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TENEMOS UNA DEUDA PENDIENTE CON LA CREACIÓN ARTÍSTICA. Desde que aquel lejano 1986 dedicáramos una colaboración especial de nuestro amigo Anto-nio Egea, seguidor fiel y entusiasta de nuestros proyectos editoriales, a dar cuenta de la obra de los pintores de la Comarca, verdaderamente, excepto alguna que otra nota dispersa, desde Revista Velezana no habíamos prestado la atención que se me-recen los numerosos creadores de nuestra tierra.

TIEMPO ES YA PARA QUE PUEDAN DIVULGAR SU OBRA. Desde Revista Velezana valoramos la conveniencia de que los artistas velezanos dispongan de un cuadernillo especial en color don-de, con la dignidad precisa y la colaboración imprescindible de los mismos, puedan aportarnos el material necesario para dar noticia de su trabajo creativo y mostrar algunas de sus obras más significativas.

LA RECIENTE CREACIÓN DE LA ASOCIACIÓN “GABAR”, donde se dan cita la mayoría de los creadores velezanos, a tenor de su entusiasmo inicial e interesantes actividades, puede y debe contribuir al mantenimiento de esta nueva sección de Revista Velezana, aportando ideas y mate-rial, trabajando en su diseño, llenando sus páginas de nuevos contenidos, animando a su divul-gación, seleccionando nuevos autores.

EL PROYECTO INICIAL CONSISTE EN MOSTRAR LA OBRA DE 3 CREADORES EN CADA CUA-DERNILLO. De manera que en cada número de Revista Velezana se recoja una selección de su obra acompañada de una breve reseña biográfica, un extractado currículum y los comentarios críticos y/o literarios que considere oportunos introducir cada artista para explicar su produc-ción. Pasado el tiempo, si esta nueva aventura editorial se consolida y da sus frutos en próximos años, siempre será posible reunir la colección completa en un volumen independiente.

CARMELO RUBIO, BASILIO RUZAFA Y ANTONIO EGEA conforman el grupo inaugural de la sección CUADERNOS DE ARTE, I (2007). Ni mejores ni peores que el resto de creadores loca-

les. Cada cual con su estilo, técnica y preocupación propia. La selección no se ha basado en criterios comparativos de calidad, currículum o profesionalidad, sino de oportunidad; con el objetivo de, siempre que sea posible, reunirlos a todos,

sin excepciones. Un reto que sólo será factible superar con el concurso de protagonistas, gestores y público lector.

Carmelo Rubio Basilio Ruzafa Antonio Egea

Revista Velezana, 26 (2007)CARMELO RUBIO

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Cuando hace algunos años empecé a interesarme por la disciplina del grabado, una de las primeras necesidades fue la de conocer in situ los principales centros que, a nivel nacional, se dedicaban a la enseñanza de sus diversas técnicas. En

un principio confundía a Carmelo Rubio con Mariano Rubio, otro gran experto del graba-do, autor éste de un tratado muy consultado por los estudiosos de esta técnica.

En mis visitas a la feria de ESTAMPA de Madrid solía aprovisionarme de catálogos. Escogía sobre todo los relacionados con los Premios Nacionales de Grabado convocados por la Calcografía Nacional. En éstos descubrí que Carmelo Rubio había nacido en Vélez Blanco. Algo parecido me había ocurrido años atrás cuando, en mi deambular diario

por las galerías de arte de la ciudad condal, encontré también a otro artista velezano nacido en Vélez Blanco: Jesús Ortiz, hijo de la emigración, que había pasado casi toda su vida ejerciendo su magisterio en las Islas Canarias. De este sensacional dibujante, pintor y grabado, ya se hicieron eco en su día el Ayuntamiento de su pueblo natal y la Diputación Provincial de Almería, preparándole dos exposiciones homenaje.

Como siempre, yo acudía a mis amigos Pepe Ros y Basilio Ruzafa para que me ayudaran a encontrar el paradero de Carmelo. No encontrábamos pistas. Fue en otra vista a la Feria de ESTAMPA cuando apareció definitivamente el nombre de Carmelo Rubio estrechamente ligado con el de CMAGEC (Centro Murciano de Arte Gráfico y de la Estampa Contemporánea). Era fundador y coordinador de dichos espacio, creado en la vecina ciudad de Caravaca de la Cruz, fronteriza con los Vélez.

Siendo niño, Carmelo, con toda su familia, se fue a vivir a esta localidad murciana, de allí paso a Valencia, don-de estudió Bellas Artes. Actualmente reside en Madrid. Todos los veranos se deja caer por la tierra de sus mayores. El centro “El Jardinico”, en Caravaca, programa bajo su tutela unos estupendos y completos cursos de grabado, a los que asistimos con regularidad algunos amigos velezanos, como Ramón Pérez, José Luis Álvarez y un servidor.

Como miembros del Grupo Gabar, Asociación Artística, hemos preparado una serie de actuaciones, entre ellas, la recuperación de personas que, estando fuera de la Comarca de los Vélez, de donde son originarios, destacan en alguna disciplina. Como es el caso de Carmelo. En este sentido, quisiera agradecer a Revista Velezana que reserve un espacio para este proyecto.

Antonio Egea, maestro y pintorVélez Rubio, marzo, 2007.

Vélez Blanco, 1963

Licenciado en Bellas-Artes, espe-cialidad en Pintura, por la Politécnica de Valencia (1988), y de Grabado por la de Bellas Artes de UCM de Ma-drid (1995), donde inscribió sus tesis (2000). Ha realizado diversos semina-rios y cursos en Madrid (1993, 1994, 1995), Mallorca (1997), Alcalá la Real (1999 y 2000) y Betanzos (2000).

Miembro fundador y coordinador del Centro Murciano de Arte Gráfico y de la Estampa Contemporánea, CMA-GEC (Caravaca, 2000); director de los “Talleres Internacionales de Arte” orga-nizados por el CMAGEC y la Facultad de Bellas Artes de Murcia. Entre los

años 1993 y 2005 ha participado en exposiciones colectivas en numerosas galerías y certámenes: Madrid, Albace-te, Ciudad Real, Madrid, Murcia, Pon-ferrada, Almería.

Seleccionado en numerosos pre-mios y certámenes de grabado de di-versas ciudades españolas: Madrid, Marbella, Borja, Avilés, San Lorenzo del Escorial, Játiva, Sevilla, Quart de Poblet, Orduña, Pinto, Majadahonda, Colmenar Viejo, etc.

Su obras se halla en representada en la Complutense de Madrid, Calco-grafía Nacional, Diputación de Aragón, Fundación Pilar Juncosa y Joan Miró de

Mallorca, Biblioteca Nacional, Funda-ción BBV, Centro Andaluz de Arte Se-riado, etc.

Ha colaborado en la ilustraciones de publicaciones y realizado varias en-trevistas y artículos en revistas especia-lizadas: La siesta del lobo; El Grabado, un paraíso de artificios, entrevistas a Óscar Manesi y a Enrique Brinnkman (2001); Alcabala del tiempo, de Anto-nio Rubio (Murcia, 2005); En Azul, de Carlos Barrajón (Valdepeñas, 2005); El Qixote (Albacete, 2006).

Cuadernos de Arte, I (2007) CARMELO RUBIO

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FLORES

La serie “flores” surge de los trabajos que realizo a partir de las experiencias que voy teniendo en los paseos por el campo de la zona de los Vélez, concretamente las estepas topareñas. Durante los meses de julio y agosto paso temporadas en una casa, cortijo, de esta zona alta y seca de Almería, que, a pesar de la primera impresión, ofrece al visitante atento y expectante un inmenso espectáculo de botánica casi camuflada con el terreno. Plantas, delicadas flores y extraños insectos se muestran en un silencioso espacio de luz. Este desocultamiento de la naturaleza se transforma en aprehensión parcial, fragmentaria de los elementos que, como las flores, pueden decirnos algo más sobre la imagen de un paisaje y los seres que lo habitan.

Nuestra percepción de la Naturaleza nos revela una idea del mundo, de algún modo apreciamos una configuración formal que es extensi-ble a otros lugares. La flor, la forma dibujada, remite a una flor universal a la que también atribuimos un nombre poético, una palabra: “flores esteparias de Almería”. ¿No es el fragmento protagonista que nos sorprende con referencias absolutas?

África negra Flor de Corea

Flor del Sahara Flores de Sabana

Revista Velezana, 26 (2007)CARMELO RUBIO

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El puente Paisajes bálticos

RITOS Y PAISAJES

Los ritos humanos en su relación con la tierra vivida, con la arquitectura habitada. Ritos y costumbres en los que prevalecen tradiciones antiguas o ancestrales y los nuevos ritos ligados a los nuevos movimientos poblacionales; turismo, agricultura superproductiva, etc. El paisaje urbano y los comportamientos y costumbres nuevas pasadas por el tamiz de la imagen fija y estática o la imagen videográfica y en movimiento nos revelan una representación veraz de las proyecciones del hombre en este mundo.

De pueblos malditos

El fuego llama al fuego y así nosotros, peregrinos,

sentimos desgastarse nuestros huesos y no cejamos,

labramos en nuestra piel mapas que interpretan adivinos,

visitamos manantiales secos y no nos quejamos.

Hombres templados sobre argénteas arenas al sol,

en la noche encienden fuegos y entonan cantos,

extrañas armonías que nadie les enseñó,

pujante gramática de adoración.

Hombres que no mienten, hombres que no descansan,

hijos de la desolación del fulgor y la nada,

de la piedra al polvo, del silencio al humo,

a un sol extinto al desierto que avanza.

Alcabaladeltiempo, de Antonio Rubio.

Cuadernos de Arte, I (2007) CARMELO RUBIO

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ESTRUCTURAS Y ARQUITECTURAS

Interpretando jeroglíficos

La sorpresa que provocan los hallazgos de aquellos aspectos reveladores y originales en determinadas cosas, naturales o artificiales, es la sorpresa del entusiasmo por haber descubierto algo oculto, como si se tratara del encuentro con la verdad más intrínseca y, a la vez, guardada de las cosas.

Cuando soy consciente de haber atrapado por un instante el secreto o la clave de una cosa es como haber interpretado un jeroglífico del mundo o de la naturaleza. La certeza en la interpretación de ese signo me permite afrontar la lectura de las formas como un lenguaje que se empeña en comprender nuestro espacio vital.

Alcabala Arcos

Ártico Módulos

Revista Velezana, 26 (2007)CARMELO RUBIO

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Costa turquesa

La imagen herméticaLa estructura hermética, cerrada y generalmente simétrica de las formas proporciona al dibujo y a las cosas, a las que configura una fuerza

visual contundente. Este tipo de imagen es frecuente en casi todos los elementos decorativos, así como en las estructuras de numerosos objetos industriales y artesanos que se suelen construir a partir del análisis de las formas de organismos y cosas naturales. Otras veces se trata de estructuras derivadas, en cierto modo, de los procesos de fabricación, y casi siempre vinculadas a la geometría y al símbolo.

Máscara

Pabellón 1 Estructura

Cuadernos de Arte, I (2007) BASILIO RUZAFA

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Los primeros recuerdos que tengo de Basilio se remontan a nuestra época escolar, cuando iniciamos la segunda etapa de una EGB recién estrenada. Basilio ya apuntaba maneras de artista y no paraba de realizar bocetos,

dibujos y apuntes que se fueron transformando luego en sus primeros cuadros al óleo. Destacaba sobre todo por su destreza manual, por la precisión en los dibujos, por la limpieza de los trazos. Sus cuadernos de dibujos estaban siempre impecables, mientras que los de la mayoría de sus compañeros, incluidos los míos, terminaban ajados y emborronados por el frecuente uso de las gomas. El BUP, que realizamos en el Instituto de Bachillerato “José Marín” de Vélez Rubio, supuso sin duda para Basilio un momento de afirmación y de dominio de la técnica del dibujo. Los ejercicios escolares, que se convertían para los legos en el dibujo en una engorrosa prueba, eran superados por Basilio con una ligereza no exenta de rigor. Su definitiva vocación por el mundo de las artes plásticas le llevó finalmente a cursar estudios de Bellas Artes en Valencia y a dedicarse posteriormente a la enseñanza.

Es Basilio, pues, poseedor de una sólida formación académica, aunque yo siempre he querido ver en él a un autodidacta: no es sólo su manera de conocer las técnicas, que más que aprendidas en él parecen descubiertas, sino su preocupación por todo el proceso, desde la elección de los materiales hasta los últimos retoques y, sobre todo, por una actitud permanente de búsqueda de nuevas soluciones técnicas, que nos indican que Basilio no se ciñe a los es-trechos límites del aprendizaje académico, consciente que su creatividad, a la que aporta una indudable dimensión lúdica, es fruto de su personal concepción, en la que priman no la tiranía de un resultado efectista, sino una honrada preocupación por un trabajo bien hecho.

Basilio domina con soltura el óleo, el dibujo, el grabado, la areografía, y de sus pinceles y lápices han surgido retratos, estudios anatómicos, paisajes, ilustraciones, carteles y un largo etcétera.

Basilio no ha sido indiferente al hecho de haber nacido en Vélez Blanco, aunque lo ha administrado con sabidu-ría, y ha huido de la tentación de limitar su creación a una reinterpretación reiterativa de los marcos incomparables de los que dispone el pueblo.

Agapito Pageo (Madrid, 1994).

Licenciado en Bellas Artes en Va-lencia (1984), profesor de Enseñanza Secundaria desde 1985. Ha obtenido varios premios en concursos de carte-

Cueva de Ambrosio (Vélez Blanco, 1961).

les, nacionales y regionales (Caravaca de la Cruz, 1988; Águilas, 1990) y pin-tado grandes murales públicos. Tiene en su haber numerosas exposiciones

individuales y colectivas. Trabaja tan-to diferentes técnicas de estampación como técnicas de dibujo y pintura con igual dominio y soltura.

Europa (1�) Gato en ventana

Revista Velezana, 26 (2007)BASILIO RUZAFA

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La casa de nuestros padres, en Vélez-Blanco, no tiene vistas al Castillo, pero sus paredes son un ob-servatorio privilegiado de los lugares más hermosos del paisaje de la zona. Desde pequeña he visto cómo mis padres iban colgando con los cuadros de Basilio ventanas imposibles que mostraban el Castillo, la Muela o el Convento desde todos los ángulos y con todas las luces imaginables. Al principio eran venta-nas pequeñas con imágenes realistas, parecidas a las fotografías que habría podido tomar algún turista. Luego fueron apareciendo también ventanas indiscre-tas, de fuera a dentro, como paredes transparentes, desde las que se veían habitaciones con chaquetas abandonadas en sillas, sin cuerpo al que vestir, y mu-jeres sin chaqueta ni vestido alguno, y gatos… y que, a su vez, tenían ventanas con vistas a algún lugar de la Comarca. Y crecieron hasta convertirse en grandes ventanales desde a los que los tonos de la realidad se les han subido los colores cálidos de la mirada de Basilio y de los que amamos este paisaje.

Desde mi casa, en Madrid, también se ven los Vélez.

Carmen Ruzafa (Madrid, 2007)

Cuadernos de Arte, I (2007) BASILIO RUZAFA

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Nos imaginamos al artista trazando rápidos y certeros apuntes. Sin embargo, una mirada atenta, como la visión ligeramente lateral y desde la espalda de la armónica construcción de la iglesia de la Encarnación, nos muestra un trabajo de depuración y limpieza que sólo se hace desde el esfuerzo del caballete. Lo aparentemente sencillo, como siempre, es fruto maduro del esfuerzo y de la técnica.

Obras de una gran riqueza cromática, apuestas fuertes y alternativas que van de la riqueza de los rojos, anaranjados y ocres, con los que crea una atmósfera asfixiante en la que la mirada se posa en el lejano Mahimón, el perfil de la Encarnación y la sombra sugerida del caserío de Vélez-Rubio, a la apertura de espacios y el triunfo de los azules, verdes y violáceos, la plasmación del aire y de lo natural con la silueta de la Muela como gran referencia en dos obras que situaríamos en el caluroso verano y en la limpia primavera de Vélez-Rubio. Agapito Pageo (1997)

Revista Velezana, 26 (2007)BASILIO RUZAFA

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Vélez-Rubio ha encontrado en estas obras de Basilio una nueva e intensa mirada, en la que sobresale, con toda justicia, la armoniosa iglesia que tan radicalmente lo singulariza. Aunque Vélez-Blanco se erige como referencia obligada de la obra de Basilio y sus imágenes persisten en nuestra memoria, Vélez-Rubio entrará de pleno derecho en el imaginario de todos los que tengan la suerte de contemplar esta hermosa exposición y le dediquen el tiempo que merece. Agapito Pageo (1994).

Vélez Blanco

Iglesia de Vélez Rubio

Cuadernos de Arte, I (2007) BASILIO RUZAFA

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Un artista que, lejos de mantenerse estático, incorpora de manera permanente inquietud por la técnica y busca nuevos temas y motivos para plasmar en los lienzos. Es cierto que mantiene la fidelidad a sus temas y que lo paisajístico y lo monumental se encuentra con lo cotidiano y los desnudos femeninos; pero destaca, sobre todo, la emergencia del color como auténtico recurso y la liberación de los cánones figurativos, aunque la forma se niega a desaparecer, y el excelente pulso, la formación académica, emerge en la seguridad de los trazos. Agapito Pageo (1997)

En el balcón.

Arrodillada.

Sentada.

Peinándose. Caroline. En la ventana.

Acostada. Sentadas.

Revista Velezana, 26 (2007)ANTONIO EGEA

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En un cuarto de pensión almeriense vi los primeros atisbos surrealistas de Antonio Egea –recuerdo aún la alegría que me produjeron-; estábamos con la carne rosada de una década en mantillas –los setenta--. Fue una

sorpresa la atmósfera y la imaginación desbordante. De entonces data nuestra amistad y nuestros encuentros.

Antonio venía de Chirivel, su delicioso pueblo sonoro, -cuyo nombre hay que repetir varias veces, para que nos cante en los labios-, y aún no había conquistado, con esfuerzo y voluntad, un marquesado estético, en el hermoso castillo renacentista de su paisaje espiritual. Como un hijodalgo, recorriendo las fértiles tierras de los Vélez, se llenó de suavidades y acrecentó la fuerza te-lúrica de su pintura, hijo de sus propias obras, de su esfuerzo y de su admirable empuje vital.

Compartimos raíces cercenadas en el aire irrespirable de la inmigración. En Barcelona, Antonio Egea estudió pintura, perfeccionó la técnica, se bebió cuantas exposiciones pudo y se entusiasmó con el nuevo arte de la ciudad. Lo veo con su carpeta de dibujos por la Puerta del Ángel y por Plaza de Cataluña, gozoso de posibilidades y ausente por la memoria de los cerros y la respiración del Sur.

El grito se extendió como un incendio: “Hay que salir de aquí, dejar el resoplido de animales del ghetto”. An-tonio en el regreso, recuperadas sus tierras, dueño ya de su espacio espiritual, de su sentimiento físico, poblado por sus gentes y sus paisajes, con una contagiosa alegría creativa.

Juan José Ceba

(Chirivel, 19�0)

Realiza estudios de Arte en Va-lencia y Barcelona, y de técnicas de estampación en la Escuela de Artes de Almería.

Profesor de enseñanza secundaria en Vélez Rubio; impulsor y presidente de la asociación Gabar; promotor y colaborador en numerosas actividades socioculturales de la Comarca; propie-tario de un taller de grabado.

En su largo y fructífero caminar ha realizado multitud de exposiciones in-dividuales y colectivas en una larga nó-mina de lugares: Almería (1971, 1974, 1984, 1986, 2000, 2001, 2004), Barce-lona (1978), Sabadell (1979), Mojácar (1982), Coín (1987), Ibi (1990), Ma-cael (1992), Vélez-Rubio (1994), Orce (1995), Elda (1996), Linares (1999), Valladolid (1999), Castelldefels (1999), Cabo de Gata-Níjar (2000 y 2002), Albatera (2001), Puerto Lumbreras

(2001), Lorca (2001), Valencia (2001), Guadix (2006), Vélez-Rubio (2007).

Ha ilustrado varios libros: Obras completas de José Mª Martínez Álvarez de Sotomayor (Cuevas del Almanzora); Doce hechos de arte, de García Guirao (Albox, 1982); Tríptico, de Antonio Casti-llo (Almería, 1983); Alfaix, nº 8 (Almería, 1988); Retratos humanos de mi pueblo, de M. Guirao (Vélez Rubio, 1998); En el brocal, de Antonio Castillo (2000).

Cuadernos de Arte, I (2007) ANTONIO EGEA

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Yo, a veces, creo descubrir en sus cuadros urbanos, de tejados de Chirivel extendidos como besanas bajo la torre (giralda cenicienta o ce-nicienta de giralda), bajo su humilde esbeltez, mi infancia perdida, mi niñez jugando al escondite con los gorriones, metiendo la mano novicia bajo las tejas por el sólo placer de sentir el inédito calor de primavera, del plumón de gallo mañanero de los nidos y de los pájaros nuevos. Para él, para mí, sigue siendo fundamental el cálido contacto con el misterio de la vida.

Julio Alfredo Egea

Cuando estoy con él siento algo así como la caricia de una brisa antigua que emana de su humanidad. No nos engañemos, Antonio Egea es un caballero de los marqueses de los Vélez que habita entre nosotros con su mal llevado disfraz de siglo XX. Vedlo en ese autorretrato, como nacido de una entraña de maderas nobles. Por eso su afán de bucear en legajos y arqueologías, de buscarse las raíces. Yo lo veo majestuoso, sentado ante una mesa de pino milenario, con pócimas misteriosas a su alcance, conteniendo esencias aromáticas de nuestras sierras, con cálices conteniendo vinos de perdidas vides de las laderas del Maimón, remansando la mirada por prodigiosas cerámicas rescata-das de la niebla del tiempo. Inmerso en las esencias y las alegrías de la vida.

Julio Alfredo Egea

Cerricos, 19�3-19��.

Autoretrato, 19�0-�1.

Revista Velezana, 26 (2007)ANTONIO EGEA

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Destacan sus paisajes de una acentuada gracia que se sostienen en el difícil pilar de su ingenua sencillez, más claramente manifestada en sus motivaciones de caseríos.

Diego Domínguez, LaVozdeAlmería (III-1974).

No es fácil encontrarnos con una obra maquetada, bocetada previamente hasta en los más mínimos detalles y ejecutada después con se-renidad. No es fácil encontrar todo un pintor como Antonio. Un hombre que cifre el arte en su propio placer, en una afloración intimista de sus sueños lúdico-pictóricos preñados en explosiones de luces y color. Pintura conceptual e intelectualista que asume y margina elementos de abs-tracción, que asimila elementos surrealistas en la búsqueda sincrética de un nuevo concepto artístico que definiría como del divertimento.

José Diego García Guirao

Cuadernos de Arte, I (2007) ANTONIO EGEA

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Antonio Egea nos demuestra una vez más con su quehacer que el arte “es la organización de imágenes vivas” bajo una forma visual. Su pintura, entre naif, abstracto e impresión –luz- soledad, deja de ser una tendencia “ísmica” para fundirse en color-poesía visual.

Egea, como artista de oficio, está comprometido con el dibujo que difumina y funde al establecer en el soporte como único dueño al color. El color que prima en su paleta es el propio de un mundo-paisaje y aprendido con los ojos puestos en su propia recreación. Es como si utilizara el color para volver a sus orígenes vivenciales de luz-color-sentimiento y atmósfera velezanos.

Fernando Tuvilla.

Revista Velezana, 26 (2007)ANTONIO EGEA

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En nuestros reencuentros he visto siempre aciertos expresionistas, abstractos en su pintura, donde el complejo teatral de sus primeros cuadros había desaparecido y se revelaban formas desnudas, en una verdadera depuración cálida e intelectual de los objetos, de su pura matemática luminosa. Lo escueto era dramatizado por la luz y la sombra, por la ancha llanura del color, por los grandes espacios, donde jugaban y se conjugaban los cuerpos elementales, hasta florar de gozo.

Juan José Ceba

Egea es un abstracto con un poco de miedo, pienso yo, de soltar amarras hacia la no realidad. Por eso vuelve, una y otra vez, hacia los símbolos queridos, hacia la tranquila figuración.

Kairos, LaVozdeAlmería (VII-1983)