura compleja y llena de complicidades con el lector.

LA MUERTE DEL COMENDADORHaruki MurakamiTUSQUETS EDITORESEn plena crisis de pareja, un retratista de cierto prestigio abandona Tokio. Confuso, deambula por el país hasta que un amigo le ofrece instalarse en una pequeña casa aislada en el bosque, que pertenece a su padre, un pin-tor famoso. En esa casa, tras oír extraños ruidos, el protagonista descubre un cuadro, envuelto y con una etiqueta en la que se lee: “La muerte del comendador”. Cuando lo desenvuelve se abre ante él un extraño mundo donde la ópera Don Giovanni, el encargo de un retrato, una tímida adoles-cente y un comendador, sembrarán de incógnitas su vida.

DI HOLAGermán Garmendia

PLANETA

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LOS+VENDIDOSELECTRÓNICOS ARTE

NIÑOSCUENTOS DE BUENAS NOCHES

PARA NIÑAS REBELDESElena Favilli/ Francesca Cavallo

PLANETA

MANUAL PRÁCTICO PARA EL ESTUDIODE LAS CLAVES DE SOL, FA Y DOGeorges DandelotMUSICAL IBEROAMERICANAManual práctico para el estudio de las claves de Sol, Fa y Do. En una forma muy simple Georges Dandelot nos explica las tres diferentes claves en que se escribe la música (Sol, Do y Fa). Con este libro, complementado con ejercicios, podremos comprender el penta-grama en cada una de las claves, dónde se encuentran las notas y el porqué de cada clave, así como qué instrumentos las utilizan.

JUGUEMOS A LEERRosario Ahumada

TRILLAS

EL DESPERTAR DE LA FAMILIAShefali TsabaryB DE BOOKSLa nueva obra de la autora de Padres conscientes, superventas del New York Times, ofrece un plan radicalmente transformador que muestra a los padres cómo criar a sus hijos para que estos desarrollen de forma óptima su carácter más auténtico. Este libro ayuda a superar los temores acer-ca de la crianza de los hijos para convertirnos en la madre y el padre que siempre quisimos ser: completamente presente y consciente. Proporcio-na estrategias prácticas y ejemplos de la vida real.

EL SUTIL ARTE DE QUE TE IMPORTE UN CARAJ*Mark MansonHARPERCOLLINSDurante los últimos años, Mark Manson –en su popular blog– se ha afanado en corregir nuestras delirantes expectativas sobre nosotros y el mundo. Ahora en este libro nos ofrece su intrépida sabiduría y nos re-cuerda que los seres humanos somos falibles y limitados, nos aconseja que reconozcamos nuestras limitaciones y las aceptemos, pues esto, según él, es el verdadero origen del empoderamiento.

LOS PERROS DUROS NO BAILANArturo Pérez-Reverte ALFAGUARAEn esta asombrosa novela negra, divertida, tierna y sobrecoge-dora de principio a fin, Arturo Pérez-Reverte narra con increíble maestría la aventura de un perro en un mundo diferente al de los humanos, donde rigen las mejores reglas –lealtad, inteligencia y compañerismo– y están desterradas toda corrección política o convención social. Un mundo en el que a veces hay clemencia para los inocentes. Y justicia para los culpables.

SÁLVESE QUIEN PUEDAAndrés OppenheimerDEBATECon una prosa vibrante y lúcida, Andrés Oppenheimer encara un fenómeno que transformará radicalmente la sociedad: es proba-ble que, en las próximas dos décadas, casi la mitad de los trabajos sea reemplazada por computadoras con inteligencia artificial. Abogados, contadores, médicos, comunicadores, vendedores, banqueros, maestros, obreros, restauranteros, analistas, choferes, meseros, trabajadores y estudiantes... tiemblen o prepárense. En su nueva obra, Oppenheimer detalla qué y cómo ocurrirá, a qué ritmo y qué países sufrirán más por el golpe.

¿QUÉ VOY A COCINAR HOY?NESTLÉEl segundo volumen de la colección de Recetas Nestlé. 100 recetas diferentes inspiradas en platillos tradicionales y nuevos de la coci-na mexicana de fácil preparación y rico sabor con tan sólo seguir los pasos indicados y para compartir con toda la familia. Aprende a preparar entradas, sopas y cremas, platos fuertes, bebidas y postres con ingredientes mexicanos para cocinar cualquier día de la semana.

PAN ARTESANAL EN CASAIrving Quiroz LAROUSSE EDICIONESEl experto en repostería y panadería mexicana, Irving Quiroz, quien entre otras cosas fue el representante de México en las Olimpiadas Culinarias Mexicanas, llega con un nuevo título dedicado al pan ar-tesanal. Una colección de más de 50 recetas, ilustradas con fotogra-fías, que permitirán a cualquiera explorar el arte de la panadería sin requerir de equipo profesional. Imperdible para los amantes del de-licioso pan mexicano, pues las recetas fueron recabadas de diversas tradiciones familiares.

GRAVITY FALLS: DIARIO 3Disney

PLANETA JUNIOR

LAS MEDIDAS DE UNA CASA: ANTROPOMETRÍA DE LA VIVIENDAXavier Fonseca PAX MÉXICO¿Cuánto debe medir una escalera, cuáles son las dimensiones ade-cuadas de un área de circulación o el tamaño ideal de los muebles? Este título de Xavier Fonseca resultará enormemente útil para todos aquellos que estén pensando en construir o remodelar una vivienda. Análisis de mobiliario, diseño urbano, control ambiental e inclusive el uso de energía solar, son algunos de los detalles considerados por el autor para guiarnos en el interesante universo de la antropometría.

JAQUE AL PSICOANALISTAJohn KatzenbachEDICIONES BLa esperada continuación de El Psicoanalista. Han pasado cinco años des-de que el doctor Starks acabó con la pesadilla que casi le cuesta la vida y que arrasó con todo lo que había sido hasta entonces, descubriéndole las facetas más oscuras del alma humana, también la suya. Desde entonces, ha logrado reconstruir su vida profesional en Miami. Sin embargo, una no-che, descubre tumbado en el diván a aquel al que había dado por muerto: Rumplestilskin, pero esta vez no busca acabar con él sino solicitar su ayu-da. Por supuesto, no va a aceptar un no por respuesta.

EL DIARIO DE FRIDA KAHLO: AUTORETRATO ÍNTIMOCarlos FuentesLa Vaca IndependientePublicado por primera vez en su totalidad, refleja los últimos diez años de una vida turbulenta. Este documento, a veces apasionado, otras sorprendente e íntimo, custodiado bajo llave durante apro-ximadamente cuarenta años, revela nuevos rasgos de la compleja personalidad de esta destacada artista mexicana. El diario recoge los pensamientos, poemas y sueños de Frida, al tiempo que pone de manifiesto la tormentosa relación que mantuvo con Diego Rivera, todo enmarcado con acuarelas que muestran el proceso creador de la pintora.

CUENTOS DE BUENAS NOCHES PARA NIÑAS REBELDES 2

Elena Favilli/ Francesca CavalloPLANETA

VISTMOND: EL CUARTEL DE LOS SUEÑOS

La Bala (Isabella de La Torre)ALTEA

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Por Fabián Aranda

A pocos días de haber sido laureado en la primera edición del Premio Jorge Ibargüengoitia de Literatura, Juan

Villoro nos sorprende con el lanzamiento de un nuevo libro: El vértigo horizontal. Obra que, como buena parte de la literatura de Ibargüengoitia, se asoma a los recovecos de “lo mexicano”, más específicamente de “lo chilango”. No es un tema nuevo en la

trayectoria de Villoro pues, como recuerda, “he escrito mucho sobre la ciudad: cuentos; una novela, El disparo de Argón (Anagra-ma), que se ubica en un barrio imaginario de la Ciudad de México; pasajes de otras novelas que ocurren aquí; mi libro Tiempo transcurrido (FCE), de crónicas imaginarias, registra circunstancias en distintas colonias; como cronista de futbol he escrito sobre los estadios… en fin, la ciudad siempre ha estado presente en mi trabajo. Pero quería escribir

un libro específicamente sobre la Ciudad de México. Empecé a trabajar con estos textos hace veinticuatro años y a partir de entonces seguí cubriendo esta ciudad y reflexionando sobre ella”.

Más de dos décadas de textos están al-bergados en un libro singular que, señala su autor, “se recorre igual que una ciudad: tiene ciertos ejes temáticos que son como líneas del metro. Está la línea de Personajes en la que te puedes adentrar en la vida de los

para recordarla y viceversa

La memoria juega a las escondidas, es caprichosa y

no siempre puedes atraparla. Te permite recuperar el

pasado pero te puede llevar a mitificarlo. Entonces tienes que luchar contra tu propia

nostalgia.

VOZ EN OFF

Explicarla ciudad

“Vives un poco en la ciudad de la memoria y te acuerdas de lugares que estuvieron ahí”, nos

explica Juan Villoro. Para los habitantes de la Ciudad de México esta frase convive con el desafío

de sobrevivir a sus vertiginosos cambios. Cambios que, cuando nos detenemos a apreciarlos, nos

generan una curiosa sensación: vértigo.

Ve la entrevista en mascultura.mx

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merengueros, los limpiadores de alcan-tarillas, los vulcanizadores, los merolicos, etcétera. Otro eje tiene que ver con los So-bresaltos de la ciudad: el terremoto, los in-cendios, la epidemia de la gripe tipo A. Uno más son las grandes Ceremonias: la Semana Santa en Iztapalapa, el Grito… y así suce-sivamente. Lo puedes recorrer en partes, de principio a fin, perderte en él o buscar lo que te interese”.

Azaroso como la propia ciu-dad que aborda, El vértigo hori-zontal nos lanza en sus prime-ras páginas una idea profunda y harto compleja: “Escribir sobre ella –sobre la Ciudad de Méxi-co– significa inventarle explica-ciones”. La frase me dio vueltas en la cabeza varios días y, no bien comen-zamos la entrevista, le pedí que ahondara en ella: “La Ciudad de México desafía a la

experiencia humana y muchas veces te pre-guntas ¿por qué estoy aquí?. Esto parece un sinsentido: una ciudad peligrosa, dema-siado grande, contaminada, con embote-

llamientos terribles. Entonces le tenemos que inventar una causa. ¿Por qué estamos aquí? La ciudad nos está desafian-do todo el tiempo a encontrar ese sentido, porque aunque te da muchas cosas también te quita muchas otras. En esta negociación entre lo bueno y lo malo le inventamos razones a este espacio. La literatura le da explicaciones a un mundo que no las tiene: el universo es caótico y no tiene una aparente razón de ser; la realidad sucede sin que nosotros sepamos por

qué ocurre. La vida carece de sentido pero nosotros podemos dotarla de él. La Ciudad de México es uno de los espacios extraor-

¿Qué espacios quedaron fuera de este libro?

“El mundo de las cantinas, que a mí me ha parecido siempre apasionante; el mundo de los hoteles de paso, de los amores fugaces, ese mundo que habla tanto de la moral mexicana. También algunos espacios que me cautivan como Ciudad Universitaria.”

dinarios que existen para dotar de sentido a algo que aparentemente podría no tener-lo”, comparte Juan Villoro.

De acuerdo pero, ¿desde dónde explicarla? Una de las virtudes de este excelente libro, que sí o sí alimenta nuestro amor-odio por el otrora D.F., es que está contado desde dos miradas: “Hay dos registros fundamentales. Uno es muy personal y lo quería compar-tir: la entrañable ciudad de mi infancia, una ciudad de anécdotas personales, una ciudad en la que yo me escondía en un camión de leche en la época en la que los lecheros te-nían un gran prestigio erótico. Ese mundo ya desapareció y en él había una compañía de repartición de leche con un nombre inolvi-dable: El olvido. Yo me subía de polizón en la parte trasera con mi amigo Jorge Mondra-gón, esperando a ver dónde nos encontraba el lechero y nos bajaba del camión. El juego era, una vez que nos bajara, regresar al pun-to de partida sin saber dónde estábamos y sin tener dinero. Pero hay que tener cuidado porque la memoria juega a las escondidas, es caprichosa y no siempre puedes atraparla. Te permite recuperar el pasado pero te pue-de llevar a mitificarlo. Entonces tienes que luchar contra tu propia nostalgia para no caer en aquello de que todo tiempo pasado fue mejor”, relata Villoro.

Continúa el autor: “El segundo registro es más distanciado y es la mirada del cronista, la del periodista cultural que puede ir a distin-tos lugares para ver qué sucede ahí, un poco como testigo, como metiche, como colado. Esa mirada te permite ir al local de Paquita la del Barrio en la colonia Guerrero, a la Semana Santa de Iztapalapa, a Tepito a conocer la pi-ratería, a hablar con los niños de la calle, a dis-tintas zonas en las que no eres un especialista pero estás tratando de aprehenderlo. El libro combina las dos perspectivas y a veces las mezcla: la autobiografía y lo que estás tratan-do de aprender de una ciudad inabarcable”.

Mientras conversamos, los nombres de lu-gares desaparecidos surgen aquí y allá. Tras darle vueltas al asunto y como queriendo evitar la nostalgia, Villoro comenta: “Creo que todos los espacios que crean comunidad deben ser preservados. Muchos de ellos son de escala pequeña. En mi barrio, la miscelá-nea era como el ágora griega. Era el lugar de reunión y todo el mundo se juntaba ahí a pla-ticar y comentar las noticias. Hoy en día, esos pequeños negocios han sido sustituidos por tiendas de cadena. Eso es grave. También es muy grave la pérdida del espacio público. No hay muchas plazas públicas y muchos predios están siendo sustituidos por las plazas comer-ciales, que no me parece que sean espacios de convivencia. Sin embargo, la gente, porque no tiene otra posibilidad, va ahí a convivir. Me parece grave que estos espacios que se sustraen de la lógica de la ciudad, que le dan la espalda y que son santuarios del comercio, se estén convirtiendo en el espacio urbano dominante. Esto quiere decir que ya no hay ciudadanos, sino clientes o consumidores”. +

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Por Martín Solares

Me gusta la imaginación desde que tengo memoria. Creo que hasta po-dría enumerar mis cuatro recuerdos

literarios más preciados:

SE ME OLVIDÓ

Se le puede considerar

coleccionista de memorias,

recolector de recuerdos,

narrador de nuestros tiempos.

Cada uno de los textos de

Martín Solares nos habla de las

experiencias que no debemos

olvidar. Ahora nos comparte

eso momentos que considera

cruciales en su experiencia

como lector.

Aficionado a leer cómics, convenzo a mi ma-dre de que me regale una novela, la que sea, para averiguar si soy capaz de leer algo sin dibujos. Me encierro en mi recámara con un ejemplar de De la tierra a la luna, y antes de darme cuenta, inauguro mi vida imaginaria de lector literario: de pronto estoy en Florida, presenciando el lanzamiento de un cohete lu-nar, y han pasado tres o cuatro horas de vida real, aunque me haya parecido un instante en esa eternidad que llamamos literatura. El tiempo vuela cuando estás leyendo lo que otra persona imaginó. Si está bien construi-da, la ficción es un territorio donde los seres humanos no somos presa, sino dueños del tiempo. Podemos resumir diez años de tor-mentos en un solo párrafo o hacer que un beso que duró un instante se extienda tanto como toda la eternidad. Y mientras eso ocu-rre, avanzamos a toda velocidad, sin detener-nos, saltando y girando por los aires de vez en cuando, ramificando nuestra atención, multiplicando los puntos de vista que somos capaces de adoptar, convencidos de que eso que estamos viviendo –imaginado por los es-critores y recreado por nosotros mismos– es más importante que la vida propia, que nadie ha contado aún.

Tres años después, cuando agoto los libros de Julio Verne, de Mark Twain y O’Henry, conozco a un profesor de literatura que me habla con gran admiración de La Ilíada y me recomienda leerla dentro de unos diez años porque por el momento sería incapaz de en-tenderla, y porque tantas escenas de amor, pasión y heroísmo no eran entonces para mí. Por supuesto, no esperé ni medio día. Con ayuda de un diccionario, leí La Ilíada durante un par de semanas de un verano inolvidable, antes de terminar la primaria. Comprendo que algo fuera de lo común está sucediendo en esas páginas, aunque no pueda explicarlo; me consta que ese libro es admirable, porque no incluye un solo narrador con su lenguaje limitado, sino el testimonio de muchos pue-blos; no presenta la memoria de un héroe único, sino la de todos los que fueron a la guerra de Troya: los caídos y los vencedores, los humanos y los dioses, los guerreros pres-cindibles y los príncipes indispensables, las mujeres secuestradas por los hombres y las diosas que arrebatan la vida a los guerreros. Sigo tratando de entender esa magia. Creo que la buena literatura adopta muchas for-mas para contar la imaginación de otros, y se enriquece cuando uno puede percibir capas tan diversas, incluso contradictorias, de pun-tos de vista imaginarios.

UNO DOSQUE TE OLVIDÉ

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Luego de publicar cuentos muy malos bajo seudónimo, decidí publicar una novela muy buena bajo mi nombre –vaya, al menos lo intenté, y lo sigo intentando. Escribí ese pri-mer relato para leer la historia que nadie había contado: un asunto sombrío que ocurrió en mi ciudad natal, Tampico, Tamaulipas, en el Golfo de México. Una novela no tanto sobre la playa, las lagunas, el río y lo que sucede cuando mez-clas la cultura ganadera que come carne asada con la visión de los pescadores que desafían tormentas y tiburones bravos. Botas vaque-ras contra sandalias de plástico, un detective que debe internarse en la selva, las palabras importantes para quienes viven en esa ciudad. Y cuento un hecho escalofriante que asustó a todos los que fuimos niños en los setentas: la aparición de un asesino en serie en una ciudad en la que nunca sucedía nada. Pensé que sería un cuento de unas quince páginas, llamado “Mil lagunas tiene tu memoria”, pero resultó una novela de trescientas cincuenta cuartillas que exigió ser bautizada como Los minutos negros (Debolsillo).

SemblanzaMartín Solares es autor de un ensayo: Cómo dibujar una novela (Era); de un libro para niños: Los monstruos y tú (Nostra); y de tres novelas: Los minutos negros, No manden flores y Catorce colmillos (Random House), una novela policial sobre un detective que investiga un extraño asesinato en el agitado París de 1927.

“Cómo se nota que los mentirosos tienen

mala memoria...”

Carlos Treviño enNo manden flores

VOZ EN OFF

Entonces, para descansar de lo anterior, mi mente recuerda que tengo un compromi-so con un personaje francés, Pierre Le Noir, y hago lo que siempre quise hacer: imaginar que vivo en el París de 1927 y me veo obli-gado a entrevistar a surrealistas y dadaístas, a infiltrarme como falso reportero en una fiesta de los condes de Noailles, a seguir la pista de Man Ray y otros personajes reales en una aventura imaginaria que disfruto como si estuviera ocurriendo en el presente de la imaginación. Encuentro la voz de Le Noir, la registro lo mejor que puedo: dejo todo ahí para que otros la disfruten también.

Quienes escribimos novelas y cuentos es-tamos obligados a imaginar la memoria de los que no pueden hablar, pero también los recuerdos que todos querríamos vivir; a re-crear escenas que tuvieron lugar y aquellas que sólo existen por unos instantes en un sitio hecho de palabras, donde presenciamos lo que no ha sucedido, lo que queremos que ocurra, lo que pudo ser cierto, lo que desea-ríamos vivir. Ese lugar tiene muchas formas e intensidades, lo llamamos literatura.

Y en cuanto ponemos el punto final nos vaciamos de algo, cerramos la puerta, olvi-damos un poco. Eso que ocurrió y que nos

pareció tan verdadero al imaginarlo, poco a poco se volverá sólo palabras

para nosotros; tal como sucede con la vida misma, tal como es-cribió Borges en “El inmortal” (El aleph, Ediciones Gandhi). No-sotros escribimos y olvidamos,

por eso la literatura se completa cuando llegan los lectores, leen

esas palabras que ordenamos en un libro y recuerdan esa historia, reviven lo

que escribimos para ellos, se apropian de per-sonajes y aventuras que son para todos no-sotros, los que leemos o escribimos, los que estamos aquí. +

TRES CUATROCuando se desata la violencia en el Golfo, escucho tantas historias de horror en boca de mis amigos, y tantos silencios, que decidí dejar de lado cierta novela que escribía sobre Francia y dedicar ocho años de mi vida a ima-ginar lo que vivieron mis paisanos. El horror que vivieron nuestros seres queridos no de-bería ser olvidado, y el de nuestros paisanos tampoco: si no tratamos de registrarlo en la memoria, por lo menos a tra-vés de la literatura será imposible que imaginemos otro futuro. Aunque parezca una novela sobre el pasado reciente, mi segunda novela habla sobre el futuro que podría esperarle a cualquier ciudad y a cual-quier país que se olvida de usar la palabra justicia.

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Por Itzel Mar

Todo cuerpo tiene la forma de su memo-ria. La materia del ser es la suma de los recuerdos y los olvidos. De las funcio-

nes fisiológicas humanas, las que dan un so-porte vital, sin duda alguna, son respirar, dor-mir, comer y recordar; pero todas dependen de la última. Inspiramos, permitiendo que el aire nos abarque y nos complete de memo-ria; el corazón evoca el latido embrionario y, con exactitud, sabe cuándo contraerse y re-lajarse para dar paso a la vida que insiste; sin embargo, un día tiene un olvido y todo cesa. Olvidar es donde acaban los besos, las causas y el asombro. Y recordar (del latín re-cordis) significa volver a pasar por el corazón; es de-cir, continuamente despertar. Así, también, alimentarnos y dormir son necesidades, re-cuerdos que adquirimos para la subsistencia.

Dice Frida Kahlo en una car-ta a Diego Rivera: “¡Lo que fue, fue para siempre! Lo que es, son las raíces que se asoman transparentes, transformadas en un árbol frutal eterno”. El pasado nos reúne con nosotros mismos en un tiempo nuevo, mejor dicho, en un “destiem-po”, donde es posible apro-piarnos, definitivamente, de lo que perdimos. Las tareas de la memoria intervienen en todos los proce-sos cognitivos; permiten adquirir, codificar y recuperar datos a través de los sentidos. La percepción abre una puerta hacia el mundo interior del hombre; es ahí donde comienza el misterio de las historias que somos, la ficción de evocar.

A decir verdad, no somos quienes somos por nuestras vivencias, sino por la mane-ra peculiar en que cada uno ha entendido y

registrado cada suceso. La sensorialidad es fundacional, nos comunica con el mundo y es precursora de nuestros “eternos retornos”. El olfato, por ejemplo, es arcaico, nuestro siste-ma más animal de conocimiento y relación; su disposición nerviosa llega hasta el sistema límbico: red de neuronas asociada con estruc-turas cerebrales donde se procesan las emo-ciones, los impulsos. La invisibilidad facilita a los olores ocultar su implacable poder de se-ducción. En su ingravidez, un aroma es capaz de atravesar con impunidad nuestra piel hasta instalarse indefinidamente en los huesos de la memoria. Un olor no puede ser explicado, está lejos de la razón; sólo es posible sentir en él, poblarlo. Pablo Fernández Christlieb, poe-ta de la psicología colectiva, apunta: “Un olor

no se puede recordar, pero en cambio un recuerdo se puede oler, porque está hecho exac-tamente de esas imágenes que algún día se fueron a acurrucar a los pasadizos primitivos de la mente”. Así, de pronto, te con-viertes en ese perfume que te secuestra y todo tu cuerpo so-lloza de añoranza.

Las imágenes y los sonidos también nos hacen actuar con la memoria. Hay recuerdos entrañables que tienen la for-ma templada de una voz o se miran como se escucha la luz; porque en la sinestesia no sólo

se suman los sentidos, sino las emociones. Y hoy existen evidencias suficientes para creer que, al ir perdiendo la agudeza sensorial, per-demos también capacidades cognitivas; entre ellas, por supuesto, la memoria.

La vida es un volver de largo aliento. Y la nostalgia, el dolor suave con el que habitamos lo que ya no está. En la naturaleza, ese sen-timiento es compartido, aun cuando sólo se le atribuya al ser humano. Las tortugas mari-

nas, por ejemplo, siempre regresan a casa, a la playa donde nacieron, para reproducirse y poner sus huevos: machos y hembras vuelven aproximadamente treinta años después de haber partido; el apareamiento tiene lugar en aguas costeras, pero sólo las hembras saldrán del mar para desovar. Así es, a toda memoria le corresponde una nostalgia.

Los recuerdos nos completan y nos hora-dan, le dan volumen a la sangre y gravedad a las palabras. Los recuerdos están hechos de curiosidad e invenciones. También de re-presión y olvidos. Y para no olvidar del todo, creamos memorias anexas a la memoria, donde suspendemos los colores, la música, el movimiento; y somos capaces de atrapar esta hora y un beso. Por eso inventamos las artes y la tecnología. “El que no tiene memoria se hace una de papel”, dice García Márquez.

La única eternidad posible quizá sea recor-dar y, sin embargo, siempre está desgarrada por la duda de saber si en verdad sucedió lo que creemos que sucedió. Antes de Freud, el olvido valía como un acto de inocencia. Des-pués de Freud, toda inocencia es sospechosa hasta que no se demuestre lo contrario.

Pero no se olvida lo que aprendemos con el cuerpo. Cuando la poesía deja de ser comuni-cación y se convierte en contacto, nos abarca por completo y permanece. Les recomiendo leer Memorial de Ayotzinapa (Visor libros) de Mario Bojórquez; poesía de extraña belleza, versos que denuncian los hechos ocurridos en México el 26 de septiembre de 2014 y Li-bro centroamericano de los muertos (FCE) de Balam Rodrigo; poética testimonial del éxodo de los migrantes centroamericanos.

Leamos poesía, repitámosla en voz alta, como las letras de nuestras canciones favo-ritas, como las letras de los nombres de los desaparecidos. En este país de amnesias, un-témonos ungüento de poesía en la mirada, en contra de la desmemoria y de la muerte. +

@aegina23

I N F I N I T I V O S C U E R P O S I t z e l M a r

LA PIEL DE RECORDAR

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PARA VER Y OÍRAdore The Smashing Pumpkins(1998, Virgin Records)

Eterno resplandorde una mente sin recuerdosMichel Goundry/Charlie Kaufman

¿Qué pasaría si pudiéramos borrar de nuestra men-te todos los recuerdos de un amor que no funcio-nó? ¿Algunas personas aceptarían que una máquina desvaneciera todo rastro de aquella persona que le causa dolor y así iniciar una nueva vida, con la condición de que jamás recordarían de nuevo lo que olvidaron?

El tímido Joel Barish (Jim Carrey) inicia una tormentosa relación con la estrafalaria Clementine Kruczynski (Kate Winslet), dándole razón a la química de que los opuestos se atraen, y así esta singular pareja cae perdidamente enamorada. Pero con el tiempo sus diferencias se hacen mayores y la relación termina dejando un hueco irreparable en Joel; por suerte –y gracias a la magia de la ciencia ficción– existe un tra-tamiento para limpiar de la mente a esa persona que alguna vez se amó.

En una historia que destaca por su originalidad, Eterno resplandor de una mente sin recuerdos (2004) nos transporta a un momento en el que todo ser humano ha estado o va a estar: con el corazón roto y la irreparable sensación de perdida que se experimenta; ese mo-mento en el que desearíamos que el artefacto de borrar recuerdos existiera en realidad.

Michel Gondry y Charlie Kaufman son los creadores de un filme que rebasa las típicas historias de amor y al mismo tiempo el cine de ciencia ficción, haciendo una obra única en su tipo que, de no haber sido un increíble éxito comercial, podría clasificarse como un filme de culto. Ganadora de un premio de la Academia a mejor guión original. +

Por Adrián García@adrian_garciros

Los años noventa y los Smashing Pumpkins. Billy Corgan con melodías de guitarra que se vuelven oscuras y hermosas en el cuarto disco de la banda y uno de los sucesos más esperados en 1998.

Adore rompe con el sonido melodioso de los Pumpkins para sonar electrónico y mucho más gótico que sus antecesores. Influidos por la muerte de uno de sus integrantes por sobredosis y el despido de otro por el mismo tema, las letras se vuelven maduras y se tocan contenidos de mayor profundidad; según Corgan, ya no le habla a adolescentes.

“To Sheila” y “Crestfallen” fueron los dos sencillos lanzados que no tuvieron la recepción esperada por los fanáticos. Lo mismo pasó con la canción “Perfect”, que fue el ancla que unió el pasado de la agrupa-ción con el presente, dejando ver entre líneas una historia triste pero con instrumentos tocados con una calidez excepcional. Sin embargo, veinte años después se puede notar lo poco valorado que fue este disco, pues sin duda cuenta con la necesaria fuerza para ser un punto de referencia de la época, tanto visual como auditivo.

Adore fue nominado tres años consecutivos para un Grammy; la úl-tima vez fue derrotado por Hello Nasty, de los Beastie Boys, lo que nos hace entender lo originales y fuera de serie que fueron los noventas en la producción musical, volviéndose la puerta de entrada para la músi-ca actual y, sin duda alguna, la década que sobresale por su enorme poder creativo.

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Por Hugo Roca Joglar

La soprano búlgara Sonya Yoncheva se ha convertido en una cantante estelar del panorama operístico internacional.

Sus interpretaciones en los teatros más im-portantes del mundo (Metropolitan Opera de Nueva York, Royal Opera House de Lon-dres, Teatro alla Scala de Milán, Ópera de París y Staatsoper de Viena) destacan por su pasión expresiva, impecable técnica vo-cal y solventes actuaciones. Sobre su Vio-leta (La traviata de Verdi) en la Staatsoper de Berlín, el diario Die Welt aseguró: “es la Violeta más perfecta desde María Callas (...) probablemente es la mejor Traviata del mundo actual”.

Su repertorio incluye los papeles de Desdé-mona (Otelo de Verdi), Iolanta (ópera homó-nima de Chaikovsky), Medea (ópera homóni-ma de Cherubini), Norma (ópera homónima de Bellini), Tosca (ópera homónima de Pucci-ni), Popea (La coronación de Popea de Mon-teverdi), Elisabeth de Valois (Don Carlos de Verdi) y Mimi (La bohéme de Puccini).

Se presentará en México el 13 de noviem-bre en la Sala Nezahualcóyotl con la Orquesta Sinfónica de Minería bajo la batuta invitada del director venezolano Domingo Hindoyan. El concierto comprenderá arias y números orquestales desprendidos de óperas de Ju-les Massenet y Giacomo Puccini; destacan Un bel dì vedremo de la pucciniana Madama Butterfly, una de las arias para soprano más estremecedoras de la historia, y la Suite para orquesta de Le Cid (Massenet).

¿Consideras que tu temperamento artístico se acopla mejor con roles cómicos o dramáticos?En mi vida personal puedo ser muy alegre y bromista, ¡pero también puedo ser una tigre-sa!, así que me parece que mi temperamento encaja muy bien con ambos roles.

¿Cómo ha sido tu acercamiento a papeles trá-gicos del romanticismo italiano como Desdé-mona, Tosca o Violeta?

Las busco como mujeres. En mis acercamien-tos hacia ellas siempre intento entender su intimidad y el estado psicológico por el que atraviesan. Me pregunto cómo se sienten, por qué hacen lo que hacen o de dónde provienen sus sacrificios. En el caso de Desdémona, por ejemplo, suele pensarse que es una mujer débil que resulta la víctima, pero creo que posee la personalidad más fuerte de toda la ópera, pues muere por amor y nunca traiciona a su marido. ¡Para mí el débil ahí es Otelo! Siempre intento descifrar cómo actuaría yo en mi vida personal si atravesara por lo mismo que ellas.

¿De dónde proviene tu fascinación por el reper-torio barroco? A nivel vocal, ¿qué tan peligroso puede ser cantar sin la preparación adecuada a compositores como Handel y luego música belcantista? Empecé a cantar barroco desde niña y tuve el privilegio de poder estudiar con William Christie, uno de los grandes especialistas en

este tipo de repertorio. Me enamoré de esta música a primera vista. Es música que te exige mucha imaginación y disciplina. Debes tener conocimientos técnicos profundos para acer-carte a estas obras. En mi caso, no creo que sea peligroso abordar barroco y belcanto. Si lo haces con inteligencia, preparación y respeto, no hay ningún peligro.

En México cantarás a Massenet y Puccini, ¿cuál es el reto de pasar de repertorio francés a italiano en un mismo concierto?Para mí no hay reto en acometer ese cambio: Massenet y Puccini, a pesar de idiomas distin-tos, son hermanos musicales; siempre escri-bieron para la voz en un estilo muy similar. Así que programarlos en un mismo concierto se siente seguro y natural para mi voz.

Conoces al director venezolano Domingo Hin-doyan desde hace varios años, ¿cómo describi-rías su química musical?Domingo y yo somos artistas sinceros que profesamos una completa lealtad hacia la par-titura y la historia. Somos fieles a eso. Él es un maestro increíble y le da mucho sentido a lo que yo hago. Me conoce muy bien. Hacer música juntos es siempre impredecible, pero al mismo tiempo estamos en perfecta sintonía el uno con el otro.

¿Estás en contacto con la ópera búlgara?, ¿qué tan importante es para ti conocer y difundir la cultura operística de tu país?Es extremadamente importante, porque mi país es conocido por tener una increíble tra-dición operística y le ha dado al mundo voces fantástica. Yo me siento con la responsabilidad de visibilizar más esta tradición en el futuro. Para mí es súper importante que la gente sepa que soy de Bulgaria. +

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Puccini y Massenetson hermanos musicales

Con motivo de su debut

mexicano al lado de la Orquesta

Sinfónica de Minería hablamos

con Sonya Yoncheva, la nueva

sensación de la ópera mundial.

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PERSEGUIR LA NOCHERafael Pérez GaySeix Barral

Hace diez años, cuando Rafael Pérez Gay fue diag-nosticado con cáncer a los cincuenta de edad, se refugió en la escritura de esta novela que, sin que-rerlo de manera consciente, cerraría una trilogía familiar: Nos acompañan los muertos (una obra biográfica y literaria sobre el fallecimiento de sus padres), El cerebro de mi hermano (sobre su her-mano) y esta tercera entrega que él llama un “in-forme negro”, una clase de exorcismo para tener un acercamiento personal con la enfermedad.

Pérez Gay nos ofrece en este relato la historia de un escritor diagnosticado con cáncer que decide recorrer las calles del Centro Histórico de la Ciu-dad de México para seguir las huellas que dejaron escritores modernistas como Neruda, Tablada o

Leduc, durante sus noches de bohemia. En ese re-corrido de la memoria –mezcla de autobiografía y narraciones de andanzas bohemias del siglo XIX– el narrador descubre que el pasado y el presente son trenes que transitan por la misma vía.

En una entrevista, el autor confiesa: “Cuando la muerte te mira de cerca, te vuelve una sombra, un fantasma y todos esos escritores y esas almas ne-gras me ayudaron a regresar cuando ya me había encaminado hacia la muerte”.

Tal vez por eso, Perez Gay, en su personaje de investigador dentro de la novela decidió perseguir esa muerte para tratar de verla de frente, cuestio-narla y entenderla; perseguir esos fantasmas que –dicho en sus propias palabras– le salvaron la vida y le mostraron las distintas huellas que vamos de-jando atrás.

RESEÑ

AR

IO El país de la oscuridad Andrés Acosta El Naranjo

Cuando Ismael obtiene una beca para viajar a una colonia de ar-tistas jóvenes piensa que es como vivir en un sueño: el lugar es fantástico, sus compañeros increíbles; pero con el paso de los días descubre que no todo es lo que parece, ¿ha ganado un premio o será víctima de una maldición? Lo que parecía una grata aventura se torna en una atmósfera de pesadilla y fantasmas; y conocer a Gunda, una chica atractiva pero llena de misterios, comienza a transformarse de una historia de amor a una de terror.

Acompaña a Ismael en su viaje a un lejano y frío país lleno de maravillas naturales, pero también de peligros como una escarpa-da roca, símbolo de una oscura tradición.

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LA BUFANDA ROJAYves BonnefoySexto Piso

El último libro de este poeta, crítico lite-rario, ensayista, traductor y prosista fran-cés, reconocido entre otras cosas por sus traducciones de Shakespeare y por sus ensayos fundamentales sobre arte y artis-tas del Barroco y del siglo XX como Goya y Joan Miró.

En sus páginas, Bonnefoy nos lleva a través de los principales eventos del siglo XX: las guerras mundiales, los conflictos económicos y sociales de Europa, el sur-gimiento de la contracultura en Estados Unidos, las revueltas universitarias de la década de los sesenta; y nos los entrega con su poderosa prosa y su excepcional lucidez para analizarlos.

Al mismo tiempo, con una reflexión llena de detalles, nos lega su infancia, la relación con sus padres, sus frustraciones y la gran pasión y fe que sentía por la poe-sía. Un texto lúcido con ritmo descriptivo y sencillo, que nos lleva de la prosa a la poesía y viceversa.

“La bufanda roja no sólo es la autobio-grafía de uno de los mayores escritores franceses del siglo pasado, es también un libro que nos abre una vía –la vía de la palabra poética– para que logremos re-conciliarnos con el mundo y con nosotros mismos.”

EL CIELO COMPLETOSara SefchovichOceano

Un vertiginoso viaje por lo que significa ser mujer y escritora en un mundo donde política y culturalmente dominan aún los hombres. Poetas, narradoras, ensayistas, mujeres de distintas nacionalidades apa-recen en este mapa de escritura femeni-na, donde Sara Sefchovich cuestiona las ideas preconcebidas sobre la literatura escrita por mujeres y para ello reúne auto-ras tan disímbolas como sor Juana, Duras y Poniatowska.

Sin ocultar su afán de causar polémica, Sefchovich también muestra erudición y su intención de divulgar el conocimiento y la discusión.

NACIDO EN UN DÍA AZULMEMORIAS DE UN GENIO CON AUTISMODaniel TammetBlackie Books

El libro que dio a conocer a una mente prodigiosa. El autor, un genio matemático británico, nos narra su infancia y juven-tud, cómo descubrió quién era y de qué manera logró adaptarse al mundo que le rodeaba.

Tammet, considerado un prodigio por su facilidad en el desarrollo de cálculos matemáticos complejos y para el apren-dizaje de diversas lenguas, nos comparte un extraordinario relato desde una nueva perspectiva: el interior de la mente de un joven autista y con síndrome de Asper-ger de 27 años. A través de sus páginas descubrimos cómo a diferencia de otras personas con este tipo de síndromes, él ha sido capaz de llevar una vida normal y de relacionarse con otras personas.

EL COSMOS ARQUETIPALKeiron Le GriceAtalanta

Un libro que presenta una nueva com-prensión del papel que tienen los mitos y los principios arquetipales en nuestra experiencia diaria. Bajo los principios de la obra de autores como Jung, Campbe-ll, Tarnas, Capra y Bohm, este texto nos muestra una cosmovisión que unifica psi-que y cosmos, ciencia y espiritualidad. El autor sostiene que el desarrollo y la asimi-lación de una nueva cosmología pueden suministrarnos el marco necesario para descubrir el orden subyacente que mo-dela nuestras vidas. Es un ejercicio bien logrado de síntesis entre las ideas semi-nales de la psicología analítica y el nuevo paradigma de la ciencia.

“El cosmos arquetipal constituye una brillante y meticulosa síntesis de los avan-ces revolucionarios que se han producido en tres frentes: la psicología analítica, el nuevo paradigma dela ciencia y la astrolo-gía arquetipal.” Richard Tarnas

ALICIA UNDERGROUNDPatricio BetteoAlfaguara juvenil

Una versión de Alicia que no conocemos (ni esperábamos). Ahora, en busca por primera vez de algo (el primer amor, venganza, reconciliación) lucha por mantenerse viva y librar todos los absurdos horrores que se encuentra en su paso. Así, sin querer y dependiendo de la puerta que abra, Alicia termina buscando al Mago de OZ o encontrándose con los Niños perdidos.

Una historia llena de posibilidades, con mucho humor, en la que Alicia se multiplica en cada sendero que elige. Donde esas Alicias se encuentran y colapsan en muchas rutas, pero sólo una es la correcta. ¿Será capaz de encontrarse a sí misma?

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Por Fabián Aranda

Casi todas las recreaciones que te-nemos a la mano acerca de la Santa Inquisición suelen mostrarnos un or-

ganismo escalofriante, lleno de historias ra-yanas en lo macabro y, sobre todo, situado en una realidad que nos parece imposible, primi-tiva y muy lejana. Sin embargo, hay muchos rasgos que se pierden tras el velo del miedo y opacan la memoria histórica. Teniendo en cuenta esta situación, Héctor Zagal constru-yó una ficción histórica asombrosa. “Históri-ca porque las instituciones, el contexto y los acontecimientos son reales. Ficción porque la anécdota es inventada”, señala el autor.

El relato nos lleva hasta el siglo XVIII en la Nueva España, pero, comparte Zagal, “no es una novela colonialista al estilo de González Obregón o del Valle Arizpe, no se trata de viajar al pasado con nostalgia, sino de ver el mundo real de la Nueva España: canales que olían a asquerosidades y palacios llenos de oro y plata. Una sociedad terriblemente clasista;

una ciudad con las familias más ricas del mun-do y, al mismo tiempo, con inmensas masas de pobreza. En ese contexto de contrastes, el siglo XVIII es un momento de cambio”. Por supuesto, hubo quien se resistía a los cam-bios. “¿Quién es uno de los guardianes de la tradición, del poder?, policía del pensamiento religioso y político: la Santa Inquisición, que dependía de la corona española. ¿De qué tra-ta el libro? Del enfrentamiento del inquisidor, un dominico conservador, tradicional y temi-ble, contra un jesuita moderno, vanguardista y abierto que intenta recuperar el espíritu del cristianismo basado en el amor”, revela Zagal.

Aunque el pretexto es por demás intere-sante, las motivaciones de Héctor Zagal nos llevan por derroteros muy distintos a los que estamos acostumbrados. Al respecto, señala: “Me interesaba narrar a la Inquisición des-de la psicología de los personajes. Esto para mí era muy importante pues me inquietaba saber cómo era posible que un dominico fir-mara, con la mano en la cintura, la autoriza-ción para torturar a una anciana de setenta y

cuatro años de edad o a una niña de quince. Si era gente que propagaba la idea de que Dios es amor, ¿cuáles eran los mecanismos de justificación? Habría que contextualizar y contextualizar no significa justificar, porque un solo muerto es muchos. Las cifras más conservadoras sobre la Inquisición en México dicen que ejecutó a cuarenta y tres personas en tres siglos, las más agresivas señalan que fueron hasta ochenta y cinco”.

En segundo lugar, continúa el autor, “la tortura era algo que aplicaban todas las jus-ticias en todo el mundo: en China, en la India, en las Colonias Británicas. La Inquisición, en ese sentido, tenía un reglamento estricto. Suena macabro, pero sólo se aplicaban dos tipos de tortura: la del agua, antecedente del tehuacanazo, y una especie de potro. En ese contexto nos encontramos con que sí, era temible la Inquisición, pero no lo era tanto como lo pensamos. Otra cosa bien impor-tante es que la Inquisición era, sobre todo, un organismo político español. Y es que la Inquisición romana dependía del Papa, pero

RECORDAMOS

Entrevista a Héctor Zagal

Ya sea porque la historia oficial fue escrita

con ciertas mañas, porque hay procesos

que nadie ha investigado o, simplemente,

porque no cuestionamos lo que otros

“recuerdan”, sobre algunos capítulos

y personajes de la historia cae el peso

de la ignominia y el horror.

Tal es el caso de la Santa Inquisición,

organismo al que Héctor Zagal nos adentra

en su más reciente novela.

EL PASADONO ES COMO LO

Ve la entrevista en mascultura.mx

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No se trata de viajar al pasado con nostalgia, sino de ver

el mundo real de la Nueva España: canales que olían

a asquerosidades y palacios llenos de oro y plata. Una sociedad

terriblemente clasista; una ciudad con las familias más ricas

del mundo y, al mismo tiempo, con inmensas masas de pobreza.

Hay casos en que los que la Inquisición es acusada de

malversación de fondos y otros en los que gente se “fugaba”

a punta de billetazos, en esta bonita tradición mexicana.

la española dependía de la corona. Además había dinero de por medio, porque la Inqui-sición funcionaba de lo que embargaba. Hay casos en que los que la Inquisición es acusa-da de malversación de fondos y otros en los que gente se “fugaba” a punta de billetazos, en esta bonita tradición mexicana. En fin, es una institución profundamente humana: llena de vanidades, corrupta, burocrática. De hecho, gracias a que era burocrática pode-mos conocerla muy bien, pues el escribano tenía la obligación de tomar nota de todo y eso permite reconstruirla”.

Al margen del proceso de documenta-ción y reconstrucción, El inquisidor tiene un acierto aún mejor: su estructura policia-ca: “Hay un gran prejuicio el día de hoy en contra de la novela policiaca. Creo que es claramente un error porque la novela policia-ca tiene una estructura que no es cualquier cosa. Es muy complicado. Además, yo, Héc-tor Zagal, estoy aburrido de esas novelas ex-perimentales del tipo ‘Veinticuatro horas en la vida de un cenicero’. Creo que una novela

no es para sufrir, sino para gozar”. Finalmente, esta nueva zambullida en la

historia, este rascar en la memoria del país, nos permite encontrar parte de nuestra rea-lidad actual. “Por un lado está la burocracia, porque la burocracia virreinal es la madre de nuestra burocracia actual. También está el carácter pictocrático de nuestra sociedad y el tema de los protocolos. México es una sociedad de protocolos y de trato muy ba-rroco. En el siglo XVIII buena parte de México ya está fraguada: una sociedad muy religio-sa pero de doble moral, muy ceremoniosa y aristocrática; un disgusto por el trabajo manual, que sí lo hacemos y somos buenos, pero en el fondo todos queremos ser aboga-dos o contadores. Se encuentra también la tensión entre el norte, el sur y el centro del país. Además de esos detalles anecdóticos, como que la Ciudad de México siempre se inunda en verano y seguimos insistiendo en construir. Eso ya existía”, comparte Zagal. +

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DEL OLVIDOA LOS FALSOS RECUERDOS

OLIVER SACKS Y LAS TRAMPAS DE LA MEMORIA:

“Yo he hecho eso –dice mi memoria.

Yo no puede haber hecho eso –dice mi orgullo y permanece inflexible.

Al final la memoria cede.”

Nietzsche

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Por Rayo Ramírez

Es un hecho que nuestro cerebro está preparado para almacenar información de manera selectiva e infalible a corto y

largo plazo. Sin embargo la memoria es otra historia: es compleja, es frágil, a veces poco exacta, y como resultado nos pone trampas que a veces no somos capaces de distinguir.

¿Estamos seguros, por ejemplo, de que todos los recuerdos de infancia que forman nuestra memoria son completamente fieles a lo que pasó?, ¿cómo sabemos que no son producto de lo que nos han contado en la fa-milia todos estos años? Cuántas veces, como acto reflejo contra el olvido, distorsionamos los recuerdos que se han difuminado y los sustituimos por otros para ar-mar nuestro versión de lo vivido. Y es entonces cuando ambos –olvido y reinterpretación, por no decir distorsión– nos lle-van a esas trampas de nuestra memoria que son creadoras de otras realidades, de otros mun-dos, de otros yo.

Y en esta materia sin duda un es-tudioso apasionado –hasta su muerte– fue Oliver Sacks, neurólogo y observador incan-sable, que en sus libros y en decenas de en-sayos nos proporcionó un catálogo muy in-teresante de los claroscuros y trucos que nos juega la memoria.

Su obra, escrita con base en sus experien-cias en su labor profesional con pacientes de distintas enfermedades neurológicas pero también considerando sus experiencias per-sonales, siempre lo llevaba a la misma con-clusión: que aún no es posible entender al cien por ciento la complejidad de la memoria como una función primordial del cerebro.

En un ensayo que publicó en The New York Review of Books (“Speak, Memory”, 21 de febrero del 2013), donde colaboraba de manera regular, escribió: “Es sorprendente darse cuenta de que es posible que algunos de nuestros recuerdos más preciados nunca hayan sucedido, o que le hayan ocurrido a alguien más. Sospecho que muchos de mis entusiasmos e impulsos, que parecen total-mente míos, surgieron de las sugerencias de otros, que me influyeron poderosamente, consciente o inconscientemente, y luego fue-ron olvidados”.

En ese mismo ensayo reflexiona sobre lo que él llama los “falsos recuerdos” y so-bre la falta de algún mecanismo neurológi-co que asegure que nuestros recuerdos son una reproducción puntual de nuestras ex-periencias. Señala que lo que guardamos de esos momentos depende tanto de nuestra imaginación como de nuestros sentidos, no son reproducidos ni “grabados” fielmente en nuestra mente y que el cerebro es incapaz de guardar la “verdad histórica”. Es decir, los recuerdos se experimentan de manera sub-jetiva en cada persona, y lo que es más, se van modificando cada vez que el individuo lo experimenta de nuevo y lo reinerpreta en su memoria.

Y si eso reflexiona sobre su mente sana, en su icónico libro El hombre que confundió a su mujer con un sombrero (Anagrama), Sacks no deja de maravillarse –y maravillar-nos– con los juegos que la memoria le hace a sus pacientes y que lo llevan a notar el papel determinante que esa memoria tiene en los trastornos neurológicos y psicológicos.

En sus páginas nos acerca a otros fenó-menos de la memoria que nada tienen que ver con el olvido o la distorsión de la reali-dad. Ese es el caso de la reminiscencia o las alucinaciones experimentales, que Sacks nos ejemplifica por medio del caso de una ancia-na que, como resultado de una trombosis pequeña e imperceptible, empezó a escu-char de manera permanente melodías que podía identificar de la época de su infancia y que sólo ella oía.

Otro caso en ese sentido –que parece sa-lido de un thriller– es el que nos cuenta del hombre que sufrió una amnesia total después de matar a su novia, y que ya en libertad des-pués de cumplir su sentencia y como resul-tado de una lesión en la cabeza, de pronto recupera sus recuerdos, y todos los detalles macabros del asesinato que cometió se le re-velan en visiones retrospectivas, obsesivas y persecutorias. ¿Es que fue acaso un bloqueo total voluntario la primera amnesia?, se pre-gunta Sacks; entonces, ¿por qué de pronto la memoria parece traicionarlo y le hace ver lo terrible de sus actos? Un misterio que no se pudo resolver a pesar de los estudios y trata-mientos a los que se le sometió.

Todos los casos que Sacks nos presen-ta en su libro son interesantísimos: unos gemelos diagnosticados con autismo des-de niños con una memoria fotográfica (¡ambos!) para recordar cifras y fechas, el hombre que, a pesar de memorizar de manera inmediata todo lo referente a la música (incluido un diccionario musical Grove de nueve tomos), sus capacidades sociales eran las de un niño; la realidad es que si tienes el gran acierto de zambullirte en cada uno de lo veinticuatro casos de El hombre que confundió a su mujer con un sombrero –o en cualquier otro texto de Sacks– al final coincidirás con él en que el cerebro y sus funciones primordiales como la imaginación, la percepción y la memoria, aún representan un gran reto para nuestro entendimiento. +

“La vida primaria

de la memoria es emotiva

más que intelectual

y práctica.”John Dewey

VOZ EN OFF

“Con frecuencia, nuestra única verdad es la verdad

narrativa, las historias que nos contamos unos a otros

y nosotros mismos, las historias que continuamente reclasificamos y refinamos.”

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Por Sergio Téllez-Pon

“La memoria del cuerpo se despierta”, escribió en un verso Konstantino Kavafis. El poeta griego lo decía con

una intención sexual: los momentos eróticos despiertan en el cuerpo los deseos pero, como sucede en muchos de sus poemas, esas esce-nas le vienen a la mente al recordarlas mu-chos años después: “recuerda cuerpo cuánto te amaron”, escribió en otro de sus poemas más conocidos. Ahora bien, se puede ampliar la intención del primer verso. Ahora se sabe que la piel tiene memoria, que en las heridas y cicatrices que en alguna torpeza nos hici-mos la piel guarda una sensibilidad particular, que si volvemos a cortarnos o lastimarnos en el mismo lugar la piel reacciona de inmediato. Y también sabemos que el cuerpo tiene me-moria, o al menos eso dicen en el gimnasio cuando después de un tiempo se retoma una rutina de ejercicio y entonces los músculos vuelven a trabajar, vuelven a su ritmo de hin-charse y restablecerse.

La memoria es un elemento prescindible y muy valorado entre los artistas de prácti-camente todas las disciplinas: un músico, por ejemplo, debe poseer en su mente un amplio repertorio de piezas que pueda ejecutar en

cualquier momento, no sólo cuando debe seguir las partituras que tiene enfrente. Lo mismo puede decirse de los bailarines, quie-nes ejecutan muchas de sus coreografías luego de haberlas practicado con esmero y memorizado a conciencia. En los escritores la memoria no podía dejar de ser igualmente indispensable para escribir su obra literaria pero también –y sobre todo– sus libros bio-gráficos. En años recientes ha habido un re-nacimiento de los géneros biográficos. Por lo general, estos géneros no eran muy tomados en cuenta ni por los lectores ni por la indus-tria editorial; sin embargo, ahora se publican con más frecuencia diarios, memorias, bio-grafías, autobiografías y epistolarios de los más disímbolos creadores. Eso, desde luego, no quiere decir que no hayan existido ni se hayan publicado antes, es sólo que no tenían un papel tan central a la hora de estudiarse o incluso de reseñarse en las páginas de revistas literarias o suplementos culturales.

Algunos de los diarios más recordados son los de Henri-Fréderic Amiel, André Gide y Alfonso Reyes. El de Amiel es un caso curio-so pues era un modesto filósofo suizo que, al morir, se descubrió entre sus papeles un diario que había escrito en completa intimi-dad; se publicó bajo el título de Diario íntimo

y contiene muchas y muy lúcidas reflexiones sobre la vida y su sentido. Por su parte, Gide, Premio Nobel de Literatura en 1951, hacía público su diario conforme lo escribía aunque a veces omitía nombres o los cambiaba, no por autocensurarse sino porque era un jue-go que a él le gustaba practicar: que el otro protagonista o interlocutor se descubriera a sí mismo al leerlo, que el otro supiera a quién se refería Gide. En el caso de Reyes, la Uni-versidad de Guanajuato publicó en 1969 un pequeño tomo de su Diario; sin embargo, en años recientes han aparecido sus diarios com-pletos en siete tomos que, para poder publi-carlos, han tenido que sumarse igual número de instituciones culturales y académicas. La intención de don Alfonso en realidad era es-cribir unas memorias, así que usó este diario como cuaderno de notas que posteriormente desarrollaría para abundar en su vida perso-nal, pero también diplomática, cultural, po-lítica y literaria. Resulta curioso que al gran grafómano que fue don Alfonso Reyes este proyecto se le haya quedado trunco.

Sergio Pitol escribió en “Con Monsiváis el joven” sobre su muy temprana amistad con el cronista. En ese texto recuerda Pitol que ya desde finales de los años cincuenta el apodo de Monsiváis fue “Mr. Memory”. Lo anterior

ESCRITORESMEMORIOSOS

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porque es sabido que desde muy joven Car-los hizo gala de su extraordinaria memoria: recitaba un poema completo sin necesidad de leerlo o recordaba la estrofa de una canción (generalmente un bolero) en el momento justo en que alguien la pedía porque no la re-cordaba.

Años después, el mismo Pitol, no pocas veces auxiliado de sus diarios, tuvo que echar mano a su memoria para reconstruir algunos pasajes de su vida errante que le permitieran escribir sus libros de viajes y ensayos, o de ensayos narrados para decirlo con mayor pre-cisión. A diferencia de sus novelas y cuentos, que más que excentricidades parecen contar un chiste que sólo parece gracioso a quien lo cuenta, sus libros de ensayos narrados son más logrados e interesantes. En El arte de la fuga, El viaje y El mago de Viena, reunidos en el atinado título Trilogía de la memoria (Anagrama), Pitol cuenta muchos episodios de su vida, cuando vivió varios años fuera del

país primero por cuenta propia y luego en misio-nes diplomáticas. En esos libros Pitol va entreveran-do la narrativa de su vida con los momentos revela-dores de un viaje a su vez contados con los elementos del ensayo. Así, por ejemplo, en El viaje cuenta ciertamente un viaje que hizo a Georgia, la exrepública soviética, a donde fue invitado para un encuentro de escritores mientras en Moscú se decretaba la caída de la Unión Soviética, lo cual le sirve de pretexto para escribir sobre la vida y la fascinante obra de Marina Tsvietáieva al tiempo que suelta unos guiños de su novela Domar a la divina garza (Debolsillo), que en lo particular no me parece tan afortunada. Todo eso cabe en un librito sabiéndolo relatar.

Otros diarios que se han publicado recien-temente son los del argentino Ricardo Piglia, Los diarios de Emilio Renzi, en tres tomos: Años de formación, Los años felices y Un día en la vida, todos bajo el sello de Anagrama. Piglia empezó a escribirlos en 1957 y no dejó de hacerlo hasta poco antes de su muerte, de manera que al transcurrir de los años acu-muló trescientos veintisiete cuadernos de esos diarios. Piglia adjudica sus diarios a su

homónimo y alter ego Emilio Renzi, que a ve-ces aparece como periodista o a veces como escritor en ciernes en algunos de sus relatos o novelas. De manera que al reescribir sus dia-rios, al cambiar la narrativa de la primera per-sona (yo) a la segunda (tú), indudablemente Piglia tuvo que echar a andar su memoria, volver a ponerla a trabajar para recordar y re-construir episodios que sucedieron hace tan-tos años y que, confiesa el propio Piglia, a ve-ces ni él mismo recordaba. También en varios de sus ensayos, cuentos y novelas, Piglia usó pasajes de sus diarios como punto de partida para una idea o relato, o incluso los presentó como un texto entorno a un tema. Gracias a estos diarios, se puede apreciar porqué Piglia era uno de los escritores más cultos y lúcidos de las recientes letras hispánicas.

Finalmente, también hace poco apareció la autobiografía del poeta Guillermo Fernández, Éste (Fondo de Cultura Económica). Además de ser unas memorias póstumas, también quedaron truncas pues Fernández estaba trabajando en ellas cuando fue cobardemen-te asesinado en su casa de Toluca, a los pocos meses de cumplir 80 años de edad. No obs-tante, Fernández pudo escribir una buena parte de ellas auxiliado por unos fragmentos que ya había publicado en un suplemento

cultural de su natal Guadalaja-ra. Para quienes conocimos a

Guillermo, leer sus memorias

nos trae a la mente su impetuosa personali-dad, su aguerrido carácter y, sobre todo, su ácido sentido del humor, pues todos esos ele-mentos están presentes en las páginas de su autobiografía. Para poder escribirlas, una vez más tuvo que hacerse presente la memoria: “La memoria es madre y madrastra del re-cuerdo. A menudo nos engaña con su cambio de atuendos y de máscaras, nos desorienta cada vez que creemos acercarnos a ella. Deja, aquí y allá, algunas piedras blancas en el ca-mino, claves ciertas o falsas, recados que no vemos ni escuchamos en todo cuanto escri-bimos o decimos. La memoria y su esperanto, certidumbre de que la palabra nunca tocará sus objetos invocados”, escribe Fernández entendiendo la memoria como un paraje ig-noto pero que se debe explorar. En la memo-ria, pues, se cifra la vida misma. +

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Por Carlos-Blas Galindo

No es factible saber cuáles serán las características del arte del futuro. Pero si

hemos de confiar en la capacidad humana para salvaguardarse y ga-rantizarle un porvenir al arte, es posible anticipar algunas particu-laridades de ese arte por venir, así como ejemplificarlas con casos que son fundacionales para el arte del futuro. El largometraje documental mexicano Matria (2014), del cual es director, productor y guionista el artista multidisciplinario (escritor, artista visual, músico, videoartista), curador y docente Fernando Lla-nos (1974), resulta un espléndido caso del arte actual que cimenta al que está por venir. En esta película, grabada en video de alta definición, Llanos aborda aspectos de la vida de su abuelo materno, Antolín Jiménez Gamas (1890-1975), un tabasque-ño que durante los primeros años de la llamada Revolución Mexicana se incorporó al ejército comandado por Francisco Villa en el cual, a la edad de veinticinco años, alcanzó el grado de teniente coronel; individuo que en 1920 ingresó a la masonería y en 1933 obtuvo el grado más alto en esa organización; personaje que inició su carrera política en 1922, en la que fue en tres ocasiones diputado federal no por Tabasco, sino por Oaxaca; quien durante quince años tuvo cargos públicos, y quien emprendió un fructífero negocio como editor privado de las leyes mexicanas con un sistema de hojas intercambiables que se reemplazaban cada vez que se realizaba una reforma a algún or-denamiento, impresos que se adquirían me-diante suscripción para garantizar la constan-te puesta al día de cada ley.

En la familia de Llanos no se hablaba de as-pectos del pasado de Antolín Jiménez. Fue él quien, al revisar el muy bien organizado ar-chivo de su abuelo, supo que su ascendiente se casó en Oaxaca con María Cao Romero y

que mantuvo una relación en la capital de México con la abuela del realizador de este documental, con quien contrajo matrimonio una vez que enviudó (la muerte de la María Cao ocurrió en circunstancias que llevan a sospechar que no fue accidental). Desde los años treinta del siglo pasado, el abuelo de Fernando Llanos se vinculó con la charrería, actividad ejercida por gente adinerada con la finalidad de continuar con las actividades que habían practicado en las haciendas que habían dejado de ser de su propiedad, y que fue impuesta como emblemática de la mexi-canidad. Como charro, Jiménez afianzó su cercanía con representantes del poder políti-co y financiero (presidentes incluidos). Pre-sidió la Asociación Nacional de Charros y, lo

que resulta por demás sorprenden-te, en 1942, luego de la declaratoria del gobierno mexicano a favor de los países Aliados durante la Segunda Guerra Mundial, encabezó un ejér-cito alterno integrado por cien mil charros, que recibió entrenamien-to militar y que tuvo la finalidad de combatir al ejército alemán en caso de que invadiera México. Pero más allá de lo anecdótico, Matria tiene importancia para el desarrollo de la cultura porque constituye un ejem-plo fundacional de un arte por venir.

En efecto, el arte del futuro requiere de un proceso de des-patriarcalización que ponga en evidencia −como Llanos lo hace en Matria− lo improcedente de la preeminencia masculina en las so-ciedades, así como lo nefasto de la persistencia de patrones machistas de conducta basados en el dominio, la conquista y el autoritarismo. Para cimentar el arte por venir se requie-re comprender que el arte, desde ahora, debe ser entendido como un quehacer expandido (en este caso, una película de la autoría de alguien que anteriormente no era cineasta); que ha de tener una utilidad social (Matria es aleccionadora) y una in-tención sanadora (como en este caso

sucedió al interior de la familia de Fernando Llanos). Que la práctica de la multidisciplina no habrá de desdibujar las especificidades dis-ciplinares originarias, sino que las hará subsis-tir hasta que confluyan en algo distinto. Que el arte del fututo habrá de ser abierto y ajeno a la homogeneización que hoy en día priva en el contexto occidental global. Que en sus proce-sos productivos habrán de existir solidaridad y colaboración. Que habrá de eludir esa nociva autovictimización y justificación que son in-herentes a toda postura subalterna. Que −al menos mientras sustituye al arte hegemónico actual− será irreverente. Y que se alejará, en fin, del artecentrismo, como sucede en esta película. ¡Que viva Matria!

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C O N T A C T O V I S U A L C a r l o s - B l a s G a l i n d o

MATRIA,DE FERNANDO LLANOSUNA PELÍCULA QUE CIMENTA EL ARTE DEL FUTURO

[email protected]

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Hay libros que inician en el título y continúan más allá de la última página

impresa, su historia se sigue con-tando por tiempo indefinido en los rostros de todas las personas con las que coincides en el cami-no. Tal es el caso de Las arrugas de la abuela (Andana editorial), una invitación a la fiesta de cum-pleaños de una risueña septuage-naria, cuya nieta más chica no le quita los ojos de encima; sabe que su abuela disfruta un montón ver a la familia reunida, pero todas esas líneas en su cara expresan algo más que simple alegría: de pronto parece un poco triste, una pizca sorprendida, un algo pen-sativa, ¡todo a la vez! Y de cierto modo es así, en la cara de la abue-la están impresos los momentos más significativos de su historia de vida, es como una enciclo-pedia de aventuras singulares. ¿Podrá caber un recuerdo en una arruga tan pequeña? “¿Qué guar-das aquí?”, pregunta la niña. “¿Y en esta otra?”

Los libros de David McKee se pueden leer de frente o de ca-beza, se pueden visitar muchas veces y en cada nueva lectura en-contrar algo distinto. Seis hom-bres (Libros del Zorro Rojo), pu-blicado por primera vez en 1972, no es la excepción. De hecho, el final de la historia puede cambiar de un día a otro, dependiendo del ánimo con el que lo leas. Ha-brá días en que le des la razón a Aldo Huxley con su célebre frase: “Quizá la más grande lección de la historia es que nadie aprendió las lecciones de la historia”, y otros más en los que te levantes de mejor ánimo y, como el propio McKee sugiere, confíes en que los grandes autores de literatura infantil escriben para el adulto que el niño será un día y también para el niño que aún está en el adulto. Este libro relata el andar de seis hombres “que viajaban por el mundo buscando un lugar donde poder vivir y trabajar en paz”. Pero a medida que los seis hombres se fueron haciendo ri-cos, empezaron a volverse teme-rosos y desconfiados, formaron un ejército… y un día olvidaron lo que originalmente buscaban. Recordar es sencillo, mantener el recuerdo vivo en la memoria es el gran reto.

Todo ser vivo es una combina-ción extravagante de elementos diversos. Hay mezclas más no-torias, seres que se diferencian tanto de la mayoría que se sien-ten excluidos, aun si son ellos el mejor recordatorio de que todo ser vivo proviene de una madre y es asimismo una forma de vida única e irrepetible. A buena hora llegaron al mundo los ornitorrin-cos, para curarnos el ilusorio afán humano de inventariar, organizar y normalizar todo. ¿En qué siglo se nos olvidó que la naturaleza es un desorden armonioso? El orni-torrinco de la historia, por ejem-plo, bebe leche como mamífero pero nació de un huevo como los reptiles y las aves, tiene pico, pa-tas, garras y pelaje. Por supuesto que a la hora de revisar las tablas de clasificaciones y grupos, no hay especialista humano que es-cape a preguntarse: Pero, ¿dónde está Ornicar? (Tecolote)

Malabaristas y adivinos, a los habitantes de este siglo nos en-canta leer el mundo en un par-padeo y hacer cantidad de cosas al mismo tiempo. Puede que con tanto ajetreo, algo se nos escape en el recorrido. Pero, ¿será real-mente algo importante? ¿Cómo saberlo si ninguno de nosotros se detiene un instante a pensar en ello? Para muestra, un oso gran-dulón con cara de necesitar un sombrero, unas botas, un amu-leto, unas alas, un tarro de miel y una botella de vitaminas. Ten-go un pequeño problema, dijo el oso (Libros para imaginar), y no faltó en la historia personaje que se ofreciera a ayudarlo. Lo inten-taron de mil amores, ninguno de los voluntarios atinó a dar solu-ción al problema. Tuvo que llegar un insecto peludo y zumbador a realizar la pregunta clave y así re-galarnos una pista de qué podría ser ese algo importante que últi-mamente olvidamos con notable frecuencia.

@malkatika

Memoria, desmemoriada, memorándum…

N I Ñ O S A L E E R K a r e n C h a c e k

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Eres lo que recuerdas

J Ó V E N E S R a q u e l C a s t r o

Todos tenemos recuerdos que nos gus-taría borrar: palabras, dichas por noso-tros o por otros; acciones u omisiones;

ideas que en un primer momento parecían brillantes y que resultaron pésimas; rela-ciones que fueron demasiado buenas como para soportar el recuerdo o demasiado ma-las como para enfrentarlo… Por supuesto, lo ideal sería borrar esos acontecimientos que a la fecha nos siguen torturando, pero a ve-ces nos conformaríamos con no recordarlos cuando suena una canción, o cuando alguien menciona determinada palabra o frase… ¿a poco no?

En mi caso hay una bonita colección de mo-mentos que olvidaría con mucho gusto; y que cuando por algún motivo se asoman a mi ca-beza me siento, según el caso, triste, molesta o avergonzada. No se los cuento porque…, me dan vergüenza, como justamente acabo de decir.

Y sin embargo… si fuera posible borrar esos recuerdos, ¿sería de verdad una buena opción?

Hay una película de hace unos quince años, Eterno resplandor de una mente sin recuerdos (dirigida por Michel Gondry) que trata pre-cisamente de eso: la historia plantea la exis-tencia de una tecnología que permite borrar recuerdos muy específicos (por ejemplo, eli-minar a determinada persona de tu cabeza, dejando sólo lo que ocurrió alrededor) y lo que le ocurre a un tipo introvertido y medio torturado (brillantemente interpretado por Jim Carrey) cuando se somete al tratamiento. Le “funciona” tan bien que ya no recuerda por qué no quiere recordar a una chava extroverti-da y medio loca (con la maravillosa actuación de Kate Winslet). ¿El resultado? Que por más que se esfuerza, siempre termina con ella en la cabeza, sea porque el destino los lleva a en-contrarse una y otra vez o porque el olvido nos lleva a cometer siempre los mismos errores…

La idea de los recuerdos borrados nos obse-siona a todos, artistas o no, aunque es más fácil descubrirlo en escritores y cineastas porque lo difunden. (Es como decía mi abuelito, que era escritor y médico: es mejor ser doctor porque así tus errores los entierras y no los publicas.)

Un ejemplo un poco menos macabro (un poco) del que les quiero platicar hoy es la no-vela gráfica Más allá de las ciudades, de Ale-jandra Gámez y Axur Eneas, recién publicada por editorial Océano. En ella, Lina, la prota-gonista, no sabe por qué vive en un rascacie-los enorme, por qué no parece haber nada

alrededor o por qué sus vecinos terminan siempre por aventarse al vacío, suicidándose. Cuando le llega el turno de dar el salto, Lina comienza a descubrir cosas: por ejemplo, que el salto no lleva a la muerte y que más allá de su edificio enorme hay muchos lugares más: ciudades extrañas, diferentes, misteriosas, que tiene que atravesar sin estar realmente segura de para qué lo hace o a dónde va; y, sobre todo, que quizá hay cosas que sí sabía pero que, de algún modo, ha olvidado...

Para quien conozca la obra previa de Ale-jandra y Axur, la sorpresa quizá será el largo aliento, ya que ambos han explorado con más frecuencia formatos más breves. Alejandra es conocida por su webcómic The Mountain with Teeth (y si no lo conocen, corran a buscarlo en su computadora o teléfono), que suele presentar historias fantásticas de una sola página de extensión. Axur, por su parte, tiene varias series, igualmente breves, y una novela gráfica muy melancólica y contenida, Dibuja una casa (Tierra Adentro). Sin embargo, si ustedes se asoman a Más allá de las ciudades podrán reconocer el humor, a ratos infantil, a ratos negro o melancólico, de Alejandra, quien fue la responsable de la historia; y, sobre todo, de su imaginación enorme y riquísima. Axur, que estuvo a cargo de los dibujos, hace en Más allá de las ciudades un trabajo impe-cable, elocuente y evocador.

Juntos, Alejandra y Axur logran un libro tan bueno que, independientemente de lo que Lina ha olvidado, el lector no podrá dejar de rememorar escenas, situacio-nes, diálogos, ciudades y personajes de su propia vida, incluso más allá de los que presenta la página. Para eso, después de todo, sir-ven las buenas historias: para conectarse con nuestra vida y permitirnos verla de otro modo, más rico o más inte-resante.

Y, ¿quién sabe? Quizás ese lector, o lec-tora (acá entre nos, espero que seas tú) concluye que, aunque se tuviera la posibilidad de olvidar lo que nos incomoda, entristece o enoja, podría ser mejor mantener los recuerdos. Porque gracias a ellos somos quienes somos. ¿O no?

@raxxie_

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El pasado 6 de octubre falleció la so-prano española Montserrat Caballé i Folch en un hospital de Barcelona, a

los 85 años. Considerada por la crítica mu-sical como la sucesora de María Callas y una de las más grandes intérpretes de ópera del siglo XX, su historia sin duda dejó huella en el repertorio operístico y va mucho más allá de la música.

De orígenes familiares modestos, Mont-serrat Caballé creció en la España de la post-guerra y comenzó a trabajar a muy corta edad para ayudar con los gastos de su ho-gar. En un documental del año 2003, titula-do Caballé, más allá de la música, su familia cuenta que descubrieron que había nacido para cantar cuando una Navidad ella, con tan sólo seis años, se acercó a un gramáfono que reproducía Madama Butterfly de Puccini y comenzó a cantar el aria Bel di Vedremo, ante el asombro de la familia e invitados, ya que nadie le había enseñado la letra.

El gusto por la música probablemente le vino de su madre, que tocaba el piano y era aficionada al repertorio romántico. Mont-serrat Caballé, que nació el 12 de abril de 1933 en el barrio de Gràcia de Barcelona, a los once años ingresó al Conservatorio Su-perior de Música del Liceo con una beca. En el coliseo de Barcelona estudió con Eugenia Kemeny, Conchita Badía y Napoleone Anno-vazzi.

Doña Eugenia, su primera profesora, de-dicó meses únicamente a hacer ejercicios de gimnasia con la niña para desarrollar al

máximo su capacidad pulmonar, que hasta sus últimas interpretaciones no dejó de sor-prender. Caballé se graduó en 1954 en una accidentada prueba final en la que perdió el conocimiento y, tras titularse, hizo su primer estreno operístico con el papel de Serpina de La serva padrona, de Giovanni Battista, en el Teatro Principal de Valencia el 27 de junio de 1955, con la Compañía de Opera de Cá-mara de Barcelona. Debutó oficialmente el 7 de enero de 1962 con Arabella, de Richard Strauss.

Enseguida se proyectó en el resto del mun-do, a partir del enorme éxito que tuvo en abril de 1965 con Lucrecia Borgia, de Gaetano Do-nizetti, cuando sustituyó a una enferma Mari-lyn Horne en el Carnegie Hall de Nueva York. El diario The New York Times escribió que su voz era una combinación de las de las legen-darias Maria Callas y Renata Tebaldi. Durante sus cincuenta años de carrera interpretó cien-tos de óperas y conciertos en los principales teatros de todo el mundo, con un repertorio que abarcó más de ochenta papeles. Actuó y grabó junto a las mejores orquestas y los más prestigiosos directores, entre ellos Herbert von Karajan, Leonard Bernstein, Zubin Mehta, James Levine, Claudio Abbado, Seiji Ozawa o Riccardo Muti.

Su carrera fue extraordinariamente lon-geva, ya que nunca pensó seriamente en retirarse. Necesitaba del canto para sentir-se viva. No concebía una vida sin la música, ya fuera en el escenario, impartiendo clases magistrales de canto o presidiendo el con-

curso que lleva su nombre. Cuando descu-bría alguna voz joven con verdadero talento lloraba de emoción, como hizo con Pretty Yende, la noche que cantaba I puritani, de Bellini, en la inauguración de la temporada del Liceo junto al tenor mexicano Javier Ca-marena.

Como soprano es una leyenda pero tam-bién como personaje popular. Poseedora de un carisma contagioso, llegó a presentar programas en la televisión alemana y era una celebridad en los escenarios rusos. Era capaz de reinventarse a sí misma, siempre con éxito, como atestigua el éxito mundial del vídeo de “Barcelona” junto a Freddie Mercury, interpretación legendaria para los Juegos Olímpicos de 1992. Cuentan que Caballé y la estrella del rock eran amigos inseparables, y se la pudo ver en el funeral de Mercury muy afectada por la temprana muerte del ídolo.

Fue, quizá, la desbordante humanidad y cercanía de Caballé, “La Superba”, lo que conquistó al mundo. Monserrat Caballé de-mostró que cuando existe talento, pasión y una voz como la que poseía, el físico im-pecable y los estándares de belleza pasan a segundo plano. Fue un ejemplo para can-tantes y artistas jóvenes, y sin duda seguirá inspirando a las siguientes generaciones. Con su muerte, desaparece una voz única, irrepetible, y un personaje entrañable al que echaremos de menos fuera y dentro de la ópera.

@sonate_bleu

LA DIVA DE TODOS

C R E S C E N D O O s i r i s D o m í n g u e z

CABALLÉ,

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Oh mar salado, cuánta de tu sal son lágrimas de Portugal!, escribió Fer-nando Pessoa.

Y así, entre sus versos, la memoria y el amor, fueron surgiendo las páginas de Saudades (Fondo de Cultura Económica, 2007), como un homenaje a Portugal y a su poesía, pero también a quienes aún tienen en el cuerpo los dolores y las ausencias de las dictaduras de nuestro continente. No-vela de exilios, de silencios, de encuentros de pieles y alientos; novela que se mece al ritmo de los fados y del desgarramiento del Libro del desasosiego (Ediciones Gandhi).

Dicen que las “saudades” portuguesas no son sólo nostalgia de lo que pasó, de lo que vivimos, sino también nostalgia de aquello que pudimos haber vivido, pero que no fue, que no sucedió; de aquello que se quedó para siempre “en la negra espalda del tiempo”. Comparto con ustedes uno de los fragmentos del libro:

Com a morte? Não, ne com a morte Quem vive como eu não morre: acaba, murcha, desvegeta-se O lugar onde esteve fica sem ele ali estar, a rua por onde andava fica sem ele lá ser visto, a casa onde mo-rava é habitada por não ele É tudo, e cha-mamos-lhe o nada. Me siento en el Claustro Mayor de los Jerónimos frente al túmulo de Pessoa. A mi alrededor, el silencio. La aus-teridad de la estela sostiene un extraño diá-logo con el recargado espacio manuelino. É tudo, e chamamos-lhe o nada... Mi abuela

pidió que sus cenizas sirvieran de hogar y alimento a una azalea que florece cada año en el jardín. En noviembre es una sola man-cha rosa acariciada por el sol. Todas las ma-ñanas se despertaba temprano y pasaba un rato largo con sus plantas. Cuando estoy en su casa repito el ritual, y envuelta por el aire húmedo me siento en silencio, como aho-ra frente al túmulo de Pessoa. É tudo... Te veo dar vueltas a la plaza, tu mamá de un lado, Ana del otro, levantando las fotos, y sin tumbas, sin azaleas, sin poder acomodar el cuerpo con la cabeza hacia el oriente, las manos en cruz, sin poder rasgarse la ropa ni llevar flores. Sin poder comprar un ramo de nubes y con alguna flor anaranjada que les gustaban tanto —“Siempre tenían un ramo de nubes en la casa. el departamen-to era chiquitito, y a Paula le encantaba el encaje que hacían las ramas.”— a una de las señoras de la puerta, la misma desde hace años, ésa con la que pasaron de un formal “Buenos días”, a una charla cálida de viejas conocidas. “¡Qué grande está ya Anita! Y a usted la veo mejor, doña Elsa. ¿Fue a ver al doctor? Aquí tienen, lo de siempre”. Por esa solidaridad de mujeres ante la muerte, esa sabiduría antigua que tiene los pies tan fir-mes sobre la tierra, ese principio de realidad que hace que entre lágrimas algunas veces, entre suspiros las más, barran y limpien las tumbas, haciendo de la muerte una presen-cia casi doméstica. Pero no, no hay donde visitar a Paula y a Andrés. No hay un jardín

donde encontrar sus cenizas vueltas flor. En la plaza caminan ustedes tres muy juntas, levantando las fotos. “Era mi hermano y para mí eso basta”. Frente al Mosteiro está el punto exacto desde el cual han zarpado las naves durante siglos. También desde allí partió Pessoa niño. ... navegar é preciso, vi-ver não é preciso... Mar y saudades en las voces portuguesas. ¿Habrá habido alguien que sostuviera su mano? ¿Alguien habrá ce-rrado sus párpados? ¿Habrá dejado tiempo el arma enemiga para los rituales? La ca-beza hacia el oriente, los brazos en cruz... Ó mar salgado, quanto do teu sal / São lágrimas de Portugal! / Por te cruzarmos, quantas maes choraram, / quantos filos em vão rezaram! / Quantas noivas ficaram por casar / Para que fosses nosso, ó mar! Cada marinero con su aceite de olivas en la mochila, y un Cristo sin piernas que vela la eternidad. Las vueltas a la plaza las acercan más, juntan las pieles que se conocen desde siempre. Tu mamá, Ana y tú van tejiendo con sus pasos un manto de recuerdos, para cubrir los cuerpos queridos. ¿Habrá habido alguien que sostuviera su mano? El blanco de un ramo de nubes nos espera más tarde en tu taller. Busco flores en la puerta de los Jerónimos envuelta por el aire que trae las voces del mar. Flores blancas para esta co-lumna que habla de mares y desasosiegos.

@sandralorenzano

Nostalgia de lo que no hemos vivido

T R A V E S Í A S S a n d r a L o r e n z a n o

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