Ascension del señor c

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ASCENSIÓN DEL SEÑOR

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ASCENSIÓN DEL SEÑOR

Y yo voy a enviar sobre vosotros el que mi Padre os ha prometido, y vosotros permaneced en la ciudad hasta que seáis revestidos de fortaleza de lo alto.

… Y mientras los bendecía, fue separado de ellos y elevado al cielo.

Lc 24, 46-53.

Jesús sube a los cielos y culmina su misión.

Pero ahora comienza la de sus apóstoles. Estos

deberán continuar su obra. Pero no podrán hacerlo

sin haber recibido «la fuerza de lo alto».

La misión de los

apóstoles tiene una

doble vertiente:

El anuncio del

resucitado, Cristo, que

vive.

La conversión total en

la vida de quienes

reciben el anuncio.

Los discípulos conocieron al Jesús histórico.

Caminaron con él, aprendieron junto a él, lo

acompañaron en su aventura y lo vieron morir en

la cruz. Vieron cómo lo sepultaban.

Ahora conocen al Cristo resucitado y

glorioso.

Lo han visto de nuevo, han comido con él y han

escuchado sus palabras. Solo desde esta

experiencia puede entenderse su misión.

El impacto de esa

experiencia mística

fue tan profundo que

los llenó de

entusiasmo.

Y su fuerza expansiva

ha llegado hasta

nosotros, la Iglesia de

hoy.

¿Qué hacemos los apóstoles del s. XXI?

Hemos heredado de los primeros apóstoles la

gran experiencia de Jesús vivo. Sin

embargo, después de dos mil años, parece

que hayamos perdido alegría y empuje…

Hemos recibido una herencia religiosa y

hemos creído en ella.

Pero no hemos dejado que eche raíz en

nosotros y nos transforme.

No estamos realmente convertidos y la fe se

nos va apagando.

Pero el Espíritu

Santo sigue

actuando.

Seguimos

recibiéndolo en cada

eucaristía.

Es el mismo Espíritu

Santo que recibieron

los apóstoles.

¿Qué nos ocurre?

La sociedad, la ciencia y la tecnología pueden despistarnos. Algunas ideologías incluso

quieren barrer a Dios del mundo.

No podemos perder el norte ni los valores.

Estamos llamados a ser portavoces de una

gran noticia: Dios nos ama, se ha encarnado

y viene a nosotros. Nada ni nadie podrá

ahogar la fuerza del Espíritu Santo.

Textos: Joaquín Iglesias Aranda.