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Sebastián Matera | Marisa KergaravatMaría Rosa Di Donatto | Florencia Weber

CharlasUn encuentro con la arqueología argentina

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S. Matera | M. Kergaravat | M. Rosa Di Donatto | F. WeberCharlas, un encuentro con la arqueología argentina. Buenos Aires : 1ra.edición Imago Mundi, 2009.160 p. ; 20x14 cm.

ISBN 978-950-793-083-61. Arqueología. I. TítuloCDD 930.1Fecha de catalogación: 29/12/2008

c2008, S. Matera | M. Kergaravat | M. Rosa Di Donatto | F. Weberc1o edición marzo de 2009, Servicios Esenciales SA 

Juan Carlos Gómez 145, PB 3 (1282ABC) Cdad. de Buenos Aires

email: [email protected]: www.serviciosesenciales.com.ar

Hecho el depósito que marca la ley 11.723Impreso en Argentina, tirada de esta edición: 100 ejemplares

Este libro se terminó de imprimir en el mes de marzo de 2009 en los talle-res gráficos CARYBE EDITARE, Chile 862 planta baja «C», Ciudad de Bue-nos Aires, República Argentina. Ninguna parte de esta publicación, inclui-do el diseño de cubierta, puede ser reproducida, almacenada o transmitidade manera alguna ni por ningún medio, ya sea eléctrico, químico, mecáni-co, óptico, de grabación o de fotocopia, sin permiso previo por escrito deleditor.

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Índice general 

Participaciones y agradecimientos 1

Prólogo 3

Introducción 7

Breve repaso por algunas de las corrientes teóricas enarqueología 9

Una reseña sobre la arqueología argentina 13

Alberto Rex González 17

Ana María Lorandi 35

Luis Abel Orquera 43

Myriam Noemí Tarragó 57

 José Antonio Pérez Gollán 67

Luis Alberto Borrero 81

Carlos Alberto Aschero 91

Gustavo Gabriel Politis 99

Félix Alejandro Acuto 113

María Ximena Senatore 135

Alguna bibliografía de los entrevistados 147

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Participaciones y agradecimientos

Existe mucha gente gracias a la cual ha sido posible la realización de este

libro. Romina Spano, Soledad López, Daniel Magnífico y Dolores Estruch,participaron de entrevistas y actividades del proyecto. Queremos expresarnuestro mayor agradecimiento a Anette Aguerre, Paola Ramundo, GabrielaStofmajer, Marta Orallo, «Nolo» Kergaravat, Clara y Alicia Dopazo por susconsejos y apoyo. También agradecemos al personal del Museo Etnográficopor habernos facilitado los trabajos en el lugar y a la gente de la Embajadadel Café, por permitirnos trabajar gustosamente. Por último, nuestro mayoragradecimiento a los entrevistados por su predisposición y buena voluntad.

Sobre los autores*

Sebastián Matera es Licenciado y Profesor en Ciencias Antropológicas.Sus temas de interés son las prácticas mortuorias, el estudio de lassociedades andinas del tardío y de momentos de contacto.

Marisa Kergaravat es Profesora en Ciencias Antropológicas. Sus temas deinterés son las sociedades tardías del NOA y andinas en general, elestudio de las prácticas mortuorias y los abordajes sobre la materia-lidad.

Rosa María Di Donato es estudiante avanzada de la carrera de Ciencias Antropológicas, se interesa por el estudio de las variables bioarqueo-lógicas de poblaciones del NOA.

Florencia Weber Sanguinetti es estudiante de la carrera de Ciencias An-tropológicas. Su tema de investigación se centra en el estudio desociedades tardías complejas.

* Para contactarse con los autores: [email protected] 

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Prólogo

Este libro tiene algo muy especial. Los jóvenes pensaron en sus profesores

y los invitaron a charlar sobre temas diversos, a recordar y rememorar susinicios, quiénes los influenciaron a lo largo de la carrera, qué temas deinvestigación eligieron y qué pueden decirles a los que recién comienzan.Cálida experiencia y planteos muy interesantes de cada uno de ellos, segúnsus diferentes marcos teóricos. Se convocó a distintas generaciones de ar-queólogos, a representantes importantes de cada una de ellas, de distintasuniversidades nacionales y todos respondieron con agrado.

Las dos carreras pioneras en Arqueología, se crearon en 1958 en la Uni-

 versidad Nacional de La Plata y en la Universidad de Buenos Aires. Peroa su vez, hubo carreras de Historia que permitieron especializarse a susalumnos, con la guía de importantes profesores y donde se armaron tam-bién centros de investigación, como en la Universidad Nacional de Rosario,Córdoba, Mendoza y Bahía Blanca. Hoy en día, hay otras más, carreras deLicenciatura en Antropología, con orientación de Arqueología, como en lasUniversidades Nacionales de Jujuy, Salta, Tucumán, Catamarca y del Cen-tro de la Provincia de Buenos Aires, sede Olavarría.

Como buena arqueóloga que soy, ordeno a los entrevistados por anti-güedad en la disciplina. Primero, los recuerdos de nuestro decano o granrepresentante, el Dr. Alberto Rex González, que luego de estudiar Medi-cina en la Universidad Nacional de Córdoba, viajó a EEUU y en 1948 sedoctoró en la Universidad de Columbia. Cuando González volvió al paísy fue profesor en varias universidades nacionales como las de La Plata,Córdoba, y Rosario, ayudó a formar equipos y desarrollarlos profesional-mente. Se cuentan entre sus varios discípulos, las Dras. Tarragó y Lorandi,que en la década de 1950 a 1960, provenientes de la Universidad Nacio-

nal de Rosario, y de la carrera de Historia, definieron su vocación hacíala Arqueología conformando nuevos equipos. Esta es una carrera donde lamujer tuvo siempre un rol activo, tanto en investigación como en docencia,

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aunque no por ello dejaran de esforzarse para lograrlo. El Dr. Pérez Gollánes un representante de la Universidad Nacional de Córdoba, también pro-

 viene del área de la Historia, y de igual modo nos habla de su integracióntemprana como estudiante en los equipos de trabajo del Dr. Rex González,

que impulsó la formación de estos especialistas y tuvo mucho que ver ensus vocaciones y posterior trayectoria, ya que todos ellos generaron conoci-mientos, y a su vez formaron equipos que hoy continúan la marcha de susmaestros. Aquí se percibe la importancia de un profesor, como lo fuerono lo son, los antes entrevistados, alguien que no sólo se ocupa de lo aca-démico, sino también de promover grupos de investigación. La enseñanzauniversitaria desde temprano aunó en Arqueología la teoría y la práctica, y el Noroeste argentino fue beneficiado por estos equipos de investigadores.

De la Universidad de Buenos Aires en la década de 1970 a 1980 te-nemos en orden de antigüedad a los licenciados Orquera y Aschero y alDr. Borrero. En esa década, los equipos se lanzan a investigar sistemática-mente en la Patagonia argentina, y hoy son muchos los que continúan sutarea. Representando a la Universidad Nacional de La Plata, tenemos aquí al Dr. Politis, quien fiel también a sus inicios, se dedicó mayormente alpoblamiento pampeano, abriendo paralelamente nuevos caminos metodo-lógicos, formando profesionales, no sólo en equipos propios, sino tambiénen nuevos ámbitos académicos.

 Y por último, dos representantes de los licenciados de la década delnoventa, los Drs. Xenatore y Acuto de la Facultad de Filosofía y Letras dela UBA. Con ellos podemos abordar momentos más difíciles, con un granaumento en el número de egresados. La Dra. Xenatore revaloriza el trabajoen grupo, algo muy presente entre los arqueólogos: no podemos trabajarsolos, necesitamos un equipo y a nuestros a veces silenciosos colaborado-res, los arqueólogos les debemos mucho. Además, Xenatore hace algunasreflexiones sobre un tema crucial que no sólo involucra a los arqueólogos,

como es el dilema entre la familia y la carrera, siempre presente en la vi-da de todo joven profesional. Y es justamente una mujer de estas nuevasgeneraciones quien se lo pregunta.

El Dr. Acuto, por su parte, asume una posición crítica respecto a quieneslo formaron, y destaca la búsqueda de materiales de lectura independien-tes y la mirada dirigida a sus coetáneos, más que a los maestros, quienesparticipan de un medio académico, poco creativo según su visión. Ambos,

 Xenatore y Acuto, buscaron una formación de posgrado en el exterior, ya

que las especialidades u orientaciones a las que aspiraban no se habíandesarrollado todavía en el país. Interesa mucho leerlos, porque nos en-contramos con un sistema actual que no absorbe convenientemente a sus

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Prólogo 5

egresados. Es una época difícil; sin embargo, en la lucha que se entrevé, ensus dichos, hay algo que nos aúna, que es el querer continuar la formaciónteórica y la práctica de la especialidad. Antes éramos menos, es cierto, perotampoco la Arqueología estaba tan reconocida. El país no sabía demasiado

de nuestra disciplina y la pelea era hacernos conocer. Nuestro quehacer,así como el de los antropólogos, fue un trabajo de hormiga y meritorioque abarcó desde esos primeros tiempos a la actualidad. No era nada fáciltampoco.

Las preguntas de las entrevistas son sugestivas, y nos permiten conocerdesde adentro al investigador, al arqueólogo que muchas veces no cono-cemos más allá de su producción científica. ¿Cómo se decidió a seguir lacarrera? Algunos leyeron algo que los sorprendió y quisieron conocer más

de aquello que ignoraban que existiera. Ameghino, por ejemplo, es unafigura señera, que persistió en las lecturas de la enseñanza media, segúnmuchos de estos colegas. La lectura sigue siendo un eje orientador de voca-ciones. Hay aspectos que todos comparten. ¿Qué les dio la Arqueología? Lamayoría rescata el acercamiento y el tiempo compartido con otras perso-nas. Rex González se pregunta, ¿yo busco la Arqueología o la Arqueologíame busca a mí? A Aschero lo sedujo «el silencio de los textos», «esa cosa depoder ponerle voces al silencio», y se dedicó al arte rupestre. Para Lorandi,la vida del arqueólogo es muy rica, por el contacto con la gente del lugar,en un mundo diferente, el aprender a convivir, a respetarlos y a querer-los muchísimo. Cuando Pepe Pérez rememora sus inicios, recuerda cuandoera becario del CONICET y hacía lo que le gustaba, lo cual era una gloria.Pepe cree que no hay nadie que quiera hacer arqueología en serio, si nosiente pasión por lo que hace, aquí no hay retribuciones materiales. Politiscomparte con ellos en que hacer lo que a uno le gusta y poder vivir de eso,es irremplazable. La arqueología le permitió viajar mucho, dice, y conocersociedades muy diferentes a la nuestra, como los Nukaks y los Hoti, que en

sus palabras lo hicieron mejor persona.Qué les dirían a los nuevos ingresantes, es una pregunta difícil. Rex

invita a persistir en el trabajo honesto, con la mayor objetividad posible, sindesmayar ilusiones y confiando en la propia fuerza. Borrero piensa que elque vaya a ser arqueólogo, lo será igual, pese a cualquier contratiempo. Escierto, lo compartimos, ya que las vocaciones son fuertes, no desaparecen,y quizás se escondan, pero en alguna vuelta de la vida vuelven a surgir. Lo

 vemos también hoy entre nuestros alumnos.

Por último agradezco la invitación a redactar este prólogo. Como paraevitar suspicacias, comento que soy egresada de la Facultad de Filosofíay Letras de la Universidad de Buenos Aires (UBA), e ingresé a la carrera

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de Licenciatura en Ciencias Antropológicas, con especialidad en Arqueolo-gía, en 1967, donde continúo como Profesora e Investigadora del CONI-CET. Comparto mucho lo que dicen mis colegas, la Arqueología es pasión.La vocación, que muchas veces nos lleva a la pasión, es lo que nos guía.

En este libro podemos ver una faceta inexplorada en nuestros profesores,maestros o colegas más jóvenes, ya que aprendemos también de ellos, los

 jóvenes, pues son el motor que nos propone cambios. Los leemos, aunqueellos crean que no. Los profesores con trayectoria, con importantes aportesa la arqueología nacional, nos muestran acá su faceta humana. Nos dejan

 ver su paso por momentos difíciles del país, ya que estamos inmersos en ély no escapamos, ni queremos escapar a su realidad, aunque muchas vecescrean que sólo queremos ver el pasado. De alguna manera esa mirada al

pasado, creemos, es una forma de devolverle al país el habernos formadoy permitido vivir con pasión nuestra vocación.

 Ana M. Aguerre

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Introducción

El propósito de este libro fue acercar al público en general y a los nuevos in-

gresantes a la carrera, un trabajo que sirviera de muestra sobre los estudiosque se han hecho y se siguen realizando en distintas áreas de la Argenti-na. A su vez, generar un documento que guarde en la memoria aspectosprincipales de las vidas, proyectos e ideas de algunos de los arqueólogosmás notables del país. El resultado de esos deseos fue el proyecto Charlas,un encuentro con la arqueología argentina. El mismo se basó en la realiza-ción de entrevistas a arqueólogos destacados, que realizaron sus trabajosen distintas áreas, con distintas orientaciones y metodologías. Realizamos

la mayoría de los encuentros en el Museo Etnográfico de Buenos Aires,institución que nos brindó su apoyo, y otros en los domicilios particularesde los entrevistados, entre 2003 y 2007. Las entrevistas fueron un grangusto y un gran honor para nosotros, ya que a la vez que fueron cordialescharlas, fueron también verdaderas clases magistrales en las que repasa-mos no sólo la historia de la Arqueología en la Argentina sino sus vidas,sus sueños, sus proyectos y cómo los llevaron a cabo.

Los encuentros se realizaron partiendo de un eje temático básico pa-ra todos los entrevistados, en el que nos interesamos por sus inicios en la

 Arqueología, sus principales referentes, sus evoluciones teóricas y sus opi-niones sobre el estado actual de la disciplina. También nos interesamos porlas satisfacciones y frustraciones que vivieron a lo largo de la carrera y susmensajes hacia los nuevos ingresantes. Para una mejor comprensión de lostemas tratados, incluimos en el trabajo unas palabras sobre las distintascorrientes teóricas de esta apasionante disciplina y una breve reseña sobrela historia de la arqueología en la Argentina. Y aunque la obra será de graninterés para los ingresantes a las carreras de Arqueología y Antropología,

también creemos que será del interés del público en general, quien a me-nudo se muestra interesado por la ciencia de la Arqueología, por los sitiosarqueológicos en el país y los trabajos que se realizan.

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Breve repaso por algunas de las corrientes teóricasen arqueología

Durante la primera mitad del siglo XX, el campo del conocimiento arqueo-lógico estuvo dominado por teorías que hoy en día son definidas, en suconjunto, como Arqueología Tradicional. Estas teorías se caracterizaron porla utilización del inductivismo y el énfasis en la ecuación una cultura ar-queológica única y diferente de otras  /  un pueblo único, que establecía quelos hallazgos (la cultura arqueológica) eran la forma o manifestación ma-terial de un pueblo étnico específico. Para lograr esta relación, la Arqueolo-gía Tradicional se apoyaba fuertemente en la acumulación de datos y en la

descripción. Mediante estas técnicas, se clasificaban todos los objetos en-contrados, agrupándolos por semejanzas y comparándolos, luego, a travésde sus atributos. Esto generó el uso de tipologías y de una metodologíadetallada para establecer las relaciones entre los objetos. A su vez, este pa-radigma utilizó el concepto de difusión para explicar las similitudes entreculturas arqueológicas o la manifestación del cambio cultural. El autori-tarismo académico del enfoque y la concurrente falta de explicación delhecho arqueológico por las limitaciones particularistas de la teoría, gene-

raron un malestar a través de los años, que hizo eclosión en la década del60 con la llamada Nueva Arqueología.La aparición de nuevas técnicas, como la datación radiocarbónica, y el

desarrollo de corrientes como el neoevolucionismo, la ecología cultural y laTeoría de los Sistemas, influyeron en el Procesualismo o Nueva Arqueología.Este paradigma hizo énfasis en el uso de la teoría en la ciencia, estudian-do a las sociedades como sistemas en función. La cultura se pensó comoun sistema articulado que podía ser dividido a su vez en subsistemas in-

terrelacionados entre sí. Al analizar dichos subsistemas, se encontraríanlas regularidades de los procesos culturales e históricos a través del tiem-po. Esto permitiría ir más allá de la reconstrucción del pasado: la  Nueva

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 Arqueología buscó explicar científicamente los procesos que generaron elcambio, las relaciones de la sociedad con el medio ambiente, la subsisten-cia, las relaciones sociales y la economía.

Dentro de esta aproximación funcional-procesual, se comenzó a utilizar

el razonamiento deductivo y la generalización (a diferencia del paradigmaanterior), en la búsqueda de leyes o regularidades a través de modelos y teorías contrastables empíricamente con evidencia concreta. Dicha eviden-cia respondería preguntas específicas previamente planteadas en un diseñode investigación, tratando de evitar la acumulación de datos innecesarios(otra diferencia con la arqueología tradicional).

 Así, se verificarían o descartarían las hipótesis planteadas en el mode-lo previamente construido. Una de las grandes contribuciones de la  Nueva

 Arqueología, fue el desarrollo de nuevas metodologías, tales como la Ar-queología Experimental y la Etnoarqueología, que se incluyen en lo queLewis Binford llamó la Teoría de Rango Medio.

En los años 80, tomaron impulso otras corrientes, como la ArqueologíaConductual, la cual enfocó la investigación en la conducta humana, con-siderándola como la interacción de la gente con los artefactos, que son lamanifestación última de las actividades de las personas. Según su planteose puede analizar cómo el artefacto, a través de las diversas funciones quecumple (sean estas simbólicas, tecnológicas o sociales) refleja una conduc-ta específica interpretable en el registro arqueológico.

También cabe mencionar el desarrollo de las   teorías evolutivas neo-darwinianas en arqueología, que adaptaron modelos evolutivos a las cien-cias humanas. La selección natural, la flexibilidad adaptativa, la herencia y otros conceptos evolutivos se hacen visibles a través de los artefactos, quesegún este enfoque, reflejan el éxito adaptativo en la apropiación de unambiente.

En esta misma década, discípulos y detractores de la  Nueva Arqueolo-

 gía, fueron dando origen a varias corrientes en reacción a la rigidez del Procesualismo. Esta reacción posmoderna, diferente de aquella de la déca-da del 60, fue mucho más heterogénea, y dio pie al surgimiento de variosenfoques, muchos de ellos abocados al problema de la subjetividad huma-na y la producción de conocimiento en arqueología. Estos acercamientosestuvieron representados por las perspectivas estructuralistas, marxistas y neomarxistas, o desde la Teoría Crítica.

 Ya en los años 70, los arqueólogos estructuralistas empezaron a plan-

tear que las acciones humanas están guiadas por las creencias y el sistemasimbólico que poseemos, por lo tanto la Arqueología se dedicaría al es-tudio de las ideas o estructuras del pensamiento de la gente que creó los

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Breve repaso por algunas de las corrientes teóricas en arqueología 11

artefactos y el registro arqueológico. Así, y siguiendo el estructuralismo an-tropológico francés de Lévi-Strauss, analizaron los patrones mentales quese encuentran en diferentes culturas, pero sin considerar el cambio a tra-

 vés del tiempo: el análisis de las ideas es sincrónico. El posmodernismo

retomó ideas del estructuralismo y por otro lado, puso énfasis en que to-da generación de conocimiento está teñida de las ideas dominantes de laépoca, por lo tanto, toda investigación social es histórica y no objetiva. Losinvestigadores posmodernos afirmaron que no existe un hecho objetivo:todo es subjetivo y la única manera de acercarse al análisis de lo arqueoló-gico es mediante la interpretación. No aceptaron la neutralidad científicaesgrimida por el Procesualismo y se opusieron a las nociones de evolucióncultural, universalidad y las metodologías deductivas rígidas y cientificis-

tas, que no consideran a lo simbólico como una manifestación fundamentalde las relaciones humanas.Por su parte, la Arqueología marxista también hizo una crítica histórica

de la ciencia, ya que considera que el conocimiento se genera en un con-texto presente que es tanto político como social y que influye en nuestra

 visión del pasado. Propuso como eje el análisis de las relaciones sociales,siendo el conflicto el motor del cambio y rechazando la noción funcionalis-ta del sistema. El análisis marxista se centró en el estudio de las relacionesde edad, genero, parentesco y jerarquía, entre otras; y sus manifestacionesen el registro arqueológico.

Durante los años 90 comenzó a ampliarse el espectro de enfoques teó-ricos, modelos y conceptos utilizados por la Arqueología. Los arqueólogoscomenzaron a interesarse en el postestructuralismo, las teorías de la acciónsocial y de la práctica, la crítica feminista y la fenomenología. Conceptoscomo los de agencia, género, identidad, materialidad y espacialidad, en-tre otros, comenzaron a ser ampliamente debatidos y empleados para darcuenta de la dinámica de las sociedades pasadas.

Alguna bibliografía sobre el tema Aguerre, A. y J. L. Lanata. Explorando algunos temas de arqueología. Barcelo-

na, Gedisa, 2004.

Binford, L. En Busca del Pasado. Madrid, Crítica, 1988.

Hodder, Ian. Interpretación en Arqueología. Madrid, Crítica, 1986.

Renfrew, C. y P. Bahn.  Arqueología. Teorías, métodos y prácticas.  Madrid, Akal,1993.

Trigger, B. Historia del Pensamiento Arqueológico. Madrid, Crítica, 1989.

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Una reseña sobre la arqueología argentina

Consideramos que el nacimiento, desarrollo y evolución teórica de la dis-

ciplina arqueológica en Argentina, debe ser estudiado contemplando loscontextos políticos, económicos y sociales que se fueron sucediendo. Aquí esbozaremos unos breves apuntes, cuya función es contextualizar al lectorpara una mejor comprensión de los temas mencionados en el texto.

Comenzaremos mencionando una primera etapa, que se extenderá has-ta fines del siglo XIX, en la que tuvieron importancia el coleccionismo y losenfoques evolutivos. No existía un único paradigma dominante, se tratabade una etapa en la que coexistían y se oponían varias formas de pensamien-

to. Los investigadores se basaban principalmente en una perspectiva do-cumentalista, clasificaciones de tipo históricas y metodologías inductivas.Deben mencionarse dos pioneros que en este momento, cuando los traba-

 jos eran aún asistemáticos, dieron los primeros pasos hacia una disciplinacientífica en el país. Francisco P. Moreno, perito designado por el gobiernoargentino para discutir cuestiones limítrofes con Chile, con un marco teóri-co historicista, afirmaba que el pasado indígena debía ser incorporado a laHistoria Argentina. Desarrolló investigaciones en Patagonia, excavando ce-menterios de las etnias originarias, con la colaboración de guías tehuelchesy huarpes. Por su lado, Florentino Ameghino, paleontólogo, introdujo en elpaís la Teoría darwinista de la Evolución. Su pensamiento estaba orientadohacia las ciencias naturales, estudios estratigráficos y geológicos. Entre susaportes a la ciencia, se destacan el análisis de tecnologías líticas, estudiostafonómicos de restos faunísticos y sus trabajos sobre la coexistencia entreel hombre y la fauna extinta.

La intensidad de las investigaciones y la calidad de los trabajos de Ameghino, impulsaron tempranamente el interés por la Arqueología en

la Argentina, interés que fue acompañado por el surgimiento de institucio-nes como el Museo Antropológico y Arqueológico de Buenos Aires que seinstala en 1877, bajo la dirección de Moreno y sobre la base de sus propias

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colecciones. Al federalizarse Buenos Aires y fundarse la ciudad de La Platacomo capital de la provincia, el museo se traslada y se convierte en Museode La Plata, terminando de instalarse en 1889.

En 1904 se crea el Museo Etnográfico, dependiente de la Facultad de

Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires, siendo la primera ins-titución específicamente dedicada a problemas antropológicos. En 1905,Juan B. Ambrosetti es designado director del museo y promueve una seriede expediciones arqueológicas al Noroeste argentino. Entre 1901 y 1925,llegan al país investigadores europeos, como los suecos Eric M. Boman y Erland Nordenskjöld, quienes explorarán las provincias de Salta y Jujuy.En 1910, Buenos Aires es sede del 17o Congreso Internacional de Ame-ricanistas, donde Ales Hrdlicka rechaza la teoría de Ameghino sobre la

antigüedad del hombre americano. Aunque en esta época prima el carácter personal de los trabajos y con-tinúa el acopio de piezas para los museos, la mirada es más objetiva y lasexcavaciones son más sistemáticas. Se realizan registros a través de libretasde campo y se fotografía el trabajo desarrollado durante las campañas. Es-te material está disponible hoy para investigación en museos y bibliotecas.

 Ya en la segunda década del siglo pasado, se institucionaliza la Arqueolo-gía, se publican revistas y se incluye la materia Arqueología (especialmen-te Arqueología Argentina) en algunas carreras universitarias. Se realizangrandes expediciones al Noroeste argentino para tratar de establecer unasecuencia de historia cultural y natural de la región.

En el período 1920-1948, se puede hablar de una etapa histórico – cla-sificatoria, con nombres destacados como Juan B. Ambrosetti, quien es-tableció cronologías relativas; realizó excavaciones sistemáticas, con graninterés por el contexto y asociaciones de cada sitio arqueológico, en espe-cial las tumbas. En esta época, llega a la Arqueología de nuestro país, lainfluencia de la Escuela Histórico Cultural de Viena, con un marco norma-

tivo y difusionista, promovida por figuras como José Imbelloni. En 1948llega a la Argentina el austriaco Osvaldo Menghin, quien le dará impulsoa los estudios en la Patagonia.

En la década del cuarenta surgen numerosos centros de investigación.Fueron creados el Instituto de Antropología de la Universidad de Buenos

 Aires, el Instituto de Arqueología y Etnología de la Universidad de Cuyo,Mendoza, el Instituto de Arqueología, Lingüística y Folklore en la Univer-sidad Nacional de Córdoba, y el Departamento de Estudios Etnográficos

y Coloniales de Santa Fé. Se crearon también muchos museos arqueoló-gicos regionales en ciudades del interior del país (La Rioja, Catamarca,Salta, etc.). Alberto R. González estableció en el país la primera sucesión

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Charlas, un encuentro con la arqueología argentina 15

cronológica cultural confiable (Valle de Hualfín), basada en excavacionespropias y seriaciones de colecciones de los años 20 y 30 y fue el primer ar-queólogo en introducir la datación radiocarbónica en el país, pudiéndoseasí, a partir de los años 60, fechar contextos con dataciones absolutas.

En 1958 se crea en la Universidad Nacional de La Plata, la Carrerade Antropología dentro de la Facultad de Ciencias Naturales, y se iniciala carrera en la Universidad de Buenos Aires, pero dentro de la Facultadde Filosofía y Letras. Víctor Núñez Regueiro, otra figura de importancia,introduce en la década del sesenta algunas ideas de Lewis Binford, vien-do a la cultura como una adaptación al medio ambiente en oposición ala definición de cultura como conjunto de ideas y normas de las corrientestradicionales; así como conceptos marxistas en forma de critica al concepto

tradicional de cultura, atacando también a la posición de Osvaldo Menghiny Sánchez de Bórmida, representantes de la escuela histórico cultural enla Argentina. En esta década se evidencian esfuerzos por transformar a la

 Arqueología en una ciencia social, buscando aplicar un marco científico y una terminología unificada. En 1966 se celebra el 36o Congreso Interna-cional de Americanistas en la ciudad de Mar del Plata, en el que AlbertoR. González realiza el discurso inaugural. El golpe militar de ese mismoaño, significa un duro revés a las ciencias sociales. Se producen renunciasmasivas y exilios de investigadores.

En la década del setenta perdura aún en el país la tendencia historicis-ta, sobre todo en Patagonia. Otros grupos introducen la  ecología culturalcombinada con fuentes etnohistóricas, como Rodolfo Raffino y EduardoCigliano. El golpe militar de 1976, significará otro momento oscuro parala disciplina y las ciencias sociales en general. Se promueven cambios enlos planes de estudios, haciendo desaparecer materias sociales y reorgani-zando la carrera hacia la docencia por decreto. Otra de las consecuencias,fue el exilio de numerosos investigadores, como Myriam Tarragó y José P.

Gollán. Al comienzo de los 80, con el retorno de la democracia, reaparecen

corrientes e investigadores, y surgen nuevos departamentos en las univer-sidades. Las áreas de investigación se diversifican, y se trabajan nuevostemas, en su mayoría dominados por la  Nueva Arqueología  en su formamás dura (que se corresponde con la NA de los 60 en EEUU). Se comienzaa utilizar un enfoque explicativo, con el método  hipotético-deductivo paradiseños de investigación, y se refinan los métodos y técnicas de excavación.

Luis Borrero replantea en 1986, toda la arqueología de Patagonia, e instaa abandonar las antiguas unidades de análisis esencialistas con secuenciasque no reflejaban la realidad. Se realiza un cambio del paradigma evolu-

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cionista hacia la Ecología Evolutiva. En la actualidad, podemos acotar queexiste una rica variabilidad de orientaciones y marcos teóricos en el país,que aportan visiones diversas pero no incompatibles del pasado.

Alguna bibliografía sobre el tema Arenas, P., «La antropología en la Argentina a fines del siglo XIX y principios

del XX», Runa 19, pp. 147-160, Buenos Aires. 1990.

Borrero, L., «Historia reciente de la arqueología patagónica», Runa 22, pp. 151-176, Buenos Aires, 1995.— «Acerca de la historia de la arqueología argentina: algunas precisionespara completar el panorama»,   Relaciones  20, pp. 329-336, Buenos Aires,1999.

Boschín, M. T., «Historia de las investigaciones arqueológicas en Pampa y Pa-

tagonia», Runa 20, pp. 111-144, Buenos Aires, 1992.Fernández, J., «Historia de la arqueología argentina»,  Anales de Arqueología y  Etnología 34/35, Mendoza, 1982.

González, A., «Cincuenta años de Arqueología del Noroeste Argentino (1930-1980): apuntes de un casi testigo y algo de protagonista», American Anti-quity  50, No 3, pp. 505-517, Washington.

Haber, A., «Supuestos teórico-metodológicos de la etapa formativa de la ar-queología de Catamarca (1875-1900)»,  Cuadernos de Investigación de la

 Facultad de Filosofía y Humanidades 47 (Publicaciones Arqueología) 1994,pp.:31-54, Universidad Nacional de Córdoba, 1995.

Politis, G. y Peretti, R.  Teoría arqueológica en América del Sur. Olavarría, IN-CAUPA, serie teórica No 3.

Ramundo, P., «¿Cuál ha sido el rol del estado argentino en la protección del pa-trimonio arqueológico?», Patrimonio Cultural y Derecho  vol. 10, pp. 193-216, Madrid, 2004.— 2007. «¿Cual ha sido el rol del Estado argentino en la protección delpatrimonio arqueológico?»,  Patrimonio Cultural y Derecho. Vol. 10. pp.193-216. Madrid.— 2008. «Medio siglo de formación académica en arqueología: avances y cuentas pendientes», La Zaranda de Ideas. Revista de Jóvenes Investigado-res en Arqueología. No 4, pp.141-146. Buenos Aires.

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Alberto Rex González*

Foto: tomada de Tiestos Dispersos. 2000, Ed. Emecé. Buenos Aires.

*  Alberto Rex González nació en 1918 en Pergamino, provincia de Buenos Aires. Se recibióen 1945 de médico cirujano en la Universidad Nacional de Córdoba, pero se dedicó delleno a la Arqueología. En 1948, obtuvo su Doctorado en Antropología en la Universidadde Columbia; fue profesor en las Universidades del Litoral, Córdoba, La Plata, y visitanteen Harvard. En 1984 fue nombrado jefe de la división arqueológica del Museo y Facultadde Ciencias Naturales de la Plata. Entre 1984 y 1989 fue director del Museo Etnográfico dela UBA. Miembro de las Academias Nacionales de Bellas Artes y de Ciencias, del Instituto Alemán de Arqueología, integró también el Directorio del CONICET. Ha obtenido gran can-tidad de premios y reconocimientos: Premio Nacional de Ciencias, Premio 50o  Aniversario

de la Society for American Archaeology, Ciudadano Ilustre de Buenos Aires, Diploma deHonor de la Asociación Indígena Argentina, Premio Diego Alcorta de la Sociedad Argenti-na de Humanismo Médico, Konex de Platino en dos ocasiones, y Medalla del Bicentenariode la Smithsonian Institution de Washington.

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— Nos gustaría que nos cuente sobre sus inicios en la carrera

Creo que lo que voy a decir lo he dicho ya muchas veces, pero recuerdoque decía un amigo mío: «Mirá, yo siempre te lo cuento y te lo cuento de

una misma manera, de manera que es verdad lo que te digo. . . ». Entoncessi siempre me lo contaba igual, algo de verdad debe haber. . . En los co-mienzos de mi carrera profesional. . . puedo decir a lo largo de mi carreraprofesional. . . hay muy diversos hitos, muy diversos momentos. Creo quelo más importante de todo es cómo nació en mí el deseo de ser arqueólogoy comencé a trabajar.

 Yo vivía, o nací, mejor dicho, en una ciudad del norte de la provincia deBuenos Aires, que es Pergamino, y cuyo arroyo es un afluente del Arrecife,

y el Arrecife es de la zona del Luján, y es una de las zonas más ricas, esenorte de la provincia de Buenos Aires, en fauna cuaternaria: los enormesherbívoros y desdentados, pululaban en la época del cuaternario en estazona, y a mí me interesó, siendo bastante joven: un chico del Colegio Na-cional, había leído algún libro sobre el evolucionismo, no sé cómo llegóa mis manos algún resumen de la teoría de Darwin, donde hablaba de laevolución de las especies. Y eso me impactó de una manera tremenda, ex-traordinaria. Y entonces comencé a leer a Florentino Ameghino, que era elapóstol nacional de Darwin y del evolucionismo, y ahí me puse en contac-

to con la existencia. . . contacto teórico. . . con la existencia de las faunasextinguidas. . . Y comencé a recorrer el arroyo de mis pagos, estando enprimer año, con otros compañeros. Con uno de ellos, que había encon-trado antes un caparazón de gliptodonte, lo había excavado; entonces yosabía que habían aparecido ahí restos de esa fauna gigantesca y extinguida.

Entonces pensé si quería hacer lo mismo, y empecé a recorrer, y en unade las primeras recorridas encontré un molar de mastodonte: era impre-sionante por el tamaño. . . Y después encontré el caparazón de un panoctus

tuberculatus el nombre científico: era una especie de desdentado gigantes-co de la familia de los gliptodóntidos, pero gigantesco. . . y con algunoscompañeros del colegio nacional, una vez que lo había localizado, hicimosun recorrido al arroyo y ellos me acompañaron a excavarlo. . . Teníamosque hacer una excavación grande, desviar un poco el cauce porque el fósilestaba sobre el cauce del arroyo. Uno podía contratar peones, pero miscompañeros. . . un grupo grande, me acompañó y lo hicimos. Y bueno, fueun entusiasmo, no solamente personal, sino general. Entonces, con estos

hallazgos, que se fueron repitiendo a lo largo del tiempo, yo iba haciendouna colección, algunas de cuyas piezas quedaron en la Facultad de Filoso-fía y Letras de Rosario. . . Y esto me puso en contacto con esa fauna, pero,

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sobre todo, me incitaba más a la lectura del proceso evolutivo de las espe-cies. . . Cada vez más interesado en la evolución de las especies, de acuerdocon los principios de Darwin y la explicación de Ameghino, que en realidadera bastante lamarckiana, aunque, de cualquier manera yo no hacía dema-

siado distingo, pero eso me iba empapando bastante en la problemática dela biología evolutiva.

Bueno eso creo que fue la iniciación de una vocación que ya no dejépor el resto de mi vida, pero era  paleontología lo que había hecho hastaese momento: paleontología y evolución biológica. . . Pero en un determi-nado momento, me interesó, o me llegó a interesar como tema básico laevolución del hombre, y el hecho de que, de acuerdo a lo que postulaba

 Ameghino, restos culturales tenían que encontrarse asociados a esa fauna.

Hoy sabemos que esto es absolutamente correcto: hay muchísimos hallaz-gos en ese sentido, sobre todo al final de cuaternario, donde se encuentraasociada la megafauna fósil con los restos culturales o restos humanos, ¿noes cierto? Pero en aquella época el problema estaba sin resolver, y era unade las grandes incógnitas.

Seguí trabajando todo lo que pude dentro de eso, pero este contacto delo humano, es decir lo cultural, con estas faunas, me fue llevando poco apoco a centrar mi interés, más que en la fauna, en el hombre, en sí. Es decir,tanto en sus restos biológicos, como en sus restos culturales. Y esto fue unatractivo enorme, y durante muchos años esa búsqueda del «hombre fósil»,como se lo llamaba, era fundamental en la arqueología argentina. Y meterminé concentrando totalmente en el estudio de los restos arqueológicos,de la Arqueología más reciente.

Pude levantar algunos instrumentos líticos a las orillas del arroyo dePergamino, pero más o menos recientes, y posteriormente, ya estando en4o año del Colegio Nacional, unos amigos me trajeron unos fragmentos dealfarería que habían encontrado en una isla del Paraná, frente a la locali-

dad de San Nicolás. . . y eran restos evidentemente de pueblos precolom-binos. . . Así que, en las primeras vacaciones que tuve, traté de llegar a laisla, y ver adónde habían sido encontrados esos restos. . . Y pude localizarel sitio, en unas islas del Paraná-Pavón situadas entre San Nicolás de los

 Arroyos y Villa Constitución. . . Y ahí hay un montículo, un montículo quehabía sido ocupado por los grupos indígenas, quizá en las últimas etapasde la conquista, o quizás mucho antes, pero era un montículo muy defini-do, que en esa época equivocadamente le llamaban túmulos. En realidad

sabemos que «túmulo» es un montículo funerario, pero éste era un sitioocupacional, con restos de comida y también entierros, enterratorios. Así que lo localicé, y realicé algunas excavaciones durante el verano. . . Fui-

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mos con algunos amigos. . . eran esas circunstancias. . . no tenía fondos, senecesitaba dinero, pero mi padre me había prometido llevarme ese año aMar del Plata, y yo le dije: «Mirá, no me llevés, dame. . . lo que pudierangastar, que yo quiero ir a hacer esta excavación. . . ». Entonces, con estos

amigos, y un peón o dos de un campito que explotaba mi familia, salimosde San Nicolás en una canoa a remo, por el río Yaguarón, hacia este sitio.

 Y llevamos todas las cosas de necesidad logística: una carpa o dos, algunaspalas, picos, y por supuesto, algún instrumental para hacer el trabajo ar-queológico. Y ahí trabajamos bastante tiempo, y fue mi primera excavaciónarqueológica de cierta importancia.

 Antes de eso, el año anterior, había hecho una prospección arqueológi-ca y un estudio de un sitio de superficie, en el norte de Córdoba. Un amigo

mío que solía ir a pasar temporadas, cuya familia tenía un campo en esazona, en Villa de Soto, al norte de Cruz del Eje, había descubierto un ya-cimiento indígena: un «paradero», como se denominaba. Era simplementeun yacimiento de superficie, y había recogido una cantidad de puntas deflecha, alfarería y un cráneo. Eso había sido, digamos, la primera reco-lección, pero no una excavación. . . La del Paraná-Pavón fue la primeraexcavación, que realmente ya me marcó definitivamente como interesa-do en el proceso de excavación arqueológica, que después sería el puntomás atractivo para toda mi vida: el hacer excavaciones, el hacer trabajo decampaña, ¿no es cierto? Allí, ya con eso, quedó la impronta y el deseo deseguir trabajando.

Fui a la universidad a estudiar Medicina, porque en ese entonces nohabía una carrera de Antropología, y que contemplase, también, estudiossistemáticos académicos, dentro de la universidad o la facultad, en Arqueo-logía. Había solamente dos posibilidades: en la Universidad de Buenos Ai-res, que en la Carrera de Historia tenía una cátedra de Arqueología y otrade Antropología, nada más; o en la Universidad de La Plata, que se dictaba

en el museo: lo mismo, pero era en la Facultad de Ciencias Naturales, y eltítulo era de Doctor en Ciencias Naturales, especialista en Arqueología. . .Pero en realidad las materias de arqueología. . . había una de Arqueolo-gía, y otra de Antropología Física, nada más. . . pero nada sistemático y específico con respecto a la carrera. Entonces, cuando terminé con el ba-chillerato. . . bueno. . . estaba en el problema: ¿qué hacía? ¿Seguía una deesas dos carreras, y con ellas, lo que me pudieran enseñar en alguna deesas cátedras? ¿O qué hacer?

En esa época conocí, cuando me acababa de recibir de bachiller, alarquitecto Héctor Greslebin, que era un arqueólogo que había trabajadomucho, tanto en Córdoba y San Luis, como en el NOA, en el Litoral. . . Y 

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yo estaba en el dilema de qué iba a hacer, qué carrera iba a seguir des-pués de terminar el bachillerato. . . Y Greslebin me dijo: «Y si no estudiaen Buenos Aires o en La Plata la carrera de Historia, que es donde esta-ban las dos materias relacionadas con la Arqueología y la Antropología,

¿qué va a estudiar?». Y yo le dije: «Bueno, estudiaría Medicina, otra cosaque me gusta. Y además, mi familia quisiera que estudiara la carrera médi-ca. . . ». Entonces me dijo: «Bueno, mire, trate de seguir entonces Medicina,porque las otras dos. . . poco le van a servir. . . ». Es decir, todos venían deuna formación autodidacta, y si analizamos la figura de cada uno de losarqueólogos de esa generación que me precede, todos eran autodidactasen arqueología, prácticamente. . . O habían seguido carreras de cierta rela-ción. . . El caso de Vignati, que era doctor en Ciencias Naturales, pero como

arqueólogo era autodidacta. . . Márquez Miranda, que era abogado, comoarqueólogo autodidacta, aunque tenía un título de Sevilla relacionado conla arqueología, pero no había estudiado sistemáticamente la materia. . . Así podríamos analizar cualquiera de las figuras importantes de la arqueologíade esa época.

Entonces, por caso totalmente fortuito, vino al país, porque estaba or-ganizando el Handbook of South American Indians, el Dr. Julian Stewart,que era un etnólogo-antropólogo, sumamente destacado de Estados Uni-dos. . . Y yo después de una conferencia me le acerqué y le dije: «Mire,Dr., es evidente que tenemos aquí un problema con el estudio. Yo quisierahacer un estudio sistemático en Estados Unidos». Y me dijo: «Bueno, cómono. Yo soy profesor en la Universidad de Columbia. Trate de ver cómo pue-de hacer para conseguir una beca o inscríbase». Y él mismo me consiguióla beca del Institute of International Education para que fuera a estudiarallá. Y él mismo me inscribió. Entonces fui a estudiar a Estados Unidos.

Pero, ya antes de eso, yo había conocido acá en el país a Alfredo Me-traux, que era un antropólogo destacado de primera línea. Había sido pro-

fesor e investigador del Instituto Smithsoniano de Washington. Fue el fun-dador del Instituto de Antropología de la Universidad de Tucumán. . . Peroel hecho es que yo a Metraux lo conocí acá en el país, porque hacía periódi-cos viajes. . . Él tenía una sólida formación europea en estas materias. Y yolo conocí y le pedí consejo: ¿adónde podía ir a estudiar esto que me faltabaacá: una carrera donde estudiar sistemáticamente arqueología? Y entonces– desgraciadamente no sé si en mi archivo conservo la carta – me contestó:«El lugar donde puede usted estudiar, en forma más completa y de manera

más provechosa la carrera, es en Estados Unidos», donde él había vivido.Entonces, con el consejo de Greslebin de seguir Medicina, que yo calculéque me podía servir en algo, y sobre todo como  disciplina mental, me ins-

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cribí en Medicina en Córdoba, hasta terminar la carrera. Y después, con elconsejo y el aval de Stewart, conseguí la beca, pero ya recibido de médico,para ir a estudiar arqueología a Estados Unidos: eso fue allá por el año1945, que hice todos los trámites, y me fui a estudiar a Estados Unidos, a

la Columbia University.Primero pensaba que no iba a dejar Medicina, que estudiaría alguna

cosa que no fuera tan disímil, o tan distinta, como Arqueología. Enton-ces pensé que iba a estudiar Biotipología, que tenía aplicación médica, y mucho de Antropología. Pero una vez que llegué a Nueva York, y empecéa frecuentar la Universidad de Columbia, el mismo Stewart me inscribióen la carrera. Y el instituto que me había dado la beca me pagaba losderechos arancelarios; como ustedes saben, en Estados Unidos todas las

carreras cuestan mucho, hay que pagar mucho de derechos arancelarios. Así que ya con eso, era un paso irreversible: ya estaba inscripto en la ca-rrera, y entonces durante dos años me dediqué exclusivamente, hasta quecompleté el examen final, que se llama  Comprehensive: la totalidad de lasmaterias estudiadas, y que a uno lo dejan, si lo pasa, ya listo para recibirel PhD: el título máximo que otorga la universidad, sea de Medicina o de

 Agricultura. Yo hice los exámenes finales, allá por el 46 ó 47 en Columbia,para acceder al título de PhD: solamente me faltaba la tesis, pero para esoregresé, y posteriormente llevé la tesis para ser presentada.

— Hablando de las campañas y de los trabajos de campo, ¿qué diferenciasencuentra entre esas primeras campañas de su carrera y las últimas?

Es una diferencia fundamental: yo hasta ahí procedía de acuerdo sim-plemente a lo que había leído, tanto en los libros de Arqueología nacional,como en los libros extranjeros en general, pero carecía totalmente de prác-tica arqueológica de campaña. . . En aquella época, en esa primera época

que yo empiezo. . . estoy hablando de los años 30 y 40, la técnica que seutilizaba acá en el país. . . o mejor dicho: no había técnica arqueológica deninguna especie. Era la época del anticuarismo, de acuerdo con las clasifi-caciones más comunes: es decir, el arqueólogo salía al campo – y yo eso selo he oído decir a arqueólogos prominentes de la generación que me pre-cedió – y los que cavaban eran los peones, a pura pala y pico, con algúncuchillo, en algunos casos. No había una técnica definida, una técnica pro-piamente arqueológica depurada como vino después, o como se practicabaya en otros lugares, en Estados Unidos. Entonces yo procedía más o me-nos en la misma forma: era un autodidacta en lo que se refiere a técnicasde campaña. Probablemente las fui mejorando poco a poco, cuando me di

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cuenta, pero, por ejemplo, el incorporar instrumentos tan absolutamenteimprescindibles como es la escobilla y el palustre o, como se lo quiera lla-mar, el cucharín (o trowel en inglés), que son instrumentos básicos, y queyo me he referido alguna vez en algún escrito, que tienen la importancia

que tienen la pinza de kocher y el bisturí en cirugía. Antes de incorporarestos instrumentos, la cirugía tenía un instrumental miserable, o no teníacasi. Entonces la incorporación significó una cosa revolucionaria. En ar-queología lo mismo: ¿cómo se puede limpiar el piso de una habitación,que no sea con cucharín y escobilla? Es imposible.

 A veces algunos de los investigadores llevaban pinceles, pero en reali-dad el instrumento básico y fundamental e imprescindible es la escobilla.Entonces todas esas prácticas, respondiendo a la pregunta, de esa época,

eran totalmente deficientes. Y yo sabía además. . . la estratigrafía casi no secuidaba o se hacía muy mal, pero yo sabía que en Estados Unidos la técnicaestaba muchísimo más desarrollada. Sabía ya, en la Historia, que. . . desde1910 aproximadamente, Nelson, en el Suroeste de Estados Unidos, habíahecho prácticas de estratigrafía, obteniendo muy buenos resultados. Y séque se excavaban las casas pozo con un cuidado extraordinario, empleandouna técnica realmente arqueológica. Entonces mis primeros trabajos, en laexcavación del Paraná-Pavón, tenían que tener grandes deficiencias, pero,pese a todo, y simplemente con pinceles, logramos individualizar la utili-zación de los sacos de cuero que contuvieron restos, aunque éstos habíandesaparecido como toda materia perecible. . . sabemos que había algunosindígenas que vivían en las islas, que durante el verano salían a territoriode tierra firme, en lo que es hoy la provincia de Buenos Aires, y si algúnpariente moría lo descarnaban, y los huesos los ponían en una bolsa decuero y la llevaban con ellos.

Bueno, en la excavación del montículo del Paraná-Pavón, logramos in-dividualizar uno de esos paquetes funerarios que todavía se conservaban

como si estuviera dentro de la bolsa de cuero que había desaparecido comomaterial perecible, pero los huesos estaban en una posición que no dejabanlugar a dudas de que ésos fueron parte de un saco, una bolsa que se lleva-ba. . . Para excavar eso debí haber utilizado pinceles, o algo por el estilo;pero de cualquier manera comprendía que mi técnica era deficiente, quenecesitaba llegar a perfeccionarla; en una palabra, hacerla más profesio-nal, porque eso seguía siendo, un poco, la obra de un aficionado. Lo mismosucedió con algunas excavaciones que hice en esa misma época en Córdo-

ba, en el abrigo de Ongamira, con el ingeniero Montes, que después fuemi suegro. Excavamos, pero excavamos de una manera, todavía, muy ru-dimentaria y elemental: faltaba el afinamiento de las técnicas propiamente

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arqueológicas. Creo que esto en parte también se debía a una situación detipo teórico: como toda la interpretación de lo que se encontraba se hacía,pura y exclusivamente, en base a los relatos de las crónicas históricas, y todo se atribuía a los pueblos que encontró la conquista, no se sentía la

necesidad de emplear métodos arqueológicos, estrictamente pertenecien-tes a la arqueología y a sus técnicas. Y este fenómeno del anticuarismo,en el que lo importante era la pieza, no cómo se obtenía, sino la piezaarqueológica en sí, era un handicap muy grande para un buen trabajo deinvestigación realmente importante.

— En cuanto a temas y problemáticas arqueológicas concretas, ¿cuáles fueronlos temas que más le interesaron a lo largo de su práctica profesional?

Lo que me interesó siempre era llenar los claros que notaba que exis-tían en nuestra arqueología. Es esto que he remarcado anteriormente, queestábamos todavía en la época del anticuarismo, en que el investigador ledaba importancia a la pieza, y no a la excavación, entonces este era unsalto metodológico básico: había que cambiar las cosas de interpretar através de las crónicas. No era posible interpretar con las crónicas los res-tos arqueológicos, de los cuales un caso bien típico es el libro de MárquezMiranda de 1948 Los diaguitas. Ahí se pone todo el material que provenía

de La Rioja y Catamarca, todo se lo coloca y se lo llama  diaguita, es decir,el pueblo que encontró la conquista, los cacanos: todo se interpretaba conlas crónicas, no había trabajo sistemático en distintos sitios que nos diesenun orden de secuencia, es decir, cómo las culturas fueron transcurriendoen el tiempo; no había profundidad histórica ni relativa, ni absoluta. Todoera interpretado como perteneciente a los diaguitas.

Entonces toda esa secuencia y. . . el proceso evolutivo, también, porquees una evolución dentro del área local del NOA, requería ser investigada y 

requería ser formulada como algo distinto a la práctica habitual de llamar-le a todo, es decir, mezclar todos los restos y darles un solo nombre, un solocontenido y un solo autor en el tiempo: los diaguitas. Ésta es la cosa básicasobre la que empecé a trabajar cuando volví de Estados Unidos: determi-nar precisamente la secuencia y la cronología, el introducir una cronologíaabsoluta, que hasta entonces no se había podido realizar porque era muy difícil – los métodos son, en general bastante complejos – , se acudía a di-

 versas formulaciones. Por ejemplo el caso de Creta: la cronología absolutase hacía por la relación que existía entre restos cretenses asociados a res-tos egipcios, que tenían cronología absoluta de acuerdo con la cronologíaegipcia, que ya estaba hecha. Pero aquí en el NOA, y en América del sur

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no teníamos, así que la gran solución para este problema de la cronologíaabsoluta la dio el C14,1 que yo tuve la suerte de estar en Estados Unidoscuando se hacen las primeras experiencias; entonces puedo leer y puedoempaparme del problema, y traer después la inquietud a nuestro medio.

 Y tratar de que. . . después lo hice durante mucho tiempo, con un granesfuerzo... de que tuviéramos un laboratorio en el país, porque eso nossolucionaba el problema de la cronología absoluta, que de otra manera eramuy difícil de realizar.

Entonces, nos encontramos con que, por ejemplo, en el caso de la grutade Intihuasi, los restos de las culturas cazadoras-recolectoras, que formanla mayor cantidad de los sedimentos, en una cronología relativa perfecta-mente determinable por la estratigrafía del interior de la gruta, todos los

restos se atribuían a las culturas últimas que encontró el conquistador es-pañol en San Luis y en las Sierras Centrales. Eso está perfectamente clarosi uno lee los resúmenes. Por ejemplo el resumen que hizo Vignati de lacultura de San Luis, que se publicó en el primer tomo de la  Historia dela Nación Argentina, dedicado exclusivamente a Arqueología: todo se atri-buía a los pueblos que encuentra la conquista asentados en esos lugares.Pero cuando hacemos C14, nos encontramos que tienen. . . 8.000 años AP,2

que de acuerdo con las últimas correcciones pueden ser 9.000 años AP. Sinembargo, la interpretación que se le daba era que eran los de los pueblosencontrados por la conquista: una cosa totalmente absurda.

 Y por eso fue que, también, el traer el método ponía al descubierto unacantidad de enfoques erróneos de toda la generación que nos había prece-dido. Y entonces ahí surgen una serie de. . . en una palabra, a mucha gentele disgustó, o no le interesaba, o rechazaba el método porque no estaba deacuerdo con sus propias deducciones, o lo que se había mantenido hastaese momento... lo que me creó un problema personal de no poco inte-rés, porque el que tuvo que pasarlo y sufrirlo en carne propia, obviamente,

tuvo algunas cuestiones. . . Pero en fin, de esto mejor olvidarse. Lo impor-tante es que a la larga el método terminó por imponerse. Y yo me acuerdoque muchos, o algunos, por lo menos, que en los comienzos me discutían:«No, no, no. El C14 no es un método suficientemente seguro. No convieneutilizarlo». Pero que luego que se instaló. . . y me citaban, fíjense, en elartículo de Fulano, de Mengano. . . había unos artículos, particularmentede un europeo Miloicich, publicado en una revista en Germania, en quenegaba el interés y el valor del C14. En cambio para otros, por ejemplo

para Glynn Daniels, arqueólogo y sintetizador. . . inglés muy conocido. . .1 Carbono 14.2  Antes del presente.

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él decía que había dos etapas definidas en la arqueología del siglo XX: laanterior al C14 y la posterior, que definía el problema cronológico.

— ¿Cómo describiría su evolución teórica a lo largo de su carrera?

 Yo creo que soy un poco dinosaurio que no evolucionó mucho, por-que, lo que creía en los comienzos, que fue la teoría de la evolución, queme llevó un poco a estas cosas, es lo que sigo sustentando hasta ahora,y buscando una explicación: sobre todo a la evolución cultural, porque laevolución biológica ya sabemos que fue resuelta por Darwin. En cambio laevolución cultural. . . carecemos de una explicación teórica satisfactoria:parece que hay numerosas teorías.

 Ahora las teorías que han proliferado en el ámbito antropológico –teorías de la cultura – , son infinitas, de las variedades más grandes. Nuncaha llegado a un cambio tan notable como el que se ha hecho en las últimasdécadas, pero, yo creo una cosa: que. . . la interpretación clásica, o típica. . .la gran revolución es la que trae la  New Archaeology , que es un poco elregreso, en algunos aspectos, o claramente el regreso a una interpretaciónad literam, una interpretación casi literal de la evolución biológica aplicadaa la evolución cultural. Por ejemplo la búsqueda de leyes. O si no es laevolución biológica exactamente aplicada a la evolución cultural, por lo

menos hay una influencia decisiva del fenómeno de las ciencias naturalesa las ciencias culturales: no hay una distinción marcada.

Este problema, que es un problema epistemológico, está muy claro enlos neo-kantianos alemanes, como Ricoeur, etc., en que hacen una neta dis-tinción entre lo que son ciencias naturales y lo que son ciencias del espíritu,que Ricoeur prefiere no definir como ciencias del espíritu, sino como cien-cias culturales: es decir ciencias naturales y ciencias culturales. Y hay unaoposición bien neta en su metodología y en su interpretación, y, obviamen-

te, las ciencias culturales, las ciencias humanas tienen otra aproximacióndistinta.Para mí, la interpretación final después de una búsqueda de muchísi-

mo tiempo – porque no me satisfacen las explicaciones que se dan hastaahora en el caso de la cultura. . . – el gran campeón del evolucionismo fueen arqueología Gordon Childe, como saben todos. Esto sí influyó en miscomienzos, y después se reafirmó en Estados Unidos, porque teníamos loslibros de Childe como libros de texto. Yo había leído, afortunadamente, an-tes de salir de Argentina, antes de ir a estudiar, porque era fácil conseguir2 ó 3 de los libros principales de Gordon Childe. Estaban editados por lacolección Penguin, y esta colección se podía conseguir en Buenos Aires; y 

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yo los había leído – leía bastante inglés – , pero posteriormente, en EstadosUnidos, se reafirmó esto porque era el gran auge de las ideas de GordonChilde.

Entonces este cambio. . . este fue uno de los cambios o pequeñas va-

riantes que sufrí en cuanto al aspecto teórico. A mí no me llegó a impactarel cambio tan profundamente como a muchos otros autores u otros colegas.No creo que en las ciencias culturales, como pretendía Binford, podamosencontrar leyes semejantes a las ciencias naturales. Sería, sí, muy científi-co y extraordinariamente importante, pero creo que la historia carece deleyes. Y nuestras ciencias están, dentro de cierto sentido, dentro de lasciencias históricas.

Por eso creo. . . y ahí llegamos a algo importante: cuáles son los fines

de la Arqueología, que tienen que ser definidos de entrada para que elarqueólogo pueda desarrollar su marco teórico general dentro de las cien-cias de la cultura. Y yo no creo que existan leyes y que podamos aplicarlas.Si no existen leyes, entonces también es difícil aplicar un método que seaexclusivamente deductivo. El método hipotético-deductivo me parece másasequible, y la reconstrucción histórica inevitable, porque sí es muy impor-tante, y esto me parece fundamental, determinar el proceso evolutivo dela cultura. Es decir, cómo comienza la cultura entre los seres humanos, y como se desarrollan las variedades de culturas hasta hoy. Eso me pareceque es fundamental.

Pero, hacer de la arqueología únicamente esa búsqueda, y no la recons-trucción histórica previa, yo creo que es una equivocación. Primero tene-mos que reconstruir la historia de los pueblos, es decir, el caso particularde cada etnia, de cada grupo, de cada zona: la reconstrucción histórica queha sido lo tradicional hasta hoy. Y utilizando el término «cultura», que esla unidad de la cual no podemos separarnos. Sin embargo, una tendenciamoderna y revisionista ha ido dejando el término cultura.

Pero también hay que tener en cuenta que son sectores, nada más.En Estados Unidos el término cultura se sigue utilizando. En México lomismo: los olmecas, es la cultura olmeca, y cuando se hacen hallazgos nohay otro término: se sigue utilizando el término cultura. En Perú es otrotanto: Chavín es una cultura, o por lo menos una gran parte, un sector de loque conocemos como Chavín: y se siguen utilizando sin mayores varianteslo que ha sido la terminología clásica.

En cambio, acá, entre nosotros, nos hemos alejado bastante: con distin-

tos enfoques y con una crítica sobre todo a ese enfoque epistemológico deutilizar primero el término cultura y darle después un sentido de búsquedapróximo al de las ciencias naturales, con leyes, con métodos deductivos.

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Pero éstas son variantes, nada más. Algunas cosas de ese revisionismo creoque son útiles: tratan de hacer de la Arqueología una ciencia cada vez máscientífica. Eso me parece muy loable, pero son diversos aspectos parcialesque habría que analizar, cada uno en particular: no como una cosa de tipo

general. Yo creo que después de una etapa intermedia, de un intermezzo, vamos

a volver, otra vez, a las definiciones clásicas y a la búsqueda de la recons-trucción histórica de sectores de medio ambientes distintos. Es decir a laarqueología tradicional, como había llegado a formularse en los últimosaños. No quiere decir que no haya posibilidad de revisión de muchos as-pectos y tratar de mejorar, de alguna manera: de hacer una ciencia cada

 vez más científica y más aproximada a la verdad.

— ¿Qué cuestiones cree que quedan por resolverse en el ámbito de las culturaspasadas del Noroeste?

Bueno, creo que es una pregunta muy importante. Hay enormes claros,sea el método que usemos, cualquiera, hay enormes claros, enormes inte-rrogantes en el Noroeste de Argentina por resolver: valles enteros que notienen sino una prospección, si es que la tienen. Y hay muchos, muchísimosaspectos parciales de la arqueología que hay que seguir estudiando. . . Por

ejemplo, las casas-pozos, la zona del Tardío en el valle de Hualfín: nosotrosdescubrimos ahí, allá por los sesenta, en la zona de Corral de Ramas, unasgrandes depresiones en el suelo, de las cuales hay centenares de estas de-presiones: son casas-pozos enormes, de tipo comunales, es decir, cada unade estas casas-pozo sirvió para varios grupos familiares. Bueno, se exca-

 varon una o dos, que pudimos excavar nosotros. Y no han sido vueltas aexcavar una sola de estas grandes casas en esta zona de Corral de Ramas.Por otro lado, en esa misma área, se ha hecho un saqueo increíble con fines

comerciales:  los huaqueros. Y no dejo de sentir con cierto dolor, de que lagente actual en algunos lugares, los jóvenes que se inician en la arqueolo-gía, cada vez tienen menos interés en la realización de trabajo de campaña.

 Y todo esto requeriría un trabajo de campaña permanente y una dedica-ción de lleno, para estudiar esto que hablo con respecto a las casas-pozos,que son evidentes en la superficie: se ven las depresiones, en la falda del

 Valle de Hualfín, y que nadie las ha vuelto a tocar.También es aplicable a los fondos de vivienda de material, que tuvie-

ron como paredes, material perecible de ramas y barro, lo que en Américacentral llaman el bajareque: son viviendas de tipo muy especial y que dejanpoco rastro, sin paredes de piedra, y del cual se excavaron dos o tres ejem-

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plares muy netos, muy definidos, para la cultura Belén. Se las excavó en el Valle de Hualfín, a orillas del río del mismo nombre, y no ha vuelto a serexcavado un solo espécimen de esto. Sin embargo, debieron haber pueblosenteros: enorme densidad de población que utilizó este tipo de restos. Vale

decir, que para algunos hechos culturales nos falta todavía acumulaciónde información, que se puede obtener, pero que requiere el trabajo siste-mático de campo – y muy cuidadoso, muy bien hecho – , pero todavía estáesperando que se realice.

 Y después hay varios lugares de los que no conocemos nada, no se hahecho ni siquiera una prospección. . . U otras culturas que se han dejado enmano de los saqueadores: el caso de la zona del Condorhuasi, en el oestedel Valle del Hualfín. Todavía los paisanos siguen saqueando, los huaqueros

locales siguen excavando las tumbas. Y así es que aparecen, o siguen apa-reciendo, piezas muy valiosas en las boutiques y en los comercios de aquí de Buenos Aires, pese a la ley provincial, a la ley nacional, pese a todo. Laúnica manera sería enviar expediciones amplias, grandes, con muchos fon-dos, que trabajen en esos sitios y que excaven, con método arqueológicoadecuado, en las pocas tumbas que deben quedar.

No se puede culpar a los paisanos demasiado de su huaquerismo, a lagente que vive ahí, porque a veces viven, o casi siempre viven, en condi-ciones miserables: no tienen trabajo. Y obviamente que el hallazgo de unatumba, cualquiera que sea, con diez o doce piezas, que pueden vender ahí localmente a sumas más o menos altas, es un incentivo muy grande. . . Y esto entiéndase bien claro: no estoy justificando la acción de los paisanos,sino tratando de comprender lo que le pasa a un pobre miserable que semuere de hambre si, al hacer un pozo, para cavar un poste o una nuevapared en cuestión, encuentra una tumba: no podemos esperar que vayacorriendo a denunciarla a la autoridad correspondiente, como son los de-legados locales, etc., que con seguridad van a vender las piezas.

Esto sucede en todos lados, lo mismo ocurre en la costa de Ecuador,con la diferencia de que los hallazgos en la costa de Ecuador consisten en

 joyas de oro que tienen un valor por sí mismo. Pero no se puede evitar quelos pobres paisanos, que viven una vida miserable, vendan las piezas queencuentran o que sacan. Esto ocurre en toda América latina, para lo cualel Banco Central de Ecuador fundó su museo, o el Banco en Colombia:la cantidad de piezas que se encuentran y que se  huaquean son infinitas.Entonces, el Banco Central de Colombia fundó esta institución extraordi-

naria que es el Museo del Oro, y, en vez de que les compren las piezaslos intermediarios para llevarlas a vender al mercado de Nueva York, lascompra el banco y las tiene como depósito en su museo. Durante mucho

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tiempo compraba las piezas y las fundía, lo que era un horror, un pecadosin nombre, pero después en algún momento llegó un hombre inteligente,que creo que fue Pedro Armillas, y les hizo ver que el oro arqueológico

 valía mucho más que el oro fundido. Entonces, algunos directivos inteli-

gentes del banco empezaron a guardar ése como reserva económica, y hancreado esta cosa extraordinaria que es el Museo del Oro de Bogotá: unamaravilla por la cantidad de materiales, la variedad de estilos que tiene. . .No sé si alguno de ustedes lo ha visitado: realmente les aconsejo que lohagan cuando puedan, van a quedar asombrados de la capacidad extraor-dinaria de los orfebres precolombinos de esta zona, que hacían las joyasmás maravillosas hechas con la cera perdida, pero con una variedad deestilos y una variedad de formas infinita.

— ¿Cómo evalúa el sistema de inserción profesional de los recién recibidos dela carrera, aquí en Argentina?

Bueno, realmente lo evalúo como un drama de los egresados: tenemosun exceso de carreras. Fíjese que en la época en que yo comencé no existíala carrera: se creó después. Y después se ha multiplicado. Hoy tenemosuna carrera en Catamarca, en Olavarría, en La Plata, en Buenos Aires,en Tucumán – y creo que se me queda alguna – . Fíjense que son más de

media docena de carreras donde se imparte Arqueología. Y el problema es,realmente, que cuando, a veces, en algún lado me invitan a la graduación,y tengo que entregar los certificados de graduación, me duele el alma,porque pienso en el porvenir de estos chicos: ¿qué posibilidades tienen?Si hubiera posibilidades amplias de seguir investigando, es decir, obtenerfondos para poder trabajar, bueno, sería una manera de salir del paso.Pero el problema es la institucionalización: ¿dónde van a trabajar? Éstaes la cosa. Para lo cual se necesitaría la creación de nuevos institutos y 

de nuevos sitios de investigación que pueda darles cabida. Pero para esose necesitan fondos, que el país no tiene. Realmente, el problema es muy,muy difícil.

Una cosa imprescindible sería la creación de un instituto, como existeen México, que haga cumplir la ley de Arqueología: que no se comercia-licen las piezas, que no se establezca el saqueo de los huaqueros. Esto meparece básico, y solamente puede ser combatido teniendo profesionales in-corporados, que impidan el saqueo y el huaquerismo. Acaba de salir unanueva ley,3 y en su espíritu me parece perfectamente bien, pero lo que me

3 Se refiere a la ley 25.743 de protección del patrimonio arqueológico y paleontológico, de julio de 2003.

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parece que es absolutamente imprescindible es que se la haga cumplir, pa-ra lo cual es necesario incorporar un grupo de gente preparada: es decirde profesionales que estudien y comprueben que la ley se cumple en todossus aspectos. Pero, aquí con los medios de nuestro país, esto es muy difícil

por ahora.De cualquier manera, pienso que hay muchos aspectos distintos donde

puede aplicarse. En el día de hoy, se inaugura la estación Los Incas, delsubterráneo. Con muy buen criterio, las autoridades del subterráneo hanhecho que se decoren las paredes por medio de murales precolombinos.Es decir que existiría la posibilidad, si se difundiera, de que muchos delos materiales excavados, que tienen valor artístico, pudieran ser aplicadosprácticamente.

No he podido ir a la inauguración, pero esta semana voy a ir, porquelos subterráneos de Buenos Aires tenían como característica esto: hacermurales con alto valor artístico. Pero si este valor artístico se refiere a temasautóctonos, me parece de mucho más valor y mucha más importancia.Entonces, parte de la inserción serían los artistas que pueden elaborar,sobre materiales, sobre temas iconográficos, arqueológicos, sería otro delos aspectos.

También sería bueno que en el secundario se empezase a incorporar co-mo materia el estudio de las culturas precolombinas, en algún año, porquesi estudiamos Oriente, Grecia y Roma y las culturas asiáticas, o de cualquierlugar del mundo, ¿por qué no vamos a incorporar también, aunque no seademasiado a fondo, aspectos de nuestras culturas precolombinas? Y estoen los programas secundarios o en la escuela primaria no está contempladoo, si está contemplado, no en la forma como debería ser. Además tendríaque estar dictado por profesionales, lo que abriría una nueva posibilidadde inserción para muchos arqueólogos que están trabajando en cualquieroficio, o en cualquier empleo que no tiene nada que ver con la disciplina.

Es decir, implementar todas las ramas a través de todos los aspectos de lacultura.

Lo que creo es que, a menudo, los que tienen el poder desconocentotalmente la importancia y el interés que tienen estas culturas precolom-binas, o que tendrían para afianzar nuestra identidad, prolongándola enel tiempo. Porque al final de cuentas, en las provincias del Noroeste, porejemplo, la sangre que corre por gran parte del pueblo no deja de deberse,en gran medida, a los pueblos indígenas. No se trata solamente de los as-

pectos folclóricos, más o menos pintorescos – la fiesta de la Pacha Mama,o la fiesta del Poncho – , sino otros aspectos distintos, que habría que tratarde difundir: una verdadera conciencia, también para evitar el saqueo, la

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destrucción y el huaquerismo. Pero eso habría que enseñarlo desde la es-cuela primaria: formar una conciencia en el espíritu de la gente que vengadesde los comienzos de los estudios primarios.

— Cuéntenos sobre satisfacciones y frustraciones que vivió a través de laArqueología

De las frustraciones prefiero no hablar. En cambio las satisfacciones fue-ron siempre de las mayores que obtuve en mi vida: terminar un libro, ter-minar un artículo, siempre estaba lleno de una gran satisfacción personal.El descubrir ciertos aspectos, el racionalizar una temática y comprender,llenar un claro, aunque sepa que está sujeto a revisión y que puede tenernumerosas falencias, pero la respuesta a un interrogante siempre es unade las satisfacciones que puede tener el arqueólogo. Y cuando terminabauna excavación y comprobaba que había casos concretos de contribuir ha-cia la solución de un problema o de abrir nuevas incógnitas, que es lo másfrecuente, bueno, eso es una satisfacción personal difícil de describir.

O un hallazgo importante. Recuerdo por ejemplo cuando excavaba enlas Serranías de las Pirguas, unos yacimientos Candelaria, yo caminaba poruna torrentera paralela a un muro de piedra, y de pronto encontré la mitadde un puco en el fondo de la torrentera. Y la mitad – aunque claro, había

sido fragmentada – , me mostraba que había rodado muy poco, es decir,que venía de muy cerca. Y entonces empecé a buscar el sitio donde podíaestar la tumba o el lugar de donde había salido. A pocos pasos encontréque había una caverna que penetraba profundamente en la roca. Entoncesme asomé y, caso curioso, estaba el esqueleto extendido, cuyos huesos se

 veían perfectamente articulados. Y alrededor, una cantidad de vasos seme- jantes al pedazo que yo había encontrado. Bueno, después comprobamospor Carbono14 que esa tumba tenía más de 1.500 años AP. Es decir que en

1.500 años nadie había penetrado, nadie había visto esos restos, porquede lo contrario se los hubieran llevado. Estaban los vasos ahí, más o menoscompletos, tal cual los habían dejado en el momento en que hicieron la in-humación. Y alrededor del esqueleto, las piezas de ofrenda. Entonces, esetipo de hallazgo, lógicamente proporciona una satisfacción íntima que esmuy difícil de definir. Y lo mismo cualquier tipo de hallazgo arqueológicoque tenga cierto interés.

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— Si tuviera la posibilidad de vivir cinco vidas más, ¿en qué lugares lasdedicaría, en cuanto a la investigación arqueológica, o a qué temas?

Miren, yo estoy postrado, no puedo caminar hace dos años, y creo que a

este barrilete le queda muy poco piolín, así que lo de las cinco vidas es unametáfora. Pero lo que haría sería escribir un montón de artículos que ten-go a medio terminar y un libro que quisiera terminar, pero ya les digo queno tengo muchas esperanzas. Voy a seguir trabajando porque eso me alejaun poco de la depresión, pero volver a emprender otro trabajo. . . Ganasno me faltan: casualmente la semana pasada hice un viaje al Iberá, a losesteros, y. . . yo busco la Arqueología o la Arqueología me busca. . . En elIberá, que es una zona extraordinariamente hermosa e interesante, desde

muchos puntos de vista, no hay casi trabajos arqueológicos hechos. Enton-ces empecé a averiguar algo, a ver qué posibilidades teníamos, y resultóque en la misma hostería donde me alojaba, los hijos de la dueña habíanlocalizado varios sitios, de los cuales habían extraído fragmentos de cerá-mica: tenían una caja llena de fragmentos de cerámica. Así que cuando meenteré, los vi e intenté clasificarlos. Algunos respondían a tipos conocidos,y otros no. De cualquier manera los sitios son dignos de ser excavados. Yame he puesto en contacto, o por lo menos traté de comunicarme con undiscípulo mío que es especialista en la zona del Litoral, y estoy tratando

de que busque los medios para poder explorar, por lo menos, algunos delos sitios descubiertos en esta zona, que es de un atractivo extraordinario,y debió tener poblaciones de cazadores-recolectores muy grandes, porquelos recursos, la fauna ictícola y de mamíferos es muy grande. De maneraque las condiciones de vida debieron ser relativamente fáciles, tanto enel presente como en el pasado, y debió haber poblaciones indígenas muy densas. Entonces sería muy interesante volver a. . . yo no puedo reiniciar eltrabajo de campaña, por mis condiciones físicas, pero el saber que alguien

lo está haciendo, y que puedo llegar en algún momento de la excavación,les aseguro que es un atractivo bastante grande.

Bueno, como un mensaje final, que puedo dejar como barrilete quese le acaba el piolín, es no cesar en ningún momento el trabajo honesto:decir lo que encontramos, realizarlo con la mayor objetividad posible, y seguir adelante, no desmayar de las desilusiones y de los problemas que sepresentan a todos en esta carrera. . . Que es muy difícil este camino. Si hay un camino difícil, es el de la Arqueología: un tanto por la indiferencia del

medio, como la época que nos toca vivir, sino también, a menudo, por losproblemas que nosotros mismos nos creamos. Es un medio difícil. Yo, porahí en algún librito lo digo: un medio de mucha competencia, muy difícil,

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muy difícil de llevar adelante los proyectos y las cosas que uno desearía y que idealiza.

Pero lo importante es confiar cada uno en su propia fuerza y seguiradelante con la actividad y los hallazgos. Existen problemas, no solamente

de la Arqueología, sino problemas generales de la Antropología Teórica,los que no se han dilucidado, por ejemplo, el problema del proceso de evo-lución cultural: ¿cuáles son los mecanismos que rigen el cambio culturaly el proceso evolutivo? En cuanto a esto todavía nos falta mucho, pero elpensar en los mismos, tener una inquietud constante por tratar de resol-

 verlo, por lo menos en mi vida fue un aliciente. Espero que sea también elaliciente para los jóvenes que se inician.

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Ana María Lorandi*

Foto: Gentileza Ana María Lorandi. Durante una conferencia en Catamar-ca.

*  Ana María Lorandi nació en 1936. Es profesora de Historia desde 1960 y doctora en di-cha carrera desde 1967 de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional deRosario, realizando además su formación de posgrado en la Ecole des Hautes Etudes enSciences Sociales y en la Sorbona, Francia. Realiza actividades docentes desde 1955 hastala fecha en las Facultades de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional de Rosario, deCiencias Naturales y Museo de la Universidad Nacional de La Plata, y Filosofía y Letras dela Universidad de Buenos Aires. Actualmente es profesora Titular Consulta de esta últimauniversidad. Ha sido directora del Instituto de Ciencias Antropológicas y actualmente esdirectora de la Sección Etnohistoria del mencionado instituto en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires. Investigadora Superior de CONICET, ha realiza-do una extensa actividad en arqueología argentina entre los años 1957 y 1985 y desde esa

fecha hasta el presente, ha desarrollado investigaciones en Etnohistoria abordando temasandinos y teórico-metodológicos. Ha dictado cursos como profesora invitada en Universi-dad Complutense de Madrid, CIESAS de México D.F., Ecoles des Hautes Etudes en SciencesSociales de París, La Rábida (España) entre otras.

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— ¿Podría contarnos qué fue lo que la motivó a interesarse en la arqueología?

Bueno, yo me interesé en la arqueología alrededor de 1954. Era es-tudiante de Historia en la facultad de Filosofía y Letras en lo que era la

Universidad del Litoral, en Rosario. Y tuvimos como profesor de Antropo-logía Cultural al Dr. Rex González. Él tomó la dirección del Instituto de Antropología y comenzó a entusiasmarnos cada vez más con la arqueo-logía. Comenzamos a leer, a estudiar. . . mi formación es de autodidacta,porque no hice la carrera de Arqueología ni de Antropología, hice la deHistoria. . . Una carrera que tuvo sus altibajos, porque hasta 1955 tenía unnivel de profesores muy malo. Y en eso Rex González resaltaba enorme-mente. Era un profesor de primera línea al lado de un porcentaje bastante

alto de bajo nivel... Era en la primera época peronista. Después del ’55eso cambió en Historia, y vinieron algunos profesores de primera línea queeran muy jóvenes en esa época, como Nicolás Sánchez Albornoz, Tulio Hal-perín Donghi, Reyna Pastor. Y empezar con Rex González era una opciónmagnífica para comenzar en la investigación. Para nosotros era una aper-tura que nadie había hecho. Yo conseguí los fondos para las dos primerascampañas en Alamito en el 57 y 58, otorgados por la empresa La Helvéticade Cañada de Gómez, cuyos dueños eran conocidos de mi familia.

 Y comenzamos esa vida de arqueólogos, que para nosotros fue una ma-

ravilla. Yo era muy joven, tenía 21 años cuando hice la primera excavación,y a esa edad publiqué mi primer artículo en el diario La Capital, sobre elfuerte Santi Espíritu; Rex González quería ver si podíamos encontrar lashuellas del primer asentamiento de ese fuerte. Y a la segunda campaña,Rex se había ido a Estados Unidos y fuimos solos. De los arqueólogos quehan quedado de la primera campaña estaba Víctor Núñez Regueiro y Ma-ría Teresa Carrara, que está en Rosario. En la segunda se incorporó My-riam Tarragó, y otro grupo de gente, que la mayoría después dejaron la

carrera. . . Otros se dedicaron a Antropología Social, como Susana Petruz-zi. Esa primera campaña fue fantástica. . . Nos alojamos en una escuela,cuya directora, Quica Camisay, nos cedió un dormitorio para las mujeres y los varones dormían en un aula. Éramos 6 mujeres y 4 varones. Teníamossoldados otorgados por el regimiento de Catamarca. Todo era novedad,éramos chicos de ciudad, nunca habíamos ido al Norte. . . Fue descubrirno sólo la actividad científica sino también la gente del Norte. Y a la se-gunda campaña ya tuvimos peones, y la relación con la gente del lugar fue

más intensa. Y fue fantástico porque Alamito no es cualquier lugar, fue unaprendizaje increíble, encontrar el primer menhir. . .

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Mi padre nunca se opuso a estos viajes, pero el resto de mi familiadesconfiaba de esta niña de 20 años que se iba sola por ahí en la mon-taña. . . Pero bueno, no los desilusioné después de todo. . . o mejor dicholos desilusioné. . .   [Risas]. La vida del arqueólogo es una vida muy rica. . .

no solamente el trabajo científico, no sólo el hecho de descubrir cosas; elhecho de ver cómo uno va poquito a poquito encontrando las cosas. . . Y por otro lado el contacto con la gente del lugar. Es un mundo diferente,aprender a convivir con la gente, a respetarlos, a quererlos muchísimo.

Un tiempo después Rex González dejó Rosario y lo sucedió EduardoCigliano, que era también su discípulo. Y ahí abandonamos Alamito, por-que Víctor Núñez Regueiro se fue a Córdoba y en Alamito siguió él consu propio equipo. E iniciamos un proyecto en el Valle de Santa María. Ese

proyecto, que empezó como arqueológico, terminó siendo un proyecto deestudio de área. Se suponía que iba a haber una investigación arqueoló-gica prehispánica, una investigación histórica y una parte de AntropologíaSocial. . . Aquí hubo un problema. . .

 Yo creo que Rex González tuvo entre sus virtudes, mejor dicho entreuna mezcla de sus virtudes y su ego, el decidir que sus alumnos eran losmás brillantes del mundo. . . porque si él tenía alumnos brillantes él era unprofesor brillante. . . algo que aprendí muy bien después y en lo que lo heimitado. . . Entonces él hablaba muy bien de nosotros y así hablaba tam-bién de Cigliano. Lo que pasa es que ni Cigliano sabía tanto, ni nosotrossabíamos tanto. De manera que ahí hubo unos problemas en la práctica dela investigación arqueológica. Pero lo peor fue el estado de la ciencia enese momento y eso trasciende el problema de las personas. Qué es lo queocurrió: nosotros trabajábamos tanto en sitios incaicos como en aquellosdonde estudiábamos el tema del llamado  Ampajanguense, supuestamenteuna industria lítica precerámica. Los historiadores, que les interesaba másla demografía comenzaron a trabajar con los problemas demográficos. . .

Pero los registros parroquiales datan de 1711 o probablemente más tar-de. . . Y entonces nos quedaba un hueco desde la conquista española hastamediados del siglo XVIII. Entonces se decía que había que leer las cróni-cas. . . pero nosotros no leíamos crónicas. . . Porque trabajar con crónicasno era propio de «una Arqueología científica». González había insistido enque había que trabajar con el dato arqueológico, y había hecho grandes crí-ticas a los trabajos de Márquez Miranda. Y los historiadores, como hacíantambién la Historia científica propia de los Anales de los años 60, tampoco

leían crónicas. Los antropólogos sociales se ocupaban de problemas de tra-bajo, de problemas que tenían poco que ver con lo étnico, por ejemplo. . . Y eso porque estaban también en la onda de los 60. Entonces hubo un

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divorcio tremendo y como estudio de área quedó absolutamente fragmen-tado. . . Cada uno siguió su ruta hasta que la historia de este país y de lasuniversidades se corta en el 66. En la Facultad de Filosofía de Rosario seprodujo la misma renuncia que en Buenos Aires, después de La noche de los

bastones largos. De manera que todo eso se interrumpió y quedó muerto.De todas maneras en cuanto a la Arqueología, Cigliano dejó Rosario y 

fue nombrado con un cargo full time en La Plata. A partir de ese momen-to, empezó una discusión sobre si los derechos de seguir la excavación enSanta María eran de Cigliano o eran nuestros; o sea del equipo de la Fa-cultad de Rosario que, además, había financiado esas excavaciones y susrespectivas publicaciones. Entonces nosotros hicimos en el 64 una últimacampaña con Myriam Tarragó y otra gente, cuyos resultados nunca se pu-

blicaron y la investigación en Santa María se interrumpió. Y a partir de ahí cada una tomó un rumbo distinto. Myriam se fue a San Pedro de Atacamay yo trabajé diez años en Santiago del Estero. Después del 76 yo me fui portres años a vivir a Francia. . . Y ahí empezó el otro proceso de cambio conel cual termino haciendo lo que estoy haciendo ahora.

— Cuéntenos cómo fue ese proceso a través del cual se fue acercando a laEtnohistoria

 Yo comencé a trabajar en Santiago del Estero porque no se había he-cho nada. . . y lo triste es que después de mí tampoco se hizo nada. . . cosaque lamento profundamente. Nadie ha seguido trabajando en esa zona. Meinteresó trabajar en algo nuevo y de forma totalmente independiente. Yohabía ingresado ya en 1964 en la carrera de investigadora del CONICET y tuve subsidios del CONICET, a veces de La Plata, a veces de la UNESCO. Y durante diez años, con interrupciones, trabajé allí. Creo que hice un aporte,pero creo que habría que revisarlo totalmente, porque seguíamos trabajan-

do con estratigrafías tradicionales, según las técnicas del momento. En el67 conocí en Perú a John Murra, que fue una influencia decisiva en mi vi-da. . . Me empecé a interesar cada vez más por la Arqueología incaica. EnFrancia asistí a seminarios que tenían que ver con Historia Colonial o An-tropología Histórica Colonial, y cuando regresé intenté dos vías. Empecéa trabajar con Arqueología incaica, en un sitio llamado Potrero Chaquia-go; y por otro lado yo había entrado en la crisis que me hizo abandonarla Arqueología. Yo llegué a la Arqueología por Rex González, pero por sumensaje, que era un mensaje muy humanista y social. Él decía que detrásde cada piedra hay un hombre. . .

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Charlas, un encuentro con la arqueología argentina 39

Uno buscaba la gente, el mensaje que la gente había dejado a partirde esos restos materiales que uno recuperaba. Yo llegué a la Arqueologíadetrás de ese mensaje. Pero la Arqueología se fue acercando cada vez mása las ciencias duras. Comenzó a utilizar técnicas de excavación cada vez

más rigurosas; trabajos de laboratorio cada vez más rigurosos. Y yo medaba cuenta que trataba de actualizarme en cosas que me costaban muchoy que realmente no me gustaban para nada. Se estaban apartando de loque para mí era la finalidad de la investigación arqueológica, que era larecuperación de la sociedad. Eso sumado a la influencia de las nuevas lec-turas de Etnohistoria. Lo fui pensando hasta que finalmente decidí dejar la

 Arqueología. Yo reconozco que el CONICET y la universidad me dieron un cheque

en blanco, porque me permitieron salir de la Arqueología y volver a la His-toria. Esto era una aventura porque mi formación había sido muy mala. Y tuve que aprender. Yo creo que después de hacer 20 años de AntropologíaHistórica sé menos de Historia que lo que sabía de Arqueología en el mo-mento que la dejé. Pero hice el esfuerzo y me lancé. Y cuando en el 84 meofrecen la dirección del Instituto de Ciencias Antropológicas y la cátedra deSistemas Socioculturales de América II, decidí crear la sección Etnohistoriay empezamos a armar la sección y la disciplina de cero, con la colaboracióninestimable de Ana María Presta y Mercedes del Río. Acá la Etnohistoriahabía caído en desgracia, en parte por la prédica de Rex González. Y yome planteé un desafío: la voy a reabrir y lo haría sin mezclar las cosas; sinmezclar lo que dicen las crónicas, que reflejan el período colonial tempranoo el prehispánico tardío, con lo que pudo haber sido más antiguo y sólo sepuede investigar con la Arqueología. Esas premisas de Rex González yo nolas perdí desde el comienzo. Pero sí decidí que era una disciplina que nopodía quedar muerta, y empezamos a trabajar sobre temas del Noroesteargentino. Y empecé a recuperar lo que con la Arqueología se me estaba

diluyendo, que era la gente.

— ¿A quiénes considera sus referentes en la arqueología?

Bueno, en Argentina fue Rex González. En Arqueología internacionalfue Gordon Willey. En Etnohistoria absolutamente Murra. Y en Historia ge-neral Carlo Ginzburg... Me recuerda a la persona de carne y hueso, mehace recuperar el aspecto humanístico de la historia. Reconozco que unodebe mantener el aspecto científico en cuanto al trabajo, pero no puedeperder de vista esta finalidad última que es humanística. Porque se tratade la recuperación de los comportamientos sociales, pero no sociales de

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una manera anónima de la típica Sociología, sino aquella que mezcla unpoco comportamientos regulares, muy recurrentes, con comportamientosindividuales, donde hay diferencias de grupos, de clase, de individuo. Lagente, mal que mal, a veces toma decisiones, sobre todo si tiene un lugar

de poder; o personajes como Pedro Bohórquez, que es un marginal, peroque se le antoja ir a buscar el  Paititi, el Dorado; y toma decisiones y searriesga. La gente responde a un patrón cultural, pero no por eso estamosdeterminados por ese patrón. Yo no sé si los arqueólogos actualmente pue-den romper ese corset de fuerza de las ciencias duras. Por lo que leo hoy día me parece que no. Y si quieren llegar al problema de la carrera en nues-tra facultad, ésta tiene a mi gusto esa deficiencia. Otra cosa. . . en cienciasduras hay explicaciones. En ciencias sociales, hay interpretación. Por otro

lado, si uno es claro y dice «esto lo interpreto así», es distinto que decir«esto es así». La primera manera de expresarse es más honesta y legítima. Y eso en Historia también se hace. No hay que perder el rumbo, el objetivofinal.

— Nos gustaría que nos cuente sobre satisfacciones y frustraciones que vivió através de la Arqueología

Las satisfacciones fueron aprender a trabajar, aprender a investigar,

aprender ciertos principios básicos de lo que es una investigación; otrasatisfacción fue el descubrir el respeto por el otro, el conocer el país. Encuanto a las frustraciones, tal vez dos cosas. Desde el punto de vista cien-tífico, ese endurecimiento de las técnicas necesarias para hacer el trabajoarqueológico y el sentir que me alejaba de los objetivos finales que yo con-sideraba para la Arqueología. El otro es el clima de excesivo celo entre losarqueólogos. Es un clima de vivir cuidándose las espaldas todo el tiempo.Un clima muy difícil para convivir, es terrible el nivel de agresividad que

existe entre ellos. Y yo ya no lo podía soportar más. En realidad es algoque también existe en otros ambientes. Pero lo cierto es que al inventaresta «quinta» propia con el desarrollo de la Etnohistoria, tengo menos pro-blemas de competencia. Ahora estoy más tranquila, no me peleo con nadie.

 Y algo que me gusta mucho hacer es formar gente. . . He formado a muchagente, que son discípulos. Y eso es lo que hizo Rex González. Yo formé dis-cípulos que los tengo repartidos en varias partes del país y del exterior y de los cuales estoy muy orgullosa. En este lugar he pasado los mejores 20años de mi vida, aquí haciendo Etnohistoria. Soy una persona que tiene elcorazón en paz.

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— ¿Siente que algunas cosas de la Arqueología la ayudaron en su nuevaorientación?

Sí. . . me quedaron muchas cosas. . . El respeto por las diferencias de

técnicas, en el sentido de que no podría mezclar las cosas. . . El gusto desaber ciertas cosas, de tener ciertos conocimientos; por ejemplo cuando migente necesita leer ciertas cosas de Arqueología soy yo quien les traduce,aún puedo escuchar y leer Arqueología. Yo puedo interpretar el pasado. . .Sé como leer la Arqueología y como disfrutarla cuando uno tiene que re-currir a ella. Y la rigurosidad científica me quedó muy incorporada, utili-zaré otras técnicas pero aquello quedó. Yo creo que la Arqueología deberíaabordar el pasado como si fueran dramas humanos. Claro, uno no conoce

el nombre de estos personajes, no sabe cómo se sentían, o cómo pensaban.Cuando uno encuentra ciertos restos, tiene que pensar «¿quién era el queestaba acá? ¿Qué sentiría? ¿Qué conflictos viviría esta gente?» Hay quepensarla como gente.

— ¿Qué es lo que más y lo que menos extraña de la carrera?

Lo que más extraño es el trabajo de campo. Me ayudaba mucho a lasalud, me mantenía ágil. El contacto con la naturaleza, la pasión del des-

cubrimiento. . . Y lo que menos extraño son las peleas con los otros arqueó-logos, los celos y los conflictos. En aquellos momentos mis compañeros y yo vivimos mucho eso de «nosotros y los otros». Y el que no estaba con no-sotros era un enemigo. Nos lo hicieron sentir mucho, eso de Rosario y LaPlata contra Buenos Aires. Y yo eso no lo soporto. Porque cuando estába-mos todos adentro éramos amigos. Pero cuando hubo disputas por espaciosde poder ahí se transformó en «nosotros y los otros».

— Desearíamos que nos deje algunas palabras finales para cerrar este

encuentro.

El mensaje sería que no pierdan el objetivo. Muchos estudiantes queingresan a Arqueología se pasan a la corriente social por la orientaciónde la Arqueología, porque la búsqueda de la sociedad pasada se diluye enotras perspectivas, por lo menos en esta facultad [UBA ]. Les diría a quienesrecién comienzan la carrera que no pierdan la búsqueda de la sociedad.Que si llegan buscando gente, que se empeñen en buscar gente. Y que el

objeto, el resto material o su contexto, sea sólo el vehículo para llegar a lagente, que no sea el objeto en sí mismo el objetivo.

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Luis Abel Orquera*

Foto: Gentileza Luis Orquera.

* Luis Orquera nació en Capital Federal en 1935. Se recibió de abogado en 1963 y de Li-cenciado en Ciencias Antropológicas en 1972, en la Universidad de Buenos Aires. En laFacultad de Filosofía y Letras hizo la carrera docente desde 1966 hasta 1974, año en quefue profesor interino de Arqueología Extraamericana. Luego dictó diversas materias ar-queológicas en las Universidades del Comahue y La Plata y ha dirigido cantidad de tesistasdoctorales, becarios e investigadores del CONICET. En 1975 inició la investigación arqueo-lógica de la región del canal Beagle, de la que han participado muchos otros profesionales y estudiantes; en su transcurso dirigió veinte campañas extensas de excavación y la posterior

tarea de gabinete, que todavía continúa. Es autor o coautor de 51 publicaciones académi-cas. Desde 1978 su lugar de trabajo es la Asociación de Investigaciones Antropológicas;en 1985 ingresó al CONICET, institución de la que se jubiló en 2001 como InvestigadorPrincipal.

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— Para comenzar este encuentro, nos gustaría que nos cuente qué fue lo quelo motivó a interesarse en la Arqueología.

Bueno, fue una larga evolución, si es que les interesa conocerla. . . Uno

de los primeros libros que leí fue uno de Ameghino, que ya me encantó,y durante toda la escuela siempre me gustó muchísimo la Historia. En elNacional Buenos Aires saqué las mejores notas de Historia de mi promo-ción. Pero, hijo de docentes, hermano de docentes, ahijado de docentes,rodeado de docentes por todas partes. . . estaba harto de escuchar que losdocentes se mueren de hambre, que nunca se los reconoce. Y entonces memetí en Derecho. . . y me recibí. Hoy, cuarenta años después, me preguntocómo hice. . . Pero, a medida que iba cursando las asignaturas, me daba

cuenta que la parte que más me interesaba de cada materia era la primeraparte, la parte histórica, la parte que todo el mundo odiaba. En cambio amí, cuando estudiaba Derecho Comercial, enterarme cómo evolucionó elderecho comercial en Roma me encantaba. Y dije: «bueno, si tengo una vo-cación tan fuerte por la Historia, la seguiré, pero no voy a hacer la locurade abandonar Derecho cuando me faltan unas pocas materias. . . »; terminéDerecho y comencé la carrera de Historia como hobby, para darme el gus-to. Así fue que la última materia de Derecho la cursé junto a dos materiasde Historia. . . Siempre con la idea de que no iba a terminar esta segunda

carrera. Me dije «bueno, lo hago por gusto mientras aguante». Yo ejercí como abogado durante diez años en un estudio. . . Pero cursé

en Historia Introducción a las Ciencias Antropológicas con Lafon  [Ciro],que era un excelente docente, que me abrió un montón de panoramas queyo no conocía. Hasta ese momento, en cuanto a Arqueología pensaba enTroya, en Schliemann, en cosas por el estilo, pero no sabía todas las va-riantes que podía tener. Me gustó tanto que en el cuatrimestre siguientecursé Arqueología Americana, también con Lafon. . . la cursada me encan-

tó. Me gustó tanto que comencé a pensar en cambiarme de carrera. Medi cuenta que lo que me gustaba realmente de la Historia eran los oríge-nes. Entonces hice un balance y me dije «vamos a hacer la prueba». CurséPrehistoria del Viejo Mundo, con Menghin, que era optativa. Y esa materiafue el deslumbramiento. Quedé enloquecido con la prehistoria universal. . .

 Y allí me decidí. A Menghin, aunque ha sido muy criticado, yo siempre lo defiendo como

profesor y como persona, independientemente de las ideas políticas equi-

 vocadas que haya tenido. . . Como persona era muy bueno y sabía conta-giar el entusiasmo por su materia. De Lafon ni hablemos, el mejor docenteque he tenido en la carrera. . . Jefa de trabajos prácticos en estas últimas

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dos materias era Sanguinetti de Bórmida, que me incitaba a que me pasa-ra. Y bueno, me cambié a Antropología. Eso coincidió en el año 1966 conel Congreso Internacional de Americanistas que se hizo en Mar del Pla-ta. Fui a ver como era eso y el contacto con los grandes de la Arqueología

americana de aquella época me confirmó que estaba en el camino correcto,en el camino que a mí me satisfacía profundamente. No me considero unabogado frustrado; me iba bastante bien como abogado. Creo que de nohaber tenido esa salida lateral, hubiera desarrollado mi vida más o menoscontento, más o menos ocupado, pero la Arqueología me abrió perspecti-

 vas que hacen que piense que el día que decidí dar el cambio fue el mássabio de mi vida.

 Así que volví a Buenos Aires desde Mar del Plata y dije a mis socios

que no sabía cuándo, pero que en algún momento dejaba el Derecho paradedicarme por entero a la Antropología. Tardé un poco en decidirme; meconvocaron para ser ayudante de trabajos prácticos en varias materias.Eso me insumía tiempo, la tesis también. . . Y me recibí a los nueve añosde carrera, en 1972.

Durante un tiempo quise hacer las dos cosas simultáneamente, perome di cuenta de que eso era imposible, no tenía sentido. Se me planteótambién un dilema ético. . . Pensaba en la persona que me venía a vercomo abogado y yo no quería que se diera cuenta de que mientras yo laatendía estaba pensando en otra cosa. Entonces, apenas pude encontrarlos medios materiales para dedicarme por entero a la Arqueología di elpaso. Los medios fueron el que yo tenía una ayudantía docente rentada,me dieron una ayudantía en el Museo [Etnográfico] y con los dos sueldosque me pagaban por esos dos cargos podía subsistir. Trabajé intensamenteen el museo, la Arqueología cada vez me gustaba más... Yo para aquelentonces pensaba que mi destino iba a ser la Arqueología del Noroeste

 Argentino. Pero bueno, pasaron dos cosas. Al año de estar trabajando se

 vino la intervención con Sánchez Abelenda, que cerró el museo y nos echóa todos. Quedé en la calle, como muchos. Además se dio una situaciónde esas que se dan una vez en la vida. . . Arturo Sala había dado clasesde Fundamentos de Arqueología. En ese curso tenía como alumno a unseñor que era mayor, que era socio comercial del gobernador de Tierradel Fuego. Un día le preguntó a Sala si no había interés en hacer unacampaña arqueológica en Tierra del Fuego. Sala le dijo que sí, pero que nohabía medios. El señor dijo que los podía conseguir, a través del socio. Sala

aceptó y me invitó a mí. Así fue como, en lugar de viajar a la Quebrada deHumahuaca, viajé a Tierra del Fuego; desde entonces trabajo allí y estoy 

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cada vez más contento de haberlo hecho y cada vez más contento de mihado personal que me ha encaminado hacia esa región.

— ¿A quiénes considera sus referentes en arqueología?

¿Actualmente? Todos y ninguno. Todos son útiles y a ninguno sigo demanera precisa, exacta. . . Por supuesto, hay grandes nombres a los cua-les respeto muchísimo, de los cuales he tomado mucha inspiración. En elámbito internacional Childe, Bordes, Leroi Gourhan, Flannery, Shennan,Binford. Pero no puedo decir que me circunscriba a uno de ellos única-mente.

— ¿Cómo describiría su evolución teórica a lo largo de su carrera?

Cuando yo estudié como alumno en esta facultad, el panorama estabadominado totalmente por la escuela Histórico-Cultural. Bueno, aclaremos.En Prehistoria del Viejo Mundo y en materias etnológicas dominaba esaescuela. Lo cual es lógico, cada persona tiene derecho a dar una materiade acuerdo con su orientación o lo que considere que es el enfoque másadecuado, y en ese momento la Histórica-Cultural estaba bien vista. Sinembargo, no todas las materias eran histórico-culturales. A veces se gene-

raliza indebidamente, diciendo que en la Facultad de Buenos Aires todaslas materias eran de esa corriente, y eso no es verdad. Lafon, por ejemplo,nunca fue histórico-cultural: tenía un gran respeto por Menghin, aceptabamuchas de sus ideas, de sus esquemas, los daba en clase, pero tambiéndaba una enorme importancia a los de Rex González, que de histórico-cultural no tenía nada. Nosotros estudiamos muy profundamente los es-quemas del Noroeste argentino de Rex González. En realidad Lafon podríahaber sido adscrito al configuracionismo norteamericano. Tomó contactocon arqueólogos norteamericanos como Bennett, Willey, Ford o Meggers y,a través de Palavecino, con etnólogos como Linton y otros de su escuela.Con el tiempo, el esquema central de los cursos de Lafon se centró en Wi-lley, que era histórico-cultural pero no de la modalidad europea. Es verdad,era culturalista, al igual que Lafon. No era materialista, no era ecologista,pero no era de la escuela Histórico-Cultural vienesa o europea.

 Así que nosotros veíamos muchos autores norteamericanos y todo loque hace a la arqueología americana. Yo me formé en esos tiempos y misprimeros trabajos pecan, lo reconozco, de ser histórico-culturales. Pero una

 vez que me recibí, muy pronto comencé a sentir dudas acerca de la «defen-dibilidad» de algunos conceptos de Menghin y de Bórmida en cuanto a laarqueología argentina y la sudamericana en general. Poco a poco esas du-

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das se fueron consolidando, hasta que en 1980 estaba convencido de queeso no funcionaba y en el 82-83 publiqué los artículos en los cuales hacíael cambio teórico. Critiqué los esquemas que hasta entonces se enseña-ban y que se siguieron enseñando durante mucho tiempo en esta Facultad

[UBA ]. Ahora, ¿a qué me volqué? Bueno. . . decir que me volqué a la escue-

la Ecológico-Evolutiva sería un poco exagerado, un poco deshonesto. Perodesde muy temprano yo pensaba que la actividad humana, «la cultura», nopodía ser entendida si no era en relación con el ambiente, o por lo menosque el ambiente explica muchas de sus facetas. Comprender el ambiente deTierra del Fuego nos llevó bastante tiempo a Ernesto Piana y a mí. Tenganen cuenta que cuando llegamos a trabajar allá, el único trabajo arqueoló-

gico que se había hecho era el de Junius Bird, en 1933, que para su épocafue muy bueno, estuvo muy bien planteado. Pero Bird escribió una páginay un tercio sobre Tierra del Fuego, no había nada más. Queríamos excavarconchales y ningún manual explicaba como hacerlo. Estaban los trabajosde Gusinde, pero se referían a indígenas aculturados, indígenas de 1920,algunos de los cuales eran peones de estancia, muy afectados por 50 añosde evangelización. . . O bien trabajos a distancia como los de Imbelloni, alos cuales se les podría hacer un montón de críticas. Sobre el ambiente tam-bién había muy poco publicado. Había generalizaciones, nada más. Hastael cuarto o quinto año de trabajo no pudimos reunir datos suficientes paraempezar a entender el ambiente, lo que recién publicamos en 1984, en las Primeras Jornadas de Arqueología de Patagonia, que se hicieron en Trelew.Después seguimos tratando de comprender ese diálogo que se ve muy mar-cadamente en Tierra del Fuego entre el ambiente y el comportamiento delos seres humanos. Eso no significa desconocer otras vertientes, no implicadecir que el simbolismo no existe o no tiene importancia; no significa queel ambiente lo determine todo. Explica bastante, pero no lo determina. Ésa

fue la línea general en la cual hemos estado trabajando desde 1980 hastala fecha.

— Se acerca a la línea de la Ecología Evolutiva con reservas.

Con libertad.

— ¿Podría hablarnos de las áreas temáticas en las que desarrolló y de las quele hubiese gustado desarrollar sus investigaciones?

Tantas. . . A medida que pasaba el tiempo debía restringir mis anhelos y mis ambiciones. . . Obviamente a mí me hubiera gustado seguir trabajando

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en el campo docente, por lo menos, en Prehistoria del Viejo Mundo. Mehabría gustado también trabajar la Arqueología de la pampa, pero nuncatuve la oportunidad. En cambio se dio la oportunidad en Tierra del Fuego.

 Y estoy tan satisfecho con eso. . . Aclaro que entendemos Tierra del Fuego

como parte de Patagonia, no nos restringimos a Tierra del Fuego, tomamosesa región como una parte de Patagonia que se contrapone al resto peroque no se puede interpretar de manera aislada sino como parte de esacontraposición.

Una orientación que nos ha ayudado y seducido mucho y a la cual he-mos tratado de seguir es la Teoría del Forrajeamiento Óptimo, a la cualúltimamente estamos tratando de llamarla más bien Teoría del Aprovisio-namiento Óptimo. Esa orientación tiene cosas que nos gustan y cosas que

no. Nos gusta el hecho de que se planteen problemas concretos de personasen situaciones determinadas. Se pregunta qué haría una persona razona-blemente en tal situación si cuenta con tales recursos y tiene tales o cualesexpectativas concretas. Tiene un inconveniente, que no comparto: que se-gún los defensores principales de esa teoría la elección humana suprime laacción de la selección natural. Con eso no estoy de acuerdo de ninguna ma-nera. Yo creo que la selección natural sigue eligiendo qué comportamientos

 van a subsistir y cuáles tienen que ser modificados o suprimidos. Pero pien-so también que son dos niveles de análisis distintos. El hombre elige, peropuede equivocarse o no tener información suficiente. Las decisiones quetoman los hombres pueden ser analizadas en cuanto a su racionalidad deacuerdo con la Teoría del Forrajeamiento Óptimo. Si resultan acertadas,perduran; si no lo son, la selección natural tarde o temprano las elimina uobliga a modificarlas.

Si usamos esta teoría podemos preguntarnos: ¿por qué los seres huma-nos hicieron cosas que en principio no serían esperables? Los modelos nosolamente indican cómo es el mundo. Sirven también para ver qué es lo

que no se da en el mundo o qué se da de manera diferente y necesita ex-plicación. Los modelos no solamente indican cual es la solución esperable,debe verse en los modelos una herramienta para advertir por ejemplo, porqué los seres humanos en determinadas circunstancias, no se comporta-ron de esa manera que esperaríamos sino de otra: alguna razón tiene quehaber. Pero no apliquemos el modelo como si fuera la respuesta universalpara todas las situaciones.

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— Quisiéramos que nos cuente algunas de sus conclusiones acerca de ladinámica poblacional yámana (posible origen, desplazamientos yasentamientos en los canales) versus la Selk’nam de la Isla Grande.

Uno de los puntos importantes que siempre marcamos, y en la cual de-bo decir que no todos los arqueólogos argentinos reparan, es que el área decanales magallánico-fueguinos es una cosa diferente a Patagonia. En gene-ral, en muchos libros y artículos, está la Patagonia de manera integral. Sinembargo, son dos mundos diferentes, en lo instrumental y en lo adaptati-

 vo. Uno es Patagonia y el norte de la isla de Tierra del Fuego, dominadopor poblaciones pedestres que podían hacer uso ocasionalmente de los re-cursos litorales, pero sólo de manera complementaria; que dependían muy 

fuertemente de la cacería del guanaco para su subsistencia. Otra cosa muy distinta es el área que llamamos de canales magallánico-fueguinos, que seextiende desde Chiloé hasta el Cabo de Hornos, en la cual la vida estabaorganizada en torno de las costas, de las canoas y de los arpones para cazarlobos marinos. Eso no era únicamente una diferencia de dieta sino tambiénde equipamiento instrumental (incluso el común, no solamente el de lasarmas de cacería) y de la organización social. Ahora, ¿cómo se formó esadiferencia? Y. . . todavía faltan muchos trabajos, muchas investigaciones.Sólo puedo plantear suposiciones o hipótesis, no puedo dar una respues-

ta concluyente. Para comenzar, el poblamiento canoero, el poblamientoadaptado al litoral tiene unos 6.000 años. Ahora, hace 6.000 años, el mun-do costero del Pacífico y del canal Beagle ya estaba poblado por gente queno estaba en ninguna etapa experimental de vida, sino con una estructurade subsistencia y de movilidad muy bien estructurada que se mantuvo conmuy pocos cambios hasta la llegada de los europeos. No «inmovilidad»,sino «estabilidad» del comportamiento adaptativo.

— De hecho hay bellísimos arpones que están fechados en 6.000 años, lo queimplica una tecnología no de experimentación sino ya madura.

Exactamente. . . La tecnología ya estaba bien desarrollada o quizás másdesarrollada que en tiempos mas recientes. A través del tiempo hubo inno-

 vaciones, como por ejemplo la adopción de arcos y flechas. Pero al mismotiempo hubo algunos aspectos en los cuales, quizás por comodidad o porcumplir el mismo trabajo con menor esfuerzo, los utensilios de etapas fi-nales no están tan bien terminados como los anteriores. Encontraron una

forma de conseguir el mismo resultado con menos esfuerzo.

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— Más pragmáticos.

Eso es una forma adecuada de decirlo. Esa forma de vida está regis-trada desde Chiloé hasta el Cabo de Hornos en varios sitios, y hay una

recurrencia en las fechas cercanas a los 6.000 años, lo cual puede hablarde un poblamiento bastante rápido. Eso no es de extrañar, porque la de-mografía enseña que cuando se intenta el poblamiento de un área virgen,desocupada, el crecimiento demográfico puede ser explosivo. A diferenciade lo que ocurre una vez que se alcanza la capacidad sustentante, en lacual el crecimiento se anula o se efectúa con ritmos irrisorios.

 Ahora, de dónde viene ese poblamiento y porqué se produjo es otroproblema. A pesar de nuestro interés por motivos ambientalistas, no hemos

encontrado motivos que hayan empujado al cambio hacia la vida litoral. Sí que lo hayan hecho perdurar.¿Por qué se dio el cambio? Sería muy fácil pensar explicaciones sim-

plistas, del tipo: «hubo un cambio climático» o «una disminución de losrecursos», cosas por el estilo. Sin embargo, cuando empezaron las adap-taciones litorales hace 6.000 años, el clima era algo más húmedo que elactual, con lo cual la productividad debería haber sido algo mayor; por lotanto, la gente en el continente no debería haberse sentido empujada abuscar nuevos recursos.

— Y tampoco tendría asidero la idea del «arrinconamiento.. . »

No, para nada. . . eso ya lo habíamos dicho en 1984. Si se tiene en cuen-ta que en el siglo pasado, hacia 1870, la población yámana que poblabadesde el canal Beagle hasta el Cabo de Hornos era, en 27.000 km2 de tierray agua, de 2.500 a 3.000 personas; y si recuerdan que Musters en la mismaépoca calculó otro tanto, 3.000 personas, para toda la extensión de Pata-gonia, que tiene 800.000 km2, ¿de qué arrinconamiento me hablan? Enel ámbito antropológico-físico siempre se habló de las grandes diferenciassomáticas de los cazadores pedestres de Patagonia continental y el nortede Tierra del Fuego con los canoeros de las islas magallánico-fueguinas.Evidentemente, las diferencias son impresionantes. Entre un tehuelche oun selk’nam, que medía 1,80 de altura, que tenía un perímetro toráxico de¡un metro!, esbelto, bien proporcionado, y un yámana o un alacaluf quemedía 1,57 de promedio, que tenía un buen desarrollo toráxico pero erade piernas poco desarrolladas, con una postura muy desgarbada. . . Si a

eso se le suman la suciedad y el hollín y la grasa que se aplicaban, eso ex-plica la mala impresión que causaron en los primeros europeos. O sea queno debe extrañar que siempre se los hayan presentado como dos «razas»

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diferentes, como poblaciones enteramente distintas. Recuerden el esque-ma de Imbelloni: la primera oleada de poblamiento era la que terminó enlos yámana y alacalufes y la segunda oleada la de los cazadores pedestrestehuelches. Sin embargo, cuando se estudian los cráneos se nota que éstos

eran muy parecidos. Ahora ¿cómo se explica una semejanza en los cráneoscon una diferencia tan grande en el aspecto exterior? Yo creo que debe serque ambos grupos pertenecían a la misma corriente de poblamiento quese comenzó a diferenciar hace relativamente poco tiempo y que por esascosas que tiene la evolución se diferenció aceleradamente en algunos as-pectos y se mantuvo conservadora en otros. Es decir que la división entrelos dos grupos habría que buscarla en un tiempo y un espacio no muy le-

 jano, y que tuvieron que haberse diferenciado bastante cerca del estrecho

de Magallanes.Pero, ¿qué sabemos del cuerpo de esos hombres de hace 6.000 años?Muy poco. En cuanto al único individuo canoero que se conoce atribuiblea esa antigüedad, se trata de un enterratorio que se encontró a orillas delEstrecho de Magallanes, pero no está estudiado. Está en Francia y no seha hecho ningún estudio al respecto. No sé si hace 6.000 años ya existíanesas diferencias físicas entre los grupos. Y en cuanto a dónde se produjo,hay que ver la vía de entrada. Hay dos posibilidades: por el este o por eloeste de la Cordillera de los Andes. Por el este, la diferenciación se podríahaber dado cerca del Estrecho de Magallanes, porque hay algunas vagassemejanzas en el instrumental entre la fase Toldense y el material de loscanoeros más antiguos, aunque nada contundente. En cambio, en Chiloéhay evidencias casi tan antiguas pero en cuanto al instrumental no hay ma-nifestaciones vinculantes. Por lo tanto, con Piana pensamos que la escisiónse habría dado en el sur, cerca del Estrecho de Magallanes, más de eso nopodemos decir.

— ¿Podría hablarnos sobre el estado actual de sus investigaciones en la región y las actividades del CADIC (Centro Austral de Investigaciones Científicas) del CONICET?*

Bueno, yo ya estoy jubilado. Por lo tanto no hago investigaciones nue- vas sino que trato de cerrar las que están abiertas, de terminarlas. Eso noimplica que otra gente deje de trabajar, se está trabajando cada vez más.Hay un grupo de jóvenes, de personas recién graduadas, de becarios o pro-fesionales del CONICET que están haciendo un trabajo muy bueno, comoel caso de Martín Vázquez que estudia arqueofauna, de Francisco Zangran-

* Entrevista realizada en marzo de 2005.

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do, que trabaja con peces y está empezando con isótopos. Myriam Álvarezse especializó en el estudio microscópico de los rastros de utilización en elinstrumental, y Dánae Fiore encara los aspectos técnicos de la ornamenta-ción. Fuera de la Arqueología, hay ahora en el CADIC bastantes personas

que se están orientando hacia la investigación de la región. Es un lugarmuy propicio para la investigación porque permite la interacción fácil y continua entre diversas disciplinas y porque está en el pleno centro geo-gráfico de la región, con acceso fácil a todos los sitios. Con buena inserciónen la población de Ushuaia, que eso es muy importante.

Cuando llegamos a Ushuaia encontramos un problema serio que era elhuaqueo, la destrucción por entretenimiento. Había taxistas que llevabanuna pala en el baúl del auto y por unos pesos daban a los turistas la opción

de encontrar su propio arpón. . . Pero la labor que hizo el Museo del Findel Mundo, dirigido por un  huaquero arrepentido, Oscar Zanola, permitióuna buena tarea de protección de sitios y de difundir conciencia en lapoblación. Entonces el  huaqueo, si bien no ha desaparecido (es utópicoque desaparezca) ha disminuido enormemente por lo menos.

— Hay más conciencia por parte de la población.

 Así es. . . Además, como la mayor parte de la población de Ushuaia es

inmigrante, es gente que para encontrar un motivo de identidad se refugiaen el pasado aborigen, cosa que ocurre muy poco en nuestro país. Se no-ta un gran interés. Nuestro trabajo en Tierra del Fuego tiene tres etapas.

 A raíz de la variabilidad del registro arqueológico, fuimos diferenciandola diferencia cronológica, la microambiental y la funcional. La diferenciafuncional la neutralizamos en un primer momento excavando sitios quetuvieran las mismas características: conchales. En cuanto a la diferenciacronológica, estudiamos primero sitios que abarquen todo el espectro de

ocupación desde 7.000 años AP hasta la actualidad. Ya habíamos excavadoen Lancha Packewaia y seguimos en Túnel, separados por 800 metros. Nohabía diferencia microambiental notable, por lo tanto si había diferenciasse deberían al paso del tiempo, no al costo y beneficio del acceso a losrecursos. En general vimos una gran estabilidad a través del tiempo.

 Al terminar la excavación de Túnel I en 1986 pasamos a buscar dife-rencias microambientales. Sitios que denotaran actividades similares peroubicados en lugares que tuvieran accesos diferentes a diferentes recursos:cosa de ver que si encontrábamos diferencias era porque en un lugar esosrecursos eran más provechosos o más baratos que en otros.

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 Ahora se está trabajando en problemas específicos. Uno de ellos es elproblema antropológico-biológico. Hasta el día de hoy no habíamos en-contrado restos humanos. En estos momentos se están buscando enterra-torios. Se está en eso. . . Queda mucho por hacer, por ejemplo el estudio

de las pautas de trozamiento, de los rastros de corte. . . Que lo haga otro,la satisfacción mía es poder dejarles trabajo a otros.

— ¿Cómo ve la arqueología argentina en el contexto internacional?

Bien. Hay altibajos, por supuesto. Pero en general digamos que en unsegundo plano honroso; no está en el nivel de los países más adelantados,con más recursos y con más capacidad de innovación, pero en general porlo menos en el contexto sudamericano está bien.

— ¿Qué satisfacciones y frustraciones vivió a través de la Arqueología?

Satisfacciones, muchísimas. . . El placer de hacer lo que a uno le gusta.El placer de encontrar resultados. . . El placer de plantearse problemas y encontrar que razonando acerca de soluciones se puede llegar a algo pro-

 vechoso. El placer de llenar un hueco en el conocimiento que era casi totalcuando comenzamos. Hemos tenido una gran cantidad de buena suerte en

nuestro favor, porque es muy agradable ser pionero (como lo fuimos en Arqueología de Tierra del Fuego). . . Es muy trabajoso no encontrar datos,es muy frustrante querer saber de la etología de algún molusco y no tenera nadie a quién preguntar porque cuando empezamos a trabajar no ha-bía ningún biólogo que lo hubiera hecho. O sea que al principio tuvimosque ocuparnos de cosas que estaban más allá de la Arqueología. Recién en1985 llegó a Ushuaia como becario el biólogo Adrián Schiavini, gracias aquien comenzamos a entender el comportamiento de los pinnípedos. Peroal mismo tiempo, ser los primeros en trabajar en la región de manera inten-siva y continua nos dio la posibilidad de encontrar cosas muy interesantes,que son las que hemos dado a conocer hasta ahora y otras que están enelaboración.

 Ahora, frustraciones. . . Tengo sí, pesar por no haber seguido con laPrehistoria del Viejo Mundo o el no haber podido trabajar en la provinciade Buenos Aires, pero eso es una cosa inevitable en la vida de toda perso-na: uno tiene que tomar opciones y si puede elegir la que más provechodará, enhorabuena, bienvenida. Yo no diría que la Arqueología me ha da-

do frustraciones. . . algunos momentos de preocupaciones por la falta defondos, pero más que eso no.

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— Nos gustaría que nos deje un mensaje para los nuevos ingresantes a lacarrera.

Bueno, ahí sí que no puedo ser tan optimista. Porque la situación para

los nuevos arqueólogos ahora la veo bastante más comprometida, bastantemás difícil que cuando nosotros comenzamos. Cuando empezamos éramospocos; al principio los que pensábamos seguir Arqueología éramos cuatro.Nada más. Prácticamente se nos buscaba para ocupar puestos, para ocuparcargos. Se nos solicitaba que fuéramos ayudantes de trabajos prácticos.

 Ahora, la competitividad por alcanzar un cargo docente es terrible. Ahorahay mucha gente que después de mucho tiempo de estar recibida estáestancada en los grados más bajos del escalafón docente, porque no tiene

posibilidades de subir. Ahora por suerte se está abriendo el CONICET, esuna gran noticia que después de muchos años ahora se prometa una mayorabundancia de becas y de cargos de investigación. Pero. . . cuesta muchoahora conseguir uno de esos cargos.

En parte esto se debe a que los arqueólogos no hemos sabido venderadecuadamente nuestro trabajo. Los paleontólogos nos han pasado por en-cima. . . nos han aplastado con los dinosaurios. Al común de la gente, porlo menos en nuestro país, por lo menos a los adolescentes, le interesa sa-ber mucho más cómo vivía un dinosaurio que cómo vivía un tehuelche. Por

otra parte, los arqueólogos nos hemos olvidado del contacto con la gente.Hace cuarenta años, cuando comencé la carrera, había una conferencia de

 Arqueología por semana, si no más. ¿Cuánto hace que no veo en el diario lanoticia de una conferencia de Arqueología abierta al público en general?Nos hemos preocupado mucho por los detalles técnicos, lo que en parteestá bien, pero también hay que saber divulgar, hay que saber hablar a lagente.

 Yo siempre me acuerdo de algo que escribió Kent Flannery, uno de

los mejores arqueólogos del siglo veinte, que decía que a la gente no leinteresa que los arqueólogos hagan filosofía, le interesa saber qué pasó enStonehenge. . . o quién era Tutankamón. Y nosotros nos hemos olvidado unpoquito de eso. Piana y yo tratamos de ver qué pasaba con las personas,cómo reaccionaban en el ambiente que estudiamos. En lo general hay unnivel demasiado abstracto en la disciplina; por supuesto, es necesario eimprescindible, pero falta convertirlo en algo más accesible.

Los seres humanos tenemos tendencia a tomar todo como blanco o ne-

gro. Pero si hay algo que me enseñó la vida es que la mayoría de las veceslos dos tienen razón o que ninguno tiene razón. Durante mucho tiempo sepuso de moda decir que la investigación científica tiene que ser hipotética-

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deductiva y que la inducción es mala. Yo me pregunto: ¿por qué? La in-ducción sola es mala, inútil. Pero la deducción sola se queda limitada, sequeda atada de pies y manos. La deducción necesita de la inducción y lainducción necesita de la deducción. Durante mucho tiempo se nos dijo que

la Arqueología debía ser Antropología o no era nada; después también la Antropología se convirtió en mala palabra. Pero la Arqueología necesita dela Antropología y de la Historia: son enfoques que se enriquecen comple-mentariamente, no se oponen.

 Ahora, consejos. . . Mejorar su capacitación en todos los sentidos posi-bles, mejorar la teoría y también la práctica. No teman al esfuerzo, evitenlos caminos fáciles. Busquen todas las aproximaciones posibles y tratende complementarlas. No se cierren en un enfoque teórico único, sino que

«háganse convencer» por los enfoques teóricos. Aplíquenlos no de maneraautomática, no como recetas que faciliten el éxito sino como herramientasde las cuales me voy a servir si me son útiles. Esto no significa que haya queser un ecléctico para quien todo valga lo mismo. Las leyes generales exis-ten. . . pero se aplican en determinadas circunstancias. Hay que ver en quécircunstancias las estamos aplicando, y eso muchas veces se ha olvidado.

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Myriam Noemí Tarragó*

Foto: Gentileza Myriam Tarragó.

* Myriam Noemí Tarragó nació en 1937. Estudió en la Facultad de Filosofía y Letras de laUniversidad Nacional del Litoral, donde fue la primera egresada mujer en la especialidad Arqueología. Más tarde obtuvo el título de Doctora en Historia, especialidad en Antropolo-gía en esa unidad académica, que había pasado a pertenecer a la Universidad Nacional deRosario. Es Investigadora principal del CONICET, y Profesora Consulta de la Facultad de Fi-losofía y Letras. Con anterioridad se desempeñó como Profesora Titular de la especialidad Arqueología, Departamento de Ciencias Antropológicas. Directora del Museo EtnográficoJuan B. Ambrosetti, integra el Comité Científico del proyecto de nominación del Qhapaq

 Ñan, Centro del Patrimonio Mundial, UNESCO. Ha sido distinguida en numerosas opor-

tunidades, entre ellas el premio Konex 2006. Se ha dedicado a la investigación de lassociedades prehispánicas de los Andes Meridionales, desde los inicios de la producciónde alimentos hasta la conquista, publicando sus resultados en libros y revistas científicasargentinas e internacionales.

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58 Myriam Noemí Tarragó

— Nos gustaría que nos cuente sobre los motivos de la elección y sus primerospasos en la disciplina.

Desde mi infancia podría marcar dos puntos cruciales. Por un lado, al-

gunos familiares que eran del campo solían contar historias diversas que amí me atraían mucho. Lo mismo puedo decir de mi madre como transmi-sora de estas historias familiares. Mi padre también era muy conversador,y con él tuve una experiencia muy particular; solíamos ir juntos al cemen-terio a visitar las tumbas de mis abuelos, de mis tíos. . . Pero era un cemen-terio de pueblo, en San Lorenzo, Provincia de Santa Fe, y en aquella épocalas bóvedas tenían una serie de elementos singulares, se veía las fotos delas personas, ofrendas inclusive adentro, y mi padre me contaba historias

de esta gente que él había conocido. Creo que ese fue un punto crucial enmi primera infancia. Nunca he visto el lugar de los muertos, la casa de losmuertos como un lugar de temor, sino como un lugar donde está guardadala vida de mucha gente a través de lo que ellos representaban.

También fue muy importante para mí el contacto con los libros, que lotuve muy de pequeña, en mi primera escuela primaria, una escuela de pue-blo que tenía su biblioteca, y el hecho de tocar los libros, de sentir los oloresdel papel y de leerlos fue un gran placer para mí. Creo que estas dos cosasson las bases. Luego en mi elección de la carrera a seguir en la universidad,

tenía un rango alto de espectro de intereses, desde la Arquitectura hastala Psicología, pero finalmente terminé en Historia. Empecé esta carrera enla Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad del Litoral en Rosario, y creo que eso no es casual.

Luego, a mitad de carrera, se produce el gran quiebre, la gran apertu-ra, que es cuando conozco al Dr. Alberto Rex González que era profesor dela materia de Arqueología dentro de Historia, y ahí me despierta el interéspor la Arqueología en forma casi violenta. Me cambio de carrera y empiezo

 Antropología, que recién se había creado, eso fue en 1959. Ya en esta nue- va etapa donde estoy absolutamente decidida a seguir Arqueología contra viento y marea, fue casi un escándalo en mi familia que yo mujer decidie-ra tomar esta carrera (qué iba a hacer, de qué iba a vivir, etc.). Fue muy bueno porque me tocaron los años de oro de la universidad pública argen-tina, que fue la década del 60. Tuve la suerte de ir a muchos trabajos decampo mientras era estudiante, fácilmente como diez campañas; la prime-ra, que fue fundamental para mí, fue la campaña a El Alamito, Catamarca,

propuesta por Rex González, en los años 58 y 59; y luego por supuestotodas las campañas que se inician en el valle de Santa María, propiciadaspor el Dr. Eduardo Mario Cigliano.

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— ¿Cómo afectó el hecho de ser mujer en los inicios de su práctica profesional?

 Afectó en muchos sentidos, tal vez no tanto al principio porque era laetapa de mayor apertura de los estudios sociales y por lo tanto también

de la mujer en las ciencias sociales; por ejemplo, varias de mis compa-ñeras ingresaron al CONICET cuando yo estaba terminando los estudios.En realidad no sentí en ese momento discriminación, tuve muy buenasoportunidades dentro de la facultad. . . Por ejemplo concursé un cargo deayudante en el Instituto de Antropología siendo estudiante, y tuve mi suel-do para mantenerme a mi misma (trabajaba con la biblioteca que se estabaformando). Para mí eso fue extraordinario porque teníamos publicaciones(habíamos ya publicado algunas cosas sobre Santa María) y recibíamos

libros de distintos lugares del mundo en canje. Éramos pocos estudian-tes y había posibilidades y había fondos; entonces concursé un cargo deayudante de investigación, justamente en competencia con Víctor NúñezRegueiro, que fue mi compañero de estudios y al que rescato muchísimo,fuimos muy amigos, trabajamos mucho juntos.

 A los dos años, en el 64 o en el 65, concursé un cargo de jefa de trabajosprácticos en Prehistoria, que tenía el Dr. Pedro Krapovikas. En esa época mesentía muy bien, totalmente integrada y sin ningún problema; el problema

 vino cuando se produjo el golpe militar en 1966. Renunciaron todos los

profesores con los que yo trabajaba, entre ellos el Dr. Krapovikas, y yorenuncié con ellos. Y ahí si fue un golpe tremendo porque estuve variosaños sin trabajar en la universidad, trabaje al nivel de profesorados y deescuelas secundarias.

— Cuéntenos sobre las áreas temáticas que despertaron su interés.

En relación con la experiencia que yo había tenido en mi etapa de es-tudiante en El Alamito y en el valle de Santa María, un punto inicial deinterés que me convocó a nivel investigación fue el tema de las socieda-des aldeanas, lo que se llama el Formativo: sus viviendas, los lugares desiembra, todo lo que tendría que ver con la vida cotidiana de esta genteantigua, de la que se conocía muy poco en la Argentina cuando yo empe-cé. Muy combinado con esto está el hecho de que mi profesor y maestro elDr. Rex González, propicia que yo me presente al CONICET solicitando unsubsidio cuando recién estaba ingresada, y me lanza un gran desafío quefue para mí muy fuerte: trabajar con las tumbas de San Pedro de Atacama,

del Museo Arqueológico de esa localidad (Chile). Viajé en 1964 y empecéese trabajo que fue muy exigente – podemos decir que superaba amplia-mente las condiciones que yo tenía inicialmente – pero terminó siendo mi

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60 Myriam Noemí Tarragó

tesis de doctorado a través de muchos años de trabajo. Era la época delgobierno militar, tuve muchos problemas. Me objetaron mi director – RexGonzález – porque no estaba en una universidad pública. Muchos añosdespués, hacia el año 81-82, que es cuando me estoy yendo a Ecuador, de-

cido desarrollarlo, ya que tenía todos los registros (fotos, dibujos y demás)sin necesidad de mover material nuevo empírico.

Otro aspecto que me convocó y que me interesa muchísimo, a pesar deque no lo he investigado personalmente, es la región andina. En la últimaetapa, cuando regreso a la Argentina en el año 85, vuelvo a mis raíces,

 vuelvo al valle de Santa María – tampoco es casual, creo – , y ahí ya tomoel tema que en este momento me sigue interesando y movilizando, que sonlas sociedades tardías complejas que se desarrollaron en el NOA, y sobre

las cuales se conocía muy poco hasta el año 85.— Tras sus años lejos de nuestro país, ¿cómo fue la reinserción?

 Yo volví en el momento apropiado porque llegué aquí con mis hijos enel año 1985. Era el gobierno de Alfonsín, y había un programa de reinser-ción de profesionales. Por ejemplo Aerolíneas Argentinas me dio el pasajepara mí y para mis hijos en forma gratuita. En ese mismo año ingresé alCONICET como investigadora y en la UBA me ofrecieron trabajar en la

materia Fundamentos de Prehistoria, que recién se iniciaba. Hice ese añode Prehistoria con el profesor González como titular y yo como profesoraasociada. A fines del año siguiente concursé Arqueología Argentina, que sehabía dictado en el año 85 por una forma colegiada que había coordinadoel Dr. Austral, o sea que fue muy difícil. En cuanto a la inserción perso-nal fueron dos años de readaptación y muchos problemas a nivel personal,pero profesionalmente digamos que fue un momento muy especial.

— Nos gustaría que nos hable sobre su evolución teórica a lo largo de sucarrera.

Creo que en la base está fundamentalmente mi formación en Histo-ria (cursé hasta el cuarto año de la carrera); entonces, debido a que fueun momento de lujo en la Universidad en Rosario, había un conjunto deprofesores de primer nivel en el mundo en Historia, que iban a Rosario adar clase. En primer lugar Tulio Halperín Donghi; fue profesor en Histo-ria de la Historiografía, y para mi fue fundamental el estar en sus clases,

el ver cómo manejaba los textos sin un papel en la mano jamás. Ademásnos llevó a leer trabajos específicos, a trabajar con lecturas en bibliotecade cartas, de documentos etc. También otros profesores excelentes como

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Gustavo Beiró en Historia Económica y Colonial, o en Historia Moderna elProfesor Nicolás Sánchez Albornoz, que recién volvía de Europa y estabaintroduciendo en la Argentina los estudios cuantitativos en Historia, o eltrabajo con archivos parroquiales o locales en las provincias.

Entonces creo que desde el punto de vista de mi formación fue funda-mental la lectura crítica de libros; eso sería la parte diferente de lo queocurre actualmente: como no había fotocopias no teníamos acceso directoa los libros, necesariamente pasábamos horas y horas de nuestro día en labiblioteca. Yo vivía en un pueblo, viajaba a Rosario, llegaba a veces a lasocho y cuarto de la mañana para entrar a la biblioteca y conseguir los librosque tenía que ver en ese momento, o sacarlos a las diez de la noche, irmea mi pueblo y volver a las ocho de la mañana a devolverlos; este contacto

directo con los libros creo que fue muy importante para mí. Además nos hacían trabajar directamente con muchos textos, no confragmentos como ahora trabajamos. Podría decirse que yo leí por ejem-plo la Historia de Heródoto hasta la de Fustel de Coulanges de la antiguaciudad griega, a los historiadores ya actuales como Brodel en el mundomediterráneo, o Turner, o Goethe en la historia del antiguo Oriente, en-tonces creo que ese trabajo con los textos para mí fue fundamental me-todológicamente, porque el análisis crítico, documental, o la forma en laque yo manejo la documentación en Arqueología tiene que ver con la crí-tica minuciosa, con la lectura, las diversas versiones que puede haber deun texto, o de un suceso por diferentes actores, cosa que en Arqueologíanormalmente no aparece. Para mí eso es natural, no algo insólito comoahora se plantea en las nuevas corrientes posprocesuales, de las diversaslecturas; a esto yo lo vi desde el vamos, sabía que había muchas versionespara dar sobre la historia de los pueblos prehispánicos, o de la gente que amí me interesaba. Pero a su vez tomar en cuenta la seriedad, la objetividaden el análisis crítico interno y externo de los documentos, algo que nor-

malmente en Antropología o en Arqueología no se hace; la historia tienemétodos muy específicos para el análisis documental que me han servidonotablemente para poder leer a cualquier autor, y poder hacer el desgloseentre lo que para mí es seguro de lo que puede ser incierto; esto tiene que

 ver con los temas que han sido muy reclamados por la Nueva Arqueologíarelacionados con la validez y autenticidad de los documentos.

Después, la segunda parte de mi formación es fundamental; entro enel ámbito de las ciencias sociales de los 60 donde estaba surgiendo la An-

tropología Social como tal; debe destacarse que yo era estudiante en unauniversidad del interior donde la escuela Histórico-Cultural no había te-nido prácticamente incidencia, tal es así que yo a Imbelloni lo leí en la

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materia final, Antropología Cultural. Entonces, ¿cuáles fueron las lecturasmás importantes? Las de la escuela Americana de Antropología: Boas, porsupuesto, pero me encantó Benedict, Margaret Mead, Linton, Gardiner.

Uno de los puntos que para mí van a ser muy importantes en la forma-

ción son las lecturas de los representantes de la Ecología Cultural norte-americana, en particular Julian Steward (los trabajos que había promovidoen los Andes, Handbook of South American Indians). Paralelamente empezóa surgir el tema del neoevolucionismo a partir de la publicación de LeslieWhite sobre los grandes procesos de cambios tecnológicos de la Prehisto-ria, y llegamos a leer a Binford, sus primeros trabajos con respecto a lametodología y al registro arqueológico. Eso fue hasta terminar mi carrera.Entre las lecturas iniciales hay otro autor: Gordon Childe; fue mi primer

contacto con el materialismo histórico. Luego, en la época en la que yoestuve afuera de la universidad, esos años tan difíciles de la primera dicta-dura militar, hubo en Arqueología todo un movimiento culto de lecturas,de manejo bibliográfico y de encuentros totalmente ajenos a la universi-dad, de alguna manera. A partir del inicio del gobierno de Cámpora, enla universidad fue una época sumamente creativa, muy conflictiva y difícilpero a la vez estimulante.

Lentamente me voy interesando por el materialismo histórico, propi-ciado por el contacto con mis compañeros que estaban ya plenamente enel movimiento de la Arqueología Social Latinoamericana, cuyo fundadorprincipal fue para mí Luis Guillermo Lumbreras. Él publica en 1974  La Ar-queología como Ciencia Social,4 que yo utilicé en mi cátedra; es la forma enla que más me gusta enfocar la arqueología precolombina, ya que proponeque la arqueología no es sólo de los grandes monumentos, sino tambiénde la gente. Debe estar dirigida a todo el mundo, no a la elite, no a unospocos entendidos que comprendan un lenguaje muy particular, debe servirpara que la gente de distintos segmentos sociales encuentre aspectos en

donde está representada su propia historia.Conocí por supuesto a Felipe Bate, otra persona que estaba claramente

en el marxismo como José Luis Lorenzo. Lo que rescato no es la aplicaciónortodoxa del marxismo, a mí lo que me resulta sumamente interesante esel aspecto metodológico, o sea el método dialéctico que se propone co-mo herramienta para el análisis de la realidad social, dado que contemplalos movimientos contradictorios, presenta una lógica formal de la cual ca-recen otras posturas metodológicas. En ese sentido me gustan mucho las

propuestas de Maurice Godelier respecto al análisis de los modos de pro-ducción incaicos. Luego, a partir de los 90 fui buscando planteamientos

4 Lima, Histar, 1974 (y luego vs. ediciones).

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más eclécticos de investigación que han surgido de la  Nueva Arqueología,distintas tendencias entre las cuales fundamentalmente me interesó muchoTimothy Earle (sus análisis sobre jefaturas y cacicazgos, cómo se producíala transformación de las comunidades primitivas o las sociedades aldeanas

en sociedades complejas).También me gustaban mucho, y me siguen interesando, los temas de

dominación y resistencia, como la publicación de Miller, Rowlands y Tilley,los estudios de cómo trabajar la especialización en Arqueología, los estu-dios culturales y algunos aspectos planteados por la Arqueología simbólicay contextual, pero nunca perdiendo de vista que las formas y medios deproducción están en las bases de los cambios, que lo simbólico solo no per-mite explicar los procesos sociales. También me gusta analizar cómo se ha

ido desarrollando la Historia de la Arqueología en Argentina y en América,tomando el enfoque de Bourdieu sobre la lucha en el campo de fuerzas queson las comunidades científicas en desarrollo, y cada uno de los miembrosde esa comunidad científica.

— ¿Qué aportes considera que pueden rescatarse de la arqueología argentinade los últimos años?

Creo que soy un caso muy insólito junto con otras compañeras arqueó-

logas que están trabajando en este momento en el país y en Buenos Ai-res. Yo fui una de las primeras que lograron llegar a niveles relativamenteimportantes en los cargos de investigación; además mi currículum no esarmónico porque yo estuve exiliada, o sea que fue dificilísimo llegar; perode cualquier manera puedo ser un ejemplo para otras personas, para otrasmujeres, porque lo que me movilizó todo el tiempo fue mi amor por la His-toria prehispánica. En ese sentido creo que el desarrollo de la Arqueologíaestá en un buen momento; desde el año 85 ha sido la primera vez en la

 Argentina que ha habido un desarrollo paulatino y cada vez más aceleradoen la investigación arqueológica y en la formación de recursos humanos y no se ha interrumpido. Lo he ido viendo: si comparo los grupos de estu-diantes que tuve entonces (en el 86 fue la primera vez que di Arqueología

 Argentina) el cambio en la formación, en la definición y en la decisión dela gente que está siguiendo la carrera es notablemente mejor. Además hay otro aspecto importante que tiene que ver con esta última etapa democráti-ca, y es que ha habido un desarrollo de la Arqueología en distintas regionesdel país. También se han creado varias carreras y orientaciones de Arqueo-logía en otros lugares fuera de la Capital Federal y de La Plata, lo que esfundamental para llegar a tener en el futuro un desarrollo más equilibrado

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dentro del país de la práctica. De cualquier manera en este momento debodecir que el desarrollo es notablemente desigual y que hay dos regionesde la Argentina que casi no se están trabajando: el Chaco y el Nordeste. ElNOA, el Centro Oeste y las sierras centrales se están desarrollando a partir

de las universidades locales, pero todavía falta un camino importante porrealizar, hay que poner más gente, más fondo, etc.

Creo que lo más valioso de éste proceso son los recursos, la gente jovenque está involucrada en esta carrera, creo que hay muy buen material hu-mano, es lo que más me emociona y me alienta a un futuro que yo no voy a

 ver; creo que hay muchas posibilidades, porque lo más importante en unadisciplina, es la gente. En comparación con mi experiencia en Ecuador creoque la diferencia en la formación de los recursos humanos es fundamental,

creo que eso es un motivo de aliento, esperanza, hay que trabajar.¿Qué es lo que veo con mayores dificultades? No hablemos del dinero,la base de todo esto está en los fondos y en la financiación, pero creo quecon menor financiación que otros países se pueden hacer muchas cosas;creo que la última campaña que hicimos ahora en el valle de Santa Maríalo pone ahora como ejemplo, porque hemos gastado poco en proporción alo que sería la campaña de un norteamericano, y creo que hicimos muchotrabajo. Pero la dificultad que yo veo en las evaluaciones y en las publi-caciones de carácter mundial en las revistas internacionales, es que nosestamos encerrando en el cono sur, me refiero específicamente a Argenti-na, Chile y Uruguay. Y en Perú no conocen ya casi nuestros estudios, y sisalimos al mundo más externo nadie conoce tampoco nuestros trabajos.Hay evaluaciones notablemente injustas porque los evaluadores no cono-cen nuestra realidad, no se puede opinar sobre ciertos trabajos, cómo estánrealizados si no se sabe qué procesos pasaron en el NOA. Las generacionesdel futuro son las que tienen que modificar esta situación.

Un consejo para todos los jóvenes es que tengan un muy buen entrena-

miento en trabajos empíricos, sobre todos trabajos de campo con distintosequipos de investigación, con distintos enfoques; yo creo que eso es muy creativo para la formación de un estudiante, muchas lecturas con análisiscrítico, con un enfoque que parte un poco de lo que hablaba del análisis delos documentos en Historia, pero siempre ese análisis crítico, no en formadestructiva, sino con una mirada de apertura a nuevas preguntas. O sea, to-do texto, todo trabajo de investigación tiene una masa de información quepuede ser resignificada a partir de nuevas preguntas o nuevos problemas.

Es necesario romper a futuro las fronteras de aislamiento internacional,salir de lo regional y pasar a competir en el mundo de la arqueología.

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— ¿Cómo plantearía un plan de estudios para la carrera? ¿Qué se deberíaenfatizar?

Creo que no sacaría los núcleos básicos de formación en ciencias an-

tropológicas, eso debe quedar. No comparto que haya una carrera estric-tamente de Arqueología sin núcleos en ciencias sociales, por más que sediga que se van a dar materias con orientación social; creo que las mismasdeben ser dictadas por especialistas y no por arqueólogos, cada uno tieneque trabajar en su campo. Desde mi punto de vista creo que es muy impor-tante esa materia de Historia [Historia Social General] que tienen, aunquedebería ser reformulada para que ustedes tengan una práctica concreta demetodología histórica, y de como se trabajan los documentos.

En el campo ya específico de la formación del arqueólogo, algo funda-mental en este plan de estudios es que tienen que tener escuelas de campo,ésa es una lucha muy grande que debemos llevar a cabo los profesores por-que significa ir en contra de los reglamentos que existen actualmente en launiversidad, no en la facultad, porque como no está contemplado, enton-ces queda a la buena intención de determinados profesores que lleven a lagente al campo, yo creo que eso debe estar pactado con fondos, debe habertoda una financiación. En ese sentido les puedo comentar mi experienciaen Ecuador, que fue excelente. En ese plan de estudios, que era de cuatro

años, se terminaba con un título de arqueólogo y luego se hacían los estu-dios de posgrado; y en cada semestre había materias específicas de campo.

 Yo por ejemplo trabaje en campo y laboratorio con grupos de estudiantesde hasta veinte personas y todo era financiado por la universidad; un mesy medio trabajamos en el campo, y después el segundo semestre se hacíalaboratorio. El trabajo empezaba como a las ocho de la mañana y durabahasta las cuatro de la tarde, por lo tanto al final de los cuatro años habíapersonas que eran excelentes. Por último, enfatizaría el hecho de que de-

bería haber más seminarios, o la posibilidad de que cada estudiante en elúltimo tercio de la carrera vaya buscando su orientación, sus gustos, y esose logra probando, para esto el ámbito del seminario es muy importante

 junto con las materias de base.

— ¿Qué satisfacciones y frustraciones vivió a través de la Arqueología?

Debo ser sincera, de esta última etapa a partir de 1985 y en mi inser-ción en la Universidad de Buenos Aires fue absolutamente satisfactoria, tal

 vez la más satisfactoria en mi vida. No he tenido conflictos importantes, hepodido trabajar con mucha libertad, aunque ha habido críticas entre distin-tos colegas por los enfoques contrapuestos. Para mí ha sido fundamental el

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contacto con los estudiantes, el trabajo en la cátedra y el conocimiento demucha gente creo que es una parte que me alimenta constantemente y mepromueve a seguir trabajando. En realidad las dificultades fueron previas,sufrí mucho, la pase muy mal en la época de los gobiernos militares, pero

en esta última etapa quizás quisiera tener más fondos, por supuesto, paratrabajar en investigación, pero eso es una aspiración general.

— ¿Algún comentario final?

Quería agradecerle la posibilidad de esta experiencia de la cual mehan invitado a participar, y creo que va a ser muy importante por la seriede personas que van a ser convocadas, va a ser un testimonio histórico,me gustaría felicitarlos porque veo que están muy decididos, les interesamucho el ámbito de la Arqueología, y bueno, que el asunto es contra vientoy marea.

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 José Antonio Pérez Gollán*

Foto: Miguel Acevedo Riú. En www.lanacion.com.ar

* José Antonio Pérez Gollán nació en 1937. Es Licenciado y Doctor en Historia por la Uni- versidad Nacional de Córdoba. En México fue Profesor-Investigador del INAH y Secreta-rio de Investigación de la ENAH. Es investigador principal y asesor del CONICET y Co-coordinador del área de Humanidades de la Agencia Nacional de Promoción Científica y Tecnológica. Director de un proyecto internacional de The Rockefeller Foundation, ha dic-tado clases en las universidades del país y del extranjero y ha sido invitado a visitar museosde la Argentina, Chile, Suecia y Nueva Zelanda. Fue Director del Museo Etnográfico (UBA)

durante 18 años y en 2005 asumió el cargo de Director del Museo Histórico Nacional.Curador de exposiciones arqueológicas en la Argentina y Chile, ha publicado numerososartículos y libros y ha participado en congresos de su especialidad en la Argentina y en elextranjero.

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68 José Antonio Pérez Gollán

— Para comenzar, nos gustaría que nos hable sobre lo que lo motivó ainteresarse en la Arqueología.

Bueno, la verdad es que la historia de mi interés por la Arqueología es

absolutamente fortuita. En el año 1959 abandoné mis estudios de Arqui-tectura, que había seguido por tres años y fracasé rotundamente, porqueno era lo que yo creía; pero, sobre todo, por que era una carrera que teníamatemáticas. Y para mí, eso era como imposible. Pude pasar las materiasque tenían que ver con el arte, con el dibujo, con las técnicas, pero conlas matemáticas no había caso. Entonces, decidí que no iba a estudiar más

 Arquitectura y me inscribí en carrera de Historia. Yo soy cordobés y em-pecé a estudiar en 1960 en la Facultad de Filosofía y Humanidades de la

Universidad Nacional de Córdoba.La primera clase a la que me tocó asistir era Prehistoria y Arqueolo-gía Americana y la dictaba Alberto Rex González. Yo de Arqueología teníanociones muy generales, sabía de qué se trataba, pero nunca me había in-teresado como tema específico. Buscaba una salida a una crisis, no sabíabien qué hacer. Desde el primer día me quedé absolutamente fascinado conla clase de Rex; yo siempre le digo que nunca he tenido un profesor tandesordenado, pero nadie ponía tanto entusiasmo en la enseñanza como él.Empezaba hablando de Arqueología pero en el espiral que desarrollaba iba

tocando los temas más diversos sobre la cultura en el más amplio sentidodel término. Quedé deslumbrado y me dije «esto es lo que yo quiero hacer,me gusta». González había remodelado y cambiado la estructura del viejoInstituto de Antropología, fundado por el profesor Serrano, y le había dadoun dinamismo absolutamente desconocido. A la segunda clase me presentépara colaborar y empecé a trabajar como voluntario en Arqueología.

Ese año, en enero de 1960, habían excavado en Tafí del Valle (Tucu-mán) y estaban los materiales que debían ser preparados y estudiados. Dio

la casualidad, además, de que establecí un contacto fluido con Rex, entreotras cosas porque él es médico y había sido alumno de mi padre en lacátedra de Semiología Médica del profesor Antonio Navarro. Me resultabafamiliar un aforismo o refrán de Navarro que mi padre siempre decía y queRex repetía mucho: «quien no sabe lo que busca, no interpreta lo que en-cuentra». González lo usó en su artículo  Antiguo horizonte precerámico enlas sierras centrales de la Argentina, de 1952, para marcar las limitacionesde la generación de arqueólogos que le precedió, ya que es imposible llevar

adelante investigación arqueológica sin una conceptualización teórica. Al cabo de ese año lectivo de 1960, en el que me fue muy bien y sen-tía un gran entusiasmo, me dijo Rex: «Pepe, la facultad nos ha dado unos

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pesos y no sé si quiere ir al campo». Yo me enloquecí con la idea de hacermi primera excavación arqueológica. Me mandó junto con Eduardo Berbe-rián – quien ya llevaba un año en la facultad y tenía cierta experiencia porhaber participado el verano anterior en la expedición de Tafí – a excavar

en la zona del dique de Los Molinos un sitio arqueológico que había sidodetectado por Alberto Marcelino. Años después se editó un folleto que sellama El yacimiento arqueológico de Los Molinos y que firmamos Berberián,Marcelino y yo. Publicamos allí el primer fechado radiocarbónico para laprovincia de Córdoba. Esa fue mi experiencia inicial en Los Molinos; al vol-

 ver pensé «esto es lo que a mí me gusta» y desde entonces me he dedicadopor completo a la Arqueología. En enero de 1961 participé de las excava-ciones en el Cerro Colorado (Córdoba) y comencé a acompañar a Rex en

todos los trabajos de campo que podía.Mi formación es de historiador: obtuve una licenciatura de la Universi-dad de Córdoba y también un doctorado. No había carrera de Antropologíay la verdad es que yo no sentía ganas de venirme hasta Buenos Aires o aLa Plata. En esa época era común que los que habían estudiado Historia sefueran formando y especializando, hasta terminar siendo arqueólogos. Miaprendizaje en la Arqueología fue en el campo. Nos diferenciamos de otras

 vertientes pedagógicas de la Arqueología porque teníamos una experien-cia muy intensa en el terreno y eso lo inculcaba y lo practicaba Rex. Otroaspecto era viajar y conocer los Andes, porque la Arqueología del Noroesteargentino es andina por donde se la mire.

En el año 1962 obtuve una beca y con un compañero de estudio, Osval-do Heredia, nos fuimos al Ecuador, pasamos tres meses allí y nos regresa-mos por tierra hasta Córdoba. Visitamos los sitios más importantes, fuimosa museos, conocimos gente y, lo que es clave, es que vivimos el paisaje.Fue una formación en el doble sentido del término. Por un lado hubo unacuestión muy fuerte afectiva, de estar en contacto con los Andes, su paisa-

 je y su gente. Por otro lado, una formación muy empirista, de estar en elcampo. Yo siento que todo esto fue fundamental para mí. Cuando estabaterminando mi carrera de Historia, en el año 1964, me toco un aprendizajeimportante. No estaba Rex en la Argentina e hicimos una excavación en El

 Alamito bajo la dirección de Víctor Núñez Regueiro; nosotros éramos los«jefes de grupo» a su cargo. Fue una gran experiencia; se trataba de untrabajo de envergadura, con problemas muy amplios.

En 1964 el CONICET hacía muy poco que se había fundado. Nos pre-

sentamos Heredia y yo y nos otorgaron becas de investigación. Cuatro añosatrás teníamos una idea difusa de la Arqueología y ahora vivíamos de ella.Hacíamos lo que nos gustaba y eso para nosotros era la gloria. En 1964

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me trasladé a La Plata, redacté mi tesis de licenciatura bajo la dirección deRex, que se había trasladado al Museo de La Plata, y allí me dieron lugar detrabajo como becario del CONICET. Estuve hasta 1977 y también fue unaexperiencia importante. Fue así porque trabajaba en un museo grande, de

las dimensiones del de Ciencias Naturales de La Plata, y me familiaricé concolecciones riquísimas como la Muñiz Barreto. Además al museo llegabanpersonalidades como John Murra o Junius Bird. Había contacto y conoci-miento con los grandes de la arqueología y la Antropología. Además, Rexes un hombre de gran camaradería y sencillez, nos presentaba esta gentefamosa y teníamos la oportunidad de alternar mano a mano con ellos.

Mar del Plata fue la sede del 37o Congreso Internacional de America-nistas en 1966 y nosotros los jóvenes, guiados por Rex, estuvimos a cargo

de pequeñas secciones en un simposio sobre el Área Andina Meridional. Yotuve la responsabilidad de escribir sobre la Quebrada de Humahuaca: tenía26 años y un miedo atroz. Era nuestra irrupción en la comunidad arqueo-lógica, por supuesto que con los parámetros de la Arqueología culturalistanorteamericana. ¿Cuál fue nuestro aporte? ¿En qué rompimos con lo que

 venía de antes? En proponer cronologías y secuencias culturales. Mientrasque antes había una Arqueología chata, en la que se hablaba, por ejem-plo, de que «la cerámica estilo Isla era un aspecto funerario de la culturahumahuaca» y cosas por el estilo, nosotros tratamos de darle profundidadhistórica a ese proceso y logramos algunos resultados. Sin duda se tratabade una ruptura con lo anterior para instalar el nuevo paradigma que pro-ponía Rex, y nosotros íbamos aprendiendo cómo se trabajaba en términosde un modelo renovado.

Poco después hice un viaje a San Pedro de Atacama (Chile) a instanciasde Rex, y me dediqué a tratar de establecer las relaciones que se podíandetectar en el registro funerario; determinar los posibles contactos entreel NOA y los contextos conocidos y fechados de San Pedro. Pude decir

que la alfarería que llamábamos (y llamamos) Isla es contemporánea deTiawanacu y de la cerámica negra pulida del oasis de Atacama. Era, aunquehoy parezca mentira, un gran avance pues antes se consideraba que todoera lo mismo, muy tardío, de no más de 300 años antes de la llegada de losespañoles. Ahora teníamos fechados que eran por lo menos del 700 d.c.;eso para mí un fue cambio enorme, un aporte revolucionario.

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— Querríamos que nos hable sobre las temáticas que desarrolló a lo largo de sucarrera.

Durante un tiempo me dediqué a la arqueología de la Quebrada de

Humahuaca. Hacia el año 1973, junto con mi amigo y colega Heredia, quehabía ganado la cátedra de Arqueología en la carrera de Historia en laUniversidad Nacional de Córdoba y que trabajaba en el tema de la culturade La Candelaria, nos contactamos con Aroldo Rosso, que tenía en su casade la ciudad de Córdoba una enorme colección de piezas arqueológicasdel valle de Ambato. Cuando la vimos nos quedamos con la boca abierta.Entablamos una relación muy cordial con este señor. Él era coleccionis-ta y nosotros arqueólogos, sin embargo nos brindó toda la información;

trabajamos sin desconfianza y, para decirlo en pocas palabras, él dejó dehacer excavaciones clandestinas. Rosso, que no tuvo formación académicani científica, fue una persona enormemente inteligente y con una visiónmuy clara.

En mayo de 1973, cuando asumió el gobierno de Cámpora, hicimos laprimera prospección en el valle de Ambato y encontramos estos sitios quenos asombraron. Con Heredia decidimos trasladar nuestro interés arqueo-lógico a esa región e iniciamos una investigación sistemática. Descubrimosalgo nuevo en el sentido arqueológico del término, pues la gente del lugar

ya conoce los sitios desde hace años y siempre hay algún informante localque dice: «acá está esto». Los arqueólogos, por lo general, lo que hacen esponer a consideración de la comunidad científica nuevas hipótesis o mo-delos sobre el pasado. «Descubrimos» este centro ceremonial que despuésen la literatura especializada se llamó Iglesia de los indios o La Rinconada;

 vale la pena aclararlo porque mucha gente se atribuye el «descubrimiento»y no es cierto. En el valle de Ambato realizamos prospecciones, excavamossitios de viviendas, basureros y obtuvimos fechados radiocarbónicos. Esto

cambió la idea que se tenía de la cultura de La Aguada. ¿Por qué? Porquelos fechados de Ambato eran más antiguos si se comparaba con el valledel Hualfín y, a nuestro entender en ese momento, lo vinculábamos con loque conocíamos de El Alamito. Teníamos fechas que eran anteriores al 500d.C. para la cultura de La Aguada, cuando se sostenía hasta ese momentoque había comenzado hacia el 700 d.C. Todo esto, claro, se fue dando muy lentamente.

En 1975 recibí una invitación para participar de una reunión que se

hacía en México, en Teotihuacan, organizada por José Luis Lorenzo, queera el director del departamento de Prehistoria del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) de México. Esa fue la reunión constituti-

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 va de lo que después se llamó la Arqueología Social Latinoamericana. Lainvestigación en el valle de Ambato nos obligó a cambiar de perspectiva,pues percibíamos una gran complejidad: tenía que haber una situación dedesigualdad social. Nos orientamos hacia el pensamiento de Gordon Childe

y, precisamente, Childe y la Arqueología social están estrechamente vincu-ladas. Aquí en la Argentina la situación política era muy difícil y peligrosa.

 A Heredia el Ejército le había allanado la casa y se fue a Brasil; nosotroshabíamos tenido la amenaza de un comando de la Triple A. Vivíamos, porasí decirlo, «con el Jesús en la boca». Si leen el pequeño folleto que seeditó y que se llamaba  Hacia una Arqueología Social  verán que no figurami nombre ni el de varios otros «por razones políticas», como dice ahí. Enrealidad, la situación era terrible.

Cuando Heredia se fue al Brasil, yo me quedé en Buenos Aires y me fuia México al año siguiente por las precarias condiciones de seguridad y lasamenazas cada vez más frecuentes. José Luis Lorenzo me llevó a trabajarcon él y redacté un volumen antológico sobre Gordon Childe que se llama Presencia de Vere Gordon Childe,5 editado en 1981. Paralelamente fui res-ponsable de un proyecto de investigación para trabajar en una región queabarcaba los estados de Puebla y Tlaxcala, y la tarea era excavar cuevas y lograr fechados para obtener una secuencia de las sociedades de cazadoresrecolectores de gran antigüedad.

Trabajé todos esos años con mucho profesionalismo; vivía de la Arqueo-logía como investigador pagado por el estado mexicano (en el InstitutoNacional de Antropología e Historia), muy atento al tema de los museos,de las políticas estatales con relación a la conservación y difusión del pa-trimonio, al uso que el estado hacía de ese patrimonio y con la posibilidadde estar todo el tiempo trabajando en Arqueología y leyendo sin parar. Meintegré al equipo de investigación del departamento de Prehistoria (INAH)que dirigía José Luis Lorenzo, quien había sido alumno de Childe. A su vez,

Lorenzo era un exiliado español, su padre había salido de España durantela Guerra Civil y él estaba vinculado con el grupo de arqueólogos y antro-pólogos españoles marxistas que vivían en México, como Angel Palerm y Pedro Armillas. Allí tuve una visión distinta y mis posibilidades se trans-formaron radicalmente. Tenía biblioteca, equipo para trabajar y un sueldodecente. La verdad es que hay dos personas que han sido fundamentalesen mi carrera: Alberto Rex González y José Luis Lorenzo.

5 México, INAH, 1981.

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— ¿Podría describirnos su evolución teórica a lo largo de su carrera?

 Yo viví diez años en México y adquirí una buena formación (humanísti-ca, debería agregar en rigor de verdad). Al cabo de estar cinco años como

contratado en el departamento de Prehistoria (INAH), la situación se pusomuy pesada para renovar mis contratos y, además, porque la burocraciamexicana nunca ha sido amable con los extranjeros. Hasta que en un mo-mento dado gané un concurso en la Escuela Nacional de Antropología eHistoria (ENAH) para dar clases. Me asignaron un área temática en la queme ocupaba de la Arqueología y Etnohistoria andinas. Ahí me fui apartan-do de la Arqueología y me interesé más por la Etnohistoria. Al año de estardando clases, me nombraron coordinador de la especialidad (licenciatura)

de Etnohistoria; esta circunstancia me permitió formarme un panoramamucho más amplio, más complejo y adquirí experiencia en la gestión aca-démica. Fui integrándome a la sociedad mexicana y a la comunidad aca-démica, a la vez que aprendía los códigos locales: era mi transformaciónen un argenmex .

En México estaba en pleno auge la Nueva Arqueología. Yo no participa-ba de eso y me sentía más bien atraído hacia una Arqueología influida porel marxismo y de clara orientación histórica. México me brindó la posibi-lidad de tener acceso a nuevos conocimientos con plena libertad (lo que

no ocurría en la Argentina de ese momento), desarrollar el sentido crítico.Me interesé por la Historia de la Arqueología (algo que me apasiona) y por analizar las categorías de la Arqueología desde un punto de partidahistórico, de hacer la crítica de sus usos en un marco social. Por ejemplo,en una ocasión Bruce Trigger visitó la Escuela Nacional de Antropologíae Historia (ENAH): tuve la oportunidad de hablar con él, después leí sustrabajos y traduje uno («Arqueología y Etnohistoria») para publicar en larevista Cuicuilco.

Siento que me renové teóricamente y que no caí en la versión positivistade la Arqueología ni de la Etnohistoria. Crucé el mar del positivismo sinmojarme los pantalones. Para mi gusto, era una teoría muy naturalista,mecanicista. En México tuve contacto con una arqueología volcada a losocial, a los aspectos de la complejidad, del estado, los señoríos, a las baseseconómicas del mundo prehispánico. Pero quizá el punto más importantefue que aprendí a conocer y respetar el mundo indígena (del pasado y delpresente) y a entender que la arqueología americana debe basarse en ese

respeto.En México me inicié en la gestión académica; en la ENAH fundamos lamaestría de Historia y Etnohistoria y, al poco tiempo, me nombraron se-

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cretario de investigación de la Escuela bajo la gestión de Manuel Gándara,quien tiene quizás uno de los trabajos más importantes de crítica a lo queél llama «la vieja Nueva Arqueología», publicado en el Boletín de Antropo-logía Americana. Tuve la suerte de trabajar junto a gente con visiones muy 

innovadoras y gestionar en una escuela de antropología grande, vinculadaal estado, donde hay que abarcar decenas de aspectos institucionales.

En 1982 volví de visita a la Argentina en plena guerra de Las Malvinas;pasé un mes y concluí: «yo no vuelvo más a este país triunfalista, patrio-tero, nacionalista, xenófobo, militarista». Me dio una gran tristeza, era unpaís gris y decidí que me quedaba a vivir en México para siempre. Sin em-bargo, como mis padres vivían acá en 1986 volví otra vez. Había ganado

 Alfonsín; yo siempre creí que iba a ganar Luder. Me decía para mis aden-

tros: «si ganan los peronistas no vuelvo nunca más». No me entraba en lacabeza que podían ganar los radicales. En 1986 Rex era director del MuseoEtnográfico, Myriam [Tarragó] también había regresado y el ambiente megustó. Había una gran efervescencia, un gran entusiasmo en la gente.

En la época de los militares, allá por el 78 ó 79, me exoneraron delCONICET, porque dijeron que había hecho abandono del trabajo. . . y sí, la

 verdad que sí. Al volver encontré un país cambiado, muy distinto del quehabía visto en el 82. Sentí deseos de volver porque nunca había podidoinsertarme en la Arqueología mexicana con el entusiasmo que yo tenía acá:por otra parte, había llegado a la conclusión de que si seguía en México,terminaría siendo un burócrata. Entonces pedí mi reingreso al CONICET,me repatriaron y hasta se pensaba que podía hacerme cargo de la direccióndel Instituto Nacional de Antropología, cosa que nunca sucedió. Despuésde ocho meses me ofrecieron la dirección del Museo Etnográfico, porqueRex había renunciado a ese cargo.

Ese es el comienzo de mi segunda etapa en la Argentina. El CONICETse hizo cargo de mis pasajes y de traer mis pertenencias. Recibí muchos

gestos de solidaridad cuando llegué de regreso. Yo me sentía muy rarodespués de diez años de vivir en otro país. No entendía el valor del dinero–se hablaba de millones de pesos– y mi manera de relacionarme con lagente había cambiado: no comprendía los códigos y el aprendizaje me llevómucho tiempo. Paradójicamente era un extraño en mi propio país y esome angustiaba. A veces despertaba de noche y no sabía donde estaba, nosabía si estaba en Buenos Aires o dónde. Pensaba que eso le debía haberpasado a tantos inmigrantes que llegaron a principios del siglo XX, que a

 veces ni siquiera hablaban el idioma. Este ser «el otro» me impresionabamuchísimo.

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Por otro lado, sentía que finalmente mi formación era razonablementebuena, en el sentido de que mi perspectiva arqueológica era coherente conmi visión del mundo, con mi forma de pensar en términos ideológicos y con mi manera de actuar en la política. Al igual que varios de los que

nos formamos y trabajamos con Rex, yo tuve que exiliarme por razonespolíticas; existía, por suerte, una coherencia entre lo que pensaba, lo quehacía y lo que me imaginaba que debía ser la Arqueología.

En esta manera de concebir la tarea profesional también entran losmuseos, ya que son fundamentales para establecer esa conexión entre lainvestigación y la sociedad que haga posible la transmisión de interpreta-ciones del pasado. No sólo porque la arqueología se ocupa del pasado, sinoporque buscamos respuestas a problemas actuales y contemporáneos. Eso

es lo que a mí me interesa y que creo que es una parte fundamental dela Arqueología. Los museos no son depósitos, son lugares donde podemosentablar un diálogo con la sociedad, una forma de llevar nuevos conoci-mientos a las instituciones de enseñanza e investigación. Se enseña conobjetos y según un discurso que es por completo diferente al de la ciencia:un diálogo en el que nadie tiene que quedar afuera.

Nos formulamos preguntas pertinentes sobre el presente desde el cam-po de la democracia; una, en particular, era candente en aquellos años einterpelaba a la pluralidad: ¿se puede constituir una nación sobre la basede la diferencia? Claro que se puede. Otra pregunta era: ¿hay que ser tole-rante con la diferencia? Sí, pues además veníamos de una época en la quela diferencia servía de pretexto para proceder a la eliminación del otro. Elmuseo como institución tiene la posibilidad de mostrar que es posible launidad en la diversidad, y que se puede constituir una Nación con gentediversa, que piensa distinto y que, sin embargo, entre todos construyen unfuturo más justo y más feliz. Creo que ese debe ser el gran papel de losmuseos.

— ¿Qué lugar considera que ocupa la arqueología argentina dentro del contexto sudamericano?

Creo que la arqueología mexicana es la que ha tenido mayor posibi-lidad, pero está ligada a un proyecto de estado nación y eso tiene cosasbuenas y cosas horribles; porque es atarse a los dictados y a la perspectivadel estado. José Luis Lorenzo decía que la Arqueología mexicana está llenade «piramidiotas», esos que no hacen otra cosa que buscar y reconstruirpirámides para el turismo y para apuntalar el nacionalismo del estado me-xicano. Eso es cierto. Pero también hay que considerar que la Arqueología

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mexicana ha dado figuras de peso internacional. Un ejemplo: la única me-xicana que está en la Academia Nacional de Ciencias de EEUU es LindaManzanillas, porque ella, que está considerada como una de las mejoresarqueólogas del mundo, que se ha formado y trabajado en México, ha si-

do capaz de analizar con un sentido histórico y social amplio el problemadel estado y el surgimiento de la vida urbana. Esto ha sido posible graciasal desarrollo de la Arqueología mexicana, que ha buscado tener indepen-dencia y no se ha subordinado ante la Arqueología de los países centrales,como EEUU, Francia o Inglaterra. Hay que sacarse el sombrero ante losmexicanos y sus exposiciones de Arqueología en las grandes capitales delmundo.

La Arqueología en México tiene su propia perspectiva y el caso de Lin-

da Manzanilla es paradigmático, pero también hay otras personas comoManuel Gándara cuyas reflexiones sobre la teoría arqueológica son muy importantes. Por otra parte, creo que nuestra Arqueología ha tenido unasuerte, si bien no comparto la perspectiva. Ha tenido la suerte de ser po-sitivista, pues se impusieron normas rigurosas y se las ha cumplido. Yono soy positivista, pero debo reconocer que esto ha sido una ventaja y nodesde ahora, sino desde Ambrosetti o Ameghino en adelante. Otra gran

 ventaja fue que la Argentina creo tempranamente esas instituciones queyo quiero tanto y que son los museos: centros de estudio, de formación y conservación del patrimonio.

Siento que en la arqueología argentina es necesaria mucha más tole-rancia y pluralismo, que podamos discutir sin tener que echar mano alfacón cada tres minutos. Creo que la arqueología argentina cambió con elparadigma sistémico: se instituyeron ciertas normas en la forma de presen-tar los trabajos, en la metodología, en las reflexiones sobre la teoría, queme parece que han sido beneficiosas. Pero hoy hay muchas otras formas deentender la Arqueología cumpliendo también con estas normas o criterios

de rigor metodológico y teórico. Creo que hay un problema no resuelto quees la cuestión de los financiamientos y de la forma en que se administranlos recursos y el acceso a los espacios de poder.

— ¿Qué aportes considera que ha brindado la arqueología argentina en losúltimos años?

 Yo diría que hay aportes importantes. Uno que tiene que ver con el po-blamiento de Sudamérica, creo que ha cambiado mucho la perspectiva. Sehan renovado los problemas planteados y hay una enorme efervescencia y actividad, y eso indudablemente tiene que ver con los trabajos de la Pata-

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gonia y de La Pampa, el caso de Luis Borrero y Gustavo Politis. Y tambiénen el caso de la Puna de Hugo Yacobaccio y en Tierra del Fuego el trabajode Ernesto Piana y Luis Orquera. Creo que ha habido avances importantes.

En el caso del NOA, creo que es importante el habernos podido integrar

a una visión mucho mas andina y dejar de pensar que el NOA es una regiónmarginal de los Andes. Y ahora estamos pensando que eso no es así, sinoque es un lugar donde se han dado procesos particulares, pero que no estándesvinculados de los Andes. Entonces esta visión que era tan mecanicistaen términos del difusionismo, ha cambiado porque podemos admitir loscontactos y los intercambios sin decir «esto es el centro» (como es el áreacultural) y «esta es la periferia», y no es así. Y ahora valoramos otras cosascomo el papel que han tenido las tierras bajas. Cuando yo era estudiante,

la Puna era prácticamente un lugar donde nadie podía vivir. Sin embargo,hoy estamos pensando (es una hipótesis) que la domesticación de la llamaprobablemente no se dio sólo en Bolivia, sino que la Puna de Atacama(entendiendo como Chile y Argentina) pudo ser un lugar de domesticaciónde los camélidos.

 Y eso ayuda a pensar, por más que después tengamos pruebas de queno se dio así... Pero se ha descentrado esta idea de las áreas culturalespara pensar que hay una cantidad de centros donde están ocurriendo co-sas. La metalurgia del NOA es una metalurgia temprana y que no dependede la cuenca del Titicaca, lo que no quiere decir que ésta no haya tenidocontactos con el NOA y haya habido una mutua influencia en estos saberestecnológicos y simbólicos. Hace 20 años hablar de señoríos en el 500-600de la era cristiana era estar loco. Hoy estamos todos dispuestos a admitirque una organización social y política de una cierta desigualdad es total-mente posible que ocurriera. Y no como el reflejo de lo que ocurre en lacuenca del Titicaca. Sin embargo no está exenta de una serie de intercam-bios que se están dando.

 Yo creo que gran parte de la arqueología argentina está demasiadodependiente de las teorías de los países centrales. Uno aspira a tener unreconocimiento en los países centrales y por lo tanto quiere conocer aldedillo la teoría y los pormenores de la negociación que se establecen en lacomunidad arqueológica internacional. A todos nos gusta pertenecer a unacomunidad y tener un lugar relevante, no está mal. Pero también hay quepensar en términos, no nacionalistas, porque no creo en el nacionalismo,en que también hay problemas que nosotros podemos abordar desde la

teoría y que pueden ser importantes, como el surgimiento temprano de lametalurgia o de la desigualdad social en los Andes del sur.

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78 José Antonio Pérez Gollán

— Nos gustaría que nos hable sobre el papel de los museos.

En mi modo de pensar el museo es parte de la investigación y de la visión del mundo que uno tiene desde la Arqueología. Pero hay algo que

desde este museo6

se ha empezado a generar, a poner en práctica. Es la di- versidad de temas y enfoques que puede tener un estudiante en términosde formación o un egresado joven en términos de perspectivas de traba-

 jo dentro del museo. Hace 10 años no había nadie que pensara que unarqueólogo puede dedicarse a la conservación. Hoy sí. Casi no existía unllamado a becas para que un estudiante de los últimos años de las carre-ras de Antropología, Arte o Arqueología pudiera entrar a trabajar al museocomo referencista o como guía. Tenemos una serie de terrenos que no esta-

ban contemplados y que los museos han abierto y han hecho posible parainsertar a los estudiantes y a los jóvenes egresados. No todo el mundo tie-ne que ser necesariamente investigador arqueológico de campo y descubrircosas nuevas. Hay una cantidad de otros quehaceres de la Arqueología queson tan valiosos como la investigación pero que tienen también su auto-nomía y que pueden ser un lugar para crecer y desarrollarse académica y científicamente.

 Yo siento que este museo, por el trabajo de mucha gente, ha estable-cido estándares para todas las exhibiciones, para la conservación, para el

tratamiento del patrimonio. Esto sí tiene que ver, porque muchos de losque trabajan acá lo han hecho en México, con una experiencia mexicanay una Arqueología muy estrechamente vinculada a lo social. Por eso yoen estas vertientes positivistas en donde lo social no cuenta, no me sien-to cómodo. No digo que sean malas y quien lo quiera hacer tiene todoel derecho. Yo vengo de una vertiente en la que la Arqueología se ocupafundamentalmente de lo social.

— Queríamos preguntarle sobre satisfacciones y frustraciones que vivió en el transcurso de esta carrera.

Esa pregunta suena fácil pero a la vez es difícil de contestar. Yo creoque no hay nadie que pueda hacer Arqueología en serio si no siente pasiónpor lo que hace. Acá no hay retribuciones materiales. Si uno puede vivirdignamente, ya ha alcanzado una meta. Yo he hecho lo que me gusta. Esapasión que se da cuando uno va vinculando datos y va armando un mo-delo. Eso tiene una pasión que es lindera con el éxtasis del amor. El poder

aclarar algo que era absolutamente incoherente y sentir que va armando

6 Se refiere al Museo Etnográfico J. B. Ambrosetti.

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un modelo que vuelve las cosas comprensibles; pero, además, que uno escapaz de trasmitirlo a mucha gente a través del texto y que si los exponeen un museo pueden ser miles de personas. La comunidad dirá despuéssí o no. Pero la Arqueología tiene esta pasión que a mí es lo que más me

gusta. Por otro lado, la Arqueología no es aventura, pero tampoco es unaprofesión aburrida. Uno viaja, conoce gente distinta, ve otras realidades y puede enriquecerse a través, no solamente de los colegas, sino de gente en-cantadora en el campo. Uno aprende a convivir con la diferencia. Se vuelvemás tolerante y menos soberbio. Esto también lo vuelve más humano y, ala vez, más vulnerable. Es más fácil tener una coraza y decir: «tengo la

 verdad y yo soy el único que sabe», a decir: «quizás lo que hago no es loque se debía hacer»; la Arqueología siempre pide la posibilidad de cambiar

y poder decir «me equivoqué». Yo me alegro muchísimo haber cambiado loque pensaba hace 40 años.

— Nos gustaría que nos deje algunas palabras finales para quienes se acercana la carrera.

Resaltar el entusiasmo. Hay algo que recomiendo y es el saber escuchar,pero no solamente en la Arqueología. Hay que saber escuchar a la genteque tiene más experiencia que uno. Esto no quiere decir que se acepte

la autoridad indiscriminadamente, o comprar la autoridad en bloque, nitampoco ser cómplice de los juegos del poder.

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Luis Alberto Borrero*

Foto: Gentileza Luis Borrero.

* Luis Borrero nació en 1947, en Río Gallegos, Argentina. Es investigador del CONICET y Profesor Titular de la UBA. Dedicado a la Arqueología de cazadores-recolectores y tafono-mía, en particular de la Patagonia, es autor de los libros  Los Selk’nam: su evolución cultural,

y  El poblamiento de la Patagonia. Toldos, cuevas y milodones. Ha editado varios libros y esautor de numerosos artículos publicados en revistas nacionales e internacionales. En 2004recibió el premio Bernardo Houssay del Ministerio de Cultura de la Nación en el área deciencias sociales.

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82 Luis Alberto Borrero

— Lo primero que queríamos preguntarle es ¿qué lo motivó a interesarse en laArqueología?

Mi acercamiento es oblicuo. Estaba estudiando Ingeniería y esto yo

lo atribuyo a que durante el secundario no tuve ninguna información delo que llamaban «carreras no convencionales», entre la que se incluía la Arqueología. Entonces por un interés que tenía en las matemáticas, queevidentemente no era tan profundo, ni estaba avalado por un conocimien-to tan grande, empecé a estudiar Ingeniería. Y a los dos o tres años meencontré con lo que era la Ingeniería, que eran tareas de construcción y dediseño que no me atraían realmente. Y coincidió que tuve una enfermedadque me obligó a parar, a estar en mi cama cuatro o cinco meses. Cuando

 volví a los libros, leer Resistencia de los materiales

 probó ser demasiado. Y leí  Kon-Tiki, de Thor Heyerdhal, que no es el comienzo más ortodoxo paraun arqueólogo; pero era una expedición por el Pacífico en una balsa, y esome atraía mucho. De allí pasé a leer Aku-Aku, su expedición en la isla dePascua. Y lentamente encontré que existía algo llamado Arqueología, queera maravilloso, porque permitía ir a la isla de Pascua y cruzar el Pacífico.Entonces averigüé desde mi cama qué se podía hacer, y me trajo mi padrela información de que existía la carrera de Arqueología en La Plata o enBuenos Aires y me alimentó ese gusto con libros y recortes. Leí una entre-

 vista a un arqueólogo famoso en esa época de San Juan, Mariano Gambier;y el decía «para ser arqueólogo es necesario andar en mula, acampar, esca-lar montañas». . . Todo lo que me gusta a mí. . . Sé que no me acerqué porlo que es la Arqueología realmente, eso lo fui descubriendo después.

— ¿En qué temáticas se desarrolló a lo largo de su carrera?

Bueno, mi línea de investigación principal incluye acercamientos quelos colegas muchas veces llaman naturalistas, que incluyen estudios de loshuesos, estudios de los indicadores sobre formas de vida de humanos y de no humanos, tal como lo podemos medir en el estudio de los huesos;y acercamientos hacia la Arqueología de los grandes espacios tratando deentender cuál es el funcionamiento de la ecología de una región y de en-tender a los seres humanos como participantes de esa ecología. Con uninterés profundo en entender el funcionamiento de sectores del espacioantes de que lleguen los humanos para estudiar luego la inserción poste-rior. El ángulo que tomé varió según el tiempo. A veces fue biogeográfico,

o sea entender la distribución de los seres sobre sectores del planeta y en-tender su relación con barreras geográficas y con canales de comunicación.Es un acercamiento básicamente espacial. En otros momentos estuve más

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interesado en evolución, en linajes, en cambio a través del tiempo. Ambascosas me gustan y las combino en distintos momentos. Pero en el comienzode mi carrera, una vez que ya empecé a estudiar Arqueología, una vez quesuperé la etapa de que ser arqueólogo era cruzar el Pacífico, me interesé

ya en problemas de investigación.Lo que yo pensé es que iba a ser un arqueólogo dedicado a la cerá-

mica, la cerámica más temprana de América, eso fue lo que me interesómás. Quizás por una influencia de los temas a los que yo estaba expuestodurante mi carrera; me tocó hacer informes sobre cerámica de Tafí. . . Y después terminé haciendo algo muy diferente.

— ¿A quiénes considera sus referentes en Arqueología?

Si tengo que nombrar a una sola persona, voy a nombrar a Lewis Bin-ford. En lo personal tuve un acceso muy tardío a su obra. Yo estudiabaaquí en Buenos Aires y no leíamos sus trabajos. Los profesores, que sinduda conocían su obra, no la enfatizaban dentro de sus clases. Entoncesme fui formando en un mundo donde la Arqueología era la ArqueologíaHistórica-Cultural, en Buenos Aires, principalmente. Era una Arqueologíade migraciones, difusión. Y cuando encontré un autor que sistemáticamen-te demolía eso yo quedé encantado; porque me ofrecía una alternativa que

aclaraba las enormes dudas que me creaba la que me enseñaban en estacasa. Entonces Lewis Binford es inevitablemente una figura señera para mí en ese sentido. Es un arqueólogo que conmovió la Arqueología y lo hizocon el método clásico: no tomar rehenes, no tomar prisioneros. Absolu-tamente agresivo y entonces ha invitado a análisis múltiples de su obra.Ésta puede gustar o no, pero lo único claro es que durante unos cuantosaños él estuvo realmente moviendo el tablero de la Arqueología y creó al-ternativas. Sobre todo un principio que a mí me interesa mucho enfatizar,

que es que hasta ese momento la Arqueología se basaba mucho en el cri-terio de autoridad, y Binford desafiaba esto, invitaba al uso de criteriosindependientes. Yo creo que hay una lectura para mí equivocada de lo quefue el movimiento inicial generado por Binford cuando trata de enfatizarla búsqueda de objetividad, que como todos sabemos es imposible. Creoque el nudo central de lo que él decía es que no creamos en la autoridad.Exijamos que nos den una explicación para que nos convenzan sobre algo.

Otra figura que me influyó es menos conocida, Aurel Stein, arqueólogoque trabajó en la Arqueología del desierto de Gobi, el camino de la seda.Lo que me atrajo de este hombre es que se pasó prácticamente su vidaen el campo. El nunca tuvo una casa, nunca estuvo asentado en un lugar,

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y murió en un campamento, a 5.000 metros de altura. Ese amor por eltrabajo de campo ha llevado a que yo siempre lo mire como un modelo.

— ¿Y algún argentino?

No he tenido realmente referentes en el país, que en forma completadiga «yo quiero hacer la Arqueología que hace él». Sin duda el arqueólogomás importante al cual yo tuve el acceso como para charlar con él y en-tender su obra es Alberto Rex González, y me parece que él es el hombreque en este país terminó con muchas cosas que me parecían a mí visionesextremadamente inocentes del pasado. Pero él no ha trabajado ninguna delas cosas a las que yo dediqué mi carrera. Entonces siempre hubo en mipaís esa distancia en cuanto no he tenido alguien a quién mirar que digaque trabaja en lo que a mí me interesa. Rex hacía absolutamente otra cosa,y yo lo admiraba a la distancia.

— ¿Podría describirnos su evolución teórica a lo largo de su carrera?

Bastante simple. Cuando empecé a estudiar, durante meses (quierocreer que no fue durante años) compré el paquete Histórico-Cultural que

 veía difusión por todas partes y me divertí con el juego de mirar parecidos

entre piezas muy alejadas, y luego ver cuál era la más antigua y entoncesespecular sobre de dónde venía una y la otra. Luego fui muy impactadopor el movimiento de la New Archaeology y entonces adquirí una formamuy diferente de ver las cosas dentro de toda esa compleja cosa que fuela Nueva Arqueología y de todas las variantes que presentó esta verdaderarevolución en Arqueología mundial. Dentro de las muchas alternativas quese presentaron la que me interesó más es la evolutiva, la que enfatizabael funcionamiento de las sociedades como sistemas dentro de un esquemaevolutivo. Difería poco de lo que David Clarke proponía desde Inglaterra,que era la otra voz importante en aquellos años.

Entonces estuve mucho tiempo entusiasmado con eso y pasé a hablarde sistemas adaptativos y de sociedades funcionando como sistemas. Luegoencontré que esa forma de trabajar tenía una serie de problemas que real-mente implicaban un conocimiento de los resultados finales del que yo y mis colegas carecíamos. Encontraba que estaba obteniendo resultados cir-cularmente. Al ya definir un sistema, yo conocía este o aquel componentey los demás parecían hallazgos, cuando en realidad eran derivaciones que

no eran necesarias de los componentes que habían iniciado ese juego dedescubrimientos. Entonces encontré una alimentación epistemológica muy grande. En lo personal, yo encontré en el sistema refutacionista a través de

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afectó a las poblaciones humanas el hecho de que se formara un estrechode la magnitud del Estrecho de Magallanes?

Habiendo gente desde hace 11.000 años y un estrecho desde hace8.000, 8.500, había un tiempo en que las poblaciones tenían posibilidad

de integración territorial. Luego, asumo, muchos cientos de años de aisla-miento. Hasta que hubo una respuesta humana a éste, que creo que fuelo que se llama la adaptación canoera, que han estudiado principalmente

 varios de mis colegas. En donde en 6.500, 7.000 años atrás, aparece todauna tecnología de orientación marítima en la búsqueda de recursos, quemuestra como se logró la circulación humana y la integración. Entoncesla primera pregunta del proyecto era si existió divergencia cultural entrelas poblaciones que quedaron al norte y al sur del estrecho. Para trabajar

eso diseñé dos bloques temporales. Uno en el Pleistoceno final, hasta el co-mienzo del Holoceno. Y otro en el Holoceno muy tardío, separados por 4 ó5.000 años, que no eran objeto de mi investigación. Yo quería informaciónque no estuviera contaminada de continuidad. Quería examinar la formade organización de las sociedades antes y después de este evento que hemencionado y la mejor forma de hacerlo era buscar los extremos de estecontinuum temporal. Como resultado de estos trabajos, entre las muchascomplicaciones interesantes que fueron surgiendo, fue apareciendo el con-cepto de que no había necesidad de que las poblaciones de 11.000 añosatrás fueran las que iniciaron los linajes que culminaron en las poblacionesencontradas en el momento del contacto con los europeos. Había tres ocuatro líneas que abonaban esto. Por mencionar una, en aquel momentodel contacto había evidencias de lo que se llama «contacto indirecto». Estoes, que el contacto entre europeos y americanos no había ocurrido nece-sariamente siempre que se estaban viendo la cara, sino que muchas veceshabía ocurrido antes que se vieran uno frente a otro. El contacto indirectoimplica la posibilidad de que las epidemias impactaron a las poblaciones

aún antes de que se produjera un contacto. Entonces situaciones que porla cronología tardía del contacto en el interior podíamos considerar no re-lacionadas con el europeo, podían estar tremendamente relacionadas poresta vía.

Hay todo un registro material de objetos europeos enterrados en depó-sitos de 200 o 300 años en sectores de la Patagonia que habían experimen-tado el contacto a fines del siglo XIX. Entonces la circulación de bienes,que cualquier colega asumiría que ocurría, es para mí la prueba indirecta

de que el contacto indirecto estaba vigente desde tiempos anteriores al de verse mutuamente la cara. Eso sugirió la posibilidad de discontinuidad po-blacional. Una vez aceptada esta posibilidad, hay que admitir teóricamente

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la posibilidad de otras discontinuidades poblacionales. Entonces, a partirde un cuerpo teórico derivado de la teoría de la evolución, que agrupa laspoblaciones reconocidas con los restos óseos humanos que se identificanen el registro arqueológico de diferentes lugares de Patagonia, fue posi-

ble empezar a hacer preguntas que interrogaran sobre eso. Y ahora, conlos estudios de ADN sobre huesos, estamos en condiciones de plantearnossi hay o no continuidad entre poblaciones viejas y recientes. Y la primerarespuesta que podemos ofrecer hoy, es el grado de complejidad mediantelos haplotipos representados en muestras fósiles de huesos humanos enla Patagonia. Para el Holoceno medio, 4 o 5.000 años atrás, Patagonia yamuestra toda la gama de haplotipos que está presente en el momento delcontacto con el europeo. Luego, no hay posibilidad de pensar en una olea-

da inicial de gente que tiene una homogeneidad cultural y biológica quedespués empieza a ramificarse. No, la historia es mucho más complicada.Para mí algo importante es la toma de conciencia de la plena impor-

tancia de los restos humanos óseos. Son parte del registro arqueológico,nadie lo puso en duda, pero en la práctica los estudios de huesos humanoseran apéndices, se estudiaban aparte por especialistas. Lo que yo defiendoa fondo es el estudio de los huesos humanos, la recuperación y el estudiocon antropólogos biólogos a la vez y con preguntas cruzadas, donde hayauna búsqueda orientada a los restos que pueden responder a lo que unonecesita.

Una pregunta que nos hacemos es en qué momento aparece territo-rialidad en la Patagonia central. Entonces nos preguntamos cuáles son lasmedidas materiales de esa territorialidad. Tenemos dos líneas de análisispara ver este tema: una, son los isótopos estables sobre huesos humanos,que informan sobre la dieta de los individuos que se examinan; y la otra esla distribución de bienes que no son de origen local. Pueden ser restos decomida de origen alóctono (como moluscos encontrados en el interior) o

materiales líticos de procedencias conocidas y que tienen una o dos fuentesposibles de origen y que se encuentran distribuidas por el paisaje. Decidi-mos mapear estos grandes espacios con isolíneas de presencia de bienes deorigen marítimo y de origen lítico de procedencias conocidas. Y estudiamosmodelos que pueden usarse para interrogarnos qué tipo de distribución esla que reflejaría un sistema de intercambio simple, o cual un sistema decomercio.

En cuanto a los isótopos estables, la clave fue la oposición entre re-

cursos marítimos o terrestres. Podían ser muestras puramente marítimas,puramente terrestres o mixtas. Mapeando los datos isotópicos en huesoshumanos vimos una distribución fascinante. Esta distribución refleja que

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las muestras puramente marítimas, eran totalmente costeras, lineales, enlíneas de costa. Las muestras mixtas configuran en la costa atlántica unafranja de 90 a 100 kilómetros y en la costa del Pacífico una franja de 10, 12kilómetros. En el medio, sólo muestras con dieta terrestre. Entonces esto

es un patrón que invita a pensar en una delimitación en el uso del espa-cio en el que, en función de lo que estamos midiendo, las poblaciones que

 vivían en el interior de la Patagonia continental prácticamente no teníaninteracción con los recursos del mar.

— ¿Qué rol piensa que juega el proyecto en el tema del poblamientoamericano?

Lo que creo que cualquier arqueólogo trabajando en este lugar delmundo puede aportar, es entender cómo ocurre la ocupación del últimoextremo de la última masa continental poblada en la prehistoria. . . En-tonces hace 11.000 años, más o menos, por lo que sabemos, llegan losprimeros habitantes al sur a Tierra del Fuego. Es el final de la expansiónsobre el planeta de homo sapiens. Como es el final, el tiempo es más aco-tado; entonces cosas que son más difíciles de acotar, de separar en otroslugares del planeta, aquí en el sur podemos responderlas con un poco másde claridad. Por ejemplo, podemos brindar información con mayor facili-

dad acerca de cuáles eran las condiciones de ese lugar del espacio antes dela llegada de los humanos y cuáles fueron las elecciones que los primeroshumanos realizaron. Para esto me concentro en los sitios más antiguos tra-bajados por mí o por mis colegas y luego veo sobre qué tipos de depósitosse asienta la primera evidencia arqueológica disponible. A partir de eso,es posible hilar una serie de preguntas acerca de si ésa fue una elecciónóptima, o si fue una elección que puede interpretarse como azarosa. Enresumen, voy a decir que en mi interpretación, las primeras elecciones de

los humanos en Patagonia no parecen ser óptimas, parecen estar usandolos lugares disponibles e inclusive por muy poco tiempo. Las cuevas sonapenas utilizadas a través del tiempo. Todo apunta a que la gente vivíabásicamente al aire libre, con campamentos al aire libre, moviéndose y de

 vez en cuando utilizaba cuevas.Otra línea de análisis tiene que ver con qué materias primas líticas están

utilizando: ¿locales o exóticas? Uno encuentra algo llamativo: en la mayo-ría de los depósitos la materia prima preferencial es local. Ahora, ¿quémateria prima están usando? ¿Es la mejor posible? De ahí viene la segun-da sorpresa: no, no es la mejor posible. Están usando expeditivamente lamateria prima local más abundante que nadie pueda dejar de ver. Y la ma-

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teria prima local, importante, útil, difícil de encontrar no aparece. Cuandohay materia prima de alta calidad de talla, por ejemplo, representada enbajos porcentajes, usualmente es de muy lejos, lo que yo tomaría como elresiduo material de una expedición logística a larga distancia.

— ¿Qué lugar considera que ocupa la arqueología argentina dentro del contexto sudamericano?

Creo que está bien ubicada en el contexto sudamericano, y me atrevoa decir que en el mundial también. En parte porque hay muchos arqueó-logos que tratan de obtener resultados a preguntas que muchos se haceny que en otros lugares tienen dificultades para plantear un diseño capazde contestarlas. Ésa es una razón. Otra es porque por diferentes motivos,ha sido un centro en el que hubo una masa humana lo suficientementegrande e interesada en ir lidiando con un par de problemas de investiga-ción que llevó a mejoras en el conocimiento, a mejoras en los standarts depresentación de resultados; obligados porque uno sabe que la crítica estáahí, esperando. Yo creo que Argentina goza de un nivel de crítica internamuy alto, del que no gozan otros países sudamericanos.

— ¿Cómo plantearía un plan de estudios y qué debería enfatizar el mismo?

Debería para mí, interactuar mucho más con el trabajo de campo y launiversidad debería dar los medios para que la gente pueda participar delproceso, porque allí es donde se entiende. Lo que los estudiantes de Ar-queología necesitan es una discusión de lo que se llaman «estrategias paraarqueólogos», cómo se toman las decisiones en todos los procesos, desdedónde trabajar, hasta cómo trabajar, cómo resolver los casos, entender larelación con los tamaños de muestra. Cuál es el tamaño de muestra perti-nente a la pregunta que hago y pertinente a mi potencial de análisis y depreservación de esos materiales.

— ¿Cómo evalúa el sistema de inserción profesional de los estudiantes y reciénrecibidos?

Tengo que tratar de ver eso con optimismo. Igualmente yo digo quea un arqueólogo no hay que alentarlo a ser arqueólogo. El que va a serarqueólogo lo va a ser y no va a poder evitarlo, no quiere otra cosa, no le

interesa otra cosa. Y si hay algo que lo detenga, como un problema econó-mico y dice «no voy a ser arqueólogo», perfecto. No iba a ser arqueólogo.Creo que teniendo esos problemas y diciendo «bueno, hay problemas, los

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 voy a superar», la inserción se va a lograr; pero de una manera muy difícil. Y el país no está preparado para toda la cantidad de arqueólogos actual.Esto no es diferente a lo que ocurre en otros países.

La solución que este país ha dado hasta el momento ha sido que la gen-

te diga «yo voy a ir al interior y voy a tomar un puesto en el cual me voy air haciendo mi nicho de a poco». Muchos han intentado eso, y a algunos lesha ido bien y a otros les ha costado más. Lo que pasa es que el grueso delos puestos está acá (en Buenos Aires) y esa concentración me parece muy negativa. Mucha gente que va a dirigir un museo del interior, por ejemplo,se encuentra en la situación de que no puede hacer lo que fue a hacer por-que se encuentra haciendo lo que el museo exige; y raramente va a poderhacer lo que buscaba, que era investigar. Otros van como profesores al in-

terior, y nuevamente lo mismo, hay que ver hasta que punto esas unidadesadministrativas están dispuestas a respaldarlos en la investigación. Peropor suerte muchas veces ocurre.

— ¿Podría contarnos sobre satisfacciones y frustraciones que vivió a través dela Arqueología?

Bueno, la satisfacción de ver que las cosas que yo creía no eran así, el ver que un bello modelo se destruye. . . Esa es una satisfacción enorme.

Recuerdo un año en particular, 1993, en el que se destruyeron seis ó sieteideas importantes sobre la arqueología de los canales de Chile. Fue un añosensacional, porque encontré que mis colegas y yo podíamos hacer cosasque afectaban lo que pensábamos. Y después frustraciones. . . las que tienecualquier investigador en cualquier rama en este país. El año negro en elque resultó tan difícil concentrarse, mucho menos hacer un trabajo efecti-

 vo en la investigación. La cantidad de tiempo que este país requiere de uninvestigador para ocuparse de tareas administrativas, burocráticas. La no-

ción aparentemente impuesta desde alguna parte, que en algún momentode la carrera de un investigador, tiene que estar en cuanto comité hay, encuanto jurado hay con el resultado neto de que si no ama mucho lo quehace ya no hace más que estar evaluando el trabajo de los demás.

— Desearíamos cerrar el encuentro con un mensaje para quienes ingresan a lacarrera.

Mi mensaje es sencillo. Si les gusta esto, adelante con todo. Disfrútenlo,

es una tarea fascinante y lo que se requiere es tener las ideas claras, nadamás.

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Carlos Alberto Aschero*

Foto: Gentileza Carlos Aschero.

* Carlos Aschero nació en 1946. Es Licenciado en Ciencias Antropológicas, orientaciónPrehistoria y Arqueología, recibido en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad deBuenos Aires. Se recibió de Maestro Nacional de Dibujo en la Escuela Nacional de Bellas Artes «Manuel Belgrano» en 1969 y es Profesor Nacional de Dibujo y Grabado recibido enla Escuela Nacional de Bellas Artes «Prilidiano Pueyrredón» en 1972. Entre 1983 y 1993 fueProfesor Asociado de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires.Entre sus cargos ejercidos se cuentan: Investigador Independiente del CONICET, Profesor

 Asociado Interino de la Facultad de Ciencias Naturales de la Universidad Nacional de Tu-cumán y Director del Instituto de Arqueología de la Facultad de Ciencias Naturales de laUniversidad Nacional de Tucumán. Autor de numerosas publicaciones, ha sido distinguidocon numerosas becas y premios como el Konex 1996.

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— Nos gustaría que nos cuente qué fue lo que lo motivó a interesarse en laArqueología.

Bueno, cuando era estudiante secundario me interesaba muchísimo la

egiptología. Tuve la oportunidad de hacer unos viajes a Egipto y a la In-dia antes de comenzar con la carrera, y ahí me encontré con esta cosa delpaleolítico, de las cuevas, del arte rupestre; y me gustó mucho. Y cuan-do volví me encontré con alguien que era, no pariente mío directo, pero

 vinculado con la familia: Carlos Gradín, que volvía de la Patagonia, de sustrabajos con el arte rupestre y ahí me convencí del todo. . . No tenía senti-do trabajar en la Argentina con egiptología – más en ese momento – y meempezó a gustar eso.

 Y cuando ingresé a la carrera pude estar en Europa un año después y  volver sobre el tema del paleolítico, y me impactó muchísimo esa cosa del«silencio de los textos». . . Esa cosa de poder ponerle voces a ese silencio.

 Y ahí me interesé del todo: empecé e hice un viaje al NOA y comencéa encontrar cosas. Era estudiante, recién empezaba. En algún momentotraje alguna recolección de eso. Lo vieron Menghin y Amalia Sanguinetti deBórmida y me entusiasmaron y como a los tres años de estar en la carrerame propusieron si podía hacer tipología de materiales que había recogidoBórmida en el norte de Uruguay. . . Y ahí empecé a trabajar con materiales

líticos en el fondo de la sala de carpintería del museo  [Etnográfico]. Meencontré con tres mesas llenas de piedras. Y empecé a estudiar tipología y realicé ese trabajo e hice el primer informe enviado al CONICET, que fue elinforme tipológico que se sigue usando en varios lados, fruto de esa mesallena de piedras.

— O sea que su vocación fue clara, temprana.

Sí, y la verdad es que le debo muchísimo a Carlos Gradín por transmi-tirme el entusiasmo.

— A propósito, ¿a quiénes considera sus referentes en Arqueología?

 A Carlos Gradín particularmente, porque me enseñó muchas cosas. Nosólo esta cosa de la humildad de alguien que no viene de la carrera mis-ma, sino que era un formado autodidacta y que paralelamente «pesaba» lagente del campo y las cosas que encontraba. . . Siempre hubo un balance

muy fuerte en el afecto y en el dar entrada y participación a la gente, enel meterse en la vida de la gente, de charlar, de los vaqueanos; de charlarsobre la historia del paisaje mismo. Y fue muy importante eso. Carlos fue

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un fuerte activista político de la izquierda, y esta cosa del pueblo funcionamuy particularmente en él; entonces creo que fue lo que más me impactó.Este juego de esas dos cosas, por un lado el silencio de los tiempos queno tienen referentes, y esta cosa de entender el pasado a través de la gen-

te que vive actualmente en estos lugares; que te cuenta de la naturaleza,de los animales y su relación con la gente y cómo es la vida en términosde estación de tiempo, de invierno, de verano. . . Y con Carlos aprendí aabrirme con la gente y a hablar con la gente. Y eso lo sigo considerandomuy importante. Y en los que trabajamos en NOA – porque sigo con estadualidad NOA-Patagonia que nunca me puedo sacar de encima – esto escrucial. . . Entender a la gente actual de los pueblos, entender sus relacio-nes, entender su perspectiva del mundo, su conexión con el mundo, sus

lazos sociales, creo que es fundamental. Aparte de Gradín, Rex Gonzálezfue alguien a quién admiré mucho. . . Y más allá, muy al comienzo de micarrera, escuché alguna conferencia de Lautaro Núñez Atencio, que me im-pactó fuertemente porque era un hombre muy comprometido, pero hastael fondo de las tripas, en esas cosas del desierto atacameño. . . me impac-tó mucho. . . Sí, yo diría que Lautaro y Gradín son los dos referentes másfuertes que tuve en mi vida de arqueólogo.

— ¿Y en el plano internacional?

Bueno, en ese momento que empezaba debo mencionar a Bordes y después leí mucho a Binford también. . . Después llegué a conocer per-sonalmente a Hodder, que me impactó mucho por ser una persona muy inteligente, hablando un poquito de los más notorios. . .

— Cuéntenos sobre las áreas temáticas en las que desarrolló o le hubiesegustado desarrollar sus investigaciones.

Bueno, son dos fundamentalmente. Primero, tengo un fuerte interés so-bre cazadores recolectores. De los cazadores recolectores, todo lo que seatecnología lítica, y la otra cosa es el arte rupestre. Me interesa el impactodel hombre al ambiente a través del instrumento y de la cosa simbólica. . .Soy de familia de artistas y además seguí las dos carreras: soy egresado dearte también. Me interesé por esto, el arte rupestre en esos momentos, don-de uno menos evidencia tiene: 10.000, 8.000 AP. De golpe, el arte rupestre:una imagen muy fuerte de lo que la gente es y cómo maneja el espacio. En

este momento que la Arqueología del paisaje está en boga, digamos, elarte rupestre es una de las cosas más fuertes para marcar el paisaje, paragenerar, para construir ese paisaje. Y lo que estoy encontrando en los ca-

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zadores en el NOA, particularmente en la Puna, no está funcionando comoalgo que está explicando eventos ocurridos, sino que está marcando signosde gente, como cosas que son absolutamente idiosincráticas en términos,digamos, de puntiforme o rayas o cosas muy simples. Piensen en la escri-

tura de los onas, por ejemplo, cosas que están indicando como marcas degente, eso es lo que estoy pensando. . . Que pudieron estar en otras cosas,como escrituras corporales o decoraciones en artefactos muebles, despuésdel 5.000, 6.000 AP. Eso lo estamos viendo.

— Nos gustaría que nos hable sobre su evolución teórica a lo largo de sucarrera.

Fui pasando por varias alternativas desde esa cosa Histórico-Cultural.Piensen que yo lo tuve a Lafón, a Menghin en su momento, y a Bórmidacomo profesor, con lo cual el sello Histórico-Cultural es muy fuerte. Mefui dando cuenta que aquello no explicaba las cosas. . . Empecé a charlarfuertemente con Gradín por nuestras cosas en Patagonia; y luego tuve esesello del procesualismo, como todos acá. . . Nunca demasiado. . . No es que

 venga atrasado con los modelos, pero no me gusta la moda, no me gustadecir «paso a esto otro y dejo esto de lado». . . Yo siempre vengo con unarrastre muy fuerte y últimamente me interesa mucho la teoría social, muy 

fuertemente. Y de la gente que está trabajando con esta cosa evolucionistame interesa la escala del trabajo. Esta cosa de la escala a largo plazo, dela selección a largo plazo es interesante incorporarla no tanto en términosde selección natural como plantean ellos, sino en términos de una presiónsocial muy particular que hace que ciertas cosas se elijan frente a otras. Nocreo en esta cosa determinista de la maximización permanente de los re-cursos. Creo que hay un componente social muy fuerte. . . Cuando uno estátrabajando con cazadores en el NOA o en el caso nuestro de Antofagasta

de la Sierra que tenemos 10.000 años de gente viviendo continuamente enun oasis, el problema es ver de qué manera esta poca gente que vivió enese lugar, controló este territorio y pudo mantenerse a través de los lazosde interacción con la presión social. La fuerza de esos lazos sociales tieneuna gran vigencia explicativa.

— Y la toma de decisiones individual.. .

Por supuesto, no se puede descartar ese componente.

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— Opina que el hombre puede «torcer» la selección natural, la puede dirigir dealguna manera y con pautas culturales.

 Absolutamente. . . Pienso, de todas maneras, que dentro de la misma

teoría darwiniana hay un componente muy fuerte de la transmisión deinformación. . . ¿Quién genera esa información? ¿Quién decide cuál es lainformación importante a pasar? El que tiene el poder, obviamente. . . Porcierto que si uno está trabajando con cosas del 10.000, el papel del am-biente fue mucho más fuerte a los 10.000 años de antigüedad, que si unoestá trabajando con cosas del 4.000 ó 3.000. . . Es obvio, no lo podemosnegar. En la Puna está pasando algo entre el 8.000 y el 6.000: hay unapresión ambiental fuerte que hace que ciertas cosas se reordenen. De gol-

pe uno puede decir: «el gatillo tiene algo que ver con ese ambiente – deextrema sequedad – », pero las respuestas tuvieron muchísimo que ver conel componente social y como actuaron.

 Y creo que hay problemas en el uso de estos conceptos como el de «ries-go». Riesgo existió siempre. Pero cuando uno trabaja tanto en Patagonia oen la Puna, este concepto de riesgo hay que entenderlo en términos deuna memoria social activa. Ese riesgo lo tuvo la gente hace 10.000 años, y aprendieron fuertemente a minimizarlo. Entonces no podemos pensar quees lo mismo el papel del riesgo en 5.000 años AP que en 10.000 años AP.

Hay toda una memoria que ya tiene soluciones perfectamente armoniza-das. De todas formas, a nivel teórico yo siempre fui de la idea de dejar quela gente trajera sus marcos teóricos, que ingresara en el proyecto, y se tra-bajara con marcos teóricos distintos. Yo realmente creo que lo que importaen los proyectos, es que aun desde marcos teóricos distintos, uno puedesentarse en una mesa, analizar la información y ver «lo que funciona esesto». Entonces en el proyecto hay unos que son más procesualistas, algu-nos más inclinados a la teoría social que otros y, sin embargo, se trabaja

armónicamente. Lo que me importa es rescatar la información bien.

— O sea que en su opinión se puede hacer una síntesis productiva entre variosmarcos teóricos diferentes.

 Yo creo que sí, si se tiene en cuenta una visión, diría holística, y de noestar contraponiendo continuamente naturaleza y cultura; entender queen esos ambientes particularmente hay una integración muy fuerte en-tre naturaleza y cultura. La educación en esta cosa de traspasar informa-

ción, está jugando continuamente con la práctica concreta de las cosas.Esa información se procesa continuamente en un juego de las cosas con lamateria. Entonces no se puede separarlo tan fríamente, tan teóricamente

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como componentes que entran como píldoras en las arterias y salen porel otro lado. Es algo que es continuamente una suerte de dialéctica con lanaturaleza, donde en la naturaleza entran estos grupos indígenas con com-ponentes afectivos muy particulares y donde las cosas no pueden ser solo

«maximización». Tienen que ver con el respeto a cómo estas cosas entranen el sistema cultural.

— ¿Cómo ve a la Arqueología en el contexto internacional?

Creo que el cambio fue muy fuerte en los últimos 20 años. Creo que hay una salida muy fuerte al exterior y un interés de los grupos internacionalespor la arqueología argentina. Y el nivel de la gente joven, lo que está pro-duciendo, es muy fuerte. Considero que ocupa un lugar destacado a nivelen el contexto sudamericano, y creo que va a ser cada vez más fuerte.

— Cuéntenos sobre satisfacciones y frustraciones que vivió a través de laArqueología.

Satisfacciones muchísimas, y esto por ahí es parte del mensaje para losingresantes. Hay algo particular en el descubrimiento, algo que impactafuertemente; cuando uno puede ponerle voces a ese silencio. . . eso es muy 

emotivo. Por un lado cuando uno tiene una hipótesis y empiezan a saltarlos datos. . . Y por lo que hay que cambiar también. . . se tenía la certeza y hay que ir por otro lado, eso también es muy lindo. Es un hermoso puntode vista personal, digamos. Por otro lado, lo más fuerte, lo más duro es elproblema de la conservación del patrimonio en la Argentina. Hay falta deconciencia. Esta cosa que aún para algunos profesionales la Arqueologíason «cosas» para poner en la vitrina. Esto es muy fuerte. . . También, lacuestión de la falta de control de los impactos arqueológicos por las obrasde infraestructura importante. . . Es algo duro. . . Cuando después de 15años de no ir a Incacueva en el Norte y acompañé, la vez pasada, a unasinvestigadoras del Instituto Nacional de Antropología y Pensamiento La-tinoamericano, me dieron ganas de llorar. . . Por ver sobre todo que granparte de los carteles que aparecieron pintados son de chicos de colegiosde la Quebrada. . . Y entonces cuando uno piensa en la pelea de las co-munidades indígenas ahora y ve esto, se da cuenta que hay un desfasajeentre lo que se pide y lo que es la realidad de lo que se concibe como patri-monio arqueológico. Creo que hay un tremendo trabajo que hacer con las

comunidades, creo que fue un error nuestro no hacerlo desde el comienzo,no hacer transferencia, no motivar a nuestros alumnos a la transferenciacontinua.

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Charlas, un encuentro con la arqueología argentina 97

— ¿Qué opinión le merece la ley sobre patrimonio arqueológico y su relación

con los pueblos aborígenes?*

Creo que es un avance, no hay ninguna duda que es un avance. Por más

protestas que haya creo de todas maneras que la ley no está contemplandolo suficiente la cuestión del impacto sobre el patrimonio, no está reguladode qué manera controlar ese impacto. ¿Quién hace los controles?

— Quién hace los controles, quién los supervisa y en manos de quién queda el producto de ese salvataje...

 Yo sería partidario de que todos los productos queden en la comunidad.Pero la comunidad tiene que entender que como arqueólogo y pensando

en el futuro de los materiales, tiene que haber una situación particularpara que esos materiales queden. Debe haber museos, un sitio adecuado,un lugar donde el investigador pueda ponerlos. Y esto lo discuto siemprecon la gente de provincia. Estamos repitiendo siempre en Buenos Airesy La Plata, en Catamarca y Tucumán. Si los materiales no vuelven a lascomunidades, ¿qué sentido tiene que queden en la capital de la provinciacuando los museos no existen o que terminen en un enorme depósito queno visita nadie?. . . Entonces es preferible que las colecciones, primero:

queden íntegras en algún lugar, que algún investigador vaya y las pueda ver. Y por otro lado lo ideal es que queden integras en los lugares dondese sacaron. Que sirvan para generar una conciencia dentro de la gente dela comunidad; hay que trabajar con chicos de la comunidad. Lo ideal seríaque los arqueólogos del futuro también sean estos chicos que salgan de lacomunidad.

— Y volviendo al tema de la transmisión de información, hay que hacer estotambién con la gente de la ciudad.. . uno siente que falta muchísimainformación y a la vez hay mucho interés.

 Absolutamente. Hay que pensar muy bien cómo se inserta esto en lacomunidad escolar. . . Los trabajos que hicimos con los chicos de Tucumánde hacer simulaciones de excavaciones fueron fantásticos, pero eso tieneque tener una dosificación en términos de tiempo. Y con los grandes tam-bién. . . Yo creo que hay que trabajar con Gendarmería, con la Policía, hay que hacer conferencias, hablar sobre la importancia del patrimonio. . . Hay 

que salir a la palestra de una vez por todas.* Se hace referencia a la ley 25.743 de protección del patrimonio arqueológico y paleonto-

lógico, de julio de 2003.

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98 Carlos Alberto Aschero

— Le pedimos, ya finalizando, un mensaje para los nuevos ingresantes a lacarrera.

Estamos en un mundo donde la globalización está neutralizando todo.

Creo todavía que pelear por la diversidad cultural es una pelea digna. Co-nocer esa diversidad es importantísimo. Y hacer cosas por la comunidad y a partir del conocimiento de los códigos particulares de la comunidad esimportantísimo. Creo que ningún político mira demasiado al pasado. Creoque todo lo que estamos viendo de los políticos es una cosa chata de algoque no tiene perspectiva histórica. Y creo que un arqueólogo lo que estáhaciendo es darle a esas comunidades esas voces al silencio y entender dequé manera son lo que son, de qué manera fueron lo que son. . . Y eso las

comunidades lo necesitan como el agua.Tenemos que pensar en eso, en que la arqueología despliegue esa di- versidad al máximo y explique esas historias particulares. Hay que poner voces a esas historias de silencio. Hay que enriquecerse internamente y entender que el papel nuestro es ese despliegue, entender esa diversidad.

 Y hay que entender y trabajar con el tiempo propio de las comunidades.Este tiempo hay que entenderlo, no pueden hacer esos proyectos que searman en escritorios en Buenos Aires; acá es un diálogo continuo y queellos propongan cosas. Hay que respetar sus tiempos.

— ¿En qué anda Carlos Aschero ahora?*

Bueno, fuertemente metido con el proyecto de Antofagasta de la Sierra,con la idea de poder señalar un puntito en la Puna jujeña para volver a dis-cutir estos problemas de los silencios arqueológicos y la profundidad de losproblemas de domesticación de la llama en el tiempo. Me interesa muchoeste planteo. Es tal el repertorio de interacciones a distancia que estamosteniendo de 8.000 AP hacia delante que creo que la única explicación paratamaña interacción es con movilidad a partir de animales de carga. Y porotro lado retomando la investigación en Patagonia, en el Parque NacionalPerito Moreno, que es una tierra muy alta con una situación de ambientemuy extremo, descubrir qué pasa con la movilidad cazadora recolectora y el ambiente rupestre entre dos puntos distintos del paisaje.

* Entrevista realizada en marzo de 2005, en el Museo Etnográfico J. B. Ambrosetti.

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Gustavo Gabriel Politis*

Foto: Gustavo Politis junto con Piraimahá y su familia. Tomada en mayo de2008 en la aldea Awá de Jurití (Brasil). Gentileza G. Politis.

* Gustavo Politis nació en 1955. Se recibió como Licenciado en Antropología en 1978 y comoDoctor en Ciencias Naturales en 1984 (ambos títulos en la UNLP). Fue becario posdoctoralen la University of Kentucky, Smithsonian Institution y University of Maine (1984-1985). Actualmente es profesor titular en la Universidad del Centro de la Pcia. de Buenos Aires(UNCPBA) y director del Doctorado en Arqueología y profesor adjunto en la UNLP. Inves-tigador del CONICET con categoría principal, fue también profesor visitante en la Uni- versidad de Cambridge, Inglaterra (1991), en la Universidad de Southampton, Inglaterra(1993-94) y en la Universidad de Stanford, EEUU (2001). También fue profesor visitanteen varias universidades Latinoamericanas (Universidad de la Republica, Uruguay; Univer-sidad de Chile, Santiago de Chile; Pontificia Universidad Católica de Río Grande do Sul,

Brasil; Universidad Nacional de Colombia). Es autor de 95 trabajos científicos entre losque se incluyen 3 libros como autor y 4 como editor. Obtuvo el premio Houssay en 1986y 2003, y la beca Guggenheim en 2003. Actualmente, entre sus actividades mas recientes,se encuentra realizando trabajos etnoarqueológicos entre los Awá del nordeste de Brasil.

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100 Gustavo Gabriel Politis

— Desearíamos conocer cómo fue su acercamiento a la Arqueología.

Mi acercamiento a la Arqueología se remonta a cuando era chico, cuan-do definí un poco mis temas de interés. Yo me crié en Necochea, que es un

lugar donde hay bastantes sitios arqueológicos en las inmediaciones, en losmédanos y en las orillas del río Quequén. . . Y cuando era chico hice varioshallazgos casuales de material arqueológico. . . Entonces, me pareció fas-cinante poder explorar el pasado a través de los restos materiales que ibanquedando y darle un poco de sentido a todo eso que se encontraba en elcampo. En Necochea, los sitios arqueológicos estaban a pocos kilómetrosdel centro y a algunos se podía llegar caminando. Entonces esto me per-mitió el satisfacer mi curiosidad por el pasado y a la vez esta curiosidad

estaba acompañada con experimentar un modo de vida atractivo, que es lasalida al campo, dormir en carpa, estar viajando. . . Todas estas cosas, unpoco románticas de la Arqueología, para mí son una parte importante dela práctica profesional: el contacto con el sitio, con gente diferente a uno,en lugares distintos a los que vivimos. . . esto me parece muy atractivo.

 Y entonces, en un momento de la secundaria, presenté un trabajo en laferia de ciencias, y fue la oportunidad de conocer a  [Pedro] Krapovickas,que era uno de los jurados, y sobre todo al Dr. Guillermo Madrazo, que enese momento era Director de Instituto de Investigaciones Antropológicas

de Olavarría y del Museo «Dámaso Arce». Y gracias al contacto con él y auna beca que me dieron para viajar algunos fines de semana a Olavarría,cada tanto empecé a trabajar y a salir ya en la secundaria a hacer excava-ciones con arqueólogos profesionales. Ellos comenzaron a excavar en esosaños el sitio La Moderna, el que después volví a retomar como parte de mitesis.

También influyó el afecto al lugar de donde venía. De hecho, a lo lar-go de mi carrera estuve expuesto a otros intereses arqueológicos y siendo

alumno excavé varias veces Noroeste argentino y colaboré con Rex Gonzá-lez, Krapovickas, Dougherty. . . A pesar de esto, de haber estado en otrasregiones que en ese momento concentraban la atención de la arqueolo-gía argentina, yo mantuve mi interés por la Arqueología pampeana y porlos cazadores recolectores, por el tema del poblamiento de América, la re-lación de la fauna extinguida y los primeros pobladores. . . Creo tambiénque tiene que ver con esta tradición ameghiniana que todavía subsistía enalgunos colegios de la provincia en aquellos tiempos.

Entonces cuando empecé a estudiar acá en La Plata, tenía una fuerte vocación y nunca tuve dudas acerca de mi interés por la Arqueología. Mu-chas veces, los chicos cuando vienen a La Plata del interior a estudiar, se

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Charlas, un encuentro con la arqueología argentina 101

llenan de dudas, porque llegan con una idea muy distinta de la Arqueolo-gía a lo que es realmente. Sobre todo en nuestras facultades, en nuestrasuniversidades, los primeros años son muy generales, uno estudia cosas quetienen muy poco que ver con lo que va a ser luego en la vida profesional.

Entonces esta desilusión inicial, que me parece que es bastante frecuentey por demás comprensible, yo no la pasé por que ya tenía una idea más omenos realista de lo que se trataba la Arqueología.

— ¿Podría hacernos una síntesis de las áreas temáticas en las que se desarrolla y aquellas otras que le hayan interesado?

Bueno, obviamente hay muchas cosas que me hubieran gustado haceren Arqueología. Lo que pasa es que uno se va enfocando en temas espe-cíficos y después a lo largo de la carrera se va haciendo más difícil pasarde unos a otros. Pero lo que me ha pasado es que he ido derivando hacia

 varios temas, abriendo nuevas líneas de investigación; siempre relaciona-das con las líneas iniciales. El área de investigación en que trabajé y queactualmente trabajo, es el tema de la Arqueología pampeana. O sea, latrayectoria histórica y la adaptación de estos grupos indígenas pampeanosdesde el poblamiento temprano de América hasta hace dos o tres siglosatrás. Esto, además del interés estrictamente científico, esta vinculado a

un afecto a la región, al paisaje pampeano y a la gente que allí vive.Dentro de la arqueología pampeana, me interesan los momento más

antiguos: el Pleistoceno final y el Holoceno temprano, y esto me permitió vincular mis proyectos de investigación a un tema más amplio, que es lacuestión del poblamiento de América. Empecé a excavar en el sitio estanciaLa Moderna con Floreal Palanca, Leonardo Daino, Liliana Gau y Aldo Pan-konin, como dije, cuando aún estaba en la secundaria y cuando cursaba losaños finales de mi carrera universitaria, fui a excavar con Rex González a

un sitio en Tres Arroyos, llamado Arroyo Seco. . . Estos dos sitios anclaronmi atención en los períodos tempranos y en el tema del poblamiento.Este interés por la arqueología de los cazadores recolectores pampea-

nos y por el poblamiento temprano me llevó también a abordar el estudiode los cazadores recolectores actuales. Alguna vez antes ya había intenta-do tratar de ver alguna población indígena actual, cazadora recolectora,pero no tenía muy claro qué investigar ni qué hacer. Estos primeros inten-tos eran más por curiosidad personal, y por exponerme más intensamenteal otro cultural; más para acercarme a una forma de vida distinta, quepara llevar a cabo una investigación etnoarqueológica sistemática. Habíahecho algunos intentos y averiguaciones, pero nunca con mucho énfasis,

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102 Gustavo Gabriel Politis

hasta que en 1988 me invitaron a la Universidad Nacional de Colombia,en Bogotá, a dar clases durante unos meses. Y cuando llegué ese año, mecomentaron que hacía poco tiempo atrás habían aparecido unos indíge-nas cazadores recolectores, hasta ese momento desconocidos, que todavía

estaban viviendo una vida muy tradicional y que recién estaban tomandocontacto con la sociedad occidental.

— Los nukak.

Sí. Mientras estaba dando clases en la Universidad en Bogotá, pudecontactarme con algunos antropólogos que habían actuado en las prime-ras situaciones de contacto y me comentaron sus primeras impresiones.Entonces a fines de ese año volví a Colombia y pude ir a la zona y tomarcontacto con este grupo después de una serie de hechos y de eventos bas-tante afortunados. Y a partir de ese contacto, comencé a pensar cuandosalí de la selva en un proyecto etnoarqueológico serio, porque me parecíauna oportunidad única. Entonces, presenté un proyecto a la Wenner-GrenFoundation for Anthropological Research y me otorgaron un subsidio alaño siguiente, en 1991. A partir de ese proyecto comencé a hacer inves-tigaciones etnoarqueológicas sistemáticas con este grupo. Para entoncestenía una pata en la Arqueología pampeana, con un fuerte énfasis en po-

blamiento de América y otra pata en la Etnoarqueología y la Antropologíaamazónica.

Los trabajos de campo, siete en total, duraron hasta 1996; donde portemas de violencia sobre todo, el avance de las FARC (Fuerzas ArmadasRevolucionarias de Colombia) en la zona, la militarización del área y lapresencia de para-policiales y demás se hizo imposible seguir. Nuestro pe-queño grupo de investigación fue expulsado por las FARC y por suerte nopaso nada grave, aunque la situación fue muy difícil. Estuve dos o tres

años intentando volver y cada vez era peor.. . . la zona seguía en el mediodel conflicto armado y el acceso a los  nukak era imposible. En el 2000 leí un artículo de Henley, Mattei-Müller y Reid donde comparaban la lenguade los nukak y la conectaban con la de los hotï , un grupo que vive en el

 Alto Orinoco en Venezuela. Aunque había bandas que hacía años que es-taban contactadas, a través de este artículo me enteré que algunas aúnmantenían una vida tradicional, con cierto grado de nomadismo y con unalto componente de la subsistencia en la caza y la recolección. Entoncesempecé una primera campaña exploratoria en el 2002, y luego investiga-ciones etnoarqueológicas sistemáticas en el 2003 también con el apoyo dela Wenner-Gren Foundation. Espero poder continuar este proyecto, aun-

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que también hay otra serie de problemas en la región con respecto a lospermisos para investigar con indígenas. Cada vez, como ustedes saben,se está complicando mas hacer trabajo de campo entre las comunidadesindígenas.

También he desarrollado un interés creciente por la teoría y la metodo-logía arqueológica. De hecho, en cualquier práctica subyace una teoría quedetermina qué tema elegir y cómo abordarlo. En mi caso, he desarrolladouna actitud reflexiva acerca de cómo se genera el conocimiento arqueoló-gico y para tratar de entender el contexto político y social dentro del cualestá inserto el arqueólogo y que por supuesto, influye en los resultados dela investigación. Este contexto es determinante en la selección de temas,en los métodos que usamos, en el tipo de cosas que decimos a partir de los

datos, y qué cosas nos interesan decir y qué no.Esto es mucho más importante de lo que nosotros mismos nos damoscuenta. Creo que este sesgo no puede ser eliminado, es muy difícil. . . Perosí podemos darnos cuenta, en la posición que ocupamos, cómo esto influ-ye sobre nosotros y nuestra investigación. Podemos ponderar de algunamanera las hipótesis que surgen de nuestras investigaciones y evaluarlasa la luz de los contextos socio-políticos y científicos que le dan origen. Heescrito varios artículos sobre esto tratando de promover un debate abier-to pluralista que no se ha dado aún plenamente. Cuando en 1992 escribí el primer artículo sobre este tema «Política nacional, Arqueología y uni-

 versidad en Argentina», lo edité en Colombia, en un libro que se llamó Arqueología de América latina hoy .7 Estaba mucho más temeroso que aho-ra, porque me metía en un terreno sensible y peligroso, donde suponía ibaa herir ciertas susceptibilidades y donde pensé me iba a ganar enemigos,porque éstas son visiones, siempre subjetivas y basadas en miradas indivi-duales, sobre la labor de los arqueólogos, no sobre la Arqueología. Porqueno estamos discutiendo sobre algo ajeno a nosotros como puede ser la cul-

tura La Aguada, sino que estamos reflexionando sobre nosotros mismos,sobre la praxis arqueológica; sobre cómo generamos conocimiento, sobrecómo la sociedad argentina y latinoamericana influye sobre esta comuni-dad científica: qué legitima, qué no legitima, qué considera erróneo y quéacepta...

— Un poco en el marco de lo que hizo Bruce Trigger.

Sí, lo que él hizo está en una perspectiva mundial, lo que yo hago esta-ría en esa misma línea, pero con un alcance más modesto, más vinculado

7 Bogotá, Biblioteca del Banco Popular de Colombia, 1992.

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a lo que hacemos acá en Argentina y en Latinoamérica. . . Este interés nosurgió en mí espontáneamente – yo también soy parte del tiempo que metoca vivir – sino que se vincula a una corriente mundial de arqueólogos queestán teniendo esta actitud reflexiva y de alguna manera deconstructiva,

que a su vez responde a una tendencia mundial dentro del posmodernis-mo, de reflexión sobre los criterios de objetividad que supuestamente seintenta hacer en ciencia. Además, otros arqueólogos argentinos están entemas similares. Alejandro Haber y Javier Nastri son dos buenos ejemplosentre varios otros.

— Con respecto a la Arqueología de la infancia, ¿cómo cree que puede verseeste tema en el registro arqueológico?

Como cualquier otro tema arqueológico que no tiene ninguna parti-cularidad especial, de la misma manera que uno pudiera ver sistemas desubsistencia, movilidad, patrón de asentamiento. . . Como todos los aspec-tos de las sociedades que tratamos de ver en el registro arqueológico, esporque previamente notamos su existencia a través de la Historia indígenao en el registro etnográfico. Es difícil imaginar conductas y situaciones, sino tenemos un referente análogo que nos dé cuenta de ellas. Mi interéspor la Arqueología de la infancia surgió durante mi experiencia etnoar-

queológica entre los  nukak. Entre este grupo observé que los chicos sonlos que pasan más tiempo en los campamentos residenciales, muchísimomás que los hombres adultos y también más que las mujeres. Muchas vecessucede que los chicos más pequeños se quedan al cuidado de sus herma-nos mayores, mientras que las madres recolectan en las inmediaciones delcampamento.

Entonces, hay chicos que se pasan casi todo el día en el campamentoresidencial y en sus alrededores inmediatos. Esto por un lado. Por otro,

durante todo este tiempo generan cultura material de una forma impresio-nante. Esto es algo muy notable y mirado con ojos de arqueólogos, algoque se impone en la generación del registro de un campamento residen-cial. Cualquiera que tenga un hijo verá que siempre están moviendo objetospor toda la casa, y fabricando juguetes con cualquier cosa. Y algo pareci-do pasa en estos grupos cazadores recolectores. Entonces, mi interés fue:si nosotros sabemos etnográficamente que los chicos pasan gran cantidadde tiempo en los campamentos residenciales y que son productores impor-tantes de cultura material, debemos tratar de buscar algunos instrumentosmetodológicos para registrar como esto puede ser detectable en el registro.De hecho lo es. Hay muchos casos que se podrían identificar con cierta cla-

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ridad. Pero el principal punto es cambiar la mirada, dejar de pensar que elregistro arqueológico está hecho por poblaciones humanas homogéneas,sin diferencias internas, sustanciales salvo los «especialistas» en aquellassociedades donde tienen divisiones derivadas del grado de complejidad. . .

Pero en las sociedades cazadoras recolectoras las divisiones que se plan-tean son las de sexo; las actividades que hacen los hombres y las que hacenlas mujeres. . . Si comenzamos a pensar en los grupos etarios, también ve-mos que son un factor de variación importante y que podemos identificar.Esto también nos enfrenta a la posibilidad de ver a los diferentes actoressociales dentro de las sociedades.

 Y entonces empezamos a ver qué características tienen estas cosas echaspor los chicos, para los chicos. Podemos así tener una herramienta con

la cual enfrentar el registro arqueológico. Por ejemplo, una cosa que esbastante clara entre los nukak, es que los dardos de las cerbatanas gene-ralmente no quedan en los campamentos, porque la gente está cazandoafuera del campamento. Ellos cazan en un radio de varios kilómetros y enesa área es donde quedan los dardos fracturados, los que se pierden, losque se usan etc. Eventualmente las cerbatanas se rompen por otros moti-

 vos; se rompen cuando están ya muy gastadas y ya no se pueden reparar.Cuando llegan a este punto, se destruyen intencionalmente, ya que comoestán muy ligadas al cazador, los  nukak  no quieren que queden descar-tadas y puedan ser eventualmente usadas por otra persona... Esta es la«vida normal» de la cerbatana de un adulto.

En el caso de los chicos la trayectoria es totalmente distinta. Los chi-cos juegan dentro del campamento y dejan los dardos tirados dentro delmismo. Y dejan allí también sus pequeñas cerbatanas expeditivas. ¿Cuálesson las características de estas cerbatanas? Primero, son más chicas que lasde los adultos. Después, están peor hechas, porque no tienen que tener laprecisión, ni la certeza, ni ser derechas como las de los adultos. Porque no

tienen que matar a un mono a treinta metros, sino que tienen que pegarlea una hoja que está a cinco metros o intentar cazar un pajarito. Entoncesno son cerbatanas muy bien hechas, son de mala calidad, (por que los ni-ños aún no tienen la pericia necesaria) y están descartadas en un lugardonde uno no esperaría que fuera descartada una cerbatana o un dardo.Entonces, si consideramos estas características que son: forma, estado deconfección y  locus  de descarte como más o menos generales, aunque nouniversales; y nos enfrentamos con el registro arqueológico, podemos en-

contrar una vía de identificación de la actividad infantil. Este modelo, queestá formalmente publicado en un par de artículos, puede ser usado paraanalizar el registro arqueológico de los cazadores-recolectores del pasado.

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Por ejemplo en varios sitios de la región pampeana, se han hallado pun-tas de proyectil que están mal hechas, que son más pequeñas, que estándescartadas en un sitio interpretado como un lugar residencial. . . Enton-ces. . . ¿qué nos está indicando esto? Para mí podría estar indicando por

ejemplo que es un locus donde los chicos jugaron con puntas de proyectil.Por supuesto, toda esta línea argumental depende del contexto y de lasespecificidades que tenga el registro en cuestión. No se trata de recetasde aplicación universal. Esto se ha planteado en otros sitios del mundo,en donde se están haciendo estudios líticos y de área de actividad muy detallados. Por ejemplo en el sitio de Pincevent, en Francia, se han hechoavances importantes en este tema.

Entonces, lo que yo creo es que lo que necesitamos son estos modelos

analógicos que nos permitan generar algún tipo de expectativa arqueoló-gica, basada en la información etnográfica. Pero esto es posible si y sólo sinosotros reconocemos previamente la existencia de estos actores socialesdiferentes; gente dentro de las sociedades que hace las cosas de mane-ra distinta. Si nosotros pensamos que todo es la producción «normal» deadultos, cuyo único fin fue obtener herramientas eficientes para capturarmás energía del ambiente, vamos a perder la posibilidad de abordar lasdimensiones sociales e ideacionales del registro arqueológico.

— ¿A quiénes considera sus referentes en Arqueología?

¿En el mundo o en Argentina?

— En ambos, ¿quiénes cree que lo influenciaron?

Fuera de Argentina he tenido una influencia importante de Peter Ucko,a quien conozco de hace varios años y que ha despertado en mí el interéspor el análisis político de la producción del conocimiento arqueológico. Esuna persona a la cual yo le presto mucha atención a lo que dice y en gene-ral sigo sus sugerencias. He tenido la suerte de charlar y discutir bastantecon Ian Hodder y siempre me parecen muy interesantes sus ideas. Creo queambos han dejado una huella importante en mi trabajo. Además, como ala mayoría de la gente de mi generación, los trabajos de Binford fueroncruciales para abordar el estudio arqueológico de los cazadores recolecto-res. En los últimos años, y en vinculación por mi interés por la Arqueologíay la antropología amazónica, he abrevado en las ideas de Gerardo Reichel

Dolmatoff, Phillipe Descola y Eduardo Viveiros de Castro.

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— ¿Y en Argentina?

Hay dos colegas, que además son amigos, José Pérez Gollán y Carlos Aschero, a quienes les presto mucha atención y tengo mucho respeto por lo

que hacen. También ha tenido una influencia importante en mi formaciónel paleontólogo Eduardo Tonni que fue mi director durante los años debeca. Además, hay una cantidad de colegas de mi generación a los cualesyo consulto con frecuencia y estoy muy al tanto de sus trabajos, que sigocon mucha atención. Por ejemplo el caso de  [Luis] Borrero o  [Guillermo]Mengoñi, o Hugo Yacobaccio para mencionar sólo algunos. O Laura Miottio Mónica Salemme para cuestiones de zooarqueología. Creo que con estaspersonas tenemos criterios similares, muy parecidas formas de manejar la

investigación arqueológica y por lo tanto sigo de cerca sus trabajos.— ¿Cómo describiría su evolución teórica a lo largo de su carrera?

Como les decía, tuve un comienzo temprano vinculado a Madrazo. Élsiempre estaba dispuesto a escuchar a los demás y tener amplitud de cri-terios y siempre estaba reflexionando sobre esta cosa de que no hay ab-solutos, y de que los criterios de verdad son bastante relativos. Él estabapreocupado por los criterios de verdad. Yo he tratado de seguir ese modelo,

aunque obviamente no está en mí evaluar si lo he conseguido. Cuando em-pecé a interesarme tempranamente por la Arqueología, Madrazo comen-zaba con el tema del guanaco, de las adaptaciones humanas en la regiónpampeana y con una discusión inicial relacionada con la ecología humana,con las interacciones entre los seres humanos y animales. Entonces estotuvo un impacto en mi formación, a pesar de la influencia de la tendenciaHistórico-Cultural norteamericana que caracterizó la Arqueología de lossesenta y setenta en la Argentina sobre todo acá en La Plata, antes de la

llegada de la arqueología procesual.Cuando me recibí, a fines de los setenta, tanto yo como gran parte demi generación, sobre todo los que investigamos en Pampa y Patagonia, nosmetimos bastante de lleno en la Arqueología procesual, básicamente al es-tilo Binford. Mucho más que del tipo de la de Schiffer o de David Clarke,por ejemplo. Esta tendencia procesual binfordiana, ambientalista, con unfuerte énfasis en lo económico y en lo adaptativo, fue el componente cen-tral de la orientación teórica de mi tesis de doctorado. Seguí esta corrientede pensamiento con bastante prolijidad toda la década de los 80. A finesde esa década, comencé un cambio teórico más hacia ideas posprocesua-les, no extremas. . . que me acercaron a los planteamientos de Hodder desu primer época. Este cambio teórico fue originado por dos motivos. Por

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un lado, en 1991 hice la primera campaña larga entre los  nukak. Entonces vi sociedades cazadoras recolectoras en su medio y pude notar como otrosfactores estaban actuando sobre las sociedades, independientemente de losdeterminantes ambientales o de cuestiones energéticas. Simultáneamente

tuve un período de seis meses en Cambridge donde recibí una sobredosisde posprocesualismo, de lo cual algo obviamente quedó. Comencé a orien-tar mis preguntas hacia otros aspectos más allá de la subsistencia, hacia ladimensión social e ideacional. Y últimamente, me he interesado bastanteen algunas de las ideas desarrolladas dentro del marco de la Ecología-Histórica.

— ¿Qué lugar piensa que ocupa la arqueología argentina dentro del contextosudamericano?

 Yo creo que tiene un lugar central en la Arqueología de América delsur y de Latinoamérica en general. He tenido la oportunidad de viajar bas-tante, de estar en congresos y de estar expuesto a otras Arqueologías, deEuropa, de Estados Unidos y América latina; y me da la impresión de quenosotros tenemos un nivel de investigación alto. Hay muchos arqueólo-gos en relación a la población que tenemos. Quizás, exceptuando México,seamos el país que tiene más arqueólogos por habitante de América la-

tina. Tenemos una variedad teórica importante y en el país se desarrollanmúltiples líneas de investigación. Y creo también tenemos algunos desarro-llos teóricos interesantes y aportes metodológicos originales en el campode la Tafonomía, la Zooarqueología, la Arqueología experimental, la Et-noarqueología, etc. También hay algunos abordajes de las sociedades máscomplejas de los Andes que se están discutiendo muy activamente, conmuy buena calidad de información, con preguntas muy novedosas y desde

 varios ángulos. Un problema recurrente han sido los fondos para investi-

gar, pero sobre todo el acceso a la información. Nuestras bibliotecas estándesactualizadas y se compran muy pocos libros por año. Obviamente, aho-ra hay cosas en Internet, pero esto no llega a cubrir el impresionante déficitde las bibliotecas de Argentina. . . Esto conspira significativamente con laproducción teórica y con los desarrollos metodológicos.

— ¿Qué aportes considera que hizo la arqueología argentina en los últimosaños?

 Yo creo que nosotros no estamos aportando la gran teoría, no creo quelos argentinos o latinoamericanos estemos contribuyendo a los grandesproblemas teóricos mundiales de la Arqueología. Pero sí creo que estamos

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aportando en cuanto a teorías de rango medio, a desarrollos metodoló-gicos originales y a la resolución de problemas y temáticas regionales omacro-regionales. Por ejemplo, complejidad social en el área andina, pordecir uno; la evolución y la trayectoria histórica de cazadores recolectores

en Pampa y Patagonia es otro. No hay otro país en Latinoamérica que ten-ga algo similar a lo que es, para los que trabajamos en Pampa y Patagonia,la tipología de Aschero, que es una herramienta consensuada, y sistemati-zada que usamos todos. Hay otra cosa también que merece una reflexión:

 Argentina debe ser el único país latinoamericano que tiene varios arqueó-logos trabajando en proyectos conjunto con arqueólogos de otros paísesdel continente, por ejemplo con Chile, Bolivia y Uruguay.

— ¿A que atribuye que la Arqueología pampeana sea tan controvertida?

Primero, no creo que sea tan controvertida. Me parece que desde los80 hay una generación de arqueólogos que empezó a trabajar en un áreaescasamente explorada y que en esos años solamente había sido estudiadapor pocos investigadores (Madrazo, Austral, Sanguinetti de Bórmida y al-gunos pocos más). A partir de los 80 se intensificaron las investigacionesen la región, se formaron equipos multidisciplinarios de trabajo, y aumen-tó exponencialmente el número de becarios e investigadores trabajando

en la región. Esto generó mas resultados y originó como consecuencia undebate más dinámico desde diferentes perspectivas.

Otra cosa muy importante que influye también es que a fines de los80, se creó en la Universidad Nacional del Centro, la Facultad de Cien-cias Sociales con una carrera en Arqueología, en Olavarría; y focalizó muy fuertemente el tema de investigación de la Arqueología pampeana. Se con-solidaron también equipos en Mar del Plata y en Bahía Blanca. . . Desde laUniversidad de Rosario se comenzaron a abordar temas pampeanos en los

90. Además, siempre en la UBA y en la UNLP, se incrementaron los proyec-tos de Arqueología de la región. . . Parte de la dinámica actual tiene que ver con que hay mucha gente produciendo información y discutiendo ideasdiferentes.

— ¿Cómo evalúa el sistema de inserción profesional?

Dos cosas. Primero tiene que ver la facultad de donde uno viene. Ob- viamente en las facultades multitudinarias como La Plata y la UBA, donde

egresa más gente, las posibilidades son menores. El número de personasque llega a insertarse en la profesión es menor que en facultades comoOlavarría, donde tenemos un alto porcentaje de incorporación de los gra-

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110 Gustavo Gabriel Politis

duados al sistema profesional a través de becas, cargos de la facultad etc.Esto se da porque es una facultad nueva por un lado y porque egresa me-nos gente.

Por otro lado, hoy día creo que las posibilidades de inserción son bue-

nas, porque el CONICET ha aumentado significativamente el número debecas para graduados, porque a través de nuestros representantes en eldirectorio se ha insistido por más cupo, acorde con la oferta de gradua-dos que hay y con las necesidades existentes. Además los estudiantes de

 Arqueología son muy exitosos en las convocatorias de beca y en los úl-timos años han obtenido muchas. También se han abierto oportunidadesen museos provinciales y en los municipios. Lentamente, la Arqueologíase va acercando en algunas regiones al turismo, a través de los temas pa-

trimoniales y de difusión del conocimiento. Pero estamos en Argentina y sabemos como funciona este país. Mañana pueden de vuelta restringir lasbecas y pasar a como fue hace unos años atrás que por año había dos becasde Arqueología. Esto llevaría de nuevo a una situación de difícil inserciónlaboral.

— ¿Cómo plantearía un plan de estudios de la carrera y qué enfatizaría?

Nuestro plan en Olavarría tiene, me parece a mí, los contenidos que

tendría que tener un plan moderno de la Carrera de Arqueología. En prin-cipio tratamos de reducir algunas materias comunes iniciales, aunque yoentiendo que es importante una formación general en ciencias sociales.Pero esto tiene que estar balanceado, ya que no sirve de mucho tener treshistorias antiguas si después no hay por ejemplo una buena etnografíaamericana. . . También hay que tener una formación en ciencias naturales.Geología por ejemplo me parece fundamental.

— En Buenos Aires la parte metodológica, en cuanto a práctica de campo, escasi nula.

Bueno, no estoy muy al tanto de las materias que ahora tienen en Bue-nos Aires. . . Yo creo que el plan de estudios, además, más allá de tener ma-terias con contenidos temáticos, informativos, debe incorporar otros temasy debe además dar una buena formación analítica para cuando el gradua-do se enfrente con el registro arqueológico. En Olavarría hemos tenido unprograma de cursos bastante variable que ha ido cambiando de acuerdo al

avance de la disciplina y a las nuevas demandas e intereses. Ahora introdu- jimos algunas materias con contenidos novedosos como son Introduccióna la Tafonomía, y Legislación y manejo de recursos culturales. Antes había

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seminarios de contenido variable; todos los alumnos tenían un seminariopor lo menos de análisis lítico, óseo, etc., con profesores que iban rotando.En el nuevo plan intentamos que estos vayan dentro de algunas materiasdel plan de estudio. Otra cosa que hemos hecho es profundizar en el tema

de la conservación de los materiales. Todos los años, antes de que empiecenlas clases, los alumnos tienen que hacer un curso intensivo de conservaciónen el laboratorio del INCUAPA,8 el programa de investigaciones que dirijo,y se ve desde la conservación  in situ durante la excavación, dentro de lacuadrícula, hasta la catalogación y el almacenaje.

— ¿Cómo llegó a obtener la beca Guggenheim y en qué modificó su forma detrabajo?

Me presenté por un amigo mío, el químico Julián Echave, quien la ha-bía ganado un par de años antes. Él sugirió mi nombre a la FundaciónGuggenheim y ellos me enviaron los papeles invitándome a presentarme.El desastre en Argentina en el 2001 me llevó a pensar en buscar alterna-tivas de financiación para seguir trabajando bien. Y me presenté y me ladieron. . . Y esto me permite manejarme con una cierta flexibilidad, tenerfondos frescos para las diferentes etapas de la investigación y dedicarme alo que quiero hacer ahora, que es terminar un libro sobre Arroyo Seco.

— ¿Qué satisfacciones y frustraciones ha tenido a lo largo de su carrera?

 Yo en general no me puedo quejar. Para mí ha sido muy gratificante.Creo que la principal ventaja de todo esto, es hacer lo que a uno le gusta.

 Y por eso te pagan, no hay nada en el mundo que pueda suplir eso. Bási-camente, esta libertad de pensamiento y el poder moverte entre diferentestemas en función de tus intereses es algo absolutamente extraordinario. . .Otra cosa es que a través de la Arqueología he viajado mucho, y pude cono-cer otras sociedades tan diferentes a la nuestra, como los nukak o los hotï ,que más allá de mi interés científico, han tenido un impacto muy positivoen mi vida, creo que me han hecho mejor persona.

Por el otro lado, es cierto que a veces hay en el mundo académico injus-ticia en la forma en que se reparten cargos y fondos. Tengo varios ejemplosen donde los criterios de selección pasaban por afuera de la capacidad delas personas y se basaban en cuestiones extra académicas y en clientelismo.Eso es muy frustrante y desalentador.

8 Investigaciones Arqueológicas y Paleontológicas del Cuaternario Pampeano.

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112 Gustavo Gabriel Politis

— ¿Nos puede hablar de los últimos avances sobre la investigación en torno ala extinción de la megafauna?

Estamos trabajando en un sitio, junto con Pablo Messineo y María Inés

Rivas, en las cabeceras del arroyo Tapalqué en un sitio que se llama CampoLaborde. Allí está bastante clara la asociación de un megaterio con un po-sible pedúnculo de punta de proyectil, unas lascas y unos artefactos líticosde cuarcita. Claramente parece que al animal lo cazaron o lo carroñaronallí. Y recientemente obtuvimos tres dataciones sobre los huesos del me-gaterio que brindaron una antigüedad de 7.800 y 8.800 AP. Entonces, esbastante claro que en este sitio, los grupos indígenas pampeanos estabanmatando los últimos megaterios antes de su completa extinción. Y por otro

lado, se está confirmando la idea que teníamos en base a la informaciónde otros sitios, como La Moderna y Arroyo Seco 2, sobre la coexistenciade estos animales pleistocénicos con los seres humanos desde hace variosmiles de años en la región pampeana.

— Habrían dado un «golpe de gracia».

Sí, yo creo que sí. Creo que los seres humanos tuvieron un papel impor-tante en la extinción de la fauna pleistocénica pampeana, especialmente en

algunas especies como megaterio, milodon y caballo americano. No único,pero sí importante. Con Pepe Prado y Roelf Beukens publicamos un artículoen donde discutimos esta hipótesis. . .

— Nos gustaría que les deje un mensaje a quienes se inician en la carrera.

 Yo creo que el éxito profesional depende en gran parte de la persona,depende de cómo uno estudie, del interés que tenga, de las ganas que leponga y también de la inteligencia, que no tiene que ser ni mucha ni poca,

pero que tiene que estar al servicio de esto. Y creo que si uno le pone todoesto y si le gusta realmente la Arqueología, si le gusta lo que hace, como encualquier otra cosa, le tiene que ir bien. Estoy convencido que la Arqueo-logía es una profesión fantástica, pero como toda profesión, y siguiendola etimología de la palabra, debe «profesarse» si es que queremos vivir deesto y hacer contribuciones útiles para la ciencia y para la sociedad. Final-mente, estoy convencido que la Arqueología es una carrera para disfrutary mucho.

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Félix Alejandro Acuto*

Foto: Gentileza Félix Acuto. Tomada durante un viaje a Perú.

* Félix Acuto nació en Buenos Aires en 1969. Se recibió de Licenciado en Ciencias Antro-pológicas en 1994, en la Universidad de Buenos Aires. En 1999 obtuvo la Beca FulbrightPrograma Master’s para la realización de sus estudios de posgrado en la State University of New York en Binghamton (EEUU), lugar donde fue reconocido con premios al méritoacadémico. Se ha interesado, entre otros temas, por el estudio de la experiencia cotidiana,

prácticas y relaciones sociales del período Tardío en el Noroeste Argentino, y sobre la do-minación Inca y el impacto sobre las sociedades locales. Desde 2005 su lugar de trabajo esel Instituto Multidisciplinario de Historia y Ciencias Humanas (IMHICIHU), donde dirigesus proyectos de investigación en el Sector Norte del Valle Calchaquí, provincia de Salta.

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114 Félix Alejandro Acuto

— ¿Qué lo motivó a interesarse en la arqueología?

No lo sé. . . Siendo chico mi abuela Fulvia me compraba libros sobre eltema. Esos libros que se venden para chicos sobre las civilizaciones y de-

más. Y siempre me pareció increíble que alguien de la tierra pudiese sacarobjetos que pertenecían a sociedades de otras épocas, ya sea fragmentos.No sé si me atraía tanto lo monumental, sino que me atraía la idea de esaspequeñas cosas que habían pertenecido a sociedades de otra época. Y so-bre todo esas historias de sociedades perdidas. . . y de cosas que estabanperdidas y alguien las recuperaba.

También recuerdo leer cosas de Agatha Christie. . . quien estaba casadacon un arqueólogo. En esos libros ella describía las excavaciones y el mo-

mento en que los arqueólogos realizaban sus hallazgos y los analizaban, y todo eso me llamaba mucho la atención. . . Y después, no sé. . . supongoque uno entra por esa fascinación por lo exótico más que nada. Después tedas cuenta que no tiene nada que ver con eso la mayoría de las veces. . . olo naturalizás, quizás cuando hablás con alguien que no está en el campose sigue sorprendiendo y le sigue fascinando eso, y ve lo tuyo como algoexótico. . . Con el tiempo uno pierde un poco esa idea de la Arqueologíacomo algo exótico, se distancia de esa representación. . .

Pero después te das cuenta que la Arqueología, por lo menos la que

hacemos nosotros en este país, dista de esas historias que uno está acos-tumbrado a leer. No quiere decir que sea malo o bueno, sino que la prácticaarqueológica dista mucho de lo aventurero. . . es completamente opuestoa la aventura, que es como está representada la Arqueología en la sociedad¿no? Pero no es que me produjo una desilusión, obviamente, sino. . . hu-biera dejado. Pero creo que sí, que la puerta de entrada mía y de la mayoríade la gente es por ese lado: la fascinación por el pasado, por lo raro, porlo misterioso, por reconstruir cosas a través de objetos. . . no tengo mucho

para decir. . . no tengo mucha memoria sobre esto.

— ¿A quienes considera sus referentes? Nos referimos tanto al planointernacional como local.

 Y. . . es difícil contestar esa pregunta. . . Depende de cómo interpretás«referente». Sin duda hay profesores en Argentina de los que me gustaronsus clases y que respeto, más allá de pensar lo mismo, tener las mismasideas teóricas. Pero no sé si los nombraría «referentes». . . Yo creo que de

hecho en Argentina a nadie considero referente. Yo siempre dije que a mí me interesa mucho más la opinión de mis pares, colegas, quizás. . . de mimisma edad, e inclusive de estudiantes, y las opiniones que me parecen

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mucho más críticas, que la opinión – y eso me pasaba de estudiante – deun profesional formado, que reproduce muchas veces relaciones de podera través de esa opinión. Porque la Arqueología de aquí tiene una estructurademasiado jerárquica. Entonces, un referente es alguien que uno admira,

y alguien que está por arriba tuyo y ejerce su poder académico de manera jerárquica. . . no lo admirás. Por ahí lo respetás y demás, pero no sé si loadmirás como referente. Y la visión que yo tengo de acá es ésa, ¿no? Laopinión de alguien que está por arriba tuyo es mostrarte cómo se debenhacer las cosas y no reflexionar críticamente con vos. Entonces, siempre,de estudiante o haciendo la tesis de licenciatura, o haciendo los primerosartículos, me interesaba más lo que me decía un compañero que lo leía,porque sabía que esa crítica iba a ser al artículo y no me tratarían de bajar

línea o de imponer una estructura jerárquica.En Argentina, a nivel teórico, con gente mayor que yo, no comparto lamayoría de las cosas, o sea que no tengo referentes en ese sentido. A nivelinternacional. . . sí, podría decir que sí. Dentro de la Arqueología, quizás,uno de los que más me gusta podría ser Julian Thomas. Su trabajo me pare-ce el más provocativo y estimulante de los últimos 15 años, y su libro Time,Culture and Identity 9 uno de los libros de teoría arqueológica más sofisti-cados que se hayan escrito. Sus reflexiones sobre cultura material, paisaje,fenomenología y corporeidad me parecen excelentes y han influido en mipensamiento. También Hodder, más allá de que hoy en día no compartototalmente sus ideas y ciertos aspectos de su acercamiento a la Arqueolo-gía. . . de todos modos me parece que es una persona que abrió las puertasa un mundo teórico-metodológico y reflexivo gigantesco, y a una formade hacer Arqueología totalmente distinta, que presta atención a un mon-tón de variables que no tuvieron en cuenta las otras arqueologías, ya seahistórico-culturales o procesuales. Cuestiones de género, agencia, prácti-cas y relaciones sociales, corporalidad, relaciones de poder, etc. . . y él es el

referente de eso. . . Es el que abrió la puerta para cambiar la Arqueologíaa nivel mundial. Obviamente no estaba solo, pero sin duda fue uno de lospersonajes principales. De hecho es reconocido por todos sus estudiantes.Muchos de los que son ahora figuras principales de la Arqueología mun-dial, fueron estudiantes de Hodder, o estaban relacionados a fines de los80 con él. Inclusive hoy día sigue abriendo caminos, como por ejemplo eltema de reflexionar sobre el trabajo de campo (aunque toma esta discu-sión de la Antropología social) o la aproximación teórico-metodológica a

las trayectorias individuales. . . Sigue haciendo cosas que abren puertas anuevas ideas y formas de hacer arqueología.

9 Nueva York, Routledge, 1998.

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116 Félix Alejandro Acuto

Después, quizás, el que fue mi director de tesis, Randy McGuire, tam-bién. Hubo un par de cosas que él me dijo que realmente me hicieronreconsiderar ciertas aspectos de la práctica arqueológica y de la teoría, es-pecialmente sobre la producción teórica en Latinoamérica, algo de lo que

él era muy crítico. De él tomé la necesidad de desarrollar una teórica ar-queológica latinoamericana, en donde se haga explícita la influencia delcontexto socio-cultural en donde se desarrolla la práctica arqueológica y donde se produce la teoría. Sin dudas, la reflexión teórica y la produc-ción de conocimiento sobre el pasado en Latinoamérica se da en contextosmarcadamente distintos a la que produce un académico inglés o estadou-nidense, desde un confortable campus universitario de países del PrimerMundo. La manera en que nosotros entendemos el proceso social, las ca-

tegorías que reconocemos como importantes en este proceso y los meca-nismos que distinguimos, están influidos por el contexto social en el queparticipamos, son producto de nuestro lugar en el mundo, y esta conexióntiene que empezar a hacerse explícita para desarrollar una teoría arqueo-lógica latinoamericana distinta a la de otras partes del mundo. Esto es sindudas algo que aprendí de McGuire.

Digamos que estas tres personas son mis referentes a nivel internacio-nal. Lo que no quiere decir que yo haga exactamente lo que hacen ellos,pero sin dudas su lectura me hizo cambiar la forma en que yo hacía Ar-queología, y entender la teoría de otra manera. Me abrieron la puerta ha-cia la teoría social y hacia otra forma de hacer Arqueología, tanto teórica,metodológica, como la manera de relacionarse con las comunidades lo-cales dentro de la cual desarrollamos nuestros proyectos. A través de elloscomencé a leer a Bourdieu, Giddens, Foucault, Merleau-Ponty, o antropólo-gos como Tim Ingold o Daniel Miller y un montón de gente más. La puertade entrada a la teoría social fue a través de estos tres arqueólogos.

— Hablemos de su formación y sus estudios en el exterior, y cómo influyeronen su carrera.

El tema se relaciona con la formación que yo recibí en la Universidadde Buenos Aires, con la cual nunca estuve satisfecho. La formación de lacarrera de Antropología, para los que siguen Arqueología, al menos cuandoyo estudié, aunque hoy día mucho no ha cambiado, es muy esquizofréni-ca. ¿Por qué? Porque primero empezabas viendo un montón de materiasde Antropología Social, donde el acento estaba puesto en la Antropolo-gía Económica, con mucha influencia del marxismo, mucha influencia delestructuralismo y de Lévi-Strauss. En Antropología Sistemática III veías te-

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mas como poder, utopía, sistemas simbólicos; en Antropología SistemáticaI, relaciones políticas, instituciones políticas y demás. Y luego pasabas a la

 Arqueología, donde te enfrentabas a un mundo totalmente distinto. Don-de todo lo que habías aprendido en Antropología Social parecía que no

tenía lugar. Y este mundo estaba dividido en dos vertientes: una totalmen-te empirista e histórico cultural; y otra procesual, totalmente positivistay avocada a las perspectivas ecológicas y sistémicas de las sociedades delpasado.

Entonces pasabas de hablar de estructuras simbólicas, organización po-lítica, organización económica, sustantivismo, formalismo, ideología, uto-pía y demás, a hablar de subsistencia, ecosistemas, adaptación al medioambiente. O a hablar de cronologías, de industrias o de fases. . . aprender

información por el hecho de aprenderla nada más. . . sin ninguna proble-mática detrás. Es decir, se trataba de un bagaje de conocimiento enciclo-pédico, de datos, de información que no tenía un contexto teórico, ni his-tórico. Estas dos vertientes tan fuertes en la orientación arqueológica de laUniversidad de Buenos Aires, se contraponían mucho a lo que uno veníarealizando. Entonces te sentías medio perdido. . . Estabas anhelando portu formación arqueológica, llegar a esas materias, y cuando llegabas, lamitad te aburrían, no sabías por qué tenías que estudiar todo eso, eran unmontón de datos sin sentido, o era una teoría que a mí particularmente nome interesaba.

 Yo estuve siempre muy interesado en la teoría. ¿Por qué? Porque es através de la teoría que uno le da sentido a los datos. Es lo interesante dela Arqueología. No es leer datos puros, que es totalmente aburrido, sinocontar una historia sobre el pasado, eso es lo que en el campo académicodebe estar fuertemente desarrollado. Y además, es lo que fuera del campoacadémico interesa. Es decir, uno produce historias del pasado, no descrip-ciones de cerámicas o instrumentos de piedra. Entonces siempre estuve

más interesado en las materias teóricas de la carrera, como TAC  [Teoría Arqueológica Contemporánea]  o Modelos  [Modelos y Métodos de Análi-sis en Economía Prehistórica]. Sin embargo, las materias teóricas estabanfuertemente apoyadas en la Arqueología procesual, positivista, evolutiva,evolutiva darwiniana o ecológica evolutiva y ese tipo de corrientes. Inclu-sive la postura era tan extrema – porque mismo la Arqueología procesuales más amplia, no es esto sólo– dentro de la Universidad de Buenos Ai-res, que yo creía, por cómo te lo daban, que ciertas tendencias que siguen

siendo funcionalistas, procesuales, positivistas, dentro de la Arqueologíamundial, eran posprocesuales o posmodernas. ¿Por qué? Porque hablabande poder, hablaban de ideología, por ejemplo los trabajos de la gente de

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la Universidad de Michigan, como Henry Wright, Kent Flannery, o Timothy Earle de la UCLA,10 que es la Arqueología positivista, procesual, funciona-lista, nada más que aplicada a sociedades complejas, o sociedades dondedan cuenta de otras variables más allá de los sistemas de subsistencia. Co-

mo la arqueología argentina estaba entonces tan fuertemente basada en laecología cultural, la teoría sistémica y demás, muchas de las investigacio-nes eran sobre cazadores-recolectores, por creer que estaban más cerca dela naturaleza, una visión totalmente moderna del pasado y de las socieda-des.

Entonces me pasaba que yo me acercaba a los autores que me intere-saban más, porque hablaban de ideología, de relaciones de poder, a mí me interesaba el tema inca y demás. . . tipo Timothy Earle, como decía, o

Terence D’Altroy, o Craig Morris. . . y yo pensaba que ésos eran posproce-suales.Una vez que terminé de estudiar, cuando me recibí, una de las cosas

que más me interesaba era el tema de la espacialidad, y de los paisajesque construyen las sociedades, la arquitectura y los edificios. Cuando yotrataba de elaborar un proyecto para hacer un estudio, para presentarmea becas y demás, siempre terminaba haciendo una visión tipológica y fun-cionalista del espacio. Es decir, que el proyecto que yo elaboraba – porqueobviamente mi mente estaba formada en ese sentido con la teoría que ha-bía aprendido – terminaba haciendo proyectos donde, en el espacio, lo queimportaba era lo funcional y lo tipológico. Y lo que terminaba haciendo odiciendo era «este edificio era para esta cosa, este otro edificio para esto. Otipologías de sitios. Este tipo de sitio para esta función, este tipo de sitio pa-ra esta otra». A partir de ahí, hice una especie de aprendizaje en solitario,porque yo me daba cuenta que eso no me satisfacía, no me interesaba, yoquería ver otras cosas del espacio: las relaciones sociales, las experienciasde la gente, la constitución de significados, la constitución de relaciones

intersubjetivas. Entonces ahí empecé a acercarme a la Teoría Social, empe-cé a volver a leer lo que había visto en Antropología Social, o por lo menosalgunos de los autores.

Como era una misión en solitario, lo que hice fue cursar dos materiasen Sociología. Porque yo necesitaba sacarme de encima lo procesual. . . opor lo menos mandarlo al fondo de mi. Todo esto ya recibido, ya la tesishecha, inclusive ya habiendo ganado una beca del CONICET, con un pro-yecto que tenía que ver con la economía inca, la economía doméstica, la

economía política. . . pero basado mucho en las ideas de Earle y D’Altroy,economía como un sistema funcional y demás. Entonces, bueno, fui a So-

10 University of California, Los Angeles.

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ciología, hice dos materias. ¿Qué me pasaba? Me acercaba a leer ciertosautores como Bourdieu, Foucault, Giddens, y no entendía nada. . . real-mente. . . yo me sentaba y no los entendía, porque mi formación estuvofuertemente basada en teorías positivistas y funcionalistas, y sobre todo en

aspectos metodológicos: tafonomía, procesos de formación de sitios, Teo-ría de Rango Medio. . . Estaba a años luz de lo que es la Teoría Social. Yosiempre cuento lo que en ese entonces me pasaba cuando iba a congre-sos de la especialidad, por ejemplo las jornadas de Jóvenes Investigadoresque organiza el INAPL,11 donde presenté mis primeros trabajos. Las mesasy simposios de Arqueología me aburrían tremendamente. Las ponenciaseran sobre cómo se enterraban los huesos de no se qué, la tafonomía delos pingüinos, los líquenes pegados a las rocas. Todo sobre procesos de for-

mación de sitios y tafonomía. ¡Insoportable! Por eso me iba a las mesas y simposios de Antropología Social, porque eran más interesantes. Ahí se ha-blaba de gente, de relaciones sociales, de poder e ideología, de conflicto y contradicciones, de género. Se narraban historias sobre personas, no sobrehuesos o sedimentos.

 Yo pensaba, si viene mi abuelita acá, dice «¿qué está haciendo estagente? ¿Por qué analizan estos huesos hasta el último detalle? ¿Para qué?¿Qué era lo que se buscaba?». Entonces hice lo que yo sabía hacer: que eraestudiar, y me fui a una institución que me educase. Obviamente tambiénfue sólo. Me inscribí, curse y rendí dos materias de la Carrera de Sociolo-gía de la Universidad de Buenos Aires: Sociología de la Cultura y TeoríaSociológica II, en la que se veían autores como Weber, Talcott Parsons y Giddens.

 Y obviamente empecé a leer, sentarme y leer. Me acuerdo habermecomprado el libro de Hodder  Interpretación en Arqueología,12 me senté,lo leí de punta a punta, y después viajé a Inglaterra, y allí compré muchoslibros como los de Shanks y Tilley de 1987 Social Theory and Archaeology 13

y  Re-constructing Archaeology ,14 los cuales también leí por esa época. Eseera otro problema, el tema de la falta de acceso a la bibliografía a mediadosde los 90. Por más que yo quisiera leer otro tipo de Arqueología, no eranaccesibles en nuestro país. Los libros de Shanks y Tilley del 87, que eranclásicos a esa altura, no los encontrabas en ningún lado acá. . .

Entonces, a partir de ese viaje, compré mucho, fotocopié, traje milesde fotocopias, y empecé también a leer muchas cosas de Geografía, por el

11 Instituto Nacional de Antropología y Pensamiento Latinoamericano.12 Barcelona, Crítica, 1994.13 Albuquerque, University of New Mexico Press, 1987.14 Londres-Nueva York, Routledge, 1990.

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tema del espacio, que me interesaba; las producciones de geógrafos comoLefèbvre, Soja, Zukin, Derek Gregory y demás. Y fue sentarme a leer, leery leer, atornillarme a una silla y leer. Un día me di cuenta que había in-corporado finalmente el vocabulario, por ejemplo ya no hablaba más de

conducta, sino de prácticas; ya no hablaba más de análisis del espacio,sino de paisaje. Y me di cuenta que había empezado a estructurar mi men-te para pensar en otro tipo de cosas. Y a pensar la sociedad, el espacioo la cultura material no en términos funcionalistas y tipológicos, sino entérminos sociales y dialécticos.

 A partir de esa formación teórica, previa a irme a EEUU, empecé a pro-ducir otras interpretaciones sobre el pasado totalmente distintas, empecéa ver el mismo registro que yo venía analizando de manera totalmente dis-

tinta. Empecé a tener ideas. Por eso yo siempre digo a la gente: «la lecturaes una fuente de inspiración». Más allá de que estés leyendo sobre Meso-lítico, o Neolítico europeo, o algo de Arqueología de Irán. Es una fuentede inspiración, te hace reflexionar sobre tu caso. A partir de todas estaslecturas mi proyecto de investigación de beca doctoral se transformó com-pletamente, lo que yo había planteado de Economía Política, de EconomíaDoméstica, pasó a un tema de paisaje, de dominación, sobre la manera enque la espacialidad actuó como mecanismo de dominación y de ideología.Empecé a pensar en el paisaje en términos de relaciones sociales, de lasexperiencias que la gente tenía en lugares y paisajes, las experiencias delos dominados y los dominadores, la construcción de identidades. . . O sea,empecé a pensar el pasado desde una postura totalmente alejada de la cla-sificación tipológica funcionalista o desde la ecología evolutiva, que era laformación que había recibido en la Universidad de Buenos Aires. Ésta es laépoca en que con Andrés Zarankin editamos Sed Non Satiata: Teoría socialen la arqueología latinoamericana contemporánea.15 El artículo que publi-qué ahí es producto de este cambio teórico. Y bueno, mi plan era irme.

Porque no quería saber nada de hacer mi doctorado en la Universidad deBuenos Aires, con los mismos profesores que me habían dado las mismasmaterias de grado, y viendo más o menos los mismos temas y las mismasperspectivas teóricas.

En esa época, encima, había pocos seminarios de doctorado de Arqueo-logía en el programa de doctorado de la Facultad de Filosofía y Letras dela Universidad de Buenos Aires. Me acuerdo de seminarios que tenían que

 ver con teoría evolutiva o darwiniana. . . no iba a perder el tiempo ha-

ciendo eso. . . De todos modos, estaba inscripto en dicho programa y toméalgunos seminarios. Empecé a mirar las materias que ofrecían profesores

15 Buenos Aires, Del Tridente, 1999.

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Charlas, un encuentro con la arqueología argentina 121

de otras carreras, algunos de los cuales eran muy interesantes. Por ejemplohice una materia del doctorado de geografía que tocaba mucho Giddens y Lefèbvre, Soja, dictado por Marta Kollman. Pero más allá de algunos semi-narios de otras ramas, poco o nada era lo que me interesaba de lo que se

daba en Arqueología.Entonces dije: «yo me tengo que ir a otro lado para lograr una forma-

ción teórica sólida y que no sea en solitario». No me interesaba hacer otrotipo de formación que no fuese en Teoría Social. Mi plan era hacer el doc-torado en alguna universidad cuyo Departamento de Antropología tuvieraun fuerte programa de Arqueología, llamémosla «posprocesual», con ideasde Teoría Social y demás. La idea era irme a Inglaterra, a mi me gustabamucho lo de Julian Thomas, me gustaban los trabajos de cultura material

de Daniel Miller, Tilley, todo ese grupo, Bárbara Bender. . . y ahí empecéa buscar información sobre posibilidades de irme. Entonces presenté unasolicitud para la beca del British Council que no salió. Estuvo la posibilidadde ir a Columbia, pero a estudiar con D’Altroy. Yo había trabajado en unproyecto con él, y él quería que yo fuera allá, pero no me convencía dema-siado porque no era la formación que yo quería. Igual el Departamento deColumbia es buenísimo en la parte de Antropología Social, hay un mon-tón de gente muy importante... pero lo arqueológico era muy chiquito.Irme allá hubiera implicado seguir más o menos con la misma línea teóri-ca funcionalista. Igualmente apliqué, entré, pero no me ofrecieron beca y obviamente no podía pagarme la cuota anual que es muy cara.

 Y bueno, en 1998 me presenté a las becas Fulbright y al poco tiempome llamaron para una entrevista. Creo que una de las cosas positivas deesa entrevista fue demostrar que estaba muy seguro de lo que quería hacerafuera y porqué. Es fundamental demostrar claridad en lo que uno buscay decisión. Me acuerdo que me llamaron un día de semana a la noche. . .yo era ayudante de primera en Historia de América I. . . estaba saliendo a

dar clases, y justo atendí el teléfono y me avisan que había ganado. ¡No lopodía creer!

 A partir de ahí comenzó el proceso de búsqueda de universidades enEEUU para comenzar en agosto de 1999. Empecé a ver las distintas univer-sidades con fuerte programa de Arqueología posprocesual en EEUU, queen esa época eran pocas en realidad, y aún lo siguen siendo. Me refiero adepartamentos de antropología donde la Arqueología esté completamenteorientada a las teorías sociales. Hay departamentos que quizá tienen uno o

dos con esta orientación, pero no todos. Ese mismo año que saqué la beca,había ido al Primer Congreso de «Teoría Arqueológica en América del Sur»(TAAS), que se hizo en Vitoria, Brasil, y ahí lo había conocido a Randy Mc-

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Guire y bueno, me volví a poner en contacto con él. Se acordaba de mí, ledije que había ganado una beca Fulbright, y que me gustaba su departa-mento – no solamente por él – , sino que estaban otros arqueólogos de losque yo había leído cosas, como Charlie Cobb, Reinhard Bernbeck, Susan

Pollock y Bill Isbell. Me dijo: «mi universidad tiene una política favorablea todos los que vengan con beca Fulbright». Con esto quería decir que alos becarios Fulbright los aceptaban sin cobrarles la matrícula de la uni-

 versidad. Hay que tener en cuenta que la beca Fulbright cubre los gastospersonales, pero no la matrícula de la universidad. Aunque lo que hace laComisión Fulbright es orientarte para elegir universidades que te ofrezcanesa posibilidad o te negocian la excepción del pago de la matrícula.

 Y bueno, ahí yo ya estaba feliz de que ya me iba. El resto de 1998

seguí haciendo mi investigación doctoral para llevarme los datos, el má-ximo de datos posibles. A esa altura ya había hecho bastantes trabajos decampo y análisis del material. Y bueno, finalmente en julio de 1999 mefui para EEUU para hacer mi doctorado en la State University of New York en Binghamton con McGuire como director. La decisión de irme fue pura-mente por una cuestión de formación. Yo sabía que no iba a ser lo mismoyéndome. Allá iba a tener acceso a un montón de bibliografía, iba a estaren un ambiente de constante retroalimentación de ideas, donde tus com-pañeros y profesores comparten tus intereses teóricos y discutís en otrostérminos. Ahí me di cuenta de que estás en otra esfera de la discusiónarqueológica. Que la Arqueología posprocesual estaba discutiendo otrostemas y explorando nuevos conceptos e ideas. Quizás cuando yo estabaacá, estaba más en el contrapunto procesualismo-posprocesualismo, por-que todavía había que justificar ciertas cosas frente a la otra Arqueologíaque seguía siendo hegemónica, y que lo sigue siendo acá. Entonces estásmucho más en la Arqueología posprocesual de fines de los 80 y principiosde los 90 – que por otro lado es lo que se sigue enseñando hoy día en va-

rias universidades de nuestro país – donde la discusión gira en torno a lascríticas posprocesuales a la Arqueología procesual. Cuando llegué allá, medi cuenta que es otro mundo, ya ese diálogo no existe más. Ya hay dentrodel posprocesualismo un montón de quiebres y nuevos temas, y eso fue lointeresante...

Me di cuenta que al haberme ido aprendí un montón sobre esas nuevasdiscusiones y conceptos que acá no eran abordados para nada. Me refie-ro, por ejemplo, a la tercera ola feminista, a las discusiones sobre agencia,

al tema del cuerpo y la corporeidad, a las reflexiones sobre materialidad,espacialidad, memoria, etc. A la manera en que se repiensa el trabajo decampo. A las discusiones en torno a la Arqueología pública. A las perspecti-

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 vas críticas y reflexivas en Arqueología. Todos temas que acá, en Argentina,no eran discutidos y ni siquiera conocidos. Quizás mi puerta de entrada fuepor los primeros trabajos de Hodder, que tienen que ver mucho más conla semiótica y el estructuralismo, y por los de Shanks y Tilley, y Miller y 

Tilley y demás. . . que tienen que ver más con una postura marxista a lainglesa, donde bueno, se ve más el tema de la ideología y el poder. Y des-pués, como a mí me interesaba sobre todo el tema del espacio, empecé aleer mucho de la geografía, y de la cultura material también; empecé aleer muchos autores que tienen una base muy fuerte en materialismo his-tórico, como Edward Soja o Lefèbvre. Debo reconocer que el conocimientosobre el materialismo histórico proviene en mi caso de mi formación en laUniversidad de Buenos Aires. Especialmente en varias de las materias de

 Antropología Social donde se hacía bastante hincapié, implícita y explíci-tamente, en dicha perspectiva. Cuando fui a EEUU, me di cuenta que todoese conocimiento que había adquirido en Antropología Social. . . estabaahí. Sobre todo la teoría marxista y un montón de cosas del materialismohistórico que en EEUU no se manejan tanto. Creo que por una cuestiónde nuestra posición subalterna en el mundo y nuestra historia particular,estas perspectivas teóricas y ciertos temas (como la lucha, las clases, laidentidad social, el poder, la ideología, la contradicción y el conflicto) sonde mayor interés para nosotros que lo que lo son para los académicos deEEUU, donde las teóricas sociales están más volcadas hacia temas como elgénero, la agencia, el cuerpo, o la construcción de la identidad individual(sea étnica, racial, sexual, etc.).

Creo que mis primeros trabajos estaban basados en una combinaciónentre materialismo histórico y teorías de la práctica y estructuración, es-pecialmente Giddens y Bourdieu, que eran los autores que yo más habíaleído antes de irme. Los trabajos de entonces tenían mucho que ver conel tema de la práctica, pero sobre todo apuntaba al tema de las relaciones

de poder, y la construcción de la vida social a través de las tensiones y porlas relaciones de poder. También al tema de la producción del espacio: có-mo el espacio era utilizado para construir un mundo social determinado, osea cómo los grupos de poder lo utilizan como mecanismo para construirciertas relaciones sociales en particular, y una vida social determinada engeneral. Luego, si bien esto siempre me interesó, y sigue teniendo un fuertecomponente en los trabajos que produzco, me empezó a interesar muchola perspectiva fenomenológica. Es decir, quizás yo al principio veía los pai-

sajes y la arquitectura como producciones sociales, como un hecho socialque uno analizaba. A partir de la posición fenomenológica, lo empecé a vera partir de las experiencias de las personas. Empecé a pensar que la vida

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social o la estructura social no existen más allá, o fuera de las prácticas y delas relaciones sociales. Entonces si nosotros estudiamos formas espacialescomo los paisajes, la arquitectura, los lugares, tenemos que pensarlos des-de el punto de vista de los sujetos, de cómo los sujetos los experimentaban,

cuáles eran las relaciones que ese espacio y esa arquitectura estaban cons-truyendo, y cuáles estaban clausurando. Qué experiencias generaban, quéexperiencias están ausentes. . . experiencias de lo cotidiano, experienciasde la muerte, experiencias de poder. O sea la materialidad y la espaciali-dad no pueden ser entendidas, si no las abordamos desde la perspectivade los sujetos. Entonces yo diría que la Arqueología que yo hago hoy, esuna Arqueología de las relaciones sociales, y de las experiencias de las per-sonas en el mundo. Una Arqueología que explora la manera en que las

sociedades habitaban el mundo.Otra cosa en la que me empecé a interesar es en ser críticos con losconceptos e ideas que empleamos para entender el pasado, y la forma enque interpretamos a las sociedades pasadas. Me refiero a ser cuidadososen el empleo de la Teoría Social ya que no deberíamos emplear directay acríticamente al estudio del pasado conceptos que en realidad han sidoproducidos para examinar y explicar las sociedades modernas, o teoríasque son explícitamente producidas para entender la modernidad y la pos-modernidad. No podemos llevarlas al pasado, tenemos que ser críticos conla manera en que las usamos, porque sino estamos produciendo un pasadoque es reflejo del presente, con las mismas categorías, los mismos procesos.

Lo interesante es que al estudiar el pasado estamos examinando socie-dades con otras racionalidades, otras cosmovisiones. No podemos dar porsentados los conceptos que empleamos y tenemos que discutir hasta lo másbásico, como la idea de individuo, que tiene un origen en la modernidad.O la misma idea de la muerte, o la forma en que ésta es experimentadapor las sociedades modernas occidentales, que no es la misma que en otras

sociedades contemporáneas, o en otras sociedades del pasado. Tampocopodemos pensar que el proceso de construcción de la identidad fue siem-pre igual. La posmodernidad mostró que la identidad fluctúa, es múltiple,y eso no lo podemos aplicar al pasado, la identidad en el pasado por ahí se construyó de otra manera y está constituida de otra manera. Entonces,una de las cosas que me parecen más interesantes, y en eso es sin dudaun referente Julian Thomas, es ser crítico con esos conceptos. Es aprenderde donde vienen los conceptos que usamos, es hacer una especie de ge-

nealogía, en el sentido de Foucault, de cuál es su origen, para demostrarque su origen es histórico y tiene que ver con la modernidad. Yo siempredigo por ejemplo, que muchos arqueólogos descubrieron a Foucault cuan-

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do empezaron a leer Teoría Social y el tema del panóptico, y empezarona ver panópticos en sociedades del pasado. . . y es una aberración a Fou-cault. Porque Foucault muestra que el panóptico tiene un origen, es unmecanismo de poder que surgió a partir del siglo XVIII, y que tiene que ver

con una concepción de individuo, de cuerpo, de sociedad, de relaciones depoder, y ese mecanismo material de poder es producto de esa historia, deese proceso histórico particular. . . y no podemos llevarlo al pasado, porqueFoucault demostró que antes que surja, había otros mecanismos, las ideaseran otras, por eso tenemos que ser muy críticos con eso.

En cierto sentido eso es ser más objetivo quizás, que la supuesta ob- jetividad científica que reclamaba la Arqueología procesual, la cual aplicaacríticamente ideas que son del presente al pasado, lo que hace que se

naturalicen sistemas de desigualdad y dominación, e ideologías presen-tes. . . porque las lleva al pasado y parece que siempre estuvieron ahí; porejemplo, la idea de racionalidad económica. Me refiero, por ejemplo, a lateorías de forrajeo óptimo que consideran que la racionalidad capitalistamoderna (de corte totalmente utilitarista, basada en la maximización delos beneficios y en la minimización de los costos), producto de un proce-so histórico particular, era la misma racionalidad que tenía un cazador dehace 5.000 años. Es decir, una racionalidad que es un producto histórico,como lo argumenta claramente Weber, es llevada al pasado. Se crea así lailusión de que esa racionalidad es transcultural, transhistórica y no que esproducto del capitalismo. Lo que se hace es implícitamente sostener que elcapitalismo es inevitable y que es el sistema por excelencia, al que deberíaaspirar cualquier sociedad. Me parece que la Arqueología procesual nuncafue crítica en eso, por una supuesta objetividad científica, y por creer quesus teorías no tenían una carga ideológica e impacto en el presente.

— Hablemos de áreas temáticas en las que está trabajando en este momento.

 A mí, en general, no me interesan demasiado los temas, a mí me in-teresa la teoría. Muchas veces se piensa en áreas temáticas, en cazadores-recolectores, en Formativo, Aguada, Inca, Arqueología Histórica, Arqueo-logía de Buenos Aires; se piensa como en el área o en el período que estásestudiando. Sinceramente para mí ese es un tema secundario. Lo que meinteresa es el entendimiento de los procesos sociales, más allá de si elejemplo es el caso Inca o la conquista española. Me interesan temas comola constitución de la vida social y la interrelación entre prácticas y relacio-nes sociales y materialidad y espacialidad. Me interesan las relaciones depoder, el contacto cultural, o las experiencias fenomenológicas. Me intere-

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sa la manera en que las subjetividades fueron construidas en el pasado. Apunto a aprender sobre las experiencias de las personas en el pasado y el desarrollo de métodos reflexivos para abordar esas experiencias. Me in-teresa la Arqueología pública, la necesidad de la difusión y la participación

de otras voces en la producción de conocimiento. Eso sería parte de la te-mática en la que estoy trabajando en este momento. Circunstancialmentetrabajo con el período Inca y el período Tardío del Noroeste Argentino. Pe-ro podría trabajar en Arqueología Urbana, en Histórica de Buenos Aires,Colonial, no sé. . . hasta en cazadores-recolectores. Pero lo que me interesaes el desarrollo de esas ideas, no del caso en sí. Obviamente sí me intere-sa el caso inca, y me interesa aprender del período Tardío, pero no en sí mismos, sino para desarrollar o transformar las ideas que se tienen de los

mismos. La Carrera de Arqueología en Argentina es totalmente empirista y enciclopédica. Se privilegia el aprendizaje de información, de datos, ya seasobre Arqueología americana, del viejo mundo, fases, culturas, sociedadesy demás. Yo creo que todo eso se puede aprender muy rápido, con seis me-ses de leer Arqueología inca ya se la puede conocer, eso no es un desafío.El desafío es aprender teoría, eso cuesta mucho más.

El mayor desafío es sentarse a leer autores que son teóricamente muy densos, que discuten conceptos muy profundos, y requieren de mucha re-flexión. Leer los párrafos tres veces, tratar de entenderlos, tratar de vercon quién están dialogando y demás, es mucho más difícil que aprendersobre el período Tardío del Noroeste Argentino. Yo eso lo puedo leer endos meses, es muy fácil de leer y no es tan grande. Ahora, leer Teoría So-cial es gigante, no se puede leer todo, hay que hacer un recorte, es muchomás dificultoso. Yo creo que la formación tendría que ser esa, tendría queser teórico-metodológica, y lo empírico dejarlo para un aprendizaje en unproyecto de investigación. Por eso los temas que a mí me interesan sonteóricos, no temáticos.

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— Relacionado con este punto y lo mencionado sobre la dificultad de acceder amucha información desde acá, si bien no es lo mismo ahora que hace diez añosatrás, está trabajando en la segunda parte de  Sed Non satiata, ¿cómo surgió laidea original de querer traer toda esa Teoría Social que se está dando en

América latina?*

Esa es una pregunta muy buena y muy interesante... En realidad laidea del primer Sed Non Satiata, fue principalmente crear un espacio parala difusión y la producción de Arqueología relacionada con la Teoría So-cial. La idea siempre fue hacerlo internacional, porque Andrés (Zarankin)estaba en Brasil, conocía a Pedro Funari y demás. Se iba a llamar Teoría So-cial y Arqueología de Sudamérica, pero después se sumo Patricia Fournier,

de México, entonces se tuvo que llamar de Latinoamérica. En esa época elcampo académico arqueológico latinoamericano era muy fragmentado, esdecir, yo no tenía idea sobre qué estaban haciendo arqueólogos en Perú,en Venezuela, no conocía ningún arqueólogo de Colombia. . . esto fue hacediez años, no había mucha idea sobre qué pasaba en otros países, salvo enlos limítrofes, Chile, Uruguay, algo de Brasil. Realmente conocí y leí porprimera vez gente de Brasil, como Funari o Andrade Lima, a partir de  Sed Non Satiata.

Esto cambió en los últimos años, donde hay un interés mayor por cono-

cer y por juntarse entre los arqueólogos latinoamericanos, a través de estecongreso de Teoría Arqueológica en Sudamérica o la revista de  Arqueolo- gía Sudamericana. Empieza a haber mucho más contacto. Este incremen-to en el contacto entre arqueólogos de distintas partes de América latinaes sin dudas producto de un contexto político-económico especial que se

 ve reflejado en varios aspectos, como acuerdos económicos entre paísesde la región. . . Entonces el contexto facilita el contacto, y lo tecnológicotambién, Internet, e-mails y demás han facilitado los encuentros. También

cierta mejora económica. . . en los 80 no te podías ir a ningún lado, hoy día es más fácil viajar.

Creo que es interesante la difusión de una Arqueología desde Latinoa-mérica, porque considero que la Teoría Social no se lee igual desde la pos-tura latinoamericana. ¿Por qué pienso esto? Porque creo que la lecturaestá mediada por la experiencia de vida de uno, su posición en el mun-do. Entonces cuando uno lee. . . no sólo lee, sino que produce teoría, poneel acento en aspectos puntuales de la teoría que un académico de un país

* Se hace referencia a Sed Non Satiata II: Acercamientos sociales en arqueología latinoameri-cana, editado por F. A. Acuto y A. Zarankin. Universidad Nacional de Catamarca y Univer-sidad de Los Andes, Catamarca y Bogotá. 2008.

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central no pondría. Por ejemplo, cuando una arqueóloga o arqueólogo nor-teamericano lee a Bourdieu, ve que su teoría le da a las personas muchaagencia, mucha acción estratégica. Ese arqueólogo le presta mucho másatención a los aspectos de la teoría de Bourdieu que muestran la agencia

de las personas, casi suponiendo una capacidad de acción ilimitada. Yocreo que esa lectura, y el furor de la Arqueología de la Agencia en EEUUe Inglaterra, están muy influenciadas por la ideología e idiosincrasia deesos países. Se relaciona mucho con la idea de   self-made man. Cuandoyo leo Bourdieu, especialmente sus últimas obras donde más desarrolla laidea de doxa, como Meditaciones Pascalianas, veo casi lo opuesto. Veo in-dividuos con una capacidad de acción mucho más restringida; donde losmecanismos de poder son muy fuertes y limitantes de la acción. Quizá le

presto más atención al poder y a lo estructural que a la agencia. Y en micaso eso tiene que ver con mi posición subalterna en el mundo. Con una visión más conspirativa, y quizá algo pesimista, de las relaciones sociales.No creo que toda acción sea estratégica y planeada, sino que veo una ac-ción muy encauzada por las estructuras de poder, la ideología y sobre todola doxa. Por eso considero que es importante el aporte que la perspectivalatinoamericana puede dar a la teoría arqueológica ya que nuestra posi-ción en el mundo necesariamente genera otras ideas y perspectivas sobrela dinámica social.

Mi paso por EEUU me permitió no sólo poder conocer, poder formarmeteóricamente, sino también en cierto sentido poder conocerme a mí mis-mo. . . yo me fui con mi bagaje cultural y social, entonces cada vez queleía o participaba de las discusiones, inevitablemente hacía conciente lasdiferencias con las teorías norteamericanas, porque tienen una visión delmundo totalmente distinta a la nuestra. Entonces, esas discusiones en claseme llevaron a reflexionar, porqué a mi me interesa un tema y porqué cri-tico esto, mientras que los otros alumnos ven la vida social parados desde

otro lado.La vida en Latinoamérica es muy distinta. No es lo mismo producir des-

de la comodidad de un campus universitario en Inglaterra o EEUU, que esuna burbuja, es un mundo feliz, donde todo funciona, todo es limpio, todoes lindo, tenés acceso a un abanico enorme de herramientas tecnológicas.Podés conseguir todos los libros que quieras . . . que producir en un contex-to de bajo presupuesto, donde no tenés subsidio para investigación, entrása la facultad y está tomada o hay una amenaza de bomba, o un paro, o

un piquete, o hay una represión policial. O en contextos peores te podríanasesinar. . . Esta experiencia, tu posición en el espacio y en el tiempo, haceque vos veas el mundo de manera distinta y sobre todo si hablamos de Teo-

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ría Social, eso tiene que ver con cómo vos entendés la vida social. . . cómo vos entendés las relaciones sociales. . . cuál es su naturaleza. . . dónde estáel acento. . . qué es lo principal, ¿el poder o la agencia? Entonces creo quees muy importante que se empiece a producir Teoría Social o arqueología

posprocesual. . . no sé cómo llamarla. . . no importa, desde América latina.Un ejemplo claro de esto que me di cuenta viviendo allá, es que no-

sotros pensamos mucho en términos de clases, en términos de conflicto,en términos de luchas de poder, o sea, la visión latinoamericana está muy basada en eso. . . por eso la única teoría arqueológica original de nuestraparte del mundo que desarrolló la Arqueología Social Latinoamericana delos 70 era marxista. Un marxismo tal vez un tanto esquemático, este mar-xismo de las ideas de modo de vida, de formaciones sociales, de modo de

producción. ¿Por qué?. . . Porque nuestra visión del mundo, de la vida so-cial, está muy centrada en eso, en teorías conspiratorias, que siempre hay alguien con poder tratando de imponerse a los demás. . .

— Se refería al grupo Oaxtepec.. .

Exacto. . . Bate, Sanoja. . . toda esta gente. En cambio en EEUU, nosolamente en la academia, sino en la vida cotidiana, la clase parece noexistir. . . las luchas, el conflicto, parecen no existir a nivel interno. . . sí 

internacional. La sociedad se ve como algo muy homogéneo, todos vivenmuy contentos, no hay problemas, todos pueden transformarse a partir delesfuerzo personal. Sigue vigente esa ideología del esfuerzo personal paracambiar y mejorar tu posición. Nadie tiene una visión conspirativa. Se creemucho en la buena fe de la gente. Por eso el éxito de las teorías de laagencia basadas en la ideología del self-made man, hombre sobre todo (nomujer) que se produce a sí mismo.

O sea, ese día a día, hace que el arqueólogo, el teórico social. . . enfoque

su teoría hacia algo que tiene que ver con su identidad, con su conciencia,con sus prácticas. ¿Por qué acá en Sudamérica no pegaron tanto las teoríasde género? Porque se piensa más en clases, la lucha es de clases, no im-porta tanto el género. Las luchas de ellos son distintas, son de género, sonde grupos pequeños marginados dentro de la sociedad, de gays, transexua-les. . . por ahí pasan los conflictos y el activismo, y no tanto por la clase.Entonces nosotros tenemos que tratar de ser explícitos en esta postura la-tinoamericana – esta es una práctica que yo estoy tratando de realizar, noquiere decir que sea exitoso – , no aplicar la teoría arqueológica que unolee directamente – anglosajona sobre todo – , sino filtrarla, y mejor hacer-

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lo explícitamente. . . o sea pasarla por las ideas que tienen que ver con tuposicionamiento en el mundo desde Latinoamérica.

Hay gente que está muy en desacuerdo con esto. Que consideran quesolamente hay buena o mala teoría, no hay teoría de un lugar. Yo creo que

sí, cuando realizás una arqueología basada en la Teoría Social y en pro-blemas que tienen que ver con la constitución de las sociedades, tenés quedefinir cuál consideras que es la naturaleza de las relaciones sociales, cuá-les son los principios estructurantes activos que constituyen a la sociedad.

 Y esta definición varía según tu lugar del mundo y tu lugar dentro de lasociedad en la que vivís, o en el espacio social en el sentido de Bourdieu.En una escala más pequeña, no es lo mismo lo que va a producir una mu-

 jer que lo que va a producir un hombre; lo que va a producir alguien de

clase media, que lo que va a producir un campesino indígena que tenga laoportunidad de producir Arqueología. . . va a ver las cosas de otra manera,desde su cosmovisión.

— Nos gustaría saber de satisfacciones y frustraciones vividas a través de laArqueología.

Si empiezo con las frustraciones voy a parecer un pesimista. . . Satisfac-ciones. . . por las cosas que te da el esfuerzo personal. . . Esto no lo digo por

 vanidad. . . yo creo que la gran mayoría de las cosas que logré no fueronpor estar en grupos de investigación que tenían cierto poder hegemóni-co, ni estar bajo el ala de alguien que me iba a garantizar algo seguro.Sino que lo que logré fue por esfuerzo personal, y seguramente un poco desuerte también. Cuando me presenté en Fulbright no conocía a nadie ahí,ni nadie me auspiciaba. La beca de CONICET la gané por suerte. . . creo.Porque en ese momento eran todos proyectos de tafonomía nada más y el evaluador cuando me presenté justo era Raffino. . . y habrá dicho: «al

fin un proyecto de Arqueología inca. . . adelante», pero no porque tuvieraalguien que me apoyase. Hoy día, por ejemplo, estoy obteniendo subsidiosinternacionales, y ninguno nacional, como el de la Fundación Heinz y unode la Fundación Wenner-Gren, y ahí no hay acomodo que valga. Me estánsaliendo porque consideran que el proyecto es bueno, por méritos persona-les, por la formación, por haber hecho el doctorado afuera y demás. Ésasson las satisfacciones personales. . . También el que haya gente a la quele interese o atraiga la Arqueología que yo hago. Es, creo, producto de unesfuerzo personal y de una seriedad de trabajo. Eso me pone contento, ob-tener estos subsidios prestigiosos del exterior, estar formando un grupo deinvestigación con estudiantes interesados en la perspectiva que yo desarro-

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llo en mis proyectos, poder hacer una Arqueología distinta a la que conocí cuando yo me formé.

En cuanto a frustraciones, yo creo que la mayor frustración. . . que fueuno de los motivos por los cuales yo me fui y cuando volví no había cam-

biado. . . es vivir en una estructura académica totalmente jerárquica, y nodemasiado justa. . . Aunque es totalmente negado esto, muchas veces losque obtienen becas, subsidios y demás cosas son los que están controlan-do el campo académico o están bajo el ala de alguien que tiene poder, nopor mérito necesariamente. Algunos lo tienen, algunos obviamente se lomerecen por más que estén bajo el ala de alguien con poder, y otros no.

 Así como muchos que no están bajo el ala no se merecen obtener becas y subsidios, o ganar concursos, pero muchos otros sí. Sin embargo, es más

difícil avanzar en la carrera académica para aquellos que no están bajoeste sistema jerárquico de padrinazgo, amparado por gente con poder dedecisión.

Otra frustración, no sé si frustración. . . una crítica que tiene que vercon lo jerárquico, es lo poco crítica que es la Arqueología acá. ¿Por qué?Porque la gente se lo toma personalmente. Si uno realiza una reinterpreta-ción por ejemplo, de un tema determinado que fue investigado por otros,tiene que ser muy cuidadoso cómo lo escribe, porque si criticás a esosotros, muchos se lo toman personalmente, es como si fuese una crítica a lapersona. Esta estructura jerárquica que se da a muchos niveles además, eincluso en el nivel de cómo se forma a estudiantes y graduados jóvenes, essimilar a una estructura militar. En este caso, el grado menor, el estudian-te, entra a un proyecto para hacer trabajos menores, como lavar material.Luego que se va ascendiendo en el escalafón te ceden un mini tema y ahí lodesarrollás para tu tesis (estudiar la pasta cerámica, analizar los desechosde talla, ver las marcas en los huesos, etc.). Esto igual no te habilita paraque reflexionés o produzcas teoría. Yo he escuchado mil veces «¿quienes

se creen estos estudiantes para hablar de teoría?», como si eso fuese algoa lo que te habilitan los años. Cuando es algo que tenés que hacer el pri-mer día, para que lo que produzcas tenga algún sentido. Después, una vezgraduado, podés desarrollar un pequeño proyecto que se articule con unproyecto mayor. En este caso no podés cruzar las fronteras de tu proyecto,sólo quien está a cargo del proyecto mayor tiene derecho a articular to-dos los subproyectos y realizar las grandes interpretaciones. Esta idea deque vos entrás a un proyecto y tu tema es un material (cerámica, lítico,

óseo, vidrio, o lo que sea), y no un tema (prácticas mortuorias, relacionesde género, producción del paisaje, etc.), tiene justamente que ver con laestructura centralizada y jerárquica.

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O sea, vos entrás a un proyecto y qué te dicen: «Bueno, qué querés ha-cer, analizar el lítico, la cerámica, los huesos, el fitoplancton» que se yo. . .esas cosas. Cuando la formación tiene que ser temática, o sea qué querésestudiar del pasado: las prácticas mortuorias, te interesan las relaciones de

poder, te interesa la arquitectura y las relaciones sociales, la vida cotidiana.Pero al asignarte un tema micro que tiene que ver con el análisis de mate-rial. . . te limitan el poder hacer interpretaciones sobre un contexto, sobrehistorias pasadas, sobre vida social. Y eso tiene que ver con una estructura

 jerárquica, en la que se cree que tu formación tiene que ser por pasos, y esos pasos tienen que ser muy chiquitos, lavar, analizar un material, escri-bir sobre ese análisis, tener un proyecto chiquito, y algún día cuando teindependices. . . poder hacer tu propio proyecto y reproducir lo mismo con

otros. Y eso es algo que se debería cambiar totalmente.— Nos gustaría que deje un mensaje para los nuevos ingresantes a la carrera.

 Yo creo que el mensaje es que las cosas las hagan con seriedad. Si estásestudiando Arqueología obviamente que no lo estás haciendo por posi-cionamiento social, ni económico. . . Entonces estás haciendo un sacrificiomuy grande estudiando algo por lo cual no vas a tener un rédito económi-co tremendo. Creo que por lo tanto tenés que ser muy serio con tu trabajo,

si elegiste esto, entonces: sé serio, tratá de ser el mejor, no te conformescon tener una beca, un proyectito y estar ahí sentadito y que pasen losaños. Si estás en esto tratá de ser el mejor, y para ser el mejor, una de lascosas, aparte de trabajar seriamente en el campo y demás, es leer; o sea,sentarte para estar actualizado con las discusiones en el campo que estástrabajando. No quedarte, como pasa mucho en la arqueología argentina,con lo que leíste cuando te estabas formando y te recibiste. Hay que estaractualizado con las discusiones, no podés seguir reproduciendo ideas de

cosas que leíste de libros que ya tienen sus hojas amarillas y nunca más teactualizaste.Entonces mi mensaje es que tengan seriedad y tengan lectura. Por ejem-

plo esto se refleja mucho en eso de que en los últimos años «lo social sepuso de moda». . . Desde que me fui a EEUU a cuando volví, la gente in-teresada en las perspectivas sociales en Arqueología pasaron de ser ungrupo muy chico a uno mucho más grande. Inclusive gente que estaba enla vereda de enfrente, que la Arqueología que siempre hizo fue positivistay funcionalista, ahora habla de «lo social». Esto se puede comprobar fácil-mente haciendo un seguimiento de los títulos de los trabajos presentadosen los congresos de los últimos 20 años. Ahí se puede ver como muchos

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pasaron de hablar de estrategias adaptativas, sistema de sitios, artefactos, valor calórico, medioambiente, etc., a hablar de relaciones sociales, paisa- je, materialidad, prácticas, etc.

Muchas veces al ver o leer estos trabajos «a la moda» se nota fácilmen-

te la falta de conocimiento profundo sobre el tema. Y se nota que no hay conocimiento de la teoría detrás, se nota que es solamente el nombre, queno se conoce realmente el concepto, su historia y las discusiones en tornoal mismo. Los conceptos tienen largas historias por detrás, y cuando se leeeso, se ve que es la misma Arqueología funcionalista, que le cambiaronlos nombres nada más. O sea, vos tenés dos posibilidades cuando hacescosas orientadas teóricamente. Hacer las cosas con un conocimiento pobreo inexistente, basado en lecturas indirectas, o por lo que escuchaste acá y 

allá; o hacerlas con seriedad a partir de haber leído, y conocer profunda-mente la teoría. Y yo creo que ahí se ve la calidad de los trabajos. Cuando vos leés un trabajo del primer tipo, no tardás dos párrafos que te das cuen-ta que el trabajo es de mala calidad. Cuando lees un trabajo de los otros,te das cuenta enseguida que la persona conoce lo que está discutiendo, co-noce los autores, conoce las ideas, conoce las historias de esos conceptos,no está tocando de oído.

Entonces yo creo que eso es fundamental: la seriedad. Y otra cosa es. . .otro mensaje. . . tratar de no reproducir las estructuras jerárquicas y de do-minación académica, sino construir una Arqueología más colectiva, dondelas ideas sean compartidas y sean producidas colectivamente. No una Ar-queología paternalista y con diferencias de estatus. Yo siempre digo quedos o tres cabezas piensan más que una. Por supuesto va a haber dife-rencias de estatus y de poder, porque un estudiante no puede presentarsubsidios, pero bueno, al momento del trabajo de campo, al momento depensar, de sentarse a reflexionar, que se rompa esa estructura jerárquica. . .no reproducirla... y eso, bueno, es un cambio de muy largo plazo. Y al

momento de acceder al poder, en el futuro, no reproducir lo que había,sino tratar de transformarlo.

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María Ximena Senatore*

Foto: Gentileza Ximena Senatore. Tomada en la Antártida durante sus tra-bajos de campo.

* Maria Ximena Senatore nació en Buenos Aires en 1970. Se recibió como Licenciada en Ar-queología en 1995 (Universidad de Buenos Aires) y se doctoró en Historia (Universidad de Valladolid, España) en 2003. Es Investigadora del CONICET, Profesora de la Universidadde Buenos Aires y de la Universidad Nacional de la Patagonia Austral. Realizó un posgra-do en Ciencias Auxiliares para la Restauración del Patrimonio Histórico (Universidad de Valladolid, España). Como investigadora especializada en Arqueología Histórica y del Co-lonialismo, ha estudiado el rol del mundo material en la conformación de la modernidaden contextos particulares y distantes como el sur de Patagonia y Antártida. Se ha dedica-

do, también, al estudio de las primeras historias de Antártida de principios del siglo XIX. Actualmente dirige los proyectos de investigación centrados en las ciudades españolas deNombre de Jesús (Estrecho de Magallanes, siglo XVI) y Floridablanca (San Julián, siglo XVIII).

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— La primera pregunta que le hacemos a todos es ¿cómo es su acercamiento ala Arqueología? ¿Qué la llevó a interesarse en la carrera?

En principio yo me acerqué a la Carrera de Antropología. Pero creo que

llegué a la Arqueología por muchos caminos distintos. Por muchos intere-ses propios ajenos totalmente a la Arqueología, que de repente confluyerony vi la luz ahí de lo que quería hacer. En principio durante mi infancia, laadolescencia, la secundaria, estaba volcada mucho más a la literatura, laliteratura de detectives especialmente. Esta búsqueda de lo distinto, de loexótico. . . Me gustaban los libros de detectives. . . cuando era chiquita leíamucho Conan Doyle y todo ese tipo de búsqueda, de descubrir misterios. . .

 Y después cuando fui creciendo un poco más me volqué mucho al interés

por la Historia. Y lo que definió mi acercamiento a la Antropología fue un libro queleí en el secundario. En el colegio me hacían hacer trabajos sobre libros,nos daban libros de Historia, y teníamos que hacer trabajos, ensayos. . . Y 

 justo yo elegí uno que era  Los Conquistadores,16 de Ruggero Romano. Y ese libro, que quizás ahora al volver a verlo no es tan iluminador comofue para mí en ese momento, sí fue un libro que tenía documentos de laépoca del contacto, que mostraba dos caras de ese encuentro, el mundooccidental y el mundo indígena americano. Y para mí eso fue algo que me

atrajo muchísimo y que me hizo empezar a buscar mas sobre eso. Y así llegué a la Antropología, aunque quizás mi primera opción de ca-

rrera no era esa. Llegué por una motivación de intereses que no eran deltipo «voy a hacer esta carrera», sino «me gusta esto, voy a ver que hay poraquí». Y así llegué. Mi acercamiento a la Antropología y la Arqueología noes la de «ir a buscar objetos bonitos», sino esto de entender lo que todavíano está entendido, lo de interpretar determinadas cosas que pasan todoslos días y que uno las ve con otros ojos al mirar lo material o mirar lo que

no se ve, lo que subyace. Ese tipo de acercamiento me interesa de la Ar-queología. Y obviamente me encanta el campo. Apenas empecé la carrerame invitaron a ir de campaña. . . Yo todavía no estaba definida si iba a ha-cer Antropología o Arqueología, pero el ir al campo, el estar, la convivencia,la vida y el trabajo del arqueólogo, esta interpretación permanente al exca-

 var, fue lo que me definió. Yo creo que definí mi carrera de arqueóloga enel campo, al ver realmente qué era la Arqueología. Y después seguí buscan-do mi camino, de a poco. Tuve muchísima experiencia de campo durante

la carrera. Campaña que había, campaña que yo estaba; y vi todo el país, vi muchas formas de trabajar distintas, tuve muchas experiencias; de vida

16 Buenos Aires, Huemul, 1978.

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también, de convivencia, que hacían que cada vez me gustara más la carre-ra. La Arqueología unió distintas atracciones que yo sentía por diferentescosas, como libros, experiencias de vida, eso. . . Fue un acercamiento muy gradual y paulatino. . . Y es más, en el colegio secundario había distintas

orientaciones, en el sexto año uno se podía orientar a ciencias naturales,ciencias humanas. . . y yo me orienté en ciencias biológicas. Porque unaopción era la Medicina, por ahí por una tradición familiar, pero no durómucho eso.

— Entonces en un comienzo estaba más cerca de la antropología y después sevolcó a la arqueología...

Exacto, y creo que nunca dejé la Antropología. Creo que hacer arqueo-logía es hacer Antropología, Historia, Literatura, es hacer lo que uno quie-ra hacer, obviamente dentro del marco de referencia de la carrera que esestudiar lo material. Yo pienso que para hacer Arqueología, leo Historia,leo Antropología. Y creo que nunca dejé todas esas cosas. Simplemente meorienté a lo que me daba mucho más placer, que era ir al campo, excavar, ira los archivos, encontrar documentos y poder escribir historias que todavíano estaban escritas. . . Pero al escribirlas uno tiene todas esas perspectivasen la cabeza. No seguí la orientación sociocultural porque al ir al campo,

al conocer lo que era la práctica arqueológica, me orienté hacia ese lado. Y después me volví a orientar en Arqueología Histórica. . . Pienso que uno se

 va orientando pero no va perdiendo el marco o el punto de partida. Creoque yo partí desde esos intereses en los detectives, en la literatura, en los

 viajes, y fui armando un camino desde ahí.

— ¿A quiénes considera sus referentes?

Me pesa la palabra referentes. . . Algo así como «referentes únicos» creoque no va con mi personalidad. Sí fuentes de inspiración, y creo que hay mucha gente que me inspira, especialmente la gente creativa, no importaen qué ni qué línea esté siguiendo, ni en qué esté trabajando. Los trabajosque muestran cierta creatividad, ésos son referentes, aunque sea en temasmuy distantes a lo que yo hago. Referentes en la Arqueología mundial, sí hay mucha gente creativa. . . y durante un tiempo, porque no todo el mun-do es creativo siempre y no toda la gente mantiene un nivel de creatividad.Hay gente que recrea la Arqueología cada tanto, y esa gente es referente.

No podría dar nombres precisos, es gente que al leer algo dije, «que buenoesto», «que vuelta que le dieron a esto» o «que interesante, que atracti-

 vo este trabajo», o a este problema. Y ese tipo de trabajos uno los puede

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encontrar en cualquier contexto y en cualquier nivel de formación. Mis re-ferentes son los creativos de la Arqueología. Y a nivel internacional es lomismo, yo no busco a nadie a quién seguir para repetir las ideas de otro.Lo que yo busco es alguien que me inspire leer, que sea coherente con su

trabajo, no esas ideas que son «cortinas de humo» o «fuegos artificiales»;nada es algo brillante que sale de la nada y que de repente nos hace verla luz a todos. Lo que hay es algo gradual, constante. De alguien que porahí cruza dos o tres ideas distintas, se inspiró al ver un caso. Pero hay un«clic», y esos clic son los que a mí me atraen.

En el mundo que supera la Arqueología también, principalmente elmundo literario es el que a mí me atrae, me inspira, me hace ver de otramanera lo que estoy viendo. Ahora, por ejemplo, leyendo un libro de Bioy 

Casares que se llama  De las cosas maravillosas,17

que habla de cómo laspersonas se definen a partir de la búsqueda de las cosas maravillosas: hay personas que las buscan en el futuro; y otros en el pasado, esos son losnostálgicos; y otros en el presente, que disfrutan el momento de tener lascosas maravillosas. . . Eso al final lo terminé usando para un trabajo, quetenía que ver con las subjetividades. Me parece que eso me inspira másen un punto que lo que pueda leer en Arqueología clásica o los últimos papers  del último   journal... Eso también lo leo, pero este tipo de cosasson las que de repente me hacen ver, en lo cotidiano y en lo que estoy haciendo, dónde estoy yo en esa búsqueda de cosas maravillosas; dóndeestá Floridablanca en esa búsqueda, cómo es la relación con el futuro, elpasado de la Arqueología.

— ¿Como describiría su evolución teórica a lo largo de su carrera?

 Yo hablaría de una experiencia, de un encuentro con la teoría en lacarrera, con las categorías de qué es teoría y qué no es teoría; en qué

materias uno ve teoría y en cuáles no. . . Después uno desnaturaliza esascategorías. . . y la experiencia es ese encuentro con la teoría. En un princi-pio uno la toma como algo ajeno, quiere poner un marco teórico y quiereentender las cosas desde esa perspectiva. . . algo forzado; hasta que uno seda cuenta que lo teórico está incorporado en su forma de ver, de analizar,de pensar, de formular problemas. Y cuando uno toma conciencia de queeso está, que está presente y que uno simplemente lo practica, ya eso esuna experiencia con la teoría sumamente interesante. Hasta ese momento,que yo diría que es posterior a la tesis de licenciatura, para homologarlo alo que es mi crecimiento en la carrera, es una relación forzada con la teo-

17 Bioy Casares. De las Cosas Maravillosas, Buenos Aires, Temas Grupo Editorial, 1999

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ría, por nuestra formación en la UBA, donde de repente hay una definiciónde qué es teoría y qué no es teoría, y cuales son «las teorías». Entonces unotrata de ser, de hacer algo con eso. Cuando uno supera eso, creo que ahí empieza uno a discutir teoría, a proponer teoría y a trabajar teóricamente

con otra lógica distinta a la que uno piensa en la carrera. Si se revisan mistrabajos van a ver esta relación forzada y después una relación natural quesale en todos mis trabajos, como algo que muestra mi forma de pensar la

 Arqueología, de pensar lo material, de pensar lo escrito, de pensar la socie-dad. Yo creo que en esa línea voy a seguir cambiando seguramente, peroya sentada cómodamente en mi forma de ver las cosas.

— ¿De qué corriente toma cosas y qué cosas para trabajar en arqueología?

Bueno, ahora lo más cercano es la Teoría Social, pero yo no diría «yohago Arqueología dentro de la Teoría Social». No me pondría una categoríao una etiqueta, me parece que eso es muchas veces como «yo estoy dentrode este grupo». . .

— Un encasillamiento.. .

Exacto. Yo siento que soy coherente pero no dentro de un encasilla-

miento, no me gusta limitar la búsqueda. Sí me gusta leer trabajos sobreTeoría Social, teoría de estructuración social; pero no me considero una Arqueóloga Social. Más que aceptar los lineamientos y reproducir, lo queme gusta es cuestionarlos, entenderlos y ver que sale de eso. No directa-mente «yo encontré un marco teórico y voy a trabajar con esto», que es loque uno hace en la licenciatura.

— Nos gustaría que nos cuente sobre las áreas temáticas en las que trabajaactualmente.

 Yo empecé a producir en el marco de lo que es la Arqueología Histórica,es decir en Arqueología de la sociedad moderna. Creo que la modernidades ahora el eje que está orientando mi trabajo. Y todos los casos y los pro-yectos que estoy llevando adelante tienen que ver con eso. Son casos enPatagonia, asentamientos coloniales del siglo XVI, XVIII, los casos de la lle-gada del capitalismo a Antártica. Pero todo lo que subyace a esa aproxima-ción, es entender qué es lo moderno, cómo se va configurando la sociedad

moderna; y desnaturalizando esas categorías de qué es lo moderno desdelos discursos homogeneizantes que dicen que «lo moderno es tal cosa» y entonces si tal cosa no coincide con los ejes de la modernidad entonces no

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es moderna. Tratando de romper con esto y tratando de entender qué eslo moderno para nosotros, en nuestros contextos locales.

Para encarar esto estoy trabajando con colonialismo. En Patagonia es-pecialmente, está el caso de   Nombre de Jesús, que es un asentamiento

español del Estrecho de Magallanes de fines del siglo XVI; y después unasentamiento del siglo XVIII, que es Floridablanca, en el que ya llevo añostrabajando y con el que hice mi tesis doctoral, y en el que ya hay un equipoque se formó estudiándolo. Se trata de dos momentos muy diferentes den-tro del colonialismo, un momento de la España imperial, y el momento dela España ilustrada; y también es muy diferente cómo se van formando lasrelaciones con lo local, con lo americano; y cómo se organiza la forma de«colonizar»; cuáles son las ideas que subyacen a esto, cuáles son las prác-

ticas, las formas de ver este nuevo mundo. Estos dos casos me permitenesa perspectiva comparativa en lo temporal y en las cosmovisiones de cadamomento, para estudiar colonialismo en áreas marginales. Siempre me en-foco en estas áreas marginales y siempre estoy viendo cómo se produce uncambio social dado por un encuentro o por cambio de ideas, o lo que sea.La forma de verlo es combinar documentos históricos inéditos de archi-

 vos y Arqueología, lo material. O sea, lo material en sus dos dimensiones,lo escrito, que se conserva, que uno puede ir y tocar y leer y lo materialque uno va desenterrando, ésa es la perspectiva particular que es la dela Arqueología Histórica, pero la problemática es la de la modernidad, elcolonialismo, el capitalismo y nuestra sociedad moderna.

— Teniendo en cuenta su experiencia en Brasil, ¿cómo ves las diferencias ysimilitudes teóricas y metodológicas entre Argentina y el resto deLatinoamérica?

No puedo hablar de todo Brasil en general, porque no conozco tan-

to como para una comparación integral. Desde que empecé a investigarsiempre estuve muy conectada con la producción de Brasil en Arqueolo-gía Histórica. Primero, porque en Argentina los que hacíamos ArqueologíaHistórica nos sentíamos muy solos. No había interlocutores para el tipode preguntas que nosotros estábamos planteando. Era como si se habla-ran distintos idiomas, diferentes formas de ver la Arqueología. Entonces labúsqueda fue hacia otros interlocutores, hacia otras personas que pudieranintercambiar ideas. Y en Brasil estaba esa posibilidad de interacción, coninvestigadores mayores a nosotros, los jóvenes de la Arqueología Histórica;y con investigadores de nuestra propia generación. Y creo que se armó unmuy buen intercambio de ideas y una forma de entender la Arqueología

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Histórica desde la misma perspectiva. Eso dio como resultado libros. Porejemplo hay un libro del 2002 que editamos con Andrés Zarankin dondelos autores somos argentinos y principalmente brasileños.18 Esa gente queparticipó de ese intercambio siguió el mismo itinerario de desarrollo profe-

sional. Sigue existiendo esta posibilidad de diálogo. Ahora, los que estabanmás adelante en lo teórico, como Pedro Funari o Tania Andrade Lima, yatienen mucha gente formada y tienen a cargo planes de estudio, y a partirde esas invitaciones es que yo viajo a Brasil a dar clases en maestrías. Y hay nuevas generaciones que tienen las mismas inquietudes, la misma formade ver las cosas que por ahí la gente de mi equipo, que está haciendo eldoctorado. O sea que hay muchos puntos de encuentro. Se forma un diá-logo muy fuerte entre Argentina-Brasil, más que dentro de Argentina. En

 Argentina, dentro de la Arqueología Histórica, las clases que doy son deseminarios optativos ad-honorem y por motivación propia. No hay ningúninterés, me parece, en que la Arqueología Histórica forme parte de planesde estudio o de cursos de posgrado. Todo lo que yo hice fue porque quisehacerlo y porque vi una necesidad en la gente que se estaba formando y que se acercaba a pedir bibliografía, asesoramiento; y que por ahí era me-

 jor sistematizarlo en un curso. En cambio lo de Brasil es un acercamientoformal.

— ¿Qué opinión le merecen los programas teórico metodológicos de nuestracarrera?

 Yo creo que se podrían mejorar muchísimo, si hubiera un interés demejorarlos. Creo que gana el  status quo; porque es tan difícil instrumen-tar cambios dentro de la UBA, que uno se termina cansando. Uno puedeempezar con mucha energía, y de hecho los de mi generación intentamosmeternos en política cuando éramos estudiantes. La generación de Félix

(Acuto), de Andrés (Zarankin), de Marisa (Lazzari), de mucha gente queintentamos meternos. Cambiar, luchar contra lo que nosotros creíamos quehabía que luchar en ese momento; y fue tan terriblemente desgastante,que creo que todos nos quedamos con una idea de que es muy difícil cam-biar desde lo institucional. Que por ahí el cambio viene por motivacionespropias. Dar cursos, seminarios, ofrecer otros tipos de espacios. Pero no apartir de intentar que el plan de estudios de la UBA cambie, porque uno vaa perder mucho tiempo y energía y va a ganar mucha angustia luchando

18 Se refiere al libro: Zarankin A. y M. X. Senatore (eds.) 2002.   Arqueologia da Sociedade Modena na America do Sul. Discursos, cultura material e Praticas. Ediciones del TridenteBuenos Aires.

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con algo que no va a cambiar. La forma de cambiar es generar proyectoscon otras nuevas ideas, incluyendo personas interesadas; formar personasdesde que empiezan hasta que terminan el doctorado, con continuidad detrabajo; conseguir el dinero para hacer eso, abrir nuevos espacios de traba-

 jo, conseguir la bibliografía que no es accesible en bibliotecas. Dar cursosad-honorem de grado, de posgrado. Y así los cambios se dan.

Cuando yo me recibí, la Arqueología Histórica era distinta a lo que ha-go ahora. Era otra cosa. Era clasificar los materiales. Y saber si una losa erao no de tal tipo, y discutir horas y horas sobre eso. Y no dejar que nadiehiciera Arqueología Histórica, porque había nichos muy cerrados y muy controlados, no había espacio. De a poco fuimos abriendo otros espacios.

 Asociándonos con gente que más o menos piensa como uno, que quiere

armar otras líneas de trabajo y formar recursos, formar gente. En la carre-ra, pienso que hay muchos espacios vacíos de cosas que se están haciendoen Arqueología y que no tienen ningún registro; que nadie lee ningún tex-to sobre determinadas cosas que son importantes, que se están haciendobien, que abren la cabeza. . . Entonces. . . ¿Qué es lo que uno hace? Luchaporque en la carrera incluyan nueva bibliografía o genera espacios alterna-tivos para que la gente se acerque a lo que está pasando desde otro lado.

 Yo creo que las cosas van a cambiar, seguro, y de hecho la ArqueologíaHistórica del 95 es distinta de la actual, y siento que yo cambié. Y eso fuepor tener una actitud constructiva.

— Nos gustaría que nos hable sobre satisfacciones y frustraciones en la carrera

 A ver. . . yo creo que no se pueden separar las satisfacciones y frustra-ciones de la Arqueología y las de la vida misma, porque por lo menos yome dediqué a Arqueología creo que desde que entré a la carrera, y hacemuchos años de esto. Tuve muchas satisfacciones; pienso en la carrera y 

me siento feliz de haber tomado la decisión de hacer Arqueología. Obvia-mente que tuve muchos problemas. . . muchos, en todo sentido. Problemaspersonales, que son las mismas personas que uno se puede cruzar en otrosámbitos de la vida. . . problemas con el sistema, que es un sistema muy arbitrario en muchos sentidos... Pero creo que le gana a eso la satisfac-ción de haber podido hacer de la Arqueología un espacio creativo, y haberabierto espacios permite que mucha gente piense, exprese, arme las co-sas de otra manera. Creo que ésa es la gran satisfacción. Después la gransatisfacción de los proyectos. Los tres grandes proyectos que fui armandocon otros arqueólogos. Por ejemplo, el proyecto Antártida que fui armandocon Andrés (Zarankin), es una gran satisfacción, la de iniciar una línea de

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trabajo en un lugar donde no se conocía mucho de lo que había antes. Dediscutir nuevas ideas en ese nuevo ámbito, de conocer Antártida, de pensarsobre Antártida. De poder experimentar estar tres meses en un campamen-to, sola en una carpa con una tormenta afuera. Y ésos son los momentos

de encuentro con uno. Esos momentos yo creo que están vinculados a lacarrera, son únicos e irrepetibles. Lo mismo el haber formado un equipode trabajo en Floridablanca. Yo respeto mucho el trabajo en equipo y creoque es la única forma de hacer Arqueología en estos grandes proyectos,con grandes sitios. Otra satisfacción es el ver a la gente siendo estudiante,cuando recién empezó y ahora discutiendo sus ideas doctorales para mí es una satisfacción. . . el sitio en sí mismo. . . pensar en la primera visiónque tuve, la primera vez que fui al sitio y que lo único que veía eran tejas

tiradas y ahora entender lo que es ese sitio, y lo que significa para la comu-nidad, y lo que significa para la historia de las ideas, y lo que significa paramí y para las personas que trabajan en ese lugar, es una satisfacción. Y lomismo Nombre de Jesús. Éste es un proyecto que surge de esta ciudad, conesta historia mítica, pensando si estará o no, y de repente estar excavandoel cementerio de esta ciudad y estar armando proyectos interdisciplina-rios, entendiendo la historia de esas personas que quedaron ahí en unahistoria trágica y que nadie supo bien que pasó. . . Y estar descubriendo y escribiendo sobre esas historias para mí es una satisfacción. Por otro lado,la satisfacción de la experiencia de vida, de viajes al exterior y habermeformado afuera en otros ámbitos, hasta la experiencia de convivencia, decontacto de campañas, de experiencias que te llevan a encontrarte con vosmismo y ver quién sos. A mí me resulta grato el haber hecho Arqueologíay en el momento en que no me resulte más grato creo que voy a hacer otracosa. Es un camino difícil, llevar adelante los proyectos como uno quiere,las relaciones entre las personas, pero no importa. Está el camino que unoquiere caminar, equivocándose, acertando, y al final lo va caminando.

Con respecto al sistema en muchos casos pesa más la edad que la ca-pacidad; que no hay premios por trabajar más o trabajar menos, que todose mide con una vara que uno podría cuestionar desde todo punto de vis-ta, como por ejemplo que lo que uno hace en el exterior es mejor que loque uno hace acá. . . que si uno tiene menos de 35 años tiene que entraren una categoría del CONICET y no en otra por más que uno haya traba-

 jado mucho y esté haciendo lo que corresponde a otra categoría. . . quesea difícil conseguir un subsidio de investigación porque depende de quién

evalúe, quién entra o quién no entra. . . porque las reglas no son igualespara todos. . . pero mi mensaje es que más allá de todo eso, yo no me pue-do quejar porque tuve subsidios de investigación sin amiguismos. Siempre

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seguí las reglas y no me vi perjudicada. Pero es el punto de partida, y apartir de éste, uno puede armar cosas.

— ¿Algún mensaje a los que ingresan a la carrera?

Lo que creo es que hay que conocer el estado de la situación para ma-nejarse con eso y poder armar otra cosa, nuevas líneas de investigación.Creo que cada uno tiene que buscar su propio camino. . . yo vi en qué co-sas me faltaba formación y me moví para ir a Inglaterra con la beca delBritish Council, que en ese momento estaba vigente, a trabajar con genteinteresada en Arqueología del capitalismo y que me gustaba mucho lo queestaban haciendo. Al mismo tiempo, hice mi doctorado en España. . . por-que quería hacer un doctorado en Historia. . . porque creía que necesitabaconocer como se trabaja con un archivo histórico, el encuentro con los do-cumentos, que la carrera no me había dado, y así armé el doctorado, conuna pata en Arqueología y otra en Historia, que era mi idea. . .

Una vez terminado el doctorado volví a viajar a Boston para armarprogramas que me permitieran dar clases de Arqueología Histórica. Unotiene que darse cuenta de qué es lo que quiere, lo que necesita y buscarla manera, las becas, el financiamiento necesario para poder hacer esoy lo mismo en los proyectos, a veces hay que trabajar con instituciones

privadas. Hay muchas posibilidades, y uno tiene que elegir cómo hacer,cómo llevar adelante. Se puede hacer si uno persevera y no quedarse conla crítica al sistema.

— Alguna otra cosa que quiera contar y que no le hayamos preguntado.. .

No es común que a uno lo entrevisten sobre estos temas, que uno charlacon los equipos de trabajo, con sus familias, con los más cercanos. Ojalaque estas opciones les sirvan a alguien, tal vez la experiencia de cada unade las personas sirva para otras como fuente de inspiración o fuente deinformación extra. Quizá otra cuestión que estaría bueno agregar a esto,es que cuando uno se dedica a la Arqueología, dedica mucho de su vida,lleva mucho tiempo, uno es arqueólogo las 24 horas, y por eso uno vive lassatisfacciones muy cercanas a la vida de uno. Hay etapas de la vida, quetambién es lindo mirar más allá de la Arqueología. Digo que no es todo.Quizás por ahí mi perspectiva de familia, de otras esferas muy importantesde la vida tienen tanto peso como la Arqueología o más peso. . . e igual

está bien. . . igual se trabaja mucho, igual se crean cosas interesantes, noes necesario ningún sacrificio en lo personal por la Arqueología. Creo quepor ahí eso es algo que muchos de mi generación hicimos, de postergar

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cuestiones personales o familiares por la Arqueología y creo que ahoracon una perspectiva crítica hacia atrás, diría que no hace falta hacer eso y que está muy bien integrar la Arqueología a la vida real de una persona.Muchos estamos casados, teniendo hijos, habíamos postergado esas cosas y 

ahora estamos reencontrándonos. . . todas esas cosas son compatibles conla carrera.

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