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Ars Medica. Revista de Humanidades 2002; 2:177-186 177 Las aplicaciones de la Luna The Uses of the Moon Arthur C. Clarke Resumen El autor escribe que es esencial comprender la importancia que la Luna tiene en el futuro del hombre. Si éste no lo entendiera así, entonces habrá ido allí por razones equivocadas y no sabrá qué hacer con su nuevo conocimiento. Palabras clave Exploración de la Luna. Comunicación interplanetaria. Usos médicos de la Luna. Abstract Clarke writes that it is essential that the importance of the Moon in man’s future is understood. If man does not understand, Clarck postulates, then he will have gone there for wrong reasons and will not know what to do with his newfound knowledge. Key words Moon exploration. Interplanetary communications. Medical uses of the Moon. Muchos han supuesto que todo el proyecto de exploración de la Luna ha sido simplemente una carrera con los rusos, una competición que ha significado notables gastos en cerebros y material, concebida para impresionar al resto de la humanidad. Aunque nadie puede negar el importante componente de prestigio y de competición nacional pues- to en juego, a largo plazo, ese fue el aspecto menos importante. Si la carrera hacia la Luna no hubiera sido nada más que una carrera, habría tenido más sentido dejar que, en el esfuer- Artículos El título original de este artículo es “The Uses of the Moon” y se publicó por primera vez en “Voices from the Sky” (New York: Harper Row, 1965). Traducido y publicado con el permiso de David Higham Associates. La traducción es de Santiago Prieto. El autor (Minehead, Somerset, Inglaterra, 1917) es uno de los pensadores más visionarios del siglo pasado, ha escrito más de ochenta libros y 500 artículos sobre temas científicos y de ciencia ficción, además de conducir y participar en numerosos programas de radio y televisión sobre la conquista del espacio. En 1964, junto con Stanley Kubrick escribió el guión de “2001: una odisea del espacio”, por tanto, es cocreador del legendario orde- nador “HAL”. Desde 1956, vive en Colombo, Sri Lanka.

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    Las aplicaciones de la LunaThe Uses of the Moon

    Arthur C. Clarke

    Resumen El autor escribe que es esencial comprender la importancia que la Luna tiene en

    el futuro del hombre. Si ste no lo entendiera as, entonces habr ido all por razones equivocadas yno sabr qu hacer con su nuevo conocimiento.

    Palabras claveExploracin de la Luna. Comunicacin interplanetaria. Usos mdicos de la Luna.

    AbstractClarke writes that it is essential that the importance of the Moon in mans

    future is understood. If man does not understand, Clarck postulates, then he will have gonethere for wrong reasons and will not know what to do with his newfound knowledge.

    Key wordsMoon exploration. Interplanetary communications. Medical uses of the Moon.

    Muchos han supuesto que todo el proyecto de exploracin de la Lunaha sido simplemente una carrera con los rusos, una competicin que ha significado notablesgastos en cerebros y material, concebida para impresionar al resto de la humanidad. Aunquenadie puede negar el importante componente de prestigio y de competicin nacional pues-to en juego, a largo plazo, ese fue el aspecto menos importante. Si la carrera hacia la Lunano hubiera sido nada ms que una carrera, habra tenido ms sentido dejar que, en el esfuer-

    Artculos

    El ttulo original de este artculo es The Uses of the Moon y se public por primera vez en Voices from the Sky(New York: Harper Row, 1965). Traducido y publicado con el permiso de David Higham Associates. La traduccines de Santiago Prieto.El autor (Minehead, Somerset, Inglaterra, 1917) es uno de los pensadores ms visionarios del siglo pasado, haescrito ms de ochenta libros y 500 artculos sobre temas cientficos y de ciencia ficcin, adems de conducir yparticipar en numerosos programas de radio y televisin sobre la conquista del espacio. En 1964, junto conStanley Kubrick escribi el guin de 2001: una odisea del espacio, por tanto, es cocreador del legendario orde-nador HAL. Desde 1956, vive en Colombo, Sri Lanka.

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    zo por ganarla, los rusos fueran a la quiebra, en la serena confianza de que sus energas severan colapsadas por las recriminaciones y purgas durante los aos setenta. (De hecho assucedi, sus esfuerzos se derrumbaron y el pas se fragment, pero ello ocurri en los aosnoventa.)

    La Luna es un pramo sin aire, estril y barrido por radiaciones insoportables. Pero dentrode un siglo podra ser un activo ms valioso que los trigales de Kansas o las riquezas petro-lferas de Oklahoma. En trminos reales, un activo de una importante liquidez: no los gran-des imponderables que rodean a la aventura, el romanticismo, la inspiracin artstica o elconocimiento cientfico. Aunque esas cosas que nunca pueden ser cuantificadas son las ni-cas que, en el fondo, tienen valor. La conquista de la Luna, sin embargo, puede tener justifi-cacin para los analistas financieros, por tanto, no slo para los cientficos y los poetas.

    En primer lugar, permtaseme demoler con gran satisfaccin un argumento que habi-tualmente se utiliza para apoyar los viajes a la Luna: el militar. Algunos generales de artille-ra han sostenido que la Luna es una cota elevada que podra ser utilizada para la observa-cin y bombardeo de la Tierra. Aunque no me atrevera a afirmar que eso sea un completodisparate, est tan cerca de serlo que apenas existe diferencia.

    No se puede pretender ver lo mismo a 250.000 millas (402.332 km) de distancia, quemediante un satlite con televisin en rbita justo en el exterior de la atmsfera. El uso de laLuna como una base de lanzamiento tendra an menos sentido. Con el esfuerzo que serequiere para establecer una base militar all y su mantenimiento podran construirse cienbases en la Tierra. Asimismo, sera mucho ms fcil interceptar un misil procedente de la Luna,viajando durante horas a la vista de telescopios y radares, que un misil escondido duranteveinte minutos en la curva de la Tierra. Slo si, con un cielo vedado, ampliamos a otros pla-netas nuestros tribales conflictos actuales, la Luna llegar a tener importancia militar.

    Antes de referirnos a las aplicaciones civilizadas de nuestro satlite, resumiremos los prin-cipales datos que lo caracterizan1:

    La Luna es un mundo cuyo dimetro es la cuarta parte del de la Tierra. As, su superficie esun dieciseisavo de la de nuestro planeta (mayor que la de frica y casi igual a la de las dosAmricas juntas). Tal cantidad de territorio no puede ser menospreciada, ya que podra lle-varnos muchos aos (y muchas millas) explorarlo por completo.

    La cantidad de material que hay en la Luna tambin es impresionante; si la expresamos entoneladas, la cifra alcanza las 750.000.000.000.000.000.000.000, esto es, millones de vecesmayor que todo el carbn, hierro, minerales y metales preciosos que el hombre ha transpor-tado en toda la historia. Sin embargo, no es una masa suficiente como para conferirle mucha

    1 Nota de la redaccin (N. de la R.). La Luna es el satlite natural de la Tierra, de la que se halla a una distanciamedia de 384.400 km. Tiene un dimetro de 3.476 km (aproximadamente, un cuarto del de la Tierra) y su volu-men es un cincuentavo del de nuestro planeta. Describe una rbita elptica alrededor de la Tierra a una velocidadmedia de 3.700 km/h.

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    fuerza gravitatoria; como todos sabemos, un visitante de la Luna slo posee una fraccin(realmente la sexta parte) de su peso en la Tierra.

    La existencia de una baja fuerza de gravedad tiene varias consecuencias. La ms impor-tante es que la Luna ha sido incapaz de conservar una atmsfera. Si alguna vez la tuvo, hacemucho tiempo que escap de sus dbiles dominios para perderse en el espacio. Por lo tanto,con fines prcticos la superficie lunar se halla en un vaco perfecto. En seguida veremos queeso es una ventaja.

    Como no posee una atmsfera que atene los rayos del Sol, o que acte como reserva decalor durante la noche, la Luna es un mundo con extremadas diferencias trmicas. En cual-quier punto de nuestra Tierra, el termmetro rara vez vara cien grados F (37,7C) a lo largodel ao. Aunque la temperatura pueda pasar de 100F (37,7C) en los trpicos, y ser de 125F (51,6C) en la Antrtida, esas cifras son realmente excepcionales. Pero a lo largo delda lunar la variacin trmica dobla esas cifras en cualquier punto de la Luna; de hecho, unexplorador podra observar tales oscilaciones en segundos, sencillamente yendo de la super-ficie expuesta a la luz a la sombra, o viceversa.

    Obviamente, esto plantea problemas, pero la absoluta falta de atmsfera, causante de talesextremos, tambin facilita cmo enfrentarse a ellos: el vaco es uno de los mejores aislantestrmicos, algo con lo que est familiarizado cualquiera que alguna vez haya tomado bebidascalientes en una comida campestre.

    La ausencia de aire significa ausencia de meteorologa. Para nosotros, acostumbrados alviento y a la lluvia, a las nubes y a la niebla, al granizo y a la nieve, es difcil imaginarnos lacarencia de esos fenmenos. Ninguno de los fenmenos meteorolgicos que hacen la vidainteresante, impredecible y, ocasionalmente, imposible sobre la superficie de nuestro plane-ta ocurre en la Luna. La nica variacin que se produce eternamente es el ciclo, regular yabsolutamente invariable, del da y la noche. Eso puede ser montono, pero simplifica hastalmites increbles los problemas a que se enfrentan los arquitectos, ingenieros, exploradoresy, de hecho, todo aqul que dirija cualquier tipo de operacin en la Luna.

    La Luna gira bastante lentamente sobre su eje, de forma que su da (y su noche)2 es casitreinta veces ms largo que el nuestro. Como consecuencia, el abrupto lmite entre la nochey el da, que en el ecuador de la Tierra progresa a mil millas (1.609,33 km) por hora, en la Lunatiene una velocidad mxima de algo menos de diez millas (16,093 km) por hora. En latitudeslunares altas un caminante podra permanecer perpetuamente a la luz del da con poco

    2 N. de la R. La Luna tarda 27 das, 7 horas, 43 minutos y 11,5 segundos en dar una vuelta alrededor de la Tierra,y, como emplea ese mismo tiempo en dar una vuelta alrededor de su eje, siempre muestra la misma cara a laTierra. La cara no visible fue fotografiada por primera vez en octubre de 1959 por el satlite de la antigua URSSLunik III. La cara oculta de la Luna carece de los grandes mares que vemos desde nuestro planeta, pero por lodems su superficie es semejante a la expuesta hacia la Tierra. La Luna sufre cada ao el impacto de 75 a 150meteoritos de masas comprendidas entre cien gramos y una tonelada.

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    esfuerzo. Y, como la Luna rota sobre su eje a la vez que gira alrededor de la Tierra, mantienesiempre el mismo hemisferio enfrentado hacia nosotros. Hasta la llegada del Lunik III eso eramuy frustrante para los astrnomos; pero, como veremos, los de la prxima generacin esta-rn muy agradecidos por ello.

    Todo eso en cuanto a los datos esenciales. Ahora, vamos a referirnos a ciertas asuncionesque muchos habran considerado razonables en 1961, aunque antes de 1957 se hubieranredo de ellas.

    La primera es que hombres protegidos adecuadamente pueden trabajar y llevar a caboobras de ingeniera sobre la superficie lunar directamente o por control remoto medianterobots.

    La segunda es que la Luna se compone de los mismos elementos que la Tierra, aunque cierta-mente en proporciones y combinaciones diferentes. La mayora de nuestros materiales ms habi-tuales no existirn all y no se encontrarn carbn ni calizas, por ser productos de la vida. Peros habra carbono, hidrgeno, oxgeno y calcio en formas diferentes, y se podra desarrollar la tec-nologa necesaria para obtenerlos a partir de cualquier fuente disponible. Incluso, es posible quehaya, aunque congelada, gran cantidad de agua clara a no demasiada profundidad. Si este es elcaso, estara resuelto uno de los principales problemas de los colonizadores de la Luna.

    De cualquier modo, y sin descender a detalles de minera, mediante el procesamiento deminerales e ingeniera qumica, sera posible obtener todos los materiales precisos para con-servar la vida all. Los primeros pioneros seran felices simplemente con sobrevivir, pero msadelante podran desarrollar una industria de autoabastecimiento basada casi exclusiva-mente en recursos lunares. Tan slo la maquinaria, los equipos especializados y los hombresprocedern de la Tierra; la Luna proporcionar lo dems y, por supuesto, finalmente tambinlos hombres.

    Vamos ahora a las razones por las que merecen la pena los riesgos, gastos y dificultadesque tendra el permanecer en la inhspita Luna, aspectos que estn implcitos en la pregun-ta: qu puede ofrecernos la Luna que no puede darnos la Tierra?

    Una respuesta inmediata, aunque paradjica, es la nada: millones de millas cbicas denada. Muchas de las industrias claves del mundo moderno se basan en tcnicas de vaco. Laluz elctrica y sus derivados como la radio y la electrnica nunca habran podido nacer sinun tubo de vaco; la invencin del transistor apenas merm su importancia. (Las etapas ini-ciales en la fabricacin de un transistor han de ser realizadas en el vaco.) Un gran nmerode procesos metalrgicos y qumicos, as como etapas clave en la produccin de frmacoscomo la penicilina, slo son posibles en un vaco parcial o casi absoluto. En la Tierra es impo-sible crear uno de grandes dimensiones.

    En la Luna existira un riguroso vaco de extensin ilimitada, ms all de la puerta de cual-quier cmara de aire. No sugiero que valga la pena trasladar a la Luna muchas industriasterrestres, incluso si el precio del transporte lo permitiera. Pero la historia de la ciencia con-firma que se desarrollaran mtodos y descubrimientos tan pronto como el hombre empeza-

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    ra a desplegar operaciones en el vaco lunar. La fsica y la tecnologa de baja presin pasa-ran de la noche a la maana de los harapos a la riqueza; y en la Luna surgiran industriashoy inimaginables, que enviaran sus productos a la Tierra. En esa direccin los costes de losfletes seran relativamente bajos.

    Y ello lleva al principal cometido que la Luna puede desempear en el desarrollo delSistema Solar. No es exagerado decir que ese pequeo mundo, tan reducido y al alcancede la mano (el primer cohete llegara all tras un viaje de slo treinta y cinco horas) podraser el punto de apoyo hacia todos los planetas. La razn es su baja gravedad: es necesariaveinte veces ms energa para escapar de la Tierra que de la Luna. Por tanto, como base deabastecimiento para operaciones interplanetarias, la Luna posee una gran ventaja sobre laTierra (asumiendo, por supuesto, que podamos hallar la clase de materiales necesarios all).Ese es uno de los motivos por los que es importante desarrollar una tecnologa e industrialunar.

    Desde el punto de vista gravitatorio la Luna es esencialmente una cota elevada; mientrasque en la Tierra nosotros parecemos moradores en el fondo de un pozo enormemente pro-fundo del que tenemos que saltar cada vez que queremos conducir una exploracin csmi-ca. No es asombroso que necesitemos quemar cien toneladas de combustible para cohetespor cada tonelada de carga til que enviamos al espacio?; y ello slo en cada viaje de ida,porque para los viajes de vuelta se necesitaran miles de toneladas.

    De ah que todos los proyectos de viajes espaciales con base en la Tierra sean inevitable-mente caros, al depender de cohetes gigantescos con una mnima carga til. Ello sera comosi para transportar una docena de pasajeros al otro lado del Atlntico tuviramos que cons-truir un barco tan pesado como el Queen Elizabeth, pero muchsimo ms costoso. (Los gas-tos de desarrollo de un gran vehculo espacial son del orden de varios miles de millones dedlares.) Y, para que todo sea absolutamente fantstico, el vehculo slo puede ser utilizadouna vez, ya que ser destruido durante el vuelo. De las docenas de miles de toneladas quesalen de la Tierra, tan slo volver una pequea cpsula. De lo dems, los cohetes propulso-res caern al ocano o sern desechados en el espacio.

    El salto fundamental hacia operaciones espaciales realmente eficientes puede dependerdel hecho afortunado de que la Luna carece de atmsfera. Las condiciones especialesdesde nuestro punto de vista, ya que son habituales en el resto del Universo que rei-nan all, permiten una tcnica de lanzamiento mucho ms barata que la propulsinmediante cohetes. Es la vieja idea del can espacial que Julio Verne hizo famosa hacecasi un siglo.

    Probablemente no se tratara de un can en sentido literal, alimentado con explosivosqumicos, sino de una rampa de lanzamiento semejante a las utilizadas en los portaaviones,a lo largo de la cual los vehculos espaciales podran ser acelerados elctricamente hastaalcanzar la suficiente velocidad como para escapar de la Luna. Es obvio que tal aparato seradel todo utpico en la Tierra, pero podra ser de enorme valor en la Luna.

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    Para escapar de la Tierra un cuerpo debe alcanzar la ya conocida velocidad de 25.000 millas(40.232,5 km) por hora. A una aceleracin tan brutal como es diez veces la de la gravedad,que los astronautas soportan durante breves perodos de tiempo, se necesitaran dos minu-tos para alcanzar aquella velocidad mediante una rampa de lanzamiento que medira cua-trocientas millas (643,72 km) de longitud. Si la aceleracin se redujera a la mitad para hacer-la ms soportable, la longitud de la rampa debera ser el doble. Naturalmente, cualquier obje-to que viajara a tal velocidad en el seno de la atmsfera inferior ardera por el rozamiento.Por tanto, en la Tierra podemos olvidarnos de los caones espaciales.

    En la Luna la situacin es totalmente distinta. Dado el casi perfecto vaco, la velocidad deescape lunar, tan slo unas 5.200 millas (8.368,36 km) por hora, puede alcanzarse a ras delsuelo sin ningn riesgo derivado de la resistencia del aire. Para lograr una aceleracin diezveces mayor que la de la gravedad, la rampa de lanzamiento slo necesitara diecinuevemillas (32,167 km) de longitud, no cuatrocientas como en la Tierra. Se tratara de una impor-tante obra de ingeniera, pero perfectamente factible y capaz de cambiar por completo laeconoma de los vuelos espaciales.

    Los vehculos podran abandonar la Luna sin quemar ningn tipo de combustible; toda lalabor del despegue podra realizarse en centrales elctricas fijas sobre el terreno, tan grandesy pesadas como fuera menester. El nico combustible que un vehculo espacial necesitarapara volver a la Tierra sera una pequea cantidad para la maniobra y la navegacin. En con-secuencia, el tamao del vehculo necesario para una misin desde la Luna a la Tierra podraser reducida a la dcima parte; una nave espacial de cien toneladas podra llevar a cabo loque antes hubiera precisado mil.

    Aunque esa sea una mejora ciertamente espectacular, el paso siguiente sera el realmentedecisivo. Esto es, la utilizacin de lanzaderas para enviar suministros o combustible dondefueran necesarios, en rbita alrededor de la Tierra o, de hecho, hacia cualquier otro planetadel Sistema Solar.

    En general, se est de acuerdo en que los vuelos espaciales de larga distancia, concreta-mente, ms all de la Luna, slo sern posibles cuando los vehculos puedan repostar en rbi-ta. As, se han diseado proyectos muy precisos para operaciones que incluyen flotas decohetes cisterna, que, quiz, con los aos podran actuar en la prctica como estaciones deservicio en el espacio. Por supuesto, tales proyectos seran desmesuradamente caros, ya quese necesitaran aproximadamente cinco toneladas de combustible para cohetes para poneruna sola tonelada de carga til en rbita alrededor de la Tierra, y un nico acoplamiento acien millas (160,93 km) de altura.

    Sin embargo, una lanzadera sobre la Luna podra hacer el mismo trabajo a 250.000millas de distancia! con la vigsima parte de energa, y sin consumir absolutamente nadade combustible. Si pudieran ser lanzados depsitos de propulsores hacia la Tierra, y sistemasadecuados de gua los gobernaran para mantenerlos en una rbita estable, podran girarindefinidamente hasta que fueran necesarios. Ello tendra una repercusin tan grande en la

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    logstica de los vuelos espaciales, como la que tuvo en la exploracin de los polos el dejarcaer provisiones desde el aire.

    Aunque seran necesarias enormes cantidades de energa para hacer funcionar esas cata-pultas lunares, eso no ser un problema en el siglo veintiuno. Una sencilla bomba de hidr-geno de unas pocas toneladas de peso, producira suficiente energa como para lanzar cienmillones de toneladas lejos de la Luna. Esa energa estara disponible para ser usada cuandola necesiten nuestros nietos; si no fuera as, no tendremos nietos.

    La catapulta lunar tendra otra aplicacin que, aunque hoy nos parezca muy lejana, podraser muy importante. Tal sera el lanzamiento hacia la Tierra de los productos de la tecnologalunar. Una cpsula con carga, en una versin perfeccionada de los conos y vehculos de reen-trada, podra ser lanzada desde la Luna para aterrizar de forma automtica sobre un puntodeterminado de la Tierra. Una vez ms, no se necesitara combustible para el viaje, salvo unaspocas libras para la maniobra. Toda la energa de lanzamiento podra ser proporcionada porcentrales elctricas asentadas sobre la Luna; la atmsfera terrestre aportara la fuerza de fre-nado. Una vez que ese sistema est perfeccionado, no sera ms caro enviar carga desde laLuna a la Tierra que transportarla por va area de un continente a otro mediante un reactor.An ms, la rampa de lanzamiento podra ser bastante reducida, ya que no habra que tratarcon frgiles pasajeros humanos. Operando con una aceleracin cincuenta veces mayor que lagravedad, una rampa de cuatro millas (6,772 km) de largo sera suficiente.

    Me he extendido en desarrollar esta idea por dos motivos. Primero, demostrar cmo apro-vechando la ventaja de la escasa gravedad de la Luna, su falta de atmsfera y los materialesen bruto que sin duda hay all, podemos llevar a cabo la exploracin del espacio de maneramucho ms econmica que si lo hacemos desde la Tierra. De hecho, hasta que se invente unnuevo y revolucionario mtodo de propulsin, es difcil asumir cualquier otra va mediantela que puedan realizarse viajes espaciales a gran escala.

    La segunda tiene un carcter algo ms personal ya que, hasta donde yo s, fui el primeroen desarrollar esta idea, en 1950, en un nmero del Journal of the British InterplanetarySociety. Cinco aos antes yo haba propuesto la utilizacin de satlites para comunicacionesde radio y televisin; no esperaba ver materializadas ambas cosas durante mi vida, pero unaya ha tenido lugar y me pregunto ahora si llegar a ver la segunda.

    El asunto de las comunicaciones nos lleva a otra aplicacin de la Luna que es extraordina-riamente importante. A medida que la civilizacin se extienda por el Sistema Solar, la Lunaser el eslabn principal entre la Tierra y sus hijos dispersos. Aun cuando los dems planetasse hallen igual de lejanos de la Luna que de la Tierra, la distancia absoluta no es el nico fac-tor a considerar. La superficie de la Luna ya est en el espacio, mientras que, afortunada-mente para nosotros, la superficie de la Tierra est protegida del espacio por un conjunto debarreras a travs de las que hemos de enviar nuestras seales.

    La mejor conocida de esas barreras y ello es algo de lo que nos hemos dado cuenta tanslo el ao pasado es la propia atmsfera. Gracias al desarrollo de un extraordinario apa-

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    rato ptico llamado lser3, que produce un intenso haz de rayos de luz casi perfectamenteparalelos, hoy parece que el mejor medio para las comunicaciones a larga distancia no es laradio, sino la luz. Un haz de luz puede transportar una cantidad de mensajes millones deveces mayor que las ondas de radio, y puede ser enfocado con una precisin infinitamentesuperior. Ms an, un haz de luz producido por lser puede incidir sobre un punto de la Lunade slo unos cientos de pies, mientras que el haz de luz procedente de un reflector tendracientos de millas de dimetro. As podran alcanzarse distancias colosales con muy pocaenerga; los clculos demuestran que con la tecnologa del lser podran enviarse seales alas estrellas, no slo a los planetas.

    Pero no podemos utilizar haces de luz para enviar mensajes a travs de la errtica atms-fera terrestre; una nube que pasara podra bloquear una seal que hubiera viajado millonesde millas a travs del espacio. Sin embargo, en la Luna que carece de aire ello no sera unproblema, ya que el cielo est perfectamente despejado para las ondas de todas las frecuen-cias, desde las de radio que son las ms largas hasta las de la luz visible, pasando por lasultravioletas e, incluso, por las que son menores que las cortas ondas de los rayos X, que pue-den quedar bloqueadas por unas pocas pulgadas de aire. Esta inmensa gama de ondas elec-tromagnticas estara disponible para las comunicaciones o para cualquier otro uso; quiz,como emisoras de energa que nunca han podido ser desarrolladas en la Tierra. All habrasuficiente amplitud de banda o espacio areo para todos los servicios de radio y televisinque podamos imaginar, por muy densamente poblados que pudieran llegar a estar los pla-netas y por muchos que fueran los mensajes que los hombres del futuro desearan enviar devuelta hacia la Tierra y hacia el exterior, a travs del Sistema Solar.

    As, podemos imaginarnos la Luna como una despejada central para las comunicacionesinterplanetarias, dirigiendo sus haces de luz enfocados con precisin hacia otros planetas ynaves espaciales. Cualquier mensaje que afectara a la Tierra podra ser emitido a travs delinsignificante abismo de 250.000 millas utilizando longitudes de onda que penetrasen ennuestra atmsfera.

    Hay algunas razones ms por las que la Luna casi podra haber sido concebida como unabase para las comunicaciones interplanetarias. Todo el mundo est hoy al corriente de losenormes radiotelescopios construidos para extenderse por el espacio y mantener el contac-to con sondas tan lejanas como nuestros Pioneers y Explorers (y Rangers, Mariners yProspectors, que irn tras ellos). Entre todos aqullos el ms ambicioso fue el aciago gigan-te de seiscientos pies (182,88 m) levantado en Sugar Grove (Virginia Occidental, EE.UU.), que,mediada su construccin y tras haberse gastado varios millones de dlares, fue abandonado.

    El telescopio de seiscientos pies fue un fracaso muy caro porque result ser demasiadopesado; el peso previsto eran unas veinte mil toneladas, pero cambios posteriores en su dise-o lo llevaron por encima de las treinta y seis mil. Sin embargo, en la Luna tanto los costes

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    3 N de la R. El primer lser fue construido en 1960, en EE.UU., por Theodore H. Maiman.

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    como el peso de tal estructura hubieran podido reducirse enormemente, quiz, en ms delnoventa por ciento. Gracias a su escasa gravedad se habra podido construir de una formamucho ms ligera que en la Tierra. La ausencia de aire en la Luna an rendira otro dividen-do, ya que si un telescopio terrestre ha de ser proyectado con un notable factor de seguri-dad, que le permita soportar las peores condiciones meteorolgicas, en nuestro satlite nohabra motivo para preocuparse por las tempestades lunares; ya que all no hay la ms lige-ra brisa que pueda alterar las estructuras ms delicadas.

    Pero, an no hemos acabado con las ventajas de la Luna desde el punto de vista de los quedesean enviar (y recibir) mensajes a travs del espacio. Ella gira tan despacio alrededor de sueje que el problema del seguimiento de trayectorias est muy simplificado; y es un territorioen silencio.

    O, para ser ms exactos, la cara oculta de la Luna es un territorio silencioso, probablemen-te, el ms silencioso que hoy existe dentro de un radio de millones de millas de la Tierra. Porsupuesto, estoy hablando con respecto a la radio; en los ltimos sesenta aos nuestro pla-neta ha estado vertiendo una barahnda creciente de ruido al espacio. Ello ya ha creadoserias molestias a los radioastrnomos, cuyas observaciones pueden verse arruinadas por eluso de una simple afeitadora elctrica a cien millas de distancia.

    Pero el territorio que el Lunik III vislumbrara por vez primera se encuentra fuera del alcan-ce de ese tumulto electrnico; est protegido del estruendo de la Tierra por dos mil millas deslida roca: un escudo mejor que un milln de millas de espacio vaco. All, donde no brillanunca la luz de la Tierra, estarn los centros de comunicaciones del futuro, conectandomediante radio y haces de luz todos los planetas deshabitados. Y, quiz, yendo un da msall del Sistema Solar para establecer contacto con aquellas otras formas de vida inteligen-tes cuya exploracin ya ha comenzado. Esa bsqueda difcilmente puede tener xito, a no serque escapemos del estrpito producido por todas las emisoras de radio y televisin de nues-tro propio planeta.

    En un debate reciente sobre proyectos de exploracin del espacio, el profesor Harold Ureyapunt que la Luna es uno de los lugares ms interesantes del Sistema Solar, acaso an msde lo que puedan ser Marte o Venus, incluso, aunque pudiera haber vida en esos planetas.Sobre el rostro de la Luna puede haberse conservado a travs de los tiempos, y virtualmenteintacto, un archivo de las condiciones que existan hace miles de millones de aos, cuandoel Universo era joven. En la Tierra todos esos archivos hace mucho que fueron borrados porlos vientos, las lluvias y otras fuerzas geolgicas. Cuando alcancemos la Luna ser como sitoda una biblioteca de volmenes perdidos, un milln de veces ms vieja que la destruida enAlejandra, se abriera de golpe ante nosotros4.

    4 N de la R. El 20 de julio de 1969, la Apolo 11 fue la primera nave tripulada que aterriz en la Luna. Iban a bordoNeil Armstrong, Edwin E. Aldrin, Jr, y Michael Collins. Neil Armstrong fue el primer hombre que, a las 22:56 horasde ese da, pos el pie sobre nuestro satlite.

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    Mucho ms all de los costes estn las habilidades que deberemos adquirir durante laexploracin y, finalmente, colonizacin de esta nueva tierra en el espacio. Me imaginoque en la Luna aprenderemos ms en unos pocos aos sobre mtodos heterodoxos de pro-duccin de alimentos, que lo que podramos aprender en la Tierra en dcadas. En un sentidocasi literal de la palabra: podremos transformar las rocas en comida? Deberemos aprenderese arte (como eones5 atrs hicieron las plantas) si pretendemos conquistar el espacio. Talvez, las ms apasionantes de todas sean las posibilidades abiertas a la medicina en condicio-nes de baja gravedad y la posibilidad de responder a la formidable pregunta: vivirn ms loshombres en un medio en el que sus corazones no se desgasten luchando contra la gravedad?De la respuesta a esa pregunta depender el futuro de muchos mundos y naciones an an-nimos.

    En gran medida, la poltica, como la vida, consiste en administrar lo imprevisible. Podemosprever tan slo una mnima fraccin de las potencialidades de la Luna, y sta apenas es unaminscula porcin del Universo. El que la Unin Sovitica haya realizado un esfuerzo supre-mo para ir all, tiene unas implicaciones mucho ms profundas de lo que generalmente se haaceptado.

    No podemos perder ms tiempo en trivialidades. Percibimos con claridad que, si algunanacin llegara a poseer el dominio de la Luna, ello determinara no slo el destino de la Tierra,sino el de todo el alcanzable Universo.

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    5 N de la R. Un En es una unidad geocronolgica que equivale a mil millones de aos.