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    Ms all del Tercer Mundo

    Globalizacin y Diferencia

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    Ms all del

    Tercer Mundo

    Globalizacin y

    Diferencia

    Arturo Escobar

    Profesor del Departamento deAntropologa, Universidad de Carolinadel Norte, Chapel Hill.

    Investigador Asociado al InstitutoColombiano de Antropologa e Historia,Bogot.

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    Mas all del Tercer Mundo. Globalizacin y Diferencia

    Arturo Escobar Instituto Colombiano de Antropologa e Historia

    ISBN 958-8181-36-4

    B ogot , C ol ombi a

    N ov ie mbre , 2 0 0 5

    ICANH Instituto Colombiano de Antropologa e Historia

    Sede: Calle 12 N 2-41

    Bogot - Colombia

    Telef: 5619500-5619600 Fax Etx144

    Correo electrnico: [email protected] URL: http://www.icanh.gov.co

    La Universidad del Cauca financi la traduccin de este libro.

    Nicols Morales Thomas

    Jefe de proyectos editoriales

    Daniel Manjarrs

    Asistente editorial

    Juan Ricardo Aparicio

    Traduccin preliminar

    Victor Alvarracn

    Correccin ortogrfica y de estilo

    Proyectoliso

    Diseo y diagramacin

    Imprenta Nacional

    Impresin

    Las ideas expuestas en el libro son responsabilidad del autor y no representan necesariamente laposicin del Instituto Colombiano de Antropologa e Historia ni de la Universidad del Cauca.

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    Introduccin. Cmo hablar de nuevo deglobalizacin y diferencia p.11

    p r i m e r a p a r t e

    Globalizacin y diferencia

    1. Ms all del Tercer Mundo: globalidadimperial, colonialidad global y movimientossociales contra la globalizacin p.21

    2. Desplazamientos, desarrollo y modernidaden el Pacfico colombiano p.47

    3. Mundos y conocimientos de otro modo:el programa de investigacin demodernidad/colonialidad p.63

    4. Diferencia, nacin y modernidadesalternativas p.93

    . c o n t e n i d o .

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    s e g u n d a p a r t e

    Diferencia y poltica de lugar

    5. Una ecologa de la diferencia: igualdad

    y conflicto en un mundo glocalizadop.

    123

    6. Cmo pensar la relacin entre ser humanoy naturaleza? p.145

    7. La cultura habita en lugares: reflexionessobre el globalismo y l as estrategiassubalternas de localizacin p.157

    8. Modernidad, identidad y la poltica de lateora p.195

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    t e r c e r a p a r t e

    El futuro de la(s) antropologa(s) y lasantropologas del futuro

    9. Otros mundos (ya) son posibles:autoorganizacin, complejidad y culturasposcapitalistas p.219

    10. Otras antropologas y antropologas deotro modo: elementos para una red deantropologas del mundo p.231

    Referencias citadas p.257

    Fuentes p.273

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    Este volumen puede ser visto como una continuacin de El Final del Sal-vaje. Publicado hace ya cinco aos, El Finalslo alcanz a apuntar tmidamente

    a varias de las temticas que aqu se desarrollan en profundidad.Algunas de es-tas nuevas tendencias tales como, en lo terico, las perspectivas crticas sobremodernidad y colonialidad que han surgido con fuerza en Amrica Latina enaos recientes y las teoras de complejidad y autoorganizacin, por un lado, y lapoltica del lugar y los movimientos contra la globalizacin en lo social, por elotro hacen que este libro se pregunte de una forma ms clara por la posibili-dad de ir "ms all del Tercer Mundo". Regreso, por supuesto, a algunos de losproblemas que ya trat en los noventa: los movimientos sociales, el desarrollo,la relacin entre cultura y poltica, y la antropologa misma. Sin embargo, esta

    vez el nfasis se encuentra en cmo pensar la globalizacin y las alternativas alos patrones de globalizacin imperantes; de all el subttulo del libro: Globali-

    zacin y Diferencia.Quiero agradecer de nuevo al Instituto Colombiano de Antropologa e

    Historia por el apoyo a la publicacin, particularmente a Mara Victoria Uribe yMauricio Pardo, as como a su director de publicaciones Nicols Morales, y a sucorrector de pruebas, Victor Albarracn, por su cuidadoso trabajo. El apoyo fi-nanciero de la Universidad del Cauca, indispensable para la traduccin de loscaptulos. Mis agradecimientos a Cristobal Gnecco en particular a este res-pecto, y por su inters decidido en el proyecto. Para m es extremadamente pla-centero tener esta oportunidad de renovar mis vnculos con el ICANH. Misms sinceros agradecimientos tambin a dos antroplogos y amigos, EduardoRestrepo, sin cuya colaboracin, esmerada tarea de edicin y traducin de algu-

    nos captulos este libro no hubiera sido posible; y Cristbal Gnecco, por el in-ters en el proyecto y el apoyo financiero que logr para ste por parte de laUniversidad del Cauca. Muchos de los captulos continan reflejando mi pro-ceso de aprendizaje y colaboracin con el Proceso de Comunidades Negras delPacfico colombiano. Mis ms decididos agradecimientos a Libia Grueso y Car-los Rosero, con quienes, entre otras cosas, realizamos dos eventos en el Ministe-rio de Cultura en Bogot en el 2002 que quedan consignados en uno de los

    .prefacio y agradecimientos.

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    captulos del libro. Agradezco tambin a Juan Ricardo Aparicio por su genero-sidad y destreza en la traduccin de tres de los captulos. Las deudas intelectua-

    les del libro son tan numerosas que sera imposible mencionarlas; sin embargo,espero haberlas resaltado en las citas y bibliografa de los diversos captulos.

    Dedico ese libro, con gran cario y humildad, a las antroplogas/os yeclogas/os colombianos y a las/los activistas de movimientos sociales como elProceso de Comunidades Negras que, en medio de las condiciones ms adver-sas, continan desarrollando una prctica intelectual y poltica que contribuyea repensar y redisear los mundos actuales, ms all de los procesos tan des-tructivos y violentos a que estn sometidos hoy en da. Tambin dedico este li-bro a la memoria de mi madre,Yadira,y de mi hermano, Jos Fernando ("Chepe"),a quienes tuve la hermosa oportunidad de acompaar durante muchos aospor los caminos de la vida.

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    Introduccin:

    Cmo hablar de nuevo deglobalizacin y diferencia

    La globalizacin, se repite ad nauseam en los espacios del poder en buenaparte del mundo, es un fenmeno imparable y en gran medida beneficioso. EnEstados Unidos y Europa, prcticamente todos los analistas sean de izquierdao de derecha tambin estn de acuerdo con esta observacin y, ms an, con elhecho de que la globalizacin supone la universalizacin de la modernidad decorte euro-americano. Anthony Giddens posiblemente lo ha expresado de la

    forma ms elocuente en sus escritos sobre el tema al afirmar que la globaliza-cin implica la profundizacin y universalizacin de la modernidad. Ya no res-tringida a Occidente, con la globalizacin la modernidad se instalara inelucta-blemente en todos los rincones del mundo, as que de ahora en adelantetendramos modernidad para siempre y en todas partes. Tericos como Haber-mas, Castells, Touraine, Beck, Taylor, Melucci, etc. y, desde la izquierda, Hardty Negri coinciden en afirmar que ya no hay un afuera a la modernidad y que,mal que bien, el destino del planeta est irremediablemente signado por el ima-ginario moderno (y, por lo pronto al menos, capitalista, blanco y patriarcal, asasuma coloraciones locales en las diversas partes del mundo que moderen esteo aquel aspecto de los rasgos ms caractersticos de la modernidad).

    Los ensayos contenidos en el presente volumen adoptan una posicin dia-metralmente opuesta: no slo no es inevitable el modelo de globalizacin pre-sente, sino que es posible postular la idea de que la globalizacin devenga en unpluriverso,es decir, en un espacio plural donde, al decir del sub-comandante Mar-cos, muchos mundos sean posibles, y con la salvedad de que estamos hablandode mundos en plural, es decir, una verdadera multiplicidad de configuracionespoltico-culturales, diseos socio-ambientales y modelos econmicos. Nos en-

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    contramos en un momento de transicin entre el mundo inaugurado en la se-gunda mitad del siglo XX, con la certeza inicial del "desarrollo" y el imaginario

    de tres mundos en marcha hacia una unificacin feliz, que se ha resquebrajadopor completo, y otro mundo, o mundos, que podran albergar una multitud deconcepciones y diseos. Este estado de transicin puede resumirse en forma es-cueta pero diciente con la pregunta,es la globalizacin de las dos ltimas dca-das la ltima etapa de la modernidad capitalista, o el comienzo de algo nuevo?Los ensayos que aqu se incluyen buscan ubicarse decididamente del lado pros-pectivo de la pregunta. Pensamos, como veremos en algunos de los captulosque siguen, que la bsqueda de alternativas a la modernidadno es un proyectohistricamente obsoleto, impensable o imposible. Por el contrario, siempre esten marcha en los pensamientos y prcticas de una variedad de actores sociales,y las condiciones actuales podran propiciar una activacin ms amplia y deci-

    dida de estos proyectos.La creciente dureza y en muchos casos verdadera brutalidad con que

    la globalizacin se impone en el mundo parece escapar a la atencin de la ma-yora de estos autores. El hecho es que, con gran claridad a partir de la fatdicafecha del nueve de septiembre de 2001 y ms an con la invasin estadouni-dense de Irak en marzo de 2003, se puede afirmar sin demasiada perspicacia queha surgido una nueva forma de globalidad, que aqu llamaremos, siguiendo lassugerencias de ciertos autores,globalidad imperial. Centrada y liderada por losEstados Unidos, este rgimen de globalidad articula intereses econmicos, mi-litares e ideolgicos en una constelacin de poder hasta cierto punto inusi-tada. En pases como Colombia, la globalidad imperial se vive como un estado

    cuasi-permante de "pequeas guerras crueles", como las llama el analista fran-cs Alain Joxe (2003), cuyo propsito evidenciado con claridad indubitableen regiones como el Pacfico es el control de poblaciones y recursos para elbeneficio de quienes abanderan el modelo neoliberal. Es por esto que, congran pertinencia, muchos crticos apuntan a la conjuncin entre modelo econ-mico, particularmente los tratados del mal llamado libre comercio como elALCA, y la militarizacin del espacio y la vida diaria en muchas regiones delcontinente. Lo que es importante resaltar por el momento, en trminos cultu-rales, antropolgicos y polticos, es que el imaginario actual de la globaliza-cin, incluyendo por supuesto sus excesos, encuentra su fuente en la experien-cia cultural y econmica de Occidente,as sea adoptada y adaptada por los grupos

    sociales y las elites locales; en otras palabras, la globalizacin dominante fun-ciona dentro de un espacio eurocntrico.

    Es posible una nueva lectura de este eurocentrismo? Sabemos que desdela conquista espaola y en diversas formas la de otras potencias europeas enotras partes del continente, incluyendo el Caribe lo que se llam Amrica fueincorporado en el universo conceptual europeo mediante multitud de repre-sentaciones, discursos y prcticas. La historia intelectual del continente tam-

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    bin nos ha mostrado en detalle la forma en que estas representaciones subya-cieron en el proyecto colonial, los modelos liberales y las reacciones conserva-

    doras del siglo XIX, las modernizaciones y modernismos tempranos de comienzosdel siglo XX y, por fin, el llamado desarrollo de la posguerra. Sabemos, porejemplo con el anlisis de Cristina Rojas (2001), pero tambin a partir de otrosautores y autoras, que estos regmenes de representacin como aquel famosomodelo de Sarmiento que distingua entre civilizacin y barbarie fueron gene-radores de violencia, dominacin y exclusin de indgenas y negros, mujeres yclases populares, entre otros. Se podra decir que hoy somos, o vivimos, la his-toria de estos regmenes. Basta mirar a una ciudad como Cali para ver una urbeque vive de espaldas a la realidad cruel de la exclusin, marginacin y explota-cin de su mayora negra, tanto en trminos espaciales como culturales y econ-micos. Esta situacin es tan slo el resultado de una larga historia que en gran

    medida an est por escribirse: una historia social y ambiental amplia del granValle del Cauca, de su apropiacin por un pequeo grupo blanco-mestizo dehacendados de la caa y ganaderos para su propio beneficio,con el resultado deuna destruccin ambiental que pareciera no conocer lmites, la pauperizacin delas clases populares, y la perpetuacin de un rgimen regional profundamenteracista.Cosas muy parecidas podran decirse de la mal alabada "colonizacin an-tioquea" en otras regiones del pas. En el fondo de estos modelos tambin en-contramos manifestaciones locales de un acendrado eurocentrismo.

    Es cuestionable, sin duda,pretender disertar sobre el eurocentrismo cuando,cada vez ms, a nivel mundial el modelo se impone por las armas, especial-mente cuando la fuerza ideolgica de los medios y la estrategia poltica amaada

    de los gobiernos no son suficientes para someter la voluntad de las masas. Sinembargo, como confo demostrar en los siguientes captulos, las discusionesculturales y de modelos de conocimiento siguen al menos tan vigentes como encualquier otra poca. Para ello me apoyar en dos fuentes principales. Por unlado, la labor a veces un poco intermitente pero esclarecedora de muchos mo-

    vimientos sociales que denuncian y se oponen al presente modelo de globaliza-cin. Aunque los movimientos contemporneos raramente denuncian el euro-centrismo en s, se podra decir que ya hay articulaciones importantes que seorientan en esta direccin, especialmente en espacios motivados en gran me-dida por los movimientos como el Foro Social Mundial y los foros regionales ytemticos que se han desprendido de ste.Afirmar que "otro mundo es posible"

    nos refiere a cmo pensar ese "otro". Como veremos en algunos captulos, exis-ten grupos que le dan un contenido ms atrevido al lema original de Porto Ale-gre con la expresin "otros mundos y mundos de otro modo". Es decir, lo queest en juego en ltima instancia es,precisamente, la concepcin del mundo.Msall de la modificacin de este o aquel rasgo del modelo asumido como nico,es necesario re-pensar el mismo diseo del(os) mundo(s). En este nivel podra-mos echar mano del concepto de Boaventura de Sousa Santos de "posmoder-

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    ( Introduccin)

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    nismo opositor" (2002; ver captulo 1); de acuerdo a ste, la tarea a que nos en-frentamos no es la bsqueda de soluciones modernas a los problemas modernos,

    sino el imaginar soluciones realmente novedosas con base en la prctica de losactores sociales de mayor proyeccin epistemolgica y social.

    El segundo punto de apoyo para repensar el eurocentrismo es el esfuerzointelectual, que me parece cada vez ms convincente y coherente, de un grupode investigadores, acadmicos y activistas que, partiendo de algunas de las ten-dencias de pensamiento crtico latinoamericano de los setenta y ochenta, peroentreverndose con las teoras crticas ms recientes en varias partes del mundodesde las crticas eurocntricas a la modernidad hasta las poscoloniales y su-balternistas estn logrando desarrollar una perspectiva que resalta de forma no-

    vedosa precisamente los aspectos culturales y del conocimiento (epistmicos yepistemolgicos) del presente modelo global neoliberal. Para acompaar el

    concepto de globalidad imperial, en este libro he adoptado la nocin de colo-nialidad global, formulado por Walter Mignolo a partir del concepto de colo-nialidad del poder de Anbal Quijano; este concepto apunta a la dimensin cul-tural y epistemolgica del eurocentrismo la supresin efectiva de losconocimientos y culturas subalternas en el diseo del(os) mundo(s), particular-mente mundos regionales y locales y al mismo tiempo hace visible (como ve-remos especialmente en el captulo 3) nuevas superficies y espacios de lucha desdedonde podran vislumbrarse crticas y alternativas no modernistas a los proble-mas de la modernidad globalizada. Estos espacios, estn profundamente vincu-lados a lo cultural y al lugar, relacionando ntimamente poltica de la diferenciay poltica del lugar.

    De este modo,regresar a temas ya tratados antes en relacin con las pol-ticas culturales y la defensa del lugar. Este libro, de hecho, puede ser vistocomo una continuacin de El final del salvaje. Publicado hace ya cinco aos,slo alcanz a apuntar tmidamente a dos temas que aqu se desarrollan con ma-yor profundidad: la poltica del lugar, por un lado, y las perspectivas derivadasde la complejidad y la autoorganizacin, por el otro.La primera temtica ha vistoun desarrollo creciente en los ltimos aos, en disciplinas como la antropologa,la geografa y la ecologa, y desde perspectivas como la fenomenologa, la eco-noma poltica y la teora feminista. En cuanto a la segunda, es de anotar que laaplicacin de las teoras de la complejidad, derivadas especialmente de la bio-loga, encuentran cada vez ms un campo de aplicacin frtil en las ciencias

    sociales y humanas. Baste mencionar, como veremos en detalle en el captulorespectivo, el trabajo de Manuel de Landa, y el tremendo esfuerzo de sntesisde Pablo Gonzles Casanova (2004), uno de los ms importantes socilogoslatinoamericanos.

    En general, en este volumen volver sobre los temas centrales de El finaldel salvaje, demarcados en su subttulo ("Naturaleza, cultura y poltica en la an-tropologa contempornea"). Las discusiones de lo cultural permean todos los

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    ensayos, particularmente en el esfuerzo sostenido por teorizar la diferencia comoel sine qua non de todo esfuerzo de pensamiento crtico y prctica social de re-

    sistencia y creacin alternativa. Es en la diferencia, como arguyo en el texto"Una ecologa de la diferencia" (captulo 5), donde encontramos puntos de par-tida y perspectivas para otros pensamientos,imaginarios y diseos sociales.Algoparecido ocurre con lo poltico. Lo cultural, continuando una lnea de argu-mentacin que desarrollamos en nuestro trabajo colectivo sobre movimientossociales (Escobar, lvarez y Dagnino 2001), deviene en hechos polticos, seconvierte en el material de lo poltico; al mismo tiempo, para llegar a la polticadesde otra perspectiva es necesario incorporarle lo cultural. Por diversas razo-nes, esta serie de ensayos contiene menos referencias a la naturaleza, aunquesta contina siendo una preocupacin permanente, tanto ma como de la an-tropologa en diversas latitudes.

    Finalmente, aunque la mayora de los captulos pueden ser vistos comoanlisis del estado del mundo y como formas de ir, o al menos de pensar, msall de ste, y aunque estos anlisis son profundamente interdisciplinarios, mu-chos de ellos continan siendo escritos desde la antropologa. En "otras antro-pologas y antropologa de otros modos" (captulo 10), escrito con EduardoRestrepo, nos volcamos sobre esta disciplina para lanzar un llamado a "indisci-plinarla" en el mejor sentido de la palabra, es decir, para una transformacininstitucional, epistemolgica y epistmica considerable, de tal forma que ellapueda renovar su relevancia poltica y social en un mundo marcado por la glo-balidad imperial y colonialidad global, globalizacin y diferencia.

    Breve gua de captulos

    Aunque los captulos pueden ser ledos independientemente unos de otros,las temticas estn entrelazadas y tiene cierto sentido leerlos en orden. Loscaptulos 1 y 3 desarrollan los elementos tericos ms importantes,los cuales sonilustrados y refinados por medio de anlisis etnogrfico y con referencia al casocolombiano, apoyndome especialmente en mi trabajo de ms de doce aos so-bre el Pacfico sur en Colombia.Esta investigacin,que comenzara como una ex-ploracin etnogrfica de la relacin entre desarrollo, naturaleza, capital y movi-mientos sociales alrededor de la cuestin de la conservacin de la biodiversidad,especialmente en el periodo 1993-1998 (Escobar y Pedrosa 1996, Grueso,Roseroy Escobar 2001) se ha convertido cada vez ms, y desde la distancia, en una in-

    vestigacin sobre el desplazamiento masivo de poblaciones afrocolombianas dela regin; no se descuidan, sin embargo, las estrategias ecolgico-sociales de losmovimientos sociales y los sectores ambientalistas que continan trabajandoen la regin contra viento y marea y en medio del ms terrible conflicto ar-mado motivado por grandes intereses econmicos y desarrollistas. Para ello,me apoyo en mi trabajo continuado con el Proceso de Comunidades Negras

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    ( Introduccin)

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    (PCN), el cual sigue siendo una fuente invaluable de ideas, informacin y posi-bilidades terico-polticas en lo ambiental, lo cultural, lo econmico y lo social.

    De esta forma, los captulos que aqu se refieren directamente a este trabajo conel PCN deben ser considerados como una continuacin de la elaboracin de unmarco de ecologa poltica de este movimiento que fuera comenzado en el cap-tulo 9 de El final del salvaje.

    El captulo 1 comienza con la aseveracin, postulada por Boaventura deSousa Santos (2002),de que no existen soluciones modernas a los problemas cau-sados por la modernidad hoy en da, y que, por lo tanto, hay que ir ms all delparadigma de la modernidad. En trminos del desarrollo, esto significa tam-bin ir "ms all del Tercer Mundo";con esta idea retomo aquella nocin que ela-borara a comienzos de los noventa, la de propender por una era posdesarrollo.En esta ocasin, sin embargo, contextualizo el problema en trminos de la du-

    pleta globalidad imperial/colonialidad global, y me aventuro a ver en los inten-tos de globalizacin contra-hegemnica de los movimientos sociales una nuevaestrategia poltica y una nueva lgica de lo social, la cual explico, de forma anun poco apresurada, en trminos de dinmicas de autoorganizacin. Aunqueno lo desarrollo en este trabajo ni en un captulo subsiguiente que retoma laproblemtica de la autoorganizacin, queda reseado aqu el potencial de cier-tas prcticas propiciadas por las tecnologas digitales para repensar lo poltico,lo ecolgico y lo social. En el captulo 2, elaboro la disyuntiva entre la moder-nidad de los problemas y la posmodernidad de las soluciones con referencia alabismo creciente entre la tendencia inherente a la modernidad para producirdesplazamiento y su capacidad de contenerlo o redistribuirlo espacial y social-

    mente, tomando el desplazamiento en el Pacfico como referente.La perspectiva que he dado en llamar "programa de investigacin de mo-

    dernidad/colonialidad" ocupa todo el captulo 3. Mi intencin en este captuloes presentar de forma didctica lo que en mi opinin es uno de los esfuerzosms originales y valiosos dentro del pensamiento crtico latinoamericano desdelos tiempos de la teora de la dependencia y la filosofa y teologa de la libera-cin. El grupo de investigadores afiliados a este proyecto que aunque en unareunin en Chapel Hill en junio del 2004 rechazara la idea de convertirse en"grupo", acept el compromiso terico y poltico del trabajo colectivo, que sinduda continuar por muchos aos tiene sus bases ms activas en varios pasesde los Andes, incluyendo en Colombia al Instituto Pensar de la Universidad Ja-

    veriana. Slo queda agregar que las implicaciones de esta perspectiva para laantropologa an estn por explorarse de una manera sistemtica, aunque elenfoque del grupo alrededor de las cuestiones de cultura, diferencia y poder lohacen idneo para investigaciones antropolgicas. Me parece que la etnografade la modernidad/colonialidad y de la posibilidad de "mundos y conocimientosde otro modo" an est por hacerse. "Diferencia, nacin y modernidades alter-

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    nativas", el captulo 4, contina con alguna de estas ideas a travs de un dilogoque sostuvimos Libia Grueso y Carlos Rosero del PCN con funcionarios del

    Ministerio de Cultura en octubre de 2002.El captulo 5, "Una ecologa de la diferencia: igualdad y conflicto en un

    mundo glocalizado" (texto preparado para UNESCO en 1999, pero no publi-cado) comienza la tarea prospectiva de pensar lugar, diferencia, y globalizacindesde una perspectiva amplia de ecologa poltica. Este captulo propone una

    visin de la ecologa poltica que incorpore sistemticamente lo econmico, loecolgico y lo cultural, definiendo este campo como el estudio de los conflictosdistributivos econmicos, ecolgicos y culturales. Con esta definicin, extiendola nocin de ecologa poltica propuesta por Joan Martnez Alier (el estudio deconflictos ecolgicos distributivos, es decir, de las luchas por el acceso y controlde los recursos naturales) al campo de lo cultural.Yendo un poco ms all, y de

    nuevo apelando al marco desarrollado por el PCN y la experiencia del Pacfico,discuto la idea de tomar las diferencias econmicas,ecolgicas,y culturales comopunto de partida para las luchas ecolgico-culturales. Con este paso acojo deforma definitiva el til concepto de "discursos y prcticas de diferencia econ-mica" de las gegrafas Julie Graham y Katherine Gibson (Gibson-Graham 1996)pero,de nuevo, extendindolo a lo ecolgico y lo cultural.Esta tarea contina conla discusin sobre la antropologa del lugar (captulo 7), donde sito a la antro-pologa en dilogo con las conversaciones polticas dentro de los movimientossociales sobre la defensa del lugar, por un lado, y las tendencias disciplinariassobre el tema en campos aledaos, por el otro. Por su parte, el captulo 6 pre-senta los debates sobre epistemologa de la naturaleza, contribuyendo indirecta-

    mente a teorizar la dimensin ecolgica de la perspectiva de ecologa poltica.La poltica del lugar es marcada por clase, gnero y etnia (como discu-

    tiera brevemente en el captulo 1).El captulo 8, "Modernidad, identidad y la pol-tica de la teora" combina estas discusiones tericas con una nueva reflexinsobre la construccin de identidades negras en el Pacfico sur colombiano. Estecaptulo combina teora e investigacin etnogrfica para intentar renovar el de-bate posestructuralista,ya un poco estril, entre el constructivismo y el esencia-lismo. Despus de resear en detalle las lecturas ms aceptadas del surgimientode lo negro en el Pacfico como hecho social, cultural y poltico, propongo unmarco eclctico de identidad apoyndome en teoras antropolgicas y feminis-tas, entre otras. Queda por fuera de este captulo la relacin entre identidad y

    gnero, que desarrollo en un texto mucho ms largo sobre el tema y que for-mar parte de un libro que estoy concluyendo sobre el Pacfico.

    Finalmente, los dos ltimos captulos constituyen enunciados tentativosque apuntan hacia el futuro tanto el futuro de lo social, por un lado, en la dis-cusin sobre complejidad y la autoorganizacin aplicada a los movimientos so-

    ) 1 7 (

    ( Introduccin)

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    ciales contra la globalizacin,a la cual ya me refer con anterioridad y, por el otro,el futuro de la antropologa y, si se quiere, la antropologa del futuro. Quisiera

    que estos dos captulos sirvieran en algo para fomentar el debate sobre la con-tribucin que esta disciplina puede hacer a la creacin de nuevos imaginarios yprcticas de construccin de mundo, ms all del eurocentrismo de la moder-nidad. El anlisis que hacemos de la antropologa puede por supuesto aplicarsea cualquier otra de las ciencias sociales y humanas. As, la pregunta de si es po-sible finalmente trascender la divisin intelectual de trabajo de la modernidadque parcelara el campo intelectual en una serie de prcticas que poco a pocose fueron disciplinando cada vez ms,perdiendo a lo largo de este viaje de ya msde dos siglos su potencial para subvertir los rdenes establecidos no le com-pete solamente a la antropologa. "Otras antropologas (y otros modos de cono-cer) son posibles", traslada el lema del Foro Social Mundial al campo de las dis-

    ciplinas. Tendremos que encontrar nuevas formas de vincular lo uno y lo otro,conocimiento y mundos, a travs de otras prcticas intelectuales y polticas.Este parece ser uno de los desafos que ms nos ataen como acadmicos, inte-lectuales y activistas en el momento presente.

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    Globalizacin

    y diferencia

    ()

    p r i m e r a p a r t e

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    Ms all del Tercer Mundo indica tanto el final de una era y modalidadde pensamiento como el nacimiento de nuevos retos, sueos y posibilidades re-ales. Ambas observaciones, sin embargo, pueden ser apasionadamente discuti-das. De un lado, qu es lo que realmente ha terminado? Asumiendo que el ho-rizonte histrico que finalmente ha concluido es el de las luchas anti-colonialesen el Tercer mundo, cmo entender los otros, tal vez menos inasibles, aspectos

    del tercermundismo? Por ejemplo, cmo comprender la tremenda solidaridadinternacional que suscit entre las gentes explotadas, sus apasionados llamadospor justicia o sus elocuentes demandas por un nuevo orden econmico inter-nacional? Y es la centralidad de lo poltico, en la cual este espritu se bas, unacosa del pasado? Todos estos rasgos son ineluctablemente dejados atrs por laaplanadora de la historia moderna capitalista? Para comenzar,muchas de las con-diciones que dieron origen al tercermundismo no han desaparecido. Hoy elmundo es confrontado por un sistema capitalista un imperio global lideradopor Estados Unidos que parece ms inhumano que nunca; el poder de esteimperio hace que el fuerte clamor por justicia de los lderes de Bandung aparezcahoy para nosotros como tmido. Ms an, la inhumanidad del imperio liderado

    por Estados Unidos continua siendo ms patentemente visible en lo que hastahace poco fuera denominado como el Tercer Mundo. As, puede ser argumen-tado que la necesidad por una solidaridad internacional es ms grande ahora quenunca, aunque en nuevas formas, por no hablar acerca de la imperiosa necesi-dad de resistir el mercado global que demanda, en un tono ms irrefutable queen el pasado, que el mundo tiene que ser organizado para su explotacin y queno se podr hacer nada para evitarlo.

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    Ms all del Tercer Mundo:

    globalidad imperial, colonialidad

    global y movimientos sociales

    anti-globalizacin

    c a p t u l o u n o

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    De otro lado,si el fin del Tercer Mundo indica algo nuevo,no hay acuerdosobre su novedad y las necesidades tericas y polticas que demanda. Para algu-

    nos, un paradigma enteramente nuevo no slo se necesita sino que ya se en-cuentra emergiendo. Otros hablan de la necesidad de un nuevo horizonte designificado para las luchas polticas despus del ocaso del sueo de la soberananacional mediante la revolucin popular. Otros argumentan incluso que comola mayora de las visiones alternativas del pasado reciente desde la liberaron na-cional hasta el socialismo operaron en un marco modernista, los paradigmasdel futuro tienen que distanciarse cuidadosamente de los conceptos modernos.Como reza el dicho: ms fcil decirlo que hacerlo. El hecho es que hay muchosbuenos anlisis del impase contemporneo, pero no parecen cristalizar o con-

    verger en propuestas compartidas o formulaciones tersas, ni mucho menos de-finir direcciones claras de la accin poltica que podran capturar la imagina-

    cin colectiva.David Scott lo plante fuerte, pero constructivamente,al decir quela situacin global actual se asocia a un nuevo espacio-problema al cual ni eltercermundismo ni el consiguiente (en los ochenta y noventa) criticismo pos-colonial proveen buenas respuestas; lo que se necesita, afirmaba, es "una nuevaconceptualizacin de las polticas poscoloniales" que permitan imaginar "la uninde la tradicin poltica radical [] en un ethos de respeto agnstico por plura-lizaciones de la diferencia subalterna" (Scott 1999: 224).

    Las conclusiones de Scott tienen resonancia, en mayor o menor me-dida, en un nmero de propuestas terico-polticas recientes, como el "pos-modernismo opositor" de Boaventura de Sousa Santos (2003), los llamados anuevos imaginarios anti-capitalistas como Anbal Quijano (2002) y Samir Amin

    (2003), y el nfasis en perspectivas no-eurocntricas sobre la globalidad delgrupo latinoamricano de investigacin de modernidad/colonialidad, que serdiscutido con algn detalle tanto en este captulo como en el tercero. La no-cin de diferencia subalterna como una importante fuente para los nuevosparadigmas tambin resuena constructivamente para quienes abogan por unasepistemologas, economas y ecologas basadas-en-lugar (i.e. Harcourt y Es-cobar 2002, Gibson-Graham 2003, McMichael 2001), y para quienes ven enlos movimientos anti-globalizacin o de justicia global una nueva lgica te-rica y poltica creciente. Un nmero de observadores, finalmente, encuentranen el movimiento del Foro Social Mundial, a pesar de muchas crticas, unaexpresin y promulgacin de este nuevo paradigma, visin poltica o imagi-

    nario anti-capitalista, incluso si sus contornos son apenas discernibles en elpresente (i.e. Santos 2003, Sen 2003, Fischer y Ponniah 2003, Sen et al. 2004).

    Este captulo teje algunos de estos iluminadores planteamientos en unargumento que se centra en los lmites de imaginar el "ms all del Tercer Mundo"en el orden del conocimiento y la poltica que nos di la nocin del Tercer Mundoy sus formaciones sociales asociadas. Mark Berger est en lo cierto cuando diceque las condiciones que vieron la emergencia de los nacionalismos anti-colo-

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    niales esbozados en el tercermundismo han sido superados, y que sus tropos(visiones romnticas de tradiciones pre-coloniales, utopismo marxista, y nocio-

    nes occidentales de modernizacin y desarrollo) deben ser entonces descarta-dos. La pregunta es,entonces, qu lenguajes y visiones sern los apropiados parael actual espacio-problema de la hegemona capitalista y las luchas contra he-gemnicas? Cul sera el rol, si hay alguno, de lo que ha sido denominado"tradiciones" en este respecto? Pueden ser inventadas nuevas formas de uto-pismo? Cul debera ser la contribucin de la modernidad occidental en esteesfuerzo? A la inversa, en qu punto debemos intentar ir ms all de dichamodernidad? Intentar demostrar que en los lenguajes de la diferencia subal-terna, utopismo crtico y una modernidad reinterpretada (una en la cual lamodernidad no es slo "reducida a su tamao real" sino re-contextualizada parapermitir que otras formaciones culturales sean visibles) estaremos en posibili-

    dad de hallar un nuevo marco terico para imaginar el "ms all del TercerMundo" en formas que, al menos, re-elaboren algunas de las trampas moder-nistas del pasado.

    El argumento que puede hacerse al respecto tiene tres componentes, de-sarrollados en las subsecuentes partes del captulo:

    1. La habilidad de la modernidad para proveer soluciones a los proble-mas modernos ha sido crecientemente comprometida. En efecto, puede serargumentado que no existen soluciones modernas a muchos de los proble-mas de hoy (Santos 2002,Leff 1998,Escobar 2003).Este es claramente el caso,por ejemplo, de los desplazamientos masivos y la destruccin ecolgica,pero tambin de la inhabilidad del desarrollo para satisfacer sus promesas

    de un mnimo bienestar a la poblacin del mundo. En la base de esta inca-pacidad moderna subyace tanto la hiper-tecnificacin de la racionalidad y lahiper-mercantilizacin de la vida social lo que Santos (2002) refiere comola creciente incongruencia entre las funciones de la emancipacin social y laregulacin social. El resultado es una globalidad opresiva en la cual mlti-ples formas de violencia toman crecientemente la funcin de regulacin dela gente y las economas. Este rasgo ha sido central para el enfoque neolibe-ral del imperio estadounidense (ms an despus de la invasin a Irak). Estatentativa modernista de combatir los sntomas mas no la causa de las crisissociales, polticas y ecolgicas resulta en mltiples "pequeas guerras crue-les" (Joxe 2002) en las cuales el control de territorios, poblaciones y recursos

    est en juego. Regmenes de inclusin selectiva y de hiper-exclusin de au-mentada pobreza para los ms y de inusitada riqueza para los menos ope-rando a travs de lgicas espacio-militares, crean una situacin de exten-dido fascismo social. El ampliamiento de territorios y personas objeto deprecarias condiciones de vida bajo el fascismo social sugiere la validez de ciertanocin de Tercer Mundo, aunque no reducible a estrictos parmetros ge-ogrficos. En sntesis, la crisis moderna es una crisis de los modelos de pen-

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    ( Globalizacin y diferencia) primera parte

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    samiento y las soluciones modernas, al menos bajo la globalizacin neolibe-ral (GNL), slo agudizan los problemas.Moverse ms all o por fuera de la

    modernidad deviene, entonces, en un sine qua nonpara imaginar el ms alldel Tercer Mundo.

    2. Si aceptamos que lo que est en juego es el reconocimiento de que nohay soluciones modernas a muchos de los problemas modernos de hoy,dndebuscaremos nuevas ideas? En este plano, resulta crucial cuestionar la idea am-pliamente aceptada de que la modernidad es ahora una fuerza universal einescapable,que la globalizacin implica la radicalizacin de la modernidad,y de que en adelante la modernidad est en todas partes. Un fructfero modode pensar es cuestionar la interpretacin de que la modernidad es un fen-meno intra-europeo. Esta reinterpretacin visibiliza el lado oculto de la mo-dernidad, esto es, aquellos conocimientos subalternos y prcticas culturales

    en el mundo que la modernidad misma ha suprimido, eliminado, invisibili-zado y descalificado. Entendido como "colonialidad", este otro lado ha co-existido con la modernidad desde la conquista de Amrica; es la misma co-lonialidad del ser, conocimiento y poder que el imperio liderado por EstadosUnidos intenta silenciar y contener; la misma colonialidad que se afirma enlos bordes del sistema mundo moderno/colonial, y desde el cual los grupossubalternos intentan reconstituir los imaginarios basados-en-lugar y los mun-dos locales. Desde esta perspectiva, la colonialidad es constitutiva de la mo-dernidad, y el "Tercer Mundo" es parte de su lgica clasificatoria. Hoy, unanueva articulacin global de la colonialidad est haciendo obsoleto el Ter-cer Mundo, y nuevas clasificaciones han sido acuadas para emerger en un

    mundo nunca ms predicado en la existencia de tres mundos.3. Este anlisis sugiere la necesidad de desplazarse de la sociologa de

    las ausencias de los conocimientos subalternos a la poltica de la emergen-cia de los movimientos sociales; esto requiere examinar los movimientossociales contemporneos desde la diferencia colonial. En sus mejores mo-mentos, los movimientos de hoy, particularmente los movimientos anti-globalizacin y de justicia global, promueven una nueva lgica de lo socialbasada en formas auto-organizadas y en gran parte estructuras no-jerr-quicas. Estos movimientos tienden a mostrar propiedades emergentes y uncomplejo comportamiento adaptativo que los movimientos del pasado, consu inclinacin por la centralizacin y jerarqua,nunca fueron capaces de ma-

    nifestar. Esta lgica es parcialmente reforzada por las dinmicas de autoor-ganizacin de las nuevas tecnologas de informacin y comunicacin (NTIC),resultando en lo que podra ser denominado "comunidades inteligentes su-balternas". Situadas en un lado contrapuesto de las zonas limtrofes mo-derno/coloniales, estas comunidades articulan prcticas de la diferencia so-cial, econmica y ecolgica que son tiles para pensar sobre mundos locales yregionales alternativos, e imaginar as el ms all del Tercer Mundo.

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    Los fracasos de la modernidad y laemergencia de la globalidad imperial

    Lo que estoy intentando argumentar es que para imaginar el ms all delTercer Mundo necesitamos tambin imaginar de alguna manera el ms all dela modernidad. De ah que empezar por discutir las tendencias dominantes enel estudio de la modernidad desde lo que podramos llamar "las perspectivasintra-modernas" antes de pasar a ofrecer componentes de un marco alterna-tivo. Soy consciente de que la visin de modernidad presentada a continuacines terriblemente parcial y controvertible. La presento slo para resaltar el con-traste con los encuadres que buscan ir ms all de la misma. En ltima instan-cia, la meta de esta breve digresin es poltica. Si, como la mayora de la discu-

    sin intra-moderna sugiere, la globalizacin implica la universalizacin yradicalizacin de la modernidad, entonces qu nos queda? Una alteridad ra-dical es imposible? De modo ms general, que le est sucediendo al desarrolloy la modernidad en tiempos de globalizacin? Est la modernidad, finalmente,siendo universalizada o ha sido dejada atrs? La pregunta es ms conmovedoraporque se puede argumentar que el presente es un momento de transicin: en-tre un mundo definido en trminos de modernidad y sus corolarios (el desarrolloy la modernizacin),y la certidumbre por ellos instalada un mundo que ha ope-rado mayoritariamente bajo la hegemona europea en los pasados doscientosaos, si no ms y una nueva realidad (global) que es an difcil de asir peroque, en extremos opuestos, puede ser vista ya sea como la profundizacin de la

    modernidad sobre el mundo o, al contrario, como una realidad profundamentenegociada que comprende mltiples formaciones culturales heterogneas y, porsupuesto, muchos matices entre ellas. Este sentido de transicin est bien cap-tado por la pregunta: es la globalizacin el ltimo estado de la modernidad ca-pitalista o el comienzo de algo nuevo? Como veremos, las perspectivas intra-mo-dernas y las no-eurocntricas ofrecen una respuesta sustantivamente diferentea esta serie de preguntas.

    Globalizacin como radicalizacin de la modernidad:una visin intra-moderna de la modernidad

    La idea de un proceso de globalizacin relativamente singular que emanede unos pocos centros hegemnicos permanece dominante. La raz de esta ideasubyace en la concepcin de la modernidad como un fenmeno esencialmenteeuropeo. Desde esta perspectiva, la modernidad puede ser caracterizada de lasiguiente manera: Histricamente, la modernidad tiene orgenes temporal y es-pacialmente identificados; el siglo XVII de la Europa del norte, alrededor de losprocesos de la Reforma, la Ilustracin y la Revolucin Francesa. Estos procesos

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    ( Globalizacin y diferencia) primera parte

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    cristalizaron al final del siglo XVIII y se consolidaron con la Revolucin Indus-trial. Sociolgicamente, la modernidad es caracterizada por ciertas institucio-

    nes, particularmente el Estado-nacin, y por algunos rasgos bsicos, tales comola reflexividad, la descontextualizacin de la vida social del contexto local y eldistanciamiento espacio/tiempo, dado que relaciones entre "ausentes otros" de-

    vienen ms importantes que la interaccin cara a cara (Giddens 1990). Cultu-ralmente, la modernidad es caracterizada en trminos de la creciente apropia-cin de las hasta entonces dadas por sentadas competencias culturales,por formasde conocimiento experto asociadas al capital y a los aparatos administrativosdel Estado lo que Habermas (1987) describe como una creciente racionaliza-cin del mundo-vida. Filosficamente, la modernidad implica la emergenciade la nocin de "Hombre" como fundamento de todo conocimiento del mundo,separado de lo natural y lo divino (Foucault 1973, Heidegger 1977). La moder-

    nidad es tambin vista en trminos del triunfo de la metafsica, entendida comouna tendencia extendida desde Platn y algunos presocrticos hasta Descartesy los pensadores modernos, y criticada por Nietzsche y Heidegger entre otros,que encuentra en la verdad lgica el fundamento para una teora racional delmundo compuesto por cosas y seres cognoscibles y controlables.Vattimo (2000)enfatiza la lgica del desarrollo la creencia en el perpetuo mejoramiento y su-peracin como crucial para la fundacin filosfica del orden moderno (ver elcaptulo 3 para una discusin ms detallada).

    Existe una necesidad lgica para creer que el orden tan esquemticamentecaracterizado arriba es el nico capaz de devenir global? Para la mayora de lostericos, en todos los matices del espectro poltico, ste es exactamente el caso.

    Giddens (1990) lo ha argumentado enfticamente: la globalizacin implica unaradicalizacin y universalizacin de la modernidad. La modernidad no es msun puro asunto de Occidente, sino que la modernidad est en todas partes, eltriunfo de lo moderno subyace precisamente en haber devenido universal. Estopodra denominarse "el efecto Giddens": desde ahora mismo, la modernidadest en todas partes, hasta el final de los tiempos. No slo la alteridad radical esexpulsada por siempre del mbito de posibilidades, sino que todas las culturasy sociedades del mundo son reducidas a ser la manifestacin de la historia ycultura europea. No importa cun variadamente sea caracterizada, una "mo-dernidad global" ha llegado para quedarse. Investigaciones antropolgicas re-cientes de la "modernity at large"1 (Appadurai 1996) han mostrado que la mo-

    dernidad debe ser vista como des-territorializada, hibridizada, confrontada,desigual, heterognea e incluso mltiple. No obstante, en ltima instancia, estasmodernidades terminan siendo una reflexin de un orden eurocentrado bajo elsupuesto de que la modernidad est ahora en todas partes, constituyendo un ubi-

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    Ms all del Tercer MundoGlobalizacin y Diferencia

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    1. Expresin de Arjun Appadurai traducida al castellano como "mod.ernidad descentrada" (porFondo de Cultura Econmica) o "modernidad desbordada" (por Prometeo Libros) (N.T.).

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    cuo e ineluctable hecho social.2 Esta incapacidad para ir ms all de la moder-nidad es enigmtica y necesita ser cuestionada como parte de cualquier es-

    fuerzo para imaginar un ms all del Tercer Mundo.

    Ms all de la modernidad:posmodernismo opositor

    Boaventura de Sousa Santos ha argumentado enfticamente que nos es-tamos desplazando ms all del paradigma de la modernidad en dos sentidos:epistemolgica y socio-polticamente. Epistemolgicamente, este movimientoimplica una transicin de la dominancia de la ciencia moderna a un panoramaplural de formas de conocimiento. Socialmente, la transicin es entre el capita-

    lismo global y las formas emergentes, de las cuales slo tenemos destellos en losmovimientos sociales de hoy y en eventos tales como el Foro Social Mundial. Elpunto clave de esta transicin, en la rigurosa conceptualizacin de Santos, esten la insostenible tensin entre las funciones centrales de la modernidad de laregulacin y la emancipacin social, en torno al creciente desbalance entre ex-pectativas y experiencia. Tendiente a garantizar el orden en sociedad, la regula-cin social comprende una serie de normas, instituciones y prcticas a travsde las cuales las expectativas son estabilizadas, basadas en los principios del Es-tado, el mercado y la comunidad.

    La emancipacin social reta el orden creado por la regulacin en nombrede un ordenamiento diferente; para este fin, ha recurrido a la racionalidad est-

    tica, cientfico-cognitiva y tica. Estas dos tendencias se han vuelto tan contra-dictorias, derivando en un nmero de excesos y deficiencias nunca antes tanevidente, en particular con la globalizacin neoliberal. El manejo de estas con-tradicciones principalmente en las manos de la ciencia y la ley, est l mismoen crisis. El resultado ha sido la hiper-cientifizacin de la emancipacin (las de-mandas por una mejor sociedad han sido filtradas a travs de la racionalidadde la ciencia), la hiper-mercantilizacin de la regulacin (la regulacin mo-derna es cedida al mercado, ser libre es aceptar la regulacin del mercado) y,ms an, el colapso de la emancipacin en la regulacin. De ah la necesidad deuna transicin paradigmtica que nos permita pensar de nuevo sobre la pro-blemtica de la regulacin y la emancipacin social, con la meta ltima de des-

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    ( Globalizacin y diferencia) primera parte

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    2. Creo que una visin eurocentrada de la modernidad est presente en el grueso de sus concep-tualizaciones tanto como en las de globalizacin, en la mayora de los campos y en todos los la-dos del espectro poltico, incluyendo aquellos trabajos que contribuyen con nuevos elementos arepensar la modernidad (i.e. Hardt y Negri 2000). En este ltimo caso, su eurocentrismo se ma-nifiesta en su identificacin de las fuentes potenciales para la accin radical, y en su creencia deque no hay un afuera de la modernidad (nuevamente, a la Giddens). En otros casos, las nocioneseurocntricas de la modernidad estn implcitas en visiones de la globalizacin que en otros sen-tidos son iluminadoras (i.e. Wallerstein 2000).

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    occidentalizar la emancipacin social (Santos 2002: 1-20). Para este fin, es re-querido un nuevo enfoque de la teora social, el "posmodernismo opositor":

    Las condiciones que trajeron la crisis de la modernidad no son todava las condi-ciones para superar la crisis ms all de la modernidad. De ah la complejidad denuestro periodo de transicin retratado por la teora oposicional posmoderna: es-tamos enfrentando problemas modernos para los cuales no hay soluciones mo-dernas. La bsqueda de una solucin posmoderna es lo que denomino posmo-dernismo opositor [...] Es necesario comenzar desde la disyuncin entre lamodernidad de los problemas y la posmodernidad de las posibles soluciones,y con-vertir tales disyunciones en el impulso para fundamentar teoras y prcticas capa-ces de reinventar la emancipacin social a partir de las destruidas promesas deemancipacin de modernidad (Santos 2002: 13, 14).3

    Santos apunta entonces hacia otro paradigma, distinto de la modernidad,incluso si no es an totalmente visible, que haga plausible la imaginacin delms all de la modernidad. Su lectura de la modernidad distingue entre las po-siciones que postulan un final al capitalismo, incluso si es en un largo trmino,que abogan por prcticas transformativas y aquellas otras que conciben el fu-turo como una metamorfosis del capitalismo, que favorecen estrategias adap-tativas dentro de ste (Castells 1996, Santos 2002: 165-193). Para este ltimogrupo, uno puede decir que la globalizacin es el ms reciente estado de lamodernidad capitalista; para el primero, la globalizacin es el comienzo dealgo nuevo. Como veremos prontamente, la perspectiva latinoamericana de lamodernidad/colonialidad sugiere que las prcticas transformativas estn pro-ducindose ahora, y necesitan ser amplificadas socialmente.

    La nueva fase del imperio g lobal yel crecimiento del fascismo social

    Para Santos (2002), una de las principales consecuencias del colapso dela emancipacin en la regulacin es la predominancia estructural de la exclu-sin sobre la inclusin. Ya sea por la exclusin de muchos de quienes estabananteriormente incluidos, o porque a aquellos que en el pasado eran candidatosa la inclusin se les impide ahora ser incluidos, el problema de la exclusin ha

    venido a acentuarse terriblemente, con un nmero creciente de personas arro-

    jadas en un autntico "estado de naturaleza". El tamao de la clase excluida varapor supuesto con la centralidad del pas en el sistema mundial, pero es parti-cularmente asombrosa en Asia,frica y Latinoamrica.El resultado es un nuevo

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    Ms all del Tercer MundoGlobalizacin y Diferencia

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    3. Santos diferencia su posicin de quienes piensan que hay mejores soluciones modernas aproblemas modernos (Habermas, Giddens) y de aquellos "celebradores posmodernos" (Baudri-llard, Lyotard, Derrida), para quienes la falta de soluciones modernas a los problemas modernosno es en s misma un problema, sino antes bien una solucin de cierto tipo.

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    tipo de fascismo social como "un rgimen social y civizacional" (Santos 2002:453). Este rgimen, paradjicamente, coexiste con sociedades democrticas, de

    ah su novedad. Este fascismo puede operar de varios modos: en trminos deexclusin espacial; territorios disputados por actores armados; el fascismo dela inseguridad; y por supuesto el mortal fascismo financiero, el cual a veces dictala marginalizacin de regiones y pases enteros que no cumplen con las condi-ciones necesitadas por el capital, segn el FMI y sus fieles asesores (Santos 2002:447-458). Al anterior Tercer Mundo corresponden los ms altos niveles de fas-cismo social de este tipo. Esto es, en suma, el mundo que est siendo creadopor la colonizacin desde arriba o la globalizacin hegemnica.

    Antes de continuar, es importante completar esta escueta representacinde la modernidad capitalista global de hoy al examinar la invasin a Irak lide-rada por Estados Unidos a principios de 2003. Entre otras cosas, este episodio

    presenta dos aspectos particularmente claros: primero, la voluntad de usar ni-veles de violencia sin precedentes para aplicar una dominacin de escala global;segundo, la unipolaridad del imperio actual. En ascenso desde los aos de That-cher-Reagan, esta unipolaridad ha alcanzado su clmax con el rgimen post-septiembre 11, basada en una nueva convergencia de intereses militares, econ-micos, polticos y religiosos en los Estados Unidos. En la convincente visin deAlain Joxe (2002) de una globalidad imperial, lo que hemos visto desde la Gue-rra del Golfo es el desarrollo de un imperio que opera crecientemente a travsdel manejo de una violencia asimtrica y espacializada, del control territorial,de las masacres sub-contratadas y de las "pequeas guerras crueles", las cualesen conjunto buscan la imposicin del proyecto capitalista neoliberal. En juego

    est un tipo de regulacin que opera mediante la creacin de un nuevo horizontede violencia global. Este imperio regula el desorden a travs de medios finan-cieros y militares, empujando el caos hasta sus afueras, creando una paz "preda-toria" que beneficia a una casta noble global, dejando incalculable sufrimientoen su camino. Es un imperio que no asume responsabilidad por el bienestar deaquellos sobre los cuales gobierna. Como Joxe ha argumentado:

    El mundo est hoy unido por una nueva forma de caos, un caos imperial, domi-nado por el imperium de los Estados Unidos, aunque no por ellos controlado. Ca-recemos de palabras para describir este nuevo sistema, mientras estamos rodeadospor sus imgenes [...] El mundo dirigido a travs del caos, una doctrina que unaescuela racional europea hara difcil de imaginar, necesariamente conduce al de-

    bilitamiento de los estados incluso en los Estados Unidos a travs de la emergentesoberana de las corporaciones y mercados (2002: 78, 213).

    El nuevo imperio opera entonces no tanto a travs de conquista, sino atravs de la imposicin de normas (mercados libres, democracia estilo EstadosUnidos, nociones culturales de consumo, entre otros). Lo que anteriormente sedenominaba Tercer Mundo constituye el principal teatro de una multiplicidadde pequeas guerras crueles que, antes que retornos brbaros, se enlazan a la

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    actual lgica global. Desde Colombia y Centroamrica a Argelia, frica subsa-hariana y el Medio Este, estas guerras se producen en los Estados o regiones, sin

    amenazar el imperio pero fomentando condiciones que le son favorables. Paragran parte del anterior Tercer Mundo (y por supuesto para el Tercer Mundo enel centro), se reserva "el caos-mundial" (Joxe 2002: 107), la esclavitud del mer-cado libre y el genocidio selectivo. En algunos casos, esto llega a un tipo de "pa-leo-micro-colonialismo" en regiones, en otros a la balcanizacin,y algunos a lasms brutales guerras internas y el desplazamiento masivo hasta vaciar regionesenteras para el capital transnacional (particularmente en el caso del petrleo,perotambin diamantes, madera, agua, recursos genticos y tierras agrcolas). A me-nudo estas pequeas guerras crueles son atizadas por redes de mafia y tiendenhacia la globalizacin macroeconmica. Es claro que el nuevo imperio global4

    articula la "expansin pacfica" de la economa de mercado con la violencia

    omnipresente de un nuevo rgimen de globalidad econmica y militar enotras palabras, la economa global viene siendo sustentada por una organiza-cin global de la violencia y viceversa (Joxe 2002: 200). En el lado de la subje-tividad, lo que crecientemente se encuentra en los Sures (incluyendo el Sur enel Norte) son "identidades fragmentadas" y transformacin de las culturas de lasolidaridad en culturas de la destruccin.

    E l c a so c o lo m b ia n o: m o de r n id ad , d e sa r r ol l oy la lgica del desplazamiento

    Colombia ejemplifica la visin de Joxe, y de esta manera creo que en

    Colombia se presentan situaciones que podran volverse ms comunes en elmundo. A pesar de la complejidad de la situacin, es posible realizar unas po-cas observaciones generales. Primero,este pas representa patrones de exclusinhistrica hallados en muchas partes de Amrica Latina,pero raramente tan pro-fundos. Esta situacin se ha agravado en los ltimos veinte aos por los suce-sivos regimenes neoliberales, pero existe una larga historia de exclusin, parti-cularmente en la estructura de la propiedad de tierras. Hoy, el 1,1% de los grandespropietarios controlan el 55% de toda la tierra cultivable (y alrededor de la ter-cera parte de sta puede estar asociada con el dinero de la droga). Ms del 60%de la poblacin colombiana tiene un ingreso por debajo de la lnea de pobreza;25% vive en pobreza absoluta, esto significa que sus ingresos son inferiores a

    un dlar al da. La pobreza rural es de 80% y la pobreza urbana ha alcanzadotambin altos niveles, con al menos dos consecuencias de particular relevan-cia: la creacin de vastos barrios de pobreza absoluta, con escasa o nula pre-sencia del Estado, los cuales son principalmente gobernados por leyes locales,

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    4. "El Nuevo Orden Mundial de la imperial monarqua estadounidense" (Joxe 2002: 171).

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    incluyendo persistente violencia; y la emergencia de un nuevo grupo de perso-nas conocidas como desechables que son a menudo objeto de "limpiezas so-

    ciales" por escuadrones de la muerte de derecha. Desde los aos ochenta, ma-fias de las drogas han adquirido tremenda presencia en todos los planos de lasociedad, impulsadas por el bastante lucrativo negocio internacional. El con-flicto armado que afecta actualmente a Colombia es bien conocido. Este con-flicto rene a diferentes actores principalmente guerrillas de izquierda, elejrcito y los grupos paramilitares de derecha en una compleja disputa mili-tar, territorial y poltica, que no intento analizar aqu.5 Es suficiente decir que,desde la perspectiva de la globalidad imperial, estos grupos pueden ser vistoscomo maquinas ms interesadas en su propia sobrevivencia y esfera de influenciaque en una solucin pacfica al conflicto. Masacres y violaciones a los dere-chos humanos estn al orden del da, por parte de los paramilitares pero tam-

    bin por las guerrillas, y la poblacin civil es frecuentemente introducida enel conflicto como participantes forzosos o victimas sacrificadas. Las guerrillasno han tenido la voluntad de reconocer y respetar las necesidades autnomasy las estrategias de otras luchas, como aquellas de las gentes negras e indge-nas y de los ambientalistas.

    Las dinmicas sub-nacionales de la globalidad imperial son patticamenteilustradas por la experiencia de la regin del Pacfico colombiano. Esta rea debosque hmedo tropical, rica en recursos naturales, ha sido la habitacin decerca de un milln de personas, 95% de ellas afrocolombianas, con cerca de50.000 indgenas de varios grupos tnicos.En 1991,una nueva Constitucin ga-rantiz los derechos territoriales de las comunidades negras. Desde la mitad

    de los noventa, sin embargo, guerrillas y paramilitares se han estado moviendoprogresivamente en la regin, para ganar el control de los territorios que sonricos en recursos naturales o sitio de futuros megaproyectos de desarrollo. Enmuchas comunidades ribereas, tanto guerrillas como paramilitares han im-pulsado a la gente a plantar coca o a salir. El desplazamiento ha alcanzado pro-porciones increbles, con muchos cientos de miles de personas desplazadasslo de esta regin. En la parte ms sur de la regin del Pacfico, el desplaza-miento ha sido causado en gran parte por los paramilitares pagados por los ri-cos cultivadores de palma africana, en un intento por expandir sus propieda-des e incrementar la produccin para los mercados mundiales (ver el captulo2). Esto se ha hecho en el nombre del desarrollo con recursos provistos por el

    Plan Colombia.6

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    ( Globalizacin y diferencia) primera parte

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    5. Para un tratamiento reciente de la actual situacin en Colombia, ver Garay (2002), Ahumadaet al. (2000), Leal (1999) y el nmero especial de la Revista Foro (No 46, enero de 2003).6. El Plan Colombia es una estrategia multimillonaria que busca el control tanto de la produc-cin de drogas y su trfico como de la actividad guerrillera. Liderado por los gobiernos colom-biano y estadounidense constituye una estrategia de militarizacin y control en la totalidad de laregin Andina (incluyendo la regin Amaznica ligada a los pases andinos). Su primera asigna-

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    Es poco conocido que Colombia tiene hoy cerca de tres millones de per-sonas desplazadas internamente constituyendo una de las mayores crisis de re-

    fugiados en el mundo. Cerca de 400.000 personas fueron desplazadas interna-mente slo en el 2002. Un altsimo porcentaje de los desplazados sonafrocolombianos e indgenas, los cuales hacen evidente un aspecto poco discu-tido de la globalidad imperial, esto es, su dimensin racial y tnica. Un aspectode esto es que, como ocurre en el Pacfico, las minoras tnicas a menudo habi-tan los territorios ricos en recursos naturales que son ahora deseados por el ca-pital nacional y transnacional. Ms all de esta observacin emprica, subyace elhecho de que la globalidad imperial es referida tambin a la defensa del privile-gio blanco en el mundo. Por privilegio blanco quiero decir aqu no tanto lo fe-notpicamente blanco, sino la defensa de la forma de vida eurocntrica que haprivilegiado histricamente a los blancos a expensas de la gente no-europea y

    de color en el mundo en general. Como veremos, esta dimensin de la globali-dad imperial es mejor captada por el concepto de colonialidad global.

    El caso de Colombia y de su regin Pacfica, entonces, refleja tendenciascruciales de la globalidad imperial y la colonialidad global. La primera tendenciaes la articulacin entre la economa y la violencia armada, particularmente en elan prominente papel de las guerras nacionales y sub-nacionales por el controldel territorio, la gente y los recursos. Estas guerras contribuyen a la dispersindel fascismo social, definido como la combinacin de la exclusin social y pol-tica por la cual se produce el incremento de largos sectores de la poblacin vi-

    viendo bajo terribles condiciones materiales y a menudo bajo la amenaza dedesplazamiento o incluso de muerte. En Colombia, la respuesta del gobierno ha

    sido escalar la represin militar, la vigilancia y la paramilitarizacin dentro de unaconcepcin de "seguridad democrtica" que refleja la estrategia global de los Es-tados Unidos como ha sido visto en el caso iraqu: democracia por la fuerza ysin derecho a disentir. El fascismo social y el fascismo poltico (redes de infor-mantes pagados, supresin de derechos) confluyen en esta estrategia de mante-ner un patrn de acumulacin del capital que beneficia a un cada vez ms estre-cho sector de la poblacin mundial.

    Segundo, Colombia tambin muestra que, a pesar de reunir condicio-nes excelentes para la construccin de una sociedad pacfica y una democra-cia capitalista (i.e. muy ricas reservas naturales y una amplia y altamente en-trenada clase profesional), en la prctica ha sucedido lo contrario en parte

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    cin de mil trescientos millones de dlares (2000-2002) fue mayormente destinada a ayuda mi-litar. Incluso el pequeo porcentaje de los fondos destinados al desarrollo social fue en su ma-yora capturado por las ONG soportadas por grupos capitalistas para extender su control sobreterritorios y recursos valiosos, como en el caso de los cultivadores de palma en la regin delPacfico sur. Entre los aspectos ms criticados del Plan Colombia por organizaciones colombia-nas e internacionales estn los programas de fumigacin indiscriminada, el fomento del incre-mento de la militarizacin y el escalamiento del conflicto. Aunque con otro nombre ("Plan Pa-triota"), esta estrategia es una pieza central de la administracin de Uribe (2002-2006).

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    porque la guerra local es, al menos parcialmente, un subrogado de los intere-ses globales (especialmente de los Estados Unidos), en parte porque con una

    rapaz voracidad la elite nacional se rehsa a entrar en una democracia mssignificativa, y tambin porque la lgica de la guerra (incluyendo las mafiasde la droga) ha tomado una dinmica de auto-perpetuacin.Finalmente, y msimportante para nuestro argumento, el caso colombiano hace ms claro elagotamiento de los modelos modernos. El desarrollo y la modernidad, conseguridad, fueron siempre inherentemente procesos creadores de desplaza-miento. Lo que se ha vuelto evidente con el exceso de la globalidad imperiales que la brecha entre las tendencias productoras de desplazamiento y los me-canismos preventores de desplazamiento no slo ha crecido sino que se ha vueltoinsostenible esto es, inmanejables en el marco moderno.7 En resumen, mien-tras que existen rasgos socio-econmicos y polticos que an podran hablar le-

    gitimamente de un Tercer Mundo (pobreza, exclusin, opresin, desarrollo de-sigual, imperialismo por supuesto y dems),estos han sido rearticulados de formasque no permiten hablar del Tercer Mundo, sino imaginar un ms all del TercerMundo ms apropiadamente. Esta articulacin debe preservar las condicionessociales que permitan hablar de un Tercer Mundo en un periodo anterior. Peroellas tienen que ser reactualizadas a travs de conceptos ms atinados para lasproblemticas contemporneas. Hasta ahora hemos discutido algunos de estosconceptos,particularmente el de imperialidad global y el de fascismo social.Tam-bin hemos comenzado la discusin de lo que significara el pensamiento de msall de la modernidad. Es tiempo de ampliar esta idea con la introduccin delprograma de investigacin de la modernidad/colonialidad.

    M s all de la mo dernidad: su balternidady la problemtica de la colonialidad

    El aparente triunfo de la modernidad eurocentrada puede ser visto comouna imposicin de un designio global por una historia local, de tal modo queha subalternizado otras historias locales y designios. Si este es el caso, podrauno postular la hiptesis de que alternativas radicales a la modernidad no sonuna posibilidad histrica cerrada? Y si es as, cmo podramos articular unproyecto en torno a esta nocin?, podra pensarse sobre, y (diferentemente)

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    ( Globalizacin y diferencia) primera parte

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    7. Los movimientos sociales locales en el Pacfico parecen estar claros en esto. Para ellos, el des-plazamiento es parte de un concertado contra-ataque sobre los logros territoriales de las comu-nidades tnicas a travs del continente, desde los zapatistas hasta los mapuches. Esto ocurre por-que los proyectos socio-econmicos de los actores armados no coinciden con los de las comunidadestnicas. Esta es la razn por la cual los movimientos sociales enfatizan un principio por el re-torno como poltica general para los grupos desplazados del Pacfico, y la declaracin de esta re-gin como un territorio de paz, felicidad y libertad, descartando todas las formas de violencia ar-mada. Para una discusin ms detallada sobre estos aspectos, ver el siguiente captulo.

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    desde una "exterioridad" al sistema mundo moderno?, puede uno imaginar al-ternativas a la totalidad imputada a la modernidad, y esbozar no una totalidad

    diferente hacia diferentes designios globales, sino una red de historias loca-les/globales construidas desde la perspectiva de una alteridad polticamente en-riquecida? Esta es precisamente la posibilidad que puede ser vislumbrada desdeel grupo de tericos latinoamericanos que en la problematizacin de la moder-nidad a travs de los lentes de la colonialidad cuestionan los orgenes espacialesy temporales de la modernidad, desatando as el potencial radical para pensardesde la diferencia y hacia la constitucin de mundos locales y regionales alter-nativos.En lo que sigue,presentar sucintamente algunos de los argumentos prin-cipales de estos trabajos.8

    La conceptualizacin de la modernidad/colonialidad se asienta en unaserie de operaciones que la distinguen de las teoras establecidas de la moderni-

    dad.Estas incluyen: 1) la localizacin de los orgenes de la modernidad en la con-quista de Amrica y el control del Atlntico a partir de 1492, antes que los mscomnmente aceptados mojones de la Ilustracin o el final del siglo XVIII; 2)la atencin al colonialismo, poscolonialismo e imperialismo como constitutivosde la modernidad; esto incluye una determinacin de no pasar por alto la eco-noma y sus concomitantes formas de explotacin; 3) la adopcin de una pers-pectiva gloabal en la explicacin de la modernidad, en lugar de una visin de lamodernidad como un fenmeno intra-europeo; 4) la identificacin de la domi-nacin de otros afuera del centro europeo como una necesaria dimensin de lamodernidad; 5) una reconceptualizacin del eurocentrismo como la forma deconocimiento de la modernidad/colonialidad una representacin hegemnica

    y modo de conocimiento que arguye su propia universalidad, "derivada de laposicin europea como centro" (Dussel 2000: 471, Quijano 2000: 549). En sn-tesis, hay una re-lectura del "mito de la modernidad" en trminos del ladooculto (la colonialidad) que implica una denuncia del supuesto de que el desa-rrollo europeo debe ser seguido unilateralmente por cualquier otra cultura,y por

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    8. En el mejor de los casos, esta es una muy sinttica presentacin de las ideas de este grupo. Verel captulo 3 para una ms detenida discusin, incluyendo su genealoga, tendencias, relacionescon otros movimientos tericos y tensiones actuales. Este grupo est asociado con el trabajo deunas pocas figuras centrales, principalmente, el filsofo argentino/mexicano Enrique Dussel, elsocilogo peruano Anbal Quijano y, ms recientemente, el argentino/estadounidense semiticoy terico cultural Walter Mignolo. Sin embargo, hay un creciente nmero de acadmicos asocia-dos con el grupo, particularmente en los pases andinos y los Estados Unidos. En aos recientes,el grupo se ha reunido en torno a numerosos proyectos y lugares en Quito, Ciudad de Mxico yChapel Hill/Druham y Berkeley en los Estados Unidos. Para las principales ideas presentadasac,ver Dussel (1983,1992,1993, 1996,2000); Quijano (1993,2000); Mignolo (2000,2001a, 2000b);Lnder (2000); Castro-Gmez (1996); Castro-Gmez y Mendieta (1998); Castro-Gmez (2000);Walsh, Schiwy y Castro-Gmez (2002). Pocos de estos debates han sido traducidos al ingls. VerBeverly y Oviedo (1993) para algunos de los trabajos de estos autores en ingls. Un volumen eneste idioma ha sido recientemente dedicado al trabajo de Dussel (Alcoff y Mendieta, 2000). Larevista Nepantla. Views from South, fundada recientemente en la Universidad de Duke, tiene unfoco parcial en los trabajos de este grupo. Ver especialmente el Vol. 1, No 3 de 2000. Otro volu-men en ingls, por Grosfogel y Saldvar, se encuentra en preparacin.

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    la fuerza si es necesario lo que Dussel (1993, 2000) denomin la "falacia desa-rrollista". Las conclusiones principales son,primero,que la unidad analtica pro-

    pia para el examen de la modernidad es la modernidad/colonialidad en suma,no hay modernidad sin colonialidad, siendo esta ltima constitutiva de la pri-mera. Segundo, el hecho de que la "diferencia colonial" es un espacio episte-molgico y poltico privilegiado. En otras palabras, lo que emerge de este en-cuadre alternativo es la necesidad de tomar seriamente la fuerza epistemolgicade las historias locales y pensar lo terico a travs de la praxis poltica de losgrupos subalternos.

    Algunas de las nociones claves que constituyen el cuerpo conceptual deeste programa de investigacin son entonces: el sistema mundo moderno colo-nialcomo el ensamblaje de procesos y formaciones sociales que acompaan elcolonialismo moderno y las modernidades coloniales. La colonialidad del poder

    (Quijano) es entendida como un modelo hegemnico global de poder instau-rado desde la conquista que articula raza y trabajo, espacio y gentes, de acuerdocon las necesidades del capital y para el beneficio de los blancos europeos. Ladiferencia colonialy la colonialidad global(Mignolo) se refieren al conocimientoy dimensiones culturales del proceso de subalternizacin efectuado por la colo-nialidad del poder; la diferencia colonial resalta las diferencias culturales en lasestructuras globales del poder existentes actualmente.La colonialidad del ser(Nel-son Maldonado-Torres), como la dimensin ontolgica de la colonialidad, enambos lados del encuentro; la colonialidad del ser apunta hacia el "exceso on-tolgico" que ocurre cuando seres particulares se imponen sobre otros y, adems,encara crticamente la efectividad de los discursos con los cuales el otro responde

    a la supresin como un resultado del encuentro. Eurocentrismo como el modelode conocimiento que representa la experiencia histrica europea, que ha deve-nido globalmente hegemnica desde el siglo XVII (Dussel, Quijano); de ah laposibilidad de pensamiento y epistemologas no-eurocntricos. Una detenida eiluminadora caracterizacin de la colonialidad es presentada por Walter Mignolo:

    Dado que la modernidad es un proyecto, el proyecto triunfal del Occidente cris-tiano y secular, la colonialidad es, de un lado, lo que el proyecto de modernidadnecesita eliminar y borrar en aras de implantarse a s misma como modernidad y,del otro lado, es el sitio de enunciacin donde la ceguera del proyecto moderno esrevelado y, concomitantemente, es tambin el sitio desde donde los nuevos pro-yectos comienzan a desplegarse. En otras palabras, la colonialidad es el sitio de

    enunciacin que revela y denuncia la ceguera de la narrativa de la modernidaddesde la perspectiva de la modernidad misma, y es al mismo tiempo la plata-forma de la pluriversalidad, de proyectos diversos provenientes de la experienciade historias locales tocadas por la expansin occidental (como el Foro SocialMundial demuestra); as la colonialidad no es un nuevo universal abstracto (el mar-xismo est incrustado en la modernidad, bueno pero miope), sino el lugar dondela diversalidad como proyecto universal puede ser pensado; donde la cuestin de

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    lenguajes y conocimientos devienen cruciales (el rabe, el chino, el aymar, elbengal, etc.) como el sitio de lo pluriversal esto es, lo "tradicional" que lo "mo-

    derno" est borrando y eliminando (Mignolo. Correo electrnico, mayo 31 del 2003).La pregunta de si existe o no una "exterioridad" al sistema mundo mo-

    derno colonial es de alguna manera peculiar a este grupo, y puede ser fcil-mente malentendida. Esta pregunta fue originalmente propuesta por Dussel ensu clsico trabajo sobre la filosofa de la liberacin (1976) y retrabajada en losaos recientes. De ninguna manera esta exterioridad debe pensarse como unafuera puro intocado por lo moderno. La nocin de exterioridad no implica unafuera ontolgico, sino que refiere a un afuera que es precisamente constituidocomo diferencia por el discurso hegemnico. Con la apelacin desde la exterio-ridad en la cual es localizado, el Otro deviene en la fuente original del discursotico vis a vis una totalidad hegemnica. Esta interpelacin del Otro viene

    como un desafo tico desde afuera o ms all del marco institucional y norma-tivo del sistema. Esto es precisamente lo que el grueso de los tericos europeosy euro-americanos parecen poco dispuestos a aceptar; tanto Mignolo como Dus-sel encuentran ac un lmite estricto a la deconstruccin y a las crticas eu-rocntricas del eurocentrismo.

    La nocin de Dussel de transmodernidadindica la posibilidad de un di-logo no-eurocntrico con la alteridad,un dilogo que permita plenamente "la ne-gacin de la negacin" por la cual los subalternos otros han sido sujetados. Eneste sentido son importantes las nociones depensamiento de frontera, epistemo-loga de frontera y hermenutica pluritpica de Mignolo. Estas nociones apun-tan a la necesidad de "una especie de pensamiento que se mueva a lo largo de ladiversidad de los procesos histricos" (Mignolo 2001a: 9) y que "enfrente el co-lonialismo de la epistemologa occidental (de la izquierda y de la derecha)desde la perspectiva de las fuerzas epistmicas que han sido convertidas en for-mas subalternas de conocimiento (tradicional, folclrico, religioso, emocional,etc.)" (2001a: 11). Mientras Mignolo reconoce la continuada importancia de lacrtica monotpica de la modernidad por el discurso crtico occidental (crticadesde un nico y espacio unificado), l sugiere que sta tiene que ser puesta endilogo con las crticas emergentes desde la diferencia colonial. El resultado esuna "hermenutica pluritpica", que hace posible el pensamiento desde diferen-tes espacios que finalmente rompe con el eurocentrismo como la nica pers-pectiva epistemolgica (sobre la aplicacin de la nocin de hermenutica diat-

    pica a tradiciones culturales inconmensurables, ver tambin Santos 2002:268-274). Que sea claro, sin embargo, que el pensamiento de frontera implica"desplazamiento y partida" (Mignolo 2000: 308), doble crtica (tanto de Occi-dente como de las otras tradiciones desde las cuales la crtica es lanzada), y laafirmacin positiva de un alternativo ordenamiento de lo real.

    El corolario es la necesidad de edificar narrativas desde la perspectiva dela modernidad/colonialidad "dirigidas hacia la bsqueda de una lgica diferente"

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    (Mignolo 2001a: 22). Este proyecto se refiere a la rearticulacin de los designiosglobales por y desde historias locales, a la articulacin entre conocimiento su-

    balterno y hegemnico desde la perspectiva de lo subalterno, y al remapeo de ladiferencia colonial hacia una cultura de alcance mundial tal como en el pro-yecto zapatista que remapea el marxismo, el tercermundismo y el indigenismo,sin ser ninguno de ellos, en un excelente ejemplo de pensamiento de frontera.Mientras "no hay nada afuera de la totalidad la totalidad es siempre proyec-tada desde una historia local dada", por lo que es posible pensar en "otras his-torias locales produciendo ya sea totalidades alternativas o una alternativa a latotalidad" (Mignolo 2000: 329). Estas alternativas no jugaran en el par "globa-lizacin/civilizacin" inherente a la modernidad/colonialidad,sino que ms bienedificaran en la relacin "mundializacin/cultura" centrada en historias localesen las cuales los designios globales coloniales son necesariamente transforma-

    dos. La diversidad de la mundializacin es contrastada ac con la homogenei-dad de la globalizacin, tendiente hacia mltiples y diversos rdenes sociales ensntesis,pluriversalidad.Uno puede decir, con Mignolo (2000: 309), que este en-foque "es ciertamente una teora desde/delTercer Mundo,pero no slo para el Ter-cer Mundo La teorizacin del Tercer Mundo es tambin para el Primer Mundoen el sentido de que la teora crtica es subsumida e incorporada en una nuevalocacin neocultural y epistemolgica".

    Algunas conclusiones parciales: la colonialidad incorpora el colonialismoy el imperialismo pero va ms all de ellos; es por esto que la colonialidad notermina con el final del colonialismo (la independencia formal de los Estadosnacin),sino que ha sido re-articulada en trminos del imaginario de los tres mun-

    dos surgido tras la Segunda Guerra Mundial (el cual es a su vez reemplazo de lasarticulaciones previas en trminos de Occidentalismo y Orientalismo). Por lomismo, el "fin del Tercer Mundo" implica una rearticulacin de la colonialidaddel poder y del conocimiento. Como hemos visto, esta rearticulacin toma la formatanto de una globalidad imperial (un nuevo enlace entre el poder econmico ymilitar) como de una colonialidad global (emergentes rdenes clasificatorios yformas de alterizacin que estn remplazando el orden de la Guerra Fra). El nuevorgimen de colonialidad es an difcil de discernir. Raza, clase y etnicidad conti-nuarn siendo importantes, pero reconfiguradas; y recientemente, prominentesreas de articulacin se estn generando, tales como la religin (y el gnero aso-ciado a sta, especialmente en el caso de las sociedades Islmicas como lo pudi-

    mos apreciar en la guerra contra Afganistn). Sin embargo, el ms prominentevehculo de la colonialidad hoy parece ser ambiguamente dibujado por la figuradel "terrorista". Asociado ms usalmente al Medio Oriente, y en consecuencia alos ms inmediatos intereses petroleros y estratgicos de los Estados Unidos (vis vis la Unin Europea y Rusia, de un lado, y China e India, del otro), el imagi-nario del terrorista puede tener un amplio campo de aplicacin (lo ha sido ya alos militantes vascos y a las guerrillas colombianas, por ejemplo). Ms an, des-

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    pus de septiembre 11, todos somos terroristas potenciales,a menos que usted seaestadounidense, blanco, cristiano, conservador, y republicano en realidad o

    epistemolgicamente (esto es, en el modo de pensamiento).Esto significa que en la bsqueda por superar el mito de la modernidad,

    es necesario abandonar la nocin del Tercer Mundo como una articulacinparticular de tal mito. Del mismo modo, la problemtica de la emancipacinsocial necesita ser refractada a travs de los lentes de la colonialidad. La eman-cipacin (y tambin la economa), como se mencion, necesita ser des-occiden-talizada. Si el fascismo social ha devenido en condicin permanente de la glo-balidad imperial, la emancipacin tiene que enfrentar la colonialidad global.Estosignifica concebirla desde la perspectiva de la diferencia colonial. Qu signi-fica la emancipacin o liberacin, en el lenguaje preferido de algunos autoresde la modernidad/colonialidad, cuando uno la aprecia a travs de los lentes de

    la colonialidad, esto es, ms all de la exclusin definida en trminos sociales,econmicos y polticos?

    Finalmente, si no el Tercer Mundo, entonces qu? Pues "mundos y co-nocimientos de otro modo" basados en las polticas de la diferencia desde la pers-pectiva de la colonialidad del poder, como veremos en la seccin final.9

    O t ros mu ndo s so n p o sibles : M o vimient os so c iales ,poltica basada-en-lugar y colonialidad global

    "Mundos y conocimientos de otro modo" resalta el doble aspecto del es-

    fuerzo que est en juego: construir polticas a partir de la diferencia colonial,par-ticularmente en el nivel del conocimiento y la cultura, e imaginar y construirmundos verdaderamente diferentes. Como el eslogan del Foro Mundial Socialde Porto Alegre lo planteaba: "otro mundo es posible". En el pensamiento msall del Tercer Mundo est en juego la habi