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Apóstol de California, Testigo de Santidad Junípero Serra

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En preparación para el Viaje Apostólico del Papa Francisco a los Estados Unidos y la canonización del Beato Junípero Serra, se llevó a cabo una “Jornada de Reflexión” en el Colegio Pontificio de Norteamérica,

en Roma, el 2 de mayo de 2015, organizada por la Comisión Pontificia para Latino América con el apoyo de los Caballeros de Colón. La Jornada de Reflexión se honró con la partición de Su Santidad, el Papa Francisco,

quien celebró la Misa que concluyó la Jornada.

Imagen en la Portada: Vitral superior de la sacristía, Basilica del Santuario Nacional de la InmaculadaConcepción, Estudio Conrad Pickel, Inc. (1967).

Cortesía de la Basílica del Santuario Nacional de la Inmaculada Concepción. Usada con autorización. Todos los Derechos Reservados.

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IMPRESIÓN CORTESÍA DE CABALLEROS DE COLÓN

Selecciones de la Jornada de Reflexión sobre

Junípero SerraApóstol de California, Testigo de Santidad

Colegio Pontificio de Norteamérica, Roma2 de mayo de 2015

Junípero Serra Resumen Histórico y Panorama Biográfico

Pbro. Vincenzo Criscuolo, O.F.M. Cap.Relator General para la Congregación de la Causa de los Santos

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Nuestra Señora de GuadalupeMadre y Guía de Fray Junípero Serra

Carl A. AndersonCaballero SupremoCaballeros de Colón

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Junípero SerraResumen Histórico y Panorama Biográfico

Pbro. Vincenzo Criscuolo, O.F.M. Cap

En una carta al Santo Padre con fecha de 12 de diciembre de 2014, el MinistroGeneral de los Franciscanos, Padre Michael Perry, tras describir brevemente lavida de Junípero Serra, en particular su actividad misionera, y hacer una lista delas misiones que fundó en la Alta California, presentó al Beato como “un hombrereligioso ejemplar por su espíritu de humildad, penitencia, infinita generosidadhacia los pobres, era fuerte ante el sufrimiento, obediente ante sus Superiores yleal a las Enseñanzas de la Iglesia, así como ardiente misionero, fervorosopredicador, valiente defensor de la fe católica, incansable evangelizador yverdadero apóstol de los Indios”, esperando que su posible canonización podríadar realce a la “benéfica labor de la Iglesia por medio del apostolado misionero.”1

Encontramos en estas palabras una imagen que se relaciona directamente conel contenido del primer trabajo biográfico de Junípero Serra, al que sigue de cerca,escrito por su compañero y hermano, Francisco Palóu, también de Mallorca,quien fue discípulo del Padre Serra en Palma de Mallorca y luego su compañeroen las misiones de México y California. Esta obra, que inició justo después de lamuerte del Padre Junípero, fue el primer libro publicado que se escribió en laAlta California, impreso en la Ciudad de México en 1787 con el título deRelación histórica de la vida y apostólicas tareas del venerable padre fray JuníperoSerra y de las misiones que fundó en la California Septentrional y nuevosestablecimientos de Monterey. El Padre Palóu, auténtico testigo presencial de loseventos que describe, habla del fervor apostólico y la actividad misionera delPadre Serra, a quien presenta como un fervoroso misionero, incansable fundadory aún mayor evangelizador, subrayando entre otras cosas su extraordinariacapacidad de gobierno y su gran apego y cariño a los indígenas.

La biografía del Padre Palóu, además de ser un tributo de la gran admiracióny el fraternal sentimiento de devoción y respeto de un discípulo afectuoso ycompañero de misión, también aclara un punto decisivo sobre la importancia dela actividad evangelizadora de Serra: había vivido sus últimos años en constantetensión con el gobernador de la Alta California, Felipe de Neve, un funcionariocolonial moderno y liberal, para quien las misiones de California eran

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instituciones anacrónicas que retrasaban el desarrollo civil del Imperio Español,al frenar la sujeción y asimilación de los indígenas, en especial en relación con sucapacidad como contribuyentes. De Neve trató de limitar la influencia de lasmisiones franciscanas en California y rebajar el prestigio de los misioneros entrelos indígenas. El Padre Palóu, en su biografía, argumenta en contra de estapolítica autoritaria, demostrando que el Beato era un misionero imparcial y unfervoroso evangelizador, impulsado únicamente por ideas evangelistas, quienrealizó una verdadera labor de promoción social, religiosa y cultural de losindígenas, respetando y defendiendo su naturaleza y sus tradiciones.

Sin embargo, las opiniones sobre la actividad misionera en México yCalifornia no siempre se han basado en una investigación documental seria y unanálisis real de los hechos. Comenzando en las dos últimas décadas de siglo XIX,y más aún a partir de la década de 1960, varios autores intentaron aplicar unpunto de vista ideológico a la actividad evangelizadora de los misioneroscatólicos, que básicamente convirtió a estos misioneros en culpables de lareducción consistente y rápida de las poblaciones indígenas de California,considerando que la conversión de los indígenas fue forzada y criticando el usodel castigo corporal.

Entre estos escritores debemos mencionar a John S. Hittel, que erarígidamente liberal y se oponía encarecidamente al catolicismo; presentó al PadreSerra como alguien que “no sabía nada de la ciencia y filosofía que revolucionarontodas las naciones hace unos cientos de años”2; Hubert H. Bancroft, al tiempoque alababa al monje franciscano, señaló sin embargo que “sus errores estabanrelacionados con su hábito”, y subrayó “su derecho absoluto de azotar a susneófitos por su menor falta en relación con la fe”3; y luego Sherburne F. Cook,quien habló de una conversión forzada y sistemática de los indígenas por losmisioneros, así como del uso de castigos corporales4. También podemosmencionar a Carey McWilliams, quien incluso comparó las misiones a una formade campamentos de prisioneros5; Jack D. Forbes6, Florence Shipek7, y RobertJackson8, escritores que, entre otras cosas, atribuyeron a la actividad misionerala reducción demográfica y la marginación cultural de numerosos grupos deindígenas americanos.

Hubo varias respuestas fidedignas, basadas en una abundante investigacióndocumental y una referencia constante a factores concretos, para estasacusaciones superficiales e injustificadas. Dedicó una gran atención histórica al

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Padre Serra su hermano religioso, Zepheyrin Engelhardt, archivista de los FrailesMenores de California en Santa Barbara, quien entre 1908 y 1915 publicó cuatrovolúmenes sobre The Missions and Missionaries of California9, en los cualesrebatía el prejuicio anticatólico de los historiadores del siglo XIX y principiosdel siglo XX y consideraba que la actividad misionera del Padre Junípero y losdemás misioneros había sido heroica e imparcial. Su sucesor en Santa Barbarafue el Padre Maynard Geiger, quien en 1959 publicó una biografía monumentalen dos volúmenes del Padre Serra, confirmando con una sólida documentaciónlas opiniones positivas sobre él y su labor misionera10.

Un evento decisivo para la interpretación correcta de la actividadevangelizadora del Padre Serra fue la organización de la convención de diciembrede 1984 en Chicago, promovida por la American Catholic Historical Associationy la Conference of Latin American Historians, cuyos documentos se publicaronal año siguiente. El verdadero valor de esta iniciativa fue que aclaróhistóricamente el verdadero alcance de la acción del Padre Serra y los misionerosfranciscanos en la California de esa época. El llamado Rapporto Serra [InformeSerra] de 1986, cuyo núcleo estaba compuesto de entrevistas con ochoimportantes historiadores y antropólogos, representó un paso decisivo para estaaclaración. En pocas palabras, la conclusión del informe fue “Todos, inclusopartiendo de diversas posturas históricas, estuvieron de acuerdo con el hecho deque el Padre Serra no sólo no maltrató a los indios, con quienes tenía relacionesdirectas, sino que trató de defenderlos en contra de las autoridades políticas ymilitares españolas, evitando los riesgos de suprimir la cultura que existía antesde la llegada de los europeos.”11 Ante estas declaraciones, la publicación queapareció en 1987 con el título de The Missions of California: A Legacy of Genocide,que incluye obvias manipulaciones arbitrarias de numerosos hechosdocumentales, aparece como prejuiciada y nada confiable como historia.12

En conclusión, la historiografía más objetiva básicamente considera al PadreSerra como una persona excepcional, dotada de un gran dinamismo apostólico, sinduda un hombre de su época, pero también capaz de mirar hacia el futuro,únicamente impulsado por el deseo de llevar a Cristo a los indígenas, respetando ydefendiendo su identidad y cultura en harmonía con la alegría y la luz del Evangelio.

Hace poco, al momento del anunció de la canonización de Junípero Serra,aparecieron argumentos periodísticos de tipo ideológico, que sugerían de nuevolas viejas acusaciones, históricamente obsoletas, ignorando la verdadera

importancia del Beato en la promoción humana y religiosa de los indígenas y enla fundación de las misiones en la California moderna. En realidad, como lo dijohace poco Robert Senkewicz, Profesor de Historia de la Universidad Santa Clara,“Serra y los Franciscanos estaban preocupados porque los conquistadoresespañoles dominaban a los indígenas de una manera opresora. Les preocupabaque los terratenientes españoles, los mineros y los soldados los reunieran parallevarlos a la muerte. Por esto fundaron las misiones como lugares seguros paraconvertir y proteger a los indígenas.”13

A fin de cuentas — y ésta es la conclusión de un historiógrafo seriocontemporáneo — el Padre Serra y sus misioneros no eran de ninguna formaperseguidores ni opresores de los indígenas americanos, sino sus protectores ydefensores. William Doino Jr. afirma “Serra y los franciscanos bautizaron a milesde indios en la fe y, contrariamente a lo que argumentan los críticos, numerososindígenas americanos aceptaron la verdad del cristianismo porque los liberabade las crueles prácticas paganas, elevando su dignidad humana. Lo que se olvidaa menudo en el debate son las miserables condiciones en las que vivían losindígenas antes de que los occidentales impusieran su cristianismo. Lossecuestros, la tortura e incluso los sacrificios humanos eran perpetrados pornumerosas tribus indígenas, y fueron de hecho los misioneros quienes pusieronfin a estas costumbres inhumanas.”14

Después de esta amplia introducción de naturaleza histórica, podemos pasara los aspectos biográficos del Padre Serra, describiendo los elementoscaracterísticos de su apostolado misionero, su itinerario hacia la santidad yespecialmente su pertinencia en la Iglesia y la sociedad de hoy.15

Su vida puede dividirse en dos periodos. Pasó sus primeros 35 años en la islade Mallorca donde nació, y los 35 años restantes en México y California, dondemurió. Nació en Petra el 24 de noviembre de 1713, hijo de Antonio y MargaritaFerrer Fornés y fue bautizado ese mismo día con los nombres de Miquel Josep.Dos años más tarde, el 26 de mayo de 1715, fue confirmado. Durante susprimeros años, asistió a la escuela dependiente del monasterio de San Bernardinoen Petra, donde aprendió el catecismo y las oraciones. Pero también aprendió aleer y escribir, adquirió un buen conocimiento del latín, y, como tenía una buenavoz, sobresalía en el canto. Al mismo tiempo, ayudaba a su familia en el campo.

Entre los franciscanos de Petra, el joven Serra sintió que se desarrollaba ymaduraba su vocación por la vida religiosa, inspirada por la vida de los monjes,4

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y quizá impulsada por los ejemplos de dos grandes Franciscanos, Juan Capistranoy Jaime de la Marca, quienes fueron canonizados durante esos años, en 1724 y1726, respectivamente. En marzo de 1720, a los 17 años, fue acompañado porsu padre a Palma de Mallorca, donde, el 14 de septiembre de 1730, se colocó elhábito de los Frailes Menores, comenzando su año de noviciado en el monasteriode Santa María de los Ángeles. En esa época, recibió el nuevo nombre religiosode Junípero, uno de los primeros compañeros de San Francisco, de quien secuenta que dijo el Santo — como lo afirma el Fioretti —“Quisiera Dios quetuviera yo todo un bosque de estos juníperos.”

Una vez terminado el año del noviciado, el Padre Junípero tomó sus votosreligiosos el 15 de septiembre de 1731. En los años siguientes, de 1732 a 1737, eljoven monje vivió en el monasterio de San Francisco de Palma, donde completósu educación religiosa y estudió filosofía y teología. En diciembre de 1737 fueordenado sacerdote; el 19 de marzo de 1738, se le otorgó el derecho de predicar y,al año siguiente, el 21 de febrero de 1739 también el derecho de confesar. Tres añosmás tarde, en 1742, obtuvo su doctorado en teología. El periodo de 1740 a 1749se caracterizó para el Padre Junípero por un intenso trabajo de apostolado, conperiodos de prédica y de confesiones, pero también con actividades de profesor enla Universidad Luliana de Palma de Mallorca, donde enseñó filosofía de 1740 a1743 y teología de 1744 a 1749. Además de ser admirado por sus conocimientos,también era apreciado por sus habilidades como predicador, y logró numerososresultados, en especial durante los periodos de Adviento y de Cuaresma.

Hacia finales de 1748, recibió la inspiración de realizar labor misionera en elNuevo Mundo. Quizás este llamado fue provocado también por las revelacionesde una monja Concepcionista, María de Jesús de Ágreda, quien había profetizadoque “con sólo ver a los franciscanos, los indios quedarían convertidos”. Mantuvoen secreto su decisión hasta que su hermano y discípulo, Francisco Palóu, leconfió que tenía la misma vocación. Después de predicar durante la Cuaresmaen su tierra natal, el 8 de abril de 1749 se despidió de sus ancianos padres, aquienes no volvería a ver, y de sus parientes, aunque sin revelar su inminentepartida hacia México. Cinco días después, el 13 de abril, Junípero Serra salió desu comunidad de San Francisco en Palma y junto con Palóu abordó un buquepara Málaga, y luego llegó a Cádiz el 7 de mayo de 1749. De allí escribió su últimacarta a sus padres; su padre falleció cuatro años más tarde, en 1753, y su madreal año siguiente.

La escala en Cádiz duró alrededor de cuatro meses, y el Padre Serra, con 18Franciscanos más, no pudo abordar el buque, que llevaba el significativo nombrede Nuestra Señora de Guadalupe, sino hasta el 29 de agosto de 1749. El 8 deseptiembre llegó a las Islas Canarias y el 18 de octubre desembarcó en San Juande Puerto Rico, donde permaneció durante dos semanas. Reanudó su viaje el 2de noviembre, y no fue sino hasta el 7 de diciembre, tras varios problemas ypeligros debidos a las malas condiciones del mar, cuando el Guadalupe ancló enel puerto mexicano de Veracruz. El viaje continuó a pie hasta la Ciudad de México,donde los monjes llegaron el 1 de enero de 1750, y fueron recibidos en elmonasterio de San Fernando, el cual, por concesión de Felipe V, se habíaconvertido en 1733 en el Seminario de Propaganda Fide [Seminario para laPropagación de la Fe]. Allí, los misioneros — llamados Fernandinos— recibíanuna capacitación y preparación intensas para el nuevo campo de apostolado,especialmente en el aprendizaje de las lenguas, los hábitos y las costumbres de losindígenas. Desde allí partían para evangelizar México, conocido entonces comola Nueva España, el cual, además del México actual, comprendía también losestados norteamericanos actuales de Texas, Nuevo México, Arizona y California.

Tras cinco meses de preparación, enviaron al Padre Serra junto con sucompañero Francisco Palóu, a la Sierra Gorda, una región montañosa aislada alnorte de la Ciudad de México, que fue su primer campo misionero. Llegó a lacapital de Jalpan el 16 de junio de 1750. Habiendo aprendido la lengua Pame deun gobernador indígena, comenzó a predicar a los indios en su dialecto, al cualtradujo también el Catecismo y las oraciones más comunes. En la Sierra Gorda,el Padre Serra se dedicó durante ocho años a la evangelización de los Pames,ocupándose de su educación cristiana y humana, ésta última por medio de nuevasformas de artesanía y de trabajo de la tierra. Pudo iniciar la construcción de unaiglesia en Santiago de Jalpan, que aún existe hoy y que fue adoptada como modelopara cuatro iglesias más en las misiones cercanas. El Padre Junípero tuvo queasumir la presidencia de estas misiones a mediados de 1751, donde realizó unaintensa labor de evangelización hasta septiembre de 1758.

En ese año, fue enviado por sus superiores a restaurar la misión de San Sabaen Texas, que había sido destruida poco tiempo antes por los indios Comanches,pero el proyecto fue abandonado porque las autoridades españoles loconsideraron demasiado peligroso. Por lo tanto permaneció durante 10 años, de1758 a 1768, en la Ciudad de México, en el colegio apostólico de San Fernando,

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donde fue maestro de los novicios de 1761 a 1764. Además, predicó en lasmisiones de la clase trabajadora en diversas diócesis de México, y entre 1758 y1767 se las arregló para viajar más de 4,000 kilómetros, a pesar de su edad y unalesión permanente en una pierna.

A principios de la década de 1750, la fuerte oposición de varios gobiernoseuropeos en contra de los jesuitas se hizo más brutal, lo cual, en los añossiguientes, llevó a su supresión, ordenada por Clemente XIV con la bula Dominusac Redemptor noster del 21 de julio de 1773. Antes de esta fecha, varios gobiernoshabían ordenado su expulsión, y en particular, en 1759, los jesuitas fueronexpulsados de Portugal y sus colonias, y en 1764 de Francia, en 1767 de Reinode Nápoles, y también de España, donde había 2,800 jesuitas, así como de lascolonias de la corona española en América, donde 2,200 jesuitas estaban activoscomo misioneros. En cuanto a la frontera norte, sus misiones fueron confiadas alos franciscanos, los agustinos y los dominicos, a quienes el gobierno españolconsideraba más flexibles y menos amenazadores que los Jesuitas.

En este contexto, las misiones de Baja California que habían sido fundadasun siglo antes por el misionero Jesuita Eusebio Francisco Kino — otro granevangelizador que nació en Val diNon-Trentino el 10 de agosto de 1645, y murióen la región de Sonora en México el 15 de marzo de 1711, cuya causa debeatificación se está considerando — fueron asignadas a los franciscanos, con elPadre Serra como superior y administrador. El 16 de julio de 1767, salió con 14compañeros de la Ciudad de México y llegó a Baja California el 1 de abril de1768. Allí, en el área de Velicata, habitada por los indios Cochimi, logró fundarsu primera misión el 14 de mayo en el Norte de Baja California, la que llamóSan Fernando de Velicada. En los días siguientes, bautizó al primer indioCochimi, a quien dio el nombre de Francisco, en honor de San Francisco de Asís.

Desde Baja California, el Padre Junípero Serra fue en los meses siguientes a laAlta California, llevando todo tipo de objeto y herramientas que pudiera servirleno sólo para el Catecismo y la administración de los Sacramentos, sino tambiénpara la agricultura, la construcción de casas y la artesanía. En los años siguientes,de 1769 a 1782, a pesar de los numerosos problemas que surgieron en especial acausa de los gobernantes españoles, el Padre Serra fundó nueve misiones en laAlta California, algunas de las cuales aún existen, siguiendo la ruta que se sigueusando en varias partes de Norte a Sur a lo largo de la costa de California, unaruta que en los años siguientes recibió el nombre, que aún tiene, el Camino Real.

La fundación de estas misiones se llevó a cabo según un ritual establecido. Enprimer lugar, el Presidente de los misioneros, el Padre Serra, elegía un lugaradecuado, normalmente un área accesible para los indios que vivían en las áreascircunvecinas. En la fecha decidida, los misioneros erguían una gran cruz, desdela cual salía una procesión hacia el sitio designado para la celebración de la Misa,durante la cual también se colocaba la primera piedra de la misión. En los díassiguientes, comenzaba la construcción, primero la iglesia y luego las habitaciones— al principio chozas y luego de mampostería — construidas para que vivieranlos monjes y también los indígenas. Había una serie de talleres para la mano deobra especializada donde se realizaba la artesanía y se planeaba el trabajo agrícola.Sabemos que –durante las fases de construcción — el Padre Serra solía tener unapequeña choza preparada para él cerca de la cruz, donde se retiraba para rezar,dedicando también muchas horas a las reuniones con los indígenas.

Generalmente, había un maestro albañil y un herrero con los misioneros, queestaban dedicados a la construcción de la misión, pero que también tenían latarea de enseñar su oficio a los indígenas. Ante todo, dedicaban una atenciónparticular a los indígenas desde el punto de vista religioso, especialmente con laadministración de los sacramentos y la enseñanza de las oraciones y el catecismo,pero también los atendían en el aspecto humano y profesional,proporcionándoles los conocimientos y las herramientas para aprender español,el equipo y la semilla para trabajar el campo, los medios y las técnicas para criarganado y para otras muchas actividades agrícolas y artesanales. En relación conlos títulos de las misiones, como eran misioneros franciscanos, usaron nombresque se referían directamente a la historia y los santos de la Orden Franciscana.Era una costumbre que tenían también los misioneros de otras órdenes religiosasen relación con sus propios santos.

En este punto, vale la pena proporcionar una sencilla lista de los nuevosestablecimientos creados por Junípero Serra en la Alta California con las fechasen las que fueron fundados. Son las misiones de San Diego de Alcalá, fundada el16 de julio de 1769, San Carlos Borromeo de Monterey, que luego fue transferidamás cerca del Río Carmelo, cuya primera piedra fue colocada el 3 de junio de1770, San Antonio de Padua, fundada el 14 de julio de 1771, San GabrielArcángel — que luego fue fusionada con la misión de Santa María de los Ángeles— actualmente la Ciudad de Los Ángeles--, que inició el 8 de septiembre de1776, San Luis Obispo de Tolosa, iniciada el 1 de septiembre de 1772, San

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Francisco de Asís, fundada el 1 de agosto de 1776, San Juan Capistrano, cuyaprimera piedra fue colocada el 1 de noviembre de 1776, Santa Clara de Asís,fundada el 7 de enero de 1777, y, finalmente, la misión de San Buenaventura,que comenzó con la colocación de la primera piedra el 31 de marzo de 1782,cuando el Padre Serra tenía cerca de 70 años.

Creo que es apropiado mencionar brevemente dos episodios particulares queocurrieron en ese periodo. El primero se refiere a la destrucción y reconstrucciónde la misión de San Diego. Al poco tiempo de que fue establecida, un grupo deunos 20 indios Kumeyaay, aprovechando que eran pocos los soldados, ymostrando un interés especial en la ropa y las telas de los españoles, atacaron lamisión y le prendieron fuego, provocando daños muy cuantiosos a los edificiosy también pérdidas de vidas humanas. También murió un misionero, el PadreJayme, y hubo muertos entre los indios. En los días siguientes, los soldadosespañoles lograron capturar a los responsables, que fueron sentenciados a muerte.En ese punto, intervino el Padre Serra y logró al principio que se suspendiera lapena capital y luego, dándose cuenta del verdadero arrepentimiento de los indios,intervino directamente con el Virrey, Don Antonio María de Bucareli y Ursúa,para finalmente conseguir la libertad para todos ellos.16

Otro episodio hace referencia a la continua intervención del comandante dela Alta California, el catalán Pedro Fages, en los asuntos internos de la misión.Él provocó numerosos problemas para el Padre Serra con su comportamientoexcesivo en relación con la consistencia de las misiones de la guarnición militar,el almacenamiento de las provisiones de boca y las áreas de autoridad entre lossoldados y los misioneros. Para resolver estos problemas, el Padre Junípero fuepersonalmente a la Ciudad de México, emprendiendo el viaje de 2,000kilómetros a pesar de tener 70 años y mala salud. Entregó al Virrey unmemorándum con 32 solicitudes específicas centradas en cuatro puntos: 1. Mayoraprovisionamiento y reabastecimiento de hombres y medios para la AltaCalifornia; 2. La necesidad específica de mano de obra calificada para lasmisiones; 3. Calidad en las responsabilidades entre los soldados y los misioneros;y, finalmente, 4. Límite del poder militar en relación con las misiones y mejorcomportamiento de los soldados.

En cuanto a los indios, pidió que no quedaran a merced de los soldados, y queéstos no tuvieran la autoridad para castigar a los indígenas sin la autorización delos misioneros. Las solicitudes del Padre Serra fueron aprobadas en su totalidadpor el Virrey, lo cual dio validez legal al memorándum, que puede considerarse

como una carta ante litteram de los derechos de los indígenas, unos 200 añosantes de la Declaración Universal de los Derechos humanos (10 de diciembre de1948).17 Es una carta de los derechos de los Indios Americanos que fuereconocida plenamente como tal por Juan Pablo II en su discurso en Phoenixdel 14 de septiembre de 1987, cuando declaró que “la protección de estospueblos de la explotación siempre ha sido una preocupación de la Iglesia.”18

Estos son sólo dos episodios que muestran claramente la carencia defundamentos y la falsedad de las acusaciones de maltrato o incluso genocidio delos indígenas por los misioneros.

Después del último establecimiento en San Buenaventura, el Padre Serra seretiró en julio de 1784 a la tranquilidad de Carmelo de la Misión Monterey. Amenudo hablaba con su antiguo discípulo y compañero, el Padre Palóu, sobrelos problemas de la misión, pero dedicaba la mayor parte del tiempo a la oracióny a prepararse para su inminente encuentro con Dios. Asistido por el Padre Palóuy los demás hermanos, y habiendo recibido los últimos ritos, el Padre Juníperofalleció con una reputación de santidad a principios de la tarde del 28 de agostode 1784. Por varias razones, fue necesario retardar el inicio del proceso desantificación, y no se llevó a cabo sino hasta 1943. Tras verificar las virtudes quepracticó heroicamente, la continua e ininterrumpida reputación de santidad y lafrecuencia de los milagros y las señales, el Padre Serra fue declarado oficialmenteBeato en la Plaza de San Pedro por Juan Pablo II el 25 de septiembre de 1988.

Quisiera terminar este breve informe incluyendo algunas de las declaracionesde Juan Pablo II con referencia específicamente a la actividad misionera y lasantidad del Padre Junípero Serra. El 17 de septiembre de 1987, el Papa visitó latumba del santo misionero en la Basílica de la Misión de Carmelo de San CarlosBorromeo en Monterey, y en esa ocasión designó al Padre Serra como “Apóstolde California” destinado a “tener una influencia permanente sobre el legadoespiritual de esta tierra y de su gente, sin importar su religión”. El Santo Padrecontinuó “El Padre Serra fue un hombre convencido de la misión de la Iglesia,otorgada por Cristo mismo, para evangelizar al mundo [...]. No sólo llevó elEvangelio a los indígenas americanos, sino que, como persona que vivía elEvangelio, también se convirtió en su defensor y su paladín.A la edad de 70 años,viajo de Carmelo hasta la Ciudad de México para interceder en su nombre anteel Virrey — un viaje que lo llevó dos veces cerca de la muerte — y entregó suRepresentación, hoy famosa, con su ‘declaración de los derechos’ [de los

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indígenas], que se centraba en mejorar toda la actividad misionera en California,y en particular el bienestar físico y espiritual de los indígenas americanos.”19

Unos tres meses antes de la beatificación, el 8 de julio, Juan Pablo recibió aun grupo de obispos de Estados Unidos en una visita ad limina al Vaticano.Habló en esa ocasión de su visita el año anterior a California, y añadió “En menosde tres meses, algunos de nosotros estaremos aquí de nuevo para su beatificación,con la cual la Iglesia lo proclama oficialmente digno de la honra y la imitaciónde todos.” Y concluyó “Al igual que el Padre Serra y sus hermanos Franciscanos,también estamos llamados a ser evangelizadores y a participar activamente en lamisión de la Iglesia para hacer que todos los hombres sean discípulos.”20 Ésta esuna afirmación muy clara y decisiva, que valida y confirma la gran pertinenciadel Padre Junípero.

Según el largo proceso que comenzó con estas palabras de Juan Pablo II,sabemos que en septiembre el Papa Francisco añadirá al Beato Junípero Serra alas filas de los santos canonizados. Éste es el reconocimiento oficial de susantidad, públicamente sancionada, válida y efectiva para la Iglesia Universal.Significa colocar una luz de guía en el candelabro de manera que cree luz paralos que se encuentran en la casa de la Iglesia y para el mundo entero. Significaofrecer a los misioneros y a todos nosotros el ejemplo de un apóstol fervoroso yun gran evangelizador. Es un intercesor a los ojos de Dios y un protector ydefensor de numerosos grupos étnicos que aún están marginados y oprimidoshoy. En el análisis definitivo, su canonización debe ser considerada como laconclusión de un camino que comenzó geográficamente en la Isla de Mallorca yterminó en California, y cronológicamente cubre 70 años en la tierra. Pero estambién un camino en el cual la canonización excede y vence los límitescronológicos y los espacios geográficos, y puede considerarse como un auténticoy elevado Camino Real sobrenatural.

CITAS

1 Montereyensis in California, Canonizationis Beati Iuniperi Serra, Sacerdotis professi ex OrdineFratrum Minorum (1713-1784), Positio super Canonizatione, Roma 2015 [En adelante Positio],p. XIII.

2 J. S. Hittel, A History of the City of San Francisco and Incidentally of the State of California, SanFrancisco 1878, p. 35.

3 H. H. Bancroft, History of California, vol. I, San Francisco 1884, 416 e 596.4 Cf. S. Cook, Population Trends among the California Mission Indians, en Ibero-Americana 17(1940); The Conflict between the California Indian and White Civilization, en Ibero-Americana21-24 (1943).

5 Cf. Positio, 584. 6 Cf. J. D. Forbes, The Historian and the Indian: Racial Bias in American History, en The Americas19, b. 4 (Abril 1963) pp. 439-362

7 Cf. Positio, p. 784, nota 32.8 Ivi, n. 33.9 Ivi, p. 781-782.10 M. Geiger, The Life and Times of Fray Junípero Serra O.F.M. or The Man Who Never Turned Back

(1713-1784). A Biography,Washington D.C. 1959.11 Positio, 786.12 Ivi.13 Cf. R. M. Beebe – R. M. Senkewicz, Junípero Serra, en prensa.14 W. Doino Jr, Inside the Vatican, Febrero 2015.15 Los siguientes lineamientos biográficos se basan en la Biographia incluida en Positio, 733-947.16 Cf. Positio, 905-906 y 929-931.17 Cf. Positio, 917-922.18 Positio, 637.19 Positio, 640.20 Positio, 642.

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Nuestra Señora de Guadalupe, Madre y Guía de Fray Junípero Serra

Carl A. Anderson

América es hoy un continente cristiano. Desde Alaska hasta Argentina, unaúnica serie de circunstancias han convergido para crear un continente cuyo rasgounificador más notable es el de sus raíces cristianas comunes. La forma en quesucedió esto puede describirse como la providencial convergencia de treselementos:

El primero y más importante fue la aparición de Nuestra Señora de Guadalupeen 1531. Este evento atrajo a millones de indígenas a la fe católica. Su apariciónproporcionó un modelo de evangelización que transformaría el esfuerzomisionero en este Nuevo Mundo. La evangelización no buscaría la sustitución,sino una nueva inculturación que afirmara la dignidad de los pueblos indígenas.Este modelo de evangelización inculturada inició el éxito de la evangelizaciónen el Hemisferio Occidental.

El Segundo fue la incansable labor de los misioneros, quienes tropezaron coninnumerables retos — que vencieron — en sus intentos por atraer a los indígenasal Evangelio.

El tercero fueron las oleadas sucesivas de inmigrantes, que llegaron a estecontinente — sobre todo de Europa — trayendo con ellos una fe católica quefortalecería y sostendría la fe en América.

Ahora que consideramos la canonización del Beato Junípero Serra, vemos quesu ministerio sacerdotal incorporaba ciertos aspectos de estos tres elementosbásicos de la evangelización en América.

En diciembre de 1531, Nuestra Señora de Guadalupe se le apareció a San JuanDiego y revirtió la marea de la evangelización del Nuevo Mundo.

Antes de su aparición, los misioneros españoles habían tenido muy poco éxitoen la conversión de los pueblos indígenas de México. Los españoles habíanganado la guerra por México en contra de los aztecas, con ayuda de las tribushartas de la dominación azteca. Pero los españoles no habían conquistado elcorazón y la mente de los indígenas para la fe cristiana.

Tanto los indígenas como los misioneros estaban desmoralizados, los indígenaspor la abrupta destrucción de su civilización, y los misioneros por la resistenciaque encontraban en contra del Evangelio, no sólo por parte de los indígenas, sinotambién — en ocasiones — por parte de los demás europeos en México.

El Obispo Franciscano de la Ciudad de México, Juan de Zumárraga,enfrentaba un problema de magnitud enorme. Había sido nombrado Protectorde los Indios por el Rey de España, y se tomaba este título muy en serio. Pero seveía obligado a enfrentar una situación en la Ciudad de México que se habíadeteriorado bajo el poder de las autoridades civiles de la llamada PrimeraAudiencia. La explotación de los indígenas por el gobierno civil llevó a éste a unconflicto directo con el Obispo Zumárraga.

En una carta al Rey de España, Zumárraga describió la situación como tangrave, que concluyó “Si Dios no provee remedio de su mano, esta tierra está apunto de perderse.”

Como sabemos, Dios sí proveyó una respuesta, y dejó un don en las propiasmanos del obispo. En palabras de San Juan Pablo II en Ecclesia in America:

La aparición de María al indio Juan Diego en la colina del Tepeyac, el año 1531,tuvo una repercusión decisiva para la evangelización. Este influjo va más allá delos confines de la nación mexicana, alcanzando todo el Continente. Y América,que históricamente ha sido y es crisol de pueblos, ha reconocido « en el rostromestizo de la Virgen del Tepeyac, [...] en Santa María de Guadalupe, [...] un granejemplo de evangelización perfectamente inculturada ». Por eso, no sólo en elCentro y en el Sur, sino también en el Norte del Continente, la Virgen deGuadalupe es venerada como Reina de toda América (11).

Cuando se apareció Nuestra Señora, cambió todo el curso de la historia parael Hemisferio Occidental, abriendo la oportunidad para que fuera realmente un“Nuevo Mundo”.

Apareció como “perfectamente inculturada”, y por ello fue especialmente capazde ayudar a sanar y trascender el choque de civilizaciones que se producía entoncesen México. Fue también clave para el cambio trascendental que provocó su mensaje.Su mensaje de inculturación no se limitaba a su rostro de mestiza. Estaba contenidoen sus palabras de ternura, amor, reconciliación y perdón. Así, el mensaje de NuestraSeñora de Guadalupe es que, para que la evangelización tenga éxito, debe tambiénser “inculturada”, y requiere respeto, no explotación, reconciliación y no dominio.

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Son famosas sus palabras a Juan Diego, que estaba preocupado por laenfermedad de su tío:

No temas esta enfermedad ni ninguna otra enfermedad o algo molesto,angustioso o doliente.” ¿No estoy aquí yo, que tengo el honor de ser tu Madre?¿No estás bajo mi sombra y resguardo? ¿No soy yo la fuente de tu alegría? ¿Noestás en el hueco de mi manto, en el cruce de mis brazos? ¿Tienes necesidad dealguna otra cosa?

María misma había venido a los indígenas como madre y protectora, y habíadicho que era para ella un honor hacerlo. ¿Es acaso probable que cualquiera delos misioneros como Padre Serra, que evangelizaron a los indígenas en su nombrey bajo su estandarte, ignorara esta milagrosa realidad?

Más allá de estas palabras que dirigió a Juan Diego y la curación de su tío JuanBernardino, dejó su mensaje — en el rico simbolismo del códice — incorporadoa la imagen que dejó en la tilma de Juan Diego.

Luego aseguró a Juan Diego que su tío ya se había curado.

Así que su primer milagro — además de la aparición misma — no fue lafamosa imagen. Fue la curación de un indígena americano, Juan Bernardino.

No sólo recibió respuesta la oración de Zumárraga, sino que los resultadosexcedieron cualquiera de sus expectativas, y fundamentalmente alteraron elfuturo del continente cuando millones de personas se convirtieron alcristianismo.

Tan profundo fue su efecto, que el erudito Philip Jenkins en su libro The NextChristendom ha sugerido que “El 12 de diciembre de 2031 será indiscutiblementeconmemorado con una gran celebración de identidad mexicana y chicana, tantoal sur como al norte del Río Grande [y] podría de hecho llegar a ser el verdaderoQuinto Centenario de América.”1

A menudo los misioneros se encontraban atrapados entre dos mundos — yambos podían ser igualmente peligrosos para ellos. En ninguna representaciónde la imaginación popular se ha captado con mayor claridad esto que en lapelícula de Robert De Niro La Misión, con guión de Robert Bolt.

Los misioneros españoles en el Nuevo Mundo — desde los primeros días —se encontraron, en varios grados, con el dilema que enfrentó el ObispoZumárraga en la Ciudad de México. A menudo ocupaban un espacio entre los

mundos de los pueblos indígenas no catequizados y el gobierno civil español, quea menudo actuaba en forma nada cristiana.

Cualquiera de estos mundos — y a veces ambos — podía poner en riesgo suvida o rechazar su misión. Los territorios de las misiones — remotos,incomunicados y a menudo carentes de infraestructura — no sólo requerían undeterminado compromiso, sino un determinado tipo de persona comprometida.Especialmente en las regiones más remotas, los desiertos y las selvas que formabanlos confines del imperio español, el elemento constante sería la penuria.

La labor misionera no era fácil. No era para los débiles de corazón, ni los depoca fe.

Apenas 200 años después de la aparición de Nuestra Señora de Guadalupe,el Padre Serra, a la edad de 35 años, abordó un barco hacia América a fines deagosto de 1749. Moriría en California 35 años después.

¿Qué fue lo que impulsó al Padre Serra a salir de la relativa comodidad deEspaña, donde era un respetable académico y profesor, a emprender una vida depenurias, sacrificios y prédica itinerante en el Nuevo Mundo?

Fue Nuestra Señora de Guadalupe quien trajo a Junípero Serra. No en unsentido piadoso, ni metafórico, ni tampoco en términos del llamado de suvocación, sino literalmente.

El barco en el cual viajó de Cádiz, España, hasta Puerto Rico, y luego aVeracruz, se llamaba Nuestra Señora de Guadalupe.2

Cuando desembarcó en Veracruz, caminó hasta la Ciudad de México. Llegóel 31 de diciembre de 1749, y pasó su primera noche en la Ciudad de México enel Santuario de Nuestra Señora de Guadalupe.3

La mañana siguiente estuvo plena de un poderoso simbolismo. Era el AñoNuevo, y esa mañana celebró Misa en el Santuario de Nuestra Señora deGuadalupe, tocando las campanas no sólo por el Año Nuevo, sino también porla inauguración de la nueva misión que guiaría el resto de su vida.4

Durante mucho tiempo el Padre Serra había sido conocido por su devociónmariana, y no cabe duda que ésta prosiguió en el Nuevo Mundo.

Antes de ir a California, el Padre Serra fue encargado de las misiones de BajaCalifornia, entre ellas, la Misión de Guadalupe. Allí, siguió los pasos del Padre

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Eusebio Kino, quien se dice que desplegó la imagen de Nuestra Señora deGuadalupe en ese lugar de manera muy efectiva al evangelizar a los indígenas.5

Cuando se acercaba a la Misión de Guadalupe en Baja California, el PadreSerra se encontró con un grupo de indígenas que le dijeron “con gran tristezaque eran de la Misión de Guadalupe”. A causa de una escasez de alimentos en lamisión, el padre los había enviado a ver qué encontraban. Serra escribe “Medieron mucha lástima”. Con sus propias provisiones ordenó que les hicieranavena, y además les dijo que estaban en camino más provisiones.6

Aun antes de llegar a Baja California, la vida de servicio de Padre Serra reflejaba,no un sentido de superioridad, sino de humildad ante los pueblos indígenas.

En las misiones de la Sierra Gorda en México, a las cuales fue asignado antesde su época en Baja California, Padre Serra comenzó a practicar el lavado de lospies de los indios.7 Defendió sus tierras en contra de la usurpación por losespañoles y aprendió su lengua.

Quizás la influencia más importante de Nuestra Señora de Guadalupe sobreel Padre Serra fue su actitud fundamental hacia los pueblos indígenas. NuestraSeñora vino como la Madre. Padre Junípero Serra comprendió su vocación comola de un padre, tanto en un sentido espiritual como material. Los historiadoresestán de acuerdo en que, en muchos aspectos, veía su papel como paternal.8

Algunos dirían que este paternalismo era una forma de desprecio de lasculturas con las que se encontró.

Pero la población indígena con la que se encontró no tenía una posibilidadreal de comprender lo que les deparaba el futuro a medida que el Imperio españoly otros europeos avanzaban por todo el Continente Americano. Tratarlas comosi pudieran enfrentarse a los progresos de la invasión europea en sus propiostérminos simplemente llevaría a su destrucción masiva… como sucedió en otrasregiones del continente.

La relación de Serra con Nuestra Señora de Guadalupe tiene además otradimensión importante. Serra había hecho un alto para celebrar su primer AñoNuevo en el Nuevo Mundo en su Santuario. No podía pasar por alto el hecho deque era mestiza.

No es de sorprenderse que un hombre devoto de la Santísima Madre, quienen su imagen del Nuevo Mundo tenía claramente rasgos indígenas más que

europeos, fuera devoto de aquellos por quienes lo había dejado todo — lospueblos indígenas.

Mientras que algunos españoles se referían a ellos como “barbaros”, “salvajes” o“indios silvestres”, como lo señalan Rose Marie Beebe y Robert Senkewicz, “en laspalabras que elegía, como en muchas otras cosas, el principal marco de referenciade Serra era religioso.” Así, el término que más usaba para los indígenas era“gentiles”.9 En otras palabras, los veía ante todo como almas que debían ser salvadas.

Quizás el uso repetido del término “gentiles” refleja también unaidentificación de su parte con el primer Apóstol de los Gentiles, San Pablo, quienrecibió el llamado de dejar a su propio pueblo para evangelizar a aquellos que sugente despreciaba. Podemos ver en el Padre Serra un misionero que, al igual queSan Pablo, derramó su propia vida “como una libación” para la gente a la queestaba llamado a servir.

Este punto aparece muy claramente cuando describió un encuentro con losindígenas californianos que estaban desnudos. Después de alabar a Dios porpermitirle estar entre los “paganos en su propia tierra”, describió su falta devestimenta de esta forma: “Entonces vi… que andan enteramente desnudos comoAdán en la paraíso antes de la caída.”10

Y existe un episodio muy conocido de la relación del Padre Serra con losindígenas que refleja de una manera hermosa su propio sentido de misión paraaquellos a quienes vino a servir en la Nueva España. En una carta al VirreyEspañol, en la que lo urgía a quitar la sentencia de muerte contra un indígena aquien declararon culpable de asesinato, escribió lo siguiente:

Y dejen que el asesino viva para que pueda ser salvado, que es el propósito deque hayamos venido aquí y la razón de perdonarlo. Ayúdenlo a comprender conalgún castigo moderado que se le perdona según nuestra ley, la cual nos ordenaque perdonemos las ofensas y lo preparemos, no para su muerte, sino para suvida eterna.11

Como presidente de las misiones, el papel de Serra era muy parecido al deltambién franciscano Juan de Zumárraga, con muchos de los poderes de un obispo.Al igual que Zumárraga también, en ocasiones entraba en conflicto con lasautoridades civiles, en especial en relación con los derechos de los pueblos indígenas.

No es de sorprenderse que, cuando Serra murió el 28 de agosto de 1784, tanto

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los indígenas como los españoles lloraran su ausencia. Durante generaciones, eincluso hasta el siglo pasado, fue conocido por muchos indígenas americanossimplemente como “el santo”.12

Así que resulta especialmente irónico que hoy el Padre Serra sea acusado poralgunos, literalmente, de los propios hechos contra los que luchó en el trato delos indígenas.

Irónico también es que sabemos del maltrato que sufrieron los indígenas enCalifornia bajo el gobierno español en gran parte por lo que escribieron Serra yotros misioneros.

Así que, ¿por qué actualmente algunos ven a Serra como un personajecontrovertido?

En ciertos aspectos, la historia de Serra — y de España de manera más general— es víctima del concienzudo deseo de los misioneros de criticar los maltratos yatrocidades. Su voz profética de conciencia les ha costado un alto precio en loslibros de historia.

El historiador Philip Wayne Powell escribe sobre esta ironía: “Las atrocidadesespañolas fueron severamente sancionadas por un clero sumamente elocuente,valeroso y carente de poder, y por otros que informaban a la Corona, [que estaba]consistentemente dispuesta a escuchar, legislar e imponer castigos en contra deestos crímenes. Estas limitaciones estaban ausentes, o quizás presentes peroapenas discernibles, en la documentación de otros constructores de imperioseuropeos hasta hace muy poco.”13

El Obispo Zumárraga tenía que enfrentarse a los abusos de la PrimeraAudiencia, y el Padre Serra a Pedro Fages, cuyos hombres — a pesar de laspromesas a Serra — violaban y maltrataban a los indígenas californianos.

Al igual que Zumárraga, Serra escribió sobre el maltrato e intentó detenerlo.Cuando no recibieron respuestas las súplicas de Serra para que Fages fuerasustituido, caminó desde California hasta la Ciudad de México para enfrentarseal Virrey y exigir, entre otras cosas, que retirara a Fages y proporcionaraprotección adicional a los pueblos indígenas.

Precisamente porque los frailes y la monarquía española sometían susempresas en la Nueva España a tanta introspección y claridad moral, otrasnaciones colonizadoras — que eran mucho menos introspectivas, y cuyo legado

en relación con los pueblos indígenas mostró un escandaloso desprecio contraellos — se apoderaron de estos informes para denigrar el nombre de España.

Esta guerra propagandística en contra de España ha llegado a conocerse entrelos historiadores como la “Leyenda Negra”. El historiador Philip Wayne Powelldefine la Leyenda Negra de la siguiente manera:

La premisa básica de la Leyenda Negra es que los españoles se han mostrado,históricamente, como especialmente crueles, intolerantes, tiranos,oscurantistas, perezosos, fanáticos, codiciosos y traidores; esto significa que,como son tan diferentes de otros pueblos por estos rasgos, los españoles y lahistoria de España deben verse y comprenderse en términos que no se suelenusar para describir e interpretar a otros pueblos.14

Como lo señalan Robert Senkewicz y Rose Marie Beebe en su detalladabiografía del Padre Serra, conscientemente vio que su papel era, en parte,proporcionar a los pueblos indígenas una mejor opción con los misioneros enlas misiones, en lugar de que estuvieran bajo el control de los militares o loscolonizadores.

Sin embargo, a pesar de ello, la Leyenda Negra ha creado un medio en el cualel Padre Serra es acusado de cosas que no existen en ningún lado en ladocumentación histórica.

Por ejemplo, como lo ha explicado el biógrafo de Serra Gregory Orfalea alanalizar los ataques en contra de Serra sobre la disminución de la poblaciónindígena:

Los “criminales” en este caso no fueron los españoles, sino losnorteamericanos. La población indígena en la época en que entró en contactocon los europeos (225,000) disminuyó un 33% (a 150,000) bajo el gobiernoespañol y mexicano. Bajo el gobierno norteamericano (a partir de 1848),cuando la mayoría de las misiones estaban en ruinas, vendidas o cerradas, lapoblación india se desplomó hasta 30,000 personas en 1870 — con una caídade 80%. Ambas cifras son una tragedia, pero no cabe duda de quién fue elmayor culpable.15

Lo que es significativo es que la disminución de la población que ocurrió bajolos gobiernos español y mexicano se dio — en su mayoría — después de la muertede Serra.16

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El Padre Serra merece que lo juzguen con base en los hechos, no enestereotipos o prejuicios. En especial en el caso de la gente que sólo lo puedejuzgar diciendo que su cultura, sus creencias y su fe son inferiores a las de supropia cultura secular “moderna”.

Pero quienes mantienen una mente abierta sobre el Padre Serra a menudo sesorprenden. Como escribió hace poco Gregory Orfalea en Los Angeles Times:

Pasé 12 años investigando la compleja historia de Serra. Cuando empecé,supuse que encontraría una tragedia india que se le podía atribuir. Pero lleguéa la conclusión de que las misiones no eran lugares de absoluta miseria, y que,en la mayoría de los aspectos, Serra era ejemplar.17

Orfalea sigue señalando que “Una y otra vez, Serra insistió en que los españolesno estaban en California por oro o tierra, sino por el bien de los indígenas.”18

Pero la “Leyenda Negra”, como señala el profesor Powell, es un resultado de“nuestra insistencia en el oprobio generalizado de que los españoles no eran sino‘asesinos de indios’ y ‘buscadores de oro’” 19

El oro efectivamente llevó al exterminio de los pueblos indígenas deCalifornia, pero no fue por la codicia de los españoles.

Ya no bajo dominio mexicano, en 1848 la Fiebre del Oro de Californiacontribuyó a inaugurar una nueva era de poder en California, con el resultadode que se desplomó la población indígena. No fue simplemente por lasenfermedades, sino por los programas de exterminio.

España había prohibido la esclavitud de los indígenas desde el inicio de supenetración en el Nuevo Mundo por ser fundamentalmente incompatible consu misión de evangelización y conversión. Pero California, que era ahora unestado, “introdujo la sumisión de los indios a los blancos”20 a inicios de 1850.Los indios eran secuestrados, y Gregory Orfalea llega al extremo de llamar a laexpulsión de los indios de las áreas de minas de oro un “genocidio”.21

El ejército de Estados Unidos mató a cientos de indios en la Masacre de ClearLake en mayo de 1850. Y el gobernador del estado Peter Burnett señaló “Esinevitable que los indios deban desaparecer.”22 Dijo también “Es de esperarse quese siga peleando una guerra de exterminio entre las razas, hasta que la raza indiase extinga.”23

Con 120,000 muertos tras la fiebre del Oro, de los cuales casi 50,000 fueronpor asesinato, la población india en el nuevo estado de California desapareciócasi por completo.24

Había desaparecido la armonía entre europeos e indios, que estaba reflejadaen el rostro retratado en la tilma de Juan Diego, y a la cual el Padre Serra habíadedicado su vida. También habían desaparecido las misiones, que habían sidoarrebatadas a la Iglesia Católica.25

Actualmente, obedeciendo a la Leyenda Negra, pocos norteamericanos sabende las atrocidades cometidas en California. Para citar una vez más al ProfesorPowell: “Una creencia común entre los ingleses, y que nosotros hemos heredado,es que los ingleses habrían tratado a los indios americanos de forma máscompasiva que los españoles. No existe ni una pizca de evidencia que sostengaesta visión comparativa y, por el contrario, mucha en contra.”26

Ahora, podríamos decir que la Leyenda Negra proporciona el contexto parauna reescritura de la historia, esta vez para disminuir el legado de la cultura católicahispánica en Norteamérica con ocasión de la Canonización de Junípero Serra.

La aceptación acrítica de estas falsedades y mitologías sigue teniendoconsecuencias en el mundo real. El profesor de la Universidad de Duke WalterMignolo ha argumentado en forma persuasiva:

El racismo tarda en morir, y el espectro de la leyenda negra sigue vivo ycoleando, contribuyendo a minimizar a los españoles en Europa, marginandoa los “Latinos” en Sudamérica y criminalizando a los hombres y mujereslatinos en Estados Unidos.”27

El hecho es que, libre de los defectos de una historiografía teñida por laLeyenda Negra, el legado del Padre Serra es impresionante.

De la controversia sobre la canonización del Padre Serra puede surgir algorealmente bueno. Debe verse positivamente por dos razones. La primera es que a veces es una tendencia incorrecta ver a los santos como especímenesbidimensionales y perfectos de la humanidad, y no como seres humanos quefueron heroicos en ciertos aspectos de su vida, pero que también tuvieron queenfrentar sus propias limitaciones e imperfecciones. Creo que todos nosotrospodemos sentirnos alentados por el hecho de que los santos eran y son sereshumanos reales que vivieron vidas reales en las que el bien que hicieron eclipsópor mucho sus limitaciones e imperfecciones.22

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La segunda es que los mitos infundados sobre el Padre Serra, algunos de loscuales reflejan hechos que ocurrieron 100 años después de su llegada al NuevoMundo, nos dan la oportunidad de reflexionar críticamente sobre la historia deCalifornia y dar al periodo español su propio lugar — justamente superior — alque lo siguió inmediatamente.

El Padre Serra creó un medio que esperaba protegiera a los pueblos indígenasde los abusos de la colonización que temía que los acosaran, e hizo frente a losmaltratos que percibió. Murió rodeado por la gente que amaba y que lo amaba.

Al principio de estas observaciones, afirmé que la aparición de Nuestra Señorade Guadalupe proporcionó un modelo de evangelización que transformaría lalabor misionera del Nuevo Mundo. La evangelización ya no buscaría sustituir lacultura indígena, sino crear una nueva inculturación que afirmaría la dignidadde los pueblos indígenas. Este modelo de evangelización inculturada puso enmarcha el éxito de la evangelización del Hemisferio Occidental. Creo que esevidente que la vida y el ministerio sacerdotal del Beato Junípero Serra reflejaroncon precisión este estilo de evangelización inculturada.

Gracias a la visión y el valor de nuestro Santo Padre, con la canonización delBeato Junípero, todos los católicos del mundo podremos llamar al Padre Serracomo lo hicieran los indígenas reunidos a su alrededor al momento de su muertehace más de 200 años: el santo. Y por esto, los católicos de Estados Unidostenemos toda la razón de sentirnos agradecidos.

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CITAS

1 Jenkins, Philip. The Next Christendom: The Coming of Global Christianity.Oxford: Oxford UP, 2002. 118.2 Hackel, Stephen. Junípero Serra: California’s Founding Father. (New York: Hill and Wang, 2013), p. 68.3 Hackel, 79.4 Hackel, 79.5 Leies, Herbert. Mother for A New World. (Westminster, Md.: Newman Press, 1964), p. 2666 Beebe, Rose Marie and Senkewicz, Robert. Junípero Serra: California, Indians and the Transformation of aMissionary.Norman, Univ. of Oklahoma Press: 2015. 158 ff.

7 Orfalea, Gregory. Journey to the Sun: Junípero Serra’s Dream and the Founding of California.New York: Scribner,2014. 117 ff.

8 Beebe and Senkewicz, p 57 ff.9 Beebe and Senkewicz p. 170.10 Beebe and Senkewicz p. 173.11 Beebe and Senkewicz, p. 329.12 Weber, Francis, Life and Times of Fray Junípero Serra (San Luis Obispo: EZ Nature Books, 1988), p. 91; Couve

de Murville, M., The Man Who Founded California: The Life of Blessed Junípero Serra (San Francisco: IgnatiusPress, 2000), p. 117.

13 Powell, Philip Wayne. Tree of Hate: Propaganda and Prejudices Affecting United States Relations With the HispanicWorld.New York: Stella Maris Books, 1971. 31.

14 Powell, p. 11.15 http://www.latimes.com/opinion/op-ed/la-oe-orfalea-serra-sainthood-20150125-story.html16 Beebe and Senkewicz, p. 224.17 http://www.latimes.com/opinion/op-ed/la-oe-orfalea-serra-sainthood-20150125-story.html18 http://www.latimes.com/opinion/op-ed/la-oe-orfalea-serra-sainthood-20150125-story.html19 Powell, p. 19.20 Orfalea, Gregory. Journey to the Sun: Junípero Serra’s Dream and the Founding of California. (New York: Scribner,

2014) p. 339.21 Orfalea, p. 339.22 Orfalea, p. 339.23 Johnston Dodds, Kimberly. Early California Laws and Policies Related to California Indians, (Sacramento:

California Research Bureau, 2002), p. 15. 24 Orfalea, p. 339.25 Orfalea, p. 338.26 Powell, p. 16.27 Mignolo, Walter. “What does the Black Legend Have to Do with Race?” in Rereading the Black Legend. (Chicago:

Chicago UP, 2007), p. 324.