Apuntes Para Una Genealogía Del Ethos Urbanita Latinoamericano

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    Filosofia Unisinos, 6(2):184-193, maio/ago 2005

    Enrique Del Percio

    Si bien la modernidad es un fenmeno que afecta a todo occidente desdehace medio milenio (y a cuya consumacin hoy asistimos), no todo occidente se havisto afectado del mismo modo. Por eso, me interesa plantear algunos aspectos quehan signado el origen de la modernidad espaola y que han incidido decisivamente

    sobre la conformacin del sujeto urbano (el urbanita de Simmel) latinoamericano

    de los estratos medios y altos. Los sectores populares trasuntan sutilmente elemen-tos propios de las culturas indgenas2, por lo que asumen una configuracin distin-ta de la que ac voy a exponer.

    Obviamente, dadas las naturales limitaciones de espacio, abordar solamentealgunos elementos de la modernidad hispana, y de esos elementos analizar apenas

    Apuntes para una genealoga del

    ethos urbanita latinoamericano

    Enrique Del Percio1

    [email protected]

    1Universidad de Buenos Aires.2Cfr. Rodolfo Kusch, 1977, p.193 y ss.

    Filosofia Unisinos6(2):184-193, maio/ago 2005 2005 by Unisinos

    Notes for a genealogy of the Latin American urbanite ethos

    RESUMEN:Si bien la modernidad es un fenmeno que afecta a todo Occidentedesde hace medio milenio, no todo Occidente se ha visto afectado del mismomodo. Por eso, interesa plantear algunos aspectos que han signado el origen de lamodernidad espaola y que han incidido decisivamente sobre la conformacindel sujeto urbano latinoamericano de los estratos medios y altos. A tal fin se analizael modo en que Espaa ha participado en la gestacin del proceso de formacindel Estado Moderno y la concomitante formalizacin del derecho, el lenguaje, lamoral y el conocimiento cientfico-tcnico, y su impacto en Iberoamrica.

    Palabras clave:modernidad, Estado, formalizacin, sujeto urbano.

    ABSTRACT:Although Modernity is a phenomenon which has affected the WesternWorld for five centuries, not all of it has been affected in the same way. Thats the

    reason why it is interesting to show some considerations which have influencedon the origin of Spanish Modernity, and have been very important in thedevelopment of the middle- and upper- class Latin American urban subject. Theway in which Spain has participated in the gestation of the Modern State and theconcomitant right, language, ethic and techno-scientific knowledge formalizationprocess, and its impact on Ibero America is analyzed in this article.

    Key words: modernity, State, formalization, urban subject.

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    los aspectos ms salientes. Con lo cual quedan dadas las condiciones para correr elriesgo de transformar lo que pretende ser un marco analtico en una mera caricatu-ra. Pero dada la importancia que el tema tiene para la comprensin de nuestropresente, creo que vale la pena correr el riesgo.

    Con Weber, podemos afirmar que la modernidad se caracteriza como el proceso

    de racionalizacin y formalizacin de todos los aspectos de la vida social; en particu-lar, del lenguaje, el derecho, la moral y la ciencia3. En otros trminos, es el paso dela razn simblica a la razn formal4.

    A la hora de explicar esta extraa anomala en la historia humana, sobresalela convergencia de tres factores:

    a) De Grecia proviene la metafsica de la sustancia caracterizada porcomprender el principio o arch originario con los rasgos de: 1) identidad; 2)universalidad; 3) inteligibilidad; 4) necesidad y 5) eternidad. Esta concepcinparmendea, compartida por Platn, Aristteles y buena parte del helenismo, nonegaba que pudiesen reconocerse en el ente concretamente existente los caracteresde: 1) la diferencia y la alteridad; 2) la particularidad e irreductible unicidad de cadaente singular; 3) el amor y el misterio; 4) la contingencia y gratuidad y 5) la imprevisible

    novedad histrica. Pero si bien no los negaba, no los aceptaba en tanto rasgos del

    principio originario mismo, sino como accidentes, como una suerte de realidad notan real debida a que la materia empaa la siempre permanente actualidad del ser.La racional y civilizada forma prevalece sobre la brbara e irracional materia:nacimiento de la formalizacin.

    Con la aparicin de la economa dineraria estos caracteres van pasando pau-latinamente del ente al individuo, llegando as con Descartes a patentizarse el pasode una metafsica de la sustancia a una metafsica del sujeto. En esta es el burgusquin se autoerige en sujeto universal, y los diferentes (los brbaros, el vulgo, los

    indgenas, los judos, los moros) no llegan, por tanto, a la categora de sujeto. Noson propiamente humanos, o al menos no son susceptibles de ser consideradosplenamente sujetos de derechos. El burgus es idntico a s mismo desde su mismonacimiento. No se reconoce como una realidad in fieri, como alguien que -desde unfondo irreductible de misterio llamado yo- se hace da a da junto a los dems,

    sino que se asume como un ente acabado desde un principio. Har falta llegar aNietzsche, a Freud y, en definitiva, a Heidegger, para que vuelva a ponerse enentredicho la existencia de un yo autosuficiente! Ese sujeto es inteligible para smismo, y considera la realidad misma como intrnsecamente inteligible. Todo tiene

    un por qu. Si algo aparentemente no lo tiene, es porque todava no se lo hadescubierto5. Pero para conocer esa realidad, no hace falta ms que el uso correctode la razn. Es decir, un uso racional de la razn. Y como la matemtica es el msracional de los conocimientos, no hay duda de que a las matemticas correspondeel primer lugar entre las ciencias, dir Clavius, el autor del libro de matemtica enel que se form Descartes; ste dar un paso ms, suponiendo que la matemtica esla nicabase cierta de todo conocimiento posible. Y la matemtica se cierra plena-mente sobre s misma. La propiageo-metradeja de ser mensura de la tierra. Ocurreque slo el sujeto es necesario. Y el sujeto es pura res cogitans; todo lo dems, an

    el propio cuerpo, es contingente: madurez de la formalizacin.

    3Claro, tambin el arte participa de este proceso, pero de otro modo y con otros tiempos. La pervivencia de losagrado en el aura hasta la poca de la reproductibilidad tcnica, tal como explica Benjamin, complejizademasiado el asunto como para poder abordarlo en estas breves lneas.4As se infiere de la obra de Tras, en especial 1996.5En orden a pensar una superacin de esta metafsica del sujeto que vaya ms all del mero escepticismo dealgunas corrientes posmodernas y posmetafsicas, resulta insoslayable el aporte de Manuel Reyes Mate, enespecial 1997. Ms breve, pero igualmente sugerente: Scannone, 2000.

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    b) De Jerusaln llega el cristianismo, que en Europa Occidental ser claramentecristocntrico, a diferencia del cristianismo trinitario de Europa Oriental. La centralidadde la figura de un Dios encarnado plantea innumerables consecuencias. Ac slo sealaruna: la materia no es vista como algo malo en s misma. Se genera una confianza en eltrato con el mundo material que abre el camino para una visin distinta a la tradicional

    en el campo de la ciencia y de la tcnica. Por otra parte, la concepcin judeo-cristianade la creacin ex-nihilode la materia, frente a la nocin griega de la eternidad delcosmos, unida a la idea del hombre asociado a Dios como una suerte de co-creador,potencia este espritu favorable a la indagacin cientfica. De todos modos, ser con elprotestantismo -como luego veremos con algn detalle- que el pensamientotecnocientfico encuentre un terreno ideal para su desarrollo. Finalmente, baste conefectuar una simple mencin de la importancia del cristianismo para constituir, juntocon el ideal socrtico, un ambiente apto para la invencin del hombre una vez queesto entre en conjuncin con el surgimiento de la economa dineraria.

    c) Las cruzadas, la progresiva reurbanizacin de Europa, las universidades,constituyen los factores decisivos para explicar ese surgimiento de la economa dinerariay del tipo humano que la hace posible: el burgus. Este es el elemento quedesencadenar las potencialidades nsitas en la tradicin griega y en la cristiana para

    dar lugar a la modernidad. Lucca Paccioli y su genial invento de la contabilidad porpartida doble es lo que mejor simboliza la nueva mentalidad: el hombre se acostumbraa ver la realidad en trminos de relacin costo-beneficio, con prescindencia de lascostumbres o los afectos. La realidad es calculable. Y lo que no es calculable no tienevalor. Nace la razn instrumental. Y con ella, la dialctica del iluminismo.

    El valor y el honor constitutivos del ethos caballeresco medieval sonreemplazados por el espritu de clculo propio del burgus. En palabras de vonMartin, el dinero y el talento tenan que juntarse frente a la tradicin medieval: seencontraban sobre un mismo terreno, ya que el espritu de clculo, tpicamenteburgus, y la adaptacin racional de medios a fines caracterizan tanto al comercian-te como al intelectual; las nuevas potencias eran afines por naturaleza y eleccin.El dinero constituye el factor homogeneizador de toda la realidad, indispensablepara llegar a esa madurez de la formalizacin a la que hice referencia ms arriba.

    Por eso, una vez que el burgus llegue a ocupar el centro de la escena cultural,saludar alborozado a Descartes en el continente y a Bacon en la isla. Desde elracionalismo y desde el empirismo se llega a la misma conclusin: la cantidad constituyela nica base notica aceptable.

    Pero esta comunidad de intereses entre la clase intelectual y la clase mercantilno se resuelve en un matrimonio feliz. Antes bien, el intelectual ve en el mercaderun peligro para la cultura espiritual, mientras el mercader ve en el intelectual un

    peligro para la sociedad civilizada. Como plantea von Martin, en las clases dominan-tes se manifiesta siempre la reaccin fuerte de un fino instinto (consciente o incons-ciente) frente al poder de la crtica social. Y en la inteligencia, que se siente investidade una misin espiritual y como la elite de la clase burguesa de la que procede(pero a la que en el fondo no le fascina pertenecer), espera que esa clase la reconozcacomo su representante espiritual. Por cierto, esto constituye un ingrediente poco

    estudiado a la hora de explicar el surgimiento conjunto de la tendencia a laemancipacin del espritu humano y de la tendencia a reducir a la persona a merorecurso humano, a un simple engranaje del sistema. Mas ya es hora de volver a lo

    prometido al inicio de esta ponencia: la gnesis de la modernidad hispnica.De la mano de Fernando de Aragn, inspirador de El Prncipe, la obra que

    marca el inicio de la modernidad en la reflexin poltica, se van a dar cita a) el talanteburgus de su Barcelona con b) la metafsica de la sustancia en su elaboracin altamen-te formalizada por la escolstica tarda y c) el cristocentrismo catlico de Isabel y Cisneros.

    Esta conjuncin incide concluyentemente para que en 1492 Espaa decida su

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    peculiar modo de ser moderna con la expulsin de los moros y judos, la gramticade Nebrija y el descubrimiento de Amrica.

    Obviamente el empleo de la religin como ideologa dirigida a amalgamar lasdistintas nacionalidades que componan el Imperio no fue una estrategiaestrictamente moderna. Entre otros, Constantino y Clodoveo ya lo haban hecho.

    Sin embargo, en el caso espaol la intolerancia de Cisneros preanuncia las intoleranciasreligiosas e ideolgicas modernas, mientras que la apertura de Talavera, el entoncesarzobispo de Granada, recuerda la medieval convivencia de las tres religiones entiempos de Fernando de Castilla.

    Por otra parte, la estrategia empleada en el ltimo tramo de la as llamadaReconquista, muestra el carcter ya definitivamente moderno de la actividad mili-tar espaola. Toda la campaa se basa en una racional administracin de recursos yasume importantes niveles de formalizacin. Baste como smbolo de lo que quieromanifestar, la racionalidad implcita en la construccin en forma de parrilla del

    campamento-ciudad de Santa Fe cerca de Granada6.En cuanto a la expulsin de los judos, sabido es que para Sombart y otros

    autores, los rasgos caractersticos de la modernidad se vinculan a los judos. Estos,tras su expulsin de Espaa, llevan esos rasgos por toda la Europa en la que la

    burguesa ya se estaba asentando, pero sin haber alcanzado an un carcter defini-tivamente moderno. Son esos rasgos la primaca de la letra y de la ley, as como ladoble moral en el comercio.

    Para Weber, en cambio, el judasmo no es la piedra angular ni de la construccindel capitalismo moderno ni, menos an, de la moderna racionalidad occidental7.

    Si, como decamos al comienzo, la modernidad se caracteriza por laracionalizacin formal, pareciera que no es correcta la tesis de Sombart. En efecto,si bien el judasmo es el pueblo de la letra, esta tiene un contenido altamentesimblico; vale decir: reenva a otra realidad externa al propio texto y de unadimensin distinta a la del propio lector e intrprete. Los diversos modos de lecturajudaica del texto sagrado tienen en comn ese anhelo de hallar el vnculo de laescritura con ese misterio proveniente de lo definitivamente Otro. Si se habla de laletra en la modernidad, mejor hablemos de la Gramtica de Nebrija: formalizacin

    de un idioma destinado a ser el lenguaje del Imperio.Algo similar ocurre con la ley. No es una ley comunicada desde lo alto el tipo

    de norma que el hombre moderno est dispuesto a aceptar. Por cierto, el procesode formalizacin y especializacin del derecho recin llegar a su concrecin defini-tiva con el positivismo jurdico. No obstante, toda la modernidad muestra -ms allde los naturales flujos y reflujos- una marcada tendencia hacia esa formalizacin yespecializacin. La actividad desplegada por Isabel y Fernando con la reorganizacin

    del sistema de administracin de justicia y con la recopilacin de las reales ordenanzasde Castilla, si bien conserva fuertes resabios medievales, marca el paso a la nuevaconcepcin jurdica. Ya en el siglo siguiente, el tipo de argumentacin que encon-traremos en el debate jurdico, particularmente en los debates salmantinos, eviden-ciar un claro avance en orden a esta formalizacin: resultar mucho ms convin-cente el empleo de la lgica que la fuerza de las citas bblicas.

    Represe en este fragmento de Gins de Seplveda referido a las razonesjustificatorias de la guerra y conquista de Amrica:

    La primera (razn) es que siendo por naturaleza siervos, los hombres brbaros (indios),

    incultos e inhumanos, se niegan a admitir el imperio de los que son ms prudentes,

    poderosos y perfectos que ellos; imperio que les traera grandsimas utilidades, siendo

    6Cfr. J. H. Elliot, 1979, p. 42 y ss.7Para un anlisis de esta polmica, ver Manuel Reyes Mate, 1997, p. 168 ss.

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    adems cosa justa por derecho natural que la materia obedezca a la forma, el cuerpo al

    alma, el apetito a la razn, los brutos al hombre, la mujer al marido, lo imperfecto a lo

    perfecto, lo peor a lo mejor para bien de todos8.

    Bartolom de las Casas polemiza en el mismo terreno, quejndose de

    quienes se dedican a vaguear fingiendo varios ttulos de conquista (Reyes Mate,1997)9. Pero donde ms se evidencia este proceso de formalizacin yespecializacin jurdica tendiente a desenganchar al derecho de toda referenciaextraracional es en la legislacin indiana. All se manifiesta una fuerte tendenciaa proteger al indgena de los abusos de los conquistadores a la par que unasupina ignorancia de lo que efectivamente estaba ocurriendo en las Indias. Poreso, surge por estas playas la primera norma de interpretacin jurdica a cargode los ac poderosos: la ley se acata pero no se cumple.

    No slo el derecho, sino tambin la moral va a tender a especializarse,

    formalizarse y, de algn modo, juridizarse. El razonamiento escolstico tardo habrde inspirar a la casustica moral, tan lejana a los simples principios del estilo delagustiniano ama y haz lo que quieras o del nico mandamiento evanglico amaal Seor por sobre todas las cosas y a tu prjimo como a ti mismo.

    A causa de mi deformacin profesional me he excedido en el tratamiento dela cuestin jurdica, por lo que, tras pedirle al lector las debidas disculpas, paso yamismo a abordar la ltima cuestin atinente al nexo entre judasmo y modernidad.

    En cuanto al problema del judo y de la doble moral, entiendo que esaduplicidad encuentra su origen en el hecho de que la burguesa ir constituyendo

    el primer caso en la historia en el que toda una categora social viva en un lugar ytrabaje en otro. Eso somete al burgus a una doble mirada. An el lector menosavisado de la obra de Foucault puede advertir la importancia de esto a la hora deconformar un doble rasero moral: una cosa es el hogar y otra cosa es el mercado10.Nada tiene que ver en esto el judo. Sin embargo, justo es sealar que, real oimaginariamente, el judo se mueve cmodamente en los tres terrenos en los que sejuega la modernidad: la letra, la ley y el dinero. Ser por eso que la modernidadoptimista se abre con la expulsin del judo y se cierra en Auschwitz?

    Nos queda por observar el vnculo con la modernidad del llamadodescubrimiento de Amrica11. Empresa tpicamente moderna12(y uso la palabraempresa con toda premeditacin) que, no obstante haber sido fundamental parala consolidacin de la modernidad en toda Europa occidental, va a ser una de lascausas de que Espaa no sea tan moderna como el resto de esa Europa. No es lomismo obtener el oro directamente de la tierra que merced al comercio y la industria.El talante burgus (o si se prefiere protoburgus) de Fernando no va a ser suficien-

    te para lograr la autonomizacin formal del Estado, como s lo har luego Richelieucon la Razn de Estado. Quiz por eso habr de nacer un Descartes en Francia y noen Espaa, a pesar de la influencia que sobre l hubo de tener la obra de espaolescomo Surez sobre su concepcin del sujeto y de la voluntad de Dios y Su intelecto13.

    8Gins de Seplveda, De la justa causa de la guerra contra los indios. Cita tomada de M. R. Mate, 1997, p. 78-

    79. El subrayado es mo.9Represe al pasar en que el amigo del emperador no era Seplveda sino de las Casas. Es decir que la varianteespaola de la modernidad tuvo desde su origen su propia dialctica del iluminismo.10Cfr. Enrique Del Percio, 2001, p. 26 ss.11Acerca de lo errneo de hablar de descubrimiento y de Amrica, ver Mario Casalla, 2003, p. 33 ss.Asimismo, se recomienda su lectura para una comprensin situada de todo el proceso de colonizacin delcontinente.12Cfr. Juan Carlos Agulla, 2000. Represe en la distincin que formula Agulla entre el descubrimiento comoempresa renacentista y la conquista como empresa barroca. Sobre el tema del ethos barroco, cfr. Carlos Cullen,Reflexiones desde Amrica.13Cfr. Quentin Skinner, 1993, p. 156. nota al pie.

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    En resumen: desde finales del siglo XV encontramos en Espaa elementospropios de la definicin weberiana de la modernidad, como la formalizacin de lalengua y la especializacin y formalizacin del derecho y la moral. Pero faltdesarrollarse el componente burgus: la cantidad de oro y plata proveniente deAmrica Latina llev a Espaa a sostener una concepcin del trabajo de tipo

    estamental: el vil trabajo es cosa despreciable de la que deben encargarse los estra-tos inferiores. En cambio las laboriosas burguesas emergentes en el resto de Euro-pa Occidental aprovecharon la circunstancia para consolidar sus fortunas y,consecuentemente, su relevancia en el seno de sus respectivas sociedades.

    Pero ese resto de Europa miraba entonces a Espaa con cierto dejo deadmiracin. Mientras las guerras de religin se sucedan por doquier, Espaa estabaen paz. Las letras y la filosofa espaolas del siglo XVI ocupaban un lugar privilegia-do. De algn modo, se puede decir que entonces Espaa constitua en aparienciaun modelo exitoso.

    Para ese entonces, las burguesas europeas occidentales le reclaman a susgobernantes que les provean las tres seguridades que de algn modo Espaa yaestaba suministrando: seguridad policial, seguridad militar y seguridad jurdica. Estomarca la gestacin del Estado-Nacin Moderno, que, no obstante, deber esperar

    hasta 1648 (Westfalia) para obtener su certificado de nacimiento legtimo.Lo importante en orden a estas ideas es que en todos estos casos (a los que se

    les debe sumar la Italia y Alemania en el siglo XIX) fueron las burguesas las queprocuraron la creacin del Estado moderno para que les brinde la necesaria seguridadpara sus vidas y negocios.

    Es decir que a la inversa de lo ocurrido en Espaa, en el resto de Europa fuela burguesa la que gener al Estado moderno. Sumando a estos datos el referenteal distinto origen del capitalismo continental y anglosajn, estamos en condicionesde elaborar la siguiente tipologa del capitalismo, til para comprender tanto alurbanita latinoamericano como las disensiones que hoy vemos en el seno de laUnin Europea:

    a) Capitalismo Solidario o Continental:Creo que ac se debe introducir unfactor de complejidad en eso que venimos llamando Espaa, excluyendo a estos

    efectos a Catalua. Entonces, si unimos con una lnea imaginaria Burdeos, Barcelo-na, Roma, Viena, Estocolmo y nuevamente Burdeos, encontramos una burguesadescendiente de los artesanos y productores reunidos en los gremios y guildasmedievales que aportaban una contribucin peridica a su organizacin. De estemodo, el gremio se capitalizaba con el fin de atender a sus miembros en caso denecesidad o a sus deudos en caso de muerte. Esto motiva que en un inicio el capita-lismo continental tienda a financiarse ms con el mercado bancario que con el

    burstil (con todas las consecuencias socioculturales que de ello se deriva14) y que,con el correr del tiempo, extienda la nocin de solidaridad (en un origen limitada alos artesanos protoburgueses) a toda la poblacin.

    b) Capitalismo Individualista o Anglosajn:Como es sabido, los anglosajonestuvieron siempre una actitud ms individualista que los europeos continentales. Sibien no hay acuerdo sobre las causas, s podemos ver muestras de lo expuesto a lo

    largo de la historia. No casualmente la confesin auricular y secreta tal como hoy laIglesia practica ese sacramento se origin a raz de la resistencia de los cristianosirlandeses medievales en confesar pblicamente sus pecados a la comunidad. Este

    suelo ser propicio para que germine el nominalismo con Ockham en el siglo XIV, elempirismo con Bacon en el XVII y el escepticismo anticausalista de Hume un sigloms tarde. Obviamente, ser tambin propicio para que en el XVI Mr. Lloyd inicie su

    14Una excelente crtica a la cultura derivada de la empresa financiada por acciones en John K. Galbraith, 1992.

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    actividad aseguradora apostndole a los armadores de buques parroquianos de supub que su embarcacin iba a regresar con la carga en buen estado; por su parte,el armador le apostaba que se iba a hundir. Si ello ocurra, al menos le ganaba laapuesta a Mr. Lloyd y no perda toda su fortuna. Creo que este es el mejor ejemplode lo que usualmente se denomina capitalismo de casino (Albert, 1992).

    c) Capitalismo Prebendario o Iboeroamericano:Como dijimos ms arriba, enlos dos casos anteriores fue la burguesa la que contribuy decisivamente a gestar alEstado Moderno. En cambio, en Espaa fue ese peculiar tipo de Estado Modernocuya gnesis estuvimos viendo el responsable de gestar una burguesa integradapor una extensa burocracia administrativa y judicial, que se retroalimentaba por lasprebendas obtenidas por los estamentos militar y eclesistico, tambin dependientesde la Corona. Como hemos dicho, el oro para mantener esa burguesa provena dela extraccin minera, siendo el subsuelo dominio eminente de la Corona.

    Tambin en aquellas regiones de Amrica colonizada por Espaa en donde

    hoy encontramos una burguesa importante, advertimos que sta fue hija del Esta-do y no a la inversa. Por ende, la burguesa no siente al Estado como algo propio,como una suerte de hijo, sino ms bien como una suerte de padre del cualindependizarse o del cual obtener dinero sin trabajar.

    A raz de estos distintos orgenes (aunque no slo por ello) tanto en el casodel capitalismo individualista como en el solidario, el empresario percibe al Estadocomo un instrumento para expandir y enriquecer a su empresa, ayudndolo a con-seguir nuevos y mejores mercados, ya sea conquistando territorios, corrompiendofuncionarios de otras latitudes o manteniendo un eficiente sistema de fomento y

    promocin de las exportaciones.En cambio, en el caso del capitalismo prebendario el empresario percibe al

    Estado como un protector a quien acudir para expandir su propia fortuna personal.Es paradigmtico el caso del empresario argentino: cuando el Estado le proveydivisas baratas, en lugar de aprovechar la coyuntura para adquirir bienes de capitalpara su empresa, prefiri gastar sus ahorros en Miami o realizar inversiones mera-mente especulativas. Mientras tanto, le demandaba al Estado proteccin frente alos productos importados. Cuando la divisa alcanza un nivel ptimo que le genera

    pinges ganancias en pesos, se queja por los impuestos, retenciones y otras formasque emplea el Estado para captar recursos. Obviamente hay muchas y muy saludablesexcepciones, pero lamentablemente son slo eso: excepciones15.

    Adems este carcter prebendario se ver agravado por el escaso avancetecnocientfico, necesario para el desarrollo capitalista.

    Ya suger una de las razones del retraso en materia tecnocientfica que pade-cer Espaa: compraba con el oro extrado de sus posesiones de ultramar el saber

    tecnolgico que otros producan.Pero, como siempre que abordamos cuestiones humanas, se multiplican las

    causas (si es que se puede hablar de causa en el terreno social, no por humianoescepticismo, sino por la ndole misma de lo humano) y, acordando con Weber,pareciera evidente que los factores culturales remiten a los diferenciales religiosos.

    Como dice Tras, toda cultura remite, sobre todo, a una raz cultual (Trias,

    1996, p. 17). Atencin: se habla de culto y no de religin en general. Antes de verqu relacin guarda esto con el avance tecnolgico y tecnocientfico de los pasesanglosajones, en especial a partir de Newton, es menester aclarar el por qu de esta

    distincin. Siguiendo con Tras:

    En este punto quiero romper una lanza a favor de la filosofa de la religin de Hegel. En sta

    se piensa que lo que proporciona especificidad al hecho religioso es, precisamente, el

    15Para un anlisis ms detallado del tema pero desde una perspectiva tributaria, ver Enrique Del Percio, 2005.

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    culto; de forma que no puede haber religin si tal culto deja de existir. El culto religioso,

    con toda su profusin ceremonial y ritual, constituye la dimensin ineludible de la religin,

    aquello que concede ser y sentido a todos los dems ingredientes que constituyen el

    hecho religioso (sus componentes doctrinales, por ejemplo) (Trias, 1996, p. 17).

    Siempre siguiendo al mismo autor, diremos que la modernidad es el tiempode la gran ocultacin. Lo sagrado y su manifestacin cultual no queda aniquilado,sino inhibido. Por ende, subsiste en el inconsciente cultural e histrico y est siemprepresto a retornar, si bien de forma desplazada (Trias, 1996, p. 27).

    A qu viene este prembulo? A fundar la siguiente afirmacin: el sacramen-to, como centro del culto catlico -y ms especficamente la transubstanciacin-plantea una pervivencia de la razn simblica que conspira contra el pleno desarrollode la razn tcnica16. En los pases donde predomina la religin cristiana reforma-da, en los que el sacramento tiene un carcter meramente representativo, en cam-

    bio, la razn, al perder el lazo que la reenve a otra realidad, se dirige ms fcilmentehacia el weberiano desencantamiento o desmagizacin del mundo.

    Pero a su vez el sacramento, desde la perspectiva catlica, tiene dosvirtualidades o modos de operacin: ex opere operato, o sea en virtud del rito

    cumplido, y ex opere operandi, es decir, conforme la disposicin interior de quien lorecibe. Ahora bien, el Concilio de Trento, de capital trascendencia para laconformacin del ethos hispano y latinoamericano, tuvo constantemente en vistael combate al protestantismo. Ello impuls que se acentuara la virtualidad ex opereoperatopor ser ms diametralmente opuesta a la concepcin reformada. Se entiende

    que las palabras operan directamente sobre las cosas, no en el sentido del discursopreformativo, sino en forma sustantiva, casi me atrevo a decir mgica. Una vezque el celebrante pronuncia las palabras rituales exactas, quedan transformados elpan y el vino, o bautizado el nio o absuelto el pecador. Pero, como advierte PatricioPealver, Trento fue un arma de Felipe II ms que de la Iglesia (Pealver, 1997, p. 46).Por ello, la importancia del sujeto que emerge de privilegiar la virtualidad ex opereoperandi, en la que el aspecto ritual tiene menos importancia que la intencin yvoluntad de aquel que recibe el sacramento, va a ser mantenida en el resto de la

    Europa catlica no dependiente de la corona espaola. Otra razn ms para queDescartes haya nacido en Francia

    Para finalizar, tras rastrear casi arqueolgicamente la genealoga de algunosrasgos definitorios del ethosdel burgus latinoamericano medio, vale incorporar aese pueblo que desde un principio fui dejando deliberadamente de lado.

    Si, como queda dicho, toda cultura remite al sustrato cultual, podemos afir-mar que la ideologa es el sustituto laico de la religin. Ergo, para comprender las

    diferentes manifestaciones de las ideologas en Europa y en Amrica Latina, debeconsiderarse atentamente el distinto tipo de desarrollo religioso. Qu pas ennuestro continente con los responsables de los mayores desarrollos teolgicoseuropeos? Los benedictinos llegaron entrado el siglo XIX. Muchos de los dominicosque llegaron a estas tierras venan ms marcados por su pertenencia a la Inquisicinque con la inquietud de efectuar los desarrollos especulativos propios de su orden

    fuera de Espaa. Los franciscanos arribaban con un fuerte impulso misionero perocon escasa propensin a la elaboracin y discusin de complejas cuestiones teolgi-cas. Los jesuitas fueron expulsados cuando estaban realizando su labor de formacin

    y produccin terica en universidades, deteniendo el avance alcanzado en las mismas.El protestantismo comenz a ingresar muy tardamente.

    16Cfr. Fernando Prez Herranz, La ontologa de El Comulgatorio de Baltasar Gracin, p. 44-10. Del mismoautor con Jos Miguel Santacreu: La cuestin de Espaa a las puertas del siglo XXI.

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    En general, la evangelizacin -de matriz tridentina- privilegi la liturgia porsobre el anlisis del dogma, por considerarse este mtodo ms adecuado en razndel abordaje simblico de la realidad propio del hombre y la mujer preexistentes enLatinoamrica.

    Esto se traduce en la formulacin de ideologas con una alta carga litrgica

    (cualquiera que asista a un acto poltico en nuestras tierras puede constatarlo) perocon escasos desarrollos de teologa dogmtica. Eso lleva a catalogar las formulacionesideolgicas latinoamericanas como populistas por la intelectualidad de formacineuropea, que an despus de Auschwitz, los Gulags e Hiroshima, continaconvencida de la superioridad de la razn formal sobre la simblica y por tanto dela teologa dogmtica sobre la liturgia, mientras se sigue escandalizando por laaparente falta de coherencia interna y de sistematicidad de las formulacionesdoctrinarias de esas expresiones polticas. Por eso, difcilmente ideologas con unafuerte elaboracin doctrinaria (o sea, teolgica), como el liberalismo o el marxis-

    mo, puedan trascender del electorado urbano de sectores medios o altos, salvo quese transforme tanto que deje de ser liberalismo o marxismo. Lo popular, como que-da dicho, en Amrica Latina hunde sus races en lo indgena. Es decir, en la materiabrbara e ininteligible para la muy formal civilizacin europea heredera, a la vez, de

    la profunda conviccin en la dignidad humana y de la metafsica de la sustancianegadora de la alteridad. Heredera de una religin que cree en un Dios cuyo primermilagro fue transformar el agua en vino y el ltimo resucitar, y de una religindogmtica, amarga, culpgena e intolerante. De una burguesa tensionada entreuna ansia de emancipacin y de instrumentalizacin de toda la realidad.

    Los fallidos intentos de aplicacin a nuestra realidad de diagnsticos ypropuestas pensados desde y para otras latitudes estn en la base de las sucesivasfrustraciones que vienen atravesando nuestros pueblos. Como deca el gran maes-tro venezolano Simn Rodrguez al inicio del proceso de independizacin de lametrpoli: los sudamericanos si no inventamos, nos equivocamos. Ciertamente,no se trata de creer que ni el marxismo ni el liberalismo tienen nada que decir parasuperar definitivamente esas frustraciones. Menos an se trata de tirar por la bordalos magnficos aportes realizados en el camino que va de Atenas a Jena, ni de

    desechar la herencia juda y cristiana.Se trata de efectuar una relectura situada de esas tradiciones, en dilogo

    franco, abierto y que no rehuya las dificultades aparentemente insalvables quepudiesen aparecer. El par dialctico identidad-diferencia que constituye el ncleode la cuestin aqu expuesta, puede tener su negacin superadora a partir de unnuevo horizonte de comprensin ms abarcativo. Porque lo que se oponeirreductiblemente a la diferencia por cuya consideracin aqu estamos rompiendo

    una lanza, no es la identidad, sino la in-diferencia.No vale terminar esta ponencia con un mensaje esperanzado acerca de la

    posibilidad de concrecin de ese dilogo por el mero hecho de que es lo que seacostumbra, ni con un mensaje pesimista porque lo tenebroso da ms idea deprofundidad. En todo caso vale, como Horkheimer y Adorno, ser pesimistas teri-cos y optimistas prcticos.

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