Apuntes 1º Parcial

17
 El mundo, el texto y el crítico  La crítica literaria, hasta ahora, observa Edward Said en la introducción a esta indagación extraordinaria que es El mundo, el texto y el crítico, se ha practicado bajo cuatro formas fundamentales: la crítica práctica de las reseñas de libros; la historia académica de la literatura; la apreciación e interpretación literaria, tal como la enseñan los profesores en las universidades, y finalmente, como materia relativamente nueva del siglo XX, la teoría literaria, a partir de nombres como Saussure, Walter Benjamin o el joven Georg Lukács. El pensador palestino se propondrá en los doce ensayos que conforman este libro, aparecido aquí poco después de su muerte, ir más allá de esas cuatro formas y esta ambición, inspirada en el esfuerzo solitario de Erich Auerbach, domina la minuciosa excavación filosófica de cada texto. Said afirma que la teoría literaria estadounidense e incluso la europea se rigen en la actualidad por el principio de “no interferencia”: no apropiarse de nada que sea mundano, circunstancial, o esté socialmente contaminado. La “textualidad” es el objeto desinfectado y místico de la teoría literaria, la antítesis exacta de lo que podría llamarse la historia. La práctica académica ha aislado en gran medida la textualidad de las circunstancias y los acontecimientos que la hicieron posible y que la vuelven inteligible como resultado de la elaboración humana. Pero los textos, afirma Said, son también mundanos, son ac ontecimientos, parte del mundo social, y de los momentos históricos en que se sitúan y se interpretan. Todos los ensayos del libro defienden la relación que existe entre los textos y las realidades existenciales, la política, y las sociedades que les dan  o no- cabida. Said analiza las raz ones de la tensión eterna entre a mbos términos: por un lado la mayoría de los críticos admite que todo texto literario se encuentra de algún modo lastrado por la ocasión en que se produjo, por las simples realidades empíricas de las que emergió. Pero si se lleva demasiado lejos, esta idea obtiene la justificada crítica de un estilista como Michael Riffater, quien en El texto autosuficiente califica cualquier reducción que hagamos de un texto a sus circunstancia s como de falacia bio gráfica, psicológica, analógica. Así los críticos quisieran asegurarse de que el texto no desaparece, no se escamotea, en estos deslizamientos a otras disciplinas. Pero a la vez, hechas las expurgaciones, percibe Said, uno no queda del todo s atisfecho con la idea de que el texto sea autosuficiente. Se pregunta entonces: ¿La alternativa a las diversas falacias es sólo un cosmos textual hermético, cuya dimensión de significado es enteramente interior o intelectual? ¿No hay acaso algún modo de abordar un texto y sus circunstancias mundanas “limpiamente”? Said toma inspiración en sus procedimientos de un debate en el siglo XI en torno a la interpretación del Corán entre gramáticos árabes de la escuela zahirita versus la escuela batinita, cuyas polémicas anticiparon las de los gramáticos del siglo XX. Los batinitas sostenían que el significado del lenguaje está oculto en las palabras: el significado sería únicamente accesible como consecuencia de una

Transcript of Apuntes 1º Parcial

El mundo, el texto y el crtico

La crtica literaria, hasta ahora, observa Edward Said en la introduccin a esta indagacin extraordinaria que esEl mundo, el texto y el crtico, se ha practicado bajo cuatro formas fundamentales: la crtica prctica de las reseas de libros; la historia acadmica de la literatura; la apreciacin e interpretacin literaria, tal como la ensean los profesores en las universidades, y finalmente, como materia relativamente nueva del siglo XX, la teora literaria, a partir de nombres como Saussure, Walter Benjamin o el joven Georg Lukcs. El pensador palestino se propondr en los doce ensayos que conforman este libro, aparecido aqu poco despus de su muerte, ir ms all de esas cuatro formas y esta ambicin, inspirada en el esfuerzo solitario de Erich Auerbach, domina la minuciosa excavacin filosfica de cada texto.Said afirma que la teora literaria estadounidense e incluso la europea se rigen en la actualidad por el principio de no interferencia: no apropiarse de nada que sea mundano, circunstancial, o est socialmente contaminado. La textualidad es el objeto desinfectado y mstico de la teora literaria, la anttesis exacta de lo que podra llamarse la historia. La prctica acadmica ha aislado en gran medida la textualidad de las circunstancias y los acontecimientos que la hicieron posible y que la vuelven inteligible como resultado de la elaboracin humana. Pero los textos, afirmaSaid, sontambin mundanos, son acontecimientos, parte del mundo social, y de los momentos histricos en que se sitan y se interpretan. Todos los ensayos del libro defienden la relacin que existe entre los textos y las realidades existenciales, la poltica, y las sociedades que les dan o no- cabida.Said analiza las razones de latensin eterna entre ambos trminos: por un lado la mayora de los crticos admite que todo texto literario se encuentra de algn modo lastrado por la ocasin en que se produjo, por las simples realidades empricas de las que emergi.Pero si se lleva demasiado lejos, esta idea obtiene la justificada crtica de un estilista como Michael Riffater, quien enEl texto autosuficientecalifica cualquier reduccin que hagamos de un texto a sus circunstancias como de falacia biogrfica, psicolgica,analgica. As los crticos quisieran asegurarse de que el texto no desaparece, no se escamotea, en estos deslizamientos a otras disciplinas. Pero a la vez, hechas las expurgaciones, percibe Said,uno no queda del todo satisfecho con la idea de que el texto sea autosuficiente. Se pregunta entonces: La alternativa a las diversas falacias es slo un cosmos textual hermtico, cuya dimensin de significado es enteramente interior o intelectual? No hay acaso algn modo de abordar un texto y sus circunstancias mundanas limpiamente?Said toma inspiracin en sus procedimientos de un debate en el siglo XI en torno a la interpretacin del Corn entre gramticos rabes de la escuela zahirita versus la escuela batinita,cuyas polmicas anticiparon las de los gramticos del siglo XX.Los batinitas sostenan que el significado del lenguaje est oculto en las palabras: el significado sera nicamente accesible como consecuencia de una exgesis que tiende hacia el interior. Los zahiritas sostenan en cambio que las palabras slo tenan un significado superficial, anclado a un uso concreto, a una circunstancia, a una situacin histrica y religiosa.En sus excesos, los batinitas imaginaban profundidades e interpretaciones ocultas tras las palabras, accesibles slo para los iniciados; pero en estas resignificaciones, observa Said, todo se vuelve permisible mediante la interpretacin. El empeo zahirita consista en restaurar un sistema racional de lectura de un texto, en que la atencin se centrara sobre las palabras fenomnicas en s y sobre lo que se podra considerar su sentido definitivo expresado para y durante una ocasin concreta, un sistema de lectura que estableciera un control ms estrecho sobre el lector y sus circunstancias. El Corn habla de acontecimientos histricos, pero no es en s mismo un libro histrico: evoca la memoria de acciones cuyo contenido se repite como advertencias, rdenes, imperativos, castigos o recompensas. La posicin zahirita adopta una concepcin del Corn que es absolutamente circunstancial, sin, al mismo tiempo, hacer que la mundaneidad presida el verdadero sentido del texto: esto evita el determinismo vulgar en su posicin.La teora crtica reciente, afirma Said, se parece a la posicin batinita en que ha realizado un nfasis indebido en la falta de lmites de la interpretacin. Se argumenta que como toda lectura es malinterpretacin, ninguna lectura es mejor que otra. Pero Said afirma que los textos se contextualizan a si mismos y son ellos mismos a travs de la demanda de la atencin del mundo. Ms an, su modo de hacerlo consiste en plantear restricciones de lo que se puede hacer con ellos desde el punto de vista interpretativo. Los lazos mltiples y sutiles de los textos con el mundo y lo que Said llama un ascetismo de la imaginacin se convierten as en el desvelo principal del libro.Lo dicho hasta aqu slo indica, de una manera infinitesimal, la dimensin vastsima de sus anlisis, que comprende a autores difciles de clasificar como Jonathan Swift, a quien dedica dos ensayos, Oscar Wilde, Joseph Conrad, James Joyce y que incluye un recorrido minucioso, en realidad un ejercicio de esgrima, por toda la historia de la crtica contempornea, desde Vico y Marx hasta Foucault, Ricoeur, Benjamin, Derrida, y otro centenar de nombres.El mundo, el texto y el crticono es, comprensiblemente, por la dificultad intrnseca de sus temas, un libro de fcil lectura, pero s un verdadero acontecimiento cultural y reclama su atencin del mundo con el llamado todava poderoso de la inteligencia y la originalidad.

La mayora de estos 14 ensayos estn enfocados en la propia crtica, en sus criterios de valoracin (como enSobre la originalidad), sus fundamentos tericos y evolucin histrica. Para ello, Said suma a sus reconocidas inteligencia y erudicin humanista un exacerbado rigor acadmico, virtudes que alcanzan su mejor expresin en los ensayosCaminos seguidos y no seguidos en la crtica contempornea,Teora ambulante(sobre la evolucin de ciertas ideas en Lukcs, Goldman y Williams) yLa crtica entre la cultura y el sistema, minuciosa contraposicin de las propuestas de dos de los crticos y tericos ms influyentes de los ltimos decenios: Michel Foucault y Jacques Derrida.

En otros textos, algo menos tericos, Said vuelve a escritores del canon anglosajn, como Jonathan Swift o Joseph Conrad, con interpretaciones ms afines a la perspectiva histrica de Foucault que a las prcticas derridianas, y que relacionan obras literarias con "las realidades existenciales de la vida humana, la poltica, las sociedades y los acontecimientos... las realidades del poder y la autoridad que hacen posibles los textos". A este tipo de crtica Said la denominaCrtica secularttulo de la introduccin del libro en contraposicin a laCrtica religiosa" ttulo del breve eplogo que es aquella de "la deconstruccin y la semitica".

Los ensayos finales continan la labor iniciada por Said enOrientalismo(y que dio origen a las llamadas "teoras poscoloniales"), el anlisis de diversas formas en que los europeos han imaginado a las culturas que encontraron y colonizaron en frica y Asia. En esa lnea estn los ensayosEl islam, la filologa y la cultura francesayRaymond Schawb y la aventura de las ideas". De esta manera,El mundo, el texto y el crticocompendia toda una etapa de la obra de Said y sus valiosas contribuciones al desarrollo del pensamiento crtico contemporneo.Said, palestino cristiano, hijo de un rabe que obtuvo la nacionalidad norteamericana combatiendo en la primera guerra mundial, vivi en el Lbano y en El Cairo y realiz sus estudios universitarios en Princeton y en Harvard, para terminar profesando en la gran universidad neoyorquina. En este sentido, su perfil humano es el tpico de los comparatistas, desde Louis Betz hasta Claudio Guilln: una familia cosmopolita, estudios en el extranjero y un bilingsmo bsico -en este caso, rabe e ingls- del que Said habla en sus inexcusables memorias Fuera de lugar, de 1999. En este sentido, nada extrao en la eleccin del tema de su tesis doctoral: Joseph Conrad, polaco nacido en Ucrania bajo la dominacin rusa y tambin escritor en ingls.

A Conrad se dedica, precisamente, uno de los captulos deEl mundo, el texto y el crtico, volumen que adems de otros siete sobre la teora y la crtica de los aos setenta y ochenta, enhebrados entre una introduccin y una conclusin, incluye dos sobre Swift. ste, pese a su tendencia tory, le sirve a Said como ejemplo de escritor reactivo, siempre dispuesto a dar respuesta a los estmulos de su poca, una especie de intelectual orgnico tal y como Gramsci los defina. Su eleccin tiene que ver, por supuesto, con el papel que Said reivindica para s y los universitarios del momento, as como tambin los otros dos captulos no particularmente tericos del libro, sobre Raymond Schwab, el autor deLa Renaissance Orientale(1950), y Renan y Massignon ante la cultura del Islam, enlazan directamente con lo que singulariz al propio Said entre los comparatistas a partir de la publicacin de su libroOrientalism(1978): su protesta de que el eurocentrismo a ultranza no significaba sino la negacin de la generalidad trascendental de la cultura humana (pgina 343).

Todas las dems piezas de esta compilacin de trabajos escritos entre 1969 y 1981 constituyen otros tantos alegatos contra los estragos que la deconstruccin de Derrida estaba produciendo en el mundo acadmico norteamericano, una encendida defensa de que la literatura significa, y la propuesta reiterada de que hay que devolver los textos literarios a la realidad, al contexto del que nacen: para Said, la planeada interaccin entre discurso y recepcin, entre verbalidad y textualidad, es la situacin del texto, su modo de situarse a s mismo en el mundo (pgina 60). Quiere ello decir que Said fue, junto a dos colegas judos, George Steiner y Harold Bloom, uno de los primeros develadores del peligro inmenso de desactivar el valor social e institucional de la literatura que se estaba corriendo, y un incansable reivindicador de la capacidad creativa del crtico y de su condicin de intelectual obligado a insertar la escritura en los procesos y condiciones reales del presente. Enlaza, para ello, adems de Foucault, con una lnea de pensamiento marxista que desde Lukcs y Adorno le lleva al materialismo cultural de Raymond Wi- lliams, cuyos estudios culturales le parecen un eficaz antdoto contra la logomaquia deconstructivista. Pasados los aos y muerto ya Said, cuyos ltimos afanes fueron a favor de la causa palestina, desafortunadamente se puede percibir una cierta complementariedad entre ambas escuelas en la empresa de destruir los estudios literarios en la Academia norteamericana: la deconstruccin neg la significacin a los textos como si quisiera volverlos inanes, y los estudios culturales han arrumbado con el canon y relegado la literatura al modesto papel de un fenmeno ms susceptible de ser analizado como fruto de la creatividad humana. En modo alguno, por supuesto, el ms importante.Arranca entonces un estudio, con el rigor caracterstico de los estudios culturales, dedicado a la presentacin de lo que se conoce como Oriente. Las conclusiones son transgresoras en la medida que, una vez aceptamos que compartimos esa visin tpica elaborada desde Occidente, se nos fuerza a buscar al Otro y a descubrir entonces algo que no somos nosotros mismos. De ah deriva tambin la posibilidad del dilogo, al que apel con contundencia incansable Said y de ah tambin su denuncia de la siempre perversa actitud estadounidense en todo lo referente al Estado Palestino, a la reivindicacin de una ley de retorno para su pueblo, etc.Las herramientas de anlisis del tema oriental son las mismas que las utilizadas en su crtica de lateora literaria contempornea(la primera publicacin de estos artculos se remonta a 1983). Dos tericos son su fuente de inspiracin y punto de partida:Michel FoucaultyJacques Derrida. Si bien los artculos deEl mundo, el texto y el crticono son precisamente fciles, lo cierto es que cuando el lector, al hilo de esa obligada lectura de desciframiento que impone la teora literaria, llega a entender que mientras Derrida le proporciona bsicamente la nocin de indecidibilidad y diseminacin del discurso literario (una metafsica) y Foucault unas herramientas afiladsimas para descubrir cmo el discurso de cualquiera est encerrado en unas coordenadas concretas de tal modo que el sentido (y el sinsentido) de lo que se dice o escribe reproduce, lo quiera o no su autor, el modelo de poder imperante, uno se da cuenta, digo, de cmo Said conquista su propia libertad para teorizar y emitir juicios y de cmo su propia coordenada de poder (de la que parece ingenuamente ignorante) le faculta para expresar un pensamiento poltico que puede convertirse en accin.Bajo esa luz poltica deben entenderse los artculos Caminos seguidos y no seguidos por la crtica contempornea, el muy veladamente mordaz Reflexiones sobre la crtica estadounidense de izquierda y su Introduccin: Crtica secular, en donde apela a que el mundo entre en la crtica literaria y deje de considerar el texto como un objeto sagrado autosuficiente. En este sentido, una de las mejores definiciones que contiene este ensayo dice El crtico, en igual medida que el novelista, es un escritor que persigue la escritura escribiendo. Lo malo, podra aadir, es que muy a menudo el crtico no entiende qu significa la intencin de ponerse a escribir y se limita a cumplir una parte de esta premisa buscando con vanidad slo su propio reflejo y al dejar de situar al autor que lee en el mundo lo que hace es encoger el mundo.

El Postmodernismo describe la filosofa del examinar la naturaleza del significado y del conocimiento, aunque muchos acadmicos en varios campos han debatido sobre su definicin precisa. Los postmodernistas cuestionan la validez de la fe en la ciencia y el racionalismo que se origin durante el Ilustramiento y que comenz a estar asociada con la filosofa conocida como el modernismo. Tambin cuestionan si la antropologa es, o debera ser una ciencia. Ya que todo el conocimiento est necesariamente moldeado por la cultura, ellos argumentan, los antroplogos no pueden ser objetivos en su investigacin.En respuesta a este argumento, algunos antroplogos han comenzado simplemente a estudiar y escribir sobre los efectos de la influencia de la cultura en su propia perspectiva, y en la perspectiva del resto de las personas. A pesar de que mucho de este trabajo se realiza an en los departamentos de antropologa, se ha convertido tambin en un rea particular de la investigacin conocida como estudios culturales. Algunos ven a los estudios culturales como una nueva disciplina, separada de la antropologa. Otros se refieren a estos como la fase ms novedosa de la teora antropolgica.Los crticos de la antropologa tradicional la ven como una forma de colonialismo y de explotacin. Esta nocin ha ganado terreno a raz de que los antroplogos han estudiado la historia de su propia disciplina y reexaminado la relacin entre el desarrollo de la antropologa y el colonialismo. Ms an, la antropologa tradicional ha estado siempre dominada por las ideas, investigacin y escritos de los Europeos y Americanos blancos. Esto tambin est cambiando a medida que un mayor nmero de personas de diversos antecedentes culturales estn laborando en la antropologa y los estudios culturales.Los investigadores trabajando con estudios culturales tambin han redefinido lo que es la cultura. Tienden a ver la cultura como algo que la gente negocia continuamente entre s, en vez de algo que comparten. Esta visin le hace sentido a una generacin de antroplogos que crecieron en la dcada del 60 en los Estados Unidos y Europa. Durante este tiempo, la gente joven retaba las tradiciones culturales de sus padres y cuestionaban problemas tan importantes como el racismo, el sexismo y la violencia de las guerras modernas. Tambin comenzaron a ver muchos de los peores problemas mundiales tales como la violencia tnica, la pobreza y la destruccin ambiental- como legados de la era colonial de la cual tambin surgi la antropologa.Muchos investigadores en estudios culturales han trabajado para deconstruir (separar las partes para analizar y criticar) las etnografas tradicionales y otros tipos de investigacin antropolgica. Su anlisis demuestra que una gran parte de esta investigacin pueden haber representado equivocadamente o afectado negativamente las culturas descritas. La prctica de criticar los trabajos antropolgicos iniciales no requiere adiestramiento o trabajo de campo especializado en antropologa. As, el campo de los estudios culturales incluye personas educadas en tpicos tan diversos como literatura, estudios de gnero, sociologa e historia.Algunos antroplogos han reaccionado contra las crticas anticientficas del Postmodernismo. Rechazan la posicin de que la investigacin cientfica no puede ensearnos nada acerca de la naturaleza del mundo o de la humanidad. Pero los crticos de las prcticas antropolgicas tradicionales pueden mejorar la calidad del trabajo haciendo investigaciones an ms conscientes sobre los mtodos que utilizan.

Caracterizacin de la modernidad y la postmodernidadNuestra sociedad ya no es "moderna" pero queda todo un substrato de creencias de la modernidad que se van rpidamente disolviendo. El postmodernismo es algo profundamente distinto. El pos-modernismo acaba con las ilusiones de la modernidad. Lo podramos caracterizar como el pensamiento de la incertidumbre, de la duda. El saber parece dominar la razn social por la va de la comercializacin de sus productos. Todo puede ser mercanca, hasta las fantasas sexuales de los sujetos. La reaccin posmoderna trajo consigo un desencanto respecto de la Modernidad, sus promesas y expectativas; dice Habermas en su libro "La Postmodernidad" que el proyecto moderno alcanza su apogeo con la ilustracin en el siglo XVIII. Sus esfuerzos se concentraron en desarrollar una ciencia objetiva, leyes universales y morales y un arte autnomo. Pero el objetivo ltimo de esta cultura especializada era el enriquecimiento de la vida cotidiana: "Los pensadores de la Ilustracin tenan la extravagante expectativa que las artes y las ciencias no solo promoveran el control de las fuerzas naturales, sino tambin la comprensin del mundo y del yo, el progreso moral, la justicia de las instituciones e incluso la felicidad de los seres humanos".Ya antes el conocimiento que la modernidad produce es puesto en tela de juicio por Nietzsche ms que por ningn otro, al introducir una mirada que incluye nuevas perspectivas. Esto origina podramos decir cuatro cuestionamientos;a) epistemolgico(duda de esa topologa en cuyo interior existira una entidad de acceso privilegiado, denominada "mente" y de que la verdad est ah fuera para ser aprehendida por el sujeto;b) ontolgico (duda de la existencia de esencias universales; c)metafsico( duda de que haya una naturaleza humana eterna e inmutable,c) de "la creencia en una estructura estable del ser que rige el devenir y da sentido al conocimiento y normas de conducta")d) poltico (duda de la funcin de los grandes relatos y de la posibilidad de un gran proyecto emancipador de la humanidad)e) tico (duda de la posibilidad de una tica universal fundamentada sobre slidas bases epistemolgicas, antropolgicas y ontolgicas).Ahora bien, no slo debemos quedar en una posicin cuestionadora sino que tenemos que construir un discurso que nos permita pensar aqu y ahora nuestras sociedades, que sea til en el planteamiento de objetivos y formas eficaces para la accin. De lo contrario, la comprensin del conflicto modernidad/posmodernidad es por s misma estril, a no ser que obtengamos estructuras formales productivas(herramientas) tiles para construir sea una vida privada, sea una pblica o social, donde el deseo transite con toda su fuerza creadora. Quienes vivimos en este continente no podemos menos que pensar como latinoamericanos. En gran medida, el rechazo a las descripciones posmodernas de la sociedad y del sujeto es producto del miedo y de la incomprensin. Nos resulta difcil pensar que el terror impere bajo el manto del criterio de eficiencia, nos negamos a aceptar la imposibilidad, por lo menos inmediata, de los grandes proyectos emancipadores fundados en los metarelatos, y atribuimos estas descripciones a las mentes alucinadas de quienes las exponen.

El pensamiento posmoderno, sucesor de los rasgos romnticos y artsticos de la modernidad enfatiza la afirmacin de la diferencia, la importancia del saber narrativo, de sus contenidos. Pero el anlisis puede llevar a la accin, conduce la praxis, "con conocimiento de causa", como dira Lyofard, y por ello, tal vez con mayores posibilidades de xito. Aunque la empresa no tenga presentaciones universales, evita el riesgo de idealizar la sociedad, sus instituciones e individuos. De hecho, los latinoamericanos tenemos ya mucho de posmodernos. Hay que decir, todava, que los anlisis pos-modernos estn apareciendo con gran fuerza en el campo de la disciplinas fsicas, as son varios los fsicos tericos que describen las teoras cosmolgicas - el Big-Bang, por ejemplo-ya no como hechos "objetivos", es decir realmente sucedidos, sino como narraciones que son el resultado de una manera especifica de observar la realidad fsica y de juntar datos recogidos separadamente(como en las rapsodias antiguas, donde "rapsodia" etimolgicamente quiere decir "coser junto historias distintas"). Los pos-modernos entienden la imposibilidad de utilizar, en las ciencias humanas, los esquemas del siglo XIX de los cuales Foucault sera "posmoderno" no por el hecho de que privilegie el concepto de poder, sino porque descubre filosofa en la historia de la medicina, o de la locura, o de la prisin denunciando las contradicciones y los aspectos perversos.La ciencia se despide de la objetividad clsica de la modernidad, y afirma que an el tiempo y el espacio deben ser considerados como construcciones conceptuales y no un hecho del mundo objetivo, es decir los pensadores no slo epistemolgicos de la ciencia, sino toda la matriz conceptual moderna " El concepto de saber se desplaza radicalmente de lo que consideramos cientfico y confiable hacia la afirmacin de que estas son coordenadas de nuestra experiencia. De aqu surge la base del constructivismo radical, en el cual el saber no tiene funcin de reflejar la realidad objetiva sino de capacitarnos para obrar y alcanzar objetivos en nuestra experiencia, adecuarse, pero no coincidir ". El saber entonces es poder obrar adecuadamente. Surgieron despus pensadores ms radicalizados que se inscribieron en los denominados sistmico-constructivistas. Sus dos principales exponentes son Von Foerster y Von Glaserfeld. Ellos profundizan el antiobjetivismo de la realidad. Famosa es la cita de Von Foerster al afirmar que la objetividad es una ilusin de que las observaciones pueden hacerse sin un observador. Por ello este pensador plantea que "el mundo que tenemos que tener en cuenta es un mundo *subjetivo* dependiente de la descripcin y que incluye al observador" y es ms seala: "Esas propiedades son propiedades de descripciones (representaciones) y no propiedades de objetos. En realidad como veremos los objetos deben su existencia a las propiedades de las representaciones".Lo "moderno" se manifiesta con la Ilustracin del siglo XVIII y, en poltica, con las revoluciones burguesas liberales y despus con las revoluciones socialistas, es decir con la Revolucin Francesa, Americana, las Latino-Americanas, y mas adelante, la Rusa y la China. Sus antecedentes se encuentran en el Racionalismo del siglo XVII y, por algunos aspectos, en el Renacimiento. La idea fundamental es la de "progreso": se cree que la Humanidad pueda progresar indefinidamente si el hombre llega a conocer las leyes bsicas - fsicas, biolgicas, psicolgicas, histricas, poltico-sociales, etc.- que rigen la naturaleza y la vida humana individual y colectiva. La otra creencia bsica se refiere a la "realidad": se cree que hay una "realidad objetiva" que se puede indagar con los procedimientos de las ciencias fsicas, es decir con el mtodo galileano de la hiptesis que tiene que ser comprobada o rechazada a travs del experimento. Pero esta "realidad objetiva" tiende a involucrar no solo al mundo material sino tambin al mundo social, histrico y psicolgico. Entonces la realidad humana se la asimila a la realidad fsico material, el hombre se transforma en una suerte de maquina biolgica que se estudia con las mismas metodologas de las ciencias fsicas. Ahora bien que podemos decir desde este, nuestro lugar de analistas en esta realidad que nos toca vivir y donde la postmodernidad que nos atraviesa pareciera fundar una nueva tica: todo puede hacerse, decirse, mostrarse. No hay Juicio Final, hay Punto Final, obediencia debida ,es decir: completa impunidad. Instalando una cultura de la desaparicin y de la impunidad, no hay muertos, hay desaparecidos, no hay culpables, hay indultados. Somos enfrentados a los hechos como si fuera posible acceder a ellos desconociendo el orden significante (Jameson, 1998)Un sujeto no puede encontrarse con los hechos como tales. Siempre los hallar ordenados segn las leyes del lenguaje. El sujeto accede a los hechos por el orden simblico. La ilusin ya no es posible como freno a lo real. En "Las estrategias fatales", Jean Baudrillard presenta el paradigma de la postmodernidad como una "escalada a los extremos". Reivindicando el carcter antagnico de la cultura, consigna que estamos ante la victoria absoluta de la seduccin del objeto por sobre el sujeto y su deseo. Lo cultural, aun en sus aspectos mas obscenamente violentos, se presenta a travs de los medios como un espectculo continuo, predominantemente visual. Todo es transparente, todo puede verse, todo es efmero, se agota en el vrtigo de la mirada. En la sociedad moderna, como lo refiere Colette Soler, cada uno vale lo que tiene para vender, cada quin se procura un espacio donde exponer su saber o su saber-hacer para luego poderlo vender, la pluralidad de los saberes se cotizan en el mercado y marcan diferencias entre las personas, cuanto mas complicado o inaccesible es ese saber, mas alto el valor del mercado".En la postmodernidad se muestran los acontecimientos como anomalas sin consecuencias, que no dependen de ninguna ley. Eventos en los que coinciden causa y fin, hechos cerrados sobre s mismos, ininteligibles. No hay modo de conceptuar, la velocidad y cantidad de la informacin producen un abrumador efecto, donde el sentido escapa, huye de nuestra comprensin y donde pareciera, ya no ser importante. En ellas faltan las lneas de unin que marcan la incidencia del tiempo en la produccin de los sucesos. Aparecen rotundamente, de un solo golpe. La inmediatez de la catstrofe nos hunde en la indiferencia y la parlisis. A los psicoanalistas nos preocupan, en este fin de siglo, las "patologas del acto"(drogadiccin, alcoholismo). Esta destitucin de la palabra pone en jaque nuestro instrumento privilegiado. El "borramiento" que en la postmodernidad se impone sobre la funcin mediadora de la familia, cuya especificidad es establecer los primeros lazos afectivos y moderar, a travs del discurso que en ella se origina, la violencia que la cultura ejerce sobre el sujeto, esto produce efectos devastadores. La violencia reaparece en sus formas ms crueles, como destruccin del otro y, sobre todo, como autodestruccin. El desamparo se manifiesta no solo en el aflojamiento de los lazos afectivos, sino, por sobre todo, en la absoluta inconsistencia del sujeto para afrontar un modelo que se centra en los objetos y anonada el deseo. Donde Ello (impersonal) goza, dir Lacan, el Yo que habla debe advenir.El esfuerzo del sujeto se define as como un deber desirven ultima instancia asumir lo que somos y lo que no somos, sustentar una tica que enfrente el valor de la palabra a la crudeza del acto, en clara oposicin a nuestra ilimitada capacidad de autodestruccin.La perspectiva de Arjun AppaduraiAppadurai sugiere lo contrario a muchas de las grandes teoras de las ciencias sociales occidentales (Comte, Marx, Tnnies, Weber, Durkheim) y de la teora de la modernizacin, que el modernismo es auto consciente y experimentado de forma dispareja, contrario a un simple momento de pausa entre el pasado y el presente. Esta visin convencional dicotomiza la tradicin y la modernidad y no toma en cuenta los cambios y las polticas del pasado. En cambio, propone una teora de rompimiento que asume a los medios de comunicacin y la migracin como sus reas principales de estudio, explorando sus efectos conjuntos en la imaginacin como un elemento importante y constitutivo de la subjetividad moderna (Appadurai, 1996)Appadurai explora cmo los medios electrnicos ofrecen recursos nuevos todos los das y disciplinas para la imaginacin del yo y del mundo. Sugiere que la similitud, el movimiento y la emigracin causan una nueva inestabilidad en la creacin de la subjetividad. En acuerdo con el flujo mundial de imgenes mediadas por las masas, producen esferas pblicas esferas pblicas que confunden las teoras del cambio social que estn centradas en el estado. Hace tres distinciones bsicas de la imaginacin en el mundo postmoderno:1) Distincin entre lo excepcional y la prctica diaria:La imaginacin ha salido del espacio expresivo del arte, mito y ritual bajo el dominio de individuos especialistas y carismticos para convertirse en parte de la vida diaria y de las prcticas comunes de la gente ordinaria, quienes antes estaban excluidas.La dispora moderna, ya sea voluntaria o forzada, se distingue a s misma de formas pasadas de emigracin en el sentido de que actualmente la imaginacin mediada por las masas frecuentemente trasciende las fronteras del espacio nacional, y las polticas de adaptacin, movimiento y regreso estn profundamente afectadas por imgenes, libretos, modelos y narrativas mediadas por las masas. Las esferas pblicas ya no son pequeas, marginadas o excepcionales.2) Distincin entre imaginacin y fantasa

Muchos crticos de la cultura de masas (Frankfurt School, Weber, Talcott Parsons, Edward Shils, Daniel Lerner, Alex Inkeles) describieron un mundo moderno basado en la racionalidad creciente, la religiosidad que disminuye, aumento en el consumo y la prdida de actividad, juego y espontaneidad. Appadurai indica que hay evidencia de que nuevas modalidades de religiosidad no han muerto, sino incluso han sido alimentadas por los medios y redes de comunicacin mundiales. Los crticos del discurso del imperialismo e los medios han demostrado que el consumo de los medios de comunicacin no necesariamente resulta en la pasividad, sino a menudo evoca resistencia y selectividad. Mientras la fantasa representa el concepto del opio de las masas implicando entonces pasividad y una conciencia falsa, la imaginacin es el preludio a la expresin, y especialmente cuando es colectiva, promueve la accin en vez de prevenirla. Entonces, la imaginacin es hoy una base fuerte para la accin, y no solamente para el escape (1996: 7).3) Distincin entre el sentido de imaginacin del individuo y del colectivoLa imaginacin es ahora propiedad del colectivo, creando comunidades de sentimiento, grupos que imaginan y sienten las cosas juntos. Benedict Anderson ha demostrado cmo el capitalismo impreso ha creado comunidades imaginadas de personas que nunca han tenido contacto cara a cara, lo que era un prerrequisito para la formacin de las naciones-estados. El capitalismo electrnico ha producido formas que, yendo por encima del potencial de la prensa escrita para unir a las comunidades y el nivel de la nacin-estado, trabajan transnacionalmente e internacionalmente. Estas comunidades acarrean el potencial de moverse de la imaginacin compartida a la accin colectiva. Como un ejemplo, Appadurai muestra como el "asunto Rushdie es sobre un texto en movimiento, cuya trayectoria de consumo lo llev fuera del espacio occidental de la libertad artstica y de expresin hacia el espacio de las autoridades religiosas y sus propias esferas transnacionales (y los muy diferentes escenarios de Nueva York, Nueva Delhi y otros). La transformacin de las subjetividades de todos los das a travs de los medios y de la imaginacin es no solamente un hecho cultural, sino profundamente conectado a la poltica a travs de las nuevas formas en que los intereses individuales entrecruzan los de la nacin-estado. Las batallas actuales sobre los derechos de los inmigrantes no son solamente una variante ms de las polticas del pluralismo: son acerca de la capacidad de las naciones-estado para contener las polticas de sus minoras dispersas.Esta "teora de la ruptura " es una reciente, puesto que es solamente en las ltimas dos dcadas que los medios y la migracin han sido globalizados tan masivamente a travs de terrenos transnacionales. Segn Appadurai, su acercamiento no es ninguna actualizacin mera de teoras sociales ms viejas sobre la modernidad, sino que presenta algo radicalmente nuevo. Su foco no es la ingeniera social a gran escala (llevada a cabo por los estados, agencies internacionales y otras elites), sino en la prctica cultural de todos los das y la transformacin de la imaginacin. El sospecha de cualquier clase de prognosis a donde el presente nos lleve en trminos de nacionalismo, violencia y justicia social.Su teora sobre la pausa, basada en la fuerza conjunta de los medios y la emigracin, se aleja de los enfoques clsicos que dependen de la prominencia de la nacin-estado, y es en cambio explcitamente transnacional y an postnacional. No provee modelos alternativos explcitos, pero sugiere que las formas sociales existentes actualmente acarrean el potencial de formas ms diversas y dispersas de lealtad transnacional. Los movimientos activistas envueltos con los asuntos de las mujeres, el ambiente, los derechos humanos, etc. Han creado una esfera de discurso transnacional, descansando en la autoridad de personas desplazadas como los refugiados o exiliados. Sin embargo, l admite que la movida de los movimientos transnacionales hacia formas transnacionales sostenibles de gobierno no pueden ser suficientemente explicadas por este enfoque.La globalizacin y la emergencia de una antropologa transnacionalPara Appadurai, la situacin global es interactiva ms que dominada por un solo lado. Los Estados Unidos ya no domina el sistema mundial de imgenes, sino que son una funcin de un sistema transicional complejo de paisajes imaginarios. En su citado documento Disjuncture and difference in the global cultural economy," l argumenta que en esta nueva coyuntura, la invencin de la tradicin y otros signos de identidad se debilita, mientras la bsqueda de certidumbres es regularmente frustrada por la fluidez de la comunicacin transicional. Tambin enfatiza que hay varios miedos alternativos a aquel de la americanizacin: vale la pena notar que para la gente de Irian Jaya, la Indonesianizacin puede ser ms preocupante que la americanizacin, as como la japonizacin puede ser para los coreanos, la indianizacin para los de Sri Lanka, la vietnamizacin para los camboyanos, la rusianizacin para la gente de Armenia Sovitica y las repblicas Blticas, y nos recuerda que la comunidad imaginada de un hombre es la prisin poltica de otro.Appadurai diferencia cinco dimensiones de paisajes globales, fluyendo a travs de fronteras culturales: 1) ethnoscapes, el paisaje de las personas que constituyen el mundo cambiante en el que la gente vive; 2) technoscapes, la configuracin global de las tecnologas movindose a altas velocidades a travs de fronteras anteriormente impermeables, 3) financescapes, la red global de especulacin con la moneda corriente y la transferencia de capital, 4) mediascapes, la distribucin de las capacidades para producir y diseminar informacin y el amplio repertorio de imgenes y narrativas, 5) ideoscapes, ideologas de los estados y movimientos contra-ideologas, alrededor de los cuales las naciones-estado han organizado sus polticas.Appadurai enfatiza que la globalizacin y la localizacin de los procesos, o la homogenizacin global y la heterogenizacin se alimentan y se refuerzan entre s en vez de ser mutuamente exclusivas, y requieren ms estudios antropolgicos en la produccin de la localidad. Los cambios econmicos, polticos y culturales expandidos mundialmente y que han ocurrido durante las pasadas dcadas han hecho absolutamente esencial darle sentido al proceso conocido colectivamente como la globalizacin. Ha habido una industria creciente en las publicaciones populares y acadmicas que proponen hacer esto. En un sentido el mundo ha sido globalizado desde el momento de la llegada de Coln al Nuevo Mundo.Lo que caracteriza el inters actual en la globalizacin es sin duda la intensificacin de este proceso debido al advenimiento de tecnologas nuevas en los medios, lo que ha colapsado el globo espacialmente hablando y ha penetrado todo el mundo con imgenes de las glorias del consumerismo. El rol de los medios en la transformacin del mundo debe entonces figurar prominentemente en cualquier recuento de la globalizacin. En Modernity at Large, Arjun Appadurai posiciona a los medios en el centro de su discusin sobre el presente global, y su visin de los medios constituye a la vez todas las fortalezas y debilidades que se reflejan en los ensayos incluidos en esta publicacin.

Para aquellos cuya profesin es examinar los productos culturales o incluso culturas completas (desde los crticos literarios hasta los antroplogos), la globalizacin significa que se deben asumir nuevos enfoques ye idear nuevos discursos para explicar el presente. De pronto todo est sujeto a dudas y necesita ser revisado. No es posible imaginar el mundo como una coleccin de espacios autnomos, ya sean espacios imaginados como naciones, regiones o culturas demarcadas por regin o por nacin. An as, es la relacin de la cultura con los espacios definidos y determinados lo que contina siendo dado por hecho en la mayora de las ciencias sociales y humanidades. Los estudios literarios est an divididos en especialidades nacionales, pero los estudios por reas han comenzado a dominar las ciencias sociales. El pensar en un mundo que ha sido globalizado requiere un pensamiento de una cultura sin espacio, una tarea muy difcil y compleja que termina con todos los procesos establecidos de las prcticas acadmicas.Es importante recordar que la globalizacin es un proceso desigual, y que algunas de las formas que produce aparentan ser signos de una relacin neo-imperialista entre las culturas y pases del oeste y del resto. Por ejemplo, la lista de Benjamin R. Barber's de las pelculas ms taquilleras del ao 1991 en 22 pases alrededor del mundo indica tanto la dominacin del producto estadounidense en el extranjero, como probablemente la homogeneizacin creciente de la cultura mundial: desde Brasil hasta Polonia hasta Malasia, pelculas como Terminator 2, Dances with Wolves, Robin Hood and Home Alone se mantuvieron en las primeras posiciones, mientras que el cine producido localmente o en pases fuera de los Estados Unios apareca muy infrecuentemente, si es que apareca.Los efectos y dimensiones de tal imperialismo cultural son mucho ms ambiguos y difciles de entender de lo que mucha gente pensara. Mientras en cierto sentido es posible ver al mundo como inexorablemente americanizado, las respuestas y reacciones a los productos culturales americanos en otras partes del mundo no se asemejan a una aceptacin masiva de las relaciones imperialistas. Y por supuesto, es difcil ver a Amrica con un sistema cultural confiado y seguro de s mismo que sea capaz de forzar sin problemas su forma de vida particular sobre el resto del mundo. La constitucin del trmino americano ha sido por s misma muy debatida por un gran grupo de sectores culturales y sociales, y tambin por grupos dispersos que estn tratando activamente de remoldear lo que es probablemente el ltimo centro imperial hacia un espacio ms bondadoso y sutil que no sea ya el centro de nada.Uno de los peligros de intentar ofrecer un recuento de la globalizacin que no la vea como otro nombre ms para el imperialismo cultural en su sentido ms bsico es que es posible volverse demasiado entusiasta sobre la capacidad de otras culturas de modificar y resistir la llamada americanizacin. Es importante no convertir el imperialismo cultural global en un sistema total dentro del cual la resistencia sea imposible. Pero es posible tambin cometer errores en el otro sentido, viendo resistencia en tantos lugares que se vuelve difcil entender por qu Hollywood no est en quiebra, por qu los programas de televisin no consisten solamente de historias humanas y sensibles; en fin, por qu el mundo no es ya fundamentalmente diferente.Las dos ideas clave introducidas por Appadurai en el ensayo Disjuncture and Difference in the Global Cultural Economy constituyen la base terica para el resto de su libro Modernity at Large. La primera de ellas es la sugerencia del autor de que hay un nuevo rol para la imaginacin en el presente. La segunda se encuentra en el neologismo que Appadurai inventa aqu y por el cual se le conoce mejor. Es el uso del sufijo scape, el cual combinado con los prefijos apropiados--ethno-, media-, techno-, finance- e ideo---ofrece un marco para examinar la nueva economa cultural global un orden complejo y disyuntivo que no puede ya ser entendido en trminos de modelos existentes de periferia central.La conjuncin entre los medios y la migracin es esencial para entender el vocabulario de scapes o como el autor seala en otra parte del libro confluencias o cascadas Si la modernidad est en grande, es porque ahora excede las fronteras y las determinaciones de la nacin. Hacer sentido de este fenmeno global contemporneo requiere el estudio de algo ms all que el espacio limitado de la nacin, y las teoras sociales deben ser reformuladas siguiendo el paso de este nuevo mundo sin territorios.

Bibliography:Appadurai, Arjun. 2000. Globalization: Public Culture: Society for Transnational Cultural Studies. Duke University Press. Appadurai, Arjun. 1996. Modernity at Large: Cultural Dimensions of Globalization (Public Worlds,V.1). Minneapolis: Minessota University Press. Buitrago Ortiz, Carlos y Eva Villaln Soler. Transnacionalismo y fragmentacin: Un acercamiento a trabajadores agrcolas migrantes mexicanos. Ro Piedras, Universidad de Puerto Rico. Deleuze, Gilles y Flix Guattari.1987. A Thousand Plateaus. Capitalism and Schizophrenia. Minneapolis: University of Minnesota Press. Habermas, Jurgen. 1990. The Philosophical Discourse of Modernity: Twelve Lectures. MIT Press. Jameson, Frederic y Masao Miyoshi. 1998. The Cultures of Globalization. Duke University Press. Kearney, Michael. 1996. Reconceptualizing the Peasantry. Anthropology in Global Perspective. Boulder: Westview Press.