Ariel Hendler, Historia de las Fuerzas Argentinas de Liberación

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Historia de las Fuerzas Argentinas de Liberacin (FAL)VERSARAGRUPO ZOA-E-Barcelona Bogot Buenos Aires Caracas * Madrid 0 Mxico D,F. Montevideo Quito 4 Santiago de ChilHcrutter, ArielLa guerrilla invisible. - la ed. - Buenos Ares; Javier Vergara Editor, 2010.352 p- ; 23x15 cm.ISBN 978-950-15-2.465-91. Historia Argentina . 2. Guerrilla. I. Ttulo CDD 982Direccin editorial: Diana ParsProduccin: Soledad di LucaDiseo de portada e interior: Doriagh i MatuiichLa guerrilla invisible Ariel Hendier 1ra edicin Ariel Hendier, 2010 Ediciones B Argentina S.A., 2010 para ei sdio Javier Vergara Editor Av. Paseo Cotn 221, piso la razn de mi vida Petra Alina y Pancho, porque son el futuro

La revolucin no puede experimentarse como una privacin presente que tenemos que soportar por la libertad y la felicidad de las generaciones futuras, sino como la urgencia actual sobre la cual estas felicidad y libertad futuras ya han proyectado su sombra. All ya somos libres mientras luchamos por la libertad, ya somos felices al luchar por la felicidad, no importa cun difciles sean las circunstancias.Slavoj Zizek, A propsito de LeninEra un viento fuerte de hombres y mujeres que asolaba mi tierra haca polvo cosa de ver volar los tigres or los pjaros mugiendo nadie saba del amor adonde detendr sus carreras fantsticas el loco del animal reparta pasiones como qiden dice pualadas y levantando las sbanas de los fantasmas decidido a husmearles verles todo haca su poltica distribua sus guerrillas agitabaAlberto Szpunberg, Pendenciero, El che amor

ndiceAgradecimientos 15 Introduccin 17 Parte 1Bombardean Buenos Aires (1955) 251. Hijos del garrote (1955-1960)El germen 29Los cinco de Lomas - 362. La invisibiodad (1960-1962)Clula madre 47La primera accin de guerrilla urbana 54 Memoria de una joven formal (1962) 593. Crisis de crecimiento (1962-1965)El grupo tucumano 63 Deserciones e incorporaciones 67Cientfico frustrado (1966) 754. La nueva Organizacin (1966-1968)Los visitadores mdicos 79 El olor del dinero 84Un cario (1968)-- 915. En el corazn del Ejrcito (1969)La casa del enemigo 95Vida clandestina 1056. Los AFLUENTES (1969)Nuevos aires, nuevos militantes 115 Entre el Che y Pern 124Parte El cnsul paraguayo (1970)Primeras bajas 139 El secuestro 148 Desenlace amargo 154 El cnsul de Graham Greene 167Parte III1. Las FAL (1970)Entre la doctrina y la accin 177 La actividad armada 1832. El marxismo en la cartuchera (1970) Primeras operaciones exitosas 193 Homenajes al Che 198Derrotas y venganzas 2043. Crisis y dispersin (1970-1971)Operativo Elsita -217El desbande 2214. El desafo de i,a poltica (1971)Crdoba y el clasismo 231La fuga 239La muerte en un instante (1.97i) ~~~ 2495. La. fatalidad (1971-1972)Renuncias, migraciones, pases 253 El caso Novakovsky 2626. La herida de Trelew (1972)Traiciones 271El fin de la dictadura 2787. Una cosa que empieza con P (1973-1975) El peronismo en el poder 289Camino a la polarizacin 296 ltimas acciones 3068. El final (1976 y despus)La ltima escisin 315Los que cayeron y los que sobrevivieron 318Notas 329Bibliografa 343

AgradecimientosAgradezco especialmente a los procagonistas de este libro, a sus familiares y amigos; tambin a los testigos a veces involuntarios y hasta a algunos adversarios de quienes protagonizaron esta parte de la historia nacional y que concedieron, gentilmente, sus testimonios: Rosa Irma Acua, Mnica Aguirre, Jorge Anzorreguy Nstor Bercovich, Miguel Angel de Boer, jorge Borean, Mara Branda, Marcelo Brodsky, Sergio Bfano, Ciro Bustos, Roberto Cabiche, Beatriz Cabot, Dardo Castro, Horacio Cerrato, Juan Carlos Cbelli, Alberto Durante, Luis de Echeanda, Jorge Luis Fernndez, Carlos Fias- kamp, Edgardo Frola, Fernando Fuentes, Oscar Gonzlez, Hctor Jouv, Eduardo Jozami, Carlos Alberto Mal-ter Terrada, Alejandra Melul, Ral Monsegur, NorbertoNegro, Miguel Angel de Nichilo, Osvaldo Pagnutti, Ana Mara Papiol, Jorge Horacio Prez, Hugo Pomata, Ana del Pozo, Sergio Rodrguez, Judith Said, Norma Salas, Daniel de Sants, Arnaldo Schneider, Enrique Sokolo- wcz, Alberto Szpunberg, Adriana Taboada, Juan Carlos Tedesco, Ramn Torres Molina, Ricardo Yacomini. Tambin, a quienes testimoniaron y aparecen en el libro con sus apodos o nombres de guerra: Agustn, Andrs, Ebe, el Gaita, Lola, MarcosMartn, Mateo, la Negra, Roque., Desde luego, hago llegar tambin m reconocimiento a quienes se negaron a aparecer en el texto pero que brindaron, igualmente, una informacin muy valiosa.A Stella Grenat y Gabriel Rot, pioneros en estudiar a las FAL, porque lo que pudo convertirse en rivalidaddevino en una relacin de camaradera, colaboracin mutua y constante intercambio de informacin; a los historiadores Ornar Acha, Laura Pasquali, Pablo Pozzi (que me revel sin darse cuenta el vnculo con El cnsul honorario, de Graham Greene) y Ernesto Salas; a Gustavo Pis-Sterenberg; a Juan Yofre, por su archivo y sus contactos con funcionarios de la ex Cmara Federal en lo Penal de la Nacin. A Sofa Cara velos, Luca Cor- siglia y Carolina Kot.A los Juzgados Federales en io Penai y Correccional N 1 de San Isidro y N 2 de San Martn, que desarchivaron sus viejos y kilomtricos expedientes sobre FAL. Al Archivo Nacional de la Memoria (Secretara de Derechos Humanos de la Nacin), que los dgitaliz; al equipo de abogados de los familiares de desaparecidos dei Centro Clandestino de Detencin Campo de Mayo (Comisin Campo de Mayo51); al Archivo y Centro de Documentacin de la Comisin Provincial por la Memoria (provincia de Buenos Aires) y, en especial, a Laura Lenci, su coordinadora, por facilitar el acceso a los documentos de la ex Direccin de inteligencia de la Polica de la provincia de Buenos Aires (DIPBA). A la Biblioteca Utopa del Centro Cultural de la Cooperacin Floreal Gorni; al Centro de Documentacin e Investigacin de la Cultura de Izquierdas en Argentina (CEDNCl); al Archivo del diario Clarn y a su jefe, Agustn Maurin, y a la Fototeca de ARGRA.La c;ui-kRi.i.A invisible

Agradezco, asimismo, a Rogelio Garca Lupo y Diana Paris, por creer en este libro; a Ana Silvia Galn, por su edicin meticulosa e inteligente, y a Soledad di Luca, por su dedicacin.IntroduccinEl motivo de que este libro haya visto la luz reside, en principio, en la comprobacin de una carencia. Es fcil constatar que en la bibliografa ya abundante sobre la historia argentina reciente la que se refiere al periodo histrico que va de 1955 a 1976, las Fuerzas Argentinas de Liberacin han sido casi ignoradas. Si bien es posible encontrar en unos cuantos libros publicados algunas menciones dispersas de su existencia, por lo general aparecen camufladas en medio de enumeraciones ms o menos vagas de siglas de organizaciones armadas: ERP, Montoneros, FAR, FAP, FAL, etc. Suele ocurrir que FAL sea la ltima antes del etctera. Pero la informacin sobre esta organizacin escasea hasta casi el grado cero. Tampoco entre los mejor informados, ios estudiosos, suele haber conocimiento sobre las FAL; ni siquiera sobre el significado preciso de la sigla (Fuerzas Argentinas o Fuerzas Armadas?) y, menos an, sobre quines eran y por qu hechos histricos debieran ser recordados. Contestar estas preguntas fue el punto de partida para una bsqueda que llev tres aos, y es la razn de ser de este libro.Por suerte, cuando comenz esta investigacin ya exista ese instrumento llamado internet. All, en la red, encontr un ensayo ce la historiadora Scelia Grenat, en el que apareca un solo nombre propio: Juan Carlos Cibelli, y un par de textos ms en ios que al mismo nombre se lo vea relacionado con algn movimiento social, un nmero telefnico o una direccin de e-rnail. La primera bsqueda tom varios das o semanas, de un telfono a otro y de una direccin electrnica a otra hasta que, finalmente, una maana de febrero de 2007, se concret la primera conversacin con Cibelli, a sus casi setenta aos. Su testimonio fue el primer hilo de la madeja de la cual se poda tirar. De all surgieron nuevos nmeros telefnicos y testimonios que, a su vez, tambin trajeron otros, hasta sumar una cantidad considerable de entrevistas personales realizadas en Buenos Aires, La Plata, Rosario, Crdoba yTaf Viejo, y otras hechas por e-mail en otros puntos del pas o en el exterior.Este libro es, por lo tanto y en primer lugar, una recopilacin de numerosas historias parciales, complementada con la informacin que brindan los pocos documentos internos de las FAL que llegaron hasta nuestros das: causas judiciales, informes de inteligencia que nunca alcanzarn el conocimiento de los propios protagonistas, noticias en diarios viejos y algunos papeles personales. Por estos medios se pudo llegar a una respuesta ms o menos coherente, aunque siempre provisoria, siempre perfectible, de quines eran las FAL y en qu episodios histricos estuvieron involucrados. Hechos desconocidos u olvidados, que jams alcanzaron el honor de ser incluidos en el relato de aquello que suele llamarse, con dudosa precisin, los aos setenta; relato que suele estructurarse alrededor de las dos o tres organizaciones ms importantes y de una cronologa de episodios relativamente conocida: Aramburu, Garn, Trelew, Ezeiza, Rucci, Comando de Sanidad, el Io de Mayo de 1974y los imberbes, el capitn Viola, el comisario Villar, Monte Chingolo\ que as suprime buena parte de la complejidad y riqueza de ese periodo histrico, limitando su estudio y su conocimiento a una serie de hitos.Entonces, quines eran las EAL y qu hechos protagonizaron? Y por qu el silencio y el olvido en torno a ellos? Cmo se explica su nvisibiUdad absoluta en lo que se conoce hasta ahora como la historia reciente de la Argentina? Son las preguntas que este libro intenta responder, muy tmidamente. Pero, lejos de toda pretensin terica o interpretativa, la prioridad de esta investigacin es aportar al conocimiento de aquellos aos una buena cantidad de captulos y episodios borrados de la memoria colectiva. Entre ellos, se pueden mencionar, muy someramente, el robo cinematogrfico del arsenal del Instituto Geogrfico Militar, en 1962; la incursin de un comando guerrillero hasta el corazn de Campo de Mayo, en 1969; o el secuestro del cnsul paraguayo Waldemar Snchez durante la Semana Santa de 1970, hecho que inspir una novela universalmente conocida de Gra- ham Greene, El cnsul honorario, que luego se convirti en una pelcula de Hollywood. Paradjicamente, son obras ledas o vistas por miles o millones de personas que, incluso en la Argentina, jams escucharon hablar de las FAL.La trayectoria de la Lcomo tambin se la sola lla18La guerrilla invisible

Introduccin#

Introduccin19

mar atraviesa una dcada y media de historia argentina, desde principios de los 60 hasta mediados de los 70, y abarca por lo menos tres generaciones de militantes: los que se rebelaron durante el gobierno de Arturo Frondizi contra su universidad libre y su plan CONINT.ES (Plan de Conmocin Interna del Estado), como Cibelli; ios que resistieron la dictadura de la Revolucin Argentina, y los que nacieron a la vida poltica hacia 1973. Durante esos aos, en las EAL confluyeron diversos grupos polticos de izquierda sin pertenencia orgnica, o desprendidos de partidos ms grandes. A todos ellos, sus convicciones revolucionarias y las circunstancias polticas e histricas que vivieron (con sus dictaduras, proscripciones y gobiernos ttere) los llevaron a ver en la lucha armada la nica va posible de accin sobre la realidad. Despus, cuando tal vez ya era demasiado tarde para volver atrs, persistieron en ella hasta que nuevas circunstancias histricas y polticas los destruyeron y despedazaron, tambin por la fuerza.Otra de las particularidades del caso es que estos grupos confluyeron apenas en un ao 1970 en la organizacin que se dio en llamar FAL. Antes, eran la expresin de una gran diversidad de idearios polticos y de trayectorias; despus, funcionaron como columnas autnomas e independientes entre s, aunque mantuvieron la sigla madre pata confusin de los historiadores y de los servicios de inteligencia. As surgieron FAL- Che, FAL 22 de Agosto, FAL Amrica en Armas, FAL Inti Per edo. A esta dispersin se debe, entre otros motivos, la ausencia de una historia orgnica y nica de la organizacin, como las que suelen existir sobre cualquier ncleo poltico mucho ms pequeo pero slido, con su medio de prensa partidaria y sus documentos guardados prolijamente en colecciones. Nada de ello se visualiza en el caso de las FAL, sino una profusin de versiones parciales y contradictorias: el gigantesco rompecabezas que aqu se intenta armar.Es inevitable que en estas historias aparezca la actividad armada como un dato importante, casi fundamental, por el simple motivo de que fue la modalidad particular que adquiri la miltancia ms comprometida y radicalizada de ese tiempo histrico; no porque el imperativo de la accin haya prevalecido en sus protagonistas, anteponindolo al pensamiento poltico o al activismo en otros mbitos, como el estudiantil o el gremial. El relato de estos hechos, que pueden llamarse de Violencia a veces ms actuada que real-^-, o de sangre, establecen una diferencia muy clara entre este tipo de mlitancia y otras posibles, propias de otras pocas. Si ello es *i*i,4atQ fundamental de los testimonios, se debe a que su eleccin signific, para los protagonistas, una decisin vital que, multiplicada por miles de casos, fue la que marc ese periodo histrico. Y debe ser entendida en ese contexto.Ahora bien: lo que caracteriza la historia de las FAL es, precisamente, que siempre concibieron la lucha armada bajo dos formas excluye mes: por un lado, acciones de propaganda armada, es decir, hechos incruentos que deban servir para dar a conocer sus objetivos polticos; y por otro, operativos de acumulacin de armamento y dinero. Por lo tanto, nunca o casi nunca llegaron a plantearse un escenario de enfrentamiento armado abierto y frontal tendiente a destruir al enemigo, porque siempre o casi siempre entendieron que la guerra revolucionaria no poda ser iniciada por una lite poltico-mil i- tar, tal como postulaban las tesis /aquistas; o sin que se sustentara en una insurreccin popular generalizada, como proscriban las viejas ideas insurreccionales. Esta dosificacin en el empleo de la violencia contribuy tal como se intenta mostrar en este libro a que las FAL se vieran eclipsadas por otras organizaciones armadas cuyo discurso y cuya actividad concreta se acercaban a una nocin de guerra sin cuartel contra el rgimen, que tal vez interpretaban mucho mejor el espritu urgente y apasionado de esa poca.Esta es, entonces, la historia que se intenta reconstruir aqu. Por qu es preferible decir que se intenta y no que se consigui reconstruirla? Porque, por definicin, los relatos orales y las fuentes documentales nunca sern suficientes; de modo que todava quedan afuera muchas historias y versiones por contarse. Hasta sera posible, quin sabe, escribir otro libro, completamente distinto, con testimonios de los que an no fueron entrevistados. De ah, tambin, que este trabajo no pretenda ser una obra acabada y totalizadora sobre las FAL, sino apenas un intento por incorporarlas a nuestro campo visual.20La guerrilla invisible

Introduccin21

Buenos Ares, octubre de 2010Tj a nnnp1 ARTE 1

Bombardean Buenos Aires (1955)Habla, memoria.Por dnde empezar? Por algunas imgenes en el orden azaroso o no tanto de la memoria? Un avin solitario sobrevuela el cielo de Buenos Aires, lo veo desde la ventana del viejo departamento de la calle Bernardo de Irigoyen. Algo cae lentamente, muy lentamente, como una boba. Pero no es una bolsa. La aviacin aeronaval y la aeronutica militar bombardean ese 16 de junio de 1955 y desde hace unas horas el centro de la ciudad. Por entonces, yo tena diez aos e hice mi primera experiencia, corno espectador y vctima potencial de la poltica, por otros medios.Elvia, la menor de mis primas, me retir de la escuela de la calle Carlos Calvo, donde los maestros nos haban llevado a un aida de la planta baja en la que varios an esperbamos que nos vinieran a buscar sin entender qu suceda. Mi prima, muy asustada, contest a mis preguntas diciendo que los militares queran matar a Pern \ En las pocas cuadras vacas que recorrimos hasta casa, la visin de un motociclista solitario de la Polica Federal remontando Bernardo de Irigoyen a contramano termin de convencerme de que ese da pasaban cosas muy extraas. An hoy, transcurridos ms de 50 aos, al rever imgenes de noticieros tomadas ese da, me llega una sensacin familiar, com.o si ese avin solitario en la pantalla fuera el mismo que vi desde la ventana. Cuntos jvenes y nios, futuros ciudadanos digo con irona, espectadores asustados entre muchos, ese da recibimos nuestro sorpresivo y no deseado bautismo de fuego? Los militares argentinos entraron como intrusos en nuestras vidas y no saldran de ellas por demasiados aos.En mi familia eran peronistas, sentimentalmente algunos, convencidos otros. Ese da, un to poltico, jardinero, que trabajaba en la Municipalidad de Bccar, donde adems viva, se las arregl para llegar a la Plaza de Mayo con la intencin de dar la vida por Pern. Un primo mo sin parentesco directo con este personaje, obrero en una pequea fbrica de estufas, segn creo, salt del camin donde gente de la CG T lo haba subido, con la intencin de no dar la vida por Pern.Terna arduo el de la memoria. De todas maneras, si algo empez alguna vez, dira que en mi barrio de infancia> Monserrat, y que haber visto a los diez aos por la ventana de la cocina de mi casa el bombardeo a Plaza de Mayo, en junio de 1955, fite un hecho importante en el comienzo del comienzo.Peralta,

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El Bolsn, mayo de 20071. Hijos del garrote (1955-1960)

El germenAunque no sea un hecho muy recordado, los bombardeos del 16 de junio de 1955 incluyeron entre sus objetivos al Departamento Central de Polica, tal vez porque ios marinos alzados contra Pern lo consideraban, uno de los bastiones del poder justicia- lista. A slo dos cuadras de all, en Alsina y San Jos, funcionaba la sucursal 16 de Banco de la Provincia de Buenos Aires, y Juan Carlos Cibelli oy los estruendos de la artillera area como si las bombas hubiesen explotado adentro del banco. Cibelli, como tantos jvenes de provincia, haba llegado unos meses antes a Buenos Aires, a probar suerte, y de hecho trabajaba en ese banco desde haca muy poco tiempo. Nacido y criado en Henry Bell, un pueblito vecino de Chivlcoy, todava no haba cumplido los 20 y ya era un hombre corpulento, de risa fcil y sonora, y muy miope, con dioptras de 16 en un ojo y 17 en otro. Era hijo de un chacarero conservador y una maestra de escuela, y aunque no se haca demasiadas ilusiones sobre las intenciones de los gol pistas, tampoco vivi el quiebre institucional y la asuncin posterior de Aramburu y Rojas como la peor de las tragedias.Cibelli tena bien fresco el recuerdo de la rutina por el duelo nacional obligatorio a raz del fallecimiento de Evita, que haba tenido que cumplir tres aos antes, cuando era escolta de fe bandera en la Escuela Normal Mixta de Chivilcoy, donde cursaba el Magisterio. Durante ms de un mes, cada tarde, el abanderado, la escolta y algunos maestros deban marchar despus de clase con el crespn negro sobre el guardapolvo blanco hasta la plaza principal, donde se haba montado una escenografa de velorio sin atad. All se quedaban casi una hora en posicin de firmes junto ai retrato de la malograda jefa Espiritual de la Nacin, acompaando en el sentimiento al Intendente, al jefe del Partido Peronista, a la jefa de la Rama Femenina y al secretario regional de la CGT. El ritual tuvo las consecuencias previsibles: Me hice gorila para toda la vida. Es que, si bien simpatizaba con las conquistas sociales de esa poca, su naturaleza lo haca rebelarse contra cualquier signo de autoritarismo, y en ese sentido el peronismo provinciano de Chivilcoy le resultaba simplemente cavernario.En la pensin de la Avenida de Mayo al 1400, donde viva, Juan Carlos tuvo los dos encuentros que determinaron su vida. All conoci a Rosa Irma Acua, la cocinera casi diez aos mayor que l con la que empez a salir y de a que jams se separ. Por otra parte, n compaero de cuarto, un taxista apodado Gaona, lo invit a concurrir a unos cursos de formacin poltica que organizaba el abogado Silvio Frondizi, intelectual marxista por la libre y autodidacta, fundador del Movimiento de Izquierda Revolucionara Praxis, o MIR-Praxis, y hermano del mximo dirigente de la Unin Cvica Radical Intransigente (UCRI), Arturo Frondizi. Los conferencias se dictaban en el estudio jurdico de Silvio, en la zona de Tribunales, y contaban con un plantel de profesores altamente calificado que inclua al filsofo Eugenio Werden, especialista en Hegel y Marx; al joven economista Marcos Kaplan, ms tarde miembro de la CEPAL; el ex aviador y militante peruano Ricardo Napur, especialista en temas latinoamericanos, y el mismo Frondizi, que se reservaba ia enseanza del materialismo dialctico y su aplicacin ai anlisis de la realidad.Para Cibelli, esta actividad formativa se convirti casi en una militancia poltica clandestina que le sirvi para absorber conocimientos rpidamente y recuperar el tiempo perdido en su pueblo. En esa poca se dedic a leer con voracidad los textos bsicos de Marx, Engels y Lenin, aprovechando que entonces todas las libreras se animaban a exhibir los libros que durante la dcada anterior haban escondido en los depsitos. Lo fascin especialmente El Estado y la revolucin> de Lenin, texto en que el lder sovitico insiste en la necesidad de destruir por la fuerza al Estado burgus y sus instituciones, sin conceder ni la ms mnima posibilidad de participacin en el engaoso juego democrtico. Estas ideas de larga data, pero nuevas para l, situaban los ejes de la discusin poltica a aos luz de las disputas entre peronismo y antiperonismo, y ni hablar de las rencillas de comit en Chivilcoy. Adems, claro, estaba el aprendizaje en el estudio de Silvio Frondizi.A diferencia de la postura habitual del Partido Comunista (PC), Frondizi sostena que, desde el fin de la Segunda Guerra Mundial, la presencia de los Estados Unidos .como mayor potencia capitalista mundial haba modificado sustancialmente la caracterizacin que deba hacerse de la burguesa nativa y sus esfuerzos por industrializar al pas. Cuestionaba, sobre todo, el supuesto rol progresivo de la llamada burguesa nacional y la idea de que toda forma de industrializacin significara una lesin para los intereses imperialistas.2 En su opinin, sta-era ua concepcin desactualizada que obedeca ms bien a la naturaleza del viejo dominio neocolonial britnico, vigente hasta 1943, cuando los pases dependientes exportaban materias primas hacia la metrpoli (carnes a Gran Bretaa, en el caso argentino) e importaban artculos de consumo con valor agregado, los productos textiles de aquella procedencia. Lo que l postulaba, en cambio, eia que la expansin econmica estadounidense actuaba al revs: radicaba sus propias industrias en los pases subdesa- rrollados para generar en ellos la demanda de sus productos. Conclua que el desarrollo industrial bajo estas condiciones, lejos de ser un hecho progresivo, reforzaba el dominio imperialista. Este planteo impugnaba de antemano el ideario desarro- llista que su hermano Arturo intentara llevar adelante desde la presidencia de !a Nacin poco ms tarde.Tambin era saludable la originalidad de Silvio Frondizi, que prefera el anlisis de la realidad y la historia argentinas desde una postura que privilegiaba las caractersticas locales, en vez de la tendencia, mucho ms difundida, de guiarse por dogmas y recetas de aplicacin universal. De all que insistiera una y otra vez con a idea de no importar modelos ya que, en su opinin, cada pas deba realizar su propia revolucin de acuerdo con sus caractersticas y su idiosincrasia. Sin embargo, no deduca de ello la necesidad de adherir al peronismo. Lo que Cibelli destaca de l, sobre todo, es que no pretenda bajar una lnea poltica a sus alumnos sino transmitir un mtodo de anlisis, una herramienta terica para abordar la realidad: Nos enseaba a pensar por nosotros mismos. Deca que haba que tener un marco referen- cial, pero que a ese marco haba que llenarlo no slo con los principios generales de una teora, sino con un estudio concreto y una prctica concreta de la realidad, en una sociedad dada y en un momento dado. Si despus sus discpulos hicieron lo mismo que Cibelli, o se dejaron seducir por las frmulas vacas de la doctrina, eso.es algo que Frondizi no poda prever ni controlar.28La guerrilla invisible.

Hijos del. garrote (1955-1960)29

En los momentos de distensin, Silvio sola exagerar delante de sus oyentes de Praxis las penurias econmicas a las que lo condenaba su renuncia a la holgada posicin econmica de su familia: Mocitos, hay que vender peridicos, porque yo no los puedo financiar ms... La patrona me dice que no podemos mandar a los chicos a la. escuela con agujeros en la suela de los zapatos... Otras veces, aseguraba confiar en que un eventual acceso de su hermano a la presidencia es facilitara la tarea: Mocitos, si mi hermano nos deja, en dos meses tomamos el poder...En este punto, est claro que su profeca no se cumpli. Lejos de eso, apenas asumi el poder, Frondizi empez a hacer exactamente lo contrario de lo que haba prometido, algo que tal vez en esa poca no era tan habitual como lo fue dcadas ms tarde. No haba terminado de acomodarse en el silln de Rivadavia cuando anunci la apertura de la explotacin petrolera a empresas extranjeras como Shell y Standard Gil, a contramano de lo que haba postulado en su carrera poltica y durante la campaa electoral. En definitiva, lo nico que Silvio pudo contabilizar como positivo fue haber accedido a un cargo de Profesor titular de Derecho Poltico en la Universidad Nacional de La Plata (UNI.P).Para entonces, Praxis haba dejado de ser un mero grupo de estudios tericos para convertirse en algo parecido a un partido poltico revolucionario. Tena clulas distribuidas en la Capital y el Gran Buenos Aires y sus miembros actuaban en frentes de masas, sobre todo en sindicatos y universidades. Como Cibelli, que desde 1956 era delegado independiente en su sucursal del Banco Provincia. Por aquellos aos, la Asociacin Bancaria estaba en manos de un plural y ecumnico Movimiento Popular Bancaro, en el que convivan socialistas, radicales, comunistas y progresistas sueltos; poco antes de la asuncin de Frondizi haban triunfado en una larga huelga en li-que se obtuvo, entre otros logros, la recomposicin de los salarios de acuerdo con el ndice de inflacin. Cuando, entre fines de ese ao y principios de 1959, el gobierno desarrollista pretendi ignorar ese derecho adquirido, los bancados volvieron a la lucha y Cibelli se convirti en uno de los lderes del comit de huelga clandestino.Hijos del garrote (1955-1960)

Hijos del garrote (1955-1960)

.Antes, el 26 de agosto de 1958, Frondizi haba consumado una de sus ms feroces provocaciones al amplio espectro progresista que lo haba apoyado, al anunciar que se estaba evaluando la posibilidad de permitir la libertad de enseanza en el nivel universitario. Es decir, conceder a las universidades privadas en su mayora confesionales el derecho de expedir tirulos profesionales habilitantes, una prerrogativa que, histricamente, haba permanecido en manos del Estado.3 En los hechos, significaba que las empresas educativas privadas podran tentar a los profesores ms calificados con mejores sueldos, en competencia desleal con las universidades pblicas; se fue el motivo por el que, durante los dos meses siguientes, toda la comunidad estudiantil se moviliz en defensa de la universidad laica, mientras el gobierno ios confrontaba con la causa de la educacin libre.La revuelta lleg hasta ios colegios secundarios. Frente a la estacin de tren de Tmperley, los alumnos del Instituto Lomas de Zamora se sumaron a la huelga e iniciaron una toma que dur desde el 10 de setiembre hasta el 3 de diciembre. All se desempeaba como profesor Edgardo Pousadeia, de 23 aos, estudiante de Qumica en la Facultad de Ciencias Exactas de la Universidad de Buenos Aires y militante de la clula Praxis de Lomas. Era el clsico profesor macanudo, joven, progre y querido por sus estudiantes, que saba generar inters en sus clases y se ofreca para dar apoyo los sbados. Durante el conflicto de laica o libre, Pousadeia se sum a la lucha como uno ms desde la comisin de ex alumnos. Adems, tuvo ua gran empatia con uno de sus alumnos, Jorge Horacio Prez, que en 1958 tena 16 aos, cursaba cuarto ao y haba sido elegido delegado del turno maana ante la Liga de Estudiantes del Sur. Una vez que termin el conflicto, Pousadeia invit al adolescente Prez a integrarse a Praxis de Lomas.Pero, por lo pronto, Jorge se sumergi de lleno en la vorgine de la lucha estudiantil, que lo absorbi y fascin. Mientras dur la huelga, prcticamente vivi en el colegio y dorma all casi todas las noches, siempre en un clima de fervor, discusin y enfrentamientos con la Polica y las patotas fascistas. Salan a agitar por Lomas y Tmperley, participaban en asambleas en otros colegios, marchaban por las calles y lean proclamas con megfono en los cines, despus de desbordar al acomodador en ios intervalos (una excelente prctica, reflexiona Prez). Por desgracia, todo eso no pudo torcer el brazo al gobierno, que gan la pulseada y el 30 de setiembre consigui sancionar la ley 14.557 de enseanza libre. Jorge Prez siempre tuvo la certeza de que el episodio logr se haba logrado su fe en las instituciones democrticas, y que el movimiento a favor de la enseanza laica fue el caldo de cultivo perfecto para toda una camada de futuros revolucionarios.En realidad, sobre esta generacin que vivi su adolescencia y juventud entre los aos 50 y los primeros 60, es posible preguntarse contra qu se rebelaba, si haban tenido la suerte de disfrutar de io que Cibelli califica como el mejor momento del Estado de bienestar. Aos ms tarde, cuando ya tena edad como para poder comparar distintas pocas, Jorge entendi que por aquel entonces haba varios motivos que empujaban a los jvenes hacia la izquierda, ms vinculados con la cultura popular de la poca que con necesidades bsicas insatisfechas. El 4 de octubre de 1957, cuando yo tena quince aos, los rusos lanzaron ai espacio el Sputnik, que fue el primer satlite artificial. El mundo socialista llegaba a espacio y superaba ampliamente a los yanquis, recuerda. Le siguieron el Sputnik 2, con la perra Laika a bordo, y luego Yuri Gagarin, el primer astronauta. Como s;i fuera poco, los maestros rusos dominaban claramente en el ajedrez, y eso era algo que fascinaba a los chicos inteligentes. En suma, toda esta acumulacin de logros recuerda Prez le daban muy buena prensa a la Unin Sovitica, y resultaba ms o menos fcil convencerse de que all, en esa sociedad distinta, que no cesaba de ensanchar su rea geogrfica de influencia hacia Europa' Oriental, Asia y Africa, estaba el futuro de la humanidad.34La guerrilla invisible.

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De modo que esta suma de evidencias llev a Jorge a simpatizar naturalmente con las ideas de izquierda, y desde segundo ao de la secundaria particip en el Centro de Estudiantes. Curiosamente, jams se sinti atrado por el PC, al que vea demasiado rgido para su carcter divertido de pibe de barrio. Despus, algunos hechos ocurridos durante la huelga estudiantil confirmaron su rechazo. Una vez fui a una reunin de una coordinadora de movimientos de masas, una especie de asamblea barrial, junto con otros pibes, propusimos hacer un escrache a los bancos yanquis, pero perdimos a votacin porque los otros decan que era petardista y no s qu ms. Como haba que respetar el resultado, no pudimos hacer esa actividad que ya tenamos preparada. Pero, cuando salamos, uno de mis compaeros me dice: Viste quines votaban? Result que eran delegados de la Liga por los Derechos de no s qu, la Liga de Consumidores, la otra Liga de no s qu cosa... Resulta que el PC te meta siete sellos que no representaban a nadie y nos ganaban a nosotros, que llevbamos la postura de quinientos pibes que haban votado en asamblea... ]Y encima ellos eran todos viejos...!.Los cinco de LomasEn la clula de Praxis de Lomas de Zamora, a la que se integr a principios de 1959, Prez se reencontr con un ex compaero de luchas estudiantiles, Jorge Borean, que haba sido delegado de la Escuela Normal de Lomas de Zamora y trabajaba como operador en ENTEL (la vieja telefnica estatal) de Lans. Dos aos mayor, Borean haba sido una suerte de promesa pber de la Juventud Socialista, cuando era un habitu de h Biblioteca Socialista Juan Bautista Alberdi, en Remedios de Escalada. Pero los sucesos del ao anterior, con el colegio tomado por tiempo indeterminado, las acciones callejeras y el contacto con otras corrientes de izquierda lo haban transformado. Fue entonces cuando el novio de una chica del colegio que estudiaba Derecho en La Plata, donde tena como profesor a Silvio Frondizi, lo conect con la clula de Praxis de Lans. Tambin lo llev a las charlas for- mativas de Silvio, donde integr una nueva camada de militantes como Arturo Lewinger, Ramn 'forres Molina, Arnol Ktemer ms tarde conocido como Luis Martin i, Roberto Carri, y el futuro analista poltico internacional jorge Castro, entre otros.Sin embargo, la clula de Lanas tuvo una corta vida. De hecho, se disolvi ese mismo ao, despus de quedar prcticamente acfala tras la expulsin de su responsable poltico, conocido como Villa, a raz de alguna macana que ya nadie recuerda. Lo cierto es que Villa fue degradado y transferido con menor jerarqua a la clula de Lomas de Zamora, donde ya estaban Pousa- dla y Prez, junto con los pocos militantes que haban quedado en Lans. Para esa poca, Viia, aunque tena la misma edad que Borean, ya estaba totalmente consustanciado con su personaje de revolucionario profesional. A los 19 aos era un lder brillante y caris marico, un hombre que pareca haber nacido adulto, un proyecto de comandante revolucionario al que todava le faltaban combatientes sobre quienes ejercer su don de mando, aunque muy pronto los iba a encontrarEntonces, el pas arda. A raz de las luchas por laica o libre, el presidente Frondizi haba decretado el estado de sitio. Poco despus, el 28 de diciembre de 1958, anunci un Plan de Estabilizacin impuesto por el Fondo Monetario Internacional, que inclua congelamientos y hasta reducciones salariales con el fin de controlar el gasto pblico y la emisin.5 Dos semanas ms tarde, el 14 de enero de 1959, sancion por ley la privatizacin del frigorfico municipal Lisandro de la Torre, en Mataderos, nacionalizado por Pern la dcada anterior, y que por su volumen de actividad (faenaba un milln y medio de kilos de carne por da) no slo era sumamente rentable para la ciudad de Buenos Aires, sino tambin una herramienta insustituible para regular los precios de ia carne en todo el pas. Apenas conocida la noticia, el 15 de enero, sus nueve mil empleados ocuparon la planta y declararon una huelga contra la entrega del frigorfico, que fue apoyada por ios vecinos de Mataderos. Pero dos das despus, ia Polica, 1a Gendarmera y el Ejrcito, en un operativo cuasi militarque incluy tropas de infantera y tanques, ingresaron por la fuerza ai frigorfico, desalojaron a los huelguistas, encarcelaron a sus dirigentes y despidieron a cinco mil trabajadores.Como consecuencia de esta verdadera batalla barrial, el gobierno puso en marcha el Plan de Conmocin Interna del Estado (el ya mencionado CONINTHS), que otorgaba facultades de excepcin a las Fuerzas Armadas y de seguridad para realizar detenciones y juicios sumarios por motivos polticos. As estaba el clima cuando, en el otoo de 1959, los bancarios, envalentonados por el xito del ao anterior, quisieron hacer valer el derecho adquirido a actualizar los salarios sobre la base del ndice de inflacin. La obvia negativa del gobierno los arrastr a otra larga huelga que se extendi entre abril y junio. Pero, a diferencia del ao anterior, y a pesar de contar con dirigentes de base de gran vala, como los comunistas Floreal Gorini y Carlos Imizcoz, se vieron aislados en su lucha, con el marco que otorgaba un gobierno en ascenso y una oposicin desmoralizada; de modo que todo termin en un fracaso rotundo, o en victoria para el gobierno.6'Durante. esa hiieiga, .Qte de masas con gran ascendiente entre sus compaeros, por lo cual lo suspendieron dos meses para luego trasladarlo a la sucursal Monserrat, en la calle Bernardo de rigoyen.Poco tiempo despus, la Bancaria adhiri a una huelga general de la CGT que no tuvo demasiado acatamiento. Pero Cibelli, militante de una sola pieza, fue el nico empleado que par en su nuevo destino y otra vez lo trasladaron, pero esta vez mucho ms lejos, a Brandsen, 70 kilmetros al sur de la Capital y de todos sus mbitos de pertenencia. Sin embargo, consigui que lo dejaran en Lomas de Zamora, y por un largo tiempo no tuvo ms sobresaltos. All se integr tambin a la clula del MIR-Praxis, donde casi de inmediato descubri afinidades polticas y de temperamento con Pousadela, Villa, Borean y Prez. Una qumica y una combinacin ideales: el carcter apacible y reflexivo de Cibelli (con el sello de Chivilcoy, lo definePrez) sirvi tambin como contrapeso al estilo ms fogoso del resto, en especial de Villa.A propsito del quinteto recin conformado, Borean cuenta que, como en Praxis no haba un activismo orgnico, sino que era una cosa ms bien laxa donde la gente iba y vena, ellos cinco, los que tenan una mili tanda ms constante, empezaron a formar el ncleo duro de la regional. Pero les disgustaba la escasa relacin que mantenan con el movimiento obrero y con la lucha de clases real. Sobre este punto, el historiador Horacio Taris, bigrafo de Silvio Frondizi, asegura que esta tendencia a la elaboracin terica en desmedro de una mayor ligazn con las masas no era en absoluto un efecto indeseado, sino que se enmarcaba en una concepcin estratgica denominada un paso atrs: se supona que un militante revolucionario necesitaba contar con una formacin terica sin fisuras antes de lanzarse a la prctica poltica.7 Sin embargo, los cinco militantes de Lomas no tenan tanta paciencia, y atribuan esta actitud intelectualista a una cuestin de origen social: La mayora eran pequeobur- guesesj cuando bamos a sus casas nos asombrbamos de cmo vivan, y comentbamos entre nosotros que esos tipos no estaban a la altura de las circunstancias, cuenta Cibelli.De modo que se esforzaron por intensificar su activismo, como si estuvieran enfrascados en una competencia por demostrar que eran ia ms vanguardista y la ms obrerista de todas las clulas de Praxis. Su primera accin independiente fue en febrero de 1960, cuando lleg a la Argentina el presidente de los Estados Unidos, Dwight Eisenhower, en gira por Sudamrica. Haba arribado en un crucero de guerra y traa una banda militar que, entre otras actividades, fue a dar un concierto a ia plaza de Lomas de Zamora. La noche anterior, Jorge Borean y otro compaero, estudiante de Derecho, pintaron consignas de repudio como Yankee go home y Fuera Ike (el apodo de Eisenhower), en la fachada de la Municipalidad y en la Iglesia. Los grafitis, firmados por MIR-Praxis, estaban hechos con brea y aceite quemado, de modo que los ordenanzas se volvieron locos tratando, en vano, de taparlos con pintura blanca, porque al rato volvan a aparecer. El episodio lleg a ser reflejado en algunos medios, y ellos sintieron que tocaban el cielo con las manos; haban producido por s mismos un hecho de resonancia pblica.Pocos meses despus, durante el invierno de ese ao, se dedicaron a apoyar con todo su espritu de cuerpo la huelga del .Frigorfico Monte Grande que, si bien estuvo lejos de la repercusin obtenida en ia de Li sandro de i a'"forre, moviliz a una cantidad nada desdeable de mil trabajadores. Fue un trabajo que asumieron exclusivamente los cinco militantes del pequeo "ncleo duro, dejando de. lado al resto de sus compaeros de clula. Ellos cinco distribuan en la puerta el diario Revolucin, del MIR-Praxis, aunque se daban cuenta de que era demasiado intelectual para los obreros, que adems eran peronistas. Tambin hicieron una colecta entre todos ios comerciantes de la zona, a quienes les pidieron alimentos o plata para los huelguistas, y llevaron lo recaudado a la sede de Sindicato de la Carne de Monte Grande. Se metieron en todas las discusiones y jorge Borean, de apenas 20 aos, gracias a la constancia de pasarse buena parte de su tiempo en la planta, lleg a hablar en varias asambleas. Al final, la huelga fracas porque la vendieron los burcratas. Pero fue una experiencia importante: nos dimos cuenta, definitivamente, del abismo que haba entre Praxis y la clase obrera. Adems, consolid nuestro grupo, cuenta Borean.

38La guerrilla invisible.

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El siguiente paso, madurado durante todo ese ao, fue canalizar lo que haban aprendido en una mitancia verdaderamente revolucionaria, lejos del intelectualismo inofensivo de Praxis y cerca de la accin directa. Empezaron por crear su propia publicacin, fogosa y escrita en un lenguaje accesible; una revista mi- meografiada y casi artesanal que se denomin Llamarada y dur apenas cinco nmeros. Este momento de su propia evolucin poltica coincida con una oleada de revueltas en todo el planeta: levantamientos contra los restos del poder colonial, desde Kenia hasta Indonesia, pero, especialmente, con los ejemplos de Argelia, donde el Frente de Liberacin Nacional (FLN) estaba a punto de poner fin al dominio francs, y el de Vietnam, donde las guerrillas al mando del general Giap ya haban derrotado a los galos en la pica batalla de Dien Bien Phu. Tambin estaba, obviamente, la Revolucin Cubana, encabezada por Fidel Castro y con Ernesto a quien le propuso integrarse a un grupo marxista leninista que vena acumulando fuerzas desde haca varios aos con el fin de lanzar la lucha armada cuando estuvieran dadas las condiciones. Porque ac todo el mundo habla pero nadie hace nada, le dijo para convencerlo.Durante varios meses discutieron textos y analizaron la situacin nacional e internacional descripta por los diarios. Acordaron que era inevitable un golpe de Estado contra Illia, y tambin se convencieron, no sin razn, de que ese golpe iba a crear una coyuntura en la cual las organizaciones que se estaban preparando para ia lucha armada iban a encontrar su espacio.Ambos se convertiran en pocos aos ms en los dos principales dirigentes de la Organizacin.55jorge Prez era bien consciente de que todo este caudal humano estaba desperdiciado y se poda volver inmanejable si persistan eternamente en una situacin de espera pasiva. A ello se sum la confirmacin de que la mana persecutoria de Villa era un problema de salud mental serio. Una vez fue a la casa de Cibelli a contarle una historia delirante: el clebre comisario Evaristo Me n es es, que haba atrapado a los delincuentes ms notorios de la poca, andaba detrs de l, lo segua de da y de noche, y estaba al tanto de todos sus movimientos. Incluso juraba que lo haba perseguido corriendo mientras viajaba colgado en un colectivo y hasta lleg a agarrarle el tobillo. Un paranoico con todas las letras. En la certeza de que ya no tena nada ms que hacer all, Prez tambin se fue de la Organizacin en setiembre de 1965, con un grupo de seis o siete militantes que le respondan, junto con quienes concret, sin problemas, algunas de las operaciones que haba frenado Villa. Al poco tiempo, un compaero de trabajo con quien haba empezado a conversar de poltica, Eduardo Gurrucharri, los acerc a todos a la Juventud Revolucionaria Peronista (JRP), que diriga el ya no tan joven Gustavo Rearte.72La GUERRILLA INVISIBLE

Crisis de crccimenl-o (1962-1965)#

Crisis de crccimenl-o (1962-1965)73

En tanto, Villa busc paliar la sucesin de deserciones con el ascenso a la direccin de Andrs, de Taf Viejo, y as contar con una conduccin federal. Pero Cbei tambin tuvo que alejarse de la direccin, aunque en su caso por razones de salud, ya que haba sufrido un desprendimiento de retina. Se la operaron tres veces y las tres veces le volvi a ocurrir, hasta que perdi el ojo definitivamente. As se pas un ao y medio, hasta mediados de 1966, internado en una clnica y sin participar de actividad alguna. Con Cibelli fuera de combate y el resto de los miembros fundadores ya alejados, la conduccin qued en las nicas manos de Villa quien, a pesar de sus ataques espordicos de paranoia enfermiza, segua siendo el lder carismtico y brillante de siempre, todava capaz de mantener cohesionada una estructura celular de unos 40 miembros activos.Casi todos elios haban sido formados en la misma Organizacin. Concurran a las reuniones de clula, estudiaban y debatan en grupo los manuales de Poiitzer y Nikitin, reclutaban ellos mismos a nuevos aspirantes, y algunos domingos, por tumos, iban a escuchar las charlas de Villa, que los cautivaba con su labia de intelectual. Sin embargo, la formacin que reciban exclua olmpicamente el entrenamiento militar, con el argumento de que haba que formarse antes como cuadro poltico: era la condicin previa a cualquier actividad. El problema era que todos ellos estaban cada vez ms impacientes por pasar de la teora a la accin, y nadie esperaba que la etapa de formacin terica en la Organizacin fuera a eternizarse.La nica clula que tena algn tipo de operativdad era la de Taf Viejo, que Andrs manejaba como su feudo, y donde se operaba con buena regularidad en pequeos operativos financieros y de recuperacin de armamento. Muchos militantes porteos solan viajar aTucumn para participar, e Incluso aprovechaban los montes tucumanos para hacer algunas prcticas de tiro con las armas recuperadas del IGM, actividades que ayudaban bastante a mantener la cohesin, a falta de otro tipo de accin armada.Cientfico frustrado (1966)Yofid a un colegio secundario mediocrepero tena inclinacin por las ciencias. En el 63 o 64 hice el curso de ingreso a Exactas, en la sede de Per 222. Estaba fascinado porque haba un circuito cerrado de televisin. Descubr que me gustaban la matemtica, la fsica, la qumica, y en general era un mbito muy interesante. Empec la carrera de Qumica y curs un ao, dos aos... El vicedecano, Manuel Sadosky, haba fundado el Instituto del Clculo, primer laboratorio de informtica, y en el 62 lleg a a Facultad la Mercury, que fue la primera computadora en serio que hubo en el pas. La tenan en el primer pabelln de Ciudad Universitaria, recin inaugurado y sper moderno. Pareca la Argentina ao verde. Yo era feliz en mi Facultad, con mi carrera y mi pertenencia, y justo en lo mejor vino el golpe de Ongana.A nuestra Facultad la tomaron por asalto. Fue la nica en la que los alumnos nos metimos adentro junto con los profesores, uno de ellos del MIT.16 Hicieron una doble fila de policas y nos cagaron a basto nazos. - Me - queda ron- moretones po r~m ucho tiempo.Despus me fui a revisar a un hospital pero no tena nada. Nos llevaron a la Seccional N 2. Las pibas estaban desesperadas, sangrando. Me acuerdo de que el primer paquete de comida que recibimos en Id cana era para m. Hubo un aplauso cuando lleg, y lo repartimos entre todos. Nos tuvieron la noche entera y a la maana nos largaron.Echaron a los mejores profesores de la Facultad. Despus, los que no haban echado renunciaron, aunque no tenan por qu hacerlo. Los nicos que tenan que renunciar s o s eran Sadosky y Rolando Garca, el decano. Pero se fueron igual y , nos dejaron solos. Con la sensacin de orfandad. Sin Facultad, sin maestros. Entonces volvieron los profesores carcamanes qu# enseaban cosas desactualizadas, obsoletas, y me olvid de mis expectativas de ser un cientfico. Yo militaba en el centro de estudiantes, en la FfC, en alianza con otras agrupaciones independientes. Quedamos todos marcados, recontra fichados. A la sociedad le import tres carajos.Cuando volv al pabelln, en 2001, ms de treinta aos despus, vi una pared con cien nombres de desaparecidos. Los conoca a casi todos. Eran los ms brillantes, los que levantaban la mano en la clase para discutir con los profesores, como Ricardo Mor ellos, que militaba y era. un bocho corno alumno y adems trabajaba. Al menos en Exactas, los militantes que terminaron en organizaciones armadas eran tipos brillantes, no eran lmpenes. Habran sido profesionales extraordinarios, si les hubiesen dado la oportunidad. La clase dirigente que nos falta hoyAgustn,74La guerrilla invisible

#La guerrilla snvisib.u

Buenos Ares, agosto de 20084. La nueva Organizacin (1966-1968)

Los visitadores mdicosEl nmovilismo en que Villa mantena a sus subordinados empez a volverse especialmente insostenible despus del golpe militar que en 1966 derroc a Arturo Illia, ya que el flamante dictador, Juan Carlos Ongana, Hizo saber de Inmediato sus intenciones de quedarse en el poder, por la fuerza, al menos dos dcadas, e instaurar un rgimen de caractersticas similares al del franquismo en Espaa, con una gran presencia de la Iglesia, en el poder y en la vida cotidiana. Nos demostraron que los gobiernos civiles estaban a la merced de sus caones y bayonetas, y que ellos podan voltearlos cuando se les antojaba. Entonces, quin poda no creer que la democracia y las elecciones eran una farsa? pregunta MalterAdems, los que estbamos en las listas negras a causa de nuestra mili- tancia estudiantil no podamos trabajar en educacin, ni en la administracin pblica, ni en las empresas, y como no ramos proletarios, tampoco podamos ejercer presin a travs de la actividad sindicar, agrega. Sin pretensin de enunciar una verdad universal, Malter Terrada describe as la situacin de muchos jvenes como l, que en esos aos vieron en la violencia poltica la nica forma vlida o posible de pro resta o reaccin.En este contexto, para contener la impaciencia de los militantes, desde la cpula de la Organizacin se apel en ocasiones a mecanismos non snelos. Por ejemplo, anunciar ei xito de un supuesto asalto a una cooperativa financiera en Mendoza por parte de una clula en esa provincia (que no exista), y agregar que parte del dinero de esa operacin se habra utilizado para comprar una itroneta. Ms tarde todos supieron que ese dinero provena de un juicio laboral que Cibelli le haba ganado al Banco Provincia por considerar que su problema en la vista era una enfermedad profesional, lo cual tambin le vali una msera jubilacin anticipada por discapacidad a los 30 aos. Pero la Organizacin se dilua, y aparecan sntomas por todas partes. Otro militante, ex oficial de la Polica Federal ahora estudiante de Ciencias Econmicas> empez a organizar una agencia privada de investigaciones, con el fin de tener acceso a los archivos de Coordinacin Federal, pero el proyecto se frustr cuando no se pudo pagar ms el alquiler de la oficina que haban alquilado. Los pocos operativos reales, recuperaciones econmicas de una escala muy menor, salieron mal o tuvieron percances inesperados que hicieron aumentar el malhumor. Por caso, en mayo de 1967, la Polica detuvo a Caravelos por la calle con una pistola encima, la famosa Lger Parabellum, cuando estaba por participar de una accin de la que ya nadie recuerda cul era el objetivo, y fue condenado a seis meses de prisin por tenencia de arma de guerra. El declar que la haba encontrado tirada y se diriga a una comisara a devolverla, tal como le haban indicado sus compaeros a travs de una de las tantas tcnicas aprendidas: un libro que tena una sola letra subrayada con lpiz en cada pgina hasta completar el mensaje.

76L/\ GUERRILI.A INVISIBLE

La nueva Organizacin (1966-1968)77

Ese mismo ao, a principios de noviembre, Peralta y otro compaero, el abogado Hernn jorge Henrquez, fueron detenidos dentro de un auto estacionado en Lomas de Zamora con dos revlveres calibre 22, cuando hacan de choferes operativos y contencin de un pequeo asalto a una farmacia. Los denunci un matarife del barrio que viva frente ai lugar donde estaba el auto y que haba credo, errneamente, que lo haban seguido para robarle. Despus de una semana en el calabozo de la comisara, los liberaron por falta de mrito, porque no estaban haciendo nada y las armas no eran de guerra, pero quedaron fichados y, peor an, dejaron establecida su relacin. Fen- rquez tena 35 aos y vena de una larga militancia en el Partido Comunista, que lo haba enviado de viaje a la URSS y a China. De adolescente haba cursado el Liceo Militar en Mendoza, su provincia natal incluso jugaba en el equipo de rugby de la institucin, y en ese momento se desempeaba como abogado en la DG1, donde tambin era delegado. Salvo estas raras excepciones, tambin se haban descuidado todos los trabajos gremiales, en especial desde que haban emigrado uno a uno los oanillitas de Constitucin, la mayora de ellos para seguir integrados a su sindicato.Entonces, un buen nmero de militantes trabajaban como visitadores mdicet y cobraban sueldos ms que aceptables pero, con pleno convencimiento de su causa, donaban ms de la mitad de lo que ganaban a la Organizacin. La mayora haba conseguido sus puestos gracias a los buenos oficios de Bald, que trabajaba para el Wander Suizo, y que se mova como un pez en el agua en este ambiente tan particular en el que todos se conocan aunque pertenecieran a laboratorios diferentes. Fue l quien consigui que en poco menos, de un ao Villa estuviera trabajando en Schering pionero en las novedosas pldoras anticonceptivas, Maker Tenada en Gobbi, Bjellis en Lacefa, Peralta en Bayer (pero, l no entr por recomendacin de Alejandro sino por un aviso clasificado), y Caravelos en Casasco. Muchas veces, a sus colegas les extraaba ver a dos o tres de ellos hacer rancho aparte en alguna mesa de los bares en los que se encontraban, cerca de los hospitales. As se lo contaran a la Polica unos aos ms tarde, cuando esos visitadores de comportamiento extrao se convirtieran en i as personas ms buscadas del pas. Lo cierto es que este circuito laboral y de cafs liego a funcionar en los hechos como una suerte de estructura paralela en a que empez a manifestarse el descontento de las bases con la direccin, que no tena canales de expresin posibles en el organigrama celular y tabicado de la Organizacin.Esta rebelda creciente sostena una estrecha relacin con la aparicin de otros grupos insurgentes en todo el pas. Basta hojear cualquier diario porteo de esa poca para advertir que, prcticamente, da por medio se detectaba la existencia en alguna ciudad de una clula castro-comunista, tal como las llamaba el lenguaje periodstico corriente. Una noticia tomada al azar, entre decenas o cientos similares, informa que en mayo de 1968 la Polica desarticul una clula integrada, entre otros, por Hctor Spina, uno de los fundadores de la Juventud Peronista, y Juan Jos Nazer, ex integrante de la guerrilla rural tambin peronista de Uturuncos,17 que oper fugazmente en las provincias de Tucumn y Santiago del Estero durante e! gobierno de Arturo Frondizi. Eran expresiones todava aisladas de un gjoan. .temblor subterrneo que amenazaba con quebrar la supuesta imagen de paz social y apata poltica en que le gustaba mirarse a s mismo ai gobierno militar de Ongana.Lo que rebas la paciencia de los militantes fue la ensima cancelacin de un operativo, debido a las dudas y objeciones de Villa. Aunque, tal vez, justo en este caso tuviera razn porque, se trataba de una accin de gran magnitud y con numerosas dificultades: la recuperacin del dinero de la caja fuerte del Banco Popular Argentino, sucursal Liniers. All trabajaba desde haca mucho tiempo ei Gordo Federico, que conoca a la perfeccin el edificio, los hbitos del personal y los movimientos de dinero; pero la direccin le baj ei pulgar, a pesar del suculento botn de cincuenta millones de pesos. Esta frustracin Bald y Bjellis, en especial, se desesperaban por hacerlo desencaden que en el otoo de 1968 sobreviniera lo que podra llamarse la rebelin de la conduccin intermedia.El 17 de mayo, una asamblea de unas veinte personas que se realiz en la casa de Peralta, en Barracas, juzg en ausencia a Villa, al Ciego Cibelli y a Andrs, y decidieron separarlos de sus cargos. Fue un hecho indito, no debe de haber ningn otro caso en que se haya desbancado a la direccin de una organizacin clandestina por la presin de las bases, reflexiona Malter, que pas a integrar la nueva conduccin junto a Sergio Bjellis, el Gordo Federico y Marcos el segundo de Andrs, de Tucumn.Pero, sin duda, el nuevo hombre fuerte de la Organizacin era Sergio Bjellis. "Era el nico que realmente tena la capacidad para estar en la direccin anota Malter Tetrada; Federico era ms que nada una figura simblica, un representante de la guardia vieja. Era un seor que trabajaba, tena su familia y su militancia sindical en un banco, lo cual no le dejaba mucho tiempo para la organizacin. Yo, peor todava. Mi expeiiencia poltica anterior era limitadsima, y para colmo no era un modelo de equilibrio psicolgico ni afectivo. Me nombraron casi por descarte, pero quedaron en segunda lnea personalidades fuertes como el Tordo Henrquez, Caravelos y el Loco Alejandro.18 Villa y Cibelli fueron nombrados asesores adscriptos a la direccin, y el Ciego, buen perdedor, entreg el arsenal del IGM, casi todo guardado en su casa, en un gesto por el cual aceptaba la decisin.19El Petiso Bjellis le dedicaba tambin bastante tiempo a la militancia intelectual. Precisamente ese ao haba impulsado en la UNLP la creacin de un grupo autogestivo para estudiar la obra del sovitico Sergei Rubinstein, terico de una psicologa que, si bien se inspiraba en la tcnica del reflejo condicionado de Pavlov, pona un nfasis mayor en la individualidad del sujeto. Bjellis coordinaba el grupo y, en el transcurso de ese ao, entre todos sus miembros llegaron a la conclusin de que era imposible abordar la problemtica de la enfermedad mental en forma individual, sino que era necesario referida a la sociedad y, ms concretamente, procurar un cambio en ella como nica forma de curar a sus enfermos. As fue que analizaron la realidad poltica hasta llegar a la conclusin de que se impona un cambio total de las estructuras del pas. Entonces el Petiso los invit a integrarse a un grupo poltico que se preparaba para ese objetivo. Segn cuenta Peralta, para este tipo de trabajo de masas, Bjellis era convincente, agradable y saba seducir intelectualmente. De hecho, varias compaeras o esposas de compaeros coincidan en que era una lstima que no fuera unos diez centmetros ms alto.Por otra parte, es bastante notable que la conduccin reciente no revisara la lnea poltica o los lincamientos metodolgicos heredados de a vieja conduccin. En rigor, se segua careciendo de una L,iea poltica, ms all de los conceptos bsicos del marxismo leninismo y la prctica insurreccional.. En cuanto a la estrategia, la segunda generacin estaba absolutamente convencida de que la Organizacin deba seguir siendo secreta como hasta entonces, y que su programa consista en acumular fuerzas a largo plazo sin intenciones de darse a conocer, algo que tal vez resulta comprensible en un contexto en el que todava no exista la competencia con otras organizaciones afnes. Pero, en lo metodolgico, se decidi empezar a trabajar de inmediato, y se puso en marcha el operativo en el Banco Popular Argentino que, por otra parte era una urgencia porque todos los recursos financieros se haban agotado.El olor dei dinero80La guerrilla invisible

La nueva Organizacin (1966-1968)81

El Banco estaba ubicado en la esquina de Rivadavia y Timoteo Gordillo, a tres cuadras de la estacin Liniers,20 y el plan consista en entrar durante un fin de semana, pasar all una o dos noches y esperar que el lunes llegaran el gerente y el contador, que tenan las dos llaves de la caja fuerte. En ese momento pensaban reducirlos y obligarlos a entregarles ei contenido de la caja fuerte; despus saldran bien trajeados con el dinero guardado en portafolios. Pero el problema era entrar. Para estudiar el terreno, Bald se hizo pasar por fotgrafo publicitario y as subi a la terraza de un edificio vecino a sacar fotos de toda la manzana. Descubrieron que desde los fondos de un bar de la misma cuadra se poda llegar hasta el edificio del Banco y trepar por un muro trasero hasta una pequea terraza, y desde all acceder a una ventana con barrotes de hierro, que deberan aserrar. La noche del 6 de diciembre, Malter Tetrada, Bald, Caravelos Fernando, Ernesto y Matas y otro militante apodado Nicols se escondieron de a uno en un depsito ubicado al fondo del bar y desde all subieron al techo dei depsito, poblado de cajones con botellas. Cada uno llevaba un guardapolvo gris encima del traje, vveres para tres das, capuchas de tela, guantes quirrgicos para no dejar huellas digitales, herramientas, esposas y armas que ya lo saban no deban ser de guerra para evitar ese cargo s llegaban a ser apresados.Debieron esperar hasta las tres de la maana, momento en que se apagaron las luces de la manzana, e iniciaron la marcha hacia el Banco haciendo equilibrio por las paredes medianeras, con los maletines en la espalda a modo de mochilas. Me daba la impresin de estar en el escenario de un gran teatro, a la vista de todos los vecinos, escribe Malter Terrada. En un momento dado, Caravelos se qued atascado en la marcha porque su portafolios se haba enganchado con un cable de telfono. Cuando pidi ayuda porque no poda zafar, Bald lo cort en seco: Dale, boludo, desengnchate, que parecs un tranva...Una vez en el edificio, subieron al ltimo piso por escaleras de emergencia, ayudndose con cuerdas, hasta alcanzar el balcn. All, los cuatro cubiertos por una lona negra, empezaron a serruchar el barrote que necesitaban sacar para entrar. El ruido que haca era impresionante. Estuvimos a punto de anular la operacin, pero tuvimos suerte de que a partir de las cuatro dela maana ya empezaban a circular muchos trenes del otro laclo de la avenida; cada vez que oamos el ruido de un tren nos ponamos a trabajar io ms rpido posible y parbamos en cuanto se alejaba. Cuando ya casi era de da, consiguieron sacar el barrote, juntaron las limaduras con un imn e ingresaron. Despus, pegaron con poxipol el barrote cortado, lijaron prolijamente la unin para que no sobresaliera y la pintaron del mismo color negro que la reja. Un trabajo pulcro, para dificultarle a la Polica la reconstruccin del hecho. Una vez adentro, se escondieron en una pieza llena de ficheros, donde permanecieron acurrucados dos das, movindose en cmara lenta y alumbrados con la luz que provena de una linternita de bolsillo.Tenan los alimentos calculados para que les alcanzara pero no les sobrara, cuidando de consumir primero los perecederos. Pero Malter haba sufrido haca poco una gastritis aguda, y un compaero mdico que no lo deba de apreciar mucho le haba recetado un rgimen especial. En lugar de comer exquisiteces como sandwiches mixtos de pavita o lo mito, deba limitarme a un sachet de Sustagen, un alimento integral en polvo que conseguimos del laboratorio donde trabajaba Bjellis, anota. Bald se dio cuenta de su frustracin y empez a hacerle bromas. Cada vez que llegaba el momento de comer, anunciaba el men poniendo voz de maitre:Plato principal:Nicols, Ernesto y Matas: sandwiches de pavita a la mayonesa con tomate, morrones y lechuga Fernando: un sachet de Sustagen Postre:Nicols, Ernesto y Matas: Flan Balcarce con dulce de leche Fernando: Sustagen con una cucharadita de azcar Bebida:Nicols, Ernesto y Matas: Champn rosado Duc de Saint Rmy bien frappPara Fernando: Sustagen bien diluido en agua...Hasta que Mater/Fernando explot. Dijo que, en su carcter de responsable poltico de la operacin, y dado que ya no tena ningn sntoma de gastritis, para preservar su salud fsica y psicolgica le corresponda el mismo rgimen que a sus compaeros; o en todo caso, que ellos deban someterse tambin a su rgimen de Sustagen para que l no se sintiera un paria gastronmico. Medio en broma, medio en serio, la discusin subi rpidamente de tono. Los otros tres argumentaban que las cantidades de comida estaban perfectamente dosificadas, y que si la compartan con l corran el riesgo de sufrir carencias energticas durante la accin. Malter retruc que, en tal caso, cada uno poda complementar su dieta con una dosis adicional de Sustagen, que l ceda generosamente a cambio de la cuarta parte de sus viandas. La polmica vir a un conflicto de poder. Bald aduca que preservar la salud de cada compaero era un problema que competa al jefe operativo, que era l. En cambio, Malter argumentaba que, como su gastritis era psicosom- tica, lo razonable era cuidar el bienestar, psicolgico de cada uno, y que eso era competencia del responsable poltico, es decir, l. En definitiva, se trataba de un tpico cruce de chica as verbales entre muchachos de barrio, aunque se expresara en el lenguaje sofisticado de a militancia.Estaba claro, tambin, que todava no los haba golpeado ninguna tragedia; al menos hasta ese momento pareca, posible hacer a revolucin sin necesidad de perder esa alegra juvenil y cas ingenua.A la maana temprano del 9 de diciembre, Bjellis les avis por walkie talkie, desde la vereda de enfrente, la llegada del gerente, y despus la del contador. Bajaron sigilosamente hasta la oficina del gerente, que en ese momento estaba de pie hablando por telfono desde el escritorio de su secretaria (era la nica lnea que no haban cortado) y que, cuando se dio cuenta de lo que suceda le grit a su interlocutor: Me estn asaltando!. Desde ei auricular todos escucharon la voz de Hernn el Tordo"Hcnrquex: Qudate quieto y levant las manos, que es un asalto!. En realidad, el Tordo lo haba visto bajar del tren en Liniers y haba calculado el tiempo justo que tardara en llegar a su escritorio para llamarlo y evitar que hablara con otra persona en. e.se momento. Slo para esc detalle colocaron cinco militantes en la cola de un telfono pblico y as asegurarse de poder llamarlo en el momento exacto. Una pequea muestra de lo que la Organizacin consideraba un.a planificacin cientfica de las operaciones. Entre tanto, Balct redujo ai contador, pero entonces se dieron cuenta de que en realidad era el auxiliar de contadura, y que no tena la llave. El Loco corri al despacho de! contador; derrib la puerta, revolvi los cajones y llev rodas las llaves que encontr. Una result ser la buscada.Cuando finalmente abrieron ia caja, es impresion el olor nauseabundo del dinero as amontonado, pero pudieron vencer el asco y llenaron los cuatro maletines con los billetes ms grandes. Despus se sacaron los guantes, mscaras y guardapolvos, encerraron en una oficina al gerente, al auxiliar del contador y dos ordenanzas. Bjellis les avis desde el walkie, talkie el momento apropiado para salir, y lo hicieron por la puerta principal, como hombres de negocios, con traje y corbata. Los cuatro se alejaron por su cuenca en distintas direcciones. Malter camin hacia la estacin Liniers, tom un colectivo hasta Once, y all el Expreso Ro de la Plata, que lo dej a unas cuadras de su casa, en Ringuelet. Los otros tres hicieron recorridos igualmente largos; algunos de ellos con postas para entregarle el portafolios a otro: la tcnica fundamental de la dispersin. Ya relajado, sent otra vez ei maldito olor a podrido de los billetes, y me dije que si alguno de los pasajeros del colectivo hubiese sido empleado bancario, se habra dado cuenta de que alguien llevaba una gran cantidad de dinero en efectivo, relata Malter. Pero era consciente de que la Organizacin acababa de ser relanzada con este operativo decidido y planificado enteramente por su nueva conduccin, y que haba resultado un xito.La nueva Organizacin (966-1968)82

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Los diarios atribuyeron c hecho a delincuentes comunes, tal como queran sus autores. "Durante todo el operativo nos esforzamos en hablar como chorros, cuenta Malter. El botn result de cincuenta y seis millones de pesos, que equivalan a ms de diez mil salarios normales de la administracin pblica. Por supuesto, nadie vio un centavo para su usufructo personal, y enseguida se plante el dilema de que hacer con semejante cantidad de dinero, ya que ia inflacin del 30 por ciento anual desaconsejaba embutirlo. Lo dividieron en sumas menores que depositaron en cuentas numeradas, en un banco suizo, desde un tugurio de la city portea, o se invirtieron en Bonos 9 de Julio, garantizados en oro, y en Bonos de Recuperacin Nacional, que se haban utilizado para pagarles a los empleados pblicos. En lo que hace a la infraestructura operativa, se compraron dos o tres departamentos y dos camionetas Dodge 200 nuevas, un camin Mercedes Benz modelo 1961 y un jeep IKA, ambos usados. Los dos ltimos eran para utilizarlos en un operativo que algunos ya estaban planeando y que, si sala tan bien como ste, representara otro salto cualitativo para la Organizacin. O para la lucha armada en general.Un cao (1968)Haba muchos grupos a los que yo llamo de la jotap silvestre, con los que estbamos en contacto, y a veces hablbamos de la posibilidad de fusionarnos. Uno de esos grupos tena como caudillito a Amlcar Fidanza> el que despus estuvo en la SfDE con Menem> y que en esa poca se haba desprendido del Movimiento Nacionalista Revolucionario Tacuara. Era demasiado politiquero para mi gusto, muy presumido, pero alrededor de l haba algunos pibes maravillosos, como uno que se llamaba Puchi. Ellos ya eran fierreros, mucho antes que nosotros. A m me interesaba que pibes como Puchi ingresaran en la Brigada Masetti, pero a Fidanza no lo quera para nada., me generaba desconfianza.Una vez, con tono de desafio, me dijo que si ramos revolucionarios de verdad tenamos que animarnos a poner un cao para el da del Ejrcito, o algo as. Fui y lo consult con los compaeros, porque no ramos partidarios de los explosivos. Tena que - ser algo-muy selectivorpoTque-si se pona en forma indiscriminada podas amasijar a cualquiera que pasara por ah. Pero les tuve que decir que s, no me pude echar atrs porque, si no, no nos habran tomado nunca ms en serio. Me llevaron a buscar el cao a la casa de Hctor Spina, otro de los dirigentes de la fuven- tud Peronista, que viva por Constitucin. Como Spina no estaba, su mam, que andaba con el tpico delantal floreado, se agach para buscarlo debajo de la cama y sac el artefacto de una valija donde adems haba pistolas, un montn de frascos and a saber con qu y hasta un machete de polica.El cao estaba armado en una lata de conservas. La vieja nos explic cmo funcionaba: nos dijo que se lleva as, con este lado para arriba, y cuando se lo da vuelta el cido sulfrico empieza, a perforar el filtro hasta que llega al explosivo y lo activa. Despus lleg Spina y nos dijo que bamos a tener ms de diez segundos, tiempo suficiente para rajar. Yo era el encargado de colocarlo en el portn de un edificio de oficinas por el centro con el escudo del Ejrcito, ya ni me acuerdo de qu lugar era7 ni la fecha, mientras Fidanzay Puchi se encargaban de la contencin. Flice todo tal cual me indicaron ellos. Llev la lata adentro de una bolsa de nylony la puse boca abajo junto al portn. Pero la cosa explot enseguida, a los tres segundos, y la detonacin me dej sordo varios minutos. No escuchaba nada pero vi cmo se asomaba gente a los balcones. 'Salimos corriendo y nos subirnos los tres a un colectivo.A m me qued para siempre una lesin auditiva leve y jur que nunca ms iba. a volver a usar explosivos. Lo cumpl, por supuesto.

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Alberto Szpunberg, Buenos Ares, julio de 20075. En el corazn del Ejrcito(1969)Fue la primera organizacin insurreccional que protagoniz operaciones armadas de envergadura contra unidades de las FF. AA.Central Nacional de Inteligencia, Organizaciones armadas clandestinas, Documento base, 7 de octubre de 1974.

La casa del enemigoCuando todava duraba la euforia por el xito del atraco al Banco Popular Argentino, y en medio de los brindis de Navidad y Ao Nuevo, Alejandro Bald y Villa llegaron de uno de los peridicos viajes a Tucumn con la noticia d que Andrs, uno de los tres jefes depuestos de la vieja direccin, estaba al borde de la muerte a causa de una tuberculosis miliar. Lo haban visitado en el hospital donde estaba internado, en el que no haba mdico, especializado ni medicamentos, y donde se oan campanas por los muertos todos los das. El 17 de enero de 1969, el mismo Bald, Cibelli y Bjellis volaron a Tucumn desde Aeroparque con el propsito de traerlo y hacerlo atender en Buenos Aires. El viaje estuvo lleno de percances: el pequeo avin de la empresa de taxis areos Noel Werthein debi hacer escala por mal tiempo en Santa Fe, donde los tres pasajeros pasaron la noche en el Hotel Castelar (habitacin 307), y retom el vuelo al da siguiente pero se vio obligado a descender por el mismo motivo en Santiago del Estero. Entonces optaron por seguir viaje en mnibus, ir a buscar a su compaero enfermo y esperar que el avin los fuera a buscar a San Miguel para emprender el regreso. Pero al enterarse del motivo del viaje, el piloto, les advirti que no tena permitido llevar pasajeros enfermos sin autorizacin mdica, por lo que deban tramitar una; pero no les hizo falta porque result imposible convencer a Andrs de que viajara con ellos a Buenos Aires: crea que le quedaba poco tiempo de vida y prefera permanecer algunos das para arreglar sus asuntos familiares, los habituales en estas circunstancias. Despus de pasar a noche en el Hotel Italia (habitacin 209), debieron regresar en el taxi areo tres das ms tarde y sin Andrs. Adems, haban cometido el increble error de alojarse en hoteles y contratar el aerotaxi con sus nombres y documentos verdaderos, dejando en el camino un reguero de pistas y testigos servidos en bandeja a la Polica.Pocas semanas ms tarde, con una fuerza interior de samurai, un casi moribundo Andrs baj por su cuenta a la Capital, y as evit, sin saberlo, hacer constar su nombre en los mismos registros que sus tres compaeros. Se intern l solo en el Hospital Muiz, donde fue intervenido quirrgicamente. Sus compaeros se turnaban para cuidarlo y llevarle algn sndwich o empanada,90La guerrilla invisible

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ole dejaban algunos pesos para que comprara lo que quisiera en la cantina. El tucumano les deca con un hilo de voz que se senda cada vez mejor, que no tena ningn problema y no necesitaba nada, pero igual guardaba los billetes debajo de la almohada. Despus de unos meses se recuper y Ies demostr que tena siete vidas; al salir del Hospital su primera preocupacin fue devolver todo el dinero, ya que, al mejor estilo de los viejos militantes anarquistas, no haba gastado un solo centavo en su propio provecho. Pero no pudo hacerlo porque no encontr a nadie. A mediados de 1969, la misma Organizacin que en diciembre ltimo haba credo tocar el cielo con las manos ahora haba tenido que replegarse hasta casi desaparecer de la faz de la Tierra, ya que por lo menos diez de sus miembros haban sido identificados y la Polica los buscaba afanosamente por todo el Gran Buenos Aires.Despus del robo perfecto al banco, los problemas financieros podan considerarse momentneamente resuellos, y Tampoco tenan problemas de armamento porque el pequeo arsenal del IGM alcanzaba y sobraba para el uso que le daban: exclusivamente de instruccin. Pero un conocido que haba hecho el servicio militar un ao antes en el Regimiento de Infantera N1 Patricios involuntariamente aport el dato de que, durante los dos meses de instruccin en Campo de Mayo, haba visco en el lugar unos quinientos fusiles F/\l para ensear tiro a los nuevos reclutas, y que permanecan guardados en un carpn. Durante el feriado de Semana Santa el campamento quedaba casi vaco, con excepcin de las imaginarias (guardias no armadas) y unos pocos suboficiales y oficiales de baja jerarqua. A pesar de que era la mayor guarnicin militar del pas, el corazn del poder militar y poltico de la Argentina, los puestos de guardia ubicados sobre Ja ruta tenan por hbito franquearle el acceso sin mayor control a los oficiales de alto rango, y una vez adentro, como las distintas dependencias militares se encontraban desperdigadas sobre varios miles de hectreas verdes, era posible moverse casi sin control. Para llevarse el armamento, entonces, haba que ingresar durante el feriado largo hacindose pasar por milicos; reducir a la escasa poblacin del vivac, cargar las armas y volver a salir. Toda la informacin adicional que necesitaban la obtuvieron levantando en auto a los conscriptos que hacan dedo cuando salan de franco.Bald fue el que empuj y dijo que esto que pareca una locura era perfectamente posible. Empez a aportar datos, cont que haba ido hasta el jardn de la residencia del comandante en jefe con alguna excusa delirante, que haba conversado con los jardineros y visto entrar y salir camiones. Nos deca qii, igual que con el Banco, cuanto ms grande es el operativo, menor es el riesgo en relacin con lo que se obtiene, escribe Malter.21 En tanto, Peralta escuch de Bjellis la explicacin de que en aquel momento, fines del 68 y principios del 69, empezaban a aparecer cada vez con ms frecuencia distintos grupos que se volcaban a la lucha armada, todos con un nivel organizativo y poltico muy embrionario. Entonces, cmo podamos conseguir y ejercer el liderazgo de esos grupos en un Frente? Demostrando que ramos los que tenamos la mayor capacidad de fuego, y esas armas podan llegar a ser nuestro as de espadas.En un galpn alquilado en Haedo, un militante nuevo, Carlos Domingo Della Nave, muy diestro como mecnico y chapista, se ocupaba de camuflar el camin Mercedes Benz y el jeep recin comprados para que parecieran vehculos militares, pintados de verde oliva y con insignias en la puerta. Della Nave tena 19 aos, flequillo rubio y cara de ngel Se haba criado en La- ns, en el seno de una familia peronista hasta la mdula segn cuenta su prima Norma Salas, en la que permanentemente se hablaba de poltica,22 y desde los 15 aos haba trabajado y militado gremialmente en el Ferrocarril Roca. Su padre, Ral Della Nave, era un jubilado ferroviario que sola intercambiar con sus vecinos los libros de Pern y Evita y otros objetos de culto peronista; pero Carlitos (as lo llamaban todos) tena sus propias inquietudes polticas. En la Organizacin circulaba el rumor nunca confirmado de que en 1967 se haba ido de mochilero con el objetivo de sumarse a la guerrilla del Che en Bo- livia y, efectivamente, en esa poca lleg a pedir una licencia de seis meses en el trabajo para viajar al extranjero. Pero eso fue todo. Ese mismo ao lo arrestaron por participar de un acto relmpago de la FJC en el centro porteo, en conmemoracin por los cincuenta aos de la Revolucin Rusa, y pas doce das detenido en Villa Devoto.23 Al poco tiempo de salir libre, se ofreci como voluntario para ayudar a los afectados por las graves inundaciones de buena parte del sur del conurbano, y as conoci a Bald, que colaboraba llevando medicamentos. Unos meses ms tarde ste lo invit a incorporarse a la Organizacin.Ahora, en el galpn, Carlitos se dedicaba a camuflar el camin que se iba a usar en el operativo, pintndolo de verde

oliva despus de haber cubierto toda la carrocera con papel con- tact. La idea era arrancarle esa capa pintada apenas salieran de Campo de Mayo y devolverle al vehculo su color rojo original, para la huida. A Peralta, que fue varios das al galpn a colaborar con los trabajos, le surgieron varias dudas: Cmo hara para que el papel adhesivo no quedara pegado, cmo iban a quitarlo en medio de la noche? Della Nave le explic que pensaba untar la carrocera con vaselina y que quedara un sobrante de contact debajo del guardabarros como para poder tirar y arrancarlo. Peralta observ que> si bien la primera mano de pintura haba quedado bien, Garlitos le haba dado dos manos ms, de puro perfeccionista, y obtenido una capa slida y espesa que a simple vista pareca imposible de despegar.Pero, sobre todo, lo que no comparta Peralta era el trun- falismo reinante en la direccin. Dudaba seriamente de que los militares fueran a estar tan desprevenidos corri ellos pensaban, y tambin cuestion el apuro y la desprolijidad con que se estaba preparando todo para llegar a tiempo a la fecha de Semana Santa. Por eso, durante una reunin de clula present .sus objeciones: Si sale mal, va a ser nuestro Moneada, alert, en referencia ai asalto de las primeras milicias de Fidel Castro a la guarnicin militar de esa ciudad, el 26 de julio de 1953, .que fue un fracaso rotundo y llev al futuro lder cubano a la crcel, aunque posteriormente la fecha pas a ser reivindicada como el inicio mtico de la Revolucin. Le contestaron que su postura era inadmisible, y se decidi someterlo a un juicio revolucionario por saboteador. Sin embargo, una semana antes de la fecha sealada, cuando su amigo Bjellis fue a verlo y le pregunt qu pensaba hacer, l le contest que quera participar por lealtad a los compaeros.A las 3 de la maana del 5 de abril de 1969, sbado de Gloria, el jeep y el camin verde oliva, con doce personas a bordo vestidas con uniformes de combate, entraron en Campo de Mayo por la Puerta 4. Bast la presencia de Henrquez en el asiento del acompaante del jeep, con uniforme de fajina y tachas de teniente coronel, para que los centinelas les hicieran la venia y los dejaran pasar. El Tordo Hem^ueT 3$ aos, fsico de rug- bery un vozarrn potente, y conoca bien las rdenes de mando. Los vehculos pasaron con facilidad otros dos puestos de control y penetraron cuatrocientos metros hasta el vivac del Rl, donde redujeron a ios pocos suboficiales y colimbas de guardia. Henrquex les deca que era el teniente coronel Luzuriaga y que vena a hacerse cargo de ia guarnicin porque haba un golpe de B'stado. Estuvo brillante cagando a pedos a todo el mundo, cuenta Cibelii, que tambin particip, a pesar de su discapacidad visual empeorada por la oscuridad. Con tiras de sargento, l se encarg de calmar a los zumbos> dicindoles que se quedaran tranquilos porque podra escaprseles un tiro, mientras Peralta y Caravelos los ataban de pies y manos (les qued para siempre un chiste interno: atando cabos). A quien esta vez le toc quedarse afuera como reserva de la direccin fue a Malter.En el corazn del Ejrcito (1969)91

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Pero cuando fueron a ia carpa, donde supuestamente se guardaban las armas, lleg la gran decepcin: contra todas sus previsiones, la encontraron completamente vaca. No haba nada. Despus, a travs de todos los medios periodsticos se enteraron de que el segundo Jefe del Regimiento haba considerado que, al no haber personal suficiente como para cuidarlas, era necesario trasladarlas por el fin de semana largo a otra dependencia. Era cantado, si haba noticias de robos de armas por todas partes... Hasta por Radio Mosc, en onda corta, yo me enteraba de que se robaban armas en Argentina, razona Peralta. De modo que tuvieron que retirarse con un saldo magro de apenas cuatro fusiles FAL, una pistola 45 y dos bayonetas: para eso haban movilizado toda su estructura y haban invertido ms de tres millones de pesos slo en la compra y acondicionamiento del jeep y el camin. Pero no tenan nada ms que hacer ah adentro; salieron a la ruta y se dirigieron a un baldo cercano donde una pick-up Dodge 200 sin camuflar los esperaba para a dispersin. Los diez participantes se bajaron de los vehculos verde oliva, se quitaron los uniformes, que haban dejado en d camin, y subieron a la caja de la camioneta.En ese momento, con el apuro y la frustracin nublndole el cerebro Sergio Bjellis, el responsable militar del operativo, dio la orden de abandonar el camin e irse de all lo antes posible, porque supona que la guardia ya habra informado lo ocurrido; como mnimo, todo Campo de Mayo estara detrs de ellos. Marcos, el tucumano, que conduca el camin, insisti en que era preferible quemarlo antes: para eso haban llevado una bomba incendiaria con mecanismo de retardo, pero el Petiso Bjellis contest que no haba tiempo ni siquiera para eso: Vea luces de autos que se acercaban por ia ruta y crea que ya estaba el Ejrcito encima, cuenta Marcos.24 Tampoco era lgico llevarlo de vuelta as al galpn en Llaedo porque, segn ia misma hiptesis, todas las patrullas policiales y militares deban de tener ya la descripcin del vehculo. Tomarse el trabajo de quitarle el contact para volverlo a su color rojo original era algo que slo tena sentido en el caso de haber tenido xito y llevar ias armas encima, sin contar con que incluso en ese caso pareca difcil arrancar esa ptina gruesa y endurecida. En definitiva, dejaron abandonados el jeep y el camin, que llevaba un cargamento de caramelos bien visible en a caja para ocultar, supuestamente, las armas. Fue una buena decisin dejarlos ah, porque igual ios habamos comprado con documentos falsos, razona Cibelli.Al da siguiente, cuando se realiz la evaluacin del operativo, un avergonzado Bald admiti que, con el loable propsito de ahorrarle dinero a la Organizacin, haba comprado un juego de neumticos nuevos para el camin en una gomera donde lo conocan desde haca aos, a la que sola llevar habitualmente su Fat 600 porque le hacan buen precio. Se trataba de un error garrafal, porque las gomas de auto tienen un nmero de serie que permite seguir todo su recorrido desde el fabricante hasta el vendedor y, efectivamente, fue la punta del ovillo que le sirvi a laPolica para empezar a investigar. Ante esta novedad, se tom a decisin de que no slo Bald, sino todos ios que estaban vinculados con l pasaran inmediatamente a la clandestinidad. Se evalu que en esa situacin se encontraban Bjellis, DArruda, Malter Terrada, Henrquez, Cara velos y Peralta, ms algunas esposas y novias; pero no tomaron ia misma precaucin con Cibe- lli. Para nosotros, Juan Carlos era ei ltimo compaero a quien podran llegar, escribe Malter.25 Incluso en la modesta casa a la que se haban mudado en Villa Espaa, partido de Berazategui, con una huerta al fondo donde engordaban patos y gallinas, se ocultaba la mayor parte del arsenal, algunos documentos estratgicos y una parte del dinero del Banco Popular Argentino. Ms an: fue precisamente all donde decidieron ocultar a Bald, por considerar que era el refugio ms seguro.Para Villa, en tanto, el choque de su fantasa con la realidad fue demoledor: termin internado por una larga temporada en el Hospital Psiquitrico Jos T. Borda, y jams volvi a incorporarse a ningn tipo de miltanda. Segn cuentan, hasta el da de hoy sigue, obsesionado con sus perseguidores imaginarios.26Por lo pronto, aquellos que, segn la direccin, corran peligro de ser identificados, debieron abandonar lo que hasta ese momento haba sido su vida normal: casa, trabajo y lugares que frecuentaban; y tambin a cambiar de identidad utilizando documentos falsos. Es lo que se sola llamar el pase a clandestinidad. As fue que empezaron a saltar de una casa operativa a otra: algunos durmieron en hoteles y otros en hoteles alojamiento. A veces aprovechbamos para hacerle gancho a compaeros y compaeras que no tenan pareja, cuenta Malter Terrada, que se pas das y noches enteras recorriendo la ciudad en un auto y organizando mudanzas de personas, armas y bagajes. Agrega que en esa poca aprendi a dormir en cuotas en lugares inslitos como los baos turcos del hotel Castelar, en Avenida de Mayo,odurante largusimas afeitadas con fomentos calientes en alguna peluquera de barrio. Lo que pas agrega fue que, en esa poca, cuando prcticamente ni exista ia lucha armada en la Argentina, la operacin Campo de Mayo, de una magnitud y audacia inauditas, humillaba no slo a Ejrcito sino incluso a la propia dictadura de Ongana. Por eso, todos los recursos de ia Polica y los servidos se lanzaron detrs de nosotros. Esto explica que hayan explotado hasta la ms mnima pista.27El Ejrcito tard tres das en hacer pblico el hecho, y se condujo con gran discrecin, subrayando el misterio absoluto sobre los autores y sin denunciar su posible filiacin poltica. La Polica Federal y el Servicio de Informaciones del Ejrcito tomaron a su cargo la investigacin, y se inici una causa penal en el Juzgado Federal en lo Criminal Correccional N 1 de San Isidro, a cargo del juez jorge Luque, a raz de a denuncia del Juez de instruccin militar... por el robo de cuatro fusiles y una pistola!28 Mientras los militares hurgaban la posibilidad de alguna infiltracin dentro su propia fuerza dada la increble facilidad con que haba sido violado su principal asentamiento, la Divisin Asuntos Polticos de Coordinacin Federal se dedic inmediata- mente a rastrear el nmero de serie de los neumticos. As Hega- ron hasta la gomera Conde, sobre ia Avenida Mitre, en Avellaneda, donde se enteraron con lujo de detalles que Bald haba comprado inicialmente cuatro gomas, y das ms tarde haba llevado otras dos para completar el juego el vehculo llevaba seis en total porque el vendedor lo convenci de que, si eran todas iguales, necesitaba llevar un solo auxilio.Los investigadores ya contaban con el primer nombre de la lista, y fueron a buscarlo a su domicilio legal, en la casa de su madre. La seora les dijo lo mismo que su hijo le haba dicho a ella para justificar su ausencia: que haba viajado a Norte por razones de trabajo. Despus interrogaron a un amigo del barrio, a quien le haba dejado algunos libros de Lenin y Engels porque l no tena dnde guardarlos: primer indicio sobre la posible motivacin poltica del hecho. Con el dato (falso) del viaje al norte, la bsqueda sigui por las compaas de mnibus, trenes y lneas areas. Otros investigadores policiales, en tanto, fueron a interrogar a su padrastro, Miguel Gil, hacindose pasar por visitadores mdicos, y le dijeron que buscaban ai mejor amigo de Alejandro; el hombre les crey y coment que conoca a Carlos Alberto, que arreglaba mquinas de escribir en Olivetti. Las seas correspondan a DArruda, aunque ya no trabajaba all; pero cuando fueron a su departamento, en Congreso, el portero inform que se haba ido de viaje unos das antes. Tambin inte-, rrogaron a la novia de Bald en el pequeo departamento que ambos alquilaban en San Telmo. Ella les dijo que no saba dnde estaba Alejandro