Apoyo social: El vínculo que une

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Lección 13 para el 26 de junio de 2010

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Resumen de la lección #13 del folleto de Escuela Sabática. Abril - Junio 2010.

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Lección 13 para el 26 de junio de 2010

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Estamos unidos por un origen común.

“De un solo hombre hizo todas las naciones para que habitaran toda la tierra; y determinó los períodos de su historia y las fronteras de sus territorios”

(Hechos, 17: 26 NVI)

Fuimos creados como seres sociales.

“Luego Dios el Señor dijo: No es bueno que el hombre esté solo. Voy a hacerle una ayuda adecuada” (Génesis, 2: 18 NVI)

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“Y Dios creó al ser humano a su imagen” (Génesis, 1: 27 NVI)

Cuando el hombre pecó, la imagen de Dios se fue degradando rápidamente. Su carácter puro y santo quedó manchado por el pecado.

Esto deterioró tanto nuestra relación con Dios como nuestras relaciones sociales.

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Dios tenía preparado un plan de redención para que toda la humanidad volviese a estar unida a Él y unos a otros.

Todos necesitamos ser redimidos por la sangre de Cristo porque somos pecadores que necesitamos la gracia de Dios. Éste es el vínculo que une a toda la humanidad.

“De este modo, todos llegaremos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a una humanidad perfecta que se conforme a la plena estatura de Cristo” (Efesios, 4: 13 NVI)

“Y él [Cristo] murió por todos, para que los que viven ya no vivan para sí, sino para el que murió por ellos y fue resucitado” (2ª de Corintios, 5: 15 NVI)

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Solo podemos comprender el amor, la abnegación y el servicio desinteresado que emanan de un carácter santo a través del ejemplo que Jesús nos dejó cuando vivió y murió entre nosotros.

Estaremos unidos entre nosotros y a Jesús cuando sigamos su ejemplo.

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“En realidad, Dios colocó cada miembro del cuerpo como mejor le pareció… a fin de que no haya división en el cuerpo, sino que sus miembros se preocupen por igual unos por otros. Si uno de los miembros sufre, los demás comparten su sufrimiento; y si uno de ellos recibe honor, los demás se alegran con él. Ahora bien, vosotros sois el cuerpo de Cristo, y cada uno es miembro de ese cuerpo”

(1ª de Corintios, 12: 18, 25-27 NVI)

“En realidad, Dios colocó cada miembro del cuerpo como mejor le pareció… a fin de que no haya división en el cuerpo, sino que sus miembros se preocupen por igual unos por otros. Si uno de los miembros sufre, los demás comparten su sufrimiento; y si uno de ellos recibe honor, los demás se alegran con él. Ahora bien, vosotros sois el cuerpo de Cristo, y cada uno es miembro de ese cuerpo”

(1ª de Corintios, 12: 18, 25-27 NVI)Al igual que los miembros del cuerpo, cada miembro de la iglesia tiene una función que cumplir; debe apoyar y complementar a los demás miembros.

De esta forma, además de cumplir su misión de predicar el Evangelio, la iglesia cumple la función de unir social y emocionalmente a sus miembros.

Al igual que los miembros del cuerpo, cada miembro de la iglesia tiene una función que cumplir; debe apoyar y complementar a los demás miembros.

De esta forma, además de cumplir su misión de predicar el Evangelio, la iglesia cumple la función de unir social y emocionalmente a sus miembros.

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¿De qué manera debemos relacionarnos entre nosotros como miembros de la Iglesia de Cristo?

Amándonos unos a otros (Juan, 13: 35)

Recibiéndonos y hospedándonos unos a otros (Romanos, 15: 7; 1ª de Pedro, 4: 9)

Siendo bondadosos y misericordiosos unos con otros (Efesios, 4: 32)

Soportándonos y perdonándonos unos a otros (Colosenses, 3: 13)

Alentándonos mutuamente(1ª de Tesalonicenses, 4: 18)

Confesándonos las ofensas unos a otros (Santiago, 5: 16)

Orando unos por otros (Santiago, 5: 16)

Sintiendo lo mismo y buscando la unidad(1ª de Pedro, 3: 8; Juan, 17: 21)

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“Cada uno ponga al servicio de los demás el don que haya recibido, administrando fielmente la gracia de Dios en sus diversas formas” (1ª de Pedro, 4: 10 NVI)

Piensa en cuán bien te sientes cuando, con tus dones, ayudas a otros; cuando abnegadamente das de ti mismo sin intención de que te lo devuelvan.

Dentro de ti hay un sentido de bienestar; obtenemos una satisfacción que, realmente, nada puede igualar.

Y eso es porque, al dar de nosotros mismos, estamos haciendo lo que fuimos creados para hacer.

Piensa en cuán bien te sientes cuando, con tus dones, ayudas a otros; cuando abnegadamente das de ti mismo sin intención de que te lo devuelvan.

Dentro de ti hay un sentido de bienestar; obtenemos una satisfacción que, realmente, nada puede igualar.

Y eso es porque, al dar de nosotros mismos, estamos haciendo lo que fuimos creados para hacer.

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“Los seguidores de Cristo han sido redimidos para servir. Nuestro Señor enseña que el verdadero objeto de la vida es el ministerio. Cristo mismo fue obrero, y a todos sus seguidores les presenta la ley del servicio, el servicio a Dios y a sus semejantes. Aquí Cristo presenta al mundo un concepto más elevado acerca de la vida de lo que jamás ellos habían conocido. Mediante una vida de servicio en favor de otros, el hombre se pone en íntima relación con Cristo. La ley del servicio viene a ser el eslabón que nos une a Dios y a nuestros semejantes”

“Los seguidores de Cristo han sido redimidos para servir. Nuestro Señor enseña que el verdadero objeto de la vida es el ministerio. Cristo mismo fue obrero, y a todos sus seguidores les presenta la ley del servicio, el servicio a Dios y a sus semejantes. Aquí Cristo presenta al mundo un concepto más elevado acerca de la vida de lo que jamás ellos habían conocido. Mediante una vida de servicio en favor de otros, el hombre se pone en íntima relación con Cristo. La ley del servicio viene a ser el eslabón que nos une a Dios y a nuestros semejantes”

E.G.W. (Palabras de vida del gran Maestro, cp. 25, pg. 262)