Arqueología en Camagüeyarqueologiacubana.online/document/lfunes.pdf · nacieron en la India. Se...

116
Camagüey en la arqueología aborigen de Cuba Documento descargado de Cuba Arqueológica www.cubaarqueologica.org

Transcript of Arqueología en Camagüeyarqueologiacubana.online/document/lfunes.pdf · nacieron en la India. Se...

  • Camagüey en la arqueología aborigen de Cuba

    Documento descargado de Cuba Arqueológica www.cubaarqueologica.org

  • Documento descargado de Cuba Arqueológica www.cubaarqueologica.org

  • Camagüey en la arqueología aborigen de Cuba

    Roberto Funes Funes

    Editorial Ácana Camagüey, 2005

    Colección Suma y reflejo

    Documento descargado de Cuba Arqueológica www.cubaarqueologica.org

  • Edición y redacción: Olga Romero Mestas Diseño: Luis Omar Álvarez Díaz Ilustraciones de cubierta e interiores: Reproducciones de pictografías

    aborígenes, realizadas por el autor. Impresión: Dilian López Rodríguez Encuadernación: Maryoli Soriano © Roberto Funes Funes, 2005. © Sobre la presente edición: Editorial Ácana, 2005. ISBN 959-267-125-7 Editorial Ácana. República No. 300 e / San Esteban y Magdalena. Camagüey 1. C. P. 70100. Cuba. Email: [email protected]

    Documento descargado de Cuba Arqueológica www.cubaarqueologica.org

  • Tengo el convencimiento de que será imperfecto y deficiente mi tra-bajo; pero me alienta la esperanza de que tal vez sirva de estímulo a escritores más ilustrados y competentes para acometer la ardua empresa de llevar a feliz término una “Historia de Puerto Príncipe” completa y acabada, que sea digna del corazón de Cuba.

    JUAN TORRES LASQUETI

    Documento descargado de Cuba Arqueológica www.cubaarqueologica.org

  • Documento descargado de Cuba Arqueológica www.cubaarqueologica.org

  • CONTENIDO

    Introducción / 9 Vocablos aborígenes por todas partes / 11 La arqueología aborigen de Cuba comenzó por Camagüey / 16 Las pinturas rupestres camagüeyanas que fueron conocidas antes que Altamira / 18 Cómo abordar la arqueología aborigen / 21 Las culturas aborígenes de Cuba y su presencia en Camagüey / 24 Los agroalfareros en Camagüey / 36 Arqueología de Cubitas / 39 Las pinturas rupestres en cuevas camagüeyanas / 49 Involución y evolución en el arte rupestre de algunas cuevas en la Sierra de Cubitas / 66 La filiación cultural de las pictografías / 68 Najasa y El Chorrillo: las “otras” pictografías / 71 De Camagüey y las Antillas al Caribe centro y suramericano / 73

    Documento descargado de Cuba Arqueológica www.cubaarqueologica.org

  • Documento descargado de Cuba Arqueológica www.cubaarqueologica.org

  • INTRODUCCIÓN

    E l llamado descubrimiento de América comenzó por un imprevisto. Tanto Colón como sus patrocinadores sabían que navegando hacia el poniente se llegaría al Asia y podrían así abrir una nueva ruta para el comercio de Europa.

    Pero el Gran Almirante tropezó con las inesperadas tierras de un hemisferio ignorado y desde la primera ojeada decretó que aquellas islas eran la antesala de las costas de la India.

    “Indios” fueron llamados desde ese día sus pobladores, y, aunque desde muy temprano todos se percataron del error, así quedó sedimentado en las conciencias y en los documentos oficiales.

    No hace falta contar que la conquista y la posterior coloni-zación fueron el mayor genocidio de que se tienen memoria, y que particularmente en Las Antillas tuvieron el carácter de exterminio casi total.

    Tras el humo de los incendios, los victimarios elaboraron “su” versión, muy en concordancia con la Santa Biblia, según la cual la historia solo podía conocerse a través de algunos docu-mentos escritos por seres sobrenaturales sin que —dogma por medio— pudiera explicarse el extraño capítulo del Génesis.

    Como consecuencia de esta mentalidad se ha dicho, por ejemplo, que “en Cuba la Historia comenzó con la llegada del primer hombre blanco, cuyos hechos registra”, por lo que “la vida humana en esta isla hasta ese momento no tiene cronolo-gía y, por ende, pertenece a la prehistoria”.1 1 Fernando Portuondo: Historia de Cuba, p. 1.

    Documento descargado de Cuba Arqueológica www.cubaarqueologica.org

  • Habría que agregar que “la prehistoria es el estudio de los restos de cuantas culturas y hombres existieron sin historia escrita”. 2

    Claro está que a la luz del pensamiento actual “establecer un corte de tal índole, basándose en que un pueblo tenga o no escritura para determinar si tiene o no historia es anticientífico e insostenible, sobre todo si existen hitos de mayor importan-cia que la escritura en el devenir histórico de la humanidad, como es el caso de la agricultura”.3

    ¿Cómo nombrar entonces con certeza, al menos en el Nue-vo Mundo, a la ciencia que estudia esta parte de la historia anterior a la escritura, por cierto la historia más antigua, la más extensa, la más difícil de conocer? Arqueología, sin dudas (archaios + logos = ciencia de lo antiguo).

    Pero no arqueología prehistórica, porque estaríamos ne-gando que la arqueología es un apartado de la historia que trata sobre el desarrollo de la sociedad humana como proceso único, regido por leyes, igual que la historia, utilizando como elemento central las evidencias materiales, las huellas del de-venir humano, extraídas de los más diversos contextos.4

    ¿Arqueología indocubana? Relativamente aceptable el término, aunque, al fin y al cabo, los hombres en estudio no nacieron en la India.

    Se han propuesto otros términos, como el de “arqueo-historia”, que no son más que la redundancia de dos conceptos que dicen lo mismo.

    En el caso americano, en general, incluido el de Cuba, lo más exacto es arqueología aborigen, si nos atenemos a que los diccionarios definen como aborigen al primitivo morador de un país o territorio.

    2 Martín Almagro: Introducción al estudio de la prehistoria y de la arqueolo-gía de campo, p. 1.

    3 José M. Guarch: “Los pictogramas cubanos como posible sistema ideográfi-co”, en Arqueología de Cuba. Métodos y sistemas, p. 13.

    4 V.: A. Mongait: La arqueología en la URSS.

    Documento descargado de Cuba Arqueológica www.cubaarqueologica.org

  • VOCABLOS ABORÍGENES POR TODAS PARTES

    L a más convincente prueba de que hubo una presencia prolongada —y aún más, permanente— de las comuni-dades aborígenes en el territorio cubano, la constituyen los topónimos que identifican a una considerable cantidad de lugares, vocablos cuya raíz pertenece por entero a las culturas precolombinas.

    Puede decirse que virtualmente salpican nuestra geografía, y es importante conocerlos si es que se pretende, aunque sea de modo somero, la localización de las zonas donde hubo asentamientos aborígenes.

    De hecho, los arqueólogos acuden a esa fuente, puesto que esos nombres están allí como regalando información sobre elementos relacionados con el pasado.

    El territorio camagüeyano tiene también esa característica. El nombre más notable de topónimo aborigen en esta parte

    del país es Camagüey. Durante la conquista, los españoles fundaron unas pocas villas con las que sentaron las bases para la colonización de Cuba. En algunos casos bautizaron dichos asentamientos con nombres que eran una curiosa mezcla de topónimos aborígenes y nombres del santoral católico. Nues-tra Señora de la Asunción de Baracoa, San Salvador de Baya-mo y San Cristóbal de La Habana son, apenas, tres ejemplos ilustrativos. Pero en el territorio camagüeyano la villa funda-cional se llamó Santa María de Puerto Príncipe, quedando relegados los topónimos aborígenes de sus dos asentamientos posteriores: Caonao y Camagüey.

    Documento descargado de Cuba Arqueológica www.cubaarqueologica.org

  • 12

    Establecida definitivamente en el último sitio, ocurrió que la villa desde muy temprano empezó a ser llamada indistinta-mente —al menos en el habla popular— Puerto Príncipe o Camagüey, y sus pobladores eran lo mismo principeños que camagüeyanos. Finalmente, no solo por el uso sino también por un asunto de afianzamiento de la identidad nacional, ape-nas terminada la dominación colonial española, las autorida-des cubanas hicieron oficial y definitiva la denominación indígena, para identificar no solo a la provincia sino también a su capital, y así consta en la vigente división político-administrativa del país.

    De que camagüey es voz india no hay dudas.1 Así fue co-nocida desde las primeras exploraciones españolas de Cuba. Las leyendas, carentes de un soporte fiable de comprobación científica, refieren que Camagüey es el nombre del territorio que gobernaba un cacique llamado Camagüebax.

    Resulta oportuno detenernos un instante en este asunto, para hacer aclaraciones acerca de lo que, a nuestro juicio, es un error asentado, sedimentado, calcificado.

    Ninguno de los estudios fundamentales sobre las lenguas aruacas2 reconocen la terminación bax.

    Las lenguas aruacas son toda una familia lingüística que hablaron —y aún hablan— los aruacos, araguacos o arawacks, un conjunto de pueblos aborígenes que ocuparon gran parte de la América del Sur, cuyo origen estuvo en territorios que hoy son parte de Brasil y Venezuela, desde donde se extendieron por las Antillas incluyendo a Cuba.

    Lo más posible es que esa supuesta terminación bax sea, en realidad, bay, que en algunos dialectos aruacos significa “casa” o “lugar donde se vive” y de ahí la palabra bohío.3

    Si nos atenemos a que, por lo general, los topónimos alu-den a fenómenos o accidentes de la geografía, o a la flora y la fauna, y no al nombre transitorio o cambiante de un mortal, Camagüebay se acerca más a esas esencias conceptuales que caracterizan a los topónimos . 1 V.: Alfredo Zayas Alfonso: Lexicografía antillana. Diccionario de voces

    usadas por los aborígenes de las Antillas Mayores y algunas de las Menores y consideraciones acerca de su significado y de su formación.

    2 V.: Daniel Brinton: “The Arawack Language of Guiana in its Linguistic and Athnological Relations”, en Transactions of American Philosophical Society.

    3 Cf. H. Goeje: The Arawack Language of Guiana, p. 16.

    ROBERTO FUNES FUNES / Camagüey en la arqueología aborigen...__________

    Documento descargado de Cuba Arqueológica www.cubaarqueologica.org

  • 13

    Abundaba en estas tierras hasta entrado el siglo XX —ahora casi desaparecido— un arbusto conocido por los botánicos como Wallenia Laurifolia. Sw (Roig, 1928), y que comúnmente es conocido como camagua.

    Según nuestro criterio, Camagüebay debió señalar un lugar donde había camaguas. Camagüebay, el lugar; camagüey, el hombre que vivía allí, el habitante de un lugar donde había algo memorizable.

    De esta forma, si el hombre que vivía entre rocas o peñas era el ciboney4 (ciba + ey), bien puede entenderse que se le llame camagüey a quien vivió entre camaguas.

    Transitando por un territorio así, nada de extraño deberá tener que con solo “peinar” nuestras hojas cartográficas, en-contremos topónimos tales como Aguáiguano, Anacaona, Amaguaba, Anamá, Bainoa, Banao, Bayatabo, Biajaca, Bibija-gua, Bijabo, Cacahuabo (o Cacajuabo), Cacocum, Camabo, Canasí, Camaján, Caobabo, Caonao, Casimba, Caracamisa, Casabe, Ceiba, Corojo, Cuara, Cujaraya, Degamabo, Demaja-gua, Guaicanámar, Guáimaro, Guanabacoa, Guanábano, Gua-nayú, Guanausí, Guaney, Guano, Güije, Güira, Güirabo, Hati-bonico (o Jatibonico), Iguana, Imías, Itabo, Jagua, Jagüey, Jarico, Jaronú, Jatía, Jimaguayú, Jigüey, Juruquey, Jobabo, Macagua, Magarabomba, Maguey, Maguana, Maguarana, Maisí, Manacas, Maraguán, Mayanabo, Najasa, Nigua, Saimí, Sao, Saramaguacán, Sibanicú, Tibisial, Tanaguaro, Tínima, Tuabaquey, Urabo, Yaguabo, Yaguajay, Yamaquey, Yáqui-mo, Yaya, Yuraguana y otros tantísimos.

    Unos topónimos identifican a sitios por su vegetación: Bijabo, de bija; Jobabo, de Jobo; Caobabo, de caoba. Otros a la fauna: Jicotea, Bibijagua, Iguana, Biajaca, Nigua. Algunos denominan corrientes fluviales: Tínima, Caonao, Saramagua-cán, y están, además, los que sitúan a antiguos cacicazgos: Camagüey, Guáimaro, Sibanicú.

    Por cierto que en relación con estos importantes cacicazgos estos, hay también sus considerables inexactitudes.

    El Mapa de los cacicazgos de Cuba (también conocido como División territorial de Cuba antes de la ocupación por Veláz-quez), confeccionado en 1851 por don José María de la Torre,5 muestra al territorio cubano dividido en 29 cacicazgos, algunos 4 Posteriormente llamado siboney, con “s” inicial. 5 V.: Irving Rouse: “Arqueology of the Maniabon Hills, Cuba”, Yale Univer-

    sity Publications in Antropology, (26):32, 1942.

    ______________________________________________VOCABLOS ABORÍGENES...

    Documento descargado de Cuba Arqueológica www.cubaarqueologica.org

  • 14

    de muy considerables dimensiones, como el de Camagüey, incluso mayor que la actual provincia.

    Pero en realidad no hubo cacicazgos así, porque la sociedad aborigen más avanzada no pasó de pequeñas aldeas. El único lugar en todas las Antillas donde “empezaron a generarse algu-nas estructuras en las que podría parecer que una autoridad ejer-ció poder sobre las aldeas vecinas” fue en la zona oriental de La Española. Aun así esto tuvo un sentido que no excluía la inde-pendencia de lo que ahora podríamos llamar “aldeas asociadas” y que estaba muy lejos de las llamadas confederaciones que llegaron a alcanzar otras culturas precolombinas suramerica-nas.6 En el caso de Cuba, donde la sociedad aborigen debió tener un desarrollo menor que en La Española, hablar de estruc-turas tribales amplias es algo sencillamente absurdo.7

    Volviendo a los topónimos, su identificación cultural es también un importante aspecto a tomar en consideración, por-que no es lo mismo una voz taína como Tínima que la voz ciboney Manaca. Se trata, correspondientemente, de un río en el centro de nuestra geografía (en áreas que estuvieron habita-das por taínos), y una fangosa ensenada de la costa sur (donde habitaron los ciboneyes). O sea, que están ubicados donde corresponden las culturas de cada territorio. Esto se puede aplicar a todo el mapa cubano: Maisí es voz taína y es el nom-bre geográfico del extremo oriental de la isla; mientras que Guaniguanico es ciboney y denomina una cordillera en Pinar del Río.

    6 V.: Roberto Cassá: Los taínos de La Española, p. 123. 7 V.: Ernesto Tabío Palma: “Posibles factores ambientales que limitaron la

    ocupación general de Cuba por los aborígenes agroalfareros”, en Arqueo-logía. Agricultura aborigen antillana, p. 111.

    ROBERTO FUNES FUNES / Camagüey en la arqueología aborigen...__________

    Documento descargado de Cuba Arqueológica www.cubaarqueologica.org

  • LA ARQUEOLOGÍA ABORIGEN DE CUBA COMENZÓ POR CAMAGÜEY

    H acía cuatro años que a don Miguel Rodríguez Ferrer le rondaba la idea de ir a Puerto Príncipe para pedirle al hacendado Francisco Agramonte que lo llevara al estero de los Caneyes, pero por su trabajo como catedrático de Geografía tuvo que posponer el viaje hasta 1847.

    Todo comenzó cuando en 1843 leyó un artículo que refería el hallazgo de “restos humanos fósiles” por el señor Agramonte en ese lugar.1 Los detalles sobre el encuentro entre ambos se ignoran. A lo mejor se fueron juntos al recóndito sitio; pero lo esencial es que el profesor exploró el área y, excavando en otro punto relativamente cercano, el estero de Remate, halló una mandíbula humana que luego envió a Madrid para que la exa-minaran los estudiosos del Museo de Historia Natural.

    El sitio donde trabajó Rodríguez Ferrer no estaba en lo que propiamente puede llamarse tierra firme, sino en una isle-ta o cayo en las cercanías de Santa María de Casimbas, “a unos tres cuartos de legua del puerto de Remate, cerca de la desembocadura de un río llamado Rioja”.2 El interior del este-ro de Remate se caracteriza por niveles de fondo muy poco profundos. El acceso a algunas de las ocho isletas de dicho estero depende, en buena medida, del nivel de la marea, de manera que bien puede llegarse hasta ellas a pie —siempre con menos de medio metro de agua— durante la bajamar, 1 Memorias de la Real Sociedad Patriótica de La Habana: “Esqueletos huma-

    nos fósiles en Puerto Príncipe”, p. 457. 2 V.: Mark R. Harrington: “Cuba Before Columbus”, Indian Notes and

    Monographs.

    Documento descargado de Cuba Arqueológica www.cubaarqueologica.org

  • 16

    teniéndose como única dificultad el cenagal predominante en toda la zona.

    Allí el explorador español encontró lo que, según las descripciones, parecen restos de un montículo, cuya super-ficie estaba formada por una costra de arena y conchas con dispersos restos óseos, al parecer humanos. Como la excavación se hacía difícil por la infiltración marina, se contentó con llevarse un gran pedazo de conglomera-

    do. En un posterior examen del material, logró obtener “una mandíbula aparentemente humana y en estado de también aparente fosilización”.3

    El dictamen de la investigación multidisciplinaria realizada en Madrid concluyó en 1850 con un resultado parco pero pre-ciso: la pieza era efectivamente humana, estaba completamen-te fosilizada y databa de una remota antigüedad no precisable, por lo que la calificaron de “precolombina”. Constituyó “el primer hallazgo registrado en Cuba de restos humanos de sus primitivos habitantes”.4 Es preciso insistir en el término regis-trado, porque aunque entonces eran frecuentes los hallazgos de huesos y otras “cosas de los indios”, nunca antes hubo reporte, ni publicación, ni ubicación del sitio y, muchísimo menos, en-vío de muestras ante especialistas de un centro científico.

    Por ello es posible afirmar que con esos trabajos de Miguel Rodríguez Ferrer en el sur camagüeyano “se inició la arqueolo-gía aborigen de Cuba”.5 Se trata de un acontecimiento sin dudas importantísimo para la historia de las ciencias en Cuba y muy particularmente de la arqueología. Aun así, no nos parece que exageramos si afirmamos que la tal trascendencia va más allá del ámbito cubano. Basta para ello solo comparar fechas: los veinte años de diferencia que hay entre 1843 y 1863.

    La mayoría de las fuentes bibliográficas que se refieren al surgimiento de la arqueología coinciden —como un coro 3 Ernesto Tabío Palma: “La prehistoria”, Cien años de lucha, cien años de

    ciencia, p. 4. 4 V.: Mark R. Harrington: ob. cit. [El subrayado es de R. F. F. (Nota del editor)] 5 Ramón Dacal Moure y Manuel Rivero de la Calle: Arqueología aborigen de

    Cuba, p. 30.

    ROBERTO FUNES FUNES / Camagüey en la arqueología aborigen...__________

    Documento descargado de Cuba Arqueológica www.cubaarqueologica.org

  • 17

    griego— en que el suceso que rompió con la tradición pura-mente coleccionista imperante y abrió el camino de esta nueva ciencia fue la labor realizada por el francés Jacques Boucher de Perthes en 1863, cerca de París, y su hallazgo de una pieza ósea humana fosilizada que ha pasado a la historia como “mandíbula de Moulin Quignon”.

    Lo cierto es que en 1843, en un perdido punto costero del sur camagüeyano, se hallaron restos humanos y el hecho se publicó con su correspondiente ubicación geográfica y, como consecuencia de la divulgación del hallazgo, cuatro años más tarde, en 1847, Rodríguez Ferrer reportó otra pieza antiquísi-ma y curiosa, casualmente también una mandíbula.

    El hallazgo de 1843 se publicó en una revista cubana que circulaba en todos los dominios españoles (el tomo XVII de las Memorias de la Real Sociedad Patriótica de La Habana), y los resultados de Rodríguez Ferrer en Madrid, en 1876.6

    De manera que en Europa pudieron ser conocidos estos reportes oportunamente por los círculos científicos interesa-dos. Y si se ha hecho absoluto silencio al respecto para solo reconocer al Moulin Quignon, tiene que ser porque aconteció en una de las grandes naciones del selecto grupo de las metró-polis colonialistas de Europa y no en una colonia americana de España.

    6 V.: Miguel Rodríguez Ferrer: Naturaleza y civilización de la grandiosa Isla de Cuba.

    __________________________________LA ARQUEOLOGÍA ABORIGEN DE CUBA...

    Documento descargado de Cuba Arqueológica www.cubaarqueologica.org

  • LAS PINTURAS RUPESTRES CAMAGÜEYANAS QUE FUERON CONOCIDAS ANTES QUE ALTAMIRA

    U na considerable proporción de la literatura especiali-zada sobre arqueología —y específicamente la que trata sobre el arte de las comunidades primitivas— coincide en que “Altamira fue el primer paso firme en la bús-queda del espíritu artístico de nuestros antepasados”.1

    Altamira es una zona de la región de Cantabria, en España, donde en 1878 se efectuó un importante hallazgo de pinturas parietales en el interior de una cueva. Eran dibujos que repre-sentaban a “bisontes, animales de climas fríos que hacía miles de años que habían desaparecido de la geografía peninsular”.2

    Cuando aquello se divulgó, un obstáculo que parecía insal-vable se le opuso: el Comité de Estudios para la Historia del Hombre, con sede en Francia, desaprobó toda teoría que pre-sentara a unos antepasados menos salvajes y más artistas de lo admitido. Esa censura sepultó en el olvido el descubrimiento durante diecinueve años.

    Aun transcurrido ese tiempo, cuando en 1897 fueron halla-das pictografías y petroglifos con trazos similares en la cueva francesa de La Mouthe, la Asociación por el Desarrollo de las Ciencias acusó a los sustentadores de la teoría sobre el arte de los hombres primitivos, de “comprometer el prestigio de la Antropología Histórica”.3

    Marsoulas en 1897, y Cambarelles, en 1901, demostraron definitivamente lo planteado, y la confirmación vino después, 1 V.: A. Padilla Bolívar: Atlas de Arqueología. 2 V.: M. Fernández Miranda: La cueva de Altamira. 3 A. Padilla: ob. cit.

    Documento descargado de Cuba Arqueológica www.cubaarqueologica.org

  • 19

    entre 1908 y 1927, con dibujos hechos como por una misma mano en Cogul, Tuc'd Audoubert, Isturitz, Valltorta, Pech Merlé, Roc de Sers y, finalmente, en 1940, Lascaux.

    En resumen, desde 1878 hasta, por lo menos, 1901 —veintitrés años de diferencia—, nadie en el mundo europeo le dio crédito a aquellos hallazgos.

    “Las dudas referentes a la autenticidad de las figuras en-contradas en las cuevas se disiparon definitivamente en 1912 cuando H. Bégouen descubrió la cueva de Tuc'd Audoubert en los Pirineos franceses. En esta, el acceso a los bisontes repre-sentados en una pared estaba obstruido por una capa de esta-lactitas cuya edad superaba los 10 000 años”.4

    Nada se dice, sin embargo, de que en 1839, en el tomo IX de las Memorias de la Real Sociedad Patriótica de La Habana (publicación que, como hemos dicho anteriormente, circulaba en todos los dominios españoles) se incluyó un artículo en el que se hablaba de una cueva de la cordillera de Cubitas, al norte de la ciudad de Puerto Príncipe, conocida por el nombre de María Teresa, “Ñá” Teresa o “Señá” María Teresa, en cu-yas paredes “se advierte, a lo largo, una cenefa igual a las de algunas de nuestras habitaciones, lo que persuade de que no es obra de la naturaleza, y más si se atiende a la igualdad del dibujo, a la finura de los colores, a las proporciones, etcétera; [...] y se infiere que dicha cenefa es obra de los antiguos que tal vez vivieron o se alojaron por algún tiempo, porque no puede ser otra cosa”.5

    Tal fue la repercusión de aquella revelación que, desde Sevilla, la escritora Gertrudis Gómez de Avellaneda envió una carta a su natal Puerto Príncipe, para pedirle a su tío don Ma-nuel Arteaga lo que llamó “una noticia minuciosa y circuns-tanciada de Cubitas y sus cercanías”.6

    Luego La Avellaneda incluyó una descripción de la Cueva de María Teresa en el capítulo X de su novela Sab (terminada en 1841, aunque publicada años después). Allí se dice que “los naturales hacen notar [...] pinturas bizarras designadas con tintes de vivísimos e imborrables colores, que aseguran ser obra de los indios”.7 4 Vil Mirimánov: Breve historia del Arte. (Arte prehistórico y tradicional), p.

    301. 5 Memorias de la Real Sociedad Patriótica de La Habana: “Artículo adicional a

    los apuntes para la historia de Puerto Príncipe —Cubitas—”, p. 301. 6 Roberto Funes Funes: Monografía histórica sobre Cubitas, Camagüey, p. 306. 7 V.: Gertrudis Gómez de Avellaneda: Sab, cap. X.

    _____________________________ LAS PINTURAS RUPESTRES CAMAGÜEYANAS...

    Documento descargado de Cuba Arqueológica www.cubaarqueologica.org

  • 20

    Aun hay más: en 1844 una comisión de regidores del Ayuntamiento de Puerto Príncipe confeccionó unos “apuntes” destinados a ser incluidos en el capítulo correspondiente a esta región, en el Diccionario de la Isla de Cuba, de don Jacobo de la Pezuela y Lobo. Al comentar sobre las cavernas de Cubitas, indicaron que “son sorprendentes por su extensión [...] y por las precocidades que contienen, entre otras muchas, jeroglífi-cos de los indígenas”.8

    Tres años más tarde, en 1847, José Ramón Betancourt pu-blicó, en una obra suya titulada Prosa de mis versos, la reseña de una visita a Cubitas, y volvió a tratar sobre la Cueva de María Teresa, donde hay, según dice, “signos rojos, hechos al parecer con almagre o tierra bermeja, suponiéndose que fueran escrituras de los indios”.9

    Por mucho que se busque, no aparece bibliografía alguna con referencias sobre el arte de las comunidades primitivas que sean anteriores a estas cuatro a que nos hemos referido.

    Sin embargo, para quienes ya hemos leído cómo se ignoró el hallazgo del Caney de los Muertos por Francisco Agramon-te y los reportes de Miguel Rodríguez Ferrer en el estero de Remate, no habrá motivos para la extrañeza. Aquí también se omitió toda alusión a nuestra modesta cueva, reconocida en publicaciones con diecinueve años de antelación a lo de Alta-mira y, sin embargo, es del acontecimiento europeo del que se habla como “el primer paso en la búsqueda del espíritu artísti-co de los hombres primitivos”.

    8 José de la Cruz, Manuel Castellanos y Manuel de Jesús Arango: Apuntes para la historia de la Isla de Cuba correspondientes a la Siempre Fiel, Muy Noble, Muy Leal ciudad de Santa María de Puerto Príncipe, p. 5.

    9 V.: José R. Betancourt: “Una jira cubana”, Prosa de mis versos.

    ROBERTO FUNES FUNES / Camagüey en la arqueología aborigen...__________

    Documento descargado de Cuba Arqueológica www.cubaarqueologica.org

  • CÓMO ABORDAR LA ARQUEOLOGÍA ABORIGEN

    A unque el objetivo de la presente obra es brindar una pa-norámica del devenir de la arqueología aborigen en el territorio camagüeyano, no sería sensato aislar los hallaz-gos y estudios locales del contexto general al que pertenecen.

    Por otra parte, las múltiples denominaciones que han dado numerosos autores a las culturas precolombinas por ellos estu-diadas han creado un caos que resulta muchas veces insuperable para aquellos que no han seguido el hilo de las diversas investi-gaciones a través de períodos más o menos prolongados.

    Son estos dos aspectos particularmente importantes, puesto que de ellos depende la comprensión de todo el asunto. El primero, porque es vital comprender que al igual que el hom-bre asiático no entró a América de una sola vez, tampoco las Antillas fueron pobladas en una sola oleada, sino que los dife-rentes niveles de desarrollo económico, social y cultural fue-ron traídos paso a paso, en un proceso que duró milenios; de manera que hubo aquí pueblos que desaparecieron ante el em-puje de otras culturas más desarrolladas, y de las cuales no tuvieron conocimiento los conquistadores.

    El otro aspecto se refiere a la dificultad que representa para cualquier lector no relacionado directamente con el lenguaje o la terminología arqueológica, entender cuándo un guanajata-bey puede ser o no un ciboney, o cuándo un subtaíno puede o no equivaler a un taíno, según el autor que lo trate.

    Esto último es sumamente serio. Vale la pena que nos de-tengamos un instante en este punto para ganar en claridad.

    Documento descargado de Cuba Arqueológica www.cubaarqueologica.org

  • 22

    En contraposición, el doctor Ernesto Tabío Palma estableció un proyecto para una nueva periodización cultural de las comu-nidades precolombinas cubanas, basado fundamentalmente en el desarrollo evolutivo de la economía de cada cultura.

    Tabío fijó tres etapas para otros tantos niveles económico-culturales:

    1. Preagroalfareros, que incluye a todos los grupos aboríge-nes que no practicaban la agricultura ni utilizaban la cerámica, y cuya actividad fundamental era la caza menor, la recolección y la pesca.

    2. Protoagricultores, una etapa transicional entre los prea-groalfareros y los agroalfareros. Con sitios típicos de prea-groalfareros pero con alguna cerámica simple en pequeñas cantidades, y carencia de burén como índice negativo de la agricultura de la yuca.

    3. Agroalfareros: agricultores de tubérculos y granos, espe-cialmente de la yuca, que practicaban la recolección, la caza menor y la pesca; además de utilizar en grandes cantidades la cerámica, con una gran diversidad de formas y decoraciones,

    Grupo cultural Nombres equivalentes usados por los arqueólogos

    Guanajatabey (grupo no-ceramista)

    Ciboney, según Mark R. Harrington. Ciboney aspecto Guayabo Blanco, según Irving Rouse. Aunabey, según Fernando Ortiz. Complejo cultural I, según la Mesa Redonda de Arqueólogos del Caribe, 1950.

    Ciboney (grupo no-ceramista)

    Ciboney, según Mark R. Harrington. Ciboney aspecto Cayo Redondo, según Ir-ving Rouse. Guanahatabey, según Fernando Ortiz. Complejo cultural II, según la Mesa Redonda de Arqueólogos del Caribe, 1950.

    Taíno (grupo cera-mista)

    Taíno, según Mark R. Harrington. Taínos y subtaínos, con distintos aspectos culturales, según Irving Rouse. Siboneyes, pretaínos y taínos, según Fernando Ortiz. Complejo cultural III, según la Mesa Redonda de Arqueólogos del Caribe, 1950.

    ROBERTO FUNES FUNES / Camagüey en la arqueología aborigen...__________

    Documento descargado de Cuba Arqueológica www.cubaarqueologica.org

  • 23

    así como los burenes, indicador en este caso positivo de la agricultura de la yuca y de la fabricación de casabe.

    Cada una de las etapas se subdivide en fases: a. Temprana (la más antigua en el tiempo y en el nivel de

    desarrollo material). b. Media (su nombre lo explica todo). c. Tardía (la más reciente o cercana en el tiempo y con

    mayor nivel de desarrollo material). Uno de los parámetros con que Tabío dotó a su periodiza-

    ción fue la flexibilidad, para que pudiera ser utilizado durante algunos años, prestándose a mejoras graduales en el desarrollo de las investigaciones, con un sentido esencialmente dialéctico del carácter del trabajo científico.1

    1 V.: Ernesto Tabío Palma: “Reconstrucción del marco paleográfico en el 8000 AP”, Introducción a la Arqueología de Las Antillas, p. 61.

    _____________________________CÓMO ABORDAR LA ARQUEOLOGÍA ABORIGEN

    Documento descargado de Cuba Arqueológica www.cubaarqueologica.org

  • LAS CULTURAS ABORÍGENES DE CUBA Y SU PRESENCIA EN CAMAGÜEY

    L os resultados de las investigaciones realizadas en las últimas décadas han posibilitado transformaciones en los conceptos generales que se poseían acerca de las culturas aborígenes de Cuba.

    Ahora se tiene certeza de que, además de aquellos cibone-yes y taínos que muchas generaciones de cubanos conocieron, a través de los viejos libros de texto, hubo otras culturas, igno-radas por la sencilla razón de que ya no existían cuando ocu-rrió la conquista europea.

    Preagroalfareros

    El término preagroalfarero —ya lo hemos dicho— es un concepto que incluye a todos los grupos aborígenes que no practicaban la agricultura ni utilizaban la cerámica. De esta forma “igual es preagroalfarero el grupo que inhumó a sus muertos en un conchal del sur de Camagüey, como los que están asociados a las maravillosas pinturas rupestres de Punta del Este, en la Isla de la Juventud”.1

    Preagroalfareros arcaicos

    Entre 1939 y 1945, el doctor Antonio Núñez Jiménez halló e investigó en el área de Seboruco, cerca de Mayarí, un sitio donde había

    1 Ramón Dacal Moure y Manuel Rivero de la Calle: Arqueología aborigen de Cuba, p. 75.

    Documento descargado de Cuba Arqueológica www.cubaarqueologica.org

  • 25

    características que lo diferenciaban de todo lo anteriormente estudiado en Cuba.

    Es notablemente curioso que el ajuar de este sitio prea-groalfarero no es comparable al de ningún otro, sobre todo por la enigmática presencia de instrumentos muy grandes, tales como hachas líticas toscamente talladas —de hasta cincuenta centímetros y un peso considerable—, puntas, lascas, láminas y núcleos de piedra de diecisiete, veinte y veinticuatro centí-metros respectivamente.

    Esto ha hecho pensar a algunos, sin fundamento razonable o lógico de ninguna índole, que fueron concebidos para ser utilizados en la caza y captura de remedos de la megafauna pleistocénica, idea imposible si se tiene en cuenta que esas especies desaparecieron mucho antes de que se iniciara el más temprano de los poblamientos humanos de Las Antillas.

    De entonces a acá se han investigado sitios en cuevas, en abrigos rocosos y al aire libre, correspondientes a los asenta-mientos de esos primeros pobladores de Cuba.

    Las fechas obtenidas por carbono 14 y por el método del colágeno han dado antigüedades interesantes, que en un sitio de Levisa, cercano a Seboruco, se elevan hasta los 6 000 años.

    Hasta el presente no se han efectuado hallazgos de sitios arqueológicos correspondientes a este grupo cultural en el territorio de la actual provincia de Camagüey.

    Ofrecemos aquí la información no solamente por el hecho de tratarse del más antiguo (o temprano) de los conjuntos humanos de Cuba, sin cuya referencia carecería de un razona-ble inicio toda la historia arqueológica, sino, además, porque sus evidencias están en áreas de Holguín, Matanzas, La Haba-na, Pinar del Río y la Isla de la Juventud, por lo que la lógica aconseja no desechar la posibilidad potencial de que también

    las haya aquí.

    Cada día las investigaciones permiten que se contextualice la pre-sencia de estos hombres arcaicos, no solo en Cuba, sino también en las áreas caribeña y antillana, e incluso del istmo centroamericano.

    __________________________________LAS CULTURAS ABORÍGENES DE CUBA...

    Documento descargado de Cuba Arqueológica www.cubaarqueologica.org

  • 26

    Sitios con similares características han dado también parecidas antigüedades.

    Si en Cuba hay fechados de 6 000 años, en la costa atlántica de Nicaragua (sitio Punta del Mono) los hay de entre 7 000 y 9 000; en República Dominicana (sitio Mordán), 5 000; y en la isla de Trinidad (en el extremo oriental de las Antillas Me-nores), 7 000 años.

    Estos fechados permiten, aunque de una forma muy some-ra, establecer una cronología factible de entenderse como un trayecto por el arco antillano, partiendo los más tempranos desde la costa venezolana hasta La Española y Cuba, de mane-ra decreciente.

    De todas formas, su procedencia se desconoce, porque hace 6 000 años o más, nuestros mares circundantes tenían niveles de hasta veinte metros por debajo de los actuales, por lo que muchos bajos marinos y cayos que ahora están sumer-gidos, afloraban y podían ser utilizados como “puentes” natu-rales, aparte de la conocida capacidad que para la navegación tuvieron las comunidades primitivas.

    Los caminos, pues, podían ser varios: • Desde Suramérica a través del arco antillano. • Desde Centroamérica hasta Jamaica y Cuba. • Desde la península de la Florida, a través de Las Bahamas.2 No se han localizado sitios de culturas arqueológicas simi-

    lares en la Florida que confirmen esta última posibilidad. “A partir de la presencia del hombre en Seboruco, se pro-

    duce en nuestro país una larga etapa preagroalfarera y parece ser que se origina en nuestro territorio un desarrollo local al mismo tiempo que se reciben influencias de áreas exteriores”.3

    Preagroalfarero medio

    Por lo general, este ha sido identificado durante mucho tiempo como el ciboney aspecto Guayabo Blanco. Hasta el presente no se han localizado lugares de asentamiento suyos en el territorio camagüeyano. Su antigüedad máxima registrada es de unos 4 000 años y la distribución de sus sitios localizados hasta el presente abarca desde Pinar del Río y la Isla de la Juventud hasta el sur de Villa Clara. 2 V.: Ernesto Tabío Palma: “Reconstrucción del marco paleográfico en el

    8000 AP”, Introducción a la arqueología de Las Antillas, p. 19. 3 Ramón Dacal Moure y Manuel Rivero de la Calle: “Arqueología aborigen

    de Cuba”, p. 78.

    ROBERTO FUNES FUNES / Camagüey en la arqueología aborigen...__________

    Documento descargado de Cuba Arqueológica www.cubaarqueologica.org

  • 27

    Sus sitios son res iduar ios superficia-les de basu-ra arqueoló-gica que forman montículos ubicados indistintamente en áreas des-pejadas o junto a cuevas y abrigos rocosos. Sus utensilios es-tán hechos principalmente de conchas marinas, aunque tam-bién hay instrumental de piedra, representado en percutores y morteros; en todos los casos con muy poco desarrollo en la elaboración y aun menos en el acabado. Por los restos óseos encontrados se sabe que no practicaban la deformación artifi-cial de cráneos.

    Tanto el preagroalfarero temprano como el medio habían desaparecido en tanto culturas mucho antes de la llegada de los conquistadores españoles, y por eso en las referencias histó-ricas no hay constancia de ellos. Sin embargo, es de suponer que entre unos y otros debió haber momentos en el tiempo en que pudo haber una coexistencia, por lo que no es atinado verlos como “pisos” independientes de una secuencia casi inexorable.

    Si el agroalfarero temprano (arcaico) presenta fechados que van desde 6 000 años hasta 4 240, y el medio anda por los 4 000, es lógico admitir esa posibilidad.

    Los estudios modernos prueban que, en el caso del hombre del cuaternario europeo, el Neanderthal fue primero y el Cro-magnon después; pero ambos vivieron a lo largo de siglos de coexistencia y, salvando las diferencias, así tampoco pueden verse los diferentes estadíos del preagroalfarero cubano como aislados ni separados unos de otros.

    Preagroalfarero tardío

    Tardío, último, más reciente, son sinónimos para entender la situación diacrónica de esta fase cultural de los agroalfareros.

    Nuestro preagroalfarero tardío se corresponde —para no divorciarnos definitivamente la terminología tradicional— con el ciboney aspecto Cayo Redondo.

    Se trata de una cultura aborigen que sí fue reconocida por los conquistadores, por lo que aparte de lo logrado por la arqueolo-gía en lo concerniente a la reconstrucción de las condiciones de

    __________________________________LAS CULTURAS ABORÍGENES DE CUBA...

    Documento descargado de Cuba Arqueológica www.cubaarqueologica.org

  • 28

    vida, el instrumental de trabajo y otros muchos aspectos rela-cionados con la vida material y espiritual, se cuenta con la información que por vía directa legaron los cronistas de la conquista y la colonización.

    Está distribuido en casi todo el territorio nacional y, muy particularmente, muy bien representado en Camagüey.

    Como el preagroal-farero medio, que es su ante-cesor en la cronología, sus sitios son también residuarios de basura arqueológica, montículos situados en áreas despejadas y junto a cuevas o abrigos rocosos; pero pre-ferentemente en zonas costeras.

    Un muy alto índice de enterramientos secundarios eviden-ció prácticas funerarias colaterales y, en una buena medida, están acompañados por ofrendas funerarias.

    Excavaciones realizadas en montículos de preagroalfareros tardíos en el sur de Camagüey, revelaron desde hace mucho un carácter funerario que tiene una importancia especial para la arqueología. Están construidos por capas, lo que indica una intención, un interés cultural previamente establecido, compa-rable con “una costumbre de los pueblos prehistóricos del área del Mississippi y de la costa este del Golfo de México [relacionada con] la construcción de estos montículos que se llaman mount builders”.4

    Para que se entienda más claramente, expliquemos que un entierro secundario es un proceso de reordenamiento de los restos óseos luego de una exhumación, cuando ya no queda tejido muscular alguno.

    “Hay un hecho que consideramos de importancia y que se repite con muchísima frecuencia en los montículos Cayo Redon-do, muy especialmente en los del sur de Camagüey: nos referi-mos al crecido número de entierros colectivos que aparecen en cada unos de sus residuarios”.5 4 Ramón Dacal Moure y Manuel Rivero de la Calle: Arqueología Aborigen de

    Cuba, p. 78. 5 Ernesto Tabío Palma: Prehistoria de Cuba, p. 90.

    ROBERTO FUNES FUNES / Camagüey en la arqueología aborigen...__________

    Documento descargado de Cuba Arqueológica www.cubaarqueologica.org

  • 29

    El montículo Caney del Gato, al noroeste del embarcadero de Santa María, en la costa sur camagüeyana, es muy ilustrativo: allí trabajaron en 1942-43 los conocidos arqueólogos cubanos Felipe Pichardo Moya y Felipe Martínez Arango. Se trataba de un lometón relativamente pequeño en comparación con otros (veintitrés metros de diámetro y un metro sesenta de altura en el centro) donde hicieron una excavación en forma de zanja de un metro de ancho que cruzó el montículo de su-reste a noroeste. Recogieron “huesos correspondientes a once esqueletos enterrados [con la característica de que estaban] todos en decúbito supino y orientados con la cabeza al Este”.6

    En otros sitios como Playa del Mango, Manzanillo, provin-cia Granma, se encontraron entre treinta y cuarenta esqueletos humanos.

    Resulta interesante la labor —que calificamos como “de reordenamiento”— realizada sobre los huesos, para lograr con ellos determinadas posiciones: en el sitio Caney del Castillo, los arqueólogos camagüeyanos José Manuel Guarch Delmonte y Rodolfo Payarés Suárez exhumaron los restos de un aborigen con estas características: “Su posición apareció en decúbito supino, orientado aproximadamente de este a oeste, con la cabeza al occidente [...] el brazo derecho levantado y flexiona-do, con la mano a la altura de la cabeza y frente a la cara [presentando esa mano la cara palmar hacia arriba]. La mano izquierda sobre el pecho con el dedo pulgar debajo de la barbi-lla. El tórax ligeramente en escorzo hacia la derecha y algo más levantado, o sea, más próximo a la superficie [...] las piernas ligeramente flexionadas una sobre la otra [como en] posición fetal. El cráneo no presentaba deformación artificial y se ob-servaba en las piezas dentarias un marcado desgaste”.7

    Ampliando sobre este mismo caso, Ernesto Tabío detalla que “las ofrendas funerarias aparecían dispuestas en la si-guiente forma: la mitad de una bola de piedra o percutor de piedra se encontró muy próxima al cráneo, junto a la cara; un martillo triturador con cavidades por ambas caras apareció por el lado derecho del esqueleto, junto a la mano derecha; un colgante o pendiente de piedra fue hallado al centro de la parte 6 V.: Felipe Pichardo Moya: “Los caneyes del sur de Camagüey”, Revista de

    La Habana. 7 V.: José Manuel Guarch y Rodolfo Payarés S. “Consideraciones sobre la

    dinámica y desarrollo de los pictogramas cubanos”, Arqueología de Cuba, métodos y sistemas.

    __________________________________LAS CULTURAS ABORÍGENES DE CUBA...

    Documento descargado de Cuba Arqueológica www.cubaarqueologica.org

  • 30

    superior de la cavidad torácica; entre el maxilar inferior y el pendiente de piedra aparecieron 5 vértebras de pescado en forma de collar; sobre la parte ventral del esqueleto se encon-tró un apilamiento de doce conchas de molusco fluvial; entre el extremo inferior del brazo derecho y la parte inferior de la cavidad torácica apareció una gubia de concha y frente al ex-tremo del pie izquierdo apareció un conjunto muy apretado de treinta y nueve opérculos de molusco marino”.8

    En el litoral bajo y cenagoso de los municipios Santa Cruz del Sur, Vertientes y Florida, hay una franja virtualmente pla-gada de sitios pertenecientes a esta cultura.

    La antigüedad máxima para este grupo en Camagüey co-rresponde al sitio Victoria I, al sur de Florida, y es del orden de los 2 000 años, aunque en otras regiones del territorio na-cional los hay de hasta 4 000. Su instrumental está compuesto por muestras de la industria de la piedra tallada (cuchillos, ras-padores y buriles) y la concha (martillos, cucharas y, sobre to-do, gubias, el instrumento que distingue e identifica al grupo).

    Volviendo sobre el asunto de las prácticas funerarias, han aparecido además de todos los ya descritos, otros artefactos que al no presentar huellas de uso, se infiere que estuvieron relacionados con lo jerárquico o lo ceremonial, como es el caso de los gladiolitos y esferolitos, que son como dagas y bolas con un alto grado de elaboración, todos de piedra tallada y posteriormente pulida.

    El grupo preagroalfarero tardío fue conocido por los con-quistadores españoles, y hay un detalle poco manejado por la generalidad de los historiadores, aunque conocido desde las primeras referencias de los cronistas: individuos de esa cultura fueron sometidos por los agroalfareros para los trabajos más pesados y difíciles, sin que sea posible precisar si en condicio-nes de esclavitud,9 aunque tal estatus, como concepto, carece de sentido en sociedades no divididas en clases, sin propiedad pri-vada ni un consecuente desarrollo de las fuerzas productivas.

    Las Casas llamaba a los taínos “indios de la isla”, porque según vio, en el momento de la conquista eran la población mayoritaria. Pero también se percató de que “hay otros que se 8 Ernesto Tabío Palma: Prehistoria de Cuba, p. 68. 9 V.: Ramón Dacal Moure: “De los ciboneyes del padre Las Casas a los cibo-

    neyes de 1966”, Revista Universidad de La Habana, pp. 6-41.

    ROBERTO FUNES FUNES / Camagüey en la arqueología aborigen...__________

    Documento descargado de Cuba Arqueológica www.cubaarqueologica.org

  • 31

    llaman siboneyes, que los indios de la misma isla tiene por sirvientes” y precisaba que éstos últimos “son los naborías que figuran en las actas de repartimientos”.10

    Pero “los conquistadores españoles no distinguieron a los siboneyes sojuzgados por el taíno, sino por su condición social de servidores dentro de la comunidad taína. Y en sus censos y relaciones de aborígenes encomendados los llamaron indios naborías o, simplemente, naborías; mientras llamaban simple-mente indios o indios de la isla a los taínos. Pero sí distinguieron como otras gentes a los siboneyes que, aislados, conservaban sus costumbres peculiares, y los llamaron indios cayos o tam-bién indios de los Jardines, por las regiones —los cayos y ar-chipiélagos circundantes de Cuba— donde los encontraron”.11

    Protoagricultores

    Una muy especial significación tiene el sitio La Gloria, ubicado en el municipio Santa Cruz del Sur, a unos diez kiló-metros al norte de la línea costera, relativamente cerca del caserío de Loreto y del poblado de Macareño (94° N/ 32° W en la hoja cartográfica 4678 III. ICGC).

    Allí, en 1945, fueron localizados restos de una comunidad que se ajusta a la clasificación de los llamados protoagricultores.

    “En esta etapa transicional entre las etapas preagroalfareras y la agroalfarera, quedan enmarcadas algunas comunidades aborígenes cubanas que, con una ajuar típico preagroalfarero, presentan evidencias del uso de vasijas de cerámica, casi siempre simple y en escaso número, pero sin la presencia del burén, indicativo indirecto de la agricultura de la yuca”.12

    Además del ya referido sitio, se han localizado otros simi-lares en las provincias Guantánamo, Granma, Holguín, Matan-zas y Pinar del Río. También los hay en La Española.

    Refiriéndose a estos sitios dominicanos, hay una fuente que aclara cuestiones interesantes sobre estas comunidades tan enigmáticas: “[...] en un momento determinado, grupos reco-lectores (preagroalfareros) empezaron a recibir cerámica en intercambio, produciéndola luego. Si ello es así, como parece 10 Bartolomé de las Casas: Apologética historia de Las Indias, p. 105. 11 Felipe Pichardo Moya: Caverna, costa y meseta. Interpretaciones de ar-

    queología indocubana, p. 70. 12 Ernesto Tabío Palma: “Reconstrucción del marco paleográfico en el 8000

    AP”, Introducción a la Arqueología de Las Antillas, p. 64.

    __________________________________LAS CULTURAS ABORÍGENES DE CUBA...

    Documento descargado de Cuba Arqueológica www.cubaarqueologica.org

  • 32

    acontecer en Musiépedro, República Dominicana, y en las fases mayaríes de Cuba, estamos ante evidencias de transición bien claras. Creemos que los sitios Aguas Verdes y Canímar, en Cuba, lo mismo que El Caimito, en República Dominicana, podrían formar parte de un abanico transicional que estaba produciéndose en las dos grandes Antillas antes de nuestra era, y que continuó en Santo Domingo hasta posiblemente el siglo VI, y en Cuba hasta el siglo VIII o XI”.13

    Los más antiguos fechados obtenidos por radiocarbono para estos protoagricultores en Cuba datan de 1 020 años en el resi-duario de Mejías, en Mayarí, Holguín; y de dos sitios muy próximos entre sí, en Arroyo del Palo, también en Mayarí, con novecientos setenta y setecientos sesenta años respectivamente.

    Posteriormente se excavaron algunos sitios junto al río Canímar, en Matanzas, y en Aguas Verdes, en la misma pro-vincia, más “tempranos” que los de Mayarí, que parecen co-

    rresponder a una época más reciente, con mayor can-

    tidad y calidad de la cerámica.

    El sitio dominicano El

    Caimito es, por su fechado, el más antiguo complejo ceramista de las Antillas Mayores.

    El hecho de que hasta el presente no se haya encontrado en ninguno de esos sitios un solo fragmento de burén ha indu-cido a algunos especialistas a aplicar el término “protoa-gricultores” a quienes pudieron encontrarse en el momento inmediato anterior a la agricultura.

    Hay un criterio generalmente aceptado que plantea que se llega a la producción ceramista cuando las conquistas de la revo-lución agrícola permiten excedentes alimentarios que es preciso procesar en recipientes más adecuados que, por ejemplo, las grandes conchas.

    Hay quienes creen que los protoagricultores fueron simple-mente preagroalfareros tardíos que intercambiaron técnicas con agroalfareros muy tempranos, y sabemos que entre culturas de diferente nivel de desarrollo ocurrieron intercambios. Todo 13 V.: Marcio Veloz Maggiolo: Medio ambiente y adaptación humana en la

    prehistoria de Santo Domingo.

    ROBERTO FUNES FUNES / Camagüey en la arqueología aborigen...__________

    Documento descargado de Cuba Arqueológica www.cubaarqueologica.org

  • 33

    esto pudiera indicarnos “que estos indocubanos conocieron y utilizaron vasijas de barro en las últimas etapas de su desarro-llo cultural, bien porque aprendieron a hacerlas o porque las adquirieron por medio del intercambio de los primeros agroal-fareros llegados a Cuba por el siglo VIII de nuestra era”.14

    Sin embargo, la vía del intercambio habría producido entre los llamados protoagricultores un solo tipo de cerámica y no es eso lo que en realidad ocurre. En Canímar-Aguas Verdes hay evidencias menores en calidad y cantidad, mientras en Mejías-Arroyo del Palo todo es superior y se corresponde con la época más tardía de estos complejos culturales. En mi crite-rio, es un proceso transicional puro.

    De todas formas, la única afirmación que se puede asumir con certeza es que coexistieron con los más tardíos preagroalfa-reros y los más tempranos agroalfareros, y que vivieron entre los siglos IX y XI de nuestra era y, por ende, que no fueron conocidos por los hombres de la conquista.

    Aparte del sitio La Gloria, en la zona geográfica que po-dríamos llamar “llanuras bajas moderadamente diseccionadas”, hay otros residuarios aborígenes que parecen pertenecer a los protoagricultores.15

    Agroalfareros

    “En esta etapa están incluidas todas aquellas comunidades aborígenes cuyas evidencias indican que practicaban la agricul-tura de raíces, tubérculos y granos (pero fundamentalmente la de la yuca) y también practicaban la recolección de la pesca y la caza menor. Utilizaban con profundidad la cerámica ya desarro-llada, tanto en forma de vasijas como de burenes para tostar el pan de casabe. La duración de esta etapa fue la más corta de Cuba —unos setecientos años—, pues las evidencias arqueoló-gicas nos indican que se extendió aproximadamente desde el siglo VIII de nuestra era hasta la llegada de los españoles, a prin-cipios del siglo XVI también de nuestra era, que marca el rápido exterminio de los aborígenes de Cuba por los europeos”.16

    O sea, que hace aproximadamente 2000 años, indígenas aruacos con un nivel elevado de desarrollo agrícola y ceramista 14 Ramón Dacal Moure: “De los ciboneyes del padre Las Casas a los cibone-

    yes de 1966”, revista Universidad de La Habana, p. 30. 15 V.: Hilario García Benítez: Comunicación oral. 16 Ernesto Tabío Palma: “Reconstrucción del marco paleográfico en el 8000

    AP”, loc.cit., p. 65.

    __________________________________LAS CULTURAS ABORÍGENES DE CUBA...

    Documento descargado de Cuba Arqueológica www.cubaarqueologica.org

  • 34

    partieron de la península de Paria, en la costa nororiental de Venezuela, y comenzaron a emigrar hacia las Antillas y las Ba-hamas. El fechado más antiguo registrado en Cuba para un sitio agroalfarero es el de la playa Damajayabo, en la región oriental, con 1 120 años. Los cronistas de la conquista coinciden en que los agroalfareros eran de relativa reciente presencia en Cuba y que, desplazaron o empujaron al occidente y otras zonas in-hóspitas como las costas cenagosas y las cayerías a los demás grupos.

    La evidencia de ese poblamiento que entonces avanzaba está en la mayor abundancia de sitios agroalfareros en las provincias

    orientales y Camagüey, mientras que paulatinamente se hacen más es-

    casos a medida que se avan-za hacia el occidente.

    Pero en el

    momento del llamado des-cubrimiento, habían ocupado una importante parte del territo-rio cubano, de manera que un testi-go presencial de la importancia de Las Casas no dudó en lla-marlos “los indios de Cuba, venidos de La Española”, o sim-plemente “indios de la isla”, agregando que, ya por entonces, eran “los generales pobladores de Cuba”.

    Hay una hipótesis que plantea la posibilidad de que el notable decrecimiento de la cantidad de sitios agroalfareros a medida que se recorre la isla hacia el occidente tenga que ver con la influencia que ejercen los valores climáticos sobre la yuca, que era su cultígeno fundamental. “La yuca amarga deja de crecer cuando es afectada por temperaturas de 10 grados celsios. Algunas variedades de la yuca dulce son más resistentes al frío; pero la amarga es muy sensible a las bajas temperaturas: las hojas y las ramas superiores mueren con temperaturas de 8 grados y la planta toda cuando llega a cero grados”.17

    La idea es interesante, puesto que sabemos que para los agroalfareros, la yuca amarga ocupaba el papel más destacado en su dieta, porque constituía la materia prima para la fabricación de casabe.

    17 Ernesto Tabío Palma: “Posibles factores ambientales que limitaron la ocupa-ción general de Cuba por los aborígenes agroalfareros”, loc. cit., pp. 80-92.

    ROBERTO FUNES FUNES / Camagüey en la arqueología aborigen...__________

    Documento descargado de Cuba Arqueológica www.cubaarqueologica.org

  • 35

    Este grupo cultural de productores, perteneciente a la etapa preagroalfarera, tuvo evidentemente dos fases. Una “tempra-na” que llegó en una primera oleada y que, precisamente, por una mayor permanencia, se extendió por todo el territorio, excepto el extremo occidental. La otra fase, “tardía”, trajo consigo un mayor desarrollo agrícola y cerámico; pero no avanzó más allá del extremo oriental de Cuba y su avance fue truncado por los conquistadores españoles. Estos últimos han sido llamados taínos en casi toda la bibliografía y la historio-grafía cubana.

    Sobre esta división hay criterios interesantes, porque en la base económica de unos y otros no se encuentran diferencias notables.

    “Dondequiera que en Cuba se han registrado evidencias arqueológicas indoagrícolas, los sitios de población, aparte de su extensión y densidad de habitantes, se presentan similares, con similares ubicaciones geográficas, acusando similar género de vida, y en ellos se recogen los mismos artefactos de piedra, hueso y concha, y las mismas típicas hachas petaloides, y se ven las mismas ornamentaciones en la alfarería, y las mismas figurillas antropomorfas y zoomorfas, y los restos humanos con las mismas deformaciones craneanas artificiales y las mismas formas de entierro”.18

    Según este autor no es el método de investigación en sí el que puede señalar las diferencias culturales, sobre todo cuan-do, como en este caso, las diferencias de diseño, elaboración o tipología de las piezas son virtualmente imposibles de estable-cer, aunque sea cierto que la cerámica de los agroalfareros del extremo oriental es superior a la del resto de Cuba.

    En Camagüey esta presencia de agroalfareros está en casi todo el territorio, excepto, como ya se sabe, en las zonas bajas de la costa meridional, donde estaban ubicadas las comunidades preagroalfareras.

    18 Felipe Pichardo Moya: Caverna, costa y meseta. Interpretaciones de ar-queología indocubana, p. 80.

    __________________________________LAS CULTURAS ABORÍGENES DE CUBA...

    Documento descargado de Cuba Arqueológica www.cubaarqueologica.org

  • LOS AGROALFAREROS EN CAMAGÜEY

    H ay una banda paralela a la costa norte, desde el pobla-do de Tabor y la desembocadura del río Caonao, por el oeste, hasta el límite con la provincia Las Tunas, al este de la Bahía de Nuevitas, con un ancho de entre veinte y treinta kilómetros, que ha sido más estudiada que el resto del territorio camagüeyano y es la que más sitios registrados tiene. Se divide en dos zonas que analizaremos detalladamente dada su importancia.

    Desde Caonao hasta Cubitas

    A lo largo de la margen oriental del río Caonao, desde las proximidades del poblado de Tabor hasta la desembocadura de dicha corriente al mar (todo en el territorio del actual muni-cipio de Esmeralda), hay una notable concentración de montí-culos en un área continua, lo que permite suponer la existencia allí, en tiempos precolombinos, de una gran aldea o zona de vivienda, de centenares de metros de extensión junto al río y que hacen del punto conocido como Cueva del Manatí el ma-yor sitio agroalfarero de habitación localizado hasta el presen-te en Camagüey.

    La zona es de una riqueza arqueológica tal que por cual-quier trabajo agrícola que implique el uso de arados, afloran en los surcos cantidades verdaderamente considerables de fragmentos de cerámica aborigen y muchos campesinos “coleccionan” burenes, hachas petaloides y otros objetos ar-queológicos recogidos en lugares circundantes.

    Documento descargado de Cuba Arqueológica www.cubaarqueologica.org

  • 37

    Avanzando hacia el este, el la llamada Loma de las Tres Hermanas, muy cerca del caserío de Guaney, hay un grupo de montículos que, en conjunto, conforman la figura de lo que parece representar a un murciélago. El lugar fue explorado en los años 50 del siglo XX por algunos integrantes del grupo espeleoarqueológico de aficionados Yarabey (ver anexo II). Luego Antonio Núñez Jiménez y Manuel Rivero de la Calle trabajaron allí en la realización de una cala de prueba, median-te la que se obtuvo material ce-rámico y de piedra y concha que confir-mó al montículo excavado como un residuario de agroalfareros.1

    Con una envergadura de ciento ocho metros, su forma sugiere la silueta de un murciéla-go. Lo que confirma su carácter de residuario y hasta cierto punto la intencionalidad de quienes lo construyeron está en las tres capas que lo componen. Arriba, capa vegetal; seguida-mente, capa de cuarenta centímetros de rocas y tierra; debajo, capa de treinta centímetros de tierra y cerámica, y al final el terreno estéril.

    Desde Cubitas hasta el límite Camagüey-Las Tunas

    “La región de Cubitas comprende, en lo concerniente a la franja que corre paralela a la costa, a la cordillera que le da nombre y una llanura costera al norte de la ya citada cordillera, llamada erróneamente «Valle de Cubitas». Es, sin dudas, el más completo de los conjuntos con evidencias aborígenes de la cul-tura agroalfarera en el territorio de la provincia de Camagüey, al presentar sitios de habitación ubicados en la llanura costera, cuevas con pinturas rupestres que las hacen indiscutibles sitios ceremoniales en la vertiente sur de la sierra y pequeñas grutas y sumideros hacia el extremo Este, donde han sido ubicados los sitios funerarios correspondiente”.2 1 Antonio Núñez Jiménez: Geografía de Cuba, p. 529. 2 Jorge Calvera Rosés: “Las pinturas rupestres de las cuevas de la Sierra de

    Cubitas, ¿involución o evolución?”, en Ponencias al Simposio XL Aniversa-rio de la Sociedad Espeleológica de Cuba. Resúmenes.

    ____________________________________LOS AGROALFAREROS EN CAMAGÜEY

    Documento descargado de Cuba Arqueológica www.cubaarqueologica.org

  • 38

    Más hacia el este se han reportado algunos sitios arqueológi-cos —todos de agroalfareros— hasta llegar al límite interpro-vincial con Las Tunas, siendo de destacar un sitio excavado por Rodolfo Payarés, Jorge Calvera y Ángela Peña en el lugar cono-cido como Punta del Guincho, en la margen occidental de la Bahía de Nuevitas, donde presumiblemente fue fundada la villa española de Santa María de Puerto Príncipe, y donde fueron halladas evidencias materiales de las dos culturas en un mismo nivel arqueológico.

    ROBERTO FUNES FUNES / Camagüey en la arqueología aborigen...__________

    Documento descargado de Cuba Arqueológica www.cubaarqueologica.org

  • ARQUEOLOGÍA DE CUBITAS

    T omando en cuenta lo indicado por el Dr. Calvera, de que Cubitas es el más completo de los conjuntos con evidencias aborígenes de la cultura agroalfarera en el territorio camagüeyano, es preciso profundizar detenidamente en esa zona.

    Lo que la gente llama popularmente “Cubitas” es, geográ-ficamente hablando, una región que comprende tres zonas perfectamente diferenciables:

    a. Entre la línea costera del norte y la Sierra de Cubitas, por el sur, se extiende una llanura erróneamente llamada “Valle de Cubitas”, que tiene suelos relativamente fértiles de tipo ferralítico (tierra colorada), los cuales reposan sobre un sustrato calizo carsificado con un poderoso manto freático subterráneo.

    Superficialmente, debido precisamente a la característica cársica de ese sustrato, son escasísimas las corrientes de agua o las lagunas, charcas, etc.; pero algunos manantiales afloran, sobre todo en los taludes de las terrazas marinas que, como una escalera, marcan el plano decreciente de esa llanura hacia el mar y que no son otra cosa que testimonios de antiguas lí-neas de costa en franco proceso de retroceso.

    Dichos manantiales inmediatamente vuelven a infiltrarse hacia el manto freático.

    En estos aforamientos, o junto a lagunas ocasionales que en épocas de mayor pluviosidad pudieron ser casi permanentes, se han localizado sitios aborígenes de habitación, en perfecta co-rrespondencia con los patrones característicos para esta cultura:

    Documento descargado de Cuba Arqueológica www.cubaarqueologica.org

  • 40

    fuentes de agua cercanas, tierras con suelos relativamente uti-lizables para la agricultura de la yuca, y proximidad al mar Todas estas características permiten clasificarlos casi como sitios costeros, y constituyen un elemento importantísimo por lo que respecta a la alimentación marina, que permitía com-plementar las insuficiencias de la dieta vegetal.

    Estos sitios de habitación se hallan en una zona central de la llanura costera septentrional de Cubitas, bastante cercanos unos de otros, en lugares curiosamente identificados con topó-nimos aruacos que se forman con las mismas combinaciones de sonidos: Imías, Maisí y Saimí.

    En ellos se colectó material cerámico, de piedra, concha y hueso, así como restos de la dieta alimenticia, tanto terrestre como marina.

    Hacia el este aparecieron sitios funerarios, característicos de la cultura agroalfarera, sin entierros, sino simplemente acumulaciones de restos óseos arrojados desordenadamente en grutas y furnias de pequeño tamaño.

    Actualmente la llanura costera septentrional de Cubitas es un vasto territorio utilizado económicamente para distintos cultivos (sobre todo cañeros y cítricos), pero en otras épocas (y hay referencias históricas de ello) estuvo ocupada por bosques más o menos densos.

    b. La Sierra de Cubitas es un conjunto de elevaciones que se desarrolla como una cordillera al sur de la llanura costera descrita. Su ladera norte tiene un declive suave y prolongado que se incorpora el plano inclinado de la llanura hacia el mar, pero su ladera meridional es fuertemente inclinada y, en oca-siones, abrupta.

    Está consti-tuida íntegra-mente por rocas sedimentarias (calizas) de ya-cencia horizon-tal o suborizon-tal, lo que en buena medida ha determinado la preeminencia de esa caracte-rística en el

    ROBERTO FUNES FUNES / Camagüey en la arqueología aborigen...__________

    Documento descargado de Cuba Arqueológica www.cubaarqueologica.org

  • 41

    desarrollo de las muchas cavernas con que cuenta su potente fenómeno cársico.

    Esta cordillera está “cortada” en varios lugares por estre-chas abras o profundos cañones que los vecinos denominan “pasos” porque son usados como vías de comunicación entre ambos lados, de norte a sur y viceversa.

    Está cubierta de suelo carsificado con carsolitos sometidos a intensos procesos de lavado deluvial, por lo que por todas partes hay afloramientos de lapiés o “diente de perro”.

    La vegetación es predominantemente semicaducifolia y de manigua. Y como en todo paisaje cársico, abundan las cuevas, furnias, dolinas, valles ciegos y poljas. Numerosas de esas cuevas sirvieron a los agroalfareros como sitios ceremoniales. Se les clasifica así porque en ellas hay pinturas rupestres.

    c. La tercera zona de la llamada región de Cubitas es una muy amplia extensión de llanuras con suelo árido y de ningu-na o muy poca utilización agrícola. Se trata de sabanas en las que predominan las rocas sedimentarias como la serpentinita y la vegetación consiste en arbustos espinosos y achaparrados sin utilidad de ningún tipo. Por estas características, las saba-nas de Cubitas carecen de interés para los estudios arqueológi-cos y en ellas no se ha encontrado nada relativo a las culturas aborígenes y es muy poco probable que existan.1

    Los sitios de habitación

    Cuatro son los sitios de habitación o de permanencia humana estable y prolongada registrados hasta el presente en la llanura costera septentrional.

    Imías, Maisí y Saimí son topónimos aborígenes. Coinci-dentemente, en Imías y Saimí fueron encontrados los sitios que a los efectos de los estudios fueron clasificados como Sai-mí I, Saimí II, Saimí III e Imías I. Tienen en común su situa-ción en el borde inferior de terrazas marinas.

    El aspecto general del suelo es particularmente significati-vo, porque “la yuca, cual otros cultivos de raíces y tubérculos, vegeta con más lozanía en tierras de una constitución suelta y desmenuzable, siempre que el mantillo y las condiciones 1 Carmen López García: “Las pictografías de la Sierra de Cubitas en el con-

    texto antillano”, en proyecto de grado “Recomendaciones para la utilización con fines culturales de la cueva de Los Generales”, p. 3.

    ____________________________________________ARQUEOLOGÍA DE CUBITAS

    Documento descargado de Cuba Arqueológica www.cubaarqueologica.org

  • 42

    humíferas sean favorables. Este cultivo no resiste humedad excesiva [...] al extremo opuesto, desprovista de agua, reducirá desde luego el rendimiento, aun cuando la cosecha es de por sí notablemente resistente a las sequías [...] las tierras arcillosas y fértiles son las mejores, o las tierras arenosas que no sean muy ligeras”.2

    Suelos arcillosos, sueltos, sin posibilidades de anegamiento porque las aguas se van al substrato pero capaces de retener niveles medios de humedad, constituyen condiciones, si no ideales, al menos tolerables para este cultígeno.

    Incluso en zonas como Saimí, donde la capa vegetal no es profunda y afloran rocas calizas por doquier, se dan condiciones relativamente favorables para la agricultura, porque “como hecho notable debemos manifestar que las mayores yucas y ajes (boniatos) mencionados por Las Casas, fueron producidos en hoyos de tierra muy mullida y calcárea [...] y en estos casos la tierra poseía por naturaleza todas las benéficas circunstan-cias necesarias para que dichos órganos alcanzasen ese enor-me desarrollo”.3

    Saimí I fue localizado accidentalmente, al aparecer mate-rial cerámico como consecuencia de la construcción de un centro docente. Por ello la labor arqueológica allí se limitó a la colecta, aunque el volumen de las evidencias fue un indicador de que se trataba de un sitio grande o de prolongada perma-nencia como asentamiento humano.

    Otros sitios de habitación próximos estaban intactos y pu-dieron ser trabajados rigurosamente. El material extraído en todos por igual consistió en abundantes fragmentos de cerámica utilitaria (sin decoración) y decorada, fragmentos de burenes (uno de ellos decorado), un hacha petaloide de piedra pulida y, por sobre todo, restos de la dieta, lo que tenía importancia para el estudio del entorno geobiológico y la adaptación del hom-bre aborigen al mismo.

    La relativa equidistancia de estos sitios con respecto a la cordillera y la línea costera, permitió a los habitantes de esta zona abastecerse indistintamente de alimentos de procedencia terrestre o marina, aunque con predominio de los últimos. 2 R. S. Cunliffe: “Yuca, su cultivo, variedades, contenido en almidón y fabri-

    cación”, en Boletín, no. 34, Estación Experimental Agronómica de Santiago de Las Vegas, p. 12.

    3 Bartolomé de las Casas: Apologética historia de Las Indias, cap. 3.

    ROBERTO FUNES FUNES / Camagüey en la arqueología aborigen...__________

    Documento descargado de Cuba Arqueológica www.cubaarqueologica.org

  • 43

    Junto con restos óseos de aves, reptiles, roedores, etc., se hallaron los de peces, quelonios, crustáceos y moluscos. Tam-bién es importante destacar que junto al material utilitario, se hallaron muestras de instrumentos construidos a partir de cara-coles y corales.

    Este equilibrio entre la recolección marina y la terrestre, podría ser un indicador de que estas comunidades del norte de la cordillera de Cubitas necesitaban complementar su dieta con otros alimentos que su agricultura no alcanzaba a abaste-cer, como un fenómeno local dado por la escasez de aguas superficiales, aunque en realidad esto era una característica general porque la agricultura aborigen fue generalmente insu-ficiente y aun en aquellos lugares donde pudiera cumplir su cometido “no satisfacía los requerimientos de balance de nu-trientes para la vida, así que siempre este balance dietético resulta normal”.4

    Interesantísimo resulta el hecho de que en el sitio Saimí II aparecieron restos de fauna que podríamos calificar de excepcionales.

    De gran importancia puede resultar el hallazgo de restos de mangosta (Herpestes Cf. Auropunctatus auropunctatus/Hogson) en un residuario aborigen. De acuerdo con la coloración de la pieza y el aparente grado de mineralización que presenta, da la impresión de que tiene la misma antigüedad de una rama man-dibular izquierda de almiquí (Paracyon caribensis/Arredondo) que corresponde al muy tratado perro mudo que acompañaba a los aborígenes, según los conquistadores y cronistas. Esa man-díbula de mangosta presenta ligeras diferencias con respecto a la mangosta actual, pero se deben aparentemente a sexo y tal vez edad, y según los estudios complementarios que se hicieron a dicha pieza, perteneció a un macho adulto perfectamente des-arrollado y es esta la diferencia en la robustez. El problema radica en que, según las referencias bibliográficas sobre el tema, esta especie fue traída a Cuba desde Jamaica, aproximadamente en 1886, para combatir a las ratas en un ingenio azucarero en la provincia de La Habana y, luego, en 1916, otra introducción —esta vez por Manzanillo y de igual procedencia—, provocó que se extendiera por toda la isla. El almiquí sí debió estar difundido

    4 Jorge Calvera Rosés y Roberto Funes Funes: Estudio del entorno geobioló-gico de la región arqueológica de Cubitas, Camagüey, cap. 3.

    ____________________________________________ARQUEOLOGÍA DE CUBITAS

    Documento descargado de Cuba Arqueológica www.cubaarqueologica.org

  • 44

    por todo el territorio cubano y si se ha extinguido casi totalmente es por la desaparición de su hábitat. Por su parte, los dientes de cánido (menor M2 derecho y mayor pm4 izquierdo) no pudieron ser separados taxonómicamente de nuestro actual Canis familiaris puesto que únicamente podrían distinguirse los premolares inferiores y los molares primeros superiores. No obstante, por encontrarse en un mismo nivel arqueológico de la excavación estratigráfica con el almiquí y una rama mandibular de Hetepsomys boromys (Offella/Miller) —es una especie de jutía que se encuentra extinguida—, es posible presumirle una antigüedad en correspondencia con el perro mudo.5

    No fue posible la realización de fechados por ninguno de los métodos conocidos, a pesar que las muestras fueron toma-das con todas las medidas establecidas.

    Los sitios funerarios

    Las cuevas fueron empleadas por los agroalfareros, entre otras funciones, también para fines eminentemente funerarios.

    Aunque Pichardo Moya, como ya vimos, no aceptaba dife-rencias sustanciales entre subtaínos y taínos, en lo referente a los entierros sí las hay. La experiencia arqueológica ha podido establecer que para los agroalfareros tempranos (que son los llamados taínos), no existían hábitos de “entierros” verdade-ros, sino el simple hecho de arrojar a los muertos en las grie-tas, sumideros y cuevas; mientras que en el caso de los tardíos (taínos), aunque también hay “lanzamientos” de cadáveres, son frecuentes los enterramientos realizados con determinados parámetros de intencionalidad, como la orientación del cráneo, las “poses” en que los huesos son ordenados en una determi-nada postura o actitud después de haber perdido todo el tejido muscular.

    Irving Rouse opina que en las fases tempranas del subtaíno, las prácticas funerarias “consistían en arrojar a los muertos en cuevas y que el entierro en residuarios al aire libre parece haber sido una manifestación tardía de ese grupo”.6

    Por lo que se ve en Cubitas no todas las cuevas fueron destinadas a esos fines funerarios, porque una notable cantidad

    5 Cfr. Jorge Calvera Rosés y Roberto Funes Funes: Ibid, cap. 5. 6 Irving Rouse: “Arqueology of the Maniabon Hills, Cuba”, Yale University

    Publications in Antropology.

    ROBERTO FUNES FUNES / Camagüey en la arqueología aborigen...__________

    Documento descargado de Cuba Arqueológica www.cubaarqueologica.org

  • 45

    de las que se encuentran en el sur de la cordillera fueron de-coradas para funciones ceremoniales, como “adoratorios” o lugares de culto religioso.

    Hace esto pensar que, quizás, las cuevas destinadas a cere-monias eran aquellas que por sus dimensiones o por las belle-zas de sus formaciones secundarias, se prestaban mejor para todo lo relacionado con los rituales, mientras que otras, caren-tes de esas bondades de la naturaleza, se usaron para lanzar los muertos. Pero todo esto requerirá de estudios que se basen en generalidades, porque también hay cuevas carentes de belleza que han sido decoradas con pictografías.

    Lo cierto es que, si bien en esa región arqueológica las investigaciones arqueológicas marcharon a buen ritmo, la lo-calización de los sitios funerarios resultó más difícil.

    Se sabía, por referencias, que a finales de la década del 60 del siglo XX habían aparecido restos humanos en la gruta deno-minada “de Américo”, en las proximidades de la Cueva de los Generales, donde había dos murales pictográficos aborígenes.

    Américo y Los Generales están en el extremo oriental de la cordillera. Los huesos pertenecían a agroalfareros, porque los cráneos tenían la característica deformación artificial que practicaban esas culturas.

    Posteriormente, en 1981, a menos de un kilómetro de allí, en una caverna de muy difícil acceso, se halló una cazuela de barro cocido, entera, con asas decoradas.

    A fines de 1983 dos jóvenes encontraron restos humanos en un sumidero vertical que luego tenía un corto desarrollo horizontal de unos pocos metros. El sitio fue muy alterado: sus descubridores comunicaron el hallazgo a las autoridades, y estas extrajeron varios sacos de huesos que remitieron a la Sección de Homicidios, donde los antropólogos determinaron que se trata-ba de aborígenes y los remitieron a los arqueólogos. Pero ya era imposible reordenar aquel desconcierto.

    Luego se hicieron excavaciones y estudios en el sitio, y fue-ron extraídos muchos otros restos que pudieron ser ordenados correspondientemente. Sumando los ya sacados en la interven-ción anterior, se pudo determinar que en total había veinticuatro individuos de los dos sexos y diferentes edades. Esto confirió al lugar una gran importancia, puesto que hasta ese momento era, sin dudas, el sitio funerario con mayor cantidad de restos reportados para la cultura de los agroalfareros en Cuba y fue

    ____________________________________________ARQUEOLOGÍA DE CUBITAS

    Documento descargado de Cuba Arqueológica www.cubaarqueologica.org

  • 46

    visitado por el Dr. Antonio Núñez Jiménez, quien lo bautizó con el nombre de Cueva de los Esqueletos.

    Posteriormente fueron localizadas otras pequeñas furnias similares en la misma zona y dicha reiteración permitió estable-cer la zona de enterramientos correspondiente a los sitios cere-moniales y de habitación localizados en Cubitas, donde por otra parte no se han hallado sitios funerarios al aire libre.

    Sitios ceremoniales

    Pedro Mártir de Anglería (1444-1526), español de origen italiano, tuvo nombramiento oficial como cronista de Indias, pero a diferencia de otros, no fue testigo directo de la conquis-ta ni estuvo nunca en América. Logró escribir sus Décadas del Orbe Novo (que constituyen un apreciable documento acerca de las culturas aborígenes en las Antillas) debido a su amistad con algunos de los más importantes conquistadores.

    Refiriéndose a una cueva de La Española, sus informantes la describieron que “la tienen adornada con mil formas de pin-turas. A la entrada de esta caverna tienen grabados dos cemíes, de los cuales llaman a uno Bintaitel y Marojo al otro. Pregun-tándoles por qué tenían tan piadosa veneración de la caverna, respondieron grave y sensatamente que porque salían de allí el sol y la luna, que habían de dar luz al mundo” y agregaban que “frecuentan las cavernas en procesiones como nosotros a Roma y al Vaticano, cabeza de nuestra religión o a Compostela y Jerusalén, sepulcro del Señor”.7

    La cita apunta una idea fundamental: las cuevas, para las mentes primitivas de los aborígenes, fueron entes o espíritus dotados de actividades vitales. “Como otros pueblos del viejo y el nuevo mundo, nuestros taínos y siboneyes las veneraban y hasta allí llevaron a sus cemíes e ídolos, pintando sus sacras imágenes en las paredes, o tallándolas en las brillantes estalacti-tas, o en aquellas abultadas estalagmitas que a su vez les sugi-rieron esculturas que ellos complementaron con su arte”.8

    El arte rupestre es un auténtico producto de poblaciones no letradas. Comienza con la aparición del Homo sapiens y des-aparece por lo general en el momento en que las poblaciones

    7 Pedro Mártir de Anglería: “Décadas del nuevo mundo”, en Colección de fuentes para historia de América.

    8 Antonio Núñez Jiménez: Cuba, dibujos rupestres, p. 14.

    ROBERTO FUNES FUNES / Camagüey en la arqueología aborigen...__________

    Documento descargado de Cuba Arqueológica www.cubaarqueologica.org

  • 47

    que lo han practicado adquieren un modo de comunicación que se aproxima a la escritura. “Esa forma de arte constituye, sin dudas, el archivo más importante que la humanidad posee sobre su propia historia antes de la invención de la escritura. Es también una fuente irremplazable para el estudio de los mecanismos cognoscitivos del ser humano”.9

    Un tesoro de esa dimensión —no siempre apreciado ni comprendido en toda su importancia— está aquí, en un con-junto de cuevas de la muy camagüeyana Sierra de Cubitas.

    En la misma zona donde las comunidades de Saimí e Imías tenían sus asentamientos de habitación y sus correspondientes cuevas-cementerios, estaban sus sitios ceremoniales con la función concreta para ellos de explicarse los misterios de la naturaleza, buscar maneras para dominarlas o, al menos, para obtener de ella lo imprescindible para vivir.

    Por esto la zona de Cubitas ha sido reconocida como una de las cinco regiones pictográficas de Cuba: Isla de la Juventud, Guara, Habana-Matanzas, Caguanes y Sierra de Cubitas.

    En el momento en que se establecieron estas cinco regio-nes, Cubitas contaba con cinco cuevas con pictografías: Pi-chardo, Las Mercedes, Matías, María Teresa y Los Generales. Posteriormente aparecieron pinturas similares en otras cuevas, como Los Portales de Pinto y El Indio, de no menos interés ni importancia y, más recientemente, el número de cuevas con pictografías ha aumentado, no solo en Cubitas.

    Incluso, en algunas de las cuevas ya conocidas por sus pinturas parietales, se hallaron otros dibujos no detectados anteriormente, como es el caso de Las Mercedes, donde en 1975 había catorce dibujos registrados y actualmente hay cin-co más; Matías, donde además de las treinta y una originales se han hallado otras cuatro; y en el caso de las de más reciente hallazgo, están El Indio y Los Portales de Pinto.

    En El Indio aparecieron once originalmente. Ahora son catorce. En Los Portales fueron dos las primeras, y ahora hay una más.

    Gran Caverna, otra de las cuevas más conocidas por los espeleólogos, reveló no hace mucho otra faceta de interés ar-queológico; y algunas furnias, grutas y hasta sumideros de la vertiente norte de la cordillera están siendo exploradas bajo este criterio, con resultados impresionantes. 9 Emmanuel Anati: “Una escritura antes de la escritura”, El Correo de la

    UNESCO, abril de 1998, p. 11.

    ____________________________________________ARQUEOLOGÍA DE CUBITAS

    Documento descargado de Cuba Arqueológica www.cubaarqueologica.org

  • 48

    Esta situación ocurre porque las pictografías no siempre son fáciles de ver. Están aplicadas sobre las paredes de las cuevas con materiales térreos o carbón vegetal y tras siglos de acción de los agentes naturales, muchas de ellas están virtual-mente desaparecidas. Pongamos un ejemplo ilustrativo: la Cue-va del Indio es, quizás, las más conocida de todo el territorio camagüeyano. Ha sido visitada por exploradores, espeleólogos, arqueólogos y todo tipo de visitantes durante décadas. Nadie advirtió que en su salón de entrada había un conjunto formado por catorce figuras antropomorfas repartidas en toda el área. Borradas por el tiempo y la intemperie del salón semiabierto, resultaban invisibles. Únicamente gracias a las fotografías iluminadas con flash, se descubrió en la pared el tesoro legado desde la época precolombina. Luego, iluminando fuertemente las superficies, fue posible realizar los calcos correspondientes y salvar para la posteridad la obra de los aborígenes.

    ROBERTO FUNES FUNES / Camagüey en la arqueología aborigen...__________

    Documento descargado de Cuba Arqueológica www.cubaarqueologica.org

  • LAS PINTURAS RUPESTRES EN CUEVAS CAMAGÜEYANAS

    E n el tercer capítulo, se abordó el tema del reconoci-miento en publicaciones del siglo XIX de las pinturas rupestres de las cuevas de la cordillera camagüeyana de Cubitas, y muy particularmente a las de la llamada Cueva de María Teresa, como manifestaciones artísticas de los hombres primitivos.

    Dichas revelaciones ocurrieron con antelación a cualquier referencia europea o mundial sobre dibujos similares.

    Llegados a este punto, resulta oportuno hacer un estudio que exponga en detalles las características espeleológicas de dichas cuevas y la descripción pormenorizada de las pictogra-fías, para poder valorar con certeza el tesoro que guarda nues-tro territorio y su importancia.

    María Teresa

    El caso de María Teresa es particularmente curioso, por-que para muchos investigadores —espeleólogos y arqueólo-gos— las conocidas referencias a esta espelunca eran simple ficción, porque no se encontró, al menos durante una buena parte del siglo xx.

    A instancias del espeleólogo Eduardo Labrada Rodríguez, fue promovida su búsqueda entre los grupos de aficionados, y en 1974, un círculo de interés integrado por alumnos de la Escuela Secundaria Básica Esteban Borrero, del municipio Camagüey, fue noticia: los estudiantes entregaron a Labrada un reporte sobre una cueva en la que “había firmas”.1 1 Antonio Núñez Jiménez: Cuba, dibujos rupestres, p. 157.

    Documento descargado de Cuba Arqueológica www.cubaarqueologica.org

  • 50

    Posteriormente ha sido estudiada en profundidad. Está situada en la falda meridional de la Sierra de Cubitas, a ciento veinte metros de altitud sobre el nivel del mar, en la llamada Loma del Mirador de Limones, en la finca La Caridad, perte-neciente al barrio rural del Corojo. Se trata de una sala y am-plia grieta de unos tres metros de altura que desciende con unos cuarenta grados de inclinación, siguiendo la estratigrafía monolineal de unos estra