Apollo, un programa para vencer cohetes No sin los · ción de emergencia para regre sar. En total...

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30 sociedad EL PA ÍS, lunes 27 de agosto de 2012 en verano la carrera espacial Apollo, un programa para vencer Solo pasaron ocho años entre el primer estadounidense en el espacio y el triunfo en la Luna e La NASA contaba con el 4,4% del presupuesto federal ALI CIA RI VERA Madrid El histórico bip-bip-bip del Sput- nik soviético, el primer satélite de la historia (1957) , puso más que nerviosos a los estadounidenses: no solo quedaba ultrajado su or- gullo nacional, sino que podía ser una amenaza bélica que llegara del cielo. Por si fuera poco, en abril de 1961, el ruso Yuri Gagarin se convertia en el primer hombre en el espacio. La URSS claramen- te llevaba la delantera en este nue- vo terreno de confrontación y competición. Así , no sorprende demasiado que el presidente Ken- nedy, un mes y medio después de la hazaña de Gagarin, lanzara el inmenso desafío de llevar al hom- bre a la Luna antes de terminar la década. Lo que es asombroso es que se lograra, teniendo en cuen- ta el nivel tan incipiente de la acti- vidad espacial estadounidense en aquel momento y el salto inmen- so que dio en tan pocos años para poner en el mar de la Tranquili- dad a Neil Armstrong y Edwin Al - drin (con Michael Collins esperán- doles allí en órbita). Los hombres del Apollo (solo una docena de ellos llegaron al suelo lunar) han sido los únicos seres humanos que han viajado más allá de la órbita terrestre. El programa de astronautas es- tadounidense había empezado con las cápsulas Mercury, para un solo tripulante, y solo en 1961, unos días antes de que Kennedy anunciara el desafío, AJan She- pard había sido el primer estado- unidense en realizar un vuelo su- borbital, ni siquiera dando la vuel- ta a la Tierra. Ocho años después, la NASA, con el Apollo 11, hacía realidad el sueño. Pero los sueños de esta magni- tud no se cumplen sin el apoyo político necesario y el consiguien- te esfuerzo financiero. El gasto es- pacial estadounidense pasó del 0,1% del presupuesto federal, en 1958, al4,41% en su pico máximo (1966) , para decaer luego hasta el da la fallida Apollo 13, cada vez más comple- jas y más ambiciosas, con los astronautas con- duciendo vehículos to- doterreno por el suelo de la Luna, tomando Id- los de muestras .... Pero el programa ha- bía cumplido su misión política prioritaria, co- mo símbolo del presti- gio del país y como ga- nador de la carrera es- pacial con la URSS. El apoyo y el presupuesto para el espacio cayeron en picado. Quedaron in- cluso sin utilizar algu- nos ejemplares del co- hete Saturno V, el más potente que jamás se ha construido, y se abandonó la capacidad Módulo en el que volvieron los tripulantes del Apollo n. / MANUEL BALCE CANE T A (AP) de enviar astronautas a la Luna. 1,48%, en 1972, cuando se hizo el último viaje a la Luna, y ya estaba por debajo del1% en 1975. Tanto como dinero era imprescindible otro recurso: la inteligencia, y mu- cha. En el programa Apollo traba- jaron más de 400.000 personas. Tras el programa Mercury, y con la perspectiva del Apollo, la NASA puso en marcha el progra- ma de naves Gemini (para dos tri- pulantes). Y en la Gemini 8 se es- trenó Armstrong como astronau- ta, junto con David Scott, en una misión para ensayar el primer acoplamiento en órbita y que, de- bido al fallo de un propulsor, obli- al futuro héroe de la Luna a afrontar una complicada situa- ción de emergencia para regre- sar. En total se hicieron 10 misio- nes tripuladas Gemini en 1965 y 1966, diseñadas para experimen- tar en órbita las maniobras espa- ciales de naves y módulos necesa- rias para viajar a la Luna. A la vez, la NASA trabajaba en los impres- cindibles cohetes Saturno. Se planearon 15 misiones tripu- ladas Apollo (las tres últimas se cancelaron) y no pudo empezar peor el programa, ya que en la primera murieron los tres astro- nautas (los únicos fallecidos en servicio hasta el desastre del transbordador Challenger, en 1986). Gus Grisom, Roger Cha- ffree y Edward White murieron abrasados dentro de la cápsula durante unos ensayos en el cen- tro de lanzamientos de Florida, cuando se desencadenó un fue go y no pudieron sacarlos. En diciembre de 1968, unos po- cos meses antes del vuelo de Arm- strong, Aldrin y Collins, el Apollo 8 fue el primer artefacto tripula- do que rodeó la Luna y Frank Bar- man, Jim Lovell y Bill Anders, los primeros humanos que vieron su cara oculta. Luego hubo otras dos misiones de pruebas con el Apollo 9 y el Apollo 10 y llegó el Apollo 11, con toda la gloria para sus tres astronautas y para EE UU. Todavia se realizaron seis misiones más en la Luna, inclui- Desde entonces ningún astro- nauta se ha alejado de la Tierra más de unos 600 kilómetros, en órbita, como mucho, tan lejos de los 384.000 kilómetros que nos separan de la Luna. Motor de descey¡so No sin los cohetes MALEN RUIZ DE EL VIRA, Madrid La mejor operación de relacio- nes públicas de la NASA es su propia existencia. Presentar una institución para el uso pací- fico del espacio en plena guerra fría y mantener la imagen de una separación efectiva de los usos militares ha conseguido ha- cer olvidar de dónde proceden los cohetes que llevaron, por ejemplo, al hombre a la Luna. Una visita al Museo de Peenemünde, en la isla báltica de Usedom (Alemania), da una visión más real de la historia. Allí se probaron, bajo la direc- ción de Werner von Braun, las bombas volantes V1 y V2. Von Braun acabó en Estados Unidos y su primer trabajo fue lógica- mente bélico. Cuando se creó la NASA, se produjo el trasvase de la tecnolo- gía, con los mismos protagonis- tas. Estados Unidos lanzó su pri- mer satélite, y también sus pri- meros astronautas. La gran dis- ponibilidad de fondos por moti- vos políticos en los años siguien- tes hizo posible otro hito de la historia espacial, el gigantesco cohete Saturno de von Braun, ca- paz de impulsar las naves Apollo para que alcanzaran la Luna. Fuente:Stern, Reuter. ELPAÍS

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30 sociedad EL PA ÍS, lunes 27 de agosto de 2012

en verano la carrera espacial

Apollo, un programa para vencer Solo pasaron ocho años entre el primer estadounidense en el espacio y el triunfo en la Luna e La NASA contaba con el 4,4% del presupuesto federal

ALI CIA RIVERA Madrid

El histórico bip-bip-bip del Sput­nik soviético, el primer satélite de la historia (1957) , puso más que nerviosos a los estadounidenses: no solo quedaba ultrajado su or­gullo nacional, sino que podía ser una amenaza bélica que llegara del cielo. Por si fuera poco, en abril de 1961, el ruso Yuri Gagarin se convertia en el primer hombre en el espacio. La URSS claramen­te llevaba la delantera en este nue­vo terreno de confrontación y competición. Así, no sorprende demasiado que el presidente Ken­nedy, un mes y medio después de la hazaña de Gagarin, lanzara el inmenso desafío de llevar al hom­bre a la Luna antes de terminar la década. Lo que sí es asombroso es que se lograra, teniendo en cuen­ta el nivel tan incipiente de la acti­vidad espacial estadounidense en aquel momento y el salto inmen­so que dio en tan pocos años para poner en el mar de la Tranquili­dad a Neil Armstrong y Edwin Al­drin (con Michael Collins esperán­doles allí en órbita).

Los hombres del Apollo (solo una docena de ellos llegaron al suelo lunar) han sido los únicos seres humanos que han viajado más allá de la órbita terrestre.

El programa de astronautas es­tadounidense había empezado con las cápsulas Mercury, para un solo tripulante, y solo en 1961, unos días antes de que Kennedy anunciara el desafío, AJan She­pard había sido el primer estado­unidense en realizar un vuelo su­borbital, ni siquiera dando la vuel­ta a la Tierra. Ocho años después, la NASA, con el Apollo 11, hacía realidad el sueño.

Pero los sueños de esta magni­tud no se cumplen sin el apoyo político necesario y el consiguien­te esfuerzo financiero. El gasto es­pacial estadounidense pasó del 0,1% del presupuesto federal , en 1958, al4,41% en su pico máximo (1966), para decaer luego hasta el

da la fallida Apollo 13, cada vez más comple­jas y más ambiciosas, con los astronautas con­duciendo vehículos to­doterreno por el suelo de la Luna, tomando Id­los de muestras ....

Pero el programa ha­bía cumplido su misión política prioritaria, co­mo símbolo del presti­gio del país y como ga­nador de la carrera es­pacial con la URSS. El apoyo y el presupuesto para el espacio cayeron en picado. Quedaron in­cluso sin utilizar algu­nos ejemplares del co­hete Saturno V, el más potente que jamás se ha construido, y se abandonó la capacidad

Módulo en el que volvieron los tripulantes del Apollo n. / MANUEL BALCE CANETA (AP) de enviar astronautas a la Luna.

1,48%, en 1972, cuando se hizo el último viaje a la Luna, y ya estaba por debajo del1% en 1975. Tanto como dinero era imprescindible otro recurso: la inteligencia, y mu­cha. En el programa Apollo traba­jaron más de 400.000 personas.

Tras el programa Mercury, y con la perspectiva del Apollo, la NASA puso en marcha el progra­ma de naves Gemini (para dos tri­pulantes). Y en la Gemini 8 se es­trenó Armstrong como astronau­ta, junto con David Scott, en una misión para ensayar el primer acoplamiento en órbita y que, de­bido al fallo de un propulsor, obli­gó al futuro héroe de la Luna a afrontar una complicada situa­ción de emergencia para regre­sar. En total se hicieron 10 misio­nes tripuladas Gemini en 1965 y 1966, diseñadas para experimen­tar en órbita las maniobras espa­ciales de naves y módulos necesa­rias para viajar a la Luna. A la vez, la NASA trabajaba en los impres­cindibles cohetes Saturno.

Se planearon 15 misiones tripu­ladas Apollo (las tres últimas se cancelaron) y no pudo empezar

peor el programa, ya que en la primera murieron los tres astro­nautas (los únicos fallecidos en servicio hasta el desastre del transbordador Challenger, en 1986). Gus Grisom, Roger Cha­ffree y Edward White murieron abrasados dentro de la cápsula durante unos ensayos en el cen­tro de lanzamientos de Florida, cuando se desencadenó un fuego y no pudieron sacarlos.

En diciembre de 1968, unos po­cos meses antes del vuelo de Arm­strong, Aldrin y Collins, el Apollo 8 fue el primer artefacto tripula­do que rodeó la Luna y Frank Bar­man, Jim Lovell y Bill Anders, los primeros humanos que vieron su cara oculta. Luego hubo otras dos misiones de pruebas con el Apollo 9 y el Apollo 10 y llegó el Apollo 11, con toda la gloria para sus tres astronautas y para EE UU. Todavia se realizaron seis misiones más en la Luna, inclui-

Desde entonces ningún astro­nauta se ha alejado de la Tierra más de unos 600 kilómetros, en órbita, como mucho, tan lejos de los 384.000 kilómetros que nos separan de la Luna.

Motor de descey¡so

No sin los cohetes MALEN RUIZ DE EL VIRA, Madrid

La mejor operación de relacio­nes públicas de la NASA es su propia existencia. Presentar una institución para el uso pací­fico del espacio en plena guerra fría y mantener la imagen de una separación efectiva de los usos militares ha conseguido ha­cer olvidar de dónde proceden los cohetes que llevaron, por ejemplo, al hombre a la Luna.

Una visita al Museo de Peenemünde, en la isla báltica de Usedom (Alemania), da una visión más real de la historia. Allí se probaron, bajo la direc­ción de Werner von Braun, las bombas volantes V1 y V2. Von Braun acabó en Estados Unidos y su primer trabajo fue lógica­mente bélico.

Cuando se creó la NASA, se produjo el trasvase de la tecnolo­gía, con los mismos protagonis­tas. Estados Unidos lanzó su pri­mer satélite, y también sus pri­meros astronautas. La gran dis­ponibilidad de fondos por moti­vos políticos en los años siguien­tes hizo posible otro hito de la historia espacial, el gigantesco cohete Saturno de von Braun, ca­paz de impulsar las naves Apollo para que alcanzaran la Luna.

Fuente:Stern, Reuter. ELPAÍS