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    LOSDIARIOS SECRETOSDE LUDWIG WITTGENSTEIN.UNA LECTURA PERFECCIONISTA1

    DAVID PREZ CHICO

    UNIVERSIDADDEZARAGOZA

    Cmo puedo llegar a ser un lgico sin llegar a ser antes un hombre.Antes que cualquier otra cosa, debo aclararme conmigo mismo2

    No cuesta mucho esfuerzo encontrar ejemplos en los que la vida y la obrade algunos pensadores de primer nivel se entrecruzan en sus escritos. Pense-

    1 El presente trabajo es una versin ampliada y sustancialmente modificada de la que present en el

    Simposio Internacional El diario como forma de escritura y pensamiento en el mundo contemporneocele-brado los das 22 y 23 de octubre de 2009 en la Universidad de Zaragoza. El trabajo cobra sentido, por lotanto, dentro de este contexto en el que, de manera general, se trataba de poner de relieve la importanciade los diarios ms all de la esfera estrictamente personal de sus autores: en unos casos lo que se destacabaera su calidad literaria, en otros los datos que permiten conocer mejor a su autor, o la influencia que supublicacin habra ejercido sobre terceros. En mi caso el objetivo era doble, por un lado, me propona poneren valor losDiarios secretos por s mismos y a partir de las circunstancias que rodearon su publicacin. Porotro lado, pretenda ofrecer una aproximacin a la cuestin de la importancia que tienen estos diarios enrelacin con el resto de la obra de Wittgenstein a partir de una lectura en clave perfeccionista de ambos. Enla presente versin lo primero ha cedido gran parte de su protagonismo a lo segundo.

    Dentro de una ingente bibliografa secundaria sobre la obra y el pensamiento de Wittgenstein, la dedicadaa reivindicar la importancia de los aspectos personales y su relacin con los estrictamente filosficos es cadavez mayor. Y nuestro pas, que es donde losDiarios secretosfueron publicados por primera vez en 1985 en larevista Saber, ha ocupado un lugar destacado dentro de esta labor reivindicadora. Son muchos los autoresque podra citar aqu, pero me limitar a mencionar al profesor Reguera y a su clarificador eplogo Cua-dernos de guerra a la edicin de los Diarios secretospublicados por Alianza editorial en 1991 (aqu mereferir a la reimpresin del ao 2000). Lo que dir al respecto no mejorar lo dicho por el profesor Regue-ra. Si acaso, la novedad que va ms all de los objetivos del simposio mencionado con anterioridad en estamisma nota, es el esbozo de una lectura en clave perfeccionista de losDiarios secretos. Dicho esbozo formaparte de una lectura ms completa (una que abarca toda la obra publicada de Wittgenstein) y ms sistem-tica que a su vez se inserta en un repaso y comentario a cuestiones principalmente metafilosficas cercanasa nuestro autor (cf. PREZCHICO, D. [en preparacin],Filosofa sin lgrimas. Cavell, Wittgenstein y la recupe-racin filosfica del mundo ordinario, Zaragoza, Eclipsados).

    2 Carta de Wittgenstein a Bertrand Russell la Navidad de 1914, en WITTGENSTEIN, L. (1979), Cartas aRussell, Keynes y Moore,Madrid, Taurus.

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    mos, por ejemplo, en Ren Descartes que en las Meditaciones metafsicasnosdescribe la situacin en la que se dispone a llevar a cabo sus reflexiones filosficas,acaso para que aceptemos que el alcance de las conclusiones obtenidas llega msall del plano estrictamente terico. O en David Hume como ejemplo perfecto delo contrario, pues el escocs busca en la taberna la grata compaa de sus paisanoscomo remedio que le permita superar el vrtigo causado por la profundidad de lasconclusiones a las que ha llegado en su estudio. O en Henry D. Thoreau sentadoen la puerta de la cabaa que construy con sus propias manos en la laguna de

    Walden registrando dos aos, dos meses y dos das de su vida. Agustn de Hipona,Leibniz, Santayana, Russell y algunos otros ampliaran la nmina de autores conuna vida trufada de situaciones reseables. Obviamente no se trata, en el caso delos filsofos, de un fenmeno generalizable (llegados a este punto suelen recordar-se los casos de Kant o de Quine) mucho menos desde que la filosofa se ha

    convertido en una profesin para la mayora de los filsofos, ni tampoco est deltodo claro que el mero hecho de que un determinado autor tenga a bien compar-tir algunas de sus experiencias vitales deba significar necesariamente que estasejerzan alguna influencia decisiva en su pensamiento.

    El caso de Ludwig Wittgenstein plantea un formidable reto a los comentaristasy exegetas de su obra. Por un lado, pensaba que la enfermedad de los problemasfilosficos nicamente se cura por medio de un cambio de modo de pensar y de

    vivir (Wittgenstein, 1978, parte II, 23); pero tambin se preguntaba Qu bienhace la filosofa si no me hace un ser humano mejor? (Sass, 2001, 98).

    Hasta principios de los aos 90, la recepcin oficial del pensamiento deWittgenstein sigui el criterio editorial impuesto por sus albaceas literarios (G.H.von Wright, E. Anscombe y R. Rhees). Una actitud excesivamente protectora yexageradamente mezquina por parte de estos una actitud pattica, pero im-perdonable, en palabras de Isidoro Reguera (2000, 163)3mantuvo ocultos al-gunos de los escritos personales de Wittgenstein a los investigadores y pblicoen general, y contribuy a fomentar una imagen monoltica de nuestro filsofo

    vinculada, en lo filosfico, exclusivamente a la tradicin analtica iniciada porautores como Gotlob Frege y Bertrand Russell y continuada por los positivistas

    lgicos. Una imagen que, segn se ha ido viendo con posterioridad, dista muchode ser completa, cuando no exacta. La aparicin continuada de escritos de todandole (manuscritos, cartas, diarios, etc.) gracias, por as decir, al propio peso del

    Nachlasswittgensteiniano, pero tambin a la tenacidad de muchos estudiosos dela obra de Wittgenstein que, pese a todas las dificultades con las que se encon-traron, nunca cesaron en el empeo de sacar a la luz los aspectos que la recep-

    3 Wilhem Baum, por su parte, y a pesar de su demoledora crtica a la actitud de los albaceas y de algu-nos de sus aclitos, entiende que los primeros se vieran a s mismos como celadores y depositarios de laverdad de Wittgenstein, tanto en lo referente a su obra como en lo referente a su vida (Baum, 2000, 10).

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    cin oficial se haba cuidado de mantener ocultos e incluso, en ocasiones, decensurar, ha contribuido para que la imagen que tenemos hoy en da de Witt-genstein sea una imagen ms completa que la sesgada y trasnochada imagenoficial.4

    * * *

    Lo que bien podra denominarse el caso losDiarios secretos es un buenejemplo del secretismo y la parcialidad con la que durante mucho tiempo admi-nistraron sus albaceas el legado literario de Wittgenstein.5En 1961 Anscombe y

    von Wright publicaron el tomo I de los escritos de Wittgenstein editado porSurkamp y que aqu en Espaa public Ariel en 1982 con el ttuloDiarios 1914-1916. En la introduccin, los editores explicaban que, del contenido original delos Diarios, haban dejado sin publicar muy poca cosa, y aadan que las omi-

    siones afectaban nicamente a esbozos de simbolismos que no haban sido ca-paces de interpretar o que carecan de inters por otros motivos, aunque no di-cen cules son dichos motivos. Dado que por aquel entonces nadie ms tenaacceso a los escritos inditos de Wittgenstein la cosa qued ah.

    Sin embargo, poco despus del fallecimiento de Wittgenstein, Friedrich A.von Hayek, premio Nobel de Economa en 1974 y pariente lejano de aqul, sepropuso escribir una biografa de nuestro filsofo. Con ese motivo se puso encontacto con dos de las personas que mejor haban conocido a Wittgensteinantes y durante la Primera Guerra Mundial, Bertrand Russell y Paul Engelmann

    respectivamente. El primero se encarg de que con Hayek recibiera sin tardan-za las cartas que Wittgenstein le haba enviado a lo largo de sus aos de cola-boracin. En el transcurso de su investigacin, von Hayek lleg a muchas con-clusiones incmodas para la imagen de Wittgenstein que los albaceas de su obraestaban imponiendo a travs de la seleccin de los textos que daban a conocer.Tanto fue as que, cuando von Hayek casi haba puesto el punto y final a sutrabajo, von Wright, Anscombe y Rhees decidieron prohibirle la utilizacin delas cartas que de forma desinteresada le haba cedido Russell. Adems, le pu-sieron tal cantidad de mezquinas dificultades, que en 1954 von Hayek opt porguardar lo que haba escrito en un cajn. Tal y como lamenta Baum, el trabajo

    4 La nueva imagen es una segn la cual la filosofa de Wittgenstein no es de inters exclusivo parala filosofa analtica, y se acepta que el pensador austriaco entiende la filosofa y la vida como una y lamisma coherencia personal (Reguera, 2000, 163). O que, como observa otro destacado estudioso de laobra de Wittgenstein, admite que en este caso se da una estricta coherencia entre el contenido de su fi-losofa y su modo de vivir la filosofa [y e]n una poca en la que esta se practica cada vez ms como unaprofesin, es con esta lucha por la coherencia con la que Wittgenstein nos da un ejemplo de herosmo[] (Sanflix, 2009, 59).

    5 En este apartado introductorio me limito a seguir muy de cerca los comentarios de Wilhem Baum,artfice de la primera edicin de losDiarios secretos, en su introduccin a Wittgenstein (2000). En realidad,el propio Baum es el que emplea la expresin caso de los Diarios secretos para referirse a los sucesosque relatamos en el texto principal.

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    de von Hayek en aras de ordenar el pensamiento y el legado wittgensteinianonunca obtuvo el reconocimiento de la corriente oficial (Baum, 2000, 13).

    Varios aos ms tarde fue Wilhem Baum el que de alguna manera retom el

    trabajo de Hayek. A Baum le interes la parte que se haba quedado fuera dela publicacin de los diarios del joven Wittgenstein. En especial despusde toparse con una referencia a una nota que Wittgenstein le habra escrito aLudwig von Ficker(editor y posteriormente corresponsal de Wittgenstein duran-te la guerra) recomendndole la lectura de los comentarios a los Evangeliosescritos por Tolstoi.6Intrigado por esta referencia, Baum decidi investigar lasupuesta no existencia de referencias a estos otros intereses no exactamenterelacionados con la lgica y los fundamentos de las matemticas. Habl conHayek y este le cedi todo lo que haba guardado en aquel cajn. Pidi permi-so para consultar el legado de Wittgenstein y se encontr con las mismas difi-cultades que Hayek. La situacin, empero, no haba mejorado, sino ms bientodo lo contrario porque ahora a la enconada resistencia de los albaceas litera-rios se le sumaba la de toda una segunda generacin de comentaristas prximosa los tres albaceas. Los Diarios secretos fueron finalmente publicados en 1985en Barcelona, en la revista Saberen una edicin bilinge alemn espaol.

    * * *

    Tan importantes son los Diarios secretos? Importantes, esto es, no ya porlo reveladores que puedan ser o por la calidad literaria que atesoren, sino por lo

    que puedan aadir a la comprensin del pensamiento filosfico de Wittgenstein?Sea como fuere, lo mejor ser comenzar siendo cautos y reconocer que a pesarde lo beneficioso que ha sido poner en perspectiva la obra de Wittgenstein a par-tir de la informacin obtenida en sus diarios y cartas, cabe preguntarse si a pesarde todo son tan importantes los aspectos biogrficos de un autor para comprenderdeterminados aspectos polmicos u oscuros de su obra. En otras palabras, a pesarde lo reveladores que pueden llegar a ser los escritos de ndole personal, no esttan claro cul puede ser la naturaleza de su relacin con los escritos filosficos,ni todo el mundo estar de acuerdo en que la relacin sea realmente tan estrechacomo para que la comprensin plena del pensamiento de un autor cualquieradependa de la atencin prestada a los aspectos biogrficos del mismo.

    En el caso de Wittgenstein opino que la mejor manera de transitar por estecruce de caminos puede ser la lectura paralela de los Diarios secretosy de los

    Diarios 1914/1918. La lectura de estos diarios, que aunque fueron publicados demanera independiente, originalmente fueron escritos en pginas alternas de losmismos cuadernos, facilita la tarea de localizar algunos momentos cruciales en

    6 Ludwig von Ficker es la persona en la que confi Wittgenstein para que repartiera una parte de

    su herencia, 100.000 coronas, entre los artistas vieneses que considerara ms oportuno (la lista inclua aTrakl, Rilke, Dallago beneficiarios de la mayor parte Karl Hauer, Oskar Kokoschka o Adolf Loos).

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    los que lo que leemos en los primeros nos ayuda a comprender mejor lo queescribe Wittgenstein en los segundos. Pero no podemos detenernos ah, pues apesar de que si nos limitamos a destacar la influencia del mbito personal sobreel filosfico muy probablemente superaremos el partidismo de la imagen oficial,la nueva imagen obtenida, empero, seguir siendo incompleta. La misma lecturaparalela revela que los problemas y las dificultades para progresar en el trabajofilosfico tambin afectaban destacada y directamente al humor y a los estados denimo descritos con arrebatadora sinceridad en losDiarios secretos.7

    Con todo, insistir en que, a la hora de considerar escritos biogrficos comopueden ser los diarios o las cartas, debemos reparar en que una cosa es que todoeste ingente material haya contribuido a completar la imagen heredada de Witt-genstein, y otra que los escritos de ndole ms personal sirvan realmente para algoms. Conocer de primera mano, por ejemplo, los padecimientos y sinsabores deljoven Wittgenstein durante la Primera Guerra Mundial, los libros que lea y de qumanera le influan completan sin duda la imagen que nos hacemos de la personallamada Ludwig Wittgenstein, pero de ello no se sigue necesariamente que sirvanpara completar tambin la imagen del filsofo llamado Ludwig Wittgenstein. As,al querer compensar una carencia notable en la recepcin del legado intelec-tual wittgensteiniano corremos el riesgo, tal y como se ha encargado de sealarBouveresse, de prestar excesiva atencin, o mejor, una atencin desenfocada, auna serie de escritos que no fueron concebidos explcitamente para ser publi-cados (Bouveresse, 2008, 10 y ss).8Adems, poner el acento en la persona antes

    que en el filsofo puede suponer que supeditamos las aportaciones filosficasexplcitas a una serie de anotaciones biogrficas fragmentarias y desordenadas.

    7 En general soy de la opinin de que el valorde una teora filosfica debe ser juzgado con inde-pendencia de sus orgenes o motivaciones personales. Muy probablemente existirn ejemplos y circuns-tancias histricas que podran contradecir esta opinin, pero seran las excepciones que confirmaran laregla. Adems, de lo que se trata aqu no es tanto de juzgar el valor del pensamiento filosfico de Witt-genstein en funcin de sus circunstancias personales, como de llamar la atencin sobre la importancia queestas pueden llegar a tener para comprender mejor el mensaje filosfico, o algn aspecto particular delmismo. Las razones para que esto sea as con Wittgenstein son muchas y variadas. Una bien podra ser la

    intensidad con la que las fuentes de ilusin filosficas parecan afectar a Wittgenstein y los paralelismosentre esta y la intensidad con la que sufra sus pecados (recurdese, por ejemplo, la ocasin en la que,trabajando con Bertrand Russell en las habitaciones de este en Cambridge, Wittgenstein caminaba alrede-dor de la habitacin visiblemente agitado hasta que Russell le pregunt si pensaba en la lgica o en suspecados y la respuesta de Wittgenstein fue: en los dos).

    Otra razn puede ser la fascinacin que despierta su biografa, jalonada de ancdotas, peripecias,encuentros y situaciones lmite que han sido contadas con veneracin por quienes, en algunos casos, hanconvertido en profesin el comentario de estos sucesos. Esta fascinacin aumenta cuando se tiene encuenta que su obra es realizada en unas condiciones vitales tan peculiares.

    8 Claro est que tampoco deberamos olvidar que en vida de Wittgenstein tan slo fueron publicadosel Tractatusy la Conferencia sobre tica. O que el propio Wittgenstein no tena la intencin de publicar

    la mayora de los escritos que fueron reunidos y publicados con posterioridad. Al menos no en su estadoactual.

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    No es mi intencin hacer aqu esto ltimo, sino ms bien contribuir en la medidade lo posible a enfocarla atencin que merecen estos escritos.

    * * *

    Joachim Schulte ha destacado dos razones por las que deberamos prestaratencin a los diarios y a las cartas escritas por Wittgenstein en busca de una ma-

    yor comprensin de su pensamiento filosfico.9La primera es que el propio Witt-genstein crea que la vida que uno decide llevar debe estar siempre de acuerdocon lo que uno considera que es justo para s mismo (Schulte, 2001, 177). De esamanera, si consideramos que a Wittgenstein le preocupaba mantener el equilibrioentre todas las esferas de su vida, entonces el conocimiento que tengamos delas razones por las que [Wittgenstein] elige vivir de una determinada manera nosayudar a comprender por qu produjo un cierto tipo de trabajo filosfico antes

    que otro (Schulte, 2001, 177). La segunda razn enumerada por Schulte es queWittgenstein pensaba que ciertas cosas podan ser expresadas en unos contextosy no en otros. Ambas razones justifican la importancia que queremos dar a losescritos personales de Wittgenstein, pero nada dicen sobre cmo es la relacinque mantienen con los escritos explcitamente filosficos.

    Al respecto, James Conant ha identificado dos modos distintos de considerar larelacin entre biografa y filosofa: el modo reductivista y el modo compartimen-talista. Los que optan por el primero defenderan algo as como que la biografaguarda el secreto para comprender la obra de un filsofo; los compartimentalis-

    tas, por su parte, seran los que mantienen que la vida de un filsofo es irrelevan-te para la comprensin de su obra (Conant, 2001, 17). Ambos son, para Conant,igualmente insatisfactorios en el caso de Wittgenstein.

    Por un lado, las dificultades puestas por los albaceas literarios de Wittgensteina la hora de hacer pblicos sus escritos ms personales alimentaron reaccionesdesmedidas sobre la importancia de los mismos dentro del corpus wittgensteinia-no. La aproximacin reductivista a los escritos de Wittgenstein corre el peligrode ofrecer una imagen distorsionada de su obra al hacer que la comprensin demuchos comentarios de Wittgenstein dependa de la comprensin previa de algn

    aspecto de su vida (Conant, 2001, 24); como si los escritos filosficos no fueransuficientemente claros y la clave para su correcta comprensin residiera en losescritos de naturaleza biogrfica.

    Por otro lado, el modo compartimentalista es el que caracteriza a la recepcinoficial de la obra de Wittgenstein segn la cual los escritos y testimonios de ndolepersonal no forman parte del trabajo filosfico de nuestro autor, ni son imprescin-

    9 Cf. SCHULTE(2001). En su trabajo, Schulte se refiere en exclusiva a las cartas escritas por Wittgens-tein, si bien sus comentarios son extensibles a todos los escritos personales.

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    dibles para comprenderlo.10La aproximacin compartimentalista no ha desapa-recido sino que sigue existiendo como reaccin ante las obvias limitaciones delmodo reductivista. Una reaccin, no obstante, claramente desmesurada.

    Conant comenta que en el caso de Wittgenstein hay otro tipo de aproximacinms integradora a las conexiones existentes entre la vida (el modo en el que pen-saba que deba conducirse en su vida) y el pensamiento (su concepcin de la fi-losofa). Llamaremos a esta tercera aproximacin la aproximacin complementariaporque mantiene ambos aspectos al mismo nivel (enfrentados, por ejemplo, en laspginas pares e impares de un cuaderno que hace las veces de diario) y porqueintenta entender de qu manera se iluminan mutuamente.11

    Asumimos, pues, que cuando se trata de Wittgenstein, su vida y su obra for-man un todo que no podemos observar parcialmente sin que al hacerlo nos

    perdamos algo importante, y esto es as tanto si lo que nos interesa es su vidacomo si lo es su obra, pues nos encontramos ante un autor que concibisiem-prela filosofa como filosofar, y el filosofar como una actividad ejemplarmentevital: la obra de un hombre (Reguera, 2000, 162). El nfasis es mo). Esta apre-ciacin permite, de paso, contribuir en el interesante debate relacionado con laobra wittgensteiniana: el de su continuidad.

    Desde la publicacin de las Investigaciones filosficasy en vista de las apre-ciables diferencias con el Tractatus, lo normal suele ser diferenciar entre unprimer Wittgenstein o Wittgenstein temprano y un segundo Wittgenstein

    o Wittgenstein tardo. A estos dos ltimamente se le ha aadido un tercerWittgenstein cuyo corpus estara formado por todas las obras que el filsofo

    10 A pesar de que normalmente se tiende a pensar que a los promotores de la imagen oficial y cen-sores de todo lo que pudiera dar lugar a una imagen menos monoltica de Wittgenstein les mova el inte-rs por mantenerlo dentro de los lmites de la filosofa analtica, en nuestra opinin esta actitud aparente-mente sectaria tendra que ver ms con el hecho de que la filosofa profesionalizada, o acadmica en elsentido ms burocrtico o hiertico del trmino, no entiende que la filosofa de un autor pueda verseafectada, determinada, influida, alterada, etc. por su vida. El filsofo se ha convertido en un funcionariode la filosofa con horario de 8 de la maana a 2 de la tarde de lunes a viernes.

    11 En el mismo volumen del que forma parte el trabajo de Conant, Alfred Nordmann distingue dosaproximaciones a los diarios de Wittgenstein que se asemejan mucho a los modos de interpretar la relacinentre los diarios y los escritos filosficos de Wittgenstein referidos por Conant, pero la importancia que leconcede aquel a los diarios no es tanta como la que les concede este. Por un lado, dice Nordmann, po-demos buscar en los diarios la clave para responder a algunas cuestiones interpretativas respecto a losescritos filosficos de Wittgenstein (como si hubiera en estos ltimos algo escondido). Se corresponde conla postura reductivista. Pero, por otro lado, podemos pensar que no hay realmente nada oculto en la filo-sofa de Wittgenstein y que por lo tanto los diarios no aportan nada que permita reconstruir un texto su-puestamente incompleto. Aqu nos encontramos con la postura compartimentalista. Tan slo seran intere-santes los diarios como fuente de comprensin filosfica porque reproducen movimientos caracters-ticos de los escritos filosficos de Wittgenstein (Nordmann, 2001, 156). Ahora bien, dado que en los diariosWittgenstein se esfuerza por conocerse a s mismo y por vencer a su vanidad, Nordmann opina que esposible que lo que la lectura de los diarios consiga realmente es hacer ms complicada nuestra compren-sin de los escritos filosficos (ib., 169).

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    viens escribi con posterioridad a 1946, incluida la segunda parte de susInves-tigaciones filosficas (Ariso, en prensa).12Aqu, la lectura perfeccionista ofre-ce claves para defender una continuidad en su filosofa que se opondra, porejemplo, a la divisin generalmente aceptada entre un primer y un segundo

    Wittgenstein y, por lo tanto, a la existencia de un tercer Wittgenstein

    En mi opinin esta disputa gana en claridad si se distingue entre la filoso-fa y la metafilosofa wittgensteinianas. As, a pesar de las obvias diferenciasfilosficas que existen entre el Tractatusy lasInvestigaciones filosficas, ascomo entre el Wittgenstein que escribe ambas obras,13existen otros aspectosno menos importantes, como por ejemplo el tono o la entrega que despren-den los escritos de Wittgenstein, pero sobre todo, en un nivel metafilosfico,el que la filosofa responsable de las fantasas y de los castillos en al aire quenos mantienen cautivos, perplejos y hechizados, no se combate con el inte-lecto, sino con la voluntad: El autntico descubrimiento es aquel que mehace capaz de dejar de filosofar cuando quiero, aquel que da paz a la filoso-fa, de manera que ya no nos vemos atormentados por cuestiones que ponende nuevo en entredicho a la filosofa misma (Wittgenstein, 2008, 133).

    Repitamos, a modo de conclusin preliminar, que la continuidad que asu-mo que existe en el caso de Wittgenstein, y que se desprende de la lecturade sus diarios, es doble: continuidad entre su vida y el contenido de su pen-samiento, y la continuidad en su obra.14Ilustraremos dicha continuidad con elcaso de los Diarios secretos, cuya lectura deja claro una particularidad delpensamiento y de la escritura de Wittgenstein que se ha convertido ya en un

    12 Dos de los principales defensores de la existencia de este tercer Wittgenstein son Danile Moyal-Sharrock y Avrum Stroll. A pesar de que el principal objetivo del artculo de Ariso es dilucidar si es perti-nente referirse a un Wittgenstein posterior a 1946, en las primeras pginas de su artculo lleva a cabo uninteresante recorrido cronolgico por las sucesivas publicaciones de las obras de Wittgenstein y por losefectos que estas tenan en la manera de pensar de algunos intrpretes respecto al nmero exacto deWittgensteins. Aun conociendo la particularidad delNachlasswittgensteiniano no deja de causar asombrola variedad de pareceres y de interpretaciones que hablan no ya de dos, tres o incluso cuatro Wittgensteins,sino que en algunos casos las obras que supuestamente caracterizaran a cada uno de los diferentes Witt-

    gensteins se solapan en el tiempo.13 Si no fuera as, lo defendido en este trabajo no tendra sentido. Siguiendo a Sass (pero tambin a

    Monk), se observa, por un lado, un paralelismo entre el solipsismo defendido en algunas secciones delTractatusy las preocupaciones personales de la poca en que lo escribe: asegurar la pureza, la solidez ydistanciamiento de una especie de yo interno, contra las tentaciones que lo arrastraban hacia la inautenti-cidad y contra la tendencia a ceder ante las necesidades y deseos corporales. Y, por otro lado, en la etapade lasInvestigaciones, a Wittgenstein le parece que la separacin del cuerpo es una actitud pattica. Elmiedo de Wittgenstein, por as decir, no es ahora tanto a las imperfecciones del cuerpo, como al aislamien-to con respecto a los dems, y esto es algo que tambin aparece claramente en las Investigaciones filos-

    ficas(cf. Sass, 2001, 102-103).14 Comprobar la segunda continuidad requerira contrastar la opinin vertida en el texto principal

    con la lectura de las obras tardas de Wittgenstein. Obviamente no es algo que podamos hacer aqu (v.nota 1, arriba).

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    lugar comn entre sus comentaristas, y que es que se producen bajo una tremen-da exigencia tica.15

    Volviendo a la pregunta por la importancia de los diarios secretos, de ellos

    (en realidad de toda la obra de Wittgenstein) podra decirse lo mismo que dijoRalph Waldo Emerson de los Ensayosde Montaigne: La sinceridad y el nerviodel hombre llegan hasta sus prrafos. No conozco el caso de ningn libro queparezca menos trabajado en su escritura. Es el lenguaje de la conversacin tras-ladado a la pgina impresa. Cortad estas palabras, y sangrarn; son vasculares yestn vivas (Emerson, 2009, 390).

    * * *

    La mencionada exigencia tica est presente en todo momento. Un ejemplo.

    A principios de 1914, despus de las vacaciones de Navidad, Wittgenstein se

    encuentra nuevamente en Noruega y desde all insiste a G.H. Moore (profesorsuyo en Cambridge) para que cumpla la promesa que le haba hecho de ir a

    visitarle y a discutir sobre lgica, pues piensa que no queda nadie en Cambrid-ge (ni siquiera Russell) apropiado para tal labor.16Moore le da largas y Witt-genstein le sigue enviando cartas, algunas no exentas de humor, a pesar dedeclarar que se aburre soberanamente: Me aburro a muerte con la Logiky lodems. Pero espero no morirme antes de que vengas, porque en ese caso nopodramos discutir demasiado. La ltima excusa esgrimida por Moore fue la detener que escribir un artculo, a lo que responde Wittgenstein con un tono

    apreciablemente ms airado: por qu demonios no escribes tu artculo aqu?[...] Tomael barco que sale de Newcastle el 17 y llega a Bergen el 19 y haz tutrabajo aqu. Wittgenstein se sali finalmente con la suya porque Moore tomel barco el 29 de marzo y permaneci en Noruega durante dos semanas. En esetiempo, cada uno trabajaba por las maanas, y por las tardes discutan, o, comoanot Moore en su diario, ldiscute. Moore se dedica a la tarea de tomar no-tas sobre la teora del simbolismo que ha tenido ocupado a Wittgenstein prc-ticamente desde su llegada a Cambridge y que pretende que sea la respuesta a

    15 La obra que plantea abiertamente y por vez primera la necesidad de interpretar la obra de Witt-genstein en el contexto cultural de la Viena anterior a la Primera Guerra Mundial es la de JANICKy TOULMIN(1973). Segn esta interpretacin, el Tractatus sera un libro de tica antes que un tratado de lgica. Enuna lnea similar o parecida pueden consultarse BAUM(1988), BARRET(1994) o REGUERA(1994). Reciente-mente, Louis Sass ha propuesto una interpretacin en clave psicolgica de la filosofa de Wittgenstein.Dicha lectura es muy interesante y ofrece algunas claves interpretativas que mereceran un comentariomucho mayor del que podemos dedicarle aqu. No obstante no me resisto a citar a Sass cuando afirma que elinters de Wittgenstein por la filosofa habra comenzado no con una bsqueda de la certeza, sino queel deseo de superar dolorosas contradicciones (SASS, 2001, 99).

    16 Wittgenstein conoci a Russell en 1911 y comenz a estudiar lgica con l poco despus a pesarde que no se matricul oficialmente en la Universidad de Cambridge hasta 1912. A mitad de 1913 se fue

    a Noruega, donde pas casi un ao (interrumpido tan slo por las Navidades que pas en Viena con sufamilia) trabajando en la lgica.

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    la teora de tipos de Russell.17Wittgenstein confiaba que con estas notas servi-ran como tesis de licenciatura, y le pidi a Moore que, a su regreso a Cambrid-ge, hiciera las averiguaciones oportunas en ese sentido. La respuesta oficial fuenegativa y Moore as se lo hizo saber a Wittgenstein. La respuesta de ste no sehizo esperar:

    Querido Moore:

    Tu carta me enoj.Cuando escrib Logik no consult las Reglamentaciones, y portanto creo que lo justo sera que dierais el ttulo sin consultarlas tampoco! Por loque respecta al prefacio y a las notas; creo que mis examinadores vern fcilmentecunto he plagiado a Bosanquet. Si yo no merezco que hagan una excepcin con-migo aunque sea en algunosESTPIDOS detalles, entonces es mejor que me vayaal INFIERNO directamente; y si lo merezco y no hacis esa excepcin, entonces

    por Dios idos vosotrosal infierno [...] (Wittgenstein, 1979).

    No parece, desde luego, que el razonamiento localizado en las dos primeraslneas sea un razonamiento muy lgico (incurre claramente en una peticin deprincipio). Sin embargo no es la correccin lgica lo que me ha hecho traer acolacin esta carta, por lo dems, bastante conocida, sino el hecho de que esun buen ejemplo de que lo verdaderamente importante, en este caso al menos,nada tiene que ver con la lgica sino con la tica.

    * * *

    Poco despus del suceso anterior, Wittgenstein regresa a Viena, para pasar lasvacaciones de verano. Tiene 25 aos y se encuentra bastante perdido y solo. Noes que la soledad le moleste demasiado, pero poco a poco se ha ido alejando delas personas que pareca que iban a darle sentido a su existencia: adems de laruptura con Moore debemos aadir que sus relaciones con Russell no pasabanpor el mejor momento, su trabajo en lgica no pareca conducirlo a ningn lugar,el ambiente en la casa familiar, tras el fallecimiento de su padre no es el mejor,etc. Pero pronto las circunstancias se aliarn para proporcionarle a Wittgensteinla condiciones perfectas para intentar resolver la tensin entre su espritu y loque considera que son sus limitaciones: el 28 de julio de 1914 Austria le declara

    17 Frege defina un nmero como la clase de clases que tienen el mismo nmero de miembros. Rus-sell observ que con cierto tipo de clases se daba una paradoja, a saber: es la clase de todas las clasesque no son miembros de s mismas, miembro de s misma? Si lo es, no puede ser miembro de la clase detodas las clases que son miembro de s misma. Pero, si no es miembro de s misma, entonces tiene queser miembro de la clase de todas las clases que no son miembro de s mismas; por tanto, tiene que sermiembro de s misma. La solucin propuesta por Russell consiste en distinguir entre diferentes tiposdeentidades. La teora de los tipos prohbe predicar de una entidad perteneciente a un tipo lgico particularalgo que pertenece a otro tipo lgico distinto. As, lo que resulta, en vez de ser una paradoja, es que deciertos tipos de entidades decimos cosas que no tienen sentido. A Wittgenstein la teora de tipos le parecademasiado artificiosa, por lo que se impuso la tarea de elucidar las condiciones que debe cumplir cualquiersistema de representacin de modo que evitase las paradojas precisamente en virtud de su naturaleza, sinque fuera necesario recurrir a soluciones ad hoccomo la russelliana.

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    la guerra a Serbia y Wittgenstein se alista como voluntario el 7 de agosto en elejrcito austrohngaro (una hernia lo haba declarado no apto para el serviciomilitar). Lo hizo con posterioridad a que los Poderes Centrales le declararan laguerra tambin a Rusia. Segn su hermana Hermine lo haca por un intensodeseo de asumir la realizacin de una tarea difcil y hacer algo diferente del tra-bajo puramente intelectual. Wittgenstein crea que enfrentarse a la muerte, dealguna manera, le perfeccionara (Monk, 1990, 118), es decir, no solo pensabaen su pas o en cumplir con un deber patritico, sino que lo haca pensando ens mismo. Esto es, en opinin de autores como Monk o Reguera, a pesar de queel hecho de alistarse como voluntario indudablemente habr tenido algo que

    ver con el nacionalismo desbordado que asolaba al imperio austrohngaro, paraWittgenstein la guerra fue una experiencia personal, una oportunidad magnficade poner en prctica lo que aos antes, al leerLas variedades de la experiencia

    religiosa de William James, le haba confesado a Russell que le haca muchobien. Podemos entender, por ejemplo, los motivos que llevaron a Wittgenstein aalistarse como voluntario con tanta insistencia recordando uno de los pasajes de

    James que con total seguridad ley Wittgenstein: no importa cules puedan serlas fragilidades de un hombre si est dispuesto a arriesgarse a la muerte, y anms si la sufre heroicamente en el servicio por l elegido, el hecho le consagrapara siempre.18

    Parece claro que durante estos primeros das de sobreexcitacin guerrera,lo que ms preocupaba a Wittgenstein era alcanzar un estado de nimo que le

    permitiera encarar su vida de otra manera. A pesar de ello, tan slo dos das des-pus de su alistamiento, el 9 de agosto, se muestra preocupado porque comien-za a temer que no ser capaz de trabajar en la lgica. Es en esta fecha cuandocomienza a escribir su diario. Lo hace en unos pequeos cuadernos, comenzan-do a escribir en las pginas de la izquierda anotaciones de ndole ms personal

    y, en las de la derecha las de naturaleza lgica y filosfica. Estos diarios cubrenlos dos primeros aos de la guerra, exactamente desde el da 9 de agosto de 1914(es decir, muy pocos das despus del comienzo de la guerra y dos despus delalistamiento voluntario de Wittgenstein) hasta el 19 de agosto de 1916, con un

    intervalo de 8 meses en blanco (desde junio de 1915 hasta marzo de 1916) entrelos dos ltimos cuadernos.

    Es sabido que Wittgenstein trabajaba de manera compulsiva y sin horariosfijos ni lugares preferidos. Escriba en cuadernos escolares y en libretas de no-tas, reelaboraba y reordenaba sus anotaciones, y cuando estaba satisfecho hacauna copia a mquina y guardaba en cualquier lugar o directamente destrua losmanuscritos. De hecho, la existencia de losDiarios secretosse debe a la fortuna.Se sospecha que los tres cuadernos que los componen formaban parte de un

    18 JAMES, W. (2002),Las variedades de la experiencia religiosa, Barcelona, Pennsula.

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    grupo mayor de seis o siete cuadernos. Los que faltan habran sido destruidospor el propio Wittgenstein hacia el final de su vida en una de sus ltimas visitasa la casa familiar en Viena. Casualmente estos tres cuadernos se encontraban enla casa de una de sus hermanas, llegando a poder de dos de los albaceas lite-rarios de Wittgenstein (von Wrigth y Anscombe) en 1952 de manera totalmentecasual. Otros cuadernos y libretas no corrieron tan buena suerte. Sabemos, porejemplo, que al partir hacia Noruega en 1913, Wittgenstein guard todas suspertenencias (muebles y manuscritos incluidos) en un almacn en Cambridge. Yall seguan en el comienzo de la guerra. Cuando por fin esta finaliz y antes delclebre reencuentro de Wittgenstein con Russell en Holanda, el primero escribial segundo pidindole que vendiera todos sus muebles para poder costearse el

    viaje hasta Holanda (ya haba renunciado a la parte de la herencia paterna que lecorresponda) y que destruyera los escritos que pudiera haber con ellos. Russell

    sigui al pie de la letra aquellas rdenes y adquiri l mismo los muebles porun precio tan irrisorio que en su autobiografa confiesa que fue el mejor negocioque hizo en toda su vida.

    Sus experiencias los primeros aos de la contienda fueron muy desagrada-bles. En especial porque la convivencia en el Goplana (barco en el que fuedestinado junto con su regimiento de artillera y en el que remontaban una yotra vez el ro Vstula cumpliendo las misiones ms variopintas), result ser insu-frible para el joven Wittgenstein y su estado de nimo fue hacindose cada vezms sombro y desesperanzado. Esto tambin tuvo como consecuencia que las

    anotaciones de ndole personal comenzara a escribirlas en clave. Wittgenstein sesiente cada vez ms solo, comienza a pensar en los amigos que han quedado enInglaterra y a quienes la guerra ha situado a una distancia mucho mayor que lameramente geogrfica, y coquetea por primera vez con la idea de suicidarse. Loque le salv en esta poca fue la lectura de los comentarios de los Evangeliosescritos por Tolstoi.19Numerosas anotaciones en su diario nos hacen ver que lepreocupaba muchsimo preservar su interior, y que su despreocupacin por loque le pudiera pasar a su cuerpo era total. As, en el mes de noviembre escribe:No dependas del mundo exterior, y as no tendrs miedo de lo que te ocurra

    Es a veces ms fcil ser independiente de las cosas que ser independiente de lagente. Pero uno tambin ha de ser capaz de eso.

    Antes del verano de 1915 el nimo de Wittgenstein mejora porque gracias asus conocimientos tcnicos y a sus estudios universitarios fue trasladado a untaller mecnico y all por fin pudo disponer de una habitacin para l solo. Lafelicidad, empero, no dura mucho porque sus subalternos no acaban de aceptar

    19 Segn Monk, esta lectura lo absorba por completo, y lo convirti en un verdadero evangelista,puesto que lo recomendaba a todo aquel que no lo hubiera ledo. Este detalle es importante, no solo por

    el efecto que pudo tener en su trabajo y que se deja sentir en el resultado final del Tractatus,sino que esotro de los aspectos que los albaceas testamentarios de Wittgenstein ocultaron durante mucho tiempo.

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    su presencia. Al menos la correspondencia con Pinset, Russell y Keynes le man-

    tienen distrado y el verano de 1915 es muy productivo. En Cracovia, a donde ha

    sido trasladado su regimiento de artillera, conoce al Dr. Bieler, con quien enta-

    blar largas y amistosas charlas. Sabemos que sigue leyendo a Tolstoi y que poresta poca ya ha terminado de escribir una primera versin del Tractatus porque

    as se lo hace saber a Russell. Pero esta versin se pierde, aunque nos consta que

    era muy similar a la versin definitiva que conocemos (un tratado sobre la natu-

    raleza de la lgica), excepto por la ltima parte, la que de manera ms explcita

    en cualquier caso todo lo explcito que permite el estilo de Wittgenstein in-

    cluye comentarios que de alguna manera reflejan sus preocupaciones ticas y

    estticas, sobre el alma y el significado de la vida. En 1916 Wittgenstein es des-

    tinado nuevamente al frente y es entonces, hacia el final de las anotaciones que

    se han conservado de su diario, cuando podemos situar el comienzo del cambiodefinitivo que tambin se dejara notar en la redaccin final del Tractatus.

    Durante el mes de abril leemos que Wittgenstein ha sido destinado a un regi-

    miento de infantera, en primera lnea de frente donde, adems, pide un puesto

    de observacin (los que deben infiltrarse en las filas enemigas y marcar los obje-

    tivos a la artillera) y constantemente se ve expuesto al fuego enemigo: De vez

    en cuando tena miedo. Eso se debe a que veo la vida desde una perspectiva

    falsa [] slo la muerte da sentido a la vida. Vuelve a tener problemas con sus

    camaradas (su arrojo y el hecho de ser voluntario no parecen ayudar mucho), apesar de los esfuerzos por comprenderles, las personas que me rodean no son

    tanto mezquinas como espantosamentelimitadas. Eso hace que sea casi imposi-

    ble trabajar con ellos porque siempre me malinterpretan. No son estpidos sino

    limitados [] carecen de carcter y por lo tanto de amplitud de miras. Comienza

    entonces una de las contiendas ms duras de toda la guerra y es cuando la parte

    derecha de sus cuadernos comienza a alojar tambin comentarios de ndole ms

    personal, como si lo personal y lo filosfico se hubieran fundido no meramente

    como dos aspectos de la misma tarea personal, sino como partes de la mismaobra filosfica (Monk, 1990, 143). El 2 de agosto escribe: [Mi trabajo se ha] en-

    sanchado ms all de los fundamentos de la lgica, hacia la esencia del mundo.

    Comienza su periplo hacia una consideracin de los problemas filosficos que

    le acompaarn hasta el final de sus das, y que tiene su origen en la distincin

    entre deciry mostrar (por ejemplo, cuando afirma que la forma lgica de una

    proposicin no se puede decir, slo mostrar). Las cosas que comienza a escribir

    nos suenan a un Wittgenstein maduro: la solucin al problema de la vida ha

    de verse en la desaparicin del problema; la tica no trata del mundo. La tica

    debe ser una condicin del mundo, al igual que la lgica; Soy consciente de

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    romntico del genio y revelar de esa manera la unidad de las preocupacionesemocionales y espirituales de Wittgenstein con su trabajo filosfico (Monk, 2001,11). Con ello, Monk ha conseguido ofrecer una imagen vvida y aparentementems ajustada de Wittgenstein como persona y como filsofo. Sin embargo, an esposible ir ms lejos en la lnea apuntada por la exigencia tica a la que responde

    Wittgenstein.

    La biografa escrita por Monk es muy importante por varias razones, si bienla principal en el contexto de este trabajo es que fue la que de alguna manerasistematiz y dio voz al sentimiento de insatisfaccin soterrada aunque cada

    vez ms poderoso e incontenible, contra la interpretacin compartimentalistapreocupada por mantener bien alejadas (cuando no directamente ocultas) laspreocupaciones espirituales, emocionales y culturales de Wittgenstein, de su pro-duccin filosfica.

    En el trabajo suyo que hemos citado con anterioridad, Sass nos obliga a repararen una cuestin bastante interesante al preguntarse si podemos hablar de inspira-cin y de genio en el caso de Wittgenstein. La respuesta obvia es que s, sin duda,si basamos nuestro parecer en los estndares de brillantez, importancia y origina-lidad de su obra. Ahora bien, la cuestin se vuelve mucho ms interesante si losestndares que tenemos en cuenta son los que parece que se aplicaba a s mismo

    Wittgenstein, unos estndares que estaran ms prximos al ideal romntico degenio tal cual lo observaba en Mozart y Beethoven los verdaderos hijos dedios, compositores con un entusiasmo genuino pero que perseguira hasta mso menos la mitad de la Primera Guerra Mundial. Es probable que las contradic-ciones que haran las veces, segn Sass, de motor de los movimientos del pensar

    wittgensteiniano, se explican por la existencia simultnea del deseo de alcanzareste ideal y de todas las trabas y pecados las falsas visiones de la vida quele impedan alcanzarlo.22Comparado con los de Mozart y Beethoven, el impulsode Wittgenstein sera uno de segundo orden.

    Atenindome a lo anterior, considero que la lectura de Monk no consigueexplicar con total exactitud los paralelismos existentes entre las tensiones y con-tradicciones, tanto personales como filosficas, padecidas por Wittgenstein. Monks logra mostrar con brillantez que la tica wittgensteiniana es una tica estricta-mente especulativa sobre la integridad personal, una tica, empero, que no serasino el medio para llegar al fin ltimo representado, segn Monk, por el idealromntico del genio. Esta caracterizacin es exacta hasta cierto punto, pero en undeterminado momento, hacia la mitad de la Primera Guerra Mundial, la decencia

    y la autenticidad perseguidas por Wittgenstein se convierten en fines en s mismoses la poca en la que las diferencias entre lo que anota en las pginas pares e

    22

    Cf. SASS

    (2001), p. 122. En opinin de Sass, los impulsos de Wittgenstein seran intelectuales yautocrticos.

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    impares de su diario se hacen cada vez ms borrosas, como si ambas partes sehubiesen fundido en una sola.

    La diferencia entre una interpretacin y la otra es la misma que habra entre

    un tipo de perfeccionismo utpico (semejante en muchos aspectos al perfeccio-nismo culturalmente elitista criticado por Rawls en su Teora de la justicia23),que aqu denominaremos perfeccionismo absoluto,24y el perfeccionismo moraldesarrollado por Stanley Cavell desde hace tres dcadas y que es el que creo quese ajusta mejor al Wittgenstein que redacta la versin definitiva del Tractatus.25

    * * *

    Stanley Cavell desarrolla su concepcin del perfeccionismo moral a partirde una serie de ensayos escritos por Ralph Waldo Emerson, especialmente eltitulado La confianza en uno mismo.26En el origen del perfeccionismo moral

    podemos encontrar, por tanto, el inters por parte de Cavell de encontrar unaconfiguracin moral que se ajuste a la talla de los escritos emersonianos. Aho-ra bien, el perfeccionismo moral no es cosa de un autor, sino que se trata msbien de una vocacin moral que Cavell observa en la filosofa, el pensamientoo la obra de autores tan distintos y distantes entre s como Platn, Shakespeare,Locke, Kant, Stuart Mill, Thoreau, Nietzsche, Marx, Ibsen, Freud, Bernard Shaw,Heidegger y, por supuesto, Emerson y Wittgenstein, los dos influencias princi-pales de prcticamente toda la obra de Cavell.

    Pues bien, segn Cavell la verdadera condicin humana es aquella en la que

    nos preguntamos si nuestra condicin actual es la deseable (Cavell, 1988, 54) yel perfeccionismo moral o emersoniano responde a un modelo de decepcin yde deseo cuya principal motivacin es un disgusto o desdn tan absoluto conel estado actual de las cosas, que no solo requiere una reforma, sino que pide latransformacin de las cosas, pero sobre todo de uno mismo (Cavell, 1988, 46).Dicho en pocas palabras: a partir de la sensacin de decepcin con el estadoactual de la existencia humana surge el deseo de alcanzar un estado futuro mejor

    23 Cf. RAWLS, J. (1995), Teora de la justicia, Mxico, FCE. Principalmente la seccin 50.

    24 Agradezco a Jos Luis Rodrguez la sugerencia de cambiar la denominacin perfeccionismo ut-pico por la de perfeccionismo absoluto.

    25 En realidad las interpretaciones en una cierta clave perfeccionista de la filosofa de Wittgensteinno son una novedad. Pienso, en concreto, en las comparaciones que se han efectuado entre nuestro autory Scrates o, de manera general, con el ideal de vida terico de los griegos (me atrevera a decir que nosolo de los griegos, sino de muchos filsofos anteriores a la poca de la profesionalizacin, o reclusindentro de los muros acadmicos, de la filosofa). Wittgenstein compartira con Scrates, segn esta com-paracin, una actitud vital y filosfica claramente asctica con la perfeccin como motor y destino final.Algunos comentarios de Wittgenstein en sus cartas a Russell o en conversacin, por ejemplo, con su ami-go David Pinset como cuando alude a la lectura de Las variedades de la experiencia religiosade WilliamJames, avalan esta comparacin. No obstante, defender que el perfeccionismo wittgensteiniano es de otraclase y que el socrtico tiene menos rasgos en comn con este otro que con el perfeccionismo absoluto.

    26 V. EMERSON(2009 b).

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    la actitud contraria es la que prefiere el permanecer en el estado presente alcoste que supone el cambio (Cavell, 2004, 24-25). Ahora bien, el desencade-nante de la transformacin no es un elemento o ideal externo, sino que a ese otro

    yo al que se llegara gracias a la transformacin, al yo distinto o superior se debellegar por uno mismo, por la persona que pone todo su empeo en alcanzarlo(Cavell, 1988, 54). Adems, es propio de una actitud perfeccionista moral pensarque ningn estado es realmente un estado final: el yo, nuestro yo (el estado denuestra alma, pues sta es la palabra que utiliza Cavell:soul) est siempre al ladoo ms all de s mismo, pero no porque exista un yo absoluto inalcanzado, sinoporque poseer un yo es un proceso individual (sin cdigos morales ni impo-siciones externas) de movimiento hacia y desde prximos yoes. Cualquierestado ser, por tanto, parcial siempre habr otro estado ms y pensar lo

    contrario significa adoptar una actitud conformista. Es decir, lo que caracterizaal perfeccionismo moral abogado por Cavell es que no contempla la existenciade un estado final en este proceso de transformacin; que nunca se termina dealcanzar ese otro yo posterior porque el perfeccionismo, el proceso de llegar aser lo que uno es, no es teleolgico sino procesual. El tipo de tica que resultade este proceso no es una para la que lo importante son los mritos de accioneso legislaciones concretas, sino la calidad de vida. Y las cuestiones que se planteano son sobre lo que se debe hacer, o sobre lo que es correcto o incorrecto, sinosobre cmo debemos vivir nuestra vida, sobre la clase de persona que queremos

    ser (Cavell, 2004, 11).Al perfeccionismo de autores como Platn autor deLa Repblica o del Nietzsche

    que critica Rawls en su Teora de la justicia, lo denominaremos perfeccionismoabsoluto bsicamente porque propone la existencia de un estado ltimo utpico,perfecto hacia el que se encaminara una actitud perfeccionista (Flathman, 2006,99). Por su parte, al defendido por Cavell lo denominaremos perfeccionismo mo-ral o emersoniano, que es como lo denomina el propio Cavell. ste se postulaen contra de cualquier idea de perfeccin absoluta o final.

    En un caso, por ejemplo, en el viaje que hace el yo hacia la perfeccin en

    La Repblica, existe un individuo (Scrates) que representa el punto ms altode ese viaje; en el segundo, el del perfeccionismo moral o emersoniano, la ne-cesidad democrtica de perfeccin se explica porque todos somos igualmenterepresentativos, nadie dice sgueme y te salvars (o encontrars la felicidad, oel bien, o la sabidura), sino ms bien nos convertimos en ejemplos represen-tativos en los que todos podemos reconocernos y reconocer nuestro potencialpara el cambio y, as, diramos ms bien: sigue en tu interior lo que yo sigo enel mo y te salvars. En palabras del propio Cavell: al yo distinto o superiorse debe llegar por uno mismo, por la persona que pone todo su empeo enalcanzarlo (Cavell, 1988, 54).

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    Existira tambin un tercer y falso perfeccionismo, el quirete a ti mis-mo de las publicaciones de autoayuda, o el s todo lo que puedes llegar a serde la llamada a enrolarse en el ejrcito. En ambos casos hay alguien que, desde

    fuera, nos dice ques lo que podemos llegar a ser y cmo debemoshacerlo.

    A pesar de las diferencias que existen entre el absoluto o el moral, ambosperfeccionismos muestran poco inters por determinar la correccin o incorrec-cin de tal o cual accin porque lo que realmente les preocupa es la calidad de

    vida de los seres humanos, y ms concretamente la parte de la toma de decisio-nes que tiene que ver con ser fiel a uno mismo (Cavell, 2004, 11 y 49). En amboscasos podemos hablar del paso de un estado de conformidad [el yo actual],hasta lo que [Emerson] denomina confianza en uno mismo lo cual equivale adecir [] que se trata de un viaje o un proceso desde vagar por el mundo hastaexistir en l (Cavell, 1996, 223). Y Cavell se ocupa de dejar muy claro siempreque tiene la oportunidad de hacerlo que el perfeccionismo no es una teora ticaalternativa a otras teoras ticas (principalmente el utilitarismo o el kantismo),sino que se trata de un registro de la vida moral previo a la formulacin de cual-quier doctrina tica (Cavell, 2004, 222):

    algo as como una dimensin o tradicin de la vida moral que se extiende a lolargo del pensamiento occidental y est relacionado con lo que se sola llamar elestado del alma de cada uno, una dimensin que deposita una enorme carga so-bre las relaciones personales y sobre la posibilidad o necesidad de transformarse

    a uno mismo y a la sociedad (Cavell, 1988, xxxi).

    La interpretacin perfeccionista consigue integrar de manera natural el altonivel de autoconciencia demostrado por Wittgenstein en sus diarios, as como laexigente autocrtica y el anti-intelectualismo filosfico caractersticos de su obrasin necesidad de apostar por interpretaciones irracionalistas o radicalmente es-cpticas de su obra.27Ledos en clave perfeccionista, losDiarios secretos muestran

    27 Las interpretaciones irracionalistas son una de las consecuencias de la atencin recibida por losotrosescritos wittgensteinianos. No tanto, de nuevo, por lo que estos revelan de manera directa, sino porel cambio que han producido en la manera de pensar acerca de algunos de los escritos considerados ca-

    nnicos de Wittgenstein. Cindonos a las interpretaciones irracionalistas, Glock ha distinguido cinco va-riantes: i) el irracionalismo existencial abogado por amigos del propio Wittgenstein como Engelmann yDrury y asociado con pensadores como Kierkegaard, Tolstoy y Nietzche; ii) el irracionalismo sinsentido(nonsense) defendido recientemente por Cora Diamond o James Conant, segn el cual las afirmacionescontenidas en el Tractatusno pretenden revelar ninguna verdad inefable, sino nicamente la verdaderanaturaleza de toda filosofa (una naturaleza sin propsito definido); iii) el irracionalismo teraputico apartir del cual autores como Bouwsma, basndose en la comparacin de la filosofa de Wittgenstein conel psicoanlisis, defienden que los comentarios gramaticales de este no son tanto aclaraciones conceptua-les como intentos teraputicos para hacernos abandonar los problemas filosficos y llevar una vida inte-lectual ms tranquila; iv) el irracionalismo aspectualdefendido, por ejemplo, por Baker segn el cual loscomentarios gramaticales no formaran parte de un argumento racional, sino que tienen como objetivoforjar un nuevo modo de ver anlogo al cambio de aspecto en sus reflexiones en torno a ver aspectos; yv) irracionalismo posmoderno que podemos encontrar en los escritos de Rorty sobre Wittgenstein quien,junto con Heidegger y los pragmatistas, se habra encargado de preparar el camino a una filosofa edifi-

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    claramente que la relacin entre lo biogrfico y lo filosfico en el caso de Witt-genstein es complementaria, o incluso recprocamente constitutiva.

    * * *

    El carcter excesivamente fragmentario, en ocasiones dialgico, y el tono ora-cular de algunos de los escritos wittgensteinianos adquieren sentido al situarlosen el contexto en el que fueron escritos, es decir, con Wittgenstein es necesariotener en cuenta que vida y obra van de la mano. Pero adems, y esta es la prin-cipal hiptesis que ha guiado mi trabajo, lo que surge de dicha contextualizacinprevia es una imagen integradora de la vida y la obra wittgensteiniana segn lacual ambas responden al modelo de decepcin y deseo que acabamos de ver

    y, ms concretamente, que la filosofa del Wittgenstein no se entiende si no seaprecia la voluntad moral que la mueve. Esta voluntad moral, perfeccionista, es,

    para Wittgenstein, la nica garanta de que no perder completamente de vistalos ideales dibujados por aquello que en losDiarios secretos denomina su espri-tu (o elespritu), o, en trminos ms propios de la atmsfera que se respiraba enla Viena de la juventud de Wittgenstein, de que cumplira con el ideal del genio.Es decir, que cumplira con su deber a toda costa (esta es la tesis que sirve dehilo conductor a la biografa de Ray Monk) y con ello dara sentido pleno a su

    vida. No est de ms subrayar que lo que motivaba la bsqueda wittgensteinianano era ninguna clase de ideal altruista ni inters por el bienestar general. Lasconsecuencias que pudiera tener su actitud moral en los dems no era responsa-bilidad suya. Con todo, la lectura de susDiarios secretos permite interpretar quecuando se queja amarga y repetidamente de la mezquindad de sus camaradas, loque realmente expresa es su disgusto porque aquellos no sean como l. Ahorabien, esto tampoco es del todo exacto y es realmente importante que no lo de-jemos pasar sin un par de aclaraciones: en primer lugar, lo que encontramos enlos diarios no es exactamente una bsqueda, sino ms bien una tensin no re-

    cante para la que lo importante es mantener viva la conversacin y no tanto la consecucin de la verdado de la objetividad (Glock, 2001, 196). De las cinco, la ltima es la que segn Glock carece de todo fun-damento textual o biogrfico, lo cual no quiere decir que suscriba alguna de las restantes cuatro, ya quela suya es una interpretacin racionalista de Wittgenstein. En mi opinin, las interpretaciones irracionalistasse equivocan al pensar que Wittgenstein se mueve entre el racionalismo y el irracionalismo, o que porquela suya presente algn aspecto aparentemente no racionalista eso la convierte en una filosofa irracionalis-ta. Haramos mejor situando el debate en un nivel metafilosfico porque desde all es ms fcil observarque lo que Wittgenstein rechaza es la filosofa que, entre otras cosas, levanta y adora unos dolos mutua-mente excluyentes (objetividad/subjetividad, racionalidad/irracionalidad, externo/interno, etc.).

    En cuanto al papel que desempea el escepticismo en la obra de Wittgenstein no ser mucho lo quedigamos aqu. Lo normal en estos casos es recomendar la excelente (aunque no exenta de polmica) in-terpretacin de Kripke en KRIPKE(1989): Reglas y lenguaje privado en Wittgenstein, Mxico, UNAM. Ade-ms, entre toda la ingente bibliografa secundaria generada por el libro de Kripke, uno de los mejorescomentarios sobre la importancia del escepticismo en la filosofa de Wittgenstein a partir de la cuestin deseguir una regla es el trabajo de Stanley Cavell, The Argument of the Ordinary. Scenes of instruction inWittgenstein and in Kripke, en CAVELL(1988).

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    suelta entre los sentimientos de culpa y decepcin por lo que llama sus pecados(los de la carne) que le hacen sentirse perdido (respecto a la senda que iluminasu espritu) y el deseo de cambiar, de ser mejor persona. Esto es importanteporque esta tensin es la que otorga continuidad a toda la produccin filosfica

    wittgensteiniana. En segundo lugar, cuando he dicho que Wittgenstein hubierapreferido que sus camaradas fuesen como l, no he querido dar a entender que

    Wittgenstein se considerara a s mismo una especie de Mesas o de lder moralen posesin de alguna verdad que los dems deberan poder apreciar. Lo queecha en falta en los dems es el esfuerzo que hace l por ser autoconsciente desus limitaciones y de lo que se requiere para no abandonar la senda del espritu.Recordemos: las personas que me rodean no son tanto mezquinas como espan-tosamentelimitadas. Eso hace que sea casi imposible trabajar con ellos porquesiempre me malinterpretan. No son estpidos sino limitados [] carecen de ca-

    rcter y por lo tanto de amplitud de miras.

    Hasta 1916 podemos decir que Wittgenstein responde a esa tensin con unahuida que es tanto fsica (de Viena a Berln, luego a Manchester, a Cambridge, aNoruega y el alistamiento voluntario) como moral (persiguiendo la imagen delgenio que asocia con Beethoven y con Mozart, o con los ideales de Krauss o

    Weininger).28Es la constante tensin entre los ideales de su espritu y las limita-ciones de la carne la que lleva a Wittgenstein a huir de todo lo que en algn mo-mento es su casa, su estado presente: huye de la costumbre de las costumbres,es decir, de la conformidad, que es lo contrario de la actitud perfeccionista.

    El espritu(Geist) al que hace constantes referencias Wittgenstein en losDia-riosse asemeja a la nocin romntica de genio, pero tambin como algo opuestoal cuerpo: una mezcla de ideales intelectuales e ideales ticos. En el caso par-ticular de Wittgenstein, Isidoro Reguera interpreta que se trata de una introyec-cin de todos sus ideales, una suerte de supery ideal (Reguera, 2000, 196). Nose tratara exactamente de una seal presente en todo momento apuntando enla direccin que lleva hacia esos ideales, sino que aparece nicamente cuandoms perdido parece estar Wittgenstein. Sera la imagen ideal que tiene de smismo y que le permite tomar conciencia de lo que no es (an), pero quisiera

    ser. El joven Wittgenstein siente una enorme vergenza, podramos decir, por lo

    28 Apenas hemos dicho nada, y lo poco que hemos dicho ha sido de pasada, sobre aquellos autoresque influyeron decisivamente en el pensamiento del joven Wittgenstein, como por ejemplo Tolstoi o James,y menos an sobre Schopenhauer, Krauss, Mautner, Weininger o Kierkegaard. Estos dos ltimos y Jamesson especialmente importantes para entender los elementos perfeccionistas del pensamiento wittgenstei-niano. Jos Mara Ariso defiende que Weininger y James son importantes porque fueron los que ayudarona Wittgenstein a perfilar el objetivo de alcanzar un grado mximo de decencia y de autenticidad [] paravivir una vida profunda y autntica. As, de James habra tomado un modelo de santidad y la manera deenfrentarse a los momentos de crisis, mientras que de Weininger habra tomado el objetivo de la genialidad

    como deber moral. Pero es Kierkegaard, siempre segn Ariso, el que le habra proporcionado el modo delograr tales objetivos a travs de la pureza de corazn (Ariso, 2011).

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    LOS DIARIOS SECRETOS DE LUDWIG WITTGENSTEIN. UNA LECTURA PERFECCIONISTA

    que es, o ms exactamente por lo que noes. La lectura de los Diarios secretosrevela el esfuerzo sostenido y no siempre exitoso por parte de Wittgenstein dedesarrollar su yo actual hasta alcanzar un estado de plenitud y claridad consigomismo (Donatelli, 2006, 39).

    Para decirlo todo antes de finalizar, habra que sealar que hasta 1916, segnlo que acabamos de decir, el perfeccionismo que se desprende de los diarios esms absoluto que moral. Gracias a las circunstancias en las que Wittgenstein se

    vio envuelto a partir de 1916, su pensamiento filosfico y su vida personal se fun-den en una imagen perfeccionista (moral) de s mismo y esto es lo que explicaque desde el mes de agosto desaparezcan las anotaciones en el lado izquierdodel diario y que sus anotaciones del lado derecho cobren, digmoslo as, vida.Por aquella misma poca, segn nos cuenta el mencionado Engelmann:

    Encontr aqu inesperadamente una persona que si es verdad que, como todos omuchos de la generacin ms joven, sufra bajo el desequilibrio incesante entre loque existe y lo que segn la opinin propia podra y debera ser, se inclinaba, sinembargo, a buscar en s mismo ms que fueralos motivos fundamentales de ese

    desequilibrio (Engelmann, 2009, 127. El nfasis es mo).

    Hasta ese momento podemos arriesgarnos a aventurar que Wittgenstein ha-bra perseguido una imagen utpica y externa, un ejemplo creado por otros(cuyo germen se encontrara en la atmsfera cultural vienesa que respira eljoven Wittgenstein).29Pero a partir de entonces cualquier intento por parte de

    Wittgenstein de convencernos de algo no lo hace, pudiramos decir, desde el

    plpito sobre la base de un adoctrinamiento, sino de un ejemplo moral. Msadelante escribir, en la obra ms representativa de su segunda etapa en Cam-bridge, lo siguiente: si he agotado los fundamentos, he llegado a la roca dura ymi pala se retuerce. Estoy entonces inclinado a decir: Assimplemente es comoacto (Wittgenstein, 2008, 217).

    29 En realidad es posible que se haya exagerado la importancia que tiene la atmsfera cultural deca-dente de la Viena de entre siglos como caldo de cultivo para el culto al yo. O para ser ms exactos, lo quese ha exagerado es la particularidad del ambiente enViena. Tanto la decadencia cultural provocada porun mundo y unas formas de vida prcticamente agotadas, como los valores individualistas, eran un fen-meno ms general que afectaba a casi toda Europa. El ao del nacimiento de Wittgenstein, por ejemplo,se public en Pars el primer volumen de la triloga escrita por Maurice BARRS,El culto al yo, un verdade-ro canto al ms completo egosmo solipsista. Para un estupendo anlisis de la atmsfera cultural y poltica

    en la Europa previa al estallido de la Primera Guerra Mundial vase BLOM

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