Arte prehispánico chamánico del noroeste argentino.

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Arte prehispánico chamánico del Noroeste Argentino Por Ana Ma. Llamazares Artículo publicado en la revista Precolombart Nro. 4 d Museo Barbier-Mueller d´art Precolombí, Barc el elona. El pasado prehispánico de la región Noroeste de la Argentina (NOA) –casi 10.000 años desde su poblamiento originario- recorre diversas etapas, desde bandas de cazadores- recolectores hasta sociedades asentadas en grandes núcleos urbanos. La cultura de La Aguada, correspondiente al período Medio o de Integración, se expandió entre los siglos IV y X de la era cristiana, a través de manifestaciones locales en diversos valles de las provincias de Catamarca y La Rioja (ver mapa). Representa un verdadero jalón en ese largo proceso cultural, especialmente por el florecimiento de un arte de notable iconografía de carácter simbólico-religioso, estrechamente ligado a rituales chamánicos y a la legitimación del poder político. Hasta mediados del siglo pasado se confundían varias entidades culturales dentro de una denominación común: cultura draconiana[1]. El primero en introducir una discriminación fue Alberto Rex González (1951 y 1964) al desdoblar el estilo Huiliche Monocromo[2] en dos variedades, sin y con motivos felínicos. El primero quedaría asociado a la cultura Ciénaga, cronológicamente más temprana. Para el segundo propone la designación Aguada que resultará la cultura diagnóstica del período Medio. En su obra clásica (1961-64) caracteriza extensamente a esta cultura, reconstruye su dispersión geográfica y discrimina dos tipos cerámicos (Aguada pintada y Aguada gris plomizo) con múltiples variantes. A 35 años de su definición, González (1998) publica una extensa obra de actualización, que refleja los importantes avances realizados tanto por él como por otros investigadores. Allí recorre todos los aspectos de La Aguada, y describe varios estilos cerámicos nuevos: Ambato negro grabado, Ambato tricolor, Portezuelo y Aguada Meridional; además de los clásicos Hualfín gris grabado y Hualfín pintado[3]. Respecto del problema del origen de esta cultura González señalaba que Aguada era “la más andina de las culturas del N.O." (1961-64:238). En esta obra continúa la tradición de Uhle (1912) y Debenedetti (1912) que habían reconocido la existencia de paralelismos iconográficos con Tiwanaku, proponiendo que La Aguada sería resultado de influencias provenientes del centro altiplánico durante su período clásico. Actualmente, González (1998) ve a La Aguada como un ejemplo de “proceso cultural continuo”, rastreando elementos comunes desde los comienzos del Formativo en el NOA. Reconoce a su vez, la amalgama de influencias andinas –el uso de los metales, la llama, los cultígenos, la cerámica elaborada, la tiradera y el panteón de deidades- y de la selva oriental –la pipa acodada, las ocarinas, y las hachas, tanto las de piedra pulidas con cuello, como las rectangulares-. Consiera ahora una mayor antigüedad para la filiación de Aguada con el complejo de ideas religiosas alrededor del felino, el sacrificador y el uso de plantas sagradas, que se remontaría hasta los orígenes de Tiahuanaco, en la tradición Pucara (Bouysse-Casagne 1988) ; y más allá, hasta Chavín a través de Paracas. A partir de la década del '70 los estudios arqueológicos van mostrando una imagen más compleja de la cultura Aguada. Aparecen manifestaciones locales en los distintos ámbitos donde se distribuye, aunque siempre unificadas alrededor de ciertos rasgos recurrentes muy

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Arte prehispánico chamánico del noroeste argentino. Por Ana María Llamazares. En: Revista Precolombart Nro. 4/5, pp.86-99. Museo Barbier-Mueller d´art Precolombí, Barcelona, 2002.

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  • Arte prehispnico chamnico del Noroeste Argentino

    Por Ana Ma. Llamazares Artculo publicado en la revista Precolombart Nro. 4 dMuseo Barbier-Mueller dart Precolomb, Barc

    el elona.

    El pasado prehispnico de la regin Noroeste de la Argentina (NOA) casi 10.000 aos desde su poblamiento originario- recorre diversas etapas, desde bandas de cazadores-recolectores hasta sociedades asentadas en grandes ncleos urbanos. La cultura de La Aguada, correspondiente al perodo Medio o de Integracin, se expandi entre los siglos IV y X de la era cristiana, a travs de manifestaciones locales en diversos valles de las provincias de Catamarca y La Rioja (ver mapa). Representa un verdadero jaln en ese largo proceso cultural, especialmente por el florecimiento de un arte de notable iconografa de carcter simblico-religioso, estrechamente ligado a rituales chamnicos y a la legitimacin del poder poltico.

    Hasta mediados del siglo pasado se confundan varias entidades culturales dentro de una denominacin comn: cultura draconiana[1]. El primero en introducir una discriminacin fue Alberto Rex Gonzlez (1951 y 1964) al desdoblar el estilo Huiliche Monocromo[2] en dos variedades, sin y con motivos felnicos. El primero quedara asociado a la cultura Cinaga, cronolgicamente ms temprana. Para el segundo propone la designacin Aguada que resultar la cultura diagnstica del perodo Medio. En su obra clsica (1961-64) caracteriza extensamente a esta cultura, reconstruye su dispersin geogrfica y discrimina dos tipos cermicos (Aguada pintada y Aguada gris plomizo) con mltiples variantes.

    A 35 aos de su definicin, Gonzlez (1998) publica una extensa obra de actualizacin, que refleja los importantes avances realizados tanto por l como por otros investigadores. All recorre todos los aspectos de La Aguada, y describe varios estilos cermicos nuevos: Ambato negro grabado, Ambato tricolor, Portezuelo y Aguada Meridional; adems de los clsicos Hualfn gris grabado y Hualfn pintado[3].

    Respecto del problema del origen de esta cultura Gonzlez sealaba que Aguada era la ms andina de las culturas del N.O." (1961-64:238). En esta obra contina la tradicin de Uhle (1912) y Debenedetti (1912) que haban reconocido la existencia de paralelismos iconogrficos con Tiwanaku, proponiendo que La Aguada sera resultado de influencias provenientes del centro altiplnico durante su perodo clsico. Actualmente, Gonzlez (1998) ve a La Aguada como un ejemplo de proceso cultural continuo, rastreando elementos comunes desde los comienzos del Formativo en el NOA. Reconoce a su vez, la amalgama de influencias andinas el uso de los metales, la llama, los cultgenos, la cermica elaborada, la tiradera y el panten de deidades- y de la selva oriental la pipa acodada, las ocarinas, y las hachas, tanto las de piedra pulidas con cuello, como las rectangulares-. Consiera ahora una mayor antigedad para la filiacin de Aguada con el complejo de ideas religiosas alrededor del felino, el sacrificador y el uso de plantas sagradas, que se remontara hasta los orgenes de Tiahuanaco, en la tradicin Pucara (Bouysse-Casagne 1988) ; y ms all, hasta Chavn a travs de Paracas.

    A partir de la dcada del '70 los estudios arqueolgicos van mostrando una imagen ms compleja de la cultura Aguada. Aparecen manifestaciones locales en los distintos mbitos donde se distribuye, aunque siempre unificadas alrededor de ciertos rasgos recurrentes muy

  • convencionalizados, especialmente en su iconografa. As, la idea del perodo Medio como caracterizado bsicamente por una cultura, La Aguada, que acrisolaba las influencias tiwanacotas, va dando lugar a otra que nos muestra a un perodo donde la variedad y especificidad de los procesos locales cobra mayor relevancia.

    Jos Prez Golln (1992) propone denominar a esta etapa como Perodo de Integracin. Representara bsicamente el surgimiento de la complejidad social y se caracteriza por un conjunto de transformaciones econmicas, demogrficas y sociales que acompan una nueva forma poltica: las jefaturas o seoros. La lite de jefes o seores, que se atribua y delegaba en sus herederos la descendencia divina, sustentaba su poder no solamente en el control de los recursos econmicos sino bsicamente, en la concentracin de los bienes simblicos. De ello nos hablan tanto el arte como la arquitectura. El ceremonial debi estar altamente desarrollado a juzgar por la construccin de grandes centros con estructuras piramidales y amplios espacios pblicos. Los rituales chamnicos incluan la ingestin de plantas sagradas psicoactivas, especialmente el cebil -Anadenanthera colubrina var. cebil- (Perez Golln y Gordillo 1993 y 1994) , las danzas grupales, los sacrificios humanos y el culto a la cabeza-trofeo.

    Tambin se replantea el papel del NOA tradicionalmente considerado como una regin marginal respecto de los centros de alta cultura de la gran rea andina. As La Aguada, que presenta una indudable familiaridad estilstica con otras culturas de Per y Bolivia, especialmente con Tiwanaku, Huari y Recuay, fue considerada como una expresin subsidiaria de stas, y su florecimiento interpretado como una resultante de sus influencias. Esta concepcin difusionista que tiende a simplificar las interpretaciones en trminos de relaciones centro-periferia, ha sido ya revisada, aunque an subyace en el pensamiento de muchos americanistas. Hoy podemos componer una imagen ms comprehensiva de la dinmica intercultural que caracteriz a la Amrica precomombina. A la luz de los diversos modelos que se han ido elaborando (Murra 1975 Browman 1980 Dillehay y Nuez 1988), el noroeste argentino, por su proximidad con las reas bajas boscosas donde crecen naturalmente los rboles de cebil, debi jugar un papel crucial para el aprovisionamiento de las preciadas semillas, las que circularon por toda el rea andina a travs de las extensas redes de intercambio (Lumbreras 1979 - Perez Golln 1992 y 1994)[4]. De esta manera, si bien es indiscutible la pertenencia de la regin a la macroarea andina, se reconoce su especificidad. Dar cuenta de este complejo juego entre unidad y diversidad, sigue siendo uno de los desafos de los arquelogos e historiadores, an no del todo superados.

    El arte de La Aguada

    Sin lugar a dudas, La Aguada representa el momento culminante del arte precolombino del noroeste argentino. Sus expresiones se despliegan a travs de mltiples materiales: una fina cermica -pintada, pulida y grabada-, la metalurgia del oro y el bronce, la escultura en piedra y el arte rupestre, grandes imgenes pintadas en abrigos rocosos y cuevas al este de la sierra de Ancasti (Llamazares 1999 y 2000). Todas esas formas plsticas son portadoras de una rica iconografa de carcter figurativo-fantstico poblada obsesivamente de imgenes de felinos, figuras humanas muy ataviadas, algunas con armas en sus manos o cabezas colgando de sus brazos, con tocados o mscaras, otras ya son seres hbridos tal vez la representacin de la transformacin chamnica-; completan el repertorio las figuras de saurios y serpientes, aves, vampiros y diversas formas geomtricas.

    Se trata de un conjunto ms o menos acotado de temas que se repiten con insistencia, tratados a travs de una multiplicidad de formas y combinaciones. Detrs de la diversidad advertimos un lenguaje comn. A travs de su simbologa, La Aguada se enraiza en una antigua tradicin ideolgico-religiosa que encontramos formando parte de la cosmovisin, el arte y espiritualidad del mundo andino, desde Chavn hasta Tiwanaku (Gonzlez 1998). Creemos que uno de los hilos conductores de este lenguaje comn se encuentra en que todas estas culturas compartieron las bases de un mismo conocimiento chamnico centrado en una ntima relacin con las plantas sagradas, as como una cosmovisin en la que se interrelacionan profundamente lo humano, lo animal y lo sobrenatural.

  • La cermica Ambato negra pulida es uno de los estilos Aguada ms antiguos, correspondiendo a uno de los centros de origen de esta cultura, el valle de Ambato. Se caracteriza por piezas de confeccin muy fina, de color negro dado por la composicin de su pasta y la forma de coccin en atmsfera reductora, de superficie bruida muy brillante. Las formas ms frecuentes son: a) vasijas de base subglobular y cuello alto de paredes divergentes con asas horizontales, b) vasos globulares sin asas y cuello evertido, c) escudillas, d) vasos subcilndricos de paredes divergentes con un asa vertical [5]y e) vasijas globulares modeladas con formas animales y humanas. El rasgo ms sobresaliente es su decoracin, realizada por incisin y rellenado del surco con una sustancia blanca, lo cual genera un efecto de alto contraste, que muchas veces les permite jugar con el recurso negativo de invertir el fondo y la figura. El fondo se obtiene generalmente por un reticulado, producto del entrecruzamiento regular de lneas rectas.

    El repertorio iconogrfico despliega los temas clsicos: a) imgenes fantsticas de rasgos felnicos, como las fauces de dientes aserrados, las orejas redondeadas, las garras y las manchas tpicas del jaguar; b) la figura humana, generalmente de frente, con dardos o bastones en sus manos, tambin portando estandartes, hachas y cabezas. Suelen estar ricamente vestidas, con tnicas, pectorales, perneras y complicados adornos ceflicos. Una variante es la del personaje con mscara o cabeza felnica, que tambin puede ser de serpientes que cuelgan hacia atrs; c) el felino de contornos redondeados, con grandes manchas en el cuepo, las fauces abiertas y la lengua sobresaliente, las garras como uas y la cola curvada hacia arriba. Tambin aparecen combinaciones de cuerpo felnico y cabeza humana. d) las figuras de saurios y serpientes, a menudo como la anfisbema de dos cabezas; e) aves y otras figuras zoomorfas; f) elementos geomtricos como el reticulado, las espirales, el escalonado, las cruces, los crculos concntricos, entre otros.

    Dedicaremos una lneas al significado del sacrificador, imagen que orna la pieza de la coleccin Barbier-Mueller, pues detenernos en la interpretacin de todos los temas simblicos excedera la extensin de este artculo.

    Dentro del repertorio iconogrfico del arte de Aguada las figuras antropomorfas ocupan un lugar preponderante. Gonzlez (1998) distingue tres tipos principales: a) el personaje de las manos vacas, que se encuentra slo en las placas metlicas (Gonzlez 1992), identificado con la mxima deidad solar; b) el personaje con los dos cetros, que podra considerarse una variante del anterior. Ambos seran dioses de la lluvia y la fertilidad; c) el sacrificador, que aparece portando hachas, dardos o tiraderas, cabezas colgando o ensartadas en estandartes, algunos con forma de banderines o cuchillones- triangulares. Gonzlez los interpreta como la representacin de los oficiantes del rito sangriento. Tal vez los mismos sacerdotes o chamanes encargados de realizar los sacrificios. Muchos de ellos tienen la fisonoma hbrida propia del fenmeno de transformacin en jaguar u otros animales. Gran parte de estos personajes tienen en su cuerpo las manchas del jaguar o las escamas de la serpiente, o su cabeza es directamente la del felino, como el caso del ejemplar del Museo Barbier-Mueller. Se trata de uno de los recursos compositivos propios del arte precolombino, tal el uso de metonimias icnicas en las que una parte destacada del animal acta como significante por s mismo de la figura completa. As funcionan las manchas, las fauces y garras del jaguar y las escamas de la piel de la serpiente (hileras de tringulos unidos por la base), entre otros.

    El significado del jaguar dentro de la cosmovisin andina es un tema amplsimo que tampoco podemos desarrollar aqu. En el contexto Aguada ha sido identificado por Perez Golln (1986) con la deidad solar o Punchao y el lugar sagrado de la Isla Titicaca.

    Ms all de la denotacin directa de los temas interpretacin de la figuras humanas como deidades u oificiantes del ritual- hay un plano significativo en el que la imagen en su conjunto acta como un smbolo de la cosmovisin y su ostentacin reactualiza para el grupo los principios bsicos de la cultura. En las imgenes cosmolgicas propias del arte chamnico (Llamazares 2001), cada estrato del cosmos est representado metafricamente por elementos, colores o animales que lo identifican. La figura humana, generalmente alineada con los ejes verticales de la imagen, tiene el rol de interconectar los diferentes planos, especialmente el

  • mundo superior y el inframundo, a la manera del axis mundi. El caso de las placas metlicas de Aguada ofrece un ejemplo paradigmtico de este recurso iconogrfico (ver imagen)

    Se trata de un jarro con asa vertical del estilo Ambato negro grabado, con la terminacin clsica del pulido que le otorga un brillo caracterstico. La iconografa corresponde al motivo del sacrificador que se describe e ilustra en el artculo. Posee dos imgenes muy semejantes una en el frente y otra en el reverso de la pieza, lo cual es tambin muy comn, y nos habla de cmo la disposicin espacial de las imgenes sobre el espacio de la pieza responde a los cnones representativos que simbolizan la dualidad. Las figuras del sacrificador que adornan este ejemplar corresponden a la serie del personaje con cabeza o mscara felnica con las orejas curvas y las fauces abiertas mostrando los dientes. El cuerpo est trabajado con un

    enrejado en diagonal que deja advertir en negativo, un adorno pectoral y en las piernas, posibles perneras con las manchas del felino. Un detalle interesante es la decoracin de series de tringulos sobre el pecho y cintura de la figura. Podra corresponder a una representacin metonmica de la serpiente. El personaje del anverso lleva dardos en sus manos y un apndice que termina en una perquea cabeza de felino. El del reverso en cambio no deja dudas de que se trata del sacrificador, en tanto porta un estandarte en alto en cuyo extremo se encuentra ensartada una cabeza humana.

    Por su parte, tambin es posible encontrar otro nivel de significado en la organizacin y disposicin compositiva de la imagen. Un ejemplo notable es el uso de la simetra axial, que representa claramente algunos principios bsicos de la cosmovisin andina, como la dualidad todo se desdobla en pares o mitales- y la complementariedad de los opuestos. Para la cosmovisin de las culturas andinas la dualidad es un atributo divino o sagrado por excelencia, propio de la esencia misma del orden csmico y vital, que encuentra su manifestacin ms abstracta en diversos recursos formales, como el desdoblamiento- y cromticos, particularmente en los significados atribudos a la luz, el brillo y ciertos usos del color (Saunders 1998 y 2001 Llamazares 2002). En el caso de la cermica Ambato podramos agregar como elementos plsticos que refuerzan su carcter de smbolos de lo sagrado el uso de la mxima oposicin cromtica imgenes blancas contra el fondo negro de la pasta- enfatizado an ms por la terminacin bruida de la pieza que la convierte en un objeto brillante por s mismo.

  • Vemos as que el discurso icnico de La Aguada puede ser ledo en mltiples planos. Uno de ellos sin duda corresponde a la utilizacin de estas imgenes como recursos de legitimacin sobrenatural del poder terrenal de los seores (Perez Golln 2000). En otro nivel, consideramos que estas compejas composiciones pueden considerarse como conos cosmovisionales (Llamazares, Sarasola y Pereda 2001), que condensan principios conceptuales y filosficos bsicos de la cosmovisin, y pudieron operar como recursos de reafirmacin de la espiritualidad y la identidad sociocultural.

    [1] El nombre draconiano responda a la identificacin del motivo felnico con garras ysus fauces abiertas con el tema mtico clsico del dragn o medusa. El nombre fue dadopor Samuel Lafone Quevedo (1892) a fines del siglo XIX, para identificar un estilodecorativo propio de ciertas piezas de alfarera que hasta entonces no haban sidodescriptas. [2] Este trmino fue usado previamente por Bennet, Bleiler y Sommer (1948) en elprimer intento sistemtico por organizar una periodizacin en base a una secuenciacronolgica en 4 perodos (Temprano, Medio, Tardo e Inca), en donde conservan ladenominacin dada por Debenedetti (1931) de "cultura de los Barreales" en alusin alambiente en el que solan aparecer los restos cermicos, para identificar al perodoTemprano de la zona Sur, y dentro de ella diferencian dos estilos cermicos: HuilicheMonocromo y Cinaga Polcromo.[3] Slo nos referiremos en este artculo al primero de ellos pues corresponde a la piezade la coleccin BarbierMueller que se describe.[4] Otro de los elementos que habra sido una peculiaridad del NOA en trminos delintercambio interregional es la existencia de minerales que permitieron el desarrollo de uncentro de produccin de objetos de bronce arsenical.[5] A esta categora pertenece la pieza de la coleccin Barbier-Mueller.

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