Arturo de Stephen R. Lawhead.pdf

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  • Arturo avanza hacia la enorme piedra angular donde est la espada. Hace fro,empieza a oscurecer, y del cielo caen diminutos copos de nieve que revolotean en elaire antes de depositarse sobre el enlosado suelo de piedras.Es la vspera de la Misa de la Natividad, y los seores de Inglaterra se han reunido enLondinium para celebrar consejo con el propsito de intentar descubrir quin de entretodos ellos podra convertirse en Supremo Monarca.Han pasado quince aos desde que se coloc all la espada. El otrora pulido aceroest ahora oxidado, la piedra erosionada y manchada por el tiempo, pero la amatista dela empuadura, tallada en forma de guila, todava brilla con su fuego imperialinmutable.Arturo extiende despacio la mano. El joven tiembla. Fro? Temor? Un poco deambos, posiblemente. Mira a Merln, quien asiente en silencio. Arturo cierra los ojos yaspira con fuerza, se da nimos, preparado ya para enfrentarse a lo que sea. Susdedos se cierran con fuerza sobre la empuadura: con qu naturalidad encaja en sumano! Tira de ella. Se escucha el roce del acero sobre la piedra y la exclamacin desorpresa de la multitud cuando eleva la enorme espada y la esgrime en el aire para quetodos puedan verla.Qu debo hacer? La voz de Arturo se quiebra. Myrddin, debes decirme qu hede hacer!.As discurre el momento clave de este magnfico tercer volumen del Ciclo Pendragn.Con Arturo se cierra una de las ms sugestivas sagas de narrativa fantstica, que nosha ofrecido una visin legendaria y mtica de la historia de Inglaterra.

  • Stephen R. Lawhead

    ArturoCiclo Pendragn III

    ePub r1.0Banshee 15.08.13

  • Ttulo original: ArthurStephen R. Lawhead, 1989Traduccin: Gemma Gallart

    Editor digital: BansheeePub base r1.0

  • Para Alice,pues su trabajo y su amor

    igualaron a los mos

  • Diez anillos hay, y nueve torcs de orocean el cuello de los antiguos jefes;

    Ocho son las nobles virtudes, y siete los pecadospor los que un alma perece;

    Seis suman el cielo y la tierra,y todo lo dulce y valiente que ambos contienen;

    Cinco son los barcos que zarparonde la fra y disipada Atlntida;

    Cuatro reyes de las Tierras Occidentales se salvaron,y tres los reinos que ahora se alzan;Dos se unieron por amor y temor,

    en el reino de Llyonesse al amparo de sus montaas;Slo existe un mundo, un Dios, y un comienzo,

    ense a los Druidas la noche estrellada.

    S. R. L.

  • Libro UnoPelleas

  • A1

    rturo no es un rey apropiado. Hijo bastardo de Uther, pen de Merln, es de baja cuna y msbien estpido. Un ser lascivo, mezquino y cruel. Glotn y borracho. Es una persona totalmente

    incivilizada. En pocas palabras, una bestia resentida e ignorante.Todo esto y muchas otras cosas es lo que la gente dice de Arturo. Que hablenCuando todas estas palabras hayan sido pronunciadas y los argumentos se agoten y se hundan en

    el silencio, este simple hecho es el que permanecer: seguiramos a Arturo hasta las mismas puertasdel infierno y ms all si nos lo pidiera. Y sta es la nica verdad.

    Mostradme a otro que pueda presumir de tal lealtad.Cymbrogi, nos llama compaeros de alma, hermanos cymry.Cymbrogi! Somos su brazo armado, su escudo y su lanza, su espada y su yelmo. Somos la

    sangre que corre por sus venas, el nervio vigoroso de su cuerpo, el hueso que se oculta bajo la carne.Somos el aire en sus pulmones, la luz en sus ojos, y la cancin que asoma a sus labios. Somos lacomida y la bebida que hay en su mesa.

    Cymbrogi! Somos el cielo y la tierra para l. Y Arturo es todas estas cosas para nosotros yan ms.

    Reflexiona sobre esto. Medtalo con cuidado. Slo entonces, quizs, empezars a comprender elrelato que voy a contarte.

    Cmo no? Quin, aparte del mismo Emrys, sabe tanto como yo? Aunque no soy un bardo,merezco que se me escuche. Conozco a Arturo como muy pocos lo conocen; somos muy parecidos,despus de todo. Ambos tuvimos un nacimiento dudoso, ambos somos prncipes no reconocidos pornuestros padres, ambos nos hemos visto obligados a vivir sin clan y sin familia.

    Mi padre fue Belyn, Seor de Llyonesse. Mi madre una criada en el palacio del rey. Muy prontocomprend que no recibira nada de mi padre y que deba abrirme paso por m mismo en la vida.

    Apenas si era un muchacho cuando Myrddin acept hacerme su criado, pero no he lamentado niun solo da de los pasados a su lado. Incluso durante aquellos aos interminables de su locura, cuandoregistr los lugares ms recnditos del vasto Celyddon, no dese otra cosa que volver a ser lo quehaba sido: criado y compaero de Myrddin Emrys, Gran Bardo de la Isla de los Poderosos.

    Yo, Pelleas, prncipe de Llyonesse, lo contar todo tal y como lo he visto Y he visto mucho.* * *

    Ests seguro, Myrddin? susurra Arturo, lleno de ansiedad. Todo el mundo est mirando.Qu suceder si no funciona?

    Funcionar, como dices t. Limtate a hacer lo que te he dicho.Arturo asiente sin entusiasmo y avanza hacia la enorme piedra angular donde est la espada. Hace

    fro, empieza a oscurecer, y del cielo crepuscular caen algunos diminutos copos de nieve querevolotean en el aire antes de depositarse sobre el enlosado suelo de piedra a nuestros pies. El alientoque dejamos escapar forma pequeas nubes sobre nuestras cabezas.

    Es la vspera de la Misa de la Natividad, y los seores de Inglaterra se han reunido en Londiniumpara celebrar Consejo como hacen casi todos los aos con el propsito de intentar descubrirquin de entre todos ellos podra convertirse en Supremo Monarca.

  • Han pasado quince aos desde que se coloc all la espada. El otrora pulido acero est ahoraoxidado; la piedra erosionada y manchada por el tiempo; pero la amatista de la empuadura tallada enforma de guila todava brilla con su fuego imperial inmutable.

    Es la espada de Macsen Wledig. La Espada de Inglaterra. El Emperador Maximus posey laespada en una ocasin; y Constantino, Constans, Aurelius, y Uther despus de l, cada uno de ellosSupremo Monarca de Inglaterra en su momento.

    S, han pasado quince aos desde aquel primer Consejo. Quince aos de oscuridad y de luchasincesantes, de disensiones, decepciones y derrotas. Quince aos durante los cuales los saecsen se hanvuelto otra vez fuertes. Quince aos a travs de los cuales un nio se ha hecho hombre.

    Ahora convertido en un joven contempla con expresin torva la espada hundida en la piedra;vacilante, indeciso.

    Tmala, Arturo le dice Merln. Ests en tu derecho.Arturo extiende la mano despacio hacia la empuadura de bronce. La mano le tiembla. Fro?

    Temor? Un poco de ambos, posiblemente.Sujeta la empuadura y mira a Merln, quien asiente en silencio. Baja la mirada y aspira con

    fuerza, se da nimos, preparado ya para enfrentarse a lo que sea.Los dedos de Arturo se cierran con fuerza sobre la empuadura trenzada de plata: con qu

    naturalidad encaja en su mano! Tira de ella.La Espada de Inglaterra se desliza con suavidad fuera de su funda ptrea. La facilidad con que lo

    consigue se refleja en la sorpresa pintada en los ojos del joven. La verdad es que no puede creer loque ha hecho. Ni tampoco alcanza a comprender cul es su significado.

    Bien hecho, Arturo. Merln avanza hacia la piedra y se coloca al lado del muchacho, yArturo, con un gesto espontneo, le ofrece la espada. No, hijo le dice con dulzura, realmentees tuya.

    Qu debo hacer? La voz de Arturo tiembla, su tono se eleva. Myrddin, debes decirmequ debo hacer! De lo contrario, estoy perdido.

    Merln coloca una mano pacificadora sobre su hombro.Por qu tienes miedo, hijo mo? Siempre he estado contigo. Y si el Seor lo quiere, siempre

    ser as.Y ambos se dan la vuelta y penetran en la iglesia.S, siempre hemos estado a su lado, es cierto. No puedo recordar un da en que no fuera as. Pero

    a pesar de todo, resulta difcil, muy difcil no creer que el joven que est de pie en el umbral de laiglesia no ha surgido ya como un ser adulto de la caverna de una colina o de un estanque encantadodel Bosque de Celyddon.

    El que Arturo no haya existido siempre, me resulta extrao. Como el viento en los pramos y lasestrellas de las fras noches de invierno, sin duda ha vivido siempre y siempre seguir as.

    Arturo, con sus penetrantes ojos azules y los cabellos de oro bruido, su pronta sonrisa y esaexpresin franca. De espaldas anchas y fornidas, de piernas largas, se eleva por encima de los otroshombres y, aunque an no conoce el poder de su estatura, se da cuenta de que hombres de menortalla se sienten incmodos cerca de l. Todo l es hermoso; da gusto contemplarlo.

    La impetuosidad natural de las colinas norteas se adhiere todava a l. Es como un potro sindomar al que se ha colocado entre humanos: curioso, cauteloso, ansioso por descubrir el origen de las

  • extraas delicias que despiertan sus sentidos. Es inmaduro e inexperto, pero promete ser grande.Cuando penetra en una sala, las miradas se dirigen de forma natural hacia l. Aquellos que cazan

    con l, de repente se encuentran discutiendo sobre quin cabalgar a su derecha. Ya ahora, loshombres se sienten atrados hacia l; se es su patrimonio.

    Adelante, Arturo lo insta Merln, al ver que Arturo vacila en el umbral. Es el momento.No poseo la visin de un profeta; no puedo ver lo que suceder. Pero, al escuchar las palabras de

    mi seor, veo de nuevo todo lo que ha sucedido hasta llegar este momento, veo ahora a Arturo taly como lo vi la primera vez.

    Una criatura casi desnuda, vestida tan slo con una tnica corta y sucia, un sinnmero de hojas ypedazos de paja enredados entre sus largos rizos dorados, que avanzaba tambaleante sobre unaspiernecitas que parecan pequeos tocones de rbol, los ojos brillantes y llenos de picarda. En cadauna de sus manos gordezuelas sujetaba a un gato bastante crecido.

    Casi no era ms que un beb, pero asa a aquellos dos gatos grises por el cuello y los balanceabaen el aire por encima del suelo. Ambos animales, siseantes, bufaban y se retorcan mientras learaaban los brazos y Arturo rea. Contemplamos el espectculo con asombro. El chiquillo soportabaimpertrrito el ataque de sus zarpas y rea lleno de felicidad.

    Se dice que el hombre se forja en el molde del nio.Pues bien, mi seor y yo estbamos all sobre nuestros caballos, mirando, y esto es lo que vimos:

    a un joven y salvaje Arturo, lleno de vida y alegra, indiferente al dolor, poseedor ya de unaimpresionante fuerza y una an ms impresionante voluntad.

    Merln sonri y alz la mano para anunciar:He aqu al Oso de Inglaterra!Luego mene la cabeza y suspir:Un osezno travieso, fjate. No obstante, se le debe ensear, como a todo animal joven. Nos

    espera una buena tarea, Pelleas.Ya lo creo que fue una buena tarea!

  • E2

    l interior de la iglesia resplandeca con la luz de cientos de velas. Reyes y seores se arrodillabansobre el desnudo suelo de piedra ante el enorme altar, las cabezas inclinadas, mientras el obispo

    Urbanus lea el texto sagrado con voz sonora y montona. As arrodillados, aquellos altivos seoresparecan la viva imagen de la humildad y la reverencia. Era bueno, por cierto, que estuvieranarrodillados.

    Entramos en silencio. Arturo sujetaba la espada en la mano como si fuera algo vivo que pudierarevolverse contra l y morderlo; como si fuera una ofrenda y l el penitente que la conduca consumisin al altar.

    Con los ojos brillantes bajo aquella luz trmula, se pas la lengua por los labios resecos y avanzhasta la parte central, volvi la cabeza y, con una ltima mirada por encima del hombro a Merln,empez a andar por la larga nave soportada por columnas en direccin al altar.

    Urbanus levant la vista, al tiempo que Arturo se acercaba; vio al joven que avanzaba decididohacia l y arrug la frente enojado. Entonces reconoci la espada y se qued petrificado de asombro.

    Las cabezas inclinadas se alzaron al dejar el obispo de leer. Los seores all reunidos vieron laexpresin del clrigo, y se volvieron como un solo hombre para ver qu era lo que lo habainterrumpido.

    Se encontraron con Arturo all, en medio de todos ellos, empuando la espada.Sus rostros! Casi me fue posible leer sus pensamientos cuando lo contemplaron con ojos

    desorbitados: Qu? La espada! Quin es este advenedizo? De dnde ha salido? Miradlo! Unsalvaje de la regin norte! Quin es?.

    Todava veo la escena: el asombro da paso a la clera. Sus ojos adquieren una expresin furiosa.Se pone en pie, la misa queda olvidada. Nadie habla. Slo se escucha el seco restregar de las botas

    de cuero sobre la piedra.Es el silencio que precede a la tormenta.De repente, sta estalla: el trueno hace su aparicin tras el vivo fogonazo del rayo.Se produce un clamor de voces que preguntan y exigen con enfado. Las manos entran en accin:

    codiciosas, los puos crispados, movindose en direccin a los cuchillos. Los cuerpos se mueven, seabalanzan hacia adelante, lo rodean, amenazadores.

    Pero maravilla de maravillas, Arturo ni siquiera parpadea! Se mantiene firme con expresin torvamientras los seores de Inglaterra lo rodean. Veo cmo sus hombros y su cabeza sobresalen porencima del resto. Est ms perplejo que preocupado o asustado.

    Le gritan:Usurpador!Exigen saber su nombre y su linaje. Engao!, exclaman. Perfidia! Fraude!. Allan como

    cerdos escaldados. El sagrado santuario se ha convertido en un torbellino de rencor y miedo, y Arturopermanece de pie y en silencio en su centro, impasible e inmvil. Es una efigie esculpida en piedra, ylos nobles son danzantes que se retuercen.

    El odio! El odio que exudan es como el calor de un horno. Es el choque de una lanza, el golpe deun puo agresivo. Es el veneno que suelta una vbora.

  • Intento llegar hasta Arturo. No s en qu forma puedo ayudarlo, pero debo estar junto a l. Sinembargo, la muchedumbre que lo rodea es como una muralla. Me es imposible alcanzarlo.

    Arturo se encuentra solo en medio de la furia que su aparicin ha provocado.Se alzan espadas en el aire; relucen los cuchillos. Estoy seguro de que matarn al muchacho.

    Antes colocarn su cabeza en una estaca que doblar la rodilla ante l. Ha sido un gran error traerlo.Urbanus, los brazos alzados sobre su cabeza y agitando las manos, se abre paso. Su rostro est

    plido como el de un muerto, su voz se eleva pidiendo tranquilidad, orden, pero nadie lo escucha. Noquieren escucharlo. Una mano surge de improviso y empieza a chorrear sangre de la nariz del obispo.Urbanus retrocede con un grito ahogado.

    La muchedumbre se acerca ms.Matmoslo! Matemos al usurpador!Es un canto de muerte.Los ojos de Arturo se tornan grises y duros. Su cabeza se inclina. Su mano se cierra con ms

    fuerza alrededor de la empuadura de la espada. Ha dejado de ser una ofrenda, de nuevo es un arma,y la utilizar.

    Matmoslo! Matmoslo! Matmoslo!El clamor es horroroso. La multitud sigue aproximndose.Mi espada est dispuesta. Dnde est Merln?Padre Nuestro! Todo esto es un terrible error. Somos hombres muertos.Y entonces, justo cuando empiezo a levantar mi espada para abrirme paso hasta Arturo, se

    escucha un sonido como de un viento de tormenta, la rfaga de un poderoso vendaval marino. Loshombres se echan hacia atrs, repentinamente asustados. Se cubren la cabeza con los brazos yescudrian la oscuridad del techo. Qu sucede? Se cae el techo? El cielo?

    El extrao ruido amaina y se miran unos a otros atemorizados. Merln est ah. El Emrys est depie junto a un Arturo muy tranquilo. Sus manos estn vacas y levantadas, el rostro severo en mediodel sobrenatural silencio que ha creado

    * * *No termin all. La verdad, ni siquiera haba empezado.

    Ya es suficiente! proclam Merln, como un padre que se dirige a unos chiquillosdesobedientes. No va a matarse a nadie en esta noche santa.

    Los nobles murmuraron asustados, mirando a Merln con desdn y desconfianza. Haca que sesintieran pequeos y asustados, y eso no despertaba su cario por l.

    T has hecho esto! grit alguien.El rey Morcant de Bulgarum se abri paso por entre el gento.Te conozco. Esto es uno de tus trucos, hechicero.Merln se volvi para mirar al rey. Los aos no haban conseguido aplacar el espritu de Morcant.

    El ansia de obtener el Trono Supremo arda en su vientre con la misma fiereza de siempre. FueMorcant junto con Dunaut y Coledac el que caus tantos problemas a Aurelius y a Uther.Dunaut estaba a buen recaudo en su tumba, y su reino lo gobernaba Idris, un joven pariente, yColedac gobernaba ahora las ricas tierras de Iceni que Aurelius haba recuperado para l de lossaecsen. En consecuencia, Coledac estaba dispuesto a considerar a Arturo desde una ptica msbenevolente.

  • Pero Morcant, ms poderoso que nunca, segua obstinado en conseguir el Trono Supremo, y nopensaba dejarlo escapar sin lucha. Y su hijo Cerdic haba heredado la ambicin de su padre. Cortadopor el mismo patrn, el joven, no mucho mayor que el mismo Arturo, se vea ya adornando el trono.

    Te reconozco, Morcant repuso Merln, y s lo que eres.Embaucador! se mof Morcant. Se necesitara ms que tus hechizos para convertir en

    rey a este cachorro de furcia.Merln sonri, pero sus ojos se endurecieron.Yo no lo convertir en rey, Morcant. Estos nobles aqu reunidos lo harn, y por su propia

    voluntad.Jams! Morcant lanz una amarga carcajada. Por mi vida que eso no suceder.Se volvi hacia los que lo rodeaban, buscando aprobacin a sus palabras. Algunos se la dieron

    abiertamente, otros se mostraron ms indecisos pero en general todos estuvieron de acuerdo con l.Envalentonado por su apoyo, Morcant pas al ataque.No conocemos a este muchacho; no es ningn rey. Miradlo! Es dudoso incluso que sea de

    noble cuna. Indic la espada con un despectivo movimiento de la mano. Esperas que creamosque la espada que empua es la autntica Espada de Inglaterra?

    Eso respondi Merln con calma puede comprobarse con facilidad. No tenemos ms quesalir al patio para ver la piedra vaca de la que la ha sacado.

    Morcant no estaba nada dispuesto a darle la razn a Merln, pero ya que haba sido l quien habasacado a relucir la cuestin, ahora no poda volverse atrs.

    Muy bien dijo, veamos si sta es la espada autntica o no.La muchedumbre, los nobles y todos los dems, gritndose unos a los otros, se abrieron paso a

    empujones para salir de la iglesia y llegar al oscuro patio, donde incluso bajo la vacilante luz de lasantorchas todos pudieron ver claramente que la enorme piedra estaba, en verdad, vaca.

    Esto convenci a unos cuantos, pero no a Morcant.Me gustara ver con mis propios ojos cmo la saca declar, firme en su conviccin de que

    era del todo imposible que Arturo la hubiera sacado, y que de ninguna manera podra repetir estemilagro. Que la vuelva a colocar desafi Morcant, y la saque otra vez si es que puede.

    Que la vuelva a colocar! grit alguien en la muchedumbre, y otros gritaron tambin:Vuelve a colocarla! Que la vuelva a colocar!

    A una seal de Merln, Arturo se acerc a la piedra y volvi a colocar la espada, la dej all porun momento, luego la sac de nuevo con la misma facilidad que antes.

    Ja! se jact Morcant, sa no es una autntica prueba. Una vez que el hechizo se ha roto,cualquiera puede sacar la espada!

    Muy bien repuso Merln terminante. Se volvi hacia Arturo: Vuelve a colocar la espada.Arturo lo hizo y luego se apart a un lado.Con una sonrisa perversa, Morcant sujet la espada con ambas manos y tir. El gran rey gru e

    hizo grandes esfuerzos. El rostro se le oscureci y los msculos parecieron a punto de estallar acausa de la tensin, pero la espada estaba tan clavada como lo haba estado siempre. No haba formade moverla. Se ech hacia atrs, derrotado.

    Qu encantamiento es ste? gru, mientras se frotaba las manos.Si es un encantamiento le dijo Merln, es un encantamiento divino y nada tiene que ver

  • conmigo.Embustero! aull Morcant.Otros muchos se agolparon alrededor de la piedra e intentaron extraer la espada. Pero, al igual que

    antes, la Espada de Inglaterra permaneci bien clavada en la piedra angular. Nadie de entre los grandesde la Isla de los Poderosos poda sacarla, tan slo Arturo.

    Cuando todos lo hubieron intentado y fracasado, el rey Morcant bram:Esto no demuestra nada! No dejar que la noche me engae. Lo que yo digo es que saque la

    espada a plena luz del da! Entonces estaremos seguros de que todo es como debe ser.Morcant no crea tal cosa, desde luego. Simplemente quera retrasar la prueba un poco ms, con la

    vana esperanza de que quiz podra descubrir una forma de conseguir la espada.Merln estuvo a punto de desafiar a Morcant en esto, pero Urbanus hizo su aparicin, con la

    sagrada cruz en alto, y suplic a todos los all reunidos en nombre de Jesucristo que pospusieran laprueba hasta la maana siguiente.

    Maana es la Misa de la Natividad dijo el obispo. Entrad en la iglesia y orad al Soberanode todos los hombres, para que en su gran misericordia nos muestre mediante algn milagro quindeber ser, ms all de toda duda, el Supremo Monarca.

    Para algunos, aquello era la sensatez personificada. Me di perfecta cuenta de lo que Merlnpensaba de aquel plan. Casi me pareca or su desdeosa rplica: Por Dios Todopoderoso, si yahemos tenido nuestro milagro! Cuntos ms necesitaris para creer?.

    Pero, ante mi sorpresa, Merln asinti con gran cortesa.De acuerdo replic. Reunmonos de nuevo aqu maana y veamos qu hace Dios.Dicho esto, se dio la vuelta y empez a alejarse. Arturo y yo lo seguimos, dejando a la

    muchedumbre contemplndonos boquiabierta a la luz de las antorchas.Myrddin, por qu? inquiri Arturo tan pronto como estuvimos lejos de la iglesia. La

    callejuela estaba oscura y mojada a causa de la nieve derretida. Poda hacerlo de nuevo: estoyseguro de ello. Por favor, Myrddin, djame.

    Merln se detuvo en medio de la calle y se volvi hacia Arturo.S perfectamente que podas hacerlo. La verdad es que podras sacar la espada cincuenta veces,

    o quinientas. Sin embargo, eso no sera suficiente para ellos. De esta forma les damos algo en qupensar. Deja que pasen la noche preocupados por ello, y a lo mejor maana vern las cosas dedistinto modo.

    Pero maana Lord Morcant podra empez a decir Arturo.Morcant ha tenido quince aos para encontrar una forma de vencer a la espada, o quitarle todo

    su significado explic Merln. Una noche ms no cambiar nada.Proseguimos la marcha. Nuestro alojamiento no estaba lejos del templo y no tardamos en llegar.

    Arturo permaneci en silencio hasta que llegamos a la puerta.Myrddin, por qu me has trado aqu de esta forma?Ya te lo he dicho, muchacho. Es hora de descubrir en qu te convertirs.Eso no es una respuesta. Sabas lo que sucedera. Sabas que habra problemas esta noche.Entra, Arturo. Hace fro.No se neg Arturo, tajante. No hasta que me lo digas.Merln suspir.

  • Oh, muy bien, te lo dir. Ahora entremos. Gradlon ha encendido un fuego. Beberemos un pocode su vino, y te contar todo lo que puede contarse.

    Penetramos en la casa, donde, tal y como Merln haba dicho, Gradlon el comerciante de vinoshaba encendido un buen fuego. Siguiendo el estilo elegante del antiguo Londinium, haba sillas juntoal fuego, una pequea mesa de patas largas sobre la que descansaba una bandeja con copas de plata, yuna hermosa jarra de cristal llena de vino de un color rojo como el rub.

    A Gradlon no se lo vea por ninguna parte, ni tampoco pareca haber por all ninguno de suscriados.

    Ver si hay alguien dije, y fui a investigar.Las habitaciones de la planta baja estaban vacas, en el piso superior haba dos habitaciones: una

    era la de Gradlon. La otra la utilizaba como pequeo almacn y un lugar donde llevar a cabo sucontabilidad. Gradlon no estaba en ninguna de las dos habitaciones. La casa estaba vaca.

    Regres a la habitacin donde estaba la chimenea. Merln y Arturo se haban instalado frente alfuego, y haba tres copas en el hogar, calentndose.

    No hay nadie en la casa inform.Merln mene la cabeza.No obstante, prepar nuestra bienvenida. Sin duda lo llamaron y no tardar en volver.Arturo se desplom en su silla, sus grandes manos cruzadas sobre el pecho.Pens que iban a por m murmur. Habran acabado conmigo si no los hubieras detenido.

    Pero por qu, Myrddin? Por qu estaban tan furiosos? Y dnde est Meurig? Y Ectorius y Cai:dnde estn? Y Custennin y Bedwyr? Deberan estar todos aqu para apoyarme.

    As es asinti Merln. Pero se han retrasado. Puede que lleguen maana. Puede que no.Qu? No te importa lo que suceda? La voz de Arturo se elev estridente.Merln le replic, paciente:Dudas de m? Slo digo lo que hay: o bien aparecern maana, o no aparecern. Pero tanto si

    aparecen como si no, no hay nada que pueda yo hacer sobre ello.Arturo lo contempl lgubremente, pero no dijo nada. Me acerqu al fuego y vert vino en las

    copas ya calientes; entregu una a Merln y otra a Arturo.No te inquietes, Arturo le dije. Todo es como tiene que ser: como fue ordenado. Meurig y

    Custennin estn enterados del Consejo de la Misa de la Natividad. Saben que va a celebrarse yvendrn.

    Acept esto junto con el vino, y tom un buen sorbo.Dijiste que me lo contaras todo. Estuviste de acuerdo. Bien pues. Estoy dispuesto a

    escucharlo ahora.Merln lo estudi con atencin durante un momento.Lo ests en verdad? Ests listo para escucharlo todo? No sEn la habitacin no se escuchaba ms que el crepitar de las llamas en la chimenea. Sent cmo mi

    seor sopesaba las palabras con cuidado en su corazn y en su mente, probando cada una como secomprueba un saco para el grano antes de introducir en l el producto de la cosecha.

    Arturo dijo Merln por fin, si te he ocultado algo, perdname. Al parecer, el tiempo de lossecretos ha pasado. El conocimiento debe conducirte ahora all donde yo no puedo; pero te ruego querecuerdes que, lo que hice, lo hice como siempre lo he realizado todo, con un solo y nico

  • propsito: servirte de la mejor manera posible.El joven acept esto al instante.Porque sabas que un da sera rey?Precisamente. Porque saba que seras rey un da.Por la espada? Pero yo creaY yo dej que lo creyeras, Arturo. Creme, no fue por falta de confianza en ti, sino por

    desconfianza en los otros. Merln se detuvo, recapacit, dio un sorbo a su copa, y sigui: Estanoche fue una prueba, s: pero no la prueba que t pensaste que era. No te mostrabas simplementedigno de convertirte en rey

    No?Te mostrabas ya como un rey, Arturo. El Supremo Monarca.La frente de Arturo se arrug mientras su cerebro trabajaba a toda velocidad. Vi cmo daba

    vueltas a lo que le haban dicho, cmo luchaba por comprenderlo con claridad. No obstante, Arturono dud de que esto pudiera ser verdad; su propio corazn le dijo que era as.

    El muchacho se qued como aturdido, aunque slo por un instante. Luego se puso en pie de unsalto.

    Por eso es por lo que estaban tan furiosos! Myrddin! Me odiaban por tener xito all dondeellos haban fracasado. El premio era mayor de lo que yo crea.

    El joven esboz una sonrisa, como si sta fuera la solucin a sus penas. La verdad es que ya habaperdonado a los reyezuelos su traicin. Era feliz una vez ms.

    Mientras se paseaba delante del fuego, su rostro realmente brillaba de alegra.El Supremo Monarca, oh, Myrddin, es cierto. S que lo es. Soy el Supremo Monarca.No obstante, su alegra dur poco, ya que incluso mientras la idea tomaba forma en su mente,

    Arturo se dio cuenta de las implicaciones de su recin hallada nobleza.Pero eso significaPuso cara larga; hundi los hombros. Tras haber estado en el summum de la felicidad, ahora

    pareca totalmente abatido y desesperado.Vamos, sintate, Arturo.Quin soy? Myrddin, dmelo! Quin soy yo para que me convierta en Supremo Monarca?

    Porque la razn me dice que no soy pariente a Ectorius ni de Meurig, ni tampoco de Custennin.Myrddin sacudi con suavidad la cabeza.No, no eres del linaje de Custennin, ni del de Meurig, ni tampoco del de Ectorius. Se levant

    y fue a detenerse frente a Arturo, colocando ambas manos sobre los hombros del joven. Hatranscurrido mucho tiempo, Arturo. La Isla de los Poderosos ha estado sin Supremo Monarcadurante demasiado tiempo.

    Quin soy, Myrddin? susurr Arturo. Dime! Soy el hijo del Pandragn?No, no de Uther. Tu padre fue Aurelius respondi Merln con sencillez.Aurelius?S, e Ygerne fue tu madre.La esposa de Uther! Sus ojos se abrieron desmesuradamente.No es eso aclar Merln suavemente. Ygerne fue la esposa de Aurelius antes de serlo de

    Uther. Eres el hijo legtimo de Aurelius. No tienes de qu avergonzarte.

  • Esto era demasiado para que el joven lo comprendiera.Si no hay nada de lo que avergonzarse, por qu se ha mantenido en secreto? Y no digas que

    ha sido para servirme mejor!Para protegerte, Arturo.De Morcant?De Morcant, s, y de otros como l. Ya has visto lo que pas esta noche. Quise decrtelo

    cuando muri tu madre, pero eras demasiado pequeo. Ya es bastante difcil ahora; entonces an lohabras comprendido menos.

    Arturo se congestion.No me gusta esto, Myrddin. Te digo con toda claridad que no me gusta nada todo esto! Si

    Ygerne era mi madre, por qu? Lo adivin antes incluso de terminar de hacer la pregunta.Uther.

    Merln suspir.Te ped que recordaras que, lo que hice, lo hice por ti, Arturo. No haba otra forma No,

    puede que hubiera habido otro camino; no dir que no lo haba. Pero, si exista, no me fue revelado.He actuado segn se me dio a entender, Arturo. Nadie puede hacer ms. Extendi una mano endireccin al muchacho. No te pido que lo apruebes. Slo que lo comprendas.

    El joven Arturo asinti con la cabeza, pero no dijo nada.Merln levant la copa de Arturo y se la entreg. El muchacho la tom y la sujet entre ambas

    manos, los ojos fijos en sus profundidades.Bebe tu vino le dijo mi seor. Luego vete a la cama. No hablemos ms de ello; ya se ha

    dicho suficiente por esta noche.Arturo vaci de un trago la copa, luego se dirigi a su aposento. Hice intencin de acompaarlo,

    pero extendi la mano y me indic con un gesto que me quedara. Deseaba estar solo.Cuando se hubo marchado, dije:Tiene razn de estar enojado.Merln asinti.Hemos vivido con este momento en nuestras mentes durante aos; esperando, orando para que

    llegara. Pero Arturo no ha sabido nada de ello hasta ahora. No debe extraarnos que lo tome porsorpresa. No obstante, dale tiempo y se pondr a la altura de las circunstancias. Ya lo vers, Pelleas.

    Volv a llenar nuestras copas y Merln vaci la suya, rehusando que se la volviera a llenar.No, es suficiente. Vete a la cama, Pelleas. Pienso quedarme aqu un rato an dijo, y gir su

    silla hacia el medio apagado fuego. Quiz regrese Gradlon. Me gustara hablar con l.Lo dej con la mirada clavada en las rojas y doradas ascuas, registrando los innumerables senderos

    del Otro Mundo en busca de aquel que le brindara sabidura y coraje.Necesitaramos mucho de ambas cosas en el futuro.

  • E3

    l da amaneci fro y hmedo. La nieve caa tristemente de un cielo de plomo batido. Noslevantamos y desayunamos a la luz de una vela de junco en casa de Gradlon, mientras nuestro

    anfitrin iba y vena a nuestro alrededor, dando rdenes a sus sirvientes, preocupndose por los msmnimos detalles, lleno de la excitacin propia de los grandes acontecimientos.

    Comed! nos exhortaba, haciendo que nos llenaran los cuencos de gachas de avena y lascopas de humeante vino especiado. Es un largo da el que os espera. Necesitaris todas vuestrasfuerzas y vuestro ingenio. No se puede pensar si se tiene hambre. Comed!

    Durante su larga vida aquel astuto mercader tuvo muchas oportunidades de estar en estrechocontacto con las cuestiones de gran trascendencia. En realidad, si hay que hacer honor a la verdad,Gradlon haba sido la mano invisible detrs de muchas transacciones y negociaciones relacionadas conel poder.

    Gobernadores, reyes, seores, todos podan ir y venir, pero siempre en provecho de Gradlon.Aunque no guardaba fidelidad a nada ni a nadie que no fuera su bolsillo y su propia persona, suhabilidad para detectar el lado predominante en cualquier contienda a menudo mucho antes de queel frente de batalla quedara delimitado con claridad, o los combatientes se enfrentaran lo convertaen un valioso aliado.

    Gradlon sencillamente comprenda los veleidosos senderos del poder, aunque, al contrario que lamayora de los hombres, no lo deseaba para s. Prefera su propia vida de trueque y comercio, dejuego, riesgo y especulacin. Con Arturo en su casa, Gradlon no caba en s de gozo.

    Podis estar seguros de que Morcant se est dando un buen atracn esta maana dijo,indicando a sus criados que se movieran con ms diligencia. Ese hombre no ha dejado de comer niun solo da en toda su vida!

    Sintate orden Merln. Me gustara saber qu discutiste con el gobernador Melatus.Regresaste muy tarde anoche.

    Gradlon puso los ojos en blanco y solt un bufido.Melatus es inaguantable, desde luego; una espalda flexible como una vara de sauce y un cerebro

    como un colador.Sus palabras arrancaron una risita ahogada a Arturo, que era el nico de nosotros que tena

    apetito. El muchacho segua el consejo de Gradlon y coma con gran ardor. Si sta se convirtiera en sultima comida, reflexion, al menos resultara muy abundante.

    El problema, claro est continu Gradlon, partiendo el duro pan y mojando la corteza en susgachas, es que el gobernador no est muy decidido sobre la cuestin. Carece de opinin porquevive en el pasado. Ay! Melatus y su camarilla creen que el emperador vendr en la primavera concuatro cohortes. El mercader se sac el pedazo de pan de la boca. Cuatro cohortes! Y por quno cien! Mil!

    Merln sacudi la cabeza. Gradlon se ech a rer.Qu emperador?, le pregunt. Oh, es un idiota, te lo aseguro. La Galia est acabada. El

    imperio no es ms que un recuerdo. Come! No has tocado tu comida!No nos apoyar? inquiri Merln.

  • Lo mismo que tampoco apoyara a los saecsen. Santo Dios, el buen hombre piensa que soissaecsen! Melatus cree que todo aquel que no ha nacido tras los muros medio derrumbados deLondinium es un brbaro o algo peor.

    Entonces por lo menos no apoyar a los otros aventur.No ests tan seguro de ello, amigo mo respondi Gradlon. Melatus es un idiota, y se

    comporta como tal. Puede que se ponga del lado de los otros sencillamente para desconcertaros.Adems, Morcant se da a s mismo el ttulo de emperador y eso tiene mucha importancia paraMelatus.

    Entonces parece que no podemos ignorarlo repuso Merln. Esto va a resultar mucho msdifcil de lo que pens.

    Djame a Melatus a m! declar Gradlon. Yo me ocupar de l.Arturo termin sus gachas y apart el cuenco a un lado, luego tom su copa y sorbi el especiado

    vino. Del reborde se elev una columna de vapor mientras beba. Los ojos de Gradlon permanecieronfijos en l durante un momento. Luego dijo:

    El hijo de Aurelius quin lo hubiera pensado, eh? Salve, Artorius! Yo te saludo. Gradlonalz la palma en un saludo informal pero genuino.

    Arturo sonri.An no soy rey.An no coincidi Merln. Pero quizs al finalizar el da no diremos lo mismo.No obstante, a pesar de las esperanzadas palabras de Merln, no iba a ser as.* * *

    Arturo no tena estmago para los ofrecimientos de paz ni para las intrigas de hombres comoMorcant. Si hubiera podido escoger, creo que habra preferido saldar el asunto con el filo de suespada. Antes el corto y violento ardor de la batalla declarada que el fro veneno de la intriga.

    Merln saba que no haba otro camino.Has nacido para la guerra, muchacho dijo. Qu significa un pequeo conflicto para ti?

    Soprtalo con alegra; pasar.No me importa que me odien respondi Arturo. Creo que realmente lo pensaba. Pero me

    pone furioso que me nieguen mis derechos.Te dir algo, quieres? No trataron mejor a Aurelius le confi Merln, y a l lo queran.

    Piensa en ello.Arturo volvi la vista a la muchedumbre reunida en el patio de la iglesia.Me odian tambin?An no lo han decidido.Dnde estn Ectorius y Cai? No los veo.Ectorius y su hijo, Cai, haban llegado a Londinium y se encontraron con nosotros cuando nos

    dirigamos al patio de la iglesia.Les dije que buscaran a Morcant y se quedaran junto a l.Junto a l?A lo mejor no protestar con tanto vigor si la suya es la nica voz que escucha.Arturo sonri veladamente.No temo a Morcant.

  • Esto no tiene que ver con el miedo, Arturo, sino con el poder replic Merln muy serio. YMorcant posee precisamente aquello que t necesitas.

    No necesito su aprobacin.Su consentimiento.Es la misma cosa le espet Arturo.Quiz concedi Merln. Quiz.Me hubiera gustado hablar con Cai.Ms tarde.Qu estamos esperando? Acabemos con esto.Esperaremos un poco ms; dejemos que Morcant y los suyos se cuezan en su propia salsa.Soy yo el que se cuece, Myrddin! Hagmoslo de una vez.Chisst, paciencia.A pesar del fro, la gente continuaba llegando al patio. Arturo, Merln y yo permanecamos

    ocultos dentro de la arcada de la iglesia, aguardando mientras los reyes y los seores se reunan parapresenciar una vez ms el milagro que ninguno de ellos aceptara ni reconocera. Pero venan, de todasformas. Qu otra cosa podan hacer?

    Tambin yo escudri la multitud: deseaba de todo corazn que Meurig y Custennin hubieranllegado, y me preguntaba por qu Lot no estaba all. Qu poda haberlos entretenido? A pesar desaber que era una esperanza vana, no poda dejar de pensar en que, de algn modo, su presenciapoda cambiar algo.

    En cualquier caso, Merln ya haba decidido la manera en que iran las cosas.Urbanus, calvo y mofletudo, lleg apresuradamente hasta nosotros, sus sandalias repicando sobre

    las losas hmedas.Todo est dispuesto dijo, todava jadeante. Todo est organizado como pedisteis.Arturo se volvi para mirar al obispo.Qu es lo que est dispuesto? La pregunta era para Merln.Le he pedido a Urbanus que nos prepare un lugar donde podamos sentarnos y hablar como

    seres civilizados. No pienso regatear en el patio de la iglesia como tratantes de caballos en el mercado.Esto es demasiado importante, Arturo. Cuando las personas se sientan juntas es probable que seanms razonables.

    S respondi Urbanus. As que cuando estis listosOs har una seal repuso Merln.Muy bien. Ir a ocupar mi lugar. Urbanus junt ambas manos con fuerza y se alej deprisa,

    resoplando en el aire glido.Arturo golpe en el suelo con los pies. La agitada muchedumbre se mova para combatir el fro.

    Algunos de los seores reunidos alrededor de la piedra angular empezaron a hablar en voz alta y amirar con ansiedad a su alrededor. No tardara mucho en elevarse un clamor pidiendo la aparicin deArturo. Si no se presentaba provocara un tumulto.

    Arturo percibi la tensin de la multitud y sinti cmo cambiaba, al igual que una marea, encontra suya. Se volvi hacia Merln y le implor:

    Por favor, podemos acabar con esto?En ese mismo instante, la muchedumbre empez a gritar.

  • Lo ves? Estn cansados de esperar, y yo tambin.Esto, creo yo, era lo qu Merln haba estado esperando. Quera que las emociones de la gente, y

    tambin la de Arturo, estuvieran a punto de estallar; quera que estuvieran espectantes e inquietos.S asinti Merln. Creo que los hemos hecho esperar ms que suficiente. Vamos. Recuerda

    lo que te he dicho. Y, suceda lo que suceda, no le entregues esa espada a nadie.Arturo asinti una vez, secamente. Comprenda sin que tuvieran que explicrselo.Merln se abri paso hacia la piedra y fue reconocido al instante.El Emrys! Abrid paso al Emrys! Abrid paso! Y le abrieron paso.Nos detuvimos ante la piedra. Como si quisieran frustrarnos y desafiarnos, Morcant y sus

    amigos estaban justo en el lado opuesto, con expresin hosca y despectiva. El odio herva en suinterior, y escapaba a travs del vapor que surga de sus bocas y narices. El da pareci haberseoscurecido an ms.

    La piedra, con su delgada capa de nieve, apareca inmensa y blanca y fra, muy fra. Y laenorme espada de Macsen Wledig, la Espada de Inglaterra, permaneca hundida hasta la empuadura,slida como la piedra angular que la sujetaba; ambas estaban unidas para siempre, no se las podraseparar.

    Haba soado sencillamente que la haba sacado de all?Bajo la mortecina luz de aquel da gris, todo lo sucedido antes pareca tan remoto y confuso como

    un sueo que se desvanece. La piedra haba derrotado a todos los que haban intentado tomar laespada, y en este triste da derrotara tambin a Arturo. E Inglaterra se hundira para siempre en lastinieblas.

    Merln alz las manos en actitud declamatoria, a pesar de que todos los presentes se habancallado ya. Esper y, cuando todos los ojos estuvieron fijos en l, dijo:

    La espada ya ha sido sacada de la piedra, como muchos de vosotros podis atestiguar. Noobstante, ser sacada de nuevo a la luz del da, ante todos los aqu reunidos, para que nadie puedaalegar engao o hechicera.

    Se interrumpi para permitir que sus palabras hicieran efecto. El viento se reanim y la nieveempez a caer con fuerza en copos enormes y quebradizos, como pedazos de lana arrastrados por elviento.

    Hay alguno de entre vosotros que quiera sacarla? Que lo intente ahora. La firmeza de la vozde Merln era un reto tan fro e inflexible como la misma piedra.

    Desde luego, habra algunos que lo intentaran, aunque saban en su interior que seran derrotadosde la misma forma en que lo haban sido antes. Pero, al igual que a la ignorancia y la estupidez, no seles poda negar su oportunidad de fracasar una vez ms.

    El primero en intentarlo fue aquella joven vbora llamada Cerdic, el insolente hijo de Morcant.Con los labios curvados en una mueca de desprecio, el muy estpido se abri paso hacia la piedra,extendi las manos y agarr la empuadura como si reclamara la fortuna de otro. Tir con toda suarrogancia, que no era poca. La muchedumbre lo inst con gritos de nimo, pero al poco rato se vioobligado a retroceder, sofocado por el esfuerzo y la sensacin de derrota.

    Maglos de Dumnonia, hijo de Morganwg, fue el siguiente: ms por curiosidad que por esperarconseguir nada. Roz la empuadura con timidez, como si sta pudiera quemarlo; fue derrotado antesincluso de intentarlo, y se dio por vencido sin darle mayor importancia.

  • Coledac avanz a empellones. Mir a la espada con ferocidad como si estuviera por debajo desu calidad el tocarla, rode la empuadura con su mano y tir, para soltarla casi de inmediato. Sedio la vuelta y se perdi de nuevo entre el gento.

    Owen Vinddu, el jefe guerrero cerniw, fue el siguiente en colocarse ante la piedra y la mir contoda atencin. Tras posar ambas manos sobre el mango, la sujet con tanta fuerza que los nudillos sevolvieron blancos mientras tiraba. Con un poderoso gemido se ech hacia atrs, derrotado.

    Otros tambin lo intentaron: Ceredigawn de Gwynedd y Ogryvan, su vecino monarca;Morganwg, que sigui el ejemplo de su hijo, pero sin mayor fortuna; el anciano Antonius de loscantii, entumecido por la edad, pero animoso hasta el final, y otros muchos: seores, reyes, jefesguerreros; todos y cada uno de ellos, y sus hijos tambin.

    Todos aquellos que deseaban reinar lo intentaron ese da, y todos se vieron derrotados por lapiedra hasta que tan slo qued Arturo. Los vtores y las burlas se acallaron mientras todos sevolvan hacia l.

    Arturo se ergua en toda su estatura con expresin torva, los ojos del color del cielo encapotado,la espalda recta, los labios apretados formando una lnea fina y plida. La dureza que mostraba mesorprendi, y otros tambin la vieron. S, sera digno contrincante para la piedra, pareca estar hechodel mismo material.

    Extendi la mano y sujet la empuadura como si fuera a recuperarla de entre las entraas de unenemigo. Se escuch el agudo chirrido del acero sobre la piedra mientras tiraba, y la exclamacin desorpresa de la multitud cuando elev la enorme espada y la esgrimi en el aire para que todospudieran verla.

    Unos pocos, para eterno honor suyo, doblaron la rodilla de inmediato, reconociendo a su rey. Lamayora no lo hizo. No podan creer lo que haban visto. La gente haba esperado largos aos para veresto y ahora no eran capaces de reconocer la seal.

    Qu esperaban? Un ngel con vestidos resplandecientes? Un dios del Otro Mundo?Superchera!La voz era la de uno de los jefes guerreros de Morcant a quien sin duda se le haban dado

    instrucciones para que iniciara el tumulto.Usurpador!Otros, distribuidos entre la multitud, hicieron lo mismo, en un intento de incitar al gento contra

    Arturo. Pero Merln estaba preparado.Antes de que llegaran a las manos, hizo un gesto a Urbanus con la cabeza, el cual se coloc junto

    a Arturo y extendi los brazos en gesto conciliador.Silencio! grit. Por qu persists en dudar de lo que habis visto con vuestros propios

    ojos? Que no haya disensiones entre nosotros en este da de la Misa de la Natividad. Lo mejor serque entremos en la iglesia e imploremos la orientacin divina como todo cristiano debera hacer.Luego sentmonos juntos y discutmoslo, y de esta forma decidiremos qu es lo mejor que se puedehacer.

    Esto resultaba inesperado. Los seores disidentes no haban pensado ms que en rebelin yderramamiento de sangre, y no estaban preparados para contestar al calmado razonamiento quesugera Urbanus. Ectorius no perdi un instante en ratificar el plan.

    Bien dicho! exclam. Somos hombres razonables y moderados. Qu dao hay en

  • sentarnos a discutirlo? Y qu mejor lugar que este recinto sagrado?Los disidentes se vieron apremiados para dar una respuesta. Si se negaban, la gente se dara

    cuenta de que eran unos traidores y proclamaran a Arturo. No obstante, acceder a la sugestin deUrbanus era admitir que la pretensin de Arturo era genuina. Estaban casi atrapados.

    Urbanus vio su vacilacin y comprendi su causa.Vamos dijo conciliador. Dejad de lado querellas y vanas discusiones. Que haya paz entre

    nosotros en este da santo. Entremos en la iglesia.La gente murmur su aprobacin, y los reyezuelos comprendieron que aquella batalla en concreto

    estaba perdida.Muy bien dijo Morcant, reorganizando sus fuerzas, discutmoslo y decidamos qu es lo

    mejor. Invoco el Consejo de Reyes. Con esto esperaba dar a entender que la cuestin no estaba nimucho menos decidida, y que era l quien mandaba. Dicho esto, dio media vuelta y abri el camino endireccin a la iglesia.

    Si esperaba beneficiarse ocupando l el silln de honor, sus esperanzas murieron antes de nacer.Merln haba ordenado a Urbanus que colocaran los sillones reales formando un enorme crculo en elinterior del santuario; tal y como se haba hecho en tiempos de Aurelius y de Uther, pero nunca msdesde entonces.

    Sentados de esta forma, ningn rey estaba por encima de los dems; por lo tanto, ninguna opinincontaba ms que otra. Esto reduca el dominio de Morcant sobre los seores de menor categora.

    A Morcant no le gust, pero nada poda hacer. Avanz majestuoso hasta su asiento, se volvi, yse sent con tanto aire de superioridad como fue capaz de reunir. Otros se acomodaron a amboslados de l tal y como les pareci, sus consejeros y asesores a su alrededor, mientras los ciudadanosms curiosos de Londinium se colocaban detrs. En un momento, la gran sala, iluminada por cientosde velas y perfumada con una neblina de incienso, empez a zumbar como un nido de avispas.Urbanus no hubiera imaginado jams poder reunir tamaa congregacin para una Misa de laNatividad.

    En consecuencia, no poda dejar pasar aquella oportunidad; de modo que inici el Consejo conuna oracin admonitoria, tanto en latn como en lengua britona, para que todos comprendieran suspalabras. Y stas no fueron pocas.

    Sabio Padre de todos nosotros concluy. S Generoso y Gua nuestro, condcenos consabidura y justicia hasta el rey que has escogido, y otrganos paz en la eleccin. Bendice nuestroConsejo con la luz de tu presencia, y que cada uno de nosotros te complazca en pensamiento,palabra y obra.

    Terminada por fin su oracin, Urbanus se levant y se volvi hacia los reunidos.Han pasado muchos aos desde que este Consejo estuvo de acuerdo por ltima vez; han

    pasado muchos aos desde que el ltimo Supremo Monarca gobern el pas, y mucho hemos sufridopor ello declar. Se interrumpi y dej que su mirada se paseara por todos los reunidos antes decontinuar. Por lo tanto, debo exhortaros: que este Consejo no se disuelva sin reparar estaequivocacin estableciendo de nuevo la monarqua suprema.

    A la gente le gustaron estas palabras y dieron su aprobacin a coro. Urbanus se gir entonceshacia Merln.

    Estoy a vuestra disposicin para serviros en cualquier cosa que consideris til.

  • Gracias, obispo Urbanus respondi Merln, dndole permiso para que se retirara, y deinmediato se dirigi a Morcant: Puesto que t has convocado este Consejo, Morcant empez,quiz debieras decirnos por qu no aceptas la seal mediante la cual todos nosotros estuvimos deacuerdo en que reconoceramos al siguiente Supremo Monarca de Inglaterra. A menos que hayasdescubierto alguna razn convincente por la que debamos ignorar lo que hemos visto con nuestrospropios ojos, os digo a todos que el Supremo Monarca est ante vosotros en el da de hoy con laEspada de Inglaterra en su mano.

    Morcant frunci el entrecejo.Existe todo tipo de razones para ignorar lo que hemos visto. Estamos, como todos sabemos, en

    una poca tenebrosa; hay mucha brujera en el pas. Cmo sabemos que lo que hemos visto connuestros propios ojos remed su frase no se ha conseguido mediante hechicera?

    Cmo por hechicera? exigi Merln. Aclara tus objeciones: acusas a Arturo de brujera?Morcant arrug an ms la frente. Insinuar brujera resultaba mucho ms fcil que demostrarla.

    No tena pruebas y lo saba.Soy yo un hechicero para conocer tales cosas? buf.Has sido t quien ha nombrado el pecado entre nosotros. Te lo pregunto a ti, Morcant, es

    Arturo un hechicero?Morcant, con el rostro convulsionado por la rabia, logr controlarse no obstante, y respondi con

    tino:No tengo ms prueba que la espada que empua. Si no se obtuvo mediante brujera, exijo saber

    con qu poder se obtuvo.Con el poder que confieren la virtud y la autntica nobleza declar Merln. El mismo

    poder que se le da a todos los que escogen ese sendero.La gente aclam sus palabras, y Morcant comprendi que perda terreno ante la lgica y el

    ingenio de Merln. Sin embargo, no poda contenerse. Extendi los brazos en direccin a los reunidos,e inquiri:

    Calumnias acaso la nobleza de la buena gente aqu reunida? Pones en duda su virtud?Son tus palabras, Morcant. Yo me limito a defender la virtud y nobleza de aquel que tenemos

    ante nosotros. Merln alz una mano para indicar a Arturo, que permaneca rgido junto a l. Site sientes calumniado y dado de menos en su presencia dijo, sin duda es porque es la verdad.

    Eres Dios, que te consideras poseedor de la verdad? se mof Morcant.Y te es tan extraa la verdad a ti que ya no la reconoces? Merln hizo un gesto derogatorio

    con las manos. Acaba con esta estupidez, Morcant. Si tienes objeciones, dilas. Incluy a losdems en su desafo. Si alguien conoce alguna razn justa por la que Arturo no deba recibir elTrono Supremo que ha ganado por derecho, le conmino a hablar ahora!

    El silencio en la enorme sala era tal que casi poda escuchar el sonido de los copos de nievecayendo sobre el patio, all fuera. Nadie, incluido Morcant, conoca un solo motivo legtimo por elque Arturo no pudiera ser Supremo Monarca, excepto su propio ambicioso orgullo.

    Los dorados ojos de Merln contemplaron la asamblea y a la multitud all reunida. Haba llegadoel momento de forzar la cuestin. Se alz despacio y se coloc en el centro del crculo.

    Bien dijo con suavidad, es como lo pens. Nadie puede hablar en contra de Arturo. Ahora,pues, os pregunto, quin hablar en su favor?

  • El primero en responder fue Ectorius, quien se puso en pie de un salto.Yo hablo por l. Y le reconozco como rey!Yo tambin lo reconozco como rey. Era Bedegran.Yo lo reconozco como rey dijo Madoc, alzndose con l.Aquellos que ya se haban arrodillado ante l, lo proclamaron de nuevo. El gento lanz vtores

    ante esto, pero las aclamaciones murieron en sus gargantas. Nadie ms reconoci a Arturo o loproclam rey. El Consejo de Reyes segua dividido, y los que apoyaban a Arturo no eran suficientespara permitirle reclamar el trono por culpa de los disidentes.

    Morcant no perdi un instante.No lo aceptaremos como rey sobre nosotros! rugi. Hay que escoger a otro.l tiene la espada! grit Merln. Y eso no ha cambiado. Quienquiera que desee ser rey

    debe primero quitarle la espada a Arturo. Porque os lo digo muy en serio, ninguno de vosotros serrey sin ella!

    Morcant apret los puos, colrico. Por mucho cuidado que pusiera en intentar desviar lacuestin de aquel hecho, Merln siempre consegua volverla a l.

    Arturo, ven aqu llam Merln. El joven se reuni con el Emrys en el crculo. Aqu est anunci Merln, dando un paso atrs. Quin de entre vosotros ser el primero en intentarlo?

    Arturo se qued solo en el centro del crculo de reyes. En medio de la vacilante luz de las velasencendidas para la Misa de la Natividad, con la espada bien sujeta por la empuadura, alerta,decidido, sin miedo. Pareca un ngel vengador cuyos ojos brillaban con el ardiente fuego de lajusticia.

    Estaba muy claro que cualquiera que deseara tomar la espada tendra que pelear. Eran estpidos,s, pero no tanto como para arriesgarse a un combate mano a mano con este joven guerrerodesconocido. El desafo de Merln qued sin respuesta.

    Aun as, Arturo no poda exigir el Trono Supremo directamente. No tena tierras, ni riquezas, niejrcito; y sus partidarios eran demasiado pocos. La cuestin estaba en un punto muerto. Nada habacambiado desde la noche anterior.

    Pero Merln an no haba terminado.

  • L4

    os reyes discutieron y debatieron durante todo aquel da de invierno hasta bien entrada la noche,pero Merln los sujetaba con mano frrea y no los soltaba. Se convirti primero en una roca y

    luego en una montaa en defensa de Arturo, y Arturo se mostr igualmente impasible. Ningn poderen la Tierra hubiera podido con ellos

    de la misma forma en que ningn poder en la Tierra es capaz de obligar a un hombre a querinda pleitesa a otro si, en verdad, no lo desea.

    La verdad es que los reyezuelos no deseaban honrar a Arturo. Tendra que ganarse su homenaje ysu lealtad.

    La gran preocupacin de Merln era conseguir que aquello fuera posible. Cosa que consiguiresucitando el ttulo de Dux Britanorum, Duque de Inglaterra el antiguo ttulo de Uther de la pocaen que era jefe guerrero de Aurelius, y otorgndoselo a Arturo.

    El Consejo acab por aceptar esto al final, ya que les ahorraba tener que nombrarlo rey de formaincondicional. Pero, una vez logrado este compromiso, Merln sac a relucir su proyecto: un ejrcitorespaldado a partes iguales por todos los reyes para beneficio de todos. Una fuerza itinerantededicada a mantener a salvo las tierras de Inglaterra. No ligado a ningn rey en particular y mantenidopor todos de forma equitativa, este ejrcito errante podra atacar donde y cuando se lo necesitase, sintener en cuenta pactos restrictivos y alianzas firmadas entre los reyezuelos.

    La idea era que, puesto que Inglaterra se enfrentaba a un enemigo comn, presentaramos unfrente comn, conducido por un caudillo que no debiera lealtad a nadie, sino que sirviera a todos porigual cuando fuera necesario.

    Esto, desde luego, no tuvo fcil aceptacin, ya que significaba que reyes como Morcant yColedac deberan abandonar sus constantes incursiones blicas, de lo contrario se encontraranenfrentndose a Arturo y al ejrcito que ellos mismos ayudaban a mantener.

    As, al devenir Arturo Duque de Inglaterra, se impona la paz. Esto era lo mejor del plan deMerln, y tambin su gran punto flaco. Lo cierto era que los reyes no tenan la menor intencin dejurar lealtad a Arturo si ello se reverta en perjuicio propio.

    Otros reyes vieron en ello una amenaza diferente: un ejrcito itinerante que no podan gobernarera casi tan peligroso como los piratas saecsen que este mismsimo ejrcito se supona que debamantener a raya.

    Sin embargo, puesto que ya le haban concedido el ttulo a Arturo, no pudieron hacer nada. Unjefe guerrero presupona una fuerza armada que mandar, y nadie poda negar que era necesaria.Arturo sera ese jefe guerrero, y el ejrcito surgira del apoyo que se comprometa a darle el Consejo.

    Si bien no era el Trono Supremo, el plan de Merln daba a Arturo lo que ste necesitaba: permisopara actuar y poder para conseguir el trono. Y as lo hizo.

    Cuando Arturo abandon la iglesia aquella noche noche fra, luminosa y ventosa; el hieloennegrecido brillando bajo la blanca luz de la luna dando grandes zancadas, con la Espada deInglaterra sujeta a la cadera definitivamente, ya no era el joven que haba penetrado en ella por lamaana. La malicia de los reyezuelos, el despecho, ese cortante rencor y esa envidia lo habanendurecido. Pero el Espritu Que Todo Lo Sabe se mueve por senderos misteriosos: Arturo saba

  • muy bien ahora cmo eran.En esto los aventajaba, ya que ellos no lo conocan en absoluto.* * *

    Arturo siempre ha aprendido deprisa. Cuando de nio, en la casa de Ectorius, se afanaba con el latny los nmeros en compaa de Melumpus, el tutor galo procedente de la abada de la cercanaAbercurny, slo precisaba que le dijeran las cosas una vez para comprenderlas, a la segunda ya no lasolvidaba jams.

    La mayora de las veces, cuando iba a buscar a los nios por la tarde para salir a cabalgar opracticar con las armas, me encontraba a Arturo explicando paciente a Cai una palabra o una sumamientras Melumpus dormitaba al sol, con las manos cruzadas sobre la panza. Arturo poda ensearcon la misma facilidad con que aprenda, aunque siempre prefiri la accin al pensamiento.

    Si algo poda hacerse, Arturo quera hacerlo. Si no se poda, mucho mejor an: eso era lo que msdeseaba hacer.

    Nada me viene con tanta claridad a la mente a este respecto como aquella vez en que viajamos aGwynedd camino de Caer Myrddin para visitar a Tewdrig. Ectorius y Cai venan con nosotros, yMerln, desde luego, junto con una pequea escolta.

    Era verano y Arturo tena once aos, creo. Habamos tenido noticias de renovadas incursionesirlandesas en las costas occidentales. Merln quera discutir la situacin con Tewdrig y Meurig, y vercon sus propios ojos cmo estaban las cosas. Haba planeado ir solo, sin levantar revuelo; pero encuanto Arturo se enter de ello, se incluy de inmediato en la comitiva y no hubo forma dedisuadirlo. Como de ningn modo podamos arriesgarnos a viajar con Arturo sin llevar proteccin, sedecidi que haramos el trayecto todos juntos.

    Todo fue bien hasta que llegamos a Yr Widdfa. Al avistar esos enormes montes de pizarra,Arturo, de puro asombro, estuvo a punto de caerse del caballo.

    Mirad sa! Habis visto alguna vez una montaa ms alta? Todava hay nieve en la cima!Es toda una visin, realmente asinti Merln.Tiene nombre? Cul es?Lo tiene. Todo esto es Yr Widdfa, la Regin de las Nieves. Merln indic el pico ms alto.

    sa que miras boquiabierto es Eryri.Es busc las palabras apropiadas enorme! Enorme y hermosa. La contempl con

    asombro, llenndose la vista con su imagen. La ha escalado alguien alguna vez?La pregunta cogi desprevenido a Merln.No lo creo respondi. No creo que resulte posible hacerlo.Desde luego, eso era lo peor que poda haber dicho.Estupendo! Entonces yo ser el primero declar Arturo.Hablaba en serio. Y pensaba ponerse en marcha enseguida. Azot al caballo con las riendas y se

    lanz en direccin a la montaa.Merln lo llam para que regresara, pero Cai intervino:Por favor, Lord Emrys, a m tambin me gustara escalarla.T, Cai?Merln volvi la cabeza y contempl su rostro rubicundo. Los claros ojos azules mostraban toda

    la esperanza que puede atesorar un ser humano. Defraudarla era inconcebible. Y Merln lo

  • comprendi: a pesar de lo mucho que Arturo deseaba subir a la montaa, Cai lo deseaba an ms,pero por diferente motivo.

    Vamos, Caius, no puedes empez Ectorius.Merln lo interrumpi con un ademn.Claro que s le dijo; me parece que ya es hora de que se conquiste esta montaa. Y

    vosotros dos sois exactamente las personas idneas para hacerlo. Vamos, date prisa o te dejar. Despidi a Cai con un gesto, y el muchacho sali al galope en pos de Arturo.

    Crees que es sensato? pregunt Ectorius mientras observaba con cierta aprensin almuchacho. Durante mucho tiempo haba protegido la pierna lisiada de su hijo, resultado de unaccidente ocurrido cuando Cai empezaba a aprender a montar, y de un hueso mal soldado.

    No repuso Merln, es una gran estupidez dejarlos ir.Entonces, por qu?Merln sonri y alz una mano en direccin a la montaa.Porque si no los dejamos ahora, jams intentarn lo imposible abiertamente y sin temor.Es eso tan importante?Para hombres corrientes, no. Merln sacudi la cabeza mientras contemplaba cmo los dos

    muchachos se alejaban. Pero, Ector, nosotros no queremos hombres corrientes.Podran matarse!Entonces morirn en una gloriosa derrota declar Merln. Ectorius abri la boca para

    protestar, pero mi seor lo interrumpi, diciendo: Ector, morirn un da u otro de todas formas, ynosotros no podemos evitarlo. No te das cuenta?

    No, no me doy cuenta. ste es un riesgo intil. Ectorius demostr claramente su desdn antetal idea.

    Los muertos lo estn durante tanto tiempo sigui Merln. Es mucho mejor haber vividomientras se estaba vivo, no? Adems, s lo consiguen habrn conquistado un gigante; serninvencibles!

    Y si no?Entonces habrn aprendido algo sobre las limitaciones del ser humano.Una leccin muy costosa, me parece murmur Ectorius.Motivo por el que se la valorar an ms. Vamos, anmate, amigo mo lo exhort. Si Dios

    y sus ngeles estn dispuestos a apoyarlos, podemos nosotros ser menos?Ectorius call con expresin torva. Hicimos girar a nuestros caballos para seguir a los muchachos

    y los alcanzamos algn tiempo despus, en uno de los prados elevados situados bajo las empinadasladeras, cuando discutan la mejor forma de empezar la ascensin.

    Bien. Cul va a ser? pregunt Merln.ste parece el mejor camino respondi Arturo de inmediato. Los otros son demasiado

    empinados. Por este lado podemos andar durante un buen trecho.Entonces poneos en marcha les dijo Merln, al tiempo que diriga la mirada hacia el sol. Os

    queda la mayor parte del da. Acamparemos y os esperaremos aqu.Tiene razn dijo Arturo a Cai, con expresin decidida. Pongmonos en marcha.Se despidieron de nosotros cogiendo slo un odre de agua cada uno y un par de panes de cebada,

    y empezaron el asalto a Eryri. Nosotros, por nuestra parte, empezamos a montar el campamento y

  • nos acomodamos para esperar.Ectorius y algunos de sus hombres salieron a cazar justo despus del medioda, y regresaron al

    anochecer con una docena de liebres y otros tantos faisanes. Las piezas de mayor tamao las habandejado escapar, ya que no podamos comrnoslas ni llevrnoslas con nosotros.

    Mientras los hombres limpiaban las piezas y preparaban nuestra cena, Ectorius, dirigiendo lamirada de vez en cuando a las laderas de la montaa que se alzaba sobre nosotros, describi la grancantidad de caza que haba visto. Por fin, dijo:

    Crees que se quedarn all toda la noche?Eso espero respond yo. Es demasiada distancia para bajar, y no pueden haber llegado an

    a la cima.No me gusta la idea de que estn subiendo all arriba en la oscuridad.Son muy sensatos le asegur. Pararn y descansarn hasta maana.No es su descanso lo que me preocupa. Ectorius se dio la vuelta con brusquedad y se alej a

    sus quehaceres.La actitud de Merln me sorprenda, ya que no pareca nada preocupado por la cuestin.

    Normalmente, se mostraba de lo ms cuidadoso en todo lo concerniente a la seguridad de Arturo.Algo ms tarde, mientras las liebres y los faisanes se asaban ensartados en asadores sobre la hoguera,fui a su encuentro a la orilla del arroyo donde estaba llenando los odres y dando de beber a loscaballos. Le pregunt sobre esto y me respondi sencillamente:

    Qudate tranquilo, Pelleas. No veo ningn peligro en ese lugar.Se detuvo y se enderez, volviendo los ojos hacia la montaa, cuya cima pareca hallarse en

    llamas a causa del rojizo resplandor crepuscular de la puesta del sol. Permaneci en silencio por unmomento, los ojos iluminados por el extrao fuego de las alturas.

    Qu has visto?He visto una montaa que lleva el nombre de un hombre y ese nombre es Arturo.Aguardamos todo el da siguiente, y Ectorius se mantuvo en silencio. Pero, cuando lleg la noche

    y un viento fro hizo su aparicin, fue hacia donde estaba Merln, con las manos apoyadas en lascaderas, en actitud belicosa.

    No han regresado.No, no lo han hecho coincidi Merln.Algo ha sucedido. Mir inquieto a la cada vez ms oscura ladera de la montaa, como si

    fuera a ver a los muchachos colgando de ella. Su boca se movi en silencio por un momento, luegoexclam: La pierna de Cai! Pero si el chiquillo apenas puede andar, tal y como la tiene; jamshubiera debido permitirles ir.

    Tranquilo, Ector. No tienes motivos para preocuparte. Regresarn cuando hayan hecho lo quedeben hacer.

    Cuando se hayan roto el cuello, quieres decir.No lo creo nada probable.Es ms que probable! refunfu Ectorius. Pero no volvi a mencionar el tema por aquella

    noche.A la maana siguiente los muchachos an no haban regresado y empec a sentir los mismos

    recelos que Ectorius. Se habra equivocado Merln?

  • A medioda la poca paciencia que le quedaba a Ectorius haba desaparecido. Empez a pasear ensilencio por el campamento mascullando imprecaciones en voz baja. Respetaba a Merln lo suficientecomo para no insultarle abiertamente insistiendo en salir en busca de los muchachos. Pero en sumente estaba hacerlo, y, a pesar de todo, su respeto no esperara otra noche.

    Merln fingi no darse cuenta del profundo malestar de Ectorius, y se dedic a pasear por el valley a reunir todas aquellas hierbas que no se podan encontrar ms al norte.

    Finalmente, mientras el sol desapareca tras el borde de las montaas que rodeaban a Eryri,Ectorius decidi hacerse cargo de la cuestin. Orden a cuatro de sus hombres que ensillaran loscaballos, y se prepararan para iniciar la bsqueda.

    Piensa en lo que haces le dijo Merln, ecunime.No he pensado en otra cosa en todo el da! le espet Ectorius.Djalo estar, Ectorius. Si vas en su busca ahora, les robars la gloria; sabrn que no creas que

    lo consiguieran.Y si sus cuerpos se estn desangrando en una grieta all arriba? Podran estar a punto de morir.Entonces djalos que mueran como los hombres que esperabas que fueran algn da! replic

    Merln. Ector lo consol, confa en m slo un poco ms.Ya he confiado en ti demasiado tiempo! grit Ectorius.Su dolor era tan profundo como su amor. Creo que se senta culpable de la cojera de su hijo: el

    caballo era suyo.Si no confas en m, entonces confa en el Buen Dios. Paciencia, hermano. Has soportado la

    inquietud hasta ahora, soprtala un poco ms.Es muy duro lo que me pides.Si no se han reunido con nosotros al amanecer, no tendrs que conducir t la bsqueda, Ector;

    lo har yo.Ectorius mene la cabeza y lanz un juramento, pero acept lo que le deca Merln y se alej a

    grandes zancadas para rescindir las rdenes dadas a sus hombres.Oscureci pronto. Me da la impresin de que la noche siempre llega antes a las partes elevadas

    del mundo. Haba ya estrellas titilando en el firmamento, aunque, cuando nos sentamos a cenar, en elcielo an quedaba algo de luz diurna. Los hombres se dedicaron a hablar en voz alta de caceras, en unintento por distraer de tristes pensamientos a su seor.

    Merln fue el primero en or el grito. La verdad, es que estoy seguro de que haba estadoaguardndolo durante la mayor parte del da y empezaba ya a preguntarse por qu no lo oa.

    Se irgui y extendi la mano para imponer silencio, la cabeza inclinada a un lado. Ni yo ni ningnotro escuch nada que no fuera el dbil y vibrante canto de las alondras, que volaban de regreso a susnidos para pasar la noche.

    Aunque saba muy bien que no poda dudar de l, pareca como si se hubiera equivocado, y loshombres empezaron a mostrarse intranquilos.

    Fue slo empez Ectorius.Merln se puso en pie y alz la mano para que callaran. Permaneci totalmente inmvil durante

    un buen rato y luego se volvi hacia la montaa. Una sonrisa se extendi lenta por su rostro.Mirad! exclam. Los conquistadores regresan!Ectorius se incorpor de un salto.

  • Dnde? No los veo!Se acercan.Ector se precipit algunos pasos hacia adelante.No los veo!Entonces el grito se oy de nuevo. Esta vez lo o: el agudo y tembloroso hola que uno utiliza

    en las montaas. Los otros tambin estaban de pie ahora; todos aguzando vista y odo para poderatravesar la cada vez ms densa oscuridad.

    Son ellos! grit Ectorius. Regresan!No los vimos hasta que estuvieron muy cerca, ya que con aquella poca luz sus ropas no se

    destacaban contra la oscura ladera de la montaa. Cuando gritaron otra vez, pude discernir las dosformas que venan a toda prisa hacia nosotros.

    Cai! Arturo! exclam Ectorius.Se materializaron en un instante, y nunca olvidar la expresin de sus rostros. Porque jams haba

    visto tal triunfo y jbilo en un rostro humano, y slo lo he vuelto a ver una sola vez desde entonces.Estaban exhaustos, desaliados, pero ardiendo con la luz de la victoria. Eran hroes. Eran dioses.

    Se acercaron tambaleantes a la hoguera que arda en el campamento y se dejaron caer en el suelo.Incluso a la luz del fuego pude apreciar sus mejillas y narices quemadas por el sol; la blanca piel deArturo empezaba a pelarse y el cuello y la frente de Cai estaban tan rojos como sus cabellos. Susropas estaban sucias, rotas y radas en codos y rodillas. Tenan las manos en carne viva y las piernasy brazos llenos de moretones, golpes y araazos. Parecan haber atravesado muros de espino ybarreras de cardos durante su marcha.

    Traedles algo de beber! orden Ectorius, y alguien sali a toda prisa en busca de cerveza.El seor de Caer Edyn contempl a su hijo con el pecho henchido de orgullo de tal forma que

    pareca un urogallo en celo.Recog algo de comida de nuestra cena y se la entregu a ambos muchachos. Arturo tom un

    pedazo de pan y se meti media rebanada en la boca; Ca, demasiado cansado para comer,simplemente sujet el suyo en la mano y lo contempl con fijeza.

    Tomad dijo Merln, entregndoles un odre con agua, bebed esto.Cai bebi a grandes tragos, y luego le pas el odre a Arturo, quien bebi el fresco lquido

    ruidosamente. Ectorius ya no pudo contenerse por ms tiempo e inquiri:Bien, cmo os ha ido, hijo? Llegasteis a la cima?La cima respondi Cai con reverencia. Llegamos a la cima, ya lo creo. Volvi el rostro

    hacia Arturo y sus ojos mostraron la expresin del hombre que ha aprendido una verdad profunda delas que cambian el curso de una vida. Jams lo habra conseguido de no ser por Arturo.

    Arturo baj el odre.Nunca digas eso, hermano. Subimos juntos: t y yo juntos. Se volvi hacia nosotros, que

    permanecamos de pie junto a l: Fue maravilloso! Glorioso! Debieras de haber estado all,Merln Pelleas!, debieras de haber venido con nosotros. Se puede ver el mundo desde unextremo al otro! Ha sido, ha sido maravilloso. Se qued en silencio, sin palabras.

    Dijiste que era imposible le record Cai a Merln. Dijiste que nadie lo haba hecho nunca.Bien, nosotros lo hemos conseguido! Nosotros hemos subido hasta la cima! Se detuvo y aadien voz baja, volvindose de nuevo hacia Arturo. Casi tuvo que llevarme a cuestas.

  • * * *He visto una montaa que lleva el nombre de un hombre y ese nombre es Arturo, haba dicho Merln.

    No iba a descubrir el pleno significado de estas palabras hasta muchos aos despus, cuando losbardos se enteraron de las hazaas de juventud de Arturo y empezaron a referirse a la montaa comoLa Gran Tumba, con lo cual daban a entender que haba conquistado y muerto al gigante nevado.

    Bien pues, el da en que abandon el Consejo de Reyes con la Espada de Inglaterra sujeta a lacadera, tena otra montaa que conquistar, y otro gigante al que sepultar. La montaa era la forja de launidad de Inglaterra; el jactancioso orgullo de los reyezuelos era el gigante.

    Estos dos juntos convertan a Eryri y a sus impresionantes laderas en poco menos que unmontculo en la parcela de nabos de una doncella.

    He pensado muchas veces en lo que consigui en ese triste da; en lo que se perdi, y en lo que segan.

    Perdimos un Supremo Monarca, desde luego. Ganamos un Dux Britanorum, un jefe guerrero,aunque slo fuera en ttulo. No existan legiones a las que mandar, ni tropas auxiliares, no haba flota,ni ala montada. Arturo no tena ejrcito ni siquiera era dueo de un caballo! Y por lo tanto elmagnfico ttulo romano no significaba nada y todos lo saban.

    Todos excepto Arturo.Ser su Duque jur. Y tendr tanto xito en las batallas, que se vern obligados a

    nombrarme Supremo Monarca!Pero segua sin existir un ejrcito que mandar. Slo estaban Bedwyr y Cai, que haban jurado

    lealtad a Arturo y el uno al otro desde la infancia. Aunque todo hay que decirlo, puestos juntos, lostres eran una fuerza a tener en cuenta. Cualquier rey habra dado el puesto del campen a cualquierade ellos, simplemente por tener a tal guerrero entre sus hombres.

    La primera prueba de Arturo sera reunir un ejrcito, lo cual tambin implicaba mantener y alojara los guerreros. Una cosa era reclutar a los hombres, y otra muy diferente mantenerlos: facilitarlesarmas, caballos, comida, ropas, alojamiento; para todo eso se precisaba una fortuna inagotable.

    La tierra es la que facilita la riqueza, y las hormigas que corran por el polvo posean ms tierraque Arturo.

    Esta carencia, no obstante, sali enseguida a relucir. Al regresar a casa de Gradlon, esa noche,encontramos a Meurig que acababa de llegar de Caer Myrddin con tres de sus jefes, todos ellosagotados y medio congelados en sus monturas.

    Lo lamento, Lord Emrys; os pido disculpas dijo Meurig, instalndose ante el fuego con unareconfortante copa en las manos. Y volvindose con rapidez hacia Arturo aadi: y tambin a vos,Lord Arturo. Lamento muchsimo haberme perdido el Consejo. Mi padre deseaba tanto venir, pero eltiempo

    No os habis perdido nada repuso Arturo. No importa.Comprendo vuestro disgusto empez Meurig. PeroLo que quiere decir interrumpi Merln es que vuestra presencia, bienvenida como es, no

    habra servido de nada.Pero si hubiera estado aquNo Merln sacudi la cabeza despacio. Tal y como estn las cosas, os habis dado un

    largo y fro paseo para nada. De todas formas, puesto que estis aqu, saludad al Duque de Inglaterra,

  • y bebed a su salud. Os presento a Arturo, Dux Britannorum!Qu sucedi? Meurig haba esperado encontrar a Arturo nombrado rey.En una sola palabra mascull Ectorius, Morcant.Meurig hizo un rudo gesto al escuchar el nombre.Me habra podido ahorrar la pregunta. Habra debido saber que ese viejo impostor no aceptara

    las reivindicaciones de Arturo. No estuvo solo, verdad?Ciertamente, Meurig haba esperado encontrar a Arturo hecho rey: haba sido a su padre,

    Tewdrig, rey de Dyfed, a quien Merln haba llevado al pequeo Arturo para que lo protegiesedurante el primer ao de vida. En consecuencia, haca tiempo que Meurig haba descubierto laidentidad de Arturo. Sin embargo, incluso Meurig, cercano a l como estaba, no comprenda del todola solidez de la reivindicacin al trono de Inglaterra de Arturo.

    Para ser justos, pocos hombres lo hacan en aquellos das. Poda ser hijo de Aurelius, muy bien;pero se necesitaba ms que eso para convertir a un hombre en Supremo Monarca. Se precisaba elapoyo de todos los reyes. O como mnimo de tantos que pudieran acallar a los disidentes, lo cual, enla prctica, equivala a casi lo mismo.

    Nadie crea totalmente que un joven de quince aos, un simple muchacho, pudiera acceder alTrono Supremo, y tampoco le ayudara a conseguirlo.

    Morcant tuvo toda la ayuda que necesitaba respondi Merln en tono agrio.De buen grado le despellejara esas papadas sonrientes maldijo Cai, si eso fuera a servir de

    algo.Debiera haber estado all repiti Meurig. Mi padre no se encuentra bien, de lo contrario

    habra hecho el viaje con nosotros. Nos lo impidi el tiempo. A pesar de todo, perdimos doscaballos. Se volvi hacia Arturo. Lo siento, chico.

    No importa, Lord Meurig dijo Arturo, contradiciendo sus propios sentimientos, que todo elmundo poda leer en su rostro.

    El triste grupo qued en silencio.Duque de Inglaterra, eh? Eso es un principio, de todos modos. Meurig, que se senta

    responsable, forz una actitud jovial. Qu hars ahora?Arturo tena la respuesta preparada.Reclutar un ejrcito: eso es lo primero. Ser el mayor ejrcito que jams se haya visto en la Isla

    de los Poderosos. Slo los mejores guerreros cabalgarn a mi lado.Entonces necesitars tierras para criar caballos, obtener grano, carne anunci grandilocuente

    Meurig. Arturo arrug la frente, consciente de su pobreza. Por lo tanto, mi padre y yo hemosdecidido que tengas las tierras situadas al sur de Dyfed.

    Siluria? Pero esas tierras son vuestras! objet Arturo.Eran mas lo corrigi Meurig. Mi padre es muy anciano y va a dejar de gobernar. Yo soy

    el que gobernar en Dyfed ahora; por lo tanto necesitaremos una mano dura en el sur y, puesto queno tengo un heredero, no se me ocurre nadie mejor para ocupar ese territorio que t. Aceptas?

    La expresin torva de Arturo se transform en una de incredulidad.Bien pues continu Meurig apresuradamente, existe un viejo fuerte en una colina situada

    entre los ros Taff y Ebbw, con un puerto en Mor Hafren; se llama Caer Melyn. Se tendr quetrabajar duro en l, pero podras convertirlo en una fortaleza utilizable. La tierra es buena; con un

  • poco de atencin, dar buenos frutos. Meurig irradiaba satisfaccin al hacer su regalo. Y bien?Nada que decir, joven Arturo?

    Apenas s qu decir.El joven Duque pareca tan desconcertado por estas nuevas, que Ectorius le dio una palmada en la

    espalda y exclam:nimo, hijo mo. Tendrs que aceptar tu buena suerte y seguir adelante lo mejor que puedas.Tierras y una espada! exclam Cai. Qu ser lo siguiente? Una esposa y todo lleno de

    criaturas chillonas, sin duda.Arturo dedic una mueca a Cai en respuesta a su chanza y se volvi hacia Meurig.Estoy en deuda con vos, mi seor. Har todo lo que est en mi mano por cuidar y gobernar

    esas tierras como si fuerais vos.No lo dudo. Sers como un muro de hierro para todos nosotros, detrs del cual la gente de

    Dyfed engordar y se volver holgazana. Meurig lanz una carcajada.Las sombras que haban seguido cada uno de nuestros movimientos durante nuestra estancia en

    Londinium retrocedieron. Tom una jarra y serv aguamiel. Brindamos por la suerte del Duque deInglaterra, y luego empezamos a discutir la creacin del ejrcito de Arturo. Se decidi que Ectorius yCai deberan regresar a Caer Edyn tan pronto como el tiempo lo permitiera y empezar a formar unafuerza armada que fuera a reunirse con Arturo en el sur.

    Naturalmente, Arturo no poda esperar a ver sus tierras. Haba estado all de nio, desde luego,pero no haba vuelto a Dyfed desde haca mucho tiempo. El invierno haba hecho totalmente suyo elpas, pero a Arturo no le importaba. Decidi que a la maana siguiente saldra de inmediato haciaCaer Melyn para inspeccionarlo.

    Espera al menos hasta que la nieve se haya derretido lo inst Merln. Meurig dice que elinvierno es muy duro este ao en las tierras del sur.

    Qu es un poco de nieve?Ten cuidado, Arturo. Hace mucho fro!Entonces nos pondremos dos capas! Pienso ir a ver mis tierras, Myrddin. Qu clase de seor

    sera si dejara abandonadas mis tierras?No se puede considerar abandono el esperar hasta que las calzadas estn transitables.Pareces un comerciante se burl, y sigui adelante con sus planes.Creo que lo tena ya todo planificado incluso antes de que abandonramos Londinium: cmo

    reclutara su ejrcito, cmo lo mantendra, cmo construira su reino utilizando Caer Melyn y lasricas tierras del sur que le haban dado como sus cimientos. Lo intua con tanta claridad que losescpticos se vean obligados a unirse a l o a echarse a un lado. En esto, como en tantas cosas quetenan relacin con Arturo, no poda haber trmino medio.

    De modo que abandonamos Londinium a la maana siguiente y nos dirigimos a toda prisa hacia eloeste. Nada ms llegar al ro Ebbw despus de pasar, durante el trayecto, ms noches heladas alraso de las que deseo recordar, Arturo se dirigi directo al fuerte de la colina. Como todos los deaquella regin, estaba construido en la cima de la colina ms alta de los alrededores y ofreca unabuena visibilidad en todas direcciones. Caer Melyn estaba rodeado de un anillo de fortificaciones mspequeas, una docena en total, que guardaban las entradas a los valles y a los brazos del ro a lo largode la cercana costa.

  • Directamente al este se encontraba otro anillo entrelazado de fortificaciones en las colinas, conCaer Legionis en su centro. El Fuerte de las Legiones estaba en ruinas, abandonado, sin valor alguno;pero Meurig haba construido una fortaleza en una elevada colina algo ms al norte, ms arriba de ladestruida fortaleza romana, y sta, al igual que Caer Melyn, tambin estaba rodeada por un anillo defuertes.

    De esta forma, toda la regin quedaba protegida por estos anillos entrelazados, y hacan de Dyfedy Siluria una zona segura. Meurig, sin embargo, no haba residido nunca en Caer Melyn. La verdad esque haca muchos aos que los piratas irlandeses no se atrevan a poner a prueba la vigilancia de losreyes britones del sudoeste. Esto sumi a los fuertes en el ms completo abandono, y la falta de usohizo que se vieran invadidos por la maleza. Por tanto, Caer Melyn necesitaba una buena reparacin:haba que volver a colocar las puertas, reforzar las murallas, reexcavar las zanjas, volver a levantarsecciones enteras de pared, llenar los almacenes

    Como Meurig haba dicho, habra que trabajar duro para volver habitable aquel lugar. Sinembargo, para Arturo era ya una fortaleza invencible y un palacio sin igual.

    Caer Melyn, la Fortaleza Dorada. Llamada as por los cercanos manantiales de azufre amarillo.Pero Arturo vea brillar en ella otra clase de oro. La vea tal y como sera imaginndose Seor delReino.

    No obstante, nos vimos obligados a dormir en lo que era en realidad: una desolada cima de unacolina abierta a las glidas estrellas y a las temibles rfagas del viento invernal que hacan tiritarnuestros huesos. A Arturo no le importaba. El lugar era suyo y l era su seor; e insisti en pasar laprimera noche en sus tierras en su propia fortaleza.

    Preparamos un enorme fuego y dormimos pegados a l, envueltos en pieles y capas. Antes deque nos tumbramos, Arturo consigui convencer a Merln para que nos cantara un relato paracelebrar la ocasin.

    Como ste es el primer relato que se canta en mi sala no haba sala, es justo que lo cante elGran Bardo de la Isla de los Poderosos.

    Merln escogi El Sueo de Macsen Wledig, cambindolo un poco para incluir a Arturo. Estosatisfizo enormemente al joven Duque.

    Aqu construir mi hogar declar satisfecho. Y a partir de ese da Caer Melyn serconocido como la primera Corte de toda Inglaterra.

    De todas las Cortes pasadas, presentes y futuras repuso Merln, sta ser la principal. Sela recordar mientras exista la memoria.

    De cualquier forma, pasara algn tiempo antes de que a aquella ruina se la pudiera llamar caer, ymucho menos Corte. En aquella fra maana de invierno, cuando nos levantamos entre la escarcha y elviento, golpendonos con los brazos en el pecho para entrar en calor, Arturo no posea ni siquierauna chimenea.

    Todo lo que tena, de hecho, era la brillante promesa de Merln.* * *

    Ese da cabalgamos a varios de los fuertes circundantes para continuar con la inspeccin que Arturohaca de su reino. No pareca importarle que aquellos lugares parecieran ms apropiados para lobos ycuervos que para seres humanos. Estaba claro que el regalo de Meurig tena un precio, pero Arturo lopagara, y con una cancin en sus labios.

  • Cuando el sol inici su arco descendente en el bajo cielo invernal, nos volvimos en direccin aCaer Myrddin para reunirnos all con Meurig. Llegamos a la fortaleza cuando la plida luz verdosaempezaba a desvanecerse en las colinas. Los hocicos de los caballos estaban cubiertos de escarcha yde sus lomos se elevaban nubes de vapor cuando subimos al trote el sendero que conduca al recintocercado.

    Nada quedaba ahora de la antigua villa que se haba alzado all en la poca, ahora muy lejana, enque el joven Merln haba gobernado como rey junto con Lord Maelwys, abuelo de Meurig.Maridunum se haba llamado en aquellos das. Ahora era Caer Myrddin, en honor a su famosogobernante, aunque ya no era rey y no haba vivido all desde haca muchos, muchos aos.

    Las antorchas ardan ya en los soportes de la puerta llamas amarillas en medio de las sombrasazul oscuro que se proyectaban sobre el duro suelo cubierto de escarcha, pero las puertas anestaban abiertas. Se nos esperaba.

    Haba unos caballos solos en el patio. Me sorprendi y me volv para indicrselo a Merln, quecabalgaba a mi lado; pero Arturo ya los haba visto y comprendi al instante qu significaban.

    Yaaa!Golpe los flancos de su montura con las riendas de cuero y galop al interior del patio, rozando

    apenas el suelo mientras se diriga hacia la sala. Los que estaban en el interior debieron de or el grito,porque, justo cuando Arturo saltaba de la silla, la puerta de la sala de Meurig se abri y un grupo depersonas se precipit al patio.

    Arturo!Uno de los hombres emergi del grupo y corri a su encuentro, envolvindolo en un poderoso

    abrazo de oso. Ambos permanecieron all bajo la plida luz dorada de las antorchas que surga de lasala, unidos en un abrazo de luchador; luego se separaron, sujetndose el uno al otro por los brazossegn el antiguo saludo de los hombres de un mismo clan.

    Bedwyr! Ests aqu.Dnde tengo que estar cuando mi hermano me necesita? Bedwyr sonri, sacudiendo la

    cabeza. Mrate Duque de Inglaterra!Qu hay de malo en ello?Arturo, slo el verte es como el cielo y la tierra para m repuso Bedwyr en tono de guasa.

    Pero si yo hubiera estado all, t seras rey ahora.Cmo es eso, hermano? Eres acaso Emperador de Occidente, para poder jugar a coronar

    reyes?Ambos se echaron a rer de buena gana ante aquel intercambio y luego volvieron a abrazarse.

    Entonces nos vio Bedwyr.Myrddin! Pelleas! Corri hacia nosotros y nos abraz. Tambin vosotros habis

    venido. No pensaba encontraros a todos aqu. Me siento feliz de veros. Que los Espritus Radiantesden testimonio de ello, Dios es bueno y sabio!

    Salve, Bedwyr! Tenis todo el aspecto de un prncipe de Rheged le dije.Era cierto. Los oscuros rizos de Bedwyr estaban sujetos en una gruesa trenza; en sus muecas y

    brazos brillaban aros de oro ricamente esmaltados; su capa de lana era amarillo brillante y negra,tejida segn el ingenioso tramado a cuadros propio del norte; las finas botas de cuero estabanpintadas con dibujos de serpientes y le llegaban hasta las rodillas. En conjunto, pareca un antiguo

  • celta.Pelleas, Dios est contigo, te he echado de menos. Ha pasado mucho tiempo.S que lo haba pasado; ocho aos, en realidad.Cmo es que has venido aqu? inquiri Arturo. Pensbamos que esperaras hasta el inicio

    del deshielo.Hemos disfrutado de un invierno muy templado all en el norte respondi Bedwyr. En

    consecuencia, nos hemos visto obligados a permanecer ms tiempo del que hubiramos querido: lospiratas nos estuvieron molestando hasta muy entrado el invierno, de lo contrario, habramos venidoen otoo. Lanz una rpida carcajada. Pero veo que hemos encontrado incluso a Myrddin, yeso hace que la espera valga la pena!

    Inesperado, quizs admiti Merln. Pero no considero sorpresa el saludar a alguien cuyacompaa hemos deseado tan a menudo. Es una gran alegra verte, Bedwyr.

    Meurig, que haba estado observando la escena, se acerc con una antorcha en la mano y laexpresin satisfecha.

    Llenemos la sala! Tendremos una celebracin entre amigos en esta noche feliz.Y as se hizo. La comida pareca inagotable, y la bebida flua en un torrente incesante de jarras y

    odres. La sala resplandeca bajo la luz de las ramas de pino y las velas de junco, y el fuego de lachimenea chisporroteaba alegre, proyectando por doquier su rojizo resplandor. Meurig habaconseguido un arpista de cierto talento, de modo que tampoco nos falt msica. Cantamos sin cesary tambin danzamos los bailes de siempre.

    Los das siguientes estuvieron muy cargados: caceras, banquetes, canciones, conversaciones,diversiones. El obispo Gwythelyn vino desde la cercana abada de Llandaff para bendecir lascelebraciones y consagrar a Arturo en su nuevo puesto como protector de Inglaterra. Fue unahermosa celebracin. Todava me parece ver ante m la imagen de Arturo arrodillado ante el buenobispo, llevndose el borde de la capa de lana cruda de Gwythelyn a los labios, mientras ste leimpona las manos.

    Sucedi as: en un momento dado, Arturo era el Duque de Inglaterra, llevando sobre sus hombrostodo el honor y la responsabilidad de ese ttulo, y al siguiente era un prncipe cymry, despreocupado,de risa fcil y abierta. Era una fiesta para el espritu el contemplarlo, el estar cerca de l.

    Dulce Jess, me es imposible recordar un momento ms dichoso. Nadie lo disfrut tanto comoArturo y Bedwyr, quienes se sentaron a