Arte y Ciencia de la gauchesca - Gobierno del Pueblo de la ...

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Feria de Ciencias y ConectArte Hay hombres que de su ciencia / Tienen la cabeza llena / Hay sabios de todas menas, Mas digo sin ser muy ducho / Es mejor que aprender mucho / El aprender cosas buenas. Un gaucho tuvo un sueño: que el mate nunca se le enfríe. Como si fuera tan fácil. Imagínese usted al Martín Fierro que andaba a las esca- padas por la pampa argentina y, claro, no podía disfrutar de un mate como Dios manda. Toma- ba uno caliente y trascartón tenía que salir a las corridas porque se le venía la milicada. En fin, pobre Martín Fierro. Si tan sólo hubiese tenido a mano el mate regulador de temperatura, otro hubiera sido su cantar. Porque aunque usted no lo crea, la mente brillante de los alumnos de la Técnica Nº 33, de Barranqueras, ha desarro- llado ese semejante invento que revolucionará el Cono Sur (miren cómo se relamen los her- manos uruguayos). Coordinados por el profesor Walter Gómez, los alumnos de la 33 expusieron el proyecto duran- te la última Feria de Ciencias provincial, que se llevó a cabo en el Centro de Convenciones. José Bustos, uno de los chicos al frente del stand en la Feria, nos contó que el mate regulador de temperatura pretende dar solución “al problema más frecuente que se presenta al tomar mate: una vez que lo empezamos a cebar, y por algún quehacer cotidiano, dejás de cebar, y cuando volvés la yerba está fría y con un sabor desagra- dable. Aplicando la electrónica, logramos man- tener la temperatura adecuada sin la necesidad de cebar constantemente”. Esto se logró, explicó José, por medio de un censor de humedad, un censor de temperatura y una bovina calentadora. El censor de hume- dad sirve para verificar que se empieza a cebar el mate, es decir, verifica que la yerba está hú- meda. Luego pasa por un censor de temperatu- ra ubicado al pie del mate, que es el encargado de verificar que la temperatura de la yerba sea la adecuada. Si la temperatura del mate empie- za a disminuir, el censor envía un pulso a un mi- crocontrolador, que es el encargado de captar la información y enviar un pulso a una bovina calen- tadora, que es la que mantiene caliente al mate. ¡Guau!, diría Martín Fierro, ¡me llevo dos! Sosié- guese aparcero, que nos faltan dar las últimas puntadas al proyecto. Copado el gaucho, se internó un poco más en la Feria de Ciencias. Admiró la estructura y el di- seño de los stands. Se regodeó con la palabra: “stand”. La pucha que se aggiorna nuestro len- guaje, dijo. Por eso mismo se copó aún más con el stand de la EGB 994, de Misión Nueva Pompe- ya. Una niña de no más de diez años lo desafió a pronunciar un par de palabras en wichí. Seco quedó el tipo, asombrado de que el inglés le re- sultara más amistoso. Los poderes del colonia- lismo, se dijo, sin mucho humor. Cuando se dio por vencido y admitió que no podría pronunciar el wichí con un mínimo de dignidad, la maestra Romina —maestra encargada del stand e impul- sora del proyecto en ciernes— le explicó el funda- mento de un trabajo que está en pleno desarrollo: “Los niños empiezan la escuela y les enseñamos a leer y escribir en castellano, y no hay material escrito para el 2do ciclo. El asunto es que los chi- cos no saben leer ni escribir en wichí. Y eso es lo que nos interesa enseñarles”. Cuenta la maestra Romina que ella misma se lanzó a la aventura de aprender el idioma: “Hablar el wichí es muy difícil —dice—, escribiendo me defiendo un poco más. Y ellos también. Lo que vamos haciendo es es- Arte y Ciencia de la gauchesca

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Feria de Ciencias y ConectArte

Hay hombres que de su ciencia / Tienen la cabeza llena / Hay sabios de todas menas, Mas digo sin ser muy ducho / Es mejor que aprender mucho / El aprender cosas buenas.

Un gaucho tuvo un sueño: que el mate nunca se le enfríe. Como si fuera tan fácil. Imagínese usted al Martín Fierro que andaba a las esca-padas por la pampa argentina y, claro, no podía disfrutar de un mate como Dios manda. Toma-ba uno caliente y trascartón tenía que salir a las corridas porque se le venía la milicada. En fin, pobre Martín Fierro. Si tan sólo hubiese tenido a mano el mate regulador de temperatura, otro hubiera sido su cantar. Porque aunque usted no lo crea, la mente brillante de los alumnos de la Técnica Nº 33, de Barranqueras, ha desarro-llado ese semejante invento que revolucionará el Cono Sur (miren cómo se relamen los her-manos uruguayos). Coordinados por el profesor Walter Gómez, los alumnos de la 33 expusieron el proyecto duran-te la última Feria de Ciencias provincial, que se llevó a cabo en el Centro de Convenciones. José Bustos, uno de los chicos al frente del stand en la Feria, nos contó que el mate regulador de temperatura pretende dar solución “al problema más frecuente que se presenta al tomar mate: una vez que lo empezamos a cebar, y por algún quehacer cotidiano, dejás de cebar, y cuando volvés la yerba está fría y con un sabor desagra-dable. Aplicando la electrónica, logramos man-tener la temperatura adecuada sin la necesidad de cebar constantemente”. Esto se logró, explicó José, por medio de un censor de humedad, un censor de temperatura y una bovina calentadora. El censor de hume-dad sirve para verificar que se empieza a cebar el mate, es decir, verifica que la yerba está hú-meda. Luego pasa por un censor de temperatu-

ra ubicado al pie del mate, que es el encargado de verificar que la temperatura de la yerba sea la adecuada. Si la temperatura del mate empie-za a disminuir, el censor envía un pulso a un mi-crocontrolador, que es el encargado de captar la información y enviar un pulso a una bovina calen-tadora, que es la que mantiene caliente al mate. ¡Guau!, diría Martín Fierro, ¡me llevo dos! Sosié-guese aparcero, que nos faltan dar las últimas puntadas al proyecto. Copado el gaucho, se internó un poco más en la Feria de Ciencias. Admiró la estructura y el di-seño de los stands. Se regodeó con la palabra: “stand”. La pucha que se aggiorna nuestro len-guaje, dijo. Por eso mismo se copó aún más con el stand de la EGB 994, de Misión Nueva Pompe-ya. Una niña de no más de diez años lo desafió a pronunciar un par de palabras en wichí. Seco quedó el tipo, asombrado de que el inglés le re-sultara más amistoso. Los poderes del colonia-lismo, se dijo, sin mucho humor. Cuando se dio por vencido y admitió que no podría pronunciar el wichí con un mínimo de dignidad, la maestra Romina —maestra encargada del stand e impul-sora del proyecto en ciernes— le explicó el funda-mento de un trabajo que está en pleno desarrollo: “Los niños empiezan la escuela y les enseñamos a leer y escribir en castellano, y no hay material escrito para el 2do ciclo. El asunto es que los chi-cos no saben leer ni escribir en wichí. Y eso es lo que nos interesa enseñarles”. Cuenta la maestra Romina que ella misma se lanzó a la aventura de aprender el idioma: “Hablar el wichí es muy difícil —dice—, escribiendo me defiendo un poco más. Y ellos también. Lo que vamos haciendo es es-

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cribir y leer en idioma wichí. Hacemos la clase en castellano y una vez que termina, arrancamos la clase en wichí”. Y después cuenta por dónde pasa el corazón de su idea: “Lo que estamos hacien-do es escribir un pequeño manual. Todo lo que hacemos en las clases en castellano, lo vamos traduciendo al wichí. El trabajo es terminar con un aporte de educación intercultural, un peque-ño manual. Es un trabajo de revalorización del idioma, para lo cual resulta importante que los chicos sepan leer y escribir. Queremos hacer un aporte, para ellos, para nuestra escuela. Que los chicos aprendan a escribir y algún día desarrollar el trabajo de manera tal que se pueda editar en formato libro y compartirlo con todas las otras escuelas. No perder el idioma, ésa es la consig-na”. El gaucho se saca el sombrero y le deja sus mejores deseos al proyecto de la EGB 994. Aún admirado el gaucho con la comodidad y disposición de los stands, va y pregunta: así se entera el tipo que los chicos de la Técnica Nº 16, guiados por su director y por el profe de Tecno-logía, trabajaron el diseño de panelería y stands. Fueron en total 187 stands de las diferentes mo-dalidades —inicial, primaria, secundaria y nivel superior—diseñados a partir de una reglamen-tación de las ferias de ciencias nacionales. To-dos los materiales fueron adquiridos por el área de Infraestructura Escolar, por lo que ya forman parte del patrimonio del Ministerio de Educa-ción. Qué tul… En su incesante recorrida el gaucho soñador atraviesa por diferentes estados de ensoñación: se pasmó ante los estudios que analizan la de-gradación del suelo —producto, entre otras co-

sas, del llamado “boom sojero” (la pucha que si-guen los engendros lingüísticos)—, se tranquilizó con las mil maneras de trabajar el suelo respon-sablemente; se lavó los dientes con un dentífrico casero (le encantó, sintió que se limpiaba mucho más, la cabeza entera); flasheó —así dijo él: flas-heó— con un lápiz digital que de un momento a otro vendrá a suplantar la tiza… en síntesis, que el tipo se armó un panorama feliz de las mentes y, sobre todo, de la creatividad de alumnos y pro-fesores chaqueños en el desarrollo de proyectos que apunten a que nuestra vida sea más feliz y más digna. El futuro es nuestro, gritó, en una fra-se poco gauchesca y salió disparado —no por-que lo persiguieran, sino porque no quería llegar tarde— rumbo a otro evento que le iba a iluminar el día.

***Y fue largo el trayecto que completó nuestro gau-cho. Del Centro de Convenciones se mandó pa’ la Casa de las Culturas. Imaginen entonces que entre un lugar y otro fue haciendo varios para-tes. Para cuando llegó a la Casa se encontró con que estaba en pleno lanzamiento el Conectar-te, encuentro artístico y cultural protagonizado por las escuelas secundarias de la provincia. De todo tuvo para ver: danza, teatro, rock, cumbia, flamenco, recitado, murga, malambo… tranquilo, tranquilo, amaine esa enjundia!Mientras iba y venía de presentación en presenta-ción, el gaucho se topó con Luis Balcarce, un pibe del CAJ de la ENS 85, de Barranqueras, que recién terminaba de cantar sobre el escenario del salón

auditorio. Cumbia, pop, todo se cantó el tipo. Dice Luis que empezó practicando música en la ban-da de una iglesia: “Aprendí a tocar un montón de instrumentos, un poco en la iglesia y otro tanto en el CAJ. Acá toqué con dos compañeros: Án-gel y Verónica. Tocamos primero “Márchate aho-ra”, de Los Totora; después “Puente carretero” y por último un chamamé”. Mañoso el gaucho, le preguntó cuál de todas era su canción preferida, pero Luis demostró tener no sólo buen oído sino además buena cintura, y quedó bien con todo el mundo: “No puedo elegir una canción, me gus-tan muchas”, confesó. Pero lo que más le gustó a Luis de Conectarte, fue “compartir con el resto de los chicos que vienen de otras localidades. Esto sirve para rescatar a los chicos que andan por la calle, acá tienen un evento donde pueden venir y mostrar su talento”.

Lo mismo dijeron Pablo, Dante y Rodrigo, del EES Nº 18 de Santa Sylvina. Los chicos tocaron “Cae el sol”, una canción del grupo Airbag. Pero no fue así nomás que tocaron el tema, sino que se sirvieron de instrumentos de lo más variopin-tos: toc-toc, flauta y bajo, y las voces, claro, a car-go de Daniela y Serena. Chiquita quedó la versión de Airbag. Un ruido de parches y tambores metió al gau-cho otra vez en el salón auditorio: en exclusiva, desde la escuela Fe y Alegría, llegaron el baile y el ritmo murguero, que se pusieron aún más entu-siastas con la voz de la directora de la escuela —sí, sí, la directora— para una versión del candom-be “Negro José”. Toda la onda. Le suena el celular y, pidiendo disculpas y bailo-teando —a quién se le ocurre el celular prendido en semejante fiesta—, sale el gaucho del salón auditorio. Llamada de Vladimir, de la EES 69 de Villa Ángela: le dice que junto a su banda tocan rock, que vienen ensayando desde hace mucho, y que se esté atento, que ya largan con “De mú-sica ligera”, clásico inoxidable de Soda Stéreo. El gaucho se prepara entonces para amigar sus oídos con el rock y tiene que reprimir sus ganas de armar un terrible pogo cuando suenan los primeros acordes de “La argentinidad al palo”, de la Bersuit. Una vez finiquitado el espectáculo, También habla Enzo, de la misma escuela: “Las voces de la noche —cuenta Enzo—, así es como se llama la banda. Es la banda del colegio, el nombre fue puesto por los antiguos integrantes. En la escuela hay también banda de cumbia, y

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entre las dos compartimos un salón de música recién inaugurado”. Quien coordina las actividades del salón es el profesor Rubén Girón, que en un dos por tres resume para el gaucho el espíritu de ConectAr-te: “Lo voy a decir de una manera muy particu-lar, porque a mí me encanta el arte —advierte Rubén—: un evento de estas características sirve para mostrar lo que se está haciendo, algo que muchas veces no se percibe. Porque por lo ge-neral se hace en la escuela y queda sólo en la es-cuela. Y por eso está bueno mostrarlo, que cada pueblito del Chaco muestre las producciones ar-tísticas de sus alumnos. A veces uno siente que tiene que salir de la provincia o venir hasta Resis-tencia para encontrar este tipo de expresiones, y resulta que es algo que está sucediendo en to-dos los pueblitos del Chaco… Esto también sirve para conectar entre los chicos de las diferentes localidades, conectar las diferentes disciplinas artísticas, porque cada vez se siente más la in-terrelación entre unas y otras. Ya no vienen más las bandas solas, ahora vienen con bailarines, con proyecciones, hay cruces entre los diferen-tes lenguajes, y eso genera nuevos espacios de interpretación, nuevas miradas y nuevas concep-ciones del arte. En mi caso particular, el colegio donde trabajo es un colegio nocturno. Los alum-nos durante el día trabajan, por lo que tienen muy poco tiempo O tienen un horario, de dos a tres de la tarde, o antes de entrar a clase. Después sá-bados y domingos, feriados… Vamos buscando los espacios, los resquicios de tiempo que nos

quedan para los ensayos”. El gaucho aprieta la mano de Rubén y suelta, contento de la vida, un sapucay que hace retum-bar la Casa de las Culturas. Que vibre esta mole, grita. Después emprende la retirada, errante y al-tanero, hacia donde lo lleve la suerte…