Aquéllos niños, aquéllos recuerdos

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Martes, 7/12/2010, 01:28 h Cultura AVANCE ELPAIS.com > Cultura La noticia en otros webs webs en español en otros idiomas Amparo Batanero: "Al llegar a México, algunas familias nos querían adoptar". Cárdenas lo prohibió Salieron de España en un viaje que creían de ida y vuelta. Sus padres les aseguraron que sería cuestión de pocos meses. Pero la Guerra Civil se alargó de manera infernal hasta que los golpistas se impusieron y acabaron con el Gobierno de la República. Aquellos niños que llegaron a México en plena guerra fueron los pioneros del exilio republicano español. Son conocidos como los niños de Morelia, porque esta ciudad fue su destino final. Y ahora, se rescatan las imágenes de aquellas imágenes en la exposición Literaturas del exilio, que el presidente Rodríguez Zapatero inauguró la semana pasada en la capital mexicana. El diario Excelsior tituló el 9 de junio de 1937 en primera página: "México recibe a sus nuevos hijos". Dos días antes había arribado al puerto de Veracruz el vapor Mexique, de pabellón francés, con 456 niños españoles a bordo. Todos los buques atracados en la bahía hicieron sonar las sirenas. En tierra, miles de personas convocadas por organizaciones gremiales y populares dieron la bienvenida a aquellas criaturas que acababan de cruzar el Atlántico huyendo de la guerra. El viaje en tren hasta Ciudad de México fue un recorrido por un territorio amigo, que vitoreaba a los recién llegados. En la estación Colonia de la capital mexicana, los niños fueron recibidos como héroes por unas 30.000 personas. Las imágenes de la época muestran a chiquillos de rostro desconcertado, cargando sus maletines y levantando el puño ante las cámaras. Entre ellos, una niña y su muñeca en brazos de un oficial del Ejército mexicano. Es Amparo Batanero, una de las voces más infatigables del centenar de niños de Morelia que siguen con vida. Madrileña, de 75 años y madre de seis hijos (tres vivos), llegó a México a los cinco años de edad junto a cuatro de sus cinco hermanos, de 12, 11, 9 y 7 años. Los recuerdos son difusos y se ajustan con las explicaciones de su madre. "Me contó que salió un bando de la República para sacar a niños de España y evitarles una muerte segura, sobre todo en Madrid, que estaba siendo tan castigada. Mi padre estaba en el frente y mi madre no podía con los seis hijos. Se quedó con la pequeña de tres años y nos embarcó a los demás". El general Lázaro Cárdenas, el presidente que nacionalizó el petróleo y realizó profundas transformaciones sociales en el México de los años treinta, ofreció acoger a 500 niños españoles y más tarde abrió las puertas a miles de refugiados republicanos que habían huido a Francia. Los requisitos eran un certificado médico y que los niños tuvieran entre 3 y 15 años. El contingente se concentró en Valencia, y procedía mayoritariamente de familias trabajadoras de esta ciudad, Barcelona, Madrid y Andalucía. Amparo Batanero tiene grabada en la memoria una imagen en la estación de Valencia: "El tren estaba a punto de partir y mis hermanos se asomaban a la ventanilla. Mi madre me subió para darles un beso. Mi hermano mayor me cogió en brazos y ya no me dejó bajar. Me quedé llorando". "Al llegar a México me enteré de que algunas familias nos querían adoptar. Cárdenas lo REPORTAJE: MEMORIA HISTÓRICA Enviados a Morelia (México) para salvarles de la Guerra Civil, se sienten por fin españoles de primera FRANCESC RELEA 22/07/2007 AQUÉLLOS NIÑOS, AQUÉLLOS RECUERDOS

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Martes, 7/12/2010, 01:28 hCultura

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Amparo Batanero: "Al llegar aMéxico, algunas familias nos

querían adoptar". Cárdenas loprohibió

Salieron de España en un viaje que creían de ida y vuelta. Sus padres les aseguraron quesería cuestión de pocos meses. Pero la Guerra Civil se alargó de manera infernal hastaque los golpistas se impusieron y acabaron con el Gobierno de la República. Aquellosniños que llegaron a México en plena guerra fueron los pioneros del exilio republicanoespañol. Son conocidos como los niños de Morelia, porque esta ciudad fue su destinofinal. Y ahora, se rescatan las imágenes de aquellas imágenes en la exposiciónLiteraturas del exilio, que el presidente Rodríguez Zapatero inauguró la semana pasadaen la capital mexicana.

El diario Excelsior tituló el 9 de junio de 1937 enprimera página: "México recibe a sus nuevoshijos". Dos días antes había arribado al puerto deVeracruz el vapor Mexique, de pabellón francés,con 456 niños españoles a bordo. Todos los buquesatracados en la bahía hicieron sonar las sirenas. Entierra, miles de personas convocadas pororganizaciones gremiales y populares dieron labienvenida a aquellas criaturas que acababan decruzar el Atlántico huyendo de la guerra. El viajeen tren hasta Ciudad de México fue un recorrido

por un territorio amigo, que vitoreaba a los recién llegados. En la estación Colonia de lacapital mexicana, los niños fueron recibidos como héroes por unas 30.000 personas. Lasimágenes de la época muestran a chiquillos de rostro desconcertado, cargando susmaletines y levantando el puño ante las cámaras. Entre ellos, una niña y su muñeca enbrazos de un oficial del Ejército mexicano. Es Amparo Batanero, una de las voces másinfatigables del centenar de niños de Morelia que siguen con vida.

Madrileña, de 75 años y madre de seis hijos (tres vivos), llegó a México a los cinco añosde edad junto a cuatro de sus cinco hermanos, de 12, 11, 9 y 7 años. Los recuerdos sondifusos y se ajustan con las explicaciones de su madre. "Me contó que salió un bando dela República para sacar a niños de España y evitarles una muerte segura, sobre todo enMadrid, que estaba siendo tan castigada. Mi padre estaba en el frente y mi madre nopodía con los seis hijos. Se quedó con la pequeña de tres años y nos embarcó a losdemás".

El general Lázaro Cárdenas, el presidente que nacionalizó el petróleo y realizó profundastransformaciones sociales en el México de los años treinta, ofreció acoger a 500 niñosespañoles y más tarde abrió las puertas a miles de refugiados republicanos que habíanhuido a Francia. Los requisitos eran un certificado médico y que los niños tuvieran entre3 y 15 años. El contingente se concentró en Valencia, y procedía mayoritariamente defamilias trabajadoras de esta ciudad, Barcelona, Madrid y Andalucía.

Amparo Batanero tiene grabada en la memoria una imagen en la estación de Valencia:"El tren estaba a punto de partir y mis hermanos se asomaban a la ventanilla. Mi madreme subió para darles un beso. Mi hermano mayor me cogió en brazos y ya no me dejóbajar. Me quedé llorando".

"Al llegar a México me enteré de que algunas familias nos querían adoptar. Cárdenas lo

influencia sobre Pyongyang.y asuma una posición "más clara" sobre su comportamiento "beligerante".

reliminar por posibles crímenes de guerra en Corea del Sur.ales de noviembre y el hundimiento de un barco de guerra de Seúl, informa

nes acústicas por las que ha merecido el premio Turner. vídeos]

ablan dos testigos de los ataques

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REPORTAJE: MEMORIA HISTÓRICA

Enviados a Morelia (México) para salvarles de la Guerra Civil, se sienten por fin españoles de primeraFRANCESC RELEA 22/07 /2007

AQUÉLLOS NIÑOS, AQUÉLLOS RECUERDOS

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prohibió porque creía que pronto regresaríamos a España. Cuando el tiempo se alargó, elgeneral firmó en 1938 un decreto por el que nos nombró hijos adoptivos de México".

Con el sucesor de Cárdenas, el general Manuel Ávila Camacho, las cosas empeoraronpara los jóvenes españoles. Se cortó el presupuesto para el colegio de Morelia, dondeestudiaban todavía 60 niños. Un 24 de diciembre echaron a los que quedaban, y losestudiantes de Morelia se convirtieron en niños de la calle. Amparo dejó la escuela a los11, la mayoría no pasó de secundaria, y un grupo reducido llegó hasta la universidad.

En 1951, el padre de los Batanero viajó a México - "se moría por venir", recuerda suhija-, y en 1960, Amparo hizo su primer viaje a España. Habían pasado 23 años. "Fueuna gran decepción. Encontré mi país peor que México. Madrid estaba muy atrasada". Elreencuentro entre madre e hija fue en el aeropuerto. "Vi a una señora apoyada en unacristalera. Enseguida supe que era ella. A su lado estaba mi hermana, la niña de tres añosque había visto en la estación de Valencia". Estuvo tres meses en España sin sus cincohijos, que dejó en México.

De sus recuerdos y nostalgias, el sentimiento más doloroso es la ausencia de la madre yno haber tenido la oportunidad de conocer de verdad a sus padres. "Un día pedí perdón amis hijos por si no había sabido educarlos. No tuve ejemplos, ni buenos ni malos".

Esta mujer "sin preparación académica", según se define, ha trabajado hasta los 70. Conla ayuda de su suegra montó un negocio de venta de comida para llevar. "Nunca tuvimosni pedimos nada. Ni siquiera teníamos papeles españoles, ni un acta de nacimiento. HastaZapatero, ningún Gobierno español hizo nada por nosotros. En 2005, el Congreso enpleno aprobó las pensiones para los exiliados, incluidos los niños de la guerra. Ahora yasomos ciudadanos de primera".

Joaquim Quimet García, catalán, no duda un instante cuando se le pregunta por lo mejory lo peor de los 70 años que lleva en México. "¿Lo mejor? Haber venido. ¿Lo peor? Lamuerte de mi esposa y tener un hijo discapacitado". Y sigue: "Si nos hubiéramosquedado en España no habríamos sobrevivido. Los bombardeos eran diarios enBarcelona. Vivíamos más en el refugio que en casa. Pero no es sólo eso. Nuestras familiasno tenían para comer. Por eso enviaron a los hijos más pequeños a otro lugar, donde lespudieran alimentar. Fue un sacrificio de amor enviarnos a México, para que nospudiéramos salvar".

Quimet no da cifras, pero entre 1936 y 1939 la guerra en España segó la vida de130.000 niños. Llegó a México con nueve años, acompañado de su hermano de 11. Hoytiene 79, y es viudo de mexicana y padre de seis hijos: dos abogados, dos médicos, unarquitecto y un encargado de ventas. "Pude darles estudios superiores a todos", dice conorgullo. Pensaba que cruzar el Atlántico sería como ir de colonias, por unas semanas ounos meses. "Y resulta que tardé 26 años en volver a ver a mi madre".

Los recuerdos de Quimet adquieren mayor claridad a partir de la llegada a México, el 7de julio de 1937. Asegura saber de memoria los nombres de los 456 niños que viajaron abordo del Mexique. Hablador y ocurrente, el acento catalán asoma en cada frase, a pesarde que abandonó Barcelona hace 70 años y de que asegura que pasó muchos años sinhablar catalán con nadie. Estudió cinco años en la escuela de Morelia y luego en uncolegio del Distrito Federal, adonde fue trasladado. No aguantó más de un año. "Mellamaban el españolito, pinche gachupín. Teníamos pleitos cada día".

Las condiciones escolares para los niños españoles no fueron fáciles. Algo que nunca se hacontado, explica Quimet, es que desplegaron al Ejército protegiendo las vallas querodeaban la escuela de Morelia, "porque cada día se escapaba algún chico". Sin embargo,hubo niños de Morelia que, sin documentación mexicana, estuvieron en la Marina y en elEjército. "Esto quiere decir que México nos aceptó sin papel alguno".

Joaquim García empezó a trabajar a los 13 años en la fundición de cobre de Vulcano, unafábrica fundada por exiliados republicanos, que acabó naufragando por losenfrentamientos políticos entre los trabajadores. Luego se fue a Mundet, donde conservóel empleo de conductor de camión y encargado durante 38 años, hasta 1985, año de sujubilación. Confiesa que le ha ido bien en este país, donde pudo educar a sus hijos yahorrar para la recta final de su vida. De familia republicana, en la órbita socialista,Quimet asegura que no ha tenido actividad política ni la quiere tener, aunque conservasus ideas "izquierdistas a lo salvaje", según su propia definición. "Llegamos a Morelia yresulta que nuestra escuela estaba situada entre dos iglesias. Una salesiana y otra de SanJuan Bautista. Las apedreamos las dos. También en Barcelona lo hice varias veces. LaIglesia estaba contra la República. Todos veníamos con el puño levantado. Lo habíamos

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aprendido en la casa, como republicanos".

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