Arqueología de los paisajes medievales granadinos: medio físico … · 2009. 4. 23. · fiesto...

38
CONSIDERACIONES DE PARTIDA. En una reciente publicación de un curso sobre Arqueología del Paisaje, que se celebró en la Università degli Studi di Siena, el prolo- guista de la obra pone de manifiesto algunos de los problemas principales existentes en este campo y que merece la pena destacar como primer hilo conductor del presente trabajo. Advierte lo siguiente: “Sul piano ope- rativo, questo genere di indagini, con la applica- zione sistematica del survey, ha determinato uno straordinario incremento di conoscenza... In ambito teorico non si può nascondere che la Site Catchment Analysis risente di una eccesiva ridigità nella concezione del territorio; il suo quadro di riferimento, utile per società molto semplici, si revela inadeguato appena ci si trovi di fronte a situazioni socio-economiche un po’ più complesse”(D'AGOSTINO 1992: p.19) . Y más adelante añade: “Il bacino di sussistenza di una comunità umana può strutturarsi secondo sistemi di complementarità difficilmente ricon- ducibili a situazioni geografiche semplici e pre- vedibili”(D'AGOSTINO 1992: p.19). Después nos referiremos en concreto a estas cuestiones. Ahora cabe hacer una refle- xión anterior. La llamada Arqueología del Paisaje, traducción del término inglés Landscape Archeology, ha intentado desde un primer momento analizar las relaciones entre el hombre y el medio físico que le rodea. Parte, pues, de un hecho básico, que las sociedades humanas dejan huellas de su pasa- do, o mejor dicho de las formas en que se organizaban, en la Naturaleza. El debate de arranque es el establecimiento del papel que le corresponde a cada elemento (Hombre en cuanto ser social/Naturaleza). La aproxima- ción de ambos conceptos significa el comien- zo de una nueva etapa en la ciencia. Parte de un hecho actualmente incuestionable, que la vida de las sociedades se inserta en un medio ambiente, que las condiciona, y que éste se modifica por aquéllas. Para llegar a esta situa- ción, lógicamente debió de producirse un cambio importante, consistente en la forma- ción de una nueva imagen de la Naturaleza, primero, y de la Historia humana, más tarde. El paso de la Historia Natural a la Historia de la Naturaleza, que se debe en buena medida a la obra de Lamarck (BARSANTI 1979: pp. 99 y ss.), es el centro y el inicio de un debate. Sin embargo, Darwin sentó las bases definitivas de este nuevo campo para la ciencia. La rup- tura consistió en desprenderse del concepto teológico imperante, a partir de una madura- ción epistemológica que arranca del positivis- mo y del cientifismo. La propia evolución de los estudios sobre la Historia es asimismo fundamental. De una fase dominada por el moralismo y la Teología, se pasa a otra en la que el concepto de cultu- ra como fase superior de lo seres vivos racio- nales impregna todo el conocimiento. La adopción de lo material como elemento bási- co está ligada al progreso de las ciencias de la Naturaleza. El libro de L. Morgan: La sociedad primitiva, publicado en 1877, y, anteriormente, la aparición del primer volumen de El Capital, Arqueología de los paisajes medievales granadinos: medio físico y territorio en la costa de Granada Antonio Malpica Cuello

Transcript of Arqueología de los paisajes medievales granadinos: medio físico … · 2009. 4. 23. · fiesto...

Page 1: Arqueología de los paisajes medievales granadinos: medio físico … · 2009. 4. 23. · fiesto uno de sus principales estudiosos españo-les (GONZÁLEZ BERNÁLDEZ 1981), en él

CONSIDERACIONES DE PARTIDA.

En una reciente publicación de un cursosobre Arqueología del Paisaje, que se celebróen la Università degli Studi di Siena, el prolo-guista de la obra pone de manifiesto algunosde los problemas principales existentes eneste campo y que merece la pena destacarcomo primer hilo conductor del presentetrabajo. Advierte lo siguiente: “Sul piano ope-rativo, questo genere di indagini, con la applica-zione sistematica del sur vey, ha determinatouno straordinario incremento di conoscenza... Inambito teorico non si può nascondere che laSite Catchment Analysis risente di una eccesivaridigità nella concezione del territorio; il suoquadro di riferimento, utile per società moltosemplici, si revela inadeguato appena ci si trovidi fronte a situazioni socio-economiche un po’più complesse”(D'AGOSTINO 1992: p.19). Ymás adelante añade: “Il bacino di sussistenza diuna comunità umana può strutturarsi secondosistemi di complementarità difficilmente ricon-ducibili a situazioni geografiche semplici e pre-vedibili”(D'AGOSTINO 1992: p.19).

Después nos referiremos en concreto aestas cuestiones. Ahora cabe hacer una refle-xión anterior. La llamada Arqueología delPaisaje , traducción del término inglésLandscape Archeology, ha intentado desde unprimer momento analizar las relaciones entreel hombre y el medio físico que le rodea.Par te, pues, de un hecho básico, que lassociedades humanas dejan huellas de su pasa-do, o mejor dicho de las formas en que se

organizaban, en la Naturaleza. El debate dearranque es el establecimiento del papel quele corresponde a cada elemento (Hombre encuanto ser social/Naturaleza). La aproxima-ción de ambos conceptos significa el comien-zo de una nueva etapa en la ciencia. Parte deun hecho actualmente incuestionable, que lavida de las sociedades se inserta en un medioambiente, que las condiciona, y que éste semodifica por aquéllas. Para llegar a esta situa-ción, lógicamente debió de producirse uncambio importante, consistente en la forma-ción de una nueva imagen de la Naturaleza,primero, y de la Historia humana, más tarde.El paso de la Historia Natural a la Historia dela Naturaleza, que se debe en buena medidaa la obra de Lamarck (BARSANTI 1979: pp. 99y ss.), es el centro y el inicio de un debate. Sinembargo, Darwin sentó las bases definitivasde este nuevo campo para la ciencia. La rup-tura consistió en desprenderse del conceptoteológico imperante, a partir de una madura-ción epistemológica que arranca del positivis-mo y del cientifismo.

La propia evolución de los estudios sobrela Historia es asimismo fundamental. De unafase dominada por el moralismo y la Teología,se pasa a otra en la que el concepto de cultu-ra como fase superior de lo seres vivos racio-nales impregna todo el conocimiento. Laadopción de lo material como elemento bási-co está ligada al progreso de las ciencias de laNaturaleza. El libro de L. Morgan: La sociedadprimitiva, publicado en 1877, y, anteriormente,la aparición del primer volumen de El Capital,

Arqueología de los paisajes medievalesgranadinos: medio físico y territorio enla costa de GranadaAntonio Malpica Cuello

Page 2: Arqueología de los paisajes medievales granadinos: medio físico … · 2009. 4. 23. · fiesto uno de sus principales estudiosos españo-les (GONZÁLEZ BERNÁLDEZ 1981), en él

26

de Carlos Marx, de 1867, son jalones impor-tantísimos. Marcan una cesura fundamental,desde el momento en que ponen de manifies-to que la vida de los hombres está condiciona-da por elementos materiales y que hay posibi-lidades de conocer científicamente a las socie-dades humanas. Es más, la aproximación apueblos que no se habían desarrollado en lamisma línea que las sociedades europeas, es labase de un acercamiento nuevo, pues permiteconocer, en opinión de los autores de aquellasfechas, sociedades “primitivas”, que era tantocomo decir muy dependientes del medio físicoen el que se insertaban. La Historia humana secomprende, a la vez, como prolongación yruptura de la Historia de la Naturaleza.

¿Cómo definir y explicar las relaciones entreHombre y Naturaleza? Han existido respuestassimplistas, como el determinismo y el posibilis-mo geográfico, que tantas discusiones ha gene-rado entre los geógrafos1. Hay que partir deuna concepción nueva. Las relaciones entre elHombre y la Naturaleza se desarrollan en elespacio. No es el medio natural sólo el “teatro”en el que tienen lugar las actividades naturales ylas culturales, sino que también hay que señalarque estas últimas influyen de manera importan-te en aquél. De la confluencia de las fuerzasnaturales y de las sociales surge el medio geo-gráfico, cuya expresión es el paisaje (KULA1973). Las acciones entre el medio ambiente yel hombre dan lugar, pues, a lo que denomina-mos paisaje. Pero esta interrelación se nosmuestra con frecuencia borrosa y sólo deforma descriptiva. El paisaje es especialmente,aunque no de forma total, una realidad que seve por los hombres. Contiene, pues, elementospsicológicos, que impregnan su conocimiento ysu percepción, pero también realidades que sepueden categorizar. Como ha puesto de mani-fiesto uno de sus principales estudiosos españo-les (GONZÁLEZ BERNÁLDEZ 1981), en él sepuede distinguir entre fenosistema y criptosiste-ma. Aquél es un conjunto de elementos per-ceptibles, mientras que éste es de una observa-ción más difícil. Dicho de otra manera, el paisajees una realidad física, pero también humana.

La relación Hombre/Naturaleza es dialécticay se expresa principalmente en el paisaje.Partiendo de esa primera constatación, hay queestablecer unas ciertas cuestiones de interés:

1.- No hay medios físicos favorables o des-favorables en sí mismos y de manera absoluta.Hay una variabilidad histórica claramente per-ceptible en el paisaje y que se puede expresaren lo que denominamos fenosistema. Es, así, elcaso de los recursos naturales, que sólo tienenposibilidades en cuanto se conocen sus utilida-des (KULA 1973: p. 528). Un ejemplo importan-te es el de la utilización del agua en al-Andaluscomo elemento de unas nuevas formas pro-ductivas, en las que la aparición de plantashasta entonces desconocidas o apenas usadastienen un papel importantísimo.

2.- Se puede decir que la Naturaleza tieneuna mayor influencia sobre los grupos huma-nos cuando es menor el nivel existente. Esteprincipio general debe ser, no obstante, mati-zado. Hay límites diferenciales de la apropia-ción de la Naturaleza por parte de los hom-bres. Son igualmente sociales. En la sociedadcapitalista, la dominación de la Naturaleza, porel desarrollo de las fuerzas productivas, generauna dependencia creciente por los límites físi-cos de la Naturaleza.

De la confluencia de tales relaciones surgeel concepto de espacio. No es sólo que ten-gan lugar en él como suceden en el tiempo,sino que la adopción de tal o cual espacio esuna opción social. En consecuencia, la ordena-ción espacial es una acción que es ejercida porlas sociedades, basada en factores ecológicos ysociales. Si se explica con mayor precisión sepuede decir que aparecen tres subconjuntos:

1.- el medio natural con sus factores abióticos(la masa gaseosa y el líquido y el mineral, esen-cialmente) y bióticos (vegetación y fauna);

2.- las estructuras técnicas creadas por el hom-bre, y

3.- el medio social.

1 Un planteamiento general sobre estas cuestiones, en HUMBERT, A.: “Sites et milieu naturel”, en NOYÉ, G. (edit.): Structures del’habitat et occupation du sol dans les pays méditerranéens: l’apport de l’Archéologie extensive. Roma-Madrid, 1988, pp. 297-300.

Page 3: Arqueología de los paisajes medievales granadinos: medio físico … · 2009. 4. 23. · fiesto uno de sus principales estudiosos españo-les (GONZÁLEZ BERNÁLDEZ 1981), en él

Ahora bien, no pueden ser consideradoselementos aislados o situados en una emulsión,sino que se integran en un conjunto interrela-cionado. De ese modo, no hay que excluir nin-guno de los subconjuntos señalados ni tampo-co las interconexiones que hay entre ellos. Esoes lo habitual de determinadas corrientes quehan tenido, en nuestra opinión con cierta lógi-ca, una gran difusión, sin discusión científica.Podemos, pues, decir con Carandini: “Inclusoreconociendo la gran importancia del 'materialis-mo cultural' para el objetivo de este estudio queestamos realizando, no podemos dejar de poner-nos en guardia contra el materialismo abstracto ymecánico, el determinismo tecnológico-ambientalque está expresado por una ideología que parecetener fundamentalmente miedo de sacar a la luzlos aspectos políticos y sociales de la producción(las relaciones del hombre con el hombre siemprehan sido vistas por las clases dominantes y porsus intelectuales como bastante más peligrosasque las del hombre con la naturaleza)” (CARAN-DINI 1984: p. 76).

El análisis arqueológico es esencial parapoder plantear cuestiones de este tipo. Perono es suficiente con un yacimiento determina-do ni siquiera un conjunto de los mismos, sinoque es preciso un examen del espacio en quese insertan. Al mismo tiempo no es posibleestablecer unas pautas de los asentamientossin tener en cuenta el medio físico y la acciónhumana. La técnica de la prospección arqueo-lógica, que no significa sólo la identificación deyacimientos, es esencial para establecer lasbases elementales de trabajo. Con estas senci-llas palabras Graeme Barker lo pone de relie-ve: “Per mezzo delle ricognizioni, gli archeologicipossono raccogliere informazioni circa i processisocio-economici e ambientali verificatisi durantemilleni di insediamento scala regionale” (BAR-KER 1988: p. 137).

Hay suficientes elementos para evaluar lascuestiones que venimos enunciando. En pri-mer lugar, hemos de señalar que el conoci-

miento histór ico que se der iva de laArqueología tiene unas peculiaridades impor-tantísimas con respecto a otras fuentes histó-ricas. Este problema, que procede de una dis-tinción quizás falsa, no se plantea en todas lasetapas históricas que se pueden analizar. Esevidente que para un prehistoriador hay quehacer otros planteamientos y nunca se llega,por ejemplo, a una confrontación entre lostestimonios escritos y los propiamente arque-ológicos. No es menos cierto, sin embargo,que el papel de la Antropología ha sido rele-vante en los últ imos tiempos para laArqueología (BINFORD 1988). Incluso desdeesta perspectiva, la confrontación entre lasdiversas materias que confluyen en el análisisde las sociedades es un hecho incuestionablea poco que se reflexione o incluso que sepractique el propio trabajo arqueológico. Enel fondo queda la necesidad de definir la pro-pia Arqueología, para lo cual se ha optadotanto por caracterizarla como ciencia inde-pendiente, alejada de la Historia y de laAntropología, como inser ta en una u otramateria2. Sin entrar en una discusión más afondo, y aun siendo conscientes que la NuevaArqueología está presente en este caso, hayque poner de relieve que la acción del mediofísico sobre las sociedades humanas se hatenido muy en cuenta. Los análisis espacialesen Arqueología no tardaron en surgir (HOD-DER y ORTON 1990). Los planteamientos quese pueden ver son esenciales para la organiza-ción del espacio y, lógicamente, para la rela-ción del Hombre con la Naturaleza. El arran-que parte de las sociedades menos complejasen donde el Site Catchment Analysis es esen-cial. Pero, como señalaba Bruno D’Agostino,según la cita hecha más arriba, es un modeloque se resiente de un exceso de rigidez y queno tiene apenas validez para sociedades máscomplejas que aquéllas a las que se ha aplica-do en sus inicios. El mismo D’Agostino,recuérdese, aclara que las sociedades huma-nas no pueden quedar reducidas a situacionesgeográficas simples y previsibles.

27

2 La bibliografía es abundantísima. Baste con señalar algunas obras de contenido más o menos específico: HODDER, I. : Interpretaciónen Arqueología. Corrientes actuales. Barcelona, 1988; KLEJN, L. S.: “To separate a centaur: on the relationship of arcehaeology andhistory in Soviet tradition”. Antiquity ( 67), 255, pp. 339-348, y HENSEL, W.: “Archeologia. Contenuto e ambito”, en DONA-TO, G. y otros: Teoria e pratica della ricerca archeologica. I. Premesse metodologiche. Turín, 1986, pp. 19-31.

Page 4: Arqueología de los paisajes medievales granadinos: medio físico … · 2009. 4. 23. · fiesto uno de sus principales estudiosos españo-les (GONZÁLEZ BERNÁLDEZ 1981), en él

28

Para expresar la relación del hombre conel medio natural, sobre todo en sociedadesmás evolucionadas, hay que acudir a ele-mentos diversos y todos ellos examinarlos apartir de una nueva estrategia científica. Enel caso de la Arqueología medieval el debatesigue estando, aunque nos pese y considere-mos que se haya falseado un tanto, en ladiversidad de datos y en la diferente formade obtenerlos. La relación, cuando menosproblemática, de las fuentes escritas con lasarqueológicas cier tamente ha viciado lasperspectivas de un avance en la investiga-ción. No es raro todavía hallar investigado-res de una u otra procedencia que buscanun dato preciso del que carecen en su res-pectivo campo en el otro. El grado de subsi-diaridad es la nota dominante. Pero hay otracuestión añadida. La Arqueología medievalha sido considerada espúrea por unos yotros, es decir por los arqueólogos en elsentido puro y duro del término, y por losmedievalistas, siempre atentos a la docu-mentación escrita.

Sin duda, nadie duda de que sea precisoentender los procesos históricos a partir deesa nueva relación entre Hombre yNaturaleza, a condición, claro está, que seextienda el concepto de la propiaArqueología y quede integrado en una visióna la vez antropológica e histórica. La oposi-ción que se ha generado es fruto de unaespecialización necesaria, pero que carecedel necesario debate teórico conjunto. Eneste sentido la Arqueología medieval, surgidaen España en el seno de un debate historio-gráfico aun incipiente pero prometedor3, hamostrado las posibilidades de conocimientode una problemática histórica hasta ahoradesconocida. A partir de una práctica ya máso menos consolidada y de algunas elabora-ciones teóricas, se han ido sentando lasbases mínimas para establecer unas líneas deinvestigación en el sentido expresado más

arriba. Al tratarse de una sociedad más com-pleja que las prehistóricas y con una relaciónmás diversa con la Naturaleza, las dificultadesdel trabajo son de diferente índole.

En el campo concreto de nuestraArqueología medieval la investigación se hacentrado especialmente en el mundo andalusí.Esto añade una dificultad aún mayor, porque setrata de una sociedad que no ha surgido de latransformación de la anterior y que no va adejar huellas, al menos en España, porquedesapareció de la Península Ibérica. Como esnatural, en el proceso de su formación y, sobretodo, de su destrucción las fuentes escritas hansido abundantes y permiten conocerla en unosmomentos precisos, aunque conflictivos. Si uni-mos esta situación al hecho ya mencionado dela importación de modelos de otras experien-cias científicas, el resultado es la producción deuna práctica arqueológica compleja para anali-zar con detenimiento y un debate lastrado devicios iniciales.

Antes de entrar de lleno en esta problemáti-ca, habrá que señalar que el análisis arqueológi-co se ha basado en la denominada Arqueologíaextensiva, que puede parangonarse con la lla-mada del paisaje. Jean-Marie Pesez, en el estu-dio introductorio de la parte dedicada a lainvestigación sobre los habitats, publicado enCastrum 2 (PESEZ 1988), ha puesto de manifies-to las líneas de partida. Así, señala: “L’archéologieextensive était (...) présentée comme la solutionidéale à l’un des problèmes que pose la recherchearchéologique: son caractère ponctuel, partiel, dis-continu”(PESEZ 1988: p. 129).

Pero ha sido Graeme Barker quien ha plan-teado algunas de las cuestiones fundamentalesde la llamada Arqueología del paisaje (BARKER1986). En primer lugar, nos habla de la inexis-tencia de una definición de este tipo deArqueología4, para más adelante señalar queson numerosas las técnicas precisas para su

3 Hemos hecho un primer balance, siempre provisional, en nuestro trabajo: “Historia y Arqueología medievales: un debate que continúa”,en MONTANARI, M. y otros: Problemas actuales de la Historia. Terceras Jornadas de Estudios Históricos. Salamanca, 1993, pp. 29-47.4 “Non c’è una definizione accettata di archeologia del paesaggio, ma penso che per la maggioranza degli archeologi il termine abbiaassunto il significato di studio archeologico del rapporto tra le persone e l’ambiente nell’ antichità, e dei rapporti tra la gente e la gentenel contesto dell’ambiente in cui abitava” (BARKER 1986 p. 7. )

Page 5: Arqueología de los paisajes medievales granadinos: medio físico … · 2009. 4. 23. · fiesto uno de sus principales estudiosos españo-les (GONZÁLEZ BERNÁLDEZ 1981), en él

conocimiento5. Pero sobre todo destaca: “Ledue fondamentali esigenze dell’archeologia delpaesaggio sono probabilmente la prospettiva dia-cronica, o che copre periodi diversi, e l’approccioeclettico e plurisdisciplinare...”(BARKER 1986: p. 8).

Definida esencialmente por la práctica,cuya técnica esencial es la prospección arque-ológica, esta Arqueología necesita dotarse almismo tiempo de una teoría que necesaria-mente ha de vertebrar todas las ciencias queen ella intervienen. La aproximación a laGeografía, partiendo del análisis de los paisa-jes y de los terr itor ios, el recur so a laAntropología, buscando las raíces culturales ysus pervivencias, el examen de las fuentesescritas, todo ello debe estar al servicio deuna estrategia científica que, en nuestra opi-nión, tras todo lo dicho, es clara: la relaciónentre la sociedad concreta que se examina yel medio en el que se inserta y al que trans-forma. Así, la técnica de aproximación y lametodología de trabajo ha de distinguir lateoría general de los puntos de partida.

En este sentido, el propio Barker ha seña-lado: “molte ricognizioni classiche sono stateesplicitamente ideate allo scopo di splorare ilterritorio, conosciuto o presunto, di un’anticacittà. Questo approccio può offrire il vantaggio diun preciso modello territoriale costruito attraver-so le fonti documentarie, ma la ricognizionearcheologica devi poi produrre dati su scala spa-ziale che possano mettere alla prova questomodello e che possano essere ad esso parago-nati, invece di venire soltanto inseriti nel territorioprevisto e confermare (ma in modo ingannevole)le supposizioni esistenti circa la sua natura”(BARKER 1988: p. 138).

Aunque el planteamiento general es el habi-tual, no quiere decir que las soluciones emplea-das halladas fuesen siempre las más correctas.A partir de su experiencia personal sobre la

sociedad andalusí, Pierre Guichard puso demanifiesto el camino a seguir en la investiga-ción sobre esta temática tan claramente arque-ológica de la relación entre Hombre/Naturaleza: “Il n’est pas question non plus deréserver à l’historien le monopole de la synthèsedes données rassemblées par d’autres spécialis-tes. Mais je ne crois pas non plus qu’il soit possi-ble à chaque chercheur d’être en même temps etavec une égale compétence philologe, archéolo-gue et historien” (GUICHARD 1986: p. 189).

El problema estriba en que un análisis detales características no se puede llevar a cabosin el concurso de numerosas técnicas, peromenos sin un proyecto científico. Esto ha que-rido decir casi siempre la búsqueda de unmodelo y su contrastación. Mientras que paralos prehistoriadores, por ejemplo, el modelose basa en el análisis antropológico y etnológi-co, para los medievalistas el peso de las fuen-tes escritas ha sido fundamental. Eso quieredecir que hay que discutir, desde una dinámicadiferente, cuál es el papel de cada tipo dedatos obtenidos en la investigación.

Las fuentes escritas han generado hastafechas muy recientes el principal, por no decirúnico, debate historiográfico en la HistoriaMedieval. Y esto no se puede ocultar ni siquie-ra minusvalorar, sino apreciar en su verdaderadimensión. El análisis ha quedado, pues, condi-cionado y ha dado lugar al establecimiento demodelos ceñidos a ellas. El más significativo detodas es el creado por Pierre Guichard, puntode arranque de otros muchos trabajos y deuna discusión, desgraciadamente restringida,que aún continúa. En su importante obra y a lolargo de imnumerables contr ibucionesGuichard ha ido trazando una panorámica muydensa6. Es imprescindible en el caso presentehacer un breve resumen. Para el autor, la socie-dad andalusí es cualitativamente diferente de laoccidental. Se expresa de muy diversas formas,

29

5 “Lo studio del paesaggio archeologico abraccia oggi una gamma molto ampia di tecniche, alcune specificamente archeologiche, altreprese in prestito o adattate dalla geografia umana e fisica... Inoltre, lo studio di un paesaggio dell’antichità per essere completo deveanche comprendere normali scave e l’analisi di tutti i dati ottenuti, sia biologici sia dei manufatti e, per quanto riguarda i periodi storici,l’integrazione dell’archeologia con le ricerche documentarie”. (BARKER 1986 p. 7. )

6 Un análisis de su obra en MALPICA CUELLO, A.: “Ensayo introductorio” al libro de GUICHARD, P.: Al-Andalus. Estructura antro-pológica de una sociedad islámica en Occidente. Granada, 1994 (reedición del original de Barcelona, 1976).

Page 6: Arqueología de los paisajes medievales granadinos: medio físico … · 2009. 4. 23. · fiesto uno de sus principales estudiosos españo-les (GONZÁLEZ BERNÁLDEZ 1981), en él

30

entre ellas y muy claramente, a niveles materia-les. La organización espacial y el poblamientoson fundamentales en ese sentido. El elementomás significativo de la sociedad feudal, el casti-llo, tiene, sin embargo, un sentido distinto en laandalusí. Distingue entre las estructuras defen-sivas que cubren pequeñas villas y los castillosmás alejados y retirados de las zonas pobladas.En aquéllas existían tres elementos diferencia-dos: la villa amurallada, el albacar y el castillopropiamente dicho, mientras en éstos habíasólo los dos últimos (albacar y castillo propia-mente dicho). Advierte que la técnica cons-tructiva empleada es el tapial (cajones de mor-tero de cal y piedras con un encofrado demadera), singular en este tipo de edificios, yque son estructuras arquitectónicas en ciertomodo elementales (muros de un valor defensi-vo desigual, a veces reforzados por torres, peroque normalmente siguen el relieve y sólocubren los puntos más débiles y sin protecciónnatural). Estas fortalezas, situadas en un ámbitorural por lo común, se hallaban insertas en unvasto territorio. La relación entre las estructu-ras defensivas y los espacios rurales se hace enun pie de igualdad, de manera que éstos, endonde hay núcleos de diversa caracterización,no son controlados por aquéllas. No cabeduda que son el punto focal en el que se apoyael Estado, pero la corresponsabilidad defensiva,que se aprecia en el caso de la sofra (GUI-CHARD 1979), muestra que las estructurasrurales de poblamiento tienen un peso impor-tante en la propiedad y, en consecuencia, en latoma de decisiones. Los núcleos campesinosson de dos tipos por lo general: rafales yalquerías. En el primer caso es una propiedadprivada de un solo dueño, quizás vinculado alEstado; en el segundo, las alquerías son a modode una comunidad rural, formada por unadecena de casas, hogares o familias, que sededicaban a la explotación de un espacio agrí-cola sin depender social ni económicamente deun dueño eminente del suelo. Esta realidadaparece gracias a la utilización de nombres gen-tilicios para designar a esos núcleos, lo quepone de manifiesto que se trata de gruposhumanos fuertemente cohesionados por elparentesco de tipo clánico-tribal.

La organización espacial y, lógicamente, ladistribución funcional, del castillo pone derelieve esas relaciones. El albacar es un espa-cio amurallado, pero en el que no vive nadie,sino que sirve de refugio a los hombres yganados de las poblaciones del distrito; eldonjon, término tomado de la castellologíafeudal francesa, es el lugar de residencia detropas y alcaide.

El planteamiento de Guichard está claro:se puede dar una sociedad en la que los lazostribales sean fuertes en la base y, al mismotiempo, haya un Estado. Para él, el Estado esuna cosa y las comunidades campesinas sonotras.

El primer punto que llama la atención es lapervivencia de las estructuras tribales, enfren-tadas al Estado desde los primeros tiemposde al-Andalus, que van a mantenerse, sobretodo en el mundo rural, gracias a la segmen-tación. Cier tamente, no puede tratarse dealgo inmanente de la propia sociedad, sinoque debe basarse en una realidad material. EsMiquel Barceló quien ha puesto de manifiestoalgunos de los aspectos esenciales del tema.Así, señala con claridad: “Por ello, las comunida-des campesinas irrespectivamente de su origen oformación cronológica, han de tender a adoptarlos comportamientos sociales tribales. Es decir, elmedio tribal produce tribus. La tribalidad, en estesentido preciso, no es sólo una importación étni-ca del medio árabe o bereber, sino una forma deorganizar los procesos de trabajo de las comuni-dades campesinas y definir las relaciones socialescon las otras comunidades” (BARCELÓ 1988,pp. 107-108).

El problema estriba, pues, en el hecho deque la organización espacial no tiene sentidosin un análisis de los procesos de trabajo. Suinvestigación la ha conducido siempre en esalínea. Por eso, aparte de los trabajos sobretoponimia, que en gran medida se han cen-trado en el caso de Mallorca7, su aportaciónen los últimos tiempos ha girado en torno ala que él mismo ha denominado Arqueologíahidráulica. Sobre ella ha elaborado unos prin-

7 Una buena parte de ellos han sido recopilados en un libro: BARCELÓ, M. (1984).: Sobre Mayurqa. Palma de Mallorca, espec. 107-108.

Page 7: Arqueología de los paisajes medievales granadinos: medio físico … · 2009. 4. 23. · fiesto uno de sus principales estudiosos españo-les (GONZÁLEZ BERNÁLDEZ 1981), en él

cipios teóricos de interés, a los que tambiénhan contribuido algunos de sus discípulos(BARCELÓ y otros 1995). Su principal líneaargumental es que los espacios irrigadosmantienen y cohesionan a los grupos campe-sinos. El diseño de los mismos lleva implícitosunos códigos no sólo técnicos sino sociales.Los perímetros irrigados se calculan en fun-ción de los núcleos habitados que se crean,de manera que un aumento de poblaciónobliga a una segmentación. La reproducciónde este tipo de sociedad está, pues, asegura-da. La actividad estatal quedaría reducida a laciudad y su alfoz, en donde las áreas de culti-vo irrigadas estaban orientadas hacia el mer-cado urbano y para satisfacer a las necesida-des de las clases urbanas.

El regadío es, pues, esencial para compren-der al-Andalus. Si lo es a niveles políticos,sociales y económicos, no es menos ciertoque se manifiesta en la organización espacialde los territorios campesinos. A este respectodice Barceló: “La pauta de los asentamientos essiempre fundamentalmente la misma. El espaciohidráulico creado mediante la construcción deterrazas, que modifican las pendientes naturalesy que son, por decirlo así, la energía que asegurael transporte del agua, determina la instalaciónde la zona de residencia, la alquería, que siempreestá situada justo por encima de la línea de rigi-dez, o sea por encima de la acequia principal dedistribución”(BARCELÓ 1989: p. XXX).

Así pues, en r igor, la denominadaArqueología hidráulica se integra en laArqueología del paisaje. No se limita sólo alespacio cultivado, sin tener en cuenta otroscomponentes del conjunto, pues entoncessería en una simple morfología, en el mejor delos casos. Probar que los sistemas hidráulicosson coherentes con una determinada socie-dad y con un poblamiento es posible y desea-ble. Recuérdense en tal sentido lo que ponede relieve Miquel Barceló: “La estructura socialasí producida contiene todos los elementos nece-sarios para instaurar un orden hidráulico perdura-ble cuyo reglamento, pactado, se constituye en lasola autoridad legítima y suficiente, incluso en elcaso de que el espacio ordenado sea el resultadode una decisión de un poder (sultan o feudal)

exterior a las comunidades campesinas. El ordensocial hidráulico es tan rígido como su propioespacio, como la propia unidad tecnológica quelo sustenta y, a su vez, lo perpetúa” (BARCELÓ1989: p. XXXIII).

La adopción de este modelo lleva apareja-da necesariamente el estudio de los asenta-mientos o zonas de residencia con los espa-cios de cultivo. De otro modo habría queconfiar sólo en los datos de las fuentes escri-tas. Pero no siempre lo permiten y en todocaso no se puede identificar automáticamen-te una estructura constructiva por una refe-rencia documental, salvo en contadas ocasio-nes. Sólo un análisis propio de la Arqueologíadel paisaje puede permitir una secuenciatemporal adecuada, en vez de ofrecer unaescala demasiado amplia. De todas formas,hay que adver tir que la cronología de unespacio agrícola no puede ser equiparable ala de un documento, como parece evidente(BARCELÓ en prensa).

Ese sentido de intemporalidad, que surgela mayor parte de las veces de las referenciasde las fuentes o de un estudio morfológico,trae inevitablemente consigo otro de inmuta-bilidad. Manuel Acién advirtió claramente elproblema: “Esta teoría posee el enorme méritode definir la formación social en que se integrala población rural, así como su forma de repro-ducción, asimilando a población inserta en otrasformaciones sociales (¿indígena?, ¿urbana?). Peroel problema radica en aceptar una cierta inmu-tabilidad, tan sólo desafiada por un Estado con-vertido en superestructura al margen que seimpone sólo cuando tiene medios para ello”(ACIÉN 1989: p. 142).

Para intentar conocer los orígenes de estaformación social, Acién enriquece el modelode partida e introduce elementos dinámicos.Se inspira en el análisis de las fuentes, aunquesugiere cómo examinar los restos arqueológi-cos a partir de él. Al mismo tiempo, plantea lacuestión desde la perspectiva que inició PierreGuichard, la de los castillos. éstos son los ele-mentos substanciales de las relaciones conflic-tivas entre las diferentes formaciones que seenfrentan en el proceso de gestación del

31

Page 8: Arqueología de los paisajes medievales granadinos: medio físico … · 2009. 4. 23. · fiesto uno de sus principales estudiosos españo-les (GONZÁLEZ BERNÁLDEZ 1981), en él

Estado islámico de al-Andalus. Consciente dela dificultad del problema, Manuel Acién seña-la: “Lo restante del título “Poblamiento y fortifica-ción” implica que se entienda como un problemahistórico y no simplemente arqueológico, lo cualquizá pueda defraudar a alguien; sin embargo,pienso que es el tratamiento adecuado.

Y, como consecuencia de esto, utilizaré todaslas fuentes disponibles, las arqueológicas tanto ensu vertiente monumental como las derivadas de lallamada Arqueología extensiva, así como los ins-trumentos necesarios para su identificación, sien-do lamentable a este respecto que a veces se pre-senten prospecciones realizadas con un gran rigormetodológico, pero que, sin embargo, concluyencon una definición cronológica de “islámico” o“medieval”.

Las fuentes escritas, entendidas sin ningúntipo de preeminencia sobre las anteriores, se uti-lizarán en cuanto ayudan a la interpretación delos restos materiales, pero también al entendi-miento de los procesos” (ACIÉN 1989: p. 140).

Es evidente que desde el nivel de los pre-supuestos generales la propuesta es irrepro-chable, pero no cabe duda que con frecuen-cia los datos procedentes de las fuentes escri-tas tienen un mayor peso específico en lostrabajos concretos que los más puramentearqueológicos. La oposición entre ambos essencillamente una tontería. Lo que importa esla formulación de una estrategia científica y sudesarrollo. El debate historiográfico debe deproceder de unos y otros en pie de igualdad.Sin embargo, no es menos cier to que losdatos llamados históricos están más perfiladosque los arqueológicos. Se debe a una mayortradición en aquel campo que en éste, perotambién a la poca elaboración de ellos e inclu-so al tratamiento diferenciado que requierecada uno. Contamos con un corpus de datosde cier ta impor tancia, que procede en supráctica totalidad de las Crónicas de determi-nados períodos. Carecemos para la épocaárabe de documentos de archivo, o son casiinexistentes, ya que los que han llegado hastanosotros son de los tiempos finales del reinonazarí, lógicamente muy alejados de las prime-ras épocas. Las fuentes escritas de esa tradi-

ción cultural se refieren básicamente a losconflictos habidos entre el poder políticoestatal y determinados grupos sociales refrac-tarios a caer bajo su dominio, como sucedeespecialmente con la etapa de establecimien-to del Estado islámico. Es lógico, pues, quetengamos una imagen muy mediatizada poresas cuestiones. Los datos que aparecen tie-nen asimismo una gran precisión cronológica,pero los lugares que se mencionan lo son demanera discontinua, aunque haya unos queaparezcan con más regularidad que otros. Así,a guisa de ejemplo, podemos recoger el textosiguiente, que narra una campaña de cAbd al-Rahman III contra la cora de Elvira:

“Luego fue contra las fortalezas que tenía elper verso cUmar b. HafSun en la cora deElvira, tras acabar con las de Jaén, y no dejóallí quien se le opusiera, aunque aquellasfortalezas agregadas a los dominios decUmar b. HafSun se habían negado a rendir-se al sultán, cuando la gente de la cora sehabía apresurado a hacerlo, entrando en susfilas. Las sitió una por una, pero se le resistióla de Juviles por su lejanía y la dificultad dealcanzarla con catapultas: como allí estabanalgunos cristianos del perverso cUmar, vale-rosos y enérgicos, resistieron bien, pero an-NaSir, empeñado en combatirlos, hizo cons-truir una base, donde emplazó la catapulta,alcanzándoles con sus piedras, y les cortó elagua y apretó el cerco hasta vencerlos, sien-do tomada la fortaleza al asalto y muertoscuantos partidarios del rebelde cUmar allíhabía, lo que le hizo mella, cayendo con éstatodas las fortalezas de Ferreira y alrededo-res. El maldito Ya cfar, hijo preferido y here-dero de su perverso padre, que estaba enSalobreña, asustado con estos triunfos suce-sivos, huyó de allí de noche, uniéndose consu padre en su capital de Bobastro”(IBNHAYYAN 1981: p. 57).

Nótese que se habla de innumerables for-talezas de la cora de Elvira, pero sólo se men-ciona la más importante, la de Juviles. Sonmuchas las que escapan al autor de laCrónica, que posiblemente no conoce o bienno le interesan. Normalmente sólo se hallancitadas aquéllas en las que hay o luego habrá

32

Page 9: Arqueología de los paisajes medievales granadinos: medio físico … · 2009. 4. 23. · fiesto uno de sus principales estudiosos españo-les (GONZÁLEZ BERNÁLDEZ 1981), en él

un alcaide puesto por el poder estatal. Esobvio que se trata de una reducción interesa-da para hacer comprensible el proceso aquienes podían acceder a la fuente escrita encuestión. No es menos cierto que se derivade aquí un interés por marcar una jerarquiza-ción de los castillos, pues sólo uno es el prin-cipal, hasta el extremo que su caída es la másdifícil y produce un ciego pavor a hombres depuntos alejados de él. En cualquier caso, sepuede hacer una lectura en negativo; es decir,hay numerosos castillos que tienen diferentecualificación. Claro está que esto hay quecomprobarlo a niveles arqueológicos.

Manuel Acién dibuja una panorámicasumamente interesante al respecto, partien-do del análisis de las fuentes. Mencionasociedades distintas, configurando un mode-lo diferente al de Guichard, en el que la diná-mica es mayor y, en consecuencia, su com-plejidad es también de un grado superior :“...me atrevo a formular un esquema algo máscomplejo. En primer lugar, existe una formaciónsocial islámica cuyas características diferencia-doras serían la hegemonía de lo privado y elmundo urbano, representada en un primermomento por los miembros del Estado cordo-bés y unos escasos elementos, poblacionalmen-te hablando, oriundos del Hiyaz o vinculados alEstado Omeya de Oriente. Junto con ellos, losnuevos pobladores, árabes y beréberes, traencons igo su organizac ión soc ia l t r ibal .Finalmente, la sociedad indígena hispano-visigo-da, al igual que la europea del momento, seencuentra en un claro proceso de feudalización.A partir de aquí se inicia una evolución comple-ja que podemos considerar como transición yque finaliza con el triunfo de la sociedad islámi-ca hacia la época del califato, al menos en este"sur" de al-Andalus” (ACIÉN 1989: p. 142).

Este modelo se intenta materializar a par-tir de un primer análisis arqueológico. Los edi-ficios castrales que se han ido identificandoprueban una diversidad que, no sin cierta difi-cultad, se podrían asimilar a esa dinámica polí-tica previamente enunciada. De todas formas,falta un examen, que necesariamente ha deser posterior a este esquema, detenido porterritorios de los castillos. Ante todo, es pre-

cedente definir las estructuras, porque ladiversidad es muy impor tante . No cabehablar de un solo edificio castral, modeloparadigmático de la sociedad andalusí. Es evi-dente, asimismo, que no se puede detener elanálisis en una etapa concreta, porque losmonumentos o estructuras arquitectónicasson elementos históricos que se desarrollan ytransforman. No se puede detener el análisisarqueológico en un momento dado, prescin-diendo de los demás.

La elaboración de estos modelos, eviden-temente creados a partir de las fuentes escri-tas y de un examen aún elemental de los res-tos arqueológicos, son un primer paso, queno el último. Pero plantean de manera clara yevidente el tema del uso de la Arqueología yel tipo de la misma.

Se ha señalado frecuentemente que laArqueología del paisaje o la extensiva es elmétodo utilizado normalmente. No es posi-ble, sin embargo, hacerlo sin contar con unaelaboración más precisa. Este tipo deArqueología corre el riesgo de ser bien laaplicación de una plantilla, bien de no superaruna fase meramente descriptiva. A los riesgospuestos de manifiesto, hay que añadir el pro-blema de la perdurabilidad de los asentamien-tos que se analizan, que no su inmutabilidad.De ahí la escasa posibilidad, sin realizar unaexcavación o una prospección muy minuciosa,de hacer precisiones cronológicas muy deter-minadas. Es más, ni es posible ni aconsejableadecuarlos a las realidades políticas.

Es absolutamente imprescindible desarro-llar programas concretos, sin dejar a un ladoobviamente los aspectos generales. Se puededecir que no hay suficientes trabajos sobreterritorios concretos y específicos, aunque sehayan establecido ciertas pautas. En tal senti-do, y desde luego teniendo como punto dereferencia los modelos ya mencionados, cabedestacar la apor tación de Patrice Cressier,centrada básicamente en la Alpujarra. Puedeservir de ejemplo, pues habría que citar algu-nos más (BERTRAND 1990). En un impor-tante trabajo sobre los castillos alpujarreños(CRESSIER 1984), encuentra confirmación

33

Page 10: Arqueología de los paisajes medievales granadinos: medio físico … · 2009. 4. 23. · fiesto uno de sus principales estudiosos españo-les (GONZÁLEZ BERNÁLDEZ 1981), en él

del modelo de Guichard y señala que hayuna pervivencia muy grande a lo largo deltiempo. Sin embargo, el análisis de las estruc-turas pone de manifiesto que hay diferenciasentre unas y otras, a veces más marcadas delo que el autor destaca. El artículo arranca,pues, del esquema previamente trazado,pero no puede ocultar que hay significativasdistinciones.

En cualquier caso, es obvio que la subjec-ción de estas fortalezas a un medio rural en elque la agricultura de regadío es primordial,destaca por encima de todo. Pero hay indiciosde que no siempre es así. La visión de unoscastillos dedicados a servir de refugio a loscampesinos y sin mecanismos de dominación,salvo las relaciones en cierto modo episódicascon el Estado, no es completa y es una exage-ración por par te de los detractores delmodelo que se ha ido creando, porque éstesiempre ha de ser considerado como unpunto de arranque.

Ya hemos dicho que los asentamientos yfortificaciones tienen un significado especial,pero también que hay una gran dificultadpara su estudio. En cuanto a los primeros, sise recuerda lo afirmado por Barceló, hayque notar que las estructuras hidráulicas, delas que dependen y son deudores, han crea-do una gran rigidez, que hace imposible uncambio sin más. Por lo que respecta a lassegundas, la perduración es evidente a lolargo del tiempo.

En el primer punto hay que hacer algunasafirmaciones que consideramos importantes.Los asentamientos rurales de época árabeson fruto de una gran transformación delmedio físico que se articula en el regadío y lossistemas hidráulicos que lo permiten. En lasfuentes escritas se puede ver cómo los árabeseran conscientes de que tenía que haber unaseria modificación del medio para la instala-ción de una agricultura como la que traían. Esconocido el texto de al-Maqqari, autor delsiglo XVII, que recopila noticias anteriores deal-Andalus, en el que habla de la construcciónde la ciudad palatina de Madinat al-Zahra' porcAbd al-Rahman III, en el siglo X:

“Cuando al-Zahra' se sentó en su salón y viola blancura y belleza de la ciudad en el rega-zo de aquel monte negro, dijo al califa: “¡Ohmi señor! ¿Acaso no ves la belleza de estamuchacha en el regazo de ese negrazo?”. Yal-NaSir ordenó hacer desaparecer el monte,lo que escandalizó a sus cortesanos, quedijeron: "Lo que pretende el califa repugna ala razón, pues aunque se reunieran todas lascriaturas del mundo a cavar y cortar, no lolograría sino el propio Creador" Pero lo quehizo el califa fue ordenar que se cortasen losárboles del monte y que se plantasen en sulugar higueras y almendros. Y el paisaje seconvirtió en el más bello del mundo, especial-mente en el tiempo de la floración y brote delos árboles” (AL-MAQQARI 1988: p. 128).

La ciudad aparece, en una hermosa figurapoética, como una doncella blanca en el rega-zo de un negro. El propio autor señala que laciudad, blanca y bella, estaba rodeada por unmonte negro y amenazante. Es la contraposi-ción entre la refinada civilización de la madi-na, nuevo centro del poder del califa, y elparaje en que se instaló, en donde el encinarpardo-oscuro e impenetrable rodeaba elbello conjunto urbano. En un medio naturalen el que la ocupación humana no era fácil,se instalaba una ciudad, expresión máxima dela civilización. Así, señalada y remarcada ladiferencia, ante las protestas de los hombresde religión, se opta por crear un espaciointermedio en el que la vegetación atenúa elviolento contraste.

Esta imagen es la que tenemos de otrospuntos especialmente en los centros delpoder, que son los que mencionan más clara-mente las fuentes escritas. Es el caso de laAlhambra y sus áreas próximas, que se inte-gran en todo el conjunto palatino, en los últi-mos siglos de al-Andalus. Conviven los ele-mentos más refinados, en donde la naturalezaaparece de forma muy sofisticada en los jardi-nes palatinos, pero al mismo tiempo hay huer-tos y tierras de regadío que abastecen a suspobladores, y, más arriba, el monte. Existe unescalonamiento de vida vegetal, que permitela transición entre el mundo urbano y el natu-ral, sin una gran violencia.

34

Page 11: Arqueología de los paisajes medievales granadinos: medio físico … · 2009. 4. 23. · fiesto uno de sus principales estudiosos españo-les (GONZÁLEZ BERNÁLDEZ 1981), en él

El mundo rural en sentido estricto no noses tan bien conocido como los espaciosurbano y periurbanos, objeto de atenciónpor los autores árabes. De todas formas, haycuestiones que se pueden comprender apar tir de la Arqueología del paisaje. Unacaracterística de los asentamientos es que seimbrican con el medio físico, al que hantransformado para crear un sistema hidráuli-co que permita el establecimiento de áreasde cultivo irrigadas. Hay, de un lado, unaadaptación topográfica. Viene determinadapor la necesidad de utilizar el agua, lógica-mente movida por gravedad. De este modo,la pendiente es modificada, quebrándola pormedio de terrazas de cultivo, y utilizada enbeneficio de esta agricultura. La situacióntopográfica de los núcleos rurales ha dejado,pues, una huella muy fuerte en el paisaje. Eshabitual que el asentamiento se sitúe encimadel área de cultivo irrigada y por debajo delmonte. Sin embargo, no es de menor impor-tancia el mundo vegetal que se desarrolló enesa agricultura irrigada. No se puede hablarde adaptación topográfica sólo para intensifi-car unos cultivos ya conocidos. Se explicapor la adopción de un nuevo ecosistema enel sentido más claro del término. La vidaagrícola generada muestra que las plantascrecen con frecuencia en la época de calor,necesitando un aporte hídrico muy superioral que le proporciona el seco clima medite-rráneo. En consecuencia, las tierras están enuso permanentemente. El nuevo ecosistemase implantó a partir de la alteración y a costadel anterior, con el que además convive. Losproblemas que se derivan de esta situaciónapenas han sido estudiados. Deberán reali-zarse no sólo desde una perspectiva descrip-tiva o morfológica, sino haciendo cuantosanálisis y estudios sean precisos. Así pues, esurgente, de un lado, documentar las plantasque se introdujeron y verificar, siempre quesea posible, su difusión en los campos. No sepuede mantener la imagen de una agriculturasólo de jardines, en los que se experimentan

injer tos y se adaptan nuevos vegetales. Laextensión de los cultivos ha de ser mostradacon pruebas irrefutables, entre ellas las deri-vadas de la antracología, palinología y carpo-logía. Tampoco se puede prescindir de lasreferencias anotadas en las fuentes escritas8,siempre que sean un punto de apoyo y noun fin en sí mismas. Asimismo es necesarioconocer las técnicas constructivas de lasterrazas y el desarrollo de las mismas. En esesentido, la excavación reciente de una necró-polis tardorromana en el Cortijo de Ana, enPago (Orgiva, provincia de Granada), ha obli-gado a establecer una estrategia en ese sen-tido. En el caso concreto que mencionamosse puede decir que es de vital importanciaconocer la formación de la terraza de cultivoque hay encima de dicha necrópolis, y suuso, porque permitirá establecer cómo segeneró el área irrigada luego del abandonode aquélla.

Estas estructuras de poblamiento, regi-das por una agricultura intensiva de regadío,tienen una gran fuerza de cohesión social,que, a su vez, es generada por la inexisten-cia de señores territoriales y por unas rela-ciones muy laxas con el Estado. La perdura-ción está asegurada. Sólo correrá riesgoscuando se produzca el establecimiento depoblaciones alóctonas, regidas por otrosprincipios sociales y económicos. De todasformas, por lo que sabemos hasta el pre-sente, se emplearon, al menos en el reinode Granada, que es el campo en donde sehan elaborado propuestas de análisis al res-pecto y se han estudiado territorios, dife-rentes estrategias de ocupación de estosespacios (TRILLO en prensa 3). Por un lado,tenemos la desaparición de las áreas deregadío y de la estructuras de habitat quelas generaron y mantuvieron, pero tambiénse conservaron e incluso se ampliaron. Sedebe a la necesidad de desarrollar unasespecies vegetales que tenían una gran sali-da en el mercado de productos en los años

35

8 A este respecto deben de considerarse los trabajos de TRILLO SAN JOSÉ, C.: “Las especies vegetales en el reino de Granadaal final de la Edad Media, según el vocabulario de Pedro de Alcalá (siglos XV-XVI)”. Formas de habitar e alimentação no Sul daPeninsula Iberica na Idade Media. Mértola, 1993 (en prensa), y “La vegetación en el reino de Granada en el tránsito de la épocamedieval a la moderna, según el vocabulario del Padre Guadix”. Coloquio internacional: Transformaciones agrarias y cultura materialen Andalucía Oriental y Norte de Marruecos. Granada, 1994 (en prensa).

Page 12: Arqueología de los paisajes medievales granadinos: medio físico … · 2009. 4. 23. · fiesto uno de sus principales estudiosos españo-les (GONZÁLEZ BERNÁLDEZ 1981), en él

finales de la Edad Media. Por ello, aun cuan-do hubo una despoblación de algunos asen-tamientos, siguieron funcionando agrícola-mente, con gentes de núcleos próximos. Esel caso que hemos estudiado de Gualchos,en la Costa de Granada (MALPICA 1991a),en donde, como en otros puntos más omenos próximos, seguía en pie el conjuntoproductivo, bien que seleccionando lasespecies cultivadas, que suelen ser árboles,menos difíciles de cuidar.

Esta perduración de los asentamientosno exime de un estudio más detenido delos mismos, a par t ir de una actuaciónarqueológica rigurosa. Significa la generaliza-ción de la excavación, pero también de laprospección meticulosa. Así, cuando fre-cuentemente se hace un análisis somero delos espacios cultivados, se abandona unainformación arqueológica de primera mag-nitud, como se ha visto en el caso de lavega de Órgiva , concretamente en e lCortijo de Ana, en Pago. La seducción porlos despoblados es legít ima, pero sólodesde una perspectiva de una Arqueologíaen el sentido más clásico del término, por-que suelen ser elementos fosilizados, que sehan detenido en una época concreta, alte-rados por procesos potsdeposicionales, yaantrópicos, ya geomorfológicos. Cuando seaplica una Arqueología del paisaje se deberealizar una investigación a fondo en losnúcleos habitados y en las tierras cultivadasque se relacionan con ellos. Sólo de estaforma cabe hablar de perdurabilidad, perono de inmutabilidad.

Los castillos presentan otras característi-cas dignas de destacarse. De todos es cono-cido que se tratan de estructuras realizadaspara perdurar. Su situación permite asimis-mo su mantenimiento, porque se establecenen puntos elevados, lejos de los espacioscultivados, por lo general equidistantes delos núcleos de habitación. Son obras fuertes,como parece lógico, que deben cumplirmisiones de protección, y que son apropia-das por el poder político o el Estado, ogeneradas por él. No es por ello extrañoque presenten claras innovaciones arquitec-

tónicas que determinan su adscr ipción,como se aprecia en los castillos nazaríes,según ha puesto de relieve Manuel Acién(ACIÉN en prensa). En ese sentido, es normalencontrar inscr ipciones epigráficas querefuerzan el sentido estatal del castillo. Esobvio, por lo demás, que la reutilización deedificios anteriores es hasta cier to puntohabitual, según se observa en muchos deellos. El propio Acién lo ha puesto de relie-ve para el caso de los castillos utilizados porel califato (ACIÉN 1992). Por eso, el análisisde los restos arqueológicos obliga a un estu-dio muy pormenorizado de las estructuraselevadas y de la cerámica recogida en super-ficie, caso de no ser excavados. La experien-cia nos ha mostrado que es fundamentalpara comprender no sólo el edificio, su evo-lución y funciones, sino también la relacióncon el territorio. Los cambios de las estruc-turas e incluso de las técnicas constructivasson índices a tener en cuenta.

En cualquier caso, es evidente que inclusoen una misma época hay una gran diversidadde estructuras, que muestran una lógica dife-rencia de funciones. No obstante, es precisovolver a recordar que se reutilizan y readap-tan muchas fortalezas anteriores.

Conviene poner de relieve, llegados aeste punto, que el mismo poder político haido seleccionando las estructuras arquitectó-nicas. Unos edificios se conservan casi per-fectamente y fueron dotados de un papelprimordial para sus intereses, mientras queotros apenas han dejado huella. Se tratasobre todo de los que eran sólo unos refu-gios eventuales y que no fueron reaprove-chados poster iormente. Al estar, por locomún, situados en puntos elevados y conun relieve abrupto, han sufrido un procesode erosión que ha generado problemas dereconocimiento y evaluación de su extensióny funcionalidad.

De todas maneras, el esquema trazadohasta aquí necesariamente ha de completar-se. Aunque la vida agrícola era esencial enal-Andalus, con las lógicas modificaciones enel transcurso del tiempo, no era la única

36

Page 13: Arqueología de los paisajes medievales granadinos: medio físico … · 2009. 4. 23. · fiesto uno de sus principales estudiosos españo-les (GONZÁLEZ BERNÁLDEZ 1981), en él

actividad económica. Se debe hablar delaprovechamiento de los recursos naturales,muy impor tantes, pero sobre cuya utiliza-ción económica casi no sabemos nada. Nosreferimos, por ejemplo, a las explotacionesmineras y a otras también de tipo extracti-vo, como las salinas. Es evidente que lasituación de determinados castillos, e inclusosu relación con alquerías, lo pone de relieve.En los castillos del Marquesado del Cenete,en la cara N de Sierra Nevada, y en algunosde la vertiente S, o sea de la Alpujarra, seaprecia con mayor o menor claridad que laminería e incluso los procesos de tratamien-to del mineral tenían lugar en su territorio.El castillo de Alquife es uno de los mejoresejemplos, pero aún no ha sido estudiado,desgraciadamente. Tal vez se deba a quehasta ahora el modelo que se ha analizadoha sido el agrícola en sentido estricto. Sinembargo, los metales monetizables (singular-mente plata y cobre) debieron de ser obje-to de un control muy riguroso; en menormedida el hierro, más fácil de elaborar ymás abundante.

También hay estructuras defensivas enterritorios en los que la riqueza en sal eramuy importante. La explotación de las sali-nas, vital para la ganadería y la alimentación,tendía a ser controlada y protegida, que enéste, como en otros casos, era una mismacosa. En un somero análisis sobre el castillode Peñaflor, apoyándose esencialmente enuna referencia en las fuentes escritas y en elhecho de que se hallaba en torno a unazona salinera, Vicente Salvatierra advir tió deesa posibilidad (SALVATIERRA 1990).

Parece claro que es necesario examinarterritorios más o menos coherentes, quemuestren la regularidad de su ocupación ypongan en tensión el modelo teórico quese ha venido elaborando. De otra manera,sólo se llegará a aplicar con unos resultadosmuy pobres. Por nuestra par te pareceoportuno que hagamos un balance del pro-yecto arqueológico desarrollado en unazona concreta de la actual provincia deGranada, al S, la Costa.

EL ANÁLISIS ARQUEOLÓGICO EHISTÓRICO DE UN TERRITORIO: EL EJEMPLO DE LA COSTA DE GRA-NADA.

A partir de 1985 se ha llevado a cabo unproyecto de investigación financiado y autori-zado por la Dirección General de BienesCulturales de la Junta de Andalucía. Tenía portítulo Análisis de las secuencias del poblamientomedieval de la costa granadina. Aunque su pri-mordial interés estaba en conocer el pobla-miento medieval, bien pronto se demostróque no era posible ignorar otras etapas. Lapropuesta surgió de un estudio eminentemen-te basado en un primer análisis de las fuentesescritas. Rápidamente mostró su incapacidadpara resolver determinadas cuestiones, espe-cialmente las derivadas del proceso de des-trucción de la sociedad vencida por la conquis-tadora, a finales de la Edad Media. Es verdadque este estado previo de conocimientos,procedente del análisis de la documentaciónescrita de época castellana, permitía una apro-ximación a las formas de poblamiento de laetapa precedente, la nazarí. Sin embargo, delestudio de la mismas fuentes escritas se inferíaque la actuación de los castellanos había dadolugar a toda una serie de transformacionesque comenzaban a desdibujar e incluso ocultarla organización del poblamiento precedente.Además, el carácter selectivo de esta docu-mentación no dejaba ver con suficiente preci-sión la existencia de elementos primordialesen la estructura del poblamiento andalusí, queno lo eran tanto para la que se estaba implan-tando. El proceso de aculturación fue muyintenso y ocasionó éste y otros problemas. Enefecto, en las formas de organizar el territorioen las etapas finales del mundo andalusí, seincluía el de los orígenes de éste. Las referen-cias escritas de época islámica resultaban insu-ficientes. Por eso, una de las cuestiones a lasque desde un principio se necesitaba dar unarespuesta, era explicar el poblamiento medie-val y su relación y diferencias con el de épocasprecedentes, sobre todo, como es lógico, lainmediatamente anterior, la romana. Se pre-tendía comprender los distintos modelos deorganización de la estructura de poblamientoy conocer los cambios habidos de unas a otras

37

Page 14: Arqueología de los paisajes medievales granadinos: medio físico … · 2009. 4. 23. · fiesto uno de sus principales estudiosos españo-les (GONZÁLEZ BERNÁLDEZ 1981), en él

épocas. Así, la Arqueología en sentido amplioera imprescindible; sin ella, sólo se podíanconocer elementos aislados de un procesocomplejo, en el que aparecían a través de lasfuentes escritas especialmente los momentosde conflicto de las poblaciones con el Estado.

La definición física de la costa es el punto departida obligado. Limitada por la cadena monta-ñosa que la cierra al N, se abre al marMediterráneo que siempre ha sido su principalvía de comunicación. Apoyada en la montaña yde cara al mar, ambos elementos le han dado aeste conjunto una personalidad muy marcada.Pese a estar separada de la alta montaña, comoes Sierra Nevada, por el profundo surco delGuadalfeo, se aprovecha de ella porque unabuena parte de sus aguas las recoge este río, elúnico que merece tal nombre de todos los quehay en la zona, puesto que más al O, el ríoVerde, el Seco y el Jate sólo llevan agua deforma ocasional, gracias a las resurgencias de lasmasas calizas de la Almijara. El Guadalfeo, sinembargo, se provee del deshielo de la SierraNevada, pero también de las lluvias que recogenlas cumbres menos elevadas. Hasta pasar eldenominado Tajo de los Vados no se llega a lallanura litoral que conocemos actualmentecomo vega de Salobreña-Motril. Es la másextensa de cuantas existen en la costa deGranada. Más al E el medio calizo de Sierra deLújar y el esquistoso de la Contraviesa han for-mado diferentes llanuras, apenas extendidas, porlas que casi no discurren aguas superficiales, aun-que en aquélla hay capas freáticas importantes.

La alternancia de relieves diferentes, con unmedio litológico muy distinto, ha dado lugar aunos paisajes muy peculiares que han condicio-nado y consentido los asentamientos humanos.En los medios calizos, más abruptos y conbarrancos muy encajados, la ocupación es difícil;en los restantes es más fácil. Especialmenteimportante lo es en torno a las llanuras costeras.

En lo que respecta a su base física es unazona inclinada al mar y elevada. Apenas sepuede hablar de tierras llanas, salvo en unaspocas áreas y siempre a las orillas del mar. Estesiempre ha sido un importante elemento regula-dor de las temperaturas y generador de hume-

dad, por no hablar de las posibilidades de comu-nicación con el exterior que ha ofrecido a lolargo del tiempo. También la cadena montañosacostera, muy próxima a la línea marítima yorientada en esa dirección, ha impuesto su ley.Las elevaciones son importantes; la pendiente esuna abrumadora realidad, hasta el punto que larelación entre las áreas interiores y las próximasal mar se ha regido por ella. La vida humana haquedado regulada por su existencia. Los cursosde agua, que bajan muy encajados por los vallestransversales al eje montañoso, han generadograndes aluvionamientos al llegar a la costa. Ladeforestación es la gran responsable; en los últi-mos siglos se acentuó, concretamente desde elsiglo XVI hasta la actualidad hay numerosos tes-timonios en las fuentes escritas que lo avalan. Seformaron llanuras costeras por aluvionamientos,sin apenas influencia marina. En todos los casos,por lo que sabemos hasta ahora (HOFFMAN1988), las tierras bajas han crecido a partir deldeterioro de las altas, especialmente debido alas ya mencionadas desforestaciones.

El comportamiento de los suelos ha sidodiferente. En cuanto a los detríticos, se formaronpor la destrucción de la capa vegetal y el poste-rior arraste de tierra. Los procedentes de unmedio calizo se han ido deteriorando hasta elextremo de quedar la roca desnuda, mientrasque las alteraciones de las rocas metamórficas(sobre todo esquistos, micasquistos y filitas) handado lugar a una fuerte degradación de la rocamadre, formándose suelos con piedras gruesas,fruto de alteraciones mecánicas. Deberíamoshablar también de las posibilidades hídricas decada uno de ellos. En los calizos apenas hay esco-rrentía superficial, pero se forman mantos freáti-cos; en los esquistos, al ser impermeables, existeuna circulación hídrica de superficie. Ahora bien,no hay un medio litológico único, aunque encon-tremos el predominio de uno u otro en cadaárea. Existe una adaptación a cada uno de ellosen un medio geográfico limitado. Se observacomo regla general la ocupación agrícola de lastierras de rocas metamórficas, en tanto que enlas calizas se establecieron los asentamientos. Enrealidad, la mayoría de los núcleos, desde luegoen época medieval, se hallan en la zona de con-tacto entre las calizas y los esquistos, en dondese hallan las fuentes de resurgencia.

38

Page 15: Arqueología de los paisajes medievales granadinos: medio físico … · 2009. 4. 23. · fiesto uno de sus principales estudiosos españo-les (GONZÁLEZ BERNÁLDEZ 1981), en él

El establecimiento de los asentamientosmedievales en ese medio, que hubo de sertransformado, supuso de manera inmediatala generación de un sistema agrícola muypeculiar. Se basa en la creación de un ecosis-tema propio, aunque adaptado. En él es fun-damental el agua, utilizada para irrigar las tie-rras de cultivo.

Seguramente se estableció este sistema alo largo de un proceso extenso y discontinuo,que parece alcanzar su cenit con la consolida-ción del Estado islámico, que, lógicamente,acelera unas tendencias y modifica otras. Esteproceso cristalizó luego de una larga transi-ción en la que diferentes modos de produc-ción se enfrentaron. Políticamente se plasma,a través del Estado, en la organización espacialdel poblamiento, en el territorio; pero no sólonos habla de esto, sino de los mecanismos dedominación social y económica. A esta cues-tión, entre otras, era a la que debía de res-ponder la investigación.

Nuestro proyecto se planteó, desde elprincipio, con desigual intensidad para el con-junto de la costa granadina. Se prefirió unacercamiento a diferentes niveles, teniendo encuenta las necesidades que había. Dos técni-cas eminentemente arqueológicas se desarro-llaron, siempre para resolver problemas histó-ricos, algunos de los cuales surgieron en supropio desarrollo. Fueron la prospecciónarqueológica y la excavación.

1. La prospección arqueológica de superficie.

Se intentaba, a partir de ella, analizar lassecuencias del poblamiento medieval en lazona costera de Granada9. Esta se dividió envarios sectores, que coincidían, aproximada-mente, con los territorios que se habían iden-tificado en los últimos tiempos del mundo

nazarí. En concreto eran: a) el área del río Jatey del Verde, nucleada en torno a la ciudad deAlmuñécar, ocupada desde la Antigüedad; b)el valle bajo del Guadalfeo, integrado porvarios subconjuntos, pero con un centro rec-tor en su vega, Salobreña; c) la Sierra de Lújar,imponente mole caliza que se levanta frenteal mar, en cuya cara S, aunque también en laparte NE, se encontraban diferentes alqueríasque se agrupaban en la taca de Suhayl, y d) laSierra de la Contraviesa, que estaba contigua,denominada taca de Sahil.

2. La excavación sistemática.

Se quería hacer un estudio de mayor pro-fundidad, centrado en un área más reducida ya partir de un yacimiento concreto a excavar.Se eligió el valle del río de la Toba, es decir, elsubconjunto de Los Guájares. El punto departida era la excavación sistemática del yaci-miento de “El Castillejo”, un asentamientofortificado de época medieval concretamentealmohade- nazarí10. Está situado frente a laactual localidad de Guájar-Faragüit y por enci-ma de la de Guájar-Fondón. Pero era precisoplantear y resolver una serie de cuestionesrelacionadas con la dinámica del poblamientoen todo el valle y la transformación ecológicade una zona de montaña, que parecía ser elprincipio de la organización del territorio enépoca andalusí, por el establecimiento deáreas irrigadas dependientes de núcleos depoblamiento rural. Se planteaba de estemodo el estudio de tales unidades de pobla-miento a partir de una focalización en un yaci-miento concreto, para establecer una estrati-grafía y, en consecuencia, unas cronologías. Elanálisis de los asentamientos a partir de laprospección hidráulica, partiendo siempre deuna clara conexión con el yacimiento de “ElCastillejo”, debía de desarrollarse como unainvestigación particularmente significativa11.

39

9 Esta parte del proyecto se desarrolló bajo la dirección de. MALPICA CUELLO, A (Dpto. de Historia Medieval de la Universidadde Granada) y MARÍN DÍAZ, N. (Dpto. de Historia Antigua de la Universidad de Granada).10 Excavación dirigida por A. MALPICA CUELLO (Universidad de Granada), P. CRESSIER (Casa de Velázquez) y G. ROSELLÓ-BORDOY (Museu de Mallorca).

11 Programa de investigación desarrollado bajo la dirección de Miqel BARCELÓ (Universidad Autónoma de Barcelona). Un avan-ce del mismo en BARCELÓ, M.: “La arqueología extensiva y el estudio de la creación del espacio rural”, en BARCELÓ, M. y otros:Arqueología medieval. En las afueras del medievalismo, Barcelona, 1988, pp. 251-255.

Page 16: Arqueología de los paisajes medievales granadinos: medio físico … · 2009. 4. 23. · fiesto uno de sus principales estudiosos españo-les (GONZÁLEZ BERNÁLDEZ 1981), en él

El proyecto quedaba, sin embargo, abiertoa otras acciones necesarias y que fueran con-sideradas oportunas y obligadas. Así, se lleva-ron a cabo algunas intervenciones de urgen-cia, que permitieron al menos dos cosas: enprimer lugar, ampliar el campo de análisis, y,en segundo lugar, plantear problemas nuevos,que sólo podían surgir del trabajo arqueológi-co. Así, la realidad aplastante de una transfor-mación casi diaria se imponía y obligaba aentrar en una dinámica propia de laArqueología de salvamento. Se transformabanlos presupuestos de partida y se tenía unanueva dimensión. Las grandes y graves altera-ciones de las áreas llanas y próximas al marpusieron de manifiesto la existencia de asenta-mientos en la línea costera, que apenas eranconocidos. Aun así, no cabe duda que elbalance no puede considerarse positivo. A lapérdida de restos arqueológicos, hay que aña-dir que el medio físico se ha ido modificandode tal manera que queda sesgada la lecturade los asentamientos y de la relaciónHombre/Naturaleza. Sólo hay algunos ele-mentos aislados y restos de paisajes tradicio-nales como auténticos relictos.

El proyecto de investigación, como quedadicho, tenía como soporte inicial un análisisde las fuentes escritas y del medio físico. Elmodelo de partida se estableció fundamental-mente en base al poblamiento que encontra-ron los castellanos al llegar a este territorio.Para conseguir un control efectivo del mismo,señalaron los espacios productivos y lasestructuras defensivas que les importaban. Ladocumentación tenía además una especifici-dad fiscal muy fuerte. En cualquier caso, seapreciaba que los elementos primordiales dela estructura de poblamiento eran los núcleosrurales y los castillos y otras fortificaciones.Pero tampoco cabía olvidar las ciudades.Claro está que la presencia de estos asenta-mientos urbanos marcaba una gran diferenciaentre las áreas occidentales y las orientales. Enaquéllas la vida urbana tenía un peso específi-co muy fuerte, mientras que en las tacas deSuhayl y Sahil no se articulaba el espacio entorno a las ciudades. Esta distinción queda cla-ramente expresada cuando los castellanos seestablecen en este conjunto territorial. Las

antiguas mudun (plural de madína) sirvieronde punto de apoyo para penetrar en los terri-torios próximos y generar un poblamientopropio. Mientras tanto, las áreas sin ciudadespropiamente dichas, tuvieron que ser contro-ladas a partir de las fortificaciones existentesen la misma línea de costa, creadas para ladefensa del litoral, pero también para evitar lapenetración desde el mar hacia el interior.Esta distinción, además de poder explicarsetal vez por poblamientos diversos, ha de serplanteada por las diferentes formas físicas delespacio geográfico. Las áreas occidentales tie-nen hoyas litorales más extensas y fácilmenteregables, mientras que en las orientales lacosta es más quebrada e impenetrable, loscursos de agua son más irregulares y lascomunicaciones muy difíciles.

Tal diferenciación sigue operando y tienerepercusiones en la propia investigaciónarqueológica. Las tierras llanas y próximas almar son las más desarrolladas en los últimostiempos, con una gran incidencia, según ya seha señalado, en el paisaje y, cómo no, en losyacimientos arqueológicos. Es mayor, lógica-mente, en las áreas occidentales que en lasorientales, en donde la escasez de espaciosllanos es evidente. Si tenemos en cuenta quesólo en las décadas finales se ha producidoesta situación conflictiva, habrá que anotarque las consecuencias se han dejado sentirespecialmente en la parte occidental costeracon mayor fuerza. Si tenemos en cuenta estatendencia, las posibilidades de investigación sehallaban muy mediatizadas.

En efecto, de un lado, las grandes altera-ciones que se derivan del proceso de especu-lación de suelos para la construcción turísticay para una agricultura muy intensiva, y, deotro, la especial forma de los asentamientos,de los que teníamos una imagen muy clarasólo a partir de las fuentes escritas, han condi-cionado los puntos de partida del trabajo deinvestigación. En buena medida han tenidoque revisarse a lo largo de su desarrollo.

Como se verá más adelante, el territoriocostero granadino tenía un poblamiento conunos núcleos rurales elementales, las

40

Page 17: Arqueología de los paisajes medievales granadinos: medio físico … · 2009. 4. 23. · fiesto uno de sus principales estudiosos españo-les (GONZÁLEZ BERNÁLDEZ 1981), en él

alquerías, que se organizaban en torno aespacios más o menos extensos. En ellas lavida agrícola era esencial, siendo el regadío laparte fundamental del área de cultivo. Las tie-rras situadas en torno al valle del Guadalfeo ymás hacia el O, se articulaban con ciudades(Salobreña y Almuñécar), con las que mante-nían unas relaciones en las que el papel princi-pal, que no único ni aplastante, correspondíaa éstas. La penetración de las mudun en lavida rural es un hecho incuestionable. Sinembargo, la alquerías siguen teniendo unaautonomía real, pues conser van en granmedida el control de los procesos producti-vos y tienen en ellas una fuerte presencia lasinstituciones de autogobierno. Es más, enaquellas par tes en las que las ciudades noexistían, el control del territorio sólo era posi-ble a través de las fortalezas, que, como severá, no tenían un peso específico grande enla relación con los núcleos rurales.

De todo lo dicho es fácil derivar que lapenetración de los castellanos y su acción enel territorio siguió una serie de grandes líneastendenciales. Ante todo, hubo un reforza-miento general de los sistemas defensivos,especialmente de los que había en la mismalínea costera, tanto los conectados con unaciudad (alcazabas urbanas), como los aisladosen el territorio. Asimismo se dio, siempre quefue posible, un poblamiento con hombres tra-ídos de fuera, claro está que a partir de unpunto fuerte y fragmentando los territoriospreexistentes, entregando tierras y alqueríasenteras a señores castellanos. Esto supuso,evidentemente, una modificación muy notablede las relaciones entre los centros ocupados(ciudades o castillos) y los núcleos rurales,acentuándose el carácter militar de aquéllos.En realidad, la costa de Granada se convirtió afinales de la Edad Media en una verdadera“frontera”. La despoblación y la reducción delos asentamienos agrícolas fue la nota más lla-mativa en cuanto al resultado de la ocupacióncastellana y su política repobladora.

A partir de esta problemática se organizóel análisis arqueológico del territorio con unabase fundamental en la prospección arqueoló-gica superficial. Eramos conscientes, como

queda dicho más arriba, que a las dificultades ya los problemas ya reseñados, había que aña-dir otros. En efecto, los núcleos urbanos, entodos los casos pluriestratigráficos, estabansometidos a una presión constructiva casi into-lerable, según se ha mostrado posteriormente,por una coincidencia angustiosa entre una agri-cultura intensiva, que demandaba una enormecantidad de agua y por el peso sofocante deun turismo estacional de escasísima rentabili-dad a medio y largo plazo. Las actuacionesarqueológicas debían de esperar la oportuni-dad, pero la rapidez de las transformacionesde las tierras periféricas lo impedía; además, loque podríamos denominar núcleo histórico, eincluso las fortificaciones urbanas, o estaban yatotalmente alteradas, o caminaban de formaimparable a su radical transformación. El ejem-plo del castillo de Salobreña es singular, puestoque su restauración se ha acometido por dosveces en décadas anteriores, sin análisis arque-ológico de ningún tipo, y, lo que es muchopeor, sin disponer de áreas no removidas parapoder excavar en ellas. La concepción deestos edificios como puntos de atracción turís-tica, llevaba por el mismo camino al hermosoejemplar de la fortaleza urbana de Almuñécar.Sólo algunos avatares políticos por el momen-to han detenido o, mejor dicho, frenado talproceso.

Mientras esto pasaba con las ciudades, loscastillos no urbanos se habían abandonado yse hallaban en ruinas. Teniendo en cuenta quela erosión es muy fuerte y que se hallan nor-malmente en puntos elevados en donde lapendiente es importante, la pérdida de infor-mación está asegurada.

Por su par te, los asentamientos rurales,según ya decíamos anteriormente, se hanestablecido por una modificación del mediofísico basada en la generación de un nuevoecosistema en el que la irrigación es funda-mental. Las líneas tendenciales de un hiperde-sarrollo de las áreas irrigadas, que han asegu-rado y siguen asegurando una producciónagrícola intensiva, ha motivado un avance delas mismas y la consiguiente pérdida de restosarqueológicos. Sólo los lugares que han sidoabandonados permiten un análisis más fácil.

41

Page 18: Arqueología de los paisajes medievales granadinos: medio físico … · 2009. 4. 23. · fiesto uno de sus principales estudiosos españo-les (GONZÁLEZ BERNÁLDEZ 1981), en él

Decimos esto porque es posible incluso unestudio de las localidades ocupadas pormedio de un método regresivo, aunque aúnno ha mostrado todas sus posibilidades.

Las dificultades para una aproximación ala realidad arqueológica de la costa granadinaeran, pues, significativas. De todas formas, sisimplificamos las categorías de los elementosque conforman la estructura de poblamientoy sobre los que se ha podido hacer un pri-mer análisis arqueológico a través de la pros-pección de superficie, hemos de hablar decastillos y de asentamientos rurales. Es evi-dente que se trata de una visión esquemáti-ca, pero operativa a efectos puramenteexpositivos. Hay numerosos casos en los quelas diferencias son muy escasas o práctica-mente desaparecen. De cualquier forma,parece un esquema válido para aproximar-nos a la realidad del poblamiento medievalen la costa de Granada. Dejamos a un lado,sin embargo, las estructuras urbanas, quesólo han sido objeto de un análisis muygeneral e inspirado en las fuentes escritas,habida cuenta de que hasta hace muy pocotiempo no se han llevado a cabo interven-ciones arqueológicas, dentro sobre todo deun nuevo programa de Arqueologia urbana.En todo caso, es obligado una mención aun-que sea mínima a las ciudades.

1.- Los castillos.

El estudio de los castillos, sobre todo losrurales, ha generado una importante biblio-grafía, pues su análisis ha servido, incluso depunto de partida para estudiar la sociedadandalusí, marcando diferencias con la feudal.Anteriormente ya hemos hecho un análisis delos modelos que se han creado, como tam-bién del debate que se ha generado. Nuestroestudio arqueológico de los castillos de lacosta granadina, como no podía ser menos,estuvo condicionado al principio por esedebate. La primera aproximación a los huSunde la zona llevaba a comprobar las semejanzasexistentes con el modelo de Guichard, sobretodo para los situados en las tacas de Sahil ySuhayl (MALPICA 1986a).

Se identificaron y prospectaron en unafase inicial diversos castillos en el área interiorde la Alpujarra costera. Así, el de Olías, enplena Sierra Lújar, término municipal deÓrgiva, el de la Rambla del Valenciano(Sorvilán) y, ya en el extremo NE de la Con-traviesa, el de Juliana (Mur tas), aparecíancomo elementos fundamentales para la orga-nización del poblamiento rural. Si observamoslas alquerías documentadas a finales de laEdad Media, es evidente que los asentamien-tos tienen una relación espacial con los casti-llos existentes. Es decir, una fortificación pudoser el punto de apoyo de una estructura depoblamiento. Claro está que eso no nos obli-ga a pensar que fuesen coincidentes en eltiempo. El análisis de los castillos permite unacronología más o menos segura, que puedeayudar al mismo tiempo a afinar la que nosofrecen los habitats rurales que han seguidoperviviendo. De ese modo, el estudio arqueo-lógico de las estructuras castrales es muyimportante, así como el de su distribuciónespacial y la cerámica en presencia.

Desde tales perspectivas, se puede decirque tanto la situación como las característicasconstructivas de los castillos de la Rambla delValenciano y Olías nos hacen creer que eraprácticamente imposible el establecimientopermanente de un grupo humano de caráctermilitar. Se hallan en puntos de muy difícil acce-so. Para llegar al castillejo de la Rambla delValenciano es necesario recorrer un gran tre-cho por terrenos muy abruptos e incluso sal-var una pared rocosa casi cortada a plomo. Elde Olías se ubica en lo alto de un risco de laSierra de Lújar, para subir hasta él se deberealizar un largo y penoso ascenso por unbarranco. Aun cuando sabemos que el medioha cambiado y se ha degradado notablemen-te, no parece que haya sido hasta el punto deque se haya convertido en algo tan agreste yhostil. Por otra parte, es cierto que se handocumentado restos constructivos, posible-mente de viviendas, en el interior del primeroy en las proximidades del otro. Se podría pen-sar que hay que adscribirlas a una primeraocupación en época altomedieval, propia deun asentamiento de altura. Carecen, además,de estructuras defensivas de significación,

42

Page 19: Arqueología de los paisajes medievales granadinos: medio físico … · 2009. 4. 23. · fiesto uno de sus principales estudiosos españo-les (GONZÁLEZ BERNÁLDEZ 1981), en él

reduciéndose éstas a algunos lienzos de mura-lla. Por lo demás hoy sólo son muros demampostería, base sin duda del tapial que selevantaría sobre ellos y se ha perdido. Dentrotambién del capítulo constructivo, hay asimis-mo que destacar la presencia de depósitospara agua: una cisterna en Olías y un aljibebien construido y muy consistente en laRambla del Valenciano. En ambos casos fue-ron hechos con la técnica de la tabiya. Todosestos elementos vendrían a apoyar la tesis desu utilización como huSun refugio para lapoblación campesina que viviera en los alre-dedores. La cerámica encontrada en la super-ficie de estos castillos permite asegurar su uti-lización cuando menos entre los siglos X-XI,es decir en el período califaI y taifa, y poste-riormente en época nazarí. En el último caso,hay que señalar que tal vez se trate de unaocupación ocasional posterior a la conquistacastellana y como refugio defensivo.

Bastante distinto es el tercer castillo alto-medieval que se halla en el sector oriental, elimportante hiSn de Juliana. Los restos quequedan y son visibles ponen de manifiesto sucomplejidad con respecto a los otros huSun yacitados. Se sitúa en la margen izquierda de larambla de Cojáyar, frente a la actual pequeñapoblación de Mecina-Tedel (término municipalde Murtas). Se levanta sobre un espolón roco-so, por debajo del cual hoy pasa la carreteracomarcal de Murtas a Ugíjar. Aunque el relievees escarpado por lo general, hay algunas zonasmás llanas o amesetadas. Ocupa esta fortalezaun espacio de 180 m x 120 m. Una muralla, aveces muy enrasada, de tapial, aunque con unabase de mampostería, rodea el conjunto,excepto en algunos puntos donde la rocasirve de mecanismo defensivo. Quedan trestorres de planta rectangular y diferente estadode conservación. La situada en el ángulo SEdel conjunto fortificado, que es muy maciza yde un altura de cier ta consideración, estádeteriorada, porque ha sido parcialmente des-truida para hacer un pequeño corral en suinterior ; se encuentra al mismo borde de lamencionada carretera comarcal. En el ángulo

NO se halla otra torre levantada sobre lamisma roca, con una cimentación de mampos-tería, que sir ve de apoyo al tapial; es dedimensiones más reducidas que las otra dos.La tercera torre está situada en el ángulo N-NE; es muy alta y maciza, siendo como lasdemás obra de tapial. Hay asimismo dos gran-des aljibes situados a diferente altura. Sonobra de hormigón con bóvedas de lajas depiedra unidas con mortero. El aljibe más altose encuentra en una especie de meseta supe-rior, en el ángulo NO. El otro, a media ladera,en la zona E, tiene una característica muypeculiar : hay una base de ataifor, que se puedefechar en el siglo XI, incrustado en el hormi-gón de su pared exterior. Se pueden identifi-car asimismo otros restos de construccionesintramuros, como la de una suerte de paratasituada en la parte intermedia de la subida, sibien lo más destacable son los posibles restosde una muralla interior, que posiblementeseparaba la parte superior de la ladera. Quizásse trate de un recinto superior, separado delresto de la fortificación, hasta cierto puntoidentificable con una parte eminente o alcaza-ba, reservada para una función estrictamentemilitar, que, además está más reforzada que elresto. También podría pensarse que son restosde una fortaleza primitiva, anterior al amuralla-miento de todo el espolón. En este sentido,hay que recordar que el aljibe que está en laparte más baja tiene en su hormigón restosde cerámica del siglo XI, aunque hay noticiasen las fuentes desde fechas muy tempranas,que hablan de la existencia de una qarya en elsiglo VIII. Esta cuestión, junto con la existenciade muros en el interior, ya mencionados, nosobliga a plantear la cuestión de la existencia deun asentamiento rural directamente relaciona-do con la fortaleza. En una plataforma calizaque se desarrolla al SE del castillo se ha podi-do hallar cerámica en su superficie. Es de lamisma época que la encontrada en el interiordel recinto. De todas formas, es evidente quea la llegada de los castellanos era un despobla-do, porque en las fuentes escritas apareceMecina-Tedel como alquería y Juliana como unespacio no habitado12.

43

12 A.G. S., C.M.C., 1a época, leg. 131.

Page 20: Arqueología de los paisajes medievales granadinos: medio físico … · 2009. 4. 23. · fiesto uno de sus principales estudiosos españo-les (GONZÁLEZ BERNÁLDEZ 1981), en él

Estas fortificaciones interiores son clara-mente representativas de una época deter-minada, en concreto la de formación delEstado islámico. Es por eso por lo que almenos la de Juliana aparece en las fuentesescritas, primero como alquería, más tardecomo casti l lo, aunque puede que fueseambas cosas, sobre todo cuando se habla dela instalación de un grupo humano árabe(SÁNCHEZ MARTÍNEZ 1976: p. 60). De todasformas, no se debe olvidar que se han reco-gido fragmentos de cerámicas nazaríes enotros castillos. No sólo existen en el áreaoriental fortificaciones representativas de eseperíodo tan complejo de la historia de al-Andalus, el de la formación del Estado islámi-co, antes bien en la parte occidental las haycon similares características, sobre todo a lamás compleja de Juliana.

Dejando a un lado las estructuras defensi-vas urbanas (alcazabas de Salobreña yAlmuñécar), se debe hablar de tres huSun, quede O a E son: el Peñón de los Castillejos(Almuñécar), en el curso alto del río Jate,Moscar il (Almuñécar), por encima deAlmuñécar y sobre el río Verde, y la fortifica-ción de la cumbre de la Cuerda del Jaral(Molvízar), ya en la margen derecha del ríoGuadalfeo. Los dos primeros aparecen citadosen las fuentes escritas, en el primer caso concierta precisión. Aparecen mencionados en lacampaña militar llevada a cabo por cAbd al-Rahman III contra el castillo de Jate o, por utili-zar el término árabe, fiat, que significa orilla,posiblemente en referencia a su situación entorno al río y no lejos del mar, y contraMoscaril. Se puede identificar aquél con el cita-do Peñón de los Castillejos, y éste con las rui-nas existentes en el Pico del Pinar de Turillas.A partir de esa expedición, los problemas dela primera fitna terminaron en esta zona. Estosdos castillos, que en las fuentes aparecen vin-

culados y estrechamente ligados entre sí, eranen aquellos momentos uno de los últimos bas-tiones del poder de los Banu HafSun13.

El Peñón de Los Castillejos se encuentrasituado en el extremo occidental del términode Almuñécar, en el mismo límite actual conla provincia de Málaga. Está en una elevacióncoronada por un imponente promontoriorocoso que domina la cuenca del río Jate,cerca del lugar hoy conocido como ElRescate. Se puede dividir, para una más fácildescripción, en tres zonas diferenciadas. En laprimera y más baja, que se halla en una pen-diente no muy pronunciada y rodeada porun corte de la roca, donde es posible adver-tir la presencia de restos de una muralla, seven algunos muros de piedras apenas unidaspor una argamasa, y se han podido recogerfragmentos de tejas. Son muestras de que elasentamiento era importante, más allá de lazona amurallada. Es posible que la referenciaa los “arrabales” de Jate en las fuentes escri-tas14 sea por la existencia de viviendas fueradel recinto amurallado. La segunda zona es lade acceso a la plataforma superior, a dondese llega pasando por varias rocas. En unestrecho paso se puede documentar unapequeña cisterna, que parecía que servíapara recoger las aguas que llegaban desde laroca caliza superior, de donde mana even-tualmente cuando hay lluvias. Finalmente enla plataforma superior, que debió ser vircomo alcazaba, por seguir empleando lostérminos de las fuentes, o último reductodefensivo, se aprecian restos de dos lienzosde muralla de mampostería, que tal vez fue-sen bases de muros de tapial; uno de ellos esposible que estuviera controlando y defen-diendo el paso hacia la parte superior. Hayademás dos aljibes, el más inferior encajadoen una grieta de la roca y con un enlucidoque recuerda el hormigón hidráulico roma-

44

13 Las referencias en las fuentes son abundantes. Vid. Una crónica anónima de cAbd al-Rahman III an-NaSir. Edición, traducción, notase índices por LÉVI-PROVENÇAL, E. y GARCÍA-GÓMEZ, E. Madrid-Granada, 1950, pp. 140-141. Ibn HAYYAN: Crónica del califacAbdarrahman III an-NaSir entre los años 912 y 942 (al-Muqtabis V). Traduc. por VIGUERA, Mª J. y. CORRIENTE, F. Zaragoza, 1981,pp. 142-143. Ibn cIDARI : Histoire de l’Afrique et de l’Espagne intituleé “al- Bayano’l-Mogrib” . Trad. par FAGNAN, E. vol. II, Argel,1901-1904, pp. 304-305.

14 “y desde allí cayó sobre Jete, fortaleza de las más inexpugnables, que rodeó y sitió hasta apoderarse de sus arrabales y domi-nar sus contornos, sin que le resistiera más que la alcazaba...’ (Ibn HAYYAN 1981 p. 142)

Page 21: Arqueología de los paisajes medievales granadinos: medio físico … · 2009. 4. 23. · fiesto uno de sus principales estudiosos españo-les (GONZÁLEZ BERNÁLDEZ 1981), en él

no. Del superior no quedan restos de labóveda, aunque se aprecia que está embuti-do en la roca, que debió ser cortada para talfin. La cerámica que ha sido recogida ensuperficie abarca una cronología desde elsiglo X hasta el XII.

Moscaril se sitúa encima de río Verde, al Ede Jate. Desde él se ve incluso Almuñécar. Esde menor extensión y complejidad que elanterior, pero de una gran importancia encuanto a su cronología y estructura. Está enuna elevación caliza que domina el curso altode río Verde, los llamados Pico del Pinar deTurillas y el de Moscaril. Se diferencian dossectores. El más visible es el que está situadoen la cima que se levanta en el extremo másoriental. Allí se puede identificar un pequeñorecinto delimitado por muros de piedra secao con escasa argamasa para unir la. En suladera S hay también restos de muros, aveces enrasados, y abundantes fragmentos detejas, lo que puede interpretarse como laexistencia de un poblado. El otro sector sehalla en la par te occidental, separada delanterior por una pequeña vaguada. Se con-servan muros muy arrasados que pruebanque había una torre de base rectangular y demampostería, que unía sus piedras con mor-tero de cal, sin que se pueda precisar si erasólo la base, como parece lo más probable,de una estructura de tapial más elevada, hoydesaparecida. A partir de esta estructura sedesarrolló otro recinto, defendido por dosmuros de piedra seca, aunque hay que hablartambién de que el mismo corte de la rocacumplía tales funciones defensivas. Todoparece indicar que nos encontramos anteelementos de dos conjuntos diferentes y quetal vez no se utilizaron tampoco al mismotiempo. Aunque las fuentes mencionan a estehiSn en el siglo X, en la campaña de Jate de923, conducida por cAbd al-Rahman III, lacerámica recogida en superficie sólo nosofrece una cronología para el primero de lossectores citados, entre los siglos VII-VIII, yaque en el segundo los fragmentos encontra-dos son insignificantes.

El tercero de estos castillos o estructurasdefensivas es el de la Cuerda del Jaral. Se hallaen una de las elevaciones orientales de laSierra de Los Guájares, cerrando por el N lavega de Salobreña. Es un reducido recintooval, rodeado por una muralla, de las que sólonos queda su base de mampostería y que estáincompleta. Es posible que tuviese tambiéndos pequeñas torres rectangulares en susextremos N y S. La cerámica de superficie vadel siglo IX a comienzos del X, es decir, cuan-do tuvo lugar el proceso final de formacióndel Estado islámico en al-Andalus.

Todo estos huSun tienen unas característi-cas dignas de ser puestas de relieve. En todoslos casos se abandonaron con toda seguridaden época nazarí. Ni la cerámica de superficieni las referencias en las fuentes escritas permi-te pensar lo contrario. Es más, es posible quelas fortificaciones de Moscaril y de la Cuerdadel Jaral tal vez fueran destruidas luego decaer en manos del califa15. Hay otro aspectosumamente importante: salvo Jate que tieneclaramente un asentamiento, no es posibleque las estructuras presentes permitan alber-gar un contingente más o menos numerosode población. El poblado de Moscaril, sinembargo, es de una fase anterior, como suelesuceder en algunos otros puntos, incluso de lazona E, en donde un poblado de altura nofortificado debió de dar paso a una fortifica-ción por elemental que fuese. Por si no fuerasuficiente, hay que poner de relieve que care-cen, una vez más con la excepción de Jate, deun elemento fundamental en los huSun-refu-gio: una o varias cisternas para agua, que per-mitían una permanencia prolongada en casopreciso.

La importante presencia de la vida urbanaes un dato a tener en cuenta en el área occi-dental de la costa granadina. En el siglo X,Almuñécar es considerada por las fuentescomo una madina (BENECHERIFA 1986), entanto que Salobreña no es calificada como talhasta fechas posteriores, pero no cabe duda deque era una población destacada sobre el con-

45

15 Hay que anotar la ausencia de cerámicas califales, y por supuesto de épocas posteriores, y además sus estructuras constructi-vas se encuentran muy arrasadas.

Page 22: Arqueología de los paisajes medievales granadinos: medio físico … · 2009. 4. 23. · fiesto uno de sus principales estudiosos españo-les (GONZÁLEZ BERNÁLDEZ 1981), en él

junto rural que la rodeaba (MALPICA 1992).Ambas tuvieron una rica vida urbana antes de lallegada de los árabes. La crisis que sufrieron enla tardía Antigüedad fue enorme y sólo pudie-ron tener una lenta recuperación, documentadaarqueológicamente. En cualquier caso, sus res-pectivas alcazabas, ligadas directamente alpoder político califal, tuvieron que ser determi-nantes en la adopción de un modelo de desa-rrollo del poblamiento. Se basaba éste sobretodo en las estructuras urbanas como puntosde defensa y en la existencia de alquerías cam-pesinas sin mecanismos defensivos propios,salvo el de las ciudades. Esto no quiere decirque no subsistieran durante cierto tiempo algu-nos huSun, como se aprecia en el caso de Jate,aunque quizás con características ya distintas.

Es evidente que las diferencias entre unoshuSun y otros nos obliga a plantear la cuestiónde diversas formas. Si volvemos al modeloque anteriormente se ha discutido, se podráapreciar cómo el trabajo de Acién (ACIÉN1989), puede servir de una primera pauta.Como se recordará, planteaba que durante laprimera fitna en el S de al-Andalus se genera-liza el encastillamiento de la población. No esun proceso que se deba de ligar únicamente ala acción política directa del Estado cordobés,sino que anteriormente ya se estaba produ-ciendo. Hay que ponerlo en relación directacon el largo tránsito de la Tardía Antigüedadcon la Alta Edad Media, que en el caso con-creto de España y, desde luego, en nuestrazona, se hace más complejo por la llegada einstalación de contingentes árabe-bereberes.Poblaciones campesinas escaparon al controlprimero del Estado y, más tarde, de los gru-pos dominantes que pugnaban con hacersecon una renta extraída de ellas, rompiendolos mecanismos impositivos anteriores, que yasólo eran un recuerdo (WICKHAM 1988).

Se puede advertir, pues, una situación en laque diferentes estructuras sociales luchabanpor conseguir una hegemonía. La situación secomplica con el establecimiento de los nuevos

pobladores, que introduce un elemento distin-to, la formación social islámica, que terminaráimponiéndose. Ésta tuvo que desarrollarse encontra de las otras. Parece que en los distintosgrupos de castillos se puede entender que hayuna diferenciación clara de estructuras. Ahorabien, no hay que derivar de aquí una divisiónmecánica, sino que se marca en ellos un proce-so más complejo. Así, los asentamientos prece-dentes se pueden convertir en ummahat al-huSun, o castillos dependientes de señores(aShab), que forman parte de grupos señoriali-zados, en un proceso de captura de renta delas comunidades campesinas. Éstas tuvieron enalgunos casos que reforzar sus propios meca-nismos defensivos a partir a veces de sus pri-meros asentamientos de altura, creando huSun-refugios. Pero no cabe duda de que estasmodificaciones no tienen una sola dirección,sino que se pueden detectar otras muchas. Loscastillos creados por el Estado omeya o porgrupos próximos a él se pueden basar enestructuras precedentes o incluso podríandevenir en mecanismos defensivos puestos alservicio de los grupos más señorializados, queno tienen una adscripción étnica, como se hapretendido ver algunas veces, en contra de unanálisis riguroso de las fuentes (ACIÉN 1994).

De este modo, es posible explicar las dife-rencias tipológicas ya señaladas entre unos yotros huSun de la zona de la costa de Granada.Se podría hablar de un primer grupo de casti-llos controlados por grupos señorializados yque no tardaron en enfrentarse al Estado cor-dobés. Parece que puede ser el caso de Jate. Suconstrucción no sólo, posiblemente ni siquierade manera principal, debe interpretarse comouna respuesta defensiva ante la acción delEstado, sino como un deseo de controlar, porun proceso lógico de concentración, a la pobla-ción campesina en su interior. Su situación pare-ce indicada para tal fin. Dominaba una rica zonaagrícola, una de las más importantes de la costa,la cuenca del río Jate, sobre cuya producción losautores árabes nos hablan a lo largo deltiempo.16 Pero además no debe de olvidarse la

46

16 Como ejemplo se puede citar el texto del siglo XII de IDRISI: Nuzhat al-mustaq. Edic. y traduc. DOZY, R. y de GOEJE, M.J.: Description de l’Afrique et de l’Espagne. Leyden, 1864-1866, pp. 198-199 del texto árabe.

Page 23: Arqueología de los paisajes medievales granadinos: medio físico … · 2009. 4. 23. · fiesto uno de sus principales estudiosos españo-les (GONZÁLEZ BERNÁLDEZ 1981), en él

proximidad del puerto, Almuñécar, del quecomenzamos a tener muestras de cierto desa-rrollo urbano entre finales del siglo IX y el sigloX17, aunque en fechas anteriores estaba en fun-cionamiento como tal, sin que sepamos sugrado de conservación, como lo demuestra elhecho de que allí desembarcara precisamentecAbd al-Rahman I, el fundador de la dinastíaomeya. También la ensenada de La Herraduraservía como punto de desembarco18, aunquehasta el presente, pese a la proximidad con res-pecto al Peñón de los Castillejos, no se hayaencontrado cerámica anterior al mundo nazarí.Este creciente empuje de la ciudad, ha detenerse también en cuenta para explicar queJete siguiera perviviendo y fuese uno de los cas-tillos que mantuvo el poder omeya tras su vic-toria sobre las demás fuerzas sociales que se leoponían. Se muestra en el nombramiento degobernador en 942 en lugar de “War i† b.cU†man b. Nuh de Jete, Salobreña y sus dependen-cias en favor de Sacid b. cAbdalwar i†” (IBNHAYYAN 1981: p. 368).

Es probable que los otros dos huSun, el deMoscaril y el de la Cuerda del Jaral estuviesenrelacionados con Jate. La posible dependenciaque se puede detectar es más bien consecuen-cia de un proceso posterior de reducción defortalezas y de jerarquización del espacio a par-tir de una que es preminente y de las alcazabasurbanas. Tampoco cabe desechar la idea de quela ordenación de los castillos a partir del domi-nio de uno sobre los demás se llevase a cabodurante el largo proceso que venimos estudian-do. Una cierta vinculación a Jate se deja entre-ver en las fuentes árabes. Ibn Hayyan, por ejem-plo, señala que se rindieron otros castillos de lazona antes de tomar Jate (IBN HAYYAN 1981:pp. 142-143). Esta posible red defensiva frente alEstado cordobés no puede enunciarse como talen sentido estricto. Es posible que el juego de

las alianzas de los grupos, estructurados posi-blemente en linajes, permitiese acuerdos políti-cos, pero no una estructura permanente.

Juliana, en el área oriental, un hiSn bastantecomplejo puede incluirse entre los castillosbajo el dominio de los aShab. La primera refe-rencia al castillo, no así a la alquería, ya que seremonta a la primerísima época, en concretoal siglo VIII19, aparece en el Muqtabas III de IbnHayyan (GURAIEB 1960 p. 318). Se mencionael enfrentamiento entre las tropas del emircAbd Allah y los defensores del castillo, delque saldría victorioso el primero. Es un claroejemplo de una estructura defensiva que seenfrenta al Estado omeya, en proceso de ges-tación. Se trata de un elemento bien organiza-do, como se ha visto en su descripción, quecontrolaría un territorio más o menos exten-so, en relación con otros castillos y núcleos depoblación. Está, sin embargo, lejos de la zonacostera occidental y posiblemente sin relacióncon ella. Parece que es obvio que no se tratadel mismo grupo que se fortifica en la parteoccidental; es más lógico que su origen estu-viera en los árabes cu∂ries allí instaladosdurante el siglo VIII, a los que se refiere al-cU∂ri, autor del siglo XI, y de la misma tribu(SÁNCHEZ MARTÍNEZ 1975: pp. 59-60). Nodebe olvidarse, sin embargo, que en torno adicho castillo ha podido recogerse cerámicaromana, que permite pensar en la existenciade un asentamiento de esa época, en conso-nancia con su topónimo.

En otro grupo, el de huSun-refugios habríaque incluir las dos fortificaciones ya citadas enla zona or iental : Olías y la Rambla delValenciano. Numerosos datos, ya puestos derelieve, nos hablan de tal carácter, aunque hayque señalar algunas cuestiones del origen deambas fortificaciones. Las dos, aunque espe-

47

17 En la actualidad ha comenzado un proyecto de investigación arqueológica urbana en Almuñecar, dirigido por el doctor MolinaFajardo, gracias al cual se está estudiando todo el material cerámico de excavaciones anteriores y se analizan las estructuras pre-sentes en el actual entramado urbanístico y las que han sido desveladas a lo largo de diferentes intervenciones arqueológicas

18 En las Memorias de cAbd Allah, escritas en el siglo XI, se lee: “El caso es que envió sus galeras para atacar Almuñécar y Jete(fiat) y que, a continuación, unas pequeñas fuerzas de caballería hicieron incursiones por aquellos territorios vecinos” (El Siglo XI en 1ªpersona. Las «Memorias» de cAbd Allah. Traduc. LÉVI-PROVENÇAL, É. y GARCÍA GÓMEZ, E. Madrid, 1980, p. 183.19 Aparece en la obra de al-cU∂ri, autor del siglo XI (SÁNCHEZ MARTÍNEZ, M.: “La cora de Ilbira (Granada y Almería en lossiglos X y XI, según al-cU∂ri (1003-1085)”. Cuadernos de Historia del Islam, 7 (1975-1976), pp. 59-60.

Page 24: Arqueología de los paisajes medievales granadinos: medio físico … · 2009. 4. 23. · fiesto uno de sus principales estudiosos españo-les (GONZÁLEZ BERNÁLDEZ 1981), en él

cialmente la de Olías, tienen restos de unaetapa anterior a la plenamente califal. De ladistribución de la cerámica de superficie sepuede inferir, al menos de manera provisio-nal, que las estructuras defensivas fueron cre-adas en torno al siglo X. En efecto, la cerámi-ca califal aparece en sus proximidades, espe-cialmente en las de los aljibes o cisternasexistentes. Por el contrario, la que puedefecharse con anterioridad se halla próxima alas estructuras que se adscriben claramenteal poblado. Es plausible que de una utilizacióncomo poblados en una etapa de tránsito delMundo Antiguo al medieval, se pasase alestablecimiento de una for tificación. Perorealmente no hay argumentos para precisar sital actuación fue obra de las comunidadescampesinas o de grupos ya ordenados jerár-quicamente, aunque basados en el linaje y enla familia extensa, o una creación de señores.A nivel de una reflexión más profunda y,desde luego, posterior, hay que tener encuenta que su configuración definitiva deestos enclaves como huSun-refugios dealquerías ya plenamente formadas, es poste-rior, en concreto de los siglos X-XI. Cuandoya están asentadas se percibe una correspon-sabilidad defensiva entre el Estado y losnúcleos de población. Puede ser un índice delpapel que tuvieron tales comunidades en suerección.

En cuanto a fortificaciones construidas porel Estado no se han encontrado elementosque permitan hablar de su existencia en lacosta de Granada. Pero de lo que no cabeduda alguna es de que el califato establecióuna red defensiva apoyándose en estructuraspreexistentes y es posible que incluso seconstruyesen algunas de menor entidad. Sepercibe en la misma línea costera, mientrasque en el interior no aparece sino una reutili-zación. Así se aprecia, como queda dicho, enel caso de Jate, del que ya hemos habladoacerca del nombramiento de un gobernadoren 942, que era el mismo que el de Salobreña(IBN HAYYAN 1981: p. 368). En esta últimaexistía ya una de fortificación durante la pri-mera fitna, como se aprecia en un texto deIbn Hayyan, que dice lo siguiente:

“Viajó entonces an-NaSir a la ciudad deSalobreña, donde hizo como en los lugaresmencionados, guarneciendo, con sus hom-bres toda fortaleza que conquistaba y cui-dando de sus intereses...”(IBN HAYYAN1981: p. 62).

A todo ello se añade el establecimiento enJate de un contingente de tropas pertenecien-tes al yund de Damasco, documentado en el974. (GARCÍA GÓMEZ 1967)

Por lo que respecta a la construcción denuevas estructuras defensivas, se observa quehay una política constructiva, apenas estudiadahasta el presente. Se debe esencialmente alhecho de que se pueden documentar en lamisma línea de costa y en las fortalezas urba-nas. Ese parece ser el caso del castillo deAlmuñécar, según se empieza a vislumbrar enlas actividades arqueológicas que están comen-zando en esta ciudad. El caso de Salobreña, sinembargo, está por analizar; sólo diremos que laexcavación del Peñón, que en época medievalera un islote frente a la ciudad, ha mostrado unmaterial cerámico de época califal, que proba-ría una ocupación real del mismo en talesfechas, aunque no se han detectado estructu-ras defensivas. (ARTEAGA 1990)

Además de esas alcazabas urbanas, hayque plantear los elementos defensivos queparece que se levantaron en toda la costa. Laexcavación de urgencia realizada en 1990 enLa Rijana (actual término municipal deGualchos-Castell de Ferro), en la parte orien-tal de la costa, nos ha permitido datar entrefinales del siglo X y el XI la primeras construc-ciones existentes en este yacimiento. Es unedificio hecho de hormigón con abundantecal y piedra de la playa próxima, de plantarectangular. Se percibe como mínimo una divi-sión interna, pero no pudo investigarse afondo, pues estaba en su interior práctica-mente relleno. Se debe a la construcción deuna torre de mampostería superpuesta a loque ya era una plataforma, que se edificó enel siglo XVI. Esto ha impedido saber si se tra-taba de una construcción defensiva tipo torreo de otras características, levantada en fechas

48

Page 25: Arqueología de los paisajes medievales granadinos: medio físico … · 2009. 4. 23. · fiesto uno de sus principales estudiosos españo-les (GONZÁLEZ BERNÁLDEZ 1981), en él

anteriores. En realidad, la excavación se desa-rrolló en gran parte de la zona superior roco-sa que hay entre las calas de La Rijana, al O, yde Cala del Pino o Rijanilla, al E. Pero se docu-mentó un conjunto defensivo, una especie depequeño castillo, o recinto amurallado, querodeaba toda la peña, que hay que fechar enépoca nazarí, dentro de un proceso conocidoy general para toda la costa y seguramente degran parte del reino, que supuso la fortifica-ción de numerosos espacios. En todo caso,pese a que no se han podido extraer todoslos datos deseables, es posible que tuvieseuna pequeña guarnición, posiblemente vincu-lada o dependiente del Estado, con el fin depoder controlar y proteger la navegación eneste tramo de la costa. Ha de tenerse encuenta que, como ya queda dicho, dos calas,una protegida del viento de Levante y la otradel Poniente, y la existencia de agua dulce casial mismo borde de la orilla del mar, permitíaque fuese un buen fondeadero para los bar-cos que por allí navegaban. Incluso se ha podi-do documentar la existencia de una estructu-ra de época romana de planta rectangular,obra de mampostería y con un pavimento deopus signinum, que podría entenderse comouna fuente dedicada a alguna divinidad.También podría cumplir esta pequeña fortifi-cación la misión de servir de refugio a laspoblaciones de los alrededores y a los hom-bres relacionados con las actividades pesque-ras. Esto no implica que la meseta rocosasobre la que se asienta se destinara a refugioocasional de la población de los alrededores,en especial la relacionada con actividadesmarítimas. Aunque todo parece indicar queno es una fortificación inmediata al final de lafitna, y que incluso podría llevarse hasta elsiglo XI, es obvio que se inserta en un mismoproceso de consolidación del aparato estatalen la zona20.

El sistema defensivo situado en el interiormontañoso no constituía el único, en la parteoriental, durante la época nazarí. Nos referi-mos a la presencia de una serie de puntos

for tificados en la misma línea de costa. Setrataba de un sistema concebido desde elpoder granadino para defender la costa, y nosólo ella, pues hay que pensar también en laprotección necesaria a las actividades maríti-mas y comerciales. Estaba formado por unared de torres costeras, reformadas y amplia-das en número por los castellanos, contando,en el sector oriental, con un elemento cen-tral: el castillo de Castell de Ferro. No dispo-nemos de un análisis arqueológico en profun-didad del mismo, ya que hasta el momentosólo ha podido realizarse una prospección desuperficie. Su actual estructura da idea de susdiferencias con los huSun del interior deSierra Lújar y la Contraviesa. Aunque lasreformas cristianas y el estado de deterioroen el que se encuentra dificultan un análisisarqueológico de sus restos, parece que origi-nariamente se trataba de una gran torre (tipodonjon) destinada al acuartelamiento de ungrupo militar. La cerámica de superficie lleva aproponer que su construcción no debió seranterior al siglo XIII, si bien sólo una interven-ción arqueológica más detenida podrá confir-mar este extremo. Por otra parte, hay queapuntar la presencia de enclaves fortificadoscon vistas a servir de refugio en la mismacosta y también en época nazarí, como sedesprende de la actuación arqueológica lleva-da a cabo en la ensenada de la Ri jana(Gualchos-Castell de Ferro).

Parece evidente que el sistema defensivosituado en la costa se superpuso al primero,aunque no lo eliminó (MALPICA y GÓMEZBECERRA 1989). Ambos modelos convivierondurante la época nazarí: uno estrechamenteligado al poblamiento rural, el otro al podergranadino. La presencia de cerámicas deépoca nazarí en los tres castillos del interior lodemuestra claramente, si bien puede pensar-se que la fortificación de la costa se realizó endetrimento de los castillos rurales, e inclusode las mismas comunidades campesinas quelos sostenían (MALPICA y GÓMEZ BECERRA1989: p. 254).

49

20 Sobre las actividades arqueológicas llevadas a cabo en la zona de la Rijana nos encontramos preparando una Memoria com-pleta. Un adelanto de la misma puede verse en MALPICA CUELLO, A. y GÓMEZ BECERRA, A.: Una Cala que llaman la Rijana.Arqueología y Paisaje. Granada, 1991.

Page 26: Arqueología de los paisajes medievales granadinos: medio físico … · 2009. 4. 23. · fiesto uno de sus principales estudiosos españo-les (GONZÁLEZ BERNÁLDEZ 1981), en él

Como resumen de todo lo expuesto,puede afirmarse que el modelo propuesto apartir de los ejemplos levantinos, que recalca-ba la existencia de castillos refugio para lapoblación rural andalusí no es aplicable a todoel marco de la costa granadina por igual. Muyal contrario, los castillos rurales repar tidospor nuestra área respondían en sus orígenes amodelos diferentes que, en último término,tienen su explicación en el complicado proce-so de transición hacia la formación social islá-mica vivido en al-Andalus. Sin embargo,puede hablarse de una evolución posterior, enplena etapa islámica, que llevará a desdibujarel carácter original de algunos de ellos, comoocurre con Juliana, que al final encontramosutilizado como un huSun-refugio más, o a ladesaparición de otros, que es el caso de lasfortificaciones levantadas en la parte occiden-tal durante la fitna, tarde o temprano elimina-das por la consolidación de fortificaciones vin-culadas al Estado islámico. Una evolución queno es ajena a los cambios apreciados en laordenación del poblamiento en su conjunto yque ahora abordaremos a partir del análisisde los asentamientos.

2. Los asentamientos medievales.

Es imprescindible para analizar los asenta-mientos medievales que hemos prospectadodentro del proyecto Análisis de las secuenciasdel poblamiento medieval de la costagranadina, partir de una división amplia, aun-que operativa. Para ello, creemos convenien-te estudiar pr imero las denominadasalquerías de montaña y, posteriormente, lasde las zonas llanas. En ambos casos el com-portamiento de estos habitats es diferente encuanto a la evolución posterior y, en conse-cuencia, a su conser vación. Teniendo encuenta que ya hemos hablado de los asenta-mientos asociados a fortificaciones (caso deJate en el Peñón de los Castillejos y Juliana),no vamos a volver sobre ellos.

La complejidad de los asentamientos pros-pectados en el marco de este proyecto noslleva a una división amplia, atendiendo en pri-mer lugar a su encuadre cronológico, a partirdel cual intentaremos poner de manifiesto

algunas cuestiones referidas a su relación conel medio. Por otra parte, no entraremos denuevo en el análisis de los asentamientos aso-ciados directamente a algunos huSun -elPeñón de Los Castillejos o Juliana- ni, porsupuesto, en el más significativo de todos lospoblados for tificados de esta zona, elCastillejo de Los Guájares

1. Los asentamientos de montaña, que nosiempre podemos calificar de alquerías pro-piamente dichas, porque algunos no se identi-fican claramente con un habitat de tales carac-terísticas, es decir, no están claramente asocia-das a áreas irrigadas de cultivo ni se integranen un territorio más o menos propio y defini-do, pueden dividirse, a su vez, en dos grupos.

En primer lugar, destacamos aquéllos queson anteriores a la época nazarí y que noparecen haber perdurado más allá de la for-mación del califato. Entre ellos, mencionamostanto los que se hallan a media altura, comolos más elevados, los denominados claramen-te habitats de altura.

De estos últimos podemos mencionarvarios, situados algunos de ellos en cotas cer-canas a los 1.000 m. Se hallan a lo largo detoda la cadena montañosa, desde la SierraAlmijara hasta la Sierra de Lújar. En aquélla selocaliza un asentamiento bien documentado,que ya hemos mencionado al hablar de loshuSun, el poblado de Pico Moscaril, en elactual término municipal de Almuñécar, en lacabecera de río Verde. Se trata de un asenta-miento anterior a la fortificación que tuvo unpapel relevante en las luchas que precedierona la formación del califato. Quedan, como sedijo anteriormente, restos de construcciones,posiblemente viviendas en la ladera S del con-junto, en donde se ha recogido cerámica deépoca altomedieval y abundantes fragmentosde tejas. Es en Sierra Lújar donde hay másasentamientos de este tipo. Hay tres casosespecíficos a señalar : Pico Aguila (términomunicipal de Gualchos-Castell de Ferro), Picosdel Castillejo (término municipal de Lújar) y elmencionado asentamiento asociado al castillode Olías (término municipal de Orgiva). Sonmúltiples los problemas que plantean estos

50

Page 27: Arqueología de los paisajes medievales granadinos: medio físico … · 2009. 4. 23. · fiesto uno de sus principales estudiosos españo-les (GONZÁLEZ BERNÁLDEZ 1981), en él

asentamientos. El primero es determinar susecuencia de ocupación. Aunque no es fácil, lacronología es más o menos precisa. El asenta-miento del Pico Moscaril se sitúa entre lossiglos VII y VIII. En Pico Aguila hay que hablarde dos momentos, uno correspondiente a lossiglos VII-VIII, el otro entre finales del siglo IX yel X. Los Picos del Castillejo, aunque haymateriales posiblemente algo anteriores,debió estar ocupado en la etapa comprendidaentre el siglo IX y el X. En Olías, que planteadificultades para señalar su cronología, elmaterial cerámico recuperado en superficienos permite pensar que fue anterior al sigloIX. Ahora bien, la cuestión está en poderdeterminar cómo fue su ocupación. Dicho deotra manera, no podemos precisar si fueronasentamientos más o menos estables o senci-llamente eventuales. Excepción hecha del yaci-miento de Pico Águila, todos los asentamien-tos tienen restos de muros y se han docu-mentado restos de ocupación, especialmentetejas para las cubiertas de viviendas. Inclusocabría pensar que pudo ocurrir en el mismoPico Águila, porque la destrucción para elestablecimiento de construcciones defensivasen época de la guerra civil es evidente. Peroen ningún caso, se ha podido apreciar la exis-tencia de estructuras hidráulicas. De todas for-mas, la relación entre el medio físico y estosasentamientos aún no se ha podido estudiar.Por el momento parece que se hallaban losuficientemente apartados de los puntos regu-lares de agua y a una altura tan considerableque todo indica que era imposible una agricul-tura de regadío. Así pues, cabría pensar enuna economía silvo-pastoril, con un aprove-chamiento del saltus. Pero necesariamentehabría que hablar de un medio físico muy dife-rente al actual y al históricamente conocidodesde el siglo XVI en adelante. Esto no esrealmente un problema, porque hay eviden-cias de que pudo ser un espacio de montemediterráneo mucho más denso del quepodemos intuir (MALPICA 1991b). De todasformas, no es seguro que estas poblacionesocupasen tales asentamientos de manera per-manente, pudiendo tener otras actividadeseconómicas y utilizando las disponibilidadesdel saltus de manera complementaria y even-tual. Eso querría decir que estamos ante ocu-

paciones ocasionales, no permanentes, que seutilizaban esencialmente como refugios. Asípodría explicarse la presencia de una cerca enLos Picos del Castillejo. Los materiales cerámi-cos, que se fechan en un amplio período queva desde el siglo VII al X, aunque con unafuer te presencia de los de los dos últimossiglos (IX y X), podrían hablarnos de la ocupa-ción de esos hábitats de altura en unosmomentos especialmente conflictivos, que vandesde la instalación de los árabes hasta la for-mación del califato, con especial incidencia enla etapa de finales del emirato. Tal vez en laadopción de estos lugares como habitats dealtura haya que ver la respuesta de las comu-nidades altomedievales instaladas en las cerca-nías de Sierra Lújar ante el clima de violenciaque se generó en aquellas fechas. Hay quetener en cuenta, como se puso de relieve enotro trabajo (MALPICA y GÓMEZ BECERRA enprensa), que el área montañosa oriental de lacosta era muy distinta en los tiempos altome-dievales de la parte occidental, pues la inci-dencia de la vida urbana en época antiguahabía sido nula. Parece que el origen deMoscaril fue distinto. Hay que pensar que másbien se debe insertar en el proceso de desar-ticulación del poblamiento tardorromano,muy significativo en la zona de Almuñécar(GOMEZ BECERRA en prensa).

Hay otros yacimientos altomedievales queestán en el interior del área montañosa de laSierra de Lújar y de la Contraviesa, que no sepueden considerar propiamente de altura,aunque haya que integrarlos en un modelo depoblamiento altomedieval. De O a E son lossiguientes: Cerro del Castillejo (término muni-cipal de Vélez de Benaudalla), en la margenizquierda del Guadalfeo, antes de llegar a sutramo final, que es el único realmente situadoen el medio de Sierra de Lújar ; el del Peñónde Pedro Vélez (término municipal deOrgiva), sobre el barranco de Alcázar, queprecisamente separa aquella cadena monta-ñosa de la Sierra de la Contraviesa; y el yaci-miento localizado en la Rambla de Polopos(término municipal de Polopos), en la cara Sde esa montaña, en un barranco abierto almar. A ellos habría que añadir los restos deotros puntos más or ientales de la

51

Page 28: Arqueología de los paisajes medievales granadinos: medio físico … · 2009. 4. 23. · fiesto uno de sus principales estudiosos españo-les (GONZÁLEZ BERNÁLDEZ 1981), en él

Contraviesa, como los ya mencionados delcastillo de la Rambla del Valenciano (términomunicipal de Sorvilán) y el yacimiento de laErmita del Palomar (término municipal deAlbuñol). Se les puede asignar una cronologíaque va del siglo VIII al IX, en algún caso inclu-so hasta los inicios del X, pero no más allá,como pone de manifiesto la total ausencia decerámicas vidriadas.

Se trata de establecimientos mejor reco-nocibles en el medio físico en que se insertan.No ocupan áreas muy elevadas y se encuen-tran normalmente cerca de puntos de agua,con frecuencia dominando la parte media deun barranco. Es verdad que actualmente ofre-cen una imagen de un medio degradado quepuede inducirnos a pensar que estuviesen enun entorno de monte mediterráneo.Obedece esencialmente al hecho de que sehallan en antiguas tierras de labor, de secano,ya abandonadas y colonizadas por el matorral.No cabe desechar, pues, que utilizasen el sal-tus como medio de vida, pero seguramentecomplementario, porque es posible que exis-tiese una agricultura. El problema estriba ensaber de qué tipo era ésta. Por decirlo deotra manera, no se puede precisar si el rega-dío había hecho ya su aparición y si estosasentamientos estaban en relación con él.Ahora se encuentran en espacios muy abrup-tos y degradados, lo que impide tener unaidea clara de cómo eran. La erosión ha sidofortísima por efectos de los laboreos de lossecanos y de la ruina de las áreas irrigadas,que han hecho de las ramblas y barrancospasos intransitables.

Cabe la posibilidad de que esos asenta-mientos fuesen los primeros en los que seprodujo una transformación del medio físicopara la introducción de la agricultura de rega-dío. Este extremo no se ha podido compro-bar hasta el presente en los casos menciona-dos, aunque hay que poner de relieve que hayhabitats que tuvieron una perduración mayor,llegando hasta época nazarí, y en los que sehan podido documentar cerámicas muy ante-

riores. Establecer el modelo de poblamiento apartir de la creación de una red de alquerías,dependientes o, mejor dicho, relacionadascon estructuras fortificadas que ya existían, esla tarea primordial. Eso quiere decir que esimprescindible un análisis arqueológico detodas y cada una de ellas, lo que no siemprees posible, porque la perduración de los asen-tamientos juega en su contra. Las redes deirrigación han tenido un origen histórico, queno se ha podido documentar salvo en casosmuy concretos21.

Esta cuestión es de gran importancia, por-que se pueden ver, como hemos dicho, dosasentamientos distintos, aquéllos que perdura-ron y otros que, sin embargo, no prosiguenmás allá del siglo X. No sabemos a qué sedebió esta situación, pero aparece como unhecho incuestionable. Tal vez haya que rela-cionarlo con las bases físicas, que eran dife-rentes y permitieron una transformación conmayores garantías en unos sitios, mientras queen otros era mucho más difícil. En cualquiercaso, la desaparición de esos habitats debióde suponer una reestructuración de toda laestructura de poblamiento, primando lasáreas más accesibles y las tierras llanas.

Queda por señalar, en el marco de estepoblamiento, la discontinuidad que ofrececon respecto a otras estructuras anteriores.Así, en época romana, sólo se puede hablarde una ocupación escasa, seguramente enrelación con las posibilidades mineras de lazona. (GÓMEZ BECERRA y MALPICA 1992)Por el contrario, los yacimientos prehistóri-cos, sobre todo del Bronce, aparecen confrecuencia, e incluso coinciden con los alto-medievales. La situación de estos yacimientosde montaña pueden interpretarse como elresultado de una ocupación de espacios que,aunque penetrados por los hombres, eranmarginales desde la perspectiva de la organi-zación del territorio de época romana, comotambién lo son en relación con lo que estabaocurriendo en la parte occidental de la costagranadina (MALPICA y GÓMEZ BECERRA en

52

21 En la excavación de urgencia realizada en 1993 en el Cortijo de Ana, en Pago, término municipal de Órgiva, se ha podidodocumentar una organización agrícola posterior a la existencia de una necrópolis tardorromana.

Page 29: Arqueología de los paisajes medievales granadinos: medio físico … · 2009. 4. 23. · fiesto uno de sus principales estudiosos españo-les (GONZÁLEZ BERNÁLDEZ 1981), en él

prensa). Claro está que el peso de la vidaurbana en esa área era muy considerable y ladensidad de ocupación del territorio tambiénera mayor.

Por lo demás, hay que pensar que, aten-diendo a las dimensiones de los yacimientosaltomedievales y a las características de lacerámica hallada en superficie, se trata deasentamientos creados a partir de la deses-tructuración del poblamiento romano ante-rior y de la llegada de nuevos pobladores. Sinembargo, caracterizar unos u otros a partir deuna adscripción étnica no sólo es imposiblepor el momento, sino que tampoco es impor-tante. Más significativo es señalar que se trata-ba de comunidades libres, no sujetas a ningu-na relación de dominación por parte de seño-res de renta ni, por supuesto, del Estado. Esono quiere decir que no hubiese en su senouna organización en base a la familia extensae incluso al linaje. Son estos grupos familiareslos que van a recuperar espacios ocupadosanteriormente y abandonados por la accióndel poblamiento romano. Un poblamientodisperso, opuesto a otro concentrado y regu-lado por unas vías de comunicación, es propiode una sociedad en la que el peso del Estadono es fuerte, por no decir que es inexistente.En buena lógica, la disponibilidad de los recur-sos naturales está menos mediatizada, porquela generación de excedente no es una acciónexigida por una clase social.

Hay otro grupo de asentamientos que,estando en áreas más o menos montañosas,perduraron. De ellos destacan, en primerlugar, aquéllos que se mantuvieron hasta unaépoca anterior a la nazarí y los que se prolon-garon hasta ésta.

Mencionaremos primero los asentamientosque son claramente posteriores al siglo X,pero que no llegaron hasta la época final de laEdad Media. Son establecimientos humanoscon una relación muy clara con el medio físico.En todos los casos, se puede hablar de unespacio transformado para la agricultura de

regadío. Su localización lo pone de manifiestoclaramente. En efecto, se encuentran en lazona intermedia de algunos barrancos, cercadel agua, bien de la que corre por ellos, biende fuentes de resurgencia, que brotan del con-tacto entre los materiales calizos y los esquis-tosos. Son los yacimientos de la Haza de LosAlmendros, en Sierra de Lújar, en la actualaldea de Lagos, por debajo de los Picos delCastillejo, en el término municipal de Vélez deBenaudalla; el Cortijo de La Reala, en los mon-tes de la Sierra del Jaral, por encima de lapunta deltaica de Carchuna (término municipalde Motril), y El Castillejo, en una elevación porencima de la rambla de Tor vizcón.Cronológicamente van de los siglos X y XII, sibien este último llegaría hasta el siglo XIII.

El otro grupo es el formado por las alqueríasplenamente identificadas en época nazarí y que apa-recen en la documentación castellana. Todas ellashan dado lugar a pueblos habitados y en algunoscasos a cortijos. Así pues, han sido núcleos intensa-mente ocupados, con áreas de cultivo irrigadas quesiguen en cultivo o que han permanecido cultivadashasta fechas recientes. De ese modo, el trabajoarqueológico tenía unas evidentes dificultades. Aunpartiendo de la documentación castellana y siguien-do un sistema regresivo, el problema era estableceruna estrategia científica que permitiese hacer unanálisis propio de la Arqueología del paisaje. Detodas formas, no se ha podido aplicar con igualrigor el método de trabajo, porque no es fácil laprospección arqueológica en las áreas de cultivointensamente labradas y que apenas permanecenen descanso. Se ha centrado la investigación pri-mordialmente en los núcleos que se han ido aban-donando, en los más marginales y en los despobla-dos a partir de la conquista castellana que, por locomún, pasaron a ser simples cortijos. Eso suponeque el reconocimiento arqueológico es cuandomenos problemático, porque la explotación agrariaha continuado e incluso en los últimos años se haintensificado. En la zona occidental han podidoprospectarse, además de Jate, que en realidad debeestudiarse entre los asentamientos de zonas llanas,22

Turillas, Cázulas y Bodíjar. Estas tres últimas alqueríasestán situadas en la cuenca superior del río Verde.

53

22 No debe confundirse con el poblado situado en la parte alta de río Verde en el Peñón de los Castillejos, que ya ha sido analizado.

Page 30: Arqueología de los paisajes medievales granadinos: medio físico … · 2009. 4. 23. · fiesto uno de sus principales estudiosos españo-les (GONZÁLEZ BERNÁLDEZ 1981), en él

Sólo la de Turillas, sin embargo, nos ha proporcio-nado datos suficientes. La cerámica hallada ensuperficie se puede fechar entre los siglos XII y XIII,aunque el topónimo parece precedente23.

Las situadas en los márgenes de la vegabaja del Guadalfeo en el entorno deSalobreña, hay que adscribirlas igualmente alas de llanura, pero adelantemos que hansufrido una gran transformación, siendo aveces casi imposible su identificación24.

Los núcleos ubicados en Sierra Lújar y laContraviesa fueron abandonadas en su prácti-ca totalidad en las primeras décadas del sigloXVI (MALPICA 1986b). De todas formas, porlos indicios que tenemos, se puede decir queen su mayoría mantuvieron su actividad pro-ductiva, aunque modificándola. En efecto, lasáreas de regadío pervivieron, según parece,desarrollando una arboricultura en detrimen-to de los cultivos herbáceos. Aquélla permitíaun mantenimiento de la agricultura de rega-dío, pues desde puntos más o menos próxi-mos se podía acudir a hacer esos trabajos.Algunos de estos asentamientos se convirtie-ron posteriormente en pueblos, mientras queotros sólo fueron cortijos. Actualmente estánen muchos casos en un acelerado proceso deabandono y han sufrido una paulatina margi-nación. Eso ha permitido un examen arqueo-lógico con un cierto detenimiento. Sin embar-go, lo frecuente es que se hayan encontradorestos muy escasos, hasta el punto que sólo latoponimia ha permitido su localización, sinque la prospección arqueológica mostraseevidencias dignas de tenerse en cuenta25. Noobstante, podemos disponer de algunos datosen otros casos. De este modo, en el solar delas antiguas alquerías de Gualchos, en torno alpueblo del mismo nombre hoy en día (MALPI-CA 1991a), en el medio de Sierra Lújar, deUbrite, que hemos identificado con el actual

cortijo de Rubite Alto, en la línea divisoria deaquélla con la Contraviesa, de Bordomarela yPinos, en pleno corazón de la Contraviesa, seha podido identificar cerámica de los siglos Xal XI, con una continuidad en su ocupaciónhasta la llegada de los castellanos.

Todos los núcleos responden a un modelomuy consolidado en este territorio costero, almenos en las áreas de montaña. Suelen estar amedia ladera de barrancos o en el contactoentre los medios calizos y los esquistos, quepermiten la existencia de fuentes de resurgen-cia. Utilizan las disponibilidades de agua parairrigar una superficie que está por debajo delnúcleo habitado, mientras que por encima deél existe un secano complementario y elmonte mediterráneo. Las terrazas de cultivoson parte esencial del aprovechamiento delagua para la agricultura, pero al mismo tiempoconfiguran el espacio de una forma muy mar-cada. Asimismo, el sustrato es importante parael asentamiento, no sólo porque permite laresurgencia de aguas, sino también porque enla caliza se suelen establecer los núcleos y secultivan las tierras procedentes de rocas meta-mórficas, que permiten una agricultura de rega-dío, ya que crecen sus rendimientos en funciónde la irrigación, mientras que son muy escasossi se dedican al secano. Una característica esen-cial es que las disponibilidades de agua condi-cionan los asentamientos y las áreas de cultivo.Aunque hay acequias que derivan el agua delos barrancos o ramblas, son más frecuentes lasfuentes de resurgencia. De todas formas, hayque señalar que, a diferencia de lo que ocurreen otras partes del reino de Granada, como enla vecina Alpujarra26, no hay grandes redes deacequias que abastezcan varias alquerías.

Como queda dicho, es una agricultura quesupone una profunda tranformación delmedio físico, que acondiciona incluso la topo-

54

23 El término Turillas parece derivar del latín turris.

24 Es a causa del proceso de aluvionamiento por la desforestación progresiva, con un máximo a partir del siglo XVI y durante elsiglo XVII, que han sufrido las tierras de la montaña próxima.

25 Es el caso, por ejemplo, de las alquerías de Alfaz y Détiar, respectivamente en las taca/s de Sahil y Suhayl (MALPICA CUE-LLO, A.: 1986, p. 135).

26 El caso de la Alpujarra es el más cercano y uno de los mejores estudiados. Pueden consultarse TRILLO 1992 y 1994.

Page 31: Arqueología de los paisajes medievales granadinos: medio físico … · 2009. 4. 23. · fiesto uno de sus principales estudiosos españo-les (GONZÁLEZ BERNÁLDEZ 1981), en él

grafía en beneficio de las tierras de cultivo yque crea una estrecha dependencia delnúcleo con respecto a todo el sistema. Estoimplica una gran perduración del asentamien-to y de la red hidráulica. Nos llevarían estascuestiones a hablar de la necesidad de mante-nimiento del conjunto y de su vir tualidadsocial, según ya pusimos de relieve. De todasforma, se trataba de un nuevo sistema deaprovechamiento de los recursos de la zonade montaña, muy diferente del que había enépoca romana, que se basaba fundamental-mente en la explotación de la minería.

2. En las zonas más llanas hay asentamien-tos menos evidentes que los de montaña. Sedebe obviamente a las grandes transformacio-nes, que sesgan la lectura y, en consecuencia,el análisis del poblamiento medieval de lacosta de Granada (MALPICA 1992).

Al compás del avance de nuestra investiga-ción y también de la destrucción creciente, hanido apareciendo restos muy elementales quemuestran la existencia de núcleos habitados enmuy diferentes fechas. Son establecimientosdedicados de manera primordial al aprovecha-miento agrícola y ganadero de su entorno,siendo muy probable su articulación con espa-cios de regadío. El mejor estudiado es el yaci-miento de El Maraute, en la barriada motrileñade Torrenueva, en Motril (GÓMEZ BECERRA1992). Se halla en el escalón montañoso quecierra la vega de Motril por el E y a muy pocadistancia del borde del mar. Aparece documen-tado como la alquería de Batarna en las fuentesárabes a partir del siglo X y hasta el XII. Auncuando aparece citada como qarya, se le asociasiempre con la explotación de atutía u óxidode zinc. No quiere decir que se identifiquetotalmente el núcleo con la mina, sino másbien hay que pensar que en sus proximidadeshubiese una o varias. Hay diversos yacimientosrelacionados con la minería en el rebordemontañoso. De época romana se ha identifica-do uno llamado La Herrería, en donde se hanpodido encontrar escorias de mineral tratado.Hay otro en el Cerro del Toro, en donde siem-pre han existido explotaciones mineras, quepermite documentar, gracias a la cerámica desuperficie, una ocupación de los siglos X y XIII.

La minería en la zona era conocida desdetiempos romanos cuando menos. Incluso laclara referencia a esta riqueza hecha pornumerosos autores, especialmente por al-Razi, en el siglo X, puede probar que consta-ba en los registros fiscales del califato cordo-bés. Es tanto como decir que el Estado sefijaba especialmente en esta zona. De ahí lasnumerosas referencias en las fuentes escritas.Pero la actuación arqueológica de urgenciallevada a cabo en un área de este yacimientode El Maraute ofrece suficiente información,junto con el seguimiento realizado en losúltimos años en el mismo. Hay que poner derelieve que la destrucción del sitio ha sidoenorme y gran par te de la zona baja hadesaparecido para construir viviendas turísti-cas de pésimo gusto. Anotemos que se pudoidentificar un alfar romano y algunas tumbasmedievales. Recordemos asimismo que en laparte baja que mira al mar, en concreto al S-SE, hasta hace algunas décadas había unassalinas ya desaparecidas, documentadas enépoca nazarí (MALPICA 1981). Bien pudieronestar en explotación en tiempos anteriores.

En cualquier caso, es evidente que su ocu-pación medieval coincide grosso modo con lasfechas de las fuentes escritas. Se marca asimis-mo un hiato con respecto al asentamientoromano allí existente. Éste fue abandonado entorno a los siglos III-IV.

Es uno de los yacimientos más interesantesde todos los que se hallan en la misma líneade costa. Pero hemos podido detectar algu-nos más hacia el O y hacia el E.

En el área más occidental se ha podidoidentificar la alquería de Jate, que no debede confundirse con el poblado y for tifica-ción situado en la cabecera del río Jate.Aquélla está en su desembocadura, en laensenada de La Herradura, en donde sepueden reconocer estructuras constructivas.En efecto, hay restos en superficie de variasconstrucciones, seguramente viviendas, edifi-cadas con la técnica de la tabiya, con unascaracterísticas similares a las existentes en elpoblado de “El Castillejo”. Se ha podidoreconocer también una torre rectangular,

55

Page 32: Arqueología de los paisajes medievales granadinos: medio físico … · 2009. 4. 23. · fiesto uno de sus principales estudiosos españo-les (GONZÁLEZ BERNÁLDEZ 1981), en él

obra de mampostería, que debe identificarseposiblemente con la levantada por DiegoBernal, su segundo propietario castellano, aprincipios del siglo XVI, con permiso real(MALPICA 1982).

Sin embargo, es muy poco lo que queda enesa línea costera, si exceptuamos ese caso y elde Almuñécar. En contrapartida, en torno a esallanura aluvial, como ocurre en el entorno deSalobreña se han podido documentar un buennúmero de yacimientos romanos. Sólo uno deépoca posterior se ha identificado en la vegadel Guadalfeo. Nos referimos al Cerro delVínculo (término municipal de Salobreña),mientras que la alquería nazarí de Pataura noes fácil de documentar, puesto que el impor-tante proceso de colmatación que existió lasepultó en su práctica totalidad. Más allá deesta área hay otros asentamientos más fácil-mente identificables, tal vez porque las transfor-maciones han sido menores en el territorio enlos últimos años. Son los yacimientos delCortijo del Cura (término municipal de Motril),en un escarpe rocoso de la Sierra del Jaral, porencima de Carchuna; el de La Rijana (términomunicipal de Gualchos-Castell de Ferro), y losdel Cortijo de Los Pastores, Los Chortales yLos Pelaíllos, en el piedemonte occidental de lallanura de Castell de Ferro (término municipalde Gualchos-Castell de Ferro).

Todos estos asentamientos se integran enuna realidad poblacional que apenas se hapodido analizar hasta el presente. A ello hancontribuido de manera muy poderosa lastransformaciones habidas en las llanuras coste-ras. De todas formas, el reborde montañoso seha mantenido a salvaguarda hasta fechas másrecientes, cuando el avance del regadío estáocasionando modificaciones importantísimas.

Es posible que se trate de asentamientosasociados a la vida agrícola, probablementecontinuadoras de la de época tardorromana,como lo pone de manifiesto la existencia demateriales cerámicos de los siglos VI-VII y lle-gando incluso hasta el siglo VIII. Se debe seña-lar, no obstante, que hay cambios muy significa-tivos con respecto a los asentamientos roma-nos de época anterior. Sin embargo no cono-

cemos aún el modelo de ocupación del terri-torio en esa época, porque no se ha investiga-do en este campo. De todas formas, se apreciala existencia de una serie de villae, de tamañomedio, posiblemente porque la topografía nopermitía otra cosa, en las proximidades deAlmuñécar y Salobreña, como queda dicho, enconcreto en las suaves colinas de sus alrededo-res. Son un número apreciable, desde luegosuperior al que se ha documentado en fechasposteriores. Aunque se aduzcan causas erosi-vas o destrucciones, y aun teniendo en cuentasus tamaños, siempre muy inferiores a los delas citadas villae, se puede pensar en una reduc-ción de asentamientos al final de la Antigüedaden nuestra zona costera. Tal vez tengan que vercon las transformaciones agrícolas que debie-ron de tener lugar al final del Mundo Antiguo.La dispersión y reducción espacial de los asen-tamientos debe ser paralela a la pérdida de lasvías de comunicación marítimas y a la reduc-ción del tráfico comercial. Algunos yacimientosque no parecen estar relacionados directamen-te con la agricultura, como el de La Rijana, cesóde funcionar en esas fechas.

La línea costera se revitalizó a partir delsiglo X y durante todo el período medievaltuvo importancia. Las fuentes escritas de épocacastellana muestran una ocupación de formamás o menos clara, que se ve reforzada por losdatos arqueológicos. Al caso de la alquería deJate hay que añadir el de La Rijana y el deCautor, que se citan como pesquerías pocodespués de la conquista castellana. Tenían, sinembargo, espacios cultivados y áreas de rega-dío (MALPICA 1991a). Pero ya en el sigo XVIúnicamente aparecen alquerías interiores y lasciudades de la costa, porque la línea marítimaestá despoblada y ocupada militarmente.

BIBLIOGRAFÍA

ACIÉN, M. (1989): “Poblamiento y fortificación en el surde Al-Andalus. La formación de un país de HuSun”. IIICongreso de Arqueología Medieval Española. Oviedo,1989, pp. 135-150

ACIÉN, M. (1992): “Sobre la función de los huSun en elSur de al-Andalus. La fortificación en el Califato”.Coloquio Hispano-Italiano de Arqueología medieval.Granada, pp. 263-274

56

Page 33: Arqueología de los paisajes medievales granadinos: medio físico … · 2009. 4. 23. · fiesto uno de sus principales estudiosos españo-les (GONZÁLEZ BERNÁLDEZ 1981), en él

ACIÉN, M. (1994): Entre el feudalismo y el Islam. cUmar ibn

HafSun en los historiadores, las fuentes y en la Historia. Jaén.

ACIÉN, M. (en prensa): “Los †ugur del reino nazarí. Ensayode identificación”. Castrum 5 . Murcia 1992.

AGOSTINO, B. De (1992): “Introduzione”, en BERNARDI,M. (edit.): Archeologia del Paesaggio. Florencia, vol. 1, pp. 17-21.

Al-MAQQARI (1988): Nafh al-Tib, II, p. 65-66. Traduc. MªJesús RUBIERA: La arquitectura en la literatura árabe. Datospara una estética del placer. Madrid.

ARTEAGA, O. (1990): “La transformación del medioambiente costero de Salobreña (Granada). Causasnaturales e históricas”. Ciclo de conferencias pronuncia-das con motivo del V Centenario de la incorporación deSalobreña a la Corona de Casti l la (1489-1989) .Salobreña, pp. 55-83.

BARCELÓ, M. (1984): Sobre Mayurqa. Palma de Mallorca.

BARCELÓ, M. (1988): “Vísperas de feudales. La sociedadde Sharq al-Andalus justo antes de la conquista catalana”, enMAILLO SALGADO, F. (edit.): España, Al-Andalus, Sefarad:Síntesis y nuevas perspectivas. Salamanca, pp. 99-112.

BARCELÓ, M. (1988): “La arqueología extensiva y el estu-dio de la creación del espacio rural”, en Miquel BARCELÓ yotros: Arqueología medieval. En las afueras del medievalismo,Barcelona, pp. 251-255.

BARCELÓ, M. (1989): “El diseño de los espacios irriga-dos en al-Andalus: un enunciado de principios genera-les”. I Coloquio de Historia y medio físico. El agua en zonasáridas: Arqueología e Historia. Almería, vol. I, pp. XV-L.

BARCELÓ, M. [y otros] (1995): El agua que no duerme.Fundamentos de Arqueología hidráulica andalusí. Granada.

BARCELÓ, M. (en prensa): “De la congruencia y lahomogeneidad de los espacios hidráulicos en al-Andalus”,en El agua en la agricultura de al-Andalus. Granada.

BARKER, G. (1986): “L’archeologia del paesaggio italiano:nuovi orientamenti e recenti esperienze”. ArcheologiaMedievale, XIII, pp. 7-30.

BARKER, G. (1988): “Problemi metodologici nelle ricogni-zioni sul campo nell’area mediterranea”, en GhislaineNOYÉ (edit.): Structures de l’habitat et occupation du soldans les pays méditerranéens: l’apport de l’Archéologieextensive. Roma-Madrid, pp. 137-145.

BARSANTI, G. (1979): Dalla storia naturale alla storia dellanatura. Saggio su Lamarck. Milán.

BENECHERIFA, M. (1986): “Almuñécar en época islámi-ca”. Almuñécar. Arqueología e Historia, III, pp. 203-270.

BERTRAND, M. (1990): “Trogloditismo artificial yestructuras medievales de poblamiento de la Hoya deGuadix. Estudios comparativos con otras zonas deAndalucía Oriental“. Anuario Arqueológico de Andalucía.1987. Sevilla, II, pp. 200-206.

BINFORD, L. (1988): En busca del pasado. Barcelona.

CARANDINI, A. (1984): Arqueología y cultura material.Barcelona

CRESSIER, P. (1984): “Le château et la division territorialedans l’Alpujarra médievale: du hisn à la taca. Mélanges de laCasa de Velázquez, XX.

GARCÍA GÓMEZ, E. (1967): El califato de Córdoba en el«Muqtabis» de Ibn Hayyan. Anales palatinos del califa al-Hakam II por cIsà b. Ahmad al-Razi (360/971-364/975),Madrid.

GÓMEZ BECERRA, A. (1992): El Maraute (Motril). Un asen-tamiento medieval en la costa de Granada. Motril.

GÓMEZ BECERRA, A. (en prensa): “Almuñécar en elmarco de la transición de la Antigüedad tardía al mundomedieval”.

GÓMEZ BECERRA, A. y MALPICA, A. (1992): “El pobla-miento medieval en la costa oriental granadina”. III Congresode Arqueología Medieval Española, (Oviedo, 1989), Oviedo t.II, pp. 313-319.

GONZÁLEZ BERNÁLDEZ, F. (1981): Ecología y paisaje.Madrid.

GUICHARD, P. (1979): “Le problème de la sofra dans leroyaume de Valence au XIIIè siècle”. Awraq, II, pp. 64-71.

GUICHARD, P. (1986): “Perspectives de recherche sur latoponymie et la géographie historique d’ al-Andalus orien-tal”, en BAZZANA, A y POISSON, J. M. (edits.): Histoireet archéologie de l’habitat médiéval. Lyon, pp. 185-190.

GURAIEB, J.E. (1960): “Traducción de al-Muqtabas III”.Cuadernos de Historia de España, XXXI-XXXII.

HENSEL, W. (1986): “Archeologia. Contenuto e ambito”,en DONATO, G. y otros: Teoria e pratica della ricercaarcheologica. I. Premesse metodologiche. Turín, pp. 19-31.

HODDER I. (1988): Interpretación en Arqueología.Corrientes actuales. Barcelona.

HODDER, I. y ORTON, C. (1990): Análisis espacial enArqueología. Barcelona. Es traducción de la obra publicada en1975.

HOFFMAN, G. (1988): Holozänstratigraphie undKüstenlinienver Iagerung an der Andalusische MittelmeerKüste,Bremen.

HUMBERT, A. (1988): “Sites et milieu naturel”, en NOYÉ,G. (edit.): Structures de l’habitat et occupation du sol dans lespays méditerranéens: l’apport de l’Archéologie extensive. Roma-Madrid, pp. 297-300.

IBN HAYYAN (1981): Crónica del califa cAbdarrahman III an-NaSir entre los años 912 y 942 (al-Muqtabis V). Traduc. MªJesús VIGUERA y Federico CORRIENTE. Zaragoza.

IBN cIDARI (1901-1904): Histoire de l’Afrique et del’Espagne intituleé “al-Bayano’l-Mogrib”. Trad. par E. FAG-NAN, vol. II, Argel.

57

Page 34: Arqueología de los paisajes medievales granadinos: medio físico … · 2009. 4. 23. · fiesto uno de sus principales estudiosos españo-les (GONZÁLEZ BERNÁLDEZ 1981), en él

IDRISI (1864-1866): Nuzhat al-mustaq. Edic. y traduc. R.DOZY y M. J. de GOEJE: Description de l’Afrique et del’Espagne. Leyden.

KLEJN, L. S.: “To separate a centaur: on the relationship ofarchaeology and history in Soviet tradition”. Antiquity (67),255, pp. 339-348.

KULA, W. (1973): Problemas y métodos de Historia económi-ca. Barcelona, p. 521.

LEVI-PROVENÇAL, E. y GARCÍA GÓMEZ, E. (1950): Unacrónica anónima de cAbd al-Rahman III an-NaSir. Edición, tra-ducción, notas e índices. Madrid-Granada.

LEVI-PROVENÇAL, E. y GARCIA GOMEZ, E. (1980): ElSiglo XI en 1ª persona. Las «Memorias» de cAbd Allah(Traduc.) Madrid.

MALPICA, A. (1981): “Las salinas de Motril. (Aportaciónal estudio de la economía salinera del reino de Granada araíz de su conquista), Baetica, 4, pp. 147-165.

MALPICA, A. (1982): “Musulmanes y cristianos en la tierrade Almuñécar: La alquería de Jate”. III Coloquio de HistoriaAndaluza. Jaén, pp. 99-120.

MALPICA, A. (1986a): “Castillos y sistemas defensivos enlas taca/s alpujarreñas de Sahil y Suhayl: un análisis histórico yarqueológico”. I Congreso de Arqueología Medieval, (Huesca,1985), Zaragoza, t. II, pp. 357-380.

MALPICA, A. (1986b): “Formas de poblamiento de losmudéjares granadinos en las tabas de los Céjeles”. Actas delIII Simposio internacional de mudejarismo, (Teruel, 1984).Teruel pp. 131-143.

MALPICA, A. (1990): “Salobreña de la época medieval a lamoderna”, en Ciclo de Conferencias pronunciadas con motivodel V Centenario de la Incorporación de Salobreña a la Coronade Castilla, pp. 99-129.

MALPICA, A. (1991a): “El territorio de la costa oriental deGranada en época nazarí a la luz de un testimonio castellanode mediados del siglo XVI”. Chronica Nova, 19, pp. 433-462.

MALPICA, A. (1991b): “Medio natural y paisajes rurales enSierra Lújar a finales de la Edad Media”, Revista del Centrode Estudios Históricos de Granada y su Reino, 5, pp. 71-88.

MALPICA, A. (1992): “Historia, arqueología y paisaje en lacosta de Granada”. I Coloquio Hispano-Italiano de ArqueologíaMedieval. Granada, pp. 275-289.

MALPICA, A. (1993): “Historia y Arqueología medievales:un debate que continúa”, en MONTANARI, M. y otros:Problemas actuales de la Historia. Terceras Jornadas deEstudios Históricos. Salamanca, pp. 29-47.

MALPICA, A. (1995): “Ensayo introductorio” al libro deGUICHARD, P.: Al-Andalus. Estructura antropológica de unasociedad islámica en Occidente. Granada (reedición del origi-nal de Barcelona, 1976).

MALPICA, A. y GÓMEZ BECERRA, A. (1989): “La forma-ción de un territorio fronterizo medieval: La costa granadinade la época musulmana a la conquista castellana”. Fronteras.Arqueología Espacial 13, Teruel, pp. 252-255.

MALPICA, A. y GÓMEZ BECERRA, A. (1991): Una Calaque llaman la Rijana. Arqueología y Paisaje. Granada.

MALPICA, A. y GÓMEZ BECERRA, A. (en prensa):“Donde nunca antes había entrado un ejército... El pobla-miento de la costa de Granada en el marco de la formacióndel Estado islámico”, II Encuentros de Madinat al-Zahra' ,(Córdoba 1991).

PESEZ, J. M. (1988): “Introduction”, en NOYÉ, G. (edit.):Structures de l’habitat et occupation du sol dans les pays médi-terranéens: l’apport de l’Archéologie extensive. Roma-Madrid,pp. 129-135.

SALVATIERRA, V. (1990): Cien años de arqueología medie-val. Perspectivas desde la periferia: Jaén. Granada.

SÁNCHEZ MARTÍNEZ, M. (1976): “La cora de Ilbira(Granada y Almería en los siglos X y XI, según al-cUdri(1003-1085)”. Cuadernos de Historia del Islam, 7 (1975-1976), pp. 5-82.

TRILLO, C. (1992): La Alpujarra. Historia, Arqueología yPaisaje. Análisis de un territorio en época medieval. Granada.

TRILLO, C. (1994): La Alpujarra antes y después de la con-quista castellana. Granada,

TRILLO, C. (en prensa 1): “Las especies vegetales en elreino de Granada al final de la Edad Media, según el vocabu-lario de Pedro de Alcalá (siglos XV-XVI)”. Formas de habitare alimentação no Sul da Peninsula Iberica na Idade Media.Mértola, 1993 (en prensa).

TRILLO, C. (en prensa 2): “La vegetación en el reino deGranada en el tránsito de la época medieval a la moderna,según el vocabulario del Padre Guadix”. Coloquio internacio-nal: Transformaciones agrarias y cultura material en AndalucíaOriental y Norte de Marruecos. Granada, 1994 (en prensa).

TRILLO, C. (en prensa 3): “El agua y el paisaje rural en laAlpujarra en época nazarí”. Coloquio “El agua: mitos, ritos yrealidades”. Granada, 1992.

WICKHAM, Ch. (1988): “L’Italia e l’alto Medioevo”.Archeologia Medievale XV, pp. 105-124.

58

Page 35: Arqueología de los paisajes medievales granadinos: medio físico … · 2009. 4. 23. · fiesto uno de sus principales estudiosos españo-les (GONZÁLEZ BERNÁLDEZ 1981), en él

59

1

2

3 4

1. Yacimiento altomedieval de Moscaril.2. Yacimiento altomedieval de Pico Águila3. Castillo de Olías.4. Alberca del Castillo de Olías

Page 36: Arqueología de los paisajes medievales granadinos: medio físico … · 2009. 4. 23. · fiesto uno de sus principales estudiosos españo-les (GONZÁLEZ BERNÁLDEZ 1981), en él

60

5

6

7

Page 37: Arqueología de los paisajes medievales granadinos: medio físico … · 2009. 4. 23. · fiesto uno de sus principales estudiosos españo-les (GONZÁLEZ BERNÁLDEZ 1981), en él

61

8

5. Castillo de Juliana6. Cala de la Rijana7. Cala de la Rijana. Sector N de la plataforma8. Castillejo de los Guájares

Page 38: Arqueología de los paisajes medievales granadinos: medio físico … · 2009. 4. 23. · fiesto uno de sus principales estudiosos españo-les (GONZÁLEZ BERNÁLDEZ 1981), en él

62

600

600

600

600

400

400

400

400

200

800

800

800

800

800

1000

1000

1000

1000

1200

1200

1200

1200

1400

1400

1600

1600

180020

00

2600 1- Ja

te.

2- Ja

te.

3- M

osca

ril.

4- T

urril

las.

5- C

ázul

as.

6- L

ente

gí.

7- O

tívar

. 8-

Jete

. 9-

Bud

íjar.

10-

Itra

bo.

11- A

lmuñ

ecar

. 12

- Alm

uñec

ar.

13- G

uája

r Alto

. 14

- Cas

tille

jo d

e lo

s G

uája

res.

15-

Guá

jar F

arag

üit.

16-

Guá

jar F

ondó

n. 1

7- L

a Be

rnar

dilla

. 18

- Vél

ez B

enau

dalla

. 19

- Vél

ez B

enau

dalla

. 20

- Mol

víza

r. 2

1- L

obre

s. 2

2- P

atau

ra.

23- S

alob

reña

. 23

- Sal

obre

ña.

25- M

otril

. 26

- Lúj

ar.

27- L

újar

. 28

- Gua

lchos

. 29

- Jol

úcar

. 30

- La

Rija

na.

31- O

lías.

32-

Olía

s. 3

3- F

rege

nite

. 34

- Alcá

zar.

35-

Alfa

z.

36- B

ergí

s. 3

7- U

brite

. 38

- Rub

ite.

39- C

aste

ll de

Fer

ro.

40- J

ayen

a. 4

1- A

lmeg

íjar.

42-

Tor

vizc

ón.

43- P

olop

os.

44- S

orvi

lán.

45

- Ram

bla

del V

alen

ciano

. 46

- Bor

dom

arel

a. 4

7- A

lbuñ

ol.

48- J

ulia

na.

49- J

orai

ráta

r. 50

- Mec

ina

tede

l. 5

1- M

urta

s.

52- C

ojáy

ar.

53- P

ino.

54-

Dét

iar.

1

2

3

45

6

7

89 10

11 12

13

1415

1617

18

19

20

21

2223

2425

30

39

402928

2627

31

32

33 3837

34 35 36

4344

4546

47

42

4148

49 52

50 5153

54

SI

ER

RA

NE

VA

DA Sª

.de

laC

ON

TR

AV

IESA

Sª.

de

JAR

Sª.

delo

sG

JAR

ES

V a l le

de

LEC

R ÍN

R.Jate

R.Verde

R.Guadalfe

o

R.

Ad r a

Cas

tillo

A

lque

ría

Mad

ina

010

00 m

.

MA

RM

ED

IT

ER

NE

O

Map

a. L

a co

sta

gran

adin

a a

fines

de

la E

dad

Med

ia