Arvelo y Beluche 1875 El Palurdo y La Coqueta

JOS ANTONIO ARVELO Y BELUCHE Biblioteca Virtual de Dramaturgia Venezolana Tintateatro

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EL PALURDO

Y LA

COQUETA (Comedia original en un acto y en verso)

Puerto Cabello, 1875


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Personajes:

PAQUITA

DON CLETO

DON ZENON

DON HENRIQUE

DON LUS

DIONICIO, negrito sirviente

La escena pasa en Caracas.


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ACTO NICO

Sala en casa de Don Zenon Una mesa a la derecha del actor con recado de recibir: otra a la izquierda con espejo y objetos de tocador.- Puerta al fondo y laterales.- Sillas y otros muebles decentes.- Sobre una de las sillas habr un chal o abrigo, y un sombrero de mujer.

Escena Primera

HENRIQUE.- (Viendo de reojo a Lus) .

LUS.- (Viendo de reojo a Henrique) .

PAQUITA.-

HENRIQUE.-

LUS.-


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PAQUITA.- (En tono afectuoso levantndose: lo mismo hacen Lus y Henrique) Caballeros! Debo ir donde mi vecina Laura.

Me recibir furiosa, pues he ofrecido peinarla para salir de paseo

y ya son las cuatro dadas. (Toma el abrigo y el sombrero, y se los pone mirndose al espejo)

Pueden esperar si gustan a pap, que no dilata, y estar con l mientras vuelvo.

LUS.- (Aparte a Paquita)

PAQUITA.- (Aparte a Lus)

HENRIQUE.- (Aparte a Paquita)

PAQUITA.- (Aparte a Henrique) Adis, Lus! (Dndole una carta con precaucin) . Adis, Henrique; hasta luego. (Dndole una carta de la misma manera)

(Al salir) Mil gracias.


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(Lus y Henrique acompaan a Paquita hasta la puerta del fondo, y la despiden con una cortesa)

Escena Segunda Dichos, menos Paquita.

LUS.-

HENRIQUE.-

LUS.- Con el permiso de usted voy a leer una carta

que me dieron al entrar.

HENRIQUE.- Coincidencia ms rara! Yo tambin voy a ver una que al entrar me fue entregada.

(Se retiran y abren las cartas) (Leyendo) (Leyendo)

HENRIQUE.-

LUS.-


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HENRIQUE.-

LUS.-

HENRIQUE.-

LUS.-

HENRIQUE.-

LUS.-

HENRIQUE.-

(Leen con tamaos ojazos)

LUS.-

HENRIQUE.-

LUS.-

HENRIQUE.-

LUS.-


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HENRIQUE.-

LUS.-

HENRIQUE.-

LUS.-

HENRIQUE.-

(Se dirigen la palabra casi a un tiempo, acercndose simultneamente) Seor Don Lus LUS.- Don Henrique

HENRIQUE.- Un momento

LUS.- Una palabra.

HENRIQUE.- Es usted muy venturoso!

LUS.-

HENRIQUE.- A usted le adora Paquita

LUS.- (Furioso) Basta, caballero, basta!


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HENRIQUE.- (Id) S! ya basta de ficciones! Terminemos esta farsa.

LUS.- Comprender usted

HENRIQUE.- Comprendo. Que una ria es necesaria entre los dos.

LUS.- Sin remedio! Nos batiremos maana.

HENRIQUE.- A la espada o al revlver?

LUS.- O al palo o las trompadas: en siendo la ria a muerte

me es indiferente el arma!

HENRIQUE.- Hora?

LUS.- Las ocho.

HENRIQUE.- Y el sitio?

LUS.- San Simn o la Matanza!


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HENRIQUE.- Sin padrinos!

LUS.- Ni madrinas!

HENRIQUE.- Sin condiciones!

LUS.- Sin nada!

HENRIQUE.- No quiero tener de ella ni la prueba de su infamia!

Guarde usted este billete, esta milagrosa carta que ha quitado de mis ojos la venda que los cegaba, descubrindome el enredo de su diablica trama.

LUS.- Es usted el tramoyista, el que con aleve audacia a mi dignidad y honra viles redes preparaba. Esta carta es prueba dello;

tmela, lala y gurdela.

(Cogen a un tiempo las cartas, y se retiran a leerlas, dando muestra de mayor asombro)


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HENRIQUE.- Ah, fementida!

LUS.- Alevosa!

HENRIQUE.- Coquetsima!

LUS.- Qu maula!

HENRIQUE.- Amores con dos a un tiempo!

LUS.- A los dos nos engaaba!

HENRIQUE.- Fue un quid pro quo la huidora!

LUS.- Fue un lapsus literae ingrata!

(Dirigindose la palabra simultneamente) Seor Fusa HENRIQUE.- Seor Silva

LUS.- Pienso

HENRIQUE.- Yo tambin pensaba

LUS.- Vamos, qu pensaba usted?


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HENRIQUE.- Bah! pues la cosa es bien clara!

LUS.- Desistir del desafo?

HENRIQUE.- Y aliarnos para atacarla.

LUS.- Muy bien pensado!... Qu idea! Conoce usted a Carranza?

HENRIQUE.- Aquel palurdo ridculo?... Que si le conozco, vaya! Como que est enamorado de Paquita, que da lstima!

LUS.- Habr venido del campo?

HENRIQUE.- S, le he visto esta maana.

LUS.- En dnde le encontraremos?

HENRIQUE.- De seguro en la posada de enfrente.

LUS.- Vamos all. Idea ms extraordinaria!... Ya usted ver como pronto


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saboreamos la venganza.

(Vnse por la puerta del fondo, a tiempo que Don Zenon entra por la puerta izquierda)

Escena Tercera

Don Zenon, luego Paquita.

DON ZENON.- Gu! Se van estos seores sin decirme una palabra

No habrn hallado a Paquita; esa criatura tan guapa que todo el que nos conoce duda sea de mi fbrica. (Pausa) Ah! Si mi esposa viviera! ah! Si viviera Viviana! cun orgullosa estara con esta linda muchacha! (Pausa) Me parecen que no llegan

las horas tan deseadas,

de ver en aquel cuartico (Sealando a la derecha) la conyugaliente cama, y una cuna que contenga entre paales y almohadas un nietecito que pida


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llorando el tete a la mama.

(Entra Paquita)

PAQUITA.- (En tono carioso, fingiendo candor)

Papaito

DON ZENON.- Hija, en ti pensando estaba, deseando llegar a verte crecida y multiplicada.

PAQUITA.- Crecida ojal! Bien s que mi estatura es mediana; pero multi qu? no acierto ni a pronunciar la palabra.

DON ZENON.- Quiero decirte, hija ma, que al mirarte yo casada,

ensanchando ya el estrecho

crculo de tres miradas;

llena de antojos; vestida con una anchurosa bata

porque te opriman los trajes que hoy te pones; virgen santa! Ser el hombre ms dichoso!


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PAQUITA.- Pues no soy tan delgada.

DON ZENON.- Inocente tortolilla! qu pura eres, qu cndida!... Dime, Paquita, de todos los que visitan mi casa,

cul es el que ms te gusta, pues que te cae ms en gracia?

PAQUITA.- Para qu me lo preguntas?

DON ZENON.- Ya te lo dir a su tiempo: oye y dime cul te agrada. Viene Don Henrique Fusa, joven que entiende de pentagrama desde nuestras maricelas

hasta la pera italiana: es un msico entendido, toca el violn, la guitarra, el bajo y el contrabajo, la viola, el pito y la flauta.

Viene tambin Don Lus Silva, poeta de mucha fama:

gracias a su fantasa y a su pluma extraordinaria,


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ser tu seno de nieve de alabastro tu garganta; tu aliento ser el perfume que los jazmines exhalan; sern tres dientes de perlas, y de fuego tus miradas; tu acento ser el sonido lejano, tenue, de un arpa, o el quejido de las trtolas, o el trino de las calandrias.

Por ltimo: viene Cleto, tiene haciendas, muchas casas,

y ms onzas y esterlinas que mi cabellera canas,

pero, hablando con franqueza, un defectillo se le haya,

y es el ser un poco palurdo; al fin, criado en las montaas.

Esto no impide que sea buen servidor a la patria,

buen amigo, y generoso con el que a su puerta llama.

No llevar bien los guantes, el cuello alto y la casaca;

pero en cambio muy bien puestos lleva el corazn y el alma


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Con que dime, de los tres cul es el que ms te cuadra?

PAQUITA.- Yo.. yo..

DON ZENON.- Pinsalo bien, hija ma; volver luego. .

(Toma su sombrero y vse por la puerta del fondo)

Escena Cuarta Paquita, luego Dionicio por el fondo.

PAQUITA.- Hme pues, en una crisis ertico- eleccionaria. (Pausa) Prescindamos del palurdo,

del estlido Carranza. (Pausa) Se trata de dos personas


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adictas, idneas, aptas, con idnticos propsitos y con el mismo programa Quin pudiera fraccionarse para sufragar por ambos! Mas ya que no es cosa pblica la cosa que se trata, y siendo iguales los mritos, servicios y circunstancias

de las dos candidaturas

a que se disputan la papa, antes del pronunciamiento

reflexionemos con calma. (Entra Dionicio)

DIONICIO.- Nia Paquita, esta carta me dio para usted ahora el seor Cleto Carranza. Y no s cmo ha sabido que soy buzn de esta casa. (Le entrega una gran carta)

PAQUITA.- Por primera vez me escribe y el billete es una hallaca! (Riendo)


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Y seorita con C! Qu firma! Qu gramtica! Vete, y si escriben los otros

DIONICIO.- En los pies me pondr alas. (Vse por el fondo)

PAQUITA.- Cual Mercurio el mensajero (Riendo) de las deidades paganas.

Escena Quinta Paquita sola.

(Pone la carta sobre la mesa de la izquierda)

PAQUITA.- Pensemos ac inter nos, Si ser el uno o el otro Caramba! estoy en un potro!... A m me gustan los dos!... Es un crimen, una infamia

que no merece perdn, dejar que la religin prohba la poligamia! Si mi corazn ha sido para amar puesto en el pecho,

puede quedar satisfecho amando a un solo marido?...


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Ah! Pero ya que es forzoso, para que fiel se me llame,

seguir la costumbre infame de tener un solo esposo;

sacrifiquemos en aras de la inicua sociedad,

la menos cara mitad

Mas si las dos son tan caras!

Y dnde est el alma fuerte capaz de tal sacrificio?...

oh Seor! Yo pierdo el juicio! Que la decida la suerte! S! Maldita sociedad que mis instintos coartas,

van a decidir las cartas

cul es mi nica mitad! Hoy me escribirn los dos, y los billetes que espero

pondr dentro de este sombrero (Se quita el sombrero y lo tira sobre una silla)

a la ventura de Dios.

Sacar, sin engaifa, de las dos cartitas una,

y el que la firme Oh fortuna! Se habr sacado la rifa! S! Los dos han de escribirme;


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pero, a la verdad, no s por ms que rebusco, qu puedan de nuevo decirme. (Vindose coquetamente al espejo. Hace uso de pomadas, polvos, etc.) Fascinador atractivo,

capaz de postrar a un vivo

y darle vida a un muerto;

decir que en mi boca se hallan

la prpura de las rosas y sus perfumes, son cosas

que por sabidas se callan. Que en mis miradas hay tal mezcla de gracia y desdn, que subyugo viendo bien y asesino viendo mal;

que or en mi acento dejo la ms dulce meloda, que la luz del medioda,

en mis pupilas reflejo; que mis labios son el broche

de una flor embriagadora, que mi mejilla es la aurora y mi cabello la noche;

que un sultn en su altivez por cien bellas se hace amar, y que yo puedo mirar


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mil Sultanes a mis pies Son frases ya muy usadas: de orlas cansada estoy;

y no pasan de ser hoy

solemnes perogrulladas.

Escena Sexta Paquita y Dionicio por el fondo.

DIONICIO.- Seorita, una le traigo

PAQUITA.- Carticas gracias a Dios!

DIONICIO.- Una que mandan los dos.

PAQUITA.- (Sorprendida) Los dos!

DIONICIO.- A un tiempo!

PAQUITA.- No caigo! (Azorada toma la carta) Djame sola, Dionicio.

(A Dionicio de mal modo)


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Que partas he dicho estamos?

DIONICIO.-

(Vse por el fondo)

PAQUITA.- Qu ser, gran Dios!... Veamos!

Escena Sptima Paquita sola

(Abre la carta y la lee con emocin creciente) PAQUITA.- Brindndonos un mundo de encantos y placeres,

lograste nuestras almas ayer esclavizar;

mas ya te conocemos,

sabemos ya quin eres, y el odio ms profundo te profesamos

Ah!

Las cartas que hoy nos diste,

con fines tan villanos,

troncronse por una feliz casualidad;

y as t misma imbcil!


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pusiste en nuestras manos la prueba irrecusable

de tus perfidias Ah!!

Coqueta, veleidosa! No alientes la esperanza

de ver quedar impune tu infame deslealtad:

horrible, tremebunda

ser nuestra venganza. Tiembla por el castigo que te impondremos!

Ah!!!

(Cae como sin sentido en una silla) Oh! qu sueo tan horrible!... (Como volviendo de un letargo) Mas es realidad!... no es sueo!...

As cae el ureo alczar que edific mi talento, sepultndome en sus ruinas llena de oprobio y desprecio?

As acabarn mis glorias?... Esto logran mis esfuerzos?... Pero qu idea!... Oh! qu idea!... An hay para el mal remedio! S! Veamos esa carta


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(Toma la carta de Cleto, que habr dejado sobre la mesa) De m misma me avergenzo!... Pero en tiempos de borrascas cualquier agujero es puerto!...

(Lee la carta de Carranza, dando muestras de alegra e hilaridad) Con lenguaje chabacano, y en estilo chapucero, el pobre Cleto Carranza me propone casamiento. Pues bien! estoy decidida!

La proposicin acepto. Entre un esposo palurdo,

y el celibato perpetuo, es mil veces cien mil veces,

preferible lo primero. Y lograr ser un ngel para un hombre tan zopenco que dice truje por traje y por mismo dice mesmo?... Ser tu esposa, Carranza; sers mi marido, Cleto; pero cuida sea bien alta

la copa de tu sombrero! (Entra a su cuarto, que se supone a la derecha e inmediatamente sale Dionicio)


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Escena Octava (Dionicio, que entra precipitadamente: a poco Don Zenon y Don Cleto por el fondo, ste en traje un tanto cuanto ridculo; con un cuello alto que le embaraza los movimientos del pescuezo, y caminando como martirizado por las botas)

DIONICIO.- (Como si hablara con Paquita) Acabo de ver unidos

a los dos en la cantina

Eh! Ya se ha ido a su cuarto

Despus sabr la noticia.

Al repararme callaron

Hum! las cosas se complican!

Me parece que hay enredos

Muy poco lo sentira

si se salvaran mi gangas,

si no tocara chispas;

pero seriamente creo

que mis propinas peligran,

y esta no es chispa, es hoguera

que me reduce a cenizas. (Viendo por la puerta del fondo) Aqu viene Don Zenon con Don Cleto. Qu se explican moviendo tanto los brazos?...


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Hacia esta sala caminan.

Quiera Dios no halla enredos y se salven mis propinas! (Vse por la izquierda)

DON ZENON.- Y ya usted ha consultado sus proyectos con Paquita?

CLETO.- (Va a poner su sombrero sobre una mesa) .

DON ZENON.- Y ya usted ha consultado sus proyectos con mi hija?

CLETO.- Mis proyectos? no seor. Siempre que hablo con la nia, la conversacin no sale de la moda y la poltica. Ella defiende las botas,

los guantes y las levitas, y yo abogo por la moda


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de la gente campesina. Que es ms holgada, ms cmoda, y ms fresca y ahorrativa. Luego me habla de elecciones de candidatos y listas,

de constitucin y leyes y otras tantas baratijas; y yo la oigo, lamentando que una joven tan bonita no se ocupe de otras cosas

que estn en armona con su sexo, por ejemplo, si la casa est barrida, si hay kerosene, si le faltan

botones a sus camisas (Por don Zenon) si los marranos engordan o si procrean las gallinas.

DON ZENON.- Muy bien, amigo Carranza. Habla usted como una biblia!

Desde ahora cuente usted

con mi aprobacin explcita; pero, como es natural, la voluntad de Paquita

decidir este asunto. Ojal nos sea propicia!


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CLETO.- As lo espero. En mi campo me han dicho que son de almbar

los solteros en Caracas, y las clibes avispas. Que no hay una, hermosa o fea, tonta o sabia, pobre o rica,

que al ofrecerle los cinco dedales en garanta, no se desmaye de gozo y entre suspiro no diga: Yo te adoro! Ser tuya!

Tuya no ms hasta el da que nos casemos.

DON ZENON.- Y creo que no le han dicho mentira.

(Cariosamente) Pero siempre es necesario

CLETO.- Pues bien! que venga y decida!

DON ZENON.- (Llamando) Dionicio!

DIONICIO.- (Dentro) Seor!


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DON ZENON.- Di a Paca que le espera una visita.

(Sale Dionicio)

DIONICIO.- Muy bien.


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PAQUITA.- A tus rdenes, pap.

DON ZENON.- Sintate, Paca querida. (Se sientan. Paca queda en el centro) No gastar circunloquios a ser tu marido aspira

el seor Cleto Carranza (Aparte a Paquita)

Consientes en ser su esposa?

PAQUITA.- (Fingiendo candor) Pap yo yo

DON ZENON.- No seas tmida. (Aparte a Paquita)

PAQUITA.- Pues bien: Se har lo que ustedes digan.

DON ZENON.- Bravo!

CLETO.-

DON ZENON.- (A Cleto) Y cundo ser el casorio?

CLETO.- (Despus de sacar una cuenta con los


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dedos) Dentro de dieciocho das.

DON ZENON.- (A Paquita) Te conformas?

PAQUITA.- Me conformo.

DON ZENON.- (Frotndose las manos con mucha alegra)

Ahora demos un paseo, mientras ponen la comida,

querido prximo yerno. (Se levanta)

CLETO.- (Levantndose)

DON ZENON.- Vamos a ver si encontramos algunos de la familia, siquiera amigos, que vengan a compartir nuestra dicha.

CLETO.- Muy bien.

DON ZENON.- Volveremos pronto.

CLETO.- Hasta luego, Paquita.

PAQUITA.- Adis, Cleto.


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CLETO.- Ya hablaremos. (Maliciosamente) Muy largo, y no de poltica.

(Vnse Don Zenon y Cleto por el fondo)

Escena Dcima Paquita, a poco Dionicio por el fondo.

PAQUITA.- Gracias a Dios! Ya respiro! Dentro de dieciocho das

aplicaremos aquella

salerosa tonadilla

Cay el pez en la remansa (Canta este verso con la msica que le corresponde en La Colegiala)

DIONICIO.- (Tambin cantando) Ay! qu ganga! Seorita otra carta de los dos.

PAQUITA.- Amprame, Santa Brgida! Qu ser?... yo no me atrevo. (Toma la carta) Mas he de hallar la salida

aunque me cerquen los obstculos! (A Dionicio de mal modo)


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Sal de aqu!

DIONICIO.- (Vse por la izquierda)

PAQUITA.- Valor y audacia! Sepamos lo que encierra esta misiva. (Abre la carta y lee) Aunque a tu instinto no cuadre, basta de coqueteras!

Aunque a tu pecho taladre, no han de pasar veinte das

sin que sea suegro tu padre! decretamos que te enlaces

y has de casarte con Cleto. Guardaremos el secreto de tu infame conducta, si haces

lo que ordena este decreto.

Elige nuestra venganza: no tienes escapatoria!

S! lasciate ogni speranza! O te casas con Carranza, o publicamos la historia. As logramos poner


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a tu veleidad un dique, coquetsima mujer! lo que fuimos hasta ayer tus amantes Lus y Henrique.

Pues estoy perfectamente! Sepultarn el secreto, si no pasan veinte das sin que mi padre sea suegro, y exigen que mi marido sea Carranza: majaderos! Cualquiera imaginara que estn conmigo de acuerdo. (Pausa) Qu me resta hacer ahora?... Ah! contestar el decreto!

Yo har creer a esos tontos que me arrancan un esfuerzo,

y que slo por temor efecto el casamiento. (Se dirige a la mesa de la derecha, y dice en alta voz lo que aparenta escribir) A la obra! Ya Carranza y mi padre estarn lejos y antes de llegar aqu me avisar el taconeo. Seores Henrique Fusa

Escena Undcima.


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(Paquita, escribiendo, y Cleto, que aparece por la puerta del fondo, de chinelas, con las botas en una mano y el cuello en la otra. La escena indicar poco o ms o menos la accin) PAQUITA.- y Lus Silva. Caballeros

CLETO.-

PAQUITA.- Acepto la cruz pesada que ustedes dos me han impuesto

CLETO.- (Se acerca en puntillas hasta poder ver lo que escribe Paquita)

PAQUITA.- Me casar con Carranza: El sacrificio es inmenso!

Pero, qu hacer? me lo exigen jueces rgidos, severos, de quienes solo castigo cruel y justo esperar debo


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CLETO.-


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CLETO.- Nada! Si fuese preciso, (Con calma) enserselo al viejo.

PAQUITA.- Llega gente! (Va hacia fuera por la puerta del fondo)

CLETO.- Pues me place.

PAQUITA.- Virgen Mara! Son ellos!

CLETO.-

(Paquita cae como anonadada en una silla)

Escena Duodcima (Dichos, Don Zenon, Henrique y Lus por el fondo)

DON ZENON.- Adelante, caballeros en el trnsito encontr a estos dos amigos, Cleto, a participar los traigo de mi regocijo inmenso.

CLETO.- Y yo me alegro, pues voy a referirles un cuento.


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HENRIQUE.- Vamos con l.

LUS.- Debe ser (Irnicamente) magnfico.

CLETO.- S! Muy bueno! (Tambin con irona) Para que sirva de prlogo miren este mamotreto.

Es una obra de Paquita La nia vale un imperio!

HENRIQUE.- (Tomando los papeles) Ser sin duda una danza que dedica a usted?

LUS.- O versos?

CLETO.-

HENRIQUE y LUS.- (Leyendo) El decreto!

DON ZENON.- Acaso sobre elecciones?

CLETO.- No, seor.


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DON ZENON.- Pues, no comprendo.

CLETO.- Escuche usted, don Zenon (Con dulzura) lo que hay de verdad en esto

es que yo y no me caso.

DON ZENON.- (Alarmado) Que no se casa! y mi nieto?

CLETO.- Bsquelo por otra parte porque yo no lo tengo.

DON ZENON.- A que adivino el motivo?... Habr hallado usted exceso de candor en la muchacha

CLETO.- (Con naturalidad) S, seor, ni ms ni menos.

DON ZENON.- (Sentenciosamente a Paquita) Si nada haces por tu parte, si t no pones el medio, voy a morir sin la dicha

de orme llamar abuelo!

Con el permiso de ustedes voy a mi cuarto: ya vuelvo.

(Vse por la izquierda)


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Escena Dcima Tercera (Dichos, menos Don Zenon, a poco Dionicio)

PAQUITA.-

HENRIQUE.- (A Cleto) Es decir que no se casa?

LUS.- Ya no se casa, don Cleto?

CLETO.- Qu pregunta! Creen ustedes que soy algn carnero?

HENRIQUE.- (Aparte a Lus)

LUS.- (Aparte a Henrique)

PAQUITA.-

HENRIQUE.- Pues entonces, a la imprenta! (Entra Dionicio por la izquierda)

Justa venganza tomemos! S! Publiquemos la historia! Demos hoy un cruel ejemplo a las infames coquetas


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que hacen del amor un juego!

DIONICIO.-

CLETO.- (En tono de verdadera compasin) Pobrecita!

HENRIQUE.- La defiende?

CLETO.- Los defiendo. Por culpable que ella sea, es hija de un pobre viejo, y entregar as esas canas al pblico vilipendio, es injusto y es innoble, oh! seores, no hagis eso!

(Lus y Henrique oyen admirados) Si el amor que ella inspiraba se ha convertido en desprecio; si hunde la frente en el polvo

(Paquita solloza de una manera perceptible) la que rein en nuestros pechos; y si amargusimas lgrimas vierte en hondo desconsuelo,

arrepentida quizs, qu ms venganza queremos?


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HENRIQUE.- Es verdad!

LUS.- Tiene razn!

CLETO.- Y bendigamos al cielo por no haber favorecido

vuestros inicuos proyectos! Si yo me hubiera casado, gracias a vuestros consejos; si buscando el paraso

hubiese hallado el infierno,

y para toda la vida

infeliz me hubieses hecho

no habran causado un mal grave sin necesidad?

HENRIQUE y LUS.- Es cierto!

CLETO.- Pues bien! En lo sucesivo emplead mejor el talento! Ya sabis que en el castigo nunca debe haber exceso;

que hay venganzas miserables, indignas de caballeros; que a la ancianidad honrada consideracin debemos,


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y que la dicha del prjimo es digna de algn aprecio. (Al ver que entra don Zenon lleva el dedo a la boca exigiendo silencio)

LUS.- En donde menos se piensa salta la liebre

CLETO.- Silencio.

Escena ltima (Dichos y don Zenon por la izquierda)

DON ZENON.- Carranza, sepamos cuando nos refiere usted el cuento

que nos tiene prometido.

CLETO.- Ya casi toca a su trmino oir usted el desenlace

(Finge proseguir la referencia de una historia) segn les iba diciendo; aquel palurdo ridculo -como yo, pobre labriego- crey dejar convencidos a los mozos de talentos

-como ustedes- y de pronto exclam: Me falta el negro!


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lo agarr, as, por el brazo (Coge a Dionicio por el brazo y lo sacude de verdad)

y le dijo, sacudindolo: T, gran pcaro, al instante toma las de Villadiego deja en paz esta familia y guarde eterno silencio sobre lo que aqu ha pasado.

(Aparte a Dionicio)

DIONICIO.- (Gritando de dolor)

CLETO.- O de cada cintarazo tres costillas te reviento!...

As termin la historia. (Aparte a Dionicio)

DIONICIO.- (Vse)

DON ZENON.- Yo he perdido la chaveta porque nada he comprendido.

PAQUITA.- Que des merecido castigo a una coqueta.


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DON ZENON.- Merecido? Qu bobada! Ests muy equivocada! Pues si merecido fuera,

el pblico lo aplaudiera, y no se oye una palmada!

Fin

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