Arturo Andrés Roig

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CONSIDERACIONES RESPECTO AL PENSAMIENTO DE ARTURO ANDRÉS ROIG “No hay comienzo de la filosofía sin la constitución de un sujeto.” 1 “La filosofía exige un pueblo […] en el sentido de ue todo filosofa! es exp!esión de un p!oceso histó!ico"social e#oluti#o” $ " %!tu!o %nd!&s 'oig I. La Constitución del Sujeto y la Noción del “Nosotros” (n una de sus ob!as )*s i)po!tantes+ Teoría y crítica delpensamiento latinoamericano , %!tu!o'oig se decla!a pa!tida!io de una concepción del sujeto explícita)ente e)pí!ica- sin e)ba!go+ acla!a ue no se t!ata de un sujeto pensant estilo del ego ca!tesiano+ y+ a su #e + pone de !elie#e ue habla! de un sujeto empírico: “nada tiene ue #e! con el desfondado /yo e)pí!ico0 !educido a lo so)*tico y del he)os de depu!a! al estilo del edón platónico.” 2 3ebido a esto+ le es de su)a i)po!tancia acla!a! de u& empiricidad est* hablando. 'oig afi!)a ue el hecho de ue todo ho)b!e se defina po! la histo!icidad i)plica exis una conciencia histó!ica+ o dicho de ot!o )odo4 “de una dete!)inada expe!iencia d )is)o ue solo es posible si se da p!i)a!ia)ente una potencia o capacidad de expe!iencia.” 5 (n este sentido+ pa!a 'oig+ la histo!icidad es una empeiría 6 , y el ho)b!e en cuanto sujeto histó!ico+ un sujeto émpeiros; 1 Roig, Arturo Andrés. Teoría y crítica del pensamiento latinoamericano. FCE, México, 1981, p. 76 2 Ibíd!, p. 87. " FCE, México, 1981, # Ibíd!, p. 76.

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Consideraciones de Roig respecto a su idea de individuo.

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CONSIDERACIONES RESPECTO AL PENSAMIENTO DE ARTURO ANDRS ROIGNo hay comienzo de la filosofa sin la constitucin de un sujeto.[footnoteRef:1] [1: Roig, Arturo Andrs. Teora y crtica del pensamiento latinoamericano. FCE, Mxico, 1981, p. 76]

La filosofa exige un pueblo [] en el sentido de que todo filosofar es expresin de un proceso histrico-social evolutivo[footnoteRef:2] [2: Ibdem, p. 87.]

Arturo Andrs Roig

I. La Constitucin del Sujeto y la Nocin del NosotrosEn una de sus obras ms importantes, Teora y crtica del pensamiento latinoamericano[footnoteRef:3] Arturo Roig se declara partidario de una concepcin del sujeto explcitamente emprica; sin embargo, aclara que no se trata de un sujeto pensante puro al estilo del ego cartesiano, y, a su vez, pone de relieve que hablar de un sujeto emprico: nada tiene que ver con el desfondado yo emprico reducido a lo somtico y del que nos hemos de depurar al estilo del Fedn platnico.[footnoteRef:4] [3: FCE, Mxico, 1981,] [4: Ibdem, p. 76.]

Debido a esto, le es de suma importancia aclarar de qu empiricidad est hablando. Roig afirma que el hecho de que todo hombre se defina por la historicidad implica existencia de una conciencia histrica, o dicho de otro modo: de una determinada experiencia de s mismo que solo es posible si se da primariamente una potencia o capacidad de experiencia.[footnoteRef:5] En este sentido, para Roig, la historicidad es una empeira[footnoteRef:6], y el hombre en cuanto sujeto histrico, un sujeto mpeiros; [5: dem.] [6: Es el conocimiento ms inmediato, y por tanto el ms claro y comn para el Hombre. Se adquiere a travs de las sensaciones, obtenidas por los sentidos externos y organizadas por la memoria. URL: http://ficus.pntic.mec.es. Filosofa antigua, Aristteles.]

No obstante, Roig resalta que no quiere decir que dicho sujeto haya elaborado y acumulado esta o aquella experiencia, sino que es capaz de hacerlo. As pues, la empiricidad as entendida, es la manifestacin inmediata de la historicidad.Dado esto, desde la postura de Roig, se trata de un sujeto que, apelando a Hegel, se pone a s mismo como valioso, y considera como valioso el pensar sobre s mismo.[footnoteRef:7] Sin embargo, desde las reflexiones del problema del comienzo de la filosofa, Roig plantea que esta expresin, enunciada por Hegel en singular, supone en su pensamiento un sujeto plural, o mejor dicho, un nosotros, razn por la cual se dice que la filosofa exige un pueblo.[footnoteRef:8] Es decir, se trata de un individuo integrado en una totalidad social y que no es por eso mismo un yo sino un nosotros, lo cual, afirma Roig: supone un principio fctico de universalidad.[footnoteRef:9] y con esto complementa que no hay individualidad sin universalidad. [7: Ibdem, p. 78.] [8: dem.] [9: dem.]

En este sentido, explica Roig que cuando el sujeto latinoamericano se plantea la necesidad de una filosofa latinoamericana, su propia autocomprensin como sujeto del filosofar no ser otra que la misma en donde se parta de un nosotros capaz de organizar su discurso desde su situacin concreta histrica.Ahora bien, en este punto, el propio Roig nos invita a reflexionar respecto a qu queremos significar cuando decimos nosotros? En este caso, plantea Roig, cabe una primera respuesta inmediata: cuando hablamos de nosotros a propsito de una filosofa latinoamericana, queremos decir simplemente nosotros los latinoamericanos[footnoteRef:10] sin embargo, seala al mismo tiempo la insuficiencia de tal autodefinicin, como tambin la complejidad que encierra el enunciado. [10: Ibdem, p. 37.]

Respecto a esto, Roig arguye que la complejidad de ese nosotros radica en que hace referencia a un sujeto que si bien posee una continuidad histrica, no siempre se ha identificado de igual manera, es decir, no siempre se respondi al problema de la diversidad teniendo en cuenta una misma comprensin de la unidad. Por tanto, no siempre se ha partido de una misma diversidad, ni se ha asumido esa diversidad desde una misma idea de unidad, y pueden sealarse como consecuencia horizontes de comprensin diversos.[footnoteRef:11] De esta manera, agrega Roig, es posible hablar de una historia de los modos de unidad, desde los cuales se ha tratado o se trata de alcanzar la comprensin de la diversidad. [11: dem.]

Por lo tanto, la exigencia de la que hemos partido: "ponernos a nosotros mismos como valiosos", se encuentra implcita en la expresin de "lo nuestro". Y, en efecto, definir los alcances del "nosotros" supone a la vez la definicin de "lo nuestro", no en el sentido de las cosas que son nuestras, sino como expresa Roig: en el de nuestro modo de ser", nuestra identidad"[footnoteRef:12], que incluye nuestra relacin con aquellas cosas. [12: Ibdem, p. 48.]

Por su parte, Roig cita el texto de Jos Mart Nuestra Amrica (Mxico, 1891) con el fin de abordar las cuestiones Cmo llegar a lo "nuestro"? Cmo llegar a la afirmacin de "nosotros mismos como valiosos" y a la vez tener conciencia del alcance del "nosotros" desde "lo nuestro"? En este sentido, lo primero que plantea Mart es que para afirmarnos a nosotros mismos es necesario superar la "mentalidad aldeana" y despertar del sueo aldeano"[footnoteRef:13], dicho en otras palabras, reconocer las limitaciones propias de nuestro horizonte de comprensin. [13: Ibdem, p. 49.]

Para Mart, la mentalidad aldeana nos lleva a ignorarnos a nosotros mismos, aun cuando suponga un modo de afirmacin de un determinado sujeto, simplemente, porque ignoramos al otro. En este sentido, sumergirnos en la aldea, es pues, ignorar a los dems en cuanto alteridad, y sucede que stos integran tambin lo nuestro, y a nuestra Amrica. Debido a esto, Roig propone que para conocernos a nosotros mismos no tenemos ms remedio que conocer y reconocer a los dems; y no se refiere a un conocimiento entre pueblo y pueblo, sino a un reconocimiento de la diversidad interna de cada pueblo. En este sentido, Roig enfatiza que el punto de partida para una definicin de lo "nuestro" y del "nosotros" ha de ser siempre el sujeto concreto inserto en su mundo de relaciones humanas desde el cual recibe o se apropia de las formas culturales, y no lo recibido en s mismo, cuya riqueza intrnseca se juega toda entera en el acto de recepcin. [footnoteRef:14] [14: Ibdem, p. 65.]

II. Sobre el Comienzo de la FilosofaArturo Roig, dentro de su artculo Acerca del comienzo de la filosofa americana[footnoteRef:15] plantea que para Hegel, no entran en la historia filosfica lo que l mismo llam filosofemas, es decir, los pensamientos ocultos bajo la representacin, como por ejemplo: el arte primitivo mexicano, la catedral barroca de origen espaol, o los mitos del Popol Vuh; stos, de acuerdo con Hegel, no son objeto de la filosofa debido a que no han ingresado propiamente a su historia, y afirma que el pensamiento contenido en aquellas expresiones del arte arquitectnico, escultural o literario: no ha alcanzado la dignidad del concepto.[footnoteRef:16] [15: Roig, Arturo Andrs. Acerca del comienzo de la filosofa americana, Revista de la Universidad de Mxico, UNAM, vol. XXV, 1971.] [16: Ibdem, p. 14.]

Roig seala que cuando Hegel se pregunta por el comienzo de la historia de la filosofa, responde diciendo que se produce cuando tienen lugar dos hechos: Primero, cuando lo absoluto, que es objeto propio de la filosofa ha dejado de ser expresado como representacin (Vorstellung) y ha sido enunciado como concepto (Begrift); en otras palabras, cuando lo absoluto se ha desprendido de las formas exteriores con las que apareca envuelto en la representacin religiosa, mtica, artstica, etctera, y ha logrado una expresin pura, una forma (la conceptual) que condice con la naturaleza misma del pensamiento. Forma y contenido quedan as identificados. Y segundo, cuando junto con aquel hecho se da este otro: el de la libertad poltica. Ese surgir de la filosofa, ese encontrarse el pensamiento con su expresin formal propia, que es un modo ontolgico de libertad, supone un hecho histrico.[footnoteRef:17] [17: Ibdem, p. 11.]

En este sentido, plantea Roig, el comienzo de la filosofa tiene para Hegel un aspecto social inevitable, es decir, no es un hecho de un hombre aislado, sino de una comunidad que se ha constituido como estado, y afirma que en ella el individuo deja de considerarse como particularidad y se sabe integrado como ser autnomo en lo universal: "Su conciencia adquiere un valor infinito y tiene fuerza como para ponerse para s y valer sencillamente para s."[footnoteRef:18]Conforme a esto, Hegel insiste en que la historia de la filosofa se presenta all donde existen constituciones libres, y es por eso que la filosofa, desde Hegel, tuvo sus comienzos en Grecia y no antes. [18: dem.]

De acuerdo con esto, el problema del comienzo de la filosofa en los pases latinoamericanos se relaciona de modo necesario, apunta Roig, con el hecho histrico de su libertad poltica. As, las guerras de independencia, que cobran fuerza en todo el continente en las primeras dcadas del siglo XIX, fueron los primeros pasos de este ponerse para s y de ese reconocimiento del valor simplemente para s.[footnoteRef:19] [19: dem.]

De este modo, La filosofa de esos aos, aquella manifestacin tarda de la Ilustracin que se llam "ideologa", podra ser visto, de acuerdo con Roig, como el primer momento del filosofar americano, sin embargo, el propio Roig cuestiona si realmente con las declaraciones de independencia poltica surgidas de las guerras contra el rgimen colonial se alcanz aquel ponerse para s, ya que, si volvemos a los puntos de vista de Hegel, es indudable que la filosofa no comenz propiamente con la Ilustracin y la constitucin de los estados libres de Amrica, sobre todo por el hecho de que, no se puede hablar de un filosofar en sentido estricto, en cuanto no se habra alcanzado propiamente el nivel de concepto; por tanto, habra que decir, pues, que con la independencia poltica no comienza el filosofar americano, sino que simplemente se plantea la posibilidad de su comienzo. Dado esto, Roig explica que la libertad que el hombre alcanza cuando accede al plano de lo universal, es decir, al plano del "concepto" hegeliano, es ejercicio de pensamiento y esta libertad, plantea Roig: debe alcanzar su desarrollo propio si realmente se quiere que la libertad poltica adquiera su pleno sentido, y, del mismo modo, es imprescindible el hecho de esta libertad poltica, si queremos que sea posible aquel desarrollo.[footnoteRef:20] [20: Ibdem, p. 12.]

As, pues, Roig enfatiza que la filosofa americana no comenz con las guerras de la independencia ni con las declaraciones constitucionales de los nuevos estados, aunque, estos hechos, sin duda significaron un despunte de un para s y de un tenerse como valioso para s mismo, faltaba an un desarrollo de ese para s poltico en cuanto que no se haba planteado como cuestin fundamental la de tener por valioso el conocerse por s mismo.[footnoteRef:21] Es as, y slo a partir de esto, siguiendo a Roig, que habra de comenzar la filosofa americana propiamente. [21: dem.]

Partiendo de esta idea, Roig plantea que con las declaraciones de Juan Bautista Alberdi (1810-1884) hechas en su Fragmento preliminar al estudio del derecho de 1838, y con sus programas montevideanos de 1844, se produce el primer intento de sincronizar el pensar filosfico con la realidad histrica, y afirma que: Alberdi justamente postulaba la necesidad de mirar al hombre americano desde el hombre, es decir, sujetar las particularidades a lo universal. Su pensamiento es filosofar, en la medida en que se pona a su modo en aquel orden del "concepto" que exiga Hegel.[footnoteRef:22] [22: dem.]

De este modo, Roig arguye que con las guerras de la independencia, las cartas constitucionales contemporneas y con la "ideologa" hay un primer comienzo del filosofar americano; sin embargo, afirma: [] el comienzo propiamente aparece cuando la juventud romntica exige la "autoconciencia nacional" explcitamente, y a la vez pone como condicin que el hombre sea visto fuera de las formas de la sociedad patriarcal en las que es imposible la autonoma, por lo mismo que no es posible el tenerse por valioso para s mismo, como tampoco el tener como valioso el conocerse por s mismo.[footnoteRef:23] [23: Ibdem, p. 13.]

Lneas arriba, habamos expresado que para Hegel, no entran en la histrica filosfica lo que l llamara filosofemas, debido a que no han alcanzado el nivel o la dignidad del concepto, sin embargo, Roig, cuestiona si no quedar con esto abandonado un valioso campo que la historiografa filosfica no tendra por qu desdear, es decir, Roig sin descuidar las lecciones de Hegel, a su vez, est en la postura de defender los derechos propios de lo que para Hegel es tan solo la prehistoria de la filosofa, y comenta: nos parece ms lcito comenzar una historia del pensamiento griego a partir del mito arcaico, o una historia del pensamiento americano, incluyendo en un capitulo, los mitos indgenas.[footnoteRef:24] [24: Ibdem, p. 14.]

Roig plantea esto porque considera que con la expulsin de lo prefilosfico que lleva acabo Hegel, no solo quedara fuera de la historiografa del pensamiento aquello que se ha dado antes en el tiempo, a saber: el mito griego o el mito americano, sino tambin otras formas culturales que incluyen pensamiento y que se han desarrollado despus y paralelamente con la filosofa misma.[footnoteRef:25] Para esto, Roig no se refiere al arte o a la religin y sus expresiones, sino muy concretamente a las ideologas entendidas como formas de saber a-crtico, pero que contienen modos de conocimiento desarrollados en una relacin directa con la filosofas a las que nicamente acepta Hegel; planteamiento que el propio Roig desarrolla diciendo: tambin estamos por los fueros de las ideologas y consideramos que ellas aun cuando en algn momento se las pueda considerar algo as como la prehistoria actual de la filosofa, merecen sus status dentro de la historiografa filosfica.[footnoteRef:26] [25: dem.] [26: dem.]

Dado esto, Roig concluye planteando que un verdadero comienzo de la filosofa americana nicamente podr lograrse para nosotros, no slo ponindonos la exigencia de pensar, sino tambin viendo ese pensar en relacin con su circunstancia histrica, y para esto habremos de romper con los mrgenes de una lgica pura e introducirnos en el mundo de los filosofemas, a los que Hegel tanto crey posible separar del concepto. As, el propio Roig de acuerdo con esto plantea:En verdad, hasta el ms sublimado concepto supone un mundo de filosofemas, de formas enmascaradas de pensamiento, de donde la necesidad de hacer tanto historia de la filosofa, como historia de las ideas, o hacer -si no queremos caer en esta distincin- una historia de la filosofa que sea plenamente consciente de la amplitud de su campo de trabajo. Slo as alcanzaremos nuestro modo de ponernos conscientemente como valioso para nosotros mismos.[footnoteRef:27] [27: Ibdem, p. 15.]

III. La Moral Latinoamericana de la EmergenciaComo parte de sus reflexiones en su texto tica del poder y moralidad de la protesta[footnoteRef:28] la intencin de Roig es rescatar una tradicin moral que se ha desarrollado en Amrica latina desde los inicios de su cultura y a la que el propio Roig denomina moral de la emergencia.[footnoteRef:29] Roig plantea que sta no se trata de una doctrina surgida al margen de los movimientos morales, sino que ha sido fruto de ellos, y que quienes la han expresado en sus escritos se han caracterizado por ser, antes que nada, hombres de accin y, necesariamente hombres de palabra.[footnoteRef:30] En este sentido, esta moral de la que Roig nos habla, en cuanto forma de pensamiento fuerte, es una moral heroica que constituye el espritu del humanismo latinoamericano y que viene expresndose de diversos modos desde el siglo XVIII. [28: tica del poder y moralidad de la protesta. La moral latinoamericana de la emergencia, autorizada por Arturo Andrs Roig para el Proyecto Ensayo Hispnico, 2000. El libro est fechado en Mendoza (Argentina) en 1998.] [29: dem.] [30: dem.]

Respecto a esto, Roig considera que los impulsos esenciales, por decirlo de algn modo, para una humanizacin de las sociedades siempre vienen de abajo, es decir, tiene la conviccin de que una mejora de la sociedad slo es posible a partir de las necesidades de las clases bajas, y por tanto, una mejora slo puede imaginarse bajo las condiciones de la igualdad de derechos y posibilidades para todos; y tal igualdad, considera Roig, nunca es en el inters de los ms fuertes, sino siempre en el inters de los ms dbiles.Roig explica que una de las primeras formas de oposicin al entrar en crisis la antigua sociedad colonial fue el enfrentamiento entre una moral teolgica puesta al servicio de los sectores de poder, y la necesidad de proponer nuevos universales sobre los cuales organizar la conducta humana de un modo no ajeno a formas de movilidad social y de cambios. Por otra parte, agrega Roig, otros se ocuparon de enfrentar las estructuras de dominacin, acentuando los aspectos sociales, polticos y econmicos, posiblemente como consecuencia de la prdida de poder de los sectores que apoyaban sus derechos en la tradicional moral teolgica derivada de la colonia espaola. As, este enriquecimiento de perspectivas les permiti elaborar un pensamiento sumamente rico y perfilar algunos de los temas que terminaran siendo centrales dentro de lo que Roig ha denominado moral emergente. Roig cita el caso de Simn Rodrguez (1771-1854) como uno de los ms importantes exponentes de esta emergencia por su incuestionable fecundidad y genio respecto a esto, Simn Rodrguez en 1830 expuso: El hombre obrando para los dems, debe obrar para s; ni los ha de sacrificar, ni ser sacrificado por ellos.[footnoteRef:31] Roig considera esta idea de Rodrguez como un modo de expresar la necesidad de que los seres humanos no se consideren mutuamente como medios sino como fines. A su vez, Roig incluye dentro de los momentos de emergencia la contribucin de Eugenio Mara de Hostos (1839-1903) quien enfrentando a estructuras de dominacin mucho ms complejas, organiz su moral sobre una concepcin del deber nica que permita, a su juicio, elevarse por sobre mviles interesados que respondan a la situacin de opresin nacional y social que padecan Santo Domingo y Puerto Rico: El deber, plante de Hostos en 1888, es la fuente de la moralidad, nico principio verdadero de la moral, y relacionaba su deberismo con la categora de dignidad humana, la cual consiste, segn sus palabras, en respetar en todos y hacer respetar en nosotros la alteza moral del hombre.[footnoteRef:32] [31: dem.] [32: dem.]

En lneas generales, los escritores que menciona Roig que han militado en momentos de emergencia, han llevado a cabo un fenmeno al que Roig denomina reordenamiento de los saberes y de las prcticas[footnoteRef:33], tanto respecto de saber terico mundial como de las tcnicas polticas. [33: dem.]

Un ejemplo fecundo de lo que Roig ha presentado como la moral de la emergencia se refleja claramente en la contribucin por parte de Jos Mart. Roig plantea que en l se juntaron la exigencia de quebrar tanto los universales opresores por los imperialismos -el espaol y el norteamericano- y el que derivaba de las formas impuestas por la cultura vestida de universal, como los generados internamente dentro del sistema de opresin de los sectores campesinos, inspirados en los imperialismos. En este sentido, Roig arguye que haba que crear categoras adecuadas a la situacin vivida: en la que se daban como inescindibles topa y utopa[footnoteRef:34] Una de ellas, agrega Roig, fue la que Mart acu con su expresin del hombre natural, la cual constituye la expresin de la conciencia moral enfrentada a las leyes establecidas, y es el principio subversivo, que es a su vez corrosivo de la eticidad vigente. Sin embargo, aclara Roig, no se trata de un filsofo, como tampoco de una moral individual; es, sin ms, el hombre ajeno a la ciudad, un campesino con una conciencia moral fruto de su sometimiento, de su explotacin y de su miseria, que a travs de las grietas de su propia enajenacin, surge con voz de protesta y de denuncia: viene el hombre natural -plantea Mart en su escrito Nuestra Amrica (1891)- indignado y fuerte, y derriba la justica acumulada en los libros. De acuerdo con esto, Roig cuestiona por qu el hombre natural indignado y fuerte derriba la justicia acumulada en los libros? a lo que responde bajo los argumentos de Mart, porque a esa justicia no se le administra en acuerdo con las necesidades del pas.[footnoteRef:35] Con esto, plantea Roig, surge el tema de las necesidades que acompaa constantemente a lo que podramos considerar como aspecto esencial dentro de la tica de la emergencia. [34: dem.] [35: dem.]

As, nos encontramos con que esas necesidades no son atendidas por el mismo motivo que no se considera valioso o digno de conocerlas, por lo que Roig cuestiona qu hemos de hacer? Respondiendo: Pues, volvernos hacia nosotros mismos y ejercer una forma de reconocimiento de lo que nos negamos a reconocer, y agrega que la universidad europea ha de ceder a la universidad americana. [footnoteRef:36] Por medio de estos aforismos, Mart nos exhorta a cumplir con la condicin primera de todo saber y de toda moral, la cual sera el tenerse como valioso para s mismo y considerarse valioso conocerse a s mismo para poder llevar adelante un reordenamiento propio de los saberes y de las prcticas. [36: dem.]

En suma, cerramos estas consideraciones con la siguiente cita que en s misma expone de forma concreta la forma en cmo Roig concibe la moral de la emergencia: Se trata de una moral emergente que busca afirmar sus propios principios en un horizonte de universalidad y en la cual la "dignidad" principio sin el cual los dems "bienes" se dan falaces e inseguros es la necesidad primera, la forma por excelencia de toda necesidad humana que da sentido e introduce un criterio para la evaluacin del universo de necesidades y de los abigarrados modos que la humanidad ha generado para satisfacerlas. Se trata de una "dignidad humana" plena y que es, por eso mismo, tambin nacional y continental. Es la dignidad como la entiende un hombre que se siente integrante de esta "nuestra Amrica". "Dignidad" es entre nosotros palabra cargada de esperanza, con profundas races en nuestra cultura.[footnoteRef:37] [37: dem.]

As, pues, de acuerdo con Roig, esta moral emergente podemos caracterizarla o entenderla como una dialctica entre una subjetividad y una objetividad: dos niveles de la moral, de los cuales, el primero, ha jugado entre nosotros, en los momentos de emergencia, un papel irruptor respecto del segundo. Y se trata, complementa Roig, de una subjetividad que se apoya en una conviccin moral centrada en aquel valor supremo: el de la dignidad humana.***

Bibliografa:

-Roig, Arturo Andrs. Teora y crtica del pensamiento latinoamericano. FCE, Mxico, 1981. -Roig, Arturo Andrs. Acerca del comienzo de la filosofa americana, Revista de la Universidad de Mxico, UNAM, vol. XXV, 1971.-tica del poder y moralidad de la protesta. La moral latinoamericana de la emergencia, autorizada por Arturo Andrs Roig para el Proyecto Ensayo Hispnico, 2000. El libro est fechado en Mendoza (Argentina) en 1998.